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aula.
Luego de contar se hace la comprensión lectora en el
aula
Y dibuja donde se le indica lo que lo que más le gusto
del cuento.
Luego en su cuaderno de plan lector el niño lleva a
casa.
COMPRENSIÓN LECTORA
Cuento:--------------------------------------
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LA GALLINITA CON HIPO
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SOFÍA NO COMPARTE
Sofía era una niña buena; sin embargo, no le gustaba prestar sus
juguetes. Una tarde, a la salida del jardín, Sofía invitó a
Guadalupe a jugar juntas en su casa.
Después de tomar la merienda, fueron al cuarto, que estaba
repleto de juguetes Cada vez que Guadalupe quería tomar algún
juguete, Sofía le decía:
-¡Se rompe¡ ¡no lo toques¡... mi mamá no quiere que juguemos
con esa muñeca...
Y así todo el tiempo, hasta que vinieron a buscar a Guadalupe.
Guadalupe se aburrió muchísimo con Sofía, pero igualmente
nada le dijo.
Sofía también se comportaba así en la salita con los demás
compañeros Por eso, no la quería demasiado.
Otro día, fue Guadalupe quien invito a Sofía a su hogar.
Después de merendar, fueron a jugar al patio, donde Guadalupe
había preparado muchos juguetes.
Sofía estaba asombrada porque podía jugar con todos los
juguetes sin que Guadalupe se lo impidiera. Compartieron toda
la tarde alegremente: Jugaron a la mamá, a la doctora, con las
muñecas y a hacer las compras con los carritos.
Desde ese día, Sofía comprendió que era mucho más divertido
compartir los juguetes y no ser ego
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EL CHICO QUE TENIA MIEDO
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manchitas. Muy flaco y muy sucio estaba el perro. Y al chico le
agarró una cosa acá, en el medio del ombligo.
Y entonces se levantó del banco y se fue al lado del perro. Y se
quedó parado, sin saber qué hacer. Muerto de miedo se quedó.
La persona alta pero un poco bajita lo miró al chico. Y después
dijo algo y se fue. Y el chico volvió al banco. Y el perro lo siguió
al chico.
Y se sentó al lado.
-No es de nadie- dijo el chico -¿Lo llevamos?
-No- dijo la mamá.
-Sí- dijo el chico -. Lo llevamos.
En la casa la mamá lo bañó al perro. Pero el perro tenía hambre.
El chico le dio leche y un poco de polenta del mediodía. Pero el
perro seguía teniendo hambre. Mucha hambre tenía ese perro.
Entonces el perro fue y se comió todos los monstruos que
estaban en la oscuridad, y todos los ruidos fuertes que hacen
agujeros en las orejas. Y como todavía tenía hambre también se
comió el jarabe amargo del doctor, los retos del papá, las burlas
del tío, los besos de las personas altas y los empujones de las
personas bajitas. Con la panza bien rellena, el perro se fue a
dormir. Debajo de la cama del chico se fue a dormir, por si
quedaba algún monstruo.
hora el chico que tenía miedo no tiene más miedo. Tiene perro.
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LA VARITA MÁGICA
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EL GALLO ANDRÉS Y SUS POLLITOS
En el gallinero de
una granja, vivían
el orgulloso gallo
Andrés y sus siete
gallinas. Cierto día, dos de las gallinas no se reunieron con las
demás sino que se quedaron
en el nido, empollando sus huevecitos.
Andrés estaba tan contento y feliz que no paraba de cantar: -
¡kiquiriquíiiiii......! ¡voy a ser papá! - decía.
Pasó el tiempo y llegó el día del nacimiento. Todos estaban
pendientes. De pronto... ¡crash! se rompió un huevito.
Número uno, blanco como la espuma ¡al rato, ¡crash! nació el
pollito número dos, tan blanco como el anterior.
El gallito Andrés, orgulloso y feliz, les dio la bienvenida y
anunció los nacimientos con un alegre ¡kiquiriquíiiii¡
Luego nacieron nuevos pollitos: el tres, el cuatro, el cinco, el
seis, el siete, el ocho, y el pollito nueve.
Algunos blancos y algunos de otro color. Mientras todos lo
miraban curiosos...¡crash! nació el pollito número diez, negrito
como el carbón.
Andrés puso en fila a los pollitos que no eran blancos.
Los observó de arriba a abajo, de un costado y del otro... Sin
decir nada, abatido, se fue a un rincón del gallinero. Las gallinas
lo siguieron disgustadas. No paraban de cacarear: - ¿No, te da
vergüenza? - ¿qué tontería es ésta?
- son tan pequeños y bonitos...
Al rato, se escuchó el ¡kiquiriquiiii del gallo Andrés, que junto a
sus diez pollitos, les daba la bienvenida a todos por igual.
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EL CIEMPIÉS CECILIO
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LA TORTUGA SABIA Y AUDAZ
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El zorro estaba tan ofuscado que se lanzó al río, aunque no sabía
nadar. Tuvo suerte y pudo sujetarse de un tronco que lo llevó
lejos, quién sabe donde...
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EL PAJARITO PEREZOSO
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preparar todo a conciencia para poder aguantar solito el frío del
invierno.
Primero buscó durante días el lugar más protegido del frío, y
allí, entre unas rocas, construyó su nuevo nido, que reforzó con
ramas, piedras y hojas; luego trabajó sin descanso para llenarlo
de frutas y bayas, de forma que no le faltase comida para
aguantar todo el invierno, y finalmente hasta creó una pequeña
piscina dentro del nido para poder almacenar agua. Y cuando
vio que el nido estaba perfectamente preparado, él mismo se
entrenó para aguantar sin apenas comer ni beber agua, para
poder permanecer en su nido sin salir durante todo el tiempo
que durasen las nieves más severas.
Y aunque parezca increíble, todos aquellos preparativos
permitieron al pajarito sobrevivir al invierno.
Eso sí, tuvo que sufrir muchísimo y no dejó ni un día de
arrepentirse por haber sido tan perezoso.
Así que, cuando al llegar la primavera sus antiguos amigos
regresaron de su gran viaje, todos se alegraron
sorprendidísimos de encontrar al pajarito vivo, y les parecía
mentira que aquel pajarito holgazán y perezoso hubiera podido
preparar aquel magnífico nido y resistir él solito. Y cuando
comprobaron que ya no era perezoso y que se había convertido
en el más previsor y trabajador de la colonia, todos estuvieron
de acuerdo en encargarle la organización del gran viaje para el
siguiente año.
Y todo estuvo tan bien hecho y tan bien preparado, que hasta
tuvieron tiempo para inventar un despertador especial, y ya
nunca más ningún pajarito, por muy perezoso que fuera, tuvo
que volver a pasar solo el invierno.
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EL SAPITO FERMÍN
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-No me hacen falta, basta y sobra con los tuyos, para el caso
presente. Y corramos luego que tengo una invitación a un
gallinero y se me está haciendo tarde.
-¡Cuando gustes no más!
Puestos en la raya, y apenas sonó el grito, el zorro partió como
un celaje. Pero aún más listo, el sapito Fermín se le colgó de un
salto en el rabo.
Corrió unos metros el zorro y volviéndose a mirar para atrás,
gritó burlón:
-¡Sapito Fermín
Y con asombro oyó la voz de éste que le gritaba:
-¡Adelante estoy!
Como picado por una araña, se dio vuelta el zorro y divisó al
sapito Fermín saltando hacia la meta delante de él.
Partió otra vez el zorro, como el viento, pero esta vez, por
aquello de que el zorro nunca deja de serlo, metió la cola entre
las piernas.
El sapito Fermín regresó tranquilamente al punto de partida.
Jadeando llegó el zorro a la raya, se paró un poco antes y
volviéndose para atrás grito:
-¡Sapito Fermín!
Y con una rabia inmensa oyó una voz burlona que le gritaba,
desde más allá del punto de llegada:
-¡Adelante estoy!
Y así fue como el orgulloso zorro fue vencido en la carrera por el
sapito Fermín
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EL CABALLO Y LA ZORRA
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caballo a las patas del león, y le dio tantas vueltas y nudos que
no había modo de soltarse. Cuando hubo terminado, golpeó el
anca del caballo, y dijo: - ¡Vamos, andando! el caballo de un
salto se paró y salió al trote, arrastrando al león. Se puso éste a
rugir con tanta fiereza que todas las aves del bosque echaron a
volar asustadas; pero el caballo lo dejó rugir y, a campo traviesa,
lo llevó arrastrando hasta la puerta de su amo. Al verlo éste,
cambió de propósito y dijo al animal: - Te quedarás a mi lado, y
lo pasarás bien - y, en adelante, no le faltaron al caballo sus
buenos piensos, hasta que murió.
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EL SOL
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Llegó la noche y el Sol se escondió. Esa noche estuvo muy triste
pensando en lo bien que se lo estaría pasando todos viendo esos
bonitos cohetes.
Tan triste estaba que estuvo varios días sin salir, se pasaba todo
el día escondido.
Un día cansado de esa soledad decidió salir y se dio cuenta de
que todos al verle estaban muy contentos y se notaba que le
habían echado mucho de menos.
Entonces se sintió muy feliz y se dio cuenta de que, aunque no
siempre podemos hacer lo que nos gusta debemos sentirnos
felices de lo que somos e intentar que todos los demás también
lo sean
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LA GRULLA AGRADECIDA
Erase una vez había un joven que vivía solo en una casita al lado
del bosque. De regreso a casa durante un día de invierno
bastante nevoso, oyó un ruido extraño. Se puso a caminar hacia
un campo lejano de donde venía el sonido, y allí descubrió una
grulla tumbada sobre la nieve llorando de dolor. Una flecha
incada en la ala tenía, pero el joven, muy cariñoso, se la quitó
con mucho cuidado. El pájaro, ya libre, voló hacia el cielo y
desapareció. El hombre volvió a casa. Su vida era muy pobre.
Nadie le visitaba, pero esa noche a la puerta sonó un frap-frap-
frap. "¿Quién será, a esta hora y en tanta nieve?" pensó él. ¡Qué
sorpresa al abrir la puerta y ver a una mujer joven y bonita! Ella
le dijo que no podía encontrar su camino por la nieve, y le pidió
dejarla descansar en su casa, para lo cual él fue muy dispuesto.
Se quedó hasta el amanecer, y también el día siguiente.
Tan dulce y humilde era la mujer que el joven se enamoró y le
pidió ser su esposa. Se casaron, y a pesar de su pobreza, se
sentían alegres. Hasta los vecinos se alegraban de verlos tan
contentos. Pero el tiempo vuela y pronto llegó otro invierno. Se
quedaron sin dinero y comida, tan pobres como siempre.
Un día, para poder ayudar un poco, la mujer joven decidió hacer
un tejido y su marido le construyó un telar detrás de la casa.
Antes de empezar su trabajo ella pidió a su marido prometerla
nunca entrar al cuarto. Él lo prometió. Tres días y tres noches
trabajó ella sin parar y sin salir del cuarto. Casi muerta parecía
cuando la mujer joven por fin salió, pero a su marido le
presentó un tejido hermoso. Él lo vendió y conseguía un buen
precio.
El dinero les duró bastante tiempo pero cuando se acabo
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todavía seguía el invierno. Ya que, otra vez se puso a tejer la
mujer joven, y otra vez su marido le prometió no entrar al
cuarto. Fueron no tres sino cuatro días cuando ella, viéndose
peor que la vez siguiente, salió del cuarto y le dio a su marido un
tejido de tan gran maravilla que, al venderlo en el pueblo,
consiguieron dinero suficiente para dos inviernos duros.
Más seguros para el futuro que nunca, desafortunadamente el
hombre se hizo avaro. y ambicioso , tanto por el deseo de ser
rico como por los vecinos siempre preguntándole que cómo se
podía tejer sin comprar hilo, el joven le pidió a su señora hacer
otro tejido. Ella pensaba que tenían bastante dinero y que no
había necesidad, pero el avaricioso no dejaba de insistir. Puesto
que, después de recordarle a su marido la promesa, la mujer se
metió en el cuarto a trabajar.
Esta vez la curiosidad no le dejaba al hombre en paz. Ignorando
su promesa, fue al cuarto donde su señora trabajaba y abrió un
poquito la puerta. La sorpresa de lo que vio le hizo escapar un
grito. Manejando el telar estaba no su señora sino un pájaro
hermoso, cuál de las plumas que se iba arrancando de su propio
cuerpo hacia un tejido igualmente hermoso. Cuando el pájaro,
al oírle gritar, se dio cuenta de que alguien la miraba dejó de
trabajar y de repente su forma se convirtió a la de la mujer
joven.
Entonces, ella le explicó su historia, que ella era esa grulla cual
él ayudó y que, agradecida, se convirtió a mujer, y que empezó a
tejer para ayudarle no ser pobre, esto a pesar del sacrificio que
tejer con las plumas de su propio cuerpo le costaba. Pero, ahora
que él sabía su secreto, tendrían que dejar de ser juntos. Al oirá
esto, el prometió que la quería más que todo el dinero del
mundo, pero ya no había remedio. Cuando acabó su historia,
ella se convirtió a grulla y voló hacia el cielo..
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EL bosque encantado
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mientras lo hacía maldad, se fue riendo, y mientras lo hacía
Pasaron varios años desde que nadie pisaba ese oscuro y
espantoso lugar, hasta que una paloma llegó volando y cantando
alegremente, pero se asombró muchísimo al ver ese bosque que
alguna vez había sido hermoso, lleno de niños que iban y
venían, convertido en un espeluznante bosque. - ¿Qué pasó
aquí?... Todos perdieron su color y movimiento...
Está muy tenebroso ¡Cómo si fuera de noche!...
Tengo que hacer algo para que éste bosque vuelva a hacer el de
antes, con su color, brillo y vida... A ver, ¿Qué puedo hacer? Y
después de meditar un rato dijo: ¡Ya sé!
La paloma se posó en la rama seca de un árbol, que como por
arte de magia, empezó a recobrar su color natural y a moverse
muy lentamente.
Después se apoyó en el lomo del conejo y empezaron a
levantarse sus suaves orejas y, poco a poco, pudo notarse su
brillante color gris claro. Y así fue como a todos los habitantes
del bosque les fue devolviendo la vida. Los chicos volvieron a
jugar y a reír otra vez, ellos junto a los animalitos le dieron las
gracias a la paloma, pues, fue por ella que volvieron a la vida. La
palomita, estaba muy feliz y se fue cantando
¡Y vino el viento y se llevó al brujo y al cuento!
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La nuez de oro
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Flor de un día
Había una vez dos amigos que vivían en un palacio con sus
familias, que trabajaban al servicio del rey. Uno de ellos conoció
una niña que le gustó tanto que quería que pensó hacerle un
regalo. Un día, paseaba con su amigo por el salón principal y vio
un gran jarrón con las flores más bonitas que pudiera
imaginarse, y decidió coger una para regalársela a la niña,
pensando que no se notaría. Lo mismo hizo al día siguiente, y al
otro, y al otro... hasta que un día faltaron tantas flores que el rey
se dio cuenta y se enfadó tanto que mandó llamar a todo el
mundo.
Cuando estaban ante el rey, el niño pensaba que debía decir que
había sido él, pero su amigo le decía que se callara, que el rey se
enfadaría muchísimo con él. Estaba muerto de miedo, pero
cuando el rey llegó junto a él, decidió contárselo todo. En
cuanto dijo que había sido él, el rey se puso rojo de cólera, pero
al oír lo que había hecho con las flores, en su cara apareció una
gran sonrisa, y dijo "no se me habría ocurrido un uso mejor
para mis flores".
Y desde aquel día, el niño y el rey se hicieron muy amigos, y se
acercaban juntos a tomar dos de aquellas maravillosas flores,
una para la niña, y otra para la reina.
(Honradez y generosidad)
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El gran palacio de la mentira
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La invitación para el gran baile
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El concurso de belleza
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EL REGALO MÁGICO DEL CONEJITO POBRE
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asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó
diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas?
¡Pues sal fuera y mira lo que has hecho!
Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a
partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se habían
convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida
para todos los animales!
Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y
porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a
todos (generosidad).
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EL TESORO DE BARBA IRIS
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"Al tesoro ya has llegado
pero tendrás que encontrarlo;
si juntas un buen retrato
del hijo de tus abuelos,
y lo pones justo al lado
de la hija de tus yayos,
si luego añades las letras
que cada tesoro ha dado
se desvelará el secreto
que lleva tanto guardado.
Ese que acerca tus sueños
para poder alcanzarlos."
Mucho tiempo discutieron sobre el significado del enigma, y
sólo consiguieron ponerse de acuerdo en que el mensaje
hablaba de las fotos de unos padres, pero no alcanzaban a
entender el resto. Hasta uno de los numerosos días que
discutían sobre el asunto en el salón de casa de Toni, mirando
como Rincón del Maestro.
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LA RANITA DE LA VOZ LINDA
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EL ARBOLITO MILAGROSO
Había una vez un campesino que vivía en la orilla del río, como
todos los campesinos habitaba en una casa de paja y madera,
allí amarraba su canoa y colgaba su atarraya.
Un día los campesinos se pusieron a cortar los árboles de la
orilla del río para sembrar maíz y plátano, pero a todos ellos les
habían dicho que no debían cortar los árboles porque el río se
desbordaba y no prestaron atención.
El campesino cortó todos los árboles alrededor de la casa menos
en el que colgaba su hamaca. Hasta que un día se vino un gran
invierno y creció el río y arrastró las casas que estaban en la
orilla incluyendo la del campesino. Cuando el sintió que su
ranchito se caía, corrió y se agarró fuertemente del arbolito
donde colgaba la atarraya, pero el río también lo arrancó y se la
llevó. El campesino se aferró al árbol con tanta fuerza que al
amanecer estaba sobre él.
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EL TREN QUE QUERÍA VOLAR
Había un tren, muy grande y pesado, que pasaba todo el tiempo
pensando en volar. Los otros trenes le decían que era imposible,
que solo los pájaros y los aviones volaban. Entonces el tren
decía ¡Quiero ser un pájaro! ¡Quiero ser un avión!, pero seguía
siendo un pesado tren de carga que quería volar.
Hasta que un día hubo una gran tormenta, la cual destruyó un
puente que unía dos cerros, justo cuando se acercaba el tren que
quería volar. Frente a él se encontraba el vacío. El maquinista
aplicó el freno y saltó a tierra para salvar su vida. En ese
momento, el tren que quería volar vio su oportunidad.
Desconectó los frenos con un fuerte sacudón y aceleró directo al
vacío. Y entonces voló, voló, voló...
Y era tan fuerte su deseo de volar, que se mantuvo en el aire a
pesar de su cuerpo de hierro. Y sintió que era un pájaro. Y sintió
que era un avión.
Se mantuvo en el aire mientras las nubes, que habían bajado a
ver la hazaña, pasaban sonriendo a su lado. Llegó volando al
otro lado del barranco y las ruedas tomaron su camino de metal.
Desde ese día, el tren que quería volar fue completamente feliz y
se olvidó de ser un pájaro o un avión.
Entendió que lo suyo era ser un tren de carga y sonreía cuando
alguien decía que para un tren era imposible volar
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EL ORIGEN DE LA FELICIDAD
Había una vez un niño que era muy feliz, aunque no tenía
muchos juguetes ni dinero. Él decía que lo que le hacía feliz era
hacer cosas por los demás. Realmente nadie le creía y pensaban
que no estaba muy bien de la cabeza. Se pasaba todo el día
ayudando a los más pobres, a los anímales... y pocas veces hacía
nada para sí mismo.
Un día conoció a un médico que decidió investigar qué ocurría
en su interior. Descubrió que cada vez que hacía algo bueno,
unos angelitos diminutos aparecían para hacerle cosquillas en el
corazón. Aquello explicó la felicidad del niño, pero el médico
siguió estudiando hasta descubrir que todos tenemos esos
angelitos en el interior. La pena es que no salen porque no
hacemos cosas buenas.
Y...así se descubrió en qué consiste la felicidad.
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PUNTITO, EL ELEFANTE AMARILLITO
Como todos saben, los elefantes son grandes y de color gris.
Hasta que nació Puntito, el elefante enanito y amarillito... Como
era diferente, los demás hacían bromas y se reían de Puntito.
Los elefantes grandes y grises se jactaban de su fuerza y de los
grandes pesos que eran capaces de mover. Puntito solo podía
llevar ramitas, hojas secas, pasto y granitos de maíz, en su
pequeña trompa amarilla.
Un día, un gran árbol cayó sobre el jefe de los elefantes,
dejándolo atrapado. Todos los fuertes elefantes corrieron a
salvar a su jefe. Pero por más fuerza que hacían, no podían
levantar el árbol. Todos transpiraban y jadeaban tratando de
levantar aquel tremendo peso.
Pero no podían.
Hasta que de pronto, un relámpago amarillo llamado Puntito,
saltó sobre el tronco y con gran sorpresa para ellos, vieron que
el árbol se levantó y el jefe quedó libre. La fuerza de todos no
pudo levantar el árbol porque faltaba un poquito más...
justamente la poquita fuerza del pequeño elefantito.
Y así fue que los grandes elefantes comprendieron que todos
eran útiles, incluso Puntito... el amarillito.
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LAS ABEJITAS JUGUETONAS
En un panal había tres abejitas, que por primera vez iban a
buscar néctar de las flores del campo. La reina de las abejas le
dio un cántaro vacío a cada una y les ordenó traerlos bien llenos
al caer la tarde. Las abejitas partieron volando a cumplir su
tarea. La abeja mayor empezó inmediatamente. La del medio, se
dedicó a escuchar las historias que le contaban las flores y los
insectos. La más pequeña juntó muestras de todos los colores
que encontraba en las florecillas. Sin que se dieran cuenta, de lo
entretenidas que estaban, llegó la hora de volver al panal. En la
entrada las esperaba la reina y su corte.
La abejita mayor entregó su cántaro lleno y fue felicitada por
todas las abejas. Luego le tocó a la del medio. Cuando mostró su
cántaro con solo la mitad con néctar, la reina le dijo enojada:
“¿Eso es todo lo que traes?” “No”, dijo la abejita. “Además tengo
muchas noticias y chismes que me contaron las flores y los
insectos”. Y así entretuvo a la reina y al panal por mucho
tiempo. Las abejas también la felicitaron.
Al final le tocó a la más pequeña. La reina le preguntó: “¿Y tú,
cuánto néctar traes?“, la chiquita dijo: “Yo, traigo un tercio del
cántaro con néctar y muchos colores, para que todas nos
pintemos y nos veamos muy lindas...“las abejas se pintaron e
hicieron una fiesta.
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EL VIAJE
Los patos silvestres que vivían en aquel estanque, notaron que
el invierno se acercaba. Tal vez porque los días eran más cortos
o porque el aire estaba un poco más frío. Había llegado el
momento de buscar climas más cálidos. Y un buen día echaron
a volar iniciando un largo viaje siguiendo al sol.
Todos... menos uno.
Era un pato pequeño y débil que no había crecido tan rápido
como los demás. Los otros eran fuertes, con hermosas y
poderosas alas para volar grandes distancias. El patito miró con
angustia, cómo la gran bandada se elevó rumbo al norte,
dejándolo solo en aquella tierra que empezaba a ser fría y que
anunciaba el crudo invierno. Agachó la cabeza y una lágrima
rodó por su carita.
Pero en eso sintió un lejano graznido, luego otro y otro más.
Levantó la cabeza y a lo lejos distinguió un punto negro que
crecía y crecía. ¡Era la bandada que regresaba!
“Hemos venido por ti, pequeño” le dijo el guía.
‘Te esperaremos el tiempo que sea necesario, para que crezcas,
y puedas hacer el viaje con nosotros. Eres uno de los nuestros y
tus hermanos no te van a dejar aquí solo”.
Y por la cara del patito ahora caían muchas lágrimas de
felicidad. Pasaron dos semanas, justo las que el pequeño
necesitaba para poder volar, y emprendió junto a sus hermanos,
el largo viaje en busca del sol y de su calor.
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La luna y el zorro
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