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ÍNDICE
BERGSON 2
HUSSERL 4
LÉVINAS 6
MERLEAU-PONTY 8
SARTRE 10
PATOČKA 12
HEIDEGGER 13
GADAMER 15
RICOEUR 17
MARCUSE 19
HABERMAS 21
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HENRI BERGSON
Lo que resulta posible en el ámbito de los objetos se revela como imposible para la
conciencia. Esta conserva las huellas de su propio pasado; en ella nunca existen dos
acontecimientos idénticos, y donde nada hay de idéntico, nada hay de previsible.
Bergson afirma que al igual que la vida de la conciencia, la vida biológica no es una
máquina que siempre se repita idénticamente a sí misma. La vida es evolución creadora,
impulso vital que no necesita más que distenderse para extenderse. La materia no es otra
cosa que el momento de la detención de este impulso vital. La evolución creadora no es
un proceso uniforme. La relación entre impulso vital y materia es análoga a la existente
entre memoria y percepción. Lo importante es comprender que tanto la vida como la
materia se hallan en la base de la evolución. La evolución creadora es un estudio de la
vida comprendida de una forma dinámica.
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Ni el instinto ni la inteligencia nos ofrecen la realidad. Hay cosas que sólo la
inteligencia es capaz de buscar, pero que no hallará jamás por sí sola; únicamente podría
descubrirlas el instinto, pero éste nunca las buscará. La inteligencia, que nunca se halla
del todo separada del instinto, puede regresar conscientemente al instinto. Cuando
sucede tal cosa nos encontramos con la intuición, que es instinto consciente de sí. La
intuición es la visión del espíritu desde el espíritu: es inmediata, como el instinto, y
consciente, como la inteligencia. La intuición es la que siempre nos desvela la duración
de la conciencia y el tiempo real; nos hace conscientes de la libertad que somos nosotros
mismos. La intuición es el órgano de la metafísica.
Al igual que en la vida moral, Bergson distingue en la vida religiosa dos posibilidades:
la religión estática y la religión dinámica. La religión estática y natural es
infraintelectual; la religión dinámica se introduce en el impulso vital y hace que
continúe. Esta religión consiste en el misticismo.
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EDMUND HUSSERL
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se manifiesta en estos actos: cuerpos coloreados, imágenes, pensamientos, recuerdos,
etc. Por lo tanto, hemos de distinguir entre el aparecer de un objeto y el objeto que
aparece. Husserl llama noesís al tener conciencia, y noema a aquello de lo cual se tiene
conciencia.
Con la finalidad de ir a las cosas mismas, y sobre las cuales pueda fundamentarse una
concepción filosófica consistente, Husserl propone la epojé o reducción
fenomenológica. Llevar a cabo una epojé no significa estrictamente dudar. Realizar una
epojé quiere decir más bien suspender el juicio sobre todo lo que nos dicen las doctrinas
filosóficas, las ciencias o, en definitiva, sobre las creencias que configuran la actitud
natural. Pero ¿existe algo de lo que no se pueda dudar y resista a la epojé? Según
Husserl, la conciencia. La conciencia es el residuo fenomenológico que es capaz de
resistir ante los continuados asaltos de la epojé.
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LÉVINAS
Retomó el concepto de intuición de Bergson y Husserl y la definió como el acto que nos
pone en contacto con el ser. La intuición fenomenológica nos permite conocer mejor al
mundo y a nosotros mismos sin convertirnos en objetos. Valora el método
fenomenológico como vía de acceso a la experiencia sin imponerle desde fuera el
pensamiento. La fenomenología es una actitud filosófica con la que llegamos a través de
la experiencia a la verdad del mundo de la vida en el que habitamos.
La primera se trata del periodo comprendido entre sus dos obras consagradas a la
fenomenología alemana: su tesis sobre Husserl y el libro Descubriendo la existencia con
Husserl y Heidegger. Lévinas va conociendo la obra de Husserl a la vez que se distancia
de él para formar su propia filosofía. Su experiencia vivida en los campos de
concentración influyó en su pensamiento, especialmente, en su visión de la ética como
filosofía primera. La ética es primera filosofía porque sólo a partir de ella las
abstracciones metafísicas adquieren una significación.
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sujeto se constituye contra la muerte, pero ¿cómo realiza esto? Abriéndose al otro. Se
existe como alteridad, y es precisamente esa responsabilidad hacia el otro lo que me
constituye sujeto.
La esencia del tiempo es esa libertad humana de aplazar la muerte y por tanto la ética es
lo que rompe la soledad ontológica. La mayor evidencia de que no estoy solo y de que
tengo un deber ético es el rostro del otro.
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M. MERLEAU-PONTY
El cuerpo humano vive en situación y en la ambigüedad de los gestos. Por eso la palabra
adquiere especial relevancia en su teoría, por cuanto la vida intersubjetiva encuentra su
mayor profundidad en la relación hablada. Hablar es coexistir, comprobarse partícipes
de un mundo común y colaborar en el desvelamiento de su sentido.
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pasado que ha vivido. La libertad existe porque me encuentro fuera de mí y abierto al
mundo.
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JEAN-PAUL SARTRE
El hombre es el ser por el cual existen todos los valores. La vida es una aventura
absurda, donde el hombre se proyecta continuamente más allá de sí mismo.
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Sartre identifica al hombre con su libertad. El hombre es el demiurgo de su porvenir. Es
aquello que proyecta ser. En él, la existencia precede a la esencia. El hombre está
condenado a ser libre. Condenado, porque no fue él mismo quien se creó, y sin embargo
libre porque una vez que fue arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace. No
se puede hallar otros límites a su libertad que la libertad misma. Nadie tiene excusas
válidas: si se fracasa, se fracasa porque se ha elegido fracasar. La libertad defendida por
Sartre es una libertad absoluta, y por lo tanto atribuye al hombre una responsabilidad
total.
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PATOČKA
Hay tres modulaciones del movimiento existencial: 1) La relación con lo existente, cuya
dimensión es el pasado. 2) La humanización de las cosas y la cosificación de los
hombres, cuya dimensión es el presente. 3) El movimiento de la existencia auténtica o
de la verdad, predomina el futuro.
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MARTIN HEIDEGGER
Puedo dedicar mi vida al trabajo, al estudio o a cualquier otra cosa, pero puedo ser
hombre tanto si escojo una posibilidad como si escojo otra. Sin embargo, entre las
diversas posibilidades que se presentan hay una diferente, a la que el hombre no puede
rehuir: la muerte. Cuando la muerte se hace realidad ya no hay más existencia. La
muerte es la posibilidad de que todas las demás posibilidades se conviertan en
imposibles. La existencia auténtica es un ser para la muerte. Únicamente si
comprendemos la posibilidad de la muerte como imposibilidad de la existencia, el
hombre encuentra su auténtco ser. La existencia auténtica significa una aceptación de la
propia finitud.
Dado que la existencia es posibilidad y proyección, Heidegger afirma que entre las
determinaciones del tiempo (pasado, presente y futuro) la fundamental es el futuro.
Estas tres determinaciones del tiempo hallan su significado en su estar fuera de sí: el
futuro es un tender hacia delante, el presente es un estar en las cosas, y el pasado es un
volver a una situación de hecho en el propósito de aceptada. Cada una de las tres
determinaciones temporales cambia en base al hecho de que se trate de tiempo auténtico
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o inauténtico, donde el tiempo auténtico es el de la existencia auténtica, y el tiempo
inauténtico está representado por la preocupación acerca del éxito.
El lenguaje de los hombres puede hablar de los entes, pero no del ser. Por ello, la
revelación del ser no puede ser obra de un ente, aunque se trate de un ente privilegiado
como es el Dasein, sino que puede producirse únicamente a través de la iniciativa del
ser mismo. Aquí reside el giro en el pensamiento de Heidegger. El hombre no puede
desvelar el sentido del ser. El ser se desvela con el lenguaje, el lenguaje es la casa del
ser.
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HANS-GEORG GADAMER
El intérprete se acerca a los textos no con una actitud mental semejante a una tabula
rasa, sino con su precomprensión, con sus prejuicios, sus presuposiciones y sus
expectativas. Dado el texto y dada la precomprensión del intérprete, éste esboza de
manera preliminar un significado de dicho texto, y ese bosquejo aparece justamente
porque el texto es leído por el intérprete con unas expectativas determinadas, que se
derivan de su precomprensión. Este proyecto inicial es revisado continuamente.
Gadamer señala con claridad que el autor de un texto es un elemento ocasional. Una vez
que ha sido engendrado, el texto posee una vida autónoma. Así, por ejemplo, tiene
consecuencias sobre la historia posterior, que el autor no podía prever o imaginar. La
historia de los efectos de un texto determina su sentido cada vez con mayor plenitud. El
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intérprete también reinterpreta el texto a la luz de la historia de sus efectos. Esto no
quiere decir que una interpretación sea válida por el mero hecho de que sea la más
reciente. Lo que se quiere decir es que una interpretación resulta válida hasta que no
tengamos otra mejor.
Para Gadamer el concepto de experiencia es uno de los menos claros que poseemos.
Hablamos de experiencia en dos sentidos diferentes: por un lado, están las experiencias
que se introducen de manera ordenada en nuestras expectativas, y por el otro está la
experiencia que uno hace. Esta última, que es la auténtica experiencia, es siempre una
experiencia negativa. Cuando decimos que hemos tenido determinada experiencia, nos
referimos a que hasta ahora no habíamos visto correctamente las cosas, pero ahora
sabemos mejor cómo son. Nunca se puede tener dos veces la misma experiencia. Quien
ha tenido la experiencia misma, se ha convertido en experto, en persona que tiene
experiencia.
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RICOEUR
Por otra parte, Ricoeur reclama la precomprensión que explicite los presupuestos para la
comprensión del objeto de la reflexión filosófica. El discurso no será explicativo sino
interpretativo. Estamos instalados en un dominio simbólico desde que comenzamos a
reflexionar sobre las fuentes de nuestra existencia. El símbolo se constituye por una
estructura de doble significado, en el que el sentido directo y literal apela a otro
secundario y figurado, que sólo se desvela por la interpretación.
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sospecha, proveniente de los tres grandes maestros de la sospecha: Freud, Marx y
Nietzsche. Unánimes en considerar la sospecha como falsa, y al lenguaje como
encubridor de esta falsedad que se abriga en la noción del sujeto consciente. Los tres
anuncian la liquidación de la ilusión de la conciencia. El segundo estilo de
interpretación deriva de Husserl y es atribuido también a Hegel y Heidegger. Considera
el lenguaje como una sugerencia, un logos que impulsa a la escucha del mensaje oculto
e invita a una reinvención del sentido encubierto. Ricoeur no rechaza estos modelos
contrastantes, sino que sostiene una articulación dialéctica entre ambos para una
comprensión del sujeto.
Ricoeur también analiza el sentido del discurso poético como lenguaje de la metáfora.
Le interesan especialmente las metáforas de tensión, esas que organizan nuestra visión
de la realidad a raíz de la significación que llevan implícita. De ahí que la metáfora sea
insustituible y, por ello, resulte tan difícil de traducir. Sin embargo, la metáfora aporta y
enseña.
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MARCUSE
En línea con la tradición de la filosofía occidental, cree que los conceptos y principios
objetivos existen, y su totalidad se llama razón. El poder invencible de la razón es capaz
de gobernar toda la realidad. La razón aparece en la lucha continua del hombre para
comprender lo que existe y transformarlo de acuerdo con la verdad. Marcuse expone y
sostiene la doctrina marxista desde la perspectiva del trabajo alineado. La categoría de
la alineación delata la necesidad de un proceso dialéctico para superar la negatividad y
el desorden sociales. De ahí que la praxis social marxista incorpora la negatividad para
superarla. Insiste en que la abolición de la propiedad privada no es concebida por Marx
como un fin en sí mismo, sino como medio para suprimir el trabajo alineado.
Marcuse piensa que el marxismo soviético no puede aparecer como la imagen ideal de
la liberación del hombre esclavizado. Marcuse ha mantenido su posición crítica respecto
del comunismo soviético.
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sociedad en la que vive y las fuerzas contestatarias y rebeldes van siendo anexionadas e
integradas en el sistema al ser mejor retribuidas, y así inutilizadas para la protesta. De
este modo, el progreso técnico refuerza todo un sistema de dominación sobre la mayoría
de un pueblo satisfecho con los bienes económicos obtenidos. Cuanto más progreso
técnico, menos capacidad de resistencia del pueblo.
Paralelamente, los ocios y las aspiraciones de las diversas clases sociales se van
haciendo más uniformes. Los mismos sindicatos acaban defendiendo los intereses de las
clases dominantes. Marcuse concluye que la sociedad industrial moderna es una
sociedad represiva y totalitaria que mantiene a los individuos esclavizados y alineados,
pese a su apariencia de libertad democrática. Marcuse también hace una crítica del
discurso del lenguaje moderno, que considera un lenguaje autoritario que, con sus
contradicciones, expresiones analíticas, slogans y fórmulas repetidas, impone un modo
uniforme de pensar.
Marcuse esboza el ideal de una existencia libre y pacífica, liberada de todas las
represiones de la actual sociedad tecnológica y capitalista. Una vida mejor y más
estética bajo la triple unión de ciencia, arte y filosofía.
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HABERMAS
Habermas propone reconstruir la base de validez del habla dentro del marco de una
pragmática universal. La pragmática universal se encarga de identificar y reconstruir las
condiciones universales del entendimiento. El nuevo lugar de residencia de la
racionalidad va a ser el lenguaje en sus usos, por lo que hablaremos de racionalidad
comunicativa. El problema es que el mismo lenguaje se convierte en medio de
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dominación si no sirve a su función originaria: el uso interactivo al servicio del
entendimiento. De ahí derivan las patologías sociales de las sociedades modernas.
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