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La sentencia “Rosendo Radilla”: una puesta en cuatro actos

Daniel Vázquez

LA SENTENCIA “ROSENDO RADILLA”:


UNA PUESTA EN CUATRO ACTOS
Por Daniel Vázquez1
- Rosendo Radilla: ¿De qué se me acusa?
- Militar: De componer corridos
- Rosendo Radilla: ¿Y eso es delito?
- Militar: No, pero mientras ya te chingaste…

Últimas palabras de Rosendo Radilla al


ser detenido en un retén militar el 25 de agosto de 1974
en Atoyac de Álvarez, Guerrero (Gutiérrez y Cantú, 2012: 33)

Resumen

México al igual que América Latina sufrió una serie de violaciones sistemáticas a los derechos
humanos durante las décadas de los 60 y 70. Poco más de la mitad de las desapariciones se
focalizaron en Guerrero, una de las 32 provincias que integran su territorio. Es allí, donde en
agosto de 1974 desaparece Rosendo Radilla. El caso llegó hasta el Sistema Interamericano de
derechos humanos el 15 de noviembre de 2001.

En la sentencia de Rosendo Radilla es la primera vez que se establecen medidas de reparación a


cargo del Poder Judicial. Sin embargo, lo más interesante sucede en el proceso de apropiación
local de la sentencia por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde hubo un cambio radical
en la forma de pensar y aplicar al Derecho Internacional de los Derechos Humanos ya que en
México –donde no existe reglamentación a seguir en el cumplimiento de las sentencias de la
Corte-, da lugar a la reforma constitucional que somete al derecho y la política nacional a
principios del derecho internacional.

Abstract

México and Latin American suffered of systematic violations human rights during the decades of
60 and 70. Just over half of the disappearances were focused on Guerrero, one of the 32

1
Daniel Vázquez es profesor investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede México. Su línea de investigación
es la relación entre los derechos humanos, la democracia y el mercado. Correo electrónico: lvazquez@flacso.edu.mx
11

Publicación de la Red Universitaria sobre Derechos Humanos y Democratización para América Latina.
Año 2, Nº 4. Julio de 2013. Buenos Aires, Argentina
La sentencia “Rosendo Radilla”: una puesta en cuatro actos
Daniel Vázquez

provinces that make up its territory. It is there, where in August 1974 Radilla disappears. The case
went to the Inter-American human rights system on November 15, 2001.

In the case Radilla, is the first time that remedial measures are established by the Judiciary.
However, the most interesting thing happening in the process of local ownership of the judgment
by the Supreme Court of Justice, where there was a radical change in thinking and apply the
International Law of Human Rights. In Mexico - where there is no regulation to follow in carrying
out the judgments of the Court - , the constitutional reform achievement that the national law and policy
principles to submitted to of international law .

Primer acto: El caso y la sentencia Rosendo Radilla

Durante las décadas de los 60 y 70 América Latina sufrió una serie de violaciones sistemáticas a
los derechos humanos producto de los gobiernos burocrático-autoritarios en el marco de la Guerra
Fría. México no fue la excepción, aunque sí cuenta con algunas particularidades provenientes de
la organización corporativa de su sistema político a partir de un partido hegemónico. Con todo, por
supuesto que en México también se llevaron a cabo procesos sistemáticos de detención arbitraria,
tortura, desaparición forzosa y ejecución extrajudicial de cientos de personas; hasta el momento
se acredita la desaparición forzada de 1, 200 civiles2 (Gutiérrez, 2010: 14). Tal vez uno de los
aspectos más relevantes del proceso mexicano tiene que ver con la concentración de los lugares
donde se llevaron a cabo los procesos sistemáticos de violación a los derechos humanos. En
efecto, de las desapariciones contabilizadas poco más de la mitad se llevó a cabo en sólo una de
las 32 provincias que integran a México: 639 desapariciones se llevaron a cabo en la provincia de
Guerrero. Más aún, de esas 639 desapariciones realizadas en Guerrero, 473 (el 74% del total de
las desapariciones de Guerrero y el 39% del total de las desapariciones en todo México) se
realizaron en sólo un pueblo: 473 desapariciones en Atoyac de Álvarez (Gutiérrez, 2010: 14).
Como en otras partes de América Latina, el principal objetivo de las detenciones arbitrarias era
conseguir información a través de la tortura, en particular en México los procesos de tortura
incluían la desfiguración de rostros, quemaduras de tercer grado, darles de tomar gasolina,
romperles huesos, cortarles o rebanarles la planta de los pies, toques eléctricos, amarrarlos por
los testículos y colgarlos, introducir botellas de vidrio en la vagina o mangueras por el ano para
llenarlos de agua y golpearlos así como vuelos donde eran tirados los cuerpos al mar. Es en este

2
La Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a Derechos Humanos en México (AFADEM)
calcula que de finales de los años sesenta a principios de los años ochenta hubo cerca de 1,200 personas desaparecidas. Asimismo, la
CNDH ha documentado 532 casos mientras que la FEMOSPP determinó que había 643 casos suficientemente documentados para
acreditar el delito de desaparición forzosa (Gutiérrez, 2010: 14).
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marco que el 25 de agosto de 1974 Rosendo Radilla es detenido arbitrariamente y desaparecido


en un retén militar.

Rosendo Radilla tenía una familia compuesta por una esposa, once hijas y un hijo que le
acompañaba en el momento de su detención3. Además de caficultor guerrerense y alcalde de
Atoyac de Álvarez en 1955, Rosendo Radilla también fue músico de corridos. Dentro de los
corridos que compuso dedicó algunos tanto a Lucio Cabañas (1938 – 1974, líder estudiantil,
maestro rural y fundador así como principal jefe del grupo armado Partido de los Pobres formado
en 1967) como a Genaro Vázquez (1931 – 1972, líder sindical del magisterio que en 1968 fundó la
Asociación Cívica Nacional Revolucionaria que realizó actividades conjuntas con el Partido de los
Pobres); estos corridos popularizados en la zona fueron la principal causa de su detención
arbitraria y desaparición.

Durante más de 30 años la familia de Rosendo Radilla lo buscó y exigió justicia en las instancias
correspondientes en México (es relevante en especial el papel desarrollado por una de sus hijas:
Tita Radilla). Frente a la denegación de la misma, la familia con el acompañamiento de la
Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos así como de la
Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a Derechos
Humanos en México (AFADEM) decidió tocar las puertas del sistema interamericano de derechos
humanos el 15 de noviembre del 2001. Después del proceso seguido tanto ante la Comisión
Interamericana como en la Corte Interamericana de Derechos Humanos finalmente el 23 de
noviembre del 2009 la Corte emitió la sentencia que condenó al Estado Mexicano por violaciones
a los derechos a la libertad, a la integridad personal, a la vida, y al reconocimiento de la
personalidad jurídica del señor Radilla Pacheco; así como a los derechos a la integridad física y
mental, a las garantías judiciales y a la protección judicial de sus familiares.

Hasta aquí en realidad nada nuevo con respecto a la tradición jurisprudencial que la Corte había
venido desarrollando. En palabras de García Ramírez (2010), en la medida en que la desaparición
forzada de personas era ya una materia clásica en su jurisprudencia justamente por las dictaduras
militares realizadas en el marco de la Guerra Fría y la Operación Condor, la Corte siguió los
lineamientos que ya se habían formado desde sus primeras sentencias. Mantuvo la extrema

3
De hecho, las últimas palabras relatadas al inicio de este documento son recuperadas de los recuentos elaborados por el hijo de
Rosendo Radilla que lo acompañaba ese día hacia la capital de la provincia: Chilpancingo. Él mismo comenta que la última solicitud de
su padre fue pedirle al militar que le permitiera a su hijo regresar al autobús y llegar a Chilpancingo, el militar accedió y sólo Rosendo
Radilla fue detenido y desaparecido.
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gravedad de la desaparición forzada así como el carácter continuo o permanente de la misma4;


sostuvo la violación pluriofensiva o compleja de derechos por medio de un solo acto; argumentó
también la frecuente relación de este fenómenos con la impunidad; en fin, mantuvo los criterios
jurisprudenciales que tomaron forma desde Velásquez Rodríguez vs Honduras.

Otro aspecto relevante de la sentencia es el relativo al fuero militar, uno de los más importantes en
este caso específico ya no por lo sucedido en la década de los sesenta y setenta, sino por la
política de seguridad llevada a cabo por el gobierno de Felipe Calderón entre el 2006 y el 2012
que involucró de forma directa tanto a la Secretaría de la Defensa Nacional como a la Secretaría
de Marina en lo que la propia presidencia denominó “la guerra contra el narcotráfico”. En la
medida en que el número de muertes aumentaba5, también se incrementaban las denuncias por la
presunta violación a derechos humanos cometidas por militares en contra de civiles (cateos
ilegales, detenciones arbitrarias, tortura, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzosas
eran las más recurrentes). La principal disputa se encontraba en el artículo 13 constitucional
relacionado con el artículo 57 fracción II del Código de Justicia Militar6 que permitía que en
aquellos casos donde concurrieran militares y civiles en la comisión de delitos, los primeros serán
juzgados por el fuero militar, por lo que en las denuncias relacionadas con violaciones a derechos
humanos, los presuntos culpables no eran sometidos al fuero común, sino al poco transparente
fuero militar. Más allá de las fuertes consecuencias políticas y la actualidad del tema del fuero
militar producto de la política de seguridad del gobierno de Felipe Calderón, lo cierto es que en
este punto la sentencia de la Corte tampoco fue muy distinta con respecto a la tradición
jurisprudencial que había venido desarrollando. Ya en 1999 en el caso Castrillo Petruzzi y otros vs
Perú la Corte había determinado los casos en que es válido -y cuándo no- el ejercicio de la
competencia militar.

4
Aspecto central en lo que se refiere a la competencia de la Corte para conocer de casos que, aunque previos a su nacimiento o al
sometimiento de Estado en cuestión a la jurisdicción de la Corte, en la medida en que son delitos continuos o permanentes, la Corte
puede conocer de dichos casos. Así sucedió en México, quien si bien aceptó la jurisdicción de la Corte en 1998, aunque la
desaparición de Rosendo Radilla se llevó a cabo en 1974, al ser un acto continuo permitió a la Corte conocer de dicho proceso.
5
No hay acuerdo en relación con el número total de muertes violentas entre el 2006 y el 2012 como consecuencia de esta estrategia
de seguridad pública. Los números van de los 55 mil a los 100 mil muertos en este periodo.
6
ARTICULO 57.- Son delitos contra la disciplina militar:
II.- Los del orden común o federal, cuando en su comisión haya concurrido cualquiera de las circunstancias que en seguida se
expresan:
A).- Que fueren cometidos por militares en los momentos de estar en servicio o con motivo de actos del mismo;
B).- Que fueren cometidos por militares en un buque de guerra o en edificio o punto militar u ocupado militarmente, siempre que, como
consecuencia, se produzca tumulto o desorden en la tropa que se encuentre en el sitio donde el delito se haya cometido o se
interrumpa o perjudique el servicio militar;
C).- Que fueren cometidos por militares en territorio declarado en estado de sitio o en lugar sujeto a la ley marcial conforme a las reglas
del derecho de la guerra;
D).- Que fueren cometidos por militares frente a tropa formada o ante la bandera;
E).- Que el delito fuere cometido por militares en conexión con otro de aquellos a que se refiere la fracción I.
Cuando en los casos de la fracción ii, concurran militares y civiles, los primeros serán juzgados por la justicia militar (las
negritas son mías).
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Otro punto relevante de la sentencia con relación a México fue el hecho de que la Corte
desechara la reserva realizada por este país al artículo IX de la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada por medio de la cual México buscaba que se permitiera el ejercicio de la
jurisdicción militar en casos de desaparición forzada. No obstante, una vez más, no es la primera
vez que la Corte Interamericana declara nulas reservas realizadas por países. Ya antes lo había
hecho como en el caso Hilaire, Constantine y Benjamin vs Trinidad y Tobago (García, 2010: 8).

Otro aspecto que es dable mencionar de esta sentencia es el relacionado con la mala tipificación a
nivel local que hay en torno a la desaparición forzada, por lo cual la Corte determinó en su
sentencia que se modificara el tipo penal interno7 para armonizarlo con los estándares
internacionales que hay al respecto, en particular con la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada. Nuevamente aquí nada nuevo en la tradición jurisprudencial de la Corte ya
que en otros casos –como en Trujillo Oroza vs Bolivia en 2002- se había pronunciado en torno a la
necesaria armonización de las decisiones penales nacionales con las internacionales.

Un último punto que me interesa relatar –y sobre el cual se profundizará en las próximas páginas-
tiene que ver con el control de convencionalidad establecido en la sentencia del caso Rosendo
Radilla. Si bien ya antes la Corte había dictado una sentencia en contra de México –caso Jorge
Castañeda Gutman vs México en agosto del 2008-, en la sentencia Rosendo Radilla es la primera
vez que se establecen medidas de reparación a cargo del Poder Judicial tanto en el párrafo 338
como en el 339:

338. Para este Tribunal, no sólo la supresión o expedición de las normas en el


derecho interno garantizan los derechos contenidos en la Convención Americana,
de conformidad a la obligación comprendida en el artículo 2 de dicho instrumento.
También se requiere el desarrollo de prácticas estatales conducentes a la
observancia efectiva de los derechos y libertades consagrados en la misma. En
consecuencia, la existencia de una norma no garantiza por sí misma que su
aplicación sea adecuada. Es necesario que la aplicación de las normas o su
interpretación, en tanto prácticas jurisdiccionales y manifestación del orden público
estatal, se encuentren ajustadas al mismo fin que persigue el artículo 2 de la
Convención. En términos prácticos, la interpretación del artículo 13 de la

7
El delito de Desaparición Forzada se encuentra previsto en el artículo 215-A del Código Penal Federal que a la letra dice: “Comete el
delito de desaparición forzada de personas, el servidor público que, independientemente de que haya participado en la detención legal
o ilegal de una o varias personas, propicie o mantenga dolosamente su ocultamiento bajo cualquier forma de detención.”
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Constitución Política mexicana debe ser coherente con los principios


convencionales y constitucionales de debido proceso y acceso a la justicia,
contenidos en el artículo 8.1 de la Convención Americana y las normas pertinentes
de la Constitución mexicana.

339. En relación con las prácticas judiciales, este Tribunal ha establecido en su


jurisprudencia que es consciente de que los jueces y tribunales internos están
sujetos al imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones
vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un
tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del
aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar
porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados
por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, que desde un inicio carecen
de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer un “control de
convencionalidad” ex officio entre las normas internas y la Convención Americana,
evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones
procesales correspondientes. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta
no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la
Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana (las cursivas
son mías).

Una vez más, en estos puntos no hay nada nuevo en la tradición jurisprudencial de la Corte. El
control de convencionalidad era algo que ya venía gestándose desde los votos de Sergio García
Ramírez emitidos en 2003 en el caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala y en 2004 en el caso Tibi
Vs. Ecuador donde García Ramírez especificó que “si los tribunales constitucionales controlan la
‘constitucionalidad’, el tribunal internacional de derechos humanos resuelve acerca de la
‘convencionalidad’ de esos actos”. El término de control de convencionalidad será expresamente
recuperado por la Corte en el 2006 en el caso Almonacid Arellano Vs. Chile donde, en el párrafo
124, la Corte establece:

124. La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al
imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el
ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un tratado
internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del
aparato del Estado, también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar
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porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la


aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de
efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de
“control de convencionalidad” entre las normas jurídicas internas que aplican
en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
En esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado,
sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana,
intérprete última de la Convención Americana. (las negritas son mías).

Posteriormente, en el 2007, en la sentencia recaída a la solicitud de interpretación de la sentencia


de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas del caso Trabajadores Cesados del
Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs Perú en el párrafo 128 la Corte complementará el control de
convencionalidad con los principios de efecto útil y aplicación de oficio:

128. Cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención


Americana, sus jueces también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar
porque el efecto útil de la Convención no se vea mermado o anulado por la
aplicación de leyes contrarias a sus disposiciones, objeto y fin. En otras palabras, los
órganos del Poder Judicial deben ejercer no sólo un control de constitucionalidad, sino
también “de convencionalidad” ex officio entre las normas internas y la
Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas
competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. Esta función no
debe quedar limitada exclusivamente por las manifestaciones o actos de los
accionantes en cada caso concreto, aunque tampoco implica que ese control deba
ejercerse siempre, sin considerar otros presupuestos formales y materiales de
admisibilidad y procedencia de ese tipo de acciones. (Las negritas son mías).

De estos antecedentes es que abreva el párrafo 339 de la sentencia del caso Rosendo Radilla, así
que una vez más pareciera que nada nuevo bajo el sol, que la sentencia Rosendo Radilla no
marcó un nuevo paradigma para la Corte, ni un cambio en la tendencia de su jurisprudencia. Sin
embargo, lo más interesante efectivamente no sucedió en la justicia interamericana, sino en el
proceso de apropiación local de la sentencia en especial por la Suprema Corte de Justicia de la
Nación (SCJN) en México, donde sí que hubo un cambio radical en la forma de pensar y aplicar al
Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH).

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Segundo acto: Solicitud para determinar el trámite de la sentencia ante la SCJN

El 15 de diciembre del 2009 la Corte notificó la sentencia Rosendo Radilla al gobierno mexicano a
fin de proceder a su cumplimiento. En México no existe reglamentación sobre los procedimientos
a seguir en el cumplimiento de las sentencias de la Corte8, el proceso de conocimiento y
cumplimiento de la sentencia ha sido bastante inductivo y disperso a partir de las oportunidades y
costos políticos. En particular me interesa recuperar el proceso que siguió el poder judicial federal
en la SCJN.

El 24 de mayo del 2010 el titular de la Unidad para la Promoción y Defensa de los Derechos
Humanos de la Secretaría de Gobernación remitió un oficio al ministro presidente de la SCJN con
copia de la sentencia del caso Rosendo Radilla vs México y propuso una serie de reuniones para
determinar la forma en que el Poder Judicial debía encarar los resolutivos de la sentencia. El
primer acercamiento formal a la sentencia con el pleno de la SCJN se llevó a cabo a través de un
procedimiento administrativo conocido como “Consulta a Trámite” por medio del cual el presidente
de la SCJN puede someter al pleno una consulta cuando estima dudoso o trascendente el trámite
que deberá darse a un asunto que se encuentra dentro de su competencia, en este caso, la forma
en que el Poder Judicial Federal debe responder a los párrafos 338 y 339 de la sentencia (Cossio,
2012). Así, el ministro presidente Guillermo Ortíz Mayagoitia sometió dicha consulta a trámite el 26
de mayo del 2010 por medio del expediente 489/2010 a fin de consultar las medidas que debían
seguirse para atender la sentencia.

La elaboración del proyecto de resolución quedó a cargo de la ponencia del ministro José Ramón
Cossio. Dicho proyecto contenía: 1) un análisis de las obligaciones internacionales que adquirió
México al adherirse a la CADH y al aceptar la competencia jurisdiccional de la Corte; 2) un análisis
del valor y los alcances de las sentencias de la Corte en relación con México; y 3) un análisis de
los efectos particulares de la jurisprudencia de la Corte en los tribunales mexicanos, en especial
sobre cómo los órganos jurisdiccionales mexicanos deben observar el contenido de las sentencias
emitidas por la Corte (Cossio, 2012). De esta forma, el proyecto buscaba diferenciar medidas
generales con relación a la jurisprudencia de la Corte y particulares en lo que hace a la sentencia
Rosendo Radilla. Sobre esto último, en el proyecto se propuso la emisión de un acuerdo y la
formulación de una comisión responsable de seguir el cumplimiento de un conjunto de acciones
que ahí se enlistaban para atender de manera puntual las medidas establecidas en la sentencia.

8
Hay un proyecto en el Congreso de la Unión que se encuentre detenido desde hace más de 5 años.
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Más aún, en este proceso seguido entre mayo y agosto del 2010 –la discusión del caso se dio
entre el 27 de agosto y el 7 de septiembre del 2010- fueron enviadas a la SCJN varios recursos
amicus curiae formulados por diversas organizaciones de derechos humanos; una carta por parte
de la Asociación Española para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos; una
declaración pública de Amnistía Internacional; y una proposición con punto de acuerdo por parte
del Senado de la República con el objetivo de declarar obligatorias las sentencias de la Corte y,
por ende, cumplir con los puntos resolutivos9.

Sin embargo, en la sesión del pleno realizada el 7 de septiembre del 2010, por una amplia
mayoría de 8 votos contra 3, se decidió desechar la propuesta de resolución con el argumento de
que excedía los fines de la consulta. Más aún, la resolución de esta solicitud de Consulta a
Trámite se quedó en suspenso hasta julio del 2011, cuando la SCJN emitió una nueva resolución.
En el medio sucedió un aspecto relevante sin el cual no puede comprenderse el alcance de esta
nueva resolución: la reforma constitucional en materia de derechos humanos publicada el 11 de
julio del 2011.

Tercer acto: La reforma constitucional en materia de derechos humanos de junio del 2011

Entre la primera propuesta de resolución rechazada por el pleno de la SCJN en septiembre del
2010 y la segunda propuesta de resolución aceptada por el pleno de la SCJN e1 14 de julio del
2011 sucede un hecho muy relevante sin el cual no puede entenderse el cambio de posición de la
SCJN: la reforma constitucional en materia de derechos humanos.

Los trabajos en torno a esta reforma pueden fácilmente rastrearse desde 1999, cuando se
conformó una comisión intersecretarial encabezada por la Secretaría de Relaciones Exteriores
(SRE) con el objetivo de modificar el artículo 133 constitucional donde se establece la prelación de
las fuentes del derecho incluidos los tratados internacionales10. En este mismo año el gobierno
mexicano firmó un memorando de intenciones con la Oficina del Alto Comisionado de las

9
Todos estos documentos se pueden leer en: http://cmdpdh.org/multiblog/blogs/blog2.php/2010/09/22/discusion-en-la-scjn
10
ARTICULO 133. Esta constitución, las leyes del congreso de la unión que emanen de ella y todos los tratados que estén de acuerdo
con la misma, celebrados y que se celebren por el presidente de la república, con aprobación del senado, serán la ley suprema de toda
la unión. los jueces de cada estado se arreglaran a dicha constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en contrario que
pueda haber en las constituciones o leyes de los estados.
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Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) que rápidamente –al año siguiente-
cobró frutos con un acuerdo de cooperación técnica en capacitación.

Un par de años después –en el 2002-, el gobierno mexicano firmó un nuevo acuerdo de
cooperación técnica con la OACNUDH y es en este marco que se le invitó a instalar una oficina en
México. Efectivamente se establece dicha oficina y rápidamente –al año siguiente- se realiza el
primer Diagnóstico en materia de Derechos Humanos que es el principal insumo y antecedente
del segundo Programa Nacional de Derechos Humanos11 emitido en el 2004. Tanto la llegada a
México de la OACNUDH como la realización del diagnóstico y programa de derechos humanos
son dos hechos importantes para entender el proceso de reforma constitucional en materia de
derechos humanos, ya que es en este marco que se establece la necesidad de realizar programas
provinciales en materia de derechos humanos y de establecer una agenda legislativa que incluía
la reforma constitucional en materia de derechos humanos.

Ya en este marco, en 2004 y ahora con la Secretaría de Gobernación al frente pero fuertemente
empujada por la Oficina de la OACNUDH en México, se sigue trabajando en torno a la concreción
de una reforma constitucional en materia de derechos humanos con una diferencia relevante, se
deja de lado la propuesta de modificar el artículo 133 constitucional y se comienza a trabajar en
torno a la reforma del artículo 1º. Desde la Unidad para la Promoción y Defensa de los Derechos
Humanos (UPDDH) de la SEGOB, Ricardo Sepúlveda acuerda con varias OSC un texto de
reforma constitucional que es modificado de fondo por la Consejería Jurídica de Presidencia para
quedar en una propuesta que es finalmente enviada por el entonces presidente Vicente Fox al
Senado.

Debido a la falta de consenso en torno a esta propuesta de reforma constitucional, se mantienen


los trabajos durante 2006 y 2007, años en que el representante en México de la OACNUDH
generó una propuesta de reforma con diversos actores tanto de la sociedad civil como
académicos especializados en el área de derechos humanos para crear una amplia propuesta de
reforma constitucional en materia de derechos humanos, la más completa de todos los proyectos
anteriores12. Asimismo, este proyecto entra a la esfera legislativa por dos vías. Por un lado, en el
marco del convenio de colaboración suscrito por la OACNUDH con el Congreso de la Unión, así
como a partir de la instalación de la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de

11
El primer programa de derechos humanos, menos conocido, se creó en 1998 sin mucha participación social y con poca aplicación.
12
Esta Propuesta de reforma constitucional en materia de derechos humanos elaborada por las organizaciones de la sociedad civil y
por académicos especialistas en la materia puede buscarse en: http://www.hchr.org.mx/files/doctos/Libros/propuestareformaconst.pdf
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Acuerdos del Congreso de la Unión (CENCA)13, en particular de la mesa III sobre Garantías
Sociales, el senador por el Partido Revolucionario Institucional Pedro Joaquín Coldwell (actual
dirigente nacional del partido) se encarga de darle seguimiento. Al mismo tiempo, la iniciativa es
propuesta al Senado por la Senadora Rosario Ibarra de la Garza, integrante del Grupo
Parlamentario del Partido del Trabajo, en la sesión ordinaria celebrada el 11 de octubre de 2007 y
es turnada a las Comisiones Unidas de Puntos Constitucionales y Estudios Legislativos, turno que
fue posteriormente ampliado a la Comisión de Derechos Humanos. Finalmente, luego de un largo
debate realizado tanto en la Cámara de Senadores como de Diputados por más de tres años y
con un fuerte proceso de cabildeo por varias organizaciones de la sociedad civil, la reforma es
votada por unanimidad en ambas cámaras y aceptada por el 50% de los congresos locales, por lo
que es publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio del 2011.

Independientemente de los “ires y venires” de la reforma o, peor aún, de la fuerte pérdida de


contenido que se observa entre el proyecto realizado por las organizaciones de la sociedad civil y
los especialistas de los derechos humanos y la reforma finalmente aprobada por el Congreso de la
Unión, lo más importante es la redacción final del artículo primero constitucional, que modificó por
completo al orden jurídico mexicano. En efecto, el primer párrafo del nuevo artículo primero
constitucional establece:

En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos
humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los
que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo
ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las
condiciones que esta Constitución establece (las cursivas son mías).

Lo que se observa en las cursivas es una nueva forma de incorporación del DIDH al derecho local:
una cláusula abierta. En efecto, existen múltiples formas de incorporación del DIDH al derecho
local14, en el caso mexicano, el único mecanismo con que se contaba en la constitución era el
artículo 133 constitucional (ver nota 10) por lo que el grueso de la discusión jurisprudencial al
respecto se había concentrado en cuál era la jerarquía constitucional de los tratados en el cuerpo
normativo. Con este párrafo se adhiere una nueva forma de incorporación del DIDH. Veamos
ahora el segundo párrafo del nuevo artículo primero constitucional:

13
Se pueden conocer los trabajos de la Comisión en este link:
http://www.senado.gob.mx/comisiones/LX/cenca/content/miembros_comision/miembros_comisionindex.htm
14
Para profundizar en torno a los mecanismos de incorporación e interpretación del DIDH en el derecho local se puede consultar
Vázquez, 2011.
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Año 2, Nº 4. Julio de 2013. Buenos Aires, Argentina
La sentencia “Rosendo Radilla”: una puesta en cuatro actos
Daniel Vázquez

Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con


esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en
todo tiempo a las personas la protección más amplia.

Esta es una de las más importantes modificaciones al orden constitucional, se integra el principio
de interpretación conforme y el principio pro persona a la constitución como los dos criterios
obligados tanto para incorporar como para interpretar el DIDH con el derecho local. La integración
de estos dos principios es central porque cambia las reglas con las que se venían resolviendo las
antinomias en el orden jurídico, se desplaza el viejo criterio de la jerarquía establecido en el
artículo 133 constitucional y un nuevo criterio de solución que permite integrar y expandir esferas
de protección, aspecto central en las normas de derechos humanos, por medio de un sistema de
reenvíos hacia otros ordenamientos normativos que ahora constituyen parte del bloque de
constitucionalidad y que van consolidando un verdadero proceso de diálogo jurisprudencial
(Caballero, 2011). Finalmente el tercer párrafo del artículo primero constitucional establece:

Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de


promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con
los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En
consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las
violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley.

Lo que se observa en este tercer párrafo del artículo primero constitucional es la obligación de
todas las autoridades (poderes ejecutivo, legislativo y judicial a nivel federal, provincial y
municipal) de acotar sus actuaciones por las obligaciones y principios en materia de derechos
humanos. De esta forma, no sólo el poder judicial debe tomar en consideración los estándares
internacionales al momento de emitir sus sentencias, sino que también el poder ejecutivo está
obligado a realizar políticas públicas con perspectiva de derechos humanos y el poder legislativo
se encuentra constreñido a legislar en armonía con dichos estándares.

Con la reforma constitucional en materia de derechos humanos –en particular con este artículo
primero constitucional- lo que se observa es un cambio radical en el orden jurídico con
pretensiones políticas: el sometimiento del derecho y de la política nacional a principios del
derecho internacional (Attili y Salazar, 2012) que regulan ya no sólo la producción del derecho
sino incluso el contenido de las normas. De esta forma, el aspecto principal es que ahora la
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constitución ya no es un documento que se agota en sí mismo, ya no es un texto


autocomprensivo, ahora la constitución mexicana está integrada efectivamente por los 136
artículos que la componen, pero también por todos los tratados internacionales relacionados con
los derechos humanos que fueron incorporados a través de los primeros tres párrafos del nuevo
artículo primero constitucional. Pasamos de tener un documento constitucional a un bloque de
constitucionalidad integrado por la constitución pero también por las fuentes del DIDH15. Ahora, la
nueva constitución tiene un nuevo papel, el ser un documento bisagra que permita conectar al
DIDH con el derecho local.

Con esta nueva construcción constitucional también cambian las formas de integrar e interpretar el
derecho. De entrada, las fuentes que integran a este nuevo bloque constitucional no resuelven sus
posibles lagunas o antinomias a partir del viejo principio de jerarquía (que solía aplicarse vía el
artículo 133 constitucional), sino por medio de los principios de interpretación conforme y principio
pro persona. De esta manera, por ejemplo, si un tratado internacional prevalece sobre algún
artículo constitucional, no será porque el tratado tiene una mayor jerarquía que la constitución (en
el bloque constitucional todos los documentos que integran el bloque tienen la misma jerarquía),
será porque dicho tratado internacional es más protector siguiendo el principio pro persona.

Como puede observarse este es un cambio radical en la manera de integrar e interpretar el


derecho local, y así lo entendió la SCJN cuando nuevamente tuvo que resolver la Consulta a
Trámite del caso Rosendo Radilla.

Cuarto acto: Resolución del trámite de la sentencia Rosendo Radilla del 14 de julio del 2011

Los días 5, 7, 12, y 14 de julio del 2011 la SCJN recuperó las discusiones en torno al cumplimiento
de la sentencia Rosendo Radilla, en esta ocasión a través de una nueva solicitud de Consulta a
Trámite presentada por el ministro presidente Juan Silva Meza al que se le asignó el número de
expediente 912/2010. Para entonces la reforma constitucional ya había sido aprobada por el

15
Propiamente, por la redacción del propio artículo primero constitucional, el bloque de constitucionalidad no sólo está conformado por
los tratados sobre derechos humanos, sino por todas aquellas normas protectoras de personas independientemente del tipo de
instrumentos en que se encuentren, es decir, va más allá del DIDH. Por ejemplo, hay normas relacionadas con protección de derechos
humanos en los Tratados de Libre Comercio firmados tanto con EUA como con la Unión Europea, estas normas también sería parte de
ese bloque de constitucionalidad y deben ser interpretadas a partir de los principios de interpretación conforme y principio pro persona
y recuperadas cuando tengan una esfera de protección superior a la existente en el DIDH. No obstante, por economía de palabras, nos
referiremos de ahora en adelante a este nuevo orden jurídico que forma parte del bloque de cons
titucionalidad como DIDH.
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La sentencia “Rosendo Radilla”: una puesta en cuatro actos
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Congreso de la Unión y publicada por el Poder Ejecutivo Federal y, por ende, era ampliamente
conocida por los ministros de la SCJN, más aún, era derecho positivo y obligatorio para ellos. Es
en este marco que la SCJN resolvió –para sorpresa de muchos- que los jueces mexicanos
(federales y locales, de cualquier materia, de cualquier cuantía) estaban obligados a ejercer de
manera oficiosa el control de convencionalidad en materia de derechos humanos de conformidad
con el artículo primero constitucional. Por ende, ahí donde hubiera alguna contradicción entre el
orden jurídico y los estándares internacionales, los jueces mexicanos tenían la facultad de
inaplicar la norma local para no violentar el estándar internacional.

Veamos con más detalle y comencemos por aclarar qué es el control de convencionalidad. El
control de convencionalidad es un examen de compatibilidad de las normas nacionales con los
tratados internacionales. Para comprender en su totalidad este control de convencionalidad hay
que mirarlo a la luz de los dos principios constitucionales recién establecidos: la interpretación
conforme y el principio pro persona. Una de las principales características de los derechos
humanos –explica José Luis Caballero- es que se trata de un material normativo que se va
sedimentando en normas de contenido mínimo con posibilidad de ampliación. Lo que permite la
interpretación conforme es precisamente este proceso de sedimentación integrando diversos
órdenes normativos en un solo bloque de constitucionalidad (Caballero, 2011: 114 – 115). Así, el
objetivo principal del control de convencionalidad a la luz de los principios de interpretación
conforme y pro persona no es directamente inaplicar normas del orden jurídico local frente a la
existencia de antinomias, sino la integración de los órdenes normativos provenientes del DIDH y
del derecho local siempre buscando la expansión de la esfera de protección de la persona. En
palabras del propio José Luis Caballero: “ejerciendo una actividad creativa que haga compatible la
norma nacional de cara al parámetro convencional, y al preferir las interpretaciones más
expansivas, desechar las inconvencionales o las de menor efectividad en la protección de los
derechos” (Caballero, 2011: 120).

Mediante el reconocimiento del control de convencionalidad lo que también se hace es reconocer


la apertura del derecho constitucional local al DIDH, ampliar la constitución por vía del bloque de
constitucionalidad a normas que, sin estar en la constitución, adquieren este rango. El aspecto
central es, entonces, que la noción de derechos humanos tiene al menos dos fuentes: las locales
y las internacionales.

Vale la pena rápidamente especificar las distintas posibilidades del control de convencionalidad.
Primero tenemos al control concentrado de convencionalidad que se refiera a la competencia que
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tiene la Corte Interamericana de Derechos Humanos para analizar las normas locales a la luz del
DIDH. Luego tenemos al control difuso de convencionalidad, que se refiere a la competencia que
tienen los jueces locales para armonizar la interpretación del derecho local con el derecho
convencional y, en su caso, detectar e inaplicar aquellas normas de abierta confrontación
(antinomias) e imposible armonización. En el control difuso de constitucionalidad podemos tener
distintos niveles de intensidad (Ferrer, 2011):

 El nivel más bajo, donde los jueces pueden armonizar el derecho local con el DIDH pero
no pueden inaplicar normas y menos aún declarar normas inconstitucionales o
inconvencionales con efectos erga omnes.
 Un nivel intermedio donde los jueces pueden armonizar el derecho local con el DIDH y, en
caso de imposible arminozación, inaplicar normas locales pero sin tener capacidad de
declararlas normas inconstitucionales o inconvencionales con efectos erga omnes.
 El nivel más alto cuando los jueces pueden hacer las tres cosas anteriormente
mencionadas.

Es importante mirar estas tres posibilidades ya que en México, producto de la sentencia Rosendo
Radilla y de reforma constitucional en materia de derechos humanos, el sistema de administración
de justicia de México pasó de ser altamente concentrado a realizar un control difuso de
convencionalidad de nivel intermedio. En efecto, en México dicho sistema era totalmente
concentrado: sólo la Suprema Corte de Justicia de la Nación (en el pleno o en alguna de las dos
salas que la componen) podían interpretar la constitución y, en su caso, declarar la
inconstitucionalidad de una norma. Esto cambio por completo. A partir de este acuerdo dictado por
la SCJN los jueces tanto federales como locales de todas las materias y cuantías no pueden
declarar la inconstitucionalidad de una norma. En cambio, están obligados por dicha resolución a
hacer un estudio de convencionalidad de todas las normas y, en su caso, a inaplicar aquellas
leyes locales que no pasen este control de convencionalidad. Es decir, pasamos de un control
concentrado de la constitución a un control difuso –de nivel intermedio- de convencionalidad
(Ferrer, 2011).

Lo cierto es que, como vimos líneas arriba, la Corte Interamericana ya establecía la obligación de
observar este control de constitucionalidad desde el 2003 y de forma más clara y precisa en las

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sentencias emitidas en 2006 y 2007 y reiteradas sistemáticamente en su jurisprudencia16. Incluso


el propio José Luis Caballero observa que este sistema de interpretación de normas era
preexistente a la propia reforma constitucional (Caballero, 2011: 121). No obstante, el aspecto
interesante en el caso mexicano es que, en la medida en que la constitución establecía como
forma de incorporación las reglas jerárquicas provenientes del artículo 133 constitucional, la SCJN
no consideraba al control de convencionalidad como una obligación propia de los jueces
mexicanos. Más aún, en su jurisprudencia los tratados internacionales en general –y los de
derechos humanos en particular, se encontraban jerárquicamente por debajo de la constitución y
por arriba de las leyes federales. Así, en una posible antinomia entre una norma constitucional y
algún estándar internacional de los derechos humanos, prevalecía la norma constitucional. Incluso
este criterio de integración de las normas locales con el DIDH era el que había prevalecido en la
voto mayoritario en contra del proyecto realizado por el ministro José Ramón Cossio apenas un
año atrás con motivo del caso Rosendo Radilla. El aspecto políticamente relevante es el cambio
jurisprudencial realizado en tan solo un año a partir de la propia reforma constitucional y, más aún,
el empuje que un actor político relevante -como lo es la SCJN- otorga a la aplicabilidad de la
reforma constitucional en materia de derechos humanos a partir de un caso resuelto ante la Corte
donde la integración normativa no era uno de los puntos centrales de la sentencia.

Esta sistemática reticencia de la SCJN con respecto a la aplicación del control de


convencionalidad bajo los principios de interpretación conforme y pro persona nos permite tejer la
tenue diferencia entre el control de constitucionalidad y el control de convencionalidad. Tenemos
pues que desde el 2003 la Corte Interamericana establecía la obligación de realizar un control de
convencionalidad con base en el artículo 29 de la CADH y a partir de las obligaciones de
aplicación de los tratados internacionales provenientes del Tratado de Viena de 1969. Sin
embargo, la SCJN aplicaba un control de constitucionalidad regido por otros criterios de
interpretación (el criterio de jerarquía establecido en el artículo 133). La disputa era justo esa, para
la Corte Interamericana el control de constitucionalidad necesariamente requiere de un control de
convencionalidad, para la SCJN no necesariamente era así de acuerdo con el régimen jurídico
previo a la reforma constitucional en materia de derechos humanos. Esta discrepancia en los
criterios integradores del derecho queda resuelta con la reforma constitucional, ahora queda claro
que el control de convencionalidad es parte del control de constitucionalidad vía la nueva
integración normativa propuesta en el artículo primero constitucional. Si bien control de
constitucionalidad y de convencionalidad son dos mecanismos distintos con sus propias reglas de

16
Incluso en otra sentencia relacionada con México –Cabrera García y Montiel Flores vs México- la Corte amplió el sentido y alcance
del control de convencionalidad ya no sólo sobre los jueces de los Estados, sino sobre cualquier autoridad ejecutiva o legislativa de los
mismos.
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interpretación, con la reforma constitucional quedan claramente fusionados. Más aún, con esta
fusión y con la interpretación que de ella hace la SCJN, cambia también por completo toda la
fisonomía de los poderes judiciales federal y local en México.

Esta tenue diferencia entre integración-inaplicación y constitucionalidad-convencionalidad también


se hace evidente en el caso Rosendo Radilla con respecto a la obligación de modificar el artículo
57 del Código de Justicia Militar pero no así el artículo 13 constitucional que sostiene al fuero
militar. Veamos los párrafos correspondientes de la sentencia:

341. Bajo ese entendido, este Tribunal considera que no es necesario ordenar la
modificación del contenido normativo que regula el artículo 13 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos.
342. No obstante lo anterior, la Corte declaró en el Capítulo IX de este Fallo, que el
artículo 57 del Código de Justicia Militar es incompatible con la Convención
Americana (supra párrs. 287 y 289). En consecuencia, el Estado debe adoptar, en un
plazo razonable, las reformas legislativas pertinentes para compatibilizar la citada
disposición con los estándares internacionales de la materia y de la Convención, de
conformidad con los párrafos 272 a 277 de esta Sentencia.

¿A qué se debe que la Corte haya determinado que se debe modificar el Código de Justicia Militar
pero no la propia constitución? Justo a esta conformación entre integración-inaplicación y
constitucionalidad-convencionalidad. El artículo 13 constitucional forma parte de un bloque más
amplio de constitucionalidad que debe ser correctamente integrado siguiendo el principio de
interpretación conforme. Por ende, el contenido del artículo 13 constitucional no es inconvencional
por sí mismo, sino que dependerá de la forma en que dicho artículo sea interpretado, siempre a la
luz de los estándares internacionales en materia de derechos humanos (en particular del artículo
8.1 de la CADH y con la jurisprudencia de la Corte). Hasta la fecha se había hecho una
interpretación inconvencional de dicho artículo, que deberá ser modificada –no el artículo, sino su
interpretación- a la luz del nuevo bloque constitucional y del control de constitucionalidad-
convencionalidad. Una vez que interpretamos correctamente las posibilidades y límites del fuero
militar, también tenemos elementos para realizar el control de constitucionalidad/convencionalidad
de las normas secundarias. Es en este sentido que el artículo 57 del Código de Justicia Militar no
logra pasar un test de convencionalidad ni, por ende, de constitucionalidad. En efecto, dicho
artículo vulnera el derecho de acceso a la justicia –en particular el derecho al juez natural- y al

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debido proceso por lo que este artículo debe ser inaplicado, declarado inconvencional/
inconstitucional y modificado (Caballero, 2011; Caballero, 2012).

Conclusión
A lo largo del texto analizamos tres procesos. El proceso de la sentencia Rosendo Radilla al
interior de la Corte Interamericana en el 2009. El proceso de reforma constitucional en materia de
derechos humanos en México en el 201. Y el proceso de recepción de la sentencia por parte de la
SCJN tanto en el 2010 como en el 2011. Es aspecto más relevante es que el resultado final –el
cambio del sistema de administración de justicia en México- no puede entenderse sino a partir de
la interconexión de los tres procesos mencionados.

Más que especificar conceptos como los de control de convencionalidad, de constitucionalidad,


bloque de constitucionalidad, formas de incorporación del derecho internacional de los derechos
humanos, el objetivo principal del texto es mostrar la forma en que se conjugan acciones a nivel
doméstico e internacional que tienen consecuencias exitosas en el rediseño institucional de los
gobiernos locales. En este caso, lo que observamos son acciones de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Congreso de la Unión que
tienen un impacto en el cambio total de la morfología del sistema de administración de justicia en
México.

2011

De una alta concentración al control


desconcentrado de convencionalidad en
la Administración de Justicia

2009 2011 2011


Sentencia Reforma constitucional en 912/2010 Nueva
Rosendo materia de derechos consulta a trámite ante
Radilla humanos la SCJN

2010

489/2010 La SCJN no
tiene acuerdo sobre el
control de
convencionalidad

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Como vimos en el desarrollo del texto, la sentencia Rosendo Radilla, por sí sola, no hubiera
logrado la modificación del sistema de administración de justicia de México. De hecho, como se
observa de la resolución 489/2010, en el pleno de la SCJN no había acuerdo en torno a la
aplicación del control difuso de convencionalidad. Más aún, la propia sentencia no significaba
nada nuevo en los criterios jurisprudenciales que la Corte Interamericana ya había establecido
desde varios casos anteriores.

No es sino como consecuencia de la reforma constitucional en materia de derechos humanos que


la SCJN vuelve a tratar este tema y lo potencializa de forma inusitada. No sólo reconoce que las
sentencias de la Corte Interamericana son obligatorias para el poder judicial, sino que implementa
el control difuso de convencionalidad otorgando incluso facultades de inaplicación tanto a los
jueces federales como a los jueces locales, cambiando por completo tanto la morfología como las
formas clásicas de interpretación del derecho en México.

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Fuentes de Información

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http://www.hchr.org.mx/files/doctos/Libros/propuestareformaconst.pdf
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http://www.senado.gob.mx/comisiones/LX/cenca/content/miembros_comision/miembros_comisioni
ndex.htm

Sentencias de la Corte Interamericana


Velásquez Rodríguez vs Honduras.
Castrillo Petruzzi y otros vs Perú
Hilaire, Constantine y Benjamin vs Trinidad y Tobago
Trujillo Oroza vs Bolivia
Rosendo Radilla vs México
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Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala


Caso Tibi Vs. Ecuador
Almonacid Arellano Vs. Chile
Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros). Vs. Perú
Cabrera García y Montiel Flores vs México

Palabras clave Key words

Sistema Interamericano de derechos humanos Inter-American System on Human Rights

México México

Reforma constitucional Constitucional Reform

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