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1. El conocimiento de la propia mente
2. El conocimiento de las otras mentes
3. El conocimiento del mundo externo
La interdependencia de estos tres tipos de conocimiento es articulada en el esquema de la
triangulación. En este complejo planteamiento, Davidson propone una relación entre
hablante, intérprete, y un estímulo común, de tal manera que, no puede establecerse el
contenido del pensamiento sin que un hablante y un intérprete reaccionen a dicha causa
común.
Sin este compartir reacciones a estímulos comunes, el pensamiento y el habla no
tendrían ningún contenido particular, es decir, no tendrían ningún contenido en
absoluto. Son necesarios dos puntos de vista para asignar una ubicación a la
causa de un pensamiento, y para, de ese modo, definir su contenido. (Davidson,
2003 p290)
Si continuamos avanzando en el esquema que nos propone Davidson, se puede observar
que la sola condición del carácter público del lenguaje descarta la posibilidad de que una
criatura aisladamente tenga un conocimiento, más aún, las creencias perceptuales que son
las que se encuentran en la base del conocimiento, no son dadas por una relación aislada
en la que la mente de una criatura entre en contacto con el mundo, como creencias que
son tienen un carácter proposicional que las inscribe en el dominio del lenguaje. Por otra
parte, si pensamos en el caso de una criatura aislada que reacciona adecuadamente a un
determinado estímulo, y pensamos tal caso como un tipo de conocimiento tendríamos que
considerar que hasta el animal con el sistema nervioso más simple tendría un conocimiento
del mundo.
La creencia es una condición del conocimiento. Pero para tener una creencia no
es suficiente con discriminar entre aspectos del mundo, comportarse de modos
distintos en circunstancias distintas; esto lo hace un caracol o una litorina. Tener
una creencia exige además apreciar el contraste entre creencia verdadera y
creencia falsa, entre la apariencia y la realidad, el mero parecer y el ser.
(Davidson, 2003, p285)
La forma en que Davidson nos presenta la naturaleza de la creencia en esta cita, se
circunscribe al trípode de los tipos de conocimiento que se mencionaban anteriormente, y
con ello, al marco de un lenguaje compartido. De tal forma, la imposibilidad de atribuir
creencias a los organismos simples que se mencionaba, se extiende incluso, a los humanos
autistas, en quienes se hace manifiesta una dificultad para desarrollar ese conocimiento de
las otras mentes, que se desarrolla junto con el conocimiento de la propia mente y el
conocimiento del mundo, esto se muestra en las dificultades que tienen para dominar un
lenguaje.
La respuesta de una criatura a un estímulo se da sobre la relación sujeto-objeto, pero por
si sola, no demarca un criterio de objetividad. Lo que nos dice Davidson es que es necesario
un criterio de “similitud de respuesta” con una segunda criatura sintiente como la primera
(necesariamente tiene que aparecer un observador que completa el esquema, con su
respuesta a la criatura y a lo que responde la criatura). Pero también es condición para que
haya una creencia que la criatura sea consciente de que ella está respondiendo a algo, si
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bien, Davidson dice que la criatura aislada no puede saber a qué está respondiendo en una
cadena causal, esto ha de pensarse como que ella aisladamente no puede determinar la
objetividad de su respuesta a un estímulo, pero esto no implica la imposibilidad de tener
consciencia, que es un aspecto distintivo de la subjetividad. El ser humano a diferencia de
otros animales tiene unas capacidades innatas para el lenguaje, tiene unas capacidades
simbólicas y conceptuales compartidas con otros semejantes que le permiten construir una
visión de mundo sobre los conceptos de objetividad y verdad, esto es posible gracias a que
él tiene consciencia de su reacción a un estímulo, si bien, el concepto de objetividad se
circunscribe al esquema de triangulación.
Hasta este punto he intentado exponer la triangulación de Davidson, tratando de mostrar
que, en aspectos como la determinación del contenido del pensamiento, no se han de
pensar independientemente de toda la estructura que nos presenta este autor. Sin
embargo, el esquema de triangulación parece no ser una propuesta satisfactoria para
autores como John McDowell, quien ve en la propuesta de Davidson una preponderancia
del carácter intersubjetivo, y junto a esto señala una desconexión entre la mente y el mundo,
su idea es la de poner a disposición del individuo los “hechos” del mundo, para recuperar
dicha conexión.
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justificada. Sin embargo, aún si aceptamos el argumento de McDowell, el conocimiento
tiene que ponerse en términos de un lenguaje, por tanto, aunque se crea que los hechos
puedan estar a disposición del individuo, nociones como objetividad, están ligadas a la
posibilidad de integrarse a una visión compartida de mundo, como propone Davidson en su
esquema. El conocimiento en este sentido, tiene que superar la esfera individual, en la que
parece estar obsesionado McDowell.
Ahora bien, como indicaba al comienzo de esta parte, la lectura de McDowell señala una
prioridad de la intersubjetividad en la triada de Davidson, pero creo que señalar en la tríada
un elemento bajo el cual se subsumen los otros dos, no es apropiado, aunque en unas
expresiones de Davidson se dé la impresión de que lo intersubjetivo estuviera en la base
del conocimiento, ya que esto desvirtúa el carácter interdependiente que Davidson señala.
Los tres tipos de conocimiento avanzan de manera concomitante. De tal forma, el
conocimiento de otras mentes es esencial a todo pensamiento, pero como enfatiza
Davidson, el conocimiento de otras mentes solo es posible por un conocimiento del mundo
y por el conocimiento de la propia mente, el contexto de triangulación necesita que los que
se comunican reconozcan que ocupan “posiciones en un mundo compartido” (Davidson,
2003, p291).
Conclusión
En lo anteriormente expuesto, se hace manifiesto que en la propuesta de McDowell se
plantea la condición previa de que la conexión de mente y mundo se ha de presentar solo
sobre dos de los elementos que componen la triangulación davidsoniana; el conocimiento
de la propia mente y el conocimiento del mundo, o subjetividad y objetividad. Si se piensa
que la conexión con el mundo tiene que darse exclusivamente sobre ese marco habría que
demostrar que el conocimiento de las otras mentes, o la aparición de la segunda persona
en el marco epistemológico es secundaria, esto parece no ser abordado por McDowell
quien señala la desconexión en el planteamiento de Davidson pero parece ser sobre una
lectura en la que no considera la sinergia de los elementos que constituyen el todo de su
planteamiento, leyendo en la teoría de Davidson como si la intersubjetividad estuviera en la
base de la objetividad y de la subjetividad.
Con respecto a la idea de que una criatura aislada no puede saber a qué elemento de la
cadena causal responde, ha de pensarse en términos de que no puede circunscribir su
experiencia bajo el concepto de objetividad sino es por medio de la relación con otras
criaturas sintientes semejantes a ella, esto quiere decir que dicha criatura puede ser
consciente de su respuesta a un estímulo, pero necesita estar inscrita en un contexto de
triangulación para pensar en términos de objetividad. Si bien, el planteamiento que
McDowell ofrece, parece poner al nivel individual la disposición de los hechos, hay que
considerar que el conocimiento trasciende a unas relaciones interpersonales superando la
esfera individual.
Finalmente, si consideramos que la conexión del pensamiento con el mundo implica un tipo
de conocimiento, y si éste es inseparable de un lenguaje, ha de retomarse el esquema de
Davidson, sin considerar como McDowell, que la prioridad descansa sobre el concepto de
intersubjetividad, sino que, en la consideración de un lenguaje compartido como marco
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necesario, la objetividad, la subjetividad y la intersubjetividad se dan en una relación de
interdependencia en la que ninguno de los elementos antecede a los demás.
Bibliografía