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Jorge E Rabinovich
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:OL0GIA DE
OBLACIONES ANIMALES
Jorge E. Rabinovich
Centro de Ecología
Instituto Venezolano de lnvestlgac3ones Científicas
Caracas, VENEZUELA
mayo de 1978
fNDICE
gina
El Concepto de PobLación 3
Noción dc Abundancia Poblacional 4
Evaluación de la Atundancia de la Poblaci5n 5
Curvas de Publacióri 6
Representación de las Fluctuaciones de la Población B
Tiempo Ecológico y Tiempo Evolutivo 9
AbundancLa en el Tiempo yen el Espacio Il
CAPITULO SECUNDO. EL MUESTREO DE POBLACiONES
ANIMALES 13
Medidas de la Reproducción 61
Reproducción en tnvertebrados 63
Aspectos dei Proceso Reproductivo en Vertebrados 70
Crecimiento Exponencial 91
Crecimiento Limitado: El Modelo Logstico 93
Fluctuaciones de las Poblaciones 9?
Regulación de la Población 9e
Biblkografra 103
INTRODUCCION
Hay muchas razones intrfnsecas por las cuales el estudio de Ins po-
blaciones constituye, hoy en dra, un aspecto central de la ecologra. En
lo que atañe en especial a poblaciones anin-ialeg3 hay tantas inc6gnitas
que incitan el intelecto delestttdioso que ello explica la espontnea cu-
riosidad cientrfica que hart motivado rnuchïsimos de loo pasados y pre-
sentes estudios sobre poblaciones animales. Es bien sabido que, en
general, los animales se pueden reproducir con tal rapidez que cual-
quier especie podr(a cubrir la superficie ele la Tierra en un lapso rela-
tivamente corto; y sin embargo, esto no ocurre. La mayorla de las
especies permanecen muy por debajo deltan-tano poblacional que su ca-
pacidad reproductora les permitirla alcanzar. Qué es lo que regula
el tamano de las poblaciones de taies especies" ¿A qué se debe que el
rápidoaumento enn'ímero que se observa al comienzo de casi todas las
poblaciones animales, es decir, en condiciones relativamente apropia-
das, no continúe indefinidamente? Ligados a este tipo de problemas
hay otros también de interés, como el caso de las especies que perma-
necen por largo tiempo con poblaciones sumamente escasas o raras, y
de pronto sufren una súbita e impresionante explosión poblacional.
¿Qué es lo que caracteriza a las especies que muestran fluctuaciones
sumamente regulares en el ntmero de su población, mientras otras son
casi permanentemente raras y muy escasas?
Ademas de su interés teórico, este tipo de problemas tiene 1mph-
caciones y consecuencias de gran significado practico. A los ecólogos
de insectos, por ejemplo, les preocupa saber dc que manera se podrta
reducir el numero de plagas de insectos que dcstruyen los cultivos o los
bosques: para ello es importante conocer, primero, qué es lo que de-
terumna la frecuencia con que aparece una cierta piaga, o porqué so-
breviene su explosión poblacional. De la misma manera los biólogos
pesqueros han estado siempre interesados en dilucidar problemas si-
milares en las poblaciones de peces, sólo que, en oste caso, lo que
interesa es averiguar cómo hacer para que aumente la cantidad de pes-
cado que llega a los mercados de una manera sostenida es decir, sin
merma de cosechas futuras. Tamnhiér, tos conservacionistas necesitan
conocer las respuestas a esas preguntas, al parecer tanacadémicas, a
lin de asegurar la conservación de tantas especies en peligro de extin-
ción.
2
i
LA ABUNDANCIA DE LAS POBLACIONES
\ \
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O_v"
'Gereroc:ones
B-Histogromo generocE0l O-Curvas generociooes
Larva de Q
30 1erostro 30- 10r
Larva da ¡
estadio,'
E
20 20-
lo Ad0
o 2 3 o
Geperc,c,or,es
900
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700
500
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- 400
V;
C 300
e
lOo
2 4t o
rempo
a: 'b:
Densidad baja
1,Habitado ternporaunente
Jen períodos secos
[Deshabitado por exceso
Jde humedad
Desviación dei
pcnto medo
de rapado
'( . ExpecraUvo dei estimador
Valor de los ,t'modao
Grupo de
/ Oesviocrdrt del centro
dei blanco
Bionco
Fig. 5. Ilustraci6n mediante ut' modelo grfl'ico de La ariulc.gia
tre la estimacíóú por muestreu y los disparos con un tille. La va-
rianza es la des,iación media cuadrtica alrededor dei punto medio
de los iT11.actQs. El error cuadrático medio es a .jesviaeíón mediR
cuadMtica alrededor del centro dei blanco. Ìn rifle con un grupo
compacto de impactos tendfl alta "pì-ec'isi6n", aufl cuando el centro
do los mismos esté alejado dei oentro del 1at,co. Acomodando la
eIevaci1i y/o tomando en oueulta el \'ieflto pueden cambiar ei Sesgo
y la exactitud (o sea mejorar la 'punteríj"), pero afectará Ja
'preciaThri1'. (Tomada de Overton, W. S. Th: WildJ.Lfe Mandgement
Tcclniquea, R. lt. Siles 1ditor), 1Q71. Cortesia de Tie Wildlife
Society.)
e) la ubicaci6n de un impacto es análoga nl valor de un estimado.
Irnagi'nese ahora que despu4s de una práctica de tiro se hizo una
qrn cantidad de disparos ai blanco, Ers tal caso se pueden continuar
las analogías, suponiendo:
cl) ei punto medio de los impactos es análogo a la. sperczo c expectcz-
ti90 dei estimador, ya que es hacia donde se apunta ei rifle, en prta'
e) la precisión dei estimador es análoga a la penr.n de los impac-
tos aredcdor kl :wi.i, nscRo d: cn nierv.'z; 1a medida estadística de es-
ta propiedad es la varianza; Pol. lo tanto, cuanto mayor sea )a disper-
sión, menor será la precisi6o;
f! la dispersión dei grupo de impactos rspset., dgl enhro cThZhion,,
es análoga de la exactitud; la medida estadística de esta propiedad es el
error cuadrático medio;
g) la distancia entre el punto medio de los tmpactos y et centro riel
blanco es el ... dei estimador.
Esta analogía flog permite visualizar, de manera intuitiva, los po-
cibles errores que sepuedenprothicir enel proceso de muestreo dc una
población animal para obtener un estimador de algunos de sus parámo-
fros. Ast', por ejemplo, se dirá quo una cierta fórmula estadística pa-
16 ra estimar la densidad poblacional tiene una alta precisión, cuando las
Sucesivas estimaciones están muy cercanas unas de otras, es decir, su
varianza es pequela. Por otra parte, se dirá que su exactitud es alta,
cuando la dispersión alrededor dol verdadero valor que se desea esti-
mar es también baja. FA sesgo, que es una medida de error de mues-
treo muy importante1 indicará cuál va a ser el error constante que se
está introduciendo con un método especitico de muestreo. Continuaii-
do la analogía dei ejercicio de tiro al blanco, un proceso de muestreo
que produzca un estimador de la densidad poblacional muy sesgado, es
similar a la situación de un excelente tirador1 que tiene una alta pre-
ctsi6n, todos sus disparos están muy cerca unoa de los otrns, pero
producen impactos alejados dei verdadero centro dei bLanco; esto
nos ndicar(a que es una situac ìdn en M cual la mira no está bien
centrada.
22
o) no puede haberpérdida de marcas en los animales durante el primcr
muestreo y el segundo.
A estos supuestos enunciados por Seber (1973) habrYa que agregar
que, (IS Ja poblaci6n debe ser considerada estática, que no hay nací-
n-dentos ni muertes entre los dos muestreos realizados. Se debe tam-
hi4n completar el supuesto (b) ai'Sadiendo que la probabilidad de recap-
turar un individuo cualquiera es la misma que si no hubiera sido
capturado antes.
Los Irmites de confianza entre los cuales es probable que se halle el
verdadero valor se determinan para P (fracción decimal de animales
marcados en la muestra recapturada) por las expresiones:
95% de confiabilidad p ± 1,96 x Pg/i
99% cJe confiabilidad = p z Z, SS X pq/Í
donde q es Ja fracción decimal de animales no marcados aparecidos en
la segunda muestra y Tel mimero total en la segunda muestra.
Los valores cte p ast obtenidos, se pueden sustituir en la relación de
Lincoln y obtener así' los ltmites de confianza ciel valor dei tamafo de
la población total.
3
ANÁLISIS DE LAS POBLACIONES EN EL ESPACIO
1. Disposición al Azar
Ei arreglo n'Ss simple de individuos en el espacio, es decir, el que
implica el menor numero de supuestos y no neccsita suponer mecanis-
mos especiales de ningdntipoo proceso es el dela thcpoició', a.7 aa',
En efecto, las hipótesis ecológicas requeridas para aceptar que los in-
dividuos se hallan distribuidos al azar son dos:
a) todos los puntos en ei espacio tienen la misma probabilidad de ser
ocupados por un organismo, y
W la presencia de un individuo en un cierto punto en el espacio no
afecta la ubicación dc, otro individuo,
Un simple anSlisis de estas dog hipótesis indica que imponen condi-
ciones pocas vecea satisfechas en situaciones naturales; en efecto, la
hipdtesis a) implica no sóLo que nos debemos reducir al caso de un ea -
pacio habitable continuo, sino que, además, todos Los puntos de ese
espacio continuo deben poseer exactamente las ?i-snrao r'7nd?c0n52 de
o sea que a lo largo de todo ese espacio todas los fac-
tores ftsicos, qurmicos y biológicos que de alguna manera afectan
la sobrevivencia y comportamiento de un individuo deben mantenerse
constantes.
La segunda hipótesis impliea que los diversos individuos de la po-
blación son <ta:.crzt4 difrets a la presencia de otros indivi-
duos. En otras palabras, los fenómenos de in neicch quedan eli-
minados, tanto los de interacción positiva ragrogación sociaJi corno los
'le interacción negativa cnmpetencia, interferencial.
En la figura 6a se esquematiza un casotfpico dc arreglo espacial al
azar. Dicho caso se diseM de tal manera c1ue cumpliera las dos hipó-
tesis caracterrsttcas de ctj.spusicacmn al aza r. lo cual se logra simple-
mente buscando eu una tabla de njírneros al azar las dos coordenadas
quo determinan La posición de cada punto en el plano. Debe prestarso
atención al aspecto de un a rregJo característicamente al azar, ya que
muchas veces ¿ste da la impresión de un arreglo ligeramente contagio-
so. eJ cual se desçrihc m15 adelante.
24
'I;
29
que es una va riante del Indice de David y Moore, que a su vez es la ra-
zón do varianza/media menos uno ¿V,'?? - 1).
Las conclusiones más importantes que se desprenden dei trabajo
de Green son:
J) no hay un Indice perfecto que detecte las caracterrsticas dei arreglo
en todos los casos..
Z) sólo es posible seleccionar el rndice más apropiado cuando se tiene
cierto conocimiento general de la disposición de los individuos, y
una idea de la variabilidad entre las áreas a comparar respecto del
numero de muestras, tamallo de estas y la densidad promedio.
3) si el contagio es positivo, el Indice Z se "comporta'' muy bien, ya
que toma valores entre O y 1, y es independiente de las variaciene s
de ,Yn, o deN y 'n separadamente.
Proporci6n de
cuadros con dUcho
nómero de individuos
m.eZ -¿ ,i;s
-ge -e
La expresión general de dicha serie estÁ dada por:
'l'
?(xp = - e
que es la conocida distribución de Poisson.
Z. Disposiciones Contagiosas
Ya se analizaron las rajones de tipo ecológico que hacen que una
población este dispuesta en forma apthada o contagiosa. Se verá ahora
c6mo ciertas suposiciones matemáticas compatibles con tales razones
producen distribuciones que parecen describir razonablemente bien los
diferentes arreglos espaciales de individuos. Dichos modelos pueden
disenarse a partir de distribuciones generalizadas o a partir dc distri-
buciones compuestas (Pielou, 1969).
a) Distribuciones generalizadas. Las distribuciones generalizadas
resuitan de suponer:
i) que Los entes que están sujetos a una cierta disposici6n espacial
no son los organismos Individuales, sino loe grupos o niicleos
de concentración,
ii que el ndmero cje individuos por grupo es una variable estocás-
flea con una cierta distribución de probabiudades.
Dos ejeninlos ayudarán a comprender mejor e! carácter de una dis-
tribución generalizada.
(<z di.'rtnR,ueió,c hjnonri'ü '2eatia S!flO &ncl distrhzo4-n n"ra,,'-
aada. Supongamos que: (a los agregados o grupos se encuentran dis-
tribuidos al azar, y ¿bI ei radi-nero de individuos por agregado sigue una
distribución logaritmica con parámetro . Se dcmuestra matemática- 31
2)i if)5
Pl..c) = ei-ï vnLe
Xijc J!
32 Las distribuciones generalizadas también suelen llamarse por nom-
bres dobles, Ast', por ejemplo, la binomial negativa se conoce corno
distribución Foisscvi_T,00r{rmi,c y la Neyman tipo A como P?soon-
2isscn; la razón es obvia; el primer nombre denota Ja distribución del
numero de age"egadcs pci' eest1'a1 y nl segundo, la distribución del u-
cw,g' Je ¿ncìJ :,ídues icr aorc1adc,.
Ast pues, este parámetro, además de tener que estimarse para cal-
cular tos valores esperados de la distribución (para su posterior eva-
luación mediante algún criterio de bondad de ajuste), tiene un intere-
sante valor ecológico en st mismo. Veamos, pues, cómo estimar ei
valor de k. Hay varios métodos unos más eficientes que otros y tam-
bién algunos más laboriosos que otros; a continuación se describirá el
más común y fácil de calcular,
donde
=
yP(0) ( +-)1
y multiplicando los Hx)por Y( nümerototal de muestrasi se ob-
tiene .9x), el número de muestras esperado coax individuos.
Para ei !ødet& de :'kyian A das ards,erc:s. Se ha de-
mostrado la relación entre la media y la variasza de la distri-
bución con los parámetros 'e y r Esta reLaciónpermitirá es-
timar y n? n?una vez calculados £ y P, los estimadores de t y
02 respectivamente. En efecto:
y
2
Estimados los parámetros 'n y la expresión recurrente que
permite calcular las probabilidades que una muestra cualquiera
tenga O, i, . . individuos es:
Px = O) =
mC¼ "4
Fix =
?+j ¿ r(X=fl-4)
A [F1 - ¿Y
FL
¿4',
t
las dos frecuencias observadas 1) a fin de maximizar G, e sea
3e
4
MORTALIDAD Y TABLAS DE VIDA
Tasas Instantáneas
Cualquiera de las tres tasas anteriores puede expresarse corno
uaÌa tasa en unidades de tiempo menores que los intervalos considera-
dos. Supóngase que el intervalo de tiempO Sea, por ejemplo, un
y que se subdivide este peri'odu ca unidades de tiempo de una hora; en-
tonces los cálc ulos pueden considerarse en términos de tasas instantá-
neas de mortalidad. Baja [a suposiciónde que el número dc indIviduos
muertos en uno cie estos pequeños intervalos de tiempo sea proporcio-
nal al número de animales presentes on cada momento, la fracción de
animales presentes que, estando vivos en e1 momento inicial, todavra
estarán presentes al final del intervalo mayor ¿, será:
=
SD
ax q, L, T5
.0
0,6
0,6
0,4
0,2
o 6 24 32 40 48 56
Edad (4
Ztg. 7. Principales tipos de cuzwas de sobreviveneia y curva de sobre-
vivencia dei chipo o vinchuca Trn.c4toma 172J'eSt«nS (Hetnìpters, Reduviidae
en ondic.innes de laboratorio (edad en cumaIiao). 47
EXPECTATIVA DE VIDA
Se dijo que so podían reconocer dûs tipos ele Tablas de Vida; las
especificas por edades u horizontales y las temporales o verticale
La elaboración de una Tabla de Vida corresponderá a un tipo o a otro
de acuerdo con tas características ele la población animal en cuestión
y de la accesibilidad y facilidad que se tenga para obtener la informa-
ción fundamental de mortalidad. En efecto, cuando se trata de pobla-
clones, como cc el caso de muchos insectos que tienen generaciones
discretas o discontinuas, es decir, generaciones no superpuestas, se
construyen Tablas de Vida de tipo horizontal o especificas por edades.
Esta Tabla de Vida mide el destino de una cohorte real, como serra
ei caso do los individuos de una población &oica; en otras palabras, io
único necesario es llevar a cabo una evaluación de la población a Lo
largo de sucesivos intervalos de tiempo durante la progresión desde su
inicio hasta su etapa adulta (en el caso de los insectos será por Lo co-
mún desde su fase de huevo hasta la de adulto reproductori, transfor-
rnándose entnnees el problema en un simple problema dc muestreo po-
blacional.
En caso de que se desee elaborar la Tabla de Vida de una poblaci6n
de una espacie caracterizada por generaciones superpuestas (que por
lo general resulta cte una reproducción continua a lo largo de muchos
períodos del aio o durante varias temporadas seguidasl, se recurre a
la Tabla de Vida vertical n temporal. Estas Tablas do Vida exigen,
para ser correctas, que se cumpla el supuesto dv uoa tasa de morta- 49
lidad constante a lo largo de las sucesivas generaciones. Pnr nfra
parte, cuando la población está estacionaria, es decir, que ha alcan-
zado un estado natural cte equilibrio porque el número de nacimientos
es exact-ameute igual al de mucrtes, y por lo tanto no varía cuantitati-
vamente dc una época a la siguiente, entonces los dos ripes de Tab Las
de Vida resultan idthiticos.
Tablas de Vida Temporales o Verticales
edad que estaban vivos en el aho 1957, y por lo tanto, ofl los siguientes
nueve a\os, cva1uc la sobrevivencla de dicha cohorte original. Esto le
permiti6 elaborar una Tabla de Vida de tipo horizontal (Tabla VI y
constraslarla con la prenamente obtenida mediante la técnica de las
Tablas de Vida verticales.
52
Tabla V. Tabla de Vida Horizontal para Ciervos Machos del
Rhum en 1957 (Lowe, 1969).
.4 e, lOO g,
x (Supervivencia ai Futura Tasa de
(Edad, Inicio de la Clase d, Esperanza Mortalidad/l 000
Días) de £dad X) Muertos de Vida
J ¡000 84 4,76 84,0
Z 9l 19 4,15 20,7
3 897 0 3,25 0
4 897 150 2,23 16i,z
5 747 321 1,98 430,0
6 426 218 1,39 512,0
7 ¿08 56 1,31 278,8
S L50 130 0,63 866,5
9 20 ¿0 0,5 1000
¿ 3 4 5 b
I o 60 ¿6 0,433 5,3
II 10,5 34 18 0,529 5,8
¿[1 23,2 16 6 0,375 3,3
W 37,4 JO 1 0.100 0,8
V 50,8 9 I 0,IJ1 o,6
Adulto 71,7 8
sectos vivos eri las maestras sino también la estimaciún del número de
individuos que mueren en cada trite rvalu de tiempo, sicnd,, usual que,
al mismo tiempc, se realice la identificación de Jas dis tintas cansas de
mortalidad. Corno res ultado de dicha experiencia, Varley, Gradwell
Hasse 1 (1 973 proponen las siguientes reg las operativas en la e Labora-
ción de Tablas de Vida de poblaciones de insectos, con las caracterrs-
ticas arriba mencionadas:
Regla I. Cuando sucesos tales como la mao rte por causa identilical.de
están razonablemente lijen separados en ei tiempo, se tratan cornu si
ocurrieran separados de L todo sui ningimn grado de supe rposicién.
RegIa 2. Cuando los sucesos se superponen en grado importaran en el
tiempo, puede convenir considerarlos corno si hubieran sido exacta-
mente s iflfli Itmneos.
Temperatura (CÌ
18 21 24 ¿7 29 52 35
A/. ocyedr,.:c.No
Fecundidad Total 21,9 28, I 29,6 33,1 ¿8,2 33,4 27,8
Tasa de Oviposición 1,2 1,8 2,1 2,5 1,4 2,9 2,9
(no. huevos,di'a)
Período de OvLposi- 17,6 16,0 13,9 13,4 11,5 11,4 9,5
ción días)
T. .odr'e2'
FecundiciadTotal 51,5 S,4 126,2 119,3 157,3 182,8 133,8
Tase de Oviposición 3,8 4,8 7,5 8,7 9,7 12,5 10,2
(no. huevos/dra)
Perrodo de Oviposi- 12,4 18,4 15,5 13,1 16,0 14,7 12,9
ción cdías}
5 (3)
lo (6)
CF c
(8)
hC
2O
68
2-300 A /
10-250 ObreraSø J I
z a-zoo II, I
6-ISO
4r '00 Reinos y
2L50 Machos,
/
'5 30 5 31 15 30 IS 31 IS 31 IS 30 IS 31 IS 30
A M J J S O N
meses
Fig. 10. Forma explosiva des ciclo o vida do una coloria
ilustrada por La avispe Vewa orientatis, en la cual la
produccL5n de cireras es sacrIficada a favor de la produe-
cin iiasjva de machos y relues hacia el final del verano.
El resultado es una deelinaei6n rapida y definitiva de la
colonia cuino un tado. (Tornada de iiilson. E.O, The Insect
!ociet:tes,27l . cortenla de The Beiknap Press of Harvard
EJnìversity Press.)
ofrecen albergue a rsinas dcspus de sua vuelo nupcial, con lo cual se
lo inician las nuevas colonias.
Por et contrario, las colonias haplometróticas suelen tener dificul-
tades para reproducirse por fisión; la nueva reina debe comenzar su
existencia como tal en la antigua colonia antes de asumir Lin papel in-
dependiente, o cual gene ralmente sólo puede ocurrir enfrentándose con
la hostilidad de la antigua reina. En algunos casos, como las abejas
del género Ap1r, es la antigua reina la que abandona la colonia, y lo
mismo ocurre entre las especies de los géneros Dcr-?',s y ¿r1tot. Lo
interesante de todos estos géneros de especies migratorias es que la
reproducción por fisión se asemeja en realidad más a una migración
parcial, en la que ei residuo que queda todavía mantiene las caracte-
risticas de coLonia viable.
ASPECTOS DEL PROCESO REPRODTJCTWO EN VERTEBRADOS
La reproducci6n en la mayor parte del grupo de Los vertebrados
tiene características particulares que lo diferencian de los invertebra-
dos, sobre todo debido a que, 1) su tamaAc en general es mayor que en
los invertebrados, 2) el desarrollo cerebral ha permitido la evolución
dc un comportamiento mucho más elaborado, y 3) en los grupos de aves
y mamileros la homeotermia los ha independizado en gran medida de
los factores climáticos. Se verán a continuactón algunas de las carac-
teristtcas de ta reproducción peculiares de loe principales grupos de
ver te b rad o s
Reproducción en Peces
La reproducción en los peces posee una serte de caracterfstìcas
que son propias de Los animales acuáticos; en la rnayori'a de ellos, en
contraste con los animales terrestres, la fertilizaci6n de LOB huevos
ecurre fuera del cuerpo, y por lo tanto el esperma y Los huevos per-
rnaflecefl en el agua por cierto tiempo. El nqímero de huevos liberados
dorante el desove varra considerablemente en varias especies de Pe-
ces, desde unos pocos huevos de gran tama))o (como ocurre en muchos
tiburones), hasta unos 3 mii millones de huevos (como es el caso dei
pez luna, Mocz !r4 I, En general se puede afirmar que la fecundidad
de los peces es muy superior a la de otros vertebrados terrestres, y
dentro dei grupo, las especies más fecundas son aquellas cuyos huevos
son pelágicos flotantes; le siguen en orden de producción aquellos que
depositan sus huevos sobre las plantas. Por otra parte se puede decir
que, en general, los peces marinos tienen una fecundidad Ligeramente
superior a la de los peces de agua dulce o a la dc los peces de tipo mi-
gr at ori, o
79
6
PARA METROS POB LAC IONALES
R0 ¿, .25in,.
X=o
X 1, 'P? x14
0,5 1,000 0 0 0
1,5 1,000 0 0 0
2,5 0,990 ]3,4 13,Z7 33,18
3,5 0,830 11,9 9,88 34,58
4,5 0,510 4,6 2,35 10,68
5,5 0,360 4,6 i,66 9, L3
6,5 0,000 0 0 0
Especies r X
No. de
Especie r Divisiones
por Dra
Bacterias
gthppjc,uo C7i1: 60 S6,4
Azotobcot?r eftroeoae;,vn 3-14 4,3 -20, 1
Algas
çh;oraiM pyrenodo..z 0,48-Z,? 0,69-Z, 88
agìna çiraci ii3 0, 58-1,4 0,83-2,01
CwetoccrOO S<aUo 0,6 -1,3 1-Z
Ske ietonsr,a con nc'Am 0,6 -1,2. 1-2
Rhizosolc,2ia aafa 0,45-0,7 o,6 -I
AsDertone? la formosa 0,5 -1,7 0,5 -2,5
S'1racoschaero vsera o,69-o,s l-2,2 85
Prorceentî'ur, rnicns 0,3 -0,46 0,4 -0,66
CsratL,jn ft4rocz 0, L2-0,Z.5 0,2 -0,4
Ciliados
et.ahyrnerç7 je 7cl i 4,1 5,9
Leu'ophrs patu?a 2,57 3,7
ridcrn wy? reas u 1:0?, 2,3 3,6
Faraìnceùen cau&z tun? 1,25-1,6 1,8 -2,3
S&!reto coerce ¿eis 0,4 -1,4 0,6 -1,1
Oro /.ptia nobili 0,69 1
ifs
i, parat = t.
Por consiguiente
n 3,16 individuos por hembra por semana.
Obsórvese que 3,16 = o seaque, al finalde la segunda semana,
un individuo produce (3, 16)a = 10 individuos, al final de la tercera se-
mana producirá (3, i6j individuos, etc. Esto es lo que se entiende por 87
crecimiento geométrico o exponencial de la población.
VALOR REPRODUCTIVO
EL concepto de valor reproductivo surge como un parámetro pobla-
cional con el trabajo de Fisher i 1930) sobre el análisis de la teorra ge-
nótica de la selección natural. Eri dichaobra su autor pregunta: ¿ Cuál
es ei valor de Lin individuo, en té rrninos de la progenie que está desti-
nado a contribuir en La próxima generación Esta pregunta, dirigida a
la contribución futura de cada uno de loe individuos de la poblactón ac-
tuai tambi4n puede invertirse y plantearee de la siguiente manera: Si
en estos momentos se elimina un individuo, en particular una hembra,
¿cuántos individuos menos habrá en la población de la generación si-
guiente E-s claro que la respuesta a estas preguntas dependerá sobre
todo de la edad del individuo. Si se destruye un thdividuo cuyo perrndo
de reproducción caducó, la pérdida no afectará a la generación siguien-
te a menos que tal individuo eontribuya indirectamente a la poblaci6n
mediante una función social. Por otra parte, si se elimina una hembra
joven que está por comenzar su peri'odo de reproducción, e I efecto so-
bre la próxima generación será con toda probabilidad considerable. La
Eontribución de un individuo a la población de las iguiente generación se
expresa por el paránietro denominado valor reproductivo, que se aim-
boliza por '), donde la x, Como siempre, representa la edad del indi-
viduo.
Por valor reproductivo Se entiende el número relativo de progenie
hembra que se es pera produzca cada una de las hembras de edad xde
una población. Este valor por lo general es máximo si las hembras
tienen la edad precisa en que comienza el esfuerzo reproductor (es de-
cir, que todavra tienen su potencial reproductivo intacto), y por ello las
hembras que han pasado la época de. reproducción normalmente tendren
un valor reproductivo igual a 0. Tal cual como fue definido por Fisher,
el valor reproductivo a la edad x suele expre sarse mediante la si-
guiente fórmula:
- yrs
x et eTVi.
Mt) = p0e
EI resultado final de la integración del modelo exponencial dice pie
a partir de una población inicial N,, después de t unidades de tiempo,
el tamaflo de la población estardadopordicha población inicial multi-
plicada por la exponenmal dei producto de la tasa intrtneeca de creel-
rnkento poblacional por el lapso de tiempo transcurrido. En otras
palabras, se ha derivado una expresión que, conocida la población ini-
cial, nos permite evaluar ca cualquier intervalo de tiempo la población
final sin mú que conocer el parametro de tasa de multiplicación. Se
puede recordar dei capi%ulo anterior que la tasa de multipueación po-
blacional es el resultado de otras dos tasan Instantáneas: la tasa ins-
tantánea de natalidad (t) y la tasa instantánea de mortalidad (ns); por
consiguiente 0e puede eetablcccr la siguiente relación;
h> ra r >a la población crece a infinito.
92
t 'n r = o -. la población se mantiene constante.
ô cr1 - r < o la población se extingue.
Las tres alternativas que resultan cte la relación entre los valores
de las tasas i.nstsntneas de natalidad y mortalidad que determinan el
signo de la tasa intrtnseca de crecimiento natural, se encuentran re-
presentadas en la figura il. Desde luegonoes muy convincente un mo-
delo corno el que se acaba de utilizar para describir el crecimiento de
una población. Por una parte sabemos que rara vez se encontrarán
(quizás con la excepción de los perThdos iniciales del crecimiento cuan-
do la población tiene una densidad sumamente baja) condiciones real-
mente ideales sin ninguna limitación para su crecimiento. Si bien este
modelo tiene el atractivo rie ser el ms simple que permite describir
este proceso de crecimiento, se 1-ia visto ya en los capitulos anteriores
que, de una manera u otra, intervienen factores como el efecto de la
densidad de la propia población sobre las tasas de natalidad o de morta-
lidad. Una demostración de que hay algón tipo de limitación del cre-
cimiento nuinórico y limitado de una población cualquiera la ofrece la
capacidad de multiplicación de la mosca comdn (M(so2 dcvnt,oa la
cual puede poner 500 huevos durante toda su vida y llegar a tener basta
IS generaciones en un aP10 se calcul6 que si la mosca corndn pudiera
desarrollar todo su potencial reproductor de la forma en que Io predice
e] modelo exponencial, en un per(odo de cinco meses cubriria la super-
fIcie de la Tierra con una capa de 16 in de espesor o, en un per(odo de
aproximadamente un nito, hahrta lO°°moscas en el mundo. Para tener
una idea de]oastroji&micode esta cifra, debetenerse presente que
es la estimaci6n que se ha hecho de rnímero total de electrones dei
jte t' s o
bm; rrO
b c rn, r <O
tiempo
N
(b)
K
93
tiempo
rN(t)(' -Jit)')
101
BIBLIOGRAFÍA
'lo
COLECCIÖN DZ MONOCRAFIAS CIENTÍFICAS
Publicadas
Serie de matemática
N' i. La Revolución en las Matemticas Escolares, por el Con-
sejo Nacional de Maestros de Matemáticas cte los Estados
Unidos de Am6rica.
N' Z. Espacios Vectoriales y Geometria Analitica, por Luis A.
Santal 6.
Estructuras Algebraicas I, por Enzo R. Gentile.
Historia de las Ideas Modernas en la Matemática, por José
Babini.
Algebra Lineal, por Orlando E. Villarnayor.
Algebra Linear e Geometria Euclidiana, por Alexandre
Augusto Martins Rodrigues.
El Concepto de Ni3mero, por César A. Trejo.
N' S. Funciones de Variable Compleja, por Josh I. Nieto.
N' 9. Introducción a la Topologie General, por Juan llorváth.
N' IO. Funçóes Reais, por Djairo G. de Figueiredo.
N' il. Probabilidad e Inferencia Estadistica, por Luis A. Santaló.
N° IZ. Estructuras Algebraicas II (Algebra Lineal), por Enzo R.
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La Revolución en las Matemáticas Escolares (Segunda Fa- ill
se), por Howard F. Fehr, John Camp y Howard Kellog.
Estructuras Algebraicas III (Grupos Finitos), por Horacio H,
O'Brien.
introducción a la Teoria de Crafos, por Fausto A. Toranzos.
Estructuras Algebraicas IV (Álgebra Multilineal), por
Artibano Micali y Orlando E. Viilamayor.
N 17. lntroduçciAniise Funcional: Espaços de 8anach e Cálculo
Diferencial, por Leopoldo Nachbin.
N' IS. Introducción a la Integral de Lebesgue en la Recta, por
Juan Antonio Catica.
N' 19. Introducción a los Espacios de Hilbert, por Joué L. Nieto.
Serle de Lloica
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