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INVESTIGACIÓN ACERCA

DEL CONCEPTO DE "MIASMA


CRÓNICO"
(o concepto de la "Psora")
Dr. Gabriel Hernán Gebauer
(2003)
INDICE

PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
EL SUSTANCIALISMO DE HAHNEMANN
EL CONCEPTO DE INFORMACIÓN
LAS MUTACIONES FUNCIONALES
EL ORIGEN DE LA "PSORA"
LA PREDISPOSICIÓN A ENFERMAR
LA RELACIÓN FUNCIONAL ENTRE LAS INFORMACIONES
EL CONCEPTO INFORMACIONAL DE SALUD
CARACTERÍSTICAS DE LA "PSORA"
LA CISURA BIOLÓGICA Y LAS DISTINTAS FASES

Segunda parte:

¿CUÁL ES LA ESENCIA DE LA "PSORA"?


SINTOMATOLOGÍA MÍNIMA COMÚN DE LA "PSORA"
ESTUDIO ESTADÍSTICO DE LOS SÍNTOMAS GENERALES
NUEVO ANÁLISIS ESTADÍSTICO
SULPHUR, "PSORA" Y PSORINUM
SULPHUR EN SU RELACIÓN CON MERCURIUS Y EL "MIASMA SIFILÍTICO"
SULPHUR, THUJA Y EL "MIASMA SYCÓTICO"
CONCLUSIÓN FINAL
BIBLIOGRAFÍA
ANEXO 1. MEDICAMENTOS "PSÓRICO-SÍMILES"
ANEXO 2. REPERTORIO DE SÍNTOMAS GENERALES
ANEXO 3. SULPHUR Y PSORINUM. PIEL (SKIN)
ANEXO 4. SULPHUR, MERCURIUS Y THUJA
ANEXO 5. MERCURIUS
ANEXO 6. THUJA
ANEXO 7. SYPHILINUM Y MEDORRHINUM
PRÓLOGO
La investigación acerca del concepto hahnemanniano de "miasma crónico" que nos proponemos realizar en lo
que sigue, debe partir de hechos (facts) si no queremos caer en la ilusión. Si bien se piensa, ésa fue la manera de
proceder del mismo Hahnemann a lo largo de toda su vida.
Ahora bien, ¿cuáles son los hechos? Los únicos hechos con que se cuenta en Homeopatía son aquellos
recogidos como datos de la experimentación de las diversas sustancias en el ser humano sano, lo que se
denomina "patogenesia".
Sin embargo, el estudio de los hechos debe ir precedido de un estudio teórico, para de esa manera evitar que los
hechos puedan ser una mera acumulación de datos sin sentido. Pues los datos cobran sentido sólo en la medida
en que constituyan una respuesta a preguntas claramente formuladas.
De manera que dividiremos esta investigación en dos partes. En la primera, intentaremos entender teóricamente
de qué estamos hablando cuando usamos la expresión "miasma crónico" o el término "Psora". Y en la segunda
parte, buscaremos en la Materia Médica Homeopática y en el Repertorio los datos pertinentes para
fundamentar nuestras conclusiones.
INTRODUCCIÓN
El estudio de la "Psora" –sea ésta lo que fuere– constituye no solamente una parte importante de la Homeopatía,
sino que una parte decisiva de su teoría. No es posible comprender –y, todavía más importante, hacer comprender
a legos homeopáticos– qué es la Homeopatía sin aclarar de la manera más estricta y rigurosa el concepto
hahnemanniano de "miasma crónico" y, por ende, el concepto de "Psora".
Hahnemann se refiere a la "Psora" como a una "infección crónica", pero no sería correcto entenderla como
entendemos actualmente el concepto de infección crónica, vale decir, a la manera que entendemos la Tuberculosis,
por ejemplo. No se trata, entonces, de un agente infeccioso tal como un microorganismo enfrentado a su huésped
y a su capacidad inmunológica. Recordemos que el descubrimiento de Hahnemann es anterior a la era microbiana
instaurada por Pasteur (desde 1877), y, por tanto, aquél carecía del concepto actual de microorganismo patógeno.
Citemos las exactas conclusiones del Dr. George Demangeat:
"La Psora de Hahnemann no es una enfermedad provocada por un agente material : parásito, microbio, toxina
u otro. El agente etiológico de la Psora no puede ser puesto en evidencia. No podrá probablemente nunca ser
puesto en evidencia sobre la platina de un microscopio. Un miasma no es una cosa palpable, sólida, material.
Un miasma no existe ‘per se’ ".
(La cita anterior del Dr. George Demangeat, así como las que vienen a continuación han sido extraídas de la
página web HOMÉOPATHE INTERNATIONAL. Se han consultado sus trabajos de "Doctrine Homéopathique".
Véase en especial : "Maladies Chroniques et Chronicité", "Les Maladies Chroniques", "Les Maladies
Chroniques d’Hahnemann. Suite et fin", "Maladies Chroniques Naturelles - La Psore", "Psore et
Tuberculinisme. Etude critique", "Psore".)
Efectivamente, el "miasma" no es un ente de carácter material, si entendemos por tal el hecho de tener masa.
Tampoco es meramente algún tipo de energía. Es necesario descubrir qué es exactamente un "miasma crónico" o
la "Psora". Pero, para hacer éso, debemos primeramente despejar el camino de diversos obstáculos a la
comprensión.
El primer obstáculo es qué entendía Hahnemann por "infección", y, en el caso particular de la "Psora", cuál es su
relación con la sarna.
Como tan acertadamente lo demuestra Demangeat, siguiendo a Littré, el concepto de sarna (en francés: gale) no
se reducía a la sarna parasitaria, tal cual lo entenderíamos hoy en día, es decir, a aquella afección dermatológica
provocada por el Sarcoptes scabiei; sino que se refería a casi cualquier tipo de expresión cutánea, y así lo
consideraba sin duda Hahnemann mismo, para lo cual se acostumbraba a usar en su tiempo el término "psora".
(Usamos entonces "psora" con minúscula para designar las afecciones de la piel, y "Psora" con mayúscula para
designar el concepto propiamente hahnemanniano, motivo de nuestro trabajo de investigación,)
De nuevo Demangeat cita a Littré:
La "psora" es "el nombre genérico de diferentes enfermedades de la piel caracterizadas por vesículas y pústulas".
Hahnemann, por su parte, en el Artículo 80 del Organon, nos explica cómo entiende él a la "Psora":
"En ella, después de realizada la infección interna de todo el organismo, se manifiesta una erupción cutánea
peculiar, consistente a veces sólo en algunas vesículas acompañadas de intolerable comezón cosquilleante
voluptuosa y un olor peculiar, como indicación del monstruoso miasma crónico interno". (Los destacados son
nuestros).
Reparemos en que, para Hahnemann, la erupción cutánea es solamente una manifestación externa del "miasma
interno" (y además de aparición posterior en su desarrollo evolutivo).
A la "Psora" misma, al "miasma crónico interno", lo ve como algo que es el resultado de una "infección". Pero,
¿infección del organismo por parte de qué ? Ya nos advirtió Demangeat: no hay ningún agente infeccioso material
de la "Psora". Sin embargo, Hahneman habla de "una materia infecciosa de acción crónica", a la cual denomina
"miasma crónico", y que es el origen de la mayoría, si no de todas, las enfermedades crónicas.
EL SUSTANCIALISMO DE HAHNEMANN
La solución de esta confusión es, para nosotros, la siguiente: Hahnemann, al igual que todos sus contemporáneos,
carecía de conceptos tales como los de proceso, de estructura o de relación. Solamente en el curso del siglo XX,
tales conceptos terminaron por reemplazar al concepto de sustancia –y otros conectados con él, como los de
cualidad y actividad–, que, cuando es mal usado, indefectiblemente lleva a reificar (a "cosificar") aquello que es
una función (o sea, la expresión de un proceso), y que –en este caso– es cierta función biológica.
Actualmente nos parece muy natural aceptar que una función no puede ser una cosa, sino que es parte de un
proceso, pero esta aceptación general ha sido fruto solamente de un largo tiempo de meditación y crítica
filosóficas, no menor a doscientos años.
Sólo si la "Psora" fuera una sustancia, podríamos entender como posible el que sea capaz de infectar –en algún
sentido de "infectar" – al organismo. Pero si se trata más bien de un cierto tipo de funcionamiento, es decir, de
una manera determinada de funcionar del organismo –de una manera patológica, claro está, de funcionar–;
entonces no es concebible el uso del concepto de infección, al menos no en la forma como hoy en día entendemos
este concepto.
¿Qué es lo que Hahnemann entendía por "infección"? Solamente podemos suponerlo. Una pista surge del
significado de "miasma".
De nuevo Demangeat cita a Littré: "los miasmas no son otra cosa que ‘emanaciones’, ‘efluvios’ ". O sea, entidades
materiales, aunque muy sutiles.
Y si no se acepta que se le califique de "material" (en el sentido de poseer masa), al menos se deberá aceptar que
cuando hablamos de "emanaciones" o de "efluvios", se está hablando de algo sustancial. Cabe preguntarse, en
todo caso, de qué tipo de sustancia estaríamos hablando.
Luego, para Hahnemann la infección del organismo por parte del "miasma" implicaba a todas luces una especie
de impregnación, vale decir, la presencia de una sustancia extremadamente sutil, diferente al organismo, pero
capaz de interferir con su funcionamiento y también de contagiarse a otros organismos a través del contacto (por
ejemplo, madre-hijo).
Como tan claramente lo expresara en una de sus conferencias el Dr. Pierre Schmidt : "Hahnemann está convencido
que la etiología mórbida es invisible e inmaterial".
Hahnemann consideraba también que la "Psora" puede transmitirse a través de la herencia. A pesar de la enorme
distancia que pueda haber entre el concepto de herencia con el cual pensaba Hahnemann, y el concepto moderno
de información genética asociado al ADN, este punto arroja una luz interesante acerca del problema de lo que es
un "miasma crónico".
El genoma representa un concepto biológico moderno que bien podría reinterpretarse como el concepto
hahnemanniano de "fuerza vital" en una perspectiva contemporánea. (Véase La Homeopatía, las enzimas y la
Información, donde se fundamenta esta posición.)
Por supuesto que para que éso sea posible, es necesario entender a la información genética en un sentido diferente
a como lo entiende actualmente la Biología molecular. Se impone un concepto de Información como el que hemos
desarrollado en trabajos anteriores (véase, por ejemplo, Una nueva teoría acerca de las ‘diluciones
homeopáticas’, o bien, La Homeopatía, las enzimas y la Información). La Información "es invisible e
inmaterial", y ciertamente no es una sustancia. Lo explicaremos brevemente a continuación.
EL CONCEPTO DE INFORMACIÓN
Desde un punto de vista subjetivo, o sea, tal como lo considera la Teoría de la información (Shannon), la
Información se puede concebir como una posibilidad improbable desde la perspectiva de cierto observador. En
el siguiente sentido: mientras mayor es la improbabilidad de cierto sistema en estudio, mayor es la cantidad de
información que ese sistema presenta para ese observador. Como contraparte, en un sistema en equilibrio –donde,
como sabemos, la entropía está en el nivel máximo-, la cantidad de información es nula, pues corresponde a
su estado más probable.
Ahora bien, si abandonando la visión subjetiva aceptamos una concepción objetiva de las probabilidades, tal
como la considerada por Popper, por ejemplo, en su teoría propensional de las probabilidades –es decir, como
disposiciones (o propensiones) físicamente reales–; entonces el sentido de "posibilidad improbable" se torna
mucho más profundo y revelador. Una Información será, de esta manera, una disposición físicamente real y cuya
manifestación será improbable exclusivamente por las condiciones objetivas del sistema en consideración.
Para entender ésto, vayamos a la Mecánica estadística :
"La configuración de un conjunto macroscópico aislado en el equilibrio es aquel que se encuentra representado
por la configuración predominante". (L.K. Nash, 1974, p. 40). Es decir, a pesar de que todos los microestados
tienen la misma probabilidad de ocurrencia, "una proporción sobresaliente de todos los microestados posibles
está asociada con un conjunto relativamente pequeño de configuraciones GP [grupo predominante] tan poco
diferentes entre sí que todas corresponden a lo que en apariencia es el mismo estado macroscópico". (L.K. Nash,
1974, p. 51)

Esta tendencia hacia la homogeneidad (o al aumento de la entropía) es una característica fundamental de todo
sistema aislado en equilibrio.
Sin embargo, "…la Mecánica estadística predice la ocurrencia continua de variaciones detectables pequeñas,
pero potenciales, con respecto al estado de equilibrio nominal. Tales variaciones tienen bastante probabilidad
de que sean detectadas en los conjuntos microscópicos o submicroscópicos : en este caso, las configuraciones
GP ya no tienen una preponderancia sobresaliente con respecto a todos los estados posibles." (El destacado es
nuestro.) (L.K. Nash, 1974, p. 52)
¿Qué es lo que Nash quiere decir con "variaciones detectables pequeñas [en cantidad], pero potenciales, con
respecto al estado de equilibrio"?
"Suponga que, utilizando los dispositivos empíricos más delicados disponibles, se procediera a la observación
estrecha y prolongada de cada conjunto diminuto en equilibrio. En estas condiciones, la Mecánica estadística
alienta la esperanza de que, tarde o temprano, se tendrá la posibilidad de sorprender al conjunto en algún
microestado de una configuración lo suficientemente distinta respecto a cualquier configuración GP que
represente un estado macroscópico que pueda establecerse como diferente del estado de equilibrio." (El
destacado es nuestro.) (L.K. Nash, 1974, p. 52)
Este microestado correspondiente a una configuración distinta a la representativa del estado de equilibrio (o sea,
a la configuración predominante), es una posibilidad improbable, vale decir, es altamente improbable que llegue
a constituirse en parte de la configuración predominante de un estado macroscópico diferentedel estado de
equilibrio (lo que, de darse, pasaría a ser un nuevo estado de equilibrio).
Lo importante es destacar que esta posibilidad improbable –si es considerada objetivamente– constituye
una Información, la cual permanece latente hasta el momento en el cual pueda expresarse, o sea, hacerse activa.
Al considerarla objetivamente, la Información no es meramente una posibilidad en la mente del observador, que
puede o no manifestarse, sino que es un ente real que está potencialmente siempre allí.
Tal vez sea necesario aclarar que el hecho de que la Información se encuentre en estado potencial en todo sistema
aislado, implica que, si podemos considerar al universo como un sistema aislado, entonces la Información estará
presente en todo el universo todo el tiempo.
Tenemos, así, que en la naturaleza –aunque el ser humano no siempre se percate de ello– la Información
invariablemente está presente en la forma de una Información latente, es decir, como una posibilidad improbable
oculta en el conjunto total de posibilidades.
Ahora, en cualquier situación en la cual una posibilidad improbable se revela, tendremos una Información activa.
Por ejemplo, cuando un científico hace un descubrimiento –y ésto es especialmente claro cuando es por azar
(serendipity)–, o bien cuando un filósofo dilucida un nuevo concepto.
Lo que deberíamos entender por Información activa es, realmente, el efecto que provoca la Información en los
sistemas con los cuales interactúa, y, en especial, en ese sistema tan especial que es el observador humano. Para
éste, cuanto mayor es el grado de improbabilidad de la Información, tanto mayor es la cantidad de información
involucrada por ella.
Pero, si bien es cierto que esa Información se puede expresar como un mensaje que contiene cierta cantidad de
información –y es, por tanto, la forma como un sujeto aprehende la Información–, no es menos cierto que esa
Información existe independientemente de todo sujeto. Su existencia es anterior al conocimiento que se alcance
acerca de ella.
Un ejemplo sencillo, y que involucra al ser humano, es el del descubrimiento de una nueva ley natural, de un
nuevo cuerpo celeste o de un nuevo continente : desde el punto de vista del individuo, y antes de su
descubrimiento, el logro era una posibilidad improbable. Era posible, y siempre fue posible, pero era altamente
improbable. Es decir, la Información estaba latente hasta el momento de darse a conocer, o sea, cuando se hace
activa.
Otro ejemplo, pero ahora no tan sencillo, es el de las mutaciones. Y con ésto volvemos, de paso, al tema que
habíamos dejado inconcluso: la relación entre los "miasmas crónicos" en general –y de la "Psora" en particular–
y la herencia.
Las mutaciones, se podría decir, son hechos fortuitos que consisten en cambios estructurales del genoma:
"Las mutaciones son resultado de cambios en los pares de bases de nucleótidos, provocados por la reubicación
de los genes en los cromosomas, de manera que sus interacciones producen diferentes efectos; asimismo, las
mutaciones son resultado de un cambio en los cromosomas". (Claude A. Villee y otros, 1992, p. 396)
Las mutaciones, a pesar de que constituyen posibilidades altamente improbables, cuando se expresan producen
grandes efectos en términos de poblaciones: "el proceso de mutación proporciona una fuente muy grande de
variación" (Claude A. Villee).
Es decir, la improbabilidad lejos de constituir un inconveniente, es la razón de su poder. Se trata de un ejemplo
de que, en ciertas circunstancias, pequeñas causas provocan grandes efectos.
Es una característica de toda Información latente –y que la hace poderosa en un sentido muy especial– el hecho
de estar siempre presente como una posibilidad improbable, y que cuando se expresa determina cambios
importantes en el sistema en el cual se manifiesta.
Las mutaciones se pueden considerar como Informaciones latentes, en el sentido de ser posibilidades improbables
que cuando se manifiestan determinan variaciones genéticas de enormes consecuencias biológicas.
Pareciera haber dos tipos de condiciones para la producción (y persistencia) de una mutación : (a) una
modificación ambiental suficientemente importante para cierto organismo, y (b) una relación entre el nuevo
ambiente y cierta Información latente en su genoma (resonancia).
La primera condición representa una desadaptación del organismo al medio. O, en otras palabras, para un
organismo perfectamente adaptado la posibilidad de una mutación constituye una posibilidad improbable
(Información latente). Pero, cuando las condiciones de adaptación se alteran fuertemente –por ejemplo, dada la
destrucción masiva de gérmenes por parte de algún antibiótico–, la nueva situación permite que se exprese cierta
posibilidad improbable en forma, en este caso, de resistencia al antibiótico por parte de los gérmenes (lo cual
constituye una mutación).
La segunda condición, por otro lado, implica la existencia de una posibilidad improbable (Información latente)
que se corresponde exactamente con el carácter de la modificación ambiental (Información activa presente en el
ambiente). Ambas Informaciones –que son una misma Información en términos cualitativos– interactúan por
resonancia.
Digamos de paso que el fenómeno biológico del mimetismo es una expresión de este mismo hecho. La
mimetización es una adaptación de algunos organismos a cierta Información ya presente en su medio, pero que
sería imposible si no la contuviera en potencia en su propio genoma.
Es decir, si las distintas Informaciones de la naturaleza no estuvieran contenidas en el espacio interior del genoma
–espacio no necesariamente euclídeo–, esta última condición no podría cumplirse. Volveremos sobre este punto
más adelante.
Por último, no es irrelevante tener presente que cuando hablamos de modificación del "ambiente" no estamos
hablando solamente del ambiente físico o del ambiente biológico (ambiente ecológico), sino que también del
ambiente social y psicológico. Por "ambiente" entendemos todo aquello que tiene relación con el organismo, y
que, por tanto, pueda interactuar con él –valdría la pena usar el término "contexto" para especificar este
concepto–.
LAS MUTACIONES FUNCIONALES
Sin embargo, las mutaciones no podrían explicar el concepto de "Psora". No es posible encontrar una mutación
que sea el origen del comportamiento orgánico que llamamos "Psora". Con lo cual resulta difícil explicar la
hipótesis de que la "Psora" pueda ser heredada.
Tal como Hahnemann entiende la transmisión hereditaria de la "Psora", solamente se podría comprender en
términos de la transmisión de los caracteres adquiridos (Lamarck); lo cual no goza de aceptación en la Biología
actual.
Tampoco se puede desconocer la posibilidad de su transmisión hereditaria, ya que si se acepta, por ejemplo, que
la condición alérgica se hereda a los descendientes en un alto porcentaje –y la alergia está, sin duda, relacionada
con la "Psora" –, de ese hecho se puede inferir que esa posibilidad es muy cierta. Salvo que se sostenga que la
"Psora" no existe.
Ahora bien, la enfermedad alérgica es reconocida como una patología compleja en la que participan varios genes.
Y si hablamos de la "Psora", que desborda ampliamente a la enfermedad alérgica, entonces con mayor razón
estamos hablando de muchos genes involucrados. En verdad, nuestra hipótesis es que la "Psora" compromete a
la totalidad de los genes, constituyendo así una alteración funcional del genoma propiamente tal.
Pero la visión analítica de la Biología molecular, que sólo acepta la existencia de mutaciones en cuanto eventos
que afectan a los genes individualmente, no permite entender cómo sería posible que el organismo experimente
este cambio global a partir de la totalidad del genoma.
Sin embargo, si se considera al genoma no meramente como el conjunto de los genes, sino como
una entidad unitaria –la "fuerza vital" de Hahnemann– que trasciende a los genomas celulares individuales, vale
decir, de la cual el conjunto de los genes de cada célula sólo constituye su expresión local; entonces es posible
entender que, cada vez que el genoma de una célula es fuertemente afectado, se afecta al mismo tiempo el genoma
particular de todo el resto de las células : es una Gestalt biológica.
Se entiende por Gestalt cualquier conjunto de elementos que dependen funcionalmente unos de otros,
constituyendo de esta manera una unidad característica tal que la modificación o eliminación de cualesquiera de
ellos destruiría esta unidad. Este estar cada elemento en relación con todo otro elemento implica que el conjunto
no conforma una mera sumatoria (en la cual cada elemento es independiente de todos los demás).
Si tomamos el genoma de una célula individual, cada gen es un elemento que tanto puede ser considerado
aisladamente como en relación con todos y cada uno de los restantes genes. Es evidente que la célula sólo puede
funcionar de esta última forma, es decir, como una Gestalt biológica.
De la misma manera, si tomamos el conjunto de las células que constituyen un tejido, o el conjunto de las células
que constituyen los distintos tejidos de un órgano, o el conjunto de las células de los distintos tejidos de los
diferentes órganos que conforman el organismo humano, cada genoma individual necesariamente está en relación
con el genoma de todos y cada uno de los genomas del resto de las células del organismo para poder funcionar
así como una unidad orgánica.
Existe una jerarquía de Gestalten, dentro de la cual cada nivel depende del nivel superior. El nivel máximo en la
jerarquía correspondería a la "fuerza vital", que organiza a todos los demás niveles.
Por ejemplo, y explicado en términos muy simples, las células del riñón solamente pueden funcionar
adecuadamente realizando su función específica en la medida en que las células hepáticas funcionan por su parte
de la manera específica que les corresponde dentro del funcionamiento global del organismo como un todo. Si
las células renales "olvidaran" cual es su función y empezaran a funcionar como células hepáticas, la totalidad
del funcionamiento orgánico se tornaría caótico. Es decir, la pluricelularidad depende de la armoniosa
coordinación de los genomas celulares individuales en un funcionamiento en común.
Ahora bien, entre las distintas células constituyentes del organismo, las células germinales cumplen el papel de
conservar el conjunto de las Informaciones genéticas, pero sería un error el considerarlas como un tejido aislado,
vale decir, como una parte no relacionada con el todo orgánico.
De manera que, finalmente, las células germinales siempre son alcanzadas aunque no hubieran sido afectadas
directamente desde el principio. Entonces el genoma de las células germinales puede transmitir a su descendencia
el cambio que ocurrió a nivel de las células somáticas, si ese cambio ha sido capaz de alterar el equilibrio del
genoma total.
Así la única posibilidad de explicación parece ser el sostener que, junto con la mutación en cuanto cambio
estructural en los genes, podría existir un cambio de naturaleza funcional. Algo así como una "mutación
funcional". En otras palabras, un cambio en la forma como se interrelacionan funcionalmente entre sí los genes.
Una analogía nos ayudará a entender lo que queremos decir :
Si comparáramos el ordenamiento del genoma con una determinada distribución de las piezas en un tablero de
ajedrez –por ejemplo, en el movimiento número treinta de una partida–, entonces hay un sentido en el cual la
distribución que sea el caso posee, por ejemplo, una desventaja para las piezas blancas (y por tanto una ventaja
para las piezas negras) en términos del objetivo de triunfar.
Estructuralmente hablando, las piezas blancas y las piezas negras mantienen ciertas relaciones entre sí que son
indiferentemente equivalentes a cualesquiera otras para quien no conoce el juego de ajedrez, en el sentido de que
parecen están determinadas exclusivamente por la estructura del tablero y las reglas del juego que rigen sus
movimientos.
Pero, funcionalmente hablando ahora, existe cierta cualidad que cobra sentido desde el punto de vista de
la estrategia del juego y que se funda precisamente en las características de esas relaciones tales cuales de hecho
son. De esa manera, ciertas relaciones son más favorables que otras.
El símil llega lo bastante lejos como para asimilar la estrategia del juego de ajedrez a la estrategia vital por medio
de la cual el organismo se enfrenta al medio. La "Psora" sería equivalente a una estrategia deficiente que
compromete el éxito del genoma en su adaptación al ambiente.
La "Psora" sería así un error en el funcionamiento global del genoma ("enfermedad del genoma como un todo"),
en contraste con las alteraciones de los genes en cuanto unidades parciales, y que sería genéticamente transmisible
como una Información patológica que involucra el comportamiento general del organismo, vale decir: como
una predisposición a enfermar.
En términos informacionales, podemos definir esta predisposición a enfermar que caracteriza a la "Psora" latente
como una Información patológica que consiste en una disposición a actuar de una determinada manera
característica –pero que se manifiesta de diferentes formas según las circunstancias– en presencia de sus
receptores adecuados, que son ciertas específicas alteraciones ambientales (o noxas).
Quisiéramos hacer dos aclaraciones que pueden ser importantes : En primer lugar, podría ser motivo de confusión
para el lector el uso que hemos hecho del concepto de Información en dos sentidos aparentemente diferentes. En
un principio, hablamos de la Información como de una posibilidad improbable; y, posteriormente, la definimos
como una disposición a actuar de una determinada manera en presencia de su receptor adecuado. Sin embargo,
ambas formas de referirse a la Información son correctas y, por supuesto, no contradictorias.
Considerada desde fuera del sistema, la Información se nos presenta efectivamente como una posibilidad
improbable. El sistema en estudio es como una "caja negra" porque no lo conocemos internamente. En cambio,
si nuestra perspectiva parte ahora desde el interior mismo del sistema, la Información consiste en una disposición
a actuar de una determinada forma, pero de la cual llegamos a adquirir conocimiento solamente cuando se
manifiesta –es decir, cuando interactuamos con ese sistema–.
La segunda aclaración es la siguiente : Cuando hablamos del "receptor adecuado" de la Información, se podría
tender a interpretar dicha expresión como "el estímulo" que desencadena una cierta respuesta. Sin embargo, si así
se hiciera se estaría cometiendo un error.
El concepto de estímulo implica a cualquier variación energética del ambiente –del sistema bajo examen– que
sea capaz de desencadenar una respuesta. Los estímulos actúan desde fuera del sistema y son en sí mismos
equivalentes en términos de su capacidad para provocar respuestas (dejando de lado su intensidad), vale decir, su
grado de especificidad depende menos de ellos mismos que del sistema que estimulan.
Por el contrario, una Información es una disposición a actuar, interna al sistema, que se manifestará solamente si
el receptor adecuado de ella está presente; receptor que es, por lo demás, específico, o sea, no puede ser
reemplazado por cualquier otro salvo que sea semejante. En otras palabras, dos receptores serán semejantes para
cierto determinado sistema si éste no es capaz de discriminar entre ambos. Y esta capacidad de discriminación
será proporcional a la cantidad de información que el sistema posea.
Por supuesto que para alguien que lo observe todo desde afuera, el receptor adecuado de la Información puede
presentársele como un estímulo. Pero éso es simplemente porque ignora la disposición interna que encierra el
sistema, disposición que guarda una relación especial con su receptor, relación que no guarda con otros estímulos
posibles del mismo sistema que no son sus receptores adecuados.
Se podría decir que la disposición interna de la Información (o Información latente), elige un determinado
receptor que le es afín. Se trata del carácter activo(ejecutivo) de la Información, que la distingue claramente del
carácter pasivo de la respuesta al estímulo –aparte de la especificidad ya comentada–.
Si se insistiera en usar un lenguaje de estímulo y respuesta, tendríamos que readecuarnos de la manera siguiente
: diremos entonces que la Información selecciona entre los diversos estímulos aquel (o aquellos) que le permita(n)
manifestarse. Y ésto nos lleva a lo siguiente :
A partir del concepto de "Psora" se puede explicar el vaporoso concepto de estrés. Según sea el contexto en el
cual se le use, el significado del término "estrés" varía considerablemente y resulta difícil establecer para él un
significado que sea unívoco –tan unívoco como sea posible, pues la univocidad total no existe–. La idea básica,
sin embargo, pareciera ser la incapacidad relativa de un organismo para mantener su homeostasis equilibrada
bajo fuertes demandas ambientales de diverso orden.
Frecuentemente se hace hincapié sólo en la circunstancia ambiental que rodea al organismo y se considera de la
mayor importancia el tipo de estímulo –su cualidad además de su cantidad– que provoca el estado que
denominamos como "estado de estrés".
Pero a lo menos tan importante como la circunstancia ambiental, debería ser el considerar el grado de
susceptibilidad del organismo frente a los distintas demandas del medio. Y con la expresión "grado de
susceptibilidad" queremos hacer referencia a la causa por la cual deberían explicarse las diferencias inter-
individuales, o sea, a la variabilidad tan característica de los sistemas biológicos, las cuales se concretan en
respuestas diferentes : algunas adecuadas y otras que, por el contrario, por ser inadecuadas desembocan en el
estado de estrés.
Por medio del concepto de "Psora" es posible comprender que el grado de susceptibilidad individual es el
factor más importante a la hora de explicar la variabilidad inter-individual de resultados frente a las mismas
circunstancias ambientales (en cantidad y calidad).
La razón es la siguiente : según sea el grado de compromiso de la "Psora" en cada caso individual, así será el
grado de susceptibilidad del organismo respecto a las situaciones generadoras de estrés. De esta manera, el estrés
puede explicarse a partir de la "Psora", pues es ella la que, como factor predisponente, realiza una selección que
convierte a ciertas circunstancias ambientales en condiciones de estrés (en noxas).
Por último, al suponer que este error en el funcionamiento global del genoma –la "Psora"– puede ser heredado,
debemos suponer también que su transmisión hereditaria se hará de acuerdo con el grado de evolución que haya
alcanzado en el momento de la transmisión. Es decir, en estados avanzados de su evolución la carga hereditaria
que impone será peor.
En resumen: no hay un agente etiológico sustancial de la "Psora", así como tampoco hay una entidad sustancial
denominada "miasma psórico", sino que lo que hay es una forma patológica global de funcionamiento orgánico,
que puede estar latente o activa, y que puede ser heredada.
Luego, debemos descartar que el origen de la "Psora" esté en algún tipo de infección en el sentido de un agente
infeccioso que actúa sobre el organismo provocándole un estado que pueda persistir por sí mismo.
EL ORIGEN DE LA "PSORA"
Surge aquí, ahora, la pregunta acerca de la relación entre la "Psora" y la sarna, es decir, la enfermedad provocada
por el ácaro de la sarna. Porque, si bien la "Psora" no es la consecuencia de la sarna –lo cual es más bien ridículo–
, es indudable que existe una relación. Tan es así que el propìo Hahnemann utilizó Psorinum, dilución de la
sustancia extraída de una vesícula sarnosa, para tratar algunas de las manifestaciones de la "Psora".
Si la sarna no tuviera nada que ver con la "Psora", entonces Psorinum no sería tampoco un medicamento capaz
de actuar en presencia de la "Psora" activa –que se expresa por un conjunto característico de síntomas–. Éste es,
sin duda, un hecho curioso.
Pero más curioso es todavía el hecho de que una dilución de una sustancia mineral como el Azufre (Sulphur),
pueda actuar de una manera parecida a Psorinum, como lo atestigua su patogenesia.
¿Qué relaciones existen entre sarna, Psorinum y Sulphur y la "Psora"? Si no somos capaces de responder a esa
pregunta, no sabremos jamás qué es la "Psora" –y, por tanto, qué debemos entender por "miasma crónico"–.
Históricamente, el origen del concepto surge de esta relación.
El ácaro de la sarna se desarrolla en organismos que se lo permiten, es decir, entre el ácaro y el organismo enfermo
de sarna existe una relación tal que no existe entre el mismo ácaro y un organismo sano que, a pesar de exponerse
al contagio de la sarna, no la contrajo.
De la misma forma, entre Psorinum y el organismo sano –pero que es sensible a la acción de la dilución
homeopática de dicha sustancia–, o bien, entre Sulphur y el organismo que le es sensible, existe una relación que
no se da entre esas mismas Informaciones y organismos no sensibles.
¿Qué es aquello que comparten entre sí la sarna, Psorinum y Sulphur? Nuestra respuesta es que
comparten una misma Información.
Desde un punto de vista informacional, Psorinum no es diferente a la sarna, ya que es un subproducto de ella.
Pero lo curioso es que tampoco Sulphur es diferente a la sarna, lo cual es un poco más difícil de entender.
El estudio de los efectos patogenésicos de estos dos medicamentos, nos muestra que Sulphur es parecido –en
algunos aspectos– a Psorinum, o sea, que ambos son parecidos a la sarna. Pero ser parecidos a la sarna no es
equivalente a ser parecidos a la "Psora". Además, hay sin duda una diferencia entre Sulphur y Psorinum en la
forma en que son parecidos a la sarna.
Tenemos que explicar el porqué Sulphur y Psorinum son parecidos a la sarna y, sin embargo, son diferentes en
algún otro sentido entre sí. Y tenemos que explicar el porqué Sulphur, Psorinum y la sarna tienen que ver no sólo
entre ellos sino que con la "Psora".
Nos asiste el convencimiento de que las relaciones de semejanza envueltas aquí, sólo se pueden explicar a través
del concepto objetivo de Información.
Teóricamente Hahnemann podría tener razón en su explicación, pero nos cuesta creer que la causa de la
sensibilidad a Psorinum sea la consecuencia de haber adquirido el "miasma psórico", vale decir, que la respuesta
de una gran cantidad de seres humanos aparentemente sanos a dicha sustancia diluída, provenga de una
determinada enfermedad (tal vez ancestral).
¿El origen de la predisposición a enfermar es un resultado de haber adquirido una enfermedad? Pero, si
bien Psorinum es un producto de una enfermedad, Sulphurno lo es.
¿Qué quiere decir éso? Que la sensibilidad a Sulphur es sin duda innata y está siempre presente aunque durante
muchas generaciones no hubiera presencia aparente de la "Psora" en su sentido tradicional –lo cual, por supuesto,
es imposible de establecer con certeza–.
LA PREDISPOSICIÓN A ENFERMAR
La predisposición a enfermar –que es, en último término, la esencia misma del concepto hahnemanniano de
"Psora" latente– está presente en todo ser vivo. La salud, se podría decir, es el resultado de la constante evitación
de la enfermedad. El organismo permanece sano mientras evite estar enfermo, y no se trata de una mera tautología.
Tal como nosotros entendemos este asunto, la disposición a enfermar siempre está latente, lo cual no debe ser
interpretado necesariamente como si la salud aparente no fuera real. El sentido del calificativo de "latente", hay
que entenderlo más bien como una manera perfectamente natural de llegar a estar enfermo. En el mismo sentido
en que se entiende que todo ser humano está predispuesto a sufrir un accidente.
Pero teniendo el cuidado de no considerar a la enfermedad como un accidente. El accidente depende en gran
medida del azar, en cambio la enfermedad es predecible –no tal vez el tipo exacto de enfermedad, pero sí el llegar
a estar enfermo–.
Por tanto, nosotros vemos el origen de las enfermedades crónicas de otra manera que la tradición hahnemanniana.
En el genoma humano –y con toda seguridad en el genoma de todo ser vivo, aunque restringido en cada caso a su
nivel de evolución– está la totalidad de las Informaciones que existen en la naturaleza.
Esta conclusión es inevitable si aceptamos, como tenemos que aceptar, pues se trata de hechos, que las diferentes
sustancias que existen en la naturaleza son capaces, aun en dilución –o, mejor, precisamente por estar en
dilución, o sea, como Informaciones–, de provocar en organismos sanos sensibles reacciones biológicas
características manifestadas por síntomas.
Y en algunos casos la reacción biológica característica provocada por ciertas sustancias diluídas, se asemeja a las
características originales de la sustancia usada. Nos limitaremos a dar un solo ejemplo.
Si la Información no estuviera ya en el genoma, ¿cómo podría una dilución –o sea, una Información–
de Apis producir en sujetos de experimentación "la necesidad de estar muy ocupado, de siempre estar haciendo
algo", como si se convirtieran momentáneamente en las mismas hacendosas abejas?
Pero si el escepticismo pusiera en duda a este síntoma por ser subjetivo, ¿qué diríamos de "los párpados con
hinchazón edematosa, sobre todo de los inferiores, que cuelgan como una bolsita llena de agua", como
producidos por la picadura de una abeja, un síntoma a todas luces objetivo?
¿No resulta inevitable concluir que entre ese ser humano que está bajo el efecto de la patogenesia de Apis y la
conducta, en un sentido muy amplio de "conducta", de la abeja se comparte una misma Información?
Salvo que pensemos, en términos sustancialistas, que "alguna cosa" se introduce en ese organismo y produce
esos síntomas, tanto subjetiva como objetivamente –lo cual está en contradicción con el concepto no sustancialista
de Información–; tendremos que aceptar que, por el contrario, en ese organismo ya existía esa misma
Información, aunque en un estado potencial.
De manera que, por ejemplo, Sulphur –la Información del Azufre– tiene su representación en el genoma humano.
Y de esa misma forma todas las Informaciones capaces de afectar al ser humano, tienen su representación en el
genoma.
La Información del Azufre puede expresarse tanto de una manera normal en el organismo sano –recordemos la
importancia bioquímica de la presencia de la molécula de Azufre en diferentes macromoléculas–, como de una
forma patológica (tal cual lo muestra su patogenesia, por dar un ejemplo).
Por razones que no comprendemos claramente, pero que parecen tener que ver con el mecanismo de la supresión
cutánea (o sea, con problemas en la eliminación de toxinas a través de la piel), la Información del Azufre se
relaciona con la Información de la sarna –aunque no exclusivamente con ella–, y, a través de ésta, con la
Información que denominamos Psorinum.
Las diferentes relaciones que observamos en las acciones de los distintos medicamentos homeopáticos, son una
expresión isomórfica de las relaciones que se dan en el genoma humano. ¿Qué relaciona, por ejemplo, un mineral
como el Azufre con una planta como el Aloe?
No lo sabemos con exactitud, pero sí sabemos que Sulphur y Aloe, vale decir, las Informaciones respectivas, se
relacionan estrechamente en su acción –en ciertos niveles bien definidos– sobre el organismo tanto sano como
enfermo. De manera que comparten, al menos parcialmente, una misma Información.
Es importante señalar, sin embargo, que las distintas Informaciones no podrían encontrarse en el genoma
almacenadas una junto a la otra como si se tratara de cosas. Para entender ésto, hagamos una analogía : en lugar
de reunir diferentes discos de música, con un único instrumento –como puede ser un piano– y un hábil intérprete
se pueden obtener todas las combinaciones de sonidos que están en aquellos discos.
LA RELACIÓN FUNCIONAL ENTRE LAS INFORMACIONES
Si las más diversas Informaciones que existen en la naturaleza están en nosotros –en estado potencial–, entonces
en nuestro genoma estarán tanto las Informaciones patológicas (caso de Psorinum) como las Informaciones
normales (caso de Sulphur).
En consecuencia, el origen de la predisposición a enfermar no está en las Informaciones mismas en
cuanto partes de un todo, sino en la forma en que las diferentes Informaciones se relacionan entre sí –lo cual
constituye otra Información, pero de carácter total, vale decir, expresión de la totalidad del genoma–.
Dada la importancia de estos conceptos, profudizaremos en ellos un tanto más. Si determinado organismo no
pudiera enfermarse nunca, entonces tampoco sería sensible a las Informaciones patológicas –no sería sensible,
por ejemplo, a Psorinum–.
El hecho de ser sensible, en cambio, implica que posee la disposición a enfermarse. Dicho de otra manera, la
capacidad de enfermar de cierto medicamento homeopático (patogenesia), tiene como contraparte la disposición
del organismo a enfermarse por medio de él (sensibilidad).
Pero el organismo es sensible no solamente a las Informaciones patológicas sino que también a las Informaciones
no-patológicas, indistintamente. Es decir, la predisposición a enfermar –que es en sí misma una Información– no
es debida a las Informaciones en cuanto tales.
¿Qué es lo que determina entonces que cierto organismo particular sea sensible a una cierta específica sustancia
diluída (Información)?
Podemos razonablemente suponer que las distintas Informaciones acumuladas en el genoma humano, guardan
entre sí en condiciones saludables una relación de perfecto equilibrio –en el sentido de armonía o coherencia–. Y
que ese equilibrio sólo se rompe bajo condiciones patológicas. La mantención de la homeostasis, entonces, sería
el resultado del equilibrio entre las Informaciones del genoma.
Ahora bien, el concepto de Información es un concepto físico y, por tanto, nos permite aplicar, en su uso a nivel
biológico, otros conceptos físicos relacionados.
De acuerdo con la Mecánica estadística, la entropía de un sistema aislado aumenta, hasta un máximo, en
función del número de microestados de la configuración predominante que puede adoptar el estado macroscópico
de un sistema:
S = k ln Ω
(Donde S es la entropía del sistema, k es la constante de Boltzmann, ln es el logaritmo natural y Ω es el número
de configuraciones GP que puede presentar un estado macroscópico o número de microestados de la
configuración predominante).
El símbolo Ω representa a un parámetro de desorden, o sea, representa la tendencia hacia el estado con el máximo
número posible de microestados semejantes, es decir, hacia el estado más probable.
De esta manera, la Mecánica estadística relaciona una cantidad termodinámica (o macroscópica) como la entropía
o desorden, con una cantidad estadística (o microscópica) como la probabilidad.
En consecuencia, con el aumento en el número de microestados asociados a la configuración predominante, lo
cual representa la tendencia hacia un estado más probable, aumenta proporcionalmente el nivel de entropía.
Recordemos que el estado más probable de un sistema aislado coincide con el estado de máxima entropía de dicho
sistema.
Dos aclaraciones antes de seguir. Se podría poner reparos a considerar al genoma como un sistema aislado –o sea,
que no intercambia ni materia ni energía con su ambiente–, e, incluso, a considerarlo como un sistema cerrado –
que intercambia solamente energía–.
Sin embargo, este supuesto teórico perfectamente se puede hacer a condición de descontar todos aquellos
intercambios de materia y energía que no involucran pérdida de Información.
Lo que queremos decir es que más allá de los intercambios materiales y energéticos correspondientes a sus
funciones biológicas, como –sólo para dar un ejemplo– la síntesis proteica a partir del ARN mensajero; el genoma
puede ser considerado, en términos de la conservación de sus Informaciones, como un sistema
que funcionafísicamente como un sistema aislado. La membrana nuclear cumple aquí un papel muy eficaz.
La segunda aclaración dice relación con el siguiente hecho: así como la entropía puede aumentar o disminuir, lo
propio puede ocurrir con la neguentropía (el orden). Entonces, en lugar de hablar de un cierto nivel de entropía
que aumenta, es igualmente válido hablar de un cierto nivel de neguentropía que disminuye.
Cuando tenemos una determinada Información, o bien, un conjunto de Informaciones –que es, a su vez, una
Información–, lo único que podemos medir es su equivalente neguentrópico correspondiente.
Esta observación es importante porque las Informaciones nunca van a dejar de ser Informaciones ni nunca van a
desaparecer del genoma, pero la relación entre ellaspuede corresponder ya sea a un nivel de neguentropía que
puede ser menor, ya sea a un nivel de neguentropía que puede ser mayor. Es decir, Ω puede aumentar o disminuir.
Al revés de lo que ocurre en el estado de equilibrio termodinámico de un sistema aislado, el parámetro Ω en el
genoma debería ser una cantidad cercana a uno –y recordemos que el ln 1 = 0 –.
Es decir, en el genoma como sistema no existen configuraciones GP comprendiendo a un gran número de
microestados –las cuales corresponden sólo a unaconfiguración predominante– sino que múltiples
configuraciones diferentes, cada una de las cuales es una Información (pero que, en su conjunto, constituyen una
sola Información).
Para comprender cómo se pueden aplicar conceptos de la Mecánica estadística a problemas de naturaleza
biológica; o, para decirlo de otra manera, cómo se puede pasar desde el nivel físico al nivel biológico, realicemos
el siguiente experimento mental :
Imaginemos un sistema aislado en equilibrio termodinámico, donde, como ya sabemos, la configuración
predominante a nivel macroscópico está constituída principalmente por las configuraciones GP, es decir, por un
conjunto de microestados extremadamente semejantes entre sí. Supongamos, ahora, que cada microestado
individualmente considerado, es separado de todos y cada uno de los demás microestados. ¿Qué ha ocurrido con
este sistema en equilibrio luego de esta acción?
Pues que, por medio de esta operación de carácter anti-entrópico (o neguentrópico), se ha pasado desde un sistema
en estado de equilibrio termodinámico a un estado de equilibrio neguentrópico, el cual es característico de los
sistemas vivos.
Cada microestado separado, mediante algún tipo de límites, se constituye así en una unidad neguentrópica, que
la evolución convertirá en biológicamente activa; ya sea ésta una enzima, una molécula de ADN o una molécula
de ARN, o bien, en un nivel superior, una célula, un núcleo celular, algún organelo citoplasmático o un
cromosoma.
(Digamos de paso que la existencia de membranas biológicas pareciera ser el resultado de esta necesidad de
naturaleza estrictamente física de conservación de la Información, la cual de otra manera se difundiría por el
ambiente.)
Ciertamente que la realidad biológica es mucho más compleja. Habría que modificar nuestro experimento mental
de manera de considerar no ya un solo tipo de microestado sino una gran variedad de ellos, –y, además, que cada
microestado es sensiblemente más complejo–. Cada tipo diferente de microestado corresponde a una Información
distinta.
Ahora bien, lo que hemos denominado "equilibrio" entre las Informaciones corresponde al estado de máxima
coherencia entre las Informaciones, vale decir, a aquel estado donde ninguna Información predomina sobre el
resto –y que sería el correspondiente al estado de perfecto equilibrio entre Informaciones o estado de salud–. Se
trata, por tanto, de una sola Información y no de la suma de varias.
Pero este estado de equilibrio corresponde al estado que –por ser el máximo nivel de neguentropía posible o de
máximo orden– es el más improbable (o de entropía mínima). Un estado tal, dada su improbabilidad, explica la
predisposición al desequilibrio entre las Informaciones, lo cual se va a expresar biológicamentecomo
predisposición a enfermar.
Así, entonces, como es muy baja la probabilidad de que persista indefinidamente un estado con gran número
configuraciones diferentes en equilibrio, o sea, un estado de entropía mínima, y a cuya configuración
macroscópica le corresponde un solo microestado –pues los genes no están aislados funcionalmente unos de
otros, recordemos que constituyen una Gestalt biológica–, la probabilidad de que en su seno aparezca un nuevo
microestado es muy alta.
Ciertamente que ese nuevo microestado sólo puede ser una Información que se desvincula de las demás. Y en
lugar de una única Información (o estado de salud), surge una segunda, y eventualmente otras, determinando –
para hablar en términos de Mecánica estadística– que el número de microestados aumente.
Aclaremos, sin embargo, que no estamos hablando solamente de las Informaciones del genoma de un cromosoma
aislado ni siquiera de una célula aislada, sino que del genoma entendido como un ente único (la "fuerza vital" de
Hahnemann) y que involucra a la totalidad del organismo. Cada cromosoma está unido al otro mediante el núcleo,
cada núcleo está unido al otro por medio de la célula, y así sucesivamente.
El estado de salud implica así, en conclusión, la expresión de una disposición improbable (Información de salud).
EL CONCEPTO INFORMACIONAL DE SALUD
En otras palabras, que alguna de las Informaciones pueda actuar autónomamente, y por tanto que haya más de
una activa a la vez, es más probable que el evento de que siempre lo haga una sola Información –en este caso,
la Información correspondiente al estado de equilibrio entre todas ellas o Información de salud–.
Dicho en términos muy simples: mientras el estado de salud es improbable, un estado patológico cualquiera es
probable. O bien, el estado de enfermedad es más probable que el estado de salud. Ésto explica la predisposición
a enfermar.
Así, entonces, a la pregunta del porqué se está enfermo, la única respuesta válida es : porque estar enfermo es
más probable que estar sano.
La "Psora", en resumen, no es alguna sustancia de cierto tipo que invade al organismo, como creía Hahnemann,
sino que surge de la muy natural tendencia de la especie humana –y de cualquier ser vivo– a llegar a estar enfermo.
La "Psora" latente es la disposición a enfermar que se manifiesta de múltiples formas diferentes según el momento
y las circunstancias. Como veremos más adelante, los diversos medicamentos homeopáticos que Hahnemann
llamó "antipsóricos", corresponden a diferentes formas de manifestación de la "Psora". Es decir, ninguno de ellos
cubre por sí solo sus múltiples expresiones.
Una definición de la "Psora" como la que hace el Dr. Zissu a continuación, debemos considerarla como
parcialmente equivocada al no comenzar señalando la predisposición a enfermar como su rasgo caracterizador
por excelencia:
"La psora es una auto-intoxicación crónica, transmitida de generación en generación, y representada por todas
las toxinas y todos los residuos resultantes de diversos problemas del metabolismo orgánico, toxinas retenidas,
mal o no eliminadas, residuos insuficientemente degradados a nivel de los órganos de desintoxicación, entre los
cuales el principal es el hígado, y mal decantados a nivel de los emuntorios : intestinal, renal, cutáneo y otros de
suplencia". (Zissu, 1960, pp. 24-25.)
Pues bien, la "auto-intoxicación crónica" es un resultado de la "Psora", pero no es propiamente la "Psora". Es sólo
su manera primera de manifestarse.
Pero, en cuanto a su origen, es fundamental entender que la "Psora" es endógena, y lo es porque es consustancial
con la vida misma.
Todavía más, cualquier intento por buscar un origen a la "Psora" en el exterior del organismo –en el exterior del
genoma, en último término–, está condenado al fracaso, al igual que el intento de Hahnemann.
El estado de salud del proceso funcional orgánico tiene como un rasgo caracterizador el de poder
perderse (enfermar) así como el de poder recuperarse (sanar). Las mismas funciones que están en la base del
estado de salud, son aquellas que explican los estados patológicos. Pasar desde el estado de salud a cualquiera sea
el estado patológico es esencialmente un asunto de desorganización funcional.
¿De qué otra manera podría explicarse que la mayoría de la humanidad, por no decir la totalidad de ella, sea
sensible a los denominados "antipsóricos"?
Medicamentos tan diversos como Calcarea carbonica, nuestro repetido Sulphur o Lycopodium están
relacionados con la "Psora" de una forma tal que Hahnemann –con su visión sustancialista ya comentada– califica
de "anti-psórica". La relación con la "Psora" sería de oposición.
Sin embargo, la Homeopatía, que está fundada en la Ley de los semejantes, no puede ser explicada en ningún
sentido como teniendo una acción contraria a nada, ni siquiera contra un "miasma". No es el tipo de relación que
corresponde a su forma de acción.
La acción farmacológica puede ser contraria a cierto proceso o ser inhibidora de la acción de cierta enzima, pero
la dilución homeopática –o sea, la Información– no puede actuar en contra de ningún proceso porque su acción
es de diferente naturaleza.
La Información actúa solamente sobre la Información, ya sea reforzándola, ya sea anulándola (Ley de los
semejantes).
Si, por ejemplo, Calcarea carbonica coincide con la Información patológica de cierto genoma –Información que
es patológica porque predomina sobre el resto de las Informaciones– podrá anularla. Y al anularla, permitirá que
el equilibrio entre las Informaciones se restablezca.
Entonces, Calcarea carbonica no es un "antipsórico" sino que una sustancia que tiene en común con otras
diversas sustancias una relación de semejanza con la "Psora". Es una sustancia "psórico-símil". Y solamente por
esta razón es que puede actuar sobre la "Psora".
El concepto de acción contraria, en cambio, explica la supresión, principal mecanismo por el cual el nivel
neguentrópico del genoma desciende hacia niveles progresivamente menores –lo cual implica necesariamente un
aumento del desorden funcional–.
Recordemos que el fármaco, cualquiera que sea, no solamente es un cierto tipo de sustancia química sino que es
también una Información. O mejor dicho, es una sustancia química que contiene una Información.
Y esa Información no puede hacer desaparecer –salvo como un hecho fortuito, cuando casualmente coincide con
la Información patológica– a la Información que es causa de las manifestaciones patológicas. Por el contrario, la
Información farmacológica refuerza a la Información patológica.
De lo cual se desprende que hay dos grandes tipos de efectos perjudiciales de los fármacos, una dependiente de
su Información y otra dependiente de su carácter material:
(a) Si su Información coincide, aunque sea parcialmente, con alguna Información patológica latente en el genoma,
activará a ésta; lo que se conoce eufemísticamente como "efectos laterales". Las probabilidades de tal ocurrencia
aumentan principalmente en función del tiempo de uso. Vale decir, junto al efecto tóxico directo de la sustancia
química existe este efecto nocivo de la Información persistente.
(b) Independientemente de su Información, el fármaco produce un efecto supresivo de la reactibilidad orgánica.
En todos los casos, al actuar en el sentido contrarioal proceso patológico, en un principio lo reforzará ("efecto
rebote") y, finalmente, lo suprimirá. Mientras mayor es la eficacia del fármaco, mayor será su acción supresora.
La llamada "Ley de acción de las masas" dirige esta acción –o sea, es dependiente de la dosis–.
CARACTERÍSTICAS DE LA "PSORA"
Ahora bien, la supresión de una conducta patológica –comandada por una Información patológica–, implica que
alguna otra Información patológica también pueda hacerse cargo del funcionamiento orgánico. Es decir, a la vez
que la Información suprimida se hace latente, una nueva Información patológica se hace activa.
Y cuando esta situación se produce, el desorden aumenta; y lo hace tanto en un sentido biológico –lo que implica
contradicciones funcionales entre distintas Informaciones– como en un sentido físico –al haber un mayor número
de microestados (2, 3 o más), se incrementa la entropía, o sea, desciende el nivel de neguentropía–.
Para mayor claridad, digamos que el sentido biológico implica un concepto cualitativo de Información:
Informaciones cualitativamente diferentes –o sea, con significados diferentes–, necesariamente deben provocar
alteraciones funcionales orgánicas, pues las funciones resultantes de cada acción interactuarán de manera
contradictoria entre sí.
Por su parte, el sentido físico implica considerar a las Informaciones sin diferencias cualitativas, solamente en
términos cuantitativos. Con el aumento en el número de Informaciones que se han hecho activas, la entropía
aumenta (la neguentropía disminuye). No importa que se trate de Informaciones cualitativamente diferentes, ya
que a la Mecánica estadística sólo le compete contabilizar el número de microestados (que es un concepto
meramente cuantitativo). Así, para este punto de vista todas las Informaciones aisladas son equivalentes entre sí
(sólo son microestados).
Volviendo a nuestro tema, digamos que la enfemedad es siempre el resultado de la interacción entre
la predisposición a enfermar –de la "Psora", diría Hahnemann– y alguna noxa (agente agresor del ambiente).
Por "noxa" debemos entender un cambio en el medio que sea lo bastante enérgico como para afectar a la totalidad
del genoma (la "fuerza vital" de Hahnemann), ya que una alteración que involucre solamente al genoma de
algunas células locales puede eliminarse por el mecanismo de la apoptosis (o muerte celular programada).
Y si bien es cierto existen procesos patológicos agudos que, como reconocía el mismo Hahnemann, no son el
resultado directo de la "Psora", mantienen una relación más o menos lejana con ella como un factor predisponente.
Por ejemplo, hay una relación inversa entre la fortaleza del estado de salud y la intensidad de acción de la noxa.
Por grande que sea el estado de salud, si la acción de la noxa es, ya sea muy intensa, ya sea muy prolongada, o
una combinación de ambos factores, entonces aun en ausencia de toda "Psora" la enfermedad sería inevitable.
Pero, salvo esos casos más extremos, lo habitual será encontrar que es el nivel de predisposición el factor más
importante a la hora de explicar el desencadenamiento de una enfermedad.
Si en el balance final el factor predisposición ha pesado más que el factor noxa, tendremos que el origen de la
enfermedad estará necesariamente en la "Psora" latente. Y, desde ese momento, la "Psora" estará activa.
Pero la predisposición se expresará en cada caso particular con rasgos característicos que, en la clínica médica
homeopática, se les reconoce con el nombre de un determinado medicamento.
Por ejemplo, se habla de "Pulsatilla" o de "Belladonna", aludiendo así a las patogenesias de esos medicamentos,
o sea, al tipo de síntomas, o mejor, a la estructura de síntomas (Gestalt sintomática), que han sido capaces de
provocar en el ser humano sano.
Ahora bien, si queremos contestar a la pregunta acerca de la relación entre sarna, Sulfur y Psorinum, por un lado,
y la "Psora", por otro, deberemos conocer algo más acerca de las características que se le atribuyen a la "Psora".
¿Cuál es el concepto tradicional de "Psora"? Al hablar de "Psora", ¿de qué estamos hablando?
Citemos a Demangeat:
"La Psora actual, como la Psora del tiempo de Hahnemann, está caracterizada por:
-Afecciones sucesivas recidivantes con una marcha inexorable hacia la agravación.
-Las alternancias mórbidas.
-Las manifestaciones cutáneas o mucosas, llamadas crisis de eliminación que parecen hacer más lenta
momentáneamente la evolución de la enfermedad interna."
Si estudiamos la patogenesia de Sulphur, encontraremos estos mismos rasgos así como los de la sarna. Kent decía:
"Sulphur es un remedio tan completo, que es difícil decir cómo comenzar a describirlo. Parece tener semejanzas
con todas las enfermedades, y el médico que comienza leyendo las patogenesias de Sulphur debe pensar,
naturalmente, que no hace falta otro remedio, ya que la imagen de todas las enfermedades parecen estar
contenidas en él…" (Citado por Bernardo Vijnovsky, 1989, patogenesia de Sulphur.)
Con respecto a la sarna, Sulphur nos da el perfecto retrato de ella. Por ejemplo:
"Hay una inusitada tendencia a erupciones de todo tipo, generalmente pruriginosas. El prurito puede ser con o
sin erupción, a veces en placas que sangran después del rascado; es quemante, ardiente u hormigueante o
cosquilleante o voluptuoso; peor de noche, por el calor de la cama o al entrar en calor o caminando al aire libre,
o en zonas que sudan, por el rascado…" Etc., etc.
El hecho es indesmentible: Sulphur está relacionado con la sarna, y por tanto con Psorinum, y lo está igualmente
con la "Psora".
Es decir, una sustancia mineral como el Azufre y un producto orgánico patológico como Psorinum, comparten
una Información en común. ¿Y cómo sabemos éso? Por los síntomas, porque la Información se expresa a través
de los síntomas.
Se podría decir que Sulphur está contenido como Información en Psorinum. Pero, cosa aún más
importante, Psorinum también está contenido informacionalmente en la patogenesia de Sulphur.
Por otro lado, la relación de semejanza que va desde Sulphur a Psorinum, está incluída en una nueva relación de
semejanza que la contiene: la "Psora".
Con respecto a la primera relación, digamos lo siguiente: en general, se podría esperar que desde el mineral hasta
el animal, pasando por el vegetal, la cantidad de información aumente. Sin embargo, no siempre es así.
Por ejemplo, la cantidad de información es mayor en aquellas sustancias minerales que componen normalmente
el organismo humano, y que, todavía más, cumplen funciones importantes en su funcionamiento.
El Azufre (Sulphur) es más importante para el organismo que, por ejemplo, el Bismuto (Bismuthum), y por eso
su patogenesia expresará una cantidad de información –en forma de síntomas– muchísimo mayor.
Pulsatilla, un vegetal, o Sepia, un animal, tienen una mayor cantidad de información que la que poseen muchas
sustancias minerales, pero minerales como Sulphur, como Phosphorus o como Calcarea carbonica exceden con
mucho a la mayoría de las sustancias vegetales.
De la misma manera, Sulphur es más importante que Psorinum –como lo demostraremos más adelante–, y por
eso Psorinum está contenido en mayor medida en Sulphur que el caso inverso (o sea, la mayor parte de los
síntomas de Psorinum están también en Sulphur).
¿Qué está implicado aquí? Que la relación entre una sustancia mineral, vegetal o animal y la cantidad de
síntomas que es capaz de producir en el organismo humano, está determinada principalmente por
la importancia que la Información de cada caso que se trate tiene con la predisposición a enfermar del ser humano
–con la "Psora" latente–.
Digámoslo de esta manera : existen medicamentos que son más intensamente "psórico-símiles" y otros que lo son
menos. Es decir, existen algunos medicamentos que son más que otros como un espejo que refleja a la "Psora".
Lo que nos lleva a la segunda relación de semejanza, para lo cual requerimos penetrar más profundamente en el
concepto hahnemanniano de "Psora".
Ante todo, digamos que Hahnemann se ve obligado a investigar este asunto de los "miasmas", teniendo conciencia
o no de este hecho –no lo sabemos–, a causa de la imposibilidad de realizar patogenesias que nos den una imagen
adecuada de las enfermedades crónicas.
Una patogenesia es, necesariamente, un proceso patológico provocado de carácter agudo. Por eso una
patogenesia que nos pudiera mostrar el verdadero carácter crónico de su evolución, requeriría de ser realizada por
largos años. Lo cual es, prácticamente, imposible. Incluso debería ser llevada hasta el momento de producir
lesiones. No es necesario decir que ésto sería moralmente inceptable.
En lugar de éso, y en una labor que le demanda doce años de su vida, Hahnemann –con una prolijidad y
minuciosidad digna de su genio– recoge en sus pacientes los síntomas que parecen persistir a lo largo de los años
y que se repiten entre unos y otros, señales de un "miasma crónico".
Luego descubre que estos síntomas son también los que se encuentran en los medicamentos que él denominó
como "medicamentos antipsóricos".
Independientemente de la explicación teórica que Hahnemann le da al conjunto de estos síntomas, lo cierto es
que corresponden a hechos clínicos objetivos que, en cuanto tales, pueden sobrevivir a cualquier teoría.
LA CISURA BIOLÓGICA Y LAS DISTINTAS FASES
Se podría especular si un sujeto perfectamente sano y que desde la más tierna infancia se le hiciera ingerir
persistentemente una dilución de Sulphur, no desarrollaría a lo largo de los años el cuadro completo de la "Psora".
Probablemente, no. Pero si ingiriera Azufre, probablemente sí.
Pero hay diversos medicamentos más que también podrían desarrollar síntomas considerados por Hahnemann
como "psóricos", si fueran usados en dosis ponderales bajo las mismas condiciones; precisamente los
medicamentos que llamó "antipsóricos". ¿Qué conclusión se deriva de aquí? Que el concepto de la "Psora" de
Hahnemann engloba en un mismo proceso patológico de carácter crónico, a distintas formas de manifestación,
pero relacionadas por mecanismos comunes. Ya hemos mencionados los rasgos comunes a las diversas
manifestaciones, pero necesitamos saber algo más acerca de su dinámica de desarrollo.
A este respecto, es interesante la clasificación que hace Reckeweg de las enfermedades :
Reckeweg establece una primera distinción entre fases humorales (o fases extracelulares) y fases celulares (o
fases con intoxicación intracelular).
Entre las fases humorales y las fases celulares existiría lo que Reckeweg denomina "cisura biológica"
(biologischer Schnitt). Esta cisura representa un límite entre las enfermedades reversibles y aquellas irreversibles.
Las fases humorales (o enfermedades de disposición, Krankheiten der Disposition) son :

a. fases de excreción o de eliminación (Exkretions-phasen);


b. fases de reacción o de respuesta (Reaktions-phasen);
c. fases de depósito (Depositions-phasen).

Reckeweg divide luego a las fases celulares (o enfermedades de constitución, Krankheiten der Konstitution) en :

d. fases de impregnación (Imprägnations-phasen);


e. fases de degeneración (Degeneration-phasen);
f. fases de neoplasia (Neoplasma-phasen).

Se puede suponer fundadamente que la "Psora" sería responsable de las diferentes enfermedades que se
desarrollan en las tres fases humorales : fases de excreción (de toxinas), de reacción (a las toxinas) y de depósito
(de las toxinas).
Posteriomente, al ser superada la cisura biológica y pasar a estados patológicos de carácter degenerativo, a la
"Psora" se le agregarían otros dos tipos de "miasmas": el "miasma sifilítico" y el "miasma sycótico".
El primero, un "miasma" de tipo destructivo, y el segundo, de tipo proliferativo. Tendremos que hablar de ésto
más adelante.
Pertenecen, sin duda, a la "Psora" las manifestaciones de excreción o eliminación de toxinas –tanto exógenas
como endógenas–, así como los episodios de inflamación en cuanto reacción o respuesta frente a ellas. Pero
pertenecen igualmente a la "Psora", las manifestaciones clasificadas por Reckweg como fases de depósito y fases
de impregnación.
Estas últimas dos fases se agrupan actualmente como fases que pertenecen a la matriz extracelular (o fases
mesenquimales), ubicada entre lo humoral y lo celular.
Las toxinas –que no son la "Psora", ciertamente– se depositan en la matriz y terminan impregnándola (fases de
depósito y fases de impregnación, respectivamente).
Es decir, cabalgando sobre la cisura biológica, estas dos fases corresponden a los estados reversible (depósito
transitorio de toxinas), el primero, e irreversible (fijación de toxinas), el segundo, de los estados patológicos.
En conexión con ésto, está el fenómeno de la vicariación –que es la versión de Reckeweg de la "ley de Hering" –
, y que puede ser progresiva o regresiva, según sea que el proceso patológico avance hacia las fases celulares (se
agrave) o retroceda hacia las fases humorales (se mejore).
Lo que no nos parece correcto, sin embargo, es la consideración de la cisura biológica como la frontera entre las
enfermedades agudas y subagudas, por un lado, y las enfermedades crónicas y degenerativas, por otro lado. De
ser así, el concepto de "Psora" se debilitaría gravemente, convirtiéndose en un concepto inútil.
La "Psora" es el verdadero origen de prácticamente todo proceso patológico, o sea, está desde el principio mismo
y se extiende hasta la etapa final. Vale decir, las llamadas "enfermedades agudas" –y, con mayor razón, las
llamadas "enfermedades subagudas"– no surgen ex nihilo, sino que constituyen las expresiones más o menos
esténicas (de sthenos = fuerza) de la interacción entre el organismo y las diversas noxas del ambiente, expresiones
que son condicionadas en diverso grado por la "Psora".
Precisamente por tal razón las vicariaciones regresivas espontáneas son una parte muy importante de las
manifestaciones de la "Psora", a la vez que las vicariaciones progresivas se constituyen en el mecanismo
fundamental de su progreso (o agravación). Ambas constituyen la base de las "alternancias mórbidas"
mencionadas por Demangeat.
De las diferentes fases descritas por Reckeweg, sería en las fases humorales y en las fases de la matriz
extracelular, entonces, donde se inscriben las manifestaciones reconocidas como propias de la "Psora".
La dinámica que va desde las fases de excreción o eliminación hasta las fases de impregnación, es la expresión
de la "Psora" en su movimiento finalmente irreversible. Recordemos a Demangeat: "afecciones sucesivas
recidivantes con una marcha inexorable hacia la agravación".
Ya sea espontáneamente –por carencia de un buen tratamiento verdaderamente curativo–, ya sea artificialmente
–por la acción supresora de la Alopatía, que además acelera este proceso–, las afecciones recidivan una y otra vez
para, finalmente, agravarse atravesando irreversiblemente la cisura biológica.
Demangeat menciona igualmente : "las manifestaciones cutáneas o mucosas, llamadas crisis de eliminación que
parecen enlentecer momentáneamente la evolución de la enfermedad interna". Característica "psórica"
perfectamente explicable en función de las fases ya mencionadas, específicamente por las fases de excreción o
eliminación y por las vicariaciones regresivas.
Ahora bien, mientras las fases descritas por Reckeweg se refieren a los mecanismos implicados en el avance de
las enfermedades –en una visión pluralista de éstas–, el concepto de "Psora" le proporciona la unidad que las
convierte en manifestaciones múltiples de una sola y misma enfermedad esencial –o "enfermedad interna", tal
como la concebía Hahnemann–.
En resumen: la clasificación de Reckeweg nos ayuda a comprender a la "Psora", mostrándonos los mecanismos
de su progreso, pero esta concepción hahnemanniana la desborda, como no podía ser de otra manera.
En otras palabras, si poseídos con el concepto de "Psora" la miramos a través de la clasificación de Reckeweg,
ésta se nos torna más comprensible. Pero, sin el concepto de "Psora" detrás, la clasificación se nos aparece como
una mera descripción de resultados carentes de una unidad dinámica que les de un sentido explícito.
De acuerdo con Reckeweg, las fases celulares –vale decir, cuando el proceso patológico alcanza a la célula
misma–, constituyen el estado final del avance de la enfermedad, y frente a la cual el organismo sólo puede
intentar compensar los efectos de las lesiones ya que no curar.
Aquí, sin embargo, quisiéramos hacer un reparo: las distintas fases descritas por Reckeweg se refieren a las
toxinas (u "homotoxinas" como él las denomina), pero la enfermedad propiamente tal ha involucrado a la célula,
y al núcleo –e, incluso, al genoma–, desde el principio mismo.
Es decir, la enfermedad propiamente tal –o "enfermedad interna"–, existe antes que toda toxina, y tiene que ver
con la pérdida de la armonía (o coherencia) en el funcionamiento del genoma. Éste es precisamente el concepto
hahnemanniano de "fuerza vital" reinterpretado en un lenguaje informacional.
Hablando en términos informacionales, la enfermedad interna no alcanza a la célula solamente al final sino
que está allí desde el principio. En un principio que es sólo una predisposición a enfermar, pero que bajo las
condiciones ambientales desencadenantes se convierte en un proceso activamente evolutivo. A partir de ese
momento, la enfermedad crónica expresa el avance inexorable del organismo hacia niveles de neguentropía cada
vez más pobres, hasta ese otro momento en el cual el equilibrio neguentrópico se hace imposible.
Por su parte, a las toxinas endógenas debemos considerarlas como un subproducto del proceso patológico, y no
como su causa, aunque sin ninguna duda contribuyen a él de una manera importante.
El concepto de "Psora" reformulado por nosotros en términos informacionales, es así mucho más profundo que
lo que la descripción de Reckeweg alcanza a explicar.
SEGUNDA PARTE
¿CUÁL ES LA ESENCIA DE LA "PSORA"?
¿Cómo podemos decubrir cuál es la esencia de la "Psora"? En otras palabras, ¿qué es la "Psora" (entendida como
la unidad primaria de las notas que la caracterizan)? ¿Y cómo accedemos a esa esencia?
Sabemos –o, al menos, hacemos la razonable suposición– que la "Psora" no es ningún tipo de sustancia, no es
ninguna materia capaz de "infectar", no es un ente que pueda colocarse en la platina de un microscopio
(Demangeat).
Sabemos –o suponemos razonablemente– que la "Psora" es cierta Información patológica, que puede estar latente
o activa, que incluso puede transmitirse por herencia, y que modifica funcionalmente la totalidad del genoma
determinando conductas biológicas características.
Sabemos, por fin, que la única forma de conocer alguna Información patológica es a través de las patogenesias,
es decir, por medio de los síntomas.
Los síntomas constituyen el mensaje de la enfermedad, y la cantidad de información de ese mensaje es
proporcional al número de síntomas (bien determinados) que se pueda obtener de él.
Hagamos aquí una digresión que puede ser útil. ¿Por qué existe tan gran variedad de respuestas individuales en
los sujetos de experimentación? ¿Cuál es la razón de esas diferencias de sensibilidad?
Una razón significativa podría ser la siguiente : según las fases en que se encuentren los sujetos –aparentemente
sanos, pero no del todo– sometidos a la experimentación, la variedad y riqueza de síntomas debe variar. En las
fases más esténicas –las fases iniciales o fases humorales– es de esperar una mayor cantidad de síntomas.
Pero la consideración siguiente es de la máxima importancia : a medida que el organismo se agrava en su
condición "psórica", especialmente por acción de diversas supresiones, el número de Informaciones patológicas
involucradas es mayor. Ésto trae dos tipos de consecuencias.
La primera es que, para un mismo medicamento –digamos Sulphur–, el número de síntomas patogenésicos
aumenta en función del número de Informaciones comprometidas. Así, un sujeto expresará muy pocos síntomas
mientras que otro lo hará en forma abundante, según la cantidad de Informaciones patológicas activas en cada
uno. De ahí que encontremos no un síndrome determinado sino que múltiples síndromes en Sulphur y en los
demás policrestos, cuando revisamos la Materia Médica.
La segunda consecuencia se refiere a medicamentos diferentes. Existen medicamentos capaces de cubrir una
mayor extensión de síntomas porque son capaces de actuar sobre mayor número de Informaciones patológicas.
Son los llamados "policrestos". En verdad, son los que expresan de la manera más completa a la "Psora". Por
esta razón, los síntomas entre estos diversos medicamentos tienden a solaparse. Es decir, se asemejan bastante
entre sí, como luego tendremos la oportunidad de ver. Se podría decir que todos ellos comparten un "aire de
familia", dado por el hecho de pertenecer a una misma familia : la de la "Psora".
Esta segunda consecuencia nos explica también el porqué sucede que desaparezcan ciertos síntomas por la acción
de un medicamento que no los presenta en su patogenesia :
El reequilibrio conseguido por el estímulo medicamentoso, de acuerdo con la Ley de los semejantes, incide
secundariamente en otras Informaciones patológicas que, si bien es cierto no son afectadas directamente por dicho
medicamento, sí lo son indirectamente.
Por eso es necesario no tomar como propios de un medicamento síntomas que nunca hayan sido observados en
su patogenesia. Terminemos aquí con la digresión y volvamos a nuestro tema.
Decíamos que Sulphur, la Información del Azufre, está directamente relacionado con la "Psora", vale decir, que
los síntomas de Sulphur expresan, en una proporción mucho mayor que cualquier otro medicamento homeopático
conocido, los rasgos típicos del "miasma psórico". Éste es un hecho ampliamente reconocido en la literatura
homeopática.
Por ejemplo, Kent en su Filosofía homeopática, nos dice :
"La gran similaridad de estos síntomas [recogidos por Hahnemann en sus observaciones sobre sus pacientes a lo
largo de doce años] que agrupados representaban un cuadro de Psora, y aquellos síntomas que representaban
una imagen de Sulphur, fueron precisamente los que indujeron a Hahnemann a emplear Sulphur para las
condiciones psóricas". (James Tyler Kent, 1967, p. 219)
Ahora bien, así como una enfermedad individual espontánea de evolución crónica es considerada por Hahnemann
como una expresión particular de la "Psora", de la misma manera debemos considerar a
toda patogenesia igualmente como una expresión, en este caso provocada, del "miasma psórico" hasta ese
momento latente, si producen ese mismo tipo de síntomas.
Y en este sentido, la patogenesia más representativa de dicho "miasma" es la patogenesia provocada por Sulphur.
Usaremos, por tanto, a Sulphur como si se tratara de un enfermo –en realidad representa a un conjunto inmenso
de enfermos, lo cual es todavía más importante–, y haremos una repertorización para descubrir no "el"
medicamento que le corresponde sino aquel conjunto de medicamentos que coinciden sintomatológicamente en
un porcentaje importante con él.
El argumento que está en la base de este procedimiento es el siguiente : Si se parecen a Sulphur, entonces se
parecen a la "Psora". Y mientras más se parecen a Sulphur, más se parecen a la "Psora".
Kent, a continuación del texto recién citado, agrega lo siguiente :
"En la Psora tenemos las imágenes de muchos remedios. Todos los remedios de acción profunda tienen más o
menos algo de la naturaleza de la Psora". (James Tyler Kent, 1967, p. 219)
En el Anexo 1, al final de este trabajo de investigación, se puede revisar el ejercicio de repertorización que hemos
hecho –basándonos en la Materia Médica y en el Repertorio de Kent, que se encuentra en el
sitio web Homéopathe International–, aunque considerando exclusivamente los llamados
"síntomas generales", y sólo aquellos valorizados como síntomas grado 2 o grado 3 (síntomas en azul y en rojo,
respectivamente).
Estos síntomas grado 2 o grado 3 son los más confiables por haber sido experimentados y reexperimentados.
Los síntomas generales, como lo indica su denominación, corresponden a la forma general de reaccionar del
organismo al medio. Y trasuntan, de esa manera, la forma en la cual la "Psora" condiciona la conducta orgánica.
Los síntomas constituyen la forma de expresión de una Información patológica. Y en el caso específico de los
síntomas generales, existe siempre una circunstancia ambiental que afecta a la totalidad del organismo
permitiendo que la Información patológica se haga activa, vale decir, que cierta disposición a actuar de una
determinada manera se exprese.
Las circunstancias ambientales más variadas son cada una de ellas, según el caso, el receptor adecuado –es decir,
el desencadenante (o, tal vez, sería más preciso decir : "el resonador")– de la Información patológica que
conocemos bajo el nombre de "Psora".
Ahora bien, ya que no se trata de un solo individuo sino de una cantidad considerable de individuos –de hecho,
de toda la humanidad–, utilizaremos no un conjunto definido de síntomas sino que el conjunto de todos los
síntomas generales de Sulphur. Pues todos ellos son igualmente importantes, desde el momento que constituyen
las distintas maneras de reaccionar patológicamente de los individuos sensibles a Sulphur.
Los resultados de este ejercicio indican que, de los 323 síntomas generales de Sulphur,
solamente 10 corresponden a síntomas donde se encuentra solo (o acompañado por medicamentos poco
importantes o poco valorizados), lo que representa únicamente a un 3,1 % del total.
El 96,9 % restante corresponde a los síntoma compartidos por Sulphur, por un lado, y por el conjunto de los
siguientes medicamentos (con sus porcentajes relativos), por otro lado:
Pulsatilla 178 síntomas 55,1 %.
Sepia 175 síntomas 54,18 %.
Phosphorus 171 síntomas 52,9 %.
Calcarea carbonica 166 síntomas 51,39 %.
Lycopodium 155 síntomas 47,98 %.
Silicea 154 síntomas 47,67 %.
(Mercurius) 151 síntomas 46,75 %.
Rhus toxicodendron 140 síntomas 43,34 %.
Bryonia 138 síntomas 42,7 %.
Arsenicum album 136 síntomas 42,1 %.
Nux vomica 135 síntomas 41,79 %.
Belladonna 135 síntomas 41,79 %.
Lachesis 120 síntomas 37,15 %.
Natrium muriaticum 119 síntomas 36,84 %.
Carbo vegetalis 114 síntomas 35,29 %.
Kalium carbonicum 110 síntomas 34 %.
Nitricum acidum 104 síntomas 32,19 %.
Phosphoricum acidum 100 síntomas 30,96 %.
Graphites 99 síntomas 30,65 %.
Causticum 89 síntomas 27,55 %.
Zincum metallicum 90 síntomas 27,86 %.
Aconitum 79 síntomas 24,46 %.
Iodum 75 síntomas 23,22 %.
Argentum nitricum 74 síntomas 22,9 %.
Alumina 72 síntomas 22,29 %.
Hepar sulphur 71 síntomas 21,98 %.
Chamomilla 70 síntomas 21,67 %.
Ignatia 69 síntomas 21,36 %.
Baryta carbonica 69 síntomas 21,36 %.
Psorinum 68 síntomas 21 %.
Por tanto, la participación en términos informacionales de estos 29 distintos medicamentos oscila entre un 21 %
y un 55 %.
En otras palabras, 1 de cada 5 síntomas de Sulphur, en el caso de Psorinum, y 1 de cada 2, en el caso de Pulsatilla,
corresponden a la cantidad de información que comparten en cada caso.
Es decir, estos medicamentos poseen una naturaleza "psórica" en la medida en que comparten muchos síntomas
de Sulphur. Pues mientras más se parecen a Sulphur, mayor es nuestra seguridad de que se trata de medicamentos
verdaderamente "psórico-símiles".
Desde luego el corte se hizo en Psorinum de manera arbitraria, pero considerar por sobre un 20 % de coincidencia
–y no menos– nos parecía razonable.
SINTOMATOLOGÍA MÍNIMA COMÚN DE LA "PSORA"
La conclusión a la cual arribamos es que el conjunto de los síntomas compartidos por Sulphur y la suma de los
medicamentos anteriomente enumerados, constituyen la sintomatología mínima común de la "Psora". En
ese 96,9 % de síntomas compartidos está la expresión más genuina de la "Psora".
Podemos considerar, entonces, a la suma de los 29 medicamentos ya señalados como Informaciones todas
representativas de la "Psora", ya que comparten en conjunto los mismos síntomas con Sulphur, y con respecto al
cual cada uno de ellos representa una bifurcación en el desarrollo de ésta.
Si agregamos a la sintomatología mínima común de la "Psora", los restantes síntomas de cada uno de estos 29
medicamentos –añadiendo los síntomas "mentales", y de las diferentes partes del cuerpo, como cabeza, ojos,
oídos, nariz, cara, boca, etc.–, tendremos la sintomatología expandida de la "Psora".
Sin embargo, habría que preguntarse si algunos de estos síntomas pudieran corresponder a "miasmas" diferentes.
O, tal vez, a un estado diferente de la "Psora", como veremos. Lo investigaremos más adelante.
La concepción hahnemanniana de que los restantes "miasmas" solamente pueden desarrollarse existiendo
previamente la "Psora", es decir, de que ésta es una condición necesaria para que el "miasma sifilítico" y el
"miasma sycótico" puedan añadirse al organismo, es comprensible tomando en consideración el concepto de
cisura biológica de Reckeweg.
Efectivamente, cuando la lesión aparece la acción del "miasma psórico" puro ha terminado. Pero no se trata de
una nueva sustancia patológica –de un nuevo "miasma"– que se agrega a la "Psora", sino de que la acción
patológica de ésta ha alcanzado la integridad de la célula misma y la lesión resulta así inevitable. Por eso la lesión
no es generalizada sino siempre parcial, pues es la consecuencia tardía y última de un proceso general –que es
siempre el "miasma psórico"–.
Solamente con las fases de degeneración y de neoplasia (o de desdiferenciación), la "Psora" parece complicarse
con otros "miasmas". Así, enfermedades infecciosas –en su correcto sentido– como la Sífilis o la Gonorrea (y
otras infecciones sexuales), o bien la Tuberculosis, pueden provocar, en un organismo previamente debilitado
por el "miasma psórico", efectos muy importantes de naturaleza destructiva o proliferativa.
La acción agresiva de la noxa infecciosa se potencia por efecto de la "Psora", y determina un avance mucho más
importante de ésta que lo que hubiera alcanzado a evolucionar por sí sola.
Para entender ésto, recordemos que en el funcionamiento celular coexisten dos tendencias relacionadas con la
apoptosis (o muerte celular programada) : una autodestructiva –asociada a la apoptosis aumentada–, y otra
proliferativa –asociada a la apoptosis disminuída–.
Cuando se rompe el equilibrio entre ambas tendencias, a causa de la acción de las toxinas intracelulares, el
mecanismo de apoptosis se hace ya sea más intenso, ya sea más lento de lo adecuado, o bien alterna entre ambos
niveles de desequilibrio. Recordemos, por ejemplo, que si se produce la muerte celular más tarde de lo debido se
origina el Cancer.
Por tanto, toda Información capaz de desencadenar estas tendencias, determinará, en aquellos organismos que
sean sensibles, la hiperactividad de la tendencia que sea el caso. Por tanto, habrá medicamentos homeopáticos, o
sea, Informaciones, que serán "sifilítico-símiles" y otros "sycótico-símiles" –y algunos que serán tanto lo uno
como lo otro–, pero siempre que entendamos estas expresiones en un sentido muy amplio y más bien metafórico.
En resumen: podemos considerar que sólo existe un "miasma", el "miasma psórico", y que los así considerados
"miasma sifilítico" y "miasma sycótico" no serían sino las complicaciones degenerativas de la "Psora", cuando
ésta ha alcanzado la integridad celular a causa de la supresión llevada a su extremo. Intentaremos demostrar estas
aseveraciones más adelante. Pero, antes de éso, aplicaremos la Estadística a este conjunto de síntomas generales
que, presuntamente, expresan la esencia de la "Psora".
ESTUDIO ESTADÍSTICO DE LOS SÍNTOMAS GENERALES
El considerar exclusivamente a estos 29 medicamentos como "psórico-símiles" es totalmente arbitrario, pues no
existe ningún límite, que pudiera ser considerado como necesario, por medio del cual realizar esta segregación.
Estrictamente considerado este asunto, cualquier medicamento homeopático por el solo hecho de provocar
síntomas en su experimentación en el ser humano sano, expresa al "miasma psórico".
Recordemos que la patología dependiente de este "miasma" es exclusivamente funcional, como lo reconocía
Hahnemann mismo, y, por consiguiente, se expresa exclusivamente mediante síntomas.
Sin embargo, existe un número finito de síntomas y, por tanto, lo que interesa descubrir es el mínimo número
de medicamentos que expresen el máximo número de síntomas. Este reducido número de medicamentos se
podrá considerar, entonces, como realmente "psórico-símiles" porque de alguna manera están más cerca
de laforma como reacciona la "Psora".
La pregunta es : ¿cómo se establece la línea de demarcación entre ese pequeño número de medicamentos y el
resto? Para obtener la respuesta haremos un estudio estadístico con el fin de calcular la varianza.
La varianza ( o variancia) es una medida de la dispersión o variación de los valores de la variable aleatoria
alrededor de la media. Si los valores tienden a concentrarse alrededor de la media, la varianza es pequeña; en
tanto que si los valores tienden a distribuirse lejos de la media, la varianza es grande.
En el caso que nos ocupa, la variable aleatoria está representada por la presencia o ausencia de cada uno de
los síntomas generales de Sulphur, el medicamento "psórico" por excelencia, en cada uno de los medicamentos
que le son comparados.
Al comparar los síntomas generales de cada uno de los 29 medicamento con los síntomas generales de Sulphur,
obtenemos el número de coincidencias con respecto a los 323 síntomas generales de este último. Es así como
opera habitualmente el médico homéopata para descubrir el medicamento curativo de cada paciente por tratar,
en un procedimiento denominado "repertorización".
Hagamos notar que el número total de observaciones será igual al producto de 323 por el número de
medicamentos considerados.
La fórmula de la varianza es la siguiente : s² = ∑ ƒ (c - c*)2 / N
(Donde s² es la varianza, ƒ es la frecuencia –que en el presente caso es igual a 1–, c corresponde a las
observaciones registradas y c* al promedio; N, por último, es igual al número total de observaciones.)
Entonces :
En primer lugar debemos obtener el promedio c* :
c* = 178 + 175 + 171 + 166 + 155 + 154 + 151 + 140 + 138 + 136 + 135 + 135 + 120 + 119 + 114 + 110 + 104
+ 100 + 99 + 90 + 89 + 79 + 75 = 2933 / 23 = 127,5

De donde :
c c* (c - c*) (c - c*)2

(1) Pulsatilla : 178 – 127,5 = 50,5 2.550,25

(2) Sepia : 175 – 127,5 = 47,5 2.256,25


(3) Phosphorus : 171 – 127,5 = 43,5 1.892,25

(4) Calcarea c. : 166 – 127,5 = 38,5 1.482,25

(5) Lycopodium : 155 – 127,5 = 27,5 756,25

(6) Silicea : 154 – 127,5 = 26,5 702,25

(7) Mercurius : 151 – 127,5 = 23,5 552,25

(8) Rhus tox. : 140 – 127,5 = 12,5 156,25

(9) Bryonia : 138 – 127,5 = 10,5 110,25

(10) Arsenicum : 136 – 127,5 = 8,5 72,25

(11) Nux v. : 135 – 127,5 = 7,5 56,25

(12) Belladonna : 135 – 127,5 = 7,5 56,25

(13) Lachesis : 120 – 127,5 = -7,5 56,25

(14) Natrium m. : 119 – 127,5 = -8,5 72,25

(15) Carbo v. : 114 – 127,5 = -13,5 182,25

(16) Kalium c. : 110 – 127,5 = -17,5 306,25

(17) Nitricum ac. : 104 – 127,5 = -23,5 552,25

(18) Phosph. ac. : 100 – 127,5 = -27,5 756,25

(19) Graphites : 99 – 127,5 = -28,5 812,25

(20) Zincum m. : 90 – 127,5 = -37,5 1.406,25

(21) Causticum : 89 – 127,5 = -38,5 1.482,25

(22) Aconitum : 79 – 127,5 = -48,5 2.352,25

(23) Iodum : 75 – 127,5 = -52,5 2.756,25

∑ 21.321,50

Siendo N = 323 x 23 = 7.429, entonces :


s² = 21.321,5 / 7.429 = 2,87
Estos 23 medicamentos son los siguientes :
Pulsatilla, Sepia, Phosphorus, Calcarea carbonica, Lycopodium, Silicea, Mercurius, Rhus toxicodendron,
Bryonia, Arsenicum album, Nux vomica, Belladonna, Lachesis, Natrium muriaticum, Carbo vegetalis,
Kalium carbonicum, Nitricum acidum, Phosphoricum acidum, Graphites, Zincum metallicum, Causticum,
Aconitum, Iodum.
Sabemos por pruebas matemáticas que la varianza de una curva perfectamente simétrica de distribución normal
es 1. Y por eso nuestro próximo paso será encontrar los medicamentos que correspondan a esa varianza. Pero
podemos considerar a estos 23 medicamentos como perfectamente "psórico-símiles", en términos relativos, ya
que poseen una varianza menor de 3. Una varianza de 3 o más representa una desviación muy grande de la
curva normal, por eso hemos descartado 6 de los 29 medicamentos inicialmente elegidos.
NUEVO ANÁLISIS ESTADÍSTICO
c* = 178 + 175 + 171 + 166 + 155 + 154 + 151 + 140 + 138 + 136 + 135 + 135 + 120 + 119 = 2.073 / 14 = 148

c c* (c - c*) (c - c*)2

(1) Pulsatilla : 178 – 148 = 30 900

(2) Sepia : 175 – 148 = 27 729

(3) Phosphorus : 171 – 148 = 23 529

(4) Calcarea c. : 166 – 148 = 18 324

(5) Lycopodium : 155 – 148 = 7 49

(6) Silicea : 154 – 148 = 6 36

(7) Mercurius : 151 – 148 = 3 9

(8) Rhus tox. : 140 – 148 = -8 64

(9) Bryonia : 138 – 148 = -10 100

(10) Arsenicum : 136 – 148 = -12 144

(11) Nux v. : 135 – 148 = -13 169

(12) Belladonna : 135 – 148 = -13 169

(13) Lachesis : 120 – 148 = -28 784

(14) Natrium m. : 119 – 148 = -29 841

∑ 4.847

Siendo N = 323 x 14 = 4.522, entonces :


s² = 4.847 / 4.522 = 1,07
Estos 14 medicamentos son los siguientes :
Pulsatilla, Sepia, Phosphorus, Calcarea carbonica, Lycopodium, Silicea, Mercurius, Rhus toxicodendron,
Bryonia, Arsenicum album, Nux vomica, Belladonna, Lachesis, Natrium muriaticum.
Mientras que en el Anexo 1 se encuentra la base de datos en la cual están fundadas estas consideraciones, en el
Anexo 2 se puede encontrar el porcentaje, dentro deltotal de síntomas generales del Repertorio de Kent, que es
cubierto tanto por aquellos 23 como por estos 14 medicamentos, pero sumándoles Sulphur :
Sobre un total de 1.331 síntomas generales, el número de síntomas cubiertos por los primeros es de 1.041; es
decir, de un 78,2 %.
Y el número de síntomas cubiertos por los segundos (medicamentos "psórico-símiles" en sentido estricto), es
de 958; o sea, de un 71,97 %.
(Estos porcentajes podrían ser aún mayores si, con nuevas experimentaciones, los síntomas con grado 1,
cubiertos por los medicamentos ya señalados, pasaran a ser de grado 2 [o de grado 3 ]. Así, de un total de 290
síntomas que faltan por cubrir, se podría llegar a 1.131 síntomas [1.041 + 90], con un 84,97 %, en el caso de los
23 primeros medicamentos "psórico-símiles", y de 1.035 síntomas [958 + 77], con un 77,76 %, en el caso de los
"psórico-símiles" en sentido estricto.)
En otras palabras, la mayor parte de los síntomas generales de la Materia Médica homeopática, o sea, la mayor
parte de ese tipo de síntomas producidos en el ser humano sano por la experimentación hahnemanniana, son el
resultado de 15, o a lo más, 24 medicamentos (se les ha sumado Sulphur). Sulphur por sí solo cubre un 24,26 %
(323 síntomas de un total de 1.331).
Existe, entonces, una fuerte correlación entre un número relativamente reducido de medicamentos semejantes
entre sí, por un lado, y un porcentaje muy alto de todoslos síntomas generales, tanto de aquellos que son
provocados en las más diferentes patogenesias como aquellos que se encuentran espontáneamente en la clínica
humana, por otro lado.
Por supuesto, las correlaciones estadísticas no constituyen, por sí mismas, relaciones causales. Por ejemplo, de
la correlación estadística entre ciertos registros barométricos (descenso brusco del barómetro) y las tormentas,
no se sigue que estas últimas se expliquen causalmente por aquéllos. Lo que existe, en realidad, es una causa
común a estos dos hechos, es decir, que son las condiciones atmosféricas (bajada brusca de la presión
atmosférica) la causa tanto del descenso barométrico como de las tormentas.
Sin embargo, esta correlación estadística entre medicamentos semejantes (causantes de síntomas semejantes) y
la mayoría de los síntomas generales existentes, nos señala en una dirección bien definida : hacia la causa que
explica esta correlación. Creemos poder interpretar la intuición de Hahnemann –su concepto de la "Psora"–
como la causa de esta correlación de hechos, vale decir, como su explicación.
La "Psora", como causa común, explica tanto la semejanza entre sí de un pequeño número de medicamentos –
centrados en Sulphur– como el gran porcentaje desíntomas generales producidos en sus patogenesias (e,
igualmente, en la clínica humana), de hecho, de la mayoría de los síntomas generales que existen.
La predisposición a enfermar (la "Psora latente") explica que el organismo humano sano reaccione a un
conjunto reducido de Informaciones (medicamentos), mediante un conjunto bien acotado de síntomas –en este
caso de síntomas generales, pero que se puede extrapolar al resto de los síntomas : locales y "mentales"–.
La gran semejanza entre unos pocos medicamentos, se puede ilustrar así : Al comparar la semejanza de
síntomas entre, por ejemplo, Sulphur y Pulsatilla, se puede observar que si existiera un ser humano que fuera en
todo exactamente como Sulphur –situación sin duda imposible–, entonces Pulsatilla sería su Simillimum, vale
decir, el medicamento capaz de curarlo. Pero Sulphur no corresponde a un individuo sino a la especie humana.
De la misma manera, los síntomas de los diversos medicamentos policrestos se superponen unos a otros
constituyendo en su conjunto una entidad patológica única representativa de la especie humana : la "Psora".
Es decir, las formas que tiene el organismo humano de expresar sus estados de desequilibrio no son infinitas
sino que limitadas. Sólo la existencia de un gran número de medicamentos (Informaciones) capaces cada uno
de provocar síntomas diferentes y, por consecuencia, el hecho de ser medicamentos muy poco semejantes entre
sí, podría hacernos suponer que la conducta patológica del organismo humano fuera tan caótica que no
manifestara rasgos comunes a los distintos procesos individuales –no siendo así expresiones de una misma y
única Información patológica–.
En tal caso, en lugar de ser como ramas de un mismo tronco, las enfermedades serían como árboles diferentes
del bosque. Y en lugar de un solo "miasma", habría varios.
¿Qué deducción se puede extraer de aquí? Si es un conjunto de medicamentos "psórico-símiles" el que produce
la mayoría de los síntomas generales, entonces estos síntomas generales son de origen "psórico".
Por tanto, los síntomas, sean los que fueren, son siempre la expresión del "miasma psórico", y no hay síntomas
que pertenezcan a otros "miasmas". No existen "síntomas sycóticos" ni "síntomas sifilíticos", como veremos en
un momento.
SULPHUR, "PSORA" Y PSORINUM
Además de la relación transversal de semejanza entre distintos medicamentos –como la que existe entre los 29
citados primeramente, tanto entre ellos como con respecto a Sulphur, o la que existe entre los 23 o 14 citados
últimamente, semejanza que circunscribe al "miasma psórico"–, tenemos la relación longitudinal
entre Sulphur y Psorinum.
Curiosamente, entre Sulphur y Psorinum existe una coincidencia de solamente un 21 %, en cuanto a "síntomas
generales" –68 síntomas de Psorinum sobre un total de 323 de Sulphur–. Demasiada poca coincidencia
si Psorinum, y con él la sarna, poseen una naturaleza "psórica".
Decidimos, entonces, comparar a Psorinum con Sulphur en cuanto a sus síntomas de la piel, ya que Psorinum y
la sarna –de la cual constituye su Información–, representan la expresión dermatológica de la "Psora".
El resultado es el siguiente: de un total de 239 síntomas dermatológicos de Sulphur, 57 son coincidentes con los
de Psorinum; vale decir, un 23,85 %. (Véase Anexo 3.)
Este resultado muestra que Psorinum, la sarna y las afecciones exonerativas de la piel en general, están sin duda
relacionados, pero sólo en un aspecto –aunque importante– entre otros varios que caracterizan a la "Psora". Por
eso Psorinum no forma parte de los 23 medicamentos policrestos que, conjuntamente con Sulphur, encierran en
el conjunto de sus síntomas al que podríamos denominar "el núcleo duro" de la "Psora".
Sin embargo, si averiguamos ahora qué porcentaje de los síntomas dermatológicos de Psorinum son
compartidos por Sulphur, encontraremos que es de un 78 % –vale decir, 57 síntomas de Sulphur sobre un total
de 73 de Psorinum–.
En cuanto a los síntomas generales, la diferencia es igualmente ostensible : Sulphur representa un 75,55 % de
los síntomas generales de Psorinum (68 sobre 90), mientras que, a la inversa, Psorinum representa solamente
un 21 % de los síntomas generales de Sulphur.
¿Qué quiere decir ésto? Pues simplemente que Sulphur es más importante que Psorinum en términos de la
"Psora".
La relación entre Sulphur, Psorinum y la sarna, por un lado, y la "Psora", por el otro, está en que Psorinum –y,
por tanto, la sarna– representa la cara visible de la "Psora" (fases de excreción o eliminación, pero también
vicariaciones regresivas), mientras que Sulphur participa del "miasma psórico" en
una extensión y profundidad mucho mayores.
Sulphur es el medicamento tipo de la "Psora", pero a pesar de ello no podemos considerar que encierra por sí
solo a la "Psora". Ésta se expresa a través de Sulphur, pero también a través de los 14 ó 23 medicamentos
policrestos ya mencionados, y en diferente grado por medio de cualquier medicamento que coincida, aunque sea
sólo de manera parcial, con ellos y con Sulphur.
Expresémoslo de otra manera :
Mientras que 15 medicamentos (14 policrestos + Sulphur) cubren casi el 72 % de la totalidad de los síntomas
generales existentes –luego, de la forma como la "Psora" se expresa más habitualmente–, 24 medicamentos (los
mismos 15 + otros 9) lo hacen en un 78 % (sólo en un 6 % más). Para cubrir el 22 % restante, se requiere de
varios otros medicamentos.
Sin embargo, en esos 72 % ó 78 % están los síntomas que constituyen la esencia de la "Psora". Pues la mayoría
de los síntomas generales del resto de los medicamentosde la Materia Médica, están ya comprendidos entre los
síntomas de los 15 medicamentos y, todavía más, entre los 24 medicamentos ya señalados.
Veámoslo sólo con respecto a Sulphur :
Por ejemplo, Argentum nitricum presenta un 22,9 % de coincidencia con Sulphur (74 síntomas sobre 323),
pero Sulphur representa un 63,24 % de los síntomas de Argentum nitricum (74 sobre 117).
Hepar sulphur presenta un 21,98 % de coincidencia con Sulphur (71 síntomas sobre 323),
pero Sulphur representa un 58,67 % de los síntomas de Hepar sulphur (71 sobre 121).
Chamomilla presenta un 21,67 % de coincidencia con Sulphur (70 síntomas sobre 323), pero Sulphur representa
un 56 % de los síntomas de Chamomilla (70 sobre 125).
Ignatia presenta un 21,36 % de coincidencia con Sulphur (69 síntomas sobre 323), pero Sulphur representa
un 51,1 % de los síntomas de Ignatia (69 sobre 135).
Baryta carbonica presenta un 21,36 % de coincidencia con Sulphur (69 síntomas sobre 323),
pero Sulphur representa un 61 % de los síntomas de Baryta carbonica (68 sobre 113).
Psorinum presenta un 21 % de coincidencia con Sulphur (68 síntomas sobre 323), pero Sulphur representa
un 75,55 % de los síntomas de Psorinum (68 sobre 90).
En cambio Pulsatilla, el medicamento más semejante a Sulphur en cuanto a los síntomas generales, presenta
un 54,18 % de coincidencia con él (175 sobre 323); mientras que Sulphur representa sólo un 50,28 % de los
síntomas generales de Pulsatilla (175 sobre 348).
Si en lugar de considerar solamente a Sulphur, se consideran los 15, o bien, los 24 policrestos ya señalados,
entonces los porcentajes de síntomas generales cubiertos en cada uno de los medicamentos anteriores
(Argentum nitricum, Hepar sulphur, …, Psorinum) serán todavía mucho mayores.
Hablando en general, los síntomas generales cubiertos por los 15 o 24 medicamentos policrestos ya señalados,
representan los síntomas mayormente repartidos en los más diversos medicamentos.
En resumen : La "Psora" habla a través de los síntomas, de todos y de cada uno de los síntomas, como hemos
intentado mostrar. No existen síntomas que correspondan al "miasma sifilítico" o al "miasma sycótico". Es
decir, más allá de la "Psora", no hay síntomas. Veamos el sustento experimental de esta afirmación
SULPHUR EN SU RELACIÓN CON MERCURIUS Y EL "MIASMA SIFILÍTICO"
Así como se considera a Sulphur el medicamento más representativo del "miasma psórico", Mercurius es
considerado el más representativo del "miasma sifilítico" y Thuja, del "miasma sycótico".
Sin embargo, son solamente los datos que la experimentación científica aporta –específicamente a través de las
patogenesias– los que pueden corroborar o invalidar estas conclusiones.
Cuando hicimos la repertorización de los síntomas generales de Sulphur, deliberadamente dejamos a un lado
tanto a Mercurius como a Thuja, basándonos en la tradición que viene desde Hahnemann mismo y que no
considera a estos medicamentos como "antipsóricos" (o, mejor, como "psórico-símiles").
Posteriormente, hicimos una investigación especial de estos dos medicamentos con respecto a Sulphur –véase
Anexo 4–, y nos encontramos con una sorpresa : Mercurius tiene una gran coincidencia en cuanto a sus
síntomas generales con respecto a Sulphur, de un 46,75 %.
Sólo seis medicamentos son más semejantes a Sulphur que Mercurius. En otras palabras, se trata de un
"antipsórico", para usar la terminología de Hahnemann, de la máxima importancia. Pero, con todo, el dato más
importante es el siguiente :
En el Anexo 5 hicimos la repertorización de Mercurius y los resultados son : de un total de 210 síntomas
generales, 200 síntomas son compartidos por los 23 medicamentos "psórico-símiles" ya señalados
(más Sulphur); es decir, lo hacen en un 95,2 %. Mientras que Sulphur por sí solo comparte 152 síntomas con un
porcentaje del 72,38 %.
Creemos que estos datos demuestran claramente la naturaleza "psórica" de Mercurius, ya que la mayoría de sus
síntomas también son provocados por medicamentos de los cuales no se puede decir que sean "sifilíticos", sino
que presentan una naturaleza "psórica" que está fuera de toda duda (según la tradición que viene de
Hahnemann).
La confusión que llevó a Hahnemann a considerar a Mercurius como el jefe de fila de un "miasma" diferente,
nace de lo siguiente :
(a) pensó que un "miasma" es una sustancia infecciosa;
(b) que el proceso infeccioso causado por esta sustancia infecciosa pasa por distintas etapas –como es el caso,
precisamente, de la Sífilis : primaria, secundaria, terciaria–;
(c) trasladó esta misma manera de comportamiento patológico de tipo infeccioso a la "Psora";
(d) dedujo que el supuesto "miasma sifilítico" era el resultado de una infección específica, dado que realmente
se comporta así –y frente a la cual el Mercurio sin duda posee una acción demostrable–; que se asemejaba por
tanto a la "Psora" infecciosa, es decir, que actuaría como un "miasma crónico" de naturaleza pretendidamente
infecciosa.
Pues bien, si rechazamos que el denominado "miasma psórico" sea el resultado de una infección provocada por
una "sustancia infecciosa" –la cual actuaría supuestamente a través de distintas etapas–, entonces no existe
ningún lazo que una conceptualmente al "miasma psórico" con el hipotético "miasma sifilítico".
La Sífilis es simplemente una enfermedad infecciosa de carácter crónico que provoca efectos destructivos
evidentes. Lo que es necesario rescatar aquí, en nuestra opinión, es precisamente esta acción destructiva. El
Mercurio se asemeja a la Sífilis en su acción sobre los tejidos humanos, pero su efecto sobre el ser humano sano
–como Mercurius– es propio de las manifestaciones del "miasma psórico".
Es la "Psora" la que abre las puertas para la acción de agentes infecciosos como el Treponema, así como lo hace
con el Bacilo de Koch y con cualquier otro agente infeccioso, y secundariamente se producen los efectos
destructivos, cuando se ha traspasado la cisura biológica, que no son característicos de un determinado
"miasma" sino de fases más avanzadas del mismo "miasma psórico" –o sea, cuando la integridad de la célula es
alcanzada–.
Si el Mercurio es un veneno capaz de producir daños irreversibles en el organismo, ciertamente que no es el
único. Por dar un solo ejemplo, el Fósforo es altamente destructivo de los tejidos animales, y sin embargo jamás
se ha sostenido que Phosphorus sea un medicamento "antisifilítico". Ghatak, por ejemplo, coloca
a Phosphorus entre los "antipsóricos" y también entre los "antisycóticos", pero no entre los "antisifilíticos".
En el Anexo 7, hicimos la repertorización de Syphilinum, el cual –si existiera realmente un "miasma sifilítico"–
debería expresar de algún modo su importancia. En cambio, observamos que el número de síntomas generales
que provoca es irrisorio : solamente 7 síntomas. De los cuales, 3 pertenecen también a Mercurius –
un 42,857 %–, lo cual era de esperar por la semejanza ya comentada del Mercurio con la Sífilis.
Pero mucho más importante es el hecho de que 4 síntomas son compartidos por los medicamentos "psórico-
símiles", es decir, un 57,14 %; y exactamente en el mismo porcentaje por Sulphur solo.
Digamos por último en relación con este supuesto "miasma", lo siguiente: La destrucción celular tiene que ver
con el mecanismo de la apoptosis, vale decir, con la exageración del proceso de muerte celular programada.
En ese sentido, por ejemplo, las manifestaciones patológicas de tipo eccematoso que, según se supone,
presentan precisamente ese problema, serían propiamente hablando manifestaciones "sifilíticas" –o sea,
destructivas–.
A la vez que la Psoriasis parece corresponder al fenómeno opuesto, es decir, a la disminución de la intensidad
de la apoptosis y, consiguientemente, al resultado de la hiperproducción celular a nivel cutáneo. En este último
caso tendríamos que hablar de una manifestación "sycótica".
SULPHUR, THUJA Y EL "MIASMA SYCÓTICO"
Al revisar el Anexo 4, nos percatamos que Thuja corresponde solamente a un 19,19 % de los síntomas generales
de Sulphur (con 62 síntomas). Una cantidad relativamente modesta de coincidencias.
En una interpretación moderna del "miasma sycótico", a partir de mediados del siglo pasado, médicos
homeópatas como Martiny, H. Bernard, Zissu, Schmitt y algunos otros, lo entienden como una alteración a
nivel del sistema retículo-endotelial –"retículo-endoteliosis crónica" lo denomina Henri Bernard–, provocado
por diversos agentes exteriores tales como el bacilo de Eberth (de la Fiebre Tifoidea), el colibacilo (Escherichia
coli), el gonococo –con la Gonorrea precisamente se originó el concepto de "miasma sycótico" –, y muchos
otros probables o posibles, además de la acción de sueros y vacunas. Pero principalmente se le ha atribuído un
papel a la toxina tuberculínica (o tuberculosa).
En el esquema de Reckeweg anteriormente estudiado, las denominadas fases mesenquimales (fases de depósito
y fases de impregnación) corresponden grosso modo a dicha interpretación en términos de la alteración del
sistema retículo-endotelial, pero llevado a su pleno desarrollo explicativo.
Se trata del compromiso de la matriz extracelular –a mitad de camino entre las fases humorales y las fases
intracelulares en la dinámica evolutiva con la cual debe entenderse este proceso–, por el depósito e
impregnación de toxinas de distinto origen.
Existe un momento en el cual el depósito transitorio de toxinas cede su lugar a la fijación irreversible, y cuya
consecuencia es la aparición de un estado degenerativo del "miasma psórico" de diferente naturaleza a la
provocada por agentes destructivos, el así llamado "miasma sycótico".
No es la condición ambiental –por ejemplo, una determinada infección– la que desencadenó la manifestación de
un supuesto nuevo "miasma", sino que el proceso de agravación de la "Psora" alcanzó finalmente, como
consecuencia de esa condición ambiental, al delicado mecanismo intracelular alterando su funcionamiento.
Zissu cita a Henri Bernard :
"La alergia, siendo un modo de reacción centrífuga de defensa, se manifiesta sobre todo en los sujetos Sulphur
en posesión de un tejido reticular en buen estado. En otros términos, se podría decir que la psora, diátesis del
Sulphur centrífugo activo y reaccionante, se transforma progresivamente en sycosis cuando el sujeto pierde su
poder centrífugo y se acomoda pasivamente al proceso de adaptación. Se ve que no hay límites precisos entre
psora y sycosis, que no serían, en definitiva, dos diátesis diferentes sino solamente dos aspectos sucesivos (e
irreversibles) de las reacciones de defensa del organismo a las agresiones". (Los destacados son nuestros.)
(Zissu, 1964, p. 323.)
Si el Mercurio es semejante a la Sífilis en su acción sobre el cuerpo humano, la resina del árbol llamado Thuja
occidentalis es semejante a la Gonorrea. Thujapresenta en su patogenesia una blenorrea con secreción
amarillenta y sensación de quemadura durante la micción. Pero igualmente produce la aparición de condilomas,
verrugas o excrescencias en coliflor en la vulva y vagina, como asimismo en el pene, glande, prepucio y
escroto.
Sin embargo, la semejanza de la Thuja con diversas patologías genitales y de tipo hiperplásico, no es una razón
para considerarla como el medicamento más representativo de un supuesto "miasma sycótico".
Se requerirían dos condiciones para poder establecer la autonomía de este "miasma" : que el "miasma sycótico"
evolucione en la misma forma que lo hace la infección sifilítica y, como una condición necesaria, que el
"miasma psórico" fuera de esa misma naturaleza, vale decir, una infección de evolución crónica. Ambos
supuestos son dudosos. Y con respecto a la segunda condición, ya hemos argumentado acerca de
la inexistencia de una "infección psórica".
La mayoría de los síntomas generales de Thuja, en efecto, pertenecen también a Sulphur. En el Anexo 6, se
puede constatar que, de los 90 síntomas presentados por Thuja, Sulphur posee 62; es decir, un 68,88 %.
Si consideramos ahora los 23 medicamentos que hemos denominado como "psórico-símiles" (más Sulphur), el
porcentaje de coincidencia es de un 97 % (87 síntomas).
¿Cuál es la conclusión obvia? No existen síntomas "sycóticos", todos los síntomas son "psóricos", pues la
inmensa mayoría de los síntomas de Thuja son igualmente síntomas de medicamentos que nunca han sido
considerados como "sycóticos" y sí claramente como "psóricos".
Para mayor abundamiento, en el Anexo 7 se muestra una repertorización de Medorrhinum que, de existir el
"miasma sycótico", sería a lo menos sorprendente :
De un total de 28 síntomas generales, 28 síntomas son compartidos por los medicamentos "psórico-símiles"
(más Sulphur); o sea, un 100 %. Thuja, que es su similar, posee 11 síntomas –un 32,28 %–; y,
curiosamente, Psorinum coincide en 12 síntomas –o sea, en un 42,857 %–, mientras que Sulphur lo hace en 21
síntomas –un 75 % –.
La conclusión parece evidente : no existe el "miasma sycótico", lo que existe es un estado degenerativo de tipo
proliferativo del único "miasma" que existe –el "miasma psórico"–, si vamos a utilizar el concepto
hahnemanniano de "Psora" en su sentido intuitivo primigenio. Ésa es nuestra convicción.
Para terminar con este análisis estadístico de la Materia Médica Homeopática y su correspondiente Repertorio,
observemos que a medida que la "Psora" se agrava, la sintomatología tiende a disminuir. Las lesiones por lo
general no producen síntomas o lo hacen muy débilmente.
Hablamos, por supuesto, de los síntomas que representan el esfuerzo reaccional del organismo a su estado
patológico, vale decir, el esfuerzo por recuperar el equilibrio perdido. Los síntomas de naturaleza meramente
mecánica están aquí fuera de consideración.
Una implicación de lo anterior podría ser la siguiente : si bien pareciera ser de toda lógica suponer que a medida
que aumenta el número de medicamentos experimentados, debería aumentar con ello el número de síntomas
registrados en el Repertorio, la relación estaría lejos de ser lineal.
Es decir, el número total de síntomas existentes pareciera tener un máximo definitivo y el total de síntomas
cubiertos por los policrestos podría estar muy cerca de ese máximo. Decimos ésto porque pensamos, en base a
la presente investigación, que la "Psora" encuentra en ellos su expresión casi total.
De manera que sería dable esperar que los innumerables nuevos medicamentos por experimentar nos aportaran,
más que síntomas generales nuevos, utilidad principalmente para las patologías que están en las fases celulares
(fases de impregnación, de degeneración y de neoplasia). O sea, se podría predecir su uso en los estados
degenerativos de la "Psora", estados en los cuales la sintomatología decrece de una manera significativa.
CONCLUSIÓN FINAL
Las conclusiones más importantes que se derivan de nuestra investigación son las siguientes :
a. El concepto de "Psora" –con este nombre o con cualquier otro– sigue teniendo toda su validez
actualmente, tanto como en los tiempos de Hahnemann.
b. Los términos "Psora" y "miasma" deben considerarse como sinónimos, pues no existe ni el "miasma
sifilítico" ni el "miasma sycótico". Solamente existe el "miasma psórico" o, simplemente, la "Psora".
c. La "Psora" no es una sustancia de cualquier tipo que sea, ni menos una sustancia de naturaleza
infecciosa.
d. La "Psora" es una manera global y patológica de funcionar del organismo en su relación con el medio,
que involucra a la totalidad del genoma.
e. La "Psora" es transmisible por medio de la herencia, pero no como una enfermedad que afecta un único
gen ni un conjunto reducido de ellos, sino que afecta siempre a la totalidad del genoma (enfermedad del
genoma).
f. La "Psora" alcanza diferentes grados de evolución en su desarrollo y su transmisión hereditaria
corresponde a su grado de evolución en el momento de la transmisión. Por ejemplo, no es lo mismo si se
transmite en una de las fases previas a la cisura biológica o en una de las fases posteriores (o sea, en un
estado más avanzado).
g. El desarrollo evolutivo de la "Psora" en cada organismo individual implica una disminución gradual de
su nivel de neguentropía (o aumento de su nivel de entropía).
h. La "Psora" es esencialmente el conjunto de todas las manifestaciones patológicas funcionales (o
enfermedades orgánico-funcionales).
i. Pero la "Psora" alcanza en etapas ulteriores estados de naturaleza degenerativa (o enfermedades
orgánico-lesionales).
j. Los estados degenerativos de la "Psora" son de dos tipos contrapuestos : destructivo, por exceso de
apoptosis, o estado "sifilítico", y proliferativo, por falta relativa de apoptosis, o estado "sycótico".
BIBLIOGRAFÍA
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