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PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
EL SUSTANCIALISMO DE HAHNEMANN
EL CONCEPTO DE INFORMACIÓN
LAS MUTACIONES FUNCIONALES
EL ORIGEN DE LA "PSORA"
LA PREDISPOSICIÓN A ENFERMAR
LA RELACIÓN FUNCIONAL ENTRE LAS INFORMACIONES
EL CONCEPTO INFORMACIONAL DE SALUD
CARACTERÍSTICAS DE LA "PSORA"
LA CISURA BIOLÓGICA Y LAS DISTINTAS FASES
Segunda parte:
Esta tendencia hacia la homogeneidad (o al aumento de la entropía) es una característica fundamental de todo
sistema aislado en equilibrio.
Sin embargo, "…la Mecánica estadística predice la ocurrencia continua de variaciones detectables pequeñas,
pero potenciales, con respecto al estado de equilibrio nominal. Tales variaciones tienen bastante probabilidad
de que sean detectadas en los conjuntos microscópicos o submicroscópicos : en este caso, las configuraciones
GP ya no tienen una preponderancia sobresaliente con respecto a todos los estados posibles." (El destacado es
nuestro.) (L.K. Nash, 1974, p. 52)
¿Qué es lo que Nash quiere decir con "variaciones detectables pequeñas [en cantidad], pero potenciales, con
respecto al estado de equilibrio"?
"Suponga que, utilizando los dispositivos empíricos más delicados disponibles, se procediera a la observación
estrecha y prolongada de cada conjunto diminuto en equilibrio. En estas condiciones, la Mecánica estadística
alienta la esperanza de que, tarde o temprano, se tendrá la posibilidad de sorprender al conjunto en algún
microestado de una configuración lo suficientemente distinta respecto a cualquier configuración GP que
represente un estado macroscópico que pueda establecerse como diferente del estado de equilibrio." (El
destacado es nuestro.) (L.K. Nash, 1974, p. 52)
Este microestado correspondiente a una configuración distinta a la representativa del estado de equilibrio (o sea,
a la configuración predominante), es una posibilidad improbable, vale decir, es altamente improbable que llegue
a constituirse en parte de la configuración predominante de un estado macroscópico diferentedel estado de
equilibrio (lo que, de darse, pasaría a ser un nuevo estado de equilibrio).
Lo importante es destacar que esta posibilidad improbable –si es considerada objetivamente– constituye
una Información, la cual permanece latente hasta el momento en el cual pueda expresarse, o sea, hacerse activa.
Al considerarla objetivamente, la Información no es meramente una posibilidad en la mente del observador, que
puede o no manifestarse, sino que es un ente real que está potencialmente siempre allí.
Tal vez sea necesario aclarar que el hecho de que la Información se encuentre en estado potencial en todo sistema
aislado, implica que, si podemos considerar al universo como un sistema aislado, entonces la Información estará
presente en todo el universo todo el tiempo.
Tenemos, así, que en la naturaleza –aunque el ser humano no siempre se percate de ello– la Información
invariablemente está presente en la forma de una Información latente, es decir, como una posibilidad improbable
oculta en el conjunto total de posibilidades.
Ahora, en cualquier situación en la cual una posibilidad improbable se revela, tendremos una Información activa.
Por ejemplo, cuando un científico hace un descubrimiento –y ésto es especialmente claro cuando es por azar
(serendipity)–, o bien cuando un filósofo dilucida un nuevo concepto.
Lo que deberíamos entender por Información activa es, realmente, el efecto que provoca la Información en los
sistemas con los cuales interactúa, y, en especial, en ese sistema tan especial que es el observador humano. Para
éste, cuanto mayor es el grado de improbabilidad de la Información, tanto mayor es la cantidad de información
involucrada por ella.
Pero, si bien es cierto que esa Información se puede expresar como un mensaje que contiene cierta cantidad de
información –y es, por tanto, la forma como un sujeto aprehende la Información–, no es menos cierto que esa
Información existe independientemente de todo sujeto. Su existencia es anterior al conocimiento que se alcance
acerca de ella.
Un ejemplo sencillo, y que involucra al ser humano, es el del descubrimiento de una nueva ley natural, de un
nuevo cuerpo celeste o de un nuevo continente : desde el punto de vista del individuo, y antes de su
descubrimiento, el logro era una posibilidad improbable. Era posible, y siempre fue posible, pero era altamente
improbable. Es decir, la Información estaba latente hasta el momento de darse a conocer, o sea, cuando se hace
activa.
Otro ejemplo, pero ahora no tan sencillo, es el de las mutaciones. Y con ésto volvemos, de paso, al tema que
habíamos dejado inconcluso: la relación entre los "miasmas crónicos" en general –y de la "Psora" en particular–
y la herencia.
Las mutaciones, se podría decir, son hechos fortuitos que consisten en cambios estructurales del genoma:
"Las mutaciones son resultado de cambios en los pares de bases de nucleótidos, provocados por la reubicación
de los genes en los cromosomas, de manera que sus interacciones producen diferentes efectos; asimismo, las
mutaciones son resultado de un cambio en los cromosomas". (Claude A. Villee y otros, 1992, p. 396)
Las mutaciones, a pesar de que constituyen posibilidades altamente improbables, cuando se expresan producen
grandes efectos en términos de poblaciones: "el proceso de mutación proporciona una fuente muy grande de
variación" (Claude A. Villee).
Es decir, la improbabilidad lejos de constituir un inconveniente, es la razón de su poder. Se trata de un ejemplo
de que, en ciertas circunstancias, pequeñas causas provocan grandes efectos.
Es una característica de toda Información latente –y que la hace poderosa en un sentido muy especial– el hecho
de estar siempre presente como una posibilidad improbable, y que cuando se expresa determina cambios
importantes en el sistema en el cual se manifiesta.
Las mutaciones se pueden considerar como Informaciones latentes, en el sentido de ser posibilidades improbables
que cuando se manifiestan determinan variaciones genéticas de enormes consecuencias biológicas.
Pareciera haber dos tipos de condiciones para la producción (y persistencia) de una mutación : (a) una
modificación ambiental suficientemente importante para cierto organismo, y (b) una relación entre el nuevo
ambiente y cierta Información latente en su genoma (resonancia).
La primera condición representa una desadaptación del organismo al medio. O, en otras palabras, para un
organismo perfectamente adaptado la posibilidad de una mutación constituye una posibilidad improbable
(Información latente). Pero, cuando las condiciones de adaptación se alteran fuertemente –por ejemplo, dada la
destrucción masiva de gérmenes por parte de algún antibiótico–, la nueva situación permite que se exprese cierta
posibilidad improbable en forma, en este caso, de resistencia al antibiótico por parte de los gérmenes (lo cual
constituye una mutación).
La segunda condición, por otro lado, implica la existencia de una posibilidad improbable (Información latente)
que se corresponde exactamente con el carácter de la modificación ambiental (Información activa presente en el
ambiente). Ambas Informaciones –que son una misma Información en términos cualitativos– interactúan por
resonancia.
Digamos de paso que el fenómeno biológico del mimetismo es una expresión de este mismo hecho. La
mimetización es una adaptación de algunos organismos a cierta Información ya presente en su medio, pero que
sería imposible si no la contuviera en potencia en su propio genoma.
Es decir, si las distintas Informaciones de la naturaleza no estuvieran contenidas en el espacio interior del genoma
–espacio no necesariamente euclídeo–, esta última condición no podría cumplirse. Volveremos sobre este punto
más adelante.
Por último, no es irrelevante tener presente que cuando hablamos de modificación del "ambiente" no estamos
hablando solamente del ambiente físico o del ambiente biológico (ambiente ecológico), sino que también del
ambiente social y psicológico. Por "ambiente" entendemos todo aquello que tiene relación con el organismo, y
que, por tanto, pueda interactuar con él –valdría la pena usar el término "contexto" para especificar este
concepto–.
LAS MUTACIONES FUNCIONALES
Sin embargo, las mutaciones no podrían explicar el concepto de "Psora". No es posible encontrar una mutación
que sea el origen del comportamiento orgánico que llamamos "Psora". Con lo cual resulta difícil explicar la
hipótesis de que la "Psora" pueda ser heredada.
Tal como Hahnemann entiende la transmisión hereditaria de la "Psora", solamente se podría comprender en
términos de la transmisión de los caracteres adquiridos (Lamarck); lo cual no goza de aceptación en la Biología
actual.
Tampoco se puede desconocer la posibilidad de su transmisión hereditaria, ya que si se acepta, por ejemplo, que
la condición alérgica se hereda a los descendientes en un alto porcentaje –y la alergia está, sin duda, relacionada
con la "Psora" –, de ese hecho se puede inferir que esa posibilidad es muy cierta. Salvo que se sostenga que la
"Psora" no existe.
Ahora bien, la enfermedad alérgica es reconocida como una patología compleja en la que participan varios genes.
Y si hablamos de la "Psora", que desborda ampliamente a la enfermedad alérgica, entonces con mayor razón
estamos hablando de muchos genes involucrados. En verdad, nuestra hipótesis es que la "Psora" compromete a
la totalidad de los genes, constituyendo así una alteración funcional del genoma propiamente tal.
Pero la visión analítica de la Biología molecular, que sólo acepta la existencia de mutaciones en cuanto eventos
que afectan a los genes individualmente, no permite entender cómo sería posible que el organismo experimente
este cambio global a partir de la totalidad del genoma.
Sin embargo, si se considera al genoma no meramente como el conjunto de los genes, sino como
una entidad unitaria –la "fuerza vital" de Hahnemann– que trasciende a los genomas celulares individuales, vale
decir, de la cual el conjunto de los genes de cada célula sólo constituye su expresión local; entonces es posible
entender que, cada vez que el genoma de una célula es fuertemente afectado, se afecta al mismo tiempo el genoma
particular de todo el resto de las células : es una Gestalt biológica.
Se entiende por Gestalt cualquier conjunto de elementos que dependen funcionalmente unos de otros,
constituyendo de esta manera una unidad característica tal que la modificación o eliminación de cualesquiera de
ellos destruiría esta unidad. Este estar cada elemento en relación con todo otro elemento implica que el conjunto
no conforma una mera sumatoria (en la cual cada elemento es independiente de todos los demás).
Si tomamos el genoma de una célula individual, cada gen es un elemento que tanto puede ser considerado
aisladamente como en relación con todos y cada uno de los restantes genes. Es evidente que la célula sólo puede
funcionar de esta última forma, es decir, como una Gestalt biológica.
De la misma manera, si tomamos el conjunto de las células que constituyen un tejido, o el conjunto de las células
que constituyen los distintos tejidos de un órgano, o el conjunto de las células de los distintos tejidos de los
diferentes órganos que conforman el organismo humano, cada genoma individual necesariamente está en relación
con el genoma de todos y cada uno de los genomas del resto de las células del organismo para poder funcionar
así como una unidad orgánica.
Existe una jerarquía de Gestalten, dentro de la cual cada nivel depende del nivel superior. El nivel máximo en la
jerarquía correspondería a la "fuerza vital", que organiza a todos los demás niveles.
Por ejemplo, y explicado en términos muy simples, las células del riñón solamente pueden funcionar
adecuadamente realizando su función específica en la medida en que las células hepáticas funcionan por su parte
de la manera específica que les corresponde dentro del funcionamiento global del organismo como un todo. Si
las células renales "olvidaran" cual es su función y empezaran a funcionar como células hepáticas, la totalidad
del funcionamiento orgánico se tornaría caótico. Es decir, la pluricelularidad depende de la armoniosa
coordinación de los genomas celulares individuales en un funcionamiento en común.
Ahora bien, entre las distintas células constituyentes del organismo, las células germinales cumplen el papel de
conservar el conjunto de las Informaciones genéticas, pero sería un error el considerarlas como un tejido aislado,
vale decir, como una parte no relacionada con el todo orgánico.
De manera que, finalmente, las células germinales siempre son alcanzadas aunque no hubieran sido afectadas
directamente desde el principio. Entonces el genoma de las células germinales puede transmitir a su descendencia
el cambio que ocurrió a nivel de las células somáticas, si ese cambio ha sido capaz de alterar el equilibrio del
genoma total.
Así la única posibilidad de explicación parece ser el sostener que, junto con la mutación en cuanto cambio
estructural en los genes, podría existir un cambio de naturaleza funcional. Algo así como una "mutación
funcional". En otras palabras, un cambio en la forma como se interrelacionan funcionalmente entre sí los genes.
Una analogía nos ayudará a entender lo que queremos decir :
Si comparáramos el ordenamiento del genoma con una determinada distribución de las piezas en un tablero de
ajedrez –por ejemplo, en el movimiento número treinta de una partida–, entonces hay un sentido en el cual la
distribución que sea el caso posee, por ejemplo, una desventaja para las piezas blancas (y por tanto una ventaja
para las piezas negras) en términos del objetivo de triunfar.
Estructuralmente hablando, las piezas blancas y las piezas negras mantienen ciertas relaciones entre sí que son
indiferentemente equivalentes a cualesquiera otras para quien no conoce el juego de ajedrez, en el sentido de que
parecen están determinadas exclusivamente por la estructura del tablero y las reglas del juego que rigen sus
movimientos.
Pero, funcionalmente hablando ahora, existe cierta cualidad que cobra sentido desde el punto de vista de
la estrategia del juego y que se funda precisamente en las características de esas relaciones tales cuales de hecho
son. De esa manera, ciertas relaciones son más favorables que otras.
El símil llega lo bastante lejos como para asimilar la estrategia del juego de ajedrez a la estrategia vital por medio
de la cual el organismo se enfrenta al medio. La "Psora" sería equivalente a una estrategia deficiente que
compromete el éxito del genoma en su adaptación al ambiente.
La "Psora" sería así un error en el funcionamiento global del genoma ("enfermedad del genoma como un todo"),
en contraste con las alteraciones de los genes en cuanto unidades parciales, y que sería genéticamente transmisible
como una Información patológica que involucra el comportamiento general del organismo, vale decir: como
una predisposición a enfermar.
En términos informacionales, podemos definir esta predisposición a enfermar que caracteriza a la "Psora" latente
como una Información patológica que consiste en una disposición a actuar de una determinada manera
característica –pero que se manifiesta de diferentes formas según las circunstancias– en presencia de sus
receptores adecuados, que son ciertas específicas alteraciones ambientales (o noxas).
Quisiéramos hacer dos aclaraciones que pueden ser importantes : En primer lugar, podría ser motivo de confusión
para el lector el uso que hemos hecho del concepto de Información en dos sentidos aparentemente diferentes. En
un principio, hablamos de la Información como de una posibilidad improbable; y, posteriormente, la definimos
como una disposición a actuar de una determinada manera en presencia de su receptor adecuado. Sin embargo,
ambas formas de referirse a la Información son correctas y, por supuesto, no contradictorias.
Considerada desde fuera del sistema, la Información se nos presenta efectivamente como una posibilidad
improbable. El sistema en estudio es como una "caja negra" porque no lo conocemos internamente. En cambio,
si nuestra perspectiva parte ahora desde el interior mismo del sistema, la Información consiste en una disposición
a actuar de una determinada forma, pero de la cual llegamos a adquirir conocimiento solamente cuando se
manifiesta –es decir, cuando interactuamos con ese sistema–.
La segunda aclaración es la siguiente : Cuando hablamos del "receptor adecuado" de la Información, se podría
tender a interpretar dicha expresión como "el estímulo" que desencadena una cierta respuesta. Sin embargo, si así
se hiciera se estaría cometiendo un error.
El concepto de estímulo implica a cualquier variación energética del ambiente –del sistema bajo examen– que
sea capaz de desencadenar una respuesta. Los estímulos actúan desde fuera del sistema y son en sí mismos
equivalentes en términos de su capacidad para provocar respuestas (dejando de lado su intensidad), vale decir, su
grado de especificidad depende menos de ellos mismos que del sistema que estimulan.
Por el contrario, una Información es una disposición a actuar, interna al sistema, que se manifestará solamente si
el receptor adecuado de ella está presente; receptor que es, por lo demás, específico, o sea, no puede ser
reemplazado por cualquier otro salvo que sea semejante. En otras palabras, dos receptores serán semejantes para
cierto determinado sistema si éste no es capaz de discriminar entre ambos. Y esta capacidad de discriminación
será proporcional a la cantidad de información que el sistema posea.
Por supuesto que para alguien que lo observe todo desde afuera, el receptor adecuado de la Información puede
presentársele como un estímulo. Pero éso es simplemente porque ignora la disposición interna que encierra el
sistema, disposición que guarda una relación especial con su receptor, relación que no guarda con otros estímulos
posibles del mismo sistema que no son sus receptores adecuados.
Se podría decir que la disposición interna de la Información (o Información latente), elige un determinado
receptor que le es afín. Se trata del carácter activo(ejecutivo) de la Información, que la distingue claramente del
carácter pasivo de la respuesta al estímulo –aparte de la especificidad ya comentada–.
Si se insistiera en usar un lenguaje de estímulo y respuesta, tendríamos que readecuarnos de la manera siguiente
: diremos entonces que la Información selecciona entre los diversos estímulos aquel (o aquellos) que le permita(n)
manifestarse. Y ésto nos lleva a lo siguiente :
A partir del concepto de "Psora" se puede explicar el vaporoso concepto de estrés. Según sea el contexto en el
cual se le use, el significado del término "estrés" varía considerablemente y resulta difícil establecer para él un
significado que sea unívoco –tan unívoco como sea posible, pues la univocidad total no existe–. La idea básica,
sin embargo, pareciera ser la incapacidad relativa de un organismo para mantener su homeostasis equilibrada
bajo fuertes demandas ambientales de diverso orden.
Frecuentemente se hace hincapié sólo en la circunstancia ambiental que rodea al organismo y se considera de la
mayor importancia el tipo de estímulo –su cualidad además de su cantidad– que provoca el estado que
denominamos como "estado de estrés".
Pero a lo menos tan importante como la circunstancia ambiental, debería ser el considerar el grado de
susceptibilidad del organismo frente a los distintas demandas del medio. Y con la expresión "grado de
susceptibilidad" queremos hacer referencia a la causa por la cual deberían explicarse las diferencias inter-
individuales, o sea, a la variabilidad tan característica de los sistemas biológicos, las cuales se concretan en
respuestas diferentes : algunas adecuadas y otras que, por el contrario, por ser inadecuadas desembocan en el
estado de estrés.
Por medio del concepto de "Psora" es posible comprender que el grado de susceptibilidad individual es el
factor más importante a la hora de explicar la variabilidad inter-individual de resultados frente a las mismas
circunstancias ambientales (en cantidad y calidad).
La razón es la siguiente : según sea el grado de compromiso de la "Psora" en cada caso individual, así será el
grado de susceptibilidad del organismo respecto a las situaciones generadoras de estrés. De esta manera, el estrés
puede explicarse a partir de la "Psora", pues es ella la que, como factor predisponente, realiza una selección que
convierte a ciertas circunstancias ambientales en condiciones de estrés (en noxas).
Por último, al suponer que este error en el funcionamiento global del genoma –la "Psora"– puede ser heredado,
debemos suponer también que su transmisión hereditaria se hará de acuerdo con el grado de evolución que haya
alcanzado en el momento de la transmisión. Es decir, en estados avanzados de su evolución la carga hereditaria
que impone será peor.
En resumen: no hay un agente etiológico sustancial de la "Psora", así como tampoco hay una entidad sustancial
denominada "miasma psórico", sino que lo que hay es una forma patológica global de funcionamiento orgánico,
que puede estar latente o activa, y que puede ser heredada.
Luego, debemos descartar que el origen de la "Psora" esté en algún tipo de infección en el sentido de un agente
infeccioso que actúa sobre el organismo provocándole un estado que pueda persistir por sí mismo.
EL ORIGEN DE LA "PSORA"
Surge aquí, ahora, la pregunta acerca de la relación entre la "Psora" y la sarna, es decir, la enfermedad provocada
por el ácaro de la sarna. Porque, si bien la "Psora" no es la consecuencia de la sarna –lo cual es más bien ridículo–
, es indudable que existe una relación. Tan es así que el propìo Hahnemann utilizó Psorinum, dilución de la
sustancia extraída de una vesícula sarnosa, para tratar algunas de las manifestaciones de la "Psora".
Si la sarna no tuviera nada que ver con la "Psora", entonces Psorinum no sería tampoco un medicamento capaz
de actuar en presencia de la "Psora" activa –que se expresa por un conjunto característico de síntomas–. Éste es,
sin duda, un hecho curioso.
Pero más curioso es todavía el hecho de que una dilución de una sustancia mineral como el Azufre (Sulphur),
pueda actuar de una manera parecida a Psorinum, como lo atestigua su patogenesia.
¿Qué relaciones existen entre sarna, Psorinum y Sulphur y la "Psora"? Si no somos capaces de responder a esa
pregunta, no sabremos jamás qué es la "Psora" –y, por tanto, qué debemos entender por "miasma crónico"–.
Históricamente, el origen del concepto surge de esta relación.
El ácaro de la sarna se desarrolla en organismos que se lo permiten, es decir, entre el ácaro y el organismo enfermo
de sarna existe una relación tal que no existe entre el mismo ácaro y un organismo sano que, a pesar de exponerse
al contagio de la sarna, no la contrajo.
De la misma forma, entre Psorinum y el organismo sano –pero que es sensible a la acción de la dilución
homeopática de dicha sustancia–, o bien, entre Sulphur y el organismo que le es sensible, existe una relación que
no se da entre esas mismas Informaciones y organismos no sensibles.
¿Qué es aquello que comparten entre sí la sarna, Psorinum y Sulphur? Nuestra respuesta es que
comparten una misma Información.
Desde un punto de vista informacional, Psorinum no es diferente a la sarna, ya que es un subproducto de ella.
Pero lo curioso es que tampoco Sulphur es diferente a la sarna, lo cual es un poco más difícil de entender.
El estudio de los efectos patogenésicos de estos dos medicamentos, nos muestra que Sulphur es parecido –en
algunos aspectos– a Psorinum, o sea, que ambos son parecidos a la sarna. Pero ser parecidos a la sarna no es
equivalente a ser parecidos a la "Psora". Además, hay sin duda una diferencia entre Sulphur y Psorinum en la
forma en que son parecidos a la sarna.
Tenemos que explicar el porqué Sulphur y Psorinum son parecidos a la sarna y, sin embargo, son diferentes en
algún otro sentido entre sí. Y tenemos que explicar el porqué Sulphur, Psorinum y la sarna tienen que ver no sólo
entre ellos sino que con la "Psora".
Nos asiste el convencimiento de que las relaciones de semejanza envueltas aquí, sólo se pueden explicar a través
del concepto objetivo de Información.
Teóricamente Hahnemann podría tener razón en su explicación, pero nos cuesta creer que la causa de la
sensibilidad a Psorinum sea la consecuencia de haber adquirido el "miasma psórico", vale decir, que la respuesta
de una gran cantidad de seres humanos aparentemente sanos a dicha sustancia diluída, provenga de una
determinada enfermedad (tal vez ancestral).
¿El origen de la predisposición a enfermar es un resultado de haber adquirido una enfermedad? Pero, si
bien Psorinum es un producto de una enfermedad, Sulphurno lo es.
¿Qué quiere decir éso? Que la sensibilidad a Sulphur es sin duda innata y está siempre presente aunque durante
muchas generaciones no hubiera presencia aparente de la "Psora" en su sentido tradicional –lo cual, por supuesto,
es imposible de establecer con certeza–.
LA PREDISPOSICIÓN A ENFERMAR
La predisposición a enfermar –que es, en último término, la esencia misma del concepto hahnemanniano de
"Psora" latente– está presente en todo ser vivo. La salud, se podría decir, es el resultado de la constante evitación
de la enfermedad. El organismo permanece sano mientras evite estar enfermo, y no se trata de una mera tautología.
Tal como nosotros entendemos este asunto, la disposición a enfermar siempre está latente, lo cual no debe ser
interpretado necesariamente como si la salud aparente no fuera real. El sentido del calificativo de "latente", hay
que entenderlo más bien como una manera perfectamente natural de llegar a estar enfermo. En el mismo sentido
en que se entiende que todo ser humano está predispuesto a sufrir un accidente.
Pero teniendo el cuidado de no considerar a la enfermedad como un accidente. El accidente depende en gran
medida del azar, en cambio la enfermedad es predecible –no tal vez el tipo exacto de enfermedad, pero sí el llegar
a estar enfermo–.
Por tanto, nosotros vemos el origen de las enfermedades crónicas de otra manera que la tradición hahnemanniana.
En el genoma humano –y con toda seguridad en el genoma de todo ser vivo, aunque restringido en cada caso a su
nivel de evolución– está la totalidad de las Informaciones que existen en la naturaleza.
Esta conclusión es inevitable si aceptamos, como tenemos que aceptar, pues se trata de hechos, que las diferentes
sustancias que existen en la naturaleza son capaces, aun en dilución –o, mejor, precisamente por estar en
dilución, o sea, como Informaciones–, de provocar en organismos sanos sensibles reacciones biológicas
características manifestadas por síntomas.
Y en algunos casos la reacción biológica característica provocada por ciertas sustancias diluídas, se asemeja a las
características originales de la sustancia usada. Nos limitaremos a dar un solo ejemplo.
Si la Información no estuviera ya en el genoma, ¿cómo podría una dilución –o sea, una Información–
de Apis producir en sujetos de experimentación "la necesidad de estar muy ocupado, de siempre estar haciendo
algo", como si se convirtieran momentáneamente en las mismas hacendosas abejas?
Pero si el escepticismo pusiera en duda a este síntoma por ser subjetivo, ¿qué diríamos de "los párpados con
hinchazón edematosa, sobre todo de los inferiores, que cuelgan como una bolsita llena de agua", como
producidos por la picadura de una abeja, un síntoma a todas luces objetivo?
¿No resulta inevitable concluir que entre ese ser humano que está bajo el efecto de la patogenesia de Apis y la
conducta, en un sentido muy amplio de "conducta", de la abeja se comparte una misma Información?
Salvo que pensemos, en términos sustancialistas, que "alguna cosa" se introduce en ese organismo y produce
esos síntomas, tanto subjetiva como objetivamente –lo cual está en contradicción con el concepto no sustancialista
de Información–; tendremos que aceptar que, por el contrario, en ese organismo ya existía esa misma
Información, aunque en un estado potencial.
De manera que, por ejemplo, Sulphur –la Información del Azufre– tiene su representación en el genoma humano.
Y de esa misma forma todas las Informaciones capaces de afectar al ser humano, tienen su representación en el
genoma.
La Información del Azufre puede expresarse tanto de una manera normal en el organismo sano –recordemos la
importancia bioquímica de la presencia de la molécula de Azufre en diferentes macromoléculas–, como de una
forma patológica (tal cual lo muestra su patogenesia, por dar un ejemplo).
Por razones que no comprendemos claramente, pero que parecen tener que ver con el mecanismo de la supresión
cutánea (o sea, con problemas en la eliminación de toxinas a través de la piel), la Información del Azufre se
relaciona con la Información de la sarna –aunque no exclusivamente con ella–, y, a través de ésta, con la
Información que denominamos Psorinum.
Las diferentes relaciones que observamos en las acciones de los distintos medicamentos homeopáticos, son una
expresión isomórfica de las relaciones que se dan en el genoma humano. ¿Qué relaciona, por ejemplo, un mineral
como el Azufre con una planta como el Aloe?
No lo sabemos con exactitud, pero sí sabemos que Sulphur y Aloe, vale decir, las Informaciones respectivas, se
relacionan estrechamente en su acción –en ciertos niveles bien definidos– sobre el organismo tanto sano como
enfermo. De manera que comparten, al menos parcialmente, una misma Información.
Es importante señalar, sin embargo, que las distintas Informaciones no podrían encontrarse en el genoma
almacenadas una junto a la otra como si se tratara de cosas. Para entender ésto, hagamos una analogía : en lugar
de reunir diferentes discos de música, con un único instrumento –como puede ser un piano– y un hábil intérprete
se pueden obtener todas las combinaciones de sonidos que están en aquellos discos.
LA RELACIÓN FUNCIONAL ENTRE LAS INFORMACIONES
Si las más diversas Informaciones que existen en la naturaleza están en nosotros –en estado potencial–, entonces
en nuestro genoma estarán tanto las Informaciones patológicas (caso de Psorinum) como las Informaciones
normales (caso de Sulphur).
En consecuencia, el origen de la predisposición a enfermar no está en las Informaciones mismas en
cuanto partes de un todo, sino en la forma en que las diferentes Informaciones se relacionan entre sí –lo cual
constituye otra Información, pero de carácter total, vale decir, expresión de la totalidad del genoma–.
Dada la importancia de estos conceptos, profudizaremos en ellos un tanto más. Si determinado organismo no
pudiera enfermarse nunca, entonces tampoco sería sensible a las Informaciones patológicas –no sería sensible,
por ejemplo, a Psorinum–.
El hecho de ser sensible, en cambio, implica que posee la disposición a enfermarse. Dicho de otra manera, la
capacidad de enfermar de cierto medicamento homeopático (patogenesia), tiene como contraparte la disposición
del organismo a enfermarse por medio de él (sensibilidad).
Pero el organismo es sensible no solamente a las Informaciones patológicas sino que también a las Informaciones
no-patológicas, indistintamente. Es decir, la predisposición a enfermar –que es en sí misma una Información– no
es debida a las Informaciones en cuanto tales.
¿Qué es lo que determina entonces que cierto organismo particular sea sensible a una cierta específica sustancia
diluída (Información)?
Podemos razonablemente suponer que las distintas Informaciones acumuladas en el genoma humano, guardan
entre sí en condiciones saludables una relación de perfecto equilibrio –en el sentido de armonía o coherencia–. Y
que ese equilibrio sólo se rompe bajo condiciones patológicas. La mantención de la homeostasis, entonces, sería
el resultado del equilibrio entre las Informaciones del genoma.
Ahora bien, el concepto de Información es un concepto físico y, por tanto, nos permite aplicar, en su uso a nivel
biológico, otros conceptos físicos relacionados.
De acuerdo con la Mecánica estadística, la entropía de un sistema aislado aumenta, hasta un máximo, en
función del número de microestados de la configuración predominante que puede adoptar el estado macroscópico
de un sistema:
S = k ln Ω
(Donde S es la entropía del sistema, k es la constante de Boltzmann, ln es el logaritmo natural y Ω es el número
de configuraciones GP que puede presentar un estado macroscópico o número de microestados de la
configuración predominante).
El símbolo Ω representa a un parámetro de desorden, o sea, representa la tendencia hacia el estado con el máximo
número posible de microestados semejantes, es decir, hacia el estado más probable.
De esta manera, la Mecánica estadística relaciona una cantidad termodinámica (o macroscópica) como la entropía
o desorden, con una cantidad estadística (o microscópica) como la probabilidad.
En consecuencia, con el aumento en el número de microestados asociados a la configuración predominante, lo
cual representa la tendencia hacia un estado más probable, aumenta proporcionalmente el nivel de entropía.
Recordemos que el estado más probable de un sistema aislado coincide con el estado de máxima entropía de dicho
sistema.
Dos aclaraciones antes de seguir. Se podría poner reparos a considerar al genoma como un sistema aislado –o sea,
que no intercambia ni materia ni energía con su ambiente–, e, incluso, a considerarlo como un sistema cerrado –
que intercambia solamente energía–.
Sin embargo, este supuesto teórico perfectamente se puede hacer a condición de descontar todos aquellos
intercambios de materia y energía que no involucran pérdida de Información.
Lo que queremos decir es que más allá de los intercambios materiales y energéticos correspondientes a sus
funciones biológicas, como –sólo para dar un ejemplo– la síntesis proteica a partir del ARN mensajero; el genoma
puede ser considerado, en términos de la conservación de sus Informaciones, como un sistema
que funcionafísicamente como un sistema aislado. La membrana nuclear cumple aquí un papel muy eficaz.
La segunda aclaración dice relación con el siguiente hecho: así como la entropía puede aumentar o disminuir, lo
propio puede ocurrir con la neguentropía (el orden). Entonces, en lugar de hablar de un cierto nivel de entropía
que aumenta, es igualmente válido hablar de un cierto nivel de neguentropía que disminuye.
Cuando tenemos una determinada Información, o bien, un conjunto de Informaciones –que es, a su vez, una
Información–, lo único que podemos medir es su equivalente neguentrópico correspondiente.
Esta observación es importante porque las Informaciones nunca van a dejar de ser Informaciones ni nunca van a
desaparecer del genoma, pero la relación entre ellaspuede corresponder ya sea a un nivel de neguentropía que
puede ser menor, ya sea a un nivel de neguentropía que puede ser mayor. Es decir, Ω puede aumentar o disminuir.
Al revés de lo que ocurre en el estado de equilibrio termodinámico de un sistema aislado, el parámetro Ω en el
genoma debería ser una cantidad cercana a uno –y recordemos que el ln 1 = 0 –.
Es decir, en el genoma como sistema no existen configuraciones GP comprendiendo a un gran número de
microestados –las cuales corresponden sólo a unaconfiguración predominante– sino que múltiples
configuraciones diferentes, cada una de las cuales es una Información (pero que, en su conjunto, constituyen una
sola Información).
Para comprender cómo se pueden aplicar conceptos de la Mecánica estadística a problemas de naturaleza
biológica; o, para decirlo de otra manera, cómo se puede pasar desde el nivel físico al nivel biológico, realicemos
el siguiente experimento mental :
Imaginemos un sistema aislado en equilibrio termodinámico, donde, como ya sabemos, la configuración
predominante a nivel macroscópico está constituída principalmente por las configuraciones GP, es decir, por un
conjunto de microestados extremadamente semejantes entre sí. Supongamos, ahora, que cada microestado
individualmente considerado, es separado de todos y cada uno de los demás microestados. ¿Qué ha ocurrido con
este sistema en equilibrio luego de esta acción?
Pues que, por medio de esta operación de carácter anti-entrópico (o neguentrópico), se ha pasado desde un sistema
en estado de equilibrio termodinámico a un estado de equilibrio neguentrópico, el cual es característico de los
sistemas vivos.
Cada microestado separado, mediante algún tipo de límites, se constituye así en una unidad neguentrópica, que
la evolución convertirá en biológicamente activa; ya sea ésta una enzima, una molécula de ADN o una molécula
de ARN, o bien, en un nivel superior, una célula, un núcleo celular, algún organelo citoplasmático o un
cromosoma.
(Digamos de paso que la existencia de membranas biológicas pareciera ser el resultado de esta necesidad de
naturaleza estrictamente física de conservación de la Información, la cual de otra manera se difundiría por el
ambiente.)
Ciertamente que la realidad biológica es mucho más compleja. Habría que modificar nuestro experimento mental
de manera de considerar no ya un solo tipo de microestado sino una gran variedad de ellos, –y, además, que cada
microestado es sensiblemente más complejo–. Cada tipo diferente de microestado corresponde a una Información
distinta.
Ahora bien, lo que hemos denominado "equilibrio" entre las Informaciones corresponde al estado de máxima
coherencia entre las Informaciones, vale decir, a aquel estado donde ninguna Información predomina sobre el
resto –y que sería el correspondiente al estado de perfecto equilibrio entre Informaciones o estado de salud–. Se
trata, por tanto, de una sola Información y no de la suma de varias.
Pero este estado de equilibrio corresponde al estado que –por ser el máximo nivel de neguentropía posible o de
máximo orden– es el más improbable (o de entropía mínima). Un estado tal, dada su improbabilidad, explica la
predisposición al desequilibrio entre las Informaciones, lo cual se va a expresar biológicamentecomo
predisposición a enfermar.
Así, entonces, como es muy baja la probabilidad de que persista indefinidamente un estado con gran número
configuraciones diferentes en equilibrio, o sea, un estado de entropía mínima, y a cuya configuración
macroscópica le corresponde un solo microestado –pues los genes no están aislados funcionalmente unos de
otros, recordemos que constituyen una Gestalt biológica–, la probabilidad de que en su seno aparezca un nuevo
microestado es muy alta.
Ciertamente que ese nuevo microestado sólo puede ser una Información que se desvincula de las demás. Y en
lugar de una única Información (o estado de salud), surge una segunda, y eventualmente otras, determinando –
para hablar en términos de Mecánica estadística– que el número de microestados aumente.
Aclaremos, sin embargo, que no estamos hablando solamente de las Informaciones del genoma de un cromosoma
aislado ni siquiera de una célula aislada, sino que del genoma entendido como un ente único (la "fuerza vital" de
Hahnemann) y que involucra a la totalidad del organismo. Cada cromosoma está unido al otro mediante el núcleo,
cada núcleo está unido al otro por medio de la célula, y así sucesivamente.
El estado de salud implica así, en conclusión, la expresión de una disposición improbable (Información de salud).
EL CONCEPTO INFORMACIONAL DE SALUD
En otras palabras, que alguna de las Informaciones pueda actuar autónomamente, y por tanto que haya más de
una activa a la vez, es más probable que el evento de que siempre lo haga una sola Información –en este caso,
la Información correspondiente al estado de equilibrio entre todas ellas o Información de salud–.
Dicho en términos muy simples: mientras el estado de salud es improbable, un estado patológico cualquiera es
probable. O bien, el estado de enfermedad es más probable que el estado de salud. Ésto explica la predisposición
a enfermar.
Así, entonces, a la pregunta del porqué se está enfermo, la única respuesta válida es : porque estar enfermo es
más probable que estar sano.
La "Psora", en resumen, no es alguna sustancia de cierto tipo que invade al organismo, como creía Hahnemann,
sino que surge de la muy natural tendencia de la especie humana –y de cualquier ser vivo– a llegar a estar enfermo.
La "Psora" latente es la disposición a enfermar que se manifiesta de múltiples formas diferentes según el momento
y las circunstancias. Como veremos más adelante, los diversos medicamentos homeopáticos que Hahnemann
llamó "antipsóricos", corresponden a diferentes formas de manifestación de la "Psora". Es decir, ninguno de ellos
cubre por sí solo sus múltiples expresiones.
Una definición de la "Psora" como la que hace el Dr. Zissu a continuación, debemos considerarla como
parcialmente equivocada al no comenzar señalando la predisposición a enfermar como su rasgo caracterizador
por excelencia:
"La psora es una auto-intoxicación crónica, transmitida de generación en generación, y representada por todas
las toxinas y todos los residuos resultantes de diversos problemas del metabolismo orgánico, toxinas retenidas,
mal o no eliminadas, residuos insuficientemente degradados a nivel de los órganos de desintoxicación, entre los
cuales el principal es el hígado, y mal decantados a nivel de los emuntorios : intestinal, renal, cutáneo y otros de
suplencia". (Zissu, 1960, pp. 24-25.)
Pues bien, la "auto-intoxicación crónica" es un resultado de la "Psora", pero no es propiamente la "Psora". Es sólo
su manera primera de manifestarse.
Pero, en cuanto a su origen, es fundamental entender que la "Psora" es endógena, y lo es porque es consustancial
con la vida misma.
Todavía más, cualquier intento por buscar un origen a la "Psora" en el exterior del organismo –en el exterior del
genoma, en último término–, está condenado al fracaso, al igual que el intento de Hahnemann.
El estado de salud del proceso funcional orgánico tiene como un rasgo caracterizador el de poder
perderse (enfermar) así como el de poder recuperarse (sanar). Las mismas funciones que están en la base del
estado de salud, son aquellas que explican los estados patológicos. Pasar desde el estado de salud a cualquiera sea
el estado patológico es esencialmente un asunto de desorganización funcional.
¿De qué otra manera podría explicarse que la mayoría de la humanidad, por no decir la totalidad de ella, sea
sensible a los denominados "antipsóricos"?
Medicamentos tan diversos como Calcarea carbonica, nuestro repetido Sulphur o Lycopodium están
relacionados con la "Psora" de una forma tal que Hahnemann –con su visión sustancialista ya comentada– califica
de "anti-psórica". La relación con la "Psora" sería de oposición.
Sin embargo, la Homeopatía, que está fundada en la Ley de los semejantes, no puede ser explicada en ningún
sentido como teniendo una acción contraria a nada, ni siquiera contra un "miasma". No es el tipo de relación que
corresponde a su forma de acción.
La acción farmacológica puede ser contraria a cierto proceso o ser inhibidora de la acción de cierta enzima, pero
la dilución homeopática –o sea, la Información– no puede actuar en contra de ningún proceso porque su acción
es de diferente naturaleza.
La Información actúa solamente sobre la Información, ya sea reforzándola, ya sea anulándola (Ley de los
semejantes).
Si, por ejemplo, Calcarea carbonica coincide con la Información patológica de cierto genoma –Información que
es patológica porque predomina sobre el resto de las Informaciones– podrá anularla. Y al anularla, permitirá que
el equilibrio entre las Informaciones se restablezca.
Entonces, Calcarea carbonica no es un "antipsórico" sino que una sustancia que tiene en común con otras
diversas sustancias una relación de semejanza con la "Psora". Es una sustancia "psórico-símil". Y solamente por
esta razón es que puede actuar sobre la "Psora".
El concepto de acción contraria, en cambio, explica la supresión, principal mecanismo por el cual el nivel
neguentrópico del genoma desciende hacia niveles progresivamente menores –lo cual implica necesariamente un
aumento del desorden funcional–.
Recordemos que el fármaco, cualquiera que sea, no solamente es un cierto tipo de sustancia química sino que es
también una Información. O mejor dicho, es una sustancia química que contiene una Información.
Y esa Información no puede hacer desaparecer –salvo como un hecho fortuito, cuando casualmente coincide con
la Información patológica– a la Información que es causa de las manifestaciones patológicas. Por el contrario, la
Información farmacológica refuerza a la Información patológica.
De lo cual se desprende que hay dos grandes tipos de efectos perjudiciales de los fármacos, una dependiente de
su Información y otra dependiente de su carácter material:
(a) Si su Información coincide, aunque sea parcialmente, con alguna Información patológica latente en el genoma,
activará a ésta; lo que se conoce eufemísticamente como "efectos laterales". Las probabilidades de tal ocurrencia
aumentan principalmente en función del tiempo de uso. Vale decir, junto al efecto tóxico directo de la sustancia
química existe este efecto nocivo de la Información persistente.
(b) Independientemente de su Información, el fármaco produce un efecto supresivo de la reactibilidad orgánica.
En todos los casos, al actuar en el sentido contrarioal proceso patológico, en un principio lo reforzará ("efecto
rebote") y, finalmente, lo suprimirá. Mientras mayor es la eficacia del fármaco, mayor será su acción supresora.
La llamada "Ley de acción de las masas" dirige esta acción –o sea, es dependiente de la dosis–.
CARACTERÍSTICAS DE LA "PSORA"
Ahora bien, la supresión de una conducta patológica –comandada por una Información patológica–, implica que
alguna otra Información patológica también pueda hacerse cargo del funcionamiento orgánico. Es decir, a la vez
que la Información suprimida se hace latente, una nueva Información patológica se hace activa.
Y cuando esta situación se produce, el desorden aumenta; y lo hace tanto en un sentido biológico –lo que implica
contradicciones funcionales entre distintas Informaciones– como en un sentido físico –al haber un mayor número
de microestados (2, 3 o más), se incrementa la entropía, o sea, desciende el nivel de neguentropía–.
Para mayor claridad, digamos que el sentido biológico implica un concepto cualitativo de Información:
Informaciones cualitativamente diferentes –o sea, con significados diferentes–, necesariamente deben provocar
alteraciones funcionales orgánicas, pues las funciones resultantes de cada acción interactuarán de manera
contradictoria entre sí.
Por su parte, el sentido físico implica considerar a las Informaciones sin diferencias cualitativas, solamente en
términos cuantitativos. Con el aumento en el número de Informaciones que se han hecho activas, la entropía
aumenta (la neguentropía disminuye). No importa que se trate de Informaciones cualitativamente diferentes, ya
que a la Mecánica estadística sólo le compete contabilizar el número de microestados (que es un concepto
meramente cuantitativo). Así, para este punto de vista todas las Informaciones aisladas son equivalentes entre sí
(sólo son microestados).
Volviendo a nuestro tema, digamos que la enfemedad es siempre el resultado de la interacción entre
la predisposición a enfermar –de la "Psora", diría Hahnemann– y alguna noxa (agente agresor del ambiente).
Por "noxa" debemos entender un cambio en el medio que sea lo bastante enérgico como para afectar a la totalidad
del genoma (la "fuerza vital" de Hahnemann), ya que una alteración que involucre solamente al genoma de
algunas células locales puede eliminarse por el mecanismo de la apoptosis (o muerte celular programada).
Y si bien es cierto existen procesos patológicos agudos que, como reconocía el mismo Hahnemann, no son el
resultado directo de la "Psora", mantienen una relación más o menos lejana con ella como un factor predisponente.
Por ejemplo, hay una relación inversa entre la fortaleza del estado de salud y la intensidad de acción de la noxa.
Por grande que sea el estado de salud, si la acción de la noxa es, ya sea muy intensa, ya sea muy prolongada, o
una combinación de ambos factores, entonces aun en ausencia de toda "Psora" la enfermedad sería inevitable.
Pero, salvo esos casos más extremos, lo habitual será encontrar que es el nivel de predisposición el factor más
importante a la hora de explicar el desencadenamiento de una enfermedad.
Si en el balance final el factor predisposición ha pesado más que el factor noxa, tendremos que el origen de la
enfermedad estará necesariamente en la "Psora" latente. Y, desde ese momento, la "Psora" estará activa.
Pero la predisposición se expresará en cada caso particular con rasgos característicos que, en la clínica médica
homeopática, se les reconoce con el nombre de un determinado medicamento.
Por ejemplo, se habla de "Pulsatilla" o de "Belladonna", aludiendo así a las patogenesias de esos medicamentos,
o sea, al tipo de síntomas, o mejor, a la estructura de síntomas (Gestalt sintomática), que han sido capaces de
provocar en el ser humano sano.
Ahora bien, si queremos contestar a la pregunta acerca de la relación entre sarna, Sulfur y Psorinum, por un lado,
y la "Psora", por otro, deberemos conocer algo más acerca de las características que se le atribuyen a la "Psora".
¿Cuál es el concepto tradicional de "Psora"? Al hablar de "Psora", ¿de qué estamos hablando?
Citemos a Demangeat:
"La Psora actual, como la Psora del tiempo de Hahnemann, está caracterizada por:
-Afecciones sucesivas recidivantes con una marcha inexorable hacia la agravación.
-Las alternancias mórbidas.
-Las manifestaciones cutáneas o mucosas, llamadas crisis de eliminación que parecen hacer más lenta
momentáneamente la evolución de la enfermedad interna."
Si estudiamos la patogenesia de Sulphur, encontraremos estos mismos rasgos así como los de la sarna. Kent decía:
"Sulphur es un remedio tan completo, que es difícil decir cómo comenzar a describirlo. Parece tener semejanzas
con todas las enfermedades, y el médico que comienza leyendo las patogenesias de Sulphur debe pensar,
naturalmente, que no hace falta otro remedio, ya que la imagen de todas las enfermedades parecen estar
contenidas en él…" (Citado por Bernardo Vijnovsky, 1989, patogenesia de Sulphur.)
Con respecto a la sarna, Sulphur nos da el perfecto retrato de ella. Por ejemplo:
"Hay una inusitada tendencia a erupciones de todo tipo, generalmente pruriginosas. El prurito puede ser con o
sin erupción, a veces en placas que sangran después del rascado; es quemante, ardiente u hormigueante o
cosquilleante o voluptuoso; peor de noche, por el calor de la cama o al entrar en calor o caminando al aire libre,
o en zonas que sudan, por el rascado…" Etc., etc.
El hecho es indesmentible: Sulphur está relacionado con la sarna, y por tanto con Psorinum, y lo está igualmente
con la "Psora".
Es decir, una sustancia mineral como el Azufre y un producto orgánico patológico como Psorinum, comparten
una Información en común. ¿Y cómo sabemos éso? Por los síntomas, porque la Información se expresa a través
de los síntomas.
Se podría decir que Sulphur está contenido como Información en Psorinum. Pero, cosa aún más
importante, Psorinum también está contenido informacionalmente en la patogenesia de Sulphur.
Por otro lado, la relación de semejanza que va desde Sulphur a Psorinum, está incluída en una nueva relación de
semejanza que la contiene: la "Psora".
Con respecto a la primera relación, digamos lo siguiente: en general, se podría esperar que desde el mineral hasta
el animal, pasando por el vegetal, la cantidad de información aumente. Sin embargo, no siempre es así.
Por ejemplo, la cantidad de información es mayor en aquellas sustancias minerales que componen normalmente
el organismo humano, y que, todavía más, cumplen funciones importantes en su funcionamiento.
El Azufre (Sulphur) es más importante para el organismo que, por ejemplo, el Bismuto (Bismuthum), y por eso
su patogenesia expresará una cantidad de información –en forma de síntomas– muchísimo mayor.
Pulsatilla, un vegetal, o Sepia, un animal, tienen una mayor cantidad de información que la que poseen muchas
sustancias minerales, pero minerales como Sulphur, como Phosphorus o como Calcarea carbonica exceden con
mucho a la mayoría de las sustancias vegetales.
De la misma manera, Sulphur es más importante que Psorinum –como lo demostraremos más adelante–, y por
eso Psorinum está contenido en mayor medida en Sulphur que el caso inverso (o sea, la mayor parte de los
síntomas de Psorinum están también en Sulphur).
¿Qué está implicado aquí? Que la relación entre una sustancia mineral, vegetal o animal y la cantidad de
síntomas que es capaz de producir en el organismo humano, está determinada principalmente por
la importancia que la Información de cada caso que se trate tiene con la predisposición a enfermar del ser humano
–con la "Psora" latente–.
Digámoslo de esta manera : existen medicamentos que son más intensamente "psórico-símiles" y otros que lo son
menos. Es decir, existen algunos medicamentos que son más que otros como un espejo que refleja a la "Psora".
Lo que nos lleva a la segunda relación de semejanza, para lo cual requerimos penetrar más profundamente en el
concepto hahnemanniano de "Psora".
Ante todo, digamos que Hahnemann se ve obligado a investigar este asunto de los "miasmas", teniendo conciencia
o no de este hecho –no lo sabemos–, a causa de la imposibilidad de realizar patogenesias que nos den una imagen
adecuada de las enfermedades crónicas.
Una patogenesia es, necesariamente, un proceso patológico provocado de carácter agudo. Por eso una
patogenesia que nos pudiera mostrar el verdadero carácter crónico de su evolución, requeriría de ser realizada por
largos años. Lo cual es, prácticamente, imposible. Incluso debería ser llevada hasta el momento de producir
lesiones. No es necesario decir que ésto sería moralmente inceptable.
En lugar de éso, y en una labor que le demanda doce años de su vida, Hahnemann –con una prolijidad y
minuciosidad digna de su genio– recoge en sus pacientes los síntomas que parecen persistir a lo largo de los años
y que se repiten entre unos y otros, señales de un "miasma crónico".
Luego descubre que estos síntomas son también los que se encuentran en los medicamentos que él denominó
como "medicamentos antipsóricos".
Independientemente de la explicación teórica que Hahnemann le da al conjunto de estos síntomas, lo cierto es
que corresponden a hechos clínicos objetivos que, en cuanto tales, pueden sobrevivir a cualquier teoría.
LA CISURA BIOLÓGICA Y LAS DISTINTAS FASES
Se podría especular si un sujeto perfectamente sano y que desde la más tierna infancia se le hiciera ingerir
persistentemente una dilución de Sulphur, no desarrollaría a lo largo de los años el cuadro completo de la "Psora".
Probablemente, no. Pero si ingiriera Azufre, probablemente sí.
Pero hay diversos medicamentos más que también podrían desarrollar síntomas considerados por Hahnemann
como "psóricos", si fueran usados en dosis ponderales bajo las mismas condiciones; precisamente los
medicamentos que llamó "antipsóricos". ¿Qué conclusión se deriva de aquí? Que el concepto de la "Psora" de
Hahnemann engloba en un mismo proceso patológico de carácter crónico, a distintas formas de manifestación,
pero relacionadas por mecanismos comunes. Ya hemos mencionados los rasgos comunes a las diversas
manifestaciones, pero necesitamos saber algo más acerca de su dinámica de desarrollo.
A este respecto, es interesante la clasificación que hace Reckeweg de las enfermedades :
Reckeweg establece una primera distinción entre fases humorales (o fases extracelulares) y fases celulares (o
fases con intoxicación intracelular).
Entre las fases humorales y las fases celulares existiría lo que Reckeweg denomina "cisura biológica"
(biologischer Schnitt). Esta cisura representa un límite entre las enfermedades reversibles y aquellas irreversibles.
Las fases humorales (o enfermedades de disposición, Krankheiten der Disposition) son :
Reckeweg divide luego a las fases celulares (o enfermedades de constitución, Krankheiten der Konstitution) en :
Se puede suponer fundadamente que la "Psora" sería responsable de las diferentes enfermedades que se
desarrollan en las tres fases humorales : fases de excreción (de toxinas), de reacción (a las toxinas) y de depósito
(de las toxinas).
Posteriomente, al ser superada la cisura biológica y pasar a estados patológicos de carácter degenerativo, a la
"Psora" se le agregarían otros dos tipos de "miasmas": el "miasma sifilítico" y el "miasma sycótico".
El primero, un "miasma" de tipo destructivo, y el segundo, de tipo proliferativo. Tendremos que hablar de ésto
más adelante.
Pertenecen, sin duda, a la "Psora" las manifestaciones de excreción o eliminación de toxinas –tanto exógenas
como endógenas–, así como los episodios de inflamación en cuanto reacción o respuesta frente a ellas. Pero
pertenecen igualmente a la "Psora", las manifestaciones clasificadas por Reckweg como fases de depósito y fases
de impregnación.
Estas últimas dos fases se agrupan actualmente como fases que pertenecen a la matriz extracelular (o fases
mesenquimales), ubicada entre lo humoral y lo celular.
Las toxinas –que no son la "Psora", ciertamente– se depositan en la matriz y terminan impregnándola (fases de
depósito y fases de impregnación, respectivamente).
Es decir, cabalgando sobre la cisura biológica, estas dos fases corresponden a los estados reversible (depósito
transitorio de toxinas), el primero, e irreversible (fijación de toxinas), el segundo, de los estados patológicos.
En conexión con ésto, está el fenómeno de la vicariación –que es la versión de Reckeweg de la "ley de Hering" –
, y que puede ser progresiva o regresiva, según sea que el proceso patológico avance hacia las fases celulares (se
agrave) o retroceda hacia las fases humorales (se mejore).
Lo que no nos parece correcto, sin embargo, es la consideración de la cisura biológica como la frontera entre las
enfermedades agudas y subagudas, por un lado, y las enfermedades crónicas y degenerativas, por otro lado. De
ser así, el concepto de "Psora" se debilitaría gravemente, convirtiéndose en un concepto inútil.
La "Psora" es el verdadero origen de prácticamente todo proceso patológico, o sea, está desde el principio mismo
y se extiende hasta la etapa final. Vale decir, las llamadas "enfermedades agudas" –y, con mayor razón, las
llamadas "enfermedades subagudas"– no surgen ex nihilo, sino que constituyen las expresiones más o menos
esténicas (de sthenos = fuerza) de la interacción entre el organismo y las diversas noxas del ambiente, expresiones
que son condicionadas en diverso grado por la "Psora".
Precisamente por tal razón las vicariaciones regresivas espontáneas son una parte muy importante de las
manifestaciones de la "Psora", a la vez que las vicariaciones progresivas se constituyen en el mecanismo
fundamental de su progreso (o agravación). Ambas constituyen la base de las "alternancias mórbidas"
mencionadas por Demangeat.
De las diferentes fases descritas por Reckeweg, sería en las fases humorales y en las fases de la matriz
extracelular, entonces, donde se inscriben las manifestaciones reconocidas como propias de la "Psora".
La dinámica que va desde las fases de excreción o eliminación hasta las fases de impregnación, es la expresión
de la "Psora" en su movimiento finalmente irreversible. Recordemos a Demangeat: "afecciones sucesivas
recidivantes con una marcha inexorable hacia la agravación".
Ya sea espontáneamente –por carencia de un buen tratamiento verdaderamente curativo–, ya sea artificialmente
–por la acción supresora de la Alopatía, que además acelera este proceso–, las afecciones recidivan una y otra vez
para, finalmente, agravarse atravesando irreversiblemente la cisura biológica.
Demangeat menciona igualmente : "las manifestaciones cutáneas o mucosas, llamadas crisis de eliminación que
parecen enlentecer momentáneamente la evolución de la enfermedad interna". Característica "psórica"
perfectamente explicable en función de las fases ya mencionadas, específicamente por las fases de excreción o
eliminación y por las vicariaciones regresivas.
Ahora bien, mientras las fases descritas por Reckeweg se refieren a los mecanismos implicados en el avance de
las enfermedades –en una visión pluralista de éstas–, el concepto de "Psora" le proporciona la unidad que las
convierte en manifestaciones múltiples de una sola y misma enfermedad esencial –o "enfermedad interna", tal
como la concebía Hahnemann–.
En resumen: la clasificación de Reckeweg nos ayuda a comprender a la "Psora", mostrándonos los mecanismos
de su progreso, pero esta concepción hahnemanniana la desborda, como no podía ser de otra manera.
En otras palabras, si poseídos con el concepto de "Psora" la miramos a través de la clasificación de Reckeweg,
ésta se nos torna más comprensible. Pero, sin el concepto de "Psora" detrás, la clasificación se nos aparece como
una mera descripción de resultados carentes de una unidad dinámica que les de un sentido explícito.
De acuerdo con Reckeweg, las fases celulares –vale decir, cuando el proceso patológico alcanza a la célula
misma–, constituyen el estado final del avance de la enfermedad, y frente a la cual el organismo sólo puede
intentar compensar los efectos de las lesiones ya que no curar.
Aquí, sin embargo, quisiéramos hacer un reparo: las distintas fases descritas por Reckeweg se refieren a las
toxinas (u "homotoxinas" como él las denomina), pero la enfermedad propiamente tal ha involucrado a la célula,
y al núcleo –e, incluso, al genoma–, desde el principio mismo.
Es decir, la enfermedad propiamente tal –o "enfermedad interna"–, existe antes que toda toxina, y tiene que ver
con la pérdida de la armonía (o coherencia) en el funcionamiento del genoma. Éste es precisamente el concepto
hahnemanniano de "fuerza vital" reinterpretado en un lenguaje informacional.
Hablando en términos informacionales, la enfermedad interna no alcanza a la célula solamente al final sino
que está allí desde el principio. En un principio que es sólo una predisposición a enfermar, pero que bajo las
condiciones ambientales desencadenantes se convierte en un proceso activamente evolutivo. A partir de ese
momento, la enfermedad crónica expresa el avance inexorable del organismo hacia niveles de neguentropía cada
vez más pobres, hasta ese otro momento en el cual el equilibrio neguentrópico se hace imposible.
Por su parte, a las toxinas endógenas debemos considerarlas como un subproducto del proceso patológico, y no
como su causa, aunque sin ninguna duda contribuyen a él de una manera importante.
El concepto de "Psora" reformulado por nosotros en términos informacionales, es así mucho más profundo que
lo que la descripción de Reckeweg alcanza a explicar.
SEGUNDA PARTE
¿CUÁL ES LA ESENCIA DE LA "PSORA"?
¿Cómo podemos decubrir cuál es la esencia de la "Psora"? En otras palabras, ¿qué es la "Psora" (entendida como
la unidad primaria de las notas que la caracterizan)? ¿Y cómo accedemos a esa esencia?
Sabemos –o, al menos, hacemos la razonable suposición– que la "Psora" no es ningún tipo de sustancia, no es
ninguna materia capaz de "infectar", no es un ente que pueda colocarse en la platina de un microscopio
(Demangeat).
Sabemos –o suponemos razonablemente– que la "Psora" es cierta Información patológica, que puede estar latente
o activa, que incluso puede transmitirse por herencia, y que modifica funcionalmente la totalidad del genoma
determinando conductas biológicas características.
Sabemos, por fin, que la única forma de conocer alguna Información patológica es a través de las patogenesias,
es decir, por medio de los síntomas.
Los síntomas constituyen el mensaje de la enfermedad, y la cantidad de información de ese mensaje es
proporcional al número de síntomas (bien determinados) que se pueda obtener de él.
Hagamos aquí una digresión que puede ser útil. ¿Por qué existe tan gran variedad de respuestas individuales en
los sujetos de experimentación? ¿Cuál es la razón de esas diferencias de sensibilidad?
Una razón significativa podría ser la siguiente : según las fases en que se encuentren los sujetos –aparentemente
sanos, pero no del todo– sometidos a la experimentación, la variedad y riqueza de síntomas debe variar. En las
fases más esténicas –las fases iniciales o fases humorales– es de esperar una mayor cantidad de síntomas.
Pero la consideración siguiente es de la máxima importancia : a medida que el organismo se agrava en su
condición "psórica", especialmente por acción de diversas supresiones, el número de Informaciones patológicas
involucradas es mayor. Ésto trae dos tipos de consecuencias.
La primera es que, para un mismo medicamento –digamos Sulphur–, el número de síntomas patogenésicos
aumenta en función del número de Informaciones comprometidas. Así, un sujeto expresará muy pocos síntomas
mientras que otro lo hará en forma abundante, según la cantidad de Informaciones patológicas activas en cada
uno. De ahí que encontremos no un síndrome determinado sino que múltiples síndromes en Sulphur y en los
demás policrestos, cuando revisamos la Materia Médica.
La segunda consecuencia se refiere a medicamentos diferentes. Existen medicamentos capaces de cubrir una
mayor extensión de síntomas porque son capaces de actuar sobre mayor número de Informaciones patológicas.
Son los llamados "policrestos". En verdad, son los que expresan de la manera más completa a la "Psora". Por
esta razón, los síntomas entre estos diversos medicamentos tienden a solaparse. Es decir, se asemejan bastante
entre sí, como luego tendremos la oportunidad de ver. Se podría decir que todos ellos comparten un "aire de
familia", dado por el hecho de pertenecer a una misma familia : la de la "Psora".
Esta segunda consecuencia nos explica también el porqué sucede que desaparezcan ciertos síntomas por la acción
de un medicamento que no los presenta en su patogenesia :
El reequilibrio conseguido por el estímulo medicamentoso, de acuerdo con la Ley de los semejantes, incide
secundariamente en otras Informaciones patológicas que, si bien es cierto no son afectadas directamente por dicho
medicamento, sí lo son indirectamente.
Por eso es necesario no tomar como propios de un medicamento síntomas que nunca hayan sido observados en
su patogenesia. Terminemos aquí con la digresión y volvamos a nuestro tema.
Decíamos que Sulphur, la Información del Azufre, está directamente relacionado con la "Psora", vale decir, que
los síntomas de Sulphur expresan, en una proporción mucho mayor que cualquier otro medicamento homeopático
conocido, los rasgos típicos del "miasma psórico". Éste es un hecho ampliamente reconocido en la literatura
homeopática.
Por ejemplo, Kent en su Filosofía homeopática, nos dice :
"La gran similaridad de estos síntomas [recogidos por Hahnemann en sus observaciones sobre sus pacientes a lo
largo de doce años] que agrupados representaban un cuadro de Psora, y aquellos síntomas que representaban
una imagen de Sulphur, fueron precisamente los que indujeron a Hahnemann a emplear Sulphur para las
condiciones psóricas". (James Tyler Kent, 1967, p. 219)
Ahora bien, así como una enfermedad individual espontánea de evolución crónica es considerada por Hahnemann
como una expresión particular de la "Psora", de la misma manera debemos considerar a
toda patogenesia igualmente como una expresión, en este caso provocada, del "miasma psórico" hasta ese
momento latente, si producen ese mismo tipo de síntomas.
Y en este sentido, la patogenesia más representativa de dicho "miasma" es la patogenesia provocada por Sulphur.
Usaremos, por tanto, a Sulphur como si se tratara de un enfermo –en realidad representa a un conjunto inmenso
de enfermos, lo cual es todavía más importante–, y haremos una repertorización para descubrir no "el"
medicamento que le corresponde sino aquel conjunto de medicamentos que coinciden sintomatológicamente en
un porcentaje importante con él.
El argumento que está en la base de este procedimiento es el siguiente : Si se parecen a Sulphur, entonces se
parecen a la "Psora". Y mientras más se parecen a Sulphur, más se parecen a la "Psora".
Kent, a continuación del texto recién citado, agrega lo siguiente :
"En la Psora tenemos las imágenes de muchos remedios. Todos los remedios de acción profunda tienen más o
menos algo de la naturaleza de la Psora". (James Tyler Kent, 1967, p. 219)
En el Anexo 1, al final de este trabajo de investigación, se puede revisar el ejercicio de repertorización que hemos
hecho –basándonos en la Materia Médica y en el Repertorio de Kent, que se encuentra en el
sitio web Homéopathe International–, aunque considerando exclusivamente los llamados
"síntomas generales", y sólo aquellos valorizados como síntomas grado 2 o grado 3 (síntomas en azul y en rojo,
respectivamente).
Estos síntomas grado 2 o grado 3 son los más confiables por haber sido experimentados y reexperimentados.
Los síntomas generales, como lo indica su denominación, corresponden a la forma general de reaccionar del
organismo al medio. Y trasuntan, de esa manera, la forma en la cual la "Psora" condiciona la conducta orgánica.
Los síntomas constituyen la forma de expresión de una Información patológica. Y en el caso específico de los
síntomas generales, existe siempre una circunstancia ambiental que afecta a la totalidad del organismo
permitiendo que la Información patológica se haga activa, vale decir, que cierta disposición a actuar de una
determinada manera se exprese.
Las circunstancias ambientales más variadas son cada una de ellas, según el caso, el receptor adecuado –es decir,
el desencadenante (o, tal vez, sería más preciso decir : "el resonador")– de la Información patológica que
conocemos bajo el nombre de "Psora".
Ahora bien, ya que no se trata de un solo individuo sino de una cantidad considerable de individuos –de hecho,
de toda la humanidad–, utilizaremos no un conjunto definido de síntomas sino que el conjunto de todos los
síntomas generales de Sulphur. Pues todos ellos son igualmente importantes, desde el momento que constituyen
las distintas maneras de reaccionar patológicamente de los individuos sensibles a Sulphur.
Los resultados de este ejercicio indican que, de los 323 síntomas generales de Sulphur,
solamente 10 corresponden a síntomas donde se encuentra solo (o acompañado por medicamentos poco
importantes o poco valorizados), lo que representa únicamente a un 3,1 % del total.
El 96,9 % restante corresponde a los síntoma compartidos por Sulphur, por un lado, y por el conjunto de los
siguientes medicamentos (con sus porcentajes relativos), por otro lado:
Pulsatilla 178 síntomas 55,1 %.
Sepia 175 síntomas 54,18 %.
Phosphorus 171 síntomas 52,9 %.
Calcarea carbonica 166 síntomas 51,39 %.
Lycopodium 155 síntomas 47,98 %.
Silicea 154 síntomas 47,67 %.
(Mercurius) 151 síntomas 46,75 %.
Rhus toxicodendron 140 síntomas 43,34 %.
Bryonia 138 síntomas 42,7 %.
Arsenicum album 136 síntomas 42,1 %.
Nux vomica 135 síntomas 41,79 %.
Belladonna 135 síntomas 41,79 %.
Lachesis 120 síntomas 37,15 %.
Natrium muriaticum 119 síntomas 36,84 %.
Carbo vegetalis 114 síntomas 35,29 %.
Kalium carbonicum 110 síntomas 34 %.
Nitricum acidum 104 síntomas 32,19 %.
Phosphoricum acidum 100 síntomas 30,96 %.
Graphites 99 síntomas 30,65 %.
Causticum 89 síntomas 27,55 %.
Zincum metallicum 90 síntomas 27,86 %.
Aconitum 79 síntomas 24,46 %.
Iodum 75 síntomas 23,22 %.
Argentum nitricum 74 síntomas 22,9 %.
Alumina 72 síntomas 22,29 %.
Hepar sulphur 71 síntomas 21,98 %.
Chamomilla 70 síntomas 21,67 %.
Ignatia 69 síntomas 21,36 %.
Baryta carbonica 69 síntomas 21,36 %.
Psorinum 68 síntomas 21 %.
Por tanto, la participación en términos informacionales de estos 29 distintos medicamentos oscila entre un 21 %
y un 55 %.
En otras palabras, 1 de cada 5 síntomas de Sulphur, en el caso de Psorinum, y 1 de cada 2, en el caso de Pulsatilla,
corresponden a la cantidad de información que comparten en cada caso.
Es decir, estos medicamentos poseen una naturaleza "psórica" en la medida en que comparten muchos síntomas
de Sulphur. Pues mientras más se parecen a Sulphur, mayor es nuestra seguridad de que se trata de medicamentos
verdaderamente "psórico-símiles".
Desde luego el corte se hizo en Psorinum de manera arbitraria, pero considerar por sobre un 20 % de coincidencia
–y no menos– nos parecía razonable.
SINTOMATOLOGÍA MÍNIMA COMÚN DE LA "PSORA"
La conclusión a la cual arribamos es que el conjunto de los síntomas compartidos por Sulphur y la suma de los
medicamentos anteriomente enumerados, constituyen la sintomatología mínima común de la "Psora". En
ese 96,9 % de síntomas compartidos está la expresión más genuina de la "Psora".
Podemos considerar, entonces, a la suma de los 29 medicamentos ya señalados como Informaciones todas
representativas de la "Psora", ya que comparten en conjunto los mismos síntomas con Sulphur, y con respecto al
cual cada uno de ellos representa una bifurcación en el desarrollo de ésta.
Si agregamos a la sintomatología mínima común de la "Psora", los restantes síntomas de cada uno de estos 29
medicamentos –añadiendo los síntomas "mentales", y de las diferentes partes del cuerpo, como cabeza, ojos,
oídos, nariz, cara, boca, etc.–, tendremos la sintomatología expandida de la "Psora".
Sin embargo, habría que preguntarse si algunos de estos síntomas pudieran corresponder a "miasmas" diferentes.
O, tal vez, a un estado diferente de la "Psora", como veremos. Lo investigaremos más adelante.
La concepción hahnemanniana de que los restantes "miasmas" solamente pueden desarrollarse existiendo
previamente la "Psora", es decir, de que ésta es una condición necesaria para que el "miasma sifilítico" y el
"miasma sycótico" puedan añadirse al organismo, es comprensible tomando en consideración el concepto de
cisura biológica de Reckeweg.
Efectivamente, cuando la lesión aparece la acción del "miasma psórico" puro ha terminado. Pero no se trata de
una nueva sustancia patológica –de un nuevo "miasma"– que se agrega a la "Psora", sino de que la acción
patológica de ésta ha alcanzado la integridad de la célula misma y la lesión resulta así inevitable. Por eso la lesión
no es generalizada sino siempre parcial, pues es la consecuencia tardía y última de un proceso general –que es
siempre el "miasma psórico"–.
Solamente con las fases de degeneración y de neoplasia (o de desdiferenciación), la "Psora" parece complicarse
con otros "miasmas". Así, enfermedades infecciosas –en su correcto sentido– como la Sífilis o la Gonorrea (y
otras infecciones sexuales), o bien la Tuberculosis, pueden provocar, en un organismo previamente debilitado
por el "miasma psórico", efectos muy importantes de naturaleza destructiva o proliferativa.
La acción agresiva de la noxa infecciosa se potencia por efecto de la "Psora", y determina un avance mucho más
importante de ésta que lo que hubiera alcanzado a evolucionar por sí sola.
Para entender ésto, recordemos que en el funcionamiento celular coexisten dos tendencias relacionadas con la
apoptosis (o muerte celular programada) : una autodestructiva –asociada a la apoptosis aumentada–, y otra
proliferativa –asociada a la apoptosis disminuída–.
Cuando se rompe el equilibrio entre ambas tendencias, a causa de la acción de las toxinas intracelulares, el
mecanismo de apoptosis se hace ya sea más intenso, ya sea más lento de lo adecuado, o bien alterna entre ambos
niveles de desequilibrio. Recordemos, por ejemplo, que si se produce la muerte celular más tarde de lo debido se
origina el Cancer.
Por tanto, toda Información capaz de desencadenar estas tendencias, determinará, en aquellos organismos que
sean sensibles, la hiperactividad de la tendencia que sea el caso. Por tanto, habrá medicamentos homeopáticos, o
sea, Informaciones, que serán "sifilítico-símiles" y otros "sycótico-símiles" –y algunos que serán tanto lo uno
como lo otro–, pero siempre que entendamos estas expresiones en un sentido muy amplio y más bien metafórico.
En resumen: podemos considerar que sólo existe un "miasma", el "miasma psórico", y que los así considerados
"miasma sifilítico" y "miasma sycótico" no serían sino las complicaciones degenerativas de la "Psora", cuando
ésta ha alcanzado la integridad celular a causa de la supresión llevada a su extremo. Intentaremos demostrar estas
aseveraciones más adelante. Pero, antes de éso, aplicaremos la Estadística a este conjunto de síntomas generales
que, presuntamente, expresan la esencia de la "Psora".
ESTUDIO ESTADÍSTICO DE LOS SÍNTOMAS GENERALES
El considerar exclusivamente a estos 29 medicamentos como "psórico-símiles" es totalmente arbitrario, pues no
existe ningún límite, que pudiera ser considerado como necesario, por medio del cual realizar esta segregación.
Estrictamente considerado este asunto, cualquier medicamento homeopático por el solo hecho de provocar
síntomas en su experimentación en el ser humano sano, expresa al "miasma psórico".
Recordemos que la patología dependiente de este "miasma" es exclusivamente funcional, como lo reconocía
Hahnemann mismo, y, por consiguiente, se expresa exclusivamente mediante síntomas.
Sin embargo, existe un número finito de síntomas y, por tanto, lo que interesa descubrir es el mínimo número
de medicamentos que expresen el máximo número de síntomas. Este reducido número de medicamentos se
podrá considerar, entonces, como realmente "psórico-símiles" porque de alguna manera están más cerca
de laforma como reacciona la "Psora".
La pregunta es : ¿cómo se establece la línea de demarcación entre ese pequeño número de medicamentos y el
resto? Para obtener la respuesta haremos un estudio estadístico con el fin de calcular la varianza.
La varianza ( o variancia) es una medida de la dispersión o variación de los valores de la variable aleatoria
alrededor de la media. Si los valores tienden a concentrarse alrededor de la media, la varianza es pequeña; en
tanto que si los valores tienden a distribuirse lejos de la media, la varianza es grande.
En el caso que nos ocupa, la variable aleatoria está representada por la presencia o ausencia de cada uno de
los síntomas generales de Sulphur, el medicamento "psórico" por excelencia, en cada uno de los medicamentos
que le son comparados.
Al comparar los síntomas generales de cada uno de los 29 medicamento con los síntomas generales de Sulphur,
obtenemos el número de coincidencias con respecto a los 323 síntomas generales de este último. Es así como
opera habitualmente el médico homéopata para descubrir el medicamento curativo de cada paciente por tratar,
en un procedimiento denominado "repertorización".
Hagamos notar que el número total de observaciones será igual al producto de 323 por el número de
medicamentos considerados.
La fórmula de la varianza es la siguiente : s² = ∑ ƒ (c - c*)2 / N
(Donde s² es la varianza, ƒ es la frecuencia –que en el presente caso es igual a 1–, c corresponde a las
observaciones registradas y c* al promedio; N, por último, es igual al número total de observaciones.)
Entonces :
En primer lugar debemos obtener el promedio c* :
c* = 178 + 175 + 171 + 166 + 155 + 154 + 151 + 140 + 138 + 136 + 135 + 135 + 120 + 119 + 114 + 110 + 104
+ 100 + 99 + 90 + 89 + 79 + 75 = 2933 / 23 = 127,5
De donde :
c c* (c - c*) (c - c*)2
∑ 21.321,50
c c* (c - c*) (c - c*)2
∑ 4.847