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EL PUEBLO DEL SOL

(ALFONSO CASO)
Dentro de nuestra civilización científica, para actuar sobre las fuerzas naturales no tenemos
más camino que conocerlas primero y utilizarlas después, pero existen otras dos soluciones
que no son científicas, la magia y la religión. Estas difieren de la ciencia en cuanto que
ambas admiten los fenómenos que perciben nuestros sentidos o que capta la razón, un
mundo sobrenatural que rodea y envuelve.
El pueblo azteca tenía una religión politeísta, en la inmensa mayoría de sus concepciones
fue un conjunto de ideas y de prácticas rituales muy antiguas. Una de las ideas
fundamentales consiste en agrupar a todos los seres según los puntos cardinales y la
dirección central o de arriba o de abajo. El mundo y el hombre han sido creados varias
veces porque a una creación le sigue un cataclismo.
Por medio de mitos trataron de explicar los fenómenos celestes en los que se encuentran
la lucha de los dioses o sea los astros, concebían a las estrellas como los dioses. La
observación de los mismos los llevó a adoptar un calendario. Tenían cosmovisiones de
cómo iba a terminar el mundo o así veían los fenómenos naturales como terremotos. El dios
del fuego representa indudablemente una de las más viejas concepciones del hombre
mesoamericano, es el dios del centro en relación con los puntos cardinales.
Como el pueblo azteca era esencialmente agrícola es de imaginarse que también tenían a
un dios del agua, pues era fundamental para que influyera en sus cosechas, tanto para bien
como para mal. En la mayoría de los dioses que creaban los aztecas provenían por alguna
utilidad que descubrieran en ella, por ejemplo el maguey, que era utilizado para extraer el
pulque y para otras cosas, le fue atribuida una deidad.
Para los aztecas lo que determinaba el lugar a donde iba el alma no se determinaba en la
forma de comportarse en el mundo, sino en el género de muerte y la ocupación que tuvo
en vida el difunto. Aparentemente su alma se iba con el dios que estuviera relacionado con
su muerte, por ejemplo si moría ahogado se iba con el dios del agua.
También dentro de su cultura religiosa practicaban deporte como el juego de pelota o el
juego del volador, otras muchas ceremonias hacían con motivo de los nacimientos, de la
pubertad, del matrimonio, etc. También tenían jerarquías sacerdotales (obviamente no
católicos) que ejercían un servicio específico dentro de una celebración. Los más altos
funcionarios también ejercían como militares que se encargaban del orden social de los
mexicanos. También tenían escuelas que eran dirigidas por los religiosos que impartían
conocimientos de los astros y de los Dioses.

Se alcanza a comprender que la cultura azteca se regía en su totalidad


por una concepción religiosa, considero que ellos encontraban su
sentido o su fundamento en los dioses, se podría decir que tenían una
fe muy grande, pues al parecer la muerte no la veían como un temor
sino como un paso a la trascendencia con algún Dios, es muy
impresionante como el hombre mexicano si tener contacto con los
hombres de occidente coincide en el pensamiento de la trascendencia
hacia Dios, de una vida después de la muerte.
Luis Gómez Aguilar

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