You are on page 1of 2

Sobre la existencia dicotómica del ser humano según Ernesto Sábato.

Existen muy pocos textos literarios y críticos del pensamiento humano tan conscientes de las
virtudes y fracasos de la ciencia con respecto a la preponderancia de esta para alcanzar el
pleno conocimiento de nuestra existencia; como los de Ernesto Sábato.

Esto no es gratuito por supuesto, Sábato fue científico. Y fueron esos años de laboratorio, un
tanto renegados, los que marcaron su posterior dedicación al análisis de la crisis humana y en
parte a la divulgación de ciencia inadvertidamente. Es tal vez, esa confrontación distribuida a lo
largo de su obra y su lucidez para enmarcar ejemplos en lo que llamamos cotidianidad; su
legado principal y mayor característica.

Estos apuntes corresponden a la reinterpretación de los textos: “Uno y el universo (1945)” y


“Hombres y engranajes (1951)”; ambos de carácter ensayista sobre la adaptación de la
naturaleza humana y la búsqueda del sentido de la vida a través de la historia, el arte y la
ciencia.

Una frase inherente al análisis de la crisis del mundo moderno de “Hombres y engranajes” es la
siguiente:

“Los medios se transforman en fines. El reloj, que surgió para ayudar al hombre, se ha
convertido hoy en un instrumento para torturarlo. Antes cuando se sentía hambre, se echaba
una mirada al reloj para ver qué hora era; ahora se lo consulta para saber si tenemos hambre.”
(1951, pág. 28)

Una perspectiva de crítica al sistema capitalista y al uso de la ciencia con fines abstractos de
los que casi nadie tiene entendimiento. Según Sábato, el hombre individualizado ha perdido
todo el control sobre las herramientas que fueron creadas, en principio, para su beneficio.

“Una ley científica aumenta su dominio al abarcar los hechos, al generalizarse. Pero al
generalizarse se hace más abstracta, porque lo concreto se pierde con lo particular” (Hombres
y engranajes, 1951, pág.22)

La ciencia se ha convertido en una especie de superstición. Entonces en la búsqueda de


recuperar nuestra humanidad y el sentido de la vida, Sábato explora corrientes filosóficas como
el surrealismo y el existencialismo, advirtiendo que, en ningún caso, ni el individualismo ni el
colectivismo representan una solución a la crisis, sino que es necesario una nueva síntesis.
En su primera obra, reconociendo el caso, “Uno y el universo”, Sábato expone su
entendimiento conceptual sobre algunos temas claves para la humanidad. De aquí se
desprende como inevitable que sea este el origen de la estructuración de “Hombres y
engranajes” donde da a conocer íntegramente su pensamiento crítico social.

Sábato además es capaz de bordear extremos psicológicos a modo de ejemplos


interpretativos, como lo hace al sugerir con preguntas sueltas si acaso estamos siendo
manipulados por un ente mayor, ¿cuánto de ello puede resultar verdad?

Y aunque esto no sea relevante, de igual manera llama la atención, su proclamación de la


necesaria liberación de cualquier dogma para finalmente recalcar su creencia en algún
misterioso sentido de la vida y por tanto en nuestra grandeza y eternidad:

“¿Por qué buscar lo absoluto fuera del tiempo y no en esos instantes fugaces pero poderosos
en que, al escuchar algunas notas musicales o al oír la voz de un semejante, sentimos que la
vida tiene un sentido absoluto? Ese es el sentido de la esperanza para mí y lo que, a pesar de
mi sombría visión de la realidad, me levanta una y otra vez para luchar.” (Hombres y
engranajes, 1951, pág. 57)

De esta manera Sábato expone a manera de resumen su manera de pensar ampliamente


influenciada por su vida, inmiscuido en diversos mundos ideológicos dada su necesidad de
identificación individual en este mundo, su aprendizaje y suficientes respuestas a interrogantes
que todos y cada uno de nosotros, por nuestra condición en común de seres humanos, en
algún momento nos hemos formulado. La búsqueda de la verdad y la humanidad se encuentra
en nosotros mismos.

Y en mención a la aventura empírica que emprendemos por encontrar nuestro espacio y


significado conceptual mientras transcurren los años de nuestras vidas, sea necesario entonces
revisar estos ensayos para al menos, advertirnos sobre quién hizo lo propio con brillantez y
encontró que hace falta más que ochenta, ochocientos, ocho mil años “para empezar a darse
cuenta de cómo habría que vivir y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena.” (Uno y
el universo, 1945, pág. 44)

You might also like