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El actor está en el centro de los códigos: visual y auditivo; de los sub-códigos: gestual, fónico,
lingüístico. Atraviesa los códigos inconscientes, ideológicos y culturales. Todo el juego de los
signos visuales se encuentra vinculado a él, a su cuerpo (vestuario, maquillaje, máscara) a sus
movimientos (objetos, decorados), y es sobre él que se dirige la luz (y la cámara). Podríamos
afirmar que los signos que produce no son jamás signos puros: al igual que los restantes
elementos de la puesta en escena, pero de forma más radical, el actor fabrica signos que son al
mismo tiempo estímulos y particularmente estímulos eróticos. Y es sobre él que se concentra, la
opacidad del signo de la representación dramática.
1- Intencionales, íconos: a) del trabajo intencional por hacer pasar un contenido intelectual
afectivo: discurso oratorio, emisión de mensaje, trabajo de
persuasión, reducción, amenazas, ect.
b) signos codificados por el teatral o audiovisual; dicción, fraseo,
gestos, por ejemplo: la risa (teatral ,televisiva, radial y
cinematográfica)
El actor –objeto
En la relación entre la actividad del actor y la del director surge la siguiente pregunta, ¿es el
actor solamente un instrumento del director, objeto semiótico como los otros objetos de la
representación, o bien es el autor de los propios signos que emite? Pregunta cuya respuesta
abarca la función relativa de uno y de otro pero que no toca fundamentalmente el análisis de los
signos emitidos por el actor. De hecho, por autónomo que sea el actor, es indispensable que los
signos que produzca estén en armonía, en correspondencia o en oposición, con los de los otros
realizadores (Escenógrafos, luminotécnicos, otros actores, etc). Pero ni los directores más
despóticos pueden impedir que el actor produzca sus propios signos con su cuerpo.