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Resumen del fallo Bussi

En el caso "Bussi" la Corte resolvió que la justicia electoral debía evaluar si la Cámara de Diputados tenía
facultades para rechazar el título de un diputado por motivos éticos o políticos. Es decir que debía considerar
si a pesar de que Bussi fue electo por los ciudadanos de la provincia de Tucumán, la Cámara de Diputados
podía negarle que se incorporara a la banca.
Caso “Bussi, A. D. c/ Estado Nacional (Congreso de la Nación-Cámara de Diputados) s/ incorporación a la
Cámara de Diputados” (Resuelto el 4/11/2003).
Hechos:
A. D. Bussi fue elegido diputado nacional por la provincia de Tucumán como candidato del partido Fuerza
Republicana. En aquellos comicios, celebrados el 24 de octubre de 1999, obtuvo más de 100 mil votos. La
justicia electoral oficializó su candidatura sin que se formularan objeciones o impugnaciones a su postulación,
y la Junta Electoral Nacional de Tucumán lo proclamó oficialmente como diputado nacional el 22 de noviembre
de ese mismo año.
Sin embargo, el 1° de diciembre, cuando la Cámara de Diputados de la Nación se reunió para tomar juramento
a los nuevos legisladores, resolvió no incorporarlo al cuerpo, en razón de la denuncia de un grupo de diputados
que alegó que existían razones éticas que lo inhabilitaban para ocupar el cargo .
Así, no se le tomó juramento y se impidió su incorporación. Posteriormente, el 10 de mayo de 2000, esa cámara
resolvió rechazar su diploma de Diputado Nacional electo. En reemplazo, ocupó el cargo su suplente en la lista,
el diputado L. Klett.
La Cámara adoptó esta decisión según la interpretación que realizó del artículo 64 de la Constitución Nacional,
donde se afirma que “cada Cámara es juez de las elecciones, derechos y títulos de sus miembros en cuanto a
su validez.” Los diputados entendieron que esta cláusula constitucional los habilitaba a rechazar el pliego de
un diputado por motivos éticos o políticos.
Presentación del caso:
Bussi argumentó ante la justicia que la Cámara de Diputados no tenía facultades para rechazar su diploma de
diputado electo por razones éticas o políticas, y que tampoco le podía exigir requisitos adicionales a los que
impone la Constitución Nacional para ser miembro del cuerpo.
Dijo que las consideraciones de tipo éticas sólo le corresponden al pueblo en el momento de elegir a los
candidatos y no pueden ser luego revisadas por la Cámara para admitirlo o no. Alegó que así se violaba su
derecho político a ejercer el cargo de diputado para el que había sido elegido por el pueblo tucumano.
En virtud de otra cláusula constitucional que así lo establece, admitió que los diputados pueden expulsar de la
cámara a uno de sus miembros. Pero que ello debe hacerse una vez que éste ha sido incorporado al cuerpo,
y cuando la causal de inhabilidad moral se produce con posterioridad al ingreso.
Decisión de las instancias inferiores:
Tanto el juzgado de primera instancia con competencia electoral como la Cámara Nacional de Apelaciones se
negaron a tratar el planteo de Bussi. Consideraron que no era una cuestión que pudieran resolver los jueces,
sino que era materia propia y excluyente de los legisladores. Es decir, que no era una cuestión justiciable, sino
política. Ambas instancias dijeron que las decisiones relativas a la integración de uno de los tres órganos
esenciales de la estructura del Estado -cuyas competencias excluyentes hacen a la forma republicana de
gobierno- es un acto que escapa al control judicial. De lo contrario, se estaría poniendo en juego la
independencia del Poder Legislativo.

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Decisión de la Corte:
Dos años después, en octubre de 2001, la Corte Suprema revocó la decisión de la Cámara y resolvió que la
demanda de Bussi no planteaba una mera cuestión política no justiciable, sino que ameritaba ser revisada
judicialmente. (Voto de los jueces Nazareno, Moliné O´Connor, Fayt, Belluscio, Petracchi, Boggiano, López,
Bossert, Vázquez). El máximo tribunal afirmó que ante la presentación de una causa, la decisión sobre la
existencia y los límites de las atribuciones de los poderes legislativo, judicial y ejecutivo le correspondía a la
Corte.
En consecuencia, ordenó que los jueces de la instancia inferior dictaran una nueva sentencia conforme con
ese criterio. Así, no dijo si el planteo era correcto o no, sino que mandó a que se controlara la decisión de la
Cámara de Diputados en cuanto a la negativa a incorporar al legislador electo Bussi.
La justicia electoral, luego de estudiar el caso nuevamente, volvió a rechazar la petición de Bussi, aunque por
una razón diferente. La Cámara entendió que no subsistía el motivo del reclamo, ya que el diputado L. Klett,
su suplente, había asumido en su reemplazo a pedido del partido que ambos integraban. Estos jueces
estimaron que la incorporación de Klett, en mayo de 2000, “inviste la representación del pueblo de Tucumán”,
y que, al haber sido decidida por el propio partido, ya no existía el agravio que alegaba Bussi.
Una vez más el referente tucumano apeló ante la Corte, que a su vez volvió a revocar la sentencia del tribunal
inferior. El 4 de noviembre de 2003, el máximo tribunal resolvió que la justicia electoral debía dictar otra
resolución en la que evaluara si la Cámara de Diputados tenía facultades para rechazar a un representante
electo por motivos éticos o políticos. (Voto de los jueces Fayt, Petracchi, Boggiano, Vázquez, Antelo -conjuez-
. En disidencia Belluscio, Maqueda y Mitchell -conjuez-. Se excusaron Moliné O´Connor y López) Es decir, que
el hecho de que el suplente se hubiera incorporado a la Cámara de Diputados a pedido del partido que ambos
integraban, no impedía que la justicia revisara la decisión de ese cuerpo de no admitir a Bussi.
La Corte aclaró que el agravio para Bussi persistía, pues L. Klett ya había tomado el cargo cuando el caso llegó
por primera vez ante ella, y desde aquel primer fallo se entendía que el planteo no era abstracto. Es decir, que
aunque el suplente de Fuerza Republicana hubiera asumido en reemplazo, subsistía en agravio para Bussi.
Por ello, el máximo tribunal consideró inaceptable que después de aquella sentencia la Cámara hubiera
resuelto nuevamente en forma contraria, lo que equivalía a desconocer la autoridad de las resoluciones de la
Corte. Agregó que el agravio subsiste -como mínimo- hasta que el mandato por el que había sido elegido no
venciera. Ello ocurriría en diciembre de 2003, poco más de un mes después de esta sentencia de la Corte.

Nos interesa remarcar que el juez Maqueda -que sólo votó en la segunda sentencia pues se incorporó a la
Corte en enero de 2002- no compartió el criterio del tribunal en su primera decisión y sostuvo que la Corte no
puede revisar las decisiones de la Cámara de Diputados por tratarse de cuestiones políticas exclusivas de
aquél cuerpo.

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