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Conquistas de buenas
palabras y de guerra: una visión
indígena de la conquista
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Tel. 5622-7347, fax 5622-7349
ISBN 978-607-02-4326-4
*
La historia de esta publicación es un tanto extraña y compleja, pero es importante que
el lector la conozca porque explica la existencia de varios textos similares publicados en
diferentes editoriales. El primer capítulo es una traducción con cambios menores del capí-
tulo 1 del libro Indian Conquistadors. Indigenous Allies in the Conquest of Mesoamerica
(Laura E. Matthew y Michel R. Oudijk (eds.), Norman, University of Oklahoma Press,
2007). En 2008 se publicó la traducción de este capítulo con dos capítulos más sobre don
Gonzalo Mazatzin y la probanza de su nieto don Joaquín en un libro llamado La con-
quista indígena de Mesoamérica. El caso de don Gonzalo Mazatzin Moctezuma (Michel
R. Oudijk y Mathew [sic] Restall, México, Secretaría de Cultura del estado de Puebla/
Universidad de las Américas Puebla/ Instituto Nacional de Antropología e Historia, Pue-
bla). El proceso de publicación de este último libro fue bastante irregular y errático, razón
por la cual contiene múltiples errores. Debido a lo anterior y al hecho de que el libro está
agotado, hemos decidido publicarlo de nuevo pero ahora con correcciones y cambios, así
como un nuevo capítulo sobre la Lista de tributos de Tepexi de la Seda.
sino que fue una continuación de muchos otros procesos indígenas que
ya existían y que simplemente continuaron después de 1519, aunque en
algunos casos con un ritmo acelerado.
El documento que editamos y presentamos ahora representa una visión
distinta de la Conquista, y nos hace dudar fuertemente de la “historia”
tal y como se ha escrito hasta ahora.1 La presencia de los españoles casi
se reduce a algo anecdótico y el papel de los indígenas es el que rige. Se
trata de una versión de lo que sucedió, pero que no hemos escuchado y
que merece ser oída. Representa las voces de lo que llamamos los ven-
cidos, pero el término es inapropiado, ya que fueron los conquistadores
indígenas quienes se convirtieron en vencedores. Son los protagonistas
de una gran historia; toman decisiones y persiguen mejorar su situación.
Con el mismo orgullo y las mismas frustraciones que sus compañeros,
los conquistadores españoles, estos indígenas nos cuentan su “historia”.
Una historia que ya no podemos ignorar. Una historia que es parte de la
historia mesoamericana.
<http://www.iifilologicas.unam.mx/index.php?page=ebooks#.UYlX4ytvw-Q>
Se trata de una probanza que gestionó Don Joaquín de san Francisco. Para la trans-
1
cripción paleográfica de este documento se han seguido algunas reglas que pueden ser
consultadas al final de las páginas de este libro.
Matthew Restall
Pennsylvania State University
ron compradas por la Fundación Jay I. Kislak en 1999. Para apreciar una buena repro-
ducción de estas pinturas, véase Vargaslugo et al. (2005: 42-61). La segunda pintura fue
reproducida y comentada brevemente en Restall (2003: 30-31).
que persisten de una u otra forma hasta hoy; y por el otro lado, la propia
existencia de ese texto muestra que hay un número creciente de voces re-
visionistas y presentaciones de pruebas que desacreditan dichos mitos. Es
más, el aspecto más conocido y aceptado sobre la visión revisionista de la
Conquista es la existencia de los aliados indígenas.2 Ejemplo irrefutable de
ello es el hecho de que Tlaxcala proporcionó grandes cantidades de gue-
rreros a los españoles para ayudarlos a sitiar y destruir Tenochtitlan. Esto
ya no es una observación revisionista, ya que ningún historiador moder-
no argumentaría que la marginalización de los tlaxcaltecas en las pinturas
de Kislak refleja de manera exacta su papel en la destrucción del imperio
mexica. Sin embargo, lo que es mucho menos conocido es el origen del
apoyo indígena y el grado de influencia que éste tuvo sobre la actividad
militar española en Mesoamérica de 1519 a finales del siglo xvi.
En este capítulo, se tratará el papel de los indígenas durante la Con-
quista mediante cuatro categorías, que van de lo más conocido a suge-
rencias novedosas sobre patrones y posibilidades de conquista. Las cate-
gorías son las siguientes:
1. El número de auxiliares indígenas.
2. La ubicación de los aliados nativos más allá de los ejemplos conoci-
dos de la guerra entre españoles y mexicas de 1519 a 1521.
3. El papel crucial de los auxiliares no-combativos (guías, espías, in-
térpretes, cocineras, tamemes, etcétera).
4. La posibilidad de que la Conquista española haya imitado patrones
indígenas de conquista y comercio, hasta el grado de haberse ba-
sado en las conquistas que formaron al imperio mexica. Nuestros
datos provienen de una combinación de fuentes secundarias y docu-
mentos de archivos (principalmente de peticiones de conquistado-
res mesoamericanos mandadas a España durante el siglo xvi).
Parcialmente, ésta es la razón por la cual el tema de los aliados nativos está presente
2
en Restall (2003: 44-63). En el contexto más amplio, respecto a la asistencia que los
españoles recibieron de guerreros indígenas y africanos, véase también Restall, 2000.
3
Otro ejemplo que prueba la existencia de estos aliados, además del reporte de Alva-
rado, son los documentos procedentes de la petición de 1564, citada anteriormente, en
la que descendientes de los conquistadores indígenas reclaman su derecho a tierras y el
privilegio de no pagar tributo (véase AGI-J 291, Exp. 1).
4
AGI-J 291,1:96v: “…al tiempo que el d[ic]ho don pedro de alvarado passo con los
d[ic]hos españoles e yndios capitanes de suso declarados vido que trayan consigo mu-
chos yndios de sus tierras que dezian que heran sus deudos e maçeguales y quel t[iem]
po que este testigo anduvo en la guerra vido que los d[ic]hos capitanes hizieron sus
cuadrillas cada uno por su orden”.
Las elevadas cifras citadas en las fuentes sobre la guerra entre aliados y
mexicas, de 1519 a 1521, también aparecen con regularidad en muchas de
las peticiones y reclamaciones enviadas a la Audiencia Real y al emperador
durante el siglo xvi. Dichos documentos corresponden al periodo antes se-
ñalado, pero continuaron enviándose a lo largo de los años que duraron las
guerras de conquista posteriores a la caída de Tenochtitlan. Todos los espa-
ñoles que participaron en el proceso de exploración, descubrimiento, con-
quista y colonización de América tenían la obligación de entregar a los ofi-
ciales reales reportes que iban dirigidos al rey. Estos reportes que contaban
en detalle lo que los españoles hacían y encontraban —escritos en forma
de cartas, relaciones u otras variantes— eran llamados probanza de mérito.
La entrega de estos reportes significaba para los españoles que habían par-
ticipado en una conquista, así como la posibilidad de conseguir compen-
saciones como títulos oficiales, privilegios y otros beneficios. Así pues, al
principio, las probanzas provenían de soldados españoles que pedían se les
otorgaran pensiones, encomiendas y oficios en la administración colonial,
pero al cabo de un tiempo los conquistadores negros también comenzaron
a exigir las mismas compensaciones que incluían la exención de tributo y
el derecho a un lote de casa dentro de la traza de una ciudad colonial.6
De igual forma, la élite indígena y comunidades enteras (representadas
por el cabildo), también entregaron sus peticiones, cuyo estilo era un hí-
brido entre una probanza española y una petición mesoamericana (Restall,
1997; Pérez-Rocha y Tena, 2000). Particularmente, durante la segunda
mitad del siglo xvi, varios grupos indígenas mandaron cartas reclamando
derechos y privilegios basados en su participación en la Conquista. Una
constante en esas peticiones es que se hacía referencia al número de perso-
nas que habían estado involucradas en las expediciones militares (Restall,
mitos de conquista, véase Restall (2003: 11-18, 37). Existen ejemplos de probanzas de
conquistadores negros en AGI-M 204 y 2999, 2 (véase también Restall, 2003: 54-63).
AGI-P 245; AGI-G 52:77r-78r; AGI-M 94,9; AGI-E 160b,1:285r. AGI-J 291,1:239r.
7
9
Don Joaquín reclama que su abuelo, don Gonzalo, era nieto del gobernante mexica
Moctezuma Xocoyotzin, supuesto padre de doña María, madre de don Gonzalo. Sin em-
bargo, por razones históricas y cronológicas, es más probable que don Gonzalo fuera nieto
de Moctezuma Ilhuicamina (1440-1468), como se afirma en la Crónica mexicayotl (1992:
sección 200; Anderson y Schroeder, 1997: 132-133) y relatan varios testigos (AGI-P 245,
R. 10:4v, 12r, 14r, 17r, 19v). Jäcklein (1978) sí aceptó la pretensión de don Joaquín.
10
Véanse, por ejemplo, los relatos contrarios de los mixtecos y nahuas en el valle
de Oaxaca (Sousa y Terraciano, 2003) y el caso de la apropiación creativa, en el mapa de
Cuauhtlanzinco (Wood, 2003: 77-106).
Véase Oudijk (2002a: 95-131), para más información sobre el concepto de con-
11
quista en Mesoamérica.
12
La expresión “buenas palabras a lagunas” quiere decir “lagunas de buenas pala-
bras”, o sea, Don Gonzalo utilizó muchísimas palabras para convencer a los pueblos de
que era mejor rendirse.
vicio de las tropas españolas durante la Colonia —sobre todo en México después del
1550—, véanse las secciones “The Role of Native Militias” y “Native Militiamen on the
Frontier: Sonora in the 1790s”, en Vinson III y Restall (2005).
14
Para una comparación de varias fuentes sobre esta supuesta conspiración, véase
Restall (2003: 147-156).
15
El texto original está escrito en chontal maya: Título de Acalán-Tixchel:73r, el cual
fue traducido por Restall y puede consultarse en Restall (1998: 64): Çelutapech was ki-
lled by the Cehach men […] For this reason, the Castilian men went on with trepidation
Del lado europeo del Atlántico, españoles y otros soldados del continente
conformaban ejércitos cada vez más complejos, grandes y, a veces, bien or-
ganizados, que dependían de redes de apoyo y abastecimiento. No obstan-
te, este hecho —que los historiadores han llamado la revolución militar—
no tuvo mucha relevancia para las conquistas españolas mesoamericanas
del siglo xvi, aunque sí contribuyó a la mistificación de la Conquista. Los
soldados invasores españoles en Mesoamérica no pertenecían a un ejército
estructurado formalmente, más bien eran miembros armados de compañías
de exploración, conquista y colonización (en caso de éxito),16 que espera-
ban que las actividades militares cedieran lo más rápido posible para poder
establecerse y así permitir la llegada de mercaderes españoles con sus su-
ministros, esclavos, correspondencia e incluso familiares. Mientras tanto,
los colonizadores españoles dependieron totalmente de las redes indígenas
de apoyo y abastecimiento. Los guerreros no eran los únicos indígenas que
aportaron a las fuerzas armadas invasores, sino había también cargadores,
cocineros, guías, espías e intérpretes locales, quienes a menudo desempe-
ñaron papeles tan cruciales como los de los aliados indígenas armados.
Los cargadores o tamemes también jugaron un papel relevante e indis-
cutible en el éxito de las empresas militares en Mesoamérica. Después
de todo, las bestias de carga eran desconocidas en la región y durante los
primeros años los españoles trajeron consigo relativamente pocos caba-
llos, por lo que si no hubiera habido tamemes, los españoles habrían teni-
do que cargar todo ellos mismos. Después de que el señor de Cempoala
otorgó 400 hombres a los españoles, Díaz del Castillo suspiró con alivio:
“[…] desde que vimos tanto indio de carga nos holgamos, porque antes
siempre traíamos a cuestas nuestras mochilas […]” (Díaz del Castillo,
1955: cap. 45). El mismo autor indica que a partir de ese momento siem-
pre los pedían, aunque tal cosa no era necesaria, ya que cada gobernante
tenía por costumbre e incluso por obligación proveer al señor aliado de
in their hearts, but as they killed five or six of the [Cehach] soldiers upon arriving in
Cehach, it was Cehach men who cleared the way through to Tayasal [Ta Ytza].
16
Sobre la revolución militar, véase Parker (1996) , y sobre su relevancia en la Con-
quista de Mesoamérica y las percepciones equivocadas relacionadas, véase Restall
(2003: 28-33, 143).
Véase AGI-G 52:77r-78r (1547); AGI-P 2,2; AGI-J 291,1:69v, 97r, 171r-v, 174r;
17
AGI-E 160b:186-189; Muñoz Camargo, 1986: Libro II, cap. IV: 194-209.
18
El título, que forma parte del Chilam Balam de Calkiní, y su traducción fueron
publicados en Restall (1998: 86-103) y Okoshi Harada (2009).
que no había sido explorado o que era poco conocido. Durante el tra-
yecto a Tenochtitlan, en varias ocasiones, los guías indígenas advirtie-
ron a los invasores sobre los grandes ejércitos que les esperaban en el
camino. Durante las expediciones posteriores a Guatemala y Honduras,
esos guías “yvan siempre delante descubriendo tierra e sino fuera por
hellos pereçieran muchas vezes porque los yndios henemygos les then-
yan puestas çeladas y muchos hoyos hechos donde el que caya no podia
escapar lo qual descubrian los dichos yndios” (AGI-J 291,1:98r).19
Los guías solían además adelantarse en el camino para limpiarlo y
abrirle paso a la expedición. Así fue particularmente en el sur de Mesoa-
mérica. Varias fuentes mencionan en repetidas ocasiones que los aliados
indígenas tenían que abrir el camino no sólo porque el terreno era rudo,
sino porque después de 1521 las expediciones de aliados frecuentemente
eran muy grandes: cientos de españoles y africanos, así como miles de
guerreros y cargadores nativos. Guiar y abrir caminos era un trabajo ries-
goso, pues los mesoamericanos aliados que eran capturados por los nati-
vos opositores eran ejecutados o sacrificados ritualmente, como los con-
quistadores indígenas dejan claro en sus testimonios (AGI-J 291,1:39v,
76r, 82v, 106v y muchos más).
Por ejemplo, cuando la expedición encabezada por Cortés pasó por
el norte de Guatemala en 1525, los aliados necesitaron de gente local
para atravesar un territorio desconocido y hostil. Para pasar de Acalán-
Tixchel al siguiente reino maya grande, el de los Itza, la expedición tenía
que cruzar ríos y selvas, así como el reino más pequeño de los mayas,
Cehach. Para lograrlo, obligaron a una gran cantidad de mayas chontales
a construir un puente que los comunicara con esta población. Uno de los
capitanes mayas responsables de la operación, Çelutapech, fue muerto
por guerreros cehach en un ataque que desconcertó a los españoles. No
obstante, una vez que los mayas cehach fueron conquistados, los aliados
consiguieron forzarlos a abrir y limpiar el camino a la capital Itza (véase
la cita al inicio de esta sección). El motivo de los cehach para a presurar
Expansión precedida
Las ciudades fueron a menudo atacadas secuencial-
mente, y con los recursos, la información y, a veces,
hasta con los soldados de la última ciudad conquista-
da, conquistaron la siguiente… La expansión azteca,
de la que no hay otro precedente, llevó a los aztecas
a regiones donde no tenían enemigos tradicionales y
donde a veces podían explotar los antagonismos lo-
cales de un adversario contra otro, al ponerse oportu-
namente al lado de uno de ellos. Los aztecas también
libraron campañas de intimidación contra ciudades a
las que no atacaron directamente. Los emisarios iban
a aquellas ciudades para pedir que se convirtieran en
sujetos del rey azteca, usualmente en términos razo-
nablemente favorables. Ambas cosas, la proximidad
de un gran ejército entrenado y obviamente exitoso,
así como el ejemplo de otras ciudades ardiendo a su
alrededor, causó que muchas ciudades capitularan sin
resistencia (Hassig, 1988: 21).21
“for individuals pressed into service, the requirements of survival were flexibility,
20
youth, sharp intellect, and sheer good luck”. Sobre Chi, Malinche y otros intérpretes na-
tivos, véase Karttunen, 1994; Restall, 1998: 144-52; 2001 y 20033: 23-24, 82-88, 91, 93.
21
Cities were often attacked sequentially, with the resources, intelligence, and, some-
times, the soldiers of the latest conquest aided in the next one … The Aztecs’ unprece-
dented expansion took them to regions where they had no traditional enemies but where
they were sometimes able to exploit local antagonisms by siding opportunistically with
one adversary against another. They also waged campaigns of intimidation against cities
they did not attack directly. Emmissaries went to such cities to ask that they become
subjects of the Aztec king—usually on reasonably favorable terms. Both the proximity
of a large, trained, and obviously successful army and the object lessons burning around
them led many cities to capitulate peacefully.
22
Esta interpretación al revés tiene un papel dominante en la historiografía mesoame-
ricana y novohispana y consiste en considerar europeos esos elementos iconográficos,
históricos y culturales que ocurrieron en Mesoamérica durante la época colonial y que
tienen su contraparte en Europa. Aunque pocos autores lo formulan tan claramente, es
una interpretación casi automática y, por tanto, no explícita en la literatura histórica. Este
método, en nuestra opinión obviamente equivocado, es muy peligroso por el hecho de que
Alianzas
Que la intención de los nahuas era llamar a los invasores cosas malas y no dioses queda
confirmada en una de las acciones de Cortés al inicio de la Conquista. Para impresionar
a la guarnición mexica en Tizapancingo, Cortés mandó a Heredia “El viejo”, un conquista-
dor que “tenía mala catadura en la cara, y la barba grande y la cara medio acuchillada, y un
ojo tuerto, y cojo de una pierna” (Díaz del Castillo, 1955: cap. 49: 83), y le ordenó disparar
varios tiros al aire para que los indígenas pensaran que era un teul. Cuando uno lee las des-
cripciones relatadas en fuentes indígenas donde se expresa el respeto, el temor y el miedo
que sentían los habitantes locales hacia ciertos españoles, es evidente que dichas tácticas
funcionaban (véase, por ejemplo, la segunda página del Libro de los guardianes y gober-
nadores de Cuauhtinchan, 1519-1640 [1995] o las descripciones en AGI-P 245, R. 10).
Sin embargo, el miedo no impidió a los guerreros mesoamericanos pelear contra los espa-
ñoles y sus caballos y matarlos. Al contrario, es posible que vieran a los españoles como
los ixiptlatli de los teteuh, o sea, como representantes o imitadores de los teteuh y, como
tales, tenían que ser tratados con respeto, pero también podían aniquilarse. De hecho, en la
vida ritual mesoamericana había que matar a los ixiptlatli, como varias fuentes corroboran
(sobre el concepto de ixiptlatli, véase Hvidtfeldt (1958), y sobre rituales mexicas, véase
particularmente Sahagún, 2000). La cuestión de los españoles como teteuh (o ixiptlatli)
sugiere fuertemente que ambos lados buscaban puntos de encuentro o aspectos familiares
en la cultura del otro, para crear una base sobre la cual pudieran comunicarse y trabajar
juntos: el inicio del sincretismo (véase Oudijk, 2002a, en especial la nota 8, para más in-
formación acerca del proceso de sincretismo y las tradiciones coloniales mesoamericanas).
24
“[m]ulti-city alliances were composed of allied city-states or multi-city states
drawn together by mutually perceived interests, including security from external mili-
tary threats, and they could thus be of considerable size”. The members of such allian-
ces were not centrally controlled, nor did they share “a common ethnic identity”. But,
being “less bound by geographical limitations”, they essentially functioned as “special-
purpose institutions, arising from perceived needs and persisting as long as needs were
satisfied”.
Díaz del Castillo (1955: cap. 45: 77) niega que tal alianza fue propuesta en este mo-
25
mento: “Aquí es donde dice el coronista [sic] Gómara que estuvo Cortés muchos días en
Cempoal, y que se concertó la rebelión y liga contra Montezuma: no le informaron bien,
porque, como he dicho, otro día por la mañana salimos de allí”. Según Díaz del Castillo
(1955: cap. 47:79-81) la rebelión contra Moctezuma comenzó cuando Cortés forzó a que
en Cempoala se tomaran prisioneros a los colectores de tributo de Moctezuma y a que se
negaran a pagarle tributo a nadie más que al rey de España.
26
Véanse estos dos volúmenes para las contribuciones sobre las culturas de ciudades-
estados mayas, mixtecas, mexicas y zapotecas de Nikolai Grube, Michael Lind, Michael
Smith y Michel Oudijk, respectivamente.
27
Probablemente no tenemos que entender generación como la relación entre padres
e hijos, sino en el sentido de linaje. En náhuatl y en zapoteco, linaje y generación se
expresan con la misma palabra: tlacamecayotl y tija, respectivamente.
28
Véase Pérez-Rocha y Tena (2000) y Pérez-Rocha (1998) para el tema de doña Isa-
bel y las transcripciones de unos documentos relacionados con las batallas legales por
privilegios. Véase también Chipman (2005).
huyeron a los montes y, como consecuencia, los invasores se quedaron sin comida y sin
agua. En un pueblo a las orillas del Río Grijalva, bajo amenaza de guerra, recibieron un
poco de comida. Al día siguiente tuvo lugar una batalla y la gente abandonó el pueblo,
pero la batalla siguió varios días más (Cortés, 1992: Primera carta; Díaz del Castillo,
1955: cap. 25-44).
veces sin darse cuenta de ello. Por ejemplo, no fue Cortés sino los seño-
res y guías de Cempoala quienes decidieron que el camino a Tenochtitlan
pasaría por Tlaxcala. Después de que los españoles y sus aliados fueron
recibidos como amigos por Olintetl —gobernante de Iztacamaxtitlan
sometido a Moctezuma—, quien les aconsejó pasar por Cholula en su
camino a Tenochtitlan, Cortés prefirió seguir el consejo de los señores de
Cempoala y continuó rumbo a Tlaxcala. Cholula era otra de las ciudades
dominadas por el imperio mexica, por lo que muy probablemente Cortés
y sus hombres se habrían encontrado una considerable, si no decisiva, re-
sistencia. En cambio, Tlaxcala era un aliado en potencia contra la podero-
sa Triple Alianza. No existen pruebas directas de que ése haya sido el mo-
tivo detrás del consejo del señor de Cempoala, pero es claro que ni Cortés
ni sus capitanes habrían tomado solos esa decisión sin la pericia y los argu-
mentos presentados por los señores aliados mesoamericanos, y esto aplica
no sólo para el caso de la marcha a Tenochtitlan, sino para el resto de las
expediciones españolas realizadas en Mesoamérica a partir de 1519.
Conquistas secuenciales
Otra vez, la descripción de Hassig sobre los modelos nahuas nos propor-
ciona un patrón que puede aplicarse a las actividades aliadas del siglo
xvi. Este autor describe la estrategia secuencial de la expansión mexica
—utilizada posteriormente por los españoles— y señala que los mexicas
usaban el territorio que recién habían conquistado, incluyendo gente y
recursos, como un trampolín para la siguiente conquista. A este mecanis-
mo se añadían las estrategias de explotar antagonismos locales y librar
campañas de intimidación, durante las cuales se invitaba a las comunida-
des a rendirse pacíficamente mientras tenían “los ejemplos de otras ciu-
dades ardiendo a su alrededor” (Hassig, 1988: 21). Este patrón de con-
quistas escalonadas es muy similar al de los españoles y sus aliados en
Mesoamérica, ya que la mayoría de las frases escritas por Hassig podría
aplicarse al modelo de la Conquista sin cambiar alguna.
Uno de los ejemplos más obvios al respecto es el de Tlaxcala, ya que
en general los tlaxcaltecas se presentan como aliados voluntarios de los
Véase Oudijk (2000: cap. 2) para obtener información más completa sobre el
30
asunto. Pero hasta las conquistas son ambivalentes ya que hay diferentes tipos: “e que
alg[un]os dellos fueron conquistados y allanados por fuerça de armas y otros por rrue-
gos y amonestaçiones…” (AGI-P 245: R.10:294r). Véase Oudijk (2000a) para más in-
formación sobre el concepto mesoamericano de conquista.
Rutas comerciales
Chila Teotitlan
Te[qui]cistepec Tecomauacán
Acatepec Quiotepec
Zapotitlan Cuicatlan
Tehuacan Coixtlahuaca
Chiapulco Texupan
Coxcatlán Tamazulapa
Teposcolula
asocia a la región chinanteca en el norte de Oaxaca. Sin embargo, en este contexto parece
referirse al nombre del pueblo que está justo al lado de Piaztla (Gerhard, 1986: 44). Igual-
mente, Tlachinola es —o se convirtió— en un Barrio de Tlapa y a veces se usa como un
nombre alternativo del mismo (Gerhard, 1986: 333, Carrasco, 1999: 276-279). No hemos
podido identificar el pueblo de Ecatepec. Véase también Jäcklein (1978) para un recono-
cimiento de estos pueblos.
32
Véase el Códice Mendoza ff. 39r para la provincia de Tlapa, y Berdan et al. (1996:
273, 284) para más información sobre las provincias de Chiauhtlan y Acatlan.
Cuando los aliados estaban en Tepeaca después de la llamada Noche Triste, Cortés
33
cosmovisión y psique indígenas como consecuencia del arribo de los españoles y del
establecimiento de la sociedad colonial.
Conclusiones
El caso
El documento que analizamos se encuentra en el Archivo General de
Indiasen Sevilla, España (Patronato 245, R. 10, Exp. 1-2). Es producto de
un caso judicial iniciado por don Joaquín de San Francisco, gobernante y
cacique de Tepexi de la Seda, Puebla. El texto está dividido en dos expe-
dientes, aunque no se sabe cuál es la razón de esta separación, ya que evi-
dentemente forman parte del mismo proceso. Además, no está completo y,
por tanto, no sabemos del documento mismo cuál fue la decisión del Rey
y su Real Consejo de Indias. Ambos expedientes terminan con un párrafo
en el cual se refieren al hecho de que son traslados, es decir, copias de un
texto original.
En el proceso don Joaquín intenta mostrar el gran apoyo que habían
dado su padre y abuelo en la conquista y la colonización de Puebla y la
Mixteca Alta. La meta era conseguir que la Corona diera una merced a su
familia y sus descendientes, así como al pueblo de Tepexi de la Seda,
para librarlos del pago tributario. Tal petición era muy común durante el
siglo xvi, puesto que los conquistadores y sus descendientes recurrieron
continuamente a esa costumbre.
El caso inicia el 29 de noviembre de 1584 cuando el abogado Agustín
Pinto presenta, en nombre de don Joaquín, la petición al Rey, según el
texto, acompañado por un interrogatorio. Este último consiste de nueve
preguntas (Exp. 2, ff. 3r-5v) que explican la ascendencia de don Joaquín,
sus hazañas en la conquista y finalmente su descendencia. Es importante
hacer notar que el primer expediente no contiene el interrogatorio, y que,
en consecuencia, los testimonios que ahí aparecen no siguen el de este
patrón, sino que son más bien libres en su estructura.
El segundo expediente contiene otra petición de don Joaquín del 4
de diciembre en la que pide al Rey una provisión para que se ejecutara
la investigación a través de la interrogación de testigos. Sin embargo,
Los testigos
Para defender su petición ante el Rey de España, don Joaquín de San
Francisco presentó 45 testigos de 15 diferentes pueblos. Fue de gran
Los testimonios
36
Para tener una idea más clara de cómo se realizó la transcripción remito al lector
a las reglas de transcripción que se siguieron para este documento (p. 105).
37
Parece que se trata de un gentilicio, o sea “persona de Tolnahuac”. Tolnahuac quie-
re decir “cerca de los tules”.
más que al dicho don Joaquín de San Francisco porque lo vio este testigo se-
gún lo tiene dicho y declarado. Y que conoció a don Gonzalo Mazatzin Tecutle
Montezuma, padre del dicho don Juan de Montezuma y abuelo del dicho don
Joaquín de San Francisco. Y al modo de su gentilidad sabe este testigo, que an-
tes que fuese casado el dicho don Gonzalo, hubo por su hijo al dicho don Juan
de Montezuma, padre del dicho don Joaquín. Porque este testigo es hombre de
más de ochenta y seis años y vio cómo era habido e tenido públicamente el di-
cho don Juan por hijo del dicho don Gonzalo Montezuma, y esto al dicho don
Gonzalo Mazatzin Montezuma. Asimismo sabe este testigo que fue público y
notorio en esta ciudad de México y Nueva España ser el susodicho nieto de
Montezuma, rey que fue en aquel tiempo de esta ciudad de México y Nueva
España, que era en tiempo de su gentilidad. Y que era hijo de una hija del di-
cho Montezuma, que se llamaba Mazatzin. Y en tal reputación de tal nieto del
dicho Montezuma pintado en todas las pinturas antiguas. Y fue el dicho don
Gonzalo señor natural e gobernador del dicho pueblo de Tepexi de la Seda. Y
este testigo le conoció muy particular y vio lo que dicho y declarado tiene en
el dicho pueblo y en esta dicha ciudad de México Y demás de esto este testigo
oyó decir por cosa pública y muy notoria como, habiendo venido a esta Nueva
España el Marqués del Valle don Hernando Cortés y estando en la ciudad de
Tlaxcala, el dicho don Gonzalo Mazatzin Montezuma, siendo gobernador del
pueblo de Tepexi, envió indios principales del dicho pueblo con mensaje
e recaudo suyo al dicho Marqués del Valle. Y entre los que fueron con el dicho
mensaje fue uno de ellos un tío de este testigo que se llamaba Toche. Y envió
a decir al dicho don Fernando Cortés qué se le ofrecía en nombre de su majes-
tad por leal vasallo, él y los suyos, para acudir a servir a la Real Corona en todo
lo que se ofreciese. Y le envió un presente de oro y piedras muy ricas y cosas
de pluma muy preciadas, de lo cual el dicho Marqués recibió mucho contento
y lo tuvo en mucho. Y recibió el dicho presente. Y que había dado la respuesta
del dicho mensaje al dicho su tío de este testigo. Y le había dicho que dijese
al dicho don Gonzalo Montezuma como se vendría por el pueblo de Tepexi
a holgarse y a agradecerle el comedimiento y lo demás que con él había he-
cho. Y después de esto, que viniendo el dicho don Hernando Cortés, Marqués
del Valle, hacia esta ciudad desde Tlaxcala, le salieron a recibir el dicho don
Gonzalo Montezuma y los demás del dicho pueblo de Tepexi en término del
dicho pueblo de Tepexi. Que iba de paso caminando. Y le recibieron junto a la
Estancia de Molcaxac. Y que había recibido mucho contento el dicho Marqués
del Valle con el dicho don Gonzalo. Y que se le había allí ofrecido de nuevo
con su persona y los suyos para servir la Real Corona. Todo lo cual este testigo
no lo vio más de que lo oyó decir al dicho su tío y a otras muchas personas de
este Nueva España. Y fue y es público y notorio entre los naturales de ella,
demás de lo cual oyó decir este testigo. Según dicho es pública y comúnmente
cómo el dicho Marqués del Valle admitiendo los ofrecimientos que le había
hecho el dicho don Gonzalo Montezuma, abuelo del dicho don Joaquín de San
Francisco, le había dado y le dio conducta de capitán para conquistar la Mix-
teca y pueblos de ella, de esta Nueva España. Y le había puesto una espada en
la cinta y dándole una lanza para defensa y ornato de su persona. Y con esto se
había despedido del dicho Marqués del Valle el dicho don Gonzalo. Y después
había ido ganando. Como dicen que ganó por fuerza de armas y a su costa y
mención muchos pueblos de indios de la dicha Mixteca por buenas palabras a
lagunas y a otros por guerra. Que con ellos tenía y tuvo hasta conquistarlos y
traerlos debajo de la Real Corona. Y en todo acudió el dicho don Gonzalo a las
cosas del servicio de su Majestad como muy leal y buen vasallo a su costa. Y
gastando, como dicen que gastó toda su hacienda. Y que había sido de mucha
importancia su favor y ayuda para ganar, como se ganaron, muchos pueblos
según dicho tiene. Y al fin de su muerte dejó dos hijas y un hijo, de cuyos nom-
bres de las hijas no se acuerda. Y el hijo fue el dicho don Juan Montezuma, pa-
dre del dicho don Joaquín de San Francisco. Y murió el susodicho don Gonza-
lo en esta dicha ciudad. Y lo vio enterrar en el monasterio de San Francisco de
esta dicha ciudad de México. Y fue casado con la dicha doña Isabel de quien
procede el dicho don Joaquín según lo tiene dicho y declarado. El cual dicho
don Joaquín es hombre en quien cabe cualquiera merced que su majestad le
haga, porque es de buen entendimiento y buen cristiano y muy amigo de espa-
ñoles. Y les favorece en sus necesidades. Y esto lo sabe este testigo porque lo
ha visto. El cual es casado y tiene hijos y familia. Y no sabe este testigo y por
razón de los dichos servicios que el dicho don Gonzalo, su abuelo, hizo a su
majestad en la dicha conquista, le haya remunerado cosa alguna al susodicho.
Ni a sus pasados que este testigo sepa, ni entienda. Solamente le conoce gober-
nador de los naturales al dicho don Joaquín y entiende que con el dicho cargo
tiene poco salario y está necesitado. Y esto es lo que sabe y responde a lo con-
tenido en el dicho auto de oficio de la Real Justicia. Lo cual es la verdad para
el juramento que hizo. Y dijo ser de edad de ochenta y siete años, poco más o
menos. Y que no le toca ninguna de las preguntas generales. Y mediante el di-
cho Juan de Riberol, intérprete susodicho, se ratificó en este su dicho, siéndole
leído y dado a entender. Y lo firmó de su nombre. Y lo rubricó el dicho señor
oidor. Y fírmalo el dicho intérprete Alonso de San Mateo, Juan de Riberol ante
mí, Diego García Flores, escribano o receptor de su majestad.
Don Alonso tenía acceso directo a información relacionada con don Gon-
zalo Mazatzin y sus hazañas con Hernán Cortés, puesto que todo lo sabía
ser aún más preciso cuando afirmó que conoció a don Joaquín desde su
nacimiento 44 años atrás.
Asimismo, hay cinco testigos que conocieron a don Gonzalo desde ha-
cía 65 años (1520), lo cual es lógico ya que era gobernante de Tepexi en
aquel entonces. Sin embargo, Juan Marcos del pueblo de Chinautla (Exp.
2, f. 52r) mencionó que tenía 60 años de conocerlo (1525), cuando tenía 8
años y había ido con su padre a Tepexi; así también relata que al poco tiem-
po de llegados había fallecido don Gonzalo. De esa información podemos
inferir que don Gonzalo Mazatzin vivió hasta 1525 cuando su hijo, don
Juan, tomó el trono, sin embargo del hijo de don Gonzalo, sabemos muy
poco. Don Juan vivió hasta 1549 y entonces Joaquín, que tenía aproxima-
damente 8 años, tomó posesión como gobernante. Obviamente, todas esas
fechas son aproximadas porque el año en el que los testigos conocieron
a los protagonistas no necesariamente se refiere a la vida de la familia
Mazatzin. Por otro lado, los testigos mencionan números redondos: 30,
35, 40, 45 años, etc, que sugiere que no son fechas precisas.
II Item. Si saben que el dicho don Gonzalo Montezuma Mazatzin era nieto
de Montezuma, el señor que fue de México, y reinaba en él cuando el Marqués
del Valle lo conquistó. Hijo ligítimo de una hija del dicho Montezuma de
México que casó con Xochitzintecutli, que era cacique y señor del dicho
pueblo de Tepexi. El cual, dicho don Gonzalo, casó ligítimamente a su modo
en su infidilidad con Queyahuisutzin, que después se llamó doña María, de
quien hubo por su hijo mayor a don Juan Montezuma.
Y el dicho don Juan, que sucedió en el cacicazgo de Tepexi, casó con
doña Isabel en quien hubo de su matrimonio por su hijo único ligítimo al di-
cho don Joaquín de San Francisco, el cual el día de hoy, como sucesor de la
dicha casa y cacicazgo de Tepexi, es cacique y gobernador del dicho pueblo,
declarado por auto del visorey y autos de vista y revista de esta Nueva Espa-
ña. Digan todo lo que cerca de esto saben y cómo.
VII Item. Si saben que el dicho don Gonzalo Montezuma dejó, cuando
murió, solamente tres hijos; al dicho don Juan y a dos hijas llamadas doña
Isabel y doña Ana. Y el dicho don Juan no dejó más hijos que al dicho don
Joaquín. Digan lo que saben y cómo.
ción del género del que lo ostentaba (femenino). Agradezco a Sebastián van Doesburg
la observación. Véase el lienzo de Tlapa para esta práctica.
Véase Castañeda de la Paz 2008 y 2009 para una discusión detallada sobre este
39
asunto.
40
Para otro ejemplo, todavía más complejo de estructuración, véase Oudijk (2000).
nadie dijo de dónde procedía. De ese matrimonio nació don Joaquín, único
hijo, quien heredó de su padre el cacicazgo de Tepexi. Don Joaquín se
casó con doña Lucía de Constantino, cacica de Zapotitlan, un importante
centro de producción de sal, y juntos procrearon a seis hijos, de los que no
se dieron sus nombres. Tan sólo se dijo que eran cuatro hijos y dos hijas.
III Item. Si saben que cuando el marqués don Hernando Cortés entró con-
quistando esta Nueva España en servicio de su majestad, habiendo llegado
a Tlaxcala, antes que viniese a esta ciudad de México, lo envió a visitar y
saludar de paz el dicho don Gonzalo Montezuma Mazatzin con mensajeros
suyos desde el dicho pueblo de Tepexi. Y le hizo presente ofreciéndose por
amigo, y a sus macehuales, vasallos y parientes en servicio de su majestad.
Y el dicho marqués lo aceptó. Y luego, otra vez habiendo pasado el dicho
marqués a Tepeaca, conquistándole, tomó a hazer el propio ofrecimiento y
mensaje, ofreciéndole ayuda siempre que le hubiese menester de él y de su
gente, Lo cual aceptó y tuvo en mucho el dicho marqués y muy importante
como lo fue. Digan lo que saben y como.
IIII Item. Si saben que, confiado el dicho marqués de la amistad y ofreci-
mientos del dicho Montezuma Mazatzin, pasó conquistando por las provincias
comarcanas a Tepexi. Y habiéndose acercado, salió el dicho Montezuma Ma-
zatzin en persona con muchos principales y vasallos suyos a recibirle y servir
con el dicho marqué, y ofreció y dio obediencia a su majestad. Y allí trató
con el dicho marqués que se viniese la vuelta de esta ciudad de México como
lo hizo, Y que el dicho don Gonzalo Montezuma hallanaría y conquistaría la
Mixteca y provincias comarcanas a Oaxaca, con su gente a su costa. Y enton-
ces el dicho marqués nombró por capitán de su majestad al dicho don Gonzalo
Montezuma y se volvió hacia esta ciudad de México. Y el dicho don Gon-
zalo quedó encargado de la dicha conquista. Digan lo que saben de la dicha
conquista. Digan lo que saben y como el dicho marqués, habiendo recibido
muchos presentes de oro y plata del dicho don Gonzalo, le dio espada y lanza.
A primera vista parece que las dos veces que Mazatzin mandó men-
sajes de amistad a Cortés fueron momentos muy cercanos entre sí. Sin
embargo, aunque la pregunta solamente da una vaga indicación, utilizan-
do la frase “y luego”, sabemos que había pasado, por lo menos, un año en-
tre los mensajes de Tlaxcala y Tepeaca. La primera vez que Mazatzin
envió embajadores a Tlaxcala fue cuando los aliados aún no habían ido
a Tenochtitlán, o sea finales de septiembre de 1519 en tanto que la segunda
vez fue después de haber conquistado Tepeaca, en 1520, poco antes de
que Cuauhtémoc fuera instalado como tlatoani, más o menos en febrero
de 1521 (Díaz del Castillo, 1955: cap. 130).
Varios testigos confundieron la primera vez que Cortés estuvo en Tlax-
cala con la segunda, después de la Noche Triste, el 30 de junio de 1520.
Este error de la memoria no es tan raro si tomamos en cuenta que habían
pasado 65 años y muchos de los testigos eran bastante jóvenes cuando
todo esto pasó. Además, porque es normal que la memoria tienda a unir
eventos similares y convertirlos en uno solo (Vansina, 1985). Puesto que
el ejército de Cortés estuvo dos veces en el mismo lugar (Tlaxcala), pare-
ce que eso fue precisamente lo que pasó con los testigos de don Joaquín.
En cuanto a la tercera pregunta, en ella se dice que en 1519 Mazatzin
envió a Tlaxcala a algunos mensajeros con regalos. Alonso de Santiago,
originario de Santa María Molcaxac dijo, sin embargo, que esto se había
hecho después de que se hubiese recibido la invitación de los señores
de Tlaxcalaa través de dos mensajeros. Al parecer, éstos trajeron la no-
ticia de que Cortés había llegado con mucha gente, que eran de ‘extraña
nación’ pero muy valientes. Ésta es, sin duda, una de las pocas expre-
siones que tenemos sobre la impresión que los españoles causaron a los
mesoamericanos. Sólo Francisco Martín de Tepetitlan añadió algo más
al referirse a las palabras de don Gonzalo cuando dijo que habían llegado
a la tierra los dioses. Esto explica que don Gonzalo enviara un comité de
cuatro embajadores a Tlaxcala, los cuales han podido ser identificados:
uno era el padre de Francisco Martín; el otro, Malinatl Teutli, padre de
Alonso de Santiago de Molcaxac; el tercero, el testigo Toribio Andrés
de San Gabriel; y el último, Toche, el tío de Alonso de San Mateo Tolna-
huacatl, otro de los testigos. A través de ellos, así como de otros testigos,
tanto regalo, olvidó sus posibles planes para conquistar Tepexi y ambos
protagonistas hicieron una alianza que sellaron mediante un abrazo. No
está claro si fue un abrazo a pecho o si solamente de los brazos (Fig. 2),
pero lo que es seguro es que el gesto quedó grabado en la memoria de
casi todos los testigos de Tepexi.
Al parecer, fue Cortés quien tuvo la iniciativa del abrazo, ya que varios
testigos así lo dicen. La cuestión es que con el tiempo el abrazo se convir-
tió en el signo de la alianza con los españoles, como quedó registrado en
varios documentos indígenas, ya fueran alfabéticos o pictográficos.
Respecto a la conversación, sabemos que ésta tuvo lugar mediante la
intervención de Malintzin o la Malinche, como cuatro testigos recorda-
ban. Aunque Cortés hizo “varias ofertas”, fue Mazatzin quien decidió evi-
tar cualquier riesgo y sugirió que el español saliera de su territorio. Varios
testigos se refieren a ese punto, pero fue don Melchor de Bustamante, de
Izúcar, el más explícito a este respecto: “y que luego el dicho don Gon-
zalo dijo al dicho Marqués que no tenía necesidad de pasar adelante,
sino que se bolviese la vuelta de México”. Obviamente, como no podía
insultar a Cortés tan fácilmente continuó diciendo “que [él] se prefería
cuando llegaron los mensajeros para informarle sobre lo que estaba ocu-
rriendo en Tlaxcala. Aparte de los principales de Tehuacan, también es-
taban en Tepexi los de Acatepec, Coixtlahuaca y Tejupan. Asimismo, los
principales de Chiapulco y Coxcatlan, que se hallaban dando servicio
personal cuando Mazatzin envió embajadores a Tepeaca. Por otro lado,
principales de Coxcatlan, Tehuacan y Teotitlan fueron a Tepeaca, después
de que este pueblo fue conquistado, para ver cómo estaba allí la situa-
ción. Fue en ese momento cuando los embajadores de Cortés llegaron
a Tepexi.
Sin embargo, no todos los testigos estuvieron sujetos a la autoridad de
Mazatzin, como fue el caso de Antonio de Santa María y su padre Tec-
patzin, de Chiapulco, quienes estaban en Tepexi visitando a sus parien-
tes. También estaba en Tepexi Francisco Verdugo de Tecali quien, junto
con otros principales, se fue a Tlaxcala cuando escuchó de la llegada
de Cortés y su ejército para “saber y inquerir lo que se hazía y pasaba”.
Es posible que don Francisco tuviera mucha curiosidad, pero también
es posible que fuera enviado en calidad de espía para ver lo que estaba
pasando. Otro caso fue el de don Pedro de Guzmán de Coxcatlan, que
estaba en Tepeaca, y cuando Cortés marchó hacia Tepexi “este testigo,
con los demás sus compañeros, se vino tras de él arrevueltos de mucha
gente naturales”.
Debido a que la ruta de conquista, así como la motivación para tomar los pueblos
41
durante ésta, fueron explicadas en el capítulo anterior, aquí seguiremos adelante con
otras cuestiones.
Gracias a este códice sabemos que a principios del siglo xiv se pro-
dujo una crisis dinástica en Teozacualco debido a la falta de un descen-
diente legítimo para el trono, por lo que se eligió entonces a un noble de
otro señorío con el objetivo de fundar la tercera dinastía de Teozacualco.
Este noble era el señor 2 Perro, primogénito de Zaachila, hijo de una
señora de Teozacualco, la Señora o Yya Dzehe 4 Conejo, que a su vez
había dejado su pueblo de origen para casarse con el aspirante al trono
de Zaachila, el señor 5 Flor.
Mi reciente análisis de la historiografía bènizàa ha dado como resultado una visión to-
42
talmente nueva del periodo postclásico en esta región. De esta investigación se deduce que
Cosijoeza I gobernó en Zaachila durante la segunda mitad del siglo xiv, llevando a cabo
una política de expansión basada en varias alianzas matrimoniales y militares que también
contemplaban los lazos con los señoríos Ñuu Dzavui de Tilantongo y Teozacualco. Cosi-
joeza I fue quien, alrededor de 1370, realizó la primera entrada en el Istmo de Tehuantepec,
donde probablemente fundó algunos pueblos entre los que se encuentran Guevea y Jalapa,
con el objetivo de controlar las importantes rutas de comercio a Xoconusco y Coatzacual-
co. Esta actividad fue continuada por su hijo y sucesor, el Señor 6 Agua Quixicayo (±1350-
1435), quien después de un largo reinado murió sin descendencia, ocupando el trono de
Zaachila el medio hermano de Cosijoeza I, el Señor 1 Hierba. Esto probablemente sucedió,
no sin algunos problemas con las otras facciones de la familia real de Zaachila. Así se
observa cuando tras la muerte de Señor 1 Hierba, a mediados del siglo xv, tiene lugar una
crisis dinástica que divide a todo el Valle de Oaxaca en varias facciones rivales, la cual per-
dura hasta la llegada de los españoles en 1521. La razón de estos problemas parece estar en
que, o bien el Señor 1 Hierba no tenía hijo legítimo, o si lo tenía, éste no fue aceptado como
gobernante por las otras facciones. Este supuesto hijo sería Cosijopii I, a quien los Lienzos
de Guevea y Santo Domingo Petapa sitúan en el Istmo de Tehuantepec, en la segunda
mitad del siglo xv. Es el mismo personaje al que la Relación Geográfica de Cuilapa se
refiere cuando menciona que tras perder la lucha por el poder en Zaachila se fue al Istmo.
Una vez asentado allí, Cosijopii I comenzó a conquistar la región, usando probablemente
los asentamientos de Cosijoeza I como base. El hijo de Cosijopii I, Cosijoeza II, continuó
las conquistas de su padre hasta su muerte en 1502. Fue Cosijoeza II el mismo que luchó
contra el ejército de Ahuitzotl (1487-1502) y Moctezuma Xocoyotzin (1502-1521), y que
se casó con la hermana de este último. Don Juan Cortés Cosijopii II fue fruto de dicho ma-
trimonio y gobernó en Tehuantepec en el tiempo de la conquista española, hasta que murió
en 1562. Durante los años previos a la conquista, otros dos Cosijoezas vivieron en el Valle
de Oaxaca; uno en Zaachila y otro en Cuilapa. Esta confusa cantidad de señores con idén-
ticos nombres ha provocado la estructuración historiográfica tan conocida en la tradición
oral; que “simplifica” la historia mediante la atribución de eventos de un largo periodo de
tiempo a una persona en particular. Como ya se explicó, esto tiene especialmente lugar
cuando diferentes personajes históricos poseen un mismo nombre o han realizado más
o menos las mismas hazañas como es el caso de la historia bènizàa.
[…] puede aver quarenta años poco mas o menos que entraron los españoles
en la tierra y la ganaron por guerra al d[ic]ho don ju[an]o y el se dio de paz
[…] puede aver treinta e quatro años poco mas o menos que los españoles
entraron en esta tierra e la tomaron al d[ic]ho don juan por guerra e se quedo
s[eño]r desta provinçia el marq[ue]s del valle […] (AGI-E, 160b:1:52r, 55r).
En la primera parte de la cita uno tal vez podría decir que el testigo se
refiere a la conquista aliada de la Nueva España, o incluso a la conquista
del gran señorío mexica. Sin embargo, lo que en realidad se dice en am-
bas citas (y el documento contiene muchas más en alusión a lo mismo)
es que los españoles tomaron la tierra de don Juan Cortés a través de una
conquista militar. De todas maneras esto es contrario a lo que se conoce
de los contactos entre los españoles y don Juan Cortés. Es el mismo Her-
nán Cortés quien, en su tercera carta a Carlos V, nos menciona que los
embajadores de Tehuantepec llegaron a México-Tenochtitlan para ofre-
cerle la lealtad de su señor, además de entregarle ricos regalos (véase
también Díaz del Castillo, cap. 164). En 1554 y 1570 numerosos testigos
juraron que don Juan Cortés recibió a don Pedro de Alvarado en paz y lo
proveyó con soldados y provisiones para la conquista de la región Chon-
tal, Guatemala y Honduras (AGI-E,160b). Una relación que nunca cam-
bió cuando se observa que años después don Juan mandó construir la
iglesia y convento de Tehuantepec y que, asimismo, suministró hombres
y materiales a Hernán Cortés para la construcción de barcos destinados a
las expediciones de Sudamérica. Por ello, deducimos que la frase “gana-
ron por guerra” debe significar algo diferente.
Si ahora regresamos a la escena del Mapa de Teozacualco es más claro
lo que está sucediendo en ella. Lo que el señor 2 Perro hacía, al igual que
los españoles 200 años más tarde, era tomar posesión de la tierra, siendo
la guerra la única manera legítima de hacerlo, ya fuera una guerra real
tenemos hay referencias a once pueblos que fueron tomados por guerra:
Chinantla, Zapotitlan, Acatepec, Chiapulco, Chila, Tequisistepec, Tlachi
nola, Acatlan, Igualtepec, Coixtlahuaca y Huajolotitlan.44 Curiosamente,
los padres de varios de los testigos, o ellos mismos, participaron en las
conquistas de sus propios pueblos. El caso más extraordinario es el de
Hernando Méndez de Coixtlahuaca, que dice que su padre Ocelotzin se
fue con Mazatzin a la conquista hasta que llegó a su pueblo, momento
en el que el joven H ernando lo defendió lanzando piedras contra el ame-
nazante ejército hasta que fue vencido. Esto quiere decir que Hernando
Méndez estuvo tirándole piedras a su propio padre.
Visto el concepto de conquista, pasemos ahora a ver el de pueblo com-
puesto. En el capítulo anterior ya se explicó que mientras una parte de
Coixtlahuaca pagaba tributo y servicio a Tepexi, la otra parte pagaba a la
Triple Alianza, pero es necesario entender la organización de los pueblos
mesoamericanos para que la situación en Coixtlahuaca sea más com-
prensible.
Un rasgo distintivo en los pueblos mesoamericanos era su carácter de
pueblo compuesto. Es decir, consistían, y siguen consistiendo hasta hoy,
de diferentes partes relativamente autónomas que tenían su propia iden-
tidad, historia y organización política. Esta forma de coexistencia tenía
normalmente sus raíces en la fundación y en el desarrollo histórico de un
pueblo. Una comunidad era fundada por diferentes grupos, en diferentes
momentos, y cada uno de estos grupos siguía manteniendo su autono-
mía aunque colaboraba con las demás partes en temas colectivos. La ciu-
dad de Cholula es un buen ejemplo de esa complejidad mesoamericana.
Cuando llegaron los españoles, la ciudad tenía seis asentamientos, cada
uno con su propio gobernante, los cuales se reunían ante un consejo.
Cada uno de estos asentamientos tenía sus propias comunidades sujetas,
relacionadas también con el asentamiento principal a través de lazos his-
Vázquez de Tapia (1988:152) refiere también las conquistas en esa misma región para su-
primir rebeliones. Según su texto, esto tuvo lugar después de la conquista de Tenochtitlan,
y por tanto después de las conquistas descritas por los testigos de don Francisco. Quiero
agradecer a Sebastián van Doesburg por esta referencia.
Todos los testigos fueron unánimes al responder esta pregunta: las con-
quistas de Mazatzin ayudaron mucho a Cortés, por lo que fue muy es-
timado por el conquistador, aunque es obvio que ni Cortés, ni Díaz del
Castillo se refirieron a la hazañas de Mazatzin o a la alianza. Esto puede
ser una indicación del desprecio de los conquistadores españoles hacia
los indígenas, pero no hay duda de que sin el apoyo de Mazatzin la con-
quista de la Mixteca Alta y Baja hubiera sido más difícil. La realidad es
que sin el gran trabajo que hizo Mazatzin, los aliados simplemente no
hubieran podido pasar por dicha región.
VIII Item. Si saben que el dicho don Joaquín, que hoy vive y es cacique
e gobernador del dicho pueblo de Tepexi. Es hombre de muy buen natural
Aquí vuelve a surgir el acuerdo entre todos los testigos, cuando se refie-
ren a que don Joaquín es un buen cristiano y un “muy amigo de espa-
ñoles y les aposenta en su casa y les da de lo que tiene” (Exp. 1, ff. 7r).
La única información extra que se da y que no está en las preguntas se
refiere al lugar de entierro de Mazatzin, pues según Alonso de San Mateo
Tolnahuacatl se enterró en el monasterio de San Francisco, en la Ciudad
de México. Un monasterio del que hoy en día solamente existe una parte
del impresionante edificio, sede de la orden franciscana, y algunas ruinas.
opinión fue la que tuvo el Consejo de Indias en Sevilla, pues en una carta
que redactó, se mostró favorable a don Joaquín:
Muy p[oderos]o s[eño]r
Don Joachin de San fran[cis]co Moteçuma caçique natural y governador del
pueblo de Tepexi que llaman de la seda en la nueva españa = dize que el es
descendiente legitimo de Moteçuma que fue Rey y señor de la nueva españa
y nieto de don gonçalo Moteçuma que fue hijo legitimo de hija del d[ic]ho
Rey que era de la tierra, el qual don gonçalo al tiempo que don Hernando
cortes, Marques del Valle entro a conquistarla sabiendo que llegaria a Tlascala
se le embio a ofreçer y le embio presente muy rico, y despues le salio a re-
cibir con mucha cantidad de yndio del pueblo de Tepexi donde era caçique y
se ofreçio por leal vasallo de su Mag[esta]d y tomo conducta de su capitan
y hizo gente y començo a conquistar por armas a su costa y conquisto y paçi-
fico muchos pu[ebl]os, y los reduxo al serviçio de su Mag[esta]d y asiguro las
espaldas al dicho Marques y a su gente que con esta ayuda y socorro pudie-
ron pasar adelante la buelta de Mexico en lo qual hizo uno de los mas seña-
lados serviçios que en aquella conquista se hizieron, y de mayor importançia
para el effecto de ganarse la tierra y siempre el d[ic]ho don gonçalo su aguelo
y don Juan Moteçuma su padre y el an servido a su Mag[esta]d como leales
vasallos y hasta aora ni a los d[ic]hos caçiques ni a los vezinos del pueblo de
Tepexi que hizieron tan señalado serviçio se les a hecho m[e]r[ce]d ninguna
como todo consta y pareçe por las ynformaçiones y testimonios que presenta
[1v] y porque aviendo sido su aguelo y los indios sus sujetos de los primeros
que se ofreçieron al serviçio de su Mag[esta]d y los que fueron medio para que
la tierra se ganase y mucha parte della conquistaron a su costa, es cosa justa
y devida que sean gualardonados de manera que quede perpetua memoria
de su serviçio y lealtad // A v[uestra] A[lteza] supp[li]ca le haga m[e]r[ce]d
de franquear y libertar el pueblo de Tepexi de todos los tributos Reales y
personales que aora estan impuestos o se impusieren de aqui adelante, y al
d[ic]ho don Joachin y a los desçendientes del d[ic]ho don gonçalo que do
quiera que estubieren para siempre jamas sean libres y extentos de los dichos
tributos aventahandoles en honrras preeminençias y libertades y haziendoles
m[e]r[ce]d como a desçendientes del d[ic]ho Moteçuma
[otra letra] dese cedula para q[ue] a los indios de tepexi de la seda de quien
es caçiq[ue] don Joachin de moteccuma no los sacan de tierra caliente a tierra
fria para las sementeras ni otros servicios y ansimismo para q[ue] el virrey y
audi[enci]a de la nueba españa onrren y faborezcan a dicho don Joachin en lo que
ubiere lugar en madrid a 8 de julio 1588 [rubricas] fer[nand]o nuñez e morq[ue]
cho, Ante my Joan de ledesma (AGI-M, Vol. 110, Ramo 1, Exp. 8, f. 1r).
Los gobernantes
El tributo
Lo normal en las listas de tributo es que junto a cierto producto se pon-
ga un numeral que indique la cantidad del producto a tributar, o que se
repita el dibujo del producto las veces necesarias para indicar el total del
tributo (fig. 1). Sin embargo, en la lista que aquí se analiza, ninguno de
los productos va acompañado de ese número. Es muy probable que esto
se deba a que estamos ante una copia, y por alguna razón el copista no
incorporó esa información. Salvo por esto, esta es la única incongruencia
del documento.
dice sobre sí mismo: “que este testigo fue esclavo e que no fue comprado
ny vendido sino porque le sirvio al padre del d[ic]ho don juan de pesca-
dor y esto hera su comund hablar” (AGI-E, 160b, f. 218r). Un testimonio
del que no surge la impresión de sufrimiento o abuso, aspectos que nor-
malmente se asocia con el estatus del esclavo. La esclavitud se permitió
en la Nueva España bajo ciertas condiciones, pero finalmente, en 1542,
fue prohibida con la entrada de las Leyes Nuevas (Zavala, 1968).
Los siguientes dos productos son joyas de oro y piedras preciosas, en-
sartadas en una cinta roja anudada. Las joyas aparecen representadas por
lo que parece una roseta, mientras que las piedras son simples cuentas
perforadas.
Las piedras preciosas fueron bastante comunes como producto tribu-
tario, y tenemos registros de que las provincias de Tepecuacuilco, Coixt-
lahuaca, Tochtepec, Xoconusco, Cuetlaxtlan y Tuxpan las tributaban
a Tenochtitlan antes de la llegada de los españoles (Códice Mendoza ff.
37r, 43r, 46r, 47r, 49r, 52r). Sin embargo, pocas veces se pagaba con
joyas de oro. De hecho, en el mismo Códice Mendoza, sólo Tochtepec
entregó una diadema y unas cuentas de oro a modo de pago. Según se
deduce de este documento, cuando se pagaba con oro, éste se entregaba
en forma de vigas, tablones, morillos, tejuelos o polvo. O sea, como ma-
teria prima. El Códice Kingsborough muestra, por su parte, varias pági-
nas con joyas de oro, de las cuales, las del folio 227r son casi idénticas
a la lista de tributos que aquí se analiza. Resta decir que la manera en la
que está dibujada la cuerda y su nudo recuerda mucho a la piedra pre-
ciosa —con una misma cuerda— en el Códice Veinte Mazorcas. En este
caso también parece tratarse de tributo.
Las plumas ricas, que son el siguiente producto a tributar, fueron re-
presentadas a través de plumas verdes en un tipo de cesta de petate. Una
representación casi idéntica se encuentra en el Códice Florentino (Libro 9,
Cap. 6, f. 26v), donde se habla de los mercaderes que traían productos de
regiones lejanas. Las plumas dibujadas son precisamente las del quetzal
que vive en Xoconusco o Chiapas. El dibujo de estas plumas no quiere
decir, necesariamente, que la gente de Tepexi tuvieran que tributar plumas
de quetzal, sino que lo más probable es que la pluma sea una referencia
“Cotaras que son su calzado para los pies, como apargates, hecho de diversas y
45
lindas maneras”.
7) cántaro48
8) olla
El servicio
Además de los tributos que la gente de Tepexi y sus pueblos sujetos te-
nían que pagar cada ochenta días, existían también ciertos servicios que
se tenían que realizar cada veinte días. Éstos están representados en un
cuadro con dos filas de productos, en la parte derecha del documento.
Comienza éste con un texto explicativo:
Y cada veinte dias por su turno daba el dicho Pueblo de Tepexic Ciento, y
Veinte Yndios, y otras tantas Mugeres para el Serbicio de su Cassa, y traiyan
en Reconosimiento para los d[ic]hos Casiques las Cosas Siguientes
La forma es curiosa porque tiene una amplia boca y los cántaros suelen tener cuello
48
con una boca más chica, puesto que se usan para cargar agua. Nótese las asas asimétri-
camente colocadas, lo cual parece indicar que se trata de una vasija con tres asas —dos
arriba y otra abajo— usadas para meterles unas cuerdas y cargarla a la espalda.
éxito (Zavala, 1991: I-II). Pero a pesar de la fuerte carga que el tributo y
los servicios personales suponía para los maceguales, éstos debían, ade-
más, dar mucho más. El cuadro también contiene “las cosas siguientes”
en relación con lo que debían dar cada veinte días.
Como los tributos, los servicios personales también se dibujaron pic-
tográficamente, acompañados de glosas explicativas. En primer lugar
vemos a un hombre sentado de cuclillas vestido con una tilma. Detrás de
él se disponen veinte círculos, los cuales indicaban una cantidad. El con-
junto de todos estos elementos quiere decir que cada veinte días el pue-
blo tenía que hacer entrega de veinte hombres, aparte de los 120 hom-
bres arriba mencionados.
A continuación está el “cacao”, representado por un grano, además
de “gallinas”, que parece más bien un pájaro de dos cabezas. Es posible
que al copiar el documento original, el autor de la Lista de tributos… no
comprendió el dibujo, de ahí que plasmara a esta ave bicéfala. Hay una
última figura en esta primera fila. Se trata de una cabeza femenina junto
a la glosa “molenderas”, para indicar que las mujeres debían moler maíz
para hacer tortillas.
La segunda fila comienza nuevamente con un hombre sentado, pero
desconocemos qué representa y por qué está separado de los veinte “ser-
vicios personales” arriba mencionados. Tal vez se refiera al servicio muy
particular de una persona, el problema es que ese aspecto no queda ex-
presado de ninguna manera. A continuación se dibujó el “axi”, represen-
tado por una cesta de petate con chiles rojos, seguido de la “sal”, plas-
mada a través de una cesta con un montoncito blanco, y de los “frisoles”
figurado a través de otra cesta, en este caso con algo negro.49 Los últimos
tres productos representados son “pepitas”, “benados” y “conejos”, pro-
ductos representados encima de sus respectivas cestas, aunque la repre-
sentación de las pepitas no es del todo clara.
Este apartado está separado de otro por un texto que dice: “En Reco-
nosimiento acudian los de Tepexic, y los d[ic]hos Casiques para su ser-
La ‘s’ en vez de una ‘j’ en la palabra “frisoles” se puede explicar por el fenómeno
49
de que muchas de las palabras que hoy se pronuncia con una <j>, hace cinco siglos se
pronunciaban como <sh> y, consecuentemente, podían escribirse con <s>.
bicio Cada Veinte dias con la Loza, que era menester”. El texto se refiere
a la representación de varios recipientes de barro en la parte inferior del
cuadro. No tienen glosas, pero siguiendo las identificaciones de Patricia
Plunket arriba mencionadas, se puede decir que se trata de un vaso, y
dos ollas, seguidos de lo que parece ser un plato, junto a una olla para
el pulque, muy similar a las ollas que se representan en el mural de los
bebedores, en la pirámide de Cholula.
Las tierras
El último apartado trata del servicio y el tributo que los maceguales de
Tepexi y sus sujetos pagaban a los caciques, en compensación por el uso
que éstos hacían de la tierra. Éstos se disponen en tres cuadros rectan-
gulares, en los cuales se representaron diversas plantas, identificadas
a través de glosas “Algodón”, “Maiz”, “Calabazas” y “Axi”. Dos breves
textos explican la naturaleza de este tributo:
Hazianle Cada Año en Tierras de Regadio Sementeras de estas quatro Cassas.50
Las Tierras de temporal se labraban los de Tepexic cada Año para el sustento
de los d[ic]hos Casiques
de cultivo.
[378v,…] dixo este t[estig]o que antes que el primero marq[ue]s del valle
ganasse e conquistase esta nueva españa e la d[ic]ha villa de teguantepeque y
su provinçia siendo el d[ic]ho don Juan cortes defunto caçique e s[eño]r della
vio este t[estig]o que los naturales de la d[ic]ha estançia de atotonylco e de las
estanççias e barrios de tlacotepeque suchitlan chiltepeque amatitlan cuzcate-
peque e yzquiapa tributavan al d[ic]ho don Juan cortes mantas e mayz y chile
y le servian en hazerle sus sementeras y rreparalle sus casas particularmente
como yndios de su patrim[on]yo sin que el patrim[on]yo de su tributo que
ansy le davan y los serviçios que ansy le hazian se los hiziesen juntame[n]te
con los demas yndios de la cabeçera de teguantepeque e los demas sus barrios
[379r] no enbargante que hera el d[ic]ho don Jua[n] cortes señor y caçique de
toda la provinçia generalmente y el tributo que le davan al d[ic]ho don Juan
cortes los naturales de la d[ic]ha villa y los demas sus barrios hera diferente
del que le davan los yndios de los d[ic]hos barrios porque le tributavan unas
hachuelas de cobre e mantas e mayz y esto lo a vido este t[estig]o tributar a su
padre de este testigo que se llamo quelaña al qual e a otros viejos de la d[ic]ha
villa les oyo desir ansymysmo este testigo que lo mysmo solian hazer e
tributar los yndios de las d[ic]has estançias a los padres e aguelos del d[ic]ho
don Juan cortes en sus tienpos como yndios de su patrim[on]yo e despues que
el d[ic]ho marques gano la d[ic]ha provinçia de teguantepeque en n[ombr]
e de su mag[estad] ansimysmo vio este t[estig]o que los d[ic]hos yndios de
atotonylco e las demas estançias contenydas en la d[ic]ha pregunta tributavan
tan solamente al d[ic]ho don Juan cortes e nunca vio ny oyo desir este t[estig]
o que acudiesen a las obras comunes e publicas que la d[ic]ha [379v] villa e
sus barrios heran obligados hazer los d[ic]hos naturales y como d[ic]ho tiene
solamente se ocupavan e ocuparon en vida del d[ic]ho don Juan cortes en
servirle a el solo syn acudir como d[ic]ho tiene a nyngunas obras publicas
que los demas yndios de la d[ic]ha villa e sus barrios heran obligados y esto
rresponde a la pregunta (AGI-E, Vol. 160b, ff. 378v-379v).
Esta cita muestra claramente algunos de los aspectos que también es-
taban en juego en Tepexi de la Seda. Don Juan Cortés recibió tributo y
servicio de la gente de su señorío y de los otros señoríos que constituían
Tehuantepec, pero haciendo siempre una distinción entre uno y otro. En
este caso sólo se mencionan mantas, maíz y chile como tributo, aunque
otros testigos añadieron que “le acudian con los tributos que cogian en
sus tierras ansi de mayz frutas e de lo que cogian y senbravan y caçavan e
pescavan trayan de tributo” (idem, ff. 51r-v). En el texto vemos, además,
que el servicio personal estaba limitado al trabajo en las tierras de don
Juan y las reparaciones de su casa. Por tanto, la gente que no formaba
parte de su señorío pagaban solamente hachuelas de oro, mantas y maíz.
En la Colonia, don Juan y sus descendientes trataron de reclamar como
suyo todo el territorio y toda la gente dentro de éste, sin embargo en el
testimonio se ve claramente una refutación de tales reclamaciones por no
ser parte del patrimonio del señorío.
Es curioso que los productos mencionados en esta tasación sean tan si-
milares a los que se encuentran en la Lista de tributos… por lo que es
probable que ese tributo fuera establecido con base en la información
que don Juan le proporcionara a las autoridades coloniales a través de un
documento como la lista que aquí se analiza. Obviamente, mientras la
Lista de tributos… registra lo que el pueblo pagaba a su gobernante, los
datos de 1536, del documento arriba citado, se refiere a lo que el mismo
pueblo debía pagar al rey de España. Debido a que la pictografía no con-
tiene registros de las cantidades, sino solamente los productos a tributar,
no se puede determinar si la cantidad a tributar por parte de los de Tepexi
varió. Es decir, si don Juan siguió cobrando el mismo tributo de siempre,
al cual simplemente se le añadió el del rey, o si al de don Juan se le restó
el tributo del rey. Sea como fuere, la venta del tributo anual de Tepexi
en el mercado de Tenochtitlán fue de 381 pesos, 3 tomines y 8 granos de
oro en 1537 (AGI-C 658, No. 2, f. 498r).
El mencionado tributo siguió vigente hasta el 6 de octubre de 1537,
fecha en la que el virrey mandó que Tepexi dejara de pagar tributo mien-
tras permitía que Martín Cortés introdujera el cultivo de la seda. Un cul-
tivo cuya producción compensaría la falta de la contribución tributaria
a la Corona durante ese periodo.52 Lo más probable es que este mo-
mento fuera el que se representara en la Lista de tributos… O sea, el mo-
mento en el que don Juan Moctezuma establecía con don Martín Cortés,
51
“��������������������������������������������������������������������������������
Dexaronse de cobrar los tributos deste pu[ebl]o desde seis de otubre de M. dxxx-
vij años en adelante por mandami[ent]o del señor visorrey que esta asentado en el libro
de las prouisiones por quanto se dio a martin cortes para lo de la seda” (AGI-C, 785b,
333r). Véase también Gerhard, 1986: 290.
52
Esta referencia también se encuentra, con algunos errores de transcripción, en el
Libro de tasaciones, 1952: 410.
53
Esta referencia también se encuentra en el Libro de tasaciones, 1952: 410-411.
de los españoles, para evitar que la nueva tasación fuera demasiada alta.
No obstante, quince años después de la segunda tasación —justo en el
momento en el que la viuda de don Martín Cortés perdía su derecho al
tributo de Tepexi—, se hizo una nueva tasación:
M. D. LVIJ años
En la çiudad de mexico diez y siete dias del mes de dezienbe de mill e qui-
nientos y çinquenta y siete años visto por los señores Presidente e oydores
de laudiençia Real de la nueba Spaña en acuerdo esta ynformaçion rreseuida
a Pedimi[ent]o de los yndios de tepexi sobre que no pueden cumplir los tri-
butos en que estan tasados siendo presentes los offi[cia]les de su Mag[esta]
d dixieron q[ue] atento lo q[ue] por la dicha ynformaçion consta e la calidad
del dicho pueblo e la cantidad de gente q[ue] ay en el mandauan e mandaron
que se aqui adelante los naturales del den en tributo en cada un año mil
y quinientos pesos de oro comund e no otra cosa alguna de los quales aya y
debe su Mag[esta]d mil y doçientos pesos del dicho oro puestos en la cabe
çera del d[ic]ho pueblo pagados en esta manera cada quatro meses quatro
çientos pesos e lo q[ue] rrestare quede p[ar]a gastos de la comunidad del
d[ic]ho pueblo e sustentaçion de los rreligiosos q[ue] en el Residen q[ue]
tienen cargo de su ynstrucçion e conbersion e p[ar]a pagar los dichos mil
qui[nient]os pesos se rreparta en todo el año a cada tributa[ri]o casado siete
rreales de Plata y el viudo y biuda la mitad, no se los pida ni lleue mas ni se
les heche otro rrepartimi[ent]o alg[un]o so las penas de las ordenanças y las
dichas sobras se pongan en la caxa de la comunidad para q[ue] de halli se
gasta y destribuyan en lo que dicho es de lo q[ue]l se tenga q[uen]ta y Razon
p[ar]a la dar y las llabes ella tenga la una el gouern[ad]or q[ue] es o fuere del
d[ic]ho pueblo y las otras dos una el alcalde y un mayordomo e para q[ue]
los naturales tengan tendido este Repartimi[ent]o lo q[ue] han de dar de aqui
adelante en cada un año a cada uno se les de copia desta dicha tass[aci]on la
qual les haga dar a entender el correg[id]or del dicho pueblo e se asiente en
el libro de las tassaçiones y se tome la rrazon en los libros de la contad[uri]
a de su Mag[esta]d y asi lo proueyeron e mandaron queda asent[a]do en el
libro antonio de Turçios (AGI-C 785b, 333v-334r).54
54
Esta referencia también se encuentra en el Libro de tasaciones, 1952: 411-412.
M. D. LXV años
En la çiudad de mexico tres dias del mes de Agosto de mil quinientos y
sesenta y çinco años los señores Presidente e oydores de laudiençia Real
de la nueba spaña hauiendo visto la visita y quenta q[ue] fue ff[ech]o del
pueblo de tepex y sus sujetos que esta en la Corona Real Atento lo q[ue]
por ella consta y paresçe y la cantidad de gente q[ue] ay en el dicho pu[ebl]
o siendo presentes los offiçiales de su Mag[estad] dixieron q[ue] mandaban
e mandaron q[ue] de aqui adel[an]te hasta tanto que otras cosa se prouea y
mande los yndios del d[ic]ho pueblo den de tributo en cada un año tres mil
y sesenta y ocho pesos y medio de oro comund por los ter[cer]os del d[ic]
ho año puesto en la cabeçera del d[ic]ho pu[ebl]o y no han de dar otra cosa
alguna de lo q[ua]l haya y llebe su Mag[esta]d mil y quinientos y ochenta
y quatro pesos del dicho oro y los quatroçientos y ochenta y quatro pesos y
medio Rstantes quede y sea para la comunidad del d[ic]ho pueblo lo quales
se meta en una caxa de tres laues que la una dellas tenga el gouernador y la
otra un al[ca]lde y la otra un mayordomo, y presentes todos tres y no de otra
manera se saque lo q[ue] se ouiere de gastar en cosas conbenientes y neçesa-
rias a su rrepublica y pro della de lo q[ua]l tengan q[uen]ta y Razon p[ar]a la
dar cada vez q[ue] las sea mandado y para pagar el d[ic]ho tributo se rreparta
a cada tributa[ri]o casado en todo el año nuebe rreales y medio de plata y al
biudo e viuda soltero o soltera q[ue] biviere de por si fuera del poderio de
sus padres la mitad, y no se le pida lleue ni rreparta mas tributo so las penas
de las ordenanças çedulas e prouisiones de su Mag[esta]d las quales no se
cobre el dicho tributo ni otro alguno de los moços q[ue] estubieren con sus
padres en el entretanto q[ue] no salieren del poderio paternal/ o no se casaren
aunq[ue] tengan tierras ni de los viejos çiegos y tullidos e ymposiblitades
que no tubieren d[ich]as tierras y esto guarden por tassaçion y se asiente en
los libros de las tasaçiones y sea a cargo de los d[ich]os offiçiales proueer lo
neçess[ari]o al ornato del culto diuino y sustentaçion de los rreligiosos del
d[ic]ho puebo y ansi lo pronunçieron e mandaron
En la çiudad de Mexico en el d[ic]ho dia mes e año suso d[ic]ho estando los
d[ich]os señores Presidente e oydores en Audiençia publica pronunçieron el
auto de suso contenido, Sancho Lopez de agurto, Melchior de legazpi (AGI-C
785b, 334v-335v).55
55
Esta referencia también se encuentra en Libro de tasaciones, 1952: 411-412.
Sin duda, todas estas tasaciones llevaron a don Joachin de San Fran-
cisco a formar la valiosa probanza que aquí publicamos. Según el propio
don Joachin, el apoyo que su abuelo, don Gonzalo Mazatzin, le había
dado a Hernán Cortés en la conquista de Mesoamérica era de tanta im-
portancia, que consideraba que él, su familia y el pueblo de Tepexi de la
Seda entero no deberían pagar tributo. Como en otra parte de esta obra
hemos visto, el rey estuvo de acuerdo con su argumentación y en 1588 le
exentó del pago del tributo.
y=i
En el castellano del siglo xvi se puede intercambiar la <y> con la <i>,
ya que la <y> se puede pronunciar como /i/. Entonces, se puede escribir
<myll> en vez de <mil> o <yllustre> en vez de <ilustre>. Sin embargo,
el intercambio no funciona al revés, cuando se lee la <y> como /y/, en
cuyo caso no se encontrará <iendo> en vez de <yendo>.
Consonantes dobles
th = t
La <th> se lee y pronuncia como /t/: <theniente>, <matheo> y <the-
nor>.
ç = c/ z
La <ç> funciona en cualquier contexto como la <c> ante <e> o <i>,
pero también como <z> ante una vocal. Encontramos entonces palabras
como <çiudad> u <offiçio> y <rreçevir> o <çerca>. Para <ç> como <z>
antes de vocal existen los siguientes ejemplos: <fuerça>, <março> y
<monteçuma>.
f=h
Durante el siglo xvi, y en ciertos contextos, se utilizaba todavía la <f>
para expresar <h>. En el documento que aquí publicamos, solamente lo
encontramos en los casos de <ffechas> en vez de <hechas> y <ffecho>
en vez de <hecho>.
ø=h
En los documentos del siglo xvi, a menudo no se escribe la <h> muda.
Por tanto, se escribe <ay> en vez de <hay>, <aver> por <haber>, <a>
por <ha> y <ombre> por <hombre>. Pero también encontramos <aora>
en vez de <ahora>, <ijo> por <hijo> y <oy> en vez de <hoy>.
x=j
Muchas de las palabras que hoy pronunciamos con la <j>, en el si-
glo xvi fueron pronunciadas como <sh>, aunque escritas como <x>. Por
ello, los variantes de <dejar> y <decir> se escribieron con <x>: <dexo>,
<dexado> y <dixo>, <dixeron>. Igualmente, <debaxo> en vez de <de-
bajo> o <rreduxo> por <redujo>. Obviamente, este uso no se observa
solamente en los verbos sino también en los sustantivos como, por ejem-
plo, <executorio> en vez de <ejecutorio> y en nombres propios como
<Ximenez> en vez de <Jiménez>.
Por otro lado, la <x> se usó mucho en topónimos y nombres indíge-
nas que se pronunciaban como [sh]: <Tepexi>, <Mexico>, <Tlaxcala>,
<Molcaxac> y <Xochitzin>.
ll = rl
En algunos casos ocurre que la <ll> se pronuncia como [rl] cuando el
verbo y el artículo están conectados. Vemos así <dexallos> en vez de <de-
jarlos>, <avello> para <haverlo> y <agradecelle> en vez de <agradecerle>.
la g
En dos casos la <g> se usa de una manera distinta a la de hoy día:
<aguelo> para <abuelo> y <agora> en vez de <ahora>.
n=m
Generalmente, ante los fonemas explosivos [b, p] la <m> se convier-
te en <n> como en los siguientes ejemplos, <tienpo>, <ynportançia> y
<linpio>, o en <nonbro>, <henbras> y <novienbre>.
Introducción de letras
Se introduce una <n> o una <d> donde hoy no la hay en palabras como
<muncho> y <comundmente>.
Abreviaturas
Los textos coloniales están llenos de abreviaturas que a veces compli-
can mucho la lectura. En las transcripciones utilizamos los corchetes
[…] save este t[estig]o que a la sazon que don martin [sic] cortes marques
del valle bino a la çiudad de tascala […]
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Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Diseño de portada:
Omar Reyes Solórzano