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Una pregunta relevante en el ámbito empresarial es la que trata de dar respuesta al papel que
desempeña la cultura nacional en el comportamiento de las empresas.
El contexto cultural nacional afecta directamente a las expectativas y los comportamientos de las
partes interesadas. Se ha demostrado que ciertos rasgos culturales como, por ejemplo, las actitudes
hacia la autoridad, o la igualdad, difieren de una localización a otra e influyen en el comportamiento
empresarial. Las diferencias entre países se manifiestan también en aspectos tan relevantes para el
funcionamiento de la economía y de las empresas como es el nivel de corrupción. Kliksberg (2006:
17) señala que “Noruega es uno de los países líderes mundiales en transparencia: allí la corrupción
es casi inexistente. Sin embargo, la legislación anticorrupción es reducida. La causa se halla en los
valores sociales dominantes”. De los informes elaborados por Transparencia Internacional2 (relativo
al nivel de corrupción de los países) y por AT Kearney3 se infiere, asimismo, que países como
Finlandia y Dinamarca, más desarrollados y con mayores niveles de renta y de competitividad,
presentan niveles reducidos de corrupción; pero lo que resulta más significativo es que en las
culturas de estos países predomina una actitud de rechazo a las desigualdades y de apoyo a la
equidad. Porque, en definitiva, como indica Kliksberg (2006:22), “La ética importa. Porque los valores
éticos predominantes influyen a diario en los aspectos vitales de la economía”.
No parece haber dudas de la influencia de la cultura; pero ¿cuál es el papel concreto que desempeña
la cultura en el comportamiento ético de los países?
Dar una respuesta a esta pregunta guiará el desarrollo de este trabajo.
DIMENSIONES DE LA CULTURA
Fue Taylor, en 1871, el primer autor que abordó el concepto de cultura tal como hoy en día se
entiende. Según este autor “La cultura o civilización en sentido etnográfico es ese todo complejo que
comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras
capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la sociedad”.
1
Profesora de la Universidad Rey Juan Carlos.
2
En http://www.transparency.org
3
En http://www.atkearney.com
1
Trabajo presentado para el Congreso Internacional Responsabilidad Social Empresarial,
Universidad y Desarrollo. Buenos Aires, 4, 5 y 6 de septiembre de 2006.
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Así, al relacionar la cultura con las creencias, las costumbres...etc., se utilizan estos elementos
distintos para explicar cómo los mismos intervienen en los diferentes niveles de cultura: nacional y
organizativa.
La cultura nacional incluye experiencias, creencias, tradiciones, aprendidas de comportamientos y
valores compartidos por personas que viven dentro del mismo país.
La cultura se ha definido empleando distintas dimensiones, pero, entre los estudios que se han
elaborado sobre cultura, la conceptualización de los valores culturales de Hofstede (1980, 1991,
2001) ha sido la más utilizada; en ella se demuestra que existen menos variaciones entre
determinados valores y creencias de las personas de un país que entre personas de países
diferentes. Este autor realizó a finales de los años setenta (Hofstede, 1980), una investigación
empírica, en más de cincuenta países, tomando en consideración una muestra compuesta por
directivos de IBM repartidos por las filiales implantadas en aquellos países y a los que se les envió
116.000 cuestionarios. Tras la explotación de los datos recopilados llega a la conclusión de que los
valores culturales difieren en función de las diversas culturas nacionales.
La antropología nos enseña que todas las sociedades tienen los mismos problemas básicos; pero las
respuestas difieren de una sociedad a otra. En definitiva, las dimensiones que identifica Hofstede
surgen de la respuesta diferenciada de las distintas culturas a los problemas básicos con los que
todas las sociedades se enfrentan (Pheng y Yuquan, 2002; Hofstede, 2001; Triandis et al., 1988):
1.-La desigualdad humana
2.-El comportamiento del individuo según su integración en el grupo con el que principalmente
se identifica.
3.-El nivel de estrés experimentado al enfrentarse a un futuro desconocido.
4.-La división de los roles sociales entre hombres y mujeres.
En su influyente estudio, Hofstede (1980) encuentra diferencias culturales entre países en relación a
cuatro dimensiones: la distancia al poder (PDI), el individualismo-colectivismo (IND), la aversión a la
incertidumbre (UAI), y la orientación hacia la masculinidad o la feminidad (MAS).
La primera dimensión trata de la desigualdad de las personas en una sociedad. Lo que ha sido
denominado por Hofstede distancia al poder y se refiere a la tendencia en una sociedad a aceptar o
rechazar la desigualdad humana. Las respuestas a las cuestiones de desigualdad pueden ir desde:
“la desigualdad es una cosa normal y deseable”, lo que significa una gran distancia al poder, a “la
desigualdad debe ser evitada tanto como sea posible”, que quiere decir poca distancia al poder.
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La segunda dimensión se refiere a la relación de los individuos con la sociedad. La respuesta a esta
cuestión va desde “cada uno actúa para si mismo”, lo que ha sido denominado por Hofstede como
individualismo, a “las personas deberían permanecer atadas o vinculadas a un grupo determinado a
lo largo de toda su vida”, que es lo que ha sido llamado colectivismo.
La tercera dimensión trata del nivel de ansiedad de la sociedad cuando se enfrenta a lo desconocido.
Hofstede utiliza el término aversión a la incertidumbre para referirse a este concepto. La repuesta a
este aspecto va desde el miedo, lo que significa una gran aversión a la incertidumbre, a sentir
curiosidad, que significa débil aversión a la incertidumbre.
La cuarta dimensión está vinculada al carácter masculino o femenino de una sociedad. Una cultura
es masculina cuando los valores que en ella predominan son los que tradicionalmente han sido
asignados a los hombres, como ambición, agresividad o deseo de alcanzar un estatus elevado con
mucho poder. Por el contrario, una cultura es femenina cuando los valores dominantes son los
históricamente atribuidos a la mujer como cuidado, protección, ternura o consenso.
El modelo inicial de Hofstede (1980) en el que identifica las cuatro dimensiones anteriores de la
cultura, se completa con posterioridad (Hofstede, 1991) con una quinta dimensión la orientación
temporal. Esta dimensión examina la programación a corto y largo plazo de una sociedad. La
orientación basada en el largo plazo alude a la perseverancia, a la categorización de las relaciones
según los estatus y al respeto al orden establecido, así como a un sentido confuciano de la vida que
cree que lo mejor está por llegar. Los valores propios de las culturas orientadas al largo plazo se
sintetizan en palabras como trabajo, ahorro, moderación, empeño, deber, futuro, virtud y esfuerzo. En
cuanto a la orientación que se refiere al corto plazo, ésta se corresponde con el respeto a las
obligaciones sociales, y con el deseo de resultados rápidos, a corto plazo, en cualquier actividad; en
estas culturas la tenacidad y la perseverancia no se consideran aspectos relevantes.
Estos cinco ejes culturales son considerados como las dimensiones nacionales de los programas
mentales de una nación. Para cada dimensión Hofstede desarrolla una medida que permite
cuantificarla, esto es, se expresa en un número, que indica la posición de un país en cada dimensión
en relación a otros países. La cuantificación es una forma de simplificar la información compleja. En
definitiva, el autor elaboró los números para más de 50 países.
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SIGNIFICADO DE LA CORRUPCIÓN
A lo largo de las últimas décadas se ha hecho evidente que la corrupción es una de las mayores
causas de pobreza. Transparencia Internacional en la publicación del “Índice de Percepción de la
Corrupción” para 2005, cita las palabras de David Nussbaun, Director ejecutivo de TI, quien define
con claridad el término “La corrupción no es un desastre natural: es el robo frío y calculado de las
oportunidades de los hombres, mujeres, y niños menos capaces de protegerse a sí mismos”.
Diversas organizaciones han emprendido la lucha contra la corrupción, dejando constancia sobre las
diferencias en los niveles de honestidad de los países y su impacto en el desarrollo. En este
cometido destaca Transparencia Internacional (TI) quien elabora el índice de percepción de la
corrupción (IPC) que clasifica los países respecto al grado en que se percibe la corrupción que existe
entre funcionarios públicos y políticos4. Es un índice compuesto, basado en datos relativos a la
corrupción provenientes de encuestas a expertos. El IPC considera la corrupción en el sector público,
y define la corrupción como el abuso de cargos públicos para beneficio privado. Las encuestas
utilizadas para calcular el IPC contienen preguntas relacionadas con el mal uso del poder público
para beneficio propio, por ejemplo sobornos aceptados por funcionarios públicos en contrataciones
públicas.
A través de sus delegaciones en el mundo y su Secretariado Internacional, Transparencia
Internacional, aborda las diferentes facetas de la corrupción, tanto al interior de los países como en el
plano de las relaciones económicas, comerciales y políticas internacionales. Transparencia
Internacional elabora junto al IPC otros indicadores como el Barómetro Global de la Corrupción, o el
Índice de Fuentes de Soborno. El propósito es comprender y enfrentar los dos rostros de la
corrupción: quien corrompe y quien permite ser corrompido. Quizás la principal herramienta, o al
menos el primer paso, en la lucha contra la corrupción sea el acceso del público a la información.
Otras organizaciones han construido otros indicadores como es el caso del Índice de Economic
Freedom of the World que mide el grado en que los políticos y las instituciones de los países apoyan
la libertad económica5.
Basándonos en los datos elaborados por Hofstede (1980) para las primeras cuatro dimensiones de la
cultura–ya que para la última dimensión, orientación al corto o al largo plazo, no se tienen datos para
4
La metodología del IPC se puede consultar en http://www.transparency.org/surveys/index.html#cpi o en
http://www.ICGG.org.
5
Véase en www.freetheworld.com, el informe annual de 2006 Economic Freedom of the World: 2006 (Gwartney y
Lawson, 2006).
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todos los países- y en las evaluaciones del nivel de corrupción de los países, realizados por
Transparencia Internacional, en este trabajo se analiza el papel de la cultura en el comportamiento
ético de los países.
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El valor de los índices para cada dimensión de la cultura, originariamente, estaba comprendido entre
cero y cien; pero luego fueron añadidos otros países tras construir el índice, que superaron a los que
ya estaban clasificados, en una proporción tal, que hubo de darles una cifra superior al máximo del
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índice inicial. En la última fila del cuadro 1 se incluye la media para cada dimensión. Dado el valor
que toma cada país para cada dimensión, se puede valorar la posición del país en términos relativos.
Así, por ejemplo, considerando el valor que toma el índice de España en relación aversión a la
incertidumbre se puede concluir que es muy adverso a lo incierto. Lo mismo ocurre con Grecia,
Portugal, Bélica y Francia.
También se incluye en el cuadro 1 (véanse las cinco últimas columnas) el índice de percepción de la
corrupción (IPC) de cada país en el periodo 2001-2005, según Transparencia Internacional, en el que
se ordenan los países atendiendo al grado de percepción de la corrupción de funcionarios públicos y
políticos, como ya ha sido explicado. La puntuación del IPC va desde 10 (altamente transparente) a 0
(altamente corrupto).
La figura 1, basada en datos de 49 países6, muestra la evolución temporal de los niveles de
honestidad/corrupción de los países agrupados en honestos o corruptos.
7,00
Índice de Percepción de la Corrupción
6,00
5,00
4,12 Países honestos
4,00 3,75
3,49 3,52 3,54
Países corruptos
3,00
2,00
1,00
0,00
2001
1 2002
2 2003
3 2004
4 2005
5
Años
Para clasificar los países dentro de uno de estos dos grupos se calculó para cada año el valor medio
del indicador del nivel de corrupción (IPC), elaborado por Transparencia Internacional, y se comparó
6
En este trabajo nuestro estudio se basa en el análisis de 49 países que son de los que se dispone de información tanto en el
trabajo de Hofstede (1980) como en el de Transparencia Internacional.
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con el valor del indicador para cada país. Cuando el valor de éste último superaba la cifra de la media
de honestidad en el periodo, el país fue calificado como honesto y corrupto en el caso contrario. En
una escala de cero a diez los países con una mayor puntuación, para el índice de percepción de la
corrupción representan a los países más honestos: Finlandia y Nueva Zelanda han ocupado las dos
mejores posiciones en el nivel de honestidad durante los últimos cuatro años (de 2002 a 2005), con
una puntuación de 9,6 para ambos en 2005. Las posiciones de los mayores niveles de corrupción, en
los últimos cuatro años, se disputan entre Pakistán, Indonesia, Venezuela y Ecuador. En 2005 el
mayor nivel de corrupción se encontraba en Pakistán, seguido de Indonesia y Venezuela, con unas
puntuaciones de 2’1, 2’2, y 2’3, respectivamente.
Se han encontrado diferencias estadísticamente significativas año a año entre los países calificados
como honestos y aquellos que no lo son. La figura 1 muestra una tendencia en los países más
honestos a serlo cada vez más, pasando de un valor medio en el nivel de honestidad de 7,94 en el
año 2001 a 8,11 en el año 2005. Sin embargo en los países menos honestos la tendencia que se
perfila es justo la contraria, es decir, a un aumento en el nivel de corrupción, pasando de un valor
medio de 4,11 de honestidad en 2001 a un valor de 3,54 en 2005.
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La figura 2 basada en los datos de los 49 países anteriormente enumerados, muestra que existen
100
Rango total en el estudio de Hofstede para IBM
90
80
72
70 *
69
60
60* 59
54
Paises corruptos
50 44
42 Paises honestos
40
31
30
*diferencias
significativas a nivel
20
0,01
10
0
PDI IND UAI MAS
Dimensiones culturales
diferencias culturales muy grandes entre los países honestos y aquellos que no lo son, en lo relativo
a la distancia al poder y al nivel de individualismo.
Las sociedades más honestas se caracterizan por una reducida distancia al poder y una orientación
individualista de su cultura. No se encuentran diferencias estadísticamente significativas, entre países
honestos y aquellos que no lo son, en aversión a la incertidumbre y el carácter masculino o femenino
de su sociedad. ¿Qué conclusiones podríamos extraer de las diferencias culturales?
Como hemos argumentado, la distancia al poder tiene su origen en el sistema de valores de los
miembros de una sociedad. Son las personas las que aceptan que exista desigualdad. En los países
con una elevada distancia al poder las personas valoran su estatus, y los que tienen distinto estatus
se muestran socialmente separados. Por el contrario, cuando la distancia al poder es reducida las
personas se sienten iguales; se pone el énfasis en el poder legítimo (en la autoridad) y no en el poder
coercitivo que describe a las sociedades con una elevada distancia al poder. Suecia, Dinamarca,
Finlandia,…etc. son sociedades con una reducida distancia al poder, Malasia, Guatemala, Filipinas
son todo lo contrario. El primer grupo de países forman parte del conjunto que hemos calificado como
honestos a diferencia de los tres últimos países no considerados como tales.
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En síntesis, un rasgo cultural que describe a las sociedades más honestas es el rechazo de la
desigualdad, las personas se perciben iguales.
Grande (2004:49-50) resume las características de las culturas con baja y elevada distancia al poder.
En el cuadro 2 se incluyen algunas de las características más relevantes de esta dimensión, a
efectos de este trabajo.
El maestro no está en posesión de la verdad Los juicios de maestros y de los adultos no son cuestionados
La autoridad en general se cuestiona La autoridad no se discute
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Como hemos mencionado, otro rasgo cultural que describe a los países más honestos es el
individualismo; encontramos diferencias estadísticamente significativas entre países honestos y
corruptos en relación con esta dimensión.
Triandis y Suh (2002) señalan que de las cuatro dimensiones que describen la cultura, el contraste
individualismo-colectivismo configura la “estructura más profunda” de las diferencias culturales.
De acuerdo con nuestro análisis hemos comprobado que las sociedades más individualistas son más
éticas; en estas sociedades las personas consideradas individualmente son más importantes que los
grupos. El éxito es consecuencia del trabajo personal y el esfuerzo siempre tiene una recompensa.
En contraste, en culturas colectivistas las creencias son las opuestas. La persona pertenece a un
grupo desde el momento de su nacimiento y fuera de él no tiene capacidad de sobrevivir. Actúan los
grupos, no las personas.
En definitiva, en un entorno individualista las personas actúan motivadas por su propio interés y el
logro de sus objetivos personales. Hofstede (2001:221) define el “individualismo” como la
independencia emocional de “grupos, organizaciones u otros colectivos”.
El colectivismo implica la subordinación de los intereses personales a los objetivos del grupo. Se
apoya en la cooperación y la armonía, así como la preocupación por la riqueza del grupo. En culturas
colectivistas las personas se sienten partes indispensables del grupo.
Tiessen (1997) resume las características claves del individualismo y del colectivismo que se
presentan en el cuadro 3.
Cuadro 3.- Características claves del individualismo y del colectivismo
Individualismo Colectivismo
1.Objetivos Personales Orientados al grupo
Corto plazo Largo plazo
2.Valores Logro Sociales
Auto dirección Conformidad
Poder social Seguridad
Estímulo Tradición
3. Relaciones
con los de "dentro del grupo" Se acepta el debate y la confrotación Armonía
con los de "fuera del grupo" Se acepta el conflicto, pero no se desea Conflicto esperado
Muchas relaciones débiles Pocos vínculos cerrados
4. Atribuciones El éxito se debe a la habilidad El éxito es el resultado del esfuerzo del grupo
El fracaso se debe a factores externos El fracaso se debe a la falta de esfuerzo
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En el gráfico se pueden identificar cuatro situaciones que describen cada uno de los cuatro
cuadrantes de la figura 3: individualismo y reducida distancia al poder; individualismo y elevada
Figura 3.- Mapa de posicionamiento de los países de acuerdo con su índice de distancia al poder e
individualismo
COLECTIVISM O INDIVIDUA LISM O
ELEVADA DISTANCIA AL PODER ELEVADA DISTANCIA AL PODER
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poder. En esta línea de análisis, Triandis y Suh (2002) señalan que recientes hallazgos permiten
clasificar a su vez las culturas colectivistas o individualistas atendiendo a su dimensión horizontal o
vertical. Un ejemplo de cultura colectivista vertical lo tenemos en la India y de colectivismo horizontal
en Israel (kibbutz). Las culturas verticales son tradicionalistas y en ellas destaca el respeto por las
normas y por la autoridad. El colectivismo vertical está correlacionado con el autoritarismo, la
tendencia a ser sumiso a la autoridad y a apoyar el convencionalismo. El colectivismo vertical está
correlacionado positivamente con la edad y la religiosidad, y negativamente con la educación y la
diversidad en las relaciones. Por otra parte, en culturas individualistas verticales la competitividad es
alta, y uno debe ser el mejor si quiere avanzar su posición en la jerarquía. Sin embargo, en culturas
individualistas horizontales (como por ejemplo Australia o Suecia) las diferencias en la jerarquía no
son tan importantes; lo que sí es importante es la autoestima, la independencia de los demás y ser
único.
El gráfico de la figura 3 muestra que los países varían enormemente en las respuestas que los
ciudadanos dan a las cuestiones relacionadas con los mismos problemas básicos de las sociedades.
Las diferencias en distancia al poder e individualismo son demasiado grandes para ignorarlas y
pensar que las desigualdades culturales no influyen o afectan al comportamiento ético de los países.
Dibujando una hipotética diagonal que relaciona distancia al poder e individualismo (véase figura 3)
podemos ver que en los extremos se encuentran, de un lado, los países menos éticos y, en el otro
lado, los más honestos. Dentro del primer grupo, los menos honestos (situados más cerca del
extremo izquierdo de la diagonal) se acepta la desigualdad, explicada por una gran distancia al
poder, así como un elevado colectivismo. En el segundo grupo, el que configuran los países más
honestos (ubicados próximos al extremo derecho de la diagonal), como características culturales
destacan la igualdad y la importancia del individuo frente al grupo. También interesa destacar que
ambas magnitudes –individualismo y distancia al poder- varían al mismo tiempo; es decir, aparecen
correlacionadas, aunque sea en sentido inverso. Cuando aumenta el individualismo se reduce la
distancia al poder, es decir disminuye la aceptación social de la desigualdad. Las diferencias de
comportamiento ético de los países tienen poco que ver con su posición geográfica (norte-sur,
oriente-occidente) y mucho con la mentalidad, con la forma de pensar de los ciudadanos.
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Nos preguntábamos al inicio de este trabajo por el papel que pudiera desempeñar la cultura en el
comportamiento ético de los países. Hemos podido constatar su influencia en el grado de honestidad.
Los rasgos que más habitualmente se emplean para describir la cultura de un país se asocian a la
distancia al poder, el individualismo, la aversión a la incertidumbre y la masculinidad (Hofstede,
1980), aunque no todos ellos resultan vinculados al comportamiento ético de los países; la distancia
al poder y el individualismo son las dimensiones que influyen significativamente en el nivel de
honestidad de las sociedades.
La evidencia empírica encontrada pudiera resultarnos sorprendente, sobre todo porque es bastante
habitual que pensemos en el colectivismo como sinónimo de solidaridad y que por lo tanto apoyemos
tal mentalidad; al mismo tiempo rechazamos el individualismo porque lo asociamos a un
comportamiento egoísta. ¿Cómo entender que los países más honestos son los culturalmente más
individualistas? ¿Cómo explicar esta paradoja?
Hofstede (2004:89-102), en un trabajo reciente, señala que muchas veces se usa la palabra
‘colectivismo’ como ‘estado colectivista’ y equivalente a ‘comunismo’. Sin embargo no es a eso a lo
que se refiere Hofstede (2004), sino al ‘grupo colectivo’. El colectivismo se caracteriza por una fuerte
lealtad al grupo y hostilidad con otros grupos. De forma que el colectivismo se perfila como la raíz de
los conflictos étnicos en todos los lugares del mundo (Hofstede, 2004). La defensa de los objetivos
del grupo puede justificar comportamientos en donde se anteponen éstos, es decir el interés del
grupo, a cualquier interés personal por legítimo que éste sea. Cuando esto se produce en un entorno
en el que el poder aparece centralizado, con poca movilidad social, una clase media escasa y
desigual distribución de la riqueza, características éstas de gran distancia al poder, todo ello puede
desembocar, como hemos apuntado, en corrupción. Se contrapone esta situación con aquella en que
se respeta al individuo, a la persona, culturas en las que se acepta el logro de los objetivos
personales pero con respeto al derecho de los demás. Subyace en todo ello el reconocimiento de la
dignidad de la persona.
Se ha demostrado una relación estadística entre el grado de individualismo de los países y su
riqueza. Sin embargo, Hofstede (2004:99) señala que la flecha de la causalidad no va desde el
individualismo a la riqueza, sino de la riqueza al individualismo; “un país se vuelve más individualista
después de incrementar su riqueza, aunque no necesariamente una mayor riqueza después conduce
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BIBLIOGRAFÍA
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