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LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

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La importancia de la distancia al poder y el individualismo en el comportamiento ético


Por María José Pinillos1

Una pregunta relevante en el ámbito empresarial es la que trata de dar respuesta al papel que
desempeña la cultura nacional en el comportamiento de las empresas.
El contexto cultural nacional afecta directamente a las expectativas y los comportamientos de las
partes interesadas. Se ha demostrado que ciertos rasgos culturales como, por ejemplo, las actitudes
hacia la autoridad, o la igualdad, difieren de una localización a otra e influyen en el comportamiento
empresarial. Las diferencias entre países se manifiestan también en aspectos tan relevantes para el
funcionamiento de la economía y de las empresas como es el nivel de corrupción. Kliksberg (2006:
17) señala que “Noruega es uno de los países líderes mundiales en transparencia: allí la corrupción
es casi inexistente. Sin embargo, la legislación anticorrupción es reducida. La causa se halla en los
valores sociales dominantes”. De los informes elaborados por Transparencia Internacional2 (relativo
al nivel de corrupción de los países) y por AT Kearney3 se infiere, asimismo, que países como
Finlandia y Dinamarca, más desarrollados y con mayores niveles de renta y de competitividad,
presentan niveles reducidos de corrupción; pero lo que resulta más significativo es que en las
culturas de estos países predomina una actitud de rechazo a las desigualdades y de apoyo a la
equidad. Porque, en definitiva, como indica Kliksberg (2006:22), “La ética importa. Porque los valores
éticos predominantes influyen a diario en los aspectos vitales de la economía”.
No parece haber dudas de la influencia de la cultura; pero ¿cuál es el papel concreto que desempeña
la cultura en el comportamiento ético de los países?
Dar una respuesta a esta pregunta guiará el desarrollo de este trabajo.

DIMENSIONES DE LA CULTURA
Fue Taylor, en 1871, el primer autor que abordó el concepto de cultura tal como hoy en día se
entiende. Según este autor “La cultura o civilización en sentido etnográfico es ese todo complejo que
comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras
capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la sociedad”.

1
Profesora de la Universidad Rey Juan Carlos.
2
En http://www.transparency.org
3
En http://www.atkearney.com

1
Trabajo presentado para el Congreso Internacional Responsabilidad Social Empresarial,
Universidad y Desarrollo. Buenos Aires, 4, 5 y 6 de septiembre de 2006.
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Así, al relacionar la cultura con las creencias, las costumbres...etc., se utilizan estos elementos
distintos para explicar cómo los mismos intervienen en los diferentes niveles de cultura: nacional y
organizativa.
La cultura nacional incluye experiencias, creencias, tradiciones, aprendidas de comportamientos y
valores compartidos por personas que viven dentro del mismo país.
La cultura se ha definido empleando distintas dimensiones, pero, entre los estudios que se han
elaborado sobre cultura, la conceptualización de los valores culturales de Hofstede (1980, 1991,
2001) ha sido la más utilizada; en ella se demuestra que existen menos variaciones entre
determinados valores y creencias de las personas de un país que entre personas de países
diferentes. Este autor realizó a finales de los años setenta (Hofstede, 1980), una investigación
empírica, en más de cincuenta países, tomando en consideración una muestra compuesta por
directivos de IBM repartidos por las filiales implantadas en aquellos países y a los que se les envió
116.000 cuestionarios. Tras la explotación de los datos recopilados llega a la conclusión de que los
valores culturales difieren en función de las diversas culturas nacionales.
La antropología nos enseña que todas las sociedades tienen los mismos problemas básicos; pero las
respuestas difieren de una sociedad a otra. En definitiva, las dimensiones que identifica Hofstede
surgen de la respuesta diferenciada de las distintas culturas a los problemas básicos con los que
todas las sociedades se enfrentan (Pheng y Yuquan, 2002; Hofstede, 2001; Triandis et al., 1988):
1.-La desigualdad humana
2.-El comportamiento del individuo según su integración en el grupo con el que principalmente
se identifica.
3.-El nivel de estrés experimentado al enfrentarse a un futuro desconocido.
4.-La división de los roles sociales entre hombres y mujeres.
En su influyente estudio, Hofstede (1980) encuentra diferencias culturales entre países en relación a
cuatro dimensiones: la distancia al poder (PDI), el individualismo-colectivismo (IND), la aversión a la
incertidumbre (UAI), y la orientación hacia la masculinidad o la feminidad (MAS).
La primera dimensión trata de la desigualdad de las personas en una sociedad. Lo que ha sido
denominado por Hofstede distancia al poder y se refiere a la tendencia en una sociedad a aceptar o
rechazar la desigualdad humana. Las respuestas a las cuestiones de desigualdad pueden ir desde:
“la desigualdad es una cosa normal y deseable”, lo que significa una gran distancia al poder, a “la
desigualdad debe ser evitada tanto como sea posible”, que quiere decir poca distancia al poder.

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La segunda dimensión se refiere a la relación de los individuos con la sociedad. La respuesta a esta
cuestión va desde “cada uno actúa para si mismo”, lo que ha sido denominado por Hofstede como
individualismo, a “las personas deberían permanecer atadas o vinculadas a un grupo determinado a
lo largo de toda su vida”, que es lo que ha sido llamado colectivismo.
La tercera dimensión trata del nivel de ansiedad de la sociedad cuando se enfrenta a lo desconocido.
Hofstede utiliza el término aversión a la incertidumbre para referirse a este concepto. La repuesta a
este aspecto va desde el miedo, lo que significa una gran aversión a la incertidumbre, a sentir
curiosidad, que significa débil aversión a la incertidumbre.
La cuarta dimensión está vinculada al carácter masculino o femenino de una sociedad. Una cultura
es masculina cuando los valores que en ella predominan son los que tradicionalmente han sido
asignados a los hombres, como ambición, agresividad o deseo de alcanzar un estatus elevado con
mucho poder. Por el contrario, una cultura es femenina cuando los valores dominantes son los
históricamente atribuidos a la mujer como cuidado, protección, ternura o consenso.
El modelo inicial de Hofstede (1980) en el que identifica las cuatro dimensiones anteriores de la
cultura, se completa con posterioridad (Hofstede, 1991) con una quinta dimensión la orientación
temporal. Esta dimensión examina la programación a corto y largo plazo de una sociedad. La
orientación basada en el largo plazo alude a la perseverancia, a la categorización de las relaciones
según los estatus y al respeto al orden establecido, así como a un sentido confuciano de la vida que
cree que lo mejor está por llegar. Los valores propios de las culturas orientadas al largo plazo se
sintetizan en palabras como trabajo, ahorro, moderación, empeño, deber, futuro, virtud y esfuerzo. En
cuanto a la orientación que se refiere al corto plazo, ésta se corresponde con el respeto a las
obligaciones sociales, y con el deseo de resultados rápidos, a corto plazo, en cualquier actividad; en
estas culturas la tenacidad y la perseverancia no se consideran aspectos relevantes.
Estos cinco ejes culturales son considerados como las dimensiones nacionales de los programas
mentales de una nación. Para cada dimensión Hofstede desarrolla una medida que permite
cuantificarla, esto es, se expresa en un número, que indica la posición de un país en cada dimensión
en relación a otros países. La cuantificación es una forma de simplificar la información compleja. En
definitiva, el autor elaboró los números para más de 50 países.

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SIGNIFICADO DE LA CORRUPCIÓN
A lo largo de las últimas décadas se ha hecho evidente que la corrupción es una de las mayores
causas de pobreza. Transparencia Internacional en la publicación del “Índice de Percepción de la
Corrupción” para 2005, cita las palabras de David Nussbaun, Director ejecutivo de TI, quien define
con claridad el término “La corrupción no es un desastre natural: es el robo frío y calculado de las
oportunidades de los hombres, mujeres, y niños menos capaces de protegerse a sí mismos”.
Diversas organizaciones han emprendido la lucha contra la corrupción, dejando constancia sobre las
diferencias en los niveles de honestidad de los países y su impacto en el desarrollo. En este
cometido destaca Transparencia Internacional (TI) quien elabora el índice de percepción de la
corrupción (IPC) que clasifica los países respecto al grado en que se percibe la corrupción que existe
entre funcionarios públicos y políticos4. Es un índice compuesto, basado en datos relativos a la
corrupción provenientes de encuestas a expertos. El IPC considera la corrupción en el sector público,
y define la corrupción como el abuso de cargos públicos para beneficio privado. Las encuestas
utilizadas para calcular el IPC contienen preguntas relacionadas con el mal uso del poder público
para beneficio propio, por ejemplo sobornos aceptados por funcionarios públicos en contrataciones
públicas.
A través de sus delegaciones en el mundo y su Secretariado Internacional, Transparencia
Internacional, aborda las diferentes facetas de la corrupción, tanto al interior de los países como en el
plano de las relaciones económicas, comerciales y políticas internacionales. Transparencia
Internacional elabora junto al IPC otros indicadores como el Barómetro Global de la Corrupción, o el
Índice de Fuentes de Soborno. El propósito es comprender y enfrentar los dos rostros de la
corrupción: quien corrompe y quien permite ser corrompido. Quizás la principal herramienta, o al
menos el primer paso, en la lucha contra la corrupción sea el acceso del público a la información.
Otras organizaciones han construido otros indicadores como es el caso del Índice de Economic
Freedom of the World que mide el grado en que los políticos y las instituciones de los países apoyan
la libertad económica5.
Basándonos en los datos elaborados por Hofstede (1980) para las primeras cuatro dimensiones de la
cultura–ya que para la última dimensión, orientación al corto o al largo plazo, no se tienen datos para

4
La metodología del IPC se puede consultar en http://www.transparency.org/surveys/index.html#cpi o en
http://www.ICGG.org.
5
Véase en www.freetheworld.com, el informe annual de 2006 Economic Freedom of the World: 2006 (Gwartney y
Lawson, 2006).
4
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todos los países- y en las evaluaciones del nivel de corrupción de los países, realizados por
Transparencia Internacional, en este trabajo se analiza el papel de la cultura en el comportamiento
ético de los países.

DIFERENCIAS CULTURALES Y COMPORTAMIENTO ÉTICO


El comportamiento ético de los países: honestos y corruptos
Un primer tema a estudiar es si los países honestos son colectivamente diferentes de aquellos otros
considerados corruptos; para poder analizar, con posterioridad, si dan respuestas similares a los
problemas de desigualdad, individualismo, papeles de género e incertidumbre.
En el cuadro 1 (en las cinco primeras columnas) se muestran los valores de cada país para cada una
de las cuatro las dimensiones culturales descritas por Hofstede (1980): distancia al poder,
individualismo, aversión a la incertidumbre y masculinidad.

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Cuadro 1.- Índices de distancia al poder, individualismo/colectivismo,


masculinidad/feminidad, aversión a la incertidumbre, y percepción de la corrupción
Distancia al Individualismo/Cole Aversión a la Masculinidad/Fem
País poder ctivismo incertidumbre inidad IPC 2001 IPC 2002 IPC 2003 IPC 2004 IPC 2005

Argentina 49 46 86 56 3,5 2,8 2,5 2,5 2,8


Australia 36 90 51 61 8,5 8,6 8,8 8,8 8,8
Austria 11 55 70 79 7,8 7,8 8 8,4 8,7
Bélgica 65 75 94 54 6,6 7,1 7,6 7,5 7,4
Brasil 69 38 76 49 4 4 3,9 3,9 3,7
Canadá 39 80 48 52 8,9 9 8,7 8,5 8,4
Chile 63 23 86 28 7,5 7,5 7,4 7,4 7,3
China 80 20 30 66 3,5 3,5 3,4 3,4 3,2
Colombia 67 13 80 64 3,8 3,6 3,7 3,8 4
Costa Rica 35 15 86 21 4,5 4,5 4,3 4,9 4,2
Dinamarca 18 74 23 16 9,5 9,5 9,5 9,5 9,5
Ecuador 78 8 67 63 2,3 2,2 2,2 2,4 2,5
El Salvador 66 19 94 40 3,6 3,4 3,7 4,2 4,2
Finlandia 33 63 59 26 9,9 9,7 9,7 9,7 9,6
Francia 68 71 86 43 6,7 6,3 6,9 7,1 7,5
Alemania 35 67 65 66 7,4 7,3 7,7 8,2 8,2
Grecia 60 35 112 57 4,2 4,2 4,3 4,3 4,3
Guatemala 95 6 101 37 2,9 2,5 2,4 2,2 2,5
Hong Kong 68 25 29 57 7,9 8,2 8 8 8,3
Hungría 46 80 82 88 5,3 4,9 4,8 4,8 5
India 77 48 40 56 2,7 2,7 2,8 2,8 2,9
Indonesia 78 14 48 46 1,9 1,9 1,9 2 2,2
Irán 58 41 59 43 9,5 9,5 3 2,9 2,9
Irlanda 28 70 35 68 7,5 6,9 7,5 7,5 7,4
Israel 13 54 81 47 7,6 7,3 7 6,4 6,3
Italia 50 76 75 70 5,5 5,2 5,3 4,8 5
Jamaica 45 39 13 68 9,5 4 3,8 3,3 3,6
Japón 54 46 92 95 7,1 7,1 7 6,9 7,3
Malasia 104 26 36 50 5 4,9 5,2 5 5,1
México 81 30 82 69 3,7 3,6 3,6 3,6 3,5
Nueva Zelanda 22 79 49 58 9,4 9,5 9,5 9,6 9,6
Noruega 31 69 50 8 8,6 8,5 8,8 8,9 8,9
Pakistán 55 14 70 50 2,3 2,6 2,5 2,1 2,1
Panamá 95 11 86 44 3,7 3 3,4 3,7 3,5
Perú 64 16 87 42 4,1 4 3,7 3,5 3,5
Filipinas 94 32 44 64 2,9 2,6 2,5 2,6 2,5
Polonia 68 60 93 64 4,1 4 3,6 3,5 3,4
Portugal 63 27 104 31 6,3 6,3 6,6 6,3 6,5
Singapur 74 20 8 48 9,2 9,3 9,4 9,3 9,4
España 57 51 86 42 7 7,1 6,9 7,1 7
Suecia 31 71 29 5 9 9,3 9,3 9,2 9,2
Suiza 34 68 58 70 8,4 8,5 8,8 9,1 9,1
Taiwán 58 17 69 45 5,9 5,6 5,7 5,6 5,9
Tailandia 64 20 64 34 3,2 3,2 3,3 3,6 3,8
Turquía 66 37 85 45 3,6 3,2 3,1 3,2 3,5
Reino Unido 35 89 35 66 8,3 8,7 8,7 8,6 8,6
Estados Unidos 40 91 46 62 7,6 7,7 7,5 7,5 7,6
Uruguay 61 36 100 38 5,1 5,1 5,5 6,2 5,9
Venezuela 81 12 76 73 2,8 2,5 2,4 2,3 2,3
Media 56 44 66 52 5,9 5,7 5,6 5,6 5,7

El valor de los índices para cada dimensión de la cultura, originariamente, estaba comprendido entre
cero y cien; pero luego fueron añadidos otros países tras construir el índice, que superaron a los que
ya estaban clasificados, en una proporción tal, que hubo de darles una cifra superior al máximo del
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índice inicial. En la última fila del cuadro 1 se incluye la media para cada dimensión. Dado el valor
que toma cada país para cada dimensión, se puede valorar la posición del país en términos relativos.
Así, por ejemplo, considerando el valor que toma el índice de España en relación aversión a la
incertidumbre se puede concluir que es muy adverso a lo incierto. Lo mismo ocurre con Grecia,
Portugal, Bélica y Francia.
También se incluye en el cuadro 1 (véanse las cinco últimas columnas) el índice de percepción de la
corrupción (IPC) de cada país en el periodo 2001-2005, según Transparencia Internacional, en el que
se ordenan los países atendiendo al grado de percepción de la corrupción de funcionarios públicos y
políticos, como ya ha sido explicado. La puntuación del IPC va desde 10 (altamente transparente) a 0
(altamente corrupto).
La figura 1, basada en datos de 49 países6, muestra la evolución temporal de los niveles de
honestidad/corrupción de los países agrupados en honestos o corruptos.

Figura 1.- Evolución de los índices de percepción de la corrupción de los


países honestos y corruptos

8,04 8,05 8,11


7,94 7,95
8,00

7,00
Índice de Percepción de la Corrupción

6,00

5,00
4,12 Países honestos
4,00 3,75
3,49 3,52 3,54
Países corruptos
3,00

2,00

1,00

0,00
2001
1 2002
2 2003
3 2004
4 2005
5
Años

Para clasificar los países dentro de uno de estos dos grupos se calculó para cada año el valor medio
del indicador del nivel de corrupción (IPC), elaborado por Transparencia Internacional, y se comparó

6
En este trabajo nuestro estudio se basa en el análisis de 49 países que son de los que se dispone de información tanto en el
trabajo de Hofstede (1980) como en el de Transparencia Internacional.
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con el valor del indicador para cada país. Cuando el valor de éste último superaba la cifra de la media
de honestidad en el periodo, el país fue calificado como honesto y corrupto en el caso contrario. En
una escala de cero a diez los países con una mayor puntuación, para el índice de percepción de la
corrupción representan a los países más honestos: Finlandia y Nueva Zelanda han ocupado las dos
mejores posiciones en el nivel de honestidad durante los últimos cuatro años (de 2002 a 2005), con
una puntuación de 9,6 para ambos en 2005. Las posiciones de los mayores niveles de corrupción, en
los últimos cuatro años, se disputan entre Pakistán, Indonesia, Venezuela y Ecuador. En 2005 el
mayor nivel de corrupción se encontraba en Pakistán, seguido de Indonesia y Venezuela, con unas
puntuaciones de 2’1, 2’2, y 2’3, respectivamente.
Se han encontrado diferencias estadísticamente significativas año a año entre los países calificados
como honestos y aquellos que no lo son. La figura 1 muestra una tendencia en los países más
honestos a serlo cada vez más, pasando de un valor medio en el nivel de honestidad de 7,94 en el
año 2001 a 8,11 en el año 2005. Sin embargo en los países menos honestos la tendencia que se
perfila es justo la contraria, es decir, a un aumento en el nivel de corrupción, pasando de un valor
medio de 4,11 de honestidad en 2001 a un valor de 3,54 en 2005.

Diferencias culturales y nivel de honestidad de los países


Una vez comprobado que estadísticamente existen diferencias significativas, en el nivel de
honestidad de los países de cada uno de los dos grupos, tratamos de analizar si los países de estos
dos grupos varían de manera importante en cuanto a las respuestas que los ciudadanos dan a las
cuestiones relacionadas con los mismos problemas básicos de las sociedades. Es decir, en otras
palabras, si existen diferencias significativas en lo relativo a las cuatro dimensiones básicas de la
cultura, de acuerdo con el planteamiento de Hofstede: distancia al poder, individualismo, aversión a
la incertidumbre y masculinidad.

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La figura 2 basada en los datos de los 49 países anteriormente enumerados, muestra que existen

Figura 2.- Puntuaciones culturales para países honestos y corruptos

100
Rango total en el estudio de Hofstede para IBM

90

80
72
70 *
69

60
60* 59
54
Paises corruptos
50 44
42 Paises honestos
40
31
30
*diferencias
significativas a nivel
20
0,01

10

0
PDI IND UAI MAS
Dimensiones culturales

diferencias culturales muy grandes entre los países honestos y aquellos que no lo son, en lo relativo
a la distancia al poder y al nivel de individualismo.
Las sociedades más honestas se caracterizan por una reducida distancia al poder y una orientación
individualista de su cultura. No se encuentran diferencias estadísticamente significativas, entre países
honestos y aquellos que no lo son, en aversión a la incertidumbre y el carácter masculino o femenino
de su sociedad. ¿Qué conclusiones podríamos extraer de las diferencias culturales?
Como hemos argumentado, la distancia al poder tiene su origen en el sistema de valores de los
miembros de una sociedad. Son las personas las que aceptan que exista desigualdad. En los países
con una elevada distancia al poder las personas valoran su estatus, y los que tienen distinto estatus
se muestran socialmente separados. Por el contrario, cuando la distancia al poder es reducida las
personas se sienten iguales; se pone el énfasis en el poder legítimo (en la autoridad) y no en el poder
coercitivo que describe a las sociedades con una elevada distancia al poder. Suecia, Dinamarca,
Finlandia,…etc. son sociedades con una reducida distancia al poder, Malasia, Guatemala, Filipinas
son todo lo contrario. El primer grupo de países forman parte del conjunto que hemos calificado como
honestos a diferencia de los tres últimos países no considerados como tales.
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En síntesis, un rasgo cultural que describe a las sociedades más honestas es el rechazo de la
desigualdad, las personas se perciben iguales.
Grande (2004:49-50) resume las características de las culturas con baja y elevada distancia al poder.
En el cuadro 2 se incluyen algunas de las características más relevantes de esta dimensión, a
efectos de este trabajo.

Cuadro 2.- Factores que explican la distancia al poder


Poca distancia al poder Mucha distancia al poder
Posibilidad de supervivencia con intervención en la
naturaleza Supervivencia sin intervención en la naturaleza
Necesidad de la tecnología para sobrevivir No se necesita tecnología para sobrevivir
Poca tradicción agrícola, gran concentración urbana y Mucha tradición agrícola, poca concentración urbana y
desarrollo industrial escaso desarrollo industrial
Percepcióm de necesidad de educación y cultura No se valora la educación y la cultura
Gran movilidad social y clase media abundante Poca movilidad social, clase media escasa
Riqueza bien distribuida Riqueza mal distribuida
Sistemas políticos autocráticos, dictaduras militares,
Sistema político democrático imperialismo, ocupación
Sin experiencia federalista, sin deseo de independencia,
Experiencia en independencia, federalismo países colonizados
Poder central poco desarrollado Poder centralizado

El maestro no está en posesión de la verdad Los juicios de maestros y de los adultos no son cuestionados
La autoridad en general se cuestiona La autoridad no se discute

Fuente: Grande (2004: 50)


En los países con poca distancia al poder destaca asimismo la existencia de una gran movilidad
social, así como una clase media abundante, la riqueza está bien distribuida y están vigentes
sistemas políticos democráticos. Este último rasgo está en sintonía con otra dimensión de la cultura,
que veremos más adelante, y que diferencia a los países más honestos de aquellos que no lo son: el
carácter individualista de la cultura; porque la democracia supone al menos un mínimo nivel de
individualismo: ‘un hombre un voto’ (Hofstede, 2004).
Según estos puntos de vista, se puede concluir que una sociedad como la hindú o la china tienen que
caracterizarse por una elevada distancia al poder y otras como la suiza o la inglesa, por todo lo
contrario. El efecto que tiene la distancia al poder en el comportamiento ético de los países ha
quedado ya evidenciado: la aceptación de la desigualdad de las personas favorece los
comportamientos corruptos.

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Como hemos mencionado, otro rasgo cultural que describe a los países más honestos es el
individualismo; encontramos diferencias estadísticamente significativas entre países honestos y
corruptos en relación con esta dimensión.
Triandis y Suh (2002) señalan que de las cuatro dimensiones que describen la cultura, el contraste
individualismo-colectivismo configura la “estructura más profunda” de las diferencias culturales.
De acuerdo con nuestro análisis hemos comprobado que las sociedades más individualistas son más
éticas; en estas sociedades las personas consideradas individualmente son más importantes que los
grupos. El éxito es consecuencia del trabajo personal y el esfuerzo siempre tiene una recompensa.
En contraste, en culturas colectivistas las creencias son las opuestas. La persona pertenece a un
grupo desde el momento de su nacimiento y fuera de él no tiene capacidad de sobrevivir. Actúan los
grupos, no las personas.
En definitiva, en un entorno individualista las personas actúan motivadas por su propio interés y el
logro de sus objetivos personales. Hofstede (2001:221) define el “individualismo” como la
independencia emocional de “grupos, organizaciones u otros colectivos”.
El colectivismo implica la subordinación de los intereses personales a los objetivos del grupo. Se
apoya en la cooperación y la armonía, así como la preocupación por la riqueza del grupo. En culturas
colectivistas las personas se sienten partes indispensables del grupo.
Tiessen (1997) resume las características claves del individualismo y del colectivismo que se
presentan en el cuadro 3.
Cuadro 3.- Características claves del individualismo y del colectivismo
Individualismo Colectivismo
1.Objetivos Personales Orientados al grupo
Corto plazo Largo plazo
2.Valores Logro Sociales
Auto dirección Conformidad
Poder social Seguridad
Estímulo Tradición
3. Relaciones
con los de "dentro del grupo" Se acepta el debate y la confrotación Armonía
con los de "fuera del grupo" Se acepta el conflicto, pero no se desea Conflicto esperado
Muchas relaciones débiles Pocos vínculos cerrados
4. Atribuciones El éxito se debe a la habilidad El éxito es el resultado del esfuerzo del grupo
El fracaso se debe a factores externos El fracaso se debe a la falta de esfuerzo

Fuente: Tiessen, 1997

El individualismo y el colectivismo representan los dos polos de esta dimensión de la cultura de un


país. Las diferencias entre estas dos posiciones son patentes tanto a nivel de familia, como de

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personalidad y comportamiento, de lenguaje e identidad del grupo y de educación escolar (Hofstede,


2001:236-237).
Combinando, en un solo gráfico, distancia al poder e individualismo, de acuerdo con la puntuación de
Hofstede (1980), obtenemos la figura 3, en la que se muestra un mapa de posicionamiento para los
49 países analizados. El eje vertical representa la distancia al poder (más distancia al poder se sitúa
en la parte superior del eje y menos en la parte inferior) y el eje horizontal representa el nivel de
individualismo (a la izquierda del eje menos individualismo y derecha más individualismo).

En el gráfico se pueden identificar cuatro situaciones que describen cada uno de los cuatro
cuadrantes de la figura 3: individualismo y reducida distancia al poder; individualismo y elevada

Figura 3.- Mapa de posicionamiento de los países de acuerdo con su índice de distancia al poder e
individualismo
COLECTIVISM O INDIVIDUA LISM O
ELEVADA DISTANCIA AL PODER ELEVADA DISTANCIA AL PODER

COLECTIV ISM O INDIVIDUALISM O


REDUCIDA DISTANCIA A L PODER REDUCIDA DISTANCIA A L PODER

distancia al poder; colectivismo y elevada distancia al poder, y colectivismo y reducida distancia al

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poder. En esta línea de análisis, Triandis y Suh (2002) señalan que recientes hallazgos permiten
clasificar a su vez las culturas colectivistas o individualistas atendiendo a su dimensión horizontal o
vertical. Un ejemplo de cultura colectivista vertical lo tenemos en la India y de colectivismo horizontal
en Israel (kibbutz). Las culturas verticales son tradicionalistas y en ellas destaca el respeto por las
normas y por la autoridad. El colectivismo vertical está correlacionado con el autoritarismo, la
tendencia a ser sumiso a la autoridad y a apoyar el convencionalismo. El colectivismo vertical está
correlacionado positivamente con la edad y la religiosidad, y negativamente con la educación y la
diversidad en las relaciones. Por otra parte, en culturas individualistas verticales la competitividad es
alta, y uno debe ser el mejor si quiere avanzar su posición en la jerarquía. Sin embargo, en culturas
individualistas horizontales (como por ejemplo Australia o Suecia) las diferencias en la jerarquía no
son tan importantes; lo que sí es importante es la autoestima, la independencia de los demás y ser
único.

El gráfico de la figura 3 muestra que los países varían enormemente en las respuestas que los
ciudadanos dan a las cuestiones relacionadas con los mismos problemas básicos de las sociedades.
Las diferencias en distancia al poder e individualismo son demasiado grandes para ignorarlas y
pensar que las desigualdades culturales no influyen o afectan al comportamiento ético de los países.
Dibujando una hipotética diagonal que relaciona distancia al poder e individualismo (véase figura 3)
podemos ver que en los extremos se encuentran, de un lado, los países menos éticos y, en el otro
lado, los más honestos. Dentro del primer grupo, los menos honestos (situados más cerca del
extremo izquierdo de la diagonal) se acepta la desigualdad, explicada por una gran distancia al
poder, así como un elevado colectivismo. En el segundo grupo, el que configuran los países más
honestos (ubicados próximos al extremo derecho de la diagonal), como características culturales
destacan la igualdad y la importancia del individuo frente al grupo. También interesa destacar que
ambas magnitudes –individualismo y distancia al poder- varían al mismo tiempo; es decir, aparecen
correlacionadas, aunque sea en sentido inverso. Cuando aumenta el individualismo se reduce la
distancia al poder, es decir disminuye la aceptación social de la desigualdad. Las diferencias de
comportamiento ético de los países tienen poco que ver con su posición geográfica (norte-sur,
oriente-occidente) y mucho con la mentalidad, con la forma de pensar de los ciudadanos.

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DIFERENCIAS CULTURALES Y COMPORTAMIENTOS ÉTICOS: CONSIDERACIONES FINALES

Nos preguntábamos al inicio de este trabajo por el papel que pudiera desempeñar la cultura en el
comportamiento ético de los países. Hemos podido constatar su influencia en el grado de honestidad.
Los rasgos que más habitualmente se emplean para describir la cultura de un país se asocian a la
distancia al poder, el individualismo, la aversión a la incertidumbre y la masculinidad (Hofstede,
1980), aunque no todos ellos resultan vinculados al comportamiento ético de los países; la distancia
al poder y el individualismo son las dimensiones que influyen significativamente en el nivel de
honestidad de las sociedades.
La evidencia empírica encontrada pudiera resultarnos sorprendente, sobre todo porque es bastante
habitual que pensemos en el colectivismo como sinónimo de solidaridad y que por lo tanto apoyemos
tal mentalidad; al mismo tiempo rechazamos el individualismo porque lo asociamos a un
comportamiento egoísta. ¿Cómo entender que los países más honestos son los culturalmente más
individualistas? ¿Cómo explicar esta paradoja?
Hofstede (2004:89-102), en un trabajo reciente, señala que muchas veces se usa la palabra
‘colectivismo’ como ‘estado colectivista’ y equivalente a ‘comunismo’. Sin embargo no es a eso a lo
que se refiere Hofstede (2004), sino al ‘grupo colectivo’. El colectivismo se caracteriza por una fuerte
lealtad al grupo y hostilidad con otros grupos. De forma que el colectivismo se perfila como la raíz de
los conflictos étnicos en todos los lugares del mundo (Hofstede, 2004). La defensa de los objetivos
del grupo puede justificar comportamientos en donde se anteponen éstos, es decir el interés del
grupo, a cualquier interés personal por legítimo que éste sea. Cuando esto se produce en un entorno
en el que el poder aparece centralizado, con poca movilidad social, una clase media escasa y
desigual distribución de la riqueza, características éstas de gran distancia al poder, todo ello puede
desembocar, como hemos apuntado, en corrupción. Se contrapone esta situación con aquella en que
se respeta al individuo, a la persona, culturas en las que se acepta el logro de los objetivos
personales pero con respeto al derecho de los demás. Subyace en todo ello el reconocimiento de la
dignidad de la persona.
Se ha demostrado una relación estadística entre el grado de individualismo de los países y su
riqueza. Sin embargo, Hofstede (2004:99) señala que la flecha de la causalidad no va desde el
individualismo a la riqueza, sino de la riqueza al individualismo; “un país se vuelve más individualista
después de incrementar su riqueza, aunque no necesariamente una mayor riqueza después conduce

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a un mayor individualismo”. En definitiva, el individualismo requiere un mínimo nivel de riqueza, lo


que nos sitúa en una especie de circulo vicioso, ya que el individualismo se asocia a un cierto grado
de riqueza ausente en la mayoría de los países con niveles más reducidos de honestidad.
Una vez que se ha hecho evidente el papel de la cultura en el comportamiento ético de los países la
cuestión que se plantea es cómo cambiar los parámetros de la cultura vinculados a comportamientos
poco honestos. Sabemos que la cultura está profundamente enraizada en la sociedad, opera de
modo inconsciente, y está impregnada por los valores de las instituciones políticas así como también
por los sistemas técnicos, todo lo cual simultáneamente refuerza los valores y las creencias. Los
valores típicamente culturales se configuran en los primeros años de vida de las personas y tienden a
estar “programados” en los individuos resultando en patrones de comportamiento consistentes con su
entorno cultural y que permanecen en el tiempo (Hofstede, 1980; Muller y Thomas, 2000). En este
sentido, Davidsson (1995), por ejemplo, no encuentra diferencias de comportamiento entre personas
de distintas generaciones de una misma región en Suecia.
Somos conscientes de la dificultad de que se produzcan cambios sociales y que éstos requieren en
muchos casos décadas para hacerse efectivos, pero no queremos ser pesimistas ni infundir
desaliento. Mientras estos cambios se van produciendo –fruto de reconocer el impacto de la ética en
el desarrollo, y de la reducción de las barreras entre países- abramos la puerta a la investigación que
nos permita entender y aprender de países como Singapur o Chile –que a pesar de la inercia de su
cultura- destacan por su comportamiento ético, esto es, por la ausencia de corrupción.

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