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var los avances que se fueron produciendo en los usos y costumbres de esta pro-
vincia a lo largo de tres generaciones.
Al estudiar los diferentes emplazamientos de esta industria, podremos seguir
el crecimiento que experimentó la ciudad y, aproximándonos a su cierre en 1979,
podremos reconocer las múltiples causas que concurrieron, entre las que no se
puede olvidar que en los años 70 del siglo XX, el hierro pasó de ser un elemen-
to decorativo muy importante a ser un elemento en declive, debido a la utiliza-
ción de nuevos materiales como el aluminio o el acero inoxidable.
Muchas veces, cuando se habla en Ourense de la fundición, se recuerda una
sirena que sonaba a deshora si había algún problema en la ciudad y cuando no lo
había, esa misma sirena marcaba el ritmo de funcionamiento de la vida local,
anunciando aperturas y cierres de toda la actividad industrial y comercial de
Ourense; y lo que muchos ignoran, es que estuvo relacionada con temas intere-
santes como la llegada del ferrocarril, el embellecimiento de la ciudad, la moder-
nización del campo, etc.
Los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX significaron una etapa
de transformación profunda en todas las ciudades desde el punto de vista urba-
nístico, levantándose edificios en los que el hierro cobró un papel esencial; bal-
cones, galerías, escaleras interiores, columnas…elementos como el hierro pasa-
ron a ser claves en la edificación y Ourense no va a ser una excepción. En todo
esto la fundición tuvo un importante papel.
Sin pretender hacer una relación exhaustiva de las obras llevadas a cabo por
esta industria, algo que resultaría imposible por la falta de documentación, se
intentará proporcionar una idea general de las muchas facetas con la que esta fun-
dición ha tenido relación. Así por empezar por algún tema, conviene recordar que
hubo una época en la que se reactivó mucho la escultura pública y la fundición
contribuyó a ello sirviendo de base para fundir muchas esculturas ourensanas1.
Un ejemplo de esto es la escultura del obispo Blanco Nájera, realizada en 1953
para el seminario de Ourense. También se fundieron en estos hornos la escultura
del poeta y editor Valentín Lamas Carvajal, la de Vicente Risco, obra de Liste y
realizada en 1964 y la de Prado Lameiro, obra del escultor Asorey. Las tres están
en el Jardín del Posío de Ourense. En el año 1951 se fundió en sus talleres otra
obra de Francisco Asorey, el busto de Curros Enríquez que está en Celanova.
Parece que también se atribuyen a esta fundición una escultura del Padre Salvado
que se encuentra en Tui y un busto de Juan Bautista de La Salle fundido para
Verin en 1959. En épocas más recientes de la historia se fundió en plata una ima-
gen de la Virgen de Fátima, según un modelo de Liste y también los ambones y
el comulgatorio de la iglesia de Nuestra Señora de Fátima de Ourense.
La fundición, durante los primeros años del siglo XX, realizó placas con el
nombre de algunas calles de la ciudad en estilo modernista y como ejemplo
podrán citarse las dos placas que encargó el ayuntamiento para la calle Lamas
La fundición Malingre de Ourense 227
sonal cualificado para poder valerse por sí mismo sin tener que recurrir a esos
extranjeros que trabajaban por un elevado jornal. Uno de sus pensamientos más
conocidos era el siguiente: “Cuando tenga obreros que desempeñen función de
maestros, mandaré a los extranjeros a sus países al término de sus contratos”.
Se sabe que entre 1855 y 1879 llegaron a Trubia 49 fundidores de origen belga
y otros operarios especializados, con contratos de 3 años. En pocos años se
logró formar en Trubia un grupo de operarios inteligentes y laboriosos a la par
que honrados e instruidos ciudadanos9. Pero este tipo de actuaciones no solo
tuvieron lugar en Trubia. Conocemos el caso del belga, Carlos J. Bertrand,
amigo de Elorza, que llegó a Asturias en 1846 y después de ayudar a poner a
punto la fábrica de Trubia, montó fábricas metalúrgicas y de fundición en la
ciudad de Oviedo. Sabemos que este hombre atrajo a su lado a inversionistas
de su país y creó además una gran empresa carbonera en la cuenca.
Es importante conocer todo este entramado de relaciones de España con
Bélgica en estos años centrales del siglo XIX, para encuadrar la llegada de los
hermanos Malingre Parmantier a España. Ante todo este panorama, con perso-
nas de origen belga en España, tenemos que pensar que no es un hecho aislado
el que los hermanos Malingre, de origen belga, se estableciesen en nuestro país.
Si damos por cierta la información oral que tenemos de que Manuel trabajó en
Trubia, hay que pensar que muchos de esos belgas que vinieron como especia-
listas a Trubia tuvieron unos contratos muy bien pagados, mientras duraron.
Pero en cuanto se formaron en nuestra tierra obreros especializados en esas
materias y a los belgas se les fueron acabando los contratos, los empresarios ya
no se los renovaron, pues salía más rentable pagar menos a unos recién instrui-
dos españoles. Además, a esto se sumó que en el año 1864 se cerró el último
alto horno en Trubia. Ello pudo dar lugar a que muchas personas de origen
belga se quedasen sin trabajo en esta zona. Es probable que en este momento
muchos belgas tuviesen su vida montada en España y ya no quisieran retornar
a su país. Esta es una de las hipótesis barajadas sobre la llegada de los herma-
nos Malingre a España.
A todo esto debemos añadir que además del trabajo en las minas y en el
sector del metal, muchos extranjeros vinieron a España para trabajar en el
campo de los ferrocarriles, en los años 50 del siglo XIX, ya que fue por esas
fechas cuando se construyeron las principales líneas férreas de España. Antes
se habían construido los ferrocarriles en otros países de Europa y ya tenían
experiencia. Una ley sobre el tema de los ferrocarriles creó en España un clima
favorable a las inversiones extranjeras. Así sabemos que casi todas las loco-
motoras de los primeros trenes vinieron de Bélgica y la tecnología belga fue
muy importante en todo lo relacionado con la tracción a vapor. El capital belga
incluso jugó un papel decisivo en la modernización del transporte urbano en
Madrid. A fines del siglo XIX, la casi totalidad de las sociedades que explota-
ban los tranvías madrileños estaban bajo control belga, también la electrifica-
La fundición Malingre de Ourense 233
SU ESTABLECIMIENTO EN OURENSE
Como vemos, todo lo analizado hasta ahora no son más que hipótesis, ya
que no tenemos datos objetivos sobre la llegada de Manuel Malingre a
Ourense. En todos los escritos y libros que hasta ahora hacen referencia a la
fundición Malingre, suele aparecer una historia envuelta en leyenda en la que
se dice que Manuel Malingre llegó a Galicia con dos belgas más, todos ellos
ingenieros y que se sortearon las zonas de asentamiento en Galicia. Esos otros
dos supuestos belgas serían, Sanjurjo y Wonenburgen y el reparto sería el
siguiente: Malingre se asentaría en Ourense, Sanjurjo en Vigo y Wonenburgen
en A Coruña. Esto no es más que una leyenda urbana que llegó a instituciona-
lizarse pero nada de esto obedece a la realidad. Sanjurjo fue un personaje espa-
ñol, coetáneo a Malingre Parmantier, que nació en 1837 en Sada (A Coruña) y
murió en 1922. Así pues, no era belga, tampoco fue ingeniero, sino fundidor. Sí
234 Ana Malingre Rodríguez
es cierto que ambos fundidores fueron grandes amigos, siendo incluso Sanjurjo
padrino de un hijo de Manuel Malingre llamado Antonio en el año 1869.
Sanjurjo aprendió el oficio de fundidor en Cuba e instaló en Vigo una fundición
y un taller naval. Es posible que por algún motivo, Malingre estableciese rela-
ción con Sanjurjo, ya establecido en Vigo y que éste lo animara a montar su
fundición en Ourense. Esta sería una hipótesis, aunque también pudo ocurrir
que Malingre y Sanjurjo se hubiesen conocido cuando el primero se estableció
en Ourense, por la proximidad geográfica y por su mismo oficio.
Por otra parte, los Wonenburgen12, establecidos en A Coruña, provienen de
Alsacia, territorio fronterizo entre Francia y Alemania. Parece que un alsacia-
no coetáneo de Casimiro Malingre (padre de Manuel Malingre Parmantier), se
trasladó desde su tierra a Santiago de Compostela, donde se estableció.
Desconocemos el motivo de este establecimiento, pero sabemos que fue un
nieto suyo, el que se trasladó definitivamente a la ciudad de A Coruña creando
allí una fundición. Si fue así, como parece, esa fundición sería posterior a la de
Manuel, pues este Wonenburger sería de la edad de los hijos de Manuel
Malingre Parmantier. Sabemos que los tres fundidores se conocían por cuestio-
nes de oficio y que mantenían una buena relación. Pero es seguro que solo
Malingre tenía origen belga.
Desmontando pues la teoría de los tres ingenieros belgas, seguimos sin
tener clara la causa que motivó que Manuel Malingre Parmantier llegara a la
ciudad de Ourense acompañado de su pequeña familia: mujer, hijo y probable-
mente con ellos pudo llegar también a la ciudad de Ourense su hermana Rosa
Malingre Parmantier13.
Procede contextualizar la época y la ciudad a la que llega Manuel
Malingre. Se trata de una ciudad que se está empezando a transformar y que
poco a poco irá dejando atrás ese medievalismo en el que pareció vivir hasta
entonces. Manuel Malingre será una de las figuras que contribuyen a su
modernización, no en vano él venía de un mundo mucho más evolucionado,
ya que tanto Bélgica como Asturias eran en la segunda mitad del siglo XIX
zonas que ya habían iniciado la revolución industrial, con lo cual en ambos
lugares se tenía otra perspectiva del mundo. Aunque la profesión de nuestro
protagonista fue la de fundidor, podemos pensar que se trataba de una perso-
na instruida, pues consta en los padrones que sabía leer y escribir. Tal vez
fuese su preparación, en una sociedad atrasada como era la ourensana de aquel
momento, lo que lo llevó a ser protagonista en la historia de una ciudad nueva
y en la que se van a producir cambios a todos los niveles. Uno de los más
importantes se producirá en el tema social al entrar en juego las nuevas acti-
vidades económicas. La llegada de Manuel Malingre coincide con la instala-
ción de nuevas actividades en Ourense, mientras poco a poco irán aparecien-
do otras. Con las industrias y comercio surgen los bancos y con los bancos se
genera riqueza que poco a poco será invertida en generar nuevos proyectos.
La fundición Malingre de Ourense 235
Con todo este entramado entran en acción unas nuevas clases sociales, la bur-
guesía y el proletariado. Fue en la década de los años 60, cuando un importan-
te grupo de comerciantes ambulantes de variado origen, se va asentando en la
capital orensana, instalando negocios estables y junto a ellos, una banca local,
vinculada al comercio y a la emigración.
Pruebas de que el Ourense del momento estaba cambiando, nos las dan
todos los investigadores locales. Jesús de Juana observa que en la década de los
60 se dan los primeros atisbos de modernidad y coincide con Adrio Méndez en
que en 1861 se subastaron las obras del ferrocarril Ourense a Vigo que, comen-
zadas en 1863, concluyen en 1881 con su inauguración oficial.
El día 8 de Diciembre de 1872, Manuel Malingre Parmantier vive en
Ourense en la calle Santo Domingo nº 55. Sabemos por ese mismo censo que
lleva 8 años en dicho domicilio, lo que indica que probablemente pudo llegar a
Ourense alrededor de 1864. Su profesión era la de fundidor y como podemos
apreciar su llegada a Ourense parece coincidir con la fecha en la que se apaga
el alto horno de Trubia. Llegados a este punto, es importante, de una vez por
todas, desmentir la fecha que se viene dando acerca de la llegada de Manuel a
Ourense. Mucha bibliografía la data entre los años 30 o los 40 del siglo XIX y
ese dato lo toman todos los investigadores que tratan el tema de la fundición.
Esto ha llevado a todos a tener muchos errores hasta el punto de cuestionar que
Madoz no hiciese referencia a la fundición Malingre en los años 50 del siglo
XIX14. Algo imposible, pues la fundición no existía.
Continuando en la línea de tratar de explicar cómo era la ciudad con la que
se encontró Malingre, diremos que el Ourense de 1864 estaba iluminado por
medio de lámparas de aceite y en 1885 se pasó a las lámparas de petróleo. Las
viviendas tenían una cloaca en los portales que se limpiaban una vez por sema-
na y no existía alcantarillado ni red de abastecimiento. Era una ciudad con una
economía bastante cerrada, estancada, y autosuficiente, que generaba sus pro-
pios productos agrícolas. No existía maquinaria moderna para el trabajo del
campo y las únicas industrias que existían eran, si pueden recibir este nombre,
la artesanía textil, los molinos harineros, las fábricas de curtidos, de gaseosas y
de chocolate. Todas ellas eran pequeñas fábricas que empleaban un escaso
número de asalariados.
La ciudad pasaba por muy poco de los 10.000 habitantes. Sabemos que en
1873 tenía 13.353 habitantes15. En estos años apenas había industrias en
Galicia, a excepción de las conserveras. La industrialización gallega resultó
muy difícil por varios motivos, entre los que podemos citar su orografía, sus
malas comunicaciones y su escaso crecimiento económico. Se trata de la eco-
nomía de una población reducida en número y que en general tenía rentas bajas,
muy estancada en las labores agrícolas y sin tradición burguesa ni empresarial.
Pero como en toda España, se produjo un cambio en las comunicaciones y esto
236 Ana Malingre Rodríguez
LA FUNDICIÓN EN REZA
Manuel Malingre estableció una fundición de hierro en Ourense en una
fecha próxima a 1864. No tenemos datos del establecimiento de la primera
fundición, pero si de su cierre, ya que sabemos que en 1866-67 Manuel
Malingre da “baja de todo” a una industria de cubilotes de fundición en la
vecindad de Reza Ourense16. No sabemos si se refiere a la calle de Reza o a
el lugar de Reza, aunque suponemos que al lugar de Reza.
El documento en cuestión se refiere a “cubilotes” de fundición. Esto nos da
idea de que en ese momento en la fundición había al menos dos cubilotes. En
las pequeñas fundiciones, incluso a mediados del siglo XX, bastaba por lo
general un cubilote de dimensiones más o menos reducidas. En las grandes
fundiciones se adoptaban dos hornos, así podían funcionar días alternos ase-
gurando una producción diaria y una conservación cuidadosa de los mismos,
con lo cual podemos deducir que la fundición de Reza tenía ya un cierto volu-
men. No conocemos el emplazamiento de esta industria en Reza, y es una
pena, pues sabiendo el lugar de ubicación es probable que todavía hoy se
pudiese localizar algún resto de la misma, ya que los cubilotes iban recubier-
tos con ladrillos refractarios modelados o con masa aprisionada y tuvieron que
tener una chimenea para la evacuación de los gases de la combustión. El gas
de estos hornos contiene gran cantidad de polvo que se compone de los resi-
duos de la combustión, óxido de hierro, partículas de coque y de piedra caliza
etc. y esas partículas eran arrastradas por la chimenea, por eso las fundiciones
solían estar en zonas poco habitadas. Estas instalaciones son de coste elevado,
exigen una conservación esmerada y una vigilancia asidua. Las fundiciones
debían de tener además unos almacenes para el hierro bruto y chatarra y diver-
sas clases de arena para el moldeo. Eran instalaciones que requerían bastante
mano de obra. Por pequeña que fuera, es probable que tuviese un cierto núme-
La fundición Malingre de Ourense 237
Manuel Malingre Parmantier e Inés Ludeña con sus hijos, Casimiro, Carmen, María Teresa, Antonio
y Manuel.
La fundición Malingre de Ourense 239
LA FUNDICIÓN EN ERVEDELO
deja la fundición a estos dos hijos y no a los demás, cuando reparte la heren-
cia de su esposa Inés, dado que la fundición figuraba como bienes ganancia-
les del matrimonio. Manuel al fallecer su mujer, considera que es prudente
repartir sus bienes entre sus hijos. En el reparto de la fundición y de otros
bienes es cuando deja a Manuel y a Antonio la fundición. No sabemos el volu-
men de actividad de la fundición en esos años, pero es posible que se pudiera
intuir observando el dinero que por dicho negocio se pagaba a Hacienda. Pues
bien, en esos años, Manuel Malingre Parmantier, paga de impuestos por su
industria el mismo importe que el mayor negocio de transportes que había en
Ourense, que tenía 20 caballos y estaba situado en la calle Progreso y el
mismo importe que un prestamista sobre alhajas que estaba situado al lado del
Instituto, siendo un importe muy similar al que pagaba una casa de comisión
situada en la calle del Progreso. Estos cuatro, eran los negocios más gravados
en aquel momento en Orense, por lo que se puede pensar que serían los más
pujantes.
No cabe duda de que la fundición tenía que ser en aquel momento una
industria importante y a esa pujanza contribuyó el hecho de que a finales del
siglo XIX fuera la única industria capaz de proporcionar hierro ornamental al
Ourense de aquella época. Hay que tener en cuenta que el hierro ornamental
fue vital para la arquitectura finisecular, organizada en edificios con balcones
Trabajadores en la funcición
La fundición Malingre de Ourense 243
Antonia Rodríguez hacia el año 1898. Con ella tuvo cuatro hijos cuando ya
sobrepasaba los 64 años y era un feliz abuelo. Estos hijos se llamaron José,
Germán, Casimiro y Luis Malingre Rodríguez; todos ellos menores de edad
cuando murió su padre. Con el tiempo, algunos de estos hijos, trabajaron en la
fundición de sus familiares como obreros y a ellos legó su padre la finca situa-
da en Puente-Lonia con su molino e instalación eléctrica.
Con la retirada de Malingre Parmantier de la fundición, se cierra un ciclo
no sólo en esta industria, sino que se cierra el siglo XIX y comienza una nueva
etapa con un nuevo emplazamiento de la fundición en una zona nueva, El
Couto, que a partir de la instalación de esta fábrica comienza a expansionarse.
Muchos de los obreros que trabajaron en la fundición vivieron en este barrio,
que crecerá un poco a la sombra de esta industria.
Muere Manuel Malingre Parmantier en Puente-Lonia, (Ourense), a las 5 horas
del 29 de Febrero de 1916 a consecuencia de arteria-esclerosis. Cuando sucedió
esto, tenía 82 años. Con él muere una generación que vio como la ciudad de
Orense pasaba de ser un pueblo de apenas 13.000 habitantes, (poco más de lo que
es Xinzo hoy) a ser una pequeña ciudad de cerca de 20.000 habitantes.
Manuel Malingre Parmantier e Inés Ludeña con sus hijos, Casimiro, Carmen, María Teresa, Antonio
y Manuel
246 Ana Malingre Rodríguez
Manuel Malingre Ludeña y Augusta Lamas-Carvajal con sus hijos, Antonio, Inés, Elina, Rosina,
Manolo, Augusta, Lola, y Arturo.
248 Ana Malingre Rodríguez
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FUNDICIÓN MALINGRE
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- Jueves, 3 de Julio de 1930. Necrológica.
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-17 de Agosto de 2004 Hemeroteca web «Ourense Un edificio con aires de
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-09 de febrero de 2005 Hemeroteca web «El concello de Ourense peatonaliza
la plaza Saco y Arce en el casco nuevo».
FARO DE VIGO:
26 de Noviembre de 2002, DEL CAÑO, X.M. «López Morais: Los potes
gallegos los trajo Malingre de Bélgica».
Catálogo de sierras
La fundición Malingre de Ourense 257
Prensa y estrujadora
Catálogo de potes
258 Ana Malingre Rodríguez
Catálogo de cocinas
NOTAS