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III. LA ETAPA SIN OBI.

ETO
t r'

Ex ¡r. capítulo ¡ definí el concepto psicoanaiítico del obieto libidinal e in'


diqué cómo, en el mundo del neonato, no existe ni el obieto ni l¿r relación
de'objeto. He llamado a esta primera etapa la etlpa preobietual o sin ob¡e- .

to. El presente capítulo, así como el siguiente, están dedicados a tratar de


dicha piimera etapa. Er¡ ellos enfocaré la atcnción sobre la responsabilidad
del infante y ofreceré ciertas especulaciones acerca de la naturaieza de la
percepción en el neouato y su papel en la teqrla psicoanalítica,
La etapa sin objeto coincide más o menos con la del narcisisn'ro primario.
Hartmann (1939) habla de ella como de uua fase indiferenciada.l Yo pre-
fie¡o darle el nombre de etapa de no diferenciación, )'a que la percepción, la
actividad, las funciones del recién nacido no están suficientemente organi-
zadas en unidades, salvo, hasta cierto punto, en aguellas zonas que son
indispensables pera la supervivencia, como el metabolismo, la absorción
nutricia, la circulación, la función respiratoria y otras semejarntes.
En esta etapa el recién nacido noiabe disiinguir una "cosa" de otra: no i
puede tampocó distinguir una cosa (externa) de su propio c-uerPo, \'r'ro.cx- i
perimenta él medio ciicundante como algo separado de sí. Por eso, percibe ;
lambién cl pecho satisfactor de sus neceiidades y proveedor de alin¡cnto' si
es que 1o pércibe, como una parte de él mismo.á hdemás, el reción nacido
en ií no eitá diferenciado ni brganizado; ni siquiera en asPectos tan fundr-
mentales co'no la relación entre los centros neutrales discretos, Por una
parte, y sus órganos musculares efectores, por la otra; sólo poquísim-as zonas
privilegiadas párecar estar separadas, formando uuidades fLrncionales (Til-
nev y Kubie, l93l).
Uia multitud dá obsen'aciones, las nuestras entre ellas, vienen a confir-
mar que el aparato perceptor del recién nacido se halla escudado del n"¡undo
!

exteri;r mediante ui'ra bir*eta contra los estlmulos extraordinariarnente alta. -!"
ESta barrera protege al infante durante las primeras .semanas y meses de
vida de la peñepción de los estímulos del medio arnbiente. En consecuer-
cia, nos pañce jirstificado afirmar que, durante lo-s primeros días sin.duda,,v
duiante et pri*.r mes o cosa así en proporción decreciente, no existc en la
r El conceoto de Hartmann de la fase indiferenciada se refiere a la falta de diferenciación
y'el ello, entre lo consciente y lo inconsciente, en la personalidad del neonato.
entro el yo
Dcnuo de áta persánalidad indifercnciadá, lo consciente y 1o inconsciente se separarán el
uno del otro, y'más tarde el yo del cllo.. Así ci concepto dc..H¡rimann maneia esencial'
mente datoS qrie ya encontramoi en la tcoría y práctica psicoanalíticas; es, Pues' ttn conccpto
descriotivo.
Mi'concepto de'ho difcrcnciación" incluyc-los posiulados de Hartnrann; se trata de un
térmi¡o más^ extenso, yt que abarca, a más de la descripción, .algunos aspectos observables no
psicoanalíticos, tales cómo los de conducta neuromuscular, fisiológica, por eienrplo la percep-
ción v Ia acción. En la etapa de nodife¡enciación no existe una distinción clar¡ entre la
psiquá y el soma, entre lo intemo y lo externo, entre cl impulso y el obieto, entre el "Yo"
v eÍ "Ño yo" y ni siquiera entre las difc¡entes regiones del cuerpo.
' z "lJn ínfaíte d" iecho no distingue aún su io del r¡undo átcrior, como el origen de
Ias r¡saciono que fluyen en é1" (Freud, 1930, pp. 66s.).
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+t) L:\ CONSTITUCIÚN DEL OBIETO LIBIDINNAL
práctica el mundo cr<terior para el infante. Durante este periodo, toda
percepción marcha a través de los sistemas interoceptivo y propioceptivo; las
respuestas del infante se producen según la percepción de las necesidades,
comunicadas por estos sistemas. Los estímulos que provienen de fuera, son
percibidos sólo cuando su nivel de intensidad excede pl <iei umbral de la
barrera contra el estímulo. Entonces irrumpar a través de dicha barrera,
rompiendo el sosiego del neonato, que reacciona con violencia y desagrado.
Estas respuestas de displacer pueden observarse desde el nacimiento.
No obstante, deseo afirmar categóricamente que discrepo de las especula-
ciones de ciertos autores que pretenden que el infante da muestras de desa-
grado ya in uterc. No hay medio de saber lo que "expresa" la conducta
dcl feto. Encuentro igualmente inaceptables las especulaciones sobre la
percepción- sensorial del inJante durante el parto o sobre la actividad psi
quica en el ¡ecién nacido durante las primeras semanas y meses que siguen
al nacimiento. Tales especulaciones corren parejas con la aseveración de
autoridades de los siglos pasados acerca del llamado "grito del nacirniento"
del neonato, que se suponía expresaba su desesperación al enfrentarse por
primera vez con nuestro miserable mundo. Todas estas ideas ingenuas hon-
ran la capacidad imaginativa de sus inventores, pero no pueden ni compro-
barse ni iefutarse. Con las mordaces palabias de Freud, diremos: "La igno-
rancia ei la ignorancia, y de ella no se deriva el derecho a creer en
algo" (1927).

PROTOTIPOS PRIMITIVOS DE RESPUESTAS AFECTIVAS

No me siento inclinado tampoco a estar de acuerdo con las intelpretaciones


¡edactadas en un lenguaje más "científico" acerca del trauma del nacimien-
to, como manifestación prirnera de Ia angustia propiamente dicha y como
determinante primario del destino individual del hombre (por efemplo
Rank, 192'1). Toda una doctrina psicológica se ha basado en el impacto
de este "trauma", asignándole un papel enteramente desproporcionado y
crigiéndolo en malvado responsable de cualguier perturbación psíquica pos-
te¡ior.
Freud, con la prudencia científica que lo caracterizaba, afirma que ai
nacer no hay consciencia; que el llamado trauma del nacimiento no deja
ningún recuerdo; que "el peligro del momento de naóer no tiene todaüa
contenido psíquico" (Freud, 1926a).
En üsta de la recurrencia periódica de esta controversia, decldí efectuar
una serie de observaciones directas para obtener registros objetivos con el
máxin.ro detalle de la conducta del infante al nacer. Con este propósito,
esistí e hice registros muy cuidadosos de 35 partos efectuados sin anestésicos
ni sedantes. En 29 de éstos, la conducta del neonato fue filmada durante
la expulsión o inmediatamente después del parto. Conünuamas observanda
a los recién nacidos durante las dos semanas siguientes y filmando reitera-
damente su modo de comportarse al mamar, así como sus respuestas e una
serie de estímulos estandarizados.
Los registros mostraron que la reacción del neonato ai nacer difícilmente
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LA E]'APA SIN OB]ETO 41

podia denominarse una reacción t¡aurnática. Entre los infantes dados a luz
normalmente --que son la inmensa rnayoría, con sólo un uno por ciento
de nonatos de tal modo- la reacción es extraordinariamente pasajera v
muy lejos de ser violenta, durando sólo unos cuantos segundos. Inmedia-
tamente después del parto, el infante muestra una breve angusüa respirato-
ria y manifestaciones de excitación de matiz negativo. Si se le deja en
paz, todo esto desaparece literalmente en cuestión de segundos, dando paso
a una quietud total. El llamado trauma del nacimiento, al que dieron tanta
irnportancia intérpretes equivocados de Freud, se destaca por su corta
durac-ión y por no ser nada impresionante. Cuanto puede observarse es un
breve estado de excitación, que parece tener el sello del displacer (véase
Spitz, 1947a).3 En contraste, la instilación de nitrato de plata en los oios
del neonato (que se efectúa inmediatamente después de seccionar el cordón
umbilical) provoca una respuesta vocal de desagrado mucho más prolonga-
da, que puede durar hasta medio minuto.
Estas observaciones rnuestran adenrás que durante las primeras horas y
hasta durante los primeros días de vida, no se pudo captar más que una
manifestación de algo que se asemeiaba a la ernoción, a saber: un estado
de excitación que parecía tener cualidad negaüva. Dicha excitación negativa
se suscitaba cuando el recién nacido era expuesto a una estimuleción lo sufi-
cieutemente fuerte como para rebasar el alto umbral de percepción (por
eiemplo,la nalgada aludida alpie dela nota). Excitaciones de esta cualidad
se expaimentan también como desagradables en una edad posterior. Para
simplificar usaremos este término de desagradable para describir también
la excitación negaüva en el infante. Ia contrapa¡tida de las manifestaciones
de desagrado del neonaio no son, sin embargo, manifestaciones de placer,
que a esta edad no pudieron observarse, sino el sosiego. l,a excitación nega-
tiva del recién nacido, en respuesta a una estimulación excesiye, debe ser
considerada como un proceso de descarga, tal y como Freud lo describió
(!895). Y, siendo así, es un proceso específicamente fisiológico, que eiem- ü
plifica la ley del principio de Nirvanr, iegun la cual Ia excitación se man- \
tiene a un nivel constante y cualquier tensión que exceda este nivel ha de '"
ser descargada sin demora. Partiendo de estos principios, el funcionamiento
fisiológico se desarrollará y consolidará a su debido tiempo. Una vez esta-
bJegidg, la función psicológica se regirá por la ley del principio de placer y
el displacer durante algun tiempo, hasta que, a su vez, él principio dé placer
sea sustituido, aun cuando jamás por completo, por los mecanismos régula-
dores del principio de reaüdad.
Es de máximo interés notar que, al comienzo, el organisrno actúa, tanto
fisiológica como psicológicamente, a la manera de un sistema [inario, de "
acuerdo con el principio del "tercero excluido" (ley de contradicción), una , .
de "las llamadas tses leyes del pensamiento" (Baldwin, 1940). Tenemos

s l,as diwrsas manifestaciones vocales del infante el nactr, t¿les como se preseritan,
pueden atribuirse en parte a razooes mecánicas, como el comenzar a respirar, y * un"
proporción aún menoi al verdadero displacer. En su inmensa mavoría son el ¡esultado
de los cfuer¿os bie¡ intencionados del tocólogo y de la partera pera acelerar, con una
vigorosa nalgada, el comienzo de la respiración.
42 L.\ CONSTITUCIÓN DEL OBIET'O LIBIDINNAL
buenas razones para pregunta¡nos si los comienzos fisiológicos en los cuales
se fundan posteriomrente la función psíquica y más tarde los procesos de
pensamiento, no tienen efectos insospechados, trascendentales y duraderos
y. si no dete¡nrinan también la estructura consiguiente de Ias leyes de la

'u?ic**,r,.n os ahora la respuesta del neonato desde el punto de ,irt"'d.


l:' percepción y de la conducta.

PRII\ÍITIVAS RESPUE§T.{S COCNITIVAS


Debemos pregunta-r aho¡a cómo percibe el recién nacido cualquierir de los es-
tímulos venidos del exterior que se requieren para gue capte al!o. Para r€spon-
der a esta pregunta, aun cuándo sea-a modó de tanteo, tenérnos que áecir
unas cuantas palabras acerca de la naturalezr de Ia percepción.' Porque
resulta dificil cbmprender que pueda hablarse siguiera áe peicepción en'el
recién nacido, si ic hace en base a lo que sab&nos hoy ^por ia fisrología
y. la- psicología experimentales, prescindiendo de lo qúe'pudiera deci-rse
siguiendo el concepto freudiano del aparato mental. Nb púedo detenerme
a drscutir el vasto campo de la percepción v sus ernbrollos desde ninguno
de estos puntos de vistá. Del milmo mo¿o iro puedo siquiera empezairefi-
riéndo¡ne a los numerosos y,recientes experimentbs sobre ia percepción
ltales
:gr"g.lolTnprendidos porCeorge Kleinl E. Von Holst, \\¡. Roseiblith,'Selig
Hecht, Riley Gardner-y muchós otros), en particular porque ninguno clé
ellos se etectuaron con niños y menos aún con infantes.
considero provechoso limi[arme aquí, de un modo arbitrario, a exami-
nar,las. in'estigaciones de M. von Senden (lg3Z), que corren pareias con
Ios hallazgos experirnentales en_ chimpancés áe Riésen (lg47l, Ambos auto-
res han abierto rastas zonas de la fercepción, que esluvierán hasta ahora
descuidadas.
En pocas palabras, von s-enden investigó a 63 sujetos ciegos de nacimien-
to-que-fueron 1I"99, entre los tres v los óuarenta í tres anós de edad, ope-
rados de sus cata¡atas 99ngé$ta¡. Von senden ir¡forma que las rücciones
de estos pacientes a la "bendición" que se les confería, a'saber: el dón de
la vista, fue, para decir lo. menos, ináperada. Ninguno de ellos sintió este
beneficio como una bendíción.
-Resultó que aun cianclo poseían la visión,
no sabían ver. Twteron literalmente qut aprender n uei . trar,és de un
largo, laborioso y proceso que les originó una angustia
-dilatado, -penoso
rnental sin cuento. Y cuando deeimos "un laigo y dilatido proceso',lque,
remos decir meses y años; muchos de ellos no apienáieron nunóa a ver, otios,
finalmerite, expresaron el deseo de volver a ser ciegos.
¿Cuál es el significado -de estos hallazgos? Resulta claro que estos pa-
cientes se las habían arreglado para vivir sus vidas sin utilizar ios oios. Ha-
bían establecido sus rel:rciones con el medio circundante, tanto el áni¡nado
como el inanimado, con la ayuda _de modalidades no visuales que estaban
a su alcance: el tacto, el oído, el olfato y otras menos conocidas. Mediante
el uso de estas modaliciades sensoriales no visuales, habían adquirido un
código firme de preceptos ensoriales significativos, esto es, dá signos y
L,\ E'I.AP-{ SIN OBIE'I'O 43

señales significatilos. Estos signos v señalcs sc habían ¡elacionado entre


sí, creando una enmareñada red de rastros urnémicos a partir de los
cuales estos pacientes habían formado su "imagen" del mundo. Gracias a
esta "imagen", se oricntaban por sí mismos, efectuaban procesos de racio-
cinio y se guiaban, a través de los obstáculos, hacia sus metas, se cornuní-
caban y relacionaban.
De súbito el flujo masivo de innumerables estímulos visuales, que no
podían ni regular ni controlar, abierto por la operación, tampoco pudieron
trasformarlo en sugestiones significativas. Por el contrario, esos estímulos
visuales carecian por completo de significación. l)e hecho, perturbaban el
uso del código de señales significativas existentes, aquel que hasta entonces
había constituido su mundo; o, dicho en el lenguaje de la teoría de la co-
municación, tales estímulos visuales ininteligibles crirn experinrentados corno
tun "ruido" confuso e insoportable.
La experienciir "perceptiva" del que nirce ciego y a quien se le do'uelve
i¿ r'ista en la adoiescencia o en la edad adulta, puecle aplicarce, nrutatis
mutandis, al neonato, o más bien a los primeros seis meses de vida del
infante. Por supuesto, existe una diferencia fundamental entre ambos c,'r-
sos. La imagen del mundo del que nace ciego, pero que es opeiado, con-
siste en un sistema de señales cohe¡ente ya y organizado, que se deriva de
todas las modalidades sensoriales, salvo la visual. Tras de Ia operación
de las cataratas, la granizada de los estímulos visuales ajenos, nunca expcii-
mentados y §n sentidq irrumpe y hace añicos este sistema cohe¡cntc, El
desventurado que es ciego de nacimiento ha de enfrentarsc con unx cuornre
tarea de reorganización, de elaboración mental. Sus capacidades emotir.'as
y mentales están intolerablemente recargadas y, por ende, sc siente desoricn-
tado y sin amparo.
El neonato, por el contrario, no ticne irnagen algurra clel nrundo ert al;so-
iuto, ni estímulos de ninguna modalidad sensorial que pueda reconocer
como'señales; incluso cuando alcanza los seis meses de cdad, sólo poquísi-
r¡ras de estas señales han quedado establccidas y depositadas comorastros
mnémicos. Por lo tanto, los estímulos que chocan con el aparato sensorial
del infante son tan aienos en 1o visual como en todas las clemás mod¿rlidades
sensoriales. Cada estímulo tiene que ser trasformado primero en rlnfl
experiencia significativa; sólo cntonces puede convertirse en una seilal, rr Irr
cual se irán añadiendo, paso a paso, otras señales, para construir ia irr.rqcr.r
coherente del mundo del niño.
Una diversidad de condiciones capacita al neonato para realizar esta haza-
ria extraordinaria:
i l') t¿ primera de ellas cs ia creación de la barrera contra los estímulos
qrñ-to prótegerán de Ia gran mayoría de aquellos a los que estamos expuestos
de ordinario. Esta protección consta de varias partes. Primera, las estr-
ciones receptoras notstán aún provistas de energñ al nacei ffitz, 1955b,
1957). §eg!'nda, la mayor parte del día se la pasa durmiendo o adormilado
(BühÍer,:fq7ry Por íltimlo, h elaboración 'mental de los estímulos que
llegan se desarrolla"giadúalmente durante muchos.meses, en razón di¡ecta
con la capacidad de madurez del infante para la acción volunta¡ia.
.{+ T,,\ CONS-I'ITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINNAL
i) Un segundo factor queda implícito-en-el de aniba, a saber:-como re
srilládo tle este filtranrienio, el proceso de dotar a los estímulos de un sig-
¡rificado es también un Proceso gladual en extremo.
i) Ur. t:rce; factor ei ci medi-o anrbicnte siDgular, todo un mundo con
cl rual la nr;dre .ocea al infante y que cila exliende cn muchas direccio-
i*r.-n" primer lugar, ia n.,aCre pótege al infante realmente de un modo
rnatenal óonüa cl óxceso de cstíniulos de cualquier clase. Muchas de nues-
tras prácticas de crianza del niño, la camita- protegida por los lados, io
..nritill^, l:r ti¡ieza del ambiente, las topas, eic., sirven para resguardarlo,
de ios estímulos r'e:idos de fuera.
4) [a madre ayuda también al infante a tratar con los estímulos que
proócden de su iíterior, píoporcionándole una descarga a la tensión. Ali-
mentándolo cuando tiené hámbre, carnbiando sus pañales cuando están
nroiados, abrigándole cuando hace frío, etc., mdilifica dichas condiciones
v alivia la teusión desagradable.
5) Pcro el factor con-mucha más importancia Para capacitar al niñc a
conítruir gradualmente una consistente ihagen ideltiva de su,mundo,. pro-
cecle de lí reciprocidad entre mad¡e e hiio.- Es a esta parte de- la_s relacio-
n.i ¿. objeto á la que yo he denominadóel "diálogo': isPitz, 1963b). El
diálogo es'el ciclo de la secuencia acción-reacción¿óción, dentro del marco
de lai relaciones entre madre e hiio. Esta forma muy especial dc interac-
ción crea para el infante un muádo -singular nlyy ProPio, colr su clima
emocional'específico, siendo dicho ciclo áe acción-reacción-acción 1o que
.trasformar,
perrnite at UéU¿ poco a poco, los estímulos sin significado en
señales significativas.
Nuestró empeño en acentuar la enorme importancia de las. _relaciones
de obieto para' la emergencia de los afectos v Para la perceP^ción organi-
zada, Lstá tnte¡amente áe acuerdo con los hailazgos de Von Se¡den' Sus
datoi nrostraron que ]a,percepción tiene que. aprenderse, coordinarse, in'
tegrarse y sintetizárse exp-eriméntando-las cbrrieñtes incesan_tes v. cambian-
teí los tia,quilos remanios y los rápidos de las ¡elaciones de. o-bi"to.
bn conseci,encia, preferirnós no hábiar de percepción en el infante, mien-
tras los estimulos'que afectan su aparato sénsorial y gue- son procesados
, centralmente, no se h^yan vuelto significativos a travéi de la experiencia
<lel infante. En este sentido el neonato no percibe, y Ia percepción, pro-
piamente dicha, sc basa en la apercepción. Esto no quiere decir que no
i queden ¡astros tnnémicos mientrás se adquiere la pcrcepción'

CoND¡CTONES NEUROIiISIOLóC¡CAS DADAS EN gUE SE APOYA LA CONDUCTA

Ya en cste temprano periodo, el periodo neonatal, muestra el infante gran


número de manifesta"iorrar qu" ie asemeian a respuestas y acciones, algu-
nas de ellas bastante estructuradas y complicadas' Parecen ser respuestas
innatas como los patrones de conduóta quá rodean el acto de mamar' Éste
.á-pr.rrd" l, seciencia de movimientos de orientación, que son seguidos
del asimiento del pezón con la boca y Ia succión, y que .termina al tra-
gar. de nrodo que ioda la serie forma un compleio de Conducta bien defi'
LA ETAPA SIN OBIETO 4;
nido y cohere¡rte. En realidad, se deberían incluir en este compleio dc
condu-cta los movimientos de presión de las manos, los brazos y las piernas,
ya que parecen estar relacio¡rados con el grado en que el estómago se va
ilenándo-. Hay otros patrones parecidos que son menos obüos y que se están
exolorando aún.
)C¿*o "percibe" el recién nacido ei estímulo que pone en acción a
dichos patrones de conducta? Algunas de las vías perceptivas que Ponen
en march'a a esos patrones parecen ser parte de la estrucfura misma del
infante, es decir, son innatos, como 1o han dernostrado las investigacioues
de Tiln* v Kubie li93t).
Sin erábárgo, yo opito qr. g.rn parte de las üas de percepción que in-
teryienen pertenecen a un sistema de "captación" Msicamente distinto
del sistemá de percepción que actíra e¡¡ edad posterior y con el cual esta'
rnos familiarizados. En oko lugar baté de la naturaleza de estos dos sis
las diferencias existentes gnhe ellos (Spitz, 1945U), y denominé :
temas y de-r,.ri,
,i'q*"" p;;;i;ri ;;*, Wri*i"*ii;';;ntécc¿-'i'Éste sistema,1á"'
de z'captación" es genera\zaáo, priihordialmarte üsceral, tia¡e su centro
en el sistem, ,ret"'íoso autónom'o y se manifiesta etr forma de eniocio
nes" En consecuencia, prefiero designar a esta forma de "percepción", que
difiere tan fundamentalmente de la percepción sensoriai, con el téunino
rccQción.'Es un fenérneno de todo o nada, que funciona como un siste-
ma binario.
En contraste con este sistema, se halla el desarroilo posterior de lo que
he liamado organizrción dfuoítica, en donde Ia percepción se efectria a
havés de los érganos sensoriales periféricos y es localizada, circunscrita
e intensiva; sus centros están en la corteza y sus manifestaciones son Pro-
cesos cognosCiüvos, entre los que se encuentran los procesos Conscientes
del pensamiento.
Ai tratar una serie de aspectos de la organización psíquica -al nivel_cenes-
tésico (1955b). enfatizamos que, va deide el nacimiento, la ser¡sibilidad
visceral'está cónecbda con alfunai de las moda]idades sensoriales perifé-
ricas, tales como la superficié cutánea. Adernás, Parece que en el ser
humano, al nacer, existe-n ciertas zonas y órganos sensorios, que considero
de transición, y que median entre tos órganos-sensoriales periféricos y los
viscerales, entré Ió interno y lo extemo' He descrito,- cqmg una de estas
zonas, la región oral, que se'odiende, Por. una- parte, des-de la laringo-farin-
ee al paladár, la lengua y la parte interior de las meiillas, y Por Ia otra
ómnrénde los labios, el mentón, la nariz y la superficie exterior de las me-
iillasi en una palabra, el "hocico" (véase también a Rangel 1954). Aquí
ia transición, én realidad, es anatómicamente demostrable por las'modifi-
caciones sucesivas de la envoltura de estos órganos, gue van desde el cuüs
hasta Ia mucosa. Oko de dichos órganos transicionales está situado en el
oído interno.
Es digno de notarse gue todos estos órganos de hansición, que median
entre la recepción interna y Ia percepción externa, üenen una función prin-
cipal en el proceso de la ingesüón de alirnento enfocado a la superviven-
. Véase la nota I del capltulo r.
16 L.\ CONSTITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINNAL

cia; en los tórminos de lireud, tienen una función anaclítica. Gracias a


eso llegan a ser verdaderamente adecuados para establecer el puente que
une lalecepción cenestésica con la percepción diacrítica.
Al rr¡ismó tiempo, no debemos perder de vista el hecho de que, por dife'
rentes qne seau óntre sí las organizaciones cenestésica )' diacrítica, ambas
esún córnpren<iidas en el misriro 1, único organismo. En .el capítulo vrr
r:lostrareluós cómo a pesar de que'la organización cenestésica haya enmu-
decido en Ia conscien.ia del hómbre ocóidental, continúa funcionando en
secreto; es más, desempeña un papel trascendental y dete¡ninante en nues-
troS sátimientos, nueitros pensanrientos y ¡uestras acciones, aun cuando
tratemos de nrautenerla oculta.
El lector psicoanalíticamente cultivado sabe tod-o esto; después ,de todo,
cstamos acoslumbrados. a Pensai en los atributos de la org:inización cenes-
^inconsciente.
tésica en términos de lo Pero desde el punto de vista del
desarrollo, su papel en la economía toial de la "persona colllo sistema" se
hace forzosamente evidente por dos razonesl
l) Como ya se indicó, la organización diacrítica lta evoluciouado a partir
de Ía cenestósica. No sólo ¡nóstrará las huellas de su origen, sino que los
canales de conexión eutre laS dos organizacioncs no quedan nunca obStrui'
dos del todo, ni siquiera neurológicamente. -
2) l-a organizaciói cenestósica lontinú:r funcionando dur:rute toda la
cxisiencia, táu potente, se puede decir, co_mo ia fgcntc misma cle la vida,
aun cuando nüestra civilizición occidental haya adaptado un silenciador
a sus n:anifestaciones. En los casos de peligro, baio Ia tensión, las fuer-
zas arcaicas arrollan el silenciador e irrumpen cou violencia aterradora, va
oue no estárr baio cotttrol racional conSciente. Entonces nos enfrerttamos
cbn las descargas explosivas más o menos inrprevistas, de. emociones pri-
marias, .on .n"f.r*.áades psicosomáticas rnaligias o con ciertas formas de
irnrpción psicótica.
Si lrern'ós tocado de pasada el espectáculo terrorífico de la emoción al
desrudo en el adulto, Iü sido para qtte el lector se dé cuenta de que.las
nlanifestaciones "norntalcs" del'afectb en el neouato no son tan fútiles
cor¡to de ordinario se quiere creer. Las percibimos como algo sin imp-or'
tancia, porque et infante es pegueño e impotente. Por eso, tales manifes-
tacionci no son tan ruidosas ni espectaculares con'ro lo serían en el adulto.
Ile¡ros llegado a admitir que el iñfante es así-y que esto es perf-ectamente
"¡ormal",-lo que es bastante cierto. Pero'debemos recordar todas las de-
nrás inrplicaciones de esta "normalidad". Recordemos que no- .sólo los
afcctos ion caóticos e indiferenciados en el infante, sino que también lo es
la "percepciónl'; que la percepción diacrítica no existe aún y que el neo-
llato- no puede dñtinguii uná cosa de oka, y mucho menos singularizar
al objeto iibidinal, y que responde principalrnente a los estímulos interocep-
tir.os.' Aproximadainente aliededoi del bctavo día de vida, aparece cierta
especificidad cn la respuesta; obviamente debe trascurrir cierto tiempo
de"spués del nacimiento antes de que el aprendizaie sea posible.
L:\ ETAPA SIN OBJEI'O +7

MODIFICACIOT.¡ES DE LA CO¡ÍDUC'IA A I'RAVES DE LA EXPERIENCIA


Aproximadamente al final de la primera semana de v'ida, el infante ern'
piaa a responder a las sugerenCias. Aparecen los primero-s indicios de
ionducta airigiaa hacia un lin, es decir, actiüdad que, es de suponer, se
halla aSociada- con procesos psíquicos, los cuales Parece¡r ocurrir según el
nodo de los refleios condicionados.
Al principio .sias sug.tet cias estimulan la scusitividad profund-a. tá
prirneñ' de iales sugererrcias que Provoca una resPuesta es un cambio de
tquilibrio. Si rlespuás del octavo dia se levanta de ia cuna a un niño criado
ai pecho y se Ie coloca en los brazos en postura de mamar (es decir, en
pos'ición l]rorizontal) el infante volverá la- cabeza en direccióir del pech<r
áe la persona que Ía levante, ya sea hombre o-muicr (Bühler,.1928)' Por
el con^trario; si'el mismo infarite es alzado de la cuna en posición vertical,
no se producirá el movimiento de volver la cabeza (véase la'figura l).!

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F¡cuM l. Rcacció¡ dcl rccién necido rl scr colocado en la posicióu dc amem¡ntr..

El reconocimiento de tales sugestiones y la rcspttcsta a eltas se vuelve


cade vez más específico en el t-rascnrso dc las ocho sclllanas siguientes'
11929) u Ripi, y Hetzer (1910) cstudiaron co¡r gran detalle las
Volkelt-r,).oi;ír
'd; fa pJrcepción ,i. esrs sugestiones. cn el. tritscurso dc
"t.frr
lostos primeros *.r., d. vidl- A su cstudio sftuió el de Rubinow y Frankl
11934).louienes demostraron con una serie de experimentgs, los Pasos que
ii*h#rü; tt.rán al reconocimiento del obieto aiimcnticio oomo tal.
y
ñtUi"o* Frankl han mostrado que hasta el comienzo del segundo
*.r ¿.- riár,' .i inf.nt" reconoce las sirgestiones de alimento sólo si tienc
'il
iriJtuti ;;iie;á-no-identifica la ieche como tal, ni el biberón' el
6Me,dyMccrqor(1951)informanquelasmuiercsdelaisladeBaliamrmantan
r;";;;T; J.*¡á. p"u..os suponeÍ que ta respuesra- al equilibrio d: los
;';Í;
"l"ilto-'U¿i"tÁ i. a" ser contraria a la de los inlantes occidcntales.
48 LA CONSTITUCIÓN DEL OBJtrTO LIBIDINNAL
chupete, el pecho, ni nada. "Reconoce", si puede decirse esí, el,pez-ón
cuardo lo reóibe en la boca y, respondiendo a este estímulo, generalmente
empieza a succionar. No obitanté, -hasta esta forma eiementai de percep-
cióñ ha de ser cualificada. Si el infante está inte¡esado en otra cosa.6 por
eiemolo si esfá sritando porque su necesidad de alirnento no h¿ sido inme-
al pezón, aun cuando se le nreLr etr
d'iatainente satiifecha, nó reaccionará
la boca, sino que continuará gritando.- se-rá necesaria .uria. prolongada
estimuláción orri prm lograr quá de nuevo_ diriia su atención. h.rcia..el aji-
mento por el que'esü gñtandó, I' que tenía a su alcance todo el tiempo.
Para rei:apitulai, nos ha-llamos aquí con dos secuencias de conducta:
I ) A eia edad el infante reconoce la sugerencia Para que se alimentc
sóló anando tienp hambre.
2) Cuando está gritanCo por tener hambre, n-o. reconoce el pezón gue
tienl en Ia boca y slgue gritairdo (véase la figura 2)'

F¡cuar 2. Cuando grita por Lambre";l no percibe ei pezón que tiene


i".",floT.tdo

;oué tienen en común esas dos secuencias de conducta? Aun cuando


hs'fos situaciones parecen ser diferentes, la causa que las sustenta es la
misma. Para que ei infante sea capaz de percibir un estímulo externo a
ese edad (entrl Ia segunda y Ia seita semána de üda) dos factores han
"y
de hallarse presentes co*Éin.rse. El primero es eI estimulo externo,
esümulo quá el infante ha llegado_a qq-ociar con la inminente satisfacción
de la nece'sidad; el segundo esIí¡nulo éi de origen propioceptivo, es decir,
el estado de hambre áel infante, su necesidad de alimento.
Colocar el pezón entre los labios del niño es la condición necesaria Perc
no suficiente prt, qu. lo perciba. La prueba de esta tesis la proporciona
6 Pa¡a una exposición exceler¡te dcl gracio en que el estado del infante afecta su'res'
oonsabilidad v la'necesidad de tomar en cuentá estl fac'tor esencial al diseñar e interpreta;
ios estudios &perimentales con infantes, véase Escalona (1962).
LA ETAPA SIN OBIETO 19

el segundo experimento; aquí el sistema propioceptivo del infante está


ocupado en la experiencia de displacer; por 1o tanto, el infante será inca-
paz de percibir el estímulo gratificante de su necesidad que üene en la boca,
Por el contrario, a esa edad, el infante percibirá el estímulo del pezón
en su boca si se cumplen las siguientes condiciones: I) si el aparato pro-
pioceptivo, no está nulificado, "inundado" por una tensión masiva desa-
gradable; y 2) li el infante tiene hambre, lo gue hace que el aparato estó
dispuesto para la percepción externa.
El segundo experimento (el de no percibir el pezón que tiene en la boca,
cuando- está gritando por hambre) es un ejemplo de la actuación del prin-
cipio de Nirvarra; en cuanto surge el displacei (tensión) debe elimiriarse
mediante la descarga (motora, verbal, etc.). En tanto que esa tensión
continúa, no funciona la percqpción del exterior. Para percibir, ha de
c-esarel displa-cer y la descargaf es declr, Ia acción de aútoperpetuación
del principio de Niwana, ha de ser detenida mediante Ia intérvención ex-
terna. Sólo cuando ocurre esto puede reanudarse la percepción externa y
ser percibido el ctímulo setisfactbr de la necesidad. '
Un ejemplo excelente de esta actuación inexorable del;principió de Nir-
vana nos Ia brindó hace tiempo un experimento de Wolfgáng Kóhler
(1925). Se le ofreció a un perro un trozo de carne; este trozo estába sepa-
rado de éI por una valla de alambre larga y alta, abierta por los dos extre-
mos. En circunstancias nonnales el peno ere cep,Az de solucionar el pro-
blema sin ninguna dificultad, dando -un rodeo y agarrando la carne.
-Sin
embargo, cuando el perro estaba hamb¡iento desde hacla varios días, no
le era posible aleiarse de la proximidad innediata de la cerne; estaba en
conflicto entre aleiarse de lá carne para dar vuelta a la vaila o regresar
corriendo para acercársele, conflicto que terminaba por aggtamiento, tras
sus desesperados y vanos intentos por l«.rgrar saltar Ia valla. J
la incapacidad del infante para percibir cl rnedio circundante dura al-
gunas sernanas. Hacia el prinóipio del segundo nrcri, un ser humano que
se acerque empieza a adquiiir un puesto único entre l¿ts "cosas" que rodean
al neon'ato. Én esta etapa, el ini'ante comienza a percibu vlsuálmente aI
adulto oue se acerca. Si-uno se aproxima al neonato hambriento que está
Ilorando, a la hora de la alimentación, éste se callará, abrirá la boca y hará
con ella moümientos de succión. Ninguna oEa "cosa" produce semelante
respuesta a esa edad, salvo la percepcién táctil, intraoral, del alimento. No
obstante, esta reacción sólo se produce a la hora de la alimentación, cuan-
do el infante tiene hambre. En términos de percepción, aI segundo mes
el infante reacriona al esümulo exterior sóIo cuando éste coincide con la
percepción introceptiva del hambre. En esta etapa la percepción del me-
dio circundante está condicionada a la tensión generada poi una tenden-
cia insatisfecha.
Dos o tres semanas después, se observa un progreso más; cuando el in-
fante percibe un rostro humano, sigue los movimientos de éste con aten-
ción concentrada (véase la figura 3). Ninguna otra "cosa" puede suscitar
semejante
-conducta
en el pequeño a esa edad. Gesell e llg (1937) expli-
can el hecho diciendo que se debe a que el rostro humano sé le presenta
50 I,A CONSTITUCIÓN DEL OBIETO LIBIDINAL
al infante en innumerables sitrraciones en que se halla a la expectativa. En
realiclad, durani: el prímer mes de vida, el-ser.humano aP3'.tcg en el cam'
oo visuál del infanie cada ve,z que su necesidad es satisfecha. De ese
'modo queda asociado con el alivió del displacer, así como con la experien-
cia de placer,

F¡cunr 3. En el segundo *.:"*.,,'*Ltlii':*i,ii" coa la vista cl rostro e¡r

En nuestros propios estudios, podemos-añadir un- elemento importante


^Gesell.
a la.suposició., he Hemoiobservado que en la gran_mlyoría-de los
.asor dl infante criado al pecho mira fiiamente el rostro de la madre s¡n
;;;;; &rr;i; táao A acto ^de mamar y sin apartar la vista hasta que'queda
ááirriáá.r .ipectro (véase la figura 4), É,n los bebés criados con bibe'
rón, este .fenómeno uo cs consistente ni confiable'
:ioi rupo.rto, el amamantamiento no es el único servicio que presta.la

t{a

ü
ir
t
.1... ,,
.E:*ffii"

F¡cr,m 4. El nifio criado ¡l mira fiie c incesantcrnrnrc


j":I"ú"T:"r.*.rT:,
LA BTAPA SIN gBJETO 5I

madre al infante, en el que éste puede mirar su rostro. Pocas veces nos damos
cuenta de tal hecho que, hagamos lo que hagamos con el infante, si Io alza-
mos, lo lavamos, o le cambiamos los pañales, etc., ofrecernos siempre nues-
tro rostro abiertamente a la inspección del infante, poniendo en él nuestra
rnirada, moviendo nuestra cabeza y muchas veces diciendo algunas pala-
l¡ras. De esto se sigue que como tal, el rosEo es el estímulo visual ofre-
cido cou mayor fiecuencia ¿il infante durante el prima mes de vida. En el
trascu¡so de las primeras seis semanes de vida, las huellas mnémicas del
rostro hunrano han quedado fiiadas en la memoria infantil, como la pri-
mera señal de la presencia del satisfactor de la necesidad; el infante seguirá
con la vista todos los movimientos de esta señal.
IV. LA CUNA DE LA PERCEPCIÓN

La percpción desempeña en el yo el papel


que en el ello correspoudr :l instinto.
Fnzu» (1923)

EN rr. capítulo u¡ describí un acceso o<perimental al probiema <ie la gé-


nesis de ü percepción. Ernpleando datoi objetivos, tales como los obie-
nidos por la observación directa de Ia conducta y por los experimentos, así
como datos neurofisiológicos, seguimos paso a paso los progresos del in-
fante en la cognición y el reconocirníento de un percepto. Result¿ er,iden-
te que Ia satisfacción de la necesidad (es decir, las experiencias de placer
v displacer) desernpeña un papel primordiai en el reconocimienio dé este
prim« percepto.
- El enfoqué genético es el principio guía en la metodología de este estu-
dio. Por tanto hemos de desandar nuestros pasos hasta lleglr a un periodo
qi¡e, según mi opinión, precede a ios acontecimientos que expusimos en
el capítulo anterior: el pcriodo durante el cual el sistema cenestésico reina
de modo absoluto en Ia existencia del i¡rfante. Es la edad de Ia no diferen-
ciación más honda, cuando el afecto y el objeto percibido son aún, por
-no
decirlo así, una sola cosa. No obstanle, aquí' el método experimental
puede servirnos adecuadamente, y estambs irbligadas a valerrios del acceso
reconstructivo, con la esperanza de que observádores futuros puedan sen-
tirse alentados a explorarsistemáticámente la situación v las'condiciones
dadas. preserrtes en verdadero alborear del ser hurna'o. pues, «ie pc-
e-ste
de¡ obtenerse tales datos, lograríamos una comprensión mucho me¡or ilel
que desempeñan, err eilades posteriores, loi afectos en la percápción.
ijpel
En general no soy muy partidario-de Ia aplicación del método'reconstruc-
tivo e introspectivo de interpretación para- explicar la conducta de sujetos
a quienes.falta la palabra y que, por tánto, soin incapaces de aportar datos
que confirmen o desaprucben nuestras conclusiones. En él caso del
niño que aún no habla, riisponemos de la observación directa asl como de
Ios experimentos. Pero ni la una ni los otros, darán mucha información
del neonato, pues su conducta es desordenada, sin estructu¡a y sus respues-
tas contradictorias.
Por eso, hemos optado por un procedirniento un tanto compleio. p¡i
mero hos pondremos nosotros mismos en la situación subietiva áel'infante
v tratarernos cie adivinar y cómo percibe. Luego relacionarernos estos
-qué ^y -es
iupuestos
.con
Io oPienfble, tal como nos aportado, y con los
-d.agg
datos de la neurofisiología. segundo, examinaremos uuestras construccio-
nes a la luz de ciertos fenómenos regresivos en el adulto, sobre todo <le
aquellos que se dan en ocasiones al quedane dormido o al despertar, en
Ios sueños y en la psicosis. Por último, observaciones como las éfectuadas
por Von Senden (19)Z) en invidentes de naeimiento operados, contribui-
¡án a hacer comprender las experiencias perceptuales muy arcaicas, que
52
LA CUNA DE Ld PERCEPCIÓN 5)

podemos suponer que se corresponden con las del infante en ias primeras
semaoas de vida. Esperando tener acceso a otros datos objetivos, conside-
raremos Ia convergencia de los obtenidos mediante estos diversos enfoques
(si es que semejante convergencia puede demostrarse) como el equivalente
de una validación de nuestras proposiciones logradas reconstructivamente.
Que no se nos interprete mal: este procedimiento no ha de confundirse
d-e ningun modo con aquél que E. Bibring (1947) llamó "retroyección";
nornbre afortunado, aunque un tanto desprestigiado, que describe la atri-
bución al infante de las fantasías y deseos del adulto.
Empecemos con un inteoto de reconstrucción, preguntándonos a no§o-
tros mismos: ¿Qué apariencia tiene el mundo perceptual del infante antes
de que dé comienzo la diferenciación? Si ¡niramos hacia atrás, a nuestra
propia niñez, obtendremos un primer atisbo: ¿Recuerdan qué espacíosas
nos parecían todas las calles, qué grande la casa, qué anchuroso el iardín?
Y cuando volvimos a verlo veinte años después, ¡de qué modo tan so{Pren'
dente se habían achicadol Este achicamiento era el resultado del aumento
de nuestro propio tamaño. "El hombre es la medida de todas las cosas"
diio Protágoras.
Freud conocía perfectamente estas disto¡siones aperceptivas. En La in-
terpretación de los sueños (1900) va hacía ver que Sr¡'ift había dado ejenr-
plos de ellas'en Los viaies de Gulliver. Posteriormente, Lerviu (1953a) se
refirió a la deformación de la percepción en el recién nacido y describió
especificamente su aspecto neurofisiológico al hablar del "bebé diplópico
y ambiplópico con sus escasas facultades de acomodación y sus percepcio-
nes confusas de la profundidad v eJ colo¡" (Lervin, 1953a, p. 183).

LA oBaA DE I\r. voN SE!{DEN soBRE EL ArRENDIZAIE ,r rnlvÉs DE rá


prncrpcró:,¡ v ar.ctrxos orRos HALLAzcos E)cpERI MENTAT.,ES

. , y así miraréis pero no veréis.


isafas, Cap. 6 vers. 9.

Por supuesto, hasta la fecha, no sabemos si el recién nacido percibe aigu-


na cosa. Lo que perciba -{eso de percibir- ha de infe¡irse. Contamos
con una fuenté dé información prometedora para tales inferencias en la
obra ya citada, de \/on Senden (1932), quien investigó el comienzo y
el desarrollo de la percepción visual en individuos que liabían nacido cie-
gos, a causa de cataratas congénitas, v a quienes en edad posterior se les
quitaron dichas cataratas.
l¿ forma en que esos pacientes describen su primera experiencia de
percepción üsual és extraordinariamente informativa. El caso núm. 65, una
muchlcha de dieciocho años, "miraba, Peto aquello no significaba nada
sino una multitud de resplando¡es de diferentes géneros. Ni siquiera esta'
ba segura de que esas exirañas sensaciones le llegaran d t¡dvés ile los oios,
hasta que lo comprobó al cerr¿r los párpados '¡ descubrir que dichas sensa-
ciones cesaban. , ." (cursivas del autor),
54 LA CONSTITUCIÓN DEL OBIETO LIBIDINAL

-nos que es üpica


Esta descripción, de la rnayor parte de los casos examinados
-documento
comparables, paiece un extraordinariamente sugestivo para
Ia cómprensión dá lo que el recién nacido puede experimentar al ver.por
*'e, pti*era la luz del'día; o más bien cuándo abre los.oios por prime-
ra vé2. No sólo no son vistas las formas; sino que la sensación misma no es
reconocida como si se originara en los oios; sin duda podría ser atribuida pot
el suieto a cualesquiera dl las otras modalidades senioriales. La afirmación
del iaso núm. 65'nos proporciona ciertas informaciones esenciales:
l) La percepción paiece emPezar como una totalidad, y las diversas mo-
dalihades'percéptivai han de irse separando unas de otras en el curso del
desarrollo.'Acaio hasta la maduración desempeña un papel en estc Proceso.
2) La percepción, en el sentido en que perciben los adultos, no se haila
pres'ente áesdd el principio; ha de adquirirse, ha de aprenders-e . - -
Esta suposición'puedé aPoyarse en ia cita que sigue, tornada- del pacien-
te núm. ü, el hiió de die'r:iócho años de un- médico, del cual el ciruiano
dice: "Al descubiirle los oios por primera vez, tres días después de la
operación, pregunté al pacieite (ué veía; respondró que veíe un campo lu-
minoso, ex[enlo, dondé todo parecía desvaído, confuso v en movimiento.
No oodía distineuir obietos."
ü percepción"de la profundidad, así como la localización estaban igual'
mente'ausei¡tes. Sobre ei paciente núm. 49, un muchacho de quince años, el
cirujano informa: "Los pácientes recién operados no localiza-n sus impresio-
nes'visuales. No las relácionan con ningún punto; ni con los oios ni con
ninguna superficie, ni siquiera una-.es_férica"; y 11 desorientación ent¡e Ias
divársas modalidades sensbriales, difícilmente pueden describirse meior que
con esta afirmación del propio ciruiano: "Miran los colores de modo muy
semeiante a un olor de pintura o de- barniz, que-.nos -envuelve.v penetra e¡
nosotros, pero sin ocupár ninguna forma específica de extensión, defioible
de modo más exacto,"
Los ejemplos gue el libro de Von Sende¡r dirigen.nuestra,atención,
,na y otra'vez, hacia el hecho de-que e-l h-ombre.adquiere la.percep-
ción'visual aprendiéndola. La conducta de los paeientes operados, así
como el conténido de las impresiones que comunican, son en lo esen-
cial semejantes, sea cual fueri su edad. Un ejemplo entre muchos: se
expusieron ante los ojos de un niño de siete años, recientemente- operado,
trózos de cartón de formas y colores diferentes, y se le preguntó si podía
distinguir unos de otros. Esie ejercicio se repitió dia¡iamente con el resul-
tado que sigue: "Había ganado tan poco en 13 días, qu: le era imposible
distinfuir Ii forma sin cóntar los ángulos, uno a uno. Esto lo hacía con
gran ficilidad, recorriendo rápidamente con Ia vista el perfil, de modo que,
íin duda, estaba aprendiendo todavía, como aprende a leer un niño."
Todo lo cual está tle acuerdo por completo con la observación directa
del infante. Uno de los puntos del tesú de Bühler consiste en exPoner una
pelota de goma de unos 12 cm. y medio, con rayas de co-lores, ante el in'
iante y oüs.t el movimiento'de los oios' Durante el cuarto mes de
Iida, él infante"tse circunscribirá cuidadosamente a seguir el contorno de la
pelota con la üsta (Bühler y Hetzer, 1932).
,/ LA CUNA DE LA PERCEPCIÓN 55

En los primeros días que siguen a lir operación, las cosas no son tan
simples. "En efecto, hay buen número de-eiemplos de-que, incluso la pri-
mera vez que se ejercita la visión, pese al nistagmo de los pacientes, en
una confrontación simultáned d,e dos o más figuras, comunican diferencias
de foima indiscutibles, aun cu¿rndo no pueden afirmar Ia forma de ningu-
na de las figuras presentadas " (cursivas clel autor). En el caso núm. 17, el
hijo del médico, de clicciocho.años de edad, cincc <i..:s después de la ope-
ración, "frie capaz de percibir unir diferencie por primcra vez, pero srm-
plcnrcnte tutt diferencia, en los obietos que le rodeaban" (cursivas del
autor_) .
Algunos de los problemas que suscitan estas referc¡ciirs clínicas han sido
estudiados recientemente en forma experimental por F:rntz (1957, 1956a,
1958b). Efectuó una serie de obsenaciones v experinrentos cou pollitos
recién salidos del cascarón y con infantes de una scnana a qu.ilce de cxis-
tencia. Sus obsenaciones, en contradicción con las de Von Senden, son dc
sección vertical, como los experimentos ad hoc suelen serlo. Dc un modo
esencial estos experimentos fueron ideados para validar o inr,alidnr lii pro-
posición de que la percepción de la forma, tanto en el animrl como en el
hombre, está ya presente en el nacimiento, siendo por tanto innata o he-
rcditaria. Logró confirmar esta tesis en el caso de los pollitos. Dcsde el
primer instante de vida, el pollito es capaz de un ¡nodo innato, sin apren-
derlo, de percibir la fo¡rna tridimensional y el tamaño. Esta capacidad
tiene i¡rdudable valor para la supervivencia. Siendo el pollito un-animal
precocial,l un ave nidífuga, ha de procurarse su alimento desde el primer
momento y por eso ha de estar dotado desde que nace con la capácidad
innata, no aprendida, de percibjr el objeto alimenticio.
El hombre, sin ernbargo, es primordialmente un animal altricial, nidí-
colo, que nace inmaturo y desamparado. Incapaz de locornoción o de toda
conducta dirigida, volitiva, indispensable para la autoconservación. Par,r
garantizar su supervivencia, no es necesaria la discriminación visual. 'La
supewivencia del hombre al nacer es predicado de los cuidados paternales
que se le dedican, como ocurre con ot¡os animales r¡idículos (por ejemplo
los gatitos v perritos, etc.). De aquí que en la evolución del hon-rbre no
exista presión selectiva parala trasmisión filogenética de la capacidad de
visualidad discriminativa ya at nacer. Por lo tanto, no es probable gue
en el hombre esa capacidad nunca haya formado parte del e(uipo heridi-
tario innato.
Por esta razón resulta sorprendente saber que Fantz, sometiendo a ú¿sts
a treinta infantes de quince semanas, a intervalos semanales, se encontró
con que, como los pollitos recién salidos del cascarón, poseían la percep
ción innata de la forma. Esto vendría a contradecir diametralmente lás
observaciones efectuadas con seres humanos, nacidos invidentes y después

1 AJtricial (del latín altrix, crianza, también conocido como nidicolus) es el término zoo.
logico que designa las especies cuyos pequeílos nacen en condición inmatura y desamparada
de modo que requieren el cuidado y la ctünza durante cierto tiempo después del naci-
miento; precocial (del latín precor, prcmaturo, también conocido como nidifugus) designe
animales cuyas crías nac,cn cubiertas dc plumón o vello r' son cepaces de andar.
56 LA CONSTI'IUCIÓN DEL OBIETO LIBIDINAL
ooerr{os de Von Scnden. No obstante, un examen más ¡lreciso del mate-
,ül a. Von Senden revela que esa contradicción es sólo aparente. [¡s
pacientes estudiados por é1 erán incapaces de ver formas, no veían los con-
iornor, no podían distinguir el tamaño;- pero-desde el primer. momenio
distinguían iisualmente lilerencios y podíán afirmar que dos obietos eran
¿lfereñtes uno de otro. §e diría, óin embargo, !1ue ios experirnentos de
Fantz no logran demostrar que el infante al nacer, ni aún_ en las primeras
"vida, distinga lai formas o, por 1o que aquí hace al caso, los
i.nr^.,r, de
patrones; prueban simplemente que notaban diferencias'
' La discr'epancia entie lo- que pretende !^l!l V mis .P,ropios hallazgos
(asi como tós de Von Senderi) sé debe a la diferencia del acceso conceP-
iua]. Lo que Von Senden y yo denominamos "ver" hace referencia a un
,.i" ¿. plrcepción que impiica un- Proceso de a-percepción, sin el cual
no lu.a.'togrirr. "u.i" (en'el sentido en que el adulto percibe visuaimen-
i.): il; áifi.t.pot completo ctelo que Fairz designa como "\€:':' Pichly
afirmación no es-arbitrarü: se apoya en hechos dados neuroanatÓmtcos
iiriolóni.or. que corroboró el trabiió experimental de Von Holst (1950) en
lr csfíra uisüal y el de Rosenblith (t96t¡ en la esfera auditiva. Debido
, .ri. 1rro..ro á. ^p.rc.pción, el hombre'tiene, entre otras, la capacidad
de guai.la, depositados iastros mnémicos s ,sceptibles dg t.t reactivados
.o*á ,.pro.ntaciones, es decir, como recuerdos y como irnágenes; y tam-
l-.iún de activar clichos rastros sin el estímulo de una percepción externa
corresoondiente. El trabaio citado antes de Fantz ignora la apercepción.
,\clómás, cuando Fantz pretende "haber refutado la noción muy difun-
dicla de que los infantes clé muy poca edad_ son incapaces anatómicamente
á.,., nrd, si no burbuias de iui y oscuridad" (cursivas del autor), tiene
perfecta razón. Anatómicamentc son sin duda capaces de .ver 'T." g'9
Ioto-ruruu¡rr. El oio está allí pronto y dispuestof neu¡ológica y fisiológi
cáÁente frjnciona. i.ro .s. funcionamiento no se extiende a los procesos
mentales, particularmente a la mentalización. - La- función ap.erceptba, no
.rta .,t"'d'isponible. Ha de adquirirse .a través. de experiencias proporcio-
naclas en el'trascurso de los intercambios afectivos con otras Personas en
el rna¡co de las relaciones de obieto'
Los comunicados de Von Senáen confirman esto: a través de todos los
histo¡iales <ie sus casos, encont¡amos afirmaciones que atestiguan cómo
los pacientes operados, para aprender -a ver, tenían que estar comprometi-
dÁ'e*ocionalriente. Ua ¿e iomprenderse, por supuesto, que 1a estructura
conceptual de Von Senden es básicamente diferente de Ia nuestra. Él ofre-
;; ,r: hallazgos como fenómenos; manifiesta una fuerte inclinación en
contra de la isicología introsp-ectiva, c-omo resulta evidente en estas pala'
birs suyrs,
,,io, ,r{u*"ntos'de esos dos autores me han parecido que de
modo ínevitabte huáten demasiado a psicología introspectiva,.de.modo que
no espero obtener mucho provecho de-una controversta con ellos" (cufslvas
del autor). Creo qu. pód.*os confiar . en. 9ue, .Von Senden Ia, hecho
todos ]os'esfuerros posibles por seguir siendo-obietivo_a toda costa-. Sin
embargo, por inferencia, hace menció, de emociones tales como el "deseo
á; ;;;?; .i i áni*o y la iovialidad" y afirma: "S$ voluntad (1a del pacien-
LA CUNA DE LA PERCEPCIÓN 57

le) {9be ser activada con toda la fuerza quesea posibre en esta dirección.
será normalmente mantenidá de mutha rnejor g^* .t i*rg-
Esa dirección
nar de nuwo la satisfacción de sus necesidades coüdiaiws'," (cursivas d"el
autor). o en su conclusión: "...Ia adaptación del paciente', iu nu.uo
medio toma muchas veces forma altamente dramáticJ y reva a conflicios
violentos".. Luego añade: "Pues el paciente necesita eíta actividad y ien-
sión emocional."
La obra de von se¡rden inspiró una serie de estudios interesantes efec-
tuados,por,Riesen (1?47-). sobie las consecuencias de la privación visual
en el hombrg y e, el chimpancé.! Tanto en las observaóiones y experi-
mentos de Riesen como en lós de Fantz, se ignora el papel de Ia'emotión
en Ia, percepcién. El.lector recordará que iosotros,'p'or nuestra parte,
consideramos la emoción. dentro der márco de ras 'reLciones de oü¡.to,
como el incentivo más poderoso para aprender. Es cvidente, por eiemplo,
que en el casó citado poi von senden, ia capacicrad de ver há áe aállriiirsé
poco.a poco, medianté un proceso_de enseñanza, en el *...o á.i, .*p..
riencia afectiva que proporclonan las relaciones de obieto.
elperirnentos,y observaciones diversos sobr-e el príncipio de ia percep-
_,.!o1de Ios
ción que me he ocupado,. incJuyendo los de vón senden v roi míoi,
Iracen refereqcia a la conjunción de'procesos mentales arcaicoí con sólo
una modalidad sensorial, a saber: cou la visión.
¿eoé ocurre con las ohas
modalidades? En el caso del ¡r¡aterial de von §"id.q, r,emos ,roirao y,
que esas otras modalidades sensoriales p-ueden estar implicadas también.
sin
duda, en los primeros días después de la operacióri, ros p".i.nü, .rrn
incapaces de distinguir las sensaciones visuarei de las origirirár, án
otro,
sectores sensoriales. Pero, de ser esto así,
¿dónde ernpiezan"reainrente, como
tales, esas sensaciones?

LA cAvrDAD pRIlfARrA: coNsrDER CroNEs psrcoANer,f:r¡cas


En páginas q,ue preceden afirmamos que, al nacer, ei infante responde,
l?t
efectivamente, sóio a ]as sensacioncs originadas dentro de su cuerfo (ei
decir, a las sensaciones propiocépticas y-énesiésicas); que se hallan'proie-
gi$as q-la intrusión dd loi estírnulos"del exterior
ior'unr barrera contra
ellos. El estu<iio de von senden muestra q,re, cuándo lcs estímulos im-
lo^r,:!?) antes de que éstos hayan aprendido a tera, no tienen sig
$:gii
n¡r¡cado, Además Ia sensación es tan generalizada, extensiva y sin ]ocaliá
c'omo. las percepciones internas cenestésicas y cn realidad no'se
diferencia
de ellas.
No obstante' hay una zona
.. desde el nacimiento. En -perc_eptual que actúa de forma muy especí-
hca eila, los órganos sensorios, para Ios ótím'ulos
venidos <ie fuera, se encuent¡an con los réceptores sensoriáles de los estímu_

u.Estos fascinantes etperiarcntos I..a producido otros n¡uchos


hallPgos importantlsimos
e,¡nteresantes. 5e mostró, por eiemplo, que Ios monos privados de la viii¿n,
durante cierto
numero de sem3nͧ, mostraban nrengs interés por Ios objeios modelo, que las
crías de la
nacer. (Rieser, tZ47-). exposición de estos'hittazjá, ái-"1 *r.
TrT: ,.-?"ji"."I L.:l-ii,
co de tos periodos críticús, véase Spitz (1959).
LA CONSTITUCIÓN DEL OBIETO LIBIDINAL
'8
los venidos de dentro. Esta zona es la boca y la cavidad oral. Ya al nacer,
y lrasta en el feto (Minkowski, L922, 1924-1925, 1928; I-Iooker, 1939,
1942, 1947, 1952), puede demostrarse que existe una respuesta a la estiruu-
lación en torno de la boca. La estimulación de las partes exteriores de la
región bucal suscita una conducta específica que consiste en el giro de
La- cabeza hacia el estímulo, seguido de movimientos de chasquear los la-
bios. En el infante criado a pecho, esta respuesta termina al touar el pczón
cn la boca. Hablé de esta conducta como del reflejo de ttranar v rne ocil-
pé de él en varias de mis publicaciones; anticipé la proposición de,qtre
ésta conducta se de¡iva de un mecanisrno de relajamiento innato valioso
para la supervivencia.
Al nacer no hay ningún rcflejo que sea plenamente de fiar. La respticsta
del mamar, sin embargo, es más dc fiar que el resto, seguida sólo del re-
flejo de asir, que consiste en cerrar el puño cuando se siente el estímulo
cn la paima. tis digno de notnrse que el reflejo de asir el pezón con ios
iabios,- en combinación con el succionar, representan la írnica conducta
dirigida del infante 'al nacer. ústa incluye también el chuparse el dedo y
vierre a corroborar ias proposiciones de Hoffer (1949, 1950), sobre la rela-
ción entre la mano 1, la boca" Quizás todos los reflejos que nos son fami-
liares (incluyendo el de mamar y el de asir) no son tan seguros al nacer
porque son provocados por estímulos venidos de fuera, cont¡a los cuales
actíra ya la ba¡rera contra estímulos (véase el capítulo rrr). Pero cuando
el pezón llena la boca del recién nacido y cuando fluye la leche por la
faringe, los receptores sensoriales para el exterior, así como los del extc-
rior, son estimulados simultáneamente. Esta estimulación acumulativa v
conjunta parece suscitar una respuesta mucho rrás segura y garantizada: el
bebé empieza a succionar y a tragar 1o que succiona.
Desde-el aspecto perceptual, ]a calidad oral, incluyendo la faringe, rc-
presenta lo externo, así como lo interno; está equipada como intrarrecePto-
ia, así como extrarreceptora ,v en consecuencia actúa. Porque, al nacer, los
reflcjos localizados dentro de 1a cavidad oral son los - más específicos y
seguros de todos, pues dichos reflejos hacen que se prodrrzra la única con-
dticta humana diiigida, aun cuando no intencionada. He anticipado la
proposición de que toda percepción ernpieza en la cavictrad oral, que sin'e
áe i:uente primigenio entre la iecepción interna v la percepción externa.
Estos supuestos han sido corroborados, Por convergencia, por ciertas propo-
siciones aniicipadas y eiaboradas por lrwin (1946, 1948, 195A,195)a,1953b)
v por por Isakorver (1918, l9i4). Éste (1938),
aquellas otras ofrecidas
estudió Iapsicopatologír del quedarse dormido. Llegó a la conclusión,
solre la base de estas observaciones ciínic¿s en adultos, de que la combi-
nación de la cavidad orai con la mano representa probablemente el modelo
para la est¡uctura más primaria posnatal del vo. Supone adenlás que las
sensaciones de la cavidad oral se mezclan posiblemente con aquellas de la
envoltura cutánea externa. Yo considero que este triple origen de la sen-
sación y de la experiencir constituye el núcleo del yo, usando el concepto
afortunado introducido por Clover i1930, 1912. 1931, 19{i).
Lewin (1953a) cita otro autor al efecto de que "ia cavidad original
LA CUNA DE LA PERCEPCIÓN 59

ptede ser
Tuy Pig." el interior de la boca, tal y como se descubre y percibe
al chupar el dedo" (p. 188). Estoy de acuerd'o con esta formuracíón en la
medida.que se ¡efiere- a la sensacióñ inmediata del interior de ra boca; pero
no puedo- compartir la opinión de Lewin de que, chupándose el deáq se
es capaz de descubrir o de percibir en esa etapá. comó se afirmó anterior-
mente, el único órgano donde actúa la peróepción durante las primeras
semanas de vida (y hasta
3guí e¡ dudoso que sé trate realmente de percep-
ción, como tal, sino más bien de recepción, es decir, de la precursor, áe
Ia percepcién) es la cavidad oral. El infante iesponde con üna secuenci¿r
d: conducta específica, cuando se introduce algo én la caridad oral, va sea
el pezón, el aiimento o el dedo. Esto está dJ acuerdo con las obiervacio-
nes clínicas de Isakower, sobre las sensaciones experimentadas por los
adultos, que sufren una regresión del yo al ir a qúedarse clormidos. [,s
muy co-nvincente suponer que las sensaciones de algo arenoso (experimerr-
tadas al ir a quedarse dormidos) representan rastrós de ,ecueidoi de ios
prim_gr9s comienzos de la percepción. son semejantes a la cualidad incier-
ta, difusa e inapropiada de la- sensación visual' descrita por los inviden-
tes de
-nacimiento operados por von senden. Las primeras sensaciones
percibidas, en el-campo táctil, es de esperar que sean tin incorrectas conio
Ias sensaciones de los operados de ceguera nitiva por Von Senden, en el
campo üsual. Resulta tan convincente encontrarse con que los suietos de
Isakower describen las sensaciones orales con calidades de ^"arenosas,", como
oir a los operados de von senden describir las sensaciones visuares como "se-
mejantes al olor del barniz".3
,.^'-9r.o quc ciertas proposiciones contenidas en mi a¡tíctlo "La desviación del diálogo,,
(196'l), pueden _aportar.cierta comprensión acerca de esas sensaciones. por eiemplo,
fre.
rnos especular sobre si "la sensación arenosa de la boca,, (Isakower, t93g), ú viita de los
colores, "muy seme;antes a cuando huele a bamiz,, (Vori Senilen', lg?2\' no ,r.d* ,..
Presentar Ia percepcién de. una estimulación,recargadi en dos modalidaáes dif'erentes, la
táctil.y visual. La sensación a¡enos¿l y el olor a-bamiz, llevan consigo una cie¡ta im.
plicación de desagrado. Este hecho sé evidencia en su forma extremá con el oaciente
nrim. -17,-quien, cuaho días después de la operación, no podía mantener los ojos abiehos por
serle intokrabie Ia luz.
, ,Las Personas
sensibles.al sonido reconoce¡án de inmediato las sensaciones desagradables
(de naturaleza no musical) que acompeñan a un volumen orcesivo del sonido muiiful, tales
como les de ur'¡ coro muy numeroso en uo espacio cerrado. simultáneamente con la
música, oyen algo así como guiiarros que eatrechoi:n o el ¡umor silbante del oleale cuan"
do rekoctde e.r.r 11 plary. El fenómeno pgdenecc a la categoria denominada en néurologla
'teforzamiento". sospecho también que él fotoma en ta
ia{ueca, la línea luminosa y dá.
teda, que las p€rsonas .que padecea de esa dolencia perciben durante el ataque, pertenece
a semeiantc orde¡ de fe¡rómenos. ¿Puede- dicLo fotoma ser considerado comi una r"spues"
ta a un exceso de estimulación .senso¡ial? posible que el proceso sensorial aparezce
como una- representación visual sin contanido -¿Es
idátivo o iepresentativo, como el -ldo d.
g¡ijanos al choca¡ y Ia sensación erenoss en la boca, de los iiernplos puestos anteriorme¡te?
En..los-tres casos, el táctil,_ el auditivo y el visual, Ia sensación no' es representativa; la
cualidad sensorial reel está deformada y ie experimenta como algo desagradible, que lírda
con. la parestesia. También cs esto una ¡eminiscencia de los "a'lfileres'y agujai,,,'que ex-
'midiante
Perimentemos en una piema donde la trasmisión nerviosa se ha ínteriumiibo
Ia presión. La senümos _como fría y embotada. Los "alfileres y aguias" sán el presagiir
de l¡. sensación que welve. Indican
.que Ia trasmisión nervioía ño'está restituida fioi
com-pleto y,-por.ta¡to, no es adecu¿di para.afrontar estfmulos_ como aquellos con que
tendrla quc habérselas en circunstancias nórmales; pero a caus¡¡ de la trasmisión intemrm.
pida, los estlmulos, que de otro modo se¡lan normales, ¡esultan una carga excesiva.
60 LA CONSTITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINAL
Lr¡ oue sostenemos es que Ia cavidad oral con sus órgaaos, la lengua,
que se usa
los labüs, las meiillas y el áparato nasofaríngeo son la supertlcle.
la exploraCión'.Es muv ada
»rimero en la vida prr, lo$ercepción táctil-y
la sensación del tacto'
5;;;;';r;;.rt. fin,'p,r.s en ella^están representadai
;;i;i,rü; d;i;¿óil|;";, á"i oror, dcl iufrimiento v hasta la sensación de
o¡ofundidad, pr., .rtr'?ii];;quá"i*ptitit" en el'acto de engullir' Ha
ffi*"süii,il'q* iá¿rt-trt f.ótpciont§. qu". se efectúa.n' te111d^o^. como
percepciones por co¡tacto
i*tir,,"*" la'cavida,l oral,^siguén siendo- aún
a distancia, como Ia *isual y
;';ñ¡;;;;*;te dife.enies'ae"la percepción
áuditiva.

DISTAI\CIA
DE LA PERCEPCIóN POR CONTACTO A LA PERCEPCTóN 'T
a la. percepción a
Evidentemeute un cambio de la percepción por contacto
del infante' Este
distancia, es de import"".i. topt1"-a Para él desa¡rollo cle objeto'
cambio se efectúa por medio dll instrümento de las relaciones
de.-su
i.--f,i.i*or refereniia á" .¿*o el infante mira-fiiamente
mama
el
al
,rostro
pecho' §r¿n'
madte mientfls mdmd.4 Por tanto, cuando.el infante
't'i-il que, al mismo-tiempo' v¿ el rostro mater'
orróncn la boca, en tanto
;"".''iñ;'ir";ilÑt por contácto se -mezcla coñ.la P-"1ttP.t]:1.' dit-
'L^s d'os foi*ar, Í,árt. J. una sola experiencia. Esta
fusión abre
i*n.ir.
el camino Dara un *áiiá eir¿""1, áá h orienLción a través del contacto,
I',ü"##"li¿; ;'tr;;ilá; Tr-p-.r.áp.i¿n a disrancia. El factor experimental
á-!í" árlt""t. el amamantamiento,. por eiemplo
cn este cambio .orr"i.
;r;á; Ji"irnrc p;.rdt "i p.-'0" y" 1o recobra, se pierde taI¡lién el contacio
v a re-
;;;;t Ñ;".pto sa[isfactor dt neceiidades, que recobra' vuelve a Perder
cobrar una v otra vez. ó"r"r,t" ri irtervalb LtU. fá pelaiáa y-laiecupeíación
";"í';;;ürl,.iiir" .1"*.riá á. i, unida<l- perceptual total, la percepción
i--ai¡o,ao,'a.r'*t'oli.'*,*"'ll'::',1'h-lHl,E::l:T,.1t'ltÍ:
experiencias rePetidas,
#;;;¿'-d.tnotttánáo"ti i" más constante y' Por tanto' la más remu'
neradora de las dos.6
Estadiscrepanciaentrelasdosmodalirladesperceptuales(la'disconti"
pero no
con'
nri¿r¿ del contacto oral, frente a la seguridad' continuidad'
una-significación
tigüidad, de ta perceffir,-risual¡ tiené probáblemente
couto,la *91'l:
aún más fundamental'il. .;ábitátr h-percepción vis.ual
Cre<¡-oue aoui tenemos el comlenzo
árá f.i".pUra guiad-ora'en el hombre' de ob
de la perman.rr.,, a"'?ü¡'.ü iH;;h";"n, lqiz) y'de la formación
y es
¡ Al nacer v en las sernanas siguiantes, el amemantan,ie¡to gafani¿a la-s-upewivencia
ha'ola¡ de ella como
;; ü;;il'"';"iáná ái;gia";. sin dnda ioclemos
h *:;I"i',.i*ü a;e; no in, accion voritiva. creemos
[.'i;,1,;;:;;;á"-áuerái, ttü,iáii* de aseguár'., la.supewivencir 1l 1'**-y,I
que la vinculación entre'.i
';i;;;#"prt"'.páa* '"ti-¡á"ipal
la' percepcióa visuil en el hombre' es de sttprema
rm'
;h;
o"laTi,'ft"" del _contacto o¡al como de una zona modelo
solía irablar de la experiencia que este
de funcionamiento, cuyo ;tib'üt;;;;'i tt lt ingestión' Mcrece obsef\er§e 'Ya
tia" tunción duranLe la fase oral.
atributo zonal ,. .onri.*.'.1"i-¡J--"tr"r'"-g. ie percepción de cavidad
traté de este aspecto ."-r'ü-p"Lát
i"rlr*i".a'r'r-"**'ii0t¡qr-y <ienominé
también' a la percepción visual'
;";'&;ü; fífnr;". "priá'*'
LA CUNA DE I,A I'ERCEPCIÓN 6I

ieto. Desde estos modestos comienzos, las relaciones de objeto se desarro.


llan progresivaqgnle en los meses y años que siguen, implicando no sólo
las otras modalidades perceptuales, sino también-la vasta-variedad de les
funciones psicológicas.
.lasLaque.hablamos
co-mprensión_de g-!e !s diversas modalidades de la percepción (de
de ordinario como nuestros cinco sentidoi) son en gran
proporción. inope-rantes al iniciarse la percepción como tol'y tienen que
sei apier.fidas, -abre nuevos y espaciosos caminos a la invesiigación. He
mos visto, en ei easo de la percepción visrral, que }as modalidádes percep-
tivas siguen una a-.otra en secu-encia genética, de modo que Ia periepción
a distancia (visual) se desarrolla después que la percepción poi contacto
(oral tráctil). Esto podría ser (y en aigunoímamífiros io es) ^una función
de maduración. En el hombré, sin embargo, fuimos capaóes de m<¡strar
que esta secuencia genética empieza con la situación de rnamar, e hicimos
notar el papel que desempeñan el aprender, el desarrollo y las relaciones
de. obieto, en el cr¡rso del cambio de lá percepción por contacto a la percep-
ción a distancia.
. Este hallazgo me estimuló a considerar la proposición heurística de que
el desa¡rollo (tanto en el campo de la percepóióñ como en otres zonas áei
c¡ecimiento p-sicológico) está sujeto a- Ia 'iley fundamental biogenética"
de Haeckel (formulada por Friti J\rlüller, 1864) segun Ia cual el-organis-
mo, en su crecirniento desde el huevo a la condióión adulta, recapitula
las etapas por las que pasaron sus antepasados a través del reco¡ridd filo-
génico.
Es una verdad manifiesta que los oios y la visión se desarrollaron rela-
'fueion
tivamente tarde en la evolución y que precedidos por Ia percepción
de contecto y por la orientaóión dé contacto.- Comprenáiendo que seme-
-humano,
iante principio puede operar también en el desarrolló psicoMgico
hemos de considerar Ia investigación de la secuencia, de la superposición
y- de-la mezcla en el desarrollo de otras modalidades perceptualei, cor¡o
el oído, el gusto y también el olfato- Hay otras muchal posililidades para -
investigar, como por ejemplo, que algunai de esas modaildades sensoriales
pueden tener subclases. Para el observador atento del infante esto resulta
particularmente claro en campo de la percepció¡r visual, donde algunas
-el
de esas subclases son evidentes al primer üstazo. Entre ellas encontramos.
por ejemplo, Ia categorla tle la visión del color; Ia percepción espacial o en
profundidad; probablemente una de las prirneras que resulta opérante es la
percepción del movimiento; y también probablemente en simultaneidad
con ella, la percepción de las variaciones de luminosidad. En los animales
y en el adulto esas subclases han sido investigadas ampliamente, Sin em-
bargo, hasta ahora se sabe poco acerca de iu secuericia genética en el
hombre.
.--Bgi, mi -guía y supervisión, mis colaboradores p. polak y R. Emde
(1964a, !) hln efectuado un estudio piloto sobre la iniciación de la dis-
criminación visual tridimensional en profundidad frente a per-
-(percépción
cepción Gestalt). Hemos- establecido que después del tercer mes'de
la percepción en profundidad comiénza a áesempeñar un papel sig.
'ida
62 LA CONSTITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINAL
nificativo. Entre las edades 0; 2 más 0 y 0; 2 más 20 (éstos son Prome'
dios) el infante responde a los estímulos que cumplen -ciertas cualidades
Gestalt, que están en movimiento, ya sean bidimensionales o t¡idimensio-
nales. Después del tercer mes de vida, el infante muestra en sus_resPuestas
-distingue
gue ahora una Gestalt tridimensional de la misma Cestalt en
proyección
- Ñuestros bidimensional.
hallazgos sugieren también que la progresión desde una sub-
-conectáda
clase de ^ercepcién a lá siguiente está estrechamente con las
condiciones paiticulares de risituación de amamantamiento individual y de-
pende de ellá. Pues el amamantamiento es una función que asegura la super-
vivencie en esa temprana edad; por tanto, variaciones relativamente Peqqe-
ñas de las condiciones de esta función eiercerán un grado mayor de presión
, adaptativa. Este eiemplo minúsculo indica las numerosas líneas de investi-
gación posibles denho del campo visu¿I. Varios de e-stos .aspectos están
liendo éstudiados por otros invátigadores (Fantz, L96l; Cibson y Walk,
1960; Wallach, 1959; enhe otros).
También se están efectuando investigacioues de otras modalidades sen-
soriales. Aquí me referi¡é sólo al sentido del oldo. Goldfarb (19-58.), ta'
bajando coñ niños esquizofrénicos, los expuso a escuchar una audición re-
taidada de sus propiai palabras. Fueron sobrecogidos Por u.q pánico -que
corresponde a lo qúe Máhler (1960) denomina "desintegración". Se diría
que eios niños experimentan esta estimulación particular- como u-na ame-
iaza a la integridad de su persona. Uno se pregunta si el desa¡rollo de la
integración dá las modalidádes perceptuales fue perturbado en esos niños
durinte el "periodo crítico", dá moio gue la integración de las varias
modalidades perceptuales entre sí fue sólo parcialmente lograda o no se
logró en abno'tuto.' Tengo la sospecha de qut en esos niños- el cambio de
la-percepción por contácto a la percepción a distancia, y- más específica'
,nente a la peicepción auditiva, pudo haber sido demorada o gravemente
- El cembioenaellacurso
perturbada del desanollo infantil.
percepción a distancia no remplaza ni m.uch-o menos
anula el papel que'deseinpena la percepción por iontacto, sólo 1o amen-
gua. la á¿ición-de Ia peróepción á distáncia énriquece el espectro de los
s.ectores perceptuales; facilita la orientación y el dominio, expande las fun-
ciones aútónohas del yo y finalmente contribuye a la primacía del princi-
pio de realidad.
Hasta ahora hemos examinado sólo uno de los varios centros perceptua-
les con cierto detalle; a saber: la caüdad oral. En este nivel de desanollo
ésta eclipsa a todos los demás centros, tales como la mano, el laberinto
de} oído y la superficie cutánea, por ser la única que está realmente inte-
grada y es por tanto, operativa. Se puede decir con cierta razón que, como
tantos otroi animales, el hombre también comienza su acceso a la percep'
ción del medio rostralmente.
No debe olvidarse que las cuaüdades emocionales, a saber: el placer y
el displacer, toman pa:rte en esta experiencia perceptual. En Ia audición,
hay támbién cualidades dinámicas implicadas, las de la actividad y la pasi.
vidad. Todas ellas emergen en respuesta e una necesidad que produce
LA CUNA DE LA PERCIPCIÓN 63

tensión. Esa tensión se reduce con l¿ satisfacción de ia necesidad, lo que


entonces lleva a la aquiescencia.
Nuestro- trabajo c_on los neonatos y nuestros hallazgos sobre las etapas
sucesivas del desarrollo perceptual han hecho que introduzcamos una ligéra
ruodificación en las proposiciones psicoanalíticas generalmente aceptaáas,
Se había supuesto que el prirner "objeto" era ei pecho; Lewin (1946J llega
a la conclusión de que la pantalla de los sueñoi es su residuo visuál y 1o
mismo fue supuesto táctilmente por muchos con respecto al fenór¡eno de
Isakower. Yo creo que el neonato no es capaz de percepción a distancia;
sólo de percepción por contacto, mediante la cavidad oral. De esto se si-
gue que el pecho es, sin duda, el primer percepto, pero no es un objeto
visual, sino de contacto; más específicamente, es un objeto percibido por
contacto oral,

EL ACTo DE LA pERcEpcróN y Los rRES ónc¡r.Nos DE LA pERcnpc¡óx


PRIMITTVA

Freud (1925a) habló de la percepción como un acto concebido en térmi-


nos-orales. Anticipó la proposición de que se efectúa la percepción median-
te los envíos periódicos por el yo de pequeñas cantidades- de invenión
catéxica en el sistema perceptual, por medio del cual prueba el medio
circundante. En el original alemán.se emplea la palabra terkostet, que en
inglés sería tasües (gustar, probar); lo que es - un modelo claramente
oral; y Freud considera Ia pércepción comb un modelo activo. Nosotros
podemos, aeí pues, consideiarlo un acto, lo mismo que se considera la
conducta, y describirlo en los términos introducidos poi Craig (1918). di-
vidiéndola en conducta apetitiva y consumatoriq. No obstanté, el neonato
no distingue la percepción primitiva de la satisfacción de la necesidad. Las
dos suceden simultáneamente v forman parte del mismo acontecer, de
modo- que las conductas apetitiva y consuinatoria coinciden; lo que acaso
-
se deba sobre todo a la naturaleza de percepción por contacto. En una
etapa posterior, mediante la adquisición de la percepción a distancia, se
interpone un intervalo entre el acto de percibir y el acto de consumir. Des-
de entonces en adelante la percepóión quedará'prinr.ordialmente restringida
a las funciones apetitivas. Mucho más tarde se adicionarán las funciónes
defensivas. Pero, en el tiempo a que nos referimos, la percepción se con-
vie¡te en auxiliar de la conducta consumatoria y logra un valor de super-
viv.:, rcia.
¿Cómo esta relación_ entre el carácter apetitivo de ia percepción y el
carácter consumatodo de la conducta que sirven a la satisfaccióri de la'ne-
cesidad, actrla en los tres órganos ancilares de la percepción rudimentaria
presente al nacer?
Empecemos con la mano. Todo aquel que haya observado a i¡n bebé
mamando sabe de qué modo tan activo pa*icipa la mano en el acto
de mamar. [¿ mano del bebé descansa sobre el pecho, sus dedos se mus
ven lenta y continuamente, agarrando, golpeandó, haciendo presa v ara-
64 LA CONSTITUCIÓN DEL OBIETO LItsIDINAI,
ñando.6 En los rneses siguientes, esa actividad se llace cada vez más orga-
nizada, y se diría que el ritmo de abrir y cerrar la mano del bebé en torno
del dedo de la madre está relacionado en cierto modo con el ritmo de la
succión. Es impresionante observar cómo el ritmo de esos movimientos
de la mano va haciéndose de modo creciente más organizado en el tras-
curso de los primeros seis meses.
La autopercepción está también inevitablemente implicada en esto, aun
cuando su papel, al principio, no pueda ser destacado. Es posible que Ios
movimientos de las manos sob¡e el pecho del neonato que malna sean sólo
una respuesta reflejo a la estimulación en la palma. No obstante, muy
pronto la actividad de ingestión de la boca rebasará la actividad de la
mano. Podemos suponer que esta actividad será pronto percibida propio-
ceptivamente. Ya hice mención antes de que Hoffer (i949) trató con am-
plitucl cle esta relación entre la mano y la boca en el infante. Su acceso
ieórico está confi¡mado por los datos ciínicos, experimentaies y neurosna-
tómicos recogidos por Tilney y Kubie (1911 ) y Tilney y Casamaior (192+ ¡.
Dei¡ostraron que las vías nerviosas que conectan el estómago, la boca, las
extre¡nidrdcs superiores y el oído interno con el sistema nervioso central
funcionan ai nacer. Por io tanto, la estimulación de cualquiera de esos
órganos, d'e los cuales la boca es e1 que sin'e de guía, iniciarán patrones de
conducta específicos.
Los hallazgos de Hoffer se refieren a la etapa clue está más allá de la pcr-
cepcién de cavidad. En un segundo artículo scbre este tema, Iloffer (19t0)
introcluce ei conceptcl de "sí mismo-boca" (moutbself). Postula que es ésta
Ia primera organización del sí mismo. En su opinión, esta primera organiz¡-
ción del sí mismo irá expandiéndose progresivamente mediante la actividad
de la mano. Hoffer pretende que así la mano libidiniza diversas partes del
cue{po, de modo que se convierte en el "sí mismo cuerpo". Yo no com-
parto esta opinión. Estimo que Ia mano es sólo uno de los medios mediante
los cuales se logra esa libidinación. En un capítulo posterior trataremos
de algunos de los otros medios quc sinen para 1a separación clel sí mis-
mo del no sí mismo.
Sin embargo, estamos de acuerdo con la ^prcposición «ie Floffer sobre
la coordinación primera de la mano y la bóca, v en su contribución al
desarrollo de las funciones del yo i, a la integración de éste. En esia calidad
representa uno de Ios núcleos del yo, descritos por Glover (1932).
No es nada fácil desenredar la conducta apetitiva de la consumatoria en
los otros órganos perceptivos que actúan en la situación de manrar. En el
caso del iaberinto del oído, por ejemplo, sabemos por experimentos que,
cerca del octavo día de vida, un cambio de posición provocará en el recién
nacido la respuesta de asirse al pezón y succionar. Antes de esto la respues-
ta podría suscitarse sólo con tocar las mejillas del inÍante. Al ievantar al
bebé en la posición de marnar inicia un proceso en e} laberinto que sólo
puede ser percibido propioceptivamente. No es necesario decir que en
esta primera etapa no existe una percepción consciente. Es un obfeto de
6 Estos movimientos son enui.ralentes en el lombre a los que conocemos cn los manrí-
fe¡os como "movimientos presores" (Spiiz, 1957).
LA CUN¡\ DE I-{ PERCEPCIÓN 65

percepc'ión al cual el organisnro reacciona a la manera del reflcjo concli-


cionado.
Aún menos se sabe acerca de ias ¡ealizaciones del tc¡cero c1e los órganos
perc_eptivos, la-sup_erficie cr:tánea. A la luz de las proposiciones antici[tadas
por M. F. Ashley Montagu (1950, 19il, 1963) parece probable que désem-
peñe_u_n papel principal cn la conducta adaptativa dirigidl a Ia zuperviven-
cia. Mediante una serie de observaciones en nramíferol no humanbs (Rey-
niers, 1946, 1949; Hammett, 1922) llegó a la conclusión de que ia
epidermis posee una significación funcionai insospechada para el disarro-
llo fisiologico y psicoiógico. Las demostraciones dé labo¡atorio iran mostra-
9o qy. en los rnamíferos no humanos, a1 lamer Ia madre al pequeño, activa
los sistemas genitourinario, gastrointestinal y respiratorio. En éxperimentos
con las ratas llamadas "estériles" (criadas en un medio estérii,-exento dc
bac.terias) morían todos los animales, hasta que sc descubrió <1ue los i;:r-
-rle
dres de éstos tenían que lamer los genitales de sus vástagos, pues
otro modo la cría no podía ni orinar ni defecar. Este descubrimiento
hizo posible criar ratas "estériles" de nacimiento, utilizando algodón hír-
medo para rempiazar la lengua de los padres. No se ha investigado si
esos hallazgos son también importantes para los problemas clel cuidado
del infante en la especie humana. Pero debenros tener presentes esas obser-
vaeiones cuan<lo tratemos sobre Ia "eczema infantil" en el capítulo xur.
Al parecer, las sensaciones en los. tres órganos perceptuales ancilares pre-
sentes'al nacer (la mano, el laberinto y la epidermis) están subordinadas
al sistema perceptual central de Ia cavidad oral. Además, en el neonato
actúan aún conjuntamente, porque la diferen¡iación entrc las varias mo-
dalidades sensoriales no se ha producido todavía. Es decir, que las sensa-
ciones reiacionadas con ellos se mezclan y combinan de nroclo que son
"sentidas" por el neonato como una experiencia situacional uni(icada, con
el carácte¡ de "recepción" o de incorporación. Cada uno de los órganos
mencionados participa en esta experiencia.

LA EXPERIENCIA PERCEPTUAL

Esta experiencia unificada es de naturaleza cousurnatoria. Procura la sa-


tisfacción de la necesidad y reduce la tensión tras un perioclo de excitación
no grata; también anuncia ot¡o de quiescencia, señalado por la ausencia
de lo desagradable.
Además es una experiencia iterativa. Pues estamos tratando con una
realidad en la cual este mismo racimo de sensaciones se repite en la mism¿
secuencia por la mañana, al mediodía y por la noche, cotidianarnente cinco
o más veces los primeros meses de vida del bebé; ,v, de un modo u otro,
hasta el final del primer año y después.?
Es legítimo suponer que esta experiencia iterativa dejará, desde el prin-
? Lo esencial de esios árgumentos se deriva de Ia afi¡mación de Freud sobre el desanr-
paro del infante al nácer como fuente oríginal de todas las motivaciones morales (Freud,
1895). Esto ha sido elaborado en va¡ias regiones por Bemfcld (19:5), A. Balint (1954),
Benedek (1952) y otros,
66 LA CONSTITUCIÓN DEL OB,ETO LIBIDINAL
cipio alguna forma dc lruella, un "registro" en la mente nacie¡te del pe-
qricño.
-De quó modo cste registro es arclrivado, cómo se,modifica,-y si
iirfluye y cómo influye o coloña las experiencias per6eptuales del infante
o ruí rátirf.cciones, io ignoramos por áhora. Peró el ñecho de que esta
situación idéntica se ha áe repetir durante la m4yor parte del primer año
de vida del infante, tiene que llevar necesariamente a cierta forma de re-
gistro psiquico; más adelanté hablaremos sobre los dos fenómeno§ que Pa-
recen confirmar esta suposición.
Ya en 1900 (véase tarmbién Freud, 1925a) alirmó Freud.que- las- prime-
ras huellas nrnirnicas se establecían sólo cuando una experiencia de satis.
facción interrumpía la excitación suscitada Po¡ una necesidad interna. Esta
experiencia de satisfacción Pone fin a u¡r estlmulo interno que ha origina-
do una elevación de la tensión.
En los adultos, los cuatro órganos especialmente separados, la boca,-la
mano, el laberinto y Ia epidermis, median en, modalidades- perceptuales
disemejantes. En el'recién-nacido no cs éste-el caso. En el capítulo llr
ya hicé referencia a mi proposición de que las organizaciones sensorial,
éfectora, emocional, etc., del hombre estin compuestas por dos sistemas
que (parafraseando a llead, Wallon y otros) he denominado cenestésico
v diaciltico. I¿s sensaciones del sistema cenestésico son extensivas y sobre
todo viscerales; sus efectores son primordialmente las musculaturas blandas
v su organjzación nerviosa compren«le, entre otros, los sistemas simpático y
parasimpático. [¡s scnsaciones del sistema diacrítico son int¿nsivos e im'
plican los órganos sensoriales; su nruscul¿ttura es estriada y su organización
nerviosa está subordinada al sistema nervioso central. No obstante, en el
neonato, el sistema diacrítico no ha daclo comienzo a su función de nin-
guna manera apreciablc. El infante percibe v fttnciona primordialmente
en el nivel cenestésico.
En el adulto, el funcionamiento cenestésico produce sensaciones de na-
turaleza protopática. El mayor de edad es aPto para experimentar muchas
(aunque no todas) las sensaciones protopáticas de una manera Poco gra-
ta; como lo atestigua 1a cstimulación dei laberinio con el movimiento
de un barco durante una tormenta, que puede llevar al vértigo, al vahído, a
la náusea y, finalmente, al vómito. En el infante no ocurre así; éste tolera
grandes cantidades de estimulación vestibular. Como veremos después, la
istimulación vestibular para él puede servir de estímulo condicionad-o. Pero
en las pirsonas mayores que se marean, vemos un ejemplo impresionante
de la conexión entre el laberinto, el tracto gastrointestinal, la superficie
cutánea, Ia mano y la boca, pues los síntomas del mareo son vómitos, dia-
rrga, piel sudorosa y pálida, palmas sudorosas y fuerte salivación.
Para el neonato, las sensaciones estimulantes en los cuatro órganos sen-
soriales (la cavidad oral, la mano, el laberinto v el estómago) son una ex-
periencia total propioceptiva, hasta los cambios del labe¡into, au4 cuando
se producen dentro del cuerpo. están cercanos a la superficie de éste, y se
dan en respuesta a una estimulación comparable al tacto. Por eso, también
han de ser considerados como de la misrna naturaleza que todas las demás
percepciones por contacto.
t-4' CUNA DE t.A PERCEPCIÓN 67

En la sección preccdente traté de cómo la maduración y el desanollo


se combinan para- producir el can.rbio de la percepción por contacto a la
percepción a áistaicia. Destaqué el papel de la frustración (en. el-estado
áe mimar) du¡ante ese proceso y cómó Ia percepción a distancia del ros-
tro de ia madre resulta diierenciada de la expériencia unificada de la PerceP'
ción por contacto durante el amamantamiento.
Ésta proposición puede confirnarse mediante la observaciót1; emPe-
zando con^ la'cuarta semana de vida, sólo--e¡iste un obieto perceptual que
el infante sigue con los ojos a distancia y éste es el' rostro de los mavores.
Ñ;"g,1* átií ob¡eto percéptual v visual'producirá esta respuesta. Así, la
expáiencia dei amamántamiento, el estado de amamantamiento, no es sim-
plémente una experiencia de sati"facción de necesidad. Inicia el tránsito
áe h percepción éxclusiva por contacto a la percepción a distancia. Acüva
'perceptual
el sistema diaciítico, que remplaia gradualmente a la organi-
zación original y primitiva cenestésica.

ros rnNóurNos RDcRESIvos DE PERCEPcIóN uN EL ADULTo

Estas obsen,aciones sobre el comienzo de la función perceptual en el in-


fante esLán rnuy de acuerdo con ciertamente las confirman- deter-
-y
minadas conclusiones teóricas respecto a los fenómenos de regresión PerceP
tual obsewados en el adulto, en-pa.rticular con los descubrimientos hechos
por Lewir¡ e Isakower. l,ervin (1946) sugirió un modelo de la estructura
áe los suános, que no sólo era oiiginriísl*ó, sino que demostró su utilidad
clínica. 'Postulaba que e1 recuerdo visual del seno materno _constituye una
"pantalla de los sueños" sobre la cual se proyecta el contenido de éstos. Ya
me he ocupado en otra parte (1955b)-de esta demoledora contribución,
iuntamente con el importante descubrimiento por Isakower de los fenóme
nos que llevan su nbrnbre. Lewin basa su proposición 9n :l carácter
realizáclor de deseos de los sueños, en que el deseo fasí satisfecho] garan-
tíza la continuación del sueño. Sostiene que esta realización del deseo
se logra mediante una regresión al estado emocional del infante que va a
quedárse dormido en el séno de la madre, después de haber mamado hasta
siciarse.t Lewin añade que en el llamado "sueño sin sueños", el pecho,

8 Estas son reconstrucciones hipotéticas. Stern en un arüculo reciente (1961) considera


improbable que los fenómenos dé Isakower (y Por implicación la pantalla de los sueños
de'Lewin) puedan ser una regresión a un recuerdo feliz de la situación del amamantamien'
to. lyo iráferi.,, hablar de ín estado dc reducción de la tensión y de quiescencia). Por
el contraúo, an[icipa la proposición de que es una regresión a restos mnémicos de priva-
ción en dicho estafo. Eita'es una idea plausible, aun cuando sólo fuera por la razón de
que esas experiencias catexiadas de disp)aóer es más Brobable que dejen rastros..de recuer-
áo oue l.s otras catexiadas con el afecto placentero. No obslante, una regresión' a tales
rastrás de ¡ecuerdo catexiados inqratamcnie, imp)ica un punto de fiiación. No puedo
obietar nada tampoco a una inter[retación asi: lo que nrc parece csencial cs la regresión
al estado del amánrantamiento. Seiá difícil determinar si dicha regresión se produce a un
.rt"do f.li, o e un estado de privación, simplemente porque eI fenómeno de Isakower,
i, rrntrll" de los sueños de Lewin y las obsewaciones lnencionadas por Stem, se refieren
i"¿'rr-J'raulto, ¿. modo que la eiaboración secundaria, de acurrdo mn la historia del
individuo, se ha ve¡ificado ya. En tales circunstáncias no es de sorprender que se Pro'
68 LA CONSTITUCIÓN DEL OBJETO LIBIDINAL
pantalla onírica, se convierte realmente en el contenido del sueño. Apoya
ésta proposición con numerosos eiemplos de sueños de pacientes. Su teo-
ría há encontrado una confirmación clínica amplísima.
La pantalla de Ios sueños se deriva de un obieto de percepción visual, de
una pircepción a distancia. En realidad, [.ewin, en varias de sus publica-
ciones sobre Ia pantalla de los sueños, sugiere demasiado. E.stando inte-
resado con los sueños, que unc primariamente a los rastros mnémicos de
objetos percibidos üsualmente, era de esperar que la pantalla de los sue-
ños se siwiera también de un rastro de recuerdo visual, aun cuando fuera
de un rastro arcaico.
El acceso de Isakower es diferente. Los fenómenos que comunica son
en gran medida percepciones por contacto, siendo las ser¡saciones visuales
la excepción. Esto también era de esperar, pues las observaciones de Isa-
kower ie refieren a la etapa preursora del sueño, en la cual la catexia
no se ha retirado por completo de la representación de los órganos perifé-
ricos sensoriales (és decir, de la superficie cutánea, de Ia mano, de la
boca) y de las representaciones del proceso háptico, mediante esos órganos
(Spitz, 1955b). Algunos de los pacientes comunicaron que en la fase pre
cuisora del sueño, experimentaban sensaciones en las que participaban
la boca, la superficie cutánea y las percepciones táctiles de la mano; sen-
tían con frecuencia esas sensaciones también cuando tenían una temperatu-
ra alta. Tales sensaciones eran vagas y se asemejaban a algo rugoso, o actso
seco y arenoso, blando, que les llenaba Ia boca; sentían esto al mismo tiempo
en la superficie cutánea del cuerpo y también como si lo estuvieran mane.
jando con los dedos. Esas sensaciones, a veces podían ser percibidas visuaL
mente como algo indefinido, oscuro, redondo, que se aproximaba y crecía
hasta tener un tamaño enorme. .. y que luego se contraía hasta quedar
prácticamente en nada.
l¿s observaciones de Isakower sugieren que en el trascurso de la percep-
ción se producen dos tipos diferentes de representación psíquica. Uno es
la forma de representación a la que nos referimos en psicología como el
"percepto"; por mediación de nuestros órganos sensoriales, éste tiene
uu contenido gráfico, objetivamente descriptible, que puede o no incluir la
representación del órgano sensorial mismo.
-l,a
otra representación es rnás yaga y está más dentro del carácter de
una sensación; acaso. contiene una representación del proceso sensorial mis-
mo y de lo que se deriva de é1. Esta segunda categoría de representación
se hace consciente cuando circunstansias especiales dirigén la atención hacia
el proceso, más bien que al objeto percibido por el órgano sensorial. Tales
procesos han sido tratados también por W. Hoffer (1949) así como por
M. B. Bender (1952).s
Típicas de este género de experiencia son las sensaciones extrañas que

duzcan una angustia y un terror graves; puede verse este mismo fenómcno en los suefios
provocados por sentimientos de culpabilidad, tales como aquellos que implican incesto.
Además, lo quc es una regresión al estado del emamantamiento, ¿no es también un re-
greso imaginativo a la situacíón original de incesto?
e VéasC, en el Apéndice, le cxplicación de Piaget de la "permanencia afectiva".
I.A CUNA DE Iá PERCEPCIÓN 69

acompañan a la anestesia dental. El sector anestesiado (por ejemplo el


pliegue nasolabial, Ios labios, el interior de los carrillos, el paladar) se sien-
ten como agrandados, como un cuerpo srtraño. Estas sensaciones, nada
habituales, afines a las parestésicas, hacen que nos percatemos del proceso
perceptual a través de su disfunción. Cuando el pliegue nasolabial, el
paladar, los labios, han quedado embotados y los tocamos con el dedo o
la leagua, se produce el proceso háptico en el órgano no anestesiado, que
no reconocé la configuración anatórnica familiar de los labios o del pala-
dar. Esto se debe a que, al tocar nuestros labios, Qtc., ha quedado regis-
trado en nuestras huellas mnémicas como una experiencia-Al combinada del
proceso sensorial tanto del dedo como del labio. ser anestesiado 6tg
uno de los elementos de la sensación, aquella que se suscita en la región
labial, falta o está deformado.
Creo que los experimentos de Von Holst y de Mittelstaedt (1950) so
bre el principio de referencia son ilustraciones experimentales excelentes
de la representación psíquica de los procesos perceptuales.
Tales consideraciones sugieren que las huellas mnémicas, al menos las
de las percepciones corporales, quedan depositadas en la forma de una
configuración con cualidades de Gestalt. Hi de recordarse que en los tér-
minos de la psicología Gestalt, no es sólo la Gestalt visual la que está
dotada con tales cualidades; por eiemplo, la Gestalt que los pnicólogos de
nominan melodía, por ser poseedora de esos ahibutoi.
Si esta proposición (que yo anticipé l¡aee treinta años con respecto a la
naturaleza de la asociación libre psicoanalítru) es correcta, entonces el re-
cuerdo del percepto resulta consciente sólo al producirse la clausura. Cuan-
do, como en el caso de la anestesia, la clarrsura es impedida, al borrarse
una porción suficientemente grande de Ia Gestalt, rro se produce el recono-
cimiento. En cambio, se deposita un resto mnémico más, el de una expe
riencia desconocida hasta entonces.
Este proceso tiene un paralelo evidente en la asocieción libre psicoana-
üüca. Los recuerdos del paciente permanecen sin sigrificación hasta que
la reconstrucción analltica o la interpretación aportan la parte faltante
de la Gestalt. Todo analista está habitu$o a este destello repentino de
intuición y de reconocimiento que acompaña a tales interpretaciones. Es
muy natural que el paciante pierda la sensación del descubrimiento en el
trascurso de los dlas; Ia Gestalt reconstruida estuvo realmente siempre alü,
como parte inconsciente, pero efectiva de su sustancia psicológica. tá
"clausura interpretativa" reintegra la porción faltante al lugar justo y a su
perspectiva, como si nunca hubiera faltado. Antes de la reintegración, esa
parte eiercía su influencia ajena al freno y cont¡ol del yo consciente, sólo
sujeta a Ia regulación del principio plactr-displacer. Reintegrada al depó-
sito de las memorias conscientes, esta¡á ahora sujeta a la regulación del
yo y del principio de realidad. Esta proposición, aun cuando esti leios
de ser la totalidad del proceso terapéutico, me parece una explicación vá-
Iida de la efectividad de la interpretación analítica emocionalmente co
rrecta.
Además, la proposición de la cualidad de rastros mnémicos de la Gestalt
70 t.{ CoNSTITUCIóN DEL OBIETO LIBIDINAL
(y entre ellos la asociación libre) así como la necesidad de clausura que
lés proporcione la calidád de consciencia, incluye, una vez más, una anti-
gua'pioposición de Freud, aquella del registio dife¡ente de un mismo
ío"tái¿f en diferentes locatidádes psíquicai (Freud, 1915a). Freud des-
cartó esta sugerencia a favor de la piopósición dinámica de la hipercatexia
de la representación de la cosa. Pero, como tantas de sus sugerencias se-
miabandbnadas, me parece que, arroiando sobre ellas cierta nueva luz, no
es sólo üable, sino ümbién-fértil para nuestra comprensión de la percep
ción, del recuerdo, de los procesos mentales y de la eficacia terapéutica.
Parte de esta nueva luf proviene del fenómeno Isakower. l¿s sensacio-
nes que sus pacientes comunican tienen mucho de común con'aq-uellas
que ñe descriio de la anestesia dental' Pero, sin anestesia ¿cómo podemos
e'xplicar la desaparición de una parte de la Gsstalt m,emoria durante el
prirceso de ir a-quedarse dormidós? En un trabaio sobre la conciliación
hel sueno y el dbspertar (Spitz, i936b) anticipé'la proposición de que
durante el'proceso de ir a quedarse dormido, la catexia se retira progresi-
vamente de-la periferia y de los órganos sensoriales periféricos. En ese t¡a'
bajo utilicé un modelo hidros!ático, para explicar 1o que acontece cuando
el nivel general de la inversión impulsiva decrece. Ciertos sectores del
aparato sénsorial siguen estando investidos, Porque el nivel de la inversión
impulsiva es todavía suficientemente alto para proveerles de catexia. Otros,
al mismo tiempo, han perdido ya sus catexias, y emergen como islas enju-
tas del flujo en reti¡áda de la inversión irnpulsiva. fuí, mientras ciertos
sectores del aparato sensorial, como del visualo el olfativo, han perdido
ya su sensibilidad, otros siguen actuando durante un rato. Sin duda los
últimos pueden eparecerse a las sensaciones que median de naturaleza di-
ferente y también pueden reaccionar con más intensidad (es decir, con
estímulos más débiles) que cuando se está despierto; esos secto¡es senso-
riales todavía operantes, aparecen tanto cuantitativa como cualitativamen-
te, modificados en su sensibilidad. Posteriormente utilicé ese suPuesto Para
explicar Ia sensibiliilad creciente en ciertas zonas de la percepción senso-
rial; esto es muy característico, por ejemplo, drla etapa de excitación de
la anestesia general. Las zonas a que me referí entonces eran la percep-
ción del dolor y la percepción auditiva. Puede especularse acerca de si
dichas zonas se refieren a modalidades sensoriales rnás prinritivas, más
arcaicas, que en el curso de esta retirada regresiva de la catexia, serán las
últimas que queden abandonadas.
Debo añadir que esta exposición de la representación del proceso percep
tual en la etapa previa al sueño no hace referencia al trabajo de Silberer
(1911) sobre la representación simbólica de los procesos mentales; éste
posiuló que la representación simbólica de dichos procesos fo¡ma muchas
veces el contenido manifiesto de alucinaciones hipnagógicas e . hipnopóm-
picas. Las representaciones simbólicas no desempeñan ningún papel en el
fenómeno de Isakower; éste está constituido con restos de sensaciones ex-
perimentadas durante el proceso del anamantamiento. La misma sensa-
ción imperfecta se repite sin ningún esfuerzo por parte de la censura
psíquica para redactarla, logrando una segunda elaboración, que la haga
LA CUNA DE LA PERCEPCIÓN 7I

conformarse con las demandas dc la inteligibilidad y de la lógica y, en ú1-


timo término, con el principio cie realidad. En la pantalla de ios sueños
de Lewin tales esfuerios son discernibles ctlando la experiencia visual se
traduce en algo que "tenga sentido".
Mis observáciones sobré el desar¡ollo iufantil sugieren uua ¡nodificación
tanto de los supuestos de Lewin corno de los de .Isakorver. -Sus pro-posicio-
nes fueron logiadas por medio de la extrapolación del análisis de los sue'
ños de adultos y de ias sensaciones hipnagógicas o previas al sueño._-En mi
opinión, esas extrapolaciones y las conclusiones que deducen de ellas son
córrectas, selvo en cuanto al grado de regresióu .-lue esos fenómenos indi-
can. Tanto Lewin como Isakower basan sus proposiciones en el supuesto
freudiano de que el primer obieto en la vida es el ser¡l' t¡raterno. Llegan
a la conclusión de que, en el sueño, Ia regresióu al pecho dr. la ¡nadre esta-
ría indicada por ei-contenido de los sueños. Por lo general ésios tienen
un contenido'visual y los ejemplos de lrrvin, con la excepción del sueño
sin sueños, son visuales. Sin embargo, la observación directa muestra que
el primer objeto perceptual visual y estructurado de lq vida, que adopta
forma definida y permanente, surgiendo "de las burbuias luminosas de
diferentes géneros. . . que no tienen fonna de nada a distancia" (Von Sen-
den, 1932), es el rostro hu¡nano,
Como ya diiimos antes, hasta el tercer mes de vida (y aún urás) el ni¡io
que mama no mirará al pecho de la madre, sino al rostro de ésta. Es éste
un hecho de observación. No mi.ra tampoco al pecho cuando la madre se
acerca a é1, sino al rostro; y continúa mirando al rostro de ella, mient¡as
tiene el pezón en Ia boca y palpa su pecho. Desde el momento en que la
madre entra en la habitación, hasta el fin del acto de rnamar, mirará fila-
mente el rostro materno.
De acue¡do con esto, yo modificaría también Ia proposición de Isako'
wer como sigue: desde el punto de vista visutl, el fenómcno de Isakower
no representi el pecho que se aproxirna, sino más bien la percepción vrsual
del róstro humano. Lol fenómérrcs táctiles comunicados por Isakower; la
sensación bucal de algo que se siente también en la superficie cutánea del
cuerpo y que se palpá cón los dedos, corresponde a la'experiencia- del in-
fanté dél cbntacto tictil con cl pecho, con lt.boca, Ia cavidad oral, lt mmo
y h zuperficie cutánea, El fenómeno de Isakower ha de considerarse como
una experiencia total, como la sinestesia de diversos órganos sensoriales.
fuí,;l principio, la cavidad oral constituye la cuna de la percepción. tos
restos mnémicoi no modificados de esas percepciones formarán la esencia
y la parte primordial del fenómeno de Isakou'er. Modificados .v expandi'
áos, ie convertirán posteriormente en la superficie qu9 sopo¡!1. Ia pantalla
de los sueños de L¡win. En ésta tenemos Ia perccpción ambliópica por el
niño pequeño del rostro; en el fenórneno de Isakower,- la percepción sinté-
tica de cbntacto por el infante de la cavidacl oral, de lrt mauo v de la epi-
dermis,lo

ro Este cxplicación, aunque modificando ligcranrente la. proposicirin de_ Leu'in sobre Ia
pantalla de lóS suefos, eviia al mismo tiempo controvenias espaciosas. Pues, en nueskr
idad de la lactancia..automatizada, podría oüietarse que b máyor parte de los infante¡
72 LA CONSTITUCIÓN DEL OB'ETO LIBIDINAL
En- ta¡to que el ferrómeno de Isakower es una reactivación de los regis
tros de la primera percepción infantil por contacto, la pantalla de los sue-
ños er,'oca la iniciación de la per_cepcidn a distancia. El tema de los capl-
tulos siguientes será cómo se élaboraron, desarrollaron y establecieron esos
comrenzos.

Los AFEcTos y LA pERCEpcróx gue suncr


Hasta ahora me he esforzado por dar a conocer al lector, aüre todo, el
material obsenzcional, escasamente comprendido, de esta etapa arcaica del
desarrollo, que yo y otros autores hembs logrado reunir a
-trav&
de los
años. En mi exposición he considerado hastiahora conveniente no tratar
del papel que desempeñan los afectos en este prirner desarrollo, aun cuando
los afectos observablés y diversificados figuran cle modo preeminente en el
contenido de este libro.
Es verdad que los afectos del neonato pueden observarse sólo en la for-
ma más rudimentaria; resulta difícil iustifióar la denominación de ,'afectos',
que Ies damos, y por eso hablo de éxcitación de calidad nesativa v de su
contr-apartida,la quiescencia; ambas dentro del carácter de -precuriores de
los afectos.
Sin.gm.!¿¡ge, la imperfección de esos precursores no hace que sean m..
nos eJectivos. La presión ejercida por esás cxperiencias arcaicás puede ser
brur-al, pero de hecho fuerza a Ia ádaptación,'sólo en los casos'extremos
puede- uno darse cuenta_ de lo
_brutal^ que esa presión puede ser. como
todos los neonatos manifiestan el "grito áel naciñriento",'consideramos éste
como un detalle normal y sin irnpórtancia del parto. És raro que nos de-
tengamos a pensar si esta primerá vocarización del recién nacid'o no es aI
nrismo. tiempo un jadeo atormentado para aspirar aire cuando está a punto
de ásfixiarse.
En este.ejemplo,.la necesidad y.su
-dl satisfacción son tan manifiestas que
no es posible- pasarlas por alto.
-examinar la génesis de las primeras
percepeiones.del infante, nos hemos dado cuenta dá que surgen en'función
de la necesidad y de la satisfacción de ésta. En el ritmo círcadiano de la
vida .lel n_eonato,
-las
necesidades
_
se repiten, reiteradamente, con breves
intervalos de una forma n otra. Y su satisfacción no llega síempre inme-
diatamente.
no_vieron nunca ,el, pccho, sino el bíbcrón. Pero el concepto de Lewin dcl .bccho,, cn
realidad es un símbolo clave para la- to-talidad _de la. expiriencia o_ral,
detalladamcnte antes. Aun cua-ndo cl obieto alimenticio' tenga realmintc -g¡o'lo opor"
co¡no midio
el pecho materno, el chupete de goma o un biberón adaptabié de plástico, el ele¡nento
ese¡ci.al d-c la experiencie de.la cavid:d,subsiste (a pesar áe que el óhupete de gome no
trasmita
-la respuesta de reciprocidad deliciosamenté humanai. Ademái aun cüando l¡
¡¡adr-e alimente a su hijo con biberón, el rost¡o de ella pioporciona todavla el factor
visual y, sus n)anos v el cuerpo, la experiencia táctil que intén'iinen en la pantalla de los
sueños de Lewin y en el f--nómeno de Isakower. Pero "el progreso modemo,', impávido,
ha logrado supera¡ estos últimos vestigios de las relaciones humanas con el infante,'inven.
tando el biberón con soporte y sujetando con bandas al pequeño en una tabla que hace
de cuna. Estoy interesado en descubrir qué será de los sueños de rrna generaci-ón cuyr
crienza se ha automatizedo de ese modo.
LA CUNA DE 1á PERCEPCIÓN 73

Entre la sensación de la necesidad y su desaparición, al ser esa necesidad


satisfecha, son frecuentes las demoras. Esas demoras desempeñan un Pa-
pel principal en el desarrollo adaptativo. I¿ frustración, que acompaña a
Ia dérnora, está en el origen de-la conducta adaptativa y es uno de los dis-
positivos de adaptación más importantes, e seber: las huellas de recuerdos
y- el recuerdo.
Al hata¡ Freud (1925a) de la comprobación de la realidad, señala que
es ésta una cuestión "de'si algo queestá en el yo como representación
puede ser descubierto de nuevo én 1á percepción (de la realidad) también";
ünas cuantas líneas después sigue diciendo: "Es evidente que una condi-
ción previa para que se'establezca la comprobación de la realidad es haber
perdiáo obieios qüe en un tiempo proporóionaron una satisfacción real'"
' En el dásarrolio más tempraáo áe L percepción, en lo que yo llamaría
la percepción primaria, por medio de la óavidád oral, somos testi_gos_de un
flujo y iefiujo- constanté de dos afectos primarios; el afecto de displacer y
el de placer, en el despertar de la necesidad creciente y en su satisfacción.
En el recién nacido la región oral y la cavidad oral tienen dos funpio
nes dife¡eutes, ambas de suprema importancia para la supervivencia. Una
es la ingestiótn, que asegura Ia supervivencia física inmediata del individuo.
La segunda función es \a percepción, que en el neonato también comienza
'región
en la "extremidad rostral, én la óral y en Ia cavida.d oral. Desde allí
la percepción se ramifica en cincó ¡nodalidades e¡ecutivaq.el tacto,-e1-gu"s-
to,'el oifato, la vista y el oído. Por eso la representación central.de la
región oral o periorial ie convierte en la organización adaptativa diri-gente,
qüe sirve a la-supenivencia de la especie. No hay que extrañarse de.que
s'e convierta en ei campo de operaciónes de los piimeros -proceso-s dinámi-
cos, para la actividad primera áe los impulsos; lós.indicadores observables
de ditha actividad sorr los afectos, de loi que hablé antes.
Se cleduce lógicamente que el desarrollo'ulte_¡ior de la percepción estará
taml¡ién estrecliarnente lieádo con el afecto. Que esto ocurre asl, resulta
eüdente, según una serieáe hitos del desarrollo en-la.génesis de la percep-
ción a distincia, de la discriminación diacrítica y de la respuesta so-nriente
así como de su secuencia de desarrollo. Como se mostrará más adelante,
el afecto es el que abre paso al desa-rrollo; que no sólo favorece al desano
llo de la petcepciótt sinó también al de otras funciones.
Sin emLargo, independientemente de nuestros.propios halhSeos, los ex-
perimentos cón adultos (Bruner y-Goodman, 1947; Irvinq Ctein.-y Mur-
pny, §+Z; Sanford, 19)6, l9)7) Aan mostrado que la necesidad. (la-cuai,
Dor supuesto, provoca el afecto) interviene en la deformación de Ia
i.r".rdión y'faisea la realidad hasta hacer de ella algo que se acerque a
ia satsfacción del deseo. Esto, sin embargo, es sólo el extremo más dis-
tante del espectro de la influencia del afeeto sob¡e--la -percepción' Todo
psicoanalista- confirmará que Ia percepción está influida constantemente
|or el tono afectivo que predomina en el suieto. Éste no tiene que llegar
á una realización verdaCera del deseo. Pero el afecto colorea la percepción
y hace que ésta sea importante o no, y dota a los diversos obietos de
iercepcióh de una valencia; por ejemplo, en la escotomización (Laforgue,
71 LA CONSTITUCTóN DEL OBIETO LIBIDINAL
1930)' excluye ciertos perceptos, er¡ tanto que ensalza otros. Finalmente
los afectos determinan la realización entre la-percepción y la cognición.
H.e aqu! por qué, en la ciencia, katamos de occluií el pipet de los
,
afe.ctos y de reducir la percepción a la lectura de una regla erádüada. Este
método, que oonsidero reduccionista, ha dado resultaáos -extraordinarios
e¡ las ciencias físicas; ciertamente ha sido apellidado "eI método cientí-
fico". Pero cuando este método de medición de cuantificación se aplica
indiscriminadamente al suieto viüente, en particular al hombre, áetendrá
en último término los avances del conocimiento. Recordrrnrr ét larnento
agustiniano citado al comienzo.del capltulo ¡r. En el suieto viviente y, en
particular, en- el hombre, los afectos, primeros y postrerbs, sinen para ex-
plicar Ia conducta
.y los. acontecimient'os psicordgiios. v lá, ar..toi, hasta
anora, nan desatraclo toda medición.

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