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UNIVERSIDAD YACAMBÚ

VICE-RECTORADO ACADEMICO
FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS
ESCUELA DE DERECHO
NÚCLEO PORTUGUESA

DEONTOLOGÍA

Participante:
Jean Jorge Suarez C.I 26.167.230 Expediente: CJP-143-003-89P.
Lapso: 2015

Araure, 2015.
LA ESPIRITUALIDAD DENTRO DE LA CONCEPCION DEL SER
HUMANO

Primeramente la espiritualidad es la universalidad de la Verdad, la Luz y el


Deleite. La espiritualidad es la necesidad consciente de Dios, es la oportunidad
constante de realizar y probar que todos nosotros podemos ser tan grandes como
Dios.

Dios es Deleite. El Deleite es el hálito del alma. Dios no quiere ver el rostro de
la tristeza. Dios nos dará la infinitud en el momento en que estemos dispuestos a
ofrecerle tan sólo un destello del deleite de nuestra alma.

El mundo está afligido. Nosotros somos responsables de ello. Nuestros


sentimientos de auto-interés y auto-importancia son totalmente responsables de ello.
La conciencia individual debe expandirse. El hombre necesita inspiración. El hombre
necesita acción. La espiritualidad necesita al hombre. La espiritualidad necesita
cumplimiento absoluto. La espiritualidad posee el ojo interno que enlaza todas las
condiciones de la vida con certeza interna.

El hombre puede hacer y deshacer sus condiciones externas mediante sus


pensamientos espirituales. Para el que lleva a Dios en sus pensamientos y acciones,
sólo para él, Dios es una Realidad viviente.

La espiritualidad posee una llave secreta que abre la Puerta de lo Divino. Esta
llave es la meditación. La meditación simplifica nuestra vida externa y energiza
nuestra vida interna. La meditación nos da una vida natural y espontánea. Esta vida
llega a ser tan natural y espontánea que no podemos respirar sin tener conciencia de
nuestra divinidad.

La meditación es un regalo divino. Es la aproximación directa, pues conduce al


aspirante hacia Aquel de quien ha descendido. La meditación nos dice que nuestra
vida humana es algo secreto y sagrado y confirma nuestra herencia divina. La
meditación nos da un nuevo ojo para ver a Dios, un nuevo oído para oír la Voz de
Dios y un nuevo corazón para sentir la presencia de Dios.

La vida espiritual no es un lecho de rosas, ni tampoco un lecho de espinas. Es


un lecho de realidad e inevitabilidad. En mi vida espiritual veo el papel del diablo y el
papel del Señor. Si el diablo posee la tentación, mi Señor posee la Guía. Si el diablo
tiene oposición, mi Señor tiene Ayuda. Si el diablo tiene castigo, mi Señor tiene
Compasión. Si el diablo me lleva al infierno, mi Señor me lleva al Cielo. Si el diablo
tiene la muerte para mí, mi Señor tiene la Inmortalidad para mí.

Con la plenitud de nuestro corazón y con las lágrimas inundando nuestros ojos,
debemos rezar a Dios. Debemos elevar nuestro objetivo tan alto como la realización
de Dios, puesto que ese es el único propósito de nuestra existencia terrenal. Sri
Ramakrishna dice: «Para ningún propósito ha nacido, quien teniendo el raro
privilegio de haber nacido hombre, es incapaz de realizar a Dios en esta vida».

La ciencia ha logrado maravillas. No obstante, el alcance de su visión es


limitado. Hay mundos más allá de los sentidos; hay misterios ocultos. La ciencia no
tiene acceso a estos mundos; la ciencia nunca puede resolver estos misterios. Pero
una figura espiritual puede fácilmente, con su visión interna, penetrar en estos
mundos y sondear estos misterios. Y aún así, una figura espiritual es un auténtico
idealista que no construye castillos en el aire sino que, mas bien, tiene sus pies
firmemente plantados en la tierra.

La espiritualidad no es mera tolerancia. Ni siquiera es aceptación. Es el


sentimiento de unicidad universal. En nuestra vida espiritual consideramos lo Divino,
no sólo en términos de nuestro propio Dios sino en términos del Dios de todos.
Nuestra vida espiritual establece firme y seguramente las bases de la unidad en la
diversidad.

La espiritualidad no es mera hospitalidad con la fe en Dios de los demás. Es el


reconocimiento y la aceptación absoluta de su fe en Dios como la propia de uno.
Difícil, pero no imposible, puesto que esta ha sido la experiencia y la práctica de
todos los Maestros espirituales de todos los tiempos.

La espiritualidad no va a ser hallada en los libros. Aunque exprimamos un libro


no vamos a obtener espiritualidad alguna. Si queremos ser espirituales, tenemos que
crecer desde dentro. Los pensamientos y las ideas preceden a los libros. La mente
levanta a los pensamientos y a las ideas de su sueño. La espiritualidad despierta a la
mente. Una persona espiritual es la que escucha los dictados de su alma, y a la que el
temor no puede torturar. Las opiniones del mundo son demasiado débiles para
atormentar su mente y su corazón. Ella conoce, siente y personifica esta verdad.
Otros conceptos asociados a espiritualidad son: esperanza, aceptación y la auto
trascendencia. La esperanza enfoca el factor tiempo, se proyecta hacia el futuro
proveyendo al individuo energía para la búsqueda y persigue una meta o resultado
esperado. Una vez el individuo establece sus metas, esto le sirve como fuerza
motivadora. Aunque la esperanza es positiva, el no conocer lo que el futuro
determinará crea incertidumbre y sentido de incomodidad; pero el individuo basado
en sus conocimientos y acciones mira el futuro de forma positiva.

El concepto espiritualidad puede ser utilizado para describir otros conceptos


del ser humano. Estos pueden ser una interrelación armoniosa, una fuerza interior,
tener conocimiento, el hacer, ser, bienestar espiritual, trascendencia, salud espiritual y
estrategias para lidiar espiritualmente. Estos pueden ser una forma de definir como se
sienten los individuos. Estas son diferentes formas de identificar experiencias y
sentimientos de las personas.

Espiritualidad del alma humana

El hombre es un compuesto de alma y cuerpo. El alma es espiritual, es


decir, que está dotada de entendimiento y de libertad, y por ese concepto
independiente, en sí misma, del cuerpo.

Es el alma, sin embargo, en este mundo el principio de nuestra vida


orgánica y animal. Tal es la enseñanza de la Iglesia católica respecto a nuestra
alma.
Esa enseñanza toca a muchas cuestiones filosóficas y teológicas. No es
nuestro ánimo examinarlas aquí todas, y nos concretaremos en el presente artículo
a demostrar la espiritualidad del alma contra los materialistas.

Las pruebas de que la misma alma espiritual e inmortal es el principio de la


vida del cuerpo, se encontrarán en el artículo acerca del principio vital.

Según la filosofía de Santo Tomás de Aquino, el alma es una sola, pero


dotada de tres clases de potencias; es a saber: potencias vegetativas puramente
orgánicas, merced a las cuales se realizan en nosotros las funciones propias de las
plantas; potencias sensitivas, merced a las cuales se realizan en nosotros las
funciones peculiares a los animales, y especialmente el conocimiento sensitivo de
los objetos materiales, las inclinaciones indeliberadas que nos impulsan hacia
dichos objetos; y finalmente, facultades intelectuales que nos son propias: el
entendimiento y el libre arbitrio. Los actos de las facultades intelectuales son
operaciones producidas únicamente por el alma y que no puede producirlas el
cuerpo; y así, el alma continúa viviendo y produciendo actos espirituales después
de muerto el cuerpo. En cuanto a las funciones de la vida orgánica y de la
sensitiva, son comunes al cuerpo y al alma, y cesan, por lo tanto, de efectuarse
desde el momento en que la muerte separa al cuerpo del alma.

Así mismo La verdadera espiritualidad del ser humano es aquella que te


permite tener una vida sana y feliz con tu ritmo de vida actual. Aquella que te
motiva para mejorar. Y el primer paso es deshacerte de la idea de que la
espiritualidad es una iluminación explosiva que te enseña cosas sorprendentes y te
hace cambiar del día a la mañana.
El principal problema del ser humano es su propio egoísmo y el ser
excesivamente dependiente de su ego. Mentir para alardear y llevar una vida que
no quieres llevar solamente porque es lo correcto o porque quieres que los demás
crean que tu vida es perfecta. La espiritualidad del ser humano más poderosa llega
de ser capaz de controlar tu ego, de sobreponerte a la presión social y vivir la vida
que realmente quieres.

La inmortalidad del alma humana

La espiritualidad del alma humana, su inmortalidad: cuando el hombre muere,


el alma espiritual continúa su existencia. La inmortalidad del alma humana ha sido
afirmada en diferentes ocasiones por el Magisterio de la Iglesia, y el Concilio
Vaticano II enseña: «Al afirmar, por tanto, en sí mismo la espiritualidad y la
inmortalidad de su alma, no es el hombre juguete de un espejismo ilusorio provocado
solamente por las condiciones físicas y sociales exteriores, sino que toca, por el
contrario, la verdad más profunda de la realidad»23.

Sin duda, es imposible imaginar el estado del alma humana separada del
cuerpo, porque nuestra imaginación necesita datos sensibles que, en ese caso, no
poseemos. Pero, por el mismo motivo, tampoco podemos imaginar a Dios, y esto no
afecta en absoluto a su realidad: tenemos la capacidad de conocer las realidades
espirituales, remontándonos por encima de las condiciones materiales.

El alma humana, creada directamente por Dios

La Iglesia afirma también que el alma humana es creada inmediatamente por


Dios. El Papa Pío XII, a propósito de la aplicación de las teorías evolucionistas al
hombre, advirtió que el cuerpo podía proceder de otros organismos, y señaló que, en
cambio, «la fe católica nos obliga a mantener que las almas son creadas
inmediatamente por Dios». En el Credo del Pueblo de Dios, formulado por el Papa
Pablo VI, se lee: "Creemos en un solo Dios (...) y también creador, en cada hombre,
del alma espiritual e inmortal".

Con esta doctrina, el Magisterio de la Iglesia, a lo largo de los siglos, ha salido


al paso de diferentes errores, como el priscilianismo, el traducianismo y el
emanacionismo. Los priscilianos, siguiendo a Orígenes, afirmaban que las almas
tenían una existencia previa y que, como consecuencia de algún pecado, habían sido
arrojadas a la existencia terrenal. Los traducianistas, queriendo explicar la
transmisión del pecado original, afirmaban que el alma humana es engendrada por los
padres. Según los emanacionistas, el alma humana es una parte de Dios

La creación inmediata del alma humana no significa que otras realidades estén
sustraídas a la acción divina, y tampoco significa un cambio por parte de Dios, que es
inmutable. La acción divina se extiende a todo lo creado, pero en el caso del alma
humana, el efecto de la acción divina posee un modo de ser que trasciende el ámbito
de la naturaleza material. Y ese modo de ser, la espiritualidad, es lo más característico
del hombre: lo que le hace persona, capaz de amar y de ser feliz, partícipe de la
naturaleza divina, sujeto irrepetible e insustituible que es objeto directo del amor
divino.

La espiritualidad humana y la vida cristiana

La doctrina de la Iglesia sobre el alma humana no es algo meramente teórico;


tiene importantes repercusiones en muchos aspectos de la vida cristiana.
La vida moral no tendría sentido si no se admitiera la libertad, que supone la
espiritualidad. De hecho, algunas confusiones doctrinales y prácticas arrancan de esa
base: se niega la espiritualidad, se reduce la persona a los condicionamientos
materiales (características genéticas, impulsos instintivos, condiciones físicas de
vida), y se niega que exista auténtica libertad; en consecuencia, el cristianismo se
reduciría a la lucha por unas metas que pueden ser legítimas, pero que se refieren sólo
a la vida terrena. La lucha por alcanzar la virtud y evitar el pecado no tendría sentido,
o en el mejor caso, las nociones de virtud y pecado deberían reinterpretarse, alterando
toda la enseñanza moral de la Iglesia.

Si no se admitiese la inmortalidad del alma, tampoco tendría sentido la


escatología intermedia, o sea, el estado de las almas después de la muerte y antes de
la resurrección final. Sin embargo, la Iglesia ha definido solemnemente que el destino
del alma queda decidido inmediatamente después de la muerte, yendo al cielo o al
infierno, o en su caso, yendo al cielo después de la necesaria purificación. Tampoco
tendrían sentido las oraciones de la liturgia de la Iglesia que se refieren a esa
escatología intermedia, ni la intercesión de los santos (ni, por tanto, las
beatificaciones y canonizaciones).

En Resumen la espiritualidad representa uno, entre los muchos aspectos que


representan la totalidad del ser humano; y es relevante para la intervención de todo
profesional de hacia su cliente. Representa un aspecto de la vida del ser humano de
índole personal y sensible, tanto para el cliente como para el profesional. La literatura
constamente recomienda que se atienda la espiritualidad de los individuos, pero sobre
todo que se integre en su cuidado. Sea por desconocimiento o por falta de interés este
cuidado espiritual se brinda pocas veces o simplemente no se da. El que este cuidado
sea brindado servirá de ayuda durante la etapa de recuperación o sanación del
individuo. El profesional es la parte esencial en el cuidado del individuo, por lo tanto
este cuidado no debe delegarlo sólo a personal clerical, debe integrarlo con el aspecto
sicológico, fisiológico y sociológico.

No puede pasar por alto el proveer cuidado espiritual, pero al mismo tiempo
debe saber reconocer sus propias creencias y valores espirituales; para así poder
identificar las necesidades del individuo y ofrecer el cuidado de acuerdo a las
creencias espirituales y religiosas de cada individuo.

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