Cuando pensamos en las tres instancias que intervienen en las actuaciones relacionadas con la vida profesional, nos viene de inmediato a la cabeza tres principios éticos correspondientes que hay que respetar para que dichas actuaciones consigan su cometido. El principio que corresponde al profesional respetar es el de beneficencia. El que corresponde al cliente es el de autonomía. Y el que debe administrar la sociedad es el de justicia. Por supuesto que las tres instancias tienen que ver con los tres principios, pero cada instancia le corresponde salvaguardar una de los principios de manera enfática y particular.
1.1 El Principió de Beneficencia.
EI profesional sea de la especie que fuere está obligado a buscar el bienestar del cliente. Un abogado, por ejemplo, tendrá que buscar resolver el caso de su cliente y sacarlo de su apuro. Y él no perjudicar no es más que la otra cara del mismo principio. Se trata por tanto de hacer el bien sin causar un daño al cliente, de solucionar determinadas necesidades humanas, de hacer el bien a toda persona. Por algo, decíamos, la profesión es además una vocaci6n, o más precisamente, la respuesta a una vocación. Este principio también es llamado de solidaridad. También es necesario advertir que este principio de beneficencia no le e exige al profesional hacer el bien a costa de sí mismo. Cuando un profesional arriesga su integridad emocional o física por ayudar a su cliente se convierte en un héroe. EI profesional no está obligado a llegar a este extremo siempre loable.
1.2 El Principio de Autonomía
La autonomía es la capacidad del sujeto de gobernarse por una norma que el mismo acepta como tal sin coerción externa. Con la modernidad, con Kant de manera particular, adquirió carta de ciudadanía el principio de autonomía. EI cliente es meramente objeto o destinatario de los servicios profesionales. Es sujeto de derecho a ser respetado en las decisiones que tome, siempre y cuando estas decisiones no sean perjudiciales para otros. EI enfermo tiene derecho a la información y consulta antes de dar su consentimiento a propósito de una operación a sufrir en carne propia.
1.3 El Principio de Justicia
La actividad profesional se desarrolla en un espacio social con recursos Limitados, con necesidad de jerarquizar demandas variadas pues no es posible concederle la razón a todos. Se impone la necesidad de hacer intervenir criterios de justicia." Hay que insertar un principio de Justicia para lograr una distribuci6n racional y Justa de los escasos recursos en orden a conseguir fines múltiples. Podremos definir la justicia, como dar a cada uno lo que corresponde o como cumplir con lo pactado. En el primer caso los bienes se distribuyen según el mérito de los interesados. En el segundo caso se trata por igual a todos y se busca el cumplimiento de las relaciones contractuales de los ciudadanos. El profesional atentaría contra la justicia si privilegia sin justa razón a unos sobre otros. En el caso del médico, este violaría el principio de justicia si concede mejor trato y da más tiempo al cliente rico sobre el pobre. 2. Las Normas Morales Fundamentales de la Ética profesional El que incursionemos ahora en el nivel normativo de la ética profesional no quiere decir que hemos hecho una opción acrítica por la deontología profesional. Son tres las normas fundamentales de la ética profesional: la de la confidencialidad, la de la veracidad y la de la fidelidad a las promesas hechas.
2.1 La Regla de Confidencialidad
El profesional debe guardar secreto de todas las confidencias que le haga el cliente durante la relación profesional. Sim embargo esta regla no es absoluta. Hay circunstancias en las que la regla de confidencialidad puede ser relativizada. En algunas ocasiones el profesional se puede ver obligado a divulgar una confidencia en contra de la voluntad del cliente. En otras es al contrario, el mismo cliente puede solicitar al profesional que se dé a conocer una información que está en manos de este último. Una ilustración del primer caso podría ser esta: cuando el profesional sabe que el esposo padece enfermedades hereditarias y el cliente se niega a confesárselo a su mujer, pese a que sabe que pondrá en riesgo a su futura descendencia. Un ejemplo del segundo caso es cuando el profesional posee una data que requiere saber el cliente para ganar un juicio legal. En estos dos casas la norma de confidencialidad queda subordinada al principia de beneficencia que exige velar para la integridad de la vida de cada persona y del bien común.
2.2 La Regla de Veracidad
El profesional, en resumidas cuentas, debe por un lado no mentir, y por el otro evitar el encubrimiento de la información necesaria para preservar la legítima autonomía de los individuos. Ahora bien, respecto a la autonomía del individuo, del cliente, se posibilita por la regla de veracidad, pero se instrumenta por el consentimiento. El consentimiento debe ser dado antes de que un profesional emprenda cualquier acción que puede afectar a sus clientes. Así el medico no podrá intervenir quirúrgicamente a alguien sin su expreso consentimiento. Para que el consentimiento sea válido se requiere que lo haga una persona competente para decidir, que haya recibido la suficiente y adecuada información y que se encuentre libre para tomar la decisión concreta que se le pide.
2.2 La Regla de Fidelidad a las Promesas Hechas
Por promesas debemos entender al compromiso que uno asume de realizar u omitir algún acto en relación con otra persona. La fidelidad a las promesas es la obligación que tiene una persona de cumplir con una promesa o con un acuerdo deliberado. El que no cumple una promesa es culpable de no haber mantenido su palabra y de perjudicar al otro por todas las decisiones que lo hizo tomar a partir de la promesa. En realidad la regla de fidelidad es un aspecto especial de la regla de veracidad. En el caso de la ética profesional, la promesa que hace el profesional tiene su reciproca en la confianza a veces ciega del cliente. EI que el profesional falle puede conducir a la decepción y al descuido de la persona. En el caso de un psicólogo que promete al paciente curarlo a sabiendas de que aquello es difícil si no imposible, puede llevar al paciente a la más honda frustración. La norma de fidelidad debe subordinarse al principio de beneficencia, de no perjudicar al otro.