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Causas
Los maremotos son producto, tal y como los terremotos, de los
desplazamientos de las placas tectónicas por debajo de la corteza terrestre.
Dichos movimientos a menudo las llevan a chocar, enfrentarse, y a cambiar su
forma, generando una fricción cuya energía se transmite en forma de vibración,
en este caso, a las aguas.
Similarmente, los tsunamis se deben en un 90% a los maremotos, o a
terremotos que ocurren muy cerca de la costa. Otros posibles causantes de un
tsunami son la explosión de volcanes submarinos o el impacto en el mar de
meteoritos de gran tamaño.
Consecuencias
La primordial y más temida consecuencia de los maremotos la hemos
mencionado ya: los tsunamis. La capacidad destructiva de las olas gigantescas
y veloces son ampliamente temidas en las poblaciones costeras del océano
Pacífico, y han quedado demostradas una y otra vez en su historia de desastres
naturales.
Sin embargo, dado que el 90% de los tsunamis se originan por maremotos,
aunque no todos los maremotos necesariamente originen un tsunami, suelen
emplearse de manera más o menos indistinta en el habla común.
Concepto de maremoto
La palabra maremoto es de origen latino; proviene de “maremotus”, compuesta por
“mare” que significa mar, y “motus” que se traduce como movimiento. Los
maremotos son movimientos muy fuertes del subsuelo de los mares, así como los
terremotos son sacudidas muy violentas de la corteza de la Tierra. Producto de los
maremotos pueden ocurrir los tsunamis, o sea olas gigantescas, de más de 30
metros que pueden ocasionar graves pérdidas materiales y humanas, pues
arrasan con lo que encuentran a su paso. Muchos consideran como sinónimos las
palabras maremoto y tsunami, siendo esta última palabra de origen japonés.
Por extensión se usa para calificar a quienes son muy activos, por ejemplo “este
chico parece un maremoto, salta todo el tiempo”.