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http://dx.doi.org/10.5209/STRA.59578
Resumen. En este artículo, propongo un abordaje para el análisis de los procesos comúnmente desig-
nados como flexibilización, precarización o, más recientemente, uberización del trabajo, considerando
los procesos de aceleración y amplificación de la circulación mercantil de la fuerza de trabajo derivados
transversalmente de los primeros y, por lo tanto, de una condición proletaria de mayor aproximación
y/o indistinción entre los ejércitos activo y de reserva. Para ello, revisito la teoría marxiana del valor en
lo que se refiere a la circulación de la fuerza de trabajo y a las tendencias que pueden ser constatadas
respecto del aumento del tiempo de circulación de esa mercancía. A partir de ello, propongo una agenda
de investigaciones para el estudio de las relaciones sociales de circulación a las que estaría sujeta la
clase trabajadora en un régimen de acumulación flexible del capital.
Palabras clave: circulación; flexibilidad, precarización; uberización; movilidad; fuerza de trabajo; su-
perexplotación del trabajo.
Cómo citar: Felix, G. (2018): “Circulación y superexplotacion del trabajo”. Sociología del Trabajo,
nº92, 87-105.
*
Trabajo financiado por la Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (FAPESP).
**
Trabajo traducido por Adriana Marcela Bogado.
1
Universidade Federal da Integração Latino-americana (UNILA). Instituto Latino-americano de Economia, So-
ciedade e Política.
gilalmeidafelix@gmail.com
1. Introducción
2
Una métrica de circulación presupondría acompañamiento y producción de conocimiento tanto del tiempo de
producción como del de circulación de la fuerza de trabajo en trayectorias individualizadas, lo que no es pro-
ducido ni siquiera por las agencias estadísticas de los países cuyas relaciones de trabajo son, en su mayoría,
reguladas por contratos formales.
3
Los datos y análisis a respecto de tales tendencias son abundantes y variados. Según la Organización Inter-
nacional del Trabajo (OIT), por ejemplo, que compara datos internacionales, hay una tendencia mundial de
crecimiento, o sustitución, de los empleos de tiempo integral y contrato estable de trabajo para lo que deno-
minan como non-standard forms of employment, definidas así: “The ILO considers the following employment
arrangements to be non-standard: (1) temporary employment; (2) contractual arrangements involving multiple
parties, including temporary agency work; (3) ambiguous employment relationships, including dependent self-
-employment and disguised employment relationships; and (4) part-time employment” (ILO, 2015a: 33).
4
Al lector especialmente interesado en este tema le sugiero leer un artículo en que retomo las proposiciones
teóricas de Ruy Mauro Marini al respecto de la producción y reproducción de las especificidades con que se
presenta el ejército de reserva en las formaciones dependientes (Felix, 2017). El presente artículo es un desdo-
blamiento de las reflexiones hechas a partir de las proposiciones del autor mencionado, que vengo estudiando
de forma más sistemática desde 2007, y de las investigaciones empíricas que realizo desde 2005 en la Amazonia
Oriental, que el lector también podrá consultar con mayores detalles en el libro que será publicado en breve
(Felix, en prensa). En este sentido, las tesis presentadas aquí son, en verdad, basadas en diversas investigaciones
sociológicas realizadas junto a trabajadores y campesinos brasileños en las primeras décadas de este siglo, cuyos
resultados vienen siendo debatidos en varios espacios académicos y de militancia política.
5
La referencia principal utilizada por mí en esa investigación está en los textos de D. Harvey acerca del tema, espe-
cialmente en “The condition of postmodernity” (Harvey, 2008 [1989]), cuando propuso la categoría acumulación
flexible. En sintonía con Harvey, una serie de autores también analizaron el proceso de transformaciones en el
trabajo después de la década de 1970 y, bajo variados enfoques, la adopción de elementos del patrón flexible por
las empresas derivadas de reestructuraciones productivas convencionalmente denominadas como neotaylorismo,
reingeniería, toyotismo, “modelo japonés”, kalmaranismo, neofordismo o posfordismo (Gounet, 1999).
6
Las referencias en este sentido son tanto en el aumento del salario por pieza (producto, tarea o servicio), como
en el que describen, por ejemplo, Linhart et al. (1993) y Linhart (2007): adopción de políticas de individua-
lización de las remuneraciones y de las situaciones de trabajo, es decir, aumento diferenciado de los salarios,
Sin embargo, es necesario señalar que el proceso indicado tiene no solo los
efectos clásicos de mayor intensidad de la acción social del ejército de reserva, tal
como lo analizó Marx en la acepción original del concepto, como sustituibilidad
e incremento de la competitividad, sino también una alteración en la propia rela-
ción entre ejército activo y ejército de reserva, en el sentido de una aproximación8.
Las formas que hoy asume la circulación mercantil de fuerza de trabajo, tienden
a hacer disminuir cada vez más la distancia entre ejército activo y ejército de re-
serva, y constituyen una “clase trabajadora de reserva”, en circulación constante9.
Quiere decir que, aquello que caracterizaba históricamente al ejército de reserva,
que Marx (2013 [1867]) habría asociado etimológicamente a la liquidez, fluencia o
fluctuación con el uso de los términos “flüssige” y “fließender”, por ejemplo, ahora
también tenderían a ser características, o situaciones, de fracciones cada vez más
amplias de la clase trabajadora. En lugar de frontera, hay que pensar en tránsito,
movimiento o, en ciertos casos, casi indistinción – lo que no significa propiamen-
te una “nueva clase social” en formación, sino una nueva morfología de la clase
trabajadora, debido a que, como propongo a continuación, dentro de una tradición
marxiana, por ejemplo, las relaciones sociales son rigurosamente las mismas. En
términos básicos, tomando la críticamente poderosa categoría “fuerza de trabajo”
como parámetro para el análisis de la mercancía vendida por el trabajador asala-
riado, Marx definió que “Todo trabajador la integra [la superpoblación relativa o
ejército industrial de reserva] durante el período en que está semiocupado o des-
ocupado por completo” (Marx, 2013: 716).
Sin embargo, como proceso histórico, esas políticas de rotación se desarrolla-
ron y se desarrollan en condiciones específicas. Como mínimo desde Taylor (2006
[1911]), la moderna administración científica racionaliza el proceso de producción
de forma que cada vez dependa menos del trabajador individual o, como él propo-
nía, que cada vez se tornase el “sistema” independiente del “hombre eficiente”. El
trabajador-masa taylorista es una pieza de la máquina, del cuerpo-fábrica, o sea, im-
prescindible, pero sustituible, cuando es necesario. La política de retención de Ford
también era fundada justamente en esa posibilidad de sustitución progresivamente
racionalizada por el taylorismo. O, como él sustentaba en su conocida máxima: “Los
hombres trabajan solo por dos razones: una es por salarios, y otra por temor a perder
sus trabajos” (“Men work for only two reasons: one is for wages, and one is for fear
of losing their jobs”).
Tal racionalización, al expandir cada vez más su alcance, potencializa la circula-
ción de la fuerza de trabajo y las políticas empresariales de rotación, o sea, insiere la
despedibilidad/descartabilidad o cambio inmediato del trabajador-individuo. Como
8
No por casualidad, la cuestión específica del ejército de reserva ha sido revisitada bajo diferentes perspectivas.
Algunos autores han buscado demostrar una agencia cada vez más plenamente mundializada del ejército de re-
serva, ampliando el alcance de sus efectos (Chesnais, 2006; Huws, 2012; Magdoff; Magdoff, 2004; Foster; Mc-
Chesney; Jonna, 2011). Otros, su financiarización, como Soederberg (2012). También no por casualidad, otros
autores han recorrido a teorías anteriormente elaboradas en el ámbito de las ciencias sociales latinoamericanas,
como Gavin Smith (2011) y, en especial, John Smith (2016). En su mayoría, tales tesis no son contradictorias
con lo que yo resalto aquí, en especial, si el lector se detiene en los datos que cada uno de ellos presenta en sus
textos. Para eso, ver Felix (en prensa).
9
Debido al proceso de “flexibilización” o precarización de los contratos de trabajo, esa aproximación no implica
necesariamente un tránsito formal-informal o, en ciertos casos, hasta incluso empleo-desempleo. La situación
activo-reserva puede ser intermitente o, en ciertos casos, hasta incluso prácticamente indistinguible dentro del
propio mercado formal de compra y venta de fuerza de trabajo regulado por el Estado.
Siendo así, las gerencias orientadas por el “nuevo modelo” aplicaron esas estra-
tegias al uso de la fuerza de trabajo en el proceso productivo, tomando de las estan-
terías la medida exacta de lo que se necesita, es decir, en el momento exacto y en la
cantidad precisa. Adquirida y descartada en la cantidad y en el momento más exacto
posible en que se utiliza; contratada y remunerada, en último caso, apenas por el día,
hora, pieza o tarea necesarios en determinado proceso productivo.
Señalaré, además, que tal proceso deriva de la propia naturaleza de las relaciones
sociales de producción establecidas en el trabajo asalariado y que, por lo tanto, aun-
que estén relacionadas a condiciones de trabajo técnicamente propias de la etapa de
acumulación flexible, devienen del mismo mecanismo mercantil capitalista de valo-
rización del valor y de explotación de la fuerza de trabajo. En el modo de producción
capitalista, como mercancía, la fuerza de trabajo es necesariamente “móvil”, es de-
10
En los manuscritos publicados en el Libro III, Marx analizó otro movimiento, que no es contradictorio con ese,
mientras una de las causas contrarias a la ley de la tendencia a la caída en la tasa de ganancia, que es la acción
contraria que ejerce la superpoblación relativa sobre el aumento de productividad y sobre el propio proceso de
subsunción del trabajo al capital (Marx, 2008: 312).
En su tiempo, Marx describió que los trabajadores relegados a las capas más débiles
del ejército de reserva aunque “aptos para el trabajo” eran las que soportaban mayor
presión a la movilidad (Marx, 2013: 719). Así como el capital que las empleaba era
más indiferente a la rama de producción en que se sitúa su proceso de valorización.
El capitalista en estos casos es más indiferente a la naturaleza particular del proceso
de trabajo del cual se apropia para obtener ganancia. De modo que el desposeído
vendedor de fuerza de trabajo, esclavo moderno, tendría pocas opciones de vincular-
se al contenido de su propio trabajo, y sería muy vulnerable a la instrumentalización
de su cuerpo para el uso en la forma y en el espacio históricos en que se instala el
proceso de trabajo.
En este sentido, las condiciones de movilidad que mantenían, o no, esos traba-
jadores “aptos para el trabajo” no les corresponderían a ellos, a su capacidad de
elección, sino a la naturaleza de la fuerza de trabajo, en general, como mercancía
en el modo de producción capitalista. Después de todo, esa mercancía circula en un
mercado de trabajo (particular y especial, pero un mercado) en el cual el capitalista
compra la fuerza de trabajo, y no al trabajador ni al trabajo. El trabajador, por defi-
nición, es “libre” y “móvil”: “Es decir, libre de venderse, libre de venderse apenas al
capital. Móvil, o sea, capaz de ir solito al mercado para venderse y someterse a la ex-
plotación capitalista” (Gaudemar, 1977: 265). La esfera de la circulación, en la que
está inserta la compra y venta de la fuerza de trabajo, como Marx expone con toda
su ironía, “es, de hecho, un verdadero Edén de los derechos innatos del hombre. Ella
es el reino exclusivo de la libertad, de la igualdad, de la propiedad y de Bentham”
(Marx, 2013: 250). Pero la movilidad de la fuerza de trabajo, incluso siendo una
mercancía como cualquier otra, en términos marxianos, también es bastante singular.
Gaudemar (id.) sugiere releer los primeros capítulos de El Capital, en que Marx
trata de la circulación simple de las mercancías en general, para pensar en la mo-
vilidad de la fuerza de trabajo. Como se sabe, Marx apenas presenta la mercancía
fuerza de trabajo a partir de su 4°capítulo. Hagamos entonces el ejercicio, de forma
resumida. Destacaré apenas dos puntos: el valor y el desplazamiento espacial de las
mercancías.
Marx, en el capítulo 1, afirma que la magnitud del valor de una mercancía es la
cantidad de trabajo socialmente necesario o el tiempo de trabajo socialmente necesa-
rio para su producción. Esto porque el trabajo es la “substancia del valor” y el tiempo
de trabajo su medida. “Esas cosas [los productos del trabajo, las mercancías] repre-
sentan apenas el hecho de que en su producción fue gastada fuerza de trabajo huma-
na, fue acumulado trabajo humano. Como cristalizaciones de esa substancia social
que les es común, ellas son valores – valores de mercancías” (Marx, 2013: 116)11.
11
N.de la T.: En las citas textuales de Marx realicé la traducción del portugués al español, considerando las ver-
En el capítulo 2, acerca del proceso del intercambio, Marx afirma: “Las mer-
cancías no pueden ir por sí mismas al mercado e intercambiarse unas por otras.
Tenemos, por lo tanto, que volver la mirada a sus guardianes, a los poseedores de
mercancías” (id.,ib.: 159). En lo que se refiere al intercambio, es sabido que la circu-
lación simple de las mercancías no altera su valor y expresa apenas su metamorfosis,
M-D-M. El transporte, sin embargo, constituye trabajo necesario para la producción
de una mercancía: para que una mercancía sea ofrecida e intercambiada en una plaza
de mercado, debe ser desplazada hasta allí, lo que significa, por lo tanto, más tiempo
de trabajo necesario para su producción. Como también es de pleno conocimiento,
ese asunto fue más abordado por Marx en sus borradores editados en el Libro II, en
el que concluye, por ejemplo, que “(…) el valor de uso de las cosas solo se realiza
en su consumo, el cual puede exigir su desplazamiento espacial y, por lo tanto, el
proceso adicional de producción de la industria del transporte” (Marx, 2014: 229).
Por lo tanto, el valor de la mercancía tiene en su composición el valor agregado de
su transporte, el tiempo de trabajo socialmente necesario para su transporte12. ¿Y la
fuerza de trabajo?
La particularidad más evidente – o, mejor, aparente – es que ella es la única que
va “por sí misma al mercado”. Como observa Gaudemar (id.), la fuerza de trabajo
“(…) se presenta ella misma en el mercado, como única mercancía ‘libre’ de des-
plazarse, de dirigirse al local de venta de su elección” (p. 201). Y concluye: “Los
flujos migratorios toman aquí su lugar en la constelación del capital” (id. ib.: 321).
Pero, si seguimos esta lógica, notaremos que lo que vale para las otras mercancías,
grosso modo, vale también para la fuerza de trabajo. El desplazamiento forma par-
te de su valor, necesariamente. Los costos de desplazamiento espacial son siempre
parte del valor de la fuerza de trabajo, una vez que, para que tenga valor de uso
para su comprador, el capitalista, el trabajador precisa necesariamente trasladarse
hasta el lugar en que se dará ese consumo, el lugar de trabajo. En rigor, en térmi-
nos de valor, impera exactamente la misma lógica que en las demás mercancías.
Aunque extremamente significativa para la comprensión de las actuales dinámicas
de trabajo a domicilio y todas las demás formas de desplazamientos y transfor-
maciones del local de consumo de la fuerza de trabajo, esa sería, por lo tanto, una
particularidad apenas aparente.
No obstante, la movilidad espacial de la fuerza de trabajo normalmente implica otra
serie de complejidades, con las que se enfrentan, por ejemplo, los/as investigadores/
as dedicados al denominado “trabajo migrante”. En lo que se refiere a la circulación
mercantil de la fuerza de trabajo es necesario señalar que los propios espacios de movi-
miento y de desplazamiento son también espacios de reproducción, que, dependiendo
de la distancia y del tiempo abarcados, implican en elevación de los costos de la repro-
ducción de la fuerza de trabajo. O sea, también hay “re-producción” de la mercancía
en la esfera de la circulación. La reproducción del trabajador (y de su unidad social de
siones de la obra en lengua portuguesa consultadas por el autor y cotejándolas con traducciones al español ya
existentes.
12
Marx concluye que la industria del transporte “se distingue por el hecho de aparecer como continuación de un
proceso de producción dentro del proceso de circulación y para el proceso de circulación” (Marx, 2014:231,
subrayados del autor). El aumento de la productividad en esa industria reduce el tiempo socialmente necesario
para la producción de prácticamente todas las mercancías y permite, como explicita Marx, una “destrucción del
espacio por el tiempo”. Junto a la industria de las comunicaciones, ese factor influyó, inclusive, en la división
internacional del trabajo en las últimas décadas y los cambios de la actual etapa de acumulación del capital.
Dentro del ciclo del capital y de la metamorfosis mercantil, que constituye una fase
de ese ciclo, se realiza el metabolismo del trabajo social. Ese metabolismo puede
condicionar el desplazamiento espacial de los productos, su movimiento real de un
lugar para el otro. Pero la circulación de las mercancías es posible sin su movimiento
físico y el transporte de productos, sin la circulación de las mercancías – e incluso
sin intercambio directo de productos. Una casa que A vende a B circula como mer-
cancía, pero no sale a pasear. Valores-mercancías móviles, como algodón o el hierro
fundido, yacen en el mismo depósito de mercancías, al mismo tiempo que recorren
decenas de procesos de circulación, siendo comprados y vendidos por los especu-
ladores. Lo que realmente se mueve es el título de propiedad sobre la cosa, no la
cosa en sí. Por otro lado, en el Imperio Inca, por ejemplo, la industria del transporte
desempeñó un gran papel, aunque el producto social no se distribuyese ni como
mercancía, ni por medio de intercambios comerciales (Marx, 2014: 229).
13
Considerando como “tiempo de circulación” los costos de circulación como un todo en el período en que la
fuerza de trabajo no está vendida (es decir, grosso modo, pensando a partir de lo que fue analizado para las
mercancías en general en el Libro II, por ejemplo, en tres ítems: costos líquidos, almacenamiento y transporte).
Cf. Marx (2014: 209-231). Cabe frisar que lo que estoy denominando aquí como “tiempo de circulación” y,
como también designo más adelante, “tiempo de producción” para la fuerza de trabajo, fueron abstracciones que
hice para el ejercicio que demostraré a continuación. Ruy Mauro Marini, por ejemplo, atento lector de Marx, se
refirió a una “circulación de la venta de la fuerza de trabajo” y a una “especificidad de la venta de la fuerza de
trabajo (M-D-M) en la circulación capitalista” en una guía de lectura que preparó en conjunto para un curso de la
Universidad Nacional Autónoma de México acerca del proceso de circulación del capital (Marini et al., 1979).
14
El capitalismo que Marx toma como base para su análisis estaba caracterizado por otras estrategias de acumu-
lación y reproducción. Eso, sin embargo, dentro de las premisas metodológicas cuidadosamente adoptadas por
él en el Libro I, no le impidió hacer un importante ejercicio al respecto de un supuesto “subempleo anormal”
(Marx, 2013: 615-6), que yo sugiero para el lector especialmente interesado.
15
El valor de cambio, modo de expresión del valor, forma de su manifestación, forma fenoménica (Erscheinun-
gsform), es diferente del valor, sustancia (Substanz). La característica del valor de la fuerza de trabajo no es
diferente: tal como las demás, ella es una abstracción real, posee una materialidad social e histórica, también se
trata de trabajo humano objetivado (Marx, 2013: 169). En este caso, en el propio hombre/mujer.
16
En ese sentido, tal como cualquier mercancía, su valor equivale al tiempo socialmente necesario para su (re)
producción, es decir, para su producción en un momento dado. Esa media, por lo tanto, obviamente, siempre
varía en virtud de los cambios en el valor como un todo (no es necesariamente igual de una venta a otra).
medio mínimo. Por ejemplo, cuando el valor recibido es reducido a apenas lo impres-
cindible para el día, o para el hombre/mujer:
El límite último o límite mínimo del valor de la fuerza está constituido por el
valor de una cantidad de mercancías cuyo aprovisionamiento diario es indispen-
sable para que el poseedor de la fuerza de trabajo, el hombre, puede renovar su
proceso de vida; tal límite está constituido, por lo tanto, por el valor de los medios
de subsistencia físicamente indispensables. Si el precio de la fuerza de trabajo es
reducido a ese mínimo, el mismo cae por debajo de su valor, pues, en tales cir-
cunstancias, la fuerza de trabajo solo puede mantenerse y desarrollarse de forma
atrofiada. Pero el valor de toda mercancía está determinado por el tiempo de traba-
jo requerido para proveerla con su calidad normal. (Idem, ib.).
En ese sentido, la forma salario, siempre que no incluya también el valor de la
circulación de la fuerza de trabajo (de la reproducción como un todo) estará por
debajo de su valor17. Como es sabido, en una sociedad de mercado, la “gran transfor-
mación” histórica del trabajo asalariado también consiste en el hecho de que la forma
salario sólo remunera inmediatamente las horas compradas de la fuerza de trabajo
y no el tiempo de su circulación. La condición de mercancía de la fuerza de trabajo
solo existe en el propio mercado y, una vez que su circulación no es remunerada in-
mediatamente, ella también no puede tener existencia fuera del mismo, su poseedor
exclusivo debe venderla nuevamente, mantenerla en circulación en el mercado18.
Como cualquier otra mercancía, la fuerza de trabajo no tiene valor sin valor de uso,
y su valor de uso solo se realiza con su consumo.
Si para las demás mercancías, la esfera de la circulación no agrega valor (excepto
en su transporte, que, de cierta forma, todavía integra la esfera de la producción),
en el caso de la mercancía fuerza de trabajo, a pesar de que la circulación integre su
valor, la forma salario tiene como referencia inmediata sólo las horas en que fue ven-
dida, es decir, la esfera de la producción. Es en el proceso de trabajo que la fuerza de
trabajo es (re)creada ipso facto, ella solo se realiza en su consumo. Sin embargo, su
valor está compuesto también por el tiempo en que circula. Por lo tanto, el análisis de
la mercancía fuerza de trabajo debe tener en cuenta su rotación, para lo cual interesa
tanto la esfera de la producción como la de la circulación. Así como en cualquier otra
mercancía, esas esferas no pueden considerarse epistemológicamente separadas19.
Para comprender, específicamente, el tiempo de circulación es necesario obser-
var la relación que el mismo guarda con el valor y el precio de la fuerza de traba-
jo20. En ese sentido, la introducción de la variable tiempo de circulación, implica
una alteración en el precio de la fuerza de trabajo, cuando se mantienen las demás
variables constantes (valor de la fuerza de trabajo y sus determinantes). Así, por
17
Las teorías del “salario indirecto”, supuestamente críticas de Marx, como Meillassoux (1977), constatan eso,
aunque de otra forma.
18
Por eso la constatación habitual de que, en el capitalismo, el trabajador es esclavo de su condición de vendedor de
mercancía, de la imposición de la venta de su fuerza de trabajo para su reproducción social. Él no es mercancía, pero
es, necesariamente, vendedor de mercancía. Y, justamente, apenas en esa condición de mercancía, inclusive, es que
existe la posibilidad de algo inherente al capitalismo: que el precio de esa mercancía caiga por debajo de su valor.
19
Al tratar la rotación del capital, Marx indicó claramente la posibilidad de lo que estoy queriendo llamar la aten-
ción aquí (ver, por ejemplo: Marx, 2014: 404-5).
20
Las categorías “valor” y “precio” están aquí empleadas en el mismo sentido dado por Marx en el Libro I, sufi-
cientes para exponer la cuestión considerada fundamental a respecto del tiempo de circulación.
ejemplo, para que la fuerza de trabajo no caiga por debajo de su valor, la magnitud
de su precio debe necesariamente aumentar en razón directa con el aumento del
tiempo de circulación.
Podemos ilustrar esa relación con algunos ejercicios simples. Por ejemplo, cuan-
do se observa la variación entre dos momentos: un primer momento en el que no
hay circulación (momento 1), y otro en el que se inserta un determinado tiempo de
circulación (momento 2). Si no hay cambio en el valor de la fuerza de trabajo entre
los dos momentos (así como en variables como duración de la jornada, intensidad
del trabajo y fuerza productiva del trabajo, que podrían alterar ese valor), se produce
un aumento del precio, en la forma:
Considerando:
Y siendo:
Momento 1:
──────────
Tp1
Momento 2:
──────────
Tc Tp2
O sea:
TP1=TP2+TC
Entonces:
Momento 1:
$%&
!" =
'("
Momento 2:
$%&
!" =
'() − ',
O sea:
!" > !$
Podemos tomar un ejemplo ficticio para que quede más claro todavía. Conside-
remos que el precio de la fuerza de trabajo mensual es de $300 y que el trabajador
vendió su fuerza de trabajo por 30 días. Consideremos también que ese precio co-
rresponde al valor de la fuerza de trabajo21. El precio de su fuerza de trabajo fue, por
lo tanto, de $10 por día. Ahora consideremos que, en el mes siguiente, el valor de
la fuerza no se alteró y su precio mensual continuó igual, $300. Pero, al contrario
del mes anterior, el trabajador buscó trabajo durante 15 días y, después, solo vendió
su fuerza de trabajo en los 15 días restantes. Para tener los mismos $300 correspon-
dientes al valor de la fuerza de trabajo él tendría que recibir $20 por día. Si él recibe
apenas los mismos $10 por día, a fin de mes habrá recibido apenas la mitad del valor
de la fuerza de trabajo. Como la forma salario tiene como referencia el tiempo de
producción, o sea, solo hay efectivamente remuneración del tiempo en que la fuerza
de trabajo fue vendida, lo más probable es que el trabajador reciba como máximo
el mismo precio diario de la fuerza de trabajo por los 15 días restantes. Y que ese
sea el pago considerado justo tanto por él, como por el capitalista. Después de todo,
ellos consideran que ese es el pago correcto por las mercancías que intercambiaron.
Antes de eso el trabajador no había vendido su fuerza de trabajo y no tenía nada para
recibir. El capitalista no va a pagarle por el tiempo en que no le compró su fuerza
de trabajo. La referencia podrá ser diaria, semanal o mensual, pero solo a partir del
momento de compra/venta, no de antes. Y el trabajador tampoco va a cobrarle al
capitalista el tiempo que se quedó sin recibir salario (no va a reajustar su precio),
pues dejó de vender su fuerza de trabajo para el patrón anterior y no ha comenzado
a venderla para el próximo.
Eso no significa que el precio de la fuerza de trabajo siempre estará por debajo de
su valor cuando ocurra circulación de la fuerza de trabajo, sino que, como ya demostré
más arriba, el aumento de la circulación necesariamente significa aumento del precio,
cuando no hay variación en el valor. La situación inicial podría suponer, por ejemplo,
5 días de circulación y 25 de producción, 1 mes de circulación y 11 de producción, 11
meses de circulación y 1 de producción o cualquier otra proporción, siempre que la
segunda situación aumente el tiempo de circulación en relación a la primera. En ese
caso, es imperioso notar aquí que la no equivalencia entre valor y precio de la fuerza
de trabajo, es decir, la remuneración de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, no
deriva necesariamente de su mercantilización. Considerando que se trata de un régi-
men de trabajo asalariado, y no de esclavitud, el valor en un momento dado incluye
siempre una circulación media de la fuerza de trabajo. En ese sentido, cabe citar que
siempre existieron diversos mecanismos de transferencia de valor regulatorios y dis-
ciplinarios de la situación de reserva de la clase trabajadora, instituidos, por ejemplo,
directamente entre distintas unidades sociales de reproducción de la fuerza de trabajo
(por relaciones de parentesco, domesticidad, vecindad, amistad, etc.), por instituciones
como sindicatos o por las antiguas sociedades de socorros mutuos, por el Estado o di-
rectamente por el mercado (instituciones financieras), tal como se vienen implantando
más recientemente en el marco de un contexto neoliberal.
También es necesario señalar que la referencia “inmediata” de la forma salario
que mencioné remite a la apreciación de la mercancía; a la referencia directa de la
21
El mismo ejercicio puede ser hecho para otras formas de salario por tiempo – para un valor diario de la fuerza
de trabajo, semanal o anual, por ejemplo – así como para otras formas de salario por pieza que, como demuestra
Marx (2013), es apenas una metamorfosis del salario por tiempo.
22
Aunque el “crédito que el trabajador le da al capitalista”, como observó Marx (2013: 248-50) y también mu-
chos de sus lectores en las últimas décadas, bajo diferentes perspectivas, sea cuestión importante y que también
se relacione con lo que destaqué. Eso, sin embargo, puede ser observado a partir de un análisis de las posibles
implicaciones sociológicas de una financiarización de la circulación de la fuerza de trabajo (Felix, en prensa).
23
La intensificación del trabajo y la prolongación de la jornada son mecanismos de extracción de plusvalía que, tal
como Marx demostró, también pueden hacer que la fuerza de trabajo caiga por debajo de su valor. Pero eso se
debe a un aumento del valor de la fuerza de trabajo debido a su mayor desgaste (Marx, 2013: 594). La substrac-
ción del valor del tiempo de circulación no significa necesariamente aumento del valor de la fuerza de trabajo,
aunque sean dimensiones generalmente relacionadas.
24
Cf. “Zero hours contracts”, Advisory, Conciliation and Arbitration Service/UK, s/d; “Zero hour contracts. Con-
tract types and employer responsibilities”, UK Government, 27/03/2017.
25
Cf. “UK workers on zero-hours contracts rise above 800,000”. The Guardian. 09/03/2016.
26
En otras dimensiones, sin embargo, como en la cuestión de la intensidad del trabajo, no hay ni siquiera medición
regulada, a pesar del enorme avance de las estrategias empresariales de las últimas décadas.
al avance de las fuerzas productivas del trabajo, sino más bien, principalmente y
fundamentalmente, a la esquilmación de la fuerza de trabajo. Su resultado objetivo
actualmente cuantificable – aumento de horas de trabajo y aumento de horas en el
“desempleo” – encierra, por lo tanto, formas de explotación que no se corresponden
con el aumento de las jornadas de trabajo que desencadenaron las luchas de clase en
la industria inglesa del siglo XIX. Son formas de explotación que solo han podido ser
desarrolladas bajo otras condiciones. Solo en las condiciones actuales de reproduc-
ción de la fuerza de trabajo está siendo posible promover estas formas de extracción
de plusvalía, de manera cada vez más generalizada y prácticamente en todos los
procesos productivos y sectores de la economía.
Como hemos visto, un proceso como este tiene como consecuencia no solo la
invisibilización del trabajo no pagado y de las relaciones de explotación, como pro-
ponía Marx, sino también una circulación extrema de la fuerza de trabajo que in-
visibiliza la propia compra y venta de la mercancía fuerza de trabajo, fragmentada
totalmente, como es el caso límite de la compra por pieza, servicio, hora o fracción
de hora (en parte, también en condiciones distintas de trabajo por tiempo y por pieza
y bajo formas con complejas intersecciones entre trabajo productivo e improducti-
vo). Cuando consideramos la condición de mercancía de la fuerza de trabajo a partir
de la propia teoría marxiana del valor trabajo, podemos comprender un proceso con-
tradictorio de esquilmación de la fuerza de trabajo dado por el aumento del tiempo
de circulación (tiempo de no venta) de la mercancía mientras que simultáneamente
aumenta el tiempo de trabajo (horas de consumo de la fuerza de trabajo).
Así comprendido, teniendo en cuenta otras condiciones de circulación de la fuer-
za de trabajo y la aproximación entre ejército activo y ejército de reserva, todavía
habría una serie de cuestiones que deberían estudiarse mejor, no solo en lo que res-
pecta a las relaciones de producción propiamente dichas, sino también, de forma más
amplia, a las relaciones sociales de circulación, es decir, a la nueva morfología de
las clases trabajadoras en las condiciones de explotación circular del trabajo que les
impone la aceleración del mercado de compra y venta de la única mercancía de la
que disponen. Un amplio abanico de cuestiones se abre a la investigación empírica
frente, por ejemplo, a los desplazamientos espaciales y sociales (entre profesiones,
entre sectores, entre empresas, etc.) y a los reordenamientos intergeneracionales, de
género, de parentesco, matrimonio, género, domesticidad y morfología social re-
productiva en general27. De la misma manera, para el análisis de las formas que
asume la acción política a partir de esta condición proletaria que, quizás, desafiarán
la convencional asociación de mayor “rotación” con menor poder político y menor
organización de clase.
En este sentido, un pensamiento reflexivo respecto del mundo del trabajo episte-
mológicamente atento a la actual condición proletaria implica traer a la superficie un
análisis procesual de la circulación, o sea, del vastísimo mundo todavía inexplorado
de la cotidianidad y de la historicidad de los procesos sociales de circulación, en la
medida en que el análisis del proceso de trabajo hasta entonces privilegió procesos
de transformación de la organización del trabajo del tipo transición de la campesina
27
Al lector especialmente interesado tanto en términos teórico-metodológicos como en determinados datos de
valor heurístico para algunas de esas cuestiones, le sugiero consultar el libro que será publicado en breve (Felix,
en prensa), con datos de una investigación amplia y específica acerca del tema, así como otro texto ya publicado
a partir de etapa anterior de investigación (Felix, 2008).
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