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Enfermedad, pasión

Padel

La enfermedad como dáimon


En Homero, nósos es un dáimon. La peste son las flechas del colérico Apolo, golpeando en sus
hombros.
En Grecia, el núcleo de las imágenes que refieren al modo como se experimenta el malestar es la
invasión, que también es central respecto de la experiencia de la divinidad. La enfermedad, como
la contaminación y la pasión, es parte de las “cosas que entran” mediante las cuales los
hipocráticos explican cómo se enferman las personas. La intrusión, el ataque armado, también es
el modo como el dáimon comienza a actuar contra nosotros, dentro de nosotros.
En la plaga del comienzo de Edipo Rey, el sacerdote ve que la ciudad está enferma de una nósos
enviada por los dioses. El sacerdote y el coro saben que está causada por un dios. El oráculo de
Delfos la atribuye a una mancha que ha crecido en la tierra.
En la vida, del mismo modo que en la tragedia, se trataba a la enfermedad como si la hubiera
causado un dios. Las prácticas de purificación realizadas por los megos se superponían no sólo a
los métodos aceptados por los templos sino también por los de la medicina. Había que purificar,
lavar, expulsar. Las ciudades eran purificadas, del mismo modo que las personas.
En la tragedia, uno de los más severos ejemplos de theía nósos y del modo como perjudica a los
demás, es el pie supurante de Filoctetes.

La locura como enfermedad


Nósos –plaga, enfermedad- puede significar cualquier cosa mala: también se usaba para “locura”.
En la mayoría de las ciudades, las ideas de enfermedad y curación, de hacer que la enfermedad
sea comprensible, también están irrevocablemente ligadas a la religión. La Atenas del siglo VaC no
distinguía el significado literal del metafórico. De modo que cuando la enfermedad es una imagen
de la locura, cada una -la enfermedad y la locura- aporta a la otra reales resonancias de causa y
curación demónicas. La enfermedad, como la pasión, se debe principalmente a cosas exteriores
que entran. Locura, enfermedad, contaminación, cólera divina: cada una de ellas refuerza el
campo semántico de las demás.
Tanto la tragedia como la medicina están seriamente preocupadas por las causas del dolor
humano; como la medicina, la tragedia opera una explicación del dolor en la cual dos diferentes
tipos de causa, demónica / orgánica (materialmente humana), pujan entre sí.
La locura de Áyax es una enfermedad frenética, enviada por los dioses. Atenea la arrojó sobre él;
él está enfermo en una tormenta de oscuro fango. Como la nósos, la locura ataca el cuerpo,
especialmente las phrénes. La nósos ataca como una lanza.
En el siglo V y más tarde, la locura y la epilepsia se purificaban por medio del ritual. La mayoría de
los dioses prescritos por purificadores profesionales tenían especiales asociaciones con la
enfermedad (sobre todo de la piel) y con la locura. De entre los dioses relacionados con la locura,
Hécate estaba particularmente asociada con la “materia” físicamente impura y los malos sueños o
alucinaciones.
Lo concreto de la locura coincide con la serie de imágenes concretas de los griegos respecto de la
mente. La enfermedad arruina el cuerpo humano, por dentro y por fuera. Lo mismo hace la locura,
que tuerce y cambia a los seres humanos en el interior y el exterior. Pero la última parte del siglo
V, con el surgimiento de la medicina, fue una época de especulaciones tanto respecto de las
causas físicas como de las causas divinas. La locura puede ser provocada por sangre fresca en las
manos.

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Hipócrates quiere que se piense de la misma manera acerca de todas las enfermedades: en
términos de una causa física humanamente comprensible y de la divinidad. La enfermedad
llamada “sagrada” proviene de las mismas causas que las demás. De cosas que entran y salen del
cuerpo: el frío, el sol y el incansable cambio de los vientos. Estas cosas son divinas. No hay
necesidad de hacerlo un caso especial, diciendo que esta enfermedad es más divina que otras.
Todas son divinas y todas son humanas.
Las causas físicas de la locura fueron consideradas a la par de las demónicas.
Hay un phármakon que no aparece en la tragedia y que en el siglo V puede curar y causar la
locura: el eléboro. Los personajes de Aristófanes mencionan el eléboro y la bilis negra de un modo
que a veces esboza una explicación física de la locura. La aparición de la melan-kholía como causa
de la locura y delirio pone de manifiesto un interés creciente por las fuentes físicas de la locura.
Pero en la tragedia, la causa física que demanda una sanción demónica contra la contaminación –
la locura causada por sangre en las manos, por ejemplo- es mucho más poderosa.
Lo demónico actúa a través de lo físico y a la vez interactúa con lo físico: no constituye una
categoría aparte. Incluso para los hipocráticos la causa demónica es una realidad: invocan la
protección divina para su arte humana. Aristófanes aísla lo fisiológico para suscitar la risa. Esto no
quiere decir que todos lo hicieran: él lleva las cosas hasta un grado de absurdo adonde nadie llega.
En el siglo V, la fisiología era inseparable de la demonología. Hacia el siglo IV, unos pocos autores
hablan de causas exclusivamente físicas de la locura. Pero la cura y la explicación físicas siguieron
interactuando con la cura ritual y la causalidad divina.
LA LOCURA Y LA REIGIÓN INTERACTÚAN CON LA LOCURA Y LA MEDICINA.

Fedra: un “yacer enfermo”


La explicación médico-orgánica y mágica forma parte de la respuesta femenina a Fedra en la
primera parte de Hipólito. Ella sufre una kóita enferma (kóita – estar acostado por la relación
sexual o por la enfermedad). El coro considera la causa divina, enumerando divinidades que se
especializan en la posesión.
Artemisa preside la castidad y el nacimiento. Afrodita, apuesta a ella en esta obra, es reverenciada
en lo concerniente al sexo, que une y separa a aquéllos. Lo que enferma a Fedra es el deseo
sexual: una enfermedad divina. Fedra confía en la nodriza, que le promete una cura mágica y
orgánica, una droga. Afrodita es responsable del “yacer enfermo” de Fedra, tal como lo es ella de
la figura de Hipólito, físicamente rota, que también termina “yaciendo”: tendido en el escenario,
su figura es paralela a la de Fedra al principio de la obra. Sus órdenes de ser levantado, llevado,
bajado con suavidad, son paralelas a las de Fedra, de ser levantada y sostenida. La obra los
mantiene separados en su yacer. Una al principio, otra al final. Afrodita forzó a Fedra a desear que
ambos yazgan juntos. Las dos dolorosas kóitai provienen de la nósos enviada por Afrodita.

“Eros duplicado”; la locura como pasión


Al preguntarse qué es lo que aqueja a Fedra, el coro mezcla la locura, la enfermedad y la pasión.
En una época que generaba nuevas imágenes y explicaciones de la enfermedad misma, llamar
“enfermedad” a la locura choca con el lenguaje que describe las pasiones extremas, enviadas por
los dioses, como locura. Amor como enfermedad: una imagen occidental cuya larga historia
comienza en Grecia. Fuera de la tragedia, los retóricos y los filósofos del siglo V definen a la locura
como el punto extremo de una línea de pasión. “Eros es deseo duplicado; Eros duplicado es
manía”.
En este lenguaje, la locura es el extremo de un continuum, el grado más intenso de placer o de
dolor. La locura es una pasión no humana: una invasión divina, tormenta interior, persecución
bestial.

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Es crucial para la tragedia que la emoción cambia las phrénes. La cólera de Teseo distorsiona su
mente, le hace actuar “mal”. Los dioses creen que es “malo” porque no esperaba pruebas ni
adivinaciones, sino que actuaba “más rápido de lo que debía”. Dice que los dioses le hicieron “caer
del sano juicio”. Su “orgullo” destruyó a su hijo.
La pasión, como la divinidad, cambia las cosas, por dentro y por fuera. Y en la tragedia, lo mismo
que en la medicina, el cambio es considerado causa del sufrimiento y signo de que algo no anda
bien. Y la locura es el extremo de la pasión trágica.
Hay muchas condiciones o experiencias a las que se asimila la locura. La pasión excesiva, el odio
divino, la contaminación, la enfermedad de la piel. PASIÓN, CONTAMINACIÓN, ENFERMEDAD Y
LOCURA ESTÁN INEXTRICABLEMENTE UNIDAD. La locura es vista en los términos de aquéllas pero
aquéllas también son vistas en los términos de la locura.

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