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YVETTE M. CARRILLO S.
ENERO 2018
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Introducción
El presente trabajo estudia los primeros siete capítulos de la obra de Ortega “La
rebelión de las masas” escrita en el año 1929. En esta primera parte de su obra, Ortega
realiza un análisis del fenómeno de su época al que él llama “el hombre-masa”. No esconde
su admiración y a la vez su miedo por lo que el siglo pasado le ha dejado como legado. Para
entender mejor esta obra, es bueno situarse en el contexto histórico en el que se encuentra
España al que se unieron los sectores más radicales del PSOE (por aquel entonces de
ideología marxista). En 1923, hay un golpe de Estado además de una grave crisis del
cuestión. Es una época de ascensión del fascismo, con Musolini en el poder y en el punto
de mira. En esta atmósfera de inestabilidad es que Ortega escribe estos capítulos de su libro
su tiempo. Masas de gente irrumpiendo por todas partes. Gente con diferentes costumbres e
ideales que nunca antes había traspasado la línea que los separaba de las minorías
preocupación. En el capítulo II, “La subida del nivel histórico”, nos ilustra sobre cómo es
que por razones internas hubo un aumento del nivel de vida medio, con el cual Europa salió
ganando. El nivel histórico hace referencia a un nivel de vida nunca antes logrado por la
humanidad. El capítulo III, “La altura de los tiempos” enseña la alegría que significa el
vivir en aquellos años, años de vida auténtica donde se vive la verdadera plenitud de la
vida. Nos describe las ventajas de vivir por eso años. Lo que es estar a la altura de su
tiempo. El capítulo IV, “El crecimiento de la vida”, habla sobre la vertiente favorable que
representa el triunfo de las masas. El cómo el mundo ha crecido ante los ojos de todos,
gracias sobre todo a la tecnología (la pantalla) y los periódicos que ilustran e informan
sobre lo que sucede en lugares remotos que ni se sabía de su existencia. El capítulo V, “Un
del hombre-masa” es un análisis de las causas que han llevado al hombre-masa a ser como
es. Lo que ha ocurrido para que se de este fenómeno. Y por último, en el capítulo VII “Vida
quien esté en las esferas del gobierno pues lo ve incapaz de regir el proceso de civilización.
entonces con la humanidad), ya que realmente piensa que este hombre inerte es
Ortega empieza evidenciando una crisis causada por la llegada de las masas al
poderío social. Esto es, la presencia de muchedumbre no solo por todos lados, sino, por lo
que él llama los lugares preferentes de la sociedad, reservados según él solo a la minoría.
teatros, calles, plazas y restaurantes, llenos de gente. Quince años antes, anota, había la
misma cantidad de personas, pero estaban repartidas en pequeños grupos por todas partes.
cualificadas, afirmando que las primeras, se separan de las segundas por razones
especiales. Pero contrariamente a lo que se pueda pensar leyendo estas primeras líneas,
remarca una diferencia importante: lo que diferencia a esas dos clases de criaturas es su
grado de exigencia ante la vida. “El hombre selecto no es el que se cree superior a los
demás, sino el que se exige más que los demás, aunque no logre cumplir esas exigencias”
sociales, sino en clases/tipos de hombres. Por un lado, las clases/tipos que se exigen y
acumulan sobre sí dificultades y deberes, y por otro las clases que no se exigen nada y que
El hombre selecto, dice Ortega, es el que se exige más que los demás,
reflexionar en el presente: ¿Cómo es que hemos evolucionado en este aspecto? ¿cómo nos
Con la democracia liberal1, Ortega dice que la masa suponía que las minorías de los
políticos entendían un poco más de los problemas públicos que lo que ella misma entendía,
y por lo tanto, daba su voto según el parecer de las minorías, una vez que éstas les exponían
sus criterios. Sin embargo, en los tiempos de Ortega, la masa cree que tiene derecho a
imponer y dar vigor de ley a su manera de pensar. Lo cual hace que sea la muchedumbre
quien gobierne. A esto el autor denomina hiperdemocracia. En ella, la masa elimina a todo
aquel que no piensa como ella, haciendo que lo que antes se interpretaba como “todo el
masa. Esta es una gran preocupación de Ortega, pues siendo la masa mayoría, es ella quien
toma las decisiones importantes que afectarán a todos. Dado que en esta época Europa vive
el apogeo de los movimientos de masas de izquierdas, José Luis Rodríguez Jiménez (2000)
España. De allí quizás, la preocupación de Ortega, quien está en contra de éste abogando
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La democracia liberal es una forma de gobierno que consiste en una democracia representativa donde la
capacidad de los representantes electos para la toma de decisiones políticas se encuentra sujeta al Estado de
derecho y normalmente moderada por una Constitución que la regula en la protección de los derechos,
libertades individuales y colectivas. Puede estar organizada como monarquía parlamentaria. El soberano es
siempre el pueblo, lo que cambia es la jefatura del Estado.
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La subida del nivel histórico – un nivel de vida sin precedentes
“Una absoluta novedad” es como Ortega define al tiempo suyo, en el que ve casi, nos
atrevemos a decir, con espanto, esa intromisión de la masa en su mundo. Comparando este
El autor nos relata que, en el siglo XVIII, se descubren los llamados derechos del
hombre y del ciudadano por los cuales todo individuo humano, por el mero hecho de nacer,
fundamentales. Nos explica que durante todo un periodo, la masa veía estos derechos como
un ideal que realmente no sentía, ni los ejercitaba ni hacía valer. Y que más bien, seguía
sintiéndose a sí misma como en el antiguo régimen. Pero, que con el devenir del tiempo,
grave, sean cualesquiera que sean sus ideas. Es decir, hasta aquellas que están en contra de
las instituciones que defienden esos mismos derechos. A lo que él denomina ideas
reaccionarias. Así, la soberanía del individuo no cualificado, de idea o ideal jurídico que
era, pasa a ser un estado psicológico constitutivo del hombre medio. Lo cual considera un
apetitos y supuestos inconscientes. Esto ocurre, nos dice, cuando algo que fue ideal se hace
volatilizan y desaparecen. Haciendo que lo que antes era considerado como ideal, se
desvanezca.
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El hombre medio, el de la masa, comienza a vivir como antes vivían solo las
minorías. Esto es a lo que el autor llama la subida del nivel histórico. El nivel medio de
vida para la masa pasa a ser el que era solo el de una minoría en un pasado no muy lejano.
creyeron que esta subida de nivel se trataba de una influencia americana. Se decía por
aquella época que América tenía mejor nivel que Europa. Pero en realidad, según lo
analizado por Ortega, esto no era así. De lo que se trataba era de una nivelación de
posibilidades donde Europa salió ganando. América no tuvo nada que ver con este cambio.
Existe una estrecha relación entre la vida y la altura del tiempo en que transcurre.
Ortega no coincide con la idea de Jorge Manrique de que “cualquier tiempo pasado fue
mejor”2, Ni de Horacio3 “Nuestros padres, peores que nuestros abuelos, nos engendraron a
nosotros aún más depravados, y nosotros daremos una progenie todavía más incapaz”
(Odas, libro III, 6.) Para él, esta actitud revela una vida más o menos falta de plenitud.
Aunque haya habido tiempos mejores y peores dependiendo de la época. Nos habla de “la
plenitud de los tiempos” épocas en que se ha creído haber llegado a la completa madurez.
Que la vida humana era lo que desde muchas generaciones se venía anhelando que fuese, lo
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Jorge Manrique (1440-1479) Coplas por la muerte de su padre.
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Quinto Horacio Flaco (65 a. C. – 8 a. C.), fue el principal poeta lírico y satírico en lengua latina
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que tendría ya que ser siempre. Estos vendrían a ser herederos de otros tiempos
preparatorios, sin plenitud, inferiores al propio. Esto fue lo que ocurrió con la Edad Media
del siglo XIX. Que todos los de esa generación se sintieron satisfechos, logrados, en “la
plenitud de los tiempos”, con lo cual sintieron la edad posterior, la de Ortega, como un caer
desde la plenitud, como una decadencia. Y he aquí que esto no fue bueno, pues es como
llegar al final del camino, sin más ideal que seguir, sin más esfuerzo para hacer. Lo
importante, remarca, no es la llegada, sino el camino que se recorre para llegar. Donde aún
quedan ideales por lograr y el incentivo de un camino por recorrer. Se hace aquí una crítica
a la llamada cultura moderna pues su propio nombre refiere a ella como algo definitivo
para lo cual todo el resto es pasado. La fe en la cultura moderna era triste: era saber que el
día siguiente iba a ser, en todo lo esencial, igual al día anterior. Muy contraria a la época en
que vive Ortega, que él describe alegre, con un horizonte siempre abierto a toda
desentiende de todo pasado. Es una época que no se puede considerar decadente, en la que
se siente estar sobre todos los tiempos pasados y por encima de todas las plenitudes
conocidas, sin embargo, no es considerada “plenitud de los tiempos”, pues es como si aún
estuviese viva, palpitanto, con todo por ver y hacer. Con esto Ortega nos muestra su gran
apego y aprecio por la época que le ha tocado vivir. Toda época tiene de su altitud vital, nos
dice, y es por eso que a la suya no se le puede llamar decadente. Pues está toda ella
burbujeando.
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El crecimiento de la vida – el mundo al alcance de la mano
Con todos los cambios experimentados en su época, Ortega siente que el mundo es
más cercano. A lo que, dice, los periódicos y la pantalla han ayudado mucho. Refiriéndose
seguramente como pantalla, a la gran pantalla (cine), ya que en España la primera emisión
es una de las cosas favorables que trajo consigo el triunfo de las masas.
es la idea de que el mundo ha crecido. Que el mundo ya no es tan pequeño como antes se
veía. El crecimiento del mundo no consiste en que sea más grande, sino en darse cuenta de
que está compuesto por muchas más cosas/lugares de los que creíamos. La segunda, se
refiere al poder adquisitivo de las personas de igual condición. Nos narra así que la vida ha
crecido porque, teniendo una fortuna equivalente, se puede adquirir más cosas que las que
se podían adquirir en el siglo anterior. Y este hecho de poder adquirir, lo relaciona con el
vital y se llega a ser sólo una parte mínima de lo que se puede ser: El mundo (la vida
posible) es siempre más que el destino (la vida efectiva). Se cuenta con un ámbito de
posibilidades fabulosamente mayor que nunca. En el orden intelectual, hay más caminos
para descubrir, más problemas, más datos, más ciencias, más puntos de vista. La
potencialidad vital aumenta de manera exorbitante, tanto en el campo de las ciencias, los
deportes o de los placeres. El hombre se siente con mayor potencialidad que nunca y todo
lo pasado le parece afectado de enanismo. Pero hay un grave problema: el hombre se siente
fabulosamente capaz para realizar, pero no sabe qué realizar; domina todas las cosas, pero
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no es dueño de sí mismo; el hombre se pierde en su abundancia. Con lo cual el mundo,
con más medios, más saber y más técnicas que nunca, según Ortega, va a la deriva. Se
empieza entonces a tener conciencia que con tanto avance no se puede saber lo que va a
pasar al día siguiente. Pero el progresista no se preocupa del futuro, por eso no es extraño
proyecto de decisión. En cambio, en los tiempos que corrían, el poder público se halla en
manos de un representante de masas. Así, la masa tiene tal poder, que ha aniquilado toda
posible oposición.
(posibilidades) y decisiones, Ortega nos dice que es lo mismo para la vida colectiva. Es
decisiones, pero esta vez, las decisiones serán tomadas por el hombre dominante. Ya que el
hombre dominante en aquella su época era el hombre masa, el que tiene el poder, entonces
Ortega hace una diferencia con lo que ocurría en la época de la democracia del
sufragio universal: allí, no decidían las masas sino que ellas se adherían a la decisión de la
minoría. Pero en cambio, en su presente el poder público está ejercido por la masa, y nos
describe las características de este tipo de gobierno: solo esquiva los conflictos del
momento acumulando otros, sin resolverlos; vive sin proyecto a largo plazo, sin programa
de vida; no construye nada. El autor se queja de que el poder público cuando lo ejercen
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directamente las masas es omnipotente y efímero. Importante entonces era hacer un
Para comenzar, se ve ese dato estadístico: desde el siglo VI hasta 1800 (en 12 siglos),
Europa no llega a una población de 180 millones de habitantes. Pero, entre 1800 y 1914
(poco más de un siglo) la población ascendió de 180 a 460 millones (más del 250%) 4. Fue
proyectada tal cantidad de hombres en ritmo tan acelerado, que no fue fácil saturarlos de la
cultura tradicional. Esto tuvo consecuencias tanto negativas como positivas: el tipo medio
del hombre europeo de la época poseía un alma más sana y más fuerte que la del siglo
anterior, aunque mucho más simple; en las escuelas no pudo hacerse otra cosa que enseñar
a las masas las técnicas de la vida moderna, pero no se logró educarlas; se les inculcó el
orgullo y el poder de los medios modernos, pero no los del espíritu. Por eso los hombres-
masa no quieren nada con el espíritu. Las nuevas generaciones se disponen a tomar el
mando de un mundo sin huellas antiguas, sin problemas tradicionales y complejos. Sin
pasado.
erigido las grandes muchedumbres. ¿Cómo pudo darse esto? El autor piensa que fueron dos
los factores determinantes: la democracia liberal reinante en aquel tiempo y la técnica que
se desarrollaba a gran velocidad. Así, señala tres axiomas: i) La democracia liberal fundada
en la creación técnica es el tipo superior de vida pública hasta entonces conocido; ii) ese
tipo de vida no será el mejor imaginable, pero el que se pueda imaginar mejor tendrá que
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Dato dado por Ortega, designando a Werner Sombart como autor del dato. Werner Sombart (1863-1941) fue
un economista y sociólogo alemán, considerado el líder de la "joven escuela histórica" y es uno de los
investigadores y pensadores de ciencias sociales más connotados del primer cuarto del siglo XX europeo.
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conservar lo esencial de aquellos principios y iii) todo retorno a formas de vida inferiores
Se aprecia aquí que, por un lado, Ortega acepta que gracias al siglo XIX se dio un
gran salto que dio como resultado un tipo superior de vida pública. Pero, por otro lado,
también admite que generó un tipo de hombre que está desligado de su pasado y es
irresponsable para con el futuro. El autor especula que posiblemente el siglo XIX haya
tenido ciertos vicios radicales, ciertas insuficiencias, ya que fue capaz de generar una casta
de hombres de este tipo. Sobre todo, se centra en el hecho de que estos hombres -hombres
masa rebeldes- ponen en peligro los principios mismos a que debieron la vida. Anota que si
ese tipo humano siguiese dueño de Europa y fuese, definitivamente, quien tomase las
decisiones, bastarían treinta años para que el continente retroceda a la barbarie. Las técnicas
una caída a la verdadera decadencia. De aquí su inmenso interés por averiguar y conocer a
fondo alhombre-masa a quien considera “pura potencia del mayor bien y del mayor mal”.
Con esto deja reflexionando sobre este hombre-masa que irrumpe su mundo para cambiarlo
todo dejando a las minorías absortas con el temor de lo que les depará el futuro.
En este capítulo Ortega nos hace un análisis de cómo es que se ha producido lo que él
llama el hombre-masa.
Estado. En general, hubo más facilidad y seguridad económica además de confort y orden
público que cualquier otra época pasada. Un bienestar brindado por la sociedad y el Estado
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bien organizado. El hombre medio así tuvo una vida más cómoda y holgada, con
facilidades para resolver sus problemas económicos. La vida se presentó al hombre nuevo
exenta de impedimentos y sin barreras sociales de modo que aprende que todos los hombres
son legalmente iguales. Esto fue una gran revelación para aquel hombre, pues era la
primera vez en la historia que se daba esta situación. Para Ortega, los principios que hacen
posible este cambio radical son la democracia liberal y la técnica (la experimentación
científica y el industrialismo). Pero esto no fue una invención del siglo XIX, sino que fue
en este siglo que se llega a implantar. El siglo XIX es pues esencialmente revolucionario,
siquiera una pequeña rebelión, es más bien la implantación de un nuevo orden que
modo, en el que Ortega se siente cómodo, por otro que el autor teme.
Para el vulgo, en todas las épocas pasadas, la vida, era limitación, obligación,
dependencia (en una palabra, era opresión). Ahora, eso se acabó, no solo tiene más, sino
que tiene plena seguridad que mañana será más rico, más perfecto y más amplio, como si
gozase de un espontáneo e inagotable crecimiento. Esto hace que viva confiado, que se
sienta cómodo, que no piense en el valor de lo que la vida le está ofreciendo. Según Ortega,
este hombre vulgar cree que es natural tener todo lo que quiere y espera aún más, sin
plantearse en ningún momento que es gracias a esfuerzos de individuos especiales que todo
eso se hace posible. Se le considera entonces con la psicología de un niño mimado que
expresa libremente sus deseos (yo quiero, yo quiero, yo quiero) y demuestra una radical
ingratitud hacia todo lo que hace posible su cómoda existencia. Pero esto no extraña,
porque desde hacía algunos años, y cada vez más, años el vulgo estuvo siendo mimado por
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el mundo, permitiéndosele todo sin obligarle a nada. A fuerza de que se le había
protegido, evitándosele el choque con otros seres y la presión del entorno, el vulgo, el
hombre-masa, se cree que él es superior a todo y a todos. Como es bien sabido y estudiado
en nuestros tiempos, esa sensación se le hubiese podido quitar con tan solo obligándolo a
que renuncie a algún deseo, exigiéndole a que se contenga de alguna pretensión. Pero no
fue así. Para él no había límites. Mientras que, para todos los hombres de otros tiempos, en
Ortega se queja, pues, de este hombre medio, de este hombre-masa, que sin previo
esfuerzo lo tiene todo. Que como lo recibe todo tan naturalmente, se cree que toda esa
organización material y social de la que disfruta es tan natural como el aire que respira. A
este hombre-masa le preocupa solo su bienestar, pero es insolidario con las causas de este
exigirlas sin dar nada a cambio, sin esfuerzo alguno. Como metáfora se tiene que para
reclamar el pan que les alimenta, suelen destruir las panaderías. Esa es la idea principal que
Ortega nos transmite: el hombre-masa destruye sin contemplaciones aquello que le ha dado
observa que es la primera vez en la historia que se da esta fisionomía: antes el hombre
vivir era sentirse limitado y, por lo mismo, tenía que tomar lo que le limitaba como parte
establecido, sin causa especial, y sin lucha alguna. Por ello, el hombre-masa está satisfecho
tal y como es y da por bueno cuanto halla en sí: opiniones, apetitos, preferencias o gustos.
excelente, (diametralmente opuesto al hombre-masa), que está constituido por una íntima
vida noble. La nobleza entendiéndola como exigencia, por las obligaciones y no por los
derechos. El noble vive en esencial servidumbre, pero no toma esta necesidad de servir
mientras que los derechos del hombre ordinario no responden a ningún esfuerzo y es por
esto que este último no los valora. Respecto a la nobleza, Ortega hace una diferencia entre
un noble originario, es decir, aquel que con su propio esfuerzo se hace noble, y el noble
hereditario, aquel que es noble por herencia. Dice del primero que este noble se obliga a sí
mismo, es exigente porque él es así, es esa su naturaleza y eso es lo que él siente que debe
necesariamente porque lo sienta de esa manera, lo cual en alguna parte de la historia hizo
limitado, incapaz de crear ni conservar la organización misma que da a su vida esa amplitud
ha sido dada. Hace pensar que quizás haya sido esa incapacidad la que llevó nuevamente al
Reflexiones
actualidad. Pues a pesar del tiempo transcurrido nadie puede negar que se vive una crisis de
“muchedumbre”, de donde encontrar sitio – un lleno de la ciudad que nos asfixia, que nos
hace perder nuestra particularidad para perdernos con la masa. Aunque realmente la obra no
se trata de este lleno físico en sí, sino de la usurpación de lugares considerados por el autor
permitidos solo para minorías, lugares de encuentro social reservados a las élites, pero lo
que es más grave para él, la posibilidad de que esta “masa” ocupe un lugar importante en la
vida política, y sin estar preparado, tenga la posibilidad de tomar decisiones importantes.
Ortega transmite aquí un cierto elitismo, pero que salva justamente con la reflexión
conformista, que no tiene capacidad de visión de futuro, sino que se conforma con
solucionar torpemente los problemas del presente. A diferencia de los que considera
individuos de calidad, los hombres nobles, de quienes no tiene en cuenta su posición social
sino más bien sus cualidades como personas: almas disciplinadas, exigentes y
continuamente despiertas para actuar inmediatamente ante las dificultados. Esto hace
pensar que, desde aquellos días, en que Ortega descubre esta realidad, han pasado muchos
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años, pero siguen habiendo hombres-masa y hombres nobles en el ámbito de nuestra
referencia a América del Norte) afirmando que existen ideas que consideran que ella tiene
una influencia sobre Europa, pero que él no comparte. Primero desmiente que Europa haya
subido de nivel de vida gracias a la influencia americana, lo cual, como hemos visto en el
capítulo de la subida del nivel histórico, el autor argumenta y defiende con hechos reales.
Luego, nos dice que es infundada la admiración por el crecimiento de América, ya que,
Europa también tiene un boom de nacimientos que nada tiene que ver con ese continente,
sino más bien por factores internos de la misma Europa. Así Ortega muestra un cierto
que obviamente también han sido dados en Europa. Se detecta aquí un rasgo de rivalidad
entre Europa y América, que quizás en aquella época no era todavía muy claro pero que
Para cerrar esta reflexión, importante señalar el análisis hecho por Ortega de la
desgraciadamente inmerso, pero de la cual rescata también las cosas positivas que traen los
las decisiones más importantes de la vida política sin tener esperanza de que esto pueda
variar. Quizás el tiempo le ha dado la razón en cierta medida y nosotros ahora solo
podemos esperar ser menos hombres-masa y más hombres nobles, sobre todo por los que
vendrán después. Y que sean una mayoría, una gran mayoría de hombres nobles, los que
https://es.wikipedia.org/wiki/Democracia_liberal
http://recursos.cnice.mec.es/media/television/bloque2/pag2.html
Ortega y Gasset, José (1929). La rebelión de las masas. Barcelona, España: Espasa Libros
Rodríguez, J. (2000). Historia de Falange Española de las JONS. Cap 1. Mirando al Duce.