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ESTRUCTURA DE LA CULTURA

Como quiera que se entienda, la cultura es una abstracción del comportamiento


humano y no debe ser confundida con los actos mismos ni con los artefactos
materiales que son resultado de determinados tipos de acciones. Por eso
algunos autores han señalado dos formas en que se presenta la
cultura: una implícita o encubierta y otra explícita o manifiesta. A
la primera corresponden todas aquellas actitudes y formas de pensar que
resultan de la manera como está integrada una cultura, creencias,
configuraciones conceptuales, premisas, impulsos, postulados, etnocentrismo,
inclinaciones, etc. y, por cierto, la naturaleza inconsciente de gran parte del
comportamiento cultural, es decir, todo aquel orden de cosas que no se ve o
que no se objetiva, pero que están articuladas del modo en que nos hacen
participar de la vida mental y emocional de nuestra sociedad, puesto que toda
forma de vida de un grupo es una estructura y no un conjunto fortuito de normas,
creencias, pautas o cosas relacionadas de cualquier manera. A la segunda
forma de cultura corresponden los actos y artefactos que encontramos en toda
cultura: propios, asimilados o prestados. Diríamos nosotros, las formas
objetivadas de una cultura. Siendo una abstracción, la cultura no puede
observarse directamente, lo que se observa son sus manifestaciones tangibles,
objetivas, lo que los hombres hacen, los hábitos y las costumbres, así como
los procedimientos y técnicas que se emplean en la fabricación y uso de los
objetos sobre los que se sustenta nuestra vida material. Como ha dicho Red
Field: "la cultura se manifiesta en los actos y en los artefactos pero no consiste
en los actos ni en los artefactos". Las piedras labradas, la cerámica, las armas,
las construcciones , las obras de arte y otros objetos de épocas pasadas y de
muy variado genero son recogidos por los arqueólogos, que estudian la cultura
material de las antiguas culturas, porque representan resultados de una
determinada forma de vida, de las concepciones y las técnicas , esto es, son
productos finales de modos corrientes de comportamiento sino por las
regularidades y generalidades que puede ofrecer su estudio sobre la manera
como los seres humanos se conducen y comportan en las sociedades en las que
viven. Algunos antropólogos se refieren al conjunto total de objetos fabricados
en una sociedad como la cultura material, no obstante , la denominación resulta
contradictoria si se concibe la cultura como algo exclusivamente psíquico (no
material).Es preferible referirse a los objetos como los elementos materiales de
una cultura y a los actos como formas explicitas de ésta.

RASGOS CULTURALES, PATRONES, VALORES E INSTITUCIONES

La idea tácitamente
admitida que dentro de
cada cultura las maneras
de actuar, las
instituciones o las
creencias están
integradas en mayor o
menor grado y
funcionalmente ligadas
entre sí, constituye otro
de los postulados
básicos de la antropología que permite descubrir las relaciones coherentes que
se establecen entre los diferentes aspectos de la vida social humana. Como dice
Perti Pelto: "Todos los sistemas culturales se forman con una red de ideas y
patrones de conducta mutuamente dependientes; por eso, a cada cambio
ocurrido en estos elementos suele ocurrir otro en el resto del sistema".
En efecto, existen en cada cultura lo que podríamos llamar unidades de
comportamiento que son como los puntos en los que se unen como los puntos
en los que se unen las cuerdas de una red que, de manera general, suelen
llamarse rasgos culturales, a los que se ajustan normalmente las formas de
actuar de los individuos. Un rasgo cultural es la unidad más simple a la que se
puede reducir una cultura, una entidad específica dentro de la cultura pero que
no puede difundirse independientemente ni integrarse o unir se libremente con
otros, como creen algunos autores, sino que, como lo ha explicado Ruth
Benedict, cada cultura selecciona o escoge entre la infinita variedad de
posibilidades de comportamiento un segmento limitado que unas veces se ajusta
a una configuración y otras no, como por ejemplo la manera de saludar, el uso
de determinadas prendas de vestir, o la aversión a determinadas actitudes. A
estas configuraciones Ruth Benedict las llama Patterns of culture, denominación
que había sido empleada por Franz Boas en sus descripciones de las culturas
tribales. Sin embargo, su traducción y su uso son bastante imprecisos, pues se
utilizan indistintamente los términos normas, pautas o modelos, que
evidentemente tienen connotaciones cercanas pero diferentes.
Algunos patrones pueden establecerse a la luz de los conocimientos y la
observación ordinarios , es decir, son explícitos; otros hay que descubrirlos en la
complejidad del comportamiento, en la estructura subyacente de la cultura o en
la forma en la que adoptan determinados actos, entendiendo primero las
principales fuentes intelectuales y emocionales de la sociedad que se estudia,
puesto que el todo en una cultura no es una suma de partes sino el resultado de
un único ordenamiento y de una única interrelación de partes que configuran una
entidad cultural especifica. La identificación de los patrones culturales nos lleva
a comprender que cada cultura está caracterizada por configuraciones
particulares que penetran todos los aspectos de la vida social, tanto en las
instituciones como en las formas de comportamiento individual, y que toda
cultura persigue objetivos propios, pudiendo ser definida- y en cierto modo como
realización determinada- por las corrientes y tendencias ideológicas y afectivas
que se desarrollaron dentro de ella y la impregnan por completo , esto es , por la
intensidad con que se destacan ciertos valores que orientan los patrones y
determinan la configuración de la "red" de la cultura. Veamos pues que se
entiende por valores.

En todas las culturas hay cosas buenas y malas, cosas que deben hacerse y
otras que deben evitarse, actos que deben evitarse, actos que son admirados y
elogiados, premiados y estimulados, otros que son vituperados, castigados y
prohibidos: hay deberes y derechos, en fin, un sinnúmero de formas de
comportamiento que son importantes o intrascendentes; cosas y situaciones que
son buscadas o rehuidas, útiles o perjudiciales, incluso anodinas. Y es a través
del sentido que se confiere a los actos, a las situaciones y a las cosas, que las
sociedades organizan las normas de comportamiento que orientan y le dan
sentido a las actividades de los individuos y de la sociedad. La palabra valor
recibe una significación más precisa y es de uso más común cuando se habla de
valores materiales o económicos, pero implícitamente y aunque no se piense en
ello los actos de todos los hombre están guiados por juicios acerca de lo bueno
y lo "malo" que comportan los miembros del grupo. Entendido en su más amplio
sentido, el valor es una cualidad que atribuimos a las acciones o a las cosas y
consiste en el acuerdo común de los juicios colectivos que sobre ellas emitimos.
El valor no es el acto o la cosa misma, porque hay actitudes que permaneciendo
en sí, sin variaciones, el tiempo los revalora o, el contrario, lo devalúa o cobran
diferente significado según las circunstancias. Aunque en términos generales el
valor es lo deseable, en la vida del grupo los juicios se ordenan en relación a una
escala que va de lo positivo a lo negativo, de lo bueno a lo malo, de lo deseable
a lo indeseable, es decir, en relaciones de oposición binaria. De allí las
sugestivas propuestas del análisis estructuralista para comprender una cultura a
través de estas oposiciones y del substrato metaperceptible que entraña los
valores. A través del valor cada objeto goza de doble existencia, por una parte
es una estructura de cualidades reales que podemos percibir d otra parte
conforma otra estructura que solo se muestra a nuestra capacidad de estimar. A
veces estas dos experiencias la sensible y la estimable, se dan
independientemente la una de la otra; así se manifiesta la relatividad del valor.
Pero en todo caso, las cosas tienen un valor real en tanto son necesarias para
el grupo. Dicho de otro modo, el valor está referido a todo aquello que satisface
las necesidades humanas; los objetos se valoran porque son necesarios, aunque
a veces su valoración sea indirecta por múltiples circunstancias. Los valores
como las necesidades que los originan pueden separarse en dos órdenes:
biológicos (materiales) culturales (sociales). Las necesidades básicas al tornarse
conscientes se convierten en juicios sobre el objeto que las satisface se vuelven,
pues instrumentos de valoración para el organismo que los reclama como
necesarios. Los valores culturales son derivados de la organización y plasmados
por la sociedad. Al ser originados por la circunstancia social no son homogéneos
ni iguales para todos los hombres ni para todas las culturas, si bien todos
necesitan de ellos para la existencia social. En oposición a los valores
fisiológicos, los valores culturales pueden ser falsos y la raíz de su falsedad
estriba en el desfasamiento que por determinadas causas (como puede ser por
la hegemonía de un grupo dominante portador de otra cultura) se ha producido
entre la realidad de las necesidades sociales y la creencia mantenida por otros
patrones o premisas de la cultura.

Esto nos está demostrando como, por encima de todo, el valor está directamente
relacionado con la integridad de la entidad que identificamos como patria. Lo
mismo se puede decir de los demás valores positivos como la justicia, la ética,
la veracidad, el coraje, el trabajo, el altruismo, etc. Todos ellos están cumpliendo
una función altamente beneficiosa para la armonía y cohesión sociales. Se
puede utilizar con validez un criterio antropológico para estimar la
correspondencia de los valores y es la medida en que una cosa, un tipo de
comportamiento o una institución contribuyen a la supervivencia y bienestar del
grupo y se mantienen en función de la armonía y la coherencia sociales. Acerca
de los patrones y valores se puede establecer las siguientes conclusiones
básicas:

1. Cada cultura representa una selección limitada de patrones culturales dentro


del conjunto global de potencialidades humanas, individuales y colectivas. Esto
presupone dos cuestiones fundamentales. a. La conducta social debe ser
predecible, porque los seres humanos que viven en sociedad se influyen
mutuamente y si cada cual actuara por sus múltiples líneas en que discurre la
conducta, todo sería un caos, y b. La interacción social solo es posible dentro de
un orden limitante.
2. El modo como ven y entienden el mundo lo miembros de una sociedad
determinada está configurado por un sistema simbólico que constituye su cultura
y esta solo tienen sentido por la manera como relacionan y orientan sus partes.
La selección de los patrones tiende a hacerse dentro de ciertos postulados(los
valores) básicos de una cultura.

3. Cada cultura ejemplifica un patrón, una estructura o un sistema de valores y


relaciones más o menos completo y coherente. El ethos, es decir, el modo de
vida distintivo de una cultura, no radica en la enumeración o suma de sus rasgos
culturales sino en cómo se interrelacionan.

4. Los patrones y valores culturales, trasladados de una cultura diferente, fuera


del contexto estructurado de otra resultarán no solo absurdos, disfuncionales,
sino incluso insensatos.

5. El sistema de valores no solo confiere estabilidad a una cultura sino que la da


sentido intelectual y emocional a todas las formas de la vida en sociedad.

6. El sistema de valores puede considerarse como un instrumento de regulación


mecánica y proporciona la seguridad de que el comportamiento se realizada de
conformidad con lo que espera la sociedad de cada individuo.

7. El sistema de valores desempeña un importante papel en defensa de la


integridad del grupo social

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