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Reinhold R. Bietz
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San Juan, P.R .—Santo Dom ingo—Tegucigalpa
Derechos reservados
Copyright © 1988
Asociación Publicadora Interamericana
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra
sin el permiso de los editores.
ISBN: 1-57554-151-3
Impresión:
Stilo Impresores Ltda.
Calle 22A No. 23-47/Tel: 2680858
Santa Fe de Bogotá, D.C.
Capítulo 1
8 Jesús, el líder
ningún otro hay salud, porque no hay otro nombre debajo del cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
El profeta Isaías habló de esto siglos antes del nacimiento de Cristo,
diciendo: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el
principado sobre su hombro: y llamaráse su nombre Admirable,
Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6).
El plan de salvación fue diseñado antes del nacimiento de Cristo en
este mundo. Véase El Deseado de todas las gentes, página 121. Cristo
vino al tiempo señalado. El aguardó hasta el momento exacto para
entrar en acción. En cierta ocasión exclamó: “Mi hora aún no ha
llegado”. Cada acto de la vida de Cristo fue el cumplimiento del plan
trazado desde el principio. El blanco de la vida de Cristo quedó
claramente enunciado al decir: “Porque el Hijo del Hombre vino a
buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Todo cuanto
hizo estuvo dedicado al logro de ese noble objetivo. Su vida ejemplar,
su enseñanza, su predicación, su obra de sanidad, su muerte, su
resurrección, todo contribuyó a la salvación de lo que se había perdido.
Aunque Cristo es el Salvador del mundo, no hemos de mirar a él
sólo como nuestro Salvador, pero también como nuestro líder. Vino
no sólo a revelar el plan de salvación a través de la ofrenda de su vida.
Pero el plan de redención tema un propósito todavía más amplio y
profundo que el de salvar al hombre. “Cristo no vino a la tierra sólo
por este motivo; no vino meramente para que los habitantes de este
pequeño mundo acatasen la ley de Dios como debe ser acatada; sino
que vino para vindicar el carácter de Dios ante el universo” (Patriarcas
y profetas, página 55).
Como líderes de la iglesia tenemos el privilegio de vindicar el
carácter de Dios en nuestras relaciones mutuas y con la iglesia. Cristo
seleccionó doce hombres para que le ayudasen a iniciar el programa.
Para esos hombres fue un consejero sabio, un buen líder. Siempre
estuvo listo para ayudarles por precepto y ejemplo. Cuandoquiera que
solicitaron su consejo, estuvo dispuesto a darlo. Muchas veces les
ofreció su consejo aunque ellos no lo habían solicitado, y en ocasiones,
cuando tal consejo no era bienvenido, se frustraron sus sueños y
ambiciones.
Hoy hemos sido comisionados para asistir al mismo líder, Cristo, en
la tarea de alcanzar su blanco de ofrecer la salvación a todo el mundo.
Jesús, nuestro líder 9
poseyó una casa. Nunca tuvo una familia. Nunca asistió a un colegio.
Tampoco se estableció en una gran ciudad. Nunca viajó más allá de
320 kilómetros del lugar donde nació....
Nunca tuvo nada que ver con este mundo, excepto en lo que
concierne al poder natural de la masculinidad. Mientras era joven la
opinión pública se volvió contra él. Sus amigos desertaron y uno de
ellos le negó. Fue entregado en manos de sus enemigos.... Se le
crucificó entre dos ladrones, y mientras agonizaba, sus verdugos
echaron suertes sobre sus vestidos, la única posesión material que tuvo
en esta tierra. Cuando falleció, le bajaron de la cruz y le sepultaron en
una tumba cedida por un amigo compasivo. Diecinueve largos siglos
han pasado, y hoy, El es la figura central de la raza humana y el h'der
indiscutido del progreso.
“Creo estar en lo correcto al afirmar que todos los ejércitos que
alguna vez marcharon y todas las armadas que han sido construidas, al
igual que todos los cuerpos legislativos alguna vez reunidos, y todos los
monarcas que han reinado, puestos todos juntos, no han influido tan
poderosamente en la humanidad como esa vida solitaria”.
¡Qué homenaje tan sentido! Aunque Cristo nunca aspiró al liderato
político, su vida ha ejercido profunda influencia en el escenario político
a través de los siglos. Jamás fue escogido para dirigir una nación, pero
ha influido a los habitantes de toda nación en la tierra.
Cristo sabía muy bien lo que quería cumplir en esta tierra y sus
objetivos fueron establecidos en conformidad. Todo lo que hacía tenía
un propósito. Cada cosa que hizo era importante. Esa es una de las
razones por la cual su influencia permanece hasta hoy. Nos complace
saber que tenemos un líder en Cristo. Un líder cuyo estilo es seguro y
lo podemos imitar. Al mantener nuestros ojos puestos en el cielo,
disfrutaremos de la orientación del Espíritu Santo para modelar
nuestro liderato en la manera de Cristo. La obra del Espíritu Santo
consiste en glorificar los principios del liderato de Cristo en nuestra
vida. Al someternos al Espíritu tendremos la seguridad de que nuestro
liderato puede ser y será como el de Cristo.
Capítulo 2
Jesús, líder de la
iglesia
La iglesia, la comunidad, la institución y la nación entera, todos
necesitan de un liderato sólido. Tanto las naciones como las
instituciones se levantan o caen dependiendo de la clase de liderato
que tienen. A través de la historia contemplamos a las naciones
derrumbarse o prosperar dependiendo en gran medida de la clase de
liderato que han tenido al timón.
Al pensar en la iglesia, nos regocijamos de tener en Cristo un líder
11 ¡uníante. Fue él quien afirmó: “Edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18).
I ’.l apóstol Pablo nos dice en Efesios 2:20 que la iglesia ha sido edificada
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas. Cuán agradecidos
deberíamos estar que la roca sobre la cual descansa el fundamento de
los apóstoles y profetas es la Roca de los Siglos, Cristo mismo. El da a
la iglesia esa fuerza fundamental y eterna.
Fuera de Cristo la iglesia es una estructura inservible. Puede tener
una organización muy vistosa y cuidadosamente elaborada. Puede ser
maravillosa en el tipo de ritos que celebra. Puede estar enriquecida de
muchos bienes. Sin embargo, si no revela y engrandece a Cristo, de tal
manera que todos puedan verle, entonces se convierte en una
vergüenza, un fraude, una blasfemia. El mundo estaría mejor servido
14 Jesús, el líder
sin ella. Fuera de Cristo no hay luz. Sólo tendremos una lámpara sin
bombilla, sin vida y útil solamente como adorno.
Jesús le dijo a Pedro: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi
iglesia”. El nombre Pedro se deriva del griego Petros, una piedra,
generalmente un canto rodado. La palabra roca en el griego es petra,
que significa una gran roca o una masa de sólida roca. Los apóstoles
echaron el fundamento sobre la Roca de los Siglos, Jesucristo. Sobre
esa roca ellos colocaron las piedras que habían labrado de entre el
mundo gentil y judío.
“Para los que creen, Cristo es un fundamento seguro. Sobre esta
piedra viva, pueden edificar igualmente judíos y gentiles. Es bastante
ancho para todos, y bastante fuerte para sostener el peso y la carga de
todo el mundo” (Los hechos de los apóstoles, página 142).
Porque Cristo es la cabeza de la iglesia, ésta ha sobrevivido a través
de los siglos. Ha afrontado muchas dificultades en forma de
persecución interna y externa. En la era apostólica la persecución fue
cruel e inmisericorde. Muchos de los seguidores de Cristo fueron
“apedreados, aserrados, tentados, muertos a cuchillo, anduvieron de
acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres,
angustiados, maltratados” (Hebreos 11:37). Sin embargo siempre
hubo quienes estuvieron dispuestos a ocupar los lugares vacíos que
dejaron los que cayeron. Siguieron adelante edificando el templo del
Señor. Para ellos la iglesia era más cara que su propia vida. Elena de
White escribió: “Esteban fue apedreado; Santiago, muerto por la
espada; Pablo, decapitado; Pedro, crucificado; Juan, desterrado. A
pesar de ello la iglesia crecía. Nuevos obreros tomaban el lugar de los
que caían, y piedra tras piedra se colocaba en el edificio. Así,
lentamente levantaba el templo de la iglesia de Dios” (Los hechos de
los apóstoles, página 477).
La historia de la persecución del siglo primero conmueve el
corazón. Previendo la suerte que correrían los miles que darían su vida
por Cristo a través de los siglos, el revelador exclamó: “... vi debajo del
altar las almas de los que habían sido muertos por la Palabra de Dios
y por el testimonio que tenían. Y clamaban en alta voz diciendo: ¿Hasta
cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre
de los que moran en la tierra?” (Apocalipsis 6:9,10).
Jesús, líder de la iglesia 15
por millones tiene poco valor a menos que Cristo pueda verse en la
vida de quienes distribuyen las Biblias y folletos. “La letra mata, más
el Espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6).
Jesús dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del
infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). Dios edificó su
iglesia porque anhela la salvación de la humanidad. El realizará su obra
¡i través de su iglesia. Ese objetivo será alcanzado.
“De siglo en siglo, a través de las generaciones sucesivas, las
doctrinas puras del cielo se han desarrollado dentro de ella. Por débil
c imperfecta que parezca, la iglesia es el objeto al cual Dios dedica en
un sentido especial su suprema consideración. Es el escenario de su
¡o acia, en el cual se deleita en revelar su poder para transformar los
corazones” (Los hechos de los apóstoles, página 11).
No cabe duda de la victoria. A pesar de toda oposición la promesa
r . que la iglesia finalmente “estará sobre el mar de vidrio, teniendo las
ar | >as de Dios. Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico
drl Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor
I )ios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los
lautos” (Apocalipsis 15:2,3).
¿Por qué podemos confiar en la victoria? Porque el reino de los
i irlos se funda sobre el amor. “Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en
I I cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Capítulo 3
i Jims ¡tocas personas pueden ser tan ciegas como aquel que está
, n ■m u, pero la mayoría de la iglesia es un poder que debe ejercer el
. ont mi sobre los miembros individualmente” (Testimonies, tomo 5,
¡idgiiiii 107).
¡i )ur quieren decir las palabras “lo que ligares en la tierra será
IjptJo e„ los cielos”? Evidentemente la interpretación es que la iglesia
, a i¡i tierra demandará solamente aquello que el cielo demanda y
pioliitni .i únicamente aquello que el cielo prohíbe. Esto resulta muy
, iai,, rn las Escrituras. Hombres y mujeres tienen acceso al reino de
Ion irlos a través del poder redentor del Evangelio. Los miembros de
¡a Igh sia tienen la autoridad para traer ala gente al reino y la autoridad
pai . ilcsl'raternizarlos de la comunión de la iglesia si no están en
ai monta con las enseñanzas del Evangelio.
A la iglesia se le ha dado autoridad legislativa, poder para declarar
ayé , . legal y qué es ilegal, qué es obligatorio, y qué es opcional, pero
n-ailíi (¡lie esté en contra de la Palabra escrita. Para cada acción, la
iuil fila debe contar con el apoyo de un “así dice Jehová . Cristo no sólo
ha >Llegado responsabilidad y autoridad. También pide cuentas. Este
(Mmi i pío aparece en forma destacada en la parábola de los talentos en
Milico 25:14 en adelante:
"Porque el reino de los cielos es como un hombre que partiéndose
(ajo* llamó a sus siervos, y les entregó sus bienes. Y a uno dio cinco
(lientos, al otro dos, y al otro uno; a cada uno conforme a su facultad;
y hirgo partió lejos”. Y el que había recibido cinco talentos fue, granjeó
i nn ritos, e hizo otros cinco talentos. Así mismo el que había recibido
.im., él también ganó otros dos. Mas el que había recibido uno, fue y
llevo en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
y después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, e hizo
f r u t a s con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo
ni ros cinco talentos... y su señor le dijo “Bien, buen siervo y fiel”. El
que había recibido dos talentos hizo otros dos y recibió la misma
fr Imitación. Sin embargo, el que había recibido un talento dijo: “Señor,
o conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y
ir coges donde no esparciste, y tuve miedo, y fui, y escondí tu talento
r ii la tierra, aquí tienes lo que es tuyo”.
“Todo es tuyo, decía el rey David, y lo recibido de tu mano te damos”
11 <Irónicas 29:14). Todas las cosas son de Dios, no sólo por la creación
26 Jesús, el líder
Capítulo 4
Jesús, un líder en la
selección de personal
Una de las funciones más importantes de un líder es la selección de
un personal adecuado que le ayude a alcanzar los objetivos del
movimiento u organización que dirige. Que los objetivos se alcancen o
no, depende en gran medida de la clase de personas que el líder
seleccione.
Jesús, nuestro gran líder, fue cuidadoso en la escogencia de
hombres que habrían de trabajar con él mientras estuviese en la tierra.
Un líder de entre los fariseos o saduceos no habría escogido jamás la
clase de hombres que Jesús escogió. Sus normas de liderato eran bien
diferentes de las de Jesús. El Maestro poseía un conocimiento de la
naturaleza humana que no poseían los dirigentes religiosos de su
época.
Jesús no malgastó su tiempo sometiendo a los discípulos a pruebas
sicológicas, pruebas de aptitud, pruebas de comprensión mecánica, de
habilidades, de conducta o de ajuste emocional. Queda sin respuesta
la pregunta de si Jesús habría usado tales medios de haber existido en
sus días. Hoy gastamos mucho de nuestro tiempo en pruebas, y todavía
no tenemos la información que necesitamos. Antes de escoger a los
doce que formarían el núcleo de la iglesia, Jesús dedicó un buen tiempo
a la oración. “Y aconteció en aquellos días, que fue al monte a orar, y
30 Jesús, el líder
pasó la noche orando a Dios. Y como fue de día, llamó a sus discípulos,
y eligió doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles” (Lucas
6:12,13). Al descender de la montaña, tenía una comprensión clara de
lo que buscaba y de lo que la iglesia necesitaba en materia de personal.
Luego los seleccionó y los ordenó.
Empleamos mucho tiempo sometiendo a prueba a la gente y muy
poco en oración. Antes de seleccionar individuos para posiciones de
liderato en la iglesia, generalmente ocupamos unos pocos minutos,
bajo la presión de una larga agenda, y oramos por la dirección del
Espíritu. Quizás tendríamos mayor éxito si, como nuestro ejemplo,
empleáramos la noche anterior en oración en busca de orientación
divina para la selección del personal.
¿Cómo pudo él escoger a Judas después de emplear la noche en
oración? ¿No conocía acaso el carácter del hombre a quien había
llamado? ¿No estaba acaso consciente que Judas no soportaríamos
peligros del ministerio? Si lo sabía, ¿por qué lo escogió? ¿Cometió
errores Jesús? En El Deseado de todas las gentes, páginas 260-261 se
nos dice que Jesús nunca convocó a Judas para asistir al servicio de
ordenación. Judas vino entre los discípulos y manifestó su deseo de ser
uno de ellos. “Maestro te seguiré dondequiera que fueres”, le dijo.
¿Por qué Jesús no le respondió: “Judas, no creo que este es tu lugar.
Hay ciertas debilidades en tu carácter que te impedirán realizar la
tarea. Te aconsejo que esperes un año y regreses entonces, para
considerar nuevamente tu solicitud?”
Jesús no hablaba de una manera tan directa. Sin embargo, le
respondió: “Las zorras tienen cavernas y las aves del cielo nidos; mas
el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza” (Mateo 8:20).
Los discípulos quedaron favorablemente impresionados por el
porte distinguido de Judas, su discernimiento y sus habilidades
administrativas. Le dieron una recomendación incondicional y se
sorprendieron cuando Jesús recibió fríamente su sugerencia. Ellos
pensaban que la presencia de Judas traería prestigio al grupo. ¿Por
qué no rechazó Jesús la sugerencia de los discípulos? Evidentemente
él tenía sus dudas acerca de Judas. Si hubiese rechazado a Judas, los
otros discípulos que no poseían la comprensión que él poseía, habrían
puesto en tela de juicio su sabiduría como líder. Sin lugar a dudas, el
Salvador pensó que era mucho mejor permitirle aJudas unirse al grupo
Jesús, un líder en la selección de personal 31
dirigentes judíos. Para proclamar las verdades tal como son en Cristo
Jesús se necesitaban hombres y mujeres que, ante todo, creyeran en él,
y estuvieran listos a comunicar su fe y experiencia a otros.
Pablo era un hombre bien educado. Había adquirido la más
refinada preparación académica. Pero al convertirse reconoció que
tenía mucho para aprender. El dijo: “Sé cómo vivir en humildad; y
también cómo vivir en prosperidad. He conocido el secreto de todas
las formas y condiciones de vida, tanto para abundancia como para
hambruna, para la prosperidad y para la necesidad; todo lo puedo en
Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:12,13; versión de Moffat).
A menos que exista la humildad, la labor espiritual se hace a la
ligera. No es más que un ritual que no produce una vida de justificación
ni atrae la respuesta divina.
En segundo lugar, el escogió sus discípulos por sus habilidades.
Aunque no tenían educación formal en las escuelas de su época, eran
hombres de talento. Su ministerio demostró que eran hombres de
considerables habilidades, fuertes, decididos, predicadores
elocuentes, m aestros convincentes y sabios adm inistradores
eclesiásticos.
En otras palabras, no eran simplemente hombres buenos. La causa
de Cristo tenía necesidad de hombres puros y concienzudos; pero al
mismo tiempo requería de hombres dotados de habilidades,
competencia, sabiduría, y capacidades natas. Jesús escogió hombres
de temple, inteligencia, ingenio y comprensión. Aunque eran hombres
de temple, tenían debilidades que era preciso vencer. No eran
perfectos, pero poseían el deseo de aprender y lo suficientemente
humildes para mostrar tal disposición. Peter Ducker, el decano de los
consultores en materias administrativas en los Estados Unidos, nos
dice en su obra Administration, página 307, que “la gente es débil y la
mayoría de nosotros somos desastrosamente débiles. La gente causa
problemas, demanda procedimientos, crea tareas, y envuelve un costo
y una amenaza en potencia. Pero estas no son las razones por las cuales
se la contrata. La razón fundamental es su temple y su capacidad para
ejecutar... El propósito de una organización consiste en hacer que el
potencial de la gente se vuelva productivo y sus debilidades pierdan
significado”. Como líderes debemos notar en forma especial la última
oración: “el propósito de una organización consiste en hacer que el
Jesús, un líder en la selección de personal 33
Capítulo 5
Jesús, un líder de
gran fortaleza
Muchas virtudes conforman la gama de atributos de un buen líder.
Existe, por ejemplo, la fuerza de la habilidad, la virtud de una
personalidad atractiva, de las buenas relaciones públicas. La virtud del
buen juicio y un conocimiento sólido. Hay muchas virtudes, pero la más
sobresaliente es la fuerza del carácter.
Para enfatizar el valor y la importancia de un buen carácter, Jesús
llamó nuestra atención por medio de una parábola al final del sermón
del monte (Mateo 7:24-27). Jesús dijo: “Cualquiera, pues, que me oye
estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente
(podríamos decir un líder prudente), que edificó su casa sobre la peña;
y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y combatieron
aquella casa (el líder); y no cayó, porque estaba fundada sobre la peña.
Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé a
un hombre insensato (un líder insensato), que edificó su casa sobre la
arena. Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, e hicieron
ímpetu en aquella casa (el líder); y cayó (el líder), y fue grande su ruina
(la del líder).
Aquí se nos presentan dos clases de líderes. Uno es prudente, sabio,
el otro insensato. Uno exhibe fortaleza, el otro debilidad. Uno resiste
las tormentas del mar de la vida, mientras que el otro se hunde entre
40 Jesús, el líder
las olas. El uno, sobre un sólido fundamento, Cristo Jesús, afronta los
desafíos de la vida, mientras que el otro, con un fundamento débil,
diferente a Cristo Jesús, se hunde y es destruido.
“El carácter del hombre es como una casa” ha dicho alguien. “Cada
pensamiento es como una viga en la casa de nuestra vida. Cada hábito
como una columna. Toda fantasía como una ventana, ya sea adecuada
o erróneamente colocada”.
Hablando acerca de la formación del carácter, Elena de White
anota: “La armazón debe ser sólida. No puede aceptarse trabajo
descuidado, que no sea digno de confianza, porque arruinaría el
edificio” (Consejos para los maestros, página 61).
Nos dice el apóstol Pablo: “Labranza de Dios sois, edificio de Dios
sois” (1 Corintios 3:9). “Esta figura representa el carácter del hombre,
sobre el cual hemos de trabajar, paso a paso. Cada día el Señor trabaja
en su edificio, cincelada tras cincelada, para perfeccionar la estructura
a fin de que llegue a ser un templo para su gloria... Cada piedra ha de
colocarse en forma perfecta, para que soporte las presiones ejercidas
sobre ella. Una piedra colocada equivocadamente, afectará todo el
edificio” (Testimonies, tomo 8, página 173).
Hace muchos años cuando construimos nuestra casa, consideré
necesario construir una pared de piedra alrededor del patio. Pronto
descubrí que si las piedras no se colocaban cuidadosamente la una
sobre la otra, la pared entera se vendría abajo. Pero colocándolas sobre
el concreto en la debida posición y en el ángulo correcto, permanecían
en su lugar y aún hoy están en su sitio. Creo que esa pared resistirá aún
los embates de un terremoto.
Se atribuye a Howard Beecher el siguiente pensamiento: El carácter
de un hombre es realmente él mismo. Su reputación es la opinión que
otros tienen de él. Aquello que existe dentro de nosotros es el carácter.
Esa es la esencia. Lo que otros piensan de nosotros es sólo una sombra.
Se afirma que si cuidamos nuestro carácter, nuestra reputación se
cuidará a sí misma.
Cuando se presionó a Abraham Lincoln para que hiciera ciertas
concesiones a fin de asegurar su elección como senador de los Estados
Unidos, respondió con una oración que merece un lugar destacado en
la memoria de cada líder: “Mi objetivo no es ser electo, pero
Jesús, un líder de gran fortaleza 41
Capítulo 6
Jesús, “si fuera profeta, conocería quién es la mujer que le toca, que
es pecadora” (Lucas 7:39). Elena de White dice: “Simón había
arrastrado al pecado a la mujer a quien ahora despreciaba. Ella había
sido muy perjudicada por él” (El Deseado de todas las gentes, páginas
519 y 520). Jesús lo sabía y tenía ante sí la oportunidad de
desenmascarar a otro hipócrita. ¿Por qué? Jesús también sabía que,
según la opinión de Simón, él no sabía qué clase de mujer estaba
besando sus pies, y por lo tanto era un farsante y no un verdadero
profeta. Si Jesús lo supiera, razonaba Simón, no habría permitido que
una mujer tal se le acercase. ¡Simón sentía pena por Jesús! ¡Que
caritativo! Sentía compasión por un iluso y pobre hombre que
equivocadamente creía ser un profeta. Jesús, desde luego, conocía
mejor a Simón de lo que él mismo se conocía. Pero en lugar de
descubrirlo le dijo:
—Simón, una cosa tengo que decirte.
—Di, Maestro.
- U n acreedor tenía dos deudores; uno le debía quinientos
denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar,
perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?
Simón respondió:
—Pienso que aquel al cual perdonó más.
Jesús le dijo:
—Rectamente has juzgado (Lucas 7:40-43).
Entonces volviéndose a la mujer, pero hablando aún a Simón,
añadió:
—¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no me diste agua para mis pies;
mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha limpiado con sus
cabellos. No me diste beso, mas ésta, desde que entré, no ha cesado de
besar mis pies. No ungiste mi cabeza con óleo; mas ésta ha ungido mis
pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados son perdonados,
porque amó mucho; mas al que se perdona poco, poco ama
^versículos 44-47).
En términos de una lección de liderato, el ejemplo de Cristo que
hemos citado es poco menos que un milagro. La asociación de Cristo
con la gente tenía como fin salvarles y revelar el carácter de Dios de
tal manera, que fuesen movidos a la emulación, incluyéndote a ti y a
mí.
50 Jesús, el líder
Jesús no sólo fue justo con sus discípulos, pero aún con otros que
no figuraban entre sus inmediatos seguidores. En una ocasión los
discípulos le dijeron: “Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre
echaba fuera los demonios; y se lo prohibimos, porque no nos sigue”.
Jesús les respondió: “No se lo prohibáis; porque ninguno hay que
haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mi. Porque
el que no es contra nosotros, por nosotros es” (Marcos 9:38-40). Los
discípulos creían que le hacían un favor a Jesús al detener a un
competidor. Se sentían celosos de su propio trabajo. Pero bajo la
bondadosa dirección de Jesús “Reconocieron su error y aceptaron la
reprensión de Jesús: ‘No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga
milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mf ” {El Deseado
de todas las gentes, página 405).
La lección es clara. El hecho de que ciertas personas no pertenezcan
a nuestra iglesia no nos autoriza a detener una buena labor que realizan
en el nombre del Señor. Como lo expresó Jesús, quien no es contra
nosotros, por nosotros es.
En otra ocasión Jesús envió unos mensajeros delante de él a una
aldea samaritana para aparejar un recinto. Los aldeanos, sin embargo,
rehusaron atender el pedido de los apóstoles, porque los mismos iban
rumbo a Jerusalén. Cuando les llegó el informe, Santiago y Juan
querían pedir fuego del cielo para que destruyese la aldea. (Lucas
9:51-54). Esa era “su solución final” para el problema de la oposición.
Querían avanzar con rapidez. Jesús, sin embargo los detuvo en sus
intenciones. Les previno diciendo: “Vosotros no sabéis de qué espíritu
sois; porque el Hijo del hombre no ha venido a perder las almas de los
hombres sino a salvarlas” (versículos 55,56).
Una vez más el líder Maestro exhibió su justicia y trato equitativo.
Podía actuar de esa manera porque su preocupación era salvar, no
consumir, a la gente.
Jesús nos dice, no busquen etiquetas; mas bien busquen acciones,
actitudes y espíritu. Cuando alguien demuestre misericordia, fe, e
integridad no acudan a él con su propio prejuicio y antagonismo. “Si
un hermano (o cualquier otro) está en desacuerdo con usted en algún
punto de la verdad, no lo ridiculice, ni lo coloque en una falsa luz, ni
tergiverse sus palabras desviándolas de su interpretación correcta...
Ud. no sabe en realidad qué clase de evidencia él tiene para su fe, y
Jesús, un líder justo e imparcial i
son mejores, otros peores, pero todos pueden ser salvos por la gracia
de Cristo.
El gran líder, Moisés, al hablar a su pueblo dijo: “Y entonces mandé
a vuestros jueces diciendo: Oíd entre vuestros hermanos, y juzgad
justamente entre el hombre y su hermano, y el extranjero. No tengáis
respeto de personas en el juicio; así al pequeño como al grande oiréis.
No tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de D ios”
(Deuteronomio 1:16,17). Y más adelante añadió: “No tuerzas el
derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el
soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los
justos” (Deuteronomio 16:19).
Un hombre grande a la vista de Dios, aún en medio de las
multitudes, preocupaciones, y presiones financieras, conserva su alma
pura, sin mancha, sin la inmundicia de la mundanalidad. Justicia
imparcial, atemperada con la misericordia, debe exhibirse en todos sus
tratos.
Miremos algunos de los resultados de un buen trato hacia otros.
Simón criticó a Jesús por permitirle a María llegar hasta su presencia
y ungir su cuerpo con un perfume muy costoso. A pesar de su actitud
crítica, Jesús le trató amablemente, y Simón llegó a ser un discípulo.
Leemos: “Una denuncia severa hubiera endurecido el corazón de
Simón contra el arrepentimiento, pero una paciente admonición le
convenció de su error... Su orgullo fue humillado, se arrepintió, y el
orgulloso fariseo llegó a ser un humilde y abnegado discípulo” {El
Deseado de todas las gentes, página 521). Simón se sintió
profundamente conmovido por la bondad de Jesús al no censurarlo
públicamente.
Pensemos acerca de María. Por medio del trato justo e imparcial
de Jesús, “ella llegó a ser participante de la naturaleza divina. Aquella
que había caído, y cuya mente había sido habitación de demonios, fue
puesta en estrecho compañerismo y ministerio con el salvador... María
estuvo junto a la cruz y le siguió hasta el sepulcro. María fue la primera
en ir a la tumba después de su resurrección. María fue la primera que
proclamó al salvador resucitado” (El Deseado de todas las gentes,
página 521). “Y hasta donde el evangelio se extendiese, el don de María
exhalaría su fragancia y los corazones serían bendecidos por su acción
espontánea. Se levantarían y caerían los reinos; los nombres de los
Jesús, un líder justo e imparcial 5
Capítulo 7
Jesús, un líder en el
ministerio de la
9 /
reprensión
Todo líder se encuentra, tarde o temprano, frente a circunstancias
en las cuales tiene que dispensar reprobación. El apóstol Pablo
escribió: “Que prediques la palabra, que instes a tiempo y fuera de
tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”
(2 Timoteo 4:2).
Aquellos aspectos de nuestro liderato que traen consigo alegría y
satisfacción son siempre bienvenidos. Pero hay otras facetas de la
adm inistración que no son tan placenteras, especialm ente la
reprensión y la reprobación. La reprensión nunca es popular porque
la misma hace sentir incómodas a las personas. Generalmente hiere.
Después de un sermón a través del cual se ha dado una reprensión, la
gente no se apresura a felicitar al ministro por su mensaje de
reprensión. Por lo general salen del santuario por una puerta lateral.
Pero, no importa las consecuencias, el líder debe ser fiel a su deber.
“Las faltas deben llamarse por su nombre”, anota Elena de White,
“Pecados vergonzosos deben recibir el nombre que les corresponde...
Un testimonio claro y recto deberá existir en la iglesia o la maldición
56 Jesús, el líder
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Capítulo 8
Jesús, un líder de
convicciones
Es imprescindible para un líder cristiano tener convicciones
definidas acerca de la vida y sus objetivos. Este tipo de convicciones
son una rareza en nuestra época. Existe una actitud generalizada en la
mente de muchos de que “todo es relativo”. Decenas se han desviado
de las normas definidas e inamovibles. Existen muchas personas
desubicadas mental y espiritualmente.
Un líder cristiano, si ha de señalar el camino a otros, debe conocer
él mismo el camino. No puede llamar a otros a seguirle, a menos que
él mismo esté seguro que va en la dirección correcta. Walter
Lippmann, el periodista, presenta en uno de sus libros un diálogo
imaginario entre un fundamentalista y un modernista. En su trabajo él
hace que el modernista solicite al fundamentalista que los puntos
relacionados con la salvación se presenten sin em oción ni
acaloramiento. A esa sugerencia el fundamentalista replica:
—Se le ha ocurrido a Ud. pensar que esta solicitud resulta más fácil
para Ud. que para mí?
—¿Por qué razón? —pregunta el modernista.
—Porque para mí —señala el fundamentalista— el eterno plan de
salvación está enjuego. Para Ud. no hay nada en juego, excepto unas
pocas opiniones tentativas, ninguna de las cuales significa nada para
64 Jesús, el líder
afrontado más pruebas que las que puedes soportar. Dios mantendrá
tu fe, y no permitirá que seas probado más allá de tu capacidad, porque
cuando venga la prueba, él proveerá una salida, fortaleciéndote para
afrontarla”.
Capítulo 10
Jesús, un líder
perdonador
Como joven ministro acabado de salir del colegio me asignaron una
iglesia de habla alemana, a fin de resolver un problema que existía entre
dos hermanas miembros de la iglesia. Se habían trabado en pugilatos
verbales por muchos meses. Ambas tenían una lengua aguda y eran
capaces de montar un drama de palabras duras y airadas en el idioma
alemán.
Después de establecerme llamé a la congregación para una reunión.
Mi sermón, pensé para mis adentros, tocaría los corazones; y por ello
me sentía feliz. C uando hice un llam ado de dedicación, la
congregación, incluyendo a las dos hermanas, respondió. Prometieron
perdonarse mutuamente. De hecho, se besaron. Inmediatamente
después del beso de perdón, la una le dijo a la otra: “Te perdono esta
vez, ¡pero que no vuelva a ocurrir!”
¡Qué chasco! Sentí que había perdido mi tiempo. Habían seguido
las formalidades del perdón, pero el resentimiento seguía presente.
Demos un vistazo al Señor Jesucristo, nuestro líder, y a su espíritu
perdonador. El es el ejemplo que debemos imitar. Cristo nunca abrigó
resentimientos. Su relación con los discípulos y con otros nunca se vio
estorbada por sentimientos de animosidad o falta de espíritu
perdonador. El apóstol Pablo, hablando acerca del perdón, se refirió
86 Jesús, el líder
Jesús, un líder
altruista
Cristo, nuestro líder, demostró a través de su vida en la tierra una
actitud desprovista de egoísmo. Decenas de textos podrían citarse para
probarlo. El desinterés era parte de la filosofía de su vida. Una vez dijo:
“Sabéis que los príncipes de los gentiles se enseñorean sobre ellos, y
los que son grandes ejercen sobre ellos potestad. Mas entre vosotros
no será así; sino, el que quisiere entre vosotros hacerse grande, será
vuestro servidor” (Mateo 20:25,26). Y en otra ocasión: “... Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día,
y sígame” (Lucas 9:23). Pablo, hablando del espíritu de Cristo escribió:
“Sean tus actitudes hacia otros nacidas de una vida fundada en Cristo
Jesús. El cual teniendo la naturaleza divina desde el principio, no
usurpó la igualdad con Dios, pero asumió la forma de un siervo,
asemejándose a los hombres, y manifestado en forma humana,
obedientemente se humilló a sí mismo hasta la muerte y muerte de
cruz” (Filipenses 2:5-8, Nueva Biblia inglesa).
Cuando llamó a los discípulos para que le siguieran, ellos estuvieron
dispuestos a abandonar sus aperos de pesca: las redes, sus barcos, sus
cuerdas, el mantenimiento de sus barcos, y todo lo que tenían. Si
estaban asociados con otros pescadores, disolvieron tales sociedades.
Lo dejaron todo y siguieron al Maestro. Pensando en esto, Pedro dijo:
94 Jesús, el líder
Jesús, un líder
conocedor de sus
prioridades
Hay líderes que tienen problemas por ocuparse en mayor medida
de las cosas sin importancia. No han aprendido a definir sus
prioridades. Uno de los mejores medios para economizar el tiempo
del presidente de una junta radica en conocer las prioridades. Muchas
juntas, y he servido en muchas, gastan horas debatiendo asuntos sin
importancia y sólo unos minutos en temas de gran significado. ¿Por
qué? ¡El líder no ha analizado las prioridades! Malgastando el tiempo
en asuntos insignificantes puede cansar tanto a los miembros de una
junta que pueden sentirse como que han dedicado mucho más tiempo
que el que se esperaba de ellos, cuando en realidad han malgastado el
tiempo en material insignificante y sin trascendencia.
Quiero llamar su atención a unas cuantas ocasiones cuando Jesús
llamó la atención a las prioridades. Jesús nunca empleó mucho tiempo
en asuntos intrascendentes. Prestó poca atención a lo insignificante,
p e ro se tom ó su tiem po p a ra aquellas cosas im p o rtan tes,
especialmente cuando se trataba de personas. Para él las personas eran
siempre importantes. Vino para salvar personas.
102 Jesús, el líder
hombre con las cinco yuntas de bueyes estaba tan ansioso de probarlas
que descuidó el servicio para Dios. Esto nos enseña que cuando
tenemos algo nuevo es muy fácil emocionarse tanto que la necesidad
de la adoración a través del culto queda a un lado. Nos gusta el nuevo
automóvil que hemos adquirido y tenemos que probarlo. Compramos
un bote y tenemos que ir al lago el fin de semana, pasando el sábado
junto al lago antes que en la iglesia. ¿Cuáles son nuestras prioridades?
El hombre que se había casado y no podía asistir, nos demuestra que
siempre podemos crear una excusa cuando necesitamos una. “Favor
presentar mis disculpas”, acostumbramos decir cuando no deseamos
ir. Tal vez pensamos que el banquete será aburrido, o que quizás
nuestros propios planes son más alegres y nos darán mayor felicidad.
Sin duda los tres individuos que presentaron sus excusas las
repitieron tan a menudo que a la larga creyeron en ellas.
“Las tres excusas nos describen a una sociedad secularizada que ha
alcanzado el éxito. La granja o terreno puede simbolizar posesiones e
inversiones; los bueyes y el arado, los medios tecnológicos que
poseemos para ganar el sustento; la novia, nuestra comodidad
centrada en lo humano en el mejor de los casos, o nuestro culto al sexo
y al éxito, en el peor de los casos. Añadamos las escuelas, nuestro
sistema educativo desprovisto de reverencia que lo convierte en un
orgullo de la mente, y la lista nos queda completa. Todas estas cosas
son necesarias para una vida plena, pero por sí mismas son
simplemente medios sin un fin, en esencia, idolatría.
“Un hombre no puede vivir sin su finca o granja. Pero la granja no
puede vivir sin Dios. Su voluntad está escrita aun en la tierra. Por esa
razón el hombre debe respetar el contorno de las lomas cuando ara, o
su tierra se deslizará y le dejará hambriento; y es por eso que no debe
talar los bosques sin una reforestación adecuada, o las tormentas de
polvo le aniquilarán. Además si un hombre se encierra dentro de su
granja (o cualquier otra posesión en la cual él se goza), él no es su
dueño, pero esa posesión es su real dueño.
“Sin duda un hombre no puede vivir sin sus bueyes. Necesita su
fuerza para la producción, tal como necesita la electricidad y el
teléfono (o los automóviles y los tractores). Pero tan pronto como él
dice: ‘Esto es mío’ se desata la envidia en otros y surge la contienda, y
él mismo queda entrampado. Adora la vitrina que ha creado y se olvida
Jesús, nn líder conocedor de sus prioridades 107
Jesús, un líder
planificador
En el liderato y en la administración nada reemplaza a una
cuidadosa y sabia planificación. Una buena planificación incluye
objetivos y blancos definidos. Sin ellos, el líder actúa en una especie de
tanteo, y los tanteos terminan en fracasos. Actuar de ese modo, es
actuar como un piloto que vuela sin mapa y sin brújula. Podría sentirse
cómodo por un rato, pero tener que aterrizar en un campo sembrado
cuando debería hacerlo en la pista de un aeropuerto, podría tener
consecuencias desastrosas.
Dwight Morrow, un banquero y diplomático americano, viajaba en
un tren en cierta ocasión, cuando el conductor se acercó para pedirle
su tiquete. El señor Morrow registró en todos sus bolsillos pero no
pudo hallar el tiquete. Se sintió apenado, pero el conductor le dijo: “No
se preocupe, envíelo a la compañía cuando lo encuentre”. El señor
Morrow le respondió: “Muchas gracias, señor. Aprecio su gesto, pero
hay algo que me preocupa y es que no sé hacia dónde voy”. Muchos
han perd id o su tiquete en nuestro m undo contem poráneo.
Desconocen su destino.
Quienes no tienen objetivos espirituales son como “nubes sin lluvia
arrastradas por el viento. Como árboles de follaje pero sin fruto; están
112 Jesús, el líder
y paz infinitas. El árbol de la vida, con sus hojas que imparten sanidad,
y su fruto que da vida, se encuentra un poco más allá. Abraham, Isaac
y Jacob, Noé, Job, y Daniel, los profetas, los apóstoles y los mártires,
la perfección de la sociedad celestial, lo llenan todo. Se ven por doquier
los destellos de belleza de los verdes campos, de las flores que nunca
se marchitan, frutos que nunca caen, coronas que no perecen, arpas
que no desentonan, y todo lo demás que pueda imaginarse o desear el
refinamiento producido por la purificación del pecado, y el estado de
inmortalidad, se ven allí”. (Edición revisada, página 782, en inglés.)
Sea tal nuestro liderato que contribuyamos a la terminación del
programa de Dios, tanto en nuestra propia vida como en el corazón de
aquellos a quienes influimos con nuestro liderato. La nuestra es una
gran responsabilidad.
Capítulo 15
Ese reto sincero presentado por Samuel vale la pena recordarlo aun
antes de llegar al día de la jubilación. Aunque él lo hizo en esa ocasión,
bien podría haberlo formulado desde los días de su áspirantazgo. Estoy
convencido que el pueblo habría respondido de la misma manera. Su
magnífica reputación... sus altas normas morales... su manera
equitativa de tratar al pueblo... por todas estas virtudes él tenía
autoridad que emanaba de la confianza.
El rey Saúl tenía la autoridad de su cargo, autoridad legislativa.
Samuel poseía la autoridad de la confianza por su vida fiel, obediente,
leal y devota. Saúl perdió su autoridad a causa de su envidia, celos,
deslealtad y desobediencia. Samuel mantuvo la autoridad de la
confianza hasta la muerte porque “introducía su religión en todos los
deberes de la vida” {Patriarcasy profetas, página 619); y porque “la vida
de Samuel fue toda de pureza y devoción desinteresada” {Patriarcasy
profetas, página 658).
La prueba del liderato cristiano la encontramos en Testimonios para
los ministros, página 228: “Debemos albergar amor y gratitud, debemos
mirar a Jesús y ser transformados a su imagen. El resultado de esto
será un aumento de la confianza, de la esperanza, de la paciencia y del
valor”. ¿Cuenta usted con la confianza de su familia? ¿De sus hijos?
¿De su esposa? ¿Goza usted de la confianza de sus vecinos? ¿La de
sus hermanos en la fe? El autor de la carta a los Hebreos nos amonesta
así: “No p erd áis pues vuestra confianza, que tiene grande
remuneración de galardón... Porque aún un poquito, y el que ha de
venir vendrá y no tardará” (Hebreos 10:35,37).
Cuando usted haya conquistado la confianza de otros, nadie podrá
arrebatársela. La ha ganado por medio de una vida limpia y recta. No
la dilapide por una conducta desordenada. No la destruya a través de
acciones antiéticas. No la pisotee por falta de integridad.
Recuerde que Dios ha puesto su confianza en nosotros, y la
confianza que la gente deposite en nosotros tendrá una gran
recompensa. Mantenga su mirada en Jesús, “autor y consumador de
nuestra fe” (Hebreos 12:2).