Extraído del libro “Auditory Scene Analysis, The Perceptual Organization of
Sound”, de Albert S. Bregman, MIT Press, 1990, capítulo I.
Diferencias en la ecología de la visión y la audición
“Hay una diferencia crucial en la manera en que los humanos usamos la
energía acústica y la energía lumínica para obtener información sobre el mundo. Ésta tiene que ver con las disimilitudes en la ecología de la luz y del sonido. En nuestra audición, los humanos, contrariamente a nuestros parientes los murciélagos, hacemos uso primordialmente de las propiedades de emitir sonidos que tienen las cosas por sobre sus propiedades de reflexión de sonido. Usamos nuestros ojos para determinar la forma y el tamaño de un auto en la calle por la manera en que su superficie refleja la luz del Sol, pero usamos nuestros oídos para estimar la intensidad de un choque recibiendo la energía emitida cuando este suceso ocurre. La forma (visual) refleja energía, el choque la crea. Para los humanos el sonido sirve como suplemento a la visión proveeyendo información sobre la naturaleza de eventos, definiendo la “energética” de una situación. Hay otra diferencia que está en gran medida relacionada con la primera: los sonidos doblan las esquinas. Los sonidos de baja frecuencia pueden sortear o atravesar un obstáculo mientras las frecuencias mas altas rebotan en él. Esto nos permite contar con un sistema de alerta temprana a distancia. El lector puede verse tentado de objetar que la luz también da vuelta a las esquinas. Si bien no dobla, muy seguido da la vuelta con sus reflejos. En efecto, rebota alrededor de las esquinas, pero nótese la diferencia que este rebote produce en el modo en que podemos usar la luz. Si bien la luz rebotada provee iluminación que nos permite ver la forma de los objetos que están en este lado de la esquina, a menos que haya sido reflejada con un espejo, habrá perdido la información sobre la forma de las cosas con las que rebotó del otro lado de la esquina. El sonido es usado de otra manera. Lo usamos para descubrir las configuraciones temporales y frecuenciales de la fuente, no su forma espacial, y mucha de esta información es retenida aún cuando el sonido rebote o doble alrededor de un vértice. Esta manera de usar el sonido tiene sin embargo el efecto de volver a los eventos acústicos transparentes: no opacan la energía de los objetos que yacen detrás de ellos. El mundo auditivo es como sería el mundo visual si todos los objetos fueran completamente transparentes y brillaran con chispas y destellos de luz propia, y ademas reflejaran la luz de los objetos vecinos. Este sería un mundo muy dificil de manejar para el sistema visual. No es cierto que nuestro sistema auditivo es en algunos aspectos mas primitivo tan sólo porque no brinda información detallada sobre la forma, el tamaño y la textura de los objetos. Es simplemente que ha evolucionado hacia una función distinta y vive en un tipo de mundo distinto. ¿Qué pasa con los ecos? Nunca pensamos en las reverberaciones de la luz porque su velocidad es tan rápida, y las distancias en un escenario habitual son tan cortas, que la luz reflejada llega en sincronía con la señal original. Además, en visión estamos por lo general interesados en los ecos, no en la fuente y ciertamente no en integrar eco y señal original en una sola imagen. La luz rebota, reflejándose en numerosos objetos de nuestro entorno y eventualmente llega a nuestros ojos acarreando la impronta de los objetos que no han sido opacados en su trayecto. Debido a que el sistema cristalino-retina del ojo resguarda esta información conservando el orden espacial, podemos acceder a la información sobre cada forma separadamente. Entonces, en la vision, los ecos son muy útiles para especificar las formas de los objetos porque los rebotes que provienen de diferentes superficies no se mezclan en el camino a nuestros ojos. Todo lo contrario en la audición. Dado que nuestros oídos carecen de lentes que puedan capturar la disposición espacial de los rebotes provenientes de diferentes superficies, estamos usualmente interesados en la fuente del sonido mas que en la forma de los objetos que lo han absorbido o reflejado. Los orígenes espaciales individuales de las partes de un frente de onda reflejado son escasamente preservados en nuestros oídos. Entonces, cuando el sonido rebota en distintas superficies y se mezcla con la señal directa, estos rebotes oscurecen las propiedades originales del sonido. Si bien la reverberación esta formada por copias retardadas del sonido directo y, como tales, contienen la estructura original de éste, la mezcla del sonido original y los ecos crea problemas en el uso efectivo de esta información estructural redundante. Los dos sentidos hacen también un uso distinto de la absorción de energía por el entorno. El hecho de que diferentes objetos absorban la luz de diferentes maneras les da su color y brillo característico, pero esta absorción diferenciada no es tan valiosa para nuestros oídos porque estos no pueden separar las reflexiones de objetos individuales. Escuchamos “dureza” o “suavidad” del recinto donde nos encontramos, lo que se corresponde con la información de color que porta la luz, pero la información acústica es acerca de grandes objetos mientras que la información en la luz puede ser acerca de objetos muy chicos. En resumen podemos observar que las diferencias en cómo usamos la luz y el sonido crean posibilidades y dificultades para los dos sistemas perceptuales y que posiblemente éstos hayan desarrollado métodos especializados para manejarlas….”