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Seminario de Estudios en educación y pedagogía I

Dra. Selen Arango Rodríguez.

Estudios en literacidad: retos y desafíos para la enseñanza


John Bayron Alvarez Montoya.

“El lenguaje es una cosa viviente, que


cobra vida desde el silencio mismo
del habla egocéntrica del niño”.
Vygotsky, L. (1995) Pensamiento y lenguaje.

En la actualidad se están valorando aspectos que ya desde hace siglos se venían discutiendo
por la importancia que tenían para el desarrollo del hombre moderno, el lenguaje, la formación
y la cultura siempre han estado y estarán presentes en cada descubrimiento y avance de la
vida contemporánea. Estos aspectos no se pueden separar porque son inherentes al hombre, a
la sociedad, que incorpora la pedagogía para darles continuidad a través del tiempo y los
espacios habitables por hombres sedientos de desarrollo.

En palabras de Gabriel Flórez Ochoa, (como se citó en Arellano, 2005) “la pedagogía no es
solo otra disciplina sobre el hombre paralela a las demás, sino que es también una especie de
super-saber social que reelabora y reconstruye los sentidos producidos por aquellas bajo la
perspectiva de la formación de los jóvenes dentro de un horizonte histórico cultural
determinado” (p.81). Si se analizan detenidamente las palabras de Florez Ochoa, estas hacen
referencia a los mismos aspectos, el lenguaje y la cultura. Además reconoce el concepto de
formación como el eje fundamental de la reflexión pedagógica, la cual tiene su sustento en
el lenguaje. Antonio Arellano Duque, (2007) afirma al respecto, “que la pedagogía en un
sentido plural se convierte en un lugar y en un valor, para entender el sentido de la enseñanza,
la formación, el aprendizaje y la educación para hacer de las prácticas formativas, prácticas
de creación” (p.87).

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Muchos autores están de acuerdo y le dan al lenguaje valor e importancia en el sentido
creador, pero sin separarlo de la cultura y la formación. Michel de Certeau hace referencia
también a la creación de la sociedad por medio de la escritura y del lenguaje, lo que también
deja ver de forma implícita la formación del hombre por instituciones determinadas, ya
existentes en la época (la escuela). Para De Certeau, (1990) “la escritura es una actividad
concreta que consiste en construir, sobre un espacio propio, la página, un texto que tiene
poder sobre la exterioridad, de la cual previamente, ha quedado aislado” (p.148) lo que
demuestra que la escritura es una actividad en movimiento que avanza y se transforma en
cada contexto y entorno donde es usada.

También en sus propias palabras De Certeau, (1990) “La revolución misma, esta idea
moderna. Representa el modelo escriturario en el ámbito de una sociedad entera que tiene la
ambición de constituirse en página en blanco, con relación al pasado, de escribirse a sí misma
(es decir, de producirse como sistema propio) y de hacer la historia según el modelo de lo
que ella misma fabrica (esto será el “progreso”). Se necesitara solamente que esta ambición
multiplique la operación escrituraria en los campos económicos, administrativos o políticos
para que el proyecto se realice” (p.149).

Esto demuestra una vez más que la escritura y el lenguaje son creadores de las realidades que
nos circundan, que todo se puede producir y transformar por medio de estos, y cada vez nos
muestran nuevos horizontes y nuevas conquistas.

En tiempos anteriores se conocía perfectamente el poder creativo y transformador del


lenguaje y la escritura, que están presentes en el desarrollo de la sociedad y en la red de
cultura que los envuelve, por esta razón De Certeau (1990) expresa “durante tres siglos
aprender a escribir a definido la iniciación por excelencia de una sociedad capitalista y
conquistadora” (p.149)

No menos era la importancia del lenguaje para Condillac quien afirma que sería el mismo
trabajo construir una ciencia y construir un lenguaje, por esta razón se puede visibilizar que
el trabajo escriturario era privilegiado solo a las clases altas, ya que representa el dominio y
el poder sobre la sociedad iletrada. Se puede observar entonces que la escritura en las
diferentes épocas ha sido un gran principio de jerarquización social y cultural. “La escritura
funciona como la ley de una educación organizada por la clase dominante que puede hacer

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del lenguaje (retórico o matemático) su herramienta de producción”. Dice De Certeau,
(1990:152) este postulado reafirma los de Pablo Pineau (1999:306) cuando dice que “la
escuela se convirtió en un innegable símbolo de los tiempos, en una metáfora del progreso,
en una de las mayores construcciones de la modernidad. A partir de entonces, todos los
hechos sociales fueron explicados como sus triunfos o fracasos”.

En este sentido se han hecho análisis en los que se ha mostrado preocupación por explicar
este fenómeno, en los cuales consideran a la escuela como el resultado lógico del desarrollo
educativo, evolutivo y lineal de la humanidad. Michel De Certeau plantea que la escritura
genera, crea y transforma, las culturas y las sociedades, afirmación que sustenta Marshall
McLuhan (como se citó en Pineau, 1999) cuando dice “la escuela es un epifenómeno de la
escritura, pero también es algo más. La escuela es un dispositivo de generación de
ciudadanos, pero no solo es eso, la escuela es a la vez una conquista social y un aparato de
inculcación ideológica de las clases dominantes que implicó tanto la dependencia como la
alfabetización masiva.” En este sentido es importante retomar las palabras de Pablo Pineau
(1999) cuando expresa “durante el periodo de hegemonía educativa escolar se alzaron nuevos
modelos sociales, se erigieron nuevos sistemas políticos y económicos, se impusieron nuevas
jerarquías culturales, y todas estas modificaciones terminaron optando por la escuela como
forma educativa privilegiada” (p.307). Nuevamente vuelve y aparece el concepto creador de
la escritura como lo postula De Certeau.

El análisis de estos dos postulados de escritores diferentes, permite concluir que conocen
perfectamente el poder creador y transformador del lenguaje y la escritura y como éste se ha
utilizado para la construcción de la sociedad que se desea en cada momento histórico. En
Leer una cacería furtiva Michel De Certeau destaca que el lector toma del texto lo que él
necesita en el momento que lee, pero el mismo autor en apartados anteriores del texto expone
claramente la idea que “hoy el texto es la sociedad misma”.

Según Emilia Ferreiro (2000) “hubo una época, hace varios siglos en que escribir y leer eran
actividades profesionales. Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio, y a este oficio
se dedicaban el resto de sus días” en esa época no había fracaso escolar. Para la autora todos
los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una
profesión sino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía.

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Por supuesto muchas cosas pasaron entre una época y otra, muchas revoluciones fueron
necesarias en Europa para constituir las nociones de pueblo soberano y democracia
representativa. Los lectores se multiplicaron, los textos escritos se diversificaron, aparecieron
nuevos modos de leer y nuevos modos de escribir. Los verbos “leer” y “escribir” habían
dejado de tener una definición inmutable: no designaban y no designan hoy día, actividades
homogéneas. Leer y escribir son construcciones sociales. Cada época y cada circunstancia
histórica da nuevos sentidos a esos verbos”. Postulado que reafirma el aspecto creador, y
transformador de la escritura y el lenguaje.

En la literatura propuesta para los seminarios, Estudios en educación y pedagogía I,


Específico I: formación, lenguaje y cultura, encontramos grandes similitudes en posturas y
conceptos con los autores citados anteriormente. Es claro que estamos a las puertas de la
modernidad, y por tanto, la escuela debe acercarse a esa definición, es decir, debe avanzar en
sus procesos de educación, de lectura, de escritura, de lenguaje, pero más importante aún en
sus procesos de formación. Todo evoluciona con las dinámicas de desarrollo de las
sociedades, y por esto, la escuela debe seguir ese ritmo, para no quedarse rezagada.

Entonces ¿cuál es el concepto de educación en la actualidad? Según Carlos Ernesto Noguera,


(2010) “el concepto de educación es relativamente reciente en el lenguaje del saber
pedagógico. Tuvo su emergencia a fines del siglo XVII y su delimitación aconteció en los
siglos XVII y XIX”. Para Compayré (como se citó en Noguera, 2010) “solo después del siglo
XVII el termino education ingreso en el lenguaje corriente para designar el arte de erigir
(elevar, mejorar, perfeccionar) a los hombres. Pues los animales se adiestran y las plantas se
cultivan: solo el hombre es susceptible de educación, porque sólo él es apto de gobernarse a
sí mismo para devenir una persona moral”

La educación en este sentido debe ir más allá de instruir, de adiestrar, de aprender formulas,
que nada tienen que ver con el desarrollo humano del sujeto, es por esta razón, que en la
actualidad cada vez toma más fuerza el hecho que en las escuelas el objetivo no debe ser
tanto el enseñar, sino más bien, que el rol del maestro debe ser de orientar, de inspirar el
gusto por las ciencias, por el conocimiento y por la formación. Retomando las palabras de
Compayré (como se citó en Noguera, 2010) “la educación es el conjunto de los actos
reflexivos por medio de los cuales se ayuda a la naturaleza en el desarrollo de las facultades

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físicas, intelectuales y morales del hombre, para buscar su perfección, su felicidad y la
realización de su destino social” (p.18). Si se entiende la educación de esta forma, se debe
evaluar a fondo el sistema educativo implementado en el país, pues este, no responde a las
necesidades de los sujetos y de los contextos en los que se desarrolla. En las escuelas la
educación es un acto mecánico y la práctica pedagógica es un acto repetitivo, las instituciones
se han convertido en espacios de entrenamiento, para que los estudiantes mecanicen formas
y estrategias para responder pruebas estandarizadas para todo el país, que desconocen las
particularidades de los contextos y de los sujetos que los habitan.

Al respecto, en palabras de Arellano, A. (2005)

“En todo acontecimiento nos pasan cosas, llegamos a sentir que algo nos transforma.
El acontecimiento nos subjetiva, pues nos hace conscientes y atentos como seres
afectados por lo que nos pasa. Pensar la educación como acontecimiento requiere
términos y descripciones que le sean apropiadas. En educación necesitamos
términos y descripciones sensibles capaces de dar cuenta de lo que nos pasa cuando
aprendemos como experiencia existencial. Una descripción sensible es una
cartografía del devenir por la transformación” (p.64).

Este aspecto muestra que no es posible transmitir a ningún sujeto el acontecimiento de la


propia experiencia, pero tampoco se puede negar que el mundo adulto, tanto padres como
educadores hacen experiencia y la transmiten a la generación más joven (hijos, estudiantes)
unos apoyados en su biografía, los otros que portan un saber más o menos especializado
dentro de la comunidad y del contexto en que desarrollan sus prácticas. No obstante los
adultos pueden activar plenamente en el otro (hijos, estudiantes), un alto grado de atención
sobre su existencia referido a su propio desarrollo y formación. Arellano, (2005) “Se puede
plantear, así, la relación entre educación y creación por que en todo acontecimiento asistimos
en primera persona a una experiencia original de creación” (p.64).

Estos postulados dan cuenta que la educación, las escuelas, las instituciones, las prácticas
pedagógicas, no son entidades estáticas y que evolucionan con el paso del tiempo, y por tanto
deben ser generadoras de nuevas experiencias que le permitan al sujeto avanzar en su
formación.

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El mismo Antonio Arellano (2005) nos dice, “No es posible transmitir a otro el
acontecimiento de la propia experiencia, sino solamente su huella, apenas un murmullo. No
obstante podemos activar plenamente en el otro un grado máximo de atención existencial
referido a su propio desarrollo y formación; eso es hacer pedagogía”. (pp. 51-52). En la época
actual, en el siglo XXI, y desde el reconocimiento de una crisis global, surgen nuevas
exigencias para la educación y la enseñanza, principalmente en las formas escolarizadas, que
permiten reflexionar la complejidad y mirar otras posibilidades menos generalizadas, pero
más cercanas a otros encuentros y reflexiones, es decir, a una intersubjetividad que pueda
estar enriquecida por el dialogo. Así se estaría potenciando la formación en los estudiantes,
la escuela estaría cumpliendo su función y el maestro estaría haciendo pedagogía.

En este campo sostiene Flórez, (como se citó en Arellano, 2005) “que la enseñanza es acción
guiada por la pedagogía, la cual se mueve en la tensión entre el alumno, el entorno/modo de
la vida y el micro currículo diseñado para determinados alumnos y entornos; así la enseñanza
se transforma en el campo abierto de experiencias para las pedagogías”. (p. 82). El reto de
las escuelas es que deben crear currículos, que permitan la inclusión de todos y que den
reconocimiento a la pluralidad.

En mundo actual se hace necesario que los docentes reinterpreten los contextos en que están
desarrollando su acción pedagógica. Concibiendo esta acción no como la trasmisión de
conocimientos, sino como la capacidad y más aún la posibilidad de activar en el otro
(alumno) la posibilidad de iniciar su propio desarrollo, adquirir nuevos aprendizajes que le
permitan desenvolverse plenamente en el contexto, entendiendo que él es el autor principal
en su transformación.

En estos momentos de crisis se hace mucho más visible la necesidad de una intervención de
la escuela en la transformación de las sociedades, que propenda por el bienestar de la
comunidad, entendiendo y haciendo consciente a los individuos de la relación entre
educación y creación. Además ahora más que nunca se hace necesario el reconocimiento de
la pluralidad y de la intersubjetividad inherentes al ser humano y el mejor escenario puede
ser la escuela.

Un aspecto muy importante a tener presente en la actualidad, según lo menciona Florez, R.


y Vivas, M. (2007) es que “la formación de los alumnos debe convertirse en el principio y

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fin de la acción pedagógica, en tanto que la formación humana es la misión de toda
intencionalidad verdaderamente educativa.” Además “los aportes de los grandes pedagogos
al respecto y a la luz de los contextos actuales que demandan unos nuevos modos de entender
la enseñanza” (p.165). Como la acción pedagógica es guiada/mediada por el maestro, este
debe “entender la formación como el desarrollo del potencial humano, exige concebir a la
enseñanza como un proceso que posibilita a los educandos el desarrollo de sus múltiples
inteligencias y demarca otros roles al maestro”. (p.167).

En este mundo cada vez más globalizado el accionar del maestro debe estar siempre sujeto a
cambios y modificaciones permanentes, es decir, que debe interpretar y reinterpretar
constantemente su pasado y su presente, así como sus deseos y aspiraciones, referente a la
formación de sus estudiantes, teniendo presente que este es un proceso siempre inacabado
dentro de un contexto y un momento histórico que le ha tocado vivir a sus educandos, y del
futuro que anhelan y desconocen, pero que desarrollaran habilidades y aprendizajes para
afrontarlo de la mejor manera, pero al interior de la escuela y de las aulas no existe el
entusiasmo, para desarrollar procesos de lectura y escritura que permitan modificar y crear
contextos más favorables a la formación.

Además la función que están cumpliendo las escuelas es la de estandarizar sujetos para una
sociedad que no está pensada, para el desarrollo integral de niños y jóvenes con
individualidades y particularidades que los hacen únicos. La verdadera revolución educativa
se gesta en las aulas, pero es necesario contar con maestros comprometidos con la formación
de sujetos críticos y reflexivos, capaces de interactuar en el entorno, de mejorar las
comunidades en compañía de sus semejantes dentro del contexto.

En este sentido Cáceres et al. (2014). Expresan que “Los lectores y escritores en Colombia
cada vez son menos, la tecnología y la inmediatez unida a los intereses generados por los
estudiantes, no permiten establecer procesos críticos que conciban resultados que puedan
ayudar a favorecer estas falencias” (p.180). En este punto es donde se hace importante la
intervención del maestro, para utilizar las herramientas y las estrategias necesarias para
generar la motivación, entendiendo que una crisis puede ser una oportunidad para avanzar
frente al logro de estos procedimientos en los contextos escolares.

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Para la propuesta de intervención en el aula se pretende conjugar los conceptos trabajados en
los seminarios, que permitan entender los desafíos de la pedagogía y la enseñanza frente a
los nuevos alfabetismos al interior de las aulas del grado tercero, para el desarrollo de una
competencia de interpretación textual dentro de un contexto específico, marcado por las
tendencias tecnológicas y los alcances de estas en el desarrollo del sujeto social. “Estudios
en literacidad: retos y desafíos para la enseñanza” nace de la observación por el interés
que muestran los estudiantes por los medios tecnológicos, entonces se puede aprovechar esta
inclinación, para desarrollar en ellos competencias de lectura, escritura, lenguaje y de
interpretación textual, mediante el uso de las TIC, como mediadoras dentro del proceso.

Basado en Cáceres et al. (2014) “Teniendo en cuenta la importancia que exhiben las TIC en
la actualidad frente a estos procedimientos, no con fin el de dar soluciones, sino con la
intensión de generar inquietudes a todos aquellos que piensan que la lectura y la escritura
más que una obligación, es un gusto que se ha perdido con el pasar de los años” (p.180). La
propuesta busca recuperar el gusto por la lectura y la escritura que le permitan al estudiante
desarrollar procesos de comprensión textual, en un mundo con gran avance tecnológico y
que cada vez está más cerca y a su alcance.

No se puede negar que como lo dice Cáceres et al. (2014) “La lengua escrita está presente en
la interacción del ser humano con sus pares y los elementos que lo rodean. Su uso se da de
forma natural y va creciendo por las prácticas individuales y sociales en los diferentes
contextos del hombre. Desde el ejercicio pedagógico se ha buscado proveer a los estudiantes
las herramientas necesarias para dominar el acto de escribir, respondiendo a las
características sociales que se transforman con el paso del tiempo”. (p. 186). En el mundo
moderno las tecnologías están presentes en cada acto de la vida cotidiana, se han vuelto parte
indispensable en la dinámica de desarrollo social y personal, he aquí otro punto importante
para integrar el aspecto tecnológico en el desarrollo de procesos lectores y escriturales, en las
aulas, además que le permiten al estudiante una formación para desempeñarse en su entorno.
Además “se hace necesario incluir en el proceso de enseñanza de la escritura el contexto y
las experiencias de los estudiantes, de tal manera que este aprendizaje sea significativo para
cada uno de ellos” Cáceres et al. (2014:187)

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Para concluir, se hace necesario retomar a Cáceres et al. (2014) “Las TIC, desde su llegada
al mundo, comenzaron a especular sobre los posibles impactos que esta podría tener en la
educación y en el desarrollo de un país, abriendo puertas al conocimiento de nuevas
generaciones, logrando cambios significativos en la sociedad forjando una rebelión en la
educación” (p.187). Además “No se puede negar que con la llegada de internet concluyó un
cambio en la manera de leer y de escribir, puesto que la información que producía la misma
permitía un acceso al conocimiento de una manera sencilla y organizada para los usuarios
optimizando tiempo y recursos”. (p.188). Hoy es una realidad y los maestros deben aceptarla
y evolucionar, para poder seguir siendo mediadores de conocimiento y haciendo pedagogía.
El maestro no puede desconocer que si la lectura y la escritura en su forma tradicional hoy
en día están perdiendo valor, entonces quien no domina los medios electrónicos y
tecnológicos, no es competente en la sociedad actual y esto también aplica para él.

Hoy se debe reconocer que no solo en el aula, ni en las escuelas se desarrollan los procesos
escritores, sino que las experiencias presentes en el entorno se deben convertir en
posibilitadoras de escribir. “En la actualidad los maestros tenemos la misión de ser los
garantes en el proceso lector de nuestros estudiantes, generando estímulos que potencialicen
el aprecio por este acto netamente humano. La integración del contexto y de las tecnologías
en este proceso, es un desafío para la escuela en un mundo cada vez más globalizado” Cáceres
et al. (2014:187)

Dentro de los desafíos que enfrenta la escuela en la modernidad, nos encontramos


explícitamente con desarrollo de la autonomía en el aprendizaje y este a su vez se convierte
en uno de los retos a los que se enfrenta la sociedad contemporánea, que reclama cada vez
mejores logros académicos y a la vez satisfacer las demandas de la sociedad del siglo XXI,
en un mundo cada vez más globalizante, que se presenta en diferentes contextos o entornos
de aprendizaje. Hoy hablamos de entornos de aprendizajes abiertos y flexibles, en
contraposición con un aprendizaje dirigido, en entornos para aprender.

Esto ratifica la posición tratada en este ensayo sobre la importancia del lenguaje en la
transformación de los sujetos sociales al interior de la escuela, leer y escribir no son actos
mecánicos, tanto que el lenguaje es el medio a través del cual se construye el conocimiento.
Por tanto el docente debe poseer un discurso y un lenguaje altamente trasformador, para el

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mejoramiento de la sociedad, para ayudar a alcanzar un mejor desarrollo humano de los
sujetos que la conforman y aportar al mejoramiento de la calidad de la educación.

Referencias

Arellano, A. (2005) La educación en tiempos difíciles e inciertos. Repensar la


educación desde la actualidad. Anthropos Editorial, (P.64) Bogotá: Convenio Andrés Bello

Arellano, A. (2007) Culturas juveniles y pedagogía en tiempos inciertos. Revista


Colombiana de educación, núm. 52, Enero-Junio, 2007, pp. 74,89. Universidad Pedagógica
Nacional. Bogotá, Colombia.

Cáceres, H, Firacative O., Muzuru, J., Cortes, W., Ramírez, K., Morales, J., y Copete, J.
(2014:80). Devenir histórico de enseñanza de la lectura y la escritura en Colombia.
Itinerario educativo, XXXVIII (63), 179-194

Noguera, E. (2010:11) La constitución de las Culturas Pedagógicas Modernas. Pedagogía y


saberes. N° 33. Universidad Pedagógica Nacional, Facultad de educación, 2010 pp. 9-25.

De Certeau, M. (1990) La invención de lo cotidiano. Instituto tecnológico y de estudios


superiores de accidente, AC. Universidad iberoamericana. (pp.148, 149)

Ferreiro, E. (2000) Leer y escribir en un mundo cambiante. Conferencia 26 Congreso de la


unión de editores. CINVESTAV- México

Arellano, A. (2005) Repensar la educación desde la actualidad. La educación en tiempos


débiles e inciertos. (pp. 81, 82) Bogotá: convenio Andrés Bello.

Flórez, R. y Vivas, M. (2007:165,167) La formación como principio y fin de la acción


pedagógica. Revista educación y pedagogía. Vol. XIX, núm. 47, Enero – Abril.

Pineau, P. (1999) ¿Por qué triunfo la escuela? O la modernidad dijo: “esto es educación”, y
la escuela respondió: “yo me ocupo”. Revista de Estudios del Curriculum. (pp. 306, 307)
(Versión española del Journal of curriculum Studies). N°4, Madrid, pomares-corredor,
1999

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Vygotsky, L. (1995) Pensamiento y lenguaje. Barcelona: Paidós.

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