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INDICE:
I. INTRODUCCIÓN
II. CUERPO
1. CAPÍTULO I: “LA RIQUEZA ÉTICA DE LAS PROFESIONES”
1.1. ¿QUÉ SIGNIFICA SER UN PROFESIONAL EXCELENTE?
1.2. LA ÉTICA PERSONAL EN LA PROFESIÓN
Les daremos a conocer algunos aspectos importantes que les servirá de guía para
emprender por el habito profesional de la ética.
II. CUERPO:
1. CAPÍTULO I: “LA RIQUEZS ÉTICA DE LAS PROFESIONES”
La ética del ejercicio profesional tiene una larga historia, puesto que las
profesiones mismas la tienen, y desde sus inicios se han caracterizado por
atender a los aspectos éticos de un modo especial. En esa historia se han
producido grandes cambios en cuanto al modo de entender lo que es una
profesión y lo que ha de ser el correcto ejercicio profesional desde el punto de
vista ético. Esos cambios han conducido en nuestros días a un cierto descrédito
y en torno a la noción misma de profesión y de ética profesional.
Antes de hablar sobre la ética en las profesiones se tiene que tener claro el
concepto de una profesión por ello Freidson (2001) citado en Martínez & Mauricio
(2010) nos brinda una conceptualización acerca de esto en su libro
“Professionalism. The Third Logic” diciendo que una profesión es “Una actividad
humana social mediante la cual se presta un servicio específico a la sociedad, y
se presta de forma institucionalizada, de modo que los respectivos profesionales
reclaman el derecho de prestar su servicio en exclusiva, en virtud de que se trata
de un ámbito que tiene cierta complejidad, en el que se precisa un saber experto
porque las decisiones que se tomen van a comportar determinados riesgos y han
de ser tomadas con conocimiento y precaución. Por ello, los profesionales se
organizan y se comprometen a preservar y actualizar dicho saber experto y a
ponerlo al servicio del bien común” pero, a su vez, también es contemplada en
parte como una vocación, y por eso se espera del profesional que se entregue a
ella y se sacrifique cuanto sea necesario para cumplir bien la tarea que le está
encomendada. Este «sacrificio» ligado a la vocación se puede manifestar en
detalles como estar dispuesto a ayudar profesionalmente en casos de
emergencia, dedicar parte del tiempo libre a ponerse al día en los últimos
adelantos de la profesión, mantener la confidencialidad en la relación con los
usuarios, aunque ello pueda acarrear molestias y sufrimientos, etc. Los
profesionales ejercen la profesión de forma estable y obtienen a través de ella
su medio de vida. Viven de su profesión y dedican la mayor parte de su tiempo
a ejercerla.
Una ética de las profesiones que pretenda estar a la altura de la conciencia moral
alcanzada por nuestra época ha de ser un discurso coherente y capaz de orientar
la acción de las personas interesadas en ser buenos profesionales en el sentido
completo de la palabra, esto es, profesionales técnicamente capaces y
moralmente íntegros en el desempeño de su labor profesional en cualquier
contexto en el que se encuentre, es decir, a pesar de encontrarse en uno
corrupto, el buen profesional actuará de forma íntegra y moral. Por ello para ir
construyendo una buena ética profesional es necesario hacer una revisión crítica
de toda la profesión, en la que deben participar, además de los propios
profesionales, los demás afectados por el ejercicio profesional (usuarios,
beneficiarios, comunidades locales, autoridades, otras profesiones, etc.); por
ello, cualquier código ético concreto al que lleguemos en este proceso será
necesariamente un documento revisable a través del debate público llevado a
cabo en diversas instancias, como los comités éticos y la opinión pública. La
ética de las profesiones, en síntesis, pretende orientar la acción de los
profesionales para que se mantengan «altos de moral», y no «desmoralizados».
De ahí que el verdadero carácter profesional se oponga frontalmente a ese ethos
burocrático que se conforma con cubrir los mínimos legales o contractuales. La
burocratización de las profesiones, y el corporativismo que a menudo
manifiestan los profesionales, están minando la confianza que la sociedad
deposita en estas instituciones. Por ello es necesario revitalizar la ética de las
profesiones recordando a los profesionales que su compromiso principal no ha
de ser el de mantener su poder y su estatus social a toda costa, sino el de prestar
un servicio de calidad a las personas concretas del modo más excelente posible.
Y esta revitalización puede venir, como veremos a continuación, reformulando la
noción de profesión como síntesis de compromiso personal y compromiso
ciudadano.
¿Para qué sirve realmente la ética? es la última obra de la filósofa Adela Cortina,
galardonada con el Premio Nacional de Ensayo 2014. Se trata de un trabajo en
el que la reflexiona desde una perspectiva moral, sobre las acciones y las
dinámicas que nos han llevado a la situación de crisis y desafección ciudadana
actual. Al mismo tiempo que efectúa una cruzada por la recuperación de valores
morales como la justicia y la igualdad, tan básicos para construir ciudadanos/as
decentes, como instituciones justas y fiables. Al fin y al cabo, ambos son
componentes centrales de las sociedades democráticas, en la que distintos
proyectos de vida puedan convivir, a la vez que se tiene en cuenta a los más
vulnerables.
2.1. ABARATAR COSTES Y CREAR RIQUEZA
La obra da comienzo con el capítulo Abaratar costes y crear riqueza,
partiendo de las condiciones económicas, políticas y sociales actuales,
caracterizadas por la crisis económica y una desconfianza generalizada
de la ciudadanía en los actores políticos, la autora pone de relieve que
ahora más que nunca la ética es rentable. En el marco social, el
establecimiento de compromisos y la confianza se convierten en el eje
central de las relaciones, cuando ambos valores son vapuleados, se
generan sociedades con grandes sufrimientos. Cultivar la confianza
como uno de los recursos morales más importantes de nuestras
comunidades, permitiría según Cortina, “que nuestro mundo sea más
económico en dolor evitable y también en dinero” (p.14). Un principio
importante para cumplir con esta tarea es reconocer que no todo es
justificable, y los “vacíos éticos” (p.23) que han servido para que prolifere
la corrupción en diferentes ámbitos profesionales, no se pueden seguir
incentivando. Por tanto, se debe dejar atrás la idea de que “la economía
sigue su curso sin que le perjudiquen la codicia o la insolidaridad” (p.19),
y reivindicar el carácter moral de las instituciones económicas y políticas,
porque solamente así dichas entidades reconocerán la responsabilidad
social de sus acciones y decisiones. Y es que, personas, organizaciones
y gobiernos, pueden estar altos o bajos de moral, como señalaba Ortega
y Gasset (p.19), actividades como la inversión de fondos en la industria
bélica, resultan un claro ejemplo de esto. Consecuentemente, estar altos
de moral, debería ser el objetivo central de cualquier persona e institución
social que se precie.
Según los principios de la ética, todo ser humano es autónomo, o sea, tiene
derecho a auto determinarse. Nadie puede inferir este derecho sin faltar a la ética;
otro principio es el bien social, toda sociedad tiene un fin alrededor del cual los
individuos se agrupan. Los actos del ser humano deben ser respetados por la
sociedad hasta que hagan daño al bien común. Por eso la ética es ciencia social e
individual, ya que rige actos humanos que en su origen son individuales y tiene
muchas veces consecuencias sociales. Hay tres tipos de relación entre ética y ley
civil:
Ambas coinciden: porque buscan igual fin y propósito, pretenden normalizar las
acciones del ser humano para su bien y el de la sociedad.
Contraposición: en el individuo surge un conflicto, por un lado, tiene el precepto
interior de la ética y por otro el mandato exterior de la ley civil. Lo recomendable
es que el individuo obre por su criterio, o sea, sus normas éticas.
A veces la ética supera a la ley civil: esto pasa cuando acaramos un imperativo
que es dado por la ley civil; estamos acostumbrados a pensar en términos de
la legalidad y olvidamos que la ética da la verdadera motivación a la conducta
humana.
3.3. LA ÉTICA PROFESIONAL Y LA INGENIERÍA CIVIL
1
Carrillo, B. J. (2009). La ingeniería y la ética profesional. Revista Digital Lámpsakos, No. 1, pp. 66-67.
TÍTULO I. LA RELACIÓN CON LA SOCIEDAD
Los ingenieros están con la capacidad de desarrollar e innovar con
proyectos que beneficien a la sociedad. Reconocer que la seguridad,
la salud y el bienestar de la población y el desarrollo tecnológico del
país, depende de los juicios y decisiones de sus miembros o su
consejo.
TÍTULO II. LA RELACIÓN CON EL PÚBLICO
Los informes objetivos que presenten los ingenieros deben ser
sencillos y fáciles de comprender: Ser objetivos y veraces en sus
informes, declaraciones y testimonios profesionales; y expresar
opiniones en temas de ingeniería, basados en un adecuado análisis
y conocimiento de los hechos.
Deben ampliar el conocimiento del público acerca de la ingeniería y
de los servicios que presta a la sociedad.
TÍTULO III. DE LA COMPETENCIA Y PERFECCIONAMIENTO DE
PROFESIONALES
Los ingenieros realizaran trabajos de ingeniería solamente cuando
cuente con estudios o experiencia en el campo especifico de la
ingeniería de que se trata; autorizaran planos, documentos o trabajos
solo cuando hayan sido elaborados por ellos o ejecutados bajo su
control. Deberán mantener actualizados en sus conocimientos.
TITULO IV. DEL EJERCICIO PROFESIONAL
Capitulo I de la Promoción Y Publicidad: Los ingenieros podrán hacer
uso de promoción de sus servicios sin contener lenguaje jactancioso
o engañoso que denigre la profesión.
Como ingenieros debemos de conocer todas las normas éticas que rigen
tanto nuestra profesión como la de muchos profesionales ya que de esos
conocimientos dotados de ética y profesionalismo depende nuestro
futuro.
V. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
(Riquezas de las Profesiones)
- Martínez & Mauricio, (2010) . "La Riqueza ética de las profesiones".
Santiago, Chile: Ril editores