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Una organización inteligente o en vías de serlo, se debe constituir por un ámbito dinámico
e informado que constituya un constante aprendizaje.
Una organización que aprende tiene deseos de hacerlo, los ojos abiertos para percibir lo
que sucede en su realidad, la mente despierta para analizar, el corazón dispuesto a
asimilar lo aprendido y los brazos prestos para practicarlo.
Cuando las personas que ostentan el poder demuestran mediante su propia conducta
que están dispuestas a considerar distintas visiones, los empleados se sienten con
mayor poder para ofrecer nuevas ideas y opciones.
“El aprendizaje consciente conduce a un nivel de competencia más alto, puesto que es
acumulativo, y progresivo.”(Documentos de apoyo Especialización en Gerencia
Educativa con énfasis en gestión de proyectos.)
Las organizaciones que aprenden se definen como aquellas que facilitan el aprendizaje
de todos sus miembros, que se transforman continuamente para satisfacer las
exigencias del medio. La clave es entender el aprendizaje como inseparable del trabajo
cotidiano donde se crean espacios para abordar los problemas, aclarar diferencias,
crear sentido de pertenencia y apropiación de metas y objetivos institucionales.