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PABLO GERCHUNOFF

LUCASLLACH

EL CICLO DE LA ILUSIÓN
Y EL DESENCANTO

Un siglo de políticas económicas


argentinas

Ariel
y el desencanto 1 Pablo
338.9 Gerchunoff, Pablo

Gerchunoff y Lucas llach.-1" ed.-Buenos Aires:


GER El ciclo de la ilusión

536 p.; 23x15 cm.-


Ariel, 2003.

ISBN 950-9122-79-3

l. ll¡¡u::h, lucas 11. Tftulo -1. Polftica Económica

\ : -<·i
,-.-.-,,._¡.::.-.:�.
- - .,-,_

A Susi, Santi y Rafa.


P.G.

ADolores.
L. LL.

Diseño de interior: Orestes Pantelides

© 1998, 2003, Pablo Gerchunoff, Lucas Llach

Derechos exclusivos de edición en castellano


reservados para todo el mundo:
© 1998, 2003, Grupo Editorial Planeta 1 Ariel
Independencia 1668, C 1100 ABQ, Buenos Aires

¡a edición: 2.000 ejemplares

ISBN 950-9122-79-3

Impreso en Industria Gráfica Argentina,


Gral. Fructuoso Rivera 1066, Capital Federal,
en el mes de mayo de 2003.

Hecho el depósito que prevé la ley 11.723


Impreso en la Argentina!

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reprodu­
cida, abnacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico,
químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin penniso previo del editor.
CAPÍTULO IV
ASCENSO Y APOGEO PERONISTA
(1940-1949)

postrimerías de la década del 30 vieron crecer una esperanza de ma­


t.de:m<Jcrati:zac:ión de la política argentina, después de diez años sin comi­
s.limpios Paradójicamente, el principal artífice de esa ilusión fue Ro-
M. Ortiz, consagrado presidente en las elecciones de 1938, que no
"ni entre las mejores ni entre las buenas ni entre las regulares que
en el país ...'', según la opinión de un ex rrúnistro oficialista. A Or­
a tantos otros, el hecho de morir cuando todavía se esperaba bas­
é] parece haberle ayudado a ganarse el favor de los historiadores. La
que mostró para intervenir dos provincias donde los candidatos
¡er>;adonos habían triunfado gracias al fraude (Catamarca y Buenos Ai­
alimentado las comparaciones. entre su figura y la de Roque Sáenz
otro conservador también capaz de condenar· los métodos que lo ha­
&n·He·vacto al poder. Con la desaparición de Ortiz, la posibilidad de un re­
a las costumbres democráticas se hizo más remota.
El problema de la limpieza electoral no fue el único que preocupó al
)siclente durante su corta gestión, ni el único cuyas perspectivas de reso­
cambiaron luego de su renuncia por enfermedad en 1940. Su suce­
el hasta entonces vicepresidente Ramón Castillo, parecía tener una po­
algo distinta de la de Ortiz en relación a la Segunda Guerra Mundial.
alterar la ya tradicional neutralidad argentina, el presidente electo en
se había mostrado simpático a las naciones aliadas, convirtiéndose
blanco de las críticas de sectores nacionalistas y germanófilos. El
de política internacional no fue evidente desde el principio. Al con­
el primer gabinete de Castillo, en el que descollaban las figuras mo­
ten'd'Lm<ent.e liberales de Julio Roca y Federico Pineda, era en todo caso
signo de continuidad. Pero la posición del gobierno no era cómoda. Por
156 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO AsCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 157

un lado, su origen fraudulento lo alejaba irremediablemente de los te •�a,,w,,v era visto como una administración débil, fundada en un siste­
de la oposición; pero su tinte todavía aliadófilo lo enemistaba con :orrupto, e insuficientemente nacionalista, más allá de su poco conven­
y nacionalistas. Ese complicado equilibrio comenzó a definirse luego netura:uuau. Dentro de esas Fuerzas Armadas tan politizadas tomó fuer­
renuncia de Roca y Pineda, y sobre todo con la Conferencia de Río logia que sustentaba las prerrlisas compartidas por muchos oficiales:
neiro en 1942, cuando los Estados Unidos ya habían entrado en la con decisión la neutralidad, impedir la penetración comunista y
La Argentina mantuvo allí su posición neutral a pesar de la presión el peso de los militares como un elemento estabilizador. Era el Gru-
mericana para, al menos, romper relaciones diplomáticas con las :Ofic:ial<'" Unidos (GOU), un nuclearrliento de coroneles y tenientes co­
del Eje. Continuaba así consolidándose una política intemacional que pronto se concentró en una acción inmediata, necesaria para
mente autónoma, especialmente en relación al creciente poder no.rte:un¡ con sus más ambiciosos objetivos. Ignorando las presiones milita-
cano: si Estados Unidos era el "gran país del norte" que extendía Ca:;tillo había designado como candidato oficial para las elecciones de
fluencia a toda Latinoamérica, había también un "gran país del Robustiano Patrón Costas, un conservador salteño con importante
podía ignorarla y contrapesada, con una independencia de la que en las provincias. La designación desagradó al GOU --<¡ue no consi­
la en todas las conferencias interamerícanas. En este aspecto, el a Patrón Costas un garante seguro de la neutralidad- y se establecie­
ideas parecía reflotar aquel ¡le fines de siglo que había llevado a corttac:tos con sectores opositores al gobierno, con la idea de dar un gol­
Sáenz Peña a rechazar la iniCiativa de un zollverein continental. n.s'"l"'"''·'u'o de 1943. Los conspiradores tenían a su favor la presencia
El sentimiento nacionalista predominaba entre los militares. Si el pgabin.ete del general Pedro Ramírez como ministro de Guerra, quien no
de 1930 había sido un fracaso desde el punto de vista político, no aculiZ>tba la acción del GOU y mantenía una posición de poder frente a
cirse lo mismo en cuanto a su proyección ideológica. La prédica de La situación se desbordó cuando comenzaron a correr rumores de
oficiales había encontrado en el acentuado germanismo del Ejército un cmJditiatJJra del general Ramírez apoyada por los radicales. El 3 de ju-
no fértil. Las reacciones norteamericanas a la orgullosa ¡¡·Jdependt,ncia prc'8iclente despidió a su ministro, lo que desencadenó la inevocable
criterio argentina no hacían otra cosa que realimentar esa autonomía. desde Campo de Mayo: el gobierno debía ser denocado.
ticular, la exclusión de la Argentina del programa de ayuda militaiT'ii Revolución del '43 resultó así bastante improvisada. Como en
"Préstamo y Arriendo", del que sí fue beneficiario Brasil, contribt¡yéí: única decisión tomada era la de derrocar al presidente, operación
consolidación del neutralismo entre las Fuerzas Armadas, e incluso en aquella opmtunidad, se llevó a cabo sin mayor oposición.
gociaciones con Madlid y las potencias del Eje para aprmrisionarrlieJoto' realidad, esta vez apenas era claro quién reemplazaría a Castillo en la
lico. Cuando la Unión Soviética entró a la guerra, creció el recelo nwouc;a. El nombre del general Arturo Rawson, que no pertenecía al
aliados, ya que la posibilidad de pelear de su lado era sencillamente · pero que ayudó en el aspecto militar de la revolución, surgió pocas
table para la gran mayoría de las Fuerzas Armadas, cuyo anltic<Jmunisnoc antes de la toma del poder, y cayó en desgracia pocas horas después.
sido señalado como el aspecto más estable de su visión del mundo. inconsultos nombramientos ministeriales de Rawson bastaron para de­
El candente ánimo militar era notorio en medio de una situación a los miembros del GOU que se habían equivocado en su desig­
ca en que la oposición y el gobierno perdían iniciativa. Las mue1tes En definitiva, fue el general Ramírez quien accedió a la presiden­
cutivas de Ortiz, Alvear y Justo, entre 1942 y 1943, dejaban sin gnmde.� su gobierno fue dominado por los miembros del GOU y sus
guras al arco liberal de la opinión pública. La causa de Acción el general Farrell y varios coroneles, entre los cuales pronto se
que aglutinaba a los simpatizantes de las naciones democráticas y Juan Domingo Perón.
ba la ruptura de relaciones con las potencias del Eje, parecía pe:rdi:da. La política entre los años 1943 y 1945 giró alrededor de dos temas: el
acontecimientos nacionales iban a contramano de los mundiales: mi,entraS político de Perón y la posición intemacional de la Argentina ante una
neutralismo argentino tomaba mayor arraigo, Hitler fracasaba en la cuyo curso ya parecía definido. El coronel Perón sumaba a la acumu­
Soviética. El retomo despreocupado a prácticas fraudulentas terrrlinó de cargos (fue ministro de Guerra, secretario de Trabajo y Previsión y
tanciar a la debilitada oposición de los partidos. Pero tampoco podía ep¡·esi:dertte) una especial habilidad para aprovechar las oportunidades de
el oficialismo con el apoyo de los militares. En círculos castrenses, el que se le presentaban. Desde la Secretaría de Trabajo, estrechó sus
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provino, sobre todo, de la in­


relaciones con los gremios y se ganó el apoyo de algunos políticos, expansión de la producción argentina
claros indicios de sus ambiciones. En cuanto a la Guerra, si bien actividad es manufac tureras lograron mtens1flcar la susti­
Muchas
gobiemo algunos simpatizantes de los aliados, dominaba la tendencia que no llegaban como consecue ncia de la guen�.
importaciones _
ria, y las relaciones con Estados Unidos se hicieron cada vez más años, las compras al exterior no alcanzar on a un terciO del m­
en la historia del
medida que la derrota del Eje hacía insostenible la neutralidad ar¡�entim . Además, hubo un fenómeno sin precedentes
cién en 1944 se decidió la mptura de relaciones con Alemania y Japón, argentino: se exportar on producto s industria les en magnitudes
provocó la reacción de los militares más antinmteamericanos, la caída especi almente a otros países de América latina que encontra-
mírez y su reemplazo por Edelmiro Farrell. La accidentada relación des que la Argentin a para importa r desde Europa
mismas dificulta
gentina con la Segunda Guerra Mundial acabatía en la apurada decla�ac . Brasil creció en importa ncia como destino de los
s•Est adm Unidos
4,9% a 8,6%), lo mismo que otros países de Amé­
de guerra a las potencias ya casi den·otadas en marzo de 1945. argentinos (de
(de 3,5% a 15,5%) . La dedicac ión de la eco-
de Estados Unidos
la producc ión bélica permitió también la penetra ­
norteamericana a
L A ECONOMÍA ARGENTINA ANTE UN NUEVO les argentin os en ese país: su importa ncia co o
productos industria �
las exportacw­
IMPACTO EXTERIOR creció de 12,5% a 23,2%. El éxito imprevisto de
.
nd11stJt·iales, sin embargo, acabó con la guerra
La influencia de la Segunda Guerra sobre la Argentina no se
volátil superricie política. La economía sintió el cambio más profundo,
mo había sucedido con los dos grandes golpes internacionales anlteti.onJ& LA lNDUST RlA DE EXPORTAClÓN
Primera Guerra Mundial y la crisis del '30. Al iniciarse el conflicto Exportación de manufacturas como % del total exportado
en 1939, la recuperación post-Depresión ya era un hecho. El producto
nal, que había caído a una tasa anual de 2,5% entre 1929 y 1933, venía
ciendo al 4% por año entre ese último año y 1939. Pero en la economía 1939 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947

tina que entraba en la década del 40 quedaban huellas indelebles de la


2,9 4,9 8,2 13,0 19,4 14,4 1 3,6 11,4 5,5
las instituciones creadas como reacción al derrumbe económico (el
Central, los controles cambiarías, las juntas reguladoras) y la pn,encia n
sólida de una industria nacional favorecida por esas mismas in1;titucíiones:
El impacto fundamental de la Segunda Guerra estuvo ligado, otra
a las mayores dificultades para el comercio intemacional. Si la ola
América
cionista de los años 30 ya hacía imposible el retorno a las condiciones' El desarrollo industrial durante la guerra fue común a toda
complic aba también el acceso de
teriores a la crisis, la Segunda Guerra agravaba todavía más la si'tuac:ié Si bien la dificultad para importar
de capital -tanto que la escasez
El Plan de Acción Económica propuesto al Congreso por Federico urtdustrras a materias primas y bienes
tible- el
en 1940 fue un intento para minimizar el perjuicio a la economía <pe:tró·leo obligó a utilizar granos y oleaginosas como combus
parece haber sido favorabl e. Es­
que, se pensaba, generaría la Segunda Guerra. Proponía Pinedo la neto de la guerra sobre la industria
apoyo técnico de Estados Unidos a
sión del crédito industrial y de vivienda y la intervención del estado tendencita continental contó con el
llo Interame ricano, alentada por el
sostener los precios de productos exportables. El plan fracasó por de la Comisión para el Desarro
políticas, pero el tiempo mostraría que había allí también un error en Roosevelt para asegurarse la provisión de productos desde
previsiones, que resultaron ser excesivamente pesimistas (según el latina. El mercado estadounidense creció así en importancia co­
Pinedo, "no todas las hipótesis en que se basaba se realizaron"). De odestino de los productos latinoamericanos.
s que
en el quinquenio que siguió a 1939, el producto bruto creció a una tasa Comparada con el descalabro económico de los países europeo
de la econom ía argentin a en
3,6%, aunque si se incluye la recesión de 1945 la tasa anual pasa a campo de batalla, la performance
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1939-45 no puede dejar de considerarse buena. Pero el contraste es, el economista Colin Clark publicaba previsiones que, de tan fa­
luego, tramposo. En realidad, el estado de la econonúa hacia 1945 excedían a las del más optimista de los argentinos. Suponiendo
óptimo. La agricultura se había estancado en los años de la guerra, y de productos agropecuarios con demanda sostenida, Clark
casez de materias primas y bienes de capital en la industria estaba que para 1960 el producto per cápita de la Argentina sería de 754
diendo la satisfacción de la demanda por productos industriales. de medida, segundo en el mundo detrás de Estados Unidos, con
creció algo menos que las otras econonúas importantes de América por encima de los países europeos (proyectaba para Francia
y mucho menos que Estados Unidos y Canadá, donde la demanda 527). Muchos años después, el economista norteameri­
nes militares había estimulado la producción y el empleo. Ju:'g'mdo Pa1u]SamJJel,son recordaría con sorpresa:
luz de esos éxitos, algunos vieron en la evolución económica de
tina durante la guerra poco más que un fracaso. Así, por ejemplo, el arguien hubiese preguntado en 1945 ¿qué parte del mundo espera usted
pansa! del Financia! Times en la Argentina opinaba en 1946 que experimente el más dramático despegue económico en las próximas tres
probablemente yo habría dado una respuesta parecida a la siguien­
Los cinco últimos años de la economía argentina pueden describirs�­ Ar¡;en1'ina es la ola del futuro, tiene clima templado, su densidad de po­
años de frustración y de oportunidades tristemente desperdiciadas.I ofrece una dotación favorable de recursos naturales por empleado.
accidente histórico, su población actual constituye la más homogénea
de las naciones de Europa Occidental y la Argentina en 1945 se en­
en ese estado intermedio de desarrollo del cual se puede fácilmente
EL DESEMPEÑO ARGENTINO DURANTE LA GUERRA
un rápido crecimiento.2
Tasas anuales de crecimiento de la Argentina
y otros países, 1939-45
si ésa era la opinión de los observadores externos, ¿qué espera­
argentinos de su propio futuro económico de posgueJTa? ¿Qué pro­
había para consolidar esa posición que envidiaban los analistas eu­
Argentina 2,45 En muchos sectores de opinión, la industria era vista como la
de un desarrollo sostenido y autónomo. Si hasta ese momento la
Brasil 2,89
beneficiado las particulares condiciones de la Depresión y la gue­
Chile 4,07
hora de consolidarla y darle mayor dinamismo a través de políticas
México 5,25 :mlun<,ntales. La hora del industrialismo había llegado, después de dé-
Australia 3,85 de incubación.
Canadá 8,19
Alemania ·3,50
Francia -10,66 MILITAR-INDUSTRIAL
Italia ·9,07
Reino Unido 2,43 La idea de hacer de la Argentina una nación industrial a través de polí­
EE.UU. 1 1 ,35
;'estat<tles tenía antecedentes que se remontaban al siglo diecinueve. Car­
cc,:c¡;J.uu· y Vicente López, entre otros, habían atacado la posición libre­
Fuente: Maddison (1995). más mtodoxa en los debates por la ley de aduanas en 1875. Ya en
siglo, un grupo ligado a la Revista de Economía Argentina, liderado por
Bunge, había señalado la vulnerabilidad de un desarrollo tan de­
La caracterización más sensata parece ser la de un deserrvc1lvimietí del comercio como el argentino. En la década del 30, la Unión In­
entre mediocre y razonable durante la guerra. Pero más allá de esa Argentina había resaltado los beneficios que acarreaba la sustitución
ción, muchos opinaban que un porvenir brillante aguardaba a la Argenti1na í'irnp<Jlt:lcion•es por producción manufacturera doméstica.
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A pesar de las caracterizaciones posteriores, la política ec<mó'lll ,;ur·avllc10 con un impuesto al "excedente de beneficios", que se cobraba
hasta los años 30 no había sido en modo alguno antiindustrialista. Las pr
, <>po,rción a la diferencia entre el precio vigente para los productos de
niones en este sentido varían, pero no faltaron quienes calificaron a 10r1:acJ.vu y un precio promedio del pasado. Ese tipo de medidas prefi­
gentina anterior a 1930 como un país fuertemente proteccionista, borrosamente la política económica del peronismo.
ción que es algo exagerada. De acuerdo con cálculos de la :>ocmdad comprutida opinión favorable al apoyo estatal a la industria no es­
Naciones, la Argentina de 1 9 1 3 no era más ni menos proteccionista >a·''xema de debates. No resultaba claro, en primer lugar, qué industrias
Australia, Estados Unidos y Canadá, y en 1925 el nivel de pn>teccdón·•, contar con el apoyo oficial. Era tradicional en la discusión públi-
similar al de Canadá, superior al de Estados Unidos e inferior al de distinción entre las industrias "naturales" (aquellas para las que el
tralia. Las medidas de protección fueron en general bastante imnn1visa, más ventajas) y las "artificiales". El Plan Pinedo, por ejemplo,
y, por lo común, el resultado de una combinación en distintas prc>porc nclina1ba por un estímulo limitado a las actividades manufactureras
nes de tres factores: las necesidades de recaudación fiscal por l a '''"'''"''" básicamente aquellas que usaban materias primas nacionales.
puestos a las importaciones, e l deseo d e restringir las compras al SinJ'onne encargado a laArmour Research Foundation por dueños y di­
para evitar desequilibrios comerciales y las presiones de algún sector de industrias instaladas en la Argentina clasificó a los distintos
nómico con suficiente poder. Detrás de la moderada protección previa productivos según sus perspectivas de desarrollo futuro, desta­
Depresión no hubo, en general, una política consciente y coherente de sobre todo a los que elaboraban alimentos pero también a la fabri­
mento a la industria. Esto fue cierto también en la década de la crisis. de cemento, cal, calzados y confecciones, papel y algunos produc-
gunos vieron en medidas como el control de cambios o los ocasionales ¡uúnic:os. Para otras actividades, el aceptable presente del final de la
crementos arancelarios una política deliberada de estímulo industrial. no era visto como el augurio de un gran futuro. Esa postura selec­
las motivaciones fueron en realidad más de corto plazo, y su cmte fc<1ntra,;talba, naturalmente, con la de la Unión Industrial Argentina,
trialista, un efecto no buscado. Si a algún sector intentó favorecer la a lo largo de los años 30 había mantenido una posición que no repa-
tica económica de Justo, fue a los productores rurales -golpeados distinciones interindustriales:
caída de sus precios- antes que a los industriales.
Las cosas empezarían a cambiar a partir de 1940, es decir, ,Dejemos que los censores de las "industrias artificiales" olviden que Italia,
peronismo. Más allá de su fracaso político, la mera existencia del Plan sin hierro y sin combustibles, sin lana y sin algodón, haya creado poderosas
nedo fue un primer síntoma de la nueva mentalidad con que se enc;ar:lba
fábricas que serán todo lo artificiales que quieran, pero que dan vida y sostén
a millones de seres y salvan la econorrúa de su pueblo; que Norteamérica, con
cuestión de la industria. En los fundamentos del programa se
la "industria artificial" del caucho, producto que no tiene, consuma el 70% de
creencia de que la Argentina estaba ante una oportunidad histórica
la producción mundial de esa materia prima . . . pese a que algunos argentinos
debía perder: la guerra estaba dando un impulso al desarrollo sigan llamando aquí "industrias artificiales" a casi todas las que, con noble y
que debía ser consolidado desde el estado, como no se había hecho patriótico esfuerzo, han creado los verdaderos pioneers del trabajo naciona1. 3
Primera Guerra Mundial. Entre 1 940 y 1 943, la política de redlesc:ue11t!
del Banco Central favoreció a la industria más que a la agricultura y al Un dilema análogo s e planteaba e n tomo a l destino d e los productos
mercio, se organizó un Comité de Exportación y Estímulo Industrial y uw;u"""''· El relativo éxito de la exportación industrial durante la guerra
mercial, se dictaron alrededor de quince leyes de promoción in<lustrio!l despertado la idea de considerar a los mercados externos como una
nivel municipal y provincial, se creó la Flota Mercante del estado y se »w'u"wude crecimiento de largo plazo. Algunas medidas previstas en el
cionó la ley de Fabricaciones Militares. Un informe del Banco Centr·aJ, Pinedo buscaban afirmar esa posibilidad. En la opinión de la propia
1943 consideraba que el final de la guerra no debía ser también el Industrial comenzó a manifestarse la aprobación a este sesgo expor­
los nuevos bríos que tomaba la industrialización. A medida que el y en 1 945 se aseguraba que "de todas partes del mundo se reclama
trialismo sumaba adherentes y medidas a su favor, el sector rural iba rtu•est1·o país el envío de sus productos manufacturados".
diendo el sitial de privilegio que había ocupado por largas décadas. ¿Cuáles eran los fundamentos de esta ola industrialista? ¿Por qué no
moderar la expansión de los primeros años de la guerra, en 1943 el en la reaparición del "método indirecto" de producción (que con-
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sistía en comprar productos manufacturados con las exportaciones que, terminada la guerra, carezcan de razón de existir". Pero las
una vez acabada la guerra? En las declaraciones del presidente Perón sobre la industrialización no tardarían en cambiar. Con la
advierte lo que era uno de los argumentos más fuertes a favor de la · que daba el final de la guerra, en especial al considerar el pro­
trialización. Hablando de las industrias extractivas, decía: de la escasez de algunas materias primas, Perón comenzó a ver con
ojos la posibilidad de intensificar la industrialización. No fue ése
esas industrias son la base de la liberación económica y de la auton<,mf motivo detrás de su cambio de posición. Para Perón, la industria­
cional. Los países exclusivamente ganaderos y agrícolas están de,,tinado; no era solamente un corolario del nacionalismo. Se trataba, en rea­
servidumbre.4 una pieza maestra dentro de una concepción más global de los
que debía enfrentar la economía argentina en la posguerra. En
"Liberación económica", "autonomía nacional": las consignas una de las preocupaciones centrales era el nivel de empleo. El
nalistas estaban en el corazón del pensamiento pro industrial. Las provocado por el conflicto mundial había hecho crecer vigorosa­
Armadas, ahora el gran actor polític�, rápidamente hicieron suyo el empleo industrial.
curso. Para algunos militares, la coincidencia industrial-nacionalista
mitaba a l a fabricación local de material bélico, sobre todo en
fracaso de las negociaciones internacionales de armamentos. La Ti EMPOS MODERNOS
de la Dirección de Fabricaciones Militares en 1941 fue una ev.idenc'ia Asalariados industriales en todo el país (miles)
quívoca del cariz que había tornado el pensamiento del Ejército,
poderosa y respetada de las Fuerzas Armadas. Entre sus objetivos
ban los de completar fábricas militares en construcción, iniciar otras Año Número de asalariados industriales
vas y fomentar la producción de materias primas necesarias para
tividades. Pero la simpatía militar por la industria bélica no tardó 1 940 796,7

en extenderse también a la producción de manufacturas civiles. 1 941 850,8

ampliar el sentido de la frase "defensa nacional" para incluir a todas 1 942 934,2
si todas las industrias en el proyecto militar, ya que la diversificación 1 943 1 .025,5
ductiva del pais era una manera efectiva de reducir su vulnerabilidad 1 944 1 . 1 02,2
terior. Así, la posición de las Fuerzas Armadas fue acercándose a la 1 945 1 '1 85,6
Unión Industrial Argentina venía sosteniendo desde hacía años. Al
el gobierno revolucionario un programa de crédito industrial en Fuente: Llach y Sánchez (1984).
bre de 1943, por ejemplo, se planteaba la necesidad de sustituir
ciones en general, sin discriminar entre industrias naturales y arttifi,cia
Se optaba además por una industrialización cerrada, al darse fin de la guerra, si significaba también el cese de las actividades ex­
crediticia a los productos destinados al mercado interno. La rn<Jd<oraci gracias a ella, redundaría en una caída del empleo industrial que
del Plan Pinedo, que había propuesto un apoyo limitado y sellectiv<D. :-u'""J·u Nacional de Posguerra calculaba en !40.000 personas. Para Pe-
así reemplazada por una defensa más enérgica y global de los logros ése .no era solamente un problema económico �ino también político:
canzados durante la guerra. éxito dependía, en gran medida, del apoyo de los trabajadores.
El Consejo Nacional de Posguerra, un organismo nacido bajo el ' CliOnt•os de miles de migrantes que llegaban del campo a la ciudad pa­
picio y el comando de Perón para diseñar las políticas que seguirían sus brazos a ]a industria todavía eran políticamente huérfanos, y
normalización de las condiciones mundiales, se aferró en un pnmclP""·· allí disponibles para quien pudiera satisfacer sus demandas.
la versión más moderada. En algunos de sus documentos se proponía
"industrialización razonable" y la necesidad de suprimir "aquellas
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PERÓN AL PODER encabezada por Perón. Los trabajadores nucleados en la Unión Fe­
fueron los primeros beneficiarios del cambio de rumbo en las po­
La relación de Perón con los sindicatos se inició unos meses laborales. Se aumentaron sus salarios, se otorgaron subsidios para
de la revolución del 4 de junio. El derrocamiento de Castillo había sta<;!OJnes sociales y se laudó en su favor en antiguas disputas contra las
con el apoyo, o al menos con la esperanza, de los más importantes de trenes.
sindicales. El "unicato de uno" castillista había visto reducirse a un conseguía Perón sus primeros adherentes, y antes de comenzar
su popularidad, y la ilusión de un vuelco favorable era compmtida ya había sido bautizado como "el primer trabajador argentino" por
toda la sociedad. A eso contribuían las dudas respecto a la filiación gremialista ferroviario. La acción del secretario de Trabajo y
de los militares golpistas. Por ese entonces, la CGT estaba dividida: pronto fue extendiéndose a otros sectores. A la derogación del
N" 1 agrupaba a gremios menos politizados que la CGT N" 2, dominada deAsociaciones Profesionales apenas iniciada su tarea se agrega­
socialistas y comunistas. Ambas recibieron con agrado l a revolución, serie de arbitrios por lo general favorables a los trabajadores, au­
que la CGT N" 2, acaso sin percibir el enconado anticomunismo del salariales por decreto, el establecimiento de salarios mínimos para
gobierno militar, aseguró su "adhesión franca y leal". industrias y las extensiones del sistema de previsión social, entre
En pocos meses, este apoyo se había evaporado. Quizás deba otras medidas. Los favores de Perón tenían, desde luego, una in­
se, con más rigor, que el gobierno se encargó de enajenar esa ior•aliida.d política: no era tan generoso cuando consideraba que las
cordial. La CGT N" 2 fue disuelta en julio, y en el mismo mes se tce¡;íoJnes no eran capaces de conquistar el favor de algún gremio, y
gó un decreto deAsociaciones Profesionales que imponía res:tricciion"" excluidos a los sectores socialistas. Perón fue hábil para obtener
movimiento obrero. El gobierno intentaba así un mayor control mú<irrto posible de las estructuras gremiales (que habían crecido veloz-
sindicatos, en línea con su concepción jerárquica del poder. La en los años 30), potenciando las organizaciones que apoyaban su
ción de los más importantes gremios ferroviarios en agosto del laboral y debilitando a las que mostraban mayor independencia.
año fue otra de las iniciativas del gobierno que lo enfrentó con las las organizaciones obreras, la repentina generosidad oficial era
nizaciones obreras. Tan sólo cuatro meses después del 4 de junio, un inusitado y sorpresivo. Se instalaba una vez más la cuestión de
mi alista advertía que la presión sobre los sindicatos podía "hacer artici¡>ación política de los sindicatos, que había sido motivo de con-
canalizarse por sendas obscuras". Sin embargo, en la tan resistida durante las décadas anteriores. El dilema tenía ahora un componen­
vención a la Fraternidad y a la Unión Ferroviaria estaba el germen rncwn.al: ya no se trataba de decidir si era o no conveniente alinearse
que sería la más decisiva participación sindical en la historia arg:enti1 partido político de la oposición, sino con el propio gobiemo, un go­
ya que el coronel Domingo Mercante, amigo de Perón, fue desi¡:na1do que, para peor, había surgido de un golpe de estado. El debate afio­
frente de esos gremios. A través de ese contacto iniciaría Perón su a menudo, ante circunstancias muy concretas que obligaban a la CGT
romance con los sectores obreros. ",;, "'"0'"qué punto llegaba su apoyo al gobierno. Poco a poco fue im-
Cuando en octubre de 1943 Perón se hizo cargo del Departmmeí 1iér1dcose la línea más conciliadora, en la que algunos veían una pérdida
Nacional de Trabajo, ya era evidente que la política de control y indep<,nclencia de parte de los gremios. La nueva actitud sindical era
ción que el gobierno estaba ejerciendo sobre los sindicatos no servía mpren.sitole. En palabras del dirigente cervecero Montiel:
quiera a sus propios fines. Las posibilidades de éxito de una evc,ntual
netración comunista crecían si se acentuaba el antagonismo grueso de los trabajadores, lo que desean es que se solucionen sus proble­
gobierno y los gremios. Además, la situación de franco enfrentamiento: mas, y quienes pueden hacerlo son precisamente las autoridades del país. 5
particularmente peligrosa para un gobierno que carecía de una sólida
de legitimidad. Estos argumentos, sumados a una indudable pn,teJnSÍ¡ S i para ello debían dejarse parcialmente d e lado "los principios que
personal de poder, convencieron a Perón de que era hora de pasar de ll\ c:an>s a todos", la recompensa bien valía ese sacrificio. A partir de me­
política de control a una de concesiones. La nueva estrategia se veía del año 1944, con Perón ya como vicepresidente y ministro de Gue­
litada por la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión, a fines actos de apoyo al gobierno organizados o auspiciados por los sin-
ASCENSO Y APOGEO PERONISTA ( 1 940-1949)
169
168 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO

den o Pe­
través de la eficaz antinomia "Bra
dicatos se multiplicaron, mientras Perón no cedía en sus esfuerzos a la puja electoral, a
ula Peró n-Qu ijano obtu vo 300.000
lar la mayor cantidad posible de gremios. En esta tarea, la ba:ndt,n i d, sorpresa de muchos, la fórm , , . en 1as e1ec­
.
. n Dem ocra uca
rdatos de ]a Umo
venlaJ·a sobre los cand
sindicatos, la Igles¡a y os mr ttare
cionalismo servía para acercar el discurso del gobierno al de las . 1 .1. .
s, qul-
febrer o. El apoy o de los
ciones obreras.
dido el triunfo peronista.
Perón aprovechaba además las ambiciones políticas de mismo orden, había deci
gentes sindicales. De éstos partió la propuesta de respaldar su
a partir de la constitución de un Partido Laborista, lo que resporrdi<)'eí
te al éxito electoral del laborismo británico en 1945. Perón era, a NI COMUNISTAS: WSTICIALISTAS"
ra, la figura más importante del país, y las fuerzas políticas se
claves de lo que
relación a él. Algunos radicales de raigambre nacionalista le la alianza peronista daba algunas
:a c:onfig,ur:ación de
de la concepci ón polít ica del peroms­
apoyo. La oposición democrática, en tanto, se organizaba para de los elementos centrales
cuida", los sind icato s, el "ejército que
sus aspiraciones. Encabezada por socialistas y radicales, se efectuó militares, el "ejército que
nte los primeros años de gobierno ca­
tiembre de 1945 una Marcha por la Libertad y la Constitución, en y la Iglesia, respetada dura
de hech o al Parl ame nto como
se ensalzaba el viejo ideal republicano. Desde la universidad, la del "poder moral", reemplazaban
un estado tutor . El Con gres o mantuvo
un empresariado descontento por las medidas sociales del golJieimo. senttanttes de la sociedad ante stitu­
las previsiones form ales de la Con
tían presiones, que pronto se hicieron insostenibles, para forzar el r\cionarrLie:nto de acuerdo con a los
s oficialist as siem pre fiele s
miento de Perón y una rápida normalización institucional. Tomó estuvo dominado por diputado
idea de entregar provisoriamente el gobierno a la Corte Suprema, del presidente. .
tentativas de un nuevo golpe de estado. El 9 de octubre Perón debió orati vista era uno de los poco s rasgos del pensallliento
visión corp
a lo largo de toda su carrera. Una
ciar a sus múltiples cargos, mientras se constituía un gabinete sin que se mantendría inalterable
concep­
determinante para moldear esa
leales al saliente coronel. Perón pudo despedirse con un acto en la nstamow fortuita había sido
militar lo habí an desti nado a Italia
taría de Trabajo y un mensaje radial transmitido en cadena, en el poder. Los azares de la carrera
que los enca ntos del Siste ma cor­
saltó las medidas sociales que había propiciado, antes de ser deteniido ff
viada a Martín García. La noticia de la renuncia y arresto de
el apogeo de Mussolini, época en
eran difíciles de resistir. En Turí
n, Perón habí a toma do curso s� e

o adm itiría muc ho desp ues,


reaccionar a los gremios. Se sucedieron las reuniones, y desde política fascista, que, según él mism
puntos del país se reclamó su libertad. El día 1 6 se decidió una ón del prob lema obre ro.
su concepci . .
n hac:a esta pecuhar manera
neral, pero los acontecimientos se precipitaron al conocerse el prueba de la consideración de Peró
o fue su pohtJCa prevm a 1946
des-
Perón al Hospital Militar. Al día siguiente, 17 de octubre, una mc>vilizai ¡:elacionar a la sociedad con el estad
ados siem pre red­
jadores sindicaliz
popular, en parte organizada por los sindicatos pero también aliment Secretaría de Trabajo. Los traba
por trabajadores que espontáneamente marcharon a la Plaza de M:1vo'i' que los no afilia dos a gremios, y, de todos los sm­
mayor atención
.
que estaban asocmdos a la CGT
có la crisis en favor de Perón y forzó su restitución al gobierno. los más beneficiados fueron los
concentración grem ial al afirm ar:
A partir de ese día, y hasta febrero de 1 946, un clima de reconocía su predilección por la
electoral sacudió al país como nunca antes. Las tres elecciones
visto acumular en su favor el �a­
ciales plenamente democráticas que había habido hasta entonces Los gremios más beneficiados, los que han
ios mejor organizad?s . Esto qmere
terminado en cómodos triunfos radicales. Además, los valores que en yor número de conquistas, son los grem
decir que la Secretaría de Trabajo y Previsión
cumple �onsc1ente��nte con
estaban en juego eran proclives a suscitar una polarización extrema.
jadores orgamzados, reCibiendo la
de las filas de la Unión Democrática se caracterizaba a Perón su deber escuchando el clamor de los traba
, porque tienen más facilidad pa­
nuevo Mussolini. Mientras tanto, la notoria simpatía del embajador manifes�ción de sus aspiraciones colectivas
as serias, estables y responsables, por­
dounidense Spruille Braden por los candidatos de la Unión Demc>cr:íti
ra hacerse oír las organizaciones obrer
reclamo de sus reivindicaciones 6
que tienen más acierto en el
. . .

permitía a los partidarios del candidato laborista darle un tono dntmáti<:ó


170 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 171

Fuera de cierto compromiso general con la equidad, sin embargo, no


Las ventajas de una sindicalización
más concentrada fueron
das por los dirigentes laborales, y en en el enfoque económico de Perón un contenido sustantivo y cohe­
el año 1944 la cantidad de
que permita hablar de una "economía peronista".Mientras fuera po­
afiliados a la CGT aumentó a un paso
mucho más acelerado que en
antenores. Perón intentaba identificar su administración de la economía con los
buscados antes que con los medios empleados.La ausencia de com­
La concepción corporativa de la socie
dad, que estaba en el
del pensamiento peronista, venía a reem
plazar a la visión clasista de la
lr
ornis,os doctrinarios en materia económico-social era explícita:
hasta entonces había abrevado buen
a parte del sindicalismo.Perón
forzaba por diferenciarse tajantement
Nosotros no somos ni intervencionistas ni antiintervencionistas; somos rea­
e del pensamiento de iz1¡uien!a listas. El que se dice "intervencionista" no sabe lo que dice; hay que ubicar­
opuso al concepto de lucha de clases
el de armonía de clases. La se de acuerdo a lo que exigen las circunstancias. Las circunstancias impo­
ración entre el capital y el trabajo, antes
que su enfrentamiento, era nen la solución. No hay sistemas ni métodos, ni reglas de economía en los
mmo para el progreso social.En palab
ras de Perón: tiempos actuales. Hay soluciones concretas frente a un problema también
concreto. Resuelto ese problema se va a presentar otro quizás también dia­
la annonía entre el capital y el trabajo, extrem metralmente opuesto al anterior. A éste le daremos una solución contraria al
os inseparables en el
de la producción, es condición esencial para el anterior, pero no por sistema, sino por inteligente apreciación y reflexión del
desarrollo económico
para el desenvolvimiento de sus fuerzas produ caso concreto.9
ctoras y para el afiamoamde
de la paz social.7
Ese eclecticismo le daba a Perón cierta flexibilidad para resolver los
Y también:
distributivos que, como cualquier gobernante, debía enfrentar.
no alcanzaba, desde luego, para superarlos, como proponía el idea-
Buscamos superar la lucha de clases, suplantándo
la por un acuerdo justO pe¡·onista. No se podía convencer a los empresarios de que, en nom­
tre obreros y patrones, al amparo de la justicia
que emana del Estado.S la "armonía de clases", debían ceder generosamente ante las de­
de los trabajadores. La posibilidad de una extensión exagerada
La propaganda oficial difundía las bond
ades de esta visión conci1ü¡1 rbt,neficios sociales era un temor de la UIA desde hacía unos años. En
ria y la presentaba como una verdadera
doctrina, que pronto se """'"'.!' había afirmado:
tic1ahsta. En un corto publicitario, por
ejemplo, un joven empresario
CJaba mejo.
ras en las condici01;1es de trabajo de
los obreros y le exp!ic
< ab El momento del reparto recién llega cuando se han acumulado bienes, sólo
su preocupado padre: "Ni comunista
ni capitalista, justicialista". entonces los más necesitados y los más menesterosos podrán beneficiarse en
alejaba cuanto podía de cualquier invoc
ación que lo emparentara grado máximo del esfuerzo de los más afortunados o de los más eficientes.
marXIsmo, de manera de ganar la confi
anza de un empresariado La República Argentina está en la edad del crecimiento, es una planta que to­
temero�o de la acechanza comunista davía no ha florecido, podarla ahora no es vivificar sino corte dañino.10
.Mucho más respetable era aS<Jci:rr
c ?nt�mdo social de su programa .
a la doctrina de la Iglesia, tal como
ma s1endo expuesta desde hacía tiemp
o, en encíclicas como Rerum En su paso por la Secretaría de Trabajo y Previsión, Perón se había ga­
y
varum (1891) o Quadragesimo anno (1931). la antipatía de "los patrones".Un
La idea de función Manifiesto del Comercio la In­
la propiedad, allí presente, era resca
tada por el peronismo como una se había encargado de sentar claramente la oposición de muchos
t �rnativa d1sta te al mismo tiemp
·

� o del liberalismo ortodoxo y del ro¡>re:sarios a la política prolaboral del gobierno revolucionario, generan­
tiv1smo. Este tipo de persuasión era
efectiva en un mundo de po•sg:Jet re:1ccior1es sindicales.Con la recuperación económdca de posguerra, las
aparentemente apresado entre opcio
nes radicales. La Guerra msion,os remitieron.Durante los primeros años del gobierno propiamente
vislumbraba como el nuevo gran confl
icto, y las "terceras posici011es" eronis:ta, el conflicto entre el trabajo y el capital se mantuvo en un estado
dejaban de tener su atractivo.
Mllente. La bonanza alcanzaba para unos y para otros, y hasta para sellar la
.aliam'a entre obreros y empresarios industriales sobre la cual se asentó el
ASCENSO Y APOGEO PERONISTA ( 1 940-1 949)
172 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO 173

peronismo. Pero se trataba de una diste


nsión transitoria, no de la
ración de la convivencia armónica
que pretendía el peronismo.
Más H sido una característica de los últimos tres años de guerra la de que, tanto
la posibilidad de un consenso estab
recía más remota aquí que en Euro
le entre trabajadores y em1pr<'B
arios 1 �
. p íticos como economistas, se dieran en cada país a la tarea de estudiar los
. es reconocer que,
pa, donde la amenaza comtmis
ta,{(
;,0,ect•OS probables del período de posguerra. Pero prectso
más palpable y aparecía como un
argumento bastante convincente los hechos, las circunstancias posteriores al cese de hostilidades han dife­
que los empleadores cedieran ante bastante de como se pensaba que serían [...] La cooperación económica
los reclamos de sus empleados.
lnte macional no parece ser uno de los hechos más señalados de esta posgue-
, tra, a pesar de los muchos planes elaborados para evitar los trastornos de las
h' ¡¡ o]í:ticas económicas unilaterales.11
UNA NACIÓN POLÍTICAMENTE SOBERANA

conjunción de la "tercera posición" y la creencia de que las difi­


El problema distributivo no fue el
único en el que Perón buscó comerciales de la inmediata posguerra se prolongarían y podrían
renciarse de las antinonúas en que
parecía apresado el mundo de
guerra. La predilección del discurso la con un nuevo conflicto mundial justificaba la opción del gobier-
peronista por el justo medio
extremos -presente también en otros la autarquía econónúca. La memoria de la Depresión y de la recien­
países semidesanollados- fue
explícita en la política internacional ya eran alertas importantes contra la participación activa de la Ar­
que en cualquier otro ámbito.
cera posición" era la frase oficial para La en el flujo internacional de mercaderías. Si a ello se agregaba el
definir lo que se pretendía de
laciones internacionales de la Arge de que la competencia entre Estados Unidos y la Unión Soviética
ntina, básicamente una actitud de
pendencia ante el conflicto entre los convertirse en un conflicto abierto en cualquier momento, había to­
Estados Unidos y la Unión Sovi
Detrás de esta postura prescinden étií más razones para desentenderse del comercio mundial e impulsar al
te había una predicción de lo
creía, sería el resultado del nuevo intemo como fuente de oferta y de demanda.
gran antagonismo mundial. Perón
sideraba probable una Tercera Guen Las relaciones de la Argentina con Estados Unidos e Inglaterra fueron
¡ rr1ezcla de ese declamado nacionalismo con el sentido de oportunidad
a Mundial, previsión a la que
huía la sucesión de conflictos entre
las dos grandes potencias de ]a
guerra, tal el caso del problema de Perón. El trato con los norteamericanos era de mutua
berlinés. Más allá de sus co1osecmm
globales, una nueva guerra colocaría c si:é,nfiianza; baste recordar la oposición del embajador norteamericano
a la Argentina en una situación
legiada. Con los Estados Unidos desg Braden a Perón antes de acceder éste a la presidencia. El cortocir­
astándose en el conflicto m ,,.115011
na ganaría poder en el hemisferio ' entre Buenos Aires y Washington tenía, por supuesto, una razón más
occidental, además de ver nuevrurn
en 'ottmcta. Perón había formado parte del gobierno revolucionario que ha­
estimulada su industria pot la segu
ra retracción comercial.
� ecién ternúnada la Segunda GueiTa,
no era fácil imaginar que
·a Tinar•teJlido la neutralidad argentina en la Segunda Guerra casi hasta el
disparo. Sin embargo, la nueva configuración intemacional estaba
vendna una nueva era de expansión
sostenida del comercio mundial.
el antecedente de una década y medi íci<,ndlo más intensa la necesidad de Estados Unidos de conseguir alía­
a de estancamiento del interc:an1b
comercial, el espíritu internacionalis La independencia de criterio que pregonaba el presidente argentino,
ta de la conferencia de Bretton
(1944) no sonaba demasiado convincente. su parte, no era incoherente con un estrechamiento de las relaciones
La esperanza de retornar a
sistema de comercio y de pagos mult los norteamericanos, como tampoco impedía un acercamiento a la
ilaterales se basaba en el supuesto
que el intercambio comercial sería Soviética. Los embajadores de ambos países habían estado presen-
relativamente equilibrado. Pero en
años de la inmediata posguerra la reali en la asunción de Perón al gobiemo. Las mejores disposiciones mutuas
dad fue exactamente la opuesta:
tados Umdos era el gran proveedo argentinos y estadounidenses se reflejaron en la Conferencia Intera­
r mundial, y mantenía voluminosos
cedentes comerciales con Europa 'J:¡jeri<carta de Río de Janeiro. La delegación argentina dejó de lado la tradJ­
y Japón. El aumento del dólar en
�::��� �:���:���;;
mundo, provocado por esta intensa actitud hostil a las propuestas de Washington, y no obstaculizó la
demanda de bienes n a
atentaba contra el sistema de tipos á¡Jroba,cié'n del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. Pero esta
de cambio fijos propuesto
1 en t,
Woods. Todavía en 1946, se leía en sería breve. Ya a principios de 1948, en una reunión complementa­
la Memoria del Banco Central:
tia a la de Río de J aneiro, la Argentina objetó los planes norteamericanos
ASCENSO Y APOGEO PERONISTA ( 1 940-1949)
175
174 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO

s norteamerica­
necesitada sobre todo de producto
para la Orga?ización de Estados Americanos, acaso sin percibir los para la Argentina, el punto de con­
las libras bloqueadas pasó a ser
que acarreana el nuevo enfriamiento de las relaciones. Así, el problema de a resolverse
s con Inglaterra, que comenzó
Estados Unidos tampoco vio con agrado la política del gobierno central en las relacione Eady -Miran­
con la firma del tratado
.
tmo en relación a la comercialización de sus productos de exportacoióJa: negoci aciones que acabarían
denunciaba un excesivo oportunismo argentino en la fijación de los septiembre de 194 6.
s y opuestas.
argentinos y británicos eran clara
Las posiciones de los
de los alimentos. La acusación no era del todo justa. No está claro entaje posible de
convertibilidad del mayor porc
pretensiones argentinas en las negociaciones comerciales con las ¡At:ge11ti'rra buscaba la medio punto
0 al menos la obtenció
n de un interés mayor al magro
europeas fueran desmedidas, en comparación con la de otros países, iendo, mientras la deuda se
que hasta entonces estaban rind
Estados Umdos. Pero lo cierto es que la opinión internacional co1ndenc , pretendía ir cubriendo la
congelada. Inglaterra, por su parte
col;'portamiento argentin?, y las represalias tardaron poco en llegar. A ientes.
favorable durante los años sigu
Cipms de 1948 se anuncw el Plan Marshall, un sistema de créditos con una balanza comercial ca­
nica a desprenderse de los ferro
_ había una predisposición britá a
los pmses europeos devastados por la guerra tuvieran acceso a irntportac ban
os privilegios impositivos esta
nes cruciales. A pesar de repetidas promesas, la Argentina fue exdtlid:a., instalados en la Argentina (cuy tene r la
deuda. Se acordó finalmente man
de caducar) y pagar así la
mo proveedor de alimentos, lo que representó una oportunidad pe:rdi<la as pero asegurar la convertibili­
respecto a las libras ya bloquead
un sector rural ya bastante castigado. Era la respuesta de Estados as. También se
eses por exportaciones argentin
de los futuros pagos ingl a
un país que, más allá de acercamientos circunstanciales, no había del mercado inglés. En cuanto
a la carne argentina una cuota i­
el papel que se le había asignado en la reconstrucción de posguerra. part
n de una compañía mixta con
La exclusión argentina del Plan Marshall fue, de los eventos lfeJ:roc;arril<:s. se previó la fmmació
. del estado argentino.
tlcos co � repercusiones económicas, el segundo en importancia. to en el
rtantes del tratado cayeron pron
ro fue, Indudablemente, la extensa, polémica y global
· Las disposiciones más impo ­
ciaciones con las compañías ferro
Gran Bretaña para arreglar las cuentas de guerra. La "especial tras las dificultades en las nego
ión de inconvertibilidad de la libra
británicas y una nueva declarac
comercial con Inglaterra en la preguerra tenía una historia casi
de Inglatena en agosto de 1947 . Finalmente, los dos problemas
c�mo la de la Argentina moderna. El balance de pagos con In;glaterra fue-
carriles y las libras bloqueadas)
ma stendo, desde trempo atrás, reflejo nítido de la configuración del (a te:ral·es más importantes (los ferro ntino
inó la mayor parte del saldo arge
angloargentmo: un superávit comercial en el que las importaciones de resueltos conjuntamente. Se dest
de los ferrocarriles, monto que fue
nnfacturas británicas no alcanzaban a contrapesar las fuertes expo1rtac;ig1 Banco de Inglatena a la compra s co­
a pagar con los futuros superávit
agropecuarias argentinas era compensado por una cuenta de servicicts m�'let:adc con un crédito británico s
un complicado problema de pago
nancie;os favorable a Inglaterra, que surgía de las utilidades de los � rc:iales. Se concluía así no sólo con
ión" que había llevado a Julio Ro­
cws pubhcos (especialmente los ferrocan·i!es) y de los pagos de también con aquella "especial rdac o
e el punto de vista comercial, com
estado. Durante la guerra la situación cambió. La dedicación de la a considerar a la Argentina, desd
'• ,_,,.," integrante del Imp
erio británico.
tria británica al esfuerzo bélico, la decadencia de los fenocarriles ' de los fenocarriles? Del lado ar­
quién convenía la nacionalización
dos por la competencia automotriz y la crisis del comercio, y las operación la ha presentado como
el cuestionamiento tradicional a la
repatnacwnes de deuda pública, generaron un fuerte superávit global el apara­
an haberse usado para modemizm
la Argentina. Entre 1940 y 1945 el balance de la Argentina con el !1democl1e de reservas que podí inve rsión.
como estab a por años de baja
to del Imperio británico arrojó un saldo favorable de 1500 millones r,prodtJctivo del país, deteriorado De
eía ese destino para las divis as.
sos. Hacia fines de la guerra, el Reino Unido debía al estado realidad, el gobierno también prev era
al
·

de 1946 , la inten ción ofici


con la Memoria del Banco Central
millones de libras esterlinas. Técnicamente, éstas eran "libras bl<JqtieBtdal
ya que era imposible su libre convertibilidad con el dólar. Sólo pum•11 u una aplicación preferencial de las divisas al pago de las importaciones ex­
hzm·se para compras �� d área de la libra, es decir en aquellos países traordinarias que requiere la reposición de maquinarias, elementos de trans-
usaban la moneda bntamca como divisa comercial. La distinción no
176 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO ASCENSO Y APOGEO PERONISTA ( 1 940-1949) 177

p�rte, la forma�ió de reservas de materias primas,


� artículos elaborados
rm-elaborados tndtspensables para el normal desenv <Jiscw rso fuertemente heterodoxo con un trato realista y adecuado a los
12
olvimiento de que se vivían. La nacionalización de los servicios públicos no era,
darles del país ..
.

años 40, una política que estuviera a contramano de la tendencia


De tal modo se utilizarían "las divisas dispo En la Argentina y en el mundo, una nueva concepción de lo que
nibles y las que se
por futuras exportaciones". Respecto a las hacer el estado estaba madurando.
primeras, sin embargo,

e� Imposible en el caso de las libras conge
ladas, ya que Gran llretaña.
Cien sahda de la guerra, no era capaz de
proveer esas importaciones.
do el negociO de los ferrocarriles fue concl
uido, se lo defendió
que permitía "una favorable reestructura
ción del pasivo del balance
gos argentino", al eliminar de la cuenta compra de los ferrocarriles británicos por parte del estado argenti­
de servicios financieros los
por utilidades de las compañías ferroviaria eb<' ccms,id<"arse en su doble aspecto de nacionalización y estatización.
s.
Desde el punto de vista inglés, la venta de '" tmt:1ha únicamente de limitar la participación de los capitales extran­
los ferrocarriles era
los �odos menos onerosos para pagar por la economía argentina. La adquisición de los ferrocaniles, como la
la provisión de alim<,ntos>
gentmos durante la guerra. Un funcionario otros servicios públicos que le seguirían, era también un sínto­
de la Foreign Office
en 1941: crecimiento del estado como productor de bienes y servicios. Ya du-
el gobierno militar de 1943-45 se habían dado pasos en esta dirección.
Siempre me ha parecido que una oferta firme para de la creación de Fabricaciones Militares, se había inaugurado un
comprar esta
donada carga sobre nuestras espaldas es una fonna siderúrgico en Zapla, provincia de Jujuy, y se había dado impulso a
de caridad, que los
tares [de las compañías] de ninguna manera deberí Mercante, creada en tiempos de Castillo.
an rechazar.
\ Durante el gobiemo peronista, la estatización tomó mayor vigor. A la
Y el Financia! Times aconsejaba en 1 946: (OrlaJIZa<own de los ferrocarriles siguió la de los teléfonos, pertenecien­
ITT. En el área energética, consideraciones estratégicas justificaban
Hay muchas razones para preferir un pijaro en
mano antes que en las rerverJcü\n del estado más que en ningún otro sector. Así es como la
_
pas argentmas. Nacional de Energía tuvo a su cargo la instalación de 37 plantas
Con la creación de Yacimientos Cru·boníferos Fiscales se
Pero otros han sostenido que la comp la explotación de las minas de Río Turbio, en la provincia de Santa
ra de los ferrocarriles fue
agresión nacionalista a Gran Bretaña. En La estatización del servicio de gas se completó con la creación de Gas
ocasión de l a muerte de
The Times opinaba: Continuaron además las expropiaciones de empresas alemanas,
la base del grupo DINIE (Dirección Nacional de Industrias del
�as relaciones angloargentinas tocaron fondo cuando los ferrocaniles al tiempo que se estatizaba el transporte urbano. El texto constitu-
mcos fueron nacionalizados en 1948.13
de 1949 consagró esta tendencia, declarando al estado dueño natural
servicios públicos (previéndose la compra o confiscación de aquellos
¿Entreguismo o nacionalismo desaforado?
Para responder con estuvieran en manos privadas) y de las fuentes de energía.
za se reqwere un cálculo preciso del precio
pagado por el estado este terreno la política peronista tampoco puede ser tildada sin más
no Y el valor económico de los ferrocarriles
, ambos difíciles de estim•1r. � extrema o extemporánea. La nacionalización no fue tan lejos como
ha argumentado que, cuando se consideran
.

las tierras a los costados de pretendían. Perón se pronunció en contra de la estatización de los
vías que fueron adquiridas junto con los trenes
, fue la Argentina quien ¡orífi<;os y de una empresa cementera de origen norteamericano. Los lí­
zo un buen negocio. Pero en este punto no
hay un acuerdo entre los eran impuestos, también aquí, por sus propias convicciones. Antonio
res. En cualquier caso, la compra de los ferroc
aniles es una muestra de quien a partir de 1952 desempeñaría importantes funciones en el
también en las relaciones económicas intern
acionales pudo Perón conc1iliat:• acentuaba el carácter coyuntural del estatismo peronista:
178 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO ASCENSO Y APOGEO PERONISTA ( 1 940- 1949) 179

!a rna¡roría de los países de Latinoamérica también abordó el estado nue­


oti,,id:¡des. El complejo siderúrgico de Volta Redonda, en Brasil, es só­
El estatismo o capitalismo de Estado le es esencial al socialismo y no
ticialismo. Nuestro justicialismo, es verdad, carga una buena dosis de importante de los muchos emprendimientos estatales en la región.
mo. Pero tan sólo por imperativo de las contingencias económicas
rrticif>ación del estado tuvo especial relevancia en los sectores de ge­
nales. No porque lo lleve en la sangre. Y, créame, si no tuviéramos
eléctrica, construcción y transporte. Un autor argentino debió uti­
contra el estatismo internacional y defender al país de la sateli"zac:ión
de ochenta páginas para "resumir" las disposiciones intervencio­
imperialismos, echaríamos por la borda nuestra carga de estatismo
medro, antes bien con medro del Justicialismo. 14 en América latina.
la Argentina, las cifras de gasto público reflejan el crecimiento es­
tendencia que se inició antes del gobierno peronista.
Conviene entender la posición del gobierno en este tema
clima de opinión nacional de la época. El partido opositor más
te, la Unión Cívica Radical, criticó la política de nacionalizaciones
EL PESO CRECIENTE D EL ESTADO
tizaciones no por excesiva, sino por insuficiente. Los principios Gasto público total, en términos reales (1941=100)
cos que guiaron al radicalismo de aquellos años eran básican1ent1
contenidos en la Declaración de Avellaneda de 1945, que años
fue calificada por un autor de extracción radical como "un prograrm 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949
tiimperialista, antioligárquico, revolucionario y de corte estatistat"
nocerse los resultados del acuerdo Eady-Miranda, que coJntemi>lal>�1 100 135,7 1 47,7 202,5 202,2 183,8 203,8 285,4 284,8
formación de una empresa mixta para adrrúnistrar los ferrocarriles,
dicales se opusieron demandando en cambio la nacionalización total. Fuente: Elizagaray (1985).
rante el curso de las negociaciones, diputados de la Unión Cívica
se mostraron temerosos de lo que consideraban un peligroso aoerc:anü<
de Perón a Gran Bretaña. Esta oposición se haría mucho más dura aumento del gasto en inversión fue determinante para el incremen­
a partir de la década del 50 el gobierno intentara un golpe de de las- erogaciones estatales. Buena parte está explicada por las
diera marcha atrás con algunas de sus medidas en esta área. Pero además hubo inversiones en comunicaciones,
Así como en el debate vernáculo el avance del estado era ac•eptadi y material ferroviario, y se dio impulso a la construcción de cami­
la mayoría de las partes, en el resto del mundo también se advertía algunos de esos sectores, sin embargo, no alcanzó a compensarse
dencia ampliatoria de las facultades estatales. Desde la crisis del ' 30, depreciación del capital ya instalado, ni a satisfacerse la crecien­
fianza en las capacidades del estado venía en amnento, y la in<,vi"t"t,le por infraestructura. El caso más palpable en este sentido fue el
ticipación en la economía de los sectores públicos de diversos a electri•cidlad. En contradicción con el acentuado discurso pro indus-
durante la Segunda Guerra había reforzado esa tendencia. Lo que capacidad instalada no creció al ritmo previsto por el gobierno, y
medidas de emergencia durante el conflicto adquirieron en la pu•>g•,�n se tradujo en frecuentes caídas de tensión. En algunas áreas, el
carácter permanente, siendo el caso paradigmático las naci"<>mtliz:acioTitel del gasto venía a satisfacer las demandas de los sectores que sos­
gobierno laborista inglés que sucedió a Churchill. También el est:ad<Jil al peronismo en el poder: los militares y la clase trabajadora. En
cés se movió, a pmtir de 1945, en el mismo sentido: se hizo cm·go de 1946 y 1947 el principal motor de la inversión pública fue la de-
nas, casi todos los servicios públicos, la empresa Renault y la exterior, que llegó a representar el 60% de los gastos públicos de
vil. En Italia, el estado intervino en la producción industrial a gran Creció también la importancia del gasto en salud, educación y vi­
además de controlar los servicios públicos. La experiencia soviética, El aumento del empleo público en general, aun sin considerar las
había cosechado sus primeros éxitos antes de la guerra, sin duda estatizadas, puede verse como otra manera de asegurar esas leal­
al optimismo por la planificación y la intervención del estado en y extenderlas también a la clase media.
180 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 181

que con la receta keynesiana dominante por enton­


En todo el mundo, la receta keynesiana de tonificar la � ortodoKia fiscal
agregada con aumentos del gasto público estaba en su momento otra gran inyección de demanda no provino directamente del sec­
yor apogeo. En los países que habían participado de la guerra, sino que fue inducida al sector privado a través de una políti-
pras de material bélico habían permitido superar una situación ingresos basada en el aumento masivo de salarios. Por esta vía el
sempleo que, en algunos casos -como el británico-, se rernontab1 conseguí a un doble objetivo : ayudaba a apandir la economía y
primera posguerra. ¿Qué otra prueba se requería para consagrar tiempo daba a su programa el contenido de equidad que estaba
mente al keynesianismo? Los gobiernos pronto se hicieron eco éQ•raown del discurso peronista.
nuevo consenso de ideas en materia económica. En Inglaterra, el
Paper on Employment, de 1944, comprometía al gobierno al
miento del pleno empleo, a través del gasto público cuando fuera
sario. En Estados Unidos, en tanto, el keynesianismo era dc>ct1rini
aca­
cial ya desde la exitosa salida de la recesión de 1937. En los declamada opción por la justicia social tuvo su expresión más
de ingresos de los primeros tres años de go-
América latina también se difundieron las políticas contracíclicas, la generosa política
en prácticas del tipo europeo o norteam erica­
las que Colombia había aplicado cuando la guerra complicó a su peronista, y no tanto
cio de exportación. montadas sobre esquemas de impuestos y subsidios explícitos, se
Pero la estatización de algunas actividades económicas y los institucionalizando por esa época en la forma del Estado de Bie­
, con­
tos cíclicos del gasto para combatir las recesiones no eran los El Primer Plan Quinquenal, y el nombre de Miguel Miranda
co casi hasta 1949, están asociado s a una fase
mentas del nuevo modelo de estado que se estaba gestando en la d el equipo económi
preceden tes. A pesar de las buenas relacione s en­
rra. La reconstrucción del estado en Europa Occidental fue 'pansión salarial sin
J g,obrerrw y los gremios durante el período anterior a Perón, los sala­
construcción definitiva del Welfare State (Estado de Bienestar).
sus orígenes pueden rastrearse hasta las Poor Laws dictadas en la apenas habían aumentado entre 1943 y 1945. A partir de ese
terra del siglo XIX, fue recién a partir de la Segunda Guerra Muncjiá salarios reales crecieron a una tasa récord, aumentando 62% entre
las políticas redistributivas alcanzaron una sólida expresión de esos años y 1949. Esa mejora fue más acentuada que la de la
era un
na!. Inglaterra continuó siendo pionera, favorecida por el menor uctiiviclad, y en 1949 el costo laboral por unidad de producto
ro de su economía durante la guerra, comparado con los países más alto que en 1945.
pa continental. El Informe Beveridge, escrito en 1942, preveía un
universal de seguridad social, y fue la base de la gran expansión
LA EXPANSIÓN SALARIAL
tado de Bienestar inglés en la segunda mitad de los años 40, de la
Evolución de los salarios reales
del gobierno laborista. Se creó, entre otras cosas, un sistema
amplio de ingreso complementario para trabajadores pobres. En
más parecidos a la Argentina también se reconoció esta nueva 1945 1946 1947 1948 1949
del estado. Australia, por ejemplo, introdujo seguros de desempleo
enfermedad, y aumentó los beneficios por maternidad, todo ello a real (1945=100) 100 103 129 156 162
dos de la década del 40.
El triunfo del keynesianismo y la consideración de los pn>blem¡as. : Gerchunoff (1989).

::����:�:��;
tributivos seguramente influyeron en el diseño de las políticas fiscalles
ronistas. Así y todo, el gasto del gobierno no fue el único i
do para sostener la demanda agregada y para redistribuir p . El incremento de los salarios reales llevó a una distribución del in­
el ingreso. Más aún, cuando al comenzar los años 50 la econorrúa nacional más equitativa. Se ha calculado que el componente sala­
ba hacia una recesión, el gasto del estado se redujo, más en línea del ingreso nacional superó, por primera vez en la historia, a la retri-
182 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO ASCENSO Y APOGEO PERONISTA ( 1940-1949) 1 83

bución obtenida en concepto de ganancias, intereses y renta de la


En 1948, aquél ascendía a 53%, contra 47% de éste, lo que se Esa cadena de prosperidad era palpable para el ciudadano común, es­
ba favorablemente con la situación imperante sólo un lustro atrás ialnoente para los más pobres. En los años 1946, 1947 y 1948 la clase
do los trabajadores percibían 44,4% y los empresarios, capitalista ; bajad<Jra argentina experimentó el mayor aumento de bienestar de toda
listas recibían 55,6%. hisltona.. La imponente tasa de crecimiento de la producción (8,4 por
Detrás de esta política había, por supuesto, una intención anual en promedio, la segunda más alta hasta ese momento para uu
de Perón. A pesar de haber ganado la elección de 1 946 con la de tres años) no alcanza a reflejar completamente el progreso eco­
absoluta de los votos, el margen no había sido tan amplio. Adlen1ás; popular. La mayor disponibilidad de bienes, fruto del aumento de
rón debía definir la compulsa entre el grupo político y el grupo dU<:ci<in industrial y del creciente valor de las expmtaciones, se volcó
dentro del partido que lo había llevado al poder. Un éxito inicial todo a expandir el consumo, que en 1948 fue casi un 50 por ciento
do como administrador le permitiría unir fuerzas detrás de la al de sólo tres años atrás. Además, su distribución resultó más pa­
antes que del partido y de los sindicatos, cosa que finalmente en épocas anteriores. Ni en la esplendorosa década que culminó
Centenario, ni en los plácidos tiempos de Alvear, la bonanza econó-
en 1947 quedó fundado el Partido Peronista. Es inevitable, por
había sido generosa con todos. Con alguna razón se consideraba que,
apuntar a las urgencias políticas como una de las causas de la
u otra manera, la prosperidad de entonces terminaba siempre en Bu­
salarial alentada por el gobierno durante el primer trienio pe:rorLista:
en los europeos, ya derrochada en las largas travesías de los estan­
embargo, a ello hay que agregar la particular concepción del
ya acumulada en los bolsillos de los inmigrantes que habían veni­
rón acerca del funcionamiento de la economía para coJmp:ret!de'r
a bus<:arla desde el otro lado del Atlántico. Esta vez el bienestar era de
tica salarial. Algunos años después, Perón aconsejaba al pn:si:detlte
pueblo argentino, y no fue extraño que el peronismo obtuviera más
leno lbáñez:
tercios de los votos en las elecciones de constituyentes de 1949. Un
británico describía esos años de euforia con un ingenioso juego
Dele al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que sea
Jal11bras, al titular una nota A portrait of the Peronist party, que puede
Cuando parezca que ya les está dando demasiado, deles más. Todos
como "Un retrato del Partido Peronista" pero también como "Un
de asustarle con el espectro del colapso económico. Pero todo eso es
de la fiesta peronista". El espectáculo de prosperidad popular era vi­
ra. No hay nada más elástico que la econorrúa, a la que todos temen
que no la entienden.15 a todos, incluido por supuesto el propio Perón, quien pudo decir de sus

Esa manera de entender la economía estaba en línea con las


: : •>nt,e' venían de alpargatas. Ahora, los veo con camisas de seda y buenos
que se implementaron. El optimismo de los años iniciales del
17
era capaz de justificar políticas a veces demasiado audaces. La
salarial, por ejemplo, no era considerada únicamente como una
mejorar el nivel de vida de los trabajadores, sino también como un El control de los alquileres y el congelamiento de algunos precios de
básicos se sumó a la generosa política salarial para difundir el bie­
mento para alimentar la demanda agregada y garantizar con ello el
a los sectores de más bajos ingresos. No sólo mejoró la indumenta­
empleo. En palabras de Cafiero:
muchas familias trabajadoras. También crecieron las compras de
tcbrodlonoé¡;tic:os: la heladera eléctrica reemplazaba a la refrigeradora a
. . . cuanto mayor es el poder adquisitivo del sector "trabajo", que es el
fundamentalmente consumidor de la econonúa, más amplio se toma y la cocina a gas a la vieja "cocina económica". Mientras tanto, los
cado y la demanda y por con'siguiente más intensos resultan los de radio conocían su más acabado esplendor. La multiplicación de
la producción y al desarrollo, tendiéndose a configurar una verdadera fue tan decisiva para la popularidad de las novelas como para la
na de la prosperidad": más ingresos - más demanda - más producción comunicación de Juan Domingo y Eva Perón con "sus descamisa­
.
mgresos . . . 1 6 . Los temores al subconsumo y la recesión tan en boga en la pregue-
ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 185
184 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO

rra y la Guerra dejaban paso al "círculo de la felicidad" en el que el


sumo y la producción se alimentaban mutuamente. \ N1\CION ECONÓMICAMENTE LIBRE:
La política salarial de Perón, con su doble objetivo de gar·anl:iza. "'""" v INDUSTRIALISTA
pleno empleo y redistribuir el ingreso hacia los sectores populares,
da
de los elementos centrales de su política económica hasta 1949. La pomposa declaración de l a Independencia Económica, proclama
de y la incorpora ción en la Constitución
equidad también se vio favorecida por algunos cambios Jm:positiv1 ;;ru,cunaán el 9 de julio 1947,
a las inversiones externas fueron tan
impuesto al ingreso, creado al comenzar la década del 30, fue icuwsm de fuertes restricciones
repetidas veces de manera de hacerlo más progresivo. Se creó signos superficiales de la decidida marcha de la economía nacio­

gravamen a los beneficios de las empresas, lo que también coJotrib� una mayor autarquía. El gobierno peronista actuó vigorosa y de­
sustitutiv a de importaciones. No fue
mejorar la distribución del ingreso. Con la sanción de un impuesto ira<larnellte en favor de la industria
nto en pro de la industrialización. Perón
"exceso de beneficios" y otro sobre ganancias de capital, también taciorlalisnlo el único argume
posibilid ad de mantener un alto nivel
tó cargar a las empresas y a las personas de altos ingresos con una en el crecimiento industrial la
y de consumo. Según sus propias palabras en ocasión del lan­
mayor del peso de los gastos públicos.
Para la hacienda pública, todas estas medidas impositivas del Primer Plan Quinquenal:
una importancia menor al iado de los recursos obtenidos por la
de la seguridad social. El sistema previsional argentino había �:��;��;: producir el doble; multiplicarlo por cuatroónmediante una buena in­
por la industria; distri­
a funcionar, de manera todavía muy limitada, en 1904, con la
. ,d a� : �� : es decir, emiqueciendo la producci
equitativamente esa riqueza y aumentar el estándar de vida de nuestras
una caja para empleados públicos. Poco a poco se fue exter•di•en<io lá
ma de actividades cubiertas por la seguridad social: en1915 se poblaciones hambrientas [ . ] y habremos solucionado con ello una de las
. .

Cuestiones más importantes: la estabilidad social.18


ja para los trabajadores ferroviarios, en 1921 para los de otros
públicos, en 1923 para los bancarios y en 1939 para los penomstas
industrial ización era vista también como una política de desarro­
rineros. Pero fue recién a partir de la asunción de Perón en l a Secre:tan
el largo plazo. Las recomendaciones de la mayoría de los econo­
Trabajo y Previsión que las cajas adquirieron un impulso
para los países en desarrollo giraban siempre en torno al objetivo
1944 se organizó el sistema de previsión para los empleados de ejemplo,
npa1rtl1ic de la industrialización. En las Naciones Unidas, por
y los obreros industriales tuvieron el suyo en 1946. Durante los
industrialista estaba firmemente instalada. En el informe de
años de vida del régimen jubilatorio, que fueron los años del pero1üsmb
el poder, hnbo nn enorme superávit por este concepto, ya que la

otrora rígida distinción entre países "industrializados" y países producto­


ción de beneficiarios sobre contribuyentes era ínfima. Así, en cada
los años finales de la década del 40 el gobierno obtenía alrededor de materias primas se está haciendo cada vez más difusa [ . ] en el largo
. .

4% del producto bruto del flamante sistema de seguridad social, plazo estas tendencias, especialmente si son apoyadas por una acción deli­
que fue decayendo con el correr de los años a medida que aumenta1b.: berada que promueva esquemas de desarrollo, pueden resultar más
impor­
número de beneficiarios. tantes que el actual predomini o de los Estados Unidos en la producción mun­
de
El sistema impositivo y previsional fue un factor impmtante, dial, lo que quizás era esperable inmediatamente después de un período
el decisivo, en el esquema distribucionista del peronismo. El elt,menlto ' guerra y devastación en el resto del mundo industrial izado.19
cial era la generosa política salarial. Pero si los aumentos salariales
raron la situación de los trabajadores, ¿quién pagó esa bonanza? Una Los medios elegidos por el gobierno para llevar a cabo este proyec­
tesis debe descartar·se de plano: no fueron los empresmios ín<ius:tmll: )f,,enm básicamente dos: la restricción de las importaciones y la gene­
favorecidos pór un gobierno que hizo del desarrollo manufacturero política crediticia. Ya en 1944, el "Régimen para la protección y la
sus más apreciadas banderas. ltólDOIOÍÓn de la industria" había mostrado la voluntad oficial de proteger
producción de manufacturas de "interés nacional". Se elevaban los
186 EL CICLO D E LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO ASCENSO Y APOGEO PERONISTA ( 1 940-1949) 187

aranceles para las importaciones de los productos que competían con


industrias, se reforzaban los permisos previos para la obtención de
bio y se establecía un sistema de preferencias para la importación EDUCACIÓN PARA LA INDUSTRIA
terias primas y bienes de capital. Es posible que las restricciones a Graduados en carreras relacionadas con la industria
portaciones vía aumentos tarífarios haya tenido una importancia (1 936·40=1 00)
como política protectiva. Más relevante fue, sin dudas, el sistenaa
control de cambios, reforzado por la exigencia de permisos pn,víos a:
ces imposibles de conseguir. En cuanto al sistema de preferencias Ingeniería Matemática, biología, Farmacia
química y física y bioquímica
biarias para la importación de insumas y bienes de capital, tuvo
incidencia: comparado con los productores rurales, por ejem¡Jlo, leos;
1936-40 100,0 100,0 100,0
dustriales podían acceder a maquinarias importadas en condiici<me:s.'É
1941-45 171,6 165,1 274,5
favorables.
1946-50 257,6 231,3 891,5
Pero tan decisiva como la protección a través de barreras
rias y cambiarías fue la política de crédito industrial, que se
Fuente: Schwartz (1967).
través de dos bancos oficiales. El Banco Indusl'rial, fundado en
inició sus actividades con una capacidad prestable equivalente a
ces el volumen negociado en la Bolsa de Buenos Aires. Con los
ese poder crediticio se haría todavía mayor. El Banco Central, Los juicios sobre los resultados de la industrialización peronista, tu­
parte, fue nacionalizado en 1 946 junto al sistema bancario, lo que incipiente en 1949, son variados. La tasa de crecimiento industrial
mitió al gobierno manejar el crédito a voluntad. Lo hizo con un · época ha sido motivo de disputa. Dependiendo de la fuente de datos
marcadamente pro industrial. Así es como, entre 1 946 y 1948, la utilice, la tasa anual de crecimiento del producto industrial puede
tría se encontró con fondos abundantes a su disposición, re<linúble sido 3,4% o 7,5%. La discrepancia no es menor, lo que contamina
plazos largos y con tasas de interés muy favorables. De hecho, evaluación sobre la performance industrial en ese período. Juz-
.
veces las tasas de interés reales fueron negativas, ya que la tasa con la vara de las esperanzas iniciales y -sobre todo- de las frustra­
flación superó a las exiguas tasas nominales. Se estima que los posteriores, pueden encontrarse varios defectos en el desarrollo
tomados por el sector industrial pasaron de un 2,6% del producto iutiactun:ro de la primera época del peronismo. Entre ellos deben men­
en 1944 a 4,4% en 1948, y continuaron su ascenso en los años las limitaciones de escala impuestas por el reducido mercado in-
tes luego de una pausa en 1 949. las consecuencias del rechazo inicial al capital extranjero, la ausen­
También contribuyó algo a la industrialización la política énfasis en la productividad o la aún escasa sustitución de
peronismo. Las compras del estado, derivadas entre otras cosas del ortacion<es en ramas básicas. En su momento, sin embargo, no falta­
to del gasto en defensa, generaron demanda adicional por los prcJdu·ctol el<>gi<)S hacia la estrategia de industrialización de los primeros años
dustriales. Además, se invirtió bastante en la instrucción para la · ;¡;u,u<owv de Perón. Un miembro del Parlamento británico, por ejem­
siguiendo los consejos ya centenarios de Juan Bautista Alberdi �'d<!jal)a entrever su admiración y, por qué no, su recelo, cuando afir-
una formación demasiado enciclopedista. La desafortunada fóJ:illlila .'i 1949:
pargatas sí, libros no" fue al mismo tiempo un símbolo y una ca:ric:1tu:ra
cambio en las prioridades. El Instituto Superior de l a Escuela v••v ·'�" t;Jj:t p1res1idente Pe:rón y el señor Miranda no son tontos. Si lo que resultaría peor
ellos finalmente ocurre, y el mundo deja de estar hambriento, habrán
C•ons:eg1uido, al menos, financiar su Plan Quinquenal, y habrán avanzado bas­
entrenó a muchos de los futuros industriales, y en el mismo sentido
tó la expansión de las escuelas técnicas. Además, aumentó fu•ert•em:en
tante hacia la autosuficiencia, siguiendo el modelo alemán. 20
número de graduados en carreras que habilitaban para trabajar en el
industrial.
188 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO ASCENSO Y APOGEO PERONISTA ( 1940-1949) 1 89

La observación del parlamentario inglés daba una de las claves intemacional. Durante el gobiemo de Perón, la influencia del go-
industrialización peronista, que estaba sostenida sobre una transfer,en¡ sobre los precios agrícolas se intensificó, pero con signo cambiado.
intersectorial de ingresos que a su vez era posible por la particular Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI) monopoli­
tura internacional, excepcionalmente favorable para la Argentina. principios de 1946, la comercialización de los cereales y oleagino-
tos precios mundiales de los productos rurales estaban siendo anJrov·ee> 1946 y 1949, compró las cosechas a los agdcultores para vender­
dos por el gobierno para financiar sus políticas expansivas. Jnt<�rnam.enlte y en el exterior, obteniendo un margen muy amplio gracias
favorables términos de intercambio extemos.
Había dos motivos muy concretos para esta política discdminatoda ha­
EN EL CAMPO, LAS ESPINAS sector rural. En pdmer lugar, las ganancias del IAPI sirvieron para sos­
aumento en el gasto público. Además, la intervención del IAPI desli­
Desde que, en el último cuarto del siglo XIX, la economía prudalmente la evolución de los precios intemos de los alimentos del
se había consagrado a la producción agropecuaria destinada en su oJnlie11to de los mismos que se estaba verificando en el mercado intema­
a los mercados externos, las variaciones en los precios de los pnldtJCt<ls Este fenómeno se refleja en las estimaciones sobre la participación de
rales habían determinado en gran medida la situación general del [ctividad<os agropecuadas en el producto bruto total argentino, que es mu­
marcada inestabilidad de la economía se debía bastante a la bn1sc¡uedad cuando se la valúa a los precios internos (influidos por políticas ca­
las fluctuaciones en esos precios. Perón tuvo la suerte de asumir la del IAPI) que cuando se calcula tomando los precios internacionales.
dencia con los términos de intercambio más altos de todo el siglo:

LA DISCRIMINACIÓN AL CAMPO
AÑOS AFORTUNADOS (Base 1925-1929=100)
Términos de intercambio externos (1960=100)

Participación del sector rural Participación del sector rural si /os


1920/9 193019 1940/3 1944 1945
a precios corrientes precios internos hubiesen seguido
1946 1947 1948
{% del PBI) a /os internacionales (% del PBI)
Términos de
33 33
intercambio
26 28
16
externos 87,1 99,7 1 13,7 105,9 94,8 145,8 147,2 151
32
Fuente: apéndice estadístico.

En los primeros años de la década del 30, el sector agropecuario no haberse esterilizado el aumento intemacional de los precios de
sufrido las consecuencias de unos términos de intercambio imJsualrneJnte, '\lirneJltos, una de dos cosas habría ocurddo: o bien los salarios reales ha­
jos. El gobierno conservador del general Justo, en cuyo gabinete se JO �nermaJdo por el encarecimiento de algunos productos básicos de la ca­
cinco miembros de la Sociedad Rural Argentina, intentó ayudar a familiar, o bien, en el caso de compensar ese aumento con nuevos in­
ductores agrícolas y ganaderos. Estos últimos se vieron favorecidos en los salados nominales, se habría visto afectada la rentabilidad
firma del tratado Roca-Runciman, que garantizaba una proporción A través de la política del IAPI, el gobierno peronista cerraba un
cado inglés a la carne argentina; para ayudar a los agricultores, en de redistribución sectorial de ingresos coherente con la conforma­
instauró la Junta Nacional de Granos, con la misión de asegurm· un su apoyo político. En este triángulo redistributivo, los vértices eran
mínimo a los cereales, comprar los excedentes y venderlos a pérdida rural , el sector urbano y el propio estado. El crecimiento salada! fo-
190 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 191

mentado por el gobierno era compensado en el sector industrial con dio al arrendatario el derecho a renovar su contrato a los mismos
beral política crediticia y el estancamiento de los precios de los ""-- · que en el período anterior, lo que perjudicaba al dueño de la tie­
su vez, el gobierno financiaba parcialmente la expansión del gasto y a la erosión inflacionaria. El terrateniente perdió el incentivo
sensible­
públicos con el margen que obtenía el IAPI gracias a unas inrnd·orable, arren•oar sus campos, y este tipo de contratos disminuyó
diciones internacionales. El mantenimiento de este delicado equil:ibrí de la posguerra. La sujeción de la importación de maqui­
a partir
r a¡�ucv•" al
pendía de que esa especial situación se prolongara. Pero, en su mc>mt:n tipo de cambio no preferencial completaba la batería de
•.

sensación predominante era que el peronismo por fin había logrado au vc•ouo al sector rural.
la expausión económica con la justicia social, algo que tenía pocos muchos, la drástica caída del área sembrada con los cultivos más
dentes en el mundo y ninguno en la Argentina. fue una de las consecuencias de esas políticas.
La presión al sector agrícola era reconocida, pero justificada,
gobierno. Así, Antonio Cafiero concedía:
EL DESCENSO DE LOS CULTIVOS TRADICIONALES
. . . los planes de industrialización y desarrollo económico previstos en el Área sembrada con los principales cultivos,
Pian Quinquenal de Gobierno hicieron necesario que ese m<jOI·artzierzto.¡ en miles de hectáreas
torio de la capacidad adquisitiva internacional de nuestros cereales y
ganaderos, se aprovechara en la consolidación de otras actividades
fundamentales que, a su vez, habrían de constituirse en una inestimable
de demanda permanente para la propia producción primaria, cuando
los estímulos transitoriamente presentes en el mercado internacíonaJ.21

Había otras razones, de importancia menor, con las que se


política del IAPI. El comercio de posguerra era bilateral en todo el
do. No había, en realidad, un precio internacional al que atenerse
ventas al exterior. Al contrario, las condiciones de las tran81tcciontes,
gían de las negociaciones entre las partes. Una agencia única de
lización, como era el IAPI, era capaz de obtener mejores precios
que se habrían conseguido con el poder de negociación más di,;perso'"
"' "' "' "' "' "' "' "'
"
más, la situación de posguerra obligaba a vender a crédito, y el IAPI,
" " " " " "
:': ..., '
' '
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do estatal, podía soportar mayores riesgos y plazos. Por último, el 00
"
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N

tor agrícola estaba menos expuesto a fluctuaciones violentas en los �


N w "
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m ...,
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de sus productos.
Estas consideraciones eran poco convincentes para los or'ooieta
(19BB).
rurales, mucho menos cuando otras políticas tampoco les eran
bies. Los aumentos salariales en la industria habían repercutido
costos de los productores, que debían aumentar los salarios de los Pero no hubo una crisis rural como la que sugiere esta tendencia del
nes para evitar su emigración hacia las ciudades. El Estatuto del O¡t s:errtbr:ada con los principales productos agrarios. Hubo, como contra­
además, había extendido algunos beneficios sociales a los trabajad( una intensa sustitución de cultivos en la pampa húmeda. Creció la
del campo, lo que también impactaba sobre la rentabilidad rural. La portanlCi'a de semillas nuevas, como el girasol, el maní y la cebada. La
cultura, más golpeada que la ganadería por el encarecimiento de la producción de los cultivos tradicionales (maíz, trigo, lino y ave­
no de obra, sufrió especialmente con el cambio en la reglas de alrededor de 39%, fue parcialmente compensada por un aumento
rural. El sistema de arrendamiento utilizado hasta entonces entró 05% de las nuevas variedades . La paulatina normalización de las im-
192 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 193

portaciones de bienes de capital, incluyendo la maquinaria agraria,


a que la caída en la producción no fuera mayor. Además, la pr<ldttcc:iá' manifestación más clara de este problema era el bloqueo de libras
cuaria avanzó sobre tierras antes dedicadas a la agricultura, de Inglaterra. Las libras que se habían conseguido con las ex­
que ya había ocurrido, a veces en sentido inverso, en otras épocas. durante la guerra sólo podían utilizarse para importar desde
Dentro del esquema económico peronista, el campo tenía el "área de la libra". Así es que puede hablarse, hasta el año 1946,
tísimo rol de proveer las divisas necesarias para la importación de <pr·obl'enla" del superávit comercial. Problemas similares obligaron a
y maquinarias que la industria local aún no producía. Quizás ésa acuerdos con varios países, además de Inglaterra. En un mundo de
causa de la timidez de los cambios en el régimen de tierras llevaclosz cambiarios, el comercio se había vuelto bilateral, poco más que
!ante por el peronismo. Muchos dirigentes dentro del partido no se las compras y ventas debían equilibrarse no ya con el conjun­
taban con el congelamiento de los arrendamientos, y proponían socios comerciales, sino con cada uno tomado individualmente.
ma agraria para acabar con la gran propiedad rural. Pero el gobi<:m< tgentina se adecuaba a lo que imponían las circunstancias, tal como
quiso arriesgarse a complicar una situación de pagos interrtaciontale:s el Banco Central:
había comenzado a deteriorarse.
situación de tal naturaleza nos constriñe forzosamente a encauzar, en es­
momentos, las importaciones desde aquellos países que adquieren los pro­
LAS COMPLICADAS CUENTAS EXTERNAS argentinos, pues sólo en esta forma lograremos abastecemos de bienes,
afectar nuestras disponibi1idades de oro y divisas. En este sentido, debe
La posición comercial argentina al finalizar la Segunda �"�"·" , aceptarse que la estructura básica de nuestro intercambio y la inconvertibilídad
dial no era cómoda, a pesar de los superávits comerciales que de las divisas que recibimos en pago de nuestra producción exportable,
mulándose. En realidad, el problema era el excesivo superávit, ya llevan necesariamente a tratar de utilizar al máximo las posibilidades que
la negociación comercial bilateral, sin dejar de reconocer que, con es­
la política, el país no puede alcanzar todos los beneficios que recogería con la
se trataba de un fenómeno derivado de una gran performance
sino de las dificultades para conseguir importaciones. Así es como, resfam·aci:ón del multilateralismo en el comercio intemacional.24
acabada la guerra, el problema exterior era opuesto al que había
durante la Gran Depresión. La cuestión no era tanto asegurar
el exterior para las exportaciones argentinas como conseguir las primeros años de la posguerra trajeron novedades al comercio ex-
ciones necesarias con las divisas provistas por las ventas externas.
argentino. El precio promedio de las exportaciones creció un 208%
se trataba de "comprar a quien nos compra" sino, más bien, de y 1948, mientras las compras al exterior se normalizaban des­
quien nos vende". Decía Perón:
del período bélico, además de aumentar su precio alrededor de 30%.
Qrrlenoio exterior argentino recuperó así parte de su vigor de preguerra.
. . . tropezamos permanentemente con la prohibición de exportar de los
las vmiaciones en los precios no podían esconder un hecho decepcio-
a quienes nosotros estamos proveyendo de alimentación. Por eso ha ·
cesario, frente a la situación de que todos los barcos lleguen vacíos el volumen exportado en 1946 era menor al de 1935, que a su vez
los gobiernos de esos países no permiten la exportación a la An!entiná sido inferior al de los mejores años de la década del 20. La tenden­
establezcamos que barco que llegue vacío se irá también vacío. les•cer•dente de las exportaciones argentinas era en parte el resultado de
licitones externas menos favorables que las vigentes antes de la crisis
El embajador brasileño en la Argentina resaltaba esta pn,oc:upació: La reducción en el coeficiente de impmtaciones británico, por
Perón: impedía colocar demasiadas exportaciones en ese mercado. Pero,
mismas condiciones, países similares a la Argentina pudieron au-
Cada vez que le pedía trigo al general Perón, me exigía caucho a o al menos mantener el volumen de sus ventas externas. Australia,
"Queremos hierro y acero'' decía, casi gritando, Perón, "y eso vale iiejempl<l, exportaba a principios de los años 50 más que a fines de los
quiera que desee granos y carne argentinos".23 a pesar de las dificultades en los mercados para sus productos.
194 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO ASCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 195

Parece claro, entonces, que en la mediocre evolución exportad¡ consumo era satisfecho con producción doméstica, pero ésta nece­
la Argentina las políticas internas -que no estimularon la pnJdtlcc:ió� cada vez más insumos y bienes de capital. Estos rubros pasaron a
pero sí su consumo- fueron determinantes. En el diseño estas alrededor de 90% de las importaciones totales. El creciente
influyó el escepticismo del gobierno respecto a la posibilidad de de importaciones comenzó a ser visto con preocupación cuando
peración del comercio mundial. En 1946, ya se habían cumplido con cambiar el signo de la balanza comercial argentina. En el

����!:�
quince años de decadencia en los mercados internacionales, y el aparecer un déficit de comercio, éste no podría ser compensado
peronista apostó más a una Tercera Guerra Mundial y a a un de capitales, que estaban desalentadas por las políticas pe­
todavía mayor del intercambio entre naciones que a la ir���e : ' y limitadas por las circunstancias internacionales. Así, un signo
rrección que finalmente tuvo lugar. Este pesimismo acerca de las ensombrecía el futuro de las cuentas externas argentinas ya
dades de desarrollo que el comercio mundial brindaba a los p��'"�'' p1 y al año siguiente se transformaría en un verdadero problema.
tares de materias primas tendría su mayor expresión intele:ctttal i�•qnilibrio exterior de 1949 coincidiría con l a aparición de otro de
ideas del economista argentino Raúl Prebisch. El hecho de que llamados a dominar el debate económico en las décadas si­
miento del ingreso per cápita provocara aumentos en el consumo la inflación de precios.
nes industriales, antes que de bienes agropecuarios, hacía i"JJe\'itab
los países productores de alimentos sufrieran una caída secular de
minos de intercambio externos. De acuerdo con este argumento,
ble situación de los precios de exportación argentinos en la it
" 1media1 Y DESCRÉDITO: NACE LA INFLACIÓN
guerra no podía ser vista sino como un hecho absolutamente
y acaso irrepetible, con el que no se podía contar en el futuro. a partir de la Segunda Guerra Mundial la economía argentina empe­
Lo cierto es que esas circunstancias fortuitas hicieron que la síntomas inflacionarios. Eso no era extraño ni demasiado preo­
comercial argentina tuviera, entre 1945 y 1948, un signo positivo. . Lo mismo que a fines de la Primera Guerra Mundial, el cuantioso
comercial se reflejaba en entradas de divisas que se convertían en
nacional, lo que a su vez alimentaba el aumento de precios. Duran-
UN BALANCE POSITIVO uno de los años entre 1941 y 1945, la base monetaria creció más de
Exportaciones e importaciones argentinas
aumento elevado para lo que era la tradición argentina desde prin­
(millones de dólares corrientes)
siglo. La resistencia de la sociedad argentina a las políticas infla­
era bastante fuerte, quizás como reacción a la desagradable expe­
Año Exportaciones Importaciones crisis en 1890. Cuando se fundó el Banco Central, en 1935, para
a una Caja de Conversión que ya no tenía razón de ser, la ban­
1 945 719 289,6 'ociialista criticó duramente el proyecto por considerar que abría la
1 946 1 .003,6 503,7 al emisionismo y la inflación. De manera idéntica, al conocer los
1 947 1 .587,4 1.319,8
del Plan Pineda, los radicales se mostraron escépticos acerca del
de créditos que contemplaba, denunciando también una amenaza
1 948 1 .604,2 1.567,8
Pero no podía culparse al gobierno por la inflación de los años
Fuente: apéndice estadístico. ya que se trataba de un fenómeno puramente coyuntural que de­
con la paz. Eso era, al menos, lo que se creía.
fue así. La Argentina mantuvo, a partir de la posguerra, una infla­
Las importaciones se recuperaron rápidamente de su de¡pri1mid :onsisten.terneJlte más alta que la de los países más avanzados. A par­
vel durante la guerra, empujadas por la fuerte demanda interna. de los años 40 los caminos de la inflación argentina y la nor­
hubo un cambio en su composición. El aumento en la demanda se separaron definitivamente, o al menos por varias décadas.
196 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO ASCENSO Y APOGEO PERONISTA ( 1940-1949) 197

el pleno empleo. De hecho, el tradicional objetivo del Banco


CAMINOS DIVERGENTES consi stente en "ajustar los agregados monetarios al volumen de
Inflación argentina y estadounidense (% anual) '"''""" ' fue reemplazado por los más ambiciosos de

60.00
trmno•ver, orientar y realizar la política económica adecuada para mantener
50.00 grado de actividad que procure el máximo empleo de los recursos hu­
y materiales disponibles y la expansión ordenada de la economía, con
40.00
a que el crecimiento de la riqueza nacional permita elevar el nivel de
30.00 de los habitantes de la Nación.Z5
20.00

1 0.00 ;uriosarr1ertte, el sistema monetario inaugurado en 1946 tenía algu­


0.00 j+++HI+J!Pfli!i1111:':!i"\fWI'-fV7j.+H�I-++�-+'¡;;-¡:j:::¡ de lo que habían sido las propuestas monetarias considera-
ortodoxas. En círculos académicos, se identifica con el econo­
-1 0.00
Simons la idea de reemplazar el sistema habitual de reserva
-20.00 por uno de reservas 100%, en el que los bancos están impe­
-30.00 prestar el dinero que reciben en forma de depósitos. El fin bus-
-40.00 ese caso es evitar el período de crisis bancaria al que está expues­
sistema de encajes fraccionarios. A pesar de las apariencias, sin
el modelo monetario elegido por el peronismo distaba mucho de
:opue,;ta. La diferencia estaba en la discrecional política crediticia y
Estados Unidos --Argentina
--
¡le1;cuenl:os del Banco Central. A través de los bancos comerciales, el
Central desplegó la generosa política de créditos que permitió a la
Fuente: base de datos elaborada por Gerardo della Paolera y Javier Ortiz, y apéndi­
financiar inversiones y, sobre todo, pagar salarios cada vez más
ce estadístico.
Estos créditos eran en realidad un sustancial subsidio, ya que
de interés pagadas fueron menores, entre 1946 y 1 948, que la ta-
Recién iniciado el gobierno peronista, el régimen monetario
rio argentino fue modificado profundamente. En marzo de 1946 fue
nalizado el Banco Central, hasta entonces una sociedad mixta. Al
UN SUBSIDIO ENCUBIERTO
guiente se decidió otra medida fundamental: la nacionalización de
Tasa de interés nominal e inflación (% anual)
sistema bancario. Esto significaba que los depósitos pasaban a ser
del Banco Central antes que de los propios bancos comerciales
cibían. Los bancos no eran más que agentes receptores de depó:sitc>� Tasa de inflación
cuenta del Banco Central, y desde luego no se les permitía pr<>St,rrlc>s,'' Tasa de interés nominal (promedio mayorista)
y minorista
bas disposiciones tenían como fundamento la idea de que el estado
reservarse para sí mismo el monopolio de la emisión monetaria. Si 1946 5,5 20,4
bancos no emiten directamente dinero, tienen un cierto control 1947 9,8
5,5
"creación secundaria" de dinero a través de su política de préstamos.
1 948 6,5 15,6
primiendo esa actividad se conseguía un manejo más inmediato de
1 949 6,5 27,4
tidad de dinero. Pero seguramente haya tenido más peso en esa de<:isi<)l
reconocimiento de que la política monetaria podía servir para alc:au:l� Fuenle: Arnaudo (1987).
198 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO AsCENSO Y APOGEO PERONISTA (1940-1949) 199

cJ.vV"'�
reaccionó la sociedad a las inéditas condiciones inflaciona-
Una parte de los créditos volvía al sistema bancario en form esperable, de acuerdo tanto a las teorías económicas como a la ex­
, . a
pasitos, que -medidos como porcentaje del producto bruto­ de los países de alta inflación, habría sido un creciente rechazo
durante los primeros años del peronismo. Sin embargo, el aument por el dinero. Cuanto más alta es la inflación, más poder de

cr ditos fue siempre mayor al crecimiento de los depósitos, y
eso
o
está perdiendo quien mantiene billetes en su bolsillo y más rápido
mas m menos que una expansión del dinero circulante, siempre a desprender de ellos. Algo sorprendentemente, durante el primer
generar inflación. Pero la teoría cuantitativa, según la cual los peronista ocurrió al revés. La cantidad de dinero circulante medida
la cantidad de dinero llevan a la larga a aumentos en los precios énrún<JS reales aumentó en lugar de disminuir. Estaba operando lo que
taba con la adhesión de las autoridades económicas argentinas. ' :cono1nü:tas llaman "ilusión monetaria": la gente no sentía la necesi­
naba, en cambio, una sue1te de "teoría cualitativa del dinero" según desprenderse de las crecientes cantidades de dinero que recibía por-
las expanswnes monetarias bien dirigidas generaban aumentos sentía que ese dinero estuviera perdiendo valor. ¿Cómo iba a pen­
en
de actividad económica más que en los precios. Alfredo Gómez cosa, si la única manera que concebía de medir el valor del dinero
quien a partir de 1949 sería el conductor de la política ·
caotidad de pesos moneda nacional impresa en el billete? Todavía
nía que a través de las políticas crediticias del Banco Central y algún tiempo para que los argentinos se acostumbrasen a distinguir
del
Industrial se estaba manifestando una nueva concepción del dinero. ·�caol:id;•des nominales y cantidades reales, y a usar otras monedas co­
del peronismo, decía Gómez Morales, el dinero era considerado uniidades de referencia.
producto cualquiera, que se vendía al mejor postor, ya que los )nflación incipiente, signos de debilidad externa: aunque todavía no
tentaban sa�ar el mayor interés posible de sus préstamos; a partir de obvio, allí estaban los síntomas de que el impulso expansivo y distri­
cwnahzacwn del sistema bancario, el dinero había pasado a ser un se había llevado a un extremo peligroso. La bonaoza de los tér-
bhco que se concedía de acuerdo con las necesidades de la soc;iecja de intercambio, la abundancia de recursos fiscales provenientes de la
general. Esa filosofía fue el fundamento de la rápida expansión social, de la propia expansión económica y de la apropiación pú­
Antonio Cafiero la exponía a su modo: de la prosperidad exportadora, el incremento de los salarios en propor­
mayor al de la productividad, la capacidad para expandir el crédito sin
el Banco Central [ . . . ] estaba en condiciones de dotar de elástica
· · ·
inflación; nada de ello duraría para siempre. Sí tendrían más vida
los medios de pago en circulación y a secundar de una manera harto
�:���:�
los planes de desarrollo. Esta emisión cuantitativa y cualitativa dee
caria se convirtió así en un poderoso instrumento de regulación n
in:str11mentos de política económica que aceitaron la combinación feliz
primeros años del peronismo, como la intervención pública en el ca-
exterior, la protección arancelaria y cambiada, los estímulos mane­
A la expansión crediticia provocada por la ayuda a la industria y crediticios, las políticas de ingresos. Perón los había usado en favor
la que recibía el estado nacional para cubrir su creciente déficit pnosutp�< estrategia audaz y hasta inconsistente con la que amalgamó su base
tario. s� iniciaba así una práctica que sobreviviría durante años, y
,
aprovechando para ello las instituciones que con objetivos más
gaba mtimamente a la inflación con el déficit fiscal. Durante los ?de:raclos habían legado los gobiernos de los años 30: el Banco Central,
años del peronismo, ese financiamiento no fue tan grande, porque el controles de cambio, los organismos reguladores del comercio de
bierno tuvo otras maneras de cubdr sus gastos. Hubo en esos ·
r.oe:xp·ortación. Poco a poco, el propio gobierno peronista iría ensayando
tiempos dos fuentes extraordinarias de recursos: las ganancias del pwost;ls a las fragilidades e inte1mgantes que asomaban en el horizonte.
el superávit del recién nacido sistema de seguridad social. Ambas esas reacciones deberían transitar por un equilibrio nada fácil, siendo
transit�rias. En cuanto los precios internacionales de los productos ya no podía desandarse -salvo con un alto costo político-- el camino ha­
nos baJaran a un nivel "normal", y a medida que comenzaran a la equidad emprendido en los dulces tiempos de Miranda.

tra ajadores afiliados a las nuevas cajas de previsión, esas fuentes
se
tanan, lo que acabaría por avivar Ja inflación.
CAPÍTULO V
DEL PARAÍSO PERONISTA
A LA CRISIS DEL DESARROLLO
(1949-1958)

año 1948 había sido, probablemente, el mejor del gobierno pero­


La economía todavía crecía con solidez, y el futuro era visto con
al menos por el propio Perón. En ocasión de una reunión con
por ejemplo, el presidente les prometió un fuerte apoyo finan­
aparentemente compatible con unas cuentas fiscales ordenadas:

'Pc>r e:;o digo que no tengo inconveniente en dedicar esos cuatrocientos millo­
, de superávit a las actividades culturales del país, si es necesario. Plata,
sobra: lo que hay que hacer es cuidarla y administrarla bien.1

plata sobraba, y dominaba la sensación de que lo económico había


de ser un problema para la Argentina. Con este marco de abundancia,
se ocupaba de tejer nuevas ambiciones. Una de ellas fue la realización
reforma constitucional que le permitiera ser reelecto en 1952. Aun­
pulJlic:anlente se pronunciara en contra de alterar la "sabia y prudente"
'u><cw'u constitucional de no reelección, Perón sabía que la maquinaria
que había montado bastaría para modificar esa cláusula clave. La re-
fue una nueva ocasión para que el peronismo mostrara su poder en las
Desde un primer momento, la oposición criticó el procedimiento por
se había decidido la necesidad de la reforma, tanto que algunos parti-
(Socialista, Demócrata Progresista) decidieron no participar de la elec­
Después de un debate interno, en el que ya se atisbaban signos de un
[rerttaroiento serio, la Unión Cívica Radical optó por presentarse, lo. mis­
el Partido Comunista. La victoria oficialista fue total: el Partido Pe­
cosechó 1.730.000 votos, contra 757.000 de la UCR y 85.000 del co­
l�nismo.. Aun cuando la modificación más polémica fue la del artículo 77,
EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS ... (1949-1958) 203
202

que finalmente pennitió la reelección, el artículo 40 fue el más srgnifíca¡ una desorganizada marcha desde Campo de Mayo, cuyo fracaso
desde el punto de vista económico: entre otras cosas, consagraba la · demasiado esfuerzo de parte del gobierno. Los cabecillas fueron
polización del comercio extetior por parte del estado, declaraba a Tierra del Fuego, y Perón aprovechó la oportunidad para elimi-
Este primer
del estado a los servicios públicos y a las fuentes de energía. las Fuerzas Armadas a los militares que no le eran leales.
resultó ser una bendición para el gobiemo, ya que
El retiro de los radicales de las sesiones de la Convención de golpe de estado
a Perón señalar enemigos peligrosos mientras desarrollaba la
yente, unos días después de iniciadas, fue una muestra del enrar·ec:ido ¡ennibió
ma político que imperaba en el país. La oposición estaba condenada que finalmente culminó en su reelección. Los meses anteriores a
presenciado también el recorda­
asfixia que iba más allá de la innegable debilidad electoral. Más cornicws de noviembre de 1951 habían
la
rewnnc:ianniento de Evita a posibilid ad de ser vicepresidenta, los ptime­
ciertos elogios iniciales a los partidos opositores, Perón no toleraba
indici<JS de su enfermedad y la designaci ón de Balbín, quien había esta­
tionamientos, y pronto dio a su discurso un tono más combativo. En·
como líder de la fórmula radical.
·

ya hablaba de repartir alambre de fardo para colgar a sus enemigos


cos. En el Congreso, la mayoría peronista se hacía eco de la victotia peronista fue casi tan fácil como en las elecciones de consti-
dencial acallando la voz minoritaria de la oposición, cuando no 62,5% de los votos para Perón-Quijano contra 31,8% de Balbín­
mente expulsando de la Cámara a los diputados más rebeldes. Los . quienes comeron con la importante desventaja de no poder acceder
so­
a actos y locales de los partidos opositores, aparentemente llevados medios de comunicación. La valoración del electorado por los logros
para restar importanc ia a los
por las facciones peronistas de raíz nacionalista, contribuían a se mostraba suficientemente intensa como
políticos del presidente. A su vez, el respaldo popular podía ser leído
las actividades contra el gobierno. El encierro de la oposición se veía
vado por la política de comunicaciones del oficialismo. Muchos Perón como refrendando sus prácticas poco republicanas. Pero la núno­
fueron adquiridos por el gobierno, otros directamente clausurados y anltipt,ronista no se acobardó ante la superioridad numética de quienes
piados, notoriamente el conservador La Prensa. La radio, que por al gobiemo. Al contrario, a partir de 1952 continuó, como pudo, en
ces conocía sus días de mayor popularidad, también pasó a difundir opi)Si,ció:n cada vez más enconada, buscando la ocasión propicia para de-
nocorde tono otlcial, luego de la estatización de casi todas las emisoras. a Perón. Esa actitud fue ganando nuevas adhesiones con el coner de los
presión del gobierno sobre los políticos no adictos también incluyó tras la muerte de su mujer, el presidente perdió iniciativa, mien-
8 alrededcJr del gobierno proliferaban los escándalos y las sospechas
de ca­
purga en filas propias. Cipriano Reyes, autoconsagrado autor del 17
!ubre, se opuso a la desaparición del Partido Laborista y a su Paradójicamente, la estrella de Perón comenzó a declinar aproxima­
cuando la econonúa empezaba a encaminarse nuevamente en una
de crecimiento. Acaso por última vez en mucho tiempo, un período re­
por un prutido más vertical, lo que le valió un atentado, torturas y
sión que sólo concluiría en 1955. Otros sindicalistas que se res:isti[lÍí
"nuevo unicato" de Perón, lo mismo que gobernadores pn)vincial·es:: tivame:nte largo de estabilidad económica, entre 1952 y 1955, convivió con
mostraron independencia. de criterio, corrieron una suerte apenas políticas crecientes y de inciertas consecuencias. Es que por fin a
No era fácil para los integrantes de los partidos opositores ac1)rdlar de 1952 comenzó a sentirse la recuperación de una larga crisis econó­
posición común ante un gobierno que, en el mejor de los casos, los cuyos ptimeros indicios habían aparecido en 1949.
ba. El Partido Radical había conocido una situación similar en los
régimen antetior a la ley Sáenz Peña. Algunos (los radicales "múonistas"Y
zonaban que era hora de levantar las mismas banderas que en ese
el abstencionismo y la revolución. Eran los mismos que en 1946 nai)JaJu ,
lado por aglutinar a todo el antiperonismo en la denotada Unión Lo que ha quedado para la histotia económica como la etapa "clási­
tica. Los radicales "intransigentes", en tanto, preferían la lucha política del peronismo abarcó un lapso de apenas tres años, entre 1946 y 1948,
mal, electoral y parlamentaria. La causa unionista consiguió un pr<,domii en crisis ya en 1949. La intensa expansión del producto y del gas­
transitorio con la intentona militar de 1951. Con el apoyo tácito o durante ese trienio había sido fomentada desde el gobierno, aprovechan·
de varios políticos de la oposición, el general retirado Benjamín Mt,néndi circunstancias excepcionales que no se prolongarían por mucho más.
204 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS . . . ( 1 949-1958) 205

La particular situación mundial de la inmed


iata posguerra, cm·a y que se mostraba demasiado �P?:tunista en sus ne�ocios con las
clte¡
por una demanda insatisfecha de alimentos, había ..
colocado a los naciones europeas. En defrmtlva, le cupo al pms solo un 3%
de intercambio externos de la Argentina en
lo que sería el punto \parwo1p'"''v" latinoamericana en el esquema de reconstrucción euro-
del srglo. El estado había podido apropiarse de
esa bonanza gracias cualquier manera, la causa determinante de la crisis del sector ex­
cionalización del comercio exterior, y había
alimentado con gasto de origen intemo. La campaña agropecuaria de 1949/50 estuvo
la expansrón económica. Al mismo tiempo
, la natural restricción por una fuerte sequía, que fue un anuncio de la que con mayor ri­
taciones fruto de la Segunda Guerra había sido
prolongada y ext:en<li< al campo argentino en 1951152. La pobreza de las cosechas de
sicamente a través de una protección arance
laria y de una mayor puede constatarse comparándolas con la de 1 950/51 :
los controles cambiarlos. Los límites a las impor
taciones y la
monetaria y crediticia especialmente dirigid
as habían estimulado
crecimiento de la industria, que en sus ramas AÑOS DESAFORTUNADOS
livianas ya ab.ast<,cía
completamente el consumo nacional. El gasto !:inor,.·ficie sembrada y cultivada y producción de cereales,
interno había crecido
lo por el impulso directo del estado sino tambié lino y girasol
n por el rápido
los salarios, que garantizaban el apoyo popula
r a las políticas de
En 1949, el debilitamiento del esquema distrib
utivo de los Área sembrada Área cosechada Producción
años del peronismo empezó a resquebrajarse
por lo más frágil: la (míles de hectáreas) (míles de toneladas)
comercial y la inflación. El supuesto de una nueva
guerra mundial
tuviera la demanda por los productos agrope
cuarios argentinos, 1 4.312,8 8.766,2 8.580,3
había especulado el equipo económico encabe
zado por Miguel 1 6 . 1 1 0,2 1 1 .317,0 12.021,7
resultó ser nada más que una ilusión. Ya en 1 949,
los términos de 1 3.536,5 6.599,6 5.879,8
bio estuvieron un 12% por debajo del año anterio
r. Es más acertado
pretm· esta caída como la vuelta a una normalidad
de términos de
bio declinantes que como una pausa en una
tendencia de largo
el alza. A ello se sumaron las consecuencia
s de una política exteriior Argentina exportó en 1 949 por un valor de 933 millones de dóla-
orgullosa, que impidió la participación argent
ina en el Plan Marshal!t 1600 del año anterior. Esa drástica reducción en las divisas dis­
un hecho inesperado: en 1 948, un informe
de la Cámara de R<:pn,se¡ combinada con el aumento de los precios de los artículos que el
tes de Estados Unidos de América aseguraba
que: i"ol>teJJÍa del exterior, obligó a comprimir aún más las importaciones,
jas1tan1te restJ·ingidas. Pero el país estaba llegando a un punto en que era
Entre los veinte países latinoamericanos la Argent
ina mantiene una
única como exportador de productos alimenticios. contraer las importaciones sin alterar la producción industrial
En los años de la
rra (1936- 1940) la Argentina ha provisto una que obtenía del exterior muchos de sus iusumos: en 1948, las impar­
parte principal de las
ciones mundiales de productos alimenticios y de bienes de consumo eran apenas un 30% de las compras exter-
materias primas [ . . . ]
tosa movilización de la producción argenti
na de alimentos y materias iargerJtirJas. El gobiemo debió ser más selectivo en la asignación de di­
sería una gran contribución a la reconstrucción
de Europa. Con cerca y gradualmente fue reforzando el sistema de permisos de cambio
llones de toneladas de cereales disponibles
para la exportación en la e rl,grllalJa la obtención de bienes extranjeros. Además, algunas impar­
de 1947/48, con enormes existencias de grasas pasaron a estar directamente prohibidas.
y aceites, carnes, mow>. o
la Argentina es un punto focal del problem

o���:::·,
a de hacer participar la La industria, por lejos el sector más dinámico en los primeros años de la
productiva de Latinoamérica en la recuperación
europea.2 sufrió con la intensificación de esos controles. Los empresarios in­
O! · se quejaban por las dificultades para importar maquinarias y mate­
Pero Estados Unidos no quiso favorecer a una
, Argentina que no se primas, dificultades que también eran reconocidas por el gobiemo. El año
bra almeado con los vencedores sino hasta
el final de la Segunda fue uno de los dos únicos entre 1944 y 1958 en el que la producción in-
1!
206 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS .. ( 1 949-1958)
. 207

dustrial fue menor a la del año anterior. Las importaciones


para la materia fmanciera no se puede ser ortodoxo. La política económica es más
caían al compás de los ténninos de intercambio, evidenciando
la cteiJllicda bien un arte que contempla las condiciones particulares de c�da momento y, sen-
los cimientos de la industrialización peronista. Ello era particula
lfm1en1:e g tadas las grandes líneas la organización monetaria y financiera debe tener la su­
en tiempos en que la expansión crediticia, otro de los elemento
• . . . 3
s ficiente flexibilidad como para rrse adaptando a las nuevas cont:mgenctas . . .
política industrial del peronismo, empezaba a moderarse.
De hecho, el crédito total hacia la industria, medido en para algunos peronistas l a inflación era un mal necesario, si es que
valores
tantes, cayó en 1949, algo que no se repetiría en los diez años la consideraban un mal. El aumento de los preciOs era VISto ca-
·
El aumento total en la cantidad de dinero fue un poco menor único instrumento poderoso de redistribución de ingresos que no
al del
terior. En realidad, ya a fines de 1948 se había llevado a cabo con las normas constitucionales ni con la jurisprudencia (existía
un
por apaciguar la inflación, que incluyó ciertas restricciones
para la amJ¡;ucv fallo de la Corte Suprema que declmaba atentatorio contra la
sión de créditos y la elevación de la tasa de interés a la que privada una tasa impositiva "excesiva"). Defendiendo la políti­
el Banco
tral prestaba dinero a los bancos privados (para que éstos
a su vez ec<mé>trulca del peronismo, A1turo Jauretche señalaba:
créditos, de acuerdo con las directivas del Banco Central).
Esa
fue insuficiente para Perón, quien consideró que un cambio No existe en cambio posibilidad alguna de declarar inconstitucional a tm pro­
de
podía contribuir a superar con éxito los problemas que se
av<,ciJoat>a ceso de inflación. Congeladas las rentas -caso de los arrendamientos ur anos ?
principios de 1949 asumió un nuevo equipo económico,
enca1Je2mdo : y rurales- y los créditos, la inflación fue cercen��do gran parte de los I�gre­
Alfredo Gómez Morales. . sos de los rentistas y acreedores, que se transfino al sector de los trabaJa o­
,

El gobierno parecía por fin reaccionar ante las presiones res a través de incrementos constantes de sueldos. De otra manera no hubie­
rias, que de todos modos llegar'Ían al récord de 3 1 % de aumento ra sido posible llevar a cabo esa política social que pe ri��ó el�_;ar el niv�l �e
precios al consumidor en 1949, el mayor desde la crisis de vida de la población y dar al trabajador una mayor part:Ic1pacwn en la distn-
1 890.
mento de la inflación fue acompañado por un ajuste en los
bución de los ingresos totales de 1a Nacwn.
" 4
tipos de
bio, de alrededor de 33% en promedio, que se sumó a la devalua.oi
ón 1
libra esterlina respecto del dólar. Las autoridades económicas El razonamiento de Jauretche era con·ecto, siempre y cuando los suel­
no
evitar que la insuficiencia de dólares se reflejara en su precio, aumentasen a un ritmo mayor que los precios. En 1949 todavía fue así,
quisieran llevar el sistema de permisos a extremos inmanej Jo cual los salarios reales continuaron en la empinada trayectoria de
ables.
Pero más allá del recambio en la conducción económica y ,cuwomv que se había iniciado tres años atrás. En 1950 aún pudo aJen­
de
da desaceleración de la creación de dinero, no hubo otros signos alguna esperanza de mantener el rumbo sin correcciones susta�c�a-
de .
me voluntad estabilizadora. Los nuevos conductores de la política el salario real aumentó levemente y los precios agropecuariOs recJb!e­
mica aún no veían en la inflación un peligro incontrolable. un inesperado impulso, asociado al conflicto de Corea. Así y todo, el
En .
derribó el último obstáculo para el desarrol lo de una política peronista tuvo que actuar contra lo que, se suponía, era� sus pnn­
absolutamente independiente, y eventualmente expansiva: se al tomar un préstamo exterior del Eximbank por 125 mlllones de
eliminó
timo vestigio de convertibilidad, al anularse una cláusula que También se incentivó, a través de un mecanismo que involucraba
B anco Central a respaldar con reservas internacionales por
oblig11b
permisos de cambio, el endeudamiento privado con el xterior. �
lo
25% de la base monetar'ia. Todavía se estaba lejos de un retomo, Pero en 1951 el panorama volvió a empeorar. La mflacmn supero, a la
más no fuera parcial, a cierta prudencia monetaria que permitie de aumento salarial, por primera vez desde que Perón estaba en el po­
ra
la inflación. En su Curso de política económica peronista dictado lmenlras una terrible sequía reducía la cosecha de los principales cul­
cipios de 195 1 , Gómez Morales se definía a favor de una suerte a la mitad de lo que había sido el año anterior. El modesto superávit
de ·
matismo heterodoxo en cuestiones de moneda: de 1950 se transformaba en un cuantioso déficit en 1 9 5 1 . La rea­
de las huelgas, a partir de 1950, contribuyó a difundir la sensación
una era de rápido progreso popular estaba concluyendo. La resine­
del crédito estaba golpeando sobre algunos sectores industriales, y ha-
208 EL CICLO DE LA ILUSIÓN y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS... ( 1 949-1958) 209

cía inevitable el conflicto entre trabajadores y empresarios ambos los pro­


cualquiera fuese la responsabilidad del gobierno. Además,
tumbrados a ver crecer simultánea y velozmente sus ingr sos. � para el año 1952 eran del todo desalentad ores. Fueron, además,
de calidad
la desastrosa cosecha obligó a consumir un pan negro
elaborado con centeno y mijo, y a restlingir nuevamen te las im-
LA EROSIÓN INFLACIONARIA la producci ón industria l. La es­
¡c!(mes, con el consabid o efecto sobre
Inflación y salario real en 1 949-s1 lo que tam­
energía eléctrica obligó a reglament ar su consumo,
. El invierno de 1 952, enmarcad o por el luto
¡mpacotó sobre la industria
fue también amargo desde el punto de vista eco­
Inflación mlnor/s.ta Salarlo real (1945=100) funerales de Evita,
y quedó grabado con tristeza en el recuerdo popular.
1 949 31,0 162,2 plan de estabilización económica de 1952 (por entonces conocido
le seguirían)
1 950 25,6 172,1 lerrrente como "plan económico", como tantos otros que
1 951 el objetivo básico de todos sus sucesores : detener la inflación.
36,7 145,0
se intentaba resolver el problema del déficit comercia l externo, que
Fuente: Gerchunoff (1989). fuerza del
estaba tornando crónico. En ambos sentidos apuntaba la idea
ental era que había llegado la hora
la austeridad. El mensaje gubernam
los plimeros años, lo que descom­
mo<ier:ar el desenfrenado consumo de

Entre 1 950 y 95 1 pararon los trabajadores de
la industria ""''""'"�· la situación del comercio exterior y ayudaría a calmar la inflación.
y los empleados graf!cos, bancarios y maríti
mos. Pero el mayor debía esquivar este necesario esfuerzo de frugalidad, ni el gobierno,
fue el de los ferrocarriles, con una huelga
que duró nueve meses e empresarios, ni los trabajadores. Perón lo ponía a su manera:
entre sus avatares la vana y patética recon
ida de Eva Perón por las
cwnes, arengando a los fenoviarios para
que volvieran al traba · o. justicialista establece que de la producción del país se satisface
,, La economía
general, m el ongen de estos conflictos ni sus
tas de motlva wnes políticas, pero es indud
resoluciones esta an � primero la necesidad de sus habitantes y solamente se vende lo que sobra; lo
� able que el deterioro de la que sobra, nada más. Claro que aquí los muchachos, con esa teoría, cada día
nomía estaba JUgando un importante papel. comen más y consumen más y, como consecuencia, cada día sobra menos.
Pero han estado sumergidos, pobrecitos, durante cincuenta años; por eso yo
los he dejado que gastaran y que comieran y que derrocharan durante cinco
LA HORA DE LA AUSTERIDAD · años todo lo que quisieran; se hicieran el guardarropa que no tenían, se com­
l praran las cositas que les gustaban, y se divirtieran también; que tomaran una
EL PLAN ECONÓMICO DE 195
.
botella cuando tuvieran ganas [. . ] pero, indudablemente, ahora empezamos
�.
u a s Ie de factores se conjugaron entonces a reordenar para no derrochar más .5 ..
f �
1952 e go terno lanzara un programa de austeridad
para que a plincipios

!
das uces, con las polítrcas de los primeros años.
que contrastaba, a
En primer lugar p n ,
O también:
habra �onsegmdo u reelección, y tenía suficie

mo para t mar decrswnes no del todo popul
nte margen de ma io r � :� Algunos días, cuando me traslado a mi oficina a las seis de la mañana suelo
� �
ale vema preparando algunas de las medidas

ares. El equipo de Gómez
desde tiempo atrás pero
detenerme en alguna casa para revisar los residuos que allí se arrojan al ca­
jón de la ,basura. Es común encontrar en ellos grandes trozos de carne y va­
eron no lo convencía la idea de un cambio
st;r reelecto. Por otro lado, el estancamiento
drástico de política ntes � rios panes . . . ¡Con lo que se arroja diariamente a la basura podría alimentar­
económico ya venía pnllow se Buenos Aires !6
g�ndose por tres largos años, tantos como
había durado la expansión ini­
cral. Ya no se tiataba de defectos que los ·
críticos señalaban como érme- La idea era así de simple. Había que gastar menos. El plan no se limitó,
nes de problemas futuros: la crisis estaba ahí,
era palpable para do el fa desde luego, a estos llamados voluntatistas a la austeridad popular. El estado
DEL PARAÍSO PERONTSTA A LA CRISIS ... ( 1 949-1958) 211
210 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO

moderó la dispendiosa política de los años iniciales. La inversión el plan de 1952, el gobierno desmontó el esquema que había es­
ante éxito inicial.
vigente a partir de 1946 y había tenido un impresion
:��:l1�:;:���,�,;�
� ,�
redujo bastante a partir de 1952. Medido en precios constantes, el
fue eliminado o ate­
gobierno bajó entre 1950 y 1953 un 23%, y el déficit fi"
rsca uno de los elementos que constituían ese sistema
expansiva política sa­
derablemente. Subsistieron como fuente de problemas pr 1 a partir de la segunda presidencia de Perón: la
nes bianuales que
sequilibrios financieros de las empresas recientemente estatizadas, ya de 1946-50 dejó paso a un sistema de negociacio
la liberal política de
intentó retrasar las tarifas para evitar un impacto inflacionario. Los con una drástica caída de los salarios reales;
para la industria fue moderada en nombre de la estabilidad mane-
la seguridad social, mientras tanto, siguieron solventando los déficits
ya que los ingresos por aportes previsionales continuaron superando a y el virtual impuesto a las exportaciones agropecuarias que estaba
gos por ese concepto hasta más allá de la caída del peronismo. en la política del IAPI hasta 1948 no sólo desapareció, sino que
al sector rural. Es­
La retracción fiscal se combinó con una política monetaria xe,empla.za,jo por una deliberada política de aliento
La alta inflación y el
más restrictiva que hasta entonces. La tasa de crecimiento de la .cambws fueron dictados por las circunstancias.
de dinero descendió abruptamente a partir de 1952. So,rpr·enderJtemerl(i de los términos de intercambio hacían inviable el viejo esquema.
A juzgar por el movimiento de las principales variables desde
1 952,
inflación había pasado a ser una preocupación gubernamental de
orden. En la publicación oficialista Hechos e Ideas, por ejemplo, un debe considerarse exitoso. Por las buenas o por las malas, la infla­
sor del plan de estabilización peronista advertía que "la inflación hasta tocar un mínimo de 3,1% en 1954. La estabilización resul­
ce a los que viven de un ingreso fijo (sueldos y salarios)". Con dolorosa de lo esperado, rasgo que sería compartido por mu­
tos similares a aquellos con los que antes se defendía la inflación, las estabilizaciones posteriores. Después de descender en 1951 y
exponían las ventajas de la estabilidad de precios. los salarios reales comenzaron una firme recuperación.
Los instrumentos monetarios no fueron los únicos con que se
combatir la inflación. Hubo medidas más directas, como el retraso
do de las tarifas públicas y el aumento de los subsidios a los bienes RECUPERANDO LO PERDIDO
de tal magnitud que tuvieron un costo fiscal de un 20 o un 30% del Inflación y salarios reales, 1 950-55
blico total entre 1952 y 1955. El decidido combate contra "el agio y
peculación" incluyó frecuentes clausuras de los comercios. La política 40
flacionaria fue acompañada, asimismo, por un concertado y prudente
35
de los salarios. Se creó una Comisión Nacional de Precios y Salarios y
tauró un sistema de negociaciones salariales bianuales. Con esta batería 30

disposiciones se pretendía establecer una política de ingresos más 25


que reemplazara a la cruTera entre precios y salruios de los años anlteriore,s. 20
Hubo, por otra parte, algunas medidas que apuntaron al aumento
15
las exportaciones. La faena de animales se restringió de manera de
la inestabilidad de la exportación vacuna, y se asignaban a las cámaras 10

gor.íficas, para la exportación, las matanzas de un día de la semana. S

o
mismo objetivo, se prohibió el consumo de carne vacuna los días
Después de años de ser pe1judicados por la política del IAPI, los 1 952 1 953 1 954 1 95 5
1 95 1
tares agropecuarios comenzaron a recibir precios más favorables,
res incluso a los vigentes en el exterior. Se intentó además fmnental'.
-- salario real (1 945=1 00), escala izquierda

--Inflación minorista, escala derecha


exportación de otros artículos a través de modificaciones en el
cambiaría. También cambió la actitud hacia el capital extranjero, lo que
manifestaría con clmidad un par de años más tarde. Fuente: Gerchunoff (1989).
212 EL CICLO DE L A ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS... ( 1 949-1958) 213

frecuentemente citada en defen­


La caída de la inflación restableció la confianza en el peso. .t.ntre l< rnPl:ad<Jr internacional. La evidencia más
Y 1955 aumentó la proporción de riqueza privada atesorada en moneda esa tesis es la reducción en el área sembrada con maíz (cayó 16% entre
nal, que había disminuido en los años anteriores. También se recuperó y 1947/48), trigo (disminuy ó 6%) y lino (descendió 15%). Esas es­
ducción interna: a la reducción de algo más de 2% entre 1948 y 1952, ignoran una tendenci a creciente de diversifi cación agrícola: el gi­
ron tres años de sólida recuperación: 17% acumulado entre 1952 y el maní y la cebada compensa ron en parte la retracción de los cultivos
el proceso de sustitució n por el cual la gana­
También el problema externo fue corregido, al menos ternp<JTarimmente;] Hcioomtle¡;. A,dema.s, continuó
pués de las severas sangrías de 1951 y 1952, la balanza comercial ocupó tierras antes dedicadas a la explotaci ón agrícola. Eso no fue sólo
superavitaria en 1953 y 1954, para luego volver a un déficit en a una tendencia de largo plazo. También se vio estimulad o por la
IAPI, que fue menos favorable al producto vegetal que al produc­
de1 campo argentino. Aun así, es cierto que la producción agrope-
CAMBIOS DE SIGNO global cayó entre 1947 y 1950, en alrededor de un 6%. La cifra no es
a los cultivos tra­
Exportaciones, importaciones y balanza comercial en 1 .ctramálica como la que surge de considerar únicamente
y pone en duda la idea de que la política del IAPI (acompañada
ley de arrendamientos y el estatuto del peón, que pe1judica ban a los
Exportaciones Importaciones el campo.
(millones de U$5) (millones de U$5) pjetar'ios) provocó una grave crisis en
allá de la discusión acerca de los efectos de la intervención ini­
1951 1 .387,9 1 .698,7 IAPI, lo que está fuera de duda es el nítido cambio de signo de la
1 952 716,8 1 .208,3 de compras de cosechas a partir de fines de la década del 40. Una
1953 1 . 1 25,2 795,2 maración entre el precio local y el precio internacional del trigo mues­
1 954 1.026,6 979,0
claro punto de ruptura hacia esa época.
1 955 928,6 1.172,6

Fuente: apéndice estadístico.


UN NUEVO TRATO PARA El CAMPO
Precio internacional y precio local del trigo

La extraordinaria cosecha de 1952/53 fue decisiva para este


Pero el firme aliento del gobiemo a las exportaciones también
que ver en su recuperación. La época en que el IAPI era el gran
de los productores agropecuarios ya estaba definitivamente ter:mítJada.
mo había sucedido hasta la década del 30, el sector rural pasó a
vamente con el favor oficial.

UNA VUELTA AL CAMPO

Mucho se ha discutido sobre la naturaleza y los efectos de la ·

l!lm'illll!lll' Diferencia
ción del IAPI en la comercialización de los productos del campo
-Precio internacional Precio local
Se ha argumentado que la decadencia de cie1tos cultivos en la -"'!;"'"'"'
--

los últimos años de la década del 40 se debió a la política gulbernmme;ntl


adquirir la cosecha a precios bajos al productor local para venderlo hay datos para 1953. Fuente: Elizagaray {1985).
EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS ( 1 949-1958) 215
214 ...

en 1951 suprimió los detalles innecesarios de arreglos anteriores


fijación de precios, tanto de
El equipo económico reconocía tanto el trato inicial desf¡tvaoml a una solución de compromiso en la
agro como la nueva tendencia de la política hacia el sector rural, nos como del carbón y el petróleo provistos por In­
:0r,odtJctoJs argenti
o siguió acumulando
consolidó con el cambio de década. Según Gómez Morales: A pesar de ello, el comercio angloargentin
cwn�s
y las partes tuvieron que sentarse a la mesa de negocw
si bien en los dos primeros años se concentraron los esfuerzos y los a fines de 1952. Esta sucesión de conflictos
fue una muestr a mas
para estimular el progreso industrial, fue porque hasta entonces tina y el Reino Uni­
los días de la "especial relación" entre la Argen
bía hecho a su respecto, pero alcanzadas las metas fijadas, esa misma manten er vivo el roer­
ya cosa del pasado. El esfuerzo oficial por
se vuelca ahora al estímulo y protección del agricultor y del gru1a0,en nado con el aumen to de los precws a los que el IAPI ha­
inglés , combi
así] restablecer el transitorio desequilibrio que intencionalmente s rurales. Luego
provocado con anterioridad entre la industria y el agro.7 compras, fue cálidamente acogido por los sectore
hacía público su agradecnmento:
'hrcotocolo de 195 1 , la Sociedad Rural

A diferencia de lo que ocuniría con planes de estabilización valores que actua­


¡·.:1hbutam<>S, entonces, a los dignos representantes de esos
res, la política de estímulo a las exportaciones agropecuarias de:scam
inspirados por el Excmo. Señor Preside nte de la Nación General Juan � ­
lamente en los subsidios del IAPI, y no en una devaluación. El
el Señor Ministro de Econom ía de la Nación , Dr. Roberto Ares, presi­
cambio se mantuvo a niveles considerados francamente bajos, lo de la Comisi ón Negoci adora, como así tambié n a todos sus integrantes,
se corregiría tras la caída de Perón. De esta manera se lograban ¡;mme:strc sincero voto de aplausoY ·

remunerativos" para el campo sin que los precios internos aum<mtaraJ


no se agotó en las
to como lo hubieran hecho con una devaluación, que también nuevo trato del gobiemo de Perón al sector rural
importantes. Hu­
importaciones. Además de retribuir a los productores rurales con de crédito y subsidio, aunque éstas fueron las más
tividad y baJar los
superiores a los internacionales, el gobierno pasó a tener en cuenta más o menos exitosos por aumentar la produc
ó un plan de in­
tor agropecuario en la asignación de créditos. de la producción agropecumia argentina. Se organiz
ir innova cwnes
Las opiniones de la Sociedad Rural reflejaron el cambio de del estado para fomentar la investigación, difund
y vegetal, entre
gente del campo a pruiir de los años 50. Al principio llovieron las modos de producción y mejorar la sanidad animal
para almacenarruen­
la política del IAPI, la ley de aJTendamientos y la expropiación de cosas. Fueron ampliadas también las instalaciones
. La importaci ón de
tierras. Se leía en la Memoria Anual de 1947 de la Sociedad Rural: las cosechas, y se incentivó la mecanización agraria _
en el antenor.
fue casi el doble en el quinquenio 1950-1 954 que
El sorprendente desarrollo de nuestros grandes centros urbanos y El drástico replanteo de la política para el agro puede ser
visto �omo
dar y opulencia de la gran metrópoli así como el progreso y el COJ1f01i ' , de los límites que tenía la pretendida transformaCJO
ll de
creoOO!lOC:irrti·enl:o
dano no son más que el resultado de la enorme riqueza producida en a una nación industr ial
campos y que ha sido absorbida por la ciudad, no habiendo recibido,
eccmomí;a, de un país predominantemente agrario
a, empez a-
La industrialización, todavía considerada una panace
cepto de compensación, sino una mínima parte de lo entregado.8
mostrarse problemática .

Uno de los pasos fundamentales del gobierno para revertir


ción rural fue la firma de sucesivos protocolos con Inglatena, que
cían las condiciones de comercialización para las carnes ar¡�entina¡
problema con Inglaterra había surgido después de la devaluación
o declara­
bra en septiembre de 1 949. El IAPI había reaccionado a esa medida El aumento de la producción industrial nacional era un objetiv
pruiir del gobiern o militar que sur­
aumento proporcional del precio en dólares de la carne, una re¡;pu1esti políticas públicas por lo menos a
mo, el impuls o mdustn ahsta
zonable. Pero los ingleses se negaron a comerciar en esos términos, la revolución de 1943. Durante el peronis
que se suspendieron los embarques hasta junio de 1950. El actievdO:·� ihten1sificó, a través de políticas que buscaba n complet ru· el proceso de sus-
216 E L CICLO D E L A ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS ... (1949-1958) 217

titución de importaciones por producción nacional. Los dos instmmen evaluación de l a industrialización peronista no puede limitarse a con­
tos
ve de esa orientación fueron la política crediticia y la de protección la tasa de crecimiento agregada de la industria. También es impar­
a
de mecanismos cambiarios y comerciales. El Banco Industrial,· tener en cuenta los costos del tipo de industrialización que se gene­
1944, y el Banco Central, nacionalizado en 1946, fueron los ewcarga<l
o determinar si era viable en el largo plazo. Una vez considerados esos
llevar adelante un programa de créditos marcadamente expansivo. aspectos, el desarrollo de la industria durante la época de Perón sólo
En
lugar, los créditos concedidos a las empresas indust:J.iales no imponía calificarse, en el mejor de los casos, como un éxito parcial.
n
ciones en cuanto al uso que podía hacerse de ellos. Además, las analistas de la política industrial peronista la han criticado por ex­
tasas de
rés reales pagadas por los prestatarios resultaron negativas hasta
principio siv,1mente indiscriminada. En efecto, las autoridades bancarias encarga­
los años 50. Aun luego de una mayor moderación en los años de la distribución de créditos pocas veces indicaban los criterios con
crisis
52, y de la creciente preocupación por la estabilidad de precios �de:cidlían esa asignación. Si es que de la política crediticia se puede dis­
a
plan de 1952, la proporción de créditos expresada como
porcentaje alguna estrategia consistente, ésta no parece haber sido otra que el
creció de 2,8% en 1946 a 6,7% en 1955. En cuanto a la protecció simultáneo de todas las ramas de la industria. Ese espíritu ya ve­
n
a la competencia externa, las dificultades que el importad
or encontraba ma1nil.est.ándm;e desde los tiempos de la fundación del Banco Industrial.
obtener divisas se acentuaron en 1 948/49, cuando se limitó aún las expresiones oficiales, el Banco Indust:J.ial vendría a complemen-
más la
cesión de petmisos previos para importar. tarea de los bancos comerciales, que tenían "un incentivo para prefe­
No puede resultar demasiado sorprendente que, bajo esas conc<"i•�n<" de créditos a las ramas industriales más lucrativas, dejando
condiciones de protección, el grado de sustitución de impmta a otras con menores beneficios que sin embargo son igualmente in­
ciones
t:J.iales que la Argentina alcanzó hacia 1950 se contara entre los
m'tyores pentsal>les para la economía nacional". Nunca fue demasiado claro cuá­
mundo semiindustrializado, exceptuando a los países socialistas. esas industrias. En los episodios de restricción crediticia que cada
das 0
que en 1929 se importaba el 45% de las manufacturas consumi
se dieron a partir de 1 948, sólo se aconsejaba contraer los créditos a
tidas en el país, veinte años después la proporción era tan sólo
15%. industrias productoras de bienes "no esenciales", un criterio no menos
vía, los años del peronismo fueron años de vigoroso crecimie Se ha estimado que de las noventa y una industrias favorecidas por
nto ·
que ninguna de las dispares series estadísticas llega a poner Pr<>te<cción, la Argentina sólo tenía ventajas comparativas en aproximada­
en duda.
la mitad.
' ''n"'"" los economistas ha habido debate acerca de las ventajas y des­

LA INDUSTRIA BAJO El PERONISMO de un desarrollo industrial diversificado. Por lo pronto, es obvio


Producción industrial (1943=100) quienes más confianza han teuido en la idea de las ventajas compara­
se han pronunciado por una industrialización limitada a algún sector
de competir internacionalmente 1 uego de una protección temporaria,
1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 que no han rechazado cualquier tipo de intervención pro industrial.
aun entre los más entusiastas de la industrialización, algunos también
134,7 156,0 158,5 157,3 166,5 183,6 1 82,2 1 90,0 207, 1
consJdeJcado que la protección a ciertos sectores líderes es suficiente
Fuente: Schwartz (1967). empuja al desanoll o a otras ramas a t:J."avés de "eslabonamientos",
e pue<len ser "hacia adelante" (cuando la indust:J."ia favorecida provee in­
a otras actividades) o "hacia atrás" (cuando demanda insumas cuya
Lo que sí es más difícil de establecer con las estadísticas dü;ponil¡ •uuc"•uu queda así incentivada). Para otros, en cambio, esta estrategia
es la performance argentina comparada con la de ot:J."os países. Del ser peligrosa porque si fallan los eslabonamientos no sólo no se di­
do 1945-195 8, que abarca apenas tres años más que el peronism crecimiento, sino que se complica la expansión de la propia indus-
o, se
crito que la petfonnance industrial argentina fue peor que la de favorecida, ya que se enfrenta con dificultades tanto en el mercado pa­
ro que "se compara favorablemente" con Chile y México. De todos productos como en el de sus insumas.
218 EL CICLO DE L A ILUSIÓN Y EL DESENCAN1D DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS . . ( 1 949-1958). 219

Es ilusorio pensar que estos argumentos, ni siquiera en una ver·<inrr• trabajo argentino, mientras que el empleo industrial avanzaría me­
nos refinada, inspiraron las políticas del peronismo, entre otras cosas en otros países. De hecho, a partir de los años 50 casi toda la ex­
en los años 50 esas discusiones recién se estaban popularizando entre de la producción industrial surgiría de aumentos en el capital
nomistas. Los hombres prácticos, según dictaminó Keynes, son a
y de mejoras tecnológicas, con un tenue crecimiento de la acu-
· uu<u. J..
clavos de algún economista o un filósofo político, pero de uno uu Esta tendencia se vería favorecida por el patrón sectorial de la ex­
dos modos, es más apropiado asociar la política del peronismo a la industrial, concentrado en ramas de mayor complejidad tecnológi­
"diversificada" que a la versión "concentrada" de la industrialización, intensivas en trabajo.
fuera una estrategia del todo involuntaria. Si bien la tasa de crecimiento
cuando de ninguna actividad manufacturera puede decirse que
distintas ramas industriales fue despareja, ello no fue el resultado de desprotegida bajo la política industrial del peronismo, para el fi-
ticas, que intentaron favorecer al sector industrial en conjunto. período no todas habían sustituido las importaciones con la misma
La política industrial diversificada que en los hechos eligió el Considerando una clasificación bastante agregada, está claro
mo era particularmente problemática en un país con una población
demanda de bienes de capital, y en menor medida también los bie­
mente escasa, como era la Argentina. Muchas de las industrias que •int•ernoecliOl;, seguían abasteciéndose con importaciones en una propor­
al amparo de las políticas proteccionistas de los años 40 y 50 no
desdeñable.
una cie1ta escala núnima a partir de la cual pudieran trabajar con un
ble grado de eficiencia, defecto que se habría atenuado con una
zación más selectiva. El resultado fue una producción m2mufac:turerac < UNA SUSTITUCIÓN INCOMPLETA
to costo y con pocas posibilidades de expmtación. Un cuidadoso .n,,.t.,.,innes de bienes de consumo, intermedios y de capital
comparativo entre las industrias metalúrgicas argentina y nortearrterica¡
estimado diferencias de costos de hasta 300% en 1955. Visto de otra
ra, sólo con una devaluación de esa magnitud (una devaluación Importaciones de
pactara sobre los costos industriales, imposible de lograr) se habría Importaciones de maquinaria y
Importaciones de bienes intermedios equipo
bienes de consumo como % de la como % de la
competir en pie de igualdad con la producción estadounidense.
Importaciones como como % del consumo demanda de bienes Inversión en
El proceso de expansión manufacturera también estuvo
por un mercado de trabajo distinto del de otros países que encrucar<>n l % del PBI total manufacturados maquinaria y
dustrialización en la posguerra. Un supuesto tradicional en la teoría equipos
sarrollo es que la expansión inicial de la industria puede contar
gran disponibilidad de trabajadores con salarios bajos, hasta emtonce.!
dicados a actividades rurales de baja productividad. En la ''-rB:emtimt]a. 24,8 13,3 21,0 35,3
sas eran distintas. La ganadería y la agricultura eran esencialmente 14,8 6,8 1 7,4 26,4
nas desde los comienzos de la industrialización, y por lo tanto 9,8 3,2 13,4 19,7
productividad y salarios comparativamente altos. Era inevitable que 7,3 1,2 . 14,1 20,1
pansión de la demanda por trabajadores se reflejara pronto en aument>
lariales, ya que no había en el campo un numeroso "ejército de Mallan y Sorrouille (1973).
capaz de proveer indefinidamente las necesidades de mano de
industria. Desde el punto de vista de los empresarios industriales,
jora en los salarios, sumada a otros costos laborales derivados del
La idea de que durante el peronismo hubo una industrialización basa­
de Bienestar peronista, pronto se transformó en una preocupación.
,.ex:chisi·vaJnente en "estufas y lavarropas" mientras se descuidaba la fa­
allá de las marchas y contramarchas que se sucederían en el rmurc>, .el
local de maquinaria y equipos no tiene apoyo en estas cifras: la
lativamente alto nivel salarial seguiría siendo una característica del
(PdiJcción de éstos aumentó 102% entre 1946 y 1955, contra un prome-
220 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS ... (1949-1958) 221

dio general de la industria de 73%. La mayor participación de


las ec<>n<>mías "medianas". Australia, por ejemplo, pasó por una suce­
dones en esa rama no se debía a un crecimiento más lento,
sino a equilibrios endebles y desequilibrios en la balanza de pagos duran­
nor nivel inicial. Pero esa tendencia no alcanzaba para impedir
años 50. El alto porcentaje de las ventas al exterior representado por
so de esas importaciones fuera un rubro persistentemente
negativc1:.:. rurales (como la lana), cuya producción se creía difícil de au-
balanza de pagos, algo que atentaba contra la viabilidad global
del gene1rab'a dudas sobre las perspectivas futuras de las exportaciones.
ma industrializador.
además, problemas de pagos cada vez que los precios de esos
caían. Los controles cuantitativos a las importaciones y las ba­
!s !trattce1arias se fueron extendiendo durante las sucesivas crisis en la
¿UN DEFECTO ESTRUCTURAL? de pagos australiana. Brasil, por su parte, también sufrió frecuen­
e11siiones en su balanza de pagos durante los años 50 (en parte relacto­
Después de dos años de un superávit comercial provocado
por con los avatares de la exportación de café). La conducción económi­
de estabilización y por la gran cosecha de 1952/53, en 1955
rea¡>are' eaccicmó a esas instancias de crisis con diversas combinaciones de
déficit comercial, ya que las importaciones comenzaron a
rec:up,er,1r. cambiarios, licencias a las importaciones y préstamos exteriores.
su deprimido nivel de 1953 y 1954. Como en 1946-48, el
cre,cim�enl respuestas peronistas a los problemas de pagos externos estaban
producto volvía a traducirse en aumentos de la demanda por
con la práctica internacional. El control de cambios, nacido en la
nes y consecuentes temores por la balanza de pagos (hasta
mediados de la Depresión, se reforzaba o se relajaba según la gravedad
años 50, la balanza de pagos seguía los pasos de la balanza de
eovmntu1ra. En línea con lo que venía siendo la regulación cambiaria
ya que los movimientos de capitales eran poco impmtantes, y la
crisis, convivían varios tipos de cambio, cada uno aplicado a un
terna había sido cancelada). El problema no era que los mayore
s distinto de productos. El precio al que se vendían divisas a los
estimularan directamente la importación de bienes de consumo.
El (tipo de cambio "vendedor") tenía especial consideración
nismo era más indirecto: la recuperación de la demanda por
pnodtJCt< materias primas esenciales y los combustibles, ya que de éstos de­
dustriales locales se traducía en mayores necesidades de insuma
s, el funcionamiento del aparato industrial. La concesión de permisos
cuales una buena parte era importada. De los 1170 millones de
era favorable a estas importaciones. Decía la CGE:
se pagaron por importaciones en 1955, casi 800 millones se
comprar bienes de capital, metales no ferrosos, productos de la
productos químicos y petróleo. 1950 y 1951, el 57,5% y 62,0% respectivamente, de los permisos previos
La situación estaba agravada por el comportamiento de las cambio acordados lo fueron para materia prima y productos semielabora­
para la industria. Cuando en 1952, por las razones ya señaladas, fue ne-
ciones. La voluntad oficial por mejorar la productividad agJcop,e '
c<Jaria · · restringir el otorgamiento de divisas, la proporción de permisos acor-
para materias primas descendió en beneficio del abastecimiento de
restablecimiento de precios aceptables para el agro no estaba
objetivo de aumentar el valor de las ventas al exterior. En 1955, ' 'ct>mlmsltible, que no pudo ser comprimido en la misma proporción. 10
la
tina estaba exportando por un monto en dólares menor al de
1920.
teniendo en cuenta que un dólar era en 1920 mucho más valioso
1955, la comparación es todavía peor: en moneda constante, la Los controles cambiados, o los préstamos exteriores -como el del
exportó en el primer lustro de los años 50 apenas la mitad de que norteamericano en 1950- eran sólo una solución temporaria al
lo externo argentino, pero estaban lejos de eliminar sus causas más
expmtado en 1920/24. Parte de esta debilidad exportadora se debía
políticas internas -en un principio, perjudiciales a la producción bfumdas. Para superar de manera permanente ese defecto tenía que lle­
pero también influían las condiciones internacionales, mucho adelante una combinación de dos políticas: incentivar las exportacio­
más alentar la producción local de maquinarias e insumas industriales,
sas al comercio. Además de bajos, los valores exportados eran
imprevisibles, determinados por precios mundiales y factore todo de combustibles. En relación a lo primero, hubo en efecto un
s de timón, a través de la nueva política del lAPI y los intentos de me­
incontrolables. En este aspecto, la Argentina compartía las vi<:isiitw:l
e niz�ación agraria. Pero los resultados podrían verse, en el mejor de los ca-
222 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS ... (1949-1958) 223

sos, en un plazo largo. La producción nacional de aquellos <c<<¡;<IJne:sc ;����:c��� p1an Quinquenal. Aplicado a partir de 1953 (en un principio
más pesaban en la balanza de pagos, por su parte, no era un desafío .a ���: desde 1952, pero el plan de austeridad obligó a retrasarlo),
complicado. Al listar las industrias que más debían ser in<oerlti''"n"' un plan de mediano o largo plazo que complementaba al plan de
CGE ubicaba en primer lugar a los 1j]j¡mción de 1952. Se notaba, en el Segundo Plan Quinquenal, una
bastante marcada de las ideas del gobierno, no ajena al cambio
sectores industriales productores de artículos que reemplazan )on1br,es que se había dado en 1949. Alfredo Gómez Morales, presiden-
esenciales de importación. Hay ciertas importaciones que por su Consejo Económico Nacional (cargo máximo en la conducción eco­
son imperiosas y pesan constantemente sobre la balanza comercial. reconocía en 1955:
diante el aprovechamiento de materia prima nacional o bien el empleo
sustituto obtenible en el país se alivia esa carga permanente, no debe
No,sotros mismos hicimos la autocrítica del Primer Plan Quinquenal de go­
la atención el hecho de que se dé a la rama de la actividad que lo
y podemos afirmar, sin que nadie pueda seriamente desmentimos, que
ducir, prioridad para su desarrollo.ll
el Segundo Plan Quinquenal, que abarcaba el período 1952-1957, las in­
v<:rsion,es previstas y el desarrollo de las distintas actividades fueron reajus­
Pero producir localmente acero y más petróleo, por ejemplo, de modo que quedaba asegurada una evolución armónica de los distin­
daría grandes inversiones iniciales, y una cuantiosa importación de sectores que componen la economía nacional.12
de capital. La presión sobre ]a balanza de pagos sería mayor, no
hasta que esas inversiones rindieran sus frutos. "evolución armónica" tenía que ver con las nuevas prioridades
La escasez de divisas para importar hizo que muchos se ivei:·sré,n que contemplaba el plan. Un objetivo explícito era el de "sol­
por el uso que se había hecho de las reservas acumuladas durante la las necesidades básicas del país en lo concerniente a la producción
Según esta visión, los dos o tres años posteriores a la guerra fueron primas, energía y transportes y bienes de capital". Así es como
ca de "oportunidades perdidas", ya que podría haberse encarado striibuciém de la inversión pública entre 1952 y 1955 fue bastante dis-
sión la capitalización del país en ciertas industrias básicas, lo que en el quinquenio anterior, con aumentos en el porcentaje corres­
permitido la provisión local de bienes de capital e insumas que de a transportes (de 27,4 a 29% del total), energía y comunicacio-
do debían importarse. En lugar de ello, la mayoría de las reservas 1 6,7 a 24,4%) y siderurgia (de 0,5 a 2,1 %). Como contrapmtida,
do usada para las nacionalizaciones de activos extranjeros, bá:;ic:nneJJ las inversiones en defensa (de 23,5 a 9,7%) y las "de carácter social"
través de la cancelación de deudas y de la estatización de servicios sprtates, escuelas, que cayeron de 18,3 a 1 2,5%). El énfasis en la cues­
cos. Lo que esta crítica olvida es que buena parte de esas reservas di:striibutti,,a de los primeros años del peronismo ahora dejaba paso a
visas inconvertibles, incapaces de ser usadas para compras que :sfu:enoo por poner en orden las bases productivas de la economía. La
mente debían provenir de los Estados Unidos. Por otro lado, no era abara avanzar hacia un estadio superior de la industrializa­
imaginar en 1945 los problemas que se manifestarían con claridad uno de los muchos documentos oficiales que explicaban el plan,
ocho o diez años después. Cuando este defecto se hizo patente, el eccmoda sencillamente que
mo esbozó algunas respuestas, aunque siempre vacilantes y poco
El Primer Plan Quinquenal consolidó en el país la industria liviana y corres­
ponde a este Segundo Plan arraigar la industria pesada.13

UN INTENTO DE CORRECCIÓN: La atención a la industria pesada estuvo centrada en el proyecto de


EL SEGUNpO PLAN QUINQUENAL Ya en 1947 el Congreso Nacional había aprobado la Ley Savia,
intención de poner en marcha una planta siderúrgica en 1951, la ma­
Un candidato obvio para liderar la "profundización" o de cuyo capital sería provisto por el estado. Pero mientras el peronis­
de la industrialización argentina era, desde luego, el mismo estado. gozaba de sus mejores años, el gobierno no dedicó demasiadas ener­
creyeron los conductores de la política económica, y así fue re<oorwc:id<J'' al plan del general Savia. Hubo, por ejemplo, una demora de dos años
224 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS... (1949-1958) 225

entre un pedido del directorio de la empresa para aumentar su paso de una instancia distribucionista a una etapa más preocupada
aprobación pública de esa petición. Recién en 1955 pudo in<:of]por.áJ' problemas de eficiencia y producción requería también del esfuerzo
alto horno, luego de otro crédito del Banco de Exportación e lmpo1tt> El intento más consistente que llevó a cabo el gobierno para esti­
norteamericano. esa respuesta del sector privado llegó recién en 1955.
Las vacilaciones en tomo a SoMISA se repitieron en otras áreas
versión. Pero la principal complicación del Segundo Plan l.!tlmi�U<>n
el problema fiscal que venía acarreando el peronismo. De hecho, la
sión pública fue uno de los rubros sobre los que recayó el ajuste
inevitablemente debía sostener el intento de estabilización ec•on•ómuc
se había iniciado en 1952. Tomando cifras en valores constantes
sión pública total dismdnuyó entre 1948 y 1955 en alrededor d � Jla¡bil:nclo transcurrido dos años de aplicación del Plan Económdco de
parecía haberse logrado el equilibrio estable al que se había apunta­
En algunos sectores, el déficit de inversión pública tuvo cons•ecu
el cambio en la política de ingresos. A fines de 1953, el gobierno
bien visibles, como los cortes de energía eléctrica en Buenos Aires.
contento por la marcha de la economía: en los últimos doce me­
fuerzas del gobierno, que incluyeron la puesta en marcha de varias
inllación había sido de 4%, y los salarios habían registrado un alza
les hidroeléctricas, no alcanzaron para satisfacer la creciente dema1n1
En marzo de 1 954 el programa económdco debía enfrentar una
rivada de la expansión industrial. Algo simdlar ocurrió con el
de fuego, ya que para esa fecha estaba programada la renegociación
producción nacional pasó de 3,3 mdllones de toneladas en
Algunos gremdos, notoriamente el de los metalúrgicos, organi­
llones en 1954. A YPF correspondieron, respectivamente, un
huelgas para dar más entidad a sus reclamos salariales. Las deman­
83,3% de esa producción. Pero tampoco fue suficiente para ab:ISt<:c•
bastante exitosas, y llevaron el salario real promedio de 1954 a
industria, lo que se reflejó en la creciente participación de los comb•.Ul
12% superior al de doce meses atrás. Este importante avance de
:t�l>aj¡rdc•res tenía su lado negativo, ya que amenazaba con derrumbar
en las impmtaciones. En estos aspectos, el Segundo Plan QtJin1�mma
de entenderse como una corrección a la despreocupación de los
alcanzado luego de dos años de austeridad. De hecho, si bien
años, corrección que fue de todos modos insuficiente. Evaluando
de 1954 fue la menor de todo el período peronista, hacia el se-
ca económdca del período, Gómez Morales concedía:
semestre empezaron a percibirse aumentos de precios. La carrera
nn:c11Js y salarios daba signos de reaparecer. Perón sabía que para
Es mucho más respetable la ·opinión de aquellos que arguyen que
una economía dinámica, que permitiera un aumento progresivo
berse promovido una menor inversión en industrias manufactureras
todo en obras de beneficio social, atendiendo en mayor grado del
salarial, era necesario incentivar la producción y la inversión
zo, al desarrollo del petróleo y la energía. Aceptan que era in<!is¡>en:sab ntizarrdo de algún modo las ganancias de los empresarios. Así, en un
gente fomentar el desarrollo de industrias destinadas a producír pronunciado en 1954 sostenía. que
consumo durables y no durables [ . . . ] y coinciden en que era ne•oesari<> l
el nivel de vida y el poder de consumo popular, pero sostienen que no es posible que se beneficie un determinado sector de la actividad eco­
ceso de proteccionismo y fomento para este tipo de actividades y mediante el aumento de su participación en la distribución de la
bién hubo exceso en la atención de obras y medidas de beneficio nacional en detrimento del resto, sino que la mayor retribución única­
tos críticos son los que hacen una cuestión de grado, de pn>porCÍIJne se ha de lograr elevando la cantidad de bienes a repartir. De esa ma­
'quántums' .14 nera, el beneficio general y el mejoramiento de la situación se realizan ar-

El Segundo Plan Quinquenal fue en parte el acomodamiento


actividades del estado a esas críticas de las que tomaba nota Géim<:>< Aurrtentar la cantidad de bienes a repartir, ahí estaba la clave del nue­
raJes. Pero era evidente que el esfuerzo estatal por sí solo no podía :nf•oqtte de la política económdca del peronismo. De alguna manera ha­
ficiente para solucionar los problemas que aquejaban a la economía ingeniárselas para producir más. El gobierno tomó conciencia de
226 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS ... (1949-1958) 227

que sólo existiría un margen para aumentar los salarios reales o las cierta libertad que consiguieron los empleadores para reubicar per­
des de las empresas si crecía la productividad. Eso podía conso,grcirs"' y premi ar la eficiencia.
to con un aumento de la inversión (que estaba siendo estimulada prácticas laborales no eran, con todo, la única manera por la que
gundo Plan Quinquenal, por una actitud más receptiva hacia esperar una mejora en la capacidad de producción de la economia
extranjero y por las limitaciones salariales) como con cambios Pero se les prestó bastante atención porque la otra forma básica
zacíón en las empresas, que apuntaran hacia una mayor eficiencia. iuntentar· sustancialmente el producto por hombre ocupado -una fuerte
intención de alentar esas innovaciones, en octubre de 1954 se de inversión en diversas áreas- no era algo que estuviese al al­
un Congreso de la Productividad y el Bienestar Social (CNP), que la mano. No es que el gobierno no estuviese haciendo nada al res-
lugar desde comienzos del año siguiente. Formalmente, la ¡¡ · Iiciiativa Desde hacía unos años, había un claro fomento oficial a la inver­
de la CGT, pero lo más probable es que el "autor intelectual" haya que recién por entonces estaba dando sus primeros frutos.
propio Perón.
La preparación de este congreso fue una de las últimas
que el gobierno desplegó su imponente aparato de propaganda
toda su dimensión su sustento corporativo. El CNP tendría como
nistas principales a los empresarios, agrupados en la rec:iente:m<,nte � inversión de origen interno, fuera pública o privada, era insuficien­
Confederación General Económica, y a los sindicatos, nucJeadc)s aumentar sensiblemente la productividad y para reducir el peso de
CGT. Más allá de las decisiones concretas que se alcanzaran en el importaciones en su balanza de pagos. No era sólo que no se con­
gobierno le interesaba crear una conciencia nacional sobre el el ahorro necesario; el problema principal era que faltaban las di­
la productividad. comprar en el exterior los bienes de capital necesarios. Preso en
Las reuniones del CNP, en marzo de 1955, fueron pn:sent,cda:s. ncrucij"ad:o, el gobierno se decidió a tomar el único camino viable: re­
gobierno como una muestra elocuente de que la annonía la inversión extranjera.
que tanto había insistido era ya una realidad palpable. Ennpr·eSlll"Í<>s en abril de 1950, el ministro de Economía Ramón Cereijo pronun­
bajadores se sentaban a discutir acerca de sus problemas comunes. palabras en una reunión con empresarios en Estados Unidos:
realidad estaba bastante lejos de esa concordia. Los debates en el
vieron mucho más de conflicto que de acuerdo. Los empleadores Argentina de hoy, como la de ayer, necesita y desea el ingreso de capita­
ban la imposición de medidas contra el ausentisrno (el "lunes extranjeros que, en un pie de igualdad con respecto a los capitales nado­
consistía en la deserción masiva de trabajadores, ya era una se sumen a éstos para colaborar en su engrandecinúento.16

posibilidad de usar mecanismos de incentivos que estimularan


de los trabajadores, un mayor margen de maniobra en las conv.enc:tOI consigna de "independencia económica" (incorporada al texto de
· ·
lectivas y en el manejo del persomil y la limitación al poder de Justicialista aprobada apenas un año antes) y una retórica
siones gremiales internas en las fábricas. Los sindicalistas, por su enorgullecía de "combatir al capital" pronto fueron desapareciendo
taban a la defensiva, custodiando palmo a palmo el terreno ílisc:ur:w oficial. También menguó el notorio estatismo de los primeros
ganado gracias a las concesiones de Perón. En estas condiciones, tanto que de Perón pudo decirse que "a partir de 1949 era decidida­
lo que se podía sacar en limpio. Ya que una de las precondiciones antiestatista".
era que los documentos resultantes fuesen votados por unanimidad, gobierno había entendido que para superar los problemas de la ha­
yor parte de las conclusiones fueron poco sustantivas, porque casi de pagos no había otra salida que invertir en algunos sectores indus­
propuestas empresarias chocaban contra la oposición firme de los y en el área petrolera (de manera de reducir la carga de las importa-
listas. Si no se mantuvo completamente el statu qua, fue solamente lo mismo que en equipos que incrementaran la productividad
par de modificaciones menores, como la mayor importancia que sé (con lo que se conseguiría un aumento de los saldos exportables).
dar a las consideraciones de productividad en las negociaciones además, que mucho del equipamiento necesmio para esa capita-
228 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS... (1949-1958) 229

lización debía importarse, para lo que se requería financiamiento . la posibilidad de una asociación entre YPF y la Compañía Standard
La forma más adecuada para obtenerlo era la inversión directa de
·
pronto sucumbió ante el encendido nacionalismo del primer pero­
sas foráneas. En el Segundo Plan Quinquenal se declaró la i.1np•Drtllllc. Pero, algo paradójicamente, esta postura autárquica chocaba con el
los capitales extranjeros, y se abrió la posibilidad de que pa:rtic:ip•m de abastecerse internamente de petróleo, ya que YPF no tenía ca­
servicios públicos (lo que era contrario al polémico artículo 40 de la para explotar todos los yacimientos disponibles. La distancia en-
titución): infraestructura necesaria para aprovechar al máximo las existencias
en suelo argentino y las modestas posibilidades de extracción
En materia de trabajos públicos el Estado auspiciará, estimulará y se amplió con el descubrimiento de los yacimientos de Campo Du­
concurrencia de inversiones privadas, nacionales y extranjeras, Madrejones en 1951. Una primera oferta de colaboración fue la de la
condiciones adecuadas y las oportunidades favorables a fin de norteamericana Atlas, en 1954, pero el gobierno no la conside-
participar en forma directa, paralela o complementaria en la re:alhoac.ión
obras.17 acercamientos entre los empresarios petroleros norteamericanos
gobierno de Perón no acabaron allí. En abril de 1955, un funcionario
Fue con una ley de 1953, relacionada a la inversión de
¡ohierrto argentino firmó con la California Argentina de Petróleo (cm­
tranjeros, como se plasmó con mayor claridad el nuevo espíritu del
creada ad hoc por su propietaria estadounidense, la Standard Oil de
no. En los considerandos de la norma abundaban pá!rafos sobre
que en el debate público se llamó "la California", a secas) un
ficos efectos de la inversión externa. No es difícil descubrir,
de explotación petrolera, cuya aprobación final quedaba en manos
lectura de esa ley, que el fundamento principal de esta invitación
jarllan1er1to argentino. Esto último respondía a un pedido de los nortea­
externo era la necesidad de superar la escasez de divisas. Así, se
ya que la ratificación por ley daría al contrato una protección
ba como el primer criterio que el Poder Ejecutivo debía tener en
que de otro modo era débil en un país cuya constitución conside­
el momento de aprobar una inversión extranjera "que la actividad
los yacimientos petrolíferos "propiedad inalienable del Estado".
se destine la inversión contribuya a la realización del desarrollo
magnitudes involucradas en el acuerdo justificaban tales recau-
co previsto en los planes de gobierno, traduciéndose directa o
convenio concedía a la California Argentina de Petróleo los dere­
mente en la obtención o econonúa de divisas". En consecuencia,
explotar, por un término de cuarenta años, 50.000 kilómetros
ridades eran la mecanización agrícola y la producción local de
de tierra santacruceña, más de la quinta parte de la superficie de
que hasta entonces se importaban. En relación a lo primero, la
covim;ia. En ese territorio, la empresa podría construir y usar con ex­
local de tractores por parte de empresas extranjeras fue un
·

caminos, embarcaderos y aeropuertos durante la vigencia del


El Poder Ejecutivo aprobó la instalación de cuatro fábricas (Fiat,
Es sorprendente que un gobierno que había volcado tantas ener-
Fahr y Hanomag) con el compromiso de éstas de llegar a producir
en proclamar la independencia económica y atacar al imperialismo
unidades al año (en 1 946, las existencias de tractores del país
estas cláusulas. Pero eso no es sino una evidencia nítida de que el
sólo 10.000). El acuerdo con el gobierno incluía una cláusula
de abastecimiento de combustibles, lo mismo que el de otros in­
la fabricación de tractores debería tener un componente de partes
era un callejón que no tenía otras salidas. Una vez más, Perón mos-
das que cayera con el tiempo. Así, se suponía que se partiría de
que no era precisamente un dogmático a la hora de enfrentarse con
90% de componentes importados a un 5%, en el curso de cuatro
concretos, y respondía a los desafíos de cada coyuntura históri­
·

partir de 1953. Aunque no tan relacionada con el ahmm de u"'"'1•,


los instrumentos que consideraba más aptos. Todas las defensas ofi­
talación de la automotriz IKA (Industrias Kaiser Argentina) en
del proyecto petrolero invocaban el sentido común y la razón prác­
ya sobre el final del gobierno peronista, fue otro indicio .
·

como la del ministro de Industria Orlando Santos:


nueva actitud hacia el capital extranjero.
Pero lo más innovador en materia de inversiones externas se
En muchas otras cosas se pueden improvisar los argumentos y buscar de
á!nbito de la política petrolera. En realidad, ya en 1946 se había veinte mil maneras la forma de atraer al electorado; pero en esto, señores, tar-
230 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS ... (1949-1958) 23 1

de o temprano la opinión pública dirá quién tiene razón y en ese convenio enajena una llave de nuestra política energética, acepta un
verdad [ . . ] Señores, la solución que propiciamos tiende al logro de
.
rfgim<m de bases estratégicas extranjeras y cruza la parte sur del territorio
tivo concreto: alcanzar con ella la mayor producción posible en la una ancha franja colonial, cuya sola presencia sería como la marca ffsi­
Santa Cruz, y unir a esa producción las otras producciones, del vasallaje.21
mas, de todas las demás zonas del país. lB
resistencia al proyecto de la California no era patrimonio exclusi­
O la del propio Perón, que en una reunión con sindicalistas partidos opositores. En las filas peronistas no se notaba el menor
ba el hecho de que el petróleo extraído por la California sería por una iniciativa que, según muchos creían, traicionaba el
por YPF: justicialista de independencia económica. Esa oposición interna
.Pr'""'""'d''d a viva voz, pero la escasez de expresiones de apoyo era
Y bueno, si trabajan para YPF no perdemos absolutamente nada, suficiente pm-a que el gobierno comprendiera que en esa empresa
ta les pagamos con el mismo petróleo que sacan. En buena solo. En cualquier caso, está claro que el Poder Ejecutivo tampoco
que vengan para que nos den todo el petróleo que necesitamos. su empeño para llevar adelante la iniciativa. Mientras que en
nía ninguna compañía si no le entregaban el subsuelo y todo el átrtbi,tos el gobierno respondía a las críticas con un contraataque más
producía. Ahora, para que vengan a trabajar, ¡cómo no va a ser
el proyecto de la California no hubo una voluntad similar, acaso
gran negocio, si nosotros estamos gastando anualmente en el
las probabilidades de éxito se consideraban bajas desde un princi­
de 350 millones de dólares para comprar el petróleo que ne<:esitmnós
tenemos bajo tierra y que no nos cuesta un centavo! ¡Cómo fue utilizado el aparato oficial de propaganda, y la defensa del con­
pagando eso!. . . ¿Que e11os sacan beneficios? Por supuesto que no fue tomada personalmente por Perón sino dejada en mano de fun­
nir a trabajar por amor al arte. Ellos sacan su ganancia y nosotros menores.
es lo justo.19 todos modos, al gobierno ya se le había hecho tarde para cumple­
de política. Los problemas económicos no eran la preocupa­
Pero el contrato con la California fracasó. El proyecto de pritlci¡pal de casi nadie, ya entrado 1955. El desgaste político del go­
estancado en una comisión de diputados, sin ser tratado por se estaba acelerando, y cada vez sonaban más fuertes los rumores·
Cámaras del Congreso. Perón era así víctima de las mismas ideas � )evarttarniento militar.
bía contribuido eficazmente a instalar. El antiimperialismo y la
ciencia económica ya no eran banderas exclusivas del peronismo.
radicalismo, por ejemplo, se criticaba a la conducción ec<méimi.ca, MÁS, LA HORA DE LA ESPADA
excesivamente estatista y nacionalista, sino por todo lo contrario.
blicación partidaria afirmaba de la política económica del go.biemo el país oyera por la radio la voz de Frondizi, un político de la
no era cosa de todos los días en 1955. Desde hacía casi diez
además de hallarse plagada de errores y excesos parciales, se adversarios de Perón no tenían cabida en las emisoras, todas esta­
el comienzo dentro de la misma esfera que singularizó a la pouuca <oc en los diarios. Por eso la alocución de Frondizi en la que denun­
ca de los gobiernos conservadores. Es decir, dentro de la """"' m"mc� otras cosas, la "marca física del vasallaje", resultó ser un récord
el interés de los privilegios nativos y extranjeros.20 ,\"'"'cm. La gente quería escuchar algo distinto de los mensajes afi­
las ponderaciones al gobierno dispensadas por el periodismo esta-
Arturo Frondizi, uno de los líderes de la oposición radical, sucesión de eventos cruciales en la lucha entre el peronismo y la
por entonces Petróleo y política, y defendía la tesis de que además, había despertado el interés popular por los hechos po­
de abastecer por sí sola las necesidades petroleras del país. En como nunca antes en la historia argentina.
ción radial, Frondizi insistía sobre el carácter imperialista del de ciertos avances en materia económica, la iniciativa y creati­
la petrolera norteamericana: el gobierno había mostrado en los primeros tiempos venía ago-
232 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCAN1D DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS... (1949-1958) 233

tándose desde hacía ya varios años. Algunos hechos escandalosos, cambiar la estrategia. Las instrucciones a los peronistas de parte
suicidio de Juan Duarte (hermano de Evita, acusado de manejos líder pasaron a ser bien claras:
tos relacionados con la comercialización de la carne) o la ve1rgtienza:
quimérico proyecto en el área de energía atómica, habían puesto consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización,
fiesto los defectos de un gobierno vertical y sin contrapesos en contestar a una acción violenta con otra más violenta. Y cuando uno de los
poderes. De todos modos, hasta fines de 1 954 Perón podía cor¡fiar.' caiga, ¡caerán cinco de los de ellos! [ . . . ] Veremos si con esta �emos­
mínimo, en una salida gloriosa del poder cuando cumpliera sus nuestros adversarios y nuestros enemigos comprenden: si no lo hacen
de mandato en 1958. Es que la oposición daba toda la sensación de ellos! 22
vencida: con débil apoyo electoral, sin posibilidades de llegar a
danía a través de los medios de comunicación e incluso debilitada . No lo hicieron. Al contrario, las amenazas de Perón de un enfrenta-
crepancias intemas en algunos partidos, no había allí un adve:rsario más franco eran una invitación a la revolución. El alarde de solidez
dado para el gobierno. En cuanto a las Fuerzas Armadas, la el gobierno fue entendido por muchos corno una declaración de
siguió al levantamiento de. Menéndez en 1951 había apagado y miedo propios. Esa era, al menos, la interpretación del general
chispa revolucionaria que pudiera existir. Eduardo Lonardi, católico y nacionalista, quien consideraba que
Pero el panorama cambió sustancialmente a partir del condiciones vigentes por entonces cualquier levantamiento aislado
casi insólito conflicto de Perón con la Iglesia Católica. Por rn<Jti•,os 1 sutfic:ie11te para que la debilitada estructura peronista tambalease. Así,
do caso menores, el mismo presidente que había restablecido la septiembre un grupo de oficiales encabezado por Lonardi tornó la
de Artillería en Córdoba, mientras toda la Marina se sumaba al
��;:;��!
za religiosa en las escuelas públicas y que había elogiado la
constitucional de apoyo oficial a la Iglesia se lanzó a un e�� imien1to. En el Ejército y la Aeronáutica, las adhesiones a la revolución
a la jerarquía eclesiástica. La escalada de acusaciones y � creciendo a medida que aumentaban las probabilidades de éxito. La
mutuas entre gobierno e Iglesia pronto se salió de control. Mierttntil del gobierno fue, tal corno había predicho Lonardi, mucho menos
bierno provocaba al "obispero revuelto" suprimiendo la em;eñanz que lo que podía esperarse de un gobierno que arriesgaba su su­
giosa, permitiendo el divorcio y proyectando una reforma coJostilt La voluutad de poder de Peróu parecía dormida; cuando toda-
que separara más tajantemente a la Iglesia del estado, la op<Jsic:it era claro el resultado militar entre fuerzas leales y rebeldes, decidió
y refugiarse en la embajada de Paraguay, justificándolo corno la
;��;:�:
su oportunidad de resucitar. A mediados de junio de 1955, la
del Corpus Christi atrajo a una multitud que, desde fieles c � forma de evitar un baño de sangre.
militantes comunistas, abarcaba todo el espectro opositor a J Revolución Libertadora tenía objetivos algo más claros y más Ji­
sión hizo eclosión el 16 de junio, día en el que no menos de que los golpes de estado anteriores de 1930 y 1943. Lo funda­
civiles fueron víctimas de un bombardeo de aviones de la MJuirtá era liberar al país de la "segunda tiranía", de ahí las comparado­
la Plaza de Mayo, operación que formaba parte de un plan para la batalla de Caseros, que había acabado con el predominio rosista
al presidente. La rebelión fue sofocada y los grupos que ap<JYJ!ban antes. Se trataba entonces de volver a la normalidad constitu-
bierno reaccionaron además quemando varias iglesias de Bu1eno�·1 en una suerte de "democracia sin Perón". Pero la intensidad del
la misma noche, ante una sospechosa pasividad de la policía y 'P�•v•n>J<uv era diversa entre los jefes militares, lo mismo que entre los
beros. Frente a este cuadro de violencia desbocada, Perón que habían apoyado el golpe. En un principio -mientras Lonar­
única salida al enfrentamiento era un relajamiento en el control la presidencia- dominó la tendencia más moderada. La idea del
oposición. En el marco de vehementes llamados a la ua"'l'""'·u"' provisional era que no debería haber "ni vencedores ni venci­
convivencia, se concedió a los opositores la posibilidad de usar algo así corno una adaptación de la doctrina Varela a la política in­
y fue en esos días de julio cuando Frondizi pudo dar a conocer a La tolerancia lonardista se manifestó en la negativa a tornar medí­
tes las ideas del Partido Radical. Pero la conciliación no duró como la remoción de los militares peronistas o la intervención de la
sensación de que un golpe revolucionario se avecinaba conv,en<:ió no menos que en la asistencia a Perón para que abandonara el país.
DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS ... (1949-1958)
235
234 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO

votos peronistas eran decisi­


Pero quienes habían sufrido la coacción. peronista en toda su a la presidencia podía ignorar: los
fundam ental del pacto secreto entre Frondizi y
reclamaban una actitud más enérgica. Desde la Junta Cc•nsultiv: fue la motivación
al candidato de la UCRI por parte de los fie-
asamblea nacida bajo los auspicios del gobierno que incluía a que derivó en el apoyo
liendo con los fines que se había propuesto, el go­
distintos partidos políticos y a militares- se reclamaba una - presidente. Cump
izi en mayo de 1958 .
"desperonización". Entre los hombres de armas, el vi<oe¡>residlen1 militar entJ·egó el poder a Frond
Rojas, que encabezaba la Junta Consultiva, y el general Pedro
en una medida menor, también desconfiaban del presidente.
el 13 de noviembre Aramburu reemplazó a un Lonardi enfermo y INFORME PREBISCH
OMBRIU
lado. El proyecto de un limitado "no peronismo" dejaba lugar al
tiperonismo visceral. una nota saliente en materia
breve administración de Lonardi tuvo
la Comisión Econó­
La presidencia de Aramburu, que duró dos años y medio, Raúl Prebisch, renombrado presidente de
nada por las preocupaciones de orden político. El antiperonismo - por el gobierno para que
América latina (CEPAL), fue contratado
ra de diseñar una polí­

���:�;�� :P�1r�:e:b�
en la prensa y en las disposiciones del gobierno. A la manera de nal, de mane
¡ostic:ara la salud económica nacio
berg, se condenó a muchos funcionarios del "régimen depu.ost<J" isch ---quien había tenido una destac ada actuación en
o
Il
suelto el Partido Peronista, se prohibieron los símbolos per011is:tas. de los años 30 y había presid ido el Banco Central has­
i
la mención pública del nombre de Perón (salvo para repudiarlo).
( d<,sp•laz:aelo por el golpe militar del
'43- redactó un Informe prelimi­
octubre de
la CGT fue intervenida. Las lealtades al alJora exiliado ex pnosHien de la situación económica que se dio a conocer en
' '�"''�" sus primeros pánafos se adivin
tenían lugar en la clandestinidad. Más importante que las fmcue:nte aba que los resultados de su
gas, en junio de 1956 hubo un fracasado levantamiento arnnaclo <le casi lapida rio:
eran decepcionantes. El prólogo era
peronista dirigido por los generales Valle y Tanco. La intentona
llo económico;
el fusilamiento de treinta conspiradores. En el orden ins:tin1cion:1l,:l Argentina atraviesa por la crisis más aguda de su desarro
ta a la Constitución de 1853 tuvo cierto viso legal al convocarse a el preside nte Avella neda hubo de conjur ar 'ahorrando
que aquella que
un cuarto de
ción popular de una convención reformadora. La oportunidad el hambre y la sed' y más que la del '90 y que la de hace
aquello s tiempo s con sus
para que las agrupaciones políticas midieran su caudal electoral. en plena depresión. El país se encontraba en
el caso de hoy: están seriam ente com­
to el peronismo, la Unión Cívica Radical era por lejos la fuerza productivas intactas. No es éste
su econom ía y será necesa rio un esfuer-
>prometi,dos los factores dinámi cos de
portante. El seguro predominio electoral, sumado a dis:cn,pancias ií
desarrollo.23
que se hicieron inocultables tras la caída de Perón, desembocó intenso y persistente para restablecer su vigoroso ritmo de
sión del viejo partido. Para las elecciones de constimyentes de 1
la gravedad de dos proble­
sentaron la UCR del Pueblo (UCRP), encabezada por Ricardo así llamado biforme Prebisch subrayaba
ión. El principal obs-
UCR Intransigente (UCRI), encolumnada detrás del liderazgo de dificultades de la balanza de pagos y la inflac
ch, la imposibilidad de
ZL Entretanto, Perón ordenaba desde el exilio votar en blanco.
para el desrumllo argentino era, según Prebis
stibles, lo mismo que
línea de Balbín superó a la de Frondizi, el primer puesto corre:;pondi las impmtaciones de materias primas y combu
a las limitadas exportacio­
votos blancos, que pasaban a ser un nuevo símbolo del partido fua,quinaria y equipos. Esta dificultad se debía
o anterior: se habían de­
A despecho del ensañado antiperonismo de los militares, los :agro¡•ec·uarJas La culpa era casi toda del gobiern
ollo de las industJias
prensa, ciertas lealtades parecían inconmovibles. las exportaciones, se había ignorado el desan
petrolera. Pre­
La actuación de la Convención Constituyente no fue más allá y no se había dado estímulo suficiente a la producción
as acumuladas durante
corporación de un artículo sobre los derechos sociales (el 14 bis) a la - sumaba a la crítica sobre el uso de las reserv
s de deuda y des­
titución de 1853. Los prutidos ya pensaban en las elecciones dilapidadas en nacionalizaciones, repatriacione
Perón había su­
e()cup:ldClS déficits en la balanza de pagos. El gobierno de
que cen·arían el programa de "normalización" y habían sido coJnv<1Cald.
los cuales] el sen-
ra febrero de 1958. El resultado de 1957 había dejado una lección ante "cie1tos sectores de la opinión pública [para
DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS .. ( 1 949-1958) 23 7
236 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
.

o con las más acerbas críticas


timiento ha prevalecido sobre la razón, lo cual suele ser peligroso en pero al menos no tan pobre. De acuerd
de El Plan
ducción de la economía". Los planes quinquenales habían acentuado Prebisch -por ejemplo, la de Arturo Jauretche, autor
un móvil político.
fectos de la economía argentina al concentrar las inversiones públicas retorno al coloniaje- el pesimismo oficial tenía
un buen marge n para la­
tividades no productivas. Las c1isis energéticas y de transportes co1npll.e.t a la administración anterior siempre da
Cualquiera fuera la razón, lo cierto es que las
el cuadro desolador que de acuerdo con el infmme caracterizaba a wentrtal<" enores propios.
a Prebisch. La inflación, cuyos perjui­
mía nacional. Las inversiones en el área eléctrica habían sido m1mfiicie'n no estaban tan mal como sugerí
años. De hecho,
e, estaba controlada desde hacía tres
pésima la administración pública de los trenes. i·te1;alt:aba el inform ión
trienio con una inflac
Por otro lado, Prebisch criticaba a la administración anterior décadas más tarde se daría otra vez un
nada que ver en la de-
expansivas políticas monetaria y salarial, que habían conducido a menor a 10%. La economía no había tenido
. Años más tarde, Bonif acio del Carril, pmticipan­
ción. Lo que más había contribuido a su aumento habían sido las de denocar a Perón
revolucionados no estaban
del IAPI (a prutir de la política de precios "remunerativos" iniciada Revolución Libettadora, sostuvo que los
para actuar, ya que
los déficits de las empresas públicas de transporte y la financoiac:ióJJ ] de haber elegido un buen momento
tecaria, todo ello cubierto por el Banco Central vía emisión moncotari:
ón y estaba en tratati­
cuanto al comportamiento salarial, el de otro modo loable pn>ce1;0 Gobierno [peronista] había logrado frenar la inflaci
más poder osos a fin de resolver
distribución favorable a los trabajadores había tenido un alto costo con grupos financieros norteamericanos
que había de traer
var la inflación. Había tmnbién un cuestionamiento más general áJ problema de la explotación del petról
economía de abun danci a en el
eo
país.24
en la Argentina,

de intervención del estado en los asuntos económicos, a través de


ciones con efectos muchas veces contraproducentes. La d'iscreciort�l' mas estructura­
Más atinado era el juicio de Prebisch sobre los proble
tica de cmnbios era uno entre muchos ejemplos posibles. . Pero esos inconvenientes no eran
reflej:ad<JS en la situación de pagos
El lnfomze Prebisch no se limitaba a señalru· los problemas; ismo a partir de 1952 ha­
Los lineamientos económicos del peron
trunbién en propuestas de política. En el corto plazo, se requerían mas que Prebisch denun-
un obvio reconocimiento de los proble
el tipo de cmnbio para hacer más rentable la exportación. La idea Plan Quinquenal , el cambio
Más allá de sus resultados, el Segundo
que los precios internos deberían moverse de manera de aumentar el Productividad y la apertura al
pollíti<:a para el agro, el Congreso de la
rural, a costa del urbano. Sólo así despertarían las exportaciones de para superar esos obstáculos.
extranjero habían sido intentos válidos
gado letargo. Además, había que reducir ciertas importaciones no
como la de automóviles y dar más relevancia a los bienes de capital.
sentido, Prebisch consideraba que una mayor facilidad para incor¡>ont.r·
po extranjero no era suficiente. Debía procurarse, en diversos cmnpos,
da del capital externo, fuese a través de empréstitos o de inversiones
1956, un documento tam­
Esta postura le valió la crítica nacionalista. En una oportunidad en Al Informe preliminar siguió, en enero de
que se acons ejaba un conjunto más or­
caba en la universidad la necesidad de incorporar maquinaria rural n_r,ediiCtJ!do por Prebi sch en el
el diagn óstico de octub re. El escrito se
da, un enfervorizado estudiante lo intenumpió: "¡Si es necesario no de medidas, en línea con
incon tenible, pero se conoc ió popular-
rar tecnología para ser independientes, araremos con caballos!", a Moneda sana o infla ción
taria era detener la in­
Prebisch respondió: "Es que ni pasto para darles de comer nos qutedarí• como Plan Prebisch. La preoc upación priori
"tarea espec ífica de este gobierno".
El diagnóstico general de Prebisch era excesivmnente pesimista. objetivo que se consideraba
los ortod oxos: reduc ción de la tasa
ta las cifras que se presentaban sobre el crecimiento del producto en os 1moctm de la estabilización serían
ción del défici t fiscal. Se preveía
años anteriores a la revolución eran sustancialmente menores a las >cr,eación de dinero paralela a la correc
mayo r racion alidad en el manej o
descalabro económico ya se había manifestado, según Prebisch, en 'dismtimJción del empleo estatal, una
n, en algún caso) y la contrae­
tasa decanual (sic) de 3,5% entre 1946 y 1955. Cálculos posteriores de empresas públicas (o su privatizació
rubro s presc indibl es. Pero aun con
pía CEPAL consignarían en cambio un crecimiento de 12,2%, lejos del de del gasto del gobierno en otros
(1949-1958) 239
...
PERONISTA A LA CRISIS
DEL PARAÍSO
238 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
a1 · ¡ de precios se cance­
de los aumentos s
esas medidas, y la financiación de una parte del déficit con i>na,ec:e,
sí,
lo
y
s
e ¡
efec
s alari
tos
o real se mantuv o
-�� = �
ma e os constante a lo
mes, que e 1
lar-
sa-
. nido en sus infor
torios, Prebisch calculaba que el gobiemo se vería obligado a
erío do. Prebisch habi�a soste ador es
emisión monetaria. En algunos puntos, el optimismo de rrem.'""
el p
rse smo aumenta ,
� ap opiándose los
trabaj
no deb ía reduci
: !mente de parte de
los be ne-

';¡� �!����� l �;� �� ��


al futuro contrastaba con su pesimismo en relación al pasado u y e
asesor gubernamental especulaba, por ejemplo, que durante
·· aume:nt<JS de P . a �
p ción d l ingreso
nacional o
m a �es. . esa re IS
iennpres> . ha argumentado que
las consecuencias inflacionarias de la inevitable emisión se
a sala rws se redUJO a1go . Se fome ntar el
índien,te e] I"berada destinada
a
das por un crecimiento del producto de] orden del 10%, una tasa
ing resos era una estrategia d , hay evi-
de ahorran más. No
demasiados antecedentes en l a Argentina. También se confiaba
en la . dea de que los mas neos
I haber
basad a no parec e
sa intencionalidad
fenomenal crecimiento de l a productividad en los años si¡rui,ont< concluyentes, pero e
demasi ado , . cas , el gobierno de Arambu-
compatibles mejoras salariales con utilidades estables. nes estn ctamente econollll
cue stio o fue l a
En ; una prueba de ell
Hasta aquí, los planes. Pero el gobierno chocó contra l a
er u n enem .
igo de los trabaJ adores
. que los
s a1gunas conquistas
de u n país convulsionado políticamente, en el que difícilmente
mant ener con rango constJ. tucwna1 n de la
de · smo La ·Intervenció
varse adelante un programa coherente que demandara un pumeam segui · do d':';ante el perom
·

hab ía n con nes eco nó-


f . da por consideracio
largo plazo. La precariedad de l a P\'l tica económica de esos años
to, no fue una decislOn motiva . mucho s
tan como quísieron ver.
prueba con sólo contar la cantidad áe ministros de Economía que
e us co
,
co n ell o recortar ei sa1 ano, msta.
s b obstinadamente pero
durante el gobierno provisional: cuatro en menos de tres contra1 ese bastión
sino tener baJO
Blanco, Verrier y Krieger Vasena). La conducción económica
pre a la defensiva, manejando como mejor podía la situación.
EXTERNO
�:;�l
cini, ministro de Economía de Lonardi, tomó las medidas a
mente más simples. El peso se devaluó rápidamente, poco e
mc:URREr�TE PROBLEMA
ación central durante
revolución. Se unificaron los tipos de cambio preferenciales y no pago�
.
sigmo . , siendo una preocup
anza de anuales
bal las exportaciones
ciales en una única cotización oficial de18 pesos moneda na.ci<Jmtl, Ltbe rtadOla. Desde !955 a !958, suerte
ev<Jluc"ión . Fueron años de poca
un promedio de m$n 6,25 antes de la devaluación. Además, se n men ores a las importaciOnes. . antes.
fuero dechn
mercado libre de cambios (el dólar se negoció a cerca de m$n 30) , .
tenmnos de m . tereambio externos
Argentina, con los
mitir la importación de bienes difíciles de tramitar por el mercado
y para premiar a las exportaciones no tradicionales con un dólar
incentivo que ya se había aplicado en los años
30. Prebisch callculó, · VIV IEN DO EN DÉFICIT Libertadora
durante la Revol ución
neamente, que la devaluación provocaría un aumento de sólo 10% El comercio argentino
precios internos. Ese supuesto pronto fue desbordado, en parte
política monetaria estuvo lejos de ser lo dura que proponía Pnobisd Importaciones
s Exportaciones
cantidad de dinero aumentó consistentemente durante los años Términos del intercambio externo
(1960=100}
y Aramburu y la inflación fue mayor que en la segunda presidencia
rón (19% para 1956-57 contra 6,7% en 1952-55). 928,6 1.172,6
96,9 1 .127,6
La política salarial convalidó esa inflación. El sistema de ne.go<:iáC 943,0
87,0 1 .210,4
bianual de convenios colectivos seguía en pie, y en febrero 974,8
83,9
agregó un aumento de emergencia de 10%, acorde con las on;vi.siones 993,9 1 .232,6
Prebisch. Pero la persistencia de la inflación obligó a realizar aJu:o••o.·
85,1
troactivos. En 1957, bajo el ministerio de Adalbert Krieger Vasena,
tentó una mini-estabilización, que incluyó la congelación de sueldos Fuente: apéndice estadístico.
ró unos meses (septiembre de 1957 a marzo de 1958, apro>dniadantenfil.
240 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO DEL PARAÍSO PERONISTA A LA CRISIS ... (1949-1958) 241

stock ganadero (disminuyó un 14% entre mediados de 1956 y me-


El deterioro de la balanza comercial obligó al gobierno a pasar de 1958). La caída de los precios agropecuarios en el mercado in­
taciones que se hacían por el mercado oficial de cambios al m<orcad<J impidió, de todos modos, que aumentara sensiblemente el va­
como forma de detener la caída de reservas. Además, debieron dólares de las exportaciones.
tarse restricciones cuantitativas a las importaciones, que en un Re,;pecto a las importaciones, poco fue lo que se hizo de lo recomenda­
habían abolido. El déficit externo se financió tanto con pérdida
forPnobiscl1. En materia petrolera, se dieron por terminadas las tan polé­
(disminuyeron 330 millones de dólares entre fines de ne¡¡oc:iacamJes con la California. Fue ésa una decisión más política que
1958) como con endeudamiento de corto plazo. Uno de estos ¿cómo no revocar lo hecho por Perón en un tema que había si­
inició la larga y voluble relación entre la Argentina y el Fondo llito de batalla de la oposición en 1955? La voluntad oficial de ree-
caba
Internacional. Es que el gobierno había decidido acabar con la país sólo se manifestó en acciones menores, a través de Ja sanción
autarquía financiera e incorporar al país al FMI y al Banco lntern1a1 decretos-leyes: uno de vialidad, dirigido a la reconstrucción de la
de Reconstrucción y Fomento, después conocido como Banco de promoción a la industria automotriz. Se iniciaron ade­
Otro avance en materia de relaciones económicas internacionales ivestudlios del sistema ferroviario, como primer paso para una racionali­
firma del Acuerdo Provisional de París. En virtud de este convenio En términos globales, sin embargo, el gobierno fracasó en su inten-
gos internacionales que involucraran a algunas de las nacione ; aumentar la inversión interna, que se mantuvo en los mismos niveles
llamado Club de París (Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, del peronismo (ahededor de 16% del producto bruto interno). El dé­
ruega, Holanda, Alemania Federal, Inglaterra, Suecia y Suiza) obligó a recortar la inversión pública, y la inversión privada no
!izarse en cualquiera de sus respectivas monedas, a su vez favorablemente al deterioro de la distribución del ingreso.
entre sí. Con ello se daba un paso importante para la reconstrucción recomposición de los incentivos al agro, tendencia que ya venía dán­
mercio multilateral. Se acababa así una etapa de casi treinta años los años finales de Perón, no implicaba un cambio de ánimo respec­
los superávits comerciales con un país no podían utilizarse para · industria. La expansión manufacturera siguió siendo vista como la
déficits en otro. Ese sistema había sido particularmente perjudicial �a JueJnte posible de crecimiento sostenido. A pmtir de los años 50 se
Argentina, cuyo saldo positivo con Inglaterra no había servido a este argumento a favor de las políticas industriales uno de corto pla­
mentar las compras a los Estados Unidos. pronto pasó a ser dominante. Según el nuevo paradigma, se necesi-
Si la incipiente integración de la Argentina al circuito f:'inanci.et<tJ .'pnJfundiizar' la industrialización para evitar los problemas de la balan­
nacional pennitió suavizar las consecuencias de los déficits de pagos. La preocupación era comprensible, pero tuvo la indeseada
pagos, no hubo en cambio grandes avances en la resolución de los \€Cilencia de ignorar los efectos de largo plazo de una estrategia indus­
mas de fondo que presionaban sobre las cuentas externas. Las consistía esencialmente en producir un poco de todo. Más que nin­
de los informes de Prebisch resultaron ser demasiado arr<bi<;io.sas un interrogante básico ponía un manto de duda sobre la viabilidad
gobierno dispuesto a abandonar el poder rápidamente. Del lado política: ¿podía un país relativamente pequeño, como la Argentina,
portaciones, la fuerte devaluación fue evidentemente el cambio eficientemente una gama casi infinita de productos industriales?
tico e influyente, al menos en el corto plazo. Pero hubo también un riesgo que los gobiernos siguientes debían enfrentar si querían
que, se esperaba, darían resultados una vez transcurrido cierto u�m¡m;. la industrialización hasta las últimas consecuencias.
de ellas fue la creación del Instituto de Tecnología Agropecuaria
con lo que se buscaba aumentar la producción rural, aun con el
brada estancada, a través del fomento de avances técnicos. Además · ESJPEC:TÁCULO VISTO DE LEJOS
rogó la ley peronista que había congelado los precios de los arr•endlaJ\1
tos rurales. Quizás como respuesta a los incentivos más favorables, Miet1tn1s la econonúa argentina parecía estar ingresando en una triste
sembrada aumentó, y la de la campaña 1957-58 fue un récord inflación y crisis en la balanza de pagos, en otras latitudes se avan­
Por otro lado, la producción de carnes creció, a costa de una fuerte paso acelerado. Los casos más notables eran, indudablemente, los
242 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANID

de los países derrotados en la guerra. De la mano de Konrad CAPÍTULO VI


Alemania Federal empezaba a construir su larga era de cre:cirniel
Italia, en tanto, los años de Alcide de. Gasperi (1945-1953) senltaron,
EL IMPULSO DESARROLLISTA
ses de lo que sería en unas décadas la tercera economía de (1958-1963)
con Gran Bretaña. Japón, por fin, crecía a tasas inéditas, que
rían la envidia de Occidente. Pero no se trataba de un fentónoe11o¡
a un grupo de países ni al corto período que puede considerarse
trucción. El final de la Segunda Guerra marcó también el priincipÍ<
era de prosperidad y crecimiento más intensa aún que la belle
acabó en 1914. En la década anterior a 1958, el producto bruto
conjunto de cincuenta y seis países de los que se dispone de
confiables creció 62%, y 35% el producto per cápita. Para la
cifras fueron 32% y 8,6% respectivamente. La comparación es
ble a la Argentina un poco artificialmente, ya que en el resto del
presidencia de la Naci ón, en mayo
ingreso de 1 948 era anormalmente bajo debido a la guerra, cosa llegada de Arturo Frondizi a la
democrático normal. Vanos de­
saba para la Argentina. Pero una comparación con los princiipales no fue el resultado de un proceso
on sobre su elección una sombra de
América latina arroja resultados todavía peores. Brasil, relacionados entre sí proyectar
dos originales que marcarían a
México, Perú y Venezuela crecieron, en conjunto, 76% en ténmirws; ¡ruua<,, y se transformaron en peca

comicios que llevaron a Fro -
les y 33% cuando se mide per cápita. Más impresionante es el ya gestión posteJior. En primer lugar, los
un gob1emo illlhtar, que habla
tonces perceptible fracaso de l a Argentina en su inserción en un poder habían sido convocados por ,
rado propos1to de garan­
mundial que renacía, y que seguiría creciendo velozmente a Perón casi tres años antes con el decla
te de la Revolución del '55
Mientras el valor en dólares del intercambio internacional total formas constitucionales. El anteceden
adas se autoasignaban: guar­
75% entre 1950 y 1958, el del comercio argentino se mantenía idea del papel que las Fuerzas Arm
funcionallllento repubhca­
te estancado. lo que ellas consideraban un correcto
rno debía tener en cuenta los
Sí bien, entonces, la perfonnance de la economía argentina en poder sobrevivir como tal, el gobie
años anteriores a 1958 no fue tan mala como afirmaba el lnfonne que la amenazadora presencia de los
iTl
militares imponía. Ade ás, tal
fórmula rad1cal Alvear-Guemes,
la comparación con el resto del mundo sí muestra un claro estan•oar ocuniera en 1931 tras el veto de la
prohibida en las elecciones de
relativo. Pero el lnfonne Prebisch no cubría, en su juicio sobre •artici¡>ación de un partido había sido
ripción era condición sine qua
económico, todo ese período. Cualesquiera fuesen los obstáculos Esta vez era el peronismo, cuya prosc
Libertadora aceptaran un go-
bao impidiendo la integración de la Argentina al crecimiento que los hombres de la Revolución
al comercio mundial, el gobierno revolucionario no supo re1rertirlo�? surgido de la voluntad popular. .
al peromsmo ya se hablan
,

Frondizi llegaría un intento más firme y, en algunos aspectos, más consecuencias de una veda electoral
para la Convención Constitu­
)érimemt¡¡do en 1957 con las elecciones
ión Justicialista de 1949 y la
una asamblea que anuló la Constituc
remozada de la vieja Cmta Magna
mp•laz:ó por una versión ligeramente
n de votar en blanco había
En esa oportunidad, la orden de Peró
sin llegar a ser mayoría abso­
malas noticias para los "libertadores":
los de cualquier otro pattido
los votos en blanco habían superado a
había sido, adem ás, un aviso para
msideraclo individualmente. El hech o
rar que los votos peronistas
•s eve:otutal<os candidatos a presidente, al most
CAPÍTULO VIII

VÉRTIGO ECONÓMICO EN T IEMPOS


VIOLENTOS (1973-1983)

La gestión del general Lanusse, el último de los presidentes de la


:.v.o'lución Argentina (1966-1973), consistió esencialmente en recono­
un sistema basado en la proscripción del peronismo era inviable.
Jlama:do a elecciones para 1973 fue ante todo una salida impuesta por
circunstancias, por el hecho ya evidente -después de veinte años sin
:ccion<'" presidenciales completamente libres- de que sin la participa­
del peronismo no podía alcanzarse una fórmula política mediana­
estable. Fue, también, un gesto de resignación de parte de un go­
crecientemente cuestionado, que veía cómo la situación escapaba
control. Luego del Cordobazo (1969), la violencia se había extendi­
hacerse habitual, acabando con la sensación de relativo orden
se había mantenido durante la primera fase del gobierno de Onganía.
'" �;w¡'u' armados que estaban detrás de los frecuentes atentados cues­
al "sistema" en un sentido muy profundo y global -en línea con
ocurría en otras partes del mundo- que excedía el problema de la
· in electoral al peronismo. Pero, en el caso de Montoneros y
�bs<:ri"'ci<
ag:rur1acior1es menores, la rehabilitación de Perón era por lo menos
.1 v<!lc<»u preliminar. Así las cosas, la vuelta del ex presidente en el exi­
era sólo un reclamo voceado por la juventud peronista; también
una exigencia respaldada por las armas de sus coetáneos, los "solda­
de Perón".
Mientras que la vertiente juvenil con la que Perón contaba para forzar
re�:reo;o estaba impidiendo al gobiemo mantener un mínimo de equili­
político, los sindicatos (su otro gran apoyo) hacían muy difícil un ma­
más o menos ordenado de la economía. Desde la derrota del plan
Vasena, la inflación venía subiendo año a año. En 1971, 1 972 y
VIOLENTOS (197 3-19 83) 335
EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
334 VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS

do al sindi­
corporativos con que había conquista
1973 había superado con creces el 30% anual, cifra que a lo largo de nP.rtSaiJa en Jos términos su hderazgo se­
bajo
de una armonía de clases unificada
cada del 60 había sido un techo para el aumento de precios. Con éalísmo. Su idea
menor énfasis, se coincidía en que cierta limitación de las dema1ndas en píe el año de su muerte:
riales de los sindicatos era una condición necesaria para cualquier oría fu�damental de la exis�encia
Alguna vez prediqué la atmonía como categ
humana; sigo creyendo en ella como condi�
de estabilización. Ese control podía conseguirse por la fuerza, pero ión inahenable para la configura­
más probabilidades de éxito si estaba asentado sobre la colaboralCió s.
ción de la Argentina que todos anhelamo
Iuntaria de los gremios. Ya que esto último era prácticamente
para un gobierno no peronísta, también era muy difícil detener o, Que Perón seguía confiando en
b neg ?ciació� entre los distintos
,
quedo demostrado con la
más no fuera, moderar la espiral inflacionaria. de la "comunidad orgamzada
Jaqueado por males políticos y económicos, Lanusse tuvo la de un Pacto Social entre empresar
ios, trabajadores 7 gob1erno, en
de Peró n no hab1 a n vanado de­
ble tarea de preparar la transición hacia una democracia que incluyera de 1973 . En su esencia, las ideas
a los adve rsan os, una
ronismo. Después de varias idas y venidas en la confección del Jos modos y en el trato
¡as¡auu. Pero un cambio en os nue­
ficad or eran rasg
las reglas electorales, el l l de marzo de 1973 tuvo lugar la primera onal y un ánimo paci
nsistenci.a en la unidad naci de una
bienvenidos por buen a parte
presidencial en toda una década. Perón no pudo participar por un del veterano caudillo, que eran dos,
go con otro s partJ
gal sobre residencia en el pais, pero el FREIULI, una alianza dominacla ¡ Más dispuesto al diálo
!ocieclad barta de conflictos. pare­
justicialismo que llevaba a Héctor Cámpora como candidato, cosechó consistente en su defe nsa de la democracia, el Perón de 1973
de 1946 las leccw nes apre nd1d as en
tad de los votos. El peronismo quedaba así en una posición a la que ya haber agregado a su pensamiento
taba acostumbrado: la de ser gobierno. La nueva responsabilidad '55. Ese tono más legalista de su discu
rso no era de: todo com patJb le

ral decretada por C mpo ra en la que


más compleja que lo que entonces podía imaginarse. medidas como la amnistía gene � :
El problema de fondo era la identidad del peronísmo. ¿Qué polít icos y com unes . Tam poco podw conc!IJarse con
mezclaron pres os , su
y tuvo un pico en Eze1z� el dJa de
ronísmo? ¿Apenas un populismo sin demasiados compromisos vil}lencJ.a que siguió en aumento era
l, por deleg acwn , como
ríos, encolumnado detrás del liderazgo carismático de Perón? ¿O definitivo. Con un presidente débi
do más orgánico, de raíz sindical, en la línea del Labour Party la puja por el pode r dent ro del peronismo --en gran m �d1da
armados y atentados- se haci a m­
Bretaña, favorable a una importante intervención pública que de am;ante de esa escalada de conflictos
dos respetara el principio de propiedad privada? ¿0, más bien, un guid a comenzó a extenderse la con-
mt•en'ible y hasta se acentuaba. Ense
nadie puede ser presidente de
miento revolucionario que pretendía hacer de la Argentina una de que "estando Perón en el país,
se apresuraban a decu los smdica­
ba o repetir un experimento como el que estaba a punto de na,mragl>r argentinos más que él", tal como
endo gobernado apenas c;n­
Chile de Allende? Mientras estuvo lejos del poder, Perón pudo Cámpora renunció el 13 de julio, habi
al de Lastm se convoco a
quíer pronunciamiento demasiado explícito, prefiriendo en cambio días, y bajo la presidencia provision
tórica poco comprometedora, que atrajera tanto al sindicalismo elecciones para septiembre.
como a la radicalizada juventud peronista. Una vez llegada la hn•m ,¡..,
,.
,

,.
voto por la formula Juan Peron­
Detrás de ese 62% del electorado que
s muy diversas. La pacifica­
bernar, sin embargo, urgieron las definiciones. La ilusión de un
que sacudiera con sus políticas los cimientos económicos y so<oiales d
Estela de Perón se escondían esperanza
del pais, un retomo a la ortodoxia del
primer peronismo, un aumento e �
nacwnal1smo en el pr?grama econo
Argentina no pareció tan lejana luego de que Perón eligiera a CiimlJOfi salarios, un giro a la izquierda o al
para votar a Pero?. �urante los
dirigente bien relacionado con los sectores más combatí vos del eran todas razones que se esgrimían
como candidato a presidente. Era la coronación -y, al mismo uemp1o, •el ocho meses que duró su gobierno (octu
bre de 1973 a Juho de 1974),
el peso de la m�ensa expectativa
mienzo del fin- de un largo y mutuo acercamiento entre Perón y el líder del justícialismo debió sopm1ar
quierda de su movimiento. da del partido paso de un apoyo re!J­
4u·e nau1a creado. El ala más radicaliza
remoción de varios gobernadores
Pero con el correr de los acontecimientos fue haciéndose claro a la oposición franca, después de la
Perón de 1973 no era, después de todo, tan distinto del de 1946.
EL CICLO DE LA ILUSIÓ
N Y EL DESENCANTO
336
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 337
de esa línea y de la rec
ordada excomunión a los
dio vacía la Plaza de Ma Montoneros qu
yo, en el acto de 1974 por e de acontecimientos que marcan el período, que se trate de apenas
tad llena de la plaza, el Día del
básicamente el ala sin
dical y política del de un año. Para la economía también fue u la�so ri o en eventos,
� ?
tampoco defendió a Per
ón como él había espera .·
la continuidad haya sido mayor que en el ambito mas estnctamen­
ces los compromisos do, vulnerando
asumidos en el Pacto
Social. En su ultima lOli:n'tcu. Un signo de ello es una peculiaridad probablemente �?ica en el
pública, un Perón vencid . el de un ministro de Economía (Gelbard) que desempeno sus fun­
o confesaba lo mucho
nar, y dejaba entrever que le estaba co•stan
la posibilidad de una ren d• sin interrupciones, bajo cuatro presidentes distintos (Cámpora,
el menor mdrcw que uncia: " . . . si llego
haga inútil ese sacrificio Perón e Isabelita).
gar a quienes lo puedan , no titubearé en
llenar con mejores pro Detrás de la designación del empresario José Ber Gelbard co o �
sarro: dos semanas má babilidades". No
s tarde, moría el presid de Economía de Cámpora estaba la mano visrble de Peron.
ente de la Nación
Si al propio Perón le no existía un conflicto abierto e insalvable que separara a Gel­
había sido difícil gob
la cabeza de un partid ernar un paí�
o dividido, rnucho má de las corrientes combativas del peronismo que rodeaban a Cám­
da Isabelita, de escasa s hab ría de costarle
s condiciones para con un rasgo esencial del ministro sugería dificultades de convlVen­
sionada. Aunque el pod ducir una Arge1atir1a
er formal se mantuvo trataba de un hombre de empresa. Su nombramiento se entrende
siempre en
é
Presidenta (excepto dur
ante un paréntesis for
zado por "n¡zone:s !alrnente evocando una singular costumbre peronista. A l m�c1ar s.u
lud") el poder real est , mandato, Perón también había confiado a un empresano -MI­
aba en los grupos que
i fluencia sobre Isabel , alternativamente _
� . Durante todo el año ' Miranda- las riendas del Ministerio de Economía, dando connen­
ron, fue creciendo el pes que siguió a la
o político de José López una tradición que Menem prolongaría, con sus propws matlc s, en �
yordomo de palacio" Rega, quien _
en el exilio de Madri En su calidad de líder de l a Confederación General Economrca
del matrimonio Perón. d había ganado la
Desde su puesto de mi agrupaba a los empresarios locales) Gelbard había tenido un pa­
López Rega intentaba nistro de Biem'Stllt . .
crear un poder propio r otagón rc sobre el final de la segunda. presrdenc1a de Peron. Co­
cia sobre la President , y aprovechaba su _p
a para limitar el peso · . .del c0ambio de rumbo que ensayara a partir de 1952, Perón
rato partidano. Hacia de los gremi alistas y
mediados de 197 5, en convocado en 1955 a un Congreso de la Productividad, d l que �
plena crisis ec•on<lmib
su grupo cayeron en des participado la CGT y la CGE. Las negociacio es no hablan �­
gracia, y el gobierno � �
dical. Pero la suerte esta adquirió un tinte
ba echada. Ni el orden muy fructíferas, pero habían mostrado una vez mas la c ncepcron ?
lítico udieron restab económico ni el
p lecerse. La violencia ¡rp•ora:tn'a y la consecuente receta cooperahva co� que Peron enca a­ �
menzo a conspirarse creció y en los
más abiertamente. El problemas económicos. En 1973 las urgencias no eran las mrs­
total" de la guerril la que mandato de ""rrím,;: _
el gobierno impartió que en !955, pero sí fue la misma la respuesta de Peron: sentar a
sirvió para calmar la a las Fuerzas
creciente exasperación ipres¡trHJs y sindicatos en la mesa de negocracrones para acordar po­
denunciado por los gol militar. El vacío de
pistas existía. El 24 de Un paso central de esa estrategia fue la frrma de un Acta de
maba lo inevitable. Co marzo de 1976 se ·
ncluía por la fuerza la npr r so Nacional en mayo de 1973 entre l a CGE, la CGT Y el MI­
romsmo en el poder, ese seg unda experiencia
extraño caso de un gob (pr l md
ne Economía. Los dos componentes principales del entendr-
clusrvamente por las ierno que cayó
luchas internas en el par -que pronto comenzó a llamarse Pacto Social- eran la puesta
tido oficia l.
nrnm:cha de reformas de fondo y el lanzamiento de un plan concerta­
de estabilización.
¿REVOLUCIÓN O RE Aunque el centro de la discusión pública estuvo dominado por el pro­
FORMISMO?
de corto plazo, las iniciativas de más largo ali nto s n mteresantes
� �
� pesar del vuelco que significó la caída de Cá tanto definen el proyecto económico con que Peron habra regresado al
economrco se mantuvo mpora, el
sin mayores alteracion Su orientación general ha sido descripta como "fuertemente Interven­
se hasta, por lo menos es desde la salida de
, la muerte de Perón. moderadamente nacionalista, y distribucionista". Es que, en todos
Cuesta creer, por ]a
'\'\'"c
Jua
'm
""'pos, las propuestas de gobierno eran una variante remozada (nor-
E L CICLO D E L A ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
338
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 339
mal mente, más moderada) del prim
er peronismo. El tono del p
formista pero de ningún modo revo n>gram peronismo, y el gobierno no fue demasiado estricto en la aplica­
lucionario, era acorde a la
clases (industriales nacionales más de la ley.
trabajadores) que había sido
pnmer JUStiCiahsmo. Para quienes la Una diferencia sustantiva con la primera época de Perón se reflejó
habían apoyado al peronism
do cambws estructurales profundo o énfasis puesto en las exportaciones industriales. La industrializa­
s, el plan de Gelbard era una
tanto que afirmaban peronista de los años 40 y 50 había estado fuertemente sesgada ha­
el mercado interno. El impulso a las exportaciOnes manufacturadas
[Ya que] las pocas medidas de geritiiias había llegado recién a fines de los años 60 y a comienzos de
70, lo mismo que en otros países latinoamericanos. Se ha dicho de
'largo plazo' que vamos conociend
. o
lecen de l s lllism
';AI·genti' na, Brasil, Colombia y México que a partir de fines de la dé­
� as limitaciones y debilidades del
plan de corto
parece posible prever que este
'Plan de Reconstrucción y LilJe
del 60 adoptaron políticas industrial-exp01tadoras. En esos países,
nici<ín'.,
distinto n muchos puntos al proy
� ecto de los sectores hegemónicos
ses dormnantes que era el plan
Krleger Vasena, terminará como de las exportaciones manufacturadas llegaría a por lo
· ·

un quinto del total de las ventas externas en 1980, destacándose


memente repudiado por la clase
obrera y el pueblo.2
de Brasil con un 37%. La contribución peronista a ese impulso
La actitud que el nuevo gobierno
tomara respecto al capital la "Ley de protección al trabajo y la producción nacional". Además
ro era una cuestión especialmente
sensible, dentro y fuera del "extremadamente proteccionista", en el nombre y en el conteni­
Y se consideraba indicativa del linea
miento general de l a polític:a introducía una serie de incentivos para la comercialización en el ex­
ca. El Interrogante era natural, dada
la ambigüedad que Perón de productos industriales, que se determinarían según las posibilida­
trad Siempre -y mostraría hast
� a sus últimos días- en relación al de cada actividad. Se anunció además un generoso apoyo crediticio
si postumamente, al presentar
su Modelo Argentino las deJ'il ' licio¡ a las pequeñas y medianas empresas, confiando en su poten­
Perón seguían siendo ambival '
·

entes: exportador. Una vez más, el peronismo cambiaba su estrategia de


a la demanda agregada: si al principio (1946-51) había sido el
y después (1952-55) la inversión, ahora parecía llegar el turno
el capital extranjero debe toma
rse como un complemento y
no
, fom<mt<ar las exportaciones.
detenninante e irreemplazable
del desarrollo.3

Este impulso exportador, desde hacía algún tiempo reclamado para


En América latina la reticenci
a a la participación de errtpnesa lo que durante años había sido una tendencia al déficit en la balan­
. cwnales habí
tma a ganado respetabilidad intelectu
al de l a pagos, aparecía justo cuando las cuentas externas argentinas estaban
teoría d e la dependencia. Una
resolución del Pacto Andino, por
cons1der ba ue en ciertas área icticmne1nte en el mejor momento del siglo. El año 1973 cen·ó con un su­
� � s era necesaria la participación
sas multm ciOnales, por sus cont de comercio de 1030 millones de dólares, récord histórico que du­
� ribuciones tecnológicas, pero
poco confiables como fuente en términos nominales al registro máximo anterior, en 1 946. Esa
de financiamiento del balance
Explícitamente fundada en esa en verdad, era el resultado de un factor que debía considerarse
resolución, una ley de iJ
tranJ eras dictada en 1973 por el
' 1V<,rsioií msiitm:io. En 1973 los términos de intercambio tocmon su valor máximo
Congreso mgentino procuraba los años 50, alimentando otra de las coincidencias entre las tres épo-
peso del capital externo, que vení
a en aumento desde hacía de gobiernos justicialistas, desde el primer Perón hasta Menem: la ten­
Se especulaba, sin embargo,
que la letra de la ley era más una
a los reclamos nacionalistas creciente de los precios de exp01tación. Es que el colapso del Slste-
que una convicción del gobierno.
dad de la expenenc1a peronista monetario internacional de Bretton Woods, consumado en 1971, había
y la presencia de otros factores
b1hzadores impiden valorar el una mayor soltura en las políticas monetarias de los países de­
efecto de l a ley sobre la inve¡·siéi
Jera que fue magra en el perí n rolllados, generando la expansión que provocó el así llamado "boom de
: odo. Pero está claro que en los
gobwmo fue mucho menos duro -materias primas".
hacia el capital internacional
palabras. No hubo nada pare
cido a las nacionalizaciones en
340 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 34 1

OTRO GOLPE DE SUERTE donde otro "gobierno popular" había expropiado 64.000 kilómetros
Términos del intercambio externo, 1 960=100
de tierras. Pero la ley agraria nunca pasó de proyecto. Sí se sancio­
cambio, una norma que contaba con mucho mayor consenso político
1 60.0
la del impuesto a la renta potencial de la tierra. El viejo ideal de
1 50.0
sobre la producción posible antes que sobre la efectiva, de modo de
140.0
1 30.0
la productividad, se había cristalizado sólo parcialmente con la legis-

1 20.0
1969 de imposición sobre la valuación fiscal de la tierra. Fue sólo a
1973 que el monto de impuestos pagados se independizó
1 1 0.0
de una ley de

100.0
de lo producido. Se introducía así un incentivo a producir más.

90.0
Una tendencia que hacía unos años era apenas promisoria para el sec­

so.d
se consolidó hasta convertirse, acaso, en el logro más duradero de

70.0
peronista. Haciendo suya la vocación declaradamente

60.0
del peronismo, Gelbard firmó varios acuerdos comerciales
o
"' N w 00 o países socialistas, inaugurando un acercamiento que se prolong�ría
m
"' :¡: "' "' �
m m m
:" :" el resto del gobierno justicialista. Típicos de la época eran los tltu­
de los diarios anunciando negocios con "nuevos socios", normalmen­
Fuente: apéndice estadístico. de Europa Oriental pero también naciones del Medio Oriente. En
de cuatro años a partir de 1972, la patticipación de los países so­
El alto nivel de los precios de expo en el comercio de exportación argentino pasó del 3 al 1 1%.
rtación no sólo era imno11tm•t•
as, sino también para j¡
' 1te11tar
garantizar la salud de las cuentas extern
petición de las transferencias inter
sectoriales de ingresos típicas
peromsmo. El gobierno justicialist
del LOS SOCIOS SOCIALISTAS
a nacionalizó otra vez el comercio
algo que en los años inmediatament Exportación a países socialistas
e postedores a la Segunda Gue
bía ermitido socializar las ganancias na como % de las exportaciones argentinas
� derivadas de los altos precios
tacwn de los productos del agro a
través de la intermediación del
gentino pal'a la Promoción del Inter
cambio. Dos leyes gemelas
ampliaron las facultades de las junta
s nacionales de granos y de
pasaron a monopolizar la exportaci
ón de esos bienes. La mcionalid,ad
:
misma que treinta años atrás : centl
·alizar el comercio para tener ci<lrtO• D
en los mercados internacionales
. En la práctica, la ausencia de una
administl·ativa adecuada para esas
funciones hizo que la comerdali>mci
fuese muy distinta de la del régim
en anterior.
Este déjií vu del IAPI generó meno
s recelo entre los hombres de

que dos inic ativas que, a su mane
ra, restringían la propiedad nriv•cl"
tierr� La mas tellllda era un proy
; ecto de Ley Agraria, que preveía la
piaciOn de tierras consideradas "imp
roductivas", definidas como
en los últimos diez años hubieran
rendido menos del 30% de su
dad normal". De ahí a una reforma
1974 1975 1976
agraria, pensaban los tenatenientes,
bía un gran trecho. Estaba fresco
en su memoria lo que acababa de
Fuente: Di Tella (1983).
342 EL CICLO DE LA ILUSIÓN y
EL DESENCANTO
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 343

del trabajo y los del capital. De acuerdo con esa óptica, frenar el
El peronismo de 197 3 tam de precios no era exclusivamente un problema monetario o fi­
bién rescató de su p . ·
elementos' como e1 de nmera aunque lo incluyera. Quebrar las presiones inflacionarias re-
1a organización monetaria. La
nalt.zacwn ., exptresJión como condición previa una limitación de las demandas sectaria­
de los depósitos" no es del
todo con.ecta para
forma fmanct. e a del jus sólo podría tener un éxito duradero si era aceptada por las partes
� ticialismo. Lo que en rea .
lidad ocu. rno
en 1946, una VIrtual mo
nopolización del sistema
pa aron a tomar depósit ban to. asociación entre inflación y conflictos de clase calzaba a medida
,

� os en nombre del Banco


credtto de acuerdo con el Cen r�� armonización que Perón postulaba como solución a los problemas
' monto que éste les astgnar .
a, monto
,y
día no sol del valor de El líder del justicialismo tenía una interpretación casi matemá­
� lo depositado en ese ban
otws cnteno s. De este mo co sino la armonía buscada:
do, el gobierno controlaba
ne o de una manera má
� la carttidlá<
s directa que con el sistem
nanas. Ese dommw má a de
s estricto de la política
monetaria
En 1955 el trabajador recibía un 47,6% del producido neto; las empresas re­
mente u t a cuestión cuantit
� ativa: también influía el
el resto. En este momento los obreros perciben el 33% del producido
la eleccw _ n Banco ��'"
de los destinatarios fina '"'
les del crédito, ya que
y el 67% corresponde a los patrones. Eso tenemos que nivelarlo sin

montos maymes a ¡ os b
ancas que prestaran a acti
provocar una destrucción de valores. Tenemos que lograrlo por un acuerdo

más valios . vidades


as.
mediante el cual un día se sacrifica un sector y otro día lo hace otro. Lo cons­
.

. .

t
=�' .

Luru acwnes al capttal .
extranjero, estatización del
comercio
tructivo es el diálogo y el acuerdo; con la lucha y el enfrentamiento destruc­

mo e mte rcam
.

tivo no se gana nada. Ese equilibrio, que actualmente está roto, lo impondre­
� � io alto s, resistencia del sector
_ rural,
a acttvrd
mos poco a poco, hasta 11egar nuevamente a lo que el Justicialismo aprecia
ad bancarr a: ¿peronismo
de la primera o de la .<�¡�un.
Los dos comctdreron en da·c
que debe ser: un 50% del producto bruto para cada una de las partes.4
esos puntos y se dt" 1· . ctaron
'eren
ni smo de 1os 70 Incorpo . en otros·.

ró los nuevos datos de la La política simultáneamente redistributiva y estabilizadora se articuló


realidad
.

g ntma' que ecomendaban


� del Pacto Social firmado apenas iniciado el período de Cámpora.
. : entre otras cosas ese énf
q asis en la
;' se Intento dar con los acuerdos comerciales y una configuración de precios y salarios, con la expectativa de
las medidas
CIO�. Fue n otro teueno , sin se mantuviese en el tiempo. Los sueldos fueron aumentados en un
: embargo, donde la política
Peron llevo adelante a par ec<m éirril<
tir de 197 3 contrastó más fijo, que para los trabajadores de menores ingresos representó cer-
presrdencra, aunque guarda con la de s u
ndo similitudes con la que 20% de mejora. Se estableció un congelamiento de precios, de acuer­
en 195 2. De un solo golpe, se puso
se pretendió acabar con la una lista oficial que para algunos productos preveía una reducción
meno que los argent . infl ación,
. . inos de1 stg 1o XX habtan valores nominales. Se intentó dar a la nueva estructura de precios y
visto nacer baJ· 0 e¡
peromsta de los años
,
40. un carácter permanente con la suspensión de las convenciones co­
de trabajo por un lapso de dos años, tal como había ocurrido en
del Plan Económico de 1952.
PACTO SOCIAL, ARMO El Pacto Social significaba para las partes firmantes concesiones y
NíAS y DISCORDIAS
;po,nsab:iliclacles que diffcilmente podrían haberse negado a aceptar.
de todo, era el plan de un gobierno que contaba con un apoyo
u1yoritario, y nadie quería quedar al margen de un proceso de decisio­
que se suponía cooperativo. Pero la realidad era que ni los unos ni
otros estaban del todo conformes con lo que habían conseguido. Eso
especialmente cierto para los gremios, hasta el punto que se ha escri­
que "nada era más contradictorio con un sindicalismo esencialmente
rervindic:atJivo como el sindicalismo argentino que los acuerdos deriva-
198 3) 345
TIEMPOS VIOLENTOS (19 73-
344 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO VÉRTIGO ECONÓMICO EN

de la fuer­
disminuyó, de 6,1% a 4,5 %
dos de Ia política concertada de precios y salarios propuesta por en el Gran Buenos Aires mom entos de
en otro s
lo que había pasado
vo gobierno peronista". Para muchos grernialistas, el Pacto trabajo. Al contrario de and a de Impar­
or dem
nza comercial mej oró: la may
flcaba un recorte de poder, porque por un plazo fijo -y prol<mrrad, · actividad, la bala seg uido grac ias a la al­
de divisas con
_ por completo su capacidad negociadora. Por otra pesó menos que el aluvión es exp orta­
saparecia y producción de los bien
de precios internacionales infl ació n.
recomposición salarial no estaba a la altura de lo que esperaban o el reg istr o de
impresionante com
bierno Jdenuflcado con los trabajadores. El propio ministro d Pero nada de eso era tan esco ndí a dos
cios a lo larg o de
de 60% de aumento de pre
197 3
ía sido
"hablando en su condición de sindicalista" había estimado e
en el seg und o semestre la inflación hab
salario mínimo se establecería en un nivel 100% superior al dispares, ya que rtun idad , el
taba la opo
vez que se le presen
te hasta entonces. Obligado Cárnpora a renunciar y llegado Perón remarcaba, cada hub iese rev alor i­
moneda argentin a se
presidencia, muchos sindicalistas esperaron que el re:ali:ne:Irnier¡tc desacostumbrado de que la sign a "inf la­
, la con
por dólar. Para fin de año
co también implicaría una corrección del Pacto Social que de 12,5 a 10 pesos ley propaganda- del
o -y un eficaz instrumento de
los tra aJadores. Poco tardó en frustrarse esa expectativa, ya
? cero" ya era un logr
justicialista. . .
ratlf1 o el acuerdo y lo afirmó corno la principal arma para
� ial de las polí tica s de Gelbard llene un mterés
rotundo éxito inic
econonuco de corto plazo. La decisión del presidente no deíaba• de laboratorio para
'" e-vc,e�e lo meramente
histórico. Es casi un caso
las dudas: "Es un loco el que haya dicho que el Pacto n y la estabilizac ión, y la manera en
la dinámica de la inflació
denunciado. El Pacto Social se inscribe dentro de las coínc:iden10¡1 ro influyen sobre el pre sente. Desde
ticas del proceso en curso". expectativas acerca del futu nsa ble que la
manentemente es indi spe
Los empresarios tampoco podían estar del todo swcisiecJno¡<.:c para frenar la inflación per cas o de unos
. Cuando se conside ra el
pr grarna que tenía como propósito explícito y central reducir de dinero sea moderada ític a mane­
? o más importante que la pol
cwn del mgreso nacwnal recibida por el capital. Aun así, tanto meses, sin embargo, tanto futu ra de los
gente acerca de la mar cha
Industrial Argentina (que nucleaba a las empresas mayores, son las expectativas de la de que los pre­
ra instalar la creenc ia
muchas rnultmacwnales) corno la Sociedad Rural y la Cámara Si, de algún mo do, se log tene r en sus
gente estará dispues ta a man
na de C mercw avalaron el Pacto Social impulsado por se mantendrán estables, la alta infl ació n.
? ba en la época de
a eptacwn era, en parte, una imposición de las circunstancias más dinero del que guarda los pre cios
� ortante, el efecto sob re
la emisión siga siendo imp dine­
b1én una reacción de relativo alivio, comprensible si se ·
des esp eración por deshacerse del
'

rá la
ta los escenarios alternativos que podían haberse esperado de un mínimo, ya que no hab pue den , du­
. Los controles de pre cios
rodeado de grupos radicalizados, corno era el de Cámpora. La es típica de la inflación alta psic oló gica ",
ese estado de "estab ilid ad
de las empresas quedaba intacta y las firmas transnacionales un cierto tiempo, provocar de Gel bar d. La
ante los primeros me ses
ban su lugar. Al precio de una importante concesión inicial y de que sin dudas ocurrió dur no se trans-
de dinero siguió exp and iéndose, pero el aumento
gelación de precios -que en muchos casos habían sido inflados sus ten ncias de
te prefirió incrementar

caciones preventivas- los empresarios conseguían un valioso a los precios porque la gen sub iero n del
cipios y fines de
y depósitos, que entre prin
197 3
de Jimitación salarial. Por otra parte, habían aprendido que
bihdad como la de los dos años anteriores convertía en efí"rne:ra, al 12,1 % del PBI. a demasiado
en el manejo financiero tard
qurer ganancia obtenida, y quizás el poder del nuevo gobierno Claro que si la prudencia ía sido el con­
se resiente. Eficaz corno hab
Flllll' '''• el nuevo equilibrio narias, era
fmalmente dobleg r la inflación. ¿Por qué no dar un poco de las previsiones infl acio

un mtento que tema vntudes, corno el respaldo popular y l a il�:::�7�� de precios par a quebrar
ativo crecimiento de la demanda,
_ gremial, cuya ausencia había influido en e l fracaso d e otros .S< e en presencia del signific en los sa­
cwn ro y
entos en la cantidad de dine
de estabilización? >ausaclo a su vez por los aum nes par a el Pac­
los primeros nubarro
Los números con los que cerró el año 1973 fueron fntncarrtente. rea]es. Pero es de notar que inte rna si-
inconsistencia en la polí tica
tadores. El PBI creció 4,5% en el año, mejorando el 3% de 1972. Social aparecieron no por esa
346
SIÓN y EL DESENCANT
EL CICLO DE LA ILU
O VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 347
no como consecuencia
de eventos extemos,
Cosa rara en la Argen ajenos al control
tina de posguerra un del ante todo- la muerte de Perón significó la desaparición de un fac-
. . ' país es pec¡a .
fl
m acwn se vw ob ' ISta en
ligado por una ve . •equilibrante y coordinador, clave en el esquema acuerdista vigente.
z a Importarla. El
r
precios de los insumas autmentc,·, expectativas cambiaban de signo y se revertía el efecto estabiliza­
r
� :e��::;: ntes del ext�rior im
tos de las empresa pactaba en que habían tenido en los primeros meses. Para peor, en julio de
s, qu a
incrementos a los pre . �on cterta hbertad para tt·asl1tdl\ ]a Comunidad Económica Europea impuso una prohibición sobre
ctos. La reststencia
sus representantes s '· nd tea
· ¡ no se hizo
. compras de carne, complicación que se sumaba a l a recesión inter­
··

en la Comt. sto , n de Precios, Salar·


(encargada de vigila . tos y N'tvel y al aumento persistente de los precios de importación argen-
control por parte de
r el cumpl't ten� � o del Pacto Socia
l) �A.'�""'' La suba en el valor de los productos extranjeros no alcanzaba pa­
la CGT b
hasta qué punto se ju
de algunas marchas
stificab :� : �� !:� �
1
r �
1
c s e Ias empre
e os mdustn al
sas, :po:ntr.aer su demanda, en tanto no se encarecían en relación a los
y contramarehas pera, es. nacionales porque el precio del dólar estaba fijo a pesar de la
la tm ., n tuvo que Iaud
. portacw n a precios subsid ar, inflación.
iados por. e estad
cuestión. Era un lujo ¡ o de los
que el ' no
bte � En septiembre de 1974, después de la tregua impuesta por la muerte
sas reservas acum podí a darse gracias a las
uladas dur te e ano,
!� _ Gelbard fue reemplazado por el economista justicialista Alfredo
de nuevas dificulta pero no dejaba de
des. ser Morales. La renuncia fue el resultado de una maniobra sindical po­
La trama para un de disimula.da.. En contra de lo que podría haberse esperado, la CGT reta­
terioro definitivo de
.
stmulable a pnnctpi l Pacto Saet. a!
os de 1 974. El Acta ya apoyo al proyecto de Ley Agraria presentado por quien a esa altura
prevtsto para junio de
. , Compronu so "'""Jn'tt
de ese año u a r vt. acontecimientos era el último representante del plan económico de
piara los aumentos
� � �� o de los salarios
que A quince meses de puesto en marcha, ese programa era cosa del pa-
en el costo d vt a.
aceleración de la et o todo jugaba a favor
crisis latente. El gob . Llegaba la hora de enfrentar los problemas que se habían acumula­
n' fas para conte temo estudmba un
ner el défici t fiscal , y uuuu::uuo.a sobre el rígido esquema del Pacto Social. Era una tarea difícil para un
de los combusttbles .
al mercado intern para sin identidad, cooptado alternativamente por grupos enfrentados
o la suba en e1
precto mternaci onal
mismo tiemp o come del pel'róle< ac<,;had•o, ante el vacío político abierto tras la muerte de Perón, por la
' nzo, a h acerse evidente .
tos productos. La e el desabastectm
xplicación del ob'tern . iento creciente de ott·o golpe militar.
la producción no da
� o (stendo tan alta l a
abas to) a ca a vez
:�
comprobaban manio menos creíble a
bras de medida
aparamtento y que
gro. La ma o . pre .
�: crecía el me:rcltdp ECONÓMICA DE UN GOBIERNO DISGREGADO
. wn
� , para un a correcci
embargo' d ón de políticas pnJ
os g remws. El can v<mía;
for mtsmo· rettc · ente de los
tiempos del pact . La aceleración vertiginosa de la crisis política y económica hace difí­
o de aba p aso a un de
la inflación -leve, scontento creciente
P t·o m flact ón al ftn- a u<ctuu.a: acaso -inútil la descripción minuciosa de los acontecimientos que si­
Se convocó a una
; .
iba eroswn . · and o el sal ario
"gran pan. tana nac . El número de ministt·os ha sido en la Argentina un buen indicador
1ona1 , que en marzo
"
terminó un aumento de
. de sueIdos, tan.fas púb . grado de estabilidad de la econonúa y de las políticas económicas. En
nzo, Cie . rta li cas Y combustzbl
s revisiones de pre . es y veinte meses que duró l a presidencia de la viuda de Perón, pasaron por
. cws.
A partir de ento . o!P'alaci'io de Hacienda seis ministros: Gelbard, Gómez Morales, Celestino
nces, la economía ar .
pa de recalentam gentma pas o ..
a una
iento Los m ' s de activi
, dIce Koclngo, Pedro Bonanni, Antonio Cafiero y Emilio Mondelli, con una du­
en 1 974 )(6 ' 7o/,o de : . da d fue ron ex<:ep•cicma.
crectnuento del PB promedio que no llegó a los 100 días. Fuera de la expansión econó­
I y un casi inexisten
semp 1eo pero empeo te cuya inercia se prolongó hasta principios de 1975, todos los indica­
raron la inflación
an- o) y las (40% de pn. nct. pw s a tlntal<'S'<
cuentas externas (b 1 . transmiten el sombrío panorama de entonces.
.
a anza comerctal de
do semestre). Tamb ' ficita ria en el
ién fue tlptco de la
no acompañara. Más fase de detenoro .
. que la
allá de su contenido .
pnmario -emocional
y
348 EL CICLO DE LA ILUSIÓN y
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS ( 1973-1983) 349
EL DESENCANTO

eraliz;ación de casi todos los precios. Era el Rodrigazo, que ganaba un


UN CUADRO DESMEJORADO
. adores eco
Indic
la memoria colectiva al lado de otras conmociones también recor­
nómicos du rante el peroni
smo
con aumentativos. Para los sindicatos, que por ese entonces acaba­
14 negociar en las convenciones colectivas correcciones salariales del
el nuevo plan equivalía a una declaración de guena. Cuando la Pre­
12 ratificó las limitaciones a las dernandas de las organizaciones obre­
país se paralizó. La movilización gremial forzó las renuncias de Ló­
10 y Rodrigo, dando lugar a una nueva etapa de predominio sindical
gol>ietcno y a la consecuente renegociación de los salarios pactados.
8 esa altura (mediados de 1975) la econorrúa ya estaba pasando de la
a la recesión. La situación de pagos se tornó desesperante, y el
6
equipo económico tuvo que recunir a un acuerdo con el FMI, el pri­
un gobierno peronista, y mantener un alto precio del dólar. Se con­
que en el wntexto de semianarquía imperante detener la inflación
4

dmtposit>1e, siendo más razonable una política indexatoria para los sala-
tipo de cambio y la deuda pública, de manera de, al menos, evitar
2

violentos y desgastantes. Un nuevo cambio de gabinete a princi­


0� �� -- -- ��--���� de 1976 desplazó a Cafiero, que fue sucedido por Mondelli. Para ese
1 973
la credibilidad en la política económica era nula. El ministro de­
1 974
t:=:::J Crecimiento (esc
que no tenía un plan, sino tan sólo "medidas", y la Presidenta pa­
ala izquierda)
...,.,._. Inflación (escala
derecha)
_.....,. Déficit del sector
público ante todo preocupada por mantener cierta imagen de dignidad frente
(escala izquierda)
Fuente; apéndice estadístico. que se avecinaba. "No me lo silben mucho al pobre Mondelli", pe­
los sindicalistas. El déficit fiscal ya estaba totalmente fuera de con­
habiendo llegado a lo largo de 1975 a la inédita cifra de 12,4% del
Los cambios de nombres marzo, el incremento de precios alcanzó un ritmo técnicamente hi-
- y de políticas en el área e
naban el movimiento pen '"m ónliéiLl inflac:ioJnat.·io: por primera vez en la historia, los precios mayoristas au­
dular que se daba en lo más
f� alternattvam nte dominar
� on el tronco peronista-sind
a lto del
ical
más del 50% en un solo mes. Pero el gobierno de Isabel no lle­
opez R ga. Gomez Morale a anunc11ar ese registro. El día 24 se habían alzado con el poder, una vez
� s, apoyado por los gremio
y el
el grupo mttmo de la pre s per o
sidenta, ensayó una serie los hombres venidos de los cuarteles.
les a lo que quedaba del esq de co • rr.eccionLe!
uema montado por Gelba
vauos aJustes d prectos r d
� y salarios, al tiempo que
� ando reststenctas que pro inte n aba i
venían de todos los frentes AÑOS DESPUÉS, UNA NUEVA SOLUCIÓN FINAL
e fondo, como la reducc ' hac ia
ión del déficit fiscal y la
exttanJero. El problema más atra cció n
urgente era la delicada situ En medio de ese descalabro político y económico que era la Argenti­
ta exte nas , que no mostró
� ación de
� signos de recuperación principios de 1976, no fue extraño que el golpe de marzo fuera reci­
va u cton moderada. Un después
� a estt·ategia más drástica con alivio por una parte de la sociedad argentina. Hasta el propio
: odugo, poyado por Lóp
-�
ez Rega, accedió al Min
se aplicó
isterio de
-o lo que quedaba de él- parecía ansioso por librarse de una res­
e anuncw un paquete de medidas que "'"""'uutuu que ya lo excedía largamente. La reacción de la dirigencia
. incluía una devaluación de
Incrementos de las tarifas . . que había tolerado intervenciones militares en circunstancias mu­
públicas en una proporción
similar o
.

menos graves, fue de resignación antes que de resistencia. La sensa-


350 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS ( 1 973-1983) 35 1

ción de que "ningún cambio puede ser para peor" era más
fuerte otro tema saliente en el ámbito de la política internacional du­
quier argumento legalista; era inútil apelar a la paciencia, a 1981). Hacia fines de
la la presidencia de Jorge Rafael Videla (1976-
una renovación presidencial que, de acuerdo con lo que se extenore s la Ar entma es­
había después de más de un siglo sin conflictos :

durante la Revolución Argentina, llegaría en 1977. cuestwn lnrutrofe tam­
punto de entrar en guerra con Chile por una
El móvil inmediato del autodenominado Proceso de . , no menos que la opor­
"eunran centenaria. Los buenos oficiOs de un cardenal
Nacional era, por supuesto, la eliminación de los grupos pacífica de último minuto
· de Videla, permitieron una salida
ticular el ERP y Montoneros. Tanto era así que entre los
ann.,do1;,
pla:ne:s n la cuestión, fmalmente resuelta en 1984. La tensión con Chile
previos al golpe se manejó la alternativa de un gobierno relárr1
pa:
go de esos episodios que de tanto en tanto hacían visible el disenso
seis meses acabara con la guerrilla y llamara a elecciones. polítlca desde
Pero los hombres de armas. Suspendida toda actividad
dario era insuficiente para los objetivos de más largo alcance . Era una disputa
la lucha por el poder tenía lugar entre los militares
ciaron una vez derrocado el gobiemo de Isabel. Sin distinguirse ada, en la que
muchas veces ignorada por una población desinform
los golpistas de diez años atrás, los integrantes de la Junta te oportum stas.
Militar;, zcllab·an conflictos políticos con motivos meramen
Jrie,
hablaban de la necesidad de erradicar ciertos males básicos i ntacto, hasta
que, se pudo llegar a 1981 con el esquema político
,
Y
tendían) eran incompatibles con un funcionamiento ordenado
una curiosa innovación institucional: una suceston prestdenctal
mía y de la sociedad. Pero en su diagnóstico y sus propuestas se había progra-
los e·gob<ern:antes de facto respetando un cronograma que
del Proceso sí pensaban distinto que los de la Revolución
AI·gentiJ en el acta fundacional del Proceso.
bía que evitar a toda costa la tentación corporativa y estatista,
ya desde antes de la asunción del general R berto Viola (marzo
?
mo el verdadero nudo gordiano de los problemas na<oional es.
un desgaste creciente estaba corroyendo al regimen debaJO de la
su proyecto de largo plazo vislumbraba una sociedad de.sp<)lit:i
z1td Era ]a razón misma de ser de todo el Proceso lo que estaba en
un estado menos poderoso. Claro que esos deseos, lo mismo que . sin grupos armados que combatir, y --como se verá- sin resulta­
ción de la democracia como forma preferible de gobierno, toda
:econ<Smicc•s respetables que exhibir, el gobierno había perdido
dos en el confín de una larga serie de acciones preliminares que reverde­
A medida que el Proceso se marchitaba por sí mismo,
mucho más urgentes, y que nunca se llegarían a concluir. se
entam.enl:e la actividad de los partidos . Hacia mediados de 1981
Una de ellas sí pudo terminarse en los tiempos y en las más votos oh­
la Multipartidaria, a partir de las agrupaciones que
había planeado, e incluso con algún adelanto. Hacia 1978, la
en 1983. Radicales, peronistas, intransigentes, desarrolhstas Y de­
de las organizaciones guerrilleras era un hecho. Descabezado el
cristianos tenían así al menos un canal común para reclamar por
diados de 1 976 y exiliada la cúpula de Montoneros en 1 977,
institucional. Paralelamente, iba tomando más fuerza y hacién-
lo que uno y otro bando consideraban una "guerra" ya estaba sólo
sistemática la protesta por los "desaparecidos", cuyo asesinato
co más de un año del golpe de marzo. En l a elección de sus elecciOne s de
•'re:conociclo por ]os militares pocos meses antes de las
ya suerte podía ir de la detención y el exilio a la tortura y el el c�rso
En este punto, el Proceso parecía seguir matemáticamente
militares fueron coherentes con lo anunciado: "Nuestros en•emigo•s,
Argentina, sólo que con diez años de diferenc¡a. VIde a �
subversi vos, los amigos de los subversivos, y los indiferentes"
sido, como Onganía, un presidente fueite que con el tiempo hab a
·

:
el gobernador-interventor de Buenos Aires. La en·adicación de la
perdie:ndo los apoyos iniciales. Viola, como Levmgston, la figura de­
y todo lo que se asemejara a ella significó para el Proceso una
'.cru·enl:e del capital político de su antecesor, durante cuya presidenc¡a se
lisión entre una de sus fantasías (pertenecer al mundo "o<;ci<derttál
hecho obvia ]a necesidad de un rápido final. Faltaba el Lanusse, el
tiano") y la realidad. La violación sistemática de los derechos
que se decidiera a forzar el ya necesario llamado a elecciones. Pe­
conocida y repudiada por la diplomacia norteamericana -irtspiirac
analogía no puede llevarse tan lejos. El tercer presidente el Proceso
?
principismo demócrata de Carter- y por los más importantes
resignarse al pobre papel de preparar una salida lo mas digna po­
peos, donde el testimonio de miles de exiliados originaba lo que general Leopoldo F.
para un régimen en franca decadencia. No era el
bierno de facto era una "campaña antiargentina".
hombre de rendirse fácilmente, por lo menos hasta entonces.
EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
352 VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS ( 1 973-1983) 353

.
Independientemente del desempeño estrictamente militar en sí mismos, sino como condiciones necesarias para el tránsito
se entJ·eveía en el discurso
phcado y de todos modos poco relevante dada la evidente
su¡perior la estabilidad de precios. Por otra parte,
adversario), es difícil encontrar un solo acierto político en de Martínez de Hoz una revaloriz ación del comercio internacional
rante o el después de la intervención argentina en Malvinas a tener una importan cia fundame ntal en su política subsiguiente­
n las medidas de desalien to a las exportaciones,
1982). Se concibió como una operación de salvataje al Proceso criltic!tban y derogaba
como una verdadera empresa nacional, se especuló con apoyos ojalmente las agrope cuaria s.
no era
nales que nunca llegara ·
?. ;;e
rechazaron propuestas de paz enfoque que subyacía en los anuncios de Martínez de Hoz
.
parec¡a a a una nueva encrucija da de la historia argentina.
haber twmpo (nnswn Haig), considerándoselas cuando una respuest
s de
masiado tarde (propuesta Belaúnde Teny), se retaceó la
¡¡
· 1fo1rrmtc mucho que ver, también, con un clima de época que a principio
sociedad y hasta se ensayaron interpretaciones honrosas de endo. Sorpresiv amente, el consenso intelec­
la recién estaba amaneci
de
medio de la frustración popular. Jos años 60, asociado a conceptos como keynesianismo, Estado
lo ace-
rm:at<J 1
Malvinas fue el tiro del final para el Proceso. El año y o pleno empleo pasó en esos años a una fase de crepúscu
.
mdo hasta la elección de Alfonsín en octubre de 1983, bajo la Richard Nixon, un republicano, había declarado a fines de Jos
60 la
nm"aa1a de ese consenso: "todos
de Reynaldo B1gnone, fue un período más de disgregación somos keynesia nos ahora"5. Una dé­
de un
de facto, como habían sido, a su manera, 1931, 1963 y 1971-73. tarde, un respetado economi sta argentino auguraba :
los objetivos de esta última experiencia militar habían sido
ambiciosos que los de las anteriores y la desilusión pr<op1)rc:i01aalm¡:J1 Tal ce­
keynesianos son buena gente . . . yo tengo un amigo keynesian o'.
yo , Y en tant se había fi·acasado no sólo en el gobierno en que esta frase se empezara a escuchar
� general pintan las cosas no me extrañaría
?
el area especifiCa de las Fuerzas Almadas, la posibilidad de c01aso•. los círculos de los economistas. 6
Jí1
finitivamente un sistema democrático aparecía en 1983 como
ta que en cualquier oportunidad anterior de restablecimiento años no son muchos para la historia del pensamiento. De ello po-
fe el propio Keynes, cuyas ideas habían esperado bastante más que
ser aceptadas. ¿Cómo fue posible, entonces, que se renegara tan
una
EL OCASO DE LORD KEYNES de esa manera de pensar la economía que había hecho feliz a
,,.,,;A,, e El hecho era que el keynesianismo empezó a perder batallas
En el área económica, la declaración de principios del dos campos donde tres décadas atrás las había ganado: en las men­
Reorganización Nacional estuvo a cargo del flamante ministro economistas, teóricos y prácticos, y en el más visible mundo de
do Martínez de Hoz, un empresario proveniente de las vertientes :ón1onúa real, de la producción, el empleo y Jos precios. Los primeros
raJes de la democracia cristiana. En su mensaje inaugural de de cambio se dieron de manera paralela, en los dos terrenos, justo
ras Y media ?
o sólo se anunciaban una serie de medidas dirigidas Nixon anunciaba la hegemonía del keynesianismo.
.
pr la s1tuacwn ��:����;�:�:����l
de corto plazo; se sugería, además:,, una · un lado, sobre finales de la década del 60 la inflación mundial
que, de completarse y mantenerse, implicaría una s1 1 a ser un problema. En los años previos a 1965, el aumento de
·

. ,
la política económica. Aunque por un lado Martínez de Hoz aS<,gutali anual en Estados Unidos había estado por debajo del 2%, pero en
"la economía argentina no tiene ningún mal básico o ineooara.h],," ya se acercaba al 6%. En realidad, esto no era incoherente con las
Argentina no es exactamente un país subdesarrollado" por otro ripd<m<'8 y las prescripciones keynesianas. La aceleración de los
;
cribía un diagnóstico según el cual la inflación -el p oblema no era otra cosa que el costo de reducir el desempleo (de 6% a
por entonces- obedecía a falencias profundas en la organización de 4% entre 1963 y 1969), tal como predecía la sencilla curva de
ca. La reivindicación de la iniciativa privada y la eliminación del Menos desempleo exigía más inflación, eso estaba claro, y era
fiscal por la vía de un ordenamiento del estado (temas sobre los estable con la que podían balancearse los objetivos de la polí-
daban mayores precisiones) eran presentados no solamente como
354 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
VÉRTIGO ECONÓMTCO EN TrEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 355

Todos pensaban así o, mejor dicho, casi todos. En 1968, N!JiltOn•


del estado para hacer política econónúca. La tesis fundamental

era qu ,
man y Edmund Phelps desarrollaron independientemente
ep<m dientterneJote de la acción de los gobiernos, una tendencia automa­
cuestionaba a la curva de Phillips y a las políticas activas as<Jci:ada1s.
intrínseca en el sistema, llevaba a la econonúa a un equilibrio indefec­
Las expansiones monetarias reactivantes, sostenían, son etitcace,; p1ll;;
cir el desempleo sólo si provocan una inflación mayor a l a es¡Jerada
?'
aquel que estaba definido por la "tasa natural" de dese pleo.
interacción entre el mundo de las rdeas y la economra real se daba
do se verifica esa asimetría entre expectativas y realidad, las hrm•.:
en otros ámbitos. El carácter internacional tanto de la crisis de
mentar sus precios de venta más allá que lo que crecen los costos
Woods como del shock petrolero ponía en un primer plano el es-
negociados a partir de las previsiones inflacionalias. El punto de
de las balanzas de pagos. Los análisis en l a tradición keynesiana eran
y Phelps era que si el gobierno insistía con políticas de
·

también en este campo. Aunque desarrollados en los Estados


mundo esperaría una inflación mayor, y sería necesario todavía
(más específicamente, en la Universidad de Chicago, de donde
l o inflacionario para reducir el desempleo. El corolalio era dece¡lci(
también Friedman y la escuela de expectativas racwnales) los
mantener la desocupación en niveles muy bajos (inferiores a lo
enfoques en esta área eran especialmente relevantes para países re­
mó "tasa natural de desempleo") requería no ya una inflación
vmne1ote pequeños, como la Argentina. La esencia del "enfoque mone-
no un aumento persistente, eventualmente explosivo, en la tasa de
de la balanza de pagos" estaba en su nombre: el resultado neto de los
Fue una profecía acertada aun cuando los postulados teéilic:os.s¡
que se asentaba pudieran discutirse. Una de las víctimas wv J'""'"'"
internacionales de un país era, antes que nada, un fenómeno mane­

xon, cuyo intento por reducir la inflación a costa de un u><t"'L<to


y debía analízarse como tal. Los economistas keynesianos, siemp�e
bCllpltdcls por la producción y el empleo, se habían concentrado excesr­
fue un fracaso: las expectativas inflacionarias eran ahora más
en las exportaciones e importaciones, considerando a los aspec­
que seguía existiendo algo como una curva de Phillips, no estab11.<
humetarws como meros residuos de lo que pasaba en el sector real. Los
gar, es decir, donde había estado durante los 60. El abandono
tradicionales de la balanza comercial tenían sus virtudes, pero eran
monetario de Bretton Woods, en 1971, y la crisis del petróleo en
¡fic:ier•tes para comprender el resultado global de la balanza de pagos.
dieron más confusión al ya convulsionado estado de cosas en l a
central era que, en una economía abierta, los desfasajes entre l a
y la teoría econónúca. Antes d e l a recesión mundial del
y l a demanda de dinero s e corregían a través del sector externo.
economía" era una frase con sentido nada ambiguo: lo que se
funcionara un tipo de cambio fijo, toda expansión monetarra no
al núsmo tiempo, los precios y la producción. Los 70 vieron
pen1sacla por un aumento de l a demanda de dinero quedaría automáti­
logismo como "estanflación", que describía el fenómeno m<outtu.•
anulada por la reducción de las reservas internacionales, que se­
sión combinada con alta inflación. Entretanto, el pesimismo
requercid11S en reemplazo de l a enúsión indeseada. En el caso de un ti­
capacidad del gobierno para influir sistemáticamente sobre el
cmnbio flexible, el alza en la cantidad nominal de dinero no se
tividad recibía nuevo sustento teórico. La macroeconomía
en un incremento real porque el valor de las divisas se ajustaría
"expectativas racionales", presentada en sociedad en 1973, no
que los precios internos -deternúnados por el tipo de cambio- ere­
por sentado que no había una relación estable entre desempleo
lo suficiente como para llevar la oferta real de dmero a m veles coro­
Más que eso, cuestionaba el hecho hasta entonces indisputado
con la demanda. No había un largo trecho entre esa desclipción Y
menos en el corto plazo, los instrumentos monetarios tenían
de linútar la expansión monetaria a las necesidades de li­
·

para reducir la desocupación. La idea era que el uso y abuso


cas activas acostumbraba a todos a esperar mayor inflación y
_;
para evitar, según el caso, una reducción de las reser as o una de­
.
cambiaria. En definitiva, se extendía a las econonnas abrertas el
desempleo inalterado como único resultado viable. Incorporar
pti•ois1mo respecto a la posibilidad de estimular la producción apelan­
de hierro a las expectativas de precios las hacía mucho más
instrume:nt<Js monetarios.
la núsma medida esterilizaba cualquier intento por combatir el
decadencia de la macroeconomía keynesiana arrastraba consigo a
acelerando los precios. Más allá de los argumentos técnicos, en el
rtU<o!Ones y políticas que, aunque no en todos los casos se derivaran es­
estas nuevas ideas subyacía un cuestionanúento radical a la ca¡mcid
!anrente de sus proposiciones teóricas, estaban asociadas a ella. Toda-
EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 357
356

sobre las tasas de interés.


vía �o era claro cuál sería, o en realidad si es que existiría, el la banca y levantado las regulaciones
conve rtirse en un superávit en 1979
sustituto de aquel que había hecho del estado un pnltago1nista fiscal había disminuido hasta
abierto prime ro al merc ado internacional de bienes
todo Occidente. En el ámbito intelectual, la evolución era ¡iec:ononúa se había
tuvie ron un costo alto: el desern­
rápida: en 1 974 el Premio Nobel de Economía fue para al de capitales. Las reformas
ilizarse en torno al 17%. Pero la inflación, al prin­
Hayek, y en 1976 para Friedrnan, dos adalides en el cwestion1a� jat1rnenltó hasta estab
cina rnonetarist a, empe zó a ceder en 1977. Y a
es u;do tal con;'o se lo había conocido desde la Segunda Guerra, ' inseilsible a la medi
iarías inspir adas en el enfoque rno­
pohtiCa econonuca la mfluencia fue más tardía y sólo se hizo la aplicación de políticas camb
ndo la evolu ción del precio del
el cambio de década, cuando las administraciones de de la balanza de pagos (prenuncia
entre 1979 y 1981 ) parec ió alcanzarse la
Bretaña y Reagan en Estados Unidos iniciaban su campaña en 1978 y 1979, y fijándolo
ión (9% en 1981) y alto crecimiento (un
tado de Bienestar y los respectivos bancos centrales adop:taban l1 combinación entre baja inflac
. La exper iencia chilen a ha-
ñanzas del rnonetarisrno. La evolución en el mundo de las ide:as y de casi 8% anual entre 1976 y 1981)
de pago s termi naría en una pro­
las políticas económicas había sido, una vez más, asincrónica enfoque monetario de la balanza
políti cas en 1982, pero a fines de
crisis y en un obligado viraje de
·

describiría Hobsbawrn: mezc la


tinos se fijara n, con una
era natural que los militares argen
es de un vecin o que, de un mam en­
Tras 1974 los partidarios del libre mercado pasaron a la ofensiva' :drrtira1ciéin y envidia, en los avanc
llegaron a dominar las políticas gubernamentales hasta 1980 podía ser también un enemigo.
ción de Chile, donde una dictadura militar basada en el terro ;
as�sores estadounidenses instaurar una economía ultraliberal, tras
nnento, en 1973, de un gobierno popular. Con lo que se demostr:>b �
so, que no había una conexión necesaria entre el mercado libre y la

� .J u<6� por la enunciación de intenc


cia política.7 iones, le esperaban a la Argenti­
idas en Chile. Martínez de Hoz
eformas del mismo signo que las ocurr
"La excepción de Chile" era poco relevante para el rntmdo tura de marzo de 1976,
una lista de prioridades acorde a la coyun
!lado, pero de ninguna manera para la Argentina. Además de ión y una dramática situación
¡ctJ"i:mcla por una incipiente hiperinflac

rr:;�v: ����;��
geográfica, el desarrollo político de los 70 emparentaba a de su política económica
externos. Los tres objetivos principales
gentinos. De ambos lados de los Andes, una etapa de la estabilidad de precio s, el
en orden decreciente de irnportmcia,
ca Y social se había cerrado con un golpe militar que no n del ingreso "razonable". Se de­
iCitniento económico y una distribució

Cuan o la Junta Militar se hizo cargo del poder en la Argentina,
la esencia de la nueva política sería el
paso "de una economía de
dos anos Y mediO que Pinochet gobernaba en Chile. Desde entom;e que sigue es la triste historia de un

n an llevando adelante políticas de liberalización, con las que
��Ciotaci<m a una de producción". Lo
que no pudo acercarse, casi por ningún
momento, a los fines que
dia revertir lo que se presentaba corno un prolongado crescendo
propuesto.
venctomsmo: aplicando una estrategia
• La política del equipo económico se inició
que se mante ndría durante todo el pe­
íin:na<;ionm·ia gradualista, rasgo
el caos sembrado por el gobierno marxista de Allende solamente gazo estaba demasiado
de Mmtínez de Hoz. La memo ria del Rodri
cambios socializantes graduales que se fueron introduciendo en
. Adem ás, l a config uración de pre­
rrumpidamente desde mediados de la década del 30.8 corno para intentar algo del estilo
Js r-el1tti\'OS definida por los niveles de salari os, precio s y tipo de cambio
oficia l de correg ir el défici t externo,
El péndulo de la política económica se movió en Chile con consistente con el objetivo
gobie rno peron ista se había n corre­
dez que en la Argentina. En pocos años, la economía chilena había durante los últimos meses del
te existí an entre esas variab les. En lu­
a ser una de las menos reguladas y estatizadas de Occidente. Se los desfasajes que anteriormen
libera ron los precio s y se fue a justan-
berado prácticamente todos los precios, unificado el mercado de recurrir a una devaluación, se
198 3) 359
TIEMPOS VIOLENTOS (19 73-
358 EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO VÉRTIGO ECONÓMICO EN

que la tendencia de la in­


las tasas de interés. Dado
do el tipo de cambio a la inflación, en tanto los salarios fueron hubo límites para entaban en la mis-
las tasas reguladas no aum
fue creciente, y que es nega-
por un t!empo para sólo después evolucionar de acuerdo con .. na tuvo tasas de interés real
que l a inflación, l a Argenti 195 4,
de preciOs. El resultado fue el buscado: el salario real cayó excepcione s de
hasta 1977, con las únicas
desde la posguerra
(cerca de un tercio de su valor de marzo, en un par de meses) . l estabilidad de precios.
196 8 y 196 9, años de excepciona
.
mentos a1go d.Istmtos, se había conseguido lo que tantas otras
trae; el gasto a través de la caída de salarios, de manera de
peravtt comerc1al por l a disminución del consumo de bienes
DINERO BARATO
de las importaciones. Mientras se esperaba esta corrección 1 977
inte rés activa, nom ina l y real, antes de
externas, u � crédito del Fondo Monetario ayudaba a cumplir Tasa de
gacwnes mas urgentes.
Pasado un año del golpe militar, era indiscutible que, en
con el eaos de marzo, la economía había recuperado al menos
Y previsibihdad. La combinación de políticas cambiaria, sallariial t\
lana, ayudadas por las devaluaciones que se habían heredado
to final del peronismo, logró generar un superávit comercial a
1976. El déficit fiscal estaba declinando. Y en materia de
había superado el descontrol. El comienzo había sido pa:rtiocul
alentador: en junio de 1976 se había llegado a un re¡(istrc
mensual, en un marco de libertad de precios (nadie podía irria�,im
_
ces que ese record se mantendría en pie durante casi diez
un episodio fugaz, empujado por la recuperación de la de:mand:a _d,
és, anual
que se alejaba así de su piso de marzo. La evolución a partir -- Tasa nominal activa de inter
Inflación mayorista anual
tan bnllante. A principios de 1977, el índice se había estabiliz:ado -

dedor de _7% por mes, y el gobierno parecía no tener claro qué - rasa de interés real a�ual

la mflacwn. El recurso a una "tregua de precios" de cuátro


s Winograd.
'óente: dlatos provistos por Carlo
de marzo Y a una política de reducción arancelaria para aquellos
tos que registraran alzas injustificadas era un acto reflejo que
ial en el
smtonía con el espíritu generalmente ortodoxo del gobierno y
La reforma financiera de
1977 implicaba un cambio sustanc
a liberación
ba la ausencia de una estrategia global en un área clave. medidas principales eran l
de capitales argentino. Las
MI �ntras buscaba a tientas la manera de doblegar la mlrJa<:JóJn, sería hablar
ionalización" -más correcto
tasas de interés y la "desnac
po econorruco mtrodujo uno de los cambios más drásticos del capacidad pres­
depósitos, de modo que l a
'.'doescenltralliz'tcic)n"- de los tar depósitos.
excepción a su política generalmente gradualista: la reforma a a su habilidad para cap
de los bancos quedaba atad
1946, el sistema bancario argentino había alternado �«•V«·> • de manera de neu­
>pLom:w,,c, complementa
Desde
rias regulaban los en�ajes
tlva ltbertad con épocas de mayor regulación, las últimas asociiad lmente ocurre
de interés. Como habitua
sus efectos sobre la tasa
gobiernos peronistas. La diferencia entre las dos formas de ral, razones de opo rtun idad y de con­
se lanza una reforma estructu
era el papel de los bancos en l a distribución del crédito. Durante quería acabar
Si el gobierno realmente
respaldaban la iniciativa.
perouisrno, Y en menor medida durante el trienio 1973-76, la como el que
", era inevitable un cambio
"economía de especulación y además
prestable de cada banco dependía de las asignaciones que obituvie l con tasa s libres,
circuito informa
·;pn)¡xmí:a. Ya que existía un nes tení an ac-
Banco Central, temendo poco que ver con l a cantidad de fondos os al nivel de precios, quie
bonos del gobierno indexad
b1era como depósitos. Eso no fue así entre 1957 y 1973, pero
EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO VIOLENTOS (197 3-19 83) 361
360 VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS

la cartera de los bancos era po­


ceso a créditos en el mercado formal podían colocarlos en aunm'" · de cierto "control de calidad" a ­
do, tras varias décadas de tasas regu
alternativas y se aseguraban enormes ganancias. rciaJmen1te explosiva, más aún cuan
rados
Probablemente, el sistema bancario formal habría co•Ja¡Jsado;d ado financiero no es aban acostumb
las participantes del merc
;
nano de alto
berse introducido una reforma en esa Hnea. No tenía se11ticlo real . S e montaba ast u� esce
el crédito tuviera un costo
sas reales de interés que en 1976 eran de -57% anual, es decir, por un lado, los bancos competía
n por la captacwn de fond � con
s,
__

· s prac ticas
para el prestamista significaban una pérdida de más de la mitad otro lado, debían fm�nciar esa
de interés crecientes. Por es de­
n
de la hoja del bala : : e
pita! en un año. A esta motivación dictada por el sentido común adecuada contrapartida del otro lado
quienes tomaban esos cred itos ca­
ban otras más elaboradas que resaltaban no ya la imposibilidad ;pr<JSt>mdio también a tasas altas. Pero
os que no conseguí an finan cia­
ficiencia de un sistema tan regulado. Por un lado, se SU1Jon1ía justamente las empresas en apur
aparición de tasas de interés reales positivas estimularía el nabl es, y que por el hecho mismo de tener
en condiciones más razo
iento tendían a embarcarse en
más, la existencia de un costo real de los créditos haría que un alto precio por el financiam
rtante
improductivas (entre ellas, comprar cualquier bien y re1rendet1o i bilidad escondía en verdad un rmpo
irac:ioJaes cuya inusual renta de los
los deudores riesgosos -o
cha de maduración del crédito) dejaran de ser rentables, con lo En todo caso la esperanza de
com ún en la
rro se canalizaría a las inversiones de alta productividad real. era que, como había sido práctica
StaL•uu�o oportuní tas-
� ctera
aliviando la carga fman
Algunas de esas expectativas parecieron cumplirse parci:alrn un golpe inflacionario terminaría
número de bancos (aunque no el de otras instituciones finlanci<ora:;) ésta se volviera intolerable .
.
una vida más tranqmla con la
tó de 1 1 9 a 219 entre mayo de 1977 y mayo de 1 980, en un depositantes, en cambio, llevaban
por supervrsar la calidad de los
desde el ámbito oficial fue percibido como un indicador de Sabían que, aunqne poco hiciera
on­
competencia. Las tasas reales, si bien tuvieron un com¡Jortarníe ía allí para, en última mstancra, resp
staJmos, el Banco Central sí estar ntía
bancos. El sistema de gara
volátil, pasaron a formarse como era previsible bajo las la defección de los deudores y los
ad de los préstamos dejab a así espaciO
las tasas de interés internacionales se les sumaba el riesgo de lepoósJtos sin regulación de calid
pa�te de ins itucwnes _financieras:
cambiaría, y las tasas domésticas podían resultar positivas múltiples operaciones desleales por
;
suma era mayor a la inflación vigente� o negativas -si era de credrtos hacm empresas
.autolJtéstalilliJS -es decir, la canalizacwn
on una de las más frecuentes.
que de vez en cuando sus expectativas se vieron a�rrauaaa:iS, pa culadas, de dudosa solvencia- fuer
estos �ecanismos imponían se
frecuente que los ahorristas obtuvieran rendimientos reales presión alcista sobre las tasas que
rmpo antes demandantes
en respuesta a ello que los depósitos a plazo pasaron del por l a presencia en el mercado, como
r;
que en 1977 habran pasado a ser au­
1976 a 16,5% en 1980. Menos nítido fue el efecto de la reJ'orrna :cr<,an:o. de las empresas públicas,
. El � ister;:ra pudo sobrevrvrr
ra sobre el ahoiTo interno: quizás la reaparición de tasas desde el punto de vista financiero
monellzacwn especulativa, pe­
positivas estimulara el ahorro, pero la remonetización cc,ns.ecliertti duró la rueda de la fortuna de una
Banco de Intercambio Region�l
litó la paulatina reconstrucción de un mercado de crédito para crisis a partir de l a liquidación del
binación entre amplra garanlla
bien la tasa de ahorro doméstico tuvo un pico en 1977, lo mi< '"'" una entidad que al amparo de la com
regu lación había llegado a ser la
que ello no se debiera a la reforma financiera sino a políticas libertad de tasas y ausencia de
en un principio acabó con otro�
que deprimieron los salarios reales y el consumo popular. del país. Se desató una corrida que
And es e Intern�tional y termmo
La expansión financiera que siguió a la reforma se inici1:í d importantes (Oddone, de los

nte ese falld!CO ano 1980 , el
bastante improvisado, y acabó en un verdadero caos. El es1Jíri.tu lí a todo el sistema financiero. Dura
unas instituciones.
los cambios introducidos, reflejado entre otras cosas en las Central debió asumir el control de ,
del programa econo­
60
fase term inal
ra entrar al mercado financiero, mal se compadecía con un me:carúi Con la crisis financiera comenzó la
rante Mas sera había declar�­
poco tenía de liberal. Se mantuvo una amplia garantía a los de Martínez de Hoz. Poco antes, el almi
de una economía de especulacwn
que existiera un adecuado sistema de supervisión, que es su coJatnlp "No es verdad que hayamos pasado
an alcanzado ni ese objetivo
tural. Bajo un régimen de tasas libres, la combinación de garantía;· de producción". En realidad, no se habí
EL CICLO DE LA ILUSIÓN y EL DESENCANTO
362 VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 363

�n:al ni los fines más concretos que se había propuesto lVJ¡tttíné actual situación financiera es típica
de un ajuste transitorio debido, en
los empresarios de la tasa
s los cmmenzos. Cuatro años habían pasad ; medida, a la sobreestimación por parte de
o y la econonua
,
bía crecrdo. Más grave aún --de acuerdo inflación.9
con el orden de
brerno- era que la rnflacrón siguiera siend
o un problema sin sto, insistir con la mode­
coherencia monetarista exigía, por supue
las expectativas se adecuaran a
en la creación de dinero hasta que
ndo que estaba fallan­
POLÍTICA DE ESTABILIZACIÓN· de desinflación. Pero había algo más profu
econorrúa cerrada al
DEL MONETARISMO A LA TAB ITA L tenía que ver con las diferencias entre una
abierta a esa influencia.
internacional de crédito y una economía
enía en el mercado cambiado,
En el área crucial de la estabilización de los comienzos, el gobierno interv
�n z de Hoz fue, más que gradualista,
precios la pollític:a'{Í
;
ecléctica y ha ta erráti•cá,
y vendiendo dólares de manera de conseg
uir el nivel deseado

e as y contramarchas sucediéndose unas


acuerdo con una política
de camb io. Este nivel se determinaba de
a otras. En un pri:nci
f�ío, o seguía aproximadamente
una clara estrategra contra la inflación, salvo .
el tradicrona :rawt.tng peg, es decir que el tipo de cambi
""''""''u" pasada. El hecho era que el
cesrvo basado en 1a reduccrón
l gobierno no podía tener todo a la
. de los salarios reales . En 1 977
ad de dinero. Si, como era
.
ron alternativas heterodoxas : la mencionada tregua de nr.•ci,,o elegía el precio del dólar o elegía la cantid

�as r� uccwnes arancelanas con propósitos .
entonces, se pretendía mantener cierto valor
del tipo de cambio, la
día exclusivamente del com­
mflacron no cedía, y hacia mediados de ese )rnún.ación de la oferta monetaria depen
año se ubicaba en el
ad de dinero fuera menor a la de­
ble mvel de 140% anual . tanúento de l a gente. Cuando la cantid
aría de atraer dólares del
Fue entonces que, tras la tregua de precio el aumento en las tasas de interés se encarg
s, llegó el turno o establecido por el
ns. no entendrdo a la
manera tradicional. Los números fiscales que, intercambiados por pesos al tipo de cambi
; o y crawling peg
. mas robustos que en 1976, y además se alimentaban la cantidad de dinero. Monetarism
;'; decidió que los dese<¡uilil
tado y de las empresas públicas se financiaran
en el m<:rc:ldo
Qitocc>mpatibles, y uno de los dos debía ser
l a
abandonado.
decisi ón final del gobierno era
e ese modo, podía reducirse el ritmo de creaci mayo de 1978, pareci ó que

,
ón de d'mero. ' a cambiaría. El
en una magmtud que era todo un logro para , ��:;;J.i�[lf¡a cantidad de dinero y renunciar a la polític
�� tre JUma y noviembre del '77, luego de la
un aís
;
pue ta en marcha
,
Central dejó de intervenir activamente en el
mercado de divisas
permitiendo que el ti-
fmancrera, la oferta monetaria aumentó a ocasionalmente siguió comprando dólares),
razón del 2 6%
10
nueva política provocó

. el fr caso en materia antiin '
flacionaria fue mayúsculo , ya que cambio alcanzara "su propio equilibrio". La
la Argentina en junio
mo penado los precios aumentaron a una apreciación real. Un turista que viniese a
tasa de casi 1 0o/c r l y quedarse un par de
idea de ver el Campeonato Mundial de Fútbo
_:t
peor, esa política co ó la recuperación en e]
que ya llevaba un ano. Una recesión breve
nivel de activi �I; más de vacaciones comprobaría con asomb
ro, a la hora de pmtir,
pero violenta redujo
más altos que al llegar. Es
_ en los precios medidos en dólares eran un 15%
��;: !:��:�
cwn alrededor de 5% en los doce meses poster .
iores a unio de
,

es se ispararon, llegando en ocasiones a! mposi I ble
la inflación se mantenía alta en un nivel que
poco tenía de equilibrio:
tir en una
, en terrnrnos reales . Fue la primera recesión 6 y 9% por mes. ¿Qué sentido tenía para el gobierno persis
de 1a consideraba respon­
no provocada por dificultades en la balan que nada le hacía a la inflación y a la que se
za de pagos.
En reahdad, la retracción productiva era una de! estancamiento de l a economía?
implicación timón. S i no funciona­
contracción monetari a, segun � 1 as ensena Así que a fin de año se decidió otro golpe de
_ nzas de Friedman era mejor mane­
método antiinflacionario el control monetario,
Hasta �ue las expectativas de inflación no
no podía esperarse otra cosa que una recesión.
se ajustaran a la n va u� tipo de cambio de modo de poner una cota a los precio s nacionales.
Martínez de Hoz (la ) especi ficando
tender el punto: de diciembre se anunc ió un cronog rama tablita
pio de 1979. Se pre-
valor del dólar durante 8 meses a partir del princi
198 3) 365
TIEMPOS VIOLENTOS (19 73-
EL CICLO DE LA ILUSIÓN Y EL DESENCANTO
VÉRTIGO ECONÓMICO EN
364
etido específico. Duran­
inflacionario falló en su com
veía una reducción gradual en la tasa de aumento del tipo de Es que el plan anti er sido más desalentad
r ?
lita (1979), no podía hab
5% mensual en enero a 3,7% en agosto. Otras "pautas" com�>let primer año de la tab y 1979, la mfl acw n
a saber: nada. Entre 1978
pasó con la inflación, _
fase de "profundización y ajuste" del programa de Martínez do, de 171 % a 163 %, y la mayonsta no so-
apenas hab ía dism inui
tan" f�s pu
'bl"�cas, los salarios núnimos y el crédito doméstico te, de 146% a 149%.
había aumentado levemen
había caído sino que
propias tabhtas. El propósito de todas esas pautas era dü:ciJ1]i110·�· ma, por supuesto, pe­
inflación era mala en sí mis
CJÓn, llevándola a un nivel compatible con el que se hacía n••rvi·verlci"a de la alta al quizás más grave.
ita tenía un efecto adicion
el esquema de la tabl po­
esos cronogramas. Se confiaba en que la suave trayectoria la pauta cambiaria era de
precio del dólar estipulado por
ra tarifa� '!
salarios actuaría sobre los costos de las empresas au no ento del
al de los precios . Así se
iba acumulando un
de 60%, mucho menor
la mflacwn. er menos rentable
r las importaciones y hac
carnbiario que, al abarata
Pero la mayor apuesta estaba en la evolución del dólar. nza comercial. El gran
, tendía a deteriorar la bala
que SI, por eJemplo, el precio en dólares de los bienes com,,tei xp<Jrt:!ci<5r en general ación, por qué no se
la infl
ente, por qué seguía alta
mentaba 10% al año en el mercado internacional, y la tablita ,rrc1gant< era, obviam rado entre inflación
las autoridades habían espe
cremento de 60% en el tipo de cambio, el aumento del precio ]a convergencia que ).
al (más tasa de devalua ción
bwnes comerciables no podía estar lejos del 70%. En otras e inflación internacion

sa de mflación iba a estar detenninada por la suma de la uum<aot


cional más el ritmo de la devaluación. Otra resolución
DIV ERG ENC IA
mecanismo: habría recortes especiales de aranceles a la importa< ón loc al e internacional
· atem.acionali
aquellos productos cuya inflación fuera mayor a la ¡, Tasas trimestrales de inflaci
y de devaluación
sa de depreciación.
A primera vista, el esquema tenía sus ventajas. En primer
ba, por supuesto, la declinación prevista de la tasa de inJ�a<:iór
-•••-- Tasa de devaluadón
acentuaría a medida que la velocidad de devaluación se re<luj1era; - - - -Tasa de inflació
n internacional
donal
ción + tas� de inflación intema
beneficio no menor del plan del 20 de diciembre era que no se -rasa de devalua
ta
--Inflación loca\ mi110ris
ba como re�esJVo. Ya se había sufrido bastante con l a política --Inflación local
mayorista

sas de mteres durante la e�apa monetarista de Martínez de


esperaba todo lo contrario: al hacerse previsible el ritmo deval'üai

at actlvo para prestar en pesos aumentaba considerablemente.
cwn de ese tipo es mucho menos riesgosa (y, por lo tanto, se -- -- -

--

p r ella) cuando se sabe a ciencia cierta, o casi cierta, cuánto va


dolar en el momento de recuperar el préstamo.
El efecto inicial de la tablita tuvo una doble cara. Por un
- --- -- - - -
-- -

1980 111 19801V


19801 198011
1979111 1979\V
en 1979 una expansión de la actividad económica, en parte 197911

manda agregada se recuperó al compás del descenso en las


i�terés, que durante varios meses fueron negativas. Pero la
: Canitrot (1961).
_
res r�al se dw de un modo distinto del que esperaba el gobierno,
debw menos a l a reducción en el "riesgo país" (que debería no1ner "' hubo quienes sen­
ltiplicaban. Al principio
Y en alguna medida actuó, acercando las tasas nominales de• A.Jcgentll Las explicaciones se mu
l a alta inflación
cambiario, señalando que

del r sto del mundo) que a la cara desagradable del programa illamemte negaban el atraso ción de los
consecuencia de la acelera
zacwn: la persistencia de una inflación alta, que hizo que las no era otra cosa que una aba la Ar-
lar de aquellos que comerci
estuvieran muy por debajo de las nominales. internacionales, en particu
N y EL DESENC
366 EL CICLO DE LA ILUSIÓ
ANTO
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS ( 1 973- 1 983) 367
gentina. Desde el gobie .
rno se ensayaba� explt.
hasta se publicaba un cacwnes en esa
contaba el aumento de �
índice de p ecws , esc � arnado", es uvc
if,, 01
A lo largo de 1980 la confianza se fue deteriorando. La crisis banca­
la carne. na ;ts - on
esa tendencia era un fen � optimis ta constider una primera señal, que obligó al Banco Central a desprenderse de
ómeno de eqm. ltbno . ah
profundos ' como el ab
taciones agropecuarias ....
andono de 1 as P?¡-lti· cas
o la íncorporacwn de
smtomátic o de
de desaliento a
proporción nada despreciable de las reservas que había acumulado los
anteriores. Propuestas para afianzar la credibilidad, como la de ofre­
nanciero internacional. la Argentina al c s<'gurm de cambio para tJ·ansacciones a realizarse en el futuro, se de­
Pero, fuera del gob�erno Se fue ensanchando la cuña entre las tasas de interés en pesos y
y una mmo . na , de economistas, una medida de la desconfianza. La estampida de las tasas, em­
en la gravedad del probl se
ema del atraso cambta también por la crisis bancaria, reforzaba el incipiente ciclo recesi-
patible con el enfoque m no. De manera algo
"' onetari o de la b alanza de pagos , se entre la espada y la pared a las empresas endeudadas. A media-
expanswn del circulante --e · ad or las apun1tál
por motivos fiscales- co
mo ��:; : i entradas de dinero
a e � dtvergencia.
año, un informe sobre los distintos sectores productores de bienes
con la filosofía del rog Más cohetrente menos que apocalíptico. Salvo en las industrias automotriz ("rna­
rama, se atnbma la exce
mo de la demanda m u . � d
siva inflactón al íH>ro•iuc:cil)n y alta rentabilidad") y naval ("suave viento en popa"), !o­
estimulados a su v�z p r
cierto sustento en 1979 (a -
:: f: � ;:::!
s a
�lto �ivel de gasto p úblico 0
mteres negatt vas. Esta
nt¡pótesi
quejas. En agricultura, "unanimidad: nadie está contento"; ganade-
"una depresión sin precedentes"; siderurgia, "en el camino de la
n el que el PBI se expa
sempleo tocó su mínim
rés reales anormalme
:�
o i t� onco) pero ya no en 1980
ndió un 7,7%
, con tasas
, petroquímica, "la retracción nO cesa"; celulosa y papel, ''estamos
castigados"; electrodomésticos, "lo único firme es el desaliento";
nte altas y recesw_ n. Fm
mas , heterodoxas se resalt . al men te, desde "en la cuerda floja"; alimentación, "una evolución de signo negati­
aba 1 m fluencta .
de 1 �. � rcw I· nnacJiOnlrui.
� . Ese era el tono general.
arraigo de prácticas index
el contexto de un progra
atori s : �
desapancwn era poco
a
En julio de 1980 se había anunciado una nueva "profundización" del
ma grad�
El tema del atras o cambi
��;:t . de estabilización, que incluía, además de medidas para reducir el dé­
ru·io estaba mstalado en público, el levantamiento de las últimas trabas para tomar créditos en
contra las expectativas de
gentma era un país caro en
f:�
su rvi.ven ia de la tablita
<;
el debate y
. Era obvio l.oeJltei·ior Hubo cierta respuesta efímera y de corto plazo de los capitales
c paracwn al mundo

;�� i� {�
bres Iban de vacacwnes a ; el chiste era que pero la credibilidad ya parecía estar irreversiblemente minada.
a a ase media a Br
asil, y sólo
U
cos . podían quedarse esperaba con ansiedad la renovación presidencial de marzo de 1981, sin
en el anza de comercw, el futuro jefe de estado se pronunciara sobre hombres o sobre políti­
posthva entre 1976 y
chos sectores Indu striales

1979' �a b"Io, br scamente
� de signo en en el área económica. Para la tablita, el "silencio de Viola" era más per­
, e mc uso qu�enes hab
cionales del ministro, com ían Sido aliados que mil palabras y se descontaba su abandono. Sólo el 5% de los
o la s octedad Rural A
rgentina, pümt<,ab: mq¡ueros consultados para una encuesta en octubre de 1980 confiaban en
p1,Icitamente la necesidad
:
de a rt rse del esquem
a de pautas 'trcmogra1rna cambiatio tal corno estaba previsto hasta marzo de 1981. Se
El gobierno, por su par
polfttca. El cronograma ca
;:
te, no e d 1 todo claro
en su compromiso primero una corrección hacia arriba de la tasa de depreciación, pe­
mbiado se stgmó anunctand no fue suficiente para detener lo que hacia fines de 1980 era una corrí­
pero en ocasiones de rna o con anticipá,<
.
nera un tanto arnbigua. v ' a en marzo de 1
te la inquietud de un per contra el peso. En febrero, finalmente, una devaluación no programada
t· odtsta que pedía pronun .
tos, Martinez de Hoz ciarmentos más 10% acabó con la tablita, aunque formalmente permanecían en pie pau­
respondía:
del dólar hasta agosto. La desconfianza se convirtió en pánico, y a fi­
Estamos buscando
tas. No hay necesi
fl
que la gente
dad La m acwn
. . que el
viva sm
." Estado le tenga que
de marzo la pérdida de reservas acumulada desde octubre rozó los
millones de dólares (más de la mitad). Era una economía con pronós-
de
.
mos pautas.IO · segu ua
· ' cayendo sm necesidad reservado, aquejada por una inflación que amenazaba con acelerarse y
en una honda recesión, la que legaban Videla y Martínez de Hoz a
·

sucesores, Viola y Lorenzo Sigaut.


368
N y EL DESENCANTO
EL CICLO DE LA ILUSIÓ
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS ( 1 973-1983) 369

Resulta curioso que, aunque uno de los hechos más recordados de la


de Martínez de Hoz es la avalancha importadora, el énfasis inicial de
.n.,rt.Jr" estuvo del otro lado de la balanza de comercio. Al cabo de me-
de un año del golpe militar, las retenciones a las exportaciones tradicio­
:�
o largo de toda la adm
_
inistración Videla-Mattí
nez de
habían sido recortadas sustancialmente, y a fines de 1978 todos los
tura e a econoffila al comercio internacional
fue el segundo 1vu<estc>s a la venta exterior habían desaparecido, para no reaparecer has­
portante en el debate de despwos de la caída de Martínez de Hoz. En el rubro de las exportaciones
la política económica
� ��
c tra a flación. En
��
p 1 se u Iesen cumplid
realidad, si los planes
sólo su
el gobie
d ���·�: , tnldi<:ioJoales, desde hacía un tiempo fomentadas por medidas crediticias
o, l a reforma comercial im¡pm;itiva,;, no hubo una estrategia sistemática, prefiriéndose en cambio
vo ucw.n acaso mayor habría SJgniflcatdd
que la derrota de la inf coJlsi<ieración caso por caso. Si bien es imposible determinar con pre­
_
c mbw drastJc en el mo lación, a ue
� � delo de desarrollo argent cuánto influyeron las políticas oficiales favorables a la venta exter-
a i � ino al omo
e el hecho es que la producción de bienes exportables (y el valor de las
�� ::�1� :�:��� ���fa ::; ��� ����';;���fct�!��: �
m i e
ci n del
po1rta<:ione1>) aumentó significativamente con Martínez de Hoz. Cantan­
va1or de 1as expmtacione cinco cultivos principales, entre los cuales la soja ganaba rápidamen­
s e lrnportacwnes expres
del PBI. adas como
posic.ion.es, la producción había alcanzado una nueva plataforma cercana
'
· ·

35 millones de toneladas hacia comienzos de los 80, contra un prome-


apenas superior a 20 millones durante el gobierno peronista. La po­
LEJOS DEL MU ND O de una reacción ante mayores precios debe desecharse -porque en
los valores de venta no estuvieron por encima de los de años ante­
. argentino
Comercio como porcentaje de su PB
pero es lógico pensar que sin la eliminación de las retenciones no
Y de l comercio mu ndi al
I
habido tal dinamismo. La producción agrícola de exportación tam­
se vio favorecida por un evento externo. En 1980, Estados Unidos im­
35.0 un embargo cerealero a la URSS por su intervención en Afganistán,
que la Argentina decidió abstenerse. Ese año, la mitad de las exporta­
de granos tuvo como destino el mercado soviético. Aun cuando des­
25.0 la proporción descendería, la Unión Soviética se consolidaría como
20.0 impmtante de los productos argentinos, coronando con éxito una de
iniciativas con efectos duraderos del gobierno peronista.
1 5.0
En cuanto a las importaciones, la acción aperturista fue pausada en
1 0.0
lo menos dos sentidos: se trató de un programa de reducciones arance­
5.0 graduales que a su vez fue dado a conocer de manera gradual. Que
pol.íti<:a fuera progresiva en lugar de drástica tenía la ventaja de evitar
reestructuración productiva demasiado brusca, particularmente peli-
para los sectores que competían con las importaciones, expuestos
el período a otras fuerzas recesivas, como las altas tasas de interés
apreciación cambiaria. Dentro de esa ruta gradual, los momentos crí­
-Comercio exterior
- como % del PBI (escala izqu
.
�u de1 comerc1o mundial
ierda)

de l a apertura fueron tres: noviembre de 1976 (se bajó el arancel má­


comercio argentino com
0 o<:
(escala derecha)

a 100%) , diciembre de 1979 (contemporáneamente con la tablita, se


un cronograma de disminución de aranceles a las importaciones
Fuente: Maddison (1995) y apéndice
estadístico.
horizonte en 1984) y julio de 1980 (se apuró ese esquema). También
370
N y EL DESENCANTO
EL CICLO DE LA ILUSIÓ
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 371

se tomaron, de tanto en tan


to, medidas parciales con
ficos . Para contener 1 a mfl ob'�et'!Vos
, se dispus
· acl. on
llos productos cuyo precio o un recorte de arantce:les.
aumentara más de lo que pregunta que surge a la indagación histórica es: ¿por qué una
tabl!ta , y para fomentar 1 a . er a corripattib>!t
1nverswn . , se aceleró la reducción de apertura como la descripta -gradualista y matizada por va­
l·mportacw '
"n de b1enes de capital de
. :xcepc!(mE:s- desembocó finalmente en un aluvión masivo de im­
Por otra parte, dos factor
es contribuyeron a moder y en un creciente desequilibrio comercial? La respuesta es
mercJa] Importadora. De ar 1 a
un lado, los frecuentes d , s a
declaradamente l'b esvw pueden juzgarse las políticas específicamente comerciales como
, "'""��. pasando por alto las potentes influencias de la macroeco-
J recambista. Un régimen
tomotn. z, una ley de pro especial para la
moción industrial que
nuevas y la supervivenci protegería a De hecho, el problema del atraso cambiario sería detenninante
a de casi todos los cupos de
tt;s fueron los ejemplos má imnorta,e;ñn suerte final del intento aperturista de Martínez de Hoz. La reduc­
s importantes. Al amparo controles al comercio exterior y el programa de estabilización
de esos

CJa y se consohdaba un em
presariado nacional de nue
�nes de I a industria"- cuya importancia económ

v cuno - prácticamente simultáneos; ambos se insinuaron en 1976, 1 977
mes de sJg _ lo. ica s para recién llevarse adelante con más decisión en 1979 y 1980.
De otro lado, a los matice
s de la apertura debe combinación de políticas que alteró bruscamente los precios
hecho de que, en muchos
casos, el efecto económico de los distintos sectores de producción. Crudamente, se pue-
celes era pra_cl:!camente nul de la
:m:ul�u' a los bienes producidos internamente en exportables (que
o . Eso ocurría cuando la pro
de las reduccwn · e todavm teccw"n
. � , era bastante alta como .a J\rg:en.tirta son básicamente productos rurales), importables (domi­
.
bien de Jmportacwn en el par a que el
mercado internacional se
;l
ma d 1 recw · de venta en el mercado loc
mantu VIe
al. Estimaciones para
. ra por el sector industrial) y no comerciables (la mayoría de los ser­
además de los bienes cuya importación o exportación no es ren­
de 1 9 -es decir, cuando
. ya había tenido lugar la prim balTeras naturales, como los altos costos de transporte) . La
hzacw, n del comercio ext era fase
erior- ubicaban este marge
dente en un 57% del pre n de prot:ec·ciéi1l de impuestos al comercio exterior favorecía a los exportables
cio internacional. a los importables, mientras que la política de estabilización, en
provocaba una apreciación del peso, mejoraba la relación de pre­
los bienes no comerciables respecto a los comerciables. Los
ABAJO EL AR AN CE L
Evolución de la estructur )dULCt<Js de exportación ganaban por un lado y perdían por otro, lo
a arancelaria bajo Martín
ez de a explicar por qué las organizaciones rurales tuvieron una
ambivalente ante la política económica, que tornó a oposición
el atraso cambiario se hizo intolerable. Pero el sector más per­
era el industrial. Las importaciones, estimuladas por el retra­
dólar y por la apertura, representaron una competencia que para
ramas manufactureras resultó perjudicial, y además provocaron
le Hierre déficit de comercio. En 1980 esas tendencias se acentuarían,
hacerse insostenibles, por la continuada apreciación cambiaría y
de la recesión. La oportunidad para una reversión global de la
económica -incluida la apertura- llegaría al año siguiente, lue­
del recambio presidencial.

Fuente: De Pablo (1987).


372 EL CICLO DE LA ILUSIÓN y
EL DESENCANTO
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 373

CUANDO EL TIPO DE CA MB IO
IMP ORTA
Exportaciones, importacione
s Y tipo de cambio real La evolución sectorial de la producción nacional acusó el impacto de
configuración de precios relativos. En el sexenio 1974-1980 la in-
. redujo entre tres y cuatro puntos su participación en el PBI. En las
12000.0 textil y papelera la combinación de apertura, atraso cambiario y bajo
,cirmento económico fue tan pronunciada que produjo caídas netas de
10000.0
:��·""''" de 15% en el segundo lustro de los 70. Mientras tanto, la contri­
8000.0 de las actividades agropecuarias lograba mantenerse (la expansión
6000.0
pampas era compensada par·cialmente por el estancamiento de cul-
industriales) y la proporción de construcción y otros servicios crecía.
4000.0 El final del gobierno de Videla coincidió con el desmoronamiento de
2000.0 habían sido sus principales políticas. La tablita se abandonaba, el
bancario apenas empezaba a revelar sus múltiples fragilidades y la
0.0
se tornaba insostenible en combinación con e1 atraso cambiario.
para los sucesores de Martínez de Hoz una empresa ingrata: de-
c:=:::J Exportaciones
Rillilllil lmportaciones administrar una econonúa inflacionaria, endeudada y recesiva sin
-o-Tipo de cambio real defla
ctado por IPM (197 6,.,1 DO) con el margen de maniobra necesario para dar a esos problemas una
de fondo.
Fuente: Winograd (1984) Y apéndice estad
ístico.

SOBRE CRISIS
:
No es ácil determinar con exa
ctitud cuánto de la expansión
dora se debla a la apertura y cuánto Desde el punto de vista de la política económica, el trienio 1981-
al atraso cambiario, pero está
la apiecracJón monetana fue un fue similar a los años finales de Isabel. Un régimen que empezaba
factor cmcial. Cálculos de prlotecc
ti va para 197 9, que medían cuá Jió sus días contados no podía ofrecer otra cosa que una sucesión de
nto se beneficiaba cada activida
pre:I?s relatlvos vigentes en com cl • tru,;m>s y planes volteados por la crisis política o económica de turno.
paración con una situación
mei CJo, mostraban hasta qué pun presidentes y cuatro ministros se sucedieron a partir de la caída de
to la desprotección que serman,l
sectmes era atnbmble al baj·o y Martínez de Hoz. Lorenzo Sigaut (marzo a diciembre de 1981)
nivel del do'lar- Sólo tres ramas
�an eman una protección

. ministro de Viola; Roberto Alemann, el único de Galtieri (di­
efectiva mayor a la que existiría
J
I�ua es a cero y con un tipo de
cambio apenas 10% más alto
con de 1981 a junio de 1982), y Dagnino Pastare Gulio-agosto de 1982)
g¡a en ese entonces. La percep Wehbe (agosto de 1982 a diciembre de 1983), los de Bignone.
ción de los empresarios era "Ol
'-" Jerer
esas estlmacwnes: herederos de Martínez de Hoz, como los de Gelbard, tuvieron que

��
cargo de una economía que venía acumulando desequilibrios

principal mo vo pot el cual
los sectores productores Wl1ontes. En marzo de 1 9 8 1 , los problemas más urgentes eran el atraso
•u.u;taJuu, la sangría externa -provocada ya no solamente por el déficit
_ � de bienes
lene s que sustituyen Importa
ciones y aun bienes de excom
!
voces de a arma contra la
actual apertura no está tanto
en los
tacciór•\
!lHiorcial sino también por la fuga de capitales-, la enorme deuda exter­

ta por sl nnsrna produce
sino en el efecto de un supu
esto atraso pública y privada, y la recesión productiva. El déficit fiscal y la in­
se den_ va de la aplicación
del Plan de Estabilización
emprendido también eran inaceptablemente altos, pero su eliminación era im­
mente con la apertura. I 2
para gobiernos débiles, como resultaron ser los de 1981-83.
además un rechazo generalizado a cualquier cosa que se pareciera
antiinflacionario de Martínez de Hoz -asociado sin más a los pa-
374
N y EL DESENCANTO
EL CICLO DE LA ILUSIÓ
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 375
decimientos de 198 1- que
hacía impasible 1 a puesta
programa global de estabi en marcha
lización. :on<Jmfa impidió a Alemann ir más allá de un temerario manejo del
Lo que sigue es un breve rep
p aso a las políticas de los plazo en la más pura clave ortodoxa. Se liberó el tipo de cambio,
de1 roces o, todas llas sig a-
nos
� nadas por las urgencias ext cOilg<:lm·on tarifas y salarios públicos (mientras la inflación alcanza­
ernas y
-,

das por una mfl . acw . n alta


y variable C S . ?% mensual) y se dejó sin efecto el control a las tasas de interés.
mente la tablita y hubo vari
_
nor. T s dJas después de
� �� :�:�� � : :
as devalu ci es
s b donó
n yo¡ que motivos fiscales se reintrodujeron impuestos a la exportación y se
�� un infortunado vaticinio ("E la estructura arancelaria, todo ello para reducir las necesidades
pierde ) se desdobló d me l que
rcado cambiario para que : finaJocJan11 ento y contener la emisión, que por casi cuatro meses fue
ra operacwnes fmanctera el dólar
_ s alcanzara su propio techo . ictica¡mente nula. Más allá de sns objetivos de largo alcance, en lo in­
baJo control el dólar comerc ntras se
_
taneamente atacado con
med'd
ial. El problema del dé c
1 as arancelarias
fl �: x terno . ..• era un plan recesivo aplicado a una economía en recesión, que
el rechazo de casi todos los sectores. El clima laboral se hizo in­
programa qu¡. qu nal de red que dejaban sin
ucciones puesto en march
� � � �
o hem o se llliCiaba el pro
ces o de estatización de deuda
a en el '79
'
e incluyó movilizaciones callejeras, por primera vez desde el
ilniemoo del Proceso.
a taves _ e la externa
concesión de seguros de cam
� aban ser un subsidio del est bio a recios e sJen
: Ipr,e J
Desde el punto de vista estrictamente económico, Malvinas no fue el
enor no eran nada buenas
ado al deudor. Entr tanto
l �� . _ exterior más importante en 1982. Mucho más grave resultó ser la
de cerrarse en la Argen ·
. Justo cuando la hora del
tma, en 1os pa�,ses desanolla
� onetarismo de la deuda latinoamericana. Desencadenada a partir de la amenaza
� .
acw, n con una fuetie restric
ción de la emisi .,. 1
dos se roJmbatí:i;
:
: monttori'a de México, cortó toda posibilidad de tomar nuevos préstamos
;�:;� �� ;�: �� el exterior. "Deuda" era la palabra más leída en las secciones econórni­
.

s
.

s e ci ales Y enca�·e
�· ...

9 �
ció el servici
Jgacwnes e ternas del paí
��� f ��:�� ::�� �:�
a r de los diarios durante 1982, porque las había en magnitudes enormes
todos contra todos: del sector privado al exterior y a los bancos nacio­
i
encima de de �ce ese � s estaban en un nivel .
� s atras. Con ]a econorrúa debatiéndose del sector público al financiero y al exterior, de los bancos al estado
sería la mayor tecesw n desde la crisis del '30
(9<Jl0 de ca1'da del extranjero. No es fácil comprender cómo fne que todos se habían en­
198 1-82) se puso en marc
. ha en noviembre un sistem tan por encima de sns capacidades de pago. Es cierto que las con­
s as de mte ,.
res para morigerar la retrac a de control

��¡ �
ción productiva El ensayo . de fines de los 70 habían sido excepcionalmente favorables para
e, OJ·que al poco tiempo un
a: e o tuvo un sigmficado
p
golpe de palacio acabó c
simbólicamente important
�n la tomando préstamos, y que en ese entonces era imposible prever un
�ta<:lismo como el del '82. Pero hubo también bastante de imprevisión.
acwn e las tasas de inte e. Con
rés se cerraba el círculo el caso del sector privado, quizás influyó la ausencia de una cultura fi­
que, en menos de un añ de cont¡·ancefc
o, deJ o, sm· etecto las princ que hiciera notar que las tasas de interés ya no eran la ficción que
tínez de Hoz: la tabli ta cambJaua, la ape
·
ipales políticas
. 1ere, s. rtura comercial y la libeTtad sido durante años.
Sas de m d
El gobierno fue en buena medida responsable del endeudamiento de
C n Alemann a cargo
� del Ministerio de Econo , . de los 70. La prioridad dada a la lucha contra la inflación hizo que se
asuncwn de Galtieri se . . rma a partir
;��-
. farma, m pir
.
� . ada en
· IO, a1 go as¡, como una
IniC
tres principios definidos
por
efímera contr.acá
la negativa.
por un financiamiento crediticio antes que monetario del déficit.
decisión no era descabellada si se mantenía la diferencia entre ingre­
Ivos ran a desmflación
� , la desregulación y la y gastos públicos en niveles manejables, pero no fne eso lo que ocu-
econom¡a Apenas pudo
avanza�·se hacia esas metas Despnés de pasar de un desequilibrio de 1 2,4% del PBI en 1975 a uno
Í
en las Ma vinas acabo, con
Gall!en y su equipo. De
porque el
todos modos, 3,7% en 1977, el déficit no sólo no siguió bajando sino que aumentó,
fícil creer ue de no
dado el am � b � �
: aber habido g uerra, los militar
]'I eral programa de Alema
es habrían ileganclo a 5,5% en 1980 y, en los años de disgregación del Proceso, a al­
compa�·ables a las de 1975. La mejora en las cuentas del gobierno ha­
antes habían ���� � � � e as u apoyo libiO a una
nn, cuando poco
versión más tímida debido mucho al final de la cuasi hiperinflación de 1975, al detenerse
mo la de Martínez d
oz. a brevedad de su pas ello la erosión inflacionaria de los ingresos del estado. Pero se hizo
o por el Minist<:ri<l:
menos por bajar el gasto qne por atumentarlo, y en el quinquenio
376
y EL DESENCANTO
EL CICLO DE LA ILUSIÓN VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 377

197 6-19 80 las erogaciones del sect


or público resultaron levem sus dificultades a sus acreedores. Con Sigaut ya se habían inten­
tas que en los años del peronism ente
o, aun expresándo1o como mecanismos de refinancíación, pero la gran condonación llegó a me­
producto bruto. El efecto fiscal
de las "privatizaciones p•e .if de 1982. Dos meses bastaron para que el ministro Dagnino Pas-
crr, �e crertas actividades secunda , s: ''
r ,éri oa
rias de las empresas p úbltea
_ s) y el presidente del Banco Central Domingo Cavallo, sucesores de
podía esperarse: periférico. Pes
aron más el esfuerzo iniciaran una enorme redistribución de riqueza favorable a los
guerras reales o potenciales y el
impulso a la inversión públ"rc cosa que al mismo tiempo mejoraba la situación de los bancos.
treo de los militares. a
que las deudas contraídas crecieran de acuerdo con una tasa
regulada, muy por debajo de la inflación esperada, con lo cual
el valor real de las obligaciones. Asimismo, se compensaba a
LAS CUE NTAS DEL PROCESO oanc<Js con créditos del Banco Central también extendidos a tasas roa-
Gastos e .Ingresos de la adm
inistración central, como % interés negativas. Con una inflación en alza, que en julio tocó el
de todo el Proceso (los precios mayoristas crecieron 27,9% en el
30 se logró librar a los deudores del grueso de su carga. El precio de
refinanciaciorres lo pagaba el ahorrista en pesos por la vía del impues­
25 tnnacr.onano. Después de todo, Keynes no estaba tan anticuado; sesen­
antes había escrito:
20
Los dueños de pequeños ahorros sufren silenciosamente, como la experien­
cia muestra, estas enormes depredaciones, cuando habrían derribado a un go­
bierno que les hubiese quitado una fracción de ese monto por medios más de­
liberados pero más justos.13

En 1982, como en 1972 y 1962, Wehbe tuvo la dura misión de mane­


economfa de un gobierno en despedida. El margen de acción era pe­
en un contexto muy politizado, con las Fuerzas Armadas y los par­
en estado abiertamente deliberativo. La inflación siguió en aumento
N
"' "' únt:ah1da por una política laboral que llevó el salario real al máximo en
Cf)
� el Proceso), pero comenzó a vislumbrarse el final de la profunda re­
" Ingresos (% del PBI) o Gastos

(% del PBIJ de 198 1 -82. Más impmtante que la evolución de co1to plazo fue el
ttin1oaclo proceso de socialización de deudas, del que ahora se beneficia­
Fuente: base de datos propia.
sobre todo los deudores con el exterior. Claro que el estado, que asu­
estas deudas, no podía licuadas, corno se había hecho con las deudas
argentinos. Eran dólares contantes y sonantes los que se adeudaban,
El hecho era que en 198 2 el end monto que en 1983 rondaba los 45 mil millones. De ese total, casi
eudamiento no era sólo
de los que debían sino una ame conespondía al estado, contra cerca de 50% un par de años atrás.
naza para toda la economfa.
mente preocupantes eran las obli \gcrbi<OffiO democrático recibía así un problema con dos caras. Para po-
gaciones con el exterior, en.oareél
la depr�clacwn cambiaría y por curnplir con sus compromisos debería conseguir suficientes recursos
el aumento en las tasas int•ernac
de mteres. Las deudas de empresa y al mismo tiempo obtener un adecuado superávit comercial. He­
s con bancos locales, en
eran una pehgrosa amenaza, que además, una economía que se había acostumbrado a vivir con in­
ponía en jaque al sistema
Castlgadas por la recesión y después de ocho años en los que el índice de precios nunca había
los pagos de intereses, las errtpnesas.
378
y EL DESENCANTO
EL CICLO DE LA ILUSIÓN
VÉRTIGO ECONÓMICO EN TIEMPOS VIOLENTOS (1973-1983) 379
variado menos de 100%. No
era poca carga para una democr
se esperaba casi todo. acia de
UN PROCESO NEGATIVO
Crecimiento e inflación en 1 973-83
NUESTRA LARGA DÉCADA
PERDIDA

Los 70 fueron para el mundo


desarrollado años de relativ
mw. nto pero Améric o
, a latina todavía pudo crecer con , d
,
En los 80' Jos pats el env ·
IOn e
es 1 atmoamencanos vivirían su
.

"déc d
·

cada por las dificultades que sigu


Europa y los Estados Umdos
ieron a la crisis de la d u a,
iniciarían, después de un mal
mientra :�
nueva expansrón. Sólo la Arg
entina combinaría lo peor de
tancarmento en los 70, recesió cada
n en los 80.

CR EC IMI ENTO CE RO
La Argentina y el mu ndo en
1 973-83

c::=J Crecimiento -- Inflación minorista


18000
..
'"'00 • •
N

"
14000 * 2 Fuente: apéndice estadístico.
'"'
>2000

'0000

6


Cerrado el ciclo del Proceso, era difícil encontrar un aspecto de la

8000

cooo 2 " :on<)mfa en el que se hubiera avanzado algo. Puede ubicarse en 1979 un
4000 momento de gloria, con la inflación en baja y el producto crecien­
.a una tasa respetable. Cuando en 1983 llegó la primavera democrática,
o embargo, la primavera económica que la Argentina había vivido en los
6 o

.E
] �
� 60 no era más que el recuerdo lejano de un pasado que había sucum­
¡¡
"
<

<
1 J ,;
'i
allá por 1974.
z
[] PBI per c�pit� de 1973
, en dólares de 1990
La posibilidad de reeditar algo por el estilo era en realidad remota en
I:I'PBI percapita de 1983,
en dólares de 1990 condiciones de endeudamiento e inflación que recibía el gobierno de
DPBI per cáprta de 1973,
Pero la percepción de entonces era otra. Se esperaba que la pro­
dinámica de la democracia fuera suficiente no sólo para superar el dra­
en dólares de 1990
0 PBI per cápita de 1983
, en dólares de 1990

político, sino también para resolver los problemas de la economía, de


* Europa: Alemania, Reino Unido, Fran
cia e Italia. de la educación. El tiempo iba a demostrar que las cosas eran mu-
•• NICS: Taiwán, Tailandia y Corea del sur más difíciles de lo que se auguraba en medio de los aires optimistas de
*** Mundo: muestra de 56 países de .
Fuente: Maddison (1995).
Maddison (1995) · democracia naciente.

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