Professional Documents
Culture Documents
Cap.1 Introducción:
El doctor Aron T. Beck, a comienzos de los años 60, desarrolló la terapia cognitiva como un
tratamiento para la depresión, estructurado y breve, centrado en la problemática presente y
destinado a resolver problemas actuales y a modificar el pensamiento y las conductas
disfuncionales. Además de utilizarse como tratamiento para abordar trastornos como: obsesivo-
compulsivo, estrés postraumático, trastornos de personalidad, depresión recurrente, dolor
crónico, hipocondría y esquizofrenia.
Principios importantes:
Los principios básicos se aplican a todos los pacientes. Sin embargo la terapia varía
considerablemente según los casos, la dificultad, los objetivos, la cap. Del paciente en establecer
un vínculo terapéutico sólido, su motivación para el cambio, experiencias previas en terapia y
preferencias. Así mismo, el énfasis que se de en el tratamiento depende del trastorno en
particular.
Es entonces es así, en donde el terapeuta establece una hipótesis del modo como el paciente llegó a
desarrollar su trastorno psicológico. Desde el primer contacto, el terapeuta comienza a contribuir con una
conceptualización cognitiva del paciente y la sigue profundizando hasta la última sesión.
Por otro lado, es importante considerar que desde la infancia las personas desarrollan ciertas creencias
acerca de ellas mismas, las otras personas y el mundo. Las creencias centrales, son ideas tan fundamentales
y profundas que no se suelen expresar. Son consideradas por la misma persona como verdades absolutas.
Constituyen el nivel más esencial de creencia, son globales, rígidas y se generalizan en exceso. Los
pensamientos automáticos, que son las palabras e imágenes que pasan por la mente de la persona, son en
cambio, específicos para cada situación y se considera que constituyen el nivel más superficial de la
cognición. Las creencias centrales inciden en el desarrollo de una clase intermedia de creencias, que
consisten actitudes, reglas y presunciones, a menudo no expresadas. Influyen en la forma de ver una
situación, y esa visión a su vez influye en el modo como piensa, siente y se comporta.
Las personas requieren desde las primeras etapas de desarrollo comprender su entorno, por lo que para
organizar sus experiencias de modo coherente y adaptarse requieren de la incorporación de estas creencias
según su grado de funcionalidad. Sin embargo, creencias disfuncionales pueden ser desaprendidas y
aprender otras creencias basadas en la realidad, lo cual es de suma importancia para un terapeuta cognitivo.
El curso habitual del tratamiento de la terapia cognitiva implica que en los inicios se ponga más énfasis en
los pensamientos automáticos, que son conocimientos más cercanos a la conciencia. El terapeuta enseña al
paciente a reconocer, evaluar y modificar sus pensamientos para lograr un alivio de los síntomas. Luego, el
tratamiento se centra en las creencias y pensamientos que subyacen en las ideas disfuncionales. Las
creencias intermedias y centrales que parecen relevantes son evaluadas y más tarde modificadas, para
lograr un cambio en las conclusiones que saca el paciente a partir de sus percepciones, al ser más profundas
las modificaciones, se disminuyen las recaídas a futuro.
Creencias centrales
Creencias intermedias
El proceso de terapia debe ser comprensible tanto como para el paciente como para el terapeuta. También,
que sea lo más eficaz posible y se use un formato estándar. Por lo que la mayor parte de los pacientes suele
sentirse más cómodo cuando saben qué pueden esperar de la terapia, comprenden sus responsabilidades y
las del terapeuta. Además, de tener en claro las expectativas de su terapia,. En cada sesión y a lo largo del
tratamiento. Así mismo, cuando el terapeuta explica la estructura de las sesiones y luego respeta la
modalidad, acrecienta la comprensión del paciente. Sin embargo, las principales críticas a este modo de
consigna, atienden a una perdida material importante, un paciente demasiado controlado y un abordaje
demasiado rígido.
1. Establecer un plan.
2. Controlar el estado de ánimo, utilizando puntajes objetivos.
3. Revisar el problema que se presenta y efectuar una actualización del estado en que se encuentra
desde la evaluación.
4. Identificar problemas y establecer objetivos.
5. Instruir al paciente acerca del modelo cognitivo.
6. Averiguar las expectativas del paciente respecto de la terapia.
7. Instruir al paciente respecto de su trastorno.
8. Fijar tareas para el hogar.
9. Hacer una síntesis.
10. Lograr retroalimentación por parte del paciente.
En cuanto a las expectativas acerca de la terapia, el terapeuta pone énfasis en explicar que este tipo de
terapia es ordenada y racional y que los pacientes mejoran porque se comprenden mejor a sí mismos,
resuelven problemas y adquieren herramientas que pueden aplicar por su cuenta. Impartiendo además, el
mensaje de que los pacientes deben compartir responsabilidades para progresar en la terapia.
Es recomendable que en la primera sesión el terapeuta brinde al paciente una idea general del tiempo que
deberán estar en terapia y que es relativo. Hacia el final de terapia, las sesiones se pueden espaciar
gradualmente, para dar a los pacientes más oportunidades de resolver problemas, tomar decisiones y
utilizar en forma independiente las herramientas que han sido adquiridas.
Con respecto a la instrucción del trastorno del paciente, suele suceder que la mayoría de los pacientes
quieren conocer su diagnóstico general, asegurándose de que no están locos. Generalmente, es preferible
evitar catalogar a un paciente con un diagnóstico de trastorno de personalidad. Es preferible decir algo más
general y sin muchos términos técnicos. Asimismo, es bueno darle al paciente alguna información inicial
acerca de su trastorno con el fin de que este conozca su patología y no sea tan autocrítico.
El elemento final de cada sesión es la retroalimentación, pedirla fortalece el rapport, ya que mediante esta
acción se demuestra interés por lo que el paciente siente. Además, de ser una ocasión clave para que el
paciente se exprese y el terapeuta resuelva cualquier malentendido.
En la segunda sesión se utiliza un formato que luego se repite en todas las sesiones siguientes:
Los objetivos del terapeuta son ayudar al paciente a escoger un problema u objetivo en el que centrarse,
comenzar a resolver problemas y reforzar el modelo cognitivo y la identificación de pensamientos
automáticos. La preocupación primordial es el fortalecimiento de la alianza terapéutica y el alivio de los
síntomas.
Este control suele ser breve. Al advertir un pequeño cambio de ánimo, el terapeuta le pide una explicación.
Si es necesario, sugiere que el progreso es el fruto del cambio de conducta o el pensamiento y no mera
consecuencia de circunstancias. Es también importante tener en claro la percepción y comprensión del
paciente respecto de las sesiones anteriores, logrando así, motivación por parte de éste.
Con respecto a las síntesis periódicas realizadas por el terapeuta y posteriormente por el paciente; a lo largo
de la sesión se realizan 2 clases de resúmenes. El primero, es una síntesis breve elaborado una vez
completada cada parte de la sesión, para que ambos tengan una basta comprensión de lo que han logrado y
de lo que se hará a continuación. El segundo, se realiza sobre contenidos que el paciente expone, en donde
el terapeuta toma nota de los aspectos centrales de sus afirmaciones, tratando de usar las mismas palabras.
Luego el terapeuta la sintetiza para asegurarse de haber captado cuál es el elemento problemático para el
paciente y presentarlo para ambos. A diferencia de estos resúmenes, en el resumen final, el terapeuta se
abstiene de activar pensamientos negativos y perturbadores en el paciente. El objetivo, es aclarar al
paciente los puntos principales tratados durante la sesión de una forma sencilla.
Cuando el terapeuta siente que el paciente no ha expresado completamente lo que sintió durante la sesión,
o si cree que éste se va sin una reflexión apropiada sobre lo que ha aprendido, puede pedirle que complete
un informe de terapia, ya sea mentalmente o por escrito.
Las sesiones posteriores mantienen la misma estructura, que la segunda sesión. El contenido varía según los
problemas y objetivos del paciente y los propósitos del terapeuta. A medida que la terapia progresa, se
produce una gradual transferencia de las responsabilidades al paciente. Hacia el final de la terapia es él
quien designará la mayor parte de los temas en las sesiones, utilizará las herramientas como el Registro de
Pensamiento Disfuncional, para evaluar sus pensamientos, diseñará su propia asignación de tareas y
resumirá las sesiones. Además, el terapeuta pondrá énfasis en los cambios de comportamiento, para que
practique nuevas habilidades, tales como la asertividad. Cuando la terapia llega a su etapa final, se produce
otro cambio: se preparará al paciente para el alta y la prevención de posibles o eventuales recaídas.
Cuando el terapeuta planifica cada sesión, siempre tiene en cuenta en qué etapa de terapia se encuentra el
paciente; así utilizará la conceptualización como hilo conductor de la terapia.
Es usual que aparezcan problemas referidos a la estructuración de las sesiones. Cuando el terapeuta toma
conciencia del problema, lo primero que hace es especificarlo y luego esboza una teoría acerca de la causa.
Finalmente, diseña una solución que no perjudique la alianza terapéutica. La mayoría de las veces, el
problema aparece porque el terapeuta no ha instruido al paciente adecuadamente. En esos casos, es posible
que sólo deba mejorar su capacidad para instruir a los pacientes o que deba evaluar y controlar sus propios
pensamientos automáticos con respecto a la estructuración. Por lo mismo, el terapeuta debe, repetir
muchas veces sus descripciones, dar explicaciones y controlar cada uno de los elementos de la sesión, dando
respuestas correctivas. Cuando no logra hacer estas cosas, muchas veces, consigue menos información del
paciente y las sesiones no son eficaces. También puede haber dificultades para mantener la estructura de la
sesión cuando el terapeuta la ha impuesto de una forma demasiado controladora o demandante.
Problemas típicos de cada momento de la sesión, excepto aquellos que se relacionan con errores
significativos por el terapeuta:
Breve actualización:
Una dificultad bastante común es la que se produce cuando el paciente comienza la sesión con un relato
demasiado detallado o caótico, y no centrándose en problemas específicos. Pero también hay que tener en
claro que las reacciones por parte de los pacientes tampoco son tan extremas y por lo general, el terapeuta
puede explorar al final con tranquilidad las razones de las resistencias por parte del paciente, obviamente
dependiendo de su experticia y estructuración.
Las dificultades en este punto suelen ocasionarse por no recordar lo acontecido en la sesión anterior, o por
su debida resistencia para expresar sentimientos o pensamientos negativos hacia el terapeuta. El terapeuta
deberá solicitar la Completación de un formulario; aunque lo más seguro es que quizá el terapeuta olvido
instruir al paciente respecto a tomar nota de lo acontecido en la sesión. También, es oportuno trabajar en
torno al significado de los sentimientos y pensamientos negativos del paciente.
Establecer el plan:
En este caso, la dificultad se ve reflejada en la falta de colaboración del paciente en el armado del plan,
expresando una actitud negativa en las conversaciones al fijar los temas; por lo general si tampoco ha sido
bien instruido el paciente puede estar atribuyendo un significado negativo especial a su colaboración. En
este caso o si bien tampoco en las siguientes sesiones tampoco logra contribuir, el terapeuta deberá indagar
en sus pensamientos automáticos y en las expectativas de éste, ayudándolo a clarificar ventajas y
desventajas de su proceder.
Típico es que a veces el terapeuta, apresurado por abordar los temas del plan, no llegue a preguntarle al
paciente acerca de las tareas que realizó durante la semana.
Falta de esperanza, conversaciones dispersas, manejo ineficaz del tiempo y la incapacidad de realizar
intervenciones terapéuticas al sólo identificar pensamientos disfuncionales. Las conversaciones dispersas
suelen aparecer cuando el terapeuta no estructura la conversación de forma optima. Entonces es necesario
que el terapeuta haga interrupciones amables, guiando al paciente a que retome el tema que se está
tratando.
El manejo del tiempo, es un problema habitual para el terapeuta novato que sobrestima la cantidad de
temas que pueden ser abordados en la sesión.
Es menos probable que el paciente cumpla con las tareas para el hogar sí:
El terapeuta sugiere tareas demasiado difíciles o no relacionadas con los problemas del paciente.
No explica adecuadamente.
Olvida revisar las tareas.
No se enfatiza en la importancia de las tareas.
No enseña específicamente a realizarla.
No inicia la tarea.
Resumen final:
Al no tomar nota, la síntesis resulta más difícil, más aún que el paciente recuerde todo lo tratado en la
sesión anterior.
Retroalimentación:
Suelen aparecer problemas cuando el paciente se encuentra enojado o molesto hacia el final de la sesión y
no tiene suficiente tiempo para resolver su mal estar o expresa en absoluto sus reacciones negativas. Lo
importante es siempre tener tiempo para hacer un cierre unos 10 minutos antes del final y esclarecer y que
el terapeuta controle su propio nivel de incomodidad e identifique sus pensamientos automáticos durante y
entre las sesiones.
Las personas con trastornos psicológicos, a menudo perciben mal situaciones neutras o hasta positivas y
deforman sus pensamientos automáticos. Al examinar de manera crítica estos pensamientos y corregir los
errores, en muchos casos los pacientes se sienten mejor.
Características de los pensamientos automáticos:
Estos pensamientos no son sólo de personas con trastornos psicológicos, sino que son experiencia común a
todos. Lo que también a diferencia de alguien con trastorno, es que se es capaz de controlar su grado de
realidad e incluso predecir su aparición una vez que se tenga conciencia de las creencias subyacentes, de las
que hable en el cap. 1…
Los pensamientos disfuncionales, son siempre negativos, a menos que el paciente sea maniaco o
hipomaniaco, sea narcisista o drogadicto.
Los pensamientos automáticos suelen ser breves, aparecer de formas visuales o verbales o ambas y el
paciente a menudo está más consciente de la emoción que experimenta de manera lógica como
consecuencia del pensamiento. Puede no tener conciencia del pensamiento automático hasta que el
terapeuta le interrogue. Estos pensamientos se pueden evaluar de acuerdo a su validez y utilidad, aunque la
mayoría de ellos estén distorsionados a pesar de que existan evidencias objetivas que indiquen lo contrario.
Los pensamientos relacionados con problemas personales se asocian con emociones específicas, que
dependen de su contenido y significado.
Se pueden explicar mediante ejemplos, sugiriendo situaciones alternativas para ilustrar el modelo cognitivo
y luego realizar un control de grado de comprensión del modelo cognitivo. Además, de que es preciso estar
atentos como terapeutas a la manifestación no verbal del paciente respecto de sus afectos en donde
esclarecerá estos pensamientos. Si por el contrario se ha podido identificar estos pensamientos y los
problemas específicos por los que pasa el paciente, pero éste no ha podrido reconocerlos; entonces es
preciso ayudarlo a encontrar la situación más problemática mediante la exposición en la terapia de diversos
problemas existentes en el paciente, pidiéndole que los elimine de a uno y observando el grado de alivio que
se obtiene en cada caso, hasta que éste logre identificarlos como suyos. Los pensamientos automáticos
relevantes suelen estar acompañados de un notorio malestar.
Los pacientes necesitan aprender a especificar las palabras exactas que pasan por su mente, para poder
evaluarlas de una manera afectiva… los cuales como terapeutas identificaremos en su respectivo discurso
ya que muchas veces los pacientes refieren pensamientos sin expresarlos de forma completa,
transformándose en pensamientos telegráficos, aquí el terapeuta debe ayudarlo a expresarlos de manera
completa.
Las emociones son fundamentales para el terapeuta cognitivo, después de todo el principal objetivo es
lograr el alivio de los síntomas y la reducción del nivel de distrés a partir de la modificación del pensamiento
disfuncional. Las emociones negativas intensas son muy dolorosas y pueden ser disfuncionales cuando
interfieren con la capacidad de pensar, resolver problemas, actuar de manera eficaz y lograr satisfacción. Los
pacientes con trastorno psiquiátrico a menudo experimentan una intensidad excesiva o inadecuada en sus
emociones.
El terapeuta no analiza todas las situaciones en las que el paciente se siente disfórico, sino que trata de
apuntar a la reducción del distrés emocional relacionado con interpretaciones equivocadas de situaciones.
Las emociones negativas normales forman, junto con las positivas funciones importantes en la vida, tal
como sucede con el dolor físico, que nos alerta acerca de un problema potencial que se debe solucionar.
Además, el terapeuta intenta incrementar las emociones positivas en el paciente a través del dialogo.
Muchos pacientes no comprenden la diferencia entre lo que piensan y lo que sienten y el grado en que lo
experimentan, por lo que el terapeuta conceptualiza y reformula constantemente los problemas con el
paciente, tratando de comprender la experiencia y el punto de vista de éste. Intentando además, interpretar
cuál fue el proceso por medio del cual las creencias subyacentes dieron lugar a ciertos pensamientos
automáticos específicos en una situación determinada y cómo influyeron sobre las emociones y el
comportamiento del paciente; entendiendo la relación entre pensamiento, emoción y comportamiento.
Cap.8 Evaluación de los pensamientos automáticos:
Un paciente puede desarrollar en el día miles de pensamientos unos funcionales y otros disfuncionales.
Para lograr una efectividad en la terapia el terapeuta elige solamente uno o algunos pensamientos clave
para evaluar en una sesión determinada.
El terapeuta en las sesiones puede develar muchos pensamientos automáticos, para lo cual tiene ciertas
formas para actuar.
3- Explorar si es típico ese pensamiento automático (Explorar la frecuencia del pensamiento y en que
momentos o bajo que situaciones se da, además de saber que tanto le afecta o perturba)
4- Identificar otros pensamientos e imágenes automáticas que suelen producirse en esta situación
(Indagar la posibilidad de que en ese momento naciera otra idea )
5- Apelar a la resolución con el pensamiento automático (buscar o cierto feedback en cuanto a alguna
solución por parte del sujeto y ver como a actuado en ocasiones anteriores con este mismo
pensamiento )
Para lograr decidir entre estas opciones el terapeuta debe preguntarse ciertas cosas.
1- Debe pensar y preguntarse con respecto a el objetivo inicial y el objetivó terapéutico, ej.
2- ¿Qué cosas incluyó en paciente en la sesión?. ¿Atacaremos el problema sobre el cual quiere
trabajar? De no ser así ¿tenemos el tiempo suficiente de lo que realmente le preocupa?.
3- Después debería analizar la importancia no tanto que le da el sujeto si no, si es los suficiente
disfuncional o distorsionado y además si el indagar en este pensamiento me ayudaría a entender
mejor el porqué del malestar del paciente ej. ¿Es suficientemente disfucional o distorsionado?;
¿Ocuparnos de esto ayudara al paciente en más de una situación?.
Si el grado de creencia o de perturbación en el pensamiento es bajo los mas seguro que el terapeuta decida
pasar a otro tema si pasa lo contrario y las creencias en el pensamiento son amplias el terapeuta deberá
desentrañar el cuadro con preguntas correspondientes al modelo cognitivo.
Una vez definido el pensamiento automático en la mayoría de sus aspectos el terapeuta puede decidir si
ayudar al paciente a evaluarlo “El terapeuta no descalifica directamente el pensamiento automático”
En primer lugar por que no sabe de antemano si un pensamiento esta distoricionado y el según el termino es
que una descalificación viola el principio de empirismo colaborativo donde el terapeuta y el paciente deben
examinar ese pensamiento, controlar su validez y/o su utilidad y desarrollar una respuesta adaptativa
Para esto el terapeuta puede usar el interrogatorio desde la primera sesión. (Para ejemplo leer como trata a
Sally de la pag 143 a 149)
Los pacientes tienden a persistir recurrentemente en los errores de sus pensamiento, Cuando el paciente
expresa un pensamiento automático el terapeuta consigna el tipo de error que parece estar cometiendo.
El registro de pensamientos disfuncionales (RDP) es un formulario que ayuda al paciente a combatir más
eficazmente sus pensamientos disfuncionales y por lo tanto a disminuir su disforia. Algunos pacientes lo
usan habitualmente, mientras que otros, pese a los esfuerzos del terapeuta, no pueden o no quieren escribir
sus pensamientos y por esa razón los utilizan solo en raras ocasiones. La mayoría de los pacientes tienen una
actitud intermedia y utilizan con regularidad el RDP si reciben del terapeuta la indicación y el aliento
adecuado.
1. El terapeuta debe dominar el uso de RDP con sus propios pensamientos automáticos antes e
presentarlos al paciente.
2. El terapeuta debe hacer un plan para presentar el RDP en dos etapas que tendrán lugar en dos o
más sesiones
3. El terapeuta debe asegurarse de que el paciente capte el modelo cognitivo y crea en el antes de
presentar el RDP
5. El paciente debe demostrar buenos resultados al completar las primeras cuatro columnas antes de
que le presenten las últimas dos.
6. El terapeuta debe haber evaluado verbalmente junto con el paciente por lo menos un pensamiento
automático importante y haber logrado alguna disminución en la disforia antes de mostrarle como
completar las últimos dos columnas.
7. Si el paciente no logra completar sus tareas para el hogar haciendo uso del RDP el terapeuta debe
averiguar acerca de los pensamientos automáticos que promueve el uso de este formulario.
Una vez identificada una situación problemática el terapeuta en primer lugar ayuda al paciente, solo
mediante preguntas orales a identificar los pensamientos automáticos específicos y las emociones asociadas
a ellos.
En la terapia cognitiva no debemos exagerar la importancia de esta técnica ni de ninguna otra. La mayoría
de los pacientes encuentran que, en algún momento el completar el RDP no les proporciona suficiente
alivio. El terapeuta puede ayudar al paciente a evitar la producción de pensamientos automáticos con
respecto de sí mismo de la terapia del terapeuta del RDP poniendo énfasis en la utilidad general de estar
técnica y sus limitaciones.
La conceptualización cognitiva:
Desde el comienzo el terapeuta comienza a formular una conceptualización, que siempre conecta los
pensamientos automáticos con creencias situadas en niveles más profundos. Si no logra ver se cuadro más
amplio, es menos probable que logre dirigirla terapia de una manera efectiva.
Una vez que el paciente identificó las creencias importantes y cree fuertemente en ella, el terapeuta puede
decidir instruirlo sobre el origen de estas creencias, usando ejemplos. Al hacerlo debe tener presente la
cantidad de creencias que el paciente puede adoptar, y que estas son aprendidas y no innatas.
A los pacientes les resulta útil analizar las ventajas y desventajas de mantener una determinada creencia. El
terapeuta se debe esforzar por minimizar o descartar las ventajas y enfatizar y reforzar las desventajas. Así
mismo, el terapeuta puede trabajar en crear una nueva creencia que se conocerá como adaptativa, siendo
más funcional que rígida; no la impone, sino que guía al paciente para que en conjunto con el paciente creen
una alternativa o también en caso de que realmente la anterior aunque modificada sirva se puede
mantener.
Estas son las ideas centrales más dominantes de uno mismo desarrolladas durante la infancia, algunos
autores las reconocen como esquemas. Sin embargo, Beck las diferencia, sosteniendo que los esquemas son
estructuras cognitivas propias de la mente y las creencias centrales son el contenido especifico de esas
estructuras. La mayoría de las personas suele mantener durante su vida creencias centrales positivas, y la
creencias centrales negativas generalmente surgen en momentos de distrés psicológico; a diferencia que los
con trastorno, mantienen las negativas como si fuesen positivas o más permanentes. Las creencias centrales
negativas habitualmente son globales, generalizadas y absolutas. Cuando una creencia central se activa, el
paciente procesa con facilidad la información que la sustenta, pero no puede reconocer o distorsiona que la
refuta.
Para identificar y modificar creencias centrales, el profesional, realiza las siguientes actividades, durante la
terapia:
1. Mentalmente establece hipótesis en base a la creencia central que dio origen a pensamientos
automáticos.
2. Especifica la creencia central
3. Explica al paciente sus hipótesis acerca de éstas.
4. Instruye al paciente acerca de estas y de la específica.
5. Comienza a evaluar y a modificar la creencia central.
a) Resolución de problemas: tanto psicológicos como los de la vida real, se indagan en la primera
sesión, se hace una lista y se traducen a objetivos positivos. Se pueden ir incluyendo los que
aparezcan durante el tratamiento o los potenciales. Al principio el terapeuta es más activo en el
apoyo, luego se alienta al paciente para que sea más activo. Los que requieren una instrucción
directa, deben aprender a especificarlo, idear soluciones y seleccionarlas, implementarlas y
evaluar su eficacia. Algunos necesitan ayuda con las creencias disfuncionales que les impiden
solucionarlos. Las tareas se pueden entregar a modo de experimento. La resolución de problemas
implica a veces cambios significativos en la vida.
b) Toma de decisiones: se le puede pedir que confeccione una lista de ventajas y desventajas de
cada una de las elecciones posibles, ayudarlo a evaluar los ítems y llegar a la conclusión de cual es
más conveniente. Tener las cosas por escrito ayuda a tomar una decisión con mayor claridad. Se le
puede ayudar hasta que haya completado de manera exhaustiva las columnas y evalúan los ítems
en conjunto (se les puede asignar un puntaje o subrayar los importantes). Al final se le alienta para
que vuelva a utilizar la técnica.
*Revisión del cuadro de actividades (la semana siguiente): se revisa en conjunto, se buscan
modelos de funcionamiento y se extraen conclusiones. Actividades que ocupan mucho espacio,
relegadas, tiempos razonables para las actividades, actividades placenteras y su frecuencia,
actividades displacenteras y su frecuencia (a veces es bueno apuntar a las cogniciones
disfuncionales). Hay pensamientos que pueden impedir los cambios, se pueden catalogar como
predicciones de validez a comprobar. Se le propone al paciente que invente cambios para la
semana siguiente, ayudándola a identificar los pensamientos automáticos que pueden
impedírselo. Además se identifican cuando el puntaje de una tarea es más bajo de lo previsible.
*Evaluar los estados de ánimo utilizando el cuadro de actividades: se puede asignar a las
actividades un nivel de ansiedad con la misma escala, o un nivel de irritabilidad. También sirve
para los pacientes que sobreestiman o subestiman los estados de ánimo, al igual que los que
sufren de cambios súbitos de ánimo.
*Programar actividades: el paciente planifica y escribe las actividades para la semana siguiente,
incluyendo algunas muy placenteras, tareas, eventos, actividad física, etc. se puede predecir el
nivel de satisfacción y placer que entregarían, y luego se consignan los resultados verdaderos. Se
pueden identificar los pensamientos automáticos que socavan el placer que se obtenía de una
actividad. Se puede evaluar el pensamiento clave, compararlo con el peor y no con el mejor.
*Distracción y refocalización: es mejor que el paciente evalúe sus pensamientos automáticos en el
momento y que pueda modificarlos allí mismo. Cuando no es posible, se puede indicar la
refocalización de la atención (útil cuando se necesita concentración para la tarea, además requiere
volver a reenfocarse mediante alguna técnica), distraerse o leer una tarjeta de apoyo. Cuando el
paciente está abrumado y no está apresurado por ninguna tarea definitiva, la distracción puede
ser un recurso útil. Averiguamos cuales han sido las soluciones más efectivas en el pasado y se
realizan sugerencias, aunque no es la mejor solución para la disforia, pero la idea es que pueda
evaluar y modificar sus pensamientos automáticos.
*Relajación: se deben enseñar y practicar en sesión, porque ahí se pueden resolver problemas y
evaluar su eficacia. La debe proponer como un experimento, ya que puede ayudar a reducir la
angustia o llevar a pensamientos angustiantes que deben ser evaluados.
*Tarjetas de apoyo: se lo alienta a que las lea sistemáticamente y cuando crea que las necesite. Se
preparan en conjunto. Pueden tener 3 formatos:
3. instrucciones para activar al paciente: es para motivar al paciente a que realice sus
actividades, además hay que motivarlo para que lea la tarjeta, puede hacerlo analizando las
ventajas y desventajas, especificando los momentos en que debe leerla, preguntando cuales son
los pensamientos automáticos que se lo impiden y ayudarlo a combatirlos.
*Exposición gradual: se puede hacer un gráfico de los pasos a seguir para alcanzar el objetivo, es
dividir la meta en sub-metas, que van motivando al paciente a medida que se acerca a la meta
final, además ayuda a disminuir el nivel de angustia. Debe pasar al paso siguiente sólo cuando
haya dominado el anterior. También pueden utilizar técnicas de apoyo para complementarlo.
Cuando el paciente es reticente, entonces se identifican los pensamientos automáticos disfóricos,
que no le permiten realizarlo. También se puede corroborar las predicciones, para tener presente
la inadecuación de muchos de sus pensamientos.
*Uso de la técnica del “pastel”: es útil para aquellos que necesitan ver sus ideas expresadas en
forma de gráfico. Se puede usar para:
1. Establecer objetivos: sirve cuando hay dificultades para especificar los problemas y los
cambios deseados. El diagrama representa la vida actual y otro representa la vida ideal.
Generalmente se hace para ver la cantidad de tiempo que se dedica a actividades.
2. Listado de afirmaciones personales: son listas diarias de las cosas positivas que el
paciente está haciendo o ítems por los que merece crédito, aunque hayan sido difíciles de hacer.
Ésta tarea hace que el paciente se concentre en las cosas buenas y que se sienta mejor respecto
de sí mismo.
Identificación de imágenes:
El terapeuta trata de descubrir una imagen mental espontánea o de inducir una en sesión. Para
averiguar si se ha formado una imagen mental, podemos interrogar pidiendo descripciones de
cómo se imaginó ese momento, mientras lo pensaba, el contexto y los personajes, con sus
reacciones. Para mayor claridad, es mejor usar sinónimos como ensoñación, fantasía, imaginación
y recuerdo.
Para poder inducir una imagen mental, se le pide al paciente que describa como es un lugar que
conoce, o directamente pedirle que se lo imagine, y diga que es lo que ve. Hay imágenes positivas,
neutras o perturbadoras.
Los pensamientos automáticos son acompañados de imágenes mentales, de hecho, ellas son las
razones de ese pensamiento (por ejemplo: sentirse molesto).
Algunos pacientes no refieren sus imágenes mentales perturbadoras, porque no quieren volver a
experimentar la tensión frente al terapeuta, para no mostrarse alterado. Si lo notamos, debemos
indagarlo e instruirlo (decirle que en algún momento las podrá combatir), para que disminuya la
angustia y se vuelven más fáciles de identificar.
Si cuando el paciente refiere una situación, el terapeuta se forma una imagen mental, puede
usarla como clave para seguir buscando la que el paciente experimentó (uno lo ha imaginado, ella
¿se imaginaría como podría ser?). Si continúa dificultoso, se induce una imagen con una
experiencia menos amenazante, incluso podemos ser parte del ejemplo. O evocar una imagen
reciente, ¿Cómo llegaste acá?
Métodos de responder frente a ellas, deben ser practicados muchas veces, dentro y fuera de la
sesión, para aumentar su eficacia.
a) Seguir las imágenes hasta su conclusión: es una de las más útiles. El paciente puede
imaginar la superación de una dificultad particular y se siente mejor. En primer lugar, se
reconoce una imagen perturbadora, y se detiene en el peor momento. Luego sigues
imaginando lo que sucede a continuación, hasta que llega un momento en que el paciente
se siente un poco mejor. A veces se debe sugerir una modificación de la escena, ayuda al
paciente a ponerse en movimiento y puede seguir adelante solo. A veces el paciente
imagina que la escena empeora hasta una catástrofe e interviene, determinando su
significado, descubriendo así un nuevo problema.
a. Dar un salto hacia adelante en el tiempo: se usa cuando el paciente sigue
imaginando cosas perturbadoras, o dificultades, entonces se le pide que de un
salto en el tiempo, que se imagine el momento de alivio cuando es capaz de
terminar la tarea y además que logre describir cómo se siente.
b. Tolerar la imagen: guiar al paciente para que imagine que tolera de mejor manera
la situación que le perturba. Debe buscar soluciones hasta resolver cada uno de
los problemas que se le presentan, el terapeuta puede ayudar haciendo preguntas
y que utilice las herramientas que ha aprendido en terapia (leer la tarjeta de
apoyo, respirar profundo y decir las instrucciones en voz alta).
c. Cambiar la imagen: que el paciente identifique la imagen y luego la vuelva a
evocarla y cambie el final, aliviando su distrés si lo hace habitualmente. Pueden
ser cambios realistas o mágicos. Si el paciente pregunta si pudiese ser real la
imagen que ha modificado, le explicamos que las imágenes que experimenta
puede que no sean así, si son del futuro puede que sean diferente, por lo tanto,
tiene la posibilidad de no ser tan perturbadora la experiencia. Conduciendo a
conversaciones productivas relacionadas con la resolución de problemas. Las
imágenes perturbadoras impiden que el paciente pueda realizar su tarea, por lo
tanto, si se modifica de manera mágica o irreal, disminuye el distrés de la persona
y le permite verlo de otra forma que puede llegar a ser graciosa, entonces le
permite continuar con su tarea.
d. Comprobar la realidad de la imagen: enseña al paciente a tratar la imagen como si
fuera un pensamiento automático verbal, usando el pensamiento socrático
estándar. Se le cuestiona la evidencia que puede tener para pensar de
determinada manera. También se puede comparar una imagen espontánea con lo
que realmente está sucediendo, y verificar, mediante cuestionamientos, que no es
real la imagen, por lo tanto, reduce el nerviosismo de la persona. Se usan técnicas
específicas, más que las verbales.
e. Repetir la imagen: se suele usar cuando imagina un desenlace exagerado, pero no
catastrófico para sus imágenes. Se le sugiere que se represente una y otra vez la
imagen y preste atención en los cambios en la representación del cuadro y al nivel
de malestar que experimenta. La idea es que comience a controlar de manera
automática el grado de realidad, para comenzar a ver la imagen de forma más
realista y con menor nivel de disforia. Hay que repetirla 3 o 4 veces hacia la última
vez, donde la imagen ha cambiado para que disminuya su angustia.
f. Sustituir o detener las imágenes y distraerse de ellas: estas técnicas fueron
diseñadas para lograr un rápido alivio de los efectos de las imágenes, pero no
sirven para producir una reestructuración cognitiva importante.
i. La detención de imágenes es similar a la detención de pensamiento, se
puede utilizar de forma aislada o seguida de sustituciones de imágenes o
distracciones. El paciente reconoce la imagen y debe tratar de eliminarla
efectuando otra actividad que sea incompatible con ella. También se
pueden usar técnicas de distracción o relocalización de la atención.
ii. La técnica de sustitución de la imagen por una imagen más placentera,
practicándolo regularmente produce un alivio de imágenes espontáneas
desagradables. El paciente primero debe crear la imagen agradable, con la
mayor cantidad de detalle posible, para que luego la pueda usar en la
sustitución, además de practicar la relajación.
b) Revisión de técnicas para combatir las imágenes espontáneas: el terapeuta debe
enseñárselas y ayudarlo a que las practique. Conviene que el paciente cuente con una lista
escrita de las técnicas que ha aprendido y que en ella pueda buscar la que más se
acomode a la situación.
a. La inducción de imágenes como respuesta terapéutica: tratar de inducir una
imagen opuesta para combatir la imagen espontánea.
i. Ensayo de técnicas de apoyo: el terapeuta induce una imagen con el
objetivo de practicar técnicas de terapia cognitiva. El terapeuta le induce
la imagen al paciente, y dependiendo de la situación le va preguntando
que técnica utilizaría en ese momento, debe imaginar como maneja la
situación en detalle y anota las técnicas que predice la pueden ayudar.
ii. Distanciamiento: creada para disminuir la tensión y ayudar a los pacientes
a ver el problema desde una perspectiva más amplia. Otra de estas
técnicas puede ayudar al paciente a reaccionar frente a las consecuencias
imaginarias de una catástrofe, implica un pasar de años, no de horas o
días.
iii. Reducción de la amenaza percibida: tiene por objeto el permitir que el
paciente efectúe una mejor evaluación de alguna situación amenazante.
14. Las tareas para el hogar.
Son parte esencial de la terapia cognitiva. Se busca extender las oportunidades de cambio
cognitivos y conductuales a toda su semana. Puede permitirle lograr mayores conocimientos,
adquirir información, revisar sus pensamientos y creencias, modificar su pensamiento, poner en
acción herramientas conductuales y cognitivas y experimentar nuevos comportamientos. Pueden
maximizar lo aprendido en la sesión y aumentar su autosuficiencia. El terapeuta debe establecer
tareas a medida de cada individuo, darle una explicación interesante, precaverlo de los potenciales
obstáculos y modificar algunas creencias relevantes, para hacer más probable el cumplimiento.
a. Tareas permanentes.
III. La biblioterapia: que el paciente lea, anote sus opiniones o puntos sobre los
cuales desea hacer preguntas.
IV. El repaso de las sesiones anteriores: debe repasar las notas que toma en la
sesión, registrando los pensamientos automáticos, creencias disfuncionales y respuestas
adaptativas que identifica en sesión.
b. Tareas adicionales: son tareas que sólo son útiles para algunas sesiones, se pueden ir
programando y repitiendo según sea necesario.
1. ajustar la tarea al individuo, asegurarse de que puede hacerla y que lo hará, son
preferibles las tareas demasiado fáciles.
2. dar una explicación de cómo y por qué podría ayudar una tarea.
d. Adaptar la tarea al paciente: hay que tomar en cuenta las características y los deseos
del paciente. No solo es importante el tipo de tarea, sino también la cantidad de trabajo que se le
asigna. Hay que dividir el trabajo en etapas que sean fácilmente abordables. También es
importante predecir posibles dificultades antes de asignar una tarea, se puede hacer evaluando el
diagnóstico del paciente y los problemas que presenta. Es preferible el extremo de asignar tareas
extremadamente fáciles, ya que su dificultad puede llevar al paciente a la autocrítica o a la
desesperanza.
e. Proveer una explicación: es más probable que las cumpla, si entiende el propósito de
ellas. Se suele dar una breve explicación, para luego alentar al paciente a descubrir el propósito de
la tarea. También es importante mencionar a los pacientes que es probable que mejoren más
rápido si cumplen con las tareas, avalados por investigaciones. Además, hay que poner énfasis en
las razones por las cuales las tareas deben hacerse diariamente. Para cambiar el pensamiento y el
comportamiento, son necesarios atención y esfuerzo sostenidos.
f. Establecer las tareas en colaboración: hay que asegurarse que el paciente comprende los
objetivos de la tarea y que esté de acuerdo con hacerla. Si el paciente es muy complaciente, hay
que incluir algunos pasos más en la tarea como por ejemplo el cuestionarse acerca de la tarea. A
medida que avanza en la terapia, se le alienta para que fije sus propias tareas, pero siempre en
relación con el problema.
g. Evitar las posibilidades de fracaso: hay que mencionar que la tarea proporciona datos
útiles, aún cuando no haya sido completada. Entonces disminuye su disforia y no se siente
fracasado, siempre y cuando registre lo que pasa por su mente en el momento de no poder
realizar la tarea. A veces hay que averiguar cuales son los obstáculos que se interponen en la
realización de las tareas, como cuando pasan 2 semanas sin que las haga o las hace antes de entrar
en la sesión.
h. Comenzar la tarea en la sesión: sobre todo en la primera etapa de la terapia, para que
se pueda evaluar el nivel de dificultad es adecuado, además aumenta las probabilidades que la
continúe (eliminando las dificultades con la motivación).
i. Recordar las tareas: las deben anotar, pueden agruparlas con otras actividades diarias,
pegar letreros en los lugares que frecuenta. Incluyendo en ellas estrategias de resolución de
problemas.
3. ¿resultará abrumadora?
c. Conceptualizar las dificultades: cuando tiene dificultades para realizar sus tareas, el problema
sirve para conocerlo mejor, dependiendo de:
2. Olvidar las razones de la asignación de una tarea: por lo que también olvida la
tarea, entonces hay que pedirle que anote las razones al lado de la tarea. Se debe hacer
independiente de como se sienta el paciente.
*lista de créditos.
*completar RPD.
O simplemente que lo anote en una agenda, puede empezar a hacerlo con ayuda. Si necesita
motivación, es mejor que llame a la consulta y dejar un mensaje cada vez que la termine, ya que
saber que el terapeuta está interesado.
Entonces, hay oportunidad de, dar el ejemplo de cometer errores y admitirlos, mejorar el rapport
y demostrar al paciente que está interesado en amoldar la terapia a sus necesidades, ayudar al
paciente a ver una solución alternativa para su fracaso.
2. Sobreestimar las demandas de una tarea: o no percibir que el tiempo que ocupa
es limitado. Se pueden usar técnicas de solución de problemas para hacer algo de tiempo,
diciendo que sólo es necesario que organice algunas cosas durante un tiempo, hasta que se sienta
mejor. También hay pacientes que sobreestiman la energía necesaria para realizar la tarea,
aunque puede evocarla de muchas maneras diferentes. Además se puede escribir la predicción
que el paciente ha hecho y al final ver cuán acertada fue.
*”Si indago las razones por las cuales no hizo la tarea, voy a herir sus sentimientos”
*”Si lo contradigo, se enojará”, etc. por lo que debe preguntarse qué pasa por su mente con la
asignación de tareas o preguntar por qué no las ha hecho, o hacer un RPD o ir a supervisión.
d. Revisar las tareas realizadas: siempre debe prestarles atención porque son parte fundamental
de la terapia, aunque esté en crisis o desee conversar de otro tema, hay que dedicarle algunos
minutos. A veces están ligadas las tareas a las sesiones, y su revisión puede llevar a la asignación
de una nueva.
El tratamiento suele tener una frecuencia de una sesión por semana al principio, cuando el
paciente ha experimentado una reducción de los síntomas y ha aprendido a usar las herramientas
básicas, entonces se va reduciendo a una por cada 2 semanas y luego cada 3 o 4 semanas. Se debe
alentar que vayan a sesiones de “refuerzo” a los 3, 6 y 12 meses después de haber terminado el
tratamiento. Hay que preparar al paciente para la finalización del tratamiento y de las posibles
recaídas desde el comienzo hasta la última sesión de control.
Desventajas (ejemplo):
1. puedo experimentar una recaída. (Si voy a tener una recaída, es mejor que suceda en el
momento en que continúo en terapia, para aprender a manejar la situación).
2. es posible que no sea capaz de resolver los problemas por mi cuenta (Espaciar la terapia me da
la oportunidad de comprobar la verdad de mi idea de que necesito a mi terapeuta. A largo plazo es
mejor que aprenda a resolver los problemas por mi cuenta, ya que no estaré en terapia toda la
vida).
3. extrañaré a mi terapeuta (Esto probablemente sea verdad, pero podré tolerarlo y me alentará
para construir una red de apoyo).
Entrega un marco más coherente para tomar decisiones y planificar el tratamiento. Debemos
preguntarnos permanentemente ¿Cuál es aquí el problema específico y qué estoy tratando de
conseguir?, son las áreas fundamentales para una planificación eficaz del tratamiento.
Hay que aprender a descubrir los problemas, especificarlos, conceptualizar su origen, planificar la
manera de solucionarlos. Para el profesional son una oportunidad para mejorar sus capacidades,
promover su flexibilidad y creatividad, lograr una nueva comprensión y experiencia útiles. Los
problemas no sólo surgen por las características del paciente, sino también por las limitaciones del
terapeuta.
5. ¿Hay algunos factores que estén interfiriendo con el trabajo terapéutico? (biológicos y
situacionales)
4. leer más sobre tratamiento de pacientes con trastornos del eje I y II.
8. revisar el modelo cognitivo con el paciente y pedirle que exponga cualquier duda o
malentendido.
13. controlar que el paciente haya comprendido el contenido de la sesión y registrado los
puntos más importantes.
14. según las necesidades y preferencias del paciente, cambiar el ritmo o estructura de la
sesión, la cantidad o dificultad del material a tratar, el grado de empatía expresada por el
terapeuta, su actitud didáctica o persuasiva y/o el enfoque adoptado para la resolución de
problemas.
18. La formación de un terapeuta cognitivo.
Se aconseja adquirir experiencia de las técnicas básicas practicándolas uno mismo, permitiendo
corregir dificultades en la aplicación y ponerse en el lugar del paciente para identificar obstáculos
en la ejecución de tareas. Hay que seguir los siguientes pasos:
1. Controlar el propio estado de ánimo e identificar los pensamientos automáticos cada vez que se
experimenta disforia.
2. Anotarlos, descubriendo los potenciales obstáculos que pueden tener los pacientes al hacerlo.
Efectuando una comparación con uno mismo cuando se dé esa tarea a otro.
3. Identificar los pensamientos automáticos que no dejan anotarlos, se puede reconocer la verdad
parcial de ellos y verlo de manera más positiva y útil.
5. Llenar la mitad inferior del diagrama de conceptualización cognitiva, con 3 situaciones típicas en
las cuales se haya sentido disfórico.
6. Continuar con la parte superior del diagrama, hay que identificar la creencia central y completar
el resto de casilleros.
9. Elegir un paciente poco complicado para el primer intento de terapia. Es preferible que sea un
paciente nuevo, que no haya intentado con otro tipo de terapia, la idea es que se pueda utilizar el
tratamiento estándar propuesto por el libro.
10. Obtener consentimiento para grabar las sesiones, las puede revisar solo o con un supervisor, le
será útil para su formación.
11. Continuar el proceso leyendo más sobre la terapia, además leer libros recomendados para
pacientes, para poder recomendar una adecuada biblio-terapia.