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embargo, también propuso una teoría sobre el desarrollo moral, según la cual se
reconocía que el desarrollo cognitivo está estrechamente ligado al desarrollo
moral.
1. La comprensión de las reglas por parte de los niños. Lo cual implica preguntas
como:
Piaget descubrió que las ideas de los niños con respecto a las reglas, los juicios
morales y el castigo tendían a cambiar a medida que crecen.
En otras palabras, así como existen etapas en el desarrollo cognitivo de los niños,
también existen etapas universales para el desarrollo moral.
Los niños consideran que la moralidad obedece las reglas y leyes de otras
personas, las cuales no se pueden cambiar.
Aceptan que todas las reglas son creadas por una figura de autoridad, como por
ejemplo, padres, maestros, Dios, y que infringir las reglas dará lugar a un castigo
inmediato y severo, o sea a una justicia inmanente.
Durante esta etapa, los niños consideran que las reglas son absolutas e
inmutables, es decir, “divinas”. Creen que las reglas no se pueden cambiar y que
siempre han sido las mismas.
Ejemplo 1
Una vez una niña que se llamaba Marie, quería darle a su madre una agradable
sorpresa y regalarle un trozo de costura. Pero ella no sabía cómo usar las tijeras
correctamente y termino cortando un gran agujero en su vestido.
Ejemplo 2
Una niña llamada Margaret fue y tomó las tijeras de su madre un día cuando su
madre no estaba. Ella jugó con ellas durante un tiempo. Entonces, como no
sabía cómo usarlas correctamente, accidentalmente hizo un pequeño agujero en
su vestido.
Aunque reconocen la distinción entre un acto bien intencionado que resulta mal y
un acto descuidado, desconsiderado o malicioso, tienden a juzgar la malicia en
términos de la gravedad de la consecuencia más que en términos de motivos.
Esto es lo que Piaget denomino realismo moral.
Concepción de la mentira y el castigo desde la moral heterónoma
Piaget también estaba interesado en lo que los niños entienden por una mentira.
Descubrió que los niños más pequeños valoran la gravedad de una mentira en
términos del tamaño de su desviación de la realidad.
Por ejemplo, para el niño aquel que afirma que vio a un perro del tamaño de un
elefante sería juzgado como más mentiroso, que quien diga haber visto un perro
del tamaño de un caballo, aunque es menos probable que se le crea al primero.
Con respecto al castigo, Piaget también descubrió que los niños en esta etapa
tenían una visión característica.
Para ellos la función del castigo es hacer sufrir al culpable. Piaget llamó a este
fenómeno como justicia retributiva, o castigo expiatorio, porque el castigo se
percibido como un acto de retribución o venganza.
Los niños en el periodo operativo concreto tienen una visión muy antigua del
castigo, similar a la del Antiguo Testamento, o sea “ojo por ojo”.
Los niños también creen en lo que Piaget denominó justicia inmanente, o sea
que el castigo debería seguir automáticamente al mal comportamiento.
Por ejemplo, una de las historias que contó fue sobre dos niños que robaron en un
huerto de uno agricultores locales.
El granjero sorprendió a los niños e intentó atraparlos. Sin embargo, solo uno fue
capturado y el granjero le dio una paliza. Mientras que el otro, que corrió más
rápido, logro escapar.
Sin embargo, en el camino a casa, este niño tuvo que cruzar sobre la corriente por
un tronco muy resbaladizo. Este niño se cayó y se cortó la pierna gravemente.
Ahora, cuando se les preguntaba a los niños en esta etapa, sobre por qué el niño
se hirió la pierna, no dicen “porque el tronco estaba resbaladizo“, afirman al
contrario, “porque le robó al granjero“.
En otras palabras, los niños interpretan la desgracia como si fuera algún tipo de
castigo de parte de Dios o por algún tipo de fuerza superior.
Estos niños consideran que la justicia está en la naturaleza de las cosas. Los
culpables en su opinión siempre son castigados a la larga y el mundo natural es
como un policía.
Por lo tanto, es una moral que proviene del respeto unilateral que le deben a sus
padres, maestros y otros figuras de autoridad.
Sin embargo, a medida que los niños crecen, las circunstancias de sus vidas
cambian, su actitud ante las cuestiones morales sufre un cambio radical.
Los niños menores típicamente “cuentan” a los demás. Creen que su principal
obligación es decir la verdad a un adulto cuando se le pida que lo haga.
Los niños mayores normalmente creen que su primera lealtad es con sus amigos
cercanos y no solo con sus compañeros en general. Este sería un ejemplo de la
moral autónoma del niño.
Durante este periodo los niños comprenden que no existe el bien o el mal
absoluto y que la moralidad depende de las intenciones y no de las
consecuencias.
Piaget creía que alrededor de la edad de 9-10 años la comprensión de los niños de
los problemas morales sufre una reorganización fundamental.
Como resultado, las ideas de los niños sobre la naturaleza de las reglas mismas,
sobre la responsabilidad moral, sobre el castigo y la justicia cambian, por tanto,
su forma de pensar se asemeja más a la de los adultos.
Los niños ahora entienden que las reglas no provienen de alguna fuente mística
“divina“. La gente crea reglas y las personas pueden cambiarlas; no están
inscritas en tablas de piedra.
Con respecto a las “reglas del juego“, los niños mayores reconocen que se
necesitan reglas para evitar peleas y garantizar el juego limpio.
De hecho, a veces incluso se fascinan con todo el asunto y, por ejemplo, discuten
las reglas de los juegos de mesa, tales como el ajedrez, el monopolio, las cartas o
el deporte, además de las reglas fuera de juego, con todo el interés de un
abogado.
Con respecto a los temas de culpa y responsabilidad moral, los niños mayores no
solo toman en cuenta las consecuencias sino que también consideran los motivos.
Comienzan a darse cuenta que si se comportan de una manera que parece estar
equivocada, pero tienen buenas intenciones, no necesariamente serán castigados.
Por lo tanto, para ellos un acto bien intencionado que resultó mal es menos
culpable que un acto malicioso que no causó daño.
Todo esto demuestra, en opinión de Piaget, que los niños ahora pueden apreciar
la importancia de los hechos subjetivos y de la responsabilidad interna.
Ahora reconocen que todas las mentiras no son iguales, por ejemplo, puedes
decir una “mentira piadosa” para proteger los sentimientos de alguien.
También reconocen que si alguien dice algo que sabe que no es cierto, ello no
significa necesariamente que la otra persona esté mintiendo. Ya que podría ser
que cometieron un error o que se trate de una diferencia de opinión.
Los niños en este periodo también reconocen que la justicia en la vida real es un
sistema imperfecto.
A veces los culpables se salvan de pagar por sus trasgresiones y algunas veces los
inocentes sufren injustamente.
Para los niños más pequeños, el castigo colectivo se considera aceptable. Por
ejemplo, no estarían en desacuerdo con que toda una clase sea castigada por el
mal comportamiento de un solo niño.
Los niños mayores, sin embargo, consideran incorrecto castigar a los inocentes
por los malos actos de los culpables.
En general, Piaget describe la moralidad del niño mayor como una moralidad
autónoma, es decir, una moral sujeta a sus propios términos.
El cambio se produce como resultado del desarrollo cognitivo general del niño,
en parte debido al declive del egocentrismo y a la creciente importancia del
grupo de pares.
El grupo de referencia para las creencias morales de los niños se centra cada vez
más en otros niños y las disputas entre iguales deben negociarse y llegar a
compromisos.
En lugar del respeto unilateral que los niños más pequeños deben a sus padres,
una actitud de respeto mutuo rige las relaciones entre pares.