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Materia: Lógica (Turno mañana, primer cuatrimestre de 2018)

Cátedra: Oller
Teórico: N° 8 (Viernes 8 de junio)
Tema: Propiedades estructurales de la relación de consecuencia de la lógica
proposicional: reflexividad, monotonía y transitividad.
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La caracterización de la relación de consecuencia lógica para la lógica


proposicional permite obtener inmediatamente determinadas propiedades de esa
relación. Recordemos dos caracterizaciones equivalentes de la relación de
consecuencia lógica (semántica) para la lógica proposicional o de orden cero:

Una fórmula  es una consecuencia lógica de un conjunto de premisas


 = {1, …, n} si y sólo toda valuación que asigne 1 a todas las premisas, asigna
1 a la conclusión.
V ((V (1) = 1 ∧ V (2) = 1 ∧ … ∧ V (n) = 1)  V () = 0)

Una fórmula  es una consecuencia lógica de un conjunto de premisas


 = {1, …, n} si y sólo si no existe ninguna valuación que asigne 1 a todas las
premisas y 0 a la conclusión.
¬∃V ((V (1) = 1 ∧ V (2) = 1 ∧ ... ∧ V (n) = 1) ∧ V () = 0)

En el enunciado de estas propiedades no va a aparecer ninguna constante lógica


y, por ello, se las suele llamar propiedades estructurales de la noción de
consecuencia lógica. Hay tres propiedades estructurales que caracterizan lo que
se llama una noción de consecuencia tarskiana: reflexividad, monotonía y
transitividad. Estas propiedades valen tanto para la noción de consecuencia
semántica como para la noción de consecuencia sintáctica que se caracteriza en
términos de la noción de derivación. La noción de consecuencia sintáctica se
caracteriza en términos de derivación o de derivabilidad:  es una consecuencia
sintáctica de Γ si y sólo si  es derivable de Γ. Eso quiere decir que  es una
consecuencia sintáctica de Γ si y solo si existe por lo menos una derivación de  a
partir de Γ.

La relación de consecuencia de la lógica de predicados de primer orden también


goza de estas tres propiedades estructurales. Además, estas propiedades no
pertenecen solo a la relación de consecuencia deductiva de la lógica clásica de
primer orden, sino que son propiedades que tienen toda una variedad de
relaciones de consecuencia correspondientes a diversas lógicas deductivas. Son
propiedades estructurales dado que no hacen referencia al lenguaje del sistema, es
decir no dependen de cuál sea el conjunto de constantes lógicas y de cuáles sean
las reglas para esas constantes.

Cada una de estas propiedades se puede enunciar de varias maneras. La noción de


reflexividad a veces se formula de manera unitaria, que es esta:

Reflexividad unitaria: {}╞ 

Es decir, si yo tengo a  como premisa puedo concluir . Parece una propiedad


sensata para una noción deductiva de consecuencia lógica. Si la expresamos en
términos de valuaciones, afirma que no existe ninguna valuación que al mismo
tiempo haga verdadera a  (la premisa) y haga falsa a  (la conclusión). Y en
efecto, como las valuaciones son funciones, una valuación solamente puede
otorgar uno y sólo un valor de verdad a  y, por lo tanto, no existe ninguna
valuación que asigne a una fórmula  tanto el valor 1 como el valor 0.

Otra manera de expresar la propiedad de reflexividad, que se llama reflexividad


generalizada es la siguiente:

Reflexividad generalizada: Si  ∈ , entonces ╞ 

Si ustedes tienen un conjunto de premisas Γ y entre esas premisas está ,


entonces  es una consecuencia semántica de Γ. Por ejemplo, si yo tengo como
mi conjunto de premisas “Hoy es miércoles; hay sol; no hay viento”, puedo
concluir “Hay sol”, porque “Hay sol” es uno de los miembros de mi conjunto de
premisas. Toda valuación que haga verdaderos a todos los miembros de Γ, por
necesidad también va a hacer verdadero a , porque  es uno de los miembros de
Γ.

Recuerden que para cada una de estas tres propiedades semánticas vamos a tener
la contraparte sintáctica. En el caso de la reflexividad, será:

Reflexividad unitaria: {} ├ 

¿Qué debe suceder para que  sea una consecuencia sintáctica de {}? Debe
haber por lo menos una derivación de  a partir de {}. Eso quiere decir que debe
haber una secuencia finita de fórmulas tal que cada uno de los miembros de esa
secuencia sea o bien una premisa o supuesto inicial, o bien un supuesto
provisorio —que debe cancelarse— o bien una fórmula que se obtiene de una o
más líneas anteriores de la secuencia mediante el uso de una regla de inferencia y
tal que la última fórmula de la secuencia es la conclusión. Entonces, dada esta
definición de derivación, esta es una derivación de  a partir de {}:

1. 

porque es una secuencia finita de enunciados tal que la fórmula de la línea 1 es la


premisa y tal que la última fórmula de la secuencia —nuevamente la de la línea
1— es la conclusión. De manera que, trivialmente  es una consecuencia
sintáctica de {} —del conjunto de premisas cuyo único miembro es — .

Pasamos a la segunda propiedad: la monotonía. La monotonía también expresa


formalmente algo que uno puede esperar de una noción de consecuencia
deductiva, que es que ninguna información nueva —bajo la forma de nuevas
premisas— me puede hacer caer una conclusión deductiva que ya haya obtenido
a partir del conjunto original de premisas. Si para que haya consecuencia
deductiva debe suceder que, necesariamente, si las premisas son verdaderas la
conclusión es verdadera, y efectivamente existe esa conexión necesaria, ninguna
nueva premisa me la puede alterar. Por ejemplo, si “Llueve y hace frío” permite
inferir deductivamente “Llueve”, entonces ninguna información nueva, como por
ejemplo “El otoño baña de melancolía al Tíbet”, me puede hacer retractar esa
conclusión que he obtenido. Dicho de otro modo, las conclusiones deductivas son
irrevocables, si sigo aceptando las premisas originales debo seguir aceptando una
conclusión ya obtenida, aunque añada nuevas premisas al conjunto original de
premisas. No hay ninguna información nueva que me pueda hacer retractar mis
conclusiones deductivas.

¿Cómo expresamos la monotonía? Una manera de expresarla es en términos de la


propiedad que llamamos monotonía unitaria:

Monotonía unitaria: Si  ╞ ,entonces ∪} ╞ 

Si  es una consecuencia semántica de Γ entonces también va a ser una


consecuencia semántica del conjunto ampliado que resulta de agregar a Γ la
fórmula . Esto lo expresamos conjuntísticamente como el conjunto que resulta
de la unión de Γ con el conjunto unitario cuyo único miembro es . En efecto, si
toda valuación que hace verdaderos a todos los miembros de Γ hace verdadera a
, entonces toda valuación que haga verdaderos a todos los miembros de Γ y
también a  hará verdadera a . Por ejemplo, si tenemos “Llueve y hace frío. Por
lo tanto, llueve”, esa conclusión —“Llueve”— se va a seguir infiriendo del
conjunto ampliado de premisas “Llueve y hace frío. El otoño baña de melancolía
al Tíbet”. Hay una forma más general de expresar monotonía que es la siguiente:

Monografía generalizada: Si ╞ ,entonces ∪ ╞ 


Si  es una consecuencia de Γ entonces va a ser una consecuencia de cualquier
ampliación de Γ con todos los elementos del conjunto .

La contraparte sintáctica de la propiedad de monotonía se puede probar para la


lógica clásica de primer orden usando la noción de derivabilidad. Supongan que 
es derivable de Γ. Eso quiere decir que existe por lo menos un conjunto ordenado
y finito de fórmulas que cumple con ciertas condiciones y que empieza con los
miembros de Γ y termina con . Si existe una derivación de este tipo que empieza
con todos los miembros de Γ y termina con , entonces es posible construir una
secuencia de enunciados de este tipo:

1. 1 Premisa
2. 2 Premisa
3. 3 Premisa
.
.
.
n. n Premisa
.
.
.
m. .
.

Si es posible construir esta derivación, también va a ser posible construir una
derivación de  a partir de ∪que comience con los miembros de Γ y 
como premisas, y que termine con . Esta derivación tendrá la siguiente forma:

1. 1 Premisa
2. 2 Premisa
3. 3 Premisa
.
.
.
n. n Premisa
n+1.  Premisa
.
.
.
m. .

Si  es derivable a partir de , entonces existe por lo menos una derivación de 


a partir de . Al agregar como línea adicional a una de esas derivaciones —a
continuación de los miembros de — a la premisa  construiremos una
derivación de  a partir de ∪, de acuerdo a la definición de derivación que
hemos dado.
La última de estas tres propiedades estructurales es la de transitividad. Una
versión de transitividad, la versión unitaria, es la siguiente:

Transitividad: Si ╞  y {} ╞ , entonces ╞ 

En efecto, si toda valuación que hace verdaderas a todas las fórmulas de Γ hace
verdadera a  y toda valuación que hace verdadera a hace verdadera a ,
entonces toda valuación que haga verdaderas a todas las fórmulas de Γ —y, por
lo tanto, también a —hará verdadera a . La fórmula  ha sido “cortada” y no
aparece en el consecuente de ese condicional metalíngüístico —es decir, en
╞ —.

Un ejemplo de esta propiedad puede ofrecerse poniendo Γ = {r, (p  q), p},


 = q y  = (q  r). Como q es una consecuencia lógica del conjunto de premisas
{r, (p  q), p} y (q  r) es una consecuencia lógica de {q}, entonces —por la
propiedad de transitividad de la relación de consecuencia— (q  r) es una
consecuencia lógica del conjunto de premisas {r, (p  q), p}.

Es fácil probar que esta propiedad también vale para la noción de consecuencia
sintáctica de la lógica proposicional. Podemos mostrar esto para el ejemplo
anterior: suponemos que existe una derivación de q partir del conjunto de
premisas {r, (p  q), p} y también existe una derivación de (q  r) a partir del
conjunto unitario de premisas {q}:

1. r Premisa
2. (p  q) Premisa
3. p Premisa
4. q De 2 y 3 por E
1. q Premisa
2. (q  r) De 1 por I

Dadas esas dos derivaciones, para construir una derivación (q  r) a partir del
conjunto de premisas {r, (p  q), p} solo es necesario concatenar ambas
derivaciones:

1. r Premisa
2. (p  q) Premisa
3. p Premisa
4. q De 2 y 3 por E
5. (q  r) De 4 por I

Esta última secuencia cumple con las condiciones que exige la definición de
derivación para poder afirmar que (q  r) es derivable a partir del conjunto de
premisas {r, (p  q), p}.

No toda relación de consecuencia deductiva tiene esas tres propiedades


estructurales, dado que hay lógicas no clásicas o divergentes que se ven obligadas
a renunciar a alguna(s) de esas reglas estructurales. En efecto, casi al mismo
tiempo que se consolida la lógica matemática —entre fines del siglo XIX y
principios del siglo XX— aparecen quienes sostienen que la lógica de primer
orden clásica contiene principios —es decir, leyes o reglas— que están
equivocados. Entonces formulan sistemas de lógica matemática, con todos los
requisitos de precisión que tiene la lógica de primer orden clásica, pero que no
contienen algunos de esos principios que consideraban equivocados. Uno de los
principios que muchos de esxs lógicxs heterodoxxs consideraba erróneo era el ex
contradictione sequitur quodlibet, que valida la inferencia de cualquier fórmula a
partir de una premisa contradictoria. No existe ninguna valuación —clásica—
que verifique a una contradicción. Entonces, si no hay ninguna valuación que
verifique a una premisa contradictoria, no va a haber ninguna valuación que
verifique a esa premisa y falsifique a la conclusión —como no hay ningún
estudiante del curso que domine el sánscrito, podemos concluir que no hay
ningún estudiante del curso que domine el sánscrito y el tibetano—. Por lo cual
se concluye que no hay contraejemplos de la validez de un argumento cuya
premisa sea una contradicción y que la conclusión de un argumento tal es una
consecuencia lógica de su premisa. En general, cualquier argumento cuyo
conjunto de premisas sea insatisfacible —es decir, un conjunto de premisas tal
que no exista una valuación que verifique simultáneamente a todas ellas— es
deductivamente válido, de acuerdo a la definición de validez que hemos dado.

Para evitar estos casos, que algunxs consideran paradojas de la relevancia, puede
modificarse la definición de validez estándar del siguiente modo: un argumento
proposicional es válido si y sólo si toda valuación que verifica a las premisas
verifica a la conclusión —esta es la cláusula clásica— y hay por lo menos una
valuación que verifica simultáneamente a todas las premisas —es decir, no
admitimos conjuntos de premisas insatisfacibles—. Denotaremos a la relación de
consecuencia no clásica determinada por esta definición de validez con ╞S .

Para probar que la relación de consecuencia ╞S no tiene la propiedad de


reflexividad es necesario encontrar por lo menos un contraejemplo de esa
propiedad. El siguiente es un contraejemplo de la reflexividad de ╞S, ya que en
este argumento su única premisa es insatisfacible: {(p  p)}  (p  p)

¿Qué pasa con la monotonía? Supongamos que tenemos el siguiente conjunto de


premisas:

 = {p, (q ∧ r)}

De este conjunto de premisas puede inferirse clásicamente r:

{p, (q ∧ r)} ╞ r

y también puede inferirse r de acuerdo a la relación de consecuencia ╞S :

{p, (q ∧ r)} ╞S r
¿Por qué? Porque hay consecuencia clásica y el conjunto de premisas es
satisfacible, es decir, hay por lo menos una valuación que lo verifica. ¿Cuál es
esa valuación? La que hace verdadera a p, verdadera a q y verdadera a r. Un
contraejemplo de la monotonía para la relación de consecuencia ╞S es el
siguiente: mantenemos los elementos del conjunto original de premisas y le
agregamos una premisa más, p:

{p, (q ∧ r), ¬p} ╞S r

Observamos que cae la relación de consecuencia entre r y el conjunto ampliado


de premisas, porque al agregar p tenemos ahora un conjunto insatisfacible de
premisas —es decir, no se cumple el segundo requisito para que haya
consecuencia ╞S. No existe ninguna valuación que verifique todas las premisas
del conjunto ampliado, porque cuando una valuación verifica a p falsifica a p y
cuando verifica a p falsifica a p.

Ahora nos queda preguntarnos por la tercera propiedad, la transitividad para ╞S.
Es decir nos preguntamos si es verdad que, si ╞S y{}╞S , entonces
╞S . Para demostrar este condicional metalingüístico, suponemos su
antecedente y tratamos de obtener su consecuente. Supongamos que
╞S y{}╞S . Entonces, por la definición de ╞S, se sigue que  será una
consecuencia clásica de  y  no será insatisfacible. Por otra parte, de la
definición de ╞S se sigue que  es una consecuencia clásica de {} y  no es
una contradicción. De todo esto, y de la transitividad de la relación de
consecuencia clásica, se sigue que  es una consecuencia clásica de . Además,
como  no es insatisfacible, podemos concluir, en virtud de la definición de ╞S ,
que ╞S .Ahora podemos introducir el condicional y llegar a la conclusión
deseada: si ╞S y{}╞S , entonces ╞S . Es decir, la relación de
consecuencia╞S tiene la propiedad de transitividad.

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