You are on page 1of 7

Pajovic.

Los Balcanes entre el pasado y el presente (una introducción histórica a los


estudios balcánicos)
Los Balcanes: una aproximación geográfico-histórica

En el caso de la región balcánica se trata de una porción del continente europeo cuya geografía es muy accidentada
y en la que se trazaron numerosas divisiones de carácter histórico entre los pueblos europeos. El espacio balcánico
fue el escenario de la primera gran división del Imperio Romano o de la división del cristianismo entre católicos y
ortodoxos, hecho que polariza aún más a los pueblos de esta gran península. Se añadirá el Islam, como consecuencia
directa de la penetración del Imperio otomano y de su ocupación de los Balcanes.

En los Balcanes se genera a lo largo de la historia un proceso de fragmentación muy dinámico, de manera que en
esta región a finales del siglo XX, o sea después de la última desintegración —que se produjo en el territorio de la ex
federación yugoslava—, existen doce Estados y dos naciones repartidas en toda el área.

El término mismo "los Balcanes" tiene su origen en la palabra turca "Balkan" que significa "cordillera" o "tierra
montañosa".

Puede afirmarse que la península representa el puente más directo entre Europa y Asia, entre el Occidente y el
Oriente. Su paisaje montañoso no ha permitido la formación de grandes unidades políticas. La misma geografía
determinó el fraccionamiento y la dispersión del poder político, siguiendo para ello los accidentes y la distribución de
la tierra. Por esta razón los pueblos que viven allá se han visto obstaculizados y condicionados por la geografía: se
trata de fenómenos de asentamientos cerrados en sí mismos.

El tema de la definición del área balcánica es importante para poder estudiar el nuevo mapa geopolítico de la región
después de la desintegración yugoslava, pero también para entender la actitud de algunos países de la región que al
negar su pertenencia a los Balcanes intentaron acercarse a las corrientes de cooperación e integración que se dieron
en el marco de Europa occidental.

De estas características de los Balcanes se derivan no sólo la particularidad histórica sino también el alto grado de
inestabilidad política y el modelo de su desarrollo socioeconómico, dependiente y condicionado por la relación entre
los dos polos indicados: el Oriente y el Occidente.

Ubicados entre los centros de poder, entre la cultura de Europa occidental y las tradiciones políticas y sociales de
Oriente, los Balcanes se convierten en campo de expansión y batalla de los intereses extranjeros. Esto convierte a la
región en un lugar de continuas tensiones y crisis permanentes, donde las potencias orientales y occidentales trazan
sus esferas de hegemonía e influyen decisivamente en el desarrollo histórico, político, económico y cultural de los
pueblos balcánicos.

La historia de la estatalidad en los Balcanes

Es bien conocido que en estos estados nacieron la filosofía, la literatura, el arte y hasta la democracia política. Por lo
tanto, podría afirmarse que los Balcanes —si tomamos en cuenta que Grecia es un país balcánico-mediterráneo—
fueron la cuna de la civilización europea.

Pero los demás pueblos balcánicos también han vivido periodos esplendorosos en el desarrollo de sus respectivos
estados nacionales; sin embargo, este proceso fue interrumpido drásticamente por la invasión otomana (batalla de
Kosovo en 1389), precisamente cuando en Europa occidental se ensayaba y conformaba el Estado moderno.

La región ha heredado una característica general: la existencia de 14 diferentes grupos étnicos que en su mayoría
hablan idiomas diferentes, lo que hoy en día hace de los Balcanes un objeto de estudio por excelencia de los
nacionalismos complejos y conflictivos.

El doloroso proceso de liberación y emancipación nacional de los pueblos balcánicos comenzó con diversos
movimientos secesionistas, bajo la influencia de las revoluciones europeas de finales de siglo XVIII y de la primera
mitad del siglo XIX. Dicho proceso histórico resultó ser un complejo e incierto periodo durante el cual los pueblos
balcánicos recuperaron poco a poco sus respectivas identidades nacionales y lograron la reafirmación de sus
atributos estatales. Dicho proceso supuso también el fortalecimiento de la presencia rusa en esta parte de Europa.
Según la doctrina oficial, el imperio ruso de los zares, la ''Santa Rusia", se perfiló como garante de los cristianos
ortodoxos y como protagonista y patrocinador de las ideas paneslavistas.

Puede afirmarse que los estados balcánicos liberados del Imperio otomano entraron definitivamente en el sistema
internacional europeo al finalizar el Congreso de Berlín que incluyó a los Balcanes en el nuevo mapa del equilibrio de
fuerzas e intereses de las grandes potencias de la época.

Tenemos que tomar en consideración el hecho de que la península estuviese rodeada por tres grandes imperios
históricos: el ruso, el austro-húngaro y el otomano. Esto la mantuvo expuesta a intereses e influencias imperialistas.

El imperialismo europeo en el caso de los Balcanes era más bien una actitud de imposición de fronteras, reyes,
control político y económico, así como de influencias culturales y religiosas. Debido a esto las fronteras de los países
balcánicos se podían definir o rediseñar desde cualquier gran capital europea sin tomar en cuenta los hechos
naturales, los sentimientos y las razones de las naciones de la región.

El concepto que tenían de Europa permitió a los balcánicos copiar el modelo europeo de Estado-nación junto con sus
instituciones políticas, educativas, etc. Esto abrió un espacio muy atractivo para diversas influencias y hegemonías
europeas en los Balcanes.

Más bien podría decirse que la relación balcánico-europea se convirtió en un proceso de evaluación e identificación
por parte de Europa occidental de los elementos pro-occidentales y pro-orientales para definir las zonas de su
influencia. A raíz de estas actitudes claramente absolutistas se fortalece en los Balcanes una corriente nacionalista:
este fenómeno puede detectarse en todos los países de la región. El discurso incipiente de los nacionalistas
balcánicos se basó en sus propios sentimientos, los cuales eran marcadamente pro-europeos debido a que ellos
mismos se consideraban los verdaderos defensores del continente europeo frente a la amenaza que representaba
Asia.

A finales del siglo xix se había borrado del mapa geopolítico europeo la presencia otomana; pero con la retirada
turca se había abierto un espacio estratégico muy importante y además rico en recursos naturales. Así, diferentes
potencias pugnan en esta zona (Rusia, Austria-Hungria, Alemania, Francia, Inglaterra e Italia), inmersa en continuos
antagonismos y conflictos de diversa índole, tanto bilaterales como suprarregionales. Partiendo de estas premisas no
debe extrañar a nadie que después de la primera Guerra Mundial se acuñase el término "balcanización", aludiendo a
tales choques, con lo cual se identifica y designa la división, desintegración y fragmentación bélica de un territorio-
estado o en una región.

El epílogo histórico: el status de los Balcanes en el siglo XX

Al iniciar el siglo XX los reinos balcánicos independientes se fortalecían y el Imperio otomano continuaba declinando.
Pero dentro del contexto histórico europeo los Balcanes seguían siendo tratados por las grandes potencias europeas
como una región periférica muy peculiar: al tiempo que alejada de las corrientes principales de Europa era
simultáneamente un foco de convergencia y repercusión de distintos intereses y acontecimientos europeos. Como
ilustración, podemos ver que los Balcanes a diferencia de la península Escandinava o de la Ibérica participan
plenamente en todas las guerras en el ámbito mundial y/o europeo. Las causas del elevado protagonismo bélico en
los Balcanes son principalmente las siguientes:

- El legado histórico negativo.

- El status internacional de la zona.

- La inestabilidad económica como resultado de un relativo atraso económico, tan característico de las regiones
periféricas, en comparación con Europa occidental.

- La ausencia de tradiciones democráticas y la presencia de prácticas autoritarias y dictatoriales.

- La creciente importancia del significado de los factores militares y geoestratégicos en el destino histórico regional.

En pocas palabras las guerras balcánicas permitieron a los países vencedores tomar y repartir los territorios que
habían pertenecido al Imperio Otomano; sobre todo tratándose del reparto de Macedonia entre Serbia, Grecia y
Bulgaria. Paralelamente, las grandes potencias evitaron una nueva extensión de los territorios de estos países a
costa del territorio albanés.

Los Balcanes: la primera Guerra Mundial y el periodo entre las dos guerras mundiales

Primera Guerra Mundial -> a partir del cambio de siglo las grandes potencias pusieron a prueba sus intereses en los
Balcanes: fomentaron enfrentamientos y crisis diversas, entre ellas la crisis de Macedonia, la anexión austríaca de
Bosnia o la crisis albanesa. También tenemos que tomar en consideración el hecho de que los Balcanes, a pesar de
que en ellos se originó la primera Guerra Mundial, pronto se convierten en un escenario bélico absolutamente
secundario puesto que las batallas más importantes de esta guerra se llevaron a cabo en Rusia, Francia e Italia.

El periodo entre las dos guerras mundiales, producto del Tratado de Versalles, acontece en los Balcanes con
turbulencias menores, incluso se registraron los primeros intentos por fortalecer la cooperación regional. En pocas
palabras, el saldo de la Conferencia de Versalles se ve reflejado en la desaparición de Austria, en calidad de gran
potencia, y en la transformación definitiva del imperio otomano en un Estado nacional turco inmerso en continuas
crisis internas y disputas fronterizas permanentes con Grecia en el mar Egeo. Por su parte, Rusia se alejó de los
Balcanes a raíz de la revolución bolchevique, fueron arduas las tareas que supuso la transformación de un Imperio
zarista en el Estado revolucionario de los Soviets. Inglaterra y los Estados Unidos de América se inclinaron
nuevamente hacia una política de aislamiento, por ello Francia retomó exitosamente las iniciativas y el protagonismo
en los Balcanes.

En estos años comienza la cooperación económica regional balcánica. El nuevo proceso se inició en 1930 cuando en
Atenas se celebró la primera Conferencia Balcánica; en ella se manifestó muy claramente la necesidad de aumentar
los vínculos de cooperación económica entre estos países. Con tal motivo fueron creadas distintas comisiones, pero
las más activas fueron la comisión de transporte y la de cooperación económica. En 1931 se celebró en Estambul la
segunda Conferencia Balcánica y se adoptó el Estatuto de la Cámara de Comercio ínter-Balcánico.

Ya en aquellos tiempos se perfilaban graves discrepancias políticas en la región, las cuales reflejaban la compleja
realidad europea en vísperas de la segunda Guerra Mundial.

Francia fue la única potencia europea que quiso mantener el status quo en los Balcanes con la intención de prevenir
la expansión fascista hacia esta parte de Europa. En realidad, los Balcanes fueron una de las prioridades de la política
exterior francesa de la época, orientada principalmente defender lo obtenido después de la Conferencia de
Versalles.

En lo que se refiere a la situación interna de los países balcánicos se nota que no disminuyó la tensión inter-étnica y
los continuos conflictos en esta materia hicieron imposible cualquier cambio político o social positivo. Los problemas
agrarios quedaron sin resolverse y el parlamentarismo occidental se mostró impotente e impracticable en estos
países que en aquel entonces eran predominantemente agrícolas. Todo esto condujo directamente a la formación
de estructuras autoritarias o dictatoriales.

En la segunda mitad del periodo que transcurre entre las dos guerras mundiales se establecieron en los países
balcánicos las dictaduras pro fascistas.

Las causas principales del proceso de balcanización

Hay que ver el fenómeno como un proceso de diferenciación interna muy fuerte que fue capaz de absorber las
tendencias centrípetas; es decir, aquellas que se manifestaron en favor de la identificación regional e internacional
de los Balcanes. Desde el mismo ingreso de los países balcánicos en el sistema político europeo instaurado después
del Congreso de Berlín (1878) se nota que el bilateralismo estuvo siempre por encima del multilateralismo.

Podemos afirmar que el legado histórico de los Balcanes se caracteriza por los continuos antagonismos y las
discrepancias de diversa índole (étnica, religiosa, política, económica, territorial y hasta lingüística), así como por la
formación de diferentes alianzas militares y por el estallido de muchas guerras de tipo local y hasta mundial.

No debería extrañamos que la identificación internacional de dicha región sintetiza simbólicamente en un término:
la "balcanización", que conlleva el significado de división, desintegración, conflictividad y fragmentación. Tampoco
ha madurado la correspondiente identidad regional propiamente balcánica, vista en forma de acumulación de
experiencias positivas en el ámbito de la cooperación multilateral.

El significado que comprenden los términos vinculados a los Balcanes han sido y siguen siendo altamente negativos.
Esto se debe, en primer lugar, al hecho de que no existe una historia de los Balcanes como región, sino que más bien
existen varias historias nacionales, muchas de las cuales siguen siendo la causa de discordias y controversias. Dichas
historias son mutuamente excluyentes, al enfatizar lo individual intentan asegurar un espacio histórico-geográfíco
propio de reafirmación nacional. Por otro lado, tenemos que tomar en consideración que cada historia nacional en
los Balcanes tiende a ser muy exitosa, siempre y cuando la analicemos dentro de los marcos de una ideología y de
una mitología estrictamente nacionales y nacionalistas. Sin embargo, el tema del "éxito nacional" en los Balcanes es
un concepto ambiguo y contradictorio puesto que la libertad conseguida por un pueblo balcánico no necesariamente
significó algo positivo para otros pueblos de la zona.

La liberación nacional ha tenido como meta principal obtener el reconocimiento de la soberanía territorial que
frecuentemente ha significado una nueva opresión.

Dentro de este marco de análisis, hay que enfatizar que el expansionismo es una de las principales características del
desarrollo histórico-politico de la zona en los siglos XIX y XX. En los Balcanes el expansionismo debe relacionarse de
inmediato con el nacionalismo y con los conflictos étnico-religiosos debido a las controversias heredadas a través de
una larga y turbulenta historia en tomo al problema del territorio y de las fronteras.

La región balcánica fue tratada durante los acontecimientos históricos más importantes de Europa como una zona
claramente periférica; es decir, alejada de las principales corrientes europeas. Pero al mismo tiempo fue incluida en
las mismas en forma de foco de crisis, en otras palabras, como escenario de estos acontecimientos. De ahí se derivan
las consecuencias ya detectadas: el alto grado de vulnerabilidad regional e individual de los países balcánicos, así
como la existencia de siempre fuertes y desintegradoras interferencias extra regionales en lo político, económico,
cultural y militar.

Podemos concluir que los Balcanes en realidad no contaron con una adecuada oportunidad histórica para lograr un
articulado grado de identificación y de conciencia regional. No hubo elementos integradores, como una definida
voluntad política en favor de la cooperación regional, no hubo modo de reafirmar los valores de la civilización
balcánica, como parte integrante de la europea, y cuyo carácter es multicultural, multiétnico y multiconfesional.

Los Balcanes durante la guerra fría

El sistema de ordenación mundial que se fijó en Yalta dividió simultáneamente al mundo y a la región de los
Balcanes. La línea divisoria que separó al Occidente del Oriente corre a través del "Telón de acero". Esto provocó la
aparición de dos sistemas de valores:

- El Occidente, bajo el liderazgo de Washington, sigue las formas de la democracia parlamentaria y del capitalismo:
ambas formas se convirtieron en emblemas que denominan de manera pretenciosa al "mundo libre".

- Por otro lado, el Oriente comunista y revolucionario encabezado por la Unión Soviética no permitió ninguna
discrepancia con cl modelo soviético impuesto.

Los países pertenecientes al sudeste de Europa se convirtieron en una parte bien integrada del bloque oriental, lo
que significa que cayeron bajo la doctrina comunista soviética. Bajo estas condiciones los Balcanes siguieron la
dinámica impuesta de fragmentación y se dividieron nuevamente al seguir los postulados ya mencionados.

Los Balcanes han sido y siguen siendo una región claramente periférica, vulnerable y dependiente. En numerosas
ocasiones las grandes potencias han encontrado en esta región una fuente de intereses y controversias importantes.

Al finalizar la segunda Guerra Mundial se podía observar la ausencia de grandes cambios en el mapa geopolítico del
sudeste de Europa. En esta región permanece relativamente sin variación el mismo sistema de fronteras definido en
la Conferencia de Versalles. En efecto, en la Europa oriental, dentro de la zona de influencia soviética, se manifestó
una marcada tendencia hacia la reconstrucción de los estados existentes antes del conflicto mundial. Debido a esto
las fronteras de la mayoría de los países de Europa del Este sólo sufrieron algunos retoques en beneficio de los
soviéticos.
De esta manera, el sistema soviético heredó en los Balcanes una estructura regional inestable. En ella los
revisionistas y los antirevisionistas permanecieron unidos —no obstante la oposición entre sus proyectos e
intereses— bajo la dominación incuestionable del poder soviético durante un periodo de casi cuatro décadas. La
fuerza del marco ideológico impuesto desde Moscú mantuvo congelados los conflictos regionales. Ninguno de los
problemas fronterizos tradicionales en los Balcanes se resolvió (Macedonia, Transilvania, Tracia o Istria). Tampoco
fueron resueltos individualmente los focos de crisis: Yugoslavia conservó sus problemas con Croacia, Bosnia y
Kosovo; Bulgaria no resolvió el problema de la minoría turca, ni Rumania la cuestión de la minoria húngara en
Transilvania.

En el 1948 se produjo la sensacional ruptura entre la Yugoslavia de Tito y el bloque soviético, hecho histórico de gran
relevancia para el futuro de los Balcanes y también para el resto del mundo. En junio de 1948 Yugoslavia fue
bruscamente expulsada de la Cominform (Central Comunista de Información). Sólo un año antes, en 1947, Belgrado
había sido designada sede del Secretariado de la Cominform, un organismo creado para sustituir al antiguo
Comintem. Desde entonces aumentó drásticamente la tensión en las relaciones con Moscú.

La diferencia principal entre la Yugoslavia de Tito y los demás países de la llamada "Europa comunista" residía
precisamente en su voluntad de independizarse que, en buena medida, era el resultado de su propia victoria en la
segunda Guerra Mundial y del intento de Tito por conceptualizar una doctrina socialista diferente a la soviética.

La posición indefinida e incierta de Yugoslavia, que en un momento tan crítico de la historia universal decidió no
formar parte de ninguno de los dos "mundos", obligó a los líderes yugoslavos a redefinir los intereses nacionales y a
buscar nuevas relaciones con el Occidente, incluso con el Tercer Mundo. En otras palabras, Yugoslavia tuvo que
optar por la apertura económica para poder sobrevivir al embargo impuesto por el mundo comunista.

En el desarrollo del modelo yugoslavo de autogestión socialista hubo avances y retrocesos. El primer retroceso
importante sucedió después de la muerte de Stalin (1954), cuando la dirección comunista yugoslava volvió a ejercer
un control de precios, créditos e inversiones. De igual forma se reestablecieron los planes quinquenales (1957-1961
y 1961-1965) con el fin de disminuir las diferencias ideológicas con Moscú.

A causa de estos condicionamientos ideológicos el modelo yugoslavo avanzó con lentitud, pero para entonces la
economía ya se había transformado e insertado dentro de la economía internacional.

Por otro lado, la reacción del Occidente frente al conflicto entre Moscú y Belgrado fue favorable para Yugoslavia. Los
norteamericanos desbloquearon las reservas de oro depositadas por el gobierno real yugoslavo durante la segunda
Guerra Mundial y ayudaron militarmente a Tito. Debido a todo esto, podemos afirmar que la ruptura entre los
comunistas yugoslavos y los soviéticos tuvo importantes repercusiones tanto en la región balcánica como en el
ámbito internacional. La nueva posición internacional de Yugoslavia le dio crédito a Belgrado para impulsar
diferentes iniciativas que en ocasiones contradecían el legado regional balcánico. Poco a poco la política exterior
yugoslava logró mantenerse a la misma distancia tanto del Este como del Oeste, relativamente al margen de la
agenda en disputa. Es importante señalar que el conflicto con el mundo soviético fortaleció la cohesión interior de
Yugoslavia y permitió a Tito definir un modelo particular de desarrollo interno y lanzar una política exterior
completamente renovada. La postura de Tito estuvo evidentemente condicionada por dos factores:

a) La expulsión de Yugoslavia del bloque comunista.

b) La condición de estar en "tierra de nadie", pues Yugoslavia no formaba parte de ninguno de los dos bloques que
protagonizaban la bipolaridad.

Por fin Belgrado volteó el rostro hacia Occidente, por ello recibió cuantiosa ayuda económica y militar. Desde 1949
hasta el inicio de la guerra civil en Yugoslavia en 1991, Belgrado recibió apoyo de los Estados Unidos, la Comunidad
Económica Europea y otros países occidentales. Todo esto le permitió a Tito estimular un rápido desarrollo
económico del país y ejecutar a gran escala una política que tenía la intención de independizarse de los dos bloques.

. Al iniciarse la década de los cincuenta acontece en los Balcanes un evento histórico muy importante. Entre 1952 y
1955 Grecia, Yugoslavia y Turquía firmaron el llamado "Pacto balcánico". La importancia del Pacto balcánico es
primordialmente de naturaleza geopolítica puesto que sus miembros pertenecían a bloques político-miliatres
diferentes. Grecia y Turquía eran miembros de la OTAN y Yugoslavia no pertenecía a ninguna alianza militar. A pesar
de su fracaso, hoy en día podemos afirmar que el Pacto balcánico fue positivo y estimuló el desarrollo de las
relaciones interregionales en un momento histórico muy difícil y complejo para la zona: por el conflicto entre
Yugoslavia y los países del Pacto de Varsovia y debido al fortalecimiento de la división Este-Oeste en los Balcanes.

Con la firma del Pacto balcánico Yugoslavia tomó la decisión de unir los objetivos de su política exterior al sistema de
alianzas occidentales: a través de Grecia y Turquía se establece una comunicación directa entre Belgrado y la OTAN.
Este paso en la política exterior yugoslava produjo importantes consecuencias. Tito contuvo el avance del "telón de
acero" en el Danubio, también detuvo una ola propagandística contra Italia por la disputa sobre el Trieste que era el
foco de crisis en las relaciones entre Italia y Yugoslavia después del término de la II Guerra Mundial.

La tercera vía inaugurada por Tito no era sólo económica y en los rumbos de la política interna. Su proyecto fue un
intento y un ejemplo en un momento en que muchos pueblos del Tercer Mundo se liberan del colonialismo y buscan
definir su posición internacional entre los dos modelos existentes en aquel entonces: el capitalista y el comunista.

En la Conferencia de Bandung de 1955 los nueve países de África y Asia que asistieron se declararon en contra del
colonialismo y del racismo, opinaron en favor de la distensión nuclear, pero aún no contaban con una alternativa
ideológica propia. En este contexto aparece la figura de Tito quien, en julio de 1956, invita a los presidentes
Jawaharlal Nehru de la India y Gamal Abdel Nasser de Egipto a una reunión que se celebra en la isla de Brioni
(Yugoslavia). Por su particular y exitosa política el presidente yugoslavo aparece ante los principales dirigentes del
Tercer Mundo como un político muy popular que ha sido capaz de enfrentarse tanto al comunismo soviético como a
los desafíos provenientes del Occidente encabezado por los Estados Unidos.

Cinco años más tarde, en septiembre de 1961, se inaugura en Belgrado la primera conferencia cumbre del
movimiento de los no alineados. En esta histórica conferencia participaron veinticinco países de África y Asia, el
anfitrión Yugoslavia y Cuba como el único país latinoamericano. En la "Declaración de Belgrado" se establecen las
bases para la organización del movimiento de los no alineados, se condenan a las antiguas y a las nuevas potencias
mundiales, se define la independencia frente a ellas y se adopta el principio de coexistencia pacífica en las relaciones
internacionales con lo cual se definen los marcos de un neutralismo activo. El movimiento despertó gran esperanza
en los países tercermundistas durante la década de los años sesenta y setenta.

La relativa seguridad de los Balcanes tiene sus bases en la conocida fórmula "2+2+2". Este esquema de división de
equilibrios entre los países regionales y las dos superpotencias mundiales permitió el inicio de un proceso de
entendimiento y cooperación ente las naciones de la península. Este equilibrio balcánico de fuerzas coincide con las
divisiones bipolares y se materializa como un fenómeno de distensión bélica donde se han congelado los
tradicionales problemas balcánicos, tanto los referidos a minorías nacionales o los de índole étnica, como aquellos
relacionados con las fronteras.

El modelo de seguridad suponía que la paz de la región iba a mantenerse porque de los países que integraban la
fórmula dos pertenecían a la OTAN (Grecia y Truquía), otros dos al Pacto de Varsovia y a otras organizaciones
regionales del mundo comunista (Bulgaria y Rumania) y, finalmente, los dos últimos países no pertenecían a ninguno
de los dos bloques: la RSF de Yugoslavia, uno de los países líderes del movimiento de los no alineados, y Albania, que
seguía voluntariamente aislada del resto del mundo.

Durante este periodo maduró la conciencia regional balcánica e incluso floreció la idea de hacer de los Balcanes una
zona desnuclearizada y sin presencia de tropas y bases extranjeras.

A pesar de que esta iniciativa nunca prospero, sí logró promover los contactos regionales que permitieron aumentar
la cooperación bilateral y multilateral entre los países de la zona. La distensión militar en los Balcanes fue de gran
importancia para la formación de toda una red de contactos de tipo multilateral que culminó con una conferencia a
nivel ministerial en los años ochenta.

Durante el periodo de la Guerra Fría los Balcanes permanecieron al margen de la dinámica internacional
caracterizada por grandes conflictos. Este fenómeno se debe a las características geopolíticas únicas de la región, en
ella fueron delineadas muy claramente las divisiones de los bloques y fue establecido el equilibrio de intereses. De
esta manera, durante la Guerra Fría, los principales problemas balcánicos se congelaron, lo mismo sucedió con el
proceso de balcanización. Así lo decidieron las dos superpotencias con la intención de mantener la paz en esta parte
de Europa, probablemente porque no tenían solución alguna para los eternos problemas de la región.
Por otro lado, al analizar el tema de la seguridad regional durante este periodo tenemos que recordar que los
Balcanes no figuraban como una prioridad en las políticas exteriores de las dos superpotencias. La rivalidad entre
ellas se manifestaba de forma más intensa en otras regiones del mundo, como en Europa Central. A pesar de ejercer
un fuerte control y una presencia militar importante, los soviéticos corrian el riesgo de perder la hegemonía absoluta
en Europa Central debido a los movimientos comunistas reformistas en Checoslovaquia. Hungría y Polonia.

You might also like