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EL OBJETO DE INVESTIGACIÓN
El problema de investigación
El objetivo de este contenido es aprender los mecanismos más recurrentes para la construcción
del problema de investigación. Para lograrlo es necesario explicar qué es el problema, cuáles son
sus funciones y cómo plantearlo. Por cierto, siempre teniendo en cuenta su relevancia y su
incidencia dentro del proceso de investigación, en tanto que sin problema ¿qué se investigará?
Dentro de las páginas siguientes, las y los estudiantes tendrán a su disposición algunos elementos
que les permitirán elaborar el problema de investigación. Antes de comenzar, es pertinente
aclarar un punto: como hemos visto, el primer paso es la definición del tema; el segundo
procedimiento es la recolección de la información teórica, que luego de un proceso más o menos
acabado permite la construcción del marco teórico. El problema de investigación, que es el tercer
paso, es aquel instrumento que les permitirá a los estudiantes avanzar en su trabajo. En pocas
palabras, el problema de investigación no es sino el “motor de la investigación”.
Una vez identificado el problema es importante que los investigadores lo comprendan de manera
directa. Esto quiere decir que la comprensión es la capacidad que se tiene para conocer el
contenido del problema (las variables que le dan vida), como también su fisonomía.
Un problema de investigación podría cobrar vida de diferentes maneras. Todo, por cierto,
dependerá de la situación en la que se halle el investigador. Quienes se dedican a la investigación
pueden estar dentro de cualquier contexto, ya sea este académico, laboral, científico u otro. Pese
a esta heterogeneidad, coexisten ciertos elementos que explicarían, de manera transversal a todas
las disciplinas, el origen del problema:
1. La experiencia del día a día y/o la observación de la realidad actual: esta —se cree— es la
motivación más recurrente para quienes deciden resolver tal o cual problema; puede ser a
través de lecturas científicas o literarias, documentales y/o películas de nuestro interés o
francamente acontecimientos que surgen frente a nuestra presencia. Se relaciona con los
puntos que le suceden.
2. Reflexiones, análisis y/o deducciones que surgen de la teoría existente y algunos vacíos
que se desprenden de ella. El que una teoría no cumpla sus objetivos produce una
evidente inconsistencia, sobre todo en su relación con la realidad y la práctica. Estas
tensiones naturalmente podrían generar un problema de investigación. Por ejemplo, si un
lector está analizando una teoría y se percata que un elemento y/o fenómeno tiene
complejidades para ser aplicado podría desarrollar fácilmente una investigación que
explique las causas y consecuencias de este proceso.
3. Acuerdo o desacuerdo con las ideas y/o propuestas de expertos y de no tan expertos. Este
punto también podría causar ciertas tensiones y, por tanto, problemas investigativos
coherentes. Una persona puede estar en desacuerdo con otra, pero es pertinente que
exponga de manera detallada todos los “porqué” de tal situación.
Una vez identificado el problema, los investigadores deben delimitar el problema. La razón de esta
delimitación dice relación a ciertas necesidades que son imperiosas para la investigación en sí (la
más importante es fijar el tamaño de la investigación, en tanto que si es muy amplia, podría no
terminar nunca). En este proceso es imperativo cumplir tres requisitos muy necesarios:
1. Analizar el nivel del avance al cual se desea llegar con la investigación. Para ello, es
importante que los investigadores reúnan toda la información necesaria, teoría y
resultados previos que otros han establecido respecto a temas similares a los propuestos.
3. Enunciar de manera clara y precisa las intenciones de por qué es importante abordar el
tema que se está investigando. Hay investigaciones que para enunciar el problema
recurren a la formulación de una pregunta. Como recomendación, es mejor estructurar
este cuestionamiento una vez que el problema está resuelto, de modo de llevar un orden
preciso del proyecto investigativo.
La pregunta de investigación
Para estructurar una pregunta de investigación es necesario que los investigadores sepan lo que es
y cuáles son sus propósitos más significativos.
La pregunta de investigación es uno de los primeros pasos en el proceso investigativo, por lo que
su estructuración es de suma relevancia para la resolución del problema presentado. Es
importante destacar que una pregunta bien formulada facilita el camino investigativo, en tanto
que el desarrollo de la investigación no es sino el intento de respuesta a la pregunta previamente
formulada.
1. Debe ser factible: los investigadores deben tener muy en cuenta cada uno de los
problemas y dificultades de su investigación. Esto es muy recomendable, ya que una
pregunta muy amplia podría generar múltiples conflictos en el transcurso de la
investigación, asociados tanto al ámbito metodológico como también al teórico y
empírico. Este punto no es menor considerando que están en juego factores tan
determinantes como lo son el tiempo, el espacio y el dinero.
A. La pregunta no debe agotarse en sí misma. Esto quiere decir que la pregunta no debe
formularse de tal modo que produzca una respuesta monosílaba ni tampoco bisílaba, tales
como “sí”, “no”, “tal vez”, entre otros. Esto apunta a argumentar que la pregunta debe ser
reflexiva, flexible, amplia y conducente a respuestas analíticas y abordables desde el punto
de vista investigativo. Es por esta razón que la pregunta jamás debe comenzar como en los
siguientes ejemplos: “¿Es verdad que el 11 de septiembre del 2001 dos aviones
secuestrados por fundamentalistas islámicos atentaron contra el World Trade Center en
Nueva York?”, “¿Si hago esto, puedo hacer esto otro?”, etc.
D. La palabra “Cuánto” también se puede utilizar, aunque con mucho cuidado, de modo que
no transforme a la pregunta en una interrogante limitada. La idea es que cuando el
investigador utilice el “Cuánto” lo haga en función de un objetivo claro y preciso, y que el
número que pretende analizar tenga un complemento un tanto más cualitativo que
cuantitativo. Por ejemplo, si nuestra pregunta es “¿Cuántas manzanas hay en el cajón?”, la
respuesta puede ser 1, 2, 3, 4, 5 o 1000, por tanto, una vez que el investigador vea la caja y
cuente cuantas manzanas hay, su investigación ha finalizado. Sin embargo, si su interés es
saber cuántas manzanas hay en el cajón, también podría preocuparse por saber por qué
hay “x” cantidad o simplemente qué razones subyacen en la mente del productor de
manzanas que coloca “x” de estas en el cajón, por ejemplo. Si se fijan, lo que importa es
hacer preguntas consistentes y que le dejen opciones más flexibles a los investigadores, ya
que un número, una cifra o un elemento estadístico por sí solo no tiene mucho impacto
dentro de una investigación.
E. En suma, se recomienda a los investigadores utilizar los siguientes conceptos para realizar
preguntas de investigación amplias y que conlleven a respuestas precisas, pero no
superficiales:
1. ¿Cómo…?
2. ¿Por qué…?
3. ¿De qué manera…?
4. ¿Qué circunstancias…?
5. ¿Qué factores inciden…?
6. Etc.
La idea, por tanto, es que los y las estudiantes elaboren preguntas que conlleven paralelamente a
respuestas analíticas y ejecutables, y así lograr establecer hipótesis (o sea, respuesta investigativa
en proceso de comprobación) razonables, pertinentes y metodológicamente abordables.
En síntesis:
Los objetivos de este apartado son, por una parte, aprender a elaborar la hipótesis de
investigación y, por otra, identificar los diferentes tipos de hipótesis que existen (siempre
pensando que cada una de estas cumple roles disímiles en los distintos tipos de investigación).
La hipótesis
Para Roberto Hernández (2006: 122) las hipótesis “son las guías para una investigación o estudio.
Las hipótesis indican lo que tratamos de probar y se definen como explicaciones tentativas del
fenómeno investigado”. De manera más determinante, “las hipótesis son el centro, la médula o el
eje del método” científico.
En función de lo anterior, lo primero que los estudiantes deben entender es que la hipótesis de
trabajo tiene como primera finalidad establecer aquellos lazos entre la realidad y lo teórico. Luego,
es importante que —al ser una “posible” solución al problema y, por tanto, una respuesta a la
pregunta de investigación— se asuma la hipótesis como el espacio donde las variables se
interrelacionan y donde adquieren la fisonomía de método de comprobación.
Otro elemento que se debe considerar es que la hipótesis es un mecanismo que establece una
estrecha relación entre los acontecimientos existentes, lo cual la transforma en la herramienta que
les permite a los investigadores esclarecer las decisiones lógicas que analizan las principales causas
y consecuencias de aquellas relaciones (entre los acontecimientos). Esto último podría llevar a los
investigadores a elaborar cuestionamientos sobre asuntos que aún las diferentes disciplinas no
han podido comprobar, aportando nuevos conceptos al debate y al conocimiento (¿por qué
sucede tal o cual fenómeno?, ¿de qué manera podemos entender este problema? Las respuestas a
estas preguntas se denominarán hipótesis).
Esta idea se refuerza aún más si se considera que la hipótesis debe permitirle a los investigadores
comprender por qué la interacción de dos o más variables genera algún fenómeno en particular.
En ese sentido, es pertinente señalar que la hipótesis es una propuesta sobre ciertos procesos
empíricos que están en desarrollo y cuya necesidad es comprobar si se está en el camino correcto
o incorrecto. Si se quiere más precisión, la hipótesis obliga a los investigadores a profundizar el
conocimiento en ciertas temáticas que están en este proceso de comprobación.
La hipótesis, tal como se ha sostenido anteriormente, es el camino que conecta dos espacios
vitales para la investigación: la teoría y la realidad, esta última solo evaluable a través de la
observación. Cuando la hipótesis está aprobada por el equipo de investigación, es necesario
comenzar a estructurar el resto de los pilares de la investigación (objetivos, selección de diseños,
selección de fuentes y métodos, analizar qué herramientas se utilizarán, entre otros).
Pero ¿de dónde nace este “camino”? Sobre este cuestionamiento pueden existir distintas
alternativas. Sin embargo, las más razonables son que la hipótesis puede basarse en una intuición,
en el producto de otra investigación y la necesidad de poder vincular variables que jamás se han
sometido a prueba. En este proceso es válido que los investigadores planteen hipótesis que se
vinculen con la deducción de ciertos elementos, procesos o fenómenos, pero siempre con la
convicción que deben comprobar lo que postulan.
De un modo u otro, la hipótesis siempre será la respuesta a la pregunta de investigación (he ahí el
por qué hemos insistido siempre en la rigidez del orden metodológico: problema, pregunta e
hipótesis). Pero para que esta respuesta de investigación y/o solución del problema sea lo
suficientemente funcional a los propósitos del investigador y cumpla su tarea a cabalidad es muy
importante que se consideren ciertos puntos que confirman la idea que una hipótesis está lista
para entrar en acción (estas son características que todo investigador debe tener en
consideración, en tanto que son vitales para la discriminación entre una hipótesis bien planteada y
una que no lo es tanto).
El primero de los criterios que le permitirá a los investigadores discriminar de manera correcta se
da cuando la hipótesis presentada es comprobable y el único mecanismo para determinar aquello
es cuando el equipo investigador posee un referente empírico más o menos claro y preciso
(aquello que no se puede evidenciar es mejor abandonarlo inmediatamente, pues no se pueden
proponer estudios que no puedan ser abordados; por ello se requiere de hipótesis que estén a la
mano de las condiciones de los investigadores). Esto es sumamente importante, por cuanto la
medición de la hipótesis se debe hacer en función de la realidad en contraste con la teoría y no al
revés.
El segundo, es cuando la hipótesis cumple con su misión más importante: estar en armonía con el
problema de investigación. Si en el problema se establece una contradicción entre “x” e “y”, la
pregunta no puede estar en función de “a” o “b”, en tanto que la respuesta inherentemente
estaría apuntando a responder sobre estas últimas. Si el problema se conforma por la relación
entre las variables “x” e “y”, la pregunta se canaliza a partir de “x” e “y”, dando como resultado
una respuesta (hipótesis) que se constituya gracias a “x” e “y”. En efecto, LA HIPÓTESIS NO ES
OTRA COSA QUE LA RESPUESTA A LA PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN, que una vez formulada,
DEBE SER COMPROBADA.
Pero ¿qué es una variable? Para Roberto Hernández (2006: 123) una variable es “una propiedad
que puede fluctuar y cuya variación es susceptible de medirse u observarse”. Por esta razón, “el
concepto de variable se aplica a personas u otros seres vivos, objetos, hechos y fenómenos, los
cuales adquieren diversos valores respecto de la variable referida”. En ese sentido, las variables
adquieren vida y funcionalidad dentro de una investigación cuando son capaces de relacionarse
con otras variables, formándose recién la hipótesis de trabajo.
En otras palabras, las variables son elementos de la realidad medibles y poseen diferentes
modalidades y, por cierto, pueden variar (he ahí su nombre de variables) y adquirir diferentes
fisonomías dependiendo de las circunstancias. Es en este plano donde las variables son entendidas
como propiedades o atributos que tienen ciertos sujetos u objetos en distintas instancias, lo cual
les permite pertenecer a diferentes grupos desde donde son identificables y medibles.
Existen diversos tipos de variables. No obstante, es necesario que, para los efectos de este curso,
los estudiantes aprendan a operacionalizar solamente tres: la variable independiente, la variable
dependiente y la variable interviniente:
Como se ha visto, la hipótesis de la investigación tiene algunas características que son necesarias
para la elaboración de un proyecto. Es importante, en ese sentido, que los investigadores tengan
claridad de estos puntos al momento de llegar a ese paso. A continuación, se destacan los
principales puntos de este proceso:
El principal propósito de revisar este tópico es que los estudiantes aprendan a operacionalizar los
objetivos de investigación. Para ello, es necesario decir —como primer acercamiento— que los
objetivos (tanto el general como los específicos) son los instrumentos que tiene el investigador
para expresar las acciones que se tomarán para llevar a cabo la investigación.
Esto no es un punto secundario, sino más bien un fenómeno real que los estudiantes jamás deben
olvidar. Si el problema apunta a reflexionar sobre “x” tema, los objetivos podrían ser analizar,
estudiar, definir o identificar el mismo proceso del mismo “x” tema.
He ahí entonces la relevancia de los objetivos. Tal como veremos a continuación, los objetivos
tienen ciertas características, ciertas finalidades y ciertas capacidades que los vuelven
instrumentos indispensables en todo proceso de investigación.
Entonces, ¿por qué se apela a la sistematicidad? La respuesta pareciera ser un tanto obvia, pero es
necesario hacer referencia a un punto no menor dentro de la constitución de los objetivos. El
orden y la rigurosidad, como también la linealidad y la seriedad, permiten que se diseñen
estrategias autorizadas para el cumplimiento de los objetivos de la investigación. Cuando se apela
a la linealidad del trabajo, se hace pensando en que los objetivos deben estar en permanente
revisión en cada uno de los grados del proceso, pues un chequeo erróneo o una dificultad no
identificada podría producir enormes grietas en el transcurso de la investigación.
En suma, los objetivos apuntan a responder “qué busca, qué proyecta, qué intenta dilucidar esta
investigación”. Los objetivos constituyen lo que realmente se desea lograr y/o analizar y/o
estudiar. En ese contexto, estos instrumentos manifiestan —clara y precisamente— a través de
qué herramientas se resolverá el problema de investigación. Es por esta razón que los objetivos
son las vías del estudio y su rol es preponderante para el equipo investigativo.
La proporción entre objetivos generales y específicos debería ser uno (1) es a tres (3), de tal
manera que el planteamiento sea puntual y no se preste para ambigüedades (siempre pensando
en una investigación clara y precisa).
El orden de estos objetivos debe darse en relación a su prioridad, es decir, siempre pensando en
los intereses que los investigadores tengan como grupo o de manera individual. En ese marco, es
recomendable que los objetivos específicos se formulen en un orden tal que le permita al grupo
investigador estructurar ordenadamente el resultado del trabajo final. En otras palabras, la
formulación de los objetivos específicos permite estructurar y articular el camino hacia los
resultados del trabajo que se está realizando.
Generalmente, los objetivos de investigación (tanto generales como específicos) están destinados
a identificar y analizar las principales características del problema de investigación. También,
pueden cumplir funciones explicativas, sobre todo considerando la permanente relación entre
variables que conviven en el problema de investigación. Pero uno de los roles más importantes de
los objetivos es anticipar y/o pronosticar los resultados que generan la interacción entre estas
variables.
Pero cuando nos referimos a los objetivos lo hacemos con la finalidad de referenciar la manera en
cómo producir el conocimiento adecuado a través de la investigación. En ese marco, es importante
identificar los principales tipos de objetivos:
1. Descriptivos: este punto dice relación con la determinación o establecimiento de todas las
características del sujeto, objeto, elemento o fenómeno que protagoniza la investigación
en curso. En ese sentido, las investigaciones descriptivas se proponen analizar las
condiciones, las prácticas, los enfoques y las temáticas de procesos que aún no han
terminado, o bien, del producto que se espera de estos. Para ello, es requisito sine qua
non planificar muy bien los procedimientos, en tanto que, para describir, es muy
importante contar con la mayor cantidad de información posible (información fiable).
2. Explicativos: están, generalmente, vinculados a las investigaciones experimentales que, en
pocas palabras, se caracterizan por proponer la recreación de una realidad en particular
(se entiende como recreación por cuanto es un experimento o una simulación de los
acontecimientos). Es importante considerar que en este tipo de investigación los
investigadores trabajan y manipulan los objetivos a partir de sus propios intereses y no
según las circunstancias. Esto se explica porque los experimentos consisten en generar
una transformación en las variables de trabajo a partir de las necesidades investigativas.
3. Diagnóstico: este enfoque pretende buscar el establecimiento de todas las cualidades y/o
características de un fenómeno o una situación con sus respectivas causas tentativas. En
otras palabras, los objetivos que se estructuren a partir del diagnóstico intentan
dictaminar situaciones o realidades que no se han comprobado antes de la investigación
en curso; es más, esta última será el primer antecedente para poder tener alguna noción
respecto a este fenómeno.
4. Exploratorio: los objetivos que se enmarcan dentro de esta opción tienen la facultad de
indagar las posibles existencias de ciertos elementos que no son importantes al comienzo,
en tanto que aún no se descubren. En ese sentido, es importante considerar que este
enfoque examina —como primer adelanto— la búsqueda de ideas más o menos
consistentes que ayuden a corroborar todos los planteamientos previamente establecidos.
Para ello, los objetivos exploratorios deben ser lo más flexibles que se pueda, en tanto que
van ingresando, de manera constante, variables que no se consideraban al comienzo.
Sin embargo, sin importar el enfoque que el grupo investigador adopte, es impensable una
investigación que olvide plantear sus propios objetivos, que principalmente se encasillan en dos
grupos y que ya se han mencionado: objetivos generales y objetivos específicos.
Los objetivos generales tienen la finalidad de describir, exponer y proporcionar el más amplio
conocimiento que los investigadores pretenden producir con el trabajo investigativo en curso.
Tiene un vínculo directo con el problema de investigación, pues propone la manera en que este se
resolverá en el transcurso del proceso investigativo. Se recomienda no plantear más de dos, ya
que al ser generales son muy amplios. La idea, entonces, es dividir esta “amplitud” en lo que se
conoce como objetivos específicos.
El grupo de objetivos específicos tiene la misión de componer y/o fortalecer el objetivo general.
Este último, al ser tan amplio, debe desglosarse en particularidades y así canalizar la idea de
manera más eficiente. Por cierto, la reciprocidad y dependencia entre todos los objetivos
específicos debe ser muy clara, de tal modo que la operacionalización del general se produzca de
manera pertinente y eficaz. Insistiendo en el mismo punto, los objetivos específicos nos permiten
elaborar un mapa que nos facilitará la construcción de la investigación por etapas. En las tesis, por
ejemplo, los objetivos específicos podrían orientarse a responder las problemáticas específicas de
cada capítulo (Ver R. Hernández, 2006).
En síntesis:
Cuando el equipo finaliza la investigación, los objetivos deben ser identificados y relacionados
con los resultados propuestos al comienzo. En otras palabras, una vez terminada la
investigación, la hipótesis debe estar corroborada y los objetivos cumplidos.
Tanto el o los objetivo(s) general(es) como los objetivos específicos deben haber cumplido los
designios estipulados al comienzo del trabajo. ¿Razones?, varias: por una parte, porque los
objetivos se asumen a partir de etapas, por lo tanto, si se llegó al final, es porque el equipo
investigador pasó por las etapas correspondientes previamente. Esto se explica aún más si se
considera que los objetivos sí o sí deben estar siendo evaluados constantemente, de tal modo que
el equipo conozca los diferentes grados del producto final.
La totalidad de los objetivos específicos conforman la totalidad del objetivo general. Esto, por lo
tanto, es paralelamente la totalidad de los resultados anhelados de la investigación. El
protagonismo de los objetivos específicos no es menor, pues son ellos los que realmente
dinamizan la investigación, atribuyéndole al objetivo general un rol protocolar más que funcional.
Son los específicos, entonces, los que verdaderamente investigan, por cuanto son los diversos
caminos que se tienen para llegar al mismo punto final.
Bibliografía
Creswell, J. (2005). Educational Research: Planning, Conducting, and Evaluating Quantitative and
Hill.
Labovitz, S. et al. (1981). Introducción a la Investigación Social. Estados Unidos: Editorial McGraw-
Hill.
Mertens, J. (2005). Research and Evaluation in Education and Psychology: Integrating Diversity