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KANT | ¿Qué es la ilustración?

La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad.

Incapacidad es la imposibilidad del hombre de servirse de su inteligencia sin la guía de


otro. Es culpable porque reside en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo
de ella sin tutela. ¡Sapere Aude!, atrévete a saber.

Gran parte de los hombres continúan gustosos en su estado de pupilos por pereza y
cobardía. También por estas razones se erigen con facilidad los tutores. ¡Es tan cómodo
estar emancipado! Si puedo pagar, no necesito pensar: otros tomarán en su cargo, y a mi
nombre, esa tarea.

Los tutores procuran que la gran mayoría de los hombres considere el paso a la
emancipación como algo difícil y peligroso. Es pues difícil para cada hombre en particular
salir de esa casi segunda naturaleza que es la incapacidad. Pocos son los que, con
propio esfuerzo de espíritu, han logrado superarla y proseguir con paso firme.

Aun cuando es difícil y doloroso que el hombre salga de la minoría de edad, es casi
inevitable que esto suceda si al hombre se le da libertad. Para esta ilustración se requiere
una sola cosa: libertad de hacer uso público de la razón íntegramente.

Hay uso público de la razón, dice Kant, cuando el hombre se comporta como si estuviera
hablando ante un auditorio, ante un público, es decir como un pensador. Hay uso privado
de la razón, por otro lado, cuando el hombre ejercita el entendimiento como parte de una
función que le ha sido confiada.

Ahora bien, existen muchas empresas de interés público en las que es necesario cierto
automatismo. En estos casos no cabe razonar sino que hay que obedecer. Cuando, por
ejemplo, me formo una opinión sobre los impuestos (a manera de reflexión que hago
como persona que piensa en estos temas), puedo compartir estas ideas con otros como
si estuviese hablando a un público que me escucha y con el cual puedo discutir. Hago en
ese caso uso público de la razón. Pero supongamos que soy agente de la administración
de impuestos, y tengo la misión de cobrar los tributos a los contribuyentes: ese no es el
momento ni la ocasión para controvertir sobre la justicia del sistema tributario, pues este
no funcionaría si cada vez que llamo a la puerta de un contribuyente se suscita un
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debate. En este caso debo hacer uso privado de la razón, y pedirle al contribuyente que
pague. Ahora bien: Kant es en este punto bastante celoso con la libertad, pues, volviendo
al caso anterior, considera que incluso el recaudador de impuestos, en su tiempo libre y
cuando actúa como ciudadano deliberativo, tiene todo el derecho de criticar el sistema al
cual sirve como funcionario.

¿Vivimos en una época ilustrada? No, pero vivimos en una época de Ilustración.
Afirmación que viene acompañada de cumplidos para un monarca ilustrado de su país y
de su tiempo, Federico II de Prusia. ¿Cuán auténticos son esos cumplidos, o cuán
prudenciales son? Nadie sabe.

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