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Son sólo un esquema que necesita ser completado con los escritos de san Francisco y las Constituciones
generales.
Amonesto y exhorto a todos los hermanos a que no desprecien ni juzguen a quienes ven que se
visten de prendas muelles y de colores y que toman manjares y bebidas exquisitos; al
contrario, cada uno júzguese y despréciese a sí mismo (2R 2, 17)
Aconsejo, amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo a mis hermanos que, cuando van por el
mundo, no litiguen ni contiendan de palabra ni juzguen a otros; sino sean apacibles, pacíficos y
mesurados, mansos y humildes, hablando a todos decorosamente, como conviene. Y no deben
cabalgar sino apremiados por una manifiesta necesidad o enfermedad. (2R 3, 10-12)
Amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo a que se guarden los hermanos de toda soberbia,
vanagloria, envidia, avaricia, preocupación y solicitud de este mundo, difamación y
murmuración, y no se preocupen de hacer estudios los que no los hayan hecho. Aplíquense, en
cambio, a lo que por encima de todo deben anhelar: tener el espíritu del Señor y su santa
operación, orar continuamente al Señor con un corazón puro, y tener humildad y paciencia en
la persecución y en la enfermedad, y amar a los que nos persiguen y reprenden y acusan,
porque dice el Señor: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen y calumnian.
Dichosos los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Y
quien persevere hasta el fin, éste se salvará. (2R 10, 7,12)
El proyecto de vida franciscana está articulado en torno al radicalismo evangélico: Destacan en los
textos citados anteriormente: la secuela (seguimiento) de Cristo; sobre los bienes materiales dice que
hay que cuidarse de ellos y que hay que compartirlos; el amor al hermano; la no pretensión (la
minoridad): después de trabajar poder manifestar: somos siervos inútiles, no hemos hecho más que lo
que teníamos que hacer. Y con referencia a la misión: no llevar dinero; saludar diciendo: "paz".
Francisco no quiere hacer una lectura selectiva del evangelio. Los núcleos del radicalismo han de ser
tomados conjuntamente. El núcleo es Jesús-Siervo.
2.- Elementos configuradores de la forma de vida franciscana
Ninguno de estos elementos tiene sentido exclusivo sobre los demás. Además existe una fuerte
interacción entre estos elementos. Por ejemplo, no todos los campos de apostolado pueden ser
aceptados por los hermanos, como podrían ser aquellos que impiden la vida fraterna. Y ciertamente no
se debe seguir en primer lugar el criterio de la eficacia.
3.- Los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia.- Las grandes órdenes religiosas han
nacido en contextos de radicalismo evangélico. En cambio los institutos han nacido mirando más a su
finalidad: atender hospitales, escuelas, misiones... Hasta el siglo XIII no aparecen los tres consejos
evangélicos en las reglas religiosas. En los documentos franciscanos sólo se nombran al principio de las
dos reglas, como ya lo exigían entonces las normas de la Iglesia.
Al acentuar los "consejos" se hizo una reducción indebida del radicalismo. En la práctica se redujo todo a
la obediencia. Esto contrasta con el monaquismo oriental que no habla de los tres consejos.
4.- Ideal y realidad. Discernimiento y personalización.- Es importante apuntar que en otro tiempo lo
opuesto a radicalidad se tachaba de relajación. Hoy se tiene, en cambio, la apreciación que el
radicalismo no discernido. Para condenar las posturas de los otros se las tacha de fundamentalismo.
Creemos que se puede tachar de tal el radicalismo que sólo se fija en formas externas y hace los
corazones duros.
La radicalidad debe guardar relación con la época en la que se vive; debe ser contextual. No es la misma
que en los tiempos de Francisco. No es igual en una sociedad rural o en una urbana. La cultura del
momento nos hace pensar en otras expresiones de la radicalidad: hábito, pies descalzos...
La radicalidad cambia con los años, para mal y para bien. Necesita de los distintos ciclos vitales. No debe
confundirse con el entusiasmo juvenil. En la edad juvenil se tiende a formas externas de radicalidad. Con
los años se privilegia la radicalidad de actitudes interiores: la aceptación del otro... pero se puede pasar
al "realismo" craso (lo que Francisco llama la prudencia de la carne). Cuanto más se cede en lo exterior
hay que insistir más en la transformación interior.
Francisco predicando. J. Segrelles
La vida de los hermanos es incomprensible si se prescinde del espíritu de devoción, sin el primado de la
experiencia de Dios. Se podría expresar con las palabras del profeta: "Me sedujiste y me dejé
seducir".No obstante no significa que la contemplación sea lo exclusivo, el primado absoluto, ni siquiera
que sea la mejor parte.
Resulta peligroso afirmar el primado de la oración sobre las otras prioridades (lo que nos convertiría en
eremitas o monjes... y habría que aumentar los espacios de oración cuantitativa y cualitativamente).
La oración no es una parcela aparte en la vida del franciscano. Debe estar profundamente influenciada
por la pobreza y la fraternidad. No obstante no se trata de algo específico y diferenciador. Las
Constituciones hablan de los acentos orantes que el franciscano introduce en la oración de toda la
Iglesia:
alabar, bendecir, dar gracias (por la gracia recibida; por la gracia que se ha manifestado;
por la gracia que Dios es. (El fariseo da gracias porque ayunaba siete veces al día... le
faltaba la pobreza en la acción de gracias).
gracias por la Gracia que Dios es: te damos gracias por ti mismo.
3. La praxis penitencial. Tiene como objetivo la vuelta, la reconciliación con Dios y con los hermanos.
Los hermanos deben dar frutos dignos de penitencia: caridad, solidaridad, justicia (cf 1R 21). Deben de
asumir de buen grado las consecuencias de la radicalidad de vida escogida (CC.GG. art 34 §1). Deben
asumir las dificultades y heridas de la vida como parte del seguimiento de Cristo Siervo.
Antes se ponía más acento en la misión que en la oración. Se decía que todo trabajo es oración. Pero lo
cierto es que donde no se cultiva la unión con Dios no cabe la esperanza ni la caridad. Hay labor, pero
no misión.
Las Constituciones actuales acentúan la prioridad contemplativa de nuestra vida. La razón puede ser
porque observan que se está olvidando, que no se cumple. Otra razón es porque en nuestro momento
todo se mira de tejas para abajo. Y no caben términos medios. Decimos con Rahner que el cristiano del
siglo XX debe ser un místico o no será nada.
Hacen falta testigos del evangelio. Testigos del misterio. El mejor trabajo de los hermanos no será cuidar
personas en hospitales o educar niños en los colegios... sino ser testigos de Cristo.
II.- LA FRATERNIDAD
Señala que la relación que existe entre las personas: como hermanos. Tienen una vida en común, en
fraternidad y se aman y cuidan recíprocamente con mayor diligencia que una madre ama y cuida a su
hijo carnal (2R 6, 8; CCGG 38)
Todos en la Iglesia hablan de fraternidad, pero no todos se refieren a lo mismo. Para nosotros es
determinante la dimensión psico-afectiva.
La paternidad de Dios.
Francisco pierde al padre terreno y gana al espiritual. Todas las cosas le fueron devueltas como
hermanas. No son sentimentalismos. Sólo puede ser hermano quien acepta ser hijo, ser amado
gratuitamente, quien se fía de Dios como Padre.
Eligió el término hermano para honrar la paternidad de Dios. Todos vosotros sois hermanos. No llaméis
padre a nadie sobre la tierra. (Mt 23, 8-10)
El seguimiento de Cristo.
Lo que funda nuestra condición de fraternidad y de hermanos menores es el servicio. En los capítulos 4-
6 de la primera Regla se señalan los servicios fraternos que se fundan en Cristo siervo. Todos son
hermanos y siervos, especialmente los que mandan. La minoridad es la base de la fraternidad. Francisco
renuncia a toda clase de poder.
Todos los textos del radicalismo evangélico se encuentran en las reglas de Francisco. Se exceptúan
solamente los que hacen referencia a los eunucos y a las manos y pies cortados.
Francisco quiere que el hermano ame a su hermano más que una madre ama a su hijo.
Francisco nos muestra su experiencia de Dios especialmente en sus oraciones. Sobre todo en las
"Alabanzas al Dios Altísimo", que es su Te Deum particular. Allí alaba a Dios como "Sumo Bien", porque
se ha despojado de sí mismo para manifestarse como com-pasión hasta entregarse en la cruz. Y el
motivo es porque es el Dios vivo y verdadero.
Dios se hizo hombre no en razón del pecado, sino para hacer al hombre partícipe de su bondad. Esta
idea impregna toda la teología de Bonaventura y Duns Escoto.
Las constituciones fundan la fraternidad en la semejanza de la Trinidad: Como hijos del Padre celestial y
hermanos de Jesucristo en el Espíritu Santo, los hermanos, siguiendo la forma evangélica revelada por el
Señor a san Francisco, viven vida fraterna en común y se aman y cuidan recíprocamente con mayor
diligencia que una madre ama y cuida a su hijo carnal (art 38).
a) Desde toda la eternidad coexisten Padre, Hijo y Espíritu Santo. Son igualmente misericordiosos.
-- Estímense los hermanos como iguales. Esto no se funda en la reivindicación de derechos, sino en la
gratuidad de la entrega.
-- No se funda en la igualdad de los hermanos, sino en el amor de la madre: cuidar, nutrir.
b) Las tres Personas divinas son distintas para poder entregarse una a la otra y estar en comunión. Los
hermanos, igualmente, se realizan en el dar. Se definen en relaciones de amor.
c) Cada Persona divina mora en la otra y se deja penetrar por ella como expresión del amor. Se abre
como expansión que quiere crear con los hombres. La fraternidad franciscana no es un ghetto. Está
abierta a la Iglesia, a los pobres, al mundo. Irradia fraternidad.
a) A nivel organizativo-social El vocabulario. Tres son los término que usa Francisco en sus escritos
para designar al grupo de los hermanos menores: fraternitas, ordo y religio, y con esta frecuencia
estadística: 13 veces la palabra religio (religión); 3 veces ordo (orden) y 10
veces fraternitas (fraternidad).
La palabra ordo la utiliza en el pasaje de la Verdadera Alegría, donde aparece como una descalificación.
En la segunda Regla 7,2 aparece también la palabra ordo, pero parece una corrección legal de la curia
romana.
El término religio se refiere a los que hacen la profesión de los consejos evangélicos (además de monjes
y canónigos). Este término se usa menos a medida que la fraternidad se organiza. Esto pone en
evidencia el empeño de Francisco de defender la originalidad de su proyecto cuando aparece amenazado
por la intención de la curia romana de asimilarla a formas ya conocidas.
Este espíritu viene recogido en CC.GG. 40-41. No existe una relación padre-hijo o superior-súbdito. No
se funda en la reivindicación de derechos, sino en la propia entrega. Hay corresponsabilidad; se
responde del otro; se es fiel al otro; funciona la corrección fraterna, que corresponde a todos los
hermanos por igual (cf. 2R 7); la obediencia mutua entre todos los hermanos; el discernimiento como
derecho y deber de todos los hermanos sobre mí y sobre el caminar común.
Por lo que Francisco, tan cautivado por la fraternidad, no tipifica las relaciones entre sus frailes en las de
los hermanos en el marco de la familia, sino en el amor de la madre, más aún, mayor que el de una
madre, es decir: la relación más emotiva y la actitud más oblativa, y señala las exigencias que sostienen
la vida fraterna con verbos tan maternos como amar y nutrir.
"porque si la madre nutre y quiere a su hijo carnal, ¿cuánto más amorosamente debe cada uno querer y
nutrir a su hermano espiritual" (2 R 6, 8; cf. 1R 9, 10-11).
Esta igualdad fundamental de los hermanos, como expresión de la condición de fraternitas de la Orden
de los menores, encuentra múltiples concreciones en el proyecto de vida de san Francisco, que hacen
que la igualdad no sea un ideal abstracto, sino un principio organizativo y social.
CC.GG: Art 40: Cada hermano es un don de Dios a la fraternidad; por lo tanto, acéptense los hermanos
unos a otros en su propia realidad, tal como son y en plan de igualdad, por encima de la diversidad de
caracteres, cultura, costumbres, talentos, facultades y cualidades, de modo que toda la fraternidad
resulte lugar privilegiado de encuentro con Dios.
Art 41: Todos los miembros de la Orden son, de nombre y de hecho, hermanos y menores, aunque en
ella desempeñen distintos oficio, cargos y ministerios.
El primado de lo interpersonal
La unidad e la orden no esta en tener un solo General, sino de la unión de los hermanos entre sí de
calidad humana y evangélica. Reclama lo psicoafectivo. Está hecho de fraternidad, cercanía, amistad;
supone lo espiritual; esto constituye un objetivo a alcanzar.
El voto de obediencia crea una asimetría. La fraternidad tiene que integrarse con la obediencia. Con
problemas prácticos y jurídicos. La solución ha de venir por vías de discernimiento. Tiene una idea de la
autoridad como servicio y no como poder. Rebaja la autoridad y radicaliza la obediencia (mientras no
vaya contra el alma o la regla). Desacraliza la autoridad como proveniente de la autoridad de Dios. Son
ministros y siervos. No es una dignidad ni una forma de poder. Es un servicio (ministro) a la comunidad.
A más estructuras menos calidad de relación entre los miembros de un grupo. Por eso en la fraternidad
franciscana, lo impersonal sirve a lo personal. Se excluyen estructuras pesadas. Se priman las
estructuras psico-espirituales.
La regla es un modelo. En ella se dejan en alto muchos puntos. Los ministros quisieran que estuviera
todo determinado.
Interrelación entre la
fraternidad y la
misión.
La fraternidad no es
fundamentalmente un grupo
de trabajo, con una finalidad
precisa. El primer objetivo es
estar juntos, ser hermanos. No
hay ningún quehacer específico
que determine el ser de los
hermanos (cf. 1R 16). La tarea
prioritaria es hacer más
hermanos.
b) Características principales
de la fraternidad franciscana
Personal y recíproca
Igualitaria.
No es posible la fraternidad ni crece allí donde la igualdad no es vivida por la mayoría (que quiere cargar
con más que los demás)
Al ejemplo de Cristo siervo. Lávense los pies unos a los otros. Servicio mutuo en aras de la fraternidad.
Todos son hermanos y menores, aunque desempeñen cargos. Esta es la obediencia de nuestro Señor
Jesucristo.
Gratuita.
Ejemplifica con enfermos y conflictivos. En la Admonición 24 dice: Dichoso el siervo que ama tanto a su
hermano cuando está enfermo y no puede corresponderle como cuando está sano y pude hacerlo.
No sirve para ser santo ni para llevar adelante obras. El fin consiste en ser hermanos. Por eso los
enfermos y los difíciles, los débiles... deben ser los preferidos de la fraternidad. La fraternidad habrá de
discernir su comportamiento con respecto a ellos.
Concreta y realista.
No se trata nada ideal y maravilloso. Es el lugar donde se manifiesta nuestro egoísmo y nuestra pobreza
personal, donde se manifiestan todas nuestras pobrezas. Proyectamos sobre el otros nuestra propia
incapacidad. La vida se mide en la aceptación de lo real sin escapismos. Uno de los mayores enemigos
de la vida de fraternidad es el "ideal perfecto", el perfeccionista. La verdadera fraternidad es don y
tarea.
Nos une la común convocatoria. En una utopía más del ideal de Francisco. (cf. Carta al Hno León y la
cuarta Carta a Inés de Praga).
Abierta.
Según las CC.GG. 71, afirmen el ser sobre el tener; eviten el derroche consumista por las cosas; tengan
sentimiento de respeto a la creación. La ecología es una obligación de primer orden.
CC.GG. 71: Siguiendo las huellas de san Francisco, muestren los hermanos hacia la naturaleza,
amenazada en todas partes, un sentimiento de respeto, de modo que la tornen totalmente fraterna y útil
a todos los hombres para gloria de Dios Creador.
3. El modelo franciscano
Desde el origen el franciscanismo es comunitario. Hay tres modelos de vida religiosa (hablando de
formas puras. También hay infinidad de formas mixtas) en la Iglesia.
La comunidad es siempre funcional: los eligió... para predicar, para curar enfermos.
Las relaciones interpersonales no se cuidan más que en su aspecto ascético; no como algo
afectivo.
La autoridad (personal o colegial) tiene un poder sacral. Para eso se basa en los mismos textos
que el grupo anterior. Las funciones de gobierno se llevan a cabo por razones prácticas.
c) El modelo franciscano
Fuentes de inspiración: Armoniza la relación prepascual marcando el "estar con Él" más que el
"mandarles a predicar". Amor según las cartas de san Juan. Utiliza también los textos del
radicalismo. No hace referencia a la comunidad de los Hechos de los Apóstoles.
Praxis: Orientación gratuita, no subordinada a nada (en esto está más cerca de los monjes); es
un objetivo en sí. No hay ningún servicio que determine la identidad. No puede ser subordinada
a ningún servicio. Reclama una cierta vida en común, pero no se define por estos actos en
común. Sobre los actos en común tiene preferencia lo psico-afectivo.
En la segunda Regla capítulo 6 se hace un himno a la pobreza. Si se compara con la primera Regla,
capítulos 22 y 23, se observa que lo que dice de Dios, se aplica en la segunda Regla de la pobreza.
Es altísima pobreza, santísima pobreza. Jesús ha tomado la forma de siervo, de pobre. La pobreza es
una persona. Es Cristo-pobre. La pobreza no es una virtud de renuncia ascética y liberadora. Es una "vía
real" para acceder a Dios. Más que virtud moral es casi teologal.
En el capítulo sexto de la segunda Regla se dice: "Esta es la excelencia de la altísima pobreza, la que a
vosotros, mis queridísimos hermanos, os ha constituido en herederos y reyes del reino de los cielos, os
ha hecho pobres en cosas y os ha sublimado en virtudes. Sea ésta vuestra porción, la que os conduce a
la tierra de los vivientes. Adheridos enteramente a ella, hermanos amadísimos, por el nombre de
nuestro Señor Jesucristo, jamás queráis tener ninguna otra cosa bajo el cielo" (2R 6, 4-6)
No es un voluntarismo ascético; tampoco es una conducta para ir en contra del desequilibrio social o
eclesial. La pobreza nace de la contemplación de Jesús en nuestra historia y se dirige al seguimiento de
Cristo. Francisco no se hizo pobre por amor a la pobreza, como si esta tuviera sentido en sí misma.
Como peregrinos y extranjeros (cf. 1Pedro 2, 11). Es la experiencia de los patriarcas y del
pueblo en el desierto. Toda forma de apropiación rompe la comunión. También la comunión con
Dios. No se apropien de cosas o lugares.
Significa tener libertad para el camino. En 1R 22, 25 se dice: "Por eso, todos los hermanos estemos muy
vigilantes, no sea que, so pretexto de alguna merced, o quehacer, o favor, perdamos o apartemos del
Señor nuestra mente y corazón"
La porción que conduce a la tierra de los vivientes. Es una visión escatológica. Ser pobres nos
mantiene despiertos y con nostalgia del reino futuro y nos da el reino futuro.
¿Qué papel juegan los textos de la providencia? (Mirad los lirios del campo y las aves del cielo). Esta cita
no se encuentra entre los textos que utiliza para fundar teológicamente la pobreza. La funda en la
fraternidad y el trabajo para conseguir el subsidio. La limosna sólo viene a tapar vacíos.
2. La praxis de la pobreza-minoridad
franciscana.
En un primer lugar es
renuncia a los bienes. Dejar atrás el sentido de la vida basado en el tener. Las CC.GG 8,1
hablan de el uso de los bienes en dependencia de los superiores.
Trabajo con calidad humana. Deben hacerlo fiel y devotamente. (cf. 2R 5, 1).
Ha de integrar la minoridad. No se debe estar por encima de los demás. Deben buscar servir y
no dominar (cf. CC.GG. 67, 1). No hay un trabajo que defina la identidad franciscana. Sirve
para vivir la comunión con los hermanos. Está al servicio de la fraternidad. Debe hacerse
respetando la vida fraterna (art 79, 1 de las CC.GG). El trabajo que se acepte debe estar en
función de la pobreza. No debe existir relación trabajo-capital, enriquecimiento (cf. art 82, 3,
que habla de que no se acumulen bienes y de que se cuide de los pobres).
La austeridad de vida. Los hermanos deben conformarse con lo necesario par vivir.
1 Tim 6, 8-10dice: "Mientras tengamos comida y vestido, estemos contentos con eso. Los que quieren
enriquecerse caen en la tentación, en el lazo y en muchas codicias insensatas y perniciosas que hunden
a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero, y
algunos, por dejarse llevar por él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos
sufrimientos". No se fija en el pauperismo de los mendigos o en ciertos radicalismos. En la fraternidad
se satisfacen las necesidades. Pero hay que reducirlas al mínimo. Vivir la vida con austeridad. Renunciar
al derroche, al uso consumista de las cosas.
Compartir los bienes con los pobres. Tener más para compartir.
Dios es el gran limosnero que reparte las cosas a los hombres. Se pierde el derecho a las cosas cuando
hay alguien más pobre. La limosna es restituir las cosas a los pobres que son sus dueños verdaderos. En
vez de decir ¿hasta cuánto puedo tener? habrá que decir ¿hasta cuánto puedo renunciar?
Renuncia a toa forma de poder o de preeminencia. Cristo no tiene poder. Es una visión
radicalista. Los artículos 64-66 de las CC.GG. dicen que los hermanos han de ser pobres y
humildes; como los pequeños de la sociedad.
Reserva frente al dinero. Francisco lo prohíbe drásticamente. El dinero crea nuevas formas de
marginación. El nuevo pobre ya no tiene ni pan. "No podéis servir a Dios y al dinero". Las
CC.GG. dicen que los hermanos usen el dinero como conviene a siervos de Dios y a seguidores
de la pobreza. En el art 8, 3 de dichas constituciones se dice que los hermanos, "a ejemplo de
Cristo, se gocen cuando conviven con personas viles y despreciadas, con pobres y débiles y
enfermos y leprosos y los mendigos junto al camino" (cf. 1R 9,2)
3. El modelo
franciscano de
pobreza.
A lo largo de la historia se han dado diversos
modelos de pobreza. Veremos brevemente el
modelo ascético-espiritual, el antropológico-
social y el franciscano.
Es el modelo que más se da en las órdenes religiosas y es el que sigue el Derecho Canónico. Lo sigue el
monaquismo tradicional. Se justifica también en los sumarios de los Hechos de los Apóstoles: Lo tenían
todo en común... No había pobres. Pretende liberarse para estar atento a los bienes superiores: la
contemplación, el servicio a los pobres, la diaconía... siguiendo a Cristo pobre. Es una renuncia
individual.
No define la pobreza con referencia a los pobres (esto no quiere decir que esas órdenes no se hayan
preocupado de los pobres). Esto entraña una unilateralidad y algunos riesgos:
-> se reduce la pobreza a actitudes interiores;
-> hay una tendencia a vivir la pobreza en formas puramente ascéticas, al margen de los
sociológicamente pobres.
-> existe una gran contradicción: la renuncia se hace en favor del convento, de la institución, lo que le
causa una "crisis de prosperidad".
-> resulta un comportamiento de cierta dureza con respecto a los sociológicamente pobres.
Riesgos:
-> reducir todo a la praxis.
-> se da una reducción sociológica de la pobreza.
-> se olvida la originalidad del evangelio: no sólo pan compartido, sino transformación interior y Espíritu
Santo.
Francisco tiene dos experiencias: el encuentro con el leproso y el encuentro con el Crucificado, pobre y
humilde. No se puede separar el espíritu y la forma de vida; pobreza personal y comunitaria (siempre en
favor de los pobres).
No se debe hacer del trabajo un medio de capitalización. Se procura reducir al mínimo las necesidades.
IV.- MISIÓN-EVANGELIZACIÓN
A los ojos de los contemporáneos, ajenos a la misma, la primitiva fraternidad franciscana viene
frecuentemente descrita y comprendida en clave de "vida apostólica", e incluso se la presenta
funcionalizada a la predicación como anuncio explícito del evangelio.
De todos es conocido el papel decisivo que jugó en el proceso de conversión y clarificación del proyecto
y forma de vida de Francisco, la escucha del "evangelio de la misión" en la Porciúncula (1C 22).
Es normal que vista desde fuera la fraternidad franciscana, lo primero que resaltase fuera la figura del
predicador apostólico itinerante, y esto tanto si se relacionaba la nueva Orden con los movimientos
pauperísticos de la época, como, sobre todo, si se la ponía en relación con los consejos del "evangelio de
la misión". Y, sin embargo, Francisco no es, un hermano predicador, ni la suya una Orden de
predicadores.
Por ello a la hora de describir la forma de vida de los hermanos en la Regla, no se hace desde la
predicación, sino desde cuatro rasgos principales y concretas opciones de forma de vida: la ORACIÓN, la
FRATERNIDAD, la POBREZA-MINORIDAD y la MISIÓN-EVANGELIZACIÓN. Otro tanto hacen las
Constituciones generales, art. 1,2.
a) La Palabra de Cristo. Francisco prefiere el vocabulario de Juan: el envío. "Ellos recibieron mis
palabras. Tú me enviaste, también los envío yo". En los capítulos 14 y 15 de la primera Regla se puede
ver la fundamentación escriturística de cómo los hermanos han de ir por el mundo. En la Carta a la
Orden, 9 se dice: "... pues para eso os ha enviado al mundo entero, para que de palabras y de obra deis
testimonio de su voz y hagáis saber a todos que no hay otro omnipotente sino él".
El envío de los hermanos esté en correspondencia con la misión-envío de Jesús. La llamada del Cristo de
San Damián es evangelizadora: Repara mi casa.
Contemplar para seguir a Cristo enviado por el Padre. Predicar no para predicar el dogma o establecer la
Iglesia, sino participar del trabajo misionero del Hijo.
Las Constituciones generales utilizan los capítulos 1R 16 y 17. Aunque allí se hable de sarracenos,
vemos que es algo más general. Los destinatarios son todos los hermanos. Y en nuestro mundo hay la
misma increencia que en tiempos de san Francisco.
Los hermanos Menores son siempre enviados al mundo, es su condición más propia, como se desprende
del lenguaje de la Regla, el lenguaje del "evangelio de la misión": "Aconsejo, amonesto y exhorto a mis
hermanos, que cuando van por el mundo..." (2R 3, 10). Pero son enviados siempre como hermanos, en
fraternidad: "marchad, carísimos, de dos en dos, por las diversas partes de la tierra, anunciando a los
hombres la paz y la penitencia", son las palabras de Francisco en el envío de los primeros hermanos (1C
29), y éstas tienen un valor programático y permanente.
a) La comunión fraterna, "primer y preclaro testimonio en favor del evangelio" (art 87,2).
Estas sencillas palabras poseen una densidad única. Tras ellas está la originalidad cristiana de la
evangelización: no es primordialmente transmisión ideológica de conocimientos, ni el evangelio una
doctrina; es el ofrecimiento convincente y significativo de la forma de vida y el mensaje de Jesús: el
Reino. Tras ellas también, la afirmación de la prioridad del testimonio --el apostolado del buen ejemplo
que diría Francisco-- sobre la palabra en la vida de los hermanos, prioridad que no lo es del ser sobre el
hacer, porque supone ambos. Tras ellas la recuperación para la vida franciscana de la dimensión
evangelizadora de la comunión fraterna, más allá de toda tarea o concreto quehacer, la afirmación del
carácter gratuito testimonial de nuestra forma de vida (cf. art 89,1).
Pero el testimonio con ser central, es una realidad singularmente débil e incluso ambigua; por ello, si por
una parte no bastan los testigos individuales, son necesarios los testigos comunidad, por otra estos han
de tener, para ser significativos, una cierta radicalidad expresiva. La comunidad fraterna es primer y
preclaro testimonio en favor del evangelio sí es evangélica y franciscanamente significativa es decir:
sí está basada en la gratuidad de un amor más que materno, y es, ajena a toda funcionalización
e instrumentalización del hermano;
sí se funda en la acogida mutua de los hermanos entre si, y de cuantos vinieren a ellos;
El Reino de Dios, único absoluto de Cristo y su evangelio, es don en el hoy, y promesa para el futuro de
Dios, de una nueva humanidad: fraterna, reconciliada, reunida en torno a la mesa del Padre: "Jesús
debía morir -se lee en el evangelio de Juan- para reunir a los hijos de Dios dispersos" (Jn 11, 52). Por
ello los hermanos menores, cuando se esfuerzan por realizar una auténtica fraternidad, se convierten en
signo profético, y por lo mismo, dedo crítico e interpelador, de la dirección en la cual, según el plan de
Dios, debe orientarse el progreso del mundo para la construcción del Reino de Dios: signo humilde,
pobre, marcado por continuos fallos, y, sin embargo, signo real de que la fraternidad es posible en el
mundo de hoy, y anuncio de esperanza.
En una Iglesia siempre tentada de títulos y poder, que se debatirá siempre entre lo institucional y lo
comunitario, entre el aspecto organizativo e impersonal propio de toda gran sociedad, y el aspecto
personal, íntimo, e igualitario de toda comunidad de hermanos, la fraternidad de los menores, desde una
comunión fraterna significativa, es voz profética que le hace encaminarse hacia metas de comunión
siempre más altas, en conformidad con la Palabra de la que es depositaria y anunciadora.
Esta diaconía critico-profética del testimonio de la propia comunión fraterna es el primer y preclaro
servicio en favor del evangelio por parte de la fraternidad franciscana.
El texto que comentamos afirma expresamente: "El comportamiento de los hermanos en medio de las
gentes ha de ser tal que cualquiera que los vea u oiga glorifique y alabe al Padre que está en los cielos".
Estas palabras miran a la comunión fraterna, a la vida fraterna "ad intra", --aunque en muy buena parte
sea inexacta tal expresión-- y miran también a la fraternidad en relación. Es una vez más proclamación
testimonial y profética del evangelio de la fraternidad en el ser y comportarse de hermanos de la
fraternidad de los menores.
Será bueno hacer referencia aquí, antes de pasar al comentario del parágrafo primero del art. 87, a otro
de los aspectos evangelizadores de la fraternidad franciscana desde su comunión fraterna. En este
contexto aparece silenciado en las CC.GG., pero se hace mención de él en otros lugares, y
concretamente en el art. 71. Evangelizar desde el estilo fraterno de vida y relación entraña también la
fraternización con la naturaleza o la creación, colocándose ante ella no como un ser despótico o
dominador ni como un vulgar siervo que pierde ante ella, --desde el instinto de posesión y dominio-- la
propia autonomía y el propio rostro. La fraternización con la creación se traduce, sobre todo: en
austeridad de vida; en la renuncia al derroche, al uso consumista de las cosas, a la afirmación desde el
tener --"falsos valores de nuestro tiempo" (art 67)--; en el respeto y reverencia a la creación y en ella a
su Creador, frente al consumismo creciente de nuestra civilización occidental, y frente al tecnicismo y
cientifismo, para los cuales la naturaleza no es creación, ni algo a respetar e imitar en la investigación y
experimentación, sino un límite que hay que superar.
El Hermano Menor es enviado al mundo no sólo en fraternidad de hermanos, sino también fraternizador;
no sólo como hermano, sino para hacer hermanos. Desde la coherencia interna de su proyecto de vida -
en la interacción contemplación, fraternidad, pobreza-minoridad y evangelización -, desde la necesaria
traducción del ser al hacer, desde la correspondencia que ha de darse en la evangelización entre vida y
palabra, la fraternidad entre los hombres ha de ser objetivo prioritario de la acción evangelizadora de los
Hermanos Menores, en fraternidad y, desde la fraternidad; prioridad, una vez más, determinante,
aunque no exclusiva.
Las CC.GG. son a este respecto especialmente densas y explícitas, en éste y en el anterior capítulo:
"Pacíficos y humildes"; recogen la nueva conciencia de la Orden en los últimos años sobre su propia
identidad. Tendremos que contentarnos, por ello, poco más que con elencar ordenadamente los datos
que ofrecen;
Las CC.GG. son reiterativas al respecto, ya desde el artículo primero donde se sientan las bases de esta
vida (art 1,2):
-- los hermanos son invitados a anunciar la paz y el bien y una nueva humanidad: "lleven a todos
cuantos encuentren a su paso la paz y el bien del Señor, así como la firme esperanza de un mundo
mejor» (art 85);
-- este mensaje tiene unos destinatarios privilegiados: los hombres que amenazan la vida y la libertad; a
ellos han de ir los hermanos "para ofrecerles el anuncio de la conversión y la reconciliación así como la
esperanza de una nueva vida" (art 98,2);
-- el anuncio del evangelio de la fraternidad es también invitación a la conversión a los ricos, conversión
que pasa por el hacer justicia y el compartir:" ... exhórtenlos humildemente también a ellos a
penitencia, y a devolver todos los bienes al Señor Dios, presente siempre entre los pobres" (art 98,1);
-- por la fuerza misma de las cosas, a veces, este anuncio habrá de tener la forma de la contestación y
la protesta: "denuncien con firmeza los hermanos toda clase de acción bélica y toda carrera de
armamentos como azote gravísimo para el mundo y sumamente lesivo para los pobres" (art 69,2).
El compromiso por la fraternidad es también un dato sobre el que inciden especialmente las CC.GG., en
línea con la experiencia originaria franciscana, y en ello se hace patente la conciencia creciente sobre su
importancia en la definición de la propia identidad. He aquí algunas de las concreciones que ofrece el
texto:
-- los hermanos han de colaborar en aquellas iniciativas tendentes a "instaurar una sociedad de justicia,-
de liberación y de paz" (art 96,2);
- igualmente- "han de trabajar con humildad y entereza para que los derechos y la dignidad humana de
todos se vean respetados y garantizados" (art. 96,3), y en la defensa de los derechos de los oprimidos,
renunciando a toda acción violenta (art 69,1), de la vida y la libertad (art. 98,2).
--en su acción evangelizadora han de respetar las conciencias y descartar todo proselitismo (art. 104);
-- han de promover "la mutua aceptación y benevolencia entre los hombres", siendo los hermanos
"instrumentos de reconciliación" (art. 70);
- han de fomentar el espíritu ecuménico, el diálogo entre las religiones, el respeto de las culturas, etc.
(art. 95).
b) El camino
Desde esta coincidencia de camino y meta las CC.GG. proponen a los hermanos un camino concreto para
hacer hermanos entre los hombres, que- no es otro que el camino de Cristo Siervo, al que remiten la
gran mayoría de los textos en los que se habla del seguimiento de Cristo.
Los hermanos se han de conducir entre la gente según un modelo de conducta calcado de las
bienaventuranzas (no habrá que olvidar que en la Regla, Francisco habla de la misión-evangelización en
términos de bienaventuranzas - 2R 3,10):
-- "Vayan con gozo y alegría, por el mundo, como siervos y sometidos a todos, pacíficos y humildes de
corazón" (art. 64; titulo primero sobre los modos de evangelización);
-- "Adopten los hermanos la vida y condición de los pequeños de la sociedad" (art. 66,1), y
"condúzcanse de tal manera que nadie se sienta distanciado de ellos" (art 66,2);
-- Esfuércense por vencer el mal con la práctica del bien (art. 68);
-- renuncien a toda violencia, es decir acérquense a los hombres desde actitudes de no-violencia, que no
es simple táctica, sino manera de ser y estar entre ellos (art. 69,1);
-- Preséntense sin armas defensivas ni ofensivas, como a quien nadie teme, pues buscan servir y no
dominar (art. 76,1);
-- Se inserten y solidaricen con los marginados, los pobres, los oprimidos, los afligidos y enfermos,
"gozosos de convivir con ellos " (art. 97,1).
El objetivo de este apartado es comentar el parágrafo 3 del artículo 87, que hemos tomado como iter de
nuestra reflexión; dice así:
"A fin de que la Iglesia aparezca siempre cada vez más como sacramento de salvación en nuestro
tiempo, establezcan los hermanos fraternidades en ámbitos de gente pobre núcleos secularizados,
considerándolas como elementos privilegiados de evangelización".
El texto nos ofrece la motivación teológica (la Iglesia sacramento de salvación) y contextual (nuestro
tiempo), y la valoración de estas opciones en orden a la evangelización (elementos privilegiados de
evangelización). Será necesario tener presentes estos datos para entender todo el alcance real de la
propuesta.
¿Por qué estas dos concreciones? Por que son dos situaciones generalizadas y a la vez límites, en las que
el evangelio de la fraternidad y el mismo Dios del evangelio son negados, y sólo es posible reafirmarlos
desde el testimonio-presencia de una vida radical y evangélicamente fraterna desde la confesión
cristiana.
-- comunión de bienes con ellos: "los bienes confiados al uso de los hermanos han de repartirse con los
pobres" (art. 72,2; cf 53; 75,1; 82,3).
Al definir la opción por los, pobres (art. 97) como inserción, y esta desde la comunión, las CC.GG. están
afirmando abiertamente la prioridad del hacer hermanos en la tarea de la evangelización de la
fraternidad menor. Más aún, la inserción fraterna entre los pobres ha de estar marcada por la gratuidad
(en ningún momento se habla de la presencia entre ellos como táctica para el anuncio del evangelio): la
gratuidad es el signo inconfundible de lo divino; sólo la presencia fraterna gratuita entre los pobres hará
trasparente el evangelio de la fraternidad.
Detrás de esta exigencia de las CC.GG. de establecer fraternidades en núcleos secularizados está ésta
profunda convicción, en perfecta sintonía con lo que Francisco dice en 1R 16, a propósito de la presencia
entre «sarracenos y otros infieles". La vida fraterna de los hermanos, y una vez más desde la gratuidad
absoluta, es la "proclamación silenciosa" del evangelio y el Dios del Reino, que hace posible dicha vida
fraterna.
La lectura hecha de las CC.GG. sobre nuestro tema, produce fácilmente en nosotros sentimientos
encontrados, que no son sólo los que nacen del eterno desfase entre ideal y realidad, sino también los
que nacen del desfase aún mayor entre el realismo -que se contenta con lo controlable y comprobado,
pues se considera lo único posible-, y la utopía. Es el sino inscrito en las entrañas mismas de las CC.GG.
que no están hechas desde la realidad de nuestras vidas sino desde la utopía del ideal.
1) Se apunta una nueva imagen de la Orden; aún a riesgo de parecer unilateral , la definiría así: más
profético-testimonial y menos ministerial; más evangelizadora y menos "pastoralista", con preferencia
por formas de evangelización más fronterizas y menos de conservación;
2) Hay una apuesta decidida por la evangelización desde el testimonio de la vida minorítica en
fraternidad, lo que significa apostar por la radicalidad expresiva y evangélicamente significativa de
nuestras fraternidades;
-- la afirmación de unos concretos medios para llevar adelante esta tarea: la minoridad, la gratuidad, la
preeminencia de las relaciones personales sobre la eficacia y la burocracia, etc.
Todo ello viene propuesto como vuelta a los orígenes, afirmación de la identidad evangelizadora de los
hermanos menores, tratando de actualizar en el hoy la creatividad y el vanguardismo de la primigenia
experiencia franciscana.
b) Nuestra realidad
Nuestra realidad, sin lugar a dudas, es muy otra. Evidentemente, tiene sus luces, pero desde el
horizonte evangelizador que señalan las CC.GG., no son pocas las diferencias, e incluso las sombras.
Señalo tan sólo, y como contrapunto de lo dicho anteriormente, algunas notas de su orientación
generalizada, en relación con el tema que nos ocupa:
c) Caminos de futuro.
La confrontación un tanto radical, que he establecido entre las CC.GG. y nuestra realidad, definida desde
el "realismo", pudiera parecer sin salida. Pero no lo es: las CC.GG. son la propuesta de una utopía
posible, una utopía real, aunque exija, tal vez, repleanteamientos profundos de nuestra vida fraterna y
nuestra acción evangelizadora. Hemos de aceptar la utopía posible como tarea, aunque sea un horizonte
distante, y quizá, hasta imposible en su plenitud, hasta él hemos de caminar.
El acercamiento a la utopía posible no se da sino mediante un proceso, que parte del análisis de la
realidad y programa sus objetivos a corto y largo plazo. Desde aquí hemos de preguntarnos sobre el
camino: ¿cómo orientar nuestro trabajo de cada día para ir haciendo posible el futuro que se nos
apunta, en y desde la realidad concreta de hoy ?. Señalo a vuela pluma algunos mojones del camino:
1) Tomar conciencia que nuestra vocación primera y primer servicio evangelizador es hacer hermanos
siendo hermanos;
3) Asegurar por todos los medios la "vida fraterna" de nuestra fraternidades, que está hecha, no
simplemente por el espacio físico y cronológico, y por la multiplicación de los actos comunes, sino sobre
todo por la calidad de los mismos y las relaciones interpersonales; pero que, en todo caso, no se da sin
unos mínimos de encuentro para la oración, la reflexión, el diálogo, la comunicación;
4) Favorecer la acogida y la hospitalidad de nuestras fraternidades;
6) Propiciar en nuestro quehacer pastoral el paso de una pastoral de mantenimiento a una pastoral
misionera y de comunidades, que consiste en "poner en el centro de las preocupaciones y las opciones
pastorales el anuncio del evangelio y la llamada permanente a la conversión, y consiguientemente el
acompañamiento, la iluminación y la ayuda en este proceso" .
7) Revisar también nuestros métodos y praxis de acción pastoral, tal vez demasiado burocratizados e
impersonales;
8) Ir asumiendo, a través de pequeños gestos de las fraternidades y las Provincias, el conflicto entre
nuestra evangelización en fraternidad y minoridad y la eficacia.
Me propongo hacer aquí algunas reflexiones sobre la misión reconciliadora y pacificadora de los
seguidores de Francisco de Asís siguiendo de cerca la carta de los Ministros Generales de la Familia
Franciscana con ocasión de Pentecostés de 2005, titulada Instrumentos de Paz. Reflexiones que,
inspiradas en la vivencia y el mensaje del hermano Francisco, iluminen algunas situaciones de nuestra
vida y misión.
El saludo de paz y las iniciativas a favor de la paz eran parte integrante de la autocomprensión, del estilo
de vida y de la misión de los primeros hermanos, y por ello eran reconocidos como un verdadero
movimiento de paz, de tal suerte que Tomás de Celano nos presenta la fraternidad primitiva como una
verdadera delegación o embajada de paz (cf. 1 C 24).
Su misión de paz nacía de un corazón pacificado, fruto de una experiencia de perdón, de misericordia y
de gratitud. Promovían la paz mediante actitudes concretas y cotidianas: mediante la pobreza y la
simplicidad que nacen de la ilimitada confianza en Dios y que les conducían a no querer apropiarse de
nada (cf. 1 R 7,13; Adm 2) y a ser y estar libres para abrazar y servir a los leprosos (cf. Test 1-3).
Porque eran pobres no necesitaban armas para defender sus bienes (cf. TC 35), se sentían libres de toda
pretensión y de toda reivindicación, y veían a los otros no como concurrentes o enemigos sino como
hermanos y hermanas en Jesucristo.
"Trabajando (cf. 1 R 7,1-9), viviendo entre los pobres y los excluidos (cf. 1 R 9,2), rechazando el dinero
(1 R 8, 1-12), nueva y brutal forma del capitalismo de entonces, Francisco y los suyos atestiguaban
proféticamente la posibilidad de un modo diverso para vivir juntos, y de una sociedad civil y eclesial
iluminada por el Evangelio" (1)
Según el pensamiento de Francisco los hermanos menores están llamados a descubrir lo positivo que
hay en cada persona, a tender la mano para acoger fraternalmente a todos, a evitar favoritismos y
partidismos, a no suscitar litigios y rencillas, a "ser pacíficos y modestos, mansos y humildes" (Rb 3,12)
y a empeñarse en el restablecimiento de la fraternidad y de la concordia. El franciscano no es la persona
del juicio y de la condena, no se enfada por el pecado de los otros ni exige su cambio, sino que ofrece,
como impulso a la conversión, el buen ejemplo propio. Es en ese contexto que en el n. 58 de la Leyenda
de los Tres Compañeros se nos resume el mensaje de Francisco: "Que la paz que anunciáis de palabra,
la tengáis en mayor medida en vuestros corazones. Que ninguno se vea provocado por vosotros a ira o
escándalo, sino que por vuestra mansedumbre todos sean inducidos a la paz, a la benignidad y a la
concordia. Pues para esto hemos sido llamados: para curar heridas, para recomponer fracturas, e ir en
busca de quien está perdido".
Todo esto pertenece a la esencia del carisma franciscano, por lo cual trabajar por la paz no es opcional
para los franciscanos (tampoco para cualquier seguidor de Jesús). Quiero hacer sólo tres apuntes sobre
nuestra tarea actual como cristianos y como seguidores de Francisco en el trabajo por la paz:
2. Instrumentos de paz en las
relaciones interpersonales y
en las estructuras sociales.
En primer lugar hay que decir que estamos llamados a trabajar
por la paz a nivel personal, comunitario, social y político, porque
esos son los diferentes niveles en los que nos movemos las
personas y unos influyen en los otros. No basta quedarse en el
nivel personal (lo de tener la paz en nuestros corazones), ni en
el nivel de las relaciones interpersonales y comunitarias,
estamos llamados a trabajar activamente también por la paz
social, como hemos recordado que hizo Francisco en diferentes
ocasiones . Me parece necesario insistir en esto porque con
frecuencia los cristianos y los franciscanos hemos hablado sólo
de las dos primeras dimensiones, la personal y la comunitaria,
pero hemos dejado al margen la dimensión social. Pienso que
hay que trabajar por la paz en las tres dimensiones al mismo
tiempo: como valor profundo en lo íntimo de cada persona,
viviendo reconciliados con Dios, con nosotros mismos, con las
personas con las que nos relacionamos y con toda la creación,
reconciliación que debe comprender también nuestras
estructuras, nuestro estilo de vida, nuestro trabajo y nuestra
misión, a fin de que todo sirva realmente para la construcción
de la justicia social, del amor y de la paz, y actuación en la
sociedad en búsqueda constante de la justicia, de la paz y del
bien.
Lo nuestro ha de ser una búsqueda constante del bien de la vida, pero "esta acción a favor del bien,
comporta la denuncia de las causas del mal, y la condena valiente de toda forma de violencia
injustificada, porque hablar de paz y de justicia sin denunciar las instituciones, los sistemas y los
pecados responsables de la injusticia, de la violencia y del mal, es más que hipócrita" (2). Dicho con
otras palabras: ni sólo una paz intimista que no afronta los graves problemas de la humanidad y del
conjunto de la creación, ni tampoco un pacifismo social y político que no lleva consigo la experiencia de
reconciliación con Dios, con nosotros mismos y con las personas que tratamos diariamente.
Será por tanto muy importante aprender a regularlos. Nuestras fuentes nos aportan algunas actitudes
esenciales "para actuar un proceso de paz y reconciliación, en una situación empantanada por discordias
y luchas (cf. Flor 21)". Sigo aquí las actitudes que nos señalan los Ministros Generales aunque con un
orden ligeramente diferente:
Identificar las verdaderas causas de la violencia (del problema, de la injusticia) y llamarlas por su
nombre. No se puede esconder o minimizar la violencia. Solamente sabiendo reconocer y aceptando
curar el mal, se puede comenzar un camino que lleve a la conversión y a la reconciliación de todas las
partes. El objetivo será el restablecimiento de la justicia como base para la construcción de la verdadera
paz.
Hay que reconocer que toda situación de conflicto implica un desequilibrio y un mal uso del
poder, y que para que la regulación del conflicto sea positiva es necesario que la parte débil adquiera
poder para que la relación entre las partes sea simétrica y se pueda dialogar y , negociar.
Rechazar la demonización de una de las partes, y reconocer en todos hermanos en los que
está Dios y que tienen su parte de verdad que hay que reconocer. Todos tenemos experiencia de con
qué facilidad descalificamos a los que son diferentes de nosotros, haciendo de los diferentes adversarios
e incluso enemigos, en los que no cabe nada bueno (un ejemplo práctico se da en el terreno político
cuando estamos absoluta e idolátricamente identificados con una opción).
Sólo mediante estas actitudes y criterios se puede lograr una recon:iliación y paz duraderas.
4. Promotores de una cultura de paz
Para comprender mejor lo que puede ser el compromiso a favor de la paz, hay que partir de la distinción
que los estudiosos hacen de tres tipos de violencias(5): Hay una "violencia directa": el uso de las armas,
las guerras, el terrorismo, los malos tratos, la delincuencia... Existe también una "violencia estructural",
una violencia que no se ejerce directamente sino a través de las estructuras económicas y políticas: la
división norte-sur, el sistema económico y financiero interiacional, las dictaduras políticas, el deterioro
del medio ambiente, determinadas legislaciones etc. son causas de gran cantidad de vioencias como la
pobreza, el hambre, la violación de derechos humaios...Y está la "violencia cultural" causada por ideas,
reacciones emotivas y símbolos que legitiman tanto la violencia que hemos llamado"directa" como la
"estructural", es su verdadero "caldo de cultivo". Lo tres tipos de violencia se alimentan unos a otros. A
menudo la "violencia directa" se pone al servicio de la "violencia estructural", ésta suele ser la causa de
la "violencia directa", y la "violencia cultural" justifica tanto la "violencia directa" como la "violencia
estructural".
Pues bien, no cabe duda de que ante todas estas formas do violencia no podemos permanecer pasivos o
solamente espectadores conmovidos, nos dicen los MM. GG. en el n. 6 de su carta, sino que los
seguidores de Francisco, fieles al Señor Jesús que vino "para anunciar a los pobres un gozoso mensaje,
para proclamar a los prisioneros la liberación y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y
predicar un año de gracia del Señor" (Lc 4,18), hemos de trabajar por la paz en el mundo como parte
integrante de la misión cor la que continuamos la obra redentora de Cristo en la tierra (cf. Compendio de
la doctrina social de la Iglesia, n° 516).
Dejando ahora, por cuestión de espacio, el cómo trabajar para eliminar la violencia directa y la
estructural, diré algo sobre cómo desde nuestra espiritualidad estamos en las mejores condiciones para
ser constructores de una cultura de paz, verdadera labor preventiva de la violencia directa y estructural:
a) La visión de Francisco de todas las personas y las cosas como hermanos y hermanas, nos permite
superar la visión del otro: como concurrente o enemigo. Y estar junto a las cosas, cuidándolas, y no
sobre ellas, dominándolas y explotándolas.
b) La espiritualidad del perdón, de la misericordia y de la gratitud nos ayuda a superar, con la paz de
Jesucristo, las pequeñas guerras de la vida diaria, y las grandes guerras del mundo.
e) Nuestra vocación de ser mensajeros de la paz en este mundo nos lleva, como dicen los MM.
Generales en su carta, a "ser estilo de convivencia basada en el amor y en la familiaridad, y por tanto en
la no violencia, en la justicia y en el cuidado integral de nuestra madre tierra; a defender el derecho a la
vida en todos los niveles, y la posibilidad de acceso a los recursos esenciales para todos; en modo
particular sufrimos y queremos estar cerca de las innumerables víctimas de este mundo" (n. 9).
f) "A partir de esta dimensión profética de nuestra vocación, levantamos nuestra voz a favor del
desarme en todos los niveles (cf. Compendio de la doctrina social de la Iglesia, n° 508); denunciamos la
utilización de niños y adolescentes como soldados en conflictos armados (cf. Compendio, n° 512), y
cualquier forma de discriminación y explotación de las mujeres; condenamos toda forma de terrorismo;
protestamos contra cualquier forma de colonialismo o imperialismo militar y económico; rechazamos los
fundamentalismos y las tendencias al integrismo; luchamos con medios pacíficos contra cualquier tipo de
estructura esclavizante" (n. 9)
Ayudar a los pobres a que "tomen mayor conciencia de su propia dignidad humana y la protejan
y acrecienten" (CC.GG. OFM 97,2).
Apoyar a los grupos y movimientos, tanto eclesiales como sociales que trabajan por una paz
con justicia (contra el comercio dearmas; cancelación de la deuda externa; firma por parte de
los gobiernos de los países ricos de la Convención Internacional para los derechos humanos de
los trabajadores migrantes y familias; defensores de derechos humanos; defensa del medio
ambiente, etc.).
Notas
1.- MINISTROS GENERALES DE LA FAMILIA FRANCISCANA, Instrumentos de Paz, Roma 2005, n. 3c
3.- S. AYESTARÁN, El conflicto comunitario ¿una oportunidad para crecer o una amenaza de
destrucción?. Frontera/Hegian, n. 13, Vitoria/Gasteiz 1996, p. 8
5.- Cf. J.P. LEDERACH, Educar para la paz, Fontamara, Barcelona 1986, pp. 26-31; L. GONZÁLEZ-
CARVAJAL, El compromiso por la paz y la justicia de los seguidores de Jesús: CONFER 165 (204) 30-34.
6.- J. RODRÍGUEZ CARBALLO, OFM, El compromiso de los hermanos menores por la justicia y la paz:
SEL FRAN 102 (2005) 386-388.
2. Analizar un hecho comunitario o eclesial que esté afectando la vida de la comunidad o de la Iglesia,
entre todos/as, afrontarlo de modo no violento
3. Analizar un hecho social que afecte vitalmente a todos, hoy y aquí, y buscar el modo de afrontarlo de
forma no violenta.
4. En todos los casos, analizar causas, consecuencias, formas de actuación hasta ahora, nuevas
alternativas, opciones y acuerdos que se han tomado. Marcar tiempos de evaluación y confrontación de
nuevo.
[Artículo aparecido en el folleto "La paz, punto de encuentro", Comisión Interfranciscana de Justicia y
Paz.- Federación Interfranciscana de España, Madrid 2006]