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Adventismo y educación en el altiplano

(Uno de los capítulos de "Historia de la Educación en Puno", de José Portugal Catacora, esta
dedicado a la obra educativa del adventismo. Aquí presentamos algunos extractos de dicho texto.
También puede ver Manuel Z. Camacho, el primer educador indígena)

Ana y Fernando Stahl (Foto)


Fernando Stahl: su personalidad y actividad apostólica
Cuando era aún niño, conocí al pastor Stahl en los últimos años de su estadía en Platería.
Era un hombre alto, de sólida consistencia física, ojos vivaces, frente amplia, mentón que
denotaba perseverancia de carácter, de tez más blanca que rubia, tal vez un tanto quemado
por el sol de los incas que en el Altiplano es fuerte.

Vivía en Platería muy sencillamente con su esposa, una dama bondadosa y su hija muy joven.
Su casa habitación era a la vez botiquín y consultorio.

Se desplazaba a las demás escuelas y comunidades desde donde lo llamaban, quienes


buscaban su ayuda, en una mula parda, mansa que parecía tener su mismo carácter generoso
y tranquilo.
Vestía saco de cazador y pantalones de montar de color marrón claro, de esa tela que
entonces se llamaba diablo fuerte y que hoy se llama corduroy, con sombrero de boyscout y
botas de suela gruesa.
Al margen de la misión política que se atribuye a los adventistas, Stahl era un verdadero
apóstol laico. Hacia viajes de reconocimiento de la zona, a veces alejándose de Platería a
largas distancias, sin más apoyo y protección que la Biblia y sus oraciones. Cuantas veces,
como él mismo relata en su libro "El país de los Incas", estuvo en trance de sufrir asaltos ya
que en años de sequía menudeaban los abigeos, otras veces era atacado por gentes instruidas
por los párrocos y. autoridades de los poblachos, y, hasta zozobrar en los ríos torrentosos;
pero en todos los casos salía airoso e inmune.
Fuente Foto

Cuando llegaba a la choza de los que sufrían tifus viruela, neumonía y otros males, se daba
íntegramente, sin temor, alguno, a curar a los enfermos. Y él era un médico múltiple, trataba
infecciones, epidemias, como hacía operaciones quirúrgicas de apendicitis y otros males, con
la misma destreza que un especialista. Sin otros instrumentos que con los pocos que contaba
y sin más asepsia que el agua hervida y el ambiente esterelizante del medio telúrico.
En 1920, entró al pueblo de Acora (Puno) la epidemia de la tifus exantemático. Y aunque
había recibido ofensas de los vecinos de ese pueblo, sin rencor alguno, acudió a curarles. En
mi familia murió mi madre, siendo aún joven, porque no se llamó a tiempo al médico Stahl;
pero a los demás miembros de mi familia, mi padre, mi hermano, su esposa, mi hermana y
yo fuimos tratados por él.

En verdad que en aquel tratamiento también intervino el Qolliri Mendoza o curandero


indígena que nos atendió con yerbas y procedimientos mágicos, es natural que siendo la tifus
una infección microbiana portada por el piojo, solo podía tratarse por medíos científicos.
Aún recuerdo que cada día se trasladaba de Platería a Acora en su mula para atendernos. Y
no recuerdo si nos cobró o no por sus servicios.
Acora en 1919. Colección Billhare

Stahl acusado ante el Gobierno de Leguía


Sin importarles la obra cristiana y social que Stahl cumplía cegado por el fanatismo
excluyente, que Cristo no habría aprobado jamás, el obispado de Puno apoyado por las
autoridades y los terratenientes, envió a Lima sendas acusaciones en contra de Stahl,
acusándolo de hereje, anticristo y soliviantador de indios. Acudieron a este medio porque
resultaron importantes para contener el avance incontenible del movimiento adventista
entre las masas campesinas.
En aquellos años, por las malas cosechas se importó trigo dé Chile, esa variedad de trigo que
al tostar reventaba. Y los primeros en adquirir fueron los adventistas. Y como la gente que
lo comía moría, por otras causas, se llegó a urdir la especie de que ese trigo, por haber pasado
por manos adventistas, se convertía en veneno y la gente moría arrojando sapos y culebras.
Pero nada de esto surtió efecto, la gente estaba con Stahl.

Cuéntase que cuando el gobierno de Augusto Leguía recibió las quejas del obispado de Puno,
Leguía dijo irónicamente "que los católicos hagan lo que hacen los adventistas y que les
demuestren a los indígenas que ellos son mejores". Gesto generoso de Leguía, que fue
manchado posteriormente, cuando el levantamiento de Rumimaqui se ahogó en sangre.

JUICIO CRITICO

Como testigos de la realización de la experiencia educativa adventista y de sus resultados


vamos a glosar algunos de sus aspectos.

Humanización del Indio


Desde que Cristoforo Colombito creyó haber llegado a la India y no a un mundo nuevo, vino
en llamarse indios a los naturales de esta parte del mundo descubierto por él y bautizado
con el nombre de América. Pero lo grave está en que la los conquistadores de los distintos
pueblos de América no consideraron a los naturales como a seres humanos iguales ellos,
sino como a seres inferiores. De esta consideración a todas luces devino el hecho de que
cuando se hablara de los naturales de América se pensase como seres de valer menos que
hombres.
Es en este último orden que los adventistas se adelantaron a su obra, pues insuflaron en los
campesinos del Altiplano su revalorización y los hicieron sentirse con derecho a vivir mejor,
a respetar y a ser respetado.
Dos vicios materiales y algunos espirituales se habían arraigado en la vida del indio.
Entre los primeros, el masticar coca y el beber alcohol. Sabemos que en el Incario se mascaba
coca solo en los actos rituales, pero después de la Conquista, para matar las penas y también
el hambre, empezaron a usar la coca hasta el extremo de convertirlos en vicios del que no
pueden deshacerse. Y en cuanto al alcohol, el establecimiento de fiestas patronales se
convirtió en oportunidades donde el indio bebía hasta la inconsciencia y en este estado el
indio es capaz de cometer los delitos más incalificables.
En forma paralela al uso de la coca y el alcohol, los campesinos adquirieron el vicio de
mentir, robar y trabajar con pereza, pero como hemos anotado antes, no entre ellos sino en
relación al Misti y blanco. Pues, como el blanco lo despojó de sus derechos, el indio, roba al
misti o miente para él y no le trabaja con prolijidad, como un medio de venganza pasiva.
Pero no miente, ni roba y trabaja con esmero, cuando se trata de ellos mismos.
Los adventistas actuaron sobre la erradicación de estos vicios degradantes y lo lograron en
gran parte, porque los adventistas indígenas bautizados dentro de la secta no mascaban
coca. Además tiene respeto por los derechos morales y sociales de los demás sin
discriminación de razas.

Monumento a Stahl y Manuel


Z. Camacho
Primicias del Adventismo
Podemos anotar como verdaderas primicias de la obra adventista las siguientes.

El adventismo estableció, con Manuel Z. Camacho, en el Altiplano peruano la primera


escuela rural para niños indígenas, después de la legendaria escuela de Utahuilaya, y
también la primera escuela para maestros rurales, primero en Platería y más tarde con valor
oficial en Chullunquiani. Y de estos planteles han egresado gente con nueva actitud humana
y social. Pues en las escuelas algunos aprendieron inclusive a hablar inglés y los maestros
eran de una calidad muy encomiable, pues, eran y son capaces de educar con el ejemplo de
su conducta y no simplemente porteorizar.
El adventismo, como institución, fue precursor en la organización de los núcleos escolares
campesinos que en 1947, adoptaron oficialmente Perú y Bolivia como organización escolar.
Esta misma jerarquía podemos darle al establecimiento de la Misión Andina entre Perú,
Bolivia y Ecuador como movimiento precursor del Pacto Andino, que los mismos países
agregando Chille, Colombia y Venezuela, han establecido a iniciativa peruana.
Además de la obra humanizadora del hombre campesino, una buena parte de ellos, muy
especialmente los de más alta calidad de inteligencia y capacidad, han sido favorecidos
mediante el sistema de becas en el extranjero. Esta acción ha dado oportunidad a muchos
hombres y mujeres para ocupar puestos de gran responsabilidad dentro de la organización
de los planteles y en las iglesias.

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