You are on page 1of 25

El cristiano y las artes

Jimmy Williams

Introducción

¿Hay un lugar legítimo para la apreciación del arte y de la belleza en nuestra


vida? ¿Cuál es la relación entre la cultura y nuestra vida espiritual? ¿Acaso el
arte y el desarrollo de los gustos estéticos no son una pérdida de tiempo a la
luz de la eternidad? Estas son preguntas que los cristianos suelen hacer acerca
de las bellas artes.

Lamentablemente, las respuestas que solemos escuchar a este tipo de


preguntas sugieren que el cristianismo puede funcionar bastante bien sin una
dimensión estética. En el corazón de esta mentalidad está la afirmación clásica
de Tertuliano (160-220 d.C.): "¿Qué tiene que ver Atenas con Jerusalén, la
Academia con la Iglesia? No necesitamos curiosidad desde Jesucristo, ni de
averiguación después del evangelio".

Esta osada afirmación ha llevado a muchos a sostener que la vida espiritual es


esencial, pero la cultural es irrelevante. Y hoy, gran parte de la comunidad
cristiana parece inclinada a enfocar la estética de la misma forma precipitada y
superficial que vivimos la mayor parte de nuestra vida. Esta actitud quedó
expresada vívidamente en una tira cómica que mostraba a un estadounidense
que entra corriendo al Louvre, en París. El texto decía: "¿Dónde está la Mona
Lisa? ¡Estoy estacionado en doble fila!".

El arte y la estética

¿Qué es la estética? Comencemos por una definición. La estética es "la


filosofía de la belleza y el arte. Estudia la naturaleza de la belleza y las leyes
que gobiernan su expresión -como en las bellas artes- así como los principios
de la crítica del arte". {1}Formalmente, la estética queda así incluida en el
estudio de la filosofía. Las consideraciones éticas para determinar lo "bueno"
y lo "malo" incluyen la dimensión estética.

Por lo tanto, la belleza puede ser contemplada, definida y comprendida por sí


misma. Este proceso crítico permite explicar por qué algunos artistas, autores
y compositores son grandes, algunos son simplemente buenos, y otros no
valen la pena. La estética, por lo tanto,

". . . busca resolver el problema de la belleza según una base universal. De


tener éxito, nos daría hoy una explicación de la calidad que comparten los
templos griegos, las catedrales góticas, los cuadros del Renacimiento y todo el
buen arte, de cualquier lugar o tiempo". {2}

En el corazón de la estética, entonces, está la creatividad humana y sus


diversas expresiones culturales. H. Richard Neibuhr la ha definido como "la
obra de la mente y las manos de los hombres". Mientras que la naturaleza (el
regalo de Dios) provee la materia prima para la expresión humana, la cultura
es lo que el hombre produce en su entorno terrenal. "Incluye la totalidad y el
patrón de vida: idioma, religión, literatura (si existe), máquinas e invenciones,
artes y oficios, arquitectura y decoración, vestimenta, leyes, costumbres,
estructuras de matrimonio y familiares, gobierno e institucione}s, además de
las formas de pensar y actuar peculiares y características".{3}

El gusto estético está entrelazado en todo el tejido cultural de una sociedad y,


por lo tanto, no puede ser ignorado. Así que es ineludible, para la sociedad y
para el individuo. La creatividad humana se expresará inevitablemente, y los
resultados (obras de arte) nos dirán algo acerca de sus creadores y la sociedad
de donde vinieron. "A través del arte, podemos conocer la visión del universo
de otra persona".{4}

"Como tales, las obras de arte suelen ser más precisas que toda otra indicación
acerca del estado de los asuntos en algún momento remoto pero crucial en el
progreso de la humanidad . . . Mediante el estudio de las artes visuales de
cualquier sociedad, generalmente podemos darnos cuenta para qué vivieron
las personas y por qué cosas estarían dispuestas a morir".{5}

El término arte puede significar muchas cosas distintas. En el sentido más


amplio, todo lo que crea el hombre es arte, y todo lo demás es naturaleza,
creada por Dios. Sin embargo, la palabra "arte" suele denotar
cosas buenas y hermosas creadas por la humanidad (nota: un importante
punto de debate en el campo de la estética se centra alrededor de la definición
de estos dos términos). Aun las artes y oficios, como la carpintería y el trabajo
en metales, han sido consideradas por muchos como artes.

Si bien las obras de artesanos de tiempos más antiguos han llegado a ser
consideradas como bellas artes, el término las artes, sin embargo, tiene un
campo más estrecho en este bosquejo. Aquí nos interesan especialmente
aquellas actividades de la humanidad que están motivadas por el impulso
creativo, que van más allá de la utilidad material en su propósito, y que
expresan la singularidad de ser humano. Este uso más limitado de la palabra
"arte" incluye la música, la danza, la pintura, la arquitectura, el teatro y la
literatura. Las bellas artes es el estudio de aquellas actividades y actos
humanos que producen y son considerados obras de arte.
Entonces, la estética es el estudio de las respuestas humanas a cosas que se
consideran hermosas y significativas. Las artes es el estudio de las acciones
humanas que intentan despertar una experiencia estética en otros. Una puesta
de sol en las montañas podrá evocar una respuesta estética, pero no es
considerada una pieza de arte, porque es naturaleza. Una fila de postes
telefónicos que sostienen líneas de transmisión podrá tener una apariencia
hermosa, pero no es arte, porque no fue creada con un propósito artístico en
mente. Sin embargo, debe notarse que aun aquellas cosas hechas
originalmente con propósitos no artísticos pueden y han llegado a ser
considerados como objetos artísticos (ej: antigüedades).

Si bien el arte puede tener el resultado secundario de permitir al artista


ganarse la vida, siempre tiene como propósito principal la expresión creativa
de experiencias y deseos humanos descriptibles e indescriptibles. El propósito
del artista es crear un tipo especial de honestidad y franqueza que surge del
alma y que espera que otros entiendan en su ser interior.

La estética y la Biblia

¿Qué tiene que decir la Biblia acerca de las artes? Felizmente, la Biblia no
pide a los cristianos que ridiculicen o desprecien las artes. De hecho, las artes
son imprescindiblescuando se consideran desde la perspectiva bíblica. En el
corazón de esto está el mandato general de que todo lo que hagamos debe ser
hecho para la gloria de Dios. Debemos ofrecerle lo mejor que tenemos;
intelectualmente, artísticamente y espiritualmente.

Además, en el centro mismo del cristianismo está la Encarnación ("el Verbo


hecho carne"), un suceso que identificó a Dios con el mundo físico y que le
dio dignidad. Un hombre verdadero murió en una cruz verdadera, y fue puesto
en una tumba verdadera, dura como una piedra. Las ideas griegas de
"pertenencia a otro mundo" que fomentaron una visión distorsionada y
degradada de la naturaleza (y, por lo tanto, de la estética) no encuentran lugar
en el cristianismo bíblico. La dicotomía entre lo sagrado y lo secular es, por lo
tanto, ajena a la fe bíblica. La afirmación de Pablo: "Para los puros todo es
puro" (Tito 1:15) incluye las artes. Si bien podemos reconocer que la
creatividad humana, como todos los demás dones que Dios nos ha otorgado,
puede ser usada indebidamente, no hay nada inherentemente más pecaminoso
en las artes que en las demás áreas de la actividad humana.

El Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento está lleno de ejemplos que confirman la dimensión


estética. En Éxodo 20:4, 5 y Levítico 26:1, Dios deja en claro que Él no
prohíbe la realización del arte, sino solo la adoración del arte. Considere el
uso de estos vehículos de expresión artística que se encuentran en distintas
partes:

Arquitectura. A Dios le interesa la arquitectura. De hecho, Éxodo 25 muestra


que Dios estipuló la arquitectura hermosa, junto con otras formas de arte
(trabajo en metal, diseño de indumentaria, tapicería, etc.), en la construcción
del tabernáculo. Se dan instrucciones similares para el templo que fue
construido más adelante por el rey Salomón. Aquí encontramos algo único en
la historia: ¡obras de arte diseñadas y concebidas por el Dios infinito,
transmitidas luego a sus aprendices humanos y ejecutados por ellos!

Aparentemente, Él se complace en los colores, las texturas y las formas


(vemos esto desplegado vívidamente en la naturaleza). El punto es que Dios
no indicó a los hombres que construyeran un lugar utilitario donde su pueblo
escogido pudiera adorarlo. En palabras de Francis Schaeffer: "Dios
simplemente quería belleza en su templo. Dios está interesado en la
belleza".{6} Y, en Éxodo 31, Dios llega a nombrar los artistas que Él quiere
que creen esta belleza, invistiéndolos de su artesanía para la gloria de Él.

La poesía es otra evidencia del amor de Dios por la belleza. Gran parte del
Antiguo Testamento es poesía y, dado que Dios inspiró las palabras mismas
de la Biblia, sigue lógicamente que Él inspiró la forma poética en esos
pasajes. David, un hombre según el corazón de Dios, compuso muchas
poesías de alabanza a Dios mientras estaba bajo la inspiración del Espíritu
Santo. Entre los libros poéticos más destacados se encuentran: Salmos,
Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares. La poesía es también un
elemento significativo en los profetas y en Job.

El género de la poesía varía de acuerdo con la intención de cada autor. Por


ejemplo, Cantar de los Cantares es, ante todo, un poema de amor que describe
la belleza y la gloria del amor romántico y humano entre un hombre y su
pareja. Está escrito en forma de idilio lírico, un recurso literario popular en el
antiguo Cercano Oriente. El hecho de que esta historia sea interpretada a
menudo simbólicamente para reflejar el amor entre Cristo y su Iglesia, o entre
Jehová e Israel, no debilita la celebración de amor físico registrado en el
poema, ni destruye su forma literaria.

El teatro fue usado también en la Biblia por orden de Dios. El Señor dijo a
Ezequiel que tomara un ladrillo y dibujara una representación de Jerusalén
sobre él. Luego Ezequiel "representó" un sitio de la ciudad como una
advertencia al pueblo. Tuvo que profetizar contra la casa de Israel mientras
estaba acostado sobre su lado izquierdo. Esto ocurrió durante 390 días. Luego
tuvo que acostarse sobre su lado derecho, y llevó a cabo esta actuación por
orden expresa de Dios para enseñar una lección al pueblo (Ezequiel 4:1-6). El
elemento teatral es vívido en gran parte del ministerio de Cristo también.
Cuando maldijo la higuera, cuando escribió en la tierra con su dedo, cuando
lavó los pies de los discípulos, realizó acciones teatrales que realzaron su
palabra hablada.

La música y la danza se encuentran a menudo en la Biblia en el contexto del


regocijo ante Dios. En Éxodo 15, los hijos de Israel celebran la victoria de
Dios en el Mar Rojo sobre los egipcios con cantos, danzas y tocando
instrumentos. En 1 Crónicas 23:5, encontramos músicos en el templo, y sus
instrumentos fueron hechos específicamente por el rey David para alabar a
Dios. 2 Crónicas 29:25, 26 dice que la orden de David de tener música en el
templo era de Dios: "Este mandato lo dio el Señor por medio de sus profetas".
Y no debemos olvidar que toda la poesía lírica de los salmos fue hecha
inicialmente para ser cantada.

El Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento abunda también en evidencias que acentúan la


importancia de lo artístico. El ejemplo más obvio es Jesús mismo. Ante todo,
Él era de profesión carpintero, un hábil artesano (Marcos 6:3). Segundo,
encontramos en Jesús una persona a la que le gustaba la vida al aire libre y
prestaba mucha atención a su entorno. Sus enseñanzas están llenas de
ejemplos que revelan su sensibilidad a la belleza que lo rodeaba: el zorro, el
nido del pájaro, el lirio, el gorrión y la paloma, el cielo brillante, una caña
cascada, una vid, una semilla de mostaza. Jesús era, también, un gran
cuentista. Usaba de buena gana el entorno de su propia cultura para impartir
su mensaje, a veces bastante dramáticamente. Muchas de las parábolas eran
historias ficticias, pero igualmente fueron usadas como vehículos de
comunicación para enseñar verdades espirituales. Y ciertamente la parábola de
los talentos de Mateo 25 incluye los dones artísticos.

El apóstol Pablo también alude a la estética en Filipenses 4:8 cuando exhorta a


los creyentes a meditar y reflexionar sobre todo lo puro, todo lo amable, todo
lo digno de admiración, todo lo que sea excelente o merezca elogio. Además
se nos dice en Apocalipsis 15:2, 3 que habrá expresiones artísticas en el cielo.
¡Así que las artes tienen un lugar tanto en la esfera terrenal como en la
celestial!

También debemos recordar que toda la Biblia es no solo revelación sino que
es una obra de arte en sí misma. De hecho, contiene varias obras de arte, una
verdadera biblioteca de gran literatura. Ya hemos mencionado la poesía, pero
la Biblia incluye otras formas literarias también. Por ejemplo, grandes
porciones de ella son narrativas en su estilo. La mayor parte del Antiguo
Testamento es narración histórica o narración profética. Y los Evangelios
(que relata el nacimiento, vida, enseñanzas, muerte y resurrección de Cristo),
son narración biográfica. Aun las cartas personales de Pablo y los demás
autores del Nuevo Testamento pueden ser consideradas muy apropiadamente
literatura epistolar.

La estética y la naturaleza

La Biblia deja muy en claro que un volumen compañero, el Libro de la


Naturaleza, tiene una distintiva dimensión estética. Cascadas torrenciales,
montañas majestuosas y puestas de sol esplendentes evocan rutinariamente la
respuesta humana estética tan fácilmente como una sinfonía vibrante o un
cuadro fascinante. La trama misma del universo expresa la presencia de Dios
con belleza y grandiosidad majestuosas. El salmo 19:1 dice: "Los cielos
cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos". De
hecho, la naturaleza ha sido llamada "la estética del Infinito".

La brillante fotografía del siglo XX ha revelado las profundidades ilimitadas


de la belleza en la naturaleza. A través del telescopio o el microscopio, uno
puede dedicar una vida al estudio de alguna parte del universo, sea la piel, el
ojo, el mar, la flora y fauna, las estrellas o el clima.

Y, dado que la creación de Dios es multidimensional, una manzana, por


ejemplo, puede ser vista de diferentes formas. Puede ser considerada
económicamente (cuánto cuesta), nutritivamente (su valor como alimento),
químicamente (de qué está hecho) o físicamente (su forma). Pero también
puede ser examinada estéticamente: su sabor, color, textura, olor, tamaño y
forma. Toda la naturaleza puede ser apreciada por sus cualidades estéticas,
que encuentran su origen en Dios, su Creador.

Creatividad humana

Donde haya cultura humana, se encuentra una expresión artística de alguna


forma. La pintura sobre la pared de una antigua caverna, una catedral
medieval o una producción teatral moderna, son todas expresiones de
la creatividad humana, dada por Dios, el Creador.

El hombre a la imagen de Dios

En Génesis 1:26, 27, por ejemplo, leemos: "Entonces dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree . . . en
toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios
al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó"
(itálicas mías).

Luego de crear al hombre, Dios le dijo que sojuzgara y gobernara la tierra.


Adán debía cultivar y cuidar un huerto (Génesis 2:15), que fue descrito por
Dios como "bueno en gran manera" (Génesis 1:31). La implicación de esto es
muy importante. Dios, el Creador, un amante de la belleza en su mundo
creado, invitó a Adán, una de sus criaturas, a compartir el proceso de la
"creación" con Él. Permitió a los humanos tomar elementos de su cosmos y
crear nuevos arreglos con ellos. Tal vez esto explique por qué la creación de
algo nos da tanta satisfacción. Podemos expresar un impulso dentro de
nosotros que nos permite hacer algo que todos los humanos comparten de
forma única con su Creador.

Así que Dios ha ubicado a la raza humana a la mesa de un banquete lleno de


manjares estéticos. Ha provisto los ingredientes básicos, invitando a quienes
han sido hechos a su imagen a ejercer sus capacidades creativas en la mayor
medida posible. Tenemos el privilegio, como ninguna otra criatura, de hacer
arte y disfrutar del arte.

Debe notarse, además, que el arte de todo tipo está restringido a una práctica
distintivamente humana. Ningún animal practica el arte. Es cierto que se
forman y se observan patrones instintivamente o accidentalmente hermosos en
toda la naturaleza. Pero la tela de araña, el panal de abeja, el arrecife de
coral no son intentos conscientes de los animales por expresar sus
inclinaciones estéticas. Para el cristiano, sin embargo, sin duda representan los
esfuerzos de Dios por expresarse. A diferencia de los animales, el hombre crea
conscientemente. Francis Schaeffer ha dicho del hombre:

"Una obra de arte tiene valor como una creación porque el hombre está hecho
a la imagen de Dios y, por lo tanto, el hombre no solo puede amar, pensar y
sentir emociones, sino tiene además la capacidad de crear. Al tener la imagen
del Creador, somos llamados a tener creatividad. Nunca encontramos un
animal -un no hombre- haciendo una obra de arte. Por otra parte, nunca
encontramos hombres en ninguna parte del mundo o en ninguna cultura del
mundo que no produzcan arte. La creatividad es una parte de la distinción
entre el hombre y el no hombre. Todas las personas son creativas en alguna
medida. La creatividad es intrínseca a nuestra condición humana". {7}

La caída del hombre

Sin embargo, esto tiene su lado oscuro, porque el pecado entró y afectó toda la
vida humana. Ha surgido una naturaleza torcida y distorsionada, que
contamina cada campo del esfuerzo o expresión humanos y constantemente
arruina todos los resultados. La verdad desafortunada es que la creatividad
otorgada divinamente siempre estará acompañada, en esta vida terrenal, por la
realidad y la presencia del pecado, expresadas a través de una raza caída. El
hombre es el Sr. Jekyll y el Sr. Hyde: noble portador de una imagen y animal
moralmente lisiado. Sus obras de arte son, por lo tanto, agridulces. Calvino
reconoció esta tensión, cuando dijo:
"La mente humana, por más caída y pervertida que se encuentre desde su
integridad original, sigue estando adornada e investida de dones admirables de
su creador. Si reflexionamos que el Espíritu de Dios es el único fundamento
de la verdad, nos cuidaremos -así como evitaríamos ofrecerle insultos- de
rechazar o condenar la verdad dondequiera aparezca. Al despreciar los dones,
insultamos al Dador". {8}

La comprensión de esta dicotomía permite que los cristianos aprecien


genuinamente algo de la contribución de cada artista, compositor o autor. Dios
es soberano y dispensa talentos artísticos a quien Él quiere. Si bien la Biblia
nos impide emular ciertos estilos de vida de artistas o condonar algunas de sus
perspectivas ideológicas, no obstante podemos admirar y apreciar su talento,
que encuentra su origen en última instancia en Dios. Esto debería y puede
hacerse sin transigir y sin dudar.

El hecho es que, si Dios puede hablar a través de una zarza ardiente o el asno
de Balaam, ¡Él puede hablar a través de un artista hedonista! La cuestión
nunca puede ser la dignidad del vehículo, sino "¿Se ha expresado la verdad?".
La verdad de Dios sigue sonando hoy; desde la Biblia, desde la naturaleza, y
aun desde la humanidad caída.

Gracias a la Caída, la belleza absoluta en el mundo ha desaparecido. Pero la


participación en la dimensión estética nos recuerda la belleza que existió
alguna vez, y anticipa su lustre futuro. Con tanta belleza hoy que nos puede
dejar sin aliento, aun en este mundo irredento, ¡solo podemos especular lo que
tenemos por delante quienes lo amamos a Él!

Las características del buen arte

Ahora nos abocamos a la cuestión de los ingredientes importantes de las


diversas formas de arte.

Primero, la verdad artística incluye no solo lo tangible, sino también el mundo


de lo imaginativo, lo intangible. Por lo tanto, el arte podrá incluir o no lo
cognitivo, lo objetivo. Una persona preguntó a una bailarina rusa que había
terminado una danza interpretativa: "¿Qué significó? ¿Qué estaba tratando de
decir?". La bailarina respondió: "Si lo pudiera haber dicho, ¡no lo hubiera
bailado!". Hay, entonces, una comunicación de verdad en el arte que es real,
pero que tal vez no pueda ser reducido o expresado nítidamente en palabras.

El arte de calidad siempre va aunado también con la dura disciplina de la


práctica continua. Los grandes artistas son aquellos que, cuando son
observados en la práctica de su arte, parecen estar haciendo algo simple y sin
esfuerzo. Lo que no es visible son las arduas y largas horas de práctica
constante que precedieron esa espontaneidad y destreza artística.
Todo arte tiene un valor intrínseco. No necesita hacer algo para tener algún
valor. Una vez creado, ya ha "hecho" algo. No tiene que ser un medio para un
fin, ni tener beneficio utilitario alguno. Aun el arte malo tiene algún valor
porque, como obra creativa, sigue estando vinculado a Dios mismo, la Fuente
de toda creatividad. El proceso creativo, no importa cómo se exprese, es
bueno porque está vinculado al Imago Dei, y muestra que el hombre, único
entre las criaturas de Dios, tiene este don. Esto es cierto aun cuando los
resultados del don creativo (obras de arte específicas) puedan ser
estéticamente malos o presenten al observador contenidos malsanos y
situaciones comprometedoras.

Pero hacemos bien en recordarnos, en este punto, que Dios no censura todas
las cosas en la Biblia que son malas o inmorales. Él "cuenta las cosas tal cual
son", ¡incluyendo algunos asuntos bastante detallados y sórdidos! El cristiano
discriminador, por lo tanto, debe desarrollar la capacidad para distinguir la
mala estética y las afirmaciones artísticas inmorales de la verdadera
creatividad y artesanía, desechando y repudiando los primeros mientras
aprecia y disfruta plenamente de los últimos. Los cristianos, por sobre todos
los demás, poseen el marco adecuado para comprender y apreciar todo arte en
la perspectiva correcta. Es una pena que muchos se han privado tan
severamente de las artes, de tanto que podrían disfrutar bajo la bendición y la
gracia de Dios.

La expresión artística siempre hace una afirmación. Esta podrá ser


expresada explícitamente o implícitamente. Algunos artistas reconocen
explícitamente que su intención es decir algo, transmitir un mensaje. Otros
artistas se resisten, o aun niegan que estén haciendo una afirmación. Pero,
conscientemente o no, siempre se está haciendo una afirmación, porque cada
artista está involucrado subjetivamente y está influido profundamente por su
experiencia cultural. Conscientemente o inconscientemente, el entorno
cultural permea cada contribución artística, y cada obra nos dice algo acerca
del artista y de su era.

Una tendencia desafortunada en años recientes ha sido el crecimiento de la


cantidad de artistas que reconocen que su deseo primario es decir algo. El arte
no se ve beneficiado por un énfasis excesivo en hacer una afirmación. Los
gigantescos y destacados murales en países comunistas eran indudablemente
útiles políticamente, pero probablemente no contribuyeron mucho
estéticamente. Hasta hay arte cristiano que cae en esta trampa. Centrado en
declaraciones, moralidad y piedad, suele quedarse corto artísticamente (si bien
es ofrecido sinceramente y es teológicamente sólido), porque es realizado con
mala calidad y mal gusto. Poesía y propaganda no son lo mismo, desde el
comunista al fanático cristiano.
Otra característica de las declaraciones modernas es la obsesión con el
yo. Dado que el mundo tiene poco significado para muchos modernos, el
repliegue narcisista hacia el yo es todo lo que queda por expresarse. Por lo
tanto, el público se ve confrontado hoy con muchos artistas que retratan sus
propios divagues psicológicos y espirituales personales. En el arte de este tipo,
el subjetivismo extremo es considerado una virtud más que un vicio. La
afirmación (sumamente personal) abruma el arte. Muchas de estas
afirmaciones parecen sugerir un grito desesperado en busca de ayuda, de
significado, de amor. En este tipo de arte los sentimientos son agobiantes, las
expresiones confesionales traen alivio personal, pero se dedica poco esfuerzo
o pensamiento al dominio riguroso y necesario de la técnica y la forma. ¡Tal
vez por eso hay tanto exceso de arte mediocre hoy! Simplemente no lleva
tanto tiempo producirlo.

Pero piense en los artistas de siglos anteriores, quienes nunca siquiera


firmaban sus obras. Esto no era porque les avergonzaba. Simplemente vivían
en una cultura donde el arte era más importante que el artista. Hoy estamos
más maravillados por el artista o el ejecutante virtuoso que por el arte
expresado. Gran parte de las obras anteriores eran dedicadas a Dios; las
nuestras están dedicadas mayormente a la celebración del artista. El crítico
Chad Walsh alude a una excepción moderna en los escritos de C. S. Lewis,
donde dice que su libro Mero cristianismo "se trasciende a sí mismo y a su
autor . . . es como si toda la escritura brillante está diseñada para crear claras
ventanas de percepción, para que el lector mire a través del lenguaje y
no al lenguaje".{9} El gran arte posee esta durabilidad trascendente.

Las formas y los estilos artísticos están constantemente cambiando a través de


influencias culturales. El error habitual de muchos cristianos hoy es
considerar que una forma es "piadosa" y otra, "impía". Muchos descartarían el
cubismo de Duchamp o el surrealismo de Dalí como carentes de valor,
mientras aceptan como inspirado todo lo que provino del pincel de
Rembrandt. Esta actitud no revela más que los gustos personales de la persona
que evalúa.

La forma y el estilo deben ser considerados en su contexto histórico y cultural.


Un occidental se encontraría en figurillas, si no está completamente
familiarizado con la música de Japón, para distinguir entre un devoto himno
budista, una canción de amor sensual, una melodía patriótica, aun cuando las
escuche en una rápida secuencia. Pero cualquier japonés lo podría hacer, por
su familiaridad con su propia cultura.

El sentido estético, por lo tanto, está sumamente condicionado por la


experiencia cultural personal. Así como cada niño nace con la capacidad de
aprender un idioma, de la misma forma cada uno de nosotros nace con una
sensibilidad estética que está influenciada por la cultura que nos rodea. Juzgar
el arte o la música de Japón como inferior al arte o a la música estadounidense
tiene tan poco sentido como sugerir que el idioma japonés es inferior al
idioma inglés. ¡La diferencia o la distancia no implican inferioridad!

La verdad puede ser expresada por no creyentes, y el error puede ser


expresado por creyentes. Cuando Pablo hizo su famoso discurso en el
areópago de Atenas, citó a un poeta pagano (Hechos 17:28) para comunicar
una verdad bíblica. En este caso, Pablo usó una fuente secular para comunicar
una verdad bíblica, porque la declaración afirmaba la verdad de la revelación.
Por otra parte, el error puede ser comunicado en un contexto bíblico. Por
ejemplo, en Éxodo 32:2-4, vemos a Aarón fabricando un becerro de oro para
que los hijos de Israel lo adoren. Este fue un uso erróneo del arte, porque
desobedecía directamente la orden de Dios de no adorar ninguna imagen.

Cómo evaluar el arte

¿Cómo debería un cristiano aproximarse al arte a fin de evaluarlo? ¿Está la


belleza simplemente "en el ojo del observador"? ¿O hay pautas de la Biblia
que brindan un marco para la evaluación y el disfrute del arte?

Anteriormente mencionamos una declaración de Pablo en Filipenses 4. Si bien


el contexto bíblico de este pasaje va más allá de la estética, en este pasaje (y a
modo de aplicación) se nos da, de una forma categórica, algunos criterios
necesarios para el análisis artístico. Cada concepto que Pablo menciona en el
versículo 8 puede ser usado como una especie de "llave" para destrabar la
significación del arte que encontramos y apreciarlo auténticamente.

Verdad. Probablemente no sea casual que Pablo comience por


la verdad. Obviamente, no toda obra de arte contiene una afirmación de
verdad. Pero, cada vez que se hace una afirmación de este tipo, y en la medida
que se haga, el cristiano se ve obligado a preguntar: "¿Es esto realmente
verdadero? ¿Opera la vida realmente de esta forma, a la luz de la revelación
de Dios?". Y los cristianos deben recordar que la verdad implica enfrentar
sinceramente los aspectos negativos así como los positivos de la realidad. El
contenido negativo tiene su lugar, aun en un enfoque cristiano del arte. Pero la
esperanza cristiana nos permite ver estas obras desde otra perspectiva. Nos
apenamos, pero no como los que no tienen ninguna esperanza. Nuestra pena
es de expectación y triunfo finales; hay otra pena que es de pesimismo y
desesperación total.

Honra. Una segunda clave estética tiene que ver con el concepto de honra y
dignidad. Esto puede relacionarse con lo que se dijo anteriormente acerca de
la naturaleza del hombre, creado a la imagen de Dios. Esto brinda una base,
por ejemplo, para rechazar la afirmación hecha en la obra total de la vida de
Francis Bacon (fallecido en 1993). En muchos de sus cuadros, este artista
británico contemporáneo nos presenta humanos solitarios y decadentes sobre
enormes y deprimentes lienzos. El deterioro y la desesperanza son las marcas
distintivas de su expresión artística. Pero, si el cristianismo es verdadero, estas
son descripciones erróneas del hombre. Son medias verdades. Dejan de lado
por completo una dimensión que tiene que ver con él realmente. Creado a la
imagen de Dios, tiene honra y dignidad, aun cuando reconozcamos que está en
proceso de morir, envejecer y consumirse. El cristiano es el único capaz de
realmente comprender lo que falta en la obra de Bacon. Sin una base cristiana,
tendríamos que mirar los cuadros y admitir el "verdadero" destino del hombre
-es decir, la extinción-, junto con el resto del cosmos. Pero, como cristianos,
podemos y debemos resistir este mensaje, porque es una mentira. El evangelio
da verdadera esperanza, a individuos y a la historia. Esto es lo que falta en la
obra de Bacon, y es el resultado directo de su cosmovisión distorsionada.

Justo. La tercera clave para la comprensión estética tiene que ver con la
dimensión moral. No todo arte hace una afirmación moral. Una sinfonía de
Haydn no la hace, ni un retrato de Rendir. Pero donde sí se hace una
afirmación, los cristianos deben tratarla y no ignorarla. Haremos bien en
recordar también que hay también afirmaciones morales que pueden ser
expresadas a menudo poderosamente de formas negativas. El
cuadro Guernica, de Picasso, viene a la mente. Él protestaba por el
bombardeo de los alemanes de un pueblo de ese nombre justo antes de la
Segunda Guerra Mundial. La protesta por la injusticia es un clamor por
justicia. Solo es cristiano es consciente y está seguro de dónde puede ser
hallada en última instancia.

Puro. Esta cuarta clave también hace referencia a la moral, al contrastar lo


que es inocente, casto y puro de lo que es sórdido, impuro y mundano. Una
aplicación precisa del principio ayudará a distinguir a uno del otro. Por
ejemplo, no hace falta ser un crítico de teatro profesional para reconocer y
apreciar el amor fresco y puro de Romeo y Julieta, ni para distinguirlo de las
andanzas eróticas de un Tom Jones. La misma dinámica opera al comparar
desnudos griegos con las láminas centrales de Playboy. Unos son elevados, las
otras, baratas. La diferencia está en este concepto de la pureza. Permite a un
cristiano mirar dos desnudos y designar muy adecuadamente a uno como
"arte" y al otro, "pornografía". Al tener la mente de Cristo, tenemos el
equipamiento para identificar con precisión la pureza y la impureza.

Agradable. Si bien los cuatro primeros conceptos han tratado con facetas de
las afirmaciones artísticas, el quinto se centra en la belleza estética pura.
"Todo lo agradable" (Dios Habla Hoy - Reina Valera: "Todo lo amable"), dice
Pablo. Un paisaje no hace ninguna afirmación moral, pero puede exhibir una
gran belleza. Los diseños geométricos de Mondrian tal vez no digan nada
acerca de la justicia, pero definitivamente nos pueden cautivar estéticamente.
La inmensidad y la grandeza de una catedral gótica inspiran sobrecogimiento
artístico en cualquier corazón sensible, pero tal vez no hagan nada más. De
nuevo, el cristiano está equipado para apreciar una amplia gama de medios y
expresiones artísticos. Si hay poco para evaluar moralmente y racionalmente,
aun estamos libres para apreciar lo que es hermoso en el arte.

De buen nombre. En este concepto, tenemos la oportunidad de evaluar la


vida y el carácter del artista. ¿Qué tipo de persona es? Si se está haciendo una
afirmación, ¿acaso el artista, compositor o autor cree en esa afirmación? ¿O
fue para agradar a un mecenas, un colega o un crítico? ¿Hay discontinuidad
entre la afirmación de la obra y la afirmación hecha a través de la vida
personal de su creador? Por ejemplo, el Mesías de Handel es una obra maestra
musical, ¡pero él no fue ningún santo! Filippo Lippi usó a su propia amante
para modelar a María en sus cuadros de la Madonna. El estilo de vida "por
debajo de ejemplar" de una persona creativa podrá empañar en algo su
contribución artística, pero no la elimina necesaria o completamente. Algo de
la imagen de Dios siempre brilla a través del proceso creativo. El cristiano
siempre puede dar gloria a Dios por eso, aun cuando una obra de arte tenga
poco más a su favor. El arte más grande es verdadero, está expresado
hábilmente, es imaginativo y está libre de los complejos emocionales de sus
originadores.

Admirable. Este es un término comparativo. Habla de grados, suponiendo que


otra cosa no es admirable o excelente. El foco está en la calidad. La calidad
puede significar muchas cosas en el mundo del arte, pero una señal segura de
ella es la habilidad. La destreza técnica es uno de los ingredientes esenciales
que separan a un gran artista del aficionado común. Obviamente, cuanto más
uno sabe de la técnica y la habilidad artística, mejor uno puede apreciar si un
artista, autor, compositor o ejecutante individual tiene lo que se requiere para
producir arte excelente. Muchos cristianos han hecho juicios de valor
desafortunados sobre toda clase de arte. Por ignorancia o ingenuidad, una
comprensión superficial de la técnica ha sido seguida por un rechazo
presumido. Esto ha erigido barreras en vez de puentes construidos hacia la
comunidad artística, lo que impide un testimonio vital. Tenemos que
sabe qué es gran arte y por qué es considerado como tal.

La excelencia también se encuentra en la durabilidad del arte. El gran arte


perdura. Si ha existido varios cientos de años, probablemente tenga algo a su
favor. Tiene "poder de permanencia". Los cristianos deben darse cuenta de
que parte del arte de este siglo no seguirá estando en el próximo. Gran parte
de él saldrá de la escena. Esta es una buena indicación de que no posee gran
valor estético; no es excelente.

Alabanza. Aquí nos interesa el impacto o el efecto del arte. ¿Hay algo digno
de alabanza? Los garabatos con crayones de un bebé son dignos de alabanza
en cierta medida, pero no producen una fuerte respuesta estética. No nos
sobrecoge ni nos subyuga. Pero el gran arte tiene poder y es, por lo tanto, una
vigorosa herramienta de comunicación. Francis Schaeffer ha mencionado que,
cuanto más grande el arte, mayor el impacto. ¿Causa agrado o desagrado?
¿Inspira o deprime? ¿Influye en el pensamiento y el comportamiento?
¿Cambiaría a una persona? ¿Lo cambiaría a usted? He aquí la característica de
"espada de dos filos" del arte. Puede elevar una cultura a grandes alturas y
puede ayudar a llevar a la ruina a una sociedad. Es el resultado de la cultura,
pero también puede influenciar a la cultura.

Conclusión

Pablo refuerza este versículo sustancioso con una indicación final: "En esto
pensad". Surgen dos proposiciones muy importantes con las que podemos
concluir esta sección. Primero, nos recuerda que el cristianismo prospera en
la inteligencia, no en la ignorancia, aun en el mundo estético. Los cristianos
necesitan sus mentes cuando se confrontan con las expresiones artísticas de
una cultura. Para el existencialista y el nihilista, la mente es un enemigo, pero,
para el cristiano, es un amigo. Segundo, vale la pena notar que Pablo haya
sugerido un enfoque tan positivo de la vida y, por aplicación, al arte. No nos
dice que todas las cosas que son falsas, deshonrosas, injustas, impuras,
desagradables, de mala fama, mal hechas y mediocres deben ser el foco de
nuestra atención. Aquí, de nuevo, se trasluce la esperanza del enfoque
cristiano de la vida en general. Nuestras vidas no son para ser vividas en tono
menor. Observamos la desesperanza, pero podemos ver algo más. ¡Dios nos
ha hecho más que vencedores!

Las artes, la cultura y el cristiano

Ahora veremos dos áreas de consideración finales en forma de aplicaciones


sugeridas de lo que se ha tratado.

Cristo y la cultura

Al comienzo mencionamos que la estética está relacionada con la cultura,


porque en la cultura encontramos las expresiones de la creatividad humana.
En su excelente libro, A Return to Christian Cultura (Un retorno a la cultura
cristiana), Richard Taylor señala que cada uno de nosotros está relacionado
con la cultura de dos formas: nos encontramos dentro de un entorno cultural y
cada uno posee una cultura personalmente. Es decir, la sociedad tiene ciertos
parámetros aceptables a los cuales se supone que los individuos deben
conformarse. Cuando uno lo hace, uno es considerado "culto".

A la luz de Romanos 12:2 y otros pasajes bíblicos, el desafío para el cristiano


es resistirse a ser "vertido en el molde del mundo" sin sacarse de encima
también legítimos intereses estéticos. En el nivel individual, el cristiano debe
buscar llevar sus máximos esfuerzos hacia el ". . . desarrollo de la persona -
intelectualmente, estéticamente y socialmente- al pleno uso de sus poderes, en
compatibilidad con las normas reconocidas de excelencia de su
sociedad".{10}

Hablando culturalmente, la misma meta podría ser expresada para el cristiano


y el no cristiano por igual, pero el cristiano que quiere reflejar lo mejor en la
cultura tiene sus motivos diferentes. Y algunos cristianos pueden mostrar el
fruto del Espíritu, pero estar en gran parte desprovistos de sensibilidades
culturales y estéticas. Se dice que D. L. Moody "asesinó el idioma del rey (el
inglés)", pero fue usado poderosamente por Dios en dos continentes. Esto
sugeriría que la sofisticación cultural no es absolutamente necesaria para que
Dios use a una persona para propósitos espirituales, pero uno bien podría
pensar cuántas oportunidades de ministrar se han perdido porque una persona
dio un "paso en falso" cultural. El otro lado de la moneda es que una persona
puede haber llegado a la cima de la aprobación cultural y estética pero no
tener impacto espiritual alguno en su entorno.

Hay tres palabras importantes a tener en mente al definir la responsabilidad


cristiana en cualquier cultura. La primera es cooperación con la cultura. La
razón de esta cooperación es que podremos identificarnos con nuestra cultura
para que pueda ser influida para Jesucristo. Jesús es un modelo para nosotros
en esto. No fue, en general, un anticonformista. Asistió a bodas y funerales,
sinagogas y fiestas. No era un judío practicante. Por lo general, hizo las cosas
culturalmente aceptables. Cuando no lo hizo, era por claros principios
espirituales.

Una segunda palabra es persuasión. La Biblia describe a los cristianos como


sal y luz, los elementos penetrantes y purificadores dentro de una cultura. El
cristianismo busca tener una influencia santificadora en una cultura, y no ser
absorbido por transigir repetidamente.

Un tercer concepto es confrontación. Mediante el uso cuidadoso de la Biblia,


los cristianos pueden desafiar y rechazar aquellos elementos y prácticas dentro
de una cultura que son incompatibles con la verdad bíblica. Hay ocasiones en
que los cristianos deben confrontar a la sociedad. Cosas como la poligamia, la
idolatría, la inmoralidad sexual y el racismo deben ser desafiadas frontalmente
por los cristianos.

¿Cómo podemos lograr este tipo de impacto? Primero, mediante el desarrollo


de elevadas normas personales, culturales y estéticas. Estas incluyen el tacto,
la cortesía, la vestimenta y el habla. Al hacer esto, los cristianos deben evitar
dos extremos. El primero es la tendencia de intentar "no ser menos que el
vecino". Esto se convierte en la "secta de los estirados". Un segundo extremos
es reaccionar contra el vecino y unirse a la "secta de los dejados".
Segundo, los cristianos deben emplear toda la vida para proclamar una
cosmovisión cristiana. En un siglo dominado por la oscuridad, la desesperanza
y la disonancia, los cristianos todavía pueden ofrecer un mensaje y un
comportamiento de esperanza. Si ser cristiano es una forma superior de vida,
sus beneficios deberían ser aparentes para todos.

Finalmente, los cristianos deberían ser alentados a involucrarse en las


artes. Esto puede lograrse, ante todo, aprendiendo a evaluar y apreciar las
artes con mayor habilidad. En general, los cristianos pueden involucrarse en
las artes en una de tres formas.

Participación en las artes

Una de las profundas esperanzas de este artículo es que pueda infundir en el


lector un sano deseo de sumergirse más profundamente en las artes y disfrutar
lo que está ahí con la libertad que Cristo ha dado. Podría ser de aliento
recordarnos que Pablo vivió en una cultura "no apta para menores" similar a la
nuestra. Sin embargo, él y la mayoría de los demás creyentes mantuvieron su
equilibrio espiritual en ese tipo de entorno, y fueron usados poderosamente
por Dios en su cultura.

Demasiado a menudo hoy los cristianos, como los fariseos de antaño, están
buscando eliminar los elementos leprosos que tocan sus vidas. Con un
aislamiento creciente, ¡están cada vez más centrados en lo que las
enfermedades de la sociedad pueden hacerles a ellos que en cómo ellos
pueden afectar a los enfermos! En ninguna parte esto se experimenta más
críticamente que en las artes. En general huimos de aquellos contextos que
nos perturban. Y hay hoy mucho en las artes que nos perturba, seamos
creadores, espectadores (una forma de participación) o ejecutantes.

La fealdad y la decadencia abundan en cada cultura y generación. De esto no


podemos huir. Pero Jesús tocó al leproso. Hizo contacto con el enfermo
necesitado. Como cristianos, ¡nuestro foco debería ser no lo que el arte nos da
sino más bien lo que podemos dar al arte! Por lo tanto, el desarrollo de la
imaginación y un análisis sano y amplio aun de las muchas obras
contemporáneas negativas es posible cuando se las considera dentro de los
amplios temas de la humanidad, la vida y la experiencia de una cosmovisión
verdaderamente cristiana. El gran arte es más que un paisaje agradable. La
belleza y la verdad incluyen también aspectos terribles y ominosos, como una
tormenta o en el océano, o la vida deshecha de una prostituta.

Los cristianos pueden experimentar las artes también como participantes y


ejecutantes.Si cada persona es creada a la imagen de Dios, existe alguna
creatividad para ser expresada personalmente en cada uno de nosotros.
Aprenda qué talentos artísticos tiene usted. Descubra cómo puede expresar de
la mejor forma su creatividad, y luego hágalo. Aprenda a tocar un
instrumento, escriba alguna poesía. Participe en una producción teatral. Su
cristianismo no le significará menos, sino más, si lo hace.

Una tercera área que suele pasarse por alto debe ser mencionada también. Me
refiero a los cristianos con grandes talentos y dones entre nosotros a los que se
les debe alentar a considerar a las artes como una carrera. Una influencia
cristiana en las artes se necesita mucho hoy, y las cosas no mejorarán en tanto
y en cuanto los cristianos se conforman con dejar que el grueso de la
producción artística fluya de quienes no tienen ninguna relación personal con
Aquel que les dio sus talentos. El ambiente artístico es un lugar duro donde
vivir su fe cristiana, y los peligros son grandes, pero hacerlo exitosamente
traerá ricas recompensas y frutos duraderos.

Gini Andrews, una aclamada concertista de piano y autora, escribe de la gran


necesidad de que los cristianos se destaquen en todos los campos artísticos, y
hace sonar un desafío para que desarrollen sus dones:

"Todas las disciplinas -la música, la pintura, la escultura, el teatro, la


escritura- están necesitadas de pioneros que busquen una forma de ejecutar
propia del siglo XX; que muestren con una obra de calidad que hay una
respuesta a lo absurdo de la vida, a la amenaza de aniquilamiento, a la
mecanización del hombre -el mensaje que es proclamado fuerte y claro por el
artista no cristiano. . . .

"Si hemos de presentar el mensaje de Dios a las personas desilusionadas y


frenéticas del siglo XX, exigirá su creatividad expresada de formas especiales.
Espero que algunos de ustedes en los campos creativos se vean desafiados por
la condición de todopoderoso del Dios-Creador y pasarán largas hora con Él,
diciendo, como Jacob: 'No te dejaré, si no me bendices, hasta que me muestres
cómo hablar de tu maravilla a la mente contemporánea'".{11}

He aquí expresado el desafío y oportunidad sin precedentes ante el cuerpo de


Cristo hoy. Que Dios nos permita aprovecharlo.

1. ¿Esta la música de su iglesia enfocada en Dios? Sin esta


cuestión, la verdadera adoración debe estar centrada en Dios (Exod. 20:3-6),
para El solamente debe ser digno de alabar (Sal. 148:13). El merece nuestra
más ferviente devoción y nuestra máxima prioridad. El es nuestro Rey exaltado
y El debe ser el centro del escenario. Cualquier adoración corta centrada en
Dios es idolatría (cf. Jer.2:13, 27-28), y la falsa adoración es caramente
inaceptable (Deut. 12:29-31, 16:21-22, Gal. 5:19-21).
Porque el propósito de la música de la iglesia es proveer un vehículo
para dorarle, y debe ser enfocada en Dios en vez de ser centrada en el hombre
(cf. Sal.27:6, 150:3-4). Cualquier otra propósito o prioridad son secundarios.
Desde un estilo de interpretación a la audiencia y su reacción, nada debe
usurpar el lugar de Dios como el supremo objeto de nuestro afecto. Porque la
adoración bíblica demanda un enfoque centrado en Dios, la música de la iglesia
(que es legítimo que se le llame música de adoración) debe comenzar y finalizar
con El.
2. ¿Promociona la música de su iglesia un alta perspectiva
de Dios? No es suficiente para la música de la iglesia que meramente se
enfoque en Dios, y la perspectiva de Dios es presentada inadecuadamente.
Muchos canciones cristianas vienen peligrosamente cerca de violar el
mandamiento: “no tomarás el nombre de Dios en vano” (Ex. 20:7) al tratarle en
una común y mundana moda.
La música que es digna debe promover una correcta y exaltada
perspectiva de quien es El. (cf. Isa. 40:12-26). A través de la Escritura, todos
los que se han encontrado con el Dios viviente fueron radicalmente cambiados
(Moisés en Exodo 33-34, Isaías en Isa. 6, Pedro, Santiago y Juan durante la
transfiguración en Mateo 17). No hay nada ordinario acerca del Dios que vieron
o de la temblorosa respuesta de completa adoración que ellos dieron. Nuestra
música entonces, si debe facilitar la adoración sentida, debe claramente
transportar la majestad la gloria, y el honor de Dios (cf. Heb. 10:31, Rom.
11:33-36, Apoc. 14:7).
3. ¿Es ordenada la música de la Iglesia? El Dios a quien servimos
es un Dios de orden. Esto se ve mas claramente en Su creación del mundo,
cuando le dio forma y función d el masa acuosa (Gen. 1, cf. Rom. 1:20). No es
sorpresa, entonces, que el apóstol Pablo mandara a los Corintios que “todas las
cosas (en la iglesia) debe hacerse decentemente y en orden” (1ª cor,. 14:40).
Junto a estas mismas líneas, Efesios 5:18 ordena a los creyentes a que
continuamente estén bajo el control del Espíritu Santo todo el tiempo. La
música de la iglesia, entonces, nunca debe animar a los participantes a salirse
del control del Espíritu para el control de alguno otra fuerza, sea emocional,
psicológica u otra. Además, los miembros de la iglesia deben estar bajo la
influencia de el Espíritu de poder de la Palabra de Dios (cf. Col. 3:16).
Emocionalismo sin sentido, mas acelerado por la repetición y el “dejarse llevar”,
viene muy cerca al paganismo de los gentiles (cf. Mat. 6:7) que al de cualquier
forma bíblica de adoración.
4. ¿Suena bíblicamente el contenido de la música de su
iglesia? Mientras que la música instrumental es ciertamente apropiada
durante el servicio de adoración (cf. 2º. Cron. 5:13) la mayoría de la música
dela iglesia incluye un contenido de letra. Por lo menos estas letras deben ser
inteligentes y bíblicamente correctas, fácilmente transportando verdad
Escritural hacia todo el que las cante (cf. Ef. 5:19-20)
Mas allá de ser exacto, las letras deben también ser claras y mantenerse en el
contexto bíblico. Por ejemplo, cantos que vienen del Antiguo Testamento (aun
cuando las letras son directamente citadas del pasaje) no deben ser hechas
para aplicarlas a la iglesia el día de hoy y solo se aplican al Israel antes de
Cristo. (Un excelente ejemplo de esto es cuando el Salmo 51:11 es cantado sin
ninguna explicación de el contexto)
Las letras nunca deben manipularse o aligerarse en su tratamiento de los
grandes temas bíblicos. En lugar de esto, la música de la iglesia (no importa el
estilo que sea) profundiza el entendimiento bíblico y teológico de la
congregación. Un canto que es inexacto, fuera de contexto, o ligero solo
obstaculizará el crecimiento espiritual de aquellos que lo canten.
5. ¿Promociona la música de su iglesia la unidad? Como he
anotado arriba, la meta principal de la música de la iglesia es adorar. Aunque,
la Escritura también habla de las canciones cristianas como una forma de
edificación (1ª Cor. 14:26, Ef. 5:19-20). Porque la iglesia es el cuerpo de Cristo
(1ª Cor. 12), nuestra adoración hacia Dios incluye nuestro servicio hacia otros
(Rom 12:1-9)
La meta de la adoración corporal entonces es para glorificar a Dios mientras
servimos a otros. Con esto en mente, el acercamiento correcto la música de la
iglesia nunca egoístamente demanda preferencias personales, pero siempre
busca los intereses de los demás (Fil. 2:1-4). Por otra parte, si algo que
hacemos atenta contra el compañerismo cristiano a caer en pecado, debemos
proceder con gran cuidado. (Rom. 14; 1ª Cor. 10:31).
6. ¿Esta realizada la música de su iglesia con excelencia? La
música de la iglesia, junto con todo lo que hacemos, debe hacerse para la
gloria y el honor de Dios (1ª Cor. 10:31). Como nuestro Maestro perfecto y
Padre amoroso, El ciertamente se merece lo mejor que podamos ofrecerle.
Darle a El cualquier cosa que se quede corta y lejos de lo que El exige. Aun el
Israel del Antiguo Testamento se esperaba que diera lo primero y lo mejor que
se pudiera. (cf. Lev. 1-7; Num. 18:32). Innecesario es decir, si lleva Su nombre,
es digno de lo mejor. Mientras que la iglesia puede no tener los recursos para
rentar una orquesta completa o reclutar una gran banda, la música debe ser
hecha con todo el corazón y con excelencia. La música que no es sincera, de un
corazón puro, no es adoración (Sal. 24:3-4, Amos 5:23). Y la música que es
hecha sin excelencia esta realmente distrayendo, de tal modo que aleja de la
atmósfera esencial centrada en Dios de la verdadera adoración.
7. ¿Prepara la música de su iglesia a la gente para la
predicación de la Palabra de Dios? Segunda de Timoteo 4:2 nos
ordena que encendamos la suficiencia de la Escritura y su importancia en
nuestras vidas (2ª. Tim. 3:16-17). Es solo a través de la Palabra de Dios que
podemos aprender acerca de El; es solo a través de la Biblia que Dios se revela
asimismo a nosotros. La Escritura, entonces, debe ser la pieza central de la
adoración corporal, proveyendo el concepto y el momento.
Por esta razón, los tiempos de cantar (cuando el pueblo de Dios habla con El)
no deben deslucir o eclipsar la predicación (cuando Dios habla a su pueblo a
través de la Palabra). En lugar de esto, a la adoración a través del canto que
toma lugar antes del sermón debe preparar a la congregación a lo que El
Espíritu Santo quiera que oigan. Y la música de la iglesia que sigue al sermón
debe ser la respuesta apropiada para que sea recibida (cf. Col. 3:16-17).
8. ¿Adorna la música de la iglesia el evangelio de
Jesucristo? El modelo del Nuevo Testamento de la vida de la iglesia implica
que es la función primordial de la asamblea local como un lugar de adoración y
edificación. (cf. Hechos 2:41-42). Evangelismo, por el otro lado, se espera de
los creyentes al ir a todas partes del resto de sus actividades diarias (Mat.
28:18-20).
Al ser dicho esto, la iglesia local (como una asamblea de cristianos) debe estar
presente dando buen testimonio para ser visto por el mundo (cf. 1ª. Or. 14:23-
25). Después de todo, Pablo nos ordena “adornar la doctrina de Dios nuestro
Salvador… en todo” (Tito 2:10), y Pedro nos exhorta a “proclamar las
excelencias” de Dios (1ª. Ped. 2:9). La música de la iglesia, entonces, debe ser
un testigo maravilloso de las grandezas de nuestro Señor y Salvador. Y no debe
empañar su reputación o confundir a los inconversos así como el evangelio
enseña.
9. ¿Promociona la música de su iglesia adoración
apasionada? Como ya se dijo antes, la música de la iglesia debe ser
enfocada en Dios, reverentemente presentándole en toda Su majestad. Al
mismo tiempo, nunca debe ser aburrida, seca o anquilosado. Después de todo,
Dios no es aburrido. Y el cielo (donde la primordial ocupación es la adoración)
no es aburrido (cf. Apoc. 4-5)
Mientras mantengamos una apropiado respeto por Dios, la adoración bíblica es
siempre rebosante con pasión personal y emoción de exaltación de Cristo (cf.
1º. Cron. 15:29, 16:4-6)). Claro, la expresión de esta pasión se manifestará por
sí misma diferentemente en diferentes congregaciones. Además, esta pasión
debe ser expresada en una manera ordenada y con un Espíritu controlado. No
obstante, la adoración apasionada (sonando mas como a un arrullo de cuna
que a un himno glorioso), no es realmente adoración del todo (Juan 4:23)
10. ¿Esta la filosofía de la música de su iglesia basada en
principios bíblicos? A través de numerosas preferencias y opiniones que
existen, la filosofía de la música de su iglesia debe estar basada en principios
bíblicos. Los líderes de la iglesia no deben simplemente apegarse a ciertos
estándares porque esto siempre se ha hecho así. No deben permitir ciegamente
algún tipo de música para ser tocada en sus servicios de la iglesia. No obstante,
ellos deben buscar las Escrituras (como los de Berea de Hechos 17:11),
determinando los principios bíblicos que ciñen una filosofía correcta de música
en la adoración.
Una vez que los principios han sido establecidos, el líder de música tiene la
libertad de aplicar estos principios en maneras diferentes dependiendo en las
necesidades específicas de su congregación. Al final, los pastores deben
cuidadosamente, no exaltar la preferencia personal al mismo nivel como el
principio bíblico, o ignorar los principios bíblicos bajo la suposición que todo
acerca de la música de la iglesia es preferencial.
¿Cómo debe ser la
música que acompañe
nuestros cantos en la
iglesia?
11 AGOSTO, 2009 | Sugel Michelén

COMPARTIR

Por Sugel Michelén

Algunas personas asumen que todo tipo de música es apto para acompañar los cantos en
el culto de adoración, ya que, supuestamente, este es un asunto que depende
enteramente de factores subjetivos como el gusto, la cultura, etc. Pero ¿es realmente así?
Eso es lo que quiero discutir en esta entrada.

Permítanme comenzar con un principio general y es que en la adoración a Dios la


música debe ser sierva de la letra, no al revés. Con esto quiero decir que la música en la
iglesia no debe ser un fin en sí misma, sino que debe servirnos como un vehículo
apropiado de expresión de la letra que cantamos, porque la música en sí misma no
edifica, sino el contenido de nuestros cantos.

La Biblia enseña claramente que solo la verdad, comprensiblemente articulada, puede


ser de edificación al creyente. Orando al Padre por Sus discípulos, en Jn. 17:17, dice el
Señor Jesucristo: “Santifícalos en tu verdad, tu Palabra es verdad”. Es la verdad
revelada la que santifica, no los acordes de un conjunto de instrumentos musicales.
Consideremos por un momento 1Cor. 14:7-16:

“Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si
no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la
cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así
también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se
entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire. Tantas clases de idiomas hay,
seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el
valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como
extranjero para mí. Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad
abundar en ellos para edificación de la iglesia. Por lo cual, el que habla en lengua
extraña, pida en oración poder interpretarla. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi
espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu,
pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también
con el entendimiento. Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de
simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo que has
dicho” (1Cor. 14:7-16).

¿Cuál es el punto de Pablo en este pasaje de 1Corintios? Que es el entendimiento de la


verdad lo que edifica. Aún en el caso de que una persona en la Iglesia de Corintopudiera
hablar en lenguas bajo el poder del Espíritu Santo, Pablo les dice que ese sonido no
edificaría a nadie si las personas que están allí no entienden lo que se está hablando. ¡Y
mucho menos lo hará una composición musical!

¿Qué debemos procurar, entonces, en nuestros cultos de adoración para que puedan ser
edificantes? Que la verdad revelada de Dios pueda ser claramente expuesta al predicar,
al orar, al leer y al cantar. Y la música que empleamos para acompañar nuestros cantos
debe servir al cumplimiento de ese propósito. De ese principio general, ahora vamos a
derivar algunas aplicaciones particulares o específicas.

La música no debe opacar la letra


Si son las palabras que cantamos las que primariamente exaltan a Dios y edifican a los
santos, de nada sirve que tengamos un hermoso sonido instrumental, si suena a un
volumen tan alto que impide que el canto sea escuchado. John Blanchard dice al
respecto:

“Es evidente que no hay evangelio en la música. Dios nos dio el evangelio en palabras y
nada en la música debe distorsionar u oscurecer o, en modo alguno, relegar al trasfondo
lo que la Biblia llama ‘la palabra verdadera del evangelio’ (Col. 1:5). Si el volumen o
disonancia de la música son tales que las palabras no se pueden oír claramente, entonces
toda la actuación es un ejercicio absurdo” (John Blanchard; El Rock Invade la Iglesia;
pg. 156).

En 2Cro. 5:11-13 encontramos un dato interesante con respecto a la música


instrumental. El autor sagrado nos dice que el día de la inauguración del templo de
Salomón, había 120 sacerdotes tocando las trompetas, y los levitas cantores “estaban
con címbalos y salterios y arpas.”

En 1Cro. 23:5 se nos dice que el número de levitas que tocaba estos instrumentos
sumaban unos 4,000, que es la cantidad de músicos que David dejó instituida antes de
su muerte.

Por otra parte, Flavio Josefo, el historiador judío, sugiere que había 200,000 cantores
alabando al Señor en aquel día. Hoy sabemos que Josefo tenía la tendencia a abultar los
números, pero aún si reducimos el coro a la mitad, el cuadro sigue siendo
impresionante: 120 trompetas, 4,000 en la orquesta “con címbalos y salterios y arpas”, y
100,000 cantantes en el coro.
Ahora, noten algo muy importante: por más alto que haya sonado la orquesta aquel día,
el sonido de los instrumentos tuvo que haber sido modesto en comparación con el
sonido de las voces.

Aunque las trompetas eran 120, debemos tomar en cuenta que el volumen de los
instrumentos musicales, tocados sin amplificación electrónica (como era el caso en
aquellos días), no aumenta aritméticamente. Lo que queremos decir con esto es que 10
trompetas sonando al mismo tiempo no multiplican por 10 el sonido de una trompeta. El
aumento es mínimo en realidad.

Así que las trompetas y los instrumentos de cuerda guiaban el canto, pero no lo
apabullaban, como ocurre hoy día en muchas iglesias, donde las bandas de música
cuentan con potentes amplificadores de sonido, de tal manera que no dejan oír la voz de
los adoradores. La música nunca debe opacar la letra.

La música no debe distraernos de la letra


La música que es sierva de la letra no llama la atención de los adoradores sobre sí
misma, sino que sirve de vehículo al mensaje que proclama. Cuando la música toma la
preeminencia, no solo se convierte en un estorbo, sino que puede crear en los oyentes
una sensación engañosa de adoración que no es otra cosa que un deleite estético.

Todos nosotros somos susceptibles de confundir una respuesta meramente estética con
la verdadera emoción que se produce en el creyente cuando sabe que se encuentra ante
la presencia de un Dios majestuoso y digno de temor reverente.

Por eso, cuando nos reunimos como iglesia debemos evitar todo aquello que pueda
venir a ser una distracción del propósito supremo por el cual nos hemos congregado
aquí: “Una sola cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de
Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová y para
inquirir en su templo” (Sal. 27:4).

Si nuestros cultos de adoración son una anticipación de la adoración celestial, entonces


el foco de nuestra atención aquí en la tierra ha de ser la gloria del Señor Jesucristo que
ahora vemos “como en un espejo”, dice Pablo en 2Cor. 3:18.

Ninguna otra cosa debe levantar nuestros afectos como ese Cordero inmolado que ahora
está sentado a la diestra de Dios. Él es el Rey del universo, lleno de hermosura y de
majestad, al cual nuestras almas deben adorar en postrada admiración.

La música debe ser coherente con el mensaje


que la letra expresa
Una de las advertencias que el Señor dio a Su pueblo, tanto en el AT como en el NT, es
que tuvieran cuidado con la forma en que Él es adorado, porque la forma impacta el
fondo (compare Deut. 4:15-19; Jn. 4:23-24).
Es la naturaleza de Dios lo que determina el modo como nosotros debemos adorarle,
porque la forma como lo adoramos afecta nuestro entendimiento de quién y cómo es El.

Una adoración superficial y ligera sólo puede ser el producto de ideas superficiales y
ligeras sobre el Ser de Dios; y esa ligereza en la adoración contribuirá a que otras
personas tengan opiniones ligeras acerca de Él.

Déjenme ilustrar esto con la predicación. ¿Sería apropiado que un predicador, hable
acerca de la condenación que los impíos sufrirán en el infierno por los siglos de los
siglos, con una sonrisa en el rostro y en un tono casual y superficial? ¿O sería apropiado
que un predicador proclame el amor y la misericordia de Dios para con los perdidos,
dando alaridos desde el púlpito? Por supuesto que no sería apropiado; en tales casos la
forma está contradiciendo el contenido.

Pues, de la misma manera, la música de la adoración debe ser coherente con el mensaje
al que sirve de vehículo: coherente con la cosmovisión bíblica en general y coherente
con la naturaleza del mensaje particular del himno que cantamos.

Algunas personas dicen que, dado que la iglesia de Cristo está compuesta por personas
de todo pueblo, tribu, lengua y nación, la música de la adoración debe reflejar ese
amplio abanico cultural. De lo contrario estaríamos cometiendo una especie de
terrorismo cultural al imponer una cultura sobre otras. Pero eso no es así. El arte de una
nación reflejará en alguna medida su cosmovisión.

Y mientras más alejada esté una cosmovisión de la influencia del cristianismo, es más
probable que sus manifestaciones artísticas sean más inadecuadas para expresar el
mensaje de la Biblia.

John MacArthur dice al respecto: “Los ritmos pulsátiles de la música aborigen de África
imitan las pasiones incansables y supersticiosas de su cultura y religión animista. La
música de oriente es disonante y carece de resolución armónica, va con desatino de un
lado al otro sin conexión ni destino, sin principio ni fin, así como sus religiones que van
de un ciclo a otro de repeticiones interminables de existencias carentes de significado.
Su música al igual que su destino, carece de resolución” (Efesios; pg. 320).

La música de la adoración debe reflejar orden, armonía, reverencia, sobriedad, gozo,


esperanza, destino; porque solo así podrá servir de vehículo al mensaje de las Sagradas
Escrituras. Una música inadecuada puede silenciar la letra o distorsionar su significado;
la música adecuada la subraya. El carácter de la música debe ser coherente con el
carácter del mensaje.

Por eso es tan importante que los músicos que componen música para la adoración de la
iglesia sean buenos músicos y buenos teólogos a la vez.

Paul T. Plew dice al respecto: “En 1 Crónicas 23, la Biblia dice que se asignaron treinta
y ocho mil levitas al servicio en el templo. De ese número, cuatro mil eran apartados
para el ministerio de la música. Primero Crónicas 25 dice que estos cuatro mil músicos
levitas provenían de tres grandes familias: Asaf, Hemán y Jedutún. De estas familias
salieron doscientos ochenta y ocho músicos talentosos que constituyeron el liderazgo
instructor de los otros tres mil setecientos doce músicos levitas… Sabían teología, pero
también sabían música. En 1Crónicas 25:7 se dice de estos levitas que ‘ellos eran
instruidos en el canto para Jehová, todos los aptos’. Primera Crónicas 15:22 dice que
‘Quenanías, principal de los levitas en la música, fue puesto para dirigir el canto, porque
eran entendido en ello’” (Piense Conforme a la Biblia; pg. 209-210).

Así ha sido a través de toda la historia de la iglesia, excepto en las últimas décadas; y el
resultado es más que evidente. “Tan extrema es la situación – dice Leonard Payton, que
cualquiera que conozca media docena de acordes de una guitarra y pueda producir rimas
para las tarjetas Hallmark se le considera calificado para ejercer este componente de
ministerio de la Palabra (dirigir a la congregación en la alabanza) sin que tenga
entrenamiento teológico” (Ibíd.; pg. 210-211).

No todo tipo de música es apropiado para la proclamación del evangelio y la exaltación


de nuestro Dios tres veces Santo. El que nos sintamos bien con algún estilo musical en
particular no quiere decir que esté bien. Así como la música puede comunicar intensas
emociones que elevan el espíritu, así puede también apelar abiertamente a nuestra carne
o atraerla del modo más sutil a la sensualidad y a la mundanalidad. El peligro es tan
latente que no debemos cesar de orar por nosotros con el mismo celo y el mismo temor
que Pablo mostró por los hermanos de Corinto: “Porque os celo con celo de Dios; pues
os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.
Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de
alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2Cor. 11:2-3).

You might also like