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HERMENEIA 46 Wolfhart Pannenberg
Colección dirigida por
Miguel Garcia-Baró

Una historia de la filosofia


desde la idea de Dios
Teología y filosofía . !

Otras obras publicadas


por Ediciones Sígueme:

_ W. Pannenberg, Antropología en perspectiva teológica (Verdad e


Imagen 127) ,
_ W Pannenberg, Etica y eclesiología (Verdad e Imagen 71)
~.,~ i

"UUo..-i<lI.l'iQ
-- M. Henry, Y<Jsoy la Verdad (Hermeneia 47)
_ F. Rosenzweig, La estreLla de la redención (Hermeneia 43)
_ J.-L. Marion, El ídolo y la distancia (Hermeneia 40)
_1. Kant, Crítica de la razón práctica (Hermeneia 39)
_ B. Lonergan, Insíght (Hermeneia 37)
_ W. D. Ross, Lv correcto y lo bueno (Hermeneia 36)
_ M. Garda Baró, La ~er<lad y el tiempo (Hermeneia 35) Ediciones Sígueme - Salamanca 2001
/

P rófaga o•.•....••...•...•................ o...... •........ ••... 11


Introducción 13
l. Observaciones preliminares sobre la función de la
filosofía en los estudios teológicos 13
2. El fundamental significado del discurso sobre Dios
para las relaciones entre la teología y la filosofía .. 14
3. El concepto de mundo correspondiente a la idea de
Dios y el enfrentamiento entre la filosofía y las cien-
cias particulares 18

1. Tipos de definición sobre la relación entre filosofía y


teología 23
l. La teología en oposición a la filosofía 24
2. El cristianismo como filosofía verdadera 26
3. La filosofía como función de la «razón natural» di-
ferenciada de la revelación sobrenatural............... 29
Trm.lucción de Rafflel Fernández de Mururi Duque 4. Universalidad racional y subjetividad religiosa ..... 34
sobre el original alemán 11/eologie l/Ild PhiloJ'ophie. Jhr VerhillJ"is im Liehte ihrer 5. La elevación de la representación religiosa a con-
gemeillsamell Geschichte cepto filosófico 38
@ Vandenhoeck & Ruprecht, Gottingen 1996
2. La recepción cristiana del platonismo 45
(Q Ediciones Sígueme, S.A., Salamanca 2001
1. La idea de Dios y la doctrina platónica de los prin-
el Garda Tejado, 23-27 . E-37007 - Salamanca/España
cipios 49
ISBN: 84-301.1406.8 2. El ideal de vida de la semejanza progresiva con
Depó!>ito legal: S. 3-2001 Dios 60
Fotocomposición Rico Adrados, S.L. (Burgos) 3. Iluminación y gracia 66
Printed in Spain 4. Las transformaciones ~ rectificaciones ct1stianas de
Imprime: Gráficas Varona, ¡as doctrinas platónicas 69
Polígono El Montalvo - Salamanca 200 I 5.' Persistencia y actualidad del pensamientoplatónico. 76

7
"

3. El int1ujo de Aristóteles en la teología cristiana 81 9. Los comienzos del idealismo . 247


l. Las ideas nucleares de Aristóteles y su relación con l. Johann Gottlieb Fichte y la disputa del ateísmo . 248
Platón 81 2. Lqs comienzos de Schelling y Hegel . 259
2. Aristóteles en la teología patrística 90 3. La relación de Schleiermacher con el idealismo . 272
3. La recepción cristiana de Aristóteles en la Edad Me-
dia latina y sus problemas 93 10. El sistema hegeliano . 291
4. La modernidad y Aristóteles 10 1 L Fundamentos y primera versión . 292
2. Filosofía real y lógica . 299
4. Lá relación del pensamiento cristiano con la [ilosofía 3. Reacciones de la teología cristiana a la filosofía de
estoica 105 Hegel . 312
l. Origen y rasgos fundamentales del sistema escolar 4. LÍmites e importancia de la filosofía de Hegel . 321
estoico ,......................................................... 105
2. La teología cristiana y la Stoa 108 11. El giro antropológico . 331
3. La importancia de los motivos estoicos para la se- 1. El signo de la filosofía posterior a Hegel . 331
paración de la Edad Moderna del cristianismo ..... 118 2. Los nuevos impulsos de la filosofía tras la mU9rte
de Hegel : ,•..... 340
5. Conttibuciones del cristianismo al repertorio de temas 3. La redefinición de la existencia humana tras la muer-
de la [ilosofía 123 te de Dios , . 355
l. La contingencia del universo y de todo ser finito.. 124 4. La aparición de la filosofía de la naturaleza . 388
2. La concentración en la individualidad 129
3. La comprensión del univers'Q como historia 138 12. Teología y filosofía hoy . 403
4. La valoración positiva del inlinito 142 1. He-mbre y religión . 403
5. Repercusiones de la fe cristiana en la encarnación. 145 2. Teología ¡ilosófica y religión histórica . 405
3. Concepto de mundo e idea de Dios . 408
6. La emancipación de la cultura moderna del cristia-
nismo ......................................................................... , 149 Índice general 413

7. Los nuevos impulsos de la filosofía en los comienzos


~.
de la Edad Moderna y su relevancia teológica 165
1. La renovación cartesiana de la teología filosófica y
los problemas de ella derivados 166
2. John Locke y el empirismo 182

8. El influjo de Kant en la teología 20 I


l. Impulsos teológicos en la evolución de la liIosofía
kantiana 20 l
2. La antropologización de las funciones metafísicas
de Dios en la Crítica de la razón pura 212
3. La ética y la tilosofía de la religión kantianas 224
4. El influjo de Kant en la. teología 233

8
9

. ./"
" .

. ..:'-

En el presente libro ofrezco de forma 'elaborada, el manuscri-


to de un curso que durante años he impartido regularmente. Sin
apenas modificarlo en su estructura, ciertamente lo he ido revi-
sando de tanto en tanto, hasta que por fin lo dicté en Múnich, du-
rante el semestre invernal de 1993-1994, como cierre de mi acti-
vidad académica ordinaria. Me he decidido a publicarlo dada la
escasa bibliografía que, por desgracia, existe sobre una materia
tan importante: el acceso de los teólogos a la filosofía. En cuan-
to a la relevancia de esta cuestión para el estudio de la teología,
también me he pronunciado al principio de la introducción. Por
otro lado, y al margen de esto, las relaciones entre filosofía y teo-
logía también deberían imeresar a todo el mundo.
La cuestión de la relación enu'e filosofía y teología, sobre todo
del valor de la filosofía para la teología en el decurso histórico,
constituye el punto clave de esta exposición. Ahora bien, la razón
de utilizar un método diacrónico-histórico de los sistemas filosó-
ficos, en vez de uno sistemático, se fundamentará a lo largo de la
introducción. El que, por otra parte, en una exposición como ésta
las formaciones de sistemas que han aparecido a lo largo de la his-
toria de la filosofía se hayan tratado tan sumariamente, es algo que
cae por su peso. Las referencias bibliográficas que se dan en este
sentido también han sido reducidas al mínimo. Pero el que quiera
profundizar en alguno de los puntos que aquí abordamos, podrá
encontrar sin duda alguna orientación sin excesivo esfuerzo.
Por otro lado, no ha quedado más remedio que resumir todo lo
relativo a la historia de la influencia de los distintos sistemas ti-
losóficos. Y sin embargo, aquí reside justamente uno de los inte-
reses mayores de la presente exposición. Esto vale, en primer lu-
gar, para la historia de la influencia de la tilosofía antigua en el
pensamiento cristiano. Solamente después (capítulo 5), se abor-

11
dan.í la cuestión de la contribución del cri~tianismo a los temas y
INTRODUCCIÓN
problemas de la tilosofía. Por último, en los capítulos siguientes
se trutará de la relación entre el pensamiento moderno y el cris-
tianismo, primero a partir de una serie de .consideraciones gene-
rales, y después mediante los nuevos impulsos que han determi-
nado a la tilosofía en los coinienzos de la Edad Moderna
(capítulo 7), especialmente desde Immanuel Kant y el riquísimo
mflujO qu~ ha producido su pensamiento en la teología.
Despues de presentar el debate entre las formaciones sistemá-
ticas idealistas, se tratará la tilosofía postidealista -desde un pun-
to de vIsta general- a partir del giro antropológico (capítulo 11).
De las orientaciones postexi~tencialistas se hará tan sólo una ex-
l. Observaciones preliminares sobre la ¡unción de la filosofía en
posición de la tilosofía de los procesos, desde su origen en
los e.~.tltdiosteológicos
Bergson hasta Whitehead y su escuela. De hecho, a diferencia de
l,a mayoría de las demás orientaciones filosóficas del siglo XIX,
esta debe entenderse como un intento de renovación de los cues- Sin un verdadero conocimiento de la filosofía no es posible
tionamientos metafísicos de la tradición tilosótica y, justamente enteí1deríalTgura hlstórica que ha cobrado la doctrina cristiana ni
por eso, ha ejercIdo un notable influjo en una corriente de la nue- formarse un juiciopro¡:ii"óYllienTü-ñaamentado de sus pretensio-
va teol.ogía. Sin embargo,en este estudio no vamos a prestar una nes de verdad-en eTiíempopreseñíé'.Una.conciencia que no haya
atencI?n ~speclUl a las oflentaciones de la teoría de la ciencia y recibido una sufide"nie -fórmaclón filosófica no puede realizar
del anahSlS del lenguaje de la filosofía modema, pues apenas ha adecuadamente el tránsito -es decir, llegar a tener un .uicio inde-
apor~ado nada nuevo. y esto, a pesar de su importancia en la dis- pendiente-:- que va9~'i.<;l~".I~exégesisllistOtiCo-~a e la Biblia
cUSlon fundamental de la teología para la temática actual sobre la hasta la teo"loiiía sistemática.jEn este proceso, lo que menos im-
relación entre Dios, el hombre y el mundo, que constituye el pun- porta es tomar partido por una u otra filosofía. Lo decisivo es to-
to clave de las relaciones entre filosofía y teología. El capítulo ti- mar conciencia de los problemas qyS'. sYI~!\"ª-medida que se pro-
nal, más sistemáticamente estructurado, se ocupa de la relación fundiza en la historia a lo largo de C!!YJLlranscurso han ido
entre filosofía y religión. En él se parte retrospectivamente de la tomando forma los principales"concePtos filosófiCOs,yteoiQgu;:as.
tradición metafísica de la tilosofía desde la perspectiva de las ex- "" - -De-suo"el oi'ígem:le la-hTstOriadel cristíamsmo eñlos Padres de
p;flenclas de la modernidad y, en especial, del pensamiento his- la Iglesia, las fórmulas en que ha cristalizado la teología sistemá-
t?flCO de la mo?ernidad, para mostrar la dependencia que ha te- tica deben buena parte de su ligura a El!.~n.f!:£!ili!!!1it!J!º_fonla fi-
mdo la filosoüa de una pretendida formación religiosa de la losQfía. Hay para ello razones objetivas que obedecen al objeto
co~clencJa. Este capítulo conclusivo reproduce lilcwlmcnte mi "mismo cJ~la teología y de las cuales nombraremos en seguiúa la
últlllla lección ordinaria en Múnich, el 22 de febrero de 1994. principal de ellas. Dichas razones deben también ser atendidas por
He de dar las gracias otra vez más al doctor Markwart todo juicio crítico sobre ésta o aquélla de las figuras en que se ha
He.rzog por su revisión de las citas, a mi ya antigua secretaria, la materializado la doctrina cristiana, y este juicio tendrá con este Jin
senora Gaby Berger, por la transcripción del manuscrito, y a la que hacer referencia a los límites de las formas de pensamiento fi-
doctora Fnedenke Nüssel por su gran ayuda en la compilación
bibliográfica. . losólieo respectivamente relacionadas CQneHas. Por este motivo,
es indispensable poseer u~-c;;-~~cimie;;to de la historia de la tilo-
sofía y de su enfrentamiento con sus PU11iculares pr9blemas.
Wolthart Pannenberg Retroceda asustados frente a las exigencias que requiere todo
Múnich, enero de 1996 conocimiento profundo de la historia de fa filosofía es probable-
12
13
lllelile lInu de los motivos que explit::an las dilicullaJes de los es-
Dios de los judíos es idéntico al origen creador de todas las cosas
tudiantes de teología la hora de dar el paso desde la exégesis bí-
i.\
blica a la historia de los dogmas y a la teología sistemática. Sin
y,coniciconsecuencia de ello al Dios de todos los hombres, ta- e
emhargo, sin un verdadero conocimiento de esta última, y Cono- afirmación no era ni mucho menos evidente_4por lo menos para
cer quiere decir aquí haber penetrado realmente en el transfundo los no judíos, y por eso ]a primitiva teología cristiana vinculó el
por e] que podemos dar razón de ]a formación de los diferentes discurso sobre el Dios creador con ]a pregunta filosófica por el
conceptos y juicios teológicos, no es posible elevarse a una posi- ser de Dios y por la verdadera figura de la realidad divinal. Como
ción de independencia y autonomía espirituales a la hora de for- ha mostrado Werner Jaeger, esta última fue lambién la primerísi-
marse un juicio propio sobre las diversas cuestiones de la doclri- ma pregunta que se planteó la tilosofía occidental'. ,
¡na cristiana, La idea de gg-"_ es posible pasar sin más preámbulos I Los comienzos de ]a filosofía estuvieron estrecha~lent~hga-
d,,-Jª-~xégesiSarpíjlpito -esioes-;-síil detenerse a realizar uoa re- 1;1 ,dos"a ]a religión. L~ filosofía no nació desvincula?a de esta Últl-
I
. tlexión de carácter teológico-sistemático_ es una idea falsa. Las " ma, sino que adopto desde e] pnnclplO la fisonomla de una ¡elle,
I I c-iJésHüne's hermenéuticas acostumbran entonces a resolverse xión de carácter crítico en torno a las afirmaCIOnes de la
apelando únicamente a nuestros gustos o inclinaciones subjeti- tradiCión religiosa, Para la cuestión de las relaciones entre la fi-
vas, lo que lleva muy fáciÚnente a que e] teólogo, si no es antes iosofía y la teología, éste fue un hecho de fundamental trascen-
víctima del fundamentalismo -como un -expediente con el que di- dencia, aunque su importancia no siempre se hizo consciente pa-
sipar a] menos en apariencia sus muchas perplejidades-, acabe ra los filósofos, o por lo menos no en su verdadero alcance y
convirtiéndose en esclavo de las modas teológicas <.lesu tiempo. signiticado. Desd~ Jenofanes] la filosofía antigua se inclinó a ver
La triste situación a que ha venido a parar actualmente el anuncio las cosas más. bien de modo inverso, es decir, interpretando la
de la doctrina cristiana -al menos por término medio- no tiene ni tradición religiosa como un ropaje simbólico tras el que se es-
mucho menos una de sus últimas causas en esa deficiente prepa- condían las verdades filosóticas. Hasta ]a aparición en la Edad
ración y entrega a las tareas de la teología sistemática. Pero llevar Moderna de la conCienCia histórica, la tilosofía no se apercibió
a la pr<íctica con sentido estas últimas requiere precisamente un de] significado fundamental que encerraba la dependencia de la
conocimiento suficiente del horizonte filosófico de problemas en tilosofía de la religión que la había precedido históricamente,
que debería realizarse esa formación de juicios teológicos de ca- Esta conciencia alcanzó su máxima expresión en la te~is!wgelia-
rácter sistemático. ~_~ro
la com!2!~_;~ciónde conocimientos exeg~- na de que la filos í' l/a esa reJiaióiJ ii la fi ura del con too
ticos, tilosóficos, de histQri" d" 1")~ºlogía Yoe histoda de los De este modo, egel 'ibuyó a la filosofía una función que la
dogmas, capacita para razonar y dar respuéstii'alas cuestiones de emparentaba con a reigión. Más tarde discutiremos una vez
I la doctrina cristiana. más en qué seguía, pese a todo, diferenciándose de la retlexión
teológica sobre los contenidos de la tradición religiosa,
En sus comienzos, la relación que la .filosofía occidel1tal_l"mlll~
2. Elfillldaf1lental s(fjllijicado del discurso sobre Dios para las luvo con la tradición. renglosa-fue::~~-~Úelacióíle.se-QsialrÚentecrÍ-
relaciones entre la teología y la filo.w~fía ili:E,Por'¡'~~o~~s que 're;uliañ -difíciles de enumerar en detalle, el

E] . pnnclpa
motivo "Id
,
e que lateo l'ogta CrIstiana
"
adentrarse desde su mismo comienzo en terreno tilosótico y en-
.
tuviera que 0J~~~
"
r~
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-<~
l. Al respecto, eL W. Pall!lenberg, Die Auj'llahme des philosophischell
GOlft!sbe'SriO'als dogIlUlli.l"ches PI1Jbtem derjiiiJ¡("hristlichell rile/I/osie, en Id.,
Grulldli.,~gl;;l ~'Ys(emari.\'cJ¡e,. Theologíe I (1967), 296-346. (versión cast.,
frentarse a las diferentes doctrinas de la filosofía se encuentra en "\ 't Clle.l"¡jollesfi/11dwllel/f(//e~" de teología, trad. de J. Leita, Síguellle, Salamanca
el anuncio de Dios de la misión apostólica (1 Tes 1,9); hablar de 1973. 93-149),
Dios si Jnitica hablar del ()ri ren creudor ue toúo lo real. ~ 2. W. Jacgcr.pic 711('%gie dt'rfr/ihl!11 grit'dti.\"(.he/l De/lka (1953) (ve~~
'bargo, una cosa es habla, de Dios y otra muy distinta (eClr que el siÓn casL, UI teo/ugill de 10,1'Pfi/ll(!m.\"ji¡~)~"~~/u.\'E!j;S~.I',
Lrud. de J. Gaos, FCE,
M"Jrid 1977i -' ,-,

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hombre antiguo empezó a incubar una creciente desconfianza ha- terúa común. La pregunta, en efecto, es siempre cuál es en verdad
cia la tradición religiosa que venía hablándole desde hacía siglos el origen de todo, es decir, ql!é es en verdad capaz de cumplir au- ,i /
de la existencia de una multiplicidad de dioses'. Un factor rele- téntieamente con la funciÓn de la divinidad: el agua, lo infinito, el
vante para su aparición pudo hallarse en el conocimiento de otras .air~l-I!JJª-m.!!6 .
culturas y otros dioses que cumplían una función análoga a la de . . Así, pues, en su reflexión crítica sobre la tradición religiosa la
los dioses griegos, y a los que estos últimos tuvieron acceso en tilosofía vinculó la legitimidad del discurso sobre Dios a que se
sus viajes marítimos y en sus relaciones comerciales con otros pudiera probar esa función de arelté. De este modo, aplicó a los
pueblos. La desconfianza de los helenos hacia su especítlca tra- dioses de la religión popular un criterio que la tradición religiosa
dición mítica pudo también debe~otivos de otra índole en no podía rechazar como ajeno e inadecuado a las cuestiones pro-
este caso de más violento signo, como la conquista persa de' las piamente religiosas. De los dioses, en efecto, se había atlrmado
pequeñas colonias griegas de Asia Menor en el siglo VI a.C.'. Sea
f ti'':; como fuere, ~ primeros pensadores jonios siguieron orientando
que eran el origen de la realidad del mundo o, cuando menos, de
determinados aspectos de la misma. Las representaciones de los
sus reflexiones en torno a las funciones atribuidas a los dioses, dioses probarían su verúad en la medida en que lo representadó
rJ'Í especialmente en torno a la £uuClan de constituir el origen (ar. pudiera realmente-c'óncwlfse como el origen de todo lo demás. ,

\/~ y
ché) de los fenómenos del mundo de la experiencia humana, 'EIÍ el inundo-helenístico, el monoteísmo j"díQ "iQ ea la-Griti-1il cej) (.
comparando a continuación las demás propiedades predicadas de
los dioses con esa función principal. A partir de ahí llegaron a la
ca filosótica_a la,:~ig!Ó¡l.QQ1lllli!Ul2liteísta la confirmación de la ~
verdad de la fe judía en el Dios único', o, aún más exactamente,
~< )"--> f
conclusión de qtCe las representaciones religiosas de los dioses la confirinacióri-de-loafifiña(Jií-Ya pOr el Deuteroisaías (ls 41, 29, i;
dejaban mucho que desear con respecto a dicha función, única cf. 41, 4; 43, 10) de que el Dios de ISfilel es en c"anto creador ele!, ¡.
verdaderamente central. Dichas representaciones, por ejemplo, nlUndgel úni!'().oLo~..l'LPor ello, también el Dios de los paganos.
pecaban en gran medida de antropomortismo. Además, la multi- Como ya había hecho el judaísmo helenístico, el cristianismo de
plicidad de los dioses estaba en contradicción con la unidad del estu época pudo apelar a 10s.f!Iósofns .en.apoyo de s",anullcie del
cosmos, pues el verdadero origen de este último no puede ser Q.ÍQsque es Dios de todos los hombres y al,3uetodos deben co.n-
más que uno: sólo un Dios único puede haber engendrado la uni- vertirse de'¡py.és.9.~q¡¡e-s'é h-iirev."l?~Q'aerioseñ Jesucristo (l Tes
dad del cosm"s. AsI, a contracorriente de la tradición religiosa, 1, 9). Como es obvio;apa¡'ikde aquí íaiiibíen-tenía que ser posi-
. jos filÓsofos Se pteguntaron por la «verdadera figuu'a>>.quedebla ble mostrar que el discurso cristiano sobre Dios eililO¡UI.J¡ul!tu,
: ; q,tribuirse al orj~eJ) divino del íIDjverso5, Las dIversas tesis de los l:a de los~ri.t."Ei?2.~'l~."J.'.':~til~.ofos venían sonleti,:~do t_~da,:~ir-
• I pensadores presocráticos se dejan leer como variaciones sobre un ')1aCi()D.sº(Jr,~LoJjgen gLv 1.'!9",¡tSÍ.CaffiQ.qmde ig~p ia
q~"I.a~_d'!.Cl£i¡lastilos.?.!!~br..". Dios, si no superior a ellas. Por
3. Este punto de vista aparece de forma expresa en Jenóti.lnes,/g. 1I ~ 16 (F. un lado, jas atirmaciones de las distintas escuelas h!Os1íTtcas so-
J. Weber, Fragl//(:Ilte. del' Vorsokratiker [1988j, 68.70).
bre la realidad divina variaban en su proximidad a la compren-
4. En su importante obra Fivl1l Religiull lo Pllilm'op/m A SIl/ti}' in {he
Origills (1 We.\'lem SpeclllatiOIl (1912), Harper Torchbook, 20 (versiÓn cast., sión bíblico-cristiana del ser de Dios, es decir, no se encontraban
De /(/ religiá~1(~f{/filosoJl1l2 Ariel, Madrid 1984), F. M. CurnfllrJ h¡¡(;c respoll~ tan próximas a ella como 10s-tIlósofos de la escuela platónica.
sable del naClImento de la filosofía en la colonia comercial de Milcto ü¡iglo VI Por otro, los teólogos cristianos fueron siempre conscÍentes de
a.c.) al espíritu ¡IVenturero y curioso de un pueblo de navegantes (143). Así,
pu~s, la experiellc~a simultánea de la revolución política causad;:, por la COIl- 6. Al r~Spei,;LO, d. U. Ho1scher, All(lxilll(llll/ef IIml die Allfüllge der
qUlsta persa de As¡¡¡ Menor -acolllel:imientos en los 411eel mismo T..l!es tuvo PIJi/(},wp/¡je (lY53), en H. G. Gadamer (ell.), VIII die Be,~,.(tfnve/l da
p:.¡rte activa (Her6doto, Historias 1, 170)- ¿no habríu Lcnillo ninguna importan- 95-176. HOIscher acentúa especialmente la dependenciu
\lor,w/.:Hlliki!r (Il)6~),
cia en estl: hedlO'?
de Tales de Egipto (I 26),
5. Para In comprensión de esta forma de ver las COS¡¡S resulta orientmluf:J lu 7, Para Filón de Alejandría eL la exposición de H. A. WolfsOll, Philo, (2
nota 2 del libro ya citado lIe W. Jaeger.
vub., 1947).

16
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J
~
que l.?_q~JQ!>ti!º~Qf9.> cie"ían de Dios no era del todo idéntico al Salvo en contadas excepciones, la filosofía de nuestros días ha
anunci.,:del Dios de la Biblia. Así, plles, era inevitable desaJ:;:üT(ar remÍnciauo a esa tarea global. Una de las formas en que la tiloso-
un corpus de argumentos con que enfrentarse a las d,;clrinas.oe'la fía se ha evadido de su misión de'procurar una orientación gene-
tiliisóJ[iJr'-.' " .. ral sobre la realidad en la que el hombre está inserto ha sido ca.
racterizar como de «metafísica» la figura de la fil 'definida
~r las cuestiones DiOs'"imUI~o , y a ar a continuación de que
3. El concepto de mundo correspondiente a la ídea de Dios V el la forma metafísica de la1iÍosolía ha locado hislóricamente a su
enfrentamiento entre la filosofía y las ciencias particulards fin. Con todo, sigue sin estar claro cuándo se ha producido la
aparición de ese final: según Martin Heidegger éste habría llega.
El motivo principal de que la teología cristiana abordara las do a término con Nietzsche, según Auguste Comte con el naci-
cuestiones filosóficas fue, pues, tanto en su origen como hoy día, miento de las ciencias positivas y según Dilthey con la irrupción
la doctrina cristiana de que el Dios de Jesús de Nazaret es el Dios del p'ensamieH:telH&tgiÍce.-.
det9dº~JolLb.0IT]bres.Con todo, es precIso tener bIen claro 'que la La tendencia ;;',fespedirse de la tradicional misión filosófica
palabra ~s» no sólo sirve como designación de un tema espe. de pensar la totalidad como un todo no debe comprenderse úni-
cífico. La crítica filosófica a la fe popular politeísta de la antigua camente como una consecuencin de que las ¡;;jencias particulares
religión griega tuvo siempre por base de su argumentación I~.ill' alcanzaran por fin una independencia y autonomía propias. M'ás
bien ¡!a de identjficarse en la desintegración de la teología filosó-
renelaci~n_~istente entre la comprensión deDios y la compren-
sión del.mundo. Hablar de Dios significaba hablafderoñ:g1OIíéfea- fica el factor decisiv_'!..9.'iE..l!izo!Ju~a unidad del cun~~~ Cle'
d_orde todo 10'iéaLl'or este motivo, no hay verdadera retlexión mun9.'!.p.~':2k~,~!!Ju eu,'!..Yi!:s!!.!.'!pt~,Q!!¡EJm.~!!.2!r!.¥..ñ.da!!1E.!1.~iil'.
aer¡:,ensUl~\9. fi!~.Qfi£Q:De hecho, fue sólo tlEs la desapari- (
sobre ~(Dios»que no sea a la vez una ret1exión sobre el origen en
ese DIOs de todo lo real -es decir, de hombre y cosmos-o Allí
CíOi1éfé1ii"tradiciónde la teolQ~ía filosófica cuando las CIenCias 1
empíricas se convirtieron en el único modo de acceder a una
donde el pensamiento no s~ detiene en la correlación y mutua im- C~T~..:1I0~ •.lEel !'2.~nd\!-.---- --.---." --.-..-
plicación entre Dios y la totalidad de lo real, la expresión "hablar
Una vez quela opinión de que las ciencias empíricas particu-
de Dios» no es más que una palabra hueca o una representación
lares son las únicas a quienes compete conucer el mundo y la na.
que carece de fundamento objetivo y está expuesta a toda clase de
turaleza humana se ha convertido en una opinión ampliamente
críticas, entre ellas, por ejemplo, aquélla que la interpreta antro-
difundida y aceptada, ,la!eol().8í~~e v\' .enfrentadaa la cuestión de
pomórficamente, es decir, como el producto de una proyección si el diálogo con las ciencias no tendrá preferencia frente al diá.
religiosa. S~~9 g~~ice cuando habla de "Dios», sabe rog'i:r co.o la tradiCiÓil filosófica. En apariencia, ciencias como la
tamb.iénque no es pOliibl~.segy.i¡:'ile.nSañd¡;la-¡:eal¡daddehoriíbre psicofogía o-la sociólogía procuran un conocimienlu de la reali-
y mund() sin Peusar a .Dioscmno su origen:' y ala inversa, queño dad humana mucho más riguroso, es decir, mucho más capaz de
ª~.I'0si.bl~.P¡;l1liª-r.~
..ºi'!.Smás que como quien ha en'gendr¡¡rll'la reivindicar una validez universal para sus descubrimientos que la
totalidªº d.e.todolo ~eaLPof-ello-,de-sOinospresocrátlcos en ade- filosofía, hasta el punto de que parece que es a ellas, y no a esta
lante la filosofía hareconocido su tarea en pensar la totalidad de última, a quien la teología debería tener en Cllenta al pronunciar-
lo real, es decir; l:L~nidad del cosmos, .!'.9rr~ a la pregunta ti. se teológicamente sobre el se~del hombre. Sin embargu, es pre.
. ,Iosófica por DiO.s. flast¡qI-pasado'más r.eciente -es decir, hasta ciso advertir que la realidad existencial del ser humano conforma
i, I~'¡¡;llé-::;dich-!J.,2!r~c0.~:e~\[~.~:~~e::rde'Bmry-ej"C(jjjcepto ~~~tJon _~I.~ar~!!E]J~~I~~2I~~~~~'~~I~:~~~rv(i:-y-qLTe-rnn-
~\ "----------~
\: I ae mundo ha deÍlJ1Jdola cuestlOn global de la.'mosOlTa-:-~
.•--~._._,.. .... _- .. ..,.... .... ----....-. ..
-' " '
9. Al respecto, cf. el capíllllo sohre la constitución onto-leológica de la me-
tam.¡jca en M. Heidegger, Idellfiliit /l/1l1 D(fferenz (1957, 71982), 31.67 (versión
8. Esto lo expuso W. Pannenberg en J 959 en la obra ya citada, eL supra,
nota l. cast.: Idell/idad y d(['erel/l:ia, Anthropos, MaJrid 1988).

18 19
guna disciplina antropológica puede pretender ocuparse de él sin más bajo el paraguas que les ofrece la autoridad de que disfruta el
~~~.tE.anscender SI.l111~t09.~~ggí~
propia como ciencia particu- físico como especialista. Así, en 1988 el físico inglés Stephen
lar y d$mE0car por eso mismo en una meditación de carácter Hawking escribió un libro que suscitó un gran interés, irititulado
fi!osófico. Al haceiJO,oosTempte--setieiiepreseiite la compleji- A BriefHistory ofTime. La idea, presente ya en su mismo título,
dad aneja a la temática filosófica de los campos respectivos, pues
de que el tiempo podría tener un comienzo -e incluso la idea de
uno cree moverse en todo momento sobre el suelo seguro garan- una historia del tiempo- reviste con todo un carácter paradójico,
tIZado por su particular disciplina. Un ejemplo de esto último se-
porque este tipo de afirmaciones presuponen siempre un tiempo:
ría la aplicación de conceptos sociológicos a cuestiones propias
una historia sólo puede tener lugar en el tiempo. En la medida en
de la gnoseología o teoría del conocimiento, tal y como hizo
que constituye un círculo lógico,l-ª..!1.r~!l2"~~~~~.~_q~e_~~..ti~_':r'po
Jurgen Habermas en su obra Conocimiento e imerés (1968). Allí
nació en un determinado momento confC?:'~~t2..~_~.h.!!!l.p:oblema
se anallzaban los problemas de la teoría del conocimiento desde filos6fico.---._.. . -----------. ....
elpunto de vista del interés que mueve a los respectivos conoci- --- La-relevancia de ¡as ciencias particulares para la compren-
mIentos. Se trataba de una aplicación de la actitud crítico-ideoló-
sión global del hombre y del mundo sólo puede tratarse adecua-
gica de los sociólogos educados en la escuela marxista, que sin
damente en el plano de la reflexión filosófica sobre los ~ta-
embargo no se planteaba la pregunta por las condiciones de ver-
dos y la metodología de esas mismas ciencias. Es éste un hecho
dad de los juicios del hombre en las afirmaciones o proposicio-
que en náda camljiii.el que a lo largo de este siglo muy pocos fi-
nes, pese a.que en realidad sea sólo la verdad de una afirmación
lósofos (como Bergson y sobre todo Alfred North Whitehead) se
quien haga de ella conocimiento. Hubo que esperar a publicacio-
hayan atrevido a presentar una interpretación filosófica de la rea-
nes postenores para que Habermas se ocupara en detalle del con-
lidad mundanal. En nuestros días, la filosofía se ve capaz de
cepto de verdad, que de nuevo interpretó en términos sociológi-
ofrecer u~~ orientación básica y global sobre la realidad empíri-
cos como el consenso de los que juzgan. Las mismas dudas que
'-ª..mmlJ.Y_rar,1Socasiones. Hemos hecho ya hincapié en que es-
S-".!'fl!.a.l~1I~~erpretac~~n..Eeproblemas gnoseológicos desde una -
te hecho es consecuencia del descuido de la tradición de la teo-
per~~?ciolóiiE.'l. desp~,:,!an también los intentos de aplIcar logía filosófica, debido a que h~blar de Dios obligaba también a
la teona blOloglca de la evoluclóñal1iiffiímlentoó,,-,,¡¡¡¡- ñiismas
poner encu~stión el concepto d" [nunqo. El hueco dejado por la
~'l.estio--,,-es.La teoría filosófica del conocimieñiü insiStIraeii.qUe
filosofía lo_colman hoy forzosamente las diferentes ciencias, cu-
las Merentes cie?cias particulares dan en todo instante por su-
yos cultivadores empiezan como consecuencia a filosofar, des-
puestas <<tascondIcIOnes de posibilidad» del conocimiento Con-
graciadamente, de forma a menudo ¡:!!!rcia~.YfÜ2~.~~:.a.mentein-
dicio~~s sobre las que todas ellas se asientan y descans¿n. El satisfactorju __
clentlfIco adscrito a cualquiera de ellas siempre se pronunciará
Las presentes circunstancias son especialmente desfavorables
sobre aquellas cuestiones propias de su área de trabajo que sean
para la teología, pues ésta no sólo tiene Que hablar de Dios, sino
de ulllversal relevancIa como un filósofo, o lo que es lo mismo,
también de la creación de Dios, es decir, del mundo, y además
SIl1estar por más tiempo a cubierto por la autoridad de su espe-
~omo correl~_ discurso sobre D1oS.1i\1S1gIos.antHiº!."~,.la
cIalldad r~spectlva. Esto último debe decirse sobre todo de aque-
llos clentlficos que IIlSlsten en la trascendencia de la física mo- t~gLaJ." nía I~.':'£()E~~ lJI!Ü'!r~"Iil.':2~.~b1':.:>.. :~í tica -
nid.!1..'!.~_p£2!]
mente sobre una interpretación.lli.QSlÍli,i\.J;¡u~.>~~!iu_aba Junto a
derna para la. comprensión de la realidad mundanal. Sus
manifestaciones son ,recibidas por lo común Con el mismo respe-
~]¡a.yreffe, ióñ¡¡liii.sobre- s~iffi]Q.U'E£bleEt..!!":_H oioia-Ya-rio
-es-así:Peró1n:t¡,6TogülnOpuede por ello renunciar a su tarea es-
to que el mundo cultIvado de nuestros días rinde a la física como
pecífica, por lo que la conciencia del hueco dejado por la ausen-
a J~ m.ás fundamental de las ciencias naturales. Sin embargo, las
da de una orientación filosótica debe ser un motivo más para
refleXIOnes sobre la importanGia de Ja física para el cono~imien-
examinar 11 historül de la filosofía, es decir, para entender la ma-
to del mundo tienen siempre carácter filosófico y no están sin
nera en que ésta salvaguardó en épocas anteriores la tarea de pro-
20
21
curar esa orientación global que hoy sigue faltándonos, así como
cuáles fueron los problemas que aquejaron a sus diversas solu- 1
ciones. Estos últimús nos impiden hoy asumir sin más esos mo-
delos, pese a que la tarea, todavía por realizarse, de procurar una Tipos de definición sobre la relación
Qnentación ~n~al sobre la realidad del hombre y del mundo só- 'entre mosofía y teología
lo puede~solu~i~!2~~~~'E fioy;-:fi]osÓJ1cañieñi""e-:-.-.-.

La historia de las relaciones entre la filosofía y la teología es.


tá llena de vicisitudes y cambios de signo. Por ello, si nuestro
propósito es introducir en ella una cierta orientación sistemática,
nos resultará útil adela cr nas consideraciones. Éstas debe.
rán atender Ja!l formas ue esa !!lación puede asumir,
como a las~efiniciones tí icas ue de ella se han propuesto a lo
largo de su historia. A este respecto debe decirse que la relación
entre la filosofía y]a.teolo ía ha sido concebida, en primer lu.
gar, como: a un.iirelación de o osic, n yen segundo lugar ca.
mo: b) una' la . identida . En tercer lugar: e) se h'UJ!.:...
bordinªºº--Ill. ,losofía a la 'a y, por último, a la inversa: d)
la!~ología a la filosofía. Las cuatro definiciones formales de re.
laciÓn que aparecen ante nuestra vista pueden a su vez relacio-
narse con algunas de las posturas en que ha cristalizado la rela.
ción entre la filosofía y la teología a lo largo de su historia. Por
supuesto, tales definiciones son meramente formales, es decir, se
limitan a hacer las veces de una clasificación sólo provisional, ')
cuya validez enwieza.a.ta¡nbalearsetan pron'to com()l.!'J~1lel'jóñ (él,' o
profundiza en la COJJ.!p!eji.'!.ad º~_LªsJig~rasen:que.seha.mate< j
':;aliz¡¡dü"Iii"stÓr!:<:amenteJ.a..
r"'¡a.ció~.entre ..amb.as.9i~cjplinas .•.
Peró;']:)e'se-a ello, representarse los hechos de la mano de esas
definiciones formales de relación..Jig,lJe.~iendode utilidad. En
cuanto posibilidades-limite Mijíos i~de definición de las
relaciones entre la filosofía yla-teolug,a, tales definiciones con.
tinúan siendo significativas para la consideración de la relación
entre ambas en el transc~rso de su historia. Además, la discusión
22
23
de los problemas inherentes a una mndalidad de examen funda- bulas paganos) y porfi-;;) nunca antes, hacerla su esposa. Incluso
l1:entalmente tipológica de las relaciones entre filosofía y teolo- entonces, la filosofía ha de seguir sien"éfOSérvidi)fá-de la le y no
gw, aparte de procurarnos una visión de conjunto provisional de preceder a su señora, limitándose en todo momento a marchar
la temática, nos permitirá dar razón del método seguido e'n la detrás de ella4 La interpretación de este pasaje constituye el pun-. "
composición del libro. to de partida del tratamiento de la fi ía durante la Edad 1 \¡
~edjª I'OmQ «esclava de la teología» (ancilla tizeolog,ae, 19 os.' o
más tarde, Kant invertirá las relaciones entre ambas valiéndose
1. La teología en oJ2Q!jciólJ.a lafilosofía de una imagen célebre, que, como tal, sigue pese a todo inspirán-
dose en la metáfora medieval. Aquí, la filosofía continúa siendo
La idea de que la doctrina cristiana no es en absoluto de la in- la servidora de la teología, pero lejos de marchar detrás de ella
cumbencia de la filosofía y de que su vinculación con el pensa- sosteniendo la cola de su vestido, antecede a su señora portando
miento filosófico se paga siempre con la pérdida de su autenticidad la antorcha'.
'- , .. como teología revelada, ha remitido una y otra vez altÚtuhano1j Otra de las autoridades a menudo citadas en relación con la
Este teólogo habría sido el primero en defender tal concepoción;"c¡;; tesi2-<!~~-!,~frentamiento entre la teología y la filosofía es • A. ,<;,;',1, • ~
la que dan testimonio sus mismas palabras:¿7¿Qué tiene_que ver JMartín Luterol)...a invocación de su figura responde tanto a sus ..../ "j~ , ~~ ••.~
Atenas conJ"rusalén?, ¿qué la As;ademia con la Iglesia?"i,iAnte la
reveliiCióñ de Dios en Cristo lo único q-;;~imp~rta es la re, la cual
juicios sobre la ceguera de la razón en asuntos ge.ff~-que luegn f, i' :;;'1 ~,
culminar~ en ~~renombrada ~~r~cterízación de la ~rimera. como ~_ '-S) , ~\\
no es transcendida por ninguna otra cosa, Aunque Tertuliano no una prostltuta!"-, como a sus JUICiOSsobre la filosolla, partlcular- 'it ~ g"'¡;
mente en el. uso teológico" :!l ., _ ~ ¡j
~ d/i
fue. quien acuñó la fórmula -de la que luego se le atribuiría la au-
~ona- «creo porque es absurdo» (credo quia absurdum), no tuvo A despecho de sus. duras palabras a propósito de la filosofía, 'i
Inconveniente en decir, con la vista puesta en la resurrección del !!i~~stQS teÓlogos eludió o.r.eCha~6 terminantemente ~!¿..- I~- I~ ~ r¡
~rucit~cado, ,que su certeza se debía precisamente a_lJ..~Ja razón m !Qsolía en la teología.Tértuliano~ por ejemplo, secun- .0 ~! \ft ~~
jllZga Imposible un hecho semejante'. _ .. 0 •
dó en buena medida las concepciónes 'dela escuela filosófica en- >-'?»It]S • 'kv
El cardenallPedrooDamián (1007-1072), consejero del papa tonces preponderante, ).~9.a, e inspirándose en ellas, sobre to- .
Gregono VI! y agudo adversario de los dialécticos de su época, do en las doctrinas del estoicismo sobre el espíritu y en sus ideas
es otro ejemplo del enfrentamiento entre la teología y la filosofía. s~..!a coá)Ore@a~:-~ie-este-últimoJiegoaafirmaria corporei-
En De dlVl1lCl omnipotentia, Damián, inspirándose en Jerónimo dad de Dios'. El caso de Pedro,DamiánJSJdistinto, pero así y to-
••...-:-::-:-::-:-.
describe mediante una interpretación alegórica de\Dt 21, 1O-13}
-un fragmento del derecho de guerra de los antiguos israelitas en 4. Pedro Damián, De llil'ill(l olllllipotelltia, 5 (MPL 145, 603 D). eL Sun
Jerónimo, CSEL 64, 56 n. 8 (658), así como 21 n. 13 (t22,) Y 70 n. 2 (102).
que se establece el trato que un judío ha de dar a aquella cautiva 5. E. Kal~I, Der Streit der Fakultiiten (1798),26 (versión cast., El conjIicto
que desee to,mar por eSclay:,:o-el~so que el teólogg.JJ.e-b.eriaJ:la¡;¡:r de lasfilc¡lftades, trad. de E. Taberning, Losada). La formulación kantiana plan-
d.:J.~ filos?~,a: a saber" PE~I:O- ~OItarle los cabellos, es decir, lélS tea el hecho como una cuestión aún por decidir.
t~OI,IaSInUtl)!S; des pues cortarle Jas ~ (las obras de la supers- 6. M. Lutero, WA 1, 36, 17511'. ef. B. Lohse, Ratio ll1ld Fides. Eine
UlttersLlcllulIg über die ratio in da Tlte%gie LI/thers (1958), 325, esp. 6355,
tI92.~), Il~g9 ..despojarle de sus v~jas vestiduras (los mitos y fá-
98s5; pura la apelación luterana a una fundamentación clara de la razón d. IlOs5.
7. M. Lutero, WA 18, 164,255: al respecto, cf. B. Lohse, Ratio Ll1Id Pides, 72.
B" 1. Para/a .r.:om::epc:ión de. la tilo.sofía de Tertuliano, cf. E. GilsOll-Ph. 8. La filosofía no sabe de Dios (WA 4011, 20, 34::;),ef. WA 8, 36s5, WA 39/1,
ohner, C/u wiu.:he Pluiosopllle van Ihrell Anfii/H~ellbis Nikolal/s von Cl(e~ 174::;s; al respecto B. Lohse, Ratio t/lld Fides, 745::;.Para los primitivos juicios
('1954), t53,. . .
de Lutero sobre la masofía, er. asimismo 25.
2. Terlul~ano, De ¡JIW!S<.'/: haerel., 7,9 (CCL 1, 1.93). 9. Tertuliano, Adv. Pm,tellll, 7 (CSEL 47, 237). Para el LUaleri¡¡lismo de
;. Tertuliano, De carne Christi, 5: Certwll est quia impo.\'sibile
70, .00, 27).
e.\'f (CSEL ..Iertu!.!.a.rw en sus puntos de vista sobre el alma y Dios, er. también Ph~'B¡;ií;ler-
E. Gilson, Chrisrfic:lte Philosophie, 155s.

24
25
do es evidente que su ~<!0.¡¡.di¡¡l~cti9.a no iba dirigido f,¡¡¡);:
se considera con más detenimiento esta fórmula -predominante
~_Co,D.!L'liJJ1LLOJ)lQS..Qlltr? sU.iffirutadaautonomía frente a la tea.
en la teología de la Iglesia antigua- se verá que su significado es
}o¡¡ía. Por último\:~ ~~...c~':!'2
en suy!im~2:a etapa c~.~.
fel de qüe !..aleología ~lllla..a.la tilosofía una verdad autónoma k
g.'Es!£!:.Q-".Qc.!i!.illriiW'
Sus críticas .~l'!..jllo,~2ti~ y a su uso en la
(~ue_s.':'presentil..'.¡/J9E!!.-,~l1Llllim~g. Esto quiere decir que, en
teQlo¡¡ía tenía'!.p,!!!'~pJ:Íl)cjPllld~stinatario a Aristóteles ". Eso no le
términos objetivos, la oposición a la tilosotra presente en cada ca.
impidiÓ defenderla t~sise~toicajeLiiureñció Valla x!ohn 'Yls!lf so, se incorporó como elemento propio en la definición del cris.
~~tQdP._s.uc.ede_c.oJl necesidad, en la qué--veíii ra d.escrip. tianismo como filosofía, verdadera.
ciól],!i,eJilacci6n de la QQlniru!,\eJJC..Íl\.dl¥ina y de su rovidencia'í, .La fónn.~la aparece.)',a entre los apologistas de la segunda ceno .1
exponiéndosé con ello a la acusación de ser piii1i. ario. e[m fata. turia. ParalJ ustino Máltii-! el cristianismo es <<laúnica filosofía se. 1,,;"'"
o
lismo de cuño estoico. Con todo, lo esencial es que a sus invecti. ~ugx~alidab~>;"Ejjaes quíe; c.-u:it"ódiaejjirincipio ye l11iíJ e
vas ca.ntra la razón, Lutero opuso jUiCiOS.de....m.uy d.istinto Signo.,'\ I t2!l.aüaso cQsas,_cgmQ,guls..!', h~.c.~po.sible qu~c~<I.a lJ.~o.d~ll.oso:
favorables lÍo sólo a la autonomía de la razón natural en su domi. J' tros llegue aser peIfecto y feliz". Sin embargo, lo que ahí se es. , .
'l!()J)!~~-ª-~n.?,.s.i.n.o.i.n~:l'!~()~Taj~ierve!i¿¡Óiienia't~oí.o:¿Taaeuná I ' iaI;i;'ilf1rmancfü' eii i.iña~torñ1ácompletamente nueva de relación !"J!"'} \
razón iluminada por la fe". " .... entre la liJosofía y la teOlogía". En la antigua liJosofía griega, la
~ Ai:ií,"-¡:m-es:"üñavei' s~ las ha examinado más atentamente las J Illl£IE,j.Q..D_m.ílk .• se con~idera~~.: vjlidü,coiiiii ¡¡ustracÍon de!as
posturas citadas en calidad de testigos de una oposición radical v.erdade~...tll.Q>9fjcas,Posteriormente, Plutarco dio un paso más al
entre filosofía y teología' moestran que, aunque las relaciones en. aplicar la interpretación de las imágenes religiosas a otras tradi.
tre la fe revelada y la filosofía, entre la fe y la razón, han estado ciones litúrgicas -especialmente en su ensayo sobre el culto de
siempre presididas por grandes tensiones, estas últimas no tienen Isis-, permitiendo de este modo la comparación entre el f!ermes
.Por qué ser inevitables. Debido a ello, la tesi.s de una Dldical 01'0" grieZQ2el mensajero de los .Qi9se~s~Jlill..o~gjpJ<io de la sabidu.
,sición entre filllsofía.y ..teología..debe.ser.juzgada.cOmQ.Ulla.tla: .rÍllIQt; cClInparaCí"ngraCias a la cual éste pudo Ser co;;Cebido co"-
( mo un modelo representativo del concepto filosófico de Lagos.
~ción. La teología nQJ!!!roe.prescindir.del.\IJiO.Qe..b!.mQ!l,
; Eso mismo imposibilita que pueda sustraerse enteramente a su Por último,~lódfue A.kiª,lclrí~LQtf()~ul~ 1~rS'~lrj,.£iQ!lº-~fB!~9'
enfrentamiento con la filosofía. /"'.'".) '..~ ..; F. !.o..yp.a,om.ºY_~J.!nin'Wa,JlIJstraciQIl..!!lib\i.os.a•.Jalk.,ª Dm¥.i.~n:Jii=
'... .,;, .:" ""
:...• _~,1'.eaj~~alia a las verdades fil0'!QtJ.~~~ En cambio, los p..¡\¡j¡¡fsD..
de la IgleSIa ya no se contentaron con una interpretación en la 9,Ile
2. El cristianismo como filosofía verdadera las
lajt crj.s,tiana s.e limitara a Ilusfi"ar veraaaesf~o.sóficas, sino I
,que VIendo en ella la '.. . .¡¡to .. Ji'.,!!:>. 'S'¡l);¡¡;¡!JJj:¡a
-l1.I~. i
b primera vista, la caractel1zacián del cristianismo como filo- duria aJ.~.g!ll'.'!¡¡JjJp.li.Qja, de conformidid-cón el genuino signifi. ¡
sofía verdadera se presenta como el p'0lo diametralmente op'~~ cado de esta palabra, aún ,"sPl!:!!;-pusieron a la fe en su lugar. •
ID a aquella definición de las relaciones entre filosofía y teología El que el pensamiento cristiano se designara a sí mismo como
que percibía una oposición rotunda entre ambas. No obstante, si filosofía, obedeció a que por entonces ".!!'ología» era una palabril
_~a,da comúnme.nt~.p~.IJ!..ª!udir a las doctrinas ll![tjcas ..s..o,lJfe
10. Al respecto, ef. B. Loh<se, RaIjo /fud Fides, 26s. los dioses" (así,"pór ejemplo, Plalón, Rep. 379a). A decir verdad,
l J. M. Lutero, WA 5, I07,:5~'is. Cf. también B. Lohse, Ratio l/lid Fide.l', 74s. ~de Aristóteles como entre IQ£1ilásof=toicos (cf. ín.
12. WA 18,699 (De serllO arbitrio [1525]), Para la relación de Lutero con Ira), el concepto de teología venía admitiendo ol!:Q~empleos.
Valla, d. G, Ebeling, Lwhersflldiell n.Dis{Jlltlllio de hOlllille, Parte 2 (1982), 90-
92 Y 4745, Posteriormente Mclam:hlon c;Jnlclerizaría el redulzo de la libertad de
14, San JustillO, Diul. t:. Tryph., 8, l (E. J. Goodspeed, Die dltesten
la vollmtad en favor de una necesidad general de todo aCOntecer como S/oiCllx
Apologelel1 11914, 1984J, 99).
dis¡Jlltariones (Loci ¡naee. (!leol. [1559], CR 2J, 919, especialmente 652),
13. Al respecto. ef. B. Loh!ie. Ratio Ulld Fides, 77s5. 15, Para lo que sigue, ef. E. R. Goodellough, By Light, Ligll/, Tlle MY.I'tic
Cospel o/ efleJlisfic Judalsm (1935),

26
27
Pero el uso cOlTiente del término en el siglo [] identificaba toda- ría Diferentes exposicionescientijlcas conformes a la filosoffa
vía la teología con la mitología. Probablemente ésta es la razón verdadera", Capital para este propósito se revela la tesis de que
de que el p:ensamiento cristiano incorporase con tantas reservas el l~f!!PJiofí.q,g!:~g.'l es «un"-g~la de la divlm!.wovjg,eQcia» (1, 18,
concepto <;I~teología", en contraste con el uso mucho menos 4), «un-regalo OiViño obsequiado a los griegos» (1, 20, 1),11""-
equívoco deJa voz «filosofía», de la que uno podía servirse sin PDm'!m,ci(i~Ral'!J.a.r~v,e!asi,ó£ f.ris!La.l!a.HU.\:. d,s,Wjleñ_a¡tq¡¡fJ'l
apenas correr riesgos de verse malinterpretado. De todos modos, misma función que la Ley para eIpueblo jugío (1, 28, lss). El
incluso.C_l;l_L'!~2.9_(~t~ºIogía». s~.4:g!1sfoUltQ$n ..I,!q, G,Q.Q£~PJº,,~ Protréptié~;!dé 'Clemerl'te b~sc'Ó interprétar'las
do7-trinas de loS fi-
&~~~~'~!'~~~~?""r;~L}E~E£~,. ~1]_J-ª.J~.Qlo.gía_¡;.rj~Jiaml=--J_~~7t~~_.J.r~~J~p(-
.._ lQsOfos griegos comounitrJ:!'ILaraciól\ AA@l!!fe, la cual, pese a
todo, seguíúiúi(]o aguTel criterio con que juzgirfavaIidez de
,~,!~l~!bBf!!!.WgJ!,c!" al:::-"IllRko_ filosófi£9 del té!mJ..!JQ".P.9I
~~~ote~es Y12.s estoIcos. A partir de Panecio y de su discípulo ías doctrin~s filosófi¿ás(P':;;újjjiic'o'¡, S;-2r'En su interpreta-
P~sldom'?_lJ?~",~C!. a,C.), estos últimos se sirvieron de la expre- ción, Clemente pudo todavía recurrir al signiticado original de la
sl~n .«tf£2~> -es decir, aquella forma de la doctrina te- palabra «filósofía», que en griego quiere decir tanto «aspiración»
ologlca que corresponde a la misma naturaleza de Dios- para re- como «amoí' a la sabidurIu»20, siendo la sabiduría misma revela-
fenrs~ ~ la teolog~sófica, distinguiéndola así de la te9!2gía da en CristO «señora» de esa aspiración que hu,,-La,ellaseordena
(1,30, 1), -
IIU~gl.c_a,de los poetas y ?e la teología política del culto esta-
tal ,El concepto de teologla natural fue popularizado en el área
lingüística l,atina por Marco Terencio Varrón. En la literatura cris-
3. Lafilosofía cOlllofunción de la «(azón natural» diferenciada
tIana aparece ya en Tertuliano, pero su introducción en la doctri-
pªsristi aua:~.debe fund~W1!J}Il~n~.iL~itn._~&'!~t¡n',~: e-;-en: -E~ de/a revelación sobrenatural ~'<c~'f'¡l:, ¿ reO!.
Cl~, 10 que \'sto significaba era qúe se veía en la concepción del
Mientras que lJlt~9IQgí'1]~atrigi_".'!10ocibió la doctrina cristiana
cnstwmsmo desarrollada por los padres de la Iglesia, la única ti-
como la única tiloso fía verdadera, la Edad Media latina distinguió
losofía verdadera,
élcoii'ocimiento "ü~oiÓgico"dclcóno~imiento confonne O «natural»
. El jlrimer_!~~o __en. presentar un programa esencialmente a la ~~'i5n humána proPio de la'fi¡¿r6ff~. g¡';-bjeto de la'l~~Jpgía ~s
onentado a la comprensIQñ:iI¡;'la d6cfrii¡ií-CiiSfíana como filoso-
gna doctrin~ gu~
...~esc~n~~,
..~~~~'!.1~e]Hcí~obrenaturn12I.La
fía verdadera fue el P.!£!!:.él!1i~sClemente de Alejandría. De
acuerdo con Stromata VI, 1, 1, el título completo del;;o¡;;:a se- 19, Cf. 1.a visión panorámica de Pil. Bohner-E. Gibon, Christlichl!
Philosophie, 33ss,
16. Paro los .comienzos del concepto de teología en el pensamiento cristia- 20. Para el concepto de filosofía como amor a la sabiduría, er. especial~
no, ef. el tra,tamlento más profundo de este tema en W. Pannenberg, Wissen- mente las explicaciones del Sócrates platónico en Fedro, 278d: «En verdad que
l,\'(,:haft.\:he()~'ldl11d Theolo~ie (J 973), 1I ss (v~r~i6n cast.: Teoría de la ciencia y llamarle sabio me parece, Fedro, venirle demasiado grande, siendo éste un nom-
, le%gla, trad. jde E, Rodnguez Navnrro, Cristiandad, Madrid 1981, así como bre que se debé otorgar sólo a los dioses; el de filósofo (tu phi/o sophon), o al-
\ Id., Syslemalisfhe Theologie I (1988), 11ss. (versión cast.: Teología sistemáti. go por el estilo, se acoplaría mejor con él y le seríu más propio (a un hombre so-
ca 1, trad. de J. A_ Martínez Camino, UPCO, Madrid 1992). bresaliente)) (citado según la Iraducc:1ón de E. Lledó Iñigo del Fedro platónico,
}7. Para la, doctrina estoica de las tres formas de la teología, cf. el primer Gredos, Madrtd 1986). Cf. asimismo Banquete, 203c-204b, donde el eros como
CllPltulo d.e .~.#Jaeger, Theologie der friihen griechis<,,}ltm Denker (l953). La amante de la sabiduría constituye el medio entre los ignorantes y los sabios,
COlltrapOslcl.o~jde naturaleza y leyes humanas surgida en la sofística -base de 21. Santo ~omás de Aquino describe ya objetivamente el hecho en S. lheol.
la contrapOsl,cl.6!):,entre la teología natural y la teología política y mitológica-la 1,1,1, aunque en este pasaje no hace todavía uso del concepto dd sobrenatural.
trat~ F. Hemlw~nn, Nomos l/IId Physis, Herkwrjt l/lid Bedeutullg einer Con todo, al tratarse de conocimiento de Dios en l, 12,4 se dice de él que es SL/~
Antlfhese im g(!.echischen Denken des 5, Jahrhunderts (1945). pra llaturllm para el intelecto creado, y que nuestra inteligencia sólo es capaz de
18. Tertuliano, Ad. Nariones n, 2, 14 (CCL 1,43); san Agustín, De i:h: Dei aprehenderlo si es elevada ultm SIUlm lIalurGm (ib. ad 3). En correspondencia,
VI, 5ss y VIH, ,2s. Al respecto cf. las explicaciones de W. Pannenberg, el conocimiento de la fe es caracterizudo como '11111edal1l sllpralllltllralis, en
Systematische r;heologie 1 (1988), 9 J s, S. rheo/. 11I11,2, 3 ud 1.

28 0'1
¡Jea de lo ~6J'ena~\tiene una larga prehistoria. En la patríslica i ricas, estuvo estrechamente ligado a la asunción de la filosofía
griega, la expresión servía ante todo para designar aquellos suce- .1 aristptélica por l.9s teólogos de la Edad Media. Por enton,es, la
sos extraordinarios que e1i£wenA>,}Qd())0 que puede esperarse 1I filosofía de Aristóteles se'elevó a una posición de autoridad en el
;;
del Cl![SOn.2r!:J1~Ld.".Lll£oE'tecernatural. El vocablo penetró en la ámbito de la razón natural. Este hecbo, es decir, lald..e.ntificación
terminología teológica de liú;scoiástica latina gracias al Pseudo- 11 c\~la razóQ natural y. el pensamiento aristotél~co, hizo neces~.rio
dionisia. Pero quien realmente hizo de él un término usual en la c.9_r1g,bjr~ls.Q.ñóCím[~l]tg4~~4,~~~~~Ja [eologla C9~}~~1
sistemática teológica fue santofí21lliiSdeAQüJñO"l en quien este I con.20.'llifgto de caE!!.cter'.,,~.\[al ...Asl, el que santo Tomas
concepto pasó a designar la trascendencia de Dios situada Juera -hiciera suya la gnoseología de'Arisfóteles conformó la base para
l!eLakance del intelecto humano. Este último, en conformidad I la idea tomista de que la razón humana está limitada por su pro-
con la naturaleza psicofísica del hombre, se aplica al conocimien- I pia naturaleza. El conocimiento de Dios trasciende ahora los lí-
to de las entidades materiales dadas a los sentidos. Sin embargo, mites propios de la naturaleza misma de la razón, pero, como es
'!I!QJ~.,,"~yend~~ merced al concepto de causalidad ~-
v-ªrse a la ap'rehensión de ".una primera causa, el intelecto humano
~puede por sí solo conocer su {sencill, £I:£cisand!lP.ª[a ello-.9£'_
11
I
obvio, esta consecuencia obedece excJusivamente a que a ésta no
se le reconoce otra función que la de elaborar los datos propor-
cionados por los sentidos". Sin embargo, el vínculo establecido
l~Qa
..g[ªcja-"~p-,,cial que tiene su origen en la misma divinidad. por santo Tomás entre el conocimiento natural de la filosofía y la
Aquí se encuentra, asimismo, el límite de la filosofía como supre- I dogmática teológica presupone que el hombre aspira a superar
~~. actividad.?~)"!ll_zón _n.atural. Con todo, e(q-ueel hombre esté I esas barreras que le impone su nat.uraleza, más aún, que es su
por naturaleza referido a Dios y a la contemplación de Dios como / propia naturaleza quien le insta a ese autotranscenderse. ¿No de-
fin de su aspiración a la felicidad" -meta que se sitúa por encima I bería entonces esa aspiración ser también compartida por su ra-
de su naturale, za y de ,I?,naturaleza,',de"todas las de,má,Scriaturas-"~'/ zón, en contradicción con la afirmación anterior de que esta últi-
hace precIsa su elevaclOn por encima de las lumtaclones connatu- ma se orienta exclusivamente a lo sensible? Si desde este punto
rales a su intelecto, elevación de la que sólo le hace par1ícipe la luz 1 de vista son muchos los problemas a que da lugar la distinción
de la fe. -¡;;W)oJ:!l.brej".!lr.pues.~Untsei~natufahnente:orie1itado:a:u I I entre lo natural y lo sobrenatural, desde otro, el aspirar del cono-
conocimiento que/exceae'de lóSCI¡iñf¡¡'s'iie~sÍJluisma 'naturaleza ..:- ¡ cimiento racional a la aprehensión de la esencia de las cosas,
Debido a ello, santo Tomás pensó que en el fondo no se daba una ! provoca la duda de que tal distinción tenga siquiera sentido, En
~osición_~ragi.cciQD entre la naturaleza y lo sobrenatural, , efecto, si la razón natural apresa realmente la esencia de las co-
entre la filosofía y la teología, sino que la gracia sobrenatural sas, ¿qué necesidad hay todavía de doctrinas sobrenaturales? De
comp~~ la n~turaleza del hombre:-Esto quie:reilecIT, sin embar- aportar algún conocimiento, éste sólo versaría sobre aspectos
go, qu-,,-l~ razón natural debe aplicar~e. aLserv.icip de la fe'5 En «inesenciaies». Para eludir esta consecuencia, santo Tomás se
justa correspondencia, como se exp'8'rieáfcomíenzoQe'la SUI1l~'" vio obligado a circunscribir la razón al ser de lo dadu a los sen-
'\ t,he,O,IOgi~edel"d,e A,'1,u,in,,o,las discitmas fiL~óJjg¡,ne~~Jitan d~ tidos.l!>in embargo, ¿por qué no iba a poder la razón hacer obje-
1ª-$.Q!2l\!.~.I'~~,-~¿<;~J)~"':~su
p)~nItu-" ----.-- ...-- to de su reflexión y juicio todo pensamiento, sea cual fuere su re-
--'-E'f surgirriieñto 'de esta definieron de las relaciones entre la fi- ferente? La razón es aquí enaltecida por medio de un conce.p1.Q~
losofía y la teología, aparte de tener graves consecuencias histó- 19.¡;p.brenalural,_que ella misma Ita concebido, pero del que se le
p~i!>-"--t.@t,,r_de caJ~!,arsu contenido, ]0 cual constituye una evi- ,
22. Al respecto cf. la visión panorámica ofrecida por O, H. Pesch, en LThK dente contradicció!1J
JO (1965), 437s, así como la obra fum.lamclllal de H. de Lubac, SumQIUrel.
Éludes hisloriqlles, Paris 1946.
A diferencia del punto de vista de la Iglesia antigua, para la
23. Santo Tomás de Aquino, S. (!leol. 1111, 4, 8. que el pensamiento "natura\;, propio de la filosofía está absmbi-
24. Ibid., 1,23, l.
25. Ihid., 1. 1, 8 ad 2. 26. lhid., J, 12, 12.

30 31
8
do por I~tteología, es en reconocimiento de la aUlonomÍa de un cía históricu-críliL:a se tuviera pUl' perfectamente razonable cún-
~~aml£!!lº-~QaturaI». mdependiente del conocimiento religio- fiarse en estos asuntos a la autoridad de una tradidón merecedora
,s2JfoíITly_se ..esc\l'l\k.el germen de la deItrucción de la ~' de crédito: pn cambio, el aristolelism.o cristi,a1~Omedieval, es tes-
artdicml 'entre lo natural YJ?_sobr~t.ural. Como consecuen-cia tigo de un ~esplazamienlO de la autandad englda en punlo de re-
de ello, la razón natural ya no puede reconocer unas barreras que ferencia. 11- 'diferencia de san Agustín, para qUIen el ser de Dto~ ~s
le son impuestas desde fuera, viéndose obligada a atirmar la au- enteramente accesible al conocimiento racional, el punto de VIsta
tonomía y suficiencia de su conocimiento de esencias, y rechazar ."aecisivo en:,este"momento histórico es que el conocimiento de la
las preterisiones siempre excesivas de las doctrinas r~. esencia divina trasciende por completo los límites connaturales a

\~N2~1~~~~tff d::~t~;d;i::t:~~t~~hf~l;~
e~~~fI~~~~~l%~ó~
fa tradición religiosa. ", ",
la razón hUIllUna. El conocimiento de Dios está necesitado de una
autoridad mediadora y el aristotelismo medieval creyó que sólo la
fe estaba en disposición de cumplir con es la función. Por otro la-
El concepto de autoridad tiene su origen en la retórica anti-
do, hubo de confesarse que, pese a todo, la razón era capaz de
gua"- O:iginalmente designaba el principio de plausibilidad por
aprehender la idea de Dios, lo que al cabo hizo recaer sobre el co-
convencImIento (gr. peitho), en oposición al método racional 'lúe
nocimiento «sobrenatural» de la tradición religiosa el juicio de
-,procede por demostraciones característico oe'la deducción: Para
que este úllimo no era más que el producto de un autoridad extra~
san A"gº,lí~! la autaridad Q¡:l111aestro, aun-marcando. el coíiUeOzO
ña a la razón y apenas digna de crédito para ella, A partu' de aqUl
de t,?dQapre¡j'a'Zaje, queda de~pués substituida por la opinión
fue posible juzgar la asunción acrítica de dicha autoridad como la
i ' propla:Pese a ello, ciertos conocimientos dependen siempre de
manifestación de una credulidad irracional. Esto último se vol ve-
una autonqad, en espeCIal todos los conocimientos históricos, en-
tre los cuales se cuenta el mensaje cristiano de la revelación de ,ría~e:i,',~,
e.c~iial~lel1leangustioso en el período h¡s~ó~ico post.~rior ~ h~
Dios en un.hombre histórico28• El conocimiento racional en efec- 1~.~<!1 1l1omento en que l~s ?ombres .s~ VlelOn .confIontados
to, apunta 'si~mpre a lo universal, motivo por eJ que l~s acon- (';" 'con ~na multiplicidad de movll~lIenlOs rehgl~~~~_~~~tr~l1tadosyue,
tecimientos históricos individuales no son accesibles a uri conoci- sin ¿mbargo, r~ylnºj9!-º1!..'l..p~~~_s!.!~_~Jª '~':lt~~~~,(:1.. , I
Íniento estrictámenie racional, en el sentido que esté-Otérmino -En contra dela t:e,en,~~:iluto~~ad,!.'0-lustra,ci~'2 atir~11 JI, ."
posee en la filosofía antigua. Esta es la razón, por otro lado, de principio de' la !.lll.tQ~omíade la razQJ1~~Ylrtlenao Ia,relacIOIl en~, .
que antes dF que se produjera el nacimiento de la moderna cien, trelii'ra.zon i-¡¡lt~r~lyJ,llr~~el.ación, en,tre la tiIOs'Ófíáyr¡r~e~IOgíai," ,
"la razón es ahora elevada a la categorla d~Siltt;ñ9 con gue IUzgm 1
27, Para la historia del concepto de autoridad, cf. K.-H, Lütke, la autoridad de las doctrinas reveladas. Ames 'áe que la razón pro-
"AI/Clorita.I"» IJei Auguslin. Mil einer Einleitullg ZlIr riilllischen Vorgeschichte ceda a su examen, la tradición aparece como una autoridad me-
de,l' Begrijj.i' (1"968), especialmente la exploración de carácter introductorio so- ramente externa cuyas pretensiones de verdad son dudosas, y cu-
bre el concepw agustiniano de tlllClOrilas. Lütke muestra aquí que se trata de un
yos conteni~os no pueden aspirar a ser reconoc~dos a meno~ de
l:OJlCCplll c:-;pcdticumcnle romano cuyo equivalcnt\:: má:-; próximo sería el grie-
go peitllO. La qlll.:tor¡tas había sido institucionalizada en el Senado, en contras. probar su ruCionuliJau. EI.1lD_nk~£}sleproceso fue la sllbo.~~'LlH~~.~
t~ con. los mag!strados (cónsules, tribunos del pueblo) que detentaban el poder ci~~de IlU,~Olmúª_.a~5U?~¿'ii1.e.I1HLmtt,lI_ra.~
_~~.!?~~s .~~.r~1
ilrQl2io
eJecutivo. La c::.volución del gobierno de Augusto muestra ya una tendencia a filosofía, en c1ar~,in\ferslOn_d /punto de vIsta medrevar,q¡,e re-
que la al/Cloritas: se convierta en pOleslas, En la célebre misiva del ano 494 ni ,>~-
se¡:vaba para, la reveTüíflón
,l. ~
el lugar mas .
a l'lO d entro die al" d en Je-
.
emperador Anast:,ISio, el Papa Gclasio I aplic6 la oposit:íón entre al/clorita.\' y
pOleslm' a la rel<J(,;¡6ndel poder espiritual de la Iglesia y el poder terreno dell.':m-
rárquico. DiCha inversión cobra figura histórica en el c.!eísmo in-
pecador (OS 347), ~..,y..!l_aLt¡mILde."lúoc~1 ilu2llilllik..:." ~a oDi'a ",!,:
Kant, La
religión delJ1l1!..4(¿.!pSJJ!l1it~s_4£.Jc1mera raz,0!kjL"Z93).
28, San Agustín, De diL'. '1uaCSI., 48: Afia
nWl(jtlwn inrelliglll1Iw; sicllr esI o11lnis hütoria,
SII/It (jUetC
IempuraJia
selJ/per credulIlII/; er
el hUIIll/l1£I gesUl ----~
pen.:urreIlS (CCL 44A, 75, 1.3), Para más t1etalles, eL W, Panncnberg, 29, Al rcspecto d. G. R. Cragg, Rea,\'ul/ al/d AllfllOriLy in (lie t.'igltfeell(1t
Sy,\'temaIÚ'che rhe%gie 3 (1993), 166s.
Cefllw:1' (1964i,

32
3.1
Con ello hemos dado término a nuestro recorrido de las 1110-
Por otro lado, es posible comprender el esfuerzo por legitil11<l!:-ti- i
dal[da_des fundal11e~!a!eiei, güe~o-indicábamos.al principi(~ losóllcamente la fundamentación de la religión en la subjetividad ¡
es osible definir la relación entre la filosofía y la teología. La 'como la expresión de un afu~QU;¡¡rn¡¡¡jiar ''!l.'l.temátlca n;¡igio- o
primera de ellas, es decir, el punto de vista según el cua existe sa;¡menos una forma de reconocimiento universal.
una radical oposicjón entre ambas disciplinas, no ha disfrutado Ent~~iOsfilóSofos:"o~vi~USo al descubierto tanto la
nunca de autonomía -en el sentido de plasmarse en una corrien- naturaleza sentimental de la fe~-en general, C0I110,más concreta-
te histórica definida-, sino que ha a!'.~.rec:ido siempre como un mente, el carácter contrario a la razón de la.' enCÍa c..!:!~tian~~~i1
elemento integrante de posturas más complejas. En cambio, la los m~lfr';;;OEllco;¡¡;:ap;;;.tida, el propósito <\.li'.Kant 1 oner Id
identificación de filosofía y teología, entendida como la absor- ntites al saber racional fue reservar un espacio a la-subjetividad d~
ción de la primera por la segunda, se convirtió en la característi- la fe. Sin embargo, Kant entendió esta última como una fe en ..
ca de una época, la época de la patrística cristiana, y la subordi- ~ios Y..."nla il1.mortaJidad con fundal)1ento.ex~.I~siv?.e_~I~}..!:axis,
nación de la filosofía a la teología fue el sIgno distintivo del es decír, en la moralidad, !fu!inguiéndola r[g~ros.amente ce 1a fe
!!fÜ~.t.otelismocristiano medieval. La inversión de esa ret'ación de histórica eclesiás.tic.a,.sdn.c.apaz_deJo.das.omunicación_uniy.ersal Y
subordinacion caracterizó el pensamiento de la I!ústn¡rión y en convinceót";';31 -una afirmación que en realidad aproxima la posi-
ésta encontraron su punto de partida dos nuevas formas de definir CI6ñde Kanta la humeana mucho más de lo que cabría pensar en
la relación entre ambas d,sciplinas. La primera consistió en el i.JJo un principio-o Por el contrario, al reivindicar para la religión una
tento de la teologíap()r.librarjlla fe de su sUmisjÓ}) a la autoridad «parcela independiente en el ánima»J2 como un tercer reino dota- J
de la razón, la segunda en el intent~ fiillsnfl£9 Qe..aj,I-iijJlúsede ,!o de autonomía propia al !.ado de la moral y l'!..!!!>'tafllili:a,la in-
los contenidos delafe elevan~?Jas representac:ione.-".relijú,,-~~3Ca
la figura filosófica del concepto. Ambas tendencias tienen como 30. Lo primero sucede en relación con el concepto de belief(D. Hume, A
premisa la autonomía de la razón filosófica, es decir, ~bas J'!!'=. Treatise o/ Hll1/1an Nature [1739], eu. por L. A. Selby-Bigge (~1978], 623s (ver-
sión cast.: Tratado !mbre hl IUJl/fralc:a lIulI/a/la, trad. de F. Duque, Editora
suponen la postura fundamental de la Ilw;trac.iQn. Por eliO;íos ar-

¡
Nacional, Madrid ~1985); lo segundo hace referencia a los aconlecimientos
gU'jlléritos-con.quesebilíegitimad01alranSfOmi ..'a.Ci.O.'
n.d..e la. teolo- extraordinarios de la belieJ(D. Hume, AIl Inquiry COllcemillg Human UlIllers-
gía en una ciencia autónoma, la ciencia de la fe, no pueden tanding [1758], eJ. por Ch. W. Hendel [19551, 125, el'. 61s) pero bajo el con-
considerarse más que como filosóficos, lo que explica que a esta cepto de fe (140s) (versión casL: Investigación ,wbre el cOllocimiento humano,
concepción de la teología se oponga una tendencia filosófica que trad. de J. de Salas Ortueta, Alianza Editorial, Madrid 71990). ef., al respecto,
las explicaciones de E. Herm5, David Hume (1711-1776): Zeitschrift für
adscribe a la fe un lugar situado fuera derespacio propio 'de'la Kirchengeschichte 94 (1983) 279-312, esp. 308s5.
\ ?rientación y búsqueda de la certeza genuinamente filosóficas. 3 L E. Kant, Die Re!igiotl illllerhalb del' GI't!ITzen del' blos.WI VemUlift

.- . (1793,21794),157, ef. 155. (versión casI.: UI religiólI delltlV de los [(mj¡e.~'de


la sola razón, trad. de J. M. Quintana Cabanas, Madrid 31987). Para esta fe his-
4.. Universalidad racional y subjetividad religiosa tórica es característica segón Kant «la mera fe y repetición de cosas incom-
prensibles) (E. Kant, La religión dentro de lo~'limite~'de la mera razón, 117).
Por el contrario, es de la fe práctica ° fe religiosa pura (E. Kant, La religión ... ,
El campo de lo verdadero universal queda aquí al cuidado de 167s; E. Kanl, KrWk del' praktischen Vemutl/t [1787), 227; versión cast.:
la autonomía de la razón y de la filosofía, pero junto a esa univer- Crítica de la razón práctica, trad. de E. Miñana Yillagrasa y M. García
sa}kL"dseafiWml,LYali.ík:.Hlt!gere.cl1o del individuo, de la expe- Morente, Sígueme, Salamanca ~1998) de la que Kant dice que ha tenido que
poner límites al saber «para ha'cer sitio a laJe ... (prólogo a la 2a edición de la
[:¡encia subj'etiva y del sentimiento, La subietividiíd se-¿OiiVlerte
Crítica de la razón pura l1787], B XXX; ver¡;ión casL: CrÍlicu de la razó/l pu-
afiara en"-ef refM io de lit reH ión de la fé en corres ondel1cia
\1 \

éOnTa en_enda, activa en laeVolúción hacia ¡a sociedad secular


ra, Alfaguara, Madrid 1997).
32. F. D. Schleiermacher, Ober die Rdigioll. Rede// alt die GebilJetellllllfer \
moderñi,'~Eacerae esa religiól1 a la que se h_ahurtado toda vali- ihren Verac!ttern (1799),37 (versión cast.: Subre la religió/!. Discursos a sus me- )
dez gener.~~n asunto Y!()'pio de la esfera privada del indivi?uo. nosprecie/dores r.:ll/tivados, trud., de A. Ginzo Fermíndez, Tecnos, Madrid 1990).

¿-'
34
35
¡
tención • de1Schleiermache'"Htra garantizar a las declaraciones de fe
". A I experiencia tel'l11111Ó tinalmente por ceder syjugal"ul cQncepto de
tle la doctrina CrIstiana un fundamento que salvaguaruuse su pro-
: d~cisiólI: Esíe últil';o paso fue-diidopoYS~_relÍ~,,-i;í'~lfnlr
pia dignidad. Este propósito subyace a todas sus manifestaciones,
ranto si! interpretan el concepto de religión entendido como «in-
I a
una realidad histórica como la representada por Cfisto un" te!l-
I ,.-t:Cidad eierna sólo e~ PQsipl",.,n elRal!O»áelare;¡salto que se ca,
~ci2.njAmi'hau~~g) y sentimiento (Qgjilhlhdeluniverso, en",
época tehlprana, como si describeJ!' ese mismo concepto, más tar-
i I -ri-esponde con «la categoriad,,-l.'! d¡,ciSTóO>''',Esta idea vaa dejar
i sentir todo su efecto en la teología durante los años poste!:lOres ul
de, conio un sentimiento de dependencia (Abhiiflgigkeitsgejiihl!,"'-
Con/todo, lQs filósofos no fueron los únicos en servirse de la
i fin de la ;Primera Guerra Mundial. Así, según Karl <da\f!ef1ñ:1
i cuestión de la decisión» entre la fe y el escándalo ante Jesucnsto
razón tilosóficap:a~~Iª-ent.ifica~e!l~gar
que esa misma ra~ill:lía
delafefueI,;¡'cii:1 ámbit()
declarado d'e su exclusiva competen-
¡ constituye «el último o lo uno o lo otro» a que se ve confrOllHl-_
'( do el hOl)lbre". Parecida es la posición de Rudolf\BU!tmanl1!
cia. Tanibién los':¡M!9;~~ hicieron, entre ellos los partiuarios cuando atirma que «el kerygma llama a deCIdIrSe y que la fe es
1

I!
de la que ha termlñ-aaó-por convertirse cnla postura clásica den-
decisión»')?, es decir, l.!!l deciq~rse a abandonar la int~E~~:!~~ión
tro del repliegue de la recienle teología protestante a la esfera de
por.la ,~Jueen.lend~~}!,2~ ni:~-stra eX~~!1cia~.omo
,«~~.~~.~~~~.~~~,~~~!~
la subjetividad religiosa, es decir, la, «teolQgía ue! ~<JJ<se;rtar>,
(ErH'eckWlgst/zeologie). Aqui se tomó como base la ti!!"oflll mo-
r.a! <le)~~111 per'2l1ac;iyl)19..ie l~ exp.!'riencia de la culpablIiuad
I ~~~¿l~.~~~¡~~~~~¡;~st~~~~}r&iifid:pi1¡h
log:1areserya el nombre de il,teIS!TIo".Para Bultmann, la. filosofw
f.':~nl,,-a.I!' exjggJKi,a de la ley~moral el punto ue partida para gue
I~ exp~~!~!}£.llLJkLp'erdón corilenido en. I~ prºn.~:)"a_eJ(!!Jlm~, I sabe ue la fe «sabiendo de la ¡'bertad ue la eXIstencIa». Esto
quiere de~ir que «conociendo lu resolución I~bre por la que la
sonvlrtlera en fuente de la certidJ!.mbre_deJaJe. Así, tan pronto el
existencia,se toma a su propIO cargo, la filos~sabe E-",~,t~ po-
hombre encuentra «aquella revelación que pone tin de la manera sibilidad de rechazar aquella resolución,,". Sin embargo, la filo-
más perfecta a su desgarramiento interior, ésta es para él la ver- ¡ sofía sabe ueono tan sMo como de una «posibilidau ya perdida y
uad»". Sin embargo, lo que de este modo se convierte en fuente l'
ue la ceftla¡¡¡¡¡¡jre de la fe ya no es tanto la ex eriencia moral en 35. S. Kiel'keguurd, Abssc!llies.I'elllfe IfIlwis,I'l!m'chajtliche Noc/¡schrift :w
-1
cuanto tal-véase Kant-, como su 'racaso la experiencia de que
la vía que conduce fuern de este callejón sin salida se encuentra
en la pn)~])esa del perdón -aunque, evidentemente, al precio ue
I den Philo.\'u/)/¡isclwlI BHJckell (1846), SV VII, 79, edici6n alemana Jt: E. Hirch::¡
(1957),91. CLlumbién 97, (SV VIt, H5).
36. K,. Heim, Glaubem'gewissheil. £ille Ullter.l'uclllfl/g
,
iiber die

tener que, cultivar un sentimiento de culpabilidad como el aquí


Lebell.!Jjrage .der Refigüm e 1920),200, El concepto de deci::¡ión es todavía más
e
claramente el concepto central en la 3- edición de la obra 1923), 2~9,
dado po(supuesto-. Con todo, las corrientes teológicas nacidas 37. R. Stiltmann, Das Problem da «Iwtiir/ichefl Theo{o¡:ie", en Bultmann,
en la piedad uel despertar se distinguen por la medida de su con- Glallben l/lid Verslehen 1 (1934),294.312,298 (versión cust.: Creer y cumpren-
fja~za en' la certeza de la ~,xpe~iencia de lu fe ti la hora de g~ll:-ün- del' 1, trad. de D. Eloy Reguena, Studium, Barcelona 1976). CL también F.
fizar los Rresupuestos -c"dstológicos"de la experiencia elel perdón Gogarten, Z\yischen den ZeiIeIl: Die Chrisl/iche Welf 34 (1920), 374-~78, 37.7..
y;'én especial, la'factitidad de la obra redentora de Cristo. , '
así como Id., Die religiü.l'e Ellt.l"cheidllll8 ([921). En K. Barth, Del' Rúmerbnej
(21922), 256s (versión cast.: Carla £1 los rUlllanos, tra~., de A. Martíne,z de la
Con el palidecer tanto de la experiencia ética de la ley moral Pera, B.A.C,tMadrid), se trata t:n.Prtmer lugar de la deCISión eterna de DIOS con
como de ruestro fracaso ante elJa -experiencia y fracuso que ~specto al hombre, peie a ~Ilo realizada de nuevo en el ~spí:it~ (Santo)"(266s),
constituyen los supuestos büsicos de la piedad uel uesperlar-, la <' 38', R. Bultmann, Creer y comprender J, 310. Ct. aSlnusmo BultJl1ul1tl,
Gnade w¡d }~'eilJejt en G/al/belllll/J Ver,l'lehelll1 (1952),149-161, 157s (ver-
.1
3.1. F..q¡ ¡Schleiermacher,' Subre fa I'eligión, 50s. u~í como IJ., Dtú' C/¡I"Üt.
sión caSL éreer ;, comprellder JI, trad. de D. Eloy Requt:llu, Sludiul1l .
fiche G/al/be, e 18Jg).,:::ls ..:,.. . , Barcelona 1976),
39, R. Bultmann, Creer y comprender 11. Al respecto eL las explir.;ueiones
34. F.A: G.([hOluskft;uido 1m£! ¡U/ill.I', Die LellIe V()1l del' Sfillde //I1l! t/elll
Ver.l'iJllller oUer: /ilé;:;altre. Weilw des Zweijlers (182.1), en 7'lW/IICk.I' Werke I de Heidegge~ :wbre el carácter proyectante del ser-uní, en M, Heidegger, _Sei!1
(t 862).2%. Jll/d Zeit (19:27), 284s (versión casI.: El ser y el tiempo, trud. de J. Guas, FCE.
..
México 2 ¡980), así como 296s en lOmo a la resolución y el estado de resuellO .
36
37
sin sentido» en el acto de la autoconstitución libre. ~~ tº"~_bult- ,~quien tiene ~llleel:\~arese co~_? a la forma._~~.
~~~cep-
manniana de que la fe se opone a la comprensión de la)i.bertad lO es la filos¡¡fía..Esto último sucede merced a la apIehenslQ!Lre-
nropia de la filosofía fue confirmada en el ámbito filos'ófico por f1exiya_y_~Ja-penetr.acjón.de:laSJ.elaefoQe_s_qudaSJ:ep[(:senlaÜo-
Martin Heidegger. Para lIjeidegget, «como posibilidad específi- ~~~_(eligiosas.guar.dalU.ªnt.o_entre_sí .como_cº-~(JectQ'!L~uj<jo _
ca de existencia, la fe es en su núcleo más íntimo el enemigo
r<,ligioso". Hegel describió este hec?o como la eJeva~L~-!!'~_c~- "
mortal de aquella forma de existencia ... esencialmente inheren-
~ptp (Begriff) d.'0LLep(e~entaclQn- (Vorslellung) r.!'l!gIQ.s~3\_
te a lajilosofía»40. Esta afirmación se corresponde con el mode-
Dp.DtrQde ese mismo (Jroceso, es esencIal snperar la OPOSIcIón )
lo que, como indicábam'os al principio, percibe una mutua opo-
e~tre el sujeto de la conciencia religiosa ySü01iJeto, razón por la
sición entre la fe y la filosofía. Pese a ello, tanto para Heidegger
como para Bultman!,_~ntm.Qentro de las competencias de lafilo-
que Hegel pudo"aflrmar-que los cauces para laetevaCiü¡¡-,¡rcon- I
sofía determinar ¡;I lngar de esta posibiliJ.l¡¡d.de..existencilLque
cepto de la representación religiosa están ya!,,::,~~ur¡ldos_,:,:}a l
Jlfaxis.religiosa.del-eulto.
ella 'misma encuentra absurda dentro de la estructura de la exis-
tencia hu,ñ"na: .... - La captación del contenido religioso "-" ahora asnnto exclusi-
vo ae¡¡¡-¡e¡¡logJa'" pero ésta llene en todo momento como fnnda-
mento la revelación histórica de Dios y es consciente de tener que
5. L(I elevación de la representación religiosa a concepto filosó- explicit.!l!"..c_uill_e,s_eLc_Qllteni<;!Q
de es.a revelación histórica !lue se
fico ¡'.(rre\ ]eha o'frecido previament", En contrapartida, mediante la idea de
, laahsolüíeidelsujeto (divino), la filosofía de Hegel se emancipa
La filosofía de la Ilustración hizo de la razón filosófica el cri- de su punto histórico de arranque, la religIón cristiana, e inter-
terio con que examinar e interpretar la tradición religiosa y su as- preta luego el contenido de esta última como su desarrollo o des-
piración a disfrutar de la autoridad de una revelación divina. A la pliegue. En dicha medida, la elevación de lárJ;wesentación reli-
vez, al purificar a esta última de sus excrecencias históricas, se giosa a concepto filosófico efectuada po~antiene parte
encontró consigo misma, con la moralidad y con la teología natu- del espíritu reduccionista de la Ilnstración cuando descomponía
ral. Pero al proceder de este modo, más que apropiarse filosófica- el cristianismo en verdades filosóficas universales que como tales
mente del cristianismo como religión histórica, lo que hizo fue re-
ducir las doctrinas cristianas a un contenido que, aun sin el Berlín, más tarde publicadas en tres volúmenes independientes. El lector espa-
ñol dispone de dos traducciones de esta obra: la primera abarca únicamente el
cristianismo, era accesible a la razón. Y es que la interpretación primero de los tres volúmenes de que consta el original alemán, El concepto de
filosófica de este último podría permitir también la interpretación religión, trad. de A. Guinzo, FCE; México 1981; la segunda constituye el pri-
cristiana de la razón propia de la filosofía. Esta última posibilidad mer volumen de la traducción castellana completa de las lecciones hegelianas
fue ganando en verosimilitud a medida que la filosofía tomó con- en tres volúmenes (Madrid 1984-1987), Lecciones sobre lajilo:iOfía de la re.
ciencia de la dependencia del conocimiento filosófico de la reli, ligión l. Introducción JI c01Il:epto de rtdigifÍll, Irud, de R. Ferraru, Alianza
Editorial, Madrid 1984),
gión que históricalill'.nte la había precedido. La afirmación de 42. G. W. F. Hegel, Introducción y concepto de religión, 29155, espec.
Hegel de que la réí[gi6-;Y~collstit!!),~..fCCP1!tmltfo_~c(dadC(Q~au",- 294ss: «El modo de la relación constituiría la necesidad del conlenidm}, cf,
que sólo en la forma'dé la representación, y que la filosofía no Ile- Hegel, Encydopadie der philosophischen Wissensc:/uljfell, edil. por 1.
.,1e¡ioFqutserlapnñ1éñléñ proporcionar la verdad substancial» Hoffmeister (PhB 33) 9 573 (versión casI.: Enciclopedia de lus ciencias filosó-
dia expresTÓn a esta forma de ver las cosas". Sin embargo, para ficas en compendio, trad. de R. Yalls Plana, Alianza Editorial, Madrid 1981).
• ef. /lota del traductor a,1final del capítulo.
43. G. W. F. Hegel, Phiinomenologie des Geistes (1807) PhB 114,479 (ver-
40. M. Heidegger, P/¡üllomellologie l/lld 11lcalocie (( 970), 32.
sión cas!.: Fenomenología del eJpíriW, trad. de W. Roces, FCE, México 1981);
41. G. W. F. Hegel, Begriff der Religion, edición de G. Lasson (PhB 59), Enciclopedia S 565, cf. también S 555.
299 (MS). (Begriff der Religio/l corresponde al primer ciclo de Lecciones so- 44. G. W. F. Hegel, Inllvducción JI concepto de religió1i, 256 (lección de
bre filosofía de la religión, pronunciadas por Hegel en la Ulliv~rsidud de 1824).

38
39
no nece~Ul!,1]i:!,,!_d_~J.é.!..r~_G.l:i~li,n_oa'¡5.En Hegel, este hecho_ va estrc-
clíüií1eñte ligado ala idea de comprender su propiópensamiento trística cristiana, Pero si aquí, como en épocas posteriores, no se
con10 el (¡itiri;(,esl~º~n_de __
üna tradición teológicaqm:.llllcía_a lI~gó a la abo&ión de la filosofía por la teologí~, t'lmPQ£gen
- - - --
Dios su objeto en términos est~'i~!amemef!losótico_~, e!l~º[!1pe- Hegel asistin~osa Ja_~lev_ªf.\.9!!.._º~ª_gm!eS~~1~~£!~r.l,~~~1?I.?;,~_~
tencia directa C?on la,~,?lig~Ón''hist6rica. En la situaci6n en que concepto filosófico, entendiendo dicha elevaclon y aboJ¡clOn en
Hegel se encontraba, continuar esa tradición era poco menos que el sentido de que una de las dos dimensiones es ¡¡bsorblda por la
imposible a menos que tomara como base la filosofía idealista de otra. En re,Úid¡¡d, la marcha de la historia h¡¡ sido testigo de una
coexistencia- llena de tensiones entre las dos disciplinas. Esto no \ 1
la autoconciencia. Pero esta última entr6 en coJisi6n dentro de su
pensamiento con su inteligencia de la dependencia de la apre- quiere decir, sin embargo, que cada una se haya limitado a pro-
hensión filosófica del absoluto verdadero con respecto a la reli- poner una opdón existencial radicalmente incompatible con la
gi6n que cbnstituía su precedente histórico. Si Hegel hubiera par- otra que, como tal opdón, descansaría pese, a tOd? en lIna estruc-
tido de aquí, es posible que sus reflexiones le hubieran llevado a tura que ambas considerarían común a la eXlst~nclU humana ~ CLI-
reparar elÍ la [a_'li",,1 hist<,Jri,oidad-y, por ello, en la I:adical tini-_ yo esclarecimiento sería sobre todo competencliI de la filosoflil. Y
no quiere decirlo porque, de las dos, la teología al menos h¡¡ lu-
tud-~eI p_e!1~a.J!1i~l1t2.!ilQs<Íficqj 1]elu SQ.en BU re!aoió n_=-la...ve r-
-dad absolúta". y esto hubiera tenido como consecuencia la ele- chado una y otra vez por hacer suyos, transformándolos, los pun-
~aciórÍ de la teología filosófica a teología de la revelación -o a tos de vista de la filosofía. Aunque en la teología este intento ha
una filosofía de la religiOñ=, en las'qi.le se'pusiéra'en-te'i'iimente de conducido a una acumulaci6n e i!!~graciº!1,prngre~2-º~.£..QID::
man-ifiestó-elpresupueslo de la naturaleza hi,;(<Írica_~_gl objel'2: ponentes fi_l,,-s<Í_fis:g~_
en su estructura doctrina}, la autonomía de
La ideade-IainversTóii-de lií-¡-éSls-flégeHúnade la elevación de que hariUgó'zado tanto L1nacomo otra, pese a su coeXIstenCIa, hace
la representación religiosa a la forma filosófica del concepto en la necesario ofrecer una semblanza histórica de este proceso. Este
último no pu-ede exponerse de manera adecuada sino en el mar-
tesis opues¡a 1de la -----
elevación
__ ._.'. de la teología
__ .'_' .• __ ~_._,_._. filosófica a la teologí¡¡
_
co de un desarrollo sistemático de la doctrina cristiana como tal.
vllely.~.a,,~!tl!~rl1os en la vecindad de la interpretación dcL~ristia-
1¡lsino c!lnilÍ ti~()"'if(~~er<J~~e;-;¡J,s"rrolladu porlaprií1~~tiva p~_
Las considetaciones que siguen se limitarán a mostrar ~í.1IfueJu.,
ITlé!I1.eJf.l:
en g~~J~"teología cristiana asimil6 ~, lra2~sfoE!!!
..ó_~~.,
45, He ayuí la consecuencia de la ambigüedad inherente a la idea de iJii.n.cipio I~s<!iversas _coJTi<;_ntes_del~fI~o.~~!~a~-"l!If~.~c
que prO-
<<Aujhebuflg» puesta de manifie.sto por K, Lüwith (Hegel.'!'zweideutige Allj/¡t'/JlIlIg 61emas se derivaron d~ .ello para lateolqgJa, a q"-~~~11'!1,,-los,IlO.
der chrisllic!lell Religioll in die Phi/o,l'Op!lie, en K. L6with, Vortrii!je IIIU/ lügar esta últimaeg eltrat~miento ppr!iIt!lº~ºffi!.d.,,~"-~Jem¡¡s.
AblullldlulIge/l. 2ur Kritik der chrisrlic!len ÜberlieferulIg (1966). 54-96). Dicha
'q-üé rélación gparda con la teología cristi,ma ~!º~,arm!!º p.9~!e-
ambigücJad persiste •.Illnque la tesis de la elevación de la representadón n:ligio-
su al COllccpto, (al y como ¿sla [¡'lee su aparidóll en la.s principales obras úe Hegel ciar de los sistemas tilosóticos,ill.9E~En:gS._Ycu~1.e~ la imporlancla
(Fellolllellologícl, Encidopedia y Ciencia de la /t5gica), seu úiferenciada de la de]llijS:@,íJ;os-para la teología. Nuevamente, se trata de un in-
«jllstitkacióm> del cri,'ilianismo en d pensamiento conceplual expuesta en las tento que está obligado a ceñirse a la exposición de I~ má~ esen-
Lecciones !iObre./i/o.w4T£I de /a religión (por ejemplo, E W. Graf-E Wagner CJl la
cial y a servir alo sumo de guía p~ra una conslderaClO11 mas pro-
imroqucción aJ:volumcn por dios eúitado, Die Plue/u ill den Begrijj.' Malerialiell
Hegel.~' Re!igiollsp!li/o,WJp!lie (1982), 61). ce además F. Wagner, Die funda de los temas_
ZIl
i.....
---
,_.~--~
~.., ----- ------------
AIlJ/¡eIJIIlIg de,. i-e/igW.'J'ellVtm'tel/flllg ilt delljl!li/osoplú,w:!Jell Begrij¡: Neue ZeÍl-
sc!Jrijijlir syslehwlÍ.I'cile TilerJ/ogie l/lid ReligicJII,I'p!Ji/o,WJp!Jie18 (1976), 44-73, • A¡~fJ¡ebllllg, Con respecto al signitit:ado de Aujhebell n~da mejo~.que citar
46. E~ta ú!lillla p()~ibilidad ¡¡parece por UJl in~(¡¡l1leuUnJllte la t=voILlci(ÍJ]dd brevemente las propias palabras de Hegel en la «nota» ,al pnmer capitulo Jt: la
pensamiento úc Hegel, aunque en UIl momentu en el tjlll: c:-;te úh¡lllo no había Ciencia de 1(/ hJgica: «AI¡j1¡ebell y da.\"AuJ:r.:ellllbene,OoIdeal) ~s,uno dt::Ius,con-
conLempladu aún la po~ibiJidad de aprclJcnuer intuillv:lmente y expresar con- ceptos más impoltames de la lilosofía .. , A/ljhebellllene en e1ldlOIll<Laleman un
ceptualmente I~uniuad de la identidad y la no~jdentidad (Hegel.\- rlie%gi,H;he doble sentido, ya que significa lo mismo que conservar, 1II~lIJteller, ~ a la vez lo
lllgelldschr(f;en, eúie. por H. Nohl [19071. 3.j.S; versión cast.: Escritos de jlll'eJl- mismo que hacer cesar, jJollujin. ~Imismo conservar ellclen'~en ~1.algo. nega-
/fui, trad. de 1. M. Ripallla, FCE), . tivo:'que algo se .saca de su inmeJialt:l y. por talllo, de una,exlslent:la abierta a
las influencias (;~teriores, para mantenerlo -así pues. lo £If~fgel/()belle ¡,:salgo al
40
41
mismo tiempo conservado, que sólo ha perdido su inmediaLez, pero que no por ría, en cambio, la rdigión~, afirma que sí es «AI~lgllbedel' PIJilo.wphie diesen
ello se ha aniquilado- ... Para el pensar especulativo es motivo de alegría en. Inhalt in die Forll1 de.\' Begriff~ 1.1I erIJebe/ll), es decir que sí es ,<tareade la filo.
conLrar en ellenguuje palabras que tengan en sí mismas un significado especu- sofía elevar este COlll~lliuo(el tle las repres¡;ntaciones) a la forma dcll:Olll.:epto,).
lativo; y el idioma alemán tiene muchas de estas palabras ... ). La traducción aquí de erhebell no ocasiona problemas, pues su significado más
En su traducción del original alemán de la Ciencia de la lógica Augusta y conspicuo no es otro que el de elevar, alzar. El autor señala a continuación, sin
Rodolfo Mondolfo se inclinan por verter Qufheben por «eliminar». Por su parte, embargo, que Hegel formula .(Diesen Sachverhalt als ein Aujheben der religid-
Jose Gaos opLaen su traducción de la Fenomenología por «superar». Ninguna sen Vorslelh/llg ill den Begrij/», es decir, formula aquella tarea «como un mif-
heben de la representación religiosa en el concepto», siendo aquí donde co-
de estas versiones representa evidentemente con fidelidad los dos significados
que Hegel afirma posee «especulativa o dialécticamente» el ténnino llufhebell. mienzan nueSlras dificultade:;, por cuanto, como se ha visto, el significado de
Con relación a este punto se han propuesto otras soluciones, entre las cuales se aUfllebetl, resaltado por el mismo Hegel, es doble: mantener y abolir. A ello ha-
contaría traducir el término por la perífrasis superar/conservar o superar con- bría que añadir que estos constituyen únicamente sus significados dialécticos,
servando. En el área francesa Derrida ha aventurado su traducci6n metafórica pues auj1lebel1 significa también, c6mo no, levantar, elevar, alzar. Es de notar,
por releve (relevo) en el sentido de que lo oufgellObene se ve aquí ,<relevado» además, que otros pasajes de este apartado utilizan QuJhebell en su significado
por una nueva figura conciencial o histórica (que deja atrás al corredor anterior de «(abolir», «poner fi]1»),como por ejemplo cuando Pannenberg escribe que
-es decir, pone fin a su carrera, lo supera- pero recoge de él el testigo -y por en- «Eine AllJhebll/lg der P/¡j{osupIJie in Theologje falld hiel" rmd iJl der Folgel.eil
ebensowellig l1'ie die umgekehrte Aufllebrll1g der religiüsell Vorste/úlIlg in den
de lo mantiene de alguna manera en curso-). Labarriere y su colaboradora en
las trauucciones de Hegel proponen sllrsummer (supersumir) y supersunción, en philosophisc:}¡en Begriff bei Hegel ill del' WeÜ'e stalt, dC.Willtll1 e/WQ ei/le der bei.
clara dependencia del término «subsumir», un término inventado, pero pura- den Seitell in da wl(lem w~fgegallgel1 \Vare», donde 10que se nos dice propia-
mente latino, que cuenta con la ventaja de recoger los dos significados de all¡' mente es que la Allfllebullg de la teología por la filosofía, o de la filosofía por la
helJell: asumir y superar. Por úhimo, cilar la recientísima traducción de la
teología, nunca adoptó la forma de una (absorción» o «asimiladólll) (WI!..r.:ellell)
Enciclopedia de las ciencias filosóficas por Ramón Valls Plana (Alianza de la una por la otra. En este caso, por ejemplo, hemos respetado la traducción
Universidad, Madrid, 1997), uno de los mejores conocedores españoles de (elevan) para la Au}flebtlllg de la representación religiosa en el concepto filosó-
Hegel, en la que aufheben es de nuevo vertido como «superan). fico y optado por verter «abolición» en el caso inverso.
Se plantea ahora el problema de cómo traducir el término en el contexto que ¿Por qué, en tal caso, heDOStraducido norm¡¡lmente AIIJhebllllg como «ele-
nos ocupa, es decir, la Allfhebtmg de la representación (Vu/"~'Iefhlllg -~s de se. vación»? La respuesta se enc:..lenLraen el pasaje citado más arrib¡¡,uondc el mis-
ñalar que en su traducción de la Fellomenologfa Gaos opta también por verter mo Hegel nos dice que la tercera forma de la reunión de lo verdadero, es decir,
Vorslel1l1llg por «(representaci6n», como, por lo demás, también hace Valls Plan¡¡
la filosofía, es <damás elevad¡¡ y sabia». L:'l«elevación)) de la represent¡¡cióll a
en su tniducci6n de la Enciclopedia-) religiosa en la forma del concepto concepto no significa, por tanto, que la primer¡¡ se¡¡ f¡¡lsa, pero sí que es aún in-
(Begrijj) filosófico, una vez tenemos en cuenla el pensamiento del propio Hegel madura, que no «representa) lo verdadero como debiera representarse. El pasa-
con respecto al significado dialéctico de este término. je de Pannenberg podría h¡¡b~rsido traducido, sin embargo, de la siguiente ma~
Las «representaciones» religiosas no son para Hegel sino las nociones míti. nera, a saber, vertiendo que para Hegel «~'íes tarea de la Jilm'vfi(/ .wper£ll;
cas que el.espíritu llegado ya a la autoconciencia de sí propone de lo verdadero. aunque conservándola ti la l,ez, la represelllllóóll religiosa elllaformll del (.'(J1I~
Se corresponde aquí con el ane y la filosofía. Si en el arte lo verdadero alcanza cepum, así como utilizando ,;ualqui~ra de las otras versiones (superar, supersu-
representación gráfica, o lo que es lo mismo, se representa la «(forma» (Hegel mir, relevar) antes señaladas. El término (elevan) nos parece, sin embargo, el
pensaba aquí en la escultura griega) de lo verdadero, es decir, del espíritu de más adecuado en esLecaso en la medida en que la idea de «e!cvació/l) implica
Dios, en la religión se llega a la noción y al sentimiento. lmpofla sin embargo que lo «elevadO»)no es alli4uilauo, sino ¡,:ollservauoy manlt:lliuo l.k alguna nla-
observar que do verdadero no sólo alcanza la representación (Vorstellung) y el nera -pues, en efecto, es elevado a un forma superior, más «aila), de represen.
sentimiento (Gefiihl), como en la Religión, y la intuición (Anschollllllg), como tación de la misma idea- aunqlle a la vez se ponga fin a esa especie de repre-
en el Arte, sino también el espíritu pensador; y de est~ modo llegamos a la ter- sentación inferior, menos e1<tborada-con respecto a la cual precisamente se lo
cera forma de la reunión, lafilosofía, que es, por consiguiente, la formación más «elevu»-. El libro que nos ccupa presenta a la vez un capítulo exclusivamente
elevada y sabia»)(Hegel, Conferenciw' sobre la historia). dedicado al sistema hegeliano, don~e esLasdifkultades se reproducirán proba.
Que la filosofía, es decir, el concepto (Begriff), sea más «elevada»)que la re. blemente con aún mayor virulenci¡¡.
ligión, es uecir, la representaci6n (\lorstellullg), indica bien a las c!¡¡rasque nos Señalemos, por último, que las consideraciones anteriores no deb¡;:nenten-
encontramos frente a un proceso de «elevación», de paso de una forma espiri. derse como si Hegel menospreciara a la religión y en particular al cristianismo.
tual más primitiva o inmadura a olra más elevada y perfecla. Dc hecho, el mis- Al respecto, cabe citar las observaciones especialmente esclarecedoras con res-
mo Pannenberg parece inclinarse por esta forma de percibir las COS¡¡S cuando, pecto a este punto de un autor como Waller Kallfmann: ((Con gran frecuencia'se
tras citar las mismas palabras de Hegel.en las que éste señala que la filosofía no ha malentendido la form¡¡ en que Hegel trata al cristianismo. Lo consiJera la su.
tiene por qué ser quién proporcione la verdad ~ubstal1cial-que sí proporciona. prema de las religiones, ya que le parece que es la que más se acerca a la verdad

..
43 0<,
42
r,-.
,

cuya compr¡;:nsión Jinall:Ofre1iponJe u .su filosufía; y :jus r~fereilL:ias al judaí:;m


y allsl~\ll.l ~o revelan con~prensión simpatizanle alguna, sino que son rulmaria~
2
1
l.m:.I1I,cInJlI~tas: como C<l.':iltoJos los demás autores que escribíeron
subre esta'
~el~gJOne~, ~ lo l~~~~d~l p:ríodo que :o~np~endela Ilustración y el siglo XIX: L~ recepción cristiana del platonismo!
.~Iiln~e~[(; ~ompUla al Judulsmo y al cnstwOIsmo para afirmar la superiuridad de
¡
c.'it.e Ultll11~/>,,)~.Kaufmann, Hegel, versión cast.: de V. Sánchez de Zab'lla
Almnza, Mpqnd 1973,265). . "
uc El pfOp~ÓSJtode esta,l1o~ es simplemente señalar el significado especulativo
q Hegel f~~cede al termmo Aujhebell y que el lector de esta obi'a deberá te~
Il~r muy ell\c~ema; y a la vez explicitar cuáles son las razones que nos hUll mo-
vido. a verterlo
" por nor'"ma en eMe 1/1/1)'particular cOllfex/o por «elevan)' y «ele-
vac16m) (N.¡ del T.).
I
,1,
I De las diferentes filosofías de la Antigüedad, el platonismo es
I con mucho la filosofía que más profundamente imp-illill..slU~!!º
en la teología cristiana en la época de su nacimiento y primeros
desarroIíos. EñesteCaso, no es suficiente hablar de un «influjo»
del pensamiento platónico en el cristianismo. Se trataría más bien
de un proceso de recepción' y asimilación productivas que forma
I 1. Como 'iiHroducción al clima e$piritual del pensamiento platónico sigue
I siendo recomerllJable la obra de G. Krüger, Eillsicllt Ulul Leidellsclwjt. Das
Wesen des p!a/ollisclien Dellkell.s (11948). Como introducción a 10$ fundamen-

I tos de la doctrina de Platón dentro del contexto -de la evolución que va de


Sócrates a Aristóteles sigue siendo de gran import.mcia la obra de J. Stenzel,
SIl/die" zur Entll'ick/ul/g der p!mollischen Dialek/ik \'0/1Sokmles ZlIAriJtn/e!es
(1917, l1961). -De la reciente bibliografía citada en las notas deben destacarse
los trabajos de J. Krlimer y K. Gaiser,
2. La obra de H. R. Jauss (Lireraturge::.dliclue al.\' Pml'okl/tioll del"
l. LÍlerawrwisst:nsclllljr l19671, 45s, así como la edición de 1970 de lu misma obra,
144-207, esp, 1,85s) trae a un primer plano del estudio de la historia de la litera-
tura el concep~o de recepción dentro del contexto del enfrentamiento de Jauss con
el concepto hermenéutico clave «bistoria de la influencia~) (Wirkllllg.\'ge.H.'hidlte)
de H. G. Gadamer (Wl/hrheir l/lid MetllUde [19601. 283s, 323; versión cast.:
,.
,
,,
I~ Verdad v mé{odo, trad. de A. Agud Aparicio y R. de Agapito, Sígueme,
saTUmam:a ~l999, 370-377,414). Se (rata del momento productivo en el proceso
de la comprer;sión (H. R. Jauss, Lileratllrges('/¡ie!tte ... , 49), que Gadamer tWIl-
bién reCOiloce (Oadumel', Wallrluúlltnd MelllOde, 2HO; versión C,I:-;(.,366), pero
que subordina al punLo lIe vista de la inllucn<:ia y de la concatenación o conjunto
¡'If
de influencias. En ciel1u medida, dicho momento producLivo forma parte segura-
{¡ , mente de todo proceso uc comprdlsiún. Pero en el cuso de la recepci6n crisLianu
:1 11 del platonismo!se trata de algo más, es decir, de una transformación COllsrjr:n1e
£- ;
(1 --mn
operada a la luz de la fe en la revelación de Dios en Jesucristo.

,,
t:n la traducción de Vl!rdad y~;¡it(üi;)pubi¡~apor
res optan por ~ertcr la construcción
Sfgueme, los traducto-
Wirkllllg.~ge.H.f¡i('hte COl1l0 «hi~torill ~rel:'

44 45
parle esencial de la «historia específica de la influencia» de las platónicas int1uyeran también en la interpretación de la Biblia y
ideas platónicas en el cristiamsmo.--Pese-.a ello, platonismo ei de las doctrinas cristianas. De este modo fne configurándose una
c:~i~t!;moasí entendido ha sido caracterizado con justIcia como forma peculiar de platoni,mo, muy diferente del platOnIsmO-pa-
«equivalente a la historia de la Iglesia í.~_!~!igua0, cuando menos, gano de un Plotino o dello-Porfirio, eJLcl que la autoridadcjue
de la Iglesiag"[iegá ensuconju-otü;;J:-En él platonismo cristiano, debía atribuirse ajos escritos de Platón fue juzgada asimismo de
lo que tenemos ante nuestros ojos es «en último término la cris- ffiañeramu 'j- .ciislinta ..Y esijiili;-COii1otílr,erpTátotiís-ffiono-es
tianización del mundo griego, la comprensión cristiana de sú~ver- «una magnituir¡¡ñíf<Íáne, un sistema cerrado y homogéneo ... , si-
dad». El pensamiento platónico se eameterizaba por reunir todas no una corriente e'Piritúal»' que tuvo muy variadas manifesta-
las cualidades que el cristianismo necesitaba para puder asimilar ciones dentro y fuera del cristianismo, y de la que tan pronto era
el espíritu griego y, en concreto, la filosofía de Jos grandes pen- destacada a un primer plano una como otra de sus múltiples di-
sadores áticos. Aunque, a la inversa, es posible que «de no haber mensiones. Un ejemplo madrugador de ese carácter sería la tem-
tenido lugar el anuncio cristiano», tampoco «se hubiera produci- prana «fractura» a que se llegó en el seno de la escuela nada más
do» el renacimiento experimentado por el pensamiento de Platón morir Platón', al volver ésta su atención al escepticismo con el fin
a partir del siglo II d.C'. de identificar de nuevo el pilar de su sistema, en contra del estoi-
¿Quiere eso decir que existía una íntima afinidad entre plato- cismo, en el elemento crítico de la mayéutica socrática.
nismo y cristianismo? Las cosas pueden no ser tan simples, y La historia de la escuelaE!atónica se divicl"en tres fases JlrjD~
Heinrich Dorrie ha dado buena prueha de ello al presentar el pla- cip,;'¡eSS.T:á-priiné'á deelláS está representada pó¡:lá-~<lí¿Uciemi?}>,
t01l1smo de la antigüedad tardía precisamente como una alternati- fundada por Platón en 385 a.c. y bautizada con ese nombre por
va afcr1"stianismo,' es decir: corrio otra for;~la~~;q~7Iaépoc'ádi- tener su emplazamiento en los jardines del héroe Academo. La
rigió su mirada a lo trascendente5. Dbrrie tenía razón al señalar Academia platónica tenía la forma de una <;QJ1gregij£!9nreligiosa
que los padres de la Iglesia nunca vieron en las doctrinas platóni- c()~saE~da a Apolo y a las musas. Aproximadamente un siglo
cas el criterio último de la verdad, sino solamente su preludio, después de la muerte del fundador (348 a,C.), la escuela se inclinó
punto de vista motivado seguramente por razones misioneras y hacia el escepticismo bajo la dirección de Arcesilao (siglo Ill) ..
apologéticas. Lo que no excluye que, en contrapartida, las ideas Tras la destrucción del edificio durante la conquista de Atenas por
Sila (86 a.C.), vio interrun"pida su continuidad. Sin embargo, po-
ltlab>. ~qllíno ~ernos respctuuo. esta versión, porque aislada ue contexto pueue cos años después fue re.'undada bajo el nombre de «Nueva
conducir ti equIvocas. En la nllsma obra [por ejemplo, 415], Gadamer aclara Academia» por Antíoco de. Ascalón, quien, en oposición a su an-
que ?icha Wirklll'lP/ICj'dlidlle es ~I «rustro que una determinada obra deja Iras terior fase escéptica, buscó reconducir la escuela a sus inicios pla-
~eSI> En este sentIdo, s~ tn..ta eVidentemente de los «efectos) [W¡,.klll1gel1"j o
InflUjO que la obra va lemendo o ejerciendo tras su aparición. La historia [Ge- tónicos, aunque recogiendo también doctrinas de origen aristoté-
scj¡icj¡tel de dichos efectos seríil, pues, la «historia de su in!1uem:i,J)), 4ue es co- lico y estoicn. Uno de los oyentes de Antíoco en Atenas fue
mo nos hemos decidido a traducir aquí lil eXj)i'esión,peñsano51jlTe su significa. Cicerón, en aquel tiempo (79 a.c.) de viaje por Oriente.
do resultará más fácilmente comprensible para el lector que leyendo «historia La siguiente etapa del pensamiento platónicn se distingue de
efcc!uah>. N. del T.).
la tradición escolar de la Academia ateniense. Para ella se reser-
3. H. Langerbeck, Allfsiítl.e wr G'/UJÚ (J 1)67), 142. Pilra los juicios sobre
Platón y los platónicos en la primitiva teología cristiana, cL Illlllbi¿n A. va la denominación de «platonismo medio», título con el que se .....
-_ .•.._------_.-
Warkotsch, All/ike Plzilosoplut! illl Uneil der Kirclzelll'iiler (J 973).
4. Según H. Langerbeck, Aujsiilze zltr GlIosis, 142. En cambio, panl H. 6. E. Y. fvanka, Plalo ChristialTtls. Übemahme Ulul Umgestaltung des
Dorrie (c~.nota postel:jo~),eI.triunfo del cristianismo en el siglo IV condujo a hJ Platonismlls dure/¡ die Viirer (1964), 24.
decadenCIa del (\umpilo IlltluJo» de las escuelas pllllónicas (31). 7. Al respecto, cf. H. Dorrie HJfI Plalo Zl/m Plu(oJli.l'lJIus. Ejn Brllcl¡ in da
5. H. Diirrie, Die AlU.lere The%gh!: Theologie unJ Philosophic 56 (19H 1) Oberliejenmg l/lid seillc Üball'imlllllg (19M), 24.
1-46. ~orrie l.:o~tell1pla el plat?llislllO como el \<recipiente de una rt:ligiosiuild 8. Para más detalles, d. H. Dürrie, De,. Pltlfo/li.\'I1II/j' ill da Amike I (1987),
hendllda de la plcul:ld de la antIgüedad tardía» (19). 33.41.

46 47
I
alude a las doctrinas que, apelando a la tigura del fUl1daJor, fue- 1 cluirá también Iu muy c.:ol11pleja historia de este tema en el plalü-
ron elaboracla~ durante los primeros tiempos del Imperiol}, antes l' o antinuü. En see:unuo lugar, tendremos que oc.:uparnos Ll~l
lie que diera comienzo con Plotino lo que se conoce como neo- ) ideal de vida platónico tie la búsqueda de una sada vez n]JL\'Q!"
,e-
plutonismo. El platonismo medio estaría representado por I~ mejanzu con 10~!el cual llegó a tener lIna extraordinaria impor-
Plutarco' y, todavía más claramente, por Albino: activo en
Esmirna durante el segundo siglo de nuestra era. Este último pen-
só que no existía contradicción alguna entre las doctrinas de
I '
tancia en la-teología cristiana, así c~mode su~presupuestos e~~la
doctrina
entre l'
latlÍ . a del alm'
noseolo ,',
' aludIremos a la relaclOn
la doctrina de la gracia donde la teología
Platón y Aristóteles. Esta valoración de las relaciones entre am- cristiana t"íene que agradecer al pensamIento-platónico alguno de
bos filósofos, por la que el segundo sería mero discípulo del pri- sus más decisivos estímulos.
mero -aunque en algunos puntos dotado de autonomía-, disfru- Al ocuparnos de estos tres grupos de temas, no sólo haremos
tó de gran aceptación en la antigüedad tardía. mención de las coincig;m.cias entre el pensamiento platónico y el
El !:"oplat()!.lL~E:'0' tercera de las fases en el desarrollo del cristiano, sino también- a~
sUs difer~ncias, en especial en el ám-
platonismo antiguo, fue fundado en el siglo III d.C. en bito de los fundamentos antropolóSdcos del primero y del segun-
Aleja~dría por Anmonio Sacas y sobre todo por su alumno do de los temas. De este modo, quedarán también renejadas las
Plotino; En 244 Plotino abriría su propia escuela en Roma. Sus
,ñóItíi?les tensiones que desde un principio pre_~~~E~:~~_~~.:
escritos f"eron publicados por su discípulo Porfiri¡:i. A pesar de
su influencia, la doctrina plotiniana, según la cual es preciso di-
-t)
!

ción cristiatla del platonismo. Su resultado, lat\ransforl11aclO~_de


laS'ooctiiiÚisplaióiiicas en eTcii~ttamsmo,lserá tratado de fornia
ferenciar el NOllS,\ en el que están englobadas las ideas, de lo a1"sTadaeú"-él cuur:ió' áp:ú:iaciü-Jel presente capítulo, antes de ce-
Uno como sumo principio, no halló eco en la didáctica de la
rrar en él nuestra exposición c.:on un quinto apartado consagrado
Academia ateniense hasta el año 410. Esta última transmitió en
a la I'-~rsi_st~nciaenJ~E_d~c!.Medi~ cristiana y en !:!J!~'.!:'~l~_
el siglo V una interpretación de las doctrinas de Platón opuesta y
de la Edll!oLt-1~~e~nll_u.,-H!¡:Ullus_dJ;,JQ~,mQ1J.YQ~
f~n.u.~~l~"ntales
cnfrclltada"al cristianismo. Su último representante de imporlun.
d~I_p'latonismo.
cia fue Proclo (año 485). En 529 el emperadur Justinian2-Qn)!'!lÓ
el cierre de la Escuela. -~-----" '" -'" -_..-",'
La presente exposición concentra su intel:és en la recepción
1. La idea de Dios V la doctrina plafónic£/ de los princljJius
cristiana de la filusofía platónica. Por este motivo, no atenderá ni -'=~-:::. - '"'--..
a Jos comienzos del pensamientu de Platón ni a su cvollH.:ión pos-
Desd~ el siglo 11de nue;J.m..eu¡. el pensa!Uktl_tl!._Cl~-i~st"it_IJl.~EE~.~
terior, aunque los hechos que aquí sea preciso mencionar se ten-
mitivo se sii1tió más próx.imo al piatonism(L.Y,ue a ninguna otra
drán en cuenta en el curso de la exposición. El critedo rec.:lor de -escu-ela-ti1osóYíca-;:¡e-laAlItiglíed~lé? No es difícil res-
esta última consiste más que nada en i-º~n~il1<;~~_~lI~!e~fp~roll las
ponder a esta pregunta. En lo fundamental, el hechizo yue la ¡¡-
I11 mate,rias,:d,e:la fila,~Of,ÚIP",lt,6,niC,',1qU,e,,IleVar,o',.nale", P,',
rin,'C,:ros
19¡',?S_cl'lstlanos a ln~eresar~e por el pensamIento de ~Iatón y ex __
tcó-l losafía platónic.:a ejerció sobre la teolugía cristiana -idénticu al
, penmentar un espec",l sent1l11lento de afimdad haCia el. Para ello
" distinguiremo-s tres gr'~p"o~u~;nas. D~jjldo'asu "ilnportancia, el Alejandría- provino de la !t~~c-~
..
ejercido tiempo atr~s subre jUdfos helenizados
~~'Dios
como Filón de
«~.2P~E~~u~~~
~ni.:<?.,ll~le,I¡
siendo diferente del mllndo senSIble, es ala vez el creadol: de es- ir
primero en citarse será la\t~ología platól1ic¥11 la que la exposi-
ción 110 se cciiiní únicamente a I:.ú(iút?üs de Platón, sino qlle jll-
te úllinio~--caé's-cúela"tiJosoTic-á 16davÍa 'prepunderante en eJ-irfuil- i,!

Ci'óCüTturul romano-helenístico del siglo !l, la SJQ!!,cQllcebía a


9. Al respecto, d. H. Dorrie, De,. P/((f()/lis/IllI.\' in du Kultlll"- /11/£1Gei,\'fe.I'- ~.nc;!erts>
12ios cOl!LQ..5'~LLQg"9..~_qu,~, ~l~?d? ~H1.i_~~la.al
mUnd~u!1~~;t7-
ge.l'chichll' derji-iihen Kai,l'er::.eil, en IJ., Plalollica ¡VIiI/ora t 1976), 166-2 J (J. Ll ¿¡al y es inn~flh~nte ~J~l.
Entre sus enseñanzas se contaba tamblen
designación ((pl~ltuni~l1lo llledio), la tom¡¡ DÜITie (Der PIl/uJlli,l"IIlII.l' ill del' Allfike la idea de providencia, pero su concepción de esta última se ha-
I 119¡.j7 J, 45) Je K. Prael:hlCr (Die PIIi/osophie de,l' A/tUlUIlt.I" )19091 J. llaba estrecbamente vinculada a la noción de deslino, ya que los

48
49
estoicos no conocían una divinidad trascendente al mundo y si- reflexiona sobre sus obra" ... >' (Rom 1, 19-21). De este modo, vio
luada libremente frente a él, e ignoraban por completo la idea de confirmado su juicio de que «n.o.h.ay.tllósofosqu~~e__ hayan acer-
creación. En cambio, la escuela de EpiCllro pol.emizaba tanto cado tanto a misotros como los platónicos» (De civilale Dei VIII,
contra la idea de providencia como con Ira la de destino, y afir- 5): En un pasaje posterior~',anAg-'¡sfíri'üfinnó que estos últimos
maba que los dioses se entregan enteramente al disfrute de su fe- habían llegado incluso a intuir la Trinidad, aunqoe sus expresIO-
licidad ajenos a toda preocupación por el hombre o por el mundo nes no sean en este caso ni mucho menos irreprochables, así co-
material. A diferencia de eUa, los E!afón~stinguieron ª"Pi~. mo a aproximarse a la idea de la gracia. Sólo ignoraroJ1la_~m:ar-
de este último, afirmándol().como un ser espiritual y..et¡;!:~o,y nación de Dios (De civitale Dei X, 29).
unieron a la idea de mi D\9~-espíritu elevado por encima del Al decir que'los platónicos habían tenido una vaga intuición
mundo sensible la !~ea de providencia desarroUada por los estoi- de la Trinidad, san Agustin pensaba probablemente en la doctnna
cos. La concepción de Oios as[generada resultó ser en ~hos neoplatónica de los principios y su djstri-ºución jerárg!!iJ;¡¡..rnJªs
sentidos mtry próxima a la idea bíblica del Dios creador.,La filii' tres categorías de lo Uno, el Nous y el Alma del mundo, pnnclplO
sofía platónica, anemás, ofrecía la 'oportunidad de encontrarse motor del universo ¡j,aterial. De hecho, l¡¡analogía con la unidad
nuevamente con la idea de creación, presente en la narración también escalonada del Padre, del Hijo (Lagos) y del Espíritu
«m.g~ca»-mítica en sentido platónico. es decir, poética- que el Santo de la teoloaía o cristiana no es casual, pudiéndose también.
Timf.aJOfrecía del proceso por el que el I;lemiurgd, el ser divino entender el desarrollo de la doctrina trinitaria en la Iglesia antI-
que da forma al universo, va configurando eTmundo visible a gua -en la cual debe verse ante todo la interpretación cristiana de
partir de la materia informe o espacio ocupado por los elemen- la r~lación de Je~ús con el Padre"- como una ramificación late-
tos. Todavía en la Edad Media, los pensadores judíos y cristianos ral en la historia de la dactrina de los principios en el platonis-
que leían esta narración no podían por menos de asombrarse an- mol2, Pese a ello, en el mismo Platón sólo se encontrará un pri-
te su parecido con el relato bíblico de la creación, por lo que no mer bosquejo o, si se quiere, unJ)rim~,Qaso"-J1}~--"v(Jl~ciónque
les resultó difícil pasar por alto las diferencias y contradicciones desernoocaiá eñ la doc¡¡'l¡'ü"leoplatónica de los principios. Esto
entre una y otra versión 10. ... .... _ .;,.'Uii 'ñiásevidente cúa~dóse-ceiíiraTaa¡elldóneñ la-figura del
En el libro octavo de Ia..f.i~dadde Dialsan AgY'i!inJ,uso cla- Deminrgo del Til1leo; de especialísima trascendencia para los teó-
ramente de manifiesto que entre los variados motivos para que logos cristianos a causa de su analogía con el Dios creador del
los teólogos cristianos se sintieran especialmente alraídos por la Antiguo Testamento. En ella, en efecto, ng es posible reconocer
filosofía platónica, el principal fue con I]1!!£h9JªS9Dcepc[ól1que ni siquiera u.~.,!'JP!Q.punto en común con la posterior teología cris-
,:st,,-Ú..'.~matenía de Dios. AUí se dice de los platónicos que tianade la Trinidad.
« ..• conocieron cóñCtartdad que Dios no es ningún cuerpo ... ¿Cómo se llega desde el Demiurgo del Til1leo a la tríada divi-
más aún, que todo lo que es mudable no es el Dios sumo», y que, na neoplatónica o a la Trinidad cristiana? Para responder a esta . <";:'.
por tanto, R.ios tien,,_9ueser inmutable, es decir, simple (VIIl, 6). pregunta es preciso detenerse en los rasgos que diferencian ~I
Esta coincidencia hizo que san Agustín se sintiera autorizado a ir &>emiurg,~t~ del.Rios creador de la Escntura, El Denllur-:
go no sólo se sitúa frente a la maten a mforme con el obJ~to de

j
todavía más allá y aplicar casi exclusivamente a los platónicos lo
dicho por el apóstol san Pablo en j{gr"-_1..J2::sobre el conoci- darle forma, sino que durante ese proceso manllene dll'lglda su
miento que los paganos tienen de Dios: «Porque lo que puede co- mirada hacia los modelGspril>lOrdiales,las ideas, en conformidad
nocerse de Dios lo tienen a la vista: Dios mismo se lo ha puesto
11. eL la exposición .de la doctrina de la Trinidad en W. Palloenberg,
delante. Desde que el mundo es mundo, lo invisible de Dios, es
Systemurische Tlle%gie I (11)88), 283-364, c:sp. 296ss, 33 [s.
decir. su eterno poder y su divinidad, resulta visible para el que 12. Ésta es la opinión de H. J. Kdimer en su clásica obra sobre esle lema,
Der Ur.spnmg da GeÜ/IIlt:'lap/¡ysik (1 %7), esp. 264~2l)2. ef. también allí sus
1O. Al respecto, cL i/l/ra,! 59. explicaciones sobre lu gnosis (223-264).

50 51
eOIl las cuales va configurando el cosmos visible (Tim. 2~k;5-29, Pero el refen:nte principal tie la arete fue la esenda dd hon!!?re
espec. 29a 3). La oposición entre las ideas y el mundo del devenir y, todavJn)nás E!,,?pL~.':1te, I~cia del hombre como ser social
perceptible por los sentidos, descrita ya por Platón en elJedÓll inmerso en la convivencia de la pOlls. üéIñllsmo modo que, en
(78cs), constituye el punto de partida de las explicaciones del cuanto opuesta a la virtud, hC@ldadmoraí/significa«la negación
Timeo relativas a la configuración del mundo visible por' el de la esencia del alma»'5, la virtud es la realización de esta Ülti-
Demiurgo (27d 5-7). mal6~ Este principio se predicó'en pnmer lugar de la virtud, a la
El concepto platónico de idea tiene su origen en la pregunta vez compendio de virtudes, de l. JustiCIa, la cual consiste en que
socrática por I~e, por la forma ideal específica de cada cosa. «cada uno tenga lo propio y haga o suyo» (Rep. 433e 12s). La
ka ({rete es el bien de cada cosa, pues deja a cada una de ellas ser aplicación (je lo anterior a las tres partes del alma del hombre ~a-
10 qt~e,e~"demostrándose asicomó¡acaúsa 'que'«todo-Io'mre-y da tina de ellas arraigada en unalleterminada región del cuerpo-
cohesiona» (Fedón 99c 5s). Esa función «vinculadora» y «cohe- permite deducir las virtudes individuales (cf. Rep. 437ss). Así, ha-
slOoadora» une asimismo el bien individual con el bien común ciendo lo que le es propio, el raciocinio que habita en la cabeza es
(98b 1ss) que Sócrates había íñ¡entado 'ideñtifi¿a~~fgüalmé-rtte, es llevado a su p,erfección por la sabiduría, mientras que la fogosidad
partiendo ,de aquí como resulta posible entender que Platón lle- que tiene su morada en el pecho encuentra su perfección en la va-
gara a caracterizar al Bien en cuanto tal como Idea de l~s lentía y los apetitos activos en el vientre son perfeccionados por
ésdécir,como ¡iqüe¡~eTcomúñá!Q(jas.~llas:gu-e-;Por eXj)i'eSarl~ su moderación. CQn las tres partes del alma indjyjdual se COlTes- ~
con el giro del Fedón, «~l.!~e-y'-propºrd-ºn~ ~_ohesi6n» al entero ponden los tres estamentos de la vida en la Polis -los negocian- :,
r~ino eidética (cf. Rep. 5080-509b). ,.. . "-
tes, los guerreros ylos «consejeros y protectores» del Estado, es
, El nacimiento del concepto platónico de idea en la noción de decir, los dirigentes- junto con sus virtudes especíticas (441ss,
arete ha sido descrito con detalle por Julius Stenze!. Para Stenzel, cf. también 369b-376d). De este modo, el concepto de justicia _ '1

are.fe «sig.!:_~:!:~
-:~ ~~rieg?mll~~(?_~~.~
que 'virtud'; el griego, in- constituye eí compendio de la realización del ser del hOlnbre.como .
! clUido Pleton, habra de la ~e.!:ada ente, de cada uno de los
, objetos (Rep. X, 60 Id). SiÍl embargo, lo decisivo es que lo desig-
~como-ifitegrante de la comunidad de la Polis.
Para Steñz'el;1a-disfanclO de la idea-con respecto á la reali~ad
nado por el término no es lo elevado del rendimiento del objeto, sensible se explica a partir del planteamiento ético, dentro de cu-
como cuando nosotros hablamos de la 'eticacia' o de la 'bondad' yo marco tampoco daría !Ugar a dificultades IT~Según esta mane-
de un cuchillo o de un arma, sino aquella habilidad ... que capa- ra de ver las,cosas, el problema de la «separacióm> UorisTIl0':),en-
cita a una cosa, aunque .sólo sea pensada, para desempeñar una Ire la idea y la realidad sensible -~ -las-Ci'ítlcas de
función específica; sg esencia eSlá, pues, enteramente com- Aristóteles a Platón'"- no habría surgidoJJ.¡¡sla.qJJe.~gó-a la
prendida en su arete»I]. El elementocfe
acrecentamientooelé- yniversali~ión del concepto de i~a y, sobre todo, a la concep-
vación"vinculadocoll el concepto de arete tiene el sentido de 1 ción del eidDs como concepto universal, como expresión de lo
t;levación ~~~iendo éste el contexto en t¡ué--Corgias-, ¡ común o universal a la multiplicidad de los fenómenos. Con to-
en 503e, no experimenta «ninguna diticultad» para representar- do, el ITIotivoQ[iginaldel,i!'ris¡¡'.ós d~Qcría busc".'2~_en la contra-
se el concepto de eh/os. «Definir esto último equivale, pues, a
conocer la ;e:encia' de cada cosa, para qué es 'buena'»". I -------=-- ..-ylo----.~._--_._-'------
posición de lo eterno tempóralmente perecederol;. '

.15. 1. Stenzel, StlfdieJl ... , 10, sobre Rep. X, 610e.


13. J. Stcnzel, Sllldiell •.//1" E/lllI'icklllllg der IJ!cI/()lIisciJl'lI Dialek/ik FOil 16. R,p. 427d-434c.
Sokrales ::.//Ari.l'loldes (1917, J 1961), Ss. eL también H. J. Krümer, Arele IJei 17. 1. Stenzel, Sflldiefl ... , 15 y 20ss.
Plalo/l 1m" Ari.sforell!S t 1959).
';'. 18. Aristóteles, Mel 1078b 30SIi, 1040b 26ss y 1086a 33s. Al respecto, cf. el
14. J. Stenzel, S/l/die/l ... , 9. Stenzel h.'ll.:e hiJlcrlpié en el proceso que COIl- artículo de H. Meinhardt 0101';51110.1', en Hisloriscliell Wiirrerbllcf¡ del'
duce desde este pUllto hasta el concepto aristuL¿Jicu Lle cn!ckLJuia (Fis. :!46a Pldlusophie I (1971), 10075.
13S,Ml~f. 1()~lb20sy I050alJ:.;).
19. Al respecLo, d. d pasaje ya ¡;ilaÚO Je F/!lh 78~s.

52
53
En el gran mito del Fedm (Fedr. 246a 3-250c 6), las ideas, el los astros o dioses (Leyes 899b). Sin embargo, el Timeo presenta
ente inmutable, son caracterizadas como aquello por lo que los al Demiurgo como el creador tanto del Alma del mundo como del
dioses son divinos, 'es decir, eternos (247d, 249c), pues la resto de los dioses (Tim. 40a, 4las), mientras que en otros pasajes
Inteligencia divina se nutre del conocimiento de lo verdadero de la obra platónica (Fedr. 245ds, Leyes 896a) tanto una como
(247cs). Éste es un rasgo que el mito comparte con la definición otros carecen de principio. Esto dio lugar al surgimiento de dife-
del D~miurgo en el TImeo, donde se dice que «el creador y padre rentes interpretaciones entre los platónicos. La solución más co-
del ulllverso» (TIm. 27c 3s) «mantuvo dirigida su mirada hacia lo mún consistió en distinguir el alma, carente de principio y unida
imperecedero» al crear el cosmos (29a 3). Con todo, lo que aquí con el Nous, de la pluralidad de almas unidas a la materia (Leyes
se entiende por imperecedero no son, evidentemente, sino las ide- 897bss). De este modo, el alma pasó también a formar parte del
as (paradeigmata) de la forma (idea) de las cosas visibles (28a ámbito de lo divino, de las causas divinas, resultando así la doc-
7s), por lo que la escUela platónica no se equivocó al identificar trina de los tres principios .Eara todas las cosas: e~s, las Ideas
más tarde al Demiurgo con la Inteligencia divina que, de acuerdo y el Alm;;:car.cterís!ica de la tradición doctrinal platóniCilCon
~ -~---.-
con el Filebo, «es rey del cielo y de la tierra» (Fil. 28c 7s), Y «go- a .andad a la llegada del neoplatonismo.
bierna y dispone todas las cosas» (d 8s y e 3). Plotmo sustituyó dicha tríada por una distinta. Para él, los tres
De este modo, resultó posible deducir el segundo de los tres principios divinos del cosmos visible son, por este orden, lo Uno,
principios del neoplatonismo, el divino Nous, de las mismas doc- el Nous y el Alma, mientras que las ideas desaparecen como mago'
trinas de Platón, vinculándolo estrecfiamente con las ideas. Lo nitlld1ndependiente al ser vinculadas con la noción del Nous. El
mismo puede decirse'oeiferceio-de-esos pnncipioS;- es decir, el conocedor y lo conocido son, en efecto, correlatos inseparables.
alma", la cual alude en primer término al «Alma del mundó» o El resultado es que por encima del Nous, cuya esfera se caracte-
',Alma cósmica que según la exposición del Timeo (Tim. 34b 3s) riza por la distinción entre el cognoscente y lo conocido, se eleva
es implantada por el Dios «eterno» en el «Dios en devenir» (34a abara como primera causa lo Uno y ..si,n.p~rtes. ¿Podía esta reino,
4s), es decir, en el cosmos, y que además de ser la más antigua de terpretación de la doctrina platónica apelar todavía a Platón?
sus criaturas (34c 4s) es quien debe gobernar el cosmos visible En su última época -aunque quizá antes en sus lecciones ma-
gistrales- Platón trató de dar a su pensamiento una formulación
(c 5). No es posible entender la idea platónica del Alma del mun-
más sencilla y rigurosa reclllTiendo a lo que es posible considerar
do a menos que se tenga en cuenta que Platónc(lncebía la totali-
como unal'teoría matemática del nacimiento del mund~21.La cau-
dad del,~0.sn:t.o.s5.Qmo.-l!!l,~eE-~I!Í!}]ªgo(Tim. 37cdf Este últinlO
sa primera es aquí la unidad, a partir de la c..\l.al.Y.l'0rj11UI1iP.lica-
punto de vista se encuentra estrechamente relacionado con la idea
ción van formánªº,,~,!º-" ..<J.!'rnásnúmsrQs (Fil. l4css). Estos últi-
platónica de que el movimiento corpóreo tiene su fuente en el al-
mos se <;QlIl:lij]onden.l:ll!ll;¡Údeas. Cada número se distingue del
ma (Fedr. 245cs, cf. Leyes 89Ic-899d), ya que sólo ésta se mueve
resto por un «más» o un «menos», es decir, cada número es lo
a sí misma, mientras que todo movimiento corpóreo tiene un ori-
que es por no ser ni más ni menos que lo que es. Los númer-ós-de~
gen distinto del cuerpo en movimiento. Como consecuencia, el al-
ferrnmados sUl'[;!'n entonces del transfondo indetermiñiidoOel
ma que se mueve a sí misma es también causa de todo movimien- «más;;-y-"i '~;;';enéís~:-(ie-Ia- ;;ar.da-íñdefii1ída» (aÓristos dyas):
to corpóreo, y ésta es la razón que permite entender que Platón
Esta última se corresponde con la materia informe a partir de la \ ..",_.
postule la exi_s~e'.'c~ade.1J!l'p_ri...n.c:ipio
aní'pi£Q.de.tolilunovimjento cual el Demiurgo del Timeo iba dando forma a todas las cosas.
c_ósm~"",representado por un laiio"eñ'fá figura del Alma del ¡{¡un- En contrapartida, la unidad de la que todo procede -en virtud del
,~o y, por otro, en la forma de unaITlu!lil'tiglli!.<:!.de..efiñas- gue)ni-
!Jlan los cuel1)OS celeste3 y gene~al}~usInO\.'imieQtos: las almas de 21. Sobre este tema revisle una importancia fundamenta! la obra de K.
Gaiser,' Platoll.\' ungescliriebene Lellre (1963). Para una discusión de esta cues-
20. P~raesta compleja cuestión dentro de la Jilosoría platónica, cl'. el resu- tión, cf. también el vol. editauo por J. Wippern, Das Problem da tmgeschrie-
men ofreCIdo por H. Barth, Die Seele i" da Ph¡jo.l'op1Jie Plafons (1921). benen Lehre Plato/ls (1972).

54 55
.. ~lte1tl. De ahí que d~1alma form~también parte elliemjJo17, el
hecho de que cada oúmero así obtenido, aden"ís de un múl.!iElo
de la untdad, constituye una vez más una unidad Iluméricu- se cual es la forma tanlo de la separación como de la reunión de lo
corresponde con el Bien Uno que, según Rep. 508ass, es la Idea diferente en la unidad del Nous.
de las ideas". La unión de la imagen platónica del Alma del mundo con el
~n.e~tascircunstancias, la escuela platónica se encontró pron- concepto >!)toic-o-dellogGlt que gobierna e!JIDiverso se encuen-
to dIVIdida en relación con la cuestión de si lo Unº,.¡J~e tra ya en Filón de Alejandrí,))para quien el Lo~era tambi~1J-"
Idéfltlcoa~_Blen, es t¡¡!"biénidéntico al Nous. Uno de los prime~ quintaesencia de las ideas. Con el fin de interpretar el Lagos del
ros en abrazar esta opinión fue Jenócrates (año 314), segundo de evangelioctelu:iiiTJilT;J-14) como una definición de la relación
los suce~ores de Platón al frente de la Academia, quien además de Jesús con el Padre, ambas-nociones fueroii-iecog;das-yso;~e-
no parece haber seguido concediendo a las ideas una realidad in- tÍdas ¡¡-üfiei'ioresaesarrollos desde los padres apologistas del si-
dep.e~diente del Nous,observándolas más bien como existentes jg)o 11 en '!..,!-el~l~e. L:i 'generación del Lagos a' partir -de la
en el- . Este pu.nto de vista fue recuperado más tarde por Albino" Inteligencia divina trascendente (en correspondencia con la de la
y a contll1uaClOn recogido por Plotino. Para la síntesis de las no- divina sabiduría según Prav 8, 225S) se convirtió en el tema cen-
ciones platónicas y aristotélicas se trató de un avance importante tral de lasr.i!!l'!!Qgía del Lagos, permitiendo al pensamiento cris-
porque permitía soslayar la crítica aristotélica a la existencia ais~ tiano c,oncebir a Je;ifscol;lo Dios sin verse obligado a identifi-
lada de las ideas alIado del ente concreto, haciendo a la vez ex' ~º.n el' Padre. Al mismo tiempo, en la patrística cristiana el
tensivo el conocimiento atribuido por Aristóteles a la divinidad Lagos se transformó, a diferencia de la cosmología estoica, en
-que de esta forma transcendía el puro autointeligiise'áel Nous St!:1!L~~!~2._tE\
una m~nitud tr~~~1:~,ente_~~!,.~~u_Il~9_ ..~ratambién
(Met .. 1074b 33-35)- a las ideas platónicas como modelos pri- dJf~:e.E:~d~1 ~.!!11.?,_a"L!"!1~QO<l.,,I!?s.p.\m9!'¡.C?!,
Lo mismo debe
mordIales. de los eh!e realizados en concreto en las cosas. aplicarse al Espíritu de Dios, aunque este último, al igual que el
• No obstante, fue precisamente debido a la dualidad epistemo- ,. Lagos, está desde la creación presente y activo en las criaturas .
laglca de sUjeto y objeto contenida en la conjunción de ideas y . ¡(La Trinidad cristiana, sin embargo, no constituye como la tríada
Nous en donde PlotIno diferenció lo Uno de I~ esfera de este úl- .• platónica de lo Unn, el Nous y el Alma del mundo, 1!lli!.!!:;lQ.~E.0.n
timo". Evidentemente, 19!lnoestá presente en el Nous en la me- escalona~1ac!~ el m!I.'!~~Lsible, sino que se o£~,,¿!E~!,jUI'-
41~a en. que el No~.~..s~_~_O?<?~~_.a~ímismo al con9S:E:r'~ús ¡de;; y ,toaeras cosas finitas como su causa libre y creadora. Esta es la
. I1rzórr;-pOf-Otr<l- parte~-Zi~-Zi~eei-uñlversode las cnaturas finitas
~s__
de_esta forma. ~mo consigo n!i:~rDº. Pe¡:6 el Nous no eslOuno
P~'1u,c:.ontiene eiisn¡¡'diferenciaformal efiti'ee1 cogn.QEente~ con su nacimiento y corrupción tampoco sea resultado de una
IO,c9nocld.o, aunque esta diferencia sólo se vuelve real en el esta- '«caída» del alma" --es decir, del lagos o espíritu de la concepción
dIO del aL::ra, la cual, además de estar orientada a lo exterior tie- platónica- del principio de lo Uno, sino la consecuencia de una ,
ne S~l cont,rario fuera de sí misma, no pudiendo por ello realizar creación positiya y, por tanto, un mundo bueílo'eñ$User.wióno- !
en SI la unidad de lo Uno más que como r~llnión (lO¡¡OS)de ~_ Il.!Q..desde el 1111 s 111 o momento ~n yue cITIj]il"'¡¡¡ jJ exislir. .. -
Estas desemejanzas están probablemente relacionaeas con
22, er.
Fed¡: 99c y antes 97bs. aquella dife.!:7'!.I;iil.en~re.el.p:nsaI~"-'!.t.2_nElJll¡¡l.QDj9.9
.Lla tea lo~
23. H. J ..'Kramer, Der Ursprtlllg der Gei.l'!lIleUlp/¡vsik(964),
.24. Di.clase. 7 (J 63, 13); deslacado como una novedad por K, Pmcdllcr, Die 26. Para más det:llles ~ll'e,~pecto,er, W. Bcicrwaltt:s, Plorill ¡¡ha Ell'igkeil
PIII/osopllle de.\'Alterllllw; (1907, 11 J 926), 542.
und Zeil. Ellllect!e IJI, 7 (1967), 50ss.Cf.lumbiéllld., Dellkell de,l'Eille.\".S/l/diell
25. PJ.~(ino, é/,él/das VJ, 9, 2; cf.m, 8, 9 Y V, 1,4, así como V, 3, 10. Pam zur lIel/plaronisdu;'1I Philv.\'o/¡!lie l/lid i!lra WirkulI!].I'gesc:hic:hte(1985), 80ss.
e!ita cuesllon! d. las observaciones de W. Bcierwal!es, Se!b,l'ferkellllfllis l/lid
1, 27. W. Beierwa!te:-., P/orill {¡her Ell'igkeit 11I/(1 2eir (1967), 62s5, subre lu
~rf~¡fll"ll~¡g de,. £illheit, P/oril1s Elllle{/(/e V.,3 (1991), 1805, así C0l110 las expli-
EnéadaIU, 7, ~1-13.
cuclun~s.~e ~?6-1 ~3 Y 129ss ~obre el :.lutolnt~ligir5edel Nous, ~ ~~~l.~~apre-
~en~e_.'l SI l.nISI110_[O~0constituyendo una ullldad consigo, aun cuando en ést:!
28. Para esla idea d. W. Bererwülll:S, P/o/iI¡ liba Ewigkeil untl 2eit, 63, ef.
243ss, .
se dJfcrenCIÜ!dt: SI mismo rol' ser a la vez quien pien!ia y' quien es pensado.

56 r 57 ¡~~
:;\
giauistianll que, de acuerdo ~n_W~r Beierwaltes, debe cali- de se.t:l".LJ-,"o
y primera dcl>jQP,a.J~-.fnYltiplicidad presente ya en
ficarse de fundamental. Para'~o es cQ!l"eJJi.bleun Dios su simple inteligirse, debiendo por ello presuponer su eXIstencIa
que,..se..revela", y que a la vez que fundamento y causa sería lo (la-do'10 Uno). El momento decisivo en el enfrentamiento con
prltnero y"lo-uriO»". Esta-rela6óri se vuelve manifiestri'tañpron- Plotino tuvo que esperar a la,!Jen1Qstr-ªfi.~~~e que no es posible
to uno tiene presente que, en cuanto creador, el Dios de la Biblia Jll'nsar que lo U~_<:'...(;!!!Bf'!-£'.''!1º..!al,..uno
de téid¡¡-¡'éEicióri:Los
es un Dios que se revela a sí mismo al haber destinado a la cria- primeros impulsos en esta dirección se encuentran tanto en el
tura a la comunión consigo. E\stehecho tiene por base la mutua Pseudo-Dionisia como, posteriormente, en Escoto Eri~gena y,
apertur!l...~Es..p,_"!.!l9.ll~~_cJ.e_~aI~i!1ig.ad,.J12g,relc~rácteÚ:élacío¡¡a1 sobre todo, en Nico)ás de Cusa". En el trasfondo de este proce-
Qe.su.ser.pers.9..!1as), inexistente en e~LJno.~lotiniano,el cual, aun so se halla la diáíécticá'propiá-de la idea de lo Uno desarrollada
estando presente en el Nous (yen erA:lma) pese a diferenciarse por Platón en el Panllénides:~!,no es y no es (es decir, no es al:....,
de ambos, CM!:Ce.ill:..t,e>Q.",rel~ción con I09ill',!1.-º.""', él mismo. Así, go determinado); está en todas las cosas y es a la vez distin!o de
«del concepto de lo Uno puro, .. , es decir, de aqueifó-qíie"se'limi- todas ellas. Plotin()'na61a unido ambos aspectos en el concepto
ta a 'ser' él mismo 'más allá' del pensamiento y el ser, debe ex- cieiOUrtü mediante la idea de que lo Uno tiene percepción de sf
cluirse toda diferencia que pndiera acarrear consigo multiplici- mismo en otro, a saber, a través del Nous". Sin embargo, quienes
dad y movimiento», por consiguiente también todo intender o agregaron por vez primera a la idea de unidad la igualdad (ae-
. \est~r di~igido hacia otra éosa30• Esta circunstancia obligó a la teo- qualitas) de lo Uno en sí mismo con su percibirse a sí mismo en
!logIa cnsttana a repensar desde el principio la relación de la uni- otro como uno'de sus elementos constituÜVOs"fUeron Tliieri'yde
, dad.,:t..1.a.rIllI!tipli,<:jdad
-y como consecuencia j'¡¡"ioeá-miSinade Chartres y Nicolás de Cusa en sus especulaciones trinitarias". Su
unidad- sin recurrir a Plotino", Con este fin, la teología de la intención era expresar en una fórmula rigurosa la docu'ina cris-
,cri~.t!."~~.~~~ccict.~,n.~~se __sirvió c'.'Il1"...£,i.'!.(;ip'a~ElInto
de partida tiana de la Trinidad y a la vez definir con mayor exactitud la uni-
del concepto platolllco q~~nto a causa de la afirmación de dad divina: la tríada no sólo es:á contenida en la unidad, sino que
Juan de que Dios es espfritú (In 4, 24)" como en cuanto origen es condicióñde"posiIÍÜid"d'<fd'coücepióde la uitidadábsoluta
de la idea de una ".utoobjetivación de Dios en su autoconcien- misma. Srñ-emoargo,-iil destacar la aequalitas --en señtidoifTri'i-
cia", Este patrón argumentativó,que tanhondá húdlaIiiiDría de tario- de los diferentes elementos presentes en el concepto de
, dejar en Schelling y Hegel, así como, trascendiendo a ambos, en unidad, la inteligencia cristia~a de este problen;a est~ba. trans- 11
la teología especulativa del occidente cristiano, reincidía en cier- \:!,ndu:ndoel e~lIl~_neopl~t::~lco que dlsllllgUl,aen el dlferen- .'
to modo en la teología del platonismo medio anterior a Plotino, tes graOo!CEstoera algo que, de hecho, ya se habla producIdo en
para la que el divino ¡'¡ous era tambiéj:¡-lópi¡iii~ii:$in embargo, clCasO
del dogma mismo de,de la declaración de la homousÍa
quedaba expuesto a la objeción de Plotino de que el N..QJ!S.no pue- ,/; (consubstancialidad) d_~Hijo en el Concilio de Nicea (325 d.C.).
", La razón de que las.dísputa',¡¡;:quedio lugar en el siglo IV esa de-
29. W. Beierwaltes, Selbsterkenllltlis I/Ild Eifahrullg de,. Eillheit (1991), '~ claración se alargaran dufilllte tanto tiempo estriba precisamente
137, ef. anles 135. No obstante, Beierwaltes acentúa el que «con ello no" se nie- >:;. en ese a~.!l.de los esquemas neoplatónicos, ya que una uni-
ga a la vez y del todo la personalidad» (137 n. 98, cf. 221 sobre Enéada Y, 3, 12). ,~ dad de esencia de las tres hip6stasis divinas tenía que parecerle
30. ¡bid., 131.
31. Que es en este pasaje donde se encuentra la principal dificultad para la
> imposible a un pensador educado en la tradición platónica. Por
;:',
comprensión trinitaria de Dios por parte de la teología cristiana, sobre todo pa-
ra el homolfSios de Nicea, lo he _destacado en SY:"'temQtische Theofogie I (1988), i; . 34. Al respecto, eL W. Beierwailes, Denkefl des Eiflefl (1985), 212ss,
370. ef. también 308ss, así como anles 29755, 3635S y 368s5. 344s5. Para Eriúgena eL Id., Eriugena. Grundzüge seines Denkens (1994),
32. Para el concepto de pneuma, en el sentido de n()u,~,empleado en la in- 256ss.
terpretación de Jn, 4, 24 e inspirado en Orígenes, cL las explicaciones de W. 35, Plotino, Enéadas VI, 1, 7, 4; al respecto W. Beierwaltes, Denkell des
Pannenberg en Sysremarische Theologie 1,4025. Einen, 3485.
33. ¡bid., 309. ' 36. W, Beierwaltes, Dellkefl des Eillen, 3685S, 382s5.

58 59
ello, tuvieron que pasar de hecho varios siglos para que esta afir- le hace partícipe del sumo bien a quien tiene c~m.i.ento.-de
mación ,se viera en alguna medida recuperada por la reflexión de D!us y aspira a asemeJarse~a'él, única maneraeíi que es p01úble
los filósofos y teólogos cristianos sobre la unidad del Dios trini- ser feliz». Por eso dice también Platón «sin reserva que tilo_s9far
tª!!p. En cambio, el descubrimiento de la ';I~¡-dadd~- relación y sjgpifica al1l~ra L?~?s!_~~y~~~turalezaes incorpórea» (be civ.
eS.encia aquí presupuesta -al igual que en el' ariálisis del Dei VIII, 8). - .
Parménides platónico de la unidad de lo Uno con su otredad- se En la idea de la IIOJJloiosis t!leo la cristiandad antigua no sólo
produjo todavía más tarde. se reencontró con el ideal cristiano del gobierno de la vida huma-
------------ na, sino que ~seideal se vio realizado en el camino de Jesucristo.
La comunióri del hombre con Dios a lo largo de su vida terrena
2. El ideal de vida de la sel'!.~/m?za progresiva con Dios fue una y otra vez interpretada de acuerdo con el modelo de la ho-
moiosi" ¡!leo, por ejemplo, por Orígenes, Pablo de Samosata o
El segundo grupo platónico de ideas que, junto a la teología Teodora de MopsuestiaJ7. La justicia y la virtud de Jesús fueron
y a.l~scuestIOnes con ella relacionadas, ,tuvo una importancia tan grandes que nada pudo perturbar su bondad, siendo en ella
deCISiva para la teología cristiana es el que se encuentra sinteti- uno con el Dios inmutable. La resUlTección de Jesús y la vida im-
zado baj? la fórm~la de la homoiosis !heQ como objetivo al que perecedera -dd Resucitado se limitaron a mostrarlo a la luz.
ha de dlflglrse la vida humana. La prescripción de «asemejarse a No obstante, no es posible hacerse lJlla idea de la verdadera
,DIOS» aparece en muchos pasajes platónicos, entre ellos ~l-eo"e¡ trascendencia de la idea de la hOllwiosis theo para la teología de
timo Iibr? de'la ReplÍbÚf:a: « ... Pues no es descuidado por los . la Iglesia antigua.,-~ino se cae en la cuenta ue que para traducir el
dlOs~s el que pone su celo en ser justo y practica la virtud, ase- ,. texto d~ C;~1026donde se al1rma que el hombre fue creado "a
meJandos~ a DIOS en la medida en que esto es posible a un hom- ,,"_ imagen y semejanza de Dios», la versión griega del Antiguo
bre» (Rep; 613a. 4-b 1). ¿En qué medida es pos!ble_as~~ejarse a .... - Testamento ¡:ectllTió al giro katiz 'eikollll kai /wmoiosin tlzeot/
i2~s m~dlante}a vIrtud? La respuesta se encuentra en aquel pa- • (vulg: secUluiul/t imagillem el similitudillem Dei). La traducción
saje donde Platón, en el sexto libro de la misma obra, describe el ," del término hebreo d"muth por hU/llviosis, en unión con la trans-
mOd.ode. vida del filósofo. E.I.'efecto, quien «convive con lo que :. cripción del hebreo zelem mediante eikoll, confirió uf)a col~~i.Ól1
e~ dlVII10 y ordenª~_U:9..smios)sevuelve él mismo ordenado y: irresistiblemente platónica al enunciado bíblico. Su significado
~IVIl10, en la medida en que esto e;¡"i)o~ibl-eaniombre» (Rep. h fue entonces tlUe el hombre no es sólo unacoPIa del modelo ejem-
- 500c 9s). Así como los dioses son inrrllitablés-pofnmulaleza y l.'. plar divino, :.;jno que está.i)~SJÜlm:lQJl.~jlrSe progresivam~n-

I alimentan esa II1mutablhdad me.d.ia.ñt" la.'-'contém.p!ación de las ..••


:._
.. te a Dios en el sentido lIe la homoiosis theo platónicaJ!!. San Irenco
Ideas etelnas (Fedr. 247d 3s), la virtud hace tamblen constantes:' procedIó a expresarlo comq sig~obeaiencTaa Dios signiti-
a los hombres. Pero como los mñies-est5ii-ñ-ecesariamente lig'a- :~i& ca ~stir y ~~.p'e_~'ecer,pero ser imperecedero constituye la glo-
dos a la naturaleza mortal y al mundo presente, «es menester " ria del Incn= •.ido. Tales onJ.~n, u!.:!!!Q!lía y práctica L:onvicrten al
huir de él hacia allá con la mayor celeridad,y la huida consiste ,;," hombre creado en imagen "y semejanza del Dios increado, siendo
en ha.cerse uno la divinidad tan semejante como sea posible, .j'!:
él el Padre quien lo quiere y resuewe, el Hijo quien lo produce y lo
~em.eJ.anzaql~e se alcanza por medio de lajm~Ugencia ~1 la ;;., forma, el Espíritu quien garantiza el alimentu y el crecimiento, y,
. Justicia y la piedad» (Tee! 176'1 S-b 2), --.-.-.
San Agustín enlazó este ideal de vida con la idea platónica
de que tqdas las cosas ~spLra'l¡¡~~!J()!1dad, es decir, a Dios mis- .!'.
¡.. 37. Al rt:~pCL.:lU, d. W. Panli~llberg, Gnu/ll;.iige dI!/" Chri.\'(ologie (196-1-),
118s, 202 (v~rsión L.:<lSt.: Flllul"lIIelllu.l' dt! cristología, trad. ue 1. L~ita,
Sígueme, Sa]¡u:li.ll1Ca ]073. 140-151, 145s).
l~lO,quien de acuerdo con la doctrina Je-Platón -y con la agus- \!: 38. P:lrLl niás detalles. d. W. Pannenherg. Systemtl/i.l'dlt! 711.e%gie 2
tl.lllana- se ldentltlca SIn me'ís Con el bien. Por ello, san Acrustín' :; (1991), 238ss (versión casL leo((/gía sislellllÍlit.:a 2. trad. de G. Canal Marcos,
añadió a continuación que según la Jocri:jna platónica «sÓlo se upca, tvladrid.19%).
60 61
por tin, el hombre quien avanza poco a poco hasta alcanzar la per- ra volar hacia la /wmoiosis, como prueban las explicaciones de
fección, es decir, hasta llegar a la vecindad dellncreado. En efec- Platón en el Banquete o, todavía mejor, en el gran mito del Fedro
lO, perfecto es el Increildo, o sea, Dios, mientras que el hombre (246ss). Allí se describe la ~onjunción de recuerdo, eros y ascen-
luvo primero que llegar a ser, luego fortalecerse, luego multipli- so del alma hacia el mundo inperecedero del ser verdadero: el al-
carse, luego ser sanado y glorificado, y por último ver a Dios. La ma humana es «más antigua) que todo movimiento corpóreo; en
contemplación de Dios es nuestra meta y la causa que oos hace otras palabras, es ella misma incorpórea, y en ese esta~o de má-
imperecederos. Pero ser imperecederos es lo que nos conduce a la xima ligereza por estar desprOVista de cuerpo -que Platon descn-
proximidad de Dios,,". be mediante la metáfora del vuelo de las aves- fue cuando con-
En las palabras de san Ireneo se abre la perspectiva para un templó antes de unirse a este último las ideas presente_s en el
crecimiento progresivo del hombre a lo largo de la historia. La mundo de los dioses, la verdad imperecedera de la que estos se
concepción de san lreneo de la homoiosis theo presenta un ele- .nutren alimentando así su propia inmortalidad Y divinidad. Sin
mento nuevo que la distingue de su formulación platónica, to- embargo, Platón prosigue su narración contándonos que fue en-
davía por completo referida al hombre individual. Que san tonces cuando las almas humanas perdieron sus «plumas», precI-
[reneo hiciera extensiva la fórmula platónica a la historia de la pitándose dentro de un <,cuerpo terrestre», que en otros pasajes de
humanidad fue probablemente consecuencia de la vinculación su obra llegó a describir en términos de «prisión» o «tumba» del
de la idea de homoiosis theo con la distinción y correlación pau- alma (Crát. 400bs). En este estado, si el alma tropieza en la tierra
lina entre el primer y el segundo Adán (1 Cor 15, 45ss). Al tra- con algo bello, se acuerda de la belleza que contempló en ellT~un-
ducir mediante el concepto de homoiosis el enunciado bíblico do divino antes de su nacimiento, "Y corre deseosa a donde plen-
de que el hombre había sido creado a «imagen y semejanza de .sa que ha de ver al que lleva consigo la belleza» (Fedr.. 25le). Así
Dios», era obligado que la idea de que la verdadera imagen es como el recuerdo (alláll",es;,.) despierta la nostalgia del amor
de Dios se ha manifestado por primera vez en Cristo (2 Cor 4,4; (eros), que desea unirse con lo bello para conducirnos, más allá
cf. Col 1, 15), fin de la creación del ser humano -central para la de la belleza terrestre, hacia la belleza en sí misma, es decir, ha-
unión en la doctrina de san Ireneo de antropología y cristolo- cia la Idea de lo bello. AsÍ" para Platón todo conocimiento se fun-
gía-, influyera también en la comprensión de la idea platónica da en la reminiscencia, e.n el recuerdo -guiado por el el'Os- de
de la semejanza paulatina con Dios. Como consecuencia, esta aquella verdad del ente que contemplamos antes de nuestro naci-
última se vio en ese momento enriquecida por una nueva pers- miento terrestre.
pectiva histórico-humana. En su escrito sobre la Vida de Moisés, Gregario de Nisa tras-
No se ponderará suficientemente la importancia de la homoio- lada la imagen platónica a la relación entre el Señor y el profeta.
sis theo platónica para la Iglesia antigua, no sólo en el ámbito de la De que Moisés solicite a pi os permiso para contemplarlo (Ex 33,
teología de la historia, como hemos visto en san !reneo sino tam- ;18) se dice allí: "Para mí que experimentar tal cosa, es decir, el
bién en el ideal piadosó de vida individual. Esto últim~ se aplica -deseo de querer ver a Dios en persona, es algo que está condicio-
especialmente a la mística cristiana. Gregario de Nisa da de ello 'nado por una cierta estructura erótica del alma, la cual se dmge
testimonio en forma partiCularmente impresionante en algunas de- hacia lo que es naturalmente bello. La manera en que la esperan-
claraciones de su comentario al Cantar de los cantares, y todavía za arrastra el alma de lo bello ya contemplado a lo bello situado
más elocuentemente en' su escrito de la Vida de Moisés. En esta úl- aún más allá es inflamando medilll1te lo que ya ha aprehendido su
tima obra, destaca la proximidad de la interpretación cristiana de apetito por lo que todavía ,e le oculta. A partir de ahí, el que ama
la homoiosis theo al concepto platónico de eros. Este último era vehementemente la belleza anhela ser colmado por el modelo
para el filósofo ateniense el impulso que provee al alma de alas pa- mismo, pues lo que a cada momento se le va manifestando no es
para él más que la copi~ de aquello que ambiciona. y esto, en
39. 1reneo, Adv. /We1:, IV, 38, 3; eL V, 6. 1. efecto, es lo que desea la atrevida solicitud que supera los límites

63
62
de la epirl1ymia: él saber, no gozar de la belleza por medio de cua- concedida p0!-l?l Espíritu S_~~~'lJ. Por la misma razón,(!a~i~D.o,".
lesquiera ret1ejas y manifestaciones, sino si.!!:@rsei~¡JjalaU1en- .disC'ípulo de J \Istino,cáljficó al alma de mortal por naturaleza,
~e frenten.ella ... »'w, E.sa intuición final de lo ansiauo era en cual- ya que su intención era asegurar que la mmorta!tdad, por Ir Ii-
'-luier caso: algo inalcanzable para Gregario de Nisa, porque a gadaa la.c~munióllconI?i?~~es resu~de
diferencia de los ¡¡lósofos griegos de la época clásica Gregario
Jilla gracia44• , , . • . .•
pensaba que Dios es infinito y que el ascenso, obligado a pasar En este punto el ~lal1C.QQelascnllcas de Justmo y su dISCIPU-
por un si,nmlmero de niveles o etapas, no podía tener tin, lo que
.. .t ntbPlatón como otra variante del Platon.i.Srnº~nst¡a-
lo no er;,a
se corres'ponde con lo interminable de la ascensión hada Dios.
no: la "n is..Según los gnósticos, espeCIalmente Valentm, de la
Con todo, éste es también'e(íugm--;;n e¡que el hOin-bee es seme. , o .. L' "t. ~
naturaleza del.alma forma parte una d1Vlna C"I'pa pnenma Ica ,
jante a la infinitud de Dios, en la medida en que ello le es posible
pese a todo I1!'.c~s!~ad~~~ ~a'purificación de sus .víncul~s .co_n.eI
a UIl ser finito, de suerte que la homojo.\'Ü fheo se realiza para
calma «psíquica» caída en lO..J!laleIJaj. Esta doctnna gnostlca fue
GregoriÓ. en el 12.':0cesovital del alma. _.
. caracterizada, probablemente con justicia, como un pauhmsmo
... En PlatÓn, el requisito para que,l.er~ ascienda ha.cia el ser
radical que convertía la oposición paulina entre la vida «según la
verdadero es que el alma vuelva '!.~£Q[º-'0la visiólI.qu,.!.LIvo de
carne» y la vida «según el espíritu» (Rom 8, 4 entre otros) -aso-
ID imperécedero antes de su nacimiento-lerr~l}al (alldmlle~:¡jiT~
Ciada a una metamórfosis de la idea de elección en ontología- en
Para Platón;esacapaci,iru:i'de recordar se funda en el parentesco
original del alma con lo divino e imperecedero. De hecho, espre~ una definición antropológica básica de la que se siguen dos tipos
dé hombre: los. psíquicos y los pneumáticQ£46. _
cisamente en el Fedro donde se afirma que el alma e:~iruuu.rt!.Ly
. En contrá dela división del hombre en dos almas, una pneu-
carece de origen. La idea de que el alma está el1lp¡¡rentada Con lo
divino y la idea de su preexistencia son, pues, correlativas-para-er ,:::";mática y otra meramente psíquica, y, por tanto, en contra del «ra.
¡¡Iósofo ale'niense. En este punto se encuentra el orig,en de mu- <-
dica] paulinismo» de la gnosis, Orígenes a¡¡rmó la uni,!,,~. del al-
chas de las dificulta¡]e.s.':!e la ~_".19.£Í.'!.crisliana.cOll..eI platonisniO. ma, si bimcQQ<;ibiéDQºla, al iguaLquePlalón como preexlste?te.
y esto sin' contar horu con sus diferencias -de las qllC más Úln.le ~~', ~ embargo, a diferencia de este último, ~rígen';¡; interpreto el
nos ocupdrémos-, en concreto, lo relativo a laJransmigración de ~;~ encadenamiento del alma al cuerpo en ténmnos vol untan stas, es
las almas.: ,._'~ " ;;. decir como un~ consecuencia de los pecados de las almas pre.-
En el Didlogo con Trift¡( JUSliu) relata que durante su bús- o,) exist~ntes, en I~gar de como un destino del que se siguiera el en-
- <7
queda de la filosofía verdadení,Ía doctrina platónica provocó .~~ carcelamiento. del pneuma .
;,,~ .,. Con el tieIi1po, tanto la doctrina platónica de h !fllmHt}igr~- r

I....
también ,escánualo en él mismo p.Q_Lntlr!!1~!:.-q.Ll~ el alma es se- _~:';,
l1l~j~ln¡-ej} Dios. Si existiera un paÍ'entesco de esencia enln; el al- i;.'': ci6n como la jdea depreexIstencHl sefÍoo re(~bazadas. La razon '
y
nia -Dios, ~ella tendría -como le insinúa el viejo sabio con .lf4. de. que así fuera debe exponerse en un contexto diferente al ac-
tual, aunque con lo dicho hasta ahora basta para darse cuenta de
\ q~li.e,nse
VJSlOn de ti:O.Piez. a a Cierto,
DIOS. Lo 1:.1ori.ll.asin..delembargo,
mar-.. que~o?
....tener. en
~1.!J.~._d sí mísm~
_i_!lma ha Sidola 'i¡.:.-r:'•.".•;~
..•.•.
•.

I creada po'í- Dios, ~~sdecir, ~.9_~~_un_~~rdivjno~2, y tj~-dicha- vi- ~{; '., 43. JUStillO, Di~¡/., 4, 2ss (E. J. Goous.rt:t:d, Die ii/testen Ap%getelJ 121984],
sióll es algo! que recibe úÍ-iicamenle corno una Eucia que le es ~;~ 95,,). ...1
" . 44. M. Elze, Tulia/l und seille Tlteoiogie (1960), 9Uss, esp. 93 .
--- :z.. . , .45. Para la dódtrina gnóstica de las dos almas, ef. H. Langerbeck, Aujsiirze
40. Circgorio ¡jc Nisu, Vi/a Mosis 114,5-14 (versiúll ¡;asL.: Vida de MOiSÓ"IS:' zurGnosis(1967),í50ss. .
....
e¡j. prepnraua,purT. H. M.artín, Sígtlem~, Salumunca 1993), en [. tl'ilihlellberg, _.~
..~. . 46. W,.D. H<.luj:j(;hild.Gottes Geist tIIul da Mem.ch. SwdlltIJ wrJntlu:hnl'[-
Die Ullcndlic{lkf'it GOffl's bei Gregor l'U/I Nys,\"{j (1956). 151. ::[,'
Úchen Pl1eu/7/11tologie (l972), 151. i65, esp. 160 Y 165.
41. Al respecto, cf. A.lel/¡}Il 8k-d. así CDlllO la prueba en 8~bss: lambién _~;, 47. Orígenes,j)e prillL'., 11,9, 6 Y J, 7, 4. Al respecto, d. P. Kübel, Sc:hllld
FedfÍl/ 72c-7611. . I,;t ulId Schicksal bei 'Origen es. Gltw;tikem lIIul Plutonikern (1973), 885S, 93s5,
42 . .sobl.e esto, d. San Agustín. De cil'ira{e Dei X, 31. ~;; 103". . .

(,4 ., ti 65
que, a diferencia de la teología, la antropología glat~a estaba El ~)que es pues, intuitivo, 1].0 puede forzarse. ~
llamada a ser terreno abonado para ún enfrentamlentó'-extraordi- rec~ de realidad en la naturaleza <lelno"5 humano, pues no tle-
narialllente crítico entre los padres de la 1¡¡lesia_ylas doctrina~, ' ñedeéfintuiciÓn ~Tr:¡t¡¡ar '.Igülii;-¡laoique pudiera conside:
del filósofo". 'rarse como algo realiiadó en tódii"lugar y en todo momento. Por
otra parte, tampoco ~,~I~I~~Hado de los esfue!'zos del hombre.
Adviene a este- úliíino más bien como una~_~.l~~gn::que se le con-
3. Iluminación y gracia ~. cede «de pronto». Dicha visi6n es concebida por Justino en tér-
minos de (,Pneuma Hagion»5l\.
El rechazo de los padres de la Iglesia de la doctrina de que el , Clemente de Alejandrí~ relacionó la ilMnUMción por la que
alma goza de una eternidad igual a la del mismo Dios no signi- los hombres son capaces de' conocer al Dios verdadero con el
fica que los primeros se opusieran a todo lo afirmado por la an- bautismo. Es posible que todo ello no vaya más allá del lengua-
tropol9-gí tónica, como puede apreciarse en que la alternati- je 'de los misterios", pero en su trasfo~do se esconde d~ nue,vo
va de Justino la afirmación de la inmediata divinidad del alma la doctrina platónica del' conocImIento por Ilull~lllaclOn.
fuera ella misma de impronta platónica. La tesis de Justino es Además, la unión de la donación del Espíritu en el bauusmo con
que la contemplación de Dios por medio del Espíritu Santo en la la idea de ilurninadó¡] (cf. Heb6, 4 y !O, 32, así como Ef 5, 14)
plenitud futura está garantizada como recompensa a una vida podia, a la inversa, convertirse en el punto de partida de un~ lll-
virtuosa. Dicha tesis se funda una vez más en la doctrina plató- (¿rpretación platoni~ª!lte de los efectos de la gracIa del Espmtu
nica de la hOlJ1Qio"¡is..IQ"'l., con la única diferencia de que para en el creyente. Orígen~s'1:econodó entonces de manera. expresa
Justino el alma humana c.rece por naturaleza de toda aptitud pa-
que, al igual que la docU'ina dstiana, la~oc,trin-".p)ató,nl¡;"ª-Q~ la
ra asemejarse a Dios, púes ésta es propiamente resultado de la
gracia, una gracia concedida por el Espíritu Santo. Sin embargo,
!!!!!lÜnª~!~~.pe:T~1]j_t[~~~.~~~!~.~E_~~~lOcimlento.i~ !?lOS _c~_~~oun
efecto de la gracia divina y, por tanto, como al.!>(l,glJ~~esl~me-
eñer7Jiá/ogo con Trifón (4, 1), Justino interpreta nuevamente diatam<;¡;te ilcéesibíepara el hombre". Todo lo que añadlO fue
esta idea en términos platónicos, sirviéndose para ello del len-
q~e-lá 'primera formoladón-de'-e,fa idea no .se encontraba en
guaje de la concepción platónica del conocimiento por ilumina:
I
"Sión". Según la exposición platónica de la aspiración al conoci-
miento de las ideas, la iluminación designa el momento en que
Platón sino en Oseas. Los cristianos no necesltaban ton~I!<,l del
~sof~ griegQ-'Ü_~Jl.º-ª¡~;; en~;:'yaenerevangel}o de Juan.
'Orígenes es un primer aVIso de que el c()_n~~!'.~o_~~llumllla-
dicho conocimiento-tiene por fin lugar (C'arta7", 341cd). Si;;-
cíón es susceptible de convertirse en un concepto-Ilaye para la
tiffibargO,eí examen ae:l08 «ejemplos»tomados del mnndo sen-
sible, aun siendo parte integrante de la preparación que es nece- éO!.!~I'reJ}~iÓ~.de-la-graé-¡-á~coñcepélóñ~estaúltima, que encu~ntra .!',.
sario abordar para Ilegar finalmente a tener conocimiento de las
s~ formulaciói¡Clásica preci~am¡;'!lte en el maestro de la gracia: es _
' decir, en san Agustínl~:~,,:n Aguslí;t~inculó de manera s~stemall-
ideas, no es suficiente pata que éste se produzca efectivamente.
Al contrario, !_~~ntuiciónle_sob~ey~ene,.ªJ_.q~~_~~s.~~
de fonna cala doc!:~n~,p~tónica del conOCimIento por IlumIna~!,c:.nconl~
inesperada, de manera siiililar .n. como al término CIéla ascensión 50. Según W. Schmidl, Friihe Ap%getik lIIul Pl(/tollisl~ll/s. Eill 8eifrag ZlIr
guiada por el eros la visión de la bellé'Za asalta (á@2j~ñ-~<r~Q~n, llltúpretatioll des Proiims 1'0/1 JJ!.\'lilJ Dialogu.\' c:n homenaje a O. Regenbogen
tinamente» a quien perseguíasu contemplaci6ñTBallq. 210e 4).
--- (1952),163-182,181. '.
" 51. Según W. -D. Hnuschild, Gnttes Geis!

der Mellsch. Sltldien Zllf
lIlul

48. Para más detalles, ef. 'w. Pannenberg, Christentul/l und P/atcmislIlL/s. frühehristliehell Pnelllflat%gie (1972), 30. _ ,
Die krüüche Platollrezeprioll AttgU,fl;flS in ¡hrer Bedeulungfiir da.\' gegelll1'iirti- 1,52. Orígenes, Contra Cd.HIIII,;.VlI, 42 (PG 11, 1481); d. VI, 5.1 1 (ibid.,
ge ehrütliehe Dellkcll: Zeitschrift für Kirchengeschichte 96 (1985) 147. J 61. 1296). í ,..
49. Juslino, Dial., 4, 1 (E. J. Goodspeed, Die iilrestell A¡wlngetell (1914, 53. Al reSpel:IO, ef. R. Lorenz, GI/ade //11£1Erkelllll/w,' bet AugW,'flllll!i:
21984J. 95). La idea de ilumina.cióo se esconde aquí tras la palabra e.miplmcs. Zeitschrift für Kirchengesch¡dlte i,? (1964), 21-78.
!
66 67
d2S'!r\na de la uada, haciendo así de la imagen, según la cual la t logía de la Edad Media occidental mantuvo sólo en parte la
gracia-'de'Dios obra en el hombre por medio de la actividad del ea "n de san Agustín. La doctrina agustlm~~I~!lul::l-
concepclO -- -, ---'1--'---' d D os
, EspÍl:!tY"!2a¡:;¡ü-enel bautIzado, uñ'Cimagen válida-para Iii hiter- nación uedó, "circunscrita al ámbito de conOCImIento e_1_..
, pretación, globlil de la existencia humana. En la concepción agus-
?..!:'!'2do por la gracia.
,tiniana, la dependeq~i<Lde,todo,conocimiento de lailuminación
divina se tradujo en que el almas61ü'conoce las ideas-(¡'¡;s illtel/I-
'gibíles) de las cosas a la luz del Espíritu divin 1cual es la ver- 4. Las transfOrmaclolles Y rectificaciones cristianas de las doc-
'dad misma (De trlll., XII, 15,2 . stas últimas están reuni ,{a trinas platónicas
ia-ñi~nera de modelos ejemplares en el Espíri!~,~e DiQli~en su
Logos"pel:o_han sido también impresas a 1"!l1'!geg de copias o , Aunque los apartados anteriores se han hecho ec? un~ y otra
reproduccione~_eD,.!'J.alma humana. Al recibir las impresiones y vez de las transformaciones vinculadas a la re~epclOn ,,,!ltlca de
percibir los objetos, eCalma (mells) se acuerda" de las verdades las doctrinas platónicas en el pensamlen~o cnst1U?O, su Importan-
eternas que, aunque olvidadas, yacen en ella a la manera úe re- cia es tan grande que es del todo necesano resumir y completar lo
producciones. Si el alma responde a la admonitiQ así recibida con ya dicho una vez más. .
una conversión (coflversio)'!'-puede tener lugar la iluminadón por ,,' De las diferentes doctrinas platónica.~ primera en ver~e cn-
la luz divina de la verd"ad. Esos mismos conceptos, admonitio, ¡¡cada por la teología cristiana del sigloJVue,. . nce ClOnque
cO/lversio, inhabitatio Dei, caracterizan asimismo la "docidna el mismo Platón había sostenido--de la', dlVlmdad del alma
ag-üStiniana ~-Ta.gráéiaj5.
Paralelamente, tuvo lugar otro proceso.'~relaclOnado con la cues~
Aunque san Agustín era consciente de su coincidencia con los ¡¡ón de la crealuridad del alma y su umon con el cuerpo, que d~
platónicos al afirmar que el Dios que todo lo ha creado es tam- sembocó en la defensa de la esperanza cristiana en la resurreCClOn
bién ,<la luz del Espíritu para todo conocimiento» (De cív. Dei
yen la consagración a este tema de una. sene de tratados a partIr
Vlll, 7), no dudó en romper el vínculo que unía la idea platónica
de la segunda mitad de la misma centuna. SlI1ll1ltáneamente, tue
de la iluminación con la doctrina de la anámnesis, pues ésta hada
produciéndose el despertar de los primeros teólogos cnsllano,s a
referencia al recuerdo de un estado preexistente del alma. En el
la conciencia de las diferenclUs eXistentes entre el relat.?, bíblIco
pensamiento agustiniano, su lugar fue ocupado por la idea de que
de la creación' y la narración,. a primera .vlsta tansemejante, del
el alma despierta (admonltio) a un conocimiento inconsciente y
nacimiento del cosmos ofreCIda en el Tuneo. Las desemejan~as
previo a toda experiencia (a priori), el cual está presente en el al-
en 10 tocante a la comprensión misma de la dlVll1ldad se haIlan l
ma en cuanto mens y es propio de esta última en virtud de haber
mam'files t as mu,cho Ina's tarde a partir del siglo IV, momento. en ">
sido creada a imagen y semejanza de Dios. Por otra parte, tras
. verse relacionada por san Agustín con la doctrina de la gracia, la que tomó cUerpo la doctrina de la Trinidad. Con todo, dJ.Cha~_de-_ I '
semejanzas estaban relacionadas con la dlfe~~.!JelmºJl,de(. ,.
! ~o£tl'il~l_platóni~~,de la iluminación fuee,~ll.~?\>¡~!a dentro del las relaclO~JlillS,.mundO.-SU-egctarecimtento se pr,odujo con la i
: £Qntexto,niás vasto, 'iepí'ese'Jitad6 por la intervenciónqivina en el
~' alma humana orientada a la salvación del hórúbre. formulación en el siglo ¡¡ de ledoctrll1!:._d,~_!.".,~!;_~clOn
_ ..
, -" Con el s~rgimiento'en el siglo XlIrderafistoteIismo cristiano, , ~ox1ífíi~[ad del relato bíb1ícóCle la creaClOn al Tuneo pla-
,el ámbito del conocimiento natural pasó a _~E:r._q~~cX!!2Jl1ediante tónico había sido ya observada por el pensamIento ludeo-hele-
un modelo gnoseológico puramente profano. Debido a ello, la ¡¡ístico, en el que dejó diversas huellas. Sin embarg,o, :anto en
Filón de Alejandría" como en Sab 11, 17, la cr~aclOn tue con-
54. Para la palabra clave admollilio, ef. R. Lorenz, CI/alfe 11I1£/ErkenlltlJis cebida como la formación de la~9'j'!t~r~s a partn' de una mate-
bei AlIgllstillllS, 47. -------
55. El uso paralelo de e:-;(osconceptos es subrayado por R. Lorenz, GI/ade . 56. Al resp~c{o, ef. G. Muy, St:f¡tjpjiIllS (/l/S dem .Nú;!lrs: Die Emste.1H1llg da
1/I1(lErkelllll'lis be; Augusfillus, 58. Leltre \'011 da creatiu ex Ilihilo (1978), 6-26; para FIlón, eL 9s~.

68 69
ria previamente dada. Por su parte, el testimonio más temprano contrapuso a la doctrina neoplatónica de las hipóstasis, tampoco
¡ deJ"..f'órmula de la creación a partir de lá'iüi¡j¡¡'(2 Macl,2~) se se percibió un elemento diferenciador en la mmedlatez del ~cto
lirni.tapá"atiecir"que"-el-mundó" (~ño..existíª antes»57 sin excluir, creador como un acto que realiza Dios mismo y que se venfica
pues, la posibilidad 'de sü-f'(,iíi,ad6n a partir de un.materia pre- sin concurso de causas instmmentales". En este punto se da una
existente en el sentido del Timeo. Entre los primeros apologis- relación sistemática con la doctrina de Dios: !Jlafirmación cris-
tas, Atenágoras y Justino se habían pronunciado de manera aná- liana de la inmediatez de la actividad divina cre resu one
loga". t'I.P':lmn ~~ól_og()_~~i~tiano_~afirmarde forma explícita la comunidad de las personas de la Trinida'!.!~ su obrar haCIa
que la materia es también creación de Dios fue Taciano, discí- {~;;ra.
pulo de Justin059 Taciano parece haber concluido su afirmación -; En páginas anteriores (d. nota 27ss) se ha constatado que las
. deTatesis de'su maestro según la cual Dios eS.eLlÍl1icoente in- desemejanzas entre 1" doctrina cristiana de la Tnmdad y la doc-
c.reado"', TeólogóS¡iOs¡erj(}¡'enofii¡¡'Teófi'!Q.de Andoqüía e trina de los principios del neoplatonismo están relaCIOnadascon
[reneo de Lión vincularon el rechazo de la idea de una materia .. la diferente definición que un" y otro proponen de las relaCIOnes
'11 in.originada con la te.sisd.e.q.ue lavoluntad_c1iyina soberana es la 1'; entre el mundo y Dios. A diferencia de la concepción neoplatóni-
, única causa de la c~_ ',' unto en el que a partir de estejns- ca de una transición gradual desde el primer principio hasta el
, tante recayó-el;ácéíito orincipal e la doctrina eclesiástica de la " cosmos material, la idea de creación da por supuesto ue el £!:9-
creatio ex nihilo, en OPOSicl a la tesis platónica según la cual i (dor y lo creado s;Sitúan el uno frente a otro de una maneríU~-
el Bien se comunica a 'si mismo necesariamente62. Que la con- J, medlafª,¡;iu.pasosjptqllJ,('.dios. Esta concepción es un refleJo. __
cepción platónica de la creación del cosmos presupone en bue- ;. iíe-la-manera en que.e.lAntigUQfulmnentD .compreml.HLs,e.r~e
na lógica su intemporalidad y que, por tanto, la idea de que el ,i Dios, En lo que a Dios respecta, la contraposición entre la cnatu-
universo tiene comienzo en la actividad del Demiurgo -expues- K -'¡á'y el creador se caracteriza por la libertad del acto cr~a~Qf:Esta
ta por Platón en el Time<i- no va más allá de una licencia litera- >: última además de no ir en detrimento de la d,ferenclaclOn mtro.
ria propia de una narración de carácter mítico, no era aún total. ~; ducid~ por la doctrina trinitaria en el interior del ser divino, se
mente clara en el siglo segundo"'. De hecho, hasta que se {: opone a la idea de la «caída» que, de acuerdo con los su?~estos
" del neoplatonismo, acontece en el paso de la esfera d,vma al
57. ¡bid., 7, con una indicación sobre la forma análoga de expresarse de ;., mundo visible. Esta caída se produce en el momento en que el al-
Jenófalles, Memor., Il, 2, 3,
58, JustillO, Apol., 1, 10, :2.; Alenágoras, Suppl" 22, 2. Para Justino, ef. G.
~: ma cae fuera de la unión con el primer principio, el cual todavía
May, Seltopjllllg aus dem Nielas, 1225, pura Arenágoras 139s, así como W, se encuentra presente en el Nous, pero también en la esfera del
Pannenberg, Die Attjllahme des philosophiscltell Gouesbegrijf;.,' als (/oglllatis. ~ alma --al menos al principio-- toda vez que ésta participa aún de
ches Plvblem derjriihchristlkhen Tlzeologie, en Id.: Gnmdjmgen systemutis. 'f lo Uno, La «caída».-ªfirmªºªP-.9.fJª Q<:,ctrinacris~i".nil.!lºtjeQelu-
cher Theologie 1 (I967), 296-346, 3165 (versión cast., ÚI asimilación del COIl. ~ gar denr;:;-~sfera ~eJadivinid.a.d,~~íiio-eJ1eitltlive.rs?de I~s
cepto filosófico de Dios como problema dogmático de la antigua teología
,'1:: erlaLU1a:S,SIn constituir tampoco el fundamento de la eXIstenCIa
cristiana, en ClIestirmesjlllldamentales de teologia sistemática, trad. de J. M.
MUllleón-], Leila, Sígueme, SaLamanca 1976, 93-149, 1165),
.~ autó;oma del ente finito y perecedero, existencia que es más bien
59, Taciano, O,:, S, 7. ef. G. May, Schijpfilllg aus dem Nichts, 1515. i,i ~eto dela vOluntad~readd21'''.dt'.RiOls'dEsta ud'ltim
a elnglObt~t~~~
60, Taciano, Or., 5, 3. Cf, JustillO, Dial., 5,4-6. Según G, Muy, Sc:hiipji.mg 'f, lo la l'e.rsonalida1ldé1crea ,01'c0]U0e eseo e al' da eXIs, n
alls dem Nichts, 153ss, Taciano extrajo esta consecuencia de las doctrinas de su
maeslro, oponiéndose aquí a Marcióll. ~t troversia
i~',:
en torno a esta cuestión, cL H. D6rrie, Del' PI(.llcmisl1ltls in der Kllitllr-
61,
Para Teótilo, Ad. AIIIOI., 1,4 Y JI, 4, así como 1,8, cf. G. May, Sej¡iipJullg ~". und Geütesgeschic:hte derjriiltei, Kuiserzeit, en Id., Plalonicu Minora (1976),
(//1.1' dem
Nicht:i', 159ss. eL allí 1675, entre olros, para Ireneo, Adl'. IUIl!l:, 11, 10,4. ~',~ 166.210 189, La concepción plotiniana de Platón fll~interpretada de otra ~a.
62.
Al respec.:lo, eL el ensayo de Pannenberg ya citado, 317, nota 79.
i. nera. er. al respecla J. Guittón, Le temps et J'étemité ('hez Plotill et SO/llt
63. Según G. May, SchopjJmg al/S dem Niclus, 4, elf'ilósofo Aljco enseña. Augus/in (1933, e. ed, 1971),90,
ba por entonces el comienzo dd mundo. También lo hizo Plularco. Para la COlI.
:f' 64. San Agustín, De civiwte Dei XII, 27.
~W
70 71
asus criaturas, así como, aconsecuencia de 10anterior, Ja inten- propias del periplo histórico del individuo de manera muy dife-
clón de hacer a todas ellas partícipés de Ja vida eterna mediante rente a como sucede en el platonismo. Debido a ello, el pensa-.
) su comunión con él. De la personalidad del creador es,j2lli:S.-pro- miento cristiano rechazó en la mayoría de los casos -con la ex-
_~IO.~:nglrseo tender hacia otra cosa, tendencia que, sin embargo, cepción de O~:i~clgfJ¡jnª-P!ªtQnjHliej¡LPI~,,~s.~_n!,ia,
segun Plotino, es mcompatibJe con-el concepto de lo Uno puro al igual que las especulaciones de Platón en torno aJa postexis-
(el. """!"{Ulota 29). Al mismo tiempo, se trata de una concepción tencia de las almas. Obviamente, l\lli.Jeójggos.gllitiªOQ.s..tam-
de Ja creación que da en todo momento por.s,upuesto ql!.e~s.t!1. ha . bién enseñaban la postexistencia, incl.us.º-.8.!IlffiQ[talidaíLdel
tenido ya lug~r en elmtelecto divino con .ªnterioridad al.acto pero
alma; [¡line'ae¡j'erseñtídóde-uii'a:!f~.ll~rniW!9Q.I1.."J!J:!e£!r,
creador. mismo, tal y como se presupone en la doctrina cristiana ~:_' de u-ñu larga se.~re
de-ie.en~~~iiá~íO~~~. De acuerdo con esta úl-
de la gener~t}ºneterna.d~!:Iiio pOL~ll'adl:e. La inmediatez de la~: timai:lociriná, el cuerpo recibido por el alma es mejor o peor
contraposl(;lOnde l? creado y el creador implica además -bajo el dependiendo de la conducta observada por el individuo en la
supuesto de la tr1l11tanedadde la vida divina- que lawolMnt;JB \} existencia inmediatamente anterior. La pregunta, sin embargo,
f
Cl:eado[~e~ of!l.\1n.ªJm!¡¡.sJas.personasde la Trinidad, dilli'düasí; es: ¿sigue aquélla siendo su alma, es decir, el alma deleste hom -
expres,lO'l.<UaJlll!.dadde su ser d¡:ii_no.pich.~~ti!'1.ªadéomprende ,~ bre, de este individuo único, pese a haber animado e cuerpo ed
como' msepmaEles de!}:'!!dIe_alHIJoy al Espíritu,):!e suerte que, " otros muchos hombres con anterioridad a esta existencia y tener
a dIferencIa del Alma del mundo platónica, ambo's participan de; todavía que transformarse en el alma de otros muchos a lo largo
la 1~~Jl~_~!Lc~~ador~ del Dios único enfrentado cura a cara con el ~~ de sucesivos renacimientos? ¿es la actual existencia algo más
mundo. i., que un traje del que, como de otros muchos anteriormente, el
Etn llafiladsofía Pblaltónica,la transición gradual desde lo Uno ~,¡,' alma se habría despojado para vestir a continuación ulnonuevo?
h as a e mun o VI SI e hacía posible afirmar la divinidad del al- ' La doctrina cristiana de que la unión de cue!QQ.)'.J\_illªes una
ma. Esta afirmación se vuelve imposible en la teología cristia- Ti. manifestacióii de-]0-';,leSJitl0screaoaresde Dios dio lugar a

¡ I.'?'donde ,1'hec~'!.e..9~,-"..~"-s.".':iatur'!!ó_h!!)'~~
Pt9~._'J.!'_e¿ue<:!,!n
~ido creadas im- } una nueva manera deCOnce1?if..resUmhren~lbjusto la indivi-
__~e~ dlvmas por naturaleza. La criatura en ti dualL,fá,[el¡;ünítler-eXcepc¡onal e irrepetible del periplo vital
~uantocnatura es por'completo diferente del Dios c;'eadoi:~El :&, de cada hombre. A Ja vez, y en unión con lo anterior, fue oca-
alma no con~tituye ninguna excepción, por lo que tampoco es + 5'i6nde una cqncep~ió!!.dejªjnmQI~ªlidad per~~l disti..n.tad~
de naturaJeza dlvma. La comunión con Dios y la inmortalidad ~. la desarrollada en el marco del pensamiento platonico.
son dones qtle..¡1ue.de.l'ecibirsólo_como un..agracia. Por oirola- ~. '.:-rurecbazo d.elas ideas Oe-preexrsteñc¡¡¡-ytransrriígf~~jg.l1_in-
do, su creatundad está también constituida por"'iü unión con el r.;'.~' dujo a san Agustín a revisar también la doctrina de 1 'iíií61111";!J,¡;
I ~llelp.o.;.l':-"LJ.ªj,_P.~S_Ul!Q.ufirmado por Orígenés':ño-es conse~; El Jugar de Ja imagen platónica según la cual el alma vue ve a re-
i/ ~,~Ie~~_l~ de u.I~a
, tad c.~~a¡j()ra.
.«c.~~~a)~
ge)?los, quien ha creado a los hombres co'mo~seres
corporeos y ha gueric:l.Q.i]l.[e_éSiL,)'J!Q otra fuera-;'ü'naturaleza.
ª~
del a~ma.sino la expresión de i~voI~n- %~.' cardar la visiól1,que tuvo de las ideas con anterioridad a su naci-
miento (Menón SIc-d) fue ahora ocupado por la idea agustiniana"
~: de mens. Esta última contiene en si aritesoeTocr,Cexperíencia:
Desde, e! punto de vista cristiano, pu'tOs;-er-cuerponoes ni la e"~,";Umquede manera inconsciente, el conocimiento de las ideas de
«pnslOn» 111la «tumba» de! alma, sino parteintegpnte de las 1'':.' las cosas (res intel/igibiles)", las cuales, aun estando comprendi-
cosas b~lCni:~screadas por Dios. En contrapartida, el alma es lo :'.~~.;~.';.':. das a la manera de modelos ejemplares en el Espíritu de Dios (en
que esta ~mdo al cuerpo al que anima, por lo que también for-
ma parte del Itmerano vlfáfderindíviduo desde su nacimiento
~r el Lagos), han sido también in;presa~.~."!fe>rEJ.'1l
,l' ~oducciones en el alma hum..5!~~a~ .c.~us.~.~~
d(~pJas o re-
su_s~n.'eJ,:~con su
hasta s~ ~uer,te. Este último es priv!!tiv2.c1ecada individuo, es ;]; creador. Como ya se mencIOnómas amba, el alma no pueUeols-
decl~',unlco e IITepetlbl~.,Jo que explica queeñ-la cOIicepción 1'1 ~ ..
::lstlUna el almll se relaCIOnecon esas unicidad e irrepetibiJidad ~. 65. Sun Agu",ín, Del6¡¡ílCl" XJI, 15, 24 (CCL 50, 377-379). 73
poner libremente de su posesión, sino que para ello necesita del bre y de su peso eterno", Con la ,!1nicic!~c!d, ja g!ya1'iQ!1,lo sin-
~o (admollitio) que le transmiten las impresiones exlernaS gular, lo nuevo dentro del curso de los acontecimienws, adqUleren
y de su il.!!!J]inacián por la luz divina de la verdad, Esta modifica- un significado central para la comprensión de la realidad, en opo-
ción de la doctrina platónica de la allánlllesis, llevada a cabo con sición a la concepción cíclica del tlempo que se expresa en la doc-
la finalidad de eliminar la idea de preexistencia, hizo del concep- trina de los períodos cósmicos y que sonv~rtía aparentemente en
. lo agustiniano de ,tííéñ¡;un Q!:ec!l!SllU!"u!q\!~llas concellciQnes imposible el supuesto de que pudiera suceder algo ve;daderamen-
posteriores segúnJ¡¡s cuales l3-conciencia.humana tiene.conoci- '. te
n~ev~69,La revelación cristiana hizo que san Agustm se vler~,en
inientas ciertos que0flemás, le pertenecen a priori, es decir, an- la neé'esidad de abrazar la posición contraria a dicha concepclOn:
tes,de.toda eXp'eñencia66, ... . .... -' «Pues al verse liberada de su miseria para siempre y de una mane-
(San Agustln trasladó el enfrentamiento del pensamiento cris- ra como jamás se había visto liberada hasta ahora, en el alma que
tiano 'cmrta;dea de la transmigración de las almas a contextos siso, había de tornar a ella acontece ,algo radicalmente n~evo Ygr~o-II
temáticos aún más complejos, Para él, la idea de la transmigración ~; so, y es que su felicidad sera Éerna y nunca tenaiTfin, y SI en la
ejemjllifica un ,E!9blema más uruversal, el representado por la hi- '" naturaleza mortal tiene lugar algo absolutamente nuevo, q~e, ade-
p,Ótesis deque la iiilaJIaiid(¡eios héªQ()~~deCiJiíiv~rs.Q-¡ürn!LÜna y ~.¡
más de no ser la repetición de ü" ciclo, ta111pOCO se repetIra en Ill~-
aira vez.J!.!~.p.,.!iI~"-0ciclns ..siemp.rejd~nticos, Este supuesto in- c<, gun ' l' ¿por que't en d n'a ..n'ue
, CICo, ser
"-__ ._._ de otro modo
_ en las cosas
; _.-filll-
f1u-Y6en la imagen del universo de la Antigüedad fundamental- ::. tas?» (De ci~itate Dei XII, 20, 3). En el apartado antenor, pudo
mente de la mano de las doctrinas heracliteanas y estoicas de los ~, verse el primer ejemplo de la «historizació~» en la mane!~ ..~"._c:?n-
ciclos o períodos cósmicos, según las cuales al final de todo Gran > cebir la realidad a que dio nacimiento la Idea de la ulllcldad del
Año el cosmos revierte a su principio, produciéndose a continua- ~t acoiilecim¡en¡~ de la salvación, Allí, san Ireneo dilataba la Image~
ción la repetición exacta de lo acontecido en su transcurso, Dicha platónica de la !JolllOiosis t!Jeahasta darle la forma de una ex~osl-
hip2~esises,segúnsan Agustín, inaceptable para .Ios cristianos: ción teológico-histórica que mterpretaba el t<anscUlSO hlstonc?
«!,9If:]!!"."l,JPor¡r de CristQ.fi¡e U[lmºI!r!l!l'~~ilQgje uña'vez pa- como un proceso que avanza de manera 1rl'everSl~le desde el pr!-
r.a siempre», porque «sabemos que Cristo resucitadáoe-la muerte
no muereya más» (Rom 6, 9s) y porque incluso nosotros, según 1
mer Adán hasta la manifestación del segundo A~an en nsto, !~- C:
gura definitiva de la realidad humana, S~n Agustm ª-mpllQ,todªY13
Tes 4, 17, «estaremos siempre con el Señor» tras la resurrección
más esta histQ!'il-1I.fiQD,Qd-ª9C!mp.Il;n£lilll,dela reahdª<!,hasta ha-
de los muertos", Partiendo de la fe cristiana en la salvación, san
éerlae;¡¡e;;-';;va a la totalidad del acontecer cósmI£2,
Agustín dio aquí expresión a una nueva conciencia de la unicidad -_.------_.--------_._--_ .._"--_.
de la e"i~t"'lc.¡ª-!lJlll)~a, a la que Íban vincuradas una más aguda 68. De forma parecida se expresa san Agustín cuando dice que «~n.tesde l~
comPrensión d~rpresenl;;\:omo un m9J1l"-'!tº.e!Lq!!e i'.stá ~juego creación del primer hombre no había ex.istido hombre algumm (De L'll'Iwte Del
la eternidad y unaconc'epción nueva de la individualidad del
-_ .._.- ------ ---
han,- XIt,18), :", 1" ." ¡JI
69. La hipótesis, antes ampliamente difundIda, d,e ~ue a comp,lenslon ,~
66. Junto a la transformación agustiniana de la teoría platónica del conoci- tiempo como una sucesión de ciclo~ propia de la Anligue,?a~ exclUla ~I.~e.n,sa-
miento, debe nombrarse también la doctrina estoica de que los hombres com. iniento <.le!progreso histórico (iJllplJ~lla almenas en K. LOwJth, We/tgc.\¡)J/(J¡te
parten determinados conceptos comunes (koinai efllloiai) como el otra punto de 't I /
un d H el sgesc le len,
[1953] 16s) ha sido obj'eto de , críticas
,
bien fundamentadas,
. ,/ I
partida de la hip6tesis de conocimientos o funciones del entendimiento a priori , . I H Canea, Die Redl/jerttgwlg Cortes dun 1 (en
aSI, por eJemp 0, por, '.. .' '.1 ..
a la que Kant daría expresi6n clásica en la Crítica de la raz.ón pura (cf. inIta, «Fortschritt Jer Zejlell». Zut Differr!1lzjiidisch-r.:hrtst~lC:her mul hellelllSC l.rc~-
capítulo 4). A través de Cicer6n, dicha doctrina pudo ser uno de los motivos que mischer Zeit- tt1ul Ge.\'chichtSl'()tstelhmgell, en A, Pe.tsl-A. ~o~ler ~eds,),DIe
indujera a san Agustín a desarrollar el concepto de melis. Zeir (1983), 257-288. Con todo, historiadores.que h,ablendo sld~ mflUldos po: el
, . O'JodorJ) y Polibio (Canclk DIe Reehtfertiglll1lJ ... , 265ss),
67. San Agustín, De c:ivftate Dei XII, 14. Cf. también X, 30: es «de simples estOICismo, como ' .: l
pensar que en la vida futura, la cuai no puede ser sino motivo de una felicidad sostuvieron la realidad de un progreso intruhist6rico, sIgUieron p~sea el o pre-
sos de 1a concepclOn" global de los ... ~idoscósmicos , que era precisamente a lo
absoluta, garantizada por su eternidad, los hombres podrían añorar las debilida-
des de la carne corruptible y abribar todavía el deseo de volver a ella .. ,>1, que apuntaban los argumentos de L5with.

75
74
La unicidad de la sal vación opuesta por san Agustín a la doc- ti Chartres; en el siglo
trina de la transmigración guarda estrecha relación con la eues- " fundador de laA:ademla p atomca e
< xv, PIOl<N' 1'< de Cusa-tMarsilio
, lCO dasFiore-nc-ia
"
Ficino,
y'e-n-el-sigiüXVlI
)(j'Q.'¡_
tión de la encarnación del Lagos, en la que él mismo descubrió la por el círculo de filós?~l)s.l'lató~icos d~ Cambn~ge: Con to ~,e~
principal deiemeJ!l.m~e cristiana y la tilosoffa platónica," surgimiento de camerltes que se aenomInaron a SIrmsmas plawm
./ Unir de esta man~(a lo eterno ¡}tÜi'umco ~aconteciIniento en el :1
cas no agota en nlodo alguno la historia del.lfiflu~o del pensam,len-
':'1 tiempo erii'~igo-~j~n~'~-tod~s-ias foj:¡nasdÚilosofía añtigü¡¡:Los ~ to de Platón< Un" parte importante de este InflUjOse encuentra en
platónicos -Como por lo demás el resto de escuelas filosóficas de, la historia, iniciada en Schleiennacher, de los esfuerzos por rede~-
la Antigüedad- eran ]ll:lfe~tamenteCQnsd''ºte,,<de que el hombre !) cubrir al Platón áutentlco detrás de los dIstIntos platomsmos, mas
es elúnico cJ1tn:todos.los se.re,,_gll,,<p!!rticipa<delalnteligencia'I aún se podría lIeuar incluso a caractenzar con Alfred North
que gobiern,~ t:,~.. '?2~~os. Hasta aquÍ, la filosofía tenía conoci- ~: Whitehead la enter: histori~ de}a filosofía europea como lIoa sen e
miento de una suertede encarnación de la Inteligen"ÜLtli',éiIlaen ,'" de notas al'ie <(jepágiñade los escrit s PI' ", , '
,¡la humanidad y, por tanto, en cada uno de los seres humanos, La ;: -:J)-énrro (jel'ri.eiisamiento cristiauo de la Edad Medl _.."clden-
'JI in...rer.pretaci.ón teológica' de la figuroa d"-_~d.~.t.Q.vio C.ol]}.oalgo n?- _ f.. (¡tIlos motivos ¡ilatóDlcos permaneCIeron actlv".s undamental-
!......

j¡ I t.'lli!LpIº£~.º"r.<c!.~manera II1~e!.sa)::_cO<Il~.e.bIL!a. uDldad de Jesus .;:: mente dentro deJ'caudal de tres cOlTlen~:,en pnmer lugar en el
! con -:!19g9".!livmo como el C!!!L'L'Th~,.e.'!!.i!le!!l,,_º~gill:!i.,,!pación~, ag'ÍÍstinis]TÍo; en segundo lugar en elmteres, sIempre r:novado,
JI 'cíeTlíombre en el Lagos''. Pese a ello, ninguno de los esfuerzosi~_ quepÜr"la figura del Pseudo-Dionisio..:-\!espertaron Maxlmo el
ques'e'hícíe¡:oñ~por explicar el concepto de encarnación recu- 'if Confeg¡r y Esco~oEriúgena (en eccldente); y en terce,r lugar en
rriendo al vocabulario filosófico familiar a la conciencia cultivada :¡¡ elLiber de causj~,)ma obra traducida del arab~ en el SIglo Xl! y
de la época renunció a seguir viendo sU..p'-rincigal interés en la uni-~~, te¡{id;iargo tiempo (hasta santo Tomás de Aq~m?) por ansto~~h-
."i.2~d histórica de la figura de Jesús, Esto fue así ya desde el siglo ,!, ca,,,g~ro inspirada en realidad en la stO/ehelOSlS theolog!ke. de
!l, loqtie-e;rplíca qü€'1ustino invocara la doctrina estoica de las ;';f ~í(" Latrad"eción en 1268 de}a obra del111lsmoProclo pOI
«chispas» o «semillas» del Lagos diseminadas en todos los hom- ~: Guillermo -de Moerbeke SIO_ ¡;onvlrt!o en el punto de pm tlda de una
bres -no solamente en lus filósofos- para hacer hincapié en que li:ñueva -vuelta al¡ilatonisl!1o enOc_,idente, SIendo su pnmer 1110-
este último sólo se había manifestado c(}!!!IZ!!talllente en Cristo meñiü 1~--l11ísticadominicana. Después de que Petra;ca plOcla-
(Apol, 1I, 10-13), De esta forma iba preparándose aquella trans.. mara en 1367 la-superioridad de Platón y del ~latoDlsmo sOxbvle
formación de la cosmología en historia salvífica que alca;¡z;;;:¡a Aristóteles" luvO lugar una nueva vuelta a P~!2!L~!l.~.:nglº--~
.------- ._---~,--.
'- , ",
. . ligada al (listanciamlenlQ de 1a "s,&_as_fGJLL
l' t' r'sto'"]¡ca v aVivada
__',"_::-_:-'''; __, '
"~"~o por el mayor conocimiento que de Platon y de los escnlos plato:

-'-
5. Persi!J'lellda y actualidad
,--,--.
del pensamiento platónico ,~ nicos tenían los ",,~dlto£blzantlllos, A pesar ~e ello, en s,u estruc
;¡r, tura metafísica básica, la escolástIca «anstotehca» del siglo X!II
La historia de la influencia de la filosofía platónica. no terminó
con el platonismo antiguo, La marcha del pensamiento occidental
ha sido testigo en reiteradas ocasiones del intento programático por
J; ~:~'~~~Óe
~1thistórico ~':.
t~~¡~~~:~~u:~i~:;~:~~
..~~i;~~~
;~i;:~f!I;~~:!a~~P~~
1/:.
de toda.s~a~._,:?~a~<<<c!.e[)i_o~"a
...qlOs» E"sta ,íltT' /
j ,

IIJ..~-
13 '1
r---_. -- .•• -.---- ~
renovar la mosofía de Platón: en eIsiglo IX por Escoto Eriúgena,
director de la escuela palatina de la corte-de Carlos el Calvo; en el .~: '", 71 A N Whiteheud Pmces,l' anJ Rel/lit)' (J 929, reimpr. ¡957), Harpcl~, 63

siglo Xli por la escuela de <;:.hmtres,especialmente por ThielTY de ~."i!.'/. (versiÓn c:rst.', Proceso y ;wliJwl, trad. de J, Rovira Armengol, Losada, Bue,nos
:~:;. Aires 1956). ' .., . . . (1367 publiclld(; en
::;;,¡~ :" 72. F. Petrarcu, De .1'11I IP!)'IlI.l' el J1Itllturum IgIIO/(/IlIW ';
70. A:¡í lo defe.ndió Atanasia en su escrito sobre la encarnación del Logos y
con él Apoljnu¡-.dc L~odjcea. Para Apolinar, cf. E. Mühlenberg, Apo!blarü' von
L(foilimea (1969).
1:
.';'
13717)3' Al .
.
t :Of M Seckler Das Heil in der Ge!>'chidue. G.escf¡ü;hlsrheo-
¡espec o. e o. '. • 'o', 1 18
logisclles Dellkeo bei '/1"",,,,s voo Aq"'o (1964), en especia, - s,

76
~J:;' 77
Dent~.o de la teoIQ~rot,,,!~'!1~>;,.r~.0enl9 los ~~ep-
1transmitida
.d . el Pseudo,Dionisio y el Liber de e aU.\t,\,
b ~por " , es una. d e
tos platonrcos de modelo y COpIa han hech_~.!entlr sus efectos
as " eas a".''':fó..cJ.''lneoplatonismo. Su significado es que todo
hasta érpres~ente.-Ün primer ejemplo es la ideascfiléier-mache-
. procede
: ,del -----.;.
Uno a"'¿óm~---r-
mua.~~.~.mes d espertado por .f/Jlstr0e.he
'.
nana aeTa"ejemplaridad pa;lt el creye~e la ¿onciel1£i~_~e
materia y v..uelY~•.'porJ1~aas-
~_e.~!J:.mm~r¡;;.iº,º_.~n._~~
((~0I1~'er.~~'~o)
Cristo tiene,feowSl'. Por 16 demás, la dQ&mática eclesiástica
pIral a su pr~ncIJl.~?:"Con ella está relacionada, en segundo l~gar,
la Idea de la, artlcipación del efecto en la c¡jl1sa y, en virtud de d"" Karl Barth se estructura ,también con air:e"gIQJt.!uil",éiÓn
7
ello, en la pnmera e e as:-:~a~s~ dí."ina "'. Esta idea presupone m~e.lo-copia, ya sea en la :fI:\IIiºªd, entre el Pac\r" y ,,1 Hijo
-en sus relaciones recíprocas-, o en la relación hombre-mujer,
a su vez, en tercer lugar, que los dectos son fiel reflejo de sus
.,causas, espectalmente de los modelos ejemplares de las cosas en la que Barih descubre la semejanza del hombre con respec-
presentes en el ~ntelect~ divino. Por último, debe agregarse a es- to al Creador". .
Tampoco en la actuali¿¡~, existen razones para pensar que el
te complejo de Ideas la,!!!!J.!Ijnación por el modelo ejemplar divi-
potencial del pensamiento'platónico se haya agotado, aunque es
no, que es qmen permIte la conversión o retomo (epistrophe) a él,
posible qne su_a~tualidad y.!!..!!.'!-[~iI,!r.!ge. ellel concepto eleático
una Idea de la que la teología medieval siguió sirviéndose en la '
de la~.ideas c~nlo ser V"rQmrr .Q.~n.!.'!.<;IJll:J.!"inª platónica Q,,! al-
doctrina de la gracia y la luz de la fe a pesar de haber abandona- ';
do ya la teoría agustiniana del conocimiento. {.
ma-pese a que el concepto de transmigración haya cobrado mu- '1',.. .
. ~n ,el pe~saTJ.l~~.ntq l~oderno, el «cosmos escalonado»7s neo- ~~~
dio atractivo en Occidente por efecto del influjo de la antroposo- !t
<,. " ~~~~~!!lC~ ~~esa'pare.ce y~como consecuencia de" eno-;üITribién la f
fía y las religiones orientóles--. La actualidad de Platón se (.iJ. ',. ¡
encuentra más bien en la dialéc~.~, la cuaI,est.ará, Si~~., ..Jlreen~',~Il" ( , "; f,
" '~~n~~l:~~~~ó~~~as~sa!a~~:~t~~~~~~~al~~~~~~~~~f¡:~~:~~~~ ,~,:
.•"•",'
• <tacon la profliñdriraafilOsónc.:.a"º" __
! ~~~J1lc;a p\.atí?mca del dlalo- ., 1:
g'2.!:l1.'l?etie.r.!e.."'!..'2!:jge.l1..h~t2rico79,
Durante largo tiempo, la ac"' , ¡
_~."_~'!..'!I."~~ól1_d."~e~plfltu
_ humano con el divino, en este caso a '?
causa dela creaci?n del hombré a
imagen y semejanza de Dios.
tualidad de uno de los motivos centrales del pensamiento r.
:1 En cambIO, la teona de las ideas y el concepto de co ia a ella vin-
platónico se ha visto preservada de.fonna implícita en las espe- !
culaciones filosóficas sobre lo divino como fundamento trascen- ¡~
f! c~_I~.~_~~~~n~ln~~~~~?_~~gentes
en el pensaniieñto"'111odemo con a :-
dente de la subjetividad huinana, Otra POSib.ilidad~s.CJ, ~~..e.~)\ :
g.unas moolflcaclOnes,n-asIa que el influjo de las modernas cien- '~1:,- ..gd !?Jen c~1Q...ser \ {, j
CQ!!lprendid!!_£!l..liLicll:a..sQcrátil;¡¡oll!!!t.'Íni~ª

I
~sde. la na~~r~~!:ac~n,~irtlO"~",llnperii¡¡¡¡,-raconCepción dequeij, verdadero. Pues en esta idea se esconde un elemenü'''-cte futuro \ ,(~
t~S ~o.s~.ucesos mafen~ ~~pias_~ém£Orales"oéleyei¡la"
t';lrales eterna~.l'ese a ello, muy dIStIntas ramIficaciones del pen"'"
,.' ScibreeI'que aún no se ha refiexionado suficientemente, y en el ,1,
que podría verse el rasgo car".cterístico del verdadero arche, del
,samlent~ platonJco SirVieron como mínim~ de inspiración a...otras. l¥' fundamento de todas las cosa¡, y del proceder de todas ellas de él.
f,•.

c,~nc~p~l"on"sl~odernas',El ejemplo más notable de ello es, a '<¿:. En este último caso será necesario concebir el Bien que lodo
Duen seguro, la reereaclOn que hIZO el psicoanálisis freudiano lo une y cohesiona (Ferióll 99c Ss) como el fundamento fuluro
tanto del conc;pto platónico de eros como, sobre todo, de la doc, de la esencia de las cosas, como el origen que a la vez es uno con
trIna de la anamnesis76• la plenitud futura de su identidad. Un desarrollo de este motivo
podría contribuir a la retlexión en torno a la relación del tiempo y
. 74. Ha mostrado
. In dependencia
. . . tle la. tloctriu-'...,...
lon,,'s'" de Ia anal'ogm d e 1a
Idea neoplatÓnica de .partiCipación H • Lyttkens ,~fT',e A"l,lo gy b.,ell'een GOC/Q/Il
~ 1
_ •.

rhe World. ,AIl !m'cstlgatlOlI (~firs Backgmull£l (IIul /nrerprelariofl otilo\" Use b 77. F. Schleiermacher, Del' c}¡rütliche G/al/be e 1830), 93.
Tl1ollla.\' (d Aquino, Uppsala 1952. . Y 78. Para la relación de BarLh con Platón, ef. J.-L. Leuba, Plulollisllle el
, 7~. M: .~~Gunuilluc. Nikohltf.\'¡Jotl C~.e,,'.Sflldiell'w ,\'cilla P/¡jlo.l"OplJie /l/ul
Barlllisme: Archivio di Filosufia 53 (1985) 153-172. .
(verslOn france''', 194'1_, velSlOll
. '. 79. Señala en esta dirección el pensamiento de H,-G. Gadamer. er. l:lmbién
ph¡lo,wp!w(hell
(~ .".
WelIUIISCJWltllflr,
••.••• .H u 1emana R. Bubner. Diulektik (lIs Topik. Buusfeille ZII eitEer lebellswel/lidlell ]1leorie del'
19J3). 133.' ef. l~4 para la obra del Cusano, De Judo gJobj (1462),11,139.
76. O. Y. Bres, La psycJlOlogie de Plul(JIl (1968, 21973). Rariol1alit¿¡/ (1990).

78 79
3
El influjo de Aristóteles
en la teología cristiana

.1

1. Las ide(/s nucleares de Aristóteles y su relación COIl P[(/fónl

Una década' tlespués de la muerte de Platón, Aristóteles se


~ (
separó de su círCulo de discípulos para, a continuación, ~~
a.c., fundar stl 'propia escuela en el Liceo de Atenas. Pese ti
erro, y a pesar del distanciamiento crftlCo de sus escritos con
respecto a las dóctrinas de sn maestro, la mayoría de los plató-
nicos desde el siglo I antes de nuestra era vieron en él un pen-
sador cercano ¡) sus tesis, por lo que la lógica y I;ui".c;trintl aris-
totélica de las ~catewías _~.D9-º-~~(~a-!'~n~"
aunque con-.:C1ertas
r~tncciones, sitio_en IfL'!~9.~S!i9-ª.pt~t9!1~~a? Entre los platóni-
cos, algunos -como AMr:o- n2_,~~.:~~~c~~ron el~p'~.i~,~~pi~con-
tradicción alguna entre las doctrinas de uno y otro pensador.
Por mayoría de 1"", .posteriores
ótraparte, 'laf -~---- --.---,.-----.'
comentadores
-_..... "'-,"
de
l'1.s.escritos ari~t.9t~licos
i:'-- -.. __.._ .._"'~
fneron neoplatónicos.

. 1. Una muy buena inLrouul:ción al pemiumiento de Aristóteles es la comiti~


luida por t:l ensayo,~breve pero sustancioso, de ~..D. Ross, Aristo(fe eI945)./
Además I. Oüring. Aristvrdes, Dai'sre!lul1g IIlld bue¡pretatio;¡"SelJie.\' Denkt:ns
(1966). eL. asimismo, el resumen de O. Gigon en su artículo Aris!o(eles, en
!RE 3 (1978), 72ó-76M.
2: Al respectó, cL H. OUrrie, Der P{(lrullÜ'IIIt1.\'in der Kulwr- l/lid
GeistesgesclticJ¡re der./i-iihell Kai~'eI7.eit, en IJ., PlatrJllica Minora (1976), 166-
210, 1875. Plotino fue uno"de los gue criti,caron ¡aductrina aristotélka Je Jas¡;¡¡-
t~.K9ríus..(El;eada vI; 1.3; ven>Íón ~asL-E;¡¿;;;¡;;;:;ad. d;}~A:rViíg-~ei~"Eliellda
80, ef. W. Pannel1berg. Mewp/¡Y.I'ik /l/uf Gottesgedcmke (1988), en csp~c;ial, Vi, Aguijar, Madrid .1967). Par:l él, el ámbito Je aplicación de esta doctrina de-
66ss.
bía circunscribirse al muntl~ sensible.
No ocurrió lo mismo, sin e~bargo, en la Edad Medi~Jl!l~, escolásticas del Medioevo no sólo no lUVO en cuenta.~.º"s.
para la cual !\'.r.istótele.s_y-Pl~tónhabían sidO defensores de dos d$JU!P..rinQpJQ.hl\!Jíamal'Gaee::Ja.:di1érenci as entr~,!~,p,'2"turas ,
actitJlcks-Ei£tintas. Esta imp~e-;;¿fl se vio
í'éforzada e"érsiglo l'!!!tónica y aristotélica, sino queél mismo era resultado"~~i!;
be~adspor altii1'm'p!erm,.!1,()':;'~.!'. ambas co~cepc~oD~s .' ,
,
XII con motivo de la disputa a propósito de la naturaleza de los
universales (conceptos generales). Además, d.e.i!~~lm9nlento Tant'l.Plat~cOtro NI,S.$ eles concibkron lo umversal co,!~p:'
eI1quesetuvo conocimiento de la epistemología aristotélica, la tual cOma un m9,mentn.J.le..slllll=PC1Ón M.l:uea1llilld de las
tosas siendo '~hí donde descansa la plausibilidad interna, tanto ''',,'
actitud empirista a ella vinculada fue entendida como una forma
de ver las cosas opuesta a la teoría agustiniana de la ihimiííación, de un'o como de otro punto de vista. ~, la i~ea es un í
inspirada en Platón.' ,goncepto normativo que d~be ser objeto de una E.apt~clónmtul'
¿En qué se diferencia la concepción platónic~n •.Ja-"ri.•!(.>téli- .thm...ydel que su objeto, es decir, lo dado a los sentIdos, ueda 9
ca en lo relativo a la naturaleza de lo universal~es' con- siempre a la zaga, IimitándoJe,pe~mlsmo a n~ ser mas que
templó la forma específica (eidos) de las cosas como una forma una imitación de su idea. E~nstóteJJls, en cambIO, el cancel"
uJlj~taa una materia y que cOñSiituye su substancia, mientras que to específico (eidos) no es naaa-eiÍsí, no haciendo referenCia
Platóh conciDIóerewas-éOllRfu-rtiiideatrasceiidente, elevada por más que a una mera determinación del pensamIento, es deCIr,al
éncima.Jlrl.m!J!!dcJsenslble, deJ¡tque las cosa8"S\iñ-meras'coplUS. elemento formal presente en las cosas que eXIsten de manera
En la formulaci6ñ'deestadiferencia,'ellenguaje de lasescue1as
------"~
concretas.
111edievalesdistinguió tres posibilidades: -- , ,.. En la concepción aristotélica subyace una forma de ente~der
_ ~!1iversalia iI1J~, o la postura aristotélica, según la cual los 'la naturaleza del alma y sus relaciones con el mu~do corpor,eo
conceptos están realizados en el objeto de la percepción; ,distinta por completo de la platónica'- A diferenCia d~ P:aton,
_ w¡jversalia ante rem, o la postura platónica, para la cual las 'Aristóteles no creía ni en la pre~xisten~ en una mtUlCton 111:
ideas anteceden a'las'cósas como modelos ejemplares; de ellos .¡;;a¡e¡:¡;¡ra,,"las meas 'có'mell a@D:,,:,..b.0_p'ensado l' lalón ."o!']()
las cosas se limitan a ser simples copias. propia del estadó'oel alma con anterioridad a su encarnacIón en
A estas dos posturas se añadió una tercera: la aprehensión de un cuerpo. Tampoco concedió ningún crédIto a la hIpóteSIs pla.
los conceptos generales como productos de la percepción de los tónica de que el alma es motor de su propio movimien~o, porque
objetos, o lo que es lo mismo, como para él, aunque comprendiera en su conc~pto el cambl.o cualita.
_ ulliversalia post rem, o postura de lo que se conoce como tivo, todo movimiento se reduc¡:,.al..Ill=lllfcnto corporeo en el
~'--_ ..
Qº~o, según la cual los conceptos universales son 110m;.
;,', 4. Al respecto, la opinión de un autor como Wieland es que el p.robl~ma de
I~ es decir, id,.":' que han sido'creadas por los hon~Le~~ que ca.
tos universales no surge hasta que «lo lingUístico ya no se ordena pnmUnlll1len-
receE,de c~~"p'~~¡iQ~i~l:á.re~lldaE.ºbj¡;tjy¡¡ •. --- :te como en Aristóteles, al <Ímbito de hl intersuhjetividad, sino que se (ama (:0-
"Todas estas distinciones, presentes ya en los «dialécticos» de m~ un posible signo de objetos exteriores al lenguaje». ~l respeclo, d. W.
los siglos XI Y XII -especialmente en Abelardo- se remontan !Wieland, Die aristoteliscIJe Phy.\'ik (1962, 21970), 163. Teniendo en cuenta la
tanto a los comentarios de Boecio a ras CateRorías y al De., orientación objetiva del pen))llmiento arislotélico, l~ más probab.le es que
~Aristóteles num;u hubiera aceplado semejante allernaliva. En cualqUier caso, Y
flIterp('eta!Jy,!1f'.-ÓeAristóteles, base de sus actividades académi. ~so pena de renul1ciur a toda ohjetividad, no debería descl~idar.:~el c~ntexto en
éas, como a la introducción (Isagoge) a la primera de estas obras que se inscriben tanto la concepción plalónjcll~omo la anslolehca, ni lam[JOcO
redactada por el discípulo de Plotino, Porfirio'. los planteamientos que condujeron tanto a una como a otra. .
El análisis abstracto de los conceptos universales y su rela- .' 5. La postura de Aristóteles podría interpretarse tanto como Javorable u la
ción cun los ~?E!2~Q.~J~on usual en las discusiOiies .tesis del unjversafe in re, como a la tesis. en el s~nlido por ejemplo de Ockham,
del universale post remo '
6, Al respecto sigue siendo muy recomendable la obra de E. Zeller, Die
3. El resto de los escritos lógicos de Aristóteles no se c.9ºocerían hasta me-
Philosophie der Griecf'¡ell ilJ illte,. ge.\'chic:}¡tlic}¡ell Entwic:kltl/lg (51963) ll/2.
diados ~tel~igloXII, en traducciones del árabe, junto a ob~ascO~110-1aÉi{;;;: el
De ¿iiíilllll, la Mera.r¿'ic:a y los escrilos sobre filosofía natural. 188ss.
83
82
¿cómo es posible concebir el Bien (es decir, el tin, e1ldus) como
espacio'. En'su tratado sobre el alma, Aristóteles explica cómo
arclie, como aquel principio tIlle, en palabras del FedófI, «todo lo
de <da in11'0sibilidad de que en.eLalma se.rlé..lnovimienlO algu-
-u1.1e y c.;ohesiona» '110• Sin embargo, al dejar '-.1trásla:oP9sición en-
no» se sigue:Ia pérdida de toda base para poder afirmar que
tre las Ideas y los entes sensibles, e identiílcai:'el elllbs =0'i<i. ~~for-
constituye su/propio principio motorH, Y aunque él mismo iden-
mu» (morphe'j, có-mo-éfiuismo acoslUmbraba i.denominar- con
tificó en el ~1{¡¡,,-I_a(;~usa del movimiento deI5~.erpo (De an.,
el acto Bel ent~ >~n>ible en cuanto tal, Aristóteles incorporó a la
432b 15ss), no considenlb~ pecesa¡lo- queéila misma "sJgyiera
respuesta a que apuniah.a}~.¡;¡:"iliQi~socr~ti£Q.!!pª ¡ji,ección muy
en movimiento'. Para Aristóteles, e],almúftstá unida al cuerpo
distinta de la quéld"ibía dado Platón. ¿Qué le llevó aaetii:!, así?
(414a 20), más aún, es la forml\ (mo.,phe) del cuerpo viviente
Lo más probable es'que fueralnos problemas derivados de la teo-
(412a 19s), éS decir, aquello quehace del.cuerp" un ser vivo. Por
ría platónica de las ideas, aunque con seguridad menos las difi-
sí mismo el cuerpo tiene vida .s610 según la potencia (dynamis).
CLJllad~srecogidas por el mismo Platón en el Parménides -rela-
En conl'ormillad con ello, el alma es el acto (enérgeia) del cuer-
tivas a la duplicación de los objetos de la percepción sensible a
po natural que tiene vida (412a 27s). . .. -.
;. que parecía dar lugar su teoría- que las insuticiencias reveladas
Ellugar ocupado en Platón por la hipótesis de la preexistencia
por la teoría platónica en el área de investigación a que
del alma corno.principio motor del cuerpo lo ocupa en Aristóteles
Aristóteles consagró sus esfuerzos.
la idea del alma como actualización de la especificidA!1Q~1 orga-
En ifecto, si algo pudo causar el enojo de Aristóteles fue que
nismo al qne es inherente. El examen del alma es así alineado .:¡,
C.iU1liLirry,,-~tigadorde la naturaleza enseguida tuvo que darse de
dentro de la consideración de la naturaleza y, en concreto, de la
qruces ~on que l~t,,9iiá.q~.&¡¡ .Íllaestro.era:ti:italmente. inse-c,"i:líe
naturaleza de los organismos vivos, a la que, al parecer,
para explic~I~..I~~~e~er~c~~.~~t~~"~pció~1, es decir, el movimien-
Aristóteles consagró ya algunas investiga<.:iones durante los años
en que fue mIembro de la Academia platónica. Fue probablemen-
JO de lá~ cosas (Met., 991a 8s). Platón recurría aquí al alma, pero
dejaba totalmente a oscuras la manera en que esta última podía
te entonces citando acuñ6 los dos conceptos que describen el de-
mover ~I cuerpo. Con el fin de aclarar este punto, Aristóteles il!.:
sarrollo o generación del ser vivo: es decir, la Qoten<;.!A(dYlUlfni~')
. tl:odujo el binomio conceptual potencia-acto, concibiendo el mo-
y el ~1cTii.(e;ie':ge"irAiisi6telesTbmó también a la existencia del
.vimie¡;i(j -coíi,oéíaCTücte lo AlÍo .I;[l.pJJtencia_~y_pru:ende=n.su.
alma, entendida como el acto del cuerpo animado, «prirnern entc-
el;tele,jui:io.píeñitu¡j (F;;:, 3, 1-201a 10s)- Lel alma como el
!~~i~~) (entelécheia he próte) de ese cuerpo. Su «segunda;) ente-
lequia consiste en la actividad desempeñada por el alma. Así,
~n,~.~~~t~.
.pdncípio'- I"ililé"i-ent.e.al ser,v.~Y"º1_-º.~_yl~)1_q,.?S!9 ~~~Ó.9.~nte
..
~L_ su erdelequia. . .. , .'
pues, el tin af que se orienta y en el que se actualiza el ser vivo se
.. PerQ está nueva manera de ver las cosas tenía una consecuen-
---.
enc.ueñtra. ,._._._-_. Afist6teIe"S-tü-1TIitilOestaeTfCüñstañCi'a
e..nlaaéción~
su Metafísica. de manera extraordinariamente concisa: «Porque la
en
cia ineludible: la conversión de la idea platónica trascendente a
los entés sensibles en la «forma» de esos mismos entes y, en pri-
obra es un ¡in, y el acto es la obra; por eso también la palabra ac- ,
.: ;- mer lugar, de los seres vivos. Arislóteles pudo entonces definir el
lo (elleJ~f{eia), está direclamente relacionada con la obra (ergoll) y
generarse d~ estos úllimos como la actualización de su forma en
tiende a la erjtelequia (ellte/echeia)>> (Met., 10SOa 21-23).
. su materia (eL Fü., 20 J a 27). En cuanto generarse, JI movimien- ..'.1
En cierto sentido, la concepción tan sucintamente resumida en
esta frase po:ne puntn final a la pre"unta del Sócrates platónico:
r : o
. - .-. ~ __
.. .--_. __._--_._._~_._._----~.
lo es aquí el «devenir uno y có'mplefó'detiiú-í.renlidúd>;'T.-.- -- .'. 1,.'

,, 10. Fe,Ii:. 9~h:5. Al rcspel:to, eL Met., .I05Ua8-l0: "Porque todo lo que ~e ge-
7. Ari~lóLdes, De anima, 1,3 (406a 15ss); ¡,;f. Pis., 260a 26s, así como f]e
lll.:filva lml:ía llJl prím:ipio y un tin (pues e~ principio aquello por ~ÍJya call~a ~e ha-
tlllillltl, 406b 27ss~
ce algo. y la gcncración ~e huce pUf caus¡.¡dell'inJ, y tin es el aclol>. Como Y<.\.se
8. AristóLelc~. De (/Ilill/(I, 406a 2s y 408b 30.~. El r~~to dt: las il\di¡;a¡;ioll~S
ha illdicauu I\ui.sarriba tI 050u 21-23), Id acto til.:uJe ~n la ac¡;ión'a la enLclequia.
1IlIm¿¡.i¡,;as dd rexto hacen referem;ia a l.:51aobr¡.\
11. I". Kaulb;¡¡;h, lieweglllll:1. en flisl. WlJ P!Jifo.l'. 1 (IY71 J. S67. cr. Lambi¿n
t). ArisLl)~~I~s, De W,ill/ll, 406u '3s, usil~1Ísmo Fi.l'., 256b 2.1, lhlllde
W. Panm~l1berg, Metaphy:úk /lntl GOl/e.I-¿;edwlke (1l)~S), 76.s. .
Aristóteles se felicre a la dadrina de Anaxágoras sobre ei'IOII,I. (256b 24s).
A esta última realidad concreta Aristóteles la llamó (Jusia, se mueve orgánicamente, aun sin ser su propio molar, es alme-
substancia (Met., 983a 27s), y todavía más exactamente «el algo nas, según Aristóleks, ¡¡rim;iPio ¡J1QtPLQeIcuerpo".
determinado» (tóde ti).>E~anto determinado, el tóde ti o subs- La id,,~ que rige tan complejo análisis de los faclores del mo-
lancia es separable (1017b 25)). Por otro lado, es aquello_de lo que vill1ientoy del ente en movimiento es, obviamente, de_~_llñoSQ-
seJ:~.19i!2.}'2-_c!!eDlás (cualidades, magnitudes, relaciones). cráti~o.pJatónico. J,,' ~ausa última de todo movimiento, así como
Pese a ser él mismo quien diStingu.ió amba¡;",~neras» (trópow;) delente que se mUEve, descansa-é'i1i1íiimo'léiiiJiiio e'!.<;! fin_~el
de definir el concepto de substancia (JO 17b 2¿2JAristóteles nun- B-ieil,'de la perfeccióll.aíj]W cod" cual.as¡rimQiJH!. sí.wism..2.:.«De
ca profundizó en sus diferencias, ya que las dos definiciones se acuerdo con nuestw doctrina, pues, existe por una parle algo di-
referían al e~te conqeto deteI.J1lin~dCl.por sll«~ri:íil». . vino, bueno, digno de que se aspire a ello; por otra parte lo con.
El ente concreto (~se compone, pues, de materia y for- trario a esto, y en medio algo que aspira al bien según su esencia»
Jna.-porque la forma (eT'eidas)_está.aQll!!!l}zada en la materia, .la (Fis., I92a j 6ss). Sin duda, al rechazar la tesis platónica de que el
cual es a su vez quien permite dicha actualización. tfe ahí se si- alma es el principio de su propio movimiento, Aristóteles no tuvo
gue el esquema que viene a continuacÍónl2: olro remedio .que ¡;onc.ehit Jo perfectQ...Y...Qivino.-éOinoii,móvil
(Met., 1073a 4). Pero eso no impidió que coincidiera con Platon-'
oLlsia (physis)
en ver en la divinidad la Inteligencia suprema, aunque ésla sea
//(teIOS)~ una Inteligencia que, por no existir para ella ningún olro objeto
más sublime, sólo. ~e.cont"!!!Ql,, o intelija a sí misma (Met.,
11101phe h.v/e
1074b 34s). Sin embargo, a pesar-ae-:::Su_JII¡üffiiilidad la
energeia dy"amis
I!)l"ljgel'~j~.J!jvif!'!..mu"~t~dol~!:,,,.l11Js, así como al cosmos en
Al lado del movi;"ieWb determinado por estos factores como su totalidad. La manera en que hace esto último es ~)(elliluha~_, ,
el devenir orgánico-delma cosa hacia sí misma, Aristóteles dis- ,ia ellatod_a.s_~~_~(~s.as,de ..'!!¡¡:lera semej~.'1t~_~~?Il1'!Jº.~l!lªdo
ll1Ueve..al que ama (,l1el., 1072b 2). De nuevo, es atrayéndolos ca.
ti;'
J'"
\ tinguió una s'illi!lda forma de nl,oyilTliento: el impllesto o activa-
do desde fuera y
equip",:able_a !l9.~~I.p.2r."Lque el artesano da mo la divinidad suprema mueve los astros y luego, por medio de
forma a un material. En el análisis.dees' ueva modalidad de mo- ellos, al resto de los seres.
vimiento, es preciso distjnguir/~atro «causas» En primer lugar, el Pese a seguir aferrándose a la doctrina socrático-platónica del
J artesano, caus'!-~ticiente d~lmovimiento. En segundo lugar, el..!l!!. Bien como principio de todos los seres, el rechazo de la tesis de
"/ que el artesano tiene in mente mientras va dando forma al mate- la autumotricidª-C! ~el alma alejó a Aristóteles de un buen número
rial. A continuación, Iafor-ma misma. Y, por último, la materia en qe ideas.plalÓllic.as. El carácter inamovible del NOLls perfecto, por
que aquélla se imprime¡;a¡;;-realizar en ella el fin". En cambio, ejemplo, hizo imposible seguir representándose el nacimiento del
~_nel.d~Y~!Ür._ºrgániE_.~
la.s tres primeras causas. (causa efi.lci.e.
nte, cosmos a partir de la actividad de un Demiurgo, como había ima-
I formal y final) coinci.d"ri--(Fis.~-198a
idéntica a la forma l-l,
2'¡-:20) con la ~'1I~leq"ia
la cual es también causa del movimiento del
ginado Platón en el Timeo. Por lo demás, Aristóteles ni siquiera
llegaría a plantearse el asunto. Su divinidad suprema no es más
~uerpo. De este modo, el (/¡'ii,iídéñilcaa'¡áe"teieqlíia'del ser que que In fuente o el 8rígen del movimiento cósmico, y éste sólo
afecta a los cuerpos en la medida en que la forma se imprime en
12. CL De anima Il, 1-(412a 6ss). También aquí (412a 10) se Je.signu {le la materia.
forma expresa aLejqfJL~~~imjnadopar la forma como e/lu:/echeia, la cual tie- La vi".,,ºIm;iÓllJÍelaJonlla can 1~j)lateri~en'lu~50bra figu-
ne a su vez el mismo significado que oll,\'ia (4 [2a 21).
ra fue también determinante.para lª gl1os"olo~ía a:istoté.t2~¡¡~ es
13, er. Fis., 194b 1655 Y 198a 24.
14. Así, en el movimiento «Hatural», no generado desde fuera, sólo lkben
15. PUfa el concepto aristotélico de movimiento, d. más en detalle F.
distinguirse dos «causas», la forma y la materia (S~I.~.1ª-c;~~~?~
:..!)a donación oc
forma (Fis., 190b 20). . .... " . K¡lulbm.:h, Der IJlij{osophische 8cgrUr der Bell'cgl1/18 (J 965).

86
decir, para la !,,!!:!,,_~,,,,~t~.fi!?-,,of~a.
,!ue_~.p.rincipj¡)S
del sig!QXIIl doctrina arislOt¿lic..:a de las.categorías;)que Aristóteles designó
ocupó el centro deLinH'r' , de las(li~putas .dela. "!:~~l'~~~ me- en ocasiones como los «,géneros supremos del ente)) (De (In.,
dieval. En el proceso del onocer, las formas realizadas en los'ob-
412a6). Hay aquí unaS2~r~d-"ri¡;!ifcbh'la'mariera en que
jetos materiales deben sel~extraídas por «abstracción» a partir de
Platón se había expr~sa¡jQ)'RJ!. P!ºpºsito,d~,~i"ngs.g"J]<::rl),s
las imágenes p"r~eptjvas, proceso que conforma el producto de la
nláximos (lIléii.l't~;'gélle)". Platón había llegado a ellos al dar
actividad del,nolls en el alma. Este último, sm embargo, leJOSde
cOliii;luación al intento socrático de .Ql'u~nªfl<:}parJicular a lo
t:arm~i"i'parte~rriii'~tiiiida-
al cuerpo, está «separado de ella»
universal, del que lo primero forma parte. Si;, -~',;';¡;argo,en
(De all" 430a 22), motivo por el que hemos de representárnoslo
como algo que actúa"~,,Lalma.d,,-sdeel e~terior -como la luz-
J:>"fatqrt--'os gé~erº~ .~.~jv~Is~H~i,~o_~._~jg~ef! ~.ign!t'~~a.I.l~o
los
principios (archai) de las cosas mismas (eL Fil" del 23c-25b),
(De an:, 430a 15)". En el célebre capítlllo del De anima consa-
grado a su examen (De all., 1II, 5), se dice también que ~~loeste
Iloll"-actijo Y,sep-"r¡¡~o_,d~!.¡¡lm¡¡,,-sin~l.!':>.r.tal
(430a 23)" n1ientnis
que el alma unida al cuerpo perece con este último, al Igual que
En cambio, Aristóteles ya no concibió los conceptos genéricos

en dios solamente formas más generales que aparecen en los


~'~t~"
unive!'sD:líS!~.Qf£~fño,pri~~:~iE!~~-'de..isino que pasó a ver

enunciados o juicios: las «categorías»l9. Ahora bien, l<.?~.e.nun-


el nOlls "pasivo» que recoge y combina las formas conc~pt~ales
ciados se refieren a los objetos de la percepción que poseen el
abstraídas de las imágenes perceptivas17 El rechazo de la inmor-
//lod"s esselldi arriba descrito de la forma actualizada en una
talidad del alma implícito en estas atlrmaciones es un nuevo
~ate;'ia, Deb ido.; ~íi o,n¿--;s'posibJeseg;íiry~;¡ap(lIi'iendo los
ejemplo del enfrentam,iento entre las doctrinas de Platón y
géneros máximos presentes en el enunciado en igualdad de
Aristóteles. Pero a la vez, la concepción aristotélica de I".!.f:'re-
condiciones, como hacía Platón, sino que uno de ellns, ta olls0c
hensión de IasJº.!'D.~~.~~-'as c.9~~~li.por
m~_~i.o.d~,lu:.«~J~~t!l:!~ciQn»,
'denlllesiiil'esiar mucho más profundamente emparentadªcon la ~.~,:_destaca como .el ~ de ~ o~~osque.~~.!l5!~..!!1 .....
::~~~
descripció~.platónica del conocimiento de las ideas pox..!il!!mi- ~.'!_autónoma,Jnie.n.tras- guelaS demás ~in~~~I2.~s_.~~}I~!~
tan a perman~º-t}erid~ «aT»()bjeto. Estas ultimas son,
n'ación» de lo que pudiera sospéchárse-a la vista' de las discusio-
nes del occidente medieval a propósito de este tema. Basta, en
pues,' de-te'l:minaciones meram~coñCOmitantes» (symbebe-
kóta), «accidentes» de la substancia. En el distinguirse de la
efecto. con recordar que elnolis a<;:tivo,o agente obra en el alma
substancia como la principal de las formas de enunciar o juz-
como una 1m:, y que es de esta manera como imprime en ella las
gar, vuelve a manifestarse la predilección de la con1Q[~~ión
formas conceptuales contenidas ~!1las imágenes de la percep-
ción. El modelo de la inspiraciónydetenninante en todas las va- aristotélifª,Q~Ja,[<::alidad por lu.sing~l!r.L¡:J?!l~re~9. De este mo-
do, útambién posible comprender por qué la inclusión de la
riantes en que la Antigüedad concibió el proceso del conocer a lo
doctripa aristotélica de las categorías entre las materias impar-
largo de su historia, sigue en vigor en Aristóteles.
La idea fundamental de que los cid" son formas concretadas tidas por las. a~~d~iñias~p1út6~¡~as- diihJ¡ii[,llf9ntroversi as a
partir del ~igloI ª.C. y es qlle a diferencia de Aristóteles, los
en una mate.r.ia..fu~, por último, de importancia decislva:-para la
platónicos no veían en los objetos del mundo sensible sino el
16. La pl~egunlapor la naturaleza del //Olio\' inmOl1í.l1diferente del alma hu-
mmm prCOCll~() ya a los eomentaúores :lllliguos del De anima. En el pwso úd si. t 8. Platón, Sofista, 254b-e, se Ol:upa deJ.,:if:r,el I~QQSO,el mº.Yl!!!.i~nto, lo
glo 11al siglo~lll, Alej<ll1uro de Afrnílisia iuentifieó el cntem.limicntu agenle eOI1 mismo y lo otrQ !:umo diehos géneros. Al respecto, cf. W. Brockcr, Platos m-
Dios. ge!~;/(/JIte K(ltegoriellieh,.e, en Marerialiell (,1/" Gesdlichte der Pllilomphie
(1972), Us,
17. El entendimiento pacienLe fue uelloll1inado por Arislóteles en De (¡/lima
[1I, 4, ~(elque"se conoce como llOllsdet alma» (429a 22), con el que el alma ra- 19. Aristóleles, Tópicos, ¡OJb 20s, habla explícitamente úe los ~(génerosde
zona y enjuicia. Antes de recibir las formas de las cosas, es iguat a ¿stas sólo en la proposieión» o cutegorías, tras lo cual diviúe a éstas en diez: qué es -subs-
tancia (ti ec.'li)-, cuánto (cuntidad), cuál (cualidad), respecto u' algo (relación),
potendol (429:'\ 2gs, 42% 30s), una tablilla de eera en la que no hay ll:H.lal:scri-
to (430a 1). '; dónde (lugar), en algún momentu (tiempo), hallarse situado (situación), estar,
hact:r, r. ad¡,;cer.

Xl)
escalón inferior del ser, por encima del cual se elevaban, a su unidad suprema, pelO a la vez, sin embargo, «S~ eJ~y.apor en~j-

juicio, el mUllQ~..(jel alma, la región de~."\'o~,:,'y, tinalmente, lo ma de la unidad misma» (Paid. 1, H, 71, 1). En este pumo,
Un.9. Por ello, el áffióiío de .apliE"fión de. las categ'?r["s. arista. Clemente se adentró--e~ (;;s dominios de la teología Mgativ~ con
télicas se circunscribe, segun 'PI¡¡tino, a las realidades der mun- Íllll.}!.OLJ!Uaaci,linclJISQ que plotino, quien seguiría sus huellas
do de nuestra percepción sensible. poco tiempo después. Sin embargo, la idea de que Dios se ele-
Yi.lba incluso por encima de la unidad misma tenía bastante sen-
tido dentro de la doctrina cristiana, pues según Jn 17,21.23 (en
2. Aristóteles e1l la teología patrística quien se apoyaba Clemente) I.~unidad de Dio.s ,ºmQf~nd~a en sí .'
misma la comunión(:t"I.I:!jj~ 9-ºn.elPadr~..Y,-jJ.'!I:_"II.o, un n10-/:'
Coincidiendo en su estimación con los tilósofos de la anti. mento de la diferencia. .(
güedad tardía, l'2U'.'!.dres q;,lalgJ~~i.a. n9.Jll!l:l'.£i~'?E.diferen.cias Los,p[QIiieiTlas-¡¡;je ocasionó a la teología cristiana la afirma.
especia]¡"ent~ ..s.9ºx,-sal~e!~tes..e!'.t,e .!,,~
..fllos.o[jJlS de Platq!,j ción de que Dios debe concebirse como una re;ilidad..qllf. tras-
Aristóteles, extremo en el que ambos se 4i!IT.enfi'!r.9_'1 deLjuicio ciende inciuso'.afser, tal y como la filosofía píütónica había-ase:
qu"..l~ E~ad tv1e~i~.}ªt.ina emitiría posterior~ente so.pre eLmi~-\ guradodeCüno:Bien(Rep .. 509b 9), fueron, en cambio, mucho
ino asunto. En De ell'!late Del VIII, 12, por eJemplo,'san~ustm mayores; Y, es que en la versión griega de_Ex..3.L..l.4...tod.o.~lJ1}..!:l-'~-
clasificó a Aristót~les entre lº!12La1QnicOS, aunque por otro Jada do podia leer que Dios se habia revelado a Moisés cOl11.o~:elque
no se olvidara de señalar que Aristóteles fundó su propia escue- e~:;,~eipcluso ~-C~n~~~'~<.!ill.tñDfé~~.llins (Pajel.
la. Tampoco Boecio o Porfirio, platónicos ambos y responsables r, 8, 71, 2). La ',¡"¡uación, en cambio, era completamente distinta
de la transmisión a la Edad Media de una parte de los tratados entre los tilósofos adscritos al neoplatonismo y al platonismo
lógicos de Aristóteles -las Categorías y el De Interpretatiolle-, medio. Para ellos, la expresión platónica «más allá del sen> (epé-
fueron conscientes de una exclusión mutua entre el pensamiento keill{{ tes oH.sias) revestía una importancia fundamental, espe-
platónico y el aristotélico, sino que, al contrario, ambos busca- cialmente en lo tocante a la discusión sobre los límites de aplica-
ron su unión. De hecho, el mismo Platón había enseñado ya que ción de las categorfas aristotélicas. ¿Por qué? La razón era que
el conocimiento parte de¡as'~;;sas-s~nsfbiesideTape~epción. de las diez categru:@.s aristotélicas, el ser (ousia) era laprimera y
De modo que si se dejaban provisionalmente a un lado la psico- fun.d"u~ual._a.'l~~J.~~.se..Il!!S!!~.a-1ó9.¡¡10 demás. Si el
logía epistemológica de la anámnesis y la existencia separada de BienUn(l deb~onc:.cl¡jrse.CQ[l1o trascencl,-nte ilüer. no QlIedaba
las ideas, existía la po3ibilidad de entender el pensamiento de atró.remedIo que circ_~ibi~ 1~..c-afug~~ú'fª2.ill.£R!1..9f!l:ni~~to
del
Aristóteles como una e 'posición particularmente exacta del pri- mU¡19o~'lsí.6.k, porque la ousia aristotélica había sido definida
mer nivel de la filosoffa platónica. El de Estagira permanecía, J como la relación de la forma con la materia, es decir, como un
por así decirlo, en lá antepuerta de Platón, punto de vista que ser que permª!l\;.c,jig1!º-º ~~o ..Ul.a!!,rial, X Aristóteles mismo ha-
también compartió el neoplatonismo al recibir e interpretar las bía incluido a Dios enI"s.ategoría de las. substaIjCi,IS (Erh. Nic.,
enseñanzas de Aristóteles. En otras palabras, se a.sumía la doc- 1096a 24). Los--platónicos se opusieron a esta recaída de Dios
trina aristotélica £le.'as categgrfRS,.pero sólo en reL<!£IDll.run el entre las substancias corpóreas, afirmando que las eute£orías
mundo sensible. El mundo de lo espiritual y,"ªºbre todo, la divi-
, WQ]Ji},s.del..,;.e:~JE.'lte,.iaLnQeran enJl!'ill".i!E~~~b~=:,-~.la l~~a¡¡dad
ñidad,iras¿endiaJ}~bÚat"gorfils-;-.a1g-o:3ue afir;:;;Ó ya Clemen te II,esp¡nt.~al')!,.por supuesto, con todavla menor razon al DIOS su-
de AIeIáñdJ1á(Strom~ V, Ilj;coilÍciéliendoensü-jlJicio conoes. '1Ipremo.
tacados filósofos del platonismo medio"'. Dios es el bien y la
. 9.ue Dios es illm~terial. incoIEóreo y, P~!_~.~I~)._~nlS~~pde.~te a
tod"o ente material eraalgo que, por supuesto, también afirmaba
20. Para la postura de los filósofos platónicos en relación con esta cuestión,
!a teologia-:{;¡:istin---ua:T5eahí que oJigenes'ctljera'eñ' ocaSIones de
cf. H. Dorrie, Der PlatollislI1llS, 1875, así como el ensayo publicildo en ese mis-
mo volumen: Der Platrmiker EI/doros 1-'017 A!exalldrill, 297~309, esp. 300ss. Dios que e~"r, pero está más allá del ser, de manera semejante a

90 91
como es iV,ous, pero !rasciende nuestra razón21• En Ex 3, 14, sin toria en el siglo lL Llela te!i!!L~~
La.,!!~~!~l!EtÍ;~!_i(!;'Hl~kl
'~,lma.Aunque
embargo, Dios. mismo'se había revelado a Moisés como «el que esta última no defendía la inmortalidad propia Je la L:onCepcióll
es», como.'el ser. Por ello, Gregario Nacianceno intentó más tar- platóni,,:a, sino la ~lmorta,lidad del ~lma del hombre en su unidau 1)
~SIC0.,.hslca, la ahrmaclOn anstotelJca de que s'Ólu el enréifdr.:.-.'
de brindar una explicación para este hecho recurriendo a la dis-
mie~to agente es inmortal, mientras que el alma uniLia al cuerpo
tinción entre. e~_s~iinfinito de Dios y el ser fini~_º,de las cI:iatu-
peret.:e junto con la memoria, la imaginación, la autoconciencia,
.~~22.Esta~.'e.xpl.ic;.a.~ió.B..p.~~Q!1ía que lo que verdaderamente
diferencia el ser de Dios del de sus criaturas es su infinitnd como la cOllciencia percepliva y el pensamiento (De (/11, IlI, 5) ya no
alirmará después el hennall'o -menci~derÑacian-;:eño~ Greg~rio de era compatible con ella, y a(¡n pudo serlo méños desde que
Alejaildro de Afrodisia sembrara la sospecha de que el entendi-
Nisa.
En can~bio, la concepció.n .que la teología cristi_~~!1sostenía ..!:!8.~!~~~
n~i.~I_lfC2 .i.!Ü!Hº.t~.Jjru.nojormaba t:lulbsnIlJto pan;~l allna
del alm.a Ji!.!mana discurría mucho más cerca de las ideas de huma~a! y ~nlidé~tico al Nous divino en dla activo. En interés
Afi~tóteles, C~~TIo'plld(;-veiseyaen
ia argurneritaC16n deTapolo- de la Uuclrina cristiana de la '!.!o!!2~!:qI11.í.,-J
d~1 alma t.:OI1respeclo al
con el que permanece, pese a tudu, unida, Nemesio de
~~.Jl:~n)(),
gista bJenáguras en favor de la unidad de a!roil.Y£\l"rpo, base an-
tropológica de su defensa de la fe cristiana en la resurreccIói1 Emesis combatiría expresamente la doctrina aristotélica del alma
Atenágoras" recurri;-';'q~~í-;rrefato"-geñesiaco"'de Ía''cre'ae ión dei comoenteJequia del cuerpo en torno a 400 d.C.".
hombre como un ser compuesto de cuerpo y al m", lo cual hace
imposible 'lue esta última pueda por'Si sola representar la totali-
dad del ser humano, permitiendo concluir que la mera inmorta-
3. Ld recepción cristialla de Aristóteles e1l la Edad NJedia {a/ilio
y SIrs problemas
lidad .ªe! ainla no constituiría la salvación del hc)mbre' tal y como
éste ha sidb efectivim"nteéreüd6 ¡lar Dios"" 1,sTaformade ver la - . )
Desdtí.t!..,!!glQXH!, los te610gos de la Edad Media latina vie-
unidad psito-física del ser hüÍ";lIiüteñ-ía:,u referentefilns(itico
ron en Aristóteles al (~tllósofo})por antollomasia':'pfáion" era aho-
. .f",~n
1 m.a.'s ..n.()e.,l1Ja~~~n.c~.pc.!,~naristotélica de.I.;h;:;;'~~n? «lar- ra un mero precursor deAnstofeTes .....Hubo que esperar al
I ma».delcu"rp? ammal, ~on el que.consfitlJye-'unri-uíiiaiiiflñéfiso-
Renacimiento para que, del siglo XV en adelante, se produjera
/ , luble". Mucho masTáide, en 1312, durante el concilio de Vienne
de nuevo una inversión en la valoración de ambas figuras, pese a
"- : \ (OS 902), encontró también la confirmación oficial de la Iglesia
medieval. La cercanía del cristianismo a la concepción aristotéli-
11:, ~~;al, la segunda de, ellas, es decir, P!,-.ltón,no recuperó su po- I
ca se vio'is,in embargo, extraordinariamente menguada con la vic-
s~onl,tIe preponderancia en la Jf:QlQg@ ~_~~~~hísticah~sta entrado I
el ,.gill.XVrr-,,~- ,
~ ---
21. Orígénes, C. Ce/sI/m VI, 64 (edición de P. Koetschau, ces
Orígenes 2, .¡ Los motivos de la recepción medieval de Aristóteles deben'
115,4" se 147,140); d. Vlt, 3M (18M, 11; se
150. 100). . ~ buscarse menos en la existencia de una comunidad de intereses
22. Gregario Nacianceno, V,:, 38, 7s (MPO 36, 3 J 7~s) y Ch, 45, 3s (i/JÍd.• entre la Iilosofía aristotélica y la teología cristiana -como la exis-
6255) 1 ' tente pese a todas las tensiones, entre el platonismo y lns padres
23. Alenágoras, De res .. 15 (Se 379, 272-276). Para esta fundament¡u:iÓ!l
de la 19lesia- que en qué lajilo.sofía de AristóteJes se aCOmOdó)
~ntropol?_gi7.a d~ !;I.Jeen hl.r~?_l;JJTeccióll, .cL, 1. W. Barna~~lgom.l'. A
Sritdj' il/ :u'cimd celllary Christiall Arñl(J~~et¡c(1972), 12'2s, 126s, así como cxtr~dinaria~nente bien él la misi?,n de s3tisf~c:.er ia curi{)Sidad ,:
Barnard, Apofoge/k 1,en TRE 3 (197~). 371ss, especialmente, 3~6-3~9. ili; !¡¡él21ll:i¡2m: lll1~'¡¡¡l1eriietiíiiil6.¡£¡¿oY.rní¡ili¡co:-LuI6gTcii' Úris' ..
24. A uecir verdau. el funuador de la Sloa media, Pancl.:io de Rodas, había ~lil;'tl venía formando parte de la base de las actividades acadé-
d~surrolluuo.,ell el siglo II u.e. una :mtropología cuyos rc:mltados eran muy si- . ~ mica.s. de las escuelas ya desde el siglo XI, aunque circunscrita i.l
milares. eL .M. Pohlenz, Die S(O(/. Gesc}¡idue eiller geistigell llewegllllg 1
(~1978), 196~. Pura el po~ble inJ1ujode sus observaciones sobre la corporeidml
'25. Al r~Spel.:lo, d. E. GilsOll-PlJ. Biihner, C/¡ri.vtli("!/(! Philo.l"Ophie FOil i!J-
del hombre en ~aobra de Gregorio Je Nisa sobre la creación del ser humano, el'.
Die Swa Il, 99s. /!::/I A/(¡fingen lJi.I' Nikolw/s e
1'{11/ CI/('.\' J lJS4 J, 120s.'>, espcciollllH:nlc J 24.'>.

92 93
dos de sus obras: las Ca'e3(!ría.~' y el De lnteI1J1'f;HJ.tfe.lle. Estas úl- QOsconceptuales de las imágenes perceptivas. Poco antes de me-
limas despertaron el interés por el resto de sus escritos lógicos, dia'd()s del siglo, Juan de Rl;pella se inspiró en Alejandro de
los cuales ru~rondánuose J conocer en Occidente hada la mitad Afrodisía para identificar .éT iñ'el/fe/us a~L'fl.~'con Dios2tl, lo que
del siglo XII en traducciones del-'¡r~¡)e~En I'a segunda mii<¡ifild
mislllo-s.lglü;-empez6 a tenerse conocimiento de otras obras aris-
1\ I le permitió,vincul,~E I,:~~~t~n~ aristotéli~a con la t.eoría a,gusti-
\ ~ niana de la.i1umLn_,!,!QD.En cambio, 6JQN!Q..M.'!gno rechazó la
totélicas, entre ellas el D!U\"jllla y partes de la ~(qfési("a, y en . int~pretación de AleE!'dro~':....""f'I:()disia"porqlle de ella se se-
torno a 1200 de la Física y el resto de los escritos sobre tilosofía i guí~9ue el alma perece con e_I_:~::-!J'()27' Así, pues, el verdadero _ "
natural, así C0l110 de algunos fragmentos de la É;!icaa..Nicó11laco. Unotivo de ¡¡itciAJJierl:,-dec]ir,!!"a que e~'2t~ndim!~n_to asente!or- i';
Al igual que la Metafísica, esta última obra no sería conocida en
su totalidad hasta principies del siglo X.JIL
.\ : '?? ~~el_~~~ h_u.r':'~.I2.,:!~.dicó
en.l?_Qº,(rinac.j~.!.a teo~oE¡'~
'1 cnsllana relatIva ala 1l1mortahdad del alma 1l1iliy¡Qual". De ah,
Los avatares de la traducción tienen importancia pues dan ra- que Siger d,,-Brabañte¡¡¡Víera1ocfá1al:;;-~Ó~~-~ando:ya en 1270,
zón de por qué el proceso en que fuet()!!ipndose contacto con los objetó en contra de Alberto que esta concepción no se corres-
[}uevos textos se alargara dtii:ant_ftiiñ_to.tiempo. La lectura de es- pondía con las verdaderas intenciones de Aristóteles, señalando
to~~.-lfiiTrnos.supuso ála vez ún primer conocimiento de áreas que este último no había dudado en afirmar que el entendimien-
científicas hasta entonces desconocidas o casi por completo des- to agente no forma en absoluto parte del alma humana". La con-
conocidas, por 10 que los textos aristotélicos ~e e!.~.YilJIlilPT(.~~l.t_o
una posición de autoridad, sóbre todo en lo relativo a la lógica y
a c~ción abrazada y' :lefendida en una
Siger por Alberto.ys'!mQ
º~_
~~Il~.~~~fHpf~tra
TO!1iájiera-';'nrealidad una alteración,
al conocimiento de la naturaleza, allnque para ello tuvieran antes J-eT)idu"a-il1otivoscristíanos, df;..!~~~?~trinaaristot¿Eca. S-in em-
que combatir con la desco:ltianza de la Iglesia y con la prohibi- bargo, tal alteración llegó a tener una eno.rlnetrascendencia en la
ción de su uso y comentario en las clases, especialmente a prin- historia de la filosofía, porque en ella el e.~lendi~iel1to humano i:
cipios del siglo XIII. Fue preciso, pues, esperar a la época de \..r
¡:fA 1'1:~~~I1tªº()por vez primera como el sUjeto actIVO y productor:"
Albe[¡<:d~::L~'!2, desde la mitad del siglo XIII eo adelante, para de susl'rol'ios actosd" conoCirnieillo. Este primer esbozo de la .
qu~e la autoridad del «filósofo» se impusiera definitivamente en s~¡'J~iv;dad prod~ctT¡'a de la razóñhUmana, que tan natural re- .
estos ámbitos. Por entonces, se reconoció también a la M(!taj~. sultaría luego a la Modernidad, nació en la alteración de la doc-
un carácter normativo, fundamentalmente gracias a los Comen- trina aristotélica del entendimiento agente por Alberto Magno,
tatÍ;),. de Alberto Magno y santo Tom¡ís ..c1e.6q~ino. impulsado aquí por sus creencias cristianas. .
)1 'La postura cjÚ.eadoptó el arist?t~~~~I_"?_o cristiano en el terreno Del cesto de dificnltades con que tuvo que enfrentarse la re-
// gnoseol"gico a raíz-der~ poléñ:¡ica de los lJliivefSlIles f\1~dete,r- cepción cristiana de 'a filosofía aristotélica, la principal estuvo
, mll1ante par~ .s.\lJ"'yolu.c;lOnposterior. En contra de la delJlllClOn
~gustiniana del conocimientó 'como el producto de la ilumina- 26. Las pruebas se hallan en B. Geyer, Die parrürüc/¡e l/lid !ic!lO!aslische
ción del espíritu humano por la luz divina de la verdad -defendi- PhUosop!lie (F. Überwegs Gnmdriss der Geschichte del' Philosopliie Il)
da hasta las postrimerías del siglo XIII sobre todo por teólogos ("1956),385. •
franciscanos-, Alber!Q..Magno y santo Tom~!LcJeAquino optaron 27. Alberto Magno, De ullill./G III tI'. 2 c. 4 (Opera ClIllflicl VII/I {I968]. 183,
175). Alberto apela aquí a Averroes y continúa: PropIa t¡lIod (/uidenda e.\'1pe-
por la concepci.clil.~rist()télica de que mie'stra formación-¡Ie con- nitlls i.Ha Selltell/ia, lamqllom error pessilHlIs, ex qllo st'lltli/llr de.\.tructio loliu.f
ccptosseDi'igina en la abstracciónkl.contenido-G<ll_ptual a lIobiliwtis et pelpetuit{l¡js {mill/ae illtel!ectil'ae (ibid., 1,20-23).
p.~rtir de las imágenes perceptivas. A partir de aquí, se hizó ine- 28. Así lo afirma Alberto mns tarde en su CIllIIf!llIlIrio a LeI lIlelajísi('(l:
ludible responder a una pregunta excepcionalmente debatIda du- Sllppollinllls ellim jlllelfec:tltlJl ugelltcm parlem esse (/Ilil/we el e.\.se.f{mlllllll hu-
mwU/e animae (Met., 11 tf.lc9, Opera ollllliu XV1I2[19641, 472, 68-70). En es-
rante la historia de la interpretación del pensamiento de
te pasaje, Alberto se remite a sus explicuciones en De 1/I1il/ll/ 111.
Aristóteles: la pregunta por la naturaleza _~elent.el.'..dim~nto 29. Así lo prueba B. Oeyer, Die p{/l,.i~¡lis('f¡el/lid .\.c/JO/a.l'tisc:he
PiLi1o.l'Ophie,
aoente,
o _. cuya
__.~_
..." actividad (a la manera de la luz) libera los eenteni-
_ 453.

94 95
representada por la concepción gne Aristótel~~Jlabi!Lsos,~!'i~o cundariamellte, l£!...
ªfjnllación, en virtud. de lo. anterior,. de la
de la divinidad (suprema) como mero motor del mundo, en lu'- ~xistencia de otros sere.s~,aunqw:..nQ..p.nr..n~cesidad, sino como
gar de como su c'reaaOf. Esté".lITtimo permanece por completo r£~!!l!adQjjJ:.llillI,ekcciºn,!ilJreJ3. La elaboración de la teoría de
inmóvil, como consecuencia de que Aristóteles Qubiera negª-do que entendil1'iento y voluntad están necesariamente vinculados
t2º-QJTIQviml,,!l.~()al alma. Además, aungue el Nous supremo es en Dios permitió a la teología cristianizar la idea aristotélica de
actividad pura, éS"tii-sei'educe a su intejjgirse a sí mi~lIlo, y la No,,;' y l]jJU)'I~ lo .'!.uticienlcmente amplia como para ~g¡¡¡:,¡:l ..
única manera en que mueve al universo es atrayéndolo, a la ma- once to de un Dios que es también creador del mundo. El as-
nera de una ..£.a~,saJillal, 19 gue presupone m.tQd&,moment9 que
tanto el cosmos COQlo. SUS. realidades_tienen ya existencia. La
Recto global de la filo~o la aristot:!!:~~~!!l~ ,£01' efecto ~e eno
una profunda aHeraclon. Pero la consecuencIa más grave fue la . I
;1
teología cristialia;;por el contrario, estaba obligada a concebir a antropomorfización 'de'la idea de Dios a que, pese a todas las re- '.
D"iüSCOi"no el autor de la creación y
la causa eficiente de la
servas34, dio lugar el haber orsnngllloo en él entendimiento y va.
exi sieiíé-i~~de:s~:;:::éI¡¡ií_\ir;i:S-:-ACorriieiizos-deí 'siglo-XIII,
luntad, y verse por ello planteadas toda una serie de nuevas2!!;:,
fQuille,:"lO de A\i.~~[g!le, después obispo de París, se hizo cargo
glJllli!!i.-,Qbre JjL!¡¡ll!lJ:am,Q~sy i~teracción35, Este cuño
del v"erdadero significado de este problema. Para Auvergne,
Aristóteles desconocía por completo la realidad del Verbo cre-
ador y su fuerza imperativa, que llama al ser a lo que no existe.
antropomórfico de la idea de Dios tendría a la larga funestas
consecuencias, pues hizo sospechosos a los enunciados de la
teología cristiana de'~o constituir otra cosa que p"fO);(;(;cioñ'és
i~.
Debido a ello, Aristótelesig~.9ró ta!Jlhién-la.1íbertad..deJ?ios
p:e_ar, una libertad que está desligada de toda sujeción a un 01'-
al
antropº!J'9!ficas:. Eii'este séiiiidü;rue lá¡isícólogfa téolÓgiC~d,e J.;~,! 1
den previamente' dado". la escolastlca JatlIla qUIen de hecho sentó las bases de la cnuca .';
-.._'.~--"_ ..- - "
Con el fin de sol\lciQll~I-.pmhlema, la teologiª-Eristiana de-
33. Santo Tomás de Aquino, S. (/teoi. 1, 19,2-4.
sa~rol.~.,!,1gg..l'liÜ:.!l!ogía-teológiS~ que partía de la afi¡:mación 34. Dichas reservas se expresaron en la doctrina.4e.l.i!.analogía (S. thevl. I,
anstotehca de que DIOS es NouSlJl. El argumento deCISIVOen es- 13, Ss). Lo que se predica de las criaturas sólo puede predicarse de Dios en sen-
te caso fue que si Dios tien;e;;-tendimiento, tiene también que tido analógico. Esta doctrina descansaba en supuestos platónicos y aristotélicos,
,\ ten;! volld!llad,..ya,qu~ no puede darse entendimiento sin volun- aunque incluyendo la tesis aristotélica de que el ser ~~.~is!i!!!l!~¡¡teg2!.Í~~.!10
.! i ~~d ~. Esta última es, primariamente, la afirmación divina de su se predica ~n .~IJPis!£lI!.;;~n.tj9.9 (lInivoc:e), sino en relación con algo que es (<pri-
merOI), es declr,enrelación con la substancia, única de las caregorías que es au-
_-,.-_._._--------------
, ser en cuanto conocido a través de su entendimiento; y s610 se-
--_.- ..... .._, ..
, tónoma, en oposic"ión a todas las demás, las cuales hacen referencia a determi-
(


30. Guillermo de Auvergne, De universo 1, 1,27, en Opera ol/lIIia J, Puris
naciones que SOlu<en»la substancia (Met., I003b Ss, cf. 1028a 14s, 1030u 215
y b 2). f\ristóte!~~~,nQ.se.retirió a ~sta .!~nn.a de pr~dil:u~ión COIUO analogía. El
t674,623b.624a. ¡ •
£ri~lCroén hacerlo fue Averro~s, quien de este modo se convirtió ~n elBtigenQ~
31. El ejemplo clásico se encuentra en las explicaciones de santo T.Qmásde a octnñ'U.dé-hl (l11(ll08YJ.-..i:.ÍJJ.j~, así como en el punto de partida de la confu.
Aquino en s. Iheal. 1, 14-21. Lo primero en mostmrse es que como primera cml~ SlOndees'r:rcñiila predicución anulógica de las perfecciones presenfes en los
su del universo DilJS ticne ue poseer conocimiento (1, 14, 1), así como que se efectos lit: las criuturas en su aplicación a la cuusa divina. Para los fundamentos
conOl:e a sí n]Jslllo (1, 14, 3). A p_artir e a 1 se concluye que Dios es también platónicos de esta doctrina eL H. Lyttkens, rhe Analoc)' belween God and the
voluntad (1,19, 1), de lo que se deducen toda una serie de camcterísticas preci- Worid. AIl !JlVeJ.tigatioll oj ist Backgro,;lIId aud JIl(erprelatiijn'oJlt-rUse by
sas de lan:!~ción~$~qs:lmiento,-y-la-voluntad .•.!1nDio_s,así l:OIllOla de- rfüiñiQs o) Aq/l/luJl'T'95zr.---.--.-'-------- ..---.-.---.,. o --~ •• ' ••

linición de la_'y?!~I!."!!.;~Qjlixi!Hl
como amor (1, 20), el cual se caracteriza por la --n:-'I:a caus;¡-flo se hall u únicamente en la acuñación de una teología psi-
jtlslida y la misericordia (1, 21). cológica a Ju largo dl.:lu r~l:cpl:ión escolástica de la iJcu aristutélica de Dios.
. -ns:iñioTh;:;';ás d""eAquino, S. (heol. 1, 19, lc: Voluntas ellim inleilecllllll Una parte d~ lu r::sponsabiliJad cl)rrespolld~ al uso de las analot!Ías P1iico1ó.g¡-
cO/lseqllitllr. El motivo es que cada cosa se conduce con respecto 11 su forma ,fas de la TJiaidad ell.,ei.ijUJ1':lJmulliP_a -el cual se remonta hasta desde san
esencial lit qumulo "Hon fU/bel iPS(JIIl, tendal in eani, el qUQll£lo habe! ipsam, Aguslin- para 1J deducción teológica de los enunciados trinitarios desde
qltie,ycat ;JI ea. Por 'ello, el ser que tiene conocimiento se relaciona necesaria~ Anselmo de Canterbury (al respecto, cf. W. Pannenberg, Sysrematische Theologie
mente consigo mismo tul y como se COnocea sí mismo: Vnde in quolibel ha- 1, (1988J, 3095). En santo Tomás se produjo la coinddencia de ambos motivos
beJl(e iweilectum E.!Ul'olw1/(fs. {cf. S. l/¡eol. 1, 27.1.
y disolución ateas del ccncepto de Dios en la filosofía moderna que !?jº~,oeaf;!~ªA".!~as las cosas", ya que también se da el'
¡/ a Jo largo de la vía que discurre desde ~pinoza hasla Ficbte y taso de quc "ausa y decto sé"n 'simultáneos, Así, pues, también
i,' Feuerbach. ' Alberto terminó por abandonar la idea de que afirmar que el
': El que Aristóteles no:econociera al supremo Nous otro papel mundo ha sido creado conlleva atirmar que tiene un comienzo en
que el de principio motor inmóvil de un mundo preexistente el tiempo.
equivalía a dar por supuesto que el universo es eterno 0, más i~
Una de las consecuellcias que se derivaron de j~ fe en la crea-
exactamente, qu~, su "xislencia, con independencia_ de lu.pe[e£~-
ciQn, además de obligar a modificar un concepto de Aristóteles,
dero de sus mañífesíaciones 'slnguliires,'oo tiene']1i J?[in£inio,ni
'concernió a la imagen procliana de la generación del cosmos ma-
fin -tanto en lo concerniente a loserítes'mat.iriales como forma-
terial a través d~na serie de eSt¡¡i:fiOsliiTerrñed-íos~iaciiaiseha-
les-o Había aquí una. nueva contradicción, ahora por parte del
bía visto vinculada a la recepciónae'ArisTótelespor los teólogos
concepto de universo, ci;nlate cristiana en la c.I~.aciónJ6.Para los
y tiJósofos escolásticos a través del Liber de causis, un texto que
teólogos cristianos, éonvenCiCios-de-lü cleñtlficidaddeiadescrip-
a principios del siglo 'XIII se tenía todavía por obra de Aris-
ción del mundo de la física aristotélica, constituyó un magno pro-
tóteles. Esta consecueqcia era que el creador se relaciona de ma-
blema.-AThEilo...!'Jagn07 no encontró otro modo de enfrentarse
nera inmediata por llle:dio de su voluntad con cada una de sus
a él que intentando\!D!alidªr Jas pruebas en !'!YQf.J!ela eternidad
del mll~do -para lá'cual se apoy6en 16s argumentos que ya Ilabía
criaturas. La accióJ1.deJ)jQs_.~q e~ ¡!tundo y ~njQSJ\c.pnt~cim!~!1-
desarrollado Mases Maimónides- y declarando que la creación del ~~~partiCtilares no -se prod~.~~, s919 "9~_ !1.Jª!~~r~.
!J1ec!l!!.~.al
por me-.
mundo, como la hipótesis a ella aneja de que éstetiene un co- :aio del movimiento de 10s,~stéQ& Esta desemejanza en la 'con:
m;enzo en el tiempo, es lIna mera verd'!d..de fe con fundamento cepción de las relaciones Dios-mundo fue nuevamente
exclusivo en Jª r~yelaci6n37. "Ei1"'cañlbfO. gota Tomás distinguw-. ~, reconocida y puesta de relieve con toda claridad por Guillermo
entre el hecho de la creación .YJ-ª,Cllestión.deLcomienzo del mun:---" de Auvergne". Hacia 1270, l~ lJ¡.1llliliillt:~,cleDioUQDJesp~cto a
.do en el tiempo:'Así,iñIenlras que la dependencia de todo lo que ;, ~~riatu~ y, a la i~~er~~~élas criaturas_c,o~re~,,,c:~~,~E}.:>~,
no es Dios con respecto a Dios, entendido como causa del ser de con armo jutmnrrapregunta pOria-natnFáleza cfel~ntendlml~n-
las criaturas, es una verdad de razón necesaria -de donde se sigue to 'humano--el ,segundo 'Illotivo" de-controversia'en ,,(enfrenta-
que también el mundo ha sido creado por Dios (S. theol. 1, 44, íñiento q ,ie' lá tecilbgfásiistemii1jeir aquereñloncescoñenrt1sto-
1)-, en términos puramente racionales no puede excluirse que ha- telismo árabe' y' sus "pmidarios--crisü:ruos:--EI---determinismo
ya existido siempre (1, 46, 1) y, por ello, el comienzo del mundo , viñcutatl<Ta-ffi'eoo""pe>ién-de-éju-" la acción creadora de Dios en
en_elJiemJlQ_I1.'U'.".ecl".!er objeto de una demostración rigur~a-- ¡ el mundo está mediatizada por los astros y sus trayectorias -en
(contra Buenaventura)1 SlIJOqlle e~u!li'.~~e fe (1, 46, 2c: so-:-' 1 el sentido, también, de uo fatalismo astrológico- desencadenó a
lafide tenetur). A este párecer se aproximó tambIén Alberto en su ' modo de reacción que se acentuaran la libertad de Dios y la li-
Comentario a la metafísica, donde señala que la cuestión de si el ( bertad del hombre con respecto a las leyes naturales que gobier-
mundo.lÍene.QllQ un comienzo en el tiempo esaJena al becho<:re--~ han el orden del cosmos -concibiéndose siempre la libertad hu-
.-.-- --'~.. -'--.j: ,_,_o
mana como fundada en la divina-o Éste fue el caso, por ejemplo~
36. Para la cuestión de la eternidad del mundo en Aristóteles y en el aristote-
lismo árabe de la Edad Media, er. E. Behler, Die Ewigkeit der Welt. Problemge- 38. Alberto Magno, Met., 11 tr. 2~3:Si el/im pOl/all/lIS 1II1/llduIIlaeternu/Il,
schiclltliche Untersuchullge/l zu den KOlltroversen um Weltatifang und Weltullend. sicut qllidum philo.l'Ophorwn pO.l'lIerufll, /Ion rcmOl'l'tur per !IOC, quin habeat
lichkeit in der arabischen Uluijiidischen Philosophie des Mittelaltc!rS (1965). cau.mm .ICClllldulII e!¡se (Opera olllllia XIV/2 r1964], 4~6,41-44).
37. Así se deduce de los ¡pasajes del Comentario a la Jísica de Alberto 39. El l:apítulo de De I/lIivl'lw diado más arribü (notü 30) llama a este pro-
Magno, en especial, Fis., VIII,'tr. le 13 y 14, citados por B. Geyer siguiendo a blema la le:n:era ue 11Istres difer~ndas fundamentales entre la concepción crisli<l-
A. Rohner (Das Schüpfimgsproblem bei Mases Maimonides, Albertw¡ Magnus na y la aristotélica de las relaciones Dios-mundo. Al respecto, ef. W. Pannenberg,
und Thamas von Aquin {1913]). Para los argumentos de Maimónides, d. tam- Die Gotlesidee des !whell Mitlelulte(,I', en A. Sl:haefer (ed.), Da Gotlesgedllllke
bién E. Behler, Die Ewigkeit der Welt, 262-299. im Abendlalld (19M), 21-34, en espel:ial, 26 y 31 ss.

98 (jq
• !

de los miembros de la joven escuela franciscana, como DJ!'l'l.-.~ .~. 4. La modernidad y Aristóteles
Scoto, o. más t~r¡j~,Guillermo de OckQam. Al mismo tiempo, el :' ".
tema de la inmédiatezdJTñdivídtlO respecto"a Dios fue también . ~;~ .... Aunque el influjo del pensamiento de Aristóteles en la Edad
apjeto d~ análisis p0.!:B1~e otros camiIlQ;;L,,()!!,~mística y, .~; Media cristiana experimentó un fuerte retroceso con mOllvodel
ya en las postrliñeiias del siglo XIV, en el renovado ag,~stini!irno ; ,it, renacimiento platónico del siglo XV, en el siglo XVII tuvo de
de un Tomás Bradwardine o de un Gregorio de Rintini. contex~ ¡,re nuevo un momento culminante. Uno de los ejemplos mas claros
e~ que debe asimismo situarse la doctl"ina.de..L]lJ!'Iº-~~~e.; ';.' se encuentra precisamente en la teología, cO?,o prueba.el hecho
dlatez a DIOSpor la fe. . -:: '.'~:.:.'
..,.':.::.;:;.'.~
.•. ',".de que pese al rechazo de Lutero de la filosofla ,deAnstoteles, .10-
Queda aún por"mencionar otra modificación de la concep- " cluso ¡a ,teología protestanteJmscara nuevas VlaSde OI:entaclón
ción aristotéllica de las relalci0lnbesDiods-mundo ,asimism10.estre- :1,'1 ,'.'.:.••'.... eh su pertsarniento y, en'particular, en la Medta í~ca'lL,a mf~ue,'1~tl~J/
chamente re aClOnadacon alertad l dor y con .~lOme,
e crea 1
del aristº)~lis!!!º~ºQffi.l'.lpen~-"-'niwJgl)1~rTl,o,_,-:'...seVIO10 e-
" diatez.de,R!Q.sc.en cuanto libre, con respecto a cada un~esus' ~"::' íTüñipictacond desarrollod.~J!,_n_~ya_c}~_ncia natu~llh.gg!!ªª.A!
criaturas. Se tratade1iji£D.vTIleñ¿fil.diyim!i!~.t.od'¡crrii¡uray deL' 4lo iíli¡I@.QñQj:!ÜllfiSii::¡Ú!!Ístot~U,,ª"-.
.acont~cer, con inclusión de todossus ..RorrIlenores. Los aristoté- '¡;'j; Aristóteles había rechazado (especIalmente en De Caelo IlI)
'licos árabeshatíf;;n púesto en' dú'da'que ¡"providencia divina pu-
diera referirse a los acontecimientos particulares. Este último .' iit
:~; la reducción .-exigida por Demócrito y, al parecer, aprobada tam-
bién por el último Platón- de las diferencias cualitativas a las
juicio tenía su correspondiente en la concepción aristotélica de } t,7" cuantitativas. Su física es una física de dIferencIas cna)¡tatlV8s .
la esencia de la Inteligencia divina, la cual sólo se intelige a sí N i¡:¡eductibles ,,;;-;;;;-las cosasees decir, entre sus especies). En
misma (Met., 1074b 34s) y mueve sólo de manera mediata, atra. cambio, lacU,ñcia ¡¡atli;'áIrÜódernasiguió el ejemplo democritia-
yéndolos, 10&astros y, a través de ellos, el cosmos. En contra de no, prestando asentimiento a su teoría de que todos los cuerpos I
ella, santo Tomás se sirvió del argumento de que el entendi. están compuestos de átomos y cumpliendo su e)[J~encl~de redu~ "",.
miento divino se conoce a sí mismo como causa de las criaturas cir todas las diferenéias cualitativas a diferenci~ cuantItativas.
que ha de crearlO,y que ese conocerse como su causa n05ólo se ......--raCrítlca~ó6Clfi¡¡a aristofélica de las categorías,ce.. , "
extiende a las características generales de las cosas (sus géneros if,. así como su alteración, fueron estrechamente ligadas a este pro-
y especies), sino también a sus propiedades particulares (S. theol. :.~.i...t"..( ceso. Dicha altera.Ciónse caracterizó por la ¡>fogn;sivaampli!,,0óll.
1, 22, 2). Con todo, la generación fáctica de las criaturas y del ") \lel ámbito de aplicación de la categoría de relac~,,- expenSa~de
orden mundanal es cosa de la voluntad divina, y por ello Duns ': todas..las.dl:más42, •. y condUjOfinalmente (en Kant y Hegel) a la II
Scoto pudo afirmar que l!.~sciencia divina está condiciona- 7 ,:' idea de que JªmNé_n.elc()¡¡':.ep!~ _d~_~l!!maru;ill.está.~~!!"~~ura<!?-!i
_
~.
"i¡j

1'1

da por el conocimiento de su voluntad, es decir, no se sigue ex-;~ relacionalmente, tanto por el hecho .!'te_~tarrefendo al de aCCI-! / \ c.. ':. :2
Slus,iv~i!i~Iit:'é..,ª,¿su=entendimienJ..04rt)na evidencia más de que f aeñ¡e,como por carécefoe señtidosin esteliHiiii~:-" .. ----.-.-.- ")~. ,:
el esclarecimiento de esta cuestiÓn fue también subordinado a ." .~LiienderJcia a la reducción de las determinaCIOneS cuahtatl- ., _.}
laprofund~ ªlieración,9ue la teología cristiana había introduci- vas a relaciones de cantidades tuvo una temprana manifestación: ,''- ,;
do en la idea ~ristotélica de Dios al
añadirle el elemento de la la interpretación y definición geométricas de todas las formas de .:
. 'voluntad.. -.---------.--- movimiento :0100 cambio local-de acuerdo con el modelo ofre-
cido por la mecáriica--clási'éa::'.Apartándose aquí de Platón,
Aristóteles había concebido también el movimiento como hgado
40, S. c. G, 1, 65. En S. t"eo/. l,22, 1, se dice que al ser Dios causa de las co-
sas por medio de su intelecto, en éste debe haber un modelo del orden di las cosas -. 42. Para los comienzos de dicha evolución, cL G. Martin, \Vi/he/m mn
..E;ste.IOOQ~!~~.I~J2~Qudencia:~"-----'h
0ri.enI!!9Q bacia iu".níe.~~es E~jf:.,~,a~L'!.~)ios_ Ockham. UmerSllt'illlllgell :ur 01ltologie der On/llllllgell (1949), así como el ca.
41. Duo ••5coto, Le~llIraprima 1 d 39 n. 65 (Opera oITUlia 17 [1966). 501, -~ pítulo segundo de las explicaciones de W. Beiervoialtes arriba citadas sobre el
21-251.
concepto de rela.:ión en Eriúg;;:na,
tratara de fn.ncione!; Q"J ~ntendim¡emQ, Por lo demás, junto a la
a un cuerPo y, por tanto, como un proceso que tenía lugar en el lógica aristoté1ica~~l_~~ncepto de c~tegoría es, pese a todO,UñOde' i
espacio. Pero 'i~£o_n£e\lto diOmovimiento era más complejo gne ~s logros.esp"pífi~~ª~1 ..p~!í:~ñ.1ieng>2_"~~[st<?!eresy su carac- f
ª
eL¡Je.1 mecáUiCgs!!!sica,'¡iorqúeAi'istóteles tenía en él presente ler de modelo ejemplar Sé. ha extendido incluso a la filosofía de
la generación y cOírupcióll ddas cosas respecto a su forma espe- ri.ij~~lliLSrg16":' .. .... "..-- .---------
cífica o eidos, contexto en que a su vez se incluían los conceptos En comrapaItida, el concepto ari~\Q.télicQº" ~~b_stan5i-ª~,Qll~
aristotélicos de dy"amis y energeia. De ahí que, con la reducción virtió en objeto de ¡as másvi'y-ª~,,[llicas. Kant y Hegel todavía lo
del concepto de movimiento a cambios locales, la física de los si- conservaron, aunque súbordinado a la categoría de relación (como
glos XVII y XVIlI se encontrara con que estaba tan poco necesi- COlTelatodel accidente), viéndose así despojado de su preeminen-
lada de ellos como del esquema aristotélico a él anejo de las cua- ~
. cia como concepto metafísico fundamental. En este sentido, el neo-
.trn.causas. Su lugar pasó entonces a ser ocupado--I'(}r h idea de kantiano Ernst Cassirer 'constató la sustitución de los conceptos
fuerzas motrices. ~ubstanciales.]lillJnúunctQf1ale-,-~~!.DDoi@!!Tc~¡¡¡jjÜ¡¡if¡jj'ªI44 .
La disolución de las diferencias cualitativas en cuantitativas La tiloso fía procesual, por último, especialmente en aquellos de sus
escó¡¡él¡",Cveraaaero'~\gQl!icad'1..º~1 JeciiawáéTa.cie-ncia natu- desarrollos debidos a Alfred North Whitehead, b~scó reemplazare!
~¡¡rl1icide['I1ade laleliglQg(úristotélica y la hipótesis de las <dor- concepto de substjlncia p.of el de acontecimiento (event) como nue-
ma~.~irnciii!~~i_e~
__
~e_~eficiode una investlgacion restnngida a vo concepto metafísico fundamental. En relaCión con todo ello de-
'Ios estados a
yalteraciones de los cnerpos. Pesé ello, la discusión be observarse, empero, que eD:n=pt.Q ..<je substancia designa en
sob"', la irreductibilidad de las formas natnrales ha permanecido {\ristóteles dos cosas distintas, CD.!J!9-,B411i,.mo se ocupa de 'men-
en lo esencial abierta hasta la actualidad, como muestran la acen-
[uación de la.tºtalidad en las formas vivientes (como presupues-
, I
t l~'
cionar en Met., 1017b 24". LI[-iúb~tll¡lg1
el algo (~i)
es
por un lado lo deter-
distinto de otra cosa; por otro, aqueIl2~_e
to de las partes) y iap.eii:~pi::i6n'de io figtÍra (Gestal!) en la psi- ¡. lo '1ue se predica todo lo demás. En su segunda función, el concep-
cología. Y es que por cier,to que sea que las totalidades puedeo ;1- --(o (le substanCIa Slgúe tenieñdo validez como forma enunciativa
analizarse en sus partes, son siempre algo «más» que la mera su- "!'
o,': (categoría), a~nque ya TÍe seaontológicamente normativo como lo
ma de estas últimas. --.---.- .. p~rmanente que sub~J'.~~ S'grn.Qiosde las determinaciones ac-
C
Todas estas desemejanzas no deben ser obstáculo para reco- cldehtliteS~a mterpretación ontológica de esta dimensión dercort
. nacer que en su actitud empiricista, aunque en este casO siguien- Copio de 5ubstancia -característica de la doctrina aristotélica de las
,do derroteros predominantemente nominalistas, la Edad Moderna categorías- ha sido ctiticada con mucha razón". En cambio, no es
¡,' permaneci9Ee~tro d"l ,:au(;~abier.to por el ~ristoi~j¡;;;o. El posible rodear la idea de substancia en el sentido de tóde tidlQU:¡UlL
. ejemplOmás claro lo constituye el p.rím¡fclOCíe-íos cuerpos pre- ."2~o~Bgnificará.5iempre.distinguiL una.!<.Q,".º.el~JI1linada d~
/, sel~tes.en el espacio y los fenómenos con ~)Jº..sY]Dcu!ados..en la otra, sea cual fuere la naturaleza de su determinación, Y porque a
comprensión de lá'tealidad. Con-iodo~ej'(:lesarrollo del concepto estas distinciones siempre se les atribuirá realidad objetiva.
de sujeto, anunciado en la reinterpretación que hizo el a;istotelis:--
43. Un ejemplo de ello lo brinda la filosofía de Nicolai Hartmano, partida-
1if6===cñStiano-medieval del .in.!.e.llectLls a~s como una parte
rio incluso de una interpretación ontológica del concepto de categoría. Al res-
del alma humana (cI. supra) y preparado por el viraje nominalis-
pecto, cf., en especial, su obra Der Aujbau del" reaten Welt. Gnmdriss der all-
ta del empirismo aristotélico de la Baja Edad Media, transcendió
delinitivamente la epistemología Y psicología de Ai'í.\tóteles. El
gemeinell Kategorien/ehre e
1949) ...
44. E. Cnssirer. SUb.~'rMlzbegriff ulld Fllllktiollsbegrijf. UntersuclulIlgen
fÚe b causa de qÚe"ei-concepterarist5félícü-cte- categona s'afriera ¡¡ber die Gn/lldjragen der £,.kellllmiskri/ik (1910).
una nueva alteración aparte de las ya mencionadas en relación 45. Al respecto, d. supra. 8655.

.-
46. En cualquier caso. subsiste la,f!lestión de la identidad de las cosas Y-!k-.
con la comprensión de las categorías y su jerarquía dentro del sis-
~ lo largQ ºg,l!lJ~ a~erac'~~~~~~~~Dr~fpE).1
~l9.E~i'_~_~~~ur.al~s re~. ef.
'.1 tema categorial: ~E-q,~~~~~~P~_.~,~!.ª~ªl~g?~j.':l~.~n
funciones del W. Pannellberg, Metapliysik 1I1ld Gotlesgedallke (1988), 64s, 7655.
sujeto. Asf entendidas, Kant púdo ocuparse de ellas como SI se
\ . 103
102
4
La relación del pensamiento cristiano
, con la filosofía estoica
.: I

l. Ori,~{!11 y m.\'go;\)iouhllllt'Jl/£l/t'S elel SÜ/f'1J1lt t'SCO/llf ('.\'loi('oJ ,

1 ¡
La Sloa, cuyo lH'~Jllbn:SI.: dehe al (1j>()l"liclJ pO!!Cl"l)lllatiol' (slo(i
poikile) d~l'orad() I;or los frescos l1e PO!igllolO cUl/ue los e~loi-
v eos SI,; reunían en Atenas <l divulgur sus ~nseñan:t.as, fue fLlllJa"lIa
en las poslrillll::rías' del ~iglo IV por Zen611, '~ln joven úc ascen-
dencia r¡,;nici¡¡ lJacillo en la ciUi.li.ld chipriolH de Ci¡jo, Ellllolivo
principal dI,; que í;C,lIt'1I1 fundanl su propia cSL'ucla p¡¡rl:ce hahl:1'
sido 1;1Ik'gada dc EpiclIro a Atcnas (.107-](6), donde éSlc ~xpu-
so su dOl'lrillil del ~lrlC dc vivir, en Ji! que declaraba que el 1111de
la vida hUJlHlIl,1 eS: la ohlellción del placer y afirlllalm que t:l
mUlldo es.ú gobi.:niado .pUl" el ;I¿:tr. Zc Ill>ll , quien Opill:'Jba llUl:
.Epi...:ul'O paS¡¡bH !olallllclIle por aho ljue .sólo L:l J,ogos hace IHlIll-
1m.: ¡I! ser hUlllano, se rd,ej¡) conlra tlljueJlas .1I"irlllaciunes. PL:se

. , a ello, Zcnún hizo ~¡iJlJbjéll gir;lf sus l.:llseiiaJlzas enll}rJlo ¡¡Ihom.


bre y il las L'lll":Slio¡¡Js (kl g¡¡!Jicl'llo Lll: la vida hUJlwlla. Así, PUL'S,
incluso en sus l'ullliclll.{)S la é¡ka fue el pUllto de arranque LId Ji-;{
\ I Josorar eSloko, I\:n\ el\ oposil'i611. a(n¡Jlul'i.llislllo de Ei,icll]"ll, el!
punlo dL" visla l..:stoi~llfue que el hOJllbre dd,C e[Il... 'Olllnlr el .s(l~-
lén dcstk: d que gohernar:-,u viLla en li.I fUllcióu dcl LlIgos tlllc ri-
ge y funda la unidad LId COSlllOS, EII este sentidu, la Sloa di\'ul-
g6 i.:OJlHJ i¡[eul de vida la «(vid.l scgtin Ii.! Hi.llur:.lIa.i.I» (J..-tl/a /(~Jl
., p/~y.\'ill :2/1), Lu ínl~'I~l,úrabazón entre física y ¡jlil:¡¡ puesta así de

J. Para lil¡ís d~l¡lll~s,d. ¡....¡. i'ullten/., Oie Slo(/. Ge,l"(lúdlfe t!i/ll:r gt'Í.wigell
LJell't'gllllg {:2 vuls.), (I!jAM, 'llJ7H), l:lIl:~pl:l:ktl, 1, .tOO•.ttll.

1(J;;;
IllilllilÍL'slu indica ya L'1signilic:ltio que cl,\'islclIll/,la unión siSle- y visi{)1l conjullta dL' 1111Indo»"". I~slas líltilllilS paluhrns resUlIIen 1<.1
Illiílil'a de los penS:llllielllos, lcndrí:l en la lilosona estoica. tos l)rillcipal :~~pirilciúll d~' Ill~ cslllicos: cHplar la colú:siún dl:1 l'Hlo
:ltlwrsarios dd estoicismo dirigieron contra ella el reproche dc (del cosmus) COIJel uhjelo lk haL'l~r de ella el soporlc de su lim-
¡f(lgll/ulÍSI/lO, Enlre ellos 110 sólo se contaban Epicul'O y sus dis- pia ~XislL'IlLia, Ulla existcllcj;l que en el pl.:riodo de L'ollfusi(in po-
dpulos, sino lambién los pl<ltónicos, quienes durante el período lítica de Ins alhores del helenismo y de la disolución de la polis
,k rorlllacillll de la primitiva escuela estoica llevaron a un pritlll,;r dejll al individuo a lB intemperie de su propii.\ illdividu,alidad, El
plilllO cl elcmel1to crítico y eSl.'~ptico del pensamiento phttónico. hombre hizo L'nlolln:s del orden del universo el sostén para el go-
,,\ll'l';íl ico. bierno de sU exislellcia indiv,idual. Por eso SI,;cOI1\'irtj¡l el sislema
La filosofía estnka centró sus reflexiolles en la idea de en algo tan illll1Prlante para los estoicos.
Logos, manifest,íntlose aquí como tilla dcl'ellsonl dcddidil de las Esti.l idea h,ísica illravics:.l lodas l¡¡s dimensiones de la lilosufía
d{)c1rinas de "lenklito uc Éfcso. Heráclito había c;¡Jitici.ldo yu en estoica: h)gi~a, física y ~lici.rl, En cada llllU de eslos aspectos. lo
L'1siglo VI .11Logos como ;;((-¡llien gobierna todas la~ cosas») (fr. importante par.l los eSloiL'os.son la ullidad y la cohesillll del lodo
72, d, talllbién 50 y 2), Con este título se aludía probabklllcllle garanlizmhls por el Logos. : . '.
il lil inten.lepenJcncia e illlerc.ollvenibilidaJ -en el scntiuo de PlH' ello: a)lell la gnoscol(),síH eSloica'qlúgh.:a) el ClllUlcillli!.:1l1O
"enilllliodromíi.l»): conversión de un contrario en sU opuesto y vi- individual ap~lrece COllH) algo que por sí solo 110 pUl:de propur-
L'e\'crSH- de los contrarios, e~ decir, a su «(<l!'monía relrolensa, cionar ninguna se'guridad, Por coste motivo, el sabio reser\':! L't1l\-
l'illllu la del arco y la lira)) (fr, 51). El Logos mantiene un!.dos los 'c'e,l!.:r su ,lsenlimiento (SYllkllllÍl/¡f'sis) a las opiniones dt: IlIs de-
¡¡puestos, constituyendo así el fUllllamcnto del orden cósmico:
más hombres y a las percepcitHl!.:s aisladas hasla ce.rdorarse d~ su
"Este cosmos, el mismo para todos, 110 lo hizo ninglíil dios ni
L:oncordanda con lodo lo lkm¡ís: sólo entollces l};lh/;¡ el ~sloiL'o
llillglín hombre, sino que siempre fuc, es y será fuego eterno,
d~ ulla vl'nlade.J':l aprellellsióil (kalú/"psi,\') dL:1objelo percihido.
qUL' se ellciende segtín medid,a y se extingue segtín medid¡p, (1'1'.
Así, pues, el illtcIH.:laL'iollarse lh.: los L'tlIlOL'illli~1I10Sell lJue :-ot:
.,ll)~,lnspidndosc IlUCV~UllCn\een Heráclito, los esloicos vo!vie-
asiellta la certela irrerut~lblc eon n.:specto iI lo individual :-ocorig.i-
I'nn jI atrihuir al Logos la percepción del orden racional c6smic()
mi exclusiv •.lll1enlC cn e~:.~.1!gilS_LJUe gllbicl'll<l e.1alma IUllllana,
pUl' los seres humanos. DC:l(il: el siglo V, es decir, desde
La certezu de !.:sl~ \,'OIlOCilllielllo sisle.miÍlico y coherente ~e
:\nax:ígoras, aUlllJue lUmbi¿n por efecto dc la influencia de
funda ahora para los estoicos: 11)en d hcdlO de que el cosll10S es
l'arlllL'nides, el cotlcepto de I/Oli,)' habíu oCllp.ldo un lugar L'el1-
~I mismu 1111,\',\'SI£'III(I gohernado de pi.lrle a parll: por l:1 1I1islllO
(ral en las especulaciones dc los' pensadores lÍticos, Lo lIlismo
Logos que, ordenando los t..:h':lllelllos aislaLills en n.:laciones lll•.b
t!L'he dl;cirse, con aún mayor eviden¡;ia, de Aris(tÍtl:!es y Platón.
Vilstas, engl.:ndra t¡¡lllhi~11 el conocillliclltn en el hOlllbn: .. El
J:SI.1 idea se vio ahora lksalojacla por el COllccpto de Logos.
¡,<Jué signiJicaha esto'! Logns e.lllHlStllros se lilllita a rcpetir lo qUL' Yill~St:i dildo ell lillla-
,ttlrall.:za de. las cosas, ('s decir, la pcrl'ect;¡ illlerrl'!aL'itlll Je ludo lo
Mientras que el Il0W' 'se ordcnü a la captm.:ión intui.liv~l de lo
feal \'erdad~m, de lo que es siempre, la p:llabra ~dogosl) (dI: ¡e- lllle'existe, La •.lI'Jnonía dI: t:'s:.:eslar todas las cosas inlt:r~.elilLi{)-
gcill, reunir) (apullta i.I aquella actividad espirillli.t1 que 'n.:únc' liadas ljue.da garantizada por la dtlt..:lt'iIlH l;sloiL'¡¡ dd de.~(ilj{l, la
dislillh)S objetos, representaciones e impresiones percibidas, y las heill/tlrJ/It'fll'. ESla úllillla exprt:sa que lml{) i!1diviL!uo ocupa el lu-
ellla:! .•l y 'combina' para de esta manera alcanzar la cÓl1lprensit?1l gar que le Il~lsidu asiglladu delllnl.de.l t..:OSllltIS,Todo en le. indivi-
dual y, por tanto, también e! hombre en su naturuleza eSl'ccílíC<l,
::!. 1\1rl'StK.t:ltl,d, lJ, lliitst:h~r, A/!j"iillglichex F/"I/fiel/, Sflldit'/1 =.//r.li'iihelJ se acomoda;¡ esta koifl(' fJhy,\,¡'.L PUl' participar del i.llgUS, el hOIll-
,~rit't'hi.\','IJt'/l /'hi/II.\'/J[JIJjt' ( Il)tíH J, t :\0-172. Sólo l:OJllU l:llriusiJml. d¡Olrelllos
to ~Sl:rit{l por E. I-'uehs ell ROO IV (.11%0) sobre c11.(lgos eJe Ilcnídiw. Panl J. M, Pohlel\i'_, ¡Ji" SI(llI 1, .H.
hlt:h.s. I-Icnklilo es el pensador que {{unay otra vez arroja al Lugos en sell- 4. Al n:spct:ltl, t:L U. WikJ..ellS. Wdslwill/lld 'fjlrhl!ir. E;'¡t' e,\"t;'I:t!li,~.'IJ'II.'/i.
lellcjas» (417), gitll/,I'-g('.I"("h¡dlllic1lt' lJll/t'l:l'llcJlIlIIg ¡:// I.Kor 111,2(1 Y5Y J. 115-:270.

111(\ 107
bre es (aquel ser que según su natural~zareprº~en sí mismo
que fue incapaz de sustmerse al poder .l'."rsuasi,:?_~el "!"~~memo ')
la t:sen~ja del-.ú!!i~iso:eñ que -Ia-éSencia" del universo cobra,
cual, si Dim" "'["(eaCtiene también gue ser e.£!]lQLl;il,.
fue
pues, figura eñ'eu to ta1»'. De ahí resulta la transición desde la
fF
física a: e) élic~,,!:goica.
Tertuliaiio. El,'"sto de los primitivos teólogos cristianos se ayu.
daroncreÍa doctrina plalóniea de un mundo eidética puramente
El principio étiCOere- a Stoa enuncia (en formulación de espirituai y iüt'óñ-omo con respecto al mundo mater~l para pre-
Crisipo) que el hombre d~~~ún la naturaleza» (homo- servar la ¡¡'ascendencia e incorporoidad de Dio~, 1,
/ogollméllos /e physei zen)6. De este modo, el gobierno de la vi- ----"Laaiitropoí'ogía fue origen de un nuevo enfrentamiento entre
da humana discurre conforme al orden del cosmos y al Lagos
la teología eri~tiana y la Stoa debido al '!'£!lazo or esta filosofía
.que rige la existencia deThOñ;breypiesta unidait as~ yjda.El ser de la inmortalidad del alma. Este último parecía dedUCirse e
humano tiene ahora ante sí dos tareas. Poi- un lado, debe evitar matenallsmo de la Stoa, opuesto a la idea de una vida que trans-
ser confundido por la multiplicidad de impresio~es yobjeto~ de- ~eñdiera la'exisleñcili presente. Pese a ello, algunos teólogos cris-
jándose 1UTastrar tan pronto aqurcorilo allá. 'PO',otrá~ debe hacer-
tianos, como Clemente de Alejandría, viero!'.~I',,~ªm' ~n la
se constante e in.,,-,!~movible por medio .de! Lagos. De aquí res;;¡: doctrina estoica del retorno de todas las cosas (tras la aniquila-
ta 1¡¡'2~l!gació.n_P-ªE!..eth()~I?!i.~~2.Q.mjl1l1ij.ú~_¡;asiones, lo que ción del universo por el fuego) un con~c!l1!i~~t()~alJ.'!.q~e_mera-
no es posible sino mediante la virtud. De este modoqueda deti-
mente presentido, de Iq resurcecci2!' de lQ~ ..'!l~~I1.Cl~.9ue
constituye
nida también la esencia de esta última. Por ello, al apuntar me- el objeto de la ~sp,ranziicristiana. No obstante:esta interpretación
diante la cohesión de lodo lo individual fundada por el Lagos a la estaba obligada a entender el relamo como una repetición que só-
unidad e identidad internas de la vida, la tarea ética estoica prue- lo se verifica u~avez, mientras que, al orientarse según la doctri-
ba discurrir en perfecta armonía y paralelismo con la gnoseología na de los períodos o ciclos cósmicos, lo.ªyger!QQ pOI' !ª.f!,smo-
y la física propias del estoicismo.
visión estoie.a era ,n f~~lidad el retornº~ie[J]p~.,ep,,!i.~."del
.ú'iúverso. El primero en tomar conciencia de que esta ¡.magen cí-
Cfi"ca- era incompatible con la esperanza cristiana en que la vida ,)
2. La teología cristiana y la Stoa7
habría de retornar en una sola ocasión -con la resurrección de los
iiiüerÍ<Ís::'"[uesan £i:iillín,--' -.--.
La antigua oposición cristianismo-platonismo ligada a la idea Pese a loeñffemado de sus posturas teológica y antropológi-
cristiana deJ Dios trascendente volvió a plantearse de inmediato ca, los I~S cristianos jncorporaron.lat.!E.~~.~~~!g!~~J!".u"n .-r""

en las relaciones del cristianismo con Ja Stoa. y es que aunque su


~ número de rasgos aislados de la doctrin~.cr¡~_~"a~~:_u_, -..:r:
naturaleza fuese ahora diferente, la contradicción entre la t(()S_
cegdenciadeJ..!dips. ¡j!'_L~!3i~I~'!.£QJUespeeto..aluniverso Ji 'o total a)J:n primer IYllar se ha de mencionar ¿i concepto de ':'!~ .
inmonencia ~eosnlOs de la divinidad estoic!! e~tan evidente gue Filón de Alejandría babía adoptado ya el concepto de ¡:¡¡gas co- /'
fue'¡ nij:;<i~iD¡edeJ.g!i.!íIilr-:-Panr-!oSeslOicns,laencarnaeión su pre- moeqüivafeilte filosófico de la idea bíblica de la sabiiIüiiadivi-'¡ , :::>
, ma de la d¡vi"fiia".destaba representada por el Lagos, pneuma o na preexistente. Sin embargo, a diferencia de la interpretación es- ,:
alma del mundo que gobierna el cosmos, el cual es iomanente a toica del Lagos: este úllimo se. vio aquí concebido como una o
~,se..J!1i~.!!lg._u_,!!y~er~Q"al_q~~~Esta cohesión y se mani"fiesta mate- hipóstasis trasCl:ndente al mundo, 'en correspondencia con el '!
.!:~~lllenleen el fll~goque anima. al .universo y lo conduce perJ(f-." NOlis'p"lutonlco-ánslote llco. Además, s"-E':."<:;,diq,ª.s!istinguir~n-
didin-enté asa .•~iquilación. El único de los padres de lo ¡¡¡¡es!a [~e,el"~~~()sX. ~JJ2~~-:!,~or, en cuyo Verbo el Logos ,es inma- 1-)
nente al mundo.
5. Ibit/., 240. r La dislinción entre el pensamiento o)~?gos presente ~n~.I..!f1le- 1!
6" Ibid", 242. t.'¡ . rior.delaTma (I,!go,' endiáthefos) y e! toga,;;que eme~ge ~ ella y ~"

7. Remitimos una vez más al lector a la obra eje M. Pohlenz. Die Sto(l 1, seexterioriza en el (werbo}), en ellengLiaje (logos pfophOri"K6s),
400.461.
tuvo una gran im"portal1l:iaen la evqlución de la doctrina cristia-
108
109
1<1. Esta L1istind6n estoica, consagrada originalmente a L1iferen- imagen bíblico-veterotestament~ria d~1espíritu compartía con la
.¡ar la nl~~ner~~eril¡UecILogos obra, en el alma, hizo posible en el antigua idea griega dc ¡",eIlIllU y" con las similares propias del es-
;iglo (¡ 'Jar 'll;s-plj!B~~£~r.~~,c:~
eri!~ vía~g~~~condlljo al ,dogma de toicismo. De hecho, Tel't"~E~0.l,lterpreilllli.Jkfu~
H Trinida~, es decir, a la distinción entre la existencia del Logos .fº!l1Q...Jlneltn~ .e!~~Ls.e~.~~9.P _~~~ojco.~~.~Daln.~,t~riafinísima que
.Iivino en etcrna unidad con el Padre y su manifestación en la en- todo lo penetra (Ad, Praxeull, 7). Sin embargo, tras la discusión en
:amación. En este caso, no fue necesario limitar el manifestarse 'que Ofígenesrídiculizó esta concepción al señalar las consecuen-
kl Logos al suceso único representndo por la aparición de cias seguidas de la co.mposición} divisibilidad de Jos cuerpos,..!!!..) ! J
~~rist(),pues éste podía ser concebido como el momento culmi- ,teº!qgí~~tiilllª-f~~s" e!~.fr.ili'..divi!j9..J:D- !
,ante del obrar del Logos en la creación en forma de «semillas», mo el No.us
.•..._.- .., - __
incorpóreo
..-_
de la concepción
__."__'.. , .---_
plalónico-aristólélica
.- ..•. ~ ...-.-., _-- ~ ~_.
de I
.;
.:uya misión es preparar a la humanidad para la «completm~ ma- 12ios 10, Esta última estaba, siii embargo, todavía"mas aJejaóa de la ,.'
I¡!'estación del Logos en el acontecimiento de la encarnación. imagen bíblica de Dios que la idea estoica de p"eLIIIU, convir-
tiéndose por ello en el punto de arranque de la tendencia a la all-
b) Un segundo motivo de coincidencia entre la teología l:ris:. tropomorfización de la idea de Dios que las especulaciones psi-
liana y las doctrinas estoic¡\s vino dado por la idea del fii,e-iú~- cológicas de la escolástica latina en lomo a las relaciones entre la
vitieanT~comunicado al hombre 'por Dios al exhalar su anenla voluntad y el entendimiento divinos se ocuparían de llevar a su
..;obre él (Gén 2, 7)8. Con todo, según las Escrituras y, por tanla, estadio más agudo. Con todo, la doctrina estoica del p"eulIIlI se
-Iambién para la teología cristiana, eLEspirltu_Je-.Diouig.ue..sl~!1- oponía a la idea bíblica de que Dios es Espíritu por efecto de su
dq. una. !~_~~gniludtrasc~den,le al hombre en cuanto criatura, en vinculación a la piedad cósmica y, por tanto, por su desconoci-
()posi¡;ión a.ja coñeepélón estoica del¡meuflju. Además, según la miento de la trascendencia de Dios. Con ella se relacionaba, asi-
doctrina cristiana al hnmbre no se le concede lapart~adón del mismo, el materialismo de la Stoa, exprés"d,; e;, la idea de la cor-
t:spíritu sino como UIUI «graciil»: resúlüido de la redención yue'!a .poreidad ¡¡etódO lO real, iiidiiidó"Díos mismo, Por ello, till~tllla
re en Jesucristo. Debido a ello, desde las postrimerías del siglo JI aparición -difcoii"i:e¡jtñaecampodeIa física"moderna, con origen
-probablemente en el curso de su'enfrentamienro contra la idea en la idea estoica de pneUI1111, no.fue posible eliminar ese carácter
gn6slka de una pneumalicitlad fundada en la naturaleza de los materialista anejo a la idea de es le último, dando a la teología la
t:legidos- la ~~.q.!ogi~._cri~tianaopt6 p~r limitar la comunicación oportunidad de proponer una interpretación de los enunciados de
del Espíritu al orden salvífico y distinguir enfreel EsplfIUrde la Biblia sobre el Espíritu más adecuada que las ofrecidas por la
Dios y el ,iliento"divhlO pói elqiie"er[jOíñbié-fue despertado a lii doctrina platónica del/lOlI.\' y el concepto eSloico, en muchos sen-
vida el séptimo díá de la creació;;':-i5e ~sieíííüJO,I;,~ dife,:encias tidos próximo a 1(( idea bíblica del ,nislllo, de espíritu, T"do di"
L"OIl respecto a la idea estoica de la pnrtkipudón del ser humano en el supuesto, claro ~stá. dc que el concepto d~ un Y~I1lPU inlini~
en e1¡JIIellllJa divino, en analogía con el rechazo de la hipótesis to pueda concebirse como previo a lQSfenómenos finitos en que
platónica del parentesco natural Jél alma con Dios, 110 hicieron se manifiesúlI1 sus eJeáo.s. dinámicos! l.
sino aguuizarse.
También en la idea de Dios mismo se dejaron ver semejanzas e) Otra de las cuestiones en que se produjo una coincidencia r
con la idea estoica de ¡meUl1Ia, pues en ln 4, 24 se dice que «Dios entre las concepciones cristianas y esloicas fue la doctrina de la '.t-
LS espíritu» y la afinidad del espíritu con la naluraleza del viento
providencia divina qu~ gobierna .'a
ñlarcha del universo. Esta doc- A...'
'r
(.In 3, H) forma parte del patrimonio de representaciones que la trina fue desurrollada por...?-en~.Y_ºd.s.ill-oen oposición a la con- J,
cepción epit:úrea de que los dioses bienaventurados no se ocupan ) (~~
H. Al rcspcl:tu, el'. W. PUllncnbcrg, Sys/l!/Iul1i.l"chenle%gie 2 ( ItJlJ1), 21.1s.
9. Para más delilllcs, ¡bid., 217s. Cf.lllmbiénl:l obru ue W.-D. Huuschild lO. Al r~spcelo, ~f.W. Panncnberg, SysfellwlÚ"c!le Theo/IJgie I (19~H),
:i1lí cílada, Golfes Gd.\.f lIIul del' ".fe.'I.\'('J¡. Sllttlie/l zur .1i"ii/¡c/¡ri.l"llic:hl'/1 402ss, así como M, Pohlent. Die SIlla 1, 409:\.
"'ICIIIIIlIW/O.r;it' (1tJ72l, IHss, en especial, 28ss, 11. Má~ delalles CII W. Pillllll.:nbcrg, Sy.\.fell/lllú.du: ne%gie 2 (19tJ) l, 9lJs.

110 1II
,
,p
dL' llls asulltns hUl1l<tJlIIS1!, y L'1lsu clabonll..'il)ll fuc posibh: apoY:lr- dI.: ~'!L'1I1Clllu y Orígellcs,Ha idca de providcIIL'i •.1 se L'OIlVirti<i 1.:11UJl
Sl' L'll L'ol'l!ra lit." la lesis tic Epicut"O en algullos pas<ljcs plat6nh.:os. prinripio b.ísico JI.: la exposicj¡'lIl sistcm4.ÍliL'f.l Je la dnL'trina L'l'is-
En d libro d~cilllO de_las /,('\'(.',\', Plalón Imbía expueslO [){!!' hOCH timUl, es dccir, en uno dI.::-los COIlCl.::ptos l'UlH.Jalllelll¡¡ll.::s par •.l 1<1
dd Illll:sped ateniense que Il;S dinscs e~t:íl1 IllUY alejalllls de d~s- cOlllpn.::nSi¡')ll.dc la hislOria salvíliL'a1h• Pi.lra CJenWIl(e, sinla.fe t:H
\,:uidar ([,('yes, H9tJd 4 - 90StJ 6) sus rropiL'datJe~, es decir, (dus la pro\'ideJlci'a divina, la doctrina de 14.1Iglesia sohre el plan dc
niatLIras lllOl'lulcs y cl ciclo en su conjunto» (002h Hs), reservan- si.llvacióll dc 'Oios n::alizado en el Rcdelllt)¡. ofrecería neL'csarii.l-
do 1.1mayor pnne uc su alención para <do más insigniJicantc y pe- mcnh:: la apariencia de una simple fábul:.¡17,
qUCfltl dL'lodo» (l)()2.l Is), y, t.;n especial para clllolllbrc (lJ05d 2). ElcanÍl'ler sislem:.ítil:o dI.: la doc(rina estoÍl:a de Ii.!providl.:llcia
En eslr.; contexto la expresión utilizada por Platón no era ¡JHJIloiu, hizo lJuc la Sloa tuviera que cllfrcnl<ll'se desdl:: sus mismos oríge-
sino £'¡)illltf!eia (lJO]c ]). Sin embargo, cltérmino jJl1Jl/()iu ¡¡pafC- nes con el problcllla de la tcodic~a'K, sobre todo en relaci{)Jll'oll
L'Cya cn las ,H{;Jlwmhiles de Jellofontc (IV, 3, 12), Siendo también 14.1 idea dc 1.11101 lleccsid~l(.1 fatalista (ltciU/lfJ'IIll'lIe). La pn::gulIli.lLJue
en Jcnorollle clILJuien pm'ccc tem:r origCll, jUllto con la i.1!irmm.:i6n sus mlvt::rsarios epil:úrcos y platónico-escépticos planlearon ü los
dc que el SL'r IU.lIlwl1o es el !in de la crci.H..:ión, la vincll!aci6n de es- estoicos fue: ¡,cúmo conciliar 14.1idl:.1 dc una diviuid<ld LJuc es bu c-
Ic CUIICCPIO con 'la idea de un orden limllístico cn la nHll'cha de-! IUl y gobierna el cur~o del universo hasta en sus últimos detalles
univcrso. Z~IH)n y Crisipo I'el:ogieron y desal'rollmoll de mam:ra con la existencia de tanll)s úl.i1es? El flllldador de Jo tIlle se C(JlH)-
si~lclll;ílica csw ioea, conviniendo al ser humano Cilla mela hacia ce como Sloa mcdia, Panccio de Rodas, rean:ion{) a est.l crÍlica,
la qUL' S¡; oriClll.a lil providencia divina del aconl¡;cer. Sin embargo, expuesta CUt gnlll cOIl(unuenciu por Carn¿ades, acentuilndlJ la
su car,ÍLkr antropoJlllklico, para Puhlcnz ('en principio lllUY ill¡;- .<llltOlHlJllía dc)a vtlllllllml humana. Par;,¡ Panccio, la volunlad dcl
jado dd cspíritu'gricgo)'L.I, recuerda dc l"ol"lna tan llamativa la fe hombre es h¡ responsablc del Illill morall'J. Cicerón y f-ilún de
\'Cll.'rtltc~lal1ll:11taria l:1l la Cl"c;¡cillll (Sal X, 6s), que P{)hlcllzlh.:gú i.I Alejandría, l'1~lrC otros, volvieron lll<Ís tardc a {)cupar:-.c dc lo ...•
su,"'pcc!wr que (CI1ÜIl había traído consigo la rc en la providencia misllHIS pnlhl~rnus!t1. J.a te(llt)~í¡¡ crisli¡IIH)~¡lh.:jalJ(lrillll ellL'lllllní
"L'1l esta 1'01'111:1»desde slIlierra nativa fl.:llicia'.'. la fomlll dc ildh~l'irsc 11l4.ls tesis de Pallecio n.:chazamlo lu LTCCll-
Que los lc(¡!ogos crislianos se apropiaran de la idca cstoica de cia cn el de~(illo y hacicndo n.:sponsahle al libre ¿¡Ibcddo del
pnlvidcllcia, aumIlle siempre con rcfen::/lcia al Di()s traSCl::IHJcntl::
homqrt; -como causa del mal-- del mal moral y SIIS CllIISerUL'll-
al mundo dc Ic.l Biblia, no puede ser causa dc sorpresa. Esta idea
cias~!. A catisil dc su re en la trasccndencia dc Dios con respeclo
resultaha adlllir •.lblemcnte adccll4.lda COIllO design¿lción dl::1 go-
IliL'l'll() dLllIlll¡ldo por Dios dclLJllL' en lalllas OL'ilSioIlCS dalllesli~ 1(j. ,\1 1"l:.~Pl:C'IO, l'L la iIIlJln:~jullillllcexpo!'liL:i,ílld•..1,111.'1J11l!!ia
dI.' (ll'igl.'llL'!'I
lIIunio lils Escl:ilul'as. Aun siendo l:ierto que el cOllcepto dc pro- llll'" hal .••. 11. Kudl, 1'1'1I1/0;(/ /lml I'aidel/s;.\'. S/II,Ii,'/1 ¡i/},'" (Jrigl'Jlt'.\ l/lid .l('jll
/I/Iiu 110sc ¡lplica en el Nucvo Testamento;¡ las rel~lciol\cs de Dios I"nhiíllllis ::11I11 J'II/IOl/i.\IIIII.\. (I'JJ.:!).
COIl el lllundo, es posible toparse ya COIl ~I algunas Vl:ces l:1l la 17, {'ll"IIIClIh.:dc Akj,lIldrfa, .\"/JlIlI/,1, ti, 52. Al llliSlIlUli"'llIjlll, ('kllll.'llIe
prillll'r:l ('arl:. elL' Clem.:nh.:: (2.+, S). Y en lil apolog0lici.l dcl siglo hilll hiuL':lpíl!l'1I \Iu", 1,1pfu\'id"'ll.:j¡l diviu:l ~e 1..'.l.,lielldc "il hl:>[l.lnl1l.'non.:.~,lel
11. d{lllliL: TL'úliio dI.: AllliolJuía n;conocl.:: su rundallll:Jllal signili- ,I(:lllltc"l:l'''. 1~11
,l\I'il p,I.~:lkSl' din: ¡¡lIl',lI11UjllL'la Iilo.~llfi;¡l'11.~l'llab 11rllVidl'lll"ia.
mI Jo lw(',,: ti •.. IUHIlal'ul'l'cl'I:I, l'!'IdL'l'ir,l"1I1lrch:I''''IIl"ia,11prau de I>¡ll.~Ik\,IlI'I:¡
,,:aci¡ín para el L'OlltICilllil::lltll de Diosl.~. En la tcología alejandrina l'lIJ1lplillliclllUl'll Je:>lll:ríslu (VI, 1), 12.\.2; d. V, 1.1), ~,.
IX. ('1. rvl. j'lIlilell/.,/Jie SI(lClI, !(JOs.P¡¡ra fa J¡eill/l/J"/IIf'I/I'. IUh.
I~. 1',11",1
la lÍoctrina dt.: la [lfllviuClld:l en la SIn" illlligu:l. 1.'11 c:>pc\:i:dt.:ll JI). Ibi,I. 1. J-tn.~.
I.L'llllll Y ('Ii.~il'u, el'. f\1. P\lhkJlI../)icS((/ol, 'lXs. 211. ('lc.:l.:I'Úll.nI' .JillO, 1)-1J. Al fl'Speelu. -.:1". 1\. WeiM:lic. ('j,','i'll Ulld di,'
1.\. f{lirl. J. ()l).
Nm/' ..IÁ¡¡I/,'IJIi,'I t .ltJ(l[l, 1-1Hs.l,'il¡ÍIlI"'UllS¡lgni,,
eSlc 1l'1lJ:1UllImlad" apan ....JI¡'
14. lbid. 1; 100..
pnll'¡'¡/¡'lIlia, en el 4uc se ol:upaha JI.' hJSubj"'L'iillll's¡l l,lllllL'lJ"ilJilde la pw\'i-
1). Ll ,lfirnlilc.:ión paulill¡1 de qw: Dius!'lc t.la :1l'Il1llll.:CI'cn SlISl'rj¡lluras lIenL'ia :1 1;1 V"''l. '1(1 ••• t.l••• SIl rcfuI;¡¡.:ilÍlI. i
(RUlll 1.20) fue :¡plicilU¡1a la acción lit: la divinll pruvidencia p.orTetífilo l:JIAIl 21,. Clcmclllc Jc Al.~jalldría, SIIVIII. 1, 17, H2:clI cspcdal M3,5. Para 141 POS-
.•I/llof. I,~. eL liullbi¿n Ircncll, A,h~IIlIt!/: 111,25, l. así l'01l10 C'lclllenlc t.le lt:l'ioJ't:volu¡;i¡)n dc "'slc lenía .CJ1-Oríg•..ncs, Grcguriu lk Ni:>ay SilllAguslín, cf.
Akjanuría, Stmm. V, 1,6, 2. W. Pallllcnbcrg, ~)'.\'It!/II(/fÜI.:J1I! 'J'ht'flllJgie 2 (t9~ J), 11J2s.En lil misma obra

112
11.1
al 1ll1l1lUO, 1<1teología cristiana ofrecía a tste argumento mejores ca, para quien la certeza del asenlimiento liene como n.:quisiLo
supuestos que el sistema esloico y su idea del poder falalista de la previo el on.lenHll1iento\le las percepcionel-i y juicios individuales
~u:it1!um!f!.Y.e, el cual estaba imbricado en el mundo y era idénti- en el todo dc la expedencia1s. P~se a ello, en la hisloria posterior
co al Logos reClor del universo." ----. de la doclrina cristiana sobre la certeza de la fe, John Henry
Newman expondrá la importancia del ordenamiento Lle los juicios
-éfYLa gnoseología estoiéa imprimió también sus huellas en la
individuales en el conlexlO global de la experiencia en una nota-
teología er¡sliana, especialmeote en lo relativo a la comprensión 2h
ble yecindad.. ()bjetiv_~,.a-:.la
- ,._ .. - -gnoseol~)~ía estoica •
de 11\fe y_l~certeza a ella aneja_ AunqueCieriieñlede-Aíejandña -' '. ',.

acusó a los giíegos-aehablar mal de la fe por considerarla bárba- f' .~specialll1ente n~~ner?s~s fueron las con~:cu~ncias que s~
ra y sin fundamento, su definición de esta última como «un su- ~:~ siguieron para la teologt3 cflstmna de una c~UQ.n a1sladn .ue.O!.ro
_pue~to (prólepsis) ~.:.~~o.3e una libre dc:ci~ión, un recQJloci- , lo de la gooseologí¡l.estoica: la doctrina del cOJlru:imi~~lg,,_alllralde
. miento afirmativo 'Csy"katátheSísraerremor de riiQ8;>, descansaba --"'0 QjQJ; 1í)ii:91~~.!'.':l0i9Jistingllida en el siglo II a_C, ~or ~anecio
en rea!~:a(en I~joctr.~~_,~toicadel -aseñiírñieñlO(s)"ikaláliJe- " 7;/_ de la teologín polílica del culto estatal y de la leo logia mlllca de
_,¡s)_ Clemente se oponía aquí a Basílides en su interpretación de . V'_, !o-"--~et",,, EiCOñcepto de te01ógíi.--ri-'¡lúraldeb-es(i"vincnlación
la fe como hipóstasis (según Heb ll, 1) eii el sentido de un hecho 1.- con la eJoctrina cristiana fundamentalmente a san Agustín27•
natural fundado en la elección divina", De este modo Cle;¡:¡¡;'lt"- 1( Aunque en san Agustín.dicho concepto no aludía to(favúúilm co-
sent61,isbasú deb coñé~~~iÓ~éle la fe como asentiJ;,ienlo (as- l. l1ocimicnlo eJeDios connatural a la Iluluraleza humana y que los
sellsll.\'f\ aunque esta última, pese a estar ya insinuada en Rom hombres poseerían gradas a la experiencia o incluso antes de to-
10,9, no alcanzó un rango normativo en la teología cristiana has- da experiencia -por haber sido implanlado por Dios en su alma
ta más tarde. En la misma frase, Clemente definió la fe como pro- en el mismo momento de crearla-, con todo, ~en~~~~.i!l .~S!~l
lepsi,\\ como suposición antiCipada de I~!l.l.yación .füt~~da posteri()IY!!!'~¡lf¡_Q]1del conocimientQililUu-aLde 12h)~_~_'!._!7_~~d.01t' ,
según Heb 11, l a -la contiaiiza- firme-en lo esperiióó:- Para Cle- la doct,~iI~_~.
~~,l.~L~~I.~~.l1!S
!~iones O_;~~~)~f?P.to~. coml~l.l,~S,a .to~os ),
mente, ~ ~~~~e~.~_~e la f~..d~sc~Hlsae~ que .en esa e!?p~eranzafun- los hombres (kotllW elllJOIllI), Estos ultUTIOS,entre los que al la 1
~ada en la promesa divina el J... ogos divina mj~~lo'e.Sñuestro -ilode-[OS¡if1ilcipios del gobiernn moral de la vida se contaba el
maestro o pedagogo", Con todo, al acentuar el carácteriibre de conocimiento de la existencia de una divinidad y de !lliesll:9 ~h~-
Llichasuposición, el aselltilTliento a la fe adquiere en Clemente un -b~l~ inlcl:prellliTós.-,mrC«::enlI12H C(lIllOioeas
~1~,,~!J!]nu:iii.'"[lleruñ
_m,!!~z.volt~l~aIistaque difer,encia su doclrina de la doclrina estoi- 'fñííulas (idelle i1l1Ulllle). .
La doctrina lit.: los c~mceptos funoamcnlalcs ~0I1111nCS, fOl'lnu-
(J 96ss) se ofrecl: un resumen de la discusión mouerna Jd problcl1~a¡Je la Ico- dos análogamente en todos 'os hombres por obra del 1.!~~S!110
,uiccades~~ ~ejbniz. No obstante, ~I criterio para ocuparlie. I~Q!~gicalUen(e de LOgllS, constituye la bas~,de la doctrina cstoica'derderechi) natural,
esta cuestión se encuentra en la escatología (W. Pannenberg, Sy.\.te,;wtisc/¡e
'nJeologie 3 rl~93 J, 6795S). iáilií que los eSloicos percibieron la síntesis dd conocimiento de
22. Clemente de Alejandría, Stmm. 11,2,8.4. Clemente alude en n, 3, 10,
I Y 11, I a la l..h:linkión que da Basflides de la fe apoylÍndose en ¡¡eb 11. l. De 25. Ese l:S d juiciu dc M. PuhlcllZ, Die Swu 1, 14lJs.
llUevo en SrmJ/l. V, l. 3,2, Clcme'nle arremete contra Basílides por concebir la 26. J. 11. Newlllan, AII f:.\.wy ;11Ah/ (JI (¡ Gnlllllll/lf ofA;)'.~~1If(1InU, l'l:im-
fe rolllO una uctenninar.;ión ontolÓgica, en lugar de cumo el «~.c"')'I/' presidn 1973 l. 202, 221 s. .cOIl rcspecto a este ilsunto, el'. W. PUllllcnberg.
katcírhesi,\') rJ':19naL.9JU!~_ almai,dolada de libre albedrío». er. también M. Sy.\'tellwli.\'¡'/¡e 1heolo8i~ 3 (t 993), I 89ss.
Pohlcllí'., DieSwlI 1,419." .- . _.--- ---. '27. Para más dctall~s, W. Panncnberg, Sysfelll(/fi.w:J¡~Tlu:ologit: I (19~H:\),
23. ce ,,1 r~spr:¡;tu~W. Panncn!lt:rg. Sy.\"tt:JIUlli.l'che 11woJogic 3 (1993), J ó.k H7ss, en espct.:iul. Y2s sohn: 'san Agustín,
24. Clcmentr: uc Alcjalldría, Stmlll. 11,2,9,4. Pam el cum:cplU dc J1mJt:/J.\'i.\' 21\. En Ci¡;cnín. eL J)(! lit/t. lit:OI'lIllI, 2, 12 Y 1,44, asi CUlIIU 1)(' jilt., 5.51).
en la comprcnsión de la fe por Clemente, cL L Kugdmallll, AllIizj¡JClrioll. Ei,1C: ¡lara lus comit.:nzus de la Jodrina de IlIs k.oillai ~llIllJil/;, el'. M. PuhlclI:l, lJie Sloa
In'sriJ.f.~gescJ¡;dlllicJ¡e Ulllet'!iIlcluillg (1986), 121ss; para el concepto de llnti¡;i. 1, 5ó. Su illlcrprctad6n dct:roniana COIllO(~lJeas illllata.s" debe juzgarse según
pación en la Stoa y en Epicuro, el'. IIOss. Pohlelll. CUlml 1I11Uinterpretación de ~igtlo .£!~~~l.izalÍié' (1,355, cf. 11, 173).

ll4 ll5
los principios jurídicos fundamentales compartido por toda la hu- en s!1 origen suj~tode lInu acus~!.~!} ..9 .~~_ una / !
~n~.udverte~~_!.~!..~~
manid~d. Lal19~trinJ.l<1el geredlo, natural, de la que Cicerón se ¡,;oncien¡,;ia Ú-P,:/(}l'¡ (Ji las ¡:eglas fundamen~es"deL.cQ..~rt~- ,/,1
ocupará en ténninos fi!9S9ti,2~, fIle desa(Tolla¡ja.pgr l,osjuristas niieñiü niQraCEsfe cambio de acento influyo en los teólogos cris- .'
ronUlnQS,apartir de impulsQs~stoicos". El influjo del derecho na- llill~s,(I~ie'nes inlerprelaron los ~!~iados del Nuevo
tural en el pensamiento cristianoera'ya considerable desde que san T~.lilll1ento relativos a la conciencia mural -Roñli~-f5;B:- 5;
Pablo álilmara que también los paganos «hacen espontáneamente 2Cor 4,2; -1Tim 1,5.19, así como 3, 9, entre otros- con idéntico
lo que ordena la Ley" (~0m.2, 14), probando de este modo que lle- espíritu. A partir de este momento, la y~l~E~ª~~~!Vfue
van esctito su contenido dentro de su coraZÓn (Rom 2,15). Este in- c0l11prendida en el sentido de los kQi!!ªi g!l'1!!!E!. 7~toicos,es de-
flujo se. vería acrecentado después de que se operara la reducción cir, como !a n~.~!1!rt:~~~~i~~_~~
una conciencia de las norJ!l~~_~ticas! (
de la autoridad de la Ley veterotestamentaria a su núcleo iusnatu- f.OI11~!U!_W~-º~ los hombres. Esta concepción se mantuvo tenaz- I '
ralista. En dicho sentido, ~fill.-l_e"-S8,refu:ió-ya a los «manda- mente hasta la Edad'Moderna, ocultando el relativismo histórico ( ,
fl)\e!!!<?~_nat~,rales"de la Ley,j~~IPreJ¡¡Q.9s_'y)!evados a cumpli- de los juicios conciencia les durante mucho tiempo.
miellly_poUes(¡r~h~oposiéion ~1.~}~Lcúltica y'jü(iiC1;¡TaliOlidas
por su venida'". Tantoeñhilémogía crisiiáñácoiñoeo'Ía]unspru-
fi (g~ El último ámbito en que se produjo una estrecha coinci-
j dencla de la teolngía cristiana con las tesis filosólicas de la Stoa
denciaromana el derecho natural fue comprendido como la base vuelve a tener relación con la ética. Dando por supuesto que to-
de las reglas de la con¡'TVe~-;:¡asociaÍ: su~iitüci6nde'una Iib~r- L~' '~'. dos,los hombres tienen l'onOCI~nto de los principios morales,
[ad que originahneñtéeralamisma para todos por el orden jurídi- , en el siglo It a.c.', Panecio de Roaas expuso II(ética'a la manera
co estataI y por el desigual reparto de la propiedad -vinculadns r'
? de una ¡joctrin,! de las obli~aciones. Sobre este mismo concepto
ambos al estado de sociedad- fue intel]3retada como una conse- se ¡¡royó Cicerón en su tratadn De offieUs, compuesto el mismo
cuencia dd pecado original. ~g~ll_,,,,rn!!!]ro,,!tsch,-!'.ue propia- año de la muerte de Julio César (44 a.C.), aunque el gran retóri-
mente e~t:_l~~_s~llt~r!!li~'!1~_~_ristianamen[e alterado el que terminó co había sometido ya a discusión la idea de obligación algunos
por con~ertirse «en el auténtiCooogiii-acüfiurai 'de-laTgres"ia,,31. años antes, en su diálogo De jinibus bonorum el malontm.
;1!'También son estrech~slo~~ín~~I~; e~tr~~l de~~;ho natural Ambos escritos inlluyeron en los comienzos de un tratamiento
~ la interpretación estoica de la ~~.!1cia_!!lOrul.aunque esta úJ- sistemático de la élica por parte de la teología cristiana, sobre to-
do en la cristiandad occidental, donde la primera exposición in-
tuna, entendida como un ~on,?cimiento que a~ºJTIp'aña el gobicr-
dependiente de la ética, debida a Ambrosio de Milán, manifies-
..yn.~~stigointerior de la conducla,
la yiJ~.ala lllal1el~~.Q~ lio
~lo~e
constituyera propiurl1ente un descubrirnientü--dél -estoicismo. ta una estrecha a~hesióll .ª 'ª
figura del escrilor latino. Sin
Dicho descubrimientu se remonta más bien a los trágicos griegos. enlbargo, tanto los estoicos como Cicerón habían concedido una
gran amplitud al concepto de obligación (kachékonta), al que
Sin embúrgo, la Stoa media transformó la voz de la conciencÍ;lJ2,
t adscl;ibían prácticamente todas aquellas acciones que por nalu-
29. MJ Puhlenz, Die Sto" 1, 263s; pura los t"unuamenIO\i estuicos, eL 1J3- rale~a «convienen)~ al hombre, como el instinto de conservación,
I1
J:lS. ~' la proc,~"Ciiín o'el amotde los pudres a los hijos. A diferencia í
JO. Ir~llt:u,/ldv.Juwr.IV, 13, 1 Y 4, así como 16, 1. de ellas, los actos conformes a la razón (klllhortómata) confor-
3 J. E. Trodlsch, Die SoziClllehrell da ¡;hristlichen KircJu:/. l/IId GntPPt!/1 maban lll],gr~po r!,stri!lgi~o d-,,~tro-de¡ conjunto global de las
11~121,173.
061Igaciones; el grupo de las conductas-que pertenecen al domi-
32. Pata'lu evolución ud conceplo de l:um.:ielll.;;ulllural en los gricgos, ¡;f.
W. Panncnbcrl::l, AlllhmJ1ofosie in (J¡eoJog;sdl/::r PiJl"spelaivc (19M3), 2~6ss(vcr-
nió db las pasiunes por la razlÍn y a las que se designaba con los
s;ün casI: A'llIl"opoilJgía ell pen;pec(iva Ieo{¡jgicll, lru<.l.de Migud García-Um'ó, lérminos tradicionales usados para las virtuues. En cumbio,
Sígucmc, Sula manca 1993, 361:1-391; para la illlcrprctucidn elilUicu ud fCllÓlllC- Ambro~jo"hptó por cir¡,;unscribir rigurosamente el concepto de ._\
!lO JI;: 1" ¡;onl:iclU,:ia lIloral, I.:f. 2Ml:Is (VCl"li. ¡;Usl, 390ss). el'. lalllbj~n allí las 1.:011- obligación al tle las obligaciones morales redén mencionadas.
siúeradoncs I¡mlles subre la ul.:luulsituación de esla Jiscusidn. Con este tin, refirió el concepto que en Cicerón servía para la C:J,-
116
117
raeterización general de estas últimas, el de lo IIlJ1lestl/JII, .alas
!I ~Iltre los refurmadures, las Ideas eSluicas i~!:!!!Xer~'.!un_da-
condiciones que lÍa," de ser satisfechas para la '~ii-tenc;¡¡i, de la
bienavenluranza en la vida fUlura, dando así a!.~o,o~~IlIOde obli-
!¡mentalmente" eí, la~ O¡'CII:í,¡~sde la providencia de Zuingn" y
, (/ CaJvino", Pero lainbién dejaron sentir sus efectos en Lutero, cer-
gación tln matiz que, sin embargo. ya nada ~~!lía q4~_ y~rc(in su cano al vínculo e:;lablecido por Laurenlio Valla enlre la doctrina
original raíz estoica]]. .
de la predesti~LI~Ldet~rminismo estoica. En cambio,
Pese a que la piedad cósmica de los estoicos era tan extraña al Me!anchton-üÉtaría años más tarde ~ asenlir a los argumenlos l'
., espíritu del cristianismo como el inmanentismo de su concepción
deCicúÓI1,'pronunciándose en contra de tales ;'lOica;, displItalio-
) de la divinidad, la teología cristiana siguió las doctrinas delil
.;/{ Stoa en _~"n.buen- n~me-ro
-de cuestj"ünes ~o-~c~~'t~;.
'A~'~-'~i~~do
,;.s afaVor de la Iiberiad'd;;-¡;'-voiüñtad". -- -- --"--
El que Mel~~ditol1 se hüiiÍera declarado con Cicerón contra:
. cierto que CO;l esté'fiñ"ei'crr~'-tianís'nlo-jntród~jo ~~-~-casionesmo- /f
rio 1!Ll'atalillilll-esJWm,y a su influjo en la teología, no fue obstá- ,
dificaciones de amplio calado en las doctrinas es loicas, la pro- culo para que influido nuevamente por este último hiciera suyas I,p/

funda contradicción existenle entre los puntos de vista globales otras doctrinas eSloicas. Entre ellas destaca la doclrina de la «luz n,'
de ambas concepciones hace todavía más digno de mención el natural» ~.Ja razón_que se manifiesta en las ideas innatas y' co- '.,
que, pese a todo, el.primero hiciera suyas por separado un núme- ñiUneúi lodos los hombres -fundamentalmente en el ámbito de
ro tan grande de ideas estoicas. Sin embargo, fue de este modo la ética-J7, A juicio de Dilthey, Melanchton se adelanlaba aquí a
como el conocimiento del pensamiento eSloico preservado por las doclrinas de la leología y moral nalurales "popularizadas lue-
\ los autores escolásticos medievales luvo la oportunidad de in!luir
go por los deístas ingleses y los racionalistas alemanes del siglo
\de una manera nueva en el proceso en que la conciencia cultural
XVIII»", A partir de ",'ili'_momento, baslQ..~!!"r_:trasar a un se- "
'¡fue desligándose del cristianismo, Tal proceso lendría lugar en
gundo, Pla,no I,adoctrina d"l.!'ecado_ori.i1in~~par~ gue-füeril posl- !j/
los comienzos de la Edad Moderna,
ª
ble reCUffll' unil.natiJraleza humana comun como .fundamento (f
de la convivencia.
En el siglo XVII, la certeza del carácter normalivo de la leolo-
3. La importancia de los motivos estoicos para la separación ele
gía y la moral naturales asociadas al iusnaluralismo se convirtió
la Edad Moderna del cristianismo
en el punto de arranque de la emancipación del pensamiento mOR
derno de las uoctrínas cristianas. Dicha Certeza no sólo se situaba
Humanismo y Renacimiento trajeron consigo un renovado in- por encima de las disputas confesionales que en aquel mamen lo,
terés por el conceplo estoico de naturaleza, particularmente en lo
además de ser objeto de viva controversia, amenazaban con des-
relativo a l'a"co-rrespoñdenciñ--ú1ii1ñ3Clupor el estoicismo entre la
': ' troir la paz social, sino que ofrecía la base para una nueva funda-
~~turaleza del hombre y la naluraleza del cosmos, La élka..eJ;tni:
ca.X !a.cqnsigna de
seguir_?--_(~nfl~L.![i!!e_z~_~~_~~aron el-aprecio eje--
~/1 ~aeié e la so .'edad, Una ligura clave eo es le pr~ceso fue
los humanistas gracias a los aulores clásicos (¡ü-e-hñbían sido
qi\ \H~ert de Cherbury l583-l648f,-cj'üieil'partiendo del supuesto
1. \ estoicodEqü-él~hombrt:s comparten las mismas nociones fun-
ellos mismos estoicos' (como Séne~a) o que habían proporciona-
do información sobre las -doctrinas del estoicismo (como
(Existe unu y~rs¡ón¡';ustcllallU de I¡¡s Gt:~'!m/lllt1/It: Sc:lII'ijlt:fl, 1I1U1llue con un or-
Clc.:r>ín). No obstarité, su objetivo fue menos contribuir ,,1desli- den distinto al l.IcI original alemán, Obras de Dilthey, [r¡¡d. ¡Je E, Imaz. fen cula-
gamiento del cristianismo, que fundir de nuevo mOlivos antiguos boración l:on 1. Guos, W. Roces y 1. Roura Parella], 9 vals., FCE).
-también estoicos- y cristianosJ-I. 35. De .Ios mOlivos esioicos del tratado de Zuinglio sobre la providencia se
hu ocupado Wilhdm Dilthey en su ensayo !£/ sistema tU/11Im! de la~'c:ienciw.' dcd
33. Ambrosio, De ojJici.f ministmrum 1, 9, 28 (MPL 16,32). e~pír;llIen el siglu XVII, en Obras 11, 90-245, en espedal, 155ss. Para Cuivino,
er. allí 22~ss,u.si l:OlllO M. Pohleul,LJie S((III, 11, 228 (~n1, -167),
34. eL al respecto la sinopsis o1'rel:ida por W. Dilthey, A/ljJa,ullug 11I/(1
36. el'. ,H/pru, notu 21 U~ 1<1 illlrouueci6n,
AllulysL' eles Mell,w,:!lef/ ;/11 15. wul 16. Jahrlllllldert (1891), en Gt'.\'CIIllII/(:1tt'
37. Al n:speclú, cL W. Dilthey, Obrm:, 174ss.
Schriftell JI (1914), 1-89, en especial, 23ss (Maquiavelo), :l6s (Molll¡¡igne). 3M, lbicl., 1H6,

118
119
,
damentales -según Cicerón «innatas»-, así como del supuetito ul-
da, hacen cesilÍn de ella a los poderes del Estado a cambio de que
terior de que éstas.s()I1so_Il1P_a.£tidaspor todas las naciones en el éste garantice las libertades ciudadanas dentrQ del marco de la es'
sentido de un' consensus gelltiwll,Desarrottó-ett-stI--tFatadcrt7e ve- truct~raisocia(}'¡~¡]case valo"nirá sufic-ient~;1enle la enorme tras-
. (ritat.e (1624) su doctrina de las cinco verdades religiosas lunda-
cendenc)a que tuvo lajntrlli!!!£ciónJk!. rinci io de toconser-
., JI1.intales: la realidad de Dios, la obligación de aaoraño, lauñiOn-
.V'!S0.!U:lflfa.la-eI1lilll9Qación de la teorí~_,,!oderna de la sacie aa :
II de virtud y piedad como núcleo de la adoración de Dios, la nece-
sidad de expiar toda falta, y el premio o castigo divinos otorgados
y dela~tj~a~~Ji!!£pr~~!!p'ues[Q~religio,,-os40. Ló qúe aquíSe-es--ii
taba abnendc,> camlllO, en efecto, no era sini"plemente la idea de la I

en juicio tras la muerte. Declarando que estas cinco verdades fun-


autonumÍa de la razón, sino I~ moderna afirmación de la au.f.Qno-
damentales de la religión
Iglesia umver~al, de ~Jip~ITJ!rso~,:-
son el fundamento

ísmo y racionalismo posteriores. De este modo, los motivos es-


de la verdadera
,
\) \
'J l1-1Íay autosuficiencia de Jª..~xisteiié-ia--h'umana-. - - "' .. ------
Antes de pasaiacOllíentariáe~0IuCi6Í1posterior de las rela-
ciones entre la mosofía y la teología en la Edad Moderna, Con-
toicos ayüctáñiüaaesí1¡i;ü--los fündamentos de la ética y-de:lá re- ,
viene hacer un alto para reflexionar sobre una serie de cuestiones
¡ ¡.i¡¡ión-pe.su s'!.b¡lfdinas.:wia:ra:::ie.velación de Dio~ enla.historia, 1,
que, teniendo origen en el cristianismo, no se coñvéáidn e'n""ob-
I
I fuñdando ainbas sobre la autonomía de la razón. '
jeto de una meditación filosÓfica estricta hasta después dejiiisádo -.,
,,1 Tomo había hecho ya Mo~taigne: de -Cherbury recumó a la
Cierto tiempo. Tenerlas en cuenta es indispensable si se quiere i
hipótesis estoiea de un instinto natural de conservación y propa-
juzgar con objetividad la relación de la filosofía moderna con la
gación, del que la conciencia cultivada de la época tenía conoci- tradición de la teología cristiana.
miento fundamentalmente gracias a Cicerón (De jin. 11I, 16s).
Hacia finales <;IeIsiglo XVI!, esta idea se vio elevada en la Ética
, {
de Spinoza a la categoría de un principio metafísico aplic;¡ble a . r.

toda realidad finita: cada cosa se esfuerza, cuanto está a su alcan-


ce, por perseverar en su ser- 19, con el que Spinoza- á~sumia.en una
fórmula final y de carácter global la creciente acentuación de es- , .;

ta idea en las décadas anteriores. Elprincipi() de la ~~]~a a la


. conservaciÓn v.enía s!.~ndQ_considerado 1;91l)º.!J,!1Q.,rincipio g~. ~
.minánte- para 1 la . condll~t~ -'lUmana . desde 'T~.!io~~-,,~_) .',
(Leviatán 1, 14). Para Hobbes (1588-1679), es¡eprincipio era el :, i,
fundamento de su doctrina del contrato social' con la t1mwdñóde .: _,
éonservar sus yidas, los individuos roñó'Ílcian a disponer libre- ';;
mente de ellas y se someten a una organización política domi- ."
nante que junto con la paz social garantiza la supervivencia de _~~
cada individUal A diferencia de las doctrinas iusnaturalistas de la
Edad Media cristiana, las idejlsíestoicas) sobre una ill.ualdad y li-
bertad original~s; pasaron ahora a un primer plano.de lntéi:es: La
libertad, igual para todos, propiil del es tildo priñiHivo-Óii:natura-
leza, no se pierde fatalmente como consecuencia de la caída en
pecado; son los individuos quienes, con el linde consenmU;llvi-
40. Al respet.:to, cf. I~s explicaciones (en exceso unilateraies) de H.
Blumenberg sobre el punlo de vista de la emancipación, Se/bsterJw/tl/Jlg Iflld
39. B. de Spinoza, Erhicl/ III, prop. VI; Ulla(fuaequf! res, ljlllllUlII1/ il/ se e.l"r,
8eharnlllg,. f,:n H. Ebding (ed.), Subjektivitdl Illld Se/bsterhaltullg. 2ur
in ~nlOes.yepersf!l'erare COfl(l1ur. eL tumbién capítulo 5, nula 12 (p. 111; versión
KUflstitutirm' da lIt!uzeitlicJu:!1lRatiOJllllildt. Beirriige ZlIr Diagllose de,. Mm/eme
cast.: ÉliclI, trad.-d~ Vida! Peña, Alianza Editorial, Madrid 1987). (1976).144-207.

120
[O [
5
Contribuciones del cristianismo
,'!

,
,;; al repertorio
, de temas de la filosofía

,
Aunque la teología cristiana recogió ideas filosóficas, al ,iQ_~~-
.
gurar una nueva ~omprensión~!!to,ge la realidad del uñíverso y
'sü'oi'igen' divi"iiO-comodé-la 'realidad ders¡,r-liliiriiin¡¡;eTCí'lstÍanjs, ,
,

,
'¡TI¡fmodílicotillñ!J.jétíra'concÍencÍá fílosofica, TIctermIíiádós-aso' ¿
/'
'pectós deést~ nue~'comprens¡-óf¡-di;nfo-nIDf"y del mundo se
convirtieron en-!,:!:~'p!'.'l'i()~ n,,ªº!º d-,!a ~e9!ogía c~i.tia¡g.~no i
también de la reflexión filosófica, sin que en ocasiones se vieran "

,, acc'-mpañádos'd¡;-lacoilCiériCiii'cté su origen cristiano, Se convir,


tieron pura y simplemente en componentes de la conciencia gene,
ral de la experiencia, Entre ellos se cuentan la contingenQa del
mundo y sus ¡jiferentes p_~rt~~,una serie de a,sll~ºto~~'O.la_ind¡v1-'
Q!¡alidad del sÚ-¡¡ümaño -fundamentalmente su ser'persoña~;-ér
de.scubi'iiñ¡eñto de la bistoria como un proceso irreversible y
abil'l1Q n1iciii--élflituro, la valo?ii",(jupoS11iva:rlehnfinilQ ¿-amo de,
finición de la esencia del 6ngen divino del universo y, por último,
una,seri6 d,e repe,cusiQQes -más que el dogma en sí mism"""de la
.!r ºtistian.e,e:~:1~:~~.:.,:,:n_~9on,en especial las concemientes ahiJi.
~ertad_del hombre y a ras ideas de amor y rec()"-cili~ción, Aunque
el despertar-dda.-.c(Jfleíehcia,g6nerat-a'lodas estas cuestiones se
debió principalmente a la irrupción del cristianismo, éste no fue
el único en conformar su fisonomía, como puede apreciarse por el
hecho de que la termillQ!Qgfa en que~uñaron se remonte a raí,
~.,nOcIi~ti."n~sy p~ias a la a~rición del cnstÍ,Üíísmo; Sinem:
bargo, ~.dos ,y_ caGa uno de estos temas revelan en su formulación ,'.,7'

la huella decisiva'del espíritu enstlano, ' ---------.1- :; j:3~:


---------------- { ,'i;;r

123

I
l. La contingencia del universo y de todo serjillito! voluntad del ere'ador, sino también la.1!.!!l£llkl.9 o i!:.~etibiJid.ad
de cada acontecimiento aislado no obstante Sü.'relación con los
Pese a ver en Zeus el fundador de un nuevo orden divino y, demás Sl!CeSOSque componen el orden del acontecer. ~_.
por ranto, de un nuevo orden cósmico (Hesíodo, !,eogoIlÍG, 73~), ~lap!~~~.~~!
Agustín sé <;lp_~rf:j~.!~f~:.~~~q?. ..£911j~}~!~E~~~~!.e
la
la .antigüeda~g!ieg~atributºjlor l~~ell-"I~<l!..ll~lv.~r~o una eXI:- unicidad de la creación y la unicidad de la redención,:Con el co-
fenCía- in-finita en el tie,!,p'~. Para HeráclIto, el cosmos haDla mienzo del iióiverso en 'él iieinpó'i1ü-sofóse-coiresponde la po-
~x¡stido siempre y existTría también por siempr~: (~Estecos',ll0s sibilidad de su tinal temporal, sino también el carácter único de
no lo ha creado ningún dios ni ningún hombre, Slno que ha sIdo, todo lo qué sucede en la vía que discurre de manera irreversible
es y será siempre fuego eterno, que se enciende según medit.1~ y y sin rep~tüse desde el principio hasta el fin: una sola vez ha / '/
se extingue según medida» (fr. 30). Esta idea encontr~posterior muerto Cristo, g!:l.~con su resurrección dejó ~~uerte de.!!~.!.t¡- Ii
formulación en la doctrina estoica, de impronta heracliteana, del vamente atrás. Por-elio, tras la resurrección permaneceremos' .
Lagos-Fuego que gobierna el curso temporal del .u,niv~rso y lo siemp'reen-ei Señor y jamás retornaremos a esta,vida finita (De
conduce cíclicamente a su «ecpirosis» o consunClon final, a la eil', Dei Xl!, 13).
que sigue su correspondiente renovación. La ~isma opinión ha- Con e!jiu lI~~nar la dependencia de todas las cosas de la
bía sido ya expresada por ~ristóteles, para qUlenel c~,s~~"pe- .?!nE!potencia del creador, la teO!9g[ª--cristiana se servirá poste-
se a ser finito en el espacio;- carece de Tímitesell,~!.!.~,i.!'Po, El
riormente del concepto de-«cont¡ngencla». fara ello, SIIl embar-
ú~ico en pensar que el universo había tenido ~1I1 ~0':Tliel~.~o
tem- go, fue preciso acuñar de nuevo este término, de origen aristoté~
lico, labor de la que se ocupó lá"teológIu-de la Edad Media latina
poral fue Platón, aunque en el Titileo el filósofo ateniense ,¡¡Jude
y en la qué el paso decisivo fue dado por Duns Scoto en las pos-
únicamente al proceso por el. que el mundo recIbe una forma
trimerías del siglo XliI. Con el fin de evaluar en su justa medida
- -ese mismo «orden» que traduce el signiticado original de la pa-
el alcance de este proceso, debe empezarse por echar una mirada
labra griega «cosmos»- y no a la creación de la materia. Por otro
a las expliqciones de Aristóteles sobre el tema.
lado esta afirmación teníalugareñ--üiiTenguaje rriTtico, y en la
En las versiones latinas de los tratados lógicos de Aristóteles,
disc~sión académica del platonismo medio en torno a dicha
la voz comi;zgens sustituye a la expresión g~ega endechómenon,
cuestión no tardÓ en imponerse la opinión, probablemente justi-
'ficada, déq¡¡eéstañOi;¡-árÍ1~sque tina ma~eraale¡¡,,-~~a, ligura-
participio del verbo elldéchesthái; ¿ayo-' significado equivale
aproximada'inente a admitir, aceptar3, Con ella se designan aque-
da, de expresarse'. .. .
llas determinaciones que no forman parte esencial del.conceQJo ..-/
' La fe cristiana en la creación, fundada en la BIblia, trajo
dº J!!l QQjet~ o estado de cosas, sino que pueden,ta.J1!9,,~~cjmitjr-i
aquí consigo una revolución que a,Iteraría los. m.is~lOs funda-
mentos de la comprensión de la realidad. ¡;:~.Q!ln£!Q!O"tam~oco i
se.>~..~e~~11.Q?SQfll0_llQj}dn1i!!rse,sin aTté!..~~i<2.~.!~9._.~~.J.d~n"ti,?adl
Lo elldechómellOll viene así a situarse en las pr(j"-I,!,-,-ª,,-ªe_s_,cj.eI'
el pensamiento cristtal10 se hizo.~~rgo~Ie.,"m.y~.r~!!~e_:~ t:asc~n-
concepto de accidente (symbebekósJ, aunque en su Metafísica
dencia. De ella, en efecto, no sólo se seguía la ,SI:..!¡m¡;IInuc19n
Aristóteles se sirvió'deIUltiiüotérmino, en lugar del primero, pa-
del universo en su globalidad y en cada uno de sus detalles a la
ra ,desi,gnar lo aQuesto de aquello que siempre pertenece a la_co-
l. Para la actualidad del tema, d. W. H. Müller. Die Wiederkehr des' Zujalls.
sa'. En la misma obra, sin embargo, Aristóteles establecerá una
KOlltingenz. IIl1d Natureifahnmg be; Narll/11-'üsellschaftlem, Phil()s~Jphe" ltnd ~ relación entre ambos conceptos, para lo cual procedió a definir la
Theologen (1977), así como la contribución de W. Punnenberg, K()nllllgell~. t/nd
Narurgesetz, en el volumen publicado en colaboración con A. M. Klaus :~~lIer, 3. Cf. A. Becker-Freyseng, Die Vorgeschichle des philomphi.H.:hell TermiflJls
ErwiigllllgeJl zu einer Theologie del' Natuf (1970), 33-80. Para una exposlclOn .en «colllillgells» ~ 1938), así como D. Frede, AristoteLes /l/Id die «SeeschLaclJt». Das
más profundidad, cf. el nuevo ensayo de W. Pannenherg, Die KOllfingellz del' Problem der C;"'lillgelltü, Futllra in De 1lltelpretl/liolle 9 (1970). ~
geschdplichen Wirklichkei/, en ThLZ 119 (1994),1049-158. 4. Arisll1lc!cs, Merafí.\'iea, 1025a 14~34.Al tinal del apartado aparece la pala-
2. ef. supra, 70 nota 63. bra entlec!Iestiai, aunque con un signifit:ado más general (ef. lambién !026b 29).

124
1125
tarse por elplOdo en que es causado lo que existe contingente-
materia '~noposición a la forma como aquello que puede (admi-
--mente. Su respuesta'fue que s610aCJiie.!l~Eªusa~ij¡j[o.p.',ran li-
tir» (endech01néne) una u otra determinación y así es causa del
breme~te pu_e~~g~.'.'erar sereScünúngentes, porque todo aquena'
accidenle (Mel., 327a 13-15).
que obra desde la ne"esidaa de su naturaleza genera sus efectos.
- '-En el más breve De fn;erpreratiolle, el mismo proceso tiene
también necesariamente, con lo que éstos ya no pudrían no exis-
lugar a la inversa. En esta obra, symbebekós no es todavía un tér-
< tir fácticamente. Por este motivo, Scoto afirmó que el hecho de
mino que posea una definición precisa'. En contrapartida, el con-
cepto de lo posible es vinculado con lo que "puege sITi!..(e'-¡,ir- ,g~exi_slan_seres conting':!1.t:~~sYÜI1~'p~.!:~a~eque ía¡:;rim~- !:
.. ,ra ~ausa de todi:i-cuaáfoexiste no obra desde la necesidad de su,' ,
C/ie.,-"i{¡; 'eillili) (DeilllerprelatlOlle, 13, 22a 15), cuyo primer
sentido es, además, el de lo ,<¡puestoa lo necesario"' ¿Son, pues,
" naturaleza, sino _de nianera ~?:I~~.fí1.áe,~~~~.:e~,.
',como
~~.~i~:.. e.ausa n< ,:
'i
1;Jre,porpropia voluntad. En efecto, si la primera c,¡úsa creara to-"i,
idénticos lo posible y lo que después se llamará "contingente»?
do cuanto existe 'a partir de la necesidad de su naturaleza, ya no '
Para responder a esta pregunta es preciso recordar que, a causa de "
.~
podría existir en el mundo nada que fuera contingente'. Por ello,
!:.
la Qreeminencia de lo real sobre J.<u1Qsibleen el pensamiento .'~
.. ;, aunque de otra manera que en Aristóteles, 1~p.9,t"nci~o"'po~ibili-, .
,'I¡j,,:A!ist6¡ere~:Toi;oSibi'ésé-Pr;;dica fundamentalmente de lo que, .,.
'~t
dad m:ecede a la existencia, la cual tiene su fundamento en la 'li, ; .
"i existiendo ya,puede sin'émbargo ser-de'otro'modo (Met., 1047a ~'
.. ~' .
. g~~,,<Jsi(sl~d~_l)~s.Dicho de otro modo: la posibilidad d~q~;;' Ii
. J21s). Lóposiblé, es decir, lo qliiéxis-te'pero podría también,JI0 '1 ~,
'

el mundo existiera existía ya antes de que el mundo llegara a te-


existir, es de hecho idénticoalo'.c-6ntrngerite~.Por contra, lo con-
1•. ,f,' ner existencia efectiva 10. •
tingente se diferencia' deló'qui,£p6sibTe en un sentido pura- 'f 1'1 ca!ñbio en la valoración del concepto dq;"onting~nd~ eón-
mente abstracto gracias a la facticidad de la existencia de aque-
j;'
f~ siste eñ que, desde ahora, lo dado contingentemenie yá no-se fun-
llo que, aun existiendo de hecho, podría también no existir. Como
da en la indeterminación deía'lnátú;a', sino"éiilalibertad'de la
Aristóteles no estableció distinción semejante, no es de extrañar
..
';'f
..
\ ~'!1't.a'!.,<I!vina, causa creadora deíuói;'úso y de todo cuanto
que para él posible y,contingente coincidieran en su significado. ~'

Al vincúlar esta discusión con la cuestióoaé'ialibútad -de la


voluntad, la Edad Media cristiana trascendió la subordinación del
.. "

';,:
{:'
I existe. Duns Scoto era perfectamente consciente de su desacuer-
do con Aristóteles en relación con esta cuestión ". A partir de es-
:" le momento, Lo,SI!!". £!!£:1E'teriza
al ser verdadero no es la necesi-
concepto aristotélico de lo contingente a los conceptos de mate-
.. ~~d-,--sinola liJ:ertad, y laIi~~~aª- cread~!a..'!~yl.na
e~~Lf~~¡j~mento
I ria y ser-en-potencia. ?i la voluntad es libre de ele ir entre dos

II ~osas.op-'"estas,l?£o."_t~nJ..:nte~~_el..resll..~~?_e
ectivo de su elec- ,
~,
y el presupuesto de la libertad dJllombre con respecto a 'li- ¡as
mi!jjc;~9n~Iimpuesta~_p~r,!".necesidadde la naturaleza. AS1, TIis
(/ ciQu. Por esa razón, en su comentario al De interpretatione uris-
0fo.~.?.:~.on tamblé_n,c,~p!l.f'es,si bien sólOdentrO de ciertos lí-
, totélico, santo Tomás presentó lo que es resultado de la accióp de
mItes, a.c'obrar COl1tl~.!!~mente y generar medJante la libertad
elegir como una especie de lo contingente'. Sin embargo, al no
creadora de su 'voluntad eredos contingentes. Se establece así
calific:irde'cootTrigeirté el acto ñ'lsmo de'eiegir, concibió la vo-
una clara ~i~tinción entre el concepto de contingencia y el con-
luntad divina como transcendencia a la distinción entre el ser
..c.eptQ.lk.¡¡usihilidlliLJ;ntrelos presu puestoSi1e-ta-eleeeién'de-la
contingente y el necesario'. voluntad uno de ellos es que lo elegido sea lógicamente posible;
El QUso verdad~.!1!ille.nte.p'~~isivo
en la nueva valoración teo-
a la vez, la decisión tomada por la voluntad es comparativamen-
lógica del concepto de contingencia lo dio Duns Scoto al pregun-
.~"" ,. ._--
9. Duns Scoto, Ordilwlio, Id. 2 p. 1, ed. Val. 1179 (176): ltem, aliquid call'
5. Sobre todo en De ill1erpretatione, 21 ti 5-34. salur contingenta; ergo prima causa contingenter causal, ergo vofe/ls causat.
6. De illIerprelUlÍone, 22a 7, de forma similar en Anal. PI:, J 3, 32u 18ss, así 10. El ser del mundo y su concepto 110se contradicen: El.l'icfllil haec vera
.como 3, 25n 37s. anlequam mUlldw,' esset <fmt/lldWi pOlest esse» (Lect. prima d 39, ¡bid., XVII n.
7. SanLo Tomás de' Aquino, Libros peri hermclleio,l' expo.l'ilio, eu. Leo]), I
49,494).
(1882). 190,192.10ct. 13,8,9. 11. Duns Scoto, Oh'/inutio, id. 2 p. 1 n. 83 (11, 177).
8. ¡bid., kcl. 14,22.
I
127
126
te contingente, porque del conocimiento de las posibilidades no los hechos, La aparici6n de dichas regularidatles s~ transforma
cabe aún deducir la elección efectiva. Contingente es también lo ella 1l1isma en unfac{lIIlt contigcnle, de manera semejante a co-
engendrado por la libertad: lo engendrado de esta manera existe mo, dI' :acuerdo con el pasaje bíblico Gén 8, 22, la confianza que
efectivame~te. Lº..~9~ntingente.e.s,pues! lo que existe fácticamen- - <:
cabe depositar en el orden natural descansa en que Dios libre-
l~! ~o_n.~D-q.epeI10enciade que pueda también no existIr o existir mente lo ha dispuesto así. '
9~otra manera. Pero todo ello se aplica únicamente alserael1ls , '
I criaturas. Como consecuencia, todas.ealídad creada es contin-
l/gente y debe en ~It~m~Ln.~.tancia su exisieñcia"'~'Ti_y~I~ntad-"crea. 2. La concenfracic5fl en la individualidadlJ
I dora de Dios.
A principios de la Edad Moderna, la idea de que toda criatura -. -t Como dato dé experiencia, los hombres tuvieron conciencia
existe contirigentemente siguió aceptándose como una obviedad, de su individualidad, como muy tarde, d~jJ!!t,,?;istieron no m-
Con todo, u 'partir del siglo XVII fue cediendo terreno en la con- jJ,es.l?rQnios, Sin embargo, la individualidad no se convirtió des-
ciencia de la época por efecto de la impresión causada por el des- de un prindpiü en tema de reflexión tilosófica, porque el conoci-
cubrimiento'de la reglamentación impuesta a los hechos por las miento ,sólo aprehendía [IJ_"sJ!JgulaL.dentr(uJe.L..medio,1Í,,-.JQ
leyes de la naturaleza. Pese a ello, cada una de estas leyes, así co- únivers';l, como uiicasó- del concepto o de la ley generales. Así,
mo el orden global que de ellas se desprende, siguen estando lil filos,ofía clásica griega se orientó tanto en el pensamiento pla-
condicionados por el hecho --comparativamente contingente- tónico c9mo en el aristotélico hacia lo uniY~GWl.Y..ÚP.i.~º,_aunque
constituido por las condiciones iniciales y suplementarias de su para Ari~tóteles el conocimiento apuntaba realmente a lo singular
aplicación. Sólo quien contempla dichas condiciones contingen- como elj«esto» concretol4• La aprehensión de lo individual den-
tes como la expresión de una necesidad interna de absoluto aún tro del marco de lo general condujo a la subordinaoión de lo sin-
más profunda; puede decir cori'Sp;';;oz¡¡ que en la realidad de la gular a lo típico. El método platónico de detinición de lo indivi-
naturaleza no'lhay contingenciaJ2 y"'qué.lf~i!p.pr.~sJ,.ónde que exis- dual por medio de la subdivisión de los conceptos generales,
ten hechos cántingentesno esmás que la manifestación de lo ¡i- hasta hallar el subgénero correspondiente al singular buscado, fi-
'mitado de nuestro conocimiento de la realidad iiatUrai:'En la naliza en aquel concepto especítico que, en cuanto concepto
'ciencianatúral'deiiiiestrü siglo, la dimensió~ de-conti;;ge~cia del esencial; no es susceptible de ninguna división ulterior", Para los
acontecer se ha puesto si cabe aún más nítidamente de relieve, individuos subsumidos bajo una sola y misma especie dejan de
tanto en lo @jativo a los sucesos aislados del mundo cuántico, co- distinguifse nuevas ideas particulares que se refieran exclusiva-
mo en el cas6deí-':'-sfeñó;;;~ños de lriesriibHidiiifi¡ue se maÍllfies- mente a ellos. El concepto específico es él mismo un, aloman, es
tan en procesos caóticos o turbulentos. Además, a causa de la decir, individual, iiidivlSibie:-La m'ismaopir'¡Óii tue defendida
irreversibilidild del curso temporal, cada aco_n_teci~tG-ais!aJ:lp por Aristóteles';párü-qllieñ-Ios casos aislados de realización de un
es en _última lnstaJ;l~ia Ú~iCOla despecho dela repetición de pro-
piédádes ¡ípiéds y formas'secuenciales. Esto último significa que ,
concepto específico sólo se diferencian por las distintas partes de

_~()s~loson ~ontin¡¡en~es l~s cOndicionesinjf¡ªI~U suplementa- 13. Pa¡-a la influencia del cri;tianismo en la paulatina aparición en la histo-
rias de los procesos gobernados por lasieyes natur~s, sino gÜe ria del pensamienLo de una olientación hacia lo individual como lo ontológica-
la contingencia es la característica fundamei>tal de cualqUier pro- mente primario, que sólo ganaría en decisión a partir de Dum; Scoto y Guillermo
ces_oa: pesadle las regularidades observables en el sUc~e de Ockhuni, cf. H, Heimsoeth, Die sec}¡s grosse7lThellleilaer7ilieiidTtimllJchtúl
( .. ". -. ,.' '. -', -'. ,,'- ----,-- -wf;¡"dp}¡ydr..-ulld der AII~'gWlg des Miue/alters e 1922), 172-203. '
14. Para lUiJprut:ba~ y ubiJervadolles al re~pt:clo, d. Th. Kobusch,
12, B, de Spinoza, £,hica 1, prop, 29: In I"emm natura m¡/1WIl JtllllrCUII-
IlIdh'id'llllll, I",Jil'idll£l1itiit, en J-ii,\'t. WB P/¡i1u.)~,4 (1976), 30ú~304.
tingell.\', ,¡'ed OI,1ltlia ex IItXeSSirale dil'illae fWll/l"lll! delerlllill(/w' ,\'l/lIf mi cerlu
J5 . .l..,Stcnzt:!, Stut!iel/ wr £ntwicklu/lg der platolli.í'<.:/¡ell Dialek1ik von
modo existell(~/lI11el operandlll1l.
SUkmle,\' zi;'ArütOle!es (-'1961 J, 54-60.

12~
t29
la materia en que el eidos se realiza'tl -en manifiesta oposición a V menle cristiana y su .uesarrollo, aunque preparado por el indivi-
su idea de que sólo lo concreto es substancia en el verdadero sen- dualismo religiosodel'Judaísi"ü '¡;lÍ,ierior al exilio (cL Ez 18,
tido de la palabra-o 4ss.20), tuvo lugar íntegramente en el seno del cristi~lI1ismo. Su
:,'
punto de"patl1daseéiicuentra en acjlid mutivo del mensaje de
,~"

En el helenismo posterior, el acento recayó desde muchos la-


dos en la especiticidad de los individuos, así por ejemplo en la Jesús por el cual Diu~;,en 'su amor elerno, sigue los pasos de cada
. Stoa media, en el Platonismo medio o en Alejandro de Afrodisia. uno de los extraviad"s con la Jinalidad de salvarlo para la vida
No obstante, laopiniºD9~.Que lºsindjviduQ~ de una especie se eterna en comunión con él (Lc 15,4-32)". Esta solicitud para con
distinguen sólo segÚns.~ ..mi!~ria no S~ V¡O.c'~p~l:ªd;¡ basta qlle los descarriados de!?e entenderse a partir de la perspectiva esca-
Porfirio'sentó la: túis 'de que cada individuo sólo se diferencia de tológica de la espe¡'anza en la salvación de la villa imperecedera
.t¡.
los demás por su pecuiiar combinación de propiedades". .. :: t. en cumunión con el Dios vivo (Mc 12, 26s). El n",.!!~je cristiano
•• 1 Pero había{ot~st,!£,!,03lue impedía que la filosofía griega
,~ .' f!e.sªIYilciónjnfllnde aLhol1lºr~. !ª -,.~Q':'r~~,.~'p.!'rti.c.i¡i.llr "fila
de la época dáSlca concediera verdadero valor a lo individual, al yiga eterna. Sin embargo, eS.lªp.ill1icip-¡¡gmn.es indisociable de su
menos en lo que se refiere al individuo humano. Este obstáculo se ~ctual condición, porque la ¡¡amada a participar de la eter~¡(iad es
encontraba en la doctrina nlatónica de la inmortalidad del alma. precisámente'esta ex.LS\~n~ia.indjyiduaL~érena en su unidad de
/ Las almas inmortales eral;' aquí el medio por el que el hombl'epo- , £"-~rpo. y.alma .. En .conformidad con ello, Ta"p.!:j!i]lliy¡¡~troIQgía'
día participar de lo eterno y su inmortalidad permitía concebir que cristiana vio en elhOl1lbre uU.&:r..Qtll'Jml!!!! ~j.Q.o...£l""-.ll<!.o
por Dios
el comportamiento del ser humano durante su vida terrena tuvie- C!,mo un compuesto de cuerpo L'!J!!1l!,y concibió esta ~rlí¡¡ia'co-
ra int1uencia en lo referente a su salvación o condenación. Sin em- mo un componente de esa unidad superior. Sin embargo, al defi-
bargo, la concepción platónica del alma iba unida a la idea de una nir el alma en estos términos, la teología cristiana unió la idea de
multiplicidad indeterminada de renacimientos. Esto tenía com.JL su inmortalidad a la idea de la resulTección de los cuerpos ...La
consecuencia que el alma pJ.!l\Q.nimno fuera idéntica a la indivi. !~e,:".pl~ill!1i.£~.2,~.J.l1.1...~ll11a
in!!l~rtal en virllld de su partidpaciól~
t~~ª(Cd~yriª'.~o.la
~h!~!l 'ex'istenci a corp.9xea desde-eTñaaITi"íelltohas~ en .!Q. ~terno s.e yip m:! indiYidulJliZllilil, es deGÍr, referidaii'lam:'
dividuaJidad de la existencia terrena única entre el nacimiento y
ta la muerte. Las almas individuaies de Platón eran, obviamente,
individuales a su manera, pero su vida trascendía con mucho el la muerte, EJ!~_~!tima es quien deb~ahora participar en la eter-
lapso de tiempo comprendido por una sola existencia terrena.
n.L~aden su concfe'~f6ji .carnáI,-almque .tiansfoi'lnada para la in-
mortalidad (1 Cor 15, 53). .
Desde la óptica platónica, su individualidad era apenas menos
El cristianismo dio de este modo a la existencia terrena e in-
mortal o perecedera que en el caso aristotélico.
dividual del hombré un sentido de eternidad. Este último se ex-
¡ La idea de qu~ eldestino eterno del hombre se juega en la in-
tendió a la salvación y condenación eternas de cada individuo
. div¡ci~alidacide
. ,.
una sola existenCia tern~nies una idea exclUSiva-
'._'.'--- .
"-".
que de este modo pasaron a ser decididas en la vida terrena. L~
16. Aristóteles, Metafísica, lO74a 32-35. Lo que según la forma es uno, importancia, por completo nueva, que su relaCión con "él Dios
siendo sólo diferente según el número, tiene materia. Esto significa que s~di- n
eterno hizo recaer en la existencia terrena y única de los indivi-
ferenciarse sólo se debe a ,la materia, Aristóteles aplicó expresamente esta ma- ,duos tuyo otra manifestación: la profundización cristiana de la'
nera de véf-i;~s-cosas a "fas'relae.iones de jm; individuos (por ej~mplo Sócrates) i~~Ja djj¡nidad propia del lÍOInbi'¡"e-n-¿úañlofi'0ii16re,"Asi;'a
con el concepto de hombre.,La pregunta por el principio de individuación se
diferencia de un autor como Cicerón, que todavía seguía vislum-
convertiría en un tema extraordinariamente controvertido en el aristotelismo
medieval (d, el artículo de J. Hüllen sobre esta palabra clave en Hi.\'l. WB brando la digllilas del ser humano en la participación del hombre
Phi/os., 4 [1976], 295.299). El altísimo aprecio concedido por el cristianismo
a lo individual apenas podía darse por satisfecho con su reducción a una mera 1~L Estas palabras de Jesús constituyen d centro ue lus explicaciones' del
diferencia malerial. autor ue 1<1 presente obra sobre {,el signiJ-jctHlu del individuo en la doctrina cris~
17, Así Partirío ~n su Jlllrodm:dón a las C{/teg(lria,I' de Aristót~ks(lsagogé, ~u.al1u del hOll1br~", el'. w. PUlll1cnberg, /Jie The%gie /{/uf dh! II~'I/~'¡'~'~ii¡j'~(~~~f¡
7,21.23). der SlIhjek¡j¡'iliif: Stiml1lt:lI del" Zei¡ 201 (1984), t:H)5-B 16, H06.

130 131
en la razón ~participación que es la que realmente le diferencia ción estaba ya contenido el planteamiento de una pregunta de
de los animales-, la docu'ina cristian1ÜJilldó.hdigllidad hu!Jlí!lli!. . '.'-
i
n,lllY diStin,to signo. ~sta pregu,n.taer,aJa, p.r~g,~nta_.por¡a._.!:elación.,~~
en que cada ho!!!bre:hiLSiJjO::~/2QLPl~...;'._~uJ,!,_~gen IS,,~• de la naturaleza humana de Cristo con la divinidad en la unidad
mejanza, y su vida, según Gén 9, 6, es por ello lIlvlOlable para los d~,_~Úpysona. L;~ciode"Bizancio se ocuparía'ex-p.resameÍ1te de
demás seres-líUnüiñ-üs 19~-Dañ(:r6-ae''este'-rñOdü. contli1ilacTóñ-aün dicha relación, que detlnió como la par!.icipación de la natllrale-
motivo propio deb fe judía, el cristianismo fue el primero en , za qumana de c:rist~ "n.!aRerso!,~ de! L.ogos". El que esta última
concebir la dignidad humana como la inviolabilidad de la vida y
la libertaq'individuales, deducidas de que el hombre está destina-
sea 'a~su vez defini_dit P9I. ~a.,ºg.~!~ina
.!ri,~itaria.~?~él~inos. ~_::=-_Il
lación, es decir, como constituida por la relación (fe procedenCIa \'
do a la comunión con Dios. de sil filiación a Dios Padre, implica que I",&enhipóilil.s¡~,; d..e.i~
Dentro de este contexto se inserta también el concepto de per- liümanidad de Jesús .en la persona del Lagos dl;,º~_entenderse co- !
salla (Person), concepto que, una vez más, sólo en el pensamien- ¡llo.'participª£!º..n-.~n su relación de Hijo a Padre. Y como el dog- /.
to cristiano ganará aquella hondura gracias a la cual elser-pe!2Q: ma cristológico de la unidad de la persona en dos naturalezas seí "
na" la «p<e.r.~o~e~eJ.ad)~
(Personsein), terminó por defi!Ür !.9-_~~~l1cia origina en el concepto trinitario de persona, el siguiente paso es
'. ,.
de la dignidad del individuo humano. Los orígenes del concepto comprender a partir de esa relación con Dios que hace del hombre
de persona se encuentran tánto en latín como en griego en el '. ~, una criatura ya no sólo la personeidad «enhipostáticu» de Cristo,
mundo del teatro: persona es el papel represeñtaaoj:J-óiceJ1lCtOr y sino también la personeidad del hombre de acuerdo con su defi-
caracte-rí"Zad6 por la máscara tras la cual cubre su rostro. El tér- ' .. ;
nición boeciana como una «substancia individual de naturaleza
mino pasó después a designar el «Pi!pe!~ sociall'..P.olíti~em- raciona!>,. Este último paso, bajo el influjo de la interpretación de
p.eñado por el.sujeto20. En este caso, «persona» nunca hace refe- .',
Ricar:do de san Víctor del concepto de e.x¡st~n,::i.a.f:om_o l![!_,~:s~~'-
rencia al individuo en cuanto indivkluo, sino a la función política desde-otro»", lo dio Duns Escoto en su doctrina de la personali-
o social realizada por este último. De hecho, ftu,. preciso esperar- dad (Perso/lalitiit) humana". De esta manera, se hizo I~~sta
i a-.l~,,~p~~ición
del ~~!~~ho-romano. P.ªr,!,.qu.e «per~ona»se c.?l1vir- la releva!!f!ª !mplícitaJj~1 con~.tri!litariQ de persona Rara l~
, ~e:raen -~a«de-signación ge~~~!..~~.~~l }r..l~ividuocualguierri»2J! compreósión del hombre como persona. ,_~ _
aunque de momento en un sentido puramente abstracto, es ce-df,
--D'n:f6criíi1a'!nmtaria defim6 por vez primera lalp~~onelda.'!J 'C;
en cuanto representante o actor de cualesquiera papeles.
como un ser que está constituido llor =Iació.n.ru.~s.perro- 1, .• ,
En un sentido superficial, el mismo concepto abstracto y uni- nas. Así, Pao¡:e-e-ffijo se definen recíprocamente como personas I~~, ~ 1
versal de persona subyace a la definición boeciana de persona por su relación mutua, que es a su vez quien diferencia a uno de .' ..... j

-<:Iúsica a ojos de la posteridad- como una «s~bstancia individual


otro: 'el Padre es Padre sóloeñSurelaCl'2!l. coi'[clBiJó,afigiJal { "
de naturaleza rll..cionªh,22 No obstante, a poco' qUe se pienSeque
Boecio'.própuso su definición con el fin de esclarecer el enuncia-
-que, a la invei'sa,erRijo es-Ríjó'sólo en su relación con el." J

do fundamental del dogma cristo lógico -según el cual Jesucristo


•.~. Padre,". Traducido a términos antropológicos, esto significa que
~~. -'
es una persona en dos naturalezas-, es obvio que en dicha defini- ~'

23! Leol1cio de 8izaneio, Contra nestoriallos er e/llychiwlO.\', MPG 8611,


12735. Al respeclo, ef. W. Pannenberg, Grlllu/züge del" Cltri.l'lOfogie (1964) 349-
19. Cf. al respecto, W. Pannenberg, Chrü',fh:he \Vul"zeflJ des Gedwlkem del' 353 (versión east.: de la obra de W. Pannenberg, FUl1dalllelllOs de cris(o!ogia,
Mellschemviirde, en W. Kerber (ed.), Menschellrec}¡te lIful kllllllrelle ldl!/ltitCit trad. de J. M. Mauleón y J. Leita, Sígueme, Salamanca (973).
(1991), 61,)6. especialmente, 64ss. 24, Ricardo de san Víctor, De (rinitllle. 4, l¡ss, MPL (96,9375.
20. DocumenLación det.l1l:.ldu en M. FuhrlllJnn, Persona, ein riimi.l"l'/zer 25: Al respecto, ¡;f. H. !vlühlen, Seill t/flel PemJIIlltlch Jol!Wllle~' DtJlls Seo/IIJ,
Rollellbegrijf, en O. Marquard-K. H. Stierle, Icfelltit¿¡t (Poelik lIIul Hermel/(:Jllik Beirrag zur Gnllld/eguflg eifler Metaphy.\'ik der Per!)'UJ1(( 9541, esp. 100ss, 1105.
VIII) (1979),' 83-1 06,
26: Lo prindpal, al saber que lo verdaderumente impOl'(ante aquí es la per~
21. /b(,~.,96. . sona respectiva, es pa5udo por alto por M. Fuhrmallll al proponer que _~~~que
. 22 8aecio, De duabl/s lwll1ri.\' 3: Rariollali.\' 1/Cllllrae illJividuCI .m!Jslmuiu la antigua comprensión !.q!J]u!13! q~1~p.~píonacomo papel a la jnlerpr~t;,!ción (lel
(MPL 64,1343 e).
concep.to triniturio'de'persona (Person, en Hist. WB Phi/oJ .. 7 [1989J, 278). El

132
133
el yo es yo sólo en relación COI1 un tú. Sin embargo, la existencia Dios, creador del universo en un acto libre, el hombre ha sido
de este yo está definida por su creaturidad, lo cual arroja como creado para la libertad, Por eso decía ya san Ireneoque DIOS
conse~cia que, pn:;cisamente por ser u..!!il-S:EhwmJl. el 'Y-osea "-~;hi-zo-a--Ios-hombressemejantes a sÍ, libr~y voluntariamente»29.
Sin embargo, pe,e a haber sido constituido en su personeidad
J:!l'ííi5~ial!'."Dtey~~aJi..a.rtij'd~s¡'relación cQ!leLT~ diVÍJ1Q,~610a
( partir de esta relación existe como un yo que se relaciona con 'sus por el acto creador y, por tanto, por su relación con Dios" ,1
homgrees capaz en su libertad de tomar postura frente a esle
\ senléj"aríies,-,
Es, pues, en la doctrina trinitaria donde debe encontrarse el ori- heCho queconSiituye-;¡u'existencia, EsorioÍlnpidió que tanto
"san'll,,;m;ocómosal,-A'gúsfíñé6¡ife¡nplaran la libertad humana
gen de lo que se ha dado en llamar personalismo <ji.lógico", Este
en los comienzos de la historia de la humanidad C0l110una Ii,
último, fuodado en el siglo XX por autores como Mm:!~13-"bery
Ferdinand Ebner, se remonta en la historia de la filosofía hasta' bertad aún débil, es decir, precariamente apoyada ea la comu,
nión con Dios que conforma el destioo del hombre, Por ello, es-
¡:úd~¡gFeuerbª£~y'!()~ann ,Gottlieb Fichte, El principio funda-
mental del personalismo dialógico está expuesto a la crítica de que te último sólo puede hacerse fuerte participando de..!l!Jiliación
la tesis de la constitución del yo a partir del tú concibe también es- de"Jesús aIP~~!e, gr,a,cias ,a la c,ualla flbert,id fíuiñ.na deja atrás/' i
la debilidad de sns comienzos y va poco a poco f6rtal~créridQse
te último como uo YQ, precipitándose de este modo en la heterono- ycumpíiélidOSe-éñefbleiC--------'-'------ "
mÍa2K. ~a única f()nTl~de escapar a este argumento es concebir la re- j "
Eñ-.;¡'¡;e-ñsamientomoderno, .!ª~upjetividad por la que el
lación interhuniaña cOI; 'eni1;i1;njjül~la ¡eJiiciQj1...:aaifá"en
la '. ~.
hombre se relaciona productivamente con su entorno es parte
1,,"(, creai~l;daJdeníón,¡jré'::-c;;~ el Tddivino del creadory, a continua,
int'egráiite dé-,ji áiJIQ:n'iliiííapefS6iíá1:-Yannntrarlti; es-difícil'
ción, concebir también el Ti!.giyino en el sentido de la co'ñstituéión
1
mente sostenible que esta maoera de concebir el ser del hom-
,'ecíl'roca de las personas'de la Trinidad, Sólo entonces se'ple-nsi la
bre, cuya manifestación más extrema se encuentra en la idea
intersubjetividad como algo que antecede a la persona individuaL
moderna de que la existencia es ella misma causa de su ser]O,
Sin que ello constituyera un atentado contra la idea deque la
'forme parte del patrimonio de ideas característico de la
personeidad se define a través de una relación, el pensamiento
Antigüedad, De hecho, c.Q!1_Ia. !,x"eJl~i~I1.c1"I.c_?I11Port~E:~nto
cristiano concibió siempre la personalidad como libertiia~-éomo
instintivo, que podía llegar hasta la hybris, layo!,!n..taiffue Siem-¡
un situarse libremente i'iente-iil'üfrüY.'eñ particíiTa,';'frente '¡j la
pres;;¡';ordinada al conocimiento, y este último nunca'fúe'con-
causa divina de la propia personeidad, Este vínculo con la idea
cebido po¡ni'fiIb,-ofíí['grYegat1~s¡Ca como-un acto productivo
de libertad obedece a que en el pensamiento cristiano un ente
¡¡~'rasubjetivídadhiJinaiia;'sino carriola re¿epcÍóride uriáver-
racion~LD~...Q..o..Qía.~.~.~_~-º.º-c;ebJC{o'
-_." ." - _._- ;;1'11-0
ccúliri libré: Iiiüigen viva" de
.... -.-, ... - dad prevía", Una 'excepCíóñ¡¡",;Siaregl'lpodría hiiberse'abierto
... ""' ",
; ,.'
camino eri'la sofística, Pero tanto la doctrina platónica de,!a ilu-
papel es algo completamente distinto de la persona que lo desempeña. Esta úl-
l.iqlu puede representar m:¡peles diferentes y así fue (;01110Sabelio cOllcih(Q 'i~ tri- minación como la concepción aristotélica del proceso del C~)fiO-
píiddad" ªe-¡óS-;Piosopoh;"de la Trinidad. L:.l doclrina 'ecJesiástlcu 'rechaz.ó ex- cimiento -en la que sólo el entendimiento paciente forma parte
plícitamente esta doctrina, de tal suerte que el concepto de persona impuso su del alma humana- deben verse como dos modelos gnoseológi-
nuevo sentido como designación de la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu cos en los que el conocer conforma un proceso receptivo. Corno
en un solo Dios (como equivalente del concepto de hipóstasis) sólo con muchas
dificultades y en la Cristiandad occidental. Según la doctrina de la Trinidad, las
tres personas o hipóstasis trinitarias ~9n!d.~!lÜ~l!s. eñSús-~'eTª-cio'nes' recíp'¡:6c<.ls, 29. lreneo, Adv. haer. IV, 38, 4.
~.:,qif.~~erici~.~é[
~~lguó~ónceptode pap~l. .....__..._.-' 30. Según Karl Lüwilh, este moderno concepto de existencia tiene su mo.
27:-Para más detalles, el'. W. PUllIleílberg, Allthm¡w/ogie il/ t!w%gi.\'cl!er dejo en la contingencia L1ela creación divina. en la idea de la creario ex nihilo
(Wüsell, Ghlllbe L/ud Skep.\'i.l' lI956}, 68ss: Sc/¡(jpfilllg l/lid Exi!>'lellz).
Per.l"pek.Iive (I9~3), 173::: (vl:fsión casL.: AII(,.0po{o/jía (,1~1!.fLYJ!.e("li!:J11felsjgir(/,
Sígueme, Salamanca 1993,223-229). . - '-..- 31. Al respecto, d. W, P<.lnnenberg, Rezeplil'e Vemullft. Die Alltike Deutullg
der Erkemltllis al,s Hilll/uhlT'le vorgegebener Wah,.heit, en H. Nagl-Docekal
28. Esta crítica fue expuesta por M. Tbeunisscn en su importante ensayo
Del' Anden!. Studiell z.¡¡rSm.ia/ollto!ogie de,. Gl~gellH-'(IJ'1 (1965), esp. 361ss. (ed.), Überlieferulig tllld Al/fgabe 1 (homenaje a E. Heintel) (1982), 265-301.

135
134
l
~ono~"e.r.~q~.~v~!~~ql..!fa pel~cipirde la manera más pura y per- agente, el cual según su doctrina no formaba parte del alma hu,
, tecta posIble lo que es verdadero en sí, la intervención produc- mana.'La concepción de quefJ f.nt"-ndi.miento-agente..c.onstituía
i t,va del ~er humano en el proceso del coñocimiento no puede uno de los componentes del alma garantiZlÍentonc,es la,inmorla-
ser causa smo de la falsificación de su contenido, Incluso en ¡¡dad del alnla individual del hombre corpóreo. Pero el resultado
el modelo donde más amplio fue el espacio para la actividad del de esta reinterpretación fue una nueva manera de concebir la ac-
c~gnoscente en el proceso del conocimiento, la gnoseología es- tividad del alma en el proceso del conocer. La gnoseología de
tOJea, tal actividad fue reducida al asentimiento a la verdad del Guillermo de Ockham y su escuela, y sobre todo la tilosofía
,Logos, que es donde ella se da a conocer en las impresIones re- de(~iTColáSQe1;:~g;:>contribuyeron a desarrollar y perfeccionar / .
elb~das, ,Sm embargo, en la medida en que este último actúa y el pucHo de vista de que el espíritu qel.hºmbr.e..interY..i.en.eSI~Jlti- ~_'r
esta presente en el alma humana, dicho asentimiento es también va mente en los actos de conocimiento. Con este fin, el Cusano, ,. .,
obra del Lagos,
,~e~urrió a la cO:T~spon~~.~cia existente entre la actividad humaJ.t ; '-,
" ~En princip!o,.lOS primeras pasos dados par el pensamiento !!'!.yla: actividad divina creadora -fundada en que el hombre h~l e/,
r- cnslIano en dIrección hacif.1la concepción qe l~.
productividad sidu cr.eado...Pár-Dlos a,su imagen y scmejanzaJ2-, .co,n..'i.uist,a~~1 (
" del cognoscente en el proceso cognoscitivo fueron también efec- así el princi2iQLcallitª! t.teJ93!.tiempos modernos, de la siiliJet,vI-
tüs secundarios e involuntariüS de las cürrecciones a que pür dail espiritual del hombre en ei¡lI'ücesilcOgñoscí!ivü:Ten,endo ,"
~tros mot,vos se sometIó a las teorías filosóficas, Tal es el caso eó cuenta esto Últullo-;-eS'¡,osible establecer una cOlllparación en- ,()" "",
'; ¡ porejempl", de las alteraciones introd~cid"s por
san Agustín e,; tre las leorías del conocimiento antiguas y modernas, En la gno- l'
la doctrina platónica de la iluminación, En realidad estas últi- seologíaantigua, la .Yn'Qª-dQ".!~c9s.ª f,' ªnt~riOL!,-l" e"E",ri"ncia ,
mas obedecían a su deseo de desvincular la concep¿ón platóni- hjJmana.delQQjeto, pero la interpretación del copocer C0l110 la
ca de la Idea de la preexistencia del alma y del entero complejo recepción de una verdad previa garantiza la concordancia del co-
~e la teoría de la reencarnación, Sin embargo, persiguiendo este nocimiento con la realidad. En cambio, a partir de este momen-
tll1 san. Agustín terminó por acuñar un concepto, el de mens, que to, t!lcJg.,Qnc'?':dancia se funda en el parentesco del espíritu del ," "'i,
pre:udJaba en gran medida las posleriores representaciones del ~ombre=_~~~.~~~~co .9.ue atañe .R!~~.~'!!!~~_t.e
a su caráctel~p'ro-
espln~u cqmo .un receptáculo de conocimientos a priori y que, Qlía[y'º~c.Q!l.la..£g!:!~adivina del universo y, ..E?f consiguien~~
, ',~
ademas, c~ntnbuyó a reforzar una hipótesis orientada hacia la con la causa de esas mismas cosas a las que se dirige el conoci-
misma dir~cción; las ideas innatas o cognitiones il1llatae de míen fó.l1iiñiañü: -COiñoesóbviO;1lt-seetriñTrüíñl es reslilJ"ües [o
Cicerón. A. decir verdad, san Agustín concibió la mens como un Í<:oI6g¡'co:1a'ñíanera en que la actividad espiritual productiva del
~~uda"~d; c.~,r:t.Q.¡;:!mi~mo_~_q.1,le>-_sieQ.d_Q.anteriores a la eX)2eriencia, : ¡i' ser humano podría todavía aprehender la verdad de sus ubjetos
S<llo estan Pr'CS~!'tes en el alJ:tL'U!e.Qlanera latente. Desde este -entenqiendo dicha actividad C0l110 la captación en su ser espe- 42
punto de vifta, la ve'rdadera actividad no tiene, pues, origen en la cífieo de cosas que existen independientemente del hombre- se
mens'l Sll10 en la lu~ divina de la verdad, que es quien junto ,con converliría dI.::nuevo en un completo ~nigl1la.
I
~I estlmulo,provemente de las impresiones internas, activa las
Ideas latentes en ella. Pero eso no impidió que la doctrina agus-
tll1lan~ tuvI,e~a las consecuencias que acabamos de referir. COJ1._~
, tod~,t~,,_~y_or la trascendencJa qu~tuYo.l¡!feinterllWJ!£i9n del
! entend,mlento agente aristotélico como una facultad racional 31. eL M. de Gundillac, NimIl/II.\" I'O/l Clle:i. Studien :'/1 seiller Philv.'ivphie
propia del alma por obra del aristote!isrri~';ristlánomediévaI.En . ,',',
" y. L/ud p/¡jloSOf,hü'chen Wellwlsclull/tI/lg (1942), eJil.:ión alc:mami 1953, i4Sss .
el caso de J\lbeito Magno, esta reinterpretaci¿;;-e'stl;-v-;;-~otivada : I,~.
Así, en sd escrito De be')'l/u (1458) d eUSllllO Jefinl': el imekclO hUlllilllo como
por s~ inte~és en salvaguardar la inmortalidad del alma, que similitudo (}jI'iJli il/lefleClIIs in creal/do (Opl!m VI, 2MQ, Y en De mente Vil e~.
t<lsemejanzll es uclaradi.ll':l1 el selllido de qul': <;?1 e~pírilu humano crea soJumell-
Anstoteleshabía
,', hecho patrimonio exclusivo del entendimiento
te ideas, ITlÍentras lJue el intelecto divino crea las COSilS mismus. .
136
3. La comprensión del universo como historia das conclusiones, pese a su juicio escéptico a propósito de la
" «cuestión desmesurada» oc qll~ el pensamiento cristiano y judíu
Desde Wilhelm Dillhey¡la idea de una h!sto~i~uniyersald¿ la habían «despertado u la viJa» al pregunlarse linos y otros «por el
humanidad ha venido siendo entendi,da como una cye.aciórukl sen ti Jo o sinsentido d(~ la historia en su conjunto»,17. J=omo
espíritu cristiano o, cuando menos, bíblico (es decir, original- Eliade,J,-owj!J:! pensaba que La reflexión históricª de origen jo'-
'mente judío), Para Dilthey, el concepto de historia universal tiene deo-cristi~_nQ,er.a,¿Qlliái.di.ila.orién~~~ciónsegúólos ciclos cós-
su origen «en la idea cristiana de que la historia de la humanidad micos por la que, a su juicio, seéUracterizaba todavía la tOlll-
goza de una interna continuidad que progresa sin cesar hacia ni- prensión que los historiadores grj¡:gQs..tel)iªn~.1a historjj¡'''. En
veles cada vez más elevados de cultura y civilización», Dilthey oposición a esta manera de ver la historia, la perspectiva cristiana
creyó encontrar la formulación de esta"idea en.Ja--<>bra de es <<.por_.pt=incipio ñ'~39. «El eschaton no sólo pone térmi-
Clemente de Alejandría y sim Agustín". Pronto se'descubrió que no al curso de la historia, sino que lo articula y lleva a cumpli-
esta tesis tenía que ampliarse: el origen de la filosofía cristiana de miento por medio de una meta determinada».La vía 'pw condu- :
la historia se encuentra en la teología veterotestamentaria de la ce hasta,ella.~,ª,~ni<\a-porJ}ills.,q!!len-"pn:~ta unidad a
historia''. En el curso del desarrollo de la escatología en los años la historia de la hUJ11at~¡<:!~_d =mi"ándQ!¡ulesde..suJ!Íismo co-
que siguieron al exilio, el pensamiento judío ampli6el objeto de
mienzo hacja. una nl~ta f}!!ªh>4~)" --- .'-,
La afirmación de que la reflexión bíblica sobre la historia fue
su meditación histórica, que de centrarse' en la h_istoria de Israel
la primera en comprender el tiempo como un proceso lineal que'
pasó a englobar la historia de la humanidad en su conjunto, ade-
avanza de manera irreversible hucia su consumación futura,
lantándose de este modo úna vez más a la reflexión cristiana so-
mientras que la antigLiedad pre-cristiana -con la excepción
bre la historia ejemplificada en la exposición paulina del plan de
del judaísmo- no habría concebido y tenido otra experiencia del
salvación de Dios en)~,()Dl}-1 J. 'Sin embargéi,'iñcfuso con esta
tiempo que la de una 'sucesión de ciclos cósmicos, ha sido en
móéllt1CüCióñ'lafésíS de Dilthey sobre el origen cristiano de la
las (,ltimas décadas objeto de. diversas críticas ..l, Al mismo
idea de una historia universal de la humanidad, persistió en su in-
Auencia hasta prácticamente superada la mitad de nuestro siglo.
tiempo se ha señalado, :¡eOo- de- l1úiñefaacertwil, que la re-
flexión sobre la historia no aparece por~mera vez en Israer;'
Así, según Mircea Eliade los judíos «fueron los primeros en des-
más aún, 'íÚe.'fueru Je Isruel no sólo se tuvo\f[fa-¡íiiagei'i-'cícHca
cubrir la significación de la historia como epifanía de Dios», a di-
ferencia de la orientación de la conciencia mítica según los ciclos apunLa la argumenlación de LowiLh: /Jie tlleologÍ!>'cheu \loratlS.I'et:,/IIlgell der
cósmicos3S. En su influyente ensayo intitulado Historia universal Ce,w:/¡ic/l/.l]Jhilo.wphie (lILas implicaciones leo lógicas de la filosofía de la h¡sto~
y acontecimiento salvifico (1953)36, Karl Uiwith llegó a pareci- riw) );(versión casI.: El selltid(: de la hi,\'10ria, trad, ele J. Femández Buján. AguiJar,
Madrid 41973).
33. W. Dilthey, Einleiflftlg in die Geisteswüsenschajtell (1883), en 37. Ibid., 13.
Ge.mmmelte Sehriften 1, 90. ef. 98 (versión casI.: Obra!>' de DilIhey, traducción de 38. Ibid., 16s. Así, «en armonía con la habitual concepci('ín gri~ga del tiem-
E.ll1la1.l~ncolaboración con J. Gaos, W, Roces y J. Roura Parella}. 9 voJs" FCE). po» II~rodolo concibió el proceso histórico como «un cido periódico, en cuyo
34. La signific<lción fundamental de la_hl~tt?r~<!-.,g~1 .obrar de Dios para la seno las idas y venidas del destino están regidas por el equilibrio entre I!ybris y
cotnprensió~de'la felüi. s},do puesta de manifiesto sobni~i"ódopoTE"'Wright, !~ellle~,p) (16). ". '
Cad WTlO AC1S (1952) Y por G. v. Rad, T/¡eologie des Alfen Testament,\' 1 (1957; "
'-'39. lbid., 15.
versión cast.: Teología del Antiguo Testamento 1, trad. de V. Martín Sánchez. :. t: 40. Ibid., 16.
Sígueme, Salamanca K2000). 41. Esta es la'opinión, entre otros, de H, Cundk, Die Ree:htfertigullg Gottes
35. M. Eliade, Der MyIlJOs del' ell'igell Wiederkehr (1953), 152, d. 16] dl/I'e:h dell «Fort.l'chritl del' Zeitell», lur D{{ferellzjiidi,H:h.chrisrlieher mul he!.
(versión casL: El milo del elemo ,.áomo,lmd. de R, Anaya, Alianza Edi(orial, fc'l/i.l'ch-riimi,\'cher leit. l/mi Ge.\'c'hida,\'lI(}r,\'lellllllgell, en A, Pcils-A. Mohler.
Madrid' 1989). Die Zeit ([983), 257-28K. CL también del mismo autor, Mwische wld histori-
36. El OIiginal inglés fue publicado en 1949 bajo el título Melll1ill,~ ill HistOl)I. selle Wahrheir. Intel1Jretati(mcn Zlt Te.l'tell de,. heflljIi.'lchell, iúbli.l'clu!IIlIIul grie-
El subtítulo de la edición alemana formula programáticamente la tesis a la que chi,H:hell Hi.I'lol'Íographie (1970).

138 139
del curso temporal. Desde este punto de vista, la idea del prQ:
([ blo hitita-, por!~.!d~E~e.9i.Ó!liliyln~'. Pero en Israelli¡ ele,:
greso histórico aparecería también en la historiógrafía antigua ' ción de DiQ1!_ya._no.~J:.ref¡ere-útli"umente al futur9 de una dinas-
grifg? Y ro~mana. _o. - .
tía, sin-o'aÍ de todo un pueblo, y, finalmente, a través de -e:ife'últi-
Estos y otros testimonios han ayudado a corregir la radical nio, 41 de toda- fühún¡ji[ii<lad. La fe de Israel en la creación se
contraposición entre la reflexión bíblica sobre la historia y las es- convirtió en el origen de la idea de que toda la humanidad es ob-
peculaciones históricas propias de otros ámbitos culturales, co- jeto del obrar histórico de Dios y de que Israel había sido esco-
mo el ofiente antiguo o la civilización grecorromana. En lugar de gido por su Dios entre las demás naciones para ser testigo <le su
afirmar que la experiencia que Israel tiene de Dios es la causa y(~v.ntad.<!~ <l,,~g¡º (ls 42, 1; 51, 5-7).
que dese*cadena la repentina parición de la concepción histórica La conciencia histórica cristiana se desarrolló también a par-
i de la realidad,~a de hablarse con Eric Voegelin de un l'!E&2.Pro- tir de lá-i~-~n-¡aelecC16n de DlOs.!'ara san Pablo, la elección de
o'. ceso de despertar a la conCIenCIa históriCa,-cre una historiogéne- " :iJ.- Abrahán apunta, más allá del pueblo judío, a todas las naciones,
_sis". Aun 'asI; Sigi.lé'siendo deáo que, co'nio escribió Eliade, <dos las cuales alcanzan por medio de Jesucristo la oportunidad de
hebreos fueron los primeros en descubrir la significación de la participar de las promesas hechas al pueblo elegido (Gál 3, 15-
historia como epifanía de Dios» (cf. supra, nota 35), aunque pa- 29). Incluso la condena temporal de Israel, mayoritariamente sor-
ra ellos la historia no era tanto el producto del obrar humano co- do al mensaje del Evangelio, es vista por el apóstol como el me-
mo la quintaesencia del divino, de «todo el hacer <iéYaI1vé»4l. El dio de que se sirve el plan histórico de Dios para l1amar a los
obrar divino comprende y penetni el obrar de sus"ciiií1iJras, tam- paganos (Rom 11, Ils.25). Las afirmaciones paulinas a propósi-
bién el del ser humano. Los hombres son instrumentos en manos to del «segundo» hombre revelado en la resurrección de Jesús, el
de Dios y el concepto bíblico de historia comprende al lado de cual entregó su vida para la reconciliación de los «muchos» con
las obras humanas todo lo que le sucede al hombre. La compren- Dios (Rom 5, 18s; cf. 5,10) y cuya «imagen» deben llevar todos
sión que Israel tiene de Dios abre, pues, a estepueb_io a la e~pe- loo demás hombres -de modo semejante a como fueron formados
riencia de la realidad como historia -en una sucesión de aconte- según la imagen del «primer» hombre, Adán (l Cor 15,47-49)-,
.7. dm"ientos siempre nuevos qúe, sin embargo, tienen en Dios la
,"t fueron un nuevo motivo para despJegar el Ecto rec~l!S:nl.ªdorde
última clave de su interrelación mutua-o Esta experiencia va es- Dios en Jesucristo en una perspectiva histórlco-h-ümana'¡s, Así, al
trechamente ligada a la concepción, objeto del primer apartado 'Tñt~~.p;;tarTasafifiTliíCTOnespaulinas sobre Jesucristo~como ima-
del presente capítulo, de que la contingencia de lodo cuanto su- } . gen de Dios (2 Cor 4,4) en el sentido de que en él se cumple la
cede es la expresión de la intervención activa de Dios en los acon- ~,..
-
' definición del hombre creado «a» imagen y semejanza del mis-
tecimientos. A la que se añade ahora el punto de vista de la co- mCo,san Ireneo estaba comprendiendo ya la historia de la huma-
herencia,del obrar divino, fundado en última instancia en la nidad -éóm¡¡- una historia orientada "a'lii pJéíí¡tüdafb¿;;~d~ en
_elección de Dios, en sus promesas y en su lealtad.),ª_~£eriencia Lr1St()''':Yfue el mISmo san [reneo q-uTeñ'pf6Siguióércresii'rrollo
de la historia por partede Israel se carac_teriz~_.-y antes proba- la
de Ídea, apuntada ya por san Pablo (GáI4, 1-4), de una educa-
61emente sólo tuviera una concienCia histórica parecida el pue-

ciónc!ivina del hombre con meta en Cristo". Por tanto, laidea de t
una educación divina tlel ser humano hunde sus raíces todavía
42. E. Voegelin, Orderalld HiMory JV (1974), 59-1 13. Yoegelin corregía más'profundamente en el pensamiento cristiano. Para Dilthey tal
a4uí su primj[iva exposición ue la relación eulre [a C{)ll(;iCllCia hi~tórir.:aJe los
alltiguos isr~lelitasy su enlomo cultural en el primer volumen de su obra (1956). '. ,::
44. Al n::)pel:10, r.:Í. W. Pannenberg. 5).'!;'(elllalisc/¡e TJllm/ogie 3 (1993),526,
eL las expJ.i~aciones de Pannellberg sobre el «Jevenir de la historil:idad» en con referencia a H. Candk, Myti.l'che lIJuf hi.\'IoI'Ü'che ~~'t/¡'rheil(1970).
AlIlropología en perspectiva teológica (1983), 621-626, Y en 5)'sremarhiche . ,;""
The%gie 3 (1993), 524s. 4.5. Mús J~taJb en la exposición de Pannenberg de la iuea cristiana de la
} historicidad dd !lombre: AutlO¡}{J/ogía en PI!r.\jJeC.:/ÍlICl teulógica, 626-634.
43. Parp..este concepto de historia (Jos 24', 3J Y otros) l:f. W. Pannenberg, . ~.
46. treneo, Ad~'.JUle/: V, 16, 2 .
Sysrel/llllisc:he n/ealogie 1 (1988), 2525. ',;;
47. ¡bid., IV, 11, IsyIV,28, 1-4.

140 --~-
141
afirmación tiene su origen en la idea de una historia universal de ª
el mJ!lerial!!ill~ue 1.a.mag1liJ:udJlegu.e ~u perfección y, por ello,
la humanidad, que se remonta a la teología histórica de Clemente .c< la totalidad solam'e"te según la pot,nci", nunca ~~(207a
de Alejandría y a san Agustínj9: ...nl,lzra, nota 33). g' 218fbe manera análoga, PlaTóñilabía definido el devenir hacia
Tampoco fue Uiwith, sinó.pil\!¡ey, eLprimero.en afirmar que ,'~' el ser a la medida 'que pone fin a la indeterminación, aunque sin
desde sus comlenzo&:en la.1lgstración francesa la t1Iosofía mO::~~', servirse del término «materia» (Fil., 26d 9s), Lo infinito es la <!ia.
derna de la historia había descansado sobre una,:Se¿~i;¡¡:¡z'aciónde'" da indeterminada del más o el menos (24b 5)enrclación con la
!~~teología cristiana de
la historia4/i. A partir de ese I;~;;.}lento~-ae~ unidad1leTa'TñeaTda determinada, la cual separa como límite el
JO de verse en Dios al verdadero sujeto de la historia, representa- primero del segundo, Sin embargo, quien mide y, po.!:tanto, quien
do ahora por una humanidad que no sólo pasó a constituir su ob- enoendra el ser es,'se ún Platón, la lntehgencla, a la que denoml' '
Jeto (sujeto histórico de referencia), sino también el actor que se ~e cleJo y de la tierra (28C'7s)':Tü¡¡"érse conesponde ob-
realiza a sí mismo en su transcurso4<J. .
jetivamente la exposición del acto por el que el Demiurgo da en el
Se vean o no reemplazadas la idea de Dios y la imagen del Timeo forma al universo, aunque, en cuanto principio separador.
obrar dIVIno como el fundamento de la unidad de la historia, lo .. l~_º.!yi!}idad s.e caracteriza a~iP-meStaiftª~Üi!~~~iy:.!~~.er
\~n.Qes, que tue el cristianis'P0 quie,n, hizo entrega a la filosofía ~ ::;, Jimit~,lljlilll.iél1dQSe de esta.manh~, aJa, ip!:nitud.
,e hls!'!!:l'!g.r.a!lu.dela idéa de una historia'uníversal de la humaili-
Los JlféSocrati~habían visto las cosas de otra manera.
AnaximandrD,"por ejemplo, había definido el arche del cosmos
:dªd. Esta última fue el resultado de iá nueva f~;:;na
deverla rea.
como lo ilimitado'o indeterminado (fr, 1), en el sentido de un re.
Iidad del hombre y' del mundo inauguradas por la fe cristiana. Al su
,servorio in~otable en el que todas las cosas tienen su origen' y
Igual que es cierto decir de otras cuestiones nacidas de esta nue-
eñei'(jüetodas hab,1iñ'd'edis01verse nuevam"llte p:as" dejan\¡ si.
va perspectiva que suevidencia ha seguido mostrándose activa
tio a otras. Anaxágoras concibió también el N()."-,, divino fomo
allí donde su origen cr.istiano se ha visto relegado al olvido, lo es
<doque carece de I¡'mites» (fr. 12), pese a que en so peñ'S'allliento
de la Idea de una histoi'ia que abraza la humanidad entera.
el !Vous Sebptlljé'ya como principio ordenador a la multiplicidad
ilimitada de la materia. La tesis de que el principio divino po,ee
,-'- -'--'"
determinación y. por consigur?h~definieión_'; se remonta en re-
4. La va{oracióll posiiiva dJ(illjillito!
•I
e)idad a Parménides; 'pa •..a-eI'que(1;r~ésta dentro de las ca,denas
dé1l1niite«'que lo aprisiona por am15as partes» (fr. 8:31.33), Los
p.'; \ SegúníAnsí<Ré1tsllo infinito en el sentido de indeterminado
siglos posieríoresi:bridbieronefNóu,;'aivilio en sentido platóni-
constituye una propied¡;d de la materia (Fis., 2075 35), es decir
co, es decir, como lo que tiene en sí su determinación, q_~tep~li-
no es, como había supuesto Melisa de Samas, la totalidad que to~
do lo comprende (por tanto, también lo divino), sino únicamente
ª
nación q~e ~u,.Y~?~_SI9..ºn.i~~ul~_~_pern~g~.9.~
..se_£i?_P9z~~.a
ffilslUÓ: ya-que, como había enseñado'Arlstóteles, enfrentado. a'lo

,f
que carece de límites tampoco el c,'!n.?cer podría le~er fin (Allal. ,
:'.1' ,

48. W. Djh.l~ey, Eillleilllng in die Gei.\'te.\'wissel1schajiell (1883), en


Ce,mll/melle Sc:!lrijtclI 1, 99 (versión l.:ast.: blfmt!lIcciáll (/ las ci(~lIci(/s del espí- post., 72b 10). Por esté motivo,'Qñ¡¡sn~no dudaría en ?firmar el ¡¡J!
rillf, tralJ. de Julján Muría~, Revista de OccilJente, Madrid:: (966). carácter linutado del ser y del poaer de ºios con el f}n de,garan. ji!.' 'f
49. Esta concepción se manifestó en la aparición de una hisloria «colecti- t1ZafSiraütot(1nociíñienfu51 ~~ .. ~-:'':::~ - , -[
vo-sillgulan>, descrita por R. Koselleck, Historia magistra ¡'ilae, en Natltr ulld
G.escllichre (homenaje a Karl L6with) (1967), 20355. Hublar de la historia en
-¡:[a:sta-Ía aijariclóñd'i Gr;;gorio de 'ÑiSiNJo se producirá un """. '1
cambio substancial en la valoi1iClón í:tenfifiñito52. En qué medida "'-,~ r. I~

smgular no era algo nuevo: san Agustín ya lo habíll hecho (De doctrina crislia. FU I ;'f,~.,
1/(/ 11:28: 44). Para la distinción entre sujeto de referencia y sujeto agente, ef. lus < J~ ,,'
:Xplll';il:lOnes de W. P:lIltlenl~erg en Al/tropología 11/1penpcctiL'a IcoIúgim, 570- . 50. W. Jaeger, Die 71/cofo¡;;ie derfrii1l£'J/ ¡;riecl/i.w'I/I'JI J1l:'llka (1953), 35.
':'81, aSI como el enfrentamiento con J. Hubermas: «EJjlmJar die Eillheit del' 5i. Orígenes,DepriJl(:.Il,Y, l.
Ge'\"d~i(,~lte eill Sllbje~t1», en R. Kosclleck- W.-D. Stempel, Geschichte-Ereigllis 52. Al respecto más detalles en E. Milhlenberg, Die Ullelldlichkeit GolleJ
lUId EJ7.ahlung: Poetlk tIJuI Herm(;'nelltik V (1973), 478-490. bei Gregal' VOII Nyssa (1966), en especial, 118ss.

142 143
ese cambio había ido abriéndose ya camino por obra de Plotino o
5. Repen'w;iolle!J' de [ufe cristiwUl en/a em..:amación
de Filón de Alejandría es aún objeto de polémica". Lo cierto es
que foe Gregorio de Nisa quien~o de la tesis de la infinitllel e1el ~Énsus observaciones relalivas a la cercanía de los filósofos
{/ ?_<;.r.,~~y.~g. e~enu~~~~act.? ~t;p.tal_de la teología (~ristiana).La :j {
pl¿tónicós a las doctrinas del cristianismo, san Agustín había he-
mfimtu~ de Dios explica que el intelecto humano nunca pueda
cho solo una excepción: el desconocimiento por los primeros de
llegar a fener un perfecto conocimiento de Dios. cuyo ser es así
la encarQ¡¡¡;jQn de Dios CD,;,;,vltaieDerX;-'Z9TCóiúo es.n-atuenl,
inc0.!'1prensible para nosotros. Gregario de Nisa hizo'yaleTésta
lo que era cierto ..Clelos platónicos, lo era todavía con mayor evi-
imposibilidad pririCíjialm,;nie c0!1,ITael argumento arriano de que
dencia de las otras escuelas antiguas de filosofía anteriores a la
al ser Dios causa primera y, por efIo,'incaúsada, y al ser el Hijo
aparición del cristianismo. En la ~dad !I1~.\!ia~ la encarna-
engendra,do -es decir, causado- por el Padre, no es posible que se
ción volvió a contarse entre aquenas cuestI?"p;~.~.que,SIendo doc-
dé en sentido pleno una unidad de esencia (homoousfu, consubs ..
tancialidad) entre ambos. per.9 la infinitud de Dios no se limitó a __ •• ¡"
~a~-proi:;Tas'(re-lÚlá'reveTacíón
sobrenatural, eran p~trirn.onio ~x-
elusivo de la teología y, como consecuencia, no podían ser objeto
dar razón de la incomprensibilidad 'de-s~:-esen£iih¿in'?..9..~sde
dela 'rétle¡¡jón filosótica. Las circunstancias cortinuaron siendo
'!~te mstapte pasó a caracterizar su ilimitada,pnf~~.n:'..Y. unici- . ',. la~ inismas ~lOs-.co~"ienzos de la Edad Moderna, aunque ahora
i dad. Com9Jº~ mCemiJros de cada mayoría se limitan mutuamen- :0;

bajo otro signo, el constituido por la é.manGipaGiR!1º~ laJa"ánti-


.! te, no puede eXIstIr más que un solo infiüit6-üct"i.TaI
10sÓlica de la autorid¡¡d d..eJJl.tfadil;iR.llff!igi9.sa, ~º)o cuando el
,-' .. Acoiíiienzos (je la~llC!.Mo~~¡nl1E:)l'1~j!lfutilllll se tens-
Z;¡StianE;nl0'.se~-volviÓ él mislTIo objeto de la reflexión e interpre-
ladó des~~ P.IO~~1~,11!Y~O~ás tarde, el concepto de infinito
-a:~tÚal9 tr~nsfinito será i~~rodllcido~_~1.E!J:llil}emáticapor la teo=-
tac;Ó~ filosóficas, es decir, ya
éfi-éislglo XV!C~~P¡o¡jujº una. el- I
teníción en este estado de cosas, siendo sobre todo en la filosofía f
na de 92I1Juntos de Georg Cantor''']'or otro lado, la idea de que
Dios es el úJiJeo mfmTtOüctuirvenía siendo objeto de la discu-
tieg~íi?iiiªde la religión dóndeC9!19~2t()~_\,ristiano~ fluld,:n!enta-I
sión tilosótica desde que Descartes comenzara de nuevo a fundar , '" ~~(<:9~~q, F;~.Y~!ª~ióQ.J:
~~19ar~aC~?_n y. r~cq_~~iI.i.~.ció.n. se convirtie-l
ron tambJen en cueslJones filosoficas.
sobre. ell'1;la teolog[afilósófica: ESta i),:eseíícia-~~-é:;Pécialiñei1te-
, En Hegei;ii;.'ideu'J;;"ia encarnación o humunización adquirió L_
malllfiesta en el intento hegeliano de esclarecer el contenido del
una fllndón sistemática. La encarnación de Dios hace patente en
: concepto dé infinito verdadero, pues Hegel pensaba que debía
la realidaJ la idea de riig~)C01110 i~lfinito_verdadero: Dios 11.?_sólo ,
il'\ln~"jJ¡!;s<;,,:'in,con-!!:.a~!,:~!!,ny-,-fo~:_ello,comprendiendo deiit¡'o
J, de SI lo finIto como
.. i.-'~'-'-- , su propia ,_.
__ 0poslclon~-'-.
_
es..1!!n~HQ su a
..en sí, en óposición todo lo finito, su. verJa.Jera j~-
finituC! radica en no estar lImItado por la esfera ~_finILo, mas \
(i
".ún, éií1iacerse presente en ella. En la encarnación de Dios en un, )
ser hlll]!"n,;-;' ,por' eiIü-;<;ilTü'húmanidad-coiílO ial cseol'¡¡¡'stra que.
¡¡¡'icIeaJe infinito verdadero no es meramente una idea lógica.
Bien:'al contrario, la fe cristiana en la encar!!.ación"~.on$!ü!!y~...Ja
53, ef. uf respecto, J. E, Hennessy, The BackgnJJllld, SOl/H'es. (lml Mewlil/g base ¡'eligiosa de la idea lilosófica de infinitQ_ymillJJl:rll.Ja cual
(~I"Di\'il1e /Iljinlt.l' i/l Sto Gn:gory o/ Ny,\',W1, Fordhulll 1963. seii.iÜta a:expresu~:::~~tualme~ ve~'d~dcontenida enla fe,
54. San Agustín, De cil'irate Dei XH, 17s,
En la idea de encarnación está contenida raige.a :':!tl!l re\'9n-
55. Al r~spc¡;toy paru d alcjamÍl.::nto de /a físi¡,:a IllDtkrna de esta tesis, <.:f.
ciliación Dios-mundo:Esiá-,r¡¡¡iii¡¡-¡;:,expiTcadaen detalle por la
C. F. van WeizsUt:ker, Die Ullendlichkeir der We!t, ell Id., 211I11 We/lbild der
Phy,\"ik ('1954), 118-157 (versión ¡,:asL.: La iIlUlgelllúü:t/ de/mil/U/o, lnllJ. de -'teo-,:ía qtle.'iilt.ei~p¡'e-ta la f1!!J_I~:t,~~_.~eS~ri_st.o
como un~ re_cy'~_cilia-
E. !vlartino-J.iSanz, BAC, Madrid 1974), De grun importuncia es la obra de EiQ¡¡. Lo importante aquí' no es tanto que Hegel concibiera dicha
A. Koyré, Hm del' gesch/ussellen Welr zum IlIlelldlichell Unil'en"l/III ( 1957; ~Ji- relación en tales términos, como la manera en que .s~ p:ensa- :1: I
ci(¡n alemana fle 1969).
56. Al rt:s~e¡,:to, cr. W. Pannenberg,
.
mieot!Lhizo que la reconciliación fuese perc-ai1dacórnoun-a
SystellJ(/fi.\'c!le The%gie 2 {il}91 J. 179s. '" CU~l!.üQn.nlosófiCa~'Eñ.-ena., Heg-¿Cñ-ó -se-'¡:eféda-ell-jJl'lñieraiils- I 'i'
144
145
lancia a la reconciliación entre los hombres, sino a la reconcilia- queda disimulado slilo ideológicamente. La verdadera libertad
/ciQI} ~ntr~el hombre y lo absoluto, bas~_d~_la auténüéa recoll~i- uescansa en la recon-::iliacÍón con lo absoluto. Esta última permi-
; liación dél"s -seres hunüiilOs enire sí. Hegeltenía razóncu-ando te aceptar la propia finitllll y decir ~Lasus .~ºnsecuencius, en lu-
-veía en ia no:reconciliación del hombre con lo absoluto y en el gar de rebelarse coulta..ella.e.nlaJ.ru:ailusión de la llbJiQ1lJt~?de la
desgarramiento resultante de ella el rasgo característico de la propi~~~xistencia~I!!ta_Lde~ap~ifh;;,ps.~~fc,~rzos
la autQrrealiii¡Cion. _. ....
en
..
pro
de
época moderna e ilustrada. Su diagnóstico se vería confirmado
Las líneas maestras de la idea de que la verdadera lihertad se
por otros, como por ejemplo Marx Horkheimer y Theodor W.
sigue de la .r~q)JlciliaciÓIl con Dios fueron explles!.<,gi~rJ!~gel
Adorno en su Dialéctica de la ilustración (1944). Si este diag-
~:!1~ys Lecciones. 'sobre la filoso!la de la historia universal.
nóstico no anda-errado, hay enl"!"a.!i~ad d~j.E~a.s:ión mo-
Entendida en este sentido, la libertad del hombre en cuanto hom-.
siendo Iomeñ6S
derna una necesidad objet!v?: º_~.!~,~o~(;iliación,
bre no es sólo una cE~ación del cristianismo, sino quien condensa
importante si los hombres sienten subjetivamente o no semejan-
su significación his[órico-universai. Sin embargo, esta idea es
te necesidad. Esta última se funda en los conflictos que resultan
menos una idea de' Hegel que del Evangelio mismo: (Sólo :ji el
de la absolutización de lo fiuito -conflictos qiiese producentan-
hijo os da la libertad seréis realmente libr'ctt)~ (Jn g, 36); «(Donde
to entre las instancias tinitas elevadas al lugar de lo absoluto, co-
hay Espíritu del SeñOI. huy tibertad» (2 Cor 3, 17). La t~~logía
mo (precisamente ahí) en relación con 10 absoluto mismo-o
c;risliilllaconcilió esta id&a de libertad con la de la libertad deeie- '1
Según el análisis de Hegel, la necesidad de la reconci~i"-ción 9~"
constituye el contenido de la religión cristia9~-s~-mañifiesta en
,. .z!!:! c,Q!l£jbienuo esta úllima como una forma eITi11i-lonaria', -,ii:íil'no ,1,
CQl1solwada,_de fLliertací:s i0lli'!L9.~-f.1!!Lho mhre esté.é-;;-.si!u?-
forma concreta en la ((necesidad de la filosofía):s\-es-deéir, en la_
ció n de decirlirse...¡;¡;r¡ü £Q!lJ!1lfio de lo v~'!!.iiiD[~b.i!¥ro
necesidad de una filosofía que supere en el medio de la univer-
salidad racioiial tales disc¿;rcl~~~:Y~()~f1íctos. Los siglos pos té-
-9~e_~~
!~~I.~:.~~J~_~~~!!9..para
d-::..se.guiráJii¡l.ser...y~[.d.ilden!.Dle.n-
~li!?.!"~.La elección tomado por la voluntí.ld puede ,ser ella misma
riOl-es siguieron un"camino'distinto al indicado por Hegel,.~ro
manifestación de no-libertad. SÓ!l!J!1.-"2!-'"I!!adgl!e~s ~I~a~on el
la situación de desgarramiento objet(l.de_~lls análiois ",. ha áe-
i)i"ne~_~."rdl!de,amente libre.ESte punto de vista se corresponde
.mostrado en una u otra tigl,lra ,corno_una.caracterí~tica funga~ también con la doctrina de Lutero sobre la libertad del hombre
mental de nI" civiJrzació[¡- moderna em~ncipada de sus orígenes
cristiano, la cual está fundada en Cristo, es decir, en la vincula-
religiosos. ' ción de la fe con cí-isto y, por mediación de Crislo, con Dios. Tal ,
Sin reconciliación no hay auténtica libertad. La libertad de lo fe libera de toda au:oridad meramente humana, haciéndonos li-
v

finito que se pone a sí mi3mo como lo abso¡iifo no es una liber- bres para ser de ayuda al prójimo a la luz de su destino divino.
tad verdadera, pues está condenada en todas sus formas al fraca-
f-!~g~! ~~.!.~).~:.i~!Jº_~~!l!mJº
~s.ta~~. ..Dh.~~ry~~!?~!,
en la doctri!13 refor-
so, a fracasar frente a los copf1ict.os.Rfovocados PUl"la absolllrj-
l!liL~!iL Q~..J~~.llh~nmL f.riSlÜUliL~!. o~¡g~.ny fundamento úÜ imo
zación de lo tinito. He aqli¡I~~c!'!.@~"-de Hegel,ulíñque no ,
.. dela idea moderna de libertad. De hecho, el que e.n él transcur-
por dura menoscierta, a la idea deJibertad.c1"jIilleralismo políti- . so de-la'Eda¿nvroaei-ñ""aTo';a~-gllmentos illsnatllralistas en favor de
co. El fracaso de una libútad entendida desde dichos parámetl'ás la libertad individual hayan ido ocupando subrepticiamente ellu-
gar de la idea, prop;a de la Reforma, de una libertad inaugurada
57. Así G. W. F. Hegel, lJijj'erellz des Ficltte'scheJl IIIlC! SchefliJlg'sc!u.!n.
S)'stelll.l' da Pllilo:>ophie (180 1) (versión cast.: Diferellcia elltre el sh.'Ie/1l£I.fifosó~
en la fe 110 hace sino confifmar lo exacto de sus punlos de vista: el
jh:o de FieMe y el de Schelling, trad. de J. A. Rodríguez Tous, Alianza Editorial,
.J, ,.
pathos que a lo largo de esta época y hasta nuestros días ha ido
Madrid 1989). Las' lecci()ne~ sºb.r~.la ti.~qsgfía.deJa.re.ligi.lli.Ln:fj~ren l<la necesi- ¡. :;
siempre unido.a la idea de libertad sigue bebiendo de sus orígenes
,,:
dad de la jjlosofta de la religión (as(éomo) la necesidad dela filosofía COlllO iúl» religiosos. La idea iusnatut"ulista ue libertad sería incapaz de dar
al tema de la reconciliación (Beiiriff deí" Religiol1: ed. 'po'¡' G.Tassoñ-:-pílífs9:-22s
:" l.

por sí sola razÓn de su existeocia. Que dj,hn LdrªI¡;I.Y119~splaza:


(versión cast.: Leccitmcs sobre lajilo.wjía de la religión l. IlIfmdll('ci/JIl y COIl-
,do a t~J1se~undo plano el origen ~eligioso de la idea moderna de
cepto de religión, trad. de R. Ferrara, Alianza Editorial, Madrid 1(990).

147
146
libertad forma parte del proceso de emancipación del cristianismo
deIa concieitda cultüraliiióderna. Este último, sujeto a polémi- 6
'-.ca-'col;-~(iiomb¡':e'ae'secularizaCión del cristianismo,será objeto
de una pormenorizada discusión en el próximo capítulo, pues su ., La emancipación de la cultura moderna
examen es un requisito ineludible para fQ[!!!ill],-.lliLj.ul£i~Q]Jjeti- del cristianismo
YO de la evolución delas relaciones entr~a filosofía y la teología ., . ,
~i~ ia~g?~ºeLaid~dM-~ª~m~:L~libertad es
ún ejemplo de que,
.pese -¡¡T¡ab~rse desligado MS1I~raíces",j~tiªnas, sigu~~ándose
una relaciÓn entrela concienc.ia generªl d.".J.a.sjX!Illr~'mo¡;lJ;rnay
'. él cristianismo, tal y como demuestra el pathas de la libertad.
..
-'"~ ,.--"'.

'i

•..
Los hay que han visto en Nicolás de Cusa (t 1464) al primer
pensador moderno, mientras que otros no aciertan a ver su apari-
ción hasta casi un siglo después, can el nacimiento de Giordano
Bru'1o. Sea como fuere, Una cosa sí es segura, y es qu~ el con-
.",-jl¡.o.de-Edad..M¡¡¡jemiJ..hunw:,~u& .mí£~~ ''1.
~l sig!,! X..
:{'Eñ-er
año '1435 Mateo Palmieri (t 1475) escribió ya que con Giotto,
Dante, Petrarca y Leonardo Bruni había comenzado «Una nueva
épo~a". El último de los escritores citados, Bruni (t 1444), fue
también el creador del concepto de Edad Med¡¡¡~de la que se dis-
tinguiría la nueva edad naciente. B~I J!<!!Ql~fQ.!J1ien~-ºukj
períod~propi~rn,e!1le,!J],Q.L"Yí!lenla época M las invasiones bár.
baras; si'TIºº!i?,¡¡das,en,elsagueo d~ Roma por Alarico, el año
4j6':,iPor su parte, la Edá,fMoaeñi!Jlfue enteodida una vez más
-Comd una renovación:uTI«renaclmiento» de la Edad Antigua. A
decir verdad, este retorno al móaeróñüITiiiilivo'é!é' r¡tii.ñTí¡¡-ITedad
había'teoido lugar en Occidente en varias ocasiones antes del si-
glo XV, y además en forma de oleadas sucesivas, como en los ca.
.l.'. !'
sos q~1renacimiento carplingio n del renacimienlo del siglo XII .
J:;LRehacimiento de los siglos XIV Y XV empezó, pues, por ser
nada más que una nueva manifestaCIón deesa-y-ú~lt<i ifOs'mode-
ros a~itIguosen las artes y en la fi]osoffii:-aullqtl-é'ahora reforzada
¡( por dÓsaEóñtedñuentosmutuamenic-reÍaclonados: la conmoción
¿.J que el'"tiíide"i'iñ;Perio blZ"~~tíiió
-::-.-._.-._.,-,.-_ .....----,,, ... , -' .
-supuso paralos'hombres de cien-

J. Documt:nto.'i en D. Hay, Ce,\'dlic/Ile /taliells in Jer Rellalsmllce (1961;


etliL:ión ~Iemuna tic 1962), 18ss.
148
149
da de la cristiandad occid~ntal por la caída de Constantinopla en Con todo, lo sucedido a lo largo de esta última centuria no fue
tanto que el cristianismo fuera objeto de un rechazo global por
1453, y los ~ctos go".pre~udLnf.QI1)'s1.guiergn a "~,af,,chacon
exiliados y eruditos romano-orientales. El mundo occIllental SI' parte de,-lá~ia generaj);uanto que 6l~l'jlezó a distan-
if¡¡¡¡¡¡¡¡ieIlfranaótó'oriel1tán'dose de"acuerdo con los modelos c~de I;¡;¡disputa~ doctrinales entre las distintasconfesíéiñes,
«antiguos», cuyo significado normativo para la cultura de las di- ~JLl.as...gue cada partido reclmu6lha-iguaJes derechos a invocar la
ferentes naciones europeas no empezó a desvanecerse hasta casi a'!.~g d.f un'!..!!-y¡;lación sobrenatural. En s;;--en'sayo sobre
dos siglos después. El primer aviso serio en esta dirección fue la la refundamentación sobre el concepto de naturaleza humana de
Querelle des anciens et des lIlodemes en la Francia de 11nes del mosofía política, derechº~,ca y rel,igión" n"atural a 10 largo del
siglo XVII', donde el triunfo de la tesis de que los principales au, s~glo XVII, \Yilhe!m Dilthe ,uso de.relieve Iª, tm.,~!!~en~i,a-"is-
tares franceses del momento sobrepujaban en muchos sentidos a \o.,!:!~ade ,,,~!e pe.':I.o..ªo
..p,!I]l,el n'll:Jm~,,--~1Q.~a SOCIedad y de la
sus modelos antiguos manifestó a la conciencia general lo que Qu!!ura moderEas. Dilthey, asimismo, fue guk1:Ílkscubdó'siJ'ver:
había venido produciéndose con el desarrollo de las ciencias na- d~der.o_de~cáde1Ínl1-ieen las experienci~y.fl!.!X.º- ,¡¡"ha.per
lo-
turales, el arte y la filosofía, a 10 largo de este siglo: el vimjlili!!:, do de la-divisI?!'..E~'!i¡@I!!.11e~guerras ~ligión5. _
cia algo completamente nuevo que transce~~ºJalos modelos anti- Sobre el transfondo de semejantes expenencias deben tam-
guos.Sólo entonces alcanzó por fin el concepto de Edad Moderna bién entenderse los ;>rocesos que a título individual y a modo de
síntesis es posible bautizar como «secularización». La refunda-
toda su resonancia.
La renovación de la Antigüedad en el Renaci~1¥~11\2del siglo mentación de los conceptos 'tie Estado y de DerecllO sobre la na:
XV no tenía aún ,cleninguna manera el siggiñcado de una ruptura ," 'tur!,I~~ hu~~~a es .ella mIsma Un proceso d6_,,-~~~J!!~ole.En es'
:$1 \~.
con ei éris¡;~~ismo"Esta intéipietaciól1'del Renacimiento, debida ie ~.~
te sentIdo, eí catearahco de derecho político CarJ Schmitt pudo
t;it. ~~
a J~wbBni'Ci,ik1rd -peroouyo mejor propagandista fue Friedrich
Nietzsche-, ha sido combatida con sólidos argumentos',
h:,~,,-n.01,(!~,!~,
tiani~I]1OJJabía..[1,liJniJ.a.9.9-Ja, A.~-!.igüedad,~en~,
ª~ .,\)..

':\
' ;:;
~
~
al1rmar que «todos los conceptos significativos de la moderna
teoría política son ,O\l~~ \eo.!9gicos s!~ula~~~~os»'. De he-
cho, en el caso del conceplO de soberanía es posibÍe reconocer
.!ue,go en.t~ega de ella a-'o,s,pueblos ,d,el,nor!"~,, EUropa por nre:,dlO una serie de Y.fu.culos entre la doctrina del poder papal y los orí-
de sus misioneros. Por ello; oí iétorno a la Antigüeamr, su renova- genes del absolutismo'. Peroeste sertlrtllrñfiién elcaso 'deJadoc-
¿i'6ii'=aes-aeIaliIosofía y las artes hasta los padres de la Tglesia- trina preconizada por la Reforma del sacnºQcio universal de los
eran hechos que muy bien podían generarse en el seno del cristia- tieles~,así como de Elgunas característl~aspeculhi_~-d~~Jirga-
nismo. Las construcciones de Brunelleschi en Florencia, por ejem- ,nizaci~!0elas comunidades 'protestantes, las cuales podrían muy
plo, no sólo recuperaban las formas clásicas de la arquitectura re- :' bien ser relaCIOnadas con laS comIenZOS ,de las modernas ideas
ligiosa griega y romana, sino también el estilo ~kla:Lprimitivas .demQ,,ª~iº!!?,~ti lucionales. TohnMilto;; ~~'condujo análoga-
basílicas cristianas. Otro tanto puede afirmarse de las novedades mente cuando en reTaclOn con los orígenes de la libertad política
esliiísticas'introducidas en la escultura por los pisanos o de la re- y del autogobierno democrático en la época de Cromwell invocó
novación de las doctrinas platónicas en la Academia florentina. la narración bíblicadel descenso del Espíritu sobre los setenta di-
, M,~.!'-".E'a,yor trilli£~-".Q~.!1,Qª
Jl'!E!'.-"Ldeslig."ll1iento de la cul- rigentes del pueblo en tiempo de Moisés (Núm 11, 29). En la
(
: ',', .tur!, mQdern~detcéi~ti'!.ni.spo debe con-,,~~~!I siglo XVlT'.
5. W. Dilthey, DaJ Iwtürnehe SYJ'lelll der Gei!iteSll'ÜSell.l'du¡fren im /7.

2. Al respecto, cf. P. Hazard, Die Krise des ellrop¿¡ischell Geistes (1939), Jahrhundert, en Gesmllllldrell Sclmjtell Il (1914) 90S5, esp. 93s.
6. C. Schmill, Pofiri.\'che Thevlogie. Vier Kapite1 Z,1I1' Lehre VOIl der
"¡". 56 ss. .
SOlll'erül/i¡ii¡ (1922, 21934), 49.
3. Por ejemplo. por D. Hay. Geschh:hre /rafien,\' in de,. Rellai.mlflcl', 112.
7. Al resptcto, cf. p~ Koslowski, GesellJ'dwfr LIIul Stw.u. Eillllllllermeidli-
4. Al respecto, cf. Til. K. Rabb, TiJe Strugg/I! JOI"SfClbili¡y iJl £ul'/)' Mol!el"/l
cher Dlw/islI1t1s (1982), 131ss, así como H. Quaribch, Slul/! 11I/(1 SOIl\'(:rtillitiil
Ellrope (1975), resumen Y discusión de los resulwJos Je las nuevas investiga-
(t 970). 6 ¡'s,
ciones sobre la historia europea en el siglo XVII.

151
150
Inglaterra de su tiempo, afirmaba, los setenta dirigentes designan
a todos los miembros del pueblo, llenos así del espíritu profético
que cap,acita a los hombres para gobernarse a sí mismos'. ma- . r,~ ", ,,
sarrollad. a, Jllll; Kar1 Ldwitl~ en su libro Iv(eaning in History"'I:1
(1949). Lbw,g¡l expone aqUl en detalle una tesIs que DIltfieyna.
bía avanzado con anterioridad, a saber, que ,1 propósito que mo. !
nifestación del v~.Y1Q_entre teocracia y democracia encu~~tra__
aquí 'ümr expreSIón concísa-jiormedio'de1ap¡je~matología, es
'~

-'
~
.-')
vía a Turgot 'al diseñar el plan de una historia universal era reem- (¡,
-J,i "~ ¡)iazar la exposición teológica que Bossuet ha£í.'l hecho 'de lá' {'
decir: de la ill1ageñ--del Espíiifu'diviiiii que gobierna el corazón .-:\: ~1:
del creyente. En los siglos posteriores, la idea del inmediato se. _rpisma por una descr'ipción pur~te r~~!?na~5!~.~ec~:EiñlStií:
ñorío de Dios por medio de su Espíritu pasará a un segundo pla-
~, ¡{o ,sico. Al respecto, Dilthey había señalado ya que con 31seno e¡ de
no, permaneciendo en el lugar antes ocupado por la teocracia so.
';-
,;,- 'j
;~ ese plan «Turgot secularizaba la tilosofía de la historia» 11. Por su
parte, Ldwith no sólo incluyó el programa de Turgot en el seno
lamente la idea de soberanía popular. Como puede verse, hay .~.0. de la evolución de la filosofía francesa de la historia desde
aquí un 'Caso evidente de secularización. ; ;;
.~~
~ Vóltaire hasta Comte y Condorcet, sino que, yen<!o 11l<Ís,alI.á.de
Uno de los más célebres ejemplos de secularización se en-
Bossuet, siguió la pista a sus orígenes hasta san 1~t!.n. De este
cuentra en la exposición que hizo Max Wefier')iel influjo de la
ética calvinista en los comienzos del capitalismo moderno. Para modo, ganaba una base sobre la que apoyar sus propias tesis, se-
Weber, la dQ<:;tri!la<1~.l~p!:.ede~!il1ación yelillteré~.'l':'~ ést~ sus- g¡¡~ la.s cuales la filosofía moderna de la historia que comienza enl
Turgot y Voltaire y alcanza sll-culminación en Hegel sustituyó la l I
cita en el creyeqt" p~r~....£IT£iQmrsede'haber sido elegiQ9 por Dios
idea de ProvíQeiicla como rectora del cursoaeTal1illQfla.pnr I
para la.salvación -así como por corroborar inaividualmente esa
certeza en la vida moral y sobre todo en la vida profesional- sQ~ 'ia:Tdéadel pro~so de la humanidad a lo largo de su evolución
en el seno de la misma, Para Uiwith, el hombre o la humanidad \
1
\_
1
los responsables de la.~9.!.1'>;9Iid~¡;.iºD.cl".e.'!~.cl~teémin~d.<l.madLls
- vivendi1'"áscétfcü.yorganiza<iC? rª~i9n¡llm~!1te,imQrescjndjh1e Pª- paSa~ahoi:a a ocupar el lugar hasta entonces reservado a Dios ca. \
ra el desarroI!Q.dé..lil'~cónO:i:nLaca¡¡it;tlista'- Con el transcurso del mó' sujeto de la historia. Lo cual no es obstáculo para que, pese a
tiempo, el principio racional organizador de la vida económica todo, la cO.flf!ªnza en el progreso siga alimentándose de la «fe
fue sin embargo cobrando autonomía propia, al la par qy.e.las r'li.:. £[i~tiana en la creaciÓn,}' en la plenitud de los ti,,-mpo~iI1..clYso
ces religiosa~ del ethas protestante del trabajo vandesaparecien- cuando se dice no ver en ellos más que mito.~i~.Eortancia>~12 ..
do en forma paulatina. Para Weber, este pró¿ésóes-coosecuencia, La tesis de Lowith se convirtió en el año 1966 en el principal
por un lado, de que la evolución del capitalismo obedezca en el deslinat . de la crítica a la idea de secularización expuesta por
fondo a sus propias leyes y, por otro, de las coacciones impuestas !fa!,s Blumenber en el primer capítulo de su obra La legitimidad
'al Índividuo' por'dichaevolución. Sin embargo, Weber omitió en. de la Edad a erna. Su mismo título indicaba ya el desacuerdo
trar en detalles sobre las verdaderas causas políticas y culturales de Blumenberg con la tesis, en su opinión implícita en el concep.
':I de dicha evolución. De hacerlo téUp,,-za,íamgs ul1.avez m~s con i~, to de secularización, de la ilegitimidad deJ.g!i9sfgenes d,,-!ªsul-
q ¡ tractura producIda ,-~slglo XYI!p~r:.,,-1 estallIdo y el Irn de l,ls ~!Jr(!l10derna .. ~º.Jª-.~ida;eñ efecto,- en _q!-!e «secuT¡Iiización»
'11,g:u"-1!~~__
~,,-!.eJi~i~I}, , . d de~i&.nallU,M'!QQiaciQn de bienes eclesiásticosy su ti-ansferencia
Junto ala tesis de Weber, la argumentación mas matlza a en a los ._...~~' ----._-_._~". o __al ~_._H_
particulares Estado, suaplTciici6nTprocesoshistórico_."
favor de la existencia de tales procesos secularizado res es la de.
JO. El libro apareció en alemán en 1953 con el título Weltgeschichte und
8. J. Milton, Areopagitica (1644), en lJ., Selected Pmse, eJición de C. A.
Heil:J'ge!J.'chehen. Die f/¡e%gi.Jchen VOl"auSsetZlf/lgell du Ge:)'(:hich(~'Philosophie
Patrides (Penguin Books, 1947),238, cf. 236. (versión casI.: El sentido de la J¡istoria.l.!!JpJjc.g~fQ!Ig~.t~Q]Qg¡casde lafilo.mfía
de lq. IJis/m:ia, trad. de J. Fernández Buján, AguiJar, Madrid 41973f' - _. "-
9. M. Weber, Die protesta1l1ische Et"ik lIIul der Geis/ des KapiluJiJ'mus
(1905), en Id., Die protesultI(isc1te Elhik, eJ. 1. Winckelmann (1969),27-177, en
11. W. Dilthey, Einleifllllg in die GeisteswisseflSchafiell (1883), en
especial, (18s5, 128s, 13 1'-140 (versión cast.; La ética protesta/lte y el e~píritlf Gesammelten Schriji~n I. 99 (trau. cast.: /lI/roduccióll a I(ls ciellcias del
Espíritu, FCE, México 1944, 116).
del capitali,;:l1Io, trll(1. de L. Legaz. Orbis, Barcelona 1985).
~2. K. Lowith, We/tgt:sc/lichle mul Heilsesc/u;:ht:II, 183s.

152
«desinterés por la idea y la explicación de la historia»". De he,
culturales como el origen de la Edad Moderna ~>t~insinuando cho, tampoco pued.ehablarse de «parcialidad en la sustracción»
.que tales procesos no dekrían haberse,producid~al11ás". De lo de bien original semejante, po~que la idea moderna de progreso
- contrario, la Edad Moderna adeudaría el coilÍeñido substancial de no [ueJa hefed.em,º~ )a.~~cátOlogíaáisüaiía,'sinólaque pasó a
sus ideas ~ m~tivó8 y'argumentos cnstiano>,lu-qlresilTI''l11!>argo ocupar su lugar" una vez q'üe lils'h,iffi]jres'haliíaii'dejádoya-de
se halla en contradicción' taÍúo'co!i's¡¡'litÍrmaciOri'de haberse dese
concederle crédito:
ligado de dichos orígenes como con su pretensión de sostenerse La argumentación de Blumenberg contra L6with.descansa en
sobre sus propias bases,Pa¡¡;:'BlumerÍberg, el hecho mismo de buena parte sobre un su uesto que entonces gozaba de ran
aceptar la tesis de la 'secularización implica, pues, «plantearse el a~ept.ción, pero que entretanto ha ido que andose obsoleto: la
reconocimiento de una deuda, así como la posibilidad, si no la hiPótesis de una radical oposición entre la historia y la escatolo, \ \\
obligación, de restituir lo adeudado», En su opinión, sin embar, ,gíª, Esta misma hipóteSIs habia inducido a L6with a cOnCebirla \
go, esta tesis es del todo insostenible, En primer lugar, porque en ,. teología cristiana (Je la historia como el resultado del palidecer
i ¡
el casO de la filosofía de la historia no es posible proceder a la l ' de la esperanza escatológica en la inminencia de la parusía, La
identificación del bien supuestamente expropiado --<lebidoa lo hipótesis de una oposición entre la teología de la historia y la es-
inconmensurable de la escatología íen cuanto origen de la refle' catología se fundaba a su vez en otro supuesto, acuñado parlas
xión cristiana sobre la historia) y la fe en el progreso-, En segun' IlIStonadores de la religión, según el cual el verdadero origen de
do lugar, porque ni siquiera puede afirmarse que el cristianismo la escatulo~ía,s_eencuentra en e!'duali~!J10persa, En cambi.Q,.IQ\ ,.
sea el legítimo propietario de los conceptos fundamentales en re, tiende a pensarse hoy día es que el surgimiento de la espe- I í \
':I':,e_
lación con estos temas, ya que la esperanza neotestamentaria en r-"nza'é'SCal<)I1\~l:!¡~E!II~¡¡aísñi¡;pre',cristiano'oeoé'enteniliirse ( I
la inminencia de la parusía. es causa antes bien de un absoluto .a parti[~JQS..YÍ!l£lll?s entre la~~I'.'Eí~iu~íii-ae1¡¡Tí~of¡ay su i
evolucl~'.'.."-O..'.l
postenorIdad al eXIlIobablloniCo. Coñí" es obvio, ,
13. H. Blumenberg, Die Legitimitiil der Nellzeit (1966),73. la expenenclacñSfiiiña pi1mIttwnrelii"iiTúpclón anticipadora del
>1: NaherwarlUllg en el original. La teología alemana se sirve de este térmi-
escatón en la persona de Jesús habría modificado esas esperan,
no para aludir a la esperanza de los primeros cristianos en que la venida (paru- 1. ,
sial de Cristo iba a tener lugar de manera inmediata, pese a que no pudiera pre. zas, pero éstas fueron sometidas a ulteriores desarrollos en la fi,
decirse con exaclitud el momento preciso en que se produciría. La distinción gura de la teología cristiana de la historia salvífica, Desde esta
entre Envartung (esperanza) y NlIherwartll/lg (esperanza en que lo que se es- perspectiva, la tesis de L6with de que la filosofía moderna de la i
pera ist nahe, es decir, está a punto de llegar) es, pues, que la esperanza historia nace en la teología cristiana de la historia es todavía me, ¡,
(Erwartullg) escatológica espera igual de confiada que la Naherwarlllllg en el
retorno glorioso de Cristo. pero además de no saber cuándo se producirá exac- nos vulnerable, De los argumentos de Blumenberg en contra de ¡;
,,'
tamente -al igual que la NaherwlIrttlllg- habiendo asumido ya, exactamente al L6with, el único que se mantiene en pie es su tesis de que la idea
conlrario que esta última, que esa venida puede no tener lugar hasta pasado un :
larguísimo período de tiempo, el cual podría alargarse incluso miles de años. En cidid.o u traducir el primer tt~rmino (Nahenvartullg) como «espera en la in mi- '.
la medida, pues, en que la esperanza de la NaJ¡erwartllng tiene como objeto un
acontecimiento, la parusía de Crislo, que va a producirse de un momento a otro,
* '}.,
~1'
n~ncla»-en lugar de como «esperanza inminente» o «espera próx.ima», traduc.
ClOnes con las que es posible ,encontrarse en algunos libros de teología, pero que
lo designada por la Envartung de la Nah-envartullg es menos, a efectos de tra- ~;{ fuera?e contexto, como aqUl ocune, podrían ocasionar que el lector se llamara
ducción, una «esperanza») que una «espera», en el sentido de un estar en todo :~J 'i. a equIvoco y pensara que ~(pr?:il11o) e "inminente») hacen referencia a la espe-
momento a la espera de que algo se produzca. Esa espera es además un aguar- , ra y no a lu esperado-; anudlendo a continuación «(de la parusía), pese a que
:'J. (
dar con una gran tensión de espíritu un acontecimiento que es inminente: 'con Pannenberg no haga referencia explícita a ella, para que el lector tenga en todo
gran tensión de espíritu porque no se sabe exactamente cLh-lndo va a lener lugar momento presente que lo que se espera como inminente, el único objeto de la
pese a ser inminente. lnminente porque se cree que va a tener lugar de un mo- Na/terw(lrluflg nombrada por el autor, lIo,es nunca otra cosa que el retorno de
mento a otro. En este sentido, la teología alelllana suele oponer la Cristo. (Nota del traductor.) t:
Nahenvartullg de los primeros cristianos a la Parttsieverzogerung (dilación de 14. 1bid., 29.
¡
la parusía), dilación que no hubo otro remedio que admitir al tenerse experien- 15. Ibid., 35, cita 33.
cia de que la venida de Cristo se retrasaba. Por ello, finalmente nos hemos de.
155
154
,,-
de Providencia y la idea de progreso son heterogéneas. En con. ción del cristianismo»21. En favor de esta atirmación, We~?
trapartida, esta última ya no cánsiitu);e argumento alguno contra pió¡;-;;;od;'s ejemplos. El primero de ellos era la dependencia de -,
L6with, porque de hecho éste nunca había atirmado lo contrario, la'!Oillnción «de leyes naturales estrictas y de validduniVeishl¡¡'"
es decir, nunca había dicho -como él mismo se encargó de seña. del supuesto constituido poDa te cnstliiha en la creación". El se"
lar en su' escrito de respuesta a las críticas de Blumenberg- que gundo la tramfl'r"I)f.illM.fQncept'2 deinfinito'Üclifál desde la _
la idea dé progreso fuera una «metClllwrj()sis» de concepto~ teo- idea de Dios a la idea de universo". Cüñ1oao,'I¡¡'iesis'd,,"¡¡'üe el ..
lógicos", Aquí L6with insistía una vez más, con toda razón, en {~mL.indorllode"rrl0;;"na de entenderse como el «producto de la se-
~!!...~,,-sis
de que la escatología cristiana y la historia salvífica ha. cu!arización del cristianismo» transciende ampliamente tales
bían at;iertü-e"Chciriz()'nié""u"- una orientaCión hacia el futuro, la" ejemplos aislados. Weizsacker la tomó probablemente de Frie.
misma üaeñiaC-¡ói:i, de'he¿ho, a la que la Ilustración proporcloñó ,QficlLGogar.ten, un autor que se había referido ya al mundümü-'-'
un nueVO contenido por medio de la idea de progreso origInada derno como ({unmundo secularizadQ»2~. pero que sin embargo no
según Blumenberg en la experiencia del progreso científico". veía en el fenómeno de la:~u!~rizació~ada que hubiera de en-
Sin embargo, en este punto L6with seguía viendo, comaiJabía juiciarse negativamente, sino, al"cüñIrarlO, el proceso por el que
hecho antes, un proceso de «secularización»!!!. S~_trataba, por el influjo de la fe cristiana en la moderna cómpreóSión del 'mun. _
otro lado, de l(),rni~~ que había atirmado ya lOrns~Tr3 del 'doy,del ser nuIñañOftie tradUCleñilciseenuffiiSeñeoeeTeclOS-po' .
punto de vista «de un fijj ultimo universal que ha Oea1canzar la Si!i,yos..ParaGogarten, estos últimos serían, respectTva;íleñie~'ía
humanidad entera». Para Troeltsch, este fin había sido «secula. i!~ªcralización del universo como consecuencia de la fe en un
rizado» por la fe en el progreso propia de la filosofía de la his. Dios transcendencia y el situarse libremente del hombre frente al
toria, viéndose por ello desplazado «desde la esfera de los mila. n1und025, '.. -, ••. ,..• _ ••-._.-.-.. __ •. --...•• _;•..._ •... _- •.. ~," .' .•...

gros y de la trascendencia a la de la inmanencia y la explicación


natural»19t Por el contrario, el punto de vista de Slumenberg,Ma que, le.
jos de ser resullado de la secularización d;;[c¡:j'si¡a~ismo, el paso
A diferencia de Uiwith y de Weber, ~Iu!tle~bevpli>:ó la te.
de la Edad Me~i!.[¡¡.Edad.M.adel:llll.cQU~Ji!MYQ un fenónleno de
pjs,dt.la.seculariza."i~lI!,g~9Jº-~I~¡j~ados complejos de ideo
¡Püy-difúe.¡ie'naturaleza. El propósito de BlumeIÍbéig'éi:ií"salva.
,as.::como la ética- protestante del trabajo o filllJosofía'delaJiiSró'
guardarIa<degttimidad» de la Edad Moderna y su «patrül1onio
ria-, sino también" I¡¡'cüesfióó"ae -la'reIación-oe']a Edad
~~2der~~ en c~l-;n~to'ia-l~-'coliio.epoó1"fiis-toriea; "c'ü-ñsü-"añ-tecesora, 21. C. F. van WeizsUcker, Die Tragll'eire de,. Wüsellst:h{/ji 1St:h6p)i/llg 1IllrJ
la Edad-Meoiacilitíana2<l. Entre los autores citados porlrll,meó. WdlenlslefwlIg. Uie Oeschidl/e l.weier Bl!grijfe (1964), 178 (versión ea.st.; La
berg, probablemente sólo en Carl Friedrich van Weizsacker se responmbilidwj de!a ciencia en la era atómica, Taul"Us, Madrio), citado por H.
encuentre una generalización semejante de la tesis de la seculari- Blumenberg, Die Legitimilii/ der Nelfzeir, 2J.
zación. De. hecho, para este últi mo «el mundo moderno puede en- 22. C. F. van Weizsacker, Die Tragweite der Wissl!lIsduift, 11 Os.
23. Ibid., J 80; er. c. F. Van Weizsacker, Die Unend!h:hkeit der Weil. Eine
tenderse en IJneas g~nerale.s ..como el prod~~!c:u!~.hL~~~ülariza-
SllUJie'¡¡ber da.l' ~~Ylllbo1i.w:he
ill der NCl1l1rll'is.HfJlsdwji,en lo., ZlI1l1 Welrbild tia
Physjk' (1943, ('1954). 118-157, donde se dice que para el hombre secularizado
16. Así K. Lowith en la recensión realizad¡¡ en colaboración con H. G. de la Edad Moderna el mUll0,P se convirtió en un «suslitu(ivo de Dj.os» (153). La
Gadamer soore la obra de Blumenberg: Philosophische Runoschuu 15 (J968), objeción de Blumenberg de que la «idea del infinito adolece del signo caracte-
195~209, 198. Para el término «mdamorfosis)~, ef. H. Blumenberg, Die rístico de lo teológico» (H. Blumenberg, Die LegitimirÜl delj Neuzeil. 52) no tie-
Legitjmitü/ der Neuzeir, 18; para su exigencia oc «una substancia per::;ish:nte», ne en cuenta la tfiln~t!!fH1ación en la valoración del infinito y la !!l9.Qjficacián,de
cL de nuevo la recensión de Ltiwith, 196s. ,e;sJe.concepfo por Qregorio de Nisa -ef. capítulo aiile¡:¡or~ñT su fundamental
17. H. BI.i.!menberg, Die Legitimitiit der Nellzeit, 24. significación para la historia de la teologíu cristiana.
18. K. Lowith, en Philosophische Rundschau 15 (1968) 1985. 24. F. Goganen, Verhiillgnis l/lid Hohiwflg de,. Nt:uzeit. Die
19. E. Troeltsch, Der Historismus l/lid seine ProblellJe, en OesaflJlJlelte Sdkllt'arisienJllg (lIs theC}logisches Problem (1953, 21958), 9; cf. Jo., Del'
Sehriftell nr'(í'922). 57. Mell.\ch zwische/l 00t/1II1(/ We!t (1952), [49ss, 1585.
20. H. Blümenberg, Die Legitilllirür del' Nell;.eiÍ, 50. 25. F. Gogarten, Verl¡üllglli.1'Lmd H(~lfiltlllg del' Neuzeil, 103 y otros.
I

156
157
de iueas», fin al que iba enderezaua su tesis de que el ser humano tarde, el~_C::."!'y.illj).
En cambio, el..'!~1LarismQ..!!;!!!ºgico º-,,-!a
se había visto de tal manera acorralado por el «absolutismu teo- ~aj~£~d Mediay,,- hallab_amuy aleiaº-o-,I~..!i!J~m!.~nci~_al:ltihu-
lógico» de la teologia de la Baja Edad Media, 'lue_I'2,!~,I",bía _Irlari~'c¡~e12lííiñ~nº£I:¡eyresúir¡íáfal_!""llellti'<.Ie~l, Frente -a la
quedadq otro remedio que autoat1rmarse humanamente frente al imagen determinista del ~inü"fiClo del averroísmo de inspiración
Pio~."
cr~~ti~no,Dicho, «absolutismo» se" debía; segéiil"""i3
luinen- árabe, el princip~, moti",o de ¡m~o.¡;jjllilcióll.deJ~Ólogos como,
berg, a la acción combinada de dos fuerzas: la doctrina nckbU=., Esc_oto,:,:9~~ham fue pr~var ~~dad d,,-l."...U~ertad~Refon() !
sólo de la libertaoae Dios, sino tanibién la del ser humano ..
nü~tasobreel poder absolulO¡Jepios -en la qu.tÓCk¡í';';l se ne-
Además,Bl~nlen¡;;,,:g'pasÓi~lai~ie;lie-poí'alt() la trascendencia .'
gó a reconocer"líii.1ite "alguilo a la omnipotencia divina- y Ja iuea,
que luvo la fe cristiana en la encarnación para la idea que el hom-
nacida en la doctrina de la predestinación, de que Dios decide P()f-"
completo ailJItlmIamente sobre la salvación o condenación eter-
bre se hizo de sí iuismo como un ser-cuya libertad, cOl11oHegeJ
'juzgó acertadamente. encontraba precisamente en la encarnación
nas del individuo. Seg'ún Blumenberg, al robar ambas al hombre
de Dios en un ser humano su sanción o confirmación infinita,' Si
su lugar en el entramado del universo, hasta entonces lleno de
tenemos en cuenla que éste era también' el srgñíf1"cad~-poieído
sentido, a éste no le quedó otra alternativa que rebelarse contra
por el dogma en la teología de la Baja Edad Media, no se en-
un Dios semejante a éF6,
cuentra el motivo por el que la teología cristiana pueda amenazar
La tesis de Blum~erg no resi:?~"~,E-_~_comprobación históri-
! : al hombre en su libertad y derechQ a la existencia en un grado tal,
gt:?~La concepciOñ agustiniana de una predestinación absoluta
como para que la única alternativa aún al alcance del segundo
por la cual es sólo la voluntad diVIna, libre de toda inlluencia que
fuera ciar un golpe de estado liberador de autoafinuación humana
no sea ella misma y por completo oculta a los ojos del hombre, la
que decide conceder (~ negar la salvación al individuo, era in- ? : contra el Dios cristiano.
Los documentos que se conservan de la época temprana de la
comparablemente «más absolutista» que todo lo que la Baja
Edad Moderna, desde el siglo XVI hasta principios del siglo
Edad Media había alegado sobre el tema. A diferencia de san
Agustín, la doctrina medieval de la predest¡'naclón subordinó la
xvm, cierran también filas contra la tesis de Blumenberg. De he-.
choz 110 hay apenas un solo pensador importante anterior a ~"
decisión de Dios áSli conocimiento-de la conducta futura del
en el quesea poslble reconocer algo slmJlar a una insurrecclóñ'
hombre (presciencia) 0, ~i'm~nos, 'a
su. présdeñcia_de.JlLClllld!!C-
~ontra.~jQ.eil.crisiia¡iTde15i2s_,Voltaíre ~líSlñ~l¡¡chó ;iií-,~con'j!'a
la futura de aquellos que son exGlui , 'de la salvación. Ésta fue,
el clericalismo y la 'sinrazón que contra el Dios del Evangelio, mu-
por ejemplo, la postúni'dét>uns Es~OIO -á"quien Blun~¡'erg, en
riendo a contmuaClon en paz con su Iglesía. Y aunque Spinoza se
contra de lo que muy cluramen e Icen sus mismas palabras, atri-
condujo siempre guardando las distancias, muchos de los pensa-
buye la idea de la existencia de «condenados sin motivo»2l.\, La
doctrina de la absolut¡l omnipotencia divina dibujaba solamente
dores más importmtes de este período, desde Descartesa Locke y
k~i .. denodados esfuerzos por iiíferpl:eiiij:-Ja -fuCllStlll: \ I
\I
J ~~~íeron
b" ~"i~":
eltransfondo oscuro d,e la gracia que inunda el orden salvítíco de {¡
-,~.
~a en Dios de tal manera que fuera compatible con la gill1bi~nte'
hecho querido por Diosl(Potentia urdinata). El rigor de la doctri-
~i ~li~~IlQ.elmund~.Un chilla en las relaCIOnes de la culturaco~lel "
]~~"+~ml~JÜ1!P.Jl.ª-.ge
la predestinación sólo reaparecerá en f¡ liras cristianismo que "sólo empezaría a experimentar cambios a lo lar~
. marginales, comoTi"regorlo--de--RíinTiil,"YTafu len, aunque mas
'," go del posterior transcurso del siglo XVIII.
Tampoco ha sido !Th!..menbé'ijfll primero en ver la imagen del
26. H" Blumenberg, D/e Legilimiliil de,. Neuzeit, 13255 y 165.
27. Expresé ya mis dudas de que no fuera así en mi recensión de 1968 so- hombre propia del siglo XVIIí como la expresión de una cada
bre la obra de Blumcllberg. Puede leerse en mi libro Goucsr;edallke l/lid vez mayor autol.10mía del ser humano frente al Dios cristiano.
ml!II,H'J¡/ic:/¡e Freif!eit (19Ti, 11978),114.128. ' ~ -;
La~ críticas de la ttDlngía cristillnaJiel despertar (siglo XIX)J!!
28. H. Blumenbcrg, Die Legitimitiil de,. NellzeÍl, 140. Al respeclo, d. mi re- raCIOnalismo dela I1~ión, así como, dentro ya de este siglo,
censión de 1968, 123s, en 1<1 que hago referel1l:ia a mi disert¡¡¡.:ión sobre la ¡joc~
los análogos argumcr!tosdesª[[gl}~_d~s por Barlh. en su e!,P9si-
trina de la predestinación de Duns Scoto (1954).

159
158
. ~ión.bjs[óricade la teología m..Ís recienle2Y, han dado lugar a pun-
d3~las Ú!T~l?Q<lºr.!!s_guerr~sqt~~~t~gn a Refqrma y.\ontrarre-l!'!
tos de visti.;!.muy similaresc6ñl'espec1c)'a este asunto, aunque forma, y no en cualesquIera Impulsos meramenle esplfltuales en
siempre con referencia al siglo XVIJI, no al XVII. Pese a lo di-
esta dirección. Esta base la ofreció la ide~¡j" .~.Ignaturalez,!-.hu- j
vergente de su valoración, las exposiciones de Blumenberg y ¡nana ~omún, sobre la que se erigIÓ el que Dilthey denomiñó-' )
Barth coinciden en diagnosticar la realidad de una t¡'actura histó-
«sistenla natural» de las ciencias del espíritu; un derecho natural \
rica que se caracteriza. por la emancipación del hombre de los la-
raC1()Ii'attilateoría polílica con fundamentus iusnatu.ralistas, una
zos que le un ían al Dios del cristianismo. La idea de que en el si-
ética basada en la naturaleza humana y, finalmente, incluso
glo XVIJI se produjo una ruptura de esta índole constituye un
una do~trina religiosa editicada sobre iguales fundamentos. Es
lugar comlíh generalmente admitidoJO• Por encima de sus dife-
evidente que todo ello contribuyó a que la naturaleza humana pa-
rencias a la hora de explicar el proceso, también Lowith se mos-
sase a lin primer plano de la c.:onsideración..p~m.~so ..!!QJiignjJka
tró aquí, e~'decir, en lo referente al descubrimiento de que en la
que cOl\;ello _~"..ºUs=:aJLsQQv~ las bases de lafe cristiana en ',i'
Edad Mod~rna la subjetividad del hombre pasó a ocupar el lugar
Dios:1:0"'1ti;; se pensaba era, bieri'al'Conrrario; que las doctnnas 1"
de la «concepción teológica de Dios como sujeto absoluto», de
de la religión y la moral natural eran idénticas a)a~proclamas ~.t
acuerdo con Blumenberg3l. Sin embargo, todo esto es verdad só-
evange\Ícas-mne1rú's. "En-este sentido; el deísmo ingLésJlegó in,
, lo cuando se a~rlI'.a_~Ui~rn y no, como querlaEfumen:
. tietg: detXVIl."" cluso a,interl'r"taL"l..~ensaje de.!esús.romJl el resta!:¡!ecimionto
deb religión nat~tI'!.l..~ñ"cófíffii de su desmtegractón en la su-
Otro de los rasgos comunes a las dos concepciones mencio-
. persÚciÓn pagana y en la legalidad judía. El caso de la Ilustración,'
. nadas es lal¡ipótesis de que la fractura histórica de la que surgió _.
francesa,es diferente, pues ésta sí fue distan~l~~~~~~ ..de. manera
la Edad Moderna debe en rigor definirse como una~ .
progresíva del cristianismo. Pero este distanciamiento, junto al
his~óti£.o-es.~LJ:;sta forma de ver las cosas se encuentra tan-
an¡iCJé-rT~aifs;;;o(jej¡¡-cmtca de los deístas a la Bibliá y al carác-
to en el modelo secularizador como en Blumenberg o en Barth.
ter norm~tivo de la religión y la moral naturales aún sin efecto en
Sin embargo: es también en este punto donde debe localizarse el
Francia, 'tenía como supuestos el conocimiento de "otras culturas
error Común ,a,todas las exposiciones que describen el paso desde
: ,. religios~s -en especial la china-, así como los éxitos cosechados
los comienzos de la Edad Moderna a la Modernidad propiamen-
en su avance por las explicaciones científicas que ya no recurrían
te dicha]2 com.o una revolución. Este error sería la omisión por
a la hipótesis de Dios. Además, como tal no acabaría por impo-
tOdas ellas dél hecho, puesto de relieve por Dilthey, de que la ver-
nerse hasta que la fe cristiana fue juzgada tanto de irracional co-
dadera causade que a mediados del siglo XVIIJ los fundamentos .
mo de itlpecesaria. En cambio, la vuelta ddliigl<>.X.\Lll¡¡l~ natu-
del sistema social del Estado, el derecho y la moral tuvieran que

f
raleza humana como base para la refundamentación de Estado,
verse redefinidos sobre una base inmune a los enfrentamientos "~o

entre las disti,?tas confesiones religiosas, estuvo en la e~er.r- ,[; derecho1rmqx!'.h .s"".Ka]r~12~~~~,:v.r~:.IT.i~y
lelOS de. !2!!~..
ello.' Lo
más-qüe ,c'C,-ñstituyófue el requisilo previo para que, en una se-
29, K. Ba,/th, Die prorestaruisclte TllImlogie im 19, Jaltrlul1lden litre
gunda filJe, se llegara al abandono no sólo de las polémicas con-
Vorgeschichte lIñd ihre Geschichre (1947, 21952), 16ss. fesionale~ sino del cristianismo como tal. Sin embargo, era el .
3D, Tambi~ll;compartido por R. Guardini, Das Ende da NeUZell. Ei-II
Versucf¡ 'l.lIr Orielltienmg e1950) (versión cast.: El OCQSÓ de la Edad ModemQ,
..q~~~~.~.??
mismo .¿<~~ti~~ÜS!l:~~,~I~E4J:ti~9. el, ~?g~a~is~l~O
.. ~f!ta.~I/'
-ganico d~c!!usenfr~12tamtento~ t~_terco_~r,,~£~aleshabl~..t::'E~~90
j
trad. de J. M, HJrmíndez, PPC, Madrid J 994).
. ya dcii~"~spiración a la unÍver.s¡¡lid.ad. . . .. .
3 J. Así, K. Li:iwith en su recensión sobre la obra de Blumenberg; Philoso-
phisohe Rundschuu 15 (1968),199. ... A"li v~z que estos hechós, fueron teniendo lugar los procesos
32. Que Blumenberg no establezca esta distinción y hable en (érminos ge- de seculaIización que han sido objeto de tan acaloradalcontrover-
nerales del enfrentamiento de la Edad Moderna con el «ubsolutismo teológico» sia. AljtlZgados es preciso distinguir la ~uestión de si es acertado
de la Baja Edad 'JYledia, está relacionado con su deseo de situar la t(unsición en- describid;'s mediante la metáfora de la secularización, de otra
tre ambas épocas más de un siglo antes,
¡ cuestiÓn ~por completo diferente- de si tales procesos o el con-
160
l6l
junto de ellos expliéan el nacimiento de la Modernidad como posibilidad de 11lundanizar o l:onverlir en inmanente una referen-
épo.ca histórica. La primera pregunta merece una respuesta atir- cia originalmente trascendente, enajenándole así su primitivo sig R

mativa, la segunda, en cambio, negativa. En consonancia con ello, niticauo?~~-15.La «sustitución» de los contenidos de 'la esperanza
es preciso seguir asintiendo a la tesis de Weber de que el ethos as- cristiana por la idea de progreso es ella misma un momento en la
cético del trabajo, tan importante para el capitalismo primitivo, «secularización~:. de la primera. En ese sentido, es de nuevo un
recibió sus primeros impulsos de la doctrina calvinista de la pre- acierto reconoc'er en la filosofía de la historia de la Ilustración
destinación, así comO de la modificación, a ella ligada, de la fun- francesa la ((secularización» de la teología cristiana de entonces.
ción del ethos luterano del trabajo. Evidentemente, esta tesis si- Sólo que con ello no se ha dado aún respuesta a la pregunta de
.", por qué se produjeron procesos secularizadores semejantes. Estos
gue sin constituir la verdadera explicación del nacimiento del
últimos son sin 'Ouda la manifestación del tránsito histórico desde
capitalismo en cuanto tal, o del hecho de que la significación de t :
los comie,;z~s de-ia-Ectad-Moaeiiúúila-ModeniiMd propiamen-
sus primitivas motivaciones religiosas fuera desvaneciéndose
paulatinamente en su evolución posterior. Pero eso no es obstácu-
te diclia(y tío desde-JaE'dad-Media-iliaFcrñoM6déiñ1iúiiiió tal).
Pero el concepi¡;-desecul'arizacióri-nil-éxi;li¿íiéiidío ti'á,ísÍto. y es~. /.
lo para que siga siendo posible ver en la persistencia del ethos as-
cético del trabajo el efecto secularizado de motivaciones origi-
que el paso de una época a otra no debe enlenderse como un ;;.;'0- (
ces.'opuramente.histÓriCo-esPiritual, sino como el resultado de las ..
nalmente religiosas.
¡suerras religiosas de los siglos XVI y XVIl y de su, en conjuntn,
Parece también acertado pensar que la idea moderna de pro- inCierto-aesemáce. --.--.--.----.-.----- ..-- i
greso, con su tender a una meta universal que debe alcanzar la
Dentro del',i,'Ü':COde la reconstrucción de la sociedad sobre la
humanidad en su conjunto, es efecto de la secularización de la es- .~:'.
base de determiuadas hipótesis en torno a la naturaleza del hom-
peranza escatológica cristiana. La razón de que así sea es que la
bre es preciso examinar y valorar la relación que guardan la re-
mejor manera de entender este proceso es precisamente como un
12-~.~ación cartesi~@._~oso fí u'.y.'sli~po.st"úioI~ évolüC1óriaTü
«cambio de papeles>~ en los contenidos de la esperanza escatoló-
largo de los siglos XVII yJrVTn-éon la teología cristiana._
gica cristiana. Así, cabe admitir que la idea de progreso fuera
Atenderemos aquí a dos aspectos: en prímer ruga¡: a I~.a~t9Ú9j.úla -;
alumbrada independientemente de toda interpretación de la his-
de la filosofía respecto de las dnctrinil"JTI!e.lª\!f!~;. en segundo lu-
toria en su conjunto. e incluso reconocer que sus verdaderos orí-
genes se encuentran en la antigüedad clásica. Ninguna de las dos .; '. gar a ~~~_~"~f~~,,~z5~~ f~~~_9.~my.n.t.Q
£'.'2!J~~.?.Pc:.~~~)!!~L~~_pl}~EY.S' ..~.la_. ,
teología filosofica. La reflexión del hombre sobre sí mismo cons- -

i
cosas elimina el hecho de que lo decisivo para ver en ella un fe- tltuye aqufel1Jlmto de partida, pero no el fundamento objetivo de
nómeno de secularización es justamente «la urgencia con que pa- la idea de Dios. En contra de la tendencia posterior a hacer del' .
só a ocupar el lugar que la interpretación religiosa de la historia
había dejado vacante»". El juicio que ve aquí un proceso de se- hombre el fundamento de la CUltu.ra,S.'.itUánd.OlOasí en ell.ugl.,r a.n-
tes ocupado por la divinidad, y explicar la idea de Dins como un
(1\
cularización no es ni siquiera rozado por el argumento de producto del psiquismo humano, lo primero fue comprender a \
Blumenberg de «que la escatología está hablándonos de un acon- es~-ºios como primerísima condición de la slioJetívíd-aañumana \
y del conocimiento del 111uifdO':"--."
tecimiento que irrumpe en la historia siendo a la vez heterogéneo
y transcendente a ella, mientras que la idea de progreso parte de --------_
.. _ .. ... .._- _-_ oo •• "

--.
.C" ,,," , • ~ ••• ,_. \

extrapolar hacia el f\ltUro una estructura inmanente a la historia y


,
presente en cada instante del decurso de es La última"". Lbwith
tenía entonces toda 'la razón al contraargumentar: «¿Y qué otra
cosa puede significar 'secularización' más que eso, es decir, la

33. H. Blumenherg, Die Legitimitdl der Neuzeir. 36; ef. 24.


35. K. Ltiwith, Cll Philosuphisch~ RtllIds¡;]HlU 15 U968) 19l).
34. ¡bid., 23.
l
162
,
163
¡.~.
,~. f-
7
Los nuevos impulsos de la filosofía en los
¡. :
comienzos de la Edad Moderna
y su relevancia teológica
'1"

I'
J~,

-- -- ~----------
Los historiadores llaman hoy-«P[imera Edad Moderna,)!l pe-
ríodo qae se extiende aproximadamente desde el año' 1500 hasta
I.i!.Revolución Francesa, diferenciándolo así de la ;,Modernidad,>
posterior. No discutiremos aquí si esta división es'plenamente sa-
¡ , tisfat;toria. Numerosos datos parecen indicarnos la conveniencia
1
L'.
;
de situar el final de la Edad Media en el período en que se produ-
jeron la divisj~_d~ la 19ieSia occj¡jtflt'!!.l',la~g~!e~r~~E, r,ligión
q~~.lla<:ie_ron_~~~En cualquier caso, la separación más pro- ,1
fundn:entÓiamhos períodos modernos se ha de sitb!11LllakiªJ.ª mi:.,.)
taddél siglo XVII, cuando se desvanece el eco de las guerras re- I
ligiosás que siguieron a la escisión de la Iglesia ocCidental. r,
..• La'tilosofía recibió en este período numerosos impulsos nue- .
vos. S,in emhargo, sólo dos de ellos -con arregio a los cuales e(~),
.' posible también clasificar el resto de posturas- puede decirse que ',:r,/
marq~en re¡ll=, te-BIfAi¡:jQ..Q,_~!l;¡.fIuevaépo~a. Estos/das ,im;; (;9-:./, r -(',
pulsos ~ílnJ\~VaClOn cartesIana d~,la metaflSlca ~ el ~lflS- '1
ni.ófiÍosófico_--
,-._---_ •. fundado p6r JQ!JlíLockeSOescartes y Locke désta-
can, además, por haber influido profundamente en'~el
c:,'¡(
J

f'ensainie~to postei'ióf; parlo que, alcOriceñ"traf'éri ellos nuestra


exposición, nos veremos obligados a prestar menor atención a las
demás posturas tilosóficas de importancia dentro 'de este período,
Por dicho motivo, las referencias que hagamos a'figuras como
Thomas Hobbes o Henry More, e incluso a pensadóres sistemáti-
cos ditanta trascendencia como SI,!Í)1QZay Lejbniz, serán nece-
,.
165
sariumente escasas. Lo mismo Llebe decirse del posterior desa- «sólo en sí mismo el centro inconlllovib~:eal:idfttt-y. ver-/(
!Tollo del empirismo en la obra de Qavi~Jluml:, Den II'll del mar- d¡¡"d:des(le el Y£..2onquistj!luos el ]))lIq~}).Es posibl~ seguir la pis~,
co de la presente exposición será suficiente, sin embargo, con que ta a esta interpretación por lo menoS hasta las Leccumes sob,re la
le
\ se reconozca la asimilación de ~ est~~_pensadores H los nuc- historia de /aji/os(dla de Hegel, donde se nos dice que Descartes
\ \ vos y fundamentaleS]mpU!sQe. cOl!,_uJlicados a la lilosofía ,ñoOer: «comienza, al igual que Fichte, con el punto de vista del yo como
"I na po'¡'j':Jescaries y Locke, . ," --'" conciencia por antonomasia», del que «Descartes dice que es el
',- fundamento absoluto de toda filosofía»', Esta manera de ver la ti.
losofía de Descartes anoja todavía la base sobre la que Martin
l. La renOl!(IÓÓn cartesiana de la teología filosófica y los pro~ Heidegger erige, en tiempos más actuales, su particular visión del
blemas de ella derivados' pensador francés, En su exposición de la historia de la metafísica,
en efecto, Heidegger presenta a Descartes como ellilósnfo q~e, al "I!
En los comienzos de la Edad Moderna, un gran número de PCII- fundamentartoda cel1eza en la «subjetividad»JJ.1I?Qne ell~~j ¡
",dores se esforzaron por fundar la liIosofía sobre bases completa- larñodein:~J~~~~~.'!S\pn d")2..on!QJ2g(~~ " :
menliUlUeyas. De~figura más importante es, sin du- El error propio de esta interpretación de Descartes conslste en
da,'René Descartes (1596-1650)JSin embargo, si Descartes ocupa la "quivocada val9racjcjn2!' la fMn>.jÓ.D.~\st~,n~tic~ delqogito"sl~lr!.
esa posición de preemíríeilc1a no es sólo por haber proporcionado analizado en la Meditación segunda, A decir verdad, el mlsmo
,
,,.,
un nuevo fundamento a la metafísica, Como acaba de señalarse, Descartes había declarado que la proposición ego coglto, ergo
otros autores --entre los que sobresale Nicolás.de Cusa- ya habían , sum es «el p!,!!,nero y más cierto de todos nuestros conocimi~n-
realizado esfuerzos en esa misma dirección. La trascendencia de tos» (PrÚlclpios deji/osofia J, 7). Sin embargo, apoyarse en esta
Descartes se debe a ~ su nueva fundamentació,;ct~i~'fiiOSOflaSe'
¿;;;,~irlil\Cn el punlu de-partid;deiJ;;''¡'evohiciOñfí!Os01ícá dotada'
9
última alirmación para <o2!1.011ir ue el co,&11O es tambiénJ~se /1
o<tJj~tjY1l.MJodos nuestms demas conoc,m,~nto~Cl.'~~1"-_U~
de continuida¡CEñ"esteseíítiéíCi:'des",i'eelslgTOXIX en adelante, maQiliesto error, En las MedItaCIOnes de 1635, Descartes estara
Descartes aparece dentro de la per'1'j¡,!i~p,~)a historiografía ger- mucho más interesado en demostrar que dicho fundamento, es
~lana como. e(verdaderü 'piecüi:Sór del ,.~.!!~~!!YiSI1l0 gnoseológico decir, el ".ostéli en que nos apoyamos para co~st, ..~i.r.,to~.,!~1)ll.~~:J: I
de Kant. AjuiciCiaeMaxFiísc1idseñ:Ktihler y Willy Moog, la f¡- tros c,!,!,,~¡llQs '1, en consecuencla;Ta1JasnJ.!: fo'!.~,.o.!!()_,c.9E."'-':
l~sofía natural de Descmtes, gobernada por el ideal de la descrip- mieñto
, _1. es
__ •en realidad
,_____el conQQIDil:otQ de Dios-:La
- prueba se ha.¡
ción matemática de la naturaleza, descansa sobre «la conciencia de lla en la Meditación tercera, En ella Descartes nos dice que la
la majestad del pensamiento constructor». "gl_~~jeto pensante ed,. .~
'. idea de inlinito, tal y como la encontramos en nosotros, es condi-
liCalibremente-¡¡'partir de sí y desde su propia riqueza el nuev6'sis- ción de posibilidad de la aprehensión de tndo contenido tinito, in.
ien13
_---_.
- ..
cuitural»2:-ErTiOfl-mre;
'--.,.
proslgü-e-Úmn6ü.s autores, encÜe"ntra
< •
c1uido el yo. Ahora bien, esto último equivale a alirmar que la te.
-; ,-
sis de la Meditación segunda -por la que el sujeto pensante está
J. La moderna investigación francesa de Desearles, orientada fundamen- absolutamente' cierto de su existencia- se sostiene, en Jo que res-
talmente ti la comprensión(le la refundamenla¡;ión cartesian¡¡ de la teología Ii-
pecta a su función fundamentadora, sobre un sustrato o funda-
!osófica, parte sobre lodo de H. Gouhier. La pt:lISée méraphysiqlle de Descartes
(1962). Entre los precursores y fomentadores de esta nueva perspectiva se mento del conocimieato aún más profundo'. Apoyándose en la
cuenta A. Koyré, Descartes £llld die Schoiustik (1893, reimpr. 1991). Para la li-
tcraluru actual sobr~ D~scart~ses representativo kan-Lue Marion, de cuyos 3. G. W. F. Hegel, Werke, vol. 20, Frankfurt 1971, 130s.
trabajos destacaremos uquí especialmente: a SlIr le prisme mt!lCIphy,\'iquc de 4. M. Heidegger, HO{Zll'ege (1950; versión casL: Camillos de b'osqlle,
Descarres. COJlsfill/liOll e( limites de {'O/IIO./ht!ologie dalls {a jJC:/lsit: carlésiC:ll. Alianza Editorial! Madrid 31997).
ne, Paris 1986. 5. R. Descartes, Meel, 1lI: Mal/ifeste illtelfigo p{Il.~ realitatis esse in subs-
2. F. Überwegs, GruJldr:iss del' Ge.Khicllle der Philo,wphie III (1913, umtia i"finita (jl/tu1l infinita, aL' proillde priorem ljllot1amlllodo i/1 me esse pero
11(924), 220s. Ct!ptiOllt'1II illjiniti qllQIIl jillili, /we est Dei. (JIU/m lIIet ipsills (versión case.;

166 167
1
más reciente bibliografía hancesa sobre Descartes -particular- tiguos: si me engaño (como alirma el escéptico), soy'. A propó-
mente en Henri Gouhier-, ha dicho con justicia Wolfgang sitp del cogito swn, uno de los principales jansenistas y críticos
Hübener: «sólo podrá acusar a Descartes de ser el primer repre- de,Descartes, AntQine A.lflaud, ºbservó hil:!!J2l'onto que ésta era
.sentante,.consecuente de un punto de vista antropocéntrico, quien
upa idea de Jú9.ce¡J,ncia agustiniana, expresari'IoSllilsiJñili'fo
no vea nada más que un mero expediente o camut1aje ideológico c'::"'a~álogame'nte a cOI;lohaifan Intérpretes posteriores- ante el
en su afirmación de que la certeza y la verdad de toda ciencia de-
hecho de que Descartes la presentase con grandes aspavientos
penden exClusivamente delconüclrnleiiio' deLP1Q~.Er¡jádéro". «como el fundamento de toda su filosofía,,'. Sin embargo, el
Las Medilaciones, continúa Hüberier, son '«üñ tratado metafísico
ori'gen agustiniano deJ!!jdea era tan~Qºcido para Descartes
£~.~o ... que, como anuncia su mismo título, de lo que qu~~ como pa¡-¡úilrestOde hombréscüTdvados de s;]íieñiplJ""'y conS'.
,'en principalmente ocuparse es de la existencia de Dios yJai!!-
tituía muy probátilemente un lúgar'corIÍdñeñTaconciencia ins-
'l1lOrtalidad del alma»'. El célebre ego cagito, ergo Sl/m de la
truida de la época. AITespect~asta. en efecto, con recordar que
Meditacióií següiJdáConstituye únicamente '!!'.':.est~.,,-n
el mismo Tonll11~so Campanel -quien desde su huida en 1634
" la ví~.que .n()s.!'!lCªl11illª-1Llql.~ndamentacióiJ dcTa idea de Dios'
de Roma a Paris era miembro, al igual que Descartes, del círcu.
~ñJª-i!!tuición del infinito. EstaÓlTIilla, 'según ha puesto también
lo de Mersenne- había destacado ya dicha idea presentándola
de manilíesto lean-Luc Marion, es desde la Meditación tercera el
como el fundamento de todo conocimiento ". Por eso, en su res:
fum!iLI)1~~t[)!r¡lDscen~.ental(!,~.s!'!'ti~.Q~an~anol diligv'. El re- puesia ~ Arnaud~lTeScartes apenas agradeció a este último, y es.
curso a la. certeza que de sí mismo tiene el yo pensante -una idea
'to sólo irónicamente, el apoyo que le había brindado al «fortale.
en la que se encuentra una clara alusión a san Agustín- abre, sin
cehe mediante la autoridad <lel santo>, 12. Según Marion~que
duda, el acceso a la idea de Dios. Pero esta última es absoluta-
Descartes noinvocafa a
san Agustín como autoridad y fuente
'-/'
. If!)ente ese~ci~!.~'!.'ltº .I!!!f!!la aU!9E'P!!!,iÓ~'d~rji~ como para el
del ;cogito sum obedeció a que Descartes se servía de la idea
.r i!
conocimiento de los objetos munQillJaJeS: Lo finito -en su totali .
agustiniana con un propósito mU~le'1if de esteu1timo;
¡.daE, cO.IÍi.!icltl~ión:det::r;:'¡s~o. yo:~ed~ ;er pensado más que
" i IC~lltaclOn de lo mfimto. [a cáractenzaclOn de lo mhlllto esÚ~:pfbpÓ~ era fundarne!1tar ;;cionalmente a t~fi:mación .e 1\1 ¡ í"-'-.
la substanctalidad del alma''. Sea o no cierto esto ultllno, la on. ., '.'
I medIante la idea de perfección fue justilicada por Descartes me-
ginaifd~d'deDescÍtrtes, de la que éste era muy consciente, no se
diante la afirmación de que lo limitado es menos perfecto que
reduce al cogilo ergo SllIlI, por más que Descartes hiciera de él
aquello que. contiene <,!nayºr<>.r~ªli¡j!!º.Q!tietiva (plus realilalis)
el punto de partida de su blísqueda de certeza y lo designara co.
'((Med. 1II, 24).. S.in em.bar.go, la umón de infinitud y perfección in-
mo «el primero y más cierto de todos nuestros conocimientos»
1, .@iJLa. º~rte.,---~.Jdentificar.~."-!!!TIifdQn de lo lIlhmto -que
(PrilIc. 1,7).
! !o~o co~ocimiento- con ~n..te?er coñCiencIa de DIOS co-
p~i.~.~_
I/ lJlll-iundam,nto de todas las cosas. .. _. .
~ He aquí, quizá, l~- principal de las ideas expuestas en las
g.. R. Descartes:
De liúero lIr/Ji{rio
Ego erialll .l'ulII, si me./£/Ilit (Med. JI, 3). ef. sun Agustín,
0, 3, así l.:OIllO De cil'ilale Dei XI, 26: si ellillljúf{OJ; :>'1/111,
Meditacio~es. En comparación, el cogito Sl/m de la Meditación 9. Así Arnuud en Ius cuarlas objeciones a las MeditadO/le!>' eJe Descartes, ci-
segunda se. limita a resumir en una breve fórmula un argumento tado según ThB 27, 274. .
que ya había hecho valer san Agustín contra los escépticos an. 10. Pruebas en 1. L. !vIarion, Sur le prül/lt! méUlphysique de Descar{es,
138:;.~ Fundamental para esta cuestlOn es la iñvesflgtltion--d¿ H:""G6liñleC
CW'iisiulli.\"IIIe el {wgll.\'lilli.l"lIJe (/JI XVI/sitie/e, Pari~ 1978.
Meditllciolles"en la que se incluyen las objeciones de los düitinlOs autores [entre
j L Al rc~pec(O, eL la ~egul1da parle t.IeJ libro de L. Blanchel, Le.l' (/I/féce-
cUas, Hobbes, Oassendi y ArnaudJ y las respuestas de Descartes [en total siete
e/enls hisloriq/les du "le jJe/l.\'e, e/o//eje .mi.I')), P~rjs 1920.
objeciones cap siete respuestas}, Mediracione.l' me/afísicas eDil objeciones y res-
~2. DC!:icartes cn la re~pue~ta a la~ cualro objeciones, según PhB 27, 199.
puestas, traducción de Vidal Peña, Clásicos Alfaguara, Madrid ¡977).
6. W. HCibener. Descarles, en TRE 8 (/981),503. .13. J. L. Marjon, Sur le prisllle lIIétaphY.I'ique de Desmrle!>', 140s. ef. la
<.:arlé.\Je De:-;curte~ a Mersenne c1el2S. 5.1637, en AT 1, 376, 20s, cf.IJJ, 247,
7. J. L. Marioo, Sur le prisme métaphysique úe Descartes, 258. 4.24g. 1.

168
169
..... _- --~
o"' Lo .'!~,té~.tical~l~_~_~~.
~~?,~_~d~el ~Tan.q~etilosól-i~oc~~rlesia- bro en la serie de causas. Según dicho razonamiento, la existen-
no resIde en su afirmaClOn de que !!' mtulclónde lo lll{illltUIIl es cia de ese primer miembro tiene que admitirse necesariamente,
condición de todo conocimiento de lo finito,-ilit1iIlchel yopro- dado que en caso oontrario, es decir, de ser posible retroceder in-
pio,--;i-en su nueva~ntacfónae-1aexiste-ñcia de OJOS con definidamente a lo largo Je la serie, sería imposible la existencia
jJilncipio en la idea agustiniana de la certeza del yo. Descartes no de todo cuanto de hecho existe. Desde Guillermo de Ockham se
fundamentó de manerá inmediata su célebre demostración de la _habí¡lIl expresado ya muchas d;;,ias'coo"respecto a este presü'
existencia de Dios en esta última certeza, sino en la idea de lo in- puesto, fllndamÚiaÍ pái1¡e1proposlto de las CIllCOvlas de de-
finitos)fmpre presupuesta en la co!,ciencia ~Lh~-Con todo, nlostraCióñ"dd de'Í\quiooCS.rh-:T,""2, 3). Además, Ockhai1'rtJu'l-
aquélla, es decir, la certeza qüe va'ligada al yo; constituye el pun- cÓhaéer vale"[ laImposibilidad del regreso indefinido en la serie
to de partida de su argumentación. Sin embargo, desarrollar un de causas sólo respecto de aquellas que, trascendiendo la produc-
rgumento en favor de la existencia de Dios con principio en el ción de su efecto, son también iodispensables para su existen-
, oárácter tra;;5'.~~J!entaLawI~,":.~DQ illfu1itº:~DllÜ~~e cia". De este modo, Ockhtii1T.iguió coocediendo validez al argu-

t:
toda'aprehenslOn de contemQQ~.firl.\\Q':;=nQ.L<e,g!!tllpa posible smo mento de la imposibilidad de un regreso indefinido en relación
¡n,dian te.!a_"ja de~f¡¡-ide;iriftca¡;i?n.~e_~o.ij1l1it~I71.~on lo pe1.g. con las causas conservadoras, reconociendo así valor probativo a
"~4. Al servirse de este razonamiento, Desca?res era plenamen- una demostraci6n de la ex isteri-é"i"a"d"e" D"1'6s"conpfiñc1píoen-los
te consciente de estar abandonando la tradición escolástica que objei9.lilliUÜ¡[llQªles:-EñC'¡¡¡¡bTo, a diferencia de Oci(ha'irt;.y como
había presidido hasta entonces el desarrollo de tales demostra- se desprende del 'fragmento recién citado, Descartes rechazó co-
ciones. Al mismo tiempo, era también consciellle....i:JJ;..~starpre-
mo absolutamente insuficiente el argumento de la imposibilidad
sentando su fundamentación de la ,teoría filosQ,fi.í'ª g, D1Os:(ln la
de un regreso indefinido en la serie de las causas. En el pasaje
intuición transcendental de lo infinito como una altematil'a a las
más arriba referido Descartes continúa: "por e~o he preferido') .'
pruebas tradicionales. Estas últimas, objeto de general predilec-
. fundar.!~_~,zonamiento sobre mi E!:5'p.i~..:.~i~e~~~a,quena de.)!
ción desde santo To~, p!,obaban la existencia de
pende de sene afguna de causas, 2' que 111" es lTIeJorconoclda-que,1
i?ios p,a..r.t!.~!,d,º.~,.m~pjJ.i.. es d~cir, .viendo en Dios'el"pfimer
mÍembro"'eli'l1fCaaena de causas que explIcan la eXistenCIa y el
.ninguoª ºtji~~osa}:>.DescartesVlo claramente qlie iiu;" p¡:üebas"tra) I
dicinnales que concluyen la existencia de Dios a partir del mun-
movimiento de las cosas. En su respuesta a las críticas tomistas
do fracasan por depender de la hipótesis de la imposibilidad de
de Caterus, lo primero que afirma Descartes es que su nrgumento
un regreso indefinido en la serie de causas. No se equivocaba al
no procede de la misma manera, es decir, "no está fundado ... en
advertir que esta líltima hipótesis, sobre cuya validez había ex-
haber percibido yo, en las cosas sensibles, cierto orden o suce-
. ". sión de causas eficientes", Sin embargo, Descartes añade a conti- presado Ockham tantas reservas, iba a verse iovalidada por la
. ¿ l1uaci6n que esa negativa responde a una intención expresa: ;_(~ moderna comprensión científicfl del. mQY!l!!it?nto asociada
principio de la ineá;ia. . ,. 0'- •
al
parte porque he creídQ que la e~istencia de J)ios es mucho más , '
7 evidente que la de cualqui"r .otra cosaseíisiiíle;;~-y-;eñ parte, por- EñJa medltac'ióíi tercera, Descarles empieza su demostración
'que del hecho 'de qlie "yO no plieoa éÓiñpreñGer có~?.puedan su- de Dios a partir de [a.idea' <!.<:.infinJB:,presenteen nuestro espíritu ,/
cederse desde la eternidad infinitas causas:':-:-no.se sigue que ten- preguntándose si acaso esta última, como otras representaciones
i 'ga que haber una causa primera»": Esto uliimo'sigiiífica que (o <<ideas») gue se hallan en él, puede ser una idea de la que no-
bescartes rechazaba el razonainiento en que se apoyaba la afir- sotros mismos somos caúsa. La l-espuesta negativa a esta pregun-
mación aristotélico-tonjista de que ha de haber un primer miem- iale Indujo a afirmar que Dios, del que tenemos conciencia por
medio de la idea de infinito presente en nuestro espíritu, existe
14. Al respecto, cf. D. Henrich, Del' olllo!ogi,\'che Coues!Jell'ás. Seill
Pmblem l/lid seine Gesr.:hichre in der Ne/lzt!ir (1960), IOss. 16. G. de Ocklwm. On.Ii'llllio I d. 2 tj. 10 (VperalV 11070], J5.J., 17ss). Al
15. Descartes en la respuesta a las primeras objeciones, PilB 27, 96. respecto, W. Pannenberg, Syslel/larischt' Th(;'o/ugie I (1988), 99s.

170 171
Jo . ( I! . I
(

también como algo real f~de nosotros. La idea de infinito,


mente un producto que nuestro espíritu ha construido como el
concebida aq uí como fundamento trascendental de nuestra con.
polo opuesto a la imperfección de todo lo tinito sólo se vería con-
ciencia, prueba, pues, la existencia de Dios únicamente asociada
jurada si de la determinación más precisa de esa intnición de lo
a la deducci6n de la cansa de sn existencia como tal idea. Pese a
infinito que ha resultado constitutiva de todo conocimiento se si-
) ello, h.'!Y.1l!!.'-."sperar
a la Meditación quinta para que este argu.
guiera:el supuesto de un ser perfectísimo,j'or sí sola; la idea de lo ,_,
mento, que tomado aisladaiheme-no es todavía del todo convin-
perfectísimon,:.e~~.a cubierto de.es~ so~.c:ha. Elt~á~~!~<>.~fec- \¡
cente, se,~e~ ,omple.t.ado!'.orel argum~.2!!!Qill.g!~Por m~dio
) de este ultupo, es aeclr, partlendo'del contenIdo de nuestra Idea tnado po!Descartes_~esde lª __ !!!.!!!!£'l.!.1.~~.!."-.l?fimto
a~~-,,~ ¡¡-e'-
.un se.~~fectísímQJlQ reSJl1ta..c.a.miQf~.~!.¥_~a-.tatóñ.es qt~~la (
de Dios, y siguiendo por la vinculación de infinitud y perfección,
es posIble cpncluir de manera directa la existencia del Dios así intuición ~e..!2.!I]!!lJ!lQ~st¡\,ª-quLsujetaa una ~bscilLíta"!~e~ni- \
ción. Por el mismo motivo, tampoco resnlta eVIdenteque, como
pensado (M,ed. V, 7s). En relación con este último punto, debe
Descartes afirma a continuación, tenga que haber en un infinito
'?l>~r..rya..r.~
..,
qu~Ja ex.is,t.e. ncia, c.om . .o algo.d....
~dUCidO_d~ la ab~óI.uta que así ha de concebirse más realidad (plus realitatis) que en too
j
I perfecclOn, no es aqUl concebIda.como una perlecc¡-órrmas que
. , ~eañ_a~iera ~ las anteriores". g¡ sigilificadóOeest¡¡--ú1fimaaÍlr.
do aquello que, al ser finito, es concebido por nosotros como ne-
gación de esa infinitud (Med. I1I, 24). Más bien transcienden la Jfl
• i mac!ºo ésque lBel s.<:rpeffectísimo es por su misma naturaleza un intuición<!,12 infinito, así c~mo sn idea en cuanto tal infinitud, (Vi
: ens necessarium • Esta"ldeit-:-esde"cir;-ra-fclea de un ser perfectí- la dlferellqa,.e.n.trEla elUStencIay_~lno-~
, sima, se sigue'según Med. I1I, 24 de la intuición de lo infinito co-
En años posteríores, el concepto de lo perfectísimo levantaría
mo condición de todo conocimiento de lo finito. Con todo, es
una y otra vez la sospecha de que su construcción podría no ser
precisamente aqní, es decir, el]el tránsito desde la intuición de lo
sino el resultado de una proyección y, en tanto que producto de
infinito a la idea de 10perfeétísimo, do~de se-nos aparecen más
nuestro ,espíritu, ~~_:P.~~_~~puesto arbitrario, más que necesario,
clarament~ la~~ ..9ill¿ulfades de la' argumeritacf6nl::aJ lesialla:--En de cualquier!L~tivjcla~l'~Riiitual.D¡;"ahíi¡úe más tarde, especial.
efecto, sólo "n caso -de qUe'ii6-¡;-¡jaiera¡;onerseningúnrepiiro a la
transición desde la intuición de lo intinito como condición de po- m,:nte en el caso de"1ei~~Lªrg!!Ig.entQ_Q.l112!<?&££-".1'."!tir ?e \:
sibilidad de t'ida aprehensión de contenidos finitos a la idea de un l,aLdeade 1().E!"-e:.t~S!~O fUe~_'::l~ple,~~~_'?l'.~Il~~lQ[\ll,a_a_el_~r.-\ I i (",
ser perfectísimo, podría Descartes eludir la sospecha de que so-
mos nosotrosrmismos los causantes de esa idea, .~Qf1~tr!Jiª4 -ºº-!110 .
:.;.
,.
:,
gumenlo cos!'!~!9.z!COe!!..9!Y~.~_<>..ncrg~.l~!l_~:,~r!n~llI,a.b~se
para la ap!i::ac!~ ~:l concept9_,~~]1!! ~~~abso}utaITI~nte~e:re:to.
No oóstante, LeI6mz formulara el argumento cosmologltb de" I
~eal

( ~'
.;.:
lo opue.sto.~_p~~~traproJliª imp~rfección. Con respecto a la in- modo que, a partir de la contingencia del universo, se pueda de-
tuición de lo infinito, Descartes no había tenido dificultad en di- ducir de manera inmediata la necesidad de presuponer nn ser no-
sipar esa sospecha, porque dicha intuición es a su vez condición contingente, es decir, un ser qne es causa de sí mismo (causa
de toda experiencia de lo finito. Pero en el caso de la idea de lo su;), sin recurrir a la prueba, para entonces desprestigiada, de un
perfectísimo las cosas cambian. ª-rnotivo es que podemos muy regreso inde/inido en la serie de causas". En Leibniz, dicho ar-
b!ep fepresenprnos algo finito y de limitada perfección sin tener gumento se apoya en el principio de razón suficiente, cuya apli-
que presuponer algo absolutall1ente ¡jerfécwcD'nnnm:Olldición. , cación iinplica de manera tlecesaria la suposición de una prime-
Así, pnes, la sospecha de que la idea de lo perfectísimo es mera. i'; .
ra causa que, en cuanto tal, tiene que ser tanto infinita como
perfecta.'Sin
¡
embargo, el hecho de que el principio de'razón,
snfi-
17. Descartes en su respuestu a las pJimeru.s objecion~s, PhB 27. 105s, cf.
Med. 1lI, 27. Al respecto, D. Henrich, Der o/lt%g;sche Gotresbeweis (1.960), 14s.
18. D. Henrich. Der onr%gische GOlfesbeweiss, 14. No obstante, es du- 19. En la Mwwd%gía (redactada en I7 14 Y publicada por.primera vez por
Josa que el argurnento cartesiano basado en el concepto de un ser touopouero- Heinrich Kohler en 1720), Leibniz hace remontarse (37) la cbn~lusión de la
so (en la respuesnl a las primeras objeciones) sa~gatriunfante de e:-;ta sospecha contingencia de toJo lo indi.vidual (según el ser) a un ulLimo fuüdamcntü ((fue.
(contra D. Hel1lich.> 15ss). ra de la sede uc causas de las cosas indiviuuules finitas .. , por jniinila que ¿sta
sea» (37). De ahí se sigue que Dios es ((absolutamente perfecto);. {4J).
172
l73
..
::
l'
nuevo punto de partida cartesiano pese a sus diferencias de acen~
ciente leibniziano estuviera a su vez relacionado con la idea de lo. Por lo demás: también serían divergentes, tanto entre sí como
UIl ser perfectísimo -en la mediua en que la pregunta por una ra-
con re~pecto a Descartes, las soluciones que propusieran a pro-
zón suticiente presupone lo imperfecto del punto de panida-, hi-
pósilO de la tesis cartesiana de la existencia de dos substancias en
zo que Leibniz situara de nuevo la idea de perfección absoluta ell
el reino de las criaturas: la res COgitUllS y la res extensa. Sin em-
el pUlIlOcentral de la-teología tilosálica"'. . bargo, anles de entrar en ello, debemos decir algo con respeclO a
La nueva fundamentación cartesiana de la teología filosófi- algunas cuestiones de detalle la idea cartesiana de Dios y sobre
ca no conciló el aplauso de los-teó]iiíiQs:clel siglo XVll precisa-
su concepción de las relaciones entre éste y eluniverso.
mente. Estos últimos se sentían obligaQo,'Lpor Rom 1, 20, a l. De manera similar a Ockham, QfliCJlTtesvinculó la idea de
mantenerse fi.rmes en la i(jea degueeLc;()~-ºEiiniento de exis- la !ln_pios infinito lLpelfecto con la idea dl:..ºl1]!lipotencia. Hasta-
tencia de Pi9S .s_esigue del conocirniento de sus criaturas, aun- qué punto conocía Descarles la obra del primero constituye, no
que es posible que todo ello no fuera más qne un preiexto tras el obstante, una cuestión aón por decidir. Sea como fuere, lo que
que se escondía su escasa predisposición a desligarse del aristo- une a ambos pensadores no es sólo la idea de la absoluta omni-
telismo. Hubo inctuso quien sospechó que tras el punto de par- potencia divina, sino una atinnación distinta: ~js de que en la I!
tida escéptico de la búsqueda carlesiana de certeza se ocultaba ~implici~ad de la esencia divina~iste c!iferenciaalguMenfr,,-¡.'
un ateísmo inconfeso. Por otra parte, los partidarios. de la tilo- ..,Ln,~ndimiento v 1a)(Dh,ñia(i22 Fue estaiIñ¡)UgñaCfOinleia-psH-
sofía de Descartes se decidieron enseguida a aplicar_su mosofía cología medieval del Espíritu divino I? _qu~ más tarde llevaría a 11
I!atural mecanicista a la exégesis de la Escritura. Interpr~taron Spinoza a c!,itic~r I~idea ct.eun Dios personal". . I!
entonces aquellos enunciados de la Escritura que eran contra- 2. Pura Descartes, la perfeccion divi"ri"a s.e encu~ntraestrecha-
dictorios con la nueva ciencia de la naturaleza con10 expresión ment: :ela~i~9~~!' Jl!.!t!,,~.~~j.üU¡¡jm,Úiabi[iaa~d Esta UitiÍlia,'
de una acomodación del Espíritu Santo.a)l)_visión.deLmundo unida ~ ía~dea de~2~..s~.QI]m!p_~t~11cja, S'e"Cremoslraría de
propia de los autores bíblicos en el acto de la inspiración; una fundáinental trascendencia en la filosofía cartesiana de la natura-
visión que, naturalmente, estabá condicionada por el momento leza tal y como se expone en sus Principios, publicados en 1644,
histórico en que éstos habían vivido:!'. Resultaron de ello moti- y sobre todo en el escrito Le Monde que, si bien había sido re-
vos adicionales para desconfiar de la nueva orientación filosófi- dactado a comienzos de los años lreinta, no se puhlicaría hasta la
ca, al menos entre aquellos teólogos a quienes disgustaba hacer muerte de Descartes.
suya una concepción semejante en relación con la inspiración de Desde la óptica cartesiana, I~Q~as c~eadas dependen ent"ra-
los escritos bíblicos. mente en cuanto a su ser, aunque también en cuanto'a su dura-
En el siglo XVII y a comienzos del XVIll no se vio en ción, de la 6iiinipótenciaael Ci'eador. Dlcha dependencia se man-
Descartes al fundador de una filosofía antropocéntrica basada en tiene eñ.-éaciú- irÍsúúíié" de"'s~i-e.xi"Sfeíl'Cia. Esta concepción se
el cagita, sino al renovador de la teología tilosótica medianle el correspondía con la representación at<?.!!lista~~'!~~i~_a. ~eltiem-
nuevo punto de partida de la intuición dellntinito- como primera po CQPlo. tlnJ.u~~s:~encia de instantes. Pero, por otro lado~'a cau-
condición de todos los demás contenidos de nuestra'coriCiei1cia, sa de su inmulabilidad'Dios conserva cada cosa tal como'la creó.
Así lo entendieron en el siglo XVII tanto Henry M01:~;cuya lilo- Eso no quiere decir que Dios conserve el universo en su estado
sofía del espacio supuso un estímulo para Newton, como inicial, sino qúe -al m~nos en lo .9ue a Dios r~ecta- noso~re-
Malebranche, Spinoza o Leibniz. Todos ellos desarrollaron el vienen cambios. Como-consecu-enci-;,todos-Ios cambíó:S-nat-ura-
20. eL las explicaciones de Ph. Claytoll :-iobre L~ibniz en su libro sobrt: la
less-e:~rguen-de
. ..'
las __
cosas
--_.-.- .. _ ...,.-,_ .._-~. creadas
._._-_.- ..-_.- ._-_._--_.__ .. _-- ..•.. Que
y de su-TnteracClon-mt:üua.
his!oria-de la Leología filosófica JC:-iJc Dcsl.:artc:-i bast¡l Schlcicnmll.:her. 22. Las pruebas en el <lrlÍl:lIJo de W. Hllbener sobre Desl.:anes, en TRE 8
. 21. Para el significado de la ~ge la acolllodul.:ión en el p.¡:;;c;;-s-¡;-dc SOCil-
'.'amiento interno de la antigua doctrina prott;~t~-;~te.~obre l~ jiiip.jrucióil-lfe los (19~tl. 50b.
23, 13. SpiIlOL.a. E/lúe" (1677) 1, sello!. u la pro XVII. d, pro XXXII cor. 2,
Lihros SlIgr':ldos, eL W, Pannenberg, S)',\'/e/lll/f¡,\"('/¡e Tf/l:(}I¡J,~il;' 1 (1988Y,--44,

175
174
Dios las conserve tiene como único significado que Dios con- da criatura a través uel espacio. En este sentido Newlon caracteri-
serva las cosas en ~LtgSlada.respecti.vg;~siendo..és.w~base sobre zaba, en la Óptica (l70ó) el espacio como sellsorilll/l Dei.
la que descansa el principio .cª,t!~~i!1no de la inercia, )Darel cual La concepción newtoniana de la relación Dios-mundo era,
'cada cosa persistirá en su ~.~~~.90 correspondieñie~"'sea éste de pues, 'una respuesta a la pregunta por la interacción entre el cuer~
..movimiento o reposü:"s"{empre que ninguñü-otn:lse"iü'.'impida po y el alma espiritual, el principal problema dejado en herencia

I
(Prine. 11,37), Todo ca-mbro-estaproducido por-lnmu¡Ua inte- a la posteridad por la lilosoría natural cartesiana.,En efecto..illlJl:
racción. Dios creó a las cosas en movimiento y éstas se comuni- do de ])lOS, única substancia propiamente dicha por ser la única-'
can recíprocamente sus impulsos dinámicos o se frenan en caso substancia v"r¡¡¡¡-cter1ITnenre-a:(ífOñoñüC(PHn'C.C3ir])~scªrtes 1,

de colisión." había distinguido dos substilllCias 'ciea-das: la substal¿iia cOlporÉ"a


De esta manera, Descartes fue dando forma a la imagen de y la lile liS, SiVé'sai7srantia-cog-itans-(f;' 52). Lo específico de la pri-
una naturaleza impulsada por fuerzas mecánicas; una imagen-que' mera reside en la exte~ión (úiiiisio), mientras que en la cagita-
sUob-raLeMóiüriperfifóYa en í63~pero qüe, a causa del pro- tio reside lo especTficoaéla segunda, no_~tensa (/, 53). Su unión
ceso inquisitorial contra Galileo, Descartes no entregaría en vida en el hombre en forma de cuerpaya¡maposee a juicio de
para su publicación, motivo por el cual no apareció hasta 1644. Descartes el carácter de un rne~-º yJpculo externo25, siendo preci-
De acuerdo con su exposicióEJ_Pi~~_!'!Q...£reó lIn_£.~1Q..S..Jl[@p~- samerite ~S:l.autonomía del alma .ciu:uiij¡tQ~anciala,que.m
do, Sinü un caos, del que-juego va s,!!:gj~~-º2.£()!ji.!!lli..~r- la Meditación sexta, constituyeel fundamentode la cuestÍónde
den cuyo origen se"éricuentiii"eñl'os movimientos en remolln9. de su inmortalidad. EsiáÓltiñía, que-sIñemb¡jrg~;;ó'll~ia¡á ~;~ren
la ITIatéiia". ¿6smidi;'.-ae" 'estos'~'ú1tiiños-' vari----riacÍe-ñdü.- según ningúri momento tema específico de reflexión, se deduce de la
. Desca'áes; I<Kt'uerpós celestes y el sistema solar de acuerdo con simplicidad indivisible del alma .
leyes puramente mecánicas. A causa de su inmutabilidad, Dios El dualismo de las dos substancias. res extensa y res cogitalls,
no intervIene en e.st~_'p~~~o.--STn-eti1bargO:-e.~"'preciSamente me- hizo iJieludible I~p~e~!!..ntapor la manera en que debía represen-
diante esta última como' conserva en todo momento caJ<I cosa en tarse su jnte~~~.!::ci~~, pues segUñl5"escatres'aperiás'-es 'pos'jble cán-
el estado en que se encuentra en ese instante. c~i!,~~ _::mbas puedan infl~irs"~ir,,ctamenre;a¡¡iique-potó@
La imagen cartesiana del mundo provocó el escándalo de lado ,<nuestra alma está dispuesta de tal modo que simples movi-
:"Newton justamente por excluir toda intervención divina en los miemos corpóreos dentro del cuerpo que le corresponde suscitan
, procesos dinámico~'i~nte:er nat~ral:!~.Como habí~ hecho en eqa determinadas representaciones» (Princ. IV, 197). Otros
pens,¡dores posteriores, intluidos por Descartes. prop9flºrían _~i-
antes H~nry More,~N~~!.£!l)velaen dIcha Imagen el pelIgro de
versas-soJuciones a esta cuestión. Así, Niroláuk,..M¡¡lí:brüñcne:\
que pudiera condUCIr al ateísmo y en 1687, en sus Principios ma-
temáticos de filosof£a natural, opuso a ella una cqncepción alter- (t 17l5U~!P!lliQmDios,.elLCUanlo crelldQ, t!\ntQde U~Q<:Q;"odé'
nativa que, sin embargo, y contra sus verdaderas intenciones, se- otra, el fundame~t,?.p.~!il.gu",e~.~.g~_Q!!~.p.ro(¡u~irse cambios en el
cuerpo tuvieran..!~lg'!!:JalTIbién.•qnálog'?~ga_lJ1bios en el alma, y a
_~!~~On!~I!ljJ!~.~~ durante siglos"-éQmo'eT7ündamento de una
descrrpciónpuramenteíñecañicaaéf¡j.i1áturaieza ....EñfeiiiTdad, el la inversa. L~Qsc~l11biosprod~i£los.m~M~ubstancia se convier-
'aÚténticopi'opós[tode B"-Y;lºijJ1¡¡¡'ii~@i'E!O¡íoner como último !"I1'~"est':.ITI".d.9,eñE£q~i!!!1 de los 0\mb.i9ÚQJf.espondi"m"s en
la otra; si~ que, p.orotra par~",-te~galu,gar una intluencia recípro-
fundamento'de todas las fuerzas dinámicas (delesITIOile-fuVTs il/l-
e,] entre amhus. Por ~~~~_~Itimomotivo, dicha concepción 'reCibió
pre,w) fuerias actiya$ üo~mec~.nf~ii;:~Qrpp_}?_~_.r~.~yl!.~£LQJl •.~.JJ.las
el nombre de.Q£!i¡¡Ionalism~alebranche expuso su postura en
que observabala m.anife.stación~.~Ja n2~~~E~.!.'ll..q~_º!9s_I!1~eVe 1674 en sus InvestigliCwnes sobre la verdaef-ó•• -_
el mundo creado, análogamente a como el alma racional mueve el ,. ;,
cuerpo. A su vez, ésta es la manera en que Dios está presente a ca- 25. Descartes, Prim.:. IV, 189, cf. Les pl/J.\'ic)Ij.\' de I'állle (1649; versión
cast.: u/s ¡;a.\'iolJesdel afmo, Aguilar, Buel{usAires J 963).
24. Magnífica exposición en A. Koyré. NeWfUllia/t !>'(tlLlies (J 965), 93s. 2{). N. de Makbraoche. Recht:rc:/¡eJ de la verité (1674).

176 177
Una ,Qlucwndiferente fue la desarrollada algunos años antes Este último contemplaba todos aquellos seres que no son Dios
por Baruch Spinoz,i1t 1677) en su tesis de l!UI!.byancia única". como producto contingente de la omnipotencia divina. En cam-
Spinozá sosfáya5áTa dificultad representada por la oposición de bio, ~!lQza_ se situaba dentro de l~tradíciél~de).lna filosofía
las dos substancias -res' cogitans y res eXlellSll- admitidas por panteísta del~naturalezacomo la de OIordanoB_runo'. Esta tilo-
Descartes, así como por la imposibilidad de representarse su in- sofía, expuesta alio¡:¡j"conayudü -(lelos' recursos de la descripción
teracción mutua...c0ntemplando ambas como atributos de una so- mutemático-mecanicista cartesiana de la naturaleza, se converti-
1&.gJ h~tª]1cia: Di ii?ilOstac:ónCe¡JCii5lf nO'liIejabaa--Spftioza. de rá en la h,LSege)a intl~Yeme.gíti,ª e~pl~Q~i~ta de la Biblia, apa-
Descartes'ta;;'t-o'co~o cahría suponer. Más bien proporcionaba a r~cida anónimamente en 1770 con,e1lítuio uc Tratado leo{ógico-
Spinoza buenas razones.para tenerse por el único caI1esiano con- político. .•
secuente. En sus PrincipioS', en efecto, Descartes había escrito También la monadología de Oottfried Wilheln'Í~( 1646- 'í':"
que, de tomarse rigurosamente el concepto de substancia como 1716) debe entenderse como unarespuesta.aIQs[1[Qhlemas,gue "
una cosa «que no necesita de ninguna otra cosa para existir», de- había.de.jadll.sin.resul~er..laíilQS.Qfía.cIe..J2esCill!eS, en especial los ",.1

be concluirse «que nQ baErl-ª-s..9!J~.'!I~"-.s.'!~~tal~ci!,-,-)'_qu".éstano relativos a la cuestión de la interacción de alma y cuerpo y a la .


es otra que Dios. Pues, como vemos fácilmente, todas las demás pregunta por la r"lació~_<!e..a..;£~º~:;:Q!;.ºios'-Auíi¡¡iJe'I:;eibniz se I
necesitan para existir del concurso de Dios. P~~E.~~9.E..1!2llibre
de mantu vo en todo momento fiel al nuevo punto de partida de la I
substancia no se predica en el mismo sentido de Dios y de las co- teología tilosótka cartesiana, n~ ..(;h!Q.~Le..!!.:i~~lIl~~_~J..E.~umento j
sas, Lll1ivoCe ... » (Prhic-:-r;-51 ).Descarfes-cóI1éebía 'peiisamiento y ol'tol~!£(),,-~rlEsjan..'2~ar~r.J.~J!'..int~ició~.~-,,-I!!..~~f~nito (y su \ . 1.
extensión como atributos que permiten concluir una realidad o pe-r"fección) s~~;f-aceJ1tesa nu~.st~:l?,"~~pí~~~~_u .,~C?I!'"~.~~._~.~~~~_~~ter-
\
«substancia» a ellos correspondiente, aunque siempre depen- 1~l!'.,,-~~~d~~.&K'.'0;:e~tQfg~nol0lico. Leibniz entendía este últ¡~ I
diente de Dios (1, 52), mientras que Spinoza observaba en dichos 010 como la deducción, a partir de lo contingente de toda eXIsten-
atributos los atributos de una única substancia: Dios. Esto último cia tinita, de un ente por sí mismo subsistente (yen dicha medida
~~~.ª
.P~~s.~~~~~.~!~
~5!
..¥.~~~~1!.~i2
~., necesario). A continuación, Leibniz buscó su propio camino aten-

I
pen n ite c o 111 p rC!l.q.t;.Lh!. ei
E..l~~.~_l;I .11 ()
sólo de infinitud, sino ~ªmhié.nde identida¡j, puesto que, enÍlJliJ]1a diendo a la relación entre el mundo de los cuerpos y el ser del al-
instancia, cuerpoyahllano son sino dos.?spe~t;>S de ~r;a .11,isma ma. En este punto, tanto Descartes como Malebranche y Spinoza
y única c"osa. Sin embargo, Spinoza no se hmllO a IdentIficar los provocaban su insatisfacción. Spinoza por no dejar sitio en su fi-
'fen6~ñéIlOSilñ.itos)on
el Dios infinito, sino que vio en ellos na- losoría a la existencia independiente de seres linitos y contingen-
J" da más que «modi»Jlnitos de la única substancia infinita. Su fi- tes, y por negar tanto su libertad como la libertad de Dios al crear-
losofía fue, pese a -todo, combatida como panteístaoaiea, cuan- los. Leibniz rechazó también la solución de Malebranche, en este
do en realidad, como más tarde diría Hegel con razón, hubiera caso por coincidir con Descartes y Spinoza en que ~ ide~_~~~~,
I--ºfº~~?,~_~!~
~ar~~.t:.~i.~~4.~~ás (te .~~?~l11i~.a,.
bj~!!
.. p~es S~i~.~~~~
en Dios forzado a intervenir continuamente ellJ'i!!._ creación es in- (i
J! ~f~.~~?!..E0
pole~!lba tanto contra la eXlsten~Iad,: 'D~os,._:.ol11o . ,,-(¡inpa1ilile con ia¡;e¡1ec"TÓii-9üe-aeií~3~~ll'.~frsl;]~~.Q!ml;:reiclo;';' "
. 1 contra la existencia de un mundo aTIr6"rromo-eIden11Ucable al la- liñTiloe~lJescartes había expresado antes mediante el con-
i ( .do-aeTserOi\'lno. Como es ObVlO, esta concepc,éñCi1í'irreconCi::' cepto de illIllUt¡l~1ilidad.Así, pues, también Leibniz tenía presente
'liable con lar;b;1Jlica en la creación, donde se afirma (aunque la i~~agen de un mundo natural qu_eno necesita de la intervención
dentro de unos límites) la existencia autónoma de lo creado como divina, en OPOSICión il" l~.E..0~£Lón .n~~'ton!f!.~.~
..ª.~.f~_~~mr:por
SU.
tinalidad interna del acíO creador. En este punto se situaba, 'asi- ~d\ieFsar.l.Q SamueJ.~larke. S'in embargo, Leibniz no
pensaba que
-ITJsm-~,JañliE;profund~ diverge'ncia entre Spinoza y Descartes. este muíldo natural ¡judlera clescansar sobre el concepto cartesia-
no de la res e.Jo:lells(/. En contra de Descartes (eL Priflc. n, <o), pe-
27. B. Spinoza, Rena(; des Cartes pril1cipiorulII philosopli/ae Pars I )' 11
(J 66]). Esla tesis es el cenlro de la obra principal de SpiIlO"l.a, Eri('(I (eL allí 1,
ro al igual que Newlün, k~LI:>~i.?,D2 9¡;jjl1íllfl.£.Q!1f!lR1QA£.r\!~1]0
prop. XIV), aparecida póslumamellle el mismo ailo de su muelle, 1677. ~nical11enteP'?!~..~l~~~~~._d~.!,~.
~xtensión. En realidad, el primero en

179
178
1
J
".!
.• definir el cuerpo de manera,si$temática por medilu!<;Jas prQpie- la sabiduría de Dios. Lo mismo debe decirse del pecadOl y del
. dades de masa o densidad (quantitas materiae) había sido New-
'RaJ;:}.os cuales t¡ei1e!!~uJ~~º'.' '1". ser ~[J,l!1,i[J~.!:J.t¡1bleim~erf~c:
ton". Por otra parte, Newton definía aún más exactainéiife'¡¡ü]l~:
ción de los "ntes creados, es decir, fiºi!Q.'h.como expuso Leibniz
~<!.£QJnQ._YI1ª.f~erzainherente (vis insita) ª! cuerpo que se expresa
___ o _.._.., __.., _"o

~()diG8{1 (1710). No obstante, Leibniz afirmaDa'que los


.~~J'.J.tir:~£i.i\(como resi~t:ncia al cambio)i9: De man'erá.rhüY:~f':- hombres son libres de elegir entre distintas posibilidades (1, 52):
mIlarr I,cibmil '2bmprendlO la masa del cuerpo comu la expreSlOn
ui,a libertad prevista como tal por Dios, sien'do además,p",ne
'de lafu"rz:rij~ le esiriliéreñte30,int@r~aciónq'ueconstltuyó el
constitutiya~ jumo con sus consecuencias, del orden universal
! fundamo:ntopara su doctrina de lasrt'~.talid~des n~urüléSf móna- fundado en la s~bidliri;di;iíia.' -- --- ..... -.
I das, cada t¡na de las cuales es a su rlían,,,a UiürréproducclOn de la
Las ¡Ji'ficultidés'di-j¡j-distinción cartesiana entre la res exten,
i .Gran M9jH1da divina. Sin embargo, Leibniz cóncibiÓ<fTI>ntinua, sa y la res cagitans, así como las diferentes soluciones que al res,
\ ción 10s~,,'E~omo fQ!1!las.i!£.manifestarse de las mónadas",
superando de este modo el dualismo cartesiano de la res exféílsa
pecto fueron proponiéndose hasta llegar a Leibniz, descansan e~ ti, .~.
,s~,£9njll~_~,!bre la definición entonces us~~.!'_'!.!~cia. ,(
y la res cagitans. Sin duda, volvía aquí a suscitarse la dilicultad
Según esta última, una substancia es un ente que existe de mane"{L/. ,
cartesiana de que dos substancias distintas, por ser per definitia.
nem independientes, no pueden influir directamente la una en la
ra independiente, Y..'l\!.,",l'.9r ello, no puede c!7pena~Ede_~~.,g,,!¡ia I ',~
Ql@substancia (excepto Dios). Con todo, el verdadero problema!
otra. Esta dificultad adopta en Leibniz la forma de que las móna-
vino dadopor la.~~,~cia d.!UmJl.1l9~¡:.\!~iJ~""plicac~Ó[Jdel vín,
'c1as.n9Sl:jo.fI~yen mutuamente (Manad. ~~ 63-70), liniltándose a
reflejar el orden universal fundado en la mónada divina (~ 56). En culo entre los .<;Qm;rr.(()$ .~~.~_1I9~~a~.9."..Y.l,,!~~i~n.Las relaciones
eran todavía concebidas como determinaciones accidentales de la
él pl¡¡no' de fas
feñómenos corpÓreos este <1¡jrñ;ose manillesta en
substancia, en lugar de, a la inversa, entrever en el concepto mis-
las relaciones mecáiJicas entre losc¡lé¡:pos'(~ 51 s, cC~61). y és-
mo 'de substancia la expresión de una relación, a saber, aquélla
ta es, precisiuíi¿úite, -já ~~á.¡'rñoñíapfees-tablecida»leibniziana entre
que 'le hace dependiente del concepto opuesto -pero complemen-
l el ord:,n de!~,!]1ºriadaÜ."C~d~'.''.']~c;~i1r,,¡'Ae los fe.".~menos
, C:6~¡5.óreos(~ 79s). tario- de accidente. La formulación de este punto de vista tendría
A la horade emitir un juicio sobre la relevancia teológica de que esperar a Kant. ~ la vía que condujo ha~.!!!.él, las diferencias
esta filosofía conviene notar que, en el pensamiento leibniziano, SlliJlilat i~~,!!!yierp,lJ. ~,?daví~q u~..~~~[¡:~"cidas -á-de!TIii'~ro~ei
de relacioiies. Esto último sucedió con John Locke:'
!a 9uestión,4~_.1a.s!~pt:n.denciade la realidad creada con respecto a --'Como puede verse, lateologíañ,,'páiiiélpÓdirectamente en
jaJ!£Úun.tad.. divi~aapeniÚ¡"Ú~ilíaTñlpoñañcla en compntaciórr-con
la fu ndamentación'''del'ordEn'' ¡¡ilivérsal en' 'la'sliotdurta-l!¡vin a todo este proceso, a pesar de que tanto la discusión en torno a si
(Moll;;;¡.-r46). Éste es, muy probabiemente, efiñeitívo-deque era o no posible conciliar In interveñcíÓn díViña en eiCurso-ae1a
'creaCion' coris¡i¡5e¡'féccioii'como'dlvTnida(Cco¡;;~'io's .nuevos
Leibniz coincidiera Con Spinoza en rechazar la intervención de
Dios en el curso natural de los fenómenos y tex.mjD.ª-flU~n..!:!r!.~ian.-
ios:
pi,Í\ ,ª-,,:;';i sta, sO¡jre-él~líiia )is ú iii¡¡;raed ó'ñ- coña
ciiéiiió-;aféc-
~~ hip6te~¡s d"...!os milagros en su sentido tradicional de t,ibañ directamenteasus'uiiireses. 'Aiiiílogámenie, la' áfiér¡jCíón
acontecímTe'~tos ajenos, áüñque no corifái:iíó.s-:a1orden-llatural. cJejadefii1ición del'v-ínCi:iloeiiire lás categorías de substancia y
En efecto, laque a nuestros ojos es un milagro está en realidad relación no P0'!í.",.!".fl~!.otra consecuenci~ que la alteración de la
; :,
defll1ición d"..1!.r!'Jil£Í.QnJ)io~~mundo_1;,1 h".,,!,o de que la teología
previsto -eñcuáñtOtaI'hecho-
,." ..
en el orden universalfundado
--.- ... _ ..- '-,. ,. - ---_ .. '--'- .. ~---
en
l'j' ri6'ü('!'llP¡¡'~I:a. a I~.fi!o,wfía ~'.!1l.a,p"iS,
'£.M.IQIl, ..de.liiii'¡if-ºofé,lllas 11
28. M. lummer, Del' Begriffder Masse in der Physik (1960), edición aJe~ -eoj~,o había hecho en los primeros tiempos de la Iglesia y du-
mana (1964), 6655. rante la Edad Media- manifiesta la q~ºi¡¡dad del.pensamiento
29. L Newtol1, Philosophiae IlCitllralis principia mathelllClfica (1687) r, u. 3. cristiano en los comienzos de la Edad Moderna. En contraparti-
30. M. Jummer. Da Begriff der Masse itl der Plm'ik, ~D:;s.
3i. G. W. F.;L;eibniz, MOlladología 99 63-70. -
'a~[ji!ec~me-nte-Tos-~T6~?r~L~!}TIª@:8l",'sta Schelling y
I~ l!.~I,.q uie nes~i'.lv "'ill!a.r£¡¡ráll..!.!!_Ü!l!~".~ teo 16gicos..y.cris tia'
180
181
en 1695 TI!~RfaJ!!!.WQ.lel]fJ£ Q["Ql~isliallity os delivered ill Ihe
nos. Esto último puede afirmarse sin temor a equivocarse de au- SitP!!I'"!,s. Desp"ués,y hasta su mu~r¡;;-eíi-(1Q«ºckes~ ºº\ip~,
tores como Descartes, Newton, Malebranche, Leibniz e incluso,
ría de p~0.Jl~!!laS1kN~~lliJJíblica.
aunque de otí'a manera, de K,?nt y sus continuadores. Pero, ¿,éuái
fue la actitud del empirismo inglés al respecto?
a) La glloseología

2. Jolm Locke y el empirismo Locke había sido ganado por John Owen'" p~~.!1!~a de
la tolerancia desde SllSaños de eSludiánteen Oxford. Las cúeS:
Hijo de un jurista (alromey) que había sido oficial del ejército ¡iOiies~erªtiva~.!'_I_aJ'~J]c1-ªmentaci2E_~1£onocimientoreligio-
parlamentario en la guerra civil inglesa, John Locke nació en ~o y moral parecen haberle ocupado desd"sus-piímeros anos
1632, asistió a la escuela londinense de Westminster y en 1652, como secretario de Shaftesbury, en concreto desde que en
contando por tanto veinte años, fue a estudiar al Chrisl Church 1670 se consagrara por dicho motivo a la tarea de investigar
Col/ege de Oxford, donde en 1658 alcanzaría el grado de mogis- con más deteniI:niento el alcance de nuestras facultades c-ºg:-
ter. Locke se inclinó entonces hacia los estudios médicos y cien- )lo.scili~.Durante una conversación en su círculo de amigos,
tíficos, pero en 1667 pasó a Londres, donde se convirtió en secre- escribe en la Epislle lo Ihe Reader que abre el ya citado Essay,
tario de Lord Ashley, más tarde conde de Shaftesbury yLOI~d Locke percibió daramente «Ihat before IVe sel ourselves "POli
.canciller bajo el reinado de Carlos n. Como secretario de inqulries of tha! .Yjature, it was necessary to examine our own
Shaftesbury, Locke se vicoenvuelto en los conflictos de este últi- abilities, and see what objects OUT understanding were, or we-
mo con la C'o~ona, motivo por:.el cual e;-1675 s~rifugió en 1:f,l.'~!!t!~lg lo deal \Vilh»" (<<queantes de meternosendis-
Franciaauiiiiite"¿"uaíro" años. Tras l,ña estiincTil"lntermedia en quisíciones de esta índole, era necesario examinar nuestras ap-
"Londres entre los años 1679 y 1683, Locke partió nuevamente al titudes y ver qué objetos están a nuestro alcance o más allá de
exilio, en esta ocasión a Holanda, de donde no volvería hasta
nuestro entendimiento»).
1688, en compañía de Guillermo de Orange, ~virtié!!.d_o_seen pe~!fS -quien según Campbell Fraser fue el filósofo que
uno de losprincjp!,Jes intelectuales de la Glorious ReYP!.ll.ti()ll,así mayor influjo ejerció sobre Locke, especialmente a través de su
como en intérprete autor:zadü de
"&us-¡deassobí:e¡"át()I~,-,\nciay método introspectivo-I1¡r"~i!!.~resionado ya a Locke siendo es-
sobre la libertad individual. Su primera Carta sobre la tolerancia tudiante en Oxford". Pese a ello~'esTeúltíiñií-recJí¡¡Zafíii--úiiade
había sido todavía escrita en Holanda, dedicada al;í-eilioiiÚ,llúe" ) las hipótesis fundamentales de la filosofía cartesiana, la tesis de
Philip Limborch, como también su Treatise of GOI'emment. J".presencia en nuestro espíritu (miná) de ideas que éste pose~ría
Ambos escritos fueron primero publicados anónimamente. En .iJor naturilleza, Innale Ideas (EJ':ITlyl¡:-brClreñ'fl1allíareiilOo-di-
1690 fue publicado An fJSCi!'-0",<;f"/lj!!gijumall Un1.erSl£/l/(lillg, ficultad en asumir el concepto carlesiano de idea como designa-
esta vez con el nombre de Locke, así como la segunda Carta so- ción de todos los pensamientos y representaciones que encontra-
bre la tolerancia. Una tércera Carta apareció en 1692, siguiéndole
32. Por entonces 101m Owen era deán del Christ CJlllrch College y vice-
. Partidario de Anninio, teólogo holandés a quien se debe una interpreta- canciller (Cromwell ,era can~iller).
.i.
ción menOS rigurosa de las doctrinas originales de Cal vino, en la que impugna- 33. El ElIsa");o"cfe-COCk;;" cita según la edición de A. Campbell Fraser
ba el dogma de la doble predestinación y n.finnªga qu_ela g~aci!1.l'~._ºfr~l,;e ti to- (1894, reimpresión. i959). Allí se encuentra la cita referida (vol. 1, 9). (Existe
dos los hombres sin excep.ción. Ar.minio fue criticado por su contemporáneo y una versión castellana del El/sayo de Locke, En.wyo sobre el clllcndimiellfo hu.
. colega Gomarius, panidario de un calvinismo estricto. Los enfrenlanlicnlos en- mano, traducción de M" Esmeralda Gurda, con una introducción de Sergio
tre remontranles o arminianos y contrarremontrantes o gomaristas culminarían Rábaue. Editora NaCional, Madrid J 980).
en el sínodo de Dordrecht (l617) con la condena de los primeros. El significa- 34. A. Campbdl Fraser en su «Introducción» al Ew>"CI)'o.
do original de la palabra remonlrante es «c.£.l2!.~.s~ta.!.i_o». (N. del T.)
183
182
mas en nosotros. Pero, a su juicio, todos ~sto~ ..~~ntenid~2.-~
./ nuestra cónciencia tienen su origen en fa percepción sensible o en tual) siendo ésta la manera en que LeiQ!ÜL':!'2lLc ..",el hech2..lle
. la refléXiÓnsübresu conre'ñrM"~LOéknlamótambién-aoiCliñs que pese a
l
qu~_gl~~as'.y~..!:~~ª~iA~.~~riª~~~.~.~~fl
. .Y.a._~p.nº$9J~os, los
lliños tienen todavía que aprenderlas (ll), En este sentido, debe.
rellexIOn~s operailOñTi!l9.L!~!!"Wll mine! (II, 1, 4 «op~racion.esde
nuestra propIa mente»), las cllales se.te.fie.re.nal,as 1_IT1pre~lones
'j'"S ~"esii;o'c'oño(;í!IiTeiiio-de'efi;;s'
á la r~f1exiJÍoJie,nueslfOespío
que recii;limqs a través de nue.stros ~ent~d.?s(11, 1, 4: refiect Oll . r\tu~ P~IQ.no=con~~t.i':..rn~b,a_l,:~,~e.::,_~U¡~areflexión sobre las
and consider «cuando el alma reflexIOna sobre ellas y las conSI- .,impresiones que recibiJUllli.,aJmy~~¡j,<Jº~~~ntidos, sino a la re.
dera»), Entre ellas se cuentan perceptioll, Ihillkillg, lioubtillg, be. tlexión de la conciJ:¡¡¡;i¡¡J¡ubr.e.sllnisma,Ajuiciode Leibniz se da,
lieving, ~reasoniltg, knowing, willing (<<ideas de percepción, de r(;¡t~~¡;;~~--;;'O;ocil11ió'Q!()v.iI1~~n~5) de las verdades de razón
pensar, de dudar, de creer, de razonar, ,de con.ocer, de querer:». que llegan a nuestra conciencia con ocasiÓn de nuestr~_'~~p.~!.i~n-
Antes de recibir impresiones (¡J.'t!ltc!!!iKi<!eas) por mediOde cia sensibl,,"C20rQPor.!aátención que a el!as les dedicamos (l:2,
los sentidos, nuestra conciencia (milld) no es para Locke más que 1), Leibniz podía así explicar más fácilmente queLockela coia.
una cámara vacía (emply cabillet). Esta última d,,"h¡irñbtés ato. cidencia de los adlliJosen las.verdades fundamentales de lá lógi.
das esas impresiones. E!lla.l11edida..enqu.e.i!pllf!!.e.I,l11ismo nomo ..-5ILdela_m.~áiica~¡;~~b;¡go, Lo~ke's"habia ill1tiCipadóen
bre a casos distintos surgelll!ls idea~~gerales o abstractas (1, 1, cierta medida a la tesis de Leibniz al plantearse a sí mismo la ob.
5), EStas~Tt~ñiª-i~~~~;;:~o.~![1I1atas,sil!os;ie.mjJre adquiridas. ~sto jeción de si PQd~!,!osposeer un conocirnieq!2...i.!f!!lli~i~'!.,.~,~)~gar
último es cierto incluso de nuestro COnOCllTIlentode la antmetlca g~e.!,plícito,.get~~es,::e.r~a9.~(Essay l, 1, 22). Locke'opinaba, no ;'
y de verdades matemáticas tales como «cuatro más tres son sie- obstante, que £lipon,r en cada hOflJ.Q!l;..un £.Q.nº"imientoimplíci. I .'
te», En efecto, todos los niños haru!e...aprencl.~,e~as verdades, to de todas las ecuacionesmatemáticas es absurdo:'De 'lounico I
siendo ahí donde Locke veía !1!.pru¡;ba.i!L@l'.BJs.QJi9s:imiento .QVe' p\iede'eiitQjjc~s:biiblar~i,~_Q~Tafgp'acldad racional de apre.
no púede si;rTñnato,(CI:'6):-En su opinión, tampoco se pronun. hende!las (¡hat the milld is capable ofUl;{¡ersi;ilidiiig'¿úiaiisSeii~
c';aen contra de ello el asentimiento umversal y constante que los ting firmly lOsllch propositions [«que la mente es capaz de enten.
hombres prestan a dichas verdades. Hombres adultos y raciona. der y asentir firmemente a tales proposiciones»']. La disputa no 1
cO!lsiguió resolverse ni en uno ni en otro sentido. 1
les afirman estas últimas como evidentes, pero su conOCtnllento
no es pJlrello aún innato (l, 1, 18; cf. IV, 2, 1). Kant buscará más tarde una vía intermedia entre ambas con-
;-'l&ihni~t~rá a crítica-!ª-ilrgJJ.'!!~~taciónlo"kiana en una cepciones al hablar, en la Crítica de la razón p"ra (1781), no tan.
obra que se enfrenta apartad~_jJor,apa£t~docon el ~:U{/y() de to de conocimiento innatos, como de funciones del entendimiento
Locke: elIYouveatcc Essais sur f'Enfelldement Humam . En este gue preceden a toda experiencia y asimilan las impresIOnesrecio
libro, Leibniz insiste en ¡a idea de que el conocimient0'l':I~ii~ne bidas, Subraya así la productividad de nUeStrañíZÓnenclcooo-=-
nuestra alma de todas las verdades racionales e~ inE.~!()l,~~Jl~ial. cimiento de las verdades lógicas y matemáticas, eliminando la hi.
meñte'eYreJati~o'ai:ís'vei:aadesdé'Já ¡¡¡-¡¡mello;; ¡la geometría (1, pótesis, que Locke juzgaba absurda, de que todas esas verdades
1, 5), aunqúetambiéii el'reIi¡tivo'a lti;neyes hll1d~mentalesde la forman parte hasta en sus más mínimos detalles de la concien.
l¡jgica, como el prin~i'piode no.contra~i~c:,6n (lb"I" 18) y, sobre cia de cada ser humano, Con todo, Kant insistirá ea la indepen.
todo, los conceptos universales funoamentales de I:)s estOIcos (1, 51enciade lo~conocimiéntos lógicos y matemático~respecto d~)a
1, 2),p()I:S,0.n~igti¡entetalTIbi,én}ai~~a.~é_!2I~s 1090S esros'co, ~perjenci,!,AI respecto resulta decisiva la insistencia en la pro.
nacimientos que los hombres compartImos estan CIertamente pl:e. ductividad de la razón humana, en relación con la cual existía ya
sen tes en nosotros d'uJ1e maniere virtuelle (de una manera vlr- un punto de partida en la observación de Locke a propósito de la
capacidad que tenemos los hombres para comprender dichas ver.
35. J. Locke, Ensayo sobre el ell1endimiento hUlI/a/lo, 1I, 1,25 ... dades y asentir a ellas. Por otro lado, Kant relaciona igual de es~
36. Leibniz terminó este escrito en el año 1704, pero no lo publlc~ al mo-
Úictamente nuestr.!I~capacidadesproductivas -fundadas en la ra.
rir Locke ese 'mismo año, de modo que apareció póstumumente en 176),
Zóo e independientes de toda experiencia- con la elaboración de
184
las impresiones sensibles. En comparación con Kant, el único jetividad de nuestro espíritu en relación con las impresiones reci~
puilToeocfüe1as afirmacfones de Locke resultan harlo más vagas ,bidas Sf, fi)jlyirlÍeru'.ellun:mD.Jlle 'casO€speCílicúilé"üí; hecho
es en sus juicios relativos a la elaboración de las ¡¡"presiones sen. 11,ásgeQeralQasubjetivic!~~.d~~~~~lo real)~Por suparté:.tr~a. I '
sibles por la reflexión,1 como él mismo acostumbra a señaJilr. 11smoalemán conceblra las relaclOnes"matenales de manera 1ñ='1"/
En el libro tercero)lel-ES5~ocke distingue entre las ideas 'vél':,a:;es~~~~cÓij1o niodalid~d.~s..ª~¡;T;;;:omplé't~s. ª(l(f"añl:l'e"S1::F'(
, ,.,
,Ci9.!l del.l'lipJritu. ' " ', ..'--"-'_.'
- ' .. / simples y complejas..ld~as sil:r!l2l~on las c.~.a~.cJ~~e~ ..sensihles,
, \ como por ejemplo las cualidades de la.!!'z y los colores (lll, 4, Siendo la doctrina lockiana de las ideas simples, eon su dis.
, '~\ l. 1 11), aunque también las ideajde las cosas concretas (substallces) tinción entre cualidades primarias y secundarias, uno de los as.
que están fuera de nosotros (IlI, 4, ls). Según Locke, las ideas pectos más problemáticos de la filosofía y la tradición empirista
simples son siempre manifestación de la realidad.de,las. c~s.~slal fundada por LGcke,sus opiniones relativas a las ideas complejas
.h, y como éstas existen fuera de nosotros (Ií,3"O,2), por más que en y',ª-~~j,igillficado para nuestro c'!!lQtimieoto están.,JlQIellOi'i'íe"
"este caso convenga distinguir entre cualid~q-".sprim¡¡¡:ia~cun. !'0S hipoteca9.~Jo gue se p.rulrkpensar. Ideas complejas son,
"darias. Se denominan Ql-"!ida2.~spr¡¡:¡lar~a,~ aquellas que s~n ,in. por ejemplo, la represeritación d'e una es~ de un arco iris.
~eparables de un cuerpo, 'como la extensIón, la sol~ez, la ~orma De lo que aquí se trata es, por tañW;-dera combinación de varias
y la movilidad (Il, 8, 9), Colores, somdos, y cualIdades tactJies ideas simples '-en el caso del arco Üis de"¡;¡'coñ;¡;¡naci6n de va.
deperiden en cambio de ñuestros"SeOfiClos.Ládistírición lockia. rios colores (IIl, 4, 12)-. Las ideas simples, por su parte, estánli,
na ent-re ~alidª9..~~~rl.Dlarias y secundar~!!lf!.g.~_~ __
~emani- gadas a través de los nombres que las designan (IIl, 4, 2)"a ideas
festó de manera filosófica j¡i-éomprfriSiÓn.º-"..Iªr~ªlid?ª'propia abstractas, que Locke llamó también mixed modes por estar refe-
deja'CIenda y de la matemática modernas, será después criticada ridas a lo dado en concreto (lll, 5), aunque en este caso como
poragil¡;1 p.Ulito'de-vista'pañCéf cuafToaaslas' ímpresiOríés-están conceptos de géneros y especies, es decir, como abstraer" ideas
"condicionadas por nuestra subjelividad;'sin.tttílitarportal\10es. (IIl, 5, 1), Dichas ideas abslractas no están, como las cualidades
. fa' últimacÍrcuristaiíciaa ¡a 'aprehensión de las cualidades secun. ~ecul:ct.arias,. c.ondic!".n.a.das 2~~1~t~~aI!'éníe~'sino que: según
darias, Por ello, Kant vio también en las cualidades primarias de Locke, pueden sénambién creaciones arbitrarias de nuestro en.
la extensión, la solidez y la forma, así como en la idea de la subs. i~.'2d~~li¡'nío me 5,2s):Lockeseñiosti'ii6aaquÍcóiilO un nómi-
tancialidad de los objetos, la .rnªnifr~t<!£iónde las fllncion~del 1)!l.!.iB!c~!()..'!.u.e.!-eibnizopuso 13rej:lhl'a de..9~Ji!~fi¡ÜIP'jtrari~.
entendimiento con que se elaboran las impresiones recibidas de dad «se encuentra únicamente eulf!£.nm¡Jhre.s,X.eJl.ningJÍllmodo
los sentiil6iCPor' su 'paite;AlffeilNor11l Whitehemt"combatirá la en las ideas» (Noul'eaux Essais,." IJI, 4,17), Entretanto, Locke
«disociación de la naturaleza» que subyace a la distinción lockia. pudo ádiÍ1ítirlo arbitrario de nuestra formación de las ideas abs.
na entre cualidades primarias y secundarias", Más aún, ~.!lite. tractas porque :no consideraba que éstas representasen de manera
head criticó también el duali~n]Qcart~~ia"n9.¡j~espírituymateria inmediata la fonua de nuestro conocimiento, De hecho, según él
que'se ericuerltra ensÜ trasfondo y_aLque,.además de verse se. sólo tenemos conocimiento de las relaciones de nuestras ideas en
'guiiIo"p6rTÓck e; KáÍ1t' perÍlliiJi~~j Q,;¡ferruQ.9...£U,an,d".~)
P~Is~ 1a L0..':eratlV¡;lu¡L~l'.!!.roIQoa-eª-ª£~~iªº(IV, 2, '1). LOek;;-;;quídís.
-sü6jetividad de~ .._~~p"!rliiÜi1.ª.s:os~.~~~~J.
es decir, ~a~~moe~lste tmgue entre un conocimiento intuitivo -por ejemplo, que lo blan.
'fuera de nOsotros. Whitehead trato de escapar a este dualIsmo ca no es negr~, que uq triángulo no es un cÍrculo- y un conoci.
, atribuyeüdo s'~iijW-vi¡1,ªc!~JJ)~..P.IQS-".2Q~,materiales
en I.l\srelacio. miento demostrativo, en el que la relación entre las ideas no es
ñes'muíuas'é"ñú'eacontecimientos aislados, de manera que ¡,,-"ub. captada de manera inmediata, sino por mediación de otras ideas,
ELc..0~()0m~~~i.o.!u~1~ado
en,demostraciones posee, según Locke,
37. A. N. Whitehead, The COllcept vI Nu(ure (1919), Cambriúge UP 196-1-, mucna menor certidumbre que e!",9no.cimiento.intyjtivo;:den:úal
435 (versión cast.: El concepto de lIuturale:u, trad. de Jesús Díuz, Gredas, saber (IV, 2~Ú: El
depende la certe"?aH.videri,ia de todo .J14>,stro
Madrid 1968). Cf.la página 27. donde se nombra explícitamente a Locke como
conocimiento basado en la combinación de ideas se expresa en
el destinatario de esta c-lítica.

187
186
propositions, es decir, juicios (IV, 1, 2s), siendo únicam~ll!e en el que algo ha de haber al principio que exista por sí mismo. En
dominio 'de estos últimos donde hacen su aparición la verdad y la cambio, Leibniz fundamentará mucho mejor este último paso
falsedad --como ya había, s,ñalado ,Aristót,les (M el, 1027b l8ss, concluyendo la existencia de dicho principio, es decir, de un ser

"I
i
; De interpretatione 17a 2s)-. Sin embargo,~ólo se en.."E!1.t[aráver-
dadreal{real
~nie_áÚg~l~ciQn
truth) eOª!luellosjuiciosque no se refieren'Unica-
eni,e.!as ideas, sino a la relación~Il!L~~stas y
que existe por sí mismo (y por tanto de manera necesaria), a par-
tir de lo que es o existe contingentemente. Así pudo manifestar-
se críticamente con respecto a la forma del argumento lockiano
[ !' lo'¡"objel?S o substancias (IV: 5;8)';" ..-.. , ," .' (Nouveaux Essais ... , IV, 10, 6) y, en concreto, con respecto a la
I ._, .--,----------,--
.,---.-,,----- hipótesis de que ese algo que existe desde toda la eternidad tie.
n~ que ser un ser eterno. De admitirse este último paso, a Locke
b) El conocimiento de Dios comparado con el conocimiento na- le bastaba ya únicamente con aclarar cuál es este ser que existe
tuml 'j 'la credibilidad de la revelación crisliana desde la eternidad, Con relación a esle último punto, sin embar-
~o, L()(;ke __
~~stenía el mismo punto de vista que Descartes -para
, de reseñar brevemente el procedimiento por el que
Después el'(como paraDescartes) no h~máj¡,~ dos geñermruniversalí-
Locke deduce los contenidos de nuestra conciencia de las impre- s!fTl~__d~~ntes, objetos materiales y sere'speiisantes (Essay IV,
siones de los sentidos y de la reflexión, resulta posible discutir la 10, 9)-, p()r loq~,~_!:.o_c~~}~gó sin...difi£ultad a la conclusión de
aplicación de sus puntos de vista al conocimiento de Dios, gue a.9uel!Qilll.~?~i~e <kgjeJH!E~!sI-"d- tiel!\,_qLi(~rJji¡'es¡iíri-
tu. (cogitative beitlg, IV, 10, 10),y¡¡quesólo un e.spir¡i~D.odría
Su rechazo de la existencia de ideas innatas impide a Locke c~ear seres,pensanteS-COJIlQ-nosotrQs. Por lo demás, cQ~],()princi-
apoyarse. --como hibía-¡;eciiüi:i'es-caries'::-Úií¡camente en la na- pIO det()dosJ.~,~~fTl.á.~seres, el,~ifil!!"!W¡l() tiene también 'cjue
-túr¡ile~aºenuestr() e~pízit\LPªEl m1!is:.ar 1i!.-¡Q~~~d~,,~sta ser omnipQt!mte, De manera análoga, Locke fue deduciendo toda
lilUma, al igual que todos los demás contenidos de nuestra con- la larga,serlJuleJas.pr.Qpiedades fundamentaÍe's denf1ídicional
-/ ciencia; deberá entonces proceder de la experiencia. Sin em- concepto, d"QiQ:ul.partir. de laid;~delln' s~~--;;sj¡lrir.li;{ eterno
bargo, la experieñCia--"n-l. <lÜe Locke está áqüí p'ensañdo en pri- (]!I" como principio de l~do lo demás, e~iste--por sí'~i'¡,sm~,
mer término no es otra que el ~_onocil]]~ent~ ~e, ~,:,estra pn,pia Locke opinaba que la certidumbre del conocimiento de DIOSasí
,existe_neia, la más fundamental entre las que poseemos en rela- adquirido es mayor que la de todo aquello que no conocemos in-
cíóií con nosotros (IV, 10, 2ss), De hecho, es precisamente_ te- mediatamente a través de nuestros sentidos.: Más aún: 1 presume
niend~.~Qf!_º~JI1!iento de nosotros mis!l1O.SC9:.mº)..~~g~_n.l&~_ke, 1 may say, that we more certainly know tha!" tllere is el Cod, than
'i¡~iiemos a la vez conocimiento inmediato de Dios. Por eso pue- thal rhere is allythillg else wirhout us «< ... creo que puedo a/ir-
dedecirsé ijüe fi6-sabemos"dda existencia--dé los objetos que mar que conocemos con mayor certidumbre que existe un Dios
existen fuera de nosotros sino por mediación de nuestros senti- que cualquier otra cosa que esté fuera de nosotros», IV, 10,6).
dos, a excepción de la existencia de Dios, de la que tenemos cer- ~!::",k.-IlQ£.ta~,l?~~2!o la ev~~~ia de nuestra propia exis-
tidumbre por nuestro conocimiento de nosotros mismos (IV, 17, tencIa, ~obre Jª,qªe.descansa.J,¡¡ conclusiÓn de"jií'j;xisrencia'dé')
2). ¿Cómo es esto último posible? Somos inmediatamente cons- la
- Dios, res!!I.t!,_",-ªyorqÍle.la.eyi¡lenda (le: ~~istenci~ cJees¡e iíhi- ,
cientes ló mismo de nosotros como seres finitos que de la exis- ',me. En este punto Locke tuvo qüe-deteners~.Aiobservar-eñ'~1 \
tencia de los demás objetos que nos rodean. Sin embargo,j;!l ese conocimiento de Dios -al igual que en el restó de nuestros cono-
saber de nuestra propia/initud está ya contenida la idea de Dios; cimientos- un conocimiento adquirido empíric.amente, no pudo
/enefecto;~iiJi';!!~iúe.~)<isiir¡l~~¡lf la ~t~rnidad, yá-que de la secundar la tesis de Descartes según la cual, 'como presupuesto
1,' nada nada ,viene (IV, lO, 8: somerhing must be ¡rom eterlli¡;;;,-c'f de "la conciencia que tenemos de nosotros mismos la existencia
I'y,Hr,T3)~qurLocke pasa por alto el problema del regreso in- d~ Di~s es p,ara nosotros incluso aún más cierta:qu~nuestra pro-
/inito pre~supooiendo (ciertamente sin desarrollar ese supuesto) pIa' eXIstenCIa,

188 189
Dbs.~rvador, y mostrúndose en su o¡)ini6n contra. do al curso acos- ",
Por tanto, por mucho que Locke acentuara la ccni~umbre ~e
tumhrado de la naturaleza, eS tenido por este .último como algo
lluestro conocimiento de Dios, :3J1toJnás....e~p~~s:.9 ~_~_~_~~<?_stró ~~1
divino: n sen\'lble opeNltion;-which~"b"(úii,~-áh'OIie the co;nprehen-
lo relativo a nuestr~Lpara_clJ:o=imient.sLde la naturalc-
sion of lhe spectator, l/lid in his opinjo/l contmr)! /() ¡he estabLis.
za;-.ürCjiüCioqú¿"sorprendc en un hombre que era él úiisít1b UIl
\ hed COllrse ofnature, is laken by hilll 10 be divi/1~, Su oposición al
científico y que, además, había admirado y saludado con los más
curso normal de la naturaleza se vuelve, pues, algo relativo alli.
grandes elogios la publicación de los Principia newLOnianos dos
mitado conocimiento de ésta por parte del observador -punto en
años antes de la conclusión de su Essay. Sin embargo, según es-
el que Locke discurre análogamente a san Agustín, annque de di-
te último las verdm!es ci"rt¡l~ y_~I!i\l,,,,ales J1Q pued~l obtenerse
ferente manera que en la tradición escolástica-, El resultado es
más que en el ámbito ..deJaU¡;Jaciºne~ .entre ideas (IV;-I'2.,'¡-Y,
que los J~s sobre lo milagrog¡-.Qe! suceso pued.!'n~~Ja.r)nclu-
por tanto, sobre tOº,Q..eIL!JlJ1JªJ."mática..C6ri. réspecto a la moral,
so cuando no se discute el suceso en sí misIilO: ¡7wt \Villbe a mi-
Locke confiabaeó.alcanzar un ,áher-de similar exactitud (IV, 12,
relele T()-()ne which lI-'ill no! be so lo (motfiel'""(<<lo que a ojos de uno
~; eL IV, 12, 11), mientras que, en su opinión, nuestro conoci-
es un milagro, no lo es a.ojos de otro»)]t!, Para Locke, por tanto,
miento de los objetos naturales se encuentra limitado por el he-
no basta con que un suceso transgreda las leyes naturales para ver
cho de que no poseemos unq repr~s~I}taciónexacta de su ser re-ili
en él un milagro; una concepción que, compartiendo sus puntos
y tenemos, c.n consecuencia, que atenernos a los experimentos
de vista, defendería también frente a Leibniz Samue! Clarke,
(IV, 12, 9). Este es el motivo de que Iª ciencia natuJi!Ln()_pue~a
A causa de la certidumbre de nuestro COllll(,.:.i.mienlo,deDios
alcanzar jamás el estalllS de una ciencia rigurosa: 1I((f/lm/¡J//l/()=
s0l'hy is ¡101 capable of being made a science (IV, 12, 10). En
nada hay
-~~.2riil¿j"pio. efé -ú-rudonal en"la f~~
que eomo asenti~
miento a la reveiacíóñ"'és ..e"ñ"snrif¡úlÍa'.iii"go-por completo razona-
consecuencia, '21!~QI!95~~~nto de la n~t~.~)"~~~en~~nece, ble: [/n assenl fOllnded on Ihe highesl rcason (IV, 16, 14, «un
, por un lado, circullsni 19_!!.lt<o~tirr:oili6~de}os~enti~()~_d_e .lcos."x.:
asentimÍento fundado en la más alta de las razones»). Cierto que
. pe rimen tos y, por otro, ~Iash!pii¡esis (IV, 12, 13). A causa ~el ra-
dicho asentimiento presupone que estemos seguros de que se t;.a-
dio minúsculo "del conoÓilÜento real, l.os.JlOJl1bres no pumen
ta realmente de una revelación divina, pues de no ser así estaría-
dentro de este.-ª.m~iLo_H}l~~..end.eL~JtOJ.!lJEtQ.sIe la conietl!.!"~"~e
losjUídosprobabilísticos (IV, 14, 2), La aceptación de estos úl-
lIrílo.s.rio.pose'é la cerli3úmbre del conocimiento intuitivo o de-
mos exponiéndonos a los peligros del error y el fanatismo, Con
todo, el crjterio deGjsjvo con respecto a la cuestión de sj bemos
d~,"?!:sta:..~!~ito~ la tradi~ió¡Lreligio~a
cuando afirma cOl11uni-
t.
, ..,.;
mostrativo, sino que es una c)l!'SÜán.dd"plalUii]¡jlidad y creencia
carnos una revmc¡ón de DIOS es, en último término, un criterio
(IV, 15,3), siempre dependiente de su acuerdo (colljorlllity) con
lo que conocemos con seguridad (eL IV, 16, 12: (//wlogy) y de la negativ~: lI!laJ.!'v~l~~ió,n_':]u~yj~n.~realmente.~Gs-n"i'Gf1fÍa /' /
..~a razó,;--de-qúe !'SlliJliL investido :Y
ser Jamas contradl~!2£Ii! ..-'~'-'E
credibilidad de los testigos (IV, 15,4), nuestro Crea~or. De lo contrario~ ..bíós.ienai:iaque contra~ecírse
En cor~'~spondencia
con ':l~~~~:.?_~~~el:_q~e
~i_~ni_t"~ a sí mismo. Esta es también la razón de que la revelación divina
de probablltdad se hallan tamblen la mli1tftLl1foelas opllllOnes en
lasclencia,fexperimentales y la nj:.cesida~ tolerar las opiniones 12C? P'!!~~Qa
n!!Q£'!~~.~~:arja a ~~~1l.t~_fQ!1_6~~!-ilOs intúiti ..~~-
menle 'j, 129.!.Jªnt~...!_!_~.~poco-¡:rla r~lU1.lllU".DJ!tural o"l"as'1"eyes mo-
. ajenas (IV, 16,4). Con ello, sin embargo, se ;;¡;re~.!',biénel hori-
~ra1es". Por 1r;.úemás;.Ia ..euestión"(je si una asevÚireióhó.UIi-libro
l. z.Qot~,p"ar~que pueg~n_!~l~,t.!i.~estársenossucesos ext~~()!ª}~~-~i.os o
-J;Q~r_~.illéáles (IV, 16, 13), o pani que.se nos conlunique una re- 38. J. Locke, l'l-~JI:h,vol. 9 (1823, reimpresión 1963).256, Para sun Agustín
velación divina, que en ambos casos trascienden nuestro conoci- y el concepto escoláslico de milagro, eL W. Pi:lllllenberg, S)wlelllatische Thco-
miento y nuestra capacidad de juicio (IV, 16, 14). Locke se había !o¿:if! 2 (1991), 60s.
pronunciado sobre el concepto de milagro en su breve Discourse 39. 1. Locke. ES!¡lI.V IV, I H, 5: « .. ,//0 pmpm.iJhm can be receil'ed jiJl" lfil'ille
0/1Mirae/es del año 1702 (publicado en J 706), U¡l milagro es allí rel'ellUilm, 01"vbluill tlle assellt dI/e ro all .••.llc!J, ¡Jit be l.'OI11I"lIlIiClIJn' /o O/tr e/ear
inlllitil'l! k/wwleJ};(!». "
un sucesO que, trascendiendQ Iª capacidad de comprensión del

191
190
pueden pretender tener autoridad. en lanto que manifesladones l£.iLe.r.e.-.1~'acle is admilted!.!lte ductrine L'llll!wl be rejecled
, de la revelación divina RQ constituye un a~, sino sólo de (<<allídonde se acepta el milagro nü-plli;derecnazarse la doctri-
/ ~ón40. Por otro lado, el';amp.!io dominio de nuestr"Q,C:Q[H?cimien- na»). Según Locke, estas señales sobrenaturales (supematural
. (o de probabilidad.cs.,no p_q~º~_rmqncontra la autoridad de una re- signs).son los únicos medios de LJueDios se sirve para satisfacer
velación a la que se reconoce ese carácter (IV, 18, 8). el juicio racional del hombre en relación con la pregunta de si el
Más allá, sin embargo,'dela exigencia de que lú fe no debe S4i.:esOacaecido constituye una revelación que viene de él (lhe
entrar en contradicción con la razón, ¿cuáles son Jos criterios po- mUy mean,}' God ¡s cVllceived lo hCllJe 10 satis/y lJIell, as Talional
sitivos con que contamos para creer en la Revelación" Locke se creatllres, af (he certainty uf any thing he wvuld reveal, as co-
pronunciaría a este respecto de manera más precisa en la obra miflg frum himselj; Obras 9, 262), Debe también señalarse que
Irhe Reasollableness of Christiallity, as delivered ill the aquí Locke atirma expresamente que Dios da satisf¡¡cción al
I Scriptures. En ella, Locke ofrece primero un resumen de la his- ~ol1lbrr, ~£lli!m(u-,""racional, por medio de io';-;¡'ilagros que
toria bíblica de la salvación -deteniéndose en particular en la his- opera. Por tanto, no deberíasei'eñülóOoalglriiOOlijefo-deTeST'se ,
toria y el ministerio de Jesús narrados en los Evangelios-, para a demostrant contrario a la razón. R_.._" (:
continuación declarar que la fe.'m)esÚ.~,£2mo Mesías, es decir, . La -¡;~~ÚÓ'~'de'los- milagros representa también el punto en
tal y coD1o él mism9_apUlwjiLsu ve,!j¡j~.¡;ons.t!tu)'e eL~!>l~i¡o--¿~n- que son mayores las divergencias entre Locke y David Hume, su
tralde 1~_sIQ.ctrinacristiana (164). La misma idea había sido ya grún continuador en el desanollo del empirismo''. En el célebre
eXpuesta por Th'omás"Hobbes en su Leviathan4l, Respecto de la capítulo intitulado 011 miracles perteneciente a su f1lve.~'tigacióll
objeción que ve en dicha fe una fe meramente histórica, nunca ,\'Obreel entendimientu humano (1748 J, Hume negó rotundamen-
justificadora, Locke se defendió afirmando q1!" es precisamente le tal posibilidad como .mus! contrary tu custom and e:xperience
~s1a-fe-históriGaJa que -en unión 'COnla converSIón recli,ñada «do más opuesto a la costumbre y a lu experiencia,i)":'A-i:llfe-
por Jesús- detenta verdadera vis salvífica (165-167); una fuerza rencia de Locke, Hume detine el milagro conlo un suceso que
gu~!po~_ciefto,"¡JOsee tarnbié'll'~raa~ellos g1!:',-~ diferenclaa-e- quebranta las leyes de la natu,raJezD45, Por tanto, el mismo cursü-
ofros--muchos hombres, sólo depositaron su esperañzae¡¡-laMn' regular de los acontecimientos naturales se opone a que preste-
a¡¡¡halvadOf3d¡míos -á traves delalili -deJ¡Ctaz"óñ-;Ta-lJiirrrada -,- mos crédito alguno a la afirmación de que se ha producido un
I
I
i<l¡jz'¡¡:i¡ürirl>;(23rsf,lJeTa-doctrina'deJesi1S ~6rfrl'ñÚ1r'clieiéndo- milagro: And as (l)!!':jJprm experience wnauJlts lo .ªproof, there
I 'ñOs='-lamejorprueba es su contenido moral (241) Y los milagros is here a direct andfull proaf .. against Ihe exislence ofany mi-
que 10 acompañaron". Esto último es cierto sobre todo de su re- racle (<<y como una experiencia uniforme equivale a una prueba,
s.!!![~£9.2!!1_~scensió~ªlQs_."ielos (245). De todas estas aseve;;-" aquí hay una prueba directa y completa." en contra de la exis-
ciones se desprende'con bastañ-ie'claridad que el contenido moral
de una doctrina anunciada como revelación, junto con los mila- 43. Los supuestos de la crítica de Hume a los milagros se hallan en su aná.
gros que la acompañan, eran para Locke los criterios positivos lisis de la,causalidad como la forma fundamental de enlazar nuestras represen-
taciones de los ~ech~ (A,nñi:¡ii!fyCOñEerr,iñg ¡j~~a;;'Ü~~d;;;i{JI,dingli7'48J,
que le permitían reconocerla como tal revelución. El Discourse of
~eoif5do por'Lfí. WHendel [j 955], 41s; versión casL: [¡n'e~oJigació/l Job!"e el co-
Miracles se pronuncia también muy claramente a este respecto: l/ociJ/!ie/l1O humano, Lrad. de J. de Salas Ortueta, Alianza Editorial, Madrid
7 J 990). El enlace causal de los hechos no tiene, según Hume, nada que ver con
40. ¡bid., IV, 18, 6; <<. •• fhe befievillg or 'lOl beliel'illg, rlUl( prupm'j¡ioll, or una semejanza interna de los efectos con sus causas, como se afirmaba en las
book, /0 be ofdiville Quthoriry. ClUll1ever be a matteraffaitit, bu! maller uf reUSO/I». dodrinas escolásticas y plalóuicas de la causalidad, sino que des¡;unsa única-
41. Th. Hobbes, Leviathan or the original forme, matla; alld power 01 a mente en «L'IIS!OIJl ulld experience» (67), es decir, en el curso acostumbrado de
commoflwealth eccIesia~'lical afld Civil (1651) m, 41. los acontecimientos en el tiempo: ((ClISlon/ Ú' lila! principIe by II'lzh:h litis co-
'\ 42. 1. Locke, The Reasonablelless of Chrislianity, 242: <~Hewas sen! by rre.\i)()1UlenC'e haJ bee/! elfecred'» (67).
~ Cad: His.l1".il1)cle!>'sh2.!'Y.iI,_,¡nt!tbe.llllfhnrity ofGod in his precepts c:amw/ be '44. Ibid .. 141.
\ qllestioned». ...... 45. /bid., 122; «A mirad/! ;.\0/1 l'jo/alioll uf/he lt/wI' oj'lIIlfllrl!>.>.
'-"--"-" 'o, o .0- oo•. o~o_--_' ••••••
~_.

192 193
tencia de cualquier milagro» )4ó. Hume puso expresamente el e) Loc/.:e y el deíslIlo

acento en que la cuestión no es si los testigos son o no merece-


dores de crédito, porque la regla por la que aquí hemos de guiar- De acuerdo coo IkrbCrl dc Cherbury Ü 164~), la.lilosofia de
nos es que cuanto más des!1S'Qstu-'Al,)ríidasea.eLs.\!>:"-'iQ.
referido, !::ocke se ~~iÓ en el más impt~T.U!.~~_h~"P.~I.I~~g_.5!~
...?.!'.~.alH.luedd
tanto másperjudicadadebe verse~ed.ihillgªd". Esta manera .ru:Í£lll0 inglés, el cual viviría su período de f1orecimien'tü'en las
-(le-ver rascosaS-esl(iba--il~ya¡er;da del racionalismo de Locke, cuatro décadas que van desde 1696 a 1736". El que Locke iden-
tincara en la razón el criterio para j uzgar y, en la medida de lo po-
cuyo concepto de m.9njmp.lj¡&.~L9-º.wDmieJ:¡¡(l de lo limitado
[¡"J¡¡leán'ce -denuestro s~~r. Pese a que a Hume se le haya visto sible, admitir las pretensiones supernaturalistas de las tradícíones
generalinente como escéptico, y pese al hondo intlujo que ejer- religiosas, permitió que los deístas vieran en él al precursor .de
ció en Kant su anánsi~_~sc~Ptico "de la conci~pcia._~.x~eril11ental, sus dOdri~._ todo, fue apoyándose en esta última tesis co .
. 1110 ya:J5hn Tollund le Jó en su obra{;1u:i5,lilfl1itv 11Otmisteriotá \
. }I~1e demostrÓ pecií'esar muchísima m~s_~."nfianza que Locke
,}ei1 el curso acostumbrado de los acontecln11"n.tos. En parte;'e'sto (1696) a conclusI9'""~ill'-.d.i£ti!ll'lli,Sj!:'.JªS- de-L~¿k~-Toljand
/I 'i>Deaece a que para Hume la costumbre (custom) actÚa como
buscaba puiificar el cristianismo llll sólo de tooo-aqueiio que fue-
ra contrario a la razón, sillo de todo cuanto la trascendiera. Acabó
! principio de toda vinculación causal. Pero las contradicciones
entre los dos grandes representantes del empirismo inglés en la así por oponerse al mismo concepto de razón desarrollado por
. ¡cuestión de los nulagros sS'~)(pIICan también p()[gue la eVIdencia Locke, para quien el reconocimiento de lo que excede de ésta y,
por tanto, de cuanto trasciende Joslímites de nuestro limitado co-
¡ (I~"-p,,ra.h.ocke .paseel!l hipótesiS ¡leJA existen~i'!.!!!'..ºios ñiTse
, ¡Ida en Hume. Así, a diferencia de Locke, el escepticismo empI- nocimiento racional, forma parte de la esencia de la razón en
cuanto tal. Esto suponía que Locke reconocía esa trascendencia
! .. rista humeana se dirigiólambiénSJlll!!J! la religió!1 mientras que'
la concepción lockiana de la realidad quedó marcada por otra ca- en todos Jos dominios de nuestro saber y 110 solamel1t~, ni aun en
racterística: la de que, por lo general, la realidad transciende las primer lugar, en nuestro conocimiento de las doclrinas reveladas.
capacidades de nuestra razón y las potencialidades de nuestro sao A. diferencia de Locke, la erce )ci . . alidad de los deístas
. cnrecía de to a conciencia de lo limitado del conocimiento hu:
ber. Esto Último permitió unae~li~nza !.!!ll~.r~zón y re.!iJ¡~ón,por
más que la primera siguiera siendo el criterio utilizado para eva- '1~~~ compaí-¿¡ción co!lJQ.prndi giosú".=.';;ie-;ñpi':e'.i11"ás allá"de" al-:
luar las tradicionales aspiraciones de la seguoda a constituir una chos Iímites- de la realidad vita!.
La comproba<;lón racionald'e las pretensiones de la revelación
doctrina revelada.
También la IJ¡¡maci~OB!9-Yuntos de vista dife-
rentes a Jos de Lockeen la cuestión de Jos mí1¡¡¡¡ñíS,COrññ puede ..
1 se vio unida ahora a la investigación histórico-crítica de la
SagLada Escritura, siendo éste el legadoJ'0!üi.Y.Q..entregado.ala
hist()ria de la teoIÜgTaporeráeísnJo.-Sín embargo, sus vínculos
r:,\ :,-' 'vefse-en-~CeJempIodeLeibniz. Sin rechazar su posibilidad tan
decididamente como Hume, Leibniz l'XQI~~ó muchas reservas a
con una estrecha percepclOll de la realidad hipotecarán muy pron-
admitir su exist~ncia, pu~", siguJenci'o aquí a Descartes, pensaba to e,,!.crítica histórica. Uno de los primeros deístas fue b,nthoof)
que la interveñción divina en el curso del acontece.Dl1\lllralv en Collil]S! quien examinó las pruebas proféticas neotestamentarias
su regularidad !22_9!l.,e..otr~.cosa que menoscabar la perfección y puso al descubierto las dill:rencias..entr~.]¡l.primitiYa jIl!Npr~la-
. dercreador:--r:;"ibniz acentuó enfonces- e!cü¡:ácter sobrenatur:u oe ción.~!st!;.l1a 'y.~l sentido origi~al i".las ~(Ir!::~~(].dienle~~!a.
\ ; 1000000~grostal y como éstos se afirman en la Biblia, y se negó, bras profen~~s ..i"Li\ulumQ.Iesta!J1ent04~. Después, la crítica de
manifestándose en este punto contrario a Locke, a admittrgi:ie.¡¡¡ ...
razón pudiera intervenir en la cuestión de su acept"ación. .--
48. er. al respeclo las indicaciones Je Ch. Geslrich en su al1ículo DeisIIIIIS,

.," .. ,- -------_._-- ..-------'_.- -_._._---------"~---_. en TRE g (1981),392-406, así C(lmo 1<1exposición de E. Hirsl.:h, GC!.\.Lhidlle der
el'/lIIgt'ih("Itf!1I1he(lI(}~ie
lIellt:n:1l 1 (IY4~J, 2Y2:-)59.
49. A. COlJillS,A Di.H:(Jl/r~'e ofrlle Gmwu/s (lIIlI Reuson.\" ofrllé ChristiulI
46. ¡bid., 123.
Rdigioll (1724). .
47. {bid., 120.

195
194
Thomas wooisiQWa la' narración bíblica de los milagros sería de nílica era, sin. duda, mucho mayor en 1736 de lo que es hoy. No
efecto aún más £Q..I}!J.!11Qffite50: Sin embargo. "c.~iündo enl744 obstante, mayor importancia que lo acertado o no de la analogía
"peter Annet Rub~~ente polémica en contra de!a reSi..- en términos científicos tiene el doble propósito, así manifestado
rrecciQn..Q~_les.ús.._.cl..clilmen del movimiento deísta en Inglaterra por Butler, de no ermilir una violenta separación entre la revela- .,
¡Y.E:jiá.Qiª-Q!led_~doatrás.", pi~omeQto culminante viene re- c.ión la comprensión de la natura eza, y preservar una vía de ac-
, presentado por la obra de ME.tthew Tinda~}¡ristiallit\' als Old as ceso hacia t e o 1 era nuestro conocimiento raciO~ ..:::::
the Crealion, del año 1730, en que el cnstianismo, reducido auna-- ,n1!U;sto último explica el gran éxito de que ctlsfi:¡;¡ÓB~tleren-
'morafyreligión naturales, es presentado, de acuerdo con su sub- Inglaterra en una época en que la crítica humeana a los milagros
título, como A Re¡iublieatioll oftheReligioll of Nature. La ola del (1748) era muy poco conocida y apenas causaba impresión.
deísmo se roo;pería contra ei e"coilo coñiititiiido porun libro que,
fiel al espíritu de Locke, salió al paso de la principal crítica a que
los deístas som;¿ían.el e to de milagro. Nos referimos a la d) Orms efectos de las doctrinas de Locke
célebre obra de Joseph Butler The Analogy of ReJigion, Natural
alld Revealed, lo the onstl!L/tioll and COL/rse of Natur de 1736. Hemos hablado ya de la trascendencia de Locke en la historia
Esta última había sido escrita por Butler durante su ministerio de de la teología inglesa del siglo XVIIl, aun cuando sus ecos se de-
la parroquia de Stanhope (desde 1725), antes de convertirse en jan oír incluso en el presente siglo. En la historia de la filosofía
1739 en obispo de Bristol y en 1750 de Durham, donde moriría Locke aparece como el fundador del empirismo inglés. PerQ..SJ(
dos años después con sesenta años. Contra el racionalismo su- . . .. conciencia em írica terminó por ejercer una in-¡ (
perficial de los deístas, ll-'!!J.e.[esgrimió la tesis de que la natura: .. f1uencja más duradera que la de Descartes a pesar, e q el
leza ..no es.menQÚnisll:riosa..q!!UaJeY~lación bíblica y afirmó inmediato éxito de este último fuera, hasta bien entrado el siglo
que nuestro c..Qnoc.imim!o de la primera descansa en su mayor XVIIl, mucho mayor internacionalmente. El influjo de Locke se
parte"eñJ.üE19,,_cjeP.mº.?l>.ili(l.ilijl3iiiler'Vcii~ía así a la concepción ha extendido también hasta la filosofía analítica de nuestros días,"
lockiana de la razón y la realidad natural: probabilirv is Ihe very Ésta última ha podido, entretanto, abandonar el punto de vista
..r;JJ.ide.of.lift{<da probabilidad es la verdaaera guía de nuestra vi- lockiano de que la fuente de toda experiencia se reduce a los da-
. da»). La fe crisliana sólo es irracional mientras se tiene por base tos de los sentidos -<:omo si su presencia fuera de alguna mane-
u~..-'f.Illjy¡¡cadoJ:J)nce.plJl..de razón. Butler no tiene más remedio'
ra anterior a toda interpretación o elaboración intelectuales-, Sin
embargo, debe señalarse al respecto que Locke puso ya de relie-
que reconocer que en las cuestiones históricas relativas a la fe no
hay lugar a demostraciones matemáticas, pero su punto de vista ve muchas de las dificultades que presiden nuestros intentos de
distinguir las simples de las abslraer ideas, como también el mo-
es que tales demostraciones son algo a lo que nos vemos obliga-
tivo de esa dificultad: el carácter universal siempre poseído por
dos a renunciar l~ mayoría de las veces. En efecto, nuestras deci-
los términos de que nosservtmmJlTI'r'allQneq!'.ombre-affiJestras
si0ill'.'Jllás..iroPQI.tillltes -<:asarnos, por ejemplo- hemos de to-
per".!'R~nes. En este punto, Locke no estaba muy Ie]osaelacrí-
:'Tñarlasbasándonosenjuicios..de.,prohabilidad. Una de las más
tica de Hegel a la conciencia sensible en la Fenomenología del
impresionantes a'nalogías entre naturaleza y revelación alude a la
espíritu (1807), ni tampoco de la inteligencia de que todos nues-
fe cristiana en lú.resurrección: si los gusanos -señala Butler-
tros j.u.i.ci.a.s..sobrela experiencia están siempre «lastrados de teo- -
pued.e~tEans.~f()rn'-"_a(~<;,,,nalgO,tan
desemejante a ellos >,om011na Él!"". Este último punto de vista ¡Jüs'ofi',,',¡'¡¡¡'expaiísíOh<tel"po-

I!
m~p.osa, ¿por qué habría de s~ifícilcre=~cj , -_._-----..:......":'"-----

.de .ql.l~J9~-!JllJ.~n~i!~~~i!~~?
Lo plausible de esta imagen mag- 52. Contra la críticu de R. Rorty, Der Spiegel da Natw: Eill~ Kritik der
Philo.wphit' (1979), edición alemana (l981), J 585s (versión east.;:ÜJfilosofía)'
50. Th. Woolston, Discour.l'e UIl t}¡e Mirade.l' (~r(JI//' Sal'io/lr (1727-1729). el t',lpejo de la I/lIturaleza, Cátedra, Madrid 21989). El juicio de A. N. Whitc8
51. P. Annet, Tllé "¡~eSllrrectioJl (JI JeslIs c()JI~'idl;!red (1744). head uc que Locke es «in Brilish Philo.wphy lhe ana/ogue 10 Plato» (Process
,,
]96 197
sitivisnlli_e.tUlU~stro siglo. Así, pues, también en Locke, yespe- universal reconocimiento, y sus dos tratados sobre el gobierno ci-

I !Fialmente en el libro III del Es.\"ay, pueden verse rudimentos de ....


.',lI1aanalítica del lenguaje. En contrapartida, Locke apenas se es-
,fQrZÓ-en.describir con rigodos.proeesos seguidos.por-'a.c.o!ic.ierF-
vil (TH'o Treafises of Cil'il GOl'er/llllellf [1690]) no sólo propusie-
ron una teo,lJa del contrato social nueva y enfrentada a la de \\
Hobbes, sino que hicieron de él el fundador del concepto moder- \\
cii' ~1).laasimileeiónde le~!,npl'esio_nes_sensibles. Con respecto a n",deliQ~'!!!d. En el primer libro de los D0S7í'iilZiaóssObre el go- l'
este tema, los avances más importantes se deben a la descripción biemo CÍl'il, Locke uitkl!._ill]y~!Jas.QQftrinas ~l"e buscan funda-
que hi~o.Hul]le de nuestra conciencia empírica y, sobre todo,'a su mentaL del sistema monárquico autoritario" eñ""fií-niit"ú-rileza
examen de la asociación de las ideas simples conforme a las re- _humana y reducirlo aIOfden-jiatríiírcaniÚniliat.-En-ellibro se-
glas de la semejanza, de la proximidad en el espacio y de la su- gundo, Locke habla del «estadoaenatuiaIeza» en el que se en-
cesión en el tiempo como fundamento del vínculo cuusaJ5.\ cuentran todos los hombres no sólo originalmente, sino en todo
Hume llegó a posiciones muy diferentes de las de Locke apli- momento, de una manera espontánea. Este último constituye,
cando esa manera de ver las cosas a la conciencia del yo, que además, a stelle of pe/Jecf freedol1l fo order ¡heir aCfionsand dis-
describía copio un haz (bundle) de «ahoras» puntuales yriJgaces pose of fheír possessiolls ond persons as fhey thillk jif, wifhín fhe
conservados en la memor¡a. No'obstante,los meCañíSmos-aso- bOllllds of fhe law of Nafure (<< •.. un estado de p'erfecta libertad
-c.i-,~tivosque, Hume afirmaba activos en la combinación de IUtl per- para que cada uno ordene sus acciones y disponga de posesiones
cepciones aisladas han sido también objeto de crítica per parte de y personas como juzgue oportuno, dentro de los límites de la ley
la moderna fisiología de los sentidos. El motivo se halla en que de la naturaleza»). Sobre él descansan, además, las originales
die_has mecanism0'i.!llribuyen a la percepción del todo un caráe- igunldad y reciprocidad en las relaciones entre los seres humanos
't~r m~~:arrleñte~-~llndario.
Sin embargo, este último carácter no (JI, 2, 7). Locke introdujo una modificación de'gravescoñSeCUen-
sóJoestá refudo cO;;;¡h~cho de que tanto en la percepción como cias en el tradicional concepto iusnaturalista de libertad al dejar
en el movimiento.dicha totalidad es defacto lo primero, sino que de contemplar dicho estado de naturaleza como un estadoqueia
. atenta ¡'-amb¡éncü;itrae"rfiecfio de que aunque la totalidad puede
'humamdad hubiera perdido eñsüso'rlg,;íies:Muy-al c¡;ñ¡rarÍó:iiU
muy bien s~ranalizada en sus mamemos correspondlen~~)jlli:re- 'm~-';~lrenaturally m-iñCiriiáie;'"ána reiii¿lin!;o till, by their OWll
_. ..-
--r--- ------- ..----------
compone d"ellgs. '. consents, [hey ma.ke rhemselves members 01 sotlle po/itica/ society
Pero el influjo que Locke debe al hecho de ser el fundador del (<< .•• afirmo que los hombres se hallan naturalmente en un estado
empirismo moderno no fue mayor que el que llegó a e.:ercer co- así, y que en él permanecen hasta que por su propio consenti-
mo pensador político. Su Carfa sobre la tolerancia (I689) hizo .
miento se hacen a sí mismos miembros de alguna sociedad políti-
que-iafileadetOlemrcia que su filosofía fundamentaba en una
ca», n, 2, 15). Pero ingresando en una comunidad ££!itica no se
crítica a-nne:Sfras exageradas aspiraciones de saber disfrutara de
- _"' __ o ••••• ,_~ __ .~ ~ • __ •• ._. _

renuncia --como creía Hobbes- a la libertad original con objeto de


and Realin'. An En"u)' in Cosmology [1929]. editorial Macmillull HT 94; versión
case.: Pro~es{) )! rellÍidad. Un ensayo sobre cosmología, Losada) sigue siendo
1i intercambiarla por la protección que nos brinda el poder del so-
berano frente a la violencia de los otros, sino que el Estado está
válido con respecto a la fase analítica de la filosofía en lengua inglesa. í ahí ¡:>,ecis;)mente para proteger la lib~!!i'..Q..yJªJl'0Jl.ieda~~" c_ada ',-
53. Sobre la relación entre Locke y Hume, ef. el juicio de Whilehead (¡bid., "unode los ciudadanos (ef. n, 4, 22s; también n, 8,120). '.
198-217), quíen no duda en adjudicar más importancia al primero que al se- . -Car'acterística de Lgcke es también su unió!!je los conceptos
gundo, sobre el que se manitiesta muy críticamenre (20255, 2105), aun aceptan- de libertad y propiedad, el cual representaba a Oj¡;s-áelavieja
do que la descripción humeana del enlace de las ideas es muy superior a la loc-
kiullu (212). '-dOcfnna IUsnatura"stii~al igual que las formas de autoridad esta-
54. Pura las formas de movimiento, ef.la obra c1Jsica de F. J. 1. Buytendijk, tal, una de las consecuencias del estado de sociedad, es decir, de
Altgelllt!ine Theorie derlllellschJi¡;hell Ha/wJlI; lIIul BeweglUlg (194g); para la la caída en pecado. Locke proporcionÓ carta de noblezaJll con-
percepción sensorial Chr. v. Cumpenhuusen, Die SinJle des MellsL'hen. cepto de propiedad vinculándo!.Q_,Qn.!ªid£a d.e.libertadin.qivi-
Ei/!fühl'l/llg in die Psychop/Jysik de,. Wahmehllltlllg (1981, 21993). du,,[""El dereélloa'¡¡qirü¡:;¡edad está relacionado, además, con la

198
199
,\ acÜvidad de cada hombre. La propiedad original es la persona 8
:.; ~TI1S1~a, ~~[l2Q......Y..~~Jr..~~h~!l~_Lt?~~.~}~~:l~º
..con él [he work
!\ ! !'f.1J!lIJill!!!J. (<<eltrabajo de sus manos»). Los hombres hacen su- El influjo de Kant en la teologíat
yo, se apropian, de aqoello con lo que vinculan en lOdo momen-
to su trabajo (Il, 5, 27). Fue precisamente la unión de libertad y
propIedad lo que permitió a Locke afirmar que la libertad que
dlsfrutabamos en el original estado de naturaleza es una realidad
aún viva, así como poner las bases del Estado en su misión de
p!0l~g~,J~~.!\p~nªg~s d~.~~.s~i~~ªajl.os~be este modo, la per-
dida edad de oro dellUsnatura[¡smo estoico se convirtió en Locke
en una realidad presente, si bien desprovista de toda coloración
paradisíaca y siempre dependiente de..wtJ,Q,9,'C!'.I'~líticono tiráni-
,ca. Pese a todo, la fundamentación lockiana del c("iiicepto-<!e'Ii-
P!,~tad en~Lº-e!'e.c_~?..'l.~!ur!!.l.~eE':.~u.!!rºa ya relación con el l. Impulsos teológicos en la evolución de la filosofía kantiana'
,CnS!i11.nl:'!!10;algo que puede también apreciarse en los denlás
pensaaores mode:nos qu.e siguieron s~ estela. L~ libertad de que Hasta que no cumplió 57 años (1781), no publicó Kant la
h.abla~~k.:_no,,:sla !.U. lIbertad eSl'.:".lficamente cnstlana, vi~cu- Crítica de la razón pura, pilar del criticismo filosófico. Cuando
lada, como lodavI." To estaba en Mllton, a la comunión del indi- apareció, habían pasado ya 25 años desde que Kant obtuviera su
viduo con Dios en Cri~t£:_!,aralelamente, tampoco se conSiGora cátedra de filosofía en la Universidad de Konigsberg. Durante es-
ya que elorden'ji6líiíco se fundamente en la autoridad divina.
te período de tiempo se fueron publicando los que se conoce co-
Locke se inclinaba más bien a la idea de que el fundamento de di-
mo escrilQs precríticos de Kant, consagrados en lo fundamental a
eh? orden se halla en la ~oberanía p2Q.ular. Con todo, su concep-
la discusión de cuestiones metafísicas y de ciencia natural. Los
!:',"."-º.fJª.hbertad vincula todavía esta última con el défeCi1l:l,"ia- más importantes son: . - ..'-~'-----..-
z~n por l".que derecho y~o son concebIdos por el como
_ Pensamientos sobre la verdadera estimación de las fuerz.as
¡¡mi~,~mº- COD.1Q presupu..es1QliQrt"S:ti¡¡¡clOnalesde la libertad''.
La finalidad de la ley no estriba en abolir o limitar la libertad si- l'ivas (1746).
_ Hi,l'toria general de la naturaleza y teoría del cielo (1755),
no en preservarla y ampliarla (10 preserve ami e¡¡iargejreed;II1).
acompañada de la tesis del nacimiento puramente mecánico del
, Libertad yarbllranedad no designan, por tanto, un mismo con-
cepto. La hbe!tad es aquí concebida en armonía con la razón del sistema solar.
_ Nueva dilucidación de los primems principios del conoci-
b0l11tJr.~,ª.qifm'-1l9a de nuestro~ días, donde el ordenamiento io-

I( ¥_~_I-:c~,~~jtu:jon.HJ
• •
se entiende como. La limitaci6n del derecho ¡n-
d1V1dualalllbre desarrollo de la personalidad".
-->- •••• _--., ••• ,'"~.",.'._._--_ •• _~'._,. ,
tHmbién de 1755, texto latino de la habilita-
miento /IIef(~/'ísil'(},
ción Lle Kant en Konigsberg (Nova dilucidaljo),

[. Un resumen conciso de 1:.lfilosofía de Kant lo ofrece D. Henrich en su ar-


tÍl.:L1[(l Klllll, e
en ROO, [11 [(59), [123-1127. Como inlrotlm:ción desde el pun-
55, J, Locke, Tl1'o Trelllises ol Civil GOIJerJ!ll1elll (1690) n, 6, 57: «(Law". is lo de visla de la relación de KanL ,con Leibniz y Newton, es recomentlable
11O!so 1l.1JIchIhe lilJliwliolJ as Ihe direclioll of {/ free {lmi illlelligelJl agenl lO !Ji..,. G, Martin, lmlllallllel Kant (1951, 41969).
proper 111lerest, al/d prescribes no ¡arlhu thall is Jor (he general good of Ihose 2, Para este upurtatlo, cf. en e.:ipecial, H. -O. Redmann, Golf l/lid \Ve/l, Die
/IIlder J1~atlaw,» (versión cast.: Segundo fratado sobre el gobierno civil, lrad. de Sc/¡¡;/!/iJIIgsth£'%git' der l'orkrili,\'C'j¡"1I feriode K(/IlI.\' (1962), así cumo lit re-
C. Mellizo, Alianztl Editorial, Madrid 1990), censión tle W. Pannenberg en ThLZ 89 (1964) 8985S. Además, J. SdllllUcker,
56. Así en las leyes alemanas GG Arl. 2, l. Dil' Ol/Iot/¡('ologie de.I' l'orkrili,I'l:/¡(,1l Kwl/ (19Ho).

200 201
de impronta leibnizia!l~ ..w!.llffian;l. Kant habla de ,dos estrechos
De especial importancia para la teología filosófica de Kant es
el ensayo:
y rechaza
-!i.~~~l!~~?:.5!.~_,6~~estró-.e'ntendimie'lto «la general propen-
sión de aquellos» que «buscan ampliar el conocimientu humano
I El único fundamento posible para una demostración de la
sin tener en cuenta la imperfección del ser humano)}~.Se refleja
existencia de Dios (1763). aquí la concepción que Kant sostenía de las relaciones entre el
Finalmente, deben también mencionarse aquí:
hombre y Dios. En efecto, miemr-ª"Q~, 1<elbni~haQi;u;oncebido
_ Los sueños de un visionario, comentados por los sueños de
ª~,;pjrit!L1Ji yi!!QJ:J.l.illllllQgiª.fQ!l,el ~spíri1tC'~Lil.o mI:!:e-=üUnqÜe
la metajisica (1766). intinitamente diverso del nuestro en términos cuantitativos-,
Los trabajos tempranos en tQfIlQ_B la ciencia natural estuvie- Kant habla de una diferencia inconmensurable en lá-cualidad: ,da
ron des ele !ln priº-~igiQ.ªl servicio de intereses metafísicos y'es- 'diferencia en la cualidad debe ser infinita cuañciOse'comparan
pecialmente de intereses ~Ológ¡s-0S -teológic?s en sentielo estric- cosas de las cuales las primeras no son...'1ada_~'2!~s.,<!"-.!I,,gar
a ser
to, es deCIr, Q.lrC\InsCnlos a a Idea de DIOS-, La reflexión
>~..9~~~~~:._mientras que la segunda es aquella gracias a la cual
kantiana sobre la naturaleza se dIstingue por aBogar resueltamen-
son todas las demás»5. .
te, contra la autoridad de Newton, en favor de una explicación - En su época temprana, Kant no tuvo inconveniente en expresar
-Il1lqmeote mecánica del universo y su origen. Como ha mostra- esa superioridad incomparable de Dios con respecto a todo lo fini-
do Horst Redmann, el motivo que impulsó la reflexión de Kant se
to mediante el tradicionaLp'redicad'?_e~,!'!tiEl~~d6. Sin embargo, en
encuentra en una concegción de Dios que hunde sus raíces en la .1.~ se pronunciarúl ya críticamente en relación eón esta 'manera
teología de la Ref' , en particular, en el teólogo calvinista de hablar, pues «el verdadero significado» del concepto de infinitud
o ann riedrich Stapfe£', quien se caracterizaba por poner-el _Q..arecetener un sentido matemático y, por esa misma razón, impli-
'uceñToéñ1alibre omnipotencia y majestad divinas. La exposi- car una vez ha sido aplicado a Dios «una analogía difícil de acep-
ción de estas'cuestiones va a comenzar presentañOo a grandes .!:;r» en relación con las cosas creadas. i5ói' e!contfailo,,<el contor:
., rasgos el cóñc;ep!.Q!@ltiano de D~ A continuación, se detendrá __t~QJnJ]isuficiencia o autosuficiencia absoluta WlgenURSamkeit)J/
en ia'c,9ncepción kant!ª!}!l.<;leluniVérstt:r0n él relacionada. Por úl-
timo, atenderá a las ideas q-ue-KiiñfScistuvo hasta 1763 sobre la
demostración de la.!:~~!~ifeJ)ib~ así como a la posterior va-
~r~.gjQ~.. ~~!~_~~~»7..
@~1Ira gran.~H~ima º~__
ªe Dios constituye una ..!:!,presión.!!)ucho lná~l!f~!~. ~~~~e

El elevarse de Dios por encima de toda comparación con las


1
-
loración de dicha argumentación por el mismo Kant dentro del realidades creadas se funda, según Kant, en que, además de ser
marco de la crítica kantiana a las pruebas de la existencia de Dios causa de la existencia del mnndo, Dios es en cuamn tal ¡:liunda:-
propias de la razón teórica. ~iileii1¡njnapo~,iliití1fdil-¡¡¡'-Tiis'cosas finitas: « ... aquello cuya -;;:
velación ha sido causadn por un poder acompañado de suprema
sabiduría» se relaciona COIl ~(aqllello que dicho pouer ha podido
a) La idea kantiana de Dios en sus escritos tempranos
4. 1. Kunt, Werke (edición de W. WeischeJel) 1, 42.
Ya en 1746, en sus Pensamientos sobre la verdadera estima- 5. L Kant en SlI ensayo sobre el concepro de las magnitudes negativas
ción de las fuerzas vivas, Kant había hecho hincapié en la finitud (1763),66 (Werke 1, 816).
ó. AllgelJleine N(/IIII~'5e.KhÚ"J¡te ¡/l/ti T1leorie de,l' Hillll/ld.I' (1755), 17 (Werke
en oposición a la il1~1"~TIsica
e imperfección de la razó.~_~~~~.~P.-il, 1, 267), así como 1055 (Werke 1, 329) Y 127 (1, 3M} (versión cast.: Historia gene-
1'1I1tle {(I na/uraleza y /eodll del cielo, trud. de 1. E. Luoyt, Juárez, Buenos Aires
3. lohann Friedrich Srapfer, nacido en 1708, era discípulo del filósofo Ch. 11)61)).También en Der eiflzig mbgliche Heweisgnmtl tI! eiJler DeIllOlI.\'lnllioll des
Wolf. Stapfer rechazó cuatro 1I~~?~~k!!~-ª- Qf.m!.iJf una cátedra de teología re- (1763), I g l. Y en la nota de 196 (Werke 1, 724 Y 733).
f)CI,I"t:ill.l' G(}II(',~
formada en Marbl1rgQ,.Liimsi~~endu..paililL.J2~Jo publicó cinco vol(ul1elles 7. l. Kant, Werke 1, 722 (Bell'eisgl"l/lld. 1H6s). Para el L:om:epto Je autosll-
'de IlIStiIllfiones theologiae polemicae di¡.'ersCle (1743-1747), aSI como una tiL:iellcia absoluta, d. el cántico de Gcrhard Tecrstegens «AlIg~IWg.'idfll We~'erm
Fundamentación de /a religión verdadera (a parti.r de 1746), cuyo volumen
1172~), EKG 2711.
duodécimo apareció en 1753.

203
202
causar ... como una magnitud diferenciah)ll, es decir, como una pletoJllejadQ de Newton-, Kant recurrió también a argumentos
!.l1~gEitud.9ue tiende a desaparecer. Dios es «el ser de todos los t:,ológicos. La perfección deLQrde!!.mecániºQ,!I~1 ~~~E!:~o COM-
seres ... en quien tiene ~rigeñ'I~Ilaturale".~ incluso según su posi- 'tit~a única expresión digna de la sabiduría de su creador.
bllJdad en el entero conj~nto de las detenuJiiiiC'iQiies;;'--- . SQinoza se había pronunciado de manera análoga,r'E1na'oes-
'cripción mecánica de la natüráTeza:Kant veíamañifestarse tanto
la total dependencia del mundo con respecto a Di~s como su ra-
b) El universo como creación ?ical diversidad con respecto a él., De manera explícita;- ~e resIs-
tió al «prejuicio» que interpreta la explicación del curso'de los
Habiendo definida 1Qes ecífico de Dios por medio del con- acontecimientos naturales a partir de las fuerzas naturales y las
ceptodeautosuficiencia absoluta la infl~itud es para Kant el leyes generales del movimiento como un-intento «por disputar a
.. P.~Dt9.Qe vIsta. es de el que e universo se corresponde con su
'Creador: En'!aHistoria nat;,,'~1 de 1755, se afirma que fa [('pre-
sentaclOn de un umverso mfimto «concuerda con la infinitud del
Dios el gobierno del universÜ). Precisamente ese «orden y con-
_cO~9~~~~::...~q!r.~ ..,~~~~:-ID:ilyersales))
..IJPQ~.l2~_.g~~:E.aE.?_E~!
coq~tituye la...señal de que la natur~I.~j\a.Lieoo-.~u-eÜgeJl.en_un
¡
'1',

supremo artífice ... La sabiduría, la bondad, el poder'que se han «único y.,WpremQ.:efíleñaiñiiériío>;r, Esta forma de argumentar
r~veládci;-soninfinitos, y en esa misma medida fecundos y labo- recuerda la pru~~~~g~ñ2(Óg¡~~~e.)a, ~x.!~e~~:i~~: Dios partien-
nasos; el plan de su revelación debe, pues, ser tan infinito y sin do del orden jbelleza subyacentes al universo, peró' il'diferellcia
límites como ellos"lo.131 primero en fonuular la infinitud del uni- del argumento tradiCional, expuesto por primera vez en el Timeo
verso como correlato a la liiiíiiituddel creador fue probab¡emen- platónico, lo que verda~,~'.!~~~~i!!!E~t..alJ~. a ~.~~t era el punto
te Nicolás de Cusa", au'n'queaqü¡-efu'iiiversü;aaTferencia del ~" vjsta,Q.da.runiiDg,~fi~_d,,_~i~~~ ord"~c;Ol1lg manifésiáción
creador, no pasara de cónstituir una multiplicidad ilimitada de de la libertad del acto creador divino. . ..,.
criaturas finitas. Por otro lado, Kant sólo concibió un universo i]j- .EñTaEdactMea¡il,Ta'(e61ógíiiúistiana había interpretado la
,I}litad?en~~spacio; en el tiempo, aun sm senalar/e un final, no creación como un dar forma a un substrato previamente preexis-
dudó en asignarÍeun comienzoJ2• -'. teote Oa materia) según el modelo de las ideas presentes en el in-
..- .... Siii. embargo, '''-partir'de este momento Kant buscaría concebir telecto divino, continuando así el desarrollo de motivos original-
~Ieste. u.m..verso in~l:ito c~mo una.I.~'!.U~~~~~_c:n!~a de una manera
puramente mecamca, Sln ¡.Qffiar.jlr.~;;,¡ª.dascausasl'inaresñliñrer-
mente platónicos. Aunque Guillermo de Ockham había criticado
esta concepción por considerarla contraria a la libertad de Dios al
;'y~_n.El~e~.casionalis.tas)) de Dios.en.la.marcha.delJ11llI1dO. Cori '.~f.....
'. crear", a la larga sus opiniones no prevalecieron. De hecho, al su-
~.
, el fin de defender su teoría del surgimiento del siste;:;;USolar a bordinar Leibniz la omnipotencia de Dios a su sabiduría, la con-
partir de un estado caótico primario con arreglo a leyes puramen-
te mecánicas -:-E.L1l1to de yi.~H!ye.cino a Descar~es, pero por C()J11- I cepción de cuño platonizante del acto creador como un ado
orientado según las ideas presentes en el espíritu divino hpbía

8. 1. Kant, Allgemcine Na!lIl"geschichte IIlld Theorie des Hillllllels


no," de J07 (Werke J, 330).
(1.755),
l
i'l!'
vuelto a alcanzar un nuevo punto culminante. En cambio, Ka~1tse
dio cuenta de que concebir la creación como un dar forma iUil
• __ •• _. •••••••••••
_ - •• -0 ••_ ••••.'"•••• ,_ •• _------».
9. ¡hid., r, 358. 1 13. B. Spinoza, Tral'!a!lIs t/¡e%¡:ico-po/iricus (1670), con introducción y
10. Kant, Werke 1, 267. f l Lraulll.:ción al ulcmún l/lo.: C. Gebh:mll (PhB 93),110-132 (cup. 6: ((De los lllili.i~
11. eL NiL:olús de Cusu, De docta ignorllmia Il, 4, Y la adaradón de 11, 1,
se~ún lu cual el universo es infinito sólo en forma privaliva al carecer de límites,
1 groS)) (versión l:ílSl.: Tmlllt!o leu/r;gico-po/ílico, traJo e illlroducdón de A.

n~Jel1tras que sólo Dios e~ nt]~tiv!!.'!Ien(e infinito .Iillf....liü~to


nlto.'-
de todo lo fi~
----
1 Domínguez, Alianza Editorial, Madrid 1986).
14. 1. Kant, Werke 1, 356. •
15. Al respecto, eJ. K. Bannach, Dil:' Lellre \'011dI!/" doppe!tl:lI Madu Goyes
12. 1. Kant, \lerke 1, 355; «La creaL:ión nunca tamina.
pero nunca llegará a Lérmino).
Tuvo un cumienzo,
l' ht:i WUhelm \'OH Ocklwl1I. PmvleJII/:I!,\"(,-hich¡liéhe VO/WI.I"SI!/::;Wlgl'll 1m.:!
Hedelltl/Jlg (1975), 54-275, en especial, ]J~:b:s, 248ss.

204 I 105
'I ) substrato material con arregI9_aLm.9Q«!g.E."las ideas presentes en
el intelecto divino suponfa, ~n prh1Wf l,:!gar, atribuir a la materi"a
Así, pues, Kant buscaba entender el mundo natural como algo
~r~ª_9º_t~mto~~.J~
que se ref¡ere~~ .. ~~~~~~ti~fJ!!~'~!9?!ii~~i_~o
;
/ I/ ,L1na ~utono~íaex~esivafrente a Dios Y,-eIl 'segunao IlIgar, per~:~ __ .alH!. !;xistencia m.a.teriiil-=-¡;ó'i'un'lado, enteralllem, gifer!;D!" de ,1
,~,,! ~vlstª!a.,Elstancl'U]ue.se.pi!@ el orden creado de Dios mismo, Djg,~2-0r otro, del todo dependiente 4«.ª-
~ll ~!il'_mi.:;m.o,
91f,ren- 1
en la medida en que dicho orden es aquí concebido como una ciarse,-,'Con dfiñ,je'iiCéñiuar lad"iVersidad de Dios con respec-
manifestación inmediata de las ideas divinas y, por tanto, de la to al~undo creado, Kant trató de entender las f9Im¡¡S y leyes de
estructura del intelecto divino. En 17ó3, Kant escribió al respec- las,S;.Q~a..SC.Oll1o
f~llcio!,esde procesQ~,Ill;¡!,r.L~I~s. Teniendo en
to: "Se ha limitado la dependencia de las demás cosas nada más cuenta el estado de las ciencias naturales de su tiempo, esto era
que a su existencia y quitado así a aquella suprema naturaleza algo que apenas podía hacerse mejor que por medio de la teoría
una gran parte del fundamento de tan grande perfeccion, atribu- kantiana de la formación del universo de acuerdo con leyes pura-
yéndosela a yo no sé qué eterno despropósito»". Uno de fas pri- mente mecánicas. Sin embargo, Qr,,~j~ªm¡;nt~Jºcqqtillg~ntel'de
meros a quienes se dirigía esta observación crítica era Leibniz, esta última dinámica, que discurre con independencia de toda in'
quien había concebido la omnipotencia de Di'Quomo algo sUJe- tervenc"í6i1"ctÍVIílll,descubre la verdad de que' el universo ha sido
to a la sabiduría divina, es decir, al orden -previamente configu- creado por Dios_ La contingencia del mundo como un todo, por
rado en sus ideas- de las cosas posibles. Para Leibniz, como para la que tambiéñ. se ven afectadas las estructuras que imprimen un
Kepler y el eusano, el conocimiento del orden natural consistía orden al universo, es para Kant el último y decisivo vínculo de
,en liil"re=perrsanasmeas creaaorasdeDloS:'Eñ contra de elio, :;"
•••
unión entre el mundo y Dios, un vínculo que se demuestra ente-
;,;
KJñ(liisis!I,ó,,"ífq ~~laÜi2.illJ.!fíd@es:ª~ I~s~,,-sastienen que te- ramente dependiente de este último.
ner su fundaIllento en Dios mismo. Este último no pueae ser con-
cebid6"como sujeto eri su 'aCtuar 'creador a un orden de cosas po- i leo contingente del universo y del orden cósmico hace que su
simple existenciasea ya motivo más que suficiente para plantear-
sibles preexistente en él mismo. i
1
se la Qregunta por la razón o fundamento de su posibilidad. Sin
embargo, la respuesta a esta pregunt~'ya-ñó-¡;üeae-encoñ1fa¡:se en
Por un lado, pues, la concepción tradicional no apreciaba en lo :1:
'i la filosofía natural, porque la mIsma contlügeñCí¡Coel-munill,-e1ic'
justo un aspecto de la realidad mundanal -a saber, el orden de los
acontecimientos- en su carácter de algo creado, diferente de Dios 1 .f
mina toda pOSIble analogía entre éste y su principio. La filosofía
y de su sabiduría. Por otro, se comprendía la materia como un 1 m~9jeval hab.(¡u:liB.!iDguido~~~,-sari!!.~ gue c!!.u-
substrato al que Dios tenía todavía que imprimir una forma y un 1 san sus efectos de manera necesaria y~as
tos son contingentes, reservando tan sólo para las primeras la po-
libr!!~, cuyos efec-
orden; sU autonomía era incompatible con su dependencia del ser Í'...:
l sibilidad de deducir la causa a partir del efecto por medio de una
d.i".ino, Por ello, en contra del punto (le vista tradicional, de ca- .~
analogía.
rácter físico-teológico, Kant atirma que «este. método. sólo sirve } ~<H-7:;5"KanL0.tentó proseguir su examen de la I
para del!J.9~trªL lª ,«~isteru:i.1 de.,u.!Lª!!~()~ ,~,~,los
"ñlaces yvínculos 1
'il contingencia del nJ]!lll!9__s;n~ii.J~111Ej¡ín:"CQ'Ii"Di!l"s 'a 'la largo de ~
artificiales del mundo, peronode la materia como tal, ni del ori-
Uña serie de escrjtoule ..£orte ontológico. La temática pro¡;Ia
,gen d.e.10s componeºtes .de.~.u~ive"rso. Todos .10s que' seSTrven ~
de sus j)bras.metafísicas
_, ...._.•......._...,__..•.__ se'encuentra,.
4_..._.~.. ~._~...-.~ p'or lo ....•_~,
iii;;¡O;'-estrech:r;'.
únicamente de este método se ven forzosamente inermes frente al ~: •.--. ' •.... _, __ •..- __

peligro de un ateísmo todavía !luís sutil, en el cual no se ve en


Dios más que un aI1ífice,en lugar del creador del mundo, que si
a
bien ordena y da forl11a la materia, no ha creado ni engendrado
1 "
l-,
mente vinculadg.".QH 19s .l11QJjYº~,.l"l~é~icos de sus primeros
-tratraJos:"sfo"íITtimo sigue sienuo cierto todavía en el ensayo de
1763 El dni<.:o fundamento posible para una demostración de lu
existencia de Dios.
esta última»l1. i
1
[6. 1.Kant, Werke 1,724. 1¡
17. ¡bit/.,6HlJs. I H. Para el concepto J~l;oJl[ingen.:iu, d. 1. Kallt, Werke J, 644.
!
206 207
e) La demostración de Dios a pqrtir de la razón wolftiana, Años más tarde, el juicio del propio Kant sobre la de-
mostración desarrollada en su ensayo de 1763 fue que tampoco
Aunque no consideraba posible deducir la existencia de Dios ella brindaba una certeza apodíctica: "pues no puede probar la ¡'
partiendo del carácter, contingente del mundo natural -es decir, necesIdad obJettva de un ser semejante, sino sólo la necesIdaa l/
concluyendo en Dios su causa-,~e'l ~~año en que apareció subjefi\r¡fOeSítP.?n~>~EñTá-c¡'íilcti-aerarazOnpilYa,Kajjr V
el escnto con ,gl!~Kant tomó posesión de su cátedra (la Nova di- volvió a corregIr su trabajOen el mismo sentIdo. Presupomendo '
lucidatio), {I7b~,año en que se publicó El único fundamento que lo dado de manera fáctica constituye el objeto de la actividad
posible ... , Kan!.Qnja estar todavía en condiciones de demostrar racional, a la razón le resulta indispensable, si bien sólo su~ti-
~~z6ii~~il~"~Ija~É.~.E.~!!gr_-ª.m.eno.!'.'J~e=se presuponga fa vamente indispensable, suponer _!!D ser necesario. En la Cr(t~ca
1ilpote.ill..E,:]aexis~~n.~j£lAe_.Qios. De este modo, resultaba posi- de la razón pura, esta hipótesis se concreta en el concepto de un
ble probar iaex¡stimcia de Dioscon total independencia de la ex- ideal transcendental que c()~l!!ye la síntesis de todas las per-
periencia, es decir, a priori. ¿Cuál es el aspecto de la demostra- feccioriei-feái~s (ol1lnitudo realitatis) y que es a su vez el funaa-
ción que Kant consideraba concluyente por aquel entonces? . ~¡;;-de ;o&lposibk~!~rmj¡~i9~ objetos". ,
Todo lo que la razón pnede llegar a pensar y, por tanto, la ra- Pese a criticar las tradicionales ideas metahsicas sobre el ser
zón misma, .e~!JigadoyJE __ 'lu.e-,_e_c,!a_fáct~amente,lo cual es divino, Kant no dudó en afirmar que la idea de Dios tiene vali-
también el punto de partida de la actividad racional". Sin embar- dez para la razón teórica, aunque sólo en un sentido subjetivo
go, lo que existe es contingente, es decir, no tiene en sí mismo la para las necesidades de la razón: «Para el uso meramente espe-
<~posibilidadinterna» de su existencia. Por ello, lo qll~ ~",_dafác- culativo de la razón, el ser supremo se queda, pues, en un mero

, f -ª~lli:gªLª_~.
ª
l' , tlc:.an.,ente_J'.e,~la~~ fundamenl09.e todo lo que la razón p~:
r solo)s a su vez pOSIblepresuponiendo tiñfun.
ideal, aunque sea un ideal inobjetable (jehle¡jreies), un--£<litéep-
~ue culmina y corona el entero conocimiento humano,.ié~.
i; 'J' .9.amento de su posibl l' a.0~<!.~~fo~~po.~!_~~,~?.aa-penSiifj'F,ün ya realidad objetiva SlllGua!!..~o~~de..?ffii1jstrlii'SellU~este ca-
mino, pero tampoco refutarse. Pues si haTe-existir una teología
"'~ ~amento gue es rea/~? rel~cióL\con lo,que exislefilcüéamen-
:! Jfl- , En esta argumentaclOn, nt la eXIstenCIa del muiiOO~ce 'moral que supla esteoefecto, la teología transcendental, hasta
de manera lógica del pensamiento de Dios, ni este último de la ese momento sólo problemática, prueba ahora su carácter indis-
existencia del mundo. El mundo se manifiesta más bien en su pu- ~ pensable ... » (B 669). A aceptar esto último, es decir, que' esa e;
ra facticidad como algo que ha sido creado de la nada y, por tan- idea de Dios subietivame~s:esaria jl!!!a,la--razón,además_de y
to, lógicamente incomprensible. {in «lde~l» de ésta,~es táT~~l~~~lid.~~~Obj~~So~'o-~e~e:(
El argumento kantiano, pues, no prueba la existencia de Dios condUCIrnosla razon practlca,'1!Sla'es, aS1l11lsmo,roaa su contnJ
tanto a partir de la razón como a partir de la vinculación de esta -¡)úcwn a la cuestlOn ae Dios:
.Qllima con Jo fáctjco Se trata, en otras palabras, de ufTIT'15ñleba Pero si la idea de Dios es realmente una idea necesaria de
~~~l9L!LIllites de la razón. en los que Kant habla pLles- nuestra razón, ¿por qué eso mismo no se basta para probar su ~rea-
10 ya el acento en 1746 en contra de la metafísica leibniziano- lidad? De esta cuestión se ocupa en la Crítica de la razón pum la
crítica de la teología racional. .
19. Ésta es ya la opinión de Kant en AlIgellleille Na!urgeschkhre //1/(/ Theo-
rie de.\"f/illtlllels ( 1755), Wake 1, 381. 21. Kant en las Vor/e.\'lII/¿;£'1l ¡¡her pJti/o.l'Opf¡i,H;f¡~ ReJigioll.v/ehre (editadas
20. Pura el concepto ku~tiano de (fundamento reah¡ (Rea/grllnd), cf. la ob- por Polill (~1830J 72s, citadas por D. Henril.:h, Del' Ol)/%gisclie GOlf~!¡beH'eis.
se.n/aclón general al tinal de su tratado sobre el concepto de magniLuJes finil.as Seill Pmblelllll1ld .WÚIlC Ce.I"I..'hichte il/ der Neuzeil¡ 19601. 148). :
de 1763 (Werke 1, 816-8/9), A diferencia del funJamento lógico, el fum.lamell- 22. Al re.'ipecto, d. E. Kant, K,.¡rik del' reillen Vt:rllltllft (1781, 21787) B
to real rie.ne el. significado úe que (caIgo fluye de (JIra cosa, peru no segLIIl la 1'1.:- 509-6 [1, Las indicaciones numéricas del Lexto hacen referencia iJ eslU obm
gla de lu J(.lentllJad¡" En este sentido, ((sólo la volunLad de Dios conLiene el fun- (versión cast.: Crírica de /tI nlZÓII pura, trad. de Pedro Ribus, Alfaguara, Madrid
dmnento re¡l1 de In existencia del mundo» (817). 1978). '
i
208
I 209
,', '

,
Kant dividió las ruebas tradicionales de Dios en tres dases, concepto que conqti~~ye la meta del argumento cosmológico,
distinguiendo un prueb cosmológica, una prueba i'fsiZc;::¡;;;;¡ó~// Kant E.ensóque'este Oltin10carecía de fuerza probativa de no dar-
fl!£!' y una prueba ~ntológica de la existencia. de DÍos. El argu~ (,p, f.- se por s~puesto el argul~tQ:'Q.¡jf~iC1njUelfetlllCe-tmis!e.!!~!ª .
mento cosmológico deduce la existencia de Dios de la existencia~. de DIOSde su concepto. De forma añátuga;.KañCperiS:l6ñque el
fáctica de los objetos mundanales. El argumento físicoteológico '~ argumento cqsrnote-01ógicono era concluyente sin.la .ayuda del
onto~ico:. _..,--, ,_ .
deduce del orden que puede observarse en el universo la existen- 1
cia de un autor inteligente de este orden, El argumento ohto]ógi- i Sin embargo, el argumento
a la objeción d~_qL!<UJeI.Cll.!J£!,ptode
olllolÓgil'() S,"YI'
un ser perfectísimo no' es
impotente frente
ca deduce la existencia de Dios del concepto de Dios fundado en '
nuestra 3z6jí: Bajo el título de argumentlLcosmoI6g¡g>-Xant posíliledé'dUcir todavía su existencíá~'al óeqJodet'Coñcebí¡:sees-
; agrupo tres argumentos heterogéneos:@'el argumento de que tie- . ta última'coínü"Li-óñ ,ñás entre las pertecciones reales que se con-
'\ne que haber un primer principio del movimiento en el mundo, la tienen en la omnitudo rellli(ati.~,"!4. En la argumentación crítica
. .. primera de las cinco vías de la demostración de la existencia de kantiana, esta última imposibilidad no significa tanto que Kant
..-Dios de santo Tomás de Aquino, inspirada a su vez en un argu- tenga por completamente absurdo deducir la existencia de Dios
mento de Aristóteles{(i}>ladeducción de un primer principio de la de su concepto, como que considere que(,!.!~D2£.~~ .
~J!;~ncia de la~as; y@el argumento en favor de la hipótesis !irpla. misión g~
de la onllliludo realilatis es incapa~ de c:!.l.r::.. ...
e~e U
(
. de un ser.~io, es decir, existente por sí mismo, en oposición ha !iWw=!jad~.eu!ecir,.-~scr~~~:~~~Cepto -d de.!.."..el~.ne 'r
..d~l9..cl~~lascosas finitas. Los argumentos sé-
a la cODtil1genc.ill cesano- glle._a.fl~a.la un~~ de esenc~~y ~xls~,,-~ci~,~!.9.lI
gundo y tercero fueron formulaaos¡;orprimera vez en la filoso- ~g¡¡,jrseJl.~Jl1..!lnera efu.!!}.:afá..mLLc;lusión~~J~ '
~IS eocja de .Qi!¡s". Ahora bien,~~~() ..'!~!\29~).\:!".eJ~I~¡¡ni- { ,
fía árabe y cristiana de la Edad Media. Por su parte, al hablar del
nª"nn lasu.ficient~,2r-"fisión .~l.~onlenidodel concepto del ser (1
argumento cosmológico, Kant pensaba sobre todo en el último de
los argumentos citados, correspondiente a la tercera de las cinco º
.ne.ce~')¡i sllPOneJ~~~r...qll.el~ mms )~!~ cJiír:¡jo ¡ ..válidQ~!.Argu-
mento nntológico, pues éste tiene su punto de partida precisa-
vías tomistas. Sin embargo, la formulación' ue Kant tenía pre-
mente en dicho concepto. Sin embargo, y como consecuencia de
sente era la de Leibniz, en la que e la contingencia de las cosas
ello, eSlQnJ.!lli'.JlJIr~enunciaI~Qs los otro~s ( '.
fimtas se deduce ¡"ex1stencia de un ser necesario o que existe por
sí mismo, y que es condición de posibilidad de la existencia de
-iirguinentos, puesto que, como acaba de decirse, ~~11bo-scarecen
cualquier otra cosa23. ,'.-. . ,"'. -"
o,, •• 8_._ -_.-
__._._.,.,._~ __ •• _ •• -cttn15d,i'1íIerzavinculante sin el apoyo del ontológico, en el que
desembocan y se basan. Sin duda, subsiste el hecho de que la
El conceptb.'del ser necesario atraviesa, según Kant, las tres
contingencia de los entes mundanales y del universo en su con-
l~~ de demostrac¡¡in. El argumento cosmologlco con-
junto es causa de que la razón llegue a la idea de un ser que exis-
duce al concepto de un ser ñecesario como concepto opuesto al
te por sí mismo, es decir, de un ser necesario. Pero la necesidad
de la contingencia de las cosas, pero no es capaz de darle un con-
que experimenta la razón de dar un paso semejante es incapaz de
tenido. Para Kant, esto último es tarea del argumento ontológico, demostrar que ese ser exista, ni cuál sería la manera en que lo ha-
el cual debería dar contenido al concepto del ser necesario, o por
ría por sí mismo.
sí mismo exisíente-;-¡;1Ü'l1eñOOdeJqueJGilt denominó «ideal A diferencia de Kant, Heg,J.insistir:í más tarde en que la prue-
transcendental» del ser perfectísimo u omllitudo realitaiis=ar-
ba cosm,!ló.,gicª,,~c'i£'l.zj)...9E..>;i.~ª"_c~~Olíci¡'nosa la ideade
-meliosenlñiiíediCfñen que seprueoecÍerto 9ueTigi~t<:n~
~s e':.r.r';..!.~:'.'p"ropl~~':..que con!.l'.~,,!'.lªtotalidad d!,J2.. 2 ..L Para la crílil.:u Kantiana del ¿lrgUll1ento ontológico y su signiticlluO paru
real-o Alser esta la Tonna en que se determina el contenido del la nítit:a de la teología I1Idonil!. el'. D. I-it:nridl, Der oll1ologi.l'che GOl1l::s!Jell'eis.
139.17X.
23. En B 632 Kant rechaza explícitumentc 4ue el argumento 4ue ~l deno- 25. ¡bid., 156~.La adarución mcncionaua en el texto Jebe entenderse más
mina cosmológico sea idéntico al argumento Ieibni:úano 1/ colltíll¿:eJ:tia IIlJlluli.
exactalllente como prucoa Lle Iu udenninación completa (15ó).

211
210

T IT
un ser necesarÍ9, sin tener que recurrir para probar su existencia a rieneia»". Siu embargo, las formas de conQciDJi~!H!l.9!!!'.JiQD..P..iJF'
iaidea de olllllilHá'o-oiü1áItctaa:aé""1ó-rea1":EñTií discusíóilpos-
terior de la conceiiciÓti--global de la filosofía hegeliana será pre-
ciso valorar en lo justo la trascendencia de esta crítica. Ahora, sin
te de la naturaleza de la r.il1JÍnantes de tada .experi~ncia (a prio:
ri) tienen sentido para Kant sólo en sn aplicación a la experien-
Q; Obtéñi~~.P'?L E!~<i]~:::ª~)~XXiiüí[~i'ciñ1:s:tte:td.s::~e.ii'fí9-ºs. I
j I

I)
embargo, ~precjso exponer cómo el hecho de dar por supuesta Naturalmente. uno de los resultados a que condUJO semejante In-
f la imposibiIid~R6!:d.':f:'?~~~tencla de Dios hizo que terpretación de la experiencia fue que el marco de referencia de la
. 1 kant descargara tanto a la cazan como a su-s-lunclOnes ce todas experiencia del mundo, generalmente asociadoª la idea de Dios
I sus referenciasteológiCás:----------- _
l'

.'\._---- -----_._-- y constituido por ella, se vio sometido a una completa revisión,
siendo reinterpretado como una manifestación de la g¡bjethddad- ..
.h.umana, es decir, desde un punto de VIsta antropológico. Esto úl,
2. La antropologización de ¡as funciones
la Crítica de la razón pura"
metafísicas de Dias en timo concierne en primer lugar a espacio y tiempo, de los que 11
Kant se ocupa en la rim~a parte de la Cntlca baja el epígrafe de .
«Estetica tra e t 1», 0- teoiTade las condicl~.!~!!llíll!:s 1
Al hacer referencia a la evolución del pensamiento de Kant de posibilidad dI' la intui,SÜ~¡lJi_I.~, y,en segundo lugar, a las
entre los años 1746 y 1770, pudo verse que a causa de lo radical explicaciones de la «Analítica transcendeota1», teoría que, a con-
de su concepción de la majestad de Dios como creador del uni- tinuación de la «Estétícii>';expoóé las condiciones generales del
verso, Kant cargó todo el acento en la finitud de la razón humana, enlace de Iªs impresiones de .kls..senti4aiiiiJ.1il.i:JIJil;;i:Qn!clJ;iíléIF
reducida de este modo a sus propias y débiles fuerzas. Ese acen- .¡¡imil:Qto, Por último, concierne también a las ~deas" qne apun-
tuar la distancia que seflafa..3 Dios de SUS criaturas -y, en particu- tan a la totali;I~'L:xper~a (es decir, del uso del enre'ii:dí'.' ;
lar, de la razón humana-, explica que Kaut insistiera cada vez iniento l. mundo, alma y Dios, objeto de la tercera parte de la
con mayor energía en el lazo que mantiene sujeta la actividad ¡a- «DoctrinatriiíiScerukntal'd~"íos elementos», bajo el epígrafe de'- "'l.
E!~nala Jos datos-'l~.E:resentan~l!P~~iQnkS de)os senti- «Dialécticjj,
..'fO"~_ tra Qs,~nd~¡¡t¡¡!».
dos, predisponiéndolo a los argumentos característicos del empi-
rlSiñO y, en especial, a la crítica gnoseológica de David Hume. -.. ,.
Asimismo,explica que y~no viera en los eDllDcjados de cará£t~.r a) La interpretación antropológica de espacio y tiempo en la
te9!Qgic..Qi!t,.w..llltl<\fisi£a.¡;]ásica -como en ¡lis ª"rm,oiones so- Estética transcendental de Kant
'1 bre el ~lma y S(?b.r.eeJ.~rjy~'sQen.sU-"Qn.i~P.tQ::-_~itesta-
ciones de ~~Ü~~Qn.fjJlita,es.¡je¡;j',Jª""~¡¡¡!¡.t9n-'jeÁ\lJ.e_n.~eñCla a En el siglo XVII y a comienzos del XVIII, tanto 3pinoza co-
sob¡'epas~r)os )ími tes _trazag9sJ'.9E su vinc~la,c;.i9.!l~JÉ's.ifllpresio- mo Newton y Lcilmiz habían interpretado espacio y tiempo teo-,
_'riessensihles. Sin duda, Kant pensaoaqu¡;-la razón añade aigo de lógi'Caiñeñte. Sping'h concebía ambos reunidos en el concepto-de-_'
sí misma a aquello que recibe por medio de los sentidos, pues extenslOn, uno dé los atributos de la substancia divina, mientras
eljª-precisalllJ:ll!t.~~.,guien reci~jc.has.im~~.):.1¡¡~.gºn- ~e";'io}' veí~ en ellos el fE'.~':.:!':_,,!
Dei, es decir, el medio por'
. yiel:te .en-.conocimientÓ:;aunque todo nuestro conocimiento em- el cual-Dlós esta presente-a cada una de sus enaturas en su lugar
. ,
piece con la experiencia,
.,
no por eso procede todo él de la expe-
,
26. G. W. F. Hegel, Vorleslfllgen iiberdie Bel1'eist! V01n
-

Dasein Coues, edi-


respectivo". Tanto I'{"W,!Qncomo ~¡Ül!.Qzapensaron que el espa-'
cio infinito era real, .pero ninguno creyó que existiera de
'''-0'. -~_~
mai5ei~a
ción de G. Lasson, PhB 64 (l930), J36ss, en especial, 142s. (versión cast.: 28. Kant en el prólogo a la segunda edición de la Crítica de la razón pura'
Lecciones sobre 1m pruebas de fa existencia de Dios, trad. de G. R, de (1787),81. .
Echandía, Aguijar, Madrid 1970, 117s, 122). 29. Al respecto y para lo que sigue cf. W. Pannenberg, Gott und die Na/ur. Zur.
27. El tema aquí expuesto ha sido tratado de otra manera por F. Delekut, Geschidlte der AllseiJlandersetZllllgen zw;schell Theologie Llnd Nattlm'fssenschaft:
Kan/. Hisfori.Jch-kritische
!mll/lIIllu:! Interpreta/foil da HlIuj1lschrijiell (1962). Theologie und Pl1ilosophie 58 (1983) 481-500, en especial, 4915,

212 213
humana, Kant evitaba tener que concluir, con Clarke, que ese es-
/autónoma, es decir, como una substancia, PQr.gw:..aU¡W.!2.gela in-

! i tiniLU9a,-rníll.,Q~.DiOS,Uº,Q\!~i.~3Ce!'.t~,r.siEl!'¡¡~_~,();E:'
I! ~al: dos magnitudes i~flnitas actuales se limltanan 1a una ~la
{I otra, no pudiendo ser mnguna de ellas 1I1flmtaen el sentido ngu-
i~~!i,~().aé.-.
pacio cuya infinitud e indivisibilidad se deducen de constituir el
presupuesto de toda partición debe entenderse como un atributo'!
del Dios infinito, es decir, como idéntico a la inmensidad divina.
, / roso del término, En otras palabras, no puede haber más 1!.<U1!!.-, .. Con res ecto al tiempo, Kant argument~_de ¡n!llJ~~l!,n.ál~~32V;'",
«Tie pos di erentes son sólo rtes de u_n~o tiempo» (B I
, !'¡ola infinito actual, por lo que es nec~ens~r a 1I1finitu.(L~el
47'). sí, pues, la intuición del tiempo como un todo constituye el '.
: ¡/lespac; o c.omo.algo.que.de.alglÍn.mci1.'2..~~i:t~~~.1~ 1I1flnlm<!. de
i Dios, es decir, como un atributo de Dios, o (en Newton) como el P!~~upuesto para pgder si9Ukrl'...'Z.p!!:.~5\!l!i!!'.lJ(...\!.\lP$@oTiínita. )";'
'i . "memo a través del cual éste oesphega su acÚvidad creadora,'"Sin do de tiemEo, De becho, ~odemos concebir ningún penado o
embargó;'de'aCüefd1J<:Oll1líiñ1erpiéíacTóñ-cj'üeS1l:iñtíef Clarke hi- t~~~p.!WlLii9!!~.!!.Qm,_sín ,eriti.l~ayer<f~~llyf~",J!!i~Cg!!~xa .,
zo de las afirmaciones de Newton, sólo el es~~o infinitoJÜwjivi- había objetado £llltina.a.laJkflllil;iQn.ari,statélÍl'lt del tiempo co-
~12,',I~,J:l,eJ.a
j!),m~.~ig~g_(!~~!,~s.iJQ~ct.~b,: entende~se cO,mo
riiQ;úmero del movimiento33. Por este motivo, p;raPTotiñ~6-so-
,,( atributo de Dios, a dill'renc;a ¡;le)esl'a~lJ!~~Iis0' comEc.esto
¡á'la: ide¡¡tidactdcl'iiiiña;'trascendente al tiempo, 'y, a través de
.1 dediféiéñies' partes'O, La postura de Spinoza difería de la de ella, la eternidad como el todo de la vida, son el fundamento del
Ñewton en que elprImero nunca se propuso realizar una distin- tiempo", A diferencia de Plotmo,.!SmJt atribuyó esta función no a I
ción semejante, exponiéndose de este modo a ser acusado de pan- un Alma del mundo, sino a !ll~yjdad hl!.mana como conOI-
'élÓn «transcenoé'iiial» de ,. , ,,' . ' , , Kant jüs:'
teísta, Por su parte, al atribuir a Newton y a Clarke la representa-
es e punto de vista mediante la afimación de que el tiempo
ción absurda de que lajnfinimd deDios es~~!lacºmpueSta,de
partes y de q!1e,.PQr tanto"Dios lUismo, er:0-iyisiWe,j,cibniZ..pen-
1 ICO
es «la forma ... del intuirnos a nosotros mismos y a nuestro esta-
-J!o ÍDterno» (B 49) y, por elio, .;Qjid¡cjññ dé lodos los ~
I ','
1
~ó.<:¡tJ,--~,cn.!Jo.se.t:a..!lr,"os
d~delit9..d¡:.plllúllimo, Para evitar tales
'consecuencias,.Leibniz negó que la realidad del espacio pudiera (B 50), es decir, también de las intuiciones externas (espaciales),
p~~_s.~s tienen luga¡;e:ñ!ig~Jik9'í~!í!@:'~'u:é~si?:J~~ percepcio-
!/'s',e,~"I.[l.iÍ,'
e una sUbsta,nci,:'..?_I~_~_'!.!l.~!ri!;l!!,
..tQ.,J,c,on:!.?ió :l~a. ~,iO l!!:,s,Como intuición de nuestro estado interno, el tiempo es la'ex-
.' : como la totahdá¡rae-Tas relaciones entre las cosas taíy como'es- '
" tass6ri'apiefi¡;ñ¡rí¿¡ñs'eñTa"represe~iac¡ón:~~s, plies, presión «,!eJe,JJ1"illJera según ¡¡¡.tual el ánimo es afectado por su
." ~na fciiTñá del coñocimiento, pero no es exterior a ser de las co- ~ropia !ctividad, es decir, por el acto de poner su represenllle111fl-
. sas~lg-o que se les añadiera de forma arbitraria, ya que se funda .y, conslgüieñtemente, por sí mismo» (B 67s), Kant aclaró la idea,
en el conocimiento que la Gran Mónada divina tiene del universo difícil de entender, de la autoafección del ánimo mediante el
y del orden creados por ella misma, ejemplo de la relación de la autoconciencia con la actividad del
~"""-""""'''-'''''-'''~---~-'''''''''''' .-~. ..,_ •.."...., ...•...,.. - - .
~-""'"""'~"".-~..,.,
En cambio, Kant no relacionó el espacio y el tiempo con Dio~.
31. ¡bid., 494, nota 47 a la Crítica de la razón pllra, A 26.
ni de una ni de otra manera, viendo en eifos"ñ:idü7nás 9ue formas
32. Al respecto son fundamentales las explicaciones del capítulo sobre

I 'S!e1ljií¡¡jíclQiiJi!..Q¡¡íi;d~1 ser hlJ!]lill\ll.)!.Junda~ues¡;:;


i"!.i.,:i_d~d,.Por un lado, pues, Kant se manifestaba de acuerdo con
Clarke -yen desacuerdo con Leibniz- cuando éste argumentaba
~~: Kant de la obra de K. H. Manzke, Ewigkeit und Zeitlichkeit. Aspekte ¡iir eine
the%gische Deutllng der Zeit (1992), 55-160, en especial, 127-153,
33. Plotino, Enéadas UI, 7, 9 (versión cast.: Enéadas, trad. de 1. Igal,
Editorial Gredos, Madrid 1985); al respecto ef. W. Beierwaltes, P!otin liber
que el espacio es, como magnitud inflnita, e~,p'~~_~upue,,:!~,p_~r,~!()-
ElVigkeit J/1u/ Zeit (1967, 31981), 123 Y 235.
"da determinación deespad()s~r(;iales, figuras espaCiales y ob-
jetos, aij¡iiiú¡,;'(!e 'sus'm"li¡üas relaciones. En palabras de Kant: el
!~
34. "'para el alma l.:omo rn~ii<j9.~.mre ~lwili.!2!!.yel tiempo en Plotino,
eL Elléudas m, 7, 13,49-53, donde se ve con claridad que la teSiS plo1lntll:na de
espacio es «una magnitud dada infinita» (B 39s). Por otro, vien- la dependencia del tiempo con respecto al alma alude al Alma e.latónica dd
do en el espacio una forma dé'iñfliíC'ion"propia de la subjetividad mundo y no a las almas ill_Jividu~les humanas, Para la idea de etermóa'(rcomo
'«pleñITiiaiñáivlsa~"'déG't¿'i;ifd.~d.de~ la'\iida;'"cf. Enéadas m, 7, 3, 17,19 (W.
8eicrwulles, Plotin iiber Ewigkeit JIIu! Zeir, 99 y 166s, así como 1725).
30. Pura más detalles, ¡bid., 495.

215
214

-------
- -

. Pero la interpretación antropocéntrica de espacio y liempo
o: el yo tiene conciencia de sí mismo en su misma actividad (B fue causa, además, de una dificultad interna para el anáfisis kan-
,K). Con todo, ¿hasta,q~~ P~.~to~~,g£~.~.(l~,si.,!tie,mp0S'~!E..oyn tiano de la conciencia experimental, ya que la intuición sensible
iIl1!U1ULWL!l.lIlcluso ..ºº1J}Q..!!!1J.QQQ1.!!fi nitp.? .La primera edición' .
s:._~:f~ahora.i '!.'p..2tente'para cUiT1plir]!!}.'!nClÓ.3LIelC..a.nt.
de~e1F
'e la Crítica hizo responsable de ello al hecho de «recorrer toda
_.~~~tr.'l>\I\rr.e. Esta funCIón era la de servir de mediadora-entre
,a multiplicidad y reunirla después», que Kant llamó «sílllesi£._
.!:,ueslras p",,-rcepciones -y juicios del entendimiento- y los objetos
'e la aprehe"!ici!'» (A 99). Sólo ahí está ya presupuesto~-
_<J.U~~~s!~ll!'!!EL~,denosotros, es decir, la de estableceru¡'''''incu-
,o-("CNñ(íT¡¡ñ1Ultíplicid~c!de una sucesión de momentos). Así, en
I..~;'; lo entre los primeios'yl'itié¡¡lidad'.61!'..:;i~t~.~el carácter subjeti- fl' ..JI"/I'
" segunda edición de la Crfticid<añi'hTiores'ponsable
l~.~~~~e~~im~~~~i'ón pr_'?E.u.:tiv~~~J~!;.~,~ls.1
a la «fa-
reuJ?i9!1...4"i.... • ¡:) ,VD del esp~£.~"-Y9:.IS\~~\,;!,;~,
\'. ,1 ':.
..:~..:~;~~:~,xa~~ S~B¡siJjTe-décldjrs¡
ruenas formas de la mtUlclón son tambIén formas de10 iiItuido'".
,na su~~s~~n de,?o!!'!_m.9~ge laJ)ropta aC~Y!.ª!1.QJB152s)35. j' ~ t., ~. ~__"""""-_"'~":''''''''''''
... '''.~';U.',•••
"., ."c .. ",.,,-. , .•. ,-"' .• ".

De este modo, el y,!.p.~~~1\.QQli¡iJli::éI1Jjgª[!ll!"enla metafísi-


a <!e.Al~~ander.Giíiffieb:Baumgªrteqocupaba <<1aintüici'óiícrea-
b) El carácter subjetiva de lasjunciones del entendimiento)' el
lora de Dios»". Para que pudiera substiluir'ái ¡)ioseterno en el
problema de su validez o~;etiva
'lImplimieiÜo de esa función, había que concebir al yo como
,temporal, pues éste tenía que constituir el ticrnpo por medio de
En sus tratados lógicos, Aristóteles había distinguido varios ti-
.1I auto~fección31. En tal caso, era preciso y~r en el yo el origiiii:
pos de juicios. Partiendo de esa división, la «Analítica trans~~~-
le.I.\Q¡jg.JIílíplt<i.dclJjmllliLiy.:aer~paQQ)", «El sujeto, que sin" aem1l1»de-Kant trata de identificar las diferentes combinaciones
:mbargo nunca se tiene a sí mismo como un todo infinito, tiene
.9_~~-aEIiC~m.9.f~~:IllCJ.L(enlas'propasicioñ,;sY:-S-üñlascaiegü: "
¡lIes ~ue ser, según Kant, quien gai:antice la unidad del tiempo.
rías, que Kant dividió a la manera tradicional en cuatro grupos:
,'ara el ,~ifu:a.n.egat:.la..¡;¡Qilllilld¡¡d.JJ!:;¡ueJa..unidJ!d. del
E~.':!!~?~~'
",u~d, r~ y modalidad (B 106).J?~~L.a. ~onti- !
~- ---:---'..
.- .... .•.....• -
iempo se funde e!!lo const~.DLe_¡(e4u~u:midad de Dios,,"."p,,[O
...-..- ..••..• _. - "~""""""-'",,,,,
:1 precIO que hubo que pagar fue alto. Consiste en la «idea~ en sí
nuacJÓn, tras senalar que los juicios son siem re el resultadó de I

nisma contradictoria, de una finitud que se pone absolutamente


un enlace entre un-suje@] un re , mtemretarlaseñsuéon: I
Jun.!o en término~2e la d$'".@,~,ci?%,En;;síe'~éñt¡(/o;'erg¡:üpéide \
1 -sí m,isma. ~e modo, ..:~.~?.!?9_ Y9 ,que !i.ert_~.conciencia de las categorías de la relacion (substancia-accidente, causa-efecto y
,u. f~nU~-ºJ~mPQri\t.~I'_p.91J~Jll'!I¡,-flEUkmpD cómo ,,1 garante acción reciproca entre agente y paciente) se destaca nuevamente
le la u111dadde este últlmo>l.".AI convertir la subjetividad huma-
del resto de categorías en virtud de que en ellas dicha función de
"a'e'n üná realidad"aliionürria"y hacer de ella el fundamento de la enlace se vuelve ex lícita. ._-'~-~.~~~,--_ ..,""._'--".
conciencia experimental, Kant, quien por otra parte tanto se ha- --_._-_ _-_.P-_ .
~3!..,~"-!!!~ión
era también el criterio con arreglo al que Leibniz
hía preocupado de recalcar la distancia que separa a la razón hu-
habla mterpretado las categorías aristotélicas -aunque con la ex-
mana de la absoluta autosuficiencia divina, estaba provocando
'1~,,-~L.YQJllJmang.2_c:.uparade hech.Q;:Uug;u: hastil ..eutQOCI'Sre-
cepción de la substancia-". Sin embargo, Ear\! él las relaciones
sólo tien~pJ[g,~r en el pen~a!l1i~nto, es decir, no Sóó- propiéaaOéS
¡JI" :
,ervado a D)Q2. ,-- . _.'"
de las cosas mIsmas. Ahora bten, este pensamiento es en todo .•
momento para Leibniz el peñsamiento divino, ya que es en él '
35. Cf. esp. B 154s.
3ó. Documentos en F. Delekat, lmJ1ltl/lllel Kant (1962), 94. De la misma donde se funda el orden de las cosas, orden que cada una de las
tlpinión es K. H. Manzke, E\vigkeit lllld Zeitlichkeit, 15I. mónadas creadas representa de idéntica manera. El entendimien- "
37. K. H. Manzke, Ewigkeitund ZeitÍichkeit, 150.153. to divino contiene pues, según Leibniz <<lasvereádes eteinaS»
'". ',.' ... ' .•...- ., .'- '. ....• .'..~~.-- .•..
~.- .•." ••_~."••,.., "!_': .'..•,."...."
.•~~,..,":;..,,-•.'_._,..' ~.' '
38. Ibid .• 153.
3.9. lbid., 160. La base de este autoponerse (SelbsnetwlIg) es la idea «de:! 40. Al respCClo, er.
F. Delekat, ImnU/Illlel Kant (l962), 62ss.
yo tiJo y permanente)) (A 123), en el que Manzke tiene razón en ver un eco de 41. Paru más detalles, cf. G. Martin, Leibniz. Logik l/lid Metaphysik (1960)
I~Iidea plotiniana y agustiniana de la eternidad como presupuesto y origen del 59-62. '
!lempo.

217
216
cuyas formas percibe en las relaciones mutuas entre las móna-
Pese al carácter discursivo e inconcluso de nuestra experiencia.
lq c9!lciencia-posee..unJl..llnidad en la que se fundan la unidad del
das''. En cambio, Kant no veía en los elementos del conocimien- uso del entendimiento y d~.tO>\aexperiencia. Esa unidad descan-
to puro del entendlmlento m~~Jlli~~ña¿íÓi¡ca delil'veroíim" sa en la conciencia del~y-º.pieri]o», es decir, en la autoconclendrr;'
i,íiI~ñ:Sl£illi-ej!ji.\!i¡¡¡~.n:9-(B87).
«Los' ele;;;;llia,iéi:¡í;¡¡ls aeternae- 'liCéüillliCom¡;ana según Kant todas nuestras representaciones, y
de la creación divina se transforman de este modo en un organon, a la que este último dio en la Crítica .el nombre de «a£erce!!..c~ó.n 11 (
es decir, en el sistema de los princip.l2U!!etódicos de la ciencia transcendelltal» (A 107, B l39ss), dlstmta de la autoconClenCla--- IV
humana~)43. Con esta última opinión, que deoeiñOsaUñ teorog'" 'empírica, determinada temporalmente". Esta fundamentación de
ü,mü F. Delekat, coincide el juicio del filósofo Gottfried Martin, la unidad de la conciencia experimental en la unidad del «yo pien-
para quien la diferencia entre Kant y Leibniz consiste en «que el so» es un ejemplo más de la transferencia de ideas propias de la
segundo entendía las verdades geométricas como pensamientos teología metafísica al ser del hombre. La unitas transcendentalis
de Dios, mientras que Kant no veía en ellas más que pensamien- Dei de Baumga!:ten, !?;tj¡£"de.!.!!.i!!t~ici~i;qüeI5i~üí~eAe.s.fmis-
tos humanos. ES~_Y.!1~~!a de campana a la hora de proporcionar! mo, se convi~iteahQ[¡U~JlJaapercep'~i9ntr~n~,-e~d,,_ntal del ser
. una justificacíon-y fugdáñJ~jilQjJa've¡;d¡¡d:'q~.~:.g;;!~lillÍlé1lü~
. convierten en antfop9lógiC~s, .s~J'Íaloq~_e..Y~r<lader~~)1te.distin-
guiría a K'.lntd~__
~~!bniz»44. .'.', .
¡¡
11'

I
humauo, «Qc:l}E.'!!1d9,,!,,í
l~. facultad imagit~ativ.~¡j",ll10l!Jbre ellu-
gar hasta entonces reservado' a-lii iñTtilCl6n creadora, en virtud de

-' Nó óbstante, Kanisiguió aferrándose al mismo tiempo a la la c~~nJ¿~~:ttJ!f~~t~~íia~~~1~{Z~~::~ant bu~có dar 1,


idea de un intelecto divino que a diferencia del nuestro, el cual respuesta a la pregunta por la validéZ' óbjetiva'de las estructuras :'
procede discursivámente, es decir, tiene que «recorrer» cada una subjetivas de nuestro aparato cognoscitivo, es decir, responder a
de las determinaciones del tiempo para poder enlazarlas, capta de la pregunta de si nuestro conocimiento aprehende verdadera-
una manera intuitiva el orden del universo como una unidad en la mente'liirealíilao. 'toda '¡¡1irñlac¡6ii~iis¡;lrila-¡enetválidezobje-
que' cada una de sus partes se manifiesta dependiente del conjun- tiva, pero 'no roda afirmación es correcta, por lo que debemos
t045, Kant ya no podía.ªtribn;r realjdad objetivo ala jde~il1- poder «distinguir la mera unidad sub'etiva de le . s re resen-
t!tl¡¡£Q£ig!!!".r.i!!S (o intellectus archetypus) semejante, pero éste, t~,_LQ!!~~g~.su::üñraadQ.:i~i~a,,48. Llegados a este punto, Kant'
consideró que la validez objetiva de las combinaciones que el
P~!_~.~,~-ªcter
9iam~lm~n.uesto a D11estroS prop¡OSproc~~
entendimiento realiza por medio de las categorías está garanti-
sos cognoscitiv~!, servía para poner mejor de relieve la natura-
zada por el hecho de que la facultad. de la imaginación refiere
leza éspecffiCamente"dlscurs,va de nuestro entendlmlemer;" el
los conceptos del entendimiento a las formas de la intuición, en_,_.
cuaJ;Por-iener sOlo un conocimleÍlfo sucesIvo de [aspartes;-núh'
~s cuales se nos dan o[)je1QS1fanrredio de intmclOnes49. Como
:.'0!.~u~:er una percepción,.!Ell!! del orden deLuniYffso:_,
, esta última circüñStancla esta, détodos modos, en evidente con- 46. Para esta diferencia. ef. D. Henrich. ldemitiit IInd Objektivitiit. Eine
. :ltr.a.:J.i~!..~,::on nuestras intuiciones d:-.espaci'?1 tieñijio-;-tos-eu.-- Unter.\'llcJltlllg über Kallls transzendentale (1976), 89s5,
Deduktion
, '~Ies senos ¡j~lr.T~un Kant, corrunm'lolJP"Ji!fj¡llto let. supra), 0-10 47. F. Delelcat, !mmanllei Kant, 94, ef. 98 y 99, en referencia a los ~~ 863-889
j (i"u¿~es"Io'iriiS'mo:C~ómoiñiüíCT~S:~iferen~ractercar'ácter
dis- de la Metafísica de Baumgartner. Cf. 1. Kant, Crítica de la razón pura, B 1535.
, cursivo de los conceptos de n'líéSlro en!eñiliíñi'el\f(j:""- •..•~...__., ,. 48. D. Henrich, ldentitiil und Objektivitlit. 25. En Kant B 142.
. ', ._._ ,_ •..~.••..•
',... '-.,e'<:..••••~,~-" •..••.•.••
,-~'-. .••""....,,~..,....••..••.•.•
-- .•• '". 49. Este es el objeto del capítulo sobre «el esquematismo de los conceptos
1"
J,?nros.del.entepq~rt:Liel,1to»en Crítica de lañil6ñ'púi-a. B 'í 76 ....187".-Para la fa-
42. ¡bid., \ 25ss. cultad de la imaginación, cf. B 179s. Para Kant. el esquema de 1Mmagnitud es el
43. F. Delekat; lmmanuel Kant, 76. nA.~!.? (B 182), el esquema de la s~~a .(<la~rsevera[!cia de IQ.real~' .....
44. G. Martín, Leibniz.. Logik lInd Metaphysjk, 129. Manin «abriga muchas el tiempo» (B 183) Y el de la causalidad la «sucesión de lo diverso, en la medida
dudas») al respecto de la fundamentación leibniziana de la verdad siguiendo la ~fí'qü¿~tb.lsucesi.9~ se hallasom'étida a una regla» (B-í8:3Y'EsiOSésciúeiñasilé"
tradición agustiniana. los conceptos puros del'entendimiento' son "«13.s'verdad!:.[ª:i.1J.ínl~ª~.£2~!~io~es
45. 1. Kant, Kritik der Urteilskrajt (1790), 3435. (versión cast.: Crítica del que hacen que tales conceptos se refieran a_2£.i5:!9~~m185). .
juicio, trad. de M. G. Morente. Espasa Cal pe, Madrid ~1990). --_._-_ .. ' , ' .._,_......-
,

219
218
los conceptos del entendimiento sólo se refieren a objetos en la e) La conversión de la metafísü;a especial en ideas de In razón
medida en quese refierenai~iuiéi9nes, Ka~¡'p~dóafl'rñiar-q¡¡e
las categorías ~<no tienen otro. uso posible que el empírico»S(}.
, Para Kant el entendimiento elabora los datos de los sentidos
enlazándolos 'con arreglo a unas formas básicas de combinación~,
Ésta es la base de su áíticáá;J¡is'diidfiriasr¡ji:!aJW.cal>tradicio- , '
nales sobre los objeios-süprusenslií)esy, -por tanto,@reDios. es decir, mediante las categorías, -ijiie-ru"go fotllIula"e1li'~
Pese a ello; todávíiCésposible preguntarse si la conexión de las ciones Quicios). A la 5¡¡s-nre-esa activídiicl'-e1eenlate'se halla la
categorías d¡;reii1eñdlillíerit(icon"Ias :tQrmaIAtlrtrilmciórrtlel -míÍCÍáó del «yo piensü». Pero su verdadera correspondencia se en: ,
espacio y del tiempo garantizanreallIl~!!!~)Jl .•Qbj~tividad de cuentra en la unidad de la conciencia eXRemñéñ1á1en cuamo tal y, .
nuestro conocimiento, toda vez que, para Kant, ambas forman
parte tanto de nuestra subjetividad como de las funciones del
entendimiento.
~~¡£1~í~r:~~~2~r~~PJltf~~~~~
;
Kánt, de esiii"íñíSióñ'yafio"se'ócüpá el entendimiento, sino 'la ra' '
Una vez que la tradición filosófica dejó de ver en el cognos- zón. Dicha tarea consiste en concreto en encontrar la «totalidad»
cente un sujeto meramente receptivo o pasivo -como en las teo- de las condiciones de un condicionado dado, totalidad que una,
rías clásicas del conocimientO- y pasó a ver en él un sujeto acti- ;1. vez más es ella misma incondicionada (B 379). Dicha unión sé .
vo, surgió la necesidad de plantearse la preg~nta por la validez expresa en el encadenamiento de los juicios en el silogismO:-razón'
objetiva de nuestro conocimiento'. La respuesta, una vez más, tu- por la cual latotiiidact de dicha combrnací6ñ sóiD puederepre-
vo un carácter teológico, como ya pusimos de relieve páginas sentarse mediante cadenas de silogismos que, de acuerdo con l~
atrás (cf. cap. 3) cuando afirmábamos que la filosofía medieval lógica de Aristóteles, se apoyan en última instancia en primeros
dio un paso decisivo para poder representarse la acción producti- principios. En el.!TI9.Q~~ristotélico de ciencia, dichos prindpioj
va del sujeto en el acto del conocimiento.!Q£.~iza!ld.2.£1 ..!,_nt.~ndi- sónlCi1:ñcOildicionado. En este-¡'éíiíidó: Ja ratón 'éS"gegrt«l(:anti<<1a 1.-
miento agente aristotélico en el alma. Sin embargo, el carácter racültáct,Íe-¡ii"iiñfciá¡¡ de las reglas del entendimiento bajo princi~ ir.
produCtivo -de la intervención -(jer';spiritu en~1 procesó e1e1cOno- pios";á ¡-iñ'de';<Oarüiíidiiil a priori, mediante coíí~1'-fo.s;_~al.?sell~ U .
cimiento obligó a plantearse la pregunta de si semejariiéinterven- versos conocimieñios'->oelehtendimlento-(B' 35\»). 1;," .
ción podría desvirtuar los becbos que se tratabade"c6nocer. Desde --L()sCOrieeptos'quéla raz6j¡-¡ié¡;e-ae"iéi"incondicionado son,
Nicolás de Cusa, la respuesta a esa pregunta fue que la'producti- desde lueg-o;-,<iIDs01ut6S;; '{B'3S0ss);"per()ésiáiirefeiictüs al uso del
vidad del pensamiento human.o es._ynfj"l r.e.t1ejQ..~la pro- entendim-iento;~ctlyosjuicio.ftQée reunir en una síntesis uniforme. i"
ductividad creadora de Dios. en la génesis. de_suscriuturas.-Kañt !Al igual que el entendiíííTe;';to en '''--- - ....iaSJiñiu:eSione.s ddoJ ..~e!l-. ,~,
.,'
rechazó esta solución", sustituyéndola por la ?e.ducción._\fllns~
,'cendental de los conceptos¡l<,le!]lendimiento.y poüL!wcho,El
.í tidos «<la divers! a e a mtuición»), Ips.conceptos del~n!~_n.Qj:
. , mlentrnirven al fin de establecer un vínculo entre lOs:fu!Eios del
,[í teorúigarantizado por- su relación con la sensibilidad, .de.gu!,.és~" ';i"Entend!ml,nto eB
362r'«P"fo;éiñéJiiñteprjj¡-clp!ó,ñnmpoñeuñ~
" tos «se refieren a objetos» (B 185). Considerando, sin embargo,
ley -a-loS'ó6f"Ri;;, ni contiene el fundamento de posibilidad de co-,
que la forma univeisal'de)alntuición sensible (espacio y tiempo)
. nocerlos y determinarlos en cuanto tales ... » (ibid.). Para Kant, lar
es, según Kárit, ellainísma súbjetiva y que, aunque la unidad de
la apercepción puede garantizar la completa síntesis y coherencia : !!aEi..~!9~ct.e..E..!!!~_~I'1~.J'.':'.f!.~E~ de m~:~~211~~9iat~,co,?o 1<. ( ....,
de los contenidos de la conciencia, nunca garantiza su con~or- :.'~.lade.l_e.
nten.....c!..in~e_n~~_.~}~s.
_.':.~~.:..~:..
d..:...d~'~'.:~15le
..l~_t~_::..~~,s~~_~_SpOl() ,
dancia con una realidad exterior a la COñCi~esuIta mu)i"di- : la los j~icio~qrl"ntend!mlento y a 'su PO.~I:~e~e~mumaglOl}. or
fícifacepfar"¡¡úelá''Viilíáe"Z''iíb'jeiivii-de'riüesiros actos su bjeti vos ¡¡"eso, 'i9.~.~9f!~.ep.t.~~~?:)~~jAti._ñó~Ét~E9E~2_~_~~"E..~.[.~.~~
co~~.~i-~
miento de objetos -punto de vista que Kant calIfico mas men oe, ..
de conocimiento pueda justificarse de esta manera.
«dus!óiilñínmdental» vinculada con la actividad de la razón-,
50. 1. Kant, Crítica de [a razón pura, B 185. sino que slrven ú_nic,~~p.!~
a la sínEesi~~ uso del t?E~~~9~~~~n~~
51. Cf. F. DeJekat, lmmanuel Kant, 81s. to, síntesis que la razón nunca so_nd':1~:_~u.l1
punto ~n!,!:_Los con-o
_.'.-' ---".> ... ", ' "'~...
220 221
t.:emos de la razón no son, p~les_,pril~~ip.io.~.£011~tjt~Jti.YQs52
del s~ manitiesta intinitamente divisible; 3, mientras que la tradición
sino reglas para la sínlesis, continuación y ampliación del conoci- metafísica atribuye libertad al hombre, el punto de vista domi-
.miento expe~'imental, es' decir, «priii9Ri:Q,~j¿iü!.ln.99r~s.» (cf. B nante en la ciencia natural es el de una co.mpleta necesidad cau-
537), Como tales; Kant lIaJ1]Q[amGién a los conceRtº~J.!da,r¡w\n sQl; 4. mientras que la metafísica teísta hace remontarse la cade.
«ideas», siguiendo el u;;O-qu~'-dicha.,páJáhl:üteñía"en.P1atóll,,(B ! na de causas naturales a una última causa inca usada. la ciencia
369,,), aunque de hecho en un sentido por completo opuesto al natural ya notiene necesjda<1 de admitir su existencia.
que las ideas tenían en el platonismo, es decir, como opuestas a los -'A¡íartéde ocuparse de la cuestión de Dios en la cuarta de es.
objetos reales. Mientras que para Platón la idea era el ser verdade- tas antinomias, dentro del marco de la discusión del concepto de
ro, Kant atirma que «el todo absoluto de todos los fenómenos es mundo (B 480s), Kant le prestó una especial atención en un pa-
una simple idea» (B 384), eséleCir,nó-es iJiióbjeto rea¡'(éTB-:í93\ saje posterior bajo el nombre de <<idealtranscendental» (B 595s),
~. K'ant distinguió a continuaciÓó várias-f6rm~as-d~1asíntesis de , '
En este caso, de forma similar al ií'iíiei'íeir: en'erque el concepto
la experiencia bajo ideas o principios de la razón, I::9rlI!.almente, rector es el del ser (en sí) necesario como fundamento de la exis-
Kant se inspi¡:Qaquíen la~.tres ¡;la~~~,pº~ibl,_s,qnazonaml~: tencia contingente de los entes mundanos (B 633s), la discusión
silogís\icos (categóricos, hipotéticos y disyuntivos: B 361, cf. B gira en torno a la prueba cosmológica de la existencia de Dios.
378), Atendiendo al contenido, procedió a distin.guir la cuestión En la cuarta ariiiiiómia,Tá--discúsiÓii ;,raofra)' l¡(¡ir~~\lritáJ;r~si
de la unidad absoluta del sujeto pensante tanto de la unidad aó: cle~!!l.~epta~se la~~~~~?5i~de ~!!~!!!"cesario !l~E~~ata y ~o-
solula de la serie'de!a's condicíoiies del fenómeno (mundo) como ne términa..a la.s~ri~,@.l()s fenómenos «en el mundo» (B 482), a
de «la unidad absoluta de la condición de todos los objetos del íü que Kant daba una r~s¡;ües¡-a negaÜva,reCiiázaiid'o'la afirma-
pensamiento en general» (B 391) en la idea de Dios, Ka,fIlI,esu- ción de la existencia de un ser semejante, En cambio, en este nue-
mía en esta triple división los objetos de la rn."afilli'.lllJiR!<.£!al: vo pasaj",!<.aI,lt ~Qnclut"_'J!I~.i!ung':'.,:la h¡l?-~íesrs~~qiJe la exis-
alma, mundo y Dios": EsiosúliímosdéjáJián así de ser conceb¡: tenc i'!.~Q.nti!lge.!'t~ de 12£~\'1~t."~2.!.!1' ,uno.?J...<@.\~iJ!i~o.:~or:'o
dos cóm'oobjetOsdéf conocimiento racional, para convertirse na- un todo ti"ne gEig,e!!.!!.q!E~'!.d.'!!/ie~.~Jl.~~r_q~~~;"i~!e.l'0r SI mIS'
da más que en.!s!e_as,t:ell~~~gor~,~de)a sf,!~esi~ _de.1a.~x\,:.ri-=-~:ia, mo (y es en dicho sentido «necesario») no puede ser demostrada
Kant bus¡;ªba solucionar de esta .f9rma elconflicto entre el coiio~' teóricamente, sí podría corresponderiinierpfe1andiifo'meaiante fa
'cimi~ntº,de la ;~,~li~~c!Pf211.i.qA,.l!lci~~cia natural de--su tiempo idea de la suma perfección y quintaesencia de toda realidad), co-
y el repmorióde cuestiones,lransJ1]itig() pgr li! m"t!lffsj£~tal', mo ideal inobjetable @_669) a u!,Q~~!Cl_g~~Q.u~i"L'!.gue admitir
Esta'última circunstancia puede apreciarse de forma especial: ' por otros motivos (de ordenpfáctico). --.--''
mente clara en las antinomias de la razón pura, que Kant acom- '-Aíñoooae conclusión, se ha de decir que la crítica kantiana
pañó, a modo de introducción, de una discusión pormenorizada de la razón debe ent~':~2.<!£~~~,E~~ctOs-co;o-iadíso. l.
,del concepto de mundo: l. Mientras que la metafísica teísta con- ~.r.!m!l~,Ül~~~m~lli£!1 de funda~~steístas • '".1
cibe el mundo como una creación de Dios y, por tanto, como fi- propi~~J.a..Il11:ilJagió~!.!a g,,~IiP9ó~!~~océntnéá-¡¡¡'-¡a,1 "
'nito, la ciencia natural clásica de la Edad Moderna se ocupa de él C(~!'9".J}.9A"J'J).!'!i'll,,!\~!.Con todo, la independencT:1Y--áiffóiiomía:
como una realidad infinita tanto en el tiempo como en el espacio; ael mundo espacio-temporal de experiencia y el constreñimiento
2. mientras que el mundo de la metafísica tradicional consta de de la razón dentro de sus límites, en la Crítica pueden entenderse
elementos últimos, la realidad que investiga la ciencia natural se como la continuación de los esfuerzos de Kant, presentes ya en
,
'1 sus primeros escritos, por vin¡;lllar.elmuru:ln de.fQf!!1_~~ de I~JI!e-
.c;o. '.';
52. ¡hid., 160, muestra que esta decisión kantiana afecta únicamente al co-
~~;.
;j !ªfi!i.i£.a.li'll.miz.i.a1!'L£9.!!.!a_l11a!~E!!.y'c().mprenderlo
en la teoría de
nocimiento teórico; en el ámbito práctico Kant no tiene Jiticulruu en reconocer
'; !;l,g~Qe~Ls,,l~¡ínkluielJ¡¡¡iY!;rso como el producto-de la' atitoor-
la existencia de principios constitutivos.
53, ¡bid" 162, 1 "gmQfi!\n d,,{s~, Con este fin, Kant bliscó ya enJ763-estable-
54, lbid" 165" cf. 186,. cer un vínculo entre la razón y sus potencialidades y el presu- 1

222 223
puesto de Jo ql!e~xiste de m~nenue¡!!.J.a Crilica de 1781 pre- ticamente») necesaria, pero sólQ£n el sentidode un postulado, es
tendía, además,e.ntender lá_elaboración PQf.!a.raz6n¡le lo dado a decir, ~!!!¡lJlera de una hipótesis que, aun cuando no pueda ser
los sentidos sin recurrjr a la existencia de Dios. Al realizar una demostrada teóricamente, debe adoptarse como premisa so pena
parada intermedia en la fundamentación de la concieIlCi!l.~lTlpíri- de perder de vista un dato esencial en nuestra comprensión del ser.
ca en las formas trascendentales de conocimiento de la razón, es- humano. El convencimiento de Kant con respecto a la importancia
te intento condujo a la transformación de la metafísica teísta de la religión para la moral obedecía en gran medida al inl1ujo
en las tesis antropocéntricas de la Crítica de la /"(/zónpura. La
ejercido ~pO! las ideas ~e J':.a~!.~.s~~~.:'!!!!, quieñ- en'sú;"
, .idea de Dios deja de ser deterllÚnante para la conciencia hum'ana ñoveJa De Inlciacíí5ñ,""1!"ñülio;líabíamostrado que si Dios no exis-
en sus relaciones consigo misma y con el mundo, is;co~~;erte en tiel::~ólo los act~s del malv~~~E2¡jrí~.J1.S$,.£~!ifiS~9?~.:~c.i:O:
; un mero concepto-límite de la razón teólica. Eso no significa que .--.fiíi1és.-Adiferencla de este ultImo, el hombre bueno se conauce
Kant buscara apartar o expulsar a Dios de la comprensión que el poi 'completo irracionalmente, porque en un mundo como éste el
hombre tiene del mundo y de su propia realidad. Como él mismo virtuoso no puede esperar obtener recompensa alguna, habiendo'
dice en el prólogo a la segunda edición de la Crítica de la razón de someterse a todo tipo de sacrificios. El bien ético' no conduce,'
pltra, ~~_<,.0~s~~_~:t:
~~~D,
~~lá~. ~~~~pr¡~l}r.,~l
~qf!r;LI?~!:-ª.~~~~~itiQll p.ues, al hombre a ~ielici.£le9 e,q!-,~e~¡Jil'ePor!!.~~,!!"aleza,a menos'
JaJe» (B XXX), a saber, ~na fe justificada moralmente. Una vez qu, lEYa una £Qlll¡J,!J~m;i<Í.nenel más "1liÍ @£ ~<Ílou~-Píós'ptie-
más;{u.e.su.£Q!!!l!IeDsj6n JeDios laque motivÓ dichaas.Eiración. de gªf!illtgª!;.
La idea kantiana de Dio's-exigía .qUe éJiñündo(e¡"¿ü'ill ¡Iebe ser -- Ka11l.intentó..apoyarlasickª, !k Rº\!~~!e.ªll.~.!J.uQ_razonamien-
descrito en términos puramente mecánicos) y l.a 1~'l-~Ó!1se-inde- to más rigurosa. Para él, la conciencia ética se fundaeii"li:Cori- f "-
pendizaran de Dios, a fin de preservar la distancia debida éiú're el ciencia del; ley moral, la~[;;;¡';;ienedada con la ¡;aZon'ji'no
creador y la criatura. SóloJ2,EClI1tingente de su exisiéndo pon'e de consiste en otra cosa que en la exigencia raciollal de universali-'
manifiesto al hombre que tamoJ'iriTIú"udO'como' supi;üpioser ca- .cJad e incQndjf¡2.!1!!!id~~ En lo 'q'üe-respéctaa Í[¡--;¡~iversalídllif,; '\
recen de autonomía e independencia, remitiéndole así a la cues- los principios por los que guiamos nuestro comportamiento sa-'
tión de Dios. Pero en Kantla respuesta a esta pregunta sólo pue- tisfarán las exigencias de la razón siempre y cuando sea posible
de proporcionarla la filosofía moral. . ....- ..-.... su generalización -es decir, su elevación a la categoría de una
máxima de validez general en lugar de particular-o Kant bautizó' .(
esa apücaclÓn de las exigencias de la razón a los principios del i¡.
3. La ética y la filosofía de la religión kantianas" comportamiento comQ«imperati>ia"éaíiiórfcü;;: Dicho'¡inp¡'-riitiC:-. :,
VOéS--é¡¡fegóriCo'p"6iopoSíCiOií" a aque1fos imperativos que sólo
. En sus escritos de filosofía moral, Kant explica cómo ~ólo la tienen una validez hipotética,-es decir, dependen de la elección de ¡
"~.ip,ót~si~q,---!'\.existenciaQe.ºlº-s_g~ranliza la determinació-;{ "ti:. un fin. Kant propuso varias formulaciones del imperativo categó'"
.-.ca del ser hUlT!'\no,.Por ello, dicha hipótesis es m~;;;¡mente (;p¡ác~ rica de la ulllversabilidad de las máximas referid~s.'á-acciónes:-SÍJ •
c'i,,-¡¡;¡erd6 ley de la razÓn re~uita ¡iart¡ctiia;',;';e~¡;;-é¡;ídeiife'en la;
55. En este npartado se cita Grund/egung zur Metaphysik der Sil/en fórmula que propone en 18 Fundamentación de la metafísica de ~
(f.lf!l!£qll~~!ltQq!º1J.t!g..l(1.metafísica.M.J{J'¡ClMlunlbre~.l785) según la edición acadé- las costumbres: «Obra de tal modo que puedas siempre querer - .
de la mel.ajTsica de "I~'
mIca de las obms de Kant (AA IV, [1903J. 385-463) (versión cast.: Fundamen/ación
costumbres, trau. de A. Cortina y J. Conill, Tecnos, Madrid
1989), mIentras que Kritik der praktischen Vemwift (1788) (versión casI.: CrÍfica de
que la máxima de t[¡acción sea'liñci-leiümversal»'-(420sTta~exi-
¡¡eriCi¡¡'oeunivérs'illioad; comó'laíiicohdiciohiflldad a ella unida;
la ~a~óll.práctica, frud. de M. G. Morente, Sígue!!1.~, _Salamanca 4/998) y Die (lo categórico), son..l!!!!.~ifestacjóni!l'!!e-ª!.ª!~j-,,-l!E~n. La re-'
ReltglOllllllIerlwlb der Grenzen der b/ossen Vemililft (1793) (vefsióll cast. LtI reli- ferencia a ellas del contenido de la exigencia proporciOna a la
gión dentro de los límites de la mera razóII, trad. de F. Martínez Marzoa,' Alianza )~E!9!:!!L~ará~"r_f."r.:naI. Pero del ie1p;rjJtixp ~at,,¡¡órico re-
Ediloriul, Madrid JI 986) son citadas según la edi(.;ión original.
sulta la tarea de penefraren'los contemdos matenales de la ac-
,~,"_'::~. ,.•... -.: -~".~

224
225
I
ción humana, ~etinirlos con precisión )'.caliticarlos bien positi- no de ella y, sin embargo, no participar de ella, es cosa que no
vamente -cuando se muesti'eii-dé-acuerdo con la ley- bien nega- puede coexistir con el perfecto querer de un s'>l racional que al
tivamente -cuando se muestren en desacuerdo con ella-. Por otro mismo tiempo tuviese toda ,potestad ....» (199 R~)En tu l'eli~iólI
lado, también se hace necesario c~,:dicjon."-r a Indignidad moral del/t!''' ,'I!!lr¿¡-)ímite,: de la meJ'll I'(lzón (1793), Kant atirma sobre
es tu cllestión: a causa~-;aeiadTs'pos¡ciÓn natural del hombre a te-
la aspiracl.ó.n~.la relkida~.p'r().El~s!(l([¡,,:tl,lr~!e~"-.~¡¡ñillHU. De
ner que pensar otro tin para sus acciones además de la ley» (XII
aqtií obtuvo Kant eLc().n.~,p~ fin.al d.~l.",b\ensupr~,mo~ que es
pr",iWasP!fi\Le.!Le.lJl\\lU40. Para asegurar que dicho bIen S'ü¡ire- nota), 1~ i~~ ..del b~~!!.E~~T? s~.~Q!lE!!!.l'-"~~_~,"-?J.uncióncon
, mo fuerq realizable se.hiza.eiiIáenfe-lllnéeesicj¡igJ!fíiostular la una tellcldad conforlIl.e_~J!1._c1!g!!!dadl)!2ral. ASlmlsmo',-«como
nr capacielad humana no alcanza a hacer efectiva la felicidad en
existencia de Dios, pues sólo un ser moral que a la vez fuera due-
ño del curso de los acontecimientos podría garantizar la coinci-
armonía con la dignidad de ser feliz», es .necesario «aceptar un
ser nlora.1Lodopoderoso como señor del universo'»(XIIi nota).
dencia de la eXigencia moralcon el curso del mundo natural-de
Sin embargo, desde la Cí'íiica de la' razón práciiea del año 1788,
tal manera que los individuos no' obtengan más feliCidad que
aquella de la que se han hecho dignos-o r.<antv~nía_!,-a.cie':9,,()_~.iE.S~é..~~~~,,--~~i0ención no era dar a
En esta cadena argumentativa, la esperanza de felicidad y, entend~~~'q~~I~_,:s~l?Jg".~?n d~ !~ e~t.';nci~:~¡g~~"~~ecesa'
na COI/lO f~llda~¡ento de toda obligatonedad en¡;eneraT». Al de"
junto con ella, la hipótesis de un Dios que garantiza que el hom-
bel' pertenece-a-quÍsóloel«cblliVo¡,ae1'i!scoñdlcíi5iiesnaturales
bre obtendrá en un futuro ni más ni menos que aquella felicidad
de nuestra existencia «para el fomento 1. la £:oducción del su-
de que se ha hecho digno por su comportamiento moral, son 0.10.-
, vadas por la ,([£!ica d~ l'!..rª,ón pura a la categoría de condición ~renl ..o..b.i.~':E::l~~~~a.1'£s~1?\!~4¡jQ,,-1Íue~Ilv.~:1e sillíñS~ I
tulada,pero que nuestra razón no pued, concebir más que liaro" i
de la racionalidad';!;;) o1)rarrogra1: ';'Q,!Qs-y.la vida f!!iij!:.ªcoiisi¡~'
tuyen dos supuestos que,.según los pringipios de la,razón pura,
elJupúest~'d¡;"'~üúi
~ü'!':re~¡¡:i~¡~I~~iiú~aüñ"éüiiñáb,¡¡"áCe"pf¡F
clan de su eXlstenclii no va mas allá de una hipótesis para la ra-
I
son inseparables de la obligatoriedad que esa misma razón nos
zón teórica (226s). En el mismo sentido se pronuncia el ensayo
impone». La razón se ve «obligada» a suponer un Dios ,~unta-
sobre la religión de 1793, para el cual la aceptación de la exis-
mente con la vida en ese mundo, que debemos considerar futu-
tencia de Dios como condición del bien supremo en el mundo no
ro, 0, en caso contrario, a tener las leyes morales por simples
constituye «un conocimiento asertárico», sino únicamente «una
desvaríos, ya que el necesario resultado de las mismas -resulta-
~~E?~ión_Ülip.9~g:ÚP..rg!?!f!!0tiqE.»'Esta última no propóidó:
do que la propia razón enlaza con ellas- quedaría necesariamen-
na a la razón práctica más que «unaf~.~,sertórisa libre" qye_sólo
te invalidado sin dicho supuesto» (E 839). Esto último se co-
rresponde exactamente' con aquellas ideas de Rousseau que
tiene necesl~~dA~,I~Jdfa tle. Dios -a la que acaba inevitable-
nlente por llegar todo cultivo 'rr,oral serio del bien-, pero sin pre-
habían inspirado el punto de partida del razonamiento kantiano, "o' te~2el: g"r"ntizar,a ésta r~aILclª.dobj~tiva por medio del conoci-
pero parece atentar contra la autonomía de la razón, la cual dic- ini~nt'!t!,_Ór!c;9» (230s nota). Kant có-n'dñúa'dicierido: . (,Para
ta sus normas independientemellte~eJ"Holls,~~~~llci~s _qu~ el aquello que puede proponerse como un deber a todo hombre el
obrar moral acarree para elque,actúa, ..pe hecho, la obligatorie- minimlllll de conocimiento (es posible que haya un Dios) d~be
dad de 'la ley moral podía aparecer como algo que, en realidad,
ser suficiente e~bj~5!.y~~!~~e». Kan! fue,_RUeS,deb.ilitandQpro-
depende de la esperanza del hombre en su felicidad personal.
~:,e~i~"mente el v!n£I!Io e!!~~.[Jl'!f'!!..@gignal y el postuladode
Por ello, Kant establecerá posteriormente un vínculo mucho I~.eXistencia de Diosl'am ªs( hacer frente :t iª c~it\cadeque(:oii
menos profundo" enín~mºr.álii:la.(:l'Tfeli,i¡jad.Si'eT rntiñdo natu-
ral y el ético se separaran, se dice en la c,:¡liéa de ili razón'prác' 56. ~!!~i!..!?Scontradicciones internas Je la fundamentación moral de la reli-
tica (1788), tal cosa serra incompatible con la unidad de la vo- gión en Kmlt y'. p<lra la evolución de sus atirmaciones al respecto, ef. W. Jaesch-
luntad del hombre. Los esfuerzos de la voluntad moral, en .
.2-
;' ke, Die Vermmji ;" del' Religitm. SlIuliefl wr Gnll1dlegung de,. Relig;o/lS-
efecto, serían vanos: '( ... tener necesidad de la felicidad, ser dig- phi/osophie Hegi!ls (1986), 39.9 t.

n
i 227
226
ello lesionaba la autonomía de la razóI1 -sobre la que él mismo de la (,revolución en la maQ~.nuL<:-p¡;.nsaf>'
que todo hombre tie-
tanto había insistido- en su iegislar moral. La moral «no necesi- ne qne realizar para superar su inclinación al mal partiendo del
ta, pues, ... en absoluto de la religión para sus tines, sino que, en impulso comunicado por la voz del deber que habla en cada uno
virtud de la razón pura 'práctica, se basta por completo a sí mis- de nosotros.
ma". Esta última afirmacióo corresponde al prólogo de La reli- Teniendo presentes tanto los condicionamientos que impone
gión dentro de los límites de la mera razón (IIIs). Pese a ello, de al hombre su sitoación histórica como la confusión que preside
,::la obligatoriedad de lá ley moral y la idea del bien suprema, que su comportamiento, Kant pensaba que el ser humano sólo puede
, aquí oticia de intermedio entre ambos extremos, se deduce una superar su inclinación al mal medianteTafundacTÓli'de"üñ¡l'«só-
. tilosofía de la religión, aunque sus afirmaciones sólo tienen el Ciedad'Segúñ'leyes aevii'tud»TfilJ),eñ'éü"Irtraste c'ünJa¡:eiinaiid .
carácter de sgP2~c.iQne~.lJrpplemáticas." ,. . 'soci'iifa¡;fñiaJeü"éT«reino <rel mal» (l07). Para Kant, dicha so-'
La exposición kantiana de la filosofía de la religión está con- ciedad según leyes de virtud es distinta del Estado, pues si'bien
, dicionada por el punto de vista de que la realización de la moral las leyes de este último consigueñ"ií,ediante la amenaza de san-
;Ise ve obstaculizada por el egoísn:oy la maldad humaIias.'Éstaes ciones penales que el individuo sujete su conducta aparenle a la
i Jaúnic¡¡ raióndé qúe hay¡¡neceSjdadile rdigión.Por ello, Kant legalidad, son incap.¡¡CeS de producir en s,,-interior Una,¡¡Iteración
comienza su exposicióo de la filosofía de la religión describien- substancial de s'utemperamento, en virtud de la cual éste s¿sien-
do una inclinación al mal activa en el ser humano a pesar de su ta impulsado a actuar de acuerdo sólo con máximas morales y no
disposición al bien. Dicha inclinación consiste, más concreta- por miedo al castigo. Así, pues, a diferencia de Rousseauc Kant
mente, en la tendencia a la inversión de los móviles presentes en distingue entre la Iglesia -definida como una «s,:,c.ie,c!,[lQ segdií le: . i
los hombres. Estos últimos, en efecto, están d~puestos a obrar yes 'de virtiió;,::'Yi:rEstadó; Y' caráCtúizúa instauración de'la ,'<
rnoralmente, perosól9rTli~was e!lo nOPerjudi!14e.~ysinteréses IglesiacotrrO'üiía' soCiedad'¡pór.a):coínO'lii.«instiiüi:liéióri31(ün
egoístas. Eli!11perativo moral se ve de esta manera subordinado ReiIiodéDiós'en la tierra» (127). I
al i~tefés-egoísta, en lugar de, a la iñvers~l:
é"ondYc"¡(;¡:iárse
la na-
tural aspiración a la felicidad a su coincidencia con lo prescrito
por el deber. E.sta inversión en.Jªjer."rq~iªs!e.lo~ móxjl~s con-
A ojos di: Kant, laúe1igianeslü.s!óri¡;as, incluida I~JgI~s!a
cristiona, sól,:,.sondignas de recQn.Qcimientllenlamedi!J¡U'Elgue
constituyen una soCl~ªªfSi:iJjllJeYe.sde.~irtud, concepto frente
I
I
forma para Kant el mal radical, en.sorprendente anaLogía con
san Agustín, quieo también había caracterizado la esencia del
pecado como una inversión en lajerarq~ía de los tinesil,,] obrar
al cuartoo¡¡S"TaS'demásideas religiosas ceden en importancia.
Con ello se corresponde la afirmación kantiana de que laJe Iilo- I
humano57.
ral racionales. taJl1b,~~.:,I"sl::pr~01,~
intérpr~t~.~e,l1Lfe!.':!~:tica I
I
(lS7ss). La mIsma .dea subyace a la defimclOode.!as relaclOn'es'
A pesar de la tendencia humana a invertir la jerarquía de los entre la moral y la religión, según la cual no fue la moral la fun-
móviles subordinando la voz del deber a la aspiración a la felici- dada en una religión histórica dada, sino, a la inversa, la religión
dad, el principio del bien sigue reclamando sus derechos al ser en la moral. .
humano. I:'n La religión dentro eje los límites 4e la mera razón Esta definición de la relación entre moral y religión será poco
el principio deibjin,e~¡iíp~rio~it1cado enCristo,coiñoejernpl~ después objeto de una veñementeCOnlIOVerS!ateológica' en la
de la imagen' 'arquetípica c-deposiúiaa'iIÍñüestra. razón- de la que Kant se convirtió en objeto de referencia constante. En ella
«idea de un hombre grato a Dios» (77s). Así, pues, Cristo no es se destacaron pronto dos partidos, ~~~2Eal~~t[\su,!pr[\.nat~~~lis-
el autor de la renovación:,del ser humano, sino sólo un ejemplo __ o t[\~, en consonancia con las definiCIOnestambién propuestas por
Kant en su ensayo sobre la religión: «iI:.~~ie.~decl¡¡ragu~s~loJ"i'"
57. Al respecto, ef. W .. Pannenberg, Systematische Theologie 2 (1991), eS\? !Os,. constltuye.unt
relIgión nat~ra! e.~flJOr;¡llll.l'I)te.l1eCes¡¡pa,
279s5 (versión cast:: Teología" sistemática 2, trad. de G. C. Marcos, upca,
Madrid 1996), deber, póde!'10s.l!amar)9 r"cionalista (en cuestiones de fe)'. !?i
.1 niega realidad 'a toda revelaClóo diví~a sobre~atural, lo llamare'
t ""
..
,"-'"_0. -

(
228
""', 229
Friedrich Heinrich Jacobi"} En este punto, sólo la vuelta al pensa-
mas Ilaturalista'"; y si)ll1mite tal revelación, pero atinna que la miento de Spinoza -quien, irónicamente, deoíóSúrecüperac'i'oñ 'a
religión)1o necesita ni'conocerla ni supon~r sY!,eªli'J.ª9,.¡tQdem()s ¡' i las carias'en cjúeJacobi expuso por aquellos años (1785) sus ideas,
Wa;llarlo I..q.r.imw!ista pLlro(Eñ~¿'a~L~! .. ~i~i.l:_~~_
..,!~~i~Ela
f~.~_~ / ....
' a pesar de que su verdadera intención era proponer la filosofía de
como algo necesario para la refíf¡!qf1l1niversªl,loJlªI1}i!!'£lllosSL/-( , Spinoza como ejemplo de doctrina contraria a la fe aulénlica-.~.i-
iJet-llatiiralísiái,iiro-en ¿ii¿iüó!ies<!e fe» mIs), '
'. Dentro ya de '¡á discusión filosÓfica,la nueva fundamentación zo P5'sibl~-".~'!.n!le.Yª-f.u.!!damentación
de~E~5'sg~'!~!!g~~n,' 1,
tanto en el último Fichte como en SChleiermachery Schelling. De
filosófico-moral kantiana de la fe en Dios se convirtió todavía en
todo ello se oc¡¡par¡í'eipróximo caplftiTil."Eó'cUaTqüíeí'casO,enlos
vida de Kant -en concreto durante la (¡!lima década del siglo
comienzos del nuevo siglo, la fundamentación moral de la fe en
XVIll- en objeto de una acerada crítica. Ésta apuntaba al dese-
Dios intentada por Kant se había quedado filosóficamente obsole-
quilibrio existente entre la afirinaéióii\:antiana de la mltOD".I!,ía
de
ta, exactamente al contrario de lo que había ocurrido con su des-
la razón ética y la supuesta subordinación de su poder de convic-
ción a la fe en un bien supremo en el mundo, que sin"lá hipótesis trucción de la metafísica teísta.
Aúnque la evolución mosófica de Kant estuvo motivada por
de un Dios düeño del curso de este (¡Itimoparecía por completo
su interés teológico. en resaltar la trascendencia de Dios con res-
irrealizable". Mientras que.Kant._¡tQI_~~.parle..se_~sforz~bapor
pecto a un mundo finito y contingente en su misma autonomía y,
eliminar ese punto débil de su argumentación aflojando los vín'
por tanto, con respecto a la finitud de la razón humana, limitada
culos entre la aútoridadde l. ley étiCa yel¡iostuhido'de la exis-
a lo dado en la experiencia sensible, s1Jsresultados fueron del to-
tencia de Diosoo, sus críticos pusieron éOdilvez más en duda que
do contrari~~)ªiD!~n¡;jónq~.par~~(¡i$..~y.irre ,d_~' gufa.~.~filo-, ,
existiera realmente una relación entre ambos. Dicha crítica, es
decir, la crítica a la teología moral kantiana, fue deslizándose ca- ~~1fOG.ntlks.Yl!!.cuI9~-,!..YQ.Ql.c;jQ.naly.la..E."~0:.~_C;i.il.~xperi:
( .,
si sin fricciones hacia el ateísmo moral, debido a qu"lílJi'Yl~i,ón ¡r¡e~~Lg.".tp_d.o,~S_\!s....l!!lg,i.£(ln
Di~....x_~Ur.2S~2Jl.:~,!~~ya li: I
fundamentación filosófico-moral de la fe en Dios no nizo S100 , : ,
kantiana de la méfáfísicateí;;táii;¡di~iq!ial presenJ~Ia fll)ldamen-
tación moral de la idea de Dios como el (¡nico expediente para no ¡ióilerde-ñUiñili'esto esa rup~r~'(j:C~.!!aml1'í~f~f9,~!íYJ~áfF~' i \I
riilii1a:<:OmoaespuésOoservaráHegel con espíritu CrítiCO,Kanf!--¡ \
desemb'arazarse'l'0rcompletó"deesta(¡ltiina: poci',áñies del cam-
'ñaDíañecho del yo finito la base absoluta de la experiencia. De
bio de siglo, en efecto, dicho ateísmo encontró ya sus primeros
este modo, sin embargo, había conseguido que, en contra de sus '
representantes en F. K. Forberg y en la polémica del ateísmo de
L G. Fichte", o bien buscó una nueva manera de acceder a la fe intenciones, éste ocupara el lugar reservado a Diosó'.
invocando el sei!tirrlié¿i(íeñ-iügar(\eTarázÓñ, comoe.uIcasode
62. ¡bid., 1175'.
63. eL las explicaciones de Hegel en Glauben und Wissen (Fe y saber)
58. Suele considerarse como principal representante del naturalismo en la (1802.1803) sobre el «punto de vista» de su época «de no conocer tanto a Dios,
teología a Karl Friedrich Bahrdt (1741-1792), profesor de teología, superinten~ cuanto, como suele decirse, al hombre. Este hombre y esta humanidad son su
dente general y tinahnente propietario de una casa de huéspedes en Halle. punto de vista absoluto, a saber, como una finitud fija, insuperable, de la ra~
59. Al respecto, d. las objeciones tempranamente planteadas a Kant por zón ... » (PhB 62b, 11). Al hacer esta crítica, Hegel tenía en primer lugar ante sus
Th. Wizenmann en 1787 (en Deutsches Musetlln), J. E. G. Maass en 1792, ojos a Kant (23), contra cuya postura objetó que (<unentendimiento que sólo co-
Kriti,l'C:lie Theorie dt:r Offellbarullg (publicado anónimamente), F. Koppen en noce fenómenos y una nada en sí es él mismo un fenómeno y una nada en sb>.
1802, Über Ojfenbclflmg, K. H. L. Kohlitz en 1795, Beitrag zur Kritik der La argumentación de Hegel seguíg. discurriendo por los mismos cauces todavía
Rdigiom,phi!osophie unel Exegese ullseres Zeilalters, y sobre (odo por F. W. J.
Schelling en 1796, Philosophüche Briefe über Dogmatísmus L/ud Kritízismus,
en 1817 en la Ellcyclopiidie der philosophischen WüsenJcJ1I1ftell e 1830), donde
se dice que (es absolutamente inconsecuente admitir por un hldo que el enten.
todas ellas recogidas por W. Ji.lcschke en su obra Die Vernwljt ill de,. ReJigioll di miento sólo conoce fenómenos y afirmar por otro que este conocer es algo ab-
(39-91). Para Wizenmann, cf. también H. Timm. Gott wui die FreiIJeit. Sludien soluto» que nadie puede trascender (60). Para la crítica de Hegel a Kant, cf.
zur Religiollsphilosophie da Goethezeit (1974), 441 ss. también B. Burkhardl, Hegels Kritik QI1 Kwlts theorelischer Philosophie tiar-
60. W. Jaeschke, Die Vernu"ft iTl der ReligilJJl, 52. geslelflll/ld beurleilt CÚ¡dell Thelllell da metapJ¡y~'h:a .\pedalis (1989).
6 L ¡bid" 9855.
231
230
Esta crítica se ve respaldada por el hecho de que, en la pri- 4. El influjo de KUllt en la teología
"'-
mera parte de la Crítica de la razón pura, Kant hubiera silencia-
do las implicaciones teológicas de las formas de la intuición del Probablemente, no andaba errado Julius Kaflan cuando seña-
e~pacio y del tiempo. Dichas implicaciones. particularmente en laba que si la tilosofía kantiana generó desde el primer momento
lo tocante al espacio, habían merecido una ampJia discusión du- un atractivo tan grande para la teología protestante, el motivo
rante el siglo XVIII, encontrando todavía una favorable acogida principal fue que en la óptica del protestantismo la fe «nopósee
por parte de Kant en la Nova dilucidario de 1770. La razón de una t~ncíÓh.p . ~f~i!f~teieo¡:iéa»_jjif-(~f~]~_a~~ñ.iá~~ón ~nt~m.a es . 1.
que KaDt. sem~ntuviera .ap.artac!.º.de la idea de que la iJ;f¡iütud -muy distinta» de la defcoñóCíIhiento teórico de la realidad". Por
del espacio y del tiempo pudi,ra súvir'd~ JIÍ~!:liai!ora' entre el dio; la religión debee'ritenderse-cómó iinasúñtó de orden emi-
universo y la infinitud de Di~s, fuem~YI'robablemente su pre- nentemente práctico. Al entenderlo así, Kant ayudó, de nuevo se-
venc~~n~..~~ ..ª-.~IJ!md_º qtP!lJlt~S~mo64.Pero a'lo que
e"so condu- gún Kaftan, ,:_q~:,_"l_"_"nc"p.tg de. f~i,mQ!!,it,,-en_19~dos
jo fue a la absolutización del yo fiñito, algo que Manzke se ha !..eforE'.i~t~spudiera por fin imponerse. Este juicio positivo eSln-
ocupado de mostrar en relación sobre todo con las afirmaciones dependiente del rechazo que la definición kantian'a de las relacio-
de la «Estética transcendental» relativas al tiempo. El «yo que se nes entre moral y religión mereció a la mayoría de los teólogos re-
sabe tinito en el tiempo se p.onea.sÍ-mismo fuera del tiempo co- ,I formistas, con excepción de los racionalistas. Lo verdaderamente
'.'--., , ""-.,
mo el garante de su unidad», asumiendo de hecho la función I ~ec!si~?,_2\n ."rn.barg9,.fue!.'JmUº!!9!1,ía 1".I~.!e<:..o.~_r~s?."ctoal
hasta entonces atribuida a la eternidad divina65, De este modo, es .' saber, en la que todos ellos se smtleron fortalecIdos parla ¡5ostu~
~~~!'t."-IL¡;j\!ien.ge_D~lugar.por]ltirn..eIa.Y~ lo que los historiáC " -rá-de 'KarlCDésdeeSíé ¡iurito'dé'vi~ta:'n-~diepe~s6 <júe debiera
dores de la.fiIosqfíQ.ban.atribuido.por Ilorma,@nqueequivoca- cóncederi£"ninguna importancia a que Kant hubiera fundamenta-
damente, a J)es~a!tes.;,"".Ljº.!entopor fundamentar la totalidad de do el dominio del saber teórico en la certeza del yo, en lugar de
la experienc"ia sobre la unidad dei' cogitoen 1iigar de sobre la en Diós. Los teólogos que se declararon seguidores de la filoso-
idea de Dios. .. fía de Kant -al menos, en el lado protestante- sólo se interesaron
A la vista de este descubrimiento, y a la vista de que hacia el en la base que proporcionaba su filosofía práctica para poder
año 1800 la fundamentación filosófico-moral kantiana de la fe en coiistriíir' únanU"V" íeológía. Con respecto a esta cuestión, la fun-
la existencia de Dios se había quedado completamente obsoleta cÍÓñ,ieÍ,treiigi6iie'iiYelrrción con la moralidad se vio definida de
¿cómo e!plicar el persis..tente.,inflJljº..£e la tilosofíade Kant en l~ manera distinta por el supranaturalismo, la teología del despertar
teología protestante del si¡¡IQ. .xI~y l'Qm;~nios del siglo XX? A y la escuela de Albrecht Ritschl -etapas fundamentales en la re-
Kant ha llegado a calificársele como el filósofo del protestantis- laciónde la teología con la filosofía de Kant-. Pero .!!.i_ng':'.~a.cle
mo y, de hecho, todavía en el año 1917 uno de los principales ellas renunció a introducir correcciones ~lgJ m,C;[9nalismo moral
der-(¡i6sofóatKCi"nlgSberg." •• -.,---. . '......, .
dogmáticos protestantes, Julíus Kaftan, publicó una Filosofía del ........... :_.,._< .".,"~".. - ,.... " ,~-"-'..
protestantismo" que en lo esencial seguía s,i.enda.fiel al ideario
kantiang. En el próximo apartado, ofreceremos un r~~umen his-
a) La 'recepción stlprcmatllralista de Kant
tóricó,del influjo de Kant en la teología protestante (y de paso en
la cat,,-hca) a lavez que trat.aremos de explicar sus motivos.
'. ,._--' - . . .. . -..... La distinción establecida por Kant entre racionalismo y su-
64. K. H. Manzke, en Ewigkeit und Zeitiichkeit, 1145, cí. 82 apoyándose en
pranaturalismo acabó poniendo nombre a los dos movimientos
H. Heimsoeth. -: que purticiparon en la principal pol~mic¡¡ surgida el1.?Ü,,!lo..!k!!!
65. Ibid., '160. teologfa protestante durante las dos primera~ d~qr,Jas d"L~glo
66. J. Kaftan, Philosophie des P,vteSrQ¡¡IÜI1lIl.l', Eille Apologetik de~' t:VCI/l-
geliscltell Glaitbells (1917). 67. IIbid., 21.

232
233
XIX", Además de imprimir una honda huella en ellos, la filoso-
J OS SIJp@!}ªt~!?!~~,~~.~~!!l5?_~1I~li~!!lJ,Ula ma¥Or..Qd~i.~1~I~d~9 en
~llS..lllanle~Jllj\'.ntos ,g~~lo~ ,r~~io.~:alis!.a~pr"c;i saIJf~~!':..£o:,:star
fía kantiana se convirtió tambi~!'_~!E!.1ill!:i!lºs.QllllL'l~obréel
Q]¡J.ig~£2,~q c;QmQª!!Lmedl~"!~ ar~u'1~~.'.n_t'!.~!.1!9?_Qf!~o,~ el Juicio
,qu~:t0vo'lugár ereriffentamiento entre ambos 'p'artidos: kantiano sobre 1" fe 'revelllda e imp'u,.l;!\ar, partiendo de-los' ¡ilis:
Partiendo dé su¡'üeslosTlíilfdoo's,iasargumenfás-ae los su-
',ños-S'üpuestos de Kant, la defíníc¡¿'n que e~te último había pro-
! pranat~r,ª!i~~ª'!-"'",~i!iKi9"E.n contra lo que ellOs~b.ª~¡gTñ:-
pye~to ~_!".~,!~J.\\~~(wes;'º!~~ IªJ!!,igj.9I}},I~!p.ilrár.-EstO últlml:l
'/ fravaloración por el propio-KañCáela ¡"revelada, Por su parte,
debe' áfirmarse especialmente del fundador del supranaturalismo
los raciomilis¡as 'diéi:ori¿abi¡¡a;;íi-ra'lñrsm"teología a la postura
de Tubinga, Gottlob Christian St01T", Sus sucesores no sólo con-
de Kant al interpretar moralmente las enseñanzas deJ~~ús y con-
tinuaron su camino, como Friedrich Gottlob Süskind -quien por
cebir, siguiendo su espí¡:¡¡il;Tas d5cttihás históricas del cristianis-
esta razón polemizaría con el Ensayo de una critica de toda re-
para.cop._g.Hclr ..~l.~~~,.h1.!l}1jl'!!'º~,~_
mo cqll10 un.iJ:l_~~.rume~to ~onfe- velación (1792), de Fichte-, sino que acabarían defendiendo sus
sión de una fe puramente racionaL Éste era el sentido que tenía,
puntos de vista contra au.tQ!'escomo Schleiermacher y Hegel (así,
por ejemplo, la coniniñaci6n"aabandonar la fe en Cristo por la
por ejemplo, Friedrich Steudel), Pero la teología supranaturalis-
religión, interpretada moralmente, del propio Cristo, a que el pro-
ta no siempre adoptó una fIsonomía propiamente filosófica, en-
fesor de Helmstedt, Heinrich Phi1ipp Konrad Henke (1752-
contrando una formulación de otro carácter, con un interés redu-
1809), dio voz pública en su influyente Dogmática" -<le gran
cido casi exclusivaniente a los textos bíblicos, en obras como las
trascendencia para el rumbo que luego tomaría el racionalismo
Lecciones sobre dogmática (1801), de Franz Volkmar Reinhards,
teológico" Otro de los que 'abogaron en favor de la concepción
también de gran influencia,
kantiana de la fe histórica revelada como introducción a la reli-
En el año 1794, Storr publicó sus Observaciones sobre la teo-
gión moral-racional -ya preparada por las Cartas sobre la edu-
ría filosófica de la religión de Kant"- En ellas se servía de la am-
cación estética del hombre, de Lessing (1780)- fue Wilhelm
bivalencia de las declaraciones de Kant con respecto a la relación
Traugott Krug en sus Cartas sobre la perfectibilidad de la reli-
entre moral y religión para abogar en favor de la necesid,\~ '
gión revelada (1894-1896), acompañado de los discípulos de
Kant, Johann Heinrich Tieftrunk y Friedrich lmmanuel Niet- r~I~~ió.n"S9n~9fund,~~,ent~j~1e.!1'l?re!)',~E.~.o!!s!,c9_en~i~L. ~!!,!a-
hammer. En 1813, el superiritendente general de Weimar, Johann vor de laauto~i~'!S!,.'!~J~,my~lljf!!?l'_hl~~~;ica, En un primer paso,
Slori"sé -deciaraba de acuerdo con latesis ,]fálitiana, según la cual
Friedrich Rohr, ahondó aún más en la misma línea con la publi-
la razón «no puede llegar teóricamente ~ ning\lr,\cpnclusión se-
cación de sus Cartas sobre el racionalismo, en las que exhortaba
gura sobre objetos «suprasensjql,es»> ya seaafIrmándofos y'a'rie-
a abandonar la ¡ectllra de la Biblia,y contemplar las .enseñanzas y
'gándolos (1), Aquí se manifiesta con gran claridad uno de los
el'ejemplo de 'Cristo comola única revelación divina,Tosúltimos
principales motivos del «kantismo» de los teólogos protestantes:
representantes del racionalismo, como el profesor de Halle Julius
August Ludwig Wegscheider1O, se convirtieron en defensores de ~l,~~~lo"g~~ p.~o.~,~:Jb.!:,nla.s ..~o~,t:i,r:~~~~J~~l.9.!OJ!L¡¡~!£!'~~~ la
la fe de Kant en un Dios transmundano, en franca oposición al ''m..~.t,¡!.'I~.c'\i.ac,-o~allS\~ ~,..Jª,\!\!~!!ilSI9}l, Sin embargo, ~torr daba
un paso más que, de convenir con Kant en la necesidad de limitar
supuesto panteísmo del idealismo postkantiano,
las competencias de la razón teórica en cuestiones de fe, le llevó
68. La historia de esta disputa y de las posturas defendidas por los teólogos a afirmar
..
a continuación gue de esta última
. ...,' ,_ : .. ', .... _: ..... _,.~_."'.' .• k ... ","".""'.
se deduce •.el
O,._,)"." •••• ,.~"~'
carácter
1._..•.•_-.
de uno y otro partido ha sido expuesta con detalle en la disertación muniquesa, lóoicamente inconsecuente de «toda negación de doctrinas bíb7i-
por desgracia todavía no publicada, de W. Reich, Der OffenbarungsbegrijJ im c~-s'obl:~ o,bletos,'sUpráselisíbliú -qi'ies~_~Ii2Yf~~]í:itiíiie~(os o
Supranaluralisl11us. Eille überliejerungs- 11I1(1 wirkullgsgesc}¡jc:htlic:he UII/er-
.\'IIc/UlIlg (1974). 71. G. C. Storr, Doclrinae dtrisli!lIIue pars Iheorerica e sacris literü re-
69. H. Ph. Henke, Lineamellta institlltiol/llll1jidei ChristialJue historico-cri-
pelilu (1793). ,
(1793).
tiC:lll"I/llJ 72. Este trabajo fué publicado por primera vez en latín, Las imli..:aciones
70. J. A. L. Wegscheider, 1Jutitllliones tlleologiae chrisfiallue dognUlticae
numéricas del tex.to aluden a la versión alemana (reimpr. 1968). .
(1815, "1844),
235
234

.
1
"+

[azones teórica,y» (2) . .No ocprría lo lI1isOlO,en cambio, con los En contra de ello, Storr siguió insistiendo en la relación a¡¡rma-
nl0tiVósóraiiíílésmorales, los cuales no se oponen a los enun- da por Kant en 1781, por la cual «el resplandor y la dignidad de
ciªdoüiíbÚi;¡'s (oss). Bien al contrario, la obligatoriedad de las la virtud disminuyen o desaparecen en la misma proporción en
leyes éticas depende enteramente, según Storr, de la fe en Dios que se debilita o se renuncia a la esperanza de la felicidad» (36).
como garante del supremo bien. El fin último moralmente nece- A la inversa, la virtud se verá t?nto más fomentadas perseguida
sario que constituye el bien supremo no puede «ponerse en duda «cuanto mayor-seá la esperanza de que obtendremos la felicidad
o negarse sin debilitar -<:uando no suprimir- simultáneamente el como recompensa a nuestro cumplimiento de las leyes morales»
respeto a los principios morales. Pues, ¿cómo es posible querer (37). He aquí, por tanto, la razón de que 'Storr tuviera la fe reli-
que se respete una ley (dada a nuestra naturaleza) que al mismo giosa .en un Dios que ha de repartir recompensas y castigos como
tiempo se tiene por poco útil, o incluso por completamente inútil, algo del todo indispensable si verdaderamente se quiere que la
para alcanzar aquel bien supremo a cuya realización se halla ne- ley moral convenga a la naturaleza de nuestra voluntad y se con-
cesariamente encomendada la naturaleza humana? En tal caso, vierta en «móvil del propósito y del ejercicio»". Sin una espe-
¿qué podría todavía disuadimos ... bien de dudar de la santidad ranza con fundamento religioso es <<imposible» para el hombre
de dicha ley, bien de no ver en ella más que un puro desvarío, un «perseverar tanto en el respeto a la ley como en el cumplimiento
mero engaño de nuestra razón?" (35). de la misma» (48).
Storr sabía de su coincidencia al argumentar de esta manera (Sto~r no se equivocaba al apoyarse en las afirmaciones he-
con las opiniones expresadas por el propio Kant, especialmente chas por Kant en 1781, pero daba a estas últim?s una interpreta-
en la manera' en que este último las había vertido en la segunda ción que las haCÍa incompatibles con la áutonomia 'de la razón y
parte -«Doctrina transcendental del método»- de la Crítica de la .' :,; <te la voluntad que, desde la publicación en)~ª5_<;I.s:, lª
razón pura. Allí, Kant afirmaba que «el lazo necesario entre la Fundamentación de la meta!íS'i'caaeTai'-¿:os{¡irñbres, Kant había
esperanza de ser feliz y la incesante aspiración a hacerse digno devad(i a la cátegoría de;<prii,éT¡lio supremo de la eticidad» en
de la felicidad» es algo que «únicamente podemos esperar si to- .~Q~giJ}.aLm9rae, En contra de ello, la interpretación de Storr
mamos como base una razón s."PlJ!,l1It¡que nos dicte normas de buscaba desembocar en la heteronomía, es decir, en la afirma-
acuerdo con leyes morales y sea, a la vez, causa de la naturaleza» ción de que la moral depende de la religión. Ej!.USQ que Storr hi-
(B 838). Y e~'a también el mismo Kant quien' aÍíadía sólo dos pá- zo de las declaraciones de Kant a propósito del víneuló'-entre el
rrafos más abajo que, en caso contrario, la razón «se ve obliga- sllpi!:i]j~~ie~Y lao_blig:itoried~d dejas reYc;fiP6rares:c.ó~t;:¡~~-
da» a «tener las leyes morales por simples desvaríos» (B 839)". ¡ó, entonces, a concentrar la atención en el conflicto qu<, se
Sin embargo, a lo largo de los diez años transcurridos hasta la 'ocultaba en este punto de la reflexióride l<:iri(EstÓ'úft"iíñó tie-
publicación d¿;-fa-übrá'de Sii:iri;' Kahthilbía ido debilitando el ne especial validez para los Pielj¡il.inl!r~!!:<!ela crítica kantiana
vínculo entre la obligatoriedad de las leyes morales y la esperan- del joven Sc~!1!pg, -.---,--.- .. ,' ---
za en el bien 'supremo de ellas deducida, a la vez que fiáé'ieÍlcio ., ,o• '--Que-StOrr apuntaba a la heteronomía es algo que se manifies-
. \<,'

cada vez mayor hincapié en el hecho. de que las leyes morales ta claramente en su tesis -que concluía apoyándose en el víncu-
dictan sus normas sin reparar en absoluto en las coriseG~p_c.i~~. lo entre la esperanza fundada en la religión y el respeto de las le-
yes morales- de que, como consecuencia de lo anterior, .!<el
73. En la Dóctrilla c:h,útianae ... (35), Storr apela a la Critica de la razón descuido de la religión es algo que atenta contra ;mestro deb"e7;:-
...•• _•.••
_.._.,._~,,__ "•.,u ••••
__ .~.~_,.~ .. "'.•. ._,_,_~ ._.,. __•
pura (B 839 Y856), aunque también a la Kritik der Urteilskraft (Critica de/jui-
cio, 1790), 456, ~onde se dice que los supuestos «del supremo fin último mo-
.rab deben aceptarse «para percibir como verdadero nuestro compromiso COIl
él», aunque al margen .seañade expresamente que este fin último «no debe con.
cc:birse. al igual que el deber, como prácticamente necesario». Así, pues, S(OIT
.l'~
." ~
.

:u,. ";.:',~
74. 10. C. St01T, Doctrina c:IJristiallae pcm' theoretica e sácris lireds repeli~
fa, 43, utiliza la misma forma de expresarse de Kant en la Critka de la razón
pura, B~841,
75. L Kant, GrWltilelJlIlllJ wr Metaphysik der Sittt!/J (1785), AA IV, 440,
leyó las afirmaciones de Kant desde la perspectiva de 1781. ,1'.432"
.,i;,,'
236 J"- 237
(54 J. Un deber que, por otra parte, volveremos a incumplir si nos experiencia que tenía lugar en ella, Ésta es la razón que explica
negamos a aceptar la verdad de la revelación bíblica. Por un lado. " el ascendente de Kant entre los teólogos del despertar y sus he-
en efecto, «!e parte histów;.a-ág.~la...do..c1rin~
..f!~ti~!lª~~ibu- rederos teológico~,
y~ gmndemen\0Í confirmar. consolidar y dar vida a la fe moral,,' -,
(65ss). Así, JesúsesejemiliíLyrnodelQjrira ilOsotros-nosolü'de
la perfección ~oral.sino !ambiéll.de la fejic¡'(j;¡d-éí~e'tieneen ella
su fundamento76I.Por otro' lado;'las enseñanzas y la historia de
Jes~s, «lejos deser una simple idea o una ll1eraQPlniÓ¡¡, consti- La teología del despertar de August G. Tholuck (1799-
tuyen para nosotros un hecho histórico cierto» (71)"- Presupo- 1877). activo en Halle desde 1826. presuponía de forma análo-
niendo ambas cosas, Storr pudo afirmar: «Pero si un interés ga al s.'upranaturali.$mo.la ~riti.c:a_.de K.a.nta la capacidadde la ra- )
reclama aventurarse en un -asunto y, tras realizar un examen, no ~<5.n¿e£ricaP~.f!.~I..,(;t)Pc9¡;l!llI!}.nt9.¡j",
jos objetos supranáturales:
podemos oponer a un importante testimonio nada que no sea la Asimismo. daba por supuesto el interés ético-práctiéo"tle lá re-
simple posibilidad de su contrario, ya no nos estará permitido se- ligión. Sin embargo. estaba mucho menos i.ntere~ªºa en la posi-
guir rechazando sus afirmaciones o dejar la cuestión en suspenso. .llilidad del bien sUNe_mo.o en la razón de la obligatoriedad de ""
Pues quien en caso semejante continúa sin atreverse a aceptar lo lMJ~es. morales, que.J;!l)~ e!'PerÍencia ~é'~cu!pa senijd~ por 11' ":'"
dicho por el testimonio, prueba con su misma actitud que lo que e!.hombre. fr~nle.a laS.t:¡¡ige..iici¡l~ de lª ley ética. La enorme re- ! ': '
verdaderamente desearía hrcceres llegarlo ... » (75s). levancia para el ser humano de la experiencia de la culpa era al- ' "
pesde una persPectiva actual, ya no es posible seguir prestan- go que Kant había expuesto en La religiólI dentro de los límites '
do nuestro asentimientoaf argiüiientosuprana!lE'alili!jj,cj'üe,"par- de la mera razón mediante su teoría del mal radical. motivo por
tiendo de-acentüá:i"ennterésmór'ál-de"iareligión, termina por el que la teología podía. una vez más. iriv~cá¡::lá reflexión kan-
exigir nuestro reconocimiento de la autoridad de los textos bíbli- tiana en relación con uno de sus temas. Pero las consecuencias
cos. Perp Stor~pudo todavía afirmar sin entrar en más detalles la de su postura para la relación con Dioscomo autor de la ley
autenticidad histórica de los testimonios bíblicos y, desde .ahí. mor.ªJJ!!eron juzgadas de manera diferente por Kant y por la
consagrarse a la tarea defi,formar la dogiilátic,¡ ~pqy~rid"separa t"91Qgía_deldesperlar. ..' :'-- "_ .
ello en la Biblia. Separar el interés por los fundamentos históri-
EniÍ£¡''!iigi'i'!.i!er¡rrodelos limites ~e la mel'qE~!z'l:IJ.-;'K\\m
cos de la doctrina cristiana de la aceptación de la autoridad de los había hablado de una antinomia. de un conflicto de la razón hu-
textos bíblicos sólo será posible más tarde, con el desarrollo de la mana consigo misma con-respecto a la cuestión de si es posible
investigación histórico-crítica delos libros sagrados. Sinembar-
réc~p~iilrIª espe~aIl~~"n .1ªJ"licidad y .sentirse de nuevo movido
go. ia aéeptación de' esa autoridad. convenientemeÍíié acom~ a aRrar moralmente tras enfrentarse a la evidencia de la maldad
pañada por un rodeO de la problemática histórica. llevó prim¡io
a buscar un acceso directo de ~aexpe~iencia subjetiva aJ,~(~~té.l1i-
pr~~en't~'~n un núme~o ta"o g~al1dede acciones humanas. La for-
ma en que Kant plantea el problema es preguntándose si recupe- .\ A
do del mensaje bíblico, En la medida en que todo el interés se
r~~~~.ªs..esperanza y motivación. ~óloresulta posiole teniendo feí 1';
concentró aquí en la experiencia de la exigencia de la ley moral.
en una satisfacción ajena que ha de «preceder a todo esfor"zarse¡
la teología creyó poder enlazar de nuevo con la reflexión de
pon"eaJizar buenas obras» o si, por el contrario, «es precisQ es-¡
Kant. pues la obligatoriedad de la ley moral era la premisa de la
forzarse primero en mejO'rar.para así ten"r aunque sea una mío;
76. G. C. Storr, Doctrina christhmae par.\' lht!ort!/ica e .wcris Iileris repe/i-
núscula razón para esperar que tan grande mérito. nos reportará
ra, 67. Al respecto ef. también F. Schleiermacher, De,. cliristliche G1(II/!Je algún bien»". En su respuesta. Kant opta por la segunda de am-
(1::i21), ~ XX, 2, asíCOlllO ** IOO'y 101.
77. La credibiliuad históriea de los lestimonios bíblicos es comentada de. ?S. 1. K<lllt, Die Rellgiof/ iUl/uhulb du Grenzen da blo,n'en \'crllll/lf( 1793,
t<illadamente por Storr en s* 15-20. ~1794), 1711:i1:i.

238 239
I '~.
\ bas alternativas y observa que si el hombre se esfuerza de mane-
r~si.ncera" I?!OS., ~Ie~ado.de
su-mis~ricordia. «corregirá lo que el
acto tenga de, defectuoso, sea cual fuere la naturaleza de su insll-
terno»'", Esto último se produce mediante la promesa del perdón
hecha por Jesús, en cuya majestad ética nos tropezamos Con la
exigencia que la ley iJnpone al ser hllmano~l.
~ciencia, en consideración a la rectitud de ánimo con que fue rea-
'\ S iguiendo esta línea, fue posible re!~.ciC?~.a~
las e~1s~ñan~a~
de
lIzado» (176). De esta manera, Kant se decidía por la concepción
.,';! Lutero sobre la ley y el Evangelio con la ética ka~tiana, e inclu-
q~e mucho antes había defendido Pelagio en contráoé"san
Agustín. Kánt rechazó]á idea de I"anterioridad de la gracia divi-
.'' ,so servirse de esta Última para hallar una nueva justiticación a la
validez de las primeras, Así, la experiencia de la culpa, originada
na con respecto a toda acción humana --en el sentido en que Rom
en el confrontarse con la ley, será el desencadenante de que el
9, 18 expresa esa majestad incondicional: «Dios tiene misericor-
homgr~,!1\!s_q~erefugio e~ lil.p,p!Ilesaevangélica del perdón, En
dia de quien quiere y deja endurecerse a quien quiere»- por con-
la(cíi?c~riqil 1~!eú¡;a-CfásIc'9ciertamente, no había lugar a nada
sIderar que «esto, tomado literalmente, es el solla 1110rlol de la
parecido, en el sentido de ~que~~_,~!~, PP~.c~~()
. .r~~urri~ Po n.i!1g~na
razón hul11ana» (178). Así, pues, la_mi~lTIa insi~tencia con que exp~DJlnga, ni siquiera a la de la culpabilidad, p~a apoyar laau-
Kant habla abogado en su día por conceder a Dios liberiaa abso- toridad del Evangelio o la de la ley, Esta última se fundaba en el
luta para crear, dejaba ahora paso, en su teoría sobre la religión,
hecho;muchó más simple".Q.Cque._ªJlJPOs, Evangelio y ley, son
a una actitud radicalmente conirapuesta a la hora de reconocerle
palabra de Dios, Para 1i(.!iºLQgfjHl~tgespert'ú) esto último es al-
igual libertad para dispensar su gracia. .
go que ya sólo puede afirmarse de la ley, pero incluso en este ca-
En este mismo punto, la teologúi del despertar se decidió por
so ésta ya.n.lJ_9.~be~~,ª.!Itoridaº-!l.1ªÉfc:ri¡~i~, s.¡loá'Ja filosofíª
la solución ~Iternativa a la antinomia formulada por Kant, o lo moral de Kant. Como consecuencia, mientras que la autoridad de
que es lo mIsmo, por aquélla que este mismo se había sentido fa-leyrnc;¡:¡¡r5e-i'unda en la razón, el E;vangelio sólo prueba su
obligado a rechazar, Al proceder así, es decir, ~tirmando.la radi-
verdad p().r.o!i:S:S"J!nasolucióna lae~p'~[i~j¡~ia de 11\mlpil ~ri- ,
cal depenQenciadel culpable •.l:Lser humano, de un acto de per- gin"daen la confrontación con la ley, Desde entonces, la funda- .
dóndel que este último no puede dar por supuesto que vaya a pro- meñi'ación de lit fe p':o¡;;iestü- por
'Iii teología del despertar no ha
ducI~se -en el sentido de que, no teniendo derecho alguno a dejado de extender su influjo, que desde Tholuck y sus continua-
eXigIr ser perdonado, todas sus opciones se reducen a contiar en dores, Wilhelm Herrmann y lvIartin Kiihler, aIFªn~~jl1"II"o a au-
recibir dicho perdón-, La teología del despertar probaba su fide- tores como RUQolf.BultlTI.ann, Ernst Fuchs y Gerhard Ebeling, a
lIdad a los p[incipiosdela]~~f6:~ffía:EStósm~m6s pri-;"cipios
presIden ~I tratamIento que hizo August p, Tholu~ [",ndador de
p~s;¡~~e~~.'Js:~d~J!i £[Ltk'l mºrill,ge ..Nietz~che;sus .fundalnentos
han sufódo una fuerte sacudida", Su punto débIl se encuentra en
la teologm del despertar y profesor de-WilhetrJ Herrni"nn"
Albrecht Ritschl y Martiu Kiihler, de la experiencia ética com; '¡
I
JI ¡~~~~ii~~1lf-~~rFj~J~~~~p¡~r~~\~;i;
~~r~ir~~~;t~~
;~
.criterio del mensaje de la revelaciÓn, Para TlÍoiück:';stü'(;ltl"md atnictívoll()sóiü se'fúñdO' en'
sü 'viriéuráei6ncon uno de los temas
prueba su verg~d al ser capaz de 'ponerfin a la e~~isi'!!,. ()~igi_na¡ , ! centrales de la tradición protestante, sino en haber sido capaz de
ela en la expenencJa de la énl¡ia: Así, si el hombre encuentra ofrecer una base para confiar en la verdad del Evangelio en apa-
«aquella revel¡¡ción que pone fin de la manera más perfecta a su riencia independiente de los problemas históricos de la exégesis
desgarramiento interior, ésta es para él la verdad»79, De manera bíblica, Sin embargo, incluso allí donde la teología renunció a se-
análoga,~ Wilhelm He~Tmann enseñaba que «(1 nosotros sólo pue-
de revelarse nos un DIOS que, en nuestra lucha moral, prueba ser ~o.W. Herrmann, Da Vakt!h,.de~.C1J,.ürelllllit Gott ( I ~86), 169.
aquel poder al que nos sometemos realmente en nuestro fuero in- 8 [. ef. W. Herrmuon, Die Religio/l im Verh¿iltlliss zt//1l Vr'elterkellllell L11ld
ZI/r Siltlic;hkeiJ (1879), 396.
g2. Al respecto, d. W. Pannenberg, Die Krüe des Elhisclwll 11I1(1die
79. A. G. Tholuck, GI/ido l/lid Julills. Die Lelzre I'UII da Siillc/; U/Il/l'm/l
Vers(jJlllf!r oc/a dit( wahre Weihe des ZIVeij7en (1823), 296. TJ/l~l!I(}!!ie: ThLZ 87 (1962) 77$, ahura en IJ., EJllik Illld Ekkiesi%gie (1977),
41-54.
240
241
guir la vía subjetiva de la experiencia y la decisión, la filosofía gún leyes de virtud,,". El reino de Dios se opone al «reino del
moral y religiosa de Kant proporcionó a la teología protestante inal», es decir, a la activ'idad del principio malo en la sociedad de
los hombres (107ss). Como tal, se trata de un «s,r#ic() común»
una tercera vía de orientación filosólica.
que, a diferencia del orden jurídico propio del Estado, «va siem- :' ,
1're Iiga,d.º !!J_ ideal d, ~!,~hll",~anidad un}versal» (133), Esta ú1ti-;'I ,
e) La illlelprelación ética del anuncio del Reino m"ii"serealiza concretamente en la figura de "üha Igl~"siB: «que re-:; ,!

presenta el reino (moral) de Dios en la tiena, en la medida en qu~ l.'


La interpretación ética del concepto «reino de Dios» no fue esto'¡,s'poSibréa lOs~ºm¡;i~s>;
(142').'\ ','
una invención de Kant. l,AJragiciº~JiíPlica,cara.ct.erízaRª-y¡Lel " La interpretación moral de Kant del reino de Dios extendió su m:
rein.o depi()scQffiO,llILReino dedere,j¡Q,justicia y paz". Sin em. flujo bastante más allá del reducidO,círculO,..de teólogos directan:en.
bargo, el r':Ínado de Dios fue convirtiéndosepátilátinamente en te influidos por su lilosofía(Schleierinaches~por ejemplo, a pesar de
criticar el imperativo kantiaño: 'hlia suya'la interpretación ética de ",
las profecías dirigidas a Israel en una realidad que la esperanza
localizaba en el futuro, una esperanza en el futuro de Dios mismo Kant de la idea del Reino, V!'.lcH!adaal concepto final del bien su-
premo", convirtiendo aden;ás dicha unión él¡'tinade'los conceptos
como juez del universo y como quien conduce al mismo a su pie.
centfllles de su teología". En su Dogmática, en efecto, Schleieffi'la-
nitud y culminación. Jesús es entonces quien anuncia la vecindad
e inminencia del Reino. A pesar de ello, ei carácter escatológico' cherpiesenta al.c.!ÍstiallisrnQ.cºJJ1Ql!DafQl'.:n.a"~,t,le!'.ló~ica»
de fe, es
decir, de carácter eminentementem()ral (~ ll), Y como tal'referida
futuro del reino de Dios pasó muy a menúdo a un segundo plano
a la meta cOllstituida p6i d[¡;ino'de Dios (9, 2), aunque '.11ediadapor
en la conciencia' teológica cristiana. Ládefuidad de Dios 'invitaba
a entender su Reino col11otiiíarealidad igual de eterna. E~ el siglo
la «redención realizada por
Jesus d,,"Nazare!» (11). La enorme im-
portancia de la idea del reino de Di-os no se manifiesta en toda su
XVU,' Johann L:occejús',Jtindador'de úiiáinfluyente teología fe.
transparencia en la Dugmútica de Schleiermacher por estar su cen-
1 deral, tDl~ó_d.e,r~.",,~ºnaJ".JaJ*rn.iº;0,del Ieinq de D!()~y ..eL£!!@.£:,
tro ocupado ya por el concepto de redención. Pese a ello,
I ter futuro desu.realiza£ió~ por medio de la idell de,unahistºria Schlt*'rm~cher se refirió de manera explicita a la fundación de la
¡ del reino de Dios en el mundo. En cambio, patíiLéibñ'i;i:l'lfeino
19iésia por <;\.,to como a la fundación del reino de Dios (~ 117).
de Dios, como el del inónarca' en el reino de lo'8esptl'illíS," es un
'i\,demás:ía unión con Cristo implica para el individuo «un querer de
'> Reino moral .de justicia, un «)<eino de la.gracia?l..fQYQs.l}1iembros
manera siempre renovada el reino de Dios» (1 JO, 3, cf. 112, 2).
¡están obligados a hacerelbie,,!" ya cuya consumación apun;a el
Después de en Schleiermacher, el influjo de la interpretación
'! señorío de Dios sobre la ~reación" Estas ideas se hallan muy'pró- kantiana de la idea del reino de Dios en la teología protestante del
: ximas al lenguaje kantiano, si bien con el añadido de una fusión
siglo XIX se maniliesta de manera especialmente clara en_Rk.
social de la humanidad. Así, La religión dentro de los límites de
chard Rothe y.AI"b:ecllt Rit~¡;,hJ. En este últim~ alcanzó también
la mera razón habla del «establecimientó de un"¡:elrio'deDios en
Su momento culmmante. Rltschl nunca oculto ese I1ltluJo, smo
la tierra» ~ediante la «creación y expansión de una .sociedad se- que lo reconoció abiertamente, confesando tener sus precursores
83. Para" Sal 99, ef. por ejemplo J. Jeremias, Das Kvnigtlllll Gottes in den
85. 1. Kant, Die Refigicm illllerlwlh ele/" Crenzen ela hl".~.\"l!ll Vel"1lllllft
Psall1lclI (1987), 114s, y en general 1. Oray, rile Bihlic:al Doctrine (~flhe Reign
(1793), 127ss, en especial, 129."
,~fGod (1979), 86. Al respecto, d. N. Metzler, Tlle EtllicJ o!,he KingdoJll, tesis München
84. Al respecto, eL A. Gorland, Der Gouesbegr(ff bei Leibniz. Ein Vorwor'
1971, 42~74,espccialmcnte, 50ss, 57ss. ALlcmás, M. E. Miller, Der ÜIJergong.
::'/1seillem Sysrem (J 907), 119 (al respecto eL, en especial, la edición de las
ScJllejerllJaclwr.~ Tlleologie des Reic:/¡e"\" Corres im ZusQlI/lllelllumg Jcines
obras de Leibniz por Gerhardt, VII, 106s) y 1385s. Leibniz se pronunció sobre
este tema al tinal de su Discurso de metajlsica (1686) y sobre todo en su lrala- Ge.wlIlulel/keus (J970).
87. El juicio de M. E. Miller, Der Übergullg Sc1tleiermuchers ... , 133, es que
do sobre los principios de la naturaleza y de la gracia (L5), así como en la
«la teología de Schleiermacher es en realidad una teología del reino de Dios),.
MO/wdologia (83~90),ambos de 1714.

243
242
tanto en Schleiermacher co.mo en Kant, aunque eso no le impidió ca» de I.aesper~a de .J.~~Q~en el Reino se oponía a su interpre-
criticar que Schleiermacher no pusiera suficientemente de mani- taclon etlciSta. Por otro lado, tampoco era cierto que Kant,
fiesto en sus explicaciones el vínculo de la redención operada por SChle,ermáCher o Ritschl pensaran que la realización del reino de
Cristo con ,el reino de Dios como «fin divino último»88. El deseo Dios en la tierra se debe únicamente a la acción del hombre o
de Ritschl; en efecto, era mantener separados ios conceptos de constituye una misión reservada exclusivamente a él. La unión en
Iglesia y reino de Dios. Con todo, Ritschl no dudó en afirmar que Kant del concepto de reino de Dios con el de bien supremo im-
fue «el mismo Jesús» quien descubrió «en el reino de Dios el fin -plieaía imposibilidad de que la acción humana sea capaz por sí
moral de la comunidad religiosa que deseaba fundan>, en cuanto sola de fbiidliCífaTa realriaCiófi"deI"pfíIriero; El bien supremo
ésta tiene como meta <<laorganización de la humanidad a través presupone la eXÍsteiíci'áde Dicis"'aesoe"el"momento en que Kant
de obras movidas por el aman>". No obstante, Ritschl introdujo reconoce que el hombre no es capaz de producir la coincidencia
un buen número de correcciones en la~ideas de Kant. En primer de la dignidad moral de los actores (las personas) con la marcha
lugar, para él, como para Schleiermacher, Jesús no es un símbo- efectiva del mun<)o::ü, cnando menos, con sn desenlace- impli-
lo, sino el autor histórico del establecimiento del reino de Dios cada en dicho concepto, motivo por el que es necesario suponer la
entre los hombres. En segundo lugar, Ritschl no refería el reino existencia de un agente snperior que sea autor tanto del orden na-
moral de Dios a la ley moral de la razón, como hacía Kant, sino a tural como del orden moral del cosmos. Este 'autOres,-natural- ,
«obras movidas por el amor». Por último, Ritschl se volvió con- mente, Dios, Con todo, las accionOS'humanas encaminadas hacia
tra una concepción exclusivamente ética del cristianism090. A su la meta representada por el reino de Dios Partic.iPllo,en ~u cons- 1
juicio, es necesario ver en el reino de Dios la meta de la reden- De manera análoga, par¡¡ Sdileiermache;;el ibi-
trucción m.i1.!1,cl~n.!'1.
ción op"rad_ªPor Cri~to -esarriis¡;;~.r;d;~ción (jüe-Sch'¡cie;:ITia':' no de Dios es «la 'nueva vidaE~njunta que Dios habrá de crean>".
cher tenía toda la razón en haber convertido en el núcleo en torno a
Esta última debe-su esi¡¡Jilecimiento al Rede,ritbr, través del cual
al cual gira todo lo demás-o Pero, a la inversa, sólo el perdón de actúa Dios mismo;yla cooperación &í1i'6'5íbré en su producción
los pecados capacita al pecador. a c{))l]prometer su esfuerzo'en es' sé opera mediáñte su participar eri Cristo Y enel influjo emanado
perar confiado en Dios y colaborar en la realizaci6n"del reino de de 'susoJiras", Asfdebe'también'entenderse lo dicho por RitschL
Dios en la tierra. '" 'Sin' embargo, I~s pruebas exegéticas de Weiss implicaban que el
El influjo de la interpretación étÍea del anuncio del Reino por Reino es IÍnicamente obra'de Dios, una obra en la que el hombre no
Jesús sólo se. vería im"rI~n:'P'i.99 por la publicación, en 1892, de la puede coliíliorar eñiñodo'.lgUño. El Reino no tiene entonces una
obra de)ohannes Weiss !ca predícación de JesIÍs del reino de significación ética por constituir una meta de la acción humana, si-
Dios. En ella, Wei'ssd"Iiiostraba ex.eg~ti,a)l]ente que de lo anun- no que, a la inversa, es su actualidad en la fe lague lo convierte en
ciado por Jesússe d'éSprende la necesidad ~e'&is~iriái-iodaposíc punto de partida y mOtlv¡¡Cío~-de.las~o_bi~s~é!:rej~nte. '
bIlidad de que el hombre pueda colaborar de algún modo en la
realización del reino de' Dios, el cual, en cuanto co~sumaéión fu-
tura del proyecto salvífica, es"obra s610 de Dios mismo y no pue- d) El tomismo transcendental
de venir sino de é19J. De este modo, ~.~}nt~~rpretación.
~~~~~ó.!~i~
Los teólogos protestantes del siglo XIX allegados a Kant par-
88. A. Ri\schl, Die c/¡ris/li('l1e Lehre \'011 de,. RechJjl'rligulIg 'l/IId Ver. tieron en todo momento de sn filosofía prácrica. Pero p.2LL?,!f1j~..
III (l874. ] 1888), ll s y 9.
Sbllllllflg l1,a época, tuvo lu¡?,aren el pensal)1iento de la 19lesia cat61ico-ro-
89. ¡bid., IlI, 12.
90. Ibid.. lI1, 13,.
91. Con lodo, pese a la amplia aprobación que merecieron las tesis de
Weiss, la interpretación ética del anuncio del Reino por Jesús no desapurecerÍ<.1
en el protestantismo, manteniéndose con fuerza. sobre todo en el sor.:ialismo
I cristiano postérior a la Primera Guena Mundial y, más tarde, en ll! ~eologíade la
liberación. Al respecto, cf. W. Pannenberg, Grlllldlagen der E/hic (1996), 70s.
~'"-92. - F. Schleiermacher, Der chrislliche Glallbe
93. Ibid., 110,3 Y 112, Is,
e 1830), 87. 3.

244
I 245
9
mana un l:novimiento pnra la rerovAcion de la filosofía escolásti:
ca. En,él.'e int~~tó fundamentar la ontolngía propia de esta filQ,o
sofía por medio de una nueva gnoseología. El principal impulsor Los comienzos del idealismo
, de esta corriente fue el pensador francés ,Joseph Maréchal (1S78-
1944), cuya nueva vía de pensamiento encontró todo on ejército
de seguidores tanto en el área de lengua francesa como en
, Alemania". Maréchal afirma la necesidad de fundamentar nues.
tro conocimiento del mundo en la gnoseología. Para ello, profun-
dizó en los análisis gnoseológicos de Kantrecurriendo a la idea
ficl¡teana del ser como base de la autocoócieriéia: Ciiiúó'ei'í la
Crítica d~la razÓnpura, Manichal daba comiento a su análisis
de la actividad del entendimiento,l),eljuicio, pero, en contra de
, Kant, su propósito 'fire resaltada importancia de la cópula y, por
tanto, del ser, a'su:'jiricio injustamente desatendida por ésfé. La La primera mitad del siglo XIX discurre filosóficamente bajo
conclusión de su análisis es que la afinnación en el juicin tiene en ' el signo del idealismo alemán. Sus comienzos se hallan en la úl-
último término su base en el ser mi'smo''-quientambién'constitu- ' tima década del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Esta ela-
ye la subjetividad del que juzga-y, por consiguiente, en Dios. , pa inicial recibe el nombre de idealismgJem osofía l
Maréchal creía haber encontrado de este modo ~nJJ1!~nwJitid¡¡Ja'
,QntQ1Qg¡Ltoml,~ta.Entre sus seguidores, algunos (como~'pór
determinante de este período es la d ohann Gottlieb Fichte, ~ !
su lado, tienen también importancia los comienzos filosóficos de
ejemplo, KarLRahner) han ahondado en la reflexión sobre las Schelling y Hegel, y los Di~c"rso1sobre la relilJión de Schleier-
condiciones de posibilidad del conocer hasta llegar a la pregun' maci1er,así éümoel interÚ de este último por la filosofía'ideaJis.
ta por las condiciones de la vida humana fáctica en cuanto tal''.
tá,d~ gran influjo en su ética y dial~ctica,fi1QsQficªs.La siguien.
Rahner ha alcanzado de esta manera una base_parajnleJ¡¡r~tar
te etapa corresponde al período det'gran tdealis,!11]:;>caracterizado.¿
antropológicamente los dogmas del cristianismo. A pesar de
ello, su -lnterprefaci6n no pécade redií-¿-éíóiiiSíii;pues Rahner por el desarrollo del sistema hegeliano a partir de la Fenomenolo'
considera que el ser de Dios y su l'osible revelación son consti- gía del espíritu (1807) y por la filosofía tardía de Schelling, aun-
tutivos de la subjetivfdad'iuimana96:"Sin' emb'argo,esta''¡ía'hater- que se suela incluir también a éste dentro del ideahsmo tardío
minado por llevar a Rahner muy"lejos de sus orígenes kantianós. junto con el teísmo especulativo del joven Fichte y Christian
Herrmann Weisses. Debido a su carácter, nuestra exposición re-
nuncia a exponer en detalle la evolución de la primera etapa, es
94. Pura Maréchal, cf. el artículo de J. B. Lotz, en E. Coreth y otros (ed.),
Christliche Phifosophie im katholischen Denkell des 19. tlJld 20. Jahl'hllllderrs decir, la fase del idealismo temprano. En el caso de Fichte, ~-.
2 (1988),453-469.
Il,l de Maréchal
Otros artículos se ocupan de las escuelas francesa y alema-
(590-622). De estos últimos forman parte J. B. Lotí'., K.
Rahner. W. Brugger y E. Coreth. La influencia temprana de Kant en la filoso-

traremos nuestro interés en sus dificultades para fundamentar su
pos¡ción};l?sót~a, a Cjue,d~(). el~().IDbKº~]gill:ÚLQSistemade
la ciencia (Wissenschajtslejrre), y en las relaciones de esta última,'
'1
fía y la teología católico-romuna es tema del primer volumen (1987). Especial
referencia merece el artículo de H. H. Schwedt (221-241) sobre Georg Hermes con la polémica del ateísmo,.De la postura de Schelling sólo nos
(1775,1831), ocuparemos'hasta el momento en que formuló los p¡incipios en
95. Al respecto, cLla crítica de F Greiner, Die Menn:J¡lichkeit der Ojfellb(l-
que también basaría su última producción filosófica.De ésta, así
rungo Die mlllszefldelltllle Gnmdlegung da The%gie bei Karl Rahner (1978).
96. Para el enfrent¡lmiento con la fundamentación film¡ófico-religiosa de la como de su teísmo especulativo, nos haremos eco en el próximo
teología de Rahner en su obra Horú des Wortes (1941, 21963) cL E. Sjn~olls, capítulo, aunque sin ser exhaustivos.
Plú/u.wpllie de,. 0JJc/lbanmg (1966).
247
.;.
246 ,
1. Johallll Gottlieb Fichte y la disputa del ateÍslllo lisis de los presupuestos últimos (condiciones transcelldentales)
de la actividad del entendimiento en los juicios, hasta encontrar
Nacido en 1762, en el período que va de 1780 a 1784 Fichte en la conciencia del yo (<<apercepción transcendental») la base de
estudió teología~n ~"'l~,y"'I¿i£.?'!g, pero este último añoJ.!:1,!e- la conciencia experimental. El primero en proceder de esta ma-
rrumpió s.fs estudios)' se hizo prece¡Jtor. Su encuentro con la fi, nera había sido el precursor de Fichte en Jena, Karl Leonhard
losofíiideKantslgnTiic6¡,arael el abá~dono de una cosmovisión Reinhold '. Este intento estaba motivado por la crítica a la admi-
determinista, En julio de L79J ..f!!s:.a.1iisitar.a1<a'lt a Konigsberg, sión kantiana de la existencia de cosas en sí, en las que Kant veía
gracias a cuya re(;o,m~ndación ..fu.e.publicªd9.~Jl Ensayo de "na la ¿aíisa de que nuestros sentidos füefiii1;,afectados», haciendo
crítico de toda revelaci<5n (1792), aunque anóni;;';;;~";;te'-Io que <.leellas el objeto que provoca en nosotros las experiencias. Entre
hizo que todo el mundo pensara que el autor era Kant. En .)794 los críticos que consi<.leraban esta suposición incompatible con la
Fichte fue llamado por Goethe, ministro de Weimar, a ocupar ~na <.lemostración kantiana de que todos los contenidos de nuestra
cátedra en Jena, y en ese mismo año apareció la primera versión conciencia experimental están determinados por las formas de
<.lesu reconstrucción sistemática de la filosofía transcendental de conocimiento del yo, destaca Friedricb Heinrich Jacobi. Este úl-
Kant: los fundal/l~;i;s de toda la le~-;f~'~i~'l~~i~;;~i~i:¡ijchte timo expuso su postura en un ensayo, Idealislllo y realismo, al
concebía esta' últiina'a jJártrrdéTa'~PtQcoñdeijda'¿¡i';:;ofunda, que Fichte recurrió en su interpretación de la filosofíª-~ ..Kant y,
meyt.cule..la, uniQad. d.ek~)meri~nCia. Con el paso de los años, en particular, en su ..n,~hazo deraexiSteñéla de cosas en sí'.
Fichte añadiría diversas introducciones aclaratorias a su obra, que Eliminada dicha hipótesis:'C¡ueifaba por exponer el modo en que (
hasta 1814 fue refundiendo en nuevas y sucesivas versiones, y la aUf.q~º~cienci~es no sólo. uien «COndlcl~na>~~~ qUle~_.~~?e-
exponiendo a un círculo selecto de oyentes. Sin embargo, estas termma» 1.a,c,QnclenClaexperImental. proceder aS1,FTclíte cree ,
últimas no fueron nunca publicadas, por lo que, para la mayoría, ía estar desarrollando e!slstema deja conciencia experimental
la versión de 179.4 terminó constituyendo la versión acabada de presupuesto en la Crítica de la razón pura.
su pensamiento. En Jena, Fichte publi¿Ótam61éñSus'F~/;damen, Para Fichte', el «acto» o «acción fáctica» (Tathandlung) por la
tos del derecho..'!a.t~!;g4egún..1QLp...rill£iJ2.io.ufe.lª ¡eoría de la que el yo se pone' a sí mismo, está a la base de toda actividad del
ciencia (1796) y en'1]9.8 un Sistema de la doctrina moral. Ese
mismo año tuvo que defenderse de'i;¡'acusación de'-at~í~~o, que l. K. L. Reinhold, Fersuch einer neuen Theorie des menschlichen
condujo a su desQ~Qi9-".<:!.eJasaul~. Entre los escritos posterio, Vorstel!ungsvermjigens (1789).
2. F. H. Jacobi, David Hume über den Glauben, ader Idealismus und
res, deben citarse el pesrirwdiilJlambre (1800) y la !n.>1!!!.fción
Realismlls (1787) y la Segunda i1lfroducción a la teoría de la ciencia de Fiehre
,¡para la I'idafeliz (1,806). fi~htelue..uno de los fllndad 'escteTa ~ i) (1. G. Fichte, Versuch einer neuen Darstellung der Wissenschajtslehre
I umverslcJa~.d~ BerIl~!,~, la que en 1810 fue su p~er rector. ¡. [1797/1798). edición de P. Baumann, PhB 239), 62 (versión cast.: Introducelo-
nes a la Doctrina de la ciencia. trad. de J. M. Quintana, Tecnos, Madrid 1987).
Po.r su ~arte, Jacobi ~l? .q~e.!:!~.
~~~ algu~~_~~I!~!!l!,"ª '"ª Qi.e.~t~sisde la
a) Lafilosofíafichteana del)'o en la teoría de la ciencia eXIstenCIa de cosas fuera de nosotros, perOla conSideraba un asunto dere:-"
3. Asides;ribe Fichte, Z~ire Einleitung in die WissensciUi]tfeJir:e-;S7s, su
relación con Kant. '
Todavía en sus años de Jena, Fichte crefa estar en completo 4. 1. G. Fichte, Gnmdlage der gesamten Wissenschaftslehre (1794, 31802), '
acuerdo filosófico con Kant. Pero en su Teoría de la ciencia in- edición de F. Medicus, PhB 246 (1988), lIs (primer principio). Las páginas del
tentó proPQfciQnar ...!:!!lnuevo fundamento al análisis kantiano de texto se refieren a esta obra (coincidiendo con la paginación de PhB 246).
"j~ cO~,ciencia experimental P'!.~ª~!l~.2...de
la conCienCia real dd yo, "'. El acto o «acción fáctica» (Tarhafldlung) por el que el yo se pone a sí mis-
en foriñ1CdE"unriexpos'IClónInás cerrada y slsternahca. En realI- mo es descrito por Fichte bien mediante la construcción sich selber setzen, bien
mediante d término, empleado por el autor en un buen número de ocasiones,
dad, de lo que se trataba era, por así decirlo, de una inversión del SelhslsefZl/llg. A la hora de traducir este último término, hemos tenido en cueil~
modo de proceder <.leKant, quien había progresado desde el aná, la que S'erzung, substantivo de setzell (poner, colocar), no debe verterse simple-

248
249
El !l~-'y2 así puesto eS$!!.p.rin£_i.E~~~acuidad, nada". Sin
¡entendimiento en los juicios. Por su parte, el yo «es a la y.~£~L
embargo, al saberse opuesto al no-yo, el yo se saoeliffiíradOpor él
.'é'ge.!l!_,y e.I producto de la acción» (16 ~ 6). Esto último no debe y, por tanto, ¡¡nito', de tal manera que sólo"'<liocira.:'. P.l!~$..~- '
entenderse como si la identidad que el yo descubre de sí mismo
se por tin de ambos: son algo» 11J.Por medio de este tercer princi-
fuera producto del yo como sujeto, porque «~lj'S'.s.~~~~ en la
medidaenque tienefonciencia de sí» (17 ~ 7). La_a(jtoco!'iien-'
pIO, la refleXión hchteanaque partía de la Pur~E'!P.gj¡;º£\ª.9..~LYQ ti
cia, en la que el yo «retoma» a sí, haciendo ~~.!Ü!1ismosu obje..: ::!.::~.~, e~plan9. . :Je,1~..~E.fien~\~~<jjyJ9.iQ!!S4~;!1:!2.L?bjeto U
que, segnñ1a "'(JefilllClOnde la Cntlcll de la razonp"ra!Te Kañf,' ,!
to', es ella misma la acción o actividade'iique el yo se agota.
-- La interprétación del yo como acto permite conceb¡rtillñllién constituye t~mb~!'.1.~l).~9-,<.1f~9.!isieI)~!~ ~x,pir¡ií,~I)l~!cEn prin- \ j
cipio y de'inmediato, sin embargo, el yo finito sólo tiene concien- t
el no-yo, del que el primero se sabe diverso, como un producto
de este último. La autoconciencia y la conciencia de un ser ext~r- cia de su limitación ~v~~~ lln...~.sn~~~nJo.
.... «Querer ex:pl~~!lr
no a ella están «necesariamente vinculadas», .pero la primera este sentimiento primanoapartir de la actividad.deqlgQ>¡,.es de-
constituye el fundamento de la segunda'. En la Teoría ,ie 'Ia cien- CU;-creé"reñ"hi"eiístencíaae"üiia 'cosa en sí, «es' el dogmatismo de
cia de 1794 se dice, en relación con este punto, que «la posibili- los ka¡ltiaoos». La verdad es la inversa. El sentimiento «creapara
dad del oponer» presupone «la identidad de la conciencia» (23 ~ s"(ü;:;~
'materia extensa por medio de la intuición, a la que transtie-
2), es decir, el yo. A la inversa, el actQ.Qor el gue el yo se pone a re 10 meramente subjetivo del sentimiento mediante el pensa-
si mismo..«no.sería.posibl.e..~os..de-que por.med~e"ótro miento, es decir, hace de la m~~!i.:!~.~~~~,~9~s~sen.timi,:nt?JY j
IUe.¡¡oc.
de dl~?..~.~l!,J!!L'9jW]tE£!:..!I!~!2.ii!}~~~I)te.Sl~;>". .!
¡
acto surja un ser ext~rtor ..a1.y..!'~.:'.
El yo '1¡iuto distinto de los objetos de su conciencia y a la v
mente «posición» (resultando así «autoposición» como traduL:ción fiel de refendo.a.elliíSd19 sólo es diferente del ~o absoluto de la intui-
Selbstsetztlng), pues el carácter lransitivo de selzen hace que la forma sustantiva
de este verbo no describa propiamente el efecto de «poner» (es decir, la ((posi-
, '29 n origin4.t¡¡m!Jl¿lUe.llP,gru;.\lRrSiñéIñbaTgO,ñJü;rasaoemos
o
1 que la relación ¡ls..ºPQsiciº!l...",~.\.s.~!lt.~.
~I)tre ~~yo tiñítoTsirbb
ción», en el sentido de «estar puesto», para el que la lengua alemana dispone de
substantivos de otrJS familias, así Stellltng o Stelle, de stellell, poner, ubicar), si- jetofíene ~g~IL~.!!£l Y9..aQS9Iuto12.Ahora bien, tal y como
no la acción de «poner», ((el poner», y en este caso todavía más concretamente la ermlsñió"Fichte puso repetidas veces de manitiesto, el acto por el
acción de ponerse, es decir, el (uutoponerse». Así, pues, hemos traducido siste- que el yo se pone a sí mismo y el acto por el que es puesto el pri-
máticamente Selbstsetzung como «autoponerse» y no como (autoposición», -mernócjig ..!!o.jiüe.¡!en' dedllcirse teóricamente. Su fundamento
con el fin de que el lector español no se llame en ningún momento a equívoco
sobre el verdadero sentido de Setzullg -un sentido de parte a parte (activo»-, y
v,ene dado por la «lil>~.rt.~d ..xespontaneidad» que experimenta-
Selbstsetzullg des ¡eh como «autoponerse del yo». Para TIltlullulll/ng hemos uti- mos en la exigenSiaC]ues~n9~: (ÍÍ1p.gnÉ:~:n. ..!f!eLI)l.0r.~I: «En mi
lizado indistintamente la traducción «acción fáctica») o el término «acto>•.
Creemos que el primero es del todo fiel en la letra (más, por ejemplo, que «ac-
11 "'pensamiento; debo (soll ich) partir del yo puro y concebirlo como
actividad absolutamente espontánea, es decir, como lo que deter-
ción rea!», que es como también suele verterse este término en la litemtura filo- ! mina las cosas y no como quien es determinado por ellas>~13.
sófica en castellano) y que el segundo lo es en espíritu, por lo menos en la me-
dida en que lo que describe la T(llhmulillllg de Fichre es precisamente el
i Empezar por el yo para -a diferencia de Kant- concebir en él
tlutélltico origen o fundamento del yo, es decir, el (acto» por el que el yo se po- I el !'üiiaiífijentp de ¡'ácon~iencia experimental, hizo que Fichte tu-
,-" .•.•...
' .. ' '.". ", ,.
ne a sí mismo. Pam terminar, hemos de decir que por un momento pensamos en
traducir Sefbstsetzt/ITg como autoposicionamiento, ya que en español posicionar-
t 8. 1. G. Fichte, WisSt!l1schaftslehre (1794),24 n. 95S, cf. 30.
se describe siempre una acción y no un efecto, pero los vínculos de esta palabra
con la adopción de posturas y actitudes nos convencieron de recurrir a la otra so.
i 9. J. G. Fichte, Segunda i~troducción a la teoría de la ciencia (1798), 69.
10. J. G. Fichte, WissenscJuifisll!hre (1794),30. er. 2weitl! Eillleittlllg in die
lución, la cual tiene un significado «(neutro») que se corresponde muy fielmente
con la idea contenida en la Selbstsetwng fichteana (N. del T)
5. Aclaración de Fichle en la Erklünmg in Jer Zweiten Eil1lei/tlllg ill die
t Wi.\.s#!ll..•.
ehaJtlehre, 69: «(Por cierto que sea que yo me pongo a mí mismo, me
pongo como algo limitado; ... Como consecuencia de esta intuición, soy finito».
1 t. [bid., 7 t.
Wisse",chaf,lehre (1798), PhB 239, 38 Y 39. 12. J. G. Fiehte, Wü'::,'eJw.:Jwjislehre (1794),30.
6. Ihid., 37s. 13. 1. G. Fichte, Einleimng i" di#! Wisultschajtlehre, 46s, cita 47.
7. Ibid., 38.
251
250
viera que dedicar mucha más atención a la pregunta por. la uni- derarse g¡;j¡¡z...~~ como ojo". Al final de este nuevo intento;
.£lad de la autoconciencia". Dentro del 'contexto en que se ocüpa=- Fichtehablaría de la clei7áciÓ¡;'hacia el poder divino en la razón,
ba de la conciencia experimental, Kant había comprendido la au- la cual es <<lafacultad etema de crear del mundo sensible», en la
toconciencia como autorreflexión, que luego describía en términos
- .._--~.-- ---_._--,.-_._. -
que los que se e.I9~~n~a.c.~....sL!"is.rll.~~.~~!~y~~!! ..!!'undo y a sí .
del «yo pienso» que acompaña todas nuestras representaciones. ~}luismos en Dios»20. Por último, <?PtºJ~Qf.,.!~.!.~,~r.:!~a misma a¡j::.'t
Sin embargo, I~pregunta por el proceso de constitución de la au- " toconciencia como .m~nifestación de Dios:!l, Segun TareOñti71e-'
.tsC? ncie.nC.i~_'l1.~llªU~11<l~q_de.y.,?..p,;,r~ Ipi~'!!~J.I~Ee.!"!,~bia ha- o. j la ciencia 'de' ¡804, ia ~ª~"iQgérii~isviva,ig!erior Y..~~o!uta» del ¡.
bla qued~do .~I.n.conte~tac.lon, y la dIferenCIa entre ambos yós se yo pre~~one..SillJlJlrincipio)),..a .sab~r., 1a.~u~_.d!yi,!.1.~=!..zI:a'¿ras"al
daba aquí en todo momentopor supuesta. A diferencia de Kant, G.J.wJJÍl.misma.luz es l~z ..De la luz «se deduce la aparición de la
.1el propósito de Fichte era ahora I¡£cer del yo el fundamento de la !JJl¿> (200, l2s) como «reveiiicíOnYffi'áhífe"staci6riBeDi'oS'5"":-En
~l1icJ.a¡j.deJP.Aa.gp~ri e.n_~L~.Si n e;n¡)'árgo:p'ara ell,)'(;ralirezoiso la Instrucción pa',.¿¡-¡¿, vídii}éniae') S06:Ficlíteseiefirió a la
comprender primero el yoensu calidadJ!~,funQªmento de su conciencia como a la «existencia del ser», en el sentido de una
liropia unidad, y ésa es' préCis'amente"í~'función q~~"c~iripíe el «manifestación y revelación defser»?~a conciencia es aquí, sin
concepto fichteano de acto (Tafhandlung): «Ahora bien, yo sólo duda;"'"iaCOñ'éle-ñCia1iüñiañi:'~«Láwconciencia, es decir, nosotros
puedo haber llegado a ser mediante una acción (handeln), pues- mismos, es la existencia divina misma y no es sino una con esa
to que soy libre. E~~...~"t.~ªLmLe.s..o.trP."qu•..e! 9oncepto del YO»15. existencia. En dicho ser, se toma a sí misma, convirtiéndose de
Sin embargo, la iaea de acto no explica el saber re11é}o'que- el yo ~~J~,mQ4o en conciencia; UU propio. ser, es decir, el ser verda-
tiene de sí y del que Fichte había dicho que es inseparable de és- dero divino, se le convierte e-n--müildó»,' Coñ'la~coriCíéiicia. em-
te (cf. supra). La interpretación del yo comoacto «rodea astuta- pieza la lfánsformáci6JÍ d,;r ser divino en mülliiO;eI cuaISe1'nrg-
'mente el saberqiJgeljotie~e'de sí mismosiñ'reéondücimos a merÍiapo¡'''medÍo 'aeTa reflexión"e,i «ííifii\1t:asñglll'llS>~'0
16 . ' .. -'., -' " '- .. '.'''-'- ".'-' ~•. "'-"'-'~.....-.".
él» ,Por eso, en 1797/1798 Fichre'propuso una fórmufiinás «esil misma 1Úi',Hvina es capaz poYs{s"ora-(fe volver'a reunirse a
amplia de su primer principio, ~~_a.utointui7,~<Í.I1. cl.e.I ..yO,esahora partir de esa dispersión y concebirse como Una, comprendién-
~aracter.~~a.~.a
.~omo~:u~.?~~,~.~~;_~~n~ Sin em-'
..£.9.I].1~~~.9~e:.~~7. dose como aquello que es en'sr:es'oec'if,-éxISfeñcia y revelación
. -'.-_......................,. _--"
...•_ .•..-.
bargo, tampoco-mediante esta formura alcanzó Fichte a mostrar de D108»-.
la identigad del ~'?_9.ue.J)OI1e..Y..e.I.y.o_p''!..e,~.t'?,
ya que no se ve la
manera en que el yo podría engendrarse a sí mismo como un yo 19. J. G. Fichte, Darstelll/Ilg del' WiSSell,\'chaftslehr£1 al/S J£1/1 Jahrell
que se tiene y que se sabe. Por ello, en años posteriores Fichte /80///802, edición de R. Lauth, PhB 302 (l977), 48, así como 46. Para la his-
toria de la metáfora fichteana del ojo, cf. D. Henrich, Fichtes urspriingliche
abandonaría la idea d.el.~~t~po~~.':~~.~.e!.X2i~.elbsisf!.ii~~.8)C6inO

)
Eillsicht, 26s. La idea de que el ojo está (ántrapuesto» (eillgesetzt) se encuentra'
fundamento de la consi~P9i~<le~.st~_~I!i.'.1'0. El yo no puede.pro- '¡ i: ya en una nota marginal de Fichte a su System der Sittenlehre (Sistema de las'
duclrse o engendrarse a sí mismo, sino que debe entenderse a i \.' doctril/a.\' /IIomle,I') de 1798 (Siimrlicl!e Werke 4, 33 nota).
partir de un fundamento anterior y activO; 'pero'éSie"ya'óü'püede \' 20. 1. G. Fichte, PhB 302, 218s. , .
. ser otra vez un «yo»". Como consecuenda,la Teoría de la cien- j 2 l. Según D. Henrich, Fichtes IIrspriingliche Einsicht, 39.
22. 1. G. Fichte, Die WisseMchajtslehre. Zweiter Vortrag im Jahre 1804, ,

cia de 1801/1802 describe 1a.¿tl:.~ión del yo como «un apo- edición de R. Laulh y otros, PhB 284 (1975), 2]6, cf. 226, 231ss .
.•.•.•......-._ .•..•." .•..••..•.••••.
....-.,,_ ••.. 'c'.•
23. [bid" 172, 27. En la Teoda de la ciencia de 1810 el yo es descrito co-
14. Para lo siguiente, ef. D. Henr~c~.
Fíchtes ursprüllgliche Eim;ic!u (J 967). mo el «(esquema» del ser divino (Die Wissenschq(tslehre in ¡hrem allgemeinen
Para la siguiente frase, 11. 1 Umriss, edición de G ..Schulte [1976], 2655).
15. 1. G. Fichte, Einleitung in die Wissensclllljilehre,40. 24. J. G. Fichte, Die Anweisung :;.um se/igen Lebell, edición de H. J.
16. D. Henrich, Fichtes IIrspriingliche Einsichl, 21. Verweyen, PhB 234 (1983), 50, cf. 63 (versión casI.: Exhortación a la vida bie~
. !7. J. G. Fichte, Versuch einer licuen Darste/lllllg del' Wissellschajt/ehre, /w\'enrllrada, Tecnos, Madrid 1987): el ser absoluto de Dios ({se revela») .
edICIón de P. Baumann, PhB 239, 108. 25. ¡bid., 68.
18. D. Henrich, Fichles ursprüngliche Einsic:ht, 25. 26. ¡bid., 73.

252
253
h) El carác/erfimdamellt"lmellte práctico de ¡"jilosojlafichteaIlCl ~ey~TI,?Q'!1)9_qu~9~)\~¡nP29.Q!:_::I)Jft.j¡etewnQmíª, sí lo es ver
en .ma causa «de laexistencia de la ley moral en nosotr~~ La
y 1(/polémica del ateú'mo
Tey moral tiens_.\'n'eÜe¡i,le'piosSIJ':S'ÚprÚiÚí'mañíf~stación.De
En Ficille, la filosofía teórica y la práctica ya no permanecie- este modo, aunque su contenido no dependa de la voluntad divi-
ron aisladas por-iñasüeíñ¡l'6',-conl'o'1íñ15íaocurrldCi e¡\~ant. na, Dios 'puede ser el causante de su existencia en IlOsotlVS, ya
Aunque Fichie escribi6álguiuls obras que trataban de manera se- que éIéS la causa del mundo natural y, por ello, taml¡i~nde,nll~s-
parada cuestiones de derecho natural (1796), de ética (1798) Yde tra existencia:"Por'eotünces; Fichie se mostraba todavía deacuer-
tilosofLade la religión, ~10_sofía_t~2r.isa,lll!9i9.fi!l.Plá~t¡,:a._c?ns-
ctüé¿í1lá fundamentación kantiana de la existencia de Dios en el
tiluyeron una unidad en su reflexión por relacionarse ambas-con concepto de bien ~upremo. Años más tarde, el'descrédito de esta
la "uutolegislación» o auiogohier.l1l1deIUrai'&oj¡I:ifl]í¡rj¡ con el arifüm¿ñfñclÓnpeina'etítica generalizada a la doctrina kantiana
autoponerse (SelbstsetzunÚd~l yo en su autorrealizarse como ac- de Jos postulados hizo que la opinión de que Dios constituye el
to. El origen, en efecto, de la conciencia del yo es,
en últi"motér- fundamento de la ley moral en nosotros pasara también a segun-
mino, moral. Se muestra en la ley moral, a través de la cual "se le do plano. De todos modos, en el ensayo sobre la Fundamentación
exige al yo que actúe absolutamente ... , actuar cuyo fundamento del derecho na/ural, de 1796, sigue aún presente la idea de que el
no puede ser, además, otro que el yo mismo». He aquí dónde se hombre necesita de una «exhortacióm) ajena a obrar espontánea y
funda aquella "intuición de la libertad y espontaneidad»" que los librerriente:-Esa-funci6n-la-cumpJe la educación, pero en último
dos primeros principios de la Teoría de la ciencia de 1794 decla- 1€riIiilio tiene;¡l;of¡ge'ri'eo'Di6s":-Pbid contrario, el Sistema de
raban indeducibles. Los Fundamentos sobre el derecho natural la doctrina móFiíT,"ae'1798;'elíininatodo recurso a Dios en rela-
de 1794 enseñan, en el mismo sentido, que ,,~))'o práctico»es «el ción con la presencia activa de la ley moral en nosotros".
yo de la autq£onciencia origina!», y que querer,J(elLe1.QUrácter Sin embargo, en el ensayo Sobre elfundamento de nuestrafe
esencial, y~rc)ader;Ím~n1~'jl~-ñüino, de la razón»'". En el Destino en el gobierno divino del mundo, cuya publicación en 1798 de-
del hombre de 1800, Fichte~¡;~ñd;¡de ri"li,;vo-"ri"lamisma idea: sencadenaría la polémica del ateísmo", Fichte describe ya la
"La voluntad es lo vivo y activo del mundo racional, como elmo- 'c"o~mo
«convicción de nuestro estar determinado;-¡Uoratmenfe)
vi miento lo vivo y activo del mundo sensible»29. También aquí se ~'!E9.l!e!!1i,f~(~f~ejil\~tEñefeciO,<~li¡¡Cíendo'
rÍÍíoaqú-eífin
dice que Dios es la fuente de la que mana la etema corriente ,<de que me es propuesto por mi propio ser y convirtiéndolo en el
la vida, la fuerza y la acción, es decir, de la vida original; de Tu tin de mis propios actos, estoy ya dando por posible su cumpli-
vida, oh Eterno, pues toda vida es Tu vida, y sólo el ojo religioso
31. 1. G. Fichte, Versllch einer Kritik alter Offel1banmg (1792), edición de
penetra en el reino de la belleza verdadera»". H. 1. Verweyen, PhB 354, 26. Al respecto, cf. F. Wagner, Der Gedallke der
Una primera formulación de esta idea se encuentra en el Ensa- Personlichkeit Gottes bei Fichte 1II1l1 Hegel (1971), 24ss.
yo de U/la crítica de toda revelación, de 1792. Allí se dice que0!i 32. 1. G. Fichte, Gnmd/clge des Naturrechts, PhB 256, 33ss, esp. 39.
bien noes posible concebir a Dios co!?o causa~,?!_contenidode 33. Pese a ello, las consideraciones sobre la doctrina kantiana del mal ra-
dical (SW IV, 198ss) señalan la ll~iliq,!dcie los impvlsQs externos para la mora-
27. J. G. Fichte,Zweite Einleitllng ... (1798), PilB 239. 46s. lidad: «Algo así es ahora la rt:figióri"positiva; disposicio'ilés tomadas por hom-
28. J. G. Fichte, Gnllldlage des Nawrrechts, PhB 256, 21 (versión cast.: 'bres excelentes para ayudar a otros a desarrollar su sentido mora},) (205)
FlIl1dw'lJenros del derecho natllral según los prim:ipios de la teoría de la cien. 34. -Este ensayo venía precedido en el Diario filosófico de 1798 por otro de
cia, trad. de 1. L. Villacañas y M. Ramos Varela, Centro de Estudios su discípülO"EKrorb'erg- (Evolúci6n del coÍtcepto de religió;J), al que' Fichre
h'izo"acompanar del escrito Sobre el fundamento de nuestra fe en el gobierno di-
Constitucionales, Madrid 1994).
villo del mIli/do, con la intención de preservar a Forb~Q~ de la acusuc\óJ:I. d~ de-
29. 1. G. Pichtc,lJie lJestimllllll1g dl!.~ Mellschl!/I, PhB 226, 118 (versión
fenJt:r una postura escéptica hacia la religión. El escrito an6nimo Curra de IIIl
cust.: El J/!,!¡rillu del hUlllbre y el destillo del sabio, traJo Jt: E. Ovt:jcro y Maury,
p'adre a Sil hijo estlldiante sobre el ateísmo de 'FÚ:hte y de Forberg (1798) de-
Espusu Cal pe, Madrid 1976).
sencadenó la polémica, interviniendo el Alto Consistorio de Dresde.
30. ¡bid .. 15 t.

255
254
miento por medio de actos reales)}"15,De este modo, un «nuevo ,a Ja cJi!!caesllilliL:?Üll!.í!Ji!.j¡j¡¡iJ)1!~~,i\,y~lde~J}pi,!~dllta~o de en-
orden» entra en nuestras vidas. El mundo se nos aparece' en ton- J.£ndj¡]'ient::/.Y.(~~U,9.t~d4l.Pero, a la vez, enlaza co~ los constantes
,ces com6'«elrriáte-fHi.l sé'n'S'ihilizado de nues~rQJ1e!?~r»,
~a (fof- des ve os de Fichte en torno al prImero de los prInCIpIOS funda-
zosidad» con que «se 'nó,s'i(ripone» Ia fe en I'i realidad de dicho mentales de su Teoría de la ciencia y, en concreto, con el fracaso
orden puede así «recibir muy bien el riombre"di revelación», y de la tesis del autoponerse del yo, ligada a su vez a la opinión de
'«ésta es la verdadera fe; ese orden moraleslod{¡'inifqÍle noso- que el fundamento del yo no puede hallw'se en otro yo -un yo ab-
tros aceptamos»", Quedaba' asf 'consumada'Ia 'á,ilúcción' de la
soluto-, debiendo ser de naturaleza completamente distinta. En
igeade_.9i9,~,~~.':.~~~~~c!,a morjll, que el Ensa)';Q de 1792 con- ~,," los escritos relacionados con la polémica del ateísmo, así como in-
sideraba todavía imposible: «Dios es este mismo viviente y ac-
mediatamente después, en el Destino del hombre (eL supra, nota
tuante orden moral; no necesitamos otro Dios y tampoco pode-
mos concebir ningún otro». Ya no vuelve a hablarse de Dios 29), ~ pe~só_':.n_~!q~!'E~rrgor~l dela ,e.zón IJrá~tic~enno,-o~
c

tras para ocüpar ese lugar. Pero en las verSlOnes posterIores de la


como origen de los órdenes moral y natural: «La razón no tiene
7eorio"ile'7il'éieñci¡;;Jíalilo en un sentido más general de la luz ac-
motivo alguno para salirse de aquel orden moral del universo y,
tiva en nosotros y, a partir de 1806, aproximándose aún-maS'a
por medio de la deducción de un fundamento de lo fundado, su-
poner la existencia de un ser que fuera causa del mismo»", De
Spmoza, del ser dIvino cuya revelación 'es nuestra conciencia42.
'-'CollSú críriCaa11l11le:l1faaiCibñal-0e--m6s~FicÍ1Té'iiiíibiciona-
h echo, ~l, ~~£!:£!
9.Q£~E!.'1.s!.e,.ºiQ.~",~£.9.mQ,.!i,y.l¡~t~!J.Si fica», vi ncu_
,ba, como él mismo dejó escrito (1798), «e.~h_~.:¡;:~;t¡errala'cÍ1ar- : •
lado con 10 qnterior, «es tan im£osible como contradiCiíifíti»", La
razón, que Fiéhtéaciiirai-¡a-posteriorrrieñie, estriba",; quéel'con- 'Tátanería escolástica para poner en su lugar la religión verd,aqera '
cepto de substancia como aquello que perdura dentro del cámbio "i;igllmiitI,,:í~~ló-iiregre'aeJdeber»4J.Sinembargo: sus formul~- ,
sólo es aplicable, de acuerdocon los principios kantianos, a los : ciones ofrecían locro"'elaspeCló -de negar lo específicamente relI-
objetos espaciales o materiales", Igual de contradictoria, según gioso en beneficio de la moralidad. Así que no puede ser motivo
él, es la idea de un Dios personal, pues ésta, es decir, su persona- de sorpresa que se dieran de bruces contra la oposición más en-
lidad, su ser-persona, atenta contra su infinitud, ya que «es del carnizada. El Alto Consistorio de Dresde elevó una queja al prín-
'todo imposible concebir la conciencia y la personalidad abstra- cipe elector de Sajonia sobre las doctrinas de Fichte y de su dis-
yendo de las ideas de finitud y limitación»40. «Añadiéndole di- cípulo Forberg. Por decreto electoral del 19 de noviembre de
chos predicados (17), convertís este ser en un séi'fíñi'to, aé-nalu' 1798, fue confiscado el Diario filosófico, a la vez que se conmi-
raleza similar 'el Ia"vúesti:iJ::'Ue 'e'shi~'manera,'
iúr pen'sáis a Dios, nabaa los profesores de las universidades deL~ip?ig y Witten-
como era vuestro deseo,' sino sólo a vosotros mismos multiplica- berg '<~ad~fender con vígor, celo y dignidad la religión atacada, y
dos en el pensamiento». Este úllfñi¡,arguinenió, juntó con los re- éuidarde lafundamentación, difusión y consolidación de la f~ ra-
proches a la proyección contenidos en él, se remonta en realidad clonaj'~~"bio~ y del vivo convencimiento de Ijlsverdaq\" del
.. '--~'~_.
-"'".",
cristianismo». Fichte reaccionó con la publicación del escrito
35, Die Schrijten J, G, Fichte 's zwn Arheismusstreit, edición de H. Lindau Llai;;~miento al público (1799), cuyo sarcástico subtítulo rezaba:
(1912), 28 = 9s en el Diario filosófico 8 (1798),
36, [bid., 31 = 13 del original.
41. B. Spinoza, Ethica J, prop, 17, escolio al corol. II, ef, también la ob~
37. ¡bid" 32 = 15 del original.
servaci6n de 1. G. Herder de 1798 (Werke XVI, 497s), comentada por H. Tirnm,
38. lbid" 35 = 18 del original.
GOlf I1l1ddie Freiheit (1974), 339,
39. J. G. Fichte, Del' Herausgeber des Philosophi.u:hen Jom'nal Gaie/I/-
42. Nota 24.\:. Para la aproximación paulatina de Fichte a las tesis de
fiche Veralltwortungsschrijten gegen die Anklage des Atheisnws (1799), citado
Spinoza, antes objeto de un vehemente rechazo, cf, W. Pannenberg, Fichte und
según la colección de escritos publicada por H. Lindau (1912), 2218S. die Metaphysik des Unendlichen: Zeitsc/¡rijt für philosophische Forsclumg 46
40. 1. G, Fichte, Über den Grund ll/lSerS Glaubefls an eint! gotlliche Welt-
(1992) 348-362, en especial, 351 ss.
regienmg. 34. 16 en el Diario filosófico 8 (1798), La siguiente cila se encuentra
43. J. G. Fichte, Überdel1 Grund l/lIsers Glaubells., ,35.18 en el Diariofi-
allí en la frllse que viene a continuación,
lvsóJko 8 (1798),

256
257
« Un escrito que se pide se lea antes de contiscarlo». Se siguieron 2, Los comienzos de Sc'helling y HegeL
manifestaciones estudiantiles a favor de Fichte y la publicación
Los dos pensadores más importantes de lo que se conoce co-
de su ~scrilo judicial de responsabilidad eonlra la acusación de
aleísmo (1799), La amenaza de Fichte al Consistorio de dimitir si mo época del gran idealismo, ~~:I!,i~~l'!:!e.ge.I,.~.t",<!~a..!:!?!,teo-
se daba el caso de una reprensión personal motivó que se le des- !.S'.E.~~jun:.~.F¿:~:9r}S~,l1bl<Je.rlin. e.n<~l ~e.llli.!!!!IL9.,.ill1,r~a
durañrelos años 1790-1793, Su entusiasmo por la RevoluclOn
pidiera de su cargo por decreto del 3 de abril de 1799, En carta a
trañces'ü'ji'lií"ñiievafilosofiiícrítica, que saludaron como signo de
J, G, Schlosser, el ministro Goethe exteriorizaría su disgusto «por
una nueva época de libertad, los colocó al margen liado el uso
habernos visto obligados a perderlo y porque su estúpida inso-
que el dogmático de Tubinga, Q2!)]QQ.. CI]r\~!i.aj1.Sl0Jr, hada de
lencia le ha arrojado fuera de una existencia que no volverá a en-
contrar .. , en ningún lugar del globo», Pero Fichte fue a Berlín, Kant con el.tm de justi!jm,rug~~:~~~~!e ~.'Jl':.9l2ft.!as~y'~na-
turalist;rrr En contra de Storr, ambos mamfestaron su MlieslOn a
donde el rey Federico Guillermo 1Il, posteriormente rector fun-
i1rTaeáKantiünii'ae l¡rautorroinía de la razón,inostÍ'ánoose' 'ois-
dador de la Universidad berlinesa, le concedió el permiso de re-
puestos'a' dejar a' un lado el etidaimonismo 'escondido en la doc-
sidencia, acompañándolo de la siguiente observación: «$.i y,s,c,ier-
triña-de lbs postuladMde'Kállr;y ech¡,nsí'jiof'tierÍ'a'cou'los ar-
to que tiene problemas con el buen Dios, que el buen Dios los
arregle con él; yo no tengo nada que ven', . '. g<;memos"de"S1l'1iíaestf6,'" ....
La acusación de ateísmo afectó profundamente a Fichte, Durante la época de sus estudios, Schelling, quien por en-
Aunque sus afirmaciones de 1798 habían dado motivos más que tonces tenía sólo diecisiete años, se convirtió en el líder espiri-
suficientes para ello, en un sentido profundo la acusación no fue tual del grupo, Entre 1792 y 1793, el joven estudiante escribió,
jllsta para con él. Esto OTtim<llopruebit lá evo)üciÓn'''posieñor de aunque sin publicarlos, una serie de comentarios a las cartas de
su pensamientó, el cual no sólo fue una reacción contra aquélla, san Pablo a los romanos y a los gálatas, en los que trataba de mos-
sino que dio continuación a .8.\15 esf~erzos por explicar la razón de trar la.iQe!.'li<!ªºQg['lJ!'l<:;\fiJJª original de Jesús con la ética kan-
la absoluta certeza .._.".
del yo, Fichte intentó entonces aclár¡¡t~ttál'era J.i.ilD.!!.!ix
puesta._':.~ c.~~~s~_:le.,19- r~~ón. práctica, ASimi:mo,
. .. ','.. ,.,_.~", .,~_",.. ,.. , . "'.'",_,,,,'J.~_~
el fundamento divíno de.lasu!;Jjetiv.idad del YOSIIl qu~.p,~füe- Schelling trató de probar que el anunclO del Remo por Jesus te-
nía como consecuencianecesariií'üñnevo](fC!óri"política terre-
E.~~y.i£¡¡~~illgjS\lll.g. una~~1:¡~¡t!.1£ia ~,$,9,!ll'?un suíélo... .
De este modo, no sólo evitaba la circularidad en la Íuíiillimenta- ...." ñül,"Zriya'f\'óaÜdad'erii íaeJevaC1¿ó' de la leydi'lf[,~~i\rij)a
ción del yo por medio de otro yo, "o~enriráéléicOntn¡¡¡ícriir¡o"de l:TITegoría de principio uniVersal: La publicadóil de las Ohser-
cOncebl'rJ9:.agsoluto como un yO a la ~ezñ¡"céStíadooerin vaclOl1esde Stóir sobre'j¡i"fifósófía kantiana de la religión indu-
damento de disii¡¡ía-iiiiruraleza, sino también el antropomorfismo
fun-
ª
jo a Schelling a abandonarla teología y consagrarse eXClusi-
vamente a la filosofía, en concreto, a la filosofía de Fichte, en la
presente en la idea teísta tradicional de Dios que él mismo había
puesto al descubierto. durante la polémica del ateísmo: La impor- J que-',efü'fac'ó¡;Ü'nu'ación delproyeCió kantiano, En 1795 se pu-
blicó Del yo como príncipio de l"filosofía, en el que Schelling,
tancia del último Fichte descansa aquí, aunque las razones teóri-
co-subjetivas de dicha evolución no fueran apenas conocidas pa- fiel al espíritu de Fichte", sostenía la existencia de un yO abso- I
ra el público, ya que las sucesivas versiones de la Teoría' de la luto, excluyente yconsr.a.pJJf.~\Q.1L!2QQ.]º,Q5mlá~, del queñ'lYl:1lrel !
ciencía, incluida la de 1810, nunca traspasaron el círculo selecto , fúriOaníeii!o'aelÜlib-eftad y espontaneidad del yo empírico, deter- \
I de sus oyentes, Fichte avanza aquí más allá de la te.~is.1'egeliana 1\ ~ min~d'o poi: ~u'rerac¡Ón son los objetoS: Esfe'yií'esconsciente de ¡
' (Iel absoluto como~ujeto, ,ó..~Ue.[~m£$.~"El!~a.tiv()l de Tri"crítica; ¡
\ feuerbachiana de la religión, hacia una.t"910gíª tlIºsófícafutura,:!
. más justa para con la transcendencia de Dios, que,~ill.e_l111Jargoél,: 1,~
. 44. eL, al respecto, D. Henrich, Hegel im KOlllexl (1971), 4ls (Presu .
pUClílOShistóricos del sistema hegeliano).
45. F. W. 1. Schelling, Ausgewiihlte Werke 1 (escritos de 1794.1798)
nunca llegaría a formular, ".' \ (1975), 56s (6), cf. 60 (8), Para Schelling. el yo absoluro contiene «todo ser, to.
da realit.!ad), (66, 10) Y es la {(única substancia») (72, 12) en el sentido de

259
258
su yoidad "por medio de una imuicióm> (imeUeklllale Alls-
también como objeto, en el ser o sujeto»". Se trata, por tanto, de
c1wlIlIng), como había alinnado
Fichie", y está sujeto a la con-
un movimiento doble: «Lo absoluto se expande en lo particula~
¡ minación a equipararse pr6~resivamente al yo absoluto median- en un acto eterno de conocimiento únicamente para volver a asu-
,'te la superadi)llae¡eiaiíiiiúYirpf¡'cidad.EstaTéy;"ij'ií"-para el yo mir en sí esa misma finitud en la que ha cobrado figura su abso-
absoluto -el cual compreii"ifé"eñ'srt6aa realidad::'es üri'¡'leyria~
luta infinitud; y '!.Ill~s.."os.as son para él un sol()~~to»50"CJ)l)jps"
tural, para el)'o finito <" ünaiey'morái,j.Estií ÓÍtÍm,iobséi"vaCíóñ dos aspectos de ese dinamismo se corresponde el par constit~ido
apunta ',¡ la existe'ncia, Üga'da'j¡Tíi'j'i1l'erpretación espinozista de la il I ,cenden
po a fi ci s cifíji' teári tál'y 1,ff¡) 6s\l:r[~3;!,f1fiiáíü¡:aieza~ en
filosofía llehteana del yo, de un principio incondicionado y trans- las"quesed;V¡deei'éñi¿;ió si'stema-cféú; filosofía.- Láliñidad de '
cendente a la voluntad moral que, además deñacerse patenteen esos dos aspectos de la filosofía se encuentra áñora"para .. ,
el 'Yo'ITñit'6;'pWeaé-taíñbléñc6iiVertirse en el puntode partida de scneniJrg-en-ehi9-emi]ffi<[ii.b.~gJ!'flº!)5J. Schelling criticaba, adee'
una filosofía eré'la naitiril1eza':'" ,," " ... -- .. , ..
más, que Fichte se hubiera contentado con «reducir, a la manera'
En 1798, año de ¡¡¡polémica del ateísmo, ~F!!~lliJ1g,!el;.:,~~a de una particul~ridad», la identidad de lo ideal y lo real «ala con-
con veintitrés añosel grad~Ae P!:~t~s,9L~,x.!m9J;gill!!r,UHll'..filQs,Q, cwilcía subjetivá~>~ haciendo de su ~bsolutez «objeto de una tarea.'
fía en la Univers'iaad de Jena, Un año antes habían aparecido sus siií fin, de una ex;;ie;;c;~ábso¡utá», ~]..!y~£~£onr:e.1?i!:!ú~.mo' ;
Ideas para unafilosofía'de la naturaleza. El nuevo punto de par- ~~Q~~_Q~_siempre realizad,o en lo absolutol1.' .; ,
tida de Schelling fue entonces la idea del absoluto o del saber , Dos años-antes,"Scnellingse'fiáDíarríos'trado todavía de acuer- '
absoluto como unidad (indiferencüij"dé-Io'idéal absó¡¡;¡oc'üñ-jü do con Fichte en que lo absoluto constituye el fundamento -obje-
real ab~ol ~i048''-[~. '<:a6s~¡~¡;~~";;~áctoeie;ño de''2'iiñocim;¿;iiiü . [ to de una aprehensión intuitiva- del yo empírico en forma de un yo,
que es para sí mismo tanto materia como forma, un engendrar absoluto o infinito (como un acto de libertad desprovisto de con-
por el que él mismo deviene 'eternamente.':'. real, forma, y otra ciencia y personalidad) que pone en sí toda realidad. En 1797 to-
vez, igual de eternamente, se disuelve como forma, por tanto mó conciencia de que el:i0 es sólo una P!!.!te~~J'!.,'.'.i~rn.a.,~~e,ntea
él se alza la autonomía de la naturalez~, si bien a¡nbos se presentan
Spinoza, (74), Para Schelling, la filosofía fichteana del yo no sólo era la culmi- ;m¡ª9$-f~~~1.,~~'á¡;sóiü-tQ;'Eiipnñdpio, la intención de Schelling
nación de la fi.losofía críti.ca de Kant, sino también del e~E1~.ºzj!imo. era acomodar la naturaleza, así como el origen del yo finito en di-
46. ¡bid., 61 (8, cf. 1125). Fichte empleó el térnliño ~<intuicjón intelectuah>
cho entramado natural, en el marco de la teoría de la ciencia fich-
en su Recensión de Aenesidenrus (pseudónimo de G. E. Schúli'e, j6ven profesor
de filosofía que había publicado una crítica al discípulo y <lpologista de Kant, K. teana, sirviéndose para ello de la idea de que en la naturaleza el es-
L. Reinhold. N. del T.). Con ella Fiehte aludí<l al saber que el yo tiene de sí mis- píritu cobra poco a poco conciencia de sí mismo. «Sin embargo"
mo (Werke AA V2, 48). En los Gnmdlage der gesamten Wissensclwftslehre ese mismo intento. prepara el camino para un examen autónomo de
(FuI/domen tos de toda la teoría de la ciencia, 1794), esta expresión dejó paso a ¡
la f~t1e}¡.j<?ndel yo empí~c9.~pbJ~su yoidad, pero en 1797/1798 fue de nuevo re- 49, ¡bid., 386.
cupemda piiiFicfite: profundizando en eIJa, aunque ahora con referencia a la au- 50. ¡bid., 389,
loaprehensión del yo absoluto y a su .f.<JJ!.tacióll.!ksde el.Rw.UQA~ vista del yo 51. ¡bid., 392. I
empírico: VerslIch eiller neuen Darstellung del' WisselJsclwjt!;lehre ("f797/l798),
52. ¡bid., 396. El sistema de Spinoza, por el contrario, «fue el primer ensa- f
. PhB 239, 39ss, en especial, 41 y 43ss. Al mismo tiempo, Fichte defendió dicho
yo atrevido de una imaginación creadora que concibió inmediatamente lo fini- 1
concepto de la objeción de que se apartaba de Kant (51s). En 1795, Fiehte había
lo en la idea de lo infinito puro, reconociendo la finitud sólo en la infinitud» \
hahllldo de. h~ iJ1tL~ici6n ~610en alu~jon q,1.!!r.~lm::i6n.d~I Y9 ca,,! el no-y"o.(Crúnd-
(344, texto de la segunda ediciÓ.n rI803]). Pero «en lugar de descender a las pro- I
riss de.'! Eigentiimlichen der Wis.iellSl:/¡a!t.'lie/¡re, PhB 224, 18).
fundidades de nuestra autoconciencia para, a partir de ahí, ver el surgimiento de
47. F. W. J. Schelling, Ausgewiilr/te Werke, 78s.
dos mundos en nosotros -el de lo ideal y el de lo real-, se trascendió a sí mis-
48 .. lbid., 385. La renuncia al yo como fundamento de la unidud del saber
mo>} y «se perdió ... de inmediato en la idea de un infinito exterior a nosotros}} :
se debía aquí únicamente a la cuestión de la filosofía de la naturaleza. En el
(360). Con los años, Schelling agudizó sus críticas a Fichte, sobre todo en el en- l
Systel1l des tJ'(III.I'z.elldellta!enldealislnus (Sislema del idealismo /J'(lIlSCellt!el/ta/,
1800) vuelve a ocupar un lugar cenrra!. . sayo Sobre la relación de la filosofía de la nattlraleza con la filosofía en cuan-
to tal (Ausgewahlte Werke 2, [escritos de 1802~1804] [1973],422-440).

260
261
'1 con el objeto», de ~uerte que «!.?-~.erda~~l!..m~t: id!!,:
por sí solo, I~,'
la naluraleza, en que se nl~~~l!? el erocesoobjetivo por el que 10
.incP!l.'ic¡~nted.,~~i~~_~.
~ra.d_~,~1.~~~'!:1t.~'.~~~_~i~.!19.ta»s3.
'. ---- ...' - . '0.'..n.e,cy~!q.addelllug4nl\ otra mediaCIón, ~s ta,mlilell l(i.:.ver~ad.,.. I i
En la exposición de su sistema del año ISO I -en el que la pro- r~.!'D!um!J .Lf~e!.Y_,r,I~_~LnQ.h?..Y.J.l~d~~>57.
Este «saber pnmor- :
ximidad de Schelling a Spinoza se hace más evidente que nun- dial» tiene su primera n;orada en lo absolyto mismo. N.ill'E!-'?~~.r;
ca-, Schelling ya no califica al absoluto, en cuanto fundamento ~r, sin embargo, debe~..2~~!~!L~L5?E~~_.~~~!tlf~~.~copla ;j
de la naturaleza yde l~córiCierichi, como úri'y~¡}!pféOI1l0 {<ra- de aguel saber etemo»", con el que se corresponaela naturiileZ~ i ,.
. zóm> (Vernunft). Además, esta última debe concebIrse como «la .como la «otra) manifestación del mismo «universo))59, A la vez, .
.total indiferencia de lo subjetivo y lo objetivo»". Análogamente en el ámbito de lo real prevalece la finitud, y en el de lo ideal la in-
~'C'olñ{"'en'Fichte es neeesárioalzars¡'-ilesaé'éÍyo empírico hasta filliiüCí.Peroniientras qu'D9:.¡¡gill5hac~i1esu esencia fonna en lo
la idea del yo absoluto, ahora para concebir la razón absoluta co- l.';.ltb.P5Igi~.<!Q.jl,~í~u infinH~qc~r~~i~E[sti!,ii, eJ~ªli~iliT.@oi'ª~ª1
mo absoluta «debe abstraersede1 que pien.sa». Como consecuen. -de!_'J!Ie el nuestr':..tie.~ªÚ,!L!W~SeJ.J1'llªg~.P. YI.Yª::.Q!$.4£lY£Jitra
cia, ,{ufr,! de'1q'[a'zoii'lló'liay"jilidct'y-éíi"ellalo es todo»". He ~~~..Ia.J.í.nitud-~~JiidQ.w.ltt~~!'J~"e..s,~n.~!a»60,en VIrtud de la cual
aquí el espln'üzismo'dé'Schelllñ¡Cüñés¡¡Friozisrilóde"Ht"!'atón, la estas úItiiñas -permanecen.1 igªsta~!l..Ia infin.!!ll<i.d.$.lQª,!?8.'? luto.
~cual no es en esencia sino el C~??~!,n:i~~~?_~.'U'.;!,e!.'?l'.~~~?ad I" La construcdónschellingiana es deter!I!!.n.ªn!~~.lli\r.ªJ:!.~ll.!'.h
que por aquella época, entre ISOI y ISOj,Vive también en Jena y
'. (~ IS) y, por ende, lo 'r'.e. ~~Qj'¡)aJ()fI)J!l..~~~!a pue~t~~omo ~U-I
jeto y como objeto»"(~ 22). La absoluta identidad es, eñ"cuahfO! aún se encuentra muy unido a Schelling, y también, aunque de
totalidad,'el universo (~ 26 y 33), en el que la razón absolu:a se otra manera para la dialéctica filosólica de Schleiermacher. Sin
conoce a sí misma reuniendo y conservand() todo. lo.~in.8..':'.h!r56. embargo, pr~ñfcís'e-ife¡io-ii-iasé¡i~r;dó~dé losdosamlg0s';"pri-
: \ Durante este proceso, el mismo fundamento absoluto llega por mero de una forma puramen~~.?i!~rna,como consecuencia de
. \ fíñ'a'se.taivlno: EiíesieseñtícI15;lñ0íiítoi:Un;¡¡iñ¡j'Yll toilo?> es que su relación con CáfoTine-Schlegel indujo a Schelling a acep-
• \(lh¡jra-¡íár~]SheJ!j9g ~~!!Da, rj;.Y.~J.?Si9.!lP'~0I2:.~Lvaque ~~~ti- tar en IS03 su nombramiento en Würzburg -donde ésta última se
namenté 'desvelándose», y en cuyo final «DIOS tarñ1íIen será» le une muy pronto (tras su divorcio)-. En Würzburg y Múnich
. (Sistema ({e¡'id;;;ii~:,;1O transcendental, 273 .¡-'2''15'):--- ..... :¡ (desde 1S06), Schellin&..I2E9fundizó en su construcción sistemá.¡ i
En sus Lecciones sobre el método del estudio académico. pu- :! I tica hasta darle el aspecto definíiívoqueseveensüs investigar ."
blicadas un año más tarde, Schelling formul,ó. d~.una.manera má. ;:'! Cíones 3obre1a esenciáaeia -lib'e-;í~n;uiñáná(lS09). Lo real'
s~ncilla los rasgos fundamen\ales de su nuevo proyecto sistemáti- (1 apaieceNa¡;-o~a;;'rrio'un"I;oa'ér'oscuro;:ambrguo~ c'uyo ímpetu ciel'
co. La primera de las catorée lecciones «,Sóiire el 'éon'cepiüabso- , go debe ser domado por el espíritu. Ambo~.!'.~9cej.~n"d~,91.9s, pe-
hito de la ciencia») se ocupa de 10s\f.ü:~ª~J'!i~n.,t&s;,~![f.@!e,p').~:?s- ro 1':.!.ea1Een;~'!.~l~.n.~~..5:I.a}la~~~á2é:za ~~Pio,~>~,aquello que
te descansa «sobre la idea de un saber o conoclmlent?Jill,ggD..~n «siendo en TIlOs mlsmo"Ilo.es EI.mwpp»6\ Sm embargo, en DIOS
sí mismo incondiciOii'aao;)';"es
...... ..•-., .. ...
,,'-~ .' "'.
dedr,' en perfecta «concordancia está también ef
«Err~c.lP.io idea!», la «volu.ntad d~ ~mor por la
cual es pronunciad"'oel Veñm en la u'aturaleza», y lá revelación
53. W. Schulz en su introducción al Sistenlll del ide{dismo trww:endental subsiguiefitee-s"~<áé'cióiiy h'ecno»)62. Mientras
~- •• ,.•-,:' .. ¡:.,..., .•~
que en Dios «la vo-
.,..
de Schelting (1800), PhB 448 (1992), XXV. Allí ofrece unu interesante visión :.>

de conjunto del pensamiento de Schelling en los escritos de 1795-1800.


57. F. W. J. Schelling, AtI~'gewli}¡lte Werke 2 (escritos de los años 1801-
54. F. W, J. S¡;helling, Dar,I'telhmg meines Sy.wems der Philosophie, en
(s
AtlsgelViihlte Werke 2 (escritos de los años 1801-1804) (1973), 10 1). La si~ 1804),449.
58. /bid., 450s.

guiente cita en el texto viene inmediatamente a cOlltinuación t1e este pasaje.
Para la aparición ya en [797 de la idea de indiferencia como designación de lo 59. /bid., 452.
absoluto, cf. SIIPrlI, nota 48. 60. ¡bid., 453.
55. ¡bid .. 1I (~ 2). 61. F. W. 1. Schelling, Siillltliche Werke 1, 7.359.
56. Este ensayo quedó en estado fragmentario. En él se desarrolla el sistema 62. lbül., 395. eL antes, 363: ( ... el espíritu eterno pronuncia la unidad o
de la indiferencia sólo en la parte correspondien.te a la filosofía de la naturaleza. el Verbo en la naturaleza>}.

263
262
luntad del fundamento» y eLespíritu se m~,e~tr~nins"parables, en por completo distinta a la seguida por su amigo de juventud,
las. cri_atué~spg~ºt!1~g~se
.. _
a su separación siendo aquí donde la
'-"-~--""""".,, ,"~".. .. ..- ...,~
" Hegel, después de los años compaltidos en Jena (1801-1803).
obra encuentra la e::p.L\c.!'"S\9n_(le.l~..P~~!2!!i<!j!£.!!,J..!!J!!.!,
su prin- Antes de consagrarse definitivamente a la filosofía, Hegel,
cipal objeto de examen. '
cinco años mayor que Schelling, había dedicado muc!io'más' __ o

Sobre la esencia de la libertad humana, expresión de un re- tiempo que este últlmq)iIT~1i.\,¡fu¡,..de:¡;ÍlesTIQñeüf.Q1Pilcas:Los
novado interésen el cristianismo por parte de Schellino (insi;¡¡:á~ csmwsaejUvéñ'tud (hasta 1800), nunca publicados en vida de
do por Fráriz Báader);'es'¡áñioielniñ"éSciítü'e;;-éi q~ebSchelling Hegel, se ocupan por regla general de problemas de teología, aun-
se halla muy próxin,1~,a.lajdea,(Iequ,,)a.liberra9_.c:\1I1srituye el que estrechamente relacionados con éuesiion¡;r¡¡¡;Ca'raéter polí-
verdadero motor de la core.coión, Que Schelling no se decidiera to- tico, nacidas al calor de su preocupación, compartida también por
davía a dar resueltamente este paso, se debió a que la «naturaleza Schelling, por la realización del idealismo de la libeltad fundado
en Dios» era todavía para él causa y principio conjunto (concau- por Kant y Ficlije:-De aqiiT'Sü'rgWér@ª,,~sde Hegel por las rela-
sal del acto creador. En la etapa de su evolución filosófica deter- Cloije:;;eñtrel¡¡-reOlogía, y la política, también fundamental para la
minada por el pensamiento de Spinoza, momento en el que comprensÍÓn de su sistemamaduro, desarrollado a partir de 1800.
Schelling englobaba todo en el concepto de lo absoluto (fuera és- Los Escritos de juventud anticipan buena parte de sus ideas prin-
te yo o razón), la pregunta por el modo y manera en que lo otro, cipales, por lo que su importancia trasciende con mucho los co-
es decir, la finitud, puede procoeder de lo absoluto, no podía res- mienzos de su pensamiento65. .
po~derse"'. En,1809,.Sch.~ll\nl\,'?~t'!I:J!!.a.u.~paso de identificar en T;~l9¡¡f~.Y)¡Rli!,¡£a están hasta tal punto imbri,cadas en sus es-
la lIbertad dlvma la razó\, c:I~"sa.t£a.!!~i.£ii'.I].
Esfé'paso fu"dMóde critosjuveniJes, que el problema SOCIales aqlll para Hegel un
manera decidida por Schelling en e(fragmento póstumo intitula-
problema de carácter:~.!!.!9.1]~}~_s!a~~~':.I.~~.~c:~?, algo que pue-
do Las edades del mundo (1813). En él puede leerse cómo todo '(le aprewITseyaeñeI primero de ellos, consagrailo a las relaclO-
el mundo reconoce «que Dios no creó un ser externo a él en vir- nes entre Religión popular y cristiaJ¡islllO (1793). «La religión
tud de una nece~idad ciega deSü naturaleú; ''¡jnopor obra de su popular -géiWst~'Y"ll1Jtf1e11'f(r'a~'l8"S'iñásnobles pensamientos-
suprema voluntad libre>>,así como que de la mera necesidad de la corre pareja con la libertad» (N 27). La misióndela religión po-
naturaleza"dlvíñ~l"ñose seguiría la «existencia de ninguna criatu- pular es fomentar la eficacia de la n;'óiiil'\N 48), motivo por el
ra»". Esta afirmac,il111,.get,rminante para toda su producción fi- éiué"éTEstado'aéb,,'¡riliire'sarsepor la religión. «El gran negocio
losófiéa¡iosier;or~ desvincuja,:refiñitivamenie a Schelling del es- del Estado» debería ser «hacer subjetiva la religión objetiva»,
pÍilOzisITlOde
-,..,'
sus' éom¡éIÍzos y ieencamiiiatiá ;n uno' dirección conseguir que ésta acceda al ánimo de los hombres y penetre en
sus corazones (49). Para Hegel, el mundo moderno se caracteriza
63. Las Cartas sobre dogmatismo y criticismo (1795) describían ya «la
transición fuera de lo absoluto» como «el principal punto de litigio de la filoso- precis~mente porloCOrí!r~ii5;'eS"d~éif;p~m}eparaciÓn entre lá
fía» (Ausgewlihlre Werke 1 [escritos de los años 1794-1798], 174, o Siim/licJ¡e doCtrina (cfístÍano') f1a-:Yi<!a enco¡j¡Üñídad (N"20). Hegel veía
~erke Vl.[1~56J,29~).~l~Lc}.? st~n~
~eJ..:~.;.Ujni~~~:_~':..~~&~n.~
.. p'~~~e ~ea- fá causa' di: dicha separiiCión en el hecho de que el cristianismo
..!Qfj,r.~~.su~}2,l1h~~2.~:L'o
Ilzar el .tr~n~s~t~.9,~.~º .mas que pueCfe'nacer la filosofía es hubiera sido originalmente una religión privada. Se llega así a la
Jo contrano, es deCIr, «pasar d~}o fimt~a !o"mfinito», pues de lo finito es propio •• < j'

(<Iender a Id infinito», «esforzarse por perderse en lo infinito» (194s, Ó 1, 314).


65. Los denominados E~cri(()!i de jlll'lmtlUl no fueron publicados hasta 1907
64. F. W. J. Schelling, Werke VlJI, 210. En el Sistt!IJUl del idealislIlo trallS-
por H, Nohl, a quien deben dicho título: Hegels rheologi,w:he Jugendsclirijten
£'elldellfal, Schelling opina todavía que la liberlad ubsoluta es idéntica a la ne-
(dlado.':i con la letra N seguida de la página) (versión cast.: Escritos de jUl'e1ltud.
cesidad absoluta, de suene que los actos de Dio.':i deben ser considerados como
trad. de J. M. Ripalda, FCE). Los más importantes son Religión popular)' cris-
actos libres, «aunque esta libertad ab.':ioluta sería al mismo tiempo necesidad ab-
fiallislllO (1793), Le¡ positividlld de la rdigiúlI cristiana (1795/96, revisión en
solutll. pues no e.':iposible concebir en Dios ninguna ley y ningún acto que no se >1806) y El e.\píritit del crislitmismo y su destino (1798). Para una introducción
sigan de la absoluta necesidud de su natumleza» (PilB 448, 64, o Sümt/iche a su contenido, cf .. G. Rohrmoscr. Subjekril'itiit l/mI Verdinglidlllllg. Theologie
Werke Jl3 (1858) 395).
" l/lid Ge.l'elI.w.:Jwft im Del/km des jUl1gell Hegel (1961).

264
265
erección de un «tqlüqU~.Ql;.,~eR~(ayJónentre vida y uoctrina» ,(26) HOlderlin aducía la ill'Po~ibilidad de pens,¥_~L~J!.i~tqJp~p ¡je So
del que se sigue eli;lesH~dito de la,religión, MáSíárde, Hegel ha- r~<5n, con_un objeio, d_~la::que col~g{~~~ªº¡yr¡jº_\!~LS<?EE!'Et~
blurá en los mismos térrnlilOs de la separución, caructerística ue d~ un yo abso)tlto, Suje'to y objéfo se limitan mutuamente en la
los tiempos modernos, entre el domingo y los días de labor, El n~._[.,q
concTéiicia d"elyo, lo que para H61derlin imPlic~s~.... ..~~ .. regun-
juicio hegeliano del cristianismo como una religión originalmen- tarse por la realidad capaz de abrazar a ambosn¡Qlc!~rli~_!lamó a !.
te privada, de difícil conversión en una religión pública, fue muy ~~J9.,..9.£j~~Lv2.,,~~~¡~l~~
esta unidad ~e lo SU?j~\~vo.'y '/",
probablemente debido al int1ujo de Rousseau, sobre todo a través tTUiili:ipof 'el platóriico Franz Hemsterhuis s~.•~ghj~1~3J~E.PlPlQn.
de la insistencia del ContratQ sociar(T761) en la necesidad ue ue que esa unidad original -extraviada en la contradicción entre
una religion civile", No obstante, ni Rousseau ni Hegel entruron vl"éfayreflexloñ-=--sólo podía ser restaurada pormedio del amor.
a considerar qne las relaciones entre religión y sociedau en la Influido por las ideás'd,;-HOldeflíií; ftegeCse'eñ(regoa una
época moderna -que enos mismos describieron tan acertadamen- llueva interpretación de la historia de Jesús, en la que modificó
te- eran resultado de los procesos de secularización que siguie- los puntos de vista de sus primeros escritos en torno a la oposi-
ron a las guerras. religiosas surgidas a raíz del enfrentamiento en- ción entre Jesús y la legalidau judía, En estos últimos, Hegel apli-
tre las posturas reformistas y contrarreformistas en el siglo XVII, caba todavía la oposición kantiana entre legalidad y moralidad a
En lugar de eno, concibieron el aislamiento de la esfera pública la interpretación de la figura de Cristo, ~ste habría salido al paso
ª
co~ l~~~g!º.I-ª.phy'aª~ (;9.!p.o}i!g"(Lq".[!?~,a~~,é~~~~ia
sincrasia de la religión cristiana, El joven Hegel observó su con-
idio- de la legalidad externa del judaísmo níedíaiiie'élariunCid-de
moralidad autónoma de la ley moral de Kant. En dicho sentido, el
la

trapunto en la
reiigión deTós'gii'egos (N 23, 26s), cuyas creencias espíritu del judaísmo ~e-lirnita;según Hegel, a la obediencia a
, 'religiosas «eran una amable compaiíía para ellos en todo mo- una instancia externa (N 153), Por el contrario, Jesús ha intenta-
¡ mento, y les eran de aYuga ,laDto en su~ negocios y ,en slls asuntos do '«elevar a moralidad la virtud y la religión, y restaurar la liber-
más serios, como en sus f¡est,!sy, celepf,!ci,,?n,es» (N 26), tac!,,~!f3¡¡¡e"consisie la esencia de ambas» (154): Sin embargo, en
Así, pues, apoyándose parcialmente en La religión dentro de 1, 1/9"8;')ñ(j"en qUe escribió El espíritu del cristianismo y Sil desti- ,'.

los límites de la mera razón, en este primer período Hegel conci- 'm;;-eJ"punto de vista de Hegel era que la misma filosofía moral de'
be la religión como un simple reciirSi)'paráT¿'rtaléc~rla"mo~~li~ ,; Karircónstifüia'yalthiirrianifesiación del desgarramientQ qe los',
dad eñ ¡a-COnvivencia e~¡reJos'hó~¡;¡'es:Siñ ';;¡;;l;~;gó':ap;¡¡:tir dé "tiempos modernós: u'n iiesgarqmien~o en esencia idéntico a aquél I
1796; año" enqu'e HegeÍ ~e'tñMaa6'Í\tBerna a Frankfurt, donde 'que;'según Hegel. caracteriza la piedadjl.díaoe la ley: lÍl.0'p0si-
H61derlin le había conseguido un puesto de preceptor, pasó a cri- . ' ci9!Ük ..Q.eJ:¡¥o_~e" Así, pues, Hegel no ve ya la caractérrslíéii
I ticar la interpretación .moral del cristianismo en los términos ex- fundamental de ¡jfcha oposición en el carácter externo de la obe-
. puesiospor Kant y 'Fi¿!ite, La religión verdadera, es decir, el
mensaje de aIn,~r.Q~ Je~fi~;}e, a,
OP91)Í ~l¡0Ea.!'-1~.illl'I.~I67'
diencia, sino en la e~tructl!rH,ipt.rna uel enfrentamiento entre el
,deber y el ser en cu'~n¡~"íaíes, Á partir de ahora, Hegel dejará de (.' . i ¡¡ l

Por la misma época, Hiilderlin había dado fin a su enfrenta- ,b4~<:aLe.Ly.ef!,lá"9,~X9,s,,,nt~do d,e)are)íglóp efili rn~ralid.ad,para i' ,.

¡
miento crítico con la filosofía fichteana del yo, Contra la deduc- en<:Qntrarlo en la unificación de lo separado, «EstaM5:,es,ida<fde '.' • J
ción de la conciencia objetiva a partir de la autoconciencia, llnlr., ,1ó..su.l@fivqéüJiloóbjetiv6:" ésta suprema necesidad del\'
espíritu humanó,'es eTííü'¡'¡¡]S'Ollacia la religión» (N 332), \
66. J. J. Rousseau, Comrafu social (1762), IV, 8. Pura la relación de Hegel , Este último pensamiento no era completamente nuevo, En
con Rousseau, cC. H. F. Fulda. ROtlsse(w.l'l.:he Pmbleme in Hegel.\' Emwick/ullg, 1793, podía leerse ya en Religíón pop"lar y cristianismo: «l,-af~
en H. r. Ftllda~P. Horstmunll, Rotlsseatl, die RevolmiulJ l/ml derjllJlge Hegel
(1991),41-73,
en C;ris,t9"(;(),!!0_e~quiep r~c()nc.ijia ~ Pi9~ <:()n"I"f!WnºQÚ~,el
éentrq .¡jegravedad del cristianismo (N 68), Ya entonces, el interés
67. Para la relación d~ Hegd con Holderlin, er. D. Henrich, Hegt!! im
KOlltext (1971), 9-40. Para el pensamiento de HOlderlin. Id., Del' Grwul im
BeH'II.\'st~'eill. Umer,nu.:llltllgen ZlI Holder/iflJ Dellkel/ 171)4-1795 (1992).
1 de i-regei"en latotalidad dela vida ciel pueblo le había descubierto
la importallcia de la idea de reconciliación, un concepto que se-

266

I 267
guirá siendo central en la filosofía hegeliana. Sin embargo, en remite a las demás y está de este modo también presente en ellas".
1793 Hegel interpretaba aún reconciliación en el sentido de satis- Sin embargo, en El espÍritu del cristianismo)' su destino Hegel es-o -
facció~:-,ZET¡;;;~iíré"e~-éXóñefadod;;"síiculpa 'graClas"al-IÜérito taba aún l11!!)'Jejosfle una filosofía del concepto. El amor no ha
ajeno» (N 69). La reconciliación no era todavía para él la expre- asumido y superado todavía aquí al entendImIento y sus leyes, si-
sión del amor que onel0 separad6~raión '¡:JOrla queaúilnó'se'ma- no que los tolera fuera de él como su opuesto, chocando una y otra
nifestaba como contradictoria conla interpretación moral de la re- vez contra su oposición. Por ello, ¡:l ¡¡mQtQ,-k~!Ís se manifiesta
ligión. Cinco años después, también esto había cambiado. Jesús ya cPmO.\lna.actitud ,Q_un.espíritu (Gesinnung) nadam-á~i;¡e-subjeti-
no aparece como el abogado defensor de la moralidad, sino que «a Y.QS, impntenr.e.s.irrnt~.a los poderes de lo objetivo, de lo que exis-,
la positividad de los judíos Jesús opuso el hombre» (N 276). De te frente a ellos en la forma de la ley. J~sus ,tenía.JlQL~Jj!? ..gue fra-:
esta forma, se volvía contra el «subsumir a los otros bajo un con- f~arJl!l!~ la realidad, y este fracaSQ sólo pudo ser super!!,doen"lá"
cepto manifestado en la ley» (N 274s); el alllor no juzga (ibid.). iel e,:,rlgad,.l:~--º~ºir..ffi..eLr!:!~j,cÜEe.!!!.Ee....!.a!e rel!g!.,:,;;~"¡;ñI~ fe
Hegel no contemplaba la ley judía conlo una magnitud pura- Rrptoeris1ian,a...en.lU~¡¡M!f.!SfW y, laascensió..llJL!QLsielos: «La
mente histórico-contingente, sino como la expresión de un estado existencia de Jesús fue, pues, una separación del mundo y una hui,
de cosas filosófico de carácter más general. Seguía así la manera da de él hacia el cielo; una restauración de la vida defraudada en la
:cristiana tradicional de ver lascosas"en,cuanto,ésta identificaba la idealidad» (N 329). Para el Hegel de 1798, e~lJI,contradicción si- ,
ley con los ma~,d,'l.!Jl.i.~mp$...q\'I,4~I~!,hq.natural. Sólo que, ahora, gue vivll.entn;.ills cristianos como una contradicción entre la fe y ,
}jegeIdescubríatantoen la ley moral de la razón como en la figu- la realidad-tie--la ~ida~Heie(l1o¡;á(jéJaélo todavía atrás la ideade '
ra histórica de la le);jü~ía li¡--rríai:liÍestáclóildelentendimiento'que que la contradicción entre el cristianismo y lareligión popular se
separa por medio de diferenciacióIies~Ejj contra' de ello, la idea'dél asienta en la esencia misma del cristianismo.
,amdrtra para él la que restaura'la unidad de la vida más allá de la La evolución posterior del pensamiento de Hegel se encami-
ieparhción; «En el amor:es'f'irttítitlílfiia"ñoesralllJarc'iíaa"é'jj'cuan- nará. a su erar el carácler meramente subjetivo de la idea del
to'sumade muchas (individualidades) particulares, separadas; en amor .a enolobar el ~tiliyOen a umda e a VI a ma-
él se encuentra la vida misma ... En el amor, subsiste lo separado, J1ifestada en el amor., Para ello, Hegel se decldIO pnmero a ani~"
pero ya no como separado, sino como uno, y lo vivo siente a lo vi- R!Larel concepto de religión. Esta ampliación, quizá bajo efin: "
vo» (N 379). «En el amor, el hombre se reencontró consigo mismo flujo'de la lectura deTO'S'1)lscursos de Schleiermacher, constituye'
en otro ... la alegría del amor se entremezcla con toda otra vida, la el tema central del Fraglllelllo ..de..isJlanfJ., del año 1800. ~.lJL
, reconoce» (N 322)'" ..~a.~d.e.~9.eL~~~.:~~o.:~~r~f¡9Rd.~8~.se- :_eligión Y~_~£J.~..2.P9!!L~Jllealidad de liLvida (cf. N 332s), co-,
, paraclOnes hechas por el entendImIento -uná superación que reco- mo ocurría dos años antes, ~.inQJlJJj;..s¡:..£ill!Y~.!'J;.l!!.E~~~¡ma
noce';elT'vez de aniquilar- y, por tanto, como representación de la e1\presiÓll.de la unidad de esta última. .
unidad de la vida, f~:":1 [e.~t;;e.q,d.e.l~,p.Q.>JtriQf.WnCeFció.n
de He- En el F;:;;g;nelllo'desistemo:Járéligión es definida por prime-"
gel del concept~ especu1atlvo. Este ultImo es, una vez más, la uni- > ;.
ra vez como «e1evaci~n» (Erhebung) 70; «BkYación ... de la vidá '1
diade'lo separado, al tiémpo que cada una de sus detenninaciones finita.aJ¡¡jnfinita, eso es la rellijón» (N 347). Si el hombre «po: ,
, ne simultáneamente la vida infinita' como espíritu del todo fuera,
68. Para esta interpretaci6n filosófica del concepto de amor. cf. una obser- de sÍ pues él mismo es algo limitado ... y se eleva hacia lo vivie¿- ,
l

vación ¡mlerior de Hegel en Religión popular y cri!>'tianismu (N 18), donde se te, unificándose Íntimamente con él, entfll1CeS --ªº-ºHl ª_Ilios» .
ueslaca que ~1 ~I:~~.:
.. .. ur-t.8 ~~mejanza ~on Ju.razón en h~ medida en que al
(.(p,~.al:d8.
encontrarse ,a sí mlsmo o, ~ÚI1 m9jor, -al.olvidarse a sí mismo en otro ser huma.
(N 347). En analogía ,con los Discursos sobré la religió" de ,
no, el amor. saI~fue~a d~su existencia y en cierto modo.vive, siente y es activo 69. Al respecto, ef. G. Rohrmoser, SubjekliviIiil I/Jld VerdilJglidlllllg, 59s. 1
.~no~ró,?e ~anera análoga ti la raión, la cual en cuanta prin,ci~,º~.~leyes de vn. 70. El concepto de elevtlción se encuentra y¡¡ en Fü.:hte y Schelling -en el
bdez universal se reconoce en cada uno' de Jos seres racionales como conciuda. senLido de elevación a la iJea de lo absoluto-, pero también en los Di!.'ClIrsos so-
dana de un mundo inteligible»: bre 111 re1igilJI/ (1799) de Schleiermucher, 167.

268
269
Schleiernlacher, publicados un año antes, Hj'gel..quier,,'mcontrar nado está condicionlliiJl12.QLJilUl.pooerse a otfíJ cosa 74: «Lo racio-
lo infInito enla lotali<lad.cJ.e!'L'áºll.~!l£!!-ª!llºJ!!I, y nQ.¡¡jl~nd~.la -¡¡->if,;; es deeh', la unidad especulativamente aprehendida de lo dife-
.l:.llinitu~.A esa tota'.ida~~a vida que, a la V~:0I.(ue siendo (Jiferen.. rente, «debe deducirse según su contenido determinado, esto es, de-
' /1 t~de tod9.19J.iI!lIl~£,-~,srado, hnlto, conJPxende toda ¡¡nltuc, be deducirse de la contradicciÓn de determinados opuestos, cuya
,U:l,g,,-IJ~.ILaD1a!Ac!,s.deahora.,,-esgírit\!2' (Geist). A Merencia de la s{rllesis es lo rac¡oual; únicament~¡¡j~ón q'!."cumpl:.l'~~1?
universalidad abstracta de la ley, en perpetua contradicción con lo no.esta antinomia es lo que se ha de postular>,71.Así, pues, la mlm-. '/ t.•...
particular, el es íritu es elllJ)iys~alconcreto que encielTa en sí to. -ción f1!osóÍ1ca, a la que HegeinaiñiU'amastarde ~c.o!,c.:r!o» (Be. J'.:",.
da particularidad, inclUl a a totaj¡daQ d~.Jª.yida, Dicho de otra grijj), se diferencia de la intuición religiosa por&s razones]Iue su l.." ."_.
mariera'"«ETespíritu es ley vivifIcante en unión con lo múltiple, el necesidad puede demost~on ayyda..<:!,,-l~!!~~n, y que pue~. ',.
cual es desde ese momento una multiQlicidad vivifIcada» (N 347). de presentársela como la unidad de lo t;nfre..!:'S!do.l'0rla reflexión. ~,\o'
La religión es la elevación del hombre hacia ésaTrifinita totalidad Debe hacerse notar todavía que el objeto de intuición seme.
de la vida que comprende en sí lo diferente de ella (lo finito): Sólo jante ya no es simplemente la totalidad ,de la vida, sino, (con Sch~-
que en el Fragmento de sistema del año 1800 a la religión se le si- Iling) lo ªb~oJ\lto. Sin duda, Hegel podla defimr todavla la mlSlOn
gueJ.eservando la aprehensión de esa totalidad infinita. Esta no es .r. de la f1!osofía como la «restauración de la totalidad», pero dife-
. "~o,
,gf\l1_~bjetodda filosojla. La reflexión filosófica tiene útiicamen- - renciando desde ahora de lo absoluto «la totalidad de las limita-
te «que 1ñiiSii1if1aliñttud en todo 10 finito» (N 348). ciones», en la cual éste se li~plemente a «manifestarse»76.
Sin embargo, poco después, en su primera obra publicada Aun tomando de Schelling el concepto de lo ~to, Hegel ~_.
-Diferencia entre el sistema filosófico de Fícllte y el de Schelling
a.gartó de su amigo al vincular l'!l!Jl\!l£ión.¡k 1.Q..ª!wJlutQcOJ.l.1are-
¡j' CU\QJ )-'.~ el atribu ó a la filosofía la facultad de a rehender la flexión, con la mostración-de las contradicciones. La «intuición»
! tQ!ll!idadlnfinita ~iante el pensamiento, y ello quiere agm eme " '.
es ahora tantoia-caiítacTónCOiñOla expresión de su unidad sinté-
i )Jl¡;ºiant~ «intuición» Anschauun ) 71.En este último concepto
tica. Según Hegel, Schelling, en cambio, saltaba de inmediato a la
pueden apreciarse reminiscencias tanto e la «intuición intelectuah)
intuición suprema, la cual, en correspondencia con ello, permane-
tichteana y schellinguiana, como del empleo que hace Schleiérma-
cía completameote vacía por no tener su contenido en la unidad de
cher del término en sus Discursos. Con (oda, el uso he~eliano del
lo diferenciado por la reflexión. Por supuesto, lo absolulO es tam-
tér-rnino se aproxjma más a Schleiermacher, pues en cuanto refiere
la intuición a un objeto concreto, Hegel ve en ella una sinopsis o b~!)j;Jl.s.G)¡~llillg.Jl"gl!£i2!l.£~!'.~E,,-ta,i!!.\!¡fyr~n~¡iiGPi1[~sP'ª~So a
u'pJ:eb.ensión.coajuntn de 5"S diferentes prQpieaaa~$. En contraparti- algo, a saber, con respecto la. ~!!P!"-.I!l.a._ ~p.º~lcióE" la oposición de
da, He el adjudica ahora a la religión un lugar subordinado, en total sU~~L objeto, de lo i~,,-alx.l.'?r~a.I: Pero ~~~a.oposición aparece
inversión e pun o e Vista e e elermaCfler. La mtulclon reH- ella misma en el Rlano más elevado de la abstraccloo.,-porlo que la
~L~saesfa~rncte'i1zada como ~na lntulIro€¥tó~~~~ñios~- ~\Ini~~g de 19 pbsQ!uto es descnta en relación c.?ñ ell~ de man~:a
( exp Iclla como ~ndifere%ta». Como alguoos anos mas tarde dtrla
Jetl~a..9]J!, como tal, carece de ~_~..90~!!~;.'f:'rente a élra;-l!'}ll:
~q~ fiI9-"illi£~;prueba su ~lli!dez unive:s.~1en el he~~~':.de sarcásticamente Hegel en el prólogo a la Fenomenología del espí-
(q~.flilIlJ.lli1J:D.SI toda op~n7J. Esto ultimo lo consigue coopé' ritu (I807), lo absoluto de la unidad indiferenciada en sentido
. modo con ~E:!I-,,-~i£n,la ~!!!J!1.!~estraque todo 10 finito y determi- schelJ inguiano es entonces «como la noche ... en la que, como
'-' ..-,~---- acostumbra a decirse, todos los gatos son pardos»".
71. G. W. F. Hegel, Differell't. des Fic!lte '~'cJ¡eJl IIl1d Schelling 'scheJl Systenu
del' Philo.wphie (180!), PhB 62u, 3055 (ver~ión cast.: Diferencia eflfre el sisle- 74. ef. Escritos t1ejuvl::/lltui, Noh1348.
/1/(/./ilo,wJjico de Fklite y el de Schelling, truc!. de J. A. Rodríguez Tous, Alianzu 75. G. W. F. Hegel, Difj'erellZ de~'Fic:hte 'scllen l/lid Schelling 'scllen Syslems
Editorial, Madrid 1989). Los conceptos de intuición y especulación son emplea- der Plli/IJ.'wpllie (1801). 32.
dos aquí en forma l1<ll'í.llda. 7ó. Ibid., 1Ó y 12,.
72. tbid., 9l. 77. G. W. F. Hegel, Phiillumellologie des Ceistes, ed. J. Hoffmeister. PhB
73. tbid., 32. 114,19.

270 271
3. u¡ relación de Schleiermacher con el i~/ea¡¡s11lo a) Aspectosfilosóficos del concepto de religión etilos Discursos
sobre la religión"
Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher (1768-1834) ocupa un
lugar privilegiado en la historia del idealismo alemán. Él fue el Con esta obra, Schleiermacher quiso mostrar que la reljgióI1.
~nicnJe~ que realizó; una contribuciÓn }2[Ql2j1!...a
la evolución es una parte esencial del ser del hombre. Por esta razón, sus ex-
deJaj'jlosofía idealista. Schleiermacher logró atraer sobre sí la . plicaciones daban por descontado el mterés de aquellos «para los
atención de Schelling -y todavía más la de Hegel- desde su pri- cuales el reconocimiento y el cultivo de todas las dimensiones del
mera obra, intitulada Sobre la religíón. Discursos a los menos, ser humano constituye un asunto de la máxima importancia»H2.
N"ciadores cultivadQf.gue publicó en el año 1799, cuando tenía La base de su argumentación es, pues, la,idea d."..'J.Il.eJl1.
t0l!J!iQ99
treinta años, en calidad de pastor de la Charitéberlinesa y miem- de lo humano implica el desarrollo de to~.o.~.~~saspectos. Este
bro del CÍrculo romántico de Friedrich Schlegel. Por su parte, pensamiento condicionó la idea que Schleiermacherse'fórmó de
Schleiermacher estnría desde 1798 progresivamenIe influido por la educación", suscitando asimismo la pregunta por ell~gªE.ªn.-
la rylosofía de la identidad de Schelling", de c~msiderable impar: troPQI.ºgic.o.~ la religión. ¡
tancia tanto para su pialéética como para.sJLEli.m. obra que, co- i La religión posee;5egún Schleiermacher, «lmaprovincia prg-
mo la anterior, !..ampoco fue 'p'~'!.licada ~_º.
~Q'!.Q~_~uautor.
Con todo, fue mayor el influjo que ejerció en su pensamiento
i' pia;~ec¡f¡camente suya, «en el ánimo» (37) alIado d~_ono-
, CImiento y praxis, Sobre ella descansa la aspiración de la religión
la tesis de Friedrich Heinrich Jacobi de una conciencia inmediata a Ta -ª.utonolñTa en su coexistencia con ellas. La religión no tiene\
de la realidad, en la que la concIencIa del objeto y la autocon-
ciencia se presentan originalmente correlacionadas, al igual que l do:
necesidad ni de su fundamentación por la metafísica,.en el semi,
. -.- .. --.---------.---,--
por. ej~nJPJQ,.de..un.conocimlenfu-=..uios
-"'-K.'-" .•-.
connatural.a la ra- )
... --' ..
la conciencia de lo finito y de lo infinito".

lución posterior de SChleierma.Cher, inCIL.IY


Dicha concepción re-
sultará determinante tanto para los DiscursQ£ como para la evo-
..endo su D()gmátic~1 1).
Izón, ni repre~e.nta, como ..en ..Kant.yen ..Fichte,.un.mew..apéndice
de la moral. Para muchos lectores de Schleiermacher, la lectura
de' esta afirmación supuso una verdadera libernción, aunque, por
. (1821), que todavía en 1819 qui~().Qe<j!fa!a}acobi". La hIPore-!' otra parte, en ella está también contenida la razón principal de
, ~gs de una conciencia inmediata de la realidad fue decisiva para 1 que el influjo filosófico de esta nueva fundamentación del con-
l19~ alteracIOnes ue Schleiermacher introdujo en la teoría kanÍla- cepto de religión fuese tan redncido. •
l!n9.gelc;gnocimienlo y en la filo~ofía sistematlca e e elling. Aun afirmando que la religión es independiente de la metafí;
sica, la definición que Schleiermacher propuso tanto de su obje-
78. Los investigadores discrepan sobre la relación de Schleiermacher con el
pensamiento de Schelling, El u.utor sigue la opini6n de E. Herms (Herkwifr, to como de su base antropológica estuvo lastrada por sus parti-
En(falfllllg l/lid erste Gestalt des S)'stems del' Wis.'iellSchaften bei culares convicciones filosóficas. En primer lugar, por las
Schleiermacher [1974],25655) en contra de H. Süskind, Der Einjluss Schelling.l' ,im atías ue la filo .noza despertaba en Schleierma;
w!f die EntwicklulIg van Sdtleiermachers System (J 909), 55, para quien c¡;~r. En segundo lugar, por la t-""j~j¡lmhilll1!l e una £?_1!£I~ia .
Schleiermacher habría sido inflilido por Fichte en el último decenio del siglo
XVITI (en contra de ello. Herms, Herkul1ft, 25255), no teniendo contacto con
Tn'ñíediata de la realidad, en la que se manifiesta la existencia a"
Schelling hasta 1804. Es de la opinión de Süskilld, aunque sin enfrentarse a
Herms, Cilr. Albrt'cht, Schleiermachers Theorie der Fri;/Il/lligkeit (1994), 62s5.
.. ----
un vínculO antenoreñfi't~1 hombre y el infinito, en el sentido de
_~-_._.
79. Para la proximidad de Schleiermacher con Jacobi a panir de 1793, er. g [. Como introducción al cont~nido de esta obra sjgu~ siendo recomenda-j
E. Hcrms, Herk/l/!Ir, 12 [ss y 136ss; para la crítiea de Schleiernwcher a Jacobi,
139ss. Las críticas de Schleiermacher al teísmo de Jacobi (1425s) corrieron pa-
,: ble P. Seifen, Die I!lJ!!!!ugie !l!!:0.!.!!.~ge'~:.~!:J~!:r
(1960). .
.82. F. Schleiermacher, Uber die ReLigivn. Redefl (11I die Gehlldefl!l1 tlnter
.

rejas con sus simpatías hacia la definición de la relación finito-infinito en la ti~ i/¡rell Verii(.hlern (Sobre !t, religión. Discul'.H)~'a sus menospreciadores cullil'Q;
losafía de Spinoza (Herms, 14455). dos, 1799), 26. En lo sucesivo citaremos la obra según la primera edición. ~
80. Al respecto, cf. la introducción de M. Redeker 11 Der ehri.l'tliehe Gll/uhe 83. Al respecto, d. M. Riemer, Bildullg und Christentl/lII. Der BildllllgS-
de Schleiennacher, Berlin 1[960, vol. 1, XXVI. gedllllke Schleiel'lJl{/('hers (989).

272 273
en nosotros para que podamos intuir lo inlinito en lo finito y par,
una "dis]2l1Sició<1..LidigiQsa»(144). Para Schleiermacher, el obje:
ticular. «Toda intllición_~rigiDa en .el W!1!U9~9~1Q.jQ!y.iºoen
to, de _lª,ée!igi<'í!},~;¡,. grt!TlJlrjame.nt~,ili\(!,uobrenatural ni
q~ien il~~",-.!<IU!HJlctll.uriginal.y ..~¡ltónQ11l0ddQ m:LnJ0'n, que
, transmundano, sino el «universo», es decir, la totalidad de lo fi,
!"I ;;eg~n~o r~(;i\J~,,~itl!.~\jg..Y.£QmP!'~!lsJ~ ..(!~~p'~ésconforme a su
nito éñ'la¡':;;;dldaen cjüé'eneli~e~~P!'e~ente IQinti~1~0(38sj".
naturaleza» (55). Pero al mismo tiempo, tqQ¡Lillillii:jÓn ya enla-
Ló '¡nfiiiilo'ho-tráscieñde'rofiñito, sino que está presente en él:
zad.~; un sentimiento (Gejii/¡l), porque el influjo experimentado
"Lo finito existe sólo por determinación de sus límites, los cua,
les deben en cierto modo ser cortados de lo infinito mismo» tiene también que «12!~~9_Ucl!.~_£ambioen.J1uesJ£~_~qnc~~_~.~ia in- . .
(53). La r~~gi.2!l..~!i.J.~_£º-tlsi.~ncia..de,eJite,eSlm!o desasas. Esta ,¡e¡:¡¡¡¡»(66). La intuición 'i el sentimiento del universo -en los I~'r'
última debe «ver lo infinito en todo lo finito y singular» (51), ql..,e conSiste. p. ará'.schleierrñii.Cher la esencia de 1.areligión- son,
pues, resultado de un «obran> (Handeln) d,~1.4.QiYl:l"~0 en ooso-
«\!)Q}ar lº-~ingular como una parie del todO,lOIiffiitado como
t1.9~''-ac'C'iÓn-¡i'or''''i'que'ño;¡'iíiiercibimos de la presencia de lo in-
úna represeniªf.iq:I1,d~ Jq,l!Ífttuio>;'(56): Lopiimero que deDe ob,
servar'se""es-que en todas estas afirmaciones los términos «uni- finito en lo finito. Para Schleiermacher, existe asimismo unaco-
verso», «todo» e «infinito», tienen evidentemente ellnismo sig- rrelación entre ese actuar-aef'iííiiverso-yl" idea r«ligiosa d~!9.s7-,
nificado. Por otro lado, sin embargo, el todo es determingnte -Esta Úl.tima.n. Ü'.d
..¿termiriá ¡a'esenCia de l.a religión en cua.nto. tal,',.,.
p-ªr!!J;l~igtlif,~ª9.Q(!eJª.~.p'~rtes. Éstas son';;'éíefinidas» p.QLel to-
.£ero':fÜ ÜrmJLeilai¡ ¡¡el!os!ioffi líiés: qüéJJ.Q..p.\!.';,\!.,nr¡piés~ritarse :
do, del C@.e«son, en cierto modo, cortadas» (53). Por ello, todo el actuar del ~niverso de otra.maneraqueJ\l;ll.lªJQrma ..~eún 'ser .
--"----~_.. _----._---- -
iibi.,,;;"(i29). Así, pues, el que alguien «tenga un Dios para sü in-
lo finito es una «representación» de lo infinito y del todo; y co-
mo tal representación, 19 finito es. nuevamente,. «dentro de di- iüición [del universo], dependerá de la dirección de su fan~~ía»
CDoS límites»,_en sí rr1ismoinfiill!Q,123)".
A la c,2!l<;ienciil..Qlllidiana «del hombre ocupado en sus razo-
namientos y quehaceres prácticos» (144), el estar condicionado
(128s), es decir, de qué sea para ésta 10 verdaderamente decisivo,
si la conciencia de la 1I.'bert.ad-e.n cuanto fundamento del.obrar-
o, por el contrano,l¡¡Tcl~a;'Í'ropia del entendimiento, de una con-
!
catenación universal de causasRó• -'. -- .... ,' .....
de lo linitQ.P()Ll(),in.~.i~o.1 el to~o, 1~..está.P1li:..crimIÍieio'ocu!to,
pues toda su atención está concentrada en los objetos y circuns- E111s-09LÍehace'Sc111eiermac~er.~~,10~~0_n~~pt.()s intuición y ,
!I tancias finitos. Su influjo ahoga la disposición religiosa incluso sentimie'!lº- es similaU!Lde .KillI1..!,!chte.1'..S.£M!lin,g, pero se di-
i' en-iosmnos'T(45). Por eso es necesario que el universo "actúe» fer{;;,cia de manera especítica del de cada uno de estos filóso,
fas. Como en Kant, la intuición es provocada por la acción en
84. El universo schleiermacheriano no se identifica sin más con el mundo nosotros de un objeto", pero en la intuición religiosa dicho ob-
nutural. Spinoza es aquí modificado por Fichte y sobre todo por Schelling. jeto es, según Schleiermacher, lo infinito. Justamente ahí se en-
Sch~~i~.rm-ªcherdistingue varios estadios de la intuición del universo: desde la cuentra la coincidencia entre ---
la -_iñtli1Clón de. Schleiermacher y la
naturaleza extema (78) en sus «medidas descomunales» (81s), pasando por"Jos
.- .._ ..._-

viXieTlfes{85)~nas[a la hU.!.Tlªn!~a(reilsu-vT(riiieñ.-su ser (87ss) y en su devenir


~6, Por lo demás, lu fUlll.:ión cumplida por la idt::a de Dios se reduce para el
histórico (99ss), el cual señala más alflfde la'humanTdad: «toda r~ligión aspira a
autor de los Discursos al momento del obrar del universo en el hombre:
ulla tal intuición de algo exterioQtrascendente a la humanidud~;(IO--sr-'.'"
'«RepresenlUrse todos los hechos del mundo como acciones de un Dios, eso es
. 85, '-Es"ta-¡aea:-imp-óriüñi:-;.p-ara iféonc.eptDae lllQIVlduaiJoiCO,"se remonta a
la religión, la cual manifiesta de este modo su relación con un todo infinito.
la MOIlQtÚJ/ovía de Leibniz, según la cual cada una de las mónadas refleja en su
Pero cavihlr sobre el ser <.leeste Dios antes del mundo o fuera del mundo, aUI1-
lugar respectivo la totalidad del universo, es decir, el conocimiento divino del que ¡J;~~larnetafiSiC~'p~de-ser-aigo bUeno-i'ñecé'saj:r6.:'paiftHCi~ígión no es
orden del mismo, Ya en 1797, Schelling había apelado a esta idea leibniziana en 'imís'qllémera-mIf010'gra-::",-;)"(57s)",--- -.,-_..... ~.... ~ . - - ..
> ._. - , ••

las Ideas paro !lila jilosofítl de la naturaleza, donde decía que cada idea amó.
!l~~a~~~~.~_G!lgo) (es-
particular que, como tal, es absoluto>l.: Ausgewiihlte Werke 1
---si '6bvúi~esto' ~o sólo puede decirse de Kant, sino tamb~é~_~.~l. ~m.
pirismo en gcncral,_ con el que S~hleiermp'-~I].~u~_mi,lolfesló,deacuerdÜ"desde
l.:rilos de los años 1794.1798) (1975),388. Cf. también la notiJ sobre Leibniz en muy j?'fOll-t0 ñ~~i~iado-cOlnü:¡ii i):nyfüí1d'a.'~~sc(?nflallzahacia las aspimciones es-
344s y 36ls. En cualquier caso, a diferencia de Leibniz, S<;h!eierma(,;her no de- 1

peculátivi.\s d~1conocimiento, cr. E, Herms. f!erkwJjf, 91, así como 181 para el
fendió \¡¡ ide3 de que las..m9nadas «no tienen ventanas}), s~l9.1a de que la inúi-
uso del" concepto de intuición en los Discursos,
vidua.liqad.del il~~i~.id~Uó ~~be."s'~_~~u-~'á~~~iOj}~~~~xi~~~,!g~, ."-._-.
-- ., .
275
274
«Lr:!~uición iJ)teJect!JaJ:~ de Schelling, cuyo objeto era lo infinito afirmaciones del número ~ 4 de la Dogmática sobre la autru;on-
o absoluto, aunque esta última no tiene su origen, como en Sch- Eiencia inmediata com2j;~ntimiento de dependencia guardan un
leiermacher, en la conciencia de lo finito como intuición de lo ~. parecido con la definición fichteana del sentimIento co-
infinito en lo finito, esto es, en cuanto fundamento constitutivo ,rp...9.lª_p~rcepción de un freno a la actividad del yo. En camoló,
de este último. Nuevamente, las explicaciones de Schleit:rma las explicaciones de ~ 5 sobre la coexistencia de la autocon-
ChN_ª_P[QP..6.si.tQ.JiUa.=pondencia de intuición y senti- ciencia y la conciencia sensible de los objetos vuelven a corres-,
mkDt9 recuerdan a la Wissenschqf,!slehre fichteana de179Zl"'~ .., ponderse con la orientación empirista del pensamiento de
Sin embargo,-FldúeCOnC~i;¡ál¡~e¡;'ci6nde-rñtúiCi6ñ' y senti- Schleiermacher.
miento (en cuanto referidos a un objeto) en el sentido de que el La descripción de la conciencia religiosa propuesta por •
no-yo sentido por el yo como freno a su espontaneidad era Schleiermacher en 1799 no tuvo ningún reparo en servirse de los
deducido, mediante la intuición, de la existencia de un objeto resultados de la reflexión filosófica sobre la conciencia. Pese a ,
i
-en el que se encontraba la causa de esa sensación de ser frena- ello, la.n:ligión debe ser algo por completo distinto de conoci- .)
do-o Fjcht!',J:mScaº-aprobar de esta manera que la tesis kantiana mient;," y praxis. No' parece haber ninguna eO'!'Pi'ti¡'jlidad entre
de la e"ist.er,cja c1,_,cosas e'ii~i.i!º,e.r¡j en abs-ºI4to--'1ecesaria pa-
ia láaescripción de la conciencia .eÍ11pífica de la realidad. En
¡cambio, Schleiermacher hizo responsable del sur.gimieIlt,º-, de
ellas SIno se presupone ¡¡üeeJ1fethódegiIi¡IDtizar~u52.110mia a la
religió.!!~e refiere soro-a'l(iscontem~'!D~S'señtimientos e irl-
tuiciones ¡'-roj5iatrfeiítefe]rgloSoS, que para Schleiermacher tienen
Ij
il~1!l£ión...Y-~lltimientQ a la acciÓn en nosotros de un objeto, en siempre un carácter individual. Esto dio lugar a una se~i,,--,!e.pro,
c1arll...defensa de un punto de vista realista. Pes-':;-¡¡---e11b,;,para blemas, y también de críticas, provenientes del ámbito filosófico.
- • __ • .~,-------~-_._._------- ,_o

SchJefei:ñiacliei:Tá::ConCleii'Cia:Tnmedlatade.la.realida!lm,,,1 sen-
tido de Jacgbi (y de Hume) era también esencialmente «senti-
miento',,"'. En contrapartida; enlíi--ieOria dei;¡'¡:"Egíói1Cle los b) La reacción de Schelling y Hegel a los Discursos de Schleíer- I

DiScursos, los sentimientos correspondientes a las intuiciones macher


deben entenderse como alteraciones -resultado de la acción del
objeto- de ese sentimiento fundamental por medio de la excita- En sus Lecciones sobre el método del estudio académico, de
ción de nuestra «cQDciencia interna» (66). Sea como fuere, en la 1802, Schelling hace referencia a aquel autor «que vuelve a
evolución posterior del pensaii1ie-nto' de Schleiermacher, el con- anunciarnos la esencia de la religión» y «afirma su autonomía
cepto de sentimiento -en el sentido de la «autoconciencia in- con respecto a la moral y a la filosofía», expresiones ~;
mediata» jacobiana- se convertirá también en el centro de gra- aun. sin citar expresamente su nombre, se contenía una cIara alu-
vedad de su teoría religiosa. A resultas de ello, algunas de sus sión a Schleiermacher. Quien así razona -proseguía Schelling-,
afirmaciones guardan un vago parecido con Fichte, espeCial- está sin embargo obligado a admitir tamhién la recíproca, es de- ,
mente aquellas, pertenecientes a la Dogmática, según las cuales cir, «que !l! re!igión no puede ni dar ni ponerse en el lugar de la, .
«hacemos retroceder» nuestro' sentimiento de dependencia a la ~ filosofía». De hecho, la misma expOSICIónde la armonía de la re-. _
idea de Dios como origen de ese sentimiento". En general, las
:;
----- ,
Iigión consigo misma «conltituye en sí una tarea muy distinta de ~ ,
esa genialidad meramente subjetiva»". Schelling reclamaba pa-
X8. 1. G. Fiehte, CI"IlJId/age der gestl1l1fen Wi.\'sell:n:/wjlslehre (1794), PilB rª la filosofía la aprehensión mediante una intuición inteleduaTde
346, 23Us$ (1, 314s) y 237 (1, 321); pm:a el primado del sentimiento 184 (1, 267),
así como 224 11.18 (l, 307). el'. además Vers/lch einer l/el/en DarsfellulIg de,.
la i(jea de lo absoluto como nexo de unión aeT01deal y lo reál;y,
Wi,\'.I'ellsc}w¡fs/ehre (1797/1798), PhB 239, 71, a diferencia de la intuición inte. la_6ase de tbdo
.por ende, de aquel saber pnm~!:£",,!,:,.:.s.~,!!.a.I,I~_en
Jel:tual del yo.
89. E. Herms, Herkunji, 124 y 157. 91. F. W. J. Schelling, Ausgell'iihlre Werke 2 (escritos de los años 1801.
90. F. Schleiermacher, Da chrisf~icheG/al/be (1821, 21830), S 4, 4, 1804) (1973), 512"

276 277
J ~)_~~O
c?El..Q.g!!.1Jento~2.La «constmcción hjstór.i~l-Gfi.&t¡anismo}) Y!Q.~~~i:U!g,l!~como
«sí~tesis
de lo a~t~~~.~i£~~-PJ!~º£.Lt:1~!p'~re
l- ~nCllentra aquÍ su nacimiento93, d~ "intu.i£¡Qt]_!I'.aJl~£~A9..e.nfal>;'(3Tryqúe, al igual que .la J~f1e-
. "El"mismo'¡:"prüch-e;sü-subjetivismo, mereció también a Hegel -~ión, está referida a lo absoluto", Al partir de esta concepción
la idea de religión propia de los Discursos. Sin embargo, a dife- del saber filosófico -cort1:cbido, por tanto, como la unidad de in-
rencia del Schelling de las Lecciones de 1802, l:!egeLreconoció a tuición y reflexión-, la intuición religiosa de los Discursos, que.
la ob¡¡unu¡;h.Q~~alores positivos y sus objeciones están mucho con su tolerancia a la intuición de lo infinito en cada realidad fi-
más matizadaª-ffil.!!_Lal!..ill;~ellÍJJg, Así, en -erpreIacTOata nita tiene que contar con una multiplicidad ilimitada de tales in-
Dijií'eÍ1éiciemre el sistema filosófico de Fichte y el de ScheJling tuiciones, tenía que parecerle a Hegel arbitraria y subjetivista en
.'(1801), Hegel escribía ya que, «allILS.inten!'LY1Tº!!<j"'.Q.i~ter~~en su contenido,
/ eLp",.!l~ar.e.spe.cjjJut~Y()J! •. Jns.Djsé=IlS.aPUlllani<.ªJª.!l,fe2i.claª-de Éste volvió a ser el juicio de Hegel sobre el concepto schleier-
. unafilQsofía~.q\te. a_difemlQiªº,.K~nt y de Fichte, reconcilie ra- macheriano de intuición en su ensayo Fe y saber (1802-1803). En
z(jn y natygl",_~a (PhB 62a, 6). Probabíeñi-ente, HegeJ tuv6áquí él, Hegel identificaba -del todo correctamente- el precedente
presente' el papel Central del «universo» en la idea de religión de histórico de los Discursos en la filosofía de Jacobi y se ocupaba
los Discursos, así como el espinozismo de la concepción global de ellos en un apéndice al análisis de esta última, Como Jacobi,
de Schleiermacher que en él se transparentaba, extraordinaria- S<;:hleiermacher eleva <.'.10iQdivi~pa¡:ti¡;ula[ ¡j6f'eñClma del
mente afín al sistema de Schelling, con quien Hegel se sentía to- .¡;oncepto», aunque, como Hegel se preocupa también de señará!',
davía entonces muy unido. sin concebir lo verdaderamente absoluto como <.<.absolutatras-
En lo tocante a las relaciones entre religión y filosofía, apenas cendenC;ii»"";Comona6Ta1ie-C!iq.Ii¡f.6lll:PJlr éTlQ,101i1l'iWluto no
un año antes" H;,~ha~~templado la. vida inli~ita, ha<:ia ~a es 'üb)etoae uññ".aprehé"iúÚó-;; sólo religiosa o sentimental, sino
¡
qu".s". ele~ª,Jª.rliligiilli..l:Q!]1.9~ accesIble a esta ulttma.La li-.
I losQfia.fiQJJalla.es.e.accesl>-por-IllQYerse en Ja eSTeraoe Ia£.con-
que es aprehendido en la misma naturaleza, <.<.a la que se recono-
ce corno universo» (PhB 62b, 89), Gracias a este viraje espino-
: tradicciones, ya superadas en la religión. Con esta concepción, zista, el <.<.principio»~jetivi~I~líl£Qbi alcanza en el pensa-
: Hegelseeñconti-abáoºj~'tlvaljí¡;_iit0~ylif{i)Úmo a la.distinción miento de Schi;;¡;;;mªcher.Jillw¡¡J1~imíl..Jlotenciactón», Esta

I
entre religi5í~.Y_fO.f1ºfjn¡J"ntQ.estahlecida por los Discursos. Pe- úliiiiia es, a su vez, consecuencia de que la idea de"üñiverso eche
ro en la Diferencia, al lado de la función de la reflexión (PhB por tierra el muro que mantenía separados al sujeto y <.<.al objeto
62a, 17s) !f0llel recC!!l~_~ióaJ.(LfilnsQ.fíJ!1Lf~nción d,,_!~<.<i!'tui- absoluto inalcanzable», a!lJ\llue esDimpUQJ.I.••.lll!£~ <.daintui-
ciónilllIT,ma misma. allill.glll¡j~iYJ)-ljw:.uull¡;¡l.-abandoñaTaesfe-
92. lbid., 489, cf. 450,.
93. ¡bid., 520-529, en especial 526. En su por lo demás crítica recensión de
lo. obra, Schleiermacher calificó de «exc¡;:,lente.a.todos los,ef~.Gtos» e::¡t+lrepre-
i ra de la privacidad» f,ibid.). La intuición de Schleiermacnerno
consigue trascender su <<.absolutasubjetividad y particularidad»
sentación del cristianismo. Los Discursos (293s) animaban ya a la ~xposicióll de
la relación entr-e'el cristianismo 'y'la historL{l.,que sin embargo no es «un basto ir
i•~. debido a su incapacidad para <.<.afianzar»sus afirmaciones sobre
una base segura (ibid.), Qué quiere decir Hegel con esto es algo
tomando prestados pensamientos ajenos«, sino «un reencuentro sincero con liBa
que nos descubren aquellos pasajes de la Diferencia en que Hegel
totalidad expuesta con rigor y para la que el otro es anterior sólo casualmente»);
Jenaische Literaftlrzeit¡¡ng (1804), vol. 1, 1375, citado según Aus Schleiel7na-
cher's Leben, edición de W. Dilthey, IV (1863), 579~593,cita 586. Si se compa~ 95. G. W. F. Hegel, Differellz des Fichte'schel1und Schelling 'scllen Systems
ran las atirmaciones de Schelling en las lecciones octava y novena sobre el es- der Phi/osop}¡je (1801), PhB 625, 30s y 17, donde se habla de la síntesis de la
tudio académico con las del System des transzelldeTlta/en lde(llismus (1800) so- rctlcxión con la «intuición absoluIUl>. La reflexión, en efecto, «se aniquila a sí
bre el concepto de historia y su relación con la revelación de lo absoluto (PhB misma al referir lodo ser y toda limitación, incluida ella misma, a lo absoluto».
448,258-275), es preciso reconocer que Schellin.g h~\b.í<\pmfl,.!ndizadQ ,~qn..¡ide- Es (\ncgacióll absoluta») (ibid.), mientras que la intuición aprehende la unidad de
.rup l~ry1el~~_.~_'!.!p~~~eectos teológ~o-.::~ris.t.i.~rl~.~,
~e. ~u._<::~ncepciól1globa l. lo antitético .
94. "En el SystenvágmiñTdeseptiembre de 1800. er. H."Nohl (ed.), Hegel.\' 96. Estas fórmulas aluden en Hegel (Ghlllbelllflltl WÜ-'Wl, PhB 62b, 87) a
the%gische Jugendschriftell (1907), 345ss, en especial, 347s. J¡l poslura de Ju<.:obi.

278 279
atiende a la lII~idadde intuición y reflexión, I¿intuición, e!H~f~c- último no podía sino confirmar a Hegel lo acertado de sus criticas
tQ,Jllitifne validez objetiva a meJlQS..ljJleplledil.Sl!~JlB!!$- al subjetivismo de Schleiermacher. La íntima relación de éste con' .
no las contradicciones descubiertas por la reflexión, evidencián- Jacobi se hizo, de e.!~ __
!Uodo, más eVIdente que nunca. Por otro
dQse-a~Tc'omo "agiielIo .9..ue «ésta tiene que postulaD).' «Lo' indo,sln embargo, la craTea 'a-ííiqúe en sus Lecciones sobre filo- .
~1Jc;onal tieñe'qü-ededuC¡rse 'segÚñ' su contenido determinado, es- i: sofía de la religión sometió Hegel a su interpretación como un
to es, ti'me que dWlli;ir=.de la contradicción. de determin¡¡¡l_os sentimiento 101l, pasaba por alto el hecho de que las posteriores .
ºQ!J~.0'!,y~es lo raciQnal; sólo la intuición que cum- versiones que Schleiermacher fue acuñando de este concepto ya •
ple y sostiene esta antinomia es lo que se ha de postular)' (PhB
no designaban sentimientos cualesquiera que, por esa misma ra-
62a, 32). En comparación, las intuiciones religiosas de los
Discursos permanecen de hecho en la esfera de lo arbitrario sub.
, jetivo. ~_ql!.\'.QJJ.we.de¡;jm:..elLW!<!!~a de Schleiermacher , :
zón, tuvieran que agradecer su contenido
imagi.n..ación, «S~ntim!ento» designaba
cher la estructura de la autoconciencia,
respectivo sólo a la
ª. hora para Sch1ejen.na- )
una estructura similar a la
I
: ~•.gg~I¡j!1tmºi.ºJl.D.ll.DH ..h.ª\Jía sido atribuir a dichas intuiciones
9
. . 1~_pre~!.',,!9D-º~£Q!!stit!,i!_,:ú¡iií:i!..~s' H~..t<id.9."U'iii~l!"ru~ra
.~ :<
.apei~ceR~i.~r:t
.~:.~.~~.~~!.:.ª-:,J.1~LEantlana,.
aün~-.constitJlida, como \
en el @imºJ'i~hte, por un fundamento trascendente a ella, y del ~ }
q~". recono""r. La verdad es en realidad exactamente la contrana,-
puesTocjué más le interesaba de ellas era precisamente su indivi- que la autoconciencia no toma, valga la redundancia, conciencia
sino en asociación con la experiencia de los objetos mundana-
du~li9.~dy. pl_l!~~!¡g.a_d~7. El único momento en que esto no es así
es en el discurso quinto sobre el cristianismo, donde Schleier. les 101. A pesar de que sus críticas soslayan este hecho, la filosofía.
i
!!,a"h.,"'_3.d.~."Ü!J,-_ª
.$.•t,.illi!n.!.UWJ!..lel¡¡¡;ilSn..~Q.!Wli£¡¡') con el
de la religión de Hegel coincide en una serie de aspectos impor-, ;.
tan tes con los puntos de vIsta sobre la rellgltlu y el Cli,tianismo
, \f~o de religio~,,_s.,.ªJ~s ..q¡J.~~.Ld.Hºnstit!-liLy.!!ª-me.diación
eXpUestos por SchleIermacher enlos DIscursos. 'o.._- t
¡ie.;ñJ:l~n~su.Jiyi ,,'lEe.
~~tTE..l.?_.H.')!.H~,.)'.,\9.J!!f!qit998' N o obstan te,
Schleiermacher no fundamentó esa pretensión de verdad en la re- "-Antes qiienlñgún otro, debe meñciüñarse aquí el que Hegel,
lación mutua de intuición y reflexión, apartándose así de lo que aLigual gue Schleiermad1er. descubría la realidad concreta de la
Hegel consideraba necesario en ese momentoJd!d¡¡:gumentación r~ligiónen las religiones positivas y no en una religión «natural»,
Ide Schleiermach.eL.~.P.ª~.ª.\¡ª en que, «al hace'2de la misma reTI: que Schleiermacher (análogamente a como habían hecho Rous-
Iiliíiúr material q~e elabof-ª.para.-E refigj<j!.'-;-',_~91Stíamsmo seau y Hume) había tratado como el producto de la abstracción
i «~!l~!ill!yeen ct~rtomodo.una.pntencÍ.a.£!!p.frior de la misma»99~. de los elementos comunes a las religiones monoteístasl". Esto
y este argumento, aunque con otra figura, sí sería recogido mas último se corresponde en Hegel con eLexamen del «concepto ge-
tarde por Hegel en sus Lecciones sobre laflloso/la de la religión. " .. ', ru:rJ!L<k.rcligi6nlLjlre¥io.alae.xPQS.ictQn.l)istÓIiC<!.Q~o.@2religio-
A partir de la segunda edición de los Discursos (I806)...tl- ¡: --:. !les con"!,,t~s'.Ol. En el análisis de estas últimas, Hegel, de fariña
il.~nto en la interpretación schleiermacheriana de la religión o siiñilar a Schleiermacher, encontró la explicación-de'¡¡; peculiar
piedad fue desplazándose cad, vez más hacia el sentImiento, [1 de cádaünaa¡trasreTIglon-eg1mSlli\1¡¡;¡eñ-ijüe tocfá'SelraS'fiá1:ende '
._0- ..._.~".,. -'~".".'."', ....'~'.~ ..... '.. ' ....• _..',.".~ .
0.'_' .••••
_••."'.--'-_
.. __ o •••• ,~ __ ••••••••••••••• _ ••• ' •

'que el ñlOñ1ento de la intuición ~ó ahora a subor marse. sto


.. _-'_.- - -,-
100. G. W. F. Hegel, Begrif{,.der Religion, edición de G. Lasson, PhB 59,
97. Al respecto, cf. la descripción que hace Hegel de un pluralismo tal de 97.110, cf. 55s (versión cast.: Illtroducción y concepto de religión,. vol. 1 de las
(,agrupaciones ... cada una de ]¡¡s cuales se tiene por [/In naturul y es a la vez tan Lecciones sobre filosofía de la religión, trad. de R. Ferrara, Alianza Editorial,
poeo consciente de su idiosincrasia y punto de vista, que ninguna de ellas expe- Madrid 1987).
rimenta empacho en renunciar a que se le reconozca una objetividad, coexis- 101, F. Schleiermacher, Der c/iristliche Glal/be (1821, 21830), ~ 4 Y 2 5.
tiendo tan tranquila con las demás en un mundo de átomos. Con lo cual, por 102. Id" Über die Religioll (1799), 243 Y 272ss, en especial, 277, Cf ..
cierto, casa muy bien la separación ilustrada entre la Iglesia y el Estado. ,,» D. Hume, The Natural HistOl)' 01 Religion (1755) (versión casL: Historia natu- ,
(Glallben und WiSJeIl, 90). ral de la religióll [Diálogos sobre la religión nalltral), Sígueme, Salamanca'
98. F. Schleiermacher, Über die Religiol1 (1799), 29455. J 974). En Hegel, cf, Ilttroducción y concepto de religión, PhB 59, 45 Y 54.
99. INd., 293s. 103. Ibid.

280 281
de todas ellas como una mediación entre lo finito y lo intinito, y
una d_~¡erminada..inl!!ifjQ!LI\'ligiQs~,elcentro 4~,toPa_~Jasde-
m:~i¡l4.Los Discursos habían identificado Í:i ilituición central de} reproche a cada una su tigura efectiva. Con todo, Schleiermacher
,,!,~r~stianis~o e~ la idea.~e1 mediador, la cual tiene su manifesta.- irá concediendo cada vez menos importancia a este punto de vis-
;' clQ1lJ:nlilldea de la umon de ¡as naturalezas humana y dlvma en ta y, junto a él, al énfasis de I~Qi!~~,!,:-!!!~enla relación del cris-
,¡ I C¡j~.tO'05.Hegel permanecerá más próximo a esta concepción que tianismo con la hiStoria~"iiiíracedérsela a la interpretación de-la
, el mismo Schleiermacher, quien en su Dogmática volvió a hacer 'redención por Cristo como consumación de la creación de la na-
de la <~re~encióm> por Cristo el epicentro de su exposición, des- turaleza humana'()l),
plazando áSlél a(¿".l1tq,,~~~cill-SubjetiYJl,u6.
Un último punto de contacto se encuentra, fiualmente, en la
!' IC()l1c\,pciónhegeliana del cristianismo como «r".!jgiónmanifies- c) El sistema filosófico de Schleiermacher y su relación con
,Ilª>'>"~' ded¡:;como aquella r~!igjQn.enJJl..quela esencia misma de Schelling y Hegel'lO
la religión constituye'efcontenido de la conciencia religiosa'U',
en'
I consonancia ca/ita Idea sclilelli¡:íñácherlana del cristianismo Los Discursos afirman que la filosofía eleva al hombre «a la
como «religión de religiones» IOR. En los Discursos, dicho carác- idea de su interacción con el mundo» (171). Esta aseveración,
ter implica lo polémico de la relación del cristianismo con el res- -por la cual la filosofía se sitúa, en analogía con la religión, en
to de religiones, resultado de que el primero haga valer la esencia un lugar intermedio entre física ¡; moral (172), iba dirigida con-
tra la concentración de la filosofía transcendental en el yo. Pero
104. G. W. F. Hegel, Vor/esungen iiberdie Philosophie der Reiigion 2: Die a la vez evidenciaba una clara orientación antropológica, en el
bestimmte Religion, edición de G. Lasson, PhB 60 Y 61 (versión cast.: sentido de la conciencia inmediata de la realidad, en la que la
Lecciones sobre la filosofía de la 'religión 2. La religión determinada. ~rad.de
autoconciencia y la conciencia del mundo están desde siempre
R. Ferrara, Alianza Editorial, Madrid 1987). Cf. asimismo R. Leuze, Die
uusserc:hrütUc}¡en ReÚgionetl be; Hegel (1975). En Schleiermacher, eL Ober unidas. A lo largo de los años, Schleiermacher fue ahondando
die Religion (1799), 259s. en este prInCipIO mediante el desarrüIlüoeuna feoriá-de1ü-cien-
105. F. Schleiermacher, Über die ReligiolJ, 295; para la unión con la idea oia con fundamento metafísico"', proceso.;ñ"f"ijü¡;-lii-¡;¡:imera
de encamación y la idea de la ~9-1!.ddivina, cf. 302. También Schelling ha- de las Lecciones schellinguianas sobre el estudio académico tu-
bía acentuado el significado de la idea de encamación y la unidad de lo divino y
Jo humano en Cristo en la lección octava sobre el método del estudio académi.
vo probablemente bastante influencia. La tesis de Schelling so-
ca (1802), aunque añadiendo que «el infinito verdadero vino a lo finito no para bre la «identidad» de lo ideall...!£..rea! en el concep-i¿;-dersaber,
qi'únizarla.-sinQ p.Qm.Qfr~nd~!~~)_?_~~!~,~~~eE~pia persona, reconciliándo- se l1alrii~ª,lIvJ!!ll~.nte móxima a 'I:as ideiíSde-Sclile¡-ermacher.
Jo...<~~í¡;on él?? (E W, J. Schelling, Ausgewlihlte Werke 2 LescTltos de los anos EnSiifecensión a las Lecciones de Schelling -¡iiíblícada en
1801-1804] [19731, 526). 1804-, Schleiemlacher apenas rozaba las explicaciones de la
106. No obstante, I.kg~Q.n~firióservirse del cOl~~~:iliación
«pan'l.la.a~LHW!Q''LQ~Q..f!El!9_~_.!2.£!,:!no. la unión de las naturalezas humana lección primera sobre los «elementos» de su filosofía, pero sí
y divina» (Die absolute ReJigion, PhB 63, 34, cf. 38) (Die absolute Religion co- "",;
señalaba que alguno <<lave aquí mucho más intuitivamente, y
rresponde al tercer volumen de la traducción de R. Ferrara de las lecciones de se hace una idea mucho más clara de su especie, que en otros
Hegel: Lecciones sobre la filosofía de la religión 3. La religión consumada, lugares» 112,
Alianza Editorial, Madrid 1987). Aquí se emplea el concepto de reconciliación
de otra manera que en la cita de Schelling de la nota anterior. Cf, en
109. F. Schleiermacher, Derchristliche G/al/be, ~89,
Schleiermacher, Der christliche Glal/be (1821), ~ 11 Y ~91s.
110. Para el desarrollo de este sistema, cf. E. Herms, Herkunft (1974); pa.
107, G, W. F. Hegel, Die absolute 8eligion, PhB 63,15, también ]5: «En
en sus diferentes partes d. W. Dilthey, Leben Schleiermachers 11:
esta religión, ~a religión es objetiva para ella m~sma» (lección de 1824). Como
Schleiermachers System uis Philosophie l/lid Theologie, del legado póstumo.
tal, es la religión-inñriífieSÚl-(olJéñbareT"(r9;lecdÓn de 1827), y a la vez la reli-
gión «revelada» (geoffenbarte) por Dios (ibid.): el concepto d.~rel.ig.ión absolu- edición de M. Redeker (1966).
1 [1. Al respecto, eL E. Herms, HerkwJjt, 193-234, en especial, 231ss.
_~a_(a!?soúitl:) comprende a ªWb~~:. re!igió_n manifie.st<i Y. r'eJ.!~!9~~~~"lada.
112. W. Dilthey (ed,), Al/S Schleierm~f(:¡'ers Lebell, IV (1863), 579.
108. F. Schleiermacher, Oberdie Relighm, 310, .

283
282
La «introducción general» que Schleiermacher hizo preceder al Jugar que ocupaba en los sislemas idealistas la ciencia del ao- ~
a la última de las versiones <;lesu Ética filosófica'u permite re- soluto. En.c.yanto fundamento de todo ser finito, lo absoluto no éso
conocer con mucha claridad la yecindad entre sus propia~ideas para él objeto de un saber teórico''', sino el objeto de las figuras I
y las de Schelhng. En su base se halla la idea de un conoci- cóñcretaSganadas por la conciencia religiosa en cada una de las!
miento sllpremo (S 1), a partir del cual debe determinarseenti-:- religiones positivas. •
gar propio de cada una de las ciencias a él subordinadas. El concepto de dialéctica aparece también en Schelling. En la
Además, Cono~irni".nlo-y.~er sólo s~ dan en su relación mutua (S sexta de sus Lecciones sobre el método del estudio académico
23). Apartándose de Schelling, Schleiermacher afirma, sin' em- Schelling d~signaba c.ºn el nombre de dialéctica «aquella part~ /
de Iªlilosofla susce tIbie de a renderse mediante el ejercicio ... '
b,argo, que el ~.9n,~~.L~~~.I!~~.
~p~~.E:?:..
...
~.~.
,~,~~to
«manifestación .)
y
sImple por antonomasia .aelse,supremo ª.~IEf?,ntlco'>;'(* 29),}) la di!pensi9!l.artística de esta ciencia>~JJ5. La dialectIca
pues, sobre .da relación de la es eculación con la reflexión»
escan'sa,:
no se presenta «jQmediaiJimente.a.nuestm concienéia, sino só- /
]0 ... como fundamento y Juente.intema;Iel g'sto~,,_~salí'ére.'l~ (*, 1/ (ibid.), observación que recuerda la defimclOn e ege e mé-
todo filosófico en la Difer£m:ia. Una teoría del arte filosófico se-
33). Schlerermacher pasa, pues, por alto de manera tácita la te.
sis schellinguiana de la «intuición intelectual» inmediata de la mejante, continúa Schelling, no existe todavía. «y si su obJiga-'
indiferencia absoluta entre lo ideal y lo real, que para Schelling ción es ser una exposición pura de las formas de la finitud en su .
constItuía el principio de la filosofía. En contraposición, con la relación con lo absoluto, sólo puede adoptar la forma de un es-
cepticismo científico»116.
contradicción fundamental entre lo ideal y lo real en la esfera
ESta observación de Schelling puede leerse como una caracteri- ~
misma del saber se corresponde también, según Schleiermacher,
zación de aquello que Schleiermacher había venido presentando;
la contradicción «entre los seres cósico y espiritual» (9 46), en-
una y otra vez como «dialéctica» desde sus Lecciones de 1811
tre naturaleza y razón (* 47). La meta del conocimiento es la
--que sin embargo nunca llegaría a preparar para su publicación (ex- :
«peé\e!ración Y unidad integrales de razón y naturaleza» (9 48).
cepto la introducción)' "-. La exposición sistemática propuesta por
" Debido a ello, sólo hay «dos ciencias nnCl aJes, la Cienda de
i la Ea.z~!:'Y.la ciencia de la naturaleza» (*
55). EL~'yenrr es e a
Schleiennacher debe entenderse menos a partir de los textos plató.
nicos clásicos que como una ejecución del programa fOlmulado por
I /!rªt~raleza..a ~~X~zóñCompete a la frsíca (* 59), mientrnsque la pe-
.I '¡retra~ló~raclo!,~I::C:~á"lr¡¡t?!_~S asunfO-ae la ética n
60).
Schelling, aunque Schleiermacher tomara distancia con respecto al .
punto de vista del «escepticismo consecuente» schellinguiano, as-
lEsta ultima no es simple deDer ser, SInO que nene como objeto ,
<<laacción real de la razón en la naturaleza» (*
95) Y está por 114. ef. la pregunta crítica de Schleiermacher en su recensión de 1804 al I
ello estrechamente vinculada con el «conocimiento de ¡ahisto- respecto de si «el punto de indiferencia puede ser el objeto de una ciencia real»,
..ria» (* *
65, cf. 60). a .la. ve~,que todo saber finito. permanece ligado a la esfera de la «separación Y"
dlstmclOm) (584). p~ SchleIermacher, la teología no era como para Schelling
¿ Cuál es entonces el puesto de la filosofía teórica en este sis-
(Au.I'gel1'ühIte Werke, 2, 517) <<iaciencia inmediata del ser absoluto y divino)) \o
tema de las ciencias? Abstrayendo de la «interpenetración» de los
que «representa objetivamente el punto de indiferencia), sino una ciencia
conocimientos físico y ético en la idea de una «sabiduría univer- es decir, orientada ª la tarea «del gobierno de .l.aJ~-~--'.
'sal», la filosofía no tjene otr~ figura que la «dialéctica». A esta úl-
tima Schleiermacher la define como <<lareproducción amuna del
~pr~ctica)),
Darstellung des theologischen Studiums [1821, 21830],
la dogmá_~a ~Ecación
~ª 1-5), Y en el caso de
cie.ntítffla-de..la é1!£a, la cual tiene su objeto en una
~.2gocimkUJQ..3.!!pr.emo...nmroducci6n que no
posee verdad sino qet~.r~ina--ª. fOl!!!.'!A~_~.~_:~~~~_r~J~~.~~~~vivenci~, es decir, en la Iglesia 1

e~.c.u~nto.pn;seJ)g,~!lJl)¡;.QtL'li dos» (*
61), es decir, en étlcayrí-
como comu~i~~C}_ !!:.!~_c:!.º-!!ada..E0n la piedad (15erC7lristliche Glmibe-'ft82I,
'1830J, n, 2,). . .". _. .
slca. La «dialéctica» así definida se adelanta en Schleiermacher 115. F. W. J. Schelling, Ausgewiihlte Werke 2 (escritos de los años 1801-
1804) (1973), SOl.
113. F. Schleiermacher, Gnmdris.s der philosophischen Ethik, edición de A. 116. ¡bid., 503.
Twe51en (1841), 3.37 (SS 1.122). . 117. F. Schleiermacher, Dialektik, edición de R. Odebrechl (1942).

284 285
cepto, que en el ámbito del concepto incluye asimismo la de lo
pirando a ofrecer en su lugar una ~6..'!.g.~J.~.!:!~~d~.la
di~p.~~a
en
general v lo particular''',
torno al ente y d~la_sup~!,~i~,,-~~~_,~a mis!"a..dlsputa'1'. -- La superación de -las contradicciones de la conciencia en el
Schlei"rm,lch!).,hjzq. preceder a la «teoría del arte» dialéciico
conocimiento I}g..~..P9~!Ele.a.ll)e!)OSque se presuponga un fun-
un examen de los presupues'tos"yéíéTósTímitesdel conocImiento.
~am~<..tr.~~~.~J?~.~!1!"~~~a dichas contradicciones en el 'que'esfas
DichoexlIlüeí¡-consr¡iUyeTaprimeraparte deesta dlsClpliñi1:Tos encuentren su unidad. Dicbo fundamento arroja la base de toda
presupuestos del conocimiento son tanto la diferencia (con Schel-

':~:i~~Ji'fl¡
aspiración al conocimiento, por lo que no puede ser~to de
ling) de sujeto y objeto, de lo ideal y de lo real''', como erfunda-
la
mento, previo a' misma; ae'.si(superacíóñ-en el conocimiento:
Éste, en efecto, constituye la unión de pensamientb Y'ser, de lo ,,'
~~~~P::::~~I~i)~r~:C~:~i;~~
,.~~ dP
:~;;~~~:~~
un Lec) abso¡,iio y supremo, ~e c"!Y.Q.£2~.!!TIiento s9- f
.ideal y lo reaL Para eIl(í~~'PJ!).ªg>~ ªª~mJÍ.'¡~güese dé un áéirer:'
.I.do enirelospensª(\o.ú,i120, m,.2tivoJ!or el!lue el conocimiento im-
mas conscientes como aquel f~m.en\Q..del ~_ debe deducirse !
todo 10 demás»'''. Pero a diferencia de Schelling, SchleIermacher.
'iplica el final ¡le.!<l¡\--ª~i.~p.,!!a.
Al mismo tiempo, el conocimieñto • j
- pone ahora en ~~aa la c~acidad de nuestro pensamiento para de-
debe ser c;o!1]pj!J.IQ.!m&Jili!no de los objetos '21 , razón por la que finir adecuadamente ese fundamento trascendente a todo ser y
es definido como la superación de la oposición más universal y ¡Jeñsar, pues-aquel,-e's'oeCír;'"ñü-eStro"peósan;[ento:-permanece
genérica, es decir, la establecida entre lo ideal y lo real"'. s~~mpre n~~l~.!!!""'J~Jl.g~d.i:f!2f¡j!\!eg-¡leopuéstos antesre-
A la oposic"¡ón s-U¡iréma
eñire--ioTdeaTylOféll¡'corresponde
. ':
Jeridos, Concebir el origen como el ser correspondiente al con-
del lado del sujeto la diferencia entre sensibilidad y entendimien- cepto más general, como la fuerza que se manifiesta en todos los
.to~.y,J!,,~trº-y!!'.'!eeste último"', la dif~rm(;i!'.e!1.~'ejuicio y con- fenómenos, conduce bien al panteísmo -al que la con'elación de
fuerza y manifestación impide que el origen se le aparezca como
118. lbid., 11; 19s, 37s. El distanciamiento del (,escepticismo absolll/CJ que lo incondicionado-127, l¡ien " la idea de un Dios creador, pero es- 11
niega toda ciencia») (1 I J) es evidente en tina investigación consagrada a los con~ .-, ~ ta última termina siempre or manifestarse vinculada a las ideas
dicionamientos del conocimiento. CL también F. Wagner, Schfeiermachers
de materia o de universo como su corre a o - . unto
LJil/leklik. Eilll! krili:>'che 11l1l!I]Jretari()1I (1974), 25. ;.
119. F. Schleiermacher, DillJektik, edición de R. Odebrecht, 174ss. Con la
;
de vista de la comunidad del ser, con la que se corresponde el en.
oposición entre lo ideal y lo real, lo subjetivo y lo objetivo, va_.~idala distinción " . lace de las determinaciones del pensar en el juicio, lleva a la
~t;.lJ.trt;:J~t.Q~!Wi!!Jo_)!.eL:ruj~nte (19ss, 135ss),la cual es el prc1iupucSiOJe "- " aprehensión de lo incondicionado, sino sólo a la oposiL:ión entre
toda disputa. F. Wagner, SchJeiermllchers Dialektik (33s), echa de menos en las ideas de destino y providencia'''. El defecto común a todas
Schleiermacher UilU justificación «para este dar por supuesto un ser objetivo (co-
mo un en:sí) distinto del pensamiento» (34). Pero estajusliticación estaría dada
124. F. Schleiermucher, Dialektik, 190ss (cf. antes, 142, 144ss). F. Wagner
en la concepción del «pensamiento) como juicio, sugerida en la proximidad
caracteriza el paso de la discusión al concepto y al juicio como «no-mediado»
de Schleiermacher ---destacada por el mismo Wagner- a la descripción kantia-
(Wagner, Schleiermachers Dialektik, 92). Esto sería correcto con respecto al
na de la conciencia (65s). Con todo, ~~_pr~~~.s~~~~~~~~ ..9~eSchleiermacher se «(excurso» anterior de Schleiermacher sobre el.tiempo y el espacio como anlíte~
sirve del término ((pensamientQ~) (Denken) de una forma muy vaga. .
sis máxima en 10 percibido por los sentidos (F. Schleiermacher, Dialektik,
120. F. Schleiermacher, DiaÚkiik,T29:"a:-f5~5:asTc-6ffltrWagner, Sc:hleier-
178ss), correspondiente a la oposición entre 10 ideal y lo real en lo intelectual.
Illcu:her.\' DiCllektik, 5855. Pero este excurso es una continuación de la discll1iión sobre las oposiciones co.
]21. F. Sl:hleiennacher, Dilllektik, 1625. «(No podrá darse un conocimiento '.., rrelativas a la antítesis de sujeto y objeto en lo subjetivo.
l:omplcto ... hasta que se dé la completa interrelación de todo I.:onocimiento»)
125. F. Schleiermacher. Dfalektik, 312 y 115.
(\ 62). eL antes.62s: . 126. lbid., 91. Cf. también 171 para la identidad de la meta y el origen del
122. Ihid .. 177.
123. Ibid .. 138ss. No obstante, Schleiermacher no distinguió entre razón conocimiento.
127. I/,;d., 245.
(Vl!l'Ilwlji) y entendimiento (Verstalld), hablanclo casi siempre de la ,(razón», por
128. lhid., 246", 267, 300".
la que entendía el pensar proP!9. d~.Lentendimienlo (está ell lo cierto Wagner, . 129. Ibid., 253s. cr. tambi¿n 265s con n:specto a las "cuatro fórmulas» £Id
Sdlleit:mICI/ ..:Iu:l's Dialektik, 66ss), al qlled¿seaba cirl:unscribir el concepto dd
fundamento transcendente, todas ellas insuficientes.
,(pensamiento» (Wagner, 68s).
287
286
estas fórmulas es «que permanecen dentro del dominio de la opo- tro de Jos límile::ulc..J.llla ....
uef}¡.l-i-eién, afirmó ljue tenemos LID «('0-
sicióJl,») 1.10,Intentar, por último, alcanzar el fundamento
de la uni- 1]Q.c1miento»soffi:~IJ.l(¡. En este último caso, sin embargo, se tra ..
dad partiendo -con Kant- del querer en detrimen~1 en nacer, ta de un producto de la retlexión transcendent~1 y una modafu!..qd
tampoco ayuda en nada a mejorar nuestra situaci"&~ de la pregunta por lo incondicionado. Ninguna de las dos cosas
Pero aunque ninguna de estas fórmulas consiga apresar de iíellé-s"itiO-enla definición que da Schleiermacher del «pensa-
forma adecuada la esencia del «fundamento trascendente» de to- miento" (Dellkell), en la que, de hecho, sólo se hace referencia a la
do conocimiento, en la autoconciencia humaDH existe Jloa analo- elaboración de los datos de los sentidos por los conceptos del en-
gía.con.él ...Esta analogía viene dada con la inmedjªtª famiJjaridad tendimiento. L,o .que Schleiermacher denominaba «límites d~l
consigo mismo ~rocurada,vor el sentimiem~, el cu';¡-tra;ciende pensamiento,,137 sOli,jJü'es,Jímites del entendimiento (Verstand),
tOcJ.sJªÜllñci~oposicioIieS.de la conciencí:a";;.-COl;U,do, del cual, slgúlendo ahora¡ílGñt, deben todavla Qlsrll1guirse los
al ser en él nosotros mismos «algo condicionado y determinado» conceptos que apuntan a lo incondicionado, es decir, los concep-

!
I! para nosotros, el sentimiento, en cuanto «represtmtacióll delful1-
dan.1~nt()!ras(~endent.e».en noso~r~s, es un sentjm~ento de del~en-
de_l~~la,es decIr, SentimIento rehgIOsol33. Ahora bIen, la conClen-
los de la razón. Aunque el mismo Schleiermacher transcendió ya
la esfera del entendimiento con su idea del fundamento transcen-
dente, es claro que para él todo pensar sigue permanecieñi:ló vin-
, cia religiosa no representa el fundamento trascendente en forma culado á los supüestos"yoposICJOnes de este ultImo.
pura, sino siempre asociado a la conciencia determinada por los '------AqlirestañiDieñ-a1inde empiezan las díTerenclas entre el pen-
objetos. Por otro lado, la «mezcla con la autoconciencia inme. samiento de Schleiermacher y el de Hegel, pues para Hegel la_~/
diata» tiene como consecuencia «la humanización progresiva del esencia de la razón consiste en unir lo separado mediante la re'- /1
fundamento trascendente» en la conciencia religiosal34.De todo tlexión, en formular la <<identidad de la identidad y la no.identr- I
ello se sigue que las fórmulas de aproximación del «pensamien- .dad,,'-''. En el prólogo a la Fenomenología del espíritu (1807),
f to».~!J'~"r,I~l!:'"-nt.ó.}f'is~,!1..d,,,te_p~s.~n_~~~~!.Of~Imbóhco cOmo Hegel había definido la metodología seguida en la obra como un
: compJ~~le_n~?
,~._~~._PI.~sen.~.i.ª
..~!L~L~fltimientorj5. -. escepticismo no dogmático, pero sí metódico: el escepticismo
( - Aunque Schleiermacher puso endl!.9a-cju'e nuestro pensa- '~(que apunta a la totalIdad de la conciencia que se manifiesta» 139.

!! n~~era ~-=--d~::,~-"l.fundamento.tranBeefldenteden- Esta última frase permite ya establecer una comparación entre la
Fellomenología de Hegel y la Dialéctica de Schleiermacher. Pero
130. ¡bid .. 270. esta comparación se impone de manera inmediata cuando se tie,
13 1_ ¡bid., 2755. El fundamento de la concordancia entre querer y ser debe ne en cuenta que en el transfondo de ambas obras se encuentran
'Il~~r idén!l~ fundamento de la unidad del ser v el pensar (281). La críuca-de las palabras de Schelling en la lección sexta sobre el método del
, Jq~~_!<:~_I!~.f~~9~ ¡,~.~:~~~E!9.!l_f!.tU.iLl2'j~n..£i-ª-de
Dios únicumenle en"1añiZOñ .
estudio académico a propósito de la ausencia de lIna teoría del ar-
i lprácti~~,es de~~Xd~.!.ui.ª!!1D.i~ ..~Lq~_ereúWJU...e,u.e1;lwadª con razón'p'or
¡ fW~gner.(Wagn:r, Schleiermachers Dialektik, 132), P.Q!"q.Y.~.~:LpDStulado..dUa te del pensamiento filosófico, la cual, en cllanto «representación
. ;eX¡~Ií;.qCJ_I,!.d..£J2~os fundado en la razón práctica resu one en KaJ!!.que la idea de las formas de la finitud en su relación con lo absoluto», no
,I ~c DlqS c~nstJtuye al menos un «ideal illobjetable» eara a razón teórica
(Crítica de ia"i:azó'¡7m'¡-a~lr669):---""-'-'_._-----_._----
136. CE. nuevamente la nota 126. A la problemática subyacente a esta atir~
132. F. Schleiermacher, Dialektik, 286s, en especial, 289. Schleiermacher mación ha apuntado con razón F. Wagner, Schleiermachers Dill/ektik, 123ss y
distingui6 el sentimiento tanto de la sensación ligada a los objetos como de la au- otros.
Locolll:icncia refleja del yo (2875). Cf. Der c:hristliche G/al/be (1821), 3 Y 4. 137. En Dia/dlik, 228, por ejemplo. ef. 1ticrítica de Wagner (F. Wagnel
133. F. Schleiermucher, Dialektik, 289 (anotaciones de Schleiermacher de Schleiermacher.l' Dialektik, 68ss). )
1822). cr. Del' christlic:he Glaube, 4, 3, donde la definición del sentimiento co- 138. La fórmula de la identidad de la identidad y la no-identidad apurece
mo sentimiento de dependencia no se gana a partir de la relación con el fu'llda~ por primera vez en Hegel en el Fragmento de ~'isrellla.de 1800, como lu «unión'
mento transcendente, sino de la negación de la libertad absoluta. de ]¡.l unión y lu no-unión») característica de la vida (N 348). En Dill"erell'l.,la fór,
134. F. Sc:hleiennacher, Dialektik, 296s. mula hace su aparición aplicada a lo absoluto (PhB 62a, 77).
135. ¡hid., 29755, en especial, 300.
139. G. W. F. Hegel, Phiinomello/(lgie de.~Gehtes, PhB 114, 68.

288
289
puede adoptar otra fisonomía que la del «escepticismo científir;fm
10
(d. supm. nota .116). La segunda parte de la Dialéctica de
Schleiermacher ofrece una teoría del arte semejante, pero ésta no
El sistema hegeliano
va más allá de la constatación de las oposiciones del entendi-
miento, exigiendo únicamente su combinación y recíproca inter-
penetración. La Fenomenología de Hegel ya no es una teo.wtdel
arte, sino la ciencIa de la e~eflenclaae la conciencia a lo largo
deTa vía gú¡;-rñerced"üTii reflexión siempre reiterada sobre las
contradlCci'ü;és entre su respectiva intención de verdad y su con-
tenido efectivo,)ªJ.\¡;YªjLªP.(!;~~.a sí mjsma. !,º.g~e dife- _
rencia af.-leg~!ºe .~."h!~j~.f.!Pl\,,_h£r_~~ q'!.~!,l_l:ll~~~!,.~~ami. f
'¡.
no'fenomenológico la cº!l!ll1A\l'ciºn.p.l,,£ede'.1!~,"~_!.es,~~)ve en r

~1Í1¡i'riüeva fijllir¡Uf¿:é.Qíí.¡¡ik.ncia•.l:¡ajo !~ c~al}"-~~~ciencia ad-


Este capítulo no pretende ofrecer una exposición global del
,qtÍié¡:é"¡¡ñ'áñueva comp.!:~nJ1Qnde sLI]).i~!!!~)'_~~_s'!.y.@¡m:iX-dI-
sistema hegeliano, sino presentar, de la mano de algunos ejem-
.(e-réñCia~pue:S-:- d¡;--Schelling, ni):>ghl~~"rJllª"ger ni Hegel p,artle-
plos reveladores, sus ideas fundamentales el método dialéctico
ron de una «intuición intelectual» de lo absoluiO;-síno qlle ambos
que subyace. Quiere tam 1 n comentar con cierto detemm¡en o la
-se'éniiega~ona-;:,;í1ei¡ºñ'~rsobf~ las,f.u!lci~l!es y contenidos de la

.1
importancia del pensamiento de Hegel para la teología y las clÍti-
~iencia, aunque si.emllJsi.f.ii.'idáción.cQ!!J!i'},¡(¡e:J?lif:ª.J;1l\üni~-_
I \'ma e'siaverdad. eerll1ll~!!tras que Schleiermacher encontróTa l cas a que fue sometido por los teólogos. De las obras de Hegel,
nos ocuparemos primero de la Fenomenología del espíritu (1807),
fin¡t~d. dOTa. ~:T.un
...c.iones y COn~iQQ.ti\e..
. .. ..\:.
Q!]
..n.ci.e. ._!,l£!.~
en. ~~ lil.ni!!!:. I a continuación de la Ciencia de la lógica (1812, '1833) y, por úl-
¡. ción por otra cosa, Hegel1J1.Jl¡;:iC.\Ibn!Í.eu.l¡¡¡¡£Qn1r.R9.!£9-',~,n ¡
timo, de aquellas partes de la filosofía real--es decir, de la filoso-
. que la COn¿ieI)9hl,~:<i'ii'reda.=sigo.mismª,1ªss.I!~I!:~.?~~~n.~ú~
fía de la naturaleza, por un lado, y de la filosofía del espíritu, por
. ser superadas ..P.ºL'!.!!••1,..\üntuición~.,gtJe,."1,_eU.~~tl~? ,d.e.!~
otro- de mayor trascendencia para el influjo del pensamiento he-
(. Qiferenéia,.c().n.s.",yadichacontradicción a la vez. qud¡¡.eltmma.
geliano en la teología: la filosofía de la religión y la filosofía de
la historia. Enlo que respecta a los Fundamentos de'lajilosofía
del derecho (1821) sólo daremos breves indicaciones.
Tampoco podemos considerar con detalle la totaiidad de su
sislema, que el mismo Hegel publicó en 1817, la Enciclopedia de
las i:iencia.l'filosójieas en compendio (' 1830). En ella, Hegel ex-
pone de forma apretada en primer lugar la lógica, luego la tiloso-
fía de la naturaleza y, por fin, como tercera parte, la tilosofía del
espíritu. Dentro de esta última, el capítulo sobre el espíritu subje-
tivo introduce una serie de aclaraciones sobre cuestiones de an-
tropología, teoría de la cOJlciencia y psicología, que se corres-
ponden sólo parcialmente con el tratamiento, mucho más amplio,
de estos temas en la Fenomenología. El capítulo sobre el espíritu
objetivo contiene, entre otras cosas, una exposición resumida de
la filosofía del derecho, en gran parte coincidente con ,,1 examen
separado de esta cuestión en el tratado de 1821, mientras que el

291
290
capílulo linal (<<Elespíritu absoluto»), se ocupa en forma <':ol1cisa

I
Esta fórmula inserta el momento Liela antítesis Lientro de la iJea
Jel arle, la religión y la t¡losalTa. Las Jeclaraciones Je este capí- del «todo» haéia el cual el hombre se eleva en la religión. Con'la
tulo deben cotejarse, por un lado, con la última parte de la Feno- «vida infinita»', ue en 1800 sólo era accesible a la religión, se
menología deL espíritu y, por otro, con las lecciones que Hegel -corresponde en 1801 la idea, que recuerda tanto a c e mg COC
consagró a estas cuestiones, en particular las Lecciones sobre ji- 010' a Schleiermacher, de la intuición filosófica del absoluto, la !
losofía de la religión. La Enciclopedia muestra que la lógica ocu- cual a diferencia de la-<;tüíalidad de las limItaciones», apreheñile'
pa un lugar fundamental en el proyecto global Je Hegel, pero que
~eculativamente» la totalidad como t?~ad. El tod~'-'
no es en absoluto idéntica con la totalidad de su sistema tilosófi-
da hUSllrentorrcen:útOacc'esíble a la rehglOn se ha convertIdo en
ca. Tampoco las subdisciplinas de la tilosofía de la naturaleza y
objeto de la tilosofía. A diferencia de la intuición religiosa de
de la filosofía del espíritu deben entenderse como la simple apli-
Schleiermacher, la ob'etividad de la intuición filosófica radica en
cación de sus principios lógicos. La cuestión de la relación entre
que supera las oposiciones descubiertas por a re eXlOnen la es-
la lógica y la filosofía real.es una de las más con'trovertldas d~}a
fera de lo finito'. A partir de ahora, dichas OpOSICIOnesson capta-
rnte,I]:,~!:.taciónde la filosofía heg~. No's'próñüñciaremos so-
bre ella cuaodo nos ocupemos de la lógica de Hegel. das por la intuición en una unidad en sí llena de tensiones. .
Como «síntesis de lo antitético», Hegel dio también a la intui-
Por último, debe señalarse que el tratamiento de las filosofías
de la religión y de la historia precede, en nuestra exposición, a la ción el n'ombre Cie;eBpeCüTaCíóID0: La especulación es intuición II
en cuanto que en ella «es eliminada toda antítesis». E~~£~ci- ,
discusión de la fundamentación del sistema en la lógica. Ello es
f.
así porque antes debemos atender a una de las figuras principales
que hacen su aparición tanto en estas disciplinas como en la
Fenomenología del espíritu: la elevación del espíritu por encima
óe sus condicionamientos naturales :Y. más concretamente, por
miento filosófico comprende, pues, ambas cosas, intuición y."!;
flexión. A partIr de los años 1802-1803, el conocimiento hlosófi~
ca asldefinido fue denominado por Hegel «concepto» (BegrijJ)'.
Lo antitético y, por ello, limitado, «es refericto a [o absoluto» pre:
j r
i,
¥
encima de los datos de la experiencia sensible. La exposicióñde' cisamente por ser reconocido como limitado por la reflexión. Por
f.
lá-róg1ca

I
irá unida a una sene de reflexiones críticas, a las que se- otro lado, lo absoluto mismo deviene de este modo «una totalidad
guirán la recepción de la filosofía hegeliana en la teqlogía y nn objetiva UDlodo de conocimiento, una organización de sabe::
apartado final consagrado a la valoración del pensamiento de res»'. H~gd~isting¡¡e ahor1t de ~£.I¡~lling,pl!I_[enuDci!l!i'Jle;
Hegel desde una perspectiva teológica. ~Io
o absoluto de un solo salto -con un «entusiasmo que arran.:.

2. De manera análoga, el concepto de vida es definido en DijferellZ (J4) ca.


1. Fundamentos y primera versión ¡no la superación de la «totalidad de las limitaciones» (125) en su propia unidad:
«pues la desunión necesaria es un factor de la vida, la cual permanece eterna.
El capítulo anterior siguió el camino que condujo a Hegel des- mente enfrentilda a sí misma) (14).
de su adhesión a la filosofía de Kant y, en particular, a su filoso- i 3. G. W. F. Hegel, Dijferenz, 32.
4. ¡bid., 21, además 31s.
fía práctica, hasta los primeros escritos del período de Jena. En el 5. G, W. F. Hegel, G/al/ben lI11d Wissen, PhB 62b, 6ss, en especial, 9s. El
Fragmento de sistema (1800), Hegel, análogamente a como había {(concepto» es ahora quien designa el infinito verdadero. También aquÍ aparece
hecho Schleiermacher un año antes, definía la religión como la ya e termmo {( ea)) ee como eSI naclOn e canee to realizado, el cual no
elevación del ser humano «desde la vida finita a la infinita» es solamenle «absoluta idealidad y vacuidad). Para el concepto el concepto,
(Nohl 347), es decir, al «espíritu del toJo», a la vez unido y dife, cL Schelling, Sysrem des lrallszendentctlen IdeaUslIll/s (1800), :hB 44~, 176,
donde se afirma que la unión de objeto y concepto es en esencIa la umón del
rente de la multiplicidad: '«unión de la unión y la no-unión»l.
concepto del concepto (versión cast.: Sistema del idealismo trallscendema/,
Lrad. de 1. Rivera y V. López, Antropos). Sin embargo, en la PJ[~!¥.!~~'!~_~egel.
1. Hege!J JuKendschrijte/l, edición de H. Nohl; cf. Djffi!l'f!1l: des Fil'}¡r(' '_
~!Q.n~.~ntel1iend9)~~i~~~nci~!!.~!l~!~_.~_~~1.'~ep~9"~
.!~ea(26Y30. así como 33) ..•
sc/¡en l/lid Schelling 'sehe/! Sy~'le'~I:"
del' Phj/osop/¡je (ISU 1), PhB 62a, 77. 6. G. W. F. Hegel, Difjerellz, 21, ef. 19.

292
293
ca inmediatamente del saber absoluto como un pistoletazo»7_, Esto no. es ~bstáculo P?ra que; en este último estadio, la antigua '/
.!:ontradlccJOn entre su mtenclOn de verdad y su contenido deñe- [
. abandonando la oposición de sujeto y objeto, de lo real y lo ideal,
inherente a la tinitud. Para él, lo absoluto, presente ya en lo fini-
eliO.resurja de nuevo, ahora bajo una nueva ti ura, resultando así
-un_"a mo de experienCIas a mal del cual se produce el alum:--
I
to como tal y, por tanto, co-puesto por esa misma «finitud», está,
bramiento de la conciencia filosóficamente formada o -como 10 )
bien al contrario, determinado por lo finito, en el que se mani-
expresó Hegel- .del «sabec ab~9llll9ll.(das absolute Wissen). Esta
tiesta como la unidad que se mantiene en la contradicción. És la
expresión ha sido 6rig'éiid¡;'fiecuentes malentendidos. Su signifi-
«Ol'ganización» en una totalidad de la esfera en sí contrad\Ctoila'
cado no es que la conciencia ya no tenga nada más que aprender.
ylle~';de-iensíónes' de lafinit~d:Hegeibüscó mos¡;:;;;.
de esta
sino que se limita a designar la forma de la concjencip filosÓfica l'
iiínneia lo absoluto (el concepto) en lo finito, pero a la ',ez pre-
como una conciencia plenamente refleja -como una conciencia
.sel,t!Índ.Q1Q.J:!lmo..aqJWlla.r.ealidad:.qu."J~"n~'y~£~e'se_~a consu-
madola g't1exiÓ!LSQI:1Klas 9.Q.!1.trllii¡¡;gQg~.!..inte!~asde -¡¡¡esrera
que ha da~o fin al proces~ de su rellexión sobre sí misma- ~ J
de la finH~d,c!'l'_adelanta a un IlÚ!!Ier_p!!I'.'QE'!.mola umdaa que
ya mtencJOn de verdad cOlnclde con su contenido real'.
La Fenomenología empieza con lo que la «conciencia natu-
. JI
-----
integra lo antit~.\!sQ,.Dicho de otro modo: el concepto se desarro-
lla eii-¿-aaa caso a partir de su «ser otro» (Anderssein); «lo verda-
~(das nmürliche Bewusstsein) juzga que es la verdad. a con-
cIencIa natural es la conciencia cotidiana orientada al mundo de -1
dero es solamente esta igualdad que se restaura o la rellexión en
los objetos de la experiencia sensible. La conciencia nalJIral des-
el ser otro en sí mismo, y no una unidad originaria en cuanto tal ~re la verdadern realjdad en los objetos q~~~gp..;.n
sí. «Saber ..
o una unidad inmediata en cuanto tal»'. Pero la marcha del pen- de las cosas objetivas por oposición a sí misma y de si mIsma por
samiento filosófico tiene siempre la forma de la elevació" por en- oposición a ellas» constituye su punto de pártidalO. La conciencia
\ "im. de 10 finito hacia lo infinito o absoluto. Empezaremos por natural cree, así, tener su fundamento en la ~~certezasensible»
mostrar esto tjltimo en la Fenomenología del espíritu (1807). (sinnlichen Gewissheit) de sus objetos. Hegel vio su correspon-
Hegel escribió la Fenomenología estando todavía en Jena, an-
diente filosófico en el eW-Rirismo, para el que las impresiones de
tes de su partida para Nuremberg tras la delTota de Prusia frente los sentIdos constItuyen Ta base de toda experiencia. Así, pues,
a Napoleón en las batallas de Jena y Auerstüdt. En Nuremberg, Hegel hizo de la conciencia empírica el punto de arranque de su
Hegel vivió durante ocho años, hasta recibir en 1817, después de descripción «de la experiencia que la conciencia realiza consigo
un breve período como profesor en Heidelberg (1816-1817), un misma». Lejos, por tanto, de elevarse por encima de la vincula-
nombramiento como sucesor de Fichte en Berlín. ción de nuestro pensamiento con la experiencia sensible hacia
De acuerdo con la portada original, la obra debería haberse ti- una filosofía de puras ideas abstractas, Hegel identificó en la ex-
tulado «Ciencia de la experiencia de la 'conciencia» y, de hecho, periencia sensible y en la filosofía del empinsmo efverd3dero
, su objeto no es otro que la experiencia que la conciencia va ha- "fundamento del pensar. Pero en lugar de quedarse ahTlfege1de-
l¡ Cíeñdo consigo misma.,Esta experiencia consiste en que el conte- ln.9~!rJ)J1.la. cóñc"¡éñcra"J1Jllu[a1~ ...qu,"_s~ .hª!lª en contradicción
Ii¡. nido efectIvo de la conciencia prueba una y otra vez no ser idén- . , SQ'!!~gQ.miJima,,dehi.~!l'jQ.P_ºXello revisar sus ideas -só'brela ver-
(1 [ICO con [o que ésta tIene en cada momento por verdadero. Slií ~d y sobr!<m..p:lÍ_slIla.El punt~dearrañquede -está
d~;;;;siración
. embargo, como autoconciencia, la conCIenCIa tiene que COI1C_9.!:.- vIene constItUIdo por el hecho de que la conciencia es siempre
dar consigo misma en sus pretensiones de verdad, es de-cir, tiene 3 spiración a la verdad~ Ahora bien, de acuerdo con su propio con- ..
qtretmentar por medIO de la retlexíOn sobresfmisma abarcar la
unidad de la verdad a la que aspira y su contenido efectivo, al- 9. La de~igllación «saber absoluto)) para la filosofía se encuentra ya en la
canzando así un grado o estadio superior de autocomprensión. adición de Schelling a su introducción a las Ideas para l/na filosofía de la na.
tI/raleza (1799), Ausgewahlte Werke 1 (escritos de 1794-t798) (1975), 385s.
10. G. W. F. Hegel, P/¡üllomellologie des Geistes, PhB 114,25. Las indica.
7. G. W. F. Hegel, Phiillometlo!ogie des Gei.ste.s, PhB 114,26.
ciones numéricas del texto conesponden a esta obra.
8. tbid., 20.'

295
294
cepto, la verdad no es sino la concordancia con su contenido, o lo lo verdadero en las cosas, mientras que la reflexión sobre la CO.!:!:.
que es fo.ñlíS'l1(i:I~F~Ci!}£Q!~A~~~~.~~"~re
J.~~J1E}.~!~~gLY-~u
objeto. ciencia perceEti,,-a_p,:'!.~baqu,eJa.apr.ehe.!J~ión de los o~j~!~S ,,,-s~á.
Por ello, en la medida en que la conciencia reclama verdad para 'coñaíCiOnaaaJiubj~liY'lm,-Qte..]ustamente por elto, la conCIenCIa
su contenido (u objeto), tiene que permitir que se le pregunte si
concuerda o no consigo misma en él. Su contenido fáctico se mi-
de según lo que ella misma «declara que es lo en sí o 10l'erdade-
j:íe;'c~tiva no tiene su verdad~ la CQg, sinQE!. el ~samiento-,-
en el eñteruj'¡m~~ltOc-Ver~t;;;d), ~o;;:;o había mostrado R"áñi:Tás
formas universales de nuestrap~"¿eiíC'lóñ'Je las c~"- deben a,
I
1"0» (7 1), De este modo, la conciencia es impulsada más allá de
la actividad de nuestro entendImIento,
it sí, de su op¡niQnSQb.ce...e~ª-Ú:¡~:la-;;e;'dad dé sÜ'Contenido, Por su parte, eieñí~dimiento vnelve a no tener su verdad, .
¡l La prete~si9~ (J~v!,rd~ad~~.!!.,,-~laa~L(;9!íl()_lapres~~cJa_de lo ab-_ como él cree, en «cosas en sí» cuya existencia ha de suponerse
soluto en IA,(;QncienCI~r1!!it!!d?I~~~f1l,(;iª@~lA.()jJEgªª_,,-k~
subyaciendo a los fenómenos aprehendidos por la intuición y que
1\ por encima,de,la-fiiíí¡úiLJe_sU:L,\&.n!~-,!i¡j()s, Teniendo como hilo
la actividad del entendimiento sólo caplaría de una forma sub]e- .
conductor de su marcha la pregunta por la verdad de su conteni-
tiva (y, por tanto, como fenómenos). La conciencia perceptiva de ;
do, la reflexión de la conciencia sobre éste da como resultado una
sucesión escalonada de definiciones siempre provisionales de la las cosas que diferenciamos de nosotros mismos tiene en reahda~_" ('
sutundamento(cOñ"FÍchte)'eñ la autoconciencia (Selbslbewussl-
verdad de la conciencia, upa sucesión escalon¡!d¡u!l:intr.!!!os £9r
eliminar la contradicción !entre lo que fa conciencia tiene por lo sein), Sólo ella explica gu;'.difer<;,':'.~emos entre las cO,sasy noso-,
verdiidero ysi:¡-(:ohteli'id6'faCficü;-riiédiinieunasfntúí'¡'de los
tros. Una vez más, sin embargo, tampoco la autoconCienCia tiene
s¡¡í¡esjs,;ñq~'seexpre:
t'acJºr~s_~nÚe~i~(f~i~p-;;i-su'¡;a;:te;ca(fi'- '""SüVerdaden ella misma -siendo en sí hbre e mdependlente-. Su
verdad se halla en alfo: el seijor debe su libertad al siervo, de la ,
sa la verdad de la conciencia -yen que queda soslayada la con-
tradicción entre ésta y su contenido- se demuestra una vez más nlJsma manera que, ahora a la inversa, el siervo es lo que es sólo
como una opinión, es decir, ~omolo que la conciencia opina que por su relación con el seijor, con la única diferencia de que él lo
es la verdad, opinión que, sin embargo, vuelve de nuevo a estar sabe, mientras que el señor se engaña por completo con respecto
en contradicción, aunque en una etapa ulterior de su marcha, con a lo condicionado de su ser libre, En contra, pues, de lo que pien- \ j
su contenido fáctico, sa de sí misma, la autoconciencia está siempre condicionada por. V
En un primer estadio, queda probado que lo verdadero d",la ~u relación con otro". Por eJlo, la sensación de libertad de la au-
\ certeza sensible no son en absoluto, como ella cree, el illl(JubL}LeL. toconciencia eñs-user-para-sí (FÜrsichsein) splo es verdadera c~-
«ahora». El «aquí» y el «ahora» mentados son, en efecto, diferen- mo
.
conciencia de la misma . libertad
_~.-;.-:r,"" ••
para todos, una idea que al-
tes en cada momento, Su contenido es siempre distinto, En lá me-
dida, pues, en que sólo se tiene conciencia de dicho contenido co- t l. En la exposición de este estado de cosas, la Fenomenologí(l atienue en
primer lugar a lo condicionado de la atltoconcienci~ in~ividLlalpor su r~!ación ,
mo «aquÍ» y como «ahora», el contenido fáctico de la conciencia con Olros individuos. husta el punto de ofrecer la apanencJa de que la rduclOn con
no es en modo alguno Joradicalmente c.oncreto, lo concretísimo, el munuo y los objdos de la naturaleza. objeto de la I:onciencia sensible, han dc-
como eJla misma piensa, sinq por completo universal y abstracto: s¡lpi.lrecido por completo en la autoconciencia. Sin embi.ll"go, Hegel vuelve a 11.1 .
a saber, ni más ni menos que el aquí y el ahora generales, Así, relación de la autoconciencia c~n el mundo en la parte Y: «Certeza y verdad de ~
pues, la conciencia es en verdad la relacióu de un universal (el la razón}) (175.312). La certeza que tiene la autoconciencia «de ser toda la ver- :
dad" (175; cf. 128) es sólo Ullll[1l1ticipación de la verdad del espíritu. Como tal,
. «aquÍ» y el «ahora») con un esto concreto,-laa"jJ,:éIiensi6ñ-de de- ll~cesjta todavía d~ realización. y ésta ticne lugar lanlo en la relación con el
terminaciones universales en 10 dado a Ios-se'nüdos~-tOil10~desrg- mundo de la «(COIlCiellciaobservauora>) (183-254) como en hl evolución de las:
mícióÍ1de -éstecorrlple)o estadode'cosas,-sesugiere el término relucioncfi sociales con los demás hombres (255-312). Sólo en el estadio del es~
«percepción» (WahrnehnlL/Ilg) (89), La percepción de cosas, de pírilu ,(se ve elevada a verdad la cerleza de ser \Oda re~lid¡¡d;) (313). La inclu. :
:~S"¡fr'6jf;'éaades y relaciones, es, pues, la verdadera figura de la si6n de hJ relación con el mundo en la parte V no se destaca expresamente en el
texlu citado. para hacer más putente la relación que lleva desde la uutoconcien~
conciencia sensible. La percepción, sin embargo, cree ahora tener cia. pusando por la intersubjelivid<ld. hasta el concepto Je espíritu.

296
297
más acá y co.bra ligura en él. Esto último. encuentra su primera
eunzó figura histórica en la filosofía estoica. En esa conciencia manifestación en la reTígwñ del arte de los griegos y, ya de una
;:'.'i::~r~a~~Jiber!!l:Q,Jl?!'-~~erentes individuos soñiguales:'E,u forma plena, en la religión «revelada» (ojfenbare Religioll), es
Igualdad está negativamente (¡,'-termíri'u,IiiTreriléi¡-¡¡¡'di'Íerencia
decir, en el cristianismo (52Is). Empero, también In coociepcia
entre señorío y servidumbre (153). Pero esta libertad universal ,ge la religión revelada cree aún tener su verdad en otra cosa que
igual para todos, es sólo abstracta. Existe únicamente en el ele: "taconci~g9ia:_«su autoconciencia real no es el objeto'de su con-
.mento del p~nsamiento, no tiene réaTIdaden la VIdasocial, por lec ciencia,». Aí clifufeilcláfsücc;nieñídodesr;;;;sma en la represen-
que se ~OJlVl"rt~.e!1.::!(;tima .delescepticismo!12_que.seretl~ja en taCIón,"la forma "y ~.SQl\tenido de esta concieñcla siguen S1l1
•••

la contlll?enCla, d~pend~nc!fly.l11u¡]a.Q!!idªdJ"A1-,~ci~ ufl.ª-iluto- coingQ¡¡::-:-ETcoi¡!ellido del representar es'erespírituabsolutb; y


conclenCt,;'la ~sto.lca!'J.'l~s~.p!.~.t~!1díalibre einI1l2t.~b1e(incon- íoífnico que aún resta es la superación (Aufhebell) de esta mera
mOVIble) . El resultado de la crítica escéptica es la duplicación forma» para que la conciencia tome conciencia de que en este
de la autoconciencia, la cual sabe ahora de lo diferente de su ver. contenido no tiene un otro fuera de sí, sino que en él permanece
dad -es decir, de su libertad como la misma libertad para todos- junto a sí misma (549). Esta unidad de la conciencia consigo mis-
con respecto asu estado real, o 10 que es lo mismo, sabe de su ~.~~.~I~~E'9.e'1!gj'1tiip.f!ililiillíj)fjlosjlJjfijJln¡ religión reve,
y"rd~~"::?mo algo situado más allá de su existencia fáctica:-Es'hf lada. En el «saber absoluto» de la filosofía, todas las contradic-
(:1.JIlcienci¡iTrírennfoesgooada (das ung liickliche Bew,;ss!sein), cioñes'déláco;léiené¡~eñtl:;'~~gijfj!~rJ<tlm\'L. or su verdad
:a."s,gr,a,:.i~~~,J.'~r_~~::se~~e¡i~a,5l,a
de su verdad y por localizar es- Ylo(jué ésdefaciosoÜi}in.tilitninadas,.
ta ultlmfl_,,2..un-mas alla'< ciivino),narcania151(;'p';¡r¡¡-eTIíoml;ri?':' --Cü'F¡;;';jiiíeño[oglá del espíritu es, así, la descripción de la vía
Por su parte, el más allá tampocoes"¡i.í'verd'üd-de-l;['aüH5CüñcTen-' por la que la c,c)Oclencta llega a ser conciencia-cie la verdad ret1e-
cia como más allá abstracto, sino solamente en cuanto razón y es- XiOñandosóbrésTñíísñ13.Dicba retlexión consiste en que, en ca-
píritu de un mundo histórico concreto. Sin embargo, el mundo aae-úipa '¿¡e-iú'moviiñié'nto retlexivo, la conciencia compara lo
~istórico ~e los hombres está a su vez desgarrado de (acto en sus que cree aprehender como su verdad con lo que de hecho es su
Il1tereses mdlvlduales UI1l rsale,ª.~Por ello, su verdad existe contenido. La unión de las dos partes arroja como resultado una
Ilñkamen e en la esfera del conocimiento de lo absoluto -a través' nueva etapa en la uutoexperiencia de la conciencia. De esta suer-
'deli![\~ la!elIglOn y 1.:01los~fía-.Sólo que, aquí, 10.llbsol\!!Qya te, etapa por etapa, la conciencia va elevándose desde la concien-
no es conceOíclOcomo un mero más allá -como en el estadio de cia objetual, la cual creía tener su verdad en lo dado a los senti.
la conciencia desgraciada-, sino como la verdad que penetra el dos, hasta la conciencia religiosa y filosólica de lo absolutamente
. verdadero. A la vez, lal1la!.~I!!1"Q,,-~1ita.¡;li:.Yl\Qi\2D
..f~l~,«E,Eg~~~z_a.
. 12. En ~sta pUl1e, Hegel percibe conjunt:.unente los aspectos histórico~so~ ción» de la ~,,~,Le!lCia_~,,-la£Q!!£iefl.£i~~nuna totalidad. Sólo
:,~aJes~: l!tJ!~£!~.y.~e la-Luch¡tQ9!..!l;!.real!t..~!9!!.E£l.!.~!_t.nlrcntUlmenlo 1J10- 'Co'l11o'resiíhadode todo el camino, y en cuailío que recogen en sí
~:.!~
..
~_I~.~i,g~~~~£á~¡~ª,-'Él
..~~~,.:_~.~~_.~~J2.i.~!.~.E!~~_Y_~!.~~~~.P.t.~~.i.~~ r~sulta-
_ la t..QtE.lidad
dejas experiencias de la conci"m;i¡UQnidigiÓñ' y li.
do ~e an.!.bosyrocesos es la concIencia de la necesidad de una redención .la cual
~Gt~¿ri¿9:p.m:AJa~
¿~!0Ti~1.~Lp-resupuestQ lq.r~}igi-6-;;~~~f.;1i~mi:"-'
~p~i-i.~T9ñ~ª~ losofía conciencia de e~ta verda,d,!bsoluta.
11, La relación de la «conciencia desgraciada» con el c~i~¡-¡~n'i~~1L' h~sido _-----" .

objeto de profundas discusiones. ef. las observaciones sobre este tellla de W.


P~l1nenberg,Die Bedeutl/lIg des ChristeJltllllls in der PhilosopJ¡je Hegel, en Id.,
2. Filosofía real)' lógÍclI
Gottesgedallke Illld l1le1lschliche Freilleit (1972), 83, nota 12. No obstante,
Hegel no quiso definir al cristianismo como Ja manifes[ución úe la cOl1cicnc.:ia
tlcsgr.llciada por su separución de lo absoluto. De hecho, la religión revelada En la Fenomenología del ,espíritll, el movimiento de la con-
consttLuyc -con la cncarnacil'ln de Dios (528)- más bien lo contrurio, es decir ciencia describe un camino, Este no es otro que el generado por
la reconciliación de dicha antítesis (541). La conciencia desgraciada es únicu~ las diferentes experiem:ias que la conciencia v~ haciendo consigo
mente el presupuesto de su aparición histórica, los «(dolores de parto» del espí~ misma y cuyo resultado es su elevación desde lo dado a los sen.
,ilU \525; er. 533).
299
298
tidos hasta lo absoluto o (como dice también Hegel) lo verdadero finitud, trasciende tanto ésta como todo ser linito, elevándose,así
universal. Ese mismo movimiento fue descrito por Hegel en sus a lo absoluto. Análogamente, lo absoluto es verdaderamente ab-
Lecciolles sobre filosofía de la religióll como el camino seguido soluto sólo cuando abandona su trascendencia o «allendeidaq»
por la evolución de la religión en la historia. Aquí, la conciencia (Jenseitigkeit) para unirse con lo linito que se eleva por encima de
religiosa es ya en cada u!)a de sus etapas conciencia de lo absolu- su propia linitud". Así, pues, Hegel descubrió la idea central del
to. Dicha circunstancia constituye lo específico de la conciencia cristianismo en la encarnación de Dios y en su resultado, la unión
religiosa. Gracias a ella, se distingue de cualquier otra forma de de hombre y Dios. Esta unión se verilica primero en el hombre
conciencia. Sin embargo, en la historia de la humanidad la con- Jesús y luego, como consecuencia de la asunción por Cristo de la .
ciencia religiosa empezó por abismarse en la intuición de las rea- condición humana, en el cunjunto de la humanidad. Según Hegel,
lidades naturales, tomándolas por lo divino, y esto es lo que, se- éste es también el contenido de la idea de reconciliación, razón por
gún Hegel, caracteriza el estadio de la religión natural. La la que encarnación y reconciliación expresan en el fondo el misl1l;o
posterior sucesión escalonada de tipos de religión -que en la ex- pensamiento. Con ello, además, alcanza cumplimiento el sentido
posición de Hegel describe a la vez el camino seguido por la re- de todo culto religioso, el cual no consiste precisamente sino en
ligión en la historia14- refleja por tanto la elevación gradual del unir al ser humano con la divinidad. Por este motivo, y de hecho
ser humano 'por encima de lo inmediatamente da.do, es decir, de de manera muy semejante a Schleiermacher, Hegel pudo caracte-
los hechos de la naturaleza, en analogía a la vía fenomenológica rizar al cristianismo como la religión absoluta, es decir, como
desde la intuición sensible hasta el estadio del espíritu absoluto. aquella religión en que se cumple la esencia de la religión.
En la historia de la religión, la conciencia aprende a distinguir lo Además, el cristianismo es la religión absoluta porque Dios se.r~-
absoluto, lo divino, de la naturaleza y de toda objetualidad dada a vela de manera plena en Jesucristo, revelación que se produce en
la intuición. A la vez, aprende a concebir esta última como la ma- el acto de la encarnación y de la reconciliación: Dios deja aquí de
nifestación de otra cosa, de lo no-dado. En las «religiones de la manifestarse en su inlinitud abstracta opuesto a lo linito y, como
subjetividad espiritua!» de los griegos, de los judíos y de los ro- lo verdaderamente inlinito, elimina en sí mismo la diferencia con
manos, lo divino es concebido en su diferencia con respecto a lo respecto lo finito revelándose y comunicándose a los hombres".
dado naturalmente como lo elevado sobre la naturaleza, en ana- El principio de la elevación del ser humano por encima de su
logía a la subjetividad humana. Pero es sólo con el cristianismo dependencia de la naturaleza determina también la lilosofía he-
como culmina la vía hacia la aprehensión de lo divino en su ab- geliana de la historia. A diferencia de ROllsseau y de la tradición
solutez, porque en él la manifestación finita, bajo la figura del iusnaturalista, Hegel no veía en el estado de naturaleza un estado
hombre Jesús y, por tanto, en cuanto este finito singular, es reco- de libertad, sino de ausencia de libertad". En la libertad el hom-
nocida como perteneciente a lo infinito o absoluto, es decir, re- bre permanece en sí mismo en cuanto espíritu Ill, pero esta liber-
sulta superada la contradicción entre lo finito y lo absoluto, y
Dios se revela en su verdadera infinitud. 15. Para el doble aspecto de la elevución religiosa, d. las Vor1e.l'tIllgell iiber
Al revelarse como lo que, siendo más allá, se fusiona a la vez die BeH'ei.w: 1'0/11 Daseill GOl/es, edición de G. Lasson, PhB 64, 76s5 (versión
con el más acá, lo absoluto cobra figura humana. Que sea precisa- casI.: Lel'(:iolle~'sobre las pruebas de la exhlt!llda de Dios, tnld. de G. R., de
mente esta ligura, es decir, el ser humano, la figura linita de la re- Echandía, Aguilar, Madrid 1970). Su figura concreLa es el culto, cf. Begriff der
Religioll, edición de G. Lasson, PhB 59, 159ss, 227s.
velación de lo absoluto se relaciona con el hecho de que, en cuan-
J 6. G. W. F. Hegel, Vorfe~'lIllgell ¡¡berdie Philomphie de!" Religioll. iJI. Di,e
to consciente de sí mismo, el hombre, aprehendiendo su propiu ah.l'olule Refigioll, edición de G. Las¡¡on, PhB 63, 19ss, 32s. :
17. G. W. F. Hegel, Vorle.l'llflgell iiher die Phi/o.l'ophie dé/" Weltgesc}¡ichre 1:
. J 4. Pura el proble.m"a de la exposición de la historia de la religión 'como su- (La razón en la historia», edición de J. Hoffmeisler, PIlB 171a, 116s (versión
escalonada de [IPOS estructurales de religión, en vez de Ulla evolución que :'
cesIón casI.: LecciolJes .\"Obre la jilosoFa de fa historia IInil'el:m/, trad. de 1. Gaos, pró-
se rCllJizu en la historia de cada religión y en las relaciones de las religiones en. logo de Ortega y Gasset, Revista de Occidente, Maúrid ~J 974).
Ire sí, cl'. R. Leuze, Die allsserch/¡stlic}¡ell Religiolletl bei Hegel (1975), 241 s. Ilt [bid., 54s: «soy libre cuando permunezco en mí mistnO>I (55).

300 301
un pueblo COn10el universal que une a los individuos, particula-
tau no es un dato de partida, sino algo que es preciso conqui~tar. rización para la que Hegel reserva el nombre de espíritu nacional
Hegel distinguió rigurosamente la libertad auténtica del capricho o espíritu del pueblo (Volbgeist): «El espíritu del pueblo es, por
individual. El individuo sólo conquista la verdadera libertad a'tra- tanto, el espíritu universal vertido en una figura particular, a la
vés del conocimiento de lo universal", Dkha libertad tiene su cual es superior en sí, pero que tiene en cuanto que existe»". Si la
fundamento en,la religión'" y cobra llgura concreta en el Esta- historia de la religión era la historia de una sucesión de tipos de re-
do", cuyos cimientos se hallan nuevamente según Hegel en la ligión, la historia universal es ahora la sucesión de una serie de eta-
religión", «El Estado es, por tanto, el objeto más inmediato de la pas, en cada una de las cuales un pueblo hace época para, tras su
historia universal. En el Estado alcanza la libertad su objetividad
decadencia, ser sustituido por otro pueblo en eLque se encama un
y vive en el goce de esta objetividad, Pues la leyes la objetivi-
nuevo principio en la marcha del espíritu a través de la historia".
dad del espíritu y la voluntad en su verdad; y sólo la voluntad que
El tln de este camino es la glorificación de Dios a través de la au-
obedece a la leyes libre, pues se obedece a sí misma y perDane-
tocaptación del espíritu en la conciencia del ser humano, es decir,
ce en sí misma, y es, por tanto, libre»". Por otro lado, esa liber-
a través de la realización de la libertad, la cual es a la vez libertad
tad hacia la que el hombre está destinado como ser racional no se
realiza por igual en todas las formas de Estado. Aquí es cierto el de Dios y del hombre".
Según este complejo sentido, la marcha de la historia univer-
principio básico de que «el mejor Estado es aquél en que preva-
sal es, tal y como la. entiende Hegel, el progreso en ia conciencia
lece la más grande liberlad»''. Sin embargo, ¿cómo puede me-
de la libertad. Como en la exposición de la historia de la religión,
dirse esta última? Filosóficamente, tomando como criterio la ra-
este proceso se hace efectivo a medida que el ser humano va ele-
zón en cuanto unidad de lo particular y lo universal; y den:ro ya
de la marcha real de la historia, mediante el progreso en la reli- vándose sobre los condicionamientos naturales de su existencia.
gión, Para Hegel, por tanto, el objeto de la historia universal no es A su vez, este proceso va estrechamente ligado a la unión del
simplemente el hombre, sino el espíritu que se realiza en la his- hombre con el absoluto distinto de la naturaleza -unión que en la
toria, el espíritu universal (Weltgeísl) «explicitado en la concien- historia de la religión se hace real sólo de manera gradual-, así
cia humana», en analogía con el (espíritu divino que como espí- hasta culminar en la fusión del hombre con Dios en la encarna-
ritu absoluto» es diferente del espíritu universal. A través de este ción. Dado que el hombre individual sólo es libre en su relación
último, Dios está presente al hombre y «se maniliesta en la con- con los. otros gracias a su comunión con Dios, la historia univer-
ciencia de cada uno»25. Además, el espíritu ~niversal se mani- sal y la historia de la religión se hallan en Hegel estrechamente
llesta de manera concreta en el espíritu de una comunidad o de entrelazadas. Desde esta perspectiva debe entenderse la célebre
división hegeliana de la historia en tres períodos fundamentales,
19, Ibid., 144. según la cual en un primer estadio sólo uno eS libre, el rey, mien-
20. ¡bid., 127: «La libertad consciente está solamente allí donde toda indi. tras que en una segunda fase (entre los griegos, los judíos Y los
vitlllulidad es consciente de ser positiva en el ser divino y la subjetividad es in- romanos) lo son algunos, a saber, los libres a diferencia de los es-
tuida en ese mismo ser divino»).
21. ¡bid., IJI: El Estado es da realidad en que el individuo tiene y goza su clavos, hasta que, finalmente, en una tercera etapa, con la apari-
libertad, pero subiéndose conocimiento, fe y voluntad de lo universal». El
Estado en sentido hegeliano es da unidad de la voluntad subjetiva y lo univer- 26, Ibid., 595.
sa!;), Por dio, ((Derecho, eticidad, Eswdo, y sólo ellos, son lu re.tlidad posiliva 27. ¡bid., 180, dice Hegd que un pueblo ((110 puede hacer ¿poca dos veces

y la satisfacción de la libertad. Las preferencias individuales no son libertad}). en la historia universah), viéndose sustituido por otro pueblo, a su vez portador
eL \41s y 161s. de un nuevo prin¡;ipio del espíritu del mundo.
22. Jbid., 12H. 28. Para el señorío de Dios como mela de la historia, el'. 181. Esta afirma-
23. INd., 1 [5. ción deul.: k:l:l'se conjuntaml.:nLc ¡;onla dis¡;usión del !in último de la historia de-
24. Ibid., 142. sarrollada al comienzo de la obra. Dicho tin úlLimo es aquí la libertad del espí-
25. ¡bid., 60. Pura lu diferenciu entre Dios y el espíritu del mundo, ¡;f. tam- rilu, es dedr, su permanecer junto a sí (53, 54s, 6Is).
bién la adición en la página 262 (a 60).
.1 303
302
ción del cristianismo, todos los hombres lo son, pues Dios ha En la F'eIlOlllell(}lo~Í£i y en la exposición de la historia de la re-
asumido en este hombre único la naturaleza humaila, la humani- ligión y de la historia universal, Hegel describió la elevación de la
dad como tal, fundiéndose así con ella". Con todo, la libertad del L:onciencia por encima de su inmediatez sensiblemente determi-
hombre en cuanto tal, es decir, la libertad de todos los seres hu- nada hacia la unión con lo absoloto, cuyas expresiones son la re"
manos, está fundada en Cristo sólo a la manera úe un p¡:incipio. ligión, el arle y la filosofía. Sin embargo, lo illmediatamente da-
Dicho principio necesita aón de su realización mundanal en la ¡¡- do con que da comienzo la exposición hegeliana -como punto de
gura de la libertad general. Hegel descubrió el impulso en esta di- partida de la elevación hacia el espíritu- no siempre es idéntico á
rección en la Reforma y, particularmente, en la doctrina luterana lo dado llaft/ralmeJlte, como en el caso de la certeza sensible de
de la libertad del hombre cristiano'''. Pero no identificó la reali- la Fellomellología, de la religión natural en la historia de la reli-
zación plena de esta idea en la democracia, sino en el Estado gión, O de los reinos orientales en la filosofía de la historia. Lo
constitucional moderno) l. dado naturalmente es a la vez, en sentido fenomenológico. un.
universal abstracto; así probaban serlo el «aquí» y el «ahora» de
29. lbid., 62 Y 155s. En este último pasaje, se dice también que la libertad la certeza sensible en la Fenomenología. También ésta. es decir;
de uno solo -característica de los reinos orientales- es otra expre;¡ión del «hllll- esa universalidad abstracta, es la figura que adopta en otras obras
dimiellto del e.11)íri(" en la /I(J/llralidad)}, manifestada en la tiranía del individuo
de Hegel el correspondiente punto de partida de la retlexión. En
a.islado (como «(¡'uli\'idltO l1o-1ibr~}»). El déspota no es libre porque no tiene su
Itbert[ld en lo que vale para todos, es decir, en 1<1 ley universal, sino línicamente la Filosofía del derecho (1821) es el derecho «abstracto», en el
en su capricho. Para Hegel, la libertad de los griegos nacidos liores es también que se formulan los derechos de los individuos prescindiendo de
una libel'lad casual, pues aunque tiene su fundamento en su vinculación con In sus diferencias particulares. En la Cienci" de 1" lógica (1812) es
ley de la polis, no es verdaderaóle'nte uniVerS¡ll. En cambio, en Roma los indi- el ser en cuanto figura inmediata, por completo abstracta, del
viduos estabun «:.JIservicio de lo universal» (l 56}." COI1 todo, esta univer;¡aliclau
Uno absoluto en que naufraga la distinción entre sujeto y objeto.
no es sino la de 10 universal mundano, de la que resultu «la oposición entre !<I
personalidad del individuo y del servicio y lo universah" una oposición que só~ En ambos casos, aqueIlo con lo que se ha de empezar se presen;
lo. fue superada por el cristianismo, en el que el individuo se siente lihre para sí ta a la reflexión como algo completamente diferente de lo que su
mIsmo en comunión con Dios como lo verdadero universal. apariencia permitía augurarse, El ser, el concepto más universal
30. G. W. F. Hegel, Vorfe.wlIgell iiber die Pf¡ilosophie del' Weltge.\'chicj¡te de todos, descubre a la retlexión su absoluta vacuidad: se de-
IV, PhB 17 ¡ d, 87755. Hegel tiene razón en destacur que lo esencial de In doctri- llluestra así como lo que en verdad es, es decir, liad". El derecho
na de Lutero ¡;obre la libertad es «que el homhre nutural no es como debiera ser
sino que ha de superar 1[1 n,lturalezu}) mediante Dios, por lo que la libertad dei
abstracto en que se expresa la voluntad general se muestra, desd~
espíritu ((sólo se alcunza mediante la reconciliación con Dios}) (878). In perspectiva de la voluntad particular, como una mera aparien:
31. Paru la comprensión hegeliaml del Estallo consritucíonal resultun e¡;- cia del derecho, juicio con el que la misma voluntad particular se
c1arecedoras sus explicaciones s~)breel «derecho político interno}}, en las lec~ vuelve injusta. AlHílogamente, antes de convertirse en exposición
ciones sobre filosofía del derecho de 1819/1820 (Philosop1Jie des Rec}¡t.I'. Die de su historia, la filosofía de la religión principia sus análisis con
y'orJe,wng l'0I1 18/9120 i" einerH{/lIdschr{(r, edición de D. Henrich [19831; er.
el concepto abstracto de religión, concepto que sin embargo nq
t:llnbién Gl"IlIJdlilliell del' Philosophie des RecIa.\' [1821], PltB 124a, 214-283 :=
!i!i 260-:n9. Exi;¡ten tres versionc;s c¡¡stellanas: Principio.l' de 111jilosl!f'ía del de- representa ninguna religión concreta. Su final es la religión abso.-
1"1.'('1/1), (r;IJ. UC J. L. Vennal, Ed. Sudamericana; FlI1ulwlIl'JI(o.\' de lC1ji/os(!fío £Id luta, en la que adquiere ..conlenido la misma esencia de la reli:..
daer:h(l, trad. de C. Diaz, Libert~rias; y FIIIUlwl1l'lI!o.\' de IOfil().w~líCl del dere- gión. En la ¡¡losofía de la historia, la exposición del proceso his-
clllJ, trad. de A. Uanü.~, Siglo XX). En lulccci6n de 1819/IR20. Hegel ;Icentúa
1¡¡síg.nifjc;,¡ción de! principio de la separar.;i6n •.le Jus poden;;¡ públicos panl la r..:rítica que Hegel huce a lu idea de una dcmocJ'uciü representativa en sus
c~)Jllpren~i?nJll?derna de la constitución del Est,ldo (230ss). El «poder del prín- Lecciolle.\' sobre lafilosojla de la hi~'!urilJ universal (,(Lu razón en la historia});
cIpe» esta 1l1clUldo en la constitución así fundada, es oe¡,;ir, en ll:lrcladón con el PilB l 71 a, 144) obedece a su desconfiUllLa en hl razón ue la masl.!. En su contra:
poder legislativo. Pero Hegel veía salvnguardada la estabilidad del Estado en la Hegel c;¡grimió que la libertad ((no tiene su principio en el cupricho o en la v.0-1
forma de .la lllonarquíu constitucional definida como monarquía hen:clitaría, de IUlltud subjetivl.!, sino en la voluntud universah, (144). R. Albrechl, Hegelllfld.
lo (:ontnm{) (CIHregudu en manos de la comingencia y la particularidad}, (246). Lu die LJ£'lIlokra(ie (1978) pasa por allo este hecho. .

304
305
wn su opuesto (con lo particular concreto), unidad de forma y
tórico concreto que culminará en la aparición del cristianismo y
contenido, de esencia y apariencia. A su vez, sólo el concepto
en la descripción de su repercusión en la historia universal va
verdadero aprehende realmente la wsa, sin tenerla fuera de sí.
precedida, una vez más, de una discusión de carácter general so-
Esto simplemente es una representación subjetiva, y no el verda-
bre ,da razón en la historia», De manera similar, la filosufía del
dero concepto de la wsa. Al concepto realizado en la objetividad
derecho que había comenzado con el derecho abstracto termina
de su objeto Hegel lo llamó «Idea»''. Así, sólo la Idea es, en
en la ligura, ahora bien concreta, de la universalidad del derecho,
cuanto concepto realizado, la figura suprema de lo absoluto.
del Estado ético en que se reconcilian el individuo y lo universal.
En analogía con la marcha de sus otras obras, el concepto del
El objeto de la lógica hegeliana es lo real por antonomasia en
concepto o Idea aparece en la Ciencia de la lógica de Hegel al fi-
su incondicionalidad o absolutez, Desde Kant, en efecto, lo in-
nal de una sucesión de etapas. En cada una de ellas, el objetivo es
condicionado constituía el objeto específico del conocimiento ra- realizar una síntesis de las oposiciones surgidas en las etapas an-
cional. Puede también decirse: el saber incondicionado o «abso- teriores, pero siempre de tal manera que la unidad ya implícita-
luto» con que acaba la Fenomenología -y, por tanto, el saber mente presente en ellas se convierta en tema expreso de la refle-
específicamente filosófico- es el tema de la Ciencia de la lógica. xión. Así, si el ser (Seill) se descubre en su universalidad a una
La lógica de Hegel no es, pues, una lógica formal, aquélla que in- inspección más profunda como nada pura (NichIS), la relación en-
vestiga los diferentes tipos de juicios y silogismos, sino que es tre ambas determinaciones -es decir, «ser» y «nada»- se define
primariamente metafísica". En ella son absorbidas las cuestiones ahora como «devenir» (Werden), pues éste ha de concebj¡'se como
lógico-formales, de las que Hegel se ocupa en el libro tercero, y el paso de la nada al ser o, a la inversa, del ser a la nada. Ahora
reubicadas en una consideración de carácter metafísico. bien, esta forma de unión entre ser y nada no va más allá de la
Aunque la Ciencia de la lógica principia por el ser como fi- conversión brusca de uno en otro, de una determinación en su
gura inmediata de lo absoluto para la conciencia, su final es el contraría. Su unión no alcanza estabilidad más que como «exis-
«concepto» como lo absoluto verdadero. En efecto, mientras que tencia» o «ser determinado») (Daseill), en el que aparecen ahora
la reflexión descubre en su inspección del ser que éste es en rea- entrelazados ser y nada, en la medida en que lo que existe, un en-
lidad su contrario puro, es decir, la nada, el concepto unifica en sí te -un algo-, «no» es el otro. Sin embargo, cada uno de los polos
toda oposición: él es la unidad de sí mismo (de la idea universal) de la síntesis genera nuevas contradicciones a la reflexión. En pri-
mer lugar en el estadio de la existencia, debido a su finitud y a su
32. En las lecciones de Jena. Hegel se ocupa todavía por separado de Jógi. oposición a la inlinitud, la cual es a su vez parcialmente superada
ca y metafísica. Su metafísica tiene aún como repertorio los temas característi~
en el concepto del ser-para-sí (Fürsichsein). El proceso continúa,
cos de la metafísica especi¡¡l (alm¡¡, mundo, Dios). ef. G. W. F. Hegel, JellCIIser
Logik, Mewph)'sik und NawrphilosopJ¡je, edición de G. L¡¡sson. PhB 58, así co~ re.clamando cada nueva contradicción una nueva fase de la sínte-
mo D. Henrich . K. Dlising (ed.), Hegel in lena. Die Entwickltlllg des Systems sis, hasta llegar al estadio del concepto que, según Hegel, en cuan-
lIIu! die 2l1.1'ammeJ1arbeit mit Schelling (1980). Desde la Gral/lógica de 1812, to concepto realizado (en cuanto Idea) conservahupera (aaj1zehl)
la lógica y la metafísica general se presentan en la concepción hegeliana de la en sí todas las oposiciones y síntesis anteriores como «momentos»
lógica como una exposición de las deflOiciones de Dios, mientras que el resto
de si mismo. De esta manera, las etapas precedentes se convierten
de lemas de la metafísica especial pasa a las disciplinas de la filosofía real. eL
F. Fulda, Speku/lItil'e Logik a/s die «eigent/iche Metaphysjk». Zll Hegel!>'
en formas provisionales de la conciencia (en la Fenomenología) O
VerwalldlJll1g des IIellzeit/ichen Meraphysikverstiindnisses, en D. Ptitzold.A. del pensamienlo (en la Ciencia de la 16gica), es decir, en formas
Vanderjagt (eds.), Hegels Tramfo,.matüm der Metaphysik (1991), 9.27, en las que el concepto esta ya contenido «(en sí», pero sin ser to. :~-:.
Apartándose de Fulda, B. Burkhardt, Hegels «Wis~,'eflsch{/ft der Logik» im davia aprehendido como lo que es, como conceplo. En todas las
Splll11l111lg!>feld del' K,.itik (1993), acentúa en su exposición dellránsilo desde la
lógica a la íilosofía real (483s, en especial. 429, 499 Y 507s) que el sistema he- 33. G. W. F. Hegel, Wü'!>'cllsl:lwJT de,. Lugik (1816, PhB 57, 407ss, ef. 228ss '~~{
geliano encuelúra su culminación en el concepto de espíritu absoluto, mientras
í Ciellcia de la lúgiL'£I, trau. tle Augusta y Rotlolfn Mondolfo, Hacheu!;':, Buenos
que la Idea absoluta del final dI: la Ciencia de la iógic" sigue siendo meramen.
le (dógicn~'" culminundo con la «transposie-ión» de la esfera de lo lógico. Ain:s).

307
306
etapas lógicas, la cuestión central es siempre lo incondicionado o ahsoluta consiste en su disociarse en momentos enfrentados. El
absoluto que, sin embargo, en opinión de Hegel, sólo es captado entero movimiento de las ideas propio de la lógica, en el que de
definitivamente como 10 que es en realidad mediante el concepto forma reiterada lo afirmado en primer lugar es negado y disuelto
del concepto. Puede describirse esto mismo diciendo que, en la en determinaciones enfrentadas, posteriormente reconducidas de
marcha del pensamiento lógico, cada etapa es una anticipación nuevo a su unidad, se presenta, pues, desde el final de la Ciencia
siempre fracasada del concepto, el cual, en cuanto concepto que de la lógica como una obra del concepto absoluto o, por mejor
ha dejado ya de ser exterior a su objeto, es en sí mismo también decir, de la Idea misma. Pues, en efecto, ésta bace de lo cont.rario
mera anticipación. Por su parte, esta última sólo alcanza cumpli- del concepto, es decir, del ser (como ,<lonegativo de sí mismo»),
miento en la Idea, que, en cuanto concepto realizado, es puesta ex-
el presupuesto o primer mojón en el camino que la llevará a su
presamente como la unión de lo subjetivo y lo objetivo. Sólo que
autoaprehensióll, siendo precisamente de esta manera como ge-
incluso esta Idea sigue siendo sólo una forma lógica, necesitada
nera el movimiento de la «absoluta negatividad».
como tal de realización, y éste es el sentido del tránsito descrito en
No es posible entender esta afirmación si no recordamos que,
el último capítulo de la Ciencia de la lógica desde la Idea a la na-
para Hegel, el concepto verdadero no es sólo subjetivo, sino que
turaleza, una transición para la que vuelve a encontrarse el funda-
apresa la cosa misma, y que por consiguiente es, en cuanto Idea,
mento en la Idea, ya que sólo así puede tomarse en serio a ésta co-
idéntico a esa misma cosa]'. Por ende, también el camino hacia la
mo fundamento de determinación de la realidad''.
captación de la cosa debe concebirse como una obra del concepto
El paso más comprometido y el que genera más problemas de
(o de la Idea), y no como algo subjetivo o como un añadido exter-
la argumentación de Hegel se halla en la afirmación de que, ade-
no. Evidentemente, lo que aquí se está presuponiendo en todo mo-
más de estar ya presente "en sí» (en cuanto figura adecuada de lo
mento es que ya no hay ninguna diferencia entre el concepto y la
absoluto) en cada una de las etapas conducentes a su aprehen-
cosa, y la cuestión es ahora si es verdad que el conocimiento hu- ;
sión, la aparición y sucesión de las figuras provisionales de lo ab-
mano se eleva -o se ha elevado alguna vez- a logro semejante.
soluto -así como su disolución- deben concebirse como obra -1
¿Ha llegado, en efecto, alguna vez el conocimiento a un grado de
(Tl/n) del concepto mismo, y no como el producto de la reflexión
del filósofo. Así, en la Enciclopedia se afirma que la lógica tiene
su punto de partida inmediato en el ser. "Pero desde el punto de
peIfección tal que ya no existe diferencia entre lo conocido y el ac-
to de conocimiento, al punto de que la misma marcba del conocer ,t
!
,
sea una con la marcha del autodesplegarse de lo conocido? Esto es
vista de la idea especulativa, es el autodeterminarse de ésta, el
algo que, de hecho, no llega a efecto ni aun en el estadio de la Idea
cual como la negatividad absoluta o movimiento del concepto
absol uta de Hegel, la cual tiene todavía que realizarse en su des-
juzga, poniéndose como lo negativo de sí mismo»35. El juzgar
pliegue en la filosofía de la naturaleza y del espíritu. Sólo en ese
(urteilen), es.decir, la «partición originaria»" realizada por la Idea
despliegue, así como considerando éste retrospectivamente a par- :
~!
34. lbid., SOS.s. tir de su resultado, es (también para Hegel) realmente Idea absolu- . '..1
35. G. W. F. Hegel. Ellcyc!opiidie der phU()sop/¡üchen Wisse/lSclllljtell ¡/JI ta, unión de realidad y concepto. La Idea absoluta de la Lógica Só- ,
Gnllltiriss (l817, J 1830), 238 (versión cast.: Enciclopedia de las ciellciasji/o- lo puede aspirar a serlo. En ~í, y en cuanto meramente lógica, no
,wifjca,,' en compendio, Alianzi'.l Editorj¡ll. Madrid 1997) . pasa de ser, una vez más, la anticipación abstracta de su verdad".
. De acuerdo (;on la etimología de Ur-teil (juicio) y /lr-leile1/ Uuzgar), el
jUjCill y el juzgar ya no signitican en.Ja filosofía de Hegel la composición y en-
«juzgan .. de la Idea hegeliana, definido como «disociarse., o «dividirse), (así es
1¡ICede dos representuciones con respecto a un sujelo (el S es P de todo juicio). como hemos (raducido AlIseimlllcierfrelell) de ésla en sus mamemos enfrenta-
sino la «partición" (re¡len) «originaria}' (I/r-), que es como hemos traducido dos. (N. dd T.)
aC]uíurreilf'l1, y que es también el significado que el autor quiere resullar en es-
36. eL la exigencia schellinguiana de que para pensar la razón absoluta co-
le p,u;uje. En efecto. a la cita de Hegel, en la que este líltimo describe el autoJe-
mo absolula ~<deb~abstmerse del que piensa» (cL ~iUPru,c.llpítulo 9, 261 s).
lerlllinarse de la hlea, el cual consiste propiamente en que ¿!'ita ({ju:l~ue» (u,.-
37. En d prólogo a [a FeJlo/}1ello!ngia del E.!Jpíritll, PhB 1]4, 23. el mismo
leI!!}, P¡mncnbcrg [¡¡¡ce seguir una explicaci6n del verdadero signilicado uel
Hegel dice que, considemda en sí misma, la afirmación de la subjetividad de lo

.108
constituya un producto del obrar del concepto absoluto (o de la
Así, pues, la exposición del proceder hegeliano contiene en sí
Idea dIVIna), com? Hegel llegó a afirmar. Y si todas las etapas
la crítica a la tesis del automovimiento del concepto. La marcha
que nuestra refleXIón debe atravesar en su meditación sobre ese
de la lógica hegeliana se demuestra, por tanto, como la marcha de
obrar. revelan ser un simple anticipo de la verdad absoluta (anti-
la reflexión humana combinada con la facultad imaginativa pro- CIpaCIOnes en las que el verdadero concepto de la cosa sólo está
ductiva. Con todo, la reflexión es guiada por la cosa misma y ar- presente «en sí»), otro tanto debe decirse del concepto hegeliano
ticula sus momentos más sobresalientes. En dicha medida, no del concepto. Pues también éste -por más que sea concepto de
constituye una reflexión meramente externa, es decir, exterior a una cosa- es solamente un anticipo de la verdad, es decir .de la
la cosa misma, pero, con todo, sólo tiene lugar a la luz de una unión de dicho concepto con su objeto; algo que Hegel afir~ó de
consideración muy particular. Cuando tenemos presente que las manera explícita en relación con el concepto, pero que tiene igual
determinaciones de'1a Lógica de Hegel no son sino las denomi- validez para la forma lógica de la Idea.
naciones que han ido aplicándose a lo absoluto a lo largo de la Sin duda, sigue siendo cierto que nuestra comprensión de la ¡;
historia de la filosofía, resulta evidente que en la marcha históri- verdad de lo real no puede ser puramente externa. En tal caso, no ~.
ca de la discusión filosófica esas mismas determinaciones han si- conoceríamos nada. El concepto ya no sería concepto de la cosa
do objeto de una reflexión y unos desarrollos muy diferentes de mIsma. Por este motivo, es preciso entender nuestro conocer co-
los de la lógica hegeliana, Si no quiere admitirse que el devenir mo una obra que la verdad misma realiza en nosotros, de mane-
histórico del pensamiento filosófico ha discurrido siempre exte- ra análoga a como el Espíritu divino engendra en nosotros nues-
riormente al contenido conceptual de dichas determinaciones, es tro conocimiento de Dios. Sólo que esto nunca puede significar
preciso admitir que el curso de la reflexión desarrollado por la que el cammo del conocimiento deje de ser obra del hombre
Lógica de Hegel no es, en principio, sino una más entre las mu- transformándose en actividad pura de la Idea divina en nosotros:
chas posibilidades de reflexión sobre esas determinaciones Y so- De este modo, lo que hay de humano en nuestro conocer, al igual
bre la dialéctica en ellas contenida -aparte de una más entre las que la l~bor reflexiva del filósofo en la marcha del pensamiento
rel1exiones encaminadas a descubrir aquella tesis en que sus an- de la Lag/ca de Hegel, se desvanecería en el aire. Y, a la inversa,
títesis son eliminadas- que la cosa misma puede guiar. La refle- lo que ~n nU,estro conocimiento es en verdad humano y finito pa-
xión dellilósofo demuestra que cada tesis formulada resulta ser, sana, sIn mas matIces, como obra de la verdad absoluta misma.
una vez se la somete a una inspección más profunda, algo distin- De querer expresarlo en el lenguaje propio de la doctrina de
to de lo que su apariencia más inmediata permitía sospechar o de las dos naturalezas de Cristo, diríamos que de lo que aquí se tra-
aquello por lo que ella misma se hacía pasar. Los momentos an- ta es en cIerto modo de una falacia monofisita. Por lo demás no
titéticos son entonces captados por la intuición especulativa (en hay' dificultad en probar que la interpretación que Hegel hiz~ de
el sentido de la Diferencia) en su unidad oculta y de este modo la pasión de Cristo incide, de hecho, en el mismo error del mo-
vinculados a una nueva intuición del objeto, que la rel1exión to- nofisismo. Para él, la muerte de Jesús es por encima de todo la
ma como nuevo punto de partida. En todo ello, el único respon- muerte del mismo Dios. Este mismo extremo prueba que la sos-
sable es el tilósofo, él, como individuo, el verdadero artítice de la pecha de que el IdealIsmo como tal -y no sólo el pensamiento de
reflexión, de la cual nunca debe aceptarse sin más análisis que Hegel- basculaba en dirección al panteísmo, no fue en modo al-
guno una sospecha injustiticadaJII.
absoluto es solamente una anticipación. Sin embargo, al tinal de la Ciellcia de
la lrlgic'l, se dice que la Idea absoluta es «sólo lógica»), que «la ciencia sólo es
ciencia del concepto absoluto)} (PhB 57, SUS), por lo que el tránsito a la natura-
leza está mediado por la reflexión sobre la unilaleralidad de lo meramente 16gi- 38 .. Al re~pecto, er. W. Pannenberg, Die BedeutulIg des Christetltums in
(';0, aunque la Idea debe también concebirse como el fundamento de delermina- der Phtlosopllle Hegd, en Id" Gottesgedallke /l/ul mellschUc[¡e Freiheit (1972)
ción de dic.:ho tránsito, en el sentido de que es «ella quien libremell/e .wle fllt!/'(/ 78~113, en especial, 95ss. '
de sí misma (sic:lJ selb~;tfrei e/ltliisst)n (ibid.).
311
310
3, Reacciones de la tealol{ía crislÍana a lafilosojia de Hel{el esle último pasó a la Universidad de Berlín, se le unió uno de los
discípulos de Daub, Philipp Konrad Marheineke (1780-1846),
Desde la publicación de la Fenomenología (1807), Hegel in- que con el correr de los años y, sobre todo, a través de sus
sistió una y otra vez en ensalzar el cristianismo como la religión Doctrinas jimdamelltales de la dogmática cristiana como ciencia
absoluta" y concebir el dogma de la Trinidad y el dogma cristo- (1827), se convertiría en cabeza visible de los teólogos hegelia-
lógico de la Iglesia antigua como la expresión de su contenido nos, Tras la muerte de Hegel en 1831, Marheineke, acompañado
esencial. Al mismo tiempo, sin embargo, Hegel se lamentó cada del filósofo de Halle, J, K. F. Rosenkranz (Enciclopedia de las
vez más de que la teología hubiera respondido a la crítica racional ciencias jilosóficas, 1831) Y del jurista K, F. G6schel (1784-
de la Ilustración refugiándose en la subjetividad del sentimiento, 1861), se erigiría en defensor de la interpretación hegeliana del
«renunciando a los dogmas» y «reduciendo (su contenido) a un cristianismo contra los ataques externos y contra los denomina'-
mínimo»40. El que, como consecuencia de ello, «las doctrinas dos jóvenes hegelianos, La interpretación de Marheineke de la
fundamentales del cristianismo» hayan «desaparecido en su ma- concepción hegeliana de las relaciones Dios-mundo era clara-
yor parte de la dogmática», permitió a Hegel afirmar que «ahora mente conservadora'/] comparada con las tesis panteizantes de los
es sobre todo la !ilosofía, aunque no sólo ella, la que es esencial- hegelianos jóvenes. Pero era también mucho más fiel a Hegel que
mente ortodoxa. Ella, en efecto, es quien mantiene y preserva las la de estos últimos.
afirmaciones que siempre han tenido validez, las verdades funda- La sospecha de panteísmo acompañó a la filosofía idealista
mentales del cristianismo»41. alemana desde su mismo nacimiento. El origen de dicha sospecha
A pesar de lo afirmado P9r Hegel, la reacción de los teólogos se encuentra en las Cartas de Jacobi sobre la doctrina de Spinozá
no fue ni mucho menos la de abrazar de manera unánime la filo- (1785), donde su autor relata que en una conversación con
sofía hegeliana". En su mayoría, optaron bien por mantenerse en Lessing este último le había confesado su adhesión a la filosofía
la línea de una teología del sentimiento de raigambre pietista, de Spinoza. En contra de sus intenciones, las Cartas de Jacobi no
bien por persistir, siguiendo el ejemplo kantiano, en la funda- sólo no consiguieron desprestigiar las doctrinas espinozistas, sino
mentación moral de la religión, siendo muy pocos los que pensa- que se convÍltieron en la causa principal del renacimiento de la fi-
ron qne la penetración y justificación conceptuales con base en la gura de Spinoza en las décadas siguientes. Desde Mases Men-
filosofía de los viejos dogmas de la Iglesia tuviera nada que ofre- deIssohn y Johann Gottfried Herder, dicho renacimiento se unió
cer a la reflexión teológica. Uno de los primeros en proceder de además al concepto de panteísmo". Por su parte, Jacobi contem-
esta manera fue Karl Daub (1765-1836), quien en calidad de vi-
43. La relación de la dogmática de Marheineke con Hegel es examinada
cerrector de Heidelberg fue el principal responsable de que en muy críticamente por F. Wagner, Del' Gedanke del' Per~'(jll!ichkeit Gottes bei
1816 Hegel accediera a un puesto como profesor en dicha uni- Philipp Marheineke, Repristinarioll eines vorkritischen Teismlls: Neue Zeit~
versidad. En los años siguientes, Daub abandonó de forma pau- schrift f, sysL Theologie und Religionsphilosophie lO (1968), 44-8tt La inter~
latina la filosofía de Schelling por la de Hegel. Cuando en 1818 pretación ue Maheineke es conservadoru porque reduce la concepción hegeliana
a una forma de pensamiento representalivo, combinándola con las definiciones
39. G. W. F. Hegel, PJ¡¿¡nolllenologie des Geistes, PhB 114,528. de la teología (radicional, con IQ. que hace pasar a un segundo plano el momen-
40. G. W. F. Hegel, VorleslIllgen iiber die Geschichte de,. Philosophie 1: to de la crítica a la representación y vela al mismo tiempo el tránsito de Dios al
Sysre/1/ IIl1d GescJ¡ic{¡le da Phi/osophie, edición de J. Hoffmeisler, PhB 166, mundo en las detetminaciones lógicas. Además, en 10 tocante a la relación hom~
19Ss (lección de I S27) (versión cast.: Lecciones sobre la historia dI;'ll/filosofía, bre.Dios, y apoyándose en la doctrina cristiana de la semejanza del hombre á
tr<ld. de W. Roces, FCE). P<lra 1<1crític<I ul refugio de los teólogos en el senti- Dios, Marheineke une la categoría platónica de la relación modelo-copia con la
miento, cf. Begrijj'der Religiol1, edición de G. L<lsson, PhB 59, 21 (d. Werke [5, concepción hegeliana de [a relación entre Dios y la creación. ef. PIl.
Marheineke, Die Grtlfldlehren del' c/¡ristlú:hen Dogmatik als Wissel1schaft
33), así como Die "bso!lIte Religion, PilB 63, 226s (cL Werke 16, 346s).
41. G, W. F. Hegel, Begrijf del' Religion, PIlB 63, 26s (Werke 16,207). (1827), ~ 248ss, Para deslindarlo del panteísmo, cf. ** 176,23 1,235, 245,
42. Hegel habl<l de la huida hacia el concepto como una ullernativu a la hui- 44. Al respecto, cf. el artículo Pailtheismlls de W. SchrBder, en HistWB ,
da de la religión hacia el sentimiento a raíz de 1:1crítit.:a ilustr<lda (PhB 63, 224), Phi tos 7 (t989) 59-63, en especial, 60,

313
312
tuvo hasta 1809, año de Sobre la esencia de la libertad IUIllJa"a.
pIaba este último sólo como una forma eamutlada de ateísmo. La
De hecho, su liberación detinitiva del espinozismo no se produ-
polémica del ateísmo de Fichte no hizo sino corroborar su punto
ciría hasta 1813, con el ensayo Las edades del mundo (cf. supra,
de vista, pues para él la filosofía fichteana del yo era la inversión
cap. 9). Uno de los principales adversarios del panteísmo sche-
idealista de las tesis de Spinoza. Con todo, sus críticas tuvieron
lIinguiano fue Friedrich Gottlieb Süskind, quien en 1812 arreme-
como blanco principal la filosofía schellinguiana de la naturaleza.
tió contra Schelling en defensa del supranaturalismo de Tubinga,
Jacobi se enfrentó a Schelling como consecuencia de un discurso
de inspiración filosótica kantiana49. Pero, en los años siguientes,
que éste había pronunciado en 1807 con ocasión de una fiesta
dicha crítica se trasladó a la continuación de la tilosofía idealista
universitaria, Sobre la relación de las artes pltíslicas COII la nalu-
. en el pensamiento de Hegel. Este último había asumido su propia
raleza. En 1811, J acobi opuso a este último su ensayo De las co- defensa desde la segunda edición, en 1827, de la Enciclopedia,
sas divinas. En él se esforzaba por mostrar que Schelling identiti-
donde hacía referencia explícita al Florilegio de mística oriental
caba lo absoluto con la naturaleza y que esta identificación tenía
publicado dos años antes por F. A. G. Tholuck". Hegel rechaza-
como consecuencia el ateísmo y el nihilismo. La única elección
ba la jdea panteísta de que «todo, es decir, todas las cosas empí-
del hombre es entre la nada o un Dios". Al mismo tiempo, en la
ricas sin excepejón ... sall, poseen substanciaJidad, y que este ser
fe en un Dios personal se decide la libe11ad del ser humano. El na- de las cosas mundanas es Dios»SJ como un punto de vista com-
turalismo no puede tolerar ni la libertad de Dios ni la libertad del
pletamente absurdo y atilosótico. A su juicio, ni siquiera Spinoza
hombre. En 1812, llegó la respuesta de Schelling en su Memoria había defendido una concepción semejante, pues según su doc-
del tratado «De las cosas divinas» etc., del SI: Friedrich Heinrich trina «el mal, la tinitud y el mundo en generaL .. na san en abso-
Jacobi y de la acusación, realizada en el mismo, de un ateísmo luto»; sólo Dios, en cuanto única substancia, es verdaderamen-
deliberadameme mendaz y fraudulenta". Schelling no tuvo difi- te". En realidad, Hegel tenía tantos más motivos para juzgar de
cultad en rechazar la imputación de Jacobi de que su filosofía completamente errada la acusación unida a esa etiqueta -la de
atirmaba que la naturaleza lo es todo, y que nada existe fuera de panteísmo- con respecto a su mosofía, como que ésta no defi-
ella. A la alternativa entre naturalismo y teísmo, Schelling opuso nía a Dios como substancia, sino como sujeto y espíritu. Desde
la tesis (que había desarrollado ya en su ensayo sobre la libertad,
del año 1809) de que aceptar una naturaleza en Dios constituye el 49. F. G. Süskind, Priiflll1g der ScheUitlgsc!lell Lehre VOII Con, Welt-
presupuesto para atribuirle personalidad, pues el concepto de esta sc:hiJpjimg, Freiheil, llIoralischem Curen ¡/lid BÜi'en (1812, precedida por varias
última se construye necesariamente en referencia a algo distir.to contribuciones en la revista «Flatt»). Más sobre el tema en K. G. Bretschneider,
SyslellJatische EIIlWickll/llg alla ill der Dogmatik vorkommellden Begriffe
de ella misma". Así Schelling se defendía contra el reproche de
(18,04,31825), 57s. Bretschneider (42) atribuye a Schelling «un panteísmo na-
ateísmo, pero no discutía la vecindad de su filosofía de la natura- turalista, .. en el que se declara la identidad d~ Dios y la naturaleza, a la vez que
leza con el pensamiento de Spinoza". la divinidad es disuelta en el todo mundanal (lo absoluto»), es decir, la misma
El que, desde el lado teológico, Schelling fuera acusado de postUnl que Schelling había rechazado en su respuesta a Jacobi.
ateísmo, estaba plenamente justificado, o, cuando menos, lo es- 50, G. W. F. Hegel, Ellcyklopddie del' philosophischell Wissellschaften im
Gntndrisse (1817), edición de J. Hoffmeisler, PhB 33, lOs (del prólogo a la se-
gunda edición de 1827), así como 484 notu, Tholuck había publicado su crítica
45. El escrito de Jacobi ha sido publicado conjuntamente con la respuesta
al pilnreísmo de la filosofía idealista y a sus corolarios de una negación de la
de Schelling por W. Weischedel, Streit 11m die góttliehell Dinge. Die
personalidad y libertad tanto de Dios como del hombre -de este modo sin res-
Auseinandersetzung zwische/l Jacobi tll1d Schelling (1967). Las afinnacione~ de ponsabilidad en el pecado- ya en 1823 en su escrito Guido und Julills. Die
Jacobi citadas en el texto se encuentran en esta obra en las páginas 129 y 269. Lehre v()n del' Siinde tmd vom VersiJhner ... , 2605, 231. Para lo que sigue, cf. W.
46. La respuesta de Schelling se encuentra en las páginas 357.474 del vo. Punllenberg, Die Bedeuttmg des ChrisletlllltllS in der Philosophie Hegels, en Id.,
lumen publicado por Weischedel. Go({eJgedullke tIIld lrutllJchliche Freiheit (1972), 95s.
47. el'. Weischedel, 406ss, 411s. 51. G. W. F. Heget, Ellcyklupildie, 479 (¡ 573).
48. eL Weischede1, 3645. Con todo, el espinozismo sólo es una parte del
52. ¡bid., t 2.
sistema de Schelling, del que la otra parte es su filosofía trans~endental.

315
314
esta perspectiva, el universo de lo finilo es <<lootro» del sujeto dente con el que se curresponderíala libertad del hombre hecho a
absoluto y, a la inversa, la:elevación hacia Dios está mediada por su imagen y semejanza, libertad en que a su vez se fundaría la po-
la negación de lo finito. n¡'os no existe como primera causa del sibilidad del pecado como producto de un acto humano responsa~
universo porque lo finito sea, sino que «el llO-ser de lo finito es el ble. Ésta es la razón de que para críticos mucho menos sutiles qué
ser de lo ahsoluto»". lulius MüJ!er, los pasajes en que Hegel denunciaba lo parcial de la
Esta defensa, pese a ser extremadamente significativa, no libró idea de un Dios meramente trascendellte al mundo, proponiendo
a Hegel del <dugar común,' que anda además en boca de todos, del su sustitución por el concepto de un infinito verdadero, es decir,
panteísmo»". Incluso el más fino de los teólogos enfrentados a no sólo antitético con respecto a lo finito, sino también presente
Hegel, proveniente de la órbita de la teología del despertar, Julius en este último -trascendente a dicha oposición-, se bastaran pani
MüIJer, le atribuyó cuando menos un «panteísmo lógico», conse- corroborar sus sospechas de panteísmoS?
cuencia de que para Hegel el universo no sea producto de un acto El veredicto teológico de que tanto Hegel como el primer
gratuito de libertad, sino algo que se sigue de modo lógico y ne- Schelling habían sido panteístas encontraría HU confirmación defi"
cesario de la esencia divina5S. Por otro lado, no deja de ser ciel10 nitiva tras la muerte de Hegel al interpretar una parte de su escue-
que la afirmación de que la existencia del universo obedece a una la -la que se conocía como izquierda hegeliana- la doctrina deí
necesidad lógica afincada en la esencia de lo absoluto, es de he- maestro en términos inequívocamente panteístas. Los primeros en
cho, al menos en la perspectiva cristiana, causa de una insuficien- hacer pública dicha postura fueron Ludwig Feuerbach -en sus
cia en la argumentación de Hegel -y no sólo de Hegel-, funda- Pensamientos sobre la muerte Vla inmortalidad (1830)58, apareci-
mentalmente por desvincularse de la tesis de la contingencia del dos primero en forma anónim~- y David Friedlich Strauss -en su
ser creado implícita en la idea de creación. Hegel se apartaba aquí Vida de JesLÍs (J 836)-. Enla disertación final de esta última obra;
de la postura abrazada por Schelling ya desde 1813 en su ensayo la afirmación de que hombre y Dios son «en sí uno», y de que el
sobre Las edades del mundo. Pese a ello, «panteísmo» es una de- individuo Jesús se había limitado a ser el primero en tomar con~
signación excesiva a la hora de caracterizar el punto de vista de ciencia de esa unión entre la humanidad y Dios desde siempre
Hegel, quien en sus años de madurez no dejó de insistir en la di- existente", era ya una primera formulación, de momento sólo im-
ferencia entre el ser de las cosas finitas y el ser de lo absoluto. plícita, de las ideas panteístas de Strauss. En 1840, esa idea tuvo
Además, Müller unió al reproche de panteísmo una serie de su- continuación en su Dogmática, donde se afirmaba que nuestro
puestos que, desde Jacobi, se tenían como consecuencia lógica de .concepto del ser absoluto es ese mismo ser, y que «su existencia"
sostener un punto de vista panteísta (aunque fuera meramente ,<ló- real es la naturaleza», de la que «el yo» forma también parte «ca-o
gico»), y entre los que se contaban la negación de libertad a los 1110 sujeto pensante individual»60. En relación con la reinterpreta- I

actos de Dios y a los del hombre, y la negación de realidad al pe-


cado. Este ir y venir de consecuencias carece de todo fundamen- 57. Según W. Lütgert, Die Religio/l des deutscIJelllde(llisl1llls lI/ld ihr Elide
to objetivo.'i(j. En cambio, pe'rmite reconocer con mucha claridad la 111(1925), 93. Para la críLica de Lü!ger! a Hegel en la tcología del siglo XX, d.
concepción que subyacía a la crítica al supuesto panteísmo de He- las explicaciones de Pannenberg en el volumen citado en la nolu 50, 95 Y 1068: :.
58. L. Feuerbach (unóniJm¡,menfc), Gedankell liberTad "lid Unslerblichkeil
gel y de Schelling, es decir,'la idea de un Dios personal y trascen-
J '.
(l830), impreso en las Obras Completas de Feuerbach, vol. XI, 69-324 (versión
ci.lst.: Pensamielltos obre hlllluerte y la inmortalidad,
.•.. Alianza Editorial, Ma.l
53. G. W. F. Hegel. Wissenscnajr der Logik 11, PIlB 57, 62. :: drid 1993). Al respecto, P. Cornehl, Die ZUklll1ji der Versolu/ll/lg. &'dla/ologie
54. G. W. F. Hegel, Encyk/opddie, PhB 33, J J. . . I/l1d Emanzipalioll in da Aujk/dnmg, bei Hegel l/lid ill der Hegelschell Schllleo
.55. J. Müller, "Die christliche Lehre 1'0/1 der Siinde (1838, J1849) 1I. 241. (1971),22155, en especial, 22755, y el ensayo (217) citado en la nota 2. )
J.
ef. las explicaciones de Pannenberg en el volumen citado en la nota 50. 104s. 59. D. F. SlIauss, Das Leben le:m kriti.Jch bearbeitetll (1836), 730, 734s.
56. Como se desprende con claridad de la exposición de la doctrina hege- 60. D. F. Slriluss, Die chri.\'11iclte G/allbells1elll"e ill ¡/in:,. geschichllic}¡ell .
liana del pecado por J. Ringleben, Hegels Theorie da Slinde. Die :.'ubjekril'ildts- Elllwic/';iullgllnd ill/ Kample mil da 1Il0dt!mell Wis.l'elutiwj! dllrge~'leii/ l (1840),.
iogische KO/lJ'trukrioll eines r!Jt:o/ugischell Begrijj~' (1977). 399s.

316 317
ción de la doctrina de la Trinidad en la tilosotIa especulativa, Sin embargo, Hegel no se equivocaba al gloriarse de que su ti-
Stnlllss escribió que el teísmo tradicional «se transforma aquí en losoría había devuelto la vida a los antiguos dogmas -fundamen-
un panteísmo más o menos declarado»"', pero el lector no podía talmente al dogma de la Trinidad-, siendo ahí donde debe buscar-
abrigar ninguna duda de que el autor era de la misma opinión, en se la causa principal de que, pese a lo apuntado, su int1ujo en la
la que contemplaba la única conclusión lógica de la tilosofía de historia de la teología luterana nunca llegara a extinguirse del to-
Hegel"'- A la vez, Strauss consideraba que la idea de que «el Hijo do". La importancia de la contribución hegeliana fue algo que no
no puede ser un ser espiritual trascendente al mundo, sino justa- pudieron negar ni los herederos de las doctrinas de Schleiermacher
mellle ese mismo mundo o la conciencia finita misma» consútuía ni los valedores de la teología del despertar y, hacia la mitad de si-
la última palabra de Schelling y Hegel sobre el tema. Esta inter- glo, los impulsos nacidos en la escuela del autor de los Discursos
pretación aplanaba la distinción conscientemente mantenida por sobre la religión cristalizaron en una intensa discusión teológica
Hegel entre la vida de Dios inmanente y trinitaria, por una parte, y sobre el dogma de la Trinidad y su puesto en la dogmática".
su revelación en la creación y reconciliación con el munuo, por Estrechamente relacionada con ella tuvo lugar otra discusión, cen-
otra, teniendo además onerosas consecuencias para su tilosofía63• trada en el concepto de revelación, que Hegel, precedido aquí por
La interpretación panteísta que una de las alas de su misma Schelling, había liberado de sus vínculos supranaturalistas con la
escuela hizo de Hegel vino prácticamente a abortar todo su posi- inspiración de los textos bíblicos. El que ambas cuestiones llega-
ble in!lujo en la teología, no consiguiendo otra cosa que corrobo- ran a confundirse obedeció a que durante el examen de la relación
rar y consolidar los prejoicios ya existentes en contra de la tilo- entre las doctrinas de Hegel y Schleiermacher, la discusión en tor-
sofía idealista y, por contagio a partir de esta última, en contra no al concepto de Trinidad derivó en un análisis de la cOITelación
también del pensamiento de Hegel. Por lo demás, los puntos dé- existente entre la Trinidad esencial <<inmanente» y la Trinidad eco-
hiles de la interpretación hegeliana del cristianismo no eran ni nómico-salvífica tal y como se nos muestra en la revelación -una
lllll\:ho 1ll1..:IHlSlll¡ís numerosos que los de, por ejemplo, la leolo- correlación que se fundaba a su vez en la idea de la autorrevela-
gÜI dc Sehleie.'rll1<leher, quien adem~lsde verse envuelto en tantas ción de Dios-. Esta discusión, así como los esfuerzos en ella reali-
dilicultaucs como l-I~gda la hora de concebir a Dios como per- zados por unir los impulsos de Schleiermacher y Hegel, alcanzó su
SOllil, 1\'lllllll'it) a sl'rvirsc dc la doctriníl de la Trinidad para inten- mimen y meta provisional en la obra de Isaak Augu5t Doroer".
lar rCllll'lliarlas e hiulllldavía menos justicia que el pensamiento En las últimas décadas del siglo XIX, la renovación hegeliana
1Jcgdiullll a la il.ka de Dios como cl:eadl.~r. Que. pese ~a todo, de la cristología de la Iglesia antigua y la teología trinitaria" que-
Schleiermacher haya ingrésado en la 11lStona de la teologla como
el padre fundador del protestantismo ?lOderoo, nuentras qu~ 64. Pese a encarecer su tiliación a la concepción hegeliallu de Dios como
Hegel no pase en este último de ser una hgura all~largen. SO~ldos t::spíritu absoluto, la dogmática procedt::nte lÍe la izquierda h~gelia.nade A. E.
Biedennann renunció al núcleo esencial del dogma de la IgleSIa antigua y espe-
hechos que no tienen explicación a no se: recu~~nendo al p_abulo
cialmente a la doctrina de la Trinidad, Chri~'llÍl.:}¡e DtJgmatik (1869, voL II
que se concedió a la sospecha de que su hlosoha era una t¡jo~?-
'1885),453-457.
ría panteísta. Aunque, como es obvio, a l~ dicho debe tamblen 65. La historia de esta discusión -como prehístori¡¡ de la doctrina de la
sumarse el muy diferente vínculo que uma al pensamiento de Trinidad de L A. Dorner- ha sido ex.puesta por Che Axt-Piscalar, Der (Jnmd de!>
Schleiermacher con el subjetivismo pietista. GltIlIhens. Eille theolugiegeschíchtliche Umersl/dumg Zttlll VerIJa/mis van Glatl-
be ulld TrinitlU in der TheoJogie lsaak AlIg¡¡st Domer (1990), 94-141,
66. Junto a Domer, A. O. Ch. Twesten y C. L Nitzsch, debe nombrarse so.
61. [bid., 496. . .. . I l' . bre todo u Th. Liebner, R. Rothe y H. L. Martensen. ,
62 . Ib'dl., 512. Al respecto, d. F. W. Gral, Krlflkd t/lltl Pseudo-SpeKIl
..
al/O/.J.
II .[1 eolo"le 67. Un segundo impulso en esta dirección vino LIado por 1,afilo~ofta ~c~e-
Dal'id Friedric.:h Slr(WSS als Dogllllltiker ¡m Kontexl er pusltwlJe ell I o
lIinguiana de la revelación, lu cual sirvió de acicate a la teol~~ladeclmonon~cu
.I'Ó/ler Zei! (982), 533ss. , f l' . de Erlangen en las íiguras de Johann Christian Komad v. Hottmann y Gottfned
63. D. F. Strauss, Die c}¡ristlÍl.:he Gl(Jubensle}¡re, 490. Al respecto .. c. as
Tomasius principalmente.
explil:al:innes de Pannenberg en el voiumen citado en la nota 50, 98ss ..

319
3t8
dó relegada al olvido debido a la preponderancia del neokantis- que la discusió,i teplógica sobre la Trinidad de las últimas déca-
mo en la filosofía y al rechazo de ios dogmas. Este último vino das haya respondido también a la exigencia. formulada por
propiciado por el triunfo de las concepciones teológicas de Albert August Twesten y Carllmmanuel Nitzsch (y recogida por Barrh;
Ritscl1l, quien, inspirándose en Kant, veía en el influjo de la me- aunque sin conocimiento de tales orígenes), de asentar exclusiva-
tafísica griega en la acuñación de los dogmas el responsable de la mente la doctrina de la Trinidad sobre la teología de la revelación
alienación de estos últimos con respecto a sus verdaderos oríge- sin partir de la idea de Dios como espíritu absoluto o sujeto de su
nes cristianos. Con todo, de lo que se trataba de manera implíci- revelación, sino como despliegue de las implicaciones de la reve-
ta, cuando no fundamentalmente, era de apear a Hegel de su po- lación de Dios en Jesucristo7U•
sición de predominio y echar por tierra los desarrollos teológicos
in!luidos por su pensamiento. En contrapartida, las críticas de ca-
rácter general dirigidas por Barth contra el prote,tantismo cultu- 4. Límites e importancia de la filosoFa de Hegel
ral y, en concreto, contra su propia escuela -la de Ritscl1l- con-
dujeron tras la Primera Guerra Mundial a una renovación que Fuera de Kant. ningún otro filósofo alemán tiene la importan-
afectó tanto a la teología de la revelación como a la significación cia y la difusión internacional que ha alcanzado Hegel a pesar de
fundamental de la doctrina trinitaria para la teología cristiana. En lo cambiante de las modas o de las polémicas en que siempre se
muchos sentidos, dicha renovación discurrió en estrecha vecin- ha visto envuelto su pensamiento. Algo que. por otra parte. Hegel
dad con la teología especulativa del siglo XIX y, en especial, con ha conseguido a pesar de que su aspiración fue siempre transcen-
la obra de Dorner". De este modo, Barth se convirtió en el origen der la conciencia filosófica de la que Kant era representante. El
de una renovada e intensa discusión sobre la doctrina de la Trini- alto porcentaje de acuerdo que merece esta observación es tanto
dad y su significación para la teología cristiana en su conjunto. más significativo porque sólo unos pocos se han mostrado dis-
Dentro de esta discusión, la cual tuvo lugar durante la primera
puestos a abrazar el conjunto del sistema hegeliano. Más tarde se
mitad del presente siglo, tanto Eberhard Jüngel como el autor de
dirá también por qué. Las pretensiones de constituir algo defini-
este libro hicieron girar su interés de manera recurrente en torno
tivo expresadas por el sistema mismo, jnntamente con el elevadí-
ala relación de la teología y la filosofía hegelianas. Pues, en efec-
simo nivel. prácticamente inalcanzable, que el pensamiento exhi-
to, Hegel es quien nos enseña que, lejos de constituir un mero
be en su despliegue. han conseguido que el sistema hegeliano
apéndice a la teología general. la doctrina de la Trinidad guarda
haya exhalado siempre algo a la vez atrayente y repulsivo para to-
una estrechísima relación CO.O la comprensión cristiana de la rea-
lidad de Dios en cuanto tal". Lo cual no ha sido obstáculo para der Theo!ogie des Gekreuzigten im Stl'ei/ zwischen Teimllls l/lid Atheismus
l19771. 55-137, en especial, 83-132). Aunque de otra manera. la teología nortea-
68. el'. el valor concedido a Marheineke y Dorner por K. 8anh, Die pm- mericana de la muerte de Dios, sobre todo Thamus 1. J. Altizer, hu ¡¡pelado tam-
le,\'/lllltische Theologie im J 9. Jahrlumder/. lhre VorgesL'hiclJ/e /JIul ihre Ce- bién a las palabras de Hegel sobre la muelte de Dios (al respecto cf. S. Daecke,
schichre e
1952), 442.449 Y524-534. Junto a Jullius Müller, Dorner es el único De,. MW!ws vom Tode GOlles. Ein kritischer Oberblick [1969]; en Th. Altizer cl'.
teólogo de importancia del siglo XIX citado por 8arth en el pr610go a su Chri.\'/- especj~lmente The Cospel of Cllfisriall Alheism [1966]). El autor de este libro
lielle Dogmatik im Entwurf (1297) como pertenecieme a la línea en la que (en no participa de esta interpretación de la cultura moderna con ayuda de la tesis "
una serie de aspectos decisivos puedo considerarme como en casa)1 (VI). el', hegeliana de la muerte de Dios y su continuaci6n nietzscheana debido a lo in-
t¡unhién para mlÍs detalles Punnenberg, Die Subjektil}itiil Gottes l/IId die consistente de la ¡¡firmaci6n de que la muerte de Jesucristo debe ser interpreta.
Trilli{(it.~lehre. Ei¡¡ Beitrag mI" BezieJlJlI1g zwi,w.:hell Kurl Barril II/lJ der Phjfo,\'o- da como la muerte del mismo Dios. De acuerdo con la cristología ortodoxa. así
phie Hegels (KuD 23 rI977], 25-40), en la actualidad Grlllldfragen syslemali- como con la antigua teología protestante, la muerte de Cristo se dice del Lagos
seher Theologie 2 (1980), 96-111, en especial, 99s. divino como centro personal del hombre-Dios Jesús, pero sólo en lo que res-'
69. E, Jüngel atendió también en detalle a la descripción hegeliana d~ la pec{a a la naturaleza humana, no a la divinidad eterna del Lagos, y aún menos a
cultllru moderna como una cultura sin Dios a través de la idea de la muerte de la divinidad en cuanto t¡jl, es decir, al Padre.
Dios en la muerte de Jesucristo (GOIt als GeheilJll1is der Welt. Zur Begriindul1g 70. ef., W. Pannenberg, Systemarisl.'he Theologie I (1988), 283~364.

320 321
dos.los que vinieron después. En su aspiración original, el sistema
mo lo verdadew»7J.. La contradicción en la que Hegei centra sus
de la «ciencia» hegeliana es irrepetible. Sin embargo, el intento de críticas consiste en que las disti"cio"es establecidas por el e"ten-
Hegel sentó algunos criterios con que juzgar el pensamiento pos- dimiento entre el sujeto cognoscente y las cosas fuera de naso.
terior, abriendo nuevos cauces de reflexión a la tiloso fía y tam- tras, y entre fenómenos y cosas en sí, son puestas por,Kant como
algo absoluto, cuando en realidad nunca son otra cosa que distin.
bié" a la teología.
Dentro de las nuevas conientes filosóficas a que dio origen la ciones realizadas por el entendimiento, y, por tanto, distinciones
ret1exión de Kant, sólo Hegel fue más allá de la relativización de que, en términos estrictamente kantianos, no pueden ser para el
la experiencia a la conciencia de los sujetos l¡nitos. A decir ver- entendimiento más que meros fenómenos. Lógicamente, este
dad, las filosofías de Schelling y de Fichte habían dado ya algu- punto de vista tendría, por último, que hacerse también extensivo
nos pasos en esta dirección. Así, tanto Schelling como el último a la idea misma de entendimiento, pero con este último paso se
Fichte reconocieron la necesidad de presuponer un fundamento desvanece a su vez toda antítesis entre realidad y fenómeno. En
diferente de la autoconciencia que garantizara su unidad más efecto, si todo es f~nºl!'-"£2! ta'!l~~l1~1Je ..~r.I!!_,,1sl1~to .al9.l1e
allá de su duplicidad, es decir, de su disociarse en dos figuras se aparecen los fenómenos. Sólo que entonces ya no tiene ningún
dislintas. Y yendo aún más lejos que Fichte, Schelling había sen- seniido'haD!aTdefenómenos, porque para que esta idea posea
tado ya la tesis de que el simple hecho de distinguir entre un su- significado tiene que haber, obviamente, algo real-algo no.fenó-
jeto y un objeto presupone en nuestra conciencia mundanal un meno- de lo que diferenciar lo que no son más que meros fe-
fundamento diferente de nosoo'os y del mundo, el cual oti.ciaría nómenos. Hegelmostr6 de manera convincente que ningún pun-
de garante de la concordancia entre el yo y este último (entre el to de vista escapa a la afirmación de una verdad para la que se
sujeto y el objeto). Schelling llamó a este fundamento lo aasolu- admite !lna más que subjetiva validez, demostración que a su vez
too Con todo, a la hora de llevar a la práctica sus ideas, hay bue- es la formulación del principio que pone en movimiento el pro-
nas razones para dudar de que las explicaciones aducidas por ceso reflexivo de la Fenomenología. Al mismo tiempo, pudo ver.
Schelli"g en su filosofía de la "aturaleza cumplan sus verdade- se que cada una de esas singulares pretensiones de verdad tienen
ros objetivos, convirtiéndose realmente en algo más que la sim- sólo un valor provisional y no son nada más que una anticipación
plc manifestación de los lazos que atan el pensamiento a las con- de la verdad. No obstante, Hegel pensó que esa verdad que cada
diciones transcendentales de nuestra conciencia. En cambio, una de ellas trataba de alcanzar llill!ía lIe@!:.acull1'p'lirse definiti-
para todo aquel que sea capaz de seguir su argumentación, la crí- vamente en el conc!<P!Q..filQillfu;Q, Pero al final inCÍuso el coñ:--'
tica a la que Hegel sometió tempranamente (1802-1803) la filo- -cepto resultó ser mera anticipación, como el mismo Hegel reco-
~e Kant en su eosa o Fe y saber, constituye la superación noció. ¿No basta, entonces, con que seamos conscientes de la
aefinitiva de subjetivismo o fenomena 1S tiano~ amo es presencia de la verdad en cuanto divina y absoluta en nuestra
sabíiló';'"ste úTtlmo afirma que nuestra experiencia percibe sólo conciencia y en los juicios de nuestro pensamiento, volviéndonos
fe~~<:!l~JErschein"ngen), nú.i1Ci\JilfC6Sj\s:-nlls'm¡¡-~ln;Qnrr_ª--'f así libres para reconocer la finitud de nuestra comprensión?
er De hecho, la reflexión sobre la inevitable finitud de las reali-
-.OC e.ste punto de vista. Heg!:lJlizQ.Y.aJ. frente a !<~.nJ.e.•.I ..r.!ill'llil'
U'

¡:;;;eñto d-"..s~~~un ~~!~ndimi!'!'J2.J1"!.~..~_I£..~o.~.o~:!:nómenos y zaciones del pensamiento humano debería haber atianzado el
ürÜl 'n~a~'l.~.9._~J-£~E~!~!!l£..~!!..~en.~~~.L~Il'l.~.!4~-.~!!~.~í~~1~: punto de vista de Hegel d., que, al eliminar a Dios de nuestro co-
Más iarde, en la Fenomenología, Hegel hablaría con razón de 10-' nocer, la crítica ilustrada del entendimiento había desembocado
«contradictorio» de una filosofía que, como la de Kant, opta por en una inflación del hombre como sujeto tinito, o lo que es lo
conocer «sólo la finitud, finitud en la que ve además lo verdade.
ro», y por «conocer lo más elevado en este saber de la misma co- 72. G. W, F. Hegel, Phüllomefl%gie de!>'Geisfes, PhB 114.400. el'. tam-
bién las observaciones correspondiemes en las Vorle~'ll/lgell iiber die Philoso-
pllie der Reli¡.:ion, en Werke 15.325.
71. G. W. F. Hegel, GlalJ.,bf!I1IJ1ld Wissell, PhB 62b. 23.

323
322
mismo, en la elevación del ser humano al rango de un ser absolu- idea de infinitud de tal manera que en ésta se contuvieran tanto la '
" to en su misma tinÍtud, En apariencia humildemente, ~Ilf
una re~'.!~fia aJodulo-'J.l,!Ulo¿ea
"da-de sólo contellidos finitos, pero
la finitud propia o la con cien-
éste no seveifñca-síñ¡¡-la vez
'diferencia con respecto a lo bOlto como la superación de esa opo- ,
sición". Este último paso hizo posible comprenaer la encarna-
-cwnCóñlO la autorrevelación de Dios en su verdadera mÍ1mtud .. _
f
absol utízar'es'; ffiísma-fiñiiu'dy-;-'so5reTOCfO,clyoy r'¡-fíiiÍtud pro- -Pero en efcasohegeIliñó;-Yeñ cuanto en ella se funda la comu- ,
1, pia~ deLser humªno;)l'ici@~lo(ii(:up:m::Z;LIQ£~!der-ñ]iSñio
" Dios,Ijeaquí ,elnücleodelacríticg d~ !:l.egel al mundiíi'l0derno,
nión del ser hU!lll!lli>..£lllW.iiliSQ!uTo,
la encarnaclOfi eS también el Ji
' fundamento, ¡;Qn origen en ese m¡;;;(;ai;soT.ü.í~,~lJbertall del '
secularizado y ateo, y todavía más concretamerite"iil';;¡'iij"é opera- hombre. En última instancia, pues, esto quiere aeclr que en Hegel (1.
do en lafilo"sofía primero con la !lustración y, ya de manera de- ----ercoiiCeiJto de infinito verdadero forma una unidad con sn idea
finitiva, con la crítica gnoseológica de Kant. A despecho de que de libertad, qúe1legelmismo, siendo aquí del todo fiel al Nuevo
1: ¡I, _haya sido ignorlli!a,haJ;¡a hoy, la argumentaciónCle, Hege! es con- ' Testamento, veía fundada en Dios y, todavía más propiamente, en
! t,c.!t!)'ente, Con ella enlaza íntimameote la Clí.f!ciili!'ge@Ílj[" la la encarnación: "Sólo si el Hijo os da la libertad, seréis realmen-
idea central de la cultura moderna, es decir, a la idea de la libero le libres» (Jn 8, 36).
ta!:!individl~sa misma idea que en otra interpretación conti- El qne el concepto de infinito verdadero no pueda limitarse a
núa sin embargo formando parte del núcleo del pensamiento de constituir la antítesis de lo finito obedece a que una infinitud que _¡,
Hegel. Dicha crítica ve en la inflación y absolutización del sujeto es concebida linicamente como 10 opuesto a la finitud sígue sien-
finito 2?_~~lá~,.!!.IEJ.a..do
de la realización de la'líoeriad;-~~faún, su do finita ella miSmaJ.2.,ue,s eLc.!:'~cep!~~,!r~a~~~~0!iñ!.1~-:e~t~'d~: \
"aúteñtlca destrucción, pues la libertad descansa precisamente en termi~do a .w:...
!.2..9..u.~~.~.~~~!~_opo.~iclón
a otra cosa~Por .'.
Ta~oJfªeñª!!,-ª~.1. consiste en la concíeñqiiCfe nuesJra ello, só~.opuede ser verdadera]"ente IOmilto aquello que ~ es la, f/
vinc.ula~i.<!E.c.~,-n.2..~,n.l~.abs2l!Jtizació~a propia finitud. que es umcamente en 0poslclOn a otra cosa, SInO que contiene en ,!
La idea cristiana de que la libertad nace en ese es'tar"lnculñctos 'sí esa relación £2n en~_fQmº-'!!.'.'iñOiñeñlO de sí mlSiñO:'DTé'sta " j
Con Dios contiene la verdad substancial del sentimiento modero idea, cuya consecuencia es que para Hegel Dios no revela su ab-
no de libertad, constituyendo a la vez la base para la crítica a solutez sino en la encarnación -al ser precisamente en la encar-
que, de manera necesaria, debe someterse la historia de la de- nación del Hijo en la realidad humana creada como Dios perma-
cadencia de la idea de libertad (y de la realidad de la libertad) en nece junto a sí-, no pueden volverse atrás ni el esclarecimiento
la Edad Moderna. Esta decadencia se inició en la !lustración, filosófico de la idea de Dios ni aun la teología cristiana.
alargándose hasta el momento presente y su pathos democrático Aunque la revisión hegeliana del concepto de infinito puede
por la libertad. Y es que la decadencia de la idea de libertad va plantear algunos problemas, son bastante más numerosas las di-
inevitablemente acompañada de la decadencia de la realidad po- ficultades que, en comparación, se siguen de otra de las tesis fun-
lítica y de las Constituciones estatales erigidas sobre ella. damentales de Hegel, cuya expresión condensada se encuentra en
Otro de los méritos duraderos a que He el se hizo acreedor en la fórmula de que él mismo se sirvió para distinguir su filosofía
relación con e! tema «Dios y libertad» fue el haber con n UI 01
I eS~!~!!f..t.J:!1..l!nto
aeyaTdea de Dios por medio del conce¡;iü'a¡;¡i,- 73. Hu puesto de manifiesta. este hecho -también en cuanto a su función
'",1J,¡jlº.ElrI11de.l'Q~,La infinitud de Dios veníaSíeñdo uno aeTos como criterio de toda formulación de la idea de Dios- T. Koch, Differenz IIlld
VersiJIl1lung. Eine Intelpretarion der Theologie G. W F. Hegels /laeh seiner
conceptos fundamentales de la teología cristiana desde Gregario
«( WisseTlsehaft der Logik» (1967), Las críticas desarrolladas en este libro (cf. en
de Nisa. Con todo, aun admitiendo que algunos hombres partici- especial, M. Theunissen, Hegefs Lehre vom absolllten Ce;st ul~'theologisch-po-
pan de la infinitud divina a través de experiencias de carácter ¡¡t¡seller Traktar [1970], 39-42) no quitan su mordiente a la tesis fundamental de
místico -en las que se elevan por encima de su propia finitud-, que el concepto de infinito verdadero ~pesea que en Hegel se localice en el de-
antes de Hegel dicha infinitud había sido concebida linicamente surrollo de la lógica del ser- hace las veces de criterio de todas las definiciones
del absoluto que vienen a continuación. Sólo así se explica el generoso uso que t
como la antítesis de lo finito. En cambio, Hegel supo entender la Hegel hizo de esta idea en el resto de sus obras.

324
325
la identidad del sujeto absoluto consigo estuviera mediada en es-
dé la de Spinoza: la' r ,," 1 de ue lo absoluto no es sttbstan-
te caso por la otredad que él mismo ha generado. Lo que esto
ci!,.,. sino s,«eto. 1 punto de partida de Spinoza, en etecto, era'
quiere decir ya no es sólo que el sujeto absoluto esté condiciona-
que';¡ieifif'oi'inposible la existencia de una pluralidad de substan-
do por ese contrario interno que él mismo ha creada, sino que de
cias ontológicamente independientes, no puede existir más que
su !1aturalezaes' propio el engendrar un umverso de cosas fimtas,
l/na lÍnica substancia verdaderamente autónoma. Esta substanCia
En este último, su otredad con res ecto a sí mismo alcanza la su-
era para él iníinita e idéntica a Dios, y frente a ella es preciso :re-
lciente radIca I ad como para que pueda volver a aprehenderse a.
nunciar a toda autonomía por parte de los entes finitos. En cam-
, sí mismo en el estadio en que tiene lugar la transición desde la
1 bio, l1,egelconcibió lo absoluto como sujeto, un ~~o que como
naturaleza hasta ~£!,:i!!h.~s decir, ~).~r humaE9: '.
111 en.el pI:l!!leLF.ím~~I¡i;Ta» W:xfi:ana]éíi(iiiZs:seL'L)-Poni~ - De hecho, es en la cuenta de las msuftclenclas ftlosofica~de la
'l. frente a sí como lo otrojlue él mismo. Este movimiento se ca ... concepción del absoluto como un sujeto ue se one a sí mismo
rrespoñíJe'coñTaCíeScñpción ficliteaña de la constitución de la
como o otro 9l1eél mismo -otredad que, sin embargo, no pasa de
autoconciencia a partir del acto o acción fáctica (Tathandlttng)
'ser un estadio intermedio en la relación del sujeto absoluto con-
del yo: el yo se pone frente a sí mismo como mismidad, con la
sigo mismo-_cl.()'!9Sdebe~rse lQsmotivos de que el co,!c_ep-
que a la vez se sabe idéntico. Hegel interpretó el dogma cristiano
to hegeliano de lo absoluto colisionara nec,sariamente con algu-
de la Trinidad según este modelo. Así, el Padre se engendra a SI
noS de los Jlrincipales jnteIl:ses de la teología cnsllana, La
ñiismo como su antítesis en el Hijo, con el que al mismo tiempo
.concepción de un absoluto que se vacía o aliena autoponiéndose
se sabe idéntico. A todo ello subyace la idea de intinito verdade-
es causa de notables dificultades para la teología fundamental.
ro, que es a la vez lo otro que sí mismo y se sabe, siendo ese otro,
mente por una razón, y ésta es que no acierta a captar el auténti-
idéntico a sí mismo. En la idea de un absoluto-sujeto que se vacía
co significado del dogma de la Trinidad, en el que 10esencIal es
o extraña permaneciendo junto a sí en su vaciarse (Entdttsserttng)
la paridad categorial de las tres Personas, sin menoscabo d7 que
queda plasmada aquella figura llena de contenido en la que Hegel
Hijo y Espíritu procedan del Padre o sean personalmente mde,
veía cumplido lo exigido por su propia concepción del int¡"nito
pendientes en relación con éL Esto no es obstáculo para recono,
verdadero. Pero a diferencia de la idea de infinito verdadero, el
cer que al deducir la doctrina trinitaria del concepto de espíritu
E~~!'..eptode u~~t:te.!9...!1'!.e
se po!!~í mismo y se sabe en su ser- (en el sentido de autoconciencia) Hegel se constituía en el último
.', '.otro .i_~énticoa ;í 111~~~0 p':,s:~~a u~buen iiumeroQeoilicu1tades eslabón de una vasta tradición teológica de la cristiandad occi.
I tlrn10ae car1íc1erlIlosollco comOleotoglco, FIlosoncaIlieme le,
. sulta iñsostenible, pues, como el mismo Fichte se vio obligado a
dental, la cual se remonta hasta san Agustín, Desde Anselmo de
Canterbury, la ilustración agustiniana de la Trinidad por medio
reconocer en sus postreros intentos por fundamentar su Teoría de
de la fusión de unidad y diversidad en la psique humana venía
la ciencía, el yo que se pone y el yo que es puesto no pueden
siendo utilizada para deducir los enunciados trinitarios de la es-
nunca ser iguales en el sentido en que nosotros nos sabemos
tructura de la autoconciencia, Lessing volvió a recurrir a esta ma.
idénticos a nosotros mismos en nuestra autoconciencia. Por otro
nera de ver las cosas y Hegel la llevó a un momento cimero en su
lado, si estamos obligados a entender el yo como una realidad
despliegue conceptuaL Por ello, cuando se dictamina que esta
que ha sido puesta por un fundamento anterior al mismo yo, es
forma de exponer el dogma de la Trinidad está llena de defectos,
evidente que este último, es decir, su origen divino, ya no podrá
este juicio no sólo conciérne a Hegel, sino a la entera tradición
ser concebido como un yo o un sujeto en el sentido riguroso de
teológica de la que él es su último representante, Con todo, si He-
estos términos, Hegel no acompañó a Fichte en la revisión de sus
gel estuvo en condiciones de volver a suscitar el interés de la teo-
rresupuestos originales y, por ello, siguió pensando la subjetivi.
logia del XIX -hasta Barth y más allá de Barth- por la doctrina
dad del absoluto prácticamente en el mismo sentido que ésta te-
de la Trinidad, fue también en gran medida gracias a la relación
nía en la Wissenschujtslehre de 1794, es decir, como el autopo-
que existía entre el desarrollo trinitario de su tesis del absoluto-
nerse (Selhstsetzlll1g) de ese mismo yo, aunque de tal manera que
327
326
sujeto y la historia de la doctrina cristiana de la Trinidad. Aquí se logía de nuestro siglo, Karl Barth ha vuelLo a poner de relieve los
encuentra el mérito principal de Hegel en relación con la teolo- vínculos existentes entre la Trinidad y la revelación. La discusión
gía. Hegel no se e~~Mensar 9.~..fJ.I,ol'gfiª,h-ª-bía traí- posterior ha discurrido por los cauces abiertos por Barth, a pesar
do d~..~~~,~Y.9ª ..!!.n.JlÜJ:!l.fLPlªllQJ9~,.~[mas fundamentales del de que se haya apartado de sus premisas al enlazar el concepto de
~nstlams!2:'2, en eSp'ecial el dog~!lTd~Ldá(ry láilóCt¡-iria-;-en revelación con la cuestión histórica. A pesar de algunas críticas,
el,~?-.~~~~' ;i.:.!.':
:.ncarna.si.9n dell:!ti2...de Dios.'i3Sü-sm(s¡ílóS la discusión de la idea de que la revelación de Dios es una auto-
dogmas ha51an sido descuidados por la may"dá de los teólogos rrevelación, una discusión fundamental para la teología de Dios y
de su tiempo. Pese a ello, la teoría especulativa de Hegel sobre la de la Trinidad, ha terminado por consolidarse en la reflexión teo-
Tnnld.ad no debe escapar a las críticas de la teología, pues ésta no lógica. Se trata de un concepto que Schelling había formulado ya
debena tanto deducir l?s enunciados trinitarios del concepto de como una alternativa a la interpretación de la revelación como
un DIOs-suJeto, cuanto Il1terpretarlos como la manifestación de la inspiración (de los libros sagrados) o como efecto de hechos his-'
unidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en la revelación de tóricos sobrenaturales, pero que sólo se impuso en la teología al
Dios en Jesuc~isto. Como .consecuencia de ello, y pese a la pro- poner Hegel de relieve sus vínculos cristológicos con la relación
funda lmpreslOn que causo en la teología del XIX la renovación Padre-Hijo. .
hegeliana de la doctrina trinitaria, los teólogos acogieron con mu- La teología cristiana tiene, pues, una grun deuda con Hegel: la
chas reservas la relación entre la reconstrucción que He"el hizo idea de DlOS como lObmto verdadero, la.!~QvaciQ..n, a ella vincu-
del dogma de la Trinidad y su tesis de la autoexplicación del con- lada, de la dOcii1na trinitaria y del dogma de la encamación, la
cepto o de la Idea absoluta. Dicha reserva no adolecía de cierta comprensión de la revelaclOn como autOlTevelación de Dios y,
justificación, aunque es mucho lo que debe criticarse en los pre- por último, lu relacíOñ'de la revelación con la Trinidad. Ninguno'
JUICIOSde los teólogos hacia Hegel, y lo insatisfactorio en com, de los filósofos ideaiTstas'ii.i'á'¡¡fúvouna relación tan positiva con el
paración con el concepto hegeliano de infinito verdade~o de las cristianismo como el autor de la Fenomenología. El último Sehel-"
ideas teístas de Dios esgrimidas en su contra. ' I¡ng, por ejemplo, intentó en sus Lecciones berlinesas sobre reve-
Otro de los temas en que la teología debe agradecer a Hegel lación y mitología (desde 1841) llegar más lejos que Hegel en la
un conslderable estímulo e impulso tiene que ver con el concep- recepción de la doctrina cristiana. Sin embargo, sus explicaciones
to de [evelación (Offenbarllllg). Para Hegel, revelarse es algo carecen del rigor y la riqueza de matices que caracterizan la fun-.
connatural al ser de Dios como sujeto o espíritu. Este último pun- damentaciónlógica de la teología hegeliana, y, abstrayendo de su
to guarda una Íntima relación con la teoría especulativa heoeliana . acentuación de la libertad del acto creador de Dios, tampoco al-
de la Trinidad, pues revelarse y alienarse -como premisa p~ra ca, canzan el grado de cercanía y afinidad que la tilosofía hegeliana
nocerse-en-otra-cosa- no son sino las dos caras de la misma mo- de la religión guarda con respecto a los contenidos más caracte-
neda. Revelarse restaura la unidad con lo alienudo. En este senti- rísticos de las doctrinas cristianas. En este sentido basta con re-
, do, Hegel entendió la creación comll.J:l:Yl:]ªción de DiQS. En cordar la interpretación hegeliana de la relación entre la historia y'
cambio, movidos por razones bíblico,exegétiCaS,'-iCiSteól~gos el ministerio de Jesús y el dogma cristológico, en la que Hegel de, ,
cnstlanos, empezundo por los protagonistas de la discusión que mostró estar mucho más próximo al espíritu del cristianismo que:
tuvo lugar en el seno de la escuela de Schleiermacher en torno a el mismo Kant, quien siempre se condujo con respecto U las doc- ,
la doctrina trinitaria, relacionaron la idea de la autorrevelación de trinas centrales cristianas con muchas más reservas. t
Dios con el mensaje y la historia de Jesucristo. A pesar de ello, Que el círculo de teólogos especulativos, es decir, de teólogos .
las l~,,~s,~e_B¡,gdªy!!ªªrQ.Ila la teología a comerender la doctri- que se mostraron partidarios de las teorías de Hegel, fuese pese a
na_tl'!!ll~r.'~~T1l~,I~p.l!~.~i()nle.Q)ógica.deL.aciJ~QiIJ]kntpae ello tan reducido, aparte de a los prejuicios ya señalados con res- ,
¡!!.r!'.~¡ªC,I(),n-ahora centrado en la comunión del Padre y del Hi- pecto al supuesto panteísmo hegeliano, obedece a otro motivo.
JO en la historia y la doctrina de Jesús-. Así, dentro ya de la teo- Ésle radica en la descontianza general frente a la insistencia de '

328 329
11
Hegel en la existencia de una necesidad lógica omnicomprehen-
siva que obliga a exponer no sólo la creación, sino también la caí- El giro antropológico
da en pecado y la reconciliación Dios-hombre, como momentos
necesarios en el despliegue de la Idea divina. Aunque Hegel se
esforzó en pensar esa misma necesidad como libertad, la razón
asistía a los teólogos cuando juzgaron que semejante exposición
ponía en entredicho tanto la libertad de Dios al crear como la li-
bertad del hombre, y ésta no sólo en relación con el origen del
pecado, sino con su existencia como criatura en cuanto tal. Fue
sobre todo Julius Müller quien, con su obra La doctrina cristiana
del pecado (l838f,"censuró las pretensiones de Hegel. Y aunque
en muchos sentidos las críticas de Müller no hacían justicia al
pensamiento de Hegel, dieron con todo en el blanco principal:
l. El signo de lafilosofla posterior a Hegel
que la concepción he eliana de la Idea absoluta como una Idea
qUe;tras a ¡enarse, recobra su üñféj;¡acoóSIgo-mismaapartii"de El viraje hacia la antropología empezó por convertirse en u_n
su PropI:Ai!Ilación, no deja .e~I.'?_!l~!\,:!!!~~unaexistencí¡¡ programa en el llamado hegelianismo de Izqmerdas. Pero mas
~, ~ad'eramente autónomaae las criaturas. que un rasgo característico de una de las alas de la escue~aheg:-
, Para la teología cnslÍana, la existencia de las criaturas no es
liana, constituye el signo fundamental del conJunw de la ÍllosoÍ1a
sólo una estación intermedia en el desenvolvimiento de una Idea posterior a Hegel y el verdadero substrato. a partIr del cual ha_n
"'a~s?rula. Las OIÍlcuttaaes oe Spinoza para conciliar su doctrina ido desarrollándose las más diversas cornentes de la filosofIa
de la substancia única con la fe bíblica en la creación están en
hasta el momenW presente. A partir de este momento, quienes
Hegel paliadas en parte, pero en el fondo siguen aún sin ser eli-
arrojan el fundamento para la comprensión del universo y dela
minadas, porque Hegel no podía concebir que la existencia autó-
sociedad humana no son Dios ni lo absoluto, smo el hombre mis-
noma de las criaturas fuera una manifestación de la voluntad es-
mo. y la cuestión ya no es que la conciencia de Dios tenga su ori-
catológica y definitiva de Dios. Con ello se relaciona también la
gen en la autoconciencia humana, sino que Dio.sse reduce a.ser
volatilización de lo contingente en los acontecimientos históri-
una simple idea del hombre. Incluso el movlmlent? contrano a
cos, por más que Hegel pusiera el acento en que el concepto só-
esta tendencia -piénsese por ejemplo en la filosoÍla de.Klerke-
lo llega plenamente a sí mismo en lo individual. Aunque en sus
"gaard- se vio obligado a acomodarse y probar su l~gltlm,dad
Lecciones sobre lilosofía real Hegel se cuida extraordinariamen-
frente a los criterios del nuevo punto de vIsta antropologlco.
te de 10 individual empírico, verdadero material de sus exposi-
Los presupuestos para este viraje hacia la antropología en la

.
ciones, eso no le impidió aclarar una vez más que, en compara-
conciencia cultural general se remontan, sin duda, bastante atrás.
ción con la necesidad lógica de la Idea, los individuos carecen"
En el capítulo sexto, se aludió ya a las bruscas transformaciones
por completo de significación. Por ello la JÍnica.manera d~.L~cu-.
que siguieron allin de las guerras religiosas por las.que se Vle:on
pe':;~~E2Elan£i!!.~L);g'Il~Í-ªS.QIT-,ª2.Q!1.'!"a_!£ip_<!iVidual,

¡
sacudidos los países europeos en el período postenor a la Relor-
es .ueclr,!.l~ fi':'.i!..".4_<!!'U,-,~i~~.9.~~_,-,[e$~.!1."~is~I::,,-~,,-,-,
el ma hacia la mitad del siglo XVIl, y que afectaron sobre todo a la
movimientiiile laIdea abli.OJllta.~"ala.n(lJllenQs.imºortante fini-
ma~era de concebir las relaciones entre la religión y la sociedad.
l¡"rdé lpeñiiiñ, rént~c9nceptual,..,. es precisamen te ~'¡,:ii-l;'lS-¡~el
También pueden recordarse los esfuerzos realizados en esta épo-
~n[r;" ~'lI~li:,!~,,_£q,nJ!IJl.~L . ca por volver a fundar el orden jurídico y la teoría política, la mo-
, ral e incluso la misma religión, sobre una naturaleza humana co-

331
330
mún, en Jugar de -como hasta entonces- en Dios,.así como el pa- fundamento para la convivencia. social en una naturaleza huma.:.
pel de Dilthey en la descripción de tales esfuerzos. En principio, na común. En lo que respecta a la filosofía, esta búsqueda tuvo
SIn embargo, el reordenamiento de las capas que componían el menos su representante principal en Descartes que en la tradición
substrato del sistema cultural no perseguía otra cosa que alejar empirista fundada por Locke o, todavía más propiamente, en
las controversias religiosas de las cuestiones que eran de impor- Kant y el primer Fichte. Sin embargo, en la reacción contra el sis-
tancia vItal para la convivencia social. Todavía seguía siendo in- tema hegeliano el giro antropológico cobtó una nueva tadicali-
controvertible que el fundamento último de la existencia y la es- dad. Ni Locke, ni Kant o Fichte pretendieron nunca destronar a
pecificidad humanas, de la razón y de la misma naturaleza, debía Dios para poner al ser humano en su lugar. Incluso cuando esto
buscarse en un Dios creador tanto del hombre como del universo había sucedido, como en la filosofía teórica de Kant, se trataba de
siendo a la filosofía a quien correspondía la tarea de ofrecer a I~ algo que se hallaba en genuina contradicción con sus verdaderas
humanidad una base universal y segura para su vida. intenciones y motivaciones teológicas. En cambio, contra Hegel,
Un giro hacia la antropología en el sentido de que hombre y la substitución de Dios por el hombre se convirtió en un progra-
sociedad ya no necesitan de Dios para el pensamiento y para la ma, sobre todo en Feuerbach, Stirner, Nietzsche y Marx.
~lda, y tampoco para su relación con la naturaleza, no se produ- Abstrayendo de los intentos del último Schelling, en compa-
JO ni en Descartes y en los desarrollos de la filosofía inspirados ración algo más débiles, el sistema hegeliano fue el último pro-
en su pensamiento, ni en Locke y en los continuadores del empi- yecto lilosófico de envergadura por fundamentar la conciencia
nsmo. Tampoco Kant o Hume tuvieron nunca la intención de rea- cultural general en Dios en lugar de en el hombre. Uno de sus
lizar un viraje semejante, aunque al fundamentar el primero la principales motivos de preocupación fue precisamente preservar
unidad de la conciencia empírica en el ser humano y en la unidad la verdadera libeltad der ser humano. Hegel se encontraba, así, al
de la autoconciencia -por lo menos, en el caso de la razón teóri- final de la larga serie de proyectos filosóficos sistemáticos que
ca-, la idea de Dios pasó a ocupar en el pensamiento kantiano desde Descartes venían desempeñando de hecho, en lugar de la
una posición hasta tal punto secundaria, que por vez primera pu- religión, las mismas funciones de interés general para la cultura
do plantearse la cuestión de su necesidad. Esta cuestión termina- que ésta no era ya capaz de ejercer por estar sumida en sus dis,-
ría por suscitarse al probarse la fragilidad de la fundamentación putas confesionales. A la vez, ello no había impedido reconocer
moral kantiana de la fe en Dios. Sin embargo, el punto de vista la relevancia de la religión en sus aspectos más concretos, trans-
fichteano de que es necesario suponer la existencia de un subs- mitidos por las diferentes Iglesias, a la hora de satisfacer las ne-
trato previo y más profundo en que fundar la autoconciencia, y el cesidades espirituales de los individuos. Sin embargo, lafinitud
reconocimiento por parte de Schelling de que la relación hombre- del hombre, mediatizada y disuelta en la noción d~ la Idea abso-
mundo es gobernada por el mismo principio, sin el cual sería im- luta, reclamaba ahora sus derechos contra Hegel. Estos le fueron
posible la concordancia entre la espontaneidad subjetiva del pen- devueltos en la declaración de que la Idea misma no era sino un
samleMo humano y el mundo natural objetivo previo a él, producto de la reflexión del filósofo. La Idea se convirtió ahora
despej3ron nuevamente el camino para la fundamentación racio- en la expresión de la cada vez más honda confusión entre la rea-
nal de las realidades supjetiva y objetiva en lo absoluto. Dicha lidad concreta y las abstracciones del filósofo, en la manifesta-
fundamentación alcanzó una forma perfectamente desarrollada, ción, incluso, de su arrogancia al atreverse a presentar lo que no
sistemática y clásica con la filosofía de Hegel. era sino fruto de la reflexión propia como una verdad divina y
El viraje hacia la antropología aparecido en la reacción crítica sobrenatural.
de Ludwig Feuerbach contra el pensamiento de Hegel no era, Las observaciones críticas expuestas al final del capítulo pre-
pues, hacia la mitad del siglo XIX, nada que pudiera considerar- cedente permiten concluir que la reacción contra el sistema espe-
se verdaderamente novedoso. De hecho, había sido preparado ya culativo hegeliano surgida después de su muerte, a lb largo del
por la búsqueda, iniciada a mediados del siglo XVII, de un nuevo decenio posterior, estaba justificada al menos parcialmente. De

332 333
miento tiene su último fundamento en la espontaneidad del en-
hecho, Hegel había abstraído de sus afirmaciones sobre la Idea
tendimiento humano implicaba a la vez una serie de supuestos
absoluta y su autodespliegue, toda mención a su finitud como fi-
metafísicos con respecto a la relación hombre-mundo. Sin em-
lósofo que construye y retlexiona, como si él mismo pensara que
bargo, éstos nunca fueron objeto de una reflexión explícita. ';"

su propia tinitud hubiera sido clausurada o se hubiera extinouido


La fundamentación del conocimiento en la gnoseología fue
en la elevación hacia la absolutez de la Idea. En contrap:rtida,
sustituida en el llamado positivismo lógico o «neopositivismo»
esa fmitud fue ahora esgrimida en su contra, primero por Feuer- del Círculo de Viena por el intento, en los años que siguieron a la
bach y luego, imitando su ejemplo, por Marx, aunque también, si Primera GuelTa Mundial, de desarrollar un lenguaje objetivo' que
bien con diferentes variaciones y matices, por Max Stirner, Siiren pudiera ser formalizado y estuviera libre de toda reminiscencia
Kierkegaard y, más tarde, Friedrich Nietzsche y Wilhelm Dilthey. metafísica. A la postre, este intento fracasó porque la exigencia
El viraje operado eri este instante supuso el punto de partida de que toda proposición con sentido debe ser sometida a su veri-
de posteriores corrientes filosóficas, entre las que se cuenta, den- ficación por los datos de los sentidos no es, como tal exigencia,
tro ya de nuestro siglo, el existencialismo, para el que fueron aci- veriticable a su vez por medio de ninguna observación. Ludwig
cate tanto Dilthey como Nietzsche o Kierkegaard, Incluso orien- Wittgenstein trató entonces de desarrollar en una segunda etapa
taciones filosóficas en las que dicha relación es mucho menos de su pensamiento una filosofía del lenguaje ordinario que diera
evidente tienen su presupuesto en el viraje antropológico de la ti- cuenta del hecho de que todo lenguaje formal precisa de su inter-
losofía posterior al hegelianismo. Uno de estos ejemplos sería la pretación por el lenguaje cotidiano, teniendo por eso mismo que
vuelta a la filosofía de Kant operada desde mediados del siglo pa- poder deducirse de éste. Sin embargo, en la medida en que
sado. En ella, en efecto, lo importante era otra vez discernir críti- Wittgenstein creía necesario someter el uso filosófico del lengua-
camente cuáles son los fundamentos subjetivos de nuestro cono- je al criterio representado por lo que, supuestamente, se tiene por
cimiento empírico -y, por ende, de nuestra relación con el su uso «normal» -que él pensaba podía ser elevado empírica-
mundo-, esfuerzo en el que los kantianos se distinguieron de los mente a dicho rango normativo-, su filosofía del lenguaje ordi-
representantes del positivismo. Sin embargo, la mayoría de las nario siguió manteniendo la actitud crítica con respecto a la me-
corrientes neokantianas' se apartó de Kant por entender la crítica tafísica propia de los positivistas'. Hoy día también este
del conocimiento como una labor enfrentada a la metafísica y co- programa puede darse por fracasado, pues, a la vista de lo flexi-
mo una fundamentación de los conceptos básicos de las ciencias ble y de lo variable históricamente de los lenguajes y del signifi-
de la naturaleza. Se produjo. así, una modificación en el mismo cado de las palabras, no es posible señalar cuál es ese uso «nor-
sentido de la retlexión gnoseológico-crítica. Esta última ya no se mal» del lenguaje del que servirse como criterio para rechazar
:io concebida, como en Kant, como preparación para una nueva todos aquellos usos lingüísticos que se apartan de él.
fundamentación de la metafísica, sino, mucho menos ambiciosa- Entre los esfuerzos gnoseológicos de los neukantianos y el in-
mente, como la retlexión sobre los supuestos de las ciencias. Por tento del siglo XX por construir una tilosofía del lenguaje que
su parte, estas últimas no necesitaban de una fundamentación desempeñe la función de una filosofía fundamental existen varios
gnoseológica semejante. Como tales, las ciencias se desarrollaron paralelos. La principal diferencia entre ellos es que tanto el posi-
sobre los fundamentos que les prestaba su propia conciencia °no- tivismo lógico como la filosofía del lenguaje ordinario ya no ne-
seológica, por completo autónoma. Por ello, el único signiti~ado cesitan de la instancia d•• un sujeto del conocimiento al que atri-
que dicha reflexión crítica tuvo de hecho fue el de esclarecer la
relación del conocimiento científico de la realidad con la subjeti- 2. Para más detalles, V. Kraft. Der Wienel" Krei.J. Da UrsprlJ/lg lles
vidad humana. En este caso, la hipótesis de que dicho conoci- Neo¡Jositivi,mws (1950, "1968).
3. Al respectu, cf. E. Tugendhat, V orle.'iI/Ilgell zur EinjlilirulIg in die spracll-
wwlytüc}¡e Philmmphie (1976), a~í como E. v. Suvigny, Die Philosophie der
1. ef. la vi!iión-de conjunto que del neokantismo ofrece el U11ículo de
norma/eH Sprache (1969).
H. Holzhey en HislWB Philos 6 (1984) 747-754.
335
334
buir las diferentes fundones del conocimiento y su expresión lin- recursos del análisis lingüístico, pero alimentándose en sus posi-
güística. De hecho, el lenguaje es observado en todo momento ciones de temas más antiguos de la tradición teológica y metafí- .'
como una magnitud intersubjetiva a priori. En el contexto pre- sica. La antropología tiene importancia para la teología en la me- .
sente, la teoría del conocimknto y la filosofía de¡lenguaje como dida en que esta última, enfrentándose a la tendencia -con base
filosoffa fundamental benen interés sobre todo como ejemplos en la secularización- a eliminar la temática religiosa de la inves-
del viraje antropológico aparecido en la evolución de la filosofía tigación de las ciencias humanas y de la construcción de teorías
posterior a Hegel. El sentido de este último es que el hombre pa- antropológicas, ha tenido que perseverar en la radical importan- ,
sa ahora a asumir el puesto que la filosofía idealista vinculaba cia de la relación con Dios y su reflejo en la vida religiosa para la
con el concepto de absoluto. En todo ello, que se identifique identidad del hombre'. Sin embargo, de otra manera que en la re-
aquella dimensión humana que más próxima se encuentra a la re- lación con la tradición de la teología filosófica, en la referencia a
flexión filosófica en el conocer o en el lenguaje, o que se advier- la antropología o a las ciencias humanas la cuestión inmediata no
ta la necesidad de una antropología general que integre todas las es ni mucho menos la reflexión sobre Dios y su revelación, sino
disciplinas de las ciencias humanas, constituyéndose en base tan- el afianzamiento de la base para que el discurso sobre Dios ten-
to de la comprensión del lenguaje como del conocimiento -como ga pleno sentido racional. La necesidad de un esfuerzo en esta di-
en la antropología filosófica fundada por Max Scheler y conti- rección es ella misma uno de los resultados de la despedida de la
nuada sobre todo por Helmut Plessner y Amold Gehlen-, bene tradición metafísica de la filosofía implícita en el viraje posthe-
sólo una importancia secundaria. Incluso si el lenguaje probara geliano hacia la antropología.
ser el supuesto último tanto d~lconocimiento como de la comu- La vuelta a la antropología como tema central de la filosofía se
nicación humana, el conocimiento reflejo de esta función dellen- ha visto unida en no pocas ocasiones a un naturalismo en lo rela-
guaje seguiría estando incluido en nuestro conocimiento del hom- tivo a la concepción del hombre. A esta manera de ver las cosas se
bre, en nuestro conocimienfo de nosotros mismos, en nuestro inclinaron ya Feuerbach y el materialismo de KarJ Marx. En la
convivir con otros. Por ello, a la hora de hacer de él la lilosofía actualidad, contemplar al hombre y su especificidad en relación
fundamental, el análisis del lenguaje se demuestra un punto de con la naturaleza se ha convertido indudablemente en un lugar co-
partida igual de abstracto que la gnoseología. En la perspectiva mún de observación. Desde las postrimerías del siglo XIX, fue
de la reflexión filosólica, ambos necesitan de una fundamenta- sobre todo la teoría de la evolución quien hizo posible compren-
ción antropológica. Sin ella; tanto el «lenguaje» como el sujeto der al ser humano de un modo nuevo como un producto de la na-
del conocimiento de los kantianos no van más allá de magnitu- turaleza. Por otra parte, nuestro conocimiento de la naturaleza es
des hipostasiadas.
si'empre conocimiento humano, y todo naturalismo permanece re-
Aquí no se tratarán con detalle las úlbmas corrientes mendo- ferido (de manera similar a la Idea absoluta de Hegel) a la subje-
nadas de la filosofía posthegeliana, pues su contribución a las re- tividad del hombre como lugar de nuestro conocimiento de la na-
ladones entre la filosofía y la teología es muy pequeña. Las apor- turaleza. Si no se repara en ello, se termina por identHicar el
taciones del oeokantismo a la filosofía de la religión carecen hoy estado actual de nuestra investigación de la naturaleza, sea cual
día de interés y las de la filosofía del lenguaje han evidendado fuere éste, con la objetivid'l.d de esta última, como si la ciencia no
una orientación fundamentalmente crítica, en la misma dirección fuera a procurarnos en un futuro una nueva visión de. la realidad
que la crítica positivista tradicional a la metafísica. Además, o natural. Al mismo tiempo, aquella dimensión de la vida humana
hien han buscado reducir todas las referencias objetivas del dis-
curso religioso a funciones emotivas~, o bien han operado con los sión cast.: Teoría de la ciellcia y leología, trad. de E. Rodríguez, Cristiandad,
Madrid 1981). CL también las consideraciones sobre la discusión crítico-lin-
4. En el enfrentamiento con tales concepciones, la leología está interesada güística de la palabra «Dios», en Id., Syste1lJtllisc:he Theologie 1 (1988), 73s.
fundamentalmente en las prerensiones cognitivas de las afirmaciones religiosas.
el'. W: Panncnberg, WineJl.w:fut}üheorie //Iltl Theulogie (1973), 34s5, 33ls (ver-
,
'
5. eL W. Pannenberg, Antropología en per.\pt:cliva teológica (1983),
Sígueme, Salamanca 1993, trad. de M. Gurda-Baró.

336
337
no es aquí elevado a lo absoluto como el ser linito que es. Hay en
que, considerando el carácter siempre abierto del futuro, trascien-
ello una contradicción, porque el hombre no es sino finito y por
de el actual estado respectivo de la vida humana, así como su ori-
consiguiente no-absoluto. Hegel contempló con razón la absolu-
gen natural, queda fácilmente fuera de toda consideración. Por di-
tización de lo ti nito, y en particular la absolutización del ser hu-
chos motivos, la mosofía de la vida se ha servido de la meditación
mano, como una prueba de que el hombre no puede por menos de
sobre el hombre con el fin de acceder a aquellas relaciones vita-
ir más allá de lo dado (finito) y elevarse de un modo u otro ala
les que trascienden nuestra existencia humana, aunque, por otra
absolulo. Así, en caso de que no distinga entre lo absoluto y él
parte, vinculando siempre la comprensión de la vida con los sen-
mismo (y el resto de cosas linitas), hará de él (o de cualquier otro
timientos que en cada caso mediatizan la experiencia de la exis-
tencia. A pesar de que la mnltiplicidad de significados de la ex- ente tinito) dicho absoluto. A su manera, esta forma perversa de
presión «filosofía de la vida»' permite su aplicación a pensadores elevación de lo finito a lo absoluto por medio de su absolutiza-
tan diferentes como Friedrich Nietzsche o Wilhelm Dilthey, es- ción corrobora -si bien involuntariamente- que la cuestión reli-
ta última afirmación tiene especial validez en el caso de Henri giosa forma parte de un modo u otro de la realización humana.
Bergson, cuyo pensamiento se convirtió en el punto de arranque Lutero había expresado ya la misma idea, sólo que desde el pun-
de la filosofía procesual que culmina en la obra de Alfred North to de vista de la confianza, en lugar de -{;omo Hegel- desde el
Whitehead. La filosofía procesual y la filosofía de la vida confor- punto de vista del pensamiento: los hombres no pueden por me-
man uno de los contados movimientos filosóficos que teniendo nos de confiar en un absoluto, es decir, de tener un Dios. La cues-
por base el viraje antropológico operado tras la muerte de Hegel tión es únicamente en qué lugar encuentran el fundamento para
han encontrado de nuevo acceso a la metafísica. Esto último es esa confianza o qué clase de Dios tienen, si el Dios verdadero o
menos cierto de la filosofía vital de Dilthey y los existencialismos un ídolo. Éste es también el sentido de la crítica anticipada de
que en ella tienen su origen que de Bergson y Whitehead. Hegel al abandono de la filosofía de lo absoluto, que tras su
Whitehead no experimentó reparo alguno en servirse del término muerte cobró la forma de un nuevo interés por el hombre como
«metafísica» para designar una de las tareas de la filosofía ..Para ser supremo para el hombre.
él, el método propio del metafísico consiste en una «generaliza-. Los siguientes apartados de este capítulo se ocuparán en for-
ción imaginativa» (imaginative generalization)'. Por otra parte, la ma sucinta de las posturas filosólicas más importantes que si-
apariencia que ofrece la cosmología metafísica de Whitehead es guieron a la desaparición de Hegel, así como de aquellas corrien-
la de asentarse sobre la generalización de determinados rasgos de tes que, enraizadas en ellas, proporcionaron las directrices para la
la autoexperiencia humana. En este sentido, su ¡ilosofía se asien- redelinición de la situación humana. Con ello no se pretende en
ta también en el giro antropológico característico de toda la tilo- modo alguno ofrecer una visión de conjnnto de la filosofía del si-
sofía posterior al idealismo. glo XX'. Algunos de los desarrollos más relevantes de la filosofía
Después de Hegel, el ser humano se convil1ió, pues, en la de este siglo, como la fenomenología fundada por Edmund
cuestión central de la filosofía en un sentido nuevo y radical. A . Husserl, ni siquiera se tendrán en cuenta aquí. mientras que otros,
decir verdad, Hegel mismo sometió con anticipación a una honda como la filosofía hermenéutica, sólo se mencionarán en relación
crítica dicha postura, cuyos cauces veía prefigurarse en algunas con el pensamiento de Wilhelm Dilthey. Como ya se dijo, no se
de las tendencias características de su época y, en especial, en la tratarán ni el neokantismo ni las diferentes corrientes del análisis
lilosofía de Kant. La crítica de Hegel considera que el ser huma- del lenguaje. Por último, se omitirá toda referencia a la extensa
discusión de los últimos decenios en torno a los fundamentos de
6. Para los varios signiticados de este término, cf. el artículo de G, Pflug en
H¡SlWB Pililos 5 (InO). 135-140. g, Se ofrece un resumell en W. SlegmUlkr, HlIllpt.\'tl'OIll/lIIgeJl da GegeJl-
7, A, N. Whitehead, Process l/nd Reolity. Al! Es,Wl)' in CO.l'lIIo{ogy (1929),
Il'Clrt.\'jJJ¡j{V.I"ophie. Eine krilische EillJi'ihl'ulIg (1 6J 978, 11 1979). También W.
M¡¡cMillun, 6S5, ¡,;jta 8 (versión t:USt.: Procem Yrealidad. Un ensayo mbre cw,',
Schulz, Philosophie il! da vertindertt:n Wdt (1972),
II/%gía, trad. de 1. Rovira Armengol, Losada),
339
338
las ciencias'. En campio, el'desligamiento de la reflexión filosó- Feuerbach había evolucionado desde el panteísmo idealista de
fica de su concentración exclusiva en la temática antropológica y '~
sus comienzos a un naturalismo igual de panteísta, en el que en .
su enderezamiento -operado en la filosofía vitalista de Henri muchos sentidos cabía reconocer reminiscencias de la filosofía.
Bergson- hacia una nueva filosofía de la naturaleza, conjunta- de la naturaleza del primer Schelling". La transición entre am-
mente con la continuación de este nuevo punto de partida en las bos momentos de su evolución se produjo por sus Pensamientos.
filosofías procesuales de Samuel Alexander y Alfred North sobre la muerte y la inmortalidad, aparecidos en forma anóni-
Whitehead, serán objeto de una consideración pormenorizada. ma, en 1830".
Este interés responde a dos motivos. El primero estriba en que la En su enfrentamiento crítico con la filosofía de Hegel,
filosofía de los procesos es una de las pocas corrientes de la filo- Feuerbach insistió en destacar el lado concreto, sensible y cor-
sofía que han recuperado la cuestión de la filosófía de la natura- póreo de la existencia humana, al que la filosofía estaba a su jui-
leza en el seno del postidealismo. El segundo es que esta filoso- cio en la obligación de prestar atención, elevándolo a la catego-
fia ha reservado un nuevo espacio para las cuestiones metafísicas, ría de verdadero fundamento del pensar. Dos años después, en la
ejerciendo por ello un influjo directo en la teología y, en particu- Esencia del cristianismo (1841), Feuerbach ahondó todavía más
lar, en la teología procesual norteamericana. en esta perspectiva, en la que hacía de la antropología origen y
fundamento de las representaciones religiosas, a la vez que re-
ducía la idea de Dios a una forma alienada de la autoconciencia
2. Los nuevos impulsos de lafilosofía tras la muerte de Hegel" humana, explicándola como la proyección en un cielo imagina-
rio de la representación (Vorstellullg) que el hombre tiene de su
a) Ludwig Feuerbach y Karl Marx verdadera (e infinita) mismidad. Así se produce el nacimiento
de la idea de una divinidad supuestamente distinta del ser hu-
Feuerbach (1804-1872) empezó en 1823 estudios de teología mano. Con todo. Feuerbach conocía demasiado bien el pensa-
en Heidelberg, pero al año siguiente marchó a Berlin, donde se miento de Hegel como para no caer en la cuenta, a la vez que
convirtió en filósofo y discípulo de Hegel. En 1828, se doctoró proponía su argumentación, de que la elevación religiosa hacia
en Erlangen con la disertación De ratione, una, universali, infi- Dios implica elevarse por encima de la propia finitud hacia la
nita, en la que se establece la divinidad de la razón una y uni- idea de infinito. ¿En qué parte de sí mismos, sin embargo, pue-
versal en oposición a los individuos. Un año después Feuerbach den encontrar los seres humanos la idea de infinito? La respues-
obtendría en Erlangen la venia legendi. Diez años más tarde ta de Feuerbach fue que, aun siendo cierto que el hombre es fi-
(1839) publicó una Crítica de la filosofía hegeliana. En ella, nito en cuanto individuo, es infinito en cuanto especie. Y como.
ahora sin desempeñar cargo oficial, se volvía contra la concep- Jos seres humanos tienen en su autoconciencia conciencia de sí
ción de Hegel de la realidad del universo como el producto del mismos como seres pertenecientes a una especie, la idea de.
autodespliegue oe una razón absoluta. A su juicio, Hegel no de- . , Dios se origina en la confusión de la infinitud de la humanidad
sembocaba en ella más que pqr una cadena de abstracciones, es como especie con un ser infinito y absolutamente distinto del: !
,
decir, «en el ser, pero sólo ,en cuanto pensadm)ll. Entretanto, hombre. Feuerbach creyó ¡loder dar razón de dicha confusión a .
través del egoísmo de los individuos, que sería quien indujera a
9. De su CVollll:íón hastll aprox'imadamcnte 1980 se ocupa el segundo vo-
lumen de la obra de W. Stegmüller dtuda en la nota anterior.
12. Al respecto de esto, cf. P. CornehI, Fellerbach Ilnd die Naturphiloso-
10. Al respecto, ef. la exposicíón ya clásica de K. Lowith. Von Hegel ZlI pllie. 2ur GeTlese der Anthropologie 1l1ldReligiollskritik des jUllgen Feuerbach:
Niensc/¡e. Der re\'Olllfiol1iire Bme/¡ illl Denkell des 19. Jahrhu/lderts (194 J) NZsysTh 11 (1969) 3755.
(versión cast.: De He¡:el a Nietzsche. La quiebra revoluciollaria del pellsamien- 13. Cf. P. Cornehl, Die ZlIkunft der \lersiihllll/lg. &chatologie Ill1d Eman-
to l'JIl'I.\'iglo XIX. Ed. Sudamericana, Buenos Aires 1968).
:.ipcuiol7 in der AujkliiruJTg, bei Hegel J/Ild in da Hegel.l'cJu!II Sehule (1971),
11. L. Feuerb<lch, Sdmtliche Werke JI, 239.
221 ss, en especial, 227s8.

340
341
,.

esla última, en cuanto historia de la lucha de clases, constituía pa-


estos últimos a tener la inlinitud exclusiva de la especie por un ra él una cuestión y una meta claramente humanistas. Para Marx,
ser no sólo extraño a ellos mismos, sino también al hombre co- sólo de la eliminación del desgarramiento y alienación terrenales
mo tal, al que luego adorarían como divinidad. Un argumento que sigue a la creación de una sociedad sin clases puede esperar-
que hacía todavía más extravagante el hecho de que en la se la desaparición definitiva de la alienación religiosa en que se
Disertación de 1828 fuera precisamente dicho egoísmo el invo- refleja la alienación social real. La felicidad individual en la vi-
cado para explicar el proceso justamente inverso, es decir, cómo da presente era una vez más sacrificada en su pensamiento en
el individuo reclama para sí la inmOlialidad que compete a la es- aras de una meta propia de la humanidad en cuanto especie. Lo
pecie de modo exclusivo. mismo sucedía, en términos teóricos, en las tesis tempranas de
La misma Disertación, aunque en este caso bajo un signo idea- Feuerbach sobre una inmortalidad específica inalcanzable para
lista, había combatido la subordinación de los individuos a la es-
los individuos.
pecie. Dicho signp cambiaría a partir de los Pensamientos sobre
la muerte y la inmortalidad (1830). La idea, ahora de cuño natu-
ralista, de la infinitud de la especie se convirtió en la base de la b) Max Stimer y Soretl Kierkegllard
crítica a la religión de 1841, aún más evidente en la Esencia de la
religióil de 1849. Entretanto, en sus Principios para lIi1afilosoJia Max Stirner ( 1806-1856) se mostró de acuerdo con la crítica
del JUluro (1843), Feuerbach había ido evolucionando en direc- de Feuerbach a Hegel. Sin embargo, en su obra más importante,
ción hacia un panteísmo naturalista. aunque sus fundamentos si- El útlico y Sil propiedad (1845), rechazó la idea feuerbachiana de
guieron estando constituidos por la detinicián antropológica del especie y volvió a situar la infinitud del ser humano en la subje-
hombre como un ser determinado por su corporeidad. tividad del individuo o único (Einziges) que afirma sin límites su
La idea feuerbachiana de la infinitud de la especie humana fue propia realidad.
recogida por Karl Marx en sus escritos tempranos, de claro c0l1e La vuelta al individuo y a su existencia como base de la refle-
antropológico. y en particular en sus Manuscritos de economía v xión filosófica en contra tanto de lo universal de la Idea absoluta
filosojia, redactados en París en 1845. Marx también se hizo ec~ . de Hegel, como del entusiasmo feuerbachiano por la especie, une
de la crítica a la religión que Feuerbach había ligado a dicha idea. el nombre de Max Stirner al de Soren Kierkegaard (1813-1855).
Sin embargo, a Marx no le satisfizo la explicación feuerbachiana Con ella, sin embargo, se agota también todo nexo de unión entre
de que la proyección hipostasiada de la infinitud de la humanidad ambos pensadores. Al ateísmo, en efecto, en el que Stirner coin-
en una divinidad diferente del hombre se debe al egoísmo de los cidía todavía con Feuerbach, Kierkegaard opuso la tesis de que el
individuos. En su lugar, Marx postuló que la base del desgarra- individuo está siempre referido a lo eterno en la dialéctica de su
miento del ser humano en la alienación religiosa de su autocon- autocomprensión. Aunque Kierkegaard compartía la idea, que es
ciencia debía buscarse en el desgarramiento fáctico del ser del posible encontrar en todos los hegelianos, de que en la misma
hombre en las relaciones sociales terrenales i4, donde la propiedad transgresión de su finitud operada en la conciencia que el ser hu-
privada conduce al ser humano a su alienación al hacer del pro- mano tiene de sí mismo como un ser finito, este último tiene tam-
ducto de la exteriorización de su esencia en el trabajo propiedad bién inlinitud, para él esta inlinitud trasciende la realización exis-
de otro hombre. Marx concibió la superación de dicha alienación tencial del individuo. Kiérkegaard se mostró de acuerdo con
como una tarea reservada a la historia. Como la humanidad va Hegel en que, al transcender su propia finitud, el individuo está
generándose a sí misma como especie a lo largo de su historia, referido a lo infinito como a algo absoluto y otro. Sin embargo,
es precisamente porque no hay duda de que el hombre se relacio-
l4. K. Marx. Thesen ¡¡ha Feuerbac}¡ (1845/46), tesis 4 (se cita como na en cuanto tal con lo infinito y eterno, por lo que no hay lugar
K. Marx, Die Frühschrijten, edición de S. Landshul [1968],340) (ven:iiól1 cast.:
para una mera identidad entre ambos.
Tesis sobre Fellerbac/t y otros escritos, Grijulbo, Batcelona 1974).

343
342
Aquí no es posible exponer en detalle el pensamiento de Kier-
kegaard '.1, en cuyo caso sería preciso partir de sus vinculas con el como lo que es y, por tanto, haber sido pueslo por lo infinito y
pietismo de su padre. Kierkegaard desarrolló la temática vital del eterno como relación con Dios. Por ello, si el hombre se reali',
individuo valiéndose del pensamiento de Descartes (De oJ1lnibus za a sí mismo a través de su relación consigo mismo ~n el acto.'
dubitandum esl, 1843)'6 A la duda sigue la elección entre dife- de la libertad y sobre la base de su propia finitud -es decir, rea-'
liza aquella relación o «síntesis» de su finitud con lo infinito-, ,
rentes formas o maneras de vivir, cuya multiplicidad puede ras-
de una u otra forma entrará en contradicción con el hecho de
trearse en los varios pseudónimos con que Kierkegaard encabezó
que Dios es el verdadero origen y fundamento de su existencia.
sus numerosos escritos" y en la que él mismo trató de introducir
Con la descripción del callejón sin salida en que se convierte
una jerarquía ayudándose para ello del esbozo de una serie de
esta situación, la cual es por esa razón resumida mediante el tér-
Estadios del camino de la vida (1845). Dichos estadios son el es-
mino «desesperación» -con independencia de que los hombres
téticn, el ético, el religioso y la fe cristiana (<<religión B» )".
sean o no conscientes de ello-, Kierkegaard entregó a la paste-
Para Kierkegaard, el individuo está referido a lo eterno en I
ridad la más sobrecogedora interpretación moderna de la doc-
ladas las formas de realización de su libertad. La exposición
trina cristiana del pecado. La única posibilidad de escapar a es-'
más impresionante de esta idea se encuentra en los dos escritos
ta situación consiste en que el hombre se acepte a sí mismo ell'
kierkegaardianos que más importancia revisten para la teología,
su libertad a partir de Dios. Sin embargo, observada desde el
El concepto de la angustia (1844) y, todavía más claramente,
prisma de la autoconstitución del hombre en su relación con si- :
La enfermedad mortal (J 848), esta última sin duda su obra
go mismo, tal posibilidad se manifiesta como algo "paradóji-.
maestra. Ambos se ocupan en el horizonte de la doctrina cris- .
cO». Esta primera paradoja se ve a su vez unida a esta otra: có-.: ~'

tiana del pecado del fracaso al que está abocada la misma rea-
lización de la libertad. La enfermedad mortal comienza con la
definición del ser humano como espíritu o mismidad (Selbst).
mo podrían ponerse los cimientos de una felicidad eterna' '
partiendo de un momento histórico concreto. Este es el proble- :~L
t~
ma de que se ocupan las Migajas filosóficas de 1844 y la
Dicha definición se inscribe todavia dentro de la tradición de la
Apostilla conclusivo no científica de 1846. Con él se corres'
filosofía idealista de la subjetividad, pero Kierkegaard le da un
ponde positivamente el tema de la Repetición (1843) O «apro- ;
nuevo sentido: «La mismidad es una relación que se relaciona pi ación» de una verdad previal9, ~~;:
consigo misma». Así, pues, como ser finilo que sabe de su pro- La mediación histórica de la relación con la verdad y su apro-
~:~~>
pia finitud, el hombre está referido a lo infinito o eterno, te- piación por medio de la experiencia20, caracterizada una vez más
niendo su ser sólo en esta relación. Al mismo tiempo, y en la por su historicidad, fue también el tema al que consagró su vida
medida en que es consciente de sí mismo, mantiene una rela- el último de los pensadores de que nos ocuparemos en este apar-
ción consigo como ese relacionarse de lo finito con lo eterno. tado: Wilhelm Dilthey.
Sin embargo, como «síntesils de finitud e infinitud~) el hombre
tiene que exislir sobre la base de su propia finitud, es decir, rea-
lizar sobre ella la síntesis, a pesar de haber sido creado por Dios

15. P~rtjcndo del problema de la libertad, central en el pensamiento de


Kierkegaurd, nos ofrece una exposición
Kierkegaard. £ristenz Hlld Freiheit (1993).
de su filosofía W. Djctz, Siirell

16. Al respecto, ef. W. Dietz, Soren Kierkegaard, 157.187.


17. Para el problema de In relación de los pseudónimos entre sí y con el
pensnmiemo de Kierkegunrd cí'. nuevamente W. Dietz, Siiren Kierkegaal~l, 4355,
19. Al respecto, ef. J. Ringleben, Aneic"ung. Die speku/mive The%gie
Süren Kierkegallrds (1983), en especial, 101-195, así como 43855, 472ss.
20. ¡bid., 43855, refiere las categorías de la edificación y de la apropiación
a la categoría interpretativa «experiencia religiosm) (4505S), relacionándola con
el concepto hegeliano de experiencia. Ringleben se apoya en 'que en la
Enciclopedia (~7) Hegel afirma que en la experiencia «el hombre mismo tiene
ll~;
I
53s. que estar ah6>. Sería especialmente esclarecedor relacionar lo anterior -desde
18. lbid., 1255, 20S<D7. el PUllto de visla de la mediación histórica de la apropiación- con la descripción
l.1illheyana de la historicidau de la experiencia.
344
e) Wilhelm Dilthey y la hermenéutica de la experiencia histórica primer romanticismo berlinés y, en especial, para los Discursos
sobre la religión de Schl~iermacher. Tras el examen teológico de
Dilthey ya no pertenecía a la generación cuyo pensamiento 1856, Dilthey pasó a estudiar tilosofía, siendo su maestro el cnti.
había evolucionado en inmediato enfrentamiento con Hegel o co de Hegel, AdolfTrendelenburg. No por ello abandonó Dilthey
que se había aplicado a la tarea de destronade. En el prólogo a la' su interés por Schleiermacher, que en 1860 dio su primer fruto en
colección de ensayos publicada el mismo año de su muerte un ensayo sobre la hermenéutica schleiermacheriana que resultó
(1911) con el título de El mundo espiritual", Dilthey escribió: merecedor de una mención especial y que Dilthey simultaneó
«Cuando empecé en la filosofía el monismo idealista de Hegel con su trabajo en la edición de las Cartas de Schleiermacher, cu-
había sido apeado de su posición de preponderancia por las cien- yos dos últimos volúmenes fueron publicados en los años 1861 y
cias naturales» ..Sin embargo, para el hijo de un pastor protestan- 1863". Ni siquiera entonces dejó Dilthey de ocuparse de
te nacido en 1833, la experiencia estudiantil más importante en el Schleiermacher. El primer volumen de una exposición de gran en-
Berlín de mediados del XIX vendría propiciada por el floreci- vergadura de la Vida de Schleiermacher apareció en 1867/1870,
miento de las ciencias históricas alemanas en la Universidad de la mientras que el segundo volumen estaba aún sin terminar a la
misma ciudad, en tomo a la figura central de Rai1ke" y sus cole- muerte de Dilthey y no fue publicado hasta 1966, una vez resca-
gas Mommsen y Droysen. La cuestión a la que Dilth~y .consagró tado de su legado''.
su vida fue la pregunta por los fundamentos antropologlcos de la Mientras tanto, Dilthey se había doctorado en 1864 en Berlín
«reflexión histórico-universal»23 en los términos en que ésta ha- y ascendido a cátedra con un análisis, que nunca fue entregado
bía sido desarrollada por el historicismo germano. y es que aun- para su publicación, de la conciencia moral. Una cuestión que, a
que en este campo Ranke y Droysen -este último en menor me- la vista del significado de las fuerzas vitales éticas para la histo-
dida- se habían liberado del influjo de la filosofía hegeliana de la ria, también guardaba relación con sus intereses históricos. En
historia, quedaba todavía por decidir qué es lo que finalmente 1867 Dilthey fue llamado a Basilea, en 1869 a Kiel y en 1871 a
ocuparía su lugar como fundamento de la «retlexión histórico- Breslau, hasta que, finalmente, en 1872 volvió a Berlín como su-
universah>. En combinación con las «fuerzas éticas» en que i.den- cesor de Lotze, donde permanecería hasta su muerte. Fue aquí
tificaban uno de los factores determinantes de la historia, las donde tuvo la oportunidad de perfeccionar sus esbozos para la
Líneas ¡undamelltales de la ciencia histórica de Droysen (desde fundamentación de la historia y el resto de ciencias del espíritu.
1858 en circulación, publicadas en 1868) mencionaban aquellas Desde sus tiempos de estudiante, Dilthey venía ocupándose
«ideas» cuyo influjo gobierna el transcurso histórico y que han de otros dos proyectos aparte de Schleiermacher. El primero era
de ser inferidas o deducidas de este último". una «Historia de la concepción cristiana del mundo accidenta!»,
Pese a estar matriculado en teología en Berlín, Dilthey no que luego se convertiría en el borrador para una historia cultural
mostró ningún entusiasmo por la teologíu de su época2\ guar- y espiritual de la Edad Moderna". Junto a él, Dilthey planeaba
dando mós bien sus simpatías para las tendencias panteístas del una investigación de la naturaleza y presupuestos de la concien-
cia histórica, una «Crítica de la razón histórica»", que si prime-
21. W. Dilthey, Gesamme/te Schriften V, 3. (existe una versión castellana .
. a~nque con un orden distinto al original, Obrta' dt! Dilthey, trad. de E. Imaz en
26. W Dilthey, Aus Schlt:i9rmachers Lebell, 1II (1861) Y IV (1863).
colaboración con 1. Guas, W. Roces y J. Roura Parella, 9 vals., FCE).
27. Id., Leben Schleiermachers. 11:Schleiemlachers System als Philosophie
22. ¡bid., 8s (Discurso con ocasión de su 70 cumpleaños).
I/fld Theologie, edición de M, Redeker (1966).
23. ¡bid .• 9. 28. Para ambos proyectos, cf. el (<informe preliminaf» de G, Misch sobre
24. J. G. Droysen, Vor!esungen ¡¡ber EflZyklopiidie IIl1d Methvdofogie der
[o:; Ges({/11I/le!te Sc/¡rijtl!ll V (Obras), de Dilthey (1923), XXlIls. Los estudios
Geschichle, edición de R. Büchner (31958), 34255 (42s5).
25. El magnífico artículo de U. Herrmann sobre Dilthey,.en TR~ 8 (1981), separados sobre el primero de estos proyectos se encuentran en los volúmenes
752-763, se ocupa fundamentalmente del significado del entren[Ullllento entre Il.IV de las Obms,
29. Dilthey en su 70 cumpleaños t (903), Gl!J.:ammelte ScJ¡djien V, 9.
religión y cristianismo en 1<1 evolución de Dilthey.

347
346
ro fue concebida en estrecha vecindad con la fundamentación diltheyana de las ciencias del espíritu. El prim<;ro que, para
gnoseológica de las ciencias de la naturaleza -cuyo mérito se Dilthey, la metafísica era quien «desde ha~~a mas de dos mIl
atribuía por entonces a Kant-, luego fue distanciándose paulati- años» había venido cuidándose de esa funclOn de fundamenta-
namente del de Kiinigsberg y evolucionando en dirección hacia ción". El segundo, que la Modernidad, la cual tenía su culmi-
una hermenéutica de la historicidad de la experiencia. Cuando se nación en el nacimiento de la conciencia histórica, significaba
hallaba a la mitad de este camino, Dilthey publicó el primer vo- el fin de la metafísica. La «desintegración de la actitud metafí-
lumen de la Introducción a las ciencias del espíritu (1883), con sica del hombre frente a la realidad» (351) había empezado con
el subtítulo de Ensayo de unajundamentación del estudio de la la aparición en el siglo XVII de las ciencias naturales. A partir
sociedad y de la historia. El propósito de Dilthey era <<justificar de ahí «la naturaleza humana se erigió en el principio desde el
filosóficamente ... los principios de la escuela histórica», pero no que c;mprender la sociedad» (379), punto de vista que.se,vería
mediante un «contemplar a priori de manera absorta nuestra fa- coronado un siglo más tarde por 'una «perspectlv~ ,hlStOrICO-
cultad de conocer», sino en el sentido de una «historia evolutiva universal cuyo núcleo radica en la idea de eVOIUCI01l»(380).
que parta de la totalidad de nuestro se[»30. El primer volumen de Para Dilthey, el descubrimiento de la historicidad del ser huma-
la obra empezaba ofreciendo una visión de conjunto de «cada no supuso el fin de la metafísica, es decir, el fin del Ideal meta-
una de las ciencias del espíritu», a la que seguía una amplia ex- físico de una «estructuración lógica del umverso» fundada en la
posición de la historia de la metafísica y su desintegración. Según idea de Dios (386s), que Dilthey veía elevarse a la categoría de
Dilthey, la exposición crítica de la metafísica despejaba el cami- principio en el principio leibniziano de razón (388) y realIzarse
no para una nueva fundamentación, la cual debía ser objeto del por última vez en el sistema de Hegel (3?O). Frente a este ~<10- "
segundo volumen. Sin embargo, este segundo volumen nunca fue "icismo» se alzan la libertad (391) y la lustoncldad de la VIda.
publicado. La razón fue que la fundamentación con base en la Lo único que «queda ... es lo meta-físico de nuestra vida como
psicología y en la gnoseología de la vida histórica, de la que su experiencia personal» (384). .
Psicología descriptiva ofrecía un primer esbozo3l, se había tnins- Separarse de Hegel llevó, pues, a DIItheY,a separarse del a en-
formado en el programa para una hermenéutica de la experiencia tera historia de la metafísica y su culrnmacwll en el «loglclsmo»
histórica. Y aunque Dilthey intentó en varias ocasiones prestarle del sistema hegeliano. Para él, el final de la metafísica no se ha-
una formulación acabada32, esta última nunca llegó a alcanzar un bía producido con el surgimiento de las modernas clencl~s de la
pertil definitivo. naturaleza, como en Augusto Comte, sino con el descubnrnlento
de la historicidad del ser humano. Junto a él, asimismo, hace su
Dos fueron los motivos de que la historia de la metafísica y
su desintegración ocupara tanto espacio en la fundamentación aparición en forma simultánea la conciencia de lo finito y,relari-
va de toda manifestación histórica. «La fimtud de todo fenomeno
30. W. Dilthey, introducción:.ll vol. J, Ge,wlllmelte S,:hrijten 1, XVII Y XVIII. histórico, ya sea una religión, un ideal o un sistema filosófic?, así
31. Id., Idea.\' para una psicología descriprh'(l y tJtla!flica (1894), en comu lo relalivo de lOda aprehensión humana de las relacIOnes
GesallJl1zeltell Schriften V, 139-240. A diferencia de la psicología explicativa de objetivas sea cual fuere su índole, es la última palabra de la con-.
las ciencias naturales, la psicología «áescriptiv<l}' parte para Dilthey de la idea cepción histórica del mundo. todo fluye, nada permanece,,". Sin
«de la unidad de la vida» del yo (Selbst) en «un cambio de estados», que
embargo, Dilthey creía haber encontrado una salIda a la~ dIficul-
Dillhey denominaba por entonces «estructura» (200). A esta concepción se
orientó la exposición de P. Krausser, Krj(ik der endlichen Verlltlflji. Dilthey.\'
tades del relativismo que de ahí se deducía y al temor, a el lIgado,
Rel'o/lItio/l der al!g(;/I/(;inell Wi.W.!llschafts- Imd Hwul!llIlgst!lt!o1'ie (J 968). Pero a su deo-eneración en una completa «anarquía de las convlccl~~
esta exposición no tuvo en cuenta que los fragmentos sobre la hermenéutica de nes». Dilthey buscó esa salida en una meditación sobre la totalI-
la experiencia histórica reunidos en el volumen VII de los GesQmmelte Schrifrell
trascendían esta concepción.
33. ¡bid., 1, 125. El resto de indicaciones numéricas del texto se refieren a
.12. W, Dilthey, Cc.\'{//IIlIlelte Schriftell VII, edición de B. Groethuysen este volumen .
(1926), en especial, 131.157 y 191-204, pero sobre todo 228.245. 34. /bid., V, 9 (Discurso con ocasión tle su 70 cump1ellños).

348
349
dad (C1IlIzJ¡eit) de la vida que se hace presente en las vivencias, porque ese marcarse metas está relacionado con aquella parte del
tutalidad que para él constituía ese resto «metafísi(,;o» que sub- todo de la vida que queda todavía por transcurrir y, de este modo,
siste tras la muerte del ,dogicismo» propio de las explicaciones con el todo mismo.
metafísicas. Como consecuencia, las vivencias de los individuos, así co-
La idea clave de los últimos escritos de Dilthey es que la uni- mo todo lo que es objeto de la memoria histórica, están sujetos
dad de la vida, que en 1894 había sido determinante para el con- a una constante reinterpretación, resultado de que el mismo fluir
cepto estructural de una psicología "descriptiva», no es sólo una de la vida modifique sin cesar el significado de sus partes. Sin
categoría propia de un observar externo, o que tiene lugar desde embargo, ¿es posible que lo inacabable de este proceso dentro
fuera, sino algo que se hace inmediatamente presente en sus «vi- del curso de la vida no desemboque en el subjetivismo más ra-
vencias» al sujeto de' las mismas". Con el concepto de vivencia dical? Dilthey tuvo plena conciencia de esta dificultad, pero cre-
(Er/ehnis) enlazan los conceptos de "significado» (Bedel/tl/ng) y yó que podría hacérsele frente mediante la observación de que
«significación» --en el sentido de «reJevancia» (Bedeutsamkeit)-. "el todo sólo existe para nosotros en la medida en que resulta
Cada vivencia particular significa algo como parte de un todo, a comprensible a partir de sus partes». Esta respuesta no puede
través de su relación con el todo (das Ganze) de la vida", Ahora considerarse satisfactoria, porque el significado de las partes de-
bien, el valor de cada vivencia para el todo de la 'lid a va cam- pende precisamente del todo, y éste no puede deducirse de ellas
biando con el tiempo a medida que ésta transcurre, y así es como a pesar de tener que integrarlas y estar, como consecuencia de
también se modifica su significado en nuestro recuerdo. Por ello,
ello, (parcialmente) definido. Si realmente quieren evitarse las
el significado que cada vivencia particular tiene en el curso de
devastadoras consecuencias que se siguen del relativismo, ten-
nuestra vida nunca está del todo definido, excepto al final: "Sólo
dría que darse una relación con el todo de la vida dentro todavía
en el último momento de una vida puede extraerse el cálculo
del curso de ésta, o lo que es lo mismo, antes de que la vida ha-
aproximado de su significado y, por eso, dicho cálculo sólo pue-
ya llegado a su final.
de aparecer tal cual es realmente al final de la vida o en alguien
En Ser y riempo (1927), Martin Heidegger confesó deber bue-
cuyas vivencias sean similares a las que compul:iieron esa vida
na parte de su análisis de la historicidad del ser-ahí (Dasein) a la
que ahora termina»", "Uno tendría que esperar a que la vida lle-
obra de Dilthey". Si se tiene en cuenta que en este libro Heideg-
gase a su fin para poder abrazar con la vista, y esto sólo e'n ese
ger contempla la historicidad como un elemento constitutivo del
instante final, esa totalidad que permite saber cuál es la relación
modo de ser específico del ser-ahí, es preciso concluir que él mis-
existente entre sus partes. Uno tendría que esperar a que la histo-
mo atribuía una importancia esencial al pensamiento de Dilthey
ria terminase para tener en sus manos todo el material necesario
en la arquitectura global de Se,. y tiempo. Sin embargo, en rela-
para saber por fin cuál es su significado»". Por otra parte, en "la
ción con la aporía del relativismo seguido de la historicidad del
determinación del significado del pasado» inlluye también lo que
«nosotros nos hemos marcado como meta de nuestro futuro»,
39. M. Heidegger, Seill Zeit (1927), 403s (versión cast.: El ser y el
Uf/ti
tiempo, trad, de J. Gaos, FCE, México 11989). Heidegger alude aquí principal-
35. ¡bid., VII, 229; cf. antes 140. Para el conceplo de vida como el «con- mente a la relación epistolar entre Dilthey y el conde Yorck van Wartenburg, y
junto de IllS relllciones interpersonales condicionadas por el mundo externo» y al deseo de este último de deslindar más rigurosamente lo histórico de lo ónti-
pum ¿stas en cuunto unidades vitales, cr. 228 ..El concepto de la vida «en su to- co. Heidegger observa que en e~e deseo se esconde una pregunta de carácter
talidad» pasa a ocupar «el lugar de la razón universal de Hegeh> (151), y lo que ontológico: la pregunta por la relación del modo de ser de lo óntico (es decir,
Hegel denominaba ({espíritu objetivo» es reducido a la «relación estructural de «de lo ante-los-ojos o a-la-vista [Vorhandenen] en su más amplio sentido») con
las unidades vitales, cuya continuación se encuentra en las sociedades». «Hegel la historicidad como modo de ser, distinto de lo óntico, del ser~ahi (jbid,), Esta
cOmtnlye metufísicamente; nosotros analizamos lo dado) (150), observación arroja una luz sobre la intención de El ser y el tiempo de esclare.
36. lbid., 229, ef. 2325. Ce!"el sentido del ser por medio de una investigación del modo de ser del ser-
37. lbid., 237. ahí, es decir, de la existencia humana (ibie/., 15ss), pero también sobre la iro.
38. lbid., 2~3. portanda de Dilthey para el lodo de esta concepción,

350 351
significado de la experiencia, Heidegger desarrolló una solución to, si verdaderamente se quiere que el significado detinitivo de la
nueva que iba más allá de todo lo que Dilthey había escrito sobre vida y las experiencias de un individuo puedan conocerse en mie
el tema. La solución heideggeriana consiste en decir que a pesar tad del tlujo temporal", debería existir también la posibilidad de
del carácter siempre inacabado de nuestro itinerario vital, «ade- anticipar, en correspondencia con el «adelantarse al encuentro
lantándonos» o «corriendo de forma anticipada» (Vorlmifen) al de la muerte» (VorlaLlJim zwn Tode) heideggeriano, la totalidad
encuentro de la posibilidad de nuestra propia muerte, nos adue- de la historia a partir de su tinal.
ñamos de <daposibilidad de anticipar existencialmente un ser-ahí
La fe cristiana tiene conocimiento de un acontecimiento de
lotal, es decir, la posibilidad de existir como un poder-ser fO-
esta índole, por el cual el tin de la historia se torna presente en
ta!>,'''. Así, pues, si Dilthey había escrito que es preciso aguardar
mitad de esa misma historia. Dicho acontecimiento es la resu-
a la hora de la muerte para saber por fin cuál es el todo de la vi-
rrección de Jesús, la anticipación del acontecimiento escatológi-
da y cuál el signillcado de sus partes (cf. supra, nota 37), Heideg-
co en cuya venida confiaban los judíos en este ser humano único
ger habla ahora en términos de un anticipar (Vorwegnahmen) ese
en mitad del curso todavía inacabado de la historia. Con todo, es
todo de la vida que el transcurrir de ésta no ha podido todavía ha-
preciso reconocer que sólo alguien que confíe en la existencia de
cer presente (por no haber acabado aún), si bien sólo in polentia.
un Dios que como creador todopoderoso «da vida a los muertos
Aunque no hay duda de que ese captar por anticipado el todo es-
y llama a la existencia lo que no existe» (Rom 4, 17), puede te-
tá en principio sujeto a su corrección por futuras experiencias,
ner fe en que tal acontecimiento ha tenido realmente lugar en la
lo cierto es que escapa al relativismo, al menos en la medida en
historia.
que pruebe su valía en la experiencia posterior. El motivo, en
efecto, es que consigue adelantar, es decir, hacer presente en ple- Sin embargo, Dilthey no consideraba que fuera necesario
no tl uir de la experiencia histórica, esa totalidad y esa verdad de- vincular la totalidad de la vida, condición de toda experiencia
finitiva de la vida que todavía están por llegar. ' significativa en las vivencias particulares, con la idea de Dio~
A decir verdad, Heidegger desarrolló esta idea sólo con refe- como fundamento de su unidad. En su opinión, esta unión es ca-
rencia a la vida individual, mientras que Dilthey establecía un pa- racterística sólo de una de las varias cosmovisiones o «concep-
ralelismo entre el problema derivado de la modificación del signi- ciones del mundo>, (Wellanschallll/lgell) que son posibles"; la
llcado de las vivencias a lo largo de la vida individual y ese mismo religiosa, a diferencia de la' lllosólica. Además, la idea religiosa
problema en cuanto relacionado con el entramado histórico en que de Dios, sobre todo la idea de Dios propia de las religiones mo-.
queda englobada la vida de todo individuo. Como la vida indivi- noteístas, no era para él «más que la proyección de la mayor de
dual se presenta siempre imbricada dentro de contextos vitales las vivencias religiosas, aquélla en que el hombre toma con-
más vastos, tendría incluso que decirse que tanto la totalidad co- ciencia de la independencia de su voluntad respecto del entero
mo el signillcado de las experiencias particulares del individuo entramado de causas naturaJes»44. Esta afirmación recuerda, y
son de algún modo inseparables de la vida del colectivo.l!, Por tan- no por casualidad, una observación del joven Schleiermacher"
según la cual que un hombre tenga o no un Dios para su intui-\,
40. M, Heidegger, Seilllmd Zeit, 264; cf. 260s. ción del «universo», es algo que depende de la dirección de su
41. Con dIo se relaciona el que, contra la exposición de Heidegger, se tenga fantasía: «¿Tiene apego~.. vuestra fantasía a la- conciencia qej'
por muy dudoso que la vida del individuo pueda alcanzar su totalidad adelantán-
Jase al encuentro de la muerte como su posibilidad más extrema (cL W,
42. Cf. el emayo de Pannenberg citado en la nota anterior, 14855, así como!
Pannenberg, Über historische l/lid theo!ogisc/¡e Hermeneutik 1J9.64), en Id.,
151 ss para <da estructura anticipadora de la aparición y destino de Jesús de
GrllllClji-agelJ sysrematischer Theologie 1 [J 967J. 123-158, 145s), Esta objeción Nazaret>~ (152). En dichas consideraciones, puede verse lo que la teología del
fue ya planteada a Heidegger por J. P. Sartre. La vida no culmina en la muel1e. es autor adeuda al pensamiento d~ Dilthey y a sus desarrollos ulteriores ellla filo-
rota por ella (al respecto, cf. W. Pannenberg. Systenuaú'che Theologie 3, 600ss), sufía de Heidegger.
Precisamente por ello, el futuro de la muerte propia puede c()nvcrtir~e en una 43. CL W. DiILhey, Ge.l'amme!le Se:hriften V, 378s,
ocu.':iión para cerciorarse --contra la muel1e- de la totalidad que ta trasciende, 44. [bid" 390,

352
353
importante paso hacia adelante para el conocimiento tilosófico
vuestra libertad, al punto de no poder evitar pensar lo que ella
(también más allá de Hegel). Con la conciencia del carácter
misma ha de concebir primero en el obrar más qoe bajo la forma
abierto de la historia enlazó la penetración de la forma especíli-
de un ser libre? Sea, pues. Ella personalizará entonces el espíri-
ca de l¡nitud de los fenómenos vitales dada en su historicidad.
tu del universo y vosotros tendréis un Dios». Pero si la fantasía
se inclina hacia el entendimiento, «entonces lo que tendréis se- En dicha medida, la crítica de Dilthey al <<logicismo» de la me-
rá un mundo y no un Dios»45. Esta última aseveración de~cribe tafísica, al cual se debe el secuestro de la conciencia mosólica
con bastante lidelidad la comprensión que Dilthey tenía de sí de dicho carácter abierto, sigue manteniendo su validez. La filo-
mismo como un l¡lósofo, en lugar de como un hombre religioso. sofía hermenéutica de Dilthey, junto con las posturas de que ha-
Su idea del todo vital, del que reciben su significado las viven- bremos de ocuparnos en el próximo apartado, es una contribu-
i
cias particulares, se corresponde con el «universo» de Schleier- ción a la redelinición de la situación humana sobre la base de su
macher, pero el suyo es un universo sin Dios. Dilthey creía que finitud, que Dilthey convirtió en objeto de reflexión desde el f:
lo característico de la metafísica era haber introducido a Dios en punto de vista de la historicidad. ~
fi;...
la filosofía como fundamento o razón (Grund) del mundo. Así,
pues, a sus ojos el origen religioso de la metafísica constituye ~...
uno de sus componentes esenciales". Pero la metafísica había 3. La redejinición de la existencia hUI1lwIa tras la muerte de Dios
llegado a su fin en la Modernidad, y además de forma definitiva,
justamente como consecuencia del descubrimiento de la histori- El sentido ateo y anticristiano del giro antropológico posterior
cidad de todos los fenómenos vitales. Lo único que queda por al peosamiento de Hegel encontró su más perspicaz observador
preguntarse es si el todo vital diltheyano no sigue siendo en el en el mismo pensador que más lejos llegó en el análisis de sus
fondo un pensamiento igual de metafísico, como lo era el «uni- consecuencias: Friedrich Nietzsche. Por este motivo, su pensa-
verso» de Schleiermacher. Pregunta que a su vez obliga a plan- miento se convirtió en el punto de partida de los diferentes exis-
tearse esta otra: si acaso es posible concebir ese todo de la vida tencialismos que a lo largo del presente siglo, aunque siguiendo
sin un fundamento de su unidad, merced al cual la unión entre
otros caminos, intentaron redetinir el sentidn de la existencia hu-
sus diferentes momentos se vea a su vez vinculada al todo. De
Illana a partir del fenómeno que Nietzsche bautizó como «nihi~
hecho, ésta fue probablemente la razón que indujo a Schleier-
lismo». A lo largo de este proceso, no han dejado de producirse
macher a abandonar por lin la idea de que el «lmiverso» consti-
algunos intentos por revisar, partiendo de la misma base, los su-
tuye una entidad autosuliciente, reemplazándola en su Dia-
léctica por la fórmula «Ningún Dios sin mUlldo, pero tampoco puestos del ateísmo, resucitando los esfuerzos que Kierkegaard
ningúll mundo sin Dios»47. había realizado en el mismo sentido un siglo antes, dentro del
A pesar los muchos interrogantes que deja sin respuesta el contexto del giro antropológico posterior a la muerte de Hegel.
concepto diltheyano del todo vital, la reflexión de Dilthey en De los existencialismos, centrados en el concepto de «situación»
torno a la historicidad de la metafísica dentro del marco de la (Situatioll), se distinguen l¡nalmente los intentos pur llegar, par-
historicidad propia de todos los fenómenos vitales supuso un tiendo de la comparación entre hombre y animal, a una definición
objetiva de la singularidad humana y, de este modo, a una «an-
45. F, Schleielmacher, Überdie Relig;oll (1799),129. tropología filosófica» que pueda aspirar a ofrecer un conoci-
46. W. Dilthey, Ge,wmmelte Schrijien V. 387, d. 391. Dilthey no vio ahí un
mOlivo sutit.:Íente paró! concluir que In «cosmoYisi6n tilosó¡-jcu» mantenga una miento de validez universal.
dependencia objetiva con respecto a la religiosu.
47. F. Schleiermacher, Dill/ektik, edición de R. Odebrer.:ht (1942), 303.
Schleiermacher distinguió aquí a Dios como «l/I/idad que excluye rod'l uJJosi-
ció/I>l del mundo como «jl/lid¡u! l/He inc.:luye toda oposidó/ll¡ Ubid.).

355
354
'a) El filósofo del nihilismo"
1878 de Humano, demasiado hU/llano, Al año siguiente, su mala
salud obliga a Nietzsche a dejar la docencia. Los diez años si.
Hijo y nieto de pastores protestantes, Friedrich Nietzsche guientes verán nacer sus escritos filosóficos fundamentales.
(1844-1900) nació en Racken y creció en una familia de arraiga-
Para Nietzsche, el desmontaje teórico de la idea de Dios rea-
das convicciones pietistas, de las que sin embargo empezó a dis-
lizado por Feuerbach y los precursores y sucesores de Feuer-
tanciarse ya muy pronto cuando era alumno de la escuela de Pfor-
bach pertenecía a una época que ya había tocado a su fin. Su jui-
taoAun siendo cierto que el pietismo familiar estaba caracteriza-
cio posterior sería que este acontecimiento, «el más grande
do por un moralismo que Nietzsche bautizaría más tarde como la
acontecimiento de la historia reciente»", iba unido a otros nom-
«virtud naumburguesa», s'us fundamentos descansaban pese a to-
bres además del de Feuerbach. Nietzsche tenía aquí presente la
do en la fe en Dios y ésta vio conmoverse sus cimientos por pri-
Ilustración francesa e incluso la crítica kantiana de la razón, a su
mera vez y en profundidad en los años en que Nietzsche fue es-
juició responsable de que Dios y la metafísica aparecieran como
tudiante en Pforta, tras la lectura de La esencia del cristitlllisnlO49
dos realidades innecesarias e indemostrables52• Pero la refuta-
de Feuerhach. Posteriormente, Nietzsche empezó estudios de teo-
ción definitiva de la hipótesis de Dios sólo llega a término mos-
logía en Bonn, siguiendo los deseos de su madre (1864/1865), pe-
trando «cómo pudo surgir la fe en que existe un Dios, así como
ra el estudio de la historia del cristianismo en general, y la lectu-
la manera en que esa fe alcanzó su importancia y gravedad»".
ra de la Vida de Jesús de David Friedrich Strauss en particular, le
Se trata de la misma argumentación de Feuerbach. Desde en-
llevaron al rápido convencimiento de la falsedad interna del cris-
tonces, la muerte de Dios es hasta tal punto un hecho consuma-
tianismo y al abandono de'sus estudios de teología por los de filo-
do, que incluso el «insensato» que busca a Dios -en la plaza del
logía clásica en Leipzig50. Durante los años siguientes, Nietzsche
mercado y llevando lIna linterna a pesar de que es de día- es in~
se entregó con intensidad a sus estudios y quedó profundamente
capaz de encontrarle: «¿A dónde se ha ido Dios? Yo os lo voy a
impresionado por la lectura de la obra de Schopenhauer El mWl-
decir. ¡Noso/ros lo hemos mafado, vosotros y yo! Todos noso-
do como voluntad y representación. En marzo de 1869, la
tros somos sus asesinos»". Nietzsche reflexionó sobre las con-
Universidad de Leipzig le otorgó el grado de doctor basándose en
secuencias de este acontecimiento que precisamente ahora em-
linos trabajos académicos de filología publicados en el Rheilli-
pieza a arrojar «sus primeras sombras sobre Europa». Estas
schen Museum, tras lo cual fue llamado a Basilea, ciudad a la que
consecuencias consisten en primer lugar en una «larga serie de
Nietzsche se trasladó en abril del mismo año. Durante los diez
desmoronamientos, destrucción, ruina y derrumbamiento» de to-
años de actividad académica en Basilea, Nietzsche publicó su pri-
do lo que «ahora que esta fe está socavada, tiene que empezar a
mer libro, Elnacimienfo de la tragedia en el espíritu de la IInísi-
venirse abajo por estar construido sobre ella, apoyado en ella,
ca (1872), dedicado a Richard Wagner como signo de la amistad
que en aquellos años felices le unía con Wagner y su esposa injertado en ella: por ejemplo, nuestra entera moral europea»~S.,
Cósima. Este período tieneun abrupto tinal con la publicación en
51. F. Nielzsche, DiefriJhliche enschaft (IB82), libro 5, aforismo 343\
Wi.s..•.
(versión cast.: La gaya ciencia, trad. de E. Ovejero y Maury y F. GonzáJez
48. El editor de la edición crítica de la obra de Nietzsche, M. Montinuri,
Vicén, en Obms cOlllpletas tlt;.Nierzsche, AguiJar). ..
publicó Friedrich Nietzsche. Eine Einfühnmg (1991). Si esta obra constituye
52. Documentos en E. Kuhn, Friedric:h Nietzsches Philosophie des eu",
lln;,¡ biografía de Nietzsche, el libro de K. Lowith expone la filosofía tle Nietz-
ropüi.l'chen Nihilismu:,>' (1922), 122ss. Hasta 1872. '.
sche ti partir de su pensamiento central, Nietzsches Phi/osophie del" ell'igen 53. F. Nietzsche, Morgenriithe. GedankeJl tibe,. die moralischen Vorurteile '
Wiederkehr de;,,'Gleichen (J 956, ~1978). Entre las publicaciones sobre la filoso-
(1881), aforismo 95 (versión casL: Aurora. Pensamiemos sobre los prejuicios.
fía de Nietzsche, este libro sigüe ~iendo -por encima de obras como J<lS de /IIorale.I', en Obras cumpletels de NierZH:he, Aguijar). •
Heidegger o Jaspers- fundamental (cf. el juicio de M. Montinari, Nie/:sche.
54. F. Nietzsche, La gaya ciencia, aforismo 125. Pese a [oda, sigue siendo ~
Eille Einfiihnll1g, 85).
necesario vencer la sombra de Dios (aforismo JOB). '. '! .,,"
49. M. Monlinul'í, Nietzsche. Eine Eillfühnlllg, J9.
55. ¡bid., aforismo 343. En Mellschliches, AllZltmeluchliches. Ein Buch/ii.r
50. ¡bid., 29s.
freie Geister 1 (1878) (versión cast.; Hummw, demasiado humano. Un libro pa"

356
357
Dentro de este contexto, se produce también la aparición del el creer en Dios»5'). Sin embargo, con esta idea enlaza otra que
concepto de nihilismo como designación del principio aniquila- arroja una luz nueva sobre la historia del nihilismo. europeo.
¡Jor del mundo, activo en el proceso de destrucción y desl11oro~ Pese a diagnosticar que los valores fundados en la fe en Dios
namiento;'i(¡. han protegido al hombre del nihilismo de la negación de la vida,
¿No será por tanto que la propia lilosofía.de Nictzsche no es hasta el punto de que éste sólo ha logrado abrirse camino después
nihilista, al m~nos en cuanto que se esfuerza en prever las des- de que aquélla ha lOcada a sulin, Nietzsche no llegó a la conclu-
tructivas consecuencias de la muerte de Dios y así «vencer» su sión de que había de esforzarse en recuperar el supuesto de la fe
sombra? y aunque de hecho Nictzsche haya denominado en algún en Dios. Para él, esto hubiera significado tanto como contravenir 1:
momento a su doctrina como <mihilismo», ¿cómo se entiende es- el compromiso del crítico con la verdad. Obviamente, a Nietz-
to con su tendencia a valorar la vida en el desarrollo global de su sche nunca se le ocurrió dirigir sus «sospechas»60 contra los ar-
pensamiento?57. gumentos o los defensores del ateísmo moderno. En lugar de
Un fragmei¡to del verano de 1887 habla de que la moral cris- ello, centró su desconfianza en la moral, que tras la eliminación
tiana ha protegido al hombre del nihilismo en tres sentidos. En de Dios tenía que ser la primera en caer.
primer lugar. atribuyendo «al hombre un valor absoluto». En se- En el prólogo a Aurora puede leerse que «hasta el momento se
gundo lugar, reconociendo perfección al mundo. Por último, ha retlexionado de la peor de las maneras sobre el bien y el ma¡".
asignando al hombre el conocimiento de valores absolutos. De Nietzsche había consagrado ya la segunda sección del primer vo-
este modo, la moral cristiana ha impedido «que el hombre se lumen de Humano, demasiado humano (1878) a una «historia psi-
despreciara a sí luismo, que tomara partido contra la vida, que cológica de los sentimientos morales». Sin embargo, este tema fue
desesperara del conocimiento», y ésta es la forma en que fue recuperado de nuevo en la Genealogía de la moral--quizá su más
«el gran antídoto contra el nihilismo práctico y teórico». Pero el importante obra filosófica-- y sometido a una reflexión comparati-
vamente mucho más incisiva y contundente. El primero de los tra-
compromiso con la sinceridad anejo a esta moral ha terminado
tados de que se compone este libro sustituye la oposición bueno-
finalmente por destruir su mismo fundamento, es decir, la fe en
malvado (Gut-Bose), para Nietzsche nacida del resentimiento de
DioS5M, De manera análoga, la GeneaLogía de la moraL apunta
los inferiores hacia los naturalmente más fuertes y mejor consti-
que el ateísmo nacido en esa franqueza es la «catástrofe, que im-
tuidos, por la distinción «aristocrática» entre lo bueno (Gut) y lo
pone respeto, de una bimilenaria educación para la verdad, edu-
malo (Schlecht)61. El segundo tratado ofrece una historia del sur-
cación que, al final, se prohibe a sí misma la mentira que hay en
gimiento de la conciencia de culpa, deducida del fenómeno antro-
ra espíritl/s libre~;, en Obras comple1Cls de Nietzsche, AguiJar), aforismo 133, se
pológico de la responsabilidad, la cual constituye un rasgo priva-
Jice: «Eliminada la idea de Dios, eliminado el sentimiento de pecado como un tivo del hombre como el animal «que puede prometen>". En
contravenir los preceptos divinos)): contraste con ello, el concepto de culpa tiene su origen en el «de-
56. ¡bid., 346. P~lfa la prehistoria del término, que aparece en sus escritos recho de las obligaciones» (6), es decir. «en la relación entre com-
hacia 1880, Kuhn r~mite a su uso en la época para aludir a los atentados de los pradores y vendedores, acreedores y deudores» (8), siendo luego
opositores al régimen zarista (E., Kuhn, Friedrich Nietzsche .••P/¡ilo.wphie des
ellroptiischen NihiliwlUs, lOss). La asunción del término por Nietzsche conecta
59. F. Nietzsche, Zur Gellea/ogie der Moral (1887) m, aforismo 27,
con Schopenhauer y Lutero (13), Kuhn no cree que haya ninguna relación con
60. Cf. el aforismo arribft cilado (nota 55) de La gaya ciencia (1882).
Slirner, aunque en 23ss habla en términos genéricos Je los hegelianos como
61. ef. especialmente Gellet¡[og{a de la moral 1, aforismo 16, donde se re-
(precursores de los nihilistas) (25). Para Stirner, cf. K. Lowith, Nierzsches
monta el enfrentamiento entre estos dos puntos de vista al enfrentamiento entre
Philomphie del' ewigell Wiederkehl' des Gleichen, 1555.
Roma y Judea. En esta «rebelión de los esclavos en la mora!» (aforismo 7ss), en
57. K. Lowith, Nietzsches Phi/osophie, 60.
el que «(el mismo resemimiellto se vuelve creador y da a luz valores)), Nietzsche
5~. F. Nietzsche, Nl.lchgeJasselle Fragmente S, 71, citado en M. Montinari
110, quien habla de: que este fragmento es «deL:isivo» para comprender a descubre las raíces de la ética cristiana del amor (aforismo 8).
62. Gellealogia de la moral JI, aforismo 2. El resto de indicaciones numé-
Nietzsche. CL también E. Kuhn, F'riedrich Nietzsches PllilosopJ¡ie des eu-
ricas del texto se refieren a los aforismos de este libro.
mpiiischen Nif¡iJislIltlS, 194s.

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358
trasladado a los compromisos que el individuo contrae con el co- repugnancia allle los senlidos, ante la razón misma, el miedo a la
lectivo y, por fin, con los antepasados (¡compárese con Freud!), es felicidad y a la belleza, ese anhelo de apartarse de toda aparien-
decir, con la divinidad (l9s). Con ello enlaza la «mala conciencia cia, cambjo, devenir, muerte, deseo, anhelo mismo -todo eso sig-
como la profunda dolenCia a que tenía que sucumbir el hombre ... nifica, atrevámonos a comprenderlo, una voluntad de la nada.
cuando se vio definitivamente encelTado dentro del hechizo de la una aversión contra la vida ... » (28).
sociedad y de la paz», momento a partir del cual sus instintos
El resultado de sus indagaciones en la genealogía de la moral
agresivos se volvieron hacia dentro, contra él mismo (16). Sin em-
tuvo una gran importancia para la comprensión por la filosofía de
bargo, el sentimiento de culpa frente a la divinidad alcanzó su ma-
Nietzsche del nihilismo europeo. Si antes el nihilismo era para él
xillllll1l en la relación con el Dios cristiano (20), donde se vincula
consecuencia de la muerte de Dios, ahora este diagnóstico es am-
a una volnntad de autotorlura (22), la cual es el prerrequisito esen-
pliado y profundizado: el cJ1stianismo y el Dios cristiano son ellos
cial para satisfacer a Dios. La liberación de esta «neurosis)) reli-
mismos nihilistas desde la raíz". Esta interpretación se veía en-
giosa6J sólo es posible pasando por el ateísmotH,
frentada a una serie de dificultades que Nietzsche tampoco disi-
El tercer tratado investiga la hostilidad contra la vida de los
muló por completo. Habrían sido menos numerosas si el cristia-
ideales ascéticos, hostilidad especialmente manifiesta cuando ta-
nismo hubiera evolucionado a partir de la cosmovisión dualista de
les valores caen en manos de los sacerdotes que declaran que la
la gnosis. Contra la interpretación nihilista del cristianismo se pro-
negación de la vida presente es una condición para participar en
la vida trascendente", A la vez, el sacerdote se ha ayudado, in-
nuncian. al lado del mensaje cristiano, la reconciliación que tiene
tensificándolos, de los sentimientos de culpa para generar un an- lugar por medio de la muerte de Cristo en la cruz --{jue Nietzsche
helo de redención (20). Nietzsche reconoció a los ideales ascéti- pudo reducir a un motivo nihilista sólo con grandes dificultades
cos un gran número de rasgos positivos. De ellos no sólo forma (cf. nota 64)- y sobre todo la fe cristiana en la creación, cosa que
parte la «bimilineraria educación para la verdad)) -responsable Nietzsche descubrió el mismo año de la publicación de la
última del descubrimiento de la inexistencia del Dios cristiano Genealogía (cf. supra, nota 58). No obstante, la imagen de la his-
(27)-. Su logro principal es haber hecho la vida soportable: «El toria del nihilismo ofrece una apariencia considerablemente más
hombre quedaba así salvado, tenía un sentido» (28). Con todo, el armónica cuando éste es presentado como la consecuencia de un
ideal ascético es esencialmente nihilista: «Ese odio contra lo hu- principio interno al cristianismo mismo, y no como las conse-
mano, más aún contra lo animal, más aún contra lo material, esa cuencias seguidas del protoacto nihilista de matar a Dios.
El argumento nietzscheano en favor de la participación del
63. Este concepto central del psicoanálisis de Freud aparece ya en Nietz- amor lilosó/ico a la verdad en el proceso de desmoronamiento y
sche: Jenseits 1!01l Gur uf/d Bose (trad. de A. Sánchez Pascual, Más allá del bie/l
)' de/mal, Alianza Editorial, Mndrid 1992) I1I, 47, Y Ge/Jea!ogícl Je la mora/IJI,
1!. M. Mo¡ltin<lri, Nietzsche, 96, considera probable que Freud conociera a
Nietzsche ya desde muy pronto por mediación de Joseph Paneth.
64. F. Nietzsche, Genealogía de la moral 11, aforismo 20. De todos modos,
Nietzsche menciona aquí el «momentáneo alivio» que supuso para la «humani-
. ,
66. La literatura sobre Nietzsche pasa a menudo por alto estas dos fases en
el uso nietzscheano de las expresiones «nihilismo» y «nihilista». Sin embargo,
¡;::-;tudistinción es de la máxima importancia, ponJue una co:-;a es que el nihilis-
mo sea consecuencia de la muerte de Dios -como en las primeras alusiones de
Nietzsche u esta cuestión-, y olra II.1UY distinta que el cristianismo y Dios mis-
dad martirizada» el «golpe de genio del crisrialJislIlo» consistente en que Dios mo sean concebidos como manifestaciones de una tendencia nihilista. No se
mismo se sacrificara por los pecados de los hombres (aforismo 21), ef. también discute que esta última concepción hunde objetivamente sus raíces en el pasado
aforismo 68 de Awvl'Q (J 881) para el origen de la «destrucción de la ley» por dc Nietzsche -en concreto en su descubrimiento de Schopenhauer-, pese a lo
san Pablo, y el comentario al rer>pecto de M. Montinari, Nietzsche, 79s. cual, y en lo que se rt':fiere al t:mpleo del término, sigue tratándose de la aplica-
65. Genealogía de la /llora! m, aforismo 11. Esta forma del ideal ascético ción cada vez más general de un vocablo que en principio tenía un alcance Il1UM
nnce, según Nietzsche, (Idel instinto de protecciólI y de salud de una vida que cho más reducido. Sólo si se tiene en cuenta esto último es posible juzgar ade.
degent:n/», y ahí es donde radica el poder del sacerdote ascético (13). (IEI do-
cuadamente la relación del ateísmo con el nihilismo en la filosofía nietzscheana.
minio sobre quienes sllfren es su reino ... » 05), Los demás números del texto
Para e!nihiJismo en Nietzsche, cf. también Nishitani Keiji, TheSe/j-overcomillg
haccn referencia a.los aforismos de este tercer tratado.
l~lNihi/ülll, versión alemana de G. Parkes (J990), 29M99.

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misma afirmación llama Zaratustra en el prólogo del libro, donde
derrumbamiento posteriores a la muerte de Dios sólo podía jus- conjura a los hombres a permanecer fieles a la tierra: «Permaneced
tificarse de una manera: por la tesis de que de este modo es posi- fiel~s a la lierra y no creáis a aquellos que os hablan de esperanzas
ble volver a afirmar la vida de un modo nuevo. Con este último transmundanas», Los transmundanos deben ser evitados por todos
propósito enlazan las tres palabras clave del mensaje positivo de aquellos que, como Nietzsche, tienen esas esperanzas por una ne-
Nietzsche desde Así habló Zaratllslra (1883-1884): el superhom- gación de la vida presente Y desean permanecer fieles a la tierra.
bre que es preciso crear una vez ha muerto Dios, la fórmula de la Sin emhargo, teniendo presente el sufrimiento y la tentación de su-
voluntad de poder y la doctrina del eterno retorno de lo mismo. cumbir de asco frente a la vida, esto último se paga con la supera-
El Zaratuslra trata el tema de la voluntad de poder en el dis-
ción de sí mismo.
curso que lleva por título "De la superación de sí mismo»". Que Para Nietzsche, la manifestación más extrema de la afirmación
Nietzsche localizara el tratamiento de la voluntad de poder en es- de la vida se encuentra en el pensamiento del eterno retorno de lo
te pasaje podría no ser casual. En él se dice: «En todos los luga- mismo. Por un lado, el eterno retorno es «la forma más radical de
res donde encontré seres vivos encontré voluntad de poder». nihilismo: ila nada (el sinsentido) eternab>. Por otro, su inversión
Aunque una de las manifestaciones de la voluntad de poder es la en la afirmación sin límites de esta vida, junto con lú perspectiva
voluntad de ser señor sobre otros, su significado no se agota en de volver a vivirla una infinidad de veces'o Karl Uiwith ha mos-
esa voluntad específica. Por ello, lo más probable es que Monti- trado que este pensamiento se limita a ser la repetición de la an-
nari esté en 10 cierto cuando afirma que la «voluntad de poder» tigua representación de los ciclos cósmicos, sólo que ahora en la
no es un principio metafísico, sino «simplemente otra palabra cima de la modernidad anticristiana". Nietzsche encontró un nue-
con que designar la vida, otra manera de definir la vida»". Según vo motivo de aliento para persistir en la doctrina del retorno en la
Nietzsche, la fórmula «voluntad de existir» no se acomoda a es- orientación filosófico-natural del pensamiento de su tiempo".
te propósito. En efecto, «muchas cosas tiene el viviente en más Pero la motivación principal para volver a ella se encuentra en un
alto aprecio que la vida misma». Lajustiticación de este punto de fragmento del verano de 1881: «Quien no cree en un proceso cí-
vlsta se encuentra en que la vida es aquello «que tiene que supe- clico de carácter universal, tiene que creer en el Dios tiránico.
rarse siempre a sí mismo». El acento principal del pensamiento Así razona mi punto de vista, a diferencia de todos los teísmos
de la voluntad de poder recae, pues, en la autosuperación. hasta ahora existentes»73. Una vez más, su enfrentamiento con el
Esto nos lleva a las proximidades del discurso sobre el super- Dios creador del cristianismo fue decisivo para que Nietzsche op-
hombre. Según el prólogo del Zaratllslra, el hombre es «un trán-
sito y un ocaso» en la vía hacia la meta constituida por el naci- 70. K. Lüwith, Nielzsdles Pltilosophie (1956), 60s. Al respt:cto, er. también
miento del superhombre. Así, pues, el superhombre nace de la Lu g!lya ciellcia, aforismo 341.
71. K. Lowith. Nietuche!>' Philosophie, 1 t 3ss, 124, eL 194: <IEIeterno re-
aUlosuperación del hombre. Pero, ¿qué es lo que debe ser superado
torno es el eterno retorno de lo mismo. es decir, de lo que en todos los vivien-
en el hombre? La respuesta se halla en un fragmento de la época en tes es igual en idiosincrasia y poder». También tiene su interés la comparación
que, a la vez que trabajaba en el Zara/lIstra, Nietzsche estuvo 'a que L6with establece entre el pensamiento del eterno retorno de lo mismo y la
punto de sucumbir de asco frente a la vida tras una enfermedad. exigencia kierkegaardiana de «"repelir» (históricamente) lo mismo (161s5, en e5~
Nietzsche escribe que si logró sop0l1ar la vida fue "por tener la mi- pecial, 1725s).
72. Al respecto, d. M. M,smtinari, Nietz~'cJ¡e, 8655, así como G. Vanimo,
rada puesta en el superhombre, en quien afirma la vida»". A esta
11ltrotillziolle tI Nietzsche (1992) (versión cast.: In1Jvducdón a Nietzsche, trad.
de J. Billughi, Península 1996).
67. F. Nietzsche, Al~'o ~pracJ¡ ZarmJlIIslfa, parte 2 (1883), capítulo 12. 73. F. Nietzsch~, N£/chgelasselle Fragmente 11, 312, citados por M.
(También hay traducción d~ A. Sánchez Pascual. Así habló ZlIratlutm, Alianza Montinmi, Niel;:.s'c1le, l:I6. Al respecto, d. también K. L6with, Nietzscltes
Editorial, Madrit1-'l>¡ 990). Philosopllie der ellligell Wietlerkeh,. des GJei£:lien, 192, donue a causa de la ten-
68. M. Montinari, Nietzsche, 99. dem:ia a volver a la naturaleza aneja a la idea del eterno rewrno se denomina a
69, F. Nietzsche, Nacltgelllsselle Frugmt:lltt: 4,81, citado por MonlÍnari, Nietzsche «el Rousseau del siglo XIX».
Nietzsche, 91.
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tara por el polo opuesto. A la vez, el fragmento a¡Toja una pecu- cadena el derrumbamiento de los valores morales, testimonios
liar luz sobre la a¡¡nnación de la muerte de Dios. Si el único ob- como éste sugieren que el ateísmo de Nietzsche podría proce-"
jeto de la doctrina del etemo retorno es eliminar la alternativa der de su aversión personal a la moral cristiana y a su mentali-:
constituida por el Dios creador del cristianismo, y este último ha
dad de expiación y pecado. Sea como fuere, la idea de que la
«muerto» ya, ¿por qué vencer tantas resistencias internas para
muerte de Dios destruye la base sobre la que se sostiene el sen-
ahrazar una doctrina a todas luces innecesaria?
timiento de pecado aparece al comienzo mismo del enfrenta-'
Karl Uiwith ha llamado la atención sobre la impronta cristia-
miento explícito de Nietzsche con la moral y el cristianismo".
na del vínculo establecido por Zaratustra entre el pensamiento
De.verse en el ateísmo de Nietzsche la expresión de su animad-
del eterno retorno y el programa futuro de la transmutación de
versión al espíritu protestante de penitencia y expiación", es tam-
todos los valores: «Ningún filósofo griego subordinó su pensa-
miento de una manera tan exclusiva al futuro y ninguno se tomó bién posible entender lo que si no sigue siendo un enigma, es decir,
en serio a sí mismo como un destino histórico», La voluntad su- que Nietzsche no sometiera jamás al filo cortante de su descon-
perlativa «última», «suprema». «tiene su origen en la tradición fianza intelectual los argumentos y condicionamientos sociales
cristiana, en la fe en que la voluntad omnipotente de Dios ha del ateísmo moderno. Nietzsche practicó la virtud de la sinceri- .
creado hombre y mundo, en'que Dios y la imagen viva de Dios dad, de la que tanto se gloriaba, de manera hien parcial y arbitra-
que es el ser humano son esencialmente voluntad»". Pero aun- ria, y este hecho demanda, al igual que el anterior, una pertinen- .
que en este caso Nietzsche permanezca involuntariamente afe- te explicación. Pese a ello, el cristianismo debería agradecer a'
rrado a uno de los motivos fundamentales del cristianismo, es Nietzsche el espejo, por distorsionado que fuera, en que éste le i
innegable que su Zaratustra fue concebido del todo consciente- obligó a mirarse. La teología no debe cerrar sus oídos a las ense- '.
mente como la contrafigura de Cristo y que muchos de sus frag- ñanzas que la obra del hijo renegado de un pastor protestante 1
mentos son reproducciones «en negativo» de pasajes del Evan- puede proporcionarle sobre algunos de los desanollos equivoca- ,
gelio. Zaratustra habla como «un predicador cristiano» de la dos de la piedad cristiana. Aquí se encuentra el significado po-
«redención», la cual no fue sólo el leitmotiv de Wagner, sino tencial de Nietzsche -yen especial de la Genealogía de la mo-
también de Nietzsche. «Tanto en su factura literaria como en su ral- para la teología cristiana. La recepción de Nietzsche,
contenido, el libro es un evangelio anticristiano y un sermón de imprescindible en el sentido que acaba de expresarse, está toda-
la montaña invertido»75. vía en sus comienzos. Es preciso tanlo hacer recular la negación
Nietzsche entendió la teología cristiana7ó a partir de la misma del mundo y del yo que Nietzsche caracterizó como neurótica,
piedad y casa panoquial protestantes de las que procedía y con-
tra las que se volvió. Él mismo lo indicó en el prólogo a la 77. ef. el aforismo ya citado en la nota 55 de Humano, demasiado huma) ~
Genealogía de la moral: «En mí se manifestó muy pronto una ¡lO 1 (1878). ef. también allí aforismo 14: «El cristianismo ... aplastó y que-,
peculiar inclinación a cavilar» sobre cuestiones morales, «una in- branló completamente al hombre, hundiéndolo en una profunda ciénaga: así hi-, .1
:£0 brillar de un golpe en el sentimiento de una loLal abyección el resplandor de ,:;
clinación tan precoz, tan espontánea, tan incontenible, tan en
la compasión divina ... >l. Nietzsche vio en esto último una «profunda conupción
contradicción con mi ambiente, con mi edad, con los ejemplos del corazón y la cabeza», aunque es a ella «a quien apuntan todos los senti-.
recibidos o con mi origen, que casi tendría derecho a llamarla mi mientos psicológicos del cristianismo: éste quiere aniquilar. quebrantar, ador.
a prinri». Pese a que en la historia del nihilismo el proceso sea el Jl1~cer, ~mbriagur. .. ».
inverso y la muerte de Dios la premisa y el fenómeno que desen- 78, A eslu interpretación upunwba ya B. Luuret, Sdwldelfalmmg und
Gotlesji-age bei Nietzsche L/ud Freud (1977), 167s. Sin embargo, la relación de
74, K. Ltiwith, Niefzn:hes Phi/osophie, 125s. uteísmo y nihilismo como transfondo de la crílica nietzscheana a la moral no es
75. ¡bid., t89. atendida por Luurel. La interpretación nihilista del cristianismo como religión
de la compasión -inspirada en Schopenhauer- no procura la cluve para coro.
76. P. Koster, Nie!zscJu:-Kl'itik liIld Nielzsc/¡e-Rezept;oll ill del' The%gie prender esla r~lacióll, como insinú¡t Lauret cuando alude al libro Il, 3. de A.sí "a-
de~'20. jo/¡r/¡ulldi!l"IS: Nielzsche~Studjen 10111 (1981/1982), 615-685.
hM Zartlfl/Slra, sino qu~l'onstiluye meramenle un momento de su evolucIón.

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órbita de influencia de las primeras manifestaciones de Nietzsche
como presentar la negación de sí mismo como nada más que un sobre el nihilbmo -según las cuales éste es consecuencia de la
momento de las más abarcadoras afiflnación del mundo y del yo muerte de Dios-, hasta el extremo de que a partir de este instan-
que tienen su fundamento en la fe cristiana en la creación. La te, y aun permaneciendo dentro de esa misma órbita, Heidegger
unión del amor redentor de Dios y el amor del creador (Mt S, 45) dedicó sus esfuerzos a su superación,
ha de ser el factor determinante en la piedad cristiana, entendien- Siendo todavía un estudiante, Heidegger había leído el ensa-
do al mismo tiempo el amor del creador como un amor creador yo de Franz Brentano Sobre los múltiples significados del ser en
siempre orientado al cambio. Por otro lado, el obrar redentor de Aristóteles (1862), volviendo a manifestar un especial interés por
Dios y su consumación futura, escatológica, deben verse como la las cuestiones ontológicas durante los años en que estudió teolo-
expresión de la persistencia de Dios en su creación a través pre- gía católica con Carl Braig (1909-1911). Pasados cuatro semes-
c[Samente de la transfiguración de esta última. y esto quiere de- tres, Heidegger se inclinó por completo hacia la filosofía, llegan-
cir, en el mismo sentido de la conminación de Zaratustra a per- do al convencimiento, bajo el influjo del neokantiano Heinrich
manecer tieles a la tierra y no volverse a otro mundo que entrega Rickert, de que la ontología estaba necesitada de una fundamen-
el presente en brazos de la nada. tación en la gnoseología. A partir de este momento, Heidegger
creyó imposible poder hablar de Dios como ser supremo en el
sentido de la ontología (neo)escolástica"'. De esta forma se pro.-
b) Heidegger y eLexisfellci(lLismo dujo el ingreso de la «muerte de Dios» en su pensamiento, por
tanto mucho antes de que Heidegger invocara el nomhre de
La situación que Nietzsche describió con el término «nihilis- Nietzsche. A pesar de la separación entre pensamiento y fe con-
mo» configura el contexto en que en el período de entreguenas dicionada por este paso, Heidegger permaneció tiel a sus víncu-
fueron saliendo a la luz las diferentes manifestaciones de lo que los íntimos con el cristianismo", aunque a partir de ahora sus
hoy se conoce como filosofía de la existencia. Sin embargo, y pe- motivos se localizarían más allá de la ontología tradicional y de
se a vemr frecuentando el pensamiento de Nietzsche desde bas- la ontología fenomenológica. Después de su ascenso a cátedra
tante antes, no fue hasta finales de los años veinte (y por tanto (1915), así como durante los años en que Heidegger colaboró
ha~ta después de la publicación en 1927 de su obra principal: Ser con Husserl en Friburgo (hasta 1923), sus motivaciones cristia-
y lJelllpU) cuando Martin Heidegger (1889-1976) hizo referencia nas se tradujeron en el interés de su pensamiento por el modo de
al concepto nietzscheano de nihilismo". Pese a ello, el pensa- ser de la experiencia vital «fáctica», que Heidegger caracterizó
asimismo como «histórica»82. Además de por los análisis dilthe-
Illlento de Heidegger se vio arrastrado muy pronto dentro de la
yanas de la historicidad de las vivencias, su comprensión de di-
79. Para el significado de Niet7.sche en Heidegger, cL O, Poggeler, Da cha experiencia vital histórico-fáctica fue inlluida por el carácter
Vellkll'eg J\:Iartill Heideggers (1963, 21893), 100s (versión cast.: El el/millo del
pellsa.r (!e Mar/in Heidegger, trad. y epílogo de F. Duque, Alianza Editorial, 80. M. Jung, Dus Denkell de~'Seills l/ud del' G/Ullbe QI1 Goft. 211m Verhdlt.
Madnd -1993); para el conocimiento que Heidegger tenía ya de Nietlsche en /lis 1'011 Phi/m'vp1Jie wu/ Tlzev{ogie bei Heidegger (1990), 23 Y 25s. er.
M(JJ1ill
to~'noa 1910, cf 25s. De importancia fundamental pun.l1a comprensión tardíu de la concepción, enunciada ya por Fichte en 1798, de que en virtud dd uso res 4

~letzsche es el ensayo del mismo Heidegger, Gott ¡sI fOl, en J-IoJzll'egl! (1950, lringido de las categorías a lo gado espadalmente (en KanL), y por tanto tam-
1 % 1l, 193-247 (versión cast.: Camillos de VV.H/llt!, Alianzu Ediwrial, tviadrid bién Je la categoría de substancia, Dios no puede ser pensado como substancia.
.11997). Heidegger dice uUí que el signiticado del nihilismo es que «el mundo 81. ¡bid., 34s.
sllP.rasensible carece de fuerza activa, que no comunica vidl.\») (200). Así, pues, 82. O. Poggeler, Der Denkweg Martill Heideggers, 38. Pos(erionnente,
H.cl.d.cgger se muestra en desacuerdo con el significado original de la palabra upoyúndosc en una de las cuatro consideraciones intempestivas de Nietzsche
1111ul1s1ll0,y ubraza su signiticado más general, segun el cllal el «(movimienLo -De la militl,," y desvell((¡jt'I,~ tle la hürvria para la \'idu lCvmiJeracivlles ill-
histórico») (20 1) del nihilismo no comienza «con la negación dd Dios cristianQ» tempestivas Il [1873/1874])-, Heidegger distinguió entre la historicidad y la
(202). A continuación, Heidegger relaciona el nihilismo con el destino <le la me- historiu objetivaJora (eL M. Jllng, Das [)t:llken des Sein.l', 130, nota 37).
tafísica'determinada por el platonismo.
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«kairológico» -definido a partir de la espera en la parusía de desde siempre objeto de interés"'. En este intento reviste una in)'
Cristo resucitado- de la comprensión paulina de la fe". Esta úl- pOrlancia decisiva el análisis de la temporalidad e historicidad de
tima. que san Agustín había ocultado tras un velo de conceptos la realización de la existencia, las cuales, teniendo su origen en el
neoplatónicos, había sido revalorizada por el primer Lutero yen- futuro del ser-ahí, determinan también sus características ontol6~
frentada a la filosofía. Sin embargo, a la vez que se ocupaba filo- gicas en contraste con todo lo dado de forma meramente ónticaS?
sóficamente de la experiencia protocristiana sólo en cuanto para- De ahí resulta el diferenciarse del ser (Seia) con respecto a todo
digma de la historicidad, Heidegger procedió a formalizarla con ente (Seiendes), diferencia sobre la que Heidegger volvería sin
tal rigor, que sus rasgos verdaderamente característicos, en parti- descanso en los años siguientes y cuyo encubrimiento sistemáti-
cular la referencia a Dios y a Cristo -sin la cual desaparece como co caracteriza, en su opinión, la historia de la metafísica.
tal experiencia-, pasaron a un segundo plano84. En los años si- En su lección de ingreso en Friburgo, ¿ Qué es metafísica?
guientes Heidegger siguió contemplando la fe cristiana simple- (1929), Heidegger planteó la cuestión del ser como la cuestión de
mente como una forma especial de experiencia existencial eli- la nada del ente que se revela al ser-ahí en la angustia por su se¡Jl!l,
minando así de ella su constitutiva referencia objetiva. . Heidegger tuvo entonces que salir al paso de la acusación de de-
. Es posible comprender la obra principal de Heidegger, Ser y fender una filosofía de la angustia y de la nada". Esta acusación
flempo (1 92?), como el resultado de la unión de la dimensión de era en realidad un malentendido, pues, por decirlo con Hegel, el
la historicidad, entonces redescubierta, con la pregunta por el ser, ser es la negación determinada del ente: la nada del ente, no ne-
que Heidegger formuló partiendo de la fenomenología de gatividad sin más. .
Husserl". La obra pretendía esclarecer el sentido del «sep> (Sínn A continuación, Heidegger afirmó que, desde sus inicios en
des Seíns) y, junto con él, los supuestos de toda ontología formal Grecia hasta Nietzsche, la metafísica había mantenido oculto al ,
y regional tomando como ejemplo e hilo conductor la existencia ser en Stl diferencia con respecto al ente. La razón aducida por
humana (ser-ahí, Dasein), para la que la comprensión de su ser es Heidegger era que la metafísica hablaba del ser del ente (Sein des
Seielldes) y no del ser en cuanto tal (Sein a/s so/ches) "'. Esta afir-
83. M. Jung, Das Dellkell des Seins. 121 ss, d. 42ss, así como K. Lehmann mación suscitó opiniones encontradas. En contra de ella, se seña-
Ch~'isLlh:J¡e GescJ¡jclllseljahnmg flIlll olltologisdw Fmge beim jU/lge¡; ló con razón que santo Tomás de Aquino había caracterizado a
Heidegger, en O. Poggeler (ed.), Heidegger. Perspektil'en ZIIr DeI/tI/lit: seilles Dios como (lctlls essendí, a diferencia de todas las demás entida-
We~'h(.1984), ]4?-~68. Según Lehmann, Heidegger se habría apoyado en la ex- des, las cuales necesitan de la adición del ser para poder existir
pel"lenCla protocnsuana del tiempo para advertir los límites del concepto aristo-
télico del ser (concebido como atemporal), Al respecto, cL también M, Jung, fácticamentelJl, En el mismo sentido se invocó, asimismo, e,l
Da.\' Dellkell de.l' Seins, 59, nota 147, ejemplo de la tradición de la ontología neoplatónica". En caso d~
84. Otro de los que pone de manifiesto críticamente este hecho es K. L.
Lehmann en la obra citada en la nota anterior. 86. M. Heidegger, Seill mili Zeil (1927), 7s y 125. Para la necesidad de es-'
tl5 .. Pan¡ lu [unción l1wrgin.d uel conc~pto tle olltlllogíu en el programa darecer de antemallO el sentiJo del ser, cf. 11. Para el concepto de ser-ahí, eL
husserl JUno de una investigación- fenomenológica de esencias, cf. E. Husserl, las explicuciones de Heidegger en la introducción a la quinta edición de su en-
Ideen VI ein~r. reinen ~hii/lolllellologfe und p!liillumellologischell Phi/osophie 1 sayo Wa.\' ¡s( Me/ap}¡yúk? (1949). actuulmente en Gemmtallsgabe I, 9 (1976)"
(19]3.), reedlclón al CUidado de W, Blemel (~1950) en f!w¡serli(1//lI m, 23ss y en 365-383, 373s (versión cast.;"¿Qtlé es metajíska?, trad. de X. Zubiri, Séneca);,
espeCial, 2?s para la diferencia entre una ontología formal y regional, la cual de. 87. M, Heidegger, SeilllJlul Zeir, 403. '
he uetermllHlr «la esencia formal de un objeto en cuanto tnl» (26); (versión l:íl:í. M. HeiJeggcr, ¿ Wl1.\' i....
' Mt!flJphY.'l.'ik?, 103-122, en especial, ll3s.
ca~t., Ideas rel(/lil'W' I/naj'ello/lu:llología pura J' JlIlajilo.WJjll'ljellolllellológica,
,.
(J 1)9. M. Heidegger, epílogo a ¿ IViI.'l.' ür Mewphysik?, 303-312, 305s.
tnld, de J. Gaos, FCE, México 1985). Heidegger agregó a esta división ta tareu 90. Id., Introducción a la quinta eJición, 365, en especial. 370.
de Ulla ~(OIlIología fundumemai», la cual ha de esclurecer prcviUlnente el <~senti~ 91. Sunto Tomás d~ Aquino, S. tlwoJ. 1, 3, 4, así como C. geu/. 1,225, Y,el
d~del sen> 711 cuanto tul. Al igual que el de Heidegger, elmétoJo fenomenoló- opúsculo De ellte et esseflli£¡,
gico husserlwllo descartaba desde un principio la pregunta por el ser tle Dios (E. 92. Cf. por ejemplo l:./sobservaL:iones críticas al respeclo de W. Beierwalles,
Husserl, ldea.I', 1395). Ei,,}u:ir /l/uJ ldeulilill £lIs Weg des Del/kell.\', en el volumen, L'Vllo e i lIIolli, edi:

368 369
querer defender a Heidegger de estas críticas, se podría argüir seguidu en la obra había tenido una parte de responsabilidad en la
que dichos autores nunca pusieron de relieve la historicidad del malinterpretación del libro como una ant~'opolo~íafilosótica? .
ser frente al ente, que es donde éste pone expresamente el acento. El mismo Rudolf Bultmann interpreto el anahslS heldeggena-
Pero incluso aceptando esto último, sigue siendo cierto que no del ser-ahí como una antropología filosófica, presentándolo
Heidegger no debería haber hablado de manera tan sumaria de lo como un ejemplo particularmente esclarecedor de la c..ompren-
insuticiente de la distinción entre el ser del ente y el ser en cuan- sión ontológica propia de la existencia atea (o pre-telsta): «el
to tal -es decir, de la confusión de ambos- en la entera historia de ateísmo es la condición fundamental de la existencja humana en
la metafísica. A ello se añade, además, que el discurso sobre el cuanto la!». Como es obvio, la filosofía percibe también este fe-
ser en cuanto tal tampoco está exento de problemas, a menos que nómeno sólo que para ella no es ateísmo, sino «libertad, aquella
se comparta el punto de vista realista sobre los universales de la libertad ~riginaria en que se constituye la existencia»~b.
filosofía medieval, pues resulta en todo momento sospechoso por
De hecho, la autorrealización del ser-ahí descrita en Ser y
descansar sobre una proyección hipostasiada del concepto del ser
tiempo debe entenderse como la autoconstitución del ser-ahí, en
en el sentido de un universal abstracto. El último Heidegger ha-
su libertad. A la vista del futuro de la muerte proplU, el ser-alu se
blaba del ser como un sujeto misterioso que se oculta (verbirgt) y
recobra de su «decadencia» (Ver/al/en) en los lugares comunes
des oculta (entbirgt), cosa que Heidegger hizo sin ponerse en nin-
de su entorno (el «se"., Mau), análisis que Heidegger desarrolló
gún momento a cubierto de la sospecha de que todo ello podría
inspirándose en ideas de Kierkegaard y DilLhej- El fenóm,:no de
tratarse nada más que de una abstracción hipostasiada.
la angustia, ya descrito por Kierkegaard, paso a desempenar en
Contra las propias intenciones de Heidegger, Ser y tiempQ fue
recibido como una antropología filosófica, siendo precisamente Heidegger una importante función, la de liberar al hombre de la
en calidad de tal como ejerció un extraordinario influjo. El mismo inautenticidad (Uneigentlichkeit) de su VIVIrcotIdIano, pues e.n
Heidegger había declarado que el libro ni siquiera ofrecía «una la angustia lo que le va al hombre es su propio s~r,así co~nosu li-
completa ontología del ser-ahÍ», en el sentido en que ésta era in- bertad"'. Pero, al contrario que Kierkegaard, HeIdegger IOterpre-
dispensable como fundamentación ontológica de una antropología tó la angustia en un sentido positivo como el acceso a la libertad
filosótica". El análisis del ser-ahí apuntaba únicamente a poner de
relieve el modo de ser propio del ser-ahí (en su historicidad), sin no es definido a partir d~ la existencia humana, sinu, a la invers~, ésta a partir
uel ser, ue la 4uc cOllstituye su «uespejamiento» (Lidlttlllg), Jlllcnlras que el
que ello supusiera el simultáneo esclarecimiento «del sentido del homhre es el (,pastor del sep) y quien ha de guardar su verdud (19, ef. 29;
ser en cuanto tal». Este último punto quedaba reservado al segun- Ge.wlIJ/allsg(/be 1, 9, 330s y 342). .
du volumen de la obra que, sin embargo, nunca fue publicado. 96. R. Bultmann, Das Problelll der ,m{jfUriichen Theologle», en Id., Glall-
Años más tarde, el mismo Heidegger declararía que el método ben //1/(1 \lerstellen I (1933),294-3 12s. La posición de Bultmann se corres~onde
«tran5cendental» de que se servía Ser y tiempo en la retlexión so- tXllclamelltll cOllla dd"endida por Heidegger, como puedl.: verse en el cs.:nlO de
este úILimu: Phalwlllellolugit! /lml ,{lIeulogie (192711928). Con lodo, Lehm¡Ulll
bre el ser como condición de posibilidad del ente94 no era adecua- está en lo cierto al señalar que con el abandono de la pregul1lU por el ser en que
do para dicha tarea". ¿No equivalía ello a confesar que el método Heidegger enmarcaba sus análisis existenciales, ~ultm:ln.n«se apartó desde el
prim;ipio de la problemática genuinamente. helueggenan~)) .(K. Lehm.ann,
ción de E. Melchiorri, Milano 1990, 3-23, 20ss, así como Id., Iden/itiit l/lid Chrisllielle Geschh:}¡t~'erfaIIl'lJIIg IIJ/d ()/Itologl~'("he Fmge bWII JlIllgell Heu/eg-
Dij]erenz (1980), 4ss y 131 ss (versión cast.: A. Leytt:, Anlhropos, Madrid 1988). cer, 147). A panir de aquí, resultu evidente que Bultn~ann se m~ll~[uvo por com-
93. M. Heidegger, Seinllnti Zeít, 17. pleto al margen de la evolución posterior del pensamIento de Held~gger..
94. Al respecto, d. M. lung, Das Dellkell d{~sSeifl.\', 791\. 97. M. Heid~gger, Sdll Imd Zeil, U~4ss(40). Al respecto, el. S, Klerke-
95. I:::.~loes algo que Heiuegger vino a decir implídt:lI11ente ya en 1946 en gaard, Da lJegrijfAlIg:¡;/ ti g44). tn.l~.alemana d~ E. Hirs(.:h (~952), 41s (SV IV,
la (:afla a lean Baufret «sobre d humanismo)) (impresión en 1947) (versión 3 15s) (Hay versión castellana dellJbro de S. Klerkegaard, El COI/C~Pto d: ..l/J/-
cast.: Carta sobre el humanislllo, trad. de A. Wagner de Reyna, Fac. de Fiios. y gustill, trad. de D. G. Rivera, Orbis Barcelona 1984) .y W. Dletz, S(),.e~J
Ciencias de la Educación de la Universidad de Chile). En contra del uso que ha- Kierke};(l{/I'd. /:.xütl!lI':. l/lid Freiheil (1993), 253s, '279~:HeJ(l~ggeralude explJ-
bía he¡;ho i. P. Sartre de El s~r )' el tiempo, Heidegger insiste aquí en que el ser eitamcntc a Kicrkegaard en Sdn l/lid leit, 190 nota, aSI cumo 235 nola.

370 371
de una existencia auténtica9~. En Kierkegaard, la angustia desig-
naba la relación que guarda el hombre consigo mismo y con su li-
j sobre el humanismo dirá Heidegger que «es el ser mismo quien.
llama al hombre a la custodia (Wahmis) de su verdad»'02.
bertad. Sin embargo, en Kierkegaard esta relación es ocasión pa- En su principal obra filosófica, El ser y la noda (1943), lean
ra la angustia en el sentido de que siempre que el hombre empuña
Paul Sartre desarrolló en estrecha vecindad con Heidegger una
su libertad sobre la base de su finitud propia, se ve abocado a una «ontología» del ser del hombre. Pero a diferencia de Heidegger,
equivocada comprensión de su verdadera identidad como ser hu-
la ontoloaía
o sartriana limitaba su análisis a la existencia humana,
mano, comprensión cuya consecuencia es, finalmente, la deses-
sin apuntar a la diferencia entre el ser y el ente, a la vez que se-
peración, pues tal realización Se halla en contradicCión con la
guía moviéndose en el marco de una filosofía de la conciencia
constitución del ser del hombre a partir de lo eterno. Por el con-
basada en las definiciones de Descmtes y Bergson. Sartre critica-
trario, tanto en Heidegger como en los pensadores 'existencialistas
ba a Heidegger por haber suprimido la conciencia mediante el
que le siguieron, la forma de existencia de la subjetividad falsa o
concepto de existencia'Ol, y definía la primera como el ser-para-
desprovista de verdad en sentido kierkegaardiano «se convierte
sí a diferencia del ser-en-sí de las cosas. El para-sí está definido
ella misma en la única verdad: .. La tesis de Kierkegaard de que
p~r la libertad y por ello referido negativamente tanto a sí mismo
existir equivale a desesperarse es asumida como una definición
positiva del ser humano»99, como a lodo otro en-sí, razón por la que es caracterizado en sí
mismo como un defecto -en el sentido de carencia- de serlO4.Es-
En Heidegger, el marco metafísico que constituye la defini-
ta carencia de ser sólo se vería eliminada en caso de que fuera po-
ción kierkegaardiana del ser humano como una relación entre la
sible al ser-para-sí existir como fundamento de su propio ser-en-
finitud y la eternidad 100se ve sustituido por el esbozo diltheyano
sí es decir como causa sui. Pero ésta no es sino la definición, en
de la totalidad de sentido de la existencia. Este último tiene una
el'lenguaje de la tradición filosófica, del ser de Dios. Por eso, pa-
estructura temporal, razón por la que sólo en el instante de la
ra Sartre el hombre es esencialmente «deseo de ser Dios» lOS, sin
muerte es posible obtener una definición o determinación preci-
a la vez poder alcanzar jamás esta meta, es decir, la «totalidad»
sas del verdadero significado de los momentos que compusieron
del en-sí y del para-sí"". Debido a ello, en su ensayo intitulado
nuestra vida. Para Heidegger, la totalidad posible del ser-ahí en
¿ Es el existencialisllJo un humanismo? (1946), Sartre escribió que
su finitud resulta accesible ya a mitad de ese camino por medio
el hombre está «condenado» a ser libreJO?~Todo lo que el hombre
del conocimiento anticipado del futuro de la muerte propia. Sin
puede ser, sea cual fuere su contenido, está fundado en el acto de
embargo, eso no constituye aún una respuesta a la pregunta por el
modo en que el ser-ahí es capaz, a la vista del porvenir de su pro-
pia muerte, de asumir su existencia como ser finito: En Ser y
IL su libertad, y en este sentido la existencia del hombre precede a

102. M. Heidegger, Überdell Hl/lIlallisllIlJ.s, 29 (GesGlIllallsgabe J, 9, 342).


tiempo, esta cuestión encuentra respuesta en aquellos pasajes que 103. J. P. Sartre, L'étre el le lIéallt (1943), traducción alemana (1962),
tienen por objeto la voz de la conciencia (Stimme des Gewissens), 125ss, cl'. antes 58 (versión cast.: El.5er y la liada, trad. de 1. Valmar, Alianza ....
en la cual el ser-ahí se llama, según Heidegger, a sí mismo: «El ¡ Editorial, M:Jdrid 2 J 989). .
ser-ah! se llama en/a conciencia a sr mismo»llll, Sólo en la Carta

98. M. He=idegger, Sei/llllld 2eit, 265s: cf. antes 251.


')9. G. Ro!Jnnúscr, Ki('rkeM"(lrt1 t/lltl da,l" ProlJ/('/JI da SIIf!jektil-'iriíf: N~ltt.:
"
I
I
i1
104. ¡bid., 71: «El para-sí es el ser que es su propia carencia de ser. Y el ser'
del que carece el para~síes el en-:¡ú). Cf. antes 139, 1425, también 151. y 157 en~' .
tre otros. Sartre coincidió con la interpretación heideggeriana de Klerkegaard
(71) en afirmar que la libertad se descubre a través de la angustia (7755).
105. [bid., 712; c.f. 776.
Zeitschrif¡ für syslemulísche Theologic und Religionsphilosophie g (1966)
289-310. 3()~. 106. [bid., 799, el'. antes 140 y 142: la experiencia de la eurencia está como
tal referida a una totalidad posible. La solución de Heidegger -el ser~ahíalcan-
lOO, S. Kierkeguard, La enfermedad mortal (J 849), lrad, alemanu de
za a constituirse como to(alidad «mediante la elección libre de la finitud», ade-
E. Hirsch (J 954), 8 (SV XI 127) (trad. castellana de D. G. Rivero, Guadarrama,
Madrid). lantándose al enclIentro de la muerte- fue rechazada por Sartre, para quien la
muerte es más bien quien arrebata a la vida todo su significado (679s).
J (} J. M. Heidegger, SeiJll/lld 2eir, 275 (S 57), cf. el capítulo entero (267-30 J).
107. J. P. Sartre, Tres t!nmym' (1963),16.
372
373
seis años mayor que él. De hecho, su enfrentamiento con la Psi-
su esencia"". Con ello enlazó Sartre la idea de que el ser huma- colugía £1"las cuncepciones del mllndo, obra publicada en 1919
no es responsable de ser lo que es, así como la idea de que en el y con la que Jaspers abandonó la psiquiatría por la filosofía,
proyecto individual de libertad hay contenida una reivindicación constituye una de las etapas en la evolución filosólica de
de la humanidad en su conjunto: «eligiéndome, elijo el hom- Heidegger hasta la aparición de Ser y tiempo. Sus recensiones del
bre» 109, en la que se operaba un giro kantianizante ee su ret1exión. concepto diltheyano de cosmovisión y de la psicología compren-
Este último, no del todo coherente con su filosofía del para-sí, siva de él resultante muestran que Heidegger era consciente de la
constituyó pro\¡ablemente el puente para su posterior identifica- vecindad de la descripción jasperiana de las «situaciones-límite»
ción con el comunismo revolucionario11o, -muerte, sufrimiento, lucha, culpa- y de su importancia para el
En su Carta sobre el humanismo, Heidegger rechazó la inter- despertar a una existencia auténtica con las ideas con las que él
pretación sartriana11 ¡ de su pensamiento como una forma de exis- mismo se debatía en los años inmediatamente anteriores a la pu-
tencialismo. La inversión de la fundamentación de la existencia blicación de Ser y tiempo'''. En contrapartida, Heidegger critica-
sobre el concepto de una esencia a la que se atribuye existencia y ba que la «pre-captación» (Vorgriff) del «todo» de la vida que
su sustitución por el punto de vista de la preeminencia de esta úl- guiaba el trabajo de Jaspers estaba «necesitada de una meditación
tima sobre toda determinación esencial se mueve aún dentro del metodológica más radical» '15. Dicha reflexión metodológica ca-
área de influencia del pensamiento metafísico: «... la inversión de racteriza el análisis del ser-ahí en Ser y tiempo, donde la investi-
una proposición metafísica sigue siendo una proposición metafí- gación se centra en el modo de ser propio del ser-ahí. En cambio,
sica» que «persevera en el olvido de la verdad del seD>.Dicha in- Jaspers renunció a todo planteamiento ontológico'''. En el primer
versión justifica de todos modos el empleo «del término 'exis- libro (<<Orientación mundanal») de su obra Filosofía (1932), Jas-
tencialismo', el cual resulta así adecuado para esta filosofía». pers hizo girar sus reflexiones sobre los límites del conocimien-
Pero ésta no tiene nada en común con Ser y tiempo I
12. to científico de la realidad que se mueve dentro de la correlación
En comparación, Heidegger fue mucho menos riguroso a la de sujeto y objeto, conocimiento que no puede proporcionarnos
hora de marcar distancias entre su pensamiento y el de Jaspers''', ninguna imagen del mundo. Entretanto, el libro segundo (<<Escla-
recimiento existencial») contraponía la «existencia» (Existenz)
108. Ibid., 11. Como jusrifll:ación se esgrime el argumento de que no hay en cuanto fundamento indisponible de la mismidad y su unidad
naturaleza humana, «ya que no hay ningún Dios que pueda proyectarlu)~. Por propia a aquellos aspectos del ser humano en su ser determina-
ello, el hombre es aquello que él huce de sí mismo. do (Dasein), en la conciencia como tal y en el espíritu histórico,
109. ¡bid .. 13, cí. 12. ef., por el contrario, las explicaciones de El ser y la que pueden ser captados científicamente. Por último; el libro ter-
Iluda (52755) sobre «el ser-con y el nosotros)), en especial, 547.
1 10. Representativa de este giro es su obra intitulada Crítica de la razólI
cero (<<Metafísica») describía la relación entre la existencia y la
dialéctica~. «Teoría de la praxis sociah> (1960). trascendencia, la cual, al igual que ella, trasciende el ser munda-
111. J. P. Sartre. Tres ensayos, 9. AqUÍ, Sartre distinguía dos tipos de exis- nal -al merios en su dimensión ohjetiva-, pero de la que sólo
tt=lH;j:llismo. Por una parte, los existencialistas cristianos, Jaspers y Gabriel puede tenerse experiencia en la conciencia de la propia existen-
Maree!, ~(por olra los existencialistas ateos, entre los que se ha de contar a
Heidegger, a los exi~tencialistas franceses y a mí misI11O>'. Su designación como 114. M. Heidegger, Anmerkllflgen Ztl Karl Jaspers «PsycJlO/ogje del' We/r-
existencialista cristiano podría haber causado a Jaspers la misma extrañeza que (lIIsc/wlIIlJJgell» (191911921), ~n Gesallltau:J'gabe 1, 9 (Wegmarkell), 1-44. En
le produjo a Heidegger su designación como existencial Lsta ateo. 1921, Heidegger envió personalmente su recensión a Jaspers.
112. M. Heidegger, Überden HwnclI1isl1llls, 17s (CesamruJlsga1Je 1, 9, 3285). 115. lbid., 12 Y lO. Heideggt:r hablaba también de un (fracaso tilosólico))
113. Aquí no podemos ocupmnos en detalle del pensamiento de Jaspers. en Jaspers (~elllo relativo a un aUléntico apresar y arremeter contra los proble-
Como introducción, ef. el Uflículo de J. SuluquarJll, en TRE 16 (19H7). 539-
mus planteados) (15),
545. Para la rdación de la 1¡losofía de Jaspers con el cristianismo, eL W. Lohtl', 116. K. Jaspers, PhilO!iophje (1932, 21948), 662s: esclarecimiento existen-
C1aube I/Ild Frejheit. DCls rflt:ologi.w:he Problem der ReligiOll.l'kritik WJI1 Karl cial no es ontología. Mas bien es un apelar a lu exislencia, úniea que puede
Jaspers (1957), así como la recensión de W. Pannenberg: Theologische apresarse a sí misma. eL, en especial, 666.
Literalllrzeitung 83 (1958) 321-330.
375
374
cia en pr~sencia de una situación límite, y en la que la existencia lerancia cristiana''', quiso preservar el mensaje bíblico purifica-
se descubre en su finitud un regalo' ". Esta última sólo encuentra , do de tales exigencias: Jesús, no el Cristo del dogma'''.
su totalidad en la relación con la trascendencia. La muerte se li- , :~ Aun cuando la teología cristiana no debe renunciar a las pre-
::','
mita únicamente a enfrentarnos con la siguiente pregunta: «si ;
tensiones de verdad de la revelación de Dios a todos los hombres
soy algo que pura y simplemente se acaba o algo que constituye )
en Jesucristo, ni a Ja misión, con base en dicha pretensión, de di-
un todo» liB.
fundir el mensaje de Cristo a todos los pueblos de la tierra, haría
A diferencia de Sartre y de Heidegger, al confrontar la exis-
bien en no cerrar sus oídos a las críticas de aquellos hombres que,
tencia con la trascendencia Jaspers se mantnvo dentro del marco
como Jaspers, le acusan de haber deformado el mensaje cristia-
de referencia del análisis existencial kierkegaardiano: compren-
no con su intolerancia. Para ello, debe enfrentarse a este pehgro
der la mismidad como relación con la eternidad, en cuanto tal ob-
diferenciando entre la verdad de la revelación y el carácter provi-
jeto de la autoconciencia y del comportamiento del individuo.
sional del conocimiento teológico de esta última. Esto no es obs-
Sin embargo, para Jaspers la trascendencia trascendente a la exis-
táculo para reconocer que en la conversiónjasperiana de los con-
tencia mundanal sólo es accesible en la conciencia existencial del
tenidos de la fe religiosa en cifras se opera una reducción de la
individuo, no siendo objeto de ningún conocimiento o saber que
verdad captada por la fe a la subjetividad humana, una reducción
aspiren a ofrecer verdades de validez universal. Por ello, la con-
de la teología a la antropología -como la anunciada en su mo-
ciencia existencial se asegura el tener su fundamento en la tras-
mento por Feuerbach-, aunque ahora en la forma de una inter-
cendencia únicamente mediante «cifras» (Chiffern), pero éstas no
pretación más favorable a la primera. Debi?o a ello, I~teoría jas-
transmiten conocimiento y «su verdad descansa en su relación
periana de las cifras se queda muy por detras de la radIcalIdad del
con la existencia»"'. También eJ Dios uno de Ja religión de la Bi-
punto de vista de Kierkegaard, según el cual es precIsamente en
blia es para Jaspers una tal cifra"", aunqne en cierto modo es
también objeto de una fe filosófica'" y no sólo de la fe reveJada.
el acto de su libertad, tomándose a sí mismo como fundamento y
Sólo que esta última confunde lo que no es más que una cifra ne- empuñando así su existencia, como el ser humano se separa de la
cesaria para la existencia con una «realidad viva»I:!:!con preten- totalidad de su existencia y de la eternidad en que dicha totalidad
siones de constituir una verdad absoluta para todos. Aunque Jas- se asienta.
pers combatió el hecho de que el cristianismo abrigara semejante En comparación con la teoríajasperiana de las cifras, Heideg-
«pretensión de exclusividad», en la que veía el origen de la into- ger se mostró siempre muy cauto en sus manifestaciones sobre la
dimensión de lo sagrado, a la que se refirió como la esfera de una
117. lbid., 675ss, 733. ef. K. Jaspers, Der philosop/¡ische Ghmbe (1958), posible manifestación de los dioses y de Dios. En apariencia,
20; (,Como existencia, soy sLlbiéndome un regalo de la tmscendencia. Yo no soy pues, Heidegger se conducía aquí bastante más razonablemente
en mi resolución únícLlmente por nú mismo, sino que el ser-par-mí es un haber- que Jaspers. En la Carla sobre el humanismo (1947), Heidegger
me sido regalad<l mi libertad)).
se defendió contra su inclusión por Sartre dentro del grupo de Jos.
J 18. K. Jaspers, Phifvsophie (21948), 751.
119. K. Jaspers, Del' philosophísche Glaube a/lgesichts de,. OJJellbartlllg
existencialistas ateos. De hecho, para él es sólo partiendo de la
(1962), J 53 (versión cast.; La fe filosófica alJ1e la revelación, Gredas, M:ldrid verdad del ser como resulta posible pensar la esencia de lo sagra-.
1968). La cuestión de las ,(cifras) es tratada una vez más en detalle en este vo~ do y, a partir de esta últiñ,a, la de Dios y la divinidad"'. En cuan-:
lumen (213-428). eL tintes Philosophie (l932, 21948), 785-879.
J20. K. Jaspers, Del' phihwphi.\'C.:he Glaltbe allge.l'iL'hf,\' der O.lfellbal"lllll:, 123. K. Jaspers, Da pllilosophische G/atibe (1948), 69s, así como Der p/¡i-
214ss. Jaspers afirma aquí que «la poderosa cifra del Unm¡. es ,<indispensable losophisc/¡e G/al/be allgesic.:hlJ del' 0.Denbanmg (1962), 507s. .
para la existencia», mientras que, aunque el Dios personal «hu sido histórica- J24. K. Jaspers, Der philosophische G/atibe ungesiehts da OffellbaruJlg
mente int1uyeme en gran medida, en re~t1jdad no es neceS<lriO)f(225). (1962), 225s, cf. también 256 para la doctrina de la Trinidad.
121. K. Jaspers, Der philo.sophische Glatlbe (1948), 295. 125. M. Heidegger, Überden HlIlJlallísmw¡ (1947), 36s; Gesamrausgabe J,
J22. K. Jaspers, Del' philo.l'ophische Glal/be (/Ilgesic/¡/.\' del" Oj}'-'lIbaruIlX, 9 (WegmarkelJ), 350s. Heidegger remite aquí a su contribución Vom Wesen de.s
]63. et'. l74.
Grlllules (versión cas!.; De la esencia del fUlldamento, trad. de J. D. GarclU

376
377
tiana y la fenomenología de Husserl. Preocupado por salvaguar-
to tal, la filosofía no es ni teísta ni atea. Sin embargo, en una con-
dar la independencia de las cuestiones ontológicas, Heidegger
ferencia que, aunque pronunciada en 1927-1928, no se publicaría
identiticó el objeto de la teología en la existencia humana defini-
hasta 1969 -Fenomen%gia y te%gia-, Heidegger distinguió ri-
da por la fe, en lugar de en la idea de Dios, identificación que
gurosamente la pregunta filosófica por el ser de la pregunta por el
discurría en total armonía con sus verdaderos intereses. Nueva-
Dios de la fe. En ella la fe es caracterizada como el «enemigo
mente, es a estos últimos a quienes obedece su indiferencia fren-
mortal» de la filosofía por oponerse a la «autoasunción libre del
te a las razones que, junto a la idea de Dios, adujo la patrística
ser-ahí tata!>, 126. Esto no impidió a Heidegger afirmar que, como
cristiana en favor de la inclusión de la lilosofia en el pensamien-
«correctivo» de la teología, la filosofía cumple la función de una
to teológico. Sin embargo, del mismo modo que en la óptica hei-
«ciencia positiva», pues, en efecto, la fe es. un renacimiento y «en
deggeriana el renacimiento del hombre en la fe implica la aboli-
ella es eliminada la existencia previa a la fe, esto es, sin fe del
ción transformadora de la existencia previa a la fe en una
ser-ahí» 127.
existencia llena de fe, la fe en un Dios creador exige que la des-
La definición heideggeriana de las relaciones entre la tilosofia
cripción lilosólica de la realidad -incluida la ontología- sea ele-
y la teología incurre en un error doble: por un lado, reduce el ob-
vada a una descripción teológica del universo como creación de
jeto de la teología a la fe como <<unamanera de existir del ser hu-
Dios. Nada hay en ello de lo que se siga que la teología tenga que
mano»; por otro, cuando no opera dicha reducción, concibe la fe
convertirse en el «enemigo marta!>, de la filosofía, porque tam-
como fundada en esa manera de existir"'. Sin duda, Heidegger
poco el renacimiento del ser humano supone su aniquilación co-
no deja de mencionar que la fe debe comprenderse como defini-
mo criatura, sino su liberación para su auténtico destino.
da a partir de «aquello en lo que se tiene fe», es decir, a partir.de
Cristo, «Dios crucificado». Pero si ha de tomarse en serio que la
:!'
fe debe entenderse a partir de Dios y de la revelación, es también
e) La antropologiafi/osójica
evidente que serán Dios y su acción reveladora quienes constitu-
yan el verdadero objeto de la teología, y esto significa que la teo-
A pesar de que la verdadera intención de Heidegger al escribir
logía está obligada a concebir a Dios como fundamento de todo
Ser y tiempo era ofrecer un análisis ontológico y no meramente
ente y fuente de su ser'29. En contrapartida, el esfuerzo heidegge-
antropológico de la existencia humana, la obra constituye de he-
riano por deslindar las cuestiones .ontológicas de la idea de Dios.
cho una suerte de antropología fundamental de corte filosólico
para hacer de las primeras cuestiones por completo independien-
que replantea las cuestiones ontológicas dentro del marco de la
tes de la segunda, responde en último término a un planteamien-
comprensión del ser peculiar de la realización existencial huma-
to esencialmente ateo, provocado por el viraje antropológico de
na. De ahí que en Sartre la terminología ontológica devenga del
la filosofía posthegeliana en la forma de la gnoseología neokan-
todo conscientemel1te un simple instrumento para la interpreta-
Bucea, Séneca) en el homenaje a Husserl (1931), 98110ta 1 (edición separada
ción de la existencia humana bajo el signo del para-sí. Éste es
con el mismo título). también el caso de la filosofía de Jaspers, en la que la conciencia
126. M. Heidegger, Phiillomerw!ogie l/lid Theologje, GesllmulIlsg£lhe 1, 9 de la existencia conforma la base para la orientación filosófica en
(Wegmarken), 45.67, cita 66. Ce. supra (nota 96) la utirmaci61l análoga por par- el mundo y la interpretación de la metafísica como un lenguaje
te de Bultmann. Se ocupa en detalle de la conferenciu heidcggerianu M. lung, de cifras. En efecto, al coñquistar su punto de partida, la existen- .<
Das Dertken des Seins (1990), 113 149.
v

127. M. HeiLiegger, Ph¡¡lIomell%gü~ Jllld Theotogie, 63. Para la función cia, desvinculando el ser-ahí del hombre en el mundo de la esfe-
que la filosofía reclama como «correctivo» de la teología, d. 65s. ra del espíritu histórico-común y de la conciencia como un suje-
128. ¡bid., 52. to enfrentado a los objetos, Jaspers está también definiendo esta
129. cr. también la observación crítica de M. lung, Das DeTlkeTl des Seil/.\', base antropológicamente. Con todo, es también en Jaspers donde ,
139, al respecto de la reducción heideggeriana del objeto de la teología al acun- l.
se vuelve evidente que la interrelación de ambas esferas, en es- !
tecer existencial de la fe.

378
379

I
pecial la relación de la conciencia de la existencia con la natura- base de todas las demás formas de vida, moditicada luego en los.
leza corpórea de la existencia humana, sigue adoleciendo de una animales por el comportamiento instintivo y la memoria «m:iocia- t
definición precisa. Lo mismo puede decirse de las filosofías de tiva», así como por la «inteligencia práctica») (en las formas su- ~
Sartre o de Heidegger. A despecho, por tanto, de haber sido pro- periores de la vida animal). En el hombre, se agrega a todo ello lo
fundamente influido por el viraje antropológico posterior al pen- que Scheler denominó en sentido específico «espíritu» (Geist) y
samIento de Hegel, el existencialismo continúa moviéndose en aquello que se manifiesta como un "freno» (flel/ll1'lung) en rela-
todas sus vertientes dentro del marco constituido por las lradicio- ción con el resto de funciones vitales''', sobre todo el freno de los
n~les filosofías de la conciencia '30. Siguiendo aquí a Feuerbach, impulsos regidos por los instintos. Este verse frenadas las ,reac- .
Nietzsche se había opuesto ya a semejante punto de vista acen- ciones instintivas constituye la base de Jo que Scheler llamo «ca- ,
tuando el significado fundamental del cuerpo y su «razón» frente rácler abiel10 del mundo» (Weltoffenheit), término con que fue el
a la tradicional superioridad del espíritu sobre el cuerpo!.". Pero primero en designar la capacidad del hombre para percibir su en~
esta nueva manera de ver las cosas, en la cual debe verse el anun- torno de manera objetiva, descargado de sus 1OSt1OtoSy. en co- .
cio de una n.ueva temática -hacia la que también apuntarían, en rrespondencia, orientar libremente su comportamientolJ5• Este I

paralelo a NIetzsche, las minuciosas descripciones bergsonianas «carácter abierto del mundo en virtud del espíritu» nos permite
de la int~racción psicofísica entre el alma y el cuerpol32-, no se asimismo. según Scheler, distanciarnos del propio centro vital, es
VlO contmuada por el existencialismo. decir, tener autoconciencia, por medio de la cual podemos perci- ..
Comprender al hombreen su especificidad como una unidad bimos a nosotros mismos corno un objeto.
aní,;,ico-corporal fue la misión que se impuso la antropología ti- Pese a haber hecho de la pregunta por la naturaleza corpórea
losofica fundada por Max Scheler'33. El intento scheleriano par- del ser y el comportamiento humanos el punto de partida de su
te de la comparación entre las formas de vida humana y animal (y nueva propuesta antropológica, con su concepto de espíritu -que,
vegetal) en un esfuerzo por detenninar el modo de ser especítico además de tener origen en la «causa ontológica suprema» por ser
del hombre. En principio, sin embargo, la pregunta por el pues- iITeductible a toda otra realidad mundanal''', sería «un principio
to del hombre en el cosmos se limita a inquirir por los rasgos pe- opuesto a todo lo vivo, también a la vida en el hombre»- Scheler
cuhares de la especie hombre en comparación con los demás or- manifestó continuar todavía preso en el dualismo cuerpo-alma:
ganismos vivos. No se trata, por tanto, de una pregunta por el espiritual con raíz en la antigüedad griega. La continuación de su
puesto que corresponde al ser humano como un ente especial, se- antropología filosófica en la obra de Arnold Gehlen'37 quiso po-,
parado del resto de los seres vivientes (aunque lo primero tienda ner remedio a esta situación. Por un lado, en efecto, Gehlen esta-,
con mucha facilidad a confúndirse con lo segundo). Según Sche- ba totalmente de acuerdo con el punto de vista scheleriano de que:
ler, la «pulsi6n afectiva» (Gefühlsdrang) de la vida vegetal es la el rasgo que verdaderamente distingue al ser humano del resto de :
los seres vivos radica en el «carácter abierto) que el mundo posee l.
130. W. Schulz ha caracterizado con razón la tilosofiu de la exislenr.:ia co~
para él, en contraste con la absoluta dependencia del entorno que
mo una filosofía de la finitud que es a la vez una filosofía de la interioridad ¡
(Philosophie in der veral1derten Welt [1972], 27255): ; ~
. 13]. Especialmente en el capílUlo «De los despreciadores del cuerpo» de la
pnmera pal1e del Así habló Zaratústra de Nietzsche (1883).
'1
"
134. M. Scheler, Die Slelll~llg de.s Menschen in¡ Kosmos, 37; cf. antes 355 ..
135. [bid., 36. Este carácter abierto del mundo está libre de la limitación de
J 3~.Aquí es preciso hacer especial referencia a Henri Bergson, Materia y i la percepción a un «entorno» específico que estuviera constituido por I~suma
memoria. Vil tratado sobre la relación entre el cuerpo)' el esp{rilU (1896).
1.3? M. Scheler, Die Stellullg des MellscheJl im Kosmos (1928, ~1947)
(verslOn cast.: El pI/esto del hombre en el COSIlIO~', trad. de J. Gaos, Revista de
i de las cl.lraclerísticas vitalmente relevantes para los instimos de la especIe.
136. ¡bid., 35 Y 44. Al respecto, cf. W. Pannenberg, Antrop%gía en peD'.;
pectiva teológica, 44, nota 24 de la bibliografía.. .
'

Occidente). Para más detalles, cf. W. Schulz, Philwjophie in da l'eriilldertel1


Hlelt, 4 ~9.432, así como W. Pannenberg, Antropolog{a en perspectiva teológi.
'1i 137. A. Gehlcn, Der Mensch. Seille Natu/" Slellung 11I del' Welt ~
lI/u{ sellli!

(1940), aquí citado según la sexta edición (1950) (versi6n casL: El hOIl~bre.' Sil
ca, 42.)1. ,1 lIarumlezll y SI/ IlIgar ell e/mI/liJo, Sígueme, Salamanca 1980). _

380
caraC'leriz<l incluso a los animales que se hallan, por paioentesco, decisiva. Gehlen entendía ambos, lenguaje y cultura, como un
más próximos al hombre. Asimismo, Gehlen compartía la expli- producto de la acción humana por la que el hombre ha converti-
cación que Scheler proponía para este hecho: la aprehensión de do las desventajas de su eljuipamiento biológico en ventajas, en-
sus objetos por la percepción humana no sólo como correlatos tendiendo por estas últimas el dominio de los condicionamientos
ue sus instintos, sino C0111O' objetos centrados en sí mismos. Como naturales de su existencia. Al actuar, el hombre se «descarga» de
Scheler, Gehlen hizo también responsable de esta singularidad de la multiplicidad de estímulos que le acosan, creándose por medio
lu percepción humana a un «freno» de los inslillloS. Sin embargo, de lenguaje y cultura un universo simbólico que le permite intro-
a diferencia de Scheler, Gehlen se abstuvo de recurrir al «espíritu» ducir un orden en aquella multiplicidad y dar orientación a sus
como causa de ese verse frenados aquéllos. En.su lugar, Gehlen se propios impulsos. En este sentido, el ser humano es considerado
limitó a constatar de forma descriptiva que en el hombre se da una desde la óptica de Gehlen como el «ser que actúa»]40 y se crea a
ruptura. un hiato, enfre el sistema instintivo y la percepción de los sí mismo imponiendo su señorío sobre el mundo. «Mientras que
ubjetos y, por tanto, también entre instinto y conductalJll. en Scheler el hombre debe agradecer su espiritualidad a la 'cau-
A juicio de Gehlen, esta circunstancia obcdece a la dcliciente sa ontológica suprema', en Gehlen es su propio creador en el
adaptación del ser humano a un entorno determinado debido a la sentido riguroso del término, constituyendo Dios y la religión
ausencia de órganos especializados provistos de un correlato ins- nada más que un producto secundario del proceso por el que el
tintivo. Por ello, en comparación con otros animales el ser huma- ser humano va adueñándose del mundo»I~I.Religión y moral se
no aparece como un «ser defectuoso» (M¿illgelwesell)I.l'J. En ana- cuentan entre aquellas «instituciones» que -aun habiendo nacido
logía eOIl lo comparativamente no-especializado de sus 6rg ..lI1os,. dc la interacción recíproca de los actos individuales- se han
los instintos del hombre están escasamente desarrollados. En la emancipado de su origen y convertido en fines en sí mismos, re-
mayoría de los casos, nuestras percepciones no desatan una reac- gulando además en virtud de su obligatoriedad el comporta-
ción instintiva detil~ida. Como los órganos de nuestros sentidos miento de los individuos en la convivencia sociap.n. Sin embar-
no hacen las veces de filtros sólo permeables a aquello que tenga go, al orientarse exclusivamente según el concepto de acción,
importancia en términos de instinto, los seres humanos SOIllOS
Gehlen descuidó el hecho de que la obligatoriedad de las institu-
inundados por una multiplicidad de estímulos y percepciones. Y ciones para el individuo descansa sobre los sentidos o significa-
como estos (¡!timos carecen de una vinculación inmediata con dos a ellas subyacentes, al menos en la medida en que éstos
nuestros' impulsos elementales, tampoco desencadenan la reac~ constituyen un dato previo tanto a los individuos CO!110 a sus ac-
ción correspondiente. tos. Lo que es tan sólo un producto de la acción humana, no pue-
De ahí que los seres humanos necesiten ante todo orientarse de obligar internameote al individuo y al hacerse independiente
en el ámbito de sus percepciones y, a continuación, servirse de como un till absoluto enfrentado a su origen humano es sentido
¿stas como guía para orientarse entre sus impulsos, cuya energía como una realidad ajena que obedece a sus propias leyes. Al re-
es percibida en forma de un «exceso de estímulos» al faltar la ducir el lenguaje a la acción, Gehlen no pudo ya comprender el
orientación debida. Para Gehlen, la creación del lenguajc y, ulte- primero como el órgano de los signiticados previos al ser huma-
riormente, de la cultura reviste en los dos casos una importancia no. Sustrajo así desde un principio a las instituciones sociales y
culturales esa fuerza obligatoria que deseaba atribuirles en su re-
138. ¡bid .. 56. En otro pasaje (59), Gehlen uescribe dicho hiato como úna lación con los individuos. -
l:onsecuencia d~ la frenabiliduu de lus impulsos. T,nubi¿n en 362s. eL auemás
21 () Y 366, así como Pannenberg, Antropología en penpet.:tú.a //:oit>Xic:a. 3ós. 140. ¡bid .. 245, 33. el'. la fUI1l:ión que cumple el concepto de acción a lo
139. A. Gchlen, Da Me/lsc:h, 21, cf 35 y otros. Gehlen .dude al sentar eslu largu de toda lu ohm.
tesis a 1. O. Herder, quien sin emburgo entreveía en el don de la razón y en la 14-1. Así W. Puunenberg, AlltltJpologitl t!1I perspecliva It!olcJgil.:a, 63ss.
definición del hombre como imagen viva de Dios la contrupurlida de dichas de- 142. 'eL A. Oehkll, UrllleIlS(;/l lUId SpiilkulflJr (1956, 21964), Y las obser-
ficiencias en su equip.lluiento biológico. vaL'iones Jt,; Pallllt.:nberg en AII/ropolvgía en penpl!clú'a re()lálJ.icll, 630ss.

382 383

\I
La concepción gehleniana del hombre cpmo «ser aclUante» o['tranismos con el mundo. Plessner bautizó dicha relUl.:ióncon el
hunue sus raíces en el inteñto del primer Fichle por deducir el lé;'nino de «posicionaliuau" (Positiullalitiit). Así, la relación de
mundo de la conciencia empírica de los «actos fácticos» las plantas con el entorno está caracterizada por ~u 1l1m~dllltez: la
(Tm/¡al1dlullgell) del yo"'. Pero al aplicar esta idea al hombre, ca-
planta se halla por completo inserta en su mediO ambIente,. con
racterizado desde un principio como un ser natural defectuoso,
respecto al cual carece de toda autonomía. Por su parte, el al1lma~
Gehlen apenas pudo plantearse la pregunta por la manera en que
hace frente al entorno como una forma de VIda «cerrada» en SI
este ser es capaz de actuar, por la manera en que le es posible «to-
misma, que sin embargo no se relaciona consigo misma. EI~c~m- .
mur postura» frente a sí y su entorno. Una cosa, en efecto, es decir
bio la vida humana se caracteriza precisamente por esta ultIma
que lo «específico» del hombre no «sólo» reside en el espíritu, si-
fon;lU de relación, la cual tiene fundamento en su «excentricidad»
no tamhién en sus actos y su corporeidad, y otra muy distinta de-
(Exzenlrizitiit). En ella «el ser humano toma conciencia de la cen-
clarar que, puesto que el ser humano es un ser actuante, da 10 mis-
tralidad de su exislencia ... En cuanto situado en el centro de su
mo «contur el espíritu entre los atributos animales del hombre que
existencia. el hombre es aquel ser vivo que conoce ese centro, tie-
no hacerlo»''¡.J. El lugar reservado por Scheler al espíritu no pue-
ne experiencia de él y, por eso mismo, lo trasciende»'47. Se .trat~,
de ser ocupado sin más por un concepto de acción en el que los
en otras palabras, de la autoconciencia, que Plessner fenUllCJa sm
actos sirvan para compensar las «carencias» morfológicas del ser
embaroo a concebir como el relacionarse consigo mismo de un yo .
humano, garantizando así «la supen1ivencia de este ser»I.J5.Adolf
incorpÓreo y entiende como la relación que el.homb~': tiene con su .
Portmann tenía raZÓn al señalar que la reducción de la esfera ins-
existencia como ser corpóreo. Con ella hace ln'upcJOn una ruptu-
tintiva (y la consiguiente no-especialización) va acompañada en el • • • 14H
nl, un «hiato», en la relación con la propIa eXIstencia ,una capa-
ser humano de «un enorme crecimiento por parte de otros siste-
cidad para distanciarse de sí mismo, que constituye la bas~ ?e la
mas motrices centrales», con el que se corresponde el «aumenro
de la masa y las circunvoluciones de la corteza cerebraJ»14ll. La ca~ distinción entre el alma y el cuerpo, y en la que tIene tamb,en su
origen la personalidad del hombre. Esta última implica, por su par-
pacidad de actuar presupone lo singular de la inteligencia huma-
te, un mun d o comun • d e persona. Sl<9 .
na, cosa que Gehlen da en todo momento por supuesta. Es preci-
samente en relación con este punto donde la tercera modalidad de Plessner afirmó que la excentricidad constituía la manera de
la antropología filosófica, dehida a Helmut Plessner, prueha la existir propia del hombre, pero no se planteó la pregunta por su
superioridad de sus planteamientos. génesis. Sin embargo, sus afirmaciones pretendían ser una des-
En su libro Las etapas de lo orgállico y el hombre (l928), Pless- cripción de la constitución corpórea de la exis.te~c~iahuman~ 150.
ner distinguió tres modalidades fundamentales de relación de los (,. Cuál es la relación de esta última con la descnpclOn schelenana

143. A. Gehleo, Theorie del' Willellsjreiheit (1933), permite reconocer con 147. H. Plessner, Die Swfen des Organjsl.'hen und del' Mensc}¡ ~192~,
durid¡]{jel origen del concepto de acci6n en el primer Fichte. Al respecto eL W. ~1965), 290 Y 291. La pulabra clave «excenlricidad.) aparece en la págma Sl-
Schu!z, Philosophie i/1 der l'eriillderren Welt (1972), 442s. guiente como desionación de este hecho.
144. A. Gehlen, El hombre: su ,.wfuraleza y Sil lllgar en elmlllldo, 25. La 148. Este ((hi=to» (ibid., 292) no es idéntico con el hiato posteriormente
formulación más moderada recién citada se encuentril en el mismo pasuje. así alirmado por Plessner enlre los iJllputsoSy lu percepción, los im.pulsos y la a(;-
como en 29. Más turde (277s), se echa de ver con claridad que la intención de ción, pues para Plessner de lo que se trata es mlÍs bien de una qUiebra o ruptura . ~,
G~hlel1es explicar el espíritu como un epifen6meno de la acción humana (y es- en la relación consigo mismo. . . . .
pecialmente del lenguaje). 149. ¡bid., 293ss. La ruptura en la relación consIgo mlsmo Ilnphca el ~es-
145. Ibid" 130. cubrimiento de un a{¡er ego (299s) de imp0l1ancia fundamental en la expenen-
da del enlomo, el cual es tan antiguo como el yo (30Is).
146. A. Portmunn, Zoologie l/ud das neue Biid 1'0111Mellsc:hen (1951) rde
150. Para la crítica de W. Sehulz. Philusophie in del' l'eriilldertell Welt, 458,
20, (1956), 62s y 92s. ef. también Id., De,. Mell.\"ch _ <:in Miillgelwe.l'en 1, en A.
de que con el tema de la autorrelación se abandona el campo d; una antropo~o~
Portm:ll1n, EntliÚ's/' die Nu/l(r den Mell.l'c:hen! Ge.mlJllllelfe Al/j."\'ü/ze 7./11'
iJi%gie lIf1d AI1/!lropologie (1970), 200~209. gía de fund"llnemos biológicos, ef. W. Pllnnenberg, Alltrop%gw en perspeCflllQ
teológica, 61.

384
385
permite dicha relación. A panir de aquí pueden también darse los
contenida cn el concepto del «carácter abierto del mundo»?
primeros pasos en la revisión del equívoco empleo que hace
Pkssner se negó a admitir que dicho carácter abierto implicara
Gehlen del conceptu de acción. Pues si acluar presupune la unI-
quc el ser humano puede independizarse de sus lazos con lo ins-
dad del sujeto que hemos de representarnos como aClUante o
tintivo, pues esa independencia nunca llega en él a realizarse por
agente de la acción, a lo que aluden las explicaciunes de Plessl~er
completol5l, y opinó que la «excentricidad», es decir, la capaci-
a propósito del carácter fragmentado Y roto de nuestro relaCIO-
dad para distanciarse del propio centro (y como consecuencia de
namos con nosotros mismos -consecuencia de la excentncIdad-
toda otra realidad), describía mucho mejor este hecho. Pero la ca-
pacidad para adoptar una postura con respecto a la propia exis- es a las dificultades que entraña semejante supuesto.
Plessner definió más precisamente las consecuencias de la «po-
tencia como ser corpóreo parece tener como requisito previo que
sición excéntrica» del ser humano por medio de tres <<leyesantro-
la percepción humana de los objetos esté en buena parte descar-
gada de instintos''', que era precisamente lo que Scheler busca- pológicas básicas». La primera reza como sigue: <~Comoun ~er or-
ba expresar mediante su idea del carácter abierto del mundo. A ganizado excéntricamente, el hombre debe /odavlCl convertlrse,en
ella, en efecto, va ligada la capacidad de distinguir entre los dife- aquello que ya es»l55. Los hombres so~ seres natura~mente artIfi-
rentes objetos percibidos, así como la posibilidad de percibir la ciales por tener, en cuanto seres excéntncos, que fabncarse de ma-
propia existencia corpórea como un objeto más entre otrosl". És- nera reiterada una situación de equilibrio. Esta última nunca cons-
ta es probablemente la razón de que lus niños aprendan antes a tiluye un resultado acabado, ya que el hombre puede en todo
referirse a sí mismos mediante el nombre que todos emplean al mOlnento volver a sobrepasarla y distanciarse nuevamente de ella.
dirigirse a ellos, es decir, mediante su nombre de pila, que por La segunda consecuencia qe nuestra fonna de vida excéntrica es lo
medio del difícil pronombre «YO»154. que Plessner llama la «inmediatez mediata>,'56, o que el carácter
Así, pues, es posible entender el «carácter abierto del mun- inmediato de la realización existencial humana esté siempre me-
do» y su fundamentación en la reducción de los instintos, como diado por la distancia reflexiva con respecto al propio ser. Esto se
había puesto de manifiesto Gehlen, como formando parte de los aplica en primer lugar a la relación con nuestro cuerpo, el cual es
supuestos de la descripción plessneriana de la excentricidad hu- por este motivo «expresión» de la personalS7. Pero lo mismo debe
mana. Sin que ello signifique oponerse a sus tesis, permite al me- decirse de nuestra capacidad para representar diferentes «pape-
nos encuadrarlas dentro del resto de ensayos por fundamentar les», así comO de nuestro tener conocimiento de los productos de
una antropología tilosófica que atienda tanto a la corporeidad del la propia actividad como «expresión» de nuestra persona. .
hombre como a la pregunta por lo singular de nuestro comporta- La tercera consecuencia de la excentncldad humana reviste
miento como seres corpóreos. Desde este punto de vista, el acen- especial importancia para la antropología teológica. Se trata de la
to puesto por Plessner en la relación que el hombre tiene consigo conciencia de la contingencia de la existencia y también, aunque
mismo sirve para realzar una vez más esa especificidad de la con- sólo sea de manera implícita, de Diosl". Este último oficia de
ducta humana y de la situación del.hombre en el mundo -que la sostén de la vida humana en su contingencia y distanciamiento
construcción «carácter abierto del mundo» busca describir- que con respecto a todo lo dado. Por supuesto, el hombre puede tam-
bién hacer uso de su capacidad para distanciarse en contra de la
151. 1-1,Ple::;sner, Condirio Humana (1964), 47 idea de Dios. Y, sin embargo, para Plessner se da una «correla-
152. «Más o menos», pues no es importante si la apertura mundanal e~_táo
no reulizada ~<íntegramente), es decir, sin residuos instintivos. Del «carüder 155. H. Plessner, Die SII/fen de.')' Orgalli!N.:1telllllld del' Mensl..'h e1965), 309.
fragmcllwriu de la apertura humana tlel lllundQ)) vuelve a hablar 1-1.Plessnt:r en
156. ¡bid., 321s.
COJlditio Humana, 48. 157. Cl'. especialmente el esludiú de H. Plessner, Lac1ltm ¡//Id Weinell (1950).
153. Pura más detalles, d. W. Pannenberg, Antropolog[a en perspectil'tI Sobre el COUl:Cpto ue papel insiste H. Plessn~ren C(J/u/itio flUIJlll/W (1964), 53ss,
leológicll, 63s5.
154. Para la función de la palabra «yO» como «palabra-índice), ef, W. en especial, 56.~s.
ISlt H. Ples.sner, Die 81l1ji:11de~' Orgtlllischell /l11£/ del" Mt!I~sL"h (' 1965), 341s.
P,lnncnberg, AnrroJwlogül eIl pel'.\'{Jectiva teológica, 255::;s, 276ss.
387
386
ción esencial» entre la excentricidad y Dios como ser absoluto y
fundamento del universoJ59, ' a una serie de esfuerzos por entender con mayor rigor el concep-
to de evolución 1'" y verse mezclada en las lilosofías procesuales
De manera análoga a como sucedía en Scheler, la excentriciR
de Samuel Alexanderl6< y Alfred Norlh Whitehead con un ensayo
dad o canícter abierto del mundo para el hombre termina, pues,
de comprensión global del universo. . ..'
por significar para Plessner apertura hacia DioSI60, un estar abier-
Dentro de la historia de esta discusión revIste especIal Impor-
to más allá de todo lo mundanal a un fundamento absoluto del
tancia la obra de Henri Bergson (1859-1941). El intento de
mundo y de la realización vital humana. Plessner aludió a la teo-
Bel"'son apuntaba a una comprensión lilosófica de la Vida que m-
ría scheleriana del espíritu en los siguientes términos:. «Por natu-
tegr~ra los aspectos psíquicos y físicos de los fe~?menos VItales
raleza no hay hombre. El hombre solo deviene hombre a través
con el fin de ofrecer una base para la comprensIOn de la evolu-
de su relación con Dios»161. Sus propias ideas no eran niuy dife-
rentes de las de Scheler, aunque Plessner estaba en lo cierto al ver ción"'. Pero, al mismo tiempo, fue ocasión para el desarr~llo de
en la capacidad de la excentricidad humana para tomar distancias una nueva concepción global de la realidad que se convlrtIO ~n el
la razón que hace también posible el ateísmo. Sin embargo, am- punto de arranque de la filosofía procesual, la cual alcanzan a su
bos se posicionaron en este punto en contra de Gehlen, quien cumbre en la obra de Alfred Whitehead. Como Bergson había
nunca reconoció a las instituciones religiosas, al igual que al res- conseguido acceder a esa nueva comprensiól: de la vida partIen-
:(

to de instituciones, nada más que una función secundaria en la do de la experiencia que el hombre llene de SI,mismo: yen partI-
estabilización de la conducta. cular de su experiencia del tiempo, su filosofla se deja descnblr
..\
como la conversión de la antropología, como resultado de la am- L~'

pliación de sus puntos de vista, en una filosofía de l~ naturaleza.


4. La aparición de la filosofía de la naturaleza Ése sería el proceso más o menos segUIdo por Whllehead. Sus
orígenes antropológicos diferencian a est~s dos figuras de la filo-
Los diferentes intentos antropológicos a que dio lugar la lilo- sofía procesual de otras formas de filosofla de la naturaleza. ,
sofía de Scheler tenían por objetivo la determinación de los ca- En un comienzo, Bergson fue ImpresIOnado por la filosoüa
racteres específicos del ser humano. Este último no sólo fue defi- evolutiva de Herbert Spencer. Pero luego observó «que el tIempo
nido como un ser enfrentado a la naturaleza pre-humana, sino no sionificaba nada en este sistema», planteándose a la par la Sl-
como un eslabón más de la evolución biológica. El primero en guie;te pregunta: «¿No prueba el hecho del tiempo que lo más
apercibirse de la necesidad de realizar esta tarea fue, antes de interno de las cosas es indeterrnmado? ¿Y no es el tIempo ~sa
Charles Darwin, Herbert Spencer162, pero ésta no se convertiría misma indeterminación?»166, ~
en verdadero objeto de polémica, especialmente en Gran Breta- En su primer trabajo, Ensayo sobre los dMos inlll~diato~de la
ña, hasta la publicación del Origen de las especies (1859) y La conciencial", Bergson subrayó la importancia de la mtulcIOnpa-
descendencia del hombre (1872), ambas de Darwin. La discusión
ha tenido una continuación filosófica en el siglo XX al dar lugar 163. Especialmente L10yd Margan, Emergetlt Evolutioll (1923). . j
164. S. Alexander, Space, TIme Qnd Deit)' (1920). . ;
J 59. lbid., 345. En Conditio HumQllO se dice que la posición excéntrica del
165. H. Bergson, L'él'()/tllion créatrice (1907) (versIón cast.: L:I evoltlcl6n
hombre exige como «contrapeso ... 'un grado máximo de poder y ultllnl» (67). cree/dora, Espasa~Ca1pe, Madrid 21973). De la necesida~ .de modIficar (en el
sentido de animar) el concepto de materia como prerrequlSlto para comprender
160. Así W. Pannenberg en Was ist da Mell.\'ch? Dit! Afu!lropologie del"
Gegemvarr im Lichte der Theologie (1962, 71985), 11 S (versión cast.: El hombre la evolut.:ión había hablado ya John Tyndatl en 1874, en Belfas¡ Addre!ij' befo,re
como problema, trad. de R. Jimeno. Herder, Barceluna J976), a.sí como ¡he British Associalioll.
Antropología en perspecfúJa teológica, 86s. 166. H. Bergson, Pensamiellto y evolllcióll creadora (1948), 1.20. ,
e
]61. H. Plessner, Die Stufen dejOOrgallischen IInd der Me1lSc/¡ 1965), Xs,
167. H. Bergson, E.I'sai sllr les dOllnées illmédiafes de la r.:~nst:l.efl(:e, (1889 J,
(versión cast.: EllSayo sobre los dlltm- inmediQlos de la conCIenCia, Slgue.l~l~,
con una referencia al ensayo de M. Scheler, Ztlr Idee des Mell.w.'hen, de 191 l.
162. H. Spencer, 71Je DelJelopmellt Hypothesis (J 852).
Salam:JI1ca 1999). Para lo que sigue, M. Capee, Bergs()Il alld Moderll PhYJlc~.
A Reillte'prelatioll (/Ild Re-Evalualio/l (1971). 89s.
388
389
fa el conocimiento al Jado y por encima del entendimiento analí- los diferentes estados, en los que ve una serie de hechos que co-
[ico. En la forma de la intuición se nos da la unidad tle lo real en existen yuxtapuestos externamente. Esa manera de aprehender la
el tiempo, ulla uñidad que no es sólo la de nuestra pen.:cpción, si- realidad espacializa el devenir, haciendo de él un mel'o coexistir y
no la realidad viva misma. Ambas tienen la forma de la duración sucederse de cosas y estauos17-1. Tendemos a interpretar el cambio
(durée), pero ésta no se opone al cambio, sino que se encuentra a partir de lo inmóvil. Esa inclinación está relacionada, segLÍn
ella misma en cambio permanente, produciendo sin cesar algo Bergson, con el hecho de que nuestro intelecto sirve a fines prác-
lluevo. Para Bergson.la secuencia.temporal se presenta como una ticos. El fin del conocimiento es permitirnos actuar en el mundo
constante alteración de estados, pero ésta no debe concebirse co- externo yesos actos modifican los estados con que nos encontra-
mo tina sucesión dé instantes puntuales, pues nosotros vivimos el mos. Como resultado perdemos toda capacidad pura percibir el
tiempo como una corriente incesante, un abrirse paso por parle devenir incesanteJ75. En su lugar, buscamos estados, así como es-
del pasado «que roe el f.uturo y va creciendo a medida que avan- tablecer su repetición de acuerdo con determinadas leyes. El or-
za». La memoria es el lugar en que se conserva esa acumulación den así construido por el intelecto es un orden de cosas y estados
continua de nuestro itinerario vital. Naturalmente, no estamos en el espacio, un orden geométrico'''. Dicho orden constituye la
constantemente recordando el entero camino que hemos dejado base de la deducción e inducción de regularidades practicada por
alrás. Nuestro pensamiento opera solo con una selección de las nuestro conocimiento empírico, y éstas parten del supuesto de que
experiencias vividas y depositadas en nuestra memoria. Todo ello «el tiempo no cuenta»177, ya que los acontecimientos 'obedecen en
permanece en el momento presente inconsciente para nosotr~)s, todo momento a las mismas reglas. Sin embargo, esta visión de la
tanto en nuestros deseos, como en nuestros actos o en la temlen- naturaleza es pura Bergson una construcción puramente artificial,
cia que nos impulsa hacia adelantel6K• El término «tendencia» no una representación abstracta de la realidad, la cual tiene en puri-
significa que estemos guiados por un objetivo final''', su signiti- dad el carácter de un devenir constante que da sin interrupción ori-
cado es el de una «fuerza explosiva» que se despliega en forma gen a algo nuevo"'. Una mera sucesión de estados, como los fo-
de h'lZl70
, , un e'{ (/JI Vi '1a /171 que empUja
. aJ CiJmb'10 y a lo nuevo, nun- togramas de una película, no es suticiente para que haya movi-
que sin un fin determinado. De manera inversa lo nuevo no miento. Éste no entra a formar parte de ella sino por mediación de
irrumpe en la forma de una ruptura con el pasado: sino como su la conciencia del tiempo del observador, que es quien posibilita te-
transformación. Su misma novedad sólo se deja articular relacio- ner experiencia del sucederse de las imágenes corno una continui-
nándola con el pretérito172• dad'''. Pero, en realidad, lo originario es el deve.nir constante,
La duración en la forma en que podemos observarla en noso- mientras que, por el contrario, la imagen de una sucesión de esta-
tros mismos, es decir, como un devenir incesante, caracteriza tam- dos separados es sólo un producto de la abstracción.
Por supuesto, al lado del devenir creador se da !ambién el ir
,
bién según Bergson la verdadera naturaleza del universol7l• La
forma de pensar propia del entendimiento, por supuesto, pasa por pereciendo de las creaciones de la vida. Cuando la fuerza crea-
alto ese devenir constante, reparando únicamente en el cambio de dora de la vida desfallece, la muerte impone su ley. La evolución
de la vida en dirección hacia el acrecentamiento de la esponta-
168., H. Bergson, La evolución creadora, 77, edición d~ J948, 9. En el pri- neidad, de la energía y de la libertad"", sigue un camino opuesto
mer C<lpllLilo de esta obra, Bergson resumió una vez más Jo que ya hubíll dicho
sobre el tema. 174. Ibid., 173.
160, Para Bergso~.el tinalismo, <11 igual que el mecanicismo, exduye toda 175. Ibid., 24 t.
apertura hacia el futuro, hada algo nuevo (ibid., 106ss). 176. ¡bid" 190.
170, ¡bid., 96ss. ¡77. ¡bid., 2 tOs.
17 t. Ibid., 87ss; er. 99s. 178. Ibid., 196.
172. M. Cupee, Bergsoll mili Moderl! P}¡v~'h's,127s. 179. ¡bid., 240ss.
173. H. Bergson, L(I evólllf.:iúJI L'l'e(uJoru: 24U; d. 22s, 1~Us. 180. ¡bid., 2255S; eL 213s.

390 391
al descrito por la ley' de la entropía que rige los procesos cósmi- Bercrson concebía como una continuidad -un diferenciarse del
cos. Mientras que esta última conduce «hacia abajo», en direc- que~ evidentemente, tampoco él pensaba que pudieran hacerse sin
ción al Jlnal equilibrio de todos los declives de energía en un es- más responsable a las ilusiones del entendnTI1ento espaclUhzador-.
lado térmico uniforme (conocido como «muerle térmica»), la En este punto, Alexander y Whitehead se apartaron de Berg-
evolución de la vida conduce «hacia arriba») mediante la acumu- son. Ambos reconocieron la gran importancia de Bergson para su
lación de energía, el aumento de la complejidad y la libertad cre- propio pensamiento: Alexander por opinar q~e este último había
ciente'''. La evolución de la vida se presenta, pues, a ojos de sido el primer 1¡lósofo de su época que se habla tomado en seno el
Bergson como la inversión de la tendencia propia de los procesos problema del tiempo'''; \\Íhitehead por creer que Berg~on había
inorgánicos: si éstos siguen la trayectoria de un cuerpo al caer, la tenido toda la razón en protestar contra la «espaclUhzaCIOTI»de los
vida es el esfuerzo por volver a remontar la pendiente11ol2• La ima- procesos naturales en las descripciones de la física clásica1li6• Este
gen de un dinamismo evolutivo que disculTe en sentido contrario último coincidía con Bergson en contemplar la naturaleza como el
a la tendencia entrópica a la uniformidad -yen el que se mani-' proceso de un devenir, aunque prefería servirse de la idea de «pro-
reslaría]a esencia de la materia- fue adoptada por un gran núme- ceso» en lugar del concepto, para e'1 am b.¡gua, d.e tiempo 187 . En
ro de pensadores, algunos de los cuales malinterpretaron su ver- cambio, tanto Alexander como Whitehead creyeron necesario
dadero senlido extrayendo la conclusión de que los procesos acentuar el momento de la discontinuidad en los procesos natura-
vilales no están sometidos a la ley de la entropía. Hoy día sabe- les con mayor energía que Bergsonl88, Para Whitehead, el (¡conte-
mos que el aumento de la complejidad en los organismos es com- cer progresa desde la separación a la combinación, produciendo
pensado por la acel,ración de la entropía en el entorno de cuyo. de esta forma algo nuevoll,9, La continuidad no es lo ongmano en
potencial se nutren los procesos vitales"'.
la realidad, sino el producto del enlace de una multiplicidad.
La cosl11ovisión dinámica desarrollada por Bergson tuvo una,
El primero en afirmar la primacía de lo dado discontinuamen-
extraordinaria influencia. Sin embargo, una consideración deteni-,
le, sobre todo en relación con el concepto del tiempo, fue Samuel
da de la continuidad que Bergson creyó descubrir en el devenir.
Alexander (1859-1938). Alexander opinaba que -considerado en
creador se ve enfrentada a toda una serie de problemas para los
sí l1lismo- el tiempo es una secuencia de instantes vinculados en-
que Bergson no propuso ninguna solución satisfactoria, ¿Cómo
conciliar, por ejemplo, la aparición en el proceso del devenir de .
J 85. S. Alexander, SI'(lce, Time ami Deity (1920), nueva edición a cargo de
realidades, según Bergson, nuevas e in.eductibles, con su simultá- : D. EmmeL 1 (J 966),44.
neo rechazo de la hipótesis darwinista del azar?'''. Para Bergson, . J1::6. A. N, Whilehead, Scie/lce amI the Modem World (1925), McMillan
la incesante novedad del acontecer está ya dada en la experiencia M~nlor Bouk 161 (1960), JJ4, r.:f. 52.
del tiempo, por lo que su oposición a la hipótesis del azar podría Ig7. A. N. Whitehead, 11Je COllceplofNtlllIre (1919), página 54,de la eJi-
ción de 1964. Whitehead prefe:l"ía reservar el concepto de liempo para el «mell-
haberse debido a que el concepto de este último hacía las veces de .I'I/mble lime ofsciellct.' l/Jld (?ldl'ilized Nfe» y hablar más bien de un «process})
complemento a la idea de formas tenazmente esuílicas, Subsisle, I~r
() "I){/,~,\"I,l;e It(//l/re)}, Más lun.!!.:,se impuso la primera Je esLas exp,rcsioncs,
con todo, el problema objetivo de cómo ha de entenderse la apari- dejando tumbién a un lado la Llenominadl'ín «ph~losoplly of Or~lI1lISI~I)) que
ción de algo nuevo en el curso del devenir y, junto a él, la pregun- • Whilc!leud había urilizado hasta entonces pma refenrse a su filosofw (prologo a
ta por la manera en que podríamos todavía diferenciar unas de Pmee,\',\' l/mi Relllil\;'¡ J 929]. Mr.:MiIlan edition VI y otros, cf. Sciellce alld lIJe
Mudan Worlt1, 71: .()I:~l/lIic I..'ollceplio/l (4'IIl/fIl/"e, 130: orgaJlic.:llJeory ojll(lllfre,
otras las creaciones de un devenir que, sin embargo, el mismo
lambi1511 114). ' .
l ¡-aL Desgrar.:iadanlt::nlc, este hecho no es len ido en cuenlu por Capee en su i>
t81. ¡bid., 22" ef. 318,188.
libro, pese a que este autor pone repetidamente de manifiesto la vecindad exis-
182. iNd., 1 J 8s. 1: '
tente entre las filosofías de Whiteheud y de Bergson. ,
1:
J 83, AJ respecto, eL W. Pllnnenberg, S.l',\'feJ/wli,\'Che 71u'%gie 2 (J 991 ), 189, A. N, Whilchcad, Pmct!s.\'lIlld Rt!{/lily, 32: The ultimate metaphysicl.ll
l36s, tilmbién 1 l Ss y J 52, principie is the udvance from uisjullction lo conjunr.:lion, r.:reating a novel entity
184, H, Bergson, La el'OillciólIl'readoT(f, 8:;:)s. olher Ihan Ihe enlilies given in disjUIlClioll.

392 393
tre sí sólo por su reJa.cióo con el espacio. Este último tampocq Whitehead creía que la concepción del at..:ontecernatural como
podría constituir por sí mismo un COJltillltlll1l, pues entonces per- una sucesión discontinua de acontt:cimientos que al variar y repe-
manecería vacío. De ahí que la diferencia y divisibilidad en el es- tirse suscitan la impresión de una vihn/l'iún eslaha en cierto modo
pacio se deban a la acción del tiempo, quien por su parte tiene insinuada en la física cuántical~). Mediante la combinación de los
que agradecer al espacio el constituir un progreso continuo, re- fenómenos de repetición y variación en la serie de los aconteci-
sultado de'que cada instante del tiempo pueda ser común a dife- mientos, los procesos naturales adquieren el carácter de un «pro-
rentes lugares y, a la inversa, una sucesión de instantes distintos greso creadof»11)(,muy similar a la évo/ution cI'éatrice eJeBergson.
veriticarse en un mismo lugar'~'. Para Alexander, la «espacializa- Sólo que Whitehead fue a continuación capaz de vincular con esta
ción» del tiempo que Bergson juzgaba obra del entendimiento y característica fundamental del devenir la desaparición de sus dlte-
tenía en buena medida por responsable de los errores de la meta- rentes creaciones con mayor plausibilidad que Bergsoll. Para ello,
física tradicional substancialista forma, pues, parte de la esencia procedió a distinguir dos formas fundamentales del devenir, creci-
misma del tiempo'''. miento (collcrescence) y corrupción (transitiun). Esta última im-
Con la secuencia ininterrumpida de instantes deAlexander se plica siempre una «transición», ya que todo acontecimiento pasa.a
corresponde la idea de Alfred North Whitehead (1861-1947) de formar parte -como un elemento más- de otros procesos de creCI-
una sucesión de «acontecimientos» (events) que hacen aparición l97
miento tan pronto como su propio devenir ha tucado a su fin .
de manera discontinua. Dentro de ella, los últimos acontecimien- Para Whitehead, los acontecimientos son la realidad última
tos constituyen la repetición de los que les precedieron, y así es del universo (thejillal real tlúllgs)'''. Él mismo caliticó su filoso-
como surge la duración (endurance)'''. Sin embargo, Whitehead fía de aloIl1Ístical~I.),.allnquea diferencia del democritiano o del de
dedujo la espacialidad del acontecer, distinta de la secuencia tem- la física clásica, el suyo es menos un atomismo de cuerpos mi-
poral, de la duración de un determinado pattern (patrón)'''. núsculos e indivisibles que de acontecimientos. En contrapartida,
Whilehead siguió, pues, aferrándose a la primacía del tiempo so- los elementos formales (patterus, eternal objt1CIS) carecen de rea-
bre el espacio, como había hecho Bergson, aunque con la diferen- lidad propia, sólo son reales en cuanto se manifiestan en los
cia de que para él la «espacializaciól1» del tiempo era consecuen- acontecimientos. Lo mismo se aplica al colllinuum espacio-tem-
cia de la realización de los pattern o «eternal objects»19~-colores, poral: sólo es una «potelltiality for extellsive divisioll»1011(poten-
sonidos, olores, formas geométricas que en cuanto realizadas en
I
los acontecimientos constituyen sus pattern- en la sucesión de los
acontecimientos. En cambio, se apartó de Bergson por ver en la
195. tbid., 1195s, en especial, 121.
196. A. N. Whitehead, ProceJS ami Reality í 1929), Mdvlillan euitiull 340,
.•
continuidad del transcurso temporal un fenómeno no originario, ef. 42. Del problema de que los aL:onLecilllientos illlJividuales que Whitehead
considern los últimos componentes de la realidad deben ser concebidos como
sino derivado, con fundamento en la repetición y variación de los resultado de un devenir. no podemos ocuparnos aquí. Al respecto, cL W.
jJatfern en la serie de los acontecimientos. Pannenberg. Melaphysik lIIul Gvtte.l'gedallke (1988), 85s.
197. A. N. Whitebead, Pmr;ess und Reali/y, 320s, cL 322.
190. S. Alex<llluer, Space, Time (Illd Deily 1, 48s. la sucesión de la secuen- 108. lbid., 27. En lugur del lérmino dd que había preferido servirse en
c¡:¡ temporal por sí sola «\Vollld COlTsüt ofl'l!rishing insUltJfs" (45). Sciellce {1m/rile Mot!t'1'II IVor!d (El'ent). Whiteheacl emplea en este pasaje, así
191. lbid., 1,143; ,f. 149. como en Pme£'.WJ \' rel¡/it/at!, la expresión aetlla! oCl/sion (o actllal elltity), 1lti-
192. A. N. WhilehewJ. ScieJl(:e £lml Ihe Mot/el'll World. 102: « ... rhysical li/.ando Cl't'1I1COI{10uC'signución general Je un complejo de l/e/mil /lL'lIsioll.l.
el1l.luntnce is the process of contil1t1ously inheríting a cerluin íJellLity of dUlfUC' ( 113 Y 124). Por su parte, actlw( OCluio/l es Jelinida como «rhe I¡mitin!; type vf ¡
(el" transmitted throughoLlI U historical J"Outeof evcnt!:i)}.eL 116: ({Enclufance is (lH £'1'eJlt ;vil/¡ 011/1' O/u:, memben) (113). j
j.,
lhe rcpelici91l of lhe pattern in succesive events». Whitel1ead distinguió eJldu- 199. tbid., 4Ó (an atamic theory of reality), er. 53: (<Tbus lhe ultimate me~ l'
Hlllce de dllrmjoll. 1<1 cllal eS propi¡¡ dcl UCDlltccimicllto aislado en la medid,l cn luphysit.:altruLh is <ltomi:-;lll)}' ..... . d
l'
que realiza. un patrem (117). 200. /bül., 96, eL 104. A la vez. «ExtenslOn. aparLIrol11ltS spaelUhl.atlOll und ii"
J93. ¡bid .. Ills. lel1lporali;wtion, is thaL general schcmc of relatiol1ships providing the eapadty
1Y4. ¡bid., 97, ef. 144s. 11laLmany objects e;.u1be w~lded inLOIhe reul uniLYuf une expcricncc), (105).
ij
394 395
cialidad para una división constante) o, a la inversa, resulLado de 010 actos de esa subjetividad, las inlernql re/afions que constituyen
la abstracción del conjunto de acontecimientos concretos' en que el acontecimiento reciben el nombre de «aprehensiones» (prehell-
se establece el vínculo de las actual entities (entidades actuales) SiOIlS), es decir, aprehensiones integradoras de todos los fenóme-
con las que las precedieron20I• nos del universo en los que el acontecimiento toma parte y con los
El atomismo de Whitehead, en el que una multiplicidad de' que tiene, además, que relacionarse por sí mismo205.
acontecimientos constituyen la base de todo lo real, se enfrenta, En principio, la teoría whiteheadiana de la vinculació~ interna
con todo, a las mismas dificultades que Platón había opuesto ya • de cada nuevo acontecimiento con los que le preceden aparenta
en la conclusión del Parménides (165es) a toda forma de atomis- superar las unilateralidades del atomismo clásico. Como cada
mo metafísico: si lo uno no es, lo que se diferencia de él no pue- nuevo acontecimiento tiene que «aprehender» todos los aconteci-
de ser ni unasola cosa ni una multiplicidad de ellas, de tal forma mientos con que se topa en el universo y asumirlos como' suyos,
que ya no podría haber nada en absoluto. Una multiplicidad de la totalidad constituida por estos últimos parece tener en cuenta el
unos es una multiplicidad de lo mismo (en el sentido del uno abs- . carácter relativo de cada acontecimiento individual. Sin embargo,
tracto) y también una multiplicidad en que los múltiples se rela- para Whitehead el universo (o el continuo espacio-temporal) no
cionan unos con otros, formando así partes de mi todo. Si no precede a los acontecimientos individuales en la forma de un to-
constituyeran una totálidad, tampoco podrían pensarse como el . do real, sino que son siempre estos últimos quienes tienen que in-
mismo uno. Es decir, en todos los casos es necesario presuponer tegrar en un todo las múltiples relaciones que establecen"".
una unidad que los comprenda, so pena de no poder concebir en El parecido que la concepción de Whitehead guarda con la
absoluto los átomos como unidades. monadología leibnizianano es fruto de la casualidad. Son mu-
Al parecer, Whitehead no se enfrentó a esta dificultad funda- chos los pasajes en que Whitehead alude de manera explícita a
mental en ninguno de sus escritos, aunque en Adventures o/ Ideas los víncolos entre sus ideas y las de Leibniz. Whitehead declaró
(1933) examinó diferentes modalidades de atomismo"', al par que haberse limitadb"a concebir las mónadas como acontecimientos,
criticaba el modelo doctrinal que, con origen en Demócrito, Epi- sustituyendo la tesis leibriiziana de que <das mónadas no tienen
curo y Lucrecio, había terminado por cuajar en el atomismo pro- ventanas» -por carecer de relaciones mutuas- por la de que están
pio de las modernas ciencias de la naturaleza. La crítica de White- constituidas por sus relaciones internas con los acontecimientos
head es que los átomos se relacionan aquí sólo extemumente, por que las preceden,07. Sin embargo, estas modificaciones fueron
azar o de acuerdo con leyes externas a ellos mismos. En contra de acompañadas de la renuncia a aquel elemento que en Leibniz ser-
este punto de vista, Whitehead había af¡rulado ya en Science and vía para compensar el pluralismo de las mónadas: la idea de que
the Modern Warld (1925) que cada acontecimiento está interna- cada una de ellas es el reflejo de la unidad del oniverso fundada
mente relacionado con los que le preceden, a saber, por medio de en la Mónada Divina. En Leibniz, ésta es la fonna en que la uni-
relaciones constitutivas para el acontecimiento en cuestión2(l]. La dad del universo precede a cada una de las mónadas, haciendo
hipótesis de una imemal rela/ion presupone, según Whitehead, lo posible la concordancia de todas ellas. En Whitehead no hay lu-
«subjetivo» de cada acontecimiento como integración espontánea gar a nada parecido. Aquí, cada acontecimiento individual tiene
de la multiplicidad de relaciones en que se encuelltra21l4. Vistas co- I que engendrar a partir de sí y por medio de so subjetividad la uni-

20J. Como en Tf¡e CrJllcept td'N(llllre (1920), 74ss I.:il la ediL'i(¡n dI.: 1964. lU5. A. N, Whitehead, Proce.\'s ~Jld Realif)', 71 s. En esta obra, el concepto
202. A, N. Whilehead.Ad~'ell/llrl'.\' {~f!detl,\'(1933), Mentor Book ~Jilioll, de prelu'lIsüm ocupa un lugar central, 'mientras que la discusión de la diferencia
125s. Traducción alemana, Aben/elle,. der Ideen (J 971 J, traducción e introduc- ~nlrerelaciones internas y externas pasa,u un segundo plano ..
ción de E. Wiehl, 25 J s (versión cast.: A\'t'nll/nt,\' de IU,I' idew', CGFE, Bu~nos 20ó. En este sentido, dice Whiteh~ad: ~(... every actual entity springs from
Aires 1961) thul univt:.rsc which Ihere is ror jI» (Pmce,I-,I'ltllll Re£/liry, 124).
203. A. N. WhiLl.:h~¡ld, Sdellce l/mI rlie Moc!el'll World, tJ8,eL lIS. 207. eL A. N, Whitehead, Sdellce lIIul tlie Modem ":orld, 68, así como Id.,
204. ¡bid., 115. Adl'l'nlUreS (~r
Ideas, l3H,

396 397
dad de su mundo respectivo. También en Whitehead Dios es el ve a hacerlo al señalar que el subjetivismo introducido en la teo-
último garante de la unidad delul1iverso 2011• Pero este Dios no se logía por la experiencia pietista corre el riesgo de que con la
sitúa ti-ente al universo como su cn..~ador~[J~.En su «primordial Il(j- realidad del mundo se le desvanezca también la realidad de Dios.
!tlre» (naturaleza originaria) es sólo el lugar de todos los «ekmaf Pero esto no debe permitir que nos engañemos con respecto a que
oh}ecl.,",>, es decir, de todas aquellas posibilidades de que.1os fe- el Dios de Whitehead no es idéntico al Dios creador de la Biblia
nómenos tienen necesidad para realizarse en la medida en que y la fe cristiana, porque no es quien crea los acoJ;ltecimientos in-
pueden asumirlas en su autoconstitución. Dios ofrece a cada dividuales, sino sólo el acicate para que éstos se creen a sí mis-
acontecimiento individual las posibilidades que ¡:iOn relevantes mos"2 Sin duda, la filosona procesual de Whitehead abre una
para su autorrcf;llización. Éstas adoptunla forma de un iniriai aim nueva perspectiva, desde la que es posible comprender la crea-
(meta inicial), pero quien decide realizarlas, así como la manera ción del mundo no sólo como una creatio continua, sino también
en que hacerlo, es el fenómeno en su «subjetividad». Com'o cual- como la integración en la creación del universo -que sin embar-
quier otra actual emit)', Dios está obligado a aprehender la tota- go sólo alcanzará su plenitud escatológicamente- tanto de la li-
lidad de (os restantes acontecimientos. Pero siendo eterno, al ha- bertad de las criaturas como de su respectiva contribución pro-
cerlo integra en su «t.:ollseqllellt maure» (naturaleza consecuente) ductiva a la formación de su mundo. Pero si, continuando por
la totalidad del universo en una unidad detinitiva"". En la filoso- esta vía, Dios debe también ser concebido como el creador de to-
fía de Whitehead Dios es el creador del universo sólo en este sen- das y cada una de sus criaturas, es necesario someter a una pro-
tido. Es decir, Dios no es el autor de la existencia de cada uno de funda revisión los fundamentos en que se apoya la filosofía de
los acontecimientos individuales, sino que éstos deben antes bien Whitehead, en pal1icular su idea de la «subjetividad» de los acon-
ser concebidos como creadores en su «subjetividad» misma. tecimientos individuales.
Aquí se encuentra también la principal dificultad con que han Este principio básico de la «metafísica» de Whitehead hunde
tropezauo los teólogos cristianos -sobre touo los norteamerica- sus raíces en la psicología de William James, a quien Whitehead
nos- en su deseo por servirse de la filosofía de Whitehead como alabó como un pensador revolucionario y confesó deber buena
base para una reestructuración de la leología cristiana:!'l. El atrac- parte de sus reflexiones2J3. La concepción que James tenía del yo
tivo que esta filosofía exhala para la teología es fácil de entender, se aparta bastante de la idea kantiana de un sujeto «estable y per-
pues permite pensar la realidad de Dios en combinación COI1 Ull lTIanente», que como tal constituiría el supuesto de la unidad en
concepto de universo capaz de satisfacer los requisitos plantea- nuestra conciencia de toda multiplicidad empírica. Para James, el
dos por la moderna comprensión científica de la realidad. La «ti- yo es más bien una magnitud momentánea, aunque relacionada
losaría procesual» acierta plenamente cuando juzga que ambas con los yos momentáneos que la precedieron, que tiene que inte-
ideas, mundo y Dios, pertenecen a una misma categoría, y vuel- grar en sí junto con ellos la conciencia,dell1lundo a éstos vincu-
lada. El paralelismo con la idea whiteheadiana de una sucesión
208. Para la teoría whiteheadiuna de (jue Dios es (,el principio de la (;011- de acontecimientos obligados a constituirse a sí mismos a tra-
1.:relizílCióll') de Jo posibl~ en lo~ al:ontcl:illliel1lo.~ singulares, d'. t••..
l. Welkcr, vés de su relación con los acontecimientos precedentes es asom-
Ullil'l:r,w{i¡ii/ (JO/h''\" 1II1l!Re{(//il'ÍliiI da Welr. TIt('o!ogi.l'clte K(I,I'IIIO{ogil' /11I
broso, por lo que es plausible suponer que la teoría whiteheadiana
Dia/og //lit deJIIllllleriktmiscltell ProZt:.I',w!ellkelJ II(jCIt Whi/l!hl'lId ( 19H 1), IOt)s;
para mtÍs delalles, J. Cobb, A Christian Na/lmE! ThL'O!Ogy bi./.\'l'd 011 t¡'t' '[JlOug/1/
ofAffá:,;/ Norl/¡ Whilehead (1966),135.175. 212. Lu Jl}{IS illlpori:ulle contribución u una cOllcili<1ciónentre la leología ti-
209, A. N. Whitehenu, Proce,I'.I'l/I!l! Realily, S 19-533, en t:spc<.:iuL-52X: ,dI losólica de Whilehe<1d y 1<1ft: cristiana en la creación la ha realizado J. B. Cobb,
is as ¡rue to say Lhul God l:rcllt~s Lhe World. as LhuLLI\(:worid creuLes Cit)(j", y (jod al/l! ¡he Wvrld ([ 969).
52ú: \<Hc dnes null:n:ate- Lhe world, he suves it ... », 213. el'. el ap¿noi<.:c oc W. P:.llInenberg a MefllphY,I'ik ¡/lid GOlle~'gedllllke
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orrecido rol' M. Wclkcr, l!nil'er.l'((!iliit C;OIll'I //I/I! Uehllil'j¡¡¡( del' \Vdl. I :H~-~02. Alllmpo{og{l/ 1:'1/ perspectil'cI tl'o/ágim. 271 ss.

398 399
~Llbje[i\'iJad eJe los ~\(:onlecirnit:llt{)s responJe a una gl:llera-
~L' 1<.1. puntuales, los ¡l(:ou{ccilllienlos HU pucd.:n Cllllt.:cbir:-.csino cOIllO
1JzaclOll de [as tesis psicológicas de James. Esta hipótesis vuel\;e a restricciones del eSpUCi(Hiempo infinito. Esta üllillli.l t.:onclusi(ín
cOITespomJcl~secon la uefinición que el mismo Whj(eheud propu- vuelve imposible que un atomismo de acontecimienlos pueua n.~-
so'" de las, {esls metafísicas L'omo el 11l"i)uucto de un'¡• eOen'","",I,"z",
•...{ .•- preselltar la ([h-illla vcrU<lu m~tarísica. Sin embargo, Alcxander
clOn-14. En ~ste sentido, es posible interpretar la lilosul"ía proce- no siguió a Kant en la reducción del tiempo y el espacio inJini-
sual de Wh,tehead y el vitalismo ber"suniano cnmo la versión tos a la categoría de meras formas subjetivas de la illtllicióll~I(l,
ampliada -en forma de f'ilosofía de la nUluraleza- tie un halla~.(fo
. .. ,0
p(~r lo que termin{¡ por encontrarse muy cert.:a de la Iilusofía de
prJl111tlvamente antropológico. En Bergson. el que suministran.1 el Spinoza, aunque ahora dinamizada por el espíritu de la filosofía
1110delopara la comprensión de los hechos nalurales, es la ex pe- prot.:esual: en su evolución, el universo natural se encuentra to-
nenCIH temporal de la durée: en Whitehead es el carácter de acoll- davía a medio camino en el pm¡;eso de integración de su Illulti-
:ecimiento momentáneo que tiene el yo. De esta suerte, Inedíante la plicidad, dc la que la t.:onciencia humana conslituye una mera
Idea de la necesidad que tiene todo acontecimiento de relacionarse prefiguración, una forma sólo provisional. y !lO su figura detini-
con Jos precedentes e integrar esa relación en la constitución de su tivi.!.Para esa tlgura consumada de la integración de la multipli-
identidnd propia -en analogía a la identificación de los yos eJe cidad natural Alexander reservó el nombre de «deity» (deidad).
James con sus predecesores-, Whitehem.J ha seguido aferrado a la La dei/y tiene el significado de una participación en lo divino,
~oncepcjón b:rgsoniana de la continuidad de '-la experiencia del pero ésta es todavía diferenle de Dios mismo como creador del
tIempo en la slmullánea manifestación de algo nuevo en cada ins- lInivcrs()~t7.
tante, aunque introduciendo en ella una mayur riqueza Je; matit:es. La- !ilosofía vital de Bergson buscó asimislllo su coronamien-
. ,Con tocio, las dificultades del atomismo para explicar la rcla- to en la idea de Dios, en este caso dentro e1elmarco de una filo-
clan que se establece entre los fenómenos partiendo simultün~¡¡- sofín de la religión a la que Bergson consagró la tíltima de sus
l~lenle cJe.la .hi.I'){)tesisde que la realidad líltim<lest:.íconstituida por ohras::IH. Bergson distinguió aquí tilla forma din;imit.:a y U[1afor-
una lllult[phCldad de ~llomos siguen sin hallar solución. Para Cll- ma estática de religiúll. La función que cumple la religión «esti.í-
contrm~la, ¿no ~ería necesario presuponer que el todo constituye tica» es fortalecer los Lieseos de vivir en el sellO de la colectividad
una 1l0ld,-:d,aSl C.OI~l.O que ésta no s610 antet.:ede a las partes sino de los mismos inuivil!uos que- saben de la muerte y de lo transi-
qu..e es Cjul.en.
. POSIbIlita sus relaciones recíprocas? ¿Y no equival- [orio de sus vidas::''>. La religión «c1illámic•.I>'¡ de la mística y el
dna esto ultimo a reconocer que es tan real t.:011l0los ,Il.:onteci- cristianismo trasciende este propósilo, uniendo al ser humano
mientas individuales? con el amor divino, el cual es el origen Liela evolución creadora
A diferencia de Whiteheacl, el punto ele visla del primado del Lid lIniverso::JII¡endenle a la tri.lllsforlll<lcitlllde la vida ligada ¡¡ la
to~lo sobre las par(e~ ~onstituye el rasgo característico del pensa- Illi.lteria y, por tanto, a la condición mortal.
miento de S~mlJel Alexander. COIllO el Kant de la estética Irans- Las filosofías procesllales de nuestro siglo confirmall cada
cen~lelltal, AlexullJerjuzgaba imposihle pensar una pane LId es- tilla ¿¡ su lllo'do el dicllllJl de Helmuth PJessner a prnr6sitn de la
~ac[o o un moment? delliempo sin a la vez dar por supuesto u'n
2 J 6. S. Alex,lI11!L'r. ,)'1)(11"1'.Tillle IlIul !Jeit.\', :19 nol;1 l.
(lempo y un espacIO intinil'ns21.'i. Por ello, tH CUi.lllto instulltes ~ J 7. ¡hid., Il, 397. Aunque AkXill1der es¡;rihi6 que el esp:lclll,-[iempu t:~Ja
«C:Il"lJe" do.: Dios (.19l.)), npló ptlr abrazar Llna pllS[Ura ld~t" en lugar de p;lI11ei!>-
2 J4. A. N. Whilt.:heatl, Pmce.l',I' {/lit! Realirl', 71, ..:f. r l. la (.N4>. En ella Dios es illl\Wl1l.:llle ¡¡] lJ1LlIH.lO(.19)) sin ~er UJla pane de el.
.. 2 J~. S. AJexander, ~/){{C:I!,lime mI Dei/y ( i 02fl, J l)fJ(l) l. :1Hss)' f 47; « •.. ill" ~ 1S. 11. lkrgstlll, Les dC/lx .\'OJlln'.\',¡h. la IJ/(Imle l.'l d¿ la relígioll 1t 932),
jl/llfe S¡wce IJI"(:cede.l' (/Ilyjillire ,\lW£"e» (d'. 42). De [OlJOS modos, a. diferencia trad, <.tlelllanu en el volulllen MI/ferie /l/ut Gl'diichtl/i.\' l/mI (úulae Schriflc'1I
t~n.to de S:_CJarke como .de Kant, Alexanuer no cumideró que e~le espu..:io in- (J9M),247-489,
f.lIlIIOdehl:ra s~r concebIdo como indivi~o,:l diferencia. del espacio inJiníto úe 2 t 9. l/Jid., 361, d. 344 Y406. Bergson opinab¡l que la religión, «ell cuanto co-
Jd geonH~~rw (d. J47). Para S. CJarke, d. Jas explicaciones de W. Panncntierg en exlensiva con nueWa especie», tiene que formar parte úeJ ser det hombre (380).
Sy.\'/ell/{/lIsche Theulugie 2 (199 t), J 06s y t 09. ' . 210. lbid., 438, 441 s, d. 42S,

400 401
12
íntima relación existente entre el concepto de mundo y la idea de
lo absoluto: «Abandonar esta idea significa ... abandonar la idea Teología y filosofía hoy
del mundo uno. Una cosa es decir que se es ateo.-Otra ser1o»221.
Con ello queda señalada la importancia de la idea de mundo pa-
ra la teología. ¿Por qué, "Según Lutero, cree un hombre en Dios
Padre? Porque «si no, no habría nadie qoe supiera crear los cielos
y la tierra»222.

l. Hombre y reJigióll

Comprender al homÚe se convirtió en una cuestión funda-


mental para la Edad Moderna desde ei siglo XVII, o lo que es lo
mismo, desde. que la religión cristiana perdió su validez incues-
tionada como fundamento de la sociedad y de la conciencia cul-
tural a raíz de la división religiosa de la cristiandad occidental. El
primero en acertar a ver toda la trascendencia de este proceso pa-
ra la historia cultural de la civilización occidental fue Wilhelm
Dilthey. Con todo, en la tiloson" de la Edad Moderna temprana
la aátropología constituyó, al menos en principio, un mero pun-
to de partida para reconstruir de una forma puramente tilosótica,
es decir, independientemente de las controvers~asentre las dis-
tintas confesiunes, el concepto de mundo sobre la idea de Dios.
En este sentido, John Locke se condujo de una manera conserva-
dora al seguir atribuyendo esta función a la religión cristiana re-
velada. En el caso de Hume y de Kant se abrió camino una mayor
cOIH.:cntración en la experiencia y en la subjetividad humanas,
aunque todavía sin enfrentarse directamente a la religión, y Hegel
volvió a asun.Jir la tarea de reconstruir el concepto de mundo a
partir de la idea de Dios, a la que dio su tigura consumada, deti-
nitiva y clásica. Fue sólo en la reacción contra Hegel como la
rundumentad6n de la cum:iencia filosófica sobre la antropología
alcanzó un nuevo y alilado cuño, orientado al primado de lo ob-
221. H. Plessner, Die S1Itfell de.I' Orgallischcll l/m!. del' Mensch (192M, jetivo y de rasgos mar'cadamente contrarios al primado de la idea
'1995).346.
. de Dios. En esta forma agudizada,' el giro antropológico sigue
222. M. Lutero, Crosser KlItt:l.'hi.\'/Il/1s (1529), aclaraciones al artÍL'ulo pri. cOl1stituyenLlo lu base de la concienl.lia Ii.losót'ica de nuestros días.
mero (l3SLK 647, 425s),
403
402
Es éste un hecho que en nada cambia el que sobre esta base se hom1?re como un ser «abierto al mundo» y determinado excéntri-
haya llegado a justificarla religiosidad del hombre como una camente tanto en lo tocante a su modo específico de.comportar-
cuestión específica e irrenunciable de la forma humana de exis- se como en lo relativo al substrato corpóreo de dicho comporta-
lencia, ya sea en el pensamiento de Max Scheler, la antropología miento, De este modo, se accede a una base antropológica que da
de Helmuth Plessner o la filosofía existencial de Karl Jaspers y cuenta, a la vez que reserva un espacio propio a cada uno de
Henri Bergson, - ellos, tanto del punto de vista cartesiano de que toda percepción
En la actualidad, también la teología cristiana está obligada a finita esta condicionada por una intuición del infinito anterior a
tomar la antropología como base a la hora de probar la validez ella, como del concepto schleiermacheriano de intuición religio-
ul1Jversal de la ~e cristiana, aunque dicha base no es suficiente pa- sa o de la idea fichteana de la imposibilidad de que el yo pueda
ra llegar a cel:cJOrarse de la verdad de la idea cristiana de Dios y constituirse a sí mismo en su autoconciencia, A elJo se añadirá a
de la revelaclOn, De querer afirmarse la verdad del Dios cristiano continuación la tesis hegeliana de lo ineludible de que el yo fini-
es indispensable que el mundo y la historia puedan cuando me~ to que cifra todo sobre sí mismo haga de sí un absolulO, así como
nos concebirse com,o obra y creación suya. Pero el hombre forma la demostración kierkegaardiana de la desesperación a que está
parte del mundo y de la historia del mundo, por lo que la antro- abocada la vida que gobierna su propio su transcurso partiendo
pología es la cuestión primera y más próxima, y es con referencia de dicha base', Aunque en comparación con el estado de esta dis-
a ella que se ha de probar la validez universal de la fe en Dios, Si cusión tras la intervención de los jóvenes hegelianos, Kierke-
Feuerbach tiene razón y la fe en Dios no forma parte de la natu- gaard pecó de dogmático al introducir en la argumentación la an-
raleza del ser humano, sino que la religión tiene su nacimiento en tílesis entre lo temporal y lo eterno, lo finito y lo infinito, esta
una mala comprensión de aquélla por el hombre en la forma de debilidad puede subsanarse apoyándose en los descubrimientos
una fantasmática duplicación de su propia conciencia, huelga se- de Descartes y, sobre todo, de Hegel, En conjunto, de este modo
gUIr preguntándose por la verdad de la comprensión religiosa de disponemos de una base fenoménica lo suficientemente amplia,
Dws y, co~~consecuencia, también del crislianismo. Hay aquí además de profundamente enraizada en la historia de la filosofía
un fallo annClpado con respecto a la verdad de la teología cristia- reciente, como para poder enfrentarnos con buenos argumentos a
na, aunque éste no constituya ni mucho menos un juicio definiti- aquella interpretación -Fellerbach, Nietzsche, Heidegger, -Sartre,
vo :,obre la aspiración a la verdad de la fe cristiana, Pero ya no es etc.- que niega que la temática religiosa forme pmte constitutiva
sufICIente con argumentar, como Schleiermacher en los Discur- de la naturaleza humana,
sos, que la religión posee «una provincia propia» en el ánimo,
pues e~ta declaración, de dejarse relativizar psicológicamenle en
el sentl,do de Fellerbach, diría ya bien poco, En este sentido, He- 2, Teología filosófica y religión histórica
gel te.llJarazón ~uandocriticaba el subjetivismo de la experiencia
schlelermachenana de Dios, El concepto schleiermacheriano de Si teología y filosofía coincidieran en afÍImar que la temática
la inluición religiosa de Dios (en el segundo de los discursos) de- religiosa tiene una significación fundamental para la naturaleza
be Interpretarse cartesianamente como el primado de lo infinito de la esencia del hombre, ¿bastaría esta coincidencia para que
fuera posible"edil¡car nuevamente una teología filosófica, es de-
sobre -y en- toda aprehensión de lo I¡nilo, para así poner de re-
cir, un concepto filosólico de Dios? Hay buenas razones para du-
I~eve~I nLÍcleo objetivo todavía válido de la argumentación de
dar de que así fuera, razones que no hacen sino multiplicarse si se
SchleIermacher. Pero, a su vez, el examen cartesiano de la natu-
tienen presentes las condiciones que presidieron el nacimiento de
raleza de la conciencia humana está necesitado de un fundamen-
la teología filosófica en la Antigüedad, su función en la simbiosis
¡~: [o más amplio, el cual vendría procurado por la comprensión del
-:-¡ modo de ser específico del hombre como ser vivieIHe. Este fun- l. Sobre las implicaciones religiosas, cf. W. Pannenberg, AntlVpología en
" ~¡i damento está dado en la definición scheleriuna y plessllcriana del teológica. Sígueme, Salamanca 1993.
pt!l".\-peetiI'CI
,-¡ t1':
404
R" 405
medieval entre filosofía y teología, y la función de la teología ¡i- Hegel fue consciente de 00 haberse limitado a substituir la re-
¡osólica entre los siglos XVII y XIX. ligión histórica por una teología lilosófica, sino de elevar aquélla
La antigua íilosofía griega nació como una crítica a las tradi- a su concepto. Se daba de este modo una nueva relación entre la
cionales representaciones religiosas de Dios. A contracorriente lilosofía y la religión: la primera permanece en todo momento re-
de la tradición mítica, los filósofos creyeron que la filosofía era la ferida a la segunda, cuyo contenido sólo puede elevar al concep-
primera en enseñar la verdadera naturaleza de lo divino en cuan- to, es decir, no es completamente autónoma con respecto a ella.
to origen de la unidad del cosmos. El que la filosofía no sólo apa- Evidentemente, Hegel concibió ese llevar-al-concepto como la
reciera como una interpretación crítica de la tradición religiosa, elevación de la religióo al concepto filosófico, a la que iba liga-
sino como una alternativa a ella, va estrechamente unido al mo- da la ambigüedad de que el conocimiento 1i1osólico pudiera ser
noteísmo que los filósofos opusieron a las religiones populares coocebido pese a todo como un conocimieoto que se funda en la
politeístas, pero también a una cierta ingenuidad en 10 relativo a. razón absoluta y puede por ello ser entendido como una forma de
la historicidad de la religión y de la filosofía misma, en la que no conocer la verdad por completo autónoma. La teoría hegeliana
se vio sino un aspecto inesencial en relación con esta última. que se sigue de su concepción lógica de la Idea absoluta como
Para el cristianismo, el monoteísmo de los filósofos ya no po- una realidad que se realiza a sí misma casa difícilmente con su
día seguir apareciendo como una alternativa a la religión históri- idea de que la teología filosófica permanece vinculada al estadio
ca, sino a lo sumo como una mera preparación para ésta o como religioso anterior a ella. Este punto de vista debería haber llevado
su superación. La primera alternativa se tradujo en el modelo de a Hegel a concluir que la reflexión filosófica no puede asumir por
la concepción medieval de la teología filosófica como un escalón completo, y aún menos superar, sus presupuestos históricos en la
previo, constituido por el conocimiento natural de Dios, al cono- religión que la precede. Con ello Hegel se hubiera visto obligado
cimiento obtenido por revelación propio del cristianismo. Este a coofesar que la reflexión 1i1osófica, al permanecer ligada a su
modelo encerraba contradicciones internas, porque. medida de punto de partida en la verdad de la religión, es una reflexión fini-
acuerdo con su origen histórico y fisonomía propias la teología ta y provisional. Es muy probable que la 1i1osofía hegeliana 00 se
natural de los filósofos no apuntaba a su perfeccionamiento por hubiera visto entonces apeada de su pedestal por la generación
lIna revelación sobrenatural, sino a la comprensión racional de posterior, quien ya no hahría podido recurrir a la fioitud de su
todo cuamo constiluyera la naturaleza de la divinidad. E~tacon- propio punto de vista en su reacción contra ella. Pero, sea como
tradicción se vio agudizada cuando la autoridad del cristianismo fuere, del haber penetrado con la mirada en el hecho de que la re-
como fundameoto en que se asentaban sociedad y cultura se vio ligión histórica que precede a la retlexión filosófica sobre el ab-
debilitada con la escisión de la Iglesia occidental. A partir de es- soluto condiciooa decisivamente el modo en que ésta tiene lugar
le momento, es decir, a partir de Descartes, la renovación de se sigue que, al ocupar el lugar de una teología filosófica pura-
la teología filosófica se vio unida a la aspiración a reemplazar a la mente racional, la lilosofía sólo puede formular los supuestos de
teología cristiana en su función de ofrecer a la conciencia públi- una representacióu de Dios y uoa filosofía de la religión adecua-
ca cultural una base universal de expresión. A causa de los eo- das a la función del Uno absoluto. En otras palabras, la retlexión
frentamientos entre las distintas confesiones, la leología cristiana ¡ilosMica sólo es posible como retlexión sobre el contenido de
.,' ya no podía seguir cumpliendo esta función de forma que a la vez verdad de la reli¡lión histórica que la antecede.
satisficiera con la suficiente plausibilidad el juicio de la razóo. Esta reflexión sobre la religión que precede a la filosofía no
Desde Descartes hasta Hegel, los sistemas metafísicos buscaron tiene por qué tener la forma de una exposición en la que las re-
substituir a la teología en el cumplimiento ue es la fUiH.:ión.Pero preseutaciones religiosas de la divinidad no vayan más allá de un
este intento llegó a su fin con el descubrimiento de la historicidad mero retlejo de los miedos y anhelos del hombre, La mosofía de
de la vida humana y los sistemas culturales, es decir, Llesue la religión puede responder en serio a la llamada de la religión a
Herder y con toda seguridad desde Hegel. una (auto)revelación de la realidad divina retlexionando sobre la

406 407
referencia contenida en la naturaleza humana y todo lo linito a to en el ámbitu de la intersubjetividad como en el de la concien-
esa realidad que las supera y de la que las religiones se hacen cia del mundo. En la medida en que es propio de la retlexión li-
cuestión. La tilosofía puede seguir examinando si las alirmacio- losótica preguntarse por el todo de la vida consciente, también
nes religiosas sobre la divinidad hacen justicia a las funciones a cuenta entre sus atribuciones desarrollar un concepto de mundo
ella atribuidas, como ya hiciera la crítica religiosa en los comien- que represente la esencia última de la realidad que va haciéndo-
zos de la filosofía griega y como hizo el mismo Hegel al hacer se objetiva a nuestra experiencia, con independencia de que la
del concepto de inlinito verdadero el criterio con el que juzgar el idea del mundo como un todo supere siempre los límites que de
discurso teológico-cristiano sobre la inlinitud de Dios. La liloso- hecho jalonan nuest.ro horizonte de experiencias. A causa de esta
fía puede desarrollar los criterios con que juzgar la plausibilidad relatividad del horizonte mundanal, la filosofía puede ocuparse
de las aspiraciones religiosas a la verdad sin tener por ello que de la unidad del todo del mundo como una mera idea, en el sen-
presentar una teología !ilosólica como alternativa a la tradición. tido que dicha expresión tenía en Kant, pues es precisamente el
religiosa. No hay razón para que su relación con una determina- todo del mundo el que transpone la finitud de toda experiencia.
da tradición religiosa sea sólo de carácter crítico, ya que puede Lo cual no ha impedido que el universo de la moderna ciencia
colaborar comparando tradiciones diversas, a diferencia de una cosmológica se haya convertido en objeto de la construcción de
teología comprometida con una sola tradición determinada y que teorías científicas desarrolladas a partir de la base que ofrece el
se limita a dar razón de sus pretensiones de verdad. De aquí se si- estado actual de nuestros conocimientos.
gue, linalmente, una mirada a las diferencias entre una posible li- La necesidad que el intento filosófico por cerciorarse de la
losofía de la religión, que se plantea la pregunta por la verdad de unidad de la vida consciente tiene de un concepto de mundo re-
las diferentes tradiciones religiosas, y la teología de una religión viste especial importancia para la teología a causa de la.interrela-
cOllcreta, incluida la teología cristiana, Por otro lado, la teología ción existente entre el concepto de mundo y la idea de Dios. Esto
cristiana deberá esforzarse en esclarecer las pretensiones de ver- es así por dos razones. La primera, porque el Dios uno debe con-
dad de la fe cristiana, de tal manera que la comprensión cristiana cebirse como el origen y el creador del mundo. La segunda, por-
de Dios responda a los criterios formulados por la crítica filosó- que a la vista de la multiplicidad de sus manifestaciones la uni-
fica, al menos en la medida en que éstos resistan a su examen. En dad de este último no puede comprenderse sino a partir de un
cualquier caso, hay aquí una renuncia a una teología filosólica fundamento de dicha unidad. He aquí por qué la comprensión del
autónoma puramente racional, pues ésta cobró figura sin dar mundo lleva al concepto de Dios, así C0l110a la inversa. Si con-
cuenta de la historia religiosa de la humanidad. Expresión de un cebimos el mundo como un orden que una vez dispuesto no ha
estadio de la conciencia lilosótica que ya ha sido superado, la ti- experimentado cambio alguno en su evolución, el Dios que con-
losofía careció en ella de la conciencia de los presupuestos histó- cibamos como creador de este mundo ofrecerá un aspecto muy
ricos de su propio pensamiento. distinto de Dios creador de un mundo inmerso en un proceso his-
tórico encaminado hacia un futuro todavía abierto. Si, por el con-
trario, Dios es pensado como el origen libre del mundo, como un
3. Concepto de mundo e idea de Dios creador que ha engendrado el mundo libremente y no siguiendo
una necesidad de su naturaleza, entonces nuestra comprensión
En la época de las ciencias positivas la filosofía sigue tenien- del mundo destacará la idea de la contingencia de su ser tanto co-
do ante sí como tarea proporcionar una orientación reflexiva y mo un todo como en sus más minúsculos detalles. Ejemplos de
comprehensiva sobre la vida consciente (Dieter Heinrich). De ello son tanto el enfrentamiento de la primitiva teología cristiana
ella forman parte no sólo los problemas de la autoconciencia y con la idea platónica del nacimiento del cosmos, como el enfren-
de la fundamentación de la autoconciencia, sino también la con- tamiento de la teología cristiana de la Alta Edad Media con la ti-
ciencia de la experiencia en su más amplio sentido, es decir, tao- losofía árabe a propósito de lo cootingente del origen del mundo,

408 409
así como la postura de Kant en contra de la doctrina leibniziana describiera éste como un proceso encaminado hacia el futuro, el
según la cual el universo fue engendrado de acuerdo con elmo. cual sería quien verdaderamente decidiera sobre la esencia de los
delo previo fundado en la sabiduría divina. La cuestión de la con- acontecimientos individuales y sobre el sentido del mundo como
tingencia del todo y de cada uno de los acontecimientos aislados un todo. Este concepto de mundo estaría quizá en disposición de
que componen el mundo sigue revistiendo una importancia fun- unir el actual modelo cientítico de un universo en expansión con
damental para las actuales relaciones entre la teologfa y el con- la idea platónica de que el futuro del Bien constituye el funda-
cepto de mundo. Hay aquí una coincidencia entre dicho concep- mento de lOdo cuunto sucede, así como c01i la escatología cris~
to y la constitución ontológica de las realidades particulares. tiana, y ello quiere decir aquí: con la comprensión cristiana de
La idea de contingencia tiene su mejor traducci.ón en Ulla Dios como quien gobierna la historia de la creación a partir del
comprensión deJa realidad última de las cosas como acollte¿:i. futuro de su Reino. A esta última parecía apuntar ya la idea ploti-
miefltos, tal y como sucede en la filosofía de la nmuraleza de niana, característica de su concepción de las relaciones entre el
Alfred North Whitehead. En oposición a la teoría aristotélica de tiempo y la eternidad, de que ésta custodia en sí misma la totali-
la substancia, de ella se sigue la historicidad de la identidad de to- dad de lo separado en el tiempo, de tal manera que el futuro es la
do cuanto existe. Es éste un punto de vista que Whitehead com- dimensión por la que la eternidad ingresa en el tiempo. Con ella
parte con Dilthey, a pesar de que este último llegara a él a partir se corresponde a su vez la comprensión del espacio como la di-
de supuestos muy distintos, como son el examen de la historici- mensión en que Dios es simultáneo a sus criaturas, y en la que
dad de la experiencia que el hombre tiene de sí mismo y el aná- Dios reserva a cada una de ellas un ser autónomo junto al suyo y
lisis de la historicidad de todo aquello que le sucede. Como en sus relaciones mutuas.
Dilthey o como el fundador de la filosofía procesual, Henri De este modo, quedan indicadas nada más que algunas de las
Bergson, Whitehead partió de la experiencia humana, en la que posibles cuestiones en que es posible establecer una relación en-
vio la clave para la comprensión del mundo y de la realidad ex- tre la teología y la tilosofía a propósito de la correlación existen-
trahumana. En el caso de Whitehead, su punto de partida fue pro- le entre la idea de Dios y el concepto de mundo. Dicha correla-
bablemente la psicología filosótica de William James, que ción puede seguir constituyendo un tema filosófico siempre que
Whitehead generalizó en una teoría de la subjetividad de todos la tiloso fía no se limite a formular la idea de Dios en sentido tra-
los acontecimientos elementales. Esta generalización procede en dicional y. concentrándose en la creación de un concepto tilosó-
Dilthey desde el análisis de la historicidad de la experiencia indi- tico del mundo que incluya asimismo las pertinentes retlexiones
vidual hasta la comprensión de la historia como un todo, que sin antropológicas, se entregue también a la tarea de acuñar los cri-
embargo no incluye el acontecer de los hechos de la naturaleza. terios con que juzgar las representaciones que de Díos o de la
Como filosofía de la vida, su filosofía estaba pese a todo empa- realidad absoluta se han hecho las diferentes religiones.
rentada con la de Bergson, el cual sí dio el paso que va desde una Teología y tilosofía coinciden en el esfuerzo por procurar al
filosofía de la vida a una filosofía de la naturaieza. Por su parte, hombre una orientación sobre su propia realidad y sobre la reali-
la ontología whiteheadiana de la subjetividad de los. aconteci- dad del Illundo COIllOun todo. Por supuesto, siempre es posible
mientos necesita ser completada por el análisis diltheyano de la dedicarse a la filosofía o a la teología sin tratar al mismo tiempo
historicidad de los procesos experienciales, así como por el pun- de realizar o dar cumplimiento a esta tarea. Sin embargo, la filo-
to de vista, compartido por Alexander y Bergson, del primado sofía no será plenamente tal ni estará verdaderamente a la altura
ontológico del todo sobre las partes. de su gran pasado si no se entrega a ella, ya que es sólo tratando
Estos diferentes impulsos están todos ellos internamente em- de cumplir esta misión COIllOsalvaguarda su verdadera función,
parentados por la unión de ser y tiempo, a diferencia de la atem- esa función en la que no puede ser substituida por ninguna de las
poralidad de las formas esenciales de Aristóteles. Su combina- ciencias particulares. A la inversa, la teología no hará justicia a
ción podría dar lugar a un concepto filosófico de mando que sus verdaderos objetos, Dios y la revelación, si no es ocupándo-

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se del creudor del mundo y.del hombre, y relacionando su dis- ÍNDICE GENERAL
curso sobre Dios con un intento de comprensión global de la rea-
lidad de lino y otro. La teología necesita ahí de lu filosofía, de sus
reflexiones críticas y orientadoras, pero la filosofía necesita tam-
bién de la teología, pues sin tener en cuenta la religión o la signi-
ficación que las distintas religiones tienen para la nalllraleza del
hombre y para la construcción de una totalidad que englobe hom-
bre y mundo -verdadero objeto de la religión-, nunca podrá ele-
varse a una comprensión verdaderamente global del ser humano P ró/ogo ,..: . 11
y de su lugar en el mundo. La filosofía no tiene ahí que reempla-
In trodllcción , . 13
zar a la religión, ni ofrecer en su lugar una teología puramente fi-
l. Obstrvaciones preliminares sobre la función de la mo-
losófica. Pero incluso si eso no sucede, filosofía y teología segui- sofía en los estudios teológicos , . 13
rán viendo caracterizadas sus relaciones por grandes tensiones, 1. El funuamental significéldo del discurso sobre Dios pü~
porq ue la teología está obligada a pensar la totalidad del hombre ra las relaciones entre la teología y la filosofía . 14
y del mundo a partir de Dios y de la revelación, mientras que la 3. El cencepto de mundo correspondiente a la idea de Dios
filosofía retrocede a un fundamento absoluto a partir de su expe- y el enfrentamiento entre la filosofía y las ciencias par-
riencia del hombre y del mundo. ticu lares .., . 18

J. Tipos de definición sobre la relación entre filosofía y teo-


logía , , , ,....... 23
1. La teología en oposición a la filosofía 24
2. El cristianismo como filosofía verdadera 26
3. La filosofía como función de la «razón natural» diferen-
ciada de la revelación sobrenatural................................ 29
4. Universalidad racional y subjetividad religiosa 34
5. La elevación de la representación religiosa a concepto ti.
[osótlco 38

2. La recepción cristiana del platonismo .' ,. 45


l. La idea de Dios y la doctrina platónica de los principios:. 49
2. El ideal de vida de la semejanza progresiva con Dios 60
3. Iluminación' y gracia 66'
4. Lus transformaciones y rectificaciones cristianas de las
doctrj,nas platónicas ..... ,................................................. 69
5. Persi!;tem:ia y.actualidad del pensamiento platónico .... 76

3. .El influju de Aristóteles en la teología cristiana 81


l. Las ideas nucleares de Aristóteles y su relación con Pla-
tón ,............ 81
2. Arist6teles en la teología patrística ,........................... 90
3. La recepción cristiana de Aristóteles en la Edad Media
latina y sus problemas ,........ 93
4. La modernidad y Aristóteles 10]

413
..
4-) La recepción supranaturalista Je Kant . 233
La relación lkl pensamiento cristiano l:(1Il la-Ji il)SOrÚI c~;Lllica . lO)
4, b) El impulso proveniente de la teología del despertar. 239
l. Origcll y rasgos rlllldamcl1l •.tlr.:~ dd sistcllla escular es- 242
cl La inteqjretacióll ~lica del anuncio del Reino .
h)icll ........................•.......... . . lO'; 245
IOX d) El tomismo' transcendental " .
2. La tcoiLlgía cristiana y la Stoa ....
3. La importancia'de los motivos-cswicos para la sepura- Los comienzos del idealismo " . 247
1I X 9,
cilin Je 1.\EU,ld Modcnú¡ dd cristianismo . 1, Johann Gottlieb Fichte y la disputa del ateísmo "''''''','' 248
a) La tilosofía fiebteull:.l lit:! yo en la teoría de la ciencia. 248
5, Contribuciones Lld cristianismo al rl,;pcnorio de tClllas Jt: la
b) El carácter fundamentalmente prát:tico de la filoso.
,1,
, j n losufí a .- . 123
fía lichteana y "la polémica del ateísmo . 254
l. La 'conting~Jiciü Jd unixcrso y de lDdo ser I-¡nito . 124
2. Los comienzos de Schelling y Hegel . 259
1. La ¡;oncentración en la indiviJualidad . . 12U
3. La relación de Schleiermacher con el idealismo . 272
J. La comprensión del universo como historia . 138
142 a) Asper.:tus filo.sótkos del concepLo de religión en los
4. Lava]oración positiva del infinitu . 273
145 Discurso.\' sobre /(1 religión .
S. Rcpen..:usiones de la re cristiana en la encarnación .
b) La reacción de Schelling y Hegel a los DisCllrsos de
14U Sch leicflnacher . 277
6, La e01í.lllcipm,;ión de la cultura moderna Jd cristianismo ...
c) El sistema tilosótico de Scbleiermucher y su rcli.lción
con Schelling y I-It.:gcl . 283
7,', Los nucvus impulsos Llc la nlosofía el] los comienzos oc la
Edad Moderna y su n.:1cV<lllci •.1 teológica . 165
10. El si:-:;t'emahegelianu :: . 291
l. La renovaci6n cartesiana de la teología filosónca y los
292
166 l. Fundamentus y primera ven;ión .
pmbkmas de ella derivados . 299
182 2. Filosofía real y lógica .
2. Julm Lucke y el empiri::.mo .
J. Reacciones Je la teología cristiana él la filosofía de Hegel 312
a) La gnoseología . IX3
4. Límites e importancia de la filosofía de Hegel . 321
b): El conocimiento de Dios comparado con el conoci-
miento natural y la credibilidad de la revelación cris- 331
11. El giro ¡lIllropológíco .
tiana . 188
1. El signo de la filosofía posterior a Hegel . 331
e) Lueke y el delSri10 """",,'"'''''',''''''''''''''''' """,""'" IUS
2. Los nuevos impulsos de la lilosofía tras la muerte de
J) Otros efectos de las doctrinas de Lucke . m 340
Hegel ".
a) Ludwig Feuerbar.:h y Karl Marx . 340
8, El inllujo de Kant en la teología .. . 201
b) Max Stirner y Soren Kierkegaard """'"." 343
.1. Impulsos teológicos en la evoludón Jc la Jilusofíil kUll-
201 c) Wilhelm Dilthey y la hermenéutica de la experiencia
tiana ' .
202 histórica . 346
a) La idea kantiana de Dios en sus escritus tt:mpranos ..
b) El tlnivt:r::;o como creación . 204 3. La reJefinil:ión ue la existendu humana tl'i.tS la muerte
de Dius . 355
c) La demostración de Dios a partir Lle la razón . 208
u) El filósofo del nihilismo . 356
2. La <lntropologización Llc las funciones metafísicas ue
212 bl Heidegger y el exislencialismo , . 366
Dios en la Crítico de la razóll/mm .
379
,. u) La interpretación all.tropológica de espudo y ¡iel\1po c) La i1nlropologí,r J1Iosófica .
388
en la Estética trallscemlenlW de Kant : . 213 4. L\ apariciÓn ue In tiloso ría de la mlluruleza " ..
b) El carácter subjetivo de las funciones del entendi- 403
11. T~ología y lilosuna hoy .
miento y el problcma de su vuliJc:l. objetiva . 217 403
l. Hombre y religión .. .
c) La conversi6n Je la nletarísicu especial en ideas de 405
221 2. Teología li!osóI'ica y religión histórica '.
l.a razón . 408
224 3. Concepto Je lllunJo e idea Llc Dios .....
3. La ética y la iilosofía de lu religión ki.lntii.uws .
4. El influju de Kant en la teología -¡o •• 233

415
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