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Felipe de Jesús

Para otros usos de este término, véase San Felipe de Jesús (desambiguación).

San Felipe de Jesús O.F.M. (México, Nueva España, 1572 - Nagasaki, 1597) Fraile franciscano de origen novohispano martirizado en
Japón. Es el primer santo nativo de México.

Biografía

Fue bautizado como Felipe de las Casas. Nació en México en 1572. Se dice que era un niño inquieto y travieso. Siendo joven entró al
noviciado franciscano, el cual abandonó. Una leyenda cuenta, que el día de la muerte de Felipe, una higuera marchita reverdeció,
porque en cierta ocasión su nana, harta de las travesuras de Felipe, dijo "¡Ay Felipe! Esta higuera reverdecerá, el día en que tú seas
santo". Por esta razón, otro de sus atributos es el higo.
El padre de Felipe lo envió a Manila en Filipinas, allí encontró una vida mundana que lo deslumbró, sin embargo al poco tiempo
reconsideró su vocación y regresó con los franciscanos esta vez en Manila.
Ante el ofrecimiento de ordenarse sacerdote en México, Felipe se embarcó con otros frailes, pero una tormenta desvió
el barco hacia Japón, allí los franciscanos se dedicaron a hacer misión, la cual tuvo al principio mucho éxito, pero al poco tiempo se
desencadenó la persecución de Taikōsama (sobrenombre de Toyotomi Hideyoshi) contra los cristianos. Felipe era náufrago pudo evitar
los tormentos y la prisión, pero optó libremente por la misma suerte que los misioneros que ya habían llegado.
Los franciscanos fueron llevados en procesión por varias ciudades, desde Kioto, para ser objeto de burla, les fueron cortadas
una oreja a cada uno y finalmente en la ciudad de Nagasaki, los franciscanos de la primera y tercera orden, y tres jesuitas, junto con
varios laicos japoneses, fueron colgados en cruces.Viendo que Felipe de Jesús se ahogaba debido a una argolla que se encontraba
en su cuello, los soldados lo atravesaron con dos lanzas en los costados una de ellas atravesó su corazón. Murió mártir el día 5 de
febrero de 1598.
Fue beatificado, junto con sus compañeros el 14 de septiembre de 1627 y canonizado el 8 de junio de 1862, convirtiéndose en el
primer santo mexicano.
La Iglesia Católica en México lo considera patrono de la Ciudad de México y de su Arzobispado. En la ciudad de Colima y Villa de
Álvarez es considerado protector contra "incendios y temblores". Su veneración incluye una misa anual el día 5 de febrero y la
renovación del juramento. Después de estos eventos, también se realizan tradicionales Fiestas Charro-taurinas de Villa de Álvarez con
más de 150 años de celebrarse supuestamente en honor a este santo, aunque el festejo es polémico para la iglesia católica.
Juan Ruiz de Alarcón

Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (Taxco, 1580 o 15813 -Madrid, 4 de agosto de 1639) fue un escritor novohispano del Siglo de
Oro que cultivó distintas variantes de la dramaturgia. Entre sus obras destacan la comedia La verdad sospechosa, que constituye una
de las obras claves del teatro barroco hispanoamericano, comparable a las mejores piezas de Lope de Vega o Tirso de Molina.4
Su producción literaria se adscribe al género de la comedia de carácter. Forjó un estilo construido a partir de personajes con
identidades muy bien definidas, profundas y difíciles de entender en una primera lectura.5 Domina el juego de palabras y las
asociaciones ingeniosas entre estas y las ideas. El resultado es un lenguaje lleno de refranes y capaz de expresar una gran riqueza de
significados.6
El pensamiento de Alarcón es moralizante, como corresponde al período barroco.7 El mundo es un espacio hostil y engañoso, donde
prevalecen las apariencias frente a la virtud y la verdad. Ataca a las costumbres y vicios sociales de la época, en lo que se distinguió
notablemente del teatro de Lope de Vega, con el que no llegó a simpatizar. Es el más psicólogo y cortés de los dramaturgos barrocos y
sus obras se mueven siempre en ámbitos urbanos, como Las paredes oyen y Los pechos privilegiados. Su producción, escasa en
cantidad si se compara con la de otros dramaturgos contemporáneos, posee una gran calidad y unidad de conjunto y fue muy
influyente e imitada en el teatro extranjero, particularmente en el francés.8
Todo ello le ha valido a Alarcón ser considerado un influyente dramaturgo del barroco español. No fue bien valorado por sus
contemporáneos y su obra permaneció en el olvido hasta bien entrado el siglo XIX, cuando fue rescatada por Juan Eugenio
Hartzenbusch. A pesar de que su producción se desarrolló en España, el pensamiento generado en la Nueva España a causa de sus
obras fue importante para su posterior apogeo y el influjo de las tradiciones entre ambas regiones resulta inherente a la forma de
reflejar el estilo de vida en dichas épocas.9

Biografía

Las noticias sobre la infancia de Juan Ruiz de Alarcón son escasas,11 por lo que no se sabe con exactitud el lugar y la fecha de su
nacimiento. Aunque según el propio dramaturgo, nació en la Ciudad de México en 1580 o 1581, la mayoría de los estudios consideran
la localidad de Taxco (en el actual estado de Guerrero) como el verdadero lugar de nacimiento.3
Se sabe que su abuelo materno era judío y que su abuelo paterno era un sacerdote de Buenache de Alarcón y una
esclava mora.12 Todo indica que provenía de una familia bien relacionada con la nobleza castellana.13 Estudió, de 1596 a 1598, el
bachillerato en Cánones, en la Real y Pontificia Universidad de México.14 Hacia 1600 debió partir a la Universidad de Salamanca,
gracias a la capellanía de Gaspar Ruiz de Montoya, donde aprendería derecho civil y profundizaría en el derecho canónico.15
Durante su estancia en Salamanca, según varios autores, Alarcón comenzó a destacar como autor de piezas dramáticas y
ensayos.16 Para 1606 marchó a Sevilla con el propósito de ejercer como litigante en asuntos mercantiles y canónicos. Allí conoció
a Miguel de Cervantes Saavedra, quien influiría posteriormente en sus obras, como La cueva de Salamanca y El semejante a sí
mismo.17
En los primeros meses de 1607 decidió regresar a Nueva España.18 Dos años después obtuvo el título de licenciado en derecho y
opuso, sin éxito, a varias cátedras. No llegó a doctorarse, tal vez por falta de recursos económicos.19 Gracias al virrey Luis de Velasco
y Castilla, amigo de Alarcón, éste puede ascender en la burocracia virreinal, pues se le nombró teniente corregidor.20 Al partir Velasco
a España, en 1611, Ruiz de Alarcón se embarca junto con la comitiva del virrey.21
A su llegada a Madrid, comienza la etapa más fructífera de su producción literaria.22 Sus primeras obras en representarse fueron Las
paredes oyen y Los pechos privilegiados, ambas con moderado éxito. Pronto fue conocido en el círculo literario madrileño, aunque
nunca estableció vínculos profundos con ninguno de sus integrantes.23 Por el contrario, se ganó la enemistad de Lope de Vega,24 Luis
Vélez de Guevara, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo y otros.25 Se conservan muchas redondillas satíricas y alusiones veladas a
Alarcón, quien siempre fue ridiculizado por su físico —era jorobado— y por su origen americano.26 El novohispano, por su parte,
respondió a la gran mayoría de los ataques hacia su persona y nunca dejó de escribir.
Entre los estudiosos del taxqueño se ha planteado una hipótesis sobre la posible colaboración de Ruiz de Alarcón y Tirso de Molina,
uno de los más famosos literatos de su tiempo y quien más influyó en su obra.27 28 No existen pruebas escritas sobre la colaboración
de ambos, aunque se supone que, por lo menos, dos de las comedias de Tirso, publicadas en la Segunda parte (Madrid, 1635),
pertenecen a Alarcón.29 Para Castro Leal, sin embargo, el que en un tomo de Tirso figuren comedias de otros de ninguna manera
prueba que pertenezcan a Alarcón.30
Con la subida al trono de Felipe IV, en 1621, el teatro cobró una gran importancia en la corte real. Alarcón pronto entabla una
ventajosa amistad con el yerno del poderoso conde-duque de Olivares, Ramiro Núñez de Guzmán, a cuya sombra creció aún más
como poeta. Entre 1622 y 1624 escribe La amistad castigada, El dueño de las estrellas y la gran mayoría de sus obras teatrales.31
Desde 1625 había servido en el Consejo de Indias, gracias a la intercesión de su amigo Ramiro Núñez de Guzmán.32 Primero ocupó el
puesto de relator interino y en 1627 fue propuesto para una prebenda eclesiástica en América, lo que no fue aceptado. Su posición
económica, como afirma un documento fechado en 1628, mejoró notablemente.33También reconoció como hija suya a Lorenza de
Alarcón, habida con Ana de Cervantes hacia 1620.34
Durante los primeros meses de 1639, la salud de Alarcón comenzó a deteriorarse. Dejó de asistir a las reuniones del Consejo de
Indias y fue sustituido en su cargo de relator.35El 1 de agosto dictó su testamento, donde consigna todas sus deudas y deudores. Murió
la mañana del 4 de agosto y fue enterrado en la parroquia de San Sebastián.36
Obra

Publicó veinte comedias en dos volúmenes; el primero, con ocho, en 1628 (Los favores del mundo, La industria y la suerte, Las
paredes oyen, El semejante a sí mismo, La cueva de Salamanca, Mudarse por mejorarse, Todo es ventura y El desdichado en fingir);
el segundo, con doce, en 1634 (Los empeños de un engaño, El dueño de las estrellas, La amistad castigada, La manganilla de
Melilla, Ganar amigos, La verdad sospechosa, El anticristo, El tejedor de Segovia, La prueba de las promesas, Los pechos
privilegiados, La crueldad por el honor y El examen de maridos). Algunas comedias más se publicaron en distintas colecciones,
como Quien mal anda mal acaba, No hay mal que por bien no venga y La culpa busca la pena, y el agravio la venganza. Otras obras
de Alarcón son Siempre ayuda la verdad, comedia de intención moralizante, y Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado
de Mendoza (1622, escrita en colaboración).38
La obra dramática de Juan Ruiz de Alarcón puede clasificarse en dos grandes grupos. El primero, la comedia histórica, aborda temas
de la historia de España —especialmente del período de la Reconquista—, cuyas fuentes fueron Juan de Mariana y Jerónimo Zurita.
Estas obras, de trama casi folletinesca, incluyen caracteres llenos de bravura y fidelidad, a fin de representar ideales moralizadores
afines a la tradición del honor castellano. Esta tendencia moralizadora nutre casi todas sus comedias, en especial Ganar amigos. Dos
obras que escapan al molde común de las comedias históricas alarconianas son La amistad castigada, situada en Sicilia, y El dueño
de las estrellas, drama sobre el honor y las buenas costumbres cuyo telón de fondo es Creta.39
Las comedias moralizadoras, cuya intención es eminentemente ética, son las más conocidas del conjunto alarconiano. Las más
conocidas son, sin duda, La verdad sospechosa y Las paredes oyen, que son las obras más valoradas de Alarcón y las que más
influencia han ejercido en la literatura posterior.40 La prueba de las promesas, basada en un cuento de don Juan Manuel, es otra pieza
dramática que ha recibido buena acogida por parte de la crítica especializada.41
Cronológicamente, la obra de Juan Ruiz de Alarcón puede clasificarse en tres grupos. El primero (1607-1612), concebido durante su
estancia en Sevilla y la Nueva España, refleja el frustrado interés de Alarcón por imitar la comedia de enredos. El segundo grupo
(1613-1618) es el más famoso del dramaturgo: comedias de carácter donde se muestran sus fallidas pretensiones por alcanzar un
lugar en la corte. El último de ellos (1619-1625) contiene comedias que abordan el tema del honor y sus conflictos derivados.42
Primera parte (1628)
Los favores del mundo
Artículo principal: Los favores del mundo

En esta compleja trama de marcado carácter amoroso se da una situación de amor desigual: la dama Anarda, de la más rancia
aristocracia castellana, se ha enamorado del noble García Ruiz de Alarcón —posible ancestro del dramaturgo—, pero ambos deberán
sobrevivir a las intrigas de su enemigo Juan de Luna y de doña Julia.43 El noble y generoso don García, personificación del
dramaturgo, triunfa en el amor gracias a su perseverancia, ya que nunca se dejó caer ante las imbatibles pruebas que le presentó el
destino.44
Alarcón introduce en Los favores del mundo una modificación sustancial a su estilo dramático. A pesar de que, a primera vista, se trata
de una comedia de enredos, su final queda abierto para los lectores que conocen la postura reformista del dramaturgo novohispano. El
príncipe, como se puede ver en algunos versos finales, no está dispuesto a renunciar a Anarda aunque ésta se haya casado con Garci
Ruiz. Este recurso, para un público acostumbrado a los finales cerrados de los dramas lopescos, podría parecer desconcertante.45
Por tratarse de una comedia social,46 Alarcón castiga las falsedades en cuestión de amores, ridiculizando la falta de verosimilitud en
dichas situaciones dramáticas. Este es el caso de Los favores del mundo, donde se descubre a un galán valiente incapaz de
arredrarse ante cualquier obstáculo. Esta obra, según Castro Leal, podría considerarse un "puente de transición" en la obra dramática
del taxqueño, en la que se cree que Alarcón empieza a experimentar con la comedia de caracteres —abandonando la comedia de
enredos— y a lograr una más cuidada estructura. También representa la dualidad dramática de Alarcón: por un lado maneja el libre
albedrío, por el otro defiende la omnipotencia divina.47
La industria y la suerte
Artículo principal: La industria y la suerte

La comedia de corte sevillano La industria y la suerte,48 en calidad de construir un modelo teatral intermedio y transitorio en relación a
los agrupamientos interiores, representa una pieza clave en la producción dramática de Juan Ruiz de Alarcón y apunta hacia la
formación de un subgénero teatral propiamente alarconiano. Para entonces, Alarcón se ha deslindado por completo de la fórmula
dramática de la Comedia Nueva y su acción dramática estructural se base en los contrastes de protagonistas y villanos. Alarcón crítica
los vicios de la alta sociedad, que solo pueden ser vencidos a través de buenos sentimientos, como lo prueba que en sus historias los
nobles hidalgos triunfen sobre los malévolos aristócratas y contraigan matrimonio con damas de una sociedad cada vez más
estratificada.49
Esta obra muestra, una vez más, la dualidad de carácter que siempre demostró Alarcón. Aquí desarrolla, por primera vez en su teatro,
a un galán poco ortodoxo: libre del dictado divino y guiado únicamente por su razón y su pensamiento. La multiplicidad de acciones
contenidas en La industria y la suerte logra crear un armazón dramático único en la literatura alarconiana, con el que consagra
definitivamente la comedia de caracteres.50
Las paredes oyen
Artículo principal: Las paredes oyen

El argumento, original de Alarcón, se basa en la pretensión que hace a doña Ana de Contreras el discreto y devoto don Juan de
Mendoza, a quien la crítica considera reflejo del alter ego del dramaturgo.51 52
Es una de las obras más conocidas del teatro clásico español, pues aborda una de las más famosas temáticas: la del amor no
correspondido y la perseverancia de quien realmente se ha enamorado.53 Este arquetipo romántico pertenece a don Juan: un hombre
tenaz y contrahecho que siente por doña Ana un amor puro, hondo, con raíces bien plantadas, que enfrenta la retórica y galanura de
don Mendo, a quien solo mueve la pasión.54
Como ya se ha mencionado, la obra de Alarcón es básicamente un trabajo de caracteres, donde descuella la visión del amor que tiene
el dramaturgo.55 El más destacado es don Juan, dueño de virtudes que Alarcón creía poseer. Aquí es cuando se refuerzan los rasgos
autobiográficos de Las paredes oyen: don Juan triunfa sobre su rival por su amor apasionado hacia doña Ana.56
Alarcón logra un magnífico equilibrio entre la ironía y la comedia de enredos, aunque carece de tensión dramática pues todos los
secretos importantes de la trama se revelan al final. Castro Leal percibe en ello una muestra de la madurez literaria del dramaturgo
novohispano.57
El desenlace de Las paredes oyen es generalmente interpretado por la crítica como un castigo o ejemplo didáctico, aunque más bien
funciona como una represión o censura. El propósito como una intención moralizante, aunque su propósito no es castigar sino
informar con autoridad que se ha obrado mal.58
El semejante a sí mismo
Artículo principal: El semejante a sí mismo

Es una de las primeras obras de Alarcón, escrita probablemente durante su estancia en Sevilla, pues el argumento se desarrolla en el
ámbito mercantil de la ciudad. Ha sido criticada por ser una «comedia de mero entretenimiento, mal trazada, con situaciones
demasiado libres, escasa de unidad de acción, falta de interés; en fin, todos los defectos de una primera obra».59 A pesar de que no
consigue una perfecta armonía entre forma y asunto, Alarcón logra dominar la acción y el carácter de sus personajes en esta comedia
de enredo, lo que perfeccionará más adelante en obras como La verdad sospechosa.60
Algunos críticos la clasifican como una comedia de intención moralizante, aunque también puede verse como una pieza mixta de
intriga y carácter, que gira en torno a las veleidades amorosas de dos jóvenes. Es una de las piezas menos conocidas de Alarcón, y se
puede catalogar como un drama orientado hacia el enredo.61 La mayoría de los estudiosos coinciden en afirmar que se trata de una de
las primeras obras de Juan Ruiz de Alarcón —representada antes de 1621 y escrita, probablemente, en 1606—,62 pues su estilo es el
de un nivel amoroso muy superficial, que retarda el manejo de la acción a base de complicadas escenas que terminan en un
matrimonio. No se aparta, así, del modelo impuesto por Lope y sus comedias de enredos.63
Guarda cierta relación estilística con la novela corta El curioso impertinente, cuyo autor, Miguel de Cervantes Saavedra, intercala en la
primera parte de El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha. Sergio Fernández, reconocido especialista en la vida y obra del
dramaturgo taxqueño, indica que El semejante a sí mismo puede ser una adaptación de la citada novela de Cervantes.64
La cueva de Salamanca
Artículo principal: La cueva de Salamanca

El argumento de esta obra se desarrolla en la famosa cueva de Salamanca, enclave legendario en el que, según la tradición del
imaginario popular de Castilla, impartía clase el Diablo. Muchos escritores españoles, principalmente en el Renacimiento y el Barroco,
trataron el tema, pero la que más fama obtuvo fue el entremés La cueva de Salamanca, de Miguel de Cervantes.65
Alarcón, quien radicó algún tiempo en Salamanca, se inspira en el entremés cervantino para esta obra. Enrico, su personaje principal,
es claramente una alusión al sabio novohispano Enrico Martínez. En su comedia se hace notar la inclinación que el escritor siempre
sintió por la magia y las ciencias ocultas —lo prueba su biblioteca, analizada por Margarita Peña—,66 Al saber que era un tema de
difícil de abordar, y para ajustar al código moralizante de su tiempo, Alarcón niega que la cueva de Salamanca sea un antro de
poderes malignos, ni que la magia sea una ciencia lícita. Incluso contiene una discusión, llevada en tono escolástico, sobre las artes
ilícitas.67 68
Puede ser que La cueva de Salamanca haya sido concebida como un juego de retórica visual destino a entrenar al espectador para la
agilidad visual de la actividad escénica,69en opinión de críticos como Agustín Millares Carlo y Willard F. King, es «comedia de magia
con tesis morales, entretenimiento puro, casi farsa». No tiene un conflicto fijo, al contrario, el autor divaga durante todo el
planteamiento de la obra. Los estudiosos han coincidido en juzgar a esta comedia como vacía, cuyos principales valores escénicos
residen en la parafernalia detrás de una anécdota simple.70
Mudarse por mejorarse
Artículo principal: Mudarse por mejorarse
Esta comedia de carácter refleja, al igual que Todo es ventura y Los favores del mundo, el fallido intento de Juan Ruiz de Alarcón por
sobresalir en la corte de Madrid. Es también, como otras tantas obras de su autor, una mezcla de intriga y acción diseñada únicamente
para entretener al público ávido de representaciones vivaces e ingeniosas.71
Aunque pareciera que esta comedia parece duplicar las situaciones amorosas que imponía la Comedia Nueva, una lectura cuidadosa
del guion demuestra que la ironía y el sarcasmo manejados por Alarcón revela un orden ambiguo, sobre todo en los desenlaces.
Desde aquí se manifiesta la profunda animadversión del dramaturgo por la nobleza, a la que siempre tratará de ridiculizar.72
Mudarse por mejorarse es la primera obra donde se anuncia el comienzo del proceso evolutivo de Alarcón, en el que liberará a sus
personajes de la fatalidad que les viene impuesta por predestinación divina.73 No pondrá su teatro al servicio de la sacralización que se
vivía en su tiempo, al contrario, desarrollará su arte escénico alejado de convencionalismos y guiado únicamente por la razón y los
sentimientos. Es considerada la última comedia alarconiana de transición, pues ya se vislumbran parámetros dramáticos semejantes a
los de Las paredes oyen.74
Todo es ventura
Artículo principal: Todo es ventura

Todo es ventura pertenece a la etapa en la que Alarcón comienza a experimentar con la comedia de caracteres y es cronológicamente
posterior a sus primeras obras. Advierte Castro Leal que aquí comienza Alarcón a crear una mejor estructura dramática, basada en la
intriga y en la acción, a fin de delinear las diferencias entre sus personajes.75
En Todo es ventura el héroe, y casi todos los personajes, es capaz de adueñarse de su propio destino y cambiarlo, a través de
acciones bien pensadas y desafíos al destino y a todas las circunstancias.76 Se enmarca dentro de la segunda etapa de la obra
alarconiana, según Juan Oleza y Teresa Ferrer. Para Castro Leal, esta etapa de su producción comprende la mayor parte de las obras
escritas durante su segunda estancia en Madrid, entre 1613 y 1618.77
El desdichado en fingir
Artículo principal: El desdichado en fingir

Esta obra tiene importantes puntos de contacto con La verdad sospechosa, obra maestra de Alarcón. Ambas comedias tratan el tema
del mentiroso que urde embustes para conseguir su cometido y, como castigo a sus mentiras, ambos galanes protagonistas pierden a
la mujer que tanto aman y por la que tanto han luchado. Aun así, la estructura psicológica de los personajes principales de las dos
obras es radicalmente distinta en muchos aspectos.78
El desdichado en fingir relata la lucha de un hombre contra su propio destino, en el que sus únicas armas son la perseverancia, la
valentía y la voluntad, aunque su punto de vista irónico —recurso que siempre manejó Alarcón— obstaculice la apreciación de estos
rasgos. En principio, Arsenio, el galán de El desdichado en fingir, aparece como una persona paciente ante la adversidad e incapaz de
fingir, aunque a lo largo de la trama se descubren sus múltiples engaños.79
Segunda parte (1634)
Los empeños de un engaño
Artículo principal: Los empeños de un engaño

Compuesta entre 1623 y 1625,80 abundan las referencias madrileñas, lo que permite destacar el aspecto costumbrista que mantiene
numerosos puntos de contacto con la novela cortesana de los siglos XVI y XVII: galanteos, desafíos, enredos, encuentros imprevistos y
varias evocaciones a lugares de la Villa y Corte.81
A diferencia de la vasta mayoría de los galanes alarconianos, en Los empeños de un engaño se muestra cómo puede mentirse por
amor, en un mundo donde los embustes representan la máscara de un discurso de poder.82 Destaca también la presencia de Teodora,
uno de los personajes femeninos más destacados del universo de Alarcón.83
En Los empeños de un engaño, Alarcón profundiza en la pintura de caracteres para cimentar su crítica social. En este caso, lo que
podría haber sido un drama de honor con el que podría censurar las conductas sociales, se frustra por la actitud de algunos
personajes. Alarcón, como lección, debe ensayar más la comedia antes de aventurarse con la tragedia y el drama. Así, al final de sus
obras, todos los villanos sufrirán, metafóricamente, un doloroso castigo por sus pecados.84
El dueño de las estrellas
Artículo principal: El dueño de las estrellas

Licurgo, de la isla de Creta, vive en un exilio autoimpuesto de Esparta, de donde salió para evitar que se cumpliese un sombrío
horóscopo. Una noche encuentra al rey de Creta en la cama de Diana, su esposa, y en lugar de asesinar a quien le ha deshonrado se
suicida, burlando así el trágico destino que le habían impuesto los astros. A ello le ha conducido la razón exasperada: a evitar la
fatalidad a costa del sacrificio.85 Este drama ético-político da un desenlace bastante original, aunque algo exagerado, al eterno conflicto
de la lealtad en la relación soberano-vasallo.86
El dueño de las estrellas es, como ya vimos, un drama de proporciones épicas que muestra el afán y la inclinación del dramaturgo por
los temas históricos y mitológicos, como era habitual en la literatura barroca. Ruiz de Alarcón se esmera por reproducir la retórica y los
modelos literarios dominantes a fin de ser reconocido como un dramaturgo digno del mejor círculo literario de su época. El dueño de
las estrellas, junto con El anticristo, representa este afán, que sin embargo terminó en fracaso.87
La amistad castigada
Artículo principal: La amistad castigada

La amistad castigada es la narración de un suceso acaecido en Sicilia, durante la égida del tirano Dion de Siracusa —quien, a
diferencia de otros reyes de la literatura alarconiana, no logra su redención—. Ricardo, hombre probo y justo, logra casarse, tras
muchas adversidades, con la hija del soberano. Por otro, Filipo, cruel y adulador, recibe su castigo al final de la obra. No ha sido bien
valorada por la crítica, que la considera borrosa y carente de acción.88
Uno de los valores más apreciados para Alarcón es la amistad, como lo demuestra a lo largo de su producción. Aquí pergeña un
drama donde predomina la intención ética, al ver en Filipo al mal amigo que traiciona para satisfacer únicamente su propio interés. A
pesar de que la trama se teje en torno a un conflicto amoroso, permite catalizar la obra como crítica a las pasiones del poder.89
La manganilla de Melilla
Artículo principal: La manganilla de Melilla
Al igual que La cueva de Salamanca, esta obra también alude a tópicos mágicos y esotéricos. El capitán Venegas, hombre valiente y
osado, utiliza una astucia (manganilla) para lograr su triunfo sobre los moros. A través de este asunto, Alarcón utiliza fuentes históricas
para poner en escena uno de sus dramas históricos mejor logrados.90
Alarcón, como ya era usual en él, realiza una acerba crítica del innoble vicio de mentir. En La manganilla de Melilla, la mentira es un
recurso usado por los protagonistas y los antagonistas para conseguir sus fines, aunque al término de la historia pierden el crédito y el
respeto de la sociedad y, lo que es peor, el objeto de su deseo —ya sea el amor o el poder—.91 El sargento Pimienta, personaje de
esta comedia, miente impelido por su enorme deseo de poseer a Darja y a Alima, cautivas moras.92
Ganar amigos
Artículo principal: Ganar amigos

Se le conoce también con los nombres de Lo que mucho vale mucho cuesta y Quien priva aconseje bien. El argumento recae en torno
a la justicia y el honor castellano de los tiempos del rey Pedro I el Cruel. Un hombre debe vengar la muerte de su hermano y la
consiguiente deshonra de su familia, pero a la vez tiene que luchar contra sus sentimientos.93
Destaca el tratamiento que el dramaturgo novohispano hace del tema de la hidalguía, código moral y de convicciones bastante
aceptado en la época. Alarcón lo aborda con gustoso y apasionado interés. Al mismo tiempo ataca la ambición y la falta de escrúpulos
que demuestran los hombres de la política, obsesionados con obtener poder y canonjías a cualquier costo. Al final de la historia, todos
los personajes, incluso los villanos, conservan sus rasgos característicos que no fueron violentados a lo largo de la trama.94
Las mujeres del teatro alarconiano suelen ser personajes no muy profundos, menos complejos que los varones y llenas de simplicidad
psicológica. Una de las pocas excepciones a esta regla es doña Ana de Ganar amigos, cuya grandeza trágica —adquirida a lo largo de
la historia— le da cierto aire de heroína del teatro griego.
Ganar amigos revela un notable progreso en la técnica dramática de Alarcón. La trama se entreteje sin violencia, diseñando las
características más importantes de los personajes. El dramaturgo, a fin de lograr una mayor consistencia y variedad, hace un mayor
uso de los recursos escénicos y evita parlamentos largos carentes de sentido. Muchas veces la narración pasa a ser más un monólogo
que un drama, pues el verso es limpio, directo, fluido, conciso y justo. Incluso, para dotar de elegancia a su pieza, Alarcón recurre a
galas culteranas al estilo gongorino.95
. La crítica a la mentira es la intención dominante, pero no puede catalogarse como un texto didáctico ni moralizante.96 Fue escrita
entre 1618 y 1621, antes de la muerte del rey Felipe III, a quien la dedicatoria supone vivo.97 Según el estudio de Pedro Henríquez
Ureña, fue representada en 1624 y su texto definitivo apareció en la Segunda parte de las comedias alarconianas, en 1634.98
La obra tiene como escenario principal Madrid, donde el mentiroso don García conoce a Jacinta y a Lucrecia. El personaje principal
está realmente enamorado de doña Lucrecia y, a fin de ganársela, inventa toda una red de mentiras que dan sentido a la historia. Al
final, don García reconoce sus errores y recibe un merecido castigo por sus embustes.99
Se trata de la comedia moralista más famosa de Alarcón, donde cada personaje posee una determinada importancia que lo hace
diferente del resto.100 La verdad sospechosa, a la que algunas interpretaciones definen como "ironía de la los procedimientos teatrales
en boga",101 es también una obra donde triunfa la comedia de caracteres sobre la comedia de enredos, pues la trama gira en torno a
ridiculizar la figura del mentiroso don García, centro de todos los vicios.102
El anticristo
Artículo principal: El anticristo (comedia)

Fue compuesta entre 1623 y 1625. Durante su estreno ocurrió un incidente que relata Luis de Góngora a Hortensio Félix Paravicino:
La comedia, digo El anticristo, de don Juan de Alarcón, se estrenó el miércoles pasado. Echáronselo a perder aquel día con
cierta redomilla que enterraron en medio del patio, de olor tan infernal, que desmayó a muchos de los que no pudieron salir aprisa.
Este suceso aconteció cuando el actor que representaba al ángel se negó a volar y fue sustituido por una de las actrices. El incidente
fue aprovechado por el mismo Góngora para burlarse de Alarcón en uno de sus sonetos y Lope de Vega fue encarcelado porque se le
acusó de colocar la redoma.103
Es una obra de correcta versificación, que relata la historia del Anticristo, villano por excelencia del teatro alarconiano.104 Este ser
infernal, descendiente de Judas Iscariote, comete una retahíla de horrendos crímenes que al final son castigados por un ángel y dos
personajes: Sofía, encarnación de lo humano, y Balán, símbolo de la naturaleza, dos mundos unidos para vencer al mal.105
El tejedor de Segovia
Artículo principal: El tejedor de Segovia

Datada entre 1616 y 1619, esta pieza reconcentra la intención alarconiana de mejorar un buen gobierno. Su primera parte es anónima
y la segunda original de Alarcón, anticipa el drama romántico del siglo XVIII. Los personajes de esta obra escapan al molde común de
los personajes alarconianos. Fernando y Ana Ramírez de Vargas huyen de Suero y Julián Peláez, asesinos de su padre. Los
hermanos se refugian en Segovia fingiéndose hijos del tejedor Pedro Alonso y dan muerte a sus verdugos, lo que aprueba el
rey Alfonso VI de Castilla.106
La prueba de las promesas
Artículo principal: La prueba de las promesas

Los personajes principales de esta obra, datada a finales de 1617,107 —Don Mendo, doña Ana, Beltrán y el Conde— aparecen en otras
obras de Ruiz de Alarcón como Las paredes oyen, El examen de maridos, El tejedor de Segovia, Los pechos privilegiados, Ganar
amigos y La verdad sospechosa. Al polarizarse radicalmente la psicología de sus personajes, Alarcón pretende definirlos a través de
rasgos individuales derivados de su condición social. En esta comedia se comienza a ejercer un examen del comportamiento ético de
todas las clases sociales presentes en el teatro alarconiano, tanto ricos como pobres.108
El personaje mejor delineado es don Juan, arquetipo de la soberbia y la codicia.109 Es un hombre egoísta, el primer personaje de las
comedias alarconianas con una tipología bien establecida. El enredo y las causas permiten hacer que los perfiles anímicos y morales
de los personajes comiencen a definirse, sin importar si están a tono o no con la tipología del teatro contemporáneo.110 111
Al igual que en La cueva de Salamanca, la formación humanística y cultural de Alarcón lo llevaba a abordar temas casi olvidados para
la época, como la magia. En La prueba de las promesas el dramaturgo pone la magia al servicio del hombre, a la que considera la más
perfecta criatura.112 Esta obra, además, es una adaptación del cuento De lo que contesçió a un deán de Santiago con don Illán,
contenida en Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio, del infante Don Juan Manuel.113
Los pechos privilegiados
Artículo principal: Los pechos privilegiados

También se le conoce como Nunca mucho costó poco. Es el drama político más famoso de Alarcón, pues incluye muchas referencias
indirectas a la situación del gobierno de España en esa época.114 La justicia cortesana y la ley natural son los temas de esta obra.
En Los pechos privilegiados se vuelve a castigar a la realeza por sus vicios y su mal gobierno. El dramaturgo desea representar a la
Corte como una maraña de intrigas, que finalmente cae ante la firmeza y el honor que ha demostrado la Naturaleza, personificada por
doña Jimena.115
El argumento de la obra está basado en la magna Historia general de España de Juan de Mariana, específicamente en un episodio
del siglo XI, en el que se ve envuelto el rey Alfonso V de León y varias princesas del Reino de Castilla. Se trata de una de las más
convencionales obras de Alarcón, aficionado a salirse del arquetipo literario de la época. El conflicto principal reside en la lealtad y el
honor que todo vasallo debe rendirle a su rey,116 alusión, tal vez, a la crisis política del tiempo del duque de Lerma y del duque de
Uceda. Todo el primer acto se enfoca en este asunto.117
La inmensa mayoría de los personajes de esta comedia, especialmente Rodrigo de Villagómez y Elvira, son caracteres bien definidos
en los que destaca la pasión y la dignidad con la que expresan sus sentimientos. Son, pues, tipos únicos dentro de la pintura de
caracteres del teatro alarconiano, que tanta fama le trajo a su autor.118 Con Los pechos privilegiados Alarcón logra halagar a la realeza,
al mismo tiempo que consigue una bien lograda obra teatral.119
La crueldad por el honor
Artículo principal: La crueldad por el honor

Concebida entre 1619 y 1622, se agrupa dentro de las comedias que giran en torno al conflicto del honor. A través de una reflexión
marcada por monólogos muy bien logrados, Alarcón define su visión de lo que debería ser un buen gobierno: justo, honesto y
benévolo con sus súbditos.120 También demuestra que, en nombre de un código de honor, se pueden cometer muchas atrocidades
crueles e inútiles.121
El examen de maridos
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Su autoría ha sido discutida, aunque la mayoría de los críticos coinciden en declararla original de Alarcón.122 123 Destaca doña Inés, uno
de sus mejores personajes femeninos, a quien caballeros de diferentes personalidades cortejan.124 Las agudas observaciones
psicológicas de este cuento tienen su origen en una narración italiana, que inspiró El mercader de Venecia, de William Shakespeare,
y Les vissionaries, de Jean Desmarets.125
Refleja, mejor que ninguna otra comedia, la proclividad de Alarcón a insertar refranes populares, tanto de América como de España,
en sus obras. Gran cantidad de expresiones ingeniosas ayudan al autor a expresar con más claridad su conflicto. Además, puede
notarse ya en El examen de maridos un intento de Ruiz de Alarcón por equilibrar las formas estéticas y un eterno compromiso de
Alarcón con la verdad y los valores morales. Así, puede concluirse que El examen de maridos representa el cenit de una cultura que
se debate entre la verdad absoluta y una elegante retórica.126
Otros
Quien mal anda en mal acaba
Artículo principal: Quien mal anda en mal acaba

Escenifica la historia del morisco Román Ramírez, imitador de Teófilo y Fausto. La Inquisición española conoce del caso y encierra al
moro, quien finalmente es sometido a un larguísimo proceso. Alarcón retoma el asunto y lo convierte en una de sus piezas dramáticas
mejor logradas. No se conoce a ciencia cierta el original de Alarcón, pues se han perdido algunos versos. En 1852, al editar sus obras
completas, Hartzenbusch logró la mejor versión de este texto, que incluye revisión filológica.127 Fue publicada por primera vez por el
impresor sevillano Francisco de Leefdael, a mediados del siglo XVIII. No apareció en las dos partes de las obras de Alarcón editadas
entre 1628 y 1624, pero fue ampliamente elogiada en el siglo XIX por Juan Eugenio Hartzenbusch y Agustín Millares.128
Castro Leal, uno de los más conocidos estudiosos de Alarcón, fecha Quien mal anda en mal acaba entre 1601 y 1603. Fernández
Guerra, sin embargo, coloca la fecha de su creación en 1616 ó 1617, pues su calidad y su versificación son muy superiores a las de
las primeras comedias alarconianas.129
Es muy destacable la versificación de Quien mal anda en mal acaba, pues Alarcón emplea recursos poco usados hasta entonces en el
teatro barroco español, como el elevado porcentaje de redondillas, usado solo por Guillén de Castro. También descuella la buena
estructura de la comedia, el manejo del sentido dramático y la utilización de la poesía. Agustín Millares la considera, sin duda, «una
comedia de colaboración», aunque el resto de la crítica la considera, sin vacilar, fruto único y exclusivo de Juan Ruiz de Alarcón.130
No hay mal que por bien no venga
Artículo principal: No hay mal que por bien no venga

También se le conoce con los nombres de Don Domingo de don Blas y El acomodado don Domingo de don Blas. Su trama mezcla
enredo amoroso con circunstancias históricas. Dos damas, Leonor y Constanza, protagonizan la historia, pero deslucen ante don
Domingo, el mayor personaje de la comedia: sensato, independiente, reflexivo, arquetipo del burgués ideal que sabe actuar con
heroicidad si el tiempo lo requiere.131 Además, don Domingo es leal vasallo y súbdito orgulloso del rey Alfonso.132
La escritura y el estilo delatan, sin duda, que se trata de una obra de Alarcón. No se conoce a ciencia cierta por qué no se publicó en
sus comedias. Tampoco se sabe cuándo vio la luz No hay mal que por bien no venga, aunque se conjetura que fue escrita antes de
1630.133

Estilo

Juan Ruiz de Alarcón inaugura en la literatura hispanoamericana el género de la comedia de caracteres. El manejo de sus personajes
es una característica esencial en toda su obra. El escritor trata de reflejar en sus personajes los vicios de la época: la mentira, la
maledicencia y la ambición; caracteres que generalmente sufren un castigo al final de la obra.134 Alarcón nunca se aleja del moralismo
imperante en la literatura del Siglo de Oro, al contrario, se mantiene firme en él. Sus comedias, por su aliento que preludia
el romanticismo, y por su realismo irónico, lo colocan en un lugar destacado de la literatura barroca española.135
A pesar de que desarrolló casi toda su producción en España y de que su obra prácticamente ignora la realidad en las colonias, las
raíces y la educación novohispana de Alarcón le convierten en figura indiscutible del barroco hispanoamericano. El haberse asimilado
español, sin embargo, es una constante en su obra teatral, a fin de validar la hegemonía hispánica en América y afianzar su
pertenencia al sistema de gobierno.136
Los temas para sus comedias los extrajo de muy distintas fuentes. En La prueba de las promesas se repite un cuentecillo de El Conde
Lucanor de don Juan Manuel. El examen de maridos tiene concomitancias con El mercader de Venecia de William Shakespeare,
porque se inspiran ambas en una fuente común italiana. De los Evangelios apócrifos viene El anticristo. La crueldad por el
honor deriva de un episodio de la historia de Aragón. El tejedor de Segovia resulta una extraña anticipación del drama
romántico. Quien mal anda mal acaba, que versa sobre el pacto con el diablo de un morisco, se inspira en la tradición popular de un
proceso inquisitorial en Cuenca.137
La crítica ha aludido, una y otra vez, a su disidencia crítica, sus límites discursivos, irregularidades en la estructura teatral y a su
ideología subversiva, lo que convierte a Ruiz de Alarcón en un dramaturgo lleno de excentricidades.138 Su obra dramática no tiene
parangón en la historia de la literatura hispanoamericana.139
Su obra más lograda, La verdad sospechosa, sobre un hombre que miente sobre todas las cosas y que no tiene respeto para nadie,
inspiró Le menteur de Pierre Corneille y El mentiroso del dramaturgo veneciano Carlo Goldoni.140
El hecho de que la obra dramática de Alarcón fuera mínima a comparación de la de Lope o Tirso le granjeó un segundo plano entre la
crítica literaria contemporánea. Fue hasta el siglo XIX, gracias a estudiosos como Juan Eugenio Hartzenbusch —quien publicó
sus Obras completas y un estudio—, que el novohispano comenzó a ser valorado entre los literatos de Hispanoamérica. El crítico
español fue el primero en identificar a Le menteur de Pierre Corneille —quien creía que estaba adaptando una obra de Lope— como
traducción a la lengua francesa de La verdad sospechosa de Alarcón.141
Ya en el siglo XX, el filólogo y literato español Marcelino Menéndez y Pelayo se refería a Alarcón en los siguientes términos:
Ruiz de Alarcón ha de ser tenido por un americano españolizado, que sólo por su nacimiento y su grado de licenciado puede figurar en
los anales de México. Toda su actividad literaria se desarrolló en la Península: son rarísimas en él las alusiones o reminiscencias a su
país natal.142
Pedro Henríquez Ureña fue uno de los primeros intelectuales americanos en estudiar al dramaturgo taxqueño. Después
siguieron Alfonso Reyes, Julio Jiménez Rueda y Antonio Castro Leal. La revaloración literaria de Alarcón correspondía a una corriente
ideológica caracterizada por el nacionalismo y la búsqueda de la identidad cultural nacida a raíz de la Revolución Mexicana. Para el
tricentenario de su fallecimiento, en 1939, Alarcón era ya reconocido como la máxima figura de las letras novohispanas, junto con Sor
Juana Inés de la Cruz.143
A pesar de que los estudiosos latinoamericanos insisten en ubicar a Alarcón dentro del conjunto de costumbres y tradiciones
novohispanas, la crítica española alude a ligar al dramaturgo a la realidad peninsular. Esta controversia ha suscitado un intenso debate
entre los especialistas en el novohispano, aún sin resolver. Desde la década de los años ochenta, la mayoría de los críticos ha optado
por estudiar a Juan Ruiz de Alarcón dentro del contexto indiano, sin olvidarse jamás de que desarrolló su obra en España.144
Antonio de Toledo y Salazar
Antonio Sebastián Álvarez de Toledo Molina y Salazar 1 (Sevilla, Andalucía, España 20 de enero 16222 - Madrid, 13 de
febrero de 17153 ) fue un noble y político español titulado II marqués de Mancera, Grande de España y XXV virrey de Nueva
España en el periodo comprendido entre el 15 de octubre de 1664 y el 20 de noviembre de 1673.

Origen familiar y primeros años

Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar había nacido en el año 1622, siendo hijo de Pedro Álvarez de Toledo y Leiva, VI señor y
I marqués de Mancera (1623), virrey de Galicia y del Perú, y de su segunda esposa María Luisa Molina Salazar y Enríquez de
Navarra, IV señora de la Villa de El Mármol, quien fuera una bisnieta del mariscal Antonio Enríquez de Navarra y Lacarra, II señor
de Murillo de las Limas, VI de Vierlas, VII de Ablitas. Sucedió a sus padres en los títulos y mayorazgos familiares, siendo segundo
marqués de Mancera, V señor de las Cinco Villas y V señor de la Villa de El Mármol.
Por la posición de la familia, desde muy joven sirvió en la corte española, donde desempeñó importantes cargos. Más tarde viajó
a Nueva España, residiendo allí durante el periodo en el que su padre fue virrey. Obtuvo el nombramiento
de caballero y comendador de la Orden de Alcántara, y actuó como diplomático en la República de Venecia.
Contrajo matrimonio en dos ocasiones: la primera en 1655 con Leonor María Carreto (1616-1674), hija de Francesco Antonio del
Carretto, marqués di Savona y de Grana, conde de Millesimo, caballero de la Orden del Toisón de Oro y general del Ejército imperial, y
de Margareta Fugger von Nordendorf, de quien tuvo a su única hija María Luisa Álvarez de Toledo Carreto, primera marquesa de
Melgar de Fernamental. En segundas nupcias contrajo matrimonio con Juliana Teresa de Meneses, hija de Pedro Portocarrero de
Córdoba y Aragón, VIII conde de Medellín, y de María Brites de Meneses, de quien no tuvo sucesión.

Virrey de Nueva España

Recibió el nombramiento como Virrey de Nueva España el 30 de diciembre de 1663, cuando aún se encontraba en el cargo Juan
Francisco de Leyva y de la Cerda, que llevó a cabo una serie de irregularidades junto a su mujer e hijos, lo que hizo a la Corona de
España destituirle en el cargo antes de lo previsto. Fue nombrado como virrey interino Diego Osorio de Escobar, arzobispo de Puebla
de los Ángeles y casi un año después, el 15 de octubre de 1664, Antonio de Toledo hizo su entrada oficial en Ciudad de México,
acompañado de su esposa Leonora del Carretto.
Durante su mandato envió recursos a España para financiar la guerra contra los británicos, convirtiéndose en el virrey que más dinero
envió a España. Reorganizó la Armada de Barlovento debido a los saqueos de corsarios ingleses y continuó la reconstrucción de
la Catedral de México completando las obras que faltaban por hacer. Consiguió detener la intervención de la curia arzobispal en los
asuntos del gobierno del virreinato y frenó los abusos que cometían los funcionarios reales.
Apoyó diversas expediciones para conquistar las tierras de California, aún desconocidas, y le dio 10.000 pesos de su propia fortuna
a Diego Luis de San Vitores para acudir a la conquista de las Islas Marianas. Se mostró totalmente contrario con el tráfico de personas
y puso todas las trabas posibles para evitar la venta de esclavos durante su mandato.
A pesar de varias denuncias en su contra, el virrey permaneció en el cargo casi diez años.4
El 20 de noviembre de 1673 entregó el bastón de mando a su sucesor Pedro Nuño Colón de Portugal, descendiente del
almirante Cristóbal Colón, falleciendo la virreina doña Leonora en el camino a Veracruz para embarcar a España.

Retorno a la Corte española y fallecimiento

Una vez en España, volvió a la Corte como mayordomo mayor de la reina Mariana de Austria, y actuó como mediador entre ella y su
hijo Carlos II de España, y, acabando malparado, fue desterrado en 1668 por orden de Juan José de Austria. Apoyó el matrimonio del
rey con Mariana de Neoburgo, y obtuvo del favor real la Grandeza de España a título personal el 17 de febrero de 1687, y perpetua
para el marquesado de Mancera cinco años después.
Una vez llegado el momento de la sucesión al trono de España, se mostró partidario primero de la Casa de Austria, optando finalmente
por Felipe V de España, representante de la Casa de Borbón, quien en recompensa por sus servicios le nombró presidente
del Consejo de Italia, falleciendo muy anciano en la corte de Madrid en 1715, a la edad de 93 años.
El propio marqués había atribuido a las propiedades del chocolate, alimento que al igual que su padre consumía en grandes
cantidades, la razón de su longevidad.

Descendencia

Los dos matrimonios de Antonio Sebastián Álvarez de Toledo y Salazar no le dieron descendencia masculina por lo que, producido su
fallecimiento, los derechos sucesorios al marquesado de Mancera y demás bienes recayeron en su hermana de padre, María
Francisca Álvarez de Toledo y Novoa, I marquesa de Montalvo desde 1630, quien se había unido en matrimonio con Diego Sarmiento,
II conde de Gondomar y caballero de Santiago
Carlos de Sigüenza y Góngora
Carlos de Sigüenza y Góngora (México; 15 de agosto1 de 1645 - 22 de agosto de 1700) fue uno de los primeros grandes
intelectuales nacidos en el virreinato de la Nueva España, polímata, historiador y escritor, que ocupó numerosos puestos académicos y
gubernamentales. Dirigió las excavaciones en Teotihuacan en 1675 que fueron las primeras excavaciones arqueológicas llevadas a
cabo en México en el tiempo colonial.2 3

Biografía

Fue el segundo de nueve hermanos (5 niños y 4 niñas), y estaba emparentado con el famoso poeta español, barroco y culterano, Luis
de Góngora. Su madre fue Dionisia Suárez de Figueroa y Góngora, nacida en Sevilla, y su padre don Carlos Sigüenza, nacido
en Madrid, que había sido tutor de la familia real en España y, al emigrar en 1640 al Nuevo Mundo, se integró en la burocracia virreinal
para el resto de su vida. Con un trabajo seguro y experiencia docente no tuvo dificultades en brindar él mismo la educación básica que
necesitaban sus hijos.
El 17 de mayo de 1660 Sigüenza comienza sus estudios en Tepotzotlán, por los padres jesuitas y debe esperar hasta los 15 años
respectivamente para ser noviciado. En 1662, continua sus estudios en el colegio llamado "Espíritu Santo" en la ciudad de Puebla y
ese mismo año hace sus votos simples. En 1667, por indisciplina juvenil se le pidió que renuncasie a la orden (ver Peraza-Rugeley).
Regresó a la Ciudad de México e ingresó en la Real y Pontificia Universidad de México.4 Se publica en 1668 su texto Primavera
Indiana, inspirada en la Virgen de Guadalupe, ese mismo año solicita reincorporarse a la orden jesuita a Juan Pablo Oliva, quien
rechaza su solicitud. En 1671, luego de realizar sus observaciones astrónomicas publica su primer lunario y almanaque. En 1672 ganó
la posición de catedrático de astrología y matemáticas, puesto que había ocupado Diego Rodríguez 30 años antes; lo ocupó durante
20 años realizando contribuciones notables, mientras desempeñaba simultáneamente el cargo de capellán del Hospital del Amor de
Dios.5 En dicha institución se destacó como unos de los principales promotores de las Matemáticas en la Nueva España. De 1671 a
1701 (póstumo), escribió cada año un almanaque. (A. Margarita Peraza-Rugeley ha estudiado extensamente sus almanaques
sobrevivientes en su libro del 2013.6 ). En 1673 se recibe de sacerdote.
En 1681 Sigüenza escribió el libro Manifiesto filosófico contra los Cometas, en que trataba de calmar el temor supersticioso que
provocaba en la gente este fenómeno cósmico. Al separar la superstición de los hechos observables, Sigüenza estaba de hecho
separando la astrología de la astronomía, como las concebimos actualmente. El jesuita Eusebio Kino criticó fuertemente este texto
desde un punto de vista aristotélico-tomista, pero, lejos de intimidarse, Sigüenza respondió publicando otra obra Libra astronómica y
philosóphica (1690), donde fundamentaba rigurosamente sus argumentos sobre los cometas según los conocimientos científicos más
actualizados de su tiempo; contra el tomismo y el aristotelismo del padre Kino, citaba autores
como Copérnico, Galileo, Descartes, Kepler y Tycho Brahe.
Hasta recientemente se pensaba que la obra Infortunios de Alonso Ramírez,7 publicada por Sigüenza en 1690 y que describe la vuelta
al mundo de Alonso Ramírez, un español oriundo de San Juan de Puerto Rico era una ficción inventada por Sigüenza. Sin embargo,
José F. Buscaglia Salgado8 y Fabio López Lázaro9 han ofrecido pruebas documentales tomadas de varios archivos que prueban
que Infortunios es un relato biográfico denso y complejo basado en la vida de un personaje real aunque muy escurridizo. Fue
Buscaglia quien, en 2009, tras más de un siglo de controversia sobre el género y la autoría de la obra, puso fin al debate mostrando
evidencia incontestable en torno a la existencia de Alonso Ramírez. Entre otros documentos, Buscaglia presentó en su edición cubana
de los Infortunios el certificado de matrimonio de Alonso con Francisca Xaviera y el informe del gobernador de Manila dando parte al
rey de la captura de la fragata Nuestra Señora de Aránzazu capitaneada por Ramírez y capturada por piratas ingleses, entre éstos el
célebre William Dampier, el martes 4 de marzo de 1687.10 Además, tras dos expediciones a la Costa de Bacalar, Buscaglia ha
localizado el lugar exacto donde naufragó su embarcación.11
Las intensas lluvias de 1691 anegaron los campos y amenazaron con inundar la ciudad, y una plaga, consecuencia de toda esa
humedad, consumió los maizales. Sigüenza mecionó en sus escritos esta plaga conocida como Chiahuiztli, voz náhuatl para designar
la roya del maíz. Como consecuencia de este desastre, hubo al año siguiente una severa escasez de alimentos que provocó un motín
popular. Las multitudes saquearon los comercios de los españoles europeos, provocando numerosos incendios en los edificios del
gobierno. Sigüenza logró rescatar del incendio las actas del Ayuntamiento de la ciudad, salvándola de una gran pérdida. El motín se
controló, como es usual, con violencia. Los cálculos de Sigüenza establecieron en unos diez mil el número de los participantes en el
motín.
Como cosmógrafo real de la Nueva España trazó mapas hidrológicos del Valle de México. En 1693 fue enviado por el virrey Gaspar de
la Cerda y Mendoza, conde de Galve, como acompañante del almirante Andrés de Pez en un viaje de exploración al norte del golfo de
México y en especial a la península de Florida, donde trazó mapas de la bahía de Pensacola y de la desembocadura del río Misisipi.
En sus últimos años dedicó mucho tiempo a coleccionar material para una historia del México antiguo. Desafortunadamente, su muerte
interrumpió ese trabajo que no fue retomado hasta 80 años después, cuando la conciencia criolla, representada por Francisco Javier
Clavijero se había desarrollado lo suficiente para interesarse en la identidad de su nación.
Al morir donó su valiosa biblioteca y sus instrumentos científicos al Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de
Jesús (en cuya capilla fue enterrado, dado que fue admitido en la orden poco antes de morir). Asimismo, ordenó que su cuerpo fuera
entregado a la medicina, para que se estudiara lo que le provocó su muerte.12
Juan de Palafox
Juan de Palafox y Mendoza (Fitero, 24 de junio de 16001 - El Burgo de Osma-Ciudad de Osma, 1 de
octubre de 1659), obispoespañol, ejerció su obispado en Puebla de los Ángeles (Nueva España) y más tarde en Osma. Desempeñó
asimismo el cargo de consejero del Consejo Real de Indias entre 1633 y 1653, virrey y Capitán General de Nueva España.
Fue beatificado en el El Burgo de Osma el 5 de junio de 2011, por el cardenal Angelo Amato.

Biografía

Como cuenta José María Blanco White, Juan de Palafox


Era hijo ilegítimo de don Jaime de Palafox y Mendoza (marqués de Ariza) y de una mujer de ilustre familia que, para ocultar
su estado, se retiró al balneario de Fitero, en Navarra, y al dar a luz el 24 de junio de 1600, para evitar el escándalo, tomó la
depravada resolución de ahogar al niño en el cercano río. Pero la mujer encargada del infanticidio fue descubierta y el niño se
salvó y fue criado por un viejo servidor de la casa de Ariza hasta que su padre, al volver de Roma, lo ayudó y lo envió a las
Universidades de Alcalá y Salamanca. Su madre se hizo monja en la Orden de las Carmelitas Descalzas.2
Así pues, nació en Fitero (Navarra) y fue educado y mantenido por una familia humilde durante seis años, aunque finalmente fue
reconocido por su padre y pudo estudiar en Alcalá de Henares y en Salamanca. En 1626 fue presentado al Conde-duque de
Olivares y fue designado diputado de nobleza en las cortes de Monzón. Poco después, obtuvo el cargo de fiscal de los Consejos
de Guerra e Indias. Don Jaime de Palafox y Cardona fue sobrino suyo.
Tan fuerte impresión le causaron la enfermedad de una tía paterna suya, el entierro de dos hombres ilustres y la devoción de su
madre que decidió ordenarse sacerdote y lo eligieron capellán de la reina de Hungría, María Ana de Austria, hermana de Felipe
IV, a quien acompañó en varios viajes por Europa (Italia, Alemania, Flandes y Francia).
En 1639 fue escogido en Madrid por el Rey como Obispo de Tlaxcala (cuya sede era la ciudad de Angelópolis o Puebla de los
Ángeles), siendo confirmado por el papa Urbano VIII el 27 de octubre de ese mismo año. Se distinguió por sus esfuerzos en la
protección de la población indígena, prohibiendo emplear cualquier método de conversión que no fuera el de la persuasión, y por
sus roces y enfrentamientos con los privilegios de los jesuitas, que al cabo obligaron al rey a llamarlo a España y nombrarlo
obispo de Osma.3
Fue nombrado también visitador general. Más tarde, cuando estalla la guerra entre Portugal y España, aprovecha la relación
familiar entre el Virrey Diego López de Pacheco Cabrera y Bobadilla, duque de Escalona y marqués de Villena, y el
autoproclamado rey de Portugal, Juan IV, para poner en duda la fidelidad del Virrey a su Rey en Madrid. Tras meses de
deliberación en Madrid, Palafox recibió en Puebla reales cédulas secretas que le daban el poder de deponer al marqués de
Escalona, y ocupar provisionalmente los cargos de Arzobispo de México y Virrey de la Nueva España. En secreto, entró en la
Ciudad de México y se puso en contacto con miembros de confianza de la Audiencia y el Ayuntamiento, la noche del 9 de
julio de 1642 mandó arrestar al duque de Escalona, quien se refugió en el Convento de Churubusco.4 Hecho lo anterior, confiscó y
remató sus bienes y lo remitió a España.
Palafox, virrey de Nueva España
Durante este período, Juan de Palafox ocupó temporalmente el cargo de virrey de Nueva España, en funciones desde el 10 de
junio al 23 de noviembre de 1642. En este breve periodo, apoyó el acceso de los criollos a los cargos públicos, propuso reducir
impuestos para fomentar la economía y defendió el comercio entre colonias, hasta entonces muy restringido; expulsó a los
portugueses (sospechosos de deslealtad debido a la rebelión de independencia de Portugal) de las minas y las costas; levantó
12 milicias para la defensa, pues temía que pudieran propagarse las revoluciones de Portugal y la de Cataluña; realizó un
masivo auto de fe, con la ejecución de 150 herejes y criptojudíos, 50 de los cuales eran mercaderes portugueses.5 Asimismo
formó las ordenanzas para la Universidad, la Audiencia y los abogados.
Como obispo de Puebla fundó el convento de religiosas dominicas de Santa Inés; redactó constituciones para el seminario de
San Juan y erigió los colegios de San Pedro (para gramática, retórica y canto llano) y el de San Pablo (para grados académicos)
al que dotó de una excelente biblioteca, hoy llamada Palafoxiana. Creó el colegio de niñas dedicado a la Purísima Concepción y
dedicó sus mejores esfuerzos a terminar la Catedral, que consagró el 18 de abril de 1649.
Vacante la sede metropolitana por la muerte de Feliciano de Vega y Padilla (1641) mientras viajaba desde Acapulco,
el cabildo eclesiástico lo eligió arzobispo de México el 12 de noviembre de 1643.
Su defensa de la jurisdicción episcopal es un capítulo que sólo puede entenderse teniendo presente la responsabilidad del Obispo
como ejecutor de las disposiciones del Concilio de Trento. El gesto de la designación de conservadores (mayo de 1647), que
llegaron a declarar Sede vacante con el Obispo presente en el territorio, haciendo caso omiso de tres provisores designados
legítimamente para suplirle en caso de ausencia, revestía una gravedad tal, que, según diagnosticaba Palafox, amenazaba la
estructura misma de la Iglesia. Sobre el tema escribió Palafox mucho y muy claro, obligado a contrarrestar la propaganda de sus
adversarios. Sin embargo, en la historiografía eclesiástica, su versión ha tenido menos eco que la contraria.
A causa de no ser aceptado por los regulares a sujetarse a visita y examen, conforme lo disponían varias cédulas reales, Palafox
nombró 36 curas regulares y erigió otras tantas parroquias.
Debido a su papel en el contencioso mencionado, encontró la hostilidad de los jesuitas (1645), lo que motivó su gran
animadversión hacia ellos. En dos ocasiones (1647 y 1649) manifestó mediante quejas formales ante el papado de Roma sus
desavenencias. Inocencio X, sin embargo, rechazó estimar sus censuras, y todo lo que pudo obtener fue un informe de 14 de
mayo de 1648 que instaba a los jesuitas a respetar la jurisdicción episcopal. En 1653 los jesuitas consiguieron por fin su traslado
a España. En Puebla, fue sustituido por el obispo Nicolás Guzmán Briceño por 1647, descendiente de conquistador Francisco de
Orduña por una parte, y por otra de Francisco Briceño López, Gobernador de Guatemala y Presidente de la Real Audiencia de
Nueva Granada.
El virreinato de Nueva España y el fondo palafoxiano de la Real Biblioteca
Con relación a su labor de gobierno en Nueva España, como hombre de la Monarquía hispánica en un momento de máxima
tensión de la misma -los años cuarenta del siglo XVII-, cuando la crisis constitucional en los reinos que la componían no sólo
afectaba a Portugal o Cataluña sino también, en otro nivel, a los virreinatos de Indias, cabe destacarse la significación de la
colección documental de la Real Biblioteca.6 Contempla diversas facetas de su gobierno virreinal con amplitud pero, sobre todo, el
enfrentamiento con el clero regular y, en menor medida, cuestiones como las obras de la catedral de Puebla. Son en total
veintitrés los volúmenes manuscritos que vinieron del Archivo de Simancas con motivo del proceso de beatificación del prelado
que la propia Corona quería impulsar, y tras una recatalogación, en la que participó la Universidad de Alicante, se presentó dicho
fondo en la Real Biblioteca en el año 2001, en un seminario científico sobre el aragonés.
Originalmente, el fondo eran ocho legajos, como consta en su Yndice de los Papeles que comprehenden los ochos Legajos
tocantes al Venerable Sr. Palafox que se han trahído de Simancas por orden de S.E. en este año de 1785 -en ms. II/1668 (2)-,
pero se encuadernaron los documentos en veintitrés cuerpos, hoy son veintitrés manuscritos facticios. El primero de la serie se
forma básicamente con cartas a Felipe IV ya desde Nueva España, de 1641 (II/1981), el siguiente son cartas también del prelado,
hasta 1654, y en el mismo hay una anotación sobre un decreto de José de Gálvez, Marqués de Sonora, sobre dichas cartas,
fechada en el Real Archivo y Fortaleza de Simancas, en abril de 1773. Los siguientes volúmenes se centran en la cuestión del
clero regular y el control regio, con consultas y decretos sobre ello (II/1996), documentos sobre las controversias de los jesuitas
con Palafox (II/1987-89), y el conjunto incluso recoge piezas sobre estas cuestiones pero generadas con posterioridad a Palafox,
como los II/2000-2001, o II/1997-99. Otros son sobre aspectos de la Visita del Obispo a la Nueva España (II/1983, 1986 y II/2002)
relativos a la Real Audiencia y a otras realidades, y sobre las obras de la catedral de Puebla hay otro grupo documental, obras en
las que tuvo relevancia la cuestión heráldica del escudo que estaba en el retablo de la capilla mayor, como se observa (II/1991,
II/1993-95).7 Por tanto, globalmente, es un conjunto capital para entender los problemas del gobierno real en Nueva España a
mediados del siglo XVII.
Obispo de Osma
Al regresar a España fue nombrado obispo de Osma, donde murió a los pocos años. No era de las sedes más relevantes pero sí
representativa, de hecho con anterioridad la ocuparon otros notables prelados como Honorato Juan, preceptor de Felipe II y
de Don Carlos, el Príncipe de Asturias. Falleció el 1 de octubre 1659. Sus restos están enterrados en su Catedral, en una capilla
(Capilla del Venerable Palafox) proyectada por Juan de Villanueva y en la Capilla de las Reliquias de la Catedral de la Puebla de
los Ángeles, de la que fue un benefactor durante su obispado. En 1666 su cuerpo estaba incorrupto.
Causa de beatificación
Su proceso de beatificación fue incoado en la diócesis de Burgo de Osma en 1666 y en Puebla de los Ángeles en 1688. El
decreto que autorizaba introducir la causa en Roma fue firmado por Benedicto XIII en 1726 y el proceso continuó bajo posteriores
pontífices. Sin embargo, la invasión francesa de Roma y la captura del papa Pio VI impidió llevar a cabo la Segunda
Congregación General sobre las virtudes Heroicas del Siervo de Dios.
La causa fue retomada por el papa Juan Pablo II en 1987. El 27 de enero de 2004 fue aprobada, por los consultores históricos de
la Congregación para las Causas de los Santos, la positio presentada por la Postulación de la causa en los años 1998-2003. El 4
de abril de 2008 tuvo lugar, con éxito positivo, el "Congressus Peculiaris super Virtutibus"; el 2 de diciembre sucesivo tuvo lugar,
con el mismo dictamen positivo, la Congregación de cardenales y obispos y el 17 de enero de 2009 fue promulgado el Decreto
sobre las Virtudes.
El 26 de febrero de 2009 la Consulta médica se pronunció favorablemente sobre la inexplicabilidad de la curación del párroco
de Fuentemolinos, don Lucas Fernández de Pinedo, ocurrida el 29 de noviembre de 1766 y atribuida a la intercesión de Juan de
Palafox. El Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos dio su parecer favorable el 27 de junio de 2009 y la Congregación de
cardenales y obispos se pronunció unánimemente en favor del milagro el 8 de febrero de 2010; el papa Benedicto XVI aprobó la
promulgación del Decreto sobre el Milagro el 27 de marzo sucesivo. Juan de Palafox y Mendoza fue beatificado el 5 de
junio de 2011 en una solemne ceremonia presidida por el cardenal Angelo Amato y que tuvo lugar en la Catedral de El Burgo de
Osma.
Carta Apostólica de Beatificación
Nos, acogiendo el deseo de nuestro hermano Gerardo Melgar Viciosa, Obispo de Osma-Soria, así como de otros muchos
hermanos en el episcopado, y de numerosos fieles, una vez consultada la Congregación para las Causas de los Santos, con
nuestra Autoridad Apostólica, otorgamos la facultad de que el Venerable Siervo de Dios Juan de Palafox y Mendoza, Obispo,
heraldo infatigable del Evangelio, pastor servicial del rebaño que le fue encomendado, valiente defensor de la Iglesia, sea llamado
de ahora en adelante con el nombre de Beato y que su fiesta puede celebrarse anualmente el día seis de octubre en los lugares y
modos establecidos por el Derecho.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día veintiséis de mayo, del año del Señor dos mil once, séptimo de Nuestro Pontificado.
Benedictus, PP. XVI

Obra cultural
Juan de Palafox fue un mecenas entusiasta, y durante su obispado en Puebla, la ciudad se convirtió en el centro musical
de Nueva España. Compositores como Juan Gutiérrez de Padilla, el maestro de capilla de la catedral bajo Palafox y el compositor
de siglo XVII más famoso en la Nueva España, llevaron los más novedosos estilos de música europeos al Nuevo Mundo.
Palafox creyó intensamente en la educación y la cultura, y reunió una biblioteca de cinco mil libros de ciencia y filosofía,
denominada Biblioteca Palafoxiana. Fue amigo de Andrés de Uztarroz, que lo elogió como escritor en su Aganipe de los cisnes
aragoneses en el clarín de la fama. A Uztarroz le escribe pidiéndole que se publique su Historia real sagrada y su Varón de
deseos.
Sus obras, en 15 tomos, se imprimieron en Madrid en 1762, a iniciativa de los carmelitas descalzos. Como escritor, fue autor de
obras de carácter ascético, como Trompeta de Ezequiel (Madrid, 1658). También fue elogiado por Baltasar Gracián en Agudeza y
arte de ingenio (1648), en el discurso LVI, en el que alaba una obra titulada El pastor de Nochebuena y en El Discreto, XVIII.

Sor Juana Inés de la Cruz


Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, 12 de
noviembre de 1648 [2] - México, 17 de abril de 1695) fue una religiosa de la Orden de San Jerónimo y escritora novohispana,
exponente del Siglo de Oro de la literatura en español. Cultivó la lírica, el auto sacramental y el teatro, así como la prosa. Por la
importancia de su obra, recibió los sobrenombres de «el Fénix de América», «la Décima Musa» o «la Décima Musa mexicana».
A muy temprana edad aprendió a leer y a escribir. Perteneció a la corte de Antonio de Toledo y Salazar, marqués de Mancera y
25º virrey novohispano. En 1669, por anhelo de conocimiento, ingresó a la vida monástica. Sus más importantes mecenas fueron los
virreyes De Mancera, el arzobispo virrey Payo Enríquez de Rivera y los marqueses de la Laguna de Camero Viejo, virreyes también de
la Nueva España, quienes publicaron los dos primeros tomos de sus obras en la España peninsular. Murió a causa de una epidemia
el 17 de abril de 1695.
Sor Juana Inés de la Cruz ocupó, junto con Juan Ruiz de Alarcón y Carlos de Sigüenza y Góngora, un destacado lugar en la literatura
novohispana.1 En el campo de la lírica, su trabajo se adscribe a los lineamientos del barroco español en su etapa tardía. La producción
lírica de Sor Juana, que supone la mitad de su obra, es un crisol donde convergen la cultura de una Nueva España en apogeo,
el culteranismo de Góngora y la obra conceptista de Quevedo y Calderón.2
La obra dramática de sor Juana va de lo religioso a lo profano. Sus obras más destacables en este género son Amor es más
laberinto, Los empeños de una casa y una serie de autos sacramentales concebidos para representarse en la corte.3
Primeros años
Hasta mediados del siglo XX, la crítica sorjuanista aceptaba como válido el testimonio de Diego Calleja, primer biógrafo de la monja,
sobre su fecha de nacimiento. Según Calleja, Sor Juana habría nacido el 12 de noviembre de 1651 en San Miguel de
Nepantla.4 En 1952, el descubrimiento de un acta de bautismo que supuestamente pertenecería a Sor Juana, retrasó la fecha de
nacimiento de la poetisa a 1648. Según dicho documento, Juana Inés habría sido bautizada el 2 de diciembre de 1648.5 Varios críticos,
como Octavio Paz6 , Antonio Alatorre,7 y Guillermo Schmidhuber8 aceptan la validez del acta de bautismo y así como Alberto G.
Salceda, aunque la estudiosa cubana Georgina Sabat de Rivers considera insuficientes las pruebas que aporta esta acta, pues la
poetisa sólo usó el segundo nombre hasta su entrada al convento. Así, según Sabat, la partida de bautismo correspondería a una
pariente o a una esclava.9 De acuerdo con Alejandro Soriano Vallés, la fecha más aceptable es la de 1651, porque una de las
hermanas de Sor Juana supuestamente fue dada a luz el 19 de marzo de 1649, resultando imposible que Juana Inés naciera en
noviembre de 1648.10
Juana fue la menor de las tres hijas. De igual forma, la doctora investigadora Lourdes Aguilar Salas, en la biografía que comparte para
Universidad del Claustro de Sor Juana, señala esta última fecha como la más correcta.11 De hecho, lo que sostiene Alejandro Soriano
ya lo había manifestado previamente Georgina Sabat de Rivers,12 y él solamente retoma con posterioridad el argumento de la reputada
sorjuanista, quien personalmente se inclina por el año de 1651 porque, al saberse la fecha de bautismo de la hermana de sor Juana
de nombre Josefa María, marzo 29 de 1649, la proximidad de fechas impedía pensar en dos partos con una diferencia tan breve.
Sin embargo, este argumento también se relativiza inevitablemente cuando sabemos que el término entre el nacimiento y el bautizo
frecuentemente distaba no sólo de días, sino de meses y hasta años, así como sabemos por el historiador Robert McCaa, quien parte
de un estudio directo de las fuentes escritas de la época, que las actas de bautismo en las zonas rurales se registraban en los libros
habiendo cumplido los infantes desde varios meses hasta uno o varios años de haber sido presentados para su bautismo.13 El hallazgo
del acta de Chimalhuacán por el historiador Guillermo Ramírez España fue publicado por Alberto G. Salceda en 1952; 14 en ella
aparecen los tíos de sor Juana como padrinos de una niña anotada como “hija de la Iglesia”, esto es, ilegítima. Anteriormente sólo se
tenía como referencia la biografía de sor Juana escrita por el jesuita Diego Calleja y publicada en el tercer volumen de las obras de sor
Juana: Fama y obras póstumas (Madrid, 1700). No obstante, los documentos existentes no son definitivos al respecto. Por un lado la
biografía de Calleja adolece de inexactitudes típicas de la tendencia hagiográfica de la época en torno a los personajes eclesiásticos
destacados; es decir, los datos se modifican posiblemente con intenciones ulteriores. Por dar sólo un ejemplo, Calleja fija
terminantemente en viernes el día del supuesto nacimiento de Sor Juana, cuando el 12 de noviembre de 1651, la fecha anotada por él,
no fue viernes. Por otro lado, el acta de Chimalhuacán hallada en el siglo XX presenta escasos datos acerca de la bautizada; si, como
se acepta actualmente, la fecha de diciembre de 1648 es sólo la de bautismo, la de nacimiento pudo haber sido varios meses o un año
antes.
Hasta el día de hoy, lo más riguroso desde el punto de vista historiográfico es mantenerse en la disyuntiva 1648/1651, tal como sucede
con un sinnúmero de personajes históricos de cuyas fechas de nacimiento o muerte no se tiene absoluta certeza con los documentos
habidos en ese momento. Adoptar tal disyuntiva como regla general no afecta los estudios sobre sor Juana ni en su biografía ni en la
valoración de su obra.
Indirectamente, el año de 1651 es también apoyado por una obra del pintor J. Sánchez, quien realizó el retrato de la joven, con la
siguiente inscripción explicativa: "VSro. Rto. de Juana Ynés de Asbaje y Ramirez a los 15 años de su edad, qe. habiendo entrado en la
Corte del Virrey Dn. Sebastian de Toledo, Marqués de Mancera; fué puesta a prueba su prodigiosa inteligencia, sustentando un
examen ante 40 doctores en Teología, Filosofía y humanidades, habiendo salido victoriosa en tan dificil trance. Año de 1666".
Pero de nuevo, este dato sólo es cosmético y desorienta al que realmente desea conocer la verdad histórica sobre sor Juana, pues el
pintor Jorge Sánchez Hernández, autor de ese retrato, nació en 1926. La inscripción es un "pastiche" que retoma los datos de la
biografía de Calleja. El pintor vive actualmente.
Aunque se tienen pocos datos de sus padres, Pedro Manuel de Asbaje y Vargas-Machuca e Isabel Ramírez de Santillana, se sabe que
nunca se unieron en matrimonio legítimo. El padre, del cual se cree que fue un militar español oriundo de la provincia vasca
de Guipúzcoa, estaba asentado en San Miguel Nepantla.15 Allí nació su hija Juana Inés, en un oscuro lugar llamado por entonces «la
celda».16 Su madre, al poco tiempo, se separó de su padre y procreó otros tres hijos con Diego Ruiz Lozano, a quien tampoco
desposó.17
Muchos críticos han manifestado su sorpresa ante la situación civil de los padres de Sor Juana. Paz apunta que ello se debió a una
«laxitud de la moral sexual en la colonia».18Se desconoce también el efecto que tuvo en Sor Juana el saberse hija ilegítima, aunque se
conoce que trató de ocultarlo. Así lo revela su testamento de 1669: «hija legítima de don Pedro de Asbaje y Vargas, difunto, y de doña
Isabel Ramírez». Su amigo, el padre Calleja, lo ignoraba, pues no hace mención de ello en su estudio biográfico. Su madre, en
principio, también lo negó, pero en un testamento fechado en 1687 reconoce que todos sus hijos, incluyendo a Sor Juana, fueron
concebidos fuera del matrimonio.19
La niña pasó su infancia entre Amecameca, Yecapixtla, Panoaya —donde su abuelo tenía una hacienda— y Nepantla. Allí
aprendió náhuatl con los esclavos de las haciendas de su abuelo, donde se sembraba trigo y maíz. El abuelo de Sor Juana murió
en 1656, por lo que su madre tomó las riendas de las fincas.20 Asimismo, aprendió a leer y escribir a los tres años, al tomar las
lecciones con su hermana mayor a escondidas de su madre.21
Pronto inició su gusto por la lectura, gracias a que descubrió la biblioteca de su abuelo y se aficionó a los libros.22 Aprendió todo cuanto
era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Su afán por saber era tal que
intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder a
ésta.23 Se dice que al estudiar una lección, cortaba un pedazo de su propio cabello si no la había aprendido correctamente, pues no le
parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras si carecía de ideas.24 A los ocho años, entre 1657 y 1659, ganó un libro
por una loa compuesta en honor al Santísimo Sacramento, según cuenta su biógrafo y amigo Diego Calleja.25 Éste señala que Juana
Inés radicó en la ciudad de México desde los ocho años, aunque se tienen noticias más veraces de que no se asentó allí sino hasta
los trece o quince.26
Adolescencia
Juana Inés vivió con María Ramírez, hermana de su madre, y con su esposo Juan de Mata. Posiblemente haya sido alejada de las
haciendas de su madre a causa de la muerte de su medio hermano, o bien, de su abuelo materno. Aproximadamente vivió en casa de
los Mata unos ocho años, desde 1656 hasta 1664. Entonces comienza su periodo en la corte, que terminará con su ingreso a la vida
religiosa.27
Entre 1664 y 1665, ingresó a la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo, marqués de Mancera. La virreina, Leonor de Carreto, se
convirtió en una de sus más importantes mecenas. El ambiente y la protección de los virreyes marcarán decisivamente la producción
literaria de Juana Inés. Por entonces ya era conocida su inteligencia y su sagacidad, pues se cuenta que, por instrucciones del virrey,
un grupo de sabios humanistas la evaluaron, y la joven superó el examen en excelentes condiciones.28
La corte virreinal era uno de los lugares más cultos e ilustrados del virreinato. Solían celebrarse fastuosas tertulias a las que acudían
teólogos, filósofos, matemáticos, historiadores y todo tipo de humanistas, en su mayoría egresados o profesores de la Real y Pontificia
Universidad de México. Allí, como dama de compañía de la virreina, la adolescente Juana desarrolló su intelecto y sus capacidades
literarias. En repetidas ocasiones escribía sonetos, poemas y elegías fúnebres que eran bien recibidas en la corte. Chávez señala que
a Juana Inés se le conocía como «la muy querida de la virreina», y que el virrey también le tenía un especial aprecio. Leonor de
Carreto fue la primera protectora de la niña poetisa.
Poco se conoce de esta etapa en la vida de Sor Juana, aunque uno de los testimonios más valiosos para estudiar dicho periodo ha
sido la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz.29 Esta ausencia de datos ha contribuido a que varios autores hayan querido recrear de
manera casi novelesca, la vida adolescente de Sor Juana, suponiendo muchas veces la existencia de amores no correspondidos.30
Período de madurez
Quiso ella entrar a la Universidad pero como las mujeres no tenian derecho a estudiar se dizfrazo de hombre para poder tener un
mejor futuro. A finales de 1666 llamó la atención del padre Núñez de Miranda, confesor de los virreyes, quien, al saber que la jovencita
no deseaba casarse, le propuso entrar en una orden religiosa.31 Aprendió latín en veinte lecciones impartidas por Martín de Olivas y
probablemente pagadas por Núñez de Miranda.32 33 Después de un intento fallido con las carmelitas, cuya regla era de una rigidez
extrema que la llevó a enfermarse, ingresó en la Orden de San Jerónimo, donde la disciplina era algo más relajada, y tenía una celda
de dos pisos y sirvientas.34 Allí permaneció el resto de su vida, pues los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar
tertulias y recibir visitas, como las de Leonor de Carreto, que nunca dejó su amistad con la poetisa.35
Muchos críticos y biógrafos atribuyeron su salida de la corte a una decepción amorosa, aunque ella muchas veces expresó no sentirse
atraída por el amor y que sólo la vida monástica podría permitirle dedicarse a estudios intelectuales.36 Se sabe que Sor Juana recibía
un pago de la Iglesia por sus villancicos, como también lo obtenía de la Corte al preparar loas u otros espectáculos.37
Entre 1671 y 1672 enfermó de tifus exantemático epidémico, padecimiento que en 1695 le costaría la vida.38 39 En 1674 sufre otro
golpe: el virrey de Mancera y su esposa son relevados de su cargo y en Tepeaca, durante el trayecto a Veracruz, fallece Leonor de
Carreto. A ella dedicó Sor Juana varias elegías, entre las que destaca «De la beldad de Laura enamorados», seudónimo de la virreina.
En este soneto demuestra su conocimiento y dominio de las pautas y tópicos petrarquistas imperantes.40
En 1680 se produce la sustitución de fray Payo Enríquez de Rivera por Tomás de la Cerda y Aragón al frente del virreinato. A Sor
Juana se le encomendó la confección del arco triunfal que adornaría la entrada de los virreyes a la capital, para lo que escribió su
famoso Neptuno alegórico. Impresionó gratamente a los virreyes, quienes le ofrecieron su protección y amistad, especialmente la
virreina María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, condesa de Paredes, quien fue muy cercana a ella: la virreina poseía un retrato de
la monja y un anillo que ésta le había regalado y a su partida llevó los textos de Sor Juana a España para que se imprimieran.41
Su confesor, el jesuita Antonio Núñez de Miranda, le reprochaba que se ocupara tanto de temas mundanos, lo que junto con el
frecuente contacto con las más altas personalidades de la época debido a su gran fama intelectual, desencadenó las iras de éste. Bajo
la protección de la marquesa de la Laguna, decidió rechazarlo como confesor.42
El gobierno del marqués de la Laguna (1680-1686) coincide con la época dorada de la producción de Sor Juana. Escribió versos
sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas, autos sacramentales (El divino Narciso, El cetro de José y El mártir del
sacramento) y dos comedias (Los empeños de una casa y Amor es más laberinto). También sirvió como administradora del convento,
con buen tino, y realizó experimentos científicos.43
Entre 1690 y 1691 se vio involucrada en una disputa teológica a raíz de una crítica privada que realizó sobre un sermón del muy
conocido predicador jesuita António Vieira, que fue publicada por el obispo de Puebla Manuel Fernández de Santa Cruz bajo el título
de Carta atenagórica. Él la prologó con el seudónimo de Sor Filotea, recomendando a Sor Juana que dejara de dedicarse a las
«humanas letras» y se dedicase en cambio a las divinas, de las cuales, según el obispo de Puebla, sacaría mayor provecho.44 Esto
provocó la reacción de la poetisa a través del escrito Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, donde hace una encendida defensa de su
labor intelectual y en la que reclamaba los derechos de la mujer a la educación.43
Última etapa

Para 1692 y 1693 comienza el último período de la vida de Sor Juana. Sus amigos y protectores han muerto: el conde de Paredes,
Juan de Guevara y diez monjas del Convento de San Jerónimo. Las fechas coinciden con una agitación de la Nueva España; se
producen rebeliones en el norte del virreinato, la muchedumbre asalta el Real Palacio y las epidemias se ceban con la población
novohispana.45
En la poetisa ocurrió un extraño cambio: hacia 1693 dejó de escribir y pareció dedicarse más a labores religiosas. Hasta la fecha no se
conoce con precisión el motivo de tal cambio; los críticos católicos han visto en Sor Juana una mayor dedicación a las cuestiones
sobrenaturales y una entrega mística a Jesucristo, sobre todo a partir de la renovación de sus votos religiosos en 1694.46 47 Otros, en
cambio, adivinan una conspiración misógina tramada en su contra, tras la cual fue condenada a dejar de escribir y se le obligó a
cumplir lo que las autoridades eclesiásticas consideraban las tareas apropiadas de una monja.48 49 No han existido datos concluyentes,
pero sí se han avanzado en investigaciones donde se ha descubierto la polémica que causó la Carta atenagórica.50 51 52 53 Su propia
penitencia queda expresada en la firma que estampó en el libro del convento: «yo, la peor del mundo», que se ha convertido en una
de sus frases más célebres. Algunos afirmaban hasta hace poco que antes de su muerte fue obligada por su confesor (Núñez de
Miranda, con quien se había reconciliado) a deshacerse de su biblioteca y su colección de instrumentos musicales y científicos. Sin
embargo, se descubrió en el testamento del padre José de Lombeyda, antiguo amigo de Sor Juana, una cláusula donde se refiere
cómo ella misma le encargó vender los libros para, dando el dinero al arzobispo Francisco de Aguiar, ayudar a los pobres.54 55
A principios de 1695 se desató una epidemia56 57 58 que causó estragos en toda la capital, pero especialmente en el Convento de San
Jerónimo. De cada diez religiosas enfermas, nueve morían. El 17 de febrero falleció Núñez de Miranda. Sor Juana cae enferma poco
tiempo más tarde, pues colaboraba cuidando a las monjas enfermas. A las cuatro de la mañana del 17 de abril, cuando tenía cuarenta
y tres años, murió Juana Inés de Asbaje Ramírez. Según un documento,59 dejó 180 volúmenes de obras selectas, muebles, una
imagen de la Trinidad y un Niño Dios. Todo fue entregado a su familia, con excepción de las imágenes, que ella misma, antes de
fallecer, había dejado al arzobispo. Fue enterrada el día de su muerte, con asistencia del cabildo de la catedral. El funeral fue presidido
por el canónigo Francisco de Aguilar y la oración fúnebre fue realizada por Carlos de Sigüenza y Góngora. En la lápida se colocó la
siguiente inscripción:
En este recinto que es el coro bajo y entierro de las monjas de San Jerónimo fue sepultada Sor Juana Inés de la Cruz el 17 de abril de
1695.
En 1978, durante unas excavaciones rutinarias en el centro de la Ciudad de México, se hallaron sus supuestos restos, a los que se dio
gran publicidad. Se realizaron varios eventos en torno al descubrimiento, aunque nunca pudo corroborarse su autenticidad.
Actualmente se encuentran en el Centro Histórico de la Ciudad de México, entre las calles de Isabel la Católica e Izazaga.60
Eusebio Francisco Kino
Eusebio Francesco Chini o Eusebius Franz Kühn, transliterable igualmente como Kuehn (Segno, Italia,
actual pedanía o frazione de Predaia, entonces perteneciente al Principado Episcopal del Trento austriaco del Sacro Imperio Romano-
Germánico, 10 de agosto de 1645 – Magdalena de Kino, Sonora, Nueva España, 15 de marzo de 1711), también llamado Padre
Kino por transliteración fonética aproximativa de su apellido al español, fue un misionero, explorador, cartógrafo, geógrafo y
astrónomo jesuita austriaco-italiano, distinguido entre los indígenas de lo que hoy es el noroeste de México y el Suroeste de Estados
Unidos por sus métodos de evangelización, fundador de 20 misiones o visitas y conocido por su capacidad para entablar relaciones
entre los indígenas y las instituciones religiosas que representaba.

Biografía
Orígenes
La epopeya del Padre Kino (Kuehn) comenzó en Segno, actualmente perteneciente al municipio de Predaia, una pequeña población
de las montañas del Tirol italiano, no lejos de la histórica ciudad de Trento. Allí nació el 10 de agosto de 1645 en una típica habitación
de piedra y madera.
Estudios
El joven Eusebio Francisco, habiendo mostrado muy pronto dotes de inteligencia excepcional, fue enviado por sus padres al colegio de
los jesuitas en Trento, donde fue iniciado en el conocimiento de las letras y las ciencias. De allí continuó al colegio jesuita de Hall,
cerca de Innsbruck, Austria, para seguir cultivando su interés por las ciencias y las matemáticas. A los veinte años de edad, Kino inició
el largo camino de la típica formación de los miembros de la Compañía de Jesús.
Al concluir sus estudios teológicos, el duque de Baviera le invitó a desempeñar las cátedras de ciencias y matemáticas en la
Universidad de Ingolstadt. Sin embargo, Kino había solicitado años antes ser enviado a China cuando concluyera sus estudios. Tocó
en suerte que solo había dos misiones disponibles, una para Filipinas y la otra para la Nueva España. A fin de decidirse quién iría a
Oriente y quién a la Nueva España se efectuó un sorteo, y al Padre Kino le tocó esta última.
Partida desesperante
A mediados de junio de 1678, con otros dieciocho compañeros se embarcó en el puerto de Génova rumbo a Cádiz. Esperaban
abordar la flota que, por verano, salía para el Nuevo Mundo. Niebla, corrientes y vientos al acercarse a Gibraltar indujeron a error al
piloto italiano, que solo pudo llegar a la costa cercana a Ceuta. El error les hizo perder un tiempo precioso, pues al acercarse a la
bahía de Cádiz el 13 de julio, la flota imperial española acababa de zarpar rumbo a la Nueva España.
El Padre Kino y sus compañeros tuvieron que esperar dos años para poder obtener un nuevo pasaje. Sin embargo, aprovecharon el
tiempo en el aprendizaje del idioma español y en otros preparativos.
Por fin, los misioneros jesuitas pudieron obtener lugar en el Nazareno, galeón en el que embarcaron en julio de 1680. La flota levó
anclas rumbo a la Nueva España, pero esta vez el buque encalló en el banco de arena del «Gran Diamante», a la salida de la bahía
de Cádiz. La embarcación pronto fue batida y destrozada por la furia del viento y de las olas. Completamente desanimado y sin
equipaje, Kino esperó otros seis meses en Cádiz, que aprovechó en estudiar el gran cometa de 1680, sobre el cual escribió y publicó
luego un famoso opúsculo,1 hasta que por fin pudo surcar el dilatado Atlántico y llegar a su destino.
En el virreinato de Nueva España
La península de Baja California Sur constituyó el primer territorio misionero de Kino. Aunque la colonización del territorio se había
intentado varias veces desde los días memorables de Hernán Cortés, ninguna expedición española a la inasequible península había
tenido éxito hasta entonces. Pero esta vez, por fin la expedición --al mando del Almirante Isidro de Atondo y Antillón-- desembarcó en
1683 en La Paz. Como ya se había previsto, la península resultó hostil a los colonizadores, quienes se vieron obligados a retornar
a Sinaloa, de donde habían partido. Kino se encontraba profundamente disgustado por la exasperada conducta de los soldados hacia
los indios, así como por la decisión de los colonos de abandonar la ciudad de La Paz, decisión motivada por el hostigamiento de los
nativos.
Durante su estadía escribió una Exposición astronómica, en respuesta al Manifiesto filosófico en contra de los cometas (1681)
de Carlos de Sigüenza y Góngora, que intentaba demostrar la falta de relación entre los hechos humanos y los cometas como
fenómenos cósmicos. Kino le respondió con una severa exposición del dogma tomista, a la cual Sigüenza dedicó a su vez una nueva y
final refutación, en su famosa Libra astronómica (1690), desde los saberes científicos más actualizados, de los que Kino no tenía
mayor conocimiento.2
De regreso en Baja California

Este mapa, que fue coloreado a mano por el cartógrafo Nicolás de Fer, fue creado originalmente por Kino en 1696. Se llama California
o Nueva Carolina: Lugar de las Obras Apostólicas de la Sociedad de Jesús en la América Septentrional.

En el otoño del mismo año (1683) regresó la expedición a la península californiana. Esta vez erigieron su primera misión, San Bruno,
cerca de la actual Loreto. Desde la nueva estación la expedición se abrió paso poco a poco a través de la rocosa sierra de
la Giganta. A los cuatro meses de iniciada la exploración el Padre Kino alcanzó finalmente las costas del Mar del Sur (Océano
Pacífico) esta vez se logró la amistad de los nativos: sus lenguajes serían objeto de estudio y se administraba el bautismo a los
pequeños y a los moribundos. Tras un año de esfuerzos parecía consolidada la misión en la Baja California.
Pero en San Bruno, una aciaga sequía en 1685 destruyó las cosechas. Con ello, el gran sueño también se agotó. El Almirante Antillón
sometió entonces a votación el abandono de aquella real empresa, con órdenes de salvar a bordo de los navíos cuanto se pudiera.
Los tibios vientos alejaron las embarcaciones de la inhóspita península, quedando atrás el sueño de Kino de crear un rosario de
misiones en la Baja California. Otros misioneros, años más tarde, serían quienes con la cruz en la mano colonizarían la península.
El interés del Padre Kino en la evangelización de la Baja no fue vano. Sus informes dieron lugar a que el virrey Conde de Paredes, a
principios de 1686, constituyera una junta que estudiara la colonización de aquella tierra, solo nominalmente española. Dicha junta
estaba integrada por el Almirante Antillón, el propio Padre Kino y el fiscal de la Real Audiencia. Acordaron solicitar a la Compañía de
Jesús que se hiciera cargo del proyecto, ofreciéndosele la suma de treinta mil pesos anuales. Con todo, la Compañía de Jesús
rechazó la invitación de manejar bienes temporales, aún cuando se mostró dispuesta a cooperar en lo espiritual y enviar los
sacerdotes que fueran necesarios. Ante la negativa de su Orden, el Padre Kino emprendería el viaje rumbo a la Pimería Alta, donde
inició sus trabajos apostólicos.
Kino ya no volvería a la Baja California, aún cuando por tercera vez se dispusiera a formar parte de una expedición hacia tal destino.
En efecto, se dispuso que Kino, acompañado del Padre Juan María de Salvatierra, encabezara la expedición. Mas ya prestos a zarpar,
el otoño de 1697 se iniciaría con una rebelión nativa en el norte de Sonora, lo que impidió a Kino emprender el viaje, pues prefirió
permanecer in situ para contribuir a la pacificación. La expedición, tras surcar el alongado golfo conocido como Mar de Cortés,
desembarcó y fundó la Misión de Nuestra Señora de Loreto en la población hoy homónima. Esta Misión, fundada por el Padre Juan
María de Salvatierra sería llamada «Cabeza y Madre de las Misiones de la Alta y Baja California», y desde allí se iniciaría en firme la
colonización de dichas regiones.
Padre de la Pimería Alta
El Padre Kino era entonces un misionero sin misión, fue cuando sugirió a su jefe provincial que lo enviara a trabajar entre las
tribus seris de Sonora, así al menos estaría cerca de la península de Baja California. El provincial estuvo de acuerdo y el Padre Kino
cabalgó hacia la que sería la misión de su vida.
El padre Manuel González, visitador de las misiones del noroeste había oído hablar del misionero italiano, reconocía en él un talento
privilegiado y pensó que había un lugar que convenía al espíritu de Kino, la Pimería Alta, es decir la parte norte de Sonora y sus
inexplorados desiertos ubicados al noroeste de la Nueva España.
El Padre Kino llegó a Sonora en 1687 y hasta su muerte en 1711 cabalgó fundando misiones por todo el norte del actual estado
mexicano de Sonora y sur del actual estado de Arizona, Estados Unidos. Durante su epopeya atravesó el gran desierto de
Sonora hasta topar con el Río Colorado en la confluencia con el Río Gila (Arizona), trató de encontrar una ruta terrestre para viajar
hacia la península de Baja California y atender a los nativos de aquella zona. Asimismo, recorrió gran parte de lo que hoy se conoce
como el estado de Arizona, evangelizando, explorando y tomando apuntes.
Empezó a explorar esta región entrando en el valle del Río Alisos, donde empezó a congregar a los indígenas en las misiones de San
Ignacio de Caborica, San José de Imuris, Nuestra Señora del Pilar, Santiago de Cocóspera y de Santa María de Magdalena. También
estableció la misión de Nuestra Señora de los Remedios, al norte de Dolores, sobre el curso del Río San Miguel. El apoyo del
padre Antonio de Rojas fue muy importante para llevar a cabo este trabajo, ya que donó granos y ganado; también facilitó la
colaboración de indígenas cristianos para auxiliar a Kino en la labor de catequistas. El trabajo del padre Kino causó controversia entre
los españoles hacendados y otros religiosos de la región, ya que se mostraban escépticos a cerca de la posibilidad de civilizar a
los Pimas. Esto causó que el padre Juan María Salvatierra fuera enviado a Sonora desde la Nueva España para observar la situación.
El reporte resultó favorable al padre Kino, y se alió con Salvatierra con el fin de colonizar California, quien partió a la Nueva España
para promover la idea, mientras Kino se comprometió a buscar rutas por mar y tierra para llevar a cabo dicha misión.3
En 1691, fundó el pueblo de Bisanig, al igual que la misión de Guevavi en el Río Santa Cruz. El siguiente año continuó recorriendo
este río hacia el norte, estableciendo las misiones San Javier del Bac, con su pueblo de visita, San Cosme del Tucsón, hoy Tucson,
Arizona. La labor de Kino se dificultaba por la falta de misioneros que pudieran ayudarlo; en 1689, por ejemplo, recibió 4 auxiliares que
pronto lo abandonaron. En 1693 llegó el padre Agustín de Campos, quien lo ayudaría bastante, convirtiéndose en su amigo. Para el
año de 1694 el padre Kino inició la exploración de las "tierras incógnitas", donde logró ver, junto con su acompañante el capitán Juan
Mateo Manje (quien le llamaría así a dichas tierras), la costa de California desde la cima del monte Nazareno, donde desemboca
el Río Magdalena. Con el fin de cruzar el brazo de mar que lo separaba de California, inició la construcción de un barco en la misión
de Caborca. Ese mismo año viajó a las riveras del Río Gila.3
En 1695 las misiones de la Pimería Alta se independizaron de la autoridad del rector de las misiones del Río Sonora y Río San Miguel.
Con esta acción, Kino logró mejorar la administración de este distrito de misiones, el cual se nombró Nuestra Señora de los Dolores.
Ese mismo año se registró la primera rebelión de indígenas. El movimiento empezó en Tubutama y se extendió hasta Caborca. Tuvo
como consecuencia el asesinato del jesuita Francisco Javier Saeta y sus dos ayudantes ópatas. En respuesta, el alcalde mayor de
Sonora, el capitán Domingo Gironza Petrís de Cruzat, reprimió fuertemente a los rebeldes. Hechos de este tipo dificultaban el trabajo
del padre Kino, ya que tenía que ganar la confianza de los indígenas de nuevo.3
Entre 1697 y 1702 Kino realizó muchas expediciones en la región en búsqueda de rutas para llegar a California (lo que hoy
conocemos como Baja California). A él se le atribuye haber descubierto que California estaba unida por tierra con el resto del
continente. Durante este tiempo, fundó las misiones de San Marcelo de Sonoyta en 1698, en lo que hoy se conoce como Sonoyta; ese
mismo año fundó las misiones de San Ambrosio del Búsanic y Tucubavia en el Río Altar. Fue en 1702, durante su último viaje al Río
Colorado, cuando Kino quedó convencido de que había encontrado un camino por tierra para llegar a California; así lo informó a sus
superiores, quienes le informaron al rey Felipe V.3
Su apostolado
El Padre Kino construyó misiones en Sonora y Arizona, introdujo la ganadería y los métodos de cultivo modernos; exploró una región
vastísima, comprobó que la Baja California es una península y no una isla como pensaban algunos en esa época, bautizó a millares
de nativos (gentiles), desbarató intrigas, obtuvo privilegios para sus queridos indios, predicó el evangelio, fue un diplomático prudente,
realizó observaciones astronómicas (había sido nombrado cosmógrafo real), aprendió las lenguas nativas, enseñó a leer y a escribir a
miles de personas; amansó espíritus, tierras y caballos, y también supo hallar tiempo para escribir. En su libro Favores
celestiales narra las aventuras y desventuras de su vida desde 1687 hasta 1706, cinco años antes de su muerte.
Surgimiento de la leyenda
El Padre Kino murió casi a la medianoche del 15 de marzo de 1711 en el pueblo de Santa María Magdalena, la actual Magdalena de
Kino, Sonora. Había ido al pueblo a la dedicación de una capilla en honor a San Francisco Javier, que su amigo el padre Campos
había construido. Durante la celebración se sintió enfermo y falleció durante la noche; allí fue sepultado.3 Durante casi 250 años, el
lugar exacto de su sepulcro fue desconocido, durante muchos años del siglo pasado sus restos fueron infructuosamente buscados por
antropólogos e historiadores mexicanos y estadounidenses.
El 19 de mayo de 1966, sus restos fueron encontrados bajo la plaza de armas de Magdalena de Kino, gracias a las investigaciones
que mandara hacer el entonces Gobernador de Sonora, Luis Encinas Johnson, y el entonces Alcalde de Magdalena Sonora, Gerardo
Nava García. Sus restos descansan hoy en el mismo lugar en que fue sepultado, bajo un Mausoleo que se le dedicó.
El estado de Sonora ha honrado su memoria de muchas maneras, nombró a la bahía en la cual un lejano día desembarcó el Padre
Kino, como Bahía de Kino y a la población en donde falleció como Magdalena de Kino, en tanto el estado de Arizona en 1961 decidió
honrar la memoria del Padre Kino pidiendo al Congreso de los Estados Unidos que aceptara la estatua de Kino como la segunda
escultura representativa del estado de Arizona en el National Statuary Hall del Capitolio de los Estados Unidos, lugar en el que cada
estado de la Unión Americana puede colocar las estatuas de dos de sus ciudadanos distinguidos (prominent citizens).
Su proceso de beatificación ha estado abierto desde mayo de 2006, siendo declarado venerable desde ese mismo año.
José de la Borda

Joseph Gouaux de Laborde Sánchez1 (Oloron Sainte Marie, Pyrénées-Atlantiques, Aquitaine, France, 16992 - 30 de mayo de 17783 ),
mejor conocido en español como José de la Borda, fue un hispano-francés que migró a la Nueva España en el siglo XVIII y que logró
acumular una extensa fortuna gracias a las minas mexicanas de Taxco y Zacatecas. Debido a su gran patrimonio, fue considerado en
su momento como el hombre más rico en la Nueva España.4 5 Hoy en día, es mejor recordado a través de distintas obras
arquitectónicas que patrocinó, siendo el Templo de Santa Prisca de Taxco el más importante de ellos.

Primeros años y arribo a México

Aunque no existe unanimidad acerca del lugar y fecha de nacimiento de Borda, generalmente se sitúa entre los años de 1699 y 1700
en la provincia de Jaca, ubicada en lo que un día fuera el reino de Aragón (España), o bien dentro de la provincia francesa de Bearne.
Borda fue el segundo hijo de Pierre Laborde, un oficial del ejército de Luis XIV de Francia y la española Magdalena Sánchez.4 5 Su
hermano mayor, Francisco, partió de Europa con rumbo a México en 1708. Ocho años más tarde, José fue invitado por él para trabajar
en La Lajuela, la mina que había fundado en Tehuilotepec, un poblado cercano a Taxco.7 En ese tiempo, Taxco contaba con las áreas
mineras más ricas de México, de las cuales se obtenían y procesaban hierro, plata, oro, entre otros metales preciosos.6José llegó a
México a los 17 años.4 Tres años más tarde, en 1720, Borda contrajo matrimonio con Teresa Verdugo, hija del Capitán Verdugo y
hermana menor de la esposa de Francisco, su hermano. De esta unión nacerían Ana María y Manuel. Sin embargo Ana María moriría
poco después del nacimiento del segundo.7

Carrera minera

Tras trabajar con su hermano por varios años, José partió por su cuenta en busca de nuevas áreas mineras, lo cual lo condujo
a Tlalpujahua en 1734. En dicho poblado, fundó una mina que pronto se volvería muy exitosa. En 1738, su hermano Francisco falleció
heredando éste su fortuna y propiedades a Borda. Además, Borda ordenó una exploración más profunda de la mina La Lajuela en la
que se encontraron abundantes lotes de plata. Como consecuencia de estos sucesos que aumentaron su fortuna, Borda ordenó la
construcción del monumental Templo de Santa Prisca.7 Cuando los recursos explotados en la mina de La Lajuela estaban por
terminarse, José descubrió una mina aún más rica que la primera en Taxco a la cual se le llamó San Ignacio. Con el dinero obtenido de
esta nueva mina, Borda ordenó la remodelación y expansión de la iglesia de Santa Prisca. Sin embargo, esta mina produciría por tan
solo nueve años.5
Para 1760 las minas de Borda se habían quedado sin más recursos para explotar forzándolo a realizar exploraciones en búsqueda de
nuevas minas en 1761 en Real del Monte y en Chontalpa. Para este entonces Borda se encontraba prácticamente en
bancarrota.5 Dicha situación le obligó a hipotecar la última gran posesión con la que contaba en Taxco, el Templo de Santa Prisca, para
poder financiar una expedición más a Zacatecas. Al llegar a dicha ciudad minera, Borda comenzó trabajando en la mina “La
Quebradilla”. Sin embargo las producciones no eran tan buenas como él esperaba y las ganancias apenas alcanzaban para pagar sus
hipotecas. Con lo poco que le quedaba de su fortuna, decidió abrir la mina “La Esperanza” la cual lo convirtió de nuevo en uno de los
hombres más adinerados de la colonia.5 7 Con esta nueva mina, Borda se convirtió en el hombre más rico de Zacatecas, cómo lo había
sido antes de Taxco,5 y fue nombrado regente de la ciudad.5
Sin embargo, para 1776, Borda sufría de una débil condición física ocasionada por la edad, envenenamiento por mercurio y otras
enfermedades. Su deseo era regresar a Taxco, pero su hijo Manuel lo convenció de que se retirara en la Casa Borda, la casa de la
familia ubicada en Cuernavaca, ciudad donde su hijo Manuel residía y ejercía como sacerdote. Poco antes de su muerte, en 1778,
Borda recibió los últimos sacramentos de parte de su propio hijo.5 7 En total, la fortuna de Borda por sus minas en México ascendió a
40 millones de pesos y se considera que durante el esplendor de su carrera minera era el hombre más rico de México e inclusive del
mundo.4 5

Monumentos arquitectónicos

Borda es recordado principalmente por tres trabajos arquitectónicos que permanecen presentes hoy en día: la Iglesia de Santa Prisca
en Taxco, la Casa Borda en la Ciudad de México y el Jardín Borda en Cuernavaca siendo el más lujoso y monumental de estos el
Templo de Santa Prisca. Dicho templo fue construido entre 1751 y 1758. Para su construcción y decoración, Borda contrató a los
mejores arquitectos, artistas y artesanos de la época, como Miguel Cabrera. Debido a que él financió por completo la construcción y
operación del templo, tuvo total control de la estética del mismo.6 El exuberante templo es catalogado dentro de los
estilos Barroco y Churrigueresco y cuenta con dos grandes torres de cantera rosa.8 El órgano de la iglesia está hecho de madera fina y
continua en función 250 años después de que fuera importado de Alemania.6 El templo fue nombrado en honor a Santa Prisca, una
aristócrata romana quien desafió a Claudio II repudiando a Apolo y reconociendo a Cristo como Dios verdadero. En su tiempo, la
iglesia de Santa Prisca, fue considerada una de las más y mejores adornadas de la Nueva España. Muchas de sus esculturas y
acabados fueron bañados en oro y decorados con joyas preciosas. Eventualmente, muchos de los objetos que solían adornar el
templo fueron trasladados a la Catedral de la Ciudad de México y a la Catedral de Notre Dame en Paris.5
El Jardín Borda fue originalmente una gran mansión en Cuernavaca que pertenecía a la familia. En este lugar falleció José de la Borda
en 1778. Más tarde, el hijo de Borda, Manuel, transformó los cimientos de la casa en jardines que fueron llenados con flores y árboles
frutales con la finalidad de satisfacer su afición por la botánica. En estos jardines se encuentran también un gran número de fuentes y
lagos artificiales que fueron agregados en 1783. En 1865, el Jardín Borda se convirtió en la casa de verano del emperador Maximiliano
I de México y su esposa Carlota de México. Igualmente, recibió a grandes figuras políticas como Porfirio Díaz y Emiliano
Zapata durante los siglos XIX y XX. Actualmente, los jardines son un parque público en constante mantenimiento, y la casa misma ha
sido reconvertida en un museo.9
Por último, la Casa Borda está localizada en la calle Madero del centro histórico de la Ciudad de México. Originalmente, la
construcción abarcaba una cuadra completa de la ciudad y estaba destinada a competir con los palacios de Hernán Cortés y sus
descendientes. Fue también un regalo de Borda a su esposa cuando recuperó su fortuna gracias a las minas de Zacatecas. El edificio
cuenta en los dos pisos superiores con dos balcones de acero que recorren toda la estructura, lo cual permitía a Borda y su familia
recorrer la cuadra completa sin siquiera salir de su casa. Tras la muerte de Borda, la casa se fue dividiendo, perdiendo su gran
extensión a excepción de una pequeña porción sobre la calle Madero. Los restos del balcón doble siguen presentes hoy en día.5 10

Legado

La generosidad de José de la Borda hacia la Iglesia Católica se puede entender mejor a través del lema de su familia que reza “Dios
da a Borda, Borda da a Dios”.8 Aunque el Templo de Santa Prisca es el más grande de los monumentos asociados a Borda, éste
patrocinó y fundó numerosos trabajos de caridad no sólo de carácter religioso sino también social. El Arzobispo de la Nueva España,
Antonio Jiménez y Frías describió en su momento a Borda como “un minero distinguido por su caridad, único por su virtud, excepcional
por su humildad, un ave fénix por sus ideales liberales, y en una palabra, un héroe de los mineros de América”.
Existe un pergamino firmado por Benedicto XIV dedicado al minero hispano francés en el cual la autoridad papal hace referencia a
Borda como su amigo. Sin embargo, Borda es también recordado por haber hecho su fortuna a través de una cruel explotación de los
nativos en el trabajo de las minas.
Antonio María de Bucareli y Ursúa
Antonio María de Bucareli y Ursúa, Henestrosa y Lasso de la Vega (Sevilla, España, 21 de enero de 1717 - ciudad de México, 9 de
abril de 1779) fue un militar y administrador colonial español, caballero de la orden de San Juan (1721), comendador de La Bóveda de
Toro de esta orden, caballero de la Real Maestranza de Sevilla (1725), teniente general de los reales ejércitos, gobernador y capitán
general de la isla de Cuba (1766-1771), virrey y capitán general de Nueva España (1771-1779).

Biografía

Nació en Sevilla, España, en 1717 en el seno de la nobleza local, siendo el séptimo hijo de Luis de Bucareli y Henestrosa, II marqués
de Vallehermoso, y de Ana de Ursúa y Ursúa, IV condesa de Gerena. Entró en el ejército a la edad de 11 años, como cadete, llegando
tras diversas acciones militares al grado de general. Tras desempeñar la capitanía general de Cuba por un período, fue nombrado
virrey de Nueva España el 22 de septiembre de 1771.
Durante su mandato, realizó numerosas mejoras civiles y administrativas, tanto en la capital como en el resto del territorio del
virreinato. Fomentó las comisiones científicas que hacían estudios de la riqueza del país, intensificó la construcción del canal de
desagüe del Valle de México hasta concluirlo en su etapa colonial, inauguró el Hospital de Pobres y mejoró el de Enfermos Mentales
de México, terminó los fuertes de San Juan de Ulúa y de Perote, mandó abrir y poblar de árboles el paseo que originalmente llevó su
nombre y que en la actualidad es conocido como Paseo de Bucareli, inició la construcción del Fuerte de San Diego, famoso más tarde
por la resistencia hecha en él por Morelos y Comonfort, y, también bajo su gobierno fue fundado el puerto de San Francisco,
Escribió varias obras de interés, entre ellas: Alloquntio ad Patres Concilii VI Provincialis Mexicani (1771), Reglamento para el cuerpo
de militares inválidos de N. E., Reglamento e instrucciones para el gobierno en el Presidio del Carmen en la isla de Tres y Colección
de todas las Providencias de Gobierno.
Bucareli murió el 9 de abril de 1779 aún en funciones de su cargo.

Predecesor: Virrey de Nueva España Sucesor:


Carlos Francisco de Croix 1771 - 1779 Martín de Mayorga
Diego José Abad
Diego José Abad y Sanchez (Hacienda de Buenavista,1 2 Jiquilpan,1 de junio de 1727- Bolonia, 30 de septiembre
de 1779), teólogo, poeta y escritor novohispano.

Biografía
Estudios
Fue hijo del español peninsular Pedro Abad y de la jiquilpense Teresa Sánchez. Estudió filosofía en el Colegio de San Ildefonso en la
Ciudad de México. A edad temprana ingresó en la Compañía de Jesús el 24 de julio de 1741.3
Fue director del Colegio de Querétaro. Cuando los jesuitas fueron expulsados del país en 1767 se exilió en Italia, estableciéndose
en Ferrara. Dejó algunos apuntes de ciencias exactas, tradujo algunas églogas de Virgilio, en italiano escribió el Tratado del
conocimiento de Dios. Después de su muerte se publicó la edición definitiva de su más divulgada obra, De Deo deoque homine
heroica, singular recopilación teológica en latín escrita en verso.4

Obra poética

Poeta y amante de la sabiduría, intelectual, maestro reformador de la enseñanza filosófica, entre otras prendas y virtudes, desenvolvió
sus días y sus horas en el siglo XVIII novohispano. El jiquilpense Abad actuó con el grupo "pleni-ilustrado" de Alegre,
Campoy, Clavijero y otros. Desterrado a Europa en 1767, dejó en sus trabajos el testimonio de "amor entrañable a la patria, pleno de
sentimiento, nostalgia y aun alguna tristeza."5
En la tarea "operosa de dedicación infatigable", como en la de todos sus compañeros de infortunio, nuestro Diego José Abad mostró
su acendrado mexicanismo, un rasgo inconfundible en ellos; criollos sí, y algunos como Clavijero o el propio Abad, hijos inmediatos de
peninsulares hispanos, pero no se sentían ya españoles sino mexicanos, por derecho de cultura, "y así lo proclaman con noble orgullo
en la portada de sus obras".6
Su antecedente familiar paterno sería Pedro Abad García quien hacia 1722 salió del viejo mundo. Prófugo de la crisis agrícola
castellana y atraído por la América, venía de los reinos de Castilla, del arzobispado de Burgos, donde había nacido en los albores de
la centuria XVIII, en la villa de Quintana. Tras de sí dejaba a sus padres Pedro y María para no volver.
Arribó a la Nueva España "en la segunda flota del General Serrano". Entró por Veracruz, y vía México pasó pronto a San Francisco
Xiquilpan donde trabajó bajo su paisano Diego Sánchez Morcillo o Alcaraz, comerciante establecido en Jiquilpan, provincia de
Michoacán.7
Pedro Abad sirvió algunos años de cajero, "administrando caudal ajeno y obligado a diferentes correspondencias", en la tienda y
comercio del capitán Diego Sánchez. Tienda miscelánea donde se traficaba chocolate, papel, géneros, cobijones de algodón y de
lana, mantas de villalta, sayal, frazadas, balleta acambareña, revesillo de añil, manteca, sal, cera, velas, jabón, dulce, queso, tabaco,
"zapatos de media caña", sombreros de lana, etc., etc.8
Don Diego Sánchez, uno de los principales vecinos y mercaderes de San Francisco Xiquilpan, desempeñó el cargo de comisario de la
Santa Hermandad en el asunto de policía y buen gobierno de la región e igualmente participó como diputado y mayordomo en la
cofradía lugareña del Santísimo Sacramento que, fundada en 1680, detentaba tierras en las cercanías, muebles y dinero.9
Pedro Abad casó a principios de 1726 con Teresa Sánchez de Alcaraz, originaria y vecina de Xiquilpan e hija legítima de Dn. Diego
Sánchez de Alcaraz y de Da. Mariana Ruiz de Mendoza y Guerrero.
Los Abad y Sánchez, con la dote de cuatro mil doscientos sesenta pesos, cuatro reales en el matrimonio y un modesto pie de hogar en
el pueblo, contarían con el apoyo de don Diego, quien como mayordomo de la cofradía "sentó por hermano y cofrade de la Cofradía
del Santísimo Sacramento [a] Dn. Pedro Abad García" el 19 de julio de 1726, entregada su limosna reglamentaria de dos pesos;
además el señor Abad arrendó el potrero de "Nuestro Amo", propiedad de la cofradía, a dos leguas de Jiquilpan, al suroeste tirando
para el rancho de la Animas, en pago de 30 módicos pesos anuales.10 Negocio redondo que le permitió rentar primero y,
posteriormente comprar, gracias a la dote matrimonial, los ahorros e hipotecas, la hacienda de San Antonio Buenavista en cuatro mil
novecientos pesos al jalisciense Quiterio Álvarez del Castillo.
La hacienda ubicada a cinco leguas al poniente del pueblo, en el Valle de Mazamitla, a un costado del latifundio de Guaracha, la
recibió el dueño "sin cercos, casas competentes ni oficinas"; con una extensión de tres sitios de ganado mayor, sitio y medio de
ganado menor y tres caballerías "de pan llevar"; mismas tierras que después de algún tiempo fueron cercadas y "beneficiadas para
siembras de trigo, maíces, garbanzos y demás semillas con riego, y aperos necesarios"; pobladas con ganados y caballada, a más de
tener "casas y oficinas competentes", un tanque o presa y una tenería.11
Finca rústica "grande y espaciosa" a los ojos de los nuevos ocupantes; mediana empresa agrícola con sirvientes de planta y
eventuales, arrendatarios y "arrimados". Con todo, Buenavista alguna vez llegó a pagar religiosamente de diezmo a la Iglesia
cincuenta fanegas de maíz, una de frijol, cuatro cargas de trigo, diez becerros, ocho potros, seis arrobas de queso y un cerdo; quiere
decir, el equivalente a la décima parte de la producción en una temporada regular.12
Para entonces ya había nacido el número uno de los seis hijos. Diego José, el primogénito, vio la luz en las calendas de junio, el día
primero, de 1727 en Jiquilpan, dentro de los límites del obispado michoacano. Acontecimiento recordado en versos por el protagonista
años después, en el exilio
¿O quién la arrulladora cuna, que en llanto mojaría más tarde, escogió, y de su patria la bandera; y pudo con su ciencia sabedora aun
los padres fijar de que naciera, y su índole y figura a su gusto forjar, o su estructura? (Canto X)
A él siguieron José, Pedro Víctores, Plácida Josefa, María Josefa y Tomás, el benjamín. Por cierto que Dieguito (Diego por el abuelo
que no alcanzó a conocer al nieto y José por el santo tutelar devoto de los criollos jiquilpenses) daría sus primeros pasos en la casa
solariega de los Sánchez Alcaraz, de la abuela Mariana Ruiz de Mendoza y Guerrero o Quintero, recién viuda, ya que ésta arrancó a la
criatura de los brazos maternos, "pues colocados ya hacía tiempo sus hijos e hijas con el decoro que convenía, deseaba tener un
consuelo para su soledad en el cuidado de su adorado nieto".
De ella --dice uno de sus biógrafos-- recibió Abad "aquella educación liberalísima, indulgente y generosa" en la que "los niños, se
acostumbrarían a tender hacia cosas más altas y a pensar con magnanimidad". Sin embargo, una tacha resultó de tales mimos y
chiqueos --y que él más tarde con frecuencia lamentaría, "mas siempre con grato afecto hacia su abuela"--: no se enseñó "en la
escuela del sufrimiento" ni templó su carácter como debería para enfrentar adversidades.13
Pasaron los años, y al contar siete, en 1734, el jefe de la familia Abad rescató al hijo que la abue doña Mariana estaba consintiendo
mucho y le llevó a la hacienda de Buenavista, en los confines civiles de Jalisco, la nueva sede abadiana, para que aprendiera las
primeras letras con sus hermanos. En vista de que eran escasos y de poco talento los preceptores en la comarca, el exigente padre
trajo unos mejores de Guadalajara, más a la mano, y les confió la instrucción de los primeros retoños.13
Con grande arte mis dedos industriosos pliego y aplico en usos singulares; con tres de ellos ahora la pluma sosteniendo trazo
ingeniosos signos a millares... (Canto V)
Aprendidos los comienzos de la gramática, don Pedro creyó conveniente buscar otros horizontes para los dos pupilos mayores, a
quienes de pasada quiso alejar "de los mimosos brazos de la madre y caricias de los parientes"; de tal manera que, echando mano de
las arcas familiares, mandó el par a la ciudad de México, donde "florecían los estudios de las letras y de las ciencias".13
Diego José, quien contó "entre los singulares beneficios, este empeño y ahínco de su padre", partió plaza, seguido de José, en la
temporada de 1739. Ambos ingresaron al Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo atendido por las huestes disciplinadas de San
Ignacio de Loyola. En cuanto al mayor, se sabe que terminó "lo que le faltaba de la gramática, así como el curso de poesía y retórica".
Es más, este alumno machetero empezó a estudiar filosofía aún no cumplidos los doce años y aprendió muy bien, "con suma
alabanza" de sus maestros.14
A estas alturas el padre de ellos, relacionado con gente de la Iglesia, administraba en la comarca unos ranchos de los jesuitas. De ahí
que este fuera otro factor si no decisivo sí influyente para que a los catorce años, el 24 de julio, Diego entrara a las filas de la
Compañía de Jesús, en las que militaba desde hacía ocho años su paisano Francisco Javier Anaya. En su propio curriculum vitae
podemos leer; "En el año de 1741(mil setecientos cuarenta y uno) entró en la Compañía en la Provincia de México y después de su
Noviciado en Tepotzotlán fue a repasar la filosofía a San Ildefonso de Puebla".15
Acerca de José, el hermano, se tienen menos noticias fuera de su estancia colegial en el Máximo de San Pedro. Encaminado también
en el mundo conocido de la iglesia, Pepe escogió para sí el familiar hábito de San Francisco y el nombre de José Abad de Jesús
María, en la provincia del Santo Evangelio de México.
Manuel Tolsá
Manuel Vicente Agustín Tolsá y Sarrión (Enguera, 4 de mayo de 1757 - Ciudad de México, 24 de diciembre de 1816) fue un
reconocido arquitecto, ingeniero y escultor español, que vivió y desarrolló su actividad en la Nueva España (hoy México)
desde 1791 hasta su muerte, en donde quedo encargado como Director de Escultura de la Academia de San Carlos.

Biografía

Estudió en Valencia en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos y en la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando en Madrid. Fue discípulo de Bartolomé Ribelles, Vicente Gascó y Antoni Gilabert en arquitectura, y en escultura de Juan
Pascual de Mena. Fue escultor de la cámara del rey, ministro de la Junta de Comercio, Moneda y Minas y académico en San
Fernando. Llegó a la Nueva España en 1791 con libros, instrumentos de trabajo y copias de esculturas clásicas del Museo Vaticano.
Contrajo nupcias con una dama mexicana María Luisa de Sanz Téllez Girón y Espinosa en el puerto de Veracruz.
A su llegada, el ayuntamiento le encargó la supervisión de las obras de drenaje y abastecimiento de aguas de la Ciudad de México y la
reforestación de la Alameda Central. Por estos servicios no recibió compensación alguna. Luego se dedicó a las distintas obras
artísticas y civiles por las cuales se recuerda. Además, fabricó muebles, fundió cañones, abrió una casa de baños y una fábrica de
coches e instaló un horno de cerámica. Su retrato fue pintado por Rafael Ximeno y Planes cuando Tolsá fue director de la Academia de
San Carlos.
Murió a causa de una úlcera gástrica en 1816. Fue inhumado en el panteón del templo de la Santa Veracruz en la Ciudad de México.
Andrés Manuel del Río

Andrés Manuel del Río Fernández (Madrid, 10 de noviembre de 1764 — Ciudad de México, 23 de marzo de 1849) fue
un científico y naturalista hispano-mexicano, descubridor del elemento químico vanadio, al que él nominó eritronio.1

Formación

Estudió química analítica y metalurgia en España. Realizó estudios de filosofía, teología y literatura y se graduó como bachiller en
1780 en la Universidad de Alcalá y posteriormente ingresó en la Escuela de Minería de Almadén. Más tarde se trasladó
a Francia donde estudió en París bajo la dirección del químico Jean d'Arcet. En 1786 fue pensionado por la corona española para
seguir los cursos de la Academia de Minas de Schemnitz, (Hungría, entonces parte del imperio austriaco, y en la actualidad, Banska
Stiavnica, en Eslovaquia). Continuó posteriormente sus estudios en Freiberg, en Alemania, bajo la dirección de Abraham Gottlob
Werner. Se dice, aunque no hay modo de comprobarlo, que llegó a ser discípulo de Antoine Lavoisier en París y tuvo que huir
perseguido a Inglaterra, después de que Lavoisier, considerado el fundador de la química moderna, fuese ejecutado en la guillotina.
Don Andrés llegó también a colaborar con el Abate Haüy, considerado como el padre de la cristalografía.

Minería en la Nueva España

En 1792 se inauguró el Real Seminario de Minería de la Nueva España, a partir de un decreto del rey Carlos III, con el objeto de
reformar la minería y metalurgia en la región. El joven Andrés Manuel del Río fue comisionado para ocupar la cátedra
de Química y Mineralogía de la nueva institución dirigida por Fausto Elhúyar (1755-1833), descubridor del tungsteno. Río arribó al
puerto de Veracruz el 20 de octubre de 1794, a bordo del navío San Francisco de Alcántara procedente de Cádiz. Una vez en la Nueva
España, realizó una muy valiosa labor docente y de investigación. Llegó a ser director del Seminario de Minería y realizó importantes
estudios de minerales y desarrollos de novedosos métodos de minería. En México, Andrés Manuel del Río fue colaborador y amigo del
naturalista alemán Alexander von Humboldt quien escribió a propósito de su colega: “es en México en donde se ha impreso la mejor
obra mineralógica que posee la literatura española, los Elementos de Orictognosia escrita por el señor Del Río”. De hecho, esta obra
vino a ser el primer libro de mineralogía escrito en toda América. El barón Humboldt participó activamente en las labores del Real
Seminario, al lado de Andrés Manuel del Río. Organizó excursiones a Chapultepec, a la zona basáltica del Pedregal del Xitle (Pedregal
de San Ángel) y al Peñón de los Baños, recogiendo datos y muestras de minerales y rocas que sometió a ensayos químicos para
identificación.
En 1820 fue electo diputado ante las cortes españolas, en donde adoptó posturas liberales abogando siempre por la independencia de
la Nueva España. Se encontraba en Madrid cuando se concretó la Independencia de México. Invitado a permanecer en España,
Andrés Manuel del Río decidió volver a lo que llamó “su patria”. Después del turbulento periodo de la guerra con España, el gobierno
independiente de México decretó en 1829 la expulsión de los españoles residentes en el país, con notables excepciones, entre las
cuales se encontraba el caso de Don Andrés. Estas medidas impactaron de manera decisiva las actividades del Seminario de Minería
y de hecho su director Fausto Elhúyar, se vio obligado a renunciar y a salir del país. Indignado con la medida, Andrés Manuel del Río
decidió solidarizarse con los expulsados exiliándose voluntariamente en la Ciudad de Filadelfia en los Estados Unidos de América,
donde fue ampliamente reconocido, viendo su obra escrita reeditada. Finalmente regresó a México en 1834 y asumió nuevamente su
cátedra de Mineralogía.

El descubrimiento del vanadio

El vanadio no se encuentra en estado nativo, pero está presente en minerales como la vanadinita, Pb5(VO4)3Cl.

En 1801, al examinar muestras minerales procedentes de Zimapán en el actual Estado de Hidalgo en México, Andrés Manuel del Río
llegó a la conclusión de que había encontrado un nuevo elemento metálico. Preparó varios compuestos con él y al observar la
diversidad de colores que presentaban, lo denominó "pancromio" (muchos colores, en griego). Poco después, al observar que los
compuestos calentados cambiaban su color al rojo, denominó al nuevo elemento como eritronio (eritros, significa rojo en griego). Un
año después entregó muestras que contenían el nuevo elemento a Alexander von Humboldt, quién los envió a Hippolyte Victor Collet-
Descotils en París para su análisis. Collet-Descotils analizó las muestras e informó, equivocadamente, que contenía sólo cromo por lo
que von Humboldt, a su vez, rechazó la pretensión de su amigo Andrés sobre un nuevo elemento.1

Muerte y reconocimiento

Andrés Manuel del Río murió a los 84 años de edad, luego de una muy rica vida académica. Su obra y pensamiento político
liberal fueron fundamentales para la construcción exitosa de la nueva nación mexicana. Fue miembro fundador del Palacio de
Minería (Colegio de Minería) y sentó las bases para la creación de lo que hoy es el Instituto de Geología de la Universidad Nacional
Autónoma de México. Fue miembro de la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid, de la Sociedad Werneriana de Edimburgo,
de la Real Academia de Ciencias del Instituto de Francia, de la Sociedad Económica de Leipzig, de la Sociedad Linneana de Leipzig,
de la Real Academia de Sajonia, de la Sociedad Filosófica de Filadelfia, presidente de la Sociedad Geológica de Filadelfia y del Liceo
de Historia Natural de Nueva York, entre otras muchas.
Su extensa obra científica incluye el descubrimiento y descripción de varias especias minerales, así como la innovación de métodos
para la extracción de minerales en la industria minera. A su muerte, el importante distrito minero que incluye Batopilas,
en Chihuahua fue bautizado con su nombre, siendo en la actualidad el Distrito Judicial Andrés del Río.

El prestigiado Premio Nacional de Química “Andrés Manuel del Río” fue instituido por la Sociedad Química de México, A. C. en 1964,
con la finalidad de hacer un reconocimiento público nacional a la labor realizada por profesionales de la química que han contribuido
de manera extraordinaria a elevar la calidad y el prestigio de la profesión. Consiste en una medalla con la efigie de Andrés Manuel del
Río y una placa conmemorativa.

Obra científica selecta

Diagrama de configuración electrónica del Vanadio.


Juan Vicente de Güemes

Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas (La Habana, 1740 - Madrid, 2 de mayo de 1799), II conde de Revilla
Gigedo, fue virrey y presidente de la Junta Superior de Real Hacienda de Nueva España del 16 de octubre de 1789 al 11 de
julio de 1794.

Vida y obra

Hijo del cántabro Juan Francisco de Güemes, I conde de Revilla Gigedo, fue gobernador y capitán general del virreinato de Nueva
España, presidente dela Audiencia de México, superintendente subdelegado de Real Hacienda, minas, azogues y ramo del tabaco,
presidente de la Junta Superior de Real Hacienda y subdelegado general de correos del mismo reino.
Llegó a Veracruz el 8 de octubre de 1789 para asumir el cargo de virrey. Entró a la capital el 17 del mismo mes y recibió el mando del
virreinato en la villa de Guadalupe.
Su primera preocupación fue la capital del virreinato, la Ciudad de México, que era una urbe fea, sucia, maloliente, desordenada,
insalubre, descuidada e insegura. Comenzó por introducir desagüe y atarjeas, en todas las calles sin que una sola quedara sin
drenaje. Luego las empedró a todas por igual e instaló el alumbrado público para iluminarlas de noche, estableció el servicio de limpia
y recolección de basura e hizo numerar las casas.
Ordenó el embellecimiento de paseos, plazas, y alamedas, controló el caos vial de la ciudad, introdujo los coches de alquiler y
organizó el servicio de policía, tanto el diurno como el que por las noches prestaban los llamados serenos. Su regencia aplicó una
política de persecución a los ladrones y asesinos, caracterizándose su gobierno por la mano dura que utilizó contra los criminales.
Después del gobierno del Conde de Revillagigedo la capital novohispana fue llamada la Ciudad de los Palacios. El ejemplo de la
Ciudad de México se extendió a las demás ciudades del virreinato. Así, fueron beneficiadas poblaciones
como Veracruz, Toluca, Guadalajara, San Blas y Querétaro.
Una de las medidas a las que más atención prestó su gobierno fue al mejoramiento de las Intendencias, situación que derivó en el
fomento del cultivo de algodón, cáñamo, seda y lino.
Para mejorar la comunicación y el tráfico comercial, Güemes ordenó el diseño y la construcción de una amplia red de caminos
modernos, destacando el que iba de la ciudad de México al puerto de Veracruz, realizando obras de ingeniería para salvar barrancos y
ríos. Otra medida que implementó para la mejora del comercio fue la de suprimir algunos días festivos.
Para separar lo que era de la Real Hacienda e incrementar la recaudación de impuestos para beneficio de los novohispanos, ordenó
un minucioso estudio de las rentas que producía el virreinato, además se recopilaron y reunieron los papeles de las oficinas públicas
que se hallaban dispersos y él ordenó la creación de un sistema de archivo que dio origen a lo que hoy es en México el Archivo
General de la Nación. De utilidad práctica fue el censo de población que permitió conocer el número exacto de habitantes, su raza y su
modo de vida.
También impulsó la creación del Libro de la Razón General de la Real Hacienda de Nueva España, encargando la tarea a Fabián de
Fonseca y Carlos de Urrutia. Libro que era estipulado en la Ordenanza de Intendentes y que lamentablemente no se pudo terminar de
manera exitosa, siendo publicado casi 50 años después bajo el título de Historia general de Real Hacienda.
A lo largo de su gobierno apoyó diversas expediciones: en 1790 durante las excavaciones en la plaza de Armas se halla el Calendario
Azteca. El capitán Alejandro Malaspina recorre la costa de Osolutan en San Salvador de Guatemala y posteriormente California, para
asegurar las posesiones españolas, ocasionando problemas con Inglaterra. Otra expedición fue a reconocer el canal de López de
Haro en el estrecho de Fuca. Apoyó la expedición de Martín de Sessé destinada a formar la flora mexicana.1
En su faceta de impulsor de la educación dotó a la Academia de San Carlos de grandes y destacados maestros, creó las cátedras de
matemáticas aplicadas a la arquitectura, anatomía en el hospital general y la de fisiología. y en el año de 1793 inaugura el Museo de
Historia Natural.
Dejó a su sucesor, el marqués de Branciforte, una extensa instrucción de gobierno. Dicha instrucción ha permitido conocer mucho de
lo que hizo Revillagigedo durante su gobierno así como los problemas que veía en el virreinato de Nueva España.
En honor a él se han bautizado las Islas Revillagigedo en el Pacífico.

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