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REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

La Real Academia Española (RAE) se funda en Madrid el año 1713, bajo el


reinado de Felipe V y por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y
Zúñiga, inspirada en el modelo de la Academia Francesa y con el propósito,
reflejado en sus primeros estatutos, de trabajar al servicio del idioma
español.
Desde entonces, la institución se ha dedicado a preservar —mediante sus
actividades, obras y publicaciones— el buen uso y la unidad de una lengua
en permanente evolución y expansión, una aspiración también recogida en
sus estatutos vigentes, de 1993.
La Real Academia Española (RAE) es una institución cultural, que tiene
como finalidad básica fijar la norma que regula el uso correcto de la lengua
española armonizando su esencial unidad con la diversidad de su
realización. Para ello la Real Academia Española (con sede en Madrid) y sus
Academias asociadas de América y Filipinas desarrollan una política
lingüística que implica la participación de todas ellas en las obras
fundamentales que sustentan y expresan la unidad de la lengua, como el
Diccionario, la Gramática y la Ortografía, y en cuantas acciones, productos
y recursos contribuyen al mismo fin.
En conjunto, todas conforman la llamada Asociación de academias de la
lengua española. Este es el organismo responsable de elaborar las reglas
normativas del español, plasmadas en el diccionario, la gramática y la
ortografía, que garanticen un estándar lingüístico común. La Academia ha
sobrevivido a los embates de la historia, a los más apocalípticos procesos
sociales y a diversas corrientes políticas que acabaron con instituciones
aparentemente más sólidas. Ha mantenido la tradición y se ha renovado con
los nuevos aportes del mundo hispanohablante, de ahí su dicotomía
cinética. A partir de estos supuestos, la necesidad de una entidad como esta
es constante y a la vez dialéctica.
DENOMINACIÓN
Son muy comunes las imprecisiones a la hora de nombrar a la Academia y
asi se le llama como «Real Academia de la Lengua»,
«Real Academia de la Lengua Española» o «Real Academia Española de la
Lengua», pese a que la forma oficial y apropiada es «Real Academia
Española», tal como consta en sus propios estatutos, quizá por la existencia
de Reales Academias de otras materias, como la de Ciencias.
ORÍGENES Y FINES
La Corporación, como también se le conoce, fue fundada el 6 de
julio de 1713 por un grupo de ilustrados que, aglutinados alrededor
de Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena y duque de
Escalona, concibieron la idea de crear una academia dedicada a trabajar al
servicio del idioma nacional, encaminando su labor hacia la salvaguarda de
la lengua literaria, aunque también prestó atención a la lengua usual. En
este aspecto, la Corporación se separaba de los preceptos de la Academia
Francesa (fundada por el cardenal Richelieu en 1635) que, conjuntamente
con la Academia Italiana Della Crusca (Florencia, 1528), le había servido de
modelo.
Aun asi, no fue hasta el 3 de octubre de 1714 cuando, mediante una Real
Orden de Fundación, el rey Felipe V autorizó la redacción de sus estatutos
y les concedió a sus miembros ciertos privilegios, colocandolos bajo su
“amparo y Real Protección”. Esto significaba que los académicos gozaban de
las preeminencias y exenciones concedidas a la servidumbre de la Casa
Real.. En el siglo XVIII ya existía la concienciade que la lengua española
había alcanzado un alto grado de perfección. El lema «Limpia, Fija y da
Esplendor» y el emblema —que muestra un crisol puesto al fuego— dan fe
del propósito de la Academia: afianzar los vocablos de la lengua castellana
en su mayor propiedad y elegancia.
Ya en tan temprana época, la Academia Española, se diferenció por sus
propósitos de otras academias que habían proliferado en los siglos de oro y
que estaban concebidas como meras tertulias literarias de carácter
ocasional.

LA ASOCIACIÓN DE ACADEMIAS DE LA
LENGUA ESPAÑOLA
Cuando ganaron su independencia las colonias ultramarinas que mantenía
España, la RAE, sin motivaciones políticas ni ambivalencias de ningún tipo,
promovió y apoyó la creación de academias correspondientes en cada una
de las jóvenes repúblicas hispanohablantes, con el válido argumento de
tener todas estas naciones un idioma común por el que había que velar y
una literatura común a la que había que pulir, diferencias regionales aparte.
Inicialmente fueron creadas diecinueve academias hispanoamericanas, a las
cuales se les agregaron posteriormente la Academia Filipina de la Lengua
Española y la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Todas
estas academias constituyen, junto a la Real Academia Española,
la Asociación de Academias de la Lengua Española, fundada en 1951, en el
marco del I Congreso de Academias celebrado en México. Dicha Asociación
es el órgano de colaboración de todas las academias para lograr la adecuada
promoción de una política lingüística panhispánica. Esta política, plasmada
en numerosos proyectos de trabajo conjunto, fue galardonada en el
año 2000 con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, concedido a
la Real Academia Española y a la Asociación de Academias de la Lengua
Española.
Cuba pertenece a la Asociación desde 1926, fecha en que fue fundada
la Academia Cubana de la Lengua
La Asociación de Academias de la Lengua Española está integrada por las
veintidós Academias de la Lengua Española que existen en el mundo:
la Real Academia Española (1713),
la Academia Colombiana de la Lengua (1871),
la Academia Ecuatoriana de la Lengua (1874),
la Academia Mexicana de la Lengua (1875),
la Academia Salvadoreña de la Lengua (1876),
la Academia Venezolana de la Lengua (1883),
la Academia Chilena de la Lengua (1885),
la Academia Peruana de la Lengua (1887),
la Academia Guatemalteca de la Lengua (1887),
la Academia Costarricense de la Lengua (1923),
la Academia Filipina de la Lengua Española (1924),
la Academia Panameña de la Lengua (1926),
la Academia Cubana de la Lengua (1926),
la Academia Paraguaya de la Lengua Española (1927),
la Academia Boliviana de la Lengua (1927),
la Academia Dominicana de la Lengua (1927),
la Academia Nicaragüense de la Lengua (1928),
la Academia Argentina de Letras (1931),
la Academia Nacional de Letras de Uruguay (1943),
la Academia Hondureña de la Lengua (1948),
la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española (1955) y la
Academia Norteamericana de la Lengua Española (1973).
Funciones
El artículo primero de los estatutos de la RAE plantea:
la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus
hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito
hispánico. Debe cuidar igualmente de que esta evolución conserve el genio
propio de la lengua, tal como ha ido consolidándose con el correr de los
siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y
corrección, y de contribuir a su esplendor.
Para alcanzar dichos fines, estudiará e impulsará los estudios sobre la
historia y sobre el presente del español, divulgará los escritos literarios,
especialmente clásicos, y no literarios, que juzgue importantes para
el conocimiento de tales cuestiones, y procurará mantener vivo el recuerdo
de quienes, en España o en América, han cultivado con gloria nuestra
lengua. Como miembro de la Asociación de Academias de la Lengua
Española, mantendrá especial relación con las Academias Correspondientes
y Asociadas.»
La RAE es considerada frecuentemente como una organización
conservadora, pues entre sus metas está la preservación de la lengua
española. Sin embargo se caracteriza asimismo por ejercer una influencia
progresista, al esforzarse en mantener el lenguaje formal en sintonía con la
actualidad. Un ejemplo de esto último ocurrió en 1994 cuando dictaminó
que las consonantes ch y ll serían alfabetizadas junto con la c y la l y no
como letras independientes, como en el pasado. La RAE sigue un proceso
formal para la admisión de nuevas palabras.
ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO
Según sus estatutos la RAE está compuesta por:
Académicos de número (46 en total).
Académicos correspondientes españoles (hasta un máximo de 60).
Académicos honorarios.
Académicos correspondientes extranjeros.
Académicos de número de las academias americanas (que por derecho son
académicos correspondientes).

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