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sta presentación reúne un conjunto de reflexiones acerca de
las intervenciones en situaciones de dependencia a sustancias
psicoactivas, los contextos de intervención, las situaciones críticas
asociadas al fenómeno y de los actores sociales que estamos involucrados
en ellas, específicamente, las poblaciones atendidas y las organizaciones de
asistencia. Es justo resaltar que estas reflexiones son resultado del trabajo
colectivo de mucho años, producto de una red, y que, en esta ocasión, le ha
correspondido a la Fundación ser portavoz de este largo camino, incluyendo
los errores implícitos.
Los que estamos relacionados con este fenómeno social y hemos estado
en contacto con los diferentes modelos de atención, sabemos que no
existe un modelo único que pueda dar respuesta a todas las situaciones
de dependencia a sustancias psicoactivas. Coincidimos en que éstos
modelos están delimitados por el momento histórico, el contexto cultural
y las situaciones individuales, conscientes e inconscientes, que motivan el
consumo, sin dejar de lado, los aspectos simbólicos, así como del tráfico,
la distribución y el uso de innovadoras tecnologías de diseño de nuevas
sustancias. Por otro lado, sabemos que la técnica que utilizamos para la
intervención en los diferentes tratamientos está directamente relacionada
con el marco teórico que utilizamos para explicar el fenómeno del uso de
sustancias. Es evidente que las técnicas de intervención dependen y son
coherentes con los marcos teóricos explicativos que utilizamos, incluyendo
el sentido común y las representaciones sociales. De esta manera, resulta
comprensible que exista una gran diversidad de modelos de atención, así
como marcos explicativos existentes. Por esta razón resulta prioritario
iniciar una reflexión profunda y detallada sobre las diversas propuestas
metodológicas y los impactos de su aplicación, en otras palabras, producir
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un saber científico que nos permita reconocer lo que se está haciendo ante
el fenómeno de la fármacodependencia y los resultados que ha producido.
En principio, valdría la pena hacer algunas reflexiones que justifican la
necesidad de esta revisión de los modelos de atención, las metodologías
utilizadas y el papel de los actores implicados, para poder pensar en las
alternativas más adecuadas para determinadas situaciones y contextos
culturales específicos:
Por lo anterior, podemos observar que estos hechos nos sugieren algunas
líneas de trabajo e investigación ineludibles para las organizaciones que
estamos relacionadas con este fenómeno social y que podemos sintetizar
en los siguientes ejes:
Durante esta misma visita, Lupita de 13 años nos dijo que no ha podido ir
a la escuela porque no tenía zapatos. Al llegar Laura, su madre, dijo que sí
se quería componer, pero sin internarse porque tenía que ver por sus hijos.
Mientras, la señora Triny y yo expresamos que sólo queríamos conocerlos y
saber de los problemas que pasan.
En una segunda visita, era notorio el intento por mejorar el aspecto de la
casa. Se había intentado poner un poco de orden a esta miseria y hasta el
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olor desagradable había disminuido. Ahora todos parecían de mejor humor
y hasta sonreían. Laura, la hija del abuelo, nos explicó que había recibido
un tratamiento para la vista, pero que lo había abandonado porque tenía
miedo volver a ver, que así estaba bien y se las arreglaba. Cesáreo, su hijo
de 11 años, me contó que sabía criar puercos, y que los que tenía se los
habían robado, pero que podía volver a hacerlo, incluso había reparado la
puerta de la casa utilizando como herramienta clavos viejos y una piedra
como martillo. Lupita quería regresar a la escuela, y el abuelo quería volver
a trabajar de mecánico electromotriz. El entusiasmo revivía el anhelo de
hacer cosas, y Laura veía el mundo con otros ojos menos nublados.
Al siguiente fin de semana, Laura estaba dispuesta a internarse en un
centro de rehabilitación pero el abuelo se le adelantó en las intenciones
para cambiar su vida. El abuelo había acordado con unos amigos que la
encerraran, aun en contra de su voluntad, en una granja de rehabilitación,
y llegaron por ella. Amarraron fuertemente su cuerpo con la idea filosófica
de atarla para liberarla de ella misma, la subieron a un auto con destino a un
encierro como de la Edad Media, a una nueva nave de los locos para poder
vivir mejor. Al hijo mayor, el abuelo lo amenazó con encerrarlo en la cárcel por
golpear a su madre y a su hermana, y éste se borró del mapa ante la amenaza
del encierro en otra nave pero con barrotes. Al resto de los hijos les dijo que no
eran su responsabilidad y que estarían mejor en un internado. A la hija mayor
de Laura, madre del miembro más pequeño de la familia, la había amenazado
con quitarle a su hija y llevarla al Centro de Desarrollo Integral para la Familia,
pues ella era una irresponsable y se prostituía. El viejo había movido sus piezas
para sitiar el castillo, y su estrategia era la exclusión y el encierro, estrategia
que en nada envidiaría a Yago, el personaje de Shakespeare, en Otelo. A todos
había convencido de sus buenas intenciones de ayudar a la familia, pero sacó
el cobre; “lástima que no lo encontró don Felipe para llevarlo al fierro viejo”,
decían en broma.
Dos días después llegaron las otras hijas del abuelo y golpearon a la hija
mayor de Laura y dijeron que esa casa era del abuelo, por lo que estaba en
su justo derecho de hacer lo que quisiera. Mientras tanto, entre los vecinos
corría el rumor de que el abuelo era un alcohólico que quería despojar a su
hija de la casa para venderla y tener una larga parranda asegurada.
Los movimientos estaban dibujados, pero la hija tenía las escrituras
de la casa encargadas con una trabajadora social y sus hijos lo sabían.
Alrededor de este problema, los vecinos, sensibles al despojo, tomaron
cartas en el asunto y se apostaron a defender a los hijos y a su madre.
Nuevos guerreros se sumaban a la lucha y neutralizaban el sitio del
castillo.
Como podemos apreciar, se trata de una situación compleja. Sin embargo,
hagamos un esfuerzo de reflexión sobre las posibles intervenciones en
contextos no terapéuticos:
En primer lugar, las situaciones de fármacodependencia no llegan
solas y casi siempre están relacionadas con otros situaciones críticas y
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psicopatológicas. Estas situaciones complejas podrían convocar a todo
el arsenal institucional habido y por haber. Este conjunto de situaciones
asociadas también es el objetivo y la razón de ser de instituciones
especialistas en atención a madres solteras, a menores infractores, a
farmacodependientes, niños en riesgo de callejerización, prostitutas,
situaciones de violencia intrafamiliar, problemas legales y enfermedades
crónicas, de salud, entre otras. La experiencia nos muestra cómo en la
realidad cada uno de estos problemas son atendidos por separado por varias
instituciones en una intervención fragmentada. Primera pregunta: ¿qué tan
buenos somos para conformar una red de cura y no patológica? Primera
hipótesis: nosotros, las instituciones, somos también un blanco para una
intervención de red para así poder ser un recurso de salud comunitaria,
de lo contrario, sucederá lo de siempre: somos nosotros, las instituciones,
quienes reproducimos la patología de las comunidades sin la posibilidad de
influir en ellas en cuestiones de salud mental.
Lo anterior nos permite establecer como prioridad y pasaje ineludible
un primer abordaje que tiene que ver con la exploración y el diagnóstico,
establecimiento de vínculos cercanos con la comunidad de tal forma que
permita la emergencia de una demanda de ayuda y contacto con todos los
actores de la comunidad. Paralelamente a la conformación de una red de
servicios locales que presten una asistencia integrada, no fragmentada, que
intervenga ante las necesidades de la población en situación de sufrimiento.
Esto quiere decir que es importante tener la competencia de realizar
intervenciones institucionales, ser mediadores de conflictos y de favorecer
cambios en las representaciones sociales para que el funcionamiento de
esta red de asistencia sea posible. Esta tarea en sí misma es todo un reto y
es el centro de toda labor preventiva, más allá de spots informativos.
Hablando específicamente sobre las personas sujetas a un tratamiento,
como por ejemplo en una Comunidad Terapéutica, hay una serie de
condiciones que hace posible esta intervención: que los familiares obliguen
al usuario a someterse al tratamiento o que éste lo decida en forma
voluntaria. Sin embargo, en una comunidad donde no existe una demanda
de ayuda, resulta imposible un tratamiento en los mismos términos de una
Comunidad Terapéutica. No obstante, es posible pensar la intervención no
para que el fármacodependiente deje de serlo, sino para que la comunidad
y las instituciones puedan concebirlo como un sujeto a quien proteger y
tomar a su cargo, y no como alguien a quien vigilar y castigar, es decir,
no es una intervención centrada en el sujeto, sino en el contexto social de
pertenencia. Esto tiene que ver, entonces, con la definición de objetivos de
la intervención: prevención, reducción del daño y rehabilitación, y cura.
La hipótesis que propone el modelo institucional, llamado ECO2 plantea
que es posible, por un lado, intervenir en las realidades de los barrios
para favorecer la reorganización de sus recursos humanos y culturales,
entre otros, con el fin de incrementar sus competencias y poder dar vida a
iniciativas en materia de prevención y reducción de daño, y, por otro lado,
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es posible, a partir de estas competencias, activar iniciativas específicas de
soporte para la realización de tratamientos de situaciones de dependencia
de sustancias psicoactivas en la comunidad local misma, es decir, producir
modificaciones estables en las representaciones de sí (estructura simbólica)
y en el estilo de vida (estructura de las relaciones) mediante la terapia de
red, sin necesidad de desarraigar a la persona de su familia, o a la familia
de su territorio de vida.
Finalmente, quisiera hacer énfasis en que la reducción del daño es un
objetivo de la intervención, pero esta intervención nos incluye a nosotros
como instituciones y redes sociales de asistencia. Esta reflexión proviene
de un simple isomorfismo, si nosotros podemos construir redes que curan,
podremos generar procesos de salud comunitaria, o bien, si construimos
redes que enferman, que se cuiden todos nuestros vecinos dolientes.
En conclusión, podemos resumir nuestra perspectiva institucional, en el
marco del modelo ECO2, como sigue:5
Notas
*Director Operativo de la Fundación “Ama la vida” I.A.P. (FALV)
1
J.Laplanche y J. Pontalis Diccionario de Psicoanálisis, Labor, Barcelona,
1994. pp. 306-312.
2
En FALV, 95% de los demandantes del servicio han tenido experiencias
terapéuticas anteriores, las cuales han sido experiencias de fracaso y
con ellas se ha observado no sólo un incremento en el consumo, sino un
aumento en el rechazo social a los usuarios y una falta de credibilidad en
la cura, es decir, la cronicidad aumenta
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Datos tomados de la Hoja de Síntesis de Primeros Contactos de la Fundación
Ama la Vida i.a.p. para el año de 2002.
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Goffman define las comunidades totales como “un lugar de residencia y
trabajo donde un gran número de individuos en igual situación, aislados
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de la sociedad por un periodo apreciable de tiempo, comparten en su
encierro una rutina diaria, administrada formalmente”, Goffman, Erving,
Internados, Amorrortu, Buenos Aires, 1984. p.13.
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Efrem Milanese, Roberto Merlo y Juan Machín, Redes que previenen, vol.
I, Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve)/SEP, México, 2000.
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Estas premisas teórico-metodológicas forman parte de la propuesta
contenida en el Modelo ECO2 que significa, por sus siglas, Epistemología
de la Complejidad y Ética Comunitaria. Este modelo se encuentra
legalmente registrado y es un capital científico producido por una red
de organizaciones integradas en la Red Mexicana de Organizaciones que
Intervienen en Situaciones de Sufrimiento Social (Remoisss).
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