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Fundamentos
rio en la atención integral de los pacientes.
La presente obra se sitúa en este marco de referencia. Hace un recorrido de las
principales tendencias y enfoques en la conceptualización de la salud, enfatiza
las relaciones entre salud y conducta, analiza el trabajo de la psicología de la
salud en las distintas etapas del ciclo vital, aborda intervenciones específicas
de
psicología
de problemas de salud con alta incidencia en la población, como la diabetes, el
estrés, el cáncer y el vih/sida; analiza con detenimiento la relación entre educa-
ción, trabajo interdisciplinario en materia de atención y prevención y, aspectos
salud
centrales vinculados al quehacer del psicólogo de la salud en el marco de la ética
profesional.
de la
Fundamentos de psicología de la salud presenta un carácter sintético; ayuda en
la formación profesional de los estudiantes de licenciatura y a la vez, sirve como
un referente para distintos profesionales de la salud: psicólogos, médicos, enfer-
meras y otras especialidades, brindando contenidos teóricos, aspectos epistemo-
lógicos, estrategias de intervención, así como tópicos clínicos y de investigación,
que servirán al lector para introducirse en este campo; retomando en una sola
obra, aspectos centrales y de actualidad que diversas obras suelen reunir en vo-
lúmenes grandes o bien, encontrarse de manera dispersa.
www.pearsonenespañol.com
ISBN 978-607-32-3819-9
Zapata
Fundamentos
de psicología de la salud
Fundamentos
de psicología de
la salud
Joel Zapata Salazar
(Coordinador)
Autores: Z
apata Salazar, Joel (coord.)
Fundamentos de psicología de la salud
Primera edición
Pearson Educación de México, S.A. de C.V., 2016
ISBN: 978-607-32-3819-9
Área: Ciencias sociales
Formato: 17 x 24 cm Páginas: 376
Dirección general: Sergio Fonseca ■ Dirección de innovación y servicios educativos: Alan David Palau
■ Gerencia de contenidos y servicios editoriales: Jorge Luis Íñiguez ■ Coordinación de contenidos
de Bachillerato: Lilia Moreno ■ Especialista en contenidos de aprendizaje: Ma. Elena Zahar ■
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Ramírez ■ Coordinación de arte y diseño: Mónica Galván ■ Diseño de portada: Gráfica Alterna ■
Composición y diagramación: Servicios Editoriales 6Ns.
Contacto: soporte@pearson.com
ISBN LIBRO IMPRESO: 978-607-32-3819-9 D.R. © 2016 por Pearson Educación de México, S.A. de C.V.
Avenida Antonio Dovalí Jaime #70
Torre B, Piso 6, Colonia Zedec Ed. Plaza Santa Fe
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Pearson Hispanoamérica
Argentina ■ Belice ■ Bolivia ■ Chile ■ Colombia ■ Costa Rica ■ Cuba ■ República Dominicana ■ Ecuador
■ El Salvador ■ Guatemala ■ Honduras ■ México ■ Nicaragua ■ Panamá ■ Paraguay ■ Perú ■ Uruguay ■ Venezuela
Dictaminadores:
Prólogoix
La invitación para escribir las primeras letras de este libro —Fundamentos de psico-
logía de la salud— me ha permitido reconocer y disfrutar su contenido, el cual es
completo y sencillo de comprender en el campo de la psicología de la salud. Los
autores de cada uno de los capítulos son colegas y compañeros de esta disciplina.
Como primera aproximación quiero mencionar que la salud es una prioridad del ser
humano ante cualquier circunstancia y en todo momento. Esta obra responde a las
necesidades actuales que como investigadores, estudiantes o lectores interesados en
la temática de salud tenemos al respecto.
La salud, en los últimos años, ha cobrado especial interés, pues la Organización
Mundial de la Salud (oms) menciona que esta “es un estado de bienestar físico, mental
y social”. Estos parámetros son tan amplios que tendríamos que definirlos con preci
sión para lo cual es necesario revisar a profundidad su conceptualización, así como se
menciona en el primer capítulo del libro; en éste se hace una aclaración del término
pero, además, se clarifica la razón de ser de la psicología de la salud, de la cual quiero
hacer especial énfasis en el objeto de estudio, “la salud”. Ésta, como ya lo dije, es un
“estado”, “momento” en el que los seres humanos podemos sentir —lo cual hace que
sea un proceso cualitativo de forma integrada— un equilibrio entre lo físico y lo
psíquico teniendo una relación intrínseca entre ambos. Esta relación desde Descartes
se ha estudiado y se ha alimentado; si bien, en aquellos tiempos se hablaba de una
dualidad, ahora hemos avanzado a una relación “biopsicosocial” en la cual convergen
estos tres elementos.
Dichos principios están estrechamente vinculados a la definición que la oms de
sarrolla, motivo por el cual este modelo teórico cobra especial interés en la investi
gación, porque la mirada es biológica, psíquica y contextual o social. Cuando se logra
entender la salud a partir de esta mirada teórica se puede comprender y atender
con mayor certeza. Del mismo modo, cuando pretendemos realizar investigación en
esta área, es necesario comprender el fenómeno desde su origen para trabajar en su
conceptualización o bien en la prevención de la enfermedad; dado que en ocasiones
terminamos trabajando únicamente con la enfermedad y da la impresión de que no
podemos hacer a un lado el binomio salud-enfermedad, estamos atravesados por esta
idea milenaria de Descartes. Por ello, me parece necesario trasladarnos a los modelos
teóricos más actuales, en los cuales la comprensión de la salud traspase los esce
narios visibles de la enfermedad. Las investigaciones que se presentan en este libro
pretenden evidenciar estos aspectos para llegar a una prevención real y pertinente de
las problemáticas actuales.
Prólogo
xii
Por último, será necesario pensar cuáles son los retos a los que nos enfrentamos
como individuos en esta sociedad que avanza a pasos agigantados en ámbitos tec
nológicos, pero en los sociales o alimentarios existen muchas incongruencias que ha
cen que los estilos de vida se transformen de manera acelerada, provocando nuevas
enfermedades en las que se tiene que intervenir directamente sin poder pasar por la
prevención. Los cambios tan repentinos y estructurales exigen que los seres humanos
estemos preparados para hacerles frente, en especial los profesionales de la salud.
Capítulo 8
La prevención en la psicología
de la salud
Introducción
La prevención de la enfermedad, según la propuesta de la Organización Mundial de
la Salud (oms, 1984), abarca las medidas destinadas no solamente a prevenir su apari-
ción (reducción de los factores de riesgo), sino también a detener su avance y atenuar
sus consecuencias una vez establecida.
En este capítulo se abordarán modelos teóricos en la prevención primaria, como
el modelo de creencias de salud, la teoría de la utilidad subjetiva esperada, la teoría
de la acción razonada y la teoría social de la autoeficacia; es decir, modelos psicoló-
gicos que se utilizan para prevenir la aparición de la enfermedad en personas sanas.
En este tipo de prevención se encuentran dos estrategias: la primera se centra en la
modificación de los hábitos insanos, por ejemplo, el tabaco, el alcohol y la dieta; y
la segunda se centra en la prevención de estos hábitos dañinos para la salud, por
ejemplo, el tabaquismo en adolescentes, prevención del alcoholismo o prevención de
embarazos o infecciones de transmisión sexual.
Otro tema abordado en este capítulo es el de la prevención secundaria que se
ocupa de identificar a las personas que tienen una enfermedad establecida pero que,
normalmente, está en una fase temprana para limitar la exacerbación de la enfermedad
y el desarrollo de complicaciones. Un ejemplo de esto es la atención de los pacientes
diabéticos para controlar el nivel de azúcar en la sangre y la hipertensión, con el fin
de minimizar y retrasar este tipo de complicaciones.
Y por último, la prevención terciaria que se centra en los pacientes con una enfer-
medad bien establecida y tiene como objetivo minimizar el sufrimiento y las compli-
caciones. La prevención terciaria es similar al tratamiento y la rehabilitación, quizá es
directamente más importante para pacientes con una enfermedad crónica compleja.
Un ejemplo de prevención terciaria sería un programa de gestión de una enfermedad,
en el que los gestores del caso hacen el seguimiento de los pacientes, puede ser por
teléfono, y les motivan para que sigan tratamientos preventivos y se presenten para
realizarse pruebas de reconocimiento preventivo.
Dividir la prevención en estas categorías no es más que una manera de reflexionar
acerca de la polipatología y los diferentes niveles que a menudo se entremezclan y se
traslapan. En este capítulo se revisarán las concepciones teóricas que corresponden a
Capítulo 8
198
cada nivel de prevención, ya que la prevención de enfermedades es, de entre todas las
novedades de acción psicológica, la menos desarrollada y conocida. Lo anterior, debi-
do a que históricamente la psicología ha nacido clínica y su carácter curativo desborda
el preventivo, y hoy en día la prevención debe avanzar hacia niveles óptimos que re-
flejen resultados en el contexto de salud pública (Fernandes, Carmo y Jiménez, 2009).
Prevención primaria
Una mirada al proceso salud-enfermedad
La prevención de la enfermedad se utiliza a veces como término complementario de la
promoción de la salud. Pese a que a menudo se produce una superposición del conte-
nido y de las estrategias, la prevención de la enfermedad se define como una actividad
distinta. En este contexto, su prevención es la acción que normalmente emana del sector
sanitario, y que considera a los individuos y las poblaciones como expuestos a factores
de riesgo identificables que suelen estar a menudo asociados con diferentes comporta-
mientos de riesgo (oms, 1998). En el campo de la psicología de la salud esta división
podría considerarse como estratégica, ya que la promoción de la salud tendría como
objetivo primordial la adquisición y mantenimiento de comportamientos saludables, y
la prevención de la enfermedad englobaría aquellas intervenciones, cuyo objetivo es la
reducción o eliminación de aquellos comportamientos que se pueden calificar como de
riesgo para el desarrollo de algún tipo de enfermedad (Amigo, Fernández y Pérez, 2009).
Hace 30 años, la atención primaria de salud se presentó como un conjunto de va-
lores, principios y enfoques destinados a mejorar el grado de salud de las poblaciones
desfavorecidas. En todos los países se ofrecía una manera de mejorar la equidad en el
acceso a la atención de salud y eficiencia en la manera en que se usaban los recursos.
La atención primaria de salud adoptó una visión holística que iba mucho más allá del
limitado modelo médico. Reconocía que muchas de las causas básicas de la mala sa-
lud y de la enfermedad escapaban al control del sector de la salud y, por lo tanto, de-
bían abordarse mediante un enfoque amplio que abarcara a toda la sociedad. De ese
modo cumpliría varios objetivos: mejorar la salud, disminuir la morbilidad, aumentar
la equidad y mejorar enormemente la eficacia de los sistemas de salud (oms, 2008).
Por tal motivo, el papel del psicólogo en la intervención primaria, aunque desem-
peñe un papel específico en el equipo de salud, deberá apuntar hacia unas prácticas
interdisciplinarias. En este caso, no se trata apenas de realizar unas consultas en equi-
pos interdisciplinarios, sino de incrementar cada vez más la mirada del proceso salud-
enfermedad-cuidado-vida-muerte, como un fenómeno comunitario que se revela en
las personas individualmente. Por ello, para trabajar en este nivel de atención de
salud, el psicólogo necesita un conocimiento más amplio de epidemiología, políticas
sociales, antropología de la salud, sociología de la salud, etcétera (Fernandes, Carmo
y Jiménez, 2009).
Becker, 1974; Rosenstock, 1974), la teoría de la utilidad subjetiva esperada (Edwards, 1954
y 1961), la teoría de la motivación para la protección (Rogers citado en Aiken, Gerend,
Jackson y Ranby, 2012), la teoría de la acción razonada (Ajzen y Fishbein, 1980; Fishbein
y Ajzen, 1975) y la teoría social de la autoeficacia (Bandura, 1977, 1978, 1982 y 1986).
A continuación se abordará cada uno de éstos.
Beneficios percibidos
Variables demográficas (edad, género…)
de la acción preventiva
Variables sociopsicológicas (personalidad,
menos
clase social, presión del grupo y compañeros
Costos (o barreras) percibidos
de referencia, etcétera).
para la acción preventiva.
Susceptibilidad percibida
a la enfermedad “X” Amenaza percibida Probabilidad de realizar
Severidad percibida de la enfermedad “X”. la acción preventiva.
de la enfermedad “X”.
Severidad
Vulnerabilidad
Evaluación
de la amenaza
Beneficios intrínsecos
(de la conducta de riesgo)
Motivación para
la protección
Eficacia de la respuesta
(conducta preventiva)
Evaluación
del afrontamiento
Costos de respuesta
(de la conducta preventiva)
Variables externas
Actitudes Rasgos de
Demográficas
hacia objetivos personalidad
Intención
Conducta “C”
Posteriormente, Ajzen (1991) agregó al modelo una nueva variable, el grado de con-
trol percibido de la conducta, con la pretensión de que el modelo pudiera predecir
conductas de las que los individuos tienen un control volitivo incompleto (no de-
pende únicamente de la voluntad del sujeto para realizarlas). El control percibido se
La prevención en la psicología de la salud
203
en el peso adecuado a la talla o bien próximo a éste; no fumar, tomar alcohol mode-
radamente o no hacerlo y practicar una actividad física de manera regular.
Una conducta de salud importante para llevar un estilo de vida saludable es la
práctica del ejercicio físico. En México, por ejemplo, ocho de cada 10 personas ma-
yores de 30 años no realiza ninguna actividad física; la clase de educación física en
escuelas primarias se realiza una vez a la semana y dura 39 minutos, en promedio, y
sólo 9 minutos se realiza actividad moderada o intensa. La falta de ejercicio es uno de
los principales factores del sobrepeso y la obesidad (Conade, 2008).
Al respecto, se ha investigado el papel del ejercicio y se ha encontrado que la
autoidentidad es un factor predictor de la intención de practicarlo; es decir, que
si las personas se identifican con esa conducta de salud será un predictor fuerte para
que lleguen a realizarla (Bruijn y Van den Putte, 2012). Desde esta perspectiva el
gobierno federal en México, desde 2008, ha lanzado el Programa Nacional “Actívate,
vive mejor”, buscando corregir poco a poco un problema cultural. Este programa
promueve la actividad física en distintos ámbitos: laboral, escolar, familiar, etcétera
(Conade, 2008).
Existe evidencia científica de que este enfoque basado en la comunidad ofrece un
marco correspondiente a la flexibilidad, necesaria para la eficacia de este tipo de inter-
vención de tipo cultural. Incluye la movilización y la participación de los ciudadanos
en el desarrollo de cada proyecto único, en la renovación del proyecto de acuerdo
con las necesidades, en la búsqueda de posibles soluciones y en la evaluación de
las acciones realizadas en el ámbito de la promoción de la salud (Shankand, Saias y
Friboulet, 2009). Además, las técnicas de comunicación participativa en la promoción
de la salud basadas en la comunidad, fortalecen sus lazos, proporcionan una platafor-
ma para la difusión de intervenciones de salud, dan poder a la comunidad a encarnar
la acción responsable y promover la participación en las conductas preventivas, ya
que la participación comunitaria está relacionada con la orientación de prevención,
creencias y conductas de salud (Basu y Duttaa, 2008).
Por ejemplo, Richards et al. (2009), indican que los hallazgos científicos actuales
sugieren que la familia y los compañeros son modelos posibles para adolescentes en
el ámbito de la promoción de conductas de salud. Por lo tanto, las intervenciones
para promover estas conductas entre adolescentes tienen que ser de la familia, la
escuela y la comunidad.
Las teorías acerca de las redes sociales señalan que la estructura de los vínculos
de la red influye en la salud al proveer apoyo social, definido como el confort físico y
emocional brindado por familiares, amigos, compañeros de trabajo y otros. El apoyo
social se divide comúnmente en cinco subtipos: emocional, instrumental, evaluación,
compartir puntos de vista e informativo (aunque también estos vínculos brindan una
base para la intimidad y el apego).
Otro concepto importante basado en estas teorías y que es útil especialmente para
entender los vínculos en niveles sistémicos más amplios, es el de capital social. Éste
se refiere al grado en que una comunidad o sociedad colabora mediante mecanismos
como redes, normas y valores compartidos para obtener beneficios mutuos. Cuando
las relaciones son sólidas comunitariamente, los individuos sienten fuertes lazos y
apego a lugares (una colonia) y organizaciones (voluntarias o religiosas). Dichos víncu-
los pueden favorecer el mejoramiento de la salud física y mental ( Jack, Grim, Gross,
Lynch y McLin, 2010).
Capítulo 8
206
Prevención secundaria
La pérdida de la salud y el trabajo con pacientes
La aparición de la enfermedad puede convertirse en una experiencia disruptiva para
los pacientes. Si bien existe una gran diversidad de padecimientos, se pueden clasifi-
car de acuerdo con ciertas categorías que permiten distinguir en qué medida una
enfermedad específica representa una ruptura para la vida cotidiana del paciente
(Rolland, 2000):
1. El inicio de los síntomas puede emerger de forma súbita (comienzo agudo),
así como de manera gradual.
2. El tipo de síntomas puede variar en términos de su visibilidad, el impacto en
la autoimagen, así como el dolor, la incapacidad y el malestar que generan.
3. El grado en que interrumpe la vida cotidiana o implica un cambio en el estilo
de vida.
4. El grado de incapacidad (puede variar entre ninguna incapacidad, leve, mo-
derada o grave).
5. La duración de la enfermedad (puede ser aguda o crónica).
Capítulo 8
208
6. El curso de la enfermedad. Puede ser progresivo (es continuo y se agrava con
el tiempo), recurrente o episódico (existe una alternancia de la enfermedad
con periodos de estabilidad de duración variable), y constante (enfermedades
donde hay un acontecimiento inicial que puede dejar algún déficit o limi-
tación funcional, y posteriormente existe una estabilización de la condición
biológica).
7. El acceso al tratamiento y las características del régimen.
8. El desenlace. La enfermedad puede ser mortal o no, e incluso puede implicar
una reducción de la expectativa de vida o la posibilidad de una muerte súbita.
Representación de la
Afrontamiento Evaluación
amenaza de salud
Estímulo
(Enfermedad)
Representación
Afrontamiento Evaluación
de la emoción
salud implica la interacción entre los modelos explicativos de los pacientes (enfocados
a dotar de sentido a un episodio de aflicción y valorar los diversos tratamientos) y
de los profesionales de la salud (enfocados a entender y tratar la enfermedad). Un
aspecto clave en la psicología de la salud implica conocer los modelos explicativos
de los diversos actores involucrados, a fin de prevenir la presencia de conflictos en
la interacción entre los servicios de salud y los pacientes, que afecten la adopción
del tratamiento y de un estilo de vida saludable.
El interés de una atención integral, el cuidado de los pacientes (tanto con enfer-
medades agudas como crónicas) implica que el personal de los servicios de salud
intente comprender el sentido que otorgan al padecimiento, a fin de conocer el
impacto psicosocial de la enfermedad en su vida cotidiana y la forma en que la es-
tán afrontando. Dicho conocimiento permitirá valorar cuáles son las intervenciones
psicosociales pertinentes para cada caso, con la premisa de ajustar el tratamiento a la
singularidad del paciente.
Entre los servicios de salud, el personal de psicología puede jugar un rol impor-
tante en el proceso de evaluación del impacto psicosocial de la enfermedad en la vida
del paciente, sobre todo por algunas dificultades presentes en los servicios de salud
en el contexto sociocultural, relacionadas con la sobrecarga de trabajo de los médi-
cos, el tiempo destinado a la relación con el paciente y el grado en que se excluye
de la atención médica el papel que juegan las dimensiones afectivas, conductuales y
sociales en el proceso de atención.
Idealmente, la atención integral implica la colaboración entre diversos miembros
del personal de salud junto con el paciente; sin embargo, en el siguiente esquema se
muestran, principalmente, las relaciones entre médico, paciente y psicólogo. En los
servicios de salud tanto el médico como el psicólogo tienden a utilizar el lenguaje
requerido por su profesión para el desarrollo de los procesos de evaluación, diag-
nóstico y tratamiento. Para facilitar el diálogo entre ambos, es deseable que tengan
nociones básicas del lenguaje del otro.
Si bien el acceso a las tecnologías de la información y la necesidad de involucrarse
activamente en el cuidado de su propia salud pueden promover que los pacientes
busquen conocer el lenguaje de los diversos profesionales, en contexto de los ser-
vicios de salud el paciente participa principalmente mediante el lenguaje de sentido
común, esa forma de articular su experien-
Figura 8.5 Actores en el proceso de cia a partir de su presencia en un contexto
atención y lenguajes presentes en dicho sociocultural por medio del tiempo. Este
proceso lenguaje es el que el personal de salud re-
quiere escuchar a fin de comprender cómo
el paciente está comprendiendo su enfer-
Médico Paciente medad, qué dificultades está generando en
su vida cotidiana, cómo está percibiendo el
tratamiento y de qué manera lo está afron-
tando. Precisamente es en este lenguaje
Psicólogo
donde el paciente se muestra como un ex-
perto en la vivencia de su padecimiento y,
Lenguaje psicológico y psiquiátrico por ello, su comprensión permitirá ajustar
el proceso de atención a la singularidad del
Fuente: elaboración propia. paciente (figura 8.5).
La prevención en la psicología de la salud
211
a sus familiares, amigos o pareja, pueden incluirse a los miembros de la red social
como parte del equipo de cuidado a fin de brindarle apoyo al paciente durante este
periodo de crisis y colaborar con el personal de salud para promover la continuidad
del tratamiento (Almanza, 2012).
En esta fase inicial también se requiere evaluar las creencias o modelos explicati-
vos acerca de la enfermedad que ha construido el paciente, acerca del origen de su
padecimiento, del pronóstico, de la eficacia del tratamiento, principalmente. Dichas
creencias en ocasiones pueden entrar en conflicto con la información proporciona-
da por el personal de salud, y si no son tomadas en cuenta pueden no sólo afectar
la relación con el paciente, sino los procesos de autocuidado y de adherencia al tra-
tamiento (Kleinman, 1988). En este sentido, las faltas a las citas, las dificultades para
adherirse al tratamiento o realizar cambios en el estilo de vida (e incluso continuar
con ciertas conductas de riesgo para la salud), los conflictos abiertos con el personal
de salud, o las quejas de los familiares acerca de la falta de cuidado del paciente,
son posibles indicadores de posiciones encontradas acerca del padecimiento entre el
paciente y el personal de salud. En tales circunstancias, así como cuando un proble-
ma de salud mental esté afectando el proceso de atención, se puede recurrir a una
intervención breve, como la terapia cognitivo-conductual e incluso la terapia médica
familiar.
En las enfermedades agudas, tras la fase inicial puede llevarse a cabo el trata-
miento y ocurrir una recuperación del paciente, o bien, tras cierto acontecimiento
puede generarse un déficit funcional o una incapacidad en el paciente, pero poste-
riormente logra estabilizarse. Sin embargo, también es posible que tras la fase inicial
puedan transitar inmediatamente a la fase terminal sin que exista una fase intermedia.
Las enfermedades crónicas se caracterizan por una extensa fase posterior al diag-
nóstico donde si bien el padecimiento puede ser incurable, existe la posibilidad de
ampliar el tiempo de sobrevida siempre y cuando se mantengan los cuidados a largo
plazo (Rolland, 2000).
Por medio de esta fase, los pacientes intentan normalizar la vida con la enfer
medad y continuar cumpliendo sus actividades en diversos ámbitos como la fami-
lia, el trabajo o la comunidad. Este proceso de normalización es posible en la medida
en que el paciente desarrolla un sentido de control del padecimiento y recurre a
estrategias positivas de afrontamiento, lo cual implica la adopción de un estilo de
vida saludable y de la adherencia al tratamiento. Este proceso puede ser difícil
de cumplir no sólo porque requiere mantenerse por un amplio periodo, sino por-
que a lo largo del curso de la enfermedad pueden ocurrir eventos como el agra-
vamiento de los síntomas, la pérdida de funcionalidad o la falta de eficacia del
tratamiento, los cuales pueden tener un impacto perjudicial en el cuidado de la
salud (figura 8.6).
Durante esta fase, las intervenciones giran en torno a promover una mejor cali-
dad de vida en el paciente y, para ello, existe una amplia gama de estrategias, que
incluyen intervenciones para el manejo del estrés, desarrollo de habilidades de afron-
tamiento, así como técnicas de relajación y de control del dolor. Sin embargo, uno
de los problemas centrales en el caso de los padecimientos crónicos es la promoción de
la adherencia al tratamiento, no sólo farmacológico, sino a los cambios en el estilo
de vida que se requieren en términos de alimentación, descanso, ejercicio, reducción de
conductas de riesgo como el consumo de alcohol o drogas (Marks et al., 2011).
La prevención en la psicología de la salud
213
Recuperación/estabilización
tras crisis inicial
Bishop, Yardley y Lewith (citados en Marks et al., 2011) han ampliado el modelo
autorregulatorio de la conducta ante la enfermedad revisado previamente, el cual
se denominó como modelo dinámico extendido de las representaciones del trata-
miento y de la enfermedad. De acuerdo con el modelo, adoptar una estrategia de
afrontamiento como la adherencia al medicamento, depende de la percepción de la
amenaza generada por la enfermedad y de la eficacia percibida de dicha estrategia
de afrontamiento. Sin embargo, en esta versión la experiencia de síntomas concretos
es importante para formular tanto las representaciones de la enfermedad como el
monitoreo de la eficacia del medicamento. Por lo tanto, una falta de evidencia perci-
bida de la enfermedad o de la eficacia del tratamiento, favorecerían la no adherencia.
Además de la experiencia concreta de los síntomas, la percepción de la relación
con el médico y los aspectos prácticos del tratamiento (por ejemplo, la facilidad para
atender a las citas) juegan un papel importante en el proceso continuo que em-
prende el paciente para evaluar la eficacia del tratamiento y el valor de mantener
su adherencia.
Prevención terciaria
La prevención en el tratamiento y rehabilitación
En la prevención terciaria se incluyen los procedimientos de tratamientos y rehabili-
tación de aquellas enfermedades que ya han mostrado sintomatología clínica; en este
aspecto, el papel del psicólogo de la salud incluye el seguimiento de pacientes con
tratamiento clínico, quirúrgico, quimioterápico y radioterápico (Fernandes, Carmo
y Jiménez, 2009).
Por ejemplo, en las intervenciones quirúrgicas, como mencionan Antón y Méndez
(1999, p. 227) “son situaciones estresantes que suelen tener efectos negativos en el
funcionamiento psicológico del enfermo, originando respuestas de ansiedad, depre-
sivas, trastornos del sueño, de la alimentación, etc”. Así que la preparación para las
Capítulo 8
216
son bastante sostenibles. La conclusión de este estudio enfatiza que las intervenciones
con psicología positiva pueden ser eficaces en la mejora del bienestar subjetivo y el
psicológico, así como para ayudar a reducir los síntomas de depresión. Muchos de
estos estudios analizados demostraron la eficacia de las intervenciones de la psicolo-
gía positiva empleando técnicas como contar las cosas que tienes que agradecer de
tu vida, la práctica de la bondad y el altruismo, ajustar objetivos personales, expre-
sando gratitud y el uso de las fortalezas personales para mejorar el bienestar, y en
algunos casos, para aliviar los síntomas depresivos, en pacientes terminales, con en-
fermedades crónicas o con discapacidad funcional.
Conclusiones
Aun cuando en la actualidad se dispone de una gran cantidad de información de lo
que uno puede hacer para mantenerse saludable y muchas personas de hecho se
adhieren a conductas de prevención, existen obstáculos que limitan notablemente su
generalización. Amigo, Fernández y Pérez (2009) las concentran en cuatro categorías:
a) las actitudes y pautas culturales, b) la naturaleza de los hábitos saludables, debido
a que los hábitos de salud perjudiciales casi siempre llevan a una gratificación inme-
diata que los refuerza positivamente; sin embargo los hábitos de salud, por el contra-
rio, suponen casi siempre una demora de la gratificación. Por lo tanto, cuando ambos
tipos de conducta entran en competencia existe una menor probabilidad de ocurren-
cia de las conductas saludables, c) el sistema sanitario y los cambios en las reco
mendaciones de salud, y d) el papel del psicólogo de la salud, ya que la psicología se
ha entendido clínicamente como una interacción privada, esta actitud ha limitado las
intervenciones en escuelas, lugares de trabajo, etcétera. En este contexto comunitario
es donde podrá verse más claramente el papel de la psicología en la promoción de
la salud y la prevención de la enfermedad.
Por una parte, en la prevención es importante trabajar desde una perspectiva
individual, ya que al trabajar en prevención en la promoción de los recursos y las
competencias individuales apoyándose desde la perspectiva teórica de la psicología
positiva, se hace hincapié en la importancia de las emociones positivas (Frederickson,
2001), la capacidad de resiliencia (Masten, 2001), las posibilidades de crecimiento
en las etapas avanzadas del ciclo de vida (Baltes, Linderberger y Staudinger, 1998),
la autoeficacia percibida (Bandura, 2001). Todo ello para la mejora de la calidad de
vida individual y el bienestar. Estas construcciones se convierten en herramientas que
permiten poner una visión positiva hacia el futuro; la promoción del potencial hu-
mano y la búsqueda activa de bienestar, felicidad y salud, en lugar de incomodidad,
desviación, tratamiento de los síntomas y la enfermedad (Peterson, 2006; Seligman y
Csikszentmihalyi, 2000).
Recuperar al individuo también es fundamental para la atención de los pacientes
con enfermedades agudas y crónicas. Comprender el sentido de un padecimiento
en la trayectoria de vida de un individuo y en el contexto socioeconómico que lo
rodea, permiten no sólo desarrollar intervenciones que se ajusten a las necesidades
de cada paciente, sino adquirir la compleja habilidad de adaptarse a los tiempos de
la enfermedad al diseñar las intervenciones de promoción de la salud. El psicólogo
de la salud, en tales condiciones, se convierte en un intérprete de la aflicción pro-
Capítulo 8
218
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