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C \PllUI.

O IX
LA DIMENSIÓN INTERPERSONAL

El hombre es un ser-<.:n-el-mundo que se relaciona con los orros


hombres ) com-i,-e con ellos. La filosofía es, desde siempre, cons-
cienre de esra realidad, como lo demuesrra el célebre texto de Aris-
tóteles: «el hombre es por naturaleza un animal políáco» 1 Pero ha
sido sobre todo el pensamiento del siglo 'X-'{ el que ha puesto el
a.cenco sobre la dimensión relacional e 1merpersonal del hombre. Es
obligada la referenoa aJ existencialismo. Para Heidegger, el hombre
es el ser-en-el-mundo (ln-der-lf'elt-Sei11) 2, para Ortega y Gasset el yo
se constituye en relación a lo que le circunda (}'á soyJ'ºy mr rimmsta11-
cia) , para Buber Ja esencia del hombre es «el ser entre>> (=<Jiischen) 1,
para l\:édoncelle es la reciprocidad (riáprrmté) 5, para De Finance es
la altendad (altéf7fi} <'. La relación con los demás y con e1 mundo es
consuruáva y fundamental para todo hombre. porque de ella se des-
prenden codas las demás relaciones. Esto nos imroduce en c.I ámb1-
ro de las relaciones con el otro hombre. No es verdad que el hom-
bre esrá solo. Se encuentre.. siempre en situación y en relación
consirutiva con el otro. El hombre no vive solo, ni es un individuo
ai!>lado, sino miembro de a sociedad, se encuentra eo relación
continua con el otro hombrt:., no con la humanidad en absrracro,
sino con el individuo concreto de «carne y hueso>-.

: Cf. L\Iii.lúTU..E.S, Po/ílir.1, l. 1, 1253.a, o.e., 4.


z HEJOEc;c;f!Jl, Stin mul Znl, o.e., -1-80. Trad., 65- -s.
J J. ÜRTI:.G.\ ' G •\ltd11arionu tklQ11i¡o1t, en O/lrar t11s. o.e.. l, 322
M. BlBER, lrh 1111d D11, en li'"trh. Srhriftnt z.11r Phi/01ophü, f 'K osd.L'Ullbc:rt Schr.lcidcr,
lun1ch 1962). Tr:1d.: )óy 11í. \'cr-. ele: C: Díaz ••\(adrid 1993).
1 M. L1 rfdpfrl(t/t drs ronsdmm. l!IJaÍ '"'la 11<1/Hrr dt lapmomu (:\ub1cr, Paris
\ 94z1. Trad.: Lo ff'1j>rocid,1d dr la.r ro11ár11das. F.11111}-o sobrr Íd 11a111rai'Z!1 de la pmor.a. \'crs. de J. L
Boran y U. Pcm:r .111tos (Cap:trrós, 1996)•
•. .J. DF. Fi:xi'..-.;a;. De lim "tf, .''a11/rt. l:.ssai s11r /'a/1m:i (Edimcc Grqrorima, Rom:i 2 1993)
2.º ed, re\. y corr. de l.'olfron/(llttnl .ú• l'nlllrt: t111i mr lnlimti. 1<>73). Fste texto es un
• leo )" llConst.;o \'i\'llll1CntC Jc:Ctul'2.
Dli U!\ Del mrlmrimlo fr,l§f11 dt "1 iida_, o.e., 1T-128.
258 HORIZONTE VERTICAL C.9. LA DIMENSION INTERPERSONAL 259

fJ problema que se plantea es si la dimensión interpersonal es b intersubjeri,;dad, siendo al/mista. El sentido del término <<hom-
una exigencia de naturaleza ética o en cambio un dato de naturaleza bre» implica una existencia recíproca del yo hacia el ocro, una comu-
ontológica. Es decir: ¿es el hombre un .ser-mdiridlfal. orientado en nidad de hombres, una .soriedad.
pnmer lugar hacia sí núsmo, } sólo en un segundo momcmo hacia Fue Lévinas el filósofo que hizo de la manifestación-rC\ elación
el mundo y los demás hombres hacia los que uene una de del ocro el cenr_ro_de su pensamiento. hay comparación posible
naturaleza ética; o en cambio es por esencia un ser-co11-los-olro.s, un ser entre el conoonucnto de los objecos y el conocimiento del otro
en comunión con las demás personas?' hombre. El conocimiento del objeto es desvelamiento de su esencia
por obra de mi miciati\·a y de los instrumentos de mi conocimienco.
El ocro hombre, en cambio, se revela mediante <<la epifanía del ros-
l. L a intersubjetivida d es constitutivo esencial del h ombre en certeza porque es rrusterio 1; el otro irrumpe en mi
se impone con fuerza propia; el otro no queda «desYela-
a) La aperlura al otro co1110 co11oci"'iento-m·eladó11 del o/ro do» por mi conocimiento como una realidad objeti\a v cuantifica-
ble, sino que se <<marufiesta»} se «expresa» como miste;io, indepen-
Cada hombre es singular. individual, intransferible; sin embargo,
dientemente de la posición que yo asumo ante él 12. No puedo
hay en el hombre un profundo reclamo hacia la convivencia con los
no reconocer su presencia ..\hora bien, este conocimiento-manifes-
otros. D esde lo profundo de nosotros irusmos surge una tendencia
tación del otro a nivel ontológico no es nunca, según Lé\Tinas, diso-
radical de compañía. Esta tendencia de alteridad emerge de lo que
ciable de la acogida ética 3, sobre todo en relación a los más débiles:
Ortega ) Gasset ha llamado la «texrura social» 1 del hombre, es de-
el el h_ai:1briento, el niño, el huérfano, el extranjero 14_ La prc-
cir, el !>ustrato constitutivo humano. El fundamento de toda rela-
senoa ontologica del otro precede } funda toda relación ética, pero
c10n intersubjetJ\·a se encuentra en La consntutiYa hacia el
no es separable de este compromiso en fa"'or del otro. Con esta be-
otro. El hombre está a 11atwilale abierto hacia el orro; ames que ca.da
lla «epifanía del rostro», Lévinas entiende, por tanto, eres
uno de nosotros se diera cuenta de sí mismo, había ya experimcnra-
conterudos fundamentales: primero, el rostro indica al otro como
do la presencia de los otros «yo>. El hombre es altru1sra '.
un uí personal que pide ser reconoado como cal; segundo, la desnu-
Estar abierto hacia el otro es un estado permanemc. c Jnstituávo
dez del rostro simb?liza que está abierto al diálogo y me interpela:
dd hombre, prt:\ io a cualquier acción o rchción social. Es una aper-
puedo amarlo u odiarlo; tercero, cJ fundamento último de este ca-
tura constituci\·a, como tal, neutra. 0:0 st. determina si escá abierto
rácter ético del encuentro está en el hecho de que el rostro del otro
hacia el bien o el mal. Robar a otro o sonretrle mplica una apertu-
hace referencia al absolutamente Otro. Para Jcao Guitton, crun ros-
ra hacia él. anterior al hecho. En la base de ambas accionec; .sociales . al ser 1a suma de lo que queremos ser sin poder, y
tro es un rrusteno,
.
o antisocialec;, como raíz común, se encuentra la apertura.
En b apertura hacia el otro se ,-e la aplicación de la fórmula orte- :- \l: _81 HE.R, frh 111ulD11. o.e Trad.: )oy Ji, o.e.: E. u'"'·\..'- To1.i1JJ1 r1 refi·
f,'Ui ma: «yo y mi circunstancia». Sin esta apertura a la vida social con Skr ft:..1monl1 ("11h"1ff, l .a 1-b.y:a. 1961 ). T rnd .: Tota!iMd e i")i11iM \'Sígueme, S:u.'U!Unc.1
d otro, el yo permanece aislado 11 ; el hombre aparece solamente en at:
11
Como dice G. \b.rcel, el mistcno no puc.dc rr.1.1:2.rse con "qud'csprit de l':t\'Oll'•, o con
0 rud ci. nccc;.ano rccuper:ir el scnudo dcl porque ao se puede ,-r,,r en
8 f. 0Rll:l.A' G EJ hll11tbrc ¡ /11 !flll<, o.e.. 1-9, :!'r¡¡ns
1 mundo sin mtstcno. ( f G. \[\Re H.l., IA di•11i1/ h111tumr ti su .1.tiisu ods.'01tielks (Aub1er
1964) Tl. . '
9 J. OR'lllGA \ i: Gafila11 o.e., 61; lo., EJ hombrfy h ¡prlr, o.e. 150
G -&ET. E11 /(lmo
10 J..o, filó,ofos, en el siglo x.x. no han cc,.1.Jo de enocar la 1ncon'1'rcncu E. LJ:\·L"AS. To1<1htt rJ 11rjil11. o.e.• 37. Tr:td., 1OO.
del razonamiento ptr <11/.J/ogitm1 cartesiano; la del otro se me ,oLunCfl!C B. Bo!L'-.\TO, L'a/1rri1,; wmulÍ<"a. Uno lrll11ru di Emnra1111tlLitinas (Dehoniane, Bolonb
a tra' és de un 1u1c10 de la razón: R. DD\.Al!Tt • •\lrdil,;1itJ11t1 dt Pm11t1 pbiloSDpl ):. en 0(1111'ff.
E:.. • li
\'ll O· \'.rin, Paris 1964) 32 Trad.: Muli1aao11rs mfla_lisiml. Vcrs. de .\l. García
r ""
.u:.\'I=-: :\.". •loM 11i rt 1nfi111, o.e., 49. Trad., 88-89.
tl .spl"
260 HORJZONl t Vtl<l ILAL <.:.Y lA LJIMENSION INTERPERSONAL 261

de lo que somos sin quereo> · 5• En la apertura constitutiva se en. unión con Ja materia, surge la alteridad humana. distinta de otras
cuentra el fundamento más profundo de la dimensión interpersonal formas de alteridad como pueden ser la angélica o la divina 1c;-. En el
del hombre, y de todas sus manifestaciones. honibre, lo interpersonal se constituye corno Ja dialéctica abun-
d:.Ulcta-carencia, perfección-unperfección, suficiencia-indigencia, de-
seo-necesidad. Placón lo d1c1.. claramente: «el Es{ado se forma por-
b) Elfimdamenlo de la ;n1ers11ijeliridad se mmmtra en la 11atumleza
que --así lo ha querido el azar- mnguno de nosotros se basta a s1
del hombre: necesidad)' ab11nda11da del espíritlf wramado
núsmo, pm·ado como está de muchas cosas» "l. La indi\ iduaJi-
La mserción del hombre en la vida social es un hecho pateme que dad implica una insuficiencia innata, una capacidad de aprendizaje
no puede ponerse en duda. Se trata de ver cómo estt. hecho es in- \ adapcación que ' iene a colmar la :nsuficiencia biológica, de cal
trínseco al hombre. Decir que el hombre es intnnsecamence socia} n10do que la perfección del hombre no puede comprenderse sino
qwere decir que el hombre es social por naturaleza \ «Queramos 0 como encuentro: «el encuentro de una insuficiencia biológica con
no, en el fondo de cada hombre palpita un sentimiento de forzosa una cende.ncia diatrófica» 21.
solidaridad con los demás, como una vaga conciencia de identidad Es un dato de hecho que todos los hombres son iguales en la
esencial que no sentimos hacia la planea o con un peñasco>1 r. «En esencia y tienden hacia la real1zaCJón de fines comunes propios de
cada hombre>>: por canto es universal y pertenece a todos los indh·j. ella. E s también un dato real que, aun siendo iguales en la esencia,
duos humanos. «Un sentimiento de forzosa solidaridad»: por tanto cada uno tiene sus particularidades, su individualidad, es decir, tiene
algo radicado en mi mismo. «Como \aga conciencia de identidad una esencia humana indh·idualizada por las facultades y disposicio-
esencial»: que se desprende de lo ínomo, une a todos Jos hombres y nes concretas; el espíritu esta encarnado en una materia concrcra.
determina la propia identidad. Si el hombre fuera un ser aislado, que Por esro, por su constitución físico-corpórea ,. por su dimensión es-
accidcncnlmence se encueorra en com'Ívencia con los derruís, las mu· piriruaJ, el hombre es un ser que perfecciona y es perfeccionado por
raciones sociales no se harían senrir en él, pero por ser social en su los otros.
constitución intrínseca. queda transformado en su forma indi,idual.
El <sentimiento de forzosa solidaridad», «el ansia de radical compa· - lncersubjeti,·idad y dimensión físico-corpórea:
ñía», el ser «social en la más elememal textura>1, s•m exprcsione:; que la necesidad
quieren significar un impulso interpersonal mcnnscco al hombre.
En palabras de Zubiri, discípulo de Ortega y Gassct, la c::-encia de E! p rimer factor que hace Yts.ble la intersubjeti,;dad es el estado
codo hombre supera la propia indiYidualidad porque «en rrú mismo. de necesidad y debilidad biológica en la que se encuentra el hombre.
en cierto modo, están ya los demáS>> 1 • desde el nacimjenco hasta la muerte. Por su constitución físico-cor-
El fundamento último de la dimensión interpersonal se encuen- pórea, el hombre depende durante mucho áempo de los padres, r
tra en la esencia misma del hombre., que es un cspmtu encarnado: llegado a la edad adulta, tiene necesidad de los demás para adqwrir
una forma sustancial espiritual uruda sustancialmente a una matcril . los medios de supen-iYcncia. «Cn elemento importante 10 constitu-
D e la sobreabundancia de la forma espiritual y de la necesidad de ;.e el hecho de que los hombres no pueden' ivir si carecen de for-
rnas de mutua cooperación. En cualquier tipo posible de cultura
IS J. Gurm >:-;, C11 1ird1, une 11ie (Laffront, París J9R8) -136. _ 'f
I<· Dejo de !:ido, por razones de espacio, el aspecro del problen1.1. Ct. adelamc se hablar:i de ella como uelacicin >.
u11,11,;,,; J. IV', TratatÍtJ tkl g,obtrroo riril; J. J. CrJfrlrato 21 PL'\TO:-;,Rrplibliu. ll, 369b.
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.J. ()¡¡ r 1:G \ ' G ,\.."5f T. O .,,ornio tÍL la •J1(/'7l1->la·"
Durm1 en Obras ro-"lttaJ.
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11, 202 lI J. RoF C.\RB.\IJ l \•El hombre como cocucntrn», en \,\.\"\ .. Ha11ruttrt a ){a.•1 r 7.1i!JJri,
X Zl'BtRI, Sobre ti hoffltm, o.e.• 224. loneda r Crédito, l\ladncl t9ill) 589.
262 HORIZONTE VERTICAL C 9. tA DIMENSIÓN INTERPERSONAL
263

el hombre necesita de la cooperación de los demás si quiere sobre- carencia-de-tener, sino carencia-de-ser; sin embargo, el ser no se sa-
vi,·ir; debe cooperar ya sea para defenderse de los o de tisface con la posesión, sino con el reconocimiento que puede reci-
los pc:ligros naturales, ya sea para trabajar y Hasta bir de otro ser. El deseo pertenece al mundo del espíritu y lo mani-
Robinson Crusoc se hallaba acampanado de su sen 1dor \ ternes; fiesr.a. En esre sentido U\inas dtstmgue radicalmente el deseo de Ja
sin éste probablemente no sólo habría enloquecido, que habna necesidad 25• El deseo es \'crdadcramente deseo sólo cuando no
muerto. Cada uno de nosotros experimentamos en la runez, de ma- nace de la carencia, cuando expresa menos una carencia que la ten-
nera evidente, esta necesidad de ayuda a¡cna. \ causa de la incapaci- sión hacia una plenitud, cuando mira no a la satisfacción sino al en-
dad material, por parte del niño, de cuidarse por sí mismo en lo cuentro con el otro. El orden deJ deseo es el de la relación. El deseo
concerruente a las funciones de fundamencal 1mporcanc1a, la comu- es, en efecto, mmrimicnco hacia el ocro, orientación hacia un sujero,
nicación con los otros es para él una cuestión de vida o muerte. La tendencia hacia una persona.
posibilidad de ser abandonado a sí mismo es necesariamente la
El espíritu humano tiene capacidades superiores a Ja materia,
amenaza más seria a toda la existencia del ruño» i:.. La necesidad
o sea: entiende la 'crdad ) el \·alor, descubre las leyes del cosmos y
nace d<.. la carencia ) funciona según el modo del tener: tiende a la
se aprovecha de ellas para hacerse una cultura, tiende hacia lo Abso-
apropiación, a la posesión, al consumo, a la y luto por el dinamismo interno de la inteligencia y la voluntad. En
objetivación. Este modo de funcionar se explica c.n la relac1on
esta aspiración nl valor y a Ja cultura, como consecuencia <le su espi-
hombre con las cosas, pero puede darse en las relaciones 1ntcrsub1e-
ritualidad, el hombre alcanza la plenitud de la existencia humana.
rivas cuando se intenta 111ilizar al otro, como sucede a menudo en el
Pero el espíriru humano está encarnado y actúa solamente en uruón
mundo socio-económico ) en las relaciones sexuales. La necesidad
con el cuerpo; ahora bien, que la capacidad de actuar de la mate-
hace presa en lo real y tiende, mediante la satisfacc1on, a transfor-
ria es más limitada que la del <..spíriru, para que éste pueda alcanzar
mar el objeto en mí mismo. <d..a distancia que se intercala entre el
los Yalores hacia los que tiende, necesita de una alteridad, es decir,
hombre\ el mundo del cual depende, constituye la esencia de la ne-
de un complemento mtersubjerivo. F ste complemento es la colabo-
cesidad. ÍCn ser está desarraigado del mundo del cual, no obstante.
ración entre los hombres,' su fundamento se encuentra en la esen-
se alimemah> 2...
cia misma del hombre. En efecto, al ser la esencia humana espíritu
1:ncamado, recibe la i.ndh klualidad de las faculr.ades y disposiciones
- Imersubjem;dad y dimensión esp1rirual: el deseo concreras; por tanto, para que el hombre pueda alcanzar los fine" in-
trínsecos comunes a su esencia m.:ne m:cesidad de la colaboración
El otro factor que funda la alcendad es la dimensión espiritual del
de los demás hombres, ofreciendo cada uno la propia indh;duali-
hombre. El desarrollo de las facultades supenorcs, es decir, la dad. De hecho, la apanc1ón ) el desarrollo de las facultades espiri-
ciencia reflexi\·a, la responsabilidad en la elección, el senudo
tuales depende, en gran medida, de la unión con otros hombres. El
tual y moral hace endente la intersubjeriYidad } el deseo de alteri-
lenguaje conceptual es tnsrrumcnco de intercambio cultural } ele\ a
dad ·en el hombre. El deseo funciona según el modo del ser Y·
al hombre por encima de los animales, mostrando de este modo la
cu:i.ndo se disocia de la necesidad, se abre a un «más allá de todo.!º
estructura intersubjeri\·a. El lenguaje no es solamente comunica-
que puede simplemente colmarlo» 24, al darse cuenta <le no ser so 0
ción, sino sobre todo, comunión entre personas, encuentro entre li-
2Z E. Í'JtO\f\f, {rvm frm10111. o.e.., 20-21. Trnd., -1 l. bertad ) libertad, 1nterpeh1ción al otro; la esencia del len,guaje es la
2.l H. 1.1 \'L' ToMit d infini. o.e., 88. Trad., 135.
2·1 Ibid., 4. Trnd.• 5$. ?s lbíd., 88. Trad., 135.
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relación con el ocro 26• El otro, por canco, no es solamente necesario 2. El cons titutivo formal de la ontología
desde el punto de ,·jsra diacróruco: para venir al mundo, sino desde de la p ersona: la relación esencial
el punto de '-isca estrucwral y espiritual. La realidad-hombre o s11¡.
tlad como la llama Zubiri=- se constituye enteramente por su rela. ;Cuál es el consrituciYo formal de la persona? La filosofia de la
cion con los demás. purificada de sus imperfecciones, y la reflexión tnnitaria,
En consecuencia, el hombre alcanza el pleno desarrollo humano, nos ayudan a oricocar la inYesagación hacia la relación e.smdal. De este.
fisico espiritual, solamenre en relación con los demas. Se puede ¡nodo se pondrá de manifiesto que la persona no añade perfección al-
por tanto concluir diciendo que codos los hombres, dad.,. la esencial gUIL'l en el orden de la naruraleza. Por eso en la Trinidad, el Padre no
igualdad, uendl:.11 hacia fines y valores comunes, en cuya realización es más perfecto que el Hijo o que el Espíritu en Cristo se tiene
consiste la perfección humana. Sin embargo, cada hombre está la plerutud humana sin ser persona humana; y en el hombre, la per-
configurado dffersamente, dada su individualidad. El indiYiduo fección de la naruralcza humana en sus determinaciones absolutas, es
no puede alcaniar los fines generales comunes a causa de las limita- en s1 independiente de la realfaación concreta en los indfr1duos ex.is
ciones de. su propia individualidad; neccsua por tamo de la colabo- cenres. Solamente si se pone el conscitutl\"O formal de la persona en la
ración de los ciernas hombres para guc, cnnquecido con su ayuda. relación, se puede explicar que la ausencia de persona hmnana no
pueda superar Jos propios limites y alcanzar la perfección humana. hace de Cristo un hombre menos perfecto, ya que al poseer la natura-
Aparece claro, por tanto, el significado profundo de la dimensión leza humana, posee roda la perfección de la humanidad.
interpc..rsonal humana. 1Iás que negar la unicidad e identidad de la
persona, hace que el hombre se encuentre a s1 mismo en la relación
dialógica con el otro, sin perder su nqueza oncológica. Como bien a) La relodó11 esmdal
dice Ortega ) Gasset, el hombre no es hombre en el aislamiemo,
sino «en la socialidad con el ocro, alternando con el uno, como el re- La identidad del hombre puede comprenderse plenamente sólo
ciprocante» 2s. Lejos de excluirse recíprocamcnce, la unicidad y la al- en el honzoore del ser, encendido como acto, abierto a la comuruca-
rcridad se incluyen la una a la ocra. La subjcti,·idad humana es esen- ción. al don de sí, y constituido imrinsecameme como relodo11al La
cialmente intersubjetividad personal: encuentro entre p<:.r-on 1 } metañsica del act11s es.rmdi muc..strc. cómo d ser no está cerrado en sí
persona, r esto no sobre la base de una decisión de carácter erico. mic:mo. sino abierto al otro, por lo que la perfecta identidad pasa a
sino como constitutivo esencial de la misma persona. en efecto, tra\·és de la alreridad. El principio de identidad no solamente no ex-
nos preguntamos cuál es el constitutivo formal <lc.. la persona, la cluye la relación, sino que se realiza en la comunión de amor (ens et
puesca se encuentra en la comunión, es decir, en la relac1on esenciil OOn11n1 rom·ert11nt11r). y esto es posible solamente en la persona, grado
con 1)S otros. upremo del ser. Al presentar a la persona como relación, se incenra
un diálogo entre la filosoffa perenne y el pensamíemo fi-
26 !bid 1-2-1-5. Trad.., 211-214. 0 ofico concempocineo, sobre todo de tipo existencialista; se in-
21 X. Zt lllRI, d hr,01bre, o.e., integrar el gran dinarmsmo <le la antropología contemporánea
is j. On c:A y El bcm/!f'r.J la o.e., 148.
:;n perder la esencia del pensamicnco clásico; se tiene el propósito
e establecer que el ,·crdadcro significado del concepto de persona
es el de: un ser relacional.
¿Qué constituye formalmente a la persona? Para la filosofía per-
Sonahsra y para gran parte del existencialismo, Ja dimensión consa-
HORIZONTE VEPTICAL C.9 IA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 267
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tutiYa de la persona es Ja reciprocicfo.d 2'>. Este término, con los rología Ja relación» qwero inclicar la metafísica. que comprende el
oportunos matices, puede equipararse a «relación», <antcrsubjet:iyi. .;er paraendo de la relación rrpó<; n), sin que esto quiera decir olvido
dad>), «autoconciencia», <<.relación yo-tú>>, «diálogo interpersonal». Su de la suscanoa '-ro KCX0 crinór Como dice Ratzinger: «Es, pues. claro
importancta es que ha sido considerado 011tolóe.ica111e11te, y no solo que el diálogo y la rtladó11 conscituycn, junco a la susrancia, una for-
éncamente, consnrutfro de la persona. Es cierto que algunos auto- ma primordial del ser. [...] En Ja idea de referibilidad en la palabra y
res, no sólo de los siglos pasados, suio rambién contemporáneos, le en d amor, al margen del concepto de sustancia y no encasillado en
han atribuido a esta relación un significado énco. se debe oh'l- los ·'accidentes", el pensamiento cristiano ha encontrado la médula
dar, sin embargo, que la oblig-ación ética surge solamente dl un cua- del concepto de persona, que es mu\· discinto e infinitamente ma\or
dro ontológico preciso; de esto se deduce que la carea del filósofo que el concepto de ..inru\ 1duo". de nuevo a Agustin:
consiste en pasar de una visión ética de la relación a una ,,sión de ··En Dios no hay accidentes, sino solamente susrancia v relación".
naturaleza onrológica; se traca de hacer una ontología de la relación. En esas palabras se esconde una lffiagen revolucionaria del mundo:
se quiebra el dominio total de la idea de susrancia y se conabe la re-
L-i metafísica aristotélica se fundamenta sobre la ontología de la
lacion como una forma primigenia de lo real del mismo rango que
sustancia: en este cuadro metafísico la relación es un accidente y una
la sustancia» J.1. Por eso el mismo Ratzinger babia dicho antes: «D
ele las últimas categorías: TO OC itpÓ¡; n 7tÚVtWV i1¡1C1.crtCl 4lÚ<n<; n; OOOÍ<l
Dios de la fe se caracteriza fundamentalmente por la categoría de
t&v l<Cltl)yopic"bv fon 31 . Aristóteles rram e.>-plícitamcnre de la relación
relación [...] la suprema posibilidad del ser no es la de poder \'Ívir
en dos ocasiones: en las Categorías 31 , y en la .\[dafí.r1rt1 P. aislado, la de necesitarse sólo a sí mismo v la de subsistir en sí mis-
No se trata de abandonar esca ontología, algo que lkvaría a con- mo. La suprema forma dc. ser lleva la relación» 35_
secuencias desasrrosas en la comprensión misma del hombre, dt: La persona es el ser relacional. Esto significa que la persona exisre
los dogmas de la doctnna católica, sino de integrarla partiendo pre- realidad que se refiere a otras personas. La C}..-periencia ps1co-
Ct5ameme de la relación. «En la ontologta escolástica la relación era logtca muestra que el «yo» entra en relación ética con «otro yo». por-
--cosa simomanca- la determinación mas débil del ser, esto .:e que su realidad mas profunda consiste en el hecho de ser relacional.
entlcnde respecto a la primacía de la substancia. Pero s1 la Este carácter onrológico de la realizacion, debe ser bien interpreta-
ción del scr se entiende en claYc estrictamente relacional [...] la pn- do Ydisnnguido espcc1ficaml:ntc de otras relaciones. Ko se rraca de
macía corresponde, por el conrrario, al ser en rclac1óm> " ·Con wn· «relación accidenrah>; por esco, definir a la persona como ser re-
lacional no quiere decir privarla de su autonomía v disokerla en el
2'l Ci. G. ..01municazione.. dialogo ncll'antropúl<>gU contctn
porane», en ÍO. (ed.}. úr.lmrpnrar.(Íf/i t p01t i'Jikmo. ,'\11arr l'lt Jtlpt1111tr0? M:J:in área.de gra\ritación del «CÚ». Se craca de una esencial que ga-
1992) 182-186. . 1 tt- al «yo» y al «tÚ>> la propia subjeri,;dad. En efecco, la defini-
JO Jltt.;füua. XI\'. H\S8a23, o.e., -32: •Y L1 rcbaón e" ,k lS a
goru la que mt:nos es un:.i nar:ura.leza o •
ctón de persona como ser relac1on.'ll no significa que su realidad se
31 in, Úf(f.fln.11. - ,6b1-8b25. \'en;. de l'r. de P. Sam:iranch (;\h'1.UUr, Bueno• Aire' 19 1 en otro. La realidad de la persona ciene su expresión ps1-
60-69. cologtca en el «yo», y este «yo» no se identifica con el «tú», porque en
i i .• \fft.i¡i.ri.;:, \', 15, 1020b16-102lbl l, o.e., 269-275. • 1_
(,. 1.11E1.l'-lG, DogmaJilt. du 01rúllicbrn G/1J11brns, I U· C: B. Mohr, l ubanga 1!J 9) l re- ·· se <la aerta
larelaaon · · · E•l «yo» se define en función del
opos1c1on.
r.tmh1cn fin .. mi!'mlJ !'emid?, JI. ele cica a Bérullc: en
b, ion: «l·:n c•1c mundo. cst;l c:itegona de rd.'lCJon wu <le l:is ma' p1."<.jucn.l-.. f(11!'111110 cu:i:
tir.11ü n.-ro 1.1 catcgoria más poderosa,. mh imporr.mtc en el mundo de la A• ¡. J: E;,1fúhnmg ¡,, tÍJJJ ChriJlm/11111. l 'orlmm¡.m uber d<H A¡xutoliJrhr Glu11l>f11tbt-
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provtcric de.: que:, en la
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de la

1ma¡.?cn la
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l:i$ re ac1one>
ll'OtUU'"'
co 05 t%5 ;:r.fnis 1968) 143·1·1·1. Trad.: /111rodMrdr#1 t1lrri.rtranim1u. \'en.. de J.[_ Oomin-
on.g.:n dc l.b pcr..ona$ dinnas .: H. DE Ll i .1 L •!]Sltrr d11111rt:1.rt1trtl (,\ub1cr, P..i ti'(\ \ iil:ir .S1gucmc, Salamanca 21)()2) 155-156; Ja ella ele san Agustín: EJ1. P1. 68, l ,5, ct:
21 !;, noL1 2. Trad.: El mÍJtmo d1 lo sobmt,111m1•• \ er;. ¿, t ). Porcel y,\. Tonus (f·ncúefl 1965) -59,
lbid., 112. Trad., 125.
\l:ulnd 1991) 193. nou .30.
268 HORIZONTE VERTICAL C.9 lA DIMENSIÓN INTERPERSONAL
269

«tÚ», pero no alcanza nunca a ser el «tID>. La relac1ón esencial no ción la capacidad de fundamentar un nue'.·o modo de ser. La
hace perder al «yo» su originalidad y su autonomía. Es una relación comunión dialógica, es decir, la relación con los demás hombres
que tiene en sí misma la propia realidad. :0:'o asume su realidad de la respetando su autonomía relacional, es lo que consrirure a la perso-
naruraleza. El hombre consiste en la unidad-totalidad, por una par- na humana. Incluso admitiendo que el hombre se diferencia del ani-
te, de la naruraleza corpórea con sus determinaciones absolutas, v rna.l por la capacidad de «distanciarse del mundo 1 ,. de «encrar den-
por la otra, de la naru.raleza espirirual cuya realidad, en lugar de pr;. cro de si», Buber sostiene que el «yo» no existe en sí mismo: el
venir de estas determinaciones absolutas, es -abierrn, indeterminada, «)ºO» se encuentra siempre en relación. <i'o ex..iste ningún Yo en si,
libre. Las dos forman la persona que es un ser relacional en su totali- sino sólo el Yo de la palabra básica Yo-Tú) el Yo de la palabra bási-
dad de espíritu encamado. ca Yo-Ello. Cuando el c:er humano dice Yo, se refiere a uno de los
Una de las \erdades fundamentales de la revelación cristiana es dos» -r • Con una frase lapidaria, aludiendo al Génesis v al Fausto de
qu<: el hombre es imagen de Dios y, como tal, es fundamentalmente Goethe, dice: «.:\1 pnnc1pio está la relación>> 1•. Yo mi origen
relación-con-Dios. El concepto } el término mismo de «persona» en la relación con el «tID>. Como c:lice :\founier: la persona «no existe
marufiestan bien esta estructura relacional del hombre como ima- sino hacia los otros, no se conoce sino por los otros, no st: encuen-
gen de Dios. El npÓcr(J)1tov es el rostro'<>, el mirar-a (npócr-ronov fuy = tra sino en los ocros. La experienc1a pnmiti,·a de la persona es la ex-
[norrunatlYOj ID1tÓs (genitiYol = aspecto, tOStrO, Semblante). periencia de la segunda persona. El tú, } en el nosotros, preceden
Para la Sagrada Escritura, la persona es siempre el rostro, la ima- ft1 yo, o al menos lo acompañan>> • T,a «relación» que constituye a la
42

gen de Dios, el ser que está en diálogo con Yahvt.. La base de este persona no es, por canco, accidental. Se trata de una relación que
diálogo es precisamente la relación Creador-crcatura, \1Sta en el exme por sí misma y no de una relación que añade una perfeccic>n
sentido más ontológico posible 3-, pero stn oh idar que en Dios su secundaria a un ser ya extstemc 4 '. La persona no es un elemento su-
relación es igual a su trascendencia; como justamente dice Parcyson, perpuesto al indi\'lduo en d qu<. existe; no es el ser lo que es «perso-
«Dios se pone en relación con el hombre como absolutamente tras- nal>, (accidente), sino la persona la que es «seo> (sustancia). Podemos
cendente>> 3S. por tanto llamarla relación omológ1ca o esencial, porque <<la apertu-
Sin oh-idar el amplio análisis de la relación que ha desarrollado la ra a la altendad es esencial"' la naturaleza misma de la persona».µ.
filosofia de la existencia 3 , la realidad relacional de la persona ha La dificultad que existe para comprender a la persona como ser
sido bien expresada por Martín Buber en su filosofía dialógica u relacional se basa en el hecho de que pc:.rsona y naturaleza aparecen,
«omologia del "entre" (Z1l'ischm) •>. que se mediante la rela- en la experiencia psicológica, mnmameme unidas en una rocalidad
ción (Bezjeh111rg). la reciprocidad y el encuentro (Btgtg-
111mg). Hablar de «ontología del entre» quiere decir atribwr a la reb- 40
4
:\l. BL>aE.R, frh und D11. o.e., -9. Tr3d.: }ó.J ti, 10.
Ibíd., 90. Trad., 23.
36 Cf. Y. fu.urr parda. ltltr ptr 1u1a
:\(FIJ;JllORRE., 111<1.!foka (\'ica e: PcnsictO, • u
E. Mot::-;lliR. ptrtOllnalisnu, en Or11•,. s, m Scwl., Paris 196'.!) 453. Tr.id.: 1:1pmo11ü-
·'man 1982) 50,s. . . . n<Jtl en El pmol/'1/mno: ar.tologia (J(JUMi 1gucmc., Salamanca 2002) 699. Cf. J. 0Rn(,A \
17 ..rn Dios biblico es un Dios rdaciom.L Ahor:a bien, la pnm1.-ra rdac1on, l:l que el 01 • "5:1tr, EllxJ111b':.J o.e., 141-153: .,r_, v1d.i ntcr-mdh·idail. Tú- \ .0>> (i\lian-
bibhco ha en la cuna de lis fücriruns, la rel:món de _cre:it_!?n: :·En el l2 ,!idítonal-Rc.:nsca de Occ1dcmc, 1%3) 141-153.
creo Dio,..:»: P. Rtr.01:.Ul, «F1des qa'lcttns mtdlecrunw: Arr/.tm() d1 Ulow¡t.t 1-3 (1990) hlCin 11 Por eso hablamos ah?f3 del nexo mcmfi,ico como de Utr.'I p:iracip:ición, pero tam·
L P'W1l-O'i, F.Jislt11Zf m Génova 1985) . • com'?. de un mtcrc;imb10 o una rc'3c1ón: en cu:inro palabrn del ser, lap.nona rJ uttmal·
3 Basca pensar en d MiJ-dasmr de Hc1dcggcr. o en b tJ/'1idl4ra soual de Ort<-"g• \ · fil Pat'2 retomar una 'cz más b ei¡prcs1<>n hcgcli:ma, dcbcriamos decir que dla es
cr. J. ÜRTI:C. \ ' GA."óSET, En lomo a Galiko. o.e., 61; camhién, !:/hofllbrt' la.r,tll!t. ne., 1"'1 ,,
hombre está 1: rriitirit.ltrabieno a.I orro que él, 3.1 o con otras p2labr:a•: 1Si:kS
t'· 51
nusma en cuanro es para om), pem que juntamente es pira otro er. {f(anM tJ p.ira si:
\' y la diferencia llegan as1 2 conjugarse prcci$1mcnte en paniciplción } rd.1oón»:
mda NllD tk 11r;¡oJro1 la f11c'1fa tk r 1'tÍSf1tt1, había tcnidr1} a la cxpcnenc1a b:btca de que: • F..s1ert' t p.;rola, o.e., 53·54.
los que no •on ..yo", los es[...] .rilrum.i • L PAI®-sor-;, Esislt11z.iJ t ptrsqna (U Génm-a 1985) 188.
270 HORIZONTE VERTICAL C.9 LA DIMENSIÓN INTERPERSONAL
271

que podemos llamar Ja persona concreta. Además, la persona aparee, fundamental está constituida por el 1rusmo dato
en las relaciones que se establecen concretamente con los demás y decerrrunado o 11atil'Ítole. Esto quiere decir que la naturaleza humana
que pueden llamarse., según la cerrninologfa ariscotéilca, es «tiacuraleza» --determinación-, pero naturaleza «abierta>. -in-
accidentales, en el sentido de que no entran en la consocuc10n esen- determinación-. Esta indeterminación fundameoral no es una li-
cial del indi\·iduo, sino que simplemente lo perfeccionan. Es necesa- nuración, como en los seres mfrahumanos, sino una perfecaón· es
no sostener. c;in embargo, que la persona como <;t:r relacional se 111a- ape_rcura, espintuaildad, libercad fundamental. El hombre,
11ijitslt. en estas relaciones., pero no puede confundirse con ninguna este dotado de una naruraleza, posee una indererminación funda-
de. ellas en particular. mental que es Ja raíz de su Libertad. El hombre presenta, por tarJto
La pi.;rsona no es tampoco una «relación sustancial.», esto en su estructura íntima un «desequilibrio», o, como he dicho anees:
imphcaria que la per<;ona fuera simplemente una sustancia o una na- una cierta <<imperfección sustancial», que es el fu.ndamemo ontoló-
turaleza sin ninguna otra condición, v dicha interprccación no sólo gico de su libertad }'que constÍCU} e su miseria r su grandeza: finico e
se nos presenta incompatible con el dogma trinitario y criscológico, infinico, cerrado y abierto, condicionado } libre; es, en una palabra,
sino que <;1gnificarfa también un abandono de.. la metafísica del scr- un espírih1 encamado, persona h11111a11a, ser relado11a/. La persona es, en
comunión. Por esto la hemos llamado relación esencial u ontológi- consecuencia, espiritualidad-altendad.
ca, para c\'Ítar cualquier equívoco distinguir hipóstasis y sustancia. Con esto no he pretendido definir completamente la persona;
persona r naturaleza. la persona tiene aJgo de inefable porque también su espirituali-
Podremos esclarecer toda\·ia más lo que estamos dic1cndo al pre- dad-alteridad es inefable. Para definir compJetarnente la persona se-
sentarlo de otro modo y sigwendo el pensamienro de De hnance ria necesario alcanzar esa percepción del que es un claro 1rune-
El hombre puede decidir el sentido) el valor de su \ida, \ esto lID· d e la La dificuJcad para definir a la persona
plica en él una aert1. imperfección, <>, si se prefier:, _una pro\'lt:ne de su mcomparablc subhmidad. También el ser es indefini
nación sustancial. La perfección no es un dato El ble, ) la persona es por exceJencia ser, don, apertura, relación.
curn vocación es hacerse a sí mismo, surge de una mdcterrrunacton
on.tológica. La perfección humana presenta un doble aspecto:_ par b) La persona tofllo rdadó11 a la l11z de la T ri11idad
una parte es un don gramito, un dato a 11ah'l'itt1le. por la otra es truto
de h espontaneidad y de la Libertad dd sujeto. D e este modo, el La explicación del misterio crinita.no como relaciones subsisten-
hombre, ciudadano de dos mundos, presenta necesariamente WU tes, nos ayuda a comprender el constitutivo for mal de Ja persona
distancia metafísica encre la perfección obtenida a 11atÍl'ilale Yla de- como realización esencial. D ada la analogía exisrenre entre perso-
terminación del significado y valor de su ex.istc.:nc1a mediante el acto na dm.na y persona humana, si la persona dinna es relación subsis-
de libertad. Es esca «Ímperfecaón susrancia.i», es decir, la nacur:i'eza también la persona humana debe participar del caráccer rela-
cspiritl.41.1, la que hace que el hombre pueda considerarse al Cll1Stn° 0_0nal, con una semejanza esencial que no queda suprimida por la
tiempo como sostenido por ella y como lo qu<.. la supera. La clifereneta . . entre n tos
. onrologica · \ el hombre. Si la analogía tiene un
leza espiritual del hombre, por más que se encuentre decernun;td real, en el hombre, como en Dios, la persona es ser rclac10nal.
cspecificada (soy un hombre y no un perro) , esca· consULUt·d escn- _, s Cierto, como dice sanco Tomás 46, gue en la Trinidad este carácter
cialmente por una indeterminación fundamental, ) aún mas, e:..W es del todo singular, pero no podemos negado de modo absoluto al
¡¡· di:
45 et: J. m F('.; Existrr...-r N lib. rf,. o.e., 213-2H; ro.. Confltl/Ss.Jl/tr:il' {':! 29()-299
• • J
<¡aaj •Fílius ex ip.,3 relaaonc c't persona sua enim rdaño csr pcrsonlllita!i.
Bro11\l.er, P.uis 1966) 3()0-302 ád ur (GrccJo,, Madnd 19 1) - lll ali1s rebus non Te in !i/1. Smt.. I d.19 q.3 2.2 ld l.
272 HORIZONTE VERTICAL C9 LA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 273

hombre, porque entonces desaparecería eJ fundamenro de la ana. ru humana no hace a C risco menos hombre. La cristología necesita
logia rrúsrna. además subrayar la analogía esencial entre la persona dn-ina ) la per-
El ideal de la persona se realiza en D ios; la persona humana es u son.'l h umana; ¿de qué modo, entonces, podría la persona clidna del
imagen v semejanza. . \unque la comunidad de tres en una \'erbo desarrollar en la naturaleza humana la función normal de una
sola naturaleza sea unica y no se repica como ral en la humarudacL ella persona, sí esca analogía no exisocsc.? Si como Persona di\'ina fuera
conscitu\'e el modelo del que proviene coda omunidad humana en completamente cliscinta de las personas humanas, no podria arumar
razón la seme1anza exisrenre enere las crearuras : el Creador; la Tri- una naturaleza humana. . o podna consátuir en la humanidad de
nidad es el modelo de todas las comunidades } de codas las personas. Cristo la personalidad que realiza en él todas las funciones que las
La Trinidad es el modelo de todas las comunidades, ya que cons- pt:rson as humanas asumen en los demás hombres. Si la persona di-
tituye precisamente la más perfecta comunión de personas. Es ra- ,·wa es ser relacional, es en Cnsro autentica persona, solamente si la
zón primordial por la que los hombres son creados en comunidad. persona es, en modo analogo, ser rclac1on:tl en Dios y en el hombre.
Es cvidentL que el hombre no existe en abstracto; mas btt:n existe,
siempre solamente, en dos modos posibles: o en el «modo
lino» o en el «modo femeruno». Cuando D ios creo al hombre, di10:
e) El ro11repto 01110/ógico dr perso11aJ' s11 e.vperimda psirológira
ro1110 s1geto de ro11rimda.1 de libertad
al hombre :t nue..<;rra [...] \'arón y
jcr los creó» fGén 1,26.2). D ios no creo individuo sine
Las reflexionc.s metafísicas sobre el dogma trinitario y criscológico
una pareja formada por el hombre) la mu¡cr, una \..Omumdad desu-
confirman eJ resultado de una expcnencia psicológica fundamental.
nada a extenderse. Los dos tienen la misma naturaleza humana, ht-
La diferencia que permite la denominación de la persona humana es
cha a imagen \' semej_anza de Por tanto, las personas son
la racionalidad, la apertura constitut:i\'a de la naturaleza Para
cialmcnce comurutanas ) <'comurucables», como dice. \Iourucr . El
poder hablar dt. persona humana es necesaria la naturaleza racional;
hombre y la mujer han sido creados como complcme_ncarios.
es éste el dato distintIYO de la persona en comparación con los otros
cialmence en relación el uno con el otro, y su comurudad retle¡a la
seres. D e la defuúción de Boecio sc. dem·a que la persona dice sobre
dh·ina.
todo «aoonalidaci», que t.s la diferencia específica que clisungue a los
La Trinidad ofrece también el modelo de toda En cuan·
hombres de los imfü i<luu:i. En la difcrenaa específica de la «ra-
ro relaciones subsistences, el Padre, el Hijo y el f spíri u San o reali·
oonalidad», como apertura al ser, o como rclaaón consáruriva, se
zan la perfección de la persona. Se debe, ramo, que encuentran todas las características \ dimensiones sobre las que can-
coda persona, cualquiera que sea, su realidad y pcrfccc1on con .
to instste la antropología contemporánea cuando habla de liber-
no en un.a entidad absolur:a en s1, sino en una relación. Esta rel:tdon
tad., proyecto, ,·ocación, relación. etc., porque es fa racionalidad la raíz
constiru,·e el ser orientado hacia los otros. Es un dinamismo
profunda de donde manan escas y de. la que son manifestaciones } ac-
busca \ comunicar la propia riqueza. Por esto. la ausenct2
• . · mnguna
· · · • de 1a tos segundos. El <<Subsistente>> está profundamente ligado a la «naru-
<le persona humana en Crisro no unplica pnvac1on
rale-/.a racional» y ambos son parte integrance de la persona. C na ra-
perfoccion absoluta que se oene en e1 om re, porque la personl
. h b · de cionalidad stn la subsistencia no es en realidad todavía persona, la
está constituida por la relación v no por un elemento absoluto 0 .
, p or esto, esa ausenci·a de perso- naturaleza humana de Crisro, al no ser subsistente, no es persona.
propiedades y cualidades humanas.
Tampoco se exige que la rac1onali<lad esté presente como operación
I:. l\looa1 R. l...r;'>ern1malzsffl?, o.e., 453. Trad., 699. Cf.J. 01ut.C.:i\ \ Gt\.'-'ET, El en acto, sino que es suficiente que esté presente como capacidad
J lagmlt, o.e., 141- 153. CSL!lcial: así, es también persona qwen duerme, el disminuido, el feto.
274 HORIZONTE VERTICAL C.9 lA DIMENSIÓN INTERPERSONAL
275

Escos dos aspectos, la subsistencia y La naturaleza racional. son indis. mana y no al orden de la persona. Por es re motivo en Cristo, Ja úni-
pensables para cener la persona. . . ca persona es la persona di,·ma del Hjjo de Dios. También hov
La insistencia de la filosofia contemporánea sobre h conacnoa, la cualquier idencificación entre alma y persona haría surgir de
libertad, la reciprocidad y la intersubjetividad como propiedades la dificultad que Apolinar no pudo resolver.
esenciales de la persona, no cambia el concepto adoptado en cl .conci- Con acierto se define la persona como sujeto de concencia ,. de
bo d(. Calcedonia, antes explicado. Penetra ) ahonda detemunados liber tad, pero es d.istmguir entre el indinduo que picdsa ,,
aspectos y los enriquece con un profundo análisis c_uan- su inceligencia, entre el individuo que quiere ) su ,·olumad. Es a;í
do el Concilio afirma una sola persona en Casto, reconoce unplíc1ca- que en Casco exisccn dos Yoluntades, d.inna y humana, que no pue-
mente en él un solo sujeto de concicnoa y de libertad. Al afirmar el den identificarse con la unica persona, las dos voluntades son disrin-
alma raoonal en Cristo, no la priva de la actividad autoconsciente ras. sin confusión, como las dos naturalezas.
,. libre. Considera el alma racional como elemento constituúvo de la hay ningún inconYenic:nre en situarse plenamente en la pers-
humana y sirúa la conciencia y la libertad en el nh·el de pecm a de la pc;icología moderna ) de la filosofu comemporánea
la naturaleza. La es el <<St1biect11111» de esca naruraleza y, por can- que hacen emerger como propiedades de la persona 1a conciencia ,.
to, el indidduo de todas las actividades humanas. b liben ad. Ya en la concepción de Calcedonia era Ja persona eJ
No hay duda de que una limitación clt> secto- to de la actfridad racional. El sujeto de las acriYidades humanas de
res de la filosofía contemporánea es la tdentificac1on de la con-
48
conciencia } de \'Oluntad es una persona di\i.na. Estas actividades
ciencia y de la libertad con la persa.na. Este erro.r ya se había plan- no implican en absoluto una persona humana en Cristo. Todos los
teado en la controversia con Apolinar de Laod1cea, el datos de la psicología sobre la pusona pueden aplicarse a la persona
alma, caracterizada por la conciencia } la de Cnsto en su psicología humana e ilustran su función.
idencificaba con la persona. Si el alma espíritu , conc1enc1a de si,
libcrcad, es una persona, es imposible una sola persona en
Cristo. Existen dos posibilidades: o admmr dos personas en Cns- 3. lnterobjetivo, intersubjetivo, interpersonal
to, reconociéndole conciencia y libercad cfü mas ) >
mantener una sola persona, la di\.jn1l o la humana, } cx.clwr
· · · l a persona cfü'llla la climc.ns1ón ontológica de ia 10cersubjetiYidad ) anres
las dos conciencias ' libertades. Apolinar escogio •
• · de explicar sus ex.presiones fundamentales, connene detenerse brc-
,. excluvó el alma humana en Cristo. El pensamiento cante .
\emcnce a considerar las relaciones qm. la persona establece con el
m.uy sensible a la conciencia } libertad humanas de
mundo objetiYo, con las demás p<.:rsonas de forma general y anóni-
prefiere atribuirle una persona humana, excluyendo la dlYma. Pe
Ycon un reducido número de personas con las que estabiece rc-
el concilio de Calcedonia superó ya la dificultad .
laaones de innmidad. Las relaciones interobjeti,·as son las que esta-
Crisro un alma racional dotada de conciencia y de e d.
· d e si,
· · Liberen ) blezco con los seres del mundo mfrahumano. En el ámbiro de mi
cando que no ha) identidad entre alma, conc1enc1a
. 'fi . El ·::i1019,. en:uen.tro \'{;getalcs, anitnales y también otros hom-
Persona. El error está precisamente en esta idcna 1cac1on. rcs. Mi acatud hacia ellos no es unívoca. J\li acción hacia la piedra
racional pertenece a la naturaleza humana Yno es eUª la que con hu· 0
el vegetal me deja indiferente. 'No perciben mi presencia, ni co-
·
tituye la persona; es decir, perrenece or en e al d d la naturaleza
rrespond en con una
ra] · · anál oga a la mia;' e.s una re1ac1on· • unil
. ate-
4
. .al •>'·'de b filoSOfii
;\le refiero a algunos '<ectores de la fenomenolog12. del ex1:.1enc1 ism ; 1\ • /Jle. es piedra. pero }O "º .rV' _existen_te .para la piedra.
:uuli11ca. qlll solo es posible hablar de relaciones lnterob¡em·as ea sentido
HORIZONTE VERTICAL C.9. lA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 277
276

único, es decir, de mí hacia ellas. Hacia el animal la sicuación es ya que las físicas. \fi ,;da misma, mi pro-
cliversa. Él existe para mí y yo exisro para él; se da entre los dos pia aurodefinic1on y aucoposesion, es una autoposesión en forma
una co-existencia, pero tampoco aqtú se i:a más allá de la relación posirn'amente com--1\·ente. l:.s decir, de mi vida, en uno 0 en otro
intcrobjem a. Tampoco la reciprocidad entre los animales mismos sentido, forma parte formal la \1da de los demás» s .
puede considerarse sociedad; la palabra cuando habla de En las relaciones intersubjctivas se ,,,.e una experiencia esencial-
«sociedad humana» tiene un sentido espccificamente clisttnto de mente cliYersa de la expericnoa con los objetos. Los objetos están a
cuando se habla de «sociedad animal»; la sociedad humana es sobre nuestra son medios para nuestros fines; aparecen con
codo una comunidad. una altendad que es subordinación. La realidad del «tÚ>> está. en
Por eso, la sociabilidad, en sentido estricto entcnclida como inter- cambio, situada más allá de la utilidad; por esto es una relación de al-
sub eri,idad, es propia del hombre y queda excluida tanto del mun- ceridad, de comunión, de reciprocidad y com'f\·encia. Con Jos otros
do infrahumano como del sobrenatural. Los animales se organizan hombres no encuentro solamente personas parttculares, parecidas a
en formas de vida comunes siguiendo el propio instinto. Algunos, mí, smo que las encucncro unidas en un conjunto que es diverso de
como las abejas y las homugas, alcanzan un alto nivel de colabora- uno de ellos, los cuales tengo relaciones de alteridad, y el
ción «social». Sin embargo, cada uno de los componentes de la «so- con¡unto que consaruyen se llama «sociedaci». La sociabilidad com-
ciedad arumab> está ya preclispuesto por h naturaleza para este con- porra, por tanto. la relacionalidad, es decir, el hombre es esencial-
junto social. La función del particular en el grupo forma parte del mente relativo a los demás hombres, capaz de comunicarse prop1a-
instinto. Se puede hablar de sociedad solamence en senudo análogo. mence con ellos y de hacer surgir en ellos una respuesta co-relaciva.
Los seres sobrenaturales, por otra parte, no tienen una naturaleza Buber inclica bien esta diferencia de relaciones intersub¡e-
social en sentido humano; cada uno está dotado de todo lo necesa- tIYas cuando que en el lenguaje humano hay dos palabras fun-
no para alcanzar los propios fines esenciales; cada ángel es una damentales, oagmanas: ;o-llí JO-ello. }Ó-!IÍ expresa la relación del
esencia específica. hombre con otro hombre; J'O·el/Q expresa la relación del hombre
Ame otro hombre, surge la no,·edad de enconc:rarse frente a al- con el mundo 52.
guien que uene una verdadera rec1proadaa Su respuesta Lo interpersonal es. por tanto, el conjunto de relaciones que el yo
nu es parcial ni limitada como la del arumal; el orro hombre es capaz personal establece con los otros homhtf"s, libremente y responsable-
de responderme. tanto como yo a d. Con el otro hombre hay Esce conjunto de relaciones interpersonales forman la
clara reciprocidad, una verdadera relac1on · • mtersu
· b"1eova.
· <d..o so0al \·enc1a humana, que es una -acuv1dad intcrsubjerinl y pem.:nece i1 la
nos aparece adscrito sólo a los hombre·> "<>. El otro se revcl.a o se \'lda personal. Por com,,·cncia se entiende la relación entre dos \idas
0
manifiesta, su presencia es totalmente cliYersa de la de las co.;as ob· existencias personales; en ella hay siempre una persona que actúa
jecivas que están allá, fuera. El otro irrumpe en rn.i ex.1stenc1a n1e- sobre otra persona en cuanco tal. Para que se dé la comT:encia es ne-
diantc Ja epifanía del roscro "'· Respecto de los objetos. el hombre .se cesario ir más allá del altruismo basico, } actuar hacia el orro v recibir
sirve de ellos \ los modifica estableciendo una relación de co-e:xt'· l>1l respuesta, dando origen así a una realidad que es noso-
J ¡ · de al- tros: """set alter, }'O y él juntos formamos una nue,·a realidad. El no-
tencia; con otro hombre, en cambio, se establece una re ac1on
·
tcndad que va mas ' all'a d e 1a co-cxisrcnc1a
· · y se p one· e orno «con,'1- es la forma de relación concreta con otro, y por tanto,
vencía». «Por su convivencia, los demás hombres me afectan en un;t Primera realidad mccrpersonal. Al constituir la realidad nosotros nos
51 X.. .
49 J. 0RTI:C \ \ G El b<J,,1brr_1 la !Jlll<, o.e.. -4, 52 • Zl BUU, Sobrr ti hombrr, o.e., 224.
so E. l.L\1.' \..\ 1ot1u1l u iefmi, o.e., 37. Trad.. 89. BUBER, kb ,,,,¿D11, o.e. Trad.;-3-7.
HORIZONTE VERTICAL C.9. LA OIMENSION INTERPERSONAL 279
278

conocemos. Esto significa que el otro, hasta entonces un hombre dón, sino llamada a la respuesta libre en el amor. El amor intcr-
indeterminado y anónimo, comienza a destacarse de los demás. persinal implica la .auténtica delj'O y del ftÍ como perso-
Cuando la relación con el otro alcanza un alto niYel de comprensión r nas . Por eso, en la relac1on interpersonal el nnculo unitivo es eJ
convi\·encia, 1J llamamos intimidad El otro llega a ser para rru próxi. aroor oblari;·o. La de intimidad «ro-tú» surge solamence
mo, inconfundible; no es otro cualquiera. Entonces, el otro es para mí del don reciproco de s1 rrusmo ,. de la acogida del don del orro. Se
un trí. El tríes un hombre único, inconfundible, que des\·ela cotalmen- constiruye relación fuerte e. intima donde el genuino alc:ru.is-
ce SU misterio y al cual el)'O puede desvelar SU propio misterio, para al- mo crece sm dificultad. El }o se abre al prójimo, afumando al mis-
canzar la comunión de intimidad. El ámbito de la com·i\'encia que mo tiempo la propia objetividad frente al tú ss. En las relaciones in-
constiruye la relación 11osolros, es donde aparece el 111. el altruismo, lugar de vaciar nuestra persona
prore:tandola. a lo externo, la mterioriza y perfecciona llegando a
La relación de mi yo con el tú, me descubre como yo. «Por lo \·is-
ser mas coi:isc1entc _de los propios valores personales. Apoyándose
to es nuestro."º el úlnmo personaje que. aparece en la tragicomedia
en realidad, La.in E.ntralgo llegó más allá del «ser-con» (n11i-sei11
de nuestra '\ida» 51. Sé que SO) yo después como consecuencia de
de Heidegger, y presenta al hombre como «ser-p ara». La realidad
haber conocido el tfi 54• No se descubre el tú como un alti:re._e,o, sino
intersubjetiva del hombre es, así, misión, compromiso, responsabili-
que me descubro a mí mismo como un alter 111. Como dice Ebner: 59
, comuruó? con La comunión es, en efecto, la expre-
«El vo no posee una existencia "absoluta", puesto qu<. solamente.. ston de la 11oslreidad zub10ana, donde las personas no son sólo indivi-
existe en la relación» ;:; con el tú. Se puede y se debe, por tamo, ha- duos de una colectividad, sino un <<nosotros»: tú y yo 60.
blar de la dimensión dialógica del ) o. Esta visión del hombre se
pone en los antípodas de la que presenta Max arncr, cuando afir-
ma en su obra E/ 1i11icOJ s11 propiedad: «Yo no quiero la libertad de los
hombres, no quiero la igualdad de los hombres, no quiero más que 4-. E)l..'Ptesiones y formas fundamentales
mi poder sobre los hombres; quiero que sean m1 propiedad, es de-
de la dimensión interpersonal
cir, que sirYan para mi goce. [...] He aqw, pues, en lo que consisten
rnis relaciones con el mundo. Yo no hago nada por él, "por el amor La intersubjem"Ídad, como dimensión esencial del hombre, se
de Dios'', no hago nada por el amor del Hombre, sin•J yuc lo que de diversas formas, que consutuyeo su " . Esta
hago lo hago por el amor de 'Mí. [...] Yo no v1Yo tras una \'ocación de es .fruco d(. la abundancia del espíritu que pue-
mas que Ja flor se abre y exhala su perfume..: por deber. El ideal oncntar la dec1s1on libre haeta el encuentro o hacia el enfrenta-
miento. La relación «yo-tú» es ciertamente una de las e>.-pres10nes
·'hombre'' está realizado cuando la concepción crisuana se transfor-
ma y v1ene a ser: ·'Yo, este único, soy el hombre"» 56• '39 P. L...n.; li'-'Tll\LGO, Ttorfu J rralid1d dd otro, U (Re\'Í5t:l de Occidente. .Madnd 1961)
La relación interpersonal del nosotros está marcada por la llarna - ·250.
1 ;a CT e l aru.li.
Q\"J.nt. .s1> d e J. OH r1xAXCJ'. _Dr ÍÍt!f ti dt J'a11":t• o.e., -. Como sugiere en el
da recíproca entre elJ'º y el t1i. El ser del /1( no es para el ro impos • propoS» } como me lo confirmo c:n ocasiones en convcrsacione.>
es esu segun.d dii:ion
la · · 1:1 umc:i
· · que el autor reconoce como \",ilida respecto al contenido;'
SJ J. ORTLG \ y El tombrr.J la gtnk, o.e., 181. ediaon nene para él soumemc un valor biswoco.
P. L \Jx E:-:tRAIGO, Tuma_1 rraiidad dtl o.e., JI, 31-34.
Ibíd., 194. er 60
X._ Ztauu, Sohrt d /;qm/Jrt, o.e., 274.
s; E Et<:..! .R. D.u 1n1rl 1md áii gtiIJigm RLalitalrn. P11mH1aJol<>g.11ror i"nrJ.t!lflllt tBrenn0 : 61
192 l 244. Trad.: L; Palabra)' !aJ naliá.ides apin't11alu. \"crs. de J. M." Garrido ¡ .\.Ct. J. B. Lon, !ch, f?11. ll"'ir. Fra¡,r1111m dm .\fomhm O· Knecht. Frincfort 1968' 96-123:
R. Fa Lt .Phtno»1molog, (Duquc:snc Unrvcrsny Press, Pinsburgh 1965);
pai:rós, \l.adnd 1995). _ . .. • • . P
l' l"rrh, jiltJsOjir.r (PH:nsas Z:i.ragoza 1991 244s.s; J. P. SAJt"RE
» \l. Dtr 1:...mz.tg• IUl4 m11 Eigrrrt1U11 (O.\'\ 1gaud, l 1845). frad.: El
tire ' 1 k r.eorrf. o.e., 4 D-482. Trad., .+55-532. "
p"")it-i.IJ, 11. \ro.. de P. Gonz.ile.z Blwco Blrcdona 1985) lil-17.!, 213.
280 HORIZONTE VERTICAL C.9. lA DIMENSIÓN INTERPERSONAL. 281

más altas, y constiruye aquella relación especial que se llama amor ro amor en su 'ida, no puede llamarse un hombre completo y verda-
interpersonal. Existen, sin embargo, otras deramente l.tbrc. Por otra parte, la cerceza de ser amados no es menos
les de signo negativo, como el conflicto y el odio; o tamb1en aquellas necesaria para una Vlda \"erdaderamente humana. El amor quiere ser
menos interpersonales y más objeti,·as, como la utilidad, la indife- reconocido. El hombre no puede realizarse plenamente sino en el
rencia, el abandono ) la soledad. Ortega y Gasset, al bablar de las re- don y en la comunión con el otro. El egoísmo reprime las posibilida-
laciones intersubjeti\·as, distingue entre relaciones inter-individualcs des más bellas y más grandes de la persona. Viceversa, quien ama está
v relaciones sociales 62• Se pueden, por tanto, distinguir seis expre- frente a los demás en actitud de don, y por eso está en relación con
esenciales de la intersubjetividad: el amor, la solidaridad, ellos en estado de profunda libertad r realización personal. ::-\o se
el conflicto, el diálogo, la indiferencia, la soledad. puede amar sin ser uno mismo y sin elegir al otro. Querer el bien del
orro no sigrufica imponerle un elemento externo, sino promover su
libertad. Sólo quien ama la libertad del otro, ama -verdaderamente.
a) E/ a111or
Quiero que cú seas. <<Amar es querer que el otro sea y sea plenamen-
La dimensión interpersonal se pone en relieve con mayor claridad te» M . Afumar al otro y promoverlo en su ser es el verdadero signifi-
cuando se considera la función del amor en la existencia humana. La cado del amor. <<El amor --dice :Kédoncclle- es una voluntad de
verdadera dimen«ión interpersonal se da en el amor., o como dice promoción. El yo que ama quiere ante todo l:i existencia del tú; quiere
l\fax Scheler «no se conocen las personas sino por la amistaci» 6.J. Tan- además el desarrollo autónomo del CÚ» '·7. Todo amor auténtico es in-
to el amor que un ser humano recibe de los demás, como también el condicionado, desinteresado, oblari\'O y fiel
que da a los otros, ilustran la misma dimensión interpersonal de Amar significa asumir el ser y la vida del otro; significa hacerlo
e.x:isrencia. El amor recibido de los demás está entre los factores mas existir en mí y, al mismo tiempo, acoger su ser para existir en él. En
determinantes para el desarrollo y el equilibrio de la persona, no me- el corazón de quien ama está presente el otro, no de forma abstrac-
nos que el amor ac&•o hacia los otros. Es conocido, en ba.'>e a una lar- ta. sino según su particular y singular modo de e.'<istir, ya que es
ga experiencia., que la carencia de amor verdadero en los pnmeros siempre una persona concreta la que se ama. En el amor el otro no
años de la 10fanc1a, y también después, conduce no raras Yeces agra- ha dejado de ser él para llegar a mí. Está en n1í según su propio ser,
ves desequilibrios r profundos trastornos en la aunque permane7.ca e11 sí mismo. EJ amor, en efecto, es unidad en la
El amor es la realización más completa de las posibilidades. d:J di\·ersidad, comunión en la pluralidad; existe sólo si yo permanezco
hombre, y no es posible sin el otro. Llna persona sola) aislada deiana yo mismo, aunque sea transformado en el otro. El amor dice esen-
de ser persona. amaáa, en efecto? Y si no ama, no es cialmente don, acogida y respeto. El respeto es la acritud que corres-
na 64. Esta encuentra en el amor la plenirud más grande del propio ponde al carácter absoluto y sagrado de la persona. Respeto } amor
<<El amor -dice Wojt:yla- es el acto que explaya más completunen· se implican recíprocamente. El respeto evidencia el reconocimiento
te la e.x.istenoa de la persona» 65• l_;n hombre que no vive un verdade· del .otro en su uruc1dad e inviolabilidad; el amor sub.raya la gratuidad
desinteresada del don y de la acogida. Un amor impuesto seáa falta
6: J. Qn-cA, G'&'>rrr, El hliTl1brtJ lai_enlt, o.e., 75-76. , , fr1llckc; de respeto ) por eso mismo negación de sí mismo. Aquel a quien
6! :O.i. !)e-¡ 1u .l'.R, lrtsm 11r.d FomJttt der Gurl111tttdlt lft'rh. '-" ( BiicnO'
Bcrn2-Múruch 1973). Trad.: Eso1ria.) farmJS iÚ la 1mtj>alia. Vers. de J. Gaos (I..o,ada. amo está en 111i, no para ser una cosa mía, sino más bien para llegar a
Aires 1957). d<>s 51.11oab ser el principio interno de mis actividades. Todo verdadero amor
"" Esci claro que: c:.ta forma fuerte de hablar no se refiere :t los actos ¡J¡
consntución fund:llllcmal de la pcrs002. Cf. :O.l. OH Ul'.\.\fu."<O, Dd 1mllr.tt(lllo ,,..
iida_. o.e., 200.26-. 1 Di. Fr.-..A.-.;n., Ess,,i sur lizg/r h11111am, o.e. Trad., 4r.
K. Wo¡n1.A, A•ary f'd/JOllJabiliJmf (R226n y Fe), o.e., 86. \! "- ..xi:-;cau:, Vm "'le pbi/QIDphi( di Jizmr;;ir u tk ptmn11!, o.e.., 15.
282 HORIZONTE VERTICAi. C.9 LA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 283

puede dccrr a su modo como decía Pablo de Cnsto: «Ya no \'i\·o yo, b) Laju.sticia_y la solidaridad
sino que es él quien Yive en mÍ» (cf. Gá12,20); pero para que el otro
viYa en mí, es necesario que baya todavía un mí. S1 el otro me pose- Escas formas de relación interpersonal son percibidas de modo
vera hasta el punto de engullir mi personalidad ) mi libertad, el amor muy especial en el mundo contemporáneo. La justicia suscita admi-
perecería; no seria ya amor, unidad, SUlO rJción; la in1usricia provoca reprobación, indignación } rebeldia. Por
subyugación. El amor verdadero unplica por canco: un sentimiento de jusácia, los hombres se han esforzado por elabo-
te, que el sujeco, conjunramente, se afume renuncie a s1 mismo y se rar un código jurídico y dcfirur los derechos de las personas y de los
afirme precisamente renunciando a sí mismo. En el amor no hay pueblos. Pero el derecho positivo no corresponde sin más con la
nada que lo asimile al egoísmo. :-.:o ha) amor humano que no sea justicia, y mucho menos con la solidaridad. La ley no siempre se
una sumisión Yoluntaria v como una abdicacion ante el amado, identifica con la virtud. Ha} una separación entre lo que es legal ) lo
pero una abdicación en la. que la \ olumad se afirma, que su- que es moral, que frecuentemente llega a ser verdadera oposición
cumbe, porque el amor es fundamcncalmcnte una dec1s1on libre de cuando la le) es injusta. Por eso la 1usucia, como virtud, no puede
la voluntad que se abre a la persona del otro. De igual modo que )O definirse principalmente como el respeto de la le) Éste es
mantengo mi ser, debe mantenerlo él; es necesario que d otro. nos un concepto pobre de jusacia.
deba todo, pero es también necesario que tenga una personalidad La justicia implica la idea misma de medida, de exactitud, de pre-
propia. El amor quisiera hacerse «irresistible>>, pero muere y se de- cisión; en la justicia no hay lugar para el desequilibrio, ni por defecto
grada si el otro no es más que un juguete pasi.Yo o el resultado de ni por exceso. Pero la justicia implica, sobre todo, la idea de ''irrud,
sentimiento pasajero. Puede llamarse amor solo como bien lo hace notar .\ristotelcs -i. el hombre justo no es sólo
aquel que permite al amado ser él niis1110. Ha), en el tondo de todo quien respeta la le) o quien es exacto en dar a cada quien lo SU) o,
amor, como un c<\·oro creadoD> 6:1, donde si el amado no cxisucse. y sino más bien el profundamente \'Írruoso, que no se deja dorninai·
el amante tmi.era el poder, lo haria existir Amar es dar cona.nua- por las se conduce con moderación, 1u7..ga con prudencia y
mente la existencia al amado -\ es decirle tú no morirás nunca. Por es solidario. Esta es también la idea de «hombre justo)) que st:: cienc
lo demás, ¿no es propio del amor suscitar, frence a sí, otras. liberu- en la Biblia y que concinúa toda\'Ía hoy en la cultura judeo-cristiana.
des capaces a su yez de entregarse? Se ?ºr tanto, dcctr_quc la De 7.acaóas t: Isabel el E\•angelio dice que <eran 1ustos delante de
relación interpersonal de amor es don, dcc1s1on a fa,·or cu, pro- Dim,,> (Le 1,6); también de José, el esposo de se dice que era
moc1on del otro, tendencia a la unidad en el respeto de la divcrs1oa:I
«¡usto» l\It 1, 19). L'l 1usticia representa ct.SÍ el compendio de una
L'l actitud opuesta a la relación de amor respetuoso es la ;- \ida virruosa r honesta.
ción utilitaria, el sentimiento egoísta, pero de esto se hablara mas
Q ueriendo especificar aún más el contenido de la justicia. se puc-
adelante.
decir que implica tres aspecros: igualdad, equidad, solidaridad. La
6S Cf. G Ho1110 11aJr;r. <=,o; ti mu milnpl¡piqu• d( l'upimrur Igualdad -2: todos los hombres son iguales sin distinción de raza,
• • ., • J '- \cr<. '
Cl<imccv 19441 13.'\ 163. T r:id.: Huf!fD 1ialor. Proll'J.Ómn1ns a 111111 ttlffefJtJf.111r"' upmir:.._a. religión, posición social, edad, comicciones religiosas, filo
\.I ' l. de Torre" iguc:me, Sabrnanca 2005) 109: 135. . 'º'·
. o políticas, minusYalías físicas, mentales o psíquicas, etc.; jus-
6'Í 1 sto es en el fondo d amor creador de Dws: :un:mdonos nos !1.1 exi
- Cf. J. ÜRU:G' y Gi\."SCT, Ertudíos sobrt d a11M; en Obr<Js rompl!1a1. o.e., \!, 559. ticia es no hacer discriminaciones, tratar a todos sin preferencias o
·¡
<hi<J Étit.1 o Nkr,11111ro, V, 2 \'cr.;ión di.' J. J_ Calvo :--.ianincz
72 2l}JJ) l 55ss.
cr. G. BAZOU, C1u1/¡zj.1 r 11?,N.{t:/únz.a• .\ladt/li biblia . forcdliana. Brc:ma 20(151.
284 HORIZONTE VERTICAL C9 LA DIMENSIÓN INTERPERSONAL
285

favoritismos, reconocer a todos igual dignidad y valor, tutelar los de- ro de. leyes creadas por los hombres para defenderse de los demás.
rechos de las minorías y de los débiles, eliminar las diferencias into... El aJ amor como promoción del otro, lo cual
lerables entre los pueblos de la tierra. El hombre y la mujer tienen no es posible sin la creación de estructuras de derecho y de ¡usricia.
igual estatuto e iguales derechos; en particular en lo que atañe a la El amor crea por eso derecho ) justioa. Esto nos peonire recons _
Ja educación y el trabajo; un salario igual para un trabajo de la antinomia entre la justicia y el amor, según la
igual valor. La justicia sjgnifica también equidad es el princi- cual 1usto sena qwen cumple sus obligaciones legales o contractua-
pto jurídico de origen romano que expresa la exigenc1a de adecuar les, caritativo seria qwen va más allá ) entrega mas de lo
las normas de la ley al caso particular, con el fin de atenuar, en algu- que se le pide. En realidad, <<la justicia se encuentra en la grande rea-
nos casos, la severidad del derecho positivo. En la historia del pen- lidad del amor, en el moYimiento nusmo del amor, que es primaria-
samiento humano, el problema de la equidad ha sido inseparable del mente respeto a la justicia. Con frecuencia se habla de la jusac1a y
de la justicia. Equidad es sinónimo de justicia ideal, de eqmlibrio en del amor en modo excesivamente abstracto y se distinguen Jos ám·-
la administración de la justicia, teniendo en cuenta las situaciones de biros como si fueran exclu) entes. Por el conuario, la justicia no
r
las personas su mayor bien. De aquí que una aplicación rígida de la ni s1c¡wera posible y no extsaría sm el amor, al nnsmo tiempo el
ley se haya considerado siempre una injusticia: S11m1J111111 i11s, s111111na amor encuencra en la justicia un campo de realización y de acción
i11i1tria, porc:¡ue si una norma se aplica dgidamenre, no llega ya a co- concreto, aún consen:ando la capacidad de proyectarse más allá>> -rt.
rresponderse con el ideal de justicia ) la justicia misi:na queda dismi- . El amor, cuando es auténtico, no se considera opcional y depen-
nuida. Pero eqwdad significa también dar a cada qwen lo que es de- diente de la bu:na Lucha contra la rnjuscicia, se hace apre-
bido según sus méritos y valores; respetar las diferencias; superar la miante y empu1a a acciones generosas. El amor es una refi.n.1.da for-
1usticia jurídico-contracrualisca ) distóbuir adecuadamcntt los re- ma de justicia, que en el encuentro con la necesidad se transforma
cursos. El último aspecto de la justicia es la solidaridad: dar a en nusericord.ia o compasión. L"l justicia ob¡eriva que no queda sos-
uno según sus necesidades. Este elemento está ya presente en E11- reruda por el amor, puede deformarse y convertirse en justicialismo:
ca 11iro1ntiq11ea. En efecto, . Aristóteles había formulado un.a teona d.e S11n1n11m1 i11s, s111J1n1a inilma. En nombre de esta justicia sin amor, se
la justicia en el intercambio económico, basada en la meruda al otro, como en la ejecución capital, privarlo de la
trica , arit.métJca, ut:ilizando como parámetro de medida la neces1- propia libertad, expoliarlo de los derechos 1ná:s fundamentales.
dad ;ubjett\·a, en el sentido de que «en la contratación las relaciones intersubjeth·as fundadas sobre una justicia
determinan las relativas posiciones de los propios bienes segun fa por el amor. es crear un orden social digno del hombre.
satisfacción de las necesidades»..,.,. expresó esca solidaridad en un principio ético, el imperatiYo
La justicia, en relación con la solidaridad, cambia aquel aspecto pracuco: «Obra de tal modo que uses la humanidad, tamo en ru per-
objetivo e impersonal, r entra a formar parte del mundo .del sa.na como en la persona de. cualqwer otro, siempre como un fin al
«El amor --di.ce Ricoeur- tiene la misma extensión que la 1usooa." · i:usmo tiempo y nunca simplemente como un medio>i ..... La solida-
Por eso, no es exacro ver la justicia en primer lugar como el con1uo- unplica la conciencia del \'Ínculo ontológico c:¡ue une a todos
hombres; de ella nace el impulso a colaborar y participar en el
13 Cf. J RAWLS, justrre os Foimus. rl R.t:JlaJ(Nmll Cl.larv:ud Univcrsil:)'. ten de toda la comunidad humana.
2001) Trnd.:Jusliaa ff-'!10 tq11itiad Vccs. de M..\ .. Rodilla (fccnos, Madnd 1986).
74 \RtsróTE.LES, Enea a Sicórtot0, X, 8, o.e., 304ss. ffl11{¡t/i:!lld
75 p RlCOEl11, «Le conflit, signe de contradicaon ou d'unitb>, en A\.\'\., Co11d f-r,¡oce. p Se U..>J'(l,1, •Dcscñzione deU'amore la t:Illclizlone cnsruna.:. 1/phn
roeflits: nairsaruc d'm1t soriiti.. U 1fl Stmirir:r St1riak tk &r.nts (Chromque !x>Ct Je e • 1 '1998 452.. e

Renncs 1971) 192. l. Gn; 1dl()!.1111¡, \!'r Mtl.'f'lf11ik dtr Sillrn, o.e., 429. Tr.id., 117.
286 HORIZONTE VERTICAL C..:.9 LA DlMENSION 287

c) El r01if1ir/o lucha de clases por la emancipación de los obreros es la eA-presión


rnás clara de este conflicto.
Entre las formas de intersubjetividad mas tratadas, junto al amor, J. P. Sartre presenca en su filosofía un doble conflicto: por una
se encuentra ciertamente el contlicro. Los antiguos gnegos YCÍan en parte la oposición radical entre la ob1etividad del «en-sÍ» } la subjeti-
la lucha de los contrarios la causa originaoa del unin:rso \ d mocar ,·idad del «para-st»; por otra, d conflicto en el interior del «para-sí»
de b historia del mundo. La historia de la humanidad tesumonia que que se presenta como una ,·ersión acrualizada del ho1J10 ho111i11i htpus,
siempre ha habido conflictos, y que están ligados a nuestra contin- con su libertad absoluta y con la famosa descnpción de la mirada.
gencia. En épocas más recientes, Hegel, y Sartre. h.an tratado el J.,,'\ oposición corre el <en-sfo ,. el «para-si> es un elato objetivo insu-
conflicro como una forma positiva de la mcersub¡eandad, por no primible, y el conflicto más radical de todos donde no hay posibili-
hablar del psicoanálisis de Freud, que puso el conflicto las ten- dad alguna de conciliac1on. Por lo que concierne al mundo de la
dencias fundamentales del hombre. Para Hegel, los conflictos sur- subjeci,;dad del «par.HÍ», ·<el conflicto es el senado ociginano del
gen necesariamente de la toma de conciencia de. sí mismo. Su expre- ser-para-orro» 8 , porque mi hbcrrad absoluta queda limitada por la
sión ópica es la relación amo-esclaYo -\ que durará hasta el día en libertad del otro. El otro t:s siempre ) necesariamente aquel que se
que el esclavo, transformando el mundo trabajo, tomará opone a mí y me prirn de la libertad. Su mirada me reduce a ob¡eto:
conciencia de sí mismo r dará la vuelta a la s1ruac10n, haciendo que el otro es aquel que me ha robado mi mundo 8 . La coexistencia es
el amo dependa de él. Karl l\Iarx mantiene este aspecto de la filoso- un estado conflictivo en el que «el infierno son los otros» según la
fía de l lcgel. Para Marx el tema principal y explícito de su antropo- expresión de Samc al final de su libro P11erta cerrada "2 • Ésta es la. idea
logía no es simplemente el hombre, sino el hombre altenado r llama- típica sartnana de la rcc1procida<l falhda y de la imposibilidad de una
a la liberación de su enajenación. La alienación es una situación relacion interpersonal, la cual es una «puerta cerrada>> a la cual es
confllCtl\ a del hombre consigo mismo ) con los demás, cuya causa mútil lb.mar. Puedo inrencar afirmar mi subjeti\ idad de dos modos
79
principal es la pen-ersión de las relaciones ••El 1gualmente conflicti\'os: mediante el amor, haciéndome objeto de
hombre del sistema capitalista es un ser deshumaruzado, tanto fís1<:3 deseo y seduciendo al otro, o mediante la posesión del otro a modo
como espiritual.menee. La enajenación fundamental de Ja de objcco . cx1stt..ncia está de todas formas en permanente con-
capitalista repercute en la alienación social:_ la soc1edaél en flicto. Incluso la creencia en la existencia de dtos es expresión del
clases, la la s1 en s•:l conflicto, porque en realidad Dios no seria sine la existencia absur-
rema. Esta al1enac1on lle,·a consigo la alienac1on poüaca, es dcclf.. da y concradiccoria de un ''para-sí/en-sí/ para-sí>.
r stado como forma concreca de poder, que encarna la clase "i'\édoncelle busca hacer una síntesis entre (<para-si» y «en-sí»
nanre v que manifiesta exactamente la ºº. lntroduciendo un tercer término, <<la intcrsubjem;dad»: en esca
<le todos los ciudadanos. El Estado cap1rahsta e1erc1ta su dorouu perspecriYa, roda concienc1.1 es <conciencia de algo» en el sentido
mediante la estructura enajenada y enajenante de la burocracia. l..:i de que no esca replegada sobre.. s1 misma, sino orientada hacia
Otra cosa: solamente que. esca «otra cosa», sin la cual la persona
711G \\'. ¡ des Gri.rlrI, o.e., lX. Tr.td., 117. h clll
:1.1 R'" \f..m11s1....;,,,, /844. o.e.• 235ss.. Tr:ul.• l Retomando el concepto C'l1 .,,.
. . r c.l0 concrc·-
L
"· • ..... •
no tic :iliciuctón (01tii11ssmmg). le da la vuelm y le .imbuye un s1gn1 1c:i (j(lll
1
J P S\RTU., l.'(lrt nlt111f, o.e., 413. Trae!., 455.
no e' p el momc.1 110 de un proceso ideal. sino el resultado de un proceso rc..tl, P' r lt>1d 3B.
co-,ocial uuc roca al hombre en su concreta sm1ac1ón de ir.1b:1jador. L-i :i.11en.1cion r.- cr· J P.• H11tula1. o.e., 181-182: «.:l•s csu: el mtic:m "h lo habru crci<lo nunca
' , conílictU.1.1
eso un esudo . . . Sl.IIO pracoco.
no tconco, · · O e :1qw·1a · un ·,obre leo de ru:nrc1.1.h? El azufre, el la parrilla... de parrilli;
bach: •l.os fi16rofo, sólo• h.in ir.lrrpr tado el mundo en modo c.1·11crcmc. · ah ora'·e enea lnfiemo son l1h mrosi•.
trJ!Ufamt1rli : Ín, ThtJm 11btr FcMrbat/;, en MEG l. 1/5. p.t>9ss. J. P S T r. 1.'itrt d lnm:/11. u.e., 413,s, 42')". Trad., .w-s$, 464ss.
288 HORIZONTE VERTICAL C9 lA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 289

consciente no seria no es un objeto bruto, un «en-si» sólido e poder sobre nosotros hasta el punto de que nos reducen a esclavi-
impenetrable, sino otra concie?cia, otra persona, otro «para-si» con tud» El egoísmo puede generar agresiYidad., engaño, seducción,
el cual se entra en comunión. Esta no es sm embargo la perspecttva esploraaón, violencia. Para salir de estas situaciones conflicfr•as ge-
de Sartre. neradas por el egoísmo ha) una sola vía: entender que todo
).fas allá de estas teorías que exaltan el conflicto como método de de mí con un acto de libertad., decidir caminar al encuentro dd
progreso histórico b4, hay que reconocer que el conflicto es una for- otro abandonándomt. a mí mismo; entender, además, que el otro
ma de inrersubjetindad negativa, que, sm embargo. puede tener tiene un valor inviolable. y ninguna circunstancia será mom·o su5-
causas contrapuesras. Puede ser generado por el egoísmo, la cerra- ciente para que yo pueda abdicar del respeto debido.
zón, la agresividad del hombre; pero también puede surgir a causa El egoísmo, deóa antes, no es la única causa dcl conflicto; éste
del compromiso por una auténc.ica realización del hombre. puede también originarse a partir de buenas mteociones, de la gene-
El conflicto generado por el egoísmo lo presenta bien Bu- rosidad y del compromiso por una auténaca realización hwnana. La
ber en estos dos te::-..-ros tomados del libro El ra111i110 del ho111bre, que contingencia y limiración del hombre lle\ a a entender la realidad de
ofrece una serie de narraciones según la enseñanza hassídica. «Es modo diYerso y, en consecuencia, a tomar decisiones que contrastan
necesario que el hombre se dé cuenca, sobre todo él mismo, de que con el modo de pensar las elecciones de los demás. Quizás se qwere
las siruacioncs conflictivas que lo oponen a los demás son sólo con- alcanzar el mismo fin, pero con métodos contrapuestos. No obstante
secuencias de situaciones conflicti,·as presentes en su alma; ) que las buenas intenciones } los propósitos sinceros, suxgen inttitable-
por tamo debe esforzarse por superar el propio conflicto inceaor mence conflictos. Esre conflicto es tanto más doloroso cuanco que Ja
para poder así dirigirse a sus semejantes como un hombre transfor- falta de comprensión la oposición se da en personas naturalmente
mado, pacificado, y cola.zar con ellos relaciones nuevas, transforma- cercanas y con las que se podía contar más: padres, amigos, compañe-
das» ss. El origen egoísta de este conflicto esci. en el hecno de no re- ros de trabajo, miembros de. la misma asociación, vecinos de casa, co-
conocerse a uno mismo v a los otros como personas, de objeth·arse, nocidos. Es un contlicto que, en nombre de la verdad, de la fidelidad
de pensar que para resoÍ\ef el confhcto es el otro quien debe cam- a la propia conciencia, puede llevar a situaciones drantlncas de discri-
biar. Pero no es así; como dice Buber, es necesario comenzar Por minación, aislamiento }' ohido. Baste pensar en la dinsión de las fa-
uno mismo: he aquí lo único que cuenca. milins por motivos ideológicos, rd.giu:ius o económicos: se puede
El otro texto es igualmente signific.'lti,·o: «Todo conflicto entre pensar en la historia de. Galileo Galik1, o de tamos otros invesagado-
mí y mis semejantes dern·a del hecho de que no digo lo que res honestos, vícárnas de la sospecha, humillados, arrinconados. Y s n
no hago lo que digo. De esce modo, en efecto, la siruación entre 011 Y los autores de escos contlictos han actuado no por egoís-
los dcmas se enreda v se envenena de nueyo y cada ,·ez más; por lo :ino por fidelidad a la propia conciencia y por una auténtica reali-
que a m1 coca, en mi descomposición interior, incapaz ya de contro- zaoon humana. La hiscoria de los santos en la Iglesia está llena de io-
lar la siruacion, me convierto, en contra de todas mis ilusiones, en su de acusaciones, de segregaciones, de humillaciones,
dócil esclavo. Con nuestra contradicción v nuestra mentira afünen· muchas veces en completa buena fe por amor a Cristo ) el
tamos ) agravamos las situaciones con.flictl\'as ) acepnunos S\J b1tn.de la Iglesia. FI confltcto, en este sentido, depende de nuestra
contingencia y no contradice d amor, al contrario, lo manifiesta en su
·' Cf. el an.1lisis hecho pai: SCHELER c:n Dtr GrnJJJt da Kri(¡p 1111;/ dlr !J.ndJthtiJ}\r:IJ
'\'\ Bucher, Lcrpzig 1915 . Cf. el comem:uio de J. ÜRTI!G \Y en su libro 1 'P1'
Pureza, pero también en su limicación terrena. El amor auténtico, que
11 •.1trrJy Je 1,11erra akr1Jtw, o.e.. 192..<0;S.
s M. füJDER. Dtr IV'tg da ,\lnmhr11 trMh <kr fbauidiuha1 ulm, en irrrrkt, o.e., m. - Ibid., 729.
290 HORIZONTE VERTICAL L.Y. LA UIMtNSION INTERPERSONAL 291

quiere el bien objet:iYo del otro, se opondrá al mal que tiene atado al can discintas, expresión cada una de ellas de una persona que tiene
otro y que a Yeces defiende encarnizadamente: padres que se oponen un y una identidad definidos. A menudo, en cambio, parece
al hijo toxicómano, que frecuenta malas amistades, que abandona la necesano camuflarse y cubrir el propio rostro para estar frente al
casa para unirse a grupos esotéricos. En codos cscos casos el amor, orro: es el diálogo de la tolerancia, de Jos mínimos comunes deno-
que se compromete con el bien objetivo del orr·), se hace signo de minadores, de los así llamados Yalores comunes buscados a cual-
contradicción y es fuente de conflicco. Pero el amor verdadero acepta quier como. punto de parada, en lugar de punto de llegada de
los ncsgos los sufrimientos de un conflicto que le es imrinseco: un cammo ¡untos. A menudo esta posición está animada por
«¿Creéis que he venido a rraer paz a la cierra? Pues no, smo divisiónl) buenos sentlmlentos r por un deseo autentico de encuentro, de la
(Le 12,15,, y lo acepta hasta la donación de la propia vida por el bien rolerancia posiciones diferentes, pero no lleva lejos, y creo que
objetivo de aquel que se le opone: «Por esto el Padre me ama: porque no ayuda ru a entenderse más, ni a poner las premisas para una me-
yo doy mi \ida» (Jn 10,l". I\o es ésta una exaltación del conflicto, jor com'i\·encia ) un ennquecmuento personal. Si se mira sólo lo
sino la constatación realista de la limitación humana. Esta concienci que ha) de común, el riesgo es que se termine por pensar que, en
orientará la acción hacia el bien, intentando evicar los contrastes, pero definici\ a, se tiene el mismo parecer que el interlocutor, quizás con
no se engañará pensando que ha de encontrar en este. mundo la pa:z alguna pequeña e insignificante. diferencia. Pero el dfa en que u.no de.
perfecta. los dos descubre que no es así, podría disminuir o perder totalmente
su credibilidad en lo que hasta ese momento había dicho. El diálogo
no consiste en decir lo que agrada al interlocutor que se tiene delan-
d) El diálogo te; esm pertenece quizás a la diplomacia. El diálogo auténtico re-
El diálogo es una de las e..xpresiones interpersonales más alcas, quiere amor por la \'erdad a cualquier precio y respeto del otro en su
mediante la cual el rn sale de sí mismo \ se abre al otro. F.n el diá- integridad; no es minimalista, sino exigente; por eso no busca sólo
logo dos renuncian al estabkc1endo rela- Ja tolerancia, sino el interés y preocupación por el otro. El diálogo,
ciones que fa\-orecen el conocimiemo y el respeto reciproco. El diá- por ser cada \'ez más altrmsta, no puede limitarse solamente a pro-
logo no significa solamente ni póoritariamentc resohcr conflicto", la tolerancia. En efecto, más allá de garantizar la libre expre-
cnri9ucccr :· ennqueccrse con el don de sí mismo y con la aco- ston de otro, debe parnr del interés por los contenidos expresados
gida dd otro. Dialogar es, en cieno senrido, dar cuenta de por otro. Un diálogo que. estuviera guiado solamente por el espíritu
mismc s, dL nuestras com 1cciones y modos de \ida, porque en el de la toleranaa correría el riesgo de quedar privado de esrímulos
diálogo S(.; da r se recilie ..-. En el diálogo la persona debe hasta caer en la indiferencia. Dialogar, en efecto, no significa sólo
hacerse entender, manifestar el propio punto de YtSt•l, comunicar la escuchar, respetar, sino también demostrar vi\-o interés por lo que el
propia tnamidad. Pero debe, rambicn, acoger, esperar, respetar al Otro puede decirme. El interes por los argumenros de otro puede
y
otrc en su diversidad estar preparado para el cnnqucc1miento. r hasta admitir su preferencia respecro a los propios. El ejemplo
cuando sea 11ecesario, también a reconocer los propios crrore!' · de quien ha enseñado a dialogar con respeto por todos, a
La primera condición para dialogar es la conciencia de si y de 1:
1 tra,·es de una escucha interesada ) atenta, ha sido Sócrates.
propia identidad; que haya dos \·oces ) que las dos 'oces pcrmanez- Si la primera condición que ha} que exigir a ambos interlocutores

P"'!!m
ef G r \"-l"P.'", í11/Ja da de/Jupmof/11. L-r riJkmor.r s11/li1MJO: 1:m 1, tprs/(m lfJ§4,.fi!!"
P.. , o. Cimsdlo Bals:uno 200(1) tr.
( 1 r. P.MC:l'..\L, a.'"""icaaqn m PlaJM (PPti, fürcckma l!J<J{,) '2{,6.
:I
es la conciencia de si y de la propia identidad, la segunda es el deseo
hacer conocer al otro la propia posición de manera integral, no
amence de las parres que no lo molestan o no suscitan preguntas,
292 HORIZONTE VERTICAl C.9. LA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 293

y de conocer la del otro en su complejidad, para aprender a discer. dro, el dialogo es importante porque puede ayudar a practicar el dis-
nir y para entender a quien se tiene delante. Esto no siempre es fá. cernimiento, qwzás partiendo de los que son definidos y vividos
cil, sobre todo cuando se trata de nlores que tocan lo íntimo de la como <<\·alores comunec;». Es verdad que estos valores no -consotu-
propia conciencia. Para los cristianos, esro significa, por ejemplo, yen el fundamento del diálogo, pero representan Ja ocasión histonca
no poner entre paréntesis los ac;pectos que forman el núcleo central que hace que se encuencrcn personas de fe } convicciones dtfe-
d(. la fe, como la encarnación, la muerte, la resurrección de Jesús, renres, aunque lleguen de recorridos lógicos y antropológicos di-
Yerdadero hombre y verdadero Dios, la dimensión trinitaria de ferentes. El fundamento del diálogo no es, por canto, un conjunto
D1os. Y significa también no concenrarse con adecuarse a la proda. de afirmaciones teóricas, ni una serie de Yalores, sino más bien la co-
mación común con las otras religiones del monoteísmo. Por pane mún condición humana que :mplica la apertura al otro. Seria equi-
cnst:iana no se debe ok:idar que presentar sólo una parte de la propia ,ocado, en nombre de las diferencias irreductibles que existen, ne-
fe, o reduar su densidad por miedo a perder consenso, engañar o in- gar la posibilidad de rccorndos comunes\' de encendimiento sobre
ducir al alejamiento, no contribuye al t:ruiquecimicnto del diálogo. algunos aspectos específicos; hay que ser, sin embargo, consciente
Si éstas son las dos primeras condiciones del diálogo, nos pode- de que se podra Uegar a algunos puntos cruaales en los que, tras un
mos preguntar todavía cuál es el auténtico fundamento del di.1.logo. cramo de camino común, los dos itinerarios vueh-en a divergir.
¿Es un fundamento de tipo ético y de conviYencia ci\ il, o hay algo Es tmportamc que en el diálogo haya respeto y apertura. El diálo-
más radical sobre lo que se pueda fundar en d plano antropo- go se d a de forma elernda en la relación de amor donde alcanza su
perfección, porque quien habla lo hace de modo que dispone al otro
lógico?
a la confiada, y quien escucha manifiesta simpatía y acogida.
La inteligencia es un dato que percenece a la naturaleza humana.
En el dialogo de amor no se comunican ob¡etos y cosas sino perso-
que insta al hombre a interrogarse sobre el signíficado y sobre las
nas. Por eso, la actitud básica para un diálogo maduro es el recono-
implicaciones úlomas de su existencia y del uniYcrso, ' que llega a cimiento del OtrO, de SU dignidad )' de SU Yalor "ít.
hacerle intuir la existencia de D ios, el cual se manifiesta en la Re,·ela-
El diálogo tiene una relación estrecha con la palabra y los gestos
ción. En esta perspectiva abierta del cristianismo, hay un daco de que el rostro marufiesca. Gran parte del diálogo entre las personas
partida que es comun a todo hombre, un dato de naturaleza que se pasa era\ és de b palabra oral , dL los gl.'SLOS que la acompañan,
desarrolla) se lle\"a a cumplimic::mo l.'ll el encuentro con el sib'l'tlifica- a unportanc1a conoce bien la psicología de la comunicación 91.
do último de la realidad. pero que codos lo pueden comparúr. En Pero el diálogo puede existir incluso sm estos signos. <Así como
este senádo, la noción de derecho natural representa un terreno co- tampoco el intercambio <le palabras más constirun.: una
mún a todos los hombres, y permite el reconocimiento de los llama- conYersación [...] así, por otra parte, una conversación no
dos derechos universales. El fundamenco del dialogo es esta natura- de sonidos, ni s1qwcra de gestos. El lenguaje puede renunciar a toda
leza humana común. Por otra parte, en la visión bíblica, el hombre cadencia sensible y permanecer lenguaje >
-y no sólo el creyente- es creado a imagen de Dios. Por eso.
dos los hombres pueden encontrar est:.'l «imagen» di...-ina, que seí\:JrJ
de Yalor comun a la humanidad, si buscan profundizar en el scnodo
de la Yida y purificarse a sí mismos. En el cristianismo el valor de Ja
naturaleza humana es fundamental para la revelación. Ln este cuJ- 11! Cí. mis addantc en capilulo comunicativa interpcrson2lo.
u scstadisocas muc.'rran que la mímica del sobre roclo lns contnbuTc al
100 en la transmi!ilón de contenidos. •
"9 Cf. umh1e!n d capírulo Vil: «Hiscoricid1d human:i, vcrd.1d ,. •lBL'l!ER. %1'üspr.xlx, en ll-1-rh, o.e., I, ¡-5,
294 HORIZONTE VERTICAL C.9 LA DIMENSIÓN INTERPERSON.A.L
295

e) La i11difan:.11tin)' In 111a11ipulac1ó11: la porque la «gente>> lo hace. ¿Quién es la gente? Todos ,. nin


concreto 93. • guno en
ro1110 lo social anó11in10
Lo social anónimo
:..1 ·
consiste en acth-idadcs ,. actitudes d 1 h
.• - e om re
b
En el desarrollo social. la relación con el otro ha sufrido notables a 1as q ue 1es f:a.ata 1a mtcnonzac1on ·v la personalizaa· • n ·dad
' 0 · A
es
Yariaciones, pasando de la relación estrecha emrc los miembros de: un como el saludo, la lengua, el guarda que nos prohibe eJ paso ·
pequeño grupo, al anonimato de las grandes ctudadt.:s. l ioy nos en- 1 d · ·d d h , son por
un o acm'l a es porque requieren el uso de la inteli-
contramos con un tipo de relación ampliamente d1 fundido y que de-
genoa. por el ?tro, ni nacen de la persona individual, ru ésta las
pende de la organización de nuestra sociedad ci,;J, que podemos lla- qwere, rulas hace y muchas veces ni siquiera las entien-
mar neutro, indiferente, ademas, hoscil. El modo de vida, Todas esas acm'1dades que hacemos por cuenta de un sujeco
la organización de la familia y del crabajo, las megalopolis multiétnicas
un'.er_sonal, que y y que llamamos la «genro> 0
y multiculrurales, los medios de comunicación social con su tendenaa
Ja s?n tenomenos propiamente sociales pero no interper-
homogencizadora. el desarrollo tecnológico, multiplican los contac- sonales. Fenomenos que aparecen en nuestra \'Ída personal, pero
tos entre los hombres, pero a menudo crean actitudes de indiferencia, 1
qu_e º? nacen ..d e amor ) d<.. la relación íntima. Su fuerza uninn es
desintcres, cuando no desconfianza ) hostilidad en el trato de unos mas bien 11/i/idad. Su indifen:ncia afectiva incapaz de favo-
con otros; todo esm, acentuado por una compctiti,·idad agrcsiv11 e m- recer relaciones de comuruon mterpersonaJ. Se vive como máquinas
considerada. El otro está cerca, pero no próximo; ::;e sabe que existe. y, cuarido ha) ocuparse de. los demás, se hace mecánicamente.
pero es un desconocido. Se puede uno cruzar por años con el Ycono J\1 otro le manipula, se le trata como un objeto al servicio de los
que. vtYe en el m ismo edificio, que coge todos los el.fas a la misma hora Esta manipuJación es b pctYersión más radical de
el Metro, ) no conocer de él más que el vestido que Uc\'a. La relación
la porqm: degrada a la persona a ob¡eto \. ol-
es sólo utilitaria r funcional para la adrrunistrac1on del condominio, ó- nda su d1grudad. ·
p1ca del funcionario al que se le pide un sen;cio. Que.. d billecc del
Emre los fenómenos sociales, los más típicos son: el saludo
\.Ictro me lo dé ese hombre u otro, o una máquina no hace ninguna l as op1mones,
· ·
la
la len formas de. educación. las costumbres.·
diferenaa. Incluso, si hubiera una máquina en su lugar, me ahorrarfa
tradiciones. Lo que decimos pe rquc se dice, ) Jo que hacemos
d saludo ) ganaóa tiempo. El otro queda despersonalvado, se le ch
porque
cial se hace as1, se llama coscumbre• uso • .i, , . los +-enome
• nos so-
un numero o un nombre común: en la u-cuela es un csrudtante. en el
son usos. Por eso, sus características son; a,. son acciones que
erabajo un obrero, en el un Yiajero; en el negocio un cliente; en
en vircud de una presión social; 11 acciones curn precis
el parado político un afiliado, en el .E:.srado un ciudadano. Se \1\'C en d
lo que con ellas hacemos, no nos <.:s plenamente mtdigi
anonimato que genera indiferencia. La indiferencia produce desincc-
e, ' realidades impt.:rsonaks.
rés, aislamiento y soledad. h caraccerísáca fundamental es la segunda. Al seguir los usos
\ [uchos pensadores contemporáneos, por c¡emplo, Orceg:i ' nos cornpor tamos como automatas, . nadie es el sujero creador res-
Gasset, r
H eidegger, han dado un jwcio muy ncgaÓ\'O de
Y consciente <le estos actos. FI comportamiento
esta relación de indiferencia y han apelado a la autenticidad de b,
relaciones mtersubjecivas, es decir, interpersonrucs. La\ ida
esueh e llegar a sc:r ena¡<..nación y dcspe;rsonalización del hombre que
"'"' accrsc a si- mi smo
- ·
un «mismo». hac1cn
· d o lo que la <«,.eme>, hacc
'
sonal está constituida por actos que cada uno de nosotros rcaliz;':t r--nsando eorno 1a «soc1e . d au»
..i.
piensa, diciendo <<lo que se dice». Es•
<::>
bre voluntariamente, conociendo por tamo el porque) el 0
de ellos. Lo social indiferente 'anónimo, al contrario, es un re¡i
· ·da d que realizamos como
d t acuv1 · •
aucomatas, no i·b
i reme,ore, '· º
111
., -
\
SS.
f;/ l;omlrr T l.1 r.mt(, fl.C., 198.
296 HORIZONTE VERTICAL C.9 lA DIMENSIÓN INTERPERSONAL
297

un trabajo inútil intentar salYar al hombre de cierta scrvidwnbre sin cuestión ¿es cieno que el hombre encuentra en la sociedad un eb-
salvarlo al mismo tiempo de est:l despersonalización, de esta pérdi- gro constanre de vida inauténtica? Los autores ames
da de sí mismo que representa el «espíritu de masim, sm enseñarle a y en los prerenden resoh·er los peligros de
ser d mismo. Cada uno experimenta, más o menos dolcntarneme, 0 con apclac1on a la \1da personal auténaca, a la in-
<le mock más o menos duradero, el deseo de c\·adirse de la socie- renort2aaon. La formula podría estar bien si se entiende la inceri ·_
. aliz . on
dad, no tanto desplazándose a vi,·ir en otro lugar, sino sobre todo zacton f · ac1on de. la ,;da social como asunilación cons-
viviendo de modo más personal. ciente Y libre; pero resulta problemática s1 se entiende como un
El individuo tiene dos posibilidades de sal,-arsc: modificar la so- alejamiento de lo social para encerrarse en un indfr:idualismo exage-
ciedad en la que \-ive, para que su vida resulte posible en ella, Ja postre destructor de la personalidad que quiere sal\·ar.
0 descubrir cuáles son las for mas que la sociedad le propone y que Esca bien que se rechacen los elementos sociales inauténticas, pero
él puede hacer propias; qué palabras puede decir qué no que se rechace lo social en su totalidad. Individuo r sociecbd, si
'lC itudec;, qué acth·idades... responden a su f odo lo se funden mediante la partiopacion, no son extraños ni contrapues-
que hacemos a útulo anórumo de miembro de la sociedad, lo h.ace- tos el uno a la otra r-.
mos m-ás o menos mecánicamente. Para transformarlo en acto libre, El hombre como ser finito, indt, idual e imperfecto, tiene necesi-
acto auténtico, debe someterse al control de la vida personal íntima. dad de actuando el dinamismo dramático de su
Solamente en este sentido la acción será acción mía, dc un sujero ser. Para de los demás hombres r se entrega
personal, consciente, libre. a ellos a tra\es del conocuruemo, el amor.. ., encontrando así su com-
Desde esta perspectiva, se encuentran en la sociedad. Pienso que sólo en b sociedad se desarrollan los ,·alorcs
cas oos1tJ\·as que redimen su inautenticidad. Lo social mas sublimes de la '1da personal espiritual: el conoci.nuemo y el
puede producir en el indi-ciduo efectos pos1úvos: o hace pos1bl.e la amor. .J?arse espiritualmente no es empobrecerse, SIDO
cuasi comivencia con el orro, porque las costumbres nos perm.iten el propio ser de persona. «Cuanco más nos abrimos a los otros más
prever la conducta de los demás individuos que no ahondamos en nuestra imenoridad. Ha) una aperru.ra al ex:erior
YJ obliga al indi\•iduo a progresar atesorando pasado en cuanto nos lanz.a de nosotros [.. J pero hay una aperrura al exte-
uuc la :;ocicdad almacena el pasado • se sm·e ele el; r) con la auwma- or nos intenonza, cuando ese exterior es un e::-..-rerior dotado de
,
tización . ·
de muchas acCIVldades. en el campo utt·1·1tano
· permite • q ue d IJltenond.ad, de subjeti\'idad» 98• Es cieno que Ja libertad del hombre
individuo concentre su vida pers 'Jnal y creadora hacia otros iatere· su actividad y realizar su ,·0cación de modo auténtico
0
ses, fa,·oreciendo así el progreso y la creatividad. . . , ,;. maurenaco. La autenticidad de las relaciones interpersonales se basa
Ferdinand T ónnies disungue <comunidad)) y «asoc1aoon.» • en al orro su dignidad de persona, aceptarlo en su valor in-
Ortega r Gasset <U'.elaciones interindiv1duales» y «relaciones
es» 96. Áqm hemos hablado de 1111trperso110/y social anófli1110. El
p10 de fondo es el mismo: en la comunicación con el otro pu
1
0
• pn: COndiaonado, respetarlo en su inviobbilidad ,. unicidad personal
Solamente s1· se cons1d era al hombre como
· un ser espiritual
· se
entender bien por qué Ja dimens1on social le es esencial. El
crear una relación social íntima que no me despersonaliza o csp1nru fi . d .
al ruto encarna o, e;n cuanto apmt11, es capaz de estar abierto
lación social anónima que me despersonaliza. Sin embargo, que
3
ª Otro en un reciproco
. .mt<.:rcam b"10 d e b'1enes, donados y recibidos

95 F. Gtmti!lfchaft U'ld Gmiisrhaft


1sodcnór.. \'c:rs. de J.-F. }\';ID
\'cr!ag· l.dpz1g 1sin. Trad.:
B:ucclon:i 1919).
f-
0 \\
:a
Pmo1111J ard6!f. \'cr,¡, de J. 1'Cfn.indcz Zulaica (B:\C Madrid 1982) J 14
L'A."°7 Act, ¡\¡\,\'\'., Ptr1otU1 .t1JdtJ..i. Alti t!rl VI di St11dí Fikef;,
% J. OR rL;G \ y G A&L:í. El bb1J1brt.J J.a gmu, o.e., 198 Proft.tson 11111m11tan ·Gallara/< 19.50 (Li\iuia, 1951) 226.
HORIZONTE VERTICAL C9 LA DIMENSIÓN INTERPERSONAL
298 299

a traYés del conocimiento} el amor; y en cuanto espíritu mcamado y Ja misma «i. Ln este sentido, el hombre no C.."'S individuo
ji11ito, tiene necesidad de la ayuda de los otros para poder alcanzar frente al arumal, smo ante otro hombre.
plenamente su Yocación humana. Pero además del hecho de. que en realidad toda sustanaa es •ndil'i-
d1111n1 pero to?o indiv1duo sustancial es persona, carnbiéo en el

t) La soledad
caso de dos indh 1duos humanos, el concepto de persona mas allá "ª
del de humana común a ambos, r dice algo más que la
Puede parecer extraño hablar la soledad, co':1o forma de c:ingulandad numérica )' la unidad interna presente en el i11di1úm11 de
relación con los demás, en un capitulo sobre relaciones interperso- la definición. boeciana. El concepto de persona indica que todo
nales r en la época de la globalizac1ón, pero 'l la cxiscenci:l humana hombre mconfundible, insusrituible, irreperible, unico,
no e es extraña la soledad. En lo íntimo dd hombre se encuentran no. aene por esto tiene dignidad.
si(;mpre dos polos: alteridad y uniadad, comunión <: irr(;pctibilidad, Kant disnngmo entre «precio» ) 1<d.igrudacl»; el precio es propio de
compañia soledad. Son la uniodad e irrepctibilidad de la las porque pueden cambiarse con algo equivalente, rruc.-ntras
las que fundan la soledad En el fondo de cada hombre extstc que la <.:s propia. de las personas, porque las personas no
una soledad congénita y como congénita y estructural es son no se repiten. L-i razón propia y específica del res-
la alteridad. Del equilibrio entre esros <los polos depende la autcnti· peco debido a cada ser humano no es la naturaleza humana común
ci<lad de. nuestra existencia humana. de la que participa, sino ser persona única e irrepetible. En el fondo
EJ concepto de indica una n.:ali<lad. que. es s111g11lüridad.im- no habría ninguna objeción moral decisiYa e insoluble contra Ja
prHble. es decir, la 1111icidad. Todo hombre es singular, de un.indi,;duo humano particular, si su perfección se pu-
insuc;tituiblc, irrepetible, único, podemos decir «solo ex.1stenc1al- diera reproduci: y voh·er a plasmar en otro ser humano. Si la perso-
mcntc». La radicalidad de esta soledad estructural esd. en el hecho na humana no tuera smo la realización sustituible de una naturaleza
de que la persona es un todo concrerisimo. en el cual está la hwnana, un simple ejemplar de una especie, entonces la especie val-
naturaleza de la especie con todas sus caractcnsucas, per? el su1ero dría más que indi,;duo, r d indi\ iduo particular podría r debería
se. -ipropia <le esta naturaleza de manera absolutameme singular, ?e quedar subordinado y eventualmente sacnficado al bienest.."lf gene.:-
modo que su existencia trasciende esa naruralcza. i¿i pc_rso.na se di-- b .cal no sólo pur !>U mdi,'1dualidad, sino porque esta
tinguc así de b. <1naruraleza> entendida como esencia, e indica lo Irrepetible y uruca. Aunque ex>stan ,. hara.n existido en el curso de
no pertenece "ª a una naruraleza uni,·crsal y común a muchos, smo la historia humana innumerables cada una ex.iste como si
lo que es únic.o de esta naturaleza aquí en este sujeto concreto. lo' fuera la única: ella es Slli i11ris el alteri i11co!l11111111icobilis IOl'I. Es un codo
indi,;duos pertenecientes a una misma naturaleza son tales por la, ·
concretís1mo, en e l cual esta· presente la naturaleza de la especie con
caractensticas generales <le la naruralcza por ellos participad.1 : en todas s us caractensacas,
· · ·
pero el sujeto se apropia esca naturaleza de
cscc sentido, rodo hombre es un ·md'1v1·duo porque pcrtcnccc ·a h· na- ;anera absolutamt:nte singular, de modo que su existencia rrascien-
. .
turalcza humana; se distingue as1 d e ¡os otros ·md"t\.1·¿uos· no huma-. di- esa naturaleza. Toda p<.rsona tiene características propias, no
1
nos, pero sobre todo de los indiv1duos humanos. La persona " ue CXtsten dos iguales. Esto constituye <<la individualidad diferencial» 101
· ¡ua l no so· 1o por ser una sustancia,
\"IC · smo· p<>r s. e•r una su·aaoci.t
· . . q:tli-
sc diferencia de otras sustancias de la misma <.:spcc1e: <la _ S?br, ti humbrr, o.e., 191.
· e · 1
da<l cnvueh-c mmnseca y formalmente la rc1crcnc1a ª.0 .; ¡rlt 1'
: , de
C(Jn:ras - termino •·111comunic:2blo•
una conccpcton de Ji
c:n la ttadición pJr:t mdic:a.r la unicidad, pan:cc hov
que Lt ve como alteric:Ud consrirutÍ\h.t. '
<luos,) no a otros .10di\1.duos cualesqwera smo . a mrº". ind1,·1duo • • t.: BJRJ, ,\ob" ti hDmbrr, o.e.. 192.
HORIZONTE VERTICAl C9 lA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 301
300

específica. La fórmula de Ricardo de Víctor, mentiae «len esta su intrínseca cliversidad consiste su referencia a los otros.
1 1
i11co1111111micabilis ex:istentia 112, marúfiesca bien esta realidad " . Cada hombre es ''a una" cliverso en sí y respecto a los demás» o5.
D esde el punto de visea psico-biológico cada uno es único no so- Cada persona es cal en relación con los otros; la indi'\'idualidad
lamente por su identidad genérica. sino también porque en la idena c<decermina en el yo esa dimensión según la cual el "yo" es un "ro"
dad biológica del inc:tividuo entran factores ambientales que orien- respecto de un "rú", de un "él o ellos", etc.> Por tanto, la razón
tan de modo propio su desarrollo orgánico. \<lemas, el de la indi,'idualidad de la persona ) de la relación esencial con los
de la personalidad, el ambiente social y cultural, la educación recibi- ocros es la misma: el grado ontológico especifico. La relación mter-
da lleYan a configurar una idenridad única. A esto .hay añadir personal, encendida en el plano ontológico, crea mi especifiadad
que la reflexión filosófica nos lleva a sostener la y singulari- humana y la autenticidad de nu existencia. «Pasamos de la tristeza de
dad dc:l alma espiritual en todo hombre, creada directamente por sentirnos incomprendidos, margmados, abandonados. sepultados,
Dios en cada hombre, y esm hace a cada persona humana no sola- al gozo de vernos acogidos, comprendidos, invitados a compartir.
mente individuo de nuestra especie, sino también única, irrepetible, [...] De esta manera nuestra existencia se '"ª tejiendo a tra\·és de una
sola en su existencia incomurucable. soledad) comunión, que nos hace pero que
Esta unicidad se manifiesta de modo patente en el amor. La esen- al nusmo tiempo nos punfica y nos hace profuncliza.o> 10-. La sole-
aa del amor es el r«!speto y Ja promoción del otro. F n el amor hay dad de la existencia humana no significa romper con el resto del
unidad en la dualidad de existencia. Un amor posesivo, que tendiera uni,•erso, sino más bien relacionarse con él. Quien se siente radical-
a eliminar h diferencia, negaría la unicidad de La persona y por eso mente solo es aquel que se relaciona constitutivamente con Jos de-
no sería Yerdadero amor. Por otra parte, en la muerte de la persona más y por eso siente la ausencJa de ellos o .
amada aparece clara la unicidad radical de la En el co:az.ón
de una madre, la pérdida de uno de sus eres h1¡os es - Dunensiones inauténticas de la soledad
insustituible; aunque haya otros_ cada uno existe como s1 tuera el
único. y la pérdida de uno de ellos es una pérdida cotal: . . La soledad radical puede conducir a formas de inautenticidad
La incomunicabilidad de la persona, si por una parte dice el el rechazo, el alejamienco, la margma-
inefable, por la orra no significa fruta de comumcac1on, de ªº.º· el aislamiento,_ el conflicto. Basta pensar en los inmigrantes, los
y cerrazón solipsista a las demás personas. \J contrario, la singulan- profugos, los refugiados, los enfermos, los minusválidos, los ancia-
dad y originalidad de cada uno funda la riqueza d_e_l diálogo }: de 12 nos: en estos casos la persona s<. percibe devaluada. tirada, privada
relación interpersonal. Es precisamente esta relac1on, entendida en de su dignidad, un peso para los <lemas. Piénsese cambién en los
el plano ontológico. la que crea mi espeaficidad de separados, divorciados, ·dudos prematuros, parados, drogaclictos,
co a quien no es persona 1i)"'. La individualidad, decía ZubU1, presos, p obres. En eJ mundo de estas personas «solas» se ha in-
-
la necesana rekrencra . a los d cm.as. 10
. din 'duos d e la m1.sma especie dtrodua.d una rotura que, a su vez, genera una espiral de roturas,
d incomprensiones y aislamientos consigo mismo y con los
to1z Cf. RICARDO DES\:-;\' C'"J"'1R, ?'
Trmr/11/1, l\', 23:.Pl. 196,94;. . áonc uitll ernas, que puede conducir a la depresión, al abatimiento y, en casos
tol Cf. L. \, rd.iovc. :tllo _:.t:ltu!O EdiUICC
no., en Poocifiaa Ae.1d= Pro Vio, Jdathla t 1/,1/ulo dr/J mbriu1.e (Líbr 5 s1 es!!' 1.
\"Joc.ma, Ciud.ld del \'aocano 1998) 93; Trad.: epistcr:iologicas 7.1:euu, Sobrt ti hombrt, o.e., 191-192.
rut.1 del embrión humano... en Pontificia Academia Pro V na, ldmtúf.ulJ m11t to
11 ... Lz dí111m1i6n histtirira tú/ str h1"111111(J, a.c., 123.
L 'hommt (/su prob/imu ti,¡,,¡ Li Úl!NÜrr d11 Chrut, o.e., 2.24. Trad.: El hom-
1nJ110 Imcrnac1onalcs Uni\"'ersiuri.as,
lll.4 \'é:m: todo el
2000) 96-?7·
de la antropologia dd diálogo de ,\llrun Buber oci l
. <lo ::ic:ncSte
íQú X: mas a la lxz. dt Cnlto, o.e., 270.
• Zusnu, SaJurakza. Hist&riiJ. Dior, o.e.,
HORIZONTE VfRTICAl C.9. LA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 303
302

extremos, al suicidio. 't'\o hay que ohridar que estas formas de sole- expresado por trastornos esquizofrénicos. Esta falta de
dad negatiYa se dan también en ambienres de «alteridad natural.>1 cone-xion con Yalores,. s1mbolos o normas• que podriamos llamar
como la familia: entre los padres, hijos y pariences; en grupos nacio- soledad moral, - . es tan intolerable como la soledad fisi,_,,. "- o mas· b.ien
nales, sociales ) políticos; en ambientes de traba10: entre compañe- 1a sole d ad tis1ca se 'ueh·c intolerable tan sólo si implica ramb· · '
'- 110 E h 1en so-
ros, sindicatos ) diogentes; en las comurudadcs rc:bgiosas: entre 1n- 1ed ad morav>. . 1 .ombre. tiene horror a la soledad moral que: rue-
d:\·i<luos y grupos internos, y hacia otras comumdades, en las ga su alcendad consmum·a. El mal más grande que puede sucederlc
asambleas de cristianos. Rota la alteridad natural \'producida la clivi- al hombre es levantarse..J:
por la mañana ,.•
constatar: 1·escov

solo• no
c;ión, se instaura la ruptura, r el ambiencc de acogida se com·ierte en amo a na die ) nawe me ama!
hostilidad, choque exclusión, has ca pri,·ar al otro del espacio nece-
sari) para yi\-ir. Esca soledad se hace más dolorosa cuanto más - Dimensiones auténticas de la soledad
siente como contraste de 11. comunión que: deberrn. presidir las rela.-
Si la radical puede conducir a estas formas de inauceotici-
c10ncs. Los miembros se cruzan sm hablars<.;, bajan tuercen la mi-
dad, por s1 misma.es la de posibilidad de una apertura real
rada; cuando las circunstancias les obligan a hablarse lo hacen con
lo que quiere decir que se puede hablar de una soledad au-
frialdad y distancia. sin «encontrarse» porque están cerrados el uno
cennca. Com? decía anteriormente, la unicidad de la persona no sig-
al otro. Lo trágico es que, a diferencia de las otras, estas formas de rufica cerrazon sol.ips1sra, al con erario, funda la riqueza del diálog ,
soledad se originan a menudo por buenas intenciones y por el deseo d la eJa ., ' O)
e r cion mterpcrsonaJ 111 • «Lll soledad -<:lecia García ).foren-
de. ser auténtico con uno mismo ) con el grupo de pertenencia. 1 2
ce- excluye el • Pero para que esto sea posible, es nc-
¡Cuánto cuánta soledad debidos a In incomprensión' cesano captar la pos1tMdad ) profundidad de la «soledad silenciosa»
Con cierta frecuencia, la salida de estas formas inaucénac.'ls de so- -llamémosla así- analizando sus dimensiones antropológicas.
ledad es Ü\"Í.r en la superficialidad. Se busca huir mediante una aca-
Yidad frenética en el trabajo o en la diYers1ón, mediante el ol\'ido de 1) Din1e111ió11 con111nicativa i11terperso11al
sí en la alienación alcohólica o alucinógena; se e\;ta el silencio y se
sumerge en el tumulto; se vuet\e la mirada a lo efímero con tal de La :s a
alteridad como el silencio a la palabra.. La sole-
no ,-er5e a sí mismo y la propia mísera situación 100 • com- dad implica un aucéntico c;ilencio. H eidegger dice que el
lengua1e es «todo un acomecimiemo histórico: el que dispone de la
p ctamente aislado y solitario conduce a la dcsintegrnc10n mental,
:uprema posibilidad de que el hombre sea» n. Para decir qué es el
del mismo modo que la inanición conduce a Ja muerte. Esta cone-
?ombre, hay que partir del lenguaje. Con estas palabras Heidegger
xión con los otros nada tiene que yer con el contacto físico. Un indi-
intenta resaltar la importancia de la comunicación para el hombre.
viduo puede estar solo en el sentido físico durante muchos años r.
Stn duda la comurucación oral y escrita es una de las manifestacio-
sin embargo, estar relacionado con ideas, 'alorcs o, por lo meno',
nes que re,·elan claramente la estructura interpersonal del hombre.
normas sociales que le proporcionan un sencimu.:mo de comunión'
.. pertenencia". Por otra parte, puede yi\·ir entre la g1.:nte no obs· Faow.1, o.e., 19. Trad., W-40.
tante dejarse vencer por un sentimiemo de ruslamicnto total, cuyo 112 u.rn, T on du dr.s Mt111rhm (J. fl..necht, 1955) 95!;s.
l4brt la ,.¡JjARC.1.\ l • Sm1/mkJs dd f'tnSJtÚJr, en Obrar (f,1l(/Jlttar, o.e., l/2, 278; ÍÓ.., Ent'!)O
resultado será, una vez excedidos ciertos límites, aquel estado de man . . pnl'atÍi;, en 1b1d., 449: 111-:1 soledad no con<1stc en quedarse solo. ConslSre cn per
eíaJ tccr 50!0. HJ.)" una solcd:id pasJ\-X la que sobrC\,ene c:asu.1.lmence. cuando el mundo so-
Un :.mpho tratado :.obre b soledad puede
IO'J en M. Je Cl!Rn \l - f. _Ha}: una soledad la nosotros mismos cream_os». ·
TASC. Lt solit11ik (Desclée de Brouwcr. París 1967). Tr.id.: so/fl'Lld. \'cr< Je P. C.i>D HEmr-c:c111., Z!' Hofámi,; D1.-IJ11m1 (Klo<;tc:nnann. Fcincfott 1981). Trad.:
llo Aparicio (Dcsclée de Brouwet. Bilbao 1969). J la (f¿>//lla d.! la f'«.ll'1. \en;. de J. O G rci.t Bacca \nrl-ropos. lhttclona 1994) 25.
304 HORIZONTE VERTICAL C.9 lA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 305

La palabra humana, además, no es una simple comunicación, sino sabio trenzado entre el tono y la velocidad de la \'OZ, las pausas y los
que al ser com·encional, simbólica y abstracta, de al silencios estratégicos. La gente no dice: «un silencio rompió el soni-
pensamiento. Palabra Tiene de paraboll1 = comparaaon. Parabola no do», sino justamente al contrario: «un sonido rompió el silencio». Lo
es sólo la evangélica o literaria, sino también la matemática, y ésta que quiere decir que el silencio, como la luz, es una manifestación
sabemos mu\ bien que es: la línea curva que -para entendernos-- de la realidad. Si se ha tenido experiencia de encontrarse en el cam-
recorre una piedra cuando alguien la lanza. Esto quiere decir que la po o en la montaña, lejos de las poblaciones, en una noche de ''era-
palabra une:. dos puncos, el de partida y el de llegada. Para que la pa- no o al alba, se habrá saboreado y gozado la soledad-silencio. Pero
labra pueda ser parábola, es decir, unión, además de quien habla se habrá podido hacerlo porque estaba punteada por las notas del
debe haber quien escuche y reciba. canto del grillo, del discurrir del arroyo o del crino de un ruiseñor.
La soledad-silenciosa, desde el punto de vista antropológico, es También nuestra experiencia humana, sobre codo en el dolor, nos
una Yerdadera, propia y profunda comunicación. Ya decía Euripides manifiesta lo elevado que es el grado de comunicación entre los
hombres mediante la soledad-silencio. En ciertos momentos de la
que muchas veces un silencio >ale una y le
vida, lo que se querría expresar es tal, que la palabra ya no sirYe,
hacía eco diciendo que ciertos comentanos no merecen ru s1qwera
como cuando se acompaña en silencio a Ja madre que ha perdido un
una respuesta. Por eso, la soledad-silenciosa no significa solamente
hijo.
exclusión de palabras y no debe ser cousitlerada, en sí misma, como
Pero hay más. Así como en Ja música las notas están en relación
negativa, como un estado de ·vado o de nada; al con erario, por su ca-
con los silencios, podemos decir que la palabra requiere como con-
rácter positivo es, como la palabra, manifestación de la profundidad
dición de posibilidad la acogida silenciosa del otro. «La soledad, si-
y dignidad del hombre. Esto es evidente en la artís?ca
tuando al hombre en el centro, Jo revela a sí mismo, en su libertad,
sical del hombre, donde las notas están en relac1on con los silenoos.
en el misterio de su insustitwble unicidad [...] enseña además a a
Sin Uegar a las sinfonías de Beethoven, comemos el instrumento
los orros con una misma mirada, no ya como una sombra indiferen-
musical más elemental, el tambor. ¿Cuántos elementos hay en el to- te o como un objeto que poseer, que explotar, sino como un miste-
que del tambor? Tam-lam, uno, dos. ¿Y en medio, qué hay?¿ S1 rio análogo de libertad y de unicidacb> 1 s. de {.;namuno hizo
fuera la nada no serian dos. ¿Qué divide el primer lan1 del segundo. de la aucéntica soledad el medio prh'Ílegiado para acrecentar la con-
el pnmer golpe del segundo? ¡El silencio! En las sinfonías de Bee- cienaa de sí y abrirse a los demás: «sólo en la soledad nos encontra-
thoven, ¿qué divide los movimientos entre sí? Lna pausa de c;ilen- mos; ) al encontrarnos, encontramos en nosotros a todos nuestros
cJO; salYo entre el tercer y cuano movimiento de la Quinta, donde la hermanos» 1 • Pero esto nos incroduce en la siguicnce dimension,
discontinuidad / continuidad no se encuentra en el silencio, sino en la kenórica.
el cambio de tema. «Como la luz r la sombra en l a pmrura, · como la
masa \' el vacío en la escultura, así el silencio } el sonido conscicuyeo 2) Dimensión kmótica
el bin;mo esencial de toda obra musical» 1 4 • Como decía
las palabras no tienen valor sino por el silencio en el que están in- Kenótira viene del griego KEvóco, vac1at, abandonar. La soledad pasa
mersas. Y esto lo confirman los lingüistas y el uso que hacemos del por una separación y lleva a un cierto distanciamiento del mundo }
lenguaje. Lo sabe bien el orador, cu.ando para comunicar sus ideas de los demás, para entrar en la interioridad de sí mismo. Se abando-
, · sino
recurre no solamente a la fuerza de 1a logica, · tarn bºien
' a Ja' dd 115
br, ll L.l\TOL1w.l.U. L 'hommt' rt m problh11u tÍd.111 la lktnirre IÍll Chri.rt, o.e.. 230. Tud.: El hcm·
.fllJ J>rr;bkmas o la IHz. de Cri.rfq, o.e., 2i8.
114 B\J..DL'<I (cd.), ú Jm:r1ttitmi tld 1ik11z.io (Cítti. Nuov2, Rom2 1989) 35. lb :\i. DE So/1/ÍdiÍ, en Obr11.1 (t,111pkt,11, o.e., IIl, 882.
306 HORlZONTI: VERTICAL C9 LA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 307

na el tumulto, se vacía de la exterioridad para llenarse de intenoridad boca, que por vuestras oraciones quede llena del Espíritu
y voker a los demás más ricos y cargados de profundidad. Sin tsta Santo; hablare con palabras que no son fruto de rm razón, sino fru-
apertura al otro, el repliegue seria solamente to del q_ue a los ciegos, acogiendo las palabras que
Como decía Paul Valéry, cada átomo de silencio es la posibilidad de rne clara y presrandolcs m1 \'07..1> 117• En todas las religiones el mo-
un fruto maduro. La kénosis se da en varios ámbitos. Kmosts en la co- mento dd encuentro con la divinidad r la teofanía de Dios, cuimina
municación oral-escrita, porque el diálogo Ycrdadero pasa por la con la soledad-silencio. Por ejemplo, (.0 la religión judía y en la cris-
dialécnca de la escucha, de la acogida, del recibir, que por t::so mis- ciana: el profora Elias no encuentra a Dios en el huracán rumoroso.
r
mo cuando es yerdadero profundo, implica SllenCÍO de tnÍ )' Yaciar sino que lo escucha en el murmullo de un viento ligero f1 Re 19,12);
los prejuicios. El verdadero diálogo llegar a en la el momenco de la consagración unplica un silencio; en las
entrar en la mente del otro, en sus razones y moavac1ones; esto re- Ordenaciones sacerdotales la imposición de las manos, momento
quiere ausencia de prejuicios, aperru.ra, kénosis, de todo culmen de la consagración, se hace. en silencio; el Evangelio presen-
lo que impida la comprensión del otro en las ca el caso de \Iarta y \faría Le 10,41,, indicando que la actitud con-
das de sus planteamientos. De aquí que la soledad-silencio sea acti- cemplariva de ha sido la mejor elección. La oración, cuando
vidad intensa y no mera pasividad. llega a ser verdaderamente oración, en un cierto punto ya no se pue-
K.inosis en el amor: la dialécrica del amor es abrirse, vaciarse, aco- de hablar: se contempla. La contemplaciones la silenciosa percep-
ger, donarse, promover al otro, querer que el otro sea, renuncia de sí ción de la realidad; el recibir de quien es el todo.
con el fin de que el otro surja en mí, silencio de mí como donaoon y
promoción. Amar a una persona significa comprometerse en hacer- 4) Di11muión madora
la existir, "ivificación perenne, creación r conservación del amado.
Odiar es eliminación ' asesinato virrual, pero no es un asesuuto que La obra de arte nace de la profundidad tntcrior del auror, } es cal
se perpetra de una por codas, porque se se conti- porque maruficsra este \ alor, no porque el autor o los demás hablen
núa asesinando sin reposo, para cancelar de la existencia al ser que mucho de ella. C n bcsrseller puede ser una magnífica operación co-
odiamos. se puede amar sin ser uno mismo, sin permanecer en mercial, pero eso por sí mismo, no lo hace una obra de arce. .\-011
la propia uniodad y soledad existencial. Por eso, amar. y omita sed m11/t11111 . :\luchas palabras no son nunca indicio de verdadt.:-
al otro corno otro. es respetar su diferencia. La soledad-silenoo e' sabiduría, decía Eunp1des, v donde ha) gritos falca la ra.2ón, le ha-
respeto r transmite respeto. cta ceo Leonardo. En rodas las obras de arte c;e descubre un elemen-
to común: custodian en lo profundo de sí ffilSmas los semimicmos
3 Di111ensión teofánica la vida, las aspirac1ones r los traba¡os de Guienes las han creado.
obra de arce refleja la personalidad del artista hasta el punto de lle-
En nuestra soledad radical \' escrucrural se manifiesta Dios He- a cuasi-identificación: «es un Picasso», c<es un Con
chos a su imagen, no podemo; descansar sino en él. Tanto s1 lo. ac; recuenaa el verdadero artista no es reconocido por sus coetáneos;
ge o reniega de él, el hombre lleva en su soledad la nosralgta es ya proverbial que muchos a rostas han vivido casi olvidados por
Dios la sed de lo Infinito. Aunque Dios sea inefable \ poco pod;t- com ernporáncos en la pobreza: Caravaggio,
mos decir de él nuestro ser tiende hacia él con ansia. El Dama5 c;- Van Gogh. Del gran poeta latino Virgilio, conocemos su
' que la di\".1111
no, consciente de . 'da d es me
. f-a ble e .incomprensible dau¡t
_ 0
ra artística, pero de su vida poco más de aquel dístico: i\la1Jt11a "''
Ja distancia entre Dios ,. los hombres, no osaba hablar de ).
cuando lo hace obligado. por el E sp10ru. . imenor,
. . exelama.. «Abro fTll
HOP.IZONTE VERTICAL C.9. LA DIMENSIÓN INTERPERSONAL 309
308

genuit... -c¡ue además parece apócrifo--. El sabio sabe decir mucho aceptada amorosamente es fuente de creatividad, crecimiento inte-
con pocas palabras; el bobo con muchas palabras a menudo no dice rior. testimonio maduro. Es ésta la soledad de Juan de la Cruz, gue
nada. El artista aprende incluso del romo; pero éste no es capaz de él llamaba <<noche oscura del alma», o la de Francisco de des-
aprender ni siquiera del anista. pojado de todo; e_s la fecunda de los mártires,
La obra de arte, además, nace del silencio contemplariYo y del es- corrurados, pero libres mtenormeme y Slll rencor ni odio hacia los
fuerzo continuado con el que el autor se dedica a su trabajo. In inte- ..\1 contrario, es una soledad cargada de perdon, de
riore ho111i11e ha/Jita/ z-erilas•.. Siguiendo este camino de la interioridad aJilOr, de lucidez, de paz, de armonía consigo mismo y con el mun-
agustiniana, l.Jnamuno deáa que nuestro lema no debe ser ni «¡ade- do. Quien ha descendido al abic;mo de esta soledad sufriente, hace
lante!», ni «¡arriba!», ni «¡derecha o izquierda!», sino 11. surgir en sí un ser nue\·o que es fueoce de progreso y creatividad.
Gmseppe Vcrdi llamaba los años de duro trabajo en el silencio <<los
años de galera>>, y :\Iiguel Ángel se impaciencaba con el papa Julio II
cuando éste le preguntaba impertinentemente cuándo termmaria de
pintar la Capilla Sixtina. Hay que controlar la impaciencia y apren-
der de la naturaleza que la vida nuen requiere tiempo ) maduración:
«Si el grano de trigo no cae en tierra...» On 12,24), ) no olvidar que
<<lo que pronto nace, pronto muero>; los hongos nacen en una no-
che, los robles tardan decenios en formarse. No ha) fecundidad sin
verdadera soledad; el investigador, el mísaco, el artista, pasan
por alu. Susanna Tamaro, cuyas nO\·elas son /Jesl-si:llers, lo refiere as1
en una entrevista: «Cn escritor tiene hO) una grandísima responsa-
bilidad, más que en otros tiempos. La página escrita e.; la última es-
quina donde una persona se encuentra en silencio para confronrarse
consigo misma. Para mí. escribir es comunicar, ponerse en comac·
to con el lector en su intimidad. Pero todo esto requiere un esfuerzo
de concentración que consume. exige silencio en torno a ti y en tL
Cuando decidí dedicarme a la escritura, entendí que debía
a muchas cosas, también a tener una familia, lu¡os. \Ie he com·ern·
do en una especie de monja de clausura que para crear sus persoru·
es debe llevar una vida apartada, largos paseos solitarios. en la m:·
clitación. Debe cerrarse al mundo exterior para poder vi'-ir con mas
plenitud } profundidad el imerion>
La dimensión creadora tiene, sin embargo, otro aspecto: el de b
madurez y la superación del abandono. La soledad radic'.l.i, pero
también la provocada por la incomprensión y maldad de los dc:tlll-">

116 M. DH ¡Admtro!, en O/mu rol!fpktaJ. o.e., m. 418.


11 9 I·ntre,·islll solla Yirait: fi:m{z/i,i Crilti.id11 (28-1-2001) 32.
C\Ptru10 X
LA CORPOREIDAD HUMANA

La existencia de cada persona es un e\'ento único, exclusivo. El


cuerpo juega un papel constitutivo en la incfü-iduación de la perso-
na. La diversidad de los rostros es la expresión de la indi\.¡dualidad
de codo ser humano que, por este mismo motivo, quiere ser llamado
por su nombre propio. en la corporeidad es un tema predi-
lecto en d pensamiento contemporáneo, que abandonando un c1c.r-
co dualismo de siglos pasados, ve al hombre en su existencia concre-
ta como un espíritu en el mundo . La corporeidad es un elemento
constitutivo en una definición integral de la persona humana, c¡ue la
tradición filosófica ha \·isto como la unidad constituida de cuerpo y
alma. En este sentido, el pensamiento de Ortega y Gasset se aleja
cada n :z más de la res rogita11s' cartesiana. La corporeidad y su signi-
ficado para una teoría integral del hombre constltuye, no sólo para
Onega y Gasset sino también para gran parte de los filósofos con-
temporáneos, un tema de má.xima unportancia y acrualidad 3.
Cuando el siglo pasado salía de la adolescencia, Ortega y Gasset
prevcfa que el hombre europeo «se dirige recto a una gigante reivin-
dicación del cuerpo, a una resurrección de la carne» . Era en 1924.
Y pucsco que. la flor del cuerpo eclosiona mejor en temperamencos
tórridos, fue d exuberante Nietzsche la primicia y Alemarua la tierra
fértil. Después descendió a temperamentos más suaves, donde Hus-
serl, Ortega, Scheler, \larcel, Ricoeur} Lév10as, refrescaron el espí-
ntu torrefacco. Cn siglo después, en el alba del tercer milenio, viví-

. :t 0conoo..lo el libro de
ESC,,,.Jm..\ Jlwtatiom1
K.. Gast ítt U'th, o.e. Trad.: Es¡miJu m tl ,.,ll'Ttr o.e.
dt Pn111a philoSDphi1, o.e., 221. Trad., 187.
""'°'41. Srsu=.u,R, Di" J1,flung du Mm1chm im ÑJ111101. o.e., 123-379; G. MARrL:., D• reús J
Puis 194-0). Trad.: Dt la a "11n1crarión. <-'"fl Obras st.Ktas, I, \'crs.
9:'3) Ua]on 2004) 3·263; X. ZHlllU, 4!.EI hombre} su cuerpo•: Aidepw 25
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