Democracia, revolución, tradición.

De los tres aspectos constitutivos, “democracia” es aquél sobre el que más se ha teorizado y
según el autor el más teorizable. Es un concepto útil, además de real. Por el contrario, revolución
y tradición son conceptos menos elaborados y menos utiles, el autor dice que el concepto de
tradición es más un estorbo que una ayuda. En líneas generales, hay un consenso entre los
cientistas políticos de considerar la democracia liberal representativa (a menudo definida en los
terminos de Dahl (poloarquía), como la norma, ya que esta definición abarcaría los dos
pricnipios de libre asociación y expresión (derechos civicos) y participación electoral (derechos
políticos). Esta definición no pretende ser normativa o exclusiva. El autor tiene la impresión que
ellos (los cientistas políticos) justifican este clamor en terminos de supuestas ventajas: la
primera, una representividad mayor osea una representividad más directa y democrática y la
segunda, una mayor provisión de seguridad social, de beneficios socioeconomicos con los
derechos sociales de marshall se injertan en los derechos civicos y políticos. De este modo, los
beneficiarios podían contar con los mismos derechos políticos de de los ciudadanos de atenas y
además de la seguridad social, por ejemplo, el estado benefector.
El párrafo anterior contenía el crucial calificativo de “en teoria o en la práctica”. A través de
nuestra discusión es claramente necesario distinguir entre, por una parte, las argumentaciones
retoricas a favor de ya sea una mayor representividad política o provisiones socioeconomicas de
mayor equidad y por otra parte, los resultados practicos, lo que puede se muy diferente. Puede
ser de interes el tratar de evaluar si cuando existe alguna divergencia entre la teoria y la práctica,
tal divergencia es el resultado de:
1.- Una hipocresía inicial o ¿”estructural”? la teoría nunca fue seriamente considerada: los
bolcheviques nunca tuvieron la intención de instaurar una democracia de los trabajadores, se
trató de un mero recurso retórico
2.- Una hipocresía rastrera o ¿contingente? alias: “la revolución traicionada”: una instancia del
viejo principio de acton, que explicaría por que, por ejemplo, los bolcheviques y Stalin, en
particular, aun cuando tuvieran inicialmente sinceras intenciones, sucumbieron a la tentación del
poder y las presiones de la paranoia
3.- Circunstancias ineludibles: la “lógica de la revolución” lo que podriamos llamar “el principio
de macMillan” o en otras palabras, la revolución desviada de su curso por turbulencias hostiles,
ya sean de origen interno o externo (ej: la intervención de los aliados en Rusia), todo lo cual
fuerza a revolucionarios inicialmente sinceros a renegar sus promesas.
El autor dice que estas tres interpretaciones no son mutuamente excluyentes; la mayoría de las
situaciones revolucionarias incoporan aspectos de cada una de las tres.
Sin embargo, este argumento tiene una cosa que es importante y sin embargo, facil de ignorar.
Los regimenes revolucionarios no son los unicos que muestran una brecha abierta entre la teoria
y la practica, entre su trasncripción “pública” y la “oculta”. Ni tampoco son los unicos en querer
llenar la dicha brecha por medio del razonamiento engañoso y la retorica hueca. Los regimenes
liberales burgueses son también bastante expertos en hacer gala de una falsa fidelidad a sus
autoproclamados principios democraticos: la esclavitud coexistió durante decadas con la
declaración de derechos; a las mujeres les fue negado el voto hasta en democracias consolidadas,
hoy en día, cuando la democracia (a lo dahl) nuevamente ha pasado a ser la norma en América
Latina (solo en Cuba y en opinión de algunos, Venezuela resisten esta tendencia), se trata de una
democracia de muchos matices, lo cual, aparte de su inherente fragilidad involucra fallas
significativas: elecciones menos que transparentes, medios de comunicación manipulados,
corrupción endémica y violencia política recurrente. De hecho, puede ser que el país más
democrático de América Latina sea también el más violento.
De ahí se desprende que los estudiosos de la política latinoaméricana hayan tenido que recurrir a
sus propios calificativos academicos como por ejemplo, “democracia de baja intensidad”
“democracia delegativa” todos ellos buscan transmitir el importante deficit democrático del que
adolece América Latina. De esta manera, la brecha entre teoría y práctica y entre la trancripción
pública y la oculta no se confina a los estados “progresivos”, “socialistas”, o “de los
trabajadores”
El concepto de de democracia es complicado pero relativamente claro, no se puede decir lo
mismo del concepto de revolución o de tradición.
En lo que respecta a “tradición” no hay necesidad de que quedemos atrapados en las redes de la
tradición y modernidad, esas dos impostoras conceptuales que han estado engañando al público
durante demasiado tiempo y que, aparentemente, han vuelto a la andadas recientemente. Porque
en este contexto, el concepto de tradición no denota un conjunto de atributos que todo lo abarcan
y están presuntamente relacionados estructuralmente, comprometidos en tensiones dicótomas
atemporales con sus contrapartidas modernas. Por el contrario, considero nuestras tradiciones
revolucionarias y democráticas como organismos vivos, contingentes e históricos que
evolucionan en el tiempo y están moldeadas por un entorno temporal y espacial particular. De
esta manera, en América Latina podríamos hablar de las tradiciones revolucionarias de México o
Cuba o las tradiciones democráticas de Uruguay o Costa Rica y cada una de ella comprendería
una serie sui generis aunque posiblemente conectada de principios, experiencias, mitos, textos,
transcripciones, etc. Siguiendo la tendencia hacia la historia provincial y local, podríamos
descomponer el concepto aún más y referirnos, por ejemplo, a las tradiciones revolucionarias de
la Sierra Maestra de Cuba o de las zonas insurgentes de México.
Mientras la “tradición” puede definirse útil y brevemente en estos términos, el calificativo
“revolucionario” complica la cosa en forma considerable.
El concepto Revolución ha sido escasamente teorizado porque se le ha prestado menos atención
y por ser inherentemente resistente a la teorización. Las revoluciones son historias ejemplares,
individuales, unicas y contingentes. Podemos referirnos a revoluciones “grandes” “sociales”
“campesinas” etc y con ello denotar una categoría reconocible análoga, por ejemplo a “guerras”,
“guerras civiles”. La propia definición del autor de trabajo de una “gran revolución” incluiría el
proceso (una lucha substancial, violenta, y voluntarística para el poder político y un producto
(una reordinación mayor de las relaciones sociales y políticas) Sin embargo, una descripción
reconocible y por lo tanto útil no constituye una teoría o si se siente nostalgía por la jerga del
pasado, ciertas leyes de movimiento.
El autor aún no ha encontrado una lógica explicativa o leyes de movimiento que arrojen luz
sobre las revoluciones (el tipo de leyes o lógica que se presenta generalmente es francamente
errado, totalmente trivial o puramente tautológico) Las revoluciones son como hoyos en la tierra:
sabemos que hay un hoyo al verlo, pero una “teoria de hoyos en la tierrra” sería una quimera
escolásticas.
Pienso que “democracia” es un tanto diferente, es una categoria reconocible sino tambien es un
concepto que se presta mas al analisis y a la teorización. Las democracias han sido mucho más
corrientes y por lo tanto el universo es mayor.
Finalmente el termino revolución tiene una cualidad inherentente narrativa, y por ende,
contigente de la democracia carece. Una democracia especialmente una democratica consolidada
puede analizarse en términos de caracteristicas estructurables durables como partidos, elecciones,
quizas cultura política, una revolución (por definición un fenomeno pasajero) lleva incorporado
bruscos virajes, y vueltas y una multiplicidad de factores inconmensurables (politicos, sociales,
economicos, etc) Es posible aprender de una fotografia de la democracia europea o de USA, sin
embargo, una fotografía de la Revolución Rusa no tendría mucho sentido, una vez más se puede
decir que las revoluciones son como guerras.
¿que queremos decir cuando hablamos de tradición revolucionaria?
Se relaciona con un país e incluso con una región o grupo. Implica un grado de longevidad y
hasta de prescripción.
Las tradiciones revolucionarias nacen, crecen y maduran y pueden morir. Aunque el gobierno
pueda borrar todo sobre esa revolución, la tradición revolucionaria aún puede perdurar en las
mentes de algunas de las personas. No hay que dar certificados de defunsión a las revoluciones.
Las tradiciones revolucionarias aceptan un cierto análisis tipólogico de grandes trazos, tal
analisis puede ser necesario con el fin de captar el fenomeno y relacionarlo con la democracia.
El analisis del autor tiene dos ejes:
1.- una tradición revolucionaria puede ser oficial o no oficial, es decir, pueden formar parte de
una transcripción oficial,por ejemplo, en los paises en las revoluciones han triunfado o pueden
construir una transcripción no oficial o contestataría, en paises en los cuales la revolucion no ha
triunfado
Es crucial señalar la clase de revolucion que la que estamos hablando, las revoluciones grandes y
sociales de la historia usualmente han sido de caracter popular y progresista en su arremetida.
Además, hay una contrarevolución conservadora y derecha, una movilización de masas violenta
y voluntaristica, un recordamiento social y politico substancial.
Las grandes revoluciones asumen diferentas formas y se han propuesto diferentes tipologias,
dicbas tipologias pueden estar relacionadas con el componente de clase por ejemplo revolución
campesina en contraposición a los trabajadores, con el agente de “revoluciones desde arriba” o
con objetivos amplios ejemplo, revoluciones nacionalistas y guerras de la liberacion nacional,
revoluciones orientales o occidentales.
las revoluciones pueden tener multiples caracteristicas y pueden demandar tipologias multiples.
Gran ejemplo, revolución de la burguesia VS revolucion socialista.
SALUDOS C