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El afán y la ansiedad (Mt 6:25-34)

En este capítulo destacan dos aspectos principales de la vida cristiana: lo que el creyente obra en
privado, cuando trata de hacer bien al prójimo, la vida de oración, la práctica del ayuno o su vida
de devoción personal, en segundo lugar, trata la manera cómo desarrolla su vida cristiana en
público, porque todo el tiempo no se dedica a cultivar su espiritualidad, sino que se dedica a los
negocios de este mundo y hay problemas que le afectan, siendo el principal de ellos la
mundanalidad.

En al primera parte vimos que el Señor enfatizaba el peligro de acumular tesoros terrenales,
cuidarlos, aumentarlos y vivir para eso. En el texto que vamos a exponer ahora, Jesús subraya la
preocupación y el afán por las cosas materiales que viene a complementar la porción anterior. Si
hemos leído atentamente este texto y somos observadores nos habremos dado cuenta que el
Señor Jesús dice en tres ocasiones: “no os afanéis” (vv. 25, 31,34), precedidos por un “por
tanto os digo” y un “así que” (vv. 25,34), como consecuencia de lo que ha dicho antes, además
de usar el verbo “afanar” dos veces más (vv.27, 34b). Jesús hacía uso de la repetición, en este
caso de una negación triple, para indicar la importancia de sus palabras.

1. Significado de afán

1. Significado.
Lo primero que hemos de hacer es examinar las palabras que usa Jesús y sobre
todo la expresión “no os afanéis”. Si la comparamos con el uso en aquel tiempo
se verá que afanarse tenía el sentido de estar ansioso o preocuparse. Por eso, tanto
el nombre como el verbo se puede traducir indistintamente por: “no estéis
ansiosos”, “no os angustiéis”, “no os preocupéis” a lo que añade, “por vuestra
vida”, (comida o vestido) o estar ansiosos por lo que vamos a comer, beber y
cubrirnos, así como lo que nos deparará el futuro, no debe constituir una fuente de
angustia. En realidad, la palabra que empleó Jesús es muy interesante: indica algo
que divide, separa o distrae; es la situación de la mente dividida en secciones o
compartimentos y que no funciona como un todo. Se podría decir que esta mente
no tiene el “ojo bueno” (vv.22-23).

2. La mejor ilustración del significado del término se encuentra en la historia de


Marta y María (Lc. 10:38-42). La pobre Marta estaba excesivamente atareada,
inquieta o distraída. Sin embargo, Jesús no enseña que no debamos ocuparnos
por las cosas materiales o que no debamos pensar nunca en nuestro futuro sin
tomar precauciones. Algunos piensan que “vivir por fe” excluye cualquier tipo de
prevención para el futuro. La misma ilustración del Señor de las aves que no han
de limitarse a estar posadas en las ramas de los árboles, sino que tienen que ir en
busca de su alimento indica que debe existir una actividad para poder alimentarse.
Pero una cosa es ocuparse y otra es afanarse (Fil. 4:6-7).
1. Razones para no afanarse
Una vez citada la prohibición o mandamiento, Jesús ofrece una razón general para
observarlo:

1. “¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?” (v.25):
La profundidad de este argumento nos lleva de una deducción mayor a una
menor. Pensemos por un momento de donde procede nuestra vida y nos daremos
cuenta en seguida que es un don de Dios. Ninguno de nosotros decidió venir a
este mundo y el hecho de estar vivos se debe enteramente a Dios. por eso, el
argumento es este: Si Dios nos ha dado la vida, él no puede negarse a sí mismo y
no procurar que la vida se sostenga y pueda continuar y de ahí que no tenga
sentido estar ansioso acerca de estas cosas.

Claro que tenemos que trabajar, ganar dinero y guardar para el futuro. pero lo que
no debemos hacer es angustiarnos pensando que de repente no vayamos a tener lo
suficiente para mantenernos en vida. Jesús no dice cómo lo hará, sino que
procurará pro nosotros para que tengamos lo necesario. La misma razón se aplica
al cuerpo en relación con el vestido.

2. Mirad las aves del cielo y los lirios del campo (vv.26-29).
Ahora el Señor nos da un argumento doble. Empieza por llamar la atención sobre
un hecho de la vida de este mundo: la contemplación de las aves nos enseña que
siempre tienen comida. Hay una diferencia entre la forma de sostenerse de los
pájaros y la del hombre. A los pájaros alguien les proporciona la comida, mientras
los hombres se hallan envueltos en cierto proceso: primero deben sembrar y luego
recoger los frutos, almacenar la cosecha para que pueda echar mano de ella
cuando la necesita . Todo esto pertenece al mandato cultural de Dios después de
la caída.

Por eso, el mandato de no afanarse no puede significar que tengamos que esperar
a que el pan llegue milagrosamente cada mañana. Sin embargo, el cristiano no
debe preocuparse por estas cosas, sino depender de Dios que es el que hace crecer
la semilla. Hay una providencia de Dios en aquellos aspectos que no podemos
controlar después de sembrar, de la misma manera que lasa ave encuentran su
comida a ras de suelo y sólo tienen que tomarla.
Y si nuestro Padre celestial cuida de las aves con las que tiene una relación de
providencia general, ¡cuánto mayor tiene que ser necesariamente su cuidado de
nosotros que somos sus hijos! Si pensamos así desparecerán la ansiedad y la
preocupación. Con relación al cuerpo, tenemos que considerar un hecho de la
naturaleza, los lirios del campo, cómo crecen misteriosamente, lo bellos que son;
pero ni Salomón con todo su esplendor –para los judíos era proverbial la gloria de
Salomón- se vestía como uno de ellos. Y si la hierba del campo que tiene una vida
efímera, porque era cortada y dejada secar para usarla como combustible para el
horno del pan, Dios la viste así, ¿qué no hará con nosotros que en virtud de la
obra de Cristo somos eternos?
3. La causa última del problema de afanarse
La razón principal de no sacar deducciones obvias del ejemplo de las aves y las flores, en
palabras de Jesús es la falta de fe (v.30b). ¿Qué significa la frase “hombres de poca fe”?
Fijémonos que no dice que no tienen fe, sino que tienen “poca”, por tanto, lo que
preocupa a Jesús no es la ausencia de fe, sino lo inadecuado de ella, es decir, que no
tengan fe suficiente. Eso viene a demostrar una vez más que el sermón del monte es para
los hijos de Dios y no para los incrédulos. Mientras los gentiles buscan con afán estas
cosas, Dios conoce la necesidad de sus hijos.

Podríamos decir que se trata de creyentes que sólo tienen fe salvadora, pero que no han
avanzado en su vida cristiana porque se preocupan más por las cosas del mundo que de
profundizar su relación personal con Dios y extender la fe a la totalidad de la vida. El
objetivo ha de ser siempre una fe mayor y no quedarnos estancados en la fe que nos llevó
a la salvación del alma, sino que la verdadera fe abarca la vida entera del hombre
completo.

En contraste con la acusación de poca fe, Jesús señala el camino correcto: “Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (v.
33). Esta frase ha sido aplicada erróneamente a la salvación del pecador, cuando se trata
de ponerla en práctica en la vida cristiana. En este contexto quiere decir que en lugar de
afanarse por las cosas materiales, el cristiano debe tener un orden de valores adecuado
donde por encima de todo hay que buscar las cosas celestiales. No les dice a sus oyentes
cómo hacerse cristianos, les ordena (imperativo “buscad”) que deben comportarse de una
determinada manera por ser cristianos. Ya estamos en el reino, pero debemos buscar con
afán las cosas del reino, como la santidad y la justicia, que se resumen en querer ser
como Cristo, que es la forma de incrementar la fe.

Conclusión
Después de una exposición tan elevada, el Señor termina con una nota negativa : “baste a cada
día su propio mal” (v. 34b). Debemos apartar los pensamientos ansiosos. El Dios en quien
confiamos hoy es también el mismo en quien confiaremos mañana. La fe es negarse a estar
agobiado porque hemos descargado este peso en el Señor. Ahora nos toca poner en práctica estos
sencillos consejos.

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