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José Díaz
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Este breve texto, escrito en 1940, tan solo un año después del fin de la guerra
civil española, recoge las impresiones del Secretariado General del Partido
Comunista de España, José Díaz, del porqué se perdió la guerra ante el bando
fascista.
La obra analiza las lecciones a extraer para los comunistas españoles y para
cualquier comunista del mundo de este glorioso periodo de lucha, pero como se
dice en el título, sólo se analiza de 1936 a 1939, es decir, los años en que se
sucedieron la contienda del alzamiento fascista en 1936, la resistencia del
pueblo español, y su derrota en 1939, por lo que si el lector buscar un análisis
más profundo de la política antifascista del Partido Comunista de España,
deberá revisar otras obras anteriores de José Díaz ya publicadas: como su
informe en el VIIº Congreso de la Komintern: «Las luchas del proletariado
español y las tareas del Partido Comunista de España» de 1935 ó «El alcance del
triunfo popular del 16 de febrero» de 1936.
«En 1926, más que un partido comunista había en España unos cuantos
grupos diseminados, sin ninguna cohesión entre sí, con una dirección que
marchaba sin perspectivas y sin tener en cuenta la ayuda de la Komintern,
una dirección impregnada de todas las características anarquistas y sectarias.
En 1929, en España, comienza a desencadenarse una serie de luchas
económicas y políticas, y, como consecuencia de estas luchas de los obreros y
campesinos y de las fuerzas democráticas, en 1930 se hunde la dictadura de
Primo de Rivera, y, en 1931, es derrumbada la monarquía e instaurada la
República. Los cambios operados en la correlación de fuerzas en España no
fueron comprendidos por la dirección del partido. No alcanzó a ver que las
masas que se lanzaron a la calle veían en la República la mejora de su
situación económica y de libertad, y que este era un momento precioso para
que el Partido Comunista en España se ligase a las masas y que planteara la
forma de conquistar sus mejoras de carácter económico y político que el
momento exigía, como la toma de la tierra, aumento de los salarios, etc., el
armamento de los obreros y de los campesinos, la cuestión nacional, acabar
con el poderío de la Iglesia, etcétera, etcétera. Pero los dirigentes de entonces,
Bullejos, Adame y compañía, no comprendieron nada respecto a lo que había
cambiado la situación. En lugar de plantearse estas consignas propias del
momento, se pronuncian contra la República, en la cual los obreros y las
masas populares habían puesto toda su ilusión, dando la consigna de: «¡Abajo
la República burguesa!», «¡Vivan los soviets y la dictadura del proletariado!».
Los obreros, que buscaban a los comunistas al implantarse la República para
que les orientaran en las luchas por las conquistas democráticas, cuando los
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Bitácora de un NICARAGÜENSE
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Bitácora de un NICARAGÜENSE
Existían así mismos otros errores que pueden ser vislumbrados en esa carta
como la no comprensión de la cuestión nacional en España, el tema de los
sindicatos, la lucha contra el anarquismo y el trotskismo, los soviets como
órganos de consolidación del poder obrero y campesino, etc., que la Komintern
reclamaba a la dirección de José Bullejos de por entonces por su mala
comprensión y sus desviaciones anarquistas. A partir de que José Díaz
recompone el partido en ese año 1932, el partido empieza a tener relevancia en
el panorama político español, cuando el grado de fascistización en España iba,
más si cabe, en aumento:
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Ello hará que dicho partido comunista acabe cosechando grandes simpatías
entre las masas trabajadoras, pues demostraba ser el único partido antifascista
capaz de oponer una resistencia seria y probada:
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Bitácora de un NICARAGÜENSE
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Bitácora de un NICARAGÜENSE
En las elecciones de febrero de 1936 la coalición del frente popular ganaría las
elecciones, aunque el partido comunista no estaría contento con la plataforma
de programa del gobierno del frente popular que no admitió todas las demandas
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Bitácora de un NICARAGÜENSE
Añadiría además:
«Nuestro partido que ha sido el artífice, el forjador del Bloque Popular, que ha
mantenido con entusiasmo su programa y que no cejará hasta conseguir su
realización, ha dicho antes de las elecciones y durante ellas y repite ahora –
para que lo oigan todos los que no quieren la instauración del fascismo– que,
sin desmontar la base material de la contrarrevolución, sin expropiar sin
indemnización a la nobleza, a los grandes terratenientes, sin depurar el
ejército y la administración de los elementos reaccionarios y fascistas, sin
liquidar los privilegios de la Iglesia, sin desarmar y disolver las
organizaciones monárquicas y fascistas; en una palabra, sin establecer un
gobierno popular revolucionario, que dará pan y tierra, paz y libertad al
pueblo trabajador, no será posible evitar el resurgimiento de las fuerzas
enemigas. Y por eso, camaradas, hoy como ayer, decimos a las masas
trabajadoras: no os hagáis ilusiones acerca de vuestras fuerzas, cread órganos
de lucha, seguid de cerca la actividad del gobierno nacido del Bloque Popular
para que realice el programa que se ha comprometido a realizar, y seguid
avanzando sin deteneros hacia la consecución de vuestros objetivos». (José
Díaz; ¡En pie y vigilantes!; Discurso pronunciado en el Teatro Barbieri, de
Madrid, en una asamblea de militantes comunistas del Radio de Madrid, el 23
de febrero de 1936)
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Bitácora de un NICARAGÜENSE
«Esto dice bien claro que todo lo que se tome como bandera –España, la
Patria, la Iglesia, el Ejército– no es más, que una campaña conducente a que
los elementos de derecha puedan seguir desarrollando su trabajo de desviar la
cuestión –naturalmente que el pueblo está vigilante– de la preparación de las
provocaciones y del golpe de Estado. Yo creo que el gobierno no debe tomar a
broma lo del golpe de Estado ni todas esas provocaciones, porque algunas de
las intervenciones producidas aquí esta tarde –naturalmente que no se dice
con claridad– son reveladoras de la preparación del golpe de Estado. Las
amenazas contenidas en los discursos de los señores Gil Robles y Calvo Sotelo
no quieren decir otra cosa: o el gobierno tiene en cuenta las peticiones y los
intereses de la clase que representan, o ellos quedarán libres para crear
dificultades de todo orden y esperar el momento de poder derrumbar la
República por la fuerza». (José Díaz; Las maniobras de la reacción no logran
romper el Bloque Popular; Discurso pronunciado en la sesión de Cortes
celebrada el 15 de abril de 1936)
Esta obra, nos enseña pues, lo peligroso que es que un partido comunista se
retrasarse en su proceso de bolchevización, es decir de librarse de sus
tendencias premarxistas, anarquistas, reformistas, luxemburgistas,
revisionistas, trotskistas, que pudiera arrastrar: la experiencia española nos
muestra que pese a que la línea política correcta del partido a partir de 1932, y
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Bitácora de un NICARAGÜENSE
La guerra justa del pueblo español [1] constituyó uno de los más importantes y
sobresalientes sucesos dentro del movimiento internacional por la
emancipación de las masas trabajadoras desde los tiempos de la revolución
socialista victoriosa en Rusia en octubre de 1917. Ha enriquecido a la clase
obrera y a los pueblos oprimidos de los países capitalistas y las colonias con
valiosas experiencias para la lucha contra la reacción interna y externa, en
contra de la coerción, la opresión y la explotación.
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Bitácora de un NICARAGÜENSE
En los campos de España se efectuó una verdadera revolución allí donde los
campesinos gemían a causa de la servidumbre a la que los tenían sometidos los
señores semifeudales. Más de cuatro millones de hectáreas de tierra fueron
confiscadas a los terratenientes, a la Iglesia y los monasterios, y entregadas
gratuitamente a los campesinos. Las deudas de los campesinos fueron anuladas
y se les proporcionó crédito, semillas y maquinaria agrícola [2].
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Bitácora de un NICARAGÜENSE
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Fue con este propósito que a los voluntarios que peleaban en las brigadas
internacionales se les ordenó que salieran de España y que se organizaran los
ataques por parte de la marina británica en connivencia con Francia para
obligar al baluarte republicano de Menorca a rendirse. Fue con el mismo
propósito que miles de luchadores republicanos que cruzaron las fronteras de
Francia y esperaban la oportunidad de regresar a la zona central de guerra en
España, fueron desarmados por el gobierno francés y confinados en campos de
concentración. Pero esto no era suficiente para los imperialistas ingleses y
franceses. A fin de aplastar completamente a la República los imperialistas
fabricaron la conspiración de la Junta Casado-Miaja de 1939, que debía
arrebatar las armas de las manos del pueblo español para lanzarlo bajo el yugo
sangriento de una dictadura de burgueses y terratenientes.
De no haber sido por la efectiva ayuda que recibió Franco de los reaccionarios
británicos y franceses y de los dirigentes socialdemócratas, la España
revolucionaría no hubiera sido nunca derrotada [7].
Todo desarrollo histórico, así como los sucesos de los tiempos recientes,
confirman lo que el camarada Stalin decía en 1927:
Pero la clase obrera de los países capitalistas no pudo prestar una ayuda
adecuada. Fueron los líderes traidores de la II Internacional quienes evitaron
que así se hiciera. A fin de aplastar el frente de la reacción en contra de la
España revolucionaria, se requería una acción conjunta, enérgica y consistente,
de las organizaciones internacionales de la clase obrera. Pero los dirigentes de la
II Internacional no deseaban la derrota de las fuerzas de la reacción. Fue así
como rechazaron todas las proposiciones de la Komintern –Internacional
Comunista– para concertar una acción conjunta de la clase obrera.
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La clase obrera de los países capitalistas sacó sus conclusiones de estos hechos.
Vio que mientras los socialdemócratas en los gobiernos de Francia, Bélgica,
Suecia, Noruega y Dinamarca defendían los intereses de los capitalistas, los
comunistas y los pueblos de la Unión Soviética marchaban codo con codo junto
con la República Popular Española y con la población trabajadora.
Los comunistas redoblaron sus esfuerzos por crear un partido único de la clase
obrera basado en los principios del marxismo-leninismo. Pero los dirigentes
«socialistas» se opusieron continuamente a la formación de tal partido, que
hubiera asegurado la hegemonía del proletariado en el frente popular y en el
gobierno.
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Durante la guerra el pueblo español llegó a conocer muy bien a estos traidores.
No es sin razón que hace responsables de su derrota, principalmente a los
dirigentes del Partido Socialista Obrero Español. El Partido Republicano
siempre había vacilado. Su miedo por la emancipación del pueblo y el desarrollo
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Por eso es por lo que los comunistas españoles no hicieron un llamamiento para
el establecimiento de una dictadura del proletariado, sino para que se formara
un gobierno popular combativo capaz de unir en la lucha a todas las fuerzas del
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Juan Negrín siguió una política de resistencia, pero no lo hizo firmemente; hizo
concesiones a los enemigos de esta política. No, llevó a cabo la completa
depuración del ejército, de la armada y del aparato de gobierno, en lo cual
insistían los comunistas. Toleraba la atmósfera de impunidad, creada por sus
predecesores; y no tomó medidas para combatir el sabotaje a la concentración
de reservas y a los trabajos de fortificación.
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Cuando, bajo la presión del Partido Comunista de España, Negrín por fin –tres
días antes de la revuelta de Casado– se dispuso a tomar ciertas medidas contra
los instigadores de la traición, los traidores apresuraron la hora de la rebelión.
La bandera de la monarquía fue enarbolada en Cartagena.
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En otros frentes los traidores amenazaban con dar paso al enemigo si los
comunistas procedían frente a la pandilla Casado-Besteiro-Miaja. Veintitrés
días después esta pandilla rindió el frente al enemigo y abandonó al pueblo a la
«benigna» merced de Franco.
El partido comunista fue el único partido que estuvo activo en todas las fuerzas
relacionadas de algún modo con la guerra. Fuertemente unido por una voluntad
única, siguió, una línea política uniforme que fue aprobada y apoyada por todos
sus miembros y simpatizantes. Fue el único partido en el que existía entre sus
miembros y la dirección una genuina unidad y una firme coherencia, así como
entre el partido y las masas. Esto era posible porque fue el único partido que se
apoyaba en la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo y que educaba a sus
miembros en el espíritu stalinista de la lucha implacable contra el enemigo de
clase, en el espíritu del internacionalismo proletario y de la lealtad a los
intereses de las masas trabajadoras. Las actividades del Partido Comunista de
España, especialmente durante la guerra, le ganaron el amor y la confianza de
las masas, y el resultado se tradujo en un considerable aumento del número de
sus miembros –de 100.000 miembros en toda España antes de la guerra a
300.000 en el territorio republicano sólo durante la guerra–.
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¿Cuáles son las lecciones que hay que sacar de la guerra de independencia del
pueblo español? La experiencia de esta guerra y de las actividades del Partido
Comunista de España demuestra que la fuerza de la clase obrera se centuplica
cuando está dirigida por un partido revolucionario unido, monolítico y por una
organización sindical unida conducida por ese partido.
Para obtener la victoria en una lucha similar a la sostenida por el pueblo español
es esencial contar con un gobierno firme y, con un movimiento inspirado por
una voluntad común, que sean capaces de vencer todos los obstáculos y de
agrupar a todo el país en el único objetivo de destrozar al enemigo.
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organizativa y dirigente más efectiva de la heroica lucha del pueblo español por
la libertad y la independencia, continúa, a despecho de todas las represiones
sangrientas, trabajando infatigablemente por la reorganización y consolidación
de sus filas, por el agrupamiento y la fusión de las fuerzas del pueblo para llevar
adelante la lucha contra la reacción interior y exterior. Organizando y dirigiendo
la lucha de los obreros y de los campesinos por sus reivindicaciones concretas
inmediatas, empleando las más diversas formas de lucha del pueblo trabajador
contra los explotadores y los reaccionarios y descubriendo a los traidores de
todos los matices, el partido comunista está capacitando a las masas para pasar
a una fase superior de la lucha.
Armado de rica experiencia, y guiado por las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin
y Stalin, el Partido Comunista de España, ganando la confianza de masas cada
vez más amplias, está conduciendo al proletariado español y a todo el pueblo de
España a emanciparse de la reacción y del capitalismo.
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«En los primeros momentos, la lucha pudo tener solamente el carácter de una
lucha entre la democracia y el fascismo, entre la reacción y el progreso, entre
el pasado y el porvenir; pero ya ha roto sus marcos, para transformarse en
una guerra santa, en una guerra nacional, en una guerra de defensa de un
pueblo que se siente traicionado, herido en sus más caros sentimientos; que ve
a su patria, su hogar, el hogar donde reposan sus mayores, en peligro de ser
desgarrado, arrasado y vendido al extranjero, la independencia nacional en
peligro y, como en las jornadas gloriosas de pasadas luchas, defiende la
integridad del país. Toda la España que siente, que piensa, que trabaja, la
España de la ciencia, de la cultura, de las artes, del trabajo, las mujeres, los
niños, los viejos, los jóvenes, los hombres, impulsados por el mismo anhelo, por
el mismo afán, gritan su encendida protesta, empuñan las armas con coraje y
se disponen a defender, vendiendo caras sus vidas, el suelo que les vio nacer y
que no consentirán sea hollado por la pezuña sangrienta de los traidores a su
patria ni por la de los ladrones extranjeros». (Partido Comunista de España;
Manifiesto del Comité Central del Partido Comunista de España, 18 de agosto
de 1936)
José Díaz, como buen marxista-leninista, hace una diferenciación entre las
guerras –aprovechando así, para desmontar el falso pacifismo burgués–:
«El más importante aliado que el partido comunista debía atraer junto al
proletariado eran las grandes masas de campesinos. Desde el primer día de la
revolución democrático-burguesa, el partido luchó por solucionar el problema
agrario; al mismo tiempo, por la liquidación de los remanentes feudales que
estaban muy extendidos y profundamente arraigados en el país, para de este
modo poder establecer una firme alianza entre la clase obrera y los millones de
campesinos. Nuestro partido fue el único partido político que en España
comprendió la necesidad vital de esta alianza. Fue el único partido que levantó
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[3] Para entender mejor la política histórica del Partido Comunista de España
respecto a la cuestión nacional, recomendamos ver la obra del catalán Joan
Comorera: «José Díaz y el problema nacional» de 1942, obra que escribiría para
el obituario de sevillano agradeciéndole su ayuda en la consolidación del Partido
Socialista Unificado de Cataluña y la resolución de la cuestión nacional en
Cataluña y otros lugares de la geografía hispana:
No nos cansamos igualmente, de repetir esta cita del autor catalán, que resume
en breves palabras la línea de los marxista-leninistas de entonces:
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«La clase obrera, claro, tiene una concepción propia de la cuestión nacional,
una concepción opuesta, inconciliable a la del reaccionario nacionalismo
burgués. Nosotros profesamos la teoría nacional staliniana, los principios
básicos son: el problema nacional es inseparable de la lucha por el
aniquilamiento de la explotación capitalista; el derecho de autodeterminación
de los pueblos es inalienable; la nación, en ejercicio democrático de su derecho,
puede constituirse en Estado separado, puede unirse a uno u otro Estado,
puede federarse con el Estado al que históricamente pertenece, y el respeto de
esta voluntad nacional libremente expresada es obligatorio; todos los pueblos
son iguales en derechos y los pueblos más avanzados tienen el deber de ayudar
a los más atrasados a elevarse al mismo nivel; la unión libre de los pueblos
iguales en derechos elimina toda posibilidad de opresión nacional, pone la
nación al servicio de la humanidad y asegura la convivencia fraternal de los
pueblos, la construcción de una vida pacífica, de bienestar progresivo y de
libertad verdadera». (Joan Comorera; Carta abierta a Reyes Bertal, 1948)
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del Vº Regimiento». (José Díaz; Las enseñanzas de Stalin, guía luminoso para
los comunistas españoles, 1940)
«Nosotros queremos que el ejército del pueblo sepa por qué y para qué lucha,
que comprenda la necesidad de obedecer al mando único, a sus mandos más
próximos, que sepa que en esta lucha que estamos librando contra el fascismo
nacional e internacional no luchamos por los privilegios de los grandes
capitalistas, de los grandes terratenientes y de los grandes banqueros, que
eran quienes tenían el ejército anterior, que se ha marchado y que estoy seguro
de que no volverá más». (José Díaz; El Partido Comunista quiere un ejército
regular para ganar la guerra y predica con el ejemplo; Discurso pronunciado
en el Cinema Goya, de Madrid, , en el acto de disolución del V° Regimiento, 27
de enero de 1937)
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«No debemos olvidar que, para acelerar y facilitar la victoria del pueblo
español –que a costa de su sangre, defiende, no sólo su libertad y su
independencia, sino también las libertades democráticas de los otros pueblos,
así como la causa de la paz– es necesario reforzar aún más las acciones de
solidaridad del proletariado internacional y de todas las fuerzas
democráticas». (Georgi Dimitrov; En el umbral de un nuevo año, diciembre,
1936)
[7] El imborrable José Díaz, sería uno de los marxista-leninistas que mejor y
más finamente desmontarían ante las masas trabajadoras nacionales e
internacionales la falsedad de la política de «paz», «solidaridad» y
«antifascismo» de los gobiernos de las repúblicas burguesas occidentales;
siendo la guerra civil española su «talón de Aquiles» en su propaganda, pues
evidenció que su postura no conducía a otro final que no fuera la victoria del
fascismo debido a: (1) hacer el juego a las teorías fascistas sobre el carácter de la
guerra española:
(2) Su política de que para parar al fascismo, hay que hacerle concesiones:
«La agresión fascista contra España fue y es favorecida por la falsa política de
los demás países democráticos y de las fuerzas de la democracia europea en
general. Como en Alemania, como en Asturias, en el período en que el fascismo
se organizaba y luchaba por tener en sus manos todo el poder, la democracia
pequeño burguesa vacila, cae, una vez más, con los ojos cerrados, en el error
fatal que consiste en creer que se puede parar al fascismo cediéndole una
posición tras otra. De capitulación en capitulación, los jefes socialdemócratas
de Alemania y de Austria han terminado su carrera política en el campo de
concentración, y los obreros, que ellos han desarmado, sufren hoy los horrores
de la dictadura fascista. De capitulación en capitulación, los jefes demócratas
y socialdemócratas de Francia, Inglaterra, Checoslovaquia y de los demás
países democráticos, amenazan con arrojar a toda Europa en el abismo de
una guerra mundial». (José Díaz; Para aplastar a Franco, más unidos que
nunca dentro del frente popular; Informe pronunciado en el Pleno del Comité
Central del Partido Comunista de España, celebrado en Valencia, del 13 al 16
de noviembre de 1937)
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más unidos que nunca dentro del frente popular; Informe pronunciado en el
Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España, celebrado en
Valencia, del 13 al 16 de noviembre de 1937)
[8] Como había dicho José Díaz en 1934, el Partido Comunista de España aun
no era un partido que pudiera «decidir las situaciones por sí solo», así que al
igual que en octubre de 1934, cuando en julio de 1936 el alzamiento fascista
explotó, tampoco podía hacer frente inicialmente a la acometida sin la ayuda de
otros movimientos antifascistas, he aquí cómo se explica:
«El requisito decisivo para que la clase obrera llevara a cabo su papel
dirigente era la unidad revolucionaria del proletariado. El proletariado
español estaba dividido. Además de esto, el Partido Comunista de España
entró en el campo de batalla cuando ya otros partidos, por ejemplo los
socialdemócratas y los anarquistas, habían alcanzado gran influencia entre
las masas obreras. En algunas provincias, como en el País Vasco y Galicia,
una parte considerable de los trabajadores estaban bajo la influencia de los
partidos burgueses nacionalistas. La mayoría de la clase obrera estaba
organizada en dos grandes centrales sindicales: la Unión General de
Trabajadores –UGT– y la Confederación Nacional del Trabajo –CNT–, que
habían tenido un profundo arraigo en el movimiento obrero español durante
largo tiempo. Pero estas dos centrales sindicales marchaban separadamente,
cada cual por su camino y en no pocas ocasiones tuvieron fuertes luchas entre
sí. Todo esto nos prueba que el problema de realizar la unidad del proletariado
en España era diferente de como lo fue, por ejemplo, en la Rusia pre
revolucionaria. Allí, como el camarada Stalin señala, el partido político de la
clase obrera nació antes que los sindicatos. Allí, el partido político dirigía
directamente las luchas del proletariado en todas las esferas, incluyendo las
luchas económicas. La situación era diferente en los países capitalistas de la
Europa Occidental y en España, donde los sindicatos nacieron mucho antes
que los partidos obreros. Esta particularidad de los movimientos obreros del
Occidente tenía una expresión más aguda en España que en los otros países.
Sobre todo desde que el anarquismo, que había penetrado profundamente en el
movimiento obrero, realizaba una lucha sistemática contra la participación de
los obreros en la política y había hecho todo lo que estaba en su mano para
evitar que las masas proletarias comprendieran el papel decisivo de un
partido revolucionario en el movimiento obrero. Los bolcheviques que, bajo la
brillante dirección de Lenin y de Stalin, han creado un partido revolucionario
de nuevo tipo, fueron capaces desde el comienzo del movimiento obrero de
evitar, por su lucha irreconciliable contra los mencheviques, que éstos
tomaran arraigo en las secciones decisivas del movimiento obrero y de este
modo pudieron asegurar la unidad revolucionaria de la clase obrera bajo la
dirección del Partido Bolchevique. En España la situación era diferente. El
Partido Comunista de España tuvo que forjar esta unidad durante la guerra.
Tuvo que compensar por todo cuanto había sido descuidado mucho antes y fue
necesario, por lo tanto, tener en cuenta el poderoso papel que los sindicatos
tradicionalmente jugaban en el movimiento obrero, y después del
levantamiento militar, en la vida de todo el país. El partido comunista
consiguió éxitos parciales en el camino de la unidad de la clase trabajadora –
unidad de acción entre la UGT y la CNT– pero no consiguió su fin principal y
en primer lugar porque las camarillas de políticos, reformistas y anarquistas,
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Ello demuestra, como ya hemos dicho, que pese a las condiciones objetivas, si el
partido comunista no ha cumplido con las tareas de las condiciones subjetivas,
el voluntarismo y el idealismo no podrán sustituir la falta de condiciones
objetivas, por lo tanto todo intento de jugar a la toma de poder se quedará en
eso, en intentos estériles, derrotas sucesivas del proletariado, y en un paulatino
descrédito del buen nombre del comunismo que han usado estos aventureros.
FIN
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Editado el 02 de noviembre del 2014
Equipo de B. N.
Bitácora de un NICARAGÜENSE
PML(c)N