El fenomenalismo (fenómeno-apariencia), propone que las cosas en sí no las podemos
conocer, sólo podemos percibir los fenómenos, o sea como aparecen. Según esta postura no podemos conocer la esencia de las cosas pero reconoce que hay cosas reales, o sea, las cosas tienen ser pero no sabemos lo que son. Al igual que el realismo, el fenomenalismo admite la existencia de cosas reales, pero como en el idealismo reduce el conocimiento a la conciencia; ya que el mundo de las apariencias no se puede conocer en sí, son sólo fenómenos. Si comparamos el realismo crítico y el fenomenalismo ambos criterios coinciden en que las cosas no son como las percibimos, porque según el primero, las cualidades secundarias, como los olores, sabores, etc. surgen sólo en nuestra conciencia. Pero el segundo tampoco admite las cualidades primarias, como la forma, la extensión, el movimiento y todas las propiedades especiales y temporales de las cosas, pero las reconoce en la conciencia. El racionalismo y el empirismo se enfrentan en la cuestión del origen del conocimiento así como el realismo y el idealismo se opone en cuanto a la esencia del conocimiento. Existen criterios que han intentado conciliar a ambos problemas. Uno de los intentos más destacados en mediar entre el realismo y el idealismo y entre el racionalismo y el empirismo es el de Kant. Su teoría frente a estas antítesis se presenta como un apriorismo o trascendentalismo; que desde el enfoque de estas doctrinas opuestas representa un fenomenalismo. Para Kant, el espacio y el tiempo son formas de nuestra intuición, obras de nuestra sensibilidad que ordena y dispone las sensaciones en forma inconsciente e involuntaria. Para el fenomenalismo, no sólo proceden de la conciencia la intuición de las cosas sino también proceden de ella las propiedades conceptuales de las cosas. Según el fenomenalismo, tanto las propiedades como las sustancias, las causas, la realidad, la posibilidad y la necesidad de las cosas tienen su fundamente en las formas "a priori" de nuestro entendimiento, que estimuladas por las sensaciones actúan independientemente de la voluntad. Los conceptos y las categorías no son las propiedades objetivas de las cosas sino formas lógicas subjetivas del entendimiento humano, que ordenan los fenómenos y crean el mundo objetivo, que el hombre ingenuo cree que existe, sin su participación. Para el fenomenalismo, no podemos concebir las cosas en sí mismas sino al mundo fenoménico tal como aparece en virtud de esa organización previa. El mundo en que vivimos está formado por la conciencia y jamás podremos conocer como es en sí si prescindimos de la conciencia. Esencialmente, la teoría del fenomenalismo desarrollada principalmente por Kant, se puede reducir a tres proposiciones básicas: no podemos conocer las cosas en sí mismas el conocimiento está limitado al mundo fenoménico este mundo fenoménico aparece en nuestra conciencia y es ordenado y elaborado por la sensibilidad, en función a formas "a priori" de la intuición y del entendimiento. Ni el idealismo ni el realismo puede ser cuestionado por medio de la lógica, pero sí por el idealismo volitivo, que señala que el hombre es ante todo un ser de voluntad y acción; y las resistencias y los obstáculos del mundo frente a la realización de sus deseos es lo que le hace vivir en forma inmediata la realidad. Nuestra creencia en la realidad del mundo fenoménico no se basa en la lógica sino en la vivencia inmediata, en la experiencia de la voluntad. Sin embargo, todo idealismo fracasa frente a la certeza de la existencia del yo. Podemos conocer la existencia pero no la esencia de las cosas. Somos seres de voluntad, sujetos a los opuestos yo y no yo, sujeto y objeto, por esta razón es imposible para nosotros superar teóricamente este dualismo y resolver el problema. Fundamentos del Marxismo
Publié le 12 mars 2009 par Critique Sociale
El marxismo es un pensamiento crítico, pero no un “sistema”: “Nunca he establecido un sistema socialista”, escribía Karl Marx en sus notas críticas sobre Adolphe Wagner (1880). El marxismo es un análisis de la evolución del mundo tal como es, un método que debe vincular íntimamente práctica y teoría. He aquí los principales fundamentos del marxismo: * La oposición a un sistema económico desigual, basado en la alienación, la explotación de la mayoría (a través del sistema del salariado), y dirigido hacia la consecución del beneficio para algunos, y no hacia la satisfacción de las necesidades de todos. Se trata del capitalismo, pero se pueden obviamente imaginar otros sistemas que presentan simi- lares características esenciales, a los cuales los marxistas se opondrían igualmente. Para la transformación de la sociedad, el marxismo considera necesario un proceso revo- lucionario que permita llegar a una sociedad basada en la cooperación y la gratuidad. * “La emancipación de los trabajadores debe ser la obra de los propios trabajadores”. Éste es un principio inherente al verdadero marxismo, que implica la democracia y la autoe- mancipación; así como que la democracia es elemento fundador indispensable para una nueva sociedad (a la que se denomina socialismo o comunismo). Sociedad que debe construirse liberada de las diversas formas de dominación. * El internacionalismo, que es, a la vez, la constatación del interés común de los trabaja- dores del mundo entero y de la necesidad de la lucha a escala mundial, y el objetivo de la superación de las naciones hacia una comunidad humana mundial. * El conocimiento y el análisis de la Historia (concepción materialista de la historia). * La constatación de la existencia de clases sociales que dividen a los hombres y a las mujeres en distintos segmentos de población; la constatación de las profundas desigual- dades e injusticias entre esas clases; y la constatación de que mientras exista la división de la sociedad en clases, habrá luchas entre esas clases (lucha de clases). En consecuencia, mientras participan actualmente en la lucha de clases de los trabaja- dores, los marxistas militan por una reorganización de la sociedad destinada a acabar con esa división clasista. * El libre ejercicio del espíritu crítico. “Duda de todo”, decía Marx, siendo el objetivo cono- cer la realidad tal como es, para comprenderla mejor y así transformarla. Estos principios, o algunos de ellos, pueden perfectamente ser compartidos por otras teorías políticas y sociales: si es el caso, ¡obviamente tanto mejor! El marxismo no pre- tende aislarse, todo lo contrario: el objetivo es contribuir a la constitución de un movi- miento del conjunto de la sociedad para crear “una asociación donde el libre desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos” (Karl Marx, Manifiesto Comunista). REPRESENTANTES DEL MARXISMO Carlos Marx (1818-1883)