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DIVERSAS POSTURAS DOCTRINALES SOBRE LAS GARANTÍAS

CONSTITUCIONALES.

Concepto de garantía del gobernado como derecho.

La palabra garantía proviene del término anglosajón “warranty” o “warrantie”, que significa

la acción de asegurar, proteger, defender o salvaguardar, por lo que tiene una

connotación muy amplia. “Garantía” equivale, pues, en su sentido lato, a “aseguramiento”

o “afianzamiento”, pudiendo denotar también “protección”, “respaldo”, “defensa”,

“salvaguardia” o “apoyo”.

Jurídicamente, el vocablo y el concepto “garantía” se originaron en el derecho privado,

teniendo en él las acepciones apuntadas. Este concepto, en derecho público ha

significado diversos tipos de seguridades o protecciones en favor de los gobernados

dentro de un estado de derecho, dentro de una entidad política estructurada y organizada

jurídicamente, en que la actividad del gobierno está sometida a normas pre-establecidas

que tienen como base de sustentación el orden constitucional. De esta guisa, se ha

estimado, incluso por la doctrina, que el principio de legalidad, el de división o separación

de poderes, el de responsabilidad oficial de los funcionarios públicos, etc., son garantías

jurídicas estatuidas en beneficio de los gobernados; afirmándose también que el mismo

concepto se extiende a los medios o recursos tendientes a hacer efectivo el imperio de

la ley y del derecho.

Concepción positivista.

Las distintas versiones del positivismo han insistido en que todas las normas jurídicas

son un artificio humano. Pero han pasado por alto que afirmar que el derecho y la
constitución son productos culturales implica asumir que estos tienen un sentido (el fin

para el que fueron creados). Trátese de describir una licuadora o un automóvil o una

mesa sin hablar de los fines para los que fueron creados. Sin duda se podrá ofrecer una

descripción muy detallada de su apariencia; pero al faltar la comprensión de su función,

siempre será incompleta. En distintas versiones del positivismo se sostiene que la función

del derecho es coordinar las acciones o estabilizar expectativas. A pesar de ello no existe

una comprensión del sentido del derecho, porque al mantenerse en una consideración

ciega al valor, se cree que dicha función se realiza únicamente a través de la amenaza

de coacción, lo cual es falso.

Para recuperar las aportaciones del positivismo a una teoría de la constitución, sin admitir

sus debilidades, basta destacar que los individuos sólo pueden adquirir el deber de

obedecerla si ella asume el objetivo de garantizar su libertad (sus derechos

fundamentales), mediante un sistema de pesos y contrapesos con el cual se limite la

arbitrariedad en el ejercicio del poder.

Doctrina materialista Marxista.

Marx y Engels conciben al Estado y al Derecho como la “maquinaria coercitiva destinada

a mantener la explotación de una clase por otra”. La aspiración comunista, sostienen,

consiste en destruir el Estado y el Derecho “burgués” y substituirlos por la “dictadura del

proletariado”, como etapa política de transición, para llegar finalmente a la “sociedad

comunista”.

Ahora bien, la dictadura del proletariado, o sea, la concentración del poder político del

Estado en la clase social de los explotados, no es sino una situación transitoria para lograr
la finalidad única o definitiva de la revolución comunista, que consiste en la consecución

de una sociedad “sin clases”, o sea, de “una asociación en la cual el libre desarrollo de

cada uno es la condición del libre desarrollo de todos” y cuyo establecimiento significará

la extinción del Estado.

En esa sociedad “sin clases”, afirmaba Marx, “podrá ser sobrepasado por completo el

estrecho horizonte del derecho burgués, y sólo entonces inscribirá la sociedad en su

bandera: de cada uno según su capacidad y a cada uno según sus necesidades”.

Ninguna sociedad humana puede subsistir sin gobierno, o sea, sin “Estado” en la

acepción a que esta idea adscribe el marx-leninismo, aunque su vida pueda desarrollarse

sin ningún orden jurídico legal o consuetudinario. En este último caso, el gobierno social

quedará enmarcado dentro de un régimen dictatorial. Por tanto, la suposición de que la

“sociedad comunista” pueda vivir “sin Derecho”, es decir, sin normas jurídicas coercitivas

de carácter legal o consuetudinario, entraña la dictadura, abominada y repudiada por

todos los pueblos de la Tierra.

Concepto individualista.

Este concepto se forma mediante la concurrencia de los siguientes elementos:

1. Relación jurídica de supra a subordinación entre el gobernado (sujeto activo) y el

Estado y sus autoridades (sujetos pasivos).

2. Derecho público subjetivo que emana de dicha relación en favor del gobernado

(objeto).
3. Obligación correlativa a cargo del Estado y sus autoridades, consistente en

respetar el consabido derecho y en observar o cumplir las condiciones de

seguridad jurídica del mismo (objeto).

4. Previsión y regulación de la citada relación por la Ley Fundamental (fuente).

De estos elementos fácilmente se infiere el nexo lógico-jurídico que media entre las

garantías individuales o del gobernado y los “derechos del hombre” como una de las

especias que abarcan los derechos públicos subjetivos. Los derechos del hombre se

traducen substancialmente en potestades inseparables e inherentes a su personalidad;

son elementos propios y consubstanciales de su naturaleza como ser racional,

independientemente de la posición jurídico-positiva en que pudiera estar colocado ante

el Estado y sus autoridades; en cambio, las garantías individuales equivalen a la

consagración jurídico-positiva de esos elementos, en el sentido de investirlos de

obligatoriedad e imperatividad para atribuirles respetabilidad por parte de las autoridades

estatales y del Estado mismo. Por ende, los derechos del hombre constituyen, en

términos generales, el contenido parcial de las garantías individuales, considerando a

éstas como meras relaciones jurídicas entre los sujetos de que hemos hablado;

gobernados, por un lado y Estado y autoridades por el otro.

Concepto Kelseniano.

Kelsen alude a “las garantías de la Constitución” y las identifica con los procedimientos o

medios para asegurar el imperio de la Ley Fundamental frente a las normas jurídicas

secundarias, es decir, para “garantizar el que una norma inferior se ajuste a la norma

superior que determina su creación o su contenido”.


El pensamiento de Kelsen sobre este punto puede sintetizarse así:

 La jurisdicción constitucional tiene importancia especial, que varía según los

rasgos de las constituciones consideradas.

 En una “República Democrática” la existencia de “control” es condición necesaria,

aunque no suficiente, para su existencia.

 Esta forma de Estado no puede “defenderse” mejor sino organizando todas las

“garantías” posibles de la regularidad de las funciones estatales.

 Asegurando la confección (forma) constitucional de las leyes, y en especial, su

constitucionalidad material (fondo), la jurisdicción constitucional es un medio de

protección eficaz de la minoría contra la mayoría.

Concepto jusnaturalista de los derechos de la persona ante el Estado.

Sostiene que, siendo los derechos del hombre inseparables de su naturaleza y

consubstanciales a su personalidad, y por ende, superiores y pre-existentes a toda

organización normativa, el Estado debe respetarlos, teniendo la ineludible obligación de

incorporarlos a su orden jurídico. Esta idea se preconiza por la doctrina francesa clásica

representada por Esmein, Barthélemy, Le Fur y Hauriou, entre otros, quienes siguiendo

las concepciones que inspiraron a la Declaración de 1789, afirman que el hombre nace

con “derechos naturales”, los cuales deben condicionar necesariamente a todo orden

jurídico positivo por tener un carácter “supra-constitucional”.

Ahora bien, como consecuencia del reconocimiento de los “derechos del hombre”, es

decir, de los que todo ser humano tiene por el hecho de ser el tal, inseparables de la

personalidad y anteriores a todo ordenamiento positivo, la Constitución de 57 otorgaba,


o sea, instituía garantías en favor del individuo, las cuales significaban limitaciones

impuestas al poder público para asegurar el goce de tales derechos (art. Primero,

segunda parte). Como se ve, dicho código constitucional establecía una marcada

distinción entre “derechos del hombre” y “garantías individuales”, reputando a aquéllos

inherentes a toda persona humana por haberle sido concedidos “por su Creador”, y

estimando a éstas como restricciones consignadas en la propia Ley Fundamental a la

actividad de las autoridades del país con la finalidad de proteger y hacer efectivos los

citados derechos.

Por el contrario, nuestra Constitución vigente, al abandonar la tesis jusnaturalista, ya no

establece la distinción que fijó el Código Político de 57 entre “derechos del hombre” y

“garantías individuales”. La actual Ley Suprema, según lo declara en su artículo primero,

otorga garantías al individuo, pero no como consecuencia de “derechos naturales” que

éste pudiera tener en su carácter de persona humana, sino en su calidad de “gobernado”,

es decir, como sujeto cuya esfera sea ámbito de operatividad de actos de las autoridades

estatales desempeñados en ejercicio del poder de imperio.


Bibliografía.

BURGOA ORIHUELA, Ignacio, Las Garantías Individuales, México: Porrúa, 40. a ed.,

2008. Pág. 27-187.

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632012000100004

http://jpdesc.blogspot.mx/2011/04/observacion-de-kelsen.html

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