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“Los sonidos del golpe la experiencia de los niños bajo dictadura militar en
Chile” de Nancy Nicholls Lopeandia,
El texto no se organiza de forma cronológica, sino que primero nos sitúa en la época
posterior al golpe militar, y luego describe ciertas prácticas, sensaciones, sentimientos y
vivencias que vivían los niños durante la dictadura, haciendo una especie de reconstrucción
de lo que se sintió vivir la niñez en esa época. Además, utiliza citas de los testimonios
recogidos para ejemplificar las interpretaciones que propone. De allí
El estudio se enmarca desde la historia oral, puesto que contextualiza desde fuentes escritas
tradicionales el contexto histórico estudiado, aunque dando gran relevancia a las fuentes
Seminario “Conceptos y discusiones en torno a la
relación entre memoria e historia”
Profesor: José Zavala
orales. Estas últimas, corresponden al testimonio de 12 adultos de entre 30 y 48 años que
fueron niños y niñas durante la dictadura.
La pequeña muestra, según la autora, le permitiría realizar solo un trabajo exploratorio que
define como “Levantar hipótesis, formarnos imágenes, indagar en las emociones de
nuestros entrevistados” (Nicholls, 1), cuyo fin supondría generar elementos comparativos
entre la vivencia de niños de clase media y popular. Aun así, argumenta que el material
testimonial resulto ser muy rico, por lo tanto, el análisis superaría el límite de la
presentación.
Aun así, se trata de una muestra heterogenia, puesto que se considera niños de familias de
izquierda que apoyaban a Allende, pasando por democratacristianos y apolíticos, y se
explicita que se excluyeron de la muestra las familias de derecha. El estudio busca
profundizar en los aspectos indirectos de la represión, vivenciadas por los niños.
Se desprende por sus afirmaciones, que el método de recolección de datos fue a través de
preguntas dirigidas, concretas en relación con el golpe militar y las protestas “No sabemos-
y eso daría para otra investigación- que hubiese pasado si no hubiésemos intencionado las
preguntas hacia el tema dictatorial en particular sino la infancia en general” (Nicholls, 4).
Comienza el análisis bajo la interrogante ¿Cómo viven los niños los distintos procesos de la
dictadura? A lo cual la autora argumenta que se tratan de un proceso vivido indirectamente
“de oídas”, a través de las conversaciones de adultos. De allí se ejemplifica con la entrevista
a Leonardo Fernández: “En ese tiempo los niños no existían mucho. Uno estaba por ahí, uno
estaba parando la oreja siempre. Los adultos no trepidaban en hablar cosas delante de los
niños, porque los niños no existen. Si uno escuchaba de todo y eso también impresionaba
porque eran muertos, uno se imaginaba, hablaban de muertos en el Mapocho, en las calles”
(Nicholls, 2).
En relación con las protestas nacionales, la autora se sirve de la definición de Salazar y Pinto
para denominar estas instancias como fiestas catárticas, aunque realiza la salvedad de ser
“Un espacio, por contradictorio que parezca, de libertad. Pero otros, debían irse temprano
a sus casas e incluso a las camas, entonces quedaba sólo la posibilidad de escuchar” y
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relación entre memoria e historia”
Profesor: José Zavala
ejemplifica con el testimonio de María Graciela “Recuerdo que salíamos a tocar las ollas (…)
pero después nos íbamos a acostar, pero todo el ruido que había en la calle era como sentir
mucha gente gritando, llantos, balas al aire” (Nicholls, 3).
Se concluye que al no recibir explicaciones, los niños tienden a imaginar y utilizar los
estímulos al alcance para poder materializar sus recuerdos “Se teje una urdimbre de
imágenes, fragmentos de conversaciones adultas e imaginación, que permite de alguna
manera a los niños y niñas dar sentido a lo que se está viviendo, que se calibra como algo
de gruesa dimensión, como algo pesado, como algo violento, que está trastocando la
cotidianeidad y que además provoca mucho temor” (Nicholls, 5). Otros, si viven la violencia
directamente, como en los allanamientos y secuestros, aun así, se hace transversal la
violencia simbólica a través de la pobreza y carestía de la crisis de 1980. Para ejemplificar
se vuelve al testimonio de María Graciela (Nicholls, 4).
La autora prosigue con una denominación de las palabras más repetidas, dentro de la
experiencia de los adultos en esa época niños, para caracterizar su experiencia en dictadura,
estas son:
1. Susto
2. Terror
3. Horror
4. Llanto
5. Silenciamiento
6. Angustia
7. Espanto
8. Brutalidad
A partir de estas palabras, se ejemplifica con los testimonios de Roberto Jofre, Claudio Pérez
y María Graciela, donde se concluye que existe una “urdiembre de imágenes y fragmentos”,
que en buena medida son permeados por el silenciamiento, dadas las circunstancias de
violencia y represión de la época.
Se teoriza con la propuesta de Bruno Bettelheim en relación con la arbitrariedad de la
violencia, que potencia el terror que sentirían los niños, al estar en situaciones de violencia
indiscriminada y sin explicaciones claras “las cosas más atroces podían ser (…) y no había
mucho que uno pudiera hacer que impidiera eso, tu suerte no estaba puesta en ti, sino en
otro, el poder es de otro” (Nicholls, 4).
Tras esta exposición general del contexto social que vivieron los niños de esa época, la
autora prosigue con un análisis psicológico de los testimonios. Se comenta si podríamos
hablar de un trauma personal, al respecto se expone que “No podemos hablar de situación
traumática más que si ha habido fractura, es decir, sólo en el caso de que una sorpresa con
proporciones de cataclismo – o de carácter, en ocasiones, insidioso- sumerja al sujeto, lo
zarandee y lo embarque en un torrente, en una dirección que hubiera preferido no tomar”
(Cyrulnik, 2003). Además, se apoya en las teorías de Ferenczi, Winnicott y Storolow, para
sostener que no es posible hablar de trauma si es que no existe un medio que sostenga la
situación como traumática.
La autora asegura, que la mayoría de los niños eran contenidos por sus padres (Apoyados
por testimonios textuales de Daniela Zenteno y María Graciela), lo cual suponía una barrera
psicológica a las situaciones de violencia tanto simbólica, como física del contexto de
dictadura: “Los niños entonces lograron significar la experiencia, darle sentido,
representarla, aunque fuera a través de fragmentos de información, entrelazados a cuotas
de imaginación y a cuotas importantes de contención y protección de los adultos a su
cargo.” (Nicholls, 9)
Seminario “Conceptos y discusiones en torno a la
relación entre memoria e historia”
Profesor: José Zavala
En la sección final “Reflexión en torno a la memoria social de la dictadura: los niños, los
adultos, la sociedad toda”, la autora busca especular en torno al concepto de trauma a nivel
social, desde la perspectiva de los testimonios. “De allí que el 11 de septiembre es vivido
por los chilenos como una ruptura que- tanto en la vida personal como en la del país marcan
un corte tajante entre antes y después. La irrupción (justificadora o acusadora) del golpe
varía, pero tiende a entenderlo como una irrupción que trastoca todo.” (Lechner y Guell).
Dese esa perspectiva la autora argumenta que este quiebre corresponde:
“Al trauma social o cultural, como lo han definido otros especialistas, ese
trauma que se instala en la sociedad en su conjunto, que tiene que ver con
el miedo, con la desconfianza hacia el otro, con la pérdida del sentido de
comunidad en tanto chilenos, con la polarización, es decir con la atribución
de sentido que la sociedad le otorga a las experiencias vividas post golpe”
(Nicholls, 9).
A este respecto, corresponde recordar la opinión de Jose Maria Ruiz-Vargas en relación con
la inexistencia del concepto de memoria social “Sostener que el grupo social tiene una
memoria por encima de la de los individuos que lo constituyen es, y también lo dijo con
total claridad Bartlett, pura especulación. Mientras no se aporte alguna prueba inequívoca
de una memoria grupal (cosa que hasta ahora no ha ocurrido), no puede admitirse la
existencia una “memoria colectiva” ni de una “memoria social” en cuanto sistemas de
memoria distintos y disociables de los sistemas científicamente contrastados y que
constituyen la llamada memoria humana” (Ruiz-Vargas, 2008).
En ese sentido: ¿Qué es lo que la autora sostiene y justifica como memoria social bajo la
premisa de los siguientes fenómenos?:
“¿Cómo se explica sino que Emilio hoy a sus 48 años sienta terror frente a
un carabinero, terror percibido por sus hijas y transmitido
inconscientemente a una de ellas? O que Daniela para la última
conmemoración del 11 de septiembre cuando el centro de Santiago estaba
lleno de militares vestidos con trajes de guerra, no se sintiera cómoda,
sintiera miedo también. O que Mario al leer el Informe Valech donde aparece
su padre, o al trabajar en cursos de percepción en la escuela de teatro de la
UC y escuchar testimonios de horror, la rabia y el miedo se reediten en él. O
que Leonardo, recordando el ruido de los aviones y helicópteros que hacían
su vuelo rasante, de manera tangencial mencione: ‘quizá a uno le daban
miedo los aviones, el ruido de los aviones, quizás todavía me da, algo tengo
con los aviones que me cuesta desentrañar” (Nicholls, 10).
Desde allí, la importancia de un trabajo de campo profundo, que posea un número de casos
representativos del universo de estudio, junto con un análisis minucioso de cada caso en
cuestión, puesto que “Ningún caso tiene significado en sí mismo y por sí mismo, sino solo
por referencia a una teoría o categoría analítica” (Gimenez, 2012). Lo que justifica un
trabajo metodológico más profundo que solo una justificación teórica de los testimonios.
Recapitulando, nos encontramos ante un estudio con una muestra excesivamente pequeña
para el análisis que se propone, ya que 12 personas no son una muestra nada representativa
tratándose de un tema a nivel país. También la técnica analítica utilizada es muy superficial
y se limita a nombrar aspectos del periodo y ejemplificarlos con extractos de los testimonios
recogidos, sin alcanzar una reflexión profunda, junto con la confusión de conceptos y una
casi nula referencia a búsquedas bibliográficas metodológicas, en relación con la historia
oral.
Por último, la lectura y análisis de las entrevistas efectuada por la autora es demasiado
superficial, se queda con la información casi textual que los sujetos le entregan, sin hacer
mucho caso a los silencios y otros elementos, que sin duda pueden arrojar aspectos
verdaderamente importantes e innovadores en las vivencias infantiles durante el régimen
militar.
Bibliografía
Nicholls Lopeandia, Nancy. Los sonidos del golpe la experiencia de los niños bajo
dictadura militar en Chile, 2009.
Pujadas Muños, Juan José, El método biográfico: el uso de las historias de vida en
ciencias sociales.
Salazar, Gabriel y Pinto, Julio (1999) Historia Contemporánea de Chile, Actores,
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Bettelheim, Bruno, (1979), Sobrevivir, Bs. As., Argentina, Ed. Gárnica, en: Lira,
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Ruiz-Vargas, María, José. (septiembre 2008). ¿De qué hablamos cuando hablamos
de "memoria histórica"? Reflexiones desde la psicología cognitiva. Entelequia, 7, 53
-76.
Giménez, Gilberto. (septiembre 2012). El problema de la generalización en los
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Pontificia universidad católica de Chile. (2012). Planta Adjunta. 4/07/2018, de
Pontificia universidad católica de Chile Sitio web: http://historia.uc.cl/Planta-
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