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Uno de los aspectos fundamentales de la nación mexicana siempre ha sido la estrecha relación entre

la sociedad mexicana y la iglesia católica, que es de la llegada de los españoles y su posterior


desarrollo histórico a lo largo del tiempo ha fortalecido su permanencia en la cultura nacional. Sin
embargo en el siglo XIX donde se está tratando de consolidar el estado nacional, moderno y laico,
esta situación tendría que cambiar debido a que en ese mundo progresista, la política mexicana
tendría que afianzarse en detrimento de la religiosidad mexicana.

Tradición, historia e identidad comenzaban con este grave conflicto; por un lado, estos factores que
durante generaciones habían definido la esencia de la mexicanas, mientras que, por el otro, la
modernidad y el progreso se función con los ideales del liberalismo del siglo XiX: la consolidación del
estado laico, los ataques anticlericales, la imposición del Estado mexicano a las instituciones militar y
eclesiástica fueron una de las tareas fundamentales de la clase política de fin de la década de los 50
del siglo XIX.

Tras la revolución de Ayutla, y el posterior derrocamiento de Antonio López de Santa Anna, se


comenzó con este proceso de reconstrucción nacional, y los grupos políticos predominantes en aquel
monto, liberales y conservadores, dejaron muy clara su postura sobre el rumbo que cada una
sugería para el México decimonónico. Los conservadores, viejos terratenientes, caciques militares y
devotos católicos en su mayoría pretendían mantener aquel sistema de privilegios para sus grupos
sociales e instituciones; mientras que, por otro lado, el grupo liberal, encabezado por Benito Juárez,
representando a la nueva sociedad mexicana, de clase media, económicamente en crecimiento,
buscando esta transformación del estado mexicano en función de la separación de los asuntos
políticos y religiosos.

El congreso constituyente de 1857 fue muy claro ante dicha situación, incluyendo en la nueva Carta
Magna una serie de leyes que reestructuraron al estado mexicano, propuestas por Juárez, Lerdo de
Tejada, Melchor Ocampo, José María Iglesias y José María Lafragua. A éstas se les conoce como
leyes de Reforma, las cuales consisten en la desmoralización de los bienes eclesiásticos, con la cual,
a la institución católica se le desposeía de todas las propiedades y bienes inmuebles que hubiera
recibido como donaciones y herencias de particulares que para aquel momento se encontraban en
calidad de abandono. Se establece la suspensión de pagos y obvenciones religiosas para que los
ingresos económicos recibidos por la iglesia, hasta ese momento libres de gravamen fiscal, se
suspendieran, dejando de esta manera sin una fuente económica fundamental al clero mexicano del
siglo XIX.

Se establecio la creación de cementerios civiles para 1ue el estado mexicano se hiciera cargo de los
asuntos funerarios y decesos así como por cuestiones de sanidad e higiene y prevenir contagios y
epidemias en las ciudades.se suspendieron los privilegios legales para las instituciones militar y
eclesiástica.

Ante dichas medidas, las reacciones de los grupos opositores al régimen loberalista nmop se hicieron
esperar, realizando protestas contra ellas, y tras las elecciones de 1857 y la llegada al poder de
Igancio Comonfort la situación mno mejoró, debido a que se pensaba que la lelgada de un
conservador al poder podría representar un contrapeso para la política liberal, sin embargo esto lo
único que terminó detonando fue un enfrentqamiento mucho mayor y mas abierto que conoceríamos
posteriormente como la guerra de reforma, en la que tras el rechazo conservqdor a la constitución de
1857 y a las leyes de reforma y el posterior golpe de estado presidencial, y el evidente vacio de

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