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ECOALDEAS
TEJIENDO TRANSICIONES HACIA EL BUEN VIVIR

Un estudio de casos en las ecoaldeas Anthakarana y Aldeafeliz en Colombia

Autora
Erika Milena Muñoz-Villarreal

Directora
PhD. Martha Cecilia Chaves

Universidad de Caldas
Manizales, Caldas, Colombia
Diciembre de 2017
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ECOALDEAS
TEJIENDO TRANSICIONES HACIA EL BUEN VIVIR

Un estudio de casos en las ecoaldeas Anthakarana y Aldeafeliz en Colombia

Autora
Erika Milena Muñoz-Villarreal
Trabajadora Social
Ecoactivista Territorio Kumanday
Investigadora del Grupo de Investigación MINGAS en Transición
Investigadora del Grupo en Estudios Jurídicos y Sociojurídicos, Universidad de Caldas

Directora
PhD. Martha Cecilia Chaves
Doctora en Sociología del Desarrollo y el Cambio & Educación para la Sustentabilidad
MSc Conservación de Bosques y Áreas Naturales
Universidad de Wageningen, Países Bajos
Bióloga, Universidad del Valle, Colombia
Investigadora del Grupo de Investigación MINGAS en Transición
Integrante del Consejo de Asentamientos Sustentables de América Latina - C.A.S.A

Arte de la portada
Oscar Felipe Zuluaga Montes
Artista e ilustrador

Tesis para optar al título de Magister en Ecología Humana y Saberes Ambientales de


la Universidad de Caldas.

Universidad de Caldas
Facultad de Ciencias para la Salud
Departamento de Salud Pública
Manizales, Caldas, Colombia
Diciembre de 2017
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CONTENIDO

Permiso y gratitud 6
Apertura 7
Enlazada 1. Introducción al tejido de investigación 9
1.1. Contexto-problema de investigación: la dualidad humanidad-naturaleza 9
1.2. Estado del arte sobre ecoaldeas en Colombia 13
1.3. Objetivos y preguntas de investigación 18
Enlazada 2. Comprensiones teórico-conceptuales acerca de la relación humanidad-naturaleza 19
2.1. Comprensiones diversas en torno a la Naturaleza 19
2.2. Enfoques que repiensan la conexión entre humanidad-naturaleza 23
2.3. Las Ecoaldeas como una alternativa de reconexión con la naturaleza 27
Enlazada 3. Metodología y métodos entretejidos en la investigación 31
3.1. Metodología cualitativa y estudio de casos 31
3.2. Métodos: documental y etnográficos 32
3.3. Ciclo de análisis e interpretación 34
Enlazada 4. El movimiento de ecoaldeas en el mundo y en Colombia 37
4.1. El movimiento ecoaldeano en el mundo 37
4.1.1. El mándala de la sustentabilidad como una expresión de reconexión con la naturaleza 46
4.2. Ecoaldeas en Colombia: emergencia de comunidades mestizas-ecológicas 50
4.3. Conclusión 58
Enlazada 5. El disueño de dos ecoaldeas en Colombia: Aldeafeliz y Anthakarana 60
5.1. El grupo semilla de Aldeafeliz 60
5.1.1. El territorio de Aldeafeliz. 67
5.1.2. Narraciones de quienes se unieron en el disueño de Aldeafeliz. 70
5.2. Disoñando la familia Anthakarana 74
5.2.1. El territorio de Anthakarana. 78
5.3. Conclusión 80
Enlazada 6. Ecología de saberes en el mándala de la sustentabilidad 81
6.1. Pilar social: el sistema de la vida como inspiración para ordenar las relaciones sociales 82
6.2. Pilar cultural: recordar para renovar las ceremonias de conexión natural 89
6.3. Pilar ecológico: cuidar los ciclos naturales para conservar la vida 104
5

6.4. Pilar económico: de la EcoNoMía a la EcoSíNuestra 115


6.5. Diseño del sistema completo: el tejido de las alianzas 116
6.6. Conclusión 117
Enlazada 7. Transiciones en las ecoaldeas 119
7.1. Primera transición: de urbanos a agromelos 119
7.2. Segunda transición: de agromelos a ecoaldeanos 122
7.3. Tercera transición: de ecoaldeanos a nativo-mestizo-conscientes 122
Enlazada 8. Reconexión con la madre tierra-tejido de vida en espiral 126
8.1. Las ecoaldeas: organismos vivos tejidos en la Madre Tierra 126
8.2. Comprensión de la naturaleza como Madre tierra-tejido de vida en espiral 127
8.3. Co-creando una ética simbiótica hacia el Buen Vivir 132
Enlazada 9. Discusión. El desafío de tejer una ontología relacional para transitar hacia el Buen
Vivir 135
Conclusiones del tejido investigativo 141
Recomendaciones para seguir tejiendo 144
Referencias bibliográficas 146
Listado de figuras 152
Listado de tablas 153
Listado de mapas 153

Como citar esta tesis


Muñoz-Villarreal, E. (2017). Ecoaldeas: Tejiendo transiciones hacia el Buen Vivir. Un estudio de
casos en las ecoaldeas Anthakarana y Aldeafeliz en Colombia (Tesis de maestría). Universidad de
Caldas, Manizales, Colombia.
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Permiso y gratitud

Ante todo, solicito permiso al tejido de la vida para presentar esta investigación propia y
colectiva a su vez, devenida en sentipensar académico, ecológico y disoñador.
Solicito permiso a los seres de Aldeafeliz y Anthakarana para compartir parte de su
vida, su territorio, sus narraciones, sus co-creaciones y sus desafíos.
Debo gratitud a múltiples seres y acontecimientos de la vida desde el momento mismo
en que disoñé esta investigación en 2014. Por lo pronto, aquí y ahora, agradezco al
Cosmos y al territorio Kumanday.
A mi red familiar: mi madre Lina María, mi padre Freddy Muñoz (codeudor de mis
estudios), mi amado y cómplice incansable Felipe, mi semilla Alef, a mi suegro Absalon y
su esposa Olguita, mi Suegra Marta y su esposo Ernesto, y a mi cuñada Diana.
Gratitud a la hermandad que me inspira: Tatiana, Daniel, Andrés, Lorena, Diana,
Carlos, Leidy, Nando, Ricardo, Ana María, Valentina, Johan, Jazmín.
Amistades que me aportan con su sabiduría académica: Natalia (palabra de los pueblos
originarios), Juliana (espirales primordiales), Alejandra (ecología política) y Patricia
(resistencias decoloniales).
A mi grupo del Centro de Investigaciones Sociojurídicas-CIS: Javier (mi mejor ‘jefe’),
Alejandro, Carolina y Diana.
Al proyecto Tierra Espiral, al Movimiento de ambientalistas del Kumanday y a la
palabra del pueblo Nasa que siempre llevo en mi co-razón.
A Martha Chaves, mi asesora y experta del mundo ecoaldeano.
Gratitud a la Maestría en Ecología Humana y Saberes Ambientales por su apertura y
apoyo.
Cada uno y cada una son inspiración para cocrear pluriversos éticos en cuidado de la
vida.

Gracias, gracias, gracias


7

Apertura

Esta investigación buscó comprender cómo se expresa la relación humanidad-naturaleza


en el movimiento ecoaldeano, teniendo como eje de estudio los saberes y las prácticas de
las ecoaldeas Anthakarana y Aldeafeliz en Colombia.
Se realizó una indagación documental para abordar la relación humanidad-naturaleza en
el movimiento de ecoaldeas en el mundo y en Colombia. Seguidamente se realizó un
acercamiento empírico en el cual se emplearon métodos etnográficos que permitieron
conocer la vida cotidiana, los saberes y las prácticas de las ecoaldeas escogidas.
Este texto se encuentra ordenado de acuerdo a la metáfora del tejido, del latín ‘textus’
(RAE; 2017); de modo que, cada apartado de la investigación se presenta como una
enlazada que teje el devenir de la tesis. El término tejido se encuentra muy presente en los
discursos de las ecoaldeas y, de tal manera, logra establecer una conexión entre sus formas
discursivas junto la forma como se narran los hallazgos.
En la Enlazada 1 se da cuenta del problema de investigación y el contexto en el cual se
sitúa el estudio, destacando específicamente la dualidad humanidad-naturaleza devenida,
en la época actual, en una crisis civilizatoria. Seguidamente, se expone un estado del arte
de las investigaciones realizadas en Colombia sobre las ecoaldeas, identificando sus tipos
de abordaje y los hallazgos encontrados en estas comunidades. Luego, se plantean los
objetivos y las preguntas que orientaron la investigación.
En la Enlazada 2 se presentan las diversas comprensiones teórico-conceptuales acerca
de la categoría de naturaleza, se exponen las definiciones construidas sobre la categoría
ecoaldea y, de igual manera, se describen algunos enfoques que repiensan la relación
Humanidad-Naturaleza.
En la Enlazada 3 se describe la metodología cualitativa, los métodos etnográficos
empleados en la investigación.
A partir de la Enlazada 4 se presentan los resultados de investigación. En esta se
describe el origen del movimiento de ecoaldeas en el mundo, su propuesta para abordar la
relación con la naturaleza mediante los pilares de la sustentabilidad y cómo este devenir ha
influenciado el movimiento ecoaldeano en Colombia.
En la Enlazada 5 se reconstruye el proceso de creación de Anthakarana (Quindío) y
Aldeafeliz (Cundinamarca), las motivaciones que orientaron a sus integrantes a vivir en
una comunidad en área rural, se presenta su ubicación geográfica y la forma cómo han
disoñado físicamente cada lugar.
En la Enlazada 6 se describen los distintos saberes y las distintas prácticas que
dinamizan la vida cotidiana de las ecoaldeas estudiadas, que para esta comprensión han
sido definidas bajo la categoría ecología de saberes, relacionándolas, a su vez, con los
pilares de la sustentabilidad planteados por el movimiento global de ecoaldeas.
En la Enlazada 7 se da cuenta de tres transiciones por las que han pasado las ecoaldeas,
desde el momento mismo de migrar de la ciudad hacia al campo, construir una ecoaldea,
pasar de ser urbanos a agromelos, luego configurarse como ecoaldeanos y actualmente
autoidentificarse como nativo-mestizo-conscientes.
En la Enlazada 8 se comprende que, la relación de las ecoaldeas con la naturaleza
entreteje las transiciones expuestas en la Enlazada 7 junto con las reconfiguraciones
8

conceptuales de las categorías de ecoaldea, naturaleza y la constitución de nuevos valores


éticos.
En la Enlazada 9, se realiza la discusión general de la investigación en la cual se logra
comprender que, las ecoaldeas Anthakarana y Aldeafeliz vienen tejiendo una ontología
relacional que transita de manera espiral desde el sí mismo expandido (tránsito individual),
para ampliarse hacia las relaciones interpersonales (tránsito comunitario) y luego transitar
hacia las relaciones con el tejido de la vida (tránsito con el todo), luego este camino
permite transitar hacia otra espiral que se contrae desde las relaciones con el tejido de la
vida hasta volver al sí mismo expandido.
Finalmente, se presentan las conclusiones y las recomendaciones de la investigación en
clave académica y en clave empírica.
9

Enlazada 1. Introducción al tejido de investigación

1.1. Contexto-problema de investigación: la dualidad humanidad-naturaleza

Nuestra época anuncia una permanente y profunda crisis ecológica. Una crisis que
puede ser comprendida desde diversas miradas epistémicas y políticas que convergen en un
acuerdo científico y social: acudimos a una crisis civilizatoria de carácter planetario y
ecológico (Amin et al, 2005; Katz, 2010; Ivanova, 2011). De la resolución o no de esta
crisis depende la pervivencia de la especie humana así como de otras manifestaciones de la
vida que habitan el Planeta (Lander, 2004; Prada, 2011).
Ahora si bien, la hipótesis Gaia plantea que la vida en el Planeta puede continuar
transformándose y expandiéndose en lapsos de miles de años sin la presencia de
influyentes tipos de vida como los seres humanos (Lovelock, 1979; Margulis, 2002), la
afectación a los sistemas ecológicos y ciclos bio-geo-químicos a una escala global es
claramente evidente, lo que algunos para algunos autores representa las consecuencias de
la época del Antropoceno (Steffen et al., 2011).
Los efectos de esta crisis ecológica global son la inminente escasez de fuentes hídricas
aptas para el consumo humano y el aumento progresivo del calentamiento del sistema
climático global que podría superar los 2ºC (IPCC, 2013). El agua disponible para
consumo humano se encuentra amenazada por acciones antrópicas como la contaminación,
el aumento de grandes represas, la explotación minera de metales y demás procesos
productivos e industriales (PNUD, 2006).
En el cálculo de la Huella Ecológica realizado por la organización Global Footprint
Network (2016), donde se mide la demanda del consumo humano en relación al uso de los
bienes naturales como: suelos, aguas, reservas naturales, minerales, entre otros, donde se
observa que la biocapacidad planetaria de 1,7 hectáreas globales per capita se ha excedió
entre los años 1961 a 2012 hasta por 6,2 hectáreas per capita (ver figura 1).
Este cálculo demuestra que la humanidad necesite actualmente la capacidad
regenerativa de 1.6 Planetas para proporcionar los bienes y servicios que usamos cada año.
Además, la Huella Ecológica per capita de las naciones con altos ingresos económicos se
contrapone a la disminución de la biocapacidad de los países con ingresos medianos o
bajos.
De acuerdo al mapa de Huella Ecológica Global se puede advertir que, los países que
ejercen mayor presión sobre los bienes del planeta son países con economías pujantes o
crecientes, los cuales centran sus economías en el crecimiento exponencial y en altos
niveles de consumo (países con color terracota intenso).
Según Ángel-Maya (1996), Latour (2005) y Noguera (2004), la crisis civilizatoria y
ecológica actual expresa una escisión entre naturaleza y humanidad impuesta por el
paradigma de la Modernidad en su sostenimiento de concebir la naturaleza como recurso
(Noguera & Pineda, 2009; Gudynas, 2004), naturaleza productiva (Santos, 2010),
naturaleza desechable (Riechmann, 2004) y naturaleza máquina (Capra, 1996).
Concepciones que reflejan una postura antropocéntrica de carácter utilitarista e
instrumental frente a la relación con el sistema de la vida (Prada, 2011; Noguera, 2004;
Fernández, 2010), lo que ha derivado en los daños ecológicos globales ocasionados por las
acciones humanas desde la Revolución Industrial (Crutzen 2002).
10

Mapa 1. Mapa de huella ecológica global.


Fuente: Global Footprint Network, 2018.
11

La mayor carga de responsabilidad en la promoción y producción del paradigma


antropocéntrico, en la generación de prácticas de desconexión y de daños al sistema
planetario, recae sobre los grandes complejos industriales, tecnológicos, televisivos,
empresariales, financieros y políticos (Capra, 1996; Santos, 2009).
En respuesta a este paradigma antropocéntrico, existen comunidades, grupos y apuestas
colectivas que han generado alternativas o se encuentran creando propuestas de cambio
profundo en el modelo civilizatorio a partir de la reconexión con la Naturaleza. Estas
apuestas alternativas, por así llamarlas, cuestionan precisamente la relación utilitarista e
instrumental que se ha instalado en las acciones globales, locales y cotidianas agenciadas
por el ser humano, con lo cual promueven transiciones hacia otras formas de relación
basadas en una ética ecológica (Escobar, 2003; Leff, 2002; Martín, 1998).
Entre la diversidad de apuestas que recrean o transitan “otros mundos posibles”
(Escobar, 2003), buscando una conexión o reconexión con la naturaleza, se puede
referenciar algunos pueblos originarios (tribales, indígenas o afrodescendientes) que
conservan prácticas y conocimientos milenarios de conexión con la naturaleza a pesar de
los cambios agenciados por la modernidad; aunque cabe destacar que, se presentan en
contradicciones en algunos de estos pueblos que no necesariamente se recogen en los
discursos del ‘buen salvaje’ (González, 1987) o en el ‘nativo ecológico’ (Ulloa, 2004), en
tanto esta concepción no siempre es real, puesto que en muchos de estos pueblos se
expresan nuevas pautas de comportamiento no necesariamente ‘ecológicas’ (Alarcón-
Cháires, 2006; Piñacué, 2014).
De otro lado, existen procesos mestizos con éticas ecológicas que se expresan mediante
propuestas agroecológicas1, ecoaldeas2, templos vaisnavas3 y budistas4 que vienen
realizando cambios profundos en sus estilos de vida bajo concepciones biocentristas, que
intentan romper con los órdenes hegemónicos de vida capitalista, con todos los desafíos e
incongruencias que estos procesos puedan conllevar (Chaves, 2016; Chaves et al. 2015;
2017a; 2017b; Lockyer y Veveto 2013).
En el ámbito académico, se pueden enunciar dos escuelas de pensamiento críticas al
paradigma de la modernidad que rescatan los saberes, los pensamientos y las prácticas
éticas del ser humano frente a la naturaleza, promoviendo una fuerte conexión entre
humanidad y naturaleza, como son: el movimiento de Ecología Profunda y el Pensamiento
Decolonial Latinoamericano.
La Ecología Profunda emerge en las escuelas de Estados Unidos y Europa integrando
conocimientos de las Ciencias ‘Naturales’ y ‘Sociales’ producidas en Occidente, así como
saberes ancestrales de Oriente, como el Tao (Capra, 1996; Naess, 1998). Este movimiento
plantea una compresión profunda de la vida, entendida como la interconexión de todos los
aconteceres biológicos, geológicos, químicos, físicos y culturales posibles en el planeta. Su
intención es la transformación del pensamiento antropocéntrico hacia uno biocéntrico,
centrado en la comprensión y mantenimiento de la vida en sus diversas y múltiples
manifestaciones.
El Pensamiento Decolonial Latinoamericano, en su lugar, viene rescatando referentes

1
http://www.granjamamalulu.com/
2
https://ecovillage.org/projects/
3
http://www.varsana.co/
4
http://www.budismocolombia.co/
12

empíricos de colectividades sociales que resignifican la relación Humanidad-Naturaleza


(Alimonda, 2011; Escobar, 2000; Santos, 2010). Uno de los objetivos del movimiento
decolonial es lograr develar cómo el colonialismo acalla las cosmovisiones y
conocimientos de los colectivos sociales, lo que define Boaventura de Souza Santos como
epistemicidios (2009, 2010). Uno de los movimientos sociales mayormente respaldados
por este enfoque, en los últimos años, ha sido el Buen Vivir “Sumakawsay” o Vivir Bien
“Sumaqamaña”. El Buen Vivir, inspirado precisamente en la cosmovisión de los pueblos
originarios de América Latina, viene logrando la reconfiguración de concepciones,
valoraciones y prácticas frente a las formas de relación de los humanos con la naturaleza
(Acosta, 2013; Acosta & Gudynas, 2008; Gudynas, 2011a; Huanacuni, 2012).
En el caso Colombiano, existen algunos referentes empíricos que vivencian y/o le
apuestan a una reconexión en la naturaleza. Estas experiencias han sido abordadas en
investigaciones académicas con un mayor énfasis en los pueblos originarios. Por ejemplo,
Astrid Ulloa (2004) reflexiona sobre cómo los indígenas se han construido desde el
imaginario del nativo ecológico, y Arturo Escobar (2003) a partir de su interacción con los
pueblos afrodescencientes reflexiona sobre la ecología política de la diferencia.
Los pueblos originarios, afrodescendientes y campesinos representan la población que
más tiende a proteger y establecer unas formas de interacción con su entorno natural
debido a su contacto permanente con este (Escobar, 2003; Ulloa, 2004). Sin embargo, no
todos estos pueblos mantienen una conexión con la naturaleza dado que la matriz de la
modernidad ha logrado impactarlos en sus territorios por diferentes y múltiples razones,
con lo cual se han visto obligados a cambiar de hábitos de vida y/o migrar hacia zonas
urbanas (Alarcón-Cháires, 2006).
Otras experiencias en el proceso de transitar hacia una reconexión en la naturaleza son
los movimientos de población mestiza como el Consejo de Asentamientos Sustentables de
América Latina-CASA, que acoge diversas iniciativas urbanas y rurales del país en torno a
aprendizajes profundos en sustentabilidad y la co-creación de estilos de vida ecológicos
basados en el respeto a la Tierra (Chaves 2016, Chaves et al., 2017a, Chaves et al., 2017b).
En el caso de las vivencias “mestizas”, se han adelantado estudios sobre ecoaldeas
articuladas a C.A.S.A. desde los enfoques de desarrollo a escala humana (Amaya, 2014), la
economía (Marín, 2011), la arquitectura (Ardilla, 2013), la etnobiología (Rojas, 2013) y el
aprendizaje social (Chaves et al. 2015). Este tipo de movimientos han sido catalogados
como esotéricos y elitistas, que optan por establecer modelos de vida aislados de la
sociedad (Ray & Anderson 2000), sin embargo Dawson (2013) argumenta que las
ecoaldeas se han convertido en nodos de alianzas formales e informales con los elementos
más progresivos de la sociedad actual para convertirse en centros de investigación y
demostración para transicionar hacia sociedades de bajo consumo energético.
En Colombia, Chaves (2016) ha demostrado que estos movimientos “mestizos” están
impulsados generalmente por personas de origen urbano que intentan escapar de la lógica
del desarrollo convencional y volver a territorializarse, es decir tomar de nuevo control de
sus relaciones con la naturaleza, los territorios, la economía, el tiempo, su cuerpo y los
demás seres, proponiendo diferentes relaciones a las dictadas por la sociedad convencional
donde crecieron. Sin embargo, en estos estudios falta profundizar cómo estas experiencias
mestizas generan nuevas conexiones Humanidad-Naturaleza, o no, y cuál es su impacto.
Además, se hace necesario investigar en detalle cuáles son las mayores dificultades, y las
prácticas más exitosas que pueden ser replicables en otros ámbitos.
13

A partir de este contexto, el presente estudio pretende dar respuesta a este vacío
investigativo tomando como unidad de análisis dos ecoaldeas del país que son miembros
del Consejo de Asentamientos Sustentables de América Latina, C.A.S.A Colombia:
Anthakarana ubicada en Salento, Quindío, y Aldeafeliz ubicada en San Francisco,
Cundinamarca. De esta manera, se espera brindar una comprensión académica sobre el
fenómeno de las ecoaldeas en Colombia, que aún continua siendo una categoría conceptual
y una experiencia poco explorada, y de igual forma, brinde reflexiones empíricas para la
Red de C.A.S.A. y otras organizaciones que deseen multiplicar las prácticas exitosas y los
desafíos hallados en las ecoaldeas en el camino de promover un bienestar socio-ambiental
en el país.

1.2. Estado del arte sobre ecoaldeas en Colombia

Las Ecoaldeas son un campo de estudio emergente en las investigaciones científicas de


Colombia. Los estudios referenciados en el presente estado del arte datan desde el 2011,
generalmente producto de tesis de pregrado y de posgrado, de modo que, la mayoría
corresponden a intereses personales de los investigadores y en pocas ocasiones son
producto de grupos de investigación. Lo cual puede sugerir que, las ecoaldeas como campo
de estudio, de comprensión y de construcción de conocimiento se encuentran casi ausentes
de la investigación científica en el país.

Tabla 1
Investigaciones sobre ecoaldeas en Colombia

Hallazgos investigativos Autores


La nueva ruralidad: transformar hábitos de vida y Guevara, 2014; Salamanca y Silva,
posibilitar un cambio espiritual 2015; Ardila, 2013; Correa, 2013;
Møller, 2013.
Las ecoaldeas como una experiencia de Desarrollo a Amaya, 2014; Cortés, Machetá y
Escala Humana Moreno, 2012
Desarrollo comunitario, organización comunitaria y Rodríguez y Fonseca, 2015; Cajiao y
dinámica cultural Gómez, 2011
El papel del aprendizaje social en la transformación Chaves, Macintyre, Riano, Calero y
individual y colectiva de las ecoaldeas Wals, 2015; Chaves, 2016; Chaves,
Macintyre, Verschoor y Wals, 2017.
El Buen Vivir como un proceso de articulación de Chaves, Macintyre, Verschoor y Wals,
saberes y de negociación de hábitos de vida 2017; Salamanca y Silva, 2015.
Estructura Agroecológica Principal en las ecoaldeas Pinzón, 2014.
Etnosaberes en las ecoaldeas Rojas-Garzón, 2013.
Movimiento transnacional reproducido por sectores Sarrazín, 2015.
de la intelligentsia latinoamericana
Fuente: Autora.

Las investigaciones consultadas fueron abordadas desde diferentes disciplinas y


profesiones del conocimiento, vinculando a su vez distintos enfoques de análisis y
14

abordajes metodológicos. Si bien, se evidencia una diversidad de acercamientos teórico-


metodológicos hacia las ecoaldeas en Colombia, existe un propósito científico común
orientado en conocer si estas propuestas comunitarias corresponden a un tipo de alternativa
de vida.

La nueva ruralidad: transformar hábitos de vida y posibilitar un cambio


espiritual.

En cuanto a las razones motivacionales para vivir en el campo y en comunidad, Guevara


(2014) identifica “la necesidad de experimentar nuevos modelos de asociación que integren
todos los aspectos de la vida en un ambiente armónico y responsable con el medio
ambiente” (p.48). Otras motivaciones para migrar de la ciudad al campo consisten en
promover un cuidado en el espacio habitado, garantizar a los hijos un ambiente sano y la
posibilidad de vivir con ellos en el proceso de su crecimiento, sentirse parte de la
naturaleza y establecer vínculos sinceros con quienes se convive.
Por lo general, quienes deciden fundar este tipo de comunidades son personas jóvenes,
solteras, parejas jóvenes o con hijos infantes. Algunas de estas personas no contaban con
una motivación o conocimiento espiritual profundo antes de la creación de la ecoaldea,
pero en la experiencia rural adquirieron una comprensión distinta por la vida, la naturaleza
y el ser humano, procedente, generalmente, de conocimientos ancestrales.
Salamanca y Silva (2015) caracterizan las ecoaldeas como un fenómeno de
recampesinización cuyos objetivos fundamentales son i) reducir, reciclar, reutilizar y
rearborizar, 2) volver a la tierra de manera material y espiritual, 3) abrazar la tierra para
proponer otros modelos de desarrollo. Ardila (2013) y Correa (2013), de otro lado,
identifican una nueva ruralidad en las ecoaldeas, así como el cuestionamiento de estas
frente a la insostenibilidad del sistema de consumo actual. En este sentido, las ecoaldeas se
constituyen en escenarios experimentales de referencia para quienes pretenden planificar y
ordenar sus territorios bajo un enfoque de sustentabilidad.
Los estilos de vida eco-comunitarios rurales se inscriben en: el uso de tecnologías de
comunicación, el ocio, la producción agraria con propósito de autoconsumo, los mercados
locales, el ecoturismo, las actividades espirituales, la reapropiación de elementos
simbólicos de culturas tradicionales, la propiedad colectiva del suelo, la organización
holística de las funciones de cada persona, el establecimiento de redes locales y globales,
las prácticas y significados orientados bajos preceptos de cuidado o mínimo impacto sobre
la naturaleza, la educación sin escuela y la reutilización de residuos. Todas estas prácticas
y discursos son reapropiados y reinterpretados de acuerdo a las necesidades sentidas en
cada ecoaldea.
Møller (2013), reconoce entre las ecoaldeas y la naturaleza una ‘combinación holística
simbiótica’ producida en la relación y reconocimiento del entorno mediante prácticas
cotidianas y permanentes de contacto con la naturaleza y de rituales espirituales que tienen
por objetivo la búsqueda de una conexión natural. De ese modo, la conexión permite un
entendimiento de la fragilidad de la naturaleza frente a los impactos negativos ocasionados
por los seres humanos, fomentando a su vez un comportamiento no-destructivo y prácticas
de protección y restablecimiento de la naturaleza, lo que le brinda a las ecoaldeas un alto
grado de sostenibilidad ecológica.
15

Las ecoaldeas como una experiencia de Desarrollo a Escala Humana.

Cortés, Machetá y Moreno (2012) y Amaya (2014) identifican en la ecoaldea Aldeafeliz


una propuesta alternativa al desarrollo capitalista. Consideran que las prácticas de esta
ecoaldea configuran un asentamiento a Escala Humana como alternativa al modelo
económico tradicional urbano, sustentado básicamente en un fenómeno capitalista de
exclusión social y competencia.
Denominan estas prácticas como de resistencia rural, en tanto reconfiguran nuevos
esquemas de producción rural, nuevas prácticas solidarias y de autoconsumo, así como la
apropiación misma del territorio. Identifican, además, el trabajo y la participación
colaborativa, los rituales de integración, el respeto a la diferencia y la generación de un
impacto socioambiental que posibilita condiciones de vida adecuadas para la comunidad
por medio de los cuales existe una búsqueda de integración colectiva así como de un estilo
de vida alternativo.

Desarrollo comunitario, organización comunitaria y dinámica cultural.

Desde la perspectiva comunitaria, Rodríguez y Fonseca (2015) realizan un análisis


comparativo en Varsana Yoga Monasterio y Aldeafeliz, ambas ubicadas en la región de
Cundinamarca, a partir del cual determinan diferencias y similitudes en su desarrollo
comunitario, organización comunitaria y dinámica cultural. En Varsana Yoga Monasterio,
el desarrollo y la organización comunitarios son consecuentes a su identidad cultural y
espiritual asociada a la filosofía Vaisnava, de modo que sus acciones son de servicio a la
comunidad, a las divinidades y a la naturaleza. En ese sentido, el trabajo y la organización
se contienen en una estructura jerárquica en donde el líder espiritual o el encargado definen
las actividades, roles y funciones que se deben realizar para sostener la comunidad. Es así
como las acciones son fijas y específicas y se concretan desde lo individual a lo colectivo.
En su lugar, Aldeafeliz recobra conocimientos de pueblos indígenas de modo que les
permite realizar acciones de cuidado y protección del territorio. De igual manera, el trabajo
comunitario se determina a partir de la toma de decisiones colectivas. Su organización es
mediante células o equipos de trabajo temáticos y es allí donde se decide colectivamente o
en ocasiones se desarrollan encuentros de todo los integrantes y las tareas permiten el
cambio de roles y funciones de manera periódica. Las autoras destacan como similitudes
en estas dos ecoaldeas la cohesión social, el ejercicio de actividades diarias que propenden
por el sostenimiento de la comunidad y de la naturaleza, la dedicación de tiempo libre al
ocio, descanso o actividades de cualificación personal o colectiva. También resaltan el
valor significativo de la comunicación, la cooperación, la convivencia y la equidad.
Por su parte, Cajiao y Gómez (2011) realizan un acercamiento desde la Investigación-
acción-participativa en la Ecoaldea Nashira (Palmira, Valle del Cauca) en donde describen,
mediante una matriz comprensiva, cada uno de los componentes de la vida comunitaria que
dinamizan las mujeres y las familias del lugar. En dicha descripción concluyen que,
Nashira representa un modelo de micropoder local alterno a los poderes hegemónicos de
producción y consumo propios del sistema capitalista. El proceso organizativo, formativo,
de convivencia, de subsistencia, de género, laboral y de vivienda son componentes
apalancados y promovidos generalmente por las mujeres, guiados por una misión y una
16

visión de ejercicio de prácticas productivas sustentables y respetuosas del ambiente


habitado.

El papel del aprendizaje social en la transformación individual y colectiva de las


ecoaldeas.

Desde una mirada de exploración en el proceso de aprendizaje social, Chaves,


Macintyre, Riano, Calero y Wals (2015), se acercaron y compartieron con algunos
integrantes de la ecoaldea Atlántida (Cauca), identificando que en 12 años de fundación de
la comunidad (2003-2015) han surgido tres momentos significativos asociados al ciclo de
la naturaleza.
‘La vida’ como un primer momento en donde 15 personas fundaron la comunidad. La
‘muerte’, momento de desintegración de la comunidad a razón de las diferencias de
visiones de mundo, ética y liderazgo entre sus miembros. Y un tercer momento de
‘renacimiento’, entendido como un proceso de reflexión profunda ocurrida en cada uno de
los individuos y en la misma comunidad, implicando el reconocimiento y la aceptación de
dichas diferencias, pensado como ‘heterogeneidad ontológica’ y una transformación hacia
una nueva existencia.
Se concluye junto con los mismos habitantes de la comunidad que su proceso ha
dinamizado en un aprendizaje de triple circuito o ‘multibucle’ este tipo de aprendizaje
profundo, argumentan varios autores, es necesario para la transformación a una sociedad
reflexiva que pueda hacer frente a la incertidumbre y los desafíos complejos de esta era.

El Buen Vivir como un proceso de articulación de saberes y de negociación de


hábitos de vida.

En el mismo sentido de exploración de los procesos de aprendizaje social, Chaves


(2016) y Chaves, Macintyre, Verschoor y Wals (2017b) identifican al interior del
movimiento social de C.A.S.A-Colombia y en el Llamado de la Montaña (encuentro anual
que realiza C.A.S.A-Colombia), una posibilidad de integración de diferentes ontologías y
formas de aprendizaje transformativo que conducen a la sostenibilidad socio-ecológica,
recogidas en el paradigma del Buen Vivir.
Sin embargo, este Nuevo Movimiento Social afronta un continuo proceso de
negociación y sacrificio, debido a que cada colectivo, comunidad o grupo que integra
C.A.S.A debe poner a conversar sus propios pensamientos y hábitos de vida con los otros,
que si bien se conducen hacia el mismo propósito de la sostenibilidad socio-ecológica, las
prácticas y hábitos de vida de cada integrante son distintos.
Para Salamanca y Silva (2015), las ecoaldeas acuden a referentes simbólicos indígenas
y a una apuesta alternativa al desarrollo desde: el Buen Vivir, la cosmovisión holística,
comunitaria y cósmica, la defensa de la vida en todas sus pilares, el rescate del sentido
ancestral de la ‘Madre Tierra’, la complementariedad y armonía con la Naturaleza y las
personas entre sí.
Se destacan, además, prácticas de origen indígena como las danzas sagradas, los
temazcales y la sanación con plantas. Sin embargo, los autores también realizan una
reflexión crítica a las formas económicas de sustento de estas comunidades basadas en
experiencias ecoturísticas y de crecimiento espiritual con altos costos económicos dirigidos
17

a una clase social en especial, lo cual continúa configurándose dentro de la matriz


consumista del capitalismo contemporáneo siendo contradictorio con los postulados del
Buen Vivir. Aunado a esta crítica, se resalta que la fundación de estos proyectos requiere
una inversión de capital base y, por tanto, no representan un modelo alternativo y las
prácticas de Buen Vivir siguen siendo restringidas o tímidas.

Estructura Agroecológica Principal en las ecoaldeas.

Con el ánimo de analizar los cambios agro-ecosistémicos suscitados en la migración de


personas de la ciudad hacia el campo, Pinzón (2014) analiza la transformación de la
Estructura Agroecológica Principal desde el momento de fundación de tres ecoaldeas hasta
el año 2013. Las ecoaldeas analizadas fueron Aldeafeliz, El Retoño y Varsana Jardines
Ecológicos. En sus hallazgos destaca las diferencias temporales de fundación de cada
comunidad, así como las diferencias en el proceso de transformación del territorio, por lo
cual identifica que las tres comunidades han logrado mejorar los usos del suelo, las
condiciones de conectividad humana y agro-ecosistémica de cada territorio hasta el 2013.
La autora concluye que, estas comunidades han configurado una Estructura
Agroecológica Principal fuertemente desarrollada, es decir que han fortalecido las
relaciones ecológicas y culturales de los territorios.

Etnosaberes en las ecoaldeas.

Rojas-Garzón (2013) indaga en los etnosaberes que emergen en los asentamientos de


Pachamama (Quindío), Atlántida (Cauca), Aldeafeliz (Cundinamarca) y Varsana
(Cundinamarca) identificando prácticas asociadas a la etnobótanica que facilitan el proceso
de sustentabilidad en cada una de estas comunidades. El autor ubica estas prácticas dentro
del concepto de etnosaberes, mediante el cual se hace referencia al rescate de saberes de
origen indígena que a su vez son articulados con tecnologías y saberes de carácter moderno
dando como resultado un diseño permacultural materializado en bio-remediación,
bioconstrucción, biodigestores así como algunas prácticas agroforestales.

Movimiento transnacional reproducido por sectores de la intelligentsia


latinoamericana.

Contrario a los planteamientos anteriores, Sarrazín (2015) expone el caso de los Jipi-
koguis, un grupo de personas que migraron de la ciudad y se asentaron en la Sierra Nevada
de Santa Marta constituyendo una comunidad mestiza con una fuerte influencia del sistema
cultural del pueblo Kogui. Dice el autor que, la comunidad Jipi-kogui no logró escapar del
todo de las prácticas propias del sistema occidental y capitalista, puesto que en su interior
se generó una estructura social correspondiente a las dinámicas sociales, políticas y
económicas propias del sistema-mundo global. Sarrazín sostiene que, esta comunidad
perdió su cohesión social lo cual devino en una desintegración.
Hoy día, la comunidad Jipi-Kogui se presenta como un lugar de paso para visitantes y
viajeros, muchos de sus fundadores crearon hoteles y negocios para turistas cerca de la
Sierra. En resumen, el autor plantea que esta experiencia hace parte de “un movimiento
18

transnacional reproducido por sectores de la intelligentsia latinoamericana lejos de


articularse a los sectores populares” (p. 172).

1.3. Objetivos y preguntas de investigación

Objetivo general
● Comprender cómo se expresa la relación Humanidad-Naturaleza en el
movimiento ecoaldeano, mediante un estudio de casos en las ecoaldeas
Anthakarana y Aldeafeliz en Colombia.

Objetivo específicos
● Identificar cómo expresa el movimiento internacional ecoaldeano su
relación Humanidad-Naturaleza y cuál es su influencia en el movimiento
colombiano.
● Explorar cuál ha sido el proceso de autoconcepción como ecoaldeas y
ecoaldeanos en Anthakarana y Aldeafeliz.
● Describir los saberes y las prácticas que influyen la relación humanidad-
naturaleza en las ecoaldeas Anthakarana y Aldeafeliz.

De acuerdo a los anteriores objetivos, la tesis responde las siguientes preguntas de


investigación:

1. ¿Cómo expresa el movimiento internacional ecoaldeano su relación Humanidad-


Naturaleza y cuál es su influencia en el movimiento colombiano?
1.1. ¿Cuáles son las influencias y los contextos que dan origen a las ecoaldeas en
el mundo?
1.2. ¿Cómo aborda el movimiento ecoaldeano su discurso sobre la relación
humanidad-naturaleza?
1.3 ¿Cuáles son las influencias y los contextos que dan origen a las ecoaldeas en
Colombia, y cómo se relacionan con el movimiento internacional?

2. ¿Cómo se expresa la relación Humanidad-Naturaleza en las ecoaldeas Anthakarana y


Aldeafeliz en Colombia?
2.1. ¿Cómo se crearon las ecoaldeas Anthakarana y Aldeafeliz en Colombia?
2.2. ¿Cuáles son los saberes y las prácticas que influyen la relación humanidad-
naturaleza en estas ecoaldeas?
2.3. ¿Cuál ha sido su proceso de autoconcepción como ecoaldeas y ecoaldeanos?
2.4. ¿Existe un proceso de re-conexión con la naturaleza en los integrantes de las
ecoaldeas estudiadas? Y si es así, ¿cómo se expresa?
19

Enlazada 2. Comprensiones teórico-conceptuales acerca de la relación


humanidad-naturaleza

2.1. Comprensiones diversas en torno a la Naturaleza

La categoría de Naturaleza suele definirse por lo general como paisaje dotado de


plantas, agua, animales, valles, montañas, cielo, tierra, entre otros seres y zonas de vida que
desde la racionalidad moderna eurocéntrica se perciben ajenas a la humanidad. Tal
comprensión surge de la separación entre principios ecológicos y sistema cultural, como lo
expresaba el maestro Augusto Ángel Maya (1996). Es así como, la naturaleza se ha
asociado a términos como recurso, salvaje y sistema. Sin embargo y a pesar de la
colonización de saberes sobre la naturaleza, existen enfoques de conservación, de ética
ecológica y de ecología política, por nombrar algunos, que sitúan al ser humano como una
hebra más del tejido de la vida.
A continuación, se presentan algunas comprensiones conceptuales acerca de la
naturaleza, en las que se incluyen un estado del arte elaborado por Eduardo Gudynas
(2004), en el que destaca la herencia europea sobre el término de naturaleza, la naturaleza
salvaje, la naturaleza como sistema y como recurso natural; asimismo, se exponen otros
enfoques como la visión ambiental compleja y la mirada desde los pueblos originarios y
afrodescendientes.

La herencia europea.

Para Gudynas (2004) las concepciones de Naturaleza construidas en América Latina


derivan exclusivamente de las visiones europeas impuestas desde las épocas de la
Conquista y la Colonia, con el interés específico de posibilitar el desarrollo económico de
las coronas europeas. La conquista y la colonia fueron posibles a través de la apropiación
de territorios mediante la explotación minera, la agricultura extractiva y la ganadería
extensiva. Con tales visiones y prácticas, se acentuó la idea de que la Naturaleza poseía
todo cuanto el ser humano necesitaba y por ende podía apropiarse de ella, explotarla y
dominarla.
Esta visión antropocéntrica cuenta con raíces en la ideología judeo-cristiana basada en
los privilegios otorgados por Dios a la humanidad para manipular su entorno, pero es en la
época del Renacimiento europeo cuando esta visión toma fuerza mediante prácticas
científicas que incluían experimentación y modificación. En el Renacimiento son
reconocidos Descartes y Bacon por su fomento de la racionalidad instrumental y utilitarista
basada en la teleología del progreso. A estos le siguen economistas como Adam Smith,
Saint-Simon, John Stuart Mill, Turgot, Condorcet, Comte, Hegel y Marx, que a pesar de
sus divergencias de pensamiento enfatizaron en una posición similar acerca de la
apropiación material de la Naturaleza, fundamento del mentado progreso.
20

La naturaleza salvaje.

En la Conquista y en la Colonia, además de predominar el imaginario europeo de una


naturaleza para dominar y controlar, había una referencia de la Naturaleza como un espacio
“salvaje”, con dificultades para ingresar, aprovechar y habitar. Se pensaba como un lugar
que aguardaba peligros, enfermedades y quizá la muerte para los humanos. La admiración
de los paisajes, pero a su vez el temor de ingresar a ellos, promueve prácticas de
domesticación y manipulación, proceso conocido como “civilización de la Naturaleza”.
“Salvajes” eran tanto los lugares como quienes habitaban allí, para este caso los pueblos
originarios o indígenas también eran considerados dentro de esta valoración de “salvajes”
(Gudynas, 2004)

La naturaleza como sistema.


Con la herencia de las ideas renacentistas, surgen las ciencias dedicadas al estudio de la
Naturaleza como la botánica, zoología y geología que empiezan a describir y comprender
los mecanismos de funcionamiento de los elementos integrantes de la Naturaleza, hasta
llegar a concebirla como ‘ecosistema’; concepto formulado por A. Tansley en 1935
(Gudynas, 2004). El término ecosistema aplica a la Naturaleza un lenguaje matemático,
preciso y medible, así como una “condición de equilibrio dinámico” (ibíd., p. 16), con lo
cual se derivan algunas maneras de intervención dirigidas a la conservación.
A partir de la resignificación de las Ciencias en la década de 1960, algunos ecólogos
asumieron posturas críticas frente a las finalidades de las investigaciones relacionadas con
la naturaleza, empezando a entender que no era un espacio salvaje, ni equilibrado, sino en
un estado de fragilidad con necesidad de cuidado. Por lo que surge el concepto de Biosfera
con una perspectiva holística e integradora. Entonces, la visión de ecosistema en equilibrio
empieza a ser cuestionada por otras posturas e ideas que comprenden la Naturaleza en
constante cambio y en caos.
En un sentido similar, el enfoque de ecología profunda reconoce la interdependencia
fundamental entre todos los fenómenos de la vida y el hecho de que, como individuos y
como sociedades, estamos todos inmersos en (y finalmente dependientes de) los procesos
cíclicos de la naturaleza (Capra, 1996).

Naturaleza como recurso natural.

El término ‘recurso natural’ hace parte del discurso oficial del sistema moderno que
proviene de la idea de desarrollo (con cualquiera de sus apelativos de desarrollo
económico, sostenible, social...), haciendo referencia a cada uno de los elementos
integrantes de los ecosistemas que pueden ser aprovechables en sentido económico y
productivo. Asumir este discurso implica objetivar la naturaleza, reducirla a propósitos
economicistas y ponerla a total disposición de los seres humanos (Noguera y Pineda,
2009).
Esta manera de nombrar los elementos de la naturaleza implica maneras de relación
basadas en el supuesto antropocéntrico del desarrollo, donde los bienes naturales son
asumidos como recursos que circulan en el ciclo de crecimiento, acumulación y
enriquecimiento. Enriquecimiento, por demás, destinado a corporaciones empresariales,
industriales y financieras. De ahí que, se deriven discursos mercantiles sobre conservación
21

de recursos naturales y de desarrollo sostenible (Noguera, 2009). El discurso de los


recursos naturales sostiene una acción utilitarista en la que se legitima la explotación,
manipulación y dominación de los bienes de la naturaleza.
Según Gudynas (2004) en América Latina se impuso y luego se adoptó, la idea de
recurso desde la racionalidad europea, así como la idea de la naturaleza como territorio
salvaje para ser controlado y manipulado para el progreso de la humanidad. Ideas
alimentadas por la doctrina Judeo-cristiana y por el Renacimiento, cuyo argumento del
desarrollo era posible sólo a partir del aprovechamiento infinito de la Naturaleza.
Europa le asigna un valor utilitarista, económico, mercantil a diferencia del valor
sagrado o vital otorgado por las comunidades originarias de este continente. Razón por la
cual los bienes naturales se desvinculan unos de otros, como en el ejemplo dado por
Gudynas donde plantea que el extractivismo minero desconoce las conexiones de los
minerales con el suelo que los recubre.
Valorar la naturaleza desde una perspectiva utilitarista permite asumirla provista de
recursos extraíbles, modificables e intercambiables. Deriva, a su vez, una nueva
concepción de la naturaleza como “canasta de recursos” que puede ser aprovechada y
conservada. No obstante, dicha conservación reitera un interés utilitario.
La racionalidad económica considera que la calidad de vida humana proviene de la
estabilidad y crecimiento económico, en ese sentido, se genera un intercambio monetario
en el ciclo de oferta/demanda, compra/venta de los “recursos naturales”.
También lo advertía el ecologista libertario Murray Bookchin, en su texto Sociedad
Ecológica, donde manifiesta que nuestro reconocimiento como sociedad humana de la
dependencia hacia la naturaleza no significa necesariamente que debemos reducir la
naturaleza a un mero objeto de la manipulación humana.
El discurso de los recursos naturales no involucra únicamente la racionalidad económica
sino también una posición ética de la vida, como lo expresan Bookchin (s.f.) y Noguera
(2004; 2009), así como una posición política como lo resalta Ángel Maya (1995).
Para Ángel Maya, asumir la calidad de vida desde la óptica del progreso “consiste en la
ampliación indefinida del consumo” para lo cual es necesario “producir más y consumir
más” (1995, p. 2). La reflexión política emerge con dos tesis sobre la conservación de los
recursos, una sostiene que el límite de los bienes naturales se puede reemplazar con
tecnología y la otra tesis plantea que la crisis ambiental no es consecuencia de la falta de
bienes naturales sino de una inequitativa distribución de los mismos.
De ahí que la cuestión política guarde relación con la lógica mercantil, en la que el
único valor correspondiente a los recursos-objetos naturales es su valor de uso, su valor
económico (Noguera, 2004) y derive en las condiciones de existencia de ciertas sociedades
humanas y de ecosistemas, como lo es el empobrecimiento y la destrucción de diversas
formas de vida (Capra, 2002; Noguera, 2004; Ángel-Maya, 1996).

La visión ambiental compleja.


Ángel-Maya se aproxima en concebir el “ambiente como un campo de análisis
interdisciplinario que estudia las relaciones entre las formaciones sociales y los
ecosistemas” (1996, p. 24). Dicha concepción, reconoce la interdependencia o reciprocidad
entre ecosistemas y sistema cultural. Carrizosa (2001) y Noguera (2004) complejizan la
visión de lo ambiental enunciando otras posibilidades de pensar lo ambiental desde lo
ético-político-estético-poético. Noguera hace un llamado a no reducir las posibilidades de
22

abordaje de lo ambiental, ante lo cual expresa que “no basta con la multidisciplinariedad y
la interdisciplinariedad, en ellas, aún está presente la disciplina que continúa la tarea de la
modernidad: la constitución de un sujeto y un objeto de conocimiento” (2007, p. 29). Y
con esto se perpetúa la separación cultura-naturaleza en la relación objeto/sujeto, en la que
se excluye otras formas de comprensión de lo ambiental.
El ambiente no es una preocupación exclusiva de la disciplina proveniente del sistema-
mundo-moderno, es una ocupación del ser humano y de las sociedades. Al respecto
Carrizosa, advierte no totalizar o reducir la percepción de lo ambiental ya que su mirada
“no se restringe a lo holístico, incluye necesariamente la percepción detallada de las partes
producida por el análisis profundo de la realidad” (2001, p. 29).
El ambiente no es posible reducirlo a una definición única, homogénea y regular. Dice
Noguera (2004):

lo ambiental como una dimensión, como una trama de relaciones, como una forma
ética de ser, como una manera de comprender nuestra propia vida, no es una verdad
universal, ni el Paradigma, así con mayúscula, del tercer milenio que comienza. Lo
ambiental enriquece, amplía, transforma, transgrede y propone alternativas
culturales, pero no es la nueva verdad universal. Pretender que desde lo ambiental se
postula una nueva verdad universal y buscar demostrarlo por todos los medios, nos
llevaría a un nuevo reduccionismo, que yo llamaría postcientífico. (p.17)

Naturaleza como madre tierra: la herencia de los pueblos originarios.

En el caso de los pueblos originarios andino-amazónicos, la palabra naturaleza es


nueva en su cosmovisión, como lo son muchos conceptos provenientes de la modernidad.
Estos pueblos hacen parte de Mama Kiwe (lengua Nasa), Pacha Mama (lengua Quechua y
Aymara), Abya Yala (lengua Kuna) que se traduce en Madre Tierra; y en ella moran,
existen, se recrean y conectan todas las formas de vida, todos los seres terrestres, aéreos,
acuáticos, espirituales y cósmicos, no existe una distinción entre humanidad y naturaleza,
todos los seres y formas de vida hacen parte del entramado de la vida.
Para estos pueblos originarios la naturaleza es concebida como parte de su
comunidad, en oposición a la visión colonizadora de occidente que plantea la comunidad
como unidad y estructura social, la visión originaria considera la comunidad como ‘unidad
y estructura de vida’ (Huanacuni, 2010). Dicha comunidad es comprendida por los
humanos, animales, plantas, astros, agua y hasta de lo no observable como los espíritus. De
manera que, su concepción de naturaleza deviene de una cosmovisión que es mucho más
compleja y abarcante.
Dado que, para estos pueblos los seres humanos junto con los demás seres de la
existencia somos hijos de la Madre Tierra, no es posible, entonces, relacionarse con la
naturaleza bajo los principios occidentales de dominación, expoliación y negociación. Para
ellos, existe un principio originario o Ayni (en lengua Aymara) que tiene como propósito
mantener una relación de complementariedad con los seres y los ciclos de la vida
(Huanacuni, 2010). De modo que, en la cosmovisión originaria, la vida se encuentra
interconectada, en ella todo está relacionado y todo es interdependiente.
23

La herencia afro-colombiana.

La naturaleza para las comunidades negras del pacífico colombiano es concebida como
territorio y condición necesaria para ser, habitar, recrearse, alimentarse y vivir (Escobar,
1999, 2005). El territorio posibilita la identidad étnica de estas comunidades, pues es allí
donde desarrollan sus prácticas culturales, ecológicas y políticas de manera colectiva. La
naturaleza es un territorio-región integrado por corredores de vida: manglares, ríos, selvas,
bosques, colinas; donde además son posibles las prácticas culturales, espirituales,
económicas y cotidianas, así como las relaciones interétnicas con otros pueblos como los
indígenas.
Debido a la ocurrencia de conflictos territoriales por la apropiación de elementos de la
naturaleza en la región del pacífico, generados por la intervención de proyectos de
desarrollo capitalista, las comunidades negras han generado un marco conceptual de
defensa de la naturaleza desde la ecología política (Escobar, 2005). Ello hace que el
territorio-naturaleza se convierta en su estrategia política para la defensa de su autonomía y
protección de sus modos de vida (Escobar, 1999).

2.2. Enfoques que repiensan la conexión entre humanidad-naturaleza

Existe una variada gama de enfoques conceptuales en los que se debate la relación
histórica y actual del ser humano con la naturaleza. De una gran lista, y para nombrar sólo
algunos ejemplos entre muchos, se encuentra el ecosocialismo que afirma que la actual
crisis ecológica tiene sus raíces en problemas sociales, y que el dominio de la naturaleza
por el hombre tiene sus raíces en la dominación del hombre sobre hombre (Riechmann,
2006).
De forma similar, el ecofeminismo conecta la explotación y dominación de la mujer con
la explotación y dominación de la naturaleza por el hombre, y rescata y motiva la conexión
histórica de la mujer con la naturaleza (Mies & Shiva, 1998). Por otro lado, el enfoque del
decrecimiento aboga por un cambio en la relación consumista y materialista del hombre
hacia la naturaleza, lo que implica una reducción de escala de producción y consumo que
refleje los límites ecológicos del planeta (Tanuro, 2009).
Otros enfoques ecológicos postulados desde el pensamiento decolonial, la ecología
profunda y el Buen Vivir presentan reflexiones críticas sobre cómo se ha generado la
ruptura entre humanidad y naturaleza, recuperando a su vez experiencias prácticas en las
cuales dicha ruptura se puede transformar en relaciones de conexión y cuidado de la
naturaleza; constituyéndose, además, en referentes de incidencia en colectivos y
organizaciones académicas, sociales y ecológicas de América Latina.

Pensamiento Decolonial Ecológico.

El Pensamiento Decolonial sostiene que el mundo actual ha sido clasificado social y


geoculturalmente bajo un patrón mundial de poder capitalista. Este patrón ha configurado
entonces identidades de orden societal, racial, geopolítico, cognitivo y subjetivo en las que
se sobreponen unos rasgos colonizantes frente otros que son colonizados, como por
ejemplo las distinciones de blanco/negro, civilizado/primitivo,
desarrollado/subdesarrollado, entre muchas otras distinciones que implican patrones de
24

dominación y exclusión (Quijano, 2000).


En este sentido, este pensamiento se presenta como una crítica y una denuncia hacia las
estructuras de poder que imponen saberes, prácticas y sentires sobre otras sociedades que
son consideradas inferiores y/o diferentes, así como una mirada hacia los patrones de poder
impuestos hacia la misma naturaleza.
En el Pensamiento Decolonial se abordan, desde una mirada crítica, las circunstancias
políticas y culturales que han generado la desconexión del ser humano en la Naturaleza, así
como las posibilidades actuales de descolonizar los saberes y prácticas que nos han
escindido de la Naturaleza. Dicho pensamiento, además de cuestionar las posturas
colonizadoras, propone una transición de reconexión con la naturaleza que puede ser
mediante el paradigma del buen vivir.
Al interior del Pensamiento Decolonial converge una corriente de la ecología política
que viene develando las formas de colonización de la naturaleza impuestas por la
modernidad (Alimonda, 2011; Delgado, 2013; Escobar, 2011). Aquí se plantea que la
producción y el consumo ilimitado de bienes y servicios contribuyen a mantener las
dinámicas económicas, culturales y políticas del capitalismo sosteniéndose de manera
ilimitada de los bienes de vida de la naturaleza. Dar cuenta, entonces, de estos procesos de
colonización de la naturaleza implica develar los conflictos y la relaciones de poder
desiguales que acontecen en su apropiación (Alimonda, 2011; Delgado, 2013; Martínez-
Alier, 2009; Palacio, 2006).
Lo que nos dice la ecología política, desde la mirada decolonial, es que la naturaleza es
objeto de colonización debido a las concepciones impuestas por la modernidad en su afán
por sostener la rentabilidad de los mercados, de manera que la naturaleza es concebida
como recurso inagotable y sin más valor que el monetario. Asimismo, expresa que la
colonización de la naturaleza refiere a relaciones de poder manifiestas entre pueblos
colonizadores/pueblos colonizados y entre humanidad colonizante/naturaleza colonizada.
De acuerdo con esto, la Decolonialidad señala como responsables de la destrucción de
la naturaleza y de la agudización de la crisis civilizatoria a los sistemas industriales,
organizativos y tecnológicos provenientes de Occidente o del Norte Global (Alimonda,
2011; Prada, 2011; Escobar, 1999; 2000; 2005; Santos, 2010; Riechmann, 2004; Vega,
2009).

Ecología profunda.

En el enfoque de la Ecología Profunda no se hace una distinción entre humano y


naturaleza, por el contrario se reconoce el valor intrínseco de todo ser vivo, así como la
interdependencia entre todos los seres, ciclos naturales y ecosistemas presentes (Capra,
1996; 2002; Naess, 1998; Gudynas, 2010). De esta manera, la ecología profunda supera la
dualidad y jerarquía humano/naturaleza planteando una horizontalidad ética, en cuanto las
conexiones acontecidas en la integralidad de la trama de la vida ocupan igual importancia y
valor, y de ese modo todos los seres merecen igual reconocimiento.
Otra característica de este enfoque, es la vinculación de visiones filosóficas y
espirituales que proponen un cambio en los estilos de vida que profundizan la crisis actual.
Para ello propone estilos de vida que incorporen un pensamiento complejo, intuitivo,
sintético, y valores como la cooperación, la asociación, la reciprocidad y el cuidado (Capra
1996; 2002). En este sentido, la invitación de la ecología profunda es la de generar una
25

transformación de percepción, de políticas y de valores que posibilite explorar soluciones


técnicas, sociales y políticas a la injusticia social y ecológica, y que favorezcan la
coexistencia de seres y culturas (Rozzi, 1997).
La Ecología Profunda a partir de la integración de diversos saberes como: la física
cuántica, la biología, la ecología, la sociología y las filosofías vitalistas, otorga un valor
fundante a la vida corriendo las fronteras del conocimiento occidental que ha ubicado al
humano como centro de toda valoración y, por tanto, como ser superior respecto de los
demás seres y ciclos de la naturaleza.
Este enfoque es ‘profundo’ en el sentido que sus interpretaciones, críticas y propuestas
entretejen pluralidad de conocimientos y de relaciones ecológicas y culturales que superan
la visión ‘superficial’ que otorgan otros enfoques ecológicos (Capra, 1996; Naess, 1998).
Enfoques como la Ecoeficiencia, que busca sostenibilidad y rentabilidad de los mercados a
partir del usufructo de los bienes de vida, y el proteccionismo conservacionista, que
propone aislar lugares como reservas y “parques naturales” de la presencia humana, sitúan
sus concepciones y propuestas desde visiones disciplinares estrictamente y
superficialmente desde lo económico o ambiental.
La Ecología Profunda se denomina ‘profunda’ inicialmente en oposición a la ecología
de tipo ‘superficial’, la cual al interpretar y conocer la vida acude a dividirla y clasificarla
sin la posibilidad de hacer compresiones relacionales e integrativas desde biológico, físico,
químico, cultural como en su lugar lo propone la ecología profunda. Es profunda, también,
porque sus apuestas conceptuales, empíricas y éticas buscan integrar y ampliar la
pluralidad de saberes y de alternativas siempre ubicando como centro de pensamiento y de
acción el tejido de la vida (Capra, 1996; García, 2006; Sessions, 1995).

Buen Vivir.

En la década de los años 90’s del siglo XX, en los estados-nación de Bolivia y Ecuador
inició un proceso de cambio político, jurídico y cultural en el que se propuso construir un
proyecto de país soportado en el reconocimiento de la cosmovisión de los pueblos
indígenas y con un sentido crítico frente a las formas hegemónicas de organización
económica, social y política orientadas bajo el paradigma de la modernidad y el sistema
capitalista (Acosta, 2013; Albó, 2009; Oviedo, 2011).
Es así como, se acoge en ambos países la categoría de Buen Vivir o Vivir Bien
procedente de las cosmovisiones Kichwa Sumakwsay y Aymara Sumaqamaña. El referente
empírico de este acontecimiento es el cambio constitucional y legal ocurrido a finales del
siglo XX en Ecuador y Bolivia, en el que el Buen Vivir empieza como discurso político a
orientar algunos componentes de la organización sociopolítica de estos Estados.
El paradigma del Buen Vivir, emergente desde las cosmovisiones andino-amazónicas de
Abya Yala5, también plantea otra forma de concebir, sentir, pensar y actuar la relación
entre humanidad-naturaleza, en el sentido que ésta es entendida como parte integral del ser
humano y de su propia cultura.

5
Abya Yala, en lengua Kuna, es una palabra que significa “Tierra de sangre vital”, acogida por algunos
Pueblos Originarios para nombrar el Continente Americano. Cabe aclarar que cada Pueblo Originario posee
términos en sus propias lenguas para nombrar sus territorios. No obstante, Abya Yala se ha asumido como
una reivindicación ancestral de nombrar el territorio frente a las formas colonizantes de la lengua española.
26

El discurso del Buen Vivir ha logrado posicionarse en escenarios políticos, académicos


y sociales, posibilitando una construcción intercultural de dicha visión de mundo
(Caudillo-Félix, 2012). Si bien su origen es andino-amazónico, el Buen Vivir viene siendo
heredado y resignificado por comunidades afrodescendientes, grupos académicos,
movimientos ambientalistas y ecoaldeas que de igual manera rechazan algunos postulados
del paradigma de la Modernidad y, asimismo, vienen buscando alternativas a la crisis
civilizatoria actual.
En este sentido, Caudillo-Félix (2012) expresa que el Buen Vivir se ha constituido en un
diálogo intercultural, así como en un proyecto ético-político, que acoge principios y
valores como la naturalización del ser humano, que tiene que ver con la relación armoniosa
entre seres humanos con la Madre Tierra, y la aplicación de principios como la
complementariedad, la reciprocidad y el comunitarismo.
La traducción de este pensamiento originario a la lengua española ha sido Buen Vivir,
sin embargo algunos autores y pueblos andinos llaman la atención sobre esta forma de
traducción, de modo tal que no logra transmitir el sentido real e integral propuesto y
vivenciado por los pueblos andino-amazónicos. En su caso, Oviedo Freire (2011) plantea
que en la cultura Kichwa el concepto es mucho más amplio, integral y, por lo tanto, su
forma más cercana de nombrarlo en el español sería la Cultura del buen convivir en
armonía con la vida. De igual manera, Acosta (2013), Albó (2009) y Oviedo (2011)
reconocen la pluralidad de buenos vivires, nombrados y vividos de distintas maneras, en
distintos épocas y en diversas lenguas en todo el planeta pero que se tejen en una búsqueda
de alternativas de vida, emancipadoras y respetuosas de la naturaleza.
Oviedo (2011) sugiere que el Sumakawsay y Sumaqamaña son una sola palabra, es
decir que no es posible separarlas en dos sílabas, como se ha hecho desde la traducción en
español, Sumak Kawsay o Suma Qamaña. De igual modo, advierte sobre la traducción
generalizada de estos términos como Buen Vivir, puesto que en las culturas originarias
estos conceptos traen consigo un sentido profundo, holístico mucho más complejo.
El Sumakawsay requiere de un ‘corazonar’, un sentir y un pensar en donde es posible la
interrelación del ser individual con el ser colectivo y el cosmos. En la cosmoconciencia de
los pueblos originarios se refiere a un convivir en armonía con la naturaleza y los demás
seres en el sentido de mantener y promover una cultura de la vida.
El concepto del Buen Vivir es en principio una denuncia y un reclamo al paradigma
racional-occidental por invadir y acallar el pensamiento milenario andino. Es un rechazo a
la racionalidad instrumental procedente del paradigma occidental, que cosifica las
relaciones sociales en dinámicas de acumulación de riqueza, consumismo, competencia,
individualismo y explotación de bienes de vida (Gudynas, 2011b; Gudynas y Acosta, 2011;
Oviedo, 2011).
El Buen Vivir es entonces un discurso opuesto al discurso del vivir mejor o del
Desarrollo, por cuanto éste último sostiene la idea de que la humanidad, y sobre todo la
humanidad con altos niveles de desarrollo económico, es la que tiene derecho a
condiciones favorables de vida y dichas condiciones sólo son posibles si se acumula
riqueza, se consume, se accede a conocimiento y poder (Caudillo-Félix, 2012; Huanacuni,
2010; 2012).
La Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas-CAOI (2010; 2010a), destaca
que en Abya Yala se instaló hace 524 años una monocultura sustentada en una sola forma
de organización, en solo Estado, en un solo dios, en un solo gobernante y en la
27

predominancia de un solo ser, el ser humano. La colonización europea homogeneizó las


relaciones sociales y las relaciones humanas con la naturaleza. Para la CAOI, el
pensamiento colonial condujo a la actual crisis civilizatoria representada en múltiples
crisis: alimentaria, energética, climática, política, financiera y mortal; crisis manifiestas
tanto en Abya Yala como en todo el planeta.
La propuesta del Buen Vivir pasa de ser exclusiva de los pueblos originarios andino-
amazónicos para ser heredada a la humanidad en general. De esa manera, Acosta (2013),
Gudynas (2014) y Caudillo-Félix (2012) reconocen en el Buen Vivir un concepto plural, en
el sentido, que como también lo nombra Oviedo (2011), existen múltiples buenos
convivires practicados en otras culturas y otros saberes, que cuestionan, de una lado, la
modernidad hegemónica y colonizante y, de otro lado, presentan y/o buscan proyectos
alternativos de futuro bajo premisas similares a las del Buen Vivir.
Acosta (2013) y Oviedo (2011) encuentran principios filosóficos similares al Buen
Vivir en otras épocas históricas y en otros pueblos y culturas. Destacan principios
aristotélicos, humanistas, biocentristas, feministas, marxistas y ecologistas, con críticas
comunes a la explotación humana, a la explotación de la naturaleza, a la violencia y a las
injusticias y con una fuerte intención por generar una transformación civilizatoria.
De modo que, el Sumakawsay y Sumaqamaña representa una conversación de la
humanidad en la que participan movimientos sociales, políticos, intelectuales y grupos
místicos de todas las direcciones del planeta, tanto del sur global como el norte global, de
oriente y de occidente (Santos en Acosta, 2013; Oviedo, 2011).
Es así como el Buen Vivir se entiende a partir de cuatro principios: i) como alternativa
al paradigma del desarrollo, ii) como posibilidad de ampliar la noción de comunidad y
reconectarse con la naturaleza, iii) como la reinvención de territorios plurinacionales con
nuevas formas de organización social y iv) como oportunidad de fomentar economías
solidarias, colectivas y ecológicas.

2.3. Las Ecoaldeas como una alternativa de reconexión con la naturaleza

A pesar de la intensidad de la crisis civilizatoria que se presenta irreversible y


desesperanzadora, emergen múltiples y diversas presencias colectivas que han venido
construyendo alternativas de vida al margen del sistema capitalista. Una de las experiencias
que se retoman en esta investigación como alternativa a la crisis civilizatoria son las
ecoaldeas.
La diversidad de propuestas comunitarias que integran la Red Global de Ecoaldeas6 es
tan grande que las definiciones ofrecidas sobre el término ecoaldea son aún incompletas,
resultando ser más aspiraciones que un reflejo de la realidad.
Flaquer (2011) y Escorihuela (1999) mencionan que las Ecoaldeas pueden ser
reconocidas como comunidades intencionales dado que existe un objetivo y una visión de
mundo en común que posibilita la decisión de convivir juntos en un espacio compartido, de
mantenerse y generar las condiciones ecológicas necesarias para lograr sostenerse en el
6
Esta red existe a nivel Nacional como Renace Colombia (http://www.ecoaldeasdecolombia.org/) y a nivel
mundial como Global Ecovillage Network-GEN (http://gen.ecovillage.org/) con iniciativas en los cinco
continentes.
28

tiempo.
Dawson (2013) encuentra cinco características definitorias de ecoaldea: 1) las ecoaldeas
son iniciativas civiles privadas, 2) en las que el aspecto comunitario es de vital
importancia, 3) donde se intenta recuperar en cierto grado el control sobre los recursos de
la comunidad, 4) las cuales tienen una fuerte base de valores compartidos, y 5) actúan
como centros de investigación, demostración y, en la mayoría de los casos, de formación.
Como señaló Litfin (2009), el movimiento de Ecoaldeas a primera vista puede no ser
relevante desde el punto de vista de la política ambiental mundial. El número de personas
que viven en las Ecoaldeas es, después de todo, relativamente pequeño, tiene influencia
política marginal y no influyen en las estructuras institucionales más grandes que rigen
formas de vida sostenibles. Fotopoulos (2006) añade además que, en el contexto actual de
la enorme concentración de poder en pocas personas y/o familias, estas estrategias no
tienen ninguna posibilidad de éxito en la creación de la mayoría democrática necesaria para
generar una conciencia "anti-sistema" requerida para un cambio social sistémico.
Sin embargo, Trainer (1996) argumenta que es imposible establecer un sistema social
satisfactorio por la fuerza, el castigo o las autoridades centralizadas, por lo tanto es
imprescindible encaminar el cambio social mediante pequeños grupos locales motivados
por fuerzas positivas. Dawson (2013) argumenta que, actualmente las Ecoaldeas han
evolucionado a iniciativas con mayor número de alianzas formales e informales con los
sectores más progresistas de la sociedad actual, ganando espacios de inspiración dentro de
la sociedad corriente.
La motivación de creación de las ecoaldeas hace referencia a un principio ecológico
(Escorihuela, 1999); por ello su prefijo “eco” para designar su intención ecológica en la
formación de una comunidad.
La categoría ecoaldea surge en 1991 en el momento de fundación de la Organización
Nacional de Ecoaldeas de Dinamarca. En esa ocasión Gilman (1991) definió la ecoaldea
como:

un asentamiento sostenible, en el campo o en la ciudad, que respeta y restaura los


sistemas circulatorios de los 4 elementos: tierra, agua, fuego y aire, en la naturaleza
y en la gente. Comprende todos los aspectos para la vida humana: estructuras
físicas (tierra), infraestructura (agua), estructuras sociales (fuego) y cultura (aire).
(Citado en Ulises, 2008)

Luego en la Conferencia “Ecovillages and Sustainable communities: Models for the


21st Century”, dada en 1995, en la Fundación Findhorn (Reino Unido), Robert Gilman
integró a la definición la teoría del Desarrollo a Escala Humana, planteando que:

una ecoaldea es a escala humana, o sea, un lugar donde conoces a los demás, un
asentamiento integral, no sólo una estructura de viviendas, agrícola o empresarial
sino todo ello a la vez, un asentamiento donde las actividades humanas están
integradas en el medio natural de manera inocua. Tan importante como la relación
con el medio natural es que el asentamiento sea soporte de un desarrollo humano
sano, y que haya un sentido de celebración en él, como aquí en Findhorn.
Finalmente, la clave de la sostenibilidad es que la vida de la comunidad pueda
continuar indefinidamente en el futuro, de lo contrario, estaríamos hipotecando ese
29

futuro. (GEN, 2008)

En su caso, Changue the World (2017) las define como “comunidades urbanas y rurales,
que por necesidad o decisión establecen relaciones de convivencia comunitaria, autonomía
política, prácticas de permacultura, desarrollo armónico con el entorno local, mecanismos
de resolución de conflictos e intercambio económico autónomo”.
Finalmente, GEN (2017) dice al respecto de la definición de ecoaldea:

(…) es una comunidad intencional, tradicional o urbana que se diseña


conscientemente a través de procesos participativos de propiedad local en las cuatro
dimensiones de la sostenibilidad (social, cultural, ecológica y económica) para
regenerar sus entornos sociales y naturales.

Un término que llama la atención en la definición de ecoaldea es su carácter intencional,


para lo cual Concha (2010) aclara que estas comunidades son intencionales por cuanto “se
juntan no por tradición o lazos étnicos, sino por una intención; la de hacer experimentos
sociales para ver nuevas maneras de establecer relaciones con el hábitat, con la sociedad
y/o con el espíritu”. De la misma manera, GEN distingue dos tipos de comunidades
ecológicas: ‘las tradicionales’ y ‘las intencionales’.
Las tradicionales son aquellas comunidades originarias que han pervivido de manera
milenaria mediante su conexión en la naturaleza y organización basada en relaciones
comunales de apoyo mutuo y de autosuficiencia. Por su parte, las comunidades
intencionales son comunidades creadas con intención de conectarse en la naturaleza,
garantizar bienestar a sus integrantes, el entorno y otras formas de vida en el presente como
en el futuro, además de revertir la desintegración social y los problemas ambientales
devenidos por la crisis planetaria y el riesgo de desaparición de la especie humana y otras
especies.
Otro elemento a resaltar en las comunidades intencionales es su grado de autonomía. En
ese sentido Pilikum (2016) reconoce las ecoaldeas como ‘pequeños nichos de libertad’, en
los cuales sus integrantes pueden decidir sobre sus estilos de vida, los lugares a habitar, con
quienes convivir, las formas de organización social y económica, entre otras decisiones que
no dependen de terceros.
Para Christian (2003) la creación de una ecoaldea afronta múltiples retos que dificultan
su sostenimiento a largo plazo. Entre los factores que dificultan la continuidad de
proyectos comunitarios destaca: la generación de acuerdos comunes, la toma de decisiones,
la propiedad del suelo, el tiempo y dedicación que se requiere para la organización
colectiva, no contar con el suficiente capital económico, las formas de comunicación y los
conflictos interpersonales. Otro aspecto que destaca la autora son las formas de nominar las
ecoaldeas, en el sentido que estos proyectos acogen nombres afiliados a la naturaleza, los
cuales resultan ser pretenciosos e idealistas, pueden alejarse de los alcances reales de sus
miembros y puede devenir en presiones emocionales en momentos de crisis comunitaria.
Dadas estas dificultades, Christian plantea que sólo un 10% de iniciativas comunales
logran funcionar a largo plazo.
De acuerdo a las anteriores definiciones, se puede sugerir que en el proceso de
constitución y expansión de las ecoaldeas en el mundo, su definición se ha reconfigurado
guardando unos rasgos identitarios son: la convivencia comunitaria y su intención
30

ecológica de habitar territorios locales.


Con lo cual, se puede advertir que las ecoaldeas son asentamientos humanos, urbanos o
rurales, que promueven estilos de vida locales, cotidianos y concretos que desde la
autonomía, la participación y la espiritualidad han asumido el reto de trasformar sus
dinámicas sociales, culturales, económicas y ecológicas con el fin de brindar un bienestar
humano a sus integrantes, un bienestar ecológico basado en relaciones de respeto hacia la
naturaleza habitada, como respuesta a la actual crisis civilizatoria que pone en riesgo las
dinámicas y conexiones que posibilitan la vida misma.
31

Enlazada 3. Metodología y métodos entretejidos en la investigación

3.1. Metodología cualitativa y estudio de casos

Este estudio asume la metodología de investigación cualitativa (Hernández Sampieri et


al., 2006), a razón que la naturaleza del problema de investigación implica una
interpretación situada de las comprensiones, las relaciones intersubjetivas, las prácticas y
los estilos de vida que se expresan en las ecoaldeas estudiadasfrente a su relación con la
naturaleza.
Como estrategia de investigación se empleó el Estudio colectivo de casos, en la
medida que permite conocer en profundidad la particularidad y la complejidad de cada
caso. Se opta por esta estrategia cuando el "cómo" o el "por qué" se plantean como
preguntas de investigación, el investigador tiene poco control sobre los acontecimientos y
cuando la atención se centra en un fenómeno contemporáneo dentro de un contexto de la
vida real (Stake, 1998).
En el estudio colectivo de casos se seleccionaron dos casos: Ecoaldea Anthakarana,
ubicada en el departamento del Quindío, y la Ecoaldea Aldeafeliz, ubicada en el
departamento de Cundinamarca. En el proceso de selección de estos casos se adelantó una
revisión de información documental sobre la historia del movimiento de ecoaldeas en
Colombia, donde se evidenció una contante referencia a estas dos ecoaldeas, comprendidas
como experiencias activas dentro del Consejo de Visiones de la Red C.A.S.A. Colombia.
Los resultados de esta consulta mostraron que, Anthakarana y Aldeafeliz se
encuentran en la búsqueda por establecer nuevas relaciones humanidad-naturaleza en sus
visiones y sus prácticas. Además, durante la fase de campo de la investigación doctoral de
Martha Chaves (2016), en la que se configura la presente tesis, estas experiencias fueron
identificadas como representativas frente algunos tipos de ecoaldeas colombianas por su
enfoque familiar como lo es Anthakarana y en su enfoque intencional como lo es
Aldeafeliz, además de concebirse como experiencias innovadoras en sus prácticas de
conexión con la naturaleza, inspiradoras e influyentes dentro de la Red C.A.S.A. y en los
contextos sociales que las rodean.
Siguiendo los planteamientos de Stake (1998) en torno al Estudio de Casos y de
Geertz (2003) con el método etnográfico, el presente estudio se orientó en comprender
cómo los ecoaldeanos de Anthakarana y Aldeafeliz se relacionan con la naturaleza. Para lo
cual, se acudió a la interpretación de las propias narraciones y de las prácticas de las
ecoaldeas que son enigmáticas a simple vista o en su superficie. De esa manera, el estudio
de casos y los métodos etnográficos posibilitaron la interacción presencial con los
ecoaldeanos, convivir en sus territorios, experimentar la vida en comunidad y con la
naturaleza donde se encuentran asentados.
Para describir el proceso mediante el cual se originaron las ecoaldeas en el Planeta y
en Colombia, se recurrió a la revisión documental de textos, investigaciones, artículos
científicos, páginas web y consulta en las redes sociales virtuales. Como ayuda didáctica,
se elaboraron líneas de tiempo en donde se grafican algunas fechas y acontecimientos
emblemáticos en el devenir de las ecoaldeas a nivel planetario y de Colombia.
Para comprender cómo se expresa la relación Humanidad-Naturaleza en las ecoaldeas
Anthakarana y Aldeafeliz en su apuesta por convertirse en una alternativa de vida, se
acudió al uso de la revisión documental, la convivencia en terreno, las conversaciones con
32

los ecoaldeas y la participación observante.


Vale decir que, esta metodología responde a un rigor académico que emerge de un
interés extrateórico que impulsa a abordar ciertos temas científicos, definido por Vasco
(1989) como aquella motivación de índole personal y afectiva, acompañado por intereses
intrateóricos particularmente de índole académico.
De esa manera, el origen motivacional de esta investigación es conocer estilos de vida
que sirvan de referente a la investigadora para crear una comunidad ecológica. Es así
como, el proyecto personal y familiar influye en la lógica y la escogencia de la
metodología y los métodos. Asimismo, la investigación cobra un sentido como lo llamaría
Ortiz (1998) de implicación y de compromiso, como lo plantea Maturana (1996) se asume
un camino de objetividad constitutiva, el cual integra las diversas distinciones constitutivas
de la praxis personal del vivir. Por lo tanto, las coherencias operacionales que se producen
como hallazgos y discusiones en este estudio corresponden a una reflexión responsable en
coexistencia con la experiencia académica y profesional de la investigadora, así como con
su proyecto personal.
En ese sentido, la investigación se convierte en un proceso recíproco de
cuestionamiento frente a los intereses y producciones de la investigación.
En el presente estudio interactúan los roles y los afectos de la investigadora afectos
(Fox y Alldred, 2015; Guber, 2011), así como las afectaciones suscitadas en los
ecoaldeanos con la aparición de este estudio en sus vidas. Por lo tanto, la metodología
junto con el proceso de análisis e interpretación de resultados son influenciados por un
sentipensar propio, un co-razonar que teje los roles de investigadora, madre, mujer y
ecologista.
Para Law y Urry (2004) esto tiene que ver con el sentido performativo de la
investigación social, lo cual implica que la subjetividad del investigador influye desde el
diseño mismo de la investigación hasta en la labor etnográfica, la recolección de
información, la transcripción de cada uno de los audios de las conversaciones hasta el
proceso de análisis, interpretación de los relatos, sentires y vivencias de las comunidades
estudiadas.

3.2. Métodos: documental y etnográficos

El proceso de recolección de información se desenvolvió en dos momentos: un


momento de carácter documental y otro momento de carácter empírico. Las fuentes de
información fueron diversas, de modo que se logró recrear realidades múltiples frente a
cada caso estudiado. De fuente primaria, se logró contar con la voz y las vivencias de los
integrantes de las ecoaldeas, de sus visitantes y de sus voluntarios, así como las voces de
participantes en eventos convocados por las ecoaldeas. De fuente secundaria, se obtuvo
información de páginas web, de redes sociales, de registros audiovisuales y de otros
estudios realizados sobre estas ecoaldeas.
Para dar respuesta a la pregunta ¿Cómo expresa el movimiento internacional
ecoaldeano su relación Humanidad-Naturaleza y cuál es su influencia en el movimiento
colombiano? se empleó el método de revisión documental. En lo respectivo a la pregunta
¿Cómo se expresa la relación Humanidad-Naturaleza en las ecoaldeas Colombianas
escogidas en este estudio? se emplearon métodos etnográficos como la convivencia en las
ecoaldeas, la participación observante, las conversaciones informales semiestructuradas y
33

las historias de vida.


El uso de métodos de corte cualitativo, como los métodos etnográficos, invitan a
realizar un esfuerzo intelectual para percibir e interpretar las significaciones producidas en
las comunidades, así como estudiar “en aldeas y no estudiar aldeas” (Geertz, 2003, p. 33).

Métodos documentales.

La revisión documental. Esta incluyó la información recolectada en las páginas web de


las ecoaldeas, las redes sociales, fotografías, imágenes y videos; incluyendo el rastreo
documental de otras ecoaldeas con el objeto de contar con mayores referentes respecto del
proceso de la relación de los ecoaldeanos en la naturaleza. Esta revisión permite, como lo
menciona Stake (1998), contar con mayor información que no se logra observar y ni
obtener en entrevistas, así como aportar elementos valiosos para la investigación.

Métodos etnográficos.

Participación observante y Convivencia en las ecoaldeas. El proceso etnográfico tuvo un


fuerte énfasis en la estancia de aproximadamente un mes en cada ecoaldea. La
participación en las ecoaldeas se realizó bajo la modalidad de voluntariado, lo que implicó
involucrarme en las actividades diarias de cada lugar. Estas estancias fueron realizadas en
compañía del hijo de la investigadora, situación que abrió oportunidades de conversaciones
y experiencias que aportaron directamente a los resultados de ésta tesis; como se verá más
adelante, que de otra forma no se hubieran dado.
En las dos ecoaldeas visitadas habitaban madres con hijos pequeños, lo que propició una
convivencia participativa sus roles de madre, de voluntaria y de académica. De ese modo,
la postura de observación adquirida fue de observadora participante, en el sentido que los
ecoaldeanos eran conscientes de los distintos roles de la investigadora, lo que permitió
participar en sus actividades individuales y colectivas (Guber, 2001; Jankowski y Sabourin,
2012). Para Guber:

el único medio para acceder a esos significados que los sujetos negocian e
intercambian, es la vivencia, la posibilidad de experimentar en carne propia esos
sentidos, como sucede en la socialización. Y si un juego se aprende jugando una
cultura se aprende viviéndola. Por eso la participación es la condición sine qua non
del conocimiento sociocultural. Las herramientas son la experiencia directa, los
órganos sensoriales y la afectividad que, lejos de empañar, acercan al objeto de
estudio. El investigador procede entonces a la inmersión subjetiva pues sólo
comprende desde adentro. (2001, p. 60)

Se recopilaron anotaciones diarias registradas en un diario de campo, se obtuvo un


registro fotográfico de cada ecoaldea y de algunas sus actividades, así como registros en
audio de las conversaciones realizadas con los ecoaldeanos, visitantes y voluntarios.
El trabajo de campo incluyó la asistencia en el Llamado de la Montaña de 2015,
realizado en el Resguardo de Guambia del pueblo Misak, en el Cauca, y en el Be Happy
Fest de 2015, realizado en Aldeafeliz.
34

Conversaciones informales semiestructuradas. Este método se nombra como


‘conversaciones’ en el sentido que supera la estructura convencional de la ‘entrevista’. Son
semiestructuradas por cuanto existe guía de preguntas que orienta las conversaciones sin
establecer límites de tiempo, permitiendo la emergencia de preguntas asociadas a la
investigación.
Si bien existe un marco interpretativo reflejado en las preguntas de investigación, el
contexto de las ecoaldeas y los mismos ecoaldeano propician contextos cotidianos e
informales no predefinidos ni en espacio, ni en tiempo, ni en orden de preguntas, sino un
devenir de la producción de discursos dialógicos propios de una conversación espontánea,
natural e irreflexiva acompañada de un interés de conocimiento (Devillard, Franzé y Pazos,
2012; Geertz, 2003).
Durante la convivencia en las ecoaldeas, las conversaciones fueron permanentes, se
daban en todo momento, permitieron generar empatía y confianza a través del intercambio
de historias de vida, propósitos, proyecciones e interpretaciones acerca de la vida en
comunidad ecológica, de los aprendizajes y de la relación en la naturaleza. Para Guber
(2001) “el sentido de la vida social se expresa particularmente a través de discursos que
emergen constantemente en la vida diaria, de manera informal por comentarios, anécdotas,
términos de trato y conversaciones”.

3.3. Ciclo de análisis e interpretación

El proceso de análisis e interpretación se configuró en un ciclo de momentos, que


recogieron algunos elementos propuestos por Stake (1999) ,en lo concerniente al proceso
de análisis en un estudio de casos, y los ofrecidos por la herramienta informática Atlas.ti
(figura 1). Este proceso se dio a partir de conocer y comprender los significados
producidos al interior de las ecoaldeas frente a los saberes y las prácticas que se
manifiestan en su relación en la naturaleza.

Figura 1. Ciclo de análisis en el estudio colectivo de casos.


Fuente: Elaboración propia basado en Stake (1999); Abarca y Ruiz (2014).
35

El ciclo de análisis e interpretación del estudio colectivo de casos inició en la


recolección de evidencia empírica, materializada en fotografías, imágenes, información de
páginas web, registros audiovisuales, grabaciones en audios de conversaciones y eventos.
Una vez cosechada toda la información de los casos se procedió a la organización y
clasificación de la misma, de acuerdo a las ecoaldeas de dónde provenía cada información,
de acuerdo a la fuente desde donde se obtuvo, fuera fuente primaria o secundaria, y el tipo
de documento consultado (figura 2). Este segundo momento, de organización y
clasificación, incluyó la transcripción de las conversaciones y eventos grabados en audio,
la organización de los registros de campo y demás evidencia recolectada.

Figura 2. Evidencia empírica recolectada.


Fuente: Autora.

Una vez surtida esta etapa, se utilizó la herramienta computacional Atlas.ti como apoyo
para el análisis de contenido, teniendo de presente las categorías y las subcategorías
construidas a partir de las preguntas de investigación y de los aportes conceptuales
reflejados en la enlazada 2. Comprensiones teórico-conceptuales de la relación
humanidad-naturaleza (figura 3).
36

Figura 3. Categorías conceptuales orientadoras.


Fuente: Autora.

Luego se procedió a la codificación y creación de redes analíticas basada en la teoría


fundamentada de Strauss & Corbin (2002), mediante el uso de la herramienta Atlas.ti.
En la codificación abierta, la información recolectada se clasifica analíticamente y sirve
para interpretar los fenómenos estudiados; en la codificación axial, las categorías se
relacionan con subcategorías propias, por lo que se establecen múltiples relaciones; y en la
codificación selectiva, se realiza una articulación de las categorías en torno a una categoría
central.
Con base en el análisis de contenido, se derivó la interpretación compuesta por la
descripción, la reflexión y la comprensión de los hallazgos. La descripción etnográfica se
situó en horizonte a las preguntas de investigación, así como en las particularidades de
cada ecoaldea: sus contextos biogeográficos, biográficos, de convivencia, de prácticas y de
saberes. Continuamente, en la reflexión y la comprensión se tejieron tendencias,
similitudes y contrastes a partir de las particularidades de cada caso y en las similitudes de
los mismos.
De igual modo, se presentó un proceso de tejido de versiones o realidades múltiples que
en la validación de la comprensión de los casos de estudio suele denominarse
triangulación. Allí se tejieron las interpretaciones de los ecoaldeanos y de sus visitantes,
las interpretaciones que ofrecen autores académicos y expertos en estos temas junto con la
propia interpretación y descripción como investigadora, o traductora cultural como diría
Santos (2009). De esa manera, se procuró rescatar los acontecimientos significativos tanto
desde la comprensión de la investigación como desde las voces de las personas que
aportaron en esta creación investigativa.
37

Enlazada 4. El movimiento de ecoaldeas en el mundo y en Colombia

Las ecoaldeas son una propuesta comunitaria relativamente reciente, aunque hay
quienes plantean como Esteban Osorio (ex-integrante de Aldeafeliz) que las ecoaldeas más
antiguas son las propias de pueblos originarios y tribales. Sin embargo, el término
Ecoaldea es emergente y es una opción de vida que va cobrando cada vez más un auge en
diferentes regiones del mundo.
En esta enlazada, se aborda la siguiente pregunta de investigación:

¿Cómo expresa el movimiento internacional ecoaldeano su relación Humanidad-


Naturaleza y cuál es su influencia en el movimiento colombiano?

4.1. El movimiento ecoaldeano en el mundo

Subpregunta de investigación a abordar:

¿Cuáles son las influencias y los contextos que dan origen a las ecoaldeas en el
mundo?

Las Ecoaldeas surgen con el propósito de generar cambios en los estilos de vida anivel
individual y a nivel colectivo a partir del ejercicio de prácticas ecológicas realizables en
lugares locales y con un menor impacto ambiental.
En lo concreto, sus pretensiones se orientan a satisfacer las necesidades humanas de sus
integrantes posibilitando un bienestar humano y de la naturaleza con el objetivo de ser
sustentables en el futuro (Gilman, 1991), permitir un proceso personal de encontrarse a sí
mismo para a su vez generar una convivencia en paz y armonía con otros (Ruz, 2011), así
como brindar las condiciones necesarias para construir comunidades participativas,
autónomas, con un ética de cuidado de la naturaleza habitada (GEN, 2016; Changue the
World, 2017).
En el siglo XX y en lo transcurrido del siglo XXI emergen múltiples experiencias
comunitarias con un lugar de pensamiento común: cambiar el mundo aquí y ahora desde la
puesta en práctica de acciones concretas y posibles. Sus fuentes de inspiración se sitúan en
idearios políticos como el socialismo utópico y libertario; espirituales como los
monasterios tibetanos, protestantes, luteranos, Shakers, Calpullis aztecas y Ayllus andinos;
y económicos como los Klojos en la Unión Soviética y los Kibbutz israelistas (Gómez-
Ullate, 2004; Salamaca & Silva, 2015; Ruz, 2006).
En este sentido, las ecoaldeas se con vierten en reconfiguraciones de formas antiguas de
convivencia (Ruz, 2006). Estas reconfiguraciones constituyen un gran Movimiento de
regreso a la Tierra agenciado por movimientos Hippies, Ecologistas, Neorrurales, Okupas,
Rainbow y Nueva Era, con una clara crítica al pensamientos hegemónico sustentados en el
paradigma de la Modernidad (Gómez-Ullate, 2004).
38

Figura 4. Fuentes de inspiración, movimientos y agrupaciones del Movimiento de regreso


a la Tierra.
Fuente: Gómez-Ullate, 2004, p. 143

La emergencia de este gran Movimiento de regreso a la Tierra propició la creación de


redes y encuentros en distintos puntos del mundo. (Figura 6)
39

Figura 5. Genealogía de las ecoaldeas en el Planeta.


Fuente: Autora.
40

El Neorruralismo inició en Europa y Norteamérica influenciado por el acontecimiento


de Mayo del 68’ y el Movimiento Contracultural de la década de los 60’ del siglo XX; éste
se caracterizó por la migración de personas o colectivos desde zonas urbanas hacia zonas
rurales.
En 1970 se celebró el Primer Congreso Biorregional de Norteamérica. Para Ruz (2006)
el término ‘Biorregión’ empezó a plantear una nueva manera de comprender las áreas
geográficas más allá de los límites políticos en el intento de comprender los lugares en su
integridad natural y cultural, de modo que permitiera recuperar una conciencia del habitar.
De otro lado, el Movimiento Okupa Rural, influenciado por el comunismo libertario
propio de los años 70’s y 80’s del siglo XX, emprendió la ocupación de espacios, lugares o
viviendas deshabitadas en zonas rurales.
Ya para 1978, Bill Mollison y David Holmgren presentan las bases de la Permacultura
con su libro Permaculture one, con el objetivo de proponer estilos de vida basados en
principios ecológicos que le permitieran a las comunidades ecológicas o intencionales
afianzarse y gozar de nuevas herramientas de diseños de espacios y herramientas
educativas en sus prácticas cotidianas.
Luego, en 1985 se creó la Federación de Comunidades Intencionales de Estados
Unidos como una de las primeras redes que empieza a congregar este tipo de iniciativas.
En 1987, se fundó la organización Gaia Trust, en Dinamarca, encargada de promover
proyectos de transición hacia una sociedad sustentable y espiritual.
Enseguida, en 1989 integrantes del Movimiento Arco Iris dan inicio al Movimiento de
Repoblación de Pueblos Abandonados con la refundación de Matavenero, un pueblo
abandonado en España.
Ya para el año de 1992, en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) y la declaración de la Agenda Local 21 en
Río de Janeiro, la Organización de las Naciones Unidas brindó su respaldo a la creación y
fortalecimiento de asentamientos sustentables en todo el planeta. Con este apoyo, la
Asociación Danesa de Comunidades Sostenibles creó en 1994 la Red Global de Ecoaldeas
(GEN), con el objetivo de apoyar comunidades encauzadas a mantener y regenerar sus
entornos sociales y naturales.
GEN se fundó con las comunidades Findhorn (Escocia), The Farm (Tennesee, USA),
Lebensgarten (Alemania), Crystal Waters (Australia), Ecoville St.Petersburg (Rusia),
Gyûrûfu (Hungría), Proyecto Ladakh (India), Manitou Institute (Colorado, USA) y la
Asociación de Ecoaldeas Danesas (Gaia Education, 2006).
Luego en 1996 se realizó el Encuentro Biorregional de las Américas, en México, desde
el cual surgió la Caravana Arcoiris por la Paz y la Nación Arcoiris con una fuente
filosófica Hippie.
Otra de las organizaciones gestadas en este proceso de consolidación de las ecoaldeas y
de asentamientos sustentables es Change the World, creada en 1997 en Oslo, Noruega.
Organización vinculada a GEN con el propósito de fortalecer los sistemas de permacultura
y de asentamientos humanos sostenibles.
Sucesivamente, se constituyeron diversas redes regionales y temáticas:
 1996, la Asociación Europea de Ecoaldeas (GEN-EUROPE) y la Red de Ecoaldeas
de América del Norte (GENNA-NORTH AMERICA)
 1997, la Red de personas, ecoaldeas y organizaciones de la región de Oceanía y
Asia (GENOA-OCEANIA & ASIA)
41

 2005, el Movimiento Juvenil de la Red Global de Ecoaldeas (NEXTGEN)


 2012, el Consejo de Asentamientos Sustentables de las Américas (CASA LATINA)
y la Asociación Africana de Ecoaldeas (GEN AFRICA). (Figura. 5)

En 1998, las Naciones Unidas, reconocieron a las ecoaldeas como modelos de vida
sostenible dentro de la lista de las 100 mejores prácticas sostenibles del mundo (GEN,
2017).

Figura 6. Redes regionales de ecoaldeas.


Fuente: Ecoturism Villages, 2017.

A partir del año 2000, GEN empezó a participar en algunos escenarios de la


Organización de la Naciones Unidas (ONU). En este año, inició su intervención en el
Estatuto Consultivo Especial de la Comisión del Consejo Social y Económico.
En 2009, asistió a la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático de las Naciones
Unidas (COP 15) en Copenhague, Dinamarca.
Luego en 2010 a la COP 16 en Cancún, México, y en 2012 también hizo presencia en la
Conferencia sobre el Desarrollo Sostenible en Río de Janeiro-Río+20.
Las ecoaldeas cuentan con una red de aliados y simpatizantes a nivel mundial, a partir
de la cual construyen agendas de acciones y de proyecciones que les permite visibilizarse
como alternativas posibles y reales, acompañarse, brindarse apoyo y fortalecerse a nivel
local y global. Se puede decir que GEN, con sus aliados en cada continente y país, es una
gran red que recoge gran parte de este tipo de asentamientos.
42

La Red Global de Ecoaldeas ha logrado acumular una experiencia significativa en el


ejercicio de proyectos sustentables que al presente le ha permitido diseñar una serie de
estrategias para la transición de pueblos y comunidades para convertirse en ecoaldeas o al
menos acoger algunos de los principios de la sustentabilidad. Para ello se busca forjar
alianzas con gobiernos locales y nacionales, Organizaciones No Gubernamentales,
donantes internacionales e inversores privados con el objetivo de influir en las decisiones y
transformaciones políticas.
La implementación de este propósito se viene ejecutando en países como Senegal, La
República Democrática del Congo, Tailandia, India, Bangladesh y Birmania. En el caso de
Senegal, en 2008 se creó el Ministerio de Ecoaldeas y a su vez el Programa Nacional para
la Transición de 14.000 pueblos tradicionales que se espera logren su objetivo en 2020.
Las Ecoaldeas existen en todo el mundo, en cada continente, y se podría decir que casi
en cada país existe al menos una experiencia local que guarda las pretensiones de la
sustentabilidad, de la vida en comunidad, con cualidades ecológicas y, seguramente,
muchas no aparecerán registradas dentro de GEN.
Actualmente, GEN registra casi un millar de ecoaldeas, asentamientos sustentables y
proyectos alternativos alrededor de todo el mundo. En la siguiente cartografía se refleja el
número de ecoaldeas acogidas por esta red en distintas regiones. (Mapa 2.)
43

Mapa 2. Ecoaldeas y asentamientos sustentables en el mundo.


Fuente: https://ecovillage.org/projects/map/, 2017.
44

Cada uno de estos movimientos se ha gestado de acuerdo a ideologías, formas de


comprensión del mundo e intencionalidades singulares y distintas unos de otros. Algunos
elementos que comparten este tipo de experiencias son: generar prácticas de respeto hacia
la naturaleza, prácticas de autosuficiencia en el consumo, implementar agricultura
orgánica, economías de autoabastecimiento, establecer relaciones sociales basadas en el
apoyo y reconocimiento hacia el otro, así como habitar los lugares de acuerdo a principios
de cuidado y de impacto ambiental mínimo. Algunos ejemplos prácticos y de larga
trayectoria por resaltar:

https://www.ecovillagefindhorn.com/ https://www.tamera.org/index.html

La Ecoaldea Findhorn (Reino Unido) es una de Esta ecoaldea se fundó en Alemania en 1978 y en
las pioneras en el mundo, con una trayectoria 1995 se trasladó a Portugal. En el presente
desde 1985 y su contribución en el movimiento habitan 170 personas. Tamera es definida como
de ecoaldeas. Actualmente cuenta con 90 una escuela y una estación de investigación para
construcciones ecológicas, 3 generadores la "Utopía concreta". Su pensamiento consiste en
eólicos y 1 planta biológica de tratamiento de generar un modelo de vida no violenta para el
aguas residuales. Su huella ecológica es ser humano, los animales y la naturaleza, lo cual
alrededor de la mitad de su país, redactó la incluye la implementación de tecnologías
primera guía técnica del Reino Unido para la ecológicas y autosuficientes en el tratamiento de
vivienda ecológica, cuenta con una moneda aguas, de producción de energía, de producción
local y una economía circular y vehículos de alimentos, de sanación de aguas, de energía;
eléctricos. y en cuanto a los temas sociales promueven la
curación del amor y la ética de la verdad en las
relaciones sociales.
45

https://www.auroville.org/

En 1968 nació una ciudad internacional a modo


de laboratorio en el sur de la India. Auroville,
Villa Aurora o ciudad del Amanecer, es un
concepto en continua construcción creado por
una discípula de Aurobindo, un pensador hindú e
impulsor del "Yoga Integral". Mirra Alfassa,
conocida como "la Madre", impulsó la creación
de un asentamiento urbano donde personas de
todas partes del mundo logren vivir en armonía y
paz sin que sus diferencias culturales o religiosas
afecten su convivencia. Es un municipio
protegido desde su nacimiento por la UNESCO.
Auroville es una ciudad hindú que recibe 200.000
dólares anuales por parte del gobierno del país
desde el año 1982. Sin embargo, mantiene su
autonomía política y funciona sin la existencia de
ningún partido. En la actualidad cuenta con una
población de aproximadamente 2.400 personas
procedentes de diferentes países.

Figura 7. Ejemplos de ecoaldeas en el mundo.


Fuente: Elaboración propia con base en las páginas web de las ecoaldeas.
46

4.1.1. El mándala de la sustentabilidad como una expresión de reconexión con la


naturaleza

Subpregunta de investigación a abordar:

¿Cómo aborda el movimiento ecoaldeano su discurso sobre la relación


humanidad-naturaleza?

Los proyectos ecoaldeanos articulados en GEN acogen cuatro pilares de la


sustentabilidad, entendidos como dimensiones intrínsecas de la experiencia humana: el
social, el cultural y espiritual, el económico y el ecológico (Figura 8). Estos se constituyen
en orientaciones básicas para hacer posible sus apuestas comunitarias y establecer otro tipo
de relaciones con la naturaleza (Arjona, 2010).
El concepto de Sustentabilidad adoptado por GEN, se fundamenta inicialmente en dos
acontecimientos de carácter internacional: el Informe Brundtland (1987) y la Declaración
de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992), ambos agenciados al interior de la
ONU.
En el Informe de Brundtland no se define el término de sustentabilidad como tal, sino
el concepto de Desarrollo Sostenible, entendido este como “aquel que garantiza las
necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras
para satisfacer sus propias necesidades”. Por su parte, la Declaración de Río, en su
principio Nº 22, plantea que las propuestas ecológicas locales son las llamadas a ser
garantes de la sustentabilidad. Esta garantía fue acogida por el movimiento ecoaldeano
internacional y de acuerdo a ello definió en cada uno de sus pilares cinco principios básicos
que involucran la experimentación, el aprendizaje, la investigación, la sostenibilidad y el
diseño participativo.
El desglose de los principios se puede encontrar en el documento Educación para el
diseño de ecoaldeas (Gaia Education, 2012). Si bien los pilares se reconocen como una
hoja de ruta para el fortalecimiento de las ecoaldeas en el mundo, no niegan la singularidad
y el contexto de las comunidades, permitiendo que cada una enfatice en los pilares
conforme a sus propias necesidades e intereses.
47

Figura 8. Pilares y principios de la sustentabilidad.


Fuente: Ecohabitar, 2016.

Pilar social.

La constitución de una comunidad implica la posibilidad de fortalecer y ampliar las


relaciones sociales de convivencia. Este camino se fundamenta en la promoción de
habilidades comunicativas, la toma de decisiones en colectivo, la divulgación del proceso
comunitario con otros, fomentar alianzas y articularse en redes sociales. Esto posibilita
precisar un objetivo común y de allí proporcionar una participación activa y comprometida
de los ecoaldeanos en las decisiones cotidianas, haciéndolos sentir escuchados,
empoderados, apoyados y responsables de sus propias acciones.
Por consiguiente, los elementos fundantes de una ecoaldea son: el reconocimiento de la
diversidad, la consolidación de las relaciones interpersonales mediante el ejercicio de
valores, la gestión de los conflictos internos y el fomento de prácticas comunales en los
campos de la salud, la educación, la cultura y la economía. (GEN, 2017)
Un principio ético articulador en la creación de ecoaldeas es “la comunicación de
corazón a corazón” (Gaia Education, 2012, p. 35). Según Gaia Education (ibíd.), la
comunidad requiere de una comunicación profunda que se genera desde la sinceridad de
cada persona hacia los demás, desde la transparencia de lo que ellos llaman corazón,
entendido como la posibilidad de interactuar y decidir poniendo de manifiesto las
emociones y el reconocimiento del otro. Por ende, el pilar social da apertura a los demás
pilares de la sustentabilidad en cuanto otorga las bases de convivencia para las ecoaldeas.
48

Pilar cultural o visión de mundo.

A todas las ecoaldeas del mundo las congrega el respeto y cuidado por todos los seres y
formas de vida, siendo esta una manera de manifestar su visión de mundo y ética
ecológica. Existen comunidades que enfatizan un camino espiritual específico, definiendo
así su visión de mundo particular, sin embargo no todas las ecoaldeas focalizan su
dinámica comunitaria en una sóla tradición o visión espiritual en específico. Algunas
comunidades se congregan alrededor de una ética ecológica que no necesariamente va
anclada a una visión espiritual, otras en cambio reúne diversas expresiones espirituales de
acuerdo a sus necesidades, sentires y los momentos emocionales de sus integrantes y de las
mismas comunidades.
La importancia de este pilar es que cada ecoaldea considera aspectos culturales y
espirituales que fortalecen su capacidad de respuesta ante dificultades dadas al interior
como hacia el exterior de ellas.
Aun así, las ecoaldeas proponen un “modelo de cultura humana sostenible” (Gaia
Education, 2012, p. 15) basado en principios y prácticas que articulan la ciencia y la
espiritualidad. Su intención es la reconciliación de algunos postulados de los paradigmas
occidental y oriental para de esa manera concebir una visión de mundo holística.
El modelo ecoaldeano interpreta la vida como una red compleja de relaciones que
vincula mente, cuerpo, espíritu, actividades, procesos y estructuras. Partiendo de ese
pensamiento, postula la necesidad de enriquecer esa visión de mundo en el ejercicio de
prácticas culturales y espirituales que puedan fortalecer y satisfacer las necesidades de cada
individuo, para de esa manera aportar a la consolidación de la comunidad y servir al
mundo externo.
En consecuencia, sugieren cultivar prácticas espirituales como yoga, meditación,
oración, reconocer los ciclos de la naturaleza para los procesos de sanación, construir
infraestructura con base a disciplinas como el Feng Shui o la Geometría Sagrada,
identificar lugares sagrados, santuarios, altares y servir al mundo por medio del ejercicio de
una “espiritualidad socialmente comprometida” (Gaia Education, ibíd., p.14)
El modelo de cultura sostenible también destaca la vinculación del arte y la celebración.
Ambos requieren de un alto grado de creatividad colectiva en la que se participa
activamente, se disfruta en el compartir, emergen rituales, ceremonias que promueven la
sanación y la transformación personal y colectiva. De ese modo, se justifica el tejido entre
lo cultural y la visión de mundo en un mismo pilar.

Pilar económico.

Para definir esta pilar GEN recurre al término vitalidad económica, el cual se compone
de 4 prácticas fundamentales: 1) mantener el dinero en la comunidad, 2) circularlo al
interior de la comunidad a través de las personas que más sea posible, 3) ganarlo, gastarlo
y luego invertirlo en mercados pequeños o en servicios que ofrezcan los mismos
ecoaldeanos y 4) generar ahorros en organizaciones o instituciones financieras afines.
El propósito de todo esto es promover sistemas económicos locales en los que el dinero
circule al interior de las ecoaldeas y/o fluyan hacia sistemas financieros afines; como
respuesta alternativa al sistema económico global que no ha dado respuestas reales a las
49

comunidades y el mundo, sino por el contrario ha generado graves crisis económicas,


ecológicas y sociales como el endeudamiento, la pobreza y daños ambientales.
El ideal de vitalidad económica en las ecoaldeas es el diseño de monedas comunitarias,
actividades económicas coherentes con valores ecológicos y constituir alianzas legales con
organizaciones social y ecológicamente responsables. Lo cual se puede combinar con la
oferta de proyectos externos, brindar la opción de voluntariado y/o de empleo, fomentar
bienes y servicios, así como usar monedas complementarias y convencionales.
Gaia Education (2012) sugiere cuatro tipos de capitales que pueden requerir las
ecoaldeas en su proceso de sostenibilidad, como: a) capital semilla con el cual se inicia el
proyecto comunitario, b) capital de acciones generado con aportes de todos los integrantes,
c) préstamos o créditos y d) capital que se obtiene desde el exterior bajo la figura de
donaciones o subvenciones.
Algunas experiencias de economía comunitaria que han logrado sostenerse en el tiempo
han sido:
 Los sistemas de comercio e intercambio local
(LETS-Local Exchange Trading Systems) Hour. Vales de tiempo.
que permiten comerciar a nivel local sin
necesidad de emplear papel moneda. Allí
pueden incluirse los créditos mutuos y redes
de trueques. (Ver Community Exchange
System).

 Los Bancos de tiempo que funcionan como


sistemas de voluntariado mutuo, en el que se
participa en alguna actividad ofreciendo su
tiempo y recibiendo a cambio tiempo de otras Eko en Findhorn
personas en su propia comunidad.

 Las monedas locales como ‘Hour’ en Ithaca


(New York), ‘Eko’ en Findhorn (Escocia),
‘Wir’ en Suiza, el ‘Wörgl’ en Austria y los
‘Nashiras’ empleados en la ecoaldea Nashira
en Colombia cuando realizan mercados
comunitarios locales.

Figura 9. Ejemplos de monedas comunitarias en ecoaldeas.


Fuente: http://community-currency.info/en/, 2017.

Pilar ecológico.

En este pilar, Gaia Education (ibíd.) ofrece orientaciones prácticas de conexión y


cuidado de los seres, bienes y ciclos de la naturaleza habitada, bien sea urbana o rural.
Las prácticas tienen como propósito, de un lado, satisfacer las necesidades básicas y
vitales de los ecoaldeanos y, de otro lado, mejorar y/o restablecer el paisaje. De acuerdo
con esto, la infraestructura requiere construirse bajo criterios de construcción verde o
50

bioconstrucción aprovechando materiales del entorno como maderas, palmas, barro, tierra
u otros materiales que se puedan reutilizar con el propósito de no sobrepasar la capacidad
de carga de los territorios. Frases que dan cuenta de esta intención es ‘trabajar con la
naturaleza’ o ‘imitar la naturaleza’.
En ese mismo sentido, la producción de alimentos y de medicinas se puede realizar bajo
los preceptos de la permacultura o la agricultura sostenible con el ánimo de garantizar la
seguridad alimentaria dentro de la comunidad así como la salud y bienestar de sus
integrantes. En cuanto al manejo de residuos, proponen la reutilización, el reciclaje y la
reducción de consumo de productos contaminantes. Para el manejo de aguas se propone,
por ejemplo, el uso de baños secos para evitar la generación de aguas negras. En la
producción de electricidad buscar alternativas como la energía solar.

El diseño del sistema completo.

Los 4 pilares anteriores se integran en lo que GEN denomina el sistema completo,


acogiendo elementos teóricos del Pensamiento Sistémico, entre ellos la Teoría Gaia y la
Teoría del Caos, por cuanto la vida es comprendida en su totalidad, interdependencia y
dinámica compleja.
Las ecoaldeas en su camino por constituirse en un sistema completo vienen
implementando la planificación de acciones y el diseño de estrategias con una visión
temporal, que les permita mantener su visión y propósito, generar procesos educativos y
pedagógicos, fomentar un diseño ecoaldeano participativo mediante un monitoreo y
evaluación constante de la dinámica comunitaria.
Asimismo, el movimiento de ecoaldeas viene implementando el método de la
Sociocracia, como una nueva forma de organización social que se viene impulsado desde
GEN y sus redes regionales, lo que les permite la toma de decisiones, la planificación y la
retroalimentación de los procesos.

4.2. Ecoaldeas en Colombia: emergencia de comunidades mestizas-ecológicas

Subpregunta de investigación a abordar:

¿Cuáles son las influencias y los contextos que dan origen a las ecoaldeas en
Colombia y cómo se relacionan con el movimiento internacional?

Origen de las ecoaldeas en Colombia.

Las ecoaldeas empiezan a surgir en Colombia a partir de los años 70’s y 80’s del siglo
XX, con la influencia del movimiento pacifista y ecologista. En ese entonces, en Colombia
se vivía un auge de los movimientos universitarios, sindicalistas, insurgentes así como la
emergencia de los carteles del narcotráfico. En medio de este panorama, surgen también
pequeñas comunidades integradas por personas citadinas que deciden migrar hacia el
campo, experiencias realmente poco conocidas en la historia del país.
En 1971 se creó la Fundación Centro Experimental Las Gaviotas, ubicada en el
departamento de Vichada, en el oriente colombiano. Un asentamiento de 200 habitantes, no
reconocido explícitamente como ecoaldea pero sí reconocido como una de las
51

comunidades pioneras en impulsar prácticas y tecnologías ecológicas. Sus estilos de vida


van acompañados con el uso, fabricación y venta de nuevas tecnologías, como:
calentadores solares de agua, ariete hidráulico, molinos de vientos, uso de energía solar,
bombas de extracción de agua. Lo que puede suponer que esta comunidad se ha orientado a
constituirse en una empresa de fabricación de nuevas tecnologías. (Calderón, 2012; El
Tiempo, 2015)
En el mismo año de 1971, surgió la comuna Jipi-Kogui, ubicada en la Sierra Nevada de
Santa Marta, conformada por jóvenes urbanos procedentes de Bogotá y Cali, con una
influencia del pensamiento Hippie, propio del movimiento pacifista y ecológico de la
época, junto con la necesidad de acercarse a la naturaleza y aprender del pensamiento del
pueblo originario Kogui de la Sierra. El pueblo Kogui permitió la conformación de esta
comuna mestiza en su territorio con el objetivo de que ellos adquieran el conocimiento
indígena y además cuidaran el lugar (Project Transitional Minds, 2010). Hoy día la
comunidad Jipi-Kogui se ha diezmado debido al conflicto armado que se intensificó
después del año 2000, siendo pocos quienes continúan habitando allí; los que quedan se
encuentran en su tercera generación (Benjumea, 2010).
Otra comunidad pionera es la Reserva Integral y Ecoaldea Sasardí ubicada en el Golfo
de Urabá, en el departamento de Chocó. Esta se conformó en 1985 como una comunidad
de conservación y protección de las áreas naturales y como proyecto de convivencia
comunitaria; fue apoyada en su proceso de fundación por la Red Global de Ecoaldeas y por
la Caravana Arcoiris por la Paz7. Son pocas las personas que permanecieron en este lugar
debido a las condiciones de riesgo causadas por el conflicto armado, el narcotráfico y las
vicisitudes de la violencia, lo que ocasionó el desplazamiento de algunos ecoaldeanos
como de las comunidades Embera y Kuna propias del lugar. En el presente este proyecto
ofrece servicios de ecoturismo y de intercambio cultural con los pueblos originarios
asentados allí. (Hacemos memoria, 2016; Fundación Darién, 2017)
El paso de la Caravana Arcoiris por la Paz por Colombia, entre 1996-2000, fue uno de
los acontecimientos más significativos para el surgimiento del movimiento ecoaldeano en
el país. A partir de ese momento, empiezan a emergen quienes serían los líderes de las
ecoaldeas: Atlántida (Cauca), Montaña Mágica (Antioquia) y otras más gestadas de
acuerdo a las personas que conocieron y se unieron a la Caravana. (Ruz, 2010)
A partir de 1990, se fueron creando más comunidades ecológicas en diferentes lugares
del territorio colombiano mediante distintas formas de organización, enfoques temáticos,
ubicaciones geográficas y extensión territorial. Ante este acontecimiento Arjona dice:
“Cada ecoaldea tiene un origen, propósito, motivación, búsqueda, contexto político, social,
ambiental, climático, cultural, ideológico diferente, múltiples caminos en la diversidad”
(2010, p.5).
En la figura 10, se retratan las fechas de creación de algunas experiencias comunales y/o
ecológicas agenciadas en el país desde la década de 1970, los lugares donde se ubican, así
como los enlaces en internet de quienes se encuentran activos.

7
La Caravana Arcoíris por la Paz es un proyecto de comunidad itinerante que surgió en 1996 en la ecoaldea
Huehuecoyotl, México. Fundada por Alberto Ruz, junto con un grupo artistas y activistas de todo el mundo.
Esta Caravana pretendía recorrer el continente Americano para conectar con las diferentes culturas de
América Latina y fomentar una cultura de paz, ecología y cuidados con la madre tierra. Su duración fue de 13
años y culminó en 2009.
52

Figura 10. Experiencias comunales y/o ecológicas en Colombia.


Fuente: Autora.
53

En 2006, se realizó el primer encuentro de ecoaldeas y


comunidades alternativas denominado Llamado de la
Montaña, en la ecoaldea Pachamama (Calarcá, Quindío);
momento a partir del cual se gesta la Red Colombiana de
Ecoaldeas y Comunidades Alternativas-RENACE-, “una
red nacional de espacios y comunidades que promueven,
educan, investigan y difunden estilos de vida sustentables y
regenerativa” (Blanco, 2016, p. 17).
Año tras año, el Llamado de la Montaña se fue
configurando como un encuentro de personas, procesos y
comunidades sustentables en busca de caminos hacia la
sustentabilidad.
El Llamado de la Montaña es un proceso de tejido social y co-creación colectiva de
sustentabilidad y Buen Vivir, para llevar la construcción de paz del discurso a la
práctica, en una pluralidad inclusiva. En dicho proceso, diferentes organizaciones de
base, comunidades y personas naturales se juntan para intercambiar y aprender sobre
diversas experiencias, prácticas y tecnologías sustentables, y se alían para generar
estrategias y acciones concretas en el territorio anfitrión, ayudando así a mejorar su
sustentabilidad y buen vivir. (Llamado de la Montaña, 2017)
Allí se intercambian experiencias, aprendizajes, saberes, prácticas, sueños, se planifican
y proyectan acciones conjuntas de acuerdo al momento e intereses de cada proyecto, del
conjunto de la Red y del contexto del país (Chaves, 2016).
En el año 2012, el Llamado de la Montaña dio un paso hacia consolidarse como un
evento que convoca personas y colectivos de otros países. Se realizó entonces, el Primer
Encuentro Iberoamericano de Ecoaldeas, en la ecoaldea Atlántida (Cauca), en el cual
surgió el Consejo de Asentamientos Sustentables de las Américas-C.A.S.A., una
ampliación de la red colombiana existente, con el propósito de integrar procesos
sustentables diferentes a las ecoaldeas, pero que compartían principios éticos, tales como
algunos pueblos originarios, ecobarrios, eco-carabanas y nómadas, proyectos educativos e
iniciativas permaculturales.
El Llamado de la Montaña acogió la
metodología del ‘Consejo de Visiones,
Guardianes de la Tierra’ creada en México
desde 1991, siendo una metodología que
permite dinamizar el encuentro de acuerdo a
grupos de trabajo temáticos llamados
consejos, que se configuran en procesos
participativos dependiendo de lo que para el
grupo es importante abordar cuando se habla de sustentabilidad (ej. consejo de ecología, de
educación, de jóvenes, de ancestralidad, etc); sin perder la posibilidad de espacios de
intercambio general entre todos los participantes.
Es así como cada Llamado define una lista de Consejos en los cuales los participantes
asisten y aportan, lo que hace que los consejos sean dinámicos, se fusionen algunos,
desaparezcan otros o emerjan nuevos. Los Consejos posibilitan el tejido de experiencias
personales y colectivas. “Un Consejo de visiones es en principio, una metodología muy
concreta para organizar encuentros físicos en tiempo real, en los que diferentes sectores,
54

organizaciones e iniciativas, se encuentran para compartir experiencias y tejer redes por


sectores y entre sectores” (Llamado de la Montaña, 2017). Las temáticas de estos espacios
varían en cada evento, ya que al realizarse cada año en un sitio diferente cambia el
contexto, dependiendo de las necesidades y prioridades del territorio anfitrión. Esta es una
estrategia utilizada por la red CASA para impulsar procesos nacientes, así como dejar
nueva infraestructura instalada, un recurso económico para los anfitriones o ampliar su red
de aliados.
Los Llamados de los años 2015, en territorio Misak (Cauca), y 2006, en Mocoa
(Putumayo), permiten entrever la apertura y articulación de las ecoaldeas hacia otros
procesos con intenciones de sustentabilidad similares y compatibles. (Figura 11. Llamados
de la Montaña)
55

Figura 11. Llamados de la Montaña.


Fuente: Elaboración propia con base en información de http://xn--llamadodelamontaa-uxb.org/
56

Las ecoaldeas y comunidades alternativas en Colombia cuentan con una genealogía


singular frente a otras apuestas existentes en el mundo, de igual modo cada una de las
comunidades gestadas al interior del país presentan una historia y unas formas de ser, estar
y hacer particulares las unas de las otras.
Cabe señalar que, existen rasgos comunes en la conformación de estos procesos como lo
son: la migración de la ciudad al campo, la intención de vivir en comunidad, crear estilos
de vida situados localmente, mejorar las relaciones interpersonales, las relaciones con el
territorio habitado y ser conscientes de cada acto realizado en la cotidianidad (Arjona,
2015; Salamanca y Silva, 2015 ).
Otro rasgo compartido en el proceso de fundación de estas comunidades es su
confrontación a la crisis planetaria, ecológica, climática, espiritual y social actual (Arjona,
2015).

Las ecoaldeas en la red internacional.

Las ecoaldeas en Colombia se conectan con el movimiento internacional a través de tres


niveles de redes: CASA COLOMBIA, CASA LATINA y la Red Global de Ecoaldeas-
GEN. (Figura 12)

Figura 12. Relación de CASA Colombia con otras redes similares a nivel continental y
mundial
Fuente: http://comuntierra.org/site/blog_post.php?idPost=169&id_idioma=3

CASA Colombia integra iniciativas rurales y urbanas, redes, organizaciones,


asentamientos y movimientos sociales, culturales y ambientales que se conectan a través de
su participación en el Llamado de la Montaña (Red Casa Latina, 2017), dentro de los
cuales se encuentran las ecoaldeas como uno de los procesos promotores de esta Red.
CASA Colombia a su vez hace parte de CASA Latina. Esta red articula las redes
57

sustentables de la región de América Latina, como CASA Brasil, CASA Colombia, CASA
EcoChile, CASA Perú, CASA México, CASA Dominicana, CASA Jóvenes y CASA
Ecocaravanas. CASA Latina así como las CASAS regionales definen cinco focos
temáticos que permiten caracterizar los diferentes grupos o proyectos que pueden tejerse en
estas iniciativas. (Ver figura 13.)

Figura 13. Tipos de proyectos que hacen parte de CASA.


Fuente: https://ecovillage.org/region/casa/

Ahora, CASA LATINA se articula con la Red Global de Ecoaldeas (GEN), donde
cuenta con un lugar en la mesa directiva, GEN a su vez tiene un estatus consultivo en las
Organización de las Naciones Unidas (UN – ECOSOC) y es aliada del Instituto de
Entrenamiento e Investigación de la ONU (UNITAR). Además, CASA Latina se conecta
con redes en América, Europa, África y Oceanía que hoy articulan iniciativas y
asentamientos alternativos que son ejemplos de vida en comunidad y en armonía con la
tierra. (Ver figura 14)
58

Figura 14. Interacción de CASA LATINA a nivel internacional.


Fuente: GEN, 2017.

4.3. Conclusión

Los principios ideológicos mediante los cuales se fundan las ecoaldeas en el mundo son
diversos, unos se crean con ideología anarquista, otros con un carácter espiritual, otros con
pensamiento pacifista, otros ecologistas; sin embargo, todos surgen con el propósito común
de establecer comunidades sustentables bajo los principios del cuidado y respeto de las
relaciones entre los humanos y las relaciones con la naturaleza. De esta manera, unos
migran de la ciudad al campo o muchos establecen comunidades ecológicas al interior de
las ciudades sosteniendo el principio de la sustentabilidad.
A partir de la expansión de estos proyectos ecológicos, se han ido generando diferentes
espacios de encuentro de conexión y fortalecimiento de estas iniciativas; surgiendo desde
allí mismo redes regionales, redes nacionales, redes internacionales que propician el
intercambio de experiencias y de alianzas para el sostenimiento de las propuestas locales.
GEN, a través Gaia Education, diseñó un modelo de sustentabilidad soportado en 5
dimensiones (social, cultural, económica, ecológica y diseño del sistema completo) con el
cual se exponen los principios básicos para aplicar en la vida cotidiana de los
asentamientos sustentables, constituyéndose en la manera de concretar y hacer viable la
relación entre los humanos y con la naturaleza. Bajo estos preceptos filosóficos y de
acción, se unen y se tejen las diferentes ecoaldeas del mundo, como también lo hacen
CASA LATINA y CASA COLOMBIA.
Ahora, las redes de proyectos sustentables se han ido ampliado, de modo que, ya no se
reducen a la constitución de alianzas entre ecoaldeas únicamente, sino que abren sus
tejidos hacia otras propuestas alternativas como son los nómadas, las comunidades
originarias, las comunidades espirituales y las ONG’s, sirviéndose los unos de los otros
como influencias de apoyo mutuo y para afrontar asuntos comunes.
59

Las ecoaldeas en Colombia, desde sus inicios en la década de los 80’s del siglo XX, han
estado vinculadas al movimiento internacional ecoaldeano con su participación en la
Caravana arcoíris por la Paz, en el agenciamiento de CASA LATINA y de CASA
COLOMBI, y recientemente con su participación activa en la Asamblea General y en el
Consejo Directivo de GEN.
Esto permite que, los miembros de las ecoaldeas en Colombia que participan en GEN
logren intervenir con propuestas y decisiones ante la red regional y global y, asimismo en
doble dirección, sirven de enlace para transferir al interior del país todas las producciones
generadas a nivel regional y global como la sociocracia, los pilares de la sustentabilidad,
los procesos pedagógicos brindados por Gaia Education, entre otros más.
La relación entre el movimiento ecoaldeano internacional y el colombiano se dan en
doble vía y en diferentes escenarios educativos, de decisión, de consulta, de comunicación
y de proyectos.
Ahora bien, estas influencias sirven como referentes más no como orientaciones
limitadas y normativas, tal como se verá en la Enlazada 7, en donde los ecoaldeanos
vienen desmitificando el paradigma del ecoaldeano y reconfigurando su propia forma de
identidad aunque siempre guardando los principios fundamentales de las ecoaldeas en el
mundo.
60

Enlazada 5. El disueño8 de dos ecoaldeas en Colombia: Aldeafeliz y


Anthakarana

Subpregunta de investigación a abordar:

¿Cómo se crearon las ecoaldeas Anthakarana y Aldeafeliz en Colombia?

En la presente enlazada se presenta el sueño y el diseño construido por las ecoaldeas


Anthakarana y Aldeafeliz. A partir de las narraciones personales de los ecoaldeanos, se
reconstruye la historia de creación de estas comunidades, las motivaciones que les dieron
surgimiento, las personas que lo hicieron posible, los lugares escogidos y el territorio
diseñado para vivir. Al final de la enlazada, se analizan las similitudes y las diferencias en
el proceso de disoñar estas dos ecoaldeas.

5.1. El grupo semilla de Aldeafeliz

Somos urbanos y dependemos actualmente de la ciudad, valoramos su


riqueza cultural y nos nutrimos de ella. Pero queremos formar una
comunidad progresiva, una forma más creativa, responsable y sostenible
de vivir. Creemos es posible asegurarnos a nosotros y a las próximas
generaciones una vida más sana, creativa, activa, y feliz si nos
acercamos más a la naturaleza y adoptamos un territorio rural cercano
a la ciudad creando con él una relación de mutua protección y de mutua
pertenencia. (Carta de invitación para crear Aldeafeliz, 2006)

El disueño de Aldeafeliz se fecunda en el año 2006. Entre sus


fundadores se pueden nombrar a: Carlos Rojas, Ana María
Aristizábal, Tatiana Monroy y Julián Gómez deciden gestar el sueño
de esta comunidad ecológica y rural.
Carlos Rojas y Ana María Aristizábal hacían parte de una
iniciativa urbana denominada ‘Ecobarrios’; un programa financiado
por el gobierno distrital de Bogotá, ejecutado entre los años 2000 a
2003 con el propósito de fomentar valores y prácticas comunitarias
en 180 barrios, cubriendo todos los estratos socio-económicos de la
ciudad de Bogotá. (Aristizábal, 2003) Mapa 3. En Bogotá se
gesta Aldeafeliz
Fuente:
https://es.wikipedia.or
g/wiki/Bogot%C3%A1

8
Disoñar es un neologismo de las palabras soñar y diseñar. Varias fuentes en Colombia mencionan que es un
término propuesto por vez primera por León Octavio Osorno, miembro de la ecoaldea Villamaga de Cali,
Colombia. La Asociación de Desarrollo Campesino (A.D.C.) adoptó el término y desde 1996 empezó a
promover Encuentros internacionales de Disoñadores en Nariño, en la laguna de la Cocha. Luego este
término fue acuñado en las ecoaldeas de Colombia, haciendo referencia a la manera en cómo han soñado,
planificado y diseñado sus comunidades y sus territorios.
61

Pasados 3 años del cierre oficial del Programa


Ecobarrios, surgió en Carlos Rojas la necesidad de
definir su propio proyecto de vida comunitario, de
manera que convocó a amigos y desconocidos a crear
una comunidad fuera de la ciudad, en algún lugar
cercano a la naturaleza, donde además él lograra
aplicar todo lo que había compartido en los
ecobarrios. Frente a esta motivación, Carlos rememora
la decisión que asumió:

Ese fue un momento de mi vida en que me quedé sin


Figura 15. Carlos Rojas, Aldeafeliz.
trabajo, terminé con mi pareja, que además había
Fuente: http://aldeafeliz.com
descuidado por estar trabajando. Todo el día me
quedaba en la oficina y los fines de semana en los
barrios. Me quedé así como en ceros. Me quedé en la ciudad tratando de ser
arquitecto y de trabajar independientemente. Y empecé a aburrirme, hasta un
punto y me dije que tal esta idea de hacer una ecoaldea, que habíamos hablado
mucho con unos amigos… ¿por qué no les propongo? (Notas de campo, Carlos
Rojas, Aldeafeliz, 2015).

Con los aprendizajes obtenidos en la experiencia de


los ecobarrios, el acercamiento al movimiento de las
ecoaldeas y un deseo personal por crear una
comunidad ecológica, Carlos Rojas realizó una
primera convocatoria junto con algunas personas
cercanas a él que compartían esta misma motivación.
Respecto de esta iniciativa personal dice:

Empecé a llamar a la gente y a decirles: ¿oiga se le


mide a crear una ecoaldea cerca a Bogotá? Empecé
Figura 16. Ana María Aristizábal, con los amigos, con los más cercanos. Y empezaron a
Aldeafeliz Fuente: http://aldeafeliz.com decirme: 'claro', 'listo', 'de una', ¿qué hay que hacer?,
¡pa’ las que sea! (Notas de campo, Carlos Rojas,
Aldeafeliz, 2015).

A partir de este momento de apertura, se conocen


Tatiana Monroy, Carlos Rojas y otras 12 personas
más con quienes se creó el Grupo Semilla de la
propuesta.
Tatiana Monroy recuerda que “desde pequeña
tenía un deseo de estar cerca a los indígenas, sobre
todo con los de la Sierra Nevada de Santa Marta o del
Amazonas”. (Conversaciones con Tatiana Monroy,
Aldeafeliz, 2015). Una de sus influencias fue la
Novela de Televisión Rafael Escalona, en la cual
Figura 17. Tatiana Monroy, Aldeafeliz. salían indígenas de la Sierra Nevada, además de los
Fuente: http://aldeafeliz.com
62

gustos de su padre por los temas relacionados con los pueblos indígenas de Colombia.
Tatiana decidió abandonar sus estudios de psicología en la universidad debido a un
desencanto por la academia y su creencia en que la academia genera poca vinculación con
la vida real de las personas. Sin embargo, su gusto por la psicología estaba presente y fue
así como se vinculó como voluntaria a la Fundación Alberto Merani. Se desempeñaba allí
en el área de Investigación en Educación, donde adelantaban, en esa época, un estudio
sobre temas de afectividad y felicidad. En los resultados del estudio se destacaba que la
pertenencia a una comunidad era un aporte significativo en la felicidad de las personas.
A raíz de este resultado la Fundación inició un rastreo por diferentes comunidades y
entre ellas encontraron las ecoaldeas.
En el momento en el que Tatiana Monroy se acerca al tema de las ecoaldeas conoce a
Carlos Rojas, quien paralelamente se encontraba interesado en el mismo asunto. Tatiana
narra el acontecimiento que le posibilita tomar la decisión de vivir en comunidad y, de ese
modo, aplicar en la realidad los resultados arrojados en la investigación en la que ella había
estado involucrada.

En febrero de 2006, venían 3 chilenos de una ecoaldea en Noruega, ellos venían a


hablar sobre tecnologías limpias a Maloka, en Bogotá, y nosotros fuimos a que nos
contaran cómo funcionaba la parte humana y ahí conocimos a Carlos Rojas.
Carlitos al final nos llamó y nos dijo: ‘yo estoy pensando en hacer una ecoaldea
cerca a Bogotá, ¿a ustedes les gustaría participar en esa creación?’. Y nosotros le
dijimos que: ¡de una!.
Yo sentí que se me abrió un panorama que yo no había contemplado, sí sabía que
no estaba cómoda en la ciudad pero no tenía ninguna opción, tenía 22 años, la
Fundación era una oportunidad a nivel profesional, una oportunidad tremenda,
pero cuando se abrió ese panorama yo dije: ‘esto es lo que yo quiero’.
(Conversación con Tatiana Monroy, Aldeafeliz, 2015).

El Grupo Semilla se dedicó, de febrero a abril de 2006, a pensar en la iniciativa y


planear una convocatoria abierta y pública a todos los interesados en construir una
ecoaldea. Realizaron una invitación abierta y pública, para el día 22 de abril de 2006, en el
marco de un Happy Yoga9. La carta de invitación Construyamos una ecoaldea para vivir
cerca a Bogotá!, describía el tipo de personas a quienes se les hacia el llamado, el tipo de
lugar que se deseaba habitar, así como las primeras ideas de estructura organizativa,
económica y de infraestructura.

9
El Happy Yoga es un espacio donde se orientan clases de Yoga, abiertas al público, en Bogotá. El Yoga es
una práctica procedente de la India, que incluye meditación, posturas físicas y ejercicios de respiración.
http://colombia.happyyoga.com. Este espacio fue el epicentro de las reuniones en las que se disoñó
Aldeafeliz.
63

Figura 18. Fragmento de carta de invitación para fundar Aldeafeliz.


Fuente: Carta de invitación Construyamos una ecoaldea para vivir cerca a Bogotá!, 2006.

La motivación de esta convocatoria surgió desde personas que se autoreconocían como


urbanos, con un deseo de transformar los patrones de mercado laboral, de mercado
inmobiliario y de acciones violentas para crear una forma de vida en armonía con la
naturaleza que lograra garantizar una vida más sana, creativa, activa y feliz a las futuras
generaciones, además de una protección de la naturaleza.
El perfil de las personas a quienes se dirigió la invitación era amplio, en el sentido que
se convocó a personas de todas las edades, parejas y familias, que desearan vivir en
comunidad, respetar las diferencias, promover un modelo de cuidado de la naturaleza y
fortalecer el vínculo campo-ciudad.

Las tareas planteadas en la convocatoria fueron:

Construir la visión de la comunidad, diseñar un proyecto integral de vivienda y


comunidad ecológica, crear una fundación sin ánimo de lucro, crear una sede
urbana del proyecto en Bogotá, diseñar un sistema de transporte comunitario,
vincularse a la red mundial de ecoaldeas, realizar proyectos de diseño
permacultural, promover alternativas de sostenibilidad económica. (Carta de
invitación Construyamos una ecoaldea para vivir cerca a Bogotá!, 2006.)
64

En esta primera reunión asistieron aproximadamente 70 personas interesadas en hacer


parte del proyecto. Iniciaron un proceso de organización y de reuniones continuas en las
que se fortalecía la idea. Los primeros asuntos a resolver tenían que ver con los
mecanismos de toma de decisiones y de organización; con lo cual se crearon ‘grupos de
trabajo’ con sus respectivas funciones.

Y empezamos el proceso, la gente feliz, empezamos a armar un grupo.


La experiencia que tuve con los ecobarrios de generar procesos participativos la
usé para crear la aldea, realmente hacer procesos muy participativos en los que no
había un liderazgo impositivo para nada, todo fue como proponemos hacer esto
así: ‘primera decisión que hay que tomar’, ‘tenemos que decidir cuál será el
método de toma de decisiones’, ‘proponemos este, ¿cómo les parece? ¡Listo, ya
tenemos método de toma decisiones¡ ‘Entonces ya podemos tomar decisiones’. Muy
participativo. Hicimos muchos encuentros. (Notas de campo, Carlos Rojas,
Aldeafeliz, 2015).

Las Convivencias fueron una de las primeras actividades que realizaron todos quienes se
encontraban motivados en construir la ecoaldea. Iniciaron en junio de 2006 bajo el formato
de campamentos en zonas rurales cercanas a Bogotá, que se realizaban algunos fines de
semana y donde participaban entre 40 a 50 personas. Las Convivencias se planificaron con
el objetivo de identificar sí realmente era posible convivir con personas diferentes a la
comunidad familiar o de pareja, y sí era posible renunciar a la ciudad para habitar una zona
rural. Estas actividades permitieron depurar el grupo, de modo que unos desistieron de la
idea y otros continuaron.

Empezamos a hacer convivencias. No tiene sentido hacer reuniones en Bogotá


para hacer una ecoaldea. Hicimos campamentos en el Cerro de Pedro Palo.
Éramos 40, 50 personas conociéndonos, contándonos las historias de vida,
haciendo juegos, haciendo danzas. Una delicia. Creando el sueño. Hicimos como 4
campamentos de esos. Ahí se conoció la gente, se enamoraron unos con otros,
empezaron a soñar todos juntos. Ahí yo me enamoré con Tatiana, éramos pareja
los dos en ese momento. (Notas de campo, Carlos Rojas, Aldeafeliz, 2015).

El grupo que más recuerdan quienes fundaron la Ecoaldea, es el grupo de expedición


geográfica. Este grupo se encargó inicialmente de indagar sobre las preferencias de los
participantes respecto de las condiciones climáticas y la distancia del lugar donde
construirían la ecoaldea hasta Bogotá. Los resultados de la encuesta arrojaron que la
mayoría deseaba que la ecoaldea se ubicara máximo a 1 hora y media de Bogotá, que su
clima fuera templado, contara con un río y con bosque. Además de la encuesta, elaboraron
un dibujo que contenía el disueño de la ecoaldea. Allí dibujaron algunos espacios
comunitarios y los lugares naturales que deseaban en el terreno. (Figura 19)
Desde ese momento empezaron a explorar los municipios más cercanos a la Capital y
que cumplieran con las expectativas de todos. Visitaron Silvania, San Francisco, Choachí y
Guayabetal. Finalmente, el grupo de expedición geográfica encontró una finca en el
municipio de San Francisco con las especificaciones requeridas.
65

Nosotros hicimos un dibujo con el sueño y muchas de las cosas de ese primer
dibujo estaban acá, así tal cual; el kiosko, el fuego, el lago, el río, las montañas,
habían muchas cosas así igual. Supimos que esta era la tierra dónde nos
correspondía quedarnos. (Conversación con Tatiana Monroy, Aldeafeliz, 2015).

Figura 19. Mapa de disueño de Aldeafeliz.


Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=JB39BuGz9VI

Una vez encontraron el terreno, empezaron el proceso de creación de la ecoaldea, que


luego fue llamada Aldeafeliz. Tatiana Monroy plantea que el nombre de la aldea se debe en
parte a los resultados de investigación obtenidos en el proyecto en el que ella participó en
la Fundación Alberto Merani, la cual concluyó que la felicidad es posible obtenerla
mediante la vivencia comunitaria.
El grupo gestor de la ecoaldea no contaba con el suficiente dinero para comprar la finca,
sumado que aún no se conocían lo suficiente para vivir en comunidad, razón por la cual
decidieron arrendar la finca durante unos meses, gestionar el dinero y experimentar la
convivencia antes de tomar la decisión definitiva de adquirir el terreno. En ese lapso de
tiempo gestionaron un porcentaje del total del dinero para la compra, consolidaron el grupo
que viviría en el territorio y el grupo que se quedaría viviendo en Bogotá apoyando el
proceso.

Hicimos una reunión en la aldea y ahí surgieron los escarabajos. Los escarabajos
es gente que son amigos nuestros, que trabajan en Bogotá y pueden colocar una
cuota de 5 millones para hacer parte de proyecto. Convencimos a nuestros papás,
66

a nuestras familias, trajimos nuestros amigos. Así fuimos consiguiendo


escarabajos. (Notas de campo, Carlos Rojas, Aldeafeliz, 2015).
Yo tenía 22 años, yo no tenía ahorros, no tenía nada, estaba iniciando mi vida, ni
siquiera había terminado la carrera de psicología, trabajaba en la Fundación y
ganaba menos del mínimo, había otros que tenían los ahorros de su vida. Entonces
decidimos convocar a las familias de todos para que nos ayudaran a comprar la
tierra porque sólo entre nosotros no lo podíamos hacer. Hicimos una presentación
en Power Point, unos trajeron a sus amigos, yo traje a mis papás, Carlos trajo a
sus papás, otros trajeron a sus hijos, hicimos un grupo de 25 personas y decidimos
que juntos íbamos a comprar la tierra. (Conversación con Tatiana Monroy,
Aldeafeliz, 2015).

En agosto de 2006, 7 personas decidieron iniciar el proceso de convivencia en la finca y


en diciembre del mismo año ya eran 12 personas concretando el sueño de la ecoaldea. La
instalación en la aldea se dio inicialmente viviendo en carpas. Algunos, como Tatiana,
realizaron un proceso de transición entre el estilo de vida urbano hacia un estilo de vida
rural-ecoaldeano que les tomó un tiempo en equilibrar. Sobre ese proceso de transición,
Tatiana recuerda:

Yo continué trabajando desde acá por un año. Pero a mí no me cuajaban los dos
mundos, yo quería trabajar más humanistas las cosas. Yo prefiero trabajar
directamente con dos niños, cinco niños y realmente poder hacer un aporte en esas
vidas. (Conversación con Tatiana Monroy, Aldeafeliz, 2015).

Figura 20. Residentes pioneros de Aldeafeliz.


Fuente: Aldeafeliz.
67

La finca se adquirió entre 21 personas. Se pagó una cuota inicial de 70 millones de


pesos y los 115 millones de pesos restantes se lograron cancelar en 5 cuotas durante 3 años.
En ese periodo de tiempo se definió el perfil de dos tipos de integrantes: las Tortugas,
quienes habitarían la ecoaldea permanentemente, y los Escarabajos, quienes aportarían con
dinero y otros apoyos sin necesidad de habitar en la ecoaldea, pero contando con el
derecho a construir una vivienda en el territorio.
Luego se fueron definiendo otro tipo de integrantes en la ecoaldea como: los Cóndores,
los Colibrís, las Libélulas y las Palomas; sobre los cuales se profundizará en la Enlazada
6.

5.1.1. El territorio de Aldeafeliz.

Figura 21.Entrada a Aldeafeliz.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015

Aldeafeliz se ubica en la vereda San Miguel del municipio de San Francisco de Sales,
(Cundinamarca, Colombia), contigua a la cuenca del río San Miguel, con una altura de
1.550 metros sobre el nivel del mar, una temperatura promedio de 22 C° y un topoclima
que incluye humedad, biodiversidad y nubosidad. La distancia hacia Bogotá es de aprox. 2
horas con 30 minutos, como se aprecia en la siguiente imagen.
68

Figura 22. Ruta de acceso a Aldeafeliz.


Fuente: Google Earth.

En la siguiente cartografía, elaborada por los mismos ecoaldeanos, se grafica el Plan


Maestro de la aldea con la zonificación de las áreas naturales, las bioconstrucciones, las
zonas de cultivo, los espacios comunes y los lugares sagrados o ceremoniales. En la página
web de Aldeafeliz se describe el lugar de la siguiente manera:

Aldeafeliz es un territorio de 3.5 hectáreas, con bastantes laderas y pendientes, que


cuenta con cultivos de café, plátano y antiguos frutales de naranja, aguacate y
guayaba. Uno de los linderos del territorio es el Rio San Miguel, sobre el cual
contamos con 250 metros de recorrido y hermosos pozos.
Tenemos también un hermoso lago en el cual habitan algunos peces y se puede
nadar. Además de las viviendas en proceso de construcción y las carpas en las
cuales viven aldeanos y aspirantes, contamos con múltiples espacios comunitarios,
principalmente: un kiosco que es nuestro comedor y lugar de reunión, una casa
comunitaria con cocina, estudio con internet, biblioteca, una casita para los niños
y baños, un taller creativo para labores de carpintería, un Cusmuy, nuestra casa
ceremonial y una lavandería comunitaria en la que se usan lavadoras. Tenemos
varias huertas domésticas alrededor de la casa y una “chagra” o huerta de plantas
medicinales alrededor del Cusmuy, siguiendo la tradición ancestral.
(http://aldeafeliz.com/)
69

Figura 23. Cartografía del Plan Maestro de Aldeafeliz.


Fuente: Aldeafeliz.com
70

5.1.2. Narraciones de quienes se unieron en el disueño de Aldeafeliz.

En el proceso de consolidación de la ecoaldea, se permitió el ingreso de nuevas


personas y familias que fueron ampliando la comunidad, los saberes y las prácticas
comunitarias. Con algunas de estas personas se logró realizar conversaciones informales,
con lo que se logró conocer los procesos personales vividos en la decisión de habitar la
ecoaldea, sus motivaciones y los aprendizajes obtenidos en ese primer momento de llegada
a la ecoaldea.
Camila Olarte Zethelius (Tortuga) ingresó a Aldeafeliz 6 años después de haber sido
fundada. Llegó con su pareja (con quien en la actualidad ya no convive) y su hijo mayor,
que para ese entonces tenía un año de edad; luego de estar viviendo en la aldea nació su
segundo hijo.
Después de terminar sus estudios universitarios, Camila migró a los Estados Unidos por
algún tiempo, luego su visa laboral se venció y por errores en el trámite de prórroga no le
concedieron de nuevo la visa, razón por la cual regresó a Colombia. En su regreso conoció
algunas comunidades originarias, ecoaldeas, asistió a eventos organizados por ecoaldeas y
fue acercándose a ciertos saberes ancestrales.
En ese caminar por procesos colectivos y conocer al padre de sus hijos, surgió el interés
por construir una ecoaldea, inicialmente en Medellín (Antioquia) y luego en Sasaima
(Cundinamarca) pero esa iniciativa no se logró ejecutar en ninguno de estos lugares. La
necesidad de vivir en el campo, convivir con otras personas, con sueños y necesidades
similares, compartir la crianza de sus hijos y permitirles a ellos socializar, aprender y vivir
con otros niños, los llevó a desistir de la idea de crear una nueva comunidad y de esa
manera tomar la decisión de vivir en Aldeafeliz.
En la actualidad, Camila vive con sus dos hijos en la ecoaldea. Quien fue su pareja por
aquella época se retiró de la comunidad y es ahora una Paloma10.
Sobre el proceso de ingreso de Camila a la aldea, ella rememora los siguientes
acontecimientos:

Para mí fue un proceso bien mágico porque yo estaba viviendo en los Estados
Unidos, llevaba 8 años allá, terminé el colegio, hice la Universidad y salí con una
visa temporal de trabajo como profesora de artes, estudié Bellas Artes y Nuevos
Medios, hacia al final de la carrera visité Colombia y me negaron la visa de
regreso, porque hubo un rollo con mi nombre, entonces me vi obligada a volver a
Colombia, yo ya estaba desvinculada energéticamente del país, tenía mi vida allá,
mi pareja, mis amigos.
Entonces me devolví, no tenía trabajo, ni idea que iba hacer, fue una zancada de
confianza de lo que sentía en espiritual iba a empezar a ser mi guía, como una
entrega al espíritu.
Mi hermana también ha estado muy activa en la red, en ese momento ella estaba de
representante de la Red Continental de Ecoaldeas en la red mundial. Con ella de
una empecé a conocer mucha gente.

En ese 2009 yo me conocí con el papá de mis hijos. Estuvimos en Santa Elena,

10
Paloma es aquella persona que hizo parte de la ecoaldea y después de un tiempo se retiró.
71

Medellín, un tiempo, él tenía un centro de sanación, allá con la gente tratándolos


de convencer que hiciéramos una ecoaldea; y eso no es un poder de
convencimiento sino que es un llamado del corazón, entonces tratar de convencer a
la gente que dé el paso es muy duro. No se dio. Entonces nos regresamos a Bogotá,
para Sasaima, que mi familia tiene un terreno.
Estuvimos en varios procesos de comunidad, jalando, jalando, invitando a la gente
a Temazcales, a Círculos de Palabra, convivencias y en eso estuvimos como un
año, y nada, y nada.
Para mí no era una opción Aldeafeliz, no había sido una opción, nosotros
queríamos inventarnos algo nuevo, pero ya cuando llegaron los hijos, pues aquí ya
habían niños, y dijimos hagámosle para la ecoaldea. Fue un proceso muy duro
sostenernos energéticamente los dos, que él salía a trabajar y yo me quedaba. Todo
ese resentimiento, juepusha, se me acabó la vida, yo aquí encerrada, no voy a
volver a ver a nadie. Muy necesitada de estar acompañada y de ese contacto con
otra gente. Si es el campo, pero no es el campo solos. (Conversación con Camila
Olarte, Aldeafeliz, 2015).

Junto con Camila ingresó Juan Esteban Osorio (Tortuga en el momento de la


conversación, actualmente Paloma), quien luego de 4 años de convivencia en la aldea se
retiró.
Las motivaciones que orientaron a Juan Esteban a vivir en Aldeafeliz son también las
sentidas por Camila pero con algunos rasgos distintivos dentro de lo que él narró en la
conversación. Juan Esteban se desempeñaba como Psicólogo en Medellín, laboraba en un
Centro Terapéutico donde realizaba terapias de Reiki11, en algunas ocasiones fungía como
Jaibaná12 interviniendo con medicinas ancestrales de tradición Embera13. Desde su
formación en el camino de los saberes y medicinas ancestrales, surgió en él la necesidad de
custodiar un territorio, aprender de la vivencia en el campo sin la necesidad de comprar un
terreno.

Para mí fue claro que yo no iba a comprar una tierra. Yo hice ceremonia para
pedir a la Madre que me mostrara dónde quería que yo cuidara. Lo que yo vi fue
aquí. Yo lo pedí en espiritual porque yo no iba a comprar una tierra, iba a pedir
permiso para cuidar una tierra y para aprender. (Conversación con Juan Esteban
Osorio, Aldeafeliz, 2015).

Fue así como Juan Esteban ingresó a Aldeafeliz, con el propósito de cuidar el lugar,
promover las Jornadas de sanación, conocer y rescatar los saberes y las prácticas
ancestrales propias del territorio.
Otra de las personas con las cuales se logró conversar sobre las motivaciones para hacer

11
El Reiki es un “Método de Sanación Natural” basad en la meditación, la respiración, el ejercicio físico
suave y moderado junto a unos hábitos de vida saludables, creado por el Maestro japonés MikaoUsui en
1922. (http://www.reikieuropa.com/)
12
Es el médico tradicional y autoridad social y territorial dentro del pueblo Embera.
13
El pueblo Embera es un pueblo originario que habita el Chocó Biogeográfico en Colombia.
Juan Esteban conoció este pueblo en Antioquia y allí le entregaron algunos conocimientos sobre plantas
medicinales y rituales.
72

parte de la ecoaldea, fue Lina Jaramillo. Ella era Tortuga al momento de la conversación y
en el presente es Paloma.
Lina vivía en Medellín, allí se desempeñaba como Administradora de Empresas
Agropecuarias y vivía junto con su pareja y su hija. Luego de experimentar una separación
dolorosa con su pareja, inició búsquedas en el conocimiento del ser, empezó a asistir a
conferencias y conocer terapias de sanación que luego fue aprendiéndolas y practicándolas
con ella misma y con otras personas. En ese camino de sanación personal conoció a Juan
Esteban y el Centro Terapéutico en el que él trabajaba. Allí logró afianzar su amistad con
él y adquirió conocimientos en terapias espirituales que la llevaron a formarse como
Coach14.
A partir de tejer esa relación de amistad con Juan Esteban y que él luego se fuera vivir a
Aldeafeliz, Lina empezó a participar en las Jornadas de Sanación realizadas en la Aldea,
en las que asistía como terapeuta o Coach espiritual. En una de estas Jornadas, Lina junto
con su hija menor de edad decidieron iniciar el proceso de Voluntariado y luego el
Aspirantazgo.
Sus motivaciones surgieron por la necesidad de vivir con su hija en el campo, con una
comunidad con quien compartir el crecimiento personal, fortalecer sus conocimientos
terapéuticos, contar con una opción educativa distinta en la que su hija se pudiera formar y
estar más cerca de alguien con quien había iniciado una relación afectiva.
Durante los primeros meses de convivencia en la ecoaldea vivieron en una carpa cerca
al río. Vivir en una carpa y con pocos elementos, significó para Lina una iniciación en el
desapego a los cosas materiales, al estilo de vida urbano y una posibilidad de reconectarse
consigo misma y con el entorno natural que la rodeaba en ese momento.

Venía a apoyar una Jornada de Sanación. Mi hija terminaba su Transición,


empezaba su Primaria y yo ya había oído hablar mucho de ecoaldeas, y había
sentido el llamado de otra educación para mi hija.
Me contaron que la aldea había avanzado bastante en la parte de educación, que
había una persona que estaba enseñando Educación Evolutiva de Argentina y que
algunas personas de la aldea se iban a ir allá a especializarse y conocer esa
información. Eso me inspiró, me motivó. Vine a la Jornada de Sanación con mi hija
para que conociera el lugar y me dijera si se sentía identificada, si quería vivir un
tiempo. El 5 de diciembre de 2012 me vine a vivir aquí, con poquitas cosas.
Empezó el proceso, que acá empieza con un Voluntariado, que se da durante un
mes. En ese Voluntariado conocí varios de los movimientos.
En ese entonces la aldea no tenía todavía una claridad por Células sino que todos
hacíamos de todo. Uno rotaba por muchas cosas. Casi que era ‘donde te
necesitemos ahí te solicitamos’.
Después de terminar el Voluntariado inicié el proceso de Aspirantazgo. Uno se
sienta con la comunidad, ellos te retroalimentan la experiencia que tuvieron
contigo y tú con ellos. Y empieza el proceso de Aspirantazgo. Ya con algo más
definido por hacer. El Aspirantazgo dura 9 meses, como una gestación. Se da

14
‘Coach’ en una palabra en inglés que se traduce al español como ‘entrenador’. Este oficio hace referencia a
personas que se forman para apoyar, motivar y orientar a otros en la toma de decisiones y definición de
objetivos individuales o colectivos. (Conversación con Lina Jaramillo, Aldeafeliz, 2015)
73

individual, no es en pareja, ni en familia. Me conecté con el río. Dormíamos en


carpa al lado del río. Ese sector mueve bastante las emociones. Fue bonito.
(Conversación con Lina Jaramillo, Aldeafeliz, 2015).

Figura 24. Persona en proceso de aspirantazgo viviendo en carpa.


Fuente: Foto Tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015

La experiencia de los ‘Ecobarrios’ junto con las experiencias personales y profesionales


de cada uno de sus fundadores fueron pieza clave en la definición inicial de aspectos como:
la organización colectiva, la compra del terreno, la definición de acuerdos y principios, así
como la formulación de un protocolo de ingreso de nuevas personas.
Desde sus comienzos hasta la actualidad, la Aldea ha sido habitada por diversidad de
personas, parejas, familias, adultos, jóvenes, niños y niñas; cada uno, cada una, con
historias de vida singulares. Muchos han salido de la ecoaldea y han dejado de ser
miembros de la comunidad, por lo cual con reconocidos como Palomas. Tatiana Monroy
(Tortuga), Carlos Rojas (Tortuga), Luz Marina Escalante-Huma (Tortuga) y Ana María
Aristizábal (Escarabajo) son algunos de los que sembraron este sueño y aún permanecen
como Grupo Semilla.
74

5.2. Disoñando la familia Anthakarana

El disueño de Anthakarana se gesta en Armenia


(Quindío) en el año 2006, en el núcleo de una familia
integrada por Bahamar (Padre), Deyanira (Madre),
Oriana del Mar (Hija) y Nicolás del Camino (Hijo).
Bahamar y Deyanira laboraban como docentes en una
Institución Pública de Educación Media, Oriana del
Mar y Nicolás del Camino cursaban sus estudios de
secundaria en la misma institución donde laboraban
sus padres.
Uno de los acontecimientos que trasforma la vida de
esta familia es el terremoto ocurrido en Armenia, en el
año 1999. Bahamar menciona que este hecho movió
toda la energía del territorio así como la energía vital
de sí mismo. Desde ese momento, su sentido por la
vida, su vida laboral y su vinculación con el
sindicalismo docente se transforman; y es entonces
cuando inicia búsquedas en caminos espirituales.

Yo era una persona muy escéptica. Bueno en el


2004 ya me metí más en el rollo de la cuestión Mapa 4. En Armenia se gesta Anthakarana
espiritual. Fui dando muchos cambios en mi Fuente:
vida. Viví 25 años de mi vida en el más craso https://es.wikipedia.org/wiki/Quind
materialismo-socialismo-dialéctico. Sabia de %C3%ADo
Marx, de Mao, de Lenin, de Cuba, de toda esa
doctrina, me la sabia de memoria. Sindicalista.
De ese tiempo a ahora, mucho ha cambiado mi vida. (Conversación con Bahamar,
Anthakarana, 2015).

Bahamar empezó a compartir estas inquietudes con sus estudiantes porque ellos lo
cuestionaban sobre sus repetidas críticas al sistema capitalista y su poca capacidad de
proponer algo distinto a lo que él criticaba. Estas permanentes críticas incentivaron a
Bahamar y a sus estudiantes a buscar alternativas reales al Sistema Capitalista. En medio
de la indagación se encontraron con el concepto de Ecoaldea.

En un proyecto que estaba trabajando con los muchachos en el colegio, un


muchacho me dijo: ‘bueno, si usted que dice que este Sistema no sirve pa’ mierda,
entonces ¿qué sirve?’. Yo le respondí: ‘pues no sé, pues averigüemos’. Entonces
¿qué por dónde empezamos? Empecemos por buscar en internet ‘economía
alternativa’ y con esa palabra en internet me topé con la palabra ‘Ecoaldea’; yo no
tenía ni la menor idea que las ecoaldeas existían. Y comenzamos averiguar de
ecoaldeas, pero todo en internet. Nos entusiasmamos con el criterio. He sido más
en mi vida de no renegar sobre un sistema sino de crear. Entonces terminamos ese
año con el concepto de Ecoaldea. (Conversación con Bahamar, Anthakarana,
2015).
75

Paralelamente a las indagaciones emprendidas por Bahamar junto con sus estudiantes,
surge un acontecimiento al interior de la familia que los impulsa aún más a tomar la
decisión de cambiar sus estilos de vida. Deyanira enfrenta un tratamiento de cáncer de
mama que la mueve, a ella y su familia, a vivir en un camino de transformación. Para
Deyanira, la enfermedad es la posibilidad de caminar hacia la transformación interna,
espiritual y que permita transformar su entorno.
Con estos acontecimientos, la familia decidió crear una ecoaldea. Empezaron a buscar
un terreno cerca a Armenia, participaron en diferentes talleres con temáticas ecológicas y
de esa manera emprenden el disueño de su ecoaldea.
Bahamar recuerda el momento en que la familia disoñó la idea de una comunidad
ecológica y rural, pensándolo además como compromiso con la tierra y con la humanidad.

En enero de 2006, que estábamos pasando vacaciones, acampando más allá de


Tayrona, una noche conversando con Nico, Oriana y con Deya tocamos el tema.
Dijimos ‘hagamos una ecoaldea, ¿quién pone el puño?’. Ponga el puño y eso ya es
palabra. Entonces decidimos hacer una ecoaldea. ¿Cómo? Ni idea. (Conversación con
Bahamar, Anthakarana, 2015).

Una vez sembraron ese propósito, compraron un terreno de 3 hectáreas en la vereda


Palo Grande, en el municipio de Salento (Quindío).
Desde el 2006 hasta el 2009, no se construyó ninguna infraestructura y nadie lo habitó.
La familia visitaba el lote los fines de semana, acampaban allí, lo recorrían, planeaban el
diseño del lugar. Pasados los años, permitieron que el suelo recuperara su cobertura vegetal
puesto que anteriormente era usado para pastoreo.

Cuando compramos aquí en el 2006 no teníamos pa’ construir. 2006, 2007, 2008
veníamos y nos quedábamos, andábamos por las quebradas, por el espacio. Como
no teníamos en que invertir, nos dedicábamos a soñar. (Conversación con
Bahamar, Anthakarana, 2015).

Para Deyanira y Bahamar, el terreno fue una dádiva ofrecida por el universo, por el
espíritu, para que la familia lo administrara y lo amara.
76

Figura 25. Familia Anthakarana.


Fuente: http://viajecooperante.blogspot.com.co/2009/03/ecoaldea-anthakarana-
quindio.html

Bahamar y Nicolás del Camino fueron los primeros en habitar el terreno, a finales de
2009, periodo en el cual Nicolás del Camino culminó sus estudios de secundaria y
Bahamar había decidido renunciar a su labor como docente, en la institución educativa en
la que había brindado los últimos 18 años de los 32 de su vida laboral.
Nicolás del Camino llegó a la ecoaldea cuando tenía 15 años. Decidió dejar la ciudad y
dedicarse a conocer ecoaldeas en Colombia y estudiar Medicina China-Nei Jin en Pereira,
Risaralda. Para él la ecoaldea fue la posibilidad de vivir en un lugar en paz, con aire fresco,
en compañía de los sonidos de la naturaleza, realizar actividades diferentes a las de la
ciudad y obtener un cuerpo físico resistente y vital.
Deyanira se instaló en la ecoaldea a finales de 2010, cuando logró que le concedieran un
traslado de su lugar de trabajo a una Institución Educativa cercana a la ecoaldea. Allí
trabaja sólo en la jornada de la mañana y en la de la tarde se dedica a los asuntos de la
comunidad.
Oriana del Mar, por su parte, empezó a participar en talleres de Permacultura en la
Granja Mamá Lulú, en Montenegro, Quindío, donde conoció a integrantes de Change the
World (ver Enlazada 1) quienes la conectaron con la ecoaldea Pachamama, ubicada en
Calarcá, Quindío. Mediante ese contacto, la familia participó en varias de las Mingas
programadas en Pachamama, en las que se realizaban labores de cultivo, manejo de
residuos y bioconstrucción. Luego se conectaron con integrantes de las ecoaldeas Atlántida
(Cauca) y la naciente Aldeafeliz (Cundinamarca).
A partir de allí, en diciembre de 2006, participaron en el Primer Llamado de la
Montaña, que sería el Primer Encuentro de la Red de Ecoaldeas de Colombia.
La decisión de Oriana del Mar de vivir en la ecoaldea tomó un poco más de tiempo
debido a que su sostenimiento económico dependía del trabajo en la ciudad, dirigido a la
elaboración de sandalias y actividades teatrales. En un principio, ella sentía algunas
77

inseguridades sobre continuar una convivencia con la misma familia y de mantener una
sostenibilidad económica en la ecoaldea. Su decisión de vivir en comunidad se vino a
manifestar en el momento que, junto con su pareja, deseó conformar una familia, tener
hijos y poder ofrecerles una crianza respetuosa y acompañada desde la maternidad-
paternidad. Luego de tener su primera hija y de habitar la aldea, las dudas sobre lo
económico, la convivencia y la crianza se aclararon y fueron transformadas en
oportunidades para adquirir un nuevo estilo de vida.

Nosotros habíamos acompañado el proceso de la ecoaldea desde el comienzo, en


un primer momento yo sola y en un segundo momento con Osiris. Osiris vivía en
Medellín, y para ese entonces ya éramos novios. Habíamos iniciado un proceso de
vivir juntos, habíamos encontrado una conexión bonita con el ‘Camino Rojo’15.
Estábamos aquí pendientes de todo, ayudando mucho. Teníamos una empresa de
sandalias y con teatro también trabajábamos mucho.
En una de las Búsquedas de Visión vimos a Taini. Fue muy contundente en ese
momento la visión de ella, pero pues uno ya echándole mente dice uno ‘nooo ahora
que vamos a tener un hijo, estamos muy jóvenes, no tenemos nada’, y todo por lo
que mentalmente uno decide no tener hijos.
Luego en una toma de Yagé los dos vimos a Taini. Luego en la Búsqueda de Visión,
Osiris vio la niña, fue su visión y fue como él estar dormido y de repente llegar una
niña saltando, brincando, muy parecido con la realidad, y le dijo: ‘despiértese que
lo va a coger la visión dormido’, salió corriendo y se fue. Y así fue todo un año, en
las cosas que hacíamos espirituales, por así decirlo, en todas veíamos una niña.
En ese proceso empezamos a pensar cómo queríamos criar a Taini.
Cuando llegó el Llamado de la Montaña, yo ya tenía 8 meses de embarazo. Fue
renovador ver que todos esos meses fueron bien. Osiris estaba muy temeroso de
que nos viniéramos a vivir aquí, por la convivencia con mis papás, estaban las
otras inseguridades, de cómo vamos a trabajar, cómo hacer pa’ conseguir plata,
concretamente lo económico. Pasamos de tener un aparta-estudio en Armenia a
vivir en una cabaña 8 meses. Osiris como al mes y medio de estar viviendo acá dijo
‘construyamos la casa ya’.
Mis papás nos prestaron dinero.
El dinero fue apareciendo de una forma mágica. Empezamos a construir la casa,
que fue otro momento muy difícil. Porque construir, para mí, en la pareja le
remueve a uno todo. En ningún momento me arrepiento de no estar en una ciudad.
(Conversación con Oriana del Mar, Anthakarana, 2015).

Osiris vivía en Medellín y se dedicaba a sus estudios en Ciencia Política en la


Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Sus primeros acercamientos en los
temas ecológicos se dieron cuando asistía a los Mercados Agroecológicos en el
Corregimiento de Santa Elena, Medellín. Allí empezó a surgirle inquietudes sobre cómo
implementar una alimentación sana, cómo y en qué invertir el tiempo, así como la
definición de un proyecto de vida que cobrara sentido. Cuando se conoció con Oriana

15
Camino rojo es una tradición indígena del norte que señala un trayecto de enseñanzas espirituales nativo-
americanas
78

decidió abandonar sus estudios universitarios, migrar a Armenia y dedicarse a iniciar una
microempresa de calzado. Osiris junto con Oriana apoyaron la fundación de la ecoaldea.
Cuando decidieron conformar un hogar y concebir su primera hija fue el momento en el
que sintieron la necesidad de hacer parte de la comunidad:

Yo vivía muy citadino. Muy pegado a mis videojuegos…a las comodidades. Una
vida típica, de un muchacho típico de Medellín.
Teníamos una idea de vivir en un lugar bien rico, fuera de la ciudad, tranquilo. Yo
me uní a la disoñación del espacio y a las actividades de aquí. Nos equivocamos y
aprendíamos todo el tiempo. Aprendimos a coger un machete. El amor en pareja
me permitió vivir en la ecoaldea. (Conversación con Osiris, Anthakarana, 2015)

Osiris y Oriana tienen dos hijas: Taini y Sami, que también viven en la ecoaldea.
Actualmente, Nicolás del Camino convive con Angélica Rami y su hija Alana, nuevas
integrantes de la comunidad. Lo que caracteriza como una comunidad familiar
Anthakarana también se caracteriza por ser una comunidad artística, pedagógica y
espiritual. Es artística ya que algunos han contado con formación y experiencia teatral. Es
pedagógica porque Bahamar y Deyanira cuentan con una larga experiencia como docentes,
y ahora Oriana se está desempeñando como facilitadora de la escuelita comunitaria para los
niños. Y es una comunidad espiritual por los roles y prácticas que desempeñan algunos de
sus integrantes dentro y fuera de la comunidad. Aspectos que se detallarán en la Enlazada
6.

5.2.1. El territorio de Anthakarana.

La ecoaldea fue bautizada con el nombre Anthakarana. Una palabra en sanscrito que
significa ‘el puente que une el mundo de lo visible con lo invisible, la materia con el
espíritu’. Este término apareció en una consulta con amigos y allegados, cuando ya habían
conseguido el terreno.

Figura 26. Ruta de llegada a Anthakarana.


Fuente: Google Earth.
79

Anthakarana se ubica en la vereda Palogrande, en el municipio de Salento, Quindío, a


unos 55 minutos de Armenia. La ruta para llegar allá se realiza entrando por Armenia, ya
que por Salento el trayecto es muy extenso y las vías no se encuentran en buen estado. El
transporte se debe hacer en carro particular o abordando un transporte interveredal que
llega hasta la vereda La Nubia y luego caminar unos 50 minutos hasta la ecoaldea.
La ecoaldea cuenta con 3,5 hectáreas, una zona extensa de vegetación en proceso de
restauración natural y varias fuentes de agua independiente. La distribución del terreno fue
disoñado por ellos como se aprecia en la siguiente figura. Dibujaron cada lugar, cada
construcción y sus lugares sagrados, y así lo han realizado poco a poco en el lapso de 7
años. Han construido, con sus propias manos, dos casas, tres cabañas, una zona de crianza
de cabras, la zona de campamento, la cocina comunitaria, un vivero, Abalgamalue (la casa
de pensamiento), el cultivo de orellanas, un temazcal y los caminos que comunican los
distintos lugares de la ecoaldea y con sus vecinos.

Figura 27. Mapa de disoñación de Anthakarana.


Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=iFcnGImwgpU

“Anthakarana es una propuesta alternativa a esta sociedad caótica, invadida por el ruido,
la contaminación, el atropello al otro y donde la sociedad de consumo nos ataca cada día
más” (Video promocional de Anthakrana,
https://www.youtube.com/watch?v=iFcnGImwgpU).
80

5.3. Conclusión

De manera coincidente estas dos ecoaldeas fueron disoñadas por sus fundadores en el
año 2006. Ninguno de los fundadores de Aldeafeliz y Anthakarana se conocía antes, sólo
hasta diciembre del mismo cuando se realizó el Primer Llamado de la Montaña. Si bien,
las dos comunidades se disoñaron en el mismo año, Anthakarana logró la compra del
terreno en 2006 pero sólo hasta el 2009 empezó a habitar el lugar y a realizar las
construcciones, por su parte, Aldeafeliz inició el pago del terreno y el proceso de
convivencia durante el mismo año 2006.
Ambas ecoaldeas se ubican en zonas rurales cercanas a las ciudades capitales desde
donde provienen sus integrantes. En promedio, se encuentran a 1 hora y 30 minutos de
distancia de las ciudades capitales. Cercanía que les permite configurar estilos de vida
rurales y, a su vez, mantener contacto con las dinámicas urbanas, económicas, familiares y
de amistades establecidas en sus lugares de origen.
Estas Ecoaldeas cuentan con amplias zonas verdes, fuentes hídricas, bosques, diversidad
de especies de flora y fauna, temperaturas atmosféricas aproximadas a 19°c. Aldeafeliz se
ubica en un terreno tipo sabana y Anthakarana en un suelo montañoso donde se presentan
altas precipitaciones. Condiciones geográficas que para ellos son las más adecuadas para
vivir como comunidad ecológica y que les ha permitido concretar muchos de los propósitos
que disoñaron cuando decidieron fundar las ecoaldeas.
Aldeafeliz fue creada por diversidad de personas que se desconocían. Ninguno contaba
con una experiencia de vida en comunidad, más allá de la vida familiar y tampoco
contaban con experiencia de vida en el campo. Cuentan que en los inicios de Aldeafeliz se
formaron parejas, otras parejas se separaron, empezaron a nacer niños, se presentaban
conflictos en las relaciones sociales, dificultades para organizarse y tomar de decisiones.
Por su parte, Anthakarana surgió en una familia nuclear compuesta por padres e hijos,
que en el proceso de consolidación se fue convirtiendo en una familia extendida integrada
por los abuelos, los nuevos padres y los nietos. Esta composición conlleva a que el terreno
se haya adquirido como propiedad privada, en el sentido que fue comprado a nombre de
uno de los abuelos debido a su capacidad económica y en la que además el proceso de
convivencia fue dinamizado desde la misma familia, sólo con una variación significativa
con la llegada de las parejas de los nietos, tiempo después de haber fundado la ecoaldea.
Quienes fundaron estas comunidades pretendían irse a vivir al campo con la idea de
iniciar o continuar un proceso de sanación personal y de poder conectarse con la
naturaleza, lo cual les implicó un cambio en sus hábitos y en sus comprensiones acerca de
la vida como se verá en las siguientes Enlazadas.
Cabe destacar como el rol de los niños puesto que cumplen un papel clave en el proceso
de consolidación de estas ecoaldeas, de manera que son motivación para emprender
cambios en las formas de convivencia y de conexión con la naturaleza. Aspecto contrario
sucede con los asuntos económicos y organizativos que bloquean, en algunos momentos,
las decisiones, hacen los procesos más lentos y se presentan como fuentes de miedo. Por su
parte, la presencia de los niños y la reafirmación de transformación del ser interior les
permite reafirmar el amor y la confianza, adquiriendo la destreza de vivir confiando que las
cosas se van a dar y no controlando todo.
81

Enlazada 6. Ecología de saberes en el mándala de la sustentabilidad

Subpregunta de investigación a abordar:

¿Cuáles son los saberes y las prácticas que se configuran en las ecoaldeas
Anthakarana y Aldeafeliz en su relación con la naturaleza?

Como se pudo apreciar en la Enlazada 4, GEN


plantea 4 pilares de la sustentabilidad integrados
en lo que se ha denominado el Mándala de la
Sustentabilidad.
Las ecoaldeas Anthakarana y Aldeafeliz,
mediante su vinculación en GEN, han acogido
estos pilares con el objetivo de dinamizar sus
estilos de vida. En el presente estudio, los saberes
y las prácticas identificadas han sido descriptas y
comprendidas a partir de cada uno de ellos.
La comprensión lograda en este estudio permite
describir los saberes y las prácticas de estas
ecoaldeas de acuerdo a la categoría de Ecología de Figura 28. Mándala de la
Saberes (Santos, 2010; 2012). Sustentabilidad
Los saberes identificados implican en sí Fuente:
mismos el ejercicio de prácticas concretas y reales, https://ecovillage.org/projects/dimensi
de modo que los conocimientos que circulan al ons-of-sustainability/
interior de las ecoaldeas tienden, por lo general, a ser aplicados en realidades concretas.
Otras de las razones por las cuales los saberes y las prácticas pueden ser leídos como
ecología de saberes, es porque, como lo plantea Santos, estos se encuentran asociados al
conocimiento y a la intervención en la naturaleza bajo principios éticos de cuidado y
respeto, porque integran diversidad de saberes y prácticas de saberes de procedencia
ancestral, urbana, espiritual, científica e intuitiva.
Además implica en los ecoaldeanos, un proceso de desaprendizaje de saberes,
aprendizaje de nuevos saberes y la aparición de ignorancias; en el sentido que cada
relación con la naturaleza da cuenta de que no todo está resuelto y de que aún existen
ciertas ignorancias.
En la siguiente figura, se logran destacar las distintas ecologías de saberes identificadas
en las ecoaldeas estudiadas y su asociación con el Mandala de la sustentabilidad propuesto
por la Red Global de Ecoaldeas.
82

Figura 29. Ecologías de saberes en el mándala de la sustentabilidad para el Buen Vivir.


Fuente: Elaboración propia.

6.1. Pilar social: el sistema de la vida como inspiración para


ordenar las relaciones sociales

Organización comunitaria.

A continuación, se comprenden las formas de relación social al interior de las ecoaldeas,


en las que se devela una forma de organización social a partir de la manera cómo funciona
el sistema de la vida.
El modelo de organización social acogido por estas dos comunidades es la sociocracia.
Este modelo recoge algunos principios filosóficos planteados en el Manifiesto Comunista
escrito por Marx y Engels en 1847, del cual se sustraen los principios organizativos de la
eficacia, la equidad y la transparencia (citado en Freitas, 2016, p. 8).
El término sociocracia fue acuñado inicialmente por Augusto Comte en 1843 y su
aplicación se conoce desde 1970 cuando el ingeniero holandés Gerard Endenburg lo
desarrolló específicamente en procesos industriales, integrando referentes científicos como
la teoría de sistemas complejos, la cibernética y la biología. Para Enderburg los seres
humanos tienden auto-organizarse tal cual lo hace la misma naturaleza (Freitas, ibíd.).
83

Figura 30. Estructura de la Sociocracia.


Fuente: Gaia U Latina, 2017.

La Sociocracia se compone de tres ejes fundamentales (notas de campo de la


participación en la Introducción a la formación Online Gaia U Latina, dirigida por
Aldeafeliz, 2017):

1. Valores
2. Áreas estructurales
3. Fuentes de origen

Los valores adaptados del Manifiesto Comunista son: la transparencia, la equidad, y la


eficacia. Para lograr la aplicabilidad de estos se establece una pregunta para cada valor, así:

1.1.Transparencia: ¿cómo nos organizamos?


1.2.Equidad: ¿cómo llegamos a acuerdos?
1.3.Eficacia: ¿cómo mejoramos?

Las respuestas a cada una de estas preguntas se orientan hacia un área estructural
específica y cada área estructural va acompañada de una fuente de origen que le otorga
sentido. En cada fuente de origen se dan diferentes interpretaciones otorgadas desde la
teoría de sistemas complejos y desde las propias experiencias de organización social.
Para responder la pregunta ¿cómo nos organizamos?, se retoman los círculos u holones
propuestos por el enfoque de sistemas complejos, cumpliendo cada uno la función de
órgano temático de organización y decisión, de ese modo entre los círculos existen dobles
enlaces que facilitan el flujo de información y de energía, y la comunicación entre todos
los círculos conforman el organismo, en este caso la ecoaldea.
Frente a la pregunta ¿cómo llegamos a acuerdos?, se aplica el método del
consentimiento mediante el cual se reconoce la diversidad de pensamientos y propuestas
84

sin rechazar ninguna, adoptando las decisiones más convenientes para el momento presente
y las propuestas que no se adoptan se dejan en modo de espera o de mejoramiento.
En cuanto a la pregunta ¿cómo mejoramos?, se emplean los ciclos de retroalimentación
adoptados desde la teoría de la cibernética y desde la biología, de modo que, las células
como las comunidades humanas pueden evaluarse, corregirse y mejorarse. La
retroalimentación implica un proceso de revisión de las labores realizadas por cada
integrante en el que todos y cada uno puedan comunicar y reconocer sus fortalezas y
aspectos que se deben mejorar.
La sociocracia se constituye en una ecología de saber por cuanto teje saberes de
distintas disciplinas científicas, en el método como tal y en su aplicabilidad en las
ecoaldeas de estudio. Allí por ejemplo se incorporan se incorporan otras formas en la toma
de decisiones como son los círculos de palabra o las consultas espirituales, que tienen una
procedencia ancestral o de saberes espirituales de distintas corrientes.
La dinámica cotidiana de estas comunidades les ha llevado a co-crear diferentes
tecnologías sociales, como las ha denominado Aldeafeliz, mediante las cuales han logrado
definir formas de organización, métodos de toma de decisiones, métodos de resolución de
conflictos y proyectos educativos propios. Aldeafeliz ha tenido un mayor desarrollo de
estas debido a la diversidad de personas que la componen y a la rotación de personas que
ingresan y salen de la ecoaldea.
Aldeafeliz, en su autodefinición como organismo vivo, diseñó una estructura de
organización por células temáticas de acuerdo a las necesidades de la comunidad (figura
24). Cada célula en su interior cuenta con integrantes que cumplen roles y funciones
específicas, allí se toman decisiones relacionadas con la temática que lidera la célula,
establece comunicación con otras células y con el Círculo General donde todas las células
cuentan con participación y deciden asuntos de gran relevancia para la ecoaldea. (Figura
25)
85

Figura 31. Estructura organizativa de Aldeafeliz.


Fuente: Foto capturada por Erika Muñoz en Introducción a la formación Online Gaia U
Latina, 2017.

Otro rasgo a destacar en Aldeafeliz es la clasificación de sus integrantes que se hace a


través de la designación de un animal así:

 Tortugas: Residentes, miembros de la Asociación.


 Escarabajos: Asociados no residentes, miembros de la Asociación.
 Colibrís: Miembros honorarios. Son reconocidos por la comunidad como
“donantes de conocimiento”.
 Libélulas: Donantes de recursos materiales.
 Palomas: Personas que se han retirado de la comunidad.
 Cóndores: Son personas que intercambian su ingreso a la comunidad por una labor
especifica de gran valor para la comunidad y la cual es supervisada.

Por su parte, en Anthakarana no existe un tipo de clasificación entre sus integrantes, ni


se usa la sociocracia en estricto, debido a que la ecoaldea cuenta con pocas personas y a
razón de su composición familiar extendida. De esta manera, los rasgos distintivos de sus
miembros son: los abuelos, los padres, las madres, los hijos y los nietos.
La toma de decisiones se hace por consentimiento, al igual que en Aldeafeliz.
En cuanto a la delegación de actividades cotidianas, en Aldeafeliz se emplea una
herramienta que ellos denominan Zigonechi. Este es un término de Pueblo Kogui de la
86

Sierra Nevada de Santa Marta que significa “yo te colaboro, tú me colaboras”. El


Zigonechi considera actividades diarias como la lavandería, la elaboración de alimentos, el
aseo de cocina, el aseo de los baños, el vivero, la siembra en la huerta y diferentes
actividades que requieren de la colaboración de todos, para lo cual organizan delegaciones
de actividades que cada uno asume desde la célula que integra o también por iniciativa
propia se puede postular a algunas de esas actividades.
Cuando, por alguna razón, alguna actividad diaria de apoyo comunitario no cuenta con
ningún responsable, existe una persona dentro de la comunidad a la cual se le asigna la
figura de capitán planeta y debe entonces delegar labores, hacerles seguimiento y
monitoreo para que todas las actividades cuenten con un responsable y puedan ser
realizadas. (Figura 32)

Figura 32. Zhigoneshi.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

En Anthakarana se presenta una división de roles y de actividades en los que cada


persona asume quehaceres cotidianos en la cocina, la escuelita, los cultivos, el cuidado de
animales, las labores de construcción y otras actividades que tienen que ver con los
procesos de emprendimiento. Existen actividades asignadas a los hombres como las
labores de construcción, el cuidado de los animales, el aseo de baños secos y el abono de
cultivos.
Las actividades acogidas por las mujeres son, entre algunas, la escuelita, la lavandería,
el vivero y el cultivo de plantas medicinales. La elaboración de alimentos y el aseo de
algunos espacios comunitarios son rotativos entre sus integrantes y los voluntarios que
estén presentes. (Figura 33)
87

Figura 33. Distribución de actividades diarias en Anthakarana.


Fuente: http://www.comuntierra.org/site/imagens/editor/images/IMG_2112.JPG

Resolución de conflictos.

Cuando se presenta alguna dificultad entre los integrantes de las ecoaldeas, se invita a
que cada persona realice inicialmente un proceso de revisión de sí mismo para poder
comprender las razones individuales del origen del conflicto. Si en esa revisión no se logra
resolver la situación, entonces se convoca a un círculo de retroalimentación o a un círculo
de la palabra donde todos los integrantes pueden apoyar en la solución del conflicto. Si este
apoyo no es suficiente se invitan a personas externas de la ecoaldea para que apoyen en la
solución de la dificultad.
Los apoyos pueden ser personas mayores que cobran un reconocimiento en la
comunidad por su sabiduría ancestral, nombrados como abuelos o abuelas. También
pueden ser invitados algunos apoyos espirituales o personas de otras ecoaldeas. Cualquier
método que se emplee, puede ser un círculo de la palabra o una ceremonia, se realiza para
sanar las relaciones, las relaciones internas como las relaciones con los demás.

Proyectos educativos.

En cuanto a los procesos de educación, en Anthakarana existe el proyecto Escuelita


Anthakarana. Una escuelita acompañada por las madres de la ecoaldea, quienes planean,
orientan y coordinan las actividades diarias de formación de sus hijos menores de 7 años.
No cuentan con una pedagogía, ni una metodología específica sino que su dinámica se ha
alimentado de diferentes métodos y apuestas pedagógicas teniendo en cuenta las
necesidades propias de sus hijos y de acuerdo al contexto de su ecoaldea. (Figura 34)
En el caso de Aldeafeliz, el proyecto educativo se denomina Alas de colores. En este
proyecto participan algunas madres de la ecoaldea, que al igual que Anthakarana, cuentan
con apoyo de otras personas de la comunidad para el desarrollo de algunas actividades
pedagógicas. (Figura 35)
88

Figura 34. Escuelita Anthakarana.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.

Figura 35. Escuelita Alas de Colores.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

Los niños de estas escuelas se encuentran desescolarizados de la educación


convencional. Las mujeres educadoras incorporan actividades innovadoras como el juego
libre, teatro, música, cocina, círculos de palabra de los niños, caminatas de poder,
ceremonias ancestrales, entre otras.
Una actividad especial para los niños de la escuelita Anthakarana son las caminatas de
poder, en las cuales van desarrollando un contacto con la naturaleza, un reconocimiento y
una conexión con los seres del lugar. Las caminatas tienen distintas intencionalidades
como recorrer el territorio que habitan, abrir o definir caminos y rutas, identificar plantas,
animales, lugares sagrados o recordar antepasados, en algunas de las caminatas de poder
entonan canciones medicina, que incluyen mensajes espirituales hacia la madre tierra.
En Anthakarana y Aldeafeliz promueven la participación de los niños en sus procesos,
por ejemplo a través de los círculos de la palabra infantil, que son realizados en las casas
89

de pensamiento: Abalgamalue (Anthakarana) y Kusmuy (Aldeafeliz), donde los niños son


escuchados, plantean sus inquietudes, preguntas, propuestas y dificultades.
Generalmente, las actividades de las escuelitas se desarrollan al interior de las ecoaldeas
pero en algunas ocasiones se desarrollan actividades en la ciudad, con el objetivo de que
los niños conserven una relación con ésta.

Relación con los vecinos.

Luego de haber logrado un cierto grado de posicionamiento y organización al interior de


la ecoaldeas, estas han venido proponiéndose vincularse con su entorno más cercano.
Aldeafeliz, por ejemplo, hace parte de la Junta de Acción Comunal de la vereda San
Miguel, donde viven. En algún momento realizaron un programa radial denominado La
hora feliz de Aldeafeliz, en la emisora parroquial y comunitaria del municipio de San
Francisco. (Figura 36)
De otro lado, Anthakarana cuenta con una gran influencia en la ciudad de Armenia a
través de la facilitación de los círculos de mujeres y en la vereda donde viven. Deyanira,
como profesora en la escuela de la vereda, ha compartido sus saberes sobre la elaboración
de implementos ecológicos de aseo, la reutilización de residuos sólidos y el cuidado del
cuerpo. Al igual que Aldeafeliz, abren su comunidad al público mediante la oferta de
eventos que realizan en distintas épocas del año.

Figura 36. Programa radial ‘La hora feliz de Aldeafeliz.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, San Francisco, Cundinamarca, 2015.

6.2. Pilar cultural: recordar para renovar las ceremonias de


conexión natural

Como se apreciaba en el Mándala de la sustentabilidad, la el


pilar cultural también es nombrado como Visión de mundo, en
el sentido que invita a las ecoaldeas a ir identificando formas de
comprensión del mundo que les permitan regenerar sus
comprensiones culturales, plantearse propósitos superiores en la vida e involucrar
expresiones de celebración de esta a través del arte. (GEN, 2017)
90

Aldeafeliz y Anthakarana vienen dinamizando este pilar mediante un proceso de


investigación de las diferentes cosmovisiones e interpretaciones de la vida propias de los
pueblos originarios del continente americano. Este proceso se conoce como recordar la
palabra de los ancestros. El recordar es una invitación que los pueblos originarios de
Colombia le hacen a los mestizos para que reconozcan la sabiduría, las prácticas, los
valores y las cosmovisiones de los ancestros de este territorio, en el sentido que puede
ayudar a las generaciones actuales a adquirir conocimientos que puedan mejorar las
condiciones de vida de todo ser.
Juan Esteban de Aldeafeliz, expresa al respecto:

Una de las filosofías de la ecoaldea es la visión de mundo. Cuando nosotros


empezamos a entender cómo caminar el pilar de visión de mundo una de las cosas
que entendimos es que parte de que lo debíamos hacer era honrar los antepasados,
era entender quiénes habían caminado antes en esta tierra… hemos ido
comprendiendo que fueron los Muyskas, los panches (Conversaciones con Juan
Esteban Osorio, Aldeafeliz, 2015).

En las ecoaldeas Aldeafeliz y Anthakarana vienen explorando las raíces ancestrales de


América, de Colombia y las propias en sus territorios.
En Aldeafeliz se encuentra presente la tradición Muiska y en Anthakarana la Quimbaya.
Aunque estas tradiciones no son estrictamente aplicadas, ni ellos se autoidentifican como
Muiskas o Quimbayas, ni son una guía de vida para todos los habitantes, vienen siendo
adaptadas de acuerdo a las intencionalidades, al contexto y a las posibilidades de
incorporación dentro de cada comunidad.
El proceso de recordar la palabra ancestral los ha llevado a co-crear ceremonias que les
ha permitido una conexión consigo mismos, mejorar las relaciones interpersonales y
conectarse con la naturaleza.
Las casas de pensamiento, Kusmuy para Aldeafeliz (Figura 38) y Abalgamalue para
Anthakarana (Figura 39), se han configurado como espacios ceremoniales, de encuentro de
sabidurías ancestrales, del compartir de la palabra con abuelas y abuelos guardianes de
medicinas ancestrales y como espacios para la autorevisión permanente sobre sus acciones
y los caminos a seguir.
91

Figura 37. Kusmuy (Casa de pensamiento).


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

Figura 38. Abalgamalue (Casa de pensamiento).


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.

Existen unas tendencias en el proceso de recordar y renovar las ceremonias de conexión


natural en estas dos comunidades, que pueden ser denominadas como ecología de saberes
ceremoniales, en el sentido que muchas de estas ceremonias se soportan en el saber
ancestral pero se han ido renovando con prácticas y saberes procedentes de otras fuentes.
Entre estas se identificaron unas relacionadas con el despertar de lo femenino, el rezo de la
familia y la integración comunitaria.
92

El despertar de lo femenino.

Las ceremonias asociadas al despertar de lo femenino son:

 La siembra de la luna.
 El rezo de la chicha.
 El uso del sahumador.
 Los círculos de mujeres.

La siembra de la luna.

La siembra de la luna es una práctica que realizan las mujeres en ambas ecoaldeas y
consiste en el reconocimiento de una práctica ancestral que asocia el ciclo menstrual de la
mujer con el ciclo lunar y sus fases. El periodo menstrual de la mujer se ordena de acuerdo
a 28 días al igual que al ciclo lunar.
En ambas ecoaldeas existen mujeres que se sincronizan en su sangrado menstrual, de
modo que casi todas las mujeres menstrúan durante los mismos días.
Algunas realizan la siembra de la luna que es una ceremonia en la que previamente
recogen su sangrado menstrual, bien sea por medio de una copa menstrual o en las toallas
de tela. Luego esta se entierra en algún sitio definido como sagrado o en un altar.
La siembra de luna se puede hacer de manera individual o colectiva, puede incluir
cantos, danzas, peticiones o agradecimientos.
En una de las salidas de campo de la investigación, se pudo presenciar la siembra de
luna de la abuela Deyanira de Anthakarana. Ella elaboró un altar al lado de su casa,
diseñado desde su intuición, su querer y motivación, sin ninguna instrucción especifica de
alguna tradición ancestral. El altar se encuentra decorado con un arco de flores, piedras y
un hueco en la tierra donde siembra su sangrado menstrual, su luna. A esta ceremonia
asistimos: su esposo, su hija, su nieta y una vecina. (Figura 39)

Figura 39. Siembra de luna.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.
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Respecto a la siembra de su luna, la abuela Deyanira menciona:

Yo me voy conectando con la luna, me voy moviendo, me he seguido yo misma, yo


sé por cual ovario estoy menstruando, yo lo siento.
Cada luna hago el ritual, si hay gente invito a la gente pa’ que vaya
(Conversaciones con Deyanira).

En Aldeafeliz, durante los días de trabajo de campo no se presenció ceremonia de


siembra de luna pero en las conversaciones con las mujeres expresaron que existen algunos
árboles dentro de la ecoaldea donde siembran sus lunas.
La siembra de luna no proviene de una tradición ancestral en específico, es una práctica
y un conocimiento que han venido recopilando diferentes mujeres mestizas del planeta,
entre ellas Miranda Gray, quien tiene una amplia producción bibliográfica sobre el ciclo
menstrual en diferentes culturas del mundo. Constituyéndose un referente para las mujeres
de estas comunidades.
La siembra de la luna se configura como una ecología e saber por cuanto teje el saber
ancestral indígena y las prácticas propuestas por Miranda Gray en su recopilación de
memoria de diferentes culturas del mundo.

Los círculos de mujeres.

Los círculos de mujeres empiezan a aparecer en las ecoaldeas influenciados por las
producciones de Miranda Gray e indagando con las mujeres indígenas. Son encuentros en
los que las mujeres comparten temas como: el cuidado del cuerpo, las relaciones de pareja,
la sexualidad, la crianza, los partos, la familia y diversidad de temas que por lo general no
son conversados abiertamente por las mujeres.
Oriana del Mar se ha destacado en la región del Eje Cafetero por su iniciativa en la
facilitación de Círculos de Mujeres en esta zona del país. Ella relata el inicio y enseñanzas
de esta ecología de saber de la siguiente manera:

Inició como algo intuitivo. Cuando me empezó la menstruación me daba alergia las
toallas higiénicas. A los 15 años yo le pregunté a mi papá si antes existían las
toallas higiénicas y él me dijo pues su mamá utilizaba unos trapitos. Entonces, yo
me fabriqué unas toallas con tela de toalla porque desconocía estas que vienen con
las alistas. Nunca me dio fastidio, simplemente estaba buscando una solución a la
alergia. Cuando terminé el colegio fui a un taller de permacultura, luego fui a un
encuentro de visiones donde tuve mi primer Temazcal y donde escuché por primera
vez lo del círculo de mujeres.
En el primer Llamado de la Montaña (2006) alguien me explicó lo que era el
círculo de mujeres y me recomendaron leer el libro ‘Mujeres que corren con los
lobos’ (Pinkola, 1992). Luego en una escuela de teatro que hice en Villa de Leyva
(Boyacá, Colombia, la maestra de teatro estaba trabajando con ese libro. Luego
fui al encuentro de mujeres Killawasi y desde ahí empezamos hacer círculos de
mujeres aquí, sin tener ni idea de cómo se hacía propiamente un circulo de
mujeres, un tiempo después nos dimos cuenta que lo hicimos bien.
Cuando decidimos hacer las toallitas para la luna fue afirmar cada vez más el
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compromiso de los círculos. Ya luego llegó el ‘bebecito’ de ‘Montaña, mujer y


luna’, que es un encuentro que hacemos desde hace cuatro años. Al primer
encuentro vinieron 12 mujeres, ese fue en 2011, en el segundo vinieron 17, al
tercero 20 y al cuarto vinieron 49.
Dentro de lo que he ido aprendiendo en los círculos es esa necesidad de que las
mujeres hablen, de que sea circular, o sea, la palabra está yendo en círculo, yo
siento que cuando la palabra empieza a volverse como un juego de pin pon- tú
hablas yo te respondo- ahí los círculos se caen.
Yo me he dado cuenta que la sanación que uno necesita en el círculo llega a través
de la compañera que hay al lado o la que hay más adelantico, no necesariamente
de la persona que sirvió de anfitriona o que facilitó el sitio. Es la necesidad de un
espacio femenino en el que las mujeres se sientan reflejadas en lo vivido por otras
mujeres, ahí uno se da cuenta de situaciones difíciles que uno vivió y que también
han vivido otras mujeres. Es estar buscando algo, como una conexión.
(Conversaciones con Oriana del Mar, Anthakarana, 2015)

Las sahumadoras.

Las mujeres sahumadoras existen en varias culturas del mundo y tiene una trayectoria
ancestral y recientemente es una ecología de saber retomado por mujeres mestizas.
En ambas ecoaldeas hay mujeres que se han iniciado como sahumadoras. El propósito
del uso del sahumador es que mediante el incienso, los humos y los aromas se puedan
liberar los espacios de energías negativas y abrir los caminos para nuevos propósitos
individuales, colectivos y planetarios.
Al respecto de esta práctica, Oriana del Mar de Anthakarana, manifiesta que:

el sahumerio es algo que está en muchas culturas en el mundo. El sahumerio


unifica y está relacionado con la limpieza, con las bendiciones, con la protección.
Esa es la labor que se hace. Cuando uno se inicia como sahumadora, ellas dicen
que el sahumador es como el útero que está caliente.
Se utiliza mucho para armonizar, para limpiar, para pedir bendiciones, todo lo que
uno quiera conectar con el sahumerio. Es la conexión de varios elementales; con el
fuego, con el aire, con la tierra. Hay un compromiso con el sahumador de utilizarlo
siempre para cosas buenas, para cosas positivas. Queda el compromiso de calentar
el útero. Es responsabilidad de cada mujer cada cuánto prende su sahumador
porque no tiene que ser en una ceremonia para prender el sahumador.
El sahumador puede volverse una meditación. Usted lo puede prender cuando está
en su casa. (Conversaciones con Oriana del Mar, Aldeafeliz, 2015).

Mujeres de ambas ecoaldeas han participado como sahumadoras en eventos públicos y


con propósitos ecológicos y espirituales. Una fue la Caminata Sagrada de Bacatá que se
realizó en el 2015, en el marco del Encuentro de las Américas Frente al Cambio
Climático, que tenía como propósito abrir los caminos ancestrales y sagrados de la capital
Bogotá. Otra participación de las sahumadoras de Anthakarana se dio en la Marcha
Carnaval Quindío en el año 2016, que tenía por objetivo rechazar los proyectos de
extracción minera en la región. (Figura 40)
95

Figura 40. Mujeres sahumadoras y Anthakarana en Marcha Carnaval en Armenia


(Quindío), 2016.
Fuente:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10212720802475907&set=rpd.722807939&ty
pe=3&theater

El rezo de la chicha.

Una ecología del saber asociada al despertar de la familia es el rezo de la chicha. Esta es
una tradición de origen Muyska, en la que se concibe el maíz como un alimento sagrado,
de alto nivel nutricional y espiritual. Esta tradición la chicha de maíz, es una bebida
fermentada que representa la leche materna y las totumas, donde se sirve y se comparte,
representan los pechos de la madre. (Notas de campo, Llamado de la Montaña, 2015)
La chicha se comparte en encuentros colectivos como bautizos, matrimonios,
festividades y ceremonias. En estas dos ecoaldeas existen mujeres guardianas del rezo de la
chica que fueron iniciadas por abuelas mestizas. Según esta tradición, el rezo de la chicha
se entrega de una mujer a otra mujer, la mujer que lo recibe debe tener una pareja e hijos.
Es decir que se comparte de familia a familia.
La chica se concibe como un elemento de unificación que permite el compartir de la
palabra dulce, el sostenimiento de la familia y el sostenimiento de las relaciones.

Deyanira recuerda el momento en que a ella le fue entregado este rezo:

En septiembre del año 2013, hicimos el encuentro del fogón y vino la abuela Mati.
Ella me dijo ‘Deya yo quiero hacerte la entrega de la abuela chicha para que tú
seas la que lleva este rezo en este sector’. Me encargó remojar el maíz, tener un
molino, estar toda la familia, la familia de ella y nuestra familia, ya que es un rezo
que se entrega de familia a familia. Lo que significa ser abuela chicha es el rezo de
la familia y la palabra dulce. Se trabajan esos dos puntos de intención.
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Empezamos todo el proceso a las 9 de la mañana, empezamos a cocinarla como a


la 1, hicimos la danza alrededor de la chicha, alrededor del fuego, la danzamos
como hasta las 6 de la tarde. Ese día se dio una cosa muy mágica, estaba el sol
radiante, todo despejado y de pronto sentimos una llovizna, pero salía uno de las
bancas del salón de las estrellas y ya no se sentía la lluvia, era un aro de llovizna.
Bailamos, cantamos y así recibimos la chicha. Ahí uno ya se une a otras abuelas
chicha. La cuestión es mantener siempre vivo el rezo. (Conversaciones con
Deyanira, Anthakarana, 2015).

Recordando las formas antiguas de parir.

Otra ecología de los saberes asociada a la dinámica familiar tiene que ver con recordar
las formas antiguas de parir. En ambas ecoaldeas se han presentado partos en casa. Para
ellos es importante que los niños nazcan en su hogar con la presencia de su padre, de
familiares y amigos.

Figura 40. Nacimiento en casa.


Fuente: Perfil de Facebook Anthakarana.

Esta práctica se lleva a cabo en rechazo a las prácticas convencionales hospitalarias en


las que los padres no pueden asistir, a la madre se le aísla de su familia cuando un niño
nace en un hospital, por lo general, es distanciado de su madre para hacerle revisiones
médicas de rigor.
La propuesta de parto en casa permite la compañía de los seres queridos, los recién
nacidos son atendidos por parteras o médicos de confianza, aunado a ello se puede tener
acceso a la placenta una vez el bebé ha nacido.

La siembra de placenta.

Durante el trabajo de campo de la investigación se vivenció en Anthakarana la siembra


de placenta de una niña después de 2 años de nacida, tiempo en que la placenta fue
refrigerada. Para la siembra se escogió un árbol de Guayacán, por ser una especie propia de
la zona, se sembró al lado de la casa de la familia de la niña y allí participaron todos los
ecoaldeanos de Anthakarana y los habitantes de Tabanoc (vecinos de Anthakarana).
La siembra fue orientada por los ecoaldeanos de Anthakarana, quienes propusieron que
la siembra de la placenta de la niña simbolizara la siembra o enraizamiento de los
habitantes de Tabanoc y de Anthakarana, debido a que las placentas de los habitantes ese
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territorio nunca habían sido sembradas sino que habían sido desechadas en los hospitales
donde nacieron.
De esa manera simbólica todos intencionaron en la ceremonia que, ellos se estaban
sembrando en el territorio y que les iba a permitir cuidarlo y ser conscientes de la tierra que
los sostuvo al nacer. También desde Anthakarana se propuso acompañar la ceremonia con
cantos, tabaco y rezos.
Es una ceremonia que les permite mantener una conexión más concreta con el territorio.

El bautizo.

Otra ecología del saber presente en Anthakarana es el bautismo. Durante el trabajo de


campo también se logró presenciar el bautizo de un niño de seis años, Nahuel, quien
decidió por iniciativa propia reafirmar su nombre. Él mismo escogió a su madrina y a su
padrino y como quería que se desarrollara la ceremonia.
En los preparativos del bautizo, Deyanira preparó la chicha y entonó el siguiente canto
en lengua Muiska dedicado a esta preparación:

Haba mui, haba mui, haba haba haba mui,


haba haba haba haba haba haba haba haba mui. (bis)

La ceremonia se realizó en la casa de pensamiento Abalgamalue, donde se compartió la


chicha, danzas de paz y se encendió un fogón en el centro. Fue una ceremonia que no tenía
ninguna tradición específica o algún formato estructurado ceremonial, sino que se fue
construyendo desde el mismo sentir y a partir de la misma petición que hizo el niño en el
que quería interiorizar su nombre y reafirmarse en el territorio. Los padrinos le entregaron
unos objetos al niño con algún significado espiritual y le compartieron consejos sobre el
cuidado de sí mismo y el cuidado de sus relaciones con las demás personas y con el
territorio. (Figura 41)
Deyanira manifiesta que: “el bautizo tiene el propósito de empoderarlos con el ser, con
su energía, con el significado del nombre, con su camino” (Conversaciones con Deyanira,
Anthakarana, 2015).
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Figura 41. Bautizo.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.

El Temazcal.

El Temazcal es una ceremonia realizada en una bioconstrucción en forma de domo y


que representa el vientre de la madre tierra. Esta ceremonia es procedente de la tradición
del Camino Rojo, que según Osiris de la Anthakarana, es una filosofía de vida de los
nativos norteamericanos. Para él

Existe una profecía que plantea un momento en la historia de la humanidad donde


la sabiduría del norte y la sabiduría del sur se encuentran. Es así como los medios
se han dado para que las medicinas del norte, del centro y del sur se estén
encontrando en esta época. Con dificultades, con variaciones, pero de alguna
forma han llegado.
En ese tránsito nos encontramos con ella y con personas que practican este
camino. Yo sentí mucha afinidad con ese camino, con los temazcales y con las
búsquedas de visión. Ha sido otra forma de ver los elementales y la naturaleza.
(Conversaciones con Osiris, Anthakarana, 2015).

El Camino Rojo existía milenariamente en el continente americano aunque la tradición


se ha sostenido en Centroamérica específicamente.
La simbología arquitectónica del Temazcal se representa en un domo que simboliza el
vientre de la madre tierra, en el exterior del domo se encuentra una fogata en donde se
calientan unas rocas que simbolizan los espermatozoides del padre universal, el domo se
sella y queda completamente tapado y oscurecido, las personas ingresan al domo y se
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sientan formando un círculo, existe una persona que corre el temazcal y otra persona que
es llamada hombre fuego o mujer fuego quien van entrando las medicinas y las piedras
calientes dentro del domo. Una vez se entran las piedras calientes, se produce un vapor de
agua caliente en el lugar, de esa manera las personas sudan y entran en un estado de
meditación.
Al ingresar cada roca o abuela al útero se simboliza la fecundación de la madre tierra y
cuando se terminan ritual, al ir saliendo cada persona de ese domo, se simboliza el
nacimiento de nuevos seres. El temazcal representa el proceso de fecundación, gestación y
nacimiento. Es una ceremonia que existe en las dos ecoaldeas, se práctica eventualmente,
sin regularidad temporal, sólo cuando se siente la necesidad o cuando se realizan eventos.
Durante el trabajo de campo en Aldeafeliz se participó en una ceremonia de Temazcal,
dirigida especialmente hacia los niños, allí estuve con mi hijo Alef de 6 meses de nacido.
Fue una ceremonia donde los niños, en su mayoría, estaban acompañados por sus padres y
algunos estuvieron solos. Luego de culminada la ceremonia los asistentes nos bañamos en
el río San Miguel que es el río que colinda con el territorio de la ecoaldea. (Notas de campo
en Aldeafeliz, 2015)

Figura 42. Temazcales en Aldeafeliz y Anthakarana.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

Según Nicolás del Camino de Anthakarana

En el temazcal lo que cambian son los nombres y las formas del ritual. La tradición
de sudar pertenece a todo el planeta tierra, todas las culturas del mundo, el turco,
el sauna, todas esas formas en las que el humano ha buscado esa tradición de
sudar. La tradición que viene de norte es el temazcal, también está en México, pero
cambian las formas.
Digamos los temazcales de la tradición mexicana son en barro, un iglú de barro,
pero tiene que ver con sus formas de vida. Por ejemplo, en México eran
comunidades establecidas en grandes ciudades pero en el norte muchos eran
nómadas, entonces donde llegaban tenían su varas, armaban y ponían los cueros
encima para sudar, y además siempre tenían con ellos el abuelo tabaco, que es una
planta que representa ser guardiana de toda América, el tabaco está presente por
toda América igual que el maíz, el maíz está presente de norte a sur de América,
son las plantas sagradas que están ahí siempre.
El temazcal construido en Anthakarana tiene en el techo una estrella de ocho
puntas que representa la energía del sol. Las abuelas (piedras) han estado
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dormidas durante mucho…mucho…mucho tiempo, han estado ahí guardaditas en


la tierra, están ahí durante millones de años, y todo ese conocimiento ellas también
lo pueden compartir; cuando se entran las piedras, las abuelas, lo que están
haciendo es compartiendo una parte del conocimiento, ellas nos están
compartiendo y limpiando con su sabiduría. (Conversaciones con Nicolás del
Camino, Anthakarana, 2015)

En la ceremonia del temazcal están presentes los cuatro elementos: el aire que es el
vapor que se respira, la tierra representada en las piedras y en el suelo, el domo que
representa el útero de la madre, el fuego que es el espíritu interior y el agua con la cual se
mojan las piedras calientes y allí se genera el vapor caliente.

La siembra de visión.

Dentro de la misma corriente del Camino Rojo se encuentran las búsquedas de visión
que en las ecoaldeas se llaman siembras. Estas se practican eventualmente en las ecoaldeas
de acuerdo a las decisiones o propósitos que requieran resolver.
La siembra consiste en abrir un hueco en la tierra de manera horizontal como el tamaño
de una persona adulta. La persona se entierra, se le deja un espacio para que pueda respirar
y puede estar allí lo que la persona desee durar sembrada, puede estar sola o acompañada y
realiza un ayuno de comida y de palabra.
En una siembra realizada durante la salida de campo, se sembró un ecoaldeano en horas
de la noche; allí lo acompañaron algunos hombres, emitieron cantos, compartieron
medicinas como tabaco y mambe16, luego lo dejaron allí sólo por un rato hasta cuando él
deseó mantenerse sembrado. Su propósito fue de índole personal.

Figura 43. Lugar de siembra de visión.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

16
Harina de hoja de Coca.
101

Las danzas de paz.

Las Danzas de Paz surgen como un movimiento denominado Danzas de Paz Universal
que surgió en los años 60’s del siglo XX. Este movimiento fue impulsado por Samuel
Lewis, un maestro de enseñanza Sufi, en San Francisco (Estados Unidos). Él exploró
danzas de diferentes corrientes como el hinduismo, el cristianismo, el islam, lo nativo
americano, el judaísmo y empezó a encontrar que las danzas, el movimiento corporal, los
cantos y los ritmos musicales podrían generar y aportar en la construcción de paz.
El método se llamó inicialmente la paz a través de las artes y luego se fue generando el
Movimiento de las danzas de paz universal, un movimiento internacional que aún sigue
vigente y se difunde alrededor del mundo y en el cual se vienen rescatando danzas
americanas, danzas africanas, danzas de diferentes pueblos que contienen el propósito
central de la esperanza, la armonía, la paz, el agradecimiento y la integración colectiva.
(Dances of Universal Peace, 2017)
En las dos ecoaldeas existen aprendices de estas danzas, de hecho ya se han venido
formando como facilitadores de este método en Colombia y lo comparten en sus
ceremonias internas y en diferentes escenarios externos.
Carlos Rojas de Aldeafeliz, quien es facilitador de danzas de paz, leyó el siguiente
fragmento al inicio de una sesión de danzas dentro el evento Be Happy Fest en 2015 y en
el que daba cuenta del sentido que guardan estas danzas tanto en el movimiento corporal,
como en los cantos y en el encuentro con los demás, puesto que estas danzas se realizan en
círculo.
Danzamos convirtiéndonos en la respiración del misterio, nos entregamos al
movimiento, recordando que somos movimiento, buscando la armonía y la belleza
que vive en cada uno de nuestros cuerpos.
Al danzar nos aceptamos tal como somos y nos entregamos a recordar, ser y fluir
como gotas que forman un caudal. Un imán gigante que ancla la paz en la tierra.
El amor nos rodea, nos oxigena, está en el aire que quiere entrar, respiremos
amor, llenemos nuestro corazón. (Notas de campo en Aldeafeliz, 2015)

Figura 44. Danza de paz en Kusmuy (Casa de Pensamiento).


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, Be happy fest, 2015.
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Eventos públicos para compartir saberes.

Otras de las ecologías de saberes presentes en la dimensión cultural que se tejen también
con el pilar economico son los eventos abiertos al público. En estas comunidades se
promueven eventos en los que se comparten los saberes adquiridos por los ecoaldeanos o
saberes específicos compartidos por otras personas o comunidades afines y que además les
posibilita un ingreso económico adicional para la sostenibilidad de la comunidad.
En Aldeafeliz se realizan las Jornadas de Sanación, el Be Happy Fest, las Mingas de
construcción y el campamento para jóvenes. (Figura 45)
En Anthakarana se realizan eventos orientados al despertar de lo femenino con el evento
Campamento de mujeres montaña y luna y al despertar de lo masculino con el evento
Campamento de hombres montaña y sol. También realizan un evento relacionado con la
elaboración de alimentos denominado Encuentro del fogón. (Figura 46)
Todos estos eventos guardan un aspecto en común relacionado con la promoción de la
conexión con el ser, bien sea mediante los procesos de sanación, de la conexión con lo
femenino o masculino, la conexión con la tierra mediante las mingas y los encuentros de
alimentos. Buscan brindar a los asistentes algo que pueda transformarlos o al menos
generarles algún impacto personal.
Para Milena, visitante de Aldeafeliz y quien ha participado en varios eventos realizados por
esta comunidad, expresa que las actividades promovidas por Aldeafeliz le han aportado:

Tranquilidad, la seguridad de que si se puede vivir lindo, muchas personas ya lo


están experimentando, hay más espejos para crecer, ver en ellos tantos sueños que
tú tienes como persona y como mujer, lo que tú quieras hacer no hay afán, todo
pasa al ritmo de la naturaleza. (Conversaciones con Milena, visitante de
Aldeafeliz, 2015)

Figura 45. Invitaciones a eventos en Aldeafeliz.


Fuente: aldeafeliz.com
103

Figura 46. Invitaciones a eventos en Anthakarana.


Fuente: ecoaldeaanthakarana.blogspot.com

Figura 47. Ecología de saberes presentes en el evento Be happy fest en Aldeafeliz.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, happy fest, abril de 2015.
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6.3. Pilar ecológico: cuidar los ciclos naturales para conservar la


vida

Esta es una de las dimensiones que más retos han venido


generando a estas comunidades, por cuanto invita al cambio en los
estilos de vida y en las formas de habitar los territorios.

Restauración de los suelos.

Cuando empezaron a fundarse estas comunidades, lo primero que realizaron fue la


restauración ecológica de los suelos, permitiendo un proceso de sucesión natural,
introduciendo algunas especies de árboles endémicos con el propósito de atraer distintas
especies de fauna y mejorar la biodiversidad del lugar. En el caso de Antakarana, antes de
fundarse el suelo era dedicado a la producción ganadera, de manera que el suelo estaba
erosionado y sin árboles. En Aldeafeliz, por su parte, el lugar era una finca de descanso con
plantas principalmente de tipo ornamental pero sin una gran presencia de árboles y
vegetación nativa.
En la siguiente figura, se logra apreciar el proceso de restauración de cobertura vegetal
dado en cada territorio.

Figura 48. Recuperación de capa vegetal en Anthakarana y Aldeafeliz.


Fuente: Fotos tomadas por Erika Muñoz en Anthakarana y Aldeafeliz, 2015.

Las bio-construcciones.

Luego del proceso restaurativo, vino el proceso de planificación y zonificación


territorial, en el que ambas ecoaldeas distribuyeron sus espacios entre áreas comunes,
zonas verdes, zonas para prácticas espirituales, zonas para cultivar y zonas para viviendas.
Las construcciones se han elaborado con base en la técnica de la bioconstrucción,
usando materiales vegetales debido a que tienen bajo impacto en el ambiente, son livianos
para los terrenos y su huella ecológica es baja.
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Las bioconstrucciones son diseñadas por los mismos ecoaldeanos. Los materiales que
se utilizan son el barro, la madera, la guadua, el vidrio e incluyen materiales
convencionales como las tejas de Eternit o zinc. (Figuras 49-51)

Figura 49. Minga de bioconstrucción de casa en guadua y barro.


Fuente: Foto tomada por Eria Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

Respecto a la técnica de la bioconstrucción, Bahamar de Anthakarana dice que “está en


sintonía con la tierra, el trabajo, el aprendizaje… Yo no sabía nada de construcción y vea
todo lo que hemos hecho. Es una ventura donde la fe es bien importante” (2015).
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Figura 50. Casa construida en madera y bambú.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.

Figura 51. Casa elaborada con guadua, madera, bahareque y techos vivos.
Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

El uso de energía.

En cuanto al uso de energía, en ambas comunidades se cuenta con energía eléctrica y


gas domiciliario o propano. Aunque han explorado la posibilidad de usar energías
renovables todavía estas opciones son muy costosas en el país. La casa de Oriana y Osiris
tiene paneles solares que fueron donados en un taller de la fundación Katalizator de
Holanda. Con estos paneles se puede iluminar una vivienda pero no es suficiente para el
uso de electrodomésticos.
107

En algunos eventos especiales se quema madera para hacer fogatas o cocinar alimentos.
En Antakarana se cuenta con un biodigestor, también construido en un taller con líderes
campesinos de varias partes de Colombia co-organizado con las fundaciones Katalizator y
Mentes en Transición, mediante el cual se aprovechan los residuos orgánicos y el estiércol
para la producción de gas, sin embargo los residuos que produce la ecoaldea no son
suficientes para generar el gas necesario para suplir la demanda de la ecoaldea por lo que
es una técnica que continua mejorándose.
En Aldeafeliz, hasta el momento de la visita de campo, no se reconoció ninguna forma
no-convencional de generación y uso de energía.

Figura 52. Biodigestor.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.

El manejo del agua.

En Antakarana no se producen ninguna clase de aguas negras17 sólo aguas grises, ya que
se utilizan únicamente baños secos, manejados con tierra en vez de agua. Con este cuidado
de las aguas se evita de un lado la contaminación de las aguas puesto que es un sanitario
donde no se emplea agua y, por otro lado, se produce abono orgánico que puede ser usado
en los cultivos de árboles frutales.
En Aldeafeliz existe generación de aguas grises y una menor cantidad de aguas negras,
la mayoría de las cabañas utiliza baños secos, sin embargo también existen baños normales
que son desaguados en un pozo séptico. Estos baños son usados principalmente para los
visitantes.
En las dos ecoaldeas se procura utilizar detergentes, jabones y champú natural, que en
varias ocasiones son elaborados por los mismos ecoaldeanos. Los jabones, por ejemplo,
son hechos a partir de los residuos de aceite quemado que sale de la cocina.

17
Las aguas grises son aguas residuales que contienen pocos contaminantes como detergentes, jabones de
baño y desechos de la cocina, las aguas negras son las que tienen presencia de materia fecal.
108

Figura 53. Baño seco.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

Figura 54. Mensaje de uso del baño seco.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.

En cuanto al acceso de agua para el consumo humano, en la ecoaldea Antakarana


cuentan con un nacimiento de agua propio desde el cual han construido un sistema
acueducto que ellos mismos administran. En Aldeafeliz cuentan con dos fuentes de agua,
un nacimiento que comparten con otras fincas vecinas a la ecoaldea, y las aguas lluvia que
son almacenadas y luego potabilizadas para el consumo humano y otras actividades de
limpieza.
109

Figura 55. Sistema de recolección y potabilización de aguas.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.

Otra práctica aplicada en Aldeafeliz para el cuidado del agua es la purificación de las
aguas residuales que se tratan mediante fitopurificación, que consiste en el uso de
buchones de agua (plantas acuáticas) que descontaminan las aguas negras. (Figura 56)

Figura 56. Proceso de fitopurificación de aguas residuales en Aldeafeliz.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

En Aldeafeliz se recolectan las aguas lluvia para el consumo humano. Estas aguas se
potabilizan mediante un proceso de solarización18 y filtración. Este proceso de
potabilización ha sido comprobado mediante pruebas físico-químicas realizadas en
laboratorio y los resultados han verificado que es un agua apta para el consumo.

18
Almacenar agua en frascos de vidrio y colocarlos al sol.
110

En el proceso de solarización del agua, aplican, además, el método de cargar el agua con
palabras positivos como: amor, sabiduría, abundancia, alegría, entre otras intenciones que
se deseen practicar en la comunidad. Este saber cuenta con el referente del japonés Masuro
Emoto que en su libro Los mensajes ocultos del agua, plantea una serie de experimentos en
los que se analiza las formas del agua cristalizada cuando se somete a distintos tipos de
mensajes y alteraciones químicas, con lo cual concluye que, sí el agua se somete a
mensajes positivos y es cuidado ésta representará cristales con formas armónicas o
mandálicas, mientras que las aguas contaminadas o a las que se le emiten mensajes
negativos presentarán formas irregulares e inarmónicas.
Con base en esta teoría, Aldeafeliz ha adoptado este conocimiento y en toda el agua que
se consume en la cocina comunitaria se le escriben mensajes o propósitos positivos.
(Figura 57)

Figura 57. Solarización del agua.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.
111

Los residuos.

Otra práctica ecológica presente en las ecoaldeas es el reciclaje de los residuos


orgánicos de origen doméstico que son aprovechados como abonos para las huertas.
(Figura 58)
Las llantas de carros son reutilizadas para cultivar en huertas, construir caminos y para
elaborar muros. (Figura 60)
Con botellas plásticas elaboran ladrillos ecológicos rellenados con bolsas y empaques
plásticos. De igual manera reutilizan botellas de vidrio para decorar algunas de las
construcciones que elaboran. (Figura 59)
El papel es desechado en el servicio local de aseo.
Aunque han avanzado en algunos aspectos de reutilización y reciclaje de residuos,
existe un desafío para disminuir el consumo de algunos productos contaminantes o que
generen en grandes cantidades de desechos.

Figura 58. Compostero de reciclaje de residuos orgánicos.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.
112

Figura 59. Estación de reciclaje.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

Figura 60. Reutilización de llantas para cultivar.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.

Los cultivos.

Las ecoaldeas en estudio cuentan con viveros donde germinan semillas, huertas con
plantas medicinales y comestibles y algunos cultivos un poco más amplios que las huertas.
En Aldeafeliz el cultivo con mayor desarrollo es el de café orgánico que les aporta un
ingreso económico para el sostenimiento de la comunidad.
En Anthakarana, por ejemplo, cuentan con el cultivo de orellanas, de fresas y de maíz
que les ha servido para alimentación interna y para adquirir ingresos económicos.
La producción de alimentos en estas comunidades es muy baja, razón por la cual no
logran un autoabastecimiento para sus propias comunidades y se convierte en un desafío
permanente.
113

Entre las acciones emprendidas para avanzar en este pilar se puede mencionar su
participación y organización de cursos de permacultura, mantener los viveros funcionando
e intercambiar semillas. (Figura 63)
No han logrado sostener y ampliar una propuesta de producción de alimentos debido a
que se han ocupado a la construcción de viviendas y al fortalecimiento de las relaciones
sociales.
Aldeafeliz, si bien cuenta con un número de más de 15 personas asentadas, todas
asumen roles y funciones distintas tanto en sus familias, para quienes las tienen, como para
la comunidad, lo cual no les permite dedicarse a la labor de los cultivos; además los
espacios óptimos para cultivar son muy reducidos. A raíz de esta situación, crearon un
nuevo tipo de integrante denominado cóndor. El cóndor es aquella persona que se dedica
exclusivamente a las labores del cultivo y a cambio la Aldea le garantiza un hogar,
alimentación y la posibilidad de participar en algunas actividades. Sin embargo, estas
personas pueden salir en cualquier momento de la comunidad y ello hace que este proceso
sea inestable.
Anthakarana es una comunidad con pocos integrantes, cada asume unos roles y unas
funciones en sus familias y en la comunidad. Durante los primeros años de creación de la
ecoaldea, se dedicaron a garantizar todas las instalaciones necesarias para poder vivir, de
manera que ha sido complejo garantizar la producción de una alimentación que los
autoabastesca. Ellos generan pequeños cultivos por temporadas como el maíz o de acuerdo
a las semillas y los espacios que tengan disponibles. Pero al igual que Aldeafeliz, no han
logrado sostener una producción de alimentos siendo este uno de los retos y aspectos a
revisar dentro de estas comunidades. (Chaves et al., 2017a)

Figura 61. Huerta sinérgica.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, 2015.

Los niños mencionan que la labor en la huerta les ha permitido el conocimiento de las
semillas, la elaboración del compost que sirve como abono para los suelos, la producción
de alimentos y todo el proceso de crecimiento de plantas y alimentos que se siembran.
Sobre el aprendizaje en las huertas, un niño de la Escuelita Anthakarana dice “a veces
114

ayudamos a sembrar. Hemos sembrado lechuga, tomate, pepino, maíz y fresas”


(Conversaciones con niños de Anthakarana, 2015)

Figura 62. Cultivo de fresas.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.

Figura 63. Taller de dispersión de semillas alimenticias y medicinales mediante el método


‘Fukuoka’.
Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Aldeafeliz, Be happy fest, 2015.
115

6.4. Pilar económico: de la EcoNoMía a la EcoSíNuestra

El término EcoSiNuestra19 es un evulonimo20 de la palabra


economía. Su silaba Eco refiere a una intencionalidad de cuidado
ecológico, el Sí otorga una intencionalidad afirmativa o positiva y
Nuestra plantea un propósito colectivo.

Los procesos económicos de estas ecoaldeas aún se encuentran en transformación, en el


sentido que sus economías provienen de diversas fuentes pero básicamente su fuente
principal es la ciudad, de modo que, todavía no cuentan con una economía propia y
autosustentable. Algunos de los ecoaldeanos cuentan con recursos propios, siendo muy
pocos los que dependen exclusivamente de la dinámica ecoaldeana.
En Anthakarana los emprendimientos económicos tienen que ver con la producción y
venta de Orellanas, de Fresas, de toallas higiénicas en tela que se comercializan en
mercados orgánicos o mediante sus contactos en redes sociales.
En Aldeafeliz existe producción y venta de café orgánico y de cosméticos que de igual
manera se comercializan en la tienda de la Ecoaldea, en los mercados agroecológicos del
Pueblo o en la ciudad de Bogotá.

Figura 64. Instalaciones para producción de Orellanas.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.

19
“Si EcoNOmía viene del latín economĭa, y este del griego οἰκονομία1 [oikonomía], de οἶκος [oikos],
«casa», y νόμος [nomos], «ley», la EcoSInuestra es la gestión de los recursos en base a principios éticos por
el proComún/ bien común.” (http://www.ecoalternativa.net/ecosinuestra/, 2017)
“Es una manera de sentir... evolucionar a la conciencia de la abundancia con desapego...Si hay suficiente, y
todo lo que hay es de todos” (Yuluka, Aldeafeliz, http://eltransicionario.blogspot.com.co/p/e.html,2017)
20
“Palabras, voces o expresiones que nos hacen tomar consciencia de la común-acción. Son nuevas
alternativas que se presentan para ofrecernos una visión más evolucionada del lenguaje”
(http://eltransicionario.blogspot.com.co/2015/09/evulonimo.html, 2017)
116

Otros aportes que ingresan a la EcoSiNuestra de las dos ecoaldeas se generan mediante
la modalidad de los voluntariados y los visitantes21. Asimismo, los eventos y talleres que
realizan ambas ecoaldeas les permite adquirir ingresos económicos.
En cuanto a la EcoSiNuestra de la Aldeafeliz, Juan Esteban menciona que

Es mixta. Uno puede tener su economía personal y a la vez apoyar la economía


comunitaria. En los eventos que hacemos, los ecoaldeanos donan su trabajo y no
cobran.
Hay otros eventos que pueden ser gestionados de manera personal y quedan los
ingresos para esa persona, ya que cada familia y cada persona tienen sus
necesidades.
Es un modelo intermedio que permite lo individual y lo colectivo. (Conversaciones
con Juan Esteban, Aldeafeliz, 2015)

Lina (2015) de Aldeafeliz menciona que, la comunidad obtiene adicionalmente su


economía en los visitantes, en los voluntarios, en los pasantes y en los eventos.

6.5. Diseño del sistema completo: el tejido de las alianzas

En pilar se identifican las redes mediante las cuales se han ido


fortaleciendo las ecoaldeas.
Estas dos ecoaldeas hacen parte de CASA, que a su vez hace
parte de la Red Global de Ecoaldeas y que en palabras de Margarita
Zhetelius significa:

Esa unión de las redes regionales, donde se crean puentes. Es ese


escuchar a las comunidades de base, es trabajar con cada uno de nuestros proyectos y
cuando se ve necesario hacer también la conexión y las alianzas con otros mundos, con
el mundo académico, con el mundo de otras redes, de organizaciones internacionales.
(Notas de campo en Llamado de la Montaña, 2015, Margarita Zhetelius, Colombiana,
integrante de la Asamblea General de GEN)

Estas redes generan encuentros locales como “El Llamado de la Montaña”, regionales
como el “Eco”, que es el encuentro regional que convoca la Red Casa Latina y otros
encuentros como el de la “Convergencia Permacultural”.
Estos encuentros son organizados y planificados al interior de las ecoaldeas, donde se
ubica como eje central el pensamiento indígena; como un intento de recordar y recobrar el
pensamiento propio de las culturas que han habitado milenariamente este territorio. De
igual manera, en estos espacios circulan otros saberes de carácter técnico, tecnológico y
pedagógico22, que buscan generar nuevas tecnologías y propuestas de formación a favor

21
Personas externas a la comunidad que viven una temporada en las ecoaldeas y ofrecen un
aporte económico por su alojamiento y alimentación, además de colaborar en algunas
actividades de las ecoaldeas.
22
Permacultura, agroecología, cuidado de las semillas, educación alternativa.
117

del cuidado de la naturaleza. Todos estos escenarios construidos desde la articulación de


las ecoaldeas posibilitan, lo que Chaves (2016) denomina el encuentro de diversas
ontologías.
A partir de los Llamados de la montaña de 2014, 2015 y 2016, se identifica una
ampliación y apertura hacia la articulación con propuestas sustentables de diversa índole en
el país, como con: los vaisnavas, campesinos, afros, indígenas y otros proyectos afines.
Asimismo, en los Llamados intervienen temas políticos como la Paz en Colombia, el Buen
Vivir y la defensa de los territorios frente proyectos extractivistas. Asuntos políticos en los
que los ecoaldeas han participado activamente, como por ejemplo en las Marchas
Carnaval, en las Caminatas Sagradas y en el agenciamiento de la Declaración Universal de
los derechos de la Madre Tierra23.
Para los integrantes de Anthakarana, este tipo de situaciones son las que movilizan en
mayor medida a las diferentes comunidades y pueblos en Colombia; siendo un tipo de
movilización que se distancia de los movimientos sociales y ecologistas convencionales.
Chaves (2016) menciona que estos movimientos hacen parte de los Nuevos
Movimientos Sociales, en el sentido que incluyen otras formas de lucha (como es el caso de
la lucha espiritual) y se tejen con alianzas; por ejemplo, con algunos pueblos originarios,
comunidades campesinas y colectivos de asentamientos sustentables. Es fundamental,
resaltar el hecho de que son movimientos que no están en contra de, sino que están a favor
de propuestas (Conversaciones con Bahamar, Anthakarana, 2015).
En el tejido de alianzas, se resalta una alianza con la Universidad Gaia Latina, a través
de la cual se fomentan formación en cursos, diplomados, posgrados, con contenidos que
pretenden fortalecer los saberes de los asentamientos sustentables y son ofertados para
quienes hacen parte de la Red CASA y para el público en general.
El diseño del sistema completo se apoya en el tejido de alianzas entre las ecoaldeas con
otros asentamientos sustentables, los ecobarrios, las comunidades campesinas, indígenas,
afrocolombianas; que si bien son comunidades con ontologías diversas las convoca un
principio de sostenibilidad socio-ecológica y ello hace que las redes se expandan y los
procesos locales, como las ecoaldeas, cuenten con apoyos y puedan sostenerse. (Chaves et
al., 2015)

6.6. Conclusión

Como se ha evidenciado, cada una de las dimensiones de la sustentabilidad propuestas


por GEN contiene unos saberes y unas prácticas singulares que son replicables y renovadas
en cada una de las ecoaldeas estudiadas. En estas se observa un tejido, un entramado de
saberes y de prácticas que tienen orígenes de distinta procedencia pero que convergen en el
principio de cuidado de la vida y en el cuidado de las relaciones.
Los pilares que mayor desarrollo y dinámica han tenido son el social, el cultural y el
diseño del sistema completo. Los de menor desarrollo son los pilares ecológico y
económico.
En el pilar ecológico se carece de un compromiso mayor en aspectos como el cultivo de
alimentos y el manejo de los residuos, en el entendido que dentro de los pilares de la

23
http://www.rightsofmotherearth.com/images2015/declarations%20pdf/declaration-sp.pdf
118

sustentabilidad es vital que una comunidad sustentable logre producir gran parte de su
alimento, así como reducir el consumo de productos externos y contaminantes, lo que a su
vez evitaría la alta producción de residuos sólidos no renovables que pueden llegar a ser un
gran problema en el futuro, sobre todo en el caso de Anthakarana que es una comunidad
muy alejada del centro urbano y sacar los residuos desde allí es complejo e implicaría
trasladar de su huella ecológica hacia otras zonas.
De modo tal que, este pilar requiere ser revisada tanto bajo los presupuestos de las
sustentabilidad como de la huella ecológica que se genera con el ingreso de alimentos y
productos de la ciudad hacia las ecoaldeas y luego la producción de residuos sólidos que se
trasladan a la ciudad.
El pilar económico, de otro lado, es el más incipiente en el sentido que los recursos que
sostienen las ecoaldeas mayormente provienen de la ciudad, de los aportes de los visitantes
o voluntarios, de los ahorros o pensiones de algunos de sus integrantes, de manera que no
se logra identificar procesos económicos propios o de autosostenibilidad interna de las
comunidades.
En cuanto a los modelos de toma de decisiones y de resolución de conflictos se logró
observar un entramado entre los círculos de la palabra, propios de la sabiduría ancestral,
así como los espacios de retroalimentación y de comunicación que propone la sociocracia.
En las nuevas formas de educación, se evidencia un intento por desaprender los modelos
formativos tradicionales del sistema educativo y empiezan a plantear nuevas pedagogías y
conocimientos, en los que se incluyen los saberes de la naturaleza, del territorio, no
solamente desde un contexto geográfico sino incluyendo conocimientos ancestrales propios
de los pueblos originaros.
En el ejercicio del pilar cultural, se denota un gran desarrollo de ceremonias y prácticas
en las que aparece una diversidad de saberes ancestrales que se van adaptando y recreando
en cada comunidad según sus gustos, sus propios conocimientos y sus necesidades,
manteniendo ciertos principios de tradiciones ancestrales. Aquí es muy evidente el
contenido y el sentido femenino que se le atribuyen a muchas de estas prácticas. Como se
observó, varias de las prácticas ceremoniales involucran aspectos como son: el
reconocimiento del cuerpo, los valores del cuidado y la protección de la familia.
Ambas ecoaldeas tienen una importante participación en la dimensión del diseño del
sistema, en cuanto a su vinculación en distintas redes y alianzas, donde se denota que hay
un camino por continuar fortaleciéndose con otros procesos afines.
Es importante resaltar que las ecologías de saberes identificadas se encuentran
integradas por saberes como el científico y el campesino, la sabiduría espiritual y el
mantenimiento de las buenas relaciones mediante el conocimiento indígena.
El propósito de estas ecoaldeas es cuidar los ciclos naturales de sus territorios para lo
cual se capacitan asistiendo a formaciones que les ayudan a mejorar sus prácticas. Un
principio que los ecoaldeanos reiteran es que todo lo que les otorga el territorio como el
suelo, el agua, el aire y los alimentos puede ser utilizado por la comunidad pero debe ser
devuelto de la misma manera o con el menor impacto posible hacia la naturaleza.
119

Enlazada 7. Transiciones en las ecoaldeas

“Nace la nueva humanidad,


la raza del canto, la danza y la paz.
Los abuelos, las abuelas vibran, vibran de la emoción.
Danzando a la vida, se abrió en la tierra el corazón.
Humanos unidos formando una misma raza,
canta, danza, en esta mi casa.
Hasta que florezcan múltiples colores de alegría,
irradiando mucho amor por toda la galaxia”
(Canción medicina escuchada en el Llamado de la Montaña,
territorio Misak, Guambia, Cauca, 2015)

A continuación, se describen cada uno de los tránsitos vividos por los integrantes de las
ecoaldeas en su cambio de hábitos de vida urbana hacia hábitos rurales.
La subpregunta de investigación abordada en esta enlazada es:

¿Cuál ha sido su proceso de autoconcepción como ecoaldeas y ecoaldeanos?

7.1. Primera transición: de urbanos a agromelos

La decisión inicial de hacer el tránsito de la ciudad al campo integra una serie de


motivaciones personales que luego se tejen en colectivo en la decisión de construir una
propuesta de comunidad.
Entre las motivaciones personales se encuentran unas con un sentido crítico frente al
sistema mundial actual y otras surgidas desde las propias experiencias vividas por los
sujetos.
Algunos de los ecoaldeanos cuando expresan sus motivaciones de vivir en el campo y
crear una ecoaldea, manifiestan inicialmente una postura crítica frente al sistema mundial
actual, que lo perciben en un estado de crisis dado específicamente al interior de las
ciudades. De ese manera, en la ciudad identifican la crisis social: “el atropello al otro”, la
crisis ecológica: “sociedad caótica, invadida por el ruido, la contaminación”, y la crisis
económica: “donde la sociedad de consumo nos ataca cada día más” (Chague the World
2011). Estas distintas expresiones de la crisis social fueron vivenciadas por los ecoaldeanos
en sus ciudades de origen, razón por la cual decidieron alejarse y construir otra posibilidad
de habitar, más coherente con sus principios de vida y con lo que para ellos implicaba el
cuidado de la naturaleza.
En este sentido, la recampesinización responde a la inconformidad y cuestionamiento
del modo de vida occidental-capitalista, en palabras de Salamanca y Silva “se vuelve al
campo para reconstruir el sentido perdido en el proceso de individualización capitalista, el
cual es estructurado tanto en la relación con los otros como en la relación con la
naturaleza” (Salamanca y Silva, 2015, p.8).
Cuando se adentra en el mundo interior de cada ecoaldeano afloran otro tipo de
motivaciones que tienen que ver con sus experiencias personales. Dentro de esas
experiencias aparecen situaciones como la ruptura con sus parejas afectivas, el desencanto
por el sistema educativo convencional en el que se formaban sus hijos, las crisis laborales y
120

económicas y, una motivación muy recurrente, la necesidad de darle sentido al proyecto de


vida personal.
Daniel Taroppio24 (2012) brinda una comprensión sobre estas diversas formas de la
crisis actual, y plantea un elemento nuclear que se encuentra en el fondo de este malestar:
“la vivencia de orfandad que nuestra civilización siente con respecto al Cosmos” (p.54), en
tanto que, formamos parte de una cultura que ha perdido sus raíces universales y se
encuentra en gran medida desarraigada, lo cual se convierte en la herida básica de la
sociedad. Al tomar conciencia de la herida básica se genera un movimiento que busca
“recuperar el contacto vital con la existencia; de sentirnos parte de un Universo vivo,
orgánico y dinámico” (p.56).
Una expresión de ello se evidencia en la emergencia de ambas ecoaldeas ubicadas en
territorios rurales. Se hace importante aclarar que habitar un territorio rural implica para los
ecoaldeanos dos intenciones centrales; por un lado, conectarse, reconocer y cuidar la
Madre Tierra en su multiplicidad de formas y manifestaciones y, por otro lado, permitir
que el ser individual se conecte con su propia esencia vital. Según Julián Gómez, uno de
los fundadores de Aldeafeliz, “la gente llega a buscar un espacio distinto al acelere de la
ciudad, busca bienestar, tranquilidad, encontrarse con otras personas y otros seres”
(Conversaciones con Julián Gómez, Aldeafeliz, 2015).
Por lo anterior, vivir en el campo se considera una experiencia de fuga, de alternativa a
la ciudad, que favorece la reconexión con la vida, el retorno al origen, el reencuentro
consigo mismo, la promoción de valores comunitarios, el respeto y el cuidado de la
diversidad. Asimismo, favorece el desarrollo de múltiples prácticas orientadas a generar
alternativas educativas, de agricultura, economía, medicina, alimentación, autocuidado y
crianza. Pero ante todo, el retorno al campo se asume como la oportunidad de co-crear y
convivir desde otras posibilidades de relación entre seres humanos y no humanos.
Antes de crear las comunidades, sus integrantes se autodefinían como urbanos, varios
de ellos con formación profesional pero sin ningún conocimiento previo sobre la vida rural
y las formas de relacionarse con la naturaleza. De modo que, el tránsito de ser urbano a ser
ecoaldeano significó un proceso de desaprender algunas prácticas y relaciones propias de
la vida citadina y empezar aprehender otras propias de la vida en el campo. Julián Gómez
(Aldeafeliz) menciona que nunca en su vida había usado un machete, ni había elaborado
una construcción, ni tampoco conocía sobre semillas; situación que les valió la
autoadscripción de ‘agromelos’ (Arjona, 2010; conversaciones con Julián Gómez,
Aldeafeliz, 2015).
Agromelo es un término en el que se conjugan dos connotaciones, agro de campesino y
melo de gomelo, para denotar que eran personas citadinas, profesionales, de clase media o
alta, que gozaban de comodidades económicas y sociales en la ciudad como: bañarse con
agua caliente, vivir en una casa o un apartamento, adquirir productos en una tienda o en un
supermercado, entre otras, y que en ese momento se aventuraban a la vida en el campo. El
agromelo es una forma cómica y autocritica para referirse a ese proceso de cambio pero
que toma un poco de tiempo en interiorizarlo.
Este primer tránsito de ser urbano a agromelo les implicó los siguientes cambios
iniciales:

24
Daniel Taroppio, psicólogo transpersonal argentino, creador del Modelo de las Interacciones Primordiales.
121

Tabla 2
El tránsito de urbanos a agromelos

Tránsito de Urbanos a Agromelos Aldeafeliz Anthakarana


Pago y titulación colectiva del terreno X
Empezar a vivir en carpas, ya que los terrenos no X X
contaban con infraestructuras
Construir y vivir en viviendas pequeñas x x
Cambiar hábitos alimenticios X X
Iniciar convivencia con personas desconocidas X
Aprender sobre semillas, cultivos y compostaje X X
Uso de baños secos X X
Realizar bioconstrucciones X X
Asumir una actitud de desapego material X X
Definir formas de organización comunitaria y de X X
toma de decisiones
Fuente: Autora.

Las diferencias entre Aldeafeliz y Anthakarana, en esta primera transición, se deben a la


conformación de cada comunidad. Aldeafeliz fue creada por personas diversas que se
desconocían, excepto las familias y las parejas que se integraron inicialmente. Ninguno
contaba con una experiencia de vida común en este tipo de comunidad, ni con experiencias
asociadas al mundo rural.
Los ecoaldeanos narran que en los inicios de Aldeafeliz se formaron parejas, otras se
separaron, así mismo comenzaron a nacer niños, se presentaban conflictos en las relaciones
sociales y dificultades para organizarse y tomar de decisiones.
Los integrantes de Anthakarana, por su parte, se conocían debido a todos hacen parte de
una misma familia, sin embargo también tuvieron que establecer acuerdos en la toma de
decisiones y las formas de organización, en el sentido que ya los hijos empezaron a
conformar nuevas familias y ello implicó la presencia de nuevas parejas con sus hijos y la
aparición de una nueva generación, representada en los nietos.
Los demás aspectos en los cuales coinciden las ecoaldeas, hacen referencia a los
desafíos de la organización, la construcción de las viviendas y de espacios comunes, el uso
del agua, el empezar a laborar la tierra e iniciar un camino de desapego de los estilos de
vida urbana para transitar hacia una vida rural comprometida. Sin embargo, en ese
momento se dependía mucho de la relación con la ciudad, puesto que muchos conservaban
su trabajos, viajaban los fines de semana a apoyar en las labores colectivas, debían
gestionar en la ciudad los recursos para iniciar la construcción de las ecoaldeas, realizaban
reuniones constantes en las que planificaban la organización y las funciones de sus
integrantes y muchas otras actividades que aún los ubicaban en la adscripción de
agromelos.
El tránsito de agromelos a ecoaldeanos se fue forjando con el tiempo y con la vivencia
cotidiana. Mediante la práctica de los saberes y los principios propios del mundo
ecoaldeano y la ampliación de sus relaciones con la Red Global de Ecoaldeas, mediante las
cuales lograron fortalecer y resignificar las formas mismas del ser ecoaldeano.
122

7.2. Segunda transición: de agromelos a ecoaldeanos

El tránsito de agromelos a ecoaldeanos les implicó comprender y transformar un


imaginario que al interior de las ecoaldeas fue denominado el paradigma del ecoaldeano.
Al momento de ingresar a la comunidad llegaron con un imaginario entorno al sistema de
valores y creencias de aquello que parecía ser un ecoaldeano. Este paradigma se enmarca
en distintos aspectos que “caracterizan” al ecoaldeano, como son: el vegetarianismo, la
espiritualidad, la bioconstrucción, el yoga, la comunicación asertiva, la permacultura,
conocimientos en botánica y ecología, la orientación comunitaria, la actitud ecuánime y
pacífica, entre otros. Así lo expresó Tatiana Monroy de Aldeafeliz:

Fue empezarnos a enfrentar al paradigma del ecoaldeano. El ecoaldeano es el


que se levantaba todos los días a hacer yoga, el ecoaldeano es vegetariano, el
ecoaldeano es el que se sabe comunicar, el ecoaldeano es el que sabe
diferenciar una planta de la otra, el ecoaldeano es el que cuida los niños y
defiende la vida, el ecoaldeano es el que busca la austeridad, es el que busca
la forma más sencilla pero a veces más difícil para hacer las cosas, el
ecoaldeano es el que está en comunidad y se siente absolutamente contenido y
representado por la comunidad, el ecoaldeano no es individualista.
Entonces fue enfrentarnos a un montón de cosas del paradigma de un
ecoaldeano y cuando empezó a salir eso decíamos cómo sostenemos esto.
(Conversaciones con Tatiana Monroy, Aldefeliz, 2015)

Sin embargo, este sistema de creencias se encuentra basado en la imagen construida a


nivel internacional acerca del ser ecoaldeano, que poco a poco se han ido transformando a
lo largo del tiempo, quienes a partir de sus propias experiencias lograron comprender que
este paradigma no se puede incorporar tal cual como se ha diseñado; así que no es posible
hablar de un paradigma del ecoaldeano.
En las ecoaldeas se ha aprendido a vivir con mayor tranquilidad, sin temor a los
conflictos, a las dificultades, sin la necesidad de sostener el paradigma que se espera; y por
ende, no se sienten obligados a cumplir con un estereotipo ideal de ecoaldeano, pero sí a
estar en un constante proceso reflexivo sobre sus relaciones. Ello se evidencia en diversas
situaciones, por ejemplo en ambas ecoaldeas la alimentación que se prepara en la cocina
común es vegetariana, pero en algunas festividades o encuentros especiales es posible
compartir algún alimento de origen animal. Cada familia cuenta con la libertad de escoger
su propia alimentación, sin embargo hay una constante reflexión y consciencia personal
sobre las implicaciones de sus decisiones alimenticias.

7.3. Tercera transición: de ecoaldeanos a nativo-mestizo-conscientes

Como se pudo identificar en los anteriores tránsitos, el proceso de devenir ecoaldeano es


el resultado de una continua búsqueda y construcción de quienes integran la ecoaldea; por
ello, constituye una condición que se encuentra en constante mutación, lo cual se refleja en
unos modos de ser, estar, hacer y habitar en la naturaleza dentro de una comunidad.
Esta búsqueda se dota de sentido a partir de la interlocución y el tejido de saberes
ancestrales, junto con saberes campesinos y muchos otros propios de la modernidad, como
123

son los saberes científicos, tecnológicos y profesionales aprendidos por los ecoaldeanos
durante su vivencia en la ciudad. Y justamente, es ese ejercicio de diálogo e integración de
ecología de saberes el que les permite la reconexión con la naturaleza.
En consonancia con lo anterior, los ecoaldeanos se encuentran en un proceso de auto-
identificación como seres mestizos. El ser mestizo implica un auto-reconocimiento tanto en
su ámbito biológico, espiritual como trascendental. En cuanto al ser biológico, existe un
reconocimiento de que el ecoaldeano es fruto de la mixtura de los pueblos originarios,
afrodescendientes y europeos; en este sentido, reconocen como acontecimiento de esta
mixtura biológica y cultural, el suceso de la conquista y colonización europea que se dio en
el continente americano dada en el siglo XIV (Farah y Vasapollo, 2011; Villalba, 2012).
No obstante, la categoría de mestizaje se ha transformado con el tiempo, según las
distintas condiciones socio-históricas de cada contexto; por ello, su connotación ha
devenido en múltiples significaciones, después del momento de la conquista.
Los ecoaldeanos plantean que este mestizaje no fue sólo fue biológico, sino también de
carácter espiritual y trascendental, en tanto conllevó la configuración de nuevas
espiritualidades; y con ello, emergió la posibilidad de expandir la conciencia y recordar la
identidad cósmica y universal que nos constituye.
La anterior reflexión se encuentra estrechamente relacionada con una pregunta que ha
surgido en los distintos eventos, círculos de palabra y ´Llamados de la Montaña´ realizados
por las ecoaldeas: ¿cómo definir un ecoaldeano? Y como respuesta a esta pregunta emerge
una nueva categoría denominada el nativo-mestizo-consciente; entendido como un ser que
propicia la integración, el encuentro y la acción desde un diálogo de saberes, se caracteriza
por las relaciones de cuidado y respeto así como por cultivar la solidaridad y el pluralismo.
Retomando la teoría de las dinámicas espirales de Cowan y Beck (1996), el nativo-
mestizo-consciente podría ubicarse en un meme verde25, un yo sensible, un modo de
existencia desde el cual se busca el consenso, la convivencia en la diferencia, la
solidaridad, la defensa de la igualdad en la diversidad, se caracteriza por la sensibilidad
ecológica y su énfasis especial en los vínculos.
Cuando se hace referencia al nativo, es un reconocimiento del ser profundo que habita
en los mestizos, ese indígena o ese ser originario. Esa categoría de indígena da cuenta de
que biológica, genética y culturalmente en cada mestizo habita un ser ancestral, un nativo.
La categoría consciente hace alusión a una disposición del ser para entender cuál es el
lugar que se habita y cómo se está habitando; el ser consciente hace parte de los propósitos
e intencionalidades que se han fijado las ecoaldeas en cuanto a transformar sus creencias,
prácticas y actitudes ancladas anteriormente a un estilo de vida occidental moderno y
empezar así a transitar por caminos de cuidado de la Madre Tierra, que les permita volver
al encuentro con el ser espiritual, en un proceso de reflexión continua.
Según Bahamar (Conversaciones, Anthakarana, 2015) el nativo-mestizo-consciente es
un sujeto que cumple un papel relevante en el momento actual del planeta, un momento
que se caracteriza por una crisis global en sus múltiples dimensiones: social, cultural,
ambiental, política y económica. Es así que, el nativo-mestizo-consciente cuenta con la
misión de propiciar el tejido de saberes, articulando los saberes de diversos pueblos y

25
Un meme constituye una unidad cultural, aquello que para cada grupo se considera importante y necesario.
En este sentido, los memes brindan una perspectiva de mundo e instalan un ángulo de mirada frente a la vida;
configurando estilos o modos de existencia que influyen en las creencias y comportamientos de las personas
124

comunidades, mediante distintos espacios de encuentro y sanación, como son: El Llamado


de la Montaña, las Jornadas de Sanación, las convergencias de Permacultura, los
Encuentros de Transición, entre otros más.
Casi todo el conocimiento ecoaldeano de Colombia, ha sido influenciado por
comunidades indígenas, en tanto la palabra del indígena es fundante para las decisiones
que se toman en las ecoaldeas, en su forma de organización, en sus saberes y prácticas a
aplicar en los territorios. Sin embargo, el ecoaldeano nativo-mestizo-consciente considera
que a lo largo de este tiempo se ha logrado cultivar una experiencia significativa, lo cual es
posible observar en los diferentes encuentros y escenarios, donde los ecoaldeanos
comparten la palabra, pues plantean que ya cuentan con un saber para compartir.
En ese sentido Bahamar y Deyanira de Antakarana coinciden en la idea de que las
ecoaldeas posibilitan el encuentro de la pluralidad y cuentan con un saber que está
emergiendo y co-creándose progresivamente. El nativo-mestizo posee una aparente
ventaja, como el poder de articular múltiples prácticas, ceremonias, conocimientos y
cosmovisiones. Una ventaja que se convierte en la posibilidad de intercambiar y tejer
conocimientos sin ninguna restricción (Ana Mestiza, Muiska, Llamado de la Montaña,
2015; Conversaciones con Nicolás del Camino, Anthakarana, 2015).
Uno de los sustentos que le dan fuerza a esta categoría del nativo-mestizo-consciente es
un relato de las culturas americanas, donde se plantea un proceso de reconciliación de la
humanidad mediante la comunión de las culturas del Norte (simbolizadas con el águila),
con las culturas de Centro América (simbolizadas por el Quetzal) y del Sur (simbolizadas
por el cóndor). Dicho reencuentro del Águila, el Quetzal y el Cóndor se reconoce como un
nuevo nacimiento de la humanidad (Conversaciones con Nicolás del Camino,
Anthakarana, 2015). De este modo, surge la nueva humanidad o los nuevos seres de la
tribu arco iris (Alberto Ruz, citado en De La Torre, 2014). En palabras de un ecoaldeano:

Se habla de la tribu arco iris que es la humanidad donde todos los colores pueden
convivir. Los Muiskas hablan de la tribu aroiris porque el arco iris es la mitad del
aro, es como un círculo completo.
El concepto de Nueva humanidad se ha ido tejiendo desde todas las culturas, tenemos
que llegar a la ley de origen, sin fronteras. Para mí la nueva humanidad es como todo
el concepto de vida de la ancestralidad pero evolucionada (Conversaciones con
Bahamar, Anthakarana, 2015).

Para los ecoaldeanos esta es una interpretación de gran trascendencia que supera los
argumentos biológicos del mestizaje. De acuerdo con esto Alberto Ruz, ecoaldeano de
Huehuecoyotl, México, la tribu arco iris comenzó a surgir en San Francisco (Estados
Unidos) con el movimiento cultural del hipismo. Este movimiento emprendió una
búsqueda de nuevos referentes espirituales, por lo que comenzaron a frecuentar grupos de
nativos americanos; esas vivencias fueron las que posibilitaron la generación de ese ser
mestizo-nativo. Según Ruz, el hippie en un inicio era un sujeto blanco occidental; pero,
cuando empieza a tener contacto con estos grupos originarios, surge el ser mestizo-nativo.
En este sentido, se constituyen en tribus eclécticas e híbridas, tribus mestizas o neo
indígenas que “diseñaron sus propias tradiciones y linajes imaginarios” (De la Torre, 2014,
p. 23). A partir de la renovación de fragmentos culturales de distintas tradiciones, estas
comunidades se constituyen finalmente en polinizadores (De la Torre, ibíd.) de una
125

conciencia global y una espiritualidad cósmica.

Soy mestizo porque soy nativo, soy mestizo porque reconozco esa mezcla que hay
dentro de mí, tenemos ese conocimiento ancestral (Ana Mestiza, Llamado de la
Montaña, 2015).

Figura 65. Altar que simboliza la unidad de las cuatro razas.


Fuente: Foto tomada por Erika Muñoz, Anthakarana, 2015.
126

Enlazada 8. Reconexión con la madre tierra-tejido de vida en espiral

Subpregunta de investigación a abordar:


¿Existe un proceso de re-conexión con la naturaleza en los integrantes de las
ecoaldeas estudiadas? Y, si es así, ¿cómo se expresa?

8.1. Las ecoaldeas: organismos vivos tejidos en la Madre Tierra

Si bien existe un acuerdo general en GEN sobre la definición de ecoaldea, es posible


evidenciar como las distintas comunidades configuran y significan un sentido propio en
torno a esta. Esto se encuentra altamente demarcado por una serie de condiciones
geográficas, climáticas, culturales, sociales y, por ende, de las condiciones históricas. De
manera que, una ecoaldea en Latinoamérica cuenta con unos rasgos distintivos que
posiblemente la diferencian de otras ecoaldeas ya sea en Europa o de cualquier otra latitud
del planeta. Entonces, se podría decir que el mundo de las ecoaldeas es múltiple y diverso,
con una gama amplia de posibilidades.
Al rastrear las características de algunas ecoaldeas en Colombia, se logran identificar
aspectos comunes y singulares. A la hora de comprender el por qué se conforman estas
ecoaldeas, emergen tres aspectos centrales:
1. la necesidad de habitar en la naturaleza
2. la posibilidad de cultivar relaciones éticas de cuidado de sí, cultivar relaciones éticas
con los demás y con la naturaleza
3. vivir en comunidad con un propósito intencionado.
Vivir en contacto con la naturaleza se convierte en uno de los principales motivos para
iniciar este camino en comunidad; lo cual responde en gran medida a una necesidad
profunda de recordar el origen y el vínculo con la Madre Tierra. En este sentido, se
presenta un llamado a recordar las raíces, los saberes y prácticas ancestrales. Es un llamado
a escuchar la palabra de los abuelos, estos seres que encarnan en su propia historia la
cosmovisión de los pueblos de originarios. Como diría Huanacuni “desde la cosmovisión
originaria, todos somos hijos de la Madre Tierra y el cosmos” (2010, p.73).
En consonancia con lo anterior, Daniel Taroppio afirma que “todas las culturas en la
historia de la humanidad contaron con alguna forma de mito que les brindaba sentido de
origen y trascendencia, y ese mito estaba siempre ligado al Cosmos” (p.56). Como se
nombró anteriormente, gran parte de la sociedad actual vivencia una orfandad o
inconsciencia cósmica (Taroppio, 2012), dejando a un lado aquellos mitos y prácticas que
permiten recordar el sentido de origen y el vínculo primordial con el universo. No obstante,
co-existen líneas de fuga, como es el caso de las ecoaldeas; una apuesta en comunidad por
el retorno al origen y el re-encuentro con la Madre Tierra y nuestra naturaleza primordial.
En segundo lugar, se evidencia una necesidad sentida por cultivar relaciones éticas de
cuidado de sí, de las relaciones con los demás y la naturaleza.
En consonancia a lo recién nombrado, las ecoaldeas responden al propósito de vivir en
comunidad, con una intención definida; es decir, son comunidades intencionales.

Las ecoaldeas son comunidades intencionales, que en algún momento decidimos vivir
con más gente, con el objetivo de ser más autosostenibles, en el contexto de generar
alternativas de vida. Una realidad que tenga la posibilidad de sostenerse a sí misma.
127

(Conversaciones con Camila, Aldeafeliz, 2015)

Dicha intención puede variar de ecoaldea en elcoaldea, pero también puede llegar a ser
afín a diversas ecoaldeas, como es el caso de aquellas que buscan vivir en armonía consigo
mismo, con los demás y con la naturaleza. En lo anterior aparece un elemento central
dentro de las ecoaldeas, una búsqueda por construir relaciones en clave de armonía. En
palabras de algunos ecoaldeanos:

Ecoaldea es un asentamiento humano que busca existir en armonía con los elementos
naturales del lugar y con los seres humanos que se juntan en ese mismo lugar.
(Conversaciones con Seija, Aldeafeliz, 2015)
Es un modo de vida donde tratamos de armonizarnos. (Conversaciones con Deyanira,
Anthakarana, 2015).
Es un proceso comunitario que tiene por objetivo mejorar la calidad de vida de las
personas, que estén en armonía con su entorno y consigo mismo, propicien unas
mejores relaciones personales y espirituales (Conversaciones con Osiris,
Anthakarana, 2015).

La búsqueda de la armonía tiene que ver con la comprensión de la ecoaldea como un


organismo vivo que interacciona y es interdependiente con la Madre Tierra o Tejido de la
Vida en Espiral.

8.2. Comprensión de la naturaleza como Madre tierra-tejido de vida en espiral

En la presente investigación, uno de los aspectos analizados, fue el número de veces que
apareció mencionada la palabra Tierra para describir el concepto de naturaleza. Con un
total de 130 veces enunciada. En donde el sustantivo del término Tierra más nombrado fue
el de Madre26, con lo cual la Naturaleza se asocia a lo maternal y a lo femenino.
La Naturaleza se concibe como el lugar que se habita y que permite propiciar, gestar y
mantener la vida; es la dadora de vida, un ser y no solamente un lugar, que permite el
cuidado y el amor. Este es un concepto muy arraigado al interior de las comunidades
originarias de Latinoamérica.

26
Según la historiadora feminista Gerda Lerner (1990), en las evidencias arqueológicas que datan a partir del
cuarto milenio antes de Cristo, se aprecia a la diosa madre acompañada de árboles, cabras, serpientes,
pájaros, huevos y distintos símbolos vegetales. Dichos simbolismos aunados a los mitos de origen, han sido
interpretados como un sistema de creencias animistas que rinden culto a la deidad femenina para celebrar la
fertilidad y la unión entre humanos y la naturaleza!"(Citado en Giraldo, 2014, p. 70)
128

-
Figura 66. Conteo de palabras de conversaciones y notas de campo.
Fuente: Unidad Hermenéutica, Atlas.ti 7, 2017.

El conocimiento de los abuelos y abuelas procedentes de comunidades originarias


ayuda a reforzar la definición y la comprensión de la naturaleza en toda su
multidimensionalidad (Conversaciones con Camila, Aldeafeliz, 2015). Ellos, los abuelos y
las abuelas, son dadores de elementos prácticos y filosóficos frente a cómo comprender la
relación del ser humano con todos los seres y las manifestaciones de la vida en la
naturaleza.
Estos saberes se recrean a través de las experiencias y las dinámicas propias de las
ecoaldeas. Para lo ecoaldeanos en la Madre Tierra existen lugares visibles y no visibles, y
los lugares no visibles pueden representar espacios espirituales o sagrados. Entonces esas
comprensiones de la naturaleza van brindando unos entendimientos relacionales, de
cuidado, de protección y de veneración.
En las ecoaldeas los términos tierra, madre tierra y territorio son concebidos como un
ser, se le da una concepción en el sentido de que la tierra está viva, es un organismo. Al
comprenderla de esa manera, la relación con la naturaleza se transforma.

Esa palabra de lo natural es simplemente volver a escuchar el corazón. A


desenredarlo para volverse a guiar.
De todos depende a dónde queremos llegar.
Nadie es más importante, pero todos somos supremamente esenciales
(Conversaciones con Camila, Aldeafeliz, 2015).

Es precisamente desde esta concepción de la naturaleza, que las ecoaldeas han


construido un estrecho vínculo con el lugar que habitan, no sólo con el espacio físico sino
con el espacio- ser vivo- que gesta y favorece la vida desde el cuidado y el amor. De ahí
que, se pueda hablar de una reconfiguración de la naturaleza y una reconexión con esta,
129

pues se establece una relación profunda y sagrada en tanto provee un soporte espiritual,
emocional y material.
Lo anterior, toma forma y contenido al adoptar los saberes ancestrales de los pueblos
originarios, otra de las razones por las cuales se habla de reconexión, pues de la memoria
de lo vivido nace la apuesta en las ecoaldeas de tejer en forma de doble espiral la relación
con la vida en su completud. La doble espiral de la vida es un saber que las ecoaldeas han
recibido de los pueblos Misak y Muyska.
La espiral surge desde el centro del sí mismo expandido (el ser individual), luego
transita de manera expandida hacia las relaciones interpersonales (la comunidad) y
seguidamente se expande más amplio hacia las relaciones con la naturaleza (Madre tierra,
espíritus, otras manifestaciones de la vida no humanas), luego de ese estado en espiral se
transita hacia otra espiral que empieza a contraerse desde las relaciones con la Madre
Tierra, contrayéndose hacia las relaciones en comunidad para retornar al centro del sí
mismo, conformando así una doble espiral de la vida.
Por consiguiente, se comprende el devenir de los ecoaldeanos como un movimiento en
doble espiral, donde hay momentos en que las personas se refugian en su intimidad,
momentos para estar en familia y otros para compartir en comunidad. Así pues, algunos
ecoaldeanos podrían estar más dedicados a sus procesos de sanación y desarrollo personal,
mientras otros se encuentran enfocados en realizar acciones de carácter comunitario, o
incluso podrían estar representando la ecoaldea en redes nacionales e internacionales.
Además, si miramos en el tiempo esta misma dinámica de procesos desde lo individual
hacia lo colectivo pasa dentro de un mismo ecoaldeano, hay periodos de introspección,
otros de trabajar hacia afuera, etc. Estos procesos a diferentes escalas del ser en la espiral
se conectan e influencian mutuamente. (Figura 67)

Figura 67. Comprensión de la Naturaleza como tejido de vida en espiral.


Fuente: Autora, basada en trabajo de campo en las ecoaldeas.
130

Estos tránsitos de la vida ocurren de acuerdo a las necesidades y/o condiciones de cada
ecoaldeano o de la comunidad misma. Es totalmente dinámico. En palabras de ellos:

Lo más importante de todo eso, es que todo esté guiado desde el espíritu. Yo no
hago, yo consulto. Yo no tomo decisiones individuales, basadas en mis intereses
personales, yo le pregunto al tejido de la vida y desde ahí actuó (Conversaciones
con Juan Esteban, Aldeafeliz, 2015).

De otro lado, se asume que la naturaleza deviene en ciclos de transformación y el hecho


de habitarla brinda mayores posibilidades de conexión con los ritmos y ciclos naturales; lo
cual permite recordar que todos los seres vivos – entre estos los seres humanos - , el
cosmos y el entorno presentan unos ciclos naturales. De este modo, se comienza a respetar
y comprender como estos ritmos van asociados con la espera, en tanto todo acontece en un
tiempo y un lugar; ejemplo de ello es lo que se vive en el cuidado de la huerta.

Comprender a la naturaleza como eso que estamos acá, somos nosotros, somos
parte de la naturaleza. Y que huella tan grande es la que dejamos.
Hay fuerzas elementales ineludibles que nos pasan todo el tiempo y de ellas no
podemos escapar, están ahí funcionando para que todo y todos estemos bien.
(Conversaciones con Osiris, Anthkarana, 2015)

Los ecoaldeanos sostienen que vivir en el campo les ha permitido estar más cerca de la
naturaleza, lo que no permite la ciudad por sus dinámicas aceleradas. En el campo se
genera, para ellos, la posibilidad de vivir con tranquilidad, con la sensación de sosiego y la
comprensión del ser en relación con la naturaleza.

Vivir más cerca de la naturaleza me ha brindado la posibilidad de relacionarme de


otra forma con ella, una forma más tranquila, más amena, más cercana con ella.
Lo que ha cambiado también mi forma de ver la vida. (Conversaciones con Osiris,
Anthakarana, 2015)

La naturaleza también es observada, comprendida como un espacio-ser que ha sido


afectado, impactado negativamente. En las ecoaldeas es clara la crisis ecológica y las
afectaciones generadas por la visión antropocéntrica en esta, y frente a ello la desafiante
propuesta de reconfigurar las relaciones e intentar un vínculo real y distinto con la
Naturaleza.

Ecoaldeas son comunidades intencionales, que en algún momento decidimos vivir


con más gente, con el objetivo de ser más autosostenibles, en el contexto de
generar alternativas de vida. Una realidad que tenga la posibilidad de sostenerse a
sí misma.
Las estrategias de esa sostenibilidad varían enormemente de ecoaldea en ecoaldea,
unas logran más cosas que otras, pero es con ese objetivo de la sostenibilidad, en
el marco general del cuidado de la gente y el cuidado de la tierra. El cuidado de la
gente es la auto-observación de mis patrones, qué puede mejorar, cómo
fomentamos relaciones cada vez más nutritivas, más sinceras, más amorosas.
131

Donde le permitimos al otro, en respeto profundo, que transite su camino. El


cuidado de la naturaleza que viene siendo nuevas prácticas de cuidado y de
conciencia. De qué es un residuo, de cómo manejarlo; de qué es el agua, de cómo
manejarla; de qué es comer de tu huerto; del intercambio, de sanación, con el
contacto directo con la tierra. (Conversaciones con Camila, Aldeafeliz, 2015).

En las dos comunidades se parte de la siguiente afirmación “todos los que habitamos la
tierra, somos naturaleza”. El ser humano es comprendido como integrante de la naturaleza,
dentro de la tierra, dentro de la madre tierra; por lo cual se plantea que el primer territorio
en la tierra, es el territorio propio, el territorio corporal, el territorio del sí mismo, y en la
medida en la que se vaya conociendo y comprendiendo el territorio personal, se puede ir
conociendo y comprendiendo los otros territorios externos, los otros lugares y los otros
seres.
Cuando se habla de Madre Tierra también se hace referencia a la relación con el
cosmos, cuando ellos manifiestan su cosmovisión de naturaleza, lo primero que
argumentan y expresan es que el primer territorio es el individuo, el segundo territorio es la
madre tierra y el tercero es el cosmos. Siempre hay una relación entre la Madre Tierra y el
Cosmos, que no solamente se pueden comprender desde lo humano sino también desde lo
planetario, desde comprensiones cósmicas.
Otro aprendizaje obtenido en su relación con el tejido de la vida, lo reflejan las palabras
de Margarita Zhetelius al plantear que, el cuidado y las prácticas de cuidado frente a la
naturaleza y al territorio son tan importantes recuperarlas desde el saber tradicional, desde
las comunidades originarias, como también desde las innovaciones propuestas en Europa y
Estados Unidos; ella hace mención a un aspecto de reconciliación Norte-Sur, en tanto en el
sur, desde los pueblos originarios hay un saber muy importante que recobrar para poder
entender y cuidar los territorios; como desde el Norte donde se han desarrollado diferentes
tecnologías que también apuntan a la sustentabilidad y el cuidado (Notas de campo,
Llamado de la Montaña, 2015).
Gran parte de los ecoaldeanos han venido cambiando su manera de ver la naturaleza, su
manera de concebirla y comprenderla, desde la fundación misma de las ecoaldeas. Los
fundadores de estas dos ecoaldeas, por ejemplo, concebían la naturaleza como algo
externo al ser humano, como el entorno que rodea al ser humano y le provee de vida, era
una visión instrumentalizada, exteriorizada, en la que se concebía a la naturaleza con unos
seres y con unos elementos distintivos de los seres humanos, siempre era visto como algo
externo y distante, no tan cercano al ser humano. En ese proceso de cambiar sus estilos de
vida, de vivir en la ecoaldea, fueron comprendiendo que su misión era la de recordar el
origen, volver a cuidar y escuchar a la Madre Tierra y eso significa también escucharse y
cuidarse a sí mismos.
Para concluir, un canto y Danza de Paz en honor a la Madre Tierra, escuchado en la
ceremonia de Bautizo durante el trabajo de campo en Anthakarana (2015):

La tierra es nuestra madre debemos cuidarla (bis)


hey ango, oh iango, hey iango, heie.
El suelo que tú pisas bendice con tus pies (bis)
hey ango, oh iango, hey iango, heie
132

8.3. Co-creando una ética simbiótica hacia el Buen Vivir

El objetivo de la ecoaldea no es hacer dinero,


pero la vida es hermosamente irónica porque la creación de un lugar
y un estilo de vida alternativo a los valores del consumo,
el amor a la naturaleza visible en hechos,
y aun más la creatividad y autonomía ética de este proyecto
se pueden configurar en si como un producto perfectamente sintonizado
con las necesidades y preocupaciones vitales de nuestra época.
Es un producto para un consumidor ético cada vez más necesitado.
Generando una oferta única y atractiva,
haciendo posibles los sueños de una comunidad con visión.
(Carlos Rojas, carta de invitación)

Anthakarana y Aldeafeliz han definido los siguientes principios éticos que sostienen y
guían sus comunidades:

Aldeafeliz Anthakarana

Honestidad Diálogo
Amor
Respeto Medicina
Libertad
Responsabilidad Esperanza
Solidaridad Felicidad
Equidad Laborar
Participación Arte

Figura 68. La configuración de nuevos valores.


Fuente: Autora.

Todos y cada uno de los valores de estas ecoaldeas constituyen una ética simbiótica que
transita en cada uno de los tránsitos del tejido de vida en espiral. Existen dos valores que
coinciden en ambas comunidades: el amor y la libertad. La libertad de ser, de hacer y de
sentir va muy asociada a la afirmación del amor y del cuidado de las relaciones.

El cuidado de la gente es la auto-observación de mis patrones, qué puedo mejorar,


cómo fomentamos relaciones cada vez más nutritivas, más sinceras, más amorosas.
Donde le permitimos al otro, en respeto profundo, que transite su camino.
El cuidado de la naturaleza que viene siendo nuevas prácticas de cuidado y de
conciencia. De qué es un residuo, de cómo manejarlo; de qué es el agua, de cómo
manejarla; de qué es comer de tu huerto; del intercambio, de sanación, con el
contacto directo con la tierra.
El orden natural tiene que ver con la fuerza del amor. Es que hay una fuerza
fundamental que guía todas las expresiones de conciencia y de materia del
universo y es el amor. (Conversaciones con Camila, Aldeafeliz, 2015)
133

En ese sentido, existen valores orientados hacia el cultivo del ser individual como son:
la medicina, la esperanza y la felicidad. Otros valores se ubican en el tránsito comunitario
como son: la honestidad, el diálogo, la solidaridad, la equidad y la participación. Otros son
orientados a realizar las prácticas en consciencia como: lo es laborar, que en Anthakarana
significa hacer la labor en oración, y el arte que se convierte en un principio orientado a
incluir dentro de las prácticas expresiones culturales y artísticas de celebración de la vida.
Los valores como el amor, el respeto y la responsabilidad tienen que ver con el cuidado
de todas las relaciones en su reciprocidad y complementariedad, apelando a relaciones de
interdependencia entre humanos y entre los humanos en la naturaleza.
Allí se puede plantear que, estos valores invitan a una relación simbiótica con el
territorio, de modo que la ecoaldea evite ser una intrusa en el territorio sino que por el
contrario se asocie de manera armónica con el territorio; un ejemplo son las
bioconstrucciones que cuentan con techos vivos, donde se construyen huertas o coberturas
vegetales que permiten que se pueda cultivar alimento o expandir la cobertura vegetal del
territorio. Otro ejemplo es la siembra de árboles que busca la restauración vegetal de los
suelos y de los ecosistemas. El establecimiento de huertas sinérgicas es otra propuesta
simbiótica que busca crear pequeños agrosistemas, en el sentido que se cultive alimento o
plantas medicinales y a su vez se mantenga los ciclos biológicos.
Esta ética simbiótica es una ética de la relacionalidad, de la interdependencia, que busca
el mantenimiento de los diferentes ciclos y formas de vida que pueden existir en los
territorios de las ecoaldeas.
Sin embargo, e una ética simbiótica en transición, en camino, en devenir, debido a que
las ecologías de saberes requieren afianzarse mucho más en prácticas reales y ello invita a
superar los discursos, tal como lo expresa Nicolás:

Es un camino de vida, lo que uno está rezando adentro es lo mismo que uno tiene
que hacer con su vida, si uno está rezando al amor, la paz, la vida, la tranquila
pues eso es lo que tiene que hacer uno en su vida para ser ejemplo. Es la real
espiritualidad. La espiritualidad no está en quien hace más ceremonias, quien hace
más yapas o el que haga más ritos si no que la espiritualidad es el que sea más
coherente con su camino, con su vida. (Conversaciones con Nicolás del Camino,
Anthakarana, 2015)

Al momento de comprender las formas de habitar de los ecoaldeanos, se observa una


intención de coherencia entre sus distintas prácticas y, por ende, una necesidad de armonía
entre sus múltiples dimensiones de vida (social, cultural, ecológica y económica). En
palabras de dos ecoaldeanos, la experiencia de vida en una ecoaldea significa:

Un modo de vida donde tratamos de armonizarnos. De ser más simples y muy


coherentes. No es fácil esa ruptura que traemos de tantos años, nos cuesta muchas
cosas, que se van mejorando con el paso de los días (Conversaciones con Deyanira,
Anthakarana, 2015).
un proceso comunitario que tiene por objetivo mejorar la calidad de vida de las
personas, que estén en armonía con su entorno y consigo mismo, que propicien unas
mejores relaciones personales y espirituales (Conversaciones con Osiris,
Anthakarana, 2015).
134

Es así que, los ecoaldeanos plantean la necesidad de emprender procesos de sanación y


transformación personal, encaminados tanto a fortalecer su subjetividad como a cultivar
valores y principios éticos de carácter comunitario; valores que no solo implican las
interacciones humanas, sino también las relaciones con los lugares habitados en la
naturaleza, de allí el prefijo eco, que da cuenta de un compromiso y accionar orientado
hacia la ética ecológica.
135

Enlazada 9. Discusión. El desafío de tejer una ontología relacional para


transitar hacia el Buen Vivir

Moler (2012) en su estudio de ecoaldeas en Colombia, identificó una combinación-


holística-simbiótica en las relaciones cotidianas de éstas con la naturaleza, las cuales se dan
especialmente mediante prácticas espirituales. De igual forma, Gómez-Ullate (2004) en su
estudio sobre ecoaldeas en España, identificó relaciones simbióticas en las prácticas de las
ecoaldeas frente a la naturaleza. Tomando como referente estos hallazgos, se puede
advertir que, en Anthakarana y Aldeafeliz se expresa una ontología relacional en
transición en la que se tejen una diversidad de ecología de saberes, una ética simbiótica y
el propósito de un Buen Vivir.
Los saberes y las prácticas agenciados por las ecoaldeas en su relación con la naturaleza
son variados y múltiples, reconfigurando lo que se ha comprendido como ecologías de
saberes. Sucede entonces lo que Santos (2010, 2012, 2009) denomina una red de
interconocimientos y la intervención de los conocimientos en la realidad. De modo tal que,
el Mándala de la sustentabilidad se compone de una red de ecologías de saberes que a su
vez corresponde a un tejido de saberes y prácticas con conocimientos intuitivos,
ancestrales, campesinos, científicos, técnicos y espirituales tanto de Colombia como
procedentes de otros lugares del mundo.
Ahora bien, las ecologías de saberes que vienen emergiendo al interior de estas dos
ecoaldeas, estrictamente no constituyen ecología de saberes completas y acabadas, sino
que por el contario se encuentran en permanente co-creación y les exige a los integrantes
de las ecoaldeas nuevas búsquedas, nuevas investigaciones y procesos de revisión y
reflexión frente a lo que se aplica y frente a lo nuevo que llega.
Por ejemplo, en el caso de la sostenibilidad energética, aún no han logrado superar el
consumo de energía eléctrica. Como dicho servicio en las zonas rurales donde se ubican las
ecoaldeas es a muy bajo costo, tampoco hay un incentivo económico muy fuerte para hacer
el cambio. Lo mismo ocurre con la producción de alimentos que aún no es significativa, ni
es un eje primordial dentro de sus agendas, puesto que se han dedicado a las
construcciones de las viviendas, a los proyectos educativos, a resolver los asuntos de
convivencia social y de sostenimiento económico.
Estas necesidades que aún no han sido transformadas o suplidas, motivan entonces la
importancia de repensar el cumplimiento de los propósitos de las ecoaldeas.
De acuerdo con esto, Santos (2010, 2012) sostiene que la ecología de saberes incluye de
igual manera las ignorancias y los vacíos que se van agenciando de acuerdo a las
posibilidades de las comunidades; esto hace que la ecología de saberes en las ecoaldeas
tenga la capacidad de permanecer en una apertura de renovación (Giraldo, 2014).
Ahora, la ontología identificada en las ecoaldeas hace referencia a la transición de una
ontología dual, en la que existe una clara separación entre naturaleza y humanidad, hacia
una ontología relacional, en la que la mirada y las prácticas hacia la naturaleza se disponen
en una relación complementaria y de simbiosis (Escobar, 2016).
Ello le implicó a los ecoaldeanos reconfigurar sus concepciones hacia la naturaleza, de
modo que lo que para ellos la naturaleza era entendida como un agente externo, ajeno,
distinto y aprovechable, luego en el proceso de consolidación de las ecoaldeas y de su
intercambio con pueblos originarios fueron reconfigurando su mirada de la naturaleza
entendida ahora como madre tierra y tejido de vida en espiral.
136

En ese sentido, se reconoce que la naturaleza es histórica y culturalmente construida


(Escobar, 2016, p.84). La naturaleza occidental y la naturaleza desde la visión ancestral se
diferencian, en palabras de los pueblos indígenas, en que:

La tierra, en la noción occidental, se define como “el planeta que habitamos”,


“parte superficial del planeta”, “tierra no ocupada por el mar”, “material
desmenuzable de que principalmente se compone el suelo natural”, “suelo o pis
o” “terreno dedicado a cultivo o propio para ello”, “nación, región o lugar en que
se ha nacido”. En cambio, en el mundo de los pueblos indígenas, no es sino
Allpamaque, según la traducción literal, significa madre-
tierra. ¿Por qué esto de allpa‐mama?
Primero, hay una identidad de género: es mujer. Segundo, es lo más grande y sag
rado, es la generadora de vida y producción; sin ella, caemos en la nada, simplem
ente somos la nada o no somos nadie (Hidalgo et al., 2014, p.130).

De conformidad con lo anterior, Oviedo (2011) afirma que para entender que el ser
humano no se encuentra fuera de la naturaleza se parte de reconocer que todos los seres
vivos tienen el mismo valor y participan de manera interdependiente en los ciclos de la
vida.

El ser humano es un elemento más en el ciclo de la vida, y por lo tanto no es el


centro ni el fin de la vida, ni para acumular (capitalismo) ni para la igualdad
(socialismo) entre los hombres, sino para reactivar nuestra conciencia individual a
una conciencia total, siendo capaces de convivir y compartir en armonía con el
Todo (holismo). (Oviedo, 2011, p. 254)

De esta misma manera, la naturaleza se ha concebido desde el Pensamiento Sistémico


como una trama de vida integrada por sistemas vivos que interactúan en forma de red
(Crapa, 1996, p. 54).
De acuerdo con ello, Noguera (2004) aporta lo siguiente:

Emergimos gracias a un intercambio continuo de energía e información que nos


llega desde la tierra y desde la vida por las estructuras de base de las moléculas y de
los genes. Información que posibilita la comunicación en la emergencia humana, y
con ella el incremento de posibilidades de cooperación. (p. 66)

Por lo tanto, tierra, madre tierra y territorio son tres conceptos entretejidos, se pueden
distinguir en ciertos aspectos de contexto, pero finalmente guardan una definición similar,
contienen una carga significativa desde la sabiduría y la cosmovisión de pueblos
originarios, específicamente desde los conocimientos de comunidades indígenas locales.
Ahora bien, de acuerdo a esta una nueva concepción de la naturaleza, de la vida, los
ecoaldeanos han recreado una nueva ética, que puede ser comprendida como ética
simbiótica en transición. Las ecoaldeas estudiadas albergan una serie de valores que
constantemente orientan y monitorean cada una de las prácticas agenciadas al interior de
las ecoaldeas. Esta ética transita por cada uno de los niveles relacionales del tejido espiral
de la vida o de la madre tierra, de modo que está presente en los aspectos personales del sí
137

mismo, en las relaciones con los demás y con la naturaleza siempre bajo el principio
simbiótico de la complementariedad y el cuidado de estas relaciones; lo que puede permitir
entonces la posibilidad de la sustentabilidad y el buen vivir (Chaves et al., 2017a).
Por ejemplo, las ecologías de saberes que componen la dimensión ecológica buscan
satisfacer las necesidades de los ecoaldeanos mediante el uso del agua, del suelo, etc., y
estos a su vez intentan generar el menor impacto posible cuidando de los ciclos naturales
de estos, en un intento por recuperar los suelos, evitar producir aguas contaminadas, lo cual
significa una relación simbiótica en la que los ecoaldeanos se aprovechan del entorno que
habitan y a su vez lo cuidan, lo potencian, buscan restablecer los ecosistemas que habían
sido deteriorados o simplemente buscan conservarlos.
Otro reflejo, de la ética simbiótica se puede observar en las ecologías de saberes de la
dimensión cultural, donde se intenta que cada acto como el de compartir alimentos,
sembrar la luna, realizar círculos de encuentro, entre otros, vayan acompañados de un
gesto que honre y sacralice la madre tierra y todo lo que ella alberga. Como bien lo plantea
Gaia Education (2012) “la ética y la práctica de honrar y restaurar la naturaleza queda
fácilmente incorporada en el estilo de vida de las ecoaldeas” (p. 92).
La intencionalidad de las ecoaldeas estudiadas va disoñada en el cuidado, expansión y
reproducción de la vida en un sentido amplio, en la medida que también representa una
ética del bien común (Farah y Vasapollo, 2011; Oviedo, 2008). Esta propende por el
mejoramiento de las condiciones de vida y genera continuamente cooperaciones para
sostener la vida y generar alianzas con otras ontologías (Chaves, 2016).
Oviedo (2011) menciona que el Buen Vivir es un proceso integrativo, simbiótico y
místico, en el que la sabiduría ancestral es posible junto con la ciencia holística como
sincronía simbiótica, entonces esa ética simbiótica vivida en las ecoaldeas perfectamente
refleja un tipo de agenciamiento de buen vivir materializado en las ecologías de saberes.
Desde la concepción del Buen Vivir, la vida es una totalidad en interconexión que debe
ser entendido como un organismo vivo; del mismo modo, una ecoaldea es considerada
un organismo vivo.
En palabras de un ecoaldeano, quien retoma el pensamiento Muyska, el Buen Vivir
conlleva un ejercicio de introspección, una revisión de adentro hacia afuera, es decir, del
ser hacia la comunidad. Lo anterior requiere a su vez del cultivo de lo humano, y por
consiguiente, el fortalecimiento de la cultura, de la ancestralidad y a la comprensión de la
ley de origen. Estas comprensiones responden a un principio de complementariedad entre
los seres y ciclos de vida (Huanacuni, 2010).
Por consiguiente, los saberes ancestrales de los pueblos originarios fundamentan las
comprensiones construidas por los ecoaldeanos frente a la Madre tierra - Mama Kiwe
(lengua Nasa), Pacha Mama (lengua Quechua y Aymara), Abya Yala (lengua Kuna). Como
se nombró anteriormente, en ella se conectan todos los seres y formas de vida que hacen
parte del entramado de la vida, entre estos animales, plantas, seres humanos, astros, agua,
espirituales y cósmicos; entonces, la “naturaleza es absolutamente todo”, como así lo
expresa Seija (Aldeafeliz, 2015). En este sentido, la Madre tierra se convierte en el soporte
que lo contiene e integra todo; un soporte tanto material, emocional como espiritual.
Como bien lo señala Capra (1996) se trata de un paradigma que tiene una visión del
mundo donde “como individuos y como sociedad, estamos todos inmersos en (y finalmente
dependientes de) los procesos cíclicos de la naturaleza” (p., 28).
Sin embargo, el hecho de vivir, de habitar en la naturaleza no implica directamente un
138

cambio o una transformación de las personas que habitan en ese territorio. Debido a que es
un proceso de conexión, es necesario entenderlo como un ciclo mediante el cual se
adquiere consciencia de sí mismo, de los otros y del entorno, en un auto- reconocimiento.
Entonces, aquí la naturaleza lo que hace es apoyar y proveer algo distinto al caos – la
crisis manifiesta de la ciudad- y brindar ese espacio de fuga, para auto-reconocerse, estar
en quietud y poderse auto-observar a partir también de la relación con los demás y el
entorno, eso implica un auto-reconocimiento y a su vez un reconocimiento de lo otro no
humano, de toda la magnitud de la vida, de lo vivo y del misterio (espíritus, ancestros,
entidades de la naturaleza, etc.).
En palabras de Oviedo (2011):

(…) la relacionalidad es de complementariedad entre elementos diversos y


diferentes; lo que implica actos: de cosmunión, de vincularidad, de reciprocidad, de
correspondencia, de proporcionalidad, de polaridad, de paridad… La realidad son
las infinitas interrelaciones que componen el Todo (p. 82,86).

Hay otro aspecto a resaltar allí y es el acercamiento a la naturaleza mediante prácticas


espirituales. En estas ecoaldeas se vivencian rituales como el temazcal, la búsqueda de
visión, la siembra de la luna de las mujeres y las danzas de paz. También configuran
lugares sagrados al interior de sus ecoaldeas donde realizan pagamentos, agradecimientos,
peticiones y diferentes rituales dependiendo de la intencionalidad.
Sin lugar a dudas para los ecoaldeanos el proceso espiritual personal, que otros también
denominan proceso terapéutico o de reconocimiento del ser, va íntimamente asociado y
conectado con el proceso de acercamiento a la naturaleza. Existiendo diversas formas,
todas ellas validas, para que las personas desde su proceso consciente decidan como
caminarlo. Por lo cual, algunas eligen la tradición indígena27 y otros las practicas
terapéuticas.
El encuentro consigo mismo ha sido denominado por diversos autores como
“reverdecimiento del sí mismo” (Joanna Macy), “ecología traspersonal” (Warwick Fox)”
ecopsicologia (Theodore Roszak) entre otros, que en definitiva dan cuenta del vínculo
entre ecología y psicología desde la concepción de “ser parte de la trama de la vida (…)
inclinados al cuidado de toda naturaleza viviente” (Capra, 1996, p. 33).
En las palabras de Ceceña (2013) “todos y todas somos parte de esa naturaleza que
solemos llamar madre tierra, habría que decir con mayor precisión que la interacción
interna, que las articulaciones virtuosas entre todos sus componentes, son justamente las
que las hacen posible, las que le dan vida” (p. 9).
En el caso de Aldeafeliz, si bien es una comunidad que no camina una tradición
indígena específica, si han recobrado el pensamiento Muyska, aunque teniendo unas
visiones integrales de otras tradiciones y cosmovisiones, que guardan cierta cercanía con el
lenguaje indígena colombiano.

27 Para los indígenas andinos la Pachamama


es el espíritu de toda la naturaleza o del universo, que engloba a los espíritus del fuego (Nina), del agua (Yak
u), del viento (Wayra) y de la tierra (Allpa); por eso, la naturaleza, como universo, es la Pachamama o “ma
dre del universo”, pero, como tierra o territorio, la naturaleza es también Allpa Mama
o “madre tierra” (Kowii, 2009 citado en Hidalgo et al.,, 2014, p. 56).
139

En Anthakarana se presenta un tejido de diferentes saberes, aunque también con una


carga indígena y ancestral muy evidente.
Por ende, este ejercicio que vienen realizando los nativos-mestizos, puede ser entendido
como un proceso de desterritorialización del saber ancestral, así lo denomina De la Torre
(2014). Existe una desterritorialización espiritual del saber ancestral y, por tanto, comienza
a ubicarse en nuevo territorios, en territorios mestizos. Entonces la palabra ancestral
aparece en otros lugares y espacios no precisamente propios de los indígenas. De la Torre,
menciona que el proceso de desterritorialización del conocimiento ancestral, puede llegar a
poner en riesgo la autoridad de los indígenas frente a su saber; como también, puede ser
una gran posibilidad de polinizar saberes o poder trasmitirlos a muchos otros. Por eso, De
la Torre, los nombra como polinizadores de una conciencia global.
En este sentido si se revisa la categoría de mestizaje dentro de las nuevas propuestas de
relación humanidad-naturaleza, como es el paradigma del buen vivir, se puede plantear que
el autoreconocimiento de los ecoaldeanos como seres mestizos apela a un tipo a un
mestizaje postcolonial donde el mestizaje es la oportunidad de superar el colonialismo
(Santos, 2007; Chaves, 2016).
Esto se hace evidente en la reconfiguración de ecologías de saberes autónomas y
empoderadas como por ejemplo:
 Abandonar el sistema democrático y empezar a experimentar la sociocracia.
 Los proyectos educativos alternativos y autónomos que no dependen de un
registro formal, ni de pedagogías convencionales y tradicionales.
 Las alternativas ecológicas de consumo, como el uso de toallas higiénicas de tela
para mujeres y que además involucra un asunto espiritual.
 Rescatar las antiguas formas de parir en casa sin depender en estricto del sistema
hospitalario
Todos aquellos rituales, ceremonias, saberes y prácticas que intentan buscar alternativas
no convencionales de vida y que sin lugar a duda están planteando un alto sentido de lo
político, en términos de autonomía y empoderamiento dentro de sus comunidades y que no
sólo se agencia en los local sino que se entreteje mediante las alianzas con otros pueblos y
procesos.
Ahora bien, existen unas críticas frente a este nuevo ser nativo-mestizo, las cuales
corresponden a las experiencias comunitarias y espirituales, como son las ecoaldeanas,
pues continúan en un estado de negociación en cuanto al sentido de lo que se ha
denominado mestizaje; esa negociación de sentido implica unas tensiones y conflictos
culturales. Según De la Torre, estas tensiones pueden provocar un proceso acelerado de la
desindianización, en tanto se surte un riesgo de invisibilizar a los pueblos y las costumbres
indígenas tal como sucedió en la Conquista.
Para Bonafil (1995), el mestizaje es un mito de la fusión armónica que implica una
contradicción: asumir el riesgo de la contradicción, en la medida que el mestizaje nunca
logrará una identidad propia, sino que por el contrario seguirá incentivando la exclusión de
los saberes indígenas y étnicos. Finalmente, una crítica que plantea De la Torre (2014) en
esta nueva tendencia de tribus mestizas, es el hecho de que acoger saberes indígenas puede
desencadenar en un nuevo tipo de economía neochamánica, como el turismo espiritual o el
supermercado espiritual, o lo que llama la abuela Angélica de la Ecoaldea Atlántida: “el
consumo chamánico” (Llamado de la Montaña, 2015).
Anthakarana y Aldeafeliz se enfrentan además a otros desafíos como son la
140

sostenibilidad económica, la sostenibilidad alimentaria de sus miembros, la sostenibilidad


de la comunidad en el tiempo y la integración real de sus niños y jóvenes en el proceso de
consolidación de sus comunidades. De modo tal que, transitar hacia la sustentabilidad y el
Buen Vivir que se han fijado como propósitos, requiere de un continuo fortalecimiento del
tejido de conexión con la naturaleza que vienen agenciando, así como la creación de
nuevas y novedosas miradas y acciones que les permita cada vez más arraigarse a sus
territorios en el que sus hijos y las venideras generaciones logren también hacerlo, porque
ya se han convertido en un referente de vida para muchas personas y colectivos que desean
transformar sus hábitos y estilos de vida.
En los ecoaldeanos, la recuperación de saberes culturales frente al cuidado de la
naturaleza se encuentra muy ligado al mundo espiritual, ello se evidencia en las prácticas
rituales –como son el temazcal y la búsqueda de visión-, en estas se logra evidenciar una
relación más directa con los elementales de la naturaleza. Dichos saberes ancestrales se
concretan en prácticas y espacios específicos de las ecoaldeas, como son los espacios
sagrados, los espacios dedicados para el cultivo y los animales, los espacios para la misma
protección, cuidado y conservación, entre otros. Estas comprensiones no son sólo de
cuidado y protección del territorio físico, sino también de las relaciones en general, con los
otros y la trama de la vida en su totalidad.
Sin lugar a dudas para los ecoaldeanos el desarrollo espiritual, que otros denominan
proceso terapéutico, va íntimamente ligado a esta conexión con la Madre Tierra; y cada
ecoaldeano vivencia este mundo de lo sagrado desde su propia construcción, ya sea desde
las múltiples corrientes filosóficas y espirituales de Oriente, el pensamiento ancestral de los
pueblos originarios o desde propuestas de carácter terapéutico de occidente.
141

Conclusiones del tejido investigativo

Las ecoaldeas Anthakarana y Aldeafeliz surgieron como iniciativas de personas que


decidieron hacer un alto en su vida para transformar su ser y aportar al cambio socio-
ecológico, razón por la cual decidieron juntarse con otros y construir comunidades en
zonas rurales.
Vivir en el campo se constituyó en la garantía para cumplir con dos intencionalidades:
1) cuidar, reconocer y comprender la Madre Tierra en su multiplicidad de formas y
manifestaciones, y 2) permitir que el ser individual se conectara con su propia esencia
vital.
Los ecoaldeanos han descubierto que el sólo hecho de habitar el campo no implica que
los cambios individuales y colectivos se den por sí solos, sino que estos requieren de un
proceso de conciencia y de convivencia que se perfecciona con el tiempo y con las
experiencias cotidianas.
Estas ecoaldeas han logrado a los largo de 10 años, aproximadamente, decidir, gestionar
y disoñar sus propias formas de vida; ello implica, en un contexto de hegemonía capitalista
y de crisis civilizatoria, un alto nivel de participación y organización pero sobre todo de
autodeterminación, de responsabilidad y de resiliencia que les ha permitido sostenerse
superando las crisis y los conflictos internos. Asimismo, han abordado el desafío de
superar la ontología dual propia del pensamiento moderno-occidental, en la que existe una
clara separación entre humanidad y naturaleza, sustituyéndola por una ontología
relacional, mediante la cual vienen co-creando ecologías de saberes que les permiten
expandir las posibilidades de conexión con la naturaleza.
Es así como, las ecoaldeas estudiadas afrontan claramente la problemática ecológica de
la contaminación, del consumismo, del aprovechamiento exacerbado e inadecuado de los
bienes de vida, que como se argumentó hacen parte del conjunto de efectos de la crisis
civilizatoria devenida por la separación humanidad-naturaleza. Ahora, estas ecoaldeas
configuran propuestas prácticas y concretas de carácter socio-ecológico de nuevos
relacionamientos entre seres humanos y la naturaleza, donde se intenta desaparecer la
mirada extraña de la naturaleza y en su lugar se convierte en una mirada hacia sí mismo en
conexión con el todo, con la madre tierra. De modo tal que, las experiencias de estas
ecoaldeas se configuran como soluciones reales, prácticas y vigentes de transformación del
estado de cosas de la crisis global y se forjan como la esperanza para continuar co-creando
otros y variados mundos posibles en conexión con el tejido de la vida.
Ahora bien, es posible advertir que en Anthakarana y Aldeafeliz se identifica una
ontología relacional de reconexión en la naturaleza entretejida por la emergencia de una
epistemología de la reconciliación, integrada por la reconfiguración de saberes y prácticas,
interpretadas bajo la categoría de ecologías de saberes; la comprensión de la naturaleza
como Madre Tierra o Tejido de vida en espiral; el ejercicio de principios y valores
individuales, comunitarios y de vida, comprendidos como una ética simbiótica, y la
acogida del paradigma del Buen Vivir, experimentado como un Buen Vivir Mestizo.
(Figura 69)
142

Figura 69. Síntesis de la relación humanidad y naturaleza presente en las ecoaldeas.


Fuente: Autora.

Se puede plantear que, en el proceso de reconexión de los ecoaldeanos en la naturaleza


se viene agenciando una epistemología de la reconciliación, en el sentido que, en el
devenir de las ecoaldeas, en sus aprendizajes, en sus acercamientos a conocimientos
diversos, en sus acercamientos a prácticas diversas, se han producido nuevos saberes y
nuevas prácticas. Se teje, entonces una ecología de saberes que articula conocimientos
urbanos, académicos, campesinos, indígenas, espirituales y hasta intuitivos. El
conocimiento intuitivo hace referencia a las reflexiones o emociones propias de los
ecoaldeanos al momento de tomar una decisión y que no necesariamente pasa por un saber
indígena, técnico o de otro tipo.
Las ecologías de saberes son validadas en sus dinámicas concretas y reales de vida
comunitaria. Son ecologías de saberes repensadas y reconstruidas que finalmente permiten
la producción de un nuevo conocimiento nativo-mestizo-consciente. Con lo cual emerge
una epistemología de la reconciliación en la que es posible reconciliar el pensamiento del
sur y el pensamiento del norte.
Esta construcción de una epistemología de la reconciliación es posible en el ser nativo-
mestizo-consciente por sus cualidades, por sus capacidades y por la habilidad que posee en
su autonomía de poder integrar saberes diversos, de modo que busca la reconciliación
consigo mismos, la reconciliación con la comunidad, con los pueblos del sur y del norte, y
la reconciliación en la naturaleza
En cada uno de los pilares de la sustentabilidad definidos por la Red Global de
Ecoaldeas: el social, el ecológico, el cultural, el económico y el diseño de sistema
completo, es posible identificar una variedad de ecologías de saberes creadas por los
mismos ecoaldeanos en su intención de reconectarse con la naturaleza. Ecologías de
saberes que logran ser el resultado de un entretejido de saberes y de prácticas ancestrales,
campesinas, urbanas, científicas y tecnológicas, soportadas en los principios de la
143

sustentabilidad y del buen vivir. Estos principios integran una serie de valores que los
mismos ecoaldeanos han definido de manera autónoma y que constituyen un modelo de
ética simbiótica, siendo el valor del amor el eje fundamental que motiva el cuidado del
tejido de la vida en espiral.
Si bien las ecoaldeas han acogido el sentido indígena del Buen Vivir al interior de sus
propósitos comunitarios y como posibilidad de ampliar sus conocimientos y prácticas en el
camino de expandir su conexión con el tejido de la vida y de la madre tierra, estas
ecoaldeas expresan un Buen Vivir rediseñado, co-creado, reconfigurado por diversos y
múltiples saberes, prácticas y principios éticos en la apuesta por construir un Buen Vivir de
tipo Mestizo.
La amplia variedad de ecologías de saberes, de ética simbiótica, de nuevas formas de
comprensión de la naturaleza y del proceso de autoadscripción como nativo-mestizo-
consciente puede servir como referente para proyectos con intencionalidades similares; en
el entendido que, los resultados de este estudio pueden ayudar a identificar los logros
alcanzados por estas comunidades en sus procesos de conexión con la naturaleza y los
desafíos que aún siguen presentes y pendientes por superar.
144

Recomendaciones para seguir tejiendo

Sobre la investigación en ecoaldeas

Con esta investigación, se lo logró evidenciar que las ecoaldeas estudiadas transitan
hacia una superación de la ontología dual de humanidad-naturaleza y proponen nuevas
formas de ontología relacional y la emergencia de una epistemología de la reconciliación.
Categorías conceptuales que requieren de un mayor desarrollo investigativo en el
movimiento de ecoaldeas y de otro tipo de asentamientos sustentables, tanto dentro del país
como en otras regiones; para lo cual se sugiere, tomar como cuerpo conceptual las
categorías de análisis halladas en esta investigación como son: ecologías de saberes, ética
simbiótica, buen vivir.
Las investigaciones científicas en torno a las ecoaldeas deben continuar desarrollándose,
en el sentido de plantear nuevos problemas de investigación en torno a: la organización
social, la construcción identitaria del nativo-mestizo-consciente, el sentido espiritual que
adquieren estas comunidades, las propuestas de tecnologías sociales y ecológicas, todo
ellos son asuntos que pueden permitirle a la academia la producción de nuevo
conocimiento a partir de continuar estudiando estas experiencias emergentes, que demás,
pueden constituirse como un nuevo campo de estudio sobre alternativas a la crisis
civilizatoria o alternativas mestizas de buen vivir.
Asimismo, se sugiere crear grupos de investigación científica, en alianza con las
ecoaldeas y las redes en las que participan las ecoaldeas, dedicados a la producción de
conocimiento acerca de las ecologías de saberes, en tanto son aspectos de la vida
ecoladeana que pueden continuar fortaleciéndose y servir como referente para otras
iniciativas sustentables.

En clave de transitar hacia el buen vivir nativo-mestizo

A las ecoaldeas estudiadas, se les recomienda pensar en profundidad en sus niños y sus
jóvenes en clave de garantizarles las condiciones sociales, económicas, culturales y
ecológicas para que puedan ellos sostenerse en el tiempo dentro de sus comunidades y
seguir fortaleciendo la visión de las ecoaldeas y del Buen Vivir.
De igual manera, su sugiere revisar la huella ecológica de las ecoaldeas, de modo que
este enfoque puede ayudar a monitorear las intervenciones hacia el tejido de la vida,
mejorar las prácticas y compartirle a la sociedad las prácticas exitosas que puedan reducir
la huella ecológica local.

Sobre la educación

A nivel educativo, se recomienda crear actividades académicas, en todos los niveles de


la formación primaria, secundaria, superior y post-gradual, en los que se aborden asuntos
de vida sustentable y de buen vivir, en los que las ecoaldeas o algunas de las ecologías de
saberes de éstas pueden servir como referente vivencial.
Crear alianzas o convenios entre las ecoaldeas y sector educativo mediante los cuales se
permita el intercambio de saberes y vivencias sustentables para ampliar el campo de
conocimiento de los estudiantes sobre las alternativas de vida existentes en el país.
145

A las instituciones gubernamentales y la sociedad civil

A la sociedad y a quienes formulan las políticas sociales y ecológicas en los territorios,


invitarlos a voltear la mirada hacia las ecoaldeas y, de igual manera, invitar a las ecoaldeas
a seguir mirando hacia a la sociedad, en el sentido que puedan co-existir intercambios de
información, de saberes y de prácticas que posibiliten la reconstrucción de los territorios
rurales y urbanos en clave de sustentabilidad y buen vivir; a razón que como les sugirió
Gloria Cuartas a las ecoaldeas en el Llamado de la Montaña (2015) “las comunidades
necesitan del espejo del amor, del cuidado”.
Se espera que este estudio sirva de referente tanto para las ecoaldeas estudiadas como
para los proyectos que deseen emprender caminos similares de conexión con el tejido de la
vida. De igual modo, se aspira que los grupos académicos incorporen dentro de sus
estudios y acciones los saberes, las prácticas y los valores que nos propone el movimiento
de ecoaldeas.
146

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152

Listado de figuras

Figura 1. Ciclo de análisis en el estudio colectivo de casos 35


Figura 2. Evidencia empírica recolectada 36
Figura 3. Categorías conceptuales orientadoras 37
Figura 4. Fuentes de inspiración, movimientos y agrupaciones del Movimiento
de regreso a la Tierra 39
Figura 5. Genealogía de las ecoaldeas en el Planeta 40
Figura 6. Redes regionales de ecoaldeas 42
Figura 7. Ejemplos de ecoaldeas en el mundo 46
Figura 8. Pilares y principios de la sustentabilidad 48
Figura 9. Ejemplos de monedas comunitarias en ecoaldeas 50
Figura 10. Experiencias comunales y/o ecológicas en Colombia 55
Figura 11. Llamados de la Montaña 56
Figura 12. Relación de CASA Colombia con otras redes 57
Figura 13. Tipos de proyectos que hacen parte de CASA 58
Figura 14. Interacción de CASA LATINA a nivel internacional 59
Figura 15. Carlos Rojas, Aldeafeliz 62
Figura 16. Ana María Aristizábal, Aldeafeliz 62
Figura 17. Tatiana Monroy, Aldeafeliz 62
Figura 18. Fragmento de carta de invitación para fundar Aldeafeliz 64
Figura 19. Mapa de disueño de Aldeafeliz 66
Figura 20. Residentes pioneros de Aldeafeliz. 67
Figura 21. Entrada a Aldeafeliz 68
Figura 22. Ruta de acceso a Aldeafeliz 69
Figura 23. Cartografía del Plan Maestro de Aldeafeliz 70
Figura 24. Persona en proceso de aspirantazgo viviendo en carpa 74
Figura 25. Familia Anthakarana 77
Figura 26. Ruta de llegada a Anthakarana 78
Figura 27. Mapa de disoñación de Anthakarana 80
Figura 28. Mándala de la Sustentabilidad 82
Figura 29. Ecologías de saberes en el mándala de la sustentabilidad para
el Buen Vivir 83
Figura 30. Estructura organizativa de Aldeafeliz 84
Figura 31. Estructura de la Sociocracia 86
Figura 32. Zhigoneshi 87
Figura 33. Distribución de actividades diarias en Anthakarana 88
Figura 34. Escuelita Anthakarana 89
Figura 35. Escuelita Alas de Colores 89
Figura 36. Programa radial ‘La hora feliz de Aldeafeliz 90
Figura 37. Kusmuy (Casa de pensamiento) 92
Figura 38. Abalgamalue (Casa de pensamiento) 92
Figura 39. Siembra de luna 93
Figura 40. Mujeres sahumadoras y Anthakarana en Marcha Carnaval
en Armenia (Quindío), 2016 96
Figura 40. Nacimiento en casa 97
153

Figura 41. Bautizo 99


Figura 42. Temazcales en Aldeafeliz y Anthakarana 100
Figura 43. Lugar de siembra de visión 101
Figura 44. Danza de paz en Kusmuy (Casa de Pensamiento) 102
Figura 45. Invitaciones a eventos en Aldeafeliz 103
Figura 46. Invitaciones a eventos en Anthakarana 104
Figura 47. Ecología de saberes presentes en el evento Be happy fest en Aldeafeliz 104
Figura 48. Recuperación de capa vegetal en Anthakarana y Aldeafeliz 105
Figura 49. Minga de bioconstrucción de casa en guadua y barro 106
Figura 50. Casa construida en madera y bambú 107
Figura 51. Casa elaborada con guadua, madera, bahareque y techos vivos 107
Figura 52. Biodigestor 108
Figura 53. Baño seco 109
Figura 54. Mensaje de uso del baño seco 109
Figura 55. Sistema de recolección y potabilización de aguas 110
Figura 56. Proceso de fitopurificación de aguas residuales en Aldeafeliz 110
Figura 57. Solarización del agua 111
Figura 58. Compostero de reciclaje de residuos orgánicos 112
Figura 59. Estación de reciclaje 113
Figura 60. Reutilización de llantas para cultivar 113
Figura 61. Huerta sinérgica 114
Figura 62. Cultivo de fresas 115
Figura 63. Taller de dispersión de semillas de alimenticias y medicinales mediante el
método ‘Fukuoka’ 115
Figura 64. Instalaciones para producción de Orellanas 116
Figura 65. Altar que simboliza la unidad de las cuatro razas 126
Figura 66. Conteo de palabras de conversaciones y notas de campo 129
Figura 67. Comprensión de la Naturaleza como tejido de vida en espiral 130
Figura 68. La configuración de nuevos valores 135

Listado de tablas

Tabla 1. Investigaciones sobre ecoaldeas en Colombia 14


Tabla 2. El tránsito de urbanos a agromelos 122

Listado de mapas

Mapa 1. Mapa de huella ecológica global 11


Mapa 2. Ecoaldeas y asentamientos sustentables en el mundo 44
Mapa 3. En Bogotá se gesta Aldeafeliz 61
Mapa 4. En Armenia se gesta 75

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